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Excesos en la adolescencia

(Ensayo N º1)

Autores: Eduardo López


Barbara Ortiz
Curso: Tercer año medio ``A``
Es bastante complejo discutir acerca de los excesos en los jóvenes, nos concentramos en
los excesos en sí mismos, sin cuestionar el por qué se producen o qué los origina.
Entrando a la pre adolescencia, los jóvenes se ven enfrentados a escenarios, instancias
que a primera vista les resultan llamativos, atrayentes, pero que a largo plazo pueden
traer consecuencias bastantes desfavorables, mencionamos por ejemplo, el consumo de
alcohol y el uso de drogas, violencia en el pololeo, embarazos no deseados, bullying,
entre otros.

La adolescencia que es el “Período de la vida humana que sigue a la niñez y precede a la


juventud” Según la Real academia española (RAE). Durante el proceso de desarrollo de
una persona, esta atraviesa por muchas etapas, una de ellas es la adolescencia, la que
se considera una de las etapas más difíciles de enfrentar en este periodo, en donde el
adolescente empieza a experimentar cosas nuevas, entrando a un nuevo mundo en el
cual se le presentarán muchas nuevas experiencias, las cuales debe saber afrontar. Es en
esta etapa en la que el adolescente siente la necesidad de empezar a tomar sus propias
decisiones, algunas de ellas erradas las que lo sumergirán en algunos problemas. Pero
que bien acompañadas especialmente de la familia, le permitirán crecer y desarrollar un
buen nivel de toma de decisiones.

La adolescencia es compleja, por eso los excesos pueden ser negativos en este periodo
de la vida del individuo, pues éste al sentirse con una mediana libertad, posee una visión
del riesgo distinta a la de un adulto, y claro, si en esa época, la juventud se considera
eterna. Así y todo, no es fácil decir tajantemente que esa “rebelión” y ansias de transgredir
reglas y límites, sean porque sí. Esa conducta también quiere decir “algo”, el joven al
faltar a los límites está comunicando algo, alguna carencia, algún sentimiento, se
considera un llamado de atención desde él hacia su entorno más cercano, aunque ni
siquiera él tampoco lo interprete. Todo ello puede detonarse cuando el adolescente no
posee las herramientas necesarias para enfrentar por ejemplo, historiales familiares con
abusos de sustancias, depresiones, escaso manejo de resolución de conflictos, baja
autoestima, sienten que no pertenecen a algún grupo afin. Es así como al no poseer las
herramientas necesarias para manejar la exposición a la que se verán enfrentados en un
escenario tentador y llamativo, pueden perder el control en instancias como el uso de
alcohol, drogas e incluso sexualidad irresponsable y promiscua, conllevando
consecuencias que finalmente marcaran el resto de lo que queda por vivir. Al perder el
control de lo mencionado y al carecer de herramientas para solucionar por si solo todo a
lo que se ve enfrentado, puede llevarlo a revelarse contra las figuras de autoridad en vez
de pedir ayudar y reconocer que se ha excedido. Sin embargo, pese a todo, la única
forma de ganarle la batalla a estos excesos es la intervención de un pilar fundamental: La
Familia o de adultos responsables que cumplan un rol relevante y positivo en la vida del
adolescente, ello se traduce en que de los adolescentes hay que ocuparse, dialogar,
supervisar, estar presentes e involucrados con su entorno. Se considera que una red o
entorno seguro y estable en torno al adolescente, permite que los adolescentes estén
protegidos y con las herramientas necesarias para hacerle frente a conductas de riesgo
como las que se han mencionado. Se considera que la red de apoyo que permita evitar
los excesos en la juventud sea abierta al diálogo, no en base a conductas controladoras o
persecutorias que logren un efecto de alejamiento o reticencia en el joven, donde en vez
de lograr un buen comportamiento, provoque mentira y transgresiones a las normas. No
olvidar que el adolescente en esta etapa está en una búsqueda de su propia identidad,
por eso lo complejo de este periodo.

Esto está generando graves problemáticas debido a que los jóvenes asocian la diversión
con el consumo de alcohol, drogas ilegales y otros excesos. En este periodo de la vida,
que se denomina como conflictiva, el individuo se encuentra en la búsqueda de su propia
identidad y tiende a revelarse contra las figuras de autoridad, ya sean padres, directores,
etc. Es por eso que estas figuras autoritarias tienen la responsabilidad de acompañar en
el desarrollo y crecimiento de los jóvenes, dedicarles tiempo y prestar atención a sus
necesidades o problemas. Siguiendo esto la educación en conjunto de la familia y la
sociedad en general sobre éste tema es algo fundamental, debido a que si no se enseña
habitualmente a los jóvenes desde pequeños formando conciencia sobre todo lo que
puede conllevar este conflicto, esto será muy perjudicial para ellos, ya sea en un corto
plazo como son las malas acciones tomadas en momentos bajo efectos de drogas como
también perjudicar de manera drástica su desempeño escolar o largo plazo como son las
enfermedades crónicas y en los peores casos hasta la muerte.

“El chico que tiene una buena contención en el hogar, acompañamiento y control de parte
de sus padres, no cae en excesos. Hoy muchos padres pecan de permisivos e incluso los
ayudan a conseguir alcohol y a violar las normas cuando no tienen edad para hacerlo”,
quedó en claro. Afirma pastor Antonio Zaiek, Miembro de la ONG.

Hay que tomar en cuenta, que la adolescencia es una etapa de constantes cambios que
está marcada por la inestabilidad y, en la mayoría de las ocasiones, el desconcierto y la
confusión de los propios jóvenes ante sus cambios, lo que los puede llevar a tener la
sensación de inmortalidad, que se sientan invencibles, que el futuro no esté en su mente,
es cosa de adultos, ajena para ellos. Esto visto de una manera de vida, es normal que el
adolescente actúe de esta forma, es lo normal para esa edad, el problema viene cuando
se cierra ese ciclo y se continúa con ese comportamiento y ya siendo adulto lo mantiene.

Según el médico alemán Rudiger Dahlke:

“La maduración es un proceso que se va dando con el tiempo, pasando las diferentes
etapas de la vida, se cierran ciclos “

Los excesos en los jóvenes en drogas y alcohol, pueden ser desarrollados por diferentes
tipos de riesgos, ejemplo:

-Es vital saber el comportamiento Familiar y que tipos de adicciones tienen

-Tener debilidad en su comportamiento (motivos diversos), estar confundidos y mal


asesorados

-Encontrarse en un estado de confusión que lo lleven a tener problemas internos y que no


le encuentre solución, según su visión

-Tener una baja apreciación sobre sí mismo, lo que puede llevar a malas decisiones

-No sentirse parte de su grupo etario

Esto a la vez podría llevar a pensar a los jóvenes que la adolescencia es, por naturaleza,
el momento de probar cosas nuevas. El problema está en la edad en que se origina e
inicio del consumo de alcohol, drogas ilegales, y otros excesos.

El que consuman alcohol y drogas no solo los llevan a hacer cosas que al día siguiente no
recordaran si no que se produce el fomento de las relaciones sexuales sin protección, lo
que acarrea el contagio de enfermedades de transmisión sexual y otros riesgos como el
embarazo precoz, también conlleva a accidentes de tráfico y tránsito, que representan
una de las mayores causas de muerte prematura entre los jóvenes, y una de las más
problemáticas que se da en los excesos de alcohol y violencia es la proliferación y
desarrollo de la violencia, especialmente de la violencia de género, porque como se
encuentran buscando su propia identidad y esto lo hace generalmente a revelarse contra
las figuras de autoridad: padres, directores, y autoridades y por cierto su entorno.

El consumo de alcohol a temprana edad, cuando no se cuenta con la madurez para medir
límites, cantidad de ingesta responsable y el entorno donde un joven se desenvuelve;
puede provocar problemas a largo plazo. El consumo ilimitado de alcohol puede acarrear
consecuencias como la deserción escolar, la pérdida de interés en objetivos claros, caos
en el entorno familiar. Si bien el consumo de alcohol en actividades sociales,
prácticamente es una costumbre normalizada, ésta debe ser regulada, los excesos de
forma irresponsable pueden provocar incluso consecuencias fatales, cada día los medios
de comunicación difunden accidentes automovilísticos a causa de la ingesta de alcohol o
riñas a raíz de lo mismo.

Cabe señalar que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la dependencia es


“un conjunto de fenómenos conductuales, cognitivos y fisiológicos que aparecen después
del consumo repetido de alcohol”.

Los productos de fácil accesibilidad para los adolescentes aparte de las bebidas
alcohólicas son el tabaco, ciertos medicamentos bajo receta médica, inhalantes y
remedios de venta libre tanto para la tos, gripe, como para adelgazar, entro otros.

Existe un estudio de SENDA, realizado por la Universidad San Sebastián el 2015 que
indica que el consumo de tabaco en jóvenes de 12 a 18 años subió de 6,4% a 8,4% entre
2012 y 2014. Esta cifra se da a conocer la misma semana en que el Senado aprobó
mayores restricciones para la venta de cigarrillos y una importante tabacalera amenazó
con cerrar sus operaciones apenas se promulgara la modificación. En ese mismo estudio,
se señaló que en el período analizado, casi 640 mil chilenos comenzaron a consumir
tabaco. De ellos 1 de cada 3 es adolescente o joven, entre 18 y 25 años.

En cuanto al alcohol, se ha revelado que dos de cada tres escolares han probado por
primera vez antes de los 15 años una bebida de ese tipo. Los adolescentes tienen la
tendencia a sentirse indestructibles e inmunes hacia los problemas que otros
experimentan. El uso del alcohol o del tabaco a una temprana edad aumenta el riesgo del
uso de otras drogas más tarde. Algunos adolescentes experimentan un poco y dejan de
usarlas o continúan usándolas ocasionalmente sin tener problemas significativos. Otros
desarrollarán una dependencia, usarán luego drogas más peligrosas y se causarán daños
significativos a ellos mismos y posiblemente a otros. La adolescencia es el tiempo de
probar cosas nuevas. Los adolescentes usan el alcohol y las otras drogas por varias
razones, incluyendo la curiosidad, para sentirse bien, para reducir el estrés, para sentirse
personas adultas o para pertenecer a un grupo. Es difícil el poder determinar cuáles de
los adolescentes van a experimentar y parar ahí, y cuáles van a desarrollar problemas
serios. Los adolescentes que corren el riesgo de desarrollar problemas serios con el
alcohol y las drogas incluyen aquellos:

* Con un historial familiar de abuso de substancias

* Que están deprimidos

* Que sienten poco amor propio o autoestima

* Que sienten que no pertenecen y que están fuera de la corriente

*Sienten cuestiones internas sin resolver

``Hace un año que me enrolé en esta embarcación, aunque todavía no llevó un año sin
beber, pero casi. Me costó mucho reconocer que tenía un consumo problemático, pero es
una de las mejores cosas que me ha pasado. Ha sido un año lleno de experiencias y
retos, ha sido el principio...esto no ha acabado aquí, todavía no he conquistado mi
territorio 00, pero indudablemente estoy más cerca. Esta página básicamente habla del
alcohol, aunque no es la única adicción que tenemos la mayoría, es la común. Y
personalmente no quiero vivir con ninguna.

Sentirse acompañado, y apoyado es importante, aunque nuestra convicción y constancia


no puede faltar.

Doy gracias a todos los que de una u otra manera me han ayudado a llegar hasta aquí ``

Ana

Por otro lado, las drogas ilegales incluyen la marihuana, la cocaína, LSD, PCP, los
derivados del opio, la heroína y las "drogas diseñadas" (éxtasis) entre las más comunes
según el informe de senda publicado en 2017

Asimismo, en relación a la marihuana, considerada la droga ilegal más consumida en la


adolescencia – por eso recibe el nombre de “la droga del umbral” – es el inicio al consumo
de otras sustancias prohibidas, que pese a estar restringidas por ley, los adolescentes las
consiguen con facilidad, encontrando en ellas supuestamente, un medio de evasión,
refugio o de aceptación social entre amigos, compañeros y pares.

Según el “Informe sobre el Uso de Drogas de las Américas de 2015”, presentado por la
Organización de Estados Americanos (OEA), posicionó a Chile como el país con mayor
consumo de marihuana entre adolescentes y entre las naciones donde más de la mitad de
los jóvenes entre 13 y 17 años han consumido alcohol durante el último años además del
incremento y la precocidad en el consumo de éxtasis y sustancias inhalables.

"Yo controlo". Esta es la famosa frase, la frase que tantas y tantas veces hemos dicho, yo
no me engancharé, yo sé de qué va esto, sé hasta dónde puedo llegar, a mí nunca me
ocurrirá lo que a fulanito o a menganito, NUNCA.

Bueno, pues eso también lo pensaba yo, empiezas con unas invitaciones, luego ya te
juntas con alguien y empiezas a pillar medio gramo, pero el círculo se va ampliando y de
ponerte en alguna fiesta "muy especial" pasas a construir fiestas y eventos todos los fines
de semana por el simple hecho de que quieres volver a ponerte. Pasan, en muchos casos
unos meses, en otros años. Fui consumidora de cocaína durante 12 años y claro, ¡yo
también controlaba!

¡Mentira!, esto no se controla, después de 12 años de consumo, al principio


esporádicamente y poca cantidad, al final caían los gramos como la nieve en la sierra, a
puñados, terminas queriendo morir.

A día de hoy, después de más de 8 años limpia, puedo decir que se destruyó un
matrimonio, una familia, muchas amistades, y mucha salud, pero hay formas de salir, hay
especialistas, está la familia y sobre todo la fuerza de voluntad de cada uno.

Sólo digo una cosa, cuando se deja, la vida vale más, las pequeñas cosas valen más y tú
mismo vales más, pero cuesta tanto dejarlo.., que nadie se engañe, esto mata, pero no
sólo a la persona sino a todo lo que le rodea."

Todo este tipo de acciones, lleva al adolescente a realizar distintas conductas en las que
él realmente no toma una mayor importancia o consecuencia para su persona, familia y
comunidad en general.

El psicólogo, Alejandro Villarroel, plantea en la publicación Pediatra Al Día, en el 2015,


que, “la prevención en alcohol, sobre todo en un país que tiene una costumbre, como el
nuestro, de consumo de alcohol, que produce en la forma que lo hace y exporta, es
bastante difícil”.

Esto es relevante, ya que es normalizado en el país el consumo de alcohol y otras


sustancias, asociándolas a una forma de diversión, relajo e incluso cierto estatus o
posición dentro de la sociedad, creando la imagen errónea, que es importante por
ejemplo, la llegada del fin de semana para desatar los excesos sin restricción alguna en
ellos.

Sin embargo, plantea que aquí el culpable no es sólo uno, sino que un conjunto
multifuncional que en este caso sería la sociedad chilena donde todos deberían poner de
su parte, ya que, si al interior de las familias no se habla del tema y no se les enseña a los
jóvenes, difícilmente ellos podrán saber todo lo que conllevará esto por otro medio.

Por otro lado, también se puede considerar un exceso en la adolescencia el uso ilimitado
a internet, el uso excesivo de redes sociales, sin mediar consecuencia de que aquello los
hace propensos a padecer de depresión, de acuerdo a lo expresado por un estudio de la
Escuela de Salud Pública de la Universidad Sun Yat-Sen en Guangzhou, China. Está
comprobado que los adolescentes pasan alrededor de cinco a diez horas frente a un
computador o cualquier aparato móvil, mostrándose irritables si no están conectados,
manifestando pérdida de interacción social “real”. Esta investigación contó con la
participación de cerca de mil adolescentes de entre 13 y 18 años de la ciudad antes
mencionada, que no tenían depresión alguna al iniciar el estudio. Transcurridos los
nueves meses, 84 de ellos fueron diagnosticados con trastorno depresivo severo
resultando tener 1,5 veces más riesgo de sufrir depresión los "adictos" a Internet, en
comparación con los adolescentes que lo utilizaban de manera moderada, indica el
estudio que se publicó en la revista “Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine” el año
2010. La depresión se considera como un resultado combinado entre la falta de sueño por
estar expuesto tantas horas frente a un equipo y el estrés provocado por juegos “on line”,
explica el psicólogo y coautor del estudio, Lawrence Lam, de la Escuela de Medicina de la
Universidad de Notre Dame de Sídney (Australia). Lam agrega: "La gente que pasa tanto
tiempo en Internet pierde horas de sueño y es un hecho demostrado que cuanto menos
se duerme, más alto es el riesgo de desarrollar depresión". (2010)

Los videojuegos en Nintendo o Play Station llamaron la atención de Joel (19) a los 12
años; pero fueron los juegos en red –principalmente de estrategia porque le gustaba
competir con otras personas- los que lo aprisionaron desde la secundaria. Ahí conoció a
los famosos “Rakion”, “Gun Bound” y “Wolf Team” gracias al incentivo de un amigo.

“‘Qué tal si vamos a una cabina de Internet y te reto’ […] Y yo me acuerdo que me ganó;
pero yo me quedé con esa iniciativa. Oye, me ganó; pero por qué, si yo le puedo ganar. A
la segunda vez que fui, no me quedé atrás. Pude agarrar un poco más de ventaja y le
gané. Yo me acuerdo que ese juego se llamaba ‘Counter Strike’”, recuerda el joven.

Así empezó su camino llegando a jugar más de cinco horas por día y hasta desvelándose.
Como no tenía Internet en casa –“felizmente”-, iba a la de su primo adueñándose
prácticamente de su computadora. Y aunque asegura que nunca cogió dinero ajeno para
lo que se convirtió en su vicio, confiesa que sí se sentía frustrado cuando no tenía
recursos para ir a una cabina pública.

“Por ejemplo, saliendo del colegio, tenía que ir a almorzar a casa y no iba. Mi mamá se
preocupaba, me llamaba al celular, yo lo apagaba. Llegaba a mentir. Decía ‘sí, estoy en el
colegio, estoy en la biblioteca, haciendo unos trabajos’ cuando estaba metido jugando un
juego en red, porque estaba en un concurso”, añade. Justamente, ganaba competencias y
de ahí obtenía dinero.

Pero a los 15 años se empezó a dar cuenta de que algo andaba mal y “a iniciativa propia”
buscó ayuda. Hoy, Joel lleva dos meses de tratamiento ambulatorio en el Instituto
Nacional de Salud Mental Honorio Delgado – Hideyo Noguchi, en donde dice sentirse bien
y consciente de que tiene que abocarse más a su progreso como persona. Es más, el
joven confiesa: “Hace ya más de seis meses que no juego”.

Si bien la adolescencia va de la mano con cambios y transformaciones complejas, el físico


no se exime de ello, sumado la importancia que se le da en esa etapa a la opinión y
aceptación de los demás, los trastornos alimentarios también pueden ser un problema
considerado como excesos. Esta dificultad alimentaria puede deberse a dos principales
causas:

1.- Alimentación emocional: La alimentación emocional es comer por comodidad, por


aburrimiento, o en respuesta a las emociones en lugar de comer para nutrirse o porque
tiene hambre según familydoctor.org editorial staff (publicado el 2018).

2.- Trastorno de atracones compulsivos: El trastorno de atracones es un trastorno


alimenticio en el que una persona consume grandes cantidades de alimentos en un
período de tiempo corto.

Según familydoctor con el tiempo, consumir más calorías puede hacer que el adolescente
aumente de peso y que tenga sobrepeso u obesidad están en riesgo de tener problemas
graves de salud a medida que crecen.

A sus 19 años ya sabe más de lo que es el sufrimiento interno que yo. Lleva desde los 14
años con bulimia y aunque ha comenzado el tratamiento varias veces, aún sigue enferma.
Ahora vive sola en Barcelona, lejos de Colombia, su ciudad natal y donde reside su
familia. Para ella hacer frente a la enfermedad es más difícil que para el resto de las que
están en el Centro porque no tiene demasiado apoyo fuera del él.

Sin embargo, unos meses más tarde creyendo que ya se había curado, Lorena dejó el
tratamiento en más de una ocasión y ella no para de repetirme esta frase cuando tengo
pocas fuerzas para seguir: “duré bien por inercia unos pocos meses, pero volví a
hundirme y la caída fue siempre peor que la anterior”. Esto es en definitiva por su baja
autoestima e ideología de superación, lo cual es producto del poco o más bien nulo apoyo
de su entorno familiar quienes deberían ser la base fundamental en este duro proceso por
el cual ella estaba pasando, estando para ella en lo que necesitase y superar la
adversidad en conjunto.

Es por esto que se recomienda que si los padres principalmente advierten que sus hijos
comen por algunas de estas dos causas hable con él sobre sus inquietudes. Es vital
ayudar al adolescente a encontrar una respuesta más saludable a sus problemas.

Hace falta que las campañas de concientización e información a los adolescentes y


jóvenes sean más concretas y firmes para persuadirlos con ejemplos claros del mal que
estos excesos le provocan contemplando los efectos nocivos y el posible inicio a la
adición a otras drogas. Por lo demás, a pesar de todo, numerosos jóvenes saben
prescindir del alcohol a la hora de salir, para disfrutar sanamente de la noche, divertirse,
encontrarse con amigos y socializar de igual e incluso mejor forma que con sustancias
dañinas en su cuerpo.

Es fundamental, la mirada preventiva a estos abusos, entendiendo que no todos los


adolescentes consumen y que todo consumo no necesariamente representa un consumo
problemático extremo, pero si todo consumo en un adolescente constituye un Riesgo.

Todo esto, con el fin de formar adolescentes seguros de sí mismos, capaces de imponer
sus propios límites, no dejarse influenciar por el grupo, ni exponerse a estilos riesgosos de
“diversión”.

Es común que las autoridades recomienden a los padres la constante vigilancia de los
hijos adolescentes. Para el discurso oficial se considera preventivo saber siempre dónde
se encuentran, con quien andan y a qué se dedican; pero para el adolescente esta
conducta controladora es persecutoria y la mayoría de las veces logra un efecto contrario
al que busca, porque en lugar de facilitar el buen comportamiento, más bien provoca la
mentira y la trasgresión que desafía la norma.

El control de los hijos es asociado en términos educativos con un suficiente cuidado, pues
se cree que una vigilancia basada en el reforzamiento del no, es la mejor manera de
prevenir contratiempos. Lo que hay de fondo en esta propuesta policiva de endurecer la
norma, es una concepción social del adolescente según la cual él siempre busca una
satisfacción indiscriminada y caprichosa de sus anhelos. Como el adolescente es alguien
que reclama gozar como un adulto y al mismo tiempo ser tratado como no responsable de
las consecuencias de sus actos, hay que reforzar la ley para que lo regule.

Un Código de la infancia y la adolescencia que promete garantizar “pleno y armonioso


desarrollo” a los niños, niñas y adolescentes, más un “ambiente de felicidad amor y
comprensión”, no parece hecho para este mundo. Lo que menos le interesa al mundo
globalizado de este momento es propiciar condiciones para que se den en el seno de la
familia y de la sociedad esos tres valores. Hoy se cree que la clave de la felicidad está en
el éxito obtenido a como dé lugar. El amor como don simbólico ha cedido su lugar a la
rivalidad, los celos y la hostilidad, mientras que en lugar de comprensión tenemos
intolerancia y segregación. En consecuencia, esta época parece tener menos interés en
decirle sí a la introducción del adolescente en el deseo que humaniza sus pulsiones y en
una elección de existencia que no sea mortífera para sí mismo y la sociedad, que en
exponerlo a factores de riesgo que lo empujan hacía lo peor.

El otro del que se desprenden los significantes que en la actualidad le sirven como base al
adolescente para fabricar una identidad, poco le ayuda a arreglarse adecuadamente con
su cuerpo, a lograr un sentimiento de la vida que no se debilite ante la primera
contrariedad y a elaborar un marco para la realidad del instante que vive. El Otro parece
hoy transmitir lo peor de él: violencia, adicciones, corrupción, psicosis, perversión,
depresión, debilidad. Podemos decir que lo menos peor que en la actualidad “tenemos
para transmitir a los niños”2 es la neurosis. Dice Alexandre Stevens, que esta transmisión
al menos ofrece la posibilidad de ver que si “la neurosis es muy pesada hará falta un
análisis”3 y un análisis, si bien exige decisión, no es una catástrofe, sino el intento de
hacer pasar por la palabra un goce que se ha vuelto excesivo e incontrolable.

Ahora bien, decirle sí al adolescente no es satisfacerle todos su caprichos, ni entregarle lo


que pida basado en la esperanza de que si percibe complacencia por él, será más
permeable a la ley, decirle sí es más bien acompañarlo en sus “invenciones un poco
originales […] en relación al punto en que él mismo no está tomado en la adolescencia”.
La invención significante del niño allí donde se torna rebelde e interroga los ideales
establecidos, allí donde se resiste a ser tomado por éstos, necesita un reconocimiento del
padre. Este acto, lejos de conducirlo a la catástrofe, lo provee de los elementos simbólicos
necesarios para hacer una elección deseante que tome su consistencia de la ley.

Un niño que no quiere ir a la escuela de fútbol como lo hace la mayoría, porque piensa
que ese deporte es rudo, ni reunirse a menudo con los demás de su edad a escuchar
reggaetón porque considera que “ese sonsonete no tiene valor musical”, pero le gusta
dibujar, leer, pescar, caminar por el campo con los adultos más cercanos y practicar algún
deporte que no sea tan riesgoso como los considerados.-

Ahora bien, el exceso de confianza en las relaciones sexuales va cada día en mayor
aumento, provocando que sentenares de adolescentes se trasmitan entre ellos una
enfermedad. “Es unexceso de confianza que tienen los adolescentes a la hora de
mantener relaciones sexuales con penetración. Esto provoca, también, que se realicen las
pruebas de diagnóstico de forma tardía “comenta la doctora de centro de salud sexual y
reproductiva, Isabel Mª Silva.

“Yo he llorado por el Sida muy poquito, he llorado más por mis papás”, dice al poco andar.
Son las palabras de carolina, una chica que afectada de un fuerte ``resfrío`` fue internada
en una clínica donde se determinó que estaba con neumonía. Se le hicieron múltiples
exámenes para establecer la razón de su complicación y al final, casi por descarte, le
hicieron el test de Elisa, que dio positivo.

La enfermedad de carolina fue una consecuencia de un exceso. Específicamente en una


noche en la que ella estaba bajo efectos de drogas no le dio importancia al uso de
preservativo por lo cual tuvo relaciones sexuales sin ninguna medida de protección frente
a las enfermedades de transmisión sexual (ETS). Posteriormente, una vez realizados los
exámenes y arrojando positivo el test. El doctor, sin ningún preámbulo le informó que
tenía VIH, y ella, de la misma forma, se lo dijo a su padre. La reacción de éste es una de
las cosas que más ha llamado la atención; fue, se lavó las manos y comenzó a besarla
por todo el cuerpo en señal de amor incondicional. Es claramente esto lo que se busca,
debido a que la familia es el primer núcleo social y el que más impronta deja en la
persona. Es dentro de la familia donde el ser humano alcanza la plenitud personal, que
consiste en tener la capacidad de pensar (inteligencia), la capacidad de actuar (voluntad),
la capacidad de decidir (libertad) y la capacidad de darse (amar). San Juan Pablo II (1980)
señala que:

El hombre no tiene otro camino hacia la humanidad más que a través de la familia. Y la
familia debe ser puesta como el fundamento mismo de toda solicitud para el bien del
hombre y de todo esfuerzo para que nuestro mundo humano sea cada vez más humano”.
De esta manera, la familia está llamada a ser una comunidad de vida y amor.

Ser amado y poder amar son necesidades primordiales de todo ser humano. Con esto se
ve la importancia de los padres como agentes socializadores y propiciadores de estas
necesidades en los infantes. En la familia se aprenden normas de convivencia y se
construyen vínculos afectivos entre cada uno de sus miembros. Este proceso de
socialización comienza desde el momento del embarazo y continúa en la infancia, la
adolescencia y la juventud, es decir, en la mayor parte de su ciclo vital. Y es con esto que
se comprende que el amor de los dos padres es indispensable para el desarrollo físico
espiritual, social y emocional de los hijos. A partir de esta premisa, es deber de los padres
amar incondicionalmente a los hijos, es decir, amarlos con sus capacidades y limitaciones.
La presencia segura y el amor de las primeras figuras de afecto producen un impacto
significativo en la vida actual y futura de los niños.
Frente a esta problemática lo primordial en primer caso es la comunicación de los padres,
familia, o adulto responsable con el menor, para que así, el joven sienta el apoyo de
aquella persona en la toma de decisiones en un futuro cercano, debido a que los padres
son los primeros maestros una buena educación hará que el adolescente escoja las
amistades adecuadas y tengo confianza en sus padres para conversar de cualquier tema,
ya que, el/la adolescente necesita sentir estabilidad, para seguir trabajando y así lograr
sus objetivos, metas y proyectos.

Los adolescentes piden libertad. Sin embargo los padres deben sopesar entre el fomento
de la confianza en sí mismos para valerse autónomamente, y el conocimiento de que en
el mundo hay peligros y amenazas para la salud y seguridad de sus hijos. Algunos padres
dan demasiada libertad antes de tiempo, mientras que otros niegan cualquier oportunidad
de madurar, aprender a decidir y aceptar las consecuencias.

La familia debe ser la contención a estos problemas pero nunca en base a reprimendas
las cuales de por si a los jóvenes los hará alejarse en vez de acercarse y formar un lazo
más fuerte. Es por esto que la contención debe ser en base a la conversación y
argumentos sólidos para entender el fin de los consejos de los padres.

También, los padres deben tener presente que muchas veces las opiniones estarán
contrapuestas sin embargo deben encontrar la forma de llegar a un consenso lo cual será
fácil si se está en un clima relajado y por sobre todo de confianza para lograr encontrar al
camino correcto para el adolescente.

Es por esto que la familia tiene un papel clave porque puede convertirse en un modelo
muy potente de hábitos y estilo de vida saludable. La transmisión, desde la familia, de la
importancia de mantener una relación cordial y por sobretodo cercana puede reforzar la
autoestima de los hijos y protegerlos de sufrir un trastorno.

Por otra parte, si es que las medidas preventivas no fueron lo suficientemente fuertes o
comprendidas por el adolescente, por lo cual cayo en algún tipo de exceso, es vital y de
primera relevancia comprender y apoyar al joven brindándole comprensión, cariño, amor
incondicional tal como lo hizo el padre de la joven con VIH y el apoyo, que es un pilar para
que el joven no se sienta solo, como de igual manera sienta que salir de aquel agujero en
el que está sumergido no le sea tan complicado porque tiene el respaldo de todo su
núcleo familiar y seres queridos como fue el caso de carolina.
En esta etapa es necesario que exista menos imposición, más plática y negociación. Y
aunque el adolescente busque autonomía debemos estar presentes como padres,
guiando y protegiendo. Permitiendo que tomen sus propias decisiones en algunos
aspectos de su vida y poco a poco. Tratando de no ser intrusivos o buscar tener una
relación forzada con nuestros hijos adolescentes, ya que esto sólo originará una mayor
rebeldía.

En esta etapa los desacuerdos y las peleas entre padres e hijos suelen causar angustia,
pero recordemos que los conflictos con nuestros hijos reflejan esta fase de cambio y de
ajuste a una nueva situación. Es necesario adaptarse como familia.
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