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I. ¿QUÉ ES EL KERIGMA?
Etimológicamente, kerigma es “proclamar”, “gritar”. Es “la voz del que clama en el desierto:
Enderecen el camino del Señor” (Jn 1, 23) puesto que el objetivo es suscitar la fe que lleva
a la conversión. Sabemos que “Clamar” significa “llamar a gritos”. El clamor es a la conversión,
a cambiar de vida, de mentalidad, a rectificar el camino, girar ciento ochenta grados sobre el
propio eje, dar la media vuelta hacia una nueva vida y; de esta manera, instaurar el Reino de
Dios aquí y ahora.
1
Disculpen el neologismo, “Buenanuevizar” sería lo mismo que evangelizar, pues Evangelio significa buena nueva, que llena de gozo en el
Espíritu.” La alegría del Evangelio es esa que nada ni nadie nos podrá quitar (cf. Jn 16,22)” (EG 84)
Para apreciar la necesidad del kerigma, primero tenemos que ubicarla: Forma parte del
proceso de evangelización, como misión de la Iglesia.
El Proceso de Evangelización
La evangelización es todo un proceso y el Kerigma es la prioridad en este proceso, es
buenanuevizar hasta los confines del mundo y llevar a gritos la primicia que el mundo
esperaba. “Es la proclamación explícita de que Jesús es el Señor”, y sin este anuncio “no
puede haber auténtica evangelización”.
El Kerigma
Es el anuncio prioritario y permanente del mensaje cristiano, de Jesús salvador, muerto
y resucitado, para suscitar la fe que lleva a la conversión en una nueva vida (cf Jn 3,3).
Lleva al acontecimiento para comenzar a ser cristiano4.
La Catequesis
La enseñanza progresiva de la fe cristiana que lleva a la santidad, pues la fe y la
conversión son solamente un medio para ello. Es el crecer en Cristo para vivir la nueva
vida en abundancia (Jn. 10, 10-b). Es la profundización sistemática del Kerigma5.
2
Evangelii Gaudium 110 Francisco
3
IV Conferencia CELAM de Santo Domingo 33
4
Cf Deu Caritas Est 1 Benedicto XVI
5
EG 165 Francisco
No es solo una etapa que tiene un principio y un fin, sino el hilo conductor en la evangelización;
si toda la evangelización fuera una vela, este sería la mecha de la vela, sin la cual aquella no
podría cumplir su cometido de alumbrar. Igual, todo el proceso de evangelización, que es la
única misión de la Iglesia, sería en vano o infructuoso sin el anuncio6 constante, continuo y
perenne.
Es un nacer y renacer cotidiano en Cristo, por eso la Iglesia lo tiene presente en todos los
aspectos del proceso de evangelización, de lo contrario todo lo que se haga por cumplir con
su tarea será estéril, sin frutos; como alimentar muertos o regar sin haber plantado. Pues
todos los aspectos del “proceso están condenados a la esterilidad, sin corazones
verdaderamente convertidos al Señor”7.
6
cf Aparecida 278
7
Ib
¡Por supuesto que los dos!, pero en ese orden, primero se anuncia luego se enseña, incluso
la enseñanza tiene en el kerigma su núcleo; por eso, no se debe prescindir del anuncio en
ningún momento, alterar el orden resulta contraproducente. Suele suceder que el Kerigma,
como anuncio, es obviado, y de frente se pasa a la catequesis, asumiendo que ya está
incluido.
“Pablo plantó, Apolo regó, pero Dios hizo crecer” (cf 1 Co. 3, 6). Esta oración del Apóstol
San Pablo sintetiza toda la misión de la Iglesia, que es únicamente evangelizar, donde unos
plantan, que es el kerigma; otros riegan, que es la catequesis; pero, el Espíritu Santo es el
que hacer fértil el terreno donde germina y crece la semilla, que es la Palabra de Dios,
plantada y regada, en un proceso constante.
Hay que recordar que el Kerigma representa el nacer en Cristo, es vida y, la Catequesis, es
el crecer en Cristo, es vida en abundancia. Habría que preguntarse: ¿podría crecer algo que
aún no ha sido plantado?
En ningún momento se puede abandonar este anuncio, bajo la presunción de que se pasa a
una etapa superior: “No hay que pensar que en la catequesis el Kerigma es abandonado en
pos de una formación supuestamente más sólida. No hay nada más sólido, más profundo,
más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio”9
La catequesis se articula con cierto número de elementos de la misión pastoral, que sin
confundirse con ellos la preparan. Uno de ellos es el: “primer anuncio del evangelio o
predicación misional por medio del Kerigma para suscitar la fe…Recordemos ante todo que
entre la catequesis y la evangelización no existe ni separación u oposición, ni identificación
pura y simple, sino relaciones profundas de integración y de complemento recíproco”10.
La peculiaridad de la Catequesis es distinta del primer anuncio del Evangelio que suscita a la
Conversión, “pero en la práctica catequética este orden ejemplar debe tener en cuenta el
8
Evangelii Gaugium 165
9
Ib
10
San Juan Pablo II “CATECHESI TRADENDAE” 18
No hay nada más prioritario e insustituible o superable que el Kerigma: “El anuncio tiene la
prioridad permanente en la misión: La Iglesia no puede substraerse al mandato explícito de
Cristo; no puede privar a los hombres de la Buena Nueva de que son amados y salvados por
Dios”12. Nada dispensa del anuncio explícito, en la buenanuevización. Aunque se puede tener
otras muchas prácticas piadosas, ninguna remplaza al Kerigma. No debemos engañarnos
pensando que al tener otras tareas en nuestra comunidad, estamos disculpados de anunciar
persona a persona13 en cada paso de nuestro diario caminar (cf Mt 10,7).
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San Juan Pablo II “CATECHESI TRADENDAE” 9
12
San Juan Pablo II “Redemptoris Missio” 47
13
Eg 127 Francisco
“Este anuncio es el que realmente sacude a los hombres, despierta y transforma los
ánimos, es decir, convierte”14
El objetivo es el encuentro con Jesús resucitado, que suscita la fe y lleva a la conversión, que
es un proceso de ir dejando los propios criterios por los de Cristo, ir creciendo hasta la estatura
del Maestro, para lograr la santidad; dejar al “hombre viejo”, para constituirse en el “hombre
nuevo” (Cf Ef 4,22-24).
Suscitar el acontecimiento que hace iniciar una nueva vida, con nuevos criterios, nuevos
valores, nueva forma de pensar, con un corazón de carne y no de piedra, que sepa amar
al prójimo y al enemigo. El nacer en Cristo es nacer en la fe, y la fe se induce por los
oídos, nace de una predicación. Y si nadie predica porque tiene otras cosas “más
importantes” que hacer, ¿cómo pues se podría experimentar a Cristo resucitado? (cf Rm
10,14).
Esto ocurre porque en la convocatoria para la catequesis asisten personas que están
predispuestas a escuchar porque de alguna manera conocen a Jesús y saben a lo que
van, pero en el anuncio se tiene que salir hacia personas que no están con deseos de
escuchar el mensaje de salvación y lo rechazan, y a nadie le agrada ser rechazado. Pablo
lo sabía muy bien cuando apremia a anunciar a tiempo y a destiempo, sea o no propicio y
aunque sea o no oportuno (cf 2 Tim 4,2).
2. La Conversión en Cristo
Es un llamado a la conversión, única manera de experimentar el amor y la misericordia
divinos. Y es que la conversión es morir a uno mismo para que Jesús ocupe ese lugar,
llegar a ser una fuente inagotable de agua viva donde todos, buenos y malos, justos y
pecadores, puedan recurrir a beber y saciarse de Cristo, constituirse en una “nueva
criatura” (2 Cor 5,17).
El primer paso es vivir de la fe que signifique creerle a Cristo y escuchar la voz del Señor
que te está invitando a la conversión, abrirle plenamente el corazón en donde Jesús quiere
entrar en una intimidad plena: “Yo reprendo y corrijo a los que amo. ¡Vamos! Anímate
14
Ecclesia In America, 67
Se debe tener en cuenta que los actos de fe deben llevar a la conversión. Las oraciones,
los rosarios, las peregrinaciones, los triduos y novenas, charlas y conferencias deben
llevarnos a un cambio de vida y a un crecer en Cristo, pero después del nacimiento en
Cristo. Los sentimentalismos de la religiosidad popular son actos de una fe incipiente que
hay que tomarlos como una gran oportunidad para nutrir y aprovechar en anunciar y llevar
al encuentro.
“Ojalá esa fe sea tan activa que te ilumine plenamente sobre todo el bien
que está en tu poder hacer por Cristo” (Flm. 1, 6).
3. La Comunidad de Cristo
Es para un nuevo nacimiento, y a nadie se le puede abandonar y dejarlo crecer a la deriva;
todo recién nacido necesita una familia de amor donde desarrollarse, necesita alimentarse,
primero con leche materna, luego con papilla y así sucesivamente; la comunidad lo hace
posible.
15
EG 177
“Cristo nos da el método: ‘Vengan y Vean’ (Jn. 1,39), ‘Yo soy es camino, la verdad y la
vida’ (Jn. 14,6). Con Él podemos desarrollar las potencialidades que están en las
personas y formar discípulos misioneros”16.
Vengan y Vean
Entre los discípulos de Juan el bautista estaban Juan Zebedeo y Andrés, quienes al ver la
emoción y la convicción con que, aquél que se declaraba “La Voz” (Jn. 1,23), anunciaba a
Jesús, los turbó gravemente y no pudieron resistir seguir al aludido “Mesías”, que no vaciló en
decirles: “¡VENGAN Y VEAN!” (cf Jn. 1, 35-39). El Kerigma cumple su cometido cuando el
evangelizado encuentra la perla más valiosa y el tesoro escondido (cf Mt. 13, 44-46) en la
comunidad de creyentes llamada Iglesia.
Al día siguiente de este acontecimiento, Jesús partió a Galilea y se encontró con Felipe, le
bastó un simple y eficaz “¡Sígueme!” (Jn. 1, 43), para que este dejara todo por seguir al
Maestro. Pero inmediatamente Felipe testimonió el encuentro a Natanael, que no podía creer
lo que aquél le estaba anunciando pues consideraba que nada bueno podía salir de Nazaret;
es allí donde Felipe le replicó testimonialmente: “VEN Y VERÁS” (Jn. 1, 46).
El deseo de la humanidad es conocer la verdad y vivir una vida de felicidad; por eso
Jesucristo se define ante sus discípulos con el método (camino) para llegar a conocer esa
verdad que tanto aspira el hombre y a tener una vida en plenitud. Por eso, el Kerigma,
aunque trinitario, es Cristocéntrico, donde no hay otro camino (o método) que el mismo
Jesús Salvador.
16
Documento de parecida 276
17
EG 164
El Kerigma es mostrar al evangelizado que no hay otro camino o método para conocer la
verdad absoluta, vivir en plenitud y lograr en anhelo de felicidad que Jesucristo.
“El kerigma no es sólo una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que
culmina con la madurez del discípulo de Jesucristo” 18
1. Permanente y compulsivo
No es un nivel de la evangelización, es decir que algún momento ha de dejarse para pasar
a una etapa superior. Cuando se afirma que el kerigma es el primer anuncio no se refiere,
por tanto, a un sentido ordinal de que va primero y después se remplaza por algo superior;
sino, por el contrario, está referido a su cualidad:
“Es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras
y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la
catequesis, en todas sus etapas y momentos” 19.
“No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hch. 4, 20)
“Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1 Co. 9,16)
2. Trinitario y Cristocéntrico
“El kerigma es trinitario” 20
En un solo versículo San Pablo hace toda una proclamación del kerigma: “¡Bendito sea
Dios!, ¡Padre de Cristo Jesús nuestro Señor, que nos bendijo desde el cielo, en
Cristo, con toda clase de bendiciones espirituales” (Ef. 1, 3)! Pablo empieza su
saludo en forma trinitaria y Cristocéntrico cuando se dirige a los cristianos de Éfeso.
La primera proclamación de Pedro -embebido por el Espíritu Santo aquel glorioso día
de Pentecostés- aunque trinitaria, estuvo centrada en Jesucristo muerto y resucitado:
“Este Mesías es Jesús, todos nosotros somos testigos que Dios lo resucitó. Y,
engrandecido por la mano poderosa de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu
Santo prometido: hoy lo acaba de derramar, como ustedes ven y oyen” (Hch 2, 32-
34)
18
Documento de Aparecida 278 a)
19
EG 164 Francisco
20
Ib
“El Espíritu dijo a Felipe: Adelántate y únete a ese coche” (Hch. 8, 29).
Por eso, cada evento que se organice en la Iglesia, no debería evaluarse por el número
de participantes, por los personajes que hayan asistido, por lo recaudado o por su gran
organización; sino por las señales del Espíritu Santo.
4. Vivencial y manifiesto
El kerigma es existencial, tan íntimo como manifiesto, Jesús se dirige a ti con su Palabra
de vida, para que a su vez tú la grites a los cuatro vientos y por donde te ubiques y vayas,
“lo que les digo a oscuras, repítanlo a la luz del día, y lo que les digo al oído grítenlo
por los techos” (Mt. 10,27):
“Con el corazón creemos para ser justos, con la boca confesamos para obtener
la salvación” (Rm. 10,10)
21
Evangelii Nuntiandi 27 Pablo VI
Un medio es el puente que se utiliza en el método que se sigue. “Para la Iglesia –es decir para
todos nosotros-, el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida
auténticamente cristiana, entregada a Dios en una comunión que nada debe interrumpir y a
la vez consagrada igualmente al prójimo con un celo sin límites”22. Luego, se desprende que
los medios del kerigma son: el Testimonio, el amor al prójimo, el Celo por cumplir la Palabra,
conociendo la realidad que se vive.
1. El Testimonio
La llave de la evangelización es el testimonio, que no es solamente una característica de
nuestro kerigma, sino también es el medio para inducir a la fe que salva. Sabemos que
una de las características del anuncio es que es testimonial, por eso, su medio más eficaz
es el testimonio de vida. El Testimonio tiene dos aspectos:
Testificar la Salvación
No se puede anunciar la Salvación de Jesús lograda con su muerte y resurrección, si
no se ha experimentado esa Salvación. La mayoría de los católicos nos hemos
quedado con la sola experiencia de un Jesús muerto en la cruz, como les sucedió a
los apóstoles que no creían en su resurrección: “Pero los relatos de las mujeres les
parecían puros cuentos y no les hicieron caso” (Lc 24, 11). Si el predicador no ha
tenido su encuentro personal con Cristo resucitado, entonces está hablando de “puros
cuentos”; como aquellos propagandistas de televisión que nos ofrecen la panacea a
todos los males en un producto que ellos nunca han probado.
Tomás y los otros discípulos de Jesús, quienes habían convivido con él durante tres
años, lo habían visto predicar y realizar milagros y habían escuchado todas sus
promesas, sin embargo, no creyeron en su resurrección, porque en la Cruz habían
muerto todas las esperanzas puestas en ese salvador “político” que creían de Jesús.
Después de que los apóstoles tuvieron su encuentro con el resucitado, se lo contaron
a Tomás, pero este manifestó su incredulidad diciendo: “No creeré si no cuando vea
la marca de los clavos en sus manos, meta mis dedos en el lugar de los clavos
y palpe la herida de su costado” (Jn 20, 25). Estaba diciendo que él no iba a creer
sin haberlo experimentado, quería ser testigo de su resurrección y no un simple
22
(Evangelii Nuntiandi, Nº 41)
23
(Redemptoris Missio, N° 42).
2. El Amor al Prójimo
“Tengan todos un mismo sentir; compartan las preocupaciones de los demás con
amor fraternal, sean compasivos y humildes. No devuelvan mal por mal, no
contesten el insulto. Al contrario, bendigan, ya que ustedes mismos fueron
llamados a bendecir y a alcanzar por ese medio las bendiciones de Dios” (1 Pe. 3,
8).
Lo que mueve es el amor al prójimo y eso da el deseo ferviente de anunciar para instaurar
el Reino de Dios aquí y ahora, en donde todos vivamos en armonía, justicia, paz,
fraternidad y gozo en el Espíritu (Cf Rm. 14,17). Cristo vino a salvar al hombre y a todos
los hombres de todas las épocas, y para ello es necesario también cambiar las estructuras
donde se desenvuelve cotidianamente.
24
“Conclusiones de Santo Domingo”
Es predicar con la boca lo que crees con el corazón (Rm 10, 9-10). Por eso, el predicador
ha tenido su encuentro personal con Cristo resucitado, que lo salva de sus frustraciones y
desesperanzas, de tal manera que le da las fuerzas para ir hasta los confines anunciando
a un Dios vivo, que vence obstáculos y miedos y no lo calla ningún prejuicio; que da celo
sin límites por anunciar a Jesús y que nos hace exclamar “¡Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección, ven señor Jesús!” (Después de la Consagración); y, que
nos impide dejar de hablar de lo que hemos visto y oído. Es el ardor que nos lleva a
cumplir fielmente el mandato de Jesús resucitado antes de su ascensión a los cielos y nos
hace clamar: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch. 5, 29).
“No sigan la corriente del mundo en que vivimos, más bien transfórmense por la
renovación de su mente. Así sabrán ver cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno,
lo que le agrada, lo que es perfecto” (Rm. 12,2)
Los más grandes testimonios de conversión, son de aquellos grandes pecadores que fueron
salvados por el amor de Dios (cf Lc. 7, 41-47). El testimonio de salvación sirve mucho para
aquellas personas que por sus pecados piensan, erróneamente, que no tienen perdón, y esto
es porque no conocen la misericordia de Dios.
Auténtico
Que sea tu propio testimonio, no le que les sucedió a otros y que quisieras que te pase a
ti lo mismo, cada uno tiene su propia experiencia con Jesús, diferente a las demás.
Recuerda que, con el encuentro, Jesús te hace ver la vida de manera distinta, te cambia
los criterios, pero también te dice que cargues con tu cruz y lo sigas, en otras palabras,
los problemas van a continuar, pero ahora se vive la esperanza en Cristo.
Sé natural, que se te entienda; por eso, evita frases que quiten credibilidad al testimonio,
como, por ejemplo: “ahora mi vida es maravillosa”, “ya no tengo problemas” o “ya no me
hago problemas”, porque “sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien
de los que lo aman” (Rm. 8,28)
Breve
Evita detalles extensivos porque quitan la atención a lo principal. Tiene tres momentos:
Antes de Cristo: Cómo era tu vida antes del encuentro con Jesús, de manera general y sin
especificar, ni describir cada cosa, evitando términos que puedan escandalizar.
Encuentro con Cristo: Cómo se produjo el encuentro con Cristo, de manera concreta y
precisa.
Después de Cristo: Por último, como es tu vida después del encuentro, cómo tus criterios
han ido cambiando.
Con Jesús siempre habrá un antes de Cristo y un después de Cristo, Él divide nuestra
vida en dos: la luz de la obscuridad, la muerta de la vida, las buenas de las malas
estructuras que sostienen nuestra conducta. La conversión es que cambian los criterios,
la vida se orienta de una manera diferente.
Cristocéntrico
El mérito es de Cristo, evitar ser yoyista, Vg.: en vez de “yo cambié”, “yo me levanté”, “yo
di otro rumbo a mi vida”; decir: “Jesús me cambió”, “Jesús me levantó”, “Jesús dio otro
rumbo a mi vida”. Con Jesús no existe la meritocracia, ni el merecimiento porque Él actúa
por misericordia; deja las cien ovejas de su redil y corre a buscar la perdida.
Recordando primero, que una estrategia siempre es a largo plazo, en un extenso ámbito; así,
el Sagrado Magisterio de la Iglesia, nos da una estrategia actual en cumplimiento de la Gran
Comisión dada por Jesucristo, con nuevos bríos, renovados como las águilas a través del
Nuevo Pentecostés que significó VATICANO II, con la cual Jesús renovó toda su Iglesia. Esta
estrategia se denomina “La Nueva Evangelización”.
La Nueva Evangelización25
La estrategia es proclamar siempre la novedad del Evangelio, como noticia actual y gozosa.
El Evangelio de la vida es “Noticia Buena” y noticia significa novedad, algo que sucede en la
actualidad, aquí y ahora; cuando transcurre el tiempo ya no es noticia, en el argot periodístico
cuando se publica algo anterior se denomina “refrito”, el Evangelio es noticia, no es refrito.
Pero la Nueva Evangelización como estrategia no significa que sea un nuevo Evangelio, sino
que los métodos, su expresión y su ardor deben renacer constantemente en toda la iglesia.
“A mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: la de anunciar a los
gentiles la inescrutable riqueza de Cristo” (Ef. 3,8)
“La Nueva Evangelización tiene, como punto de partida, la certeza de que en Cristo hay una
‘inescrutable riqueza’, que no agota ninguna cultura, ni ninguna época, y a la cual podemos
acudir siempre los hombres para enriquecernos”26.
Nueva en su ardor
Renovar el mismo ardor de los apóstoles, para ello Jesús envía su Espíritu, que enciende
hoy el corazón de la Iglesia. El ardor apostólico de la Nueva Evangelización brota de una
radical conformación con Jesucristo, el primer evangelizador. Así, el mejor evangelizador
es el santo, el hombre de las bienaventuranzas27. Una evangelización nueva en su ardor
supone una fe sólida, una caridad pastoral intensa y una recia fidelidad que, bajo la acción
del Espíritu, genere una mística, un entusiasmo compulsivo en la tarea de anunciar el
Evangelio, capaz de despertar, en otros, el mismo entusiasmo para acoger la Buena
Nueva de la Salvación.
25
Santo Domingo 28-30
26
Santo Domingo 6
27
Redentoris Missio 90 -91
Nueva en su expresión
Buenanuevizar con un lenguaje que haga más cercano el mismo Evangelio de siempre a
las nuevas realidades culturales de hoy. Desde la riqueza inagotable de Cristo, se han de
buscar las nuevas expresiones que permitan evangelizar los ambientes marcados por la
cultura urbana e inculturar el Evangelio. Así, la Nueva Evangelización continuará en la
línea de la encarnación del Verbo. La Nueva Evangelización exige la conversión pastoral
de la Iglesia. Tal conversión debe ser coherente con el Concilio. Lo toca todo y a todos:
en la conciencia y en la praxis personal y comunitaria, en las relaciones de igualdad y de
autoridad; con estructuras y dinamismos que hagan presente cada vez con más claridad
a la Iglesia, en cuanto signo eficaz, sacramento de salvación universal.
1. Proclamación Vigorosa
“Nos pide todo, pero al mismo tiempo nos ofrece todo”31. San Pablo comparaba a los
evangelizadores con los atletas y dice: “Uno solo recibe el premio. ¡Corred de manera
que lo consigáis! Los atletas se privan de todo” (1 Cor. 9,24b-25ª). Se tiene que
renunciar aun a cosas que no son malas, pero que no ayudan a la espiritualidad del
predicador. Para el kerigma se necesita una disciplina rigurosa, para mantenerse en
forma como atletas que hacemos correr la Palabra (cf 1 Tes. 3,1), ya sea en el uso del
alcohol o del tabaco, o bien en el tiempo ante el televisor, el internet, o leyendo revistas.
El mundo quiere convertirnos en meros consumidores y espectadores, el evangelizador
debe ser actor principal de la salvación.
El vigor en el anuncio se recibe del Espíritu Santo: “Porque Dios no nos dio un espíritu
de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de amor y buen juicio” (2 Tm. 1,7), sin su
poder no es posible la evangelización, solo se caería en proselitismo. El vigor también se
recibe del conocimiento de la Palabra, de la vida sacramental, de la oración, de la
28
Evangelii Nuntiandi 20
29
Santo Domingo, N° 33
30
SD No.33. V CELAM.
31
EG 12 (último párrafo). SS Francisco
2. Con Gozo
“Cristo ha de ser anunciado con gozo y con fuerza, pero principalmente con el testimonio
de la propia vida”32.
Una excelente táctica para el que anuncia el kerigma es la alegría que le produce el
encuentro con Jesucristo y se ha dejado salvar por él, pues ha sido “Liberado del pecado,
de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento”33; porque “Con Jesucristo siempre nace y
renace la alegría”34. Todo el Evangelio invita insistentemente a la Predicación alegre de la
Gloriosa cruz de Cristo y su resurrección.
El ángel saluda a María diciéndole “Alégrate, llena de gracia” (Lc. 1,28), cuando se
predica se comunica esa gracia que da gozo. A su vez, con el saludo de María a Isabel
“salto de gozo el niño en su seno” (Lc. 1,41); es la misma alegría que anuncia el
predicador. No hay nada más gozoso que el cántico de María “Y mi espíritu se alegra
en Dios mi salvador” (Lc. 1,47); de allí el estilo mariano en el kerigma. El mismo Jesús
“se llenó de gozo en el Espíritu Santo” (Lc. 10,21). En la primera comunidad “tomaban
el alimento con alegría” (referido a la Eucaristía) (Hch. 2,46); los apóstoles eran
perseguidos por anunciar el la Buena Nueva, pero igual “quedaron llenos de gozo y del
Espíritu Santo” (Hch. 13,52). “¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!”35
3. Con Fuerza
“Todo lo puedo en aquel que me da la fuerza” (Fil. 4,13). La fuerza del Espíritu Santo
está en la Palabra de Dios: “Tomad, también el yelmo de la salvación y la espada del
Espíritu, que es la Palabra de Dios” (Ef. 6,17). La promesa de Jesucristo a los
evangelizadores es que al anunciar su Palabra habrá señales del poder del Espíritu Santo.
“Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna
de dos filos” (Heb. 4,12). Cuando anunciamos el Evangelio estamos comunicando el
Espíritu Santo. El Señor nos sigue diciendo: “No tengas miedo, sigue hablando y no
calles” (Hch. 18,9).
“Fe y fortaleza van juntas. El cristiano no es violento per es fuerte y ¿con qué fortaleza?
Con aquella de la mansedumbre; la fuerza de la mansedumbre, la fuerza del amor”36
4. Con Testimonio
Una excelente táctica es contar tus propias experiencias de fe y conversión; la fe es creer
en la salvación y la conversión es vivir como tal. Muchas personas hablan de creer en
Jesús, pero no viven como salvados, están llenos de resentimiento, rencores,
frustraciones, remordimientos, inseguridad que les impide entrar al servicio de Cristo y su
evangelio. Jesús antes de sanar físicamente, primero sanaba interiormente con el perdón,
el paralítico tuvo que ser perdonado y sanado para que pueda cargar con su camilla y
traer otros enfermos ante Jesús (cf Mc. 2,10-12). La suegra de Pedro tuvo que ser sanada
32
EIA 67. San Juan Pablo II
33
EG1 P. Francisco
34
Ib
35
EG 83 P. Francisco
36
Papa Francisco. Vaticano, 18 Ago. 13/10:58. (ACI/EWTN Noticias) www.aciprensa.com>noticias 18 ago. 2013
5. Con insistencia
La táctica infalible que enseñó Pablo a Timoteo, fue la insistencia: “Predica la Palabra,
insiste a tiempo y a destiempo” (2 Tim. 4,2). El anuncio del kerigma es un hábito
explícito, constante y continuo. “Explicitado por un anuncio claro e inequívoco del Señor
Jesús” 38 ; constante, pues en ninguna etapa de la evangelización se puede dejar de
anunciar; y, continuo, pues, se anuncia a cada paso, “por donde vayan” (Mt. 10,7). Al
eunuco etíope no le fue suficiente la lectura de las Escrituras, tuvo que recibir el anuncio
de Felipe que le explica, con fe y paciencia, que las promesas del Padre se cumplieron en
las obras salvíficas de Jesús, con lo cual le comunica el Espíritu Santo para su conversión
(cf Hch. 8,26ss).
“Siempre estén dispuestos para dar respuesta acertada al que les pide
cuenta de su esperanza” (1 Pe. 3,15)
37
EN 41 Pablo VI
38
EN 22 Pablo VI
“En la compleja realidad de la misión, el primer anuncio tiene una función central
e insustituible, porque introduce en el misterio del amor de Dios, quien lo llama a
iniciar una comunicación personal con él en Cristo y abre la vía para la conversión.
La fe nace del anuncio, y toda comunidad eclesial tiene su origen y vida en la
respuesta de cada fiel a este anuncio. El anuncio tiene por objeto a Cristo
crucificado, muerto y resucitado: en él se realiza la plena y auténtica liberación
del mal, del pecado y de la muerte; por él, Dios da la nueva vida, divina y eterna”.39
Basados en este mensaje, y otros establecidos por el Magisterio, podemos apreciar que, en
la actualidad, la Iglesia, cuya misión a anunciar la Buena Nueva con el propósito de instaurar
ese Reino de los Cielos personificado por Jesús, entiende que el Kerygma consta de Cuatro
Verdades trinitarias.
Dios mismo se ha definido y nos lo ha revelado, por eso, quizá el pasaje más conocido
de toda la Biblia sea “Dios es amor” (1 Jn 4,8); pero además es un amor eterno y
misericordioso:
“Con amor eterno te he amado y por eso prolongaré mi favor contigo” (Jr. 31,3)
39
Santo Domingo 33 cita Redemptoris Missio de San Juan Pablo II.
40
SS Francisco EG 24
Dios tomó la iniciativa: “Amémonos nosotros ya que él nos amó primero” (1Jn 4,
19). Fue así como creó el mundo, por amor y quien desde el principio suscitó un
salvador (cf Gn 3, 15) a pesar del pecado del hombre. Fue Dios quién eligió a Abraham
y todo un pueblo: “Yavé dijo a Abraham: Deja tu país, a los de tu raza y a la familia
de tu padre, y anda a la tierra que yo te mostraré” (Gen 12, 1). Todo en base al
Plan de Salvación que por iniciativa propia de amor y misericordia había elaborado
para la humanidad.
El Proto Evangelio:
Inmediatamente después de la caída por el pecado de nuestros primeros padres,
engañados por el demonio en forma de serpiente (Gn. 3,5-6), Dios no los abandonó ni
los dejó desnudos (Gn. 3,21); “Dios alentó en ellos la esperanza de la salvación con la
promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida
eterna a todos los que buscan la salvación”41. Por el contrario, primerea una buena
noticia, que es la salvación engendrada por la Mujer. A esto se le denomina el Proto
Evangelio; pues el Evangelio consiste en que en el Verbo encarnado nos da la salvación,
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, en una mujer Virgen llamada María (Lc
1,26-35).
Es Personal
Para predicar a Dios debes haber experimentado que él te ama a ti, personalmente, como
tú lo estás necesitando. Pues no todos tenemos las mismas necesidades, y aunque es
cierto que Dios ama a todos, no todos lo aceptan y él no obligará a nadie, puesto que así
nos creó, a su imagen, con libertad y voluntad para elegir, y en esto Dios no se contradice.
Dios te ama conforme a tus propias necesidades, mientras más te sientas necesitado de
él, más estará a tu lado; depende de tu apertura de corazón, si te entregas por completo
41
(Dei Verbum 3).
23 “Camino al Jubileo de Oro de la RCC Perú”
o escatimas su amor. Es directamente proporcional, mientras más te entregues mayor
será la experiencia de su caridad:
Él te hizo a ti con sus propias manos y es ahí donde te tiene grabado: “Y ahora, así te
habla Yavé, que te ha creado, Jacob, o que te ha formado, Israel. No temas, porque
yo te he rescatado; te he llamado por tu nombre, tú me perteneces” (Is. 43, 1).
Su amor es tan personal y tú eres tan especial para él que siempre que lo invoques te
escuchará y te responderá, jamás estará ocupado, ni se mudará y te da el número de su
teléfono celular personal (Jr. 33,3). No dudes jamás en llamarle, en cualquier momento y
circunstancia, él personalmente te contestará y como Padre se dedicará a ti
personalmente si tú te dejas guiar por él que te dirá: “Yo te voy a instruir, te enseñaré
el camino; te cuidaré, seré tu consejero” (Sal. 32, 8).
Es comunitario
El amor de Dios primerea y es personal, por eso te quiere dentro de su redil: “Yo soy el
buen pastor, conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí” (Jn. 10,14), fuera del
redil se encuentra la oveja perdida por la cual Dios dejó a todas las demás para ir
personalmente a buscarla y reintegrarla (cf Lc. 15,4). Un padre jamás apartaría de su
familia a un hijo amado, pues, por lo mismo que lo ama quiere mantener a la familia unida
en un mismo sentir.
“Yo soy la vid y ustedes las ramas. Si alguien permanece en mí, y yo en él,
produce mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada” (Jn. 15,5)
Vano sería el amor de Dios si nos quisiera tener aislados de su Iglesia donde se vive en
armonía, en convivencia de amor, bajo la misma enseñanza de los apóstoles, en oración
y en un mismo Espíritu, con la Virgen María (cf Hch. 1,14) alrededor de la Eucaristía (cf
Hch. 2,42); pues no hay otra manera de experimentar el amor de Dios sino en Comunidad
de creyentes: “El Señor hacía que los salvados cada día se integrarán a la Iglesia en
mayor número” (Hch. 2,47)
Sin requisitos
Dios no te ama por tus cualidades o por tus virtudes ni por lo que haces. Tampoco te
dejará de amar por tus defectos o pecados o por lo que dejes de hacer, sino que te ha
amado a ti desde siempre y pone toda su confianza en ti: “Antes de formarte en el seno
de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras yo te consagré, y te destiné a
ser profeta de las naciones” (Jer. 1, 5)
“Pero, ¿puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al
hijo de sus entrañas? Pues bien, aunque alguna lo olvidase, ¡Yo nunca me
olvidaré de ti!” (Is. 49, 15).
“El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino
porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente
según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador” 42
Dios, quien hace brillar el sol sobre justos y pecadores, que hace que la lluvia alcance
tanto a los buenos como a los malos, no te pone condición alguna para amarte, hagas lo
que hagas, suceda lo que suceda, así hayan terremotos que pretendan derrumbar tu vida,
así te halles envuelto en cataclismos que amenacen tu cordura, Dios no se apartará de ti:
“Los cerros podrán correrse y moverse las lomas; más yo no retiraré mi amor, ni se
romperá mi alianza de paz contigo; lo afirma Yavé, que se compadece de ti” (Is. 54,
10)
Es gratis
No tienes que hacer nada para que Dios te ame, no tienes que esforzarte nada para que
puedas llegar a experimentar su infinita misericordia. Perdón, hay una sola cosa que debes
hacer: creer en su amor, dejarte amar por Él y abrirle las puertas de tu corazón porque él
no va a violentarte. Es una invitación gratuita, no interesa que tan rojo sea tu pecado ni
cuán apartado te sientas; no importa la condición en la que te encuentres en este
momento.
No es necesario pagar precio ni realizar sacrificios, para obtener el amor de Dios: algunos
integrantes de las primeras comunidades cristianas, sobre todo los fariseos que se
convirtieron, pretendían exigir que los no judíos (también llamados paganos) creyentes en
Cristo, debían circuncidarse y cumplir la Ley de Moisés (Hch 15, 5); pero el apóstol Pedro,
decidido a cumplir las mociones del Espíritu Santo, al respecto expresó:
El amor de Dios, la salvación en Jesús y el gran poder del Espíritu, son gratuitos, no
cuestan absolutamente nada. Lo que hace dos milenios a Jesús le costó tanto
recuperarlos para ti y para mí: la semejanza e intimidad con el Padre; hoy, ni a ti ni a mí,
nos cuestan algo.
42
Gaudium et Spes 19 (Vaticano II).
43
Biblia “Dios Habla Hoy”
La profecía de la venida del Emanuel (que significa Dios con nosotros), nacido de un virgen
(Mt 1,23), fue cumplida en la plenitud de los tiempos por voluntad del Padre que “quiere
que todos los hombres se salven” (1Tim. 2, 4) en Cristo Jesús, “que entregó su vida
por rescatar a todos” (1Tim. 2, 6). Dios en su infinito amor y misericordia entregó a su
Hijo para la salvación del hombre y de todos los hombres: “Tanto amó Dios al mundo
que entregó a su Hijo Único, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que
tenga vida eterna. Dios no mandó a su Hijo a este mundo para condenar al mundo,
sino que por él ha de salvarse el mundo” (Jn. 3, 16–17).
Su Encarnación
Con la encarnación del Verbo Eterno de Dios, en la Virgen María, se cumple la promesa
dada por Dios en el Protoevangelio (Gn. 3,15).
El Verbo de Dios por la cual se hizo todo, nace de una mujer virgen, llegando así la
Salvación a este mundo: “Y el verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros: hemos
visto su Gloria, la que corresponde al Hijo único cuando su padre lo glorifica. En él
estaba la plenitud del amor y de la Fidelidad” (Jn 1, 14).
Su Ministerio
Jesús inicia su ministerio anunciando él mismo el Reino de los Cielos. Jesús es la Palabra
de Salvación que se difunde recorriendo el mundo, llamando a la conversión y a creer en
esa Buena Noticia (Mc. 1,15). Jesús es la Palabra que proclama la Palabra, proclama el
Reino y a su vez lo personifica.
44
GES 22
Jesús con su muerte condonó la deuda que teníamos con el Padre y nos devuelve su
amistad y la semejanza con Él: “Anuló la cuenta que debíamos por no haber cumplido
los mandamientos tiró el comprobante y lo clavó en la Cruz de Cristo” (Col. 2, 14)
Su resurrección
Gracias a su resurrección obtenemos la total justificación de nuestros pecados
haciéndonos santos: “El cual fue entregado por nuestros pecados y resucitado para
nuestra santificación” (Rm. 4, 25). Si por un hombre, Adán, vino la muerte al mundo,
por otro hombre, Jesús, viene la resurrección; por Adán se muere y por Jesús se vive de
vida eterna (1Cor. 15, 21–22).
Características de la Salvación
Se obtiene mediante la Fe
El requisito para obtener la Salvación que Jesús ya ganó para ti y para mí con su
encarnación, muerte y resurrección es creerle a Jesús, que todas sus palabras y obras
fueron para tu salvación. El Magisterio de la Iglesia siempre ha señalado la necesidad de
la fe para la salvación:
“Creer en Cristo Jesús y en Aquel que lo envió para salvarnos es necesario para obtener
esa salvación (cf Mc. 16,16; Jn. 3,36; 6,40 e.a.) Puesto que ‘sin la fe...es imposible agradar
a Dios’ (Heb. 11, 6) y llegar a participar en la condición de sus hijos, nadie es justificado
sin ella y nadie, a no ser que haya perseverado en ella hasta el fin’ (Mt. 10, 22; 24, 13),
obtendrá la vida eterna”45.
45
Catecismo de la Iglesia Católica 161
Es el evangelizador quién enseña como Cristo camina, mira, abraza, habla, oye, aconseja,
actúa, perdona, ama, sana, ora y hasta cómo entrega la vida para la salvación.
Estábamos muertos por el pecado: “Ustedes estaban muertos por las faltas y los
pecados en que andaban. Se conformaban a este mundo y seguían al Soberano que
reina entre el cielo y tierra y que sigue actuando en aquellos que se resisten a la fe”
(Ef 2, 1). Pero Jesús con sus hechos salvíficos nos trae la vida en abundancia: “Yo, en
cambio, vine para que tengan vida y sean colmados” (Jn. 10, 10).
El Kerigma, que es la Buena Noticia, se da ante una previa mala noticia: a pesar de todo
lo maravilloso que es el amor del Padre, hay algo que nos impide experimentarlo, una
realidad con la cual nacemos: estamos condenados porque somos pecadores, faltos de
la Gracia de Dios.
46
Rm 3,23
“El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor
verdadero y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la
naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana” (CEC 1849).
Por tanto, todo lo que se hace en contra de nuestra fe es pecado: “En cambio, quien
come a pesar de sus dudas, se condena, porque no obra de acuerdo con lo que
cree, y todo lo que no hacemos de acuerdo con lo que creemos, es pecado” (Rm.
14, 13). Actuar a pesar de que la conciencia está indicando lo contrario, eso es pecado:
“Feliz el hombre que no actúa en contra de su conciencia al tomar alguna decisión”
(Rm. 14, 22b).
La Realidad de la Muerte
“Por un solo hombre el pecado había entrado en el mundo, y por el pecado la muerte
y luego la muerte se propagó a toda la humanidad, ya que todos pecaron” (Rm. 5,12)
Dios no creó al hombre para que muera, sino que lo creó a su imagen y semejanza (Gn.
1,26), en una relación eterna de amor y felicidad; así, no había día que Dios deje de visitar
a su criatura más amada: “Oyeron los pasos de Yavé que se paseaba por el jardín, a
la hora de la brisa de la tarde” (Gn. 3, 8ª); pero la amistad sencilla del hombre con Dios
se pierde con la desobediencia: “menos del árbol de la Ciencia del bien y del mal;
porque el día que comas de él morirás sin remedio” (Gn. 2,17)
En el poema del Génesis (Cap 3) Dios amenazó a Adán con la muerte si pecaba, y de
hecho el pecado le trae a toda la humanidad la muerte. El relato distingue tres momentos:
la tentación, el pecado y la sentencia. Se aprecia que aquí el Tentador es personificado
por la serpiente que es el adversario de Dios y dispuesto a corromper su obra más amada.
El pecado del hombre consiste en la rebeldía contra Dios, el hombre come a pesar de la
prohibición de Dios, pero esto también está referido al pensamiento hebreo que entendía
por comer como el esfuerzo que hace el hombre por llegar a memorizar las sentencias de
los sabios (Cf Prov. 9,5; Sir 24,25). Luego, el pecado de Adán radica en querer adueñarse
de una sabiduría que no procede de Dios; entendiendo esta sabiduría también como:
dinero, éxito, felicidad y larga vida, como se indica en 1 Re. 3,11.
“Por la seducción del diablo quiso ‘ser Dios’, pero ‘sin Dios, antes que Dios y no según Dios’
(San Máximo Confesor)” 47.
El mismo Jesucristo, el día del juicio dará la cruda sentencia a los que no se arrepintieron
en esta vida: “¡Malditos, aléjense de mí, vayan al fuego eterno que ha sido destinado
para el diablo y para sus ángeles!” (Mt. 25,41)
47
CEC 398
Apertura de corazón
Es un amor que te asedia, pero no te fuerza: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si
alguien escucha mi voz y me abre, entraré a su casa a comer, Yo con él y él
conmigo” (Ap 3, 20). Él esperará a que tú le abras para ingresar y unirse en un solo
corazón, en total intimidad, como una cena entre dos cónyuges que se aman. Es un Dios
que no te dice ámame, sino que te dice: ¡Déjate amar por mí!
El amor de Dios se experimenta con el corazón levantado hacia lo alto, todos los
sentimientos dirigidos hacia arriba, hacia Dios. Es el Sursum Corda: ¡Levantad los
corazones! Ante lo cual la comunidad de fieles reunidos en la Eucaristía responde: ¡Lo
tenemos levantado hacia el Señor! Porque desde arriba las cosas se ven diferentes.
Reconocerse pecador
La curación comienza cuando se reconoce el mal padecido, la solución del problema
planteado comienza cuando definimos cuál es. Un adicto se niega a reconocer su mal
pensando que cuando quiere puede dejar de hacerlo, mientras tanto se va hundiendo más
en su adicción; recién cuando reconoce toma la decisión de seguir un tratamiento para su
cura.
Luego de su execrable acción, el rey David se reconoce pecador: “Tú vez que malo soy
de nacimiento, pecador desde el seno de mi madre” (Sal 51,7). El hombre moderno
muchas veces toma su falta como un mérito y al convertido como un tonto y considera al
pecado original como algo pasado de moda. Este pensamiento es el que aleja del amor
de Dios:
“La realidad del pecado, y más particularmente del pecado de los orígenes, sólo se
esclarece a la luz de la Revelación divina. Sin el conocimiento que ésta nos da de Dios no
se puede reconocer claramente el pecado, y se siente la tentación de explicarlo
únicamente como un defecto de crecimiento, como una debilidad psicológica, un error, la
consecuencia necesaria de una estructura social inadecuada, etc. Sólo en el conocimiento
del designio de Dios sobre el hombre se comprende que el pecado es un abuso de la
libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarle y amarse
mutuamente” 48.
“Si fueran ciegos, no tendrían pecado. Pero ahora ustedes dicen que ven;
con eso está el pecado, y permanece” (Jn. 9, 41).
48
Catecismo, 387
“Dios nos ha creado sin nosotros, pero no ha querido salvarnos sin nosotros” 49
49
San Agustín(CEC 1847)
Muchas personas afirman haber aceptado a Jesús como el Señor de su vida, pero sin
embargo nunca gobernó en ella. ¿Consultas a Jesús para realizar los actos de tu vida?
Aceptar a Jesús como Señor representa creerle a Dios y a su enviado y dejar que él conduzca
nuestra vida, aunque lo que nos ordene esté por encima de nuestra inteligencia y de toda
lógica humana. A veces nos pedirá lo incomprensible: “Abraham obedeció la orden de salir
para un país que se le daría como herencia, y partió sin saber dónde iba” (Hb. 11, 8).
Otras veces nos pedirá lo ilógico, a María le dijo que iba a ser madre contra toda lógica. Podría
de repente tenerse un hijo a avanzada edad como fue el caso de su prima Isabel, pero ¿tener
un hijo sin “tener relación con ningún hombre”? (Lc. 1, 34). ¡Eso es imposible! Pero María
aceptó porque le creyó a él y se declara su servidora incondicional, pues quien le hablaba era
su Señor, de quien ella iba a ser madre: “¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre
de mi Señor?” (Lc. 1, 43).
Otras veces este Señor de la vida nos pedirá lo ridículo. A Pedro le pide que pesque un pez y
de su boca extraiga una moneda. Pedro no le dijo: “Jesús, no seas ridículo; ya estoy viejo
para esas cosas. Eso sólo te lo puede creer un niño”, sino que le creyó a su Señor.
Existen muchas personas que no están dispuestas a hacer lo que ellas consideran ridículo,
como por ejemplo salir a anunciar de casa en casa tocando puertas, o persona a persona por
las calles y en reuniones. En el método de evangelización que utilizamos siempre
consideramos el socio drama como un aspecto importante, pero muchas personas no lo
quieren realizar porque lo consideran ridículo para su edad o condición.
Es a Jesús por ser obediente hasta la muerte en Cruz, a quien Dios lo resucitó de entre los
muertos y a quien le concedió “Todo poder en el Cielo y en la tierra” (Mt 28,18).
Engrandecido, Jesús es “el Nombre que está sobre todo nombre, para que ante el
Nombre de Jesús todos se arrodillen, en los cielos, en la tierra y entre los muertos. Y
toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para la Gloria de Dios Padre” (Flp.
2, 8-11).
3. LA FE Y LA CONVERSIÓN
La fe está tan unidad a la conversión, como Jesús a su Iglesia; pues, sin la Iglesia no hay
Jesús, puesto que ella es el terreno donde está el tesoro escondido, si se adquiere el
terreno se tiene el tesoro, que es Jesús y que personifica al Reino (Mt. 13,44). Sin
conversión la fe está bien muerta (St. 2,19-20), todos los actos de fe llevan,
necesariamente, a la conversión, de lo contrario cae solamente en el sentimentalismo
superficial, circunstancial y dúctil.
La Fe
El kerigma suscita la fe y mediante esta se acepta y se recibe el amor del Padre que nunca
descansa y siempre está esperando al hijo, y corre a su encuentro aun cuando éste
todavía está lejos: “Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión,
corrió a echarse a su cuello y lo abrazó” (Lc 15, 20b).
La fe no significa creer en algo sino creerle al Padre y a su enviado: “El que cree en él
no se pierde; pero el que no cree ya se ha condenado, por no creerle al Hijo Único”
(Jn 3, 18). El mismo Jesús confirma la necesidad de la fe en el Padre y en el cumplimiento
de su Palabra.
Creer
“La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se
ven” (Hb. 11,1)
Creer es tener la certeza de que todo lo que Dios nos ha revelado en su Palabra es
verdad plena, por lo tanto, se cumple indefectiblemente. La fe es creer en Dios, pero
eso no basta, pues en todas las religiones se cree en Dios, pero la fe cristiana tiene
sus raíces más profundas en creer que la salvación viene de Cristo Jesús, creer en
su Palabra y en todos sus hechos salvíficos; es decir, además de creer en Él, es
indispensable creerle a Él.
“¡Feliz la que ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas de
parte del Señor!” (Lc. 1,45). María creyó por sobre toda imposibilidad, aprehendió
la Palabra de Dios como verdad plena, aunque humanamente fuera imposible su
realización.
50
Catecismo 455
Depender
No depender de nada ni de nadie, únicamente de Dios. Muchos ponen todas sus
esperanzas en la familia, en el trabajo o el dinero que los respalda, tanto que cuando
esto se pierde, hasta la razón se pierde. La fe es tener a Dios en primer lugar y a
partir de ahí prodigar a los demás el justo amor que a cada cual le corresponde.
“Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar
que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba” (Hb 11, 8).
Abraham por su fe se convierte en el padre de todos los creyentes, él era un hombre
de edad muy avanzada, había logrado la estabilidad propia y de su familia,
dependía de él mismo para vivir con comodidad, sin embargo, deja esa estabilidad
material y su felicidad terrena, para depender única y exclusivamente de Dios.
b. Características de la fe
Sólo una tercera parte de la especie humana conoce a Jesucristo, las otras dos
terceras partes no conocen a Cristo porque nadie se los ha presentado. El apóstol
Pablo, quien fue el que predicó a los paganos, invitaba a la predicación para
suscitar la fe: “Pero, ¿cómo invocarían al Señor sin antes haber creído en él?
Y ¿cómo creer en él sin haber escuchado? Y ¿cómo escucharán si no hay
quién predique?” (Rm 10, 14).
Es un don
La fe es un don que viene de Dios, concedido por gracia, que no depende de
nuestras cualidades sino de la misericordia divina.
“Pues por gracia de Dios han sido salvados, por medio de la fe. Ustedes
no tienen mérito en este asunto: es un don de Dios; y no tienen por qué
sentirse orgullosos, porque no lo consiguieron con sus obras” (Ef. 2, 8-9).
Es una decisión
El hombre que escucha la predicación, decide abrirle o no el corazón a Dios (Ap
3, 20). Es una decisión personal. Por eso en el mandato divino de Jesús
ascendente a los cielos cuando dio su gran comisión dijo a sus discípulos: “Vayan
por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que
crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará” (Mc 16,
15-16).
Al padre del joven epiléptico, “Jesús le dijo: ¿Por qué dices: si puedes? Todo
es posible para el que cree. Al instante, el padre gritó: Creo, ¡pero ayuda mi
poca fe!” (Mc 9, 23-24). Pero nunca se tendrá la fe necesaria, por eso hasta los
apóstoles le pedían “auméntanos la fe” (Lc 17,5). Quien decide abrirle el corazón
a Jesús, contantemente tiene que pedir que no decline su fe y por el contrario sea
aumentada.
Pero no bastan las palabras para demostrar la fe, es necesario realizar las obras
de misericordia, porque en eso se fundamenta nuestra condición regia obtenida
en el bautismo; así también, en base a ellas seremos juzgados cuando Jesús
venga en su Gloria rodeado de todos sus ángeles (Cf Mt 25,31ss): ¡No seas tonto!
La Conversión
Personal
La fe es el acontecimiento que le da una nueva orientación a la vida personal del que
se encuentra con Cristo, no puedo trasformar el mundo si en primer lugar no he sido
transformado en imagen de aquel que renueva mi vida: “Sigan pues mi ejemplo
como yo sigo el de Cristo” (1 Cor. 11,1).
Tampoco es individualista porque uno de los objetivos del Kerygma es formar una
comunidad de creyentes capaces de instaurar el Reino de Dios en su entorno
comunitario y social; pero dejo de ser multitud para convertirme en discípulo amado (cf
Mc. 10,46), capaz de llevar al necesitado a los pies del Señor. El encuentro con el
Señor sana mis bajezas y mis miserias psicológicas que no me permiten verlo y luego
seguirlo para caminar con Él (cf Mc. 10,51).
Comunitaria
El método que tiene el Kerygma: “vengan y vean”, le da una connotación
intrínsecamente comunitaria; el experimentar el amor misericordioso del Padre, la
Salvación redentora del Hijo, y el gozo en el Espíritu Santo, en perfecta relación de
comunión; hace arder el corazón de tal manera que es imposible callar y tratar,
compulsivamente, de transmitir y regocijar a otros de tan Buena Noticia.
51
Oración para el jubileo de la Misericordia 2016.
Si el objetivo del kerigma es la conversión, luego está relacionado con las costumbres
dentro de mi comunidad donde me desenvuelvo, comenzando por la familia, los
vecinos, la parroquia, porque la involucra un compromiso, “porque la promesa es
para ustedes y para sus hijos y para todos los extranjeros a los que el Señor
llame” (Hch. 2,39).
Social
“Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a
mí” (Mt. 25,40).
Para salvar al hombre y a todos los hombres integralmente (cf 1 Tim. 2,4), es necesario
también salvar todas las estructuras donde se desenvuelven cotidianamente, porque
la humanidad se aprende del entorno por imitación. No se puede vivir la fe en su
plenitud, mendigando un derecho a cambio de prácticas denigrantes y anti
evangélicas. Lo que se hace a los demás trasciende a los ojos de Dios (cf Ex. 3,7).
b. Consecuencias de la Conversión
“Como el barro en la mano del alfarero, así eres tú en mi mano” (Jr. 18, 6). Dejarse
transformar en las manos heridas de Jesús para que él nos vuelva a hacer a su imagen
y semejanza, a la forma y medida como a él le agrada y no como a mí me agrada
52
EG 176
53
EG 177
La conversión es hacerse niños y dejarse llevar por las manos amorosas del Padre,
como cuando un niño se deja llevar por la mano que lo conduce sin preguntarle hacia
dónde lo lleva porque confía plenamente: “Les aseguro que, si no cambian y
vuelven a ser como niños, no podrán entrar en el Reino de los Cielos” (Mt. 18, 3).
Cambio de criterios
La conversión representa un cambio total de mentalidad, en donde el dejar de pecar y
cumplir con los mandamientos y preceptos sólo significan un síntoma, el principio y no
el fin; es decir una simple consecuencia del cambio total de criterios, porque en el juicio
final estas no son cosas en las que se va a fijar nuestro juzgador el Rey glorioso, sino
en las obras de misericordia para con el que me necesita (Mt. 25, 31ss), pues en una
comunidad de necesitados todos nos ayudamos. La conversión significa tener el
espíritu de pobre, porque de estos ya es el Reino de los Cielos (Mt. 5, 3); sentirse
necesitado de Dios y vivir el Evangelio en la perfección del amor ágape.
Amor fraterno
Hay una sola forma de reconocer a los convertidos y no es la cruz que llevamos en el
pecho, ni la partida de bautismo, sino el amor entre hermanos: “Les doy este
mandamiento nuevo: que se amen unos a otros. Ustedes se amarán unos a otros
como yo los he amado. Así reconocerán que todos ustedes son mis discípulos
si se tienen amor unos a otros” (Jn. 13, 34-35).
No nos engañemos, el amor es el único símbolo del cristiano, no hay ni puede haber
otro. Si aún tenemos algún atisbo de rencor o envidia, ni el cumplimiento de todos los
mandamientos y preceptos nos hará ingresar en el Reino de los Cielos, no perteneces
a la Iglesia de Cristo y así le digas aquel día a Jesús “Señor, Señor, profeticé en tu
nombre, y en tu nombre expulsé demonios, y en tu nombre impuse las manos e
hice muchos milagros, es cuando él te dirá: ¡Apártate de mí malhechor porque
no te conozco!” (Mt. 7, 22-23).
c. Características de la Conversión
Unida a la Fe
Creerle a Dios significa aceptar la salvación realizada por Cristo y a su vez esto
representa llevar una vida acorde con ella. Es imposible decir: “yo le creo a Cristo,
pero no llevo mi vida conforme lo que él me pide” (cf Mt. 4, 17). Creerle a Jesús es
confiar en todo lo que él te dice y manda en su Palabra, apartándose de toda conducta
en contra de su Palabra.
“Al vencedor le concederé que se siente junto a mí en mi trono, del mismo modo
que yo, después de vencer, me senté junto a mi Padre en su trono” (Ap. 3,21).
No termina sino hasta cuando estés cara a cara con el Señor. Por ello, en la conversión
no es importante dónde te encuentres, sino hacia dónde te diriges, si has tomado el
camino correcto que te lleve en una sola dirección: a Cristo Jesús y su Reino de Paz,
justicia, amor y gozo en el Espíritu (cf Rm. 4,17). Puedes estar en la puerta del reino y
dejarte seducir por Satanás, pero puede estar muy lejos del Reino, pero enrumbado
firmemente en esa dirección.
Cuando Jesús ascendió al Cielo, en su última palabra a sus discípulos dejó la más grande
profecía dada a los hombres de todas las generaciones y con la cual Mateo culmina su
Evangelio: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo”.
Es indudable que se refiere al Espíritu Santo, que es la plenitud del amor del Padre y del
Hijo, koinonía por excelencia: “Después, el ángel me mostró el río de la Vida, puro
como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero” (Ap. 22, 1).
El Espíritu Santo es el único que nos puede dar la experiencia de un Jesús vivo en su
Iglesia, que es su esposa: “El Espíritu y la Esposa dicen: ‘Ven’. Que el que escucha
diga también: ‘Ven’. Que el hombre sediento se acerque, y quien lo desee reciba
gratuitamente el agua de la vida” (Ap. 22, 17). Si la Iglesia existe para evangelizar, y
no hay evangelización sin la acción del Espíritu Santo, significa que la Iglesia no existiría
sin el Espíritu Santo conduciéndola en koinonia.
Dador de Vida
“Entonces, Yavé formó al hombre con polvo de la tierra, y sopló en sus narices
aliento de vida, y existió e hombre con aliento y vida” (Gn. 2,7). Lo que Dios sopla
es su Espíritu, capaz de crear y dar vida. Mediante su Espíritu, que es la espiración de
Dios Padre y Dios Hijo, no solamente crea, sino que sigue creando; así, Jesús
resucitado vuelve a crear a toda la humanidad mediante el Espíritu Santo: “Dicho
esto, sopló sobre ellos: “Reciban el Espíritu Santo” (Jn. 20,22).
Esto es corroborado por las profecías de Jeremías: “Esto declara Yavé: cuando
llegue el tiempo, yo pactaré con Israel esta otra alianza: Pondré mi ley en su
interior, la escribiré en sus corazones, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”
(31, 33).
Aquí vemos tres aspectos importantes por considerar de esta promesa: la plenitud de los
tiempos, la nueva alianza y la conversión; y, efectivamente, el Espíritu Santo es el protagonista
en estos aspectos.
“Dios es amor (1 Jn. 4, 8.16) y el Amor que es el primer don, contiene todos los
demás. Este amor ‘Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos ha sido dado (Rm. 5, 4)” 54
54
(Catecismo, n 733).
Los carismas son gracias para la koinonía, que sirven y son utilizados para la edificación de
la Iglesia. No son para uso individual sino en virtud a la construcción del Reino: “Son gracias
del Espíritu Santo, que tienen directa o indirectamente, una utilidad eclesial; los carismas
están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del
mundo” 55. Los carismas los otorga el Paráclito conforme a las necesidades de la comunidad,
ni más ni menos.
El Espíritu Santo siempre revela su presencia en los que anuncia la Palabra con un carisma,
que se haca un hábito de conducta que se convierte en servicio para la edificación de la Iglesia
y la instauración del Reino de los Cielos (1 Cor. 12,7). Jesús prometió los carismas a todos
los que proclaman su nombre, sin excepción:
Por eso los frutos del Espíritu Santo son hábitos de conducta y se conoce a la persona que
vive conforme al Espíritu Santo a la manera cómo actúa cotidianamente, el Espíritu Santo le
da ingenio en su obrar: “por sus frutos los conocerán” (Mt. 7,16), el árbol bueno produce frutos
buenos.
“Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como
primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: ‘caridad, gozo, paz,
paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia,
continencia, castidad’ (Gál. 5, 22-23, vulg.)” 56
Forma la Comunidad
El Espíritu Santo se manifiesta con todo su poder en koinonía. “Cuando llegó el día de
Pentecostés estaban todos reunidos en un mismo lugar” (Hch. 2,1). Gracias al
Espíritu Santo todos somos parte de un mismo cuerpo complementándonos con los dones
y carismas recibidos, necesitando unos de otros para la construcción del Reino. Lo que
caracteriza a la comunidad es que todos nos necesitamos unos a otros, en vista de esto,
el Espíritu Santo no concede a uno solo todos los carismas, sino que los distribuye entre
55
(Catecismo, n 799).
56
(Cat 1832).
“No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hch. 4,
20).
El Espíritu Santo es el gran poder del que fueron revestidos los apóstoles Pedro y Juan cuando
se veían amenazados por los emporios del poder terreno: “Y ahora, Señor, mira sus
amenazas y concede a tus siervos anunciar tu palabra con toda seguridad. Manifiesta
tu poder, realizando curaciones, señales y prodigios por el Nombre de tu santo siervo
Jesús” (Hch. 4, 29-30).
57
(Evangelii Nuntiandi 14)
58
(Evangelii Nuntiandi 75)
59
(Redemptoris Missio) 21
60
Biblia de Jerusalén 1975
“Entonces Jesús subió al cerro y llamó a los que él quiso, y vinieron a él.
Así constituyó a los Doce, para que estuvieran con él y para enviarlos a
predicar, dándoles poder para echar demonios” (Mc. 3, 13-14).
Con toda razón el apóstol Pablo afirmaba: “Todo lo puedo en Aquél que me da la fuerza”
(Flp. 4, 13).
4. Solo tienes que creer en la salvación de Jesús y cambiar tu vida (Mc 1,15)
- Pero ¿podré hacerlo por mí mismo?
RECOMENDACIONES
El anuncio público, casa por casa, persona a persona; es una carrera de velocidad, de cien,
doscientos, máximo de cuatrocientos metros; incluso a veces se hace en posta; pero son
rápidas.
Pero la misión de la Iglesia, de anunciar hasta los confines, es de largo aliento; muchas veces
es una carrera maratónica, pero generalmente es carrera con obstáculos.
Requiere de mucho aire, mucha hidratación y mucho calentamiento que se obtienen con el
poder del Espíritu Santo. Es un régimen y una dieta especial de fortalecimiento e hidratación
continuos.
1. SACRAMENTOS
Constante Reconciliación y diaria Eucaristía, es el alimento más nutritivo y revitalizador
del evangelizador para un espíritu firme, fuerte e inquebrantable. Te devuelve la
semejanza con el Padre para una conversación de diálogo fluido, de tú a tú, con la
confianza de poder llamarlo “Abba Padre”.
Los signos visibles de la presencia de Dios, Uno y Trino, son precisamente los
Sacramentos instituidos por el mismo Cristo, que los apóstoles impartían con frecuencia.
2. ORACIÓN BÍBLICA
Los dedicados al anuncio de la Palabra debemos estudiarla asiduamente. La Lectio
Divina hace que la lectura de la Palabra sea una oración de diálogo con Dios, donde se
concentran todas las formas de oración y en respuesta Dios se nos revela tal y cual es,
es su infinito amor y misericordia.
3. DISPOSICIÓN
Esto significa disponibilidad al Espíritu Santo y a su completa disposición, tener el kerigma
a flor de labios y anunciar compulsivamente; dejarse arrebatar por Él continuamente,
sobre todo en el uso de los dones y carismas en forma de hábito. Es a tiempo y a
destiempo, sea propicio o no el momento del anuncio, nos parezca o no conveniente. Si
buscamos un momento adecuado para el anuncio, no lo vamos a encontrar; si queremos
tierra fértil para lanzar la semilla estaremos contradiciendo la parábola del sembrador que
la tiró por doquier. Cuando no hay disposición se disfraza el temor con el don de
prudencia.
4. ASCESIS
Parece mentira, pero el que sigue a Jesús sabe muy bien que sus tribulaciones lo vuelven
más firme y afianzado en la fe. Los problemas y sufrimientos son los que nos purifican para el
anuncio, nos hacen más fuertes.
Hay dos maneras de enfrentar la tribulación: como un castigo inútil que no tiene razón de ser,
o como una gracia de Dios para ayudar a Cristo en la redención del mundo. Aquella de te lleva
al absurdo existencial, la otra da una razón trascendental a la vida en este mundo.
“Al presente, me alegro cuando tengo que sufrir por ustedes; así completo en mi carne
lo que falta a los sufrimientos de Cristo, para bien de su cuerpo, que es la Iglesia” (Col
1,24).
PARADOJA ESPIRITUAL
EL PUEBLO DE DIOS61
¿Quiénes en la Iglesia deben anunciar? Cada que se hace esta pregunta en la comunidad
reunida, la respuesta es casi al unísono: ¡Todos! Y la respuesta es acertada, en tanto que “la
Iglesia es enviada por Jesucristo como sacramento de la salvación ofrecida por Dios”63. Pero
debemos considerar que la Iglesia está formada por personas que peregrinamos hacia Dios,
por tanto, cada uno y cada cual está involucrado en la única tarea de la Iglesia.
Jesucristo cuando regresó al Padre no regresó sólo, sino con un gran pecador arrepentido en
el testimonio de la Cruz: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc. 23,43).
Si el Maestro da el ejemplo de no regresar solo, el discípulo debe seguirlo. “Nadie se salva
solo, esto es, ni como individuo aislado ni por sus propias fuerzas”64.
No existen los grupos exclusivos para la evangelización, ni disculpa alguna para no hacerlo
so pretexto de trabajos especiales, el mandato es universal, Jesús dijo: “Vayan y hagan
discípulos entre todos los pueblos” (Mt. 28,19). En virtud de ellos, el Justo Juez no hará la
pregunta de rigor: “¿Dónde está tu hermano?”, sería nefasto contestar como lo hizo Caín,
quien mató a su hermano Abel porque quería solo para él los beneficios de Dios: “¿Soy yo
acaso el guardián de mi hermano?” (Gn. 4,9).
61
EG Capítulo Tercero
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EN 59
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EG 112
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EG 113
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EG 121
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Ib
La Virgen María nos da la pauta de una evangelización, ella había sido cubierta por el Espíritu
Santo, quedando preñada de la Palabra, por misericordia del Padre (Lc 1,34-38); de inmediato
se dirige donde su prima Santa Isabel, quien quedó llena del Espíritu Santo por el saludo de
aquella que llevaba la Palabra en su interior (Lc 1,39-45).
1. El Evangelizador
Estudia la Palabra
De manera asidua, personal y comunitariamente, porque es la Palabra de Dios la que trasmite,
so amenaza de “volverse vacíos de la Palabra”67: “lo que les diga al oído grítenlo desde
los techo” (Mt 10,28b).
Primerear
Se atreve, sin miedo, a tomar la iniciativa, se adelanta, en los salones, en los domicilios, en
los parques, calles, avenidas, esquinas y sale al encuentro en las periferias para invitar a los
excluidos.
Involucrarse
Se introduce en la vida cotidiana de los demás, pero con obras y gestos, se hace todo en
todos (1 Cor. 9,19), sufre y goza con el evangelizado. Jesús se involucró con sus discípulos,
se puso de rodillas ante ellos y luego de lavarle los pies les dijo: “Felices si las ponen en
práctica” (Jn. 13,17).
Acompañar
Está relacionado con inculturar el evangelio en la humanidad, dar la vida por sus amigos, que
la Palabra sea acogida, sabe esperar, está presente en todos los procesos de crecimiento del
evangelizado, hace un seguimiento a su evangelización hasta que el evangelizado se integre
a la comunidad.; sobre todo cuida el trigo, pero no se desespera con la cizaña.
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DV 25
68
EG 259
Camino a la Santidad
“El que a ustedes los llamó es Santo, y también ustedes han de ser santos en toda su
conducta” (1 Pe 1,15)
La fe y la conversión son un camino hacia la santidad. El kerigma lleva a provocar el encuentro
con Jesús Salvador y a suscitar la fe para una vida de conversión constante y continua hasta
la santidad.
Le queda prohibido
Imponer la Palabra, solo anunciar como propuesta de salvación y conversión (Mc 1,15)
Discutir sobre la verdad de la Palabra, puesto que la interpretación es del Magisterio, no de
otras confesiones religiosas o de otros pensamientos que no son religiosos. La apologética
no es para discutir sino para asentar la fe.
Tratar de convencer, así sean familiares muy cercanos o amigos entrañables, menos aún si
son desconocidos. En estos casos, después de anunciar el kerigma solo bendecir y decir
adiós.
Cejar en el anuncio. No se cansa ni tiene reacciones quejosas ni alarmistas por la cizaña que
crece entre el trigo
Discriminar personas, puesto que el anuncio es ad gentes.
2. El Evangelizado
Escucha la Palabra
Cuando a Jesús le preguntaron sobre el mandamiento más importante, él dio una condición
necesaria: “Escucha Israel” (Mc. 12,29). “La fe nace de una predicación, y la predicación
se arraiga en la Palabra de Cristo” (Rm. 10,17).
Abre su corazón a Dios, acepta la Palabra de Salvación, “Mira que estoy a la puerta y llamo;
si alguno escucha mi voz y me abre, entraré a su casa a comer. Yo con él y él conmigo”
(Ap. 3,20).
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EG 24
3. El Espíritu Santo
Protagonista en la evangelización
“El Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre, les enseñará todo y les recordará
todo lo que yo les he dicho” (Jn 14,26). Jesús fundo su Iglesia con la misión de anunciar su
Evangelio y con la visión de instaurar el Reino de Dios, lo cual no se podría realizar sin la
acción del Espíritu Santo, “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre
ustedes, y serán testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaria y hasta los confines del
mundo” (Hch 18).
Hace recordar
“Porque no serán ustedes los que hablen sino el Espíritu Santo” (Mc. 13,11). Felipe
escuchó con atención la moción del Espíritu Santo y se dejó guiar,
Lleva a la confesión de fe
El eunuco estaba leyendo la Palabra, pero le faltaba el Espíritu Santo, que debe ser inducido
por el evangelizador, al estilo mariano (Lc. 1,40), es así como al evangelizado lo lleva a
confesar: “Tú eres el Cristo” (Mc. 8,29), o como el centurión romano: “Verdaderamente este
hombre era el Hijo de Dios” (Mc. 15,39).
Muchos pueden hablar, escuchar de Jesús, pero para que haya evangelización hay que
reconocerlo como Señor, de lo contrario es pura cultura humana.
Utiliza al evangelizador
“El Espíritu dijo a Felipe: Adelántate y únete a ese coche” (Hch. 8,29). No hay
evangelización sin la acción del Espíritu Santo. Muchos pueden hablar de Jesús y hasta leen
la Biblia como lo hacía el Eunuco, pero el encuentro con Jesús es inducido por el
evangelizador que comunica el Espíritu Santo a través de la Palabra.
Le queda prohibido
Actuar contra el libre albedrío, es el evangelizado el único que debe responder libremente al
llamado de Dios hecho a través de sus enviados: “Mira que estoy a la puerta llamando. Si
uno escucha mi llamado y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él
conmigo” (Ap. 3,20)
Actuar sin la intervención del Evangelizador, se aprecia como el eunuco etíope tenía apertura
a la Palabra de Dios, pero tuvo que ser Felipe el indicado para infundirle el Espíritu Santo.
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