Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
1
Bibliografía utilizada: Maier, Julio B. “Derecho Procesal Penal” Tomo I, Fundamentos, Editores
del Puerto, Buenos Aires, 2005; y Sancinetti, Marcelo, “Dogmatica Del Hecho Punible Y Ley Penal”,
2003.
El capítulo II del título III del Código Procesal Penal de la Nación, “Registro
domiciliario y requisa personal”, se encarga de estas cuestiones.
Otro problema que presenta esta garantía es lo que se conoce con el nombre
de “prohibiciones probatorias”. Comenzamos indicando que la razón de ser de esta
garantía era resguardar derechos fundamentales del individuo mediante “límites
formales a la averiguación de la verdad”. Esto implica la necesidad de excluir los
elementos de prueba desfavorables para el imputado que hayan sido recabados
vulnerando las garantías que se instauraron para tal fin.
El caso es seguido contra Charles hermanos y don Antonio Borzone por delitos
conexos de contrabando, cohecho y falsificación.
Los imputados solicitaron después de terminado el sumario, la excepción de falta de
acción del Ministerio Fiscal (formándose incidente por separado) y desglose de varios
papeles privados agregados por la administración de aduana al proceso. Esa fue
fundada en el art. 443 del Código de Procedimientos en lo Criminal. Basando su
oposición en que los papeles han sido obtenidos por la Aduana en forma ilegal. Cabe
aclarar que la oposición deducida no se encuentra comprendida en ninguna de las
excepciones enumeradas en el art. 443 citado por la defensa.
Tal como indica el Dr. Gil Lavedra, encontramos en este caso “temas como el
alcance que cabe asignar a garantías de rango constitucional, la observancia por parte
de los organismos de prevención de estas garantías y de las leyes que las
reglamentan, y los efectos de este comportamiento dentro del proceso penal, a la luz
del interés de la sociedad en el castigo del delito y del individuo en la preservación de
ciertos derechos fundamentales”.
Con respecto al secuestro del arma, el magistrado hace una correcta aplicación
de la regla de exclusión, indicando que es inadmisible la apreciación de prueba
obtenida ilegalmente, aún cuando se haya actuado para descubrir y perseguir un
delito.
El voto analizado termina proponiendo entonces que se declare nula el acta del
secuestro, por derivar directamente del allanamiento ilegal del domicilio de la
procesada, y que se la absuelva del delito de tenencia de arma de guerra.
1- El juez Gil Lavedra expresa en su voto que “sólo el juez puede disponer un
allanamiento, nunca la policía”. Como ya se expresara en la introducción de este
trabajo, es el juez el guardián de las garantías individuales, por lo cual coincido
plenamente con esta posición. Si bien las fuerzas de seguridad tienen un
acercamiento más directo con los hechos, eso sólo justifica a nuestro entender su
intervención en las primeras diligencias. Una vez que un Juez conoce la causa, sólo él,
encargado de la instrucción del sumario, puede disponer de medidas que entran en
conflicto con garantías y derechos fundamentales.
3- En el hipotético caso de que un policía pasa frente a una ventana por la que
ve a un individuo armado, se configura la excepción del artículo 227, inciso 4º, por lo
cual está autorizado a ingresar sin orden judicial previa. Es importante entender que la
enumeración de este artículo es taxativa, por lo cual los supuestos que no puedan
subsumirse en alguno de sus cinco incisos (supra mencionados) no están amparados
por la norma, y quien actúe en su disconformidad actuará de forma ilegítima.
Dicha diferencia si bien hace a cada uno de los casos particular y diferente, en
nada distancia un supuesto del otro ya que ambos tienden a proteger la misma
garantía.
Para sostener la tesis de que existe violación del domicilio pese a haber sido
brindado el consentimiento del morador, se debe definir esta garantía como
irrenunciable, ya que ella tiende a proteger a la persona en su intimidad y honor,
siendo estos derechos personalísimos y como tal irrenunciables. Dicha postura toma
más fuerza cuando se considera la figura de la autoridad policial como coercitiva de la
voluntad de los particulares. Motivos suficientes son estos para considerar que tanto
en el fallo “Romero” como en “Ferrer”, el consentimiento brindado por los acusados no
constituye permiso suficiente para realizar la medida probatoria. En dichos casos, tal
como lo establece el magistrado Petracchi en las fundamentaciones de su voto en
autos “Fiorentino”, es imprescindible el hacer saber a la persona el derecho de
negarse a consentir la medida, ya que si esto no es comunicado puede entenderse
que dicha autorización fue brinda bajo intimidación de la fuerza policial, cosa que el
Tribunal no podría dejar de analizar a la hora de valorar la prueba obtenida.
Hay que destacar que la modificación realizada al art. 184 CPPN, varía la
situación antes descripta, ya que si bien las declaraciones tomadas por la fuerza no
pueden ser documentadas ni consideradas en el proceso, estas pueden guiar al
investigación a recabar prueba relevante para el proceso, y si tenemos en cuenta que
puede existir intimidación de los oficiales policiales, estaríamos ante situación
descripta anteriormente.
6- Creo que no es posible concluir de la lectura del Art. 224 que la obligación de
mencionar la causa que dio lugar al allanamiento, el lugar que deberá ser allanado y la
finalidad de dicho procedimiento, solo existe cuando el juez no lleva a cabo
personalmente el procedimiento, puesto que de esta manera en el caso de
presentarse el juez no seria necesaria la fundamentación y se desvirtuaría la finalidad
que tiene dicho articulo que es la de garantizar la inviolabilidad del domicilio contra
actos arbitrarios de órganos del Estado, y a su vez se violarían disposiciones
presentes en el Código de Procedimiento antes mencionado y el Procesal Penal de la
Provincia de Santa Fe. Por lo que creo que en virtud de lo que surge del Art. 18 de la
CN hay fuertes argumentos a favor de fundar por escrito en forma muy detallada aun
cuando el juez realice personalmente el allanamiento porque creo que es una forma de
evitar decisiones irregulares y proteger de manera mas fuerte el derecho en cuestión
sin dejar librado al mismo a decisiones discrecionales sin fundamento alguno.
7- No, no creo que sea coherente con su voto mayoritario en la causa Torres,
porque de su postura no surge el análisis de esta cuestión, sino solo la referente a los
elementos probatorios incautados en ocasión del allanamiento que el recurrente
considera ilegal y la competencia del magistrado. Siendo entonces el argumento de
dichos jueces en el fallo Daray el que fue tomado por Petracchi como suyo en el fallo
Torres, para desestimar tanto la orden de allanamiento, como los objetos que fueron
secuestrados en virtud de ella.
Ricardo Eduardo Rivas Graña fue acusado en primera instancia de los delitos
de introducción, almacenamiento y trafico de estupefacientes -agravados por el
concurso de más de tres personas- por los que había sido condenado a siete años de
prisión, multa de ciento veinte australes, accesorias legales y costas.
Por otra parta la Corte sostuvo que el empleo de un agente encubierto para la
averiguación de los delitos no es por si mismo contrario a garantías constitucionales.
Pero la conformidad en el orden jurídico del empleo de agentes encubiertos requiere
que el comportamiento de ese agente se mantenga dentro de los principios del Estado
de Derecho, cabe distinguir los casos en que los agentes del gobierno simplemente
aprovechan las oportunidades o facilidades que otorga el acusado predispuesto a
cometer el delito, de los que son "producto de la actividad creativa" de los oficiales que
ejecutan la ley en los que procede desechar las pruebas obtenidas por la actividad
"criminógena" de la policía. A su vez estableció que hay que distinguir por un lado,
entre los actos de una persona que se realizan en la seguridad constitucionalmente
protegida contra intrusiones indeseadas en el ámbito del domicilio, de los realizados
voluntariamente ante terceros en la errónea confianza de que estos no revelaran su
delito; y por el otro los casos en que el agente encubierto o colaborador solo se limita a
reproducir para el proceso aquello de lo que fue testigo por la actitud voluntaria de
quien tenía el derecho de exclusión sobre su ámbito constitucionalmente protegido, de
aquellos en los que se configura una verdadera intrusión a la intimidad excediendo los
límites de lo que el titular de ese derecho de exclusión admitía que fuera conocido por
el extraño.
2. La Corte afirma que no fue fraudulenta la manera por la cual el policía entro
al consulado porque no hubo engaño alguno que viciara la voluntad del imputado, ya
que ninguna maquinación, ocultamiento o fraude fue utilizado para acceder a su
vivienda. Bastó con que uno de los visitantes fuese su conocido, y que se le
presentase al acompañante como un amigo paro que se les franquease la entrada. Y
no fue practicada pesquisa, registro, inspección o requisa, ni el paquete que contenía
el estupefaciente fue obtenido mediante ardid o aprovechamiento del descuido del
morador, sino por entrega voluntaria del procesado a su cómplice. En condiciones
tales, según la Corte no se advierte interferencia ilegítima del Estado en un ámbito en
el que, como el domicilio, una persona puede tener la mayor expectativa de intimidad y
privacidad.
Creemos que en este tipo de delitos este tipo de proceder es el único que
permite que sean descubiertos y probados si los órganos encargados de la prevención
logran ser admitidos en el círculo de intimidad en el que ellos tienen lugar. Por tal
razón, una interpretación prudencial de las garantías procesales contenidas en la
Constitución Nacional permite aceptar, bajo ciertas restricciones, el empleo de agentes
encubiertos.
Creo que la circunstancia que de que el policía no haya dicho nada no es razón
suficiente para considerar que no hubo engaño, ya que la otra persona por omisión del
policía, esta en la errónea confianza de que no revelara su delito. Pero no por esto es
posible afirmar que la policía tenia la obligación legal de decir la verdad al cónsul de su
condición de funcionario, ya que como antes se argumento , lo extraordinario de la
situación hace que la única manera de descubrir el delito es a través de agentes
encubiertos que entren a la esfera privada de los implicados.
3) El comportamiento del policía fue totalmente pasivo, tanto dentro como fuero
del ámbito privado, sin realizar ningún acto que pueda señalarse como de activa
turbación de la reserva domiciliaria a que Rivas Grana tiene derecho, ya que se limitó
a presenciar la entrega de la caja con estupefacientes de uno a otro cómplice, durante
el breve lapso en que accedió -solamente- hasta la sala de recibo, en la entrevista
previamente concertada telefónicamente por Rivas y Fernández.-
Sostenemos que se configura la renuncia a la expectativa de la intimidad cuando el
titular de una vivienda permite el ingreso sin hacer preguntas en relación a su
identidad. Para el caso en el que el titular interroga y el extraño le miente acá nos
encontraríamos frente a una renuncia viciada, por lo tanto no valida. En virtud de todo
esto es que luego el Congreso de la nación modifico la Ley de Estupefacientes Nº
23.737 e introdujo el art 31 bis que autoriza al juez de la causa a designar agentes
encubiertos para comprobar la existencia de los delitos previstos en dicha le y para
individualizar a los infractores.
Creemos que los argumentos vertidos por la Corte en el caso de que un policía
simule ser una persona con interés en comprar drogas, cambiarían puesto que se
encuentra el delito dentro de los enumerados por la Ley Nº 23737 de Estupefacientes
y llevaría al engaño que vicia la voluntad del imputado, –ya que la policía estaría
utilizando la maquinación, ocultamiento o fraude fue para poder descubrir el delito.
Cuestión que la Corte determino como esencial en el caso Fiscal c/Fernandez. en
virtud de que en este hubo una renuncia libre a la esfera de la intimidad. Y en caso
hipotético no habría consentimiento libre ni renuncia puesto que hay un vicio en el
mismo.
CASO YEMAL
2
del considerando “d” del voto de la mayoría.
3
el texto en cursiva pertenece al considerando 2º) a) del voto de la mayoría.
medida carece de un mínimo de razonabilidad. Para la mayoría, la decisión de la
Cámara constituye un excesivo rigor formal. El Juez Petracchi rebate dicha afirmación
al afirmar que “al magistrado se le debe presentar información suficiente que le
permita determinar la existencia de una causa probable; su acción no puede consistir
en una mera ratificación de desnudas conclusiones de otros.”4 Según la jurisprudencia
estadounidense citada por el magistrado antes mencionado, la autoridad no requiere
de autorización judicial para allanar un recinto privado en el caso de que el propietario
preste su consentimiento y cuando está en juego exclusivamente el control
administrativo de seguridad y salubridad respecto de actividades comerciales
sometidas a una rigurosa regulación estatal. Asimismo no considera que dicha
jurisprudencia sea aplicable a este caso porque la excepción no rige cuando el registro
del domicilio no tiene por fin sino el descubrimiento de prueba de un delito penal.
4
del considerando 5º del voto en disidencia del Dr. Petracchi.
CASO MINAGLIA, MAURO OMAR
Así las cosas, el Sr. Juez de Primera Instancia resolvió absolver a los
encartados y declarar la nulidad de todo lo actuado. Y ello por cuanto, según la
Asistencia Técnica, se daba la invalidez de las declaraciones realizadas en sede
policial por uno de los imputados, en función a que no había sido espontánea, se
había hecho lugar al allanamiento con una orden escrita, por autoridad competente
pero sin fundamentos y en horario nocturno sin consentimiento de los moradores.
Para finalizar, y como último análisis del presente resulta de suma importancia
destacar que el presente fallo deja atrás el precedente “Fiorentino”, entendemos que
se que desanda el camino por el recorrido, por lo que habilita a los jueces a no fundar
las órdenes de allanamiento, ello atento el análisis que se ha realizado ut supra.-