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ECONOMIA NARANJA

LAURA DANIELA FARIAS


LIC. MARLEN MEDELLIN ALDANA

FUNDACION UNIVERSITARIA INTERNACIONAL DEL TROPICO AMERICANO


UNITROPICO
ECONOMIA AMBIENTAL
YOPAL
2018
¿Qué es la economía naranja?

Cuando hablamos de la definición de economía naranja también nos referimos al término


economía creativa, que fue acuñado en el año 2001 por John Howkins en una entrevista para
la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) en la que apuesta por las
oportunidades de negocio y desarrollo que representa el sector cultural y la industria creativa.
¿Qué es la economía naranja? Según el concepto que aporta Howkins en su libro, “La
economía creativa. Transformar una idea en beneficios”, nos estamos refiriendo a un modelo
en la que las ideas y los procesos creativos son la base de una economía y también una
oportunidad de generar riqueza a través de un mercado.
Para Howkins, por economía naranja (o economía creativa) “se entienden las operaciones
(ideas) que generan los productos creativos. Cada operación puede comportar dos valores
complementarios: el valor de la propiedad intelectual intangible y el valor de la plataforma
física”. Estas ideas no se quedan solo en el concepto, sino que van más allá e incorporan un
valor de mercado para sus impulsores. La economía Naranja es creatividad, cultura, talento,
innovación e impulso de nuevas ideas que generan un nuevo mercado y una oportunidad de
negocio. Hablamos de nuevas industrias creativas y culturales que son capaces de monetizar
el valor de las ideas y el talento y que dinamizan tanto la economía de un país, como su
mercado laboral y que destacan por su protección de los derechos de autor y propiedad
intelectual.
Transformar las ideas en bienes y servicios culturales y de industrias creativas, como la
arquitectura, artesanías, moda, música, entre otras, es lo que hoy en el mundo se conoce como
economía naranja. La base es generar valor a partir de la transformación innovadora de
aspectos de la cultura.

Según la ley 1834 de 2017, conocida como la Ley Naranja, en Colombia se plantea impulsar
esta actividad a través del desarrollo, fomento, incentivo y protección de las industrias
creativas. Los beneficios de esta actividad económica están en el impulso sobre el
emprendimiento, la innovación, los flujos de capitales y la competitividad y el crecimiento
económico.

José Luis Polo, profesor del IEEC de Uninorte, explica que la economía naranja se compone
por cuatro dimensiones vitales para el desarrollo económico de un territorio. Por un lado,
están las actividades económicas relacionadas con la creación de contenidos comunicativos,
donde se maneja y controla la información.

También están aquellas actividades relacionadas con el patrimonio cultural de un territorio,


las cuales generan encadenamientos productivos y cultura creativa en la población, lo que es
ampliamente reconocido como uno de los principales motores del desarrollo económico y
social. Asimismo, la oferta de espacios dedicados a las artes gráficas y escénicas, y, por
último, las actividades económicas basadas en el diseño, como arquitectura, publicidad,
videojuegos, entre otros.

La economía colombiana ha empezado a adaptarse a las tendencias en competitividad e


innovación de la actualidad. Así lo demuestra el incremento que ha presentado el nivel de
inversión destinado a actividades económicas basadas en innovación y tecnología, como la
industria manufacturera. Según el Banco de la República, para el 2017 este sector presentó
un incremento en el flujo de inversión extranjera recibida del 23%.

Según el BID y el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones


(Tics), la economía naranja muestra una participación de entre el 3,3% y 3,7% como
porcentaje del PIB nacional. David Luna, ministro de las Tics, ha planteado que la meta del
sector al 2020 es que la participación sobre el crecimiento económico nacional sea
aproximadamente del 5 %.

¿Cómo aprovechar de manera óptima esta actividad en el país? El profesor Polo indica que
este tipo de actividades requieren de dos temas fundamentales para su óptimo desempeño.
“El primero es contar con una regulación especial, ya que no pueden ser tratados de la misma
manera que las industrias tradicionales, y segundo, requieren un impulso desde el sector
público que sirva como capital semilla para la dinamización de estas actividades”.

La creatividad como motor de innovación puede contribuir a la diversificación como


herramienta necesaria para contar con una economía competitiva a nivel mundial basada en
el conocimiento. Una de estas áreas de desarrollo es la denominada Economía Naranja, cuyos
pilares fundamentales son la creatividad y el talento, que generan bienes y servicios de alto
valor económico, empleos e impacto social, transformando sectores como el hotelero –con
Airbnb– o el del transporte –con Uber– y compitiendo a la par contra mercados como el
automovilístico o el de la minería.
Uno de los sectores transversales de todos los que componen la Economía Naranja es el
emprendimiento. Hemos visto surgir en la región cada vez con más fuerza una nueva
generación de emprendedores talentosos que le han dado a la creatividad un valor central en
sus actividades productivas y comerciales. Ellos han redefinido sus funciones y desafiado los
mitos que rodean a la creatividad como fenómeno, construyendo equipos multidisciplinarios
que conjugan habilidades innovadoras atípicas.
En medio de la Cuarta Revolución Industrial, la creatividad se convierte en
protagonista para enfrentar los cambios en las maneras de producir y trabajar.
En medio de la Cuarta Revolución Industrial, la creatividad se convierte en protagonista para
enfrentar los cambios en las maneras de producir y trabajar. El futuro de las empresas,
independientemente de su tamaño, estará en la capacidad de desprenderse de la forma en que
desarrollaban sus productos y servicios para seguir invirtiendo en la atracción de nuevos
talentos, que sean capaces de diseñar otras lógicas para la creación del valor.
Entre estas 50 innovaciones se destacan una serie de productos y servicios tecnológicos y
también analógicos que realzan la cultura y las raíces de los pueblos originarios
latinoamericanos y que comprometen a sus destinatarios con causas sociales como la
sustentabilidad, el empoderamiento femenino o la responsabilidad civil ante el cambio
climático. Como dijera el reconocido cardiólogo Franz Freudenthal, “No hay ninguna
máquina en el mundo que haga el trabajo de las mujeres aymaras, quienes con sus técnicas
ancestrales son capaces de confeccionar un dispositivo para tratar cardiopatías infantiles”.
Cabe señalar que, en la región de América Latina y el Caribe, a diferencia de lo que sucede
con las startups de otras partes del mundo, la mayoría de las innovaciones de las ICC
persiguen, contundentemente, mejorar vidas y producir un alto impacto social. Y para ello
nuestros emprendedores se valen principalmente de la empatía, esa capacidad cognitiva que
permite ponerse en el lugar del otro y ayudarlo a superar sus dificultades, dando paso así a
soluciones más inclusivas.
Latinoamérica y el Caribe es una región creativa llena de talento e imaginación. Incluso nos
aventuramos a decir que estos son sus activos más valiosos. Sus industrias creativas y
culturales ya son capaces de competir en los mercados globales, generando empleos,
resaltando el patrimonio y la identidad cultural de sus pueblos y mejorando la calidad de vida
de su gente.

ENFOQUE AL MEDIO AMBIENTE


Dentro de la economía naranja encontramos todo tipo de diversidad en cuanto a innovación
es por esto que no solo apoya lo social, cultural entre otras hacemos énfasis en lo ambiental
debido a que los nuevos empresarios también pueden sacar provecho de esto cuidando el
medio ambiente dentro de la búsqueda encontré que como proyecto de innovación y
emprendimiento están creando marcas de ropa urbanas ecológicas de alta calidad
confeccionadas por hombres y mujeres de tres cárceles de lima(peru).Cada preso recibe una
reducción de su condena y un porcentaje de las ventas, propiciándose así su reinserción
social.
La incorporación de Tecnologías Ecológicamente Racionales dentro de las medidas de
mitigación, coadyuvará a los países de América Latina y el Caribe a reducir sus emisiones
de gases de efecto invernadero

El crecimiento verde es una apuesta para promover una transición hacia una economía más
verde, sostenible y dentro de un modelo de desarrollo que genere menores emisiones de gases
de efecto de invernadero. Si bien ya el tema está en la agenda pública (ejemplo: existe el
CONPES 3934) aún hay mucho camino por recorrer en el país para generar sensibilidad y
conciencia ambiental que se traduzca en hechos, en cambios en los patrones de consumo y
de producción. Hay innumerables retos ambientales como la deforestación, la minería ilegal,
la baja calidad del aire, la contaminación de suelos, etc. En otros artículos los analizaré por
separado. Pero en este quiero generar un vínculo muy puntual entre el reto del sobreconsumo
y la generación de residuos (porque está en nuestro día a día de manera muy directa) y aquello
que nos inspira a tomar conciencia y acción. Aquí es donde veo el aporte de las expresiones
artísticas.

Que en Colombia se proyecte una tasa de reciclabilidad del 17,9% para el año 2030 sigue
siendo una meta poca ambiciosa. Europa proyecta un 65% de los residuos municipales y el
75% de los de empaques para el mismo año. Y si me anticipo a los comentarios “son otros
contextos, no podemos comparar Europa con nuestra situación”, valga la oportunidad para
decirlo: si seguimos pensando que no podemos y no tenemos con qué, si no somos
ambiciosos y ponemos la vara alta, seguiremos como estamos. Es por eso que es necesario
cambiar y eso lo empezamos a hacer si cambian nuestros imaginarios y percepciones.

Entonces es simple: ¿cómo logramos evitar la generación de residuos (diseño de productos


sostenibles y consumo responsable) y gestionar los residuos y volverlos a incorporar en una
nueva vida útil (reciclabilidad)? -esto es lo que se conoce a grosso modo como la economía
circular-. De muchas maneras, normatividad, incentivos económicos y motivación para que
el querer consumir de manera diferente se convierta en un hecho real.

Si bien hay normatividades que emergen desde la autoridad ambiental para hacer más
eficiente el modelo de la economía circular en el país, sigo viendo cómo los propósitos
ambientales se desconectan de los elementos emocionales que motivan a las personas a
reflexionar y actuar. Valoro el aporte de mis colegas biólogos, ecólogos, ingenieros
ambientales y personas que estudiaron ciencias naturales, pero hoy en día siento que es tan o
más importante que se sumen los artistas, humoristas, comunicadores, diseñadores y filósofos
en este reto de cuidar nuestro entorno natural.

Más allá de las normas, necesitamos una explosión de creatividad para tener modelos de
innovación basados en la bioeconomía en el país. Necesitamos más emprendedores
sostenibles que generen soluciones ambientales innovadoras. Pero también, necesitamos una
avalancha de inspiración para conectar el mercado con la realidad social y ambiental del país.
Que los consumidores se conecten emocionalmente con aquellos que producen productos y
servicios sostenibles, que en casa se viva un ambiente de sostenibilidad.

El arte transforma los imaginarios individuales y colectivos, por ende, puede transformar
hábitos en la manera como producimos y consumimos. Cierro este artículo haciendo una
aclaración. No pido ahora que todas las canciones sean sobre temas ambientales, que todas
las aplicaciones tecnológicas respondan a retos eco sistémicos, que todas las obras de arte en
galerías sean sobre paisajes conservados ¡No!, muy aburrido y fanático sería pretender que
el arte como herramienta de construcción cultural se minimice al tema ambiental. Pero sí que
de manera sutil, con una palabra, una frase colada, una imagen o lo que sea, se ponga a
reflexionar a las personas sobre su rol para conservar nuestro entorno natural estemos donde
estemos (hogar, oficina, en la rumba, como turistas, etc.).

Las industrias creativas y culturales representadas en estas innovaciones evidencian que en


América Latina y el Caribe hay un entendimiento claro de la importancia del vínculo
emocional con el consumidor, del respeto al patrimonio cultural y del impacto social que son
capaces de provocar en el mundo. Este plano emocional es donde las marcas pueden alcanzar
la preferencia y lealtad de los consumidores. Sucede, por ejemplo, cuando estas participan
en causas sociales que despiertan su sensibilidad como es el consumo responsable. En ellas,
la preservación del medioambiente y la igualdad social son valoradas, y se busca que las
marcas beneficien con justicia a todos los que conforman su cadena de valor. Quienes las
eligen quieren conocer de primera instancia la historia detrás de cada individuo que forma
parte del producto y el impacto que esta actividad es capaz de generar en su entorno y en el
mundo. En el corazón de Guatemala está The New Denim Project, empresa textil que trabaja
con los desechos de las maquilas de jeans existentes en el país, reciclándolos para crear
productos sostenibles de alta calidad. Este emprendimiento entiende la oportunidad de
mercado que existe para las compañías que son actores dinámicos en la economía circular y
que transforman sus procesos de manufactura con cero desperdicios (Zero waste). Mola Sasa
es una marca de moda basada en la compleja labor de confección de tejidos conocida como
mola y que ha sido desarrollada desde tiempos ancestrales por mujeres de las comunidades
kuna en la Región del Darién, en territorios que comparten Colombia y Panamá. Mola Sasa
no solo enaltece esta técnica de tejido tradicional de la cultura kuna que los comercializa
como accesorios de lujos para la industria de la moda, sino que capacita a las mujeres
indígenas en su desarrollo social y económico.

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