Debido a que las ardillas olvidan el 74% de las nueces
que esconden, son responsables del crecimiento de
millones de árboles cada año. ¿Por qué el cielo es azul? Mas bien, la pregunta debería ser ¿por qué se ve azul? La luz está hecha de ondas electromagnéticas. La distancia entre las dos crestas de una onda es la llamada longitud de onda. La luz blanca contiene todos los colores del arcoíris, y la cantidad de luz que irradia cada color depende de esa longitud. Todos los colores que componen la luz blanca tienen longitudes de onda distintas. La más amplia es la de la luz roja. La azul alcanza apenas la mitad de ésta. La diferencia de esas longitudes provoca que la luz azul se disperse diez veces más. Lord Rayleigh fue el primero en explicar este fenómeno que se presenta aun cuando hay humo y polvo en la atmósfera. Cuando las ondas de luz azul tratan de seguir un camino recto a través de las moléculas de oxígeno y nitrógeno, la luz se dispersa por todos lados a causa de la colisión, y por eso, el cielo se ve de ese color. ¿De dónde viene la costumbre de aplaudir? Es otra de tantas características que heredamos de los monos. El notable biólogo Charles Darwin descubrió que cuando los primates se sienten felices por algún hecho o acontecimiento, suelen hacer chocar la palma de una mano contra la otra, y se produce así el característico sonido 'clap'. Los humanos repetimos esa conducta que no trata de reconocer el mérito de acciones ajenas, sino de expresar mero júbilo o emoción por cualquier situación. Lo que haces inconscientemente en 24 horas: • Parpadeas 23,040 veces • Tu corazón late 100 mil veces • Respiras 23,000 veces • Tu hígado filtra 1,500 litros de sangre Y, conscientemente, ¿qué haces?
El bebé de los frascos de comida de Gerber es en realidad una niña y se
llama Ann Turner Cook. Actualmente está por cumplir 87 años y es escritora de libros de misterio y profesora de inglés. En 1928, su rostro fue dibujado a carboncillo por la artista, Dorothy Hope Smith, quien participaba en un concurso organizado por la marca de alimentos. Finalmente, los dueños de la compañía se enamoraron del bosquejo y lo imprimieron en las etiquetas de sus productos. ¡Cabras trepadoras!
Las cabras de Marruecos son expertas en trepar árboles de
argan (Argania spinosa). ¿El sonido afecta el sabor de los alimentos? Las papilas gustativas no son las únicas que trabajan al momento de saborear la comida. Una nueva investigación ha revelado que el cerebro también procesa el sonido de los alimentos mientras los comemos. Si bien el oído no había sido considerado una parte importante de la degustación, se ha demostrado que los sonidos que produce la comida durante la masticación pueden afectar su sabor.
Investigadores de la Universidad de Oxford realizaron un experimento
en el que pidieron a un grupo de participantes escuchar sonidos de baja y alta frecuencia mientras comían toffee, un caramelo de mantequilla. Posteriormente, debían calificar su sabor en una escala de dulce a amargo. Encontraron que las notas más altas volvían al caramelo más dulce, mientras que las notas más bajas provocaban un sabor amargo.
No obstante, el entorno dentro de un laboratorio es distinto de la vida
real, así que Charles Spence, quien dirige el laboratorio, condujo un segundo experimento en asociación con la artista culinaria Caroline Hobkinson. Esta vez, los participantes debían comer un pedazo de pastel en el restaurante experimental The House of Wolf en Londres mientras hacían una llamada telefónica en la que podían decidir qué tipo de sonido querían escuchar. Si bien la reacción de la gente siempre era diferente, se demostró que los sabores sí cambian según el sonido. El trombón, por ejemplo, produce sabores amargos. Los resultados del estudio fueron publicados en PubMed.
La relación entre el sabor y el sonido también explica por qué la
comida de avión puede llegar a parecernos insípida. Según un estudio de 2011, los sonidos muy altos pueden llegar a reprimir los sabores dulces y salados, además de que al momento de estar en un avión, los pasajes nasales se bloquean, por lo tanto no podemos percibir olores, afectando así la manera en la que sabe la comida.