Sei sulla pagina 1di 4

El Niño Gigante.

Cuento infantil sobre


los Derechos del niño
Cuento infantil en defesa del Derecho a la protección
de los niños. El Niño Gigante
Vilma Medina
02 de November de 2018

Con este cuento, padres e hijos podrán reflexionar acerca de los Derechos de los niños.
Según la Declaración de los Derechos de los niños, 'el niño debe ser protegido contra
toda forma de abandono, crueldad y abusos. No deberá permitirse al niño trabajar antes
de la edad mínima adecuada...'.

Guiainfantil.com les ofrece el cuento 'El niño gigante', para que los niños entiendan el
concepto de la explotación y del abuso a los niños.

Un cuento sobre Derechos del niño. El niño gigante

Un día un niño muy grande llegó a un pueblo que le pareció un poco especial. Toda la
gente era muy pequeña. El niño tenía mucha hambre y le dieron de comer.

Como el niño no encontró a sus padres en aquel pueblo, dio las gracias por la comida y
ya se iba a marchar para seguir buscando a sus padres, cuando le dijeron que lo que
había comido costaba mucho dinero y que tendría que pagar por ello. Pero el
dinero que tenía el niño no valía para pagar en aquel pueblo.
Le dijeron que tendría que trabajar para pagarles su comida. El niño contestó que él no
sabía trabajar porque era un niño. Le contestaron que era demasiado grande para ser
niño y que podía trabajar mejor que nadie porque era un gigante.

Así que el niño que era muy obediente, se puso a trabajar. Como trabajó mucho le entró
mucha hambre y tuvo que comer otra vez. Y como estaba muy cansado tuvo que
quedarse allí a dormir. Y al día siguiente tuvo que trabajar otra vez para poder pagar la
comida y el alojamiento.

Cada día trabajaba más, cada día tenía más hambre y cada día tenía que pagar más por
la comida y la cama. Y cada día estaba más cansado porque era un niño.

La gente del pueblo estaba encantada. Como aquel gigante hacía todo el trabajo, ellos
cada día tenían menos qué hacer. En cambio, los niños estaban muy preocupados: el
gigante estaba cada día más delgado y más triste. Todos le llevaban sus meriendas y las
sobras de comida de sus casas; pero aún así el gigante seguía pasando hambre. Y
aunque le contaron historias maravillosas no se le pasaba la tristeza.

Así es que decidieron que, para que su amigo pudiera descansar, ellos harían el trabajo.
Pero como eran niños, aquel trabajo tan duro les agotaba y además, como estaban
siempre trabajando no podían jugar, ni ir al cine, ni estudiar. Los padres veían que sus
hijos estaban cansados y débiles.

Un día los padres descubrieron lo que ocurría y decidieron que había que castigar al
gigante por dejar que los niños hicieran el trabajo pero cuando vieron llegar a los padres
del niño gigante, que recorrían el mundo en busca de su hijo, comprendieron que
estaban equivocados. El gigante ¡era de verdad un niño!

Aquel niño se fue con sus padres y los mayores de aquel pueblo tuvieron que volver a
sus tareas como antes. Ya nunca obligarían a trabajar a un niño, aunque fuera un niño
gigante.

Texto de: Jose Luis García Sánchez y M.A. Pacheco.

(Este cuento forma parte de la serie Los Derechos del niño, cuentos dedicados a ilustrar
los principios del decálogo de los Derechos del niño proclamados por la ONU.)
CUENTO PARA TRABAJAR CON LOS DERECHOS HUMANOS

Les presento un cuento que me pareció muy interesante para utilizarlo como recurso en
el trabajo con derechos.

EL CUENTO DEL LOBO


Instituto Interamericano de Derechos Humanos
El bosque era mi hogar. Yo vivía allí y me gustaba mucho. Siempre trataba de
mantenerlo
ordenado y limpio. Un día soleado, mientras estaba recogiendo las basuras dejadas por
unos
excursionistas, sentí pasos. Me escondí detrás de un árbol y vi venir una niña vestida en
forma
muy divertida: toda de rojo y su cabeza cubierta, como si no quisiera que la vieran.
Andaba feliz
y comenzó a cortar las flores de nuestro bosque, sin pedir permiso a nadie, quizás ni se
le ocurrió
que estas flores no le pertenecían. Naturalmente, me puse a investigar. Le pregunté
quién era, de
dónde venía, a dónde iba, a lo que me contestó cantando y bailando, que iba a casa de su
abuelita
con una canasta para el almuerzo.
Me pareció una persona honesta, pero estaba en mi bosque, cortando flores. De repente,
sin
ningún remordimiento, mató a un zancudo que volaba libremente, pues también el
bosque era
para él. Así que decidí darle una lección y enseñarle lo serio que es meterse en el bosque
sin
anunciarse antes y comenzar a maltratar a sus habitantes.
La dejé seguir su camino y corrí a la casa de la abuelita. Cuando llegué me abrió la
puerta una
simpática viejecita, le expliqué la situación y ella estuvo de acuerdo con que su nieta
merecía una
lección. La abuelita aceptó permanecer fuera de la vista hasta que yo la llamara y se
escondió
debajo de la cama.
Cuando llegó la niña la invité a entrar al dormitorio donde estaba yo acostado, vestido
con la
ropa de la abuelita. La niña llegó, sonrojada, y me dijo algo desagradable acerca de mis
grandes
orejas. He sido insultado antes, así que traté de ser amable y le dije que mis grandes
orejas eran
para oírla mejor. Ahora bien, me agradaba la niña y traté de prestarle atención, pero ella
hizo
otra observación insultante acerca de mis ojos saltones. Ustedes comprenderán que
empecé a
sentirme enojado. La niña tenía bonita apariencia, pero empezaba a serme antipática.
Sin
embargo, pensé que debía poner la otra mejilla y le dije que mis ojos me ayudaban a
verla mejor.
Pero su siguiente insulto sí me encolerizó. Siempre he tenido problemas con mis
grandes y feos
dientes y esa niña hizo un comentario realmente grosero. Sé que debí haberme
controlado, pero
salté de la cama y le gruñí, enseñándole toda mi dentadura y diciéndole que eran así de
grandes
para comerla mejor. Ahora, piensen ustedes: ningún lobo puede comerse a una niña.
Todo el
mundo lo sabe. Pero esa niña empezó a correr por toda la habitación gritando y yo
corría detrás
de ella tratando de calmarla. Como tenía puesta la ropa de la abuelita y me molestaba
para
correr, me la quité, pero fue mucho peor. La niña gritó aún más. De repente, la puerta se
abrió y
apareció un leñador con un hacha enorme y afilada. Yo lo miré y comprendí que corría
peligro, así
que salté por la ventana y escapé.
Me gustaría decirles que éste es el final de la historia, pero desgraciadamente no es así.
La
abuelita jamás contó mi parte de la historia y no pasó mucho tiempo sin que se corriera
la voz que
yo era un lobo malo y peligroso. Todo el mundo comenzó a evitarme. No sé qué le
pasaría a esa
niña antipática y vestida en forma tan rara, pero sí les puedo decir que yo nunca pude
contar mi
historia. Ahora ustedes ya lo saben.

Luego de la lectura del cuento por parte de los alumnos podrían plantearse preguntas:
¿qué son para ti los derechos humanos?; ¿quien los creó?; ¿quienes los promulgan?; ¿en
cuales de sus derechos fue afectado el lobo?; ¿en que aspectos de su vida fue
perjudicado?

Potrebbero piacerti anche