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El 19 de mayo del año 2007, un envío de uva de mesa a Suecia registró residuos
del insecticida metomilo, hasta 45 veces superiores respecto de los Límites
Máximos de Residuos (LMRs). Lo autorizado son 0,05 mg/kg, pero los
fiscalizadores encontraron 0,71 mg/kg.
Ese mismo año, el 21 de junio, en el vino tinto Merlot Antares que llega a
Holanda, se encontraron residuos del insecticida carbaryl, que superaba 28
veces la norma de LMRs. Algunas muestras arrojaron 1,4 mg/kg, cuando lo
aceptado son 0,05 mg/kg.
Si bien hasta ahora la fruta chilena goza de prestigio de inocua y de calidad, con
los continuos rechazos se arriesga a perder ese estatus y los culpables, son en
general los mismos agricultores por descuidos a nivel productivo.
Aunque cada vez las fiscalizaciones son mayores, lo concreto es que los
rechazos que se siguen produciendo, reflejan que los mecanismos internos de
control de residuos son insuficientes.
Detrás de ellos hay básicamente tres causas; primero, se pueden dar por la
presencia de anomalías físicas ya sea en un contenedor, una etiqueta o en la
condición de la fruta. Segundo, porque el producto contenga exceso de
plaguicidas; y tercero, por la presencia de plagas cuarentenarias en la fruta.
Estos dos últimos son los que causan mayor preocupación a la industria, por el
impacto a nivel de inocuidad.
Pese a que los productos son sometidos a distintas fiscalizaciones para evitar
riesgos de sorpresas en las llegadas, ya sea por parte del SAG en Chile, el
USDA que controla en los puertos de salida los envíos de frutas que van a
Estados Unidos, los distintos puertos, o una institución de control sanitario en los
mercados de destino, como la FDA, el Servicio de Marketing Agrícola del USDA,
en Estados Unidos o la Comisión de Protección de la Salud del Consumidor y el
registro de residuos de la Comunidad en la UE, aquellos se siguen repitiendo.
Frutas al destape
Los insectos son otro tema, en la temporada 2008-2009, 1.667.660 cajas fueron
rechazadas por el SAG antes de llegar a los puertos de salida, por la detección
de estados ninfales y huevos de chanchitos blancos; uvas, manzanas y peras
fueron las especies con más problemas. Algo similar sufrieron ciruelas frescas y
deshidratadas contaminadas con tebucanazole y ácaros, y pasas con restos de
plástico, destinadas a la UE, el año pasado.
Pero no sólo la fruta se ha sacado mala nota, también hay reportes de excesos
en vinos. Al contrario de la fruta, cuyas revisiones, pese al desorden que hay en
la información, son anuales y sistemáticas; en el tema de los vinos, los muestreos
son más costosos y por tanto más esporádicos.
Avances en el control
“Si aplican el producto 25 días antes, este no va a llegar con residuos sobre la
tolerancia. Los productores tienen que tomar conciencia. Eso está expuesto en la
agenda de pesticidas”, sostiene González. Cuantificar formalmente los reportes
que llegan desde todas partes y transparentar los datos, sería otro de los
consejos.
Avances positivos
“El número de rechazos ha ido disminuyendo, en lo que va del año los casos se
han debido principalmente a la detección de productos mal etiquetados o en mal
estado. Enfrentando esto sin duda que disminuirían los casos”, indica Joaquín
Tagle, agregado agrícola de Chile en Washington.1
1
El Mercurio. (2011. 9 de agosto). El riesgo de los rechazos a las exportaciones. Revista del campo.
Consultado el 22 de noviembre de 2016, en http://impresa.elmercurio.com/