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¿DÓNDE ESTÁN AARÓN Y HUR?

 December 18, 2015


¡Ya tenemos una pista sobre donde encontrarlos! ¡Deben andar cerca de Moisés! Se oye
que hay una guerra, porque Amalec ha agredido al pueblo. Miles de soldados de Israel
están en el campo de batalla. Aarón y Hur seguro deben estar allí. El celo es el mismo, las
motivaciones son idénticas. Ellos dos son parte del mismo equipo que está llamado a
pisotear al enemigo. Pero se nos ha dicho que estos últimos fueron asignados a un frente
distinto a la mayoría de los soldados. Miremos la historia a la que me refiero, y tracemos
algunas conclusiones.

Mientras Josué lideraba la batalla defensiva, Moisés, el caudillo de Israel, en la cumbre del
Collado, levantaba sus manos con la vara de Dios. La vara significaba la autoridad del
Señor sobre su pueblo. Entonces, sucedía algo sobrenatural: Todo el tiempo que Moisés
mantenía sus manos alzadas, Israel prevalecía. Pero cuando las bajaba, prevalecía el
Enemigo. Como las manos de Moisés se cansaban, fue traída una piedra y Moisés se
sentó sobre ella. Luego Aarón y Hur sostuvieron las manos del gran Líder, a fin de
garantizar que las huestes enemigas fueran barridas, e Israel continuara su travesía hacia
la tierra prometida. Debido a este ejercicio combinado, Dios dio una contundente victoria a
Su pueblo.

Necesitamos hoy también encontrar a este tipo de ministros como Aarón y Hur. Sí, porque
todavía “Amalec” existe, y persigue sin treguas al pueblo. Las fuerzas demoníacas están
activas contra los que vamos a la Canaán celestial. La batalla que libramos, no da treguas;
siempre estamos siendo “… contados como ovejas para el matadero” (Ver Sal. 44:22; Ro.
8:36). Por tanto, a cada líder cristiano Dios le ha asignado la alta responsabilidad de
defender el territorio donde Cristo le haya puesto para su supervisión. Y para lograrlo,
todavía hoy, “las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas” (2 Co. 10:4). Por tanto, hoy también el enemigo será aplastado,
si existen líderes que mantengan “sus manos en alto”, su intercesión constante, su
abnegación, sacrificio, y entrega, a veces con dolor, otras veces, aun con lágrimas (Ver
Hch. 20:31; Gl. 4:19; 2 Ti. 1:3). Pero ellos también se cansan, y necesitan a esos Aarón y
Hur que afirmen sus ánimos, que conforten sus corazones. Hoy me sirvo preguntar:
¿Dónde están Aarón y Hur? Estoy haciéndome eco de pastores agotados, o de un “Elías”
bajo el enebro, (Ver 1 R. 19:4), pues ambos pueden tener también la interrogante: “¿Habrá
aquí cerca alguien que me ayude a propiciar la victoria que produce mi gerencia
intercesora en la Casa de Dios?”.

Los Aarón y Hur que estamos buscando, no tienen que ser solamente dos, ni
necesariamente poseer los más grandes dotes para servir tras un púlpito, ni tienen que ser
los más aventajados en la Academia Teológica. Tampoco pretendemos que hayan
caminado varias décadas en la lid del Evangelio. Podremos decir que hemos hallado
hombres de este tipo, si encontramos que aman a Jesucristo más que a su propia vida.
Los hemos descubierto, si manifiestan un celo de que “el pueblo” no retroceda en su
avance a la Jerusalén eterna. Podremos decir firmemente que ya están con nosotros, si el
hallazgo identifica a quienes son leales a la visión de un pastor. Aarón era hermano de
Moisés, y respecto a Hur, aunque la Biblia no lo especifica, Josefo, el historiador judío, lo
presenta como el esposo de María, la hermana de Moisés[1].

¡Ah! ¡Un momento! ¡Parece que los encontré! No dudo que “estos que veo allí” son del
clan de Aarón y Hur, porque observo que aunque sus manos también se cansan al
mantener alzadas las del Principal, ahí están; parece que la Conquista es más importante
que el enorme esfuerzo realizado por llegar a alcanzarla. Me parecen héroes silenciosos,
como heraldos tras bambalinas. Veo que priorizan lo insustituible y sustituyen lo que no es
verdaderamente prioritario. Ahora recuerdo que Cristo también los necesitó, pues le pidió a
tres de sus discípulos en la noche de su agonía: “Quedaos aquí y velad conmigo” (Mt.
26:38). Pablo halló a varios, y por eso podía decir: “Onesíforo… muchas veces me
confortó… ” (2 Ti. 1:16). “… Lucas está conmigo… Marcos… me es útil para el ministerio”
(2 Ti. 4:11).

Líderes cristianos: ¡No bajen sus manos, no dejen caer el ánimo, “esfuércense en la gracia
que es en Cristo Jesús”! (2 Ti. 2:1). Hay mucho que depende de vosotros. No descuiden
hacer el trabajo intercesor, desde la Roca, pues Cristo es vuestro sustento y a la vez
vuestro descanso. Y si se sienten desmayar, no demoren llamar desde el patrimonio divino
del pueblo santo, a quienes sostengan con lealtad, el insustituible esfuerzo que hacen en
pro de la Conquista.

Hermanos cristianos: ¡Únanse a quienes Dios ha puesto en autoridad sobre su pueblo,


quienes están haciendo el trabajo del Santo Ministerio, y denles vuestra mano para
sostenerles! ¡Dios los recompensará! Después de esta victoria sobre Amalec, los mismos
que sostuvieron las manos de Moisés, aparecieron con puestos de alta responsabilidad
entre el pueblo, y ganaron la honra de ser árbitros en las cosas santas (Ver Ex. 24:14).

Anhelo que al terminar este material, ya no tengamos que preguntar más,

¿Dónde están Aarón y Hur?

¡Me voy! Quiero asistir a la celebración, porque escucho el retumbar del Ejército de Dios,
exhibiendo los despojos de la victoria!

Les veo allí,

Pst. Eliseo Rodríguez


Iglesia E. Monte de Sion.
Miami, Fl. Estados Unidos.

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