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POLÍTICAS DE DEMANDA AGRAGADA

Los países desarrollados y muchos países en desarrollo utilizan la tasa de interés para regular el
flujo agregado de compras de bienes y servicios decidido por su población. En esto consiste
esencialmente la política monetaria en la actualidad. Se procura influir en las variaciones de la
demanda agregada a través de aumentos o reducciones en las tasas de interés. Mayores tasas de
interés tenderán a deprimir la demanda y tasas de interés más bajas tenderán a incrementarla. Las
variaciones en la demanda agregada perseguidas por la política monetaria tienen siempre dos
efectos simultáneos: sobre la tasa de inflación y sobre el nivel de actividad y empleo. En algunos
países – como Estados Unidos – se aspira a evitar que la demanda sea excesiva o insuficiente y la
política monetaria se ejercita explícitamente con dos objetivos: para prevenir aumentos del
desempleo y para impedir la aceleración de la inflación. Otros países han sesgado la orientación
de la política monetaria y sus bancos centrales tienen un exclusivo propósito antiinflacionario.
Pero en ningún caso esta preferencia ignora que el freno en la demanda también afecta la actividad
y el empleo. Hay una miríada de tasas de interés, correspondientes a un gran número de contratos
financieros que representan activos de unos y deudas de otros. Obviamente, las autoridades no
pueden determinar cada una de esas tasas. Pero los bancos centrales tienen la capacidad de fijar al
menos una tasa de interés de corto plazo, que le sirve como pivote para influir al alza o a la baja al
resto de las tasas.
Los bancos centrales de distintos países manejan distintas tasas de interés y lo hacen mediante
diferentes modalidades. Las variaciones de esa tasa instrumental repercuten en el resto de las tasas
indirectamente, a través de los mercados financieros. Esta repercusión no puede anticiparse con
precisión, porque las otras tasas no dependen exclusivamente de la que manipula el banco central
y los otros factores determinantes no son bien conocidos y son cambiantes. Por ejemplo, a
principios de 2007 las tasas de interés de largo plazo – entre diez y treinta años – en Estados Unidos
eran anormalmente bajas con respecto a la tasa que maneja la Reserva Federal. Los aumentos en
la tasa que determinó la Reserva no tuvieron prácticamente repercusión en las tasas de largo plazo.
Como se ve, aún en su aspecto más elemental – la capacidad del banco central para influir sobre
el conjunto de tasas de interés – la regulación de la demanda enfrenta incertidumbres y dificultades.
Así son las cosas, la política monetaria está lejos de ser una ciencia exacta. Las variaciones de las
tasas de interés inciden sobre la demanda agregada a través de varios canales de transmisión. Uno
es el de ahorro: tasas más altas pueden inducir a algunos consumidores a gastar menos y ahorrar
más, y a la inversa. Otro canal es el de crédito: mayor tasa de interés puede inducir menor inversión
o menor consumo a crédito, y a la inversa. La transmisión puede ser más compleja: por ejemplo,
menores tasas de interés de los créditos hipotecarios inducen el aumento de la demanda de
viviendas y de sus precios – como ocurrió recientemente en Estados Unidos. Entonces, los dueños
de viviendas que se han hecho más valiosas pueden aumentar su consumo a crédito, porque cuentan
con mejor garantía. En realidad, los bancos centrales no saben exactamente cuáles son los canales
de transmisión ni la magnitud de cada uno de los efectos.
Los fundamentos microeconómicos de la nueva demanda agregada, están basados en decisiones
óptimas de consumo. Esta demanda más la nueva curva de Phillips y una regla política monetaria
contribuyen a la base de lo que hoy se conoce como nuevos modelos keynesianos de política
monetaria.
Para derivar la de manda agregada asumiremos que la economía está compuesta por un conjunto
de individuos idénticos que maximizan la utilidad del consumo a lo largo de la vida. Esto es, el
objetivo del individuo representativo es:

𝑚á𝑥 𝐸𝑡 ∑ 𝛽 𝑠−𝑡 𝑢(𝐶𝑠 )


𝑠=𝑡

Donde 𝐸𝑡 corresponde a la expectativa racional con toda la información disponible en 𝑡, 𝛽 es el


factor de descuento, igual a 1/(1 + 𝜌) donde 𝜌 es la tasa de descuento. La función de utilidad 𝑢
cumple las tradicionales propiedades de ser creciente y cóncava (𝑢′ > 0 𝑦 𝑢′′ < 0).
Consideraremos un individuo que recibe un salario nominal 𝑊𝑡 cada período, el que usa para
consumir o acumular activos nominales que pagan un interés 𝑖𝑡−1 . El nivel de precios del bien de
consumo en t es 𝑃𝑡 . En consecuencia la restricción presupuestaria del individuo es:
𝑊𝑡 + 𝐴𝑡 (1 + 𝑖𝑡−1 ) = 𝑃𝑡 𝐶𝑡 + 𝐴𝑡
Hay varias formas de derivar las condiciones de primer orden a este problema, pero una forma
sencilla es intuir qué ocurre en el margen en la decisión del consumidor. Suponga que el individuo
sacrifica una unidad de consumo en el período t, con lo cual en el margen la utilidad se reduce en
𝑢′(𝐶𝑡 ). Esta reducción del consumo le provee 𝑃𝑡 de recursos adicionales para ahorrar, los que
redituarán 𝑃𝑡 (1 + 𝑖𝑡 ). Pero solo podrá adquirir 𝑃𝑡 (1 + 𝑖𝑡 )/𝑃𝑡+1 unidades del bien en el siguiente
𝑢′ (𝐶𝑡+1 )
período, que le producirán una utilidad adicional de 𝛽𝑢′ (𝐶𝑡+1 ) = . Todo lo anterior es en
1+𝜌
valores esperados, aunque asumiremos que el individuo conoce 𝑖𝑡 cuando acumula el activo. Por
lo tanto, la condición de primer orden es:
1 + 𝑖𝑡 𝑃𝑡
𝑢′ (𝐶𝑡 ) = 𝐸𝑡 𝑢′(𝐶𝑡+1 )
1 + 𝜌 𝑃𝑡+1
Ahora simplificaremos esta fórmula para aproximarnos a la demanda agregada. En primer lugar
supondremos que podemos separar los dos términos al interior de la expectativa, es decir la
inflación esperada 𝑃𝑡 /𝑃𝑡+1 de la utilidad marginal del consumo. Finalmente, tomaremos logaritmo
a ambos lados de la ecuación, recordando que para un 𝑥 bajo log(1 + 𝑥) = 𝑥, y usando letras
minúsculas para el logaritmo del consumo, llegamos a:
1
𝑐𝑡 = 𝐸𝑡 𝑐𝑡+1 − (𝑖𝑡 − 𝐸𝑡 𝜋𝑡+1 − 𝜌)
𝜎
Donde 𝐸𝑡 𝜋𝑡+1 es la inflación esperada, y por lo tanto 𝑖𝑡 − 𝐸𝑡 𝜋𝑡+1 es la tasa de interés real, puesto
que 𝑖𝑡 es la tasa que regirá durante el período t+1 y 𝐸𝑡 𝜋𝑡+1 la inflación que se espera para dicho
período.
Esto no es más que la ecuación de Euler para el consumo. Es la versión en horizonte infinito del
insumo, y la versión en tiempo discreto y con incertidumbre del problema de Ramsey. Ella nos
dice que cuando la tasa de interés real sube, por efecto sustitución los hogares querrán tener un
consumo creciente, lo que deprime del consumo corriente.
Extensiones a las reglas de política monetaria
En la realidad, tanto la literatura académica como los bancos centrales han trabajado y discutido
muchas extensiones a las reglas de política monetaria que veremos en esta parte.
En la práctica, los bancos centrales deben ser capaces de proyectar el probable curso de los
principales agregados macroeconómicos. Esto requiere un modelo, y parte de ese modelo debe ser
la regla de la política monetaria. No es muy útil un modelo que suponga que la inflación y el
producto son volátiles y la política monetaria permanece constante. Aun así, hay algunos bancos
centrales que usan en sus reportes proyecciones con política monetaria constante en el entendido
de informar las inconsistencias de las proyecciones con la meta, para así dar señales del curso de
la política monetaria más probable. En todos los modelos, tanto internos como los que se publican,
una parte fundamental es la regla de política monetaria. Una primera aproximación son las reglas
de Taylor, sin embargo, se incorporan también elementos de la regla óptima.
Además las funciones de pérdida usadas en muchos modelos asumen que hay un costo que cambiar
la tasa de interés, esto sería simplemente agregar un término 𝑖𝑡 − 𝑖𝑡−1 al cuadrado en la función de
perdida. Esto significará que la autoridad se aproxima gradualmente a su tasa deseada, y aparecerá
un término de tasa de interés rezagada en la regla.
En consecuencia, una regla de tasa de interés muy usada es la siguiente (se usa la notación de
expectativas racionales):
𝑖𝑡 = 𝑟̅𝑡 + 𝜋̅𝑡 + 𝑎(𝐸𝑡 𝜋𝑡+𝑇 − 𝜋̅) + 𝑏(𝑦𝑡 − 𝑦̅) + 𝑐𝑖𝑡−1
En este caso, la política monetaria no reacciona a la inflación actual sino a su proyección.
Obviamente la inflación actual estará en la regla, en la medida en que ayuda a proyectar la
inflación, pero todas aquellas otras variables que ayudan a proyectar la inflación también afectarán
la tasa de interés, no por sí mismas sino que por su influencia en 𝐸𝑡 𝜋𝑡+𝑇 .
Veamos, ahora tomamos el modelo de la demanda y la oferta agregadas para estudiar los efectos
de las políticas de la demanda agregada. Después de determinar la curva de la oferta y demanda
agregadas juntas determinan en nivel de equilibrio de precios e ingresos.
En los dos casos extremos de la oferta tenemos a dos modelos: keynesiano y clásico.
EL CASO KEYNESIANO
Es un modelo válido para el corto plazo.
Combinando el esquema de la demanda agregada con el sistema keynesiano de la oferta agregada,
esto lo podemos apreciar en la figura a.
Primeramente, el equilibrio inicial está en el punto E, lugar donde se cruzan OA y DA. Es preciso
mencionar que en este punto, los mercados de bienes y activos financieros están en equilibrio.
Considerando un incremento en el gasto gubernamental, reducción de impuestos o aumento de la
oferta de dinero, dicho en otras palabras, consideremos un aumento de la demanda agregada que
desplaza a la curva DA afuera y a la derecha, de DA a DA’.
Entonces se observa que el nuevo equilibrio está en el punto E’, lugar en donde la producción tuvo
un alza o un aumento. Como las empresas están dispuestas a ofrecer cualquier cantidad de
producción al nivel de precios 𝑃𝑜 , no hay efecto en los precios. El único defecto de la figura que
se ve a continuación es el incremento de la producción y del empleo.

P
Nivel de precios

E’’

E’ OA
𝑃0
----------------
----------------

E DA’

DA

0
Y Y’
Producción, gasto

Figura a, expansión de la demanda agregada: El caso keynesiano


Dada una oferta perfectamente elástica, desplazar DA a la derecha incrementa a
producción, pero no altera el nivel de precios.

EL CASO CLÁSICO
Es un modelo válido para el largo plazo.
En este tipo de modelo a comparación que en el caso keynesiano, la curva de la oferta agregada es
vertical en el nivel de pleno empleo de la producción. Las empresas ofrecerán el nivel de
producción Y con cualquier nivel de precios. Entonces con esta premisa alcanzamos resultados
muy diferentes a los alcanzados en el modelo keynesiano. Si bien el nivel no está dado, sino que
éste depende de la interacción de la oferta y demanda.
Estudiamos el efecto de una expansión de la demanda agregada bajo las premisas de la oferta
clásica, todo esto en la figura b. La curva de la oferta agregada es OA, inicialmente con el equilibrio
en el punto E. Se observa que aquí este punto es de empleo pleno, porque según la premisa clásica
las empresas ofrecen el nivel de empleo pleno de la producción en cualquier nivel de precios.
La expansión desplaza la curva de la demanda agregada de DA a DA’. En el nivel inicial de
precios, 𝑃0 , el gasto en la economía subiría al punto E’. Al nivel de precios 𝑃0 aumentó la demanda
de bienes. Pero las empresas no pueden obtener la mano de obra para generar más producción y la
oferta de productos no puede responder al aumento de la demanda. Entonces a medida que las
empresas tratan de contratar más trabajadores, elevan sus salarios y costos de producción, así que
tienen que cobrar precios más caros por sus productos. Por consiguiente, el aumento de la demanda
agregada de bienes genera precios más altos pero no de mayor producción.
El incremento de precios reduce la oferta real de dinero y lleva a una reducción del gasto. La
economía desplaza la curva de DA’, hasta que os precios hayan subido lo suficiente y hayan
aminorado la oferta real de dinero, a modo de reducir el gasto a un nivel que corresponda a la
producción de empleo pleno. Así ocurre al nivel de precios P’. en el punto E’’, la demanda
agregada, en el nivel superior del gasto gubernamental es igual otra vez a la oferta agregada.

P
OA
Nivel de precios

E’’
P’ ------------------------

E’
𝑃0 -----------------------------------------
E DA’

DA

0
Y’
Y
Producción, gasto

Figura b, expansión de la demanda agregada: El caso clásico


Dada una oferta completamente inelástica, desplazar DA a la derecha incrementa el nivel
de precios, pero no modifica la producción.

Observamos que no son modelos alternativos que den descripciones diferentes del mundo. Hemos
usado frecuentemente los términos ‘’keynesiano’’ y ‘’clásico’’ para describir las premisas de una
curva de la oferta agregada horizontal y vertical. Sabemos que los dos modelos son verdaderos: el
modelo keynesiano es válido para el corto plazo, por otro lado, el modelo clásico es válido para el
largo plazo.
La mayoría de economistas afirman que el modelo keynesiano es válido para varios meses o
menos, en tanto que el método clásico es válido cuando el marco temporal es de una década o más.
Por desgracia los plazos interesantes por su importancia política son de varios trimestres a pocos
años. La velocidad a la que los precios se ajustan, en otras palabras, el tiempo que se tarda la curva
de la oferta agregada en rotar de la horizontal a la vertical, es un campo activo que conlleva a
investigar.

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