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Algún ejemplo de mal aislante térmico son los metales, ya que en contraposición de otros
materiales estos son buenos conductores del calor. Los materiales de construcción como
el yeso, el ladrillo o los morteros tienen una resistencia térmica media, mientras que los
mejores aislantes térmicos son las lanas minerales (de roca y de vidrio) y las espumas
plásticas.
Los aislantes tradicionales como los pilares o los cantos de forjado crean fácilmente
puentes térmicos (zonas donde se transmite más fácilmente el calor que en las zonas
aledañas). Así pues, debemos revestir nuestra vivienda con un buen aislante térmico, ya
que las ventajas de hacerlo son considerables:
– Aumentaremos la eficiencia energética del edificio, ya que los edificios son los
responsables de más del 40% de la energía consumida, de la cual se estima que el 50%
se pierde a través de los cerramientos opacos del edificio.
Tiene su origen en Centroeuropa en torno a 1950 para protegerse del frío y como ahorro
energético en arquitectura. Actualmente se emplea en todo el mundo, también en zonas
secas como Dubái, para protección ante el calor.
Los Sistemas SATE deben ser aplicados por empresas especializadas, ya que existen unos
pasos a seguir que garantizan el correcto funcionamiento de dichos sistemas.