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MARCO NORMATIVO:
I.INTRODUCCIÓN
Los cambios e innovaciones que ha traído consigo el nuevo Código Procesal Penal (en
adelante, NCPP) en nuestro sistema de administración de justicia penal han merecido
distinguidos créditos de los más connotados procesalistas de nuestro país, quienes en
su mayoría han calificado de acertada y necesaria la reforma del sistema procesal
penal.
La reforma más trascendental que se hizo dentro de esta reingeniería procesal –que
por cierto no es nueva en Latinoamérica-, es la redefinición de los roles de los sujetos
procesales. En tal sentido, la dirección de la investigación, tanto preliminar como
preparatoria, ha sido otorgada de manera exclusiva y monopólica al Ministerio Público,
quien asume un rol protagónico en la persecución del delito; mientras que al juez se le
otorga un rol netamente garantista y se le concede únicamente la dirección de la etapa
intermedia y del juzgamiento, garantizándose así su presencia como “tercero imparcial”
no contaminado dentro del proceso, encargado de juzgar las actuaciones de las partes
y verificar su constitucionalidad; sentándose así las bases para establecer un nuevo
sistema procesal de carácter acusatorio en el que las funciones de persecución y
decisión estén claramente separadas.
Todo ello ha sido ampliamente desarrollado por la doctrina. Sin embargo, existen
algunos temas que precisamente por los cambios que experimentaron con esta
reforma, están generando cierta confusión en los litigantes y hasta en los propios
fiscales, que aún no han sido desarrollados o aclarados a través de un razonamiento
doctrinal y jurisprudencial, pese a que por su propósito son constantemente
utilizados(1).
Uno de estos temas está relacionado a la tan usada y conocida “queja de derecho”,
mecanismo a través del cual el denunciante que no se encontraba de acuerdo con la
decisión de archivo de la denuncia por parte del fiscal, podía recurrir al fiscal inmediato
superior solicitando que ordene la formalización de su denuncia, o la ampliación de la
investigación preliminar cuando consideraba que la realizada era incompleta o
insuficiente.
Se observa que inclusive dicha denominación aún sigue siendo utilizada por los
litigantes cuando presentan sus escritos en ese sentido. Pero ¿es que acaso se le
debería seguir llamando de la misma manera? ¿Los cambios que ha traído la reforma
procesal sobre el particular son solo formales o también de fondo?
(...)
6. El Fiscal Superior se pronunciará dentro del quinto día. Podrá ordenar se formalice
la investigación, se archiven las actuaciones o se proceda según corresponda”(4).
Veamos cuáles son los cambios e innovaciones que podemos encontrar en esta
regulación con relación a la contemplada en la LOMP.
Es así que el NCPP, en su artículo 413, solamente reconoce cuatro clases de recursos
de impugnación, que son: 1. El recurso de reposición; 2. El recurso de apelación; 3. El
recurso de casación; y, 4. El recurso de queja (ya mencionado); además, en su artículo
439 prevé la “acción de revisión”.
Ahora bien, ¿es posible, al menos, usar el término “recurso” para referirnos a dicho
mecanismo?
Como se ve, semánticamente, la voz “recurso” está referida a aquella acción dirigida
contra resoluciones. En ese mismo sentido, San Martín Castro define al “recurso”
como el instrumento legal puesto a disposición de las partes y destinados a atacar una
resolución judicial para provocar su reforma, su anulación o su declaración de
nulidad(5).
Igualmente, Oré Guardia señala que los “recursos” son medios impugnatorios que el
sujeto procesal pasivo interpone contra actos contenidos en resoluciones que violan o
lesionan sus derechos, a fin de que sean revisadas por el mismo juez (a quo) o por el
superior (ad quem)(6). De igual manera, para Fairén Guillén se trata de actos
procesales de la parte que se estima agraviada, por un acto de resolución del juez o
tribunal(7).
Por lo tanto, se puede concluir que el mecanismo en estudio tampoco puede ser
llamado “recurso”, ya que estos, conforme a lo expuesto, tienen por objeto cuestionar o
atacar resoluciones, mientras que el mecanismo contenido en el artículo 334.5 del
NCPP está dirigido a cuestionar una decisión contenida en una disposición.
Esta es al parecer otra de las razones por las que el NCPP elimina el término “queja”
cuando se refiere a dicho mecanismo, a fin de evitar que sea llamado “recurso”. Estos,
como se dijo, cuestionan “resoluciones”, las que solo son emitidas por el órgano
judicial que resuelve una controversia o una situación jurídica en concreto, mientras
que las “disposiciones”, como su propio nombre lo indica, no “resuelven” sino
“disponen”, labor que está encargada al fiscal.
Además, hay que tener en cuenta que los pronunciamientos del órgano inmediato
superior, ante un recurso de apelación y ante el mecanismo previsto en el artículo
334.5 del NCPP, son sustancialmente diferentes. La resolución del primero puede
adoptar tres sentidos: confirmando, revocando o declarando nula la resolución
apelada.
Un aspecto adicional a considerar es lo enseñado por Binder, quien señala que los
medios impugnatorios –como el recurso de apelación, por ejemplo– son mecanismos
procesales establecidos legalmente que permiten a los sujetos legitimados
procesalmente peticionar a un juez o a su superior que reexamine un acto procesal o
todo un proceso que le ha causado un perjuicio, a fin de lograr que la materia
cuestionada sea parcial o totalmente anulada o revocada. Constituyen, pues,
mecanismos de revisión de resoluciones judiciales o de los procesos mismos”(9).
c)Plazo para que el fiscal provincial eleve las actuaciones al fiscal superior
En este contexto, encontramos similitud entre los artículos 12 de la LOMP y 334 del
NCPP. Ninguno de los dos señala el plazo que tiene el fiscal provincial para elevar las
actuaciones al fiscal superior, una vez que el denunciante haya presentado su
requerimiento; pues, como se señaló, el plazo de cinco días que indica el artículo
334.5 es para que el denunciante presente su requerimiento.
Ahora bien, una vez presentado el requerimiento ante el fiscal provincial, si este se
demora injustificadamente en elevar las actuaciones al fiscal superior, el denunciante
tiene expedito su derecho de recurrir directamente a este último interponiendo –ahora
sí una “queja funcional” contra aquel, exponiendo el acto u omisión que la motiva, de
conformidad con el artículo 13 de la LOMP.
Por otro lado, consideramos que cabe la posibilidad de que el requerimiento sea
presentado directamente ante el fiscal superior. Si bien es cierto el artículo 334.5 del
NCPP establece que el requerimiento de elevación de actuados se realiza ante el fiscal
que emitió la disposición de archivo, no le prohíbe al denunciante a que presente su
requerimiento directamente ante el fiscal superior.
En este contexto deberá tenerse en cuenta el respeto irrestricto del derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva, aplicable también a la actuación fiscal, según ha quedado
precisado en la STC recaída en el Exp. Nº 6167-2005-PHC/TC.
iv)El nombre y datos de identidad de quien lo presenta, así como los demás datos que
considere necesarios para su correcta identificación, además de su domicilio procesal
en caso no lo hubiere señalado anteriormente.
vii)La precisión de las partes o puntos de la decisión que se cuestionan (en caso de
que el archivo se disponga a favor de una pluralidad de investigados y el denunciante
cuestione únicamente el archivo dictado respecto a uno de ellos).
Sin embargo, ¿en caso se omita alguna de dichas formalidades el requerimiento sería
declarado inadmisible?
Si bien es cierto el NCPP no señala los casos en los que eventualmente el fiscal puede
declarar la inadmisibilidad del mencionado requerimiento, estimamos que sí cabe dicha
posibilidad en el supuesto de que el escrito presente alguna omisión de formalidad
legal indispensable, como por ejemplo: no tener la firma o datos de identificación de
quien lo presentó.
V.CONCLUSIONES
Además, hemos precisado que el requerimiento debe, por lo menos, cumplir con las
formalidades legales básicas, esbozadas en el presente artículo (punto IV), pues, de lo
contrario, podría ser declarado inadmisible y, consecuentemente, perjudicar el objetivo
principal del denunciante.
Creemos que las precisiones efectuadas acerca de este mecanismo permitirán aclarar
ciertos aspectos que aún no estaban del todo definidos en nuestro país. Incluso, hasta
el momento la mayoría de los abogados litigantes en nuestro medio, así como algunos
fiscales siguen llamándolo “queja de derecho”. Por otro lado, aquellos que conocen los
cambios de regulación conforme al NCPP discuten respecto de su naturaleza,
señalando algunos en forma errónea que se trata de un recurso de impugnación.
Esta situación viene ocurriendo en los diversos distritos judiciales del país, incluso en
aquellos donde el NCPP tiene más tiempo de vigencia.
Es más, el artículo 335.2 del NCPP señala que si posteriormente al archivo de las
actuaciones aparecen nuevos elementos de convicción que revelen la comisión del
delito denunciado o en el supuesto que se demuestre que la denuncia anterior no fue
debidamente investigada, la investigación puede ser reabierta. Por consiguiente, mal
hacen aquellos fiscales al seguir denominando “archivo definitivo” a sus disposiciones
que tienen el propósito de archivar las actuaciones, pues estas únicamente son de
“archivo” a secas.
NOTAS:
(*)Abogado por la Universidad César Vallejo. Asistente de cátedra de los cursos de
Derecho Procesal Penal III y Taller de Litigación Oral en la misma universidad.
Asistente de función fiscal de la Segunda Fiscalía Superior Penal de San Martín
Tarapoto.
(1) Según datos actualizados del Área de Gestión de Indicadores del Ministerio Público
- Distrito Judicial de San Martín, en el año 2009, solo en las ciudades de Tarapoto y
Moyobamba ingresaron, en promedio, una queja de derecho de modo interdiario, y en
lo que va del año, ese promedio es el mismo.
(2) Título derogado por el artículo 106 del Decreto Legislativo Nº 052, publicado el 18
de marzo de 1981.
(5) SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. Tomo II, 2ª edición,
Grijley, Lima, 2003, p. 671.
(6) ORÉ GUARDIA, Arsenio. Manual de Derecho Procesal Penal. Alternativas, Lima,
1996, p. 402.
(7) FAIRÉN GUILLÉN, Víctor. Doctrina general del Derecho Procesal. Bosch,
Barcelona, 1990, p. 479.
(8) GACETA PENAL & PROCESAL PENAL. Medios impugnatorios. Lo nuevo del
Código Procesal Penal de 2004 sobre los medios impugnatorios. Gaceta Jurídica,
Lima, 2010, pp. 51-62.