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LA JUSTICIA DEL REINO DE DIOS

1. AMBIENTACIÓN

Una vez ambientado el lugar donde se encuentra entronizada la Palabra de


Dios con flores y velas se invoca al espíritu santo con una oración o canto
adecuado.

2. ENCUENTRO CON LA VIDA

Se sugiere iniciar este encuentro leer el artículo Justicia Social de Luis


González-Carvajal Santabárbara, y suscitar una reflexión con las preguntas
propuestas al final de la lectura u otras parecidas.

“Desde hace algo más de 150 años se viene hablando de una nueva
categoría: La justicia social reivindicando con dicha expresión un orden justo
no existente todavía. Según parece, el primero en utilizar esa expresión fue
el jesuita italiano Luigi Taparelli d’Azeglio, en su famoso Saggio teoretico di
diritto naturale appogiato sulfatto (Palermo, 1840). El capítulo 3 del libro
2o se tituló «Nociones del derecho y de la justicia social». Cuatro años
después, en 1844, Antonio Rosmini publicó un libro titulado Costituzione
secondo la giustizia sociale.

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En el magisterio pontificio, aunque san Pío X usó episódicamente la
expresión «justicia social» en la encíclica Iucunda sane, fue en
la Quadragesimo anno de Pío XI (1931) donde obtuvo su consagración
definitiva. Allí aparece ocho veces

En el período posterior a Pío XII los papas, en vez de hablar de «justicia


social», hablaron a menudo de «justicia», a secas, considerando sin duda
que el «primer analogado» de la justicia es la justicia social. Sin embargo,
Juan Pablo II volvió a usar con cierta frecuencia la expresión «justicia
social».

Veamos lo que Taparelli, el primero que utilizó la expresión «justicia social»,


entendía por dicho concepto: «Justicia social es para nosotros justicia
entre hombre y hombre. ¿Pues qué proporciones median entre hombre y
hombre? (…) Hablo aquí del hombre en abstracto, es decir, del hombre
considerado cuanto a las solas dotes que entran en la idea de
la humanidad. (…) Es claro que entre hombre y hombre la relación que
media es la de perfectísima igualdad; (…) de donde tengo que concluir
que la justicia social debe igualar de hecho a todos los hombres en
lo tocante a los derechos de humanidad, como el Creador los hizo
iguales en naturaleza».

Es una intuición tan sencilla como luminosa: Si justicia es dar a cada uno lo
que le corresponde, la justicia exige reconocer a todo ser humano los
derechos humanos; en particular, los derechos económicos y

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sociales: el derecho al trabajo; a un salario digno para todos los
trabajadores; a unos ingresos mínimos de subsistencia para quienes no
puedan trabajar; a la protección social contra los riesgos de la vida; a la
igualdad de oportunidades en el acceso a la educación, la salud y los
servicios sociales; etc.

Si las exigencias de la justicia contributiva y la justicia distributiva estuvieran


determinadas por el derecho natural, como exigían los clásicos, la justicia
social sólo sería un nombre nuevo y más actual para referirse a ellas; pero
al estar determinadas en la práctica por las leyes positivas, que raramente
son justas, debemos afirmar que la justicia social es una categoría nueva.

Si la justicia social exige el reconocimiento efectivo de los derechos


humanos, es necesario concluir que estamos ante un concepto dinámico
cuyas exigencias van manifestándose poco a poco. Si solemos hablar de tres
«generaciones» de derechos humanos es porque la humanidad no tomó
conciencia de todos ellos a la vez, y posiblemente en el futuro se
proclamarán todavía nuevos derechos.

 ¿Qué ha te ha llamado más la atención del texto?


 ¿Crees que la afirmación del autor “la justicia social debe
igualar de hecho a todos los hombres en lo tocante a los
derechos de humanidad, como el Creador los hizo iguales en
naturaleza” se cumple en el entorno en el que vives?
 ¿Cómo se expresa la justicia social en tu realidad local?

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3. ENCUENTRO CON LA PALABRA

El Nuevo Testamento nos presenta la manera como Jesús vivió la justicia en


su relación con el Padre Dios y con todo aquél a quien encontraba. Los autores del
Nuevo Testamento amplían y desarrollan desde la perspectiva de Jesús y su obra
salvífica todo el desarrollo del tema de la justicia ya presente en el Antiguo
Testamento. Así, en los evangelios, se ve a Jesús mostrarse atento con los que
sufren y condenar la suficiencia de los ricos, los saciados y los que ríen (Lc 6,24-
26). Denuncia igualmente la actitud religiosa que pretende rendir culto a Dios
mientras las obligaciones elementales de la justicia no son respetadas: «iAy de
ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta,
del anís y del comino y descuidan lo más importante de la ley: la justicia, la
misericordia y la fe!» (Mt 23,23). Finalmente, Jesús no vacila en atacar al clero de
Jerusalén, que ha hecho del Templo una «cueva de ladrones» (Mc 11,15-17 y
par.). y son también conocidas sus críticas en contra de los fariseos: aunque no les
condena por su observancia rigurosa y celosa de la ley, Jesús denuncia su
búsqueda de honores y sus prácticas ostentosas (Mt 23; Lc 11,39-44).
En este contexto, la justicia que se le reconoce a Jesús caracteriza la actitud
de aquel que se muestra totalmente fiel a la voluntad de Dios y observa sus
preceptos. Recibida por la muerte y la resurrección de Cristo, la justicia se
presenta igualmente como un don que viene a restablecer a la humanidad en una
justa relación con Dios, permitiendo así a los hombres vivir en la alianza que les

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une inseparablemente a Dios y a sus hermanos Éstos son los diferentes aspectos
de la justicia que desarrollan los autores del Nuevo Testamento.
Fijaremos nuestra atención en el Evangelista San Mateo quien es su hace
énfasis en presentar la persona, el mensaje y la actuación de Jesús estrechamente
ligada al cumplimiento y plenitud de la justicia que ya Dios en su Ley había
revelado a Israel.
Mateo encuadra el concepto de justicia dentro de la terminología del Reino y
considera la justicia como característica nueva del Reino que predica Jesús. Es, por
tanto, mucho más profundo que la justicia jurídico-social que regula las relaciones
humanas y morales. Es algo interior que inunda el espíritu para buscar con todas
las fuerzas el Reino. Es una actitud que deriva del cumplimiento de toda la Ley, de
llevar a cabo la voluntad de Dios, de la que participa el hombre para caminar por
las sendas de los Mandamientos (Ps 119,32). Esta justicia-acto lleva y conduce a la
búsqueda de la justicia de Dios: «Busquen el Reino de Dios y su justicia...» (Mt
6,33). Se opone a la justicia de los fariseos, que es mentirosa (Mt 23,27). Es
interior, no con ostentación.

a. El Texto (Lc 5,1-11)

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5 Viendo a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Sus discípulos se le acercaron.
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Entonces, tomando la palabra, les enseñaba así: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque
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de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia
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la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los

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que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los
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misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón,
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porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán
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llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos
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es el Reino de los Cielos. Bienaventurados serán cuando los injurien y los persigan, y cuando, por
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mi causa, los acusen en falso de toda clase de males. Alegrénse y regocíjense, porque su
recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas
anteriores a ustedes.

b. El Contexto Inmediato

Las Bienaventuranzas en Mateo son la solemne introducción al primer


discurso de Jesús (5,1-7,29), al que se le denomina Discurso Evangélico, Primer
Sermón o Sermón de la Montaña, así llamado por el lugar que Mateo escogió para
enmarcar físicamente el relato. Este sermón consiste en la proclamación de la
Buena Noticia o del Reino de los Cielos que Jesús realiza desde un “monte” ante la
multitud (5,1); su enseñanza es el anuncio del cumplimiento de las Escrituras, de
la renovación de la alianza; de ahí la simbología de la montaña que recuerda a
Moisés cuando selló la alianza con YHWH en el Sinaí.

El término justicia (dikaiosyne) tiene una especial importancia en el sermón


de la montaña, donde aparece cinco veces (5,6.10.20; 6,1.33). En efecto, dos
bienaventuranzas tienen como tema central la justicia: «Bienaventurados los que
tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados» (5,6);
«Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el

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Reino de los Cielos» (5,10). Pero Mateo menciona este tema igualmente en el
pasaje que introduce las famosas antítesis de Jesús: «Han oído que se dijo... Pues
yo les digo...» (5,21-48; cf. 5,20), así como al principio de su enseñanza sobre la
limosna, la oración y el ayuno (6,1). Finalmente, el tema de la justicia viene a
cerrar la exhortación de Jesús para que no se inquieten por lo que van a comer o
con lo que van a vestirse: «Busquen primero su Reino (de Dios) y su justicia, y
todas esas cosas se os darán por añadidura» (6,33).

Para entender el contexto en el que Mateo ubica las bienaventuranza se


hace necesario entender mejor la afirmación de Jesús en 5,20: “Si su justicia no es
mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos» Esta
sentencia de Jesús sirve como introducción a todo el discurso y de alguna manera
plantea una tesis que luego se desarrollara en todo el discurso. De hecho a esa
“tesis” siguen tres “antítesis” que exhortan a buscar una justicia que supere la de
los escribas y fariseos (5,20) y los tres ejemplos (limosna, oración y ayuno) que
ilustran la advertencia de Jesús frente a una práctica demasiado ostentosa de la
justicia que apuntaría sobre todo a atraerse el favor de los hombres: “Cuídense de
no practicar su justicia delante de los hombres para que los vean; en tal caso no
tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos. (6,1).

De igual modo en ambos casos (5,20; 6,1), un mismo pronombre personal


determina la justicia que hay que buscar o poner en práctica: «su justicia». En una
primera lectura de esta declaración de Jesús, vemos claramente que la justicia es
definida, en primer lugar, con relación a la de los escribas y los fariseos. En esta

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comparación entre la actitud de los escribas y los fariseos y lo que Jesús espera de
sus discípulos aparece que, en materia de justicia, los discípulos de Jesús tienen
que hacer más que los que eran considerados entonces como «profesionales de la
Justicia.
La prohibición de matar se extiende a la cólera y a los insultos (5,21-22); la
del adulterio, a la mirada de deseo (5,27-28). La obligación de no jurar en falso se
sustituye por la prohibición de cualquier juramento (5,33-37), y la prohibición de
vengarse más allá del daño sufrido, por la obligación de ceder ante el que causa el
daño (5,38-42). Finalmente, mientras que la ley mosaica prescribía el amor por los
compatriotas, Jesús afirma: «Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu
enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen.
De este modo serán dignos hijos de su Padre celestial, que hace salir el sol sobre
buenos y malos y manda la lluvia sobre justos e injustos» (5,43-45).

Un rasgo común recorre el conjunto de estas antítesis: la preocupación por


radicalizar la observancia de la ley inscribiéndola en la voluntad originaria de Dios.
Esta invitación a una obediencia que no sea parcelaria y limitada domina de tal
manera el pensamiento de Mateo que no duda en escribir como conclusión de las
antítesis: «Ustedes sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto» (5,48,
diferente de Lc 6,36). Es el signo de que, para Mateo, los discípulos de Cristo
deben imitar la perfección divina. El final del sermón de la montaña tiene
igualmente un gran interés. Ciertamente, la palabra «justicia» no aparece en él,
pero la insistencia con la que Mateo subraya la necesidad de poner en práctica la
enseñanza recibida para ser admitido en el Reino de los Cielos guarda relación con

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la preocupación expresada en 5,20: “No todo el que me dice 'iSeñor, Señor!'
entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que
está en los cielos” (7,21). A esto hay que añadir que si la expresión “hacer la
voluntad de Dios” aparece en otros dos lugares del evangelio de Mateo (12,50 y
21,31), la entrada en el Reino de los Cielos está condicionada frecuentemente por
algunas exigencias: parábolas de los dos hijos (21,31-32), de los invitados al
banquete (22,2-14), de las diez vírgenes (25,1-13) o la descripción del juicio final
(25,31-46). Por tanto, de la declaración de Jesús que introduce las antítesis
mateanas quedémonos con que es verdaderamente justo el discípulo de Cristo que
acoge la radicalidad de las exigencias del amor de Dios.

c. Análisis del texto

No nos detendremos a analizar todas las ocho bienaventuranzas de Mateo


sino que detendremos nuestra mirada con aquellas relacionadas con el tema de la
justicia.

“Dichosos lo que tienen hambre y sed de la justicia, porque serán


satisfechos.” (5,6).

Esta bienaventuranza es paralela a expresiones de esperanza relativas a la


restauración del dominio de Dios en el pueblo de Israel encontradas en Isaías,
especialmente en 49,10; la celebración de la restauración del Reinado de Dios se

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presenta como una invitación de Cristo a quienes tienen hambre y sed, para que
vengan al banquete de celebración (¿alusión al banquete escatológico?) con
ocasión del cual se trasfiere al pueblo la “alianza eterna” hecha con David (Is 55,3-
5). Es importante dar solución al “hambre” física de los hombres, tal vez procurar
una vida digna para los menos favorecidos, para quienes viven en la opresión y la
miseria, subsanar en algo los problemas de justicia social; pero es necesario ir más
allá y saciar el “hambre y sed de justicia” como requisito, para saciar el hambre y
la sed físicas. Es necesario primero un cambio de actitud que promueva la acción.
Quienes tienen “hambre y sed de justicia” son los que aguardan la justicia de Dios,
el cumplimiento de las promesas de restablecer al pueblo en la libertad y la
prosperidad (Is 45,13; 42,6.21). A quienes buscan la justicia del Señor se les
asegura que están llegando velozmente, y que los fieles de Dios quedarán
vindicados. Serán saciados.

“Dichosos los perseguidos por hacer lo que es justo, porque de ellos es el


Reino de los Cielos.” (5,10).

La misma recompensa prometida a quienes tienen espíritu de pobre de la


primera Bienaventuranza se aplica ahora para quienes son perseguidos por hacer
lo que es justo (cfr. 3,15): “Porque de ellos es el Reino de los Cielos” (3.10). De
esto se puede decir: quienes confían plenamente en Dios y también quienes son
perseguidos por hacer su voluntad tendrán en propiedad el Reino de Dios. El tema
de la justicia y la recompensa del Reino de los Cielos abre y cierra el texto de las
Bienaventuranzas; la felicidad que Cristo anuncia parte, así, del cumplimiento de la
voluntad de Dios, de su alianza, de la caridad fraterna, y culmina en la realización

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de una humanidad nueva que vive en la presencia de Dios. “Alégrense, estén
contentos” (3,12) es el estribillo de cierre y que expresa la alegría y el gozo de
vivir en relación de alianza bajo el dominio de Dios. Pero “hacer lo que es justo” no
es un camino de paz y tranquilidad; es un camino de persecución, incomprensión,
rechazo; pues lo que es justo, la voluntad de Dios, puede para muchos significar el
desmonte de grandes imperios, el reconocimiento de estructuras de pecado y
exclusión, la aceptación de que se está oprimiendo al propio hermano. De ahí la
recompensa tan grande, ella sólo será el resultado de “hacer lo que es justo”; el
Reino de los Cielos no llegará mientras prevalezca la injusticia institucionalizada.

4. VOLVAMOS A LA VIDA

Las bienaventuranzas presentan una visión de proyecto. Su forma


enunciativa y su expresión del verbo en tercera persona del plural, permite
comprender que ellas no están dirigidas a un grupo exclusivo de personas sino a
“todos”. Entonces, todo cristiano que lea, escuche o reflexione este texto debe
convencerse de que está dirigido a él. Que Jesús le llama feliz, pero al mismo
tiempo le pide trabajar para hacer posible y visible el reino de los cielos y que éste
llegue a su plenitud a través de actitudes de fraternidad y hermandad.

Como hemos visto para Mateo, la justicia se convierte en el programa de


Jesús; desde un principio, aun antes de su bautismo, su misión se orienta hacia la
justicia que hay que cumplir (Cfr. Mt 3, 15). La justicia es el contenido de la
voluntad de Dios. Dios quiere justicia como quiere la salvación de los hombres, y
es eso precisamente lo que Jesús comienza a realizar de palabra y obra. De ahí

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que en Mateo la justicia se entienda como la manifestación del cumplimiento de la
voluntad de Dios; hacer justicia es hacer la voluntad de Dios. Esta voluntad de
Dios –la justicia– se entiende, por un lado, como la expresión de la salvación de
Dios, de la que los hombres “tienen hambre y sed” (5, 6); y por otro –muy de
acuerdo con el pensamiento veterotestamentario y judío– como una exigencia de
Dios a los hombres, una condición de la salvación que ellos mismos también deben
realizar (5, 20).

Como es propio de Mateo, también el empleo del concepto de dikaiosyne


está impregnado de la comprensión de la Ley según la cual Dios ha de hacer valer
el derecho de los oprimidos (cfr. Sal 146, 7; Is 61, 11). Los “pobres” (Mt 5, 3), “los
que tienen hambre y sed de justicia” (5, 6), pueden estar seguros de que sus
derechos no van a quedar olvidados bajo la injusticia sufrida. El Dios de la alianza,
con el envío de su Hijo entre los hombres, ha comenzado ya a hacer valer los
derechos de los oprimidos y marginados de la sociedad, de tal manera que ellos
“captan ya ahora lo que Dios ha hecho posible y, por su parte, tratan de realizarlo
mediante el cumplimiento de la voluntad de Dios”. Es decir, el Reino de Dios se
hace realidad por medio de la justicia de Dios, pero también de su pueblo.

Pensar la propia vida

 ¿Cómo puedo describir la justicia según San Maeto? ¿Qúe rasgos de


la justicia de que Jesús nos habla en el Evangelio de San Mateo
caracterizan mi vida?

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 ¿He sido alguna vez perseguido por causa de la justicia, o más bien
no me involucro en las causas justas por temor a ser perseguido?
• ¿Crees que la justicia del Reino se vive hoy en la Iglesia?

Pensar la comunidad

 ¿Se puede decir que nuestra comunidad cristiana busca primero el


Reino de Dios y su justicia?
 ¿Hay alguna relación entre la justicia social como la entendemos hoy
y las bienaventuranzas de la justicia de San Mateo?
 ¿Se está dando en nuestras comunidades cristianas una real
conversión pastoral que nos impulse a un compromiso decidido con
las causas de la justicia venga de donde vengan?

5. NUESTRO COMPROMISO

Asumir personal o comunitariamente la resolución de alguna problemática


en la que creamos la justicia está comprometida.

6. NUESTRA ORACIÓN

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Padre/Madre Nuestro/a… que siempre estás estructuras que construimos en este mundo
del lado de los débiles, los abandonados, los reflejen el templo de tu gloria para que el
enfermos/as, los ancianos/as, los gozo, la gracia, la ternura y la justicia del
pequeños/as, los no nacidos/as y de quienes cielo se derramen sobre todas nuestras
sufren cada día el dolor. estructuras en la tierra.

Que estás en el cielo… donde todo cambiará, Da… vida y amor a todos/as y ayúdanos a
donde los primeros serán los últimos y los reconocer que todo es don y que estamos
últimos los primeros, pero donde todos/as llamados/as a compartir lo que nos ha sido
estaremos bien y toda manera de ser estará dado. Que podamos comprender que
bien. cuando compartimos con quienes necesitan
la salvación entrará en nuestra casa.
Santificado sea tu nombre… que siempre
podamos reconocer tu santidad, respetando A nosotras/os… el auténtico plural
tus caminos que no son los nuestros, tus nosotros/as. Da no sólo a los nuestros/as
criterios que no siempre son los nuestros. sino a todos/as, incluyendo a quienes son
Que el honor que damos a tu nombre nos muy diferentes de nuestro angosto
saque del egoísmo que nos impide ver el nosotros/as. Danos tus dones a todos/as por
dolor de nuestros hermanos y hermanas. igual. Este día… no mañana. No permitas que
dejemos las cosas para un futuro indefinido y
Venga a nosotras/os tu Reino… ayúdanos a lejano de forma que no vivamos
crear un mundo en el que, más allá de injustamente de cara a la injusticia por
nuestras necesidades y heridas, podamos nuestra falta de actividad y compromiso.
practicar la justicia, amar con ternura y
caminar humildemente contigo y con Nuestro pan de cada día… de forma que
todos/as. cada persona en el mundo tenga suficiente
comida, suficiente agua limpia, suficiente
Hágase tu voluntad… ensancha nuestra aire limpio, adecuado cuidado de la salud y
libertad para dejarte entrar en nosotras/os acceso a la educación… y lo necesario para
de forma que la reciprocidad plena que una vida digna y saludable. Enséñanos a
caracteriza tu vida fluya en nuestra venas y compartir de lo que necesitamos y no sólo de
nos haga capaces de irradiar tu amor lo que nos sobra.
incondicional para todos/as y tu amor
preferencial por los pobres. Perdona nuestras ofensas… perdona nuestra
ceguera con relación a nuestros vecinos/as,
Así en la tierra como en el cielo… que el nuestra preocupación egocéntrica, nuestro
trabajo de nuestras manos, los templos y racismo, nuestro sexismo, nuestra inclinación

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a preocuparnos sólo por nosotros/as hambriento, vestido al desnudo, visitado al
mismos/as y por los nuestros/as. Perdona enfermo o por haber intentado cambiar los
nuestra capacidad de mirar las noticias y de sistemas que trataron injustamente a los
no hacer nada. pobres. Libéranos de este examen porque
ninguno/a de nosotros/as puede estar de pie
Como perdonamos a quienes nos ofenden… ante este examen evangélico. Danos, en
ayúdanos a perdonar a quienes nos han cambio, más días para mejorar nuestras
hecho daño y nos han convertido en sus maneras, nuestro egoísmo, nuestros
víctimas. Ayúdanos a medida que nos sistemas.
hacemos mayores a crecer sin amarguras ni
resentimientos, a perdonar la imperfección Y líbranos del mal… líbranos de la ceguera
de nuestros padres/madres, de los sistemas que nos permite participar en los sistemas
e instituciones que nos han herido, ignorado, anónimos dentro de los cuales no
maltratado… necesitamos ver quiénes tienen menos
No nos dejes caer en tentación… no nos mientras nosotras/os tenemos más. Amén.
juzgues sólo por si hemos dado de comer al

Oración contribuida por: Hermana Guicela Vargas,


http://www.fdlsagesse.org/cms/uploads_pdf/124_ES.pdf

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