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Abril 2019
Queridísim@s tod@s:
Es siempre una gran alegría comunicarnos con ustedes y así poder caminar juntos en
nuestro camino espiritual y comunitario.
Seguimos también rezando por la paz que como sabemos en muchos lugares está muy
amenazada.
Chepi y Regno
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El Espíritu Santo y el anhelo a la santidad
Ayer fue Pentecostés. Un Pentecostés especial para nosotros este año. El Espíritu Santo,
nuestro protector, ha entrado, de hecho, más profundamente en nuestra almas después de
dos años de meditación de todo el movimiento acerca de Él.
Ahora su voz se escucha mejor, su atmósfera divina se aprecia más, se conocen los dones y los
frutos... El Espíritu Santo, por lo tanto, está más cercano, más familiar: ha tomado su lugar en
nuestra alma.
Y con Él ha regresado el deseo de santidad. Pero en la medida justa, según nuestra línea: Él es
el santificador.
Recuerdo que en el inicio del Movimiento habíamos, en cierto modo, renunciado a la santidad, tal
como lo pensaba cualquier cristiano en aquellos tiempos: ya sea porque -nos parecía- tenía algo
de egoísta, de replegarse sobre uno mismo (y la de radicalidad de nuestro Ideal: el amor, no lo
permitía), ya sea porque nos sentíamos llamados a una santidad colectiva.
Luego, con el transcurso de los años, con una comprensión nueva de María, se perfiló la idea de
nuestra santidad en la “Vía Mariae” (“camino de María”) en un camino al mismo tiempo
individual y colectivo.
Ahora, en estos días estamos -me parece- en un tercer momento, que se volvió claro durante la
novena al Espíritu Santo: la santidad. Sí, de hecho, la absoluta exigencia de la santidad, pero
por amor a los demás: por lo tanto, santos por amor; porque hemos entendido que no podemos
dejar nada mejor a los demás que un “modelo” de nuestro Ideal.
De modo que también yo, también hoy, renuevo la decisión: tender a la santidad siguiendo a
Jesús abandonado y a María desolada, la “nada”, para ser toda voluntad de Dios y amor a los
demás.
Chiara Lubich
2
«Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies,
también ustedes deben lavarse los pies unos a otros» (Jn 13,
14).
LETIZIA MAGRI
1
Cf. C. LUBICH, Parole di Vita (ed. F. Ciardi), «Aprile 1982», Città Nuova, Roma 2017, pp. 233,
235 (próxima publicación en castellano).
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1) La estupenda Palabra de Vida de este mes nos habla de servicio, de acogida que en el antiguo Oriente se manifestaba
con el lavatorio de los pies a los huéspedes que llegaban de un largo viaje y que normalmente realizaba un siervo.
2) Esto que realiza Jesús antes de su muerte, pone de relieve la importancia de este gesto que en un principio los
discípulos se niegan a aceptar, pero Él, al final, les explica.
3) Con esta imagen tan significativa, Juan nos desvela completamente la misión de Jesús: Él, el Maestro y el Señor, ha
entrado en la historia humana para encontrarse con cada hombre y con cada mujer, para servirnos y restablecer nuestra
relación con el Padre.
4) Es una invitación clara y simple; todos podemos entenderla y ponerla en práctica inmediatamente, en cualquier
situación, en cualquier entorno social y cultural.
5) Los cristianos, que reciben la revelación del Amor de Dios a través de la vida y las palabras de Jesús, tienen una
«deuda» con los demás: imitar a Jesús acogiendo y sirviendo a los hermanos, para ser a su vez anunciadores del Amor.
(Tiene como finalidad facilitar la comunión, el diálogo entre todos. La duración no tendría que ser
mayor de 30 min.)
1) Y si tratamos de vivir así, el testimonio es aún más eficaz cuando dirigimos nuestra atención a los pobres
con espíritu de gratuidad, rechazando en cambio comportamientos serviles hacia quienes tienen poder y
prestigio.
2) Además Jesús nos pide que testimoniemos el Amor no solo personalmente en los ambientes donde
vivimos, sino también como comunidad, como pueblo de Dios, cuya ley fundamental es el amor recíproco.
3) Después de estas palabras, Jesús sigue diciendo: «Porque les he dado ejemplo, para que también ustedes
hagan como yo he hecho con ustedes… Sabiendo esto, dichosos serán si lo cumplen» (Jn 13, 15-17).
4) ¿Cómo viviremos entonces esta palabra? […] Imitar a Jesús significa comprender que los cristianos
tenemos sentido si vivimos por los demás, si concebimos nuestra existencia como un servicio a los
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hermanos. […] Entonces habremos realizado lo que a Jesús más le importa. Habremos entendido de lleno el
Evangelio. Seremos realmente dichosos».
La ciencia, dedicada a inventar instrumentos de exterminio, hará que la próxima guerra sea de una
crueldad refinada, metódica, exquisitamente estúpida.
El miedo regula las relaciones recíprocas entre las personas. Sometidos por el temor, países
empobrecidos mantienen ejércitos desproporcionadamente grandes y costosos (…).
Habría una solución: sustituir el miedo recíproco con la confianza recíproca, la desconfianza con la
amistad. Pero la solución es demasiado… fácil, por eso es tan difícil. Y echaría a la calle a varias
oligarquías.
A los jovencitos impulsivos y sabiondos, a los diputados y personajes públicos, a los periodistas
improvisados y a los roedores de los bancos, a las señoritas insípidas y a las solteronas de los comités,
a todos los especuladores altos y bajos, a los generales y a los profesores, a todos los que sostienen la
guerra… yo impondría un remedio para que recobren la razón: los pondría durante diez minutos en una
trinchera bajo un bombardeo extenuante, obsesionante, en donde pierdan toda la razón y la
naturaleza se rebele. Si uno sale de ahí sano entiende la guerra y termina maldiciéndola.
Esta honorable sociedad de ministros, diputados, periodistas que nos explican el significado de la
guerra, debería entender de una vez por todas que esas discusiones a nosotros nos dan náusea.
Nosotros queremos olvidar…
Nosotros queremos la paz, la serenidad y queremos que la violencia que se está desencadenando se
aplaque.
¿Pedimos demasiado?
6
Igino Giordani
EXPERIENCIA.
“Trabajen no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta
la Vida eterna. Este es el alimento que les dará el Hijo del hombre.”
Cuando aún trabajaba en esa empresa llevaba tortas para comer, un día le
compartió a un compañero, le gustaron mucho y le pidió que todos los días le
llevara una. Así poco a poco hizo publicidad con los otros compañeros y cada día
aumentaba el pedido, después lo mandaron a trabajar en la oficina y ya no pudo
continuar con la venta de tortas.
Como pasaban los días y no tenía ninguna respuesta de trabajo, pensó que
podía llevar nuevamente tortas a sus amigos, me pidió prepararle algunas, yo le
dije que si lo habían despedido era porque no lo querían ver más allí, pero él
insistió en que lo intentáramos.
7
R. y G.