Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
La madre de Antonio señalo que cuando era un adolescente se había juntado con “malas
compañías” y había comenzado consumir alcohol y marihuana. Bebía entre dos y seis
cervezas aproximadamente dos veces a la semana desde que tenía diecinueve años y decía
que la cerveza le ayudaba a superar sus problemas. Nos dijo que no tenía deseos de
eliminar su consumo de alcohol, aunque su madre señaló que debería hacerlo. La madre no
había observado signos de tolerancia al alcohol ni abstinencia fisiológica y negaba que
Antonio tuviera antecedentes de amnesia alcohólica, complicaciones médicas o tratamiento
de cuadros de abuso de sustancias. Antonio señalo que fumaba un porro de marihuana cada
una o dos semanas desde que tenía dieciocho años y que recientemente había incrementado
este consumo a dos o más porros semanales para que le ayudara a “expulsar un viejo que
hay dentro de mí”. También señalo tener antecedentes de consumo de medio paquete de
cigarrillos al día durante seis años, pero dijo que había dejado de fumar tabaco hacia
algunos años.
antes de su primera hospitalización a los veinte años, Antonio permanecía frecuentemente
despierto durante la noche y presentaba somnolencia diurna, ponía la música a todo
volumen para distraerse de sus pensamientos preocupantes, creía que Jennifer López le
enviaba mensajes a través de la televisión y la radio y en ocasiones vomitaba las comidas
que le preparaba su madre debido a razones poco claras. En una ocasión tuvo una discusión
con su familia y pegó un puñetazo en la pared, por lo que su familia lo hospitalizo por vez
primera. El análisis toxicológico de la orina fue positivo para cannabinoides, lo que
demostraba su consumo de marihuana. Fue estabilizado con el medicamento antipsicótico
risperidona (3 mg/día) y recibió el alta para ser atendido mediante un programa terapéutico
ambulatorio al que no acudió.
Seis meses después comenzó a consumir de nuevo marihuana y alcohol. Fue ingresado en
varias ocasiones en el servicio de urgencias debido a comportamiento extraño, tras lo cual
fue devuelto a sus padres. Su segunda hospitalización tuvo lugar cuando Antonio tenía
veintidós años debido a sintomatología psicótica consistente en preocupación religiosa,
alucinaciones auditivas y amenazas de muerte a su padre. Rechazo inicialmente la
medicación, pero requirió la administración urgente de aloperidol y lorazepan tras un
altercado verbal con otras personas. Después, fue tratado con olanzapina (hasta 25 mg) y
respondió bastante bien, aunque ganó casi siete kilos.
Durante su tercera hospitalización por sintomatología psicótica, unos meses después,
recibió ziprasidona y risperidona, de las cuales señaló que le causaba efectos adversos de
“agitación”. Fue remitido a una clínica de pacientes con diagnostico doble de cuadros de
enfermedad mental y de dependencia de sustancias, pero volvió a casa a los tres días.
Durante ocho meses señalo haberse abstenido de consumo de sustancias, aunque siguió
mostrando una sintomatología psicótica de grado leve. durante su cuarta hospitalización, a
los veinte años, se inició el tratamiento mediante inyecciones mensuales de decanoato,
Haroperidol