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III Congreso de Prevención Integral ante el Uso Indebido de las Drogas: Red
Nacional de Instituciones de Educación Superior”Conciencia ante las Drogas” 7
al 9 de Octubre del 2004.

Conferencia Central. Ponente Dra. Maritza Salazar Medina.Facultad de


Ciencias de a Salud .CEPRODUC-UC.

Titulo:
“El Contexto Socioestructural y Sociosimbólico del Consumo de Drogas en
Venezuela”. 7 de Octubre 6:15 pm a 7pm.
Muy buenas tardes estimado público presente. Señoras y Señores.
Es para mi un gran honor y un especial compromiso, estar hoy aquí compartiendo
con ustedes compañeros y amigos este significativo acto, el cual nos reune con
motivo de celebrar “El III Congreso de Prevención Integral Ante el Uso
Indebido de las Drogas”:Red Nacional de Instituciones de Educación Superior
“Conciencia ante las Drogas”.Evento este que puede interpretarse como una
continuación de los que hasta ahora venía realizando la distinguida “Fundación José
Feliz Ribas” y que por razones ajenas a su voluntad cedió este espacio a las
universidades, correspondiéndole a la Universidad de Carabobo el compromiso de
asumir este importante reto, dada la experiencia y voluntad política de las
autoridades universitarias, especialmente de los miembros que integran el referido
centro para continuar con el trabajo de investigación, docente y de extensión que
comenzó hace poco más de diez años y que todas las autoridades universitarias han
apoyado en diferentes momentos históricos. Basta con recordar la celebración del “I
Congreso de Educación Superior del Problema sobre las Drogas” realizado en la
gestión del entonces rector de la esta universidad profesor Eli Mercado Matute, quién
tuvo la brillante idea de abrir un espacio académico para el estudio de esta
problemática en el año 1992. En ese congreso participaron 17 países de Norteamérica
Europa y Latinoamérica. Se publicaron sus memorias en tres tomos: Tomo I
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conferencias. Tomo II mesas redondas y Tomo III trabajos libres, para un total de
1.200 páginas aproximadamente .Luego le correspondió a la Universidad del Zulia el
II Congreso. Más tarde a la Universidad de los Andes el III Congreso. Y la
Universidad Central de Venezuela celebró también su I Congreso. De tal manera que
este podría ser el IV y no el III Congreso, pero por esas cuestiones que todos
conocemos en los predios de la intelectualidad y el protagonismo político del cual la
universidad forma parte, parece que cada institución desea destacar este tipo de
eventos, olvidando quizás que la historia nos muestra acontecimientos que marcaron
de manera alguna como fueron los comienzos y como se han ido construyendo
caminos en búsqueda del quehacer científico en este campo del conocimiento.
Es importante reconocer que el poder de convocatoria de este evento es inherente a
las universidades y es legítimo pensar que así sea. En todo caso bienvenido sea este
Congreso que hoy nos reune para continuar el diálogo productivo hacia nuevas y más
eficientes propuestas universitarias destinadas a crear y o fortalecer estilos de vida
saludable libre de drogas con una visión más actualizada de la problemática de la
oferta y la demanda de las drogas.

En palabras de Víctor Córdova esta situación por la cual han venido pasando las
universidades venezolanas se puede traducir en ideas y acciones concretas que
permitan “…romper con las herramientas alienantes que no dejan que el OTRO
aparezca y que tenga derecho a existir…. es admitir la posibilidad preguntada por
Toouraine de si aún PODREMOS VIVIR JUNTOS”.
Continuando con la historia de este tipo de eventos, es oportuno recordar que fue al
rector Ricardo Maldonado conjuntamente con la dirección de Ceproduc ,a quién le
correspondió organizar la infraestructura operativa y el sistema de relaciones intra y
extrauniversitarias para ir favoreciendo el desarrollo de planes, proyectos y
programas de naturaleza docente, de investigación y extensión a objeto de facilitar
su proyección nacional e internacional. CEPRODUC fue creado según decreto
numero 12 del rectorado. El Centro ha cumplido con esfuerzo, mística, y gran
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voluntad de trabajo una labor muy importante e nivel nacional e internacional. Esta
acotación la hago por respeto a la historia y por la condición que me otorga el
tiempo desde los comienzos en que algunos profesores de la facultad de Ciencias de
la Salud y Educación iniciaban una organización bajo los auspicios de la Vicerrectoria
Académica de la Universidad a cargo del profesor Rubén Ballesteros Lara. quién
apoyo siempre este grupo durante su gestión.
El centro ha ido avanzando como el Ciclo de la Droga de que habla Gamella:
especialista, investigador, de renombre internacional, de la Universidad de Granada.
España, cuando se refiere a las drogas como ciclos que avanzan a corto, mediano y
largo plazo, con nuevas modalidades, formas, colores motivaciones y efectos; van y
vienen. Y es así como la voluntad política de las autoridades de turno en las
instituciones del Estado le imprime al problema su particular dinámica: individuo-
droga-sociedad en una circularidad irreductible que esta en constante movimiento,
con la característica de ser un fenómeno atemporal, que no avisa, aparece con su
propia naturaleza. El consumo de drogas lícitas e ilícitas ha estado históricamente
siempre presente en nuestras sociedades. Ahora en este nuevo milenio amenaza con la
transformación genética generacional de un futuro incierto pero con la esperanza de
por lo menos dialogar, contamos con alta tecnología y una nueva puerta que se abre
hacia la condición humana: el humanismo y sus vertientes simbólicas de significados
para una mejor comprensión de las redes sociales involucradas en este fenómeno.
Las políticas de cómo tratar el problema de las drogas responde con mayor firmeza a
las estadísticas de incautación de las mismas y no a los problemas sociales que de
ellas se derivan, porqué? porque sencillamente son desconocidas, los argumentos que
nos muestra la literatura especializada en su mayoría o bien pertenecen al campo de
las ciencias básicas, o parten de a oferta y no de la demanda real que sigue y seguirá
siendo un camino muy complejo para los investigadores que desean adentrarse en el
complicado mundo de lo vivido en este submundo de la drogadicción. El tema de las
drogas ya forma parte de nuestra cultura y como tal no todos lo consideran un
problema. Cada vez son mas los preocupados y menos los ocupados en la lucha en
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contra de este fenómeno como dice nuestro gran maestro .Dr. Pedro Alcalá Afanador.

Ahora bien, ubicándome ya en el terrero de este contexto, acerca de la temática de la


conferencia antes citada. Quiero agradecer a la actual directora del Centro de
Estudios sobre el problema de las drogas CEPRODUC- De la Universidad de
Carabobo. Profesora Maria Navarro De Sáez, miembro fundador de este centro,
docente e investigador de la Escuela de Enfermería de la Facultad de Ciencias de la
Salud y al ilustre comité organizador de este importante evento, por la invitación
de que he sido objeto para intentar trabajar la Conferencia Central que caracteriza
este encuentro en el marco del paradigma que hoy día ocupa el primerísimo lugar en
nuestra sociedades interesadas en tratar el fenómeno de las drogas desde la
conceptualización de lo que significa la Promoción de la Salud. en el entendido de
que la posición cuyuntural de estos tiempos, ha dado lugar a la toma de conciencia
de que el mayor esfuerzo del capital humano y de financiamiento por parte de las
instituciones ad-hot en esta materia, ha de estar dirigido a como evitar que nuestra
población más vulnerable: niños y adolescentes incursionen en el consumo de drogas.
Tratando como señala sabiamente el Dr. Madrigal, basando su criterio en
investigaciones científicas: que es prioritario abordar los factores causales, de riesgo
y los factores de protección.(1998). Privilegiando la investigación, la formación de
recursos humanos y la proyección social-comunitaria que reproduce constantemente y
con gran velocidad la dinámica de lo que significa el consumo de drogas, a la par de
los avances científicos, humanísticos y tecnológicos de diferentes contextos sociales.
La lectura que cada especialista ha de dar a esta premisa, casi siempre está
circunscrita a su disciplina, pero en estos tiempos la sabiduría interactiva
comunicacional del circulo hermenéutico de herdergiet(revisar escritura correcta) nos
señala el camino humanístico individual-colectivo como respuesta a una mejor
comprensión de lo humano-sociocultural desde lo multicidisclinario y
transdiciplinario. La tarea no es fácil, sobre todo si se tiene claridad de la evolución
de las posiciones paradigmáticas de los especialistas. Las ideas toman su tiempo de
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maduración, consolidación y traducción a la experiencia en nuevas opciones capaces


de romper paradigmas y armar formas operativas eficientes que se reflejen en el
desarrollo armónico de en una población joven sana y productiva libre de drogas.
Ahora bien, entrando en materia motivo de esta conferencia voy a referirme a
la idea de construir una visión contextualizada del sujeto que consume droga .La
misma tiene que ver con dos problemáticas sustanciales de cada sociedad y los
contextos en los cuales el sujeto social vive la experiencia del antes, durante y
después del consumo y algunos acercamientos al sujeto en cualquiera de estos
estadios de la experiencia del consumo de drogas. Tal como lo muestra la literatura,
es un hecho cierto que la ciencia nos ha aportado acerca de los efectos nocivos que se
producen en el organismo individual y colectivo social de aquellos individuos que
consumen. Son muy pocas las personas que realmente se reincorporan a la sociedad
sin la huella que marca para siempre en algún sentido la trayectoria de vida de los
sujetos implicados, que en algún momento incursionaron en este estilo de vida, bien
sea en el orden biológico, psíquico, espiritual y sociocultural.
Es necesario plantear una serie de elementos básicos que incorporen, en una
visión transparadigmática, contenidos pertenecientes a las lógicas sociales diversas y
a puntos de vista personales, lo cual implica discernir entre las visiones holísticas,
estructuralistas, visiones psicologizantes, individualistas, culturológicas; “...dichas
visiones han sido precedidas de enfoques filosóficos generales y de una tradición
científica forzada por el peso del positivismo y por el prestigio de las ciencias
naturales”. Córdova Víctor(61)
La generación del conocimiento científico en este campo de las drogas ha estado
caracterizado por el positivismo, asunto que ha dado y sigue dando resultados muy
importantes para comprender muchos hechos vinculados con las causas y efectos que
producen las drogas en el organismo humano. En consecuencia este esquema no es
posible aplicarlo al campo del humanismo, donde están muchas de las respuestas de
naturaleza cualitativa que no es posibles encontrarlas a través de la ciencia dura o de
encuestas, sino todo lo contrario, a través de un acercamiento a la vida del otro ser
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que vive la experiencia relacional de la dinámica del consumo de drogas, imposible


de medir sino no es a través de la situación interactiva donde lo biográfico se traduce
en el mundo no sólo cognitivo, emocional sino de experiencias vitales para cada
contexto. Es así como el investigador logra dar con el sentido o significado que la
persona consumidora no puede traducir en números a través de un instrumento
previamente elaborado como si se tratara de medir variables “objetivas” en una
muestra que supuestamente tiene características idénticas. Es por ello que la
investigación es este campo, en estos casi cincuenta años de desarrollo, ha sido lenta,
difícil, compleja y muy limitada; quizás por tratarse de un fenómeno relativamente
nuevo de nuestras sociedades y dadas las características que representa su dinámica
constituye un hecho que sin lugar a duda ha dificultado la comprensión de su
comportamiento en las diversas sociedades y por la naturaleza propia de cada región
desarrollada y subdesarrollada, aunada a ello la nueva era de la globalización y la alta
tecnología que trastoca todas las vertientes posibles para su estudio y hace día a día
más difícil el abordaje de este fenómeno, especialmente desde una sola visión
disciplinaria. Su discusión teórica suele ser compleja, como compleja es toda teoría,
pero su manera de abordar o de operativizar una propuesta hay que limitarlo según
sea el campo del conocimiento en cuestión, los recursos humanos calificados, el
financiamiento y las posibilidades reales de compromiso y voluntad política de las
instituciones académicas, gubernamentales y productivas del Estado.

En este sentido se argumenta el apoyo fundamental de que el hombre vive en


y por las relaciones sociales, en su actuar histórico concreto. Es así como se construye
una trama de relaciones sociales en su diario vivir. Es la vida misma desde su
nacimiento, condición biológica y psíquica que lo mueve aún sin haber aprendido un
lenguaje oral inteligible que lo lleva a comunicarse en los comienzos de su existencia,
primariamente con sus gestos, como el llanto, la risa y otras maneras de hacerse sentir
como humano, iniciando esa red de relaciones que van adquiriendo un significado
propio, producto de la cultura y/o sociedad donde ha tenido lugar su advenimiento.
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En este camino de construir y reconstruir del sujeto, las relaciones sociales se


van haciendo cada vez más complejas y se constituye un campo de estructuraciones
de lo social, dotadas de un sentido, de una lógica y de una virtualidad. Todo este
proceso tiene lugar en diferentes momentos de desarrollo y crecimiento del ser
humano. De allí que el sentido y direccionalidad del mundo de relaciones se ubica
históricamente en un tiempo evolutivo y según como el hombre se relacione
socialmente con su entorno familiar, educativo, religioso, comunitario y, dentro de
este escenario, es muy importante el cómo ocurre el tejido social que configura al
sujeto perteneciente a una sociedad determinada. Históricamente su existencia está
construida por las concepciones ideológicas, el nivel de desarrollo económico,
político y social donde está inmerso. Todo ello implica la producción y reproducción
del mundo de vida.

Las relaciones sociales determinan la forma cómo los hombres producen sus
condiciones materiales de vida y, al mismo tiempo, es fundamental tener presente que
la experiencia del vivir hace a los hombres pensar, sentir y actuar de diferentes
formas, en diversas circunstancias, según sean las realidades del mundo objetivo y
subjetivo del fenómeno social y de las condiciones de vida, el mundo de lo personal,
de lo afectivo y de su subjetividad.

El hecho de construir una visión del contexto y lo vivido, también tiene que
ver con un tipo de realidad sui géneris, donde el hombre, a través de sus elementos
mediadores producto de la fuerza que potencia la satisfacción de sus necesidades,
actúa en lo cotidiano, construye y reconstruye, sintetiza, mediante una praxis concreta
a través de un proceso en el cual se apropia en forma relativa de la realidad social
donde tienen lugar normas y formas características que estructuran cada sociedad.
Este tipo de realidad social, diferente a la natural, genera en el hombre un potencial
creativo, imaginativo, propio del desarrollo evolutivo normal de su cerebro. Surge así
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un universo simbólico cognitivo que le permite comunicarse con el mundo. Esto no


es otra cosa que una realidad humana que considera al hombre como el centro del
universo.

Los procesos de comprensión, interpretación y transformación de la realidad


social antes referida, en esta tarea de contextualizar al sujeto en su mundo de vida, se
caracterizan por ser la diferencia y la diversidad con que se presentan. Se pueden
hacer y, en efecto, se hacen, varias lecturas considerando la complejidad del sujeto y
de su subjetividad. De allí la importancia de descifrar diversos procesos de
comprenhensión, interpretación y dialectización y razonamiento lógico de esta
realidad social, teniendo presente los procesos de ideologización de las relaciones
sociales, de alienación en la práctica del vivir, de racionalización de los procesos que
conforman un sentido ético del vivir, de los procesos psicosociales que configuran la
trama de valores, representaciones y actitudes sociales. Estos procesos revelan los
aspectos objetivos de la realidad y que, a su vez, tienen una existencia subjetiva en el
pensamiento.

Desde el discurso del sujeto objeto de estudio sobre la problemática de las


drogas, la realidad sociocultural participa de una realidad formalizada, es decir, la que
regula la sociedad, y la realidad representada es aquella que se estructura, en primer
lugar, en el plano de las representaciones ideales propias del psiquismo consciente,
como son la moral y la ética. En el segundo plano, es la imagen que el grupo se hace
de sí mismo, el de las reinterpretaciones secundarias que permiten explicar su propia
cultura a través de diversas racionalidades, y el tercer plano es el de las
representaciones literarias y artísticas que expresan algunas veces en el consenso las
tensiones, la dinámica del grupo, y un cuarto plano constituida por tipos de ritos y
ceremonias y relaciones interpersonales (Pourier, Claper, Valladon-Raybaut, 1983).
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La realidad vivida ofrece varios niveles de expresión: la realidad manifestada,


que puede ser explícita o implícita; la realidad inaparente: aquella que no está regida
por ningún tipo de prohibición tácita; la realidad secreta: referida al dominio de lo
prohibido; otro plano estaría constituido por la vida soñada; de fantasmas y sueños.
Las llamadas ensoñaciones que orientan la vida psicológicamente, en acuerdo a la
edad y la experiencia vivida, es la esperanza, las expectativas y las aspiraciones.

Estudiar la experiencia de vida exige construir, en forma separada, los


diversos marcos de referencia que van a situar la experiencia vivida dentro de unos
contextos generales. Al respecto, Córdova (1995), señala:
Los contextos sirven de base situacional en la cual discurre la
experiencia vivida, entendida ésta como actividad práctica;
pueden ser definidos en los términos de contenidos teóricos,
metodológicos e históricos que le son estructurales y
funcionales. También pueden ser definidos por las relaciones
entre los actores y las estructuras sociales (es decir,
ordenaciones sociales). Y pueden ser definidos de igual forma
por las dimensiones simbólicas que se construyen alrededor
de esta actividad multifacética, y que involucra diferentes
niveles de la práctica social e individual, y que afecta también
a espacios sociales e individuales que van desde la vida
cotidiana hasta los movimientos sociales colectivos (p.75).

Un primer contexto puede ser definido en base al lugar, al horizonte histórico


y las prácticas sociales que involucra la experiencia vivida. Este espacio se denomina
contexto histórico social y está dotado de un conjunto de componentes económicos,
políticos, sociales y culturales asociados con el fenómeno de las drogas. La estructura
es lo básico, la dialéctica con el sujeto es complicada. La experiencia que vive el
sujeto se encuentra tramada por un juego difícil de mediaciones, regulaciones y
anatomismos sociales propios de cada cultura.

Este contexto permite comprender la inmensa red de fondo: la trama en la que


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se inserta y se encuadran las distintas experiencias vividas por el actor consumidor y


o traficante de drogas. La construcción de este contexto exige, por parte del
investigador, conocimientos históricos, políticos y culturales que den lugar a la
elaboración de un marco ambiental, social, familiar, en el que el dato biográfico de
estos actores sociales se inserte y respecto al cual reacciona (Ferrarotti, 1991).

Este contexto ayuda a comprender y a establecer las relaciones globales con la


realidad social, así como las manifestaciones empíricas de lo vivido, entendidas como
experiencias de una praxis social que supone actores reales y un nivel de subjetividad
e intersubjetividad humanas. Este contexto es llamado por Córdova, contexto
socioestructural.
Dicho contexto permite precisar un conjunto de relaciones estructurales de la vida
social, que sirven de base para descifrar las diferentes dimensiones que se construyen
a través de las relaciones pluridimensionales entre el individuo y la sociedad.

Un segundo contexto lo constituirían las formas de conocimiento que se han


desarrollado históricamente para comprender el proceso de lo vivido. Esto es, hacer
visibles las teorizaciones y los paradigmas constitutivos de las ciencias sociales que
de alguna manera se refieren a la problemática del consumo y tráfico de drogas.
(conceptos, categorías para clasificar la actividad del sujeto, los problemas teóricos y
epistemológicos alrededor de importantes cuerpos del lenguaje sobre la estructura de
los sistemas sociales y la noción de totalidad). Los perfiles de una hermenéutica
social o neodialéctica que plantea las complicadas relaciones entre lo dado y lo
vivido, entre lo dado/dándose y el presente/futuro en las relaciones sociales.

Un tercer contexto sería aquel que sitúe la dimensión simbólica de la vida


social. Se refiere a un cuerpo de conocimiento que incorpore el sistema de valores, las
representaciones sociales, los modelos culturales, las escalas de sentido y de
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significación que los actores consumidores y traficantes dan a su propia actividad, y


todo el campo de aspiraciones y expectativas que las personas sueñan, buscan y
luchan para vivir mejor.

En opinión de Córdova, este contexto podría denominarse sociocultural, pero


lo llama sociosimbólico, siguiendo la propuesta de Bertaux (1990) el estudio de lo
socioestructural y de lo sociosimbólico no proceden de la misma manera. Estos dos
niveles de lo socioestructural y de lo sociosimbólico no son más que dos caras de un
mismo real: lo social. Es por esta razón que todo estudio profundo de un conjunto de
relaciones sociales, se ve llevado a considerarlos simultáneamente.

Ferrarotti, a propósito del: Contexto y Temporalidad, en su libro “La Historia


y lo Cotidiano” hace un detallado análisis de tipo histórico, a objeto de descubrir y
medir la significación de la invención de los actuales testimonios. De aquí deriva lo
fundamental del nexo entre contexto y tiempo, y simétricamente entre tiempo y
vivencia. Cada contexto tiene una específica temporalidad, un ritmo evolutivo, el
tiempo de su movimiento. Por otro lado una trayectoria de vida es una vivencia en el
marco de su temporalidad. Esta referencia se cumple en el tema drogas.

Refiriéndose al contexto socioestructural, Córdova (1995) indica los ejes de


estructuración claves de las relaciones sociales y la actividad social de los individuos,
o las relaciones entre estructura y acción, guiada no sólo por las distintas prácticas del
sujeto, sino por intereses y expectativas que el individuo va generando en sus
relaciones con los demás y con lo estructurado. “No existe un modo universal único
de relación entre la estructura social y la práctica, sino una pluralidad de modalidades
de relación” (p.79).

Otro eje de estructuración del contexto es el que informa las relaciones entre
individuo y sociedad. La concepción básica de esta relación indica que la misma debe
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ser mirada a través de la triada individuo–grupo– sociedad. Ésta se estructura social y


simbólicamente a través de las diversas prácticas de los actores sociales, permite una
comprensión más concreta de la realidad social.

En cuanto a las dimensiones estructurales de la realidad social correspondiente


al contexto socioestructural en el cual debe situarse la experiencia vivida de los
actores en el campo de las drogas, es importante tener presente el proceso histórico de
constitución del contexto; el tiempo en el cual ocurre el proceso de constitución, es
concreto y específico. Esto significa que existe un marco de temporalidad, donde los
acontecimientos siguen su propia organización espacial. Teniendo en cuenta que el
ritmo de lo cotidiano y las bases del contexto pueden variar, por la influencia de
situaciones coyunturales propias del devenir histórico en un momento dado. Las
dimensiones universales en donde se estructura la realidad social y que sirve de
marco de referencia a la comprensión de la experiencia vivida, lo constituyen: lo
económico, lo político, lo social y lo cultural, y la dimensión relaciones de poder.

Esta última, según Córdova (1995), configura un específico campo de


estructuración por el peso que tiene en la sociedad contemporánea. Lo económico
está constituido por las condiciones materiales de la sociedad que soportan la
actividad social; es decir, el trabajo productivo que da lugar a la producción de bienes
y servicios garantizando la satisfacción de las necesidades fundamentales de los seres
humanos. Sin olvidar que lo económico como dimensión y como actividad, también
genera su propio pensamiento, es decir, la economía, sean cual fueren sus elementos
ideológicos y/o doctrinarios.

La dimensión de lo político está constituida por la complicada trama de


intereses y del control social en que se estructura, generándose así las actividades
públicas que afectan las condiciones materiales de las personas. La dinámica del
poder involucra sentimientos y pasiones humanas. Lo social es la dimensión donde se
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estructuran y organizan las relaciones sociales; a través de ella los grupos sociales, las
clases sociales, escenifican su actividad.

Lo cultural constituye la dimensión básica de la vida social y por ello se habla


de una dimensión sociocultural o de un contexto sociocultural, con el fin de hacer
comprensivas las relaciones y la práctica social referida a la dinámica del consumo y
tráfico de drogas.. Esta dimensión cultural incluye lo normativo, sea éste formal
(sistema jurídico) o informal (tradición y costumbres). También se observa la
ideología, la cual expresa una condición autónoma que transmite y regula las
prácticas sociales.

Otro aspecto a considerar en lo cultural sería la aparente dicotomía entre


cultura material y cultura espiritual. De aquí que las orientaciones de valor, los
valores, las representaciones sociales, forman parte de la cultura, la cual se constituye
en un ente intelectual y simbólico, sin las cuales la cultura misma (en la visión de
Herskouits, cultura es todo lo que hace el hombre: el hombre y sus obras) no sería
posible. Los llamados modelos culturales, modos y estilos de vida, están inscritos en
lo cultural e integrados a los procesos de transculturación y, en consecuencia,
constituyen modelos o pautas a seguir.

Otro aspecto tratado por Córdova (1995) son las llamadas dimensiones
funcionales de la realidad social. Al respecto, plantea que no existe una separación
tajante entre lo estructural y lo funcional. Desde el punto de vista de lo que podría
considerarse como una dinámica operativa al momento de considerar lo funcional del
contexto, entran en escena, a manera de intervención, las nociones de espacio social,
modos de vida y/o estilos de vida. Estas tres nociones se interrelacionan, se
entrecruzan, por cuanto las prácticas sociales se movilizan de lo estructural a lo
funcional y viceversa. Su separación es típicamente didáctica, pero su realidad de ser
no es estática. Es algo así como la anatomía y la fisiología; ambas se estudian y tratan
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como entidades separadas para una mejor comprensión de su razón de ser y su


naturaleza, pero en la realidad del cuerpo humano están íntimamente relacionadas, en
movimiento, y no es posible concebir, por ejemplo, la estructura anatómica del
corazón sin poner en evidencia su función, su fisiología.

En el caso de las dimensiones funcionales de la realidad social de las prácticas


sociales, la dinámica estructural es vulnerable al cambio y aquí lo histórico da cuenta
de la complejidad dinámica de las citadas dimensiones funcionales, de la realidad
social. Respecto a los modos de vida y estilos de vida en materia de drogas.

En cuanto al espacio social, han sido tomadas las ideas de Bourdieu (referidas
por Accardo (1983). Así, se considera que lo vivido cotidianamente por diversos
agentes sociales, está todo localizado en tiempo y espacio. El espacio social sería
cualquier sitio o lugar donde se produzca la interacción humana. Un espacio social es
un conjunto organizado o, mejor, un sistema de posiciones sociales que se definen las
unas por la relación con las otras. Son como conjunto de posiciones socialmente
definidas; posiciones que se diferencian unas de otras por los deberes y derechos que
le son asignados a cada una de ellas, por el precio en tiempo, energía, dinero, talento,
competencia, etc., que es necesario pagar para ocuparlas o por las gratificaciones o
recompensas que ellas aportan a sus ocupantes, como por ejemplo, títulos, honores,
prestigio, servicios, dinero, etc. De esta manera se mira cómo en la vida social, toda
práctica individual o colectiva está siempre orientada en relación a valores
socialmente establecidos.
En la tradición sociológica se le denomina más bien sociocultural y, para
Durant (1981), se llama “Contexto Histórico Simbólico” en su obra “Las
Estructuras Antropológicas de lo Imaginario”. Según Córdova (1995), lo
simbólico constituye el aspecto cardinal de una suerte de presentación de
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sí, de la actividad de los individuos en la vida social. No hay


estructuración social plena sin referentes simbólicos de los diferentes
planos de la actividad humana. De igual manera, no es posible una
producción de lo social y de lo individual sin ser mediador, por
excelencia simbólico, como es el lenguaje.

El contexto sociosimbólico nos ayuda a mirar lo vivido o la experiencia vivida


en el cuadro de múltiples inserciones con la realidad social y con la pluralidad de
enfoques que posibilita el desarrollo de la subjetividad. Esto quiere decir, como
hemos insistido antes, que lo social es una realidad relacional cuya comprensión
admite diversas lecturas.

Otra característica del contexto sociosimbólico consiste en que permite


observar, desde el ángulo del actor, los procesos subjetivos, cognitivos, afectivos y
sensoriales que conforman y constituyen una forma de relacionamiento con lo
articulado socialmente. Si lo dado es una realidad relacional estructurada,
estructurante, lo vivido se construye sobre la base de la actividad del sujeto, pero a
través de un proceso de desestructuración y reestructuración, como lo ha señalado
Ferrarotti (1991).

En este sentido el contexto simbólico debe proporcionar las herramientas que


permitan hacer visible esta actividad fundamental del sujeto. A través del contexto
simbólico se concreta la existencia de una dimensión subjetiva de la realidad social
que se encuentra a través de los valores, la orientación de valor y los sistemas
normativos. Permite observar el sentido y la significación que los actores le dan a su
propia actividad por intermediación del lenguaje, actos de habla o función
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comunicativa, basados en los aportes sustantivos de Giddens y Habermas. A través


del desarrollo del contexto sociosimbólico se puede mostrar el papel específico de la
trama simbólica y el rol importante de la mediación simbólica en la realidad y la
actividad social de los individuos que forman parte del fenómeno de las drogas..
Entre los elementos básicos del contexto como factores interpretativos de la
experiencia vivida, se encuentran los valores, los cuales se comportan como
orientadores de la acción y como reguladores de la actividad social. Los valores
pueden ser percibidos como elementos ideales que representan de alguna manera un
orden moral, social, psicobiológico, estético, intelectual y/o trascendental, que
implica cualidades a las cuales el ser humano aspira ser y proyectar en su hacer, en su
carácter superior por el que se aspira. Según Rocher (citado por Córdova (1995): “El
valor no es menos real que las conductas o los objetos en los que se concreta o por los
que se expresa” (p.97).

Bajo esta idea, el valor forma parte de la realidad y se inscribe en ella con una
doble virtualidad, esto es, como un ideal que exige adhesión o invita al respeto y se
manifiesta en cosas o conductas que lo expresan de una manera simbólica. Ellos
orientan la conducta y dan lugar a juicios que de alguna manera construyen los
modelos de acción con los cuales las personas desarrollan su actividad personal y
social.

Strmiska (citado por Córdova, 1991), dice que los valores deben ser vistos
como polo objetivo de la realidad social y como elemento básico de la posición
evaluadora del actor social. Esta condición evaluadora vincula al sujeto con el mundo
objetivo a través de algunos puntos de referencia. En este sentido, se observa el valor
como objeto querido y el valor normativo que orienta la acción. Luego, es importante
tener presente su naturaleza relativa, por cuanto siempre son específicos de una
comunidad determinada, en un tiempo histórico concreto, donde los procesos sociales
pueden actuar como catalizadores de modelos de acción. Por otra parte se aviva la
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carga afectiva de los valores.

El adherirse a un valor (Rocher) no es un hecho exclusivo del razonamiento


lógico. A este proceso se une la afectividad, la cual juega un rol muy importante en la
conducción de un ser humano. La jerarquía de los valores corresponde al orden
jerárquico en que se estiman los ideales predominantes. Aún cuando también se
presenta la ambigüedad de los valores, por coexistir fácilmente lo contradictorio de
los mismos.

Desde el punto de vista sociosimbólico, cabe destacar lo que Rocher establece


como funciones de los valores, en tres aspectos. En primer lugar, se refiere a la
función de coherencia con respecto a la totalidad de las reglas o modelos de acción en
una sociedad determinada. La formación de los valores desde la familia como
escenario contextual básico. En lo biográfico del consumidor de drogas se aprecian
ciertas contradicciones con su escala de valores antes, durante y después de haberse
rehabilitado. En la parte que corresponde al análisis interpretativo hermenéutico de la
categoría valores, actitudes y estilos de vida, se puede comprender mejor esta
dinámica de la coherencia en la trayectoria de vida del sujeto comprometido con el
consumo de drogas desde la conceptualización de lo que se entiende como factores de
riesgo y como factores protectores. Salazar 2004.(son dos caras de un mismo real
decía: Daniel Bertraux.

Otra función social de los valores está dada por la unidad psíquica de la
persona, es decir, la constitución de una personalidad sana en el mundo cotidiano, en
equilibrio con las relaciones interpersonales dadas a nivel de los diferentes grupos
sociales, logrando así su propia identidad social con sentido de su vida individual y
colectiva. Entonces estaríamos hablando de factores protectores que orientan estilos
de vida saludables.
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En tercer lugar, se menciona la integración social y el proceso de socialización


de los individuos. Está claro, no todas las personas comparten los mismos valores ni
aún cuando vivan en una misma sociedad. Existen las diferencias individuales de
naturaleza fisiológica, psíquica, social y cultural que dividen a las comunidades,
especialmente las más complejas por su nivel de desarrollo donde el ambiente y la
calidad de vida marcan las diferencias valóricas del sistema de vida. Es así como se
comportan los valores en la dialéctica relacional de los actores sociales, en el tramado
mundo de la dinámica de las drogas.
Con este conjunto de ideas trabajadas en el contexto de la realidad venezolana a
través de la investigación biográfica, durante algunos años. El Centro de Estudios
sobre el Problema de las Drogas CEPRODUC-UC, con humildad y modestia presenta
a ustedes un nuevo e inacabado alcance del conocimiento científico con resultados
que permiten tener una idea… “DE LA TRAMA SOCIAL DE LOS ACTORES QUE
PARTICIPAN DE LA DINÁMICA SOCIAL DEL CONSUMO DE DROGAS EN
VENEZUELA”. Tema novedoso, difícil, laborioso y de alto contenido intelectual. El
mismo ha permito también comprender que esto sólo es posible a través de la
“DIALECTICA RELACIONAL DE LOS ACTORES”. Así como también , se ha
llegado a determinar como es “…el comportamiento de los factores protectores y
de riesgo vinculados al consumo de drogas.” en el contexto socioestructural y
sociosimbólico de los sujetos involucrados. Aporte que la universidad de Carabobo
hoy comparte con todos ustedes como un avance más en el planteamiento de nuevas
investigaciones vinculadas con esta problemática.
Estimados compañeros nos queda la fe, la esperanza, el compromiso y la voluntad
política para continuar avanzando. La perseverancia sin duda alguna da cuenta a la
celebre frase… “caminante no hay camino se hace camino al andar”.

GRACIAS POR SU ATENCION.


Conferencista: Maritza Salazar Medina. F.C.S.-UC. OCTUBRE 2004.

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