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INTRODUCCION

Durante el transcurrir de la vida, las personas se enfrentan a un sin número de vivencias

que les generan diferentes emociones y reacciones; la forma de experimentar diferentes

emociones depende de las situaciones presentes, muchas veces ellas conllevan a causar temor

o ansiedad que se muestran como respuestas normales ante eventos que se perciben como

amenazantes.

Sin embargo existen temores que conllevan a un sin número de síntomas como ansiedad,

taquicardia, etc; y se manifiestan de forma prolongada, generando en la persona malestar

general, así como sensación de falta de control de ello; este tipo de acontecimientos y sus

reacciones precedidas se les conoce como fobias; como lo refiere Stahl, R (2011), fobia es

una respuesta intensamente temerosa. Esta respuesta es a algo que normalmente no causaría

temor. Puede interferir con su vida. En la misma línea la, Sociedad Española de Psiquiatria

(2009), nos refiere que 1 de cada 10 personas es afectada por fobias el cual “experimenta

como una gran sensación de ansiedad, en donde las personas que la padecen son conscientes

de ello y reconocen que sus reacciones son exageradas pero tampoco pueden controlarlas”.

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Diferentes estudios sobre fobias han descubierto un total de 248 tipos, de los cuales algunas

fueron recogidas en 1942 por Henry Jay, semiólogo francés. De los cuales un cierto número

suelen desaparecer con el tiempo, pero las que no logran superarse traen consigo alteración en

la vida del ser humano, es en ello que se recurre a tratamiento adecuado con el fin de

erradicarlo.

CAPITULO I
BASES CONCEPTUALES.

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1.1. Definición de Fobia.

Existen diferentes conceptos sobre fobias, las cuales han sido plasmadas por igual número

de autores, sin embargo abarcan una sola concepción; Stahl, R (2011). Refiere que “fobia es

una respuesta intensamente temerosa. Esta respuesta es a algo que normalmente no causaría

temor”. Otros autores basas su concepto a partir de las características como “miedo intenso y

desproporcionado ante objetos o situaciones concretas como, por ejemplo, a los insectos,

(entomofobia) o a los lugares cerrados, (claustrofobia). También se suele catalogar como fobia

un sentimiento de odio o rechazo hacia algo”. Díez, F; Mattiazzi, L; Cagigas, V & Bedia, P.

(s. f, p. 3). Otras definiciones refieren:

“En las fobias específicas se da un miedo intenso y persistente que es excesivo o

irracional y es desencade-nado por la presencia o anticipación de objetos o

situaciones específicos: animales, lugares cerrados, alturas, oscuridad, tormentas, vuelos,

ver sangre, recibir inyecciones (intravenosas, mus-culares), intervenciones médicas

(dentales, p.ej.), tragar alimentos sólidos, conducir un coche, aguas profundas.” DSM – IV

(1995, P. 2).

Todas estas concepciones presentan una misma mirada la cual se basa en que la fobia es el

miedo intenso hacia una situación u objeto la cual se mantiene en el tiempo.

1.2. Características.

Según el DSM – IV (2014) las características de la fobia específica son:

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A. Temor acusado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la

presencia o anticipación de un objeto o situación específicos.

B. La exposición al estímulo fóbico provoca casi invariablemente una respuesta inmediata

de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de angustia situacional o más o

menos relacionada con una situación determinada.

C. La persona reconoce que este miedo es excesivo o irracional.

D. Los comportamientos de evitación, la anticipación ansiosa, o el malestar provocados

por la(s) situación(es) temida(s) interfieren acusadamente con la rutina normal de la

persona, con las relaciones laborales (o académicas) o sociales, o bien provocan un

malestar clínicamente significativo.

E. En los menores de 18 años la duración de estos síntomas debe haber sido de 6 meses

como mínimo.

1.3. Tipos de Fobia.

Cuando nos referimos a fobias específicas, solemos utilizarla para hacer referencia a todas

aquellas fobias en la que la “reacción de miedo está circunscrita o focalizada en objetos o

situaciones concretas como pueden ser los perros, las alturas o los espacios cerrados”.

Capafons (2001, P. 2). Bajo esta premisa los tipos de fobias que se presentan son:

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Fobia a los animales: consiste en miedos aislados a animales, tales como pájaros,

perros, gatos, ranas, serpientes, arañas, mariposas, abejas y avispas. Este tipo de fobia

supone miedo y evitación a los animales en sí mismos y no tanto asco o miedo a la

contaminación. Capafons (2001, P. 2).

Las personas que presentan este de miedo suelen experimentar pánico ante la sola presencia

del animal, y sienten temor a las consecuencias que puede acarrear ello.

“Fobia a la sangre y las heridas: Uno de los rasgos distintivos radica en el conjunto de

reacciones psicofisiológicas que se desencadenan ante la presencia de sangre o heridas o

estímulos relacionados con ella. De todas las respuestas psicofisiológicas, lo más

característico es el patrón de respuesta cardiovascular que, a diferencia del resto de los

fóbicos, es bifásico.” Capafons (2001, P. 2).

La ansiedad generada en este tipo de fobia, está relacionada con la anticipación a un posible

desvanecimiento, más que al estímulo fóbico.

Fobias situacionales: abarcan un conjunto variado de situaciones, aunque las más

representativas son la fobia a los aviones, la fobia a conducir, la fobia a los lugares muy

concurridos, la fobia a las alturas y a los puentes. El aspecto más distintivo de este tipo de

fobia específica, es que suele presentarse tanto en solitario, como formando parte del

trastorno por angustia con agorafobia. Marks (1970, citado en Capafons, 2001, P. 2).

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1.4. Edad de comienzo y Curso.

De acuerdo a diferentes investigaciones se ha determinado que la edad de inicio para cada

tipo de fobias como son:

“De 7-9 años para la fobia a los animales (Lipsitz y cols., 2002; Öst, 1987, 1992a), 8

para la fobia a las inyecciones (Öst, 1992a), 9 para la fobia a la sangre (Lipsitz y cols.,

2002; Öst, 1987, 1992a), 12-13,5 para la fobia a las alturas (Lipsitz y cols., 2002; Marks,

1987/1991)”. Bados (2005, p.5).

Así mismo se ha identificado el porcentaje de personas que pueden acusar cierto tipo de

fobias según rango de edad:

“Lipsitz y cols. (2002) el 90% de las fobias a animales, el 84% de las fobias a la

sangre/inyecciones y el 67% de las fobias de tipo ambiente natural (alturas) empezaron

en la infancia (≤ 12 años) en comparación a sólo el 18% de las fobias de tipo situacional

(conducir, ascensores, espacios cerrados)”. Bados (2005, p. 6).

Así mismo se da a conocer que existe una disminución de los miedos fóbicos sin

tratamiento.

“En varones suele haber una importante disminución de las fobias en la adolescencia

(Sandín, 1997). En los adultos, el trastorno tiende a ser crónico a no ser que se reciba

tratamiento; en concreto, la remisión espontánea en la vida adulta se calcula en alrededor

del 20% (American Psychiatric Association, 1994/1995). Cuanto mayor es el número de

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fobias específicas o miedos específicos acompañando a estas, menor es la probabilidad de

recuperación (Curtis y cols., 1998)”. Bados (2005, p. 6).

1.5. Datos epidemiológicos.

1.5.1. A nivel Internacional.

Se llevaron a cabo estudios epidemiológicos a nivel internacional con el objetivo de

obtener la prevalencia de fobias en las personas, obteniendo los siguientes resultados:

“En un estudio epidemiológico llevado a cabo a nivel nacional en Estados Unidos con

8.098 personas, el National Comorbidity Survey, la prevalencia mensual, anual y vital

de las fobias específicas fue 5,5%, 9% y 11% respectivamente (2,3%, 4,4% y 6,7% en

varones y 8,7%, 13,2% y 15,7% en mujeres respectivamente) (Kessler y cols., 1994;

Magee y cols., 1996). Prevalencias más bajas han sido halladas en un estudio

realizado en seis países europeos (entre ellos España) con 21.425 adultos, mediante

entrevista y con criterios del DSM-IV (ESEMeD/MHEDEA 2000 Investigators, 2004). La

prevalencia anual de las fobias específicas fue 3,5% (1,9% en varones y 5,0% en

mujeres) y la vital, 7,7% (4,9% en varones y 10,3% en mujeres)”. Bados (2005, p. 6).

1.5.2. A nivel Nacional.

El Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado – Hideyo Noguchi” (2007).

Realizo un estudio Epidemiológico en Salud Mental en Lima Rural, la cual era de tipo

descriptivo epidemiológico de corte transversal, constando de personas mayores de 12 años

residentes en viviendas particulares de centros poblados rurales del departamento de Lima,

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la muestra estaba estimada de 2735 hogares, los resultados en cuanto a fobia social fueron los

siguientes: existe un 0, 3% de personas adultas con prevalencia de Fobia Social. Así mismo

se halló que la prevalencia de fobia social en adolescentes es de 3,9 %, siendo el segundo

trastornos clínicos más frecuentes entre este grupo etario.

1.6. Investigaciones.

Olivares (2005). En su investigación Análisis de la Eficacia de la Intervención en

Adolescentes con Fobia Social en Función de una nueva propuesta de subdivisión y

operacionalizacion del subtipo generalizado; cuyo propósito es estudiar las relaciones entre la

eficacia de un tratamiento desarrollado por el equipo de investigación; para lo cual se optó por

un diseño intersujetos y multivariado, integrado por 3 grupos experimentales, con medidas

independientes en el factor tratamiento; medidas múltiples y repetitivas en el factor

evaluación, integrado por 78 adolescentes con fobia social, los resultados obtenidos en la

Intervención de Adolescentes con Fobia Social – IAFS- produce beneficios intragrupo

estadísticamente significativos en todos y cada uno de los subgrupos en los que hemos

dividido el subtipo generalizado.

Orgiles; Rosa; Santacruz; Méndez; Olivares & Sánchez (2002).realizaron un meta –análisis

sobre la eficacia del tratamiento psicológico para fobias específicas de niños y adolescentes,

de 3 a 17 años, con edad media de 8 años y duración media del trastorno de 3,6 años. El

tratamiento psicológico fue altamente eficaz, manteniéndose la mejoría en el seguimiento. La

respuesta al tratamiento fue mejor en los más jóvenes, en el género femenino, en fobias

animales, en casos sin problemas asociados y en fobias de aparición reciente.

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CAPITULO II

INTERVENCION Y CONCLUSIONES.

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2.1. Tratamiento para Fobias Especificas.

Las alternativas terapéuticas para abordar fobias son variadas, sin embargo en la actualidad

la terapia cognitivo – conductual ha sido la que mayor eficacia ha tenido para abordar los

casos presentes, el modelo TCC dentro de sus varias técnicas que posee para tratar diferentes

trastornos, utiliza las que tienen elementos que tengan relación con la exposición al estímulo

temido, difiriendo en los siguientes parámetros:

“En la forma en que se presenta el estímulo temido (directamente o indirectamente,

tiempo y tasa de exposición, etc.); en el tipo de respuesta de los pacientes ante el estímulo

fóbico; en el tipo de ayudas para la inducción de la respuesta del paciente (terapeuta

presente, modelado del terapeuta, etc.); o en la utilización o no utilización de estrategias

de control cognitivo para que los pacientes aprendan a modificar las respuestas cognitivas

frente a los estímulos temidos”. Capafons (2001, p. 3).

2.1.1. Terapia de exposición.

Las Técnicas como, las que Capafons (2001), refiere; “desensibilización sistemática, la

inundación o la exposición graduada”; presentan como composición la exposición al estímulo

fóbico, han tenido eficacia en la intervención de algunas fobias específicas. Sin embargo en

este documento, referiremos algunas modalidades de exposición y factores de importancia

para la eficacia.

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“Exposición en vivo frente a exposición en imágenes: representa una de las dicotomías

más investigadas en el campo de la exposición…..Cuanto más cercana sea la práctica de

exposición al hecho real, mejores resultados podemos esperar. De hecho, la exposición en

vivo es considerada como el tratamiento más potente para las fobias específicas (APA,

1994; Barlow, 1988; Barlow, Esler & Vitali, 1998; Marks, 1987)”. Capafons (2001, p.3).

Algunas excepciones que debemos tener en cuenta son:

“La elección de exposición en imágenes es preferible en aquellos casos donde la

exposición real sea difícilmente manipulable por parte del terapeuta. Ejemplos claros son

el miedo a las tormentas y, especialmente, a los truenos o relámpagos; miedo a viajar en

avión, especialmente en aquellos casos donde el despegue ocupe un lugar predominante o

el miedo se incremente principalmente ante las turbulencias. Además, debemos considerar

la exposición en imágenes como alternativa frente a la real en aquellos casos en que el

paciente muestre serias resistencias a la terapia de exposición con estímulo fóbico real”.

Capafons (2001, p. 3).

Además debemos tomar en consideración:

“La duración e intervalos de la exposición ha constituido un tema relevante dentro de

esta terapia. En líneas generales la exposición prolongada es mejor que la corta, llegando

a configurarse tratamientos de una sola sesión de 60 a 180 minutos de duración, con una

media aproximada de dos horas (Öst, 1989; Öst, Salkovskis & Hellström, 1991)”.

Capafons (2001, p. 3).

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Con el fin de llevar un esquema ordenado y eficaz se debería tomar en cuenta el siguiente

procedimiento:

“1. El paciente se compromete a mantenerse en la situación de exposición hasta que la

ansiedad desaparezca y no escapar de la situación durante el tratamiento.

2. Se anima al paciente a aproximarse al estímulo fóbico lo máximo posible y a

mantenerse hasta que la ansiedad disminuya o desaparezca por completo.

3. Cuando la ansiedad disminuye se le insta al paciente a que se aproxime más al estímulo

fóbico, a que permanezca hasta que disminuya la ansiedad, y a que se vaya acercando lo

máximo posible.

4. La sesión de terapia termina únicamente cuando el nivel de ansiedad se ha reducido un

50% del valor más alto, o cuando ha desaparecido por completo.” Capafons (2001, p.3).

La exposición está siendo una técnica significativa para abordar casos de fobias, sin

embargo como refuerzo se debe acompañar ello con la relajación la cual favorece a obtener

resultados más consistentes, para la utilización de ello se debe tener en cuenta los siguientes

factores.

“1. Si la ansiedad del paciente es muy alta ante el estímulo fóbico, la utilización de la

relajación genera mayor adherencia al tratamiento.

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2. Si vamos a aplicar, por motivos diversos (tipo de fobia, peculiaridades de la situación,

predisposición del paciente, etc.), exposiciones breves, la aplicación de la relajación

facilitará la habituación al estímulo fóbico.

3. Si pretendemos aplicar una exposición donde el paciente no sienta niveles elevados de

ansiedad durante la presencia del estímulo fóbico, la relajación puede ayudar a controlar

dicha ansiedad. Además, cuando se emplean jerarquías muy progresivas, la relajación

puede acelerar el proceso.” Capafons (2001, p.3).

2.2. Conclusiones.

 Las fobias se presentan como miedos que persisten en la vida cotidiana de la persona,

las cuales están ligadas a situaciones específicas o estímulos, ello genera un malestar

en la persona que lo padece deteriorando su normal vivir.

 Los tratamientos que han tenido mayor eficacia en casos de fobias se encuentran

englobados en el modelo TCC, el cual presenta una variedad de técnicas para ayudar a

la persona a hacer frente a este problema.

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