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BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................................
FIGURAS
TABLAS
GESTIÓN DE CRISIS.
DIRECTRICES Y BUENAS PRÁCTICAS
Esta guía proporciona directrices sobre la gestión de crisis para ayudar a la alta dirección de
una organización a planificar, establecer, operar, mantener y mejorar su capacidad para la
gestión de la crisis. Está destinada a cualquier organización independientemente de la
ubicación, el tamaño, el tipo, la industria o el sector.
2. TÉRMINOS Y DEFINICIONES
Para los propósitos de esta norma, se aplican los siguientes términos y definiciones:
b) la cobertura en los medios, incluidos los medios sociales, se monitorea para evaluar
historias positivas y negativas; y
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2.4 Crisis (Crisis). Situación anormal e inestable que amenaza los objetivos estratégicos, la
reputación o la viabilidad de la organización.
NOTA Véase la Figura 1 con respecto a un marco de referencia general para la gestión de crisis.
2.6 Incidente (Incident). Evento adverso que podría causar alteración, pérdida o emergencia,
pero que no satisface los criterios de la organización para la crisis o su definición.
2.7 Parte interesada (Interested Party). Persona u organización que puede afectar, verse
afectada o percibirse como afectada por una decisión o actividad.
2.8 Gestión del riesgo (Risk Management). Actividades coordinadas para dirigir y controlar
una organización con respecto al riesgo.
2.9 Informe de la situación (Situation Report). Resumen, verbal o escrito, elaborado por un
funcionario o un organismo, que reseña el estado actual y el desarrollo potencial de un
incidente o una crisis y la respuesta ante él.
2.11 Alta dirección (Top Management). Persona o grupo de personas que dirigen y controlan
una organización al nivel más alto.
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Es importante comprender las relaciones conceptuales y prácticas entre los incidentes y las
crisis y la Tabla 1 resume las diferencias cruciales.
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Es importante que las personas en todos los niveles de la organización reconozcan las señales
de advertencia y comprendan que las crisis se pueden iniciar de formas diferentes, que se
resumen en los siguientes tres grupos:
4) culpar a las culturas que fomentan el encubrimiento del riesgo y los problemas y la
falta de un sentido compartido de misión y propósito, lo que genera una actitud
defensiva (si no realmente hostil) de “ellos y nosotros” entre el personal y la
dirección, entre diferentes partes de la organización y entre la organización y las
partes interesadas externas; y
Muchas crisis tienen características de más de un tipo. Por ejemplo, podría parecer que un
evento de interrupción extremo tiene una causa inmediata relativamente sencilla, pero el
análisis posterior podría exponer debilidades sistemáticas en cómo se gestiona la organización,
por ejemplo, con respecto a salud y seguridad, exacerbando la crisis inicial y produciendo daño
adicional a la reputación de la organización. Por otro lado, intentar gestionar un evento de
interrupción extremo como un incidente y no como una crisis puede introducir un retraso antes
de que a la crisis se le preste la atención estratégica significativa.
Las estrategias y acciones para la gestión de las crisis deberían reflejar los objetivos y los
valores de la organización. El fracaso de la organización en cumplir sus valores más
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importantes (p. ej., un compromiso con la fuerza laboral y la inocuidad del producto) o
satisfacer las expectativas de las partes interesadas podría empeorar la situación.
Las crisis están asociadas a problemas altamente complejos, cuyas implicaciones totales y su
naturaleza podrían no estar claras en el momento. Las soluciones posibles pueden tener
consecuencias negativas graves y quienes toman las decisiones en todos los niveles podrían
tener que elegir la solución “menos mala” (véase 6.4) y resolver (o por lo menos reconocer y
aceptar) dilemas estratégicos fundamentales. Esto puede implicar que cada elección viene de
la mano con algún tipo de castigo y no existe la solución ideal.
Las crisis no siempre implican amenazas directas a la vida o los activos tangibles, como la
propiedad. Sin embargo, frecuentemente desafían a los activos intangibles de la organización
como la reputación, la imagen y la marca, de modo que el liderazgo estratégico es
particularmente importante durante una crisis. La incertidumbre inherente de las situaciones de
crisis exige que las expectativas del personal en todos los niveles sean claras y que las
acciones se dirijan con claridad y autoridad. Estas deberían demostrar una relación clara con
los valores básicos de la organización (que definen para qué existe la organización y cómo
otros esperan que esta se desempeñe), proporcionar una dirección clara sobre cómo tomar
decisiones difíciles y enfatizar la importancia de la comunicación clara y coherente durante la
crisis.
Una crisis puede forzar a una organización a revisar, ajustar o defender sus elecciones,
políticas, cultura y estrategias, posiblemente bajo el escrutinio del público y los medios de
comunicación. No obstante, esta puede brindar oportunidades y beneficios nuevos a la
organización si se maneja con éxito. Incluso si se percibe que la organización es culpable o
reprobable, la demostración de la integridad y compasión puede compensar, en algún grado, el
daño a su reputación y prestigio, en particular cuando no se satisfacen las expectativas de las
partes interesadas. Una crisis gestionada correctamente puede demostrar las cualidades
positivas de una organización y mejorar su reputación general.
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g) garantizar que las personas con roles específicos en la gestión de la crisis son
competentes, por medio de entrenamiento adecuado, ejercitación y evaluación de sus
conocimientos, habilidades y experiencias;
4.1 INTRODUCCIÓN
Incluso una organización bien preparada puede encontrar que las crisis son desafiantes.
Aunque los resultados exitosos nunca se pueden garantizar, tener una capacidad de manejo de
las crisis bien desarrollada e implantada le permite a la organización evitar las crisis cuando es
posible, responder a las crisis que se presentan de manera que se protejan sus activos, y
aprender de la experiencia para mejorar las prácticas con el paso del tiempo.
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La política debería servir como base y caso de negocio para actividades posteriores
relacionadas con la planificación y la implementación de los procedimientos para la gestión de
crisis.
Los roles y las responsabilidades que se requieren para implementar las capacidades para la
gestión de las crisis se deberían identificar, documentar y comunicar. Se deberían tomar en
consideración el conocimiento, las destrezas y la experiencia de las personas. La organización
debería tomar en cuenta los recursos necesarios para cada elemento de la capacidad y los
requisitos asociados para el entrenamiento. También debería asignar a una persona (o varias)
con la autoridad correspondiente para que rinda cuentas por el desarrollo y la implementación
de la capacidad de gestión de las crisis y su mantenimiento y gestión continuos en toda la
organización.
En general, una organización requiere de los siguientes elementos para una capacidad eficaz
para la gestión de las crisis:
c) estructuras y procesos del negocio que traduzcan las decisiones en acciones, evalúen
tales acciones y las monitoreen;
d) personal que pueda compartir, apoyar e implementar la visión, los propósitos y las
políticas de la alta dirección; y
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La Figura 1 establece un marco de referencia general para la gestión de las crisis que identifica
los pasos necesarios para crear la capacidad de gestión de crisis, el cual se organiza alrededor
de la anticipación y la valoración, la preparación, la respuesta, la recuperación, la revisión y el
aprendizaje, los cuales se discuten en más detalles en los numerales 4.4 a 4.8. Factores
adicionales pertinentes para la respuesta, en particular el liderazgo, la toma de decisiones y la
comunicación en la crisis se detallan en las secciones 5 a 8.
c) una relación bien comprendida entre las actividades de gestión del riesgo interno, la
gestión de problemas, la gestión de la continuidad de negocio, las comunicaciones y las
disposiciones para la gestión de las crisis; y
Con el fin de lograrlo, es necesario que la organización considere no solo los procesos
mediante los cuales identificará las crisis potenciales, las escalará hasta un nivel apropiado e
informará de la respuesta ante la crisis, sino también cómo fomentar los tipos de
comportamientos que permiten el trabajo individual y grupal eficaz bajo condiciones de
incertidumbre y presión intensa.
4.5 PREPARAR
4.5.1 Generalidades
El énfasis en la preparación para las crisis debería estar en el desarrollo de las capacidades
genéricas que le permiten a la organización responder apropiadamente en cualquier situación.
d) creación de resiliencia dentro de la estructura del CMT [literal c)] con la asignación de
delegados principales y alternos para cada función del CMT, y asegurando que todos
los miembros del CMT están entrenados adecuadamente, son competentes y tienen los
recursos apropiados para llevar a cabo sus deberes.
El plan de gestión de las crisis (CMP, por sus siglas en inglés) es un documento de respuesta y
puede estipular la siguiente información clave:
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g) dónde se va reunir el CMT (con sitios alternos) y qué equipo y soporte se requieren;
h) plantillas esenciales (p. ej., de la agenda y el registro de las reuniones del CMT);
El CMP debería ser tan conciso como sea posible para garantizar que 1) que se lee y ejercita
antes de que sea necesario; y 2) es comprensible y se usa realmente cuando surge una crisis.
Si se requiere, el plan se puede desarrollar para establecer la política y más elementos
procedimentales acerca de cómo funciona el CMT y las disposiciones necesarias para el
entrenamiento y la evaluación, pero esto no debería dar pie a confusión en el propio plan.
6) una lista de todos los elementos necesarios para una respuesta práctica,
La incertidumbre es una de las características que definen a una crisis, por tanto, determinar lo
que sucede y comprender las implicaciones es de vital importancia. Es necesario aceptar y
entender que la información puede estar incompleta cuando se toman las decisiones y se
actúa. Esto exige planificación previa y entrenamiento adecuados.
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Por lo tanto, es necesario que una organización que responde a una crisis pueda:
b) el grado de incertidumbre,
c) el grado de contención,
d) aspectos agravantes, y
Lograr el conocimiento situacional es inherentemente difícil en una crisis, dado que suceden
muchas cosas, la velocidad de cambio es rápida, diversas interpretaciones de la causa y el
efecto pueden ser plausibles y la dispersión de los impactos y los impactos potenciales no son
claros. Alcanzar una apreciación común de esto - denominado conocimiento situacional
compartido - en una amplia gama de personas involucradas en la gestión de las crisis es aún
más difícil, puesto que la información no se mueve libremente, se puede requerir conocimiento
técnico o habilidades especiales para interpretar determinados hechos, la terminología puede
no ser comprendida en términos comunes y algunas partes de la información puede ser
retenida deliberadamente por otros por diversas razones.
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En general, el CMT debería estar conformado a partir de la junta directiva o funcionar con la
autoridad de la junta, dado que esta proporciona la visión estratégica y la autoridad para tomar
las decisiones en las situaciones de crisis y representa su función de liderazgo. En el CMT se
deberían asignar individuos con el nivel apropiado de autoridad, experiencia y capacidades.
Bajo el CMT debería haber una jerarquía de equipos, según sea adecuado, pero las buenas
prácticas han establecido la norma de CMT estratégico apoyado por uno o varios equipos
tácticos y uno o varios equipos operativos. En algunas organizaciones pequeñas esto no es
necesario, pero permite que el CMT siga siendo estratégico en su pensamiento y enfoques,
proporcionando guía al equipo táctico para la planificación y luego al equipo operativo para la
implementación activa.
El tamaño del CMT varía dependiendo del tamaño de la organización, pero comúnmente
consta de representantes de la alta dirección y de las áreas claves del negocio. En el caso de
una crisis real, el equipo se puede ampliar para incluir a otros jefes de departamento de las
áreas más directamente afectadas. Los roles potenciales incluyen los siguientes:
a) Presidente: responsable de liderar al CMT y de actuar como contacto principal para los
elementos operativos de la respuesta a la crisis. El presidente debería ser un alto
ejecutivo con autoridad fuerte, respetado y con una perspectiva a largo plazo, en quien
se confía y es decisivo sin ser impulsivo. Es importante mantener el equilibrio de la alta
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dirección dentro del CMT que no deje a la mayor parte del negocio sin el liderazgo
normal mientras se resuelve la crisis.
b) Recursos humanos: garantizan que se abordan los aspectos relacionados con las
personas. Quien sustente este rol debería tener una experticia amplia en recursos
humanos o poder contactar a los recursos apropiados. Debería poder suministrar
acceso rápido a los datos de los empleados, por ejemplo, el familiar más próximo, y tal
vez sea necesario que proporcione consejería durante las crisis.
d) Legal: proporciona asesoría legal al equipo y organiza el apoyo legal externo, según
necesidad, participa en la preparación de las comunicaciones y asesora sobre otros
aspectos específicos de las crisis, por ejemplo, los pagos de gracia (ex gratia).
g) Registrador: parte esencial del equipo de crisis que mantiene un registro de todas las
decisiones y las acciones para referencia posterior y uso en los seguros, de los
aspectos de responsabilidad o de investigaciones potenciales.
i) Otros equipos del negocio: apoyo adicional para el equipo principal suministrado por
equipos internos de especialistas, por ejemplo, sobre instalaciones, seguridad,
seguridad de la información e informática, los cuales valoran el daño y asesoran sobre
los planes adecuados de recuperación y las facilidades disponibles.
Dada la naturaleza dinámica y compleja de las crisis, es difícil predecir con exactitud cuáles
acciones se exigirán al CMT. Aunque se requerirán algunas acciones genéricas [véase literales
a) hasta k)], la gestión de crisis no es una actividad lineal. Las actividades pueden ser
concurrentes, su importancia relativa puede cambiar con los eventos y todo debería estar
sujeto a revisión continua y rigurosa.
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d) Establecer un ritmo operativo para la respuesta, de manera que las reuniones, las
instrucciones, la divulgación de la información, los comunicados de prensa, las
conferencias, etc. se puedan organizar de manera coherente.
4.7 RECUPERAR
La fase de recuperación implica tratar los efectos o los impactos a largo plazo de una crisis y
con la manera de retornar a una nueva “normalidad” o adaptarse a nuevas circunstancias, en
particular si se han producido cambios importantes en los días, las semanas y, algunas veces
los meses que siguen a la crisis. Esta etapa contiene muchos riesgos e incluso puede acarrear
otras crisis si no se gestiona correctamente.
Es probable que existan problemas continuos que pueden presentarse durante un periodo de
tiempo considerable, a menudo caracterizados por daños a la reputación, preocupación de los
inversionistas y desafíos legales y de seguros permanentes. Es necesario que la recuperación
esté financiada y esto podría afectar a las ganancias, los flujos de efectivo y las relaciones de
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Conviene no ignorar el costo social, con la afección de los empleados, los clientes, y las partes
interesadas claves. Además de la reconstrucción física o la reubicación de la infraestructura
que pueda ser necesaria, puede que se requiera que la organización apoye las investigaciones
o indagaciones por parte de la policía o de las autoridades reguladoras. El CMT también
debería ser consciente de las sensibilidades que van de la mano de los procesos naturales de
curación y duelo, cuando los individuos y sus familias se han visto afectados directamente por
los eventos.
Las crisis sirven como una gran oportunidad de aprendizaje para los individuos y las
organizaciones como un todo. Por lo tanto, el proceso de gestión global debería incluir una
revisión de las crisis y una evaluación de la respuesta, los planes y los procedimientos, así
como de las herramientas y las instalaciones, con el fin de identificar áreas de mejora.
La captura del aprendizaje organizacional a partir de una crisis se produce rindiendo informes
operativos rigurosos y comunicaciones de seguimiento extensas con todos los individuos,
equipos y partes interesadas involucrados en la crisis real. Así se podrían identificar y mitigar
los efectos del evento en los individuos, tanto en el ámbito personal como profesional.
5. LIDERAZGO EN LA CRISIS
5.1 El CMT (véase sección 4) tiene un rol de liderazgo al formar, dirigir y comunicar la
respuesta a una crisis. Esta sección no se centra en las actividades del CMT en sí mismo. En
lugar de ello, establece las buenas prácticas para los líderes de las crisis, independientemente
de su lugar en la organización. El liderazgo en una crisis no es intrínsecamente diferente del
liderazgo en cualquier otro escenario operativo. Las destrezas principales son esencialmente
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las mismas, así como las cualidades y los comportamientos que generalmente se asocian al
éxito. Las diferencias entre el liderazgo en el negocio normal y el liderazgo en la crisis son el
contexto y la amplificación más que los fundamentos. Estas incluyen:
a) el compás/ritmo de la crisis;
5.2 COMPÁS/RITMO
El compás/ritmo hace referencia a la dinámica con la cual se desarrolla una crisis y la velocidad
con la cual los problemas nuevos e imprevistos confrontan a quienes la gestionan.
Algunas organizaciones operan con un compás/ritmo alto y necesitan una toma de decisiones
muy rápida como norma. Sin embargo, es probable que una crisis combine en algún grado
todas las características indicadas en el numeral 5.1 literales a) hasta e). Este es el contexto
que hace que el liderazgo en una crisis sea diferente y un reto muy significativo.
Las crisis se pueden materializar muy rápidamente e incluso aquellas que se desarrollan y
forman en un largo periodo de tiempo pueden alcanzar un compás/ritmo alto rápidamente.
Es crucial encontrar el equilibrio correcto. En general, una solución viable entregada a tiempo
es más eficaz que una solución perfecta que se entrega incluso solo un poco tarde.
Es necesario que los líderes estén expuestos a los retos del liderazgo en la crisis durante el
entrenamiento o los ejercicios, de manera que sean conscientes de la necesidad potencial de
tomar decisiones urgentes y sin contar con “todos los hechos”.
Esto puede ir en contra del método típico de una organización durante el negocio normal y, por
lo tanto, involucra un cambio en la cultura. El cambio en la cultura de trabajo de la organización
en momentos de estrés y reto puede ser excepcionalmente difícil. La única forma práctica de
preparar a los líderes para ello es el entrenamiento riguroso, realista y repetido que les permite
ensayar todas las implicaciones de los escenarios “¿y si…?” plausibles (pero desafiantes).
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Los problemas que los líderes, los miembros del CMT y otros enfrentan pueden ser
extraordinariamente complejos y graves, con amenaza seria para las personas, la reputación y
los activos de la organización (incluso la posibilidad de continuar existiendo). Las implicaciones
son claras:
a) se exigirá a los líderes que tomen decisiones rápidamente y sin toda la información y los
recursos que desearían;
b) los líderes estarán tratando con problemas que son difíciles de entender y que
amenazan seriamente la viabilidad de la organización y (posiblemente) la seguridad y el
bienestar de las personas dentro y alrededor de ella;
e) es necesario que los líderes hagan todo esto en circunstancias que probablemente no
hayan experimentado directamente con anticipación; y
f) es necesario que los líderes hagan todo esto cuando ellos y aquellos en quienes
confían están bajo estrés, lo que afecta al procesamiento de la información y la
comunicación.
El liderazgo en una crisis no es un arte especial, pero puede no estar dentro del grupo de
destrezas de todos los principales líderes de la organización, incluso de aquellos con mucho
éxito en el negocio normal. Por esta razón, los líderes en las crisis deberían prepararse
cuidadosamente y entrenarse a cabalidad. La idoneidad para cargos altos en el negocio normal
no se debería considerar como una cualificación automática para el liderazgo en una crisis.
b) asegurar que ellos, sus equipos y sus partes interesadas comparten un entendimiento
común de la situación, los problemas involucrados, las implicaciones y los resultados
potenciales;
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2) la meta estratégica debería ser una declaración breve del estado final deseado,
suficiente para orientar a las personas acerca del propósito global del equipo líder
cuando se enfrentan con eventos o elecciones imprevistas - no debería ser
sencillamente una lista de resultados deseables generales,
3) los objetivos de los departamentos o el equipo deberían ser SMART (por sus
iniciales en inglés: específicos, medibles, alcanzables, pertinentes [para la meta] y
de tiempo limitado) y contribuir directamente a la meta;
g) entender que sus decisiones no siempre serán “correctas” - en muchos casos, no será
posible juzgar su corrección hasta después del evento, pero es necesario tomar una
decisión aquí y ahora, con base en lo que se conoce en el momento;
h) garantizar que todas las decisiones son (y son vistas como) razonables, con base en la
mejor información disponible en el momento, compasivas, proporcionadas, necesarias y
legales;
i) garantizar que las decisiones queden registradas y documentadas de una manera que
capture la justificación de ellas, haciéndolas más robustas al escrutinio después del
evento y permitiendo su análisis para poder identificar las lecciones;
o) estar preparado para pensar diferente de los paradigmas del negocio normal y de la
cultura organizacional, y considerar soluciones radicales que es necesario aplicar en
formas innovadoras fuera de los procesos establecidos y las expectativas generales de
la organización;
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NOTA Esto sugiere que el líder de la crisis necesita un alto nivel de confianza y autonomía, y autoridad
suficiente para ordenar recursos e impulsar el cambio rápidamente.
Una buena toma de decisiones a nivel estratégico puede guiar a una organización fuera de las
crisis y hacia el éxito futuro, mientras que una mala toma de decisiones casi con certeza
exacerba una situación ya difícil y tiene el potencial de impactos negativos a largo plazo en la
reputación y el valor de la organización.
Existe una gran variedad de modelos para la toma de decisiones y aquellos que son útiles en la
práctica generalmente se organizan alrededor de tres consideraciones principales.
a) Situación: lo que está sucediendo, cuáles son los impactos, cuáles son los problemas,
cuáles son los riesgos, qué podría suceder y qué se está haciendo al respecto. El
conocimiento situacional involucra un conocimiento adecuado de estos factores.
b) Dirección: ¿Cuál es el estado final que se desea, cuál es la meta y los objetivos de la
respuesta a la crisis, y cuáles son los valores y las prioridades que informarán y
orientarán la dirección?
c) Acción: ¿Qué es necesario decidir y qué es necesario hacer para resolver la situación y
lograr el estado final deseado? La eficacia de las acciones se debería monitorear y
reportar.
El modelo de decisión básico es: analizar la situación, identificar los problemas, generar
opciones, evaluar las opciones con respecto al estado final deseado y tomar decisiones o hacer
elecciones, todo lo cual debería ser consistente con los valores y las prioridades estratégicas
de la organización. Idealmente, la toma de decisiones estratégicas en una crisis también sigue
un proceso paso a paso, conformado por las etapas que se ilustra en la Figura 2.
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Este proceso parece lógico y directo, excepto que estos tipos de modelos racionales asumen
que quien toma la decisión está totalmente informado, puede calcular los resultados de una
elección con precisión perfecta y piensa totalmente de manera racional. La realidad a menudo
es diferente.
Los estudios de la toma de decisiones por parte de las personas en crisis de la vida real han
demostrado que no siempre siguen un proceso de decisión claro. La naturaleza de las crisis
crea un ambiente que desvía potencialmente el proceso racional de toma de decisiones, tanto
a nivel estratégico como táctico durante la respuesta a la crisis.
Una crisis es un entorno de toma de decisiones único y retador en comparación con el negocio
del día a día, con características únicas (véase el numeral 3.1).
Todos estos factores imponen presiones psicológicas extremas en el CMT y otro personal
afectado en toda la organización. Sin embargo, los niveles altos de incertidumbre que
caracterizan a la mayoría de las crisis, debido a la falta de conocimiento y a la enorme cantidad
de rumores, suposiciones y desinformación son particularmente amenazantes para una toma
eficaz de decisiones. La incertidumbre incrementa de forma significativa los niveles de estrés
de quien toma la decisión, lo cual puede afectar negativamente a sus procesos cognitivos e
incrementar la probabilidad de un proceso de decisión con fallos y decisiones deficientes.
Los retos para una buena toma de decisiones son claros, pero incluso el superar estos retos no
asegura un resultado exitoso o “bueno”. Sin embargo, una buena toma de decisiones aumenta
de manera importante la probabilidad de éxito.
La toma de decisiones en las crisis se caracteriza comúnmente por dilemas mal formulados,
para los cuales las soluciones parecen no ser correctas ni incorrectas, sino mejores o peores, y
en donde las soluciones a un problema tienen el potencial de generar problemas o dificultades
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adicionales. Tales dilemas se perciben como carentes de un buen resultado y que acarrean
solamente resultados más o menos favorables. Estos dilemas inducen, en particular, niveles
altos de estrés y ansiedad en quien toma la decisión.
Una de las principales razones para ello, es la rendición de cuentas percibida del CMT con
respecto a una decisión que puede, con retrospectiva, ser juzgada como incorrecta por las
partes interesadas. Por lo tanto, hacer nada se puede percibir como menos reprochable que
cometer un error activamente. No obstante, el fracaso en tomar decisiones cruciales y
emprender acciones cuando se requieren es uno de los problemas más generalizados que
disminuyen la eficacia y la eficiencia de la respuesta a la crisis, y que ha producido resultados
trágicos de la crisis [véase también numeral 5.4 literal g)].
Diversos factores mejoran la eficacia de la toma de decisiones estratégicas en una crisis. Estos
incluyen:
a) implementar en toda organización las políticas, las estructuras (equipos y roles), los
planes, los procesos y las herramientas para sustentar la capacidad de gestión de las
crisis de la organización como un todo y del CMT en particular;
c) entrenar a los miembros del CMT en el uso de técnicas de decisión para reducir el
efecto de la incertidumbre en sus habilidades cognitivas; y
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Es necesario que quienes toman las decisiones sean conscientes de los retos que enfrentan y
comprendan que hay herramientas y técnicas disponibles para apoyarlos en la gestión de la
incertidumbre para reducir la probabilidad de cometer errores individuales o colectivos.
7. COMUNICACIONES EN LA CRISIS
7.1 INTRODUCCIÓN
Las comunicaciones en la crisis son las acciones que emprende una organización para
comunicarse interna y externamente durante una crisis. Esto requiere de la habilidad para
desarrollar y entregar un mensaje consistente que transmita la reacción de la organización ante
la crisis, en términos de lo que se conoce en el momento, y lo que se está haciendo acerca de
los diversos asuntos de interés, y debería incluir sus respuestas tanto en el ámbito
organizacional como humano.
Es necesario que la transición entre la gestión de las comunicaciones del día a día y la
actividad que se emprende para gestionar una crisis potencial o avanzada sea interrumpida.
Con comunicaciones modernas, la información puede estar disponible prácticamente en tiempo
real y cada segundo puede contar. La buena preparación previa a las crisis le permite a la
organización responder eficazmente y pasar rápidamente de una fase reactiva a una proactiva.
Para ello, el plan de comunicaciones en la crisis debería estar implementado para establecer
los roles, las responsabilidades y las acciones que deben realizar los miembros del equipo de
comunicaciones y aquellos que los apoyan.
Es necesario identificar y tener en cuenta las necesidades y los puntos de vista de todas las
partes interesadas, incluidos los clientes, empleados, accionistas y proveedores. Es importante
que las disposiciones para la respuesta a la crisis incluyan la capacidad para valorar y entender
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los factores que son significativos para estas partes interesadas y cuáles podrían tener impacto
en la reputación.
El equipo de comunicaciones debería tener una matriz de gestión para determinar a cuáles
partes interesadas se les ha comunicado, cuándo, por parte de quién, y cuándo se producirá la
siguiente comunicación.
7.4.1 Generalidades
b) jefe de comunicaciones,
c) funcionario de prensa,
f) central de llamadas, y
g) comunicaciones internas.
Es posible que el personal individualmente no pueda ejecutar todos estos roles, pero es
necesario que el personal esté incluido dentro de los recursos disponibles.
7.4.2 Vocero
Es necesario que la organización haya entrenado y preparado a los voceros que pueden tratar
con los medios y se sienten cómodos en dicho rol. Debería haber más de un vocero e,
idealmente, deberían estar en diversos grados de antigüedad para evitar que la misma persona
se utilice con demasiada frecuencia. El uso del director ejecutivo como vocero se debe
considerar cuidadosamente para determinar cuándo es necesario y apropiado.
El monitoreo eficaz de los medios de comunicación es crucial para tener una alerta temprana
de las crisis, lo que permite una valoración del nivel y el foco del interés externo y de impactos
más amplios que no se reportan a través de los canales normales. También es muy importante
durante la fase de respuesta a la crisis y para la recuperación posterior a esta. La información y
el análisis detallados de lo que se está reportando y de las “conversaciones” y tendencias
externas permiten la validación de la posición de la organización y una medida de qué tan
eficaz es en involucrarse con los problemas, entregar su mensaje y generar la conversación en
la cual desea estar incluida.
Si es probable que una crisis continúe durante algún tiempo, se debería desarrollar una
estrategia para las comunicaciones que establezca el mensaje central de la organización que
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se va a utilizar en todos los medios, los temas claves dentro del mensaje y el material de
sustentación detrás de tales temas. Esta estrategia debería estar pactada con la alta dirección.
La estrategia debería identificar y priorizar cuáles partes interesadas recibirán qué información,
cuándo y cómo. Se debería desarrollar un plan de involucramiento de las partes interesadas y
suministrar directrices acerca del grado de información que se va a transmitir y a quién.
Es importante recordar que las comunicaciones se pueden adaptar en estilo y tono a las
diferentes audiencias, pero el mensaje principal que transmiten debería ser consistente.
a) tomar medidas rápidas para corregir informes errados y poder discutir los problemas sin
polémica de acuerdo a su experticia;
c) anticipar preguntas que se le formularán: ¿qué sucedió? ¿por qué sucedió? (¿a quién
se culpa?) ¿cuándo se descubrió? ¿qué se está haciendo al respecto?
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Es necesario que los mensajes estén adaptados a su audiencia, teniendo en cuenta las
prácticas normales y la cultura del transmisor y del receptor.
Igual que con todas las formas de comunicación, existen barreras a la comunicación eficaz en
la crisis que es necesario reconocer y sortear. Estas incluyen:
c) falla en utilizar los canales correctos para llegar a las audiencias deseadas; y
Además, es necesario que las comunicaciones concuerden en todos los departamentos, así
como con otras organizaciones (p. ej., casa matriz, filiales) involucradas en la respuesta.
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Las redes sociales han acelerado exponencialmente la velocidad con que se difunde la
información. Por ende, los gerentes deberían esperar que el conocimiento de una crisis sea de
dominio público muy rápidamente. La prevalencia de las redes sociales presenta una
oportunidad, así como un riesgo, y son un medio para la comunicación en un área amplia.
Las redes sociales suministran a las organizaciones la oportunidad de involucrarse con las
audiencias, tanto activamente como a través de la monitoreo en una escala y a una velocidad
imprevista. Estos medios pueden ser extremadamente poderosos si se utilizan bien, por
ejemplo, para disipar rumores, calmar temores y demostrar compromiso.
Si la organización busca una mejora visible en su capacidad para la gestión de la crisis y está
preparada para invertir en medios adecuados para lograrlo, es importante diferenciar entre
entrenamiento y ejercitación.
b) La ejercitación trata de practicar las disposiciones para la gestión de la crisis: tiene otra
dimensión ya que les brinda a las personas la práctica en la aplicación de su
entrenamiento. Esto añade valor, pero sigue siendo secundario al propósito global de la
ejercitación que es poner en práctica y evaluar las disposiciones para establecer su
idoneidad para el propósito.
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Otro principio clave es la necesidad de un medio para valorar (o de otro modo) el grado de
mejora demostrada por los ejercicios. Esta se puede revelar mediante el proceso de revisión
resumido en 8.6 a 8.8.
Los roles que se espera que el personal ejecute en la gestión de la crisis deberían, siempre
que sea posible, poder compararse ampliamente con aquellos (o una extensión natural de
ellos) que se ejecutan normalmente. Por ejemplo, el personal con experticia en el
procesamiento de datos podría ser adecuado como registrador y manejador de información.
Los gerentes también deberían considerar como usar mejor al personal con base en las
destrezas transferibles. Ambos sirven para reducir la carga de entrenamiento, aunque esta no
se puede eliminar totalmente.
Sin embargo, se recomienda precaución al seleccionar al personal (en particular a los de mayor
jerarquía) para los roles críticos en la estructura de la gestión de la crisis. La promoción a un
grado más alto no necesariamente implica que el individuo tenga las destrezas adecuadas para
los desafíos específicos de esta disciplina.
Una vez se han identificado y especificado los roles para la gestión de la crisis, se debería
realizar un análisis de necesidades de entrenamiento para confirmar cuál entrenamiento
específico para la crisis se requiere para el personal involucrado en la implementación de las
disposiciones para la gestión de crisis de la organización. Los resultados del análisis pueden
incluirse en las especificaciones de trabajo y los acuerdos de desempeño.
El entrenamiento para el CMT debería ser realista, útil en términos prácticos y centrado en
aspectos de importancia estratégica para la organización. Se recomienda que el entrenamiento
incluya la reflexión sobre la toma de decisiones en la crisis, la utilidad potencial de los marcos
de referencia para las decisiones (véase la sección 6) y el equilibrio entre intuición y enfoques
más deliberativos e incluyentes. Aquellos a cargo de tomar las decisiones deberían estar
familiarizados con el impacto de los sesgos innatos y aprendidos, la heurística y los
comportamientos que condicionan la toma de decisiones individuales y grupales, de manera
que su impacto se pueda moderar o, por lo menos, comprender.
El desarrollo de las siguientes destrezas claves de los miembros del equipo de crisis es
importante dentro del programa de entrenamiento:
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d) identificación y comunicación eficaz con las partes interesadas, los medios y el público;
h) uso de las herramientas que se suministran para facilitar el desempeño de los roles en
la gestión de la crisis.
e) Registro y justificación de las decisiones tomadas de modo que las acciones de los
gestores de la crisis estén abiertas a examen posterior. Esto facilita el aprendizaje y
permite a los gestores explicar sus elecciones durante cualquier investigación después
del evento.
Es importante que los gestores de la crisis comprendan que las revisiones después de
las crisis no conciernen a si la decisión fue “correcta”, sino si esta es defendible o no en
términos de lo que se sabía en ese momento. Ser “defendible” implica que fue
necesaria, proporcionada, legal, ética y consistente con los valores de la organización.
Es necesario que los individuos que toman las decisiones comprendan esto, pero
también es necesario que haya claridad sobre esta expectativa en toda la organización.
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Este ejercicio es una oportunidad para el autoanálisis organizacional que exige un alto nivel de
reflexión y estimación honesta del desempeño. Puede ser que se determine que el personal y
las unidades, si no la organización como un todo, son deficientes. Si es así, esto debería
quedar expuesto y se debería gestionar de modo constructivo y no ocultarlo para proteger las
reputaciones ni evitar realidades incómodas.
El plan del ejercicio debería incluir una sesión informativa y un análisis riguroso que acarreen
una declaración de las lecciones que se han identificado. Luego, se debería elaborar e
implementar un plan de acción.
Una vez se hagan las mejoras y las correcciones, y se hayan probado en evaluaciones
posteriores, será posible llamarlas lecciones aprendidas.
La política de la organización sobre pruebas y ejercicios debería estar articulada, ser aprobada
por la alta dirección y luego sustentada de manera visible. Además, la presentación y el manejo
de todo el proceso son importantes para dejar muy en claro que la resiliencia hace parte del
negocio central de la organización.
Existe una amplia variedad de tipos de ejercicios diferentes disponibles para sustentar los
requisitos de entrenamiento, ejercitación y prueba de la organización. La organización debería
seleccionar el tipo de ejercicio o la metodología que mejor satisfaga sus objetivos y requisitos.
NOTA Directrices adicionales sobre ejercitación y aplicación de pruebas se encuentra en el documento PD 25666.
e) una acción para implementar esas lecciones y medios para reportarlo y confirmarlo; y
f) una “lectura preliminar” de estos resultados en el resto del programa del ejercicio.
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Se pueden usar facilitadores y observadores externos especialistas para los ejercicios y las
actividades asociadas posteriores a estos. Esta recopilación de lecciones a partir de un
incidente o una crisis real sigue el mismo proceso.
Los resultados de la ejercitación deberían ser un incremento tanto en la capacidad del equipo
como en las destrezas y conciencia individuales. El entrenamiento y la ejercitación deberían ser
un proceso continuo para crear y desarrollar ambos.
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BIBLIOGRAFÍA
Publicaciones normativas
Para referencias con fecha, solamente se aplica la edición citada. Para referencias sin fecha,
se aplica la edición más reciente del documento citado (incluidas las enmiendas).
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DOCUMENTO DE REFERENCIA
rrc.
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