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Entremos al tema de la maternidad espiritual: María la mujer que tiene como hijos a
todas las criaturas; que nos engendra, nos conserva y nos acrecienta por individual a la vida
sobrenatural de la gracia divina. Pero esta maternidad espiritual es consecuencia de la
maternidad divina, porque en ella nos incorpora al cuerpo místico de Cristo. Es por ello, que
Roschini, nos dice:
1
ROSCHINI, G., La Madre de Dios según la fe y la teología, editorial apostolado de la prensa, S. A., Madrid,
España, 1962 vol.1 pág. 381
2
S. S. Pío X, Enciclica Ad diem illum, 2 de febrero de 1904. La parte de la frase en bastardilla es una cita de
Eadmero: De la Excelencia de la Virgen María, cap. IX, PL. CLIV, 223 (inter opera B. Anselmi)
Y esta sucesión de temas, se debe de dar con frecuencia en un tratado de Mariología.
Para concluir con esta relación entre maternidad divina y espiritual, y en relación con
el primer principio fundamental de la mariología, se puede decir: que La maternidad divina
es respecto a las demás prerrogativas de María— de modo proporcional— lo que la unión
hipostática en Cristo es respecto a las gracias y dones con que su humanidad fue adornada.
Luego, así como la unión hipostática es el principio del cual provienen a Cristo todos sus
dones de gracia y de gloria, así la divina maternidad es el principio de donde se deriva el
conjunto de todos los dones de gracia y de gloria y de los demás privilegios con que la Virgen
María fue exaltada y deificada sobre todas las criaturas. Por eso, como ya vimos, la
maternidad divina es el principio primario de toda la teología mariana.
3
SPAHN, C., Hijo, he aquí a tu madre/tratado de mariología, ediciones I.P.L. y C.E.A., San Francisco de
Campeche, Campeche, 2009. Pág. 151
4
Ibidem., pág. 29
1.1 Concepto de Maternidad Espiritual
En nuestro estudio, debemos decir que la maternidad, es dar vida y cuidar. Cuando
hablamos de vida, empezamos a apreciar dos tipos de vida: la de la naturaleza y la
sobrenatural, esta última, trasciende las exigencias de la vida natural. Una vida sobrenatural
que es solamente concedida gratuitamente por Dios a todos los hombres, a los animales con
intelecto.
«La adopción divina, por el contrario, causa en el adoptado una filiación física,
intrínseca, la gracia santificante, en virtud del cual el adoptado queda hecho
misteriosamente participe de la naturaleza misma del adoptante, es decir, de
Dios… la gracia santificante penetra, transforma y diviniza toda nuestra vida
5
Cfr. ROSCHINI, G., La Madre de Dios según la fe y la teología, editorial apostolado de la prensa, S. A.,
Madrid, España, 1962 vol.1 pág. 382
natural, se imprime en lo más íntimo de nuestra alma y se extiende por medio de
las virtudes sobrenaturales infusas a todas las facultades del alma»6
Para tener más claro esta maternidad espiritual, ponemos a continuación unos
párrafos, que hacen referencia a este tema, escrito por Roschini, donde dice:
6
Ídem
del magisterio eclesiástico. En breve: la maternidad espiritual de María
Santísima respecto a todos los cristianos es una prolongación de su maternidad
divina y física respecto a Cristo...: somos hijos en el Hijo (filii in Filio), en quien
estamos como incluidos, a quien estamos incorporados.
En cambio, los que no admiten (y son bien pocos, un número casi despreciable)
esa maternidad divina soteriológica (o sea, con finalidad redentora), encuentran
el fundamento de la maternidad espiritual de María Santísima en las palabras de
Cristo en la cruz; «¡He ahí a tu madre... ¡He ahí a tu hijo!» (Jn 19,26-27) ... Pero
las citadas palabras de San Juan, como veremos, no tienen un valor causativo,
sino solamente declarativo o proclamativo de la maternidad espiritual de
María».»7
En realidad, en el hermoso párrafo que acabamos de transcribir está dicho casi todo
lo que se puede decir en torno al fundamento de la maternidad espiritual de María sobre todo
el género humano redimido por Jesucristo: La maternidad espiritual de María es el
complemento de su maternidad divina, puesto que Ella es la Madre del Cristo total: Madre
física de Cristo-Cabeza, y Madre espiritual de todos los miembros de su Cuerpo místico.
Por lo cual, el Cristo total no se reduce solamente en Jesús de Nazaret, sino que abarca
todos los elegidos; y en consecuencia el «Fiat»9de María comprende a la cabeza y a sus
miembros. Podemos acomodar el salmo 86, 5: «Homo et homo natus est in ea», aplicando el
versículo a Cristo y la Iglesia, en cuanto que al primogénito engendrado por María en el plano
físico-natural se le agregan en el plano sobrenatural los hombres. Es como lo dice Pbro.
Vicente María Gregori:
7
Ibidem, pág. 384
8
Cfr. Comisión nacional pro definición dogmática de la maternidad espiritual de María., La maternidad
espiritual de María, Ed. Jus, México, 1961. pág. 383
9
El consentimiento de la Virgen María en ser la Madre de Dios, declarado durante la aparición del Arcángel
Gabriel, al decir: «He aquí la esclava del Señor; hágase (Fiat, en latín) en Mí según tu palabra.» (Lc. 1, 38)
««Homo, et homo natus est in ea» Así leemos en los salmos, así cantamos en los
coros; pero quizá sin inteligencia del gran misterio. No, no fue solo un Dios-
hombre, dicen San Ambrosio y San Agustín, el que se dignó nacer de María; nació
también de María, por consentimiento de común felicidad, cada uno de los
hombres: Homo, esto es, Cristo Señor Nuestro, primero entre todos los hombres;
et homo, esto es, y todo otro hombre nació gloriosamente de María; natus est in
ea.»10
No podemos dejar a un lado la vida natural, que a lado se encuentra la fe que nos enseña
que hay para el cristiano otra vida, llamada sobrenatural o espiritual. Esta vida sobrenatural
es muy superior en particular a esta vida natural que nos es tan querida; es la razón por la que
tantos mártires han sacrificado alegremente ésta a aquélla. Por eso es que nosotros todos
debemos estar en la disposición de perder nuestra vida natural antes que el estado de gracia,
puesto que el Hijo de Dios se ha encarnado y ha dado su vida para merecernos esta vida de
la gracia.
10
GREGORI, V., Los hijos del dolor de María, seriamente ocupados en la meditación de sus penas y en la
práctica de los deberes y obligaciones de cada uno de los sagrados espirituales ejercicios, Ed. Administración
del real arbitrio de beneficencia, Madrid, España, 1799. pág. 26
En la historia, desde el comienzo se hablaba de María como madre de Jesús, en
consecuencia, como madre del hijo de Dios. Pero en el transcurso del tiempo, se iban
formando doctrinas que iban negando esta maternidad divina, como es el caso de los
gnósticos que decían que el cuerpo de Cristo no es real, sino aparente fantasma.
Pero el problema más grande y que repercutía gravemente en esta maternidad, empezaría
con Arrio que mantenía que el verbo no era Dios, sino que era una creatura, la mas excelsa
entre las otras. En el símbolo de Nicea, se contrarresta la doctrina de Arrio, y se profesa:
«creemos… en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios… que por nosotros los hombres y por
nuestra salvación descendió y se hizo hombre.»11
Pero los problemas no se terminan aquí, en el siglo V aparece otra doctrina que negara la
maternidad divina, esta idea presentada por Nestorio, va más a la cuestión cristológica. Todo
comienza en dos escuelas que están en contra, que son la de Alejandría y la otra Antioquía.
Que se centraban en concebir a Cristo en la unidad de las dos naturalezas: divina y humana.
11
ALCALÁ, M., Mariología / María, madre de Dios y madre de la Iglesia, seminario diocesano, San Juan de los
Lagos, Jalisco. pág. 161
12
ídem
13
Cfr. ídem
que no es permitido a nadie proponer, redactar o formular otra fe distinta de la que ha sido
definida por los Santos Padres reunidos en Nicea con el Espíritu Santo.»14
El concilio de calcedonia, aparece un inciso mariano, que se puede apreciar como siguen
poniendo a la virgen María como la madre de Dios: «que antes de los siglos es engendrado
por el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por
nuestra salvación, engendrado de María virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad.»16
Para concluir, podemos hablar que en el concilio vaticano II, se toma la maternidad de
María como en el marco en el que estudiar el papel de María en el misterio de Cristo y de la
Iglesia. Destacando:
«que esta maternidad biológica y al mismo tiempo ha tenido lugar por la fe. Se
trata de una maternidad que se extiende desde la concepción y el parto hasta la
crianza del niño y su acompañamiento en el Calvario, donde el Fiat de la
anunciación sigue resonando con una nueva aceptación. Esta maternidad
aparece no sólo como una maternidad humana y sobrenatural que llena
totalmente la vida de la virgen, sino también como raíz de todas las gracias que
ha recibido y como fundamento de su maternidad sobre nosotros.»17
14
Ibidem, 162
15
ídem
16
Ibidem, pág. 163
17
Ibidem, pág. 164
En cuanto a la maternidad espiritual, y como se dijo anteriormente, que no se hablaba
de esta maternidad, sino que algunos padres de la Iglesia, recogen algunos datos bíblicos para
entender la misión de María. Es por ello, que podemos entender como maternidad espiritual,
los escritos de los padres que hablan sobre la figura de la nueva Eva. Después San Agustín
hablara sobre María como la madre del Cristo Total; donde aparece el cuerpo místico de
Cristo, que él es la cabeza.18
Y es en la edad media, donde se despliega la doctrina que pone como base y fundamento
de la maternidad espiritual de María, basada en el texto de la biblia, acerca del testamento de
Jesús en el Calvario.
En este apartado nos proponemos aclarar el concepto de maternidad espiritual, por medio
del depósito de la fe, que son la sagrada escritura, los padres de la Iglesia y el magisterio.
Abordaremos cada uno de ellos, con la finalidad de darnos una idea más clara sobre la
maternidad espiritual de María. Para ello, interpretaremos algunos pasajes bíblicos, dando
luces de algunos datos que están implícitos en la sagrada escritura, pero que, para nosotros,
son una manera de acrecentar nuestra fe.
Así, como entender la doctrina de algunos padres de la Iglesia, que abordan el tema de la
maternidad de María. Como ellos lo explican. Y, por último, que nos pone de verdad el
magisterio de la Iglesia.
18
Ibidem, pág. 211
1.3.1 Sagrada Escritura
a) Gen. 3, 15
En este Protoevangelio, que dice: «Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje
y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.»19
Explícitamente nos quiere decir, que María es madre física del redentor, de la cabeza.
Pero implícitamente, y al tener claro que se habla de la madre del redentor, entonces podemos
decir, que nos comunica que María, es madre de los redimidos, que somos el cuerpo místico
de la cabeza, que es Cristo. Por lo tanto, podemos apreciar dos cosas que resultan evidentes,
como nos dice Roschini: «Dos cosas resultan evidentes de este análisis: el carácter «materno»
de la mujer de quien se habla y el carácter de universalidad propio de la «descendencia de la
mujer»»21
Por consiguiente, podemos interpretar que el linaje, es Cristo que nació de la virgen
María. Aunque desde la concepción ya era en potencia madre nuestra. Es por ello, que el
linaje de la mujer en el Protoevangelio, se refiere a Cristo y a nosotros, sus hermanos. Que
se hace verdadero en el momento del testamento en el calvario.
19
Biblia de Jerusalén Gen. 3, 15
20
SPAHN, C., Hijo, he aquí a tu madre/tratado de mariología, ediciones I.P.L. y C.E.A., San Francisco de
Campeche, Campeche, 2009. Pág. 153
21
ROSCHINI, G., La Madre de Dios según la fe y la teología, editorial apostolado de la prensa, S. A., Madrid,
España, 1962 vol.1 pág. 402
Es, por tanto, que no debemos tomar todo de manera objetiva de la sagrada escritura, sino
poder interpretar por medio de la fe y de la razón; lo que nos quiere transmitir. En este caso,
como conclusión, se puede responder que este Protoevangelio, nos pone desde un comienzo
en la sagrada escritura como hermanos de Cristo, en otras palabras, que María es nuestra
madre espiritual.
La hora de la que Jesús habla en las bodas de Caná llega cuando Jesús está en la cruz y
allí nos vuelve a poner Juan a la madre, dice:
Se diferencia de los sinópticos en que mientras éstos hablan de mujeres que observan
la crucifixión de lejos y no nombran a María en este momento, Juan habla de cuatro mujeres
y un discípulo junto a la cruz y entre ellas está la Madre de Jesús.
22
Biblia de Jerusalén, Jn. 19, 25-27
Ahora aparece invertido el diálogo entre María y Jesús que encontrábamos en Caná.
No es María la que se dirige al Hijo, sino el Hijo quien toma la iniciativa y se dirige a María.
El Hijo le dice que su maternidad biológica termina, poco después le entregarán el Hijo
muerto. Jesús vuelve a dirigirse a ella como Mujer. Jesús sustituye su maternidad biológica
por otra maternidad misteriosa y espiritual que la planifica, la proclama «madre del discípulo
amado». Ahora se encuentra con una maternidad nueva en la comunidad del Reino, que no
se produce sin dolor.
23
Cfr. JOHNSON, E., Verdadera hermana nuestra: teología de María en la comunión de los santos, Herder
Editorial, España, 2005. Pág. 337 – 341.
c) Ap. 12
El último libro de la sagrada escritura nos presenta en el capitulo 12, una narración donde
podemos sacar una interpretación de la maternidad de María. En este, encontramos tres
protagonistas, que son la mujer misteriosa, el hijo varón y el dragón.
El dragón, es la serpiente antigua, llamada satanás. Esta serpiente fue la que vemos en el
génesis, la que tienta a Eva. El hijo de varón, es el redentor, el mesías, el hijo de Dios. Es,
por tanto, que la mujer es María, que es madre del redentor, por lo tanto, somos también hijos
de ella. Como lo dice ap. 12, 17: «Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la
guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el
testimonio de Jesús.»
Es por ello, que la mujer indicada no es más que María, madre de Cristo y de los
cristianos, en estos últimos nos detendremos, para decir, que para dar a luz a los cristianos se
nos presenta como victima de dolores de parto. Esta interpretación lo podemos constatar en
la encíclica Ad Dem Illum, de San Pío X:
a) San Ireneo
María es la nueva Eva, la madre de los vivientes (maternidad universal de María), Ireneo
la llama «el seno de la humanidad» recapitulada en Cristo. Habla del nacimiento de Cristo
como «del ser puro que abrió con toda pureza el puro seno que regenera a los hombres en
Dios» (Contra las herejías - Libro 4, 33, 11).
b) Orígenes
Es el único que considera la maternidad de María sobre todos los creyentes en este
sentido. Según él, Cristo vive en todos los que le siguen con perfección, y así como María es
la Madre de Cristo, también es la madre de aquel en el que Cristo vive. Por ello, según
Orígenes, el hombre tiene un derecho indirecto a reclamar a María como su madre, en la
medida en que se identifique con Jesús por la vida de la gracia.
Para comprender un poco más sobre su doctrina de Orígenes, escribimos aquí sus
palabras:
«nos atrevemos a afirmar que las primicias de todas las escrituras son los
evangelios; y las primicias de los evangelios, son el evangelio de Juan:
nadie puede comprender su sentido si no ha reposado sobre el pecho de
24
Contra las herejías - Libro 5, 19, 1
Jesús u ha recibido a María, convertida en su propia madre. El que quiera
ser otro Juan, debe ser tal como fue Juan; que Jesús pueda declarar que
también él es un Jesús. Puesto que María, según los que rectamente
piensan de ella, no tuvo otro hijo fuera de Jesús, Jesús dice a la madre:
«he aquí a tu hijo», y no «este es tu hijo»; o lo que es lo mismo: «este es el
Jesús que has engendrado».» (Comm. In Ioan., I, 6; PG. 14, 32)
Pero, estos perfectos, que son como Juan; deben ser otros Cristo. No de manera física,
sino de manera espiritual (místico). Por lo tanto, María nos engendró de manera mística, por
medio de su Fiat y en el calvario se dio esa plenitud de madre espiritual de los perfectos,
como dice Orígenes.
c) San Agustín
San Agustín dice que María es «Madre de los miembros del Cuerpo Místico.» Esta
maternidad espiritual de la Virgen sobre todos los cristianos, que tuvo su momento
«incoactivo» en el consentimiento para la encarnación, su solemne proclamación en la cruz,
se ejecuta y lleva a efecto en cuanto María, junto con Jesús e inseparablemente de él, merece
por nosotros y colabora íntimamente en la redención, y por fin en la aplicación de sus méritos
y gracias mediante su intercesión continua por sus hijos espirituales. En el primer momento,
María es «Compañera del Redentor», expresión más justa que la de «Corredentora», que
suele usarse mucho, y en el segundo, es «Medianera» universal.
25
Cfr. ROSCHINI, G., La Madre de Dios según la fe y la teología, editorial apostolado de la prensa, S. A.,
Madrid, España, 1962 vol.1 pág. 418
San Agustín, nos habla del Cristo total, que está constituido por Cristo y por nosotros, y
como se dijo en los capítulos anteriores, que por su Fiat y la entrega de María a Juan; nos
hace ser participe de su maternidad. Es por ello que la María santísima, es pues, madre del
Cristo total, es decir, que es madre tanto de Cristo como de nosotros, en dos formas: de
manera corporal, que el Cristo su hijo y espiritualmente, que somos nosotros.26
1.3.3 Magisterio
a) León XIII
Otras de sus encíclicas se encuentran Octobri mense, que se traduce como: A la llegada
de] el mes de octubre. Fue emitido el 22 de septiembre de 1891 en la Basílica de San Pedro
en Roma. Es esta encíclica recalca la maternidad espiritual, por medio del acto del calvario,
la entrega de maría, como madre de Juan:
« Tal nos la ha dado Dios, pues por lo mismo que la eligió para Madre de su Hijo
unigénito, la dotó completamente de sentimientos maternales, que no respiran
sino amor y perdón: tal la anunció desde la Cruz cuando en la persona de Juan,
se discípulo, le encomendó el cuidad y el amparo de todo el género humano: tal
finalmente, se ofreció ella misma, que habiendo recibido con gran valor aquella
herencia de inmenso trabajo, legada por el Hijo moribundo, inmediatamente
comenzó a ejercitar todos sus deberes maternales.» (V. Por medio de María.)
26
Cfr. Ibidem, pág. 422
27
Encíclica Adiutricem populi
28
Encíclica Quam Pluries
«no cesen nunca de invocarla, de suplicarla, en privado y en público, con alanzas, plegarias, votos,
como a madre de Dios y nuestra, y de decirle: muéstrate verdaderamente Madre.»
En conclusión, León XIII, dio la iniciativa de empezar a hablar sobre la maternidad espiritual
de María, la cual no se había dado. Y de aquí hasta hoy, con el Papa Francisco se le da la connotación
de maternidad espiritual, al hecho de que María, es nuestra madre de manera espiritual.
ESTRUCTURA DE TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
GREGORI, V., Los hijos del dolor de María, seriamente ocupados en la meditación de sus
penas y en la práctica de los deberes y obligaciones de cada uno de los sagrados espirituales
ejercicios, Ed. Administración del real arbitrio de beneficencia, Madrid, España, 1799.
SPAHN, C., Hijo, he aquí a tu madre/tratado de mariología, ediciones I.P.L. y C.E.A., San
Francisco de Campeche, Campeche, 2009.