Sei sulla pagina 1di 4

La Crisis de 1929 y sus consecuencias.

Para Eric Hobsbawm hay una sola guerra con un período de armisticio entre 1919 y 1939. Este
período de entreguerras que se aborda en la Unidad II tiene una complejidad que requiere varias
clases para su abordaje. Una de las cuestiones claves es el Crack de 1929 y la crisis subsiguiente.

La crisis comenzó en Estados Unidos de América, la que genera muchos interrogantes, por qué la
crisis estalló en una economía próspera como la norteamericana de los años veinte y por qué se
difundió al resto del mundo capitalista. Para intentar una respuesta básica tenemos que ubicarnos
en las consecuencias de la Primera Guerra Mundial. Estados Unidos se involucró en el conflicto de
la Gran Guerra de diferentes modos, en un principio proveyó de materiales bélicos y productos de
todo tipo a su aliada histórica, Gran Bretaña, pero a último momento intervino directamente en el
conflicto siendo definitorio en la resolución del mismo.

Sin embargo, no alcanza con establecer la diferencia entre derrotados y vencedores. Entre los
primeros, cabe señalar la situación de Alemania y las condiciones humillantes que le impusieron
sus vecinos. Sin embargo, entre los que triunfaron algunos ganaron pero dejaron jirones de su
economía y de su poder; Gran Bretaña fue el caso paradigmático. En el período de entreguerras
Gran Bretaña continuó dominando un extenso imperio colonial pero había perdido su ubicación
como el centro financiero internacional. En los años veinte, Estados Unidos ocupó ese lugar, había
entrado en la guerra como una economía deudora y cuando acabó, se había convertido en
acreedora de Europa. En la inmediata posguerra los bancos norteamericanos prestaron dinero a
diferentes países pero, en particular, financiaron a Alemania para que ésta afrontara los pagos de
las reparaciones de guerra y Francia fue la beneficiaria principal de esos fondos. Aunque no se
advertía en la época, la economía capitalista no volvió a funcionar del modo que lo había hecho
hasta la guerra y esta situación no fue advertida o no se prestó atención en los cambios en el
sistema financiero y comercial internacional. De la década del veinte en Estados Unidos
destacamos que mientras los bancos norteamericanos tomaban la delantera en el mundo
financiero internacional, en lo interno, su economía mostró una gran pujanza y amplios sectores
de la población tuvieron acceso a las innovaciones tecnológicas basadas en la difusión de la
electricidad y a los automotores; los motores de explosión internos modificaron la producción y la
vida cotidiana; como en los casos de la mecanización del campo y en el transporte urbano y rural
donde el uso del automóvil y de otros vehículos similares incidieron en la movilidad de las
personas y de la producción; el ámbito doméstico se dio la difusión de la radio y de los
electrodomésticos. En los años veinte, el aumento del consumo se hizo con la difusión del crédito.
Los avances de la llamada segunda revolución industrial y, en particular, la utilización de los
derivados del petróleo como combustible modificaron las condiciones de la vida. Al mismo tiempo,
los gobiernos republicanos en ese tiempo se diferenciaron de la gestión de demócrata Wilson
(1913-1921), se decidieron por el aislacionismo con respecto a los problemas de la política
europea de la inmediata posguerra para concentrarse en los asuntos internos norteamericanos. En
ese contexto se desencadenó la crisis de 1929, que por su profundidad, por su duración en el
tiempo y la extensión geográfica que abarcó a la mayor parte del planeta ha sido objeto de
innumerables estudios y diferentes teorías para desentrañar sus incógnitas. La dinámica de la crisis
a partir del crack es conocida y no genera mayores controversias. Sin embargo, el debate gira en
torno de las causas de la crisis para desentrañar aquellas señales que hubieran adelantado la
cercanía del crack y para comprender la génesis de la crisis con sentido pedagógico para tenerlo en
cuenta a futuro y evitar situaciones similares. En primer término, se debate si la crisis se debió a
factores intrínsecamente norteamericanos o si las causas respondieron a un conjunto de
problemáticas internas y externas a Estados Unidos como parte de la situación de la posguerra.
Otro grupo de teorías giran en torno si la crisis fue tan solo un problema de manejo monetario o si
se debía a diferentes aspectos de la economía. El autor que seguimos en esta clase, Charles
Kindlenberger, plantea estos problemas en torno a los debates que ha generado entre los
especialistas, quien plantea sus diferencias con Paul Samuelson y Milton Fridman. Para éste
último, la crisis se debió a un mal manejo monetario por parte de la Reserva Federal. Antes de
adentrarnos en las teorías sobre su origen, convendría analizar brevemente en que consistió el
crack. Como decíamos, la economía norteamericana vivía una etapa de prosperidad y de
expansión del consumo de bienes durables. Las bolsas de comercio de diferentes ciudades del país
seguían el mismo signo, sin embargo por la magnitud de las operaciones, la de Nueva York era la
más representativa y de algún modo era una de los signos que marcaban a la ciudad como la
nueva City financiera del capitalismo. Hasta marzo de 1928 los precios de las acciones
acompañaron el valor real de las empresas, pero a partir de entonces se dio un cambio
imperceptible. Los precios de las acciones treparon a un ritmo mayor que el valor real de las
compañías, este fenómeno fue favorecido por una coincidencia de factores, la existencia de
liquidez y de tasas de interés bajas, la presencia de trust de inversión (similares a los fondos de
inversión de hoy día) que invirtieron en activos de riesgo y permitían la compra de acciones sin
contar con el dinero quedando en garantía las mismas acciones con el fin de atraer una mayor
clientela, algunos de ellos no tenían experiencia en este tipo de mercados especulativos.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRES DE FEBRERO UNTREF VIRTUAL | Problemas de Historia del Siglo
XX 14/22 Esta metodología hizo más vulnerables a las operaciones bursátiles cuando a partir de
septiembre de 1929 se interrumpió el ascenso de los precios en la Bolsa de Nueva York y
comenzaron a experimentar fluctuaciones, con alzas y bajas, que desembocaron en el jueves
negro y el martes negro, el 24 y el 29 de octubre de 1929, respectivamente. Los trusts de inversión
sufrieron fuertes pérdidas, por las bajas y porque perdían valor los activos-garantía, de este modo
estuvieron dadas las condiciones para que se desencadenara el crack. La plaza de Nueva York
atraía a inversores de distintos lugares de Estados Unidos y de otros países, cuando se conoció la
caída de los valores cundió el pánico. En aquel entonces la información a larga distancia circulaba
vía telegráfica que requería estaciones de retrasmisiones y los mensajes llegaban con varias horas
de diferencia con respecto a la emisión inicial. Pensar Vista la crisis en forma retrospectiva se
pueden señalar signos de alarma que no fueron tomados en cuenta, salvo por algunos periodistas
especializados, quienes habían dado la voz de alarma por el crecimiento desmesurado de la
inversión en la Bolsa y planteaban que se estaba generando una burbuja especulativa. En los años
previos se dieron algunas señales preocupantes, aunque no fueron atendidas. La primera fue el
desplome de las inversiones inmobiliarias en la Florida. En esos años, con la difusión del automóvil
se extendió a sectores sociales más amplios el hábito de las vacaciones y la búsqueda de climas
más benignos, así creció la inversión inmobiliaria en las costas cálidas de la Florida hasta que los
habituales huracanes marcaron con dureza los riesgos de esas construcciones y la consiguiente
caída de sus valores. En 1928, la fábrica Ford dispuso discontinuar la fabricación del modelo Ford T
para iniciar la construcción del nuevo modelo Ford A, más confortable y con detalles de lujo. Un
número importante de interesados se suscribieron con anticipación para adquirirlo. Sin embargo
cuando salió a la venta no tuvo el mismo éxito que su antecesor. Mientras las fábricas seguían con
el mismo ritmo de producción, el consumo se estaba retrayendo sin que fuera advertido o
analizado en su real dimensión. En este punto, hay que señalar algunos aspectos de la política
comercial norteamericana, que había acentuado su proteccionismo que no favorecía al
intercambio internacional, ya complicado por la circulación de varias monedas que no tenían un
sistema de cambios acordados, era el caso del dólar, la libra e, incluso, el franco. La decadencia de
Gran Bretaña se visualizaba en esta cuestión, la libra había dominado en el mercado hasta la
Primera Guerra Mundial; en los años veinte, el regreso al patrón oro por parte de Gran Bretaña en
1925 con la misma relación de antes de la Guerra, deja una libra sobrevaluada y hace que sus
productos no fueran competitivos. Las políticas norteamericanas restrictivas con respecto al
comercio exterior no le permitieron a los productos norteamericanos acceder al mercado externo
con mayor fluidez y de ese modo canalizar los excedentes que no absorbía el mercado interno.
Estados Unidos había fijado barreras arancelarias y para-arancelarias que protegían a su
producción, los países de producción primaria no tenían muchas posibilidades, más aún porque
Estados Unidos tenía una economía primaria muy rica y prácticamente era uno de los primeros
exportadores en ese rubro. De este modo se había puesto fin a la división internacional del trabajo
en que se había basado el intercambio comercial durante el largo siglo XIX, entre regiones
productoras de manufacturas y regiones proveedoras de materias primas; modelo que había
liderado Gran Bretaña. Si volvemos al análisis del crack, debemos señalar que otro signo que no se
tuvo en cuenta fue la liquidez, las empresas habían tenido enormes ganancias, una parte de las
mismas eran invertidas en innovaciones tecnológicas pero tenían un volumen de dinero que
dejaban en el circuito bancario, que pese a las bajas tasas tenía más rentabilidad que la inversión
productiva. Cuando el 24 de octubre se vivió un anticipo del pánico del martes siguiente, los
agentes involucrados en el negocio, los grandes bancos y empresas que tenían directa o
indirectamente interés en la cuestión, salieron al mercado con compras para apuntalar el precio
de las acciones. Pero estas acciones resultaron insuficientes, el 29 de octubre la Bolsa de Nueva
York experimentó su “martes negro”, señalado como la fecha del Crack. El sistema bancario
norteamericano estaba bajo el control de los Estados y lo regía normativas que pretendía evitar el
monopolio. Por tal motivo, los gobiernos estaduales no autorizaban la instalación de sucursales de
bancos de otras jurisdicciones y no existían cadenas bancarias nacionales, sino que tenían
influencia en una ciudad o en un Estado. Por su parte, la Reserva Federal no actuaba como banco
de última instancia, cada Banco respondía con sus propios activos y dependía de la confianza del
público. Tras el crack llegó la Gran Depresión. El crack del 29 de octubre de la Bolsa de Nueva York
inició un ciclo de caída y leves recuperaciones pero siempre con la tendencia a la baja por varios
años. A la crisis bursátil se le sumó la crisis bancaria. Cuando las operaciones basadas en los activos
– garantías habían perdido su valor y no podían cubrir la deuda originaria trasladó la crisis a los
bancos y la subsiguiente caída de muchos de ellos. La Reserva Federal no actuaba de banca de
última instancia y el sistema bancario norteamericano quedó expuesto a las corridas y a las
quiebras. La quiebra del sistema bancario generó un efecto dominó, por una parte desaparecieron
el crédito para las empresas y los medios de pagos en una economía altamente bancarizada. A
medida que se profundizaba la crisis también se extendía a otros ámbitos de la economía, pronto
quedó de manifiesto la situación no advertida hasta entonces, existía un stock de productos no
vendidos y que no tenía mercados. Ante la existencia de la sobreproducción, las empresas
respondieron con la disminución del ritmo productivo o directamente la suspensión de la misma,
con las inmediatas consecuencias sociales, las suspensiones y despidos de trabajadores que
generó una profunda crisis social para los directamente involucrados y que afectó al resto de la
sociedad. En poco tiempo la crisis alcanzó a toda la sociedad norteamericana, los que perdieron su
trabajo también perdieron los bienes que habían adquirido a crédito, como se había extendido en
ese tiempo. El mercado internacional no facilitaba la situación. Las condiciones comerciales
proteccionistas de Estados Unidos no le permitía mantener un intercambio comercial fluido con el
exterior, por lo que no podían canalizar el excedente del mercado interno. La caída de la
producción en Estados Unidos sumados a los problemas que arrastraban los países europeos
impactaron en los países y regiones exportadoras de materias primas, entre otros, fueron
afectados los de América Latina. Pensar Después de esta síntesis de la, abordaremos el análisis
que nos plantea Kindleberger, quien polemiza con Paul Samuelson y Milton Friedman. Para
Samuelson, era una más y debía dejarse en manos del mercado su resolución. Más recientemente,
Friedman la analiza como un desajuste monetario, de acuerdo a su interpretación de la economía.
Ambos economistas observan la crisis como un fenómeno interno de los Estados Unidos. Sin
embargo, Kindleberger la ubica en el contexto internacional de la posguerra y la atribuye a una
multiplicidad de causas. Considera que Gran Bretaña había perdido la capacidad de estabilizar el
mercado internacional y Estados Unidos no estaba dispuesto a asumir esa función. En la década
trascurrida desde el fin de la guerra se habían producido cambios con respecto al funcionamiento
de los mercados internacionales de la pre-guerra y no se tomaron medidas con los cambios que se
habían experimentado. Para Kindleberger la inestabilidad del sistema económico internacional se
debía por lo dicho anteriormente y, esencialmente, porque Estados Unidos no podía garantizar un
mercado relativamente abierto para los bienes con problemas, en particular, las materias primas;
no era un comprador nato de productos primarios sino que era proveedor de materias primas y de
manufacturas. Por las dificultades generadas por la sobrevaloración de la libra con respecto al
patrón oro, los productos ingleses perdieron competitividad y se alteró el sistema de tipos de
cambios. El autor observa que el sistema financiero había sufrido cambios, la banca inglesa había
perdido su capacidad de centro financiero internacional. En tanto Francia, que recibía recursos
frescos por los pagos de las reparaciones de guerra que pagaba Alemania, se guiaba por objetivos
internos y no se proponía una política de estabilización de la economía mundial. Estados Unidos
mantenía una política bancaria acorde con su sistema político interno, los bancos tenían ámbitos
de acción limitados a ciudades o estados. También faltó una coordinación de políticas
macroeconómicas internas en Estados Unidos y relativas al mercado internacional. Por último, a
pesar del incremento de los bancos norteamericanos en el sistema financiero internacional, ni
estos ni la Reserva Federal norteamericana garantizaron mecanismos en que fueran prestamistas
de última instancia que hubieran suavizado los efectos negativos de la crisis. Por tal motivo, una
vez que se produjo el crack de la Bolsa y cuando éste afectó a la economía real, no se dieron
préstamos anticíclicos, necesarios para aportar inversiones en el mercado cuando escaseaba el
crédito.

Potrebbero piacerti anche