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La violencia contra la mujer por parte de sus parejas no es un fenómeno reciente, ya

que en la época de Jesús (siglo I) existía una sociedad patriarcal; que justamente es
similar que en nuestros tiempos. Donde se vive el predominio de los varones en todos
los ámbitos. Sin embargo, hoy en día aparece frecuentemente como noticia en los
diferentes medios de comunicación, por lo cual ha captado la atención de diversas
instituciones de defensa de los derechos y se ha convertido en objeto de investigación
de distintas disciplinas.
El Instituto Nacional Estadística e Informática señaló que: “El 65,9% de las mujeres
peruanas de 15 a 49 años alguna vez ha sufrido un tipo de violencia psicológica, física
y/o sexual ejercida por su esposo o compañero” (2017:1). Esto nos hace reflexionar
que más de la mitad de las mujeres con uso de razón sufren violencia por parte de su
pareja, siendo así que los principales actores de la violencia contra la mujer son sus
cónyuges.
La violencia contra la mujer aborda distintas disciplinas. Por un lado, desde la
perspectiva psicológica o emocional está relacionado a maltratos o carencias que
están dirigidas a reducir las conductas, creencias y decisiones de las mujeres por
medio de la amenaza, humillación y decisiones de las mujeres o cualquier otro
comportamiento que implique un daño en la salud (Pérez Martínez 2008). Por otro
lado la violencia física según Almenares es considera como toda lesión física o
corporal que deja huella o marcas visibles; ésta incluye golpes, bofetadas, empujones
entre otras (1993). Y por último, la violencia sexual que se hace referencia al mandato
de actos sexuales por parte de sus parejas contra la voluntad de uno mismo
(Almenares 1993). Desde este punto de vista, nos damos cuenta que la violencia no
es solo física sino que ocupa otros ámbitos, que incluso puede dañar más a las
mujeres y causar daños severos. En el marco de intentos de explicar el fenómeno de
la violencia visto desde un punto de la predica de Jesús, trataremos explicar desde
una perspectiva religioso y social, teniendo en cuenta que el primer expositor del reino
de Dios, llamado Abba, es Jesús.
La violencia contra la mujer no se origina en pleno siglo XXI, sino tiene un origen
desde la época de Jesús. El inicio de esta violencia se origina por el pecado cometido
por Eva al momento de su convivencia con Adán, lo que generó según Pagola el
rechazo hacia la mujer en el pueblo judío, mirarla como peligrosa de tentación y de
pecado, que se fue trasmitiéndose de generación en generación (2007:207). Es así
que se da el inicio hacia la marginación y violencia a la mujer según la tradicional
historia que nos cuentan. La marginación hacia la mujer está relacionada con la
subordinación consagrada por la sociedad y la religión, donde cumple una meta
importante. Teniendo en cuenta esto, empezaremos a analizar la violencia de la
mujer en sus inicios.
En la época de Jesús la mujer tenía influencias estereotipadas que fueron trasmitidas
durante siglos (Pagola 2007:208). Asimismo, hoy en día, aún existen esas ideas
estereotipadas que privan a las mujeres a oportunidades educativas y laborales. Esto
trae como consecuencias: Ver a la mujer inferior a ellos en todos los ámbitos y sin
ninguna autonomía para realizarse o subsistir por sí misma, creer que la mujer era
propiedad del hombre (Pagola 2007 :207) Y por eso no podía ser libre y sin ser
propiedad de nadie. Esto se reflejaba en la oraciones populares “Te doy gracias,
Señor, porque no me has hecho gentil, ni esclavo, ni mujer “. En esta oración, que
quizás algún día tanto tú como yo lo hemos realizado, se veía a la mujer como el
peor castigo que podría recibir el hombre por parte de Dios. Por eso, justamente, la
sociedad judía incluida a las mujeres dentro de las personas maginadas. Según la
Tora, la mujer era impura durante la menstruación y el embarazo, lo que traía más
marginación a las mujeres, y ciertas exclusiones por la sociedad Judía.
En este contexto de la población Judía, un hombre que proclamaba la llegada del
Reino de Dios, Jesús, empezó a acoger a las mujeres, en especial a las prostitutas, a
compartir comida en lugares donde por lo general no estaba permitido la presencia de
la mujer, pero eran bien celebradas con vino y pan.
Un dato importante que resaltar que Jesús siempre estuvo rodeada de mujeres como
María, oriunda de Magdalena como también las hermanas de Marta y María y entre
otras (Bedoya 2007:206). Esto nos da a entender, que Jesús nunca trato mal a las
mujeres ni tuvo los prejuicios que en esa época había hacia las mujeres, por lo cual
en varias etapas de la vida de Jesús se ve a la mujer. Para Jesús estas comidas eran
signos de la llegada del reino de Dios. Ante este amor de Jesús las mujeres solo
atinaron a mostrar un respaldo al Reino de Dios y en algunas mujeres les llevo al
llanto, ya que no tenían acceso a que ningún hombre les tratase como Jesús lo hacía.
Todo este deseo por parte de Jesús de no llevar a la discriminación hacia un sector de
la población, trago malas consecuencias por parte de la población judía, sobre todo
por las elites y también por la religión.

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