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(Carta de la madre de Schopenhauer a su hijo)

Weimar, 17 de mayo de 1814

La puerta que con tanto estrépito cerraste ayer tras comportarte tan indignamen
te con tu madre se ha sellado para siempre entre tú y yo. Estoy cansada de soportar tus malas maneras, me voy al
campo y no regresaré hasta saber que te has marchado; se lo debo a mi salud, pues una segunda escena como la de
ayer podría provocarme un ataque de apoplejía que quizá resultaría mortal. Tú no sabes nada del corazón de una
madre: cuanto más amó, más dolorosamente siente cada golpe que le infiere la mano antes amada. No es Müller, esto
te lo juro ante Dios en quien creo, quien te separa de mí, sino tú mismo, tu desconfianza, la censura que ejerces sobre
mi vida y sobre la elección de mis amigos, tu desdeñoso comportamiento para conmigo, el desprecio que muestras
hacia mi sexo, tu negativa manifiesta a contribuir a mi felicidad, tu codicia, tu mal humor al que das libre curso en mi
presencia sin la menor consideración hacía mí (...)
Y eso es lo que nos separa, si bien no para siempre, sí hasta que retornes a mí en calma y buena disposición. En ese
caso estaría dispuesta a acogerte con benevolencia. ¿Qué diría tu padre si viviera, él que pocas horas antes de morir te
encomendó que me honrases y que no me dieses nunca disgustos? Si yo hubiese muerto y tuvieras que vértelas con tu
padre, ¿te atreverías a sermonearle? ¿Tratarías de determinar su vida y sus amistades? ¿Acaso soy yo menos que él?
(...)
Deja aquí tu dirección pero no me escribas, a partir de ahora ni leeré ni contestaré a ninguna de tus cartas; llegados a
este punto se separan nuestros caminos, escribo esto con profundo dolor pero no queda otro remedio si es que quiero
vivir y proteger mi salud.

(El carácter extravertido y jovial de Johanna contrastaba con la hosquedad y misantropía de su hijo.
De ahí que la relación entre ambos fuera bastante conflictiva.)

(Carta de Lincoln a su hermano John)

Querido Johnston:

No creo que sea conveniente que cumpla con tu requisito de darte ochenta dólares. En diversas ocasiones, cuando te
he ayudado en poco, me has dicho que con eso te arreglarías, pero al poco tiempo te he encontrado en las mismas
dificultades. Esto sólo puede obedecer a un defecto de tu conducta. Creo saber cual es ese defecto. No eres perezoso,
pero eres un amante del ocio. Desde que te conozco, dudo que hayas consagrado un día entero al trabajo. No te
disgusta demasiado el trabajo, pero no trabajas demasiado, simplemente porque no crees ganar mucho con ello. Tu
dificultad radica en este mal hábito: el de desperdiciar el tiempo, es muy importante para ti, y más aún para tus hijos,
que rompas con ese hábito. Es más importante para ellos porque tienen más vida por delante, y les resultará más fácil
evitar, el hábito del ocio antes de adquirirlo. Ahora necesitas dinero urgente, y mi propuesta es que vayas a trabajar
con el mayor empeño, para alguien que pague por ello. Que tu padre y tus hijos se encarguen de la casa y de todo lo
concerniente a la siembra, mientras tu vas a trabajar por el mejor sueldo que consigas. Y para asegurarte una justa
recompensa por tu valor, ahora te prometo que por cada dólar que obtengas por tu trabajo, y entre el corriente día y el
primero de mayo, sea en contante o sonante o en descuentos de tu deuda, te daré otro dólar. De esta manera, si te
contratan a diez dólares mensuales, obtendrás de mí otros diez dólares, ganando veinte dólares mensuales por tu
trabajo, con ello no quiero decir a St. Louis, a las minas de plomo ni a las minas de California, sino que busques la
mensualidad obtener cerca de tu hogar Coles County.

Si haces esto, pronto saldarás tus deudas, y lo que es mejor adquirirás un hábito que te impedirá endeudarte de
nuevo. Pero si ahora te ayudo a salir del atolladero, el año próximo estarás en similares aprietos. Dices que casi
estarías a cambiar tu lugar en el cielo por setenta u ochenta dólares. Entonces valoras muy poco tu lugar en el cielo
pues sin duda con mi ofrecimiento puedes obtener setenta u ochenta dólares en cuatro o cinco meses de trabajo. Dices
que si te entrego el dinero hipotecarás la tierra a mi nombre, y que sino devuelves el dinero, me cederás la posesión.

¡Tonterías! Si ahora no puedes vivir con la tierra ¿cómo vivirás luego sin ella? Siempre has sido amable conmigo y no
quiero ser rudo contigo. Al contrario, si sigues mi consejo, lo encontrarás más valioso que ocho veces ochenta dólares.

Afectuosamente

Tu hermano

Abraham Lincoln escribió esta carta a su hermanastro John D. Johnston, quién le había escrito a
Lincoln para contarle que estaba en la bancarrota y que sufría graves aprietos financieros en su
granja y solicitarle un préstamo; sin embargo, Lincoln le negó el préstamo, pensaba que toda la
dificultad de su hermano estaba en el mal hábito de desperdiciar el tiempo, y que resultaría más
importante el adoptar el hábito de trabajar antes que obtener un préstamo.

Carta de Albert Camus a su profesor


París, 19 de noviembre de 1957.

Querido señor Germain:

Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He
recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi
madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su
ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo.

Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que
sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continuarán siempre vivos en uno de sus
pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

Lo abrazo con todas mis fuerzas.

Albert Camus.

Esta carta se la escribió a su maestro de escuela cuando recibió el premio Nobel de Literatura

Testamento de Ludwig van Beethoven

Para mis hermanos Carl y….... (Johann) van Beethoven:

¡Oh, hombres que me juzgáis malevolente, testarudo o misántropo! ¡Cuán equivocados estáis!
Desde mi infancia, mi corazón y mi mente estuvieron inclinados hacia el tierno sentimiento de
bondad, inclusive me encontré voluntarioso para realizar acciones generosas, pero, reflexionad
que hace ya seis años en los que me he visto atacado por una dolencia incurable, agravada por
médicos insensatos, estafado año tras año con la esperanza de una recuperación, y finalmente
obligado a enfrentar el futuro una enfermedad crónica (cuya cura llevará años, o tal vez sea
imposible); nacido con un temperamento ardiente y vivo, hasta inclusive susceptible a las
distracciones de la sociedad, fui obligado temprano a aislarme, a vivir en soledad, cuando en algún
momento traté de olvidar es, oh, cuan duramente fui forzado a reconocer la entonces doblemente
realidad de mi sordera, y aun entonces, era imposible para mi, decirle a los hombre, habla mas
fuerte!, grita!, porque estoy sordo. Ah! Como era posible que yo admitiera tal flaqueza en un
sentido que en mi debiera ser mas perfecto que en otros, un sentido que una vez poseí en la mas
alta perfección, una perfección tal como pocos en mi profesión disfrutan o han disfrutado –Oh, no
puedo hacerlo, entonces perdonadme cuando me veáis retirarme cuando yo me mezclaría con
vosotros con agrado, mi desgracia es doblemente dolorosa porque forzosamente ocasiona que sea
incomprendido, para mi no puede existir la alegría de la compañía humana, ni los refinados
diálogos, ni las mutuas confidencias, solo me puedo mezclar con la sociedad un poco cuando las
mas grandes necesidades me obligan a hacerlo. Debo vivir como un exilado, si me acerco a la
gente un ardiente terror se apodera de mi, un miedo de que puedo estar en peligro de que mi
condición sea descubierta – así ha sido durante el año pasado que pasé en el campo, ordenado
por mi inteligente medico a descansar mi oído tanto como fuera posible, en esto coincidiendo por
mi natural disposición, aunque algunas veces quebré la regla, movido por mi instinto sociable,
pero que humillación, cuando alguien se paraba a mi lado y escuchaba una flauta a la distancia, y
yo no escuchaba nada, o alguien escuchaba cantar a un pastor, y yo otra vez no escuchaba nada,
estos incidentes me llevaron al borde de la desesperación, un poco mas y hubiera puesto fin a mi
vida – solo el arte me sostuvo, ah, parecía imposible dejar el mundo hasta haber producido todo lo
que yo sentía que estaba llamado a producir, y entonces soporté esta existencia miserable –
verdadera mente miserable, una naturaleza corporal hipersensible a la que un cambio inesperado
puede lanzar del mejor al peor estado – Paciencia – Esta dicho que ahora debo elegirla para que
me guíe, así lo he hecho, espero que mi determinación permanecerá firme para soportar hasta
que a las inexorables parcas les plazca cortar el hilo, tal vez mejoraré, tal vez no, estoy preparado.
Forzado ya a mis 28 años a volverme un filósofo, oh, no es fácil, y menos fácil para el artista que
para otros – Ser Divino, Tu que miráis dentro de lo profundo de mi alma, Tu sabes, Tu sabes que el
amor al prójimo y el deseo de hacer el bien, habitan allí. Oh, hombres, cuando algún día leáis estas
palabras, pensad que habéis sido injustos conmigo, y dejad que se consuele el desventurado al
descubrir que hubo alguien semejante a él, que a pesar de todos los obstáculos de la naturaleza,
igualmente hizo todo lo que estuvo en sus manos para ser aceptado en la superior categoría de los
artistas y los hombres dignos.

Ustedes, mis hermanos Carl y ……, tan pronto cuando este muerto, si el Dr. Schmidt aun vive,
pídanle en mi nombre que describa mi enfermedad y guarden este documento con la historia de
mi enfermedad de modo que en la medida de lo posible, al menos el mundo se reconcilie conmigo
después de mi muerte. Al mismo tiempo los declaro a los dos, como herederos de mi pequeña
fortuna (si puede ser llamada de esa forma), divídanla justamente, acéptense y ayúdense uno al
otro, cualquier mal que me hayáis hecho, lo sabéis, hace tiempo que fue olvidada. A ti, hermano
Carl te doy especialmente las gracias por el afecto que me has demostrado últimamente. Es mi
deseo que vuestras vidas sean mejores y mas libres de preocupación que la mía, recomendad la
virtud a vuestros hijos, esta sola puede dar felicidad, no el dinero, hablo por experiencia, solo fue
la virtud que me sostuvo en el dolor, a esta y a mi arte solamente debo el hecho de no haber
acabado mi vida con el suicidio – Adiós, y quiéranse uno al otro – Agradezco a todos mis amigos,
particularmente al Príncipe Lichnowsky y al Profesor Schmidt – Deseo que los instrumentos del
Principe L, sean conservados por uno de ustedes, pero que no resulte una pelea de este hecho, si
pueden serviros de mejor fin, véndanlos, me sentiré contento si puedo seros de ayuda desde la
tumba – con alegría me acerco hacia la muerte – si esta llega antes de que tenga la oportunidad de
mostrar todas mis capacidades artísticas, habrá llegado demasiado temprano, no obstante mi duro
destino y probablemente desearé que hubiera llegado mas tarde – pero aun así estaré satisfecho,
no me liberará entonces de mi interminable sufrimiento? Vengas cuando vengas, te recibiré con
valor- Adiós y no me olvidéis completamente cuando este muerto, merezco eso de ustedes,
habiendo yo pensado en vida tantas veces acerca de cómo hacerlos felices, sedlo -

Heiglnstadt, Octubre 6, 1802

Ludwig van Beethowen

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Como anexo, fue hallado este otro texto, escrito cuatro días después, se cree que es un epilogo de
lo escrito anteriormente.:

Para mis hermanos Carl y …………….

Para ser leído y ejecutado después de mi muerte

Heiligenstadt, 10 de Octubre de 1802, entonces de esta forma me despido de ustedes- y


tristemente en verdad- si esa amada esperanza que traje conmigo cuando llegue de curarme al
menos en parte – debo abandonar completamente, igual que las hojas de otoño caen y se
marchitan así se ha destruido la esperanza – me voy – hasta el alto coraje - que a menudo me
inspiro en los bellos días de verano – ha desaparecido – Oh, Providencia – otórgame al menos un
día de pura felicidad - hace tanto tiempo desde que la verdadera felicidad resonó en mi corazón –
oh cuando – oh cuando, Oh Divinidad – la encontraré otra vez, en el templo de la naturaleza y de
los hombres – Nunca? no – Oh eso sería demasiado duro.

a última carta de María Antonieta


.

El 16 de octubre de 1793, horas antes de su muerte, a las 4:30 de la madrugada, la Reina María
Antonieta escribía en su celda las que serían sus últimas letras, dirigidas a madame Elisabeth, su
cuñada y fiel amiga. Después de siete meses de largo y tortuoso encierro, la vida de María Antonieta
estaba llegando a su fin. El testimonio de sus últimos deseos e inquietudes ha llegado hasta nosotros,
si bien no pudo llegar a manos de su original destinataria, al ser la carta interceptada y enviada a
Robespierre.
Carta enviada por Juliana Ramirez (Colombia). Gracias por tu colaboración.
Fuente: Sandra Mª Cerro (traducción de su hermana Patricia)

16 de octubre a las 4 horas y media de la mañana

Es a vos, hermana mía, a quien yo escribo esta última vez. Acabo de ser condenada, no exactamente a una muerte
vergonzosa, eso es para los criminales, sino que voy a reunirme con vuestro hermano. Inocente como él, yo espero
mostrar la misma firmeza que él en sus últimos momentos. Estoy tranquila como se está cuando la conciencia no tiene
nada que reprocharnos, tengo un profundo dolor por abandonar a mis pobres hijos, vos sabéis que yo no vivo más que
para ellos, y vos, mi buena y tierna hermana, vos que por amistad habéis sacrificado todo por estar con nosotros, en
qué posición os dejo! Me enteré por los alegatos mismos del proceso que mi hija ha sido separada de vos, ¡Dios Mío! A
la pobre niña no me atrevo a escribirle, ella no recibiría mi carta, ni siquiera sé si esta llegará hasta vos, reciba por medio
de esta carta, para ellos dos mi bendición. Espero que un día, cuando ellos sean mayores, se podrán reunir con vos y
recibir por entero vuestras atenciones. Que ellos piensen en mí y que no deje yo de inspirarles, que los principios y el
cumplimiento exacto de sus deberes sean la base fundamental de su vida, que su amistad y su confianza mutua les
traigan felicidad, que mi hija sienta que con la edad que tiene, debe ayudar siempre a su hermano por medio de los
consejos que la experiencia le habrá dado a ella más que a él y que la amistad entrambos lo puedan inspirar. Que mi
hijo a su vez, le brinde a su hermana todas las atenciones, los servicios que la amistad pueda inspirar, que ellos sientan
que, en cualquier situación en la que se puedan encontrar, no serán realmente felices si no están juntos, que tomen
ejemplo de nosotros, de cómo en la desgracia nuestra amistad nos ha dado consuelo, y en la alegría hemos sido
doblemente felices al poder compartirla y ¿dónde se pueden encontrar los mejores y los más queridos amigos que dentro
de nuestra propia familia? Que mi hijo no olvide jamás las últimas palabras de su padre, que yo le repito expresamente:
“Que no busque jamás vengar nuestra muerte”. Tengo que mencionaros algo muy doloroso para mi corazón, sé muy
bien que este niño os ha causado muchas penas, perdonadlo, querida hermana, pensad en la edad que tiene y también
en lo fácil que resulta obligar a un niño a decir cosas que no conoce y que ni siquiera comprende, vendrá un día, espero,
en que él no tendrá más que corresponderos con todas las recompensas posibles por vuestras bondades y ternuras para
con ellos. Me queda confiaros mis últimos pensamientos, yo quisiera haber escrito desde el principio del proceso, pero
no se me permitía escribir, la marcha ha sido tan rápida que ya no me dio tiempo.

Muero dentro de la Religión Católica, Apostólica y Romana, en la religión de mis padres, en la cual fui educada y que
siempre he profesado, no teniendo ningún consuelo espiritual, ni siquiera he buscado si hay aquí sacerdotes de esta
religión, en el lugar donde estoy se expondrían mucho. Pido sinceramente perdón a Dios por todas las faltas que haya
podido comenter en mi vida. Espero que en su bondad Él tendrá a bien recibir mis últimos votos, así como los que
vengo haciendo desde hace tiempo para que Él reciba mi alma en Su misericordia y Su bondad. Pido perdón a todos
aquellos que conozco, a vos, hermana mía, en particular, por todas las penas que, sin querer, os haya podido causar.
Perdono a todos mis enemigos el mal que me han hecho. Aquí, digo adiós a mis tías y a todos mis hermanos y hermanas,
a mis amigos, la idea de separarme de ellos para siempre y su pena son uno de los mayores dolores que me llevo al
morir, que sepan, al menos, que hasta mi último momento yo he pensado en ellos.

Adiós, buena y tan tierna hermana, ¿llegará esta carta a vuestras manos? Pensad siempre en mi, la envío un beso con
todo mi corazón al igual que a mis pobres y amados hijos, ¡Dios Mío! Que desgarrador es dejarlos para siempre. ¡Adiós,
Adiós! No me queda más que ocuparme de mis deberes espirituales pues, como no soy dueña de mis acciones, es posible
que me traigan a un sacerdote pero yo protesto aquí que no le diré una sola palabra y que lo trataré como a un absoluto
extraño.

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