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Este salmo nos demuestra que todos nuestros planes (aún en el deseo de formar una
familia) debe estar presente Dios. Él es la base, el cimiento, el fundamento que hace
que las familias estén correctamente constituidas en amor y paz.
Pero, ¿Cómo dejo que sea Dios quién edifique mi casa? En 1900 el periodista Albert
Edward Winship publicó un libro titulado “Jukes vs. Edwards: Un estudio en educación y
herencia”. En él, se hacía mención de como dos personas que vivieron en la misma
época, tomaron caminos distintos y como los resultados se vieron en las generaciones
posteriores.
Jonathan Edwards era un predicador estadounidense del siglo XVIII. Fue un teólogo,
pastor congregacional y misionero para los nativoamericanos durante la época colonial.
También fue el fundador de la teología de la Nueva Inglaterra y estaba considerado por
muchos como uno de los mejores Teólogos Americanos. Su padre era el reverendo
Timothy Edwards quién nació en Hartford, Conneticut en 1691. Él fue el pastor de su
iglesia por 63 años y murió en 1758. Jonathan se casó con Sarah Pierpont y a su muerte
dejó a tres hijos y ocho hijas.
Esta fue la descendencia que dejó el predicador Jonathan Edwards a su sociedad. Pero
en contraposición a esta historia, el periodista Albert Winship investigó a Max Jukes, un
hombre que nació en 1720 y fue un escéptico, criminal, borracho, sin educación. De los
903 descendientes identificados se notó que:
¿Cuál es la diferencia entre el hogar que formó Jonathan Edwards y el hogar que formó
Max Jukes? Que Jonathan Edwards dejó que el constructor y edificador de su hogar sea
Dios. Él sabía claramente, que: Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la
edifican.
Debemos dejar que Dios sea quien nos construya, elija y nos edifique una casa, un
hogar sólido en el que se respire gozo, paz y armonía.
Ahora, la Biblia en este maravilloso Salmo 127 nos habla de tres maneras en las que
Dios nos edifica una casa y un hogar estable para vivir. Veámoslo más de cerca:
- Entre hermanos habrán dificultades: Pro. 18:19 “El hermano ofendido es más
tenaz que una ciudad fuerte, Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos
de alcázar.”
- Entre Jacob y Esaú había envidia, celos y competencia: Gn. 25:27-28 “27 Y
crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob
era varón quieto, que habitaba en tiendas. 28 Y amó Isaac a Esaú, porque comía
de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob.”
- Entre padres e hijos habrá dificultades en el hogar: Pro. 19:26 “El que roba a su
padre y ahuyenta a su madre, Es hijo que causa vergüenza y acarrea oprobio.”
- Jacob mentía a su padre: Gn. 27:19 “Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu
primogénito; he hecho como me dijiste: levántate ahora, y siéntate, y come de mi
caza, para que me bendigas.” y Esaú era un rebelde con sus padres: Gn. 28:8-9 “8
Vio asimismo Esaú que las hijas de Canaán parecían mal a Isaac su padre; 9 y se
fue Esaú a Ismael, y tomó para sí por mujer a Mahalat, hija de Ismael hijo de
Abraham, hermana de Nebaiot, además de sus otras mujeres.”
- ¿Cuál es ese orden? Col. 3:18-21 “18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos,
como conviene en el Señor. 19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis
ásperos con ellas. 20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto
agrada al Señor. 21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se
desalienten.”
“De nada sirve que ustedes se levanten muy temprano, ni que se acuesten muy tarde,
ni que trabajen muy duro para ganarse el pan; cuando Dios quiere a alguien, le da un
sueño tranquilo.” (Biblia al Lenguaje Sencillo)
- En Mateo 6 leemos: “25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué
habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de
vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y
vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27
¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un
codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo,
cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda
su gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo que hoy es, y
mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros,
hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué
beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas;
pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas. 34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de
mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”.
- Ya no hay tiempo para comunicarse con los hijos, ni con la esposa. El hombre sólo
se preocupa por trabajar para suplir las carencias y necesidades del hogar pero se
olvida que el que realmente suple es Dios.
- Que nuestro mayor deseo sea siempre considerar a Dios en todos nuestros
planes, buscar primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las cosas serán
añadidas. En Pro. 3:5-6 (Biblia Torres-Amat): “5 Confía en el Señor con todo tu
corazón, y no te apoyes en tu prudencia. 6 En todas tus empresas tenle presente,
y él sea quien dirija todos tus pasos.”
b) Los hombres comen realmente pan de dolores:
- Es un castigo del Señor a causa del pecado del hombre: Gn. 3:19 “Con el sudor de
tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado;
pues polvo eres, y al polvo volverás.”
c) Dios sabe suplir las necesidades del hogar de aquel que descansa en él:
- Debemos vivir nuestra vida echando nuestra ansiedad sobre Dios: “echando toda
vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.” (1 Pe. 5:7)
- Debemos aprender a confiar en las promesas de Dios: “Joven fui, y he envejecido,
Y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan.”
(Sal. 37:25)
- Debemos descansar en la providencia de Dios: “No os hagáis, pues, semejantes a
ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que
vosotros le pidáis.” (Mt. 6:8)
III. (Dios edifica tu casa cuando) Te entrega una hermosa herencia: (v.3-5)
“3 He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre. 4
Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud. 5
Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; No será avergonzado cuando
hablare con los enemigos en la puerta.”
a) Los hijos son la herencia de Dios: En la sociedad actual, se considera a los hijos
como un estorbo. Como algo que impide a los jóvenes alcanzar sus metas y
proyectos. Sin embargo, para la Biblia, los hijos son el mejor don de Dios que el
Señor le puede dar a un hombre. Los hijos son dados por Dios para que los
disfrutemos, para que los encaminemos y para que los formemos como hombres y
mujeres que amen al Señor y aprendan a vivir únicamente para Dios.
b) Los hijos son saetas que deberemos lanzar: Las saetas (flechas) pueden llegar a
los lugares a donde nosotros no llegamos. Si formamos buenos hogares con la
base de la Palabra de Dios, lograremos que nuestros hijos continúen nuestro
legado y alcancen muchas de las metas que tal vez no hemos logrado nosotros.
Como son saetas, debemos formarlos para que cuando dejen el hogar y los
lancemos al mundo estén completamente armados espiritualmente para enfrentar
al mundo y al pecado.