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4 La Formación de valores del profesional

En el momento histórico actual (principios del tercer milenio), la educación tiene una
función propiamente altruista. Esto ha originado que se haya ido instalando un
nuevo concepto de calidad de educación el cual se restringe a una
capacitación eficiente para producir los diversos tipos de capital humano con
capacidad para consumir en la actual sociedad de mercado.

La tendencia dominante en la formación profesional es la propuesta de una


formación integral que comprenda las capacidades y competencias para entrar al
mundo del trabajo. Pero que también incluya los valores y las actitudes que
moldean la personalidad del sujeto y que contribuyen al logro de un
desempeño comprometido y eficaz de su profesión, así como a un ejercicio
responsable de la ciudadanía.

Los pilares de la formación integral son dos:

1.- La Formación en competencias profesionales

2.- La Formación ética.

Los cuales requieren comprometerse como dos dimensiones que se articulan para
preparar al profesional del nuevo milenio (Ibarra Rosales 2005).

Los profesionistas que egresen del SNIT (Sistema Nacional de Institutos


Tecnológicos o del sistema universitario, al adquirir un conjunto de conocimientos
especializados y de competencias profesionales, no sólo logran obtener el estatus
y poder de expertos en un área del conocimiento o campo de acción, sino también
contraen la responsabilidad moral de hacer un buen uso de esas competencias
profesionales porque la aplicación de esos conocimientos especializados inciden de
manera directa o indirecta en las condiciones de vida, en el bienestar de la población
y el estado de la naturaleza.

La Educación en valores en la educación superior tecnológica debe


encaminarse fundamentalmente a la formación y al desarrollo de valores
profesionales, entendiéndose como slo valores humanos contextualizados y
orientados a la profesión. Sus significados se relacionan con los requerimientos
universales y los particulares de la profesión.

Constituyen rasgos de la personalidad profesional y contribuyen a definir una


concepción integral del ejercicio de la profesión. En la Formación profesional, la
educación en valores es el proceso de humanizar e integrar lo social en las
competencias profesionales. Significa desarrollar la personalidad profesional
integral mediante la modelación del ejercicio profesional en el proceso docente y en
toda la vida universitaria para el desarrollo de los futuros modos de actuación
profesional (Arana 2003).
La formación de valores del profesional debe tener un carácter pluridimensional,
que abarque las siguientes áreas que necesariamente habrán de desarrollarse;
intelectual, técnica, ética, estética, política y además según la profesión, y de otros
factores que, de acuerdo con las circunstancias, deberían tomarse en cuenta.
Algunas de las razones que justifican la educación en valores en la formación
profesional son:

La imagen de la ciencia y de la tecnología existente en los futuros profesionales,


que varía según las concepciones y paradigmas con que se interpreten y
comprendan dichos procesos, lo cual es producto de los contenidos de la carrera:
conocimientos, enfoques, habilidades, relaciones, comportamientos de los
docentes, estilos y maneras de determinar y solucionar problemas de la vida
universitaria en general.

La adaptación de los diseños curriculares de las carreras a los cambios científico-


tecnológicos y sociales, y su proyección en los objetivos y modos de actuación de
los futuros profesionales.

El contenido de la formación profesional se refiere a la cultura que debe adquirir un


profesional para ejercer adecuadamente su oficio, y que abarca no sólo los
conocimientos científicos y tecnológicos necesarios que respondan a esa rama y
objeto del conocimiento y del saber hacer específicos, sino a una cultura profesional
como resultado de un tipo específico de educación científico-tecnología, entendida
como:
El proceso continuo de adquisición de conocimientos teóricos y prácticos y de
formación de valores en relación con la práctica tecno científica, que propicie una
actitud crítica de los aspectos contradictorios presentes en las relaciones entre la
actividad científico-tecnológica y las otras formas de actividad social (Arana 2003).

Tres palabras claves, sin que ello signifique entrar en un diferencial semántico,
intervienen en esa praxis; los valores, la educación y, como un abarcador de ambas,
la filosofía.

De estas aparece la virtud por la que el profesional transita sobre un camino donde
establece, de manera coherente y honrada, una axiología propia, o escala de
valores, mediante la cual se rige.

La formación de valores supone una relación entre la persona en tanto particular,


con la comunidad entendida como lo general, de lo interior con lo exterior, es decir,
de la interiorización de las normas con las regulaciones y valores comunitarios, de
lo individual y lo colectivo, o sea, del reconocimiento de sí mismo con el
reconocimiento de valores y normas compartidas y por tanto, legítimas.

En la sociedad actual, la formación y la capacitación de las personas es una


necesidad. El desarrollo de la ciencia y sus aplicaciones técnicas y tecnológicas en
diferentes ámbitos de la vida del hombre han proyectado el quehacer educativo a
un lugar de prioridad. Claro que no siempre ha sido así, fue necesario transitar por
una larga historia y arribar a la Revolución Industrial y a la Ilustración para que a
fines del siglo XVIII, los sistemas educativos nacionales se constituyeran como una
respuesta a la necesidad de universalizar a la educación, en un sentido formal
institucional, y con ello, permitir que la educación, bajo el amparo de las leyes
nacionales y la rectoría del Estado, pasara a formar parte de lo cotidiano en esa
relación cercana entre maestro, alumno, planes y programas de estudio, comunidad
escolar y comunidad social que ahora ya son parte de la vida social, cultural y
política de los seres humanos y de la sociedad misma.

Es esta inclusión en la vida del hombre que convierte a la educación en un factor


determinante del desarrollo de la revolución científico-técnica actual, pasando a ser
además objeto de estudio de su propia disciplina, la Pedagogía.
La formación de valores con el tiempo se va haciendo de la siguiente manera:
 De los seis a los siete años, la aceptación de la norma parte de cierta
uniformidad percibida, la razón la tiene quien sostiene esta norma.
 De los ocho a los nueve años, la norma es arbitraria, y en consecuencia,
convencional.
 De los diez a los once años, la norma es convencional pero reviste autoridad.
 De los doce a los trece años, si la regla es arbitraria es entonces cambiante
y si es así, lo que yo opino es lo mejor.
 De los catorce a los dieciséis años, la norma desempeña una función social
en tanto hace que el individuo sea o no parte de un grupo.
 De los diecisiete a los dieciocho años, Las normas se legitiman por su uso,
no son más que meras costumbres no cuestionadas.
 De los dieciocho a los veinticinco años, las normas facilitan la interacción
social y son resultado del consenso.
 De los veintiséis años en adelante la formación de valores de un profesional
ya está completa. Si no lo es así quiere decir que en cierto periodo de vida
de la persona se perdió uno o más valores lo que ocasiona que en varias
veces la formación termine arruinándose parcialmente.
1.5 Relación de valores actitudes y creencias con el comportamiento y su influencia en la
preservación del medio ambiente

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