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Artículo publicado en SUBJETIVIDAD Y CULTURA, México, Plaza
y Valdés, nº 5, 1995, pp. 60-72.
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LA TEORÍA
El énfasis de Freud sobre el concepto de instinto lo
lleva a pasar por alto las modalidades concretas de su
ejercicio. La descripción de Klein parte de la relación
primitiva del instinto con su objeto y eso implica el rechazo
de una hipotética etapa anobjetal.
El narcisismo pasa a ser, de amor del sujeto a sí mismo,
a vínculo con un objeto introyectado en el propio cuerpo. El
autoerotismo será entonces la actividad de relación del
sujeto con este objeto interno. Su ubicación narcisista
proviene de necesidades defensivas movilizadas por la
angustia. Entonces, en un sentido estricto, no existe un
narcisismo primario, desde un principio sus coordenadas son
los vínculos de amor y odio (de celos, de envidia, de
agresión) con relación a ese objeto introyectado.
Los instintos son buscadores de objeto y, en el aparato
psíquico, están vinculados a una fantasía. El lactante se
excita, tiene erecciones, impulsos sexuales positivos y
negativos tempranos, “sabe” del sexo. Lo fundamental, para la
clínica, son las fantasías del intercambio infinito de
gratificaciones sexuales entre los padres, de la madre con
pene, de la pareja combinada, etcétera.
En su envidia del pecho inagotable, en sus celos
edípicos tempranos agudizados por la escena primaria, en su
excitación sexual, el lactante realiza ataques orales y anal-
uretrales sádicos al cuerpo de la madre. Fantasea
destrozarla para ver sus contenidos: sus heces, sus penes y
sus bebés, de los que quiere apropiarse y destruirlos. En la
medida en que tal agresión produce temor a la retaliación,
puede generar el impulso epistemofílico de buscar objetos en
el exterior para calmar su angustia. La culpa por la agresión
es el origen del complejo de Edipo temprano.
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crisis.
LA TÉCNICA
La síntesis nunca culmina, la angustia está siempre
presente, angustia por lo inconcluso, por lo ignoto, porque
nunca llego siquiera a conocerme plenamente, por los amores
no correspondidos que frustran y por los correspondidos que
se teme perder.
El conocimiento es, en última instancia, la posibilidad
de darse cuenta de la existencia de problemas, la ubicación
en el mundo es relativa y la diferenciación del mundo se
gesta en la diversidad de enfrentamientos.
Cuando fallan los procesos de estructuración y
maduración del Yo, éste le da prioridad a las defensas
primitivas de la posición esquizoparanoide; se producen
cuadros o trastornos maníaco-depresivos, obsesivo-compulsivos
o confusionales; o se generan psicopatologías neuróticas o
psicóticas.
Cuando no se puede realizar la tarea de asimilación y
síntesis del objeto, el mundo interno se fragmenta, se llena
de fantasmas y de objetos petrificados.
El concepto de cura (y tal vez incluso el de madurez)
deberá usarse siempre entre comillas. Recordemos lo dicho
sobre la alternancia de las posiciones, los núcleos
psicóticos y neuróticos y los objetos enquistados que pueden
ser reactivados por situaciones de angustia desbordante.
Para la técnica, la "cura" no radica en la eliminación
del síntoma sino en la reelaboración de los vínculos. La
deconstrucción del objeto terrorífico sólo es posible cuando
se le desenmascara, cuando se hace visible su faz fenoménica,
cuando se puede visualizar cómo se fueron construyendo los
objetos y los vínculos que impiden seguir creciendo. Más allá
de la "cura" está la apertura de horizontes, del otro y de la
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BIBLIOGRAFÍA
BARANGER, Madelaine; "El significado de la obra de Klein en
el pensamiento psicoanalítico", Revista uruguaya de
psicoanálisis, t. III, n. 4, pp. 239
253, 1960.
66, 1979.