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Título: Acciones de recupero en el leasing.

Críticas y soluciones
Autor: Ocorso, Lucila Y. - Peroni Cornes, Natali B.
País: Argentina
Revista de Derecho Bancario y Financiero - Número 41 - Julio
Publicación:
2018
Fecha: 26-07-2018 Cita: IJ-DXXXVII-323
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Análisis del contrato de leasing en el Nuevo Código Civil y Comercial de la


Nación (Saidman, Gabriel)

Acciones de recupero en el leasing.


I. Introducción
II. Descripción
de las Acciones
Críticas y soluciones
Previstas
III. Algunas
críticas
Lucila Ocorso
IV. Nuestra Natali B. Peroni Cornes
visión
Notas
I. Introducción [arriba] -

Se suele definir al leasing como el contrato en el que el dador


conviene transferir al tomador la tenencia de un bien cierto y
determinado para su uso y goce, contra el pago de un canon, y
le confiere una opción de compra por un precio. Pueden ser
objeto de leasing, los bienes muebles o inmuebles, como
también los bienes inmateriales, como ser marcas, patentes y
software.

Actualmente, la figura del leasing está regulada en el Código


Civil y Comercial como un contrato particular. No obstante,
estamos frente a una figura que vio su nacimiento jurídico
principalmente en la doctrina y la jurisprudencia. Así, podemos
remitir su origen al famoso fallo “Cía. Singer de máquinas de
coser v. A. Chacra” de 1913.

Y fue recién con la sanción de la Ley N° 24.441 en el año


1995, luego de varios proyectos legislativos, que se reguló el
contrato de leasing. Con anterioridad a la sanción de esta ley,
se regulaba la figura del leasing, pero solo de manera parcial y
especial. Así, la primera norma que menciona al leasing es la
Ley de Entidades Financieras (N° 18.061) y su modificatoria
Ley N° 21.526. Pero solo reconocía al leasing como un tipo
contractual permitido para determinadas entidades financieras
y no todas.

Posteriormente, como la Ley N° 24.441 demostró varias


deficiencias en su aplicación práctica, en el año 2000 se
sancionó la Ley de Leasing N° 25.248, cuya principal fuente
fue el proyecto de Código de 1998. Esta norma introdujo
varios cambios sustanciales e incorporó diversas cuestiones no
contempladas en el régimen anterior.

El Código actual derogó casi en su totalidad la Ley especial N°


25.248, aunque la ha tomado casi literalmente. De esta manera,
el legislador desaprovechó la oportunidad precisa de incorporar
las modificaciones que la realidad práctica demandaba.

II. Descripción de las Acciones Previstas [arriba] -

En el libro tercero, título IV, capítulo 5 del Código Civil y


Comercial, los arts. 1248 y 1249 prevén acciones, ante el
incumplimiento de la obligación del tomador de pagar el canon
establecido en el contrato de leasing. Cabe mencionar que
estos dos arts. reproducen literalmente los arts. 20 y 21 de la
vieja Ley de leasing N° 25.248.

II.a. Es así como el art. 1248 dispone el procedimiento ante la


falta de pago del canon cuando el objeto del contrato es un
inmueble estableciendo tres situaciones distintas en función de
lo pagado por el Tomador, con anterioridad a incurrir en
incumplimiento (menos de un cuarto; entre un cuarto y tres
cuartas partes; y más de tres cuartas partes del canon
convenido).

No obstante las particularidades de cada uno de los tres


supuesto, el legislador resguardó algunas semejanzas: la mora
es automática, se prevé el juicio de desalojo a los fines de la
recuperación del bien, la única defensa que puede oponer el
tomador es la excepción de pago, el tomador puede paralizar el
desalojo por única vez con el pago de lo adeudado (más
intereses y costas).

Así las cosas, las diferencias que encontramos en los tres


supuestos son los siguientes:

En el primer supuesto -si el incumplimiento se produce antes


del pago de un cuarto del monto del canon total convenido-,
producida la mora (automática), sin más trámites, el tomado
puede iniciar el proceso de desalojo, en el cual se dará vista al
tomador por cinco días. Si el tomador no demuestra el pago
documentado ni paraliza el trámite pagando en el expediente
del modo indicado, el juez debe disponer el lanzamiento.

Es importante evidenciar que la habilitación directa de la


demanda de desalojo sin exigir intimación extrajudicial previa,
sitúa al tomador en una situación gravosa -en particular si se
piensa que el leasing inmobiliario puede ser habitacional-, pues
a fin de paralizar el trámite, por única vez deberá pagar a más
de lo adeudado y sus intereses, las costas del proceso.[1]

En el segundo supuesto -si el incumplimiento se produce


habiendo pagado un cuarto o más, pero menos de tres cuartas
partes-, si bien la mora es automática, previo al inicio del
desalojo, el dador debe intimar al tomador, por el plazo de 60
días, al pago de los cánones adeudados más sus intereses. El
carácter de esa notificación es recepticia. Vencido el plazo sin
que se configure el pago extrajudicial, el dador podrá iniciar el
desalojo, se dará vista por cinco días al tomador para que
demuestre el pago de lo reclamado con la documentación
correspondiente; paralice el procedimiento mediante el pago de
lo adeudado con más sus intereses y costas, si antes no hubiese
recurrido a este procedimiento; o en su caso, hacer ejercicio de
la opción de compra, pagando el precio de ejercicio de esa
opción (con sus accesorios contractuales y legales). De no
configurarse ninguna de las tres opciones, el Juez ordenará el
lanzamiento.

En el tercer supuesto -si el incumplimiento se produce después


del pago de más de las tres cuartas partes del canon-, producida
la mora, al igual que en el supuesto anterior, el dador deberá
intimar extrajudicialmente al tomador, pero por noventa días
contados a partir de la recepción de la notificación. Durante ese
plazo, el tomador podrá: pagar lo adeudado (más sus intereses),
pagar el precio de ejercicio de la opción de compra que resulte
de la aplicación del contrato, En este caso, para determinar la
suma a abonar habrá que calcular el valor actual neto, es decir,
el total de cuotas adeudadas más el valor de la opción de
compra, con más sus intereses y costas. Vencido el plazo sin
que el pago se verifique, el dador puede demandar el desalojo,
de lo que se debe dar vista al tomador por cinco días, quien
solo puede paralizarlo ejerciendo alguna de las opciones
citadas, adicionándose las costas del proceso. Es así como, en
caso que se hubieren vencido todos los períodos previstos para
el pago del canon junto con el plazo para ejercer la opción de
compra y el tomador solo abonare los cánones con más sus
intereses, deberá interpretarse que este no ha ejercido la opción
de compra, debiendo entregar el bien al dador y, si el tomador
no restituyera el bien, deberá continuarse con el proceso, pues
de lo contrario se burlaría el fin tenido en cuenta por la ley al
establecer un proceso más abreviado que el del trámite normal
del desalojo.[2]

Podemos concluir que la gran diferencia que dispone el art.


1248 es que el primer supuesto habilita al inicio del desalojo
directamente con la constitución en mora, mientras que en el
segundo y tercer supuestos se establece un procedimiento
extrajudicial previo a la demanda judicial, siendo el primero
condición para la habilitación del segundo. Las diferencias de
plazos en los procedimientos extrajudiciales se justifican con
lo abonado por el tomador al momento de incurrir en mora
(mientas mayor sean los importes abonados, mayor será el
tiempo que se otorgue al tomador para regularizar la situación).
Pero además del procedimiento de recupero del bien, el art.
dispone otras dos acciones: la acción ejecutiva para el cobro de
los cánones devengados y no percibidos, y la acción a favor del
dador para reclamar los daños y perjuicios que resulten del
deterioro anormal de la cosa imputable al tomador por dolo,
culpa o negligencia por la vía procesal pertinente.

Claramente, surge que las acciones previstas priorizan el


recupero del inmueble, ya que solo se prevé que puede
recurrirse a la vía ejecutiva para el cobro de los períodos de
canon adeudados hasta el momento del lanzamiento, con más
sus intereses y costas una vez producido el desalojo.

II.b.- Por su parte, para el caso en que los bienes dados en


leasing fueran muebles el art. 1249 plantea dos opciones
claras: 1) el secuestro del bien y posterior ejecución de los
cánones devengados y no percibidos hasta el momento del
secuestro y 2) accionar por la vía ejecutiva para reclamar el
valor de los cánones no abonados.

A diferencia de las acciones reguladas para bienes inmuebles,


en el caso de muebles, la legislación no hace discriminación
alguna a la cantidad de cánones abonados. Se entiende que
siempre que el tomador no demuestre que ejerció la opción (o
haya adoptada una actitud tendiente a que se concretara) y,
ante la mora en el pago de los cánones del contrato, el dador se
encuentra habilitado a iniciar la acción de secuestro.[3]

Es importante destacar que tanto en las acciones establecidas


para bienes muebles como inmuebles, es requisito que el
contrato de leasing se encuentre inscripto. Hay basta
jurisprudencia que sostiene la improcedencia de la acción
ejecutiva del contrato de leasing si no está inscripto.

A continuación, veremos cómo operan las opciones detalladas


en el punto II.b.- 1° párr.

1) Secuestro del bien y posterior juicio ejecutivo

El orden de las dos acciones no es caprichoso, sino que la


primera (secuestro del bien) es presupuesto de la segunda
(juicio ejecutivo).

En relación a la acción de secuestro, no hay mucho que


agregar. Sí es importante tener en cuenta que la acción de
secuestro requiere como requisito la prueba de haber
interpelado al tomador al pago de los cánones, por un plazo no
menor a cinco días.

Secuestrado el bien, el dador puede reclamar por vía ejecutiva


el cobro del canon que se hubiera devengado ordinariamente
hasta el período íntegro en que se produjo el secuestro, la
cláusula penal (si se hubiese pactado en el contrato) y sus
intereses.

Es decir, que si el dador se inclina por esta opción, no tendrá


derecho a reclamar el total de los cánones pactados ni la opción
de compra. El principal fin de esta alternativa es la
recuperación del bien dado en leasing. En consonancia con lo
que sucede con el leasing de bienes inmuebles, realizado el
secuestro, el dador en su carácter de propietario puede disponer
libremente del bien.

Es importante destacar que producido el secuestro el contrato


de leasing queda resuelto. Sin perjuicio de lo expuesto, tanto el
tomador como el dador podrán demandar por los daños y
perjuicios que correspondan, de existir.

2) Accionar por la vía ejecutiva para reclamar el valor de los


cánones no abonados por la vía ejecutiva por el canon no
pagado.

Para la viabilidad de esta acción, a diferencia de la anterior, no


es requisito legal la previa interpelación del deudor. Mediante
esta opción, se habilita la posibilidad de que el tomador no solo
reclame ejecutivamente los cánones adeudados, sino que
también permite el cobro de todos los cánones pendientes (los
aún no devengados). Pero la normativa trae una salvedad
"siempre que así se hubiese convenido". Esto significa que, si
no se pactó entre las partes, no se podrá perseguir el cobro
compulsivo de los cánones pendientes.

A diferencia de la anterior alternativa, el fin principal de esta


acción es la de recuperar el activo financiero sin ser tan
relevante el recupero del bien físico. Ahora bien, la norma
guarda silencio respecto de si se puede recuperar por este
medio la opción de compra. Entendemos que, en principio, no
se podría.

La claridad respecto del momento en el que opera la resolución


vista anteriormente, en este supuesto no es tal. De la redacción
del texto, se puede inferir que sin perjuicio de la acción
ejecutiva por el cobro del canon no pagado, incluyendo la
totalidad del canon pendiente, el contrato continuará vigente y
recién se tendrá por extinguido cuando se encuentren vencidos
todos los plazos, incluido el que se hubiera establecido para el
ejercicio de la opción de compra.

La norma permite secuestrar el bien, recién cuando se


encuentre vencido el plazo ordinario del leasing sin que se
haya pagado el canon ni el precio de la opción. La única
posibilidad de proceder al secuestro antes del vencimiento del
plazo, es si el dador demostrara sumariamente el peligro en la
conservación del bien y bajo la condición de que otorgue
caución suficiente.

Por ende, si decidimos por reclamar el pago de los cánones


adeudados y los cánones pendientes, solo podremos secuestrar
el bien, vencido el plazo ordinario. De querer proceder antes
del vencimiento al secuestro, se debería de solicitar una
medida cautelar justificada en el peligro en la demora.[4]

La imposibilidad de secuestrar el bien hasta tanto no se hubiere


vencido el plazo ordinario resulta lógico en el armado
normativo porque el contrato permanece vigente, pudiendo, el
tomador, ejercer la opción de compra.

III. Algunas críticas [arriba] -

El Código Civil y Comercial, en sus arts. 1248 y 1249,


reproduce literalmente los arts. 20 y 21 de la Ley de Leasing
(Ley N° 25.248), la cual a su vez mantenía casi idéntica
estructura a la regulada en la Ley N° 24.441. En consecuencia,
la principal crítica que se hace generalmente a la normativa
vigente es que deja subsistente las mismas dudas, inquietudes e
impugnaciones que gran parte de la doctrina efectuase a la Ley
N° 25.248.

Cabe mencionar que, con la reforma de la Ley de Leasing, se


procuró otorgarle un nuevo impulso a la figura y se hizo
especialmente foco en el denominado leasing mobiliario. El
nuevo código derogó casi en su totalidad la ley especial,
aunque en rigor ha tomado casi en su literalidad y con muy
pocas reformas la citada ley derogada.

Cada reforma legislativa es la oportunidad de incorporar la


realidad social y jurídica a cada instituto normado. En el caso
particular del leasing, con la codificación se desperdiciaron
catorce años de desarrollo jurisprudencial y doctrinario,
copiando textualmente la reglamentación de la Ley N° 25.248.
Sin siquiera mejorarse la imprecisa y dificultosa redacción de
los actuales arts. 1248 y 1249. Siendo esta la primera gran
crítica que se le hace. Un ejemplo de esto es que se señala
repetitivamente que la mora en el incumplimiento del pago del
canon es automática. Determinada la mora automática ante
dicho incumplimiento, se torna redundante mencionarlo en
cada uno de los incisos. Además, si nada se hubiese
establecido, la mora sería igualmente automática por
aplicación del art. 886 del Cód. Civ. y Com. Asimismo, si bien
el pago del canon es una obligación a plazo, este puede ser
tácito, configurándose así uno de los principios de excepción a
la mora automática.

Otra crítica que podemos hacer a la redacción es que en el art.


1249 se incluye, innecesariamente, la posibilidad de, además
de accionar contra el tomador, también hacerlo contra sus
fiadores y garantes. Por su parte, el art. 1248 nada dice al
respecto. La inclusión de tal prerrogativa resulta superflua, ya
que la acción contra los fiadores y/o garantes surge de la
naturaleza del contrato de fianza. Sin perjuicio de ello, si el
legislador hubiese optado por recalcar la acción legal contra los
fiadores y/o garantes, debiera de haberlo incluido en ambos
supuestos para no generar confusión.

Al mismo tiempo, los arts. contienen aspectos de índole


procesal que deberán de ser armonizados con los códigos de
rito locales.

Asimismo, es criticable que solo se regula la resolución del


contrato por incumplimiento del tomador. No contemplándose
ninguna acción ante un posible incumplimiento del dador. Y
frente a la acción que el tomador debe soportar ante su
incumplimiento solo se prevé la excepción de pago.
Consideramos que eso resulta jurídicamente incorrecto y
violatorio del derecho de defensa en juicio. Ante el juicio de
desalojo deberá, necesariamente, admitirse todas las defensas
previstas para ese tipo de proceso. También, podría
válidamente interponerse la excepción de incumplimiento o la
nulidad del contrato.

A su vez, solo se prevé acciones ante la falta de pago de los


cánones. El ámbito de aplicación de las disposiciones sigue
siendo restrictivo, en tanto solo contempla el incumplimiento
de la obligación del tomador de pagar el canon convenido, de
manera tal que ante el incumplimientos de otras obligaciones a
cargo de este, y frente al incumplimiento de obligaciones del
dador, si no existe cláusula resolutoria expresa, deberá
recurrirse a las normas generales relativas a la resolución por
incumplimiento.[5]

Claramente, la legislación prioriza el recupero del bien


material, pero nada se prevé para los supuestos en los que el
objeto del contrato son bienes inmateriales como software,
marcas, patentes, modelos industriales o derechos intelectuales.
No pudiendo aplicarse por analogía los arts. antes citados. Vale
aclarar en este sentido, que hoy en día muchos empresarios
eligen utilizar el leasing como, por ejemplo, una forma de
financiamiento de productos informáticos, o software, en el
sentido que permite evitar la pérdida de valor y alcanzar
niveles de actualización en la organización empresarial, que de
otra forma no serían asequibles.[6]

Asimismo, el esquema legal resulta impreciso, confuso e


inapropiado para facilitar el recupero compulsivo del saldo de
los importes impagos del contrato, ya que restituido el bien al
dador no pueden devengarse cánones por períodos posteriores.
Además, como remarcamos anteriormente, la norma prioriza el
recupero del bien físico. Ahora bien, solo se contempla la
posibilidad de tener una acción expedita para el cobro de los
cánones adeudados y los pendientes si el bien objeto del
leasing es un mueble. Así y todo nada se establece respecto de
el valor de la opción y no permite dar por resuelto el contrato.

En este sentido, para el sector de la doctrina que entiende que


el leasing es un contrato financiero, con una finalidad
económica de financiación constituyendo un medio de acceso
al crédito, como sostiene el Dr. Barreira Delfino: “resulta
evidente que el procedimiento previsto en el nuevo Código, es
complicado y no refleja lo que habitualmente sucede con el
incumplimiento de las asistencias financieras en cuotas, donde
es habitual que el incumplimiento de cualquiera de las cuotas
pactadas, da lugar al decaimiento de todos los plazos ulteriores
y se considera la obligación crediticia totalmente vencida y
exigible. Tal es lo que sucede con el crédito prendario
incumplido, figura financieramente similar al contrato de
leasing”.[7]

Otra grave falencia legislativa es que no se contempló el


supuesto de que ejercida la opción de compra, se incumpla con
el pago del valor residual.

Por lo expuesto, observamos que podemos realizar críticas


desde la mala redacción de los articulados, los cuales solo
generan dudas e interrogantes por su poca claridad y
confusión, como así también podemos criticar la normativa por
su contenido jurídico, al contemplar solo un aspecto de los
posibles incumplimientos que pueden ocurrir en el marco de un
contrato de leasing.

Podemos concluir que son más las dudas y conflictos que


generan las estipulaciones que soluciones. Vemos con pesar la
oportunidad desperdiciada de dar un marco legal más
apropiado al contrato de leasing. Siendo una herramienta
fundamental para el desarrollo empresarial, es una lástima que
el legislador no le haya dado la valoración adecuada. No
entendemos la necesidad de codificar una ley plenamente
vigente, si no se iba siquiera a mejorar su redacción.

IV. Nuestra visión [arriba] -

En líneas generales, compartimos la mayoría de las críticas que


la Doctrina viene, hace tiempo, advirtiendo respecto de las
acciones. Creemos que la disparidad entre las necesidades
reales que el contrato demanda y la que se legislan solo se
entiende si creemos que hay un gran desconocimiento del
contrato de leasing.

Así las cosas, la normativa específica no prevé acciones que


sean de utilidad para las variantes de supuestos de leasing que
existen. El error fundamental creemos que se da por no
comprender la naturaleza jurídica especial que tiene este tipo
de contrato y se intentaron dar soluciones legales análogas a
otras figuras como la locación. Este error conceptual se ve
reforzado por la normativa, cuando el art. 1250 dispone que al
contrato de leasing se le aplican subsidiariamente las reglas del
contrato de locación. Esta norma lejos de brindar claridad a las
lagunas de la normativa del leasing genera más confusión.
Si bien el leasing tiene caracteres similares a la locación, no lo
es. Si leyéramos los arts. 1248 y 1249 y pensáramos en una
locación, las soluciones aportadas serían apropiadas.

Pero si las analizamos a la luz de un contrato de leasing


rápidamente empiezan a surgir interrogantes. ¿Qué pasa si el
contrato no está inscripto?, ¿puedo reclamar los cánones no
vencidos? ¿Qué acciones tengo ante otros incumplimientos
como el del pago de los seguros, impuestos y tasas? En un
contrato con prestaciones jurídicas recíprocas, solo el tomador
puede ser incumplidor. ¿Qué derechos tiene el tomador ante el
incumplimiento del dador? Si el objeto del leasing es un bien
inmaterial, qué acciones tengo.

El contrato de leasing financiero genera dos relaciones


jurídicas. Por un lado, la relación que comprende un activo
financiero, consistente en la financiación obtenida, es decir el
desembolso efectuado por el Dador y el cronograma de
amortización de ese desembolso, consistente en cuotas
periódicas de amortización y una cuota final de amortización,
denominada valor residual. Por el otro, la relación que
comprende un activo físico, consistente en el uso y goce de un
equipo o maquinaria de propiedad del Dador y el
reconocimiento de una opción de compra a favor del Tomador
o de su devolución en los términos y condiciones pactados.[8]
En este contexto, las acciones previstas legislativamente
tienden a satisfacer solamente la relación jurídica del activo
físico mediante la restitución del bien, quedando inconclusa la
relación jurídica financiera.

Frente a tan desconcertante situación, el legislador nuevamente


desperdició la reciente posibilidad de reformular la normativa
en la materia. Recordemos que la legislación no sufrió
modificaciones relevantes desde 1995 pese a todas las
oportunidades para hacerlo. Es así como el nuevo Código, en
vez de traer luz a la problemática de las acciones en los
contratos de leasing, generó mayor confusión arrastrando los
errores criticados por la Doctrina durante los últimos veinte
años.
No obstante, nuestro ordenamiento nos brinda otras
herramientas. El contrato de leasing, más allá de tener su
propia normativa, no deja de ser un contrato, que a demás de
ser, a título oneroso, conmutativo, no formal, nominado, es
además bilateral. Y como tal, tiene los elementos naturales y
accidentales aplicable para este tipo de contratos (pacto
comisorio expreso, pacto comisorio tácito, rescisión, cláusula
penal, etc.). En este sentido, para entender al leasing, no solo
debemos avocarnos a la regulación exclusiva que el Código le
dio a este tipo de contratos, sino que debemos interpretarlo
armónicamente con la regulación de los contratos en general.

A su vez, nada obsta a que las propias partes puedan regular


contractualmente todos aquellos supuestos no contemplados
por la normativa vigente, sin perjuicio de las limitaciones
impuestas por el ordenamiento jurídico como la moral, las
buenas costumbres y el orden público. Esta delegación
implícita de regulación debe ser ejercida respetando el
sinalagma contractual.

Habiendo solucionado la problemática de los supuestos no


contemplados, resta analizar si las partes por vía contractual
pueden dejar de lado y/o contrariar lo establecido por los arts.
1248 y 1249.

Para adentrarnos en el estudio de si las partes pueden sortear la


letra de la ley, debemos detenernos en los elementos naturales
y esenciales del contrato. Los elementos esenciales son
aquellos elementos indispensables que hacen a la figura del
contrato en sí. Son los tipificantes. Por otro lado, los elementos
naturales son propios del acto, pero no hacen a su vida misma,
los suministra la ley supletoria de manera que se tienen por
incorporados al contrato aunque nada se exprese en él, pero
pueden ser dejados de lado por declaración expresa en
contrario.[9]

En nuestra opinión, entendemos que las acciones previstas en


los arts. en cuestión son elementos naturales del contrato de
leasing. Entonces, bien podrían las partes establecer que no se
apliquen.

Ahora, ¿pueden las partes pactar otras acciones diferentes a las


dispuestas? La limitación por excelencia a la autonomía de la
voluntad es el orden público, la moral y las buenas costumbres.
Entonces, resta definir si lo dispuesto por los arts. 1248 y 1249
resulta de orden público.

Entender y definir qué es el orden público es la principal


pregunta filosófica del mundo jurídico. Es el concepto más
impreciso y vago con los que la comunidad jurídica tiene que
lidiar desde sus orígenes. Pese a los múltiples intentos de
definiciones, podríamos consensuar casi pacíficamente que las
leyes de orden público serían aquellas en que están interesadas,
de una manera muy inmediata y directa, la paz y seguridad
sociales, las buenas costumbres, un sentido primario de la
justicia y la moral; en otras palabras, las leyes fundamentales y
básicas que forman el núcleo sobre el cual está estructurada la
organización social.[10] Ante esta conceptualización, toda
norma hace al orden jurídico imperante. Sin perjuicio de ello,
no toda ley es de orden público.

En este orden de ideas, no consideramos que las acciones de


recupero del contrato de leasing son de orden público. En
consecuencia, creemos que las partes tiene el libre albedrío
para pactar en contrario a lo dispuesto en los arts. 1248 y 1249.
Esta situación exige una mayor participación de los abogados
en la negociación y redacción de este contrato tan particular.

Notas [arriba] -
[1] Conf: Hernández, Carlos Alfredo, Frustagli, Sandra Analía
y Fresneda Saieg, Mónica, "Ley N° 25.248", en Código Civil
de la República Argentina. Explicado, Ricardo L. Lorenzetti
(Dir.), Carlos A. Hernández (Coord.), Rubinzal-Culzoni,
Buenos Aires, 2011, T. VI, pág. 154.
[2] Acciones por incumplimiento del Contrato de Leasing;
Revista de Derecho Bancario y Financiero; N° 1; septiembre
2011; 22-09-2011, Cita: IJ-L-189.
[3] CNCom, Sala B, 13/4/2005, “Newsxer S.A. c/Cordani,
Walter s/ejecutivo”, en Abeledo Perrot Online, ref. Lexis Nº
11/39373.
[4] Debiendo cumplir con los presupuestos para la obtención
de la misma., a saber: "1) La verosimilitud del derecho
invocado como fundamento de la pretensión principal; 2) El
temor fundado de que ese derecho se frustre o sufra menoscabo
durante la sustanciación del proceso tendiente a tutelarlo; 3) La
prestación de una contracautela por parte del sujeto activo”.
Palacio, Lino E., “Manual de Derecho Procesal Civil”, Tomo
II, Edit. Abeledo Perrot, 4° ed. actualizada, Bs. As., 1977,
págs. 271-273.
[5] Hernández, Carlos A. y Frustagli, Sandra A., “El contrato
de leasing en el Código Civil y Comercial”. Cita Online:
AR/DOC/1072/2015.
[6] Aicega, Valentina, La regulación del leasing en el Código
Civil y Comercial de la Nación; Revista Argentina de Derecho
Comercial y de los Negocios, N° 13, Agosto 2015, Cita
Online: IJ-XCI-852.
[7] Barreira Delfino, Eduardo. Imprecisa codificación del
leasing, Revista de Derecho Bancario y Financiero, N° 29,
Junio 2016, 29-06-2016, Cita: IJ-C-15.
[8] Barreira Delfino, Eduardo. Imprecisa codificación del
leasing. Revista de Derecho Bancario y Financiero, N° 29,
Junio 2016, 29-06-2016, Cita: IJ-C-15.
[9] Atilio Anibal Alterin. Contratos Civiles, Comerciales y de
Consumo teoría General, págs. 261 y 262, Ed. Abeledo Perrot,
Ed. 2006.
[10] Borda, Guillermo Julio. Concepto de ley de orden público,
La Ley, T.58, pág. 997, 1950.

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