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456 EVANGELIO DE JUAN

El cumplimiento de las Escrituras (19,28-30)


28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cum-
plido, para que se cumpliera la Escritura, dice:
“Tengo sed.”
29 Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama

de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron


a la boca. 30 Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: “Todo está
cumplido.” E inclinando la cabeza entregó el espíritu.

Como hemos dicho, el versículo 28 dice relación a lo ante-


rior: la vinculación de la Madre y el discípulo como exponentes
de la nueva comunidad y a cuanto sigue, es decir, la sed de
Jesús que significa el ansia de dar el Espíritu a la comunidad.
También ha sido objeto de animado debate la interpretación
de la sed de Jesús. Indiscutiblemente, su sed física debió ser
atroz. Se supone que estaría con un mínimo de agua en el cuer-
po y su temperatura sería de unos 39 grados. Hoy se observa
en los escrituristas una tendencia generalizada a entender esta
sed en sentido espiritual. Siguiendo a I. de la Potterie46, vamos
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a detenernos un tanto en este versículo.


Los Padres griegos lo entendieron en sentido físico. En la
misma línea se manifestó la interpretación exegética medieval.
Pero ya san Bernardo se inclinó por la lectura espiritual del
pasaje, siguiendo a San Agustín. La interpretación espiritual fue
también asumida por Belarmino, Salmerón y Cornelio a Lápide.
Ya más cercanos a nuestro tiempo, los autores se hallan divi-
didos. Lagrange la entiende en sentido físico, mientras que
Loisy, en sentido espiritual. Como hemos dicho, modernamente
son muchos los autores que se inclinan por el sentido espiritual.
En el resto del evangelio Juan emplea tres veces el verbo
dipsáo- (4,13-15; 6,37), y siempre en sentido metafórico. Por
otra parte, se da una gran conexión de temas entre nuestro
pasaje, 4,1-26 y 7,37-39: agua viva, Espíritu, hora sexta y tam-
46. Cf. “La sed de Jesús y la interpretación joanea de la muerte en cruz”, en
La Verdad, 220-239.

Castro, Sánchez, Secundino. Evangelio de Juan: comprensión exegético-existencial (3a. ed.), Editorial Desclée de
Brouwer, 2009. ProQuest Ebook Central, http://ebookcentral.proquest.com/lib/unadsp/detail.action?docID=3194024.
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EL TRONO DEL REY Y EL LECHO DEL ESPOSO 457

bién el que Jesús está sentado en ambos relatos.


En el diálogo con la Samaritana, Jesús pide de beber y no
bebe. Es él quien ofrece un agua especial. En el de la cruz,
pide de beber y le dan vinagre; él, como veremos, dará el agua
y la sangre, al ser herido por la lanza, al igual que antaño hizo
Moisés con la roca. En 7,39 se nos había advertido que el agua
que se va a beber es el Espíritu, que Jesús entregará cuando
sea glorificado (19,34).
Así, pues, la sed de Jesús queda claramente conexionada con
la donación del Espíritu. Después de que todo quedara con-
cluido, Jesús sabe que va a comenzar la era del Espíritu, los
tiempos de la nueva alianza predicha por los profetas. Por eso
su sed es el ansia ardiente de dar el Espíritu, al que tantas veces
se ha aludido en el evangelio como coronación de su obra y
madurez de sus discípulos. Una vez más, se cumple aquí, como
en otros casos, que con su sed, hace recordar a los hombres que
tienen sed47, y él les ofrece para calmarla un agua misteriosa.
Dentro de este ambiente simbólico, señalado por casi todos
los exegetas, el vinagre entra también dentro de esta categoría.
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Juan dice que empaparon una esponja a una rama de hisopo.


Parece que las diversas plantas que pudieran caer bajo esta
denominación no son lo suficientemente fuertes como para sos-
tener una esponja. Por ello algunos han supuesto que se trata
de un error de transcripción. El error en cuestión sería que bajo
una falsa lectura se leía hisopo, donde jugando con los términos
griegos habría que leer lanza. Algún autor moderno ha acepta-
do esta traducción, que se halla en un manuscrito griego tardío.
Todo sumado, parece que la lectura correcta es la señalada48.
47. “Por otra parte, esta sed de Jesús es una invitación a todos los cristianos
para que desarrollen en ellos mismos la sed de la verdad y del Espíritu, es
decir, la sed de una fe cada vez más profunda en Jesús. Es lo que nos re-
cuerda San Agustín en su comentario de Jn 7,37: ‘Clamat... Dominus ut ve-
niamus et bibamus et intus sentiamus’” (I. DE LA POTTERIE, La verdad, 239).
48. El equívoco se habría producido al confundir “hyssos”= jabalina, por
“hyssopos”. Un manuscrito cursivo del siglo XI la mantiene y ya Came-
rarius, muerto en 1574, que no conocía este manuscrito, sugería esta
misma lectura.

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458 EVANGELIO DE JUAN

Juan ha optado en este caso por el simbolismo. En expresión de


Brown, "Juan alteró la escena histórica a favor del simbolismo"49.
Ciertamente, el evangelista quiere crear aquí un gran simbo-
lismo. En efecto, observa que había allí un jarro de vinagre. Es
lo que las autoridades ofrecen a Jesús que les había dado un
vino nuevo. También en las bodas de Caná había allí unas tina-
jas50. Tinajas vacías que Cristo llena de vino. Aquí, en cambio,
hay una jarra de vinagre. La esponja empapada indica la totali-
dad del vinagre. También las tinajas de vino estaban llenas
hasta el borde. A Jesús se le ofrece la totalidad de la amargura,
mientras él había ofrecido el gozo pleno: unas bodas, expresión
de la alegría de su evangelio.
No olvidemos, por otra parte, el sentido del hisopo en las
diversas ceremonias de la Ley. Generalmente, se rociaba al pue-
blo con la sangre del cordero. Esta aspersión significaba la san-
gre liberadora. Téngase presente que el evangelista contempla
en Jesús el cordero pascual al que no se le quebrará hueso
alguno (19,36). Cuando tomó el vinagre, Jesús dijo: "Todo está
cumplido". Ha bebido la copa que le ha ofrecido su pueblo, y
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en él el mundo entero, ya que el proyecto de Jesús tiene como


finalidad el mundo; y enseguida, un pagano le va a atravesar el
costado. Después Juan nos describe la muerte de Jesús que
viene presentada como un sueño: "inclinando la cabeza"51. Es
el Rey-Esposo dormido, como veremos por el relato de 20,1-18.
Se describe la muerte de Jesús, diciendo que entregó el
espíritu (Espíritu). Con la idea de entregar parece que se alude

49. El Evangelio, XIII-XXI, 1202.


50. “El jarro allí colocado recuerda las tinajas de Caná... El vinagre que contiene
el jarro se opone al vino que Jesús ofreció al maestresala en aquella boda;
es el odio como opuesto al amor” (J. MATEOS y J. BARRETO, El Evangelio, 822).
51. “La inclinación de la cabeza antes del último suspiro no tiene ningún
paralelismo en la literatura. Agustín lo comenta como el gesto de un hom-
bre que, en vez de sucumbir a la agonía, se duerme plácidamente; en este
caso, equivaldría a un gesto de abandono en manos del Padre (cf. Lc
23,46). Desde una perspectiva análoga, Juan significaría con la expresión
‘tèn kephalèn klínein’ que Jesús ha encontrado finalmente ‘donde reclinar
la cabeza’ (Mt 8,20 y par)” (X. LÉON-DUFOUR, Lectura, IV, 130).

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