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Las mujeres y niñas que son sometidas a este procedimiento, muchas veces
llegan a tener serias repercusiones en su vida, que va desde dolores severos,
hemorragias, shock, infecciones y algunas inclusive la muerte, todo esto, porque
dicha mutilación genital se hace en las peores condiciones de higiene y con la
menor responsabilidad posible, en lugares y con material inadecuado para tal
intervención.
Me parece que la religión muchas veces puede ser un arma de doble filo, pues
si bien el hecho de adorar a un santo o divinidad no afecta a nadie, el hecho de
usar la religión para enseñar que la mujer es un sujeto secundario de la sociedad,
donde no tiene derechos, sino solo deberes y estos, se ven reflejados en
escalofriantes ritos, donde se violan todos los derechos de la mujer, esto
claramente resulta inconcebible.
Es importante ser una sociedad consciente del dolor de los demás, pugnar por
la erradicación de la mutilación genital femenina, pues ya sabemos que es una
práctica cruel y horrorosa, no debemos permitir el dolor de nuestras mujeres, por
prejuicios absurdos. Debemos de tener empatía por nuestra comunidad,
ponernos en los zapatos de estas mujeres y entender que nadie se merece sufrir
por ningún motivo. El mundo no debe de actuar bajo costumbre y pensamientos
primitivos, debemos actuar como lo que somos, seres pensantes y eliminar
cualquier tipo de dolor o sufrimiento y mejor promover la educación no solo en
estas zonas donde predominan dichas prácticas, sino en todos los rincones del
mundo, para así tener seres humanos conscientes del dolor ajeno.
En conclusión puedo decir que estoy de acuerdo con la postura de las ONG’s
defensoras de derechos humanos, que condenan totalmente esta práctica, por
ser brutal y ser violatoria de derechos fundamentales de la comunidad femenina
y en contra del argumento que utilizan muchas comunidades para seguir
realizando esto, pues están en desacuerdo con que se les califique como
salvajes, ya que es una creencia que para ellos está bien y representa autonomía
cultural como etnia y pueblo.
Es importante ser una sociedad consciente del dolor de los demás, pugnar por
la erradicación de la mutilación genital femenina, pues ya sabemos que es una
práctica cruel y horrorosa, no debemos permitir el dolor de nuestras mujeres, por
prejuicios absurdos. Debemos de tener empatía por nuestra comunidad,
ponernos en los zapatos de estas mujeres y entender que nadie se merece sufrir
por ningún motivo. El mundo no debe de actuar bajo costumbre y pensamientos
primitivos, debemos actuar como lo que somos, seres pensantes y eliminar
cualquier tipo de dolor o sufrimiento y mejor promover la educación no solo en
estas zonas donde predominan dichas prácticas, sino en todos los rincones del
mundo, para así tener seres humanos conscientes del dolor ajeno.
En conclusión puedo decir que estoy de acuerdo con la postura de las ONG’s
defensoras de derechos humanos, que condenan totalmente esta práctica, por
ser brutal y ser violatoria de derechos fundamentales de la comunidad femenina
y en contra del argumento que utilizan muchas comunidades para seguir
realizando esto, pues están en desacuerdo con que se les califique como
salvajes, ya que es una creencia que para ellos está bien y representa autonomía
cultural como etnia y pueblo.