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51 Congreso Internacional de Americanistas

Memorias in extenso del Simposio pat-9

"EL ACCESO AL AGUA: UN PROBLEMA HISTÓRICO Y ACTUAL"

(Santiago, Chile del 14 al 18 de Julio del 2003)

Compilado por los organizadores del Simposio:

Jacinta Palerm Viquera y Rolando García Blanco

© 2003 Colegio de Postgraduados


isbn 968-839-392-4

Impreso en México

Las ponencias del congreso pueden consultarse en:

http://www.americanistas.uchile.cl

Indice
  CONVOCATORIA del Simposio

Experiencias en galerías filtrantes del valle cusco. Alternativa


Apaza, Dimas tecnológica de explotación de aguas subterráneas en altas
montañas
El proyecto de irrigación e industrialización del empresario tapatío
Boehm, Brigitte
Manuel Cuesta Gallardo en tiempos del porfiriato
Bueno, Fabiola La bahía y puerto de La Habana: su evolución geográfico-histórica
Oportunidades para el desarrollo de grupos comunitarios en la
Cacivio, Rossana y Raúl Rosa implementacion del plan maestro para la cuenca del rio Salado,
Argentina
Camacho Pichardo, Gloria Usos y propiedad de las lagunas del Alto río Lerma 1850-1875
Uso racional del agua por los rancheros sudcalifornianos: Una
Cariño Olvera, Micheline
herencia del mestizaje cultural en Baja California
El ciclo de cultivo del trigo y el control y los derechos sobre el
Castañeda González, Rocío
agua en Atlixco a fines del siglo XIX
Urbanização, água e a técnica moderna: Reflexos na América
Dantas Alves, Ana Angélica
Latina
Galerías Filtrantes en el Oasis de Pica: tecnología y conflicto
Figueroa Cerna, Carolina
social, siglos XVII-XVIII
García Blanco, Rolando La Hidráulica en la Revolución Cubana
García, Silvia; Diana Rolandi, Mariana López y El riego en los Andes y la Ley de Aguas: un caso en el altiplano
Paula Valeri andino argentino
González Ladrón de Guevara, Francisco Implicaciones Ambientales y Territoriales del Desarrollo
History and productivity of irrigated terraced agricultural systems
in the peruvian highlands
Kendall, Ann
Historia y productividad de los sistemas agrícolas de andenes
irrigados en la sierra del Perú

Lina Manjares, Pedro y Víctor Hugo Osorio Gómez Planificación y preservación del agua en la periferia de la ciudad
de México: el medio ambiente social en Ecatepec de Morelos
Martínez Saldaña, Tomás El Manejo del riego en el Rio Grande - Rio Bravo
El cambio climático, la diversidad genética y la resistencia a
Muñoz Orozco, Abel
sequía. El caso del maíz en México
La cuenca del Papaloapan, México: un caso de baja
Murillo Licea, Daniel
gobernabilidad del agua
Los cerros y la ciudad, crisis ambiental y colapso de los ríos en
Osorio Osorio, Julián Alejandro
Bogotá al final del siglo XIX (mapas y figuras)
Legislación de aguas en el siglo XX en México, el papel de las
Palerm Viqueira, Jacinta
organizaciones de usuarios
Rangel, José Luis Chapala: de lago a tierras agrícolas
Local Control and Discretionary Authority: Protecting the Acequia
Rivera, José y Thomas Glick
Bordo
Rojas, Teresa Persistencia de obras y tecnología hidráulica prehispánicas
El uso industrial del agua en la ciudad de san luis potosí: su
Santacruz de León, Germán
impacto en el ambiente y la sociedad
Suárez Moreno, Francisco Estrategias y arquitecturas del agua en Gran Canaria
Suárez Pérez, Amanhuy La desalación de agua de mar en Canarias
Velázquez Machuca, Martha A,, José L. Pimentel La inundación controlada: beneficios agrícolas, ecológicos y
Equihua, Jacinta Palerm Viqueira sociales

 
El proyecto de irrigación del empresario tapatío Manuel Cuesta
Gallardo durante el porfiriato y la revolución∗

Brigitte Boehm Schoendube∗∗

Inscrita en la serie de trabajos en los que describo las transformaciones

históricas del paisaje cultural del lago de Chapala, esta es una presentación

preliminar de los proyectos de aprovechamiento en regadíos del agua del río

Santiago y de desecación de la Ciénega de Chapala emprendidos por los

hermanos Manuel y Joaquín Cástulo Cuesta Gallardo a la vuelta de los siglos

XIX a XX.

Es probable que el movimiento de propiedades, dineros y vínculos de

asociación de la familia Cuesta Gallardo ayude a entender la manera en que el

magno proyecto de irrigación y aplicación industrial del agua incidió en la

consolidación al menos temporal de la élite tapatía y en el papel central de

Guadalajara a la vuelta de los siglos XIX y XX a través de una nueva

regionalización de sus intereses económicos. Ayudará también, quizá, a

esclarecer las debilidades financieras y productivas de la modernización

introducida en sus propiedades rurales y urbanas.


Ponencia a presentar en el simposio “El agua, un problema histórico y actual”,
organizado por los doctores Orlando García Blanco (Museo Nacional de
Historia de las Ciencias “Carlos J. Finlay”, La Habana, Cuba) y Jacinta Palerm
Viqueira (Colegio de Postgraduados, Montecillo, Texcoco, México), en el 51
Congreso de Americanistas, Santiago, Chile, 14-18 de julio de 2003.
∗∗
Profesora investigadora del Centro de Estudios Antropológicos de El Colegio de
Michoacán, Zamora, Michoacán, México. Investigadora responsable del
proyecto “La lectura del paisaje cultural y los cambios en el uso y manejo del
agua en la cuenca Lerma-Chapala-Santiago”, apoyado por el CONACyT,
número S36146, del que este trabajo forma parte.
Agradezco la colaboración de Margarita Sandoval Manzo en la elaboración de mapas
y procesamiento de imágenes y de Martín Sánchez Rodríguez, Gabriela
Guadalupe Ruiz Briseño y Luz María Pérez Castellanos en el trabajo de
archivo.
2

Quizá no resulte muy conveniente disociar los negocios familiares y la

manera en que se desarrollaron en el tiempo estudiado. No obstante, la

transformación del paisaje agrario de regadío de la Ciénega de Chapala y sus

consecuentes repercusiones socioculturales meritan la dedicación exclusiva en

este trabajo; presentaré su complementación en otro simposio de este

congreso, aludiendo aquí sólo a las empresas industriales y urbanas, a sus

redes sociales y a sus manejos financieros cuando su relación con la

agricultura fue más directa.1

Parto del supuesto de que el panorama actual del lago se debe a las

intervenciones de diversos grupos sociales a lo largo del tiempo, que tuvieron

el poder para imponer sus modelos de aprovechamiento de los recursos en

estrecha vinculación con las dinámicas del mercado, las consignas

tecnológicas y el devenir político de sus respectivas épocas. Si bien existieron

variaciones en las características socioculturales y en las estrategias

empresariales desarrolladas por estos grupos, también encuentro que algunos

propósitos son contínuos y marcados por la concepción pretendidamente

moderna de lograr el control del agua y la tierra para incrementar la producción

agrícola y el potencial energético en aras de agregar el valor necesario a la

necesidad de acumulación de capital dentro del circuito mercantil de la

demanda mundial. En esta concepción predomina aún la obsesión de eliminar

el agua de lagos, lagunas y pantanos para mejor transitar, o de insertarla en

1
Aquí daremos seguimiento a la parte concerniente a la modernización de la irrigación
del proyecto y de desecación de los terrenos cenagosos del lago de Chapala.
En la ponencia intitulada “Los proyectos industriales y urbanos de la familia
Cuesta Gallardo durante el porfiriato y la revolución”, a presentar en el simposio
Historia Ambiental Americana se atenderán sus negocios industriales y
urbanos. Posteriormente ambos se integrarán en un libro junto con los estudios
sobre otras parentelas de hacendados y empresarios que contribuyeron a
transformar en esa época el paisaje regional.
3

ductos para regar las tierras descubiertas o precipitarla para mover máquinas y

turbinas. Predomina también en ella el desprecio por las potenciales bondades

de los ciclos naturales del agua.2

En otro lugar dí cuenta de la paulatina desaparición de las abundantes

islas que habían sido construidas en tiempos prehispánicos con el probable fin

de practicar la agricultura chinampera y para cimentar viviendas de los

habitantes indios de la Ciénega, cuando invadieron la región los ganados

traídos de Europa por los españoles (Boehm de Lameiras y Sandoval Manzo

1999). Moreno García (1980;1981;1989) documentó la aparición de ranchos

que paulatinamente llegaron a conformar el enorme latifundio de los Andrade

Villamil y que al tiempo de la Independencia se fragmentó para dejar como

dueñas de tierras y vidas las haciendas de Guaracha en la parte sur de la

Ciénega y Buenavista-Cumuato en la parte norte. En un pequeño chez

d’oeuvre (1988) describió la naturaleza del paisaje cenagoso, cuyos suculentos

pastos permitieron la engorda y crianza de caballares y vacunos destinados a

labores y consumos en los centros mineros del país. La actividad ganadera

propició a todo lo ancho y largo la construcción de bordos, bardas, cercados,

corrales y “pasos enjutos”, reduciendo las manchas de agua y los tulares

aprovechados por pescadores, recolectores, cazadores y conductores de

embarcaciones, y relegándolas a los lechos de los ríos, a zanjas y a la laguna

de Pajacuarán, la Ciénega Palmeña y la llamada Ciénega de Guaracha. Fueron

los arrendatarios de tierras de haciendas y comunidades de indígenas los

encargados de todas esas obras y de su mantenimiento (Boehm de Lameiras

1990). González (1979;1984) y Ochoa Serrano (1978;1999) trazaron el origen y

2
Véase Camacho Pichardo 1998.
4

crecimiento de los principales pueblos de la región, Sahuayo, Zamora y

Jiquilpan respectivamente.

En un pequeño ensayo (1990) relaté también la historia de la

colonización turística de la ribera chapálica, iniciada en la Ribera Castellanos

ya entrado el siglo XX entre Jamay y Ocotlán, al quedar comunicado este

pueblo por la línea del ferrocarril México-Guadalajara y convertirse en animado

puerto de embarque de mercancías y pasajeros provenientes de la región

lacustre y sus colindancias michoacanas y jaliscienses. Sólo después la villa de

Chapala, accesible desde Guadalajara por diligencia, luego por el efímero

ferrocarril y finalmente por carretera, alcanzaría la preferencia privilegiada de

los vacacionistas.

Desde las perspectivas del comercio, la producción industrial y el manejo

financiero diversos autores han resaltado la importancia del papel de

Guadalajara como centro urbano que articulaba los planos político, económico,

demográfico y cultural en el occidente de México, aportando estudios de caso

sobre negocios y empresarios y subrayando las funciones del parentesco y las

redes sociales en el éxito alcanzado por la élite u oligarquía en la vinculación

de las diversas actividades.3

El lago y la Ciénega de Chapala, mayo del año 2003

En mayo del año 2003 la región atraviesa por el período climático más

crítico desde 1978, cuando la reducción del lago comenzó a ser notable,4 con

temperaturas máximas que han rebasado los 40° C a la sombra. El paisaje se

3
Además de los ya clásicos textos de Calvo (1991; 1992), Rivière d’Arc (1973) y van
Young (1989) para el período colonial, véase Olveda (1991), Hurtado (1993),
Valerio Ulloa (2002), Núñez de la Peña (1990), Jiménez Pelayo, Olveda y
Núñez Miranda (1995), Castañeda (1988), por sólo mencionar algunos.
5

antoja desértico y desde algunas de sus orillas en el horizonte apenas se

vislumbra la delgada línea azul indicativa de la presencia del lago.

Los principales alimentadores del lago, los ríos Lerma, Duero, Zula y La

Pasión, muestran reducidos escurrimientos consistentes de aguas residuales

de los pueblos, en cuyos lodos se obstina algún pescador a ejercer su oficio y

que pese a su evidente contaminación ocasionalmente son bombeados hacia

terrenos de cultivo.

Algunas fuentes de agua aún permiten el riego rodado de las parcelas:

en la esquina nororiente de la Ciénega de Chapala, donde el río Duero

abandona el valle de Zamora y en las propiedades de Jiquilpan, donde el río

Tarecuato, desviado de su curso natural dejó sin agua las parcelas de Emiliano

Zapata (antes Guaracha), Villamar (antes Guarachita), El Salitre y El Platanal.

Se vislumbran aún las líneas de los canales y drenes que delineaban las

cuadrículas de los sistemas de riego construídos por los hacendados en las

tierras desecadas en diferentes tiempos y después ampliados por las instancias

gubernamentales encargadas de la irrigación.

A simple vista se constata que la gran mayoría de las acequias están

invadidas de malezas y residuos sólidos de origen industrial no biodegradables

y es posible sospechar la presencia de solubles de características similares. Se

constata que estos sistemas que otrora confirieron fama de prodigalidad a toda

esta región, han perdido actualidad. Tanto las antiguas ciénagas desecadas,

como las planicies descubiertas por la contracción del lago, están salpicadas

del intenso verde de los lunares de hortalizas y frutas regadas con agua de

4
La última vez que el lago estuvo lleno fue entre los años 1968 y 1970. Después sufrió
una reducción constante hasta alcanzar durante aproximadamente ocho años
un relativo equilibrio a la mitad de su capacidad.
6

pozo profundo, que se tornan plateadas temporalmente, cual fata morgana

encandilante, cuando los surcos se cubren de acolchados para “eficientar” el

riego por goteo.

La historia de las desecaciones

En la retrospectiva de la situación actual, en la que las áreas rurales de

la cuenca del Lerma cuentan día con día con menor cantidad de agua en el

sistema hidrológico y a través de las instalaciones hidráulicas y en la que día

con día pierden población, en tanto que el trato privilegiado en el abasto lo

reciben las ciudades, las industrias y los sistemas de cultivo tecnificados que

producen para mercados urbanos nacionales e internacionales, se encuentran

períodos históricos en los que la sobreabundancia del agua parece haber sido

el problema más recurrente para sus habitantes.

Precedió al proyecto de desecación de los Cuesta Gallardo el del

hacendado de Cumuato Ignacio Castellanos, quien el año de 1868 solicitaba

autorización para desaguar todo el lago de Chapala:

1) Pidiendo un privilegio exclusivo para el desagüe del lago


por medio del desensolve del río [Santiago] y abriendo más el cauce de
éste en el lecho de roca que existe en Poncitlán.
2) Pidiendo en indemnización de este trabajo todas las tierras
que queden en seco, mediante esta obra.
3) Que los beneficiados con esta obra queden obligados a
pagar al C. Castellanos proporcionalmente al beneficio que reciban.5

Las autoridades jaliscienses decidieron interrogar entonces a las

comunidades ribereñas, respondiendo éstas al unísono que sería

inconveniente, pues el agua les proporcionaba innumerables beneficios,

además de que el beneficio de la desecación, en caso que fuera alguno, sería

para el C. Castellanos y no para la generalidad.


7

Fue entonces también cuando Cástulo Gallardo, abuelo que fuera de los

hermanos Cuesta Gallardo y dueño de las haciendas de Atequiza y La Labor,

declaró que:

…no puede consentir en que se le prive de los terrenos que la


primera tiene a la orilla de la laguna, ni tampoco que la disminución del río
prive a la segunda de las aguas necesarias para su presa.6

La víspera del fin del siglo XIX los niveles del lago tuvieron

comportamientos inucitados: sus variaciones estacionales se vieron

interrumpidas cuando en 1896 con la temporada de lluvias el lago no volviera a

henchirse, como solía suceder; se había excavado el lecho del río Santiago y

habían permanecido abiertas las compuertas de la presa de Poncitlán para

garantizar el flujo a la planta hidroeléctrica de El Salto. En años posteriores

pasaron las lluviar y las playas no se descubrieron, el nivel del agua no se

abatió; las compuertas, entonces, habían permanecido cerradas para no

paralizar las turbinas.

Durante los años subsiguientes fue construido el bordo de Maltaraña,

conocido también como vallado de Cuesta, que fue la obra magna de la que

hablaré adelante y la que permitió la desecación de la Ciénega de Chapala.

El periodo entre los años 1945 y 1957 es recordado como el de mayor

sequía del siglo XX y fue entonces que desaparecieron las lagunas de Lerma y

mermaron los caudales del río que solían llegar hasta Chapala, al construirse el

acueducto que lleva el agua de los manantiales y acuíferos del río del mismo

nombre a la ciudad de México. Fue en ese tiempo también que comenzó a

bombearse el agua del lago de Chapala en Ocotlán para conducirla a

5
AHJ, Colección de acuerdos sobre bienes de indígenas y fundos legales. Vol. III:261-
267.
6
AHJ, Colección de acuerdos sobre bienes de indígenas y fundos legales. Vol. III:261-
267.
8

Guadalajara y cuando el presidente Ruiz Cortínes decretó la construcción de

un nuevo bordo que correría de la que fuera isla de Petatán en Michoacán

hasta El Fuerte en Jalisco y que cercenaría al lago otras veinte mil hectáreas

fondo lacustre a convertir a tierras de regadío.

El caso de la desecación de la Ciénega de Chapala a principios del siglo

XX descubre que no fue más que una parte del proceso de disposición del

agua para fines industriales y de urbanización, bajo el falaz supuesto de que se

trataba de un recurso inagotable. Lo cierto es que, al mismo tiempo que los

manejos hidráulicos garantizaban el flujo a las fábricas y a las ciudades, las

áreas rurales y aún las tierras ganadas al regadío sufrían crecientemente el

desabasto del líquido. Cien años después, ante el panorama actual de evidente

desertización, la solución planteada por los técnicos consiste en la reducción

del lago a su mínima expresión, en el acarreo de agua de otras cuencas y en la

sobreexplotación hasta su agotamiento de los acuíferos para asegurar la

continuidad del desarrollo industrial y urbano.

El proyecto de irrigación y desecación durante el porfiriato

Los miembros de la familia que porta el apellido compuesto Cuesta

Gallardo se jactan de su ilustre ascendencia y descendencia.7 Al contraer

nupcias Manuel M. Cuesta y Josefa Gallardo, él introdujo a la sociedad

7
El doble apellido se formó a partir de la unión matrimonial de Manuel María Cuesta y
Álvarez y Josefa Gallardo y Riech y se trasmitió a través de sus nueve hijos
vivos: Manuel, Joaquín Cástulo, Teresa, José, Luis, Enrique, Aurora, Alfonso y
Josefa [muertos Josefa y Pedro]. Los padres de don Manuel María fueron
Joaquín Cuesta Álvarez y Teresa Cristobal y del Castillo y los de doña Josefa
Cástulo Gallardo y González Hermosillo y de su esposa en segundas nupcias
María Francisca Riech y Mallen (su primera mujer: María Antonieta González
de Hermosillo). Las parejas ascendentes, de las que provenía don Cástulo
fueron: sus padres Diego Gallardo de Anda y Altamirano y Josefa González de
Hermosillo, sus Abuelos Antonio Gallardo Aceves y Ana de Anda y Altamirano,
sus bisabuelos Diego Gallardo de Rodas y Beatriz Aceves y los padres de
9

conyugal diez mil pesos, en tanto que ella, heredera de Cástulo Gallardo,

aportó las haciendas de La Calera, la Huerta Vieja, parte de la de Atequiza y el

rancho de La Cruz, amén de las casas números 13 y 13 ½ de la calle de La

Parroquia y 80 de la de López Cotilla en Guadalajara.8 Adquirieron el resto de

Atequiza durante su vida matrimonial y la propiedad contaba con “un lago, un

pequeño bosque, capilla y hasta su propio teatro particular, así como también

una enorme cantidad de cabezas de ganado, sembradíos y una fábrica de

ladrillos y un molino de trigo.”9 Además, don Manuel María y doña Josefa

tuvieron propiedades en la ciudad de Guadalajara y en la villa de Chapala.

Hacia 1895 el apoderado del matrimonio, Miguel Ángel de Quevedo,

tramitaba ante la Secretaría de Fomento el registro de los derechos sobre el

agua del río Santiago, aportando testimonios de mercedes reales otorgadas

desde el siglo XVI y transmitidas a través de una sucesión de propietarios de

Atequiza. Al hacerse las respectivas averiguaciones, salió a relucir que habían

sido privados los indígenas de Atotonilquillo y que otros propietarios ribereños

reclamaban su parte correspondiente, pues Manuel María Cuesta aprovechaba

la ocasión para elevar la cortina de la presa y aumentaba el caudal derivado

hacia sus tierras. En el juicio promovido por José María Bermejillo a su nombre

y el de su esposa Dolores Martínez Negrete de Bermejillo, dueña de la

hacienda de El Castillo (en la que se ubicaba la planta hidroeléctrica de El

Salto), contra el dueño de la hacienda de Miraflores y Cuesta se argumentaba

estos últimos Francisco Martín Gallardo y Teresa de Rodas. (Vázquez- Tagle


s/f: 8).
8
AIPEJ, Protocolos, Manuel F. Chávez, 23, 91, ff 149-150.
9
Vázquez Tagle s/f: 8. Manuel María Cuesta completó la propiedad de Atequiza por
compra hecha a su cuñado Vicente Gallardo. AHA, Aprovechamientos
Superficiales, Secretaría de Agricultura y Fomento, Dirección de Aguas,
Departamento de Concesiones, Sección de Tramitación, V División. 1918, 99 ff.
10

que las tomas de ambos reducían el caudal necesario al funcionamiento de las

turbinas. Mediante desistimiento de la acusación se resolvió el caso, aceptando

Cuesta proveer de agua los riegos de El Castillo y utilizando él tan sólo el agua

necesaria para mover las piedras de su molino.10

La ampliación del riego para la hacienda de Atequiza y sus anexas

mencionadas fue uno de los detonadores del proyecto de desecación de la

Ciénega y uno de los instrumentos más valiosos que Manuel Cuesta Gallardo

aportó a la fortuna familiar: la concesión de explotación íntegra del agua del

lago de Chapala y de los ríos Lerma y Santiago, incluyendo la de la laguna de

Cajititlán.

Es probable, sin embargo, que se encuentren antecedentes a las

estrategias empresariales en otro tipo de desarrollos, pues, como veremos,

tanto las propiedades de Atequiza pasaron a jugar un papel secundario y esta y

otras sucesivas concesiones se integraron después al haber de las compañías

que los Cuesta comenzaron a impulsar. Por ejemplo: el año 1891 Manuel

Cuesta Gallardo se había asociado con Enrique y Antonio Álvarez del Castillo y

la esposa de éste Luisa Lamadrid, los hermanos Fernández del Valle,

Francisco Martínez Negrete, Alfredo Lonergan, Patricio García, Gabriel

Castaños, la sociedad “Hijas de Remus”, los hermanos Somellera, Juan

Camba, Ramón Miravete y el licenciado Trinidad Verea para constituir la

Sociedad Anónima “Compañía Minera de San Pedro Analco”, quedando

Manuel como presidente y como secretario Enrique Álvarez del Castillo.11

10
AHA, Aprovechamientos Superficiales, Secretaría de Agricultura y Fomento,
Dirección de Aguas, Departamento de Concesiones, Sección de Tramitación, V
División. 1918, 99 ff.
11
AIPEJ, Protocolos, Homóbono A. Díaz, 20,37, ff 147-151. La escritura de
constitución de la sociedad la extendió el notario Heraclio Garcíadiego el 30 de
junio de 1891.
11

Esta compañía había sido concesionada en 1897 por el Ministerio de

Fomento para aprovechar aguas del río Lerma por el rumbo de Acámbaro en

Guanajuato para fuerza motriz y otros usos industriales;12 en 1898 recibía

concesión similar para las aguas del río Santiago en las inmediaciones del

pueblo de San Pedro Analco en el cantón de Tepic y en Jalisco “como fuerza

motriz y para el uso de ellas en haciendas de beneficiar metales, y también

para riegos,…” además de los derechos de venta y transmisión de energía

eléctrica.13

Por su parte, según contratos celebrados en 1895 y 1903 por la misma

Secretaría de Fomento, los señores Manuel G. y Miguel A. de Quevedo y León

Pegot obtenían concesiones de aprovechamiento de caídas de agua río arriba

en el Santiago para usos industriales, particularmente para la generación de

energía eléctrica. Al efecto formaron en 1896 la compañía “La Hidráulica

Mexicana”, que así figura como antecedente de la “Compañía Hidroeléctrica e

Irrigadora del Chapala, S.A.”. Las concesiones fueron transferidas a Manuel

Cuesta Gallardo en 1903,14 al igual que las de la compañía Minera de Analco

hacia el mismo tiempo. En 1986 el propio Miguel A. de Quevedo y su hermano

Manuel G. de Quevedo obtenían de la misma Secretaría el permiso para hacer

navegable el río Lerma desde La Piedad hasta La Barca y el río Duero desde la

ciudad de Zamora.15

12
AHA, AS, Caja 4073, Exp. 55702, ff 14ss.
13
AHA, AS, Caja 4073, Exp. 55702, ff 20ss. El autor de los proyectos constructivos de
irrigación y aprovechamiento industrial del agua fue el ingeniero Manuel
Marroquín y Rivera.
14
AHA, AS, Caja 4073, Exp. 55698, ff 134.
15
AHJ, Fomento/Legislación, 1909, caja F-113 bis D, F-10-909, exp. 1902, 27 ff.
12

El año de 1900 el propio gobierno federal a través de su Secretario de

Estado y del Despacho de Fomento Manuel Fernández Leal concedía a Justo

Fernández del Valle (representado por Andrés Bermejillo) el derecho para:

…ejecutar las obras hidráulicas necesarias para utilizar como riego


en la Hacienda de San Martín, hasta la cantidad de quinientos litros de
agua por segundo, como máximum, de la Laguna de Chapala, en el 7°
Cantón del Estado de Jalisco, en el trayecto de dicha laguna que limita el
potrero llamado del Derrumbadero, de dicha hacienda, estableciendo en
el citado trayecto una bomba para elevar el agua.16

Corría el mismo año cuando la propia Secretaría autorizaba al señor

Guillermo Hay a

…explotar durante un período de cincuenta años… la turba y los


asolves del río Lerma, que sean propiedad de la Federación, quedando,
por lo tanto, excluídas las porciones de ella que legalmente hayan pasado
a ser de propiedad particular…17

Resulta difícil establecer los sitios precisos de operación de los diversos

derechos al agua y de las tierras que serían irrigadas. Las respectivas fuentes

eran el propio lago de Chapala, la laguna de Cajititlán y los ríos Lerma y

Santiago y las obras de canalización atravesarían diversas propiedades, en

tanto que en la parte de la Ciénega, el deslinde de la curva de nivel que

marcaría la diferencia entre las superficies anteriormente secas y las

nuevamente descubiertas por el agua supondrían situaciones más complejas

que requirieron de acuerdos de distribución y propiedad, así como de

asociaciones de colaboración.

Cada uno de los concesionarios recibía a través de los contratos el

derecho a utilizar las zonas federales para sus instalaciones y a expropiar a

particulares los que les fueran necesarios. Valga como ejemplo la cláusula 34

de la concesión para hacer navegable los ríos Lerma y Duero, donde se

16
Diario Oficial, 6 de junio de 1900.
13

confiaba en la intermediación del inspector gubernamental el impedimento de

los abusos y donde el Estado respaldaba a la empresa frente a posibles

afectados.

34° El Gobierno nombrará un Ingeniero Inspector que examine los


trabajos para el estudio y construcción de las obras de canalización,
siendo la remuneración que se le pague hasta de doscientos pesos
mensuales, los que cubrirá la Empresa hasta que se terminen dichos
trabajos, quedando a cargo del Gobierno la remuneración del Inspector
durante el período de explotación de las obras de canalización.
35° A fin de que la navegación objeto de este Contrato no sea
perjudicada por falta o escasez de agua, el Gobierno por medio de su
Inspector cuidará de que los mercedados tomen sólo el agua que
legalmente les corresponda; y en las nuevas concesiones para
aprovechamiento de agua que se soliciten, cuidará también el Gobierno
de conciliar los intereses de la navegación con los de la agricultura o la
industria. Igualmente el Gobierno protegerá a la Empresa para que los
mercedados no entorpezcan ni hagan difícil la navegación con las obras
hidráulicas que tengan establecidas o pretendan establecer.18

A la larga Manuel Cuesta Gallardo resultó ser el principal proveedor y

vendedor de agua en ese mercado generado por las concesiones

gubernamentales, negocio que, probablemente, no alcanzó las retribuciones

esperadas.

El negocio de los riegos alrededor de Atequiza

Ante el notario José López Portillo y Rojas, Josefa Gallardo de Cuesta,

su esposo Manuel María Cuesta y su hijo Manuel Cuesta Gallardo en 1897 se

habían constituido por veinte años en la compañía denominada “Manuel María

Cuesta e Hijo”

…para el giro de las fincas unidas Atequiza, La Calera, Huerta


Vieja y Rancho de la Puerta de la Cruz, pertenecientes a los dos
primeros… Los inmuebles referidos no pasan a ser propiedad de la
Compañía, pues sólo entre en ella el giro de la misma… La firma será
llevada por Manuel María Cuesta y Manuel Cuesta Gallardo...19

17
AHJ, Fomento, F-6-900, F 74, 6604, 9ff.
18
AHJ, Fomento/Legislación, 1909, caja F-113 bis D, F-10-909, exp. 1902, 27 ff.
19
AIPEJ, Protocolos Manuel F. Chávez, 16,138:193-194.
14

El año de 1901 don José María y doña Josefa vendieron a José Cuervo

las haciendas de Atequiza, La Capilla, La Calera y La Huerta, extendiendo

poder a su hijo Manuel para liquidar “todas las cuentas pendientes y arreglar

todas las cuestiones y diferencias que puedan surgir…” en la transacción.20 Un

año después, al modificar el testamento levantado en 1897, no incluyó don

José María a sus hijos Manuel y Joaquín Cástulo entre los herederos,

Porque tanto mi esposa como yo les hemos donado ya bienes


suficientes para cubrir el haber que por herencia podría corresponderles.
Al primero se le ha aplicado la fábrica de alcohol llamada La Esperanza y
la de ladrillo situada en la hacienda La Capilla, quedando el mismo
reconociendo $ 50,000 que corresponden a los bienes de mi esposa; y al
segundo se le condonó un crédito por $ 60,000, cantidad que se le prestó
para el giro de la propiedad rústica llamada Aloha, de que hoy es dueño.21

Al menos parte de la propiedad sería compartida durante algún tiempo

con Cuervo. Joaquín Cástulo había adquirido de su padre en agosto de 1901

esa fracción de Atequiza llamada Aloha y permutaba junto con su esposa

Antonia Moreno de Cuesta el mismo año diversos terrenos con aquel

comprador.22 La herencia en vida en dinero sería invertida probablemente en

los proyectos de desarrollo de los hermanos.

Entablado juicio contra el abogado Gabriel García y su padre del mismo

nombre, dueños de la hacienda de Santa Rosa, Manuel Cuesta Gallardo

desistió y estos señores decidieron mejor arreglar amigablemente la

expropiación de una faja de terreno como indemnización de la cantidad

resultante del avalúo realizado por peritos por ambas partes aceptados.

Señalarían también esos peritos las condiciones de las obras que Cuesta

20
AIPEJ, Protocolos, Manuel F. Chávez, 20, No. 142, f 23.
21
Manuel Cuesta Gallardo apoderaba en nombre de la compañía en 1900 en términos
generales y para actos de dominio a Francisco Martínez Gallardo. AIPEJ,
Protocolos, Manuel F. Chávez, 23,91:149-150.
15

Gallardo ejecutaría dentro de la propiedad de Santa Rosa en la servidumbre

para el canal y paso del agua, ejercitando los derechos de la concesión para el

aprovechamiento de la laguna de Cajititlán, sin interrumpir los riegos

consuetudinarios de la hacienda. Intervinieron en ese entonces, además del

notario y los peritos mencionados, el apoderado de Cuesta Gallardo y el señor

Manuel Capetillo y su sustituto Antonio Zaragoza como “arbitrador amigable

componedor”.23

La autorización otorgada a Manuel Cuesta Gallardo por el Ministerio de

Fomento para el uso del agua de la laguna de Cajititlán para la hacienda de

Atequiza en cantidad de hasta cuatro mil litros por segundo durante los meses

de octubre a abril especificaba que era condición

…que el nivel de la laguna no baje de lo normal en tiempo de


secas; para cuyo efecto podrá introducir a ella aguas que serán de su
propiedad.

Para lograr lo imposible, el gobierno del estado de Jalisco (29 de

septiembre de 1900) le concedería el aprovechamiento de

…el sobrante de las aguas que arrastra el arroyo de los Sabinos


que corre en parte por la hacienda de Atequiza y otras en la municipalidad
de Ixtlahuacán de los Membrillos, para que las deposite en el vaso de la
laguna de Cajititlán a fin de utilizar dichas aguas en riegos y como fuerza
motriz.24

Manuel Cuesta Gallardo vendía en 1901 a José Cuervo estos derechos,

con las salvedades de que en parte las obras hidráulicas relativas ya estaban

realizadas y que Cuervo asumía el pago de los honorarios del ingeniero

inspector, así como del adeudo con los señores García “por el terreno [de la

22
AIPEJ, Protocolos, Manuel F. Chávez, 20,292,115-118. Antonia era hija del
propietario de Guaracha Diego Moreno.
23
AIPEJ, Protocolos, Manuel F. Chávez, 18,274:90-93.
24
AIPEJ, Protocolos, Manuel F. Chávez, 19,143:88-91.
16

hacienda de Santa Rosa] que se ha ocupado con el canal y demás cargos

legítimos”, además del cumplimiento de la respectiva indemnización.

También deberá [José Cuervo] cumplir el contrato celebrado con el


señor don Lorenzo E. Villaseñor, en que el señor Cuesta Gallardo se
obligó a darle agua para regar una parte del trigo en su hacienda de
Cedros, en cambio del terreno para la construcción del canal que lleve
agua al potrero de los Sabinos, pertenecientes a Atequiza… [que] de
hecho ya está ocupado con el canal…25

En el mismo instrumento Cuesta Gallardo cedía a Cuervo

…los caballos [y] la parte que le corresponde en la máquina para la


extracción y labrado de cantera y cuanto haya sido de su propiedad en la
hacienda de Atequiza, con excepción de la fábrica de ladrillo que fue
construida en terrenos de la misma hacienda y cuya propiedad conserva
el señor Cuesta. El terreno en que está la fábrica es del señor Cuervo.

Otro de los asuntos reportados en la misma escritura refiere al derecho

de utilización de una presa construida sobre el río Santiago perteneciente a la

hacienda, que conservó Cuesta Gallardo para cumplir con las obras inherentes

a los compromisos adquiridos en el contrato de 15 de agosto de 1900,

otorgando a Cuervo hasta 2,500 l/s de agua para uso exclusivo en tierras de

Atequiza y sus anexas. En cuanto a la parte financiera, Cuervo había

adelantado el pago de $ 5,000 y prestaba a Cuesta Gallardo otro tanto para

que éste liquidara los bonos de la deuda pública, que tenía depositados en el

Banco Nacional de México como garantía ante el gobierno federal. Mediante la

transacción esos bonos pasaban a pertenecer a Cuervo.26

Valgan de ejemplo las transacciones acordadas entre Cuesta Gallardo y

Cuervo para ilustrar los múltiples movimientos de compra-venta de bienes

raíces y de préstamos de dinero que el primero tuvo que realizar para financiar

su proyecto de irrigación, para los que en la mayoría de los casos recurrió a su

25
AIPEJ, Protocolos, Manuel F. Chávez, 19,143:88-91.
26
AIPEJ, Protocolos, Manuel F. Chávez, 19,143:88-91.
17

parentela más cercana. La revisión de los planos que ilustran el proyecto global

o sus partes hace sospechar que tuvo que comprometer bastantes beneficios a

futuro para satisfacer los intereses de terceras personas y muy frecuentemente

para contar con la liquidez necesaria para la ejecución de las obras, el pago de

las indemnizaciones y de los intermediarios. Al parecer, fue recurrente su

decisión de sacrificar bienes y futuras ganancias en el ámbito del desarrollo

agrícola, en aras de no perjudicar sus planes industriales y urbanos.

El Plano de las haciendas unidas de Atequiza, El Castillo, La Labor, La

Concepción, Santa Cruz y sus anexas27 marca el área de riego a partir de tres

acequias derivadas de la laguna de Cajititlán: la primera al oriente por el sitio

del pueblo de indígenas de Cajititlán y sus tierras, derivando el agua hacia La

Concepción y El Cuatro y dejando fuera del área de regadío los predios de

Santa Rita, Dejadas, El Zapote, El Camichín, San Miguel, San José, San

Sebastianito, Toluquilla y El Rosario. Hacia la parte centro de la laguna y

también en terrenos de Cajititlán se desprendía la segunda acequia, cuyas

aguas se repartían en la cuadrícula de canales trazada en superficies de Santa

Cruz y El Castillo, alcanzando quizá también las de Atequiza y sus anexas,

beneficiadas también por la tercera acequia, cuyo alcance, girando hacia el

surponiente, llegaría hasta La Labor y La Cruz.28 Por el norte la canalería se

agota en los límites de las haciendas de El Rosario, San Martín de las Flores,

Arroyo de Enmedio y las tierras del pueblo de Tololotlán; por el oriente en el río

Grande de Santiago, desde El Salto hasta Atotonilquillo y San Nicolás. Por la

parte de La Labor y La Cruz la colindancia por el meridiano oriental era con el

27
AHJ, Colección de mapas y planos. Fotógrafo Ricardo Sánchez González.
28
Era probablemente imposible conducir agua de Cajititlán o del río Santiago a La
Labor y La Cruz a causa de la serranía interpuesta. El plano registraría riegos
de fuentes menores o del propio lago de Chapala.
18

lago de Chapala y volvía a remontarse en dirección al poniente para quedar

vecina del pueblo de Ixtlahuacán, las haciendas de Buenavista, Cedros y Santa

Rosa y cerrar el círculo en el extremo oriente de la laguna de Cajititlán en el

punto de arranque de la tercera acequia. (Ver plano 1)

Los límites marcados en el plano de la propiedad no han de entenderse

como idénticos a los del área de regadío, pues referencias poco precisas

apuntan acuerdos de dotación de agua, probablemente del río Santiago, con

varios de los hacendados vecinos.

Los planos 2,29 330 y 431 que reproduce el diseño completo de las obras

en esta parte septentrional al lago de Chapala, es más indicativo al menos de

lo proyectado ambiciosamente por Cuesta Gallardo y su ingeniero Marroquín y

Rivera. Por el poniente, la intención aparente era controlar las aguas desde las

lagunas de La Magdalena y Cotija en Michoacán y la de San Marcos en

Jalisco. Siguiendo desde Atequiza el curso del río Santiago hacia el norte, las

canalizaciones abrazaban el valle de Atemajac al menos hasta Tonalá; hacia el

oriente atravesaban el valle del río por Poncitlán hasta Ocotlán. No quedaban

desutilizadas las aguas de los afluentes septentrionales del Santiago mediante

una serie de represas construidas sobre sus lechos. Un brazo sangrado al

Lerma en La Piedad atravesaría el plan de La Barca y, rodeando los cerros de

Jamar por el norte conectaría con el Santiago en Ocotlán. El plano incluye las

redes de acequias de los valles de Yurécuaro-Tanhuato y Zamora, además de

toda la Ciénega de Chapala. El proyecto contemplaba todas las posibilidades

29
MMOB, Proyecto de Irrigación por Manuel Cuesta Gallardo. Colección General,
Jalisco, V 04, 2230. Fotógrafo: André Cabrolier.
30
MMOB, Plano del lago de Chapala y río Santiago. Colección General, Jalisco, V 02,
2093(15). Fotógrafo: André Cabrolier.
19

de hacer fluir el agua por gravedad hacia terrenos de cultivo e instalaciones

industriales, además de incluir el uso de bombas donde fueren necesarias.

El negocio de la desecación de la Ciénega de Chapala

La concesión obtenida por Manuel Cuesta Gallardo el 15 de agosto de

1900 se ajustaba al decreto de 1894, que autorizaba al Ejecutivo a concesionar

a particulares y a compañías las aguas de jurisdicción federal para su mejor

aprovechamiento en riegos y como potencia aplicable a diversas industrias.32

Así obtenía el derecho a

…ejecutar las obras hidráulicas necesarias para utilizar como riego


hasta la cantidad de veinticinco mil litros de agua por segundo, del Lago
de Chapala y del Río de Santiago en el tercer Cantón del Estado de
Jalisco, en el trayecto comprendido entre la hacienda de Atequiza y la
ciudad de La Barca, tomando del lago dicho volumen, después de extraer
de él el agua necesaria para dar al río un gasto normal de treinta metros
cúbicos por segundo.”33

Entre las condiciones marcadas estaba la señalada en el artículo 5°:

Con el fin de fijar con precisión el vaso del lago de Chapala, el


concesionario se obliga a deslindar el perímetro del mencionado lago
cuando el Ministerio lo juzgue conveniente, previa la autorización relativa,
con arreglo a la ley de la materia.34

La mencionada Secretaría, sin embargo, desde el año de 1897 había

comisionado al ingeniero Carlos Ochoa Arroniz

…para que con las autoridades de las poblaciones que circundan la


laguna de Chapala haga usted una investigación especial sobre los
niveles que en diferentes épocas y especialmente en los últimos años
hayan alcanzado las aguas de la mencionada laguna, a cuyo efecto ya se

31
MMOB, Proyecto de aprovechamiento de aguas del lago de Chapala y de los ríos de
Lerma y de Santiago. Colección General, Jalisco, V 02, 2100. Fotógrafo: André
Cabrolier.
32
Diario Oficial, 15 de junio de 1894.
33
AHA, Secretaría de Agricultura y Fomento, Dirección de Aguas, Departamento de
Concesiones, Sección de Tramitación, V División, 1918, 99 ff. El Estado de
Jalisco, Tomo XXX, Núm. 25, 24 de octubre de 1900.
34
El Estado de Jalisco, XXX,25, 24 de octubre 1900:322.
20

da conocimiento de esta comisión a los Gobernadores de Jalisco y


Michoacán.35

Sólo el año anterior había corrido la noticia de que

…el nivel de las aguas del lago de Chapala ha bajado tanto que
aseguran ancianos vecinos de ese rumbo, que jamás se había visto la
extensa laguna tan vacía. Esto es tanto más alarmante cuanto que
comienza ya a subir el valor de los granos.36

La razón por la cual apenas el año de 1905 las autoridades de Fomento

acordarían la fijación de la cota del nivel del lago fueron los ocursos de protesta

levantados por algunos vecinos ribereños: los de Pajacuarán pedían la

destrucción de la presa de Poncitlán, a la cual atribuían la contracción del lago,

al tiempo que solicitaban al Presidente de la República la declaratoria de

desfederalización de la laguna de Pajacuarán. También los señores “Moreno

Hermanos”, dueños de la hacienda de Guaracha reclamaba para sí por esos

años de 1902 a 1903 el derecho a utilizar en riegos hasta dos mil litros por

segundo de la misma laguna.37

Entretanto los gobiernos estatales giraban instrucciones a las

autoridades distritales y municipales, como la que recibiera el presidente

municipal de Ixtlán en junio de 1904, en la que se le recomendaba facilitar los

trabajos que el equipo técnico de Cuesta Gallardo ejecutaba en preparación de

la desecación de la Ciénega.38 Este último, por su parte, se quejaba ante el

gobernador michoacano,

…de la oposición que han comenzado a presentar algunos de los


dueños de terrenos ribereños del lago de Chapala y río, al ejecutar las
obras necesarias de Santiago para utilizar las aguas del lago y río
mencionados en irrigación de terrenos según contrato celebrado con la
Secretaría de Fomento.39
35
AHJ, Fomento, 1897, Sección 5ª, No. 1614.F-6-857, Caja F 72, Exp. 1416.
36
El Correo de Jalisco, 1° de julio de 1896:2.
37
AIPEJ, Protocolos, Manuel F. Chávez, 31,332:116-117.
38
AMZ, Prefectura del Distrito de Zamora, Fomento, 1,41,1904.
39
AMZ, Prefectura del Distrito de Zamora, Fomento, 1,41,1904.
21

Además de reiterar las recomendaciones de “prestar todo el auxilio y

ayuda”, “impartir las garantías necesarias” y “facilitar cuantos datos solicitasen”

a los ingenieros del proyecto, el Gobernador de Michoacán atendía a la

solicitud de Cuesta Gallardo de

…enviar una escolta de las fuerzas del Estado para guardar el


orden e impartir garantías a la Compañía…40

Entre quienes interponían obstáculos, en este documento se menciona a

los administradores y propietarios de las haciendas de El Molino, Buenavista y

La Estancuela y a los señores Méndez, dueños del rancho de La Luz.

Volveré más adelante a lo sucedido alrededor de la laguna de

Pajacuarán al momento de su desecación, a raíz también de que contratos

posteriores al de 190041 especificaron que Manuel Cuesta Gallardo

…podría construir las obras necesarias para reducir el vaso del


lago a fin de disminuir la superficie de evaporación, sin que el nivel de las
aguas pudiera exceder de la acotación de noventa y siete ochenta
referida al plano de comparación que tomó en cuenta la Secretaría en su
declaración sobre el nivel del lago, de veinticinco de enero de mil
novecientos cinco; y se le cedieron en compensación los terrenos
pertenecientes a la Nación que, por la reducción del vaso, se
descubrieran.42

Para establecer el cálculo de la cota referida, hemos visto que se recabó

el parecer de la población ribereña a través de sus autoridades, de modo que

ese 25 de enero de 1905 la Secretaría de Fomento expedía la declaratoria

solicitada tanto por Manuel Cuesta Gallardo como por Andrés Bermejillo:

Para llegar a este resultado la Secretaría de mi cargo ha tenido en


cuenta tanto los informes a quienes enconmendó el estudio del asunto,
como los datos existentes en la misma [recabados desde 1897] y de todo
lo cual resulta que las aguas del lago de Chapala han alcanzado muchos
años acotaciones mayores de 98m00, habiendo llegado hasta la de
40
AMZ, Prefectura del Distrito de Zamora, Fomento, 1,41,1904.
41
9 de noviembre de 1903; 18 de marzo de 1905 y 17 de mayo de 1906.
42
AHA, Secretaría de Agricultura y Fomento, Dirección de Aguas, Departamento de
Concesiones, Sección de Tramitación, V División, 1918, 99 ff.
22

99m40 con referencia al expresado plano de comparación [que detallo


enseguida]. En virtud de todo lo expuesto esta Secretaría autoriza a Uds.
para la construcción de los monumentos que sirvan de referencia para
determinar en cualquier tiempo la curva de nivel que abarca el vaso, en la
inteligencia de que dicha curva será precisamente la correspondiente a la
acotación de 97m80 ya mencionada.43

El punto de referencia de ese plano de comparación se fijó


entonces

Cien metros abajo del intradós de la clave del arco en el Puente de


Cuitzeo sobre el río Santiago en Ocotlán que tiene un bajo relieve
representando la cabeza de un hombre.44

Llama la atención el que la Secretaría marcara un punto por debajo al de

la experiencia histórica de las plenitudes del lago, pues el establecimiento de la

cota determinaría la altura de los diques de contención del agua, que

supuestamente debía ser suficiente para evitar la inundación de las tierras

desecadas. Por otra parte, la curva de nivel también habría de deslindar los

terrenos que, por quedar debajo de ella, serían los pertenecientes a la Nación

y, por ende, los que serían cedidos en propiedad a Cuesta Gallardo en

compensación por las obras realizadas.

El 16 de noviembre de 1904 celebraron contrato los hermanos Manuel y

Joaquín para mediante compra venta repartirse las tareas de la desecación y

los terrenos que se descubrieran y que al primero serían cedidos por el

Gobierno Federal. Permanecería de Manuel toda la parte al sur del río Lerma,

propiamente la Ciénega de Chapala, en tanto que a Joaquín la superficie

comprendida al norte entre en el pueblo de Jamay, las haciendas de San

Andrés y El Fuerte, El Capulín y San Agustín; al sur el río Lerma, al oriente la

hacienda de San Agustín y al poniente el lago de Chapala. Joaquín se

comprometía a hacer

43
AHJ, Fomento, 1905, F-6-905, Caja F74 bis F, 6762, 4ff.
23

Desde la desembocadura del río Lerma en la laguna hasta junto al


pueblo de Jamay, las obras necesarias para la desecación y conservación
de los terrenos que son objeto de este contrato… 45

Para el año 1904 Joaquín Cástulo residía en Ocotlán y era propietario de

la fracción Potrero de Piedra de la hacienda de San Andrés y, al parecer,

iniciaba con el cambio de rumbo del camino conducente de Jamay a través de

El Fuerte y la propia hacienda hacia Ocotlán el proyecto de desarrollo de

granjas, para el cual se asociaba en la “Compañía Agricultora del Lago de

Chapala”.46 Este desarrollo antecedió a la villa de Chapala como centro de

atracción turística, al tocar Ocotlán la vía del ferrocarril México Guadalajara,

hacer a este pueblo más accesible para los paseantes y convertirlo en principal

puerto de acopio de las mercancías transportadas por embarcaciones

procedentes de toda la región lacustre y sus colindancias michoacanas y del

sur de Jalisco. Los negocios de Joaquín Cástulo serán descritos en otro lugar.

Las iniciativas modernizadoras de los hermanos Cuesta Gallardo

probablemente fueron financiadas por sus herencias y negocios anteriores,

pero también por endeudamientos adquiridos con particulares y el gobierno

federal. A través de una averiguación de gravámenes realizada en 1907 llega

noticia de que en 1901 José Cuervo había otorgado un crédito a Manuel

Cuesta Gallardo por $ 200,000; otro por el mismo señor, mismo año y misma

cantidad a Josefa Gallardo viuda de Cuesta, por el cual ella había hipotecado la

hacienda de Atequiza, su estancia La Capilla y las anexas La Huerta y La

Calera; a Joaquín Cástulo en 1902 el propio señor prestó cantidad igual,

ocasionando la hipoteca de Aloha. Manuel, Josefa y Joaquín transfirieron esos

44
AHJ, Fomento, 1905, F-6-905, Caja F74 bis F, 6762, 4ff.
45
AIPEJ, Protocolos, Manuel F. Chávez, 35,416:118-121.
46
AHJ, Fomento, 1904, F-5-904, Caja F-59 bis G, Exp. 5196.
24

créditos en 1905 por un monto de $ 300,000 al Banco de Londres y México con

un interés del 8% anual. En 1906 José Cuervo había vendido la hacienda a

Rafael Arias, quien se hizo cargo de pagar los créditos de Josefa y Joaquín de

$ 200,000 cada uno, hipotecados al Banco de Londres y México en $ 300,000.

Por su parte, a su muerte Manuel María Cuesta fraccionó un crédito

constituido a su favor entre sus herederos. A su viuda correspondieron $

125,385 y a cada uno de sus hijos Teresa, José, Luis, Enrique, Aurora, Alfonso

y Josefina $ 10,659.29.

A la vez que Joaquín Cástulo como mandatario de sus hermanos cedía

a la Compañía Bancaria de Obras y Bienes Raíces, S.A. cada una de sus

partes, hacía también cesión a la misma de los créditos de su madre, uno por $

200,000, el otro por

$ 125,385, y del suyo propio por $ 200,000.

En 1907 José Cuervo se obligaba a cubrir los créditos hipotecarios

preferentes al suyo, que sumaban $ 600,000, que existieran soble las

haciendas, “a fin que de al proceder al fraccionamiento de ellas no encontrara

obstáculos” la mencionada Compañía Bancaria.47

El adeudo se acabó de pagar el año 1914.

Junto con las sociedades “Aldrete y Prieto” y “Federico y Guillermo

Kunhardt”, Joaquín Cástulo invertía también en la compra “a partes iguales” de

la finca San Carlos en San Pedro Tlaquepaque que, midiendo cerca de 83

hectáreas, les costaba

$ 115,468 en 1908.48

47
AIPEJ, Protocolos, Enrique Arriola, 16,328, ff 20-37.
48
AIPEJ, Protocolos, Enrique Arriola, 22,140, ff 58-64.
25

El tipo de documentos encontrados hasta ahora no permite detallar los

sucesivos endeudamientos de los hermanos Cuesta Gallardo. Sólo podemos

sospechar que resultó menos redituable el negocio que lo esperado, puesto

que los deslindes con respecto a la curva de nivel marcada sacaron a relucir

que gran parte de la superficie de la Ciénega rebasaba la cota y que, por lo

tanto, los propietarios más pudientes no quedaban comprometidos a pagar por

los beneficios de las obras.

En el caso de la hacienda de Cumuato hubo necesidad de acordar sobre

los tipos de terreno de su propiedad que quedaban dentro y fuera del ámbito de

la desecación:

Que los señores Castellanos tienen interés en no ser perturbados


en la posesión de sus propiedades en el caso eventual y remoto pero
posible, de que al deslindarse el perímetro de la laguna queden dentro
de este perímetro algunas fracciones de terreno que los señores
Castellanos reconocen como de su propiedad; y también tienen interés
en adquirir el terreno que se descubra al reducir el vaso de la laguna que
quede entre las propiedades de los señores Castellanos y la nueva orilla
del lago.
1. Los terrenos de propiedad nacional que pasen a ser del sr.
Cuesta Gallardo o sus cesionarios o sucesores, con motivo de las
obras de que se ha hablado, se considerarán entre ambas partes
contratantes bajo tres conceptos distintos que son:
26

Tipo de terreno Obligación por obras de


desecación
I. Terrenos que los señores Cuesta Gallardo reconoce que
Castellanos reconocen como seguirán siendo de los
suyos, de que están en posesión Castellanos, sin pago de
defendidos de las aguas por bordos indemnización.
y obras de cualquiera otra
naturaleza y que es posible que
abrace la medida oficial del vaso de
la laguna;
II. Terrenos de la misma clase y Serán dueños los Castellanos,
condición de los anteriores que “pues el sr. Cuesta se los
carecen de obras de defensa. venderá a razón del 25% del
aumento del precio que los
terrenos alcancen con motivo de
las obras que practicará y bajo el
concepto de que el sr. Cuesta se
obliga a dar a los señores
Castellanos agua de la laguna de
Chapala para que puedan dar
cuatro riegos anuales a las tierras
de Cumuato que han de quedar
secas o escasas de agua a
consecuencia de que se retirará
la laguna al reducirse el vaso.”
III. Terrenos de que no están en Los señores Castellanos no los
posesión y que nunca se han imputarán al efectuarse el
llegado a considerar pertenecientres deslinde de la laguna.
a Cumuato.

De esta manera, sólo los terrenos del segundo tipo fueron los que

representaron en este caso entradas para Cuesta Gallardo, además de la venta

de agua para riego del lago a futuro. Al parecer, aquellos terrenos sin

propietario que alcanzaban a quedar cubiertos por agua, a saber, los del tercer

tipo, se circunscribían al área de la laguna de Pajacuarán, sobre la que en

contrato privado alegremente disponían el concesionario y los hacendados,

olvidando los derechos ancestrales de la comunidad de indígenas de

Pajacuarán:

Los terrenos últimos, de los que no se haya considerado


dueño Cumuato, tienen derecho a adquirirlos los señores
Castellanos por el lado sur, hasta la mitad –o el centro- de la
27

laguna de Pajacuarán y por el poniente hasta el bordo principal que


limite el lago. Esta adquisición tendrán derecho a obtenerla por el
precio minimo a que el sr. Cuesta hiciere enajenaciones de la
misma especie en condiciones de igual clase de tierras o por un
tanto igual al que ofreciere un tercer interesado y que convenga al
sr. Cuesta, a elección de los señores Castellanos…El sr. Cuesta se
compromete con los señores Castellanos a aceptar de parte del sr.
don Diego Moreno como indemnización de los terrenos que
pudieran resultar como nacionales en la parte de Cumuato que
dichos señores, la sra. doña Esther Tapia, don Enrique y doña
María Castellanos vendieron al sr. Moreno en escritura no. 14 de
14 de junio de 1893 autorizada en el Notario don Aurelio G.
Hermosillo, el precio será de $ 15.00 por hectárea, teniendo
además que contribuir el sr. Moreno con la parte que
proporcionalmente le corresponde en el costo de la obra de
defensas generales.49

Refiriendo a la crónica de la repartición de tierras a raíz de las leyes de

desamortización de los bienes de las corporaciones civiles y eclesiásticas y de

la privatización de las tierras de comunidad de los indígenas de Pajacuarán

(Boehm de Lameiras 2001; Boehm de Lameiras y Sandoval Manzo 1999), cabe

recordar que algunos arrendatarios y principales del propio pueblo lograron

hacerse dueños de la mayoría de las islas alzadas sobre el nivel del agua de la

laguna. El propio espacio lacustre había sido objeto de constitución de una

asociación, de la que cada miembro de la excomunidad de indígenas era

posesionario de una acción que le otorgaba el acceso a pescar, cazar y

recolectar.

El nuevo despojo anunciado por las obras de desecación reclamó en el

sitio la presencia de Manuel Cuesta Gallardo en una reunión celebrada el 8 de

junio de 1906 en la casa de Don Ignacio Méndez, quien hubiese sido uno de

los principales arrendatarios e intermediarios entre los comuneros y las

autoridades en el proceso de privatización aludido. En esta ocasión Don David

Franco por nombramiento del gobernador había de fungir como apoderado de

49
AIPEJ, Protocolos, Manuel F. Chávez, 34,284: 137-140.
28

los antiguos comuneros, ahora llamados “vecinos del pueblo”, y estaba

presente la crema y nata de la oligarquía terrateniente local: el citado Ignacio

Méndez, el canónigo Don Genaro Méndez y el cura Don Antonio Cortés,

nombrados para negociar por el entonces obispo de Tulancingo Don José

Mora, también propietario de antiguos predios de la comunidad,

…para ayudar a los referidos vecinos con el Señor Cuesta Gallardo


y de acuerdo con ellos mismos el convenio,…50

del cual resultó que a los vecinos del pueblo les cedería y otorgaría

título:

1° …los terrenos comprendidos dentro de una zona limitada al


Oriente por la ribera del lago, lo mismo que por el Sur; al Norte por el
borde del potrero de “Las Pajitas”, límite de la hacienda de La Luz; y al
Sur [sic] por una línea recta que se trace partiendo de la esquina
poniente-sur de ese bordo a la torre de la iglesia del pueblo,

a excepción de los que por derecho fueran de los señores Dávalos

(dueños de la hacienda de San Simón), de los dueños de la hacienda de La

Luz (de apellido Méndez), de otros vecinos de Sahuayo y de Don Diego

Moreno, que también recibirían sus títulos.

2° …una faja que se descubra del vaso del lago y que tendrá por
extensión longitudinal desde el punto en que conste la ribera la línea sur
de la zona antes mencionada hasta el lindero del pueblo de San Pedro
Caro, y por anchura cien metros contados desde la ribera que ha de
fijarse en términos de la concesión, quedando tal faja a favor de los
dueños de los terrenos que con ella linden y en proporción de su frente,…

5° A los que hoy poseen la llamada Isla de Sosa, les dará el Señor
Cuesta Gallardo en compensación de la parte que no se comprenda en la
zona señalada en el punto primero, otra fracción igual en los terrenos que
adquiera de acuerdo con la concesión y en el punto más cercano a
Pajacuarán que se pueda.

50
AMZ, Prefectura Política, Secretaría de Fomento, 1,50,1906.
29

En los puntos 3° y 4° Cuesta Gallardo reservaba al obispo Mora los

excedentes de la faja de cien metros referida para que su propiedad “llegue

hasta la orilla del tular que linda con la ribera del lago…”, y al señor Ignacio

Méndez una superficie de treinta hectáreas no comprendidas en el deslinde de

la laguna de Pajacuarán concedida a los vecinos del pueblo.

Por la colaboración prestada para la buena marcha del proyecto, la

cesión hecha a Don Ignacio Méndez sería gratuita. Por los beneficios recibidos,

los vecinos del pueblo deberían al señor Cuesta Gallardo $ 100 por cada

hectárea de terreno, pagaderos a 25 años en la ciudad de Guadalajara con un

interés del 5% anual. Además cederían “…la faja de terreno que se necesite

para abrir el canal de circunvalación que debe efectuar el Sr. Cuesta cerca del

agua…” y pagarían una renta anual de $ 10 “…por cada hectárea de terreno

que se riegue…” posteriormente a la desecación.51

Más adelante describiré la suerte que corrieron los terrenos de la laguna

de Pajacuarán descubiertos de agua a consecuencia del proyecto Cuesta

Gallardense.

Otra zona en la que la curva de nivel fijada para determinar la altura del

lago de Chapala y la de las tierras descubiertas a partir del referido proyecto

requirió de arreglos y negociaciones fue el de la desembocadura del Lerma en

el lago de Chapala, donde de tiempos atrás habíanse acumulado natural y

artificialmente los limos para conformar la isla de Maltaraña –sitio desde el que

partiría el bordo de retención de las aguas lacustres en dirección a Jamay- y

otros terraplenes alzados limítrofes, entre estos el conocido como La Palmita -

sitio de confluencia del brazo del bordo que iría hasta La Palma.

51
AMZ, Prefectura Política, Secretaría de Fomento, 1,50,1906.
30

Habiendo acordado Manuel Cuesta Gallardo con los señores

Castellanos las mutuas obligaciones derivadas de los diferentes tipos de

terrenos, como vimos arriba, haciéndose representar por Aurelio González

Hermosillo, José Castellanos vendía en 1910 al primeramente nombrado

…la finca rústica denominada “Isla de Maltaraña” y anexos,


situada aquella en la Municipalidad de La Barca, tercer Cantón del
Estado, y los últimos en el Municipio de Ixtlán, Distrito de Zamora, Mich.,
y compuesta de los terrenos conocidos por “Isla de Maltaraña”, “Boca del
Río”, “La Boquita”, “Amezquitas” y “El Descanso”, con una extensión
aproximada de 1252 hectáreas, teniendo unidos los siguientes linderos:
al Oriente, terreno de la Hacienda de Cumuato, propiedad de la
Compañía Agrícola del Chapala, S.A., mediando un bordo que se está
construyendo de “La Palma” a “La Palmita”; al Poniente y al Sur, la
laguna de Chapala; y al Norte, el río Lerma.

Fue aquí que Cuesta Gallardo construyó el palacete de estilo

afrancesado proyectado para albergar al presidente Porfirio Díaz cuando

vacacionara en Chapala, cosa que ya no sucedió.

Cuesta Gallardo había adelantado el pago de $ 120,000 por la propiedad

declarada sin gravámenes y asumía las obligaciones contraídas con los

Castellanos con respecto

…a que “Maltaraña” y anexos comprenden terrenos


pertenecientres al vaso del lago de Chapala; quedando el sr. Cuesta
Gallardo en virtud de este contrato subbstituido absolutamente en el
lugar del vendedor de “Maltaraña” y anexos, pudiendo por lo tanto usar
de los derechos emanados de esos contratos con relación a éste o a
cualquier otro acto o contrato que tenga relación con aquellos.52

En 1911 Cuesta Gallardo hipotecaba Maltaraña en garantía del pago de

las acciones de la Compañía Minera de San Pedro Analco, que compraba a

Manuel, Justo y Francisco de P. Fernández del Valle, Clementina Llano v. de

García, Manuel M.

52
AIPEJ, Protocolos, Homóbono A. Díaz, 13,44, 164-169.
31

Rivas, Carlos F. de Landero, Jesúsa Remus y Josefa Martínez Negrete

de Fernández del Valle.53 En tanto que Manuel traspasaba la propiedad a su

hermano Joaquín Cástulo, en 1913 éste se hacía acreedor de un préstamo por

$ 145,000 concedido por la propietaria y comerciante de Guadalajara Carmen

Rosales viuda de López, que cubriría el pago de la hipoteca que gravaba sobre

Maltaraña, volviéndola a comprometer al propio efecto.54

El 27 de abril de 1908 Manuel Cuesta Gallardo firmaba un nuevo

convenio con la Secretaría de Fomento,

obligándose éste a ejecutar las obras necesarias para aprovechar


en riegos toda el agua que fue materia de las anteriores concesiones, a
fin de que cada hectárea del terreno regable quedara dotada de un
volumen anual de cuatro mil metros cúbicos. El Gobierno le concedió
como subvención la suma de veinticinco pesos por hectárea de terreno
que entregara cultivada y provista del volumen de agua mencionado
anteriormente.55

En esa ocasión la Secretaría exigió a Cuesta Gallardo la exhibición de $

500,000 en efectivo, de los cuales la mitad a invertir de inmediato en las obras;

a efecto de concluirlas, el Gobierno Federal otorgaría al concesionario un

préstamo por tres millones de pesos, pagables con terrenos en la superficie

descubierta por el agua a razón de $ 250 la hectárea. Manuel Cuesta Gallardo

se comprometía entonces a

…fraccionar los terrenos que le correspondieran, en lotes hasta de


quinientas hectáreas, no pudiendo enajenar más de una porción a cada
persona. Sometería a cultivo de riego las porciones de terrenos que no
enajenare, sin poder exigir la subvención de veinticinco pesos por
hectárea, estipulada en contrato anterior, relativamente a terrenos
situados entre las obras y la curva de noventa y siete ochenta de que se
ha hablado. Todos los terrenos decubiertos y las obras ejecutadas
quedarían afectos al pago de los tres millones, conforme al plano
respectivo. El Gobierno se incautaría, en caso de caducidad del contrato,
53
AIPEJ, Protocolos, Enrique Arriola, 52,73, 98-108.
54
AIPEJ, Protocolos, Enrique Arriola, 71,290: 69-75.
55
AHA, Aprovechamientos Superficiales, Secretaría de Agricultura y Fomento,
Dirección de Aguas, Departamento de Concesiones, Sección de Tramitación, V
División. 1918, 99 ff.
32

de todas las construcciones, maquinaria, herramientas, enseres y demás


objetos necesarios para la ejecución de dichas obras; y si a juicio de la
Secretaría de Hacienda no bastaban dichas garantías, exigiría el
Gobierno, del concesionario, la que estimara conveniente.56

Ha quedado sin localizar la escritura de fundación de la Compañía

Agrícola de Chapala, S.A. y sólo es posible suponer que algunas de las

concesiones obtenidas por Manuel Cuesta Gallardo por su amistad con el

presidente Porfirio Díaz quedarían integradas a la sociedad, de cuyos

miembros conocemos, además de nuestro personaje, al ingeniero Don Alberto

Frank y al licenciado Don Antonio Pérez Verdía F. (Ver plano 5)57 Supongo

también, que si bien Manuel Cuesta Gallardo tuvo que prescindir del

encabezamiento del proyecto ante la ausencia del presidente, prosiguió como

principal responsable de las obras; la asociación permitiría repartir la carga del

endeudamiento y, quizá también, de sus beneficios. De cualquier manera la

jefatura quedó en manos de la oligarquía regional, con la que Cuesta Gallardo

había entablado vínculos de amistad, de parentesco y de negocios.

Como sucesora, tanto de Manuel Cuesta Gallardo como de la Compañía

Agrícola de Chapala, S.A., un nuevo contrato de 20 de febrero de 1911

establecía a la Compañía Hidroeléctrica e Irrigadora del Chapala, S.A.

(ratificado en febrero de 1914), en la que el primero conservaría algunas

acciones y ventajas. En otro convenio más de 12 de abril de 1912

…la Compañía Agricola, filial de la compañía Hidroeléctrica e


Irrigadora del Chapala, adquiriría los terrenos desecados pertenecientes a
la segunda y exoneraba al Gobierno de la obligación de venderle las doce
mil hectáreas que el mismo Gobierno recibiría en pago de los tres
millones de pesos prestados, y en cambio el Gobierno tomaba dichas
tierras en firme a doscientos ochenta pesos cada hectárea, en lugar de
56
AHA, Aprovechamientos Superficiales, Secretaría de Agricultura y Fomento,
Dirección de Aguas, Departamento de Concesiones, Sección de Tramitación,
V División. 1918, 99 ff.
57
MMOB, Plano de los terrenos pertenecientes a la Cía Agrícola de Chapala.
Colección General, Jalisco, V 06, 11303. Fotógrafo: Andrés Cabrolier.
33

los doscientos cincuenta fijados en contratos anteriores. Por tal


modificación, el Gobierno se obligó a entregar, no ya un millón de pesos
que faltaba del préstamo, sino un millón y trescientos sesenta mil pesos,
de los cuales correspondía a la Compañía Hidroeléctrica un millón, y
trescientos sesenta mil pesos a la Compañía Agrícola, obligándose esta
última a explotar y enajenar a un precio no menor de trescientos
ciencuenta pesos la hectárea, las doce mil hectáreas recibidas por el
Gobierno en pago de los valores expresados y declarándose formalmente
que se habían concluído satisfactoriamente las obras y que estaba fijado
el límite del lago por la curva de noventa y siete ochenta expresada. 58

Finalmente, el 20 de noviembre de 1912, la Compañía Agrícola de

Chapala, S.A., convino que

sobre la base de que el Gobierno era dueño legítimo de las


cuarenta y nueve mil novecientas noventa y una hectáreas treinta y nueve
areas que medían los terrenos desecados,

recibía en cesión tales terrenos, reservando para el gobierno doce mil

hectáreas de los mismos, marcadas en los planos ejecutados por el ingeniero

Luis P. Ballesteros.

Las incongruencias inherentes desde el primer contrato que saltan a la

vista son: desde luego el hecho de que nunca estuvo sujeta a desecación la

totalidad de las casi cincuenta mil hectáreas de la Ciénega de Chapala, puesto

que la mayor parte del terreno ya había quedado a salvo de inundarse a través

de las obras de elevación y protección que desde tiempos prehispánicos y

posteriores se habían ya realizado, estando además en manos de varios

propietarios. Enseguida cabe hacer notar que, con excepción de ciertas

hondonadas susceptibles a encenegarse y encharcarse, la única superficie

lacustre mayor era la de Pajacuarán, sobre la cual la población indígena del

pueblo reclamaba derechos ancestrales, los cuales tuvo que readquirir por

compra a Cuesta Gallardo. Fue precisamente el vaso de la laguna de

58
AHA, Aprovechamientos Superficiales, Secretaría de Agricultura y Fomento,
Dirección de Aguas, Departamento de Concesiones, Sección de Tramitación, V
34

Pajacuarán y su extensión hacia Chapala conocida como Ciénega Palmeña, el

que terminó en manos del gobierno federal. (Véase plano 6)59

Vale la pena reproducir a pié de página los nombres de los propietarios

cenaguenses reunidos el 22 de marzo de 1918 en la Secretaría de Fomento

para aclarar las situaciones derivadas del proyecto Cuesta-Gallardense,60

brillando por su ausencia los vecinos del pueblo de Pajacuarán o su

representante.61

División. 1918, 99 ff.


59
MMOB, Plano-mapa de la zona oriental del lago de Chapala que consigna los
terrenos de la zona federal. Colección General, V 06, 11316. Fotógrafo: André
Cabrolier.
60
Manuel Marroquín Rivera, Luis Matty y Licenciado Antonio Pérez Verdía F., en
representación de la “Compañía Hidroeléctrica e Irrigadora del Chapala, S. A.,
Manuel Cuesta Gallardo, Ingeniero Alberto Frank y Licenciado Antonio Pérez
Verdía F., en representación de la “Compañía Agrícola del Chapala, S. A.,
Manuel F. Moreno y Licenciado Miguel Campos Kunhardt en representación de
la testamentaría a bienes del Diego Moreno; Licenciado Fernando Puga, en
representación de Clementina Llano viuda de Gavica, Jenaro Serrano y Manuel
García Vallejo, por sus menores hijos Carmen y Manuel García Dávalos y
Carlota Méndez de García, Licenciado Alberto G. Arce, en representación de
Luis Castellanos y Tapia y su esposa Carolina Lambley de Castellanos, de
María Castellanos de Vidrio y su esposo Cayetano Vidrio, Enrique G.
Castellanos y José G. Castellanos y su esposa Cristina Salmón de Castellanos,
así como de la sucesión testamentaria de Josefa Martínez Negrete de
Fernández del Valle; Ingeniero Miguel A. de Quevedo, como apoderado de
Antonia Moreno viuda de Cuesta; Doctor Luis López Hermosa, como
apoderado de su esposa Antonia Dávalos de López Hermosa; Lorenzo Murga,
como apoderado de Arcadio y Miguel Dávalos; Delfina Ruiz viuda de Méndez,
en representación de su menor hija Elena Méndez Ruiz; José Méndez Ruiz,
María del Carmen Méndez Ruiz de Jiménez y Rosa Méndez Ruiz; Dolores
Méndez viuda de Dávalos; José C. Gómez, Lucía Fernández del Valle de
Suárez y su esposo Balbino Suárez; Natalia Fernández del Valle de Sosa y su
esposo Alberto Sosa; Carmen Fernández del Valle de Angoitia y su esposo
Eduardo Angoitia; Francisco de A. Fernández del Valle; Luz Castilla Portugal
viuda de Fernández del Valle, por sus menores hijos Justo, Guadalupe y Luz, y
María Castillo.
61
Estaban presentes también Pastor Rouaix, Secretario de Agricultura y Fomento en
representación del Poder Ejecutivo Federal, así como Agustín Legorreta y José
M. Castelló, en representación del Banco Nacional de México, S.A., Carlos
Basave y del Castillo Negrete y José de Jesús Arbedillo, en representación de
la “Caja de Préstamos para Obras de Irrigación y Fomento de la Agricultura,
S.A., Eduardo del Raso y André Guieu, en representación de la Comisión
Monetaria, como liquidadora del Banco Central Mexicano, Eduardo del Raso y
Vicente G. Castellanos, en representación de la Comisión Monetaria por el
propio derecho de ésta y además como liquidadora de la Comisión de Cambios
35

Propiedades Nombre de los propietarios Extensiones superficiales


Capulines Señor José C. Gómez 243.54
San Agustín Señora Clementina de Llano 3,441.38
viuda de Gavica
Cumuato Gobierno Federal 1,302.36
Briseñas Gobierno Federal 742.48
Buenavista Gobierno Federal 213.04
El Molino Señor Jenaro Serrano 491.65
La Luz y El Señor José Méndez Ruiz y 2,362.50
Capulín hermanas
El Mezquite Testamentaría Diego Moreno 1,049.75
La Playa y Señora Antonia Dávalos de 269.42
Los Frijoles López Hermosa
Valenciano Señor Manuel García Vallejo 358.56
La Higuera Señor Manuel García Vallejo 259.25
Dávalos Arcadio y Miguel Dávalos 70.83
Laguna de Gobierno Federal 7,880.75
Pajacuarán y
Ciénega
Palmeña
Guaracha Testamentaría Diego Moreno 8,881.36
La Cofradía Testamentaría Diego Moreno 79.12

En el reparto de la propiedad en la Ciénega de Chapala resultante del

proyecto queda explícito la distribución marcada en el plano 6 y en el cuadro

que especifica las medidas de los terrenos.62

Conclusiones preliminares

Ha quedado pendiente la revisión de los negocios y proyectos

industriales y urbanos de la familia Cuesta Gallardo, así como sus asociaciones

con otros terratenientes y empresarios de la oligarquía regional jalisciense y

michoacana alrededor del lago de Chapala y los ríos Lerma y Santiago. Falta

también el análisis de sus manejos financieros con la oligarquía, los bancos y el

gobierno. El proyecto de irrigación hace entrever que económica y

y Moneda, quienes liquidarían cuentas de los diversos créditos pendientes.


Estas cuestiones financieras serán tratadas en otro trabajo.
36

políticamente la agricultura quedó supeditada a las inversiones de desarrollo en

aquellos ámbitos con el papel de financiarlos y que el gobierno mexicano vino a

rescatar a esa élite con créditos y compras de terrenos.

A través de todo el proceso es notorio que Manuel Cuesta Gallardo dejó

de asumir su papel como terrateniente y productor agrícola, al vender la

propiedad de Atequiza y al resultar que los terrenos de la Ciénega no entraron

en su haber, tal como esperaba por lo estipulado en las concesiones.

Encontramos hasta ocho años después de la caída del regimen

porfiriano una marcada continuidad de la oligarquía terrateniente en la Ciénega

de Chapala, articulada con la de la capital jalisciense a través de los arreglos y

negociaciones en torno a los derechos de uso del agua del lago de Chapala y

los ríos Lerma y Santiago, que en un largo proceso iniciado en el siglo XVI

habían sobrepuesto a los de los pueblos indígenas de la región. Encontramos

también, al menos durante el período de ejecución del proyecto del empresario

Manuel Cuesta Gallardo, el decidido apoyo del gobierno federal para los

negocios de esta oligarquía, frecuentemente en detrimento de

derechohabientes anteriores menos poderosos. Las desaveniencias entre

hacendados siempre tuvieron solución mediante acuerdos y arreglos

monetarios; las ocasionadas porque se pasaba por encima de los derechos de

comuneros indígenas no dieron ocasión a que éstos fueran oídos más que por

boca de sus representantes, los cuales eran miembros de la propia oligarquía o

personas de la confianza gubernamental.

62
AHA, Aprovechamientos Superficiales, Secretaría de Agricultura y Fomento,
Dirección de Aguas, Departamento de Concesiones, Sección de Tramitación, V
División. 1918, 99 ff.
37

La documentación consultada parece ser indicativa de que la magna

obra de desecación de la Ciénega de Chapala no alteró demasiado las

características de los terrenos y de sus regadíos, más allá de aquellas

superficies inundadas que habían pertenecido a las comunidades de indígenas

y que estos habían aprovechado en actividades de pesca, recolección, caza y

transporte lacustres.

Es sabido que Manuel Cuesta Gallardo había contratado con la firma

alemana Siemens Schuckertwerke el instrumental necesario para mecanizar

los regadíos y también algunas instalaciones industriales. No fue, sin embargo,

hasta el año de 1936 que la Comisión Nacional de Irrigación instaló la planta de

bombeo de La Palma para drenar definitivamente y regar con aguas del lago de

Chapala las tierras que devenían en ejidales en la Ciénega. Pero esa será otra

historia.

Bibliografía consultada

Archivos:
Archivo de Instrumentos Públicos del Estado de Jalisco (AIPEJ). Guadalajara,
Jalisco.
Archivo Histórico de Jalisco (AHJ). Guadalajara, Jalisco.
Archivo Histórico del Agua (AHA). Ciudad de México.
Archivo Municipal de Zamora (AMZ), Zamora, Michoacán.
Mapoteca “Manuel Orozco y Berra” (MMOB), Ciudad de México.

Periódicos:
Diario Oficial de la Federación. México, D.F.
El Correo de Jalisco. Guadalajara, Jalisco.
El Estado de Jalisco. Periódico Oficial del Gobierno. Guadalajara, Jalisco.
Lake Chapala Review. Ajijic, Chapala, Jalisco.
Milenio. Guadalajara, Jalisco.

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Fondo de Cultura Económica.
LA BAHIA Y PUERTO DE LA HABANA. SU EVOLUCIÓN GEOGRÁFICO-
HISTÓRICA

ESTER FABIOLA BUENO SANCHEZ


fabiola@fanj.cult.cu
COLABORADORES:
Marlen Muñoz Díaz
Idelfonso R. Díaz Barrios

Sumario:

• Introducción

• Evolución geográfica-histórica de la Bahía y el Puerto de lo que fuera la villa de


San Cristóbal de La Habana

• El centro histórico de la Habana Vieja: “Patrimonio de la Humanidad"

• Conclusiones

• Proyecciones

• Fuentes bibliográficas principales


INTRODUCCION
El espacio insular de la Región del Caribe está representado por una gran cantidad de
islas, islotes y cayos, que forman un arco casi perfecto, desde la isla mayor y más
occidental, Cuba, hasta la isla de Trinidad.
La sumatoria del espacio costero antillano es asombroso, y posee mayor longitud
costera que muchos países continentales dueños de una extensión superficial mayor
que la de las Antillas Mayores y las Bahamas.
En los territorios insulares las costas tienen una gran importancia, el archipiélago
caribeño tiene una especial relevancia desde muchos puntos de vista, a saber:

• su privilegiada posición geográfica que la sitúa a la entrada de las Américas,

• su excelente clima tropical, que le permite poseer temperaturas cálidas durante todo
el año,

• su gran biodiversidad marina que genera una racional explotación de los productos
del mar,
2

• sus hermosas playas que atraen la afluencia de turismo durante de todo el año,

• sus accidentes costeros y fundamentalmente las bahías, que han favorecido el


establecimiento de puertos y ciudades importantes.
Si se sumara el espacio costero del archipiélago antillano, el resultado asombroso sería
que posee mayor longitud costera que muchos países continentales dueños de una
extensión superficial mayor que la de las Antillas Menores, Mayores y las Bahamas.
El presente trabajo, constituye un estudio geográfico-histórico y económico-social de la
Bahía y Puerto de La Habana; en este se ofrece una valoración del proceso de
antropización de tan importante y milenario enclave antillano.

En su contenido se establecen etapas en el desarrollo y transformación antrópica de la


bahía, destacando la importancia que le confiere su privilegiada posición geográfica,
que la convierte, desde los inicios mismos de la colonización española en punto de
concentración de la flota metropolitana, tanto en su destino a España, como en su
retorno a las Américas. Su posición la hizo además objeto de la gula de corsarios,
piratas y filibusteros de toda laya, dispuestos a disputar a España las riquezas que esta
extraía de América y que controlaba de manera férrea con su política de monopolio
comercial.
Una sección interesante relacionada con el Puerto y la Bahía de La Habana será sin
dudas la reconstrucción cartográfica y la memoria explicativa teniendo en cuenta las
siguientes etapas:

• Desde su fundación hasta 1699.

• Siglo XVIII hasta 1762.

• 1762, durante la Toma de La Habana por los ingleses.

• Último tercio del siglo XVIII y siglo XIX.

• 1902 – 1958, durante la República pre-revolucionaria.

• 1959 – 2003, Bahía y Puerto de La Habana en la etapa revolucionaria.

• Nominación por la Convención Internacional de Patrimonios culturales y


naturales como Patrimonio de la Humanidad.
Este trabajo va acompañado de mapas, planos, dibujos, esquemas, fotos del territorio
objeto de estudio, así como sus memorias explicativas.
Para el presente estudio nos hemos apoyado en la investigación histórica y
recopilación de materiales bibliográficos que incluyen planos, mapas, esquemas y fotos
de las diferentes épocas, además se ha realizado una cronología documental que
incluye la cartografía y el patrimonio testimonial escrito.
3

El Centro Histórico Colonial de la Ciudad, así como su sistema de fortificaciones donde


se encuentran la Bahía y Puerto de La Habana forman parte del Patrimonio de la
República de Cuba y han sido declaradas por la UNESCO Patrimonio de la
Humanidad. A esta importante porción de la capital de la República de Cuba se le
conoce comúnmente como “La Habana Vieja” y es objeto constante de atención estatal
y sitio privilegiado a afluencia de turistas.
EVOLUCION GEOGRAFICA-HISTORICA DE LA BAHIA Y EL PUERTO
DE LO QUE FUERA LA VILLA DE SAN CRISTÓBAL DE LA HABANA
Etapa de la fundación hasta 1699
La Villa de San Cristóbal de La Habana es la séptima creada por la Corona española
en la isla de Cuba. Asentada inicialmente en la costa Sur, lo inhóspito de esta zona
hace que se traslade rápidamente hacia el Norte, donde se conocía la existencia de
una amplia bahía. Sebastián de Ocampo, quien fue el primer español en visitarla, la
bautizó como Bahía de Carenas, ya que ahí él reparó sus naves, carenándolas y
calafateándolas con recursos minerales encontrados en su litoral. Esta bahía primitiva
es mucho más amplia y profunda de lo que es hoy. Su canal de entrada, mayor que
350 varas, cuenta con muchas pequeñas ensenadas además de los grandes lóbulos
que la caracterizan, con islotes y bajos en su interior y desembocando en ella unos
cuantos ríos y arroyos.
A la llegada de los españoles, el paisaje se describe, del canal de la entrada de la
bahía como terrenos casi planos, rocosos y alternando en la costa con pequeñas
playas, con rocas carbonatadas del período Cuaternario con vegetación de manigua
costera y bosques semideciduos, que en algunos tramos tiene pequeñas alturas
compuestas de rocas del Cuaternario, con vegetación predominante de manigua
costera y bosques semideciduos. Hacia los lóbulos los terrenos bajos cenagosos con
manglares y marismas y hacia la Ensenada de Marimelena existen Terrenos bajos
arenosos con playas que alternan con territorios de bosques semideciduos y
matorrales xeromorfos sobre serpentinitas.
Los planos de esta época revelan los topónimos como Puerto de Carenas, Villa de San
Cristóbal de La Habana, Fortalezas: Fuerza Vieja, Real de la Fuerza, Morro, la Punta;
lomas de la Cabaña, poblado de Regla.
Al trasladarse, los vecinos prefirieren la banda occidental que les ofrece mejores
condiciones geográficas. Las primeras casas son muy rústicas, con paredes de tabla
de palma y techo de guano, y en 1550 la población se estima de 60 vecinos. Sus calles
son estrechas, algunas pocas son más anchas, con ciertas reglamentaciones. En 1552
se convierte en residencia del gobernador y capital de la Isla. En 1582 se delimita el
espacio que forma la primitiva Plaza de Armas, entre el Castillo de la Real y la Iglesia
Parroquial. Dos años después se inicia la construcción del convento de San Francisco,
así como la Zanja Real y el primer acueducto. Los últimos 30 años de este siglo se
caracterizan por las construcciones de las grandes casonas y la edificación en 1690 de
la Ermita de Ntra. Sra. de Regla. También se construyen grandes fortificaciones en esta
etapa: la Fuerza (Vieja), cuya construcción comienza en 1558 y concluye en 1577.
4

Posteriormente, Felipe II resuelve ampliar las obras de la Real Fuerza llevándolo a su


sitio actual, así como construir dos fortalezas más: el Morro y el Castillo de San
Salvador de la Punta, que se termina en 1600. Ambas fortalezas defienden la entrada
del canal de la Bahía. El Castillo Los Tres Reyes del Morro se termina en 1630. Por
esta época se modela “La Giraldilla” que se coloca en lo alto del Castillo Real de la
Fuerza, que defiende la Bahía. Esta mundialmente famosa estatuilla, sirve de veleta y
símbolo de la ciudad La Habana. Por último, hacia 1670 comienza la construcción de
las murallas de La Habana.
Desde la segunda mitad del siglo XVI, La Habana es el único puerto autorizado al
comercio. En él hacían escala las flotas de Indias cargadas de riquezas para la
Metrópoli. Esto trae como resultado ataques de piratas, corsarios y filibusteros. Ya en
1537, la ciudad es saqueada e incendiada, lo que determina el inicio de ello las
fortificaciones. El más famoso de los piratas que asaltó La Habana lo es, sin dudas, el
francés Jacques de Sores, quien deja a la villa arrasada y en la miseria. Durante el
siglo XVII, se mantienen las incursiones y represalias sobre la población, ingleses
franceses y holandeses rivalizan en ello. El avance de las fortificaciones y el hecho de
que los asaltantes que son capturados se les condena a trabajos forzados en la villa
hacen que decrezca paulatinamente esta actividad.
Acontecimientos importantes que demuestran también el movimiento del Puerto de La
Habana:
• Se celebra la primera misa y el primer cabildo debajo de una hermosa ceiba.
• Llega al puerto Pedro Barba.
• Arriban las carabelas de Alonso Hernán y F. Montojo, enviadas por Cortés con las
primeras riquezas de México.
• Se presenta la primera expedición para conquistar Higueras.
• Se nombra al capitán Hernando de Soto comisionado directo de la corona.
• Se reúnen en el puerto los buques de la expedición de la Florida y sale con ella
Hernando de Soto.

• Arriba la expedición de Pedro Méndez para conquistar la Florida.


• Se reciben refuerzos de Méjico y del interior de la ínsula para defender la villa y
puerto, se organiza la población en compañía de voluntarios.
Generalidades de 1508-1699:

• Hallazgo del Puerto de Carenas.

• Asentamiento poblacional en la banda occidental de la Bahía y como consecuencia


de ello primeras afectaciones de sus ecosistemas costeros.

• Comienzo de la estructura defensiva de La Habana.


5

• Insignificantes cambios en el paisaje natural.

• La Habana puente clave entre América y el Viejo Mundo, punto de concentración de


la flota, lugar de constantes ataques de corsarios, piratas y filibusteros por lo tanto su
acuatorio comienza a ser vulnerable a las afectaciones ambientales fuertes.
Etapa del siglo XVIII hasta 1762
La Villa se fue poblando mayormente en el área aledaña al puerto, construyéndose
grandes casonas lo que fue cambiando la fisonomía de la ciudad, de su bahía y puerto,
el proceso de antropización aumentó notablemente. El área de mayor transformación
fue el Noroeste del canal de entrada, así como el territorio Oeste de la Bahía.
Ya en esta etapa comienza la preocupación por los destinos de la Bahía, por la gran
cantidad de basura y relleno a que era objeto. La causa de lo anterior, está dada por
las constantes construcciones en área de la bahía donde fueron desapareciendo
terrenos naturales originales y paisajes marinos, tales como, pequeñas ensenadas,
manglares marismas, playas, etc.
En los planos de la Bahía se observa una discreta disminución del ancho del canal de
entrada, así como de las pequeñas ensenadas. Los territorios de mayor antropización
siguen correspondiendo al Oeste de la Bahía. También se hace evidente la pérdida de
vegetación, de la vida animal, especies de la flora y la fauna.
En los planos de la época se localizan: los castillos del Morro, la Punta, Real de La
Fuerza, importantes edificaciones que aparecen en la leyenda de los planos, puntos de
baterías, caserío de territorio ultramarino de Regla, de Casa Blanca, las ventas de
Marimelena y Guafalacoa, la isla de Mujeres.
Crece La Habana en construcciones de edificios públicos y particulares y por ende
crece la población de la villa, con respecto a los siglos XVI y XVII de la dominación
española. En 1730 se realizan las construcciones de la iglesia y Convento de San
Francisco de Asís. En el ultramarino Regla (1731), fueron a vivir ermitaños en el edificio
anexo a la iglesia de Nuestra Sra. de Regla. En el 1733 aparecen los primeros; los
pescadores, con sus barcos. Aumentándose paulatinamente con otras familias. Se
construye la muralla marítima. En 1740 ya la villa cuenta con 3 000 casas en un
terreno de 10 ½ caballerías, al terminar este período la población aumenta
notablemente; la ciudad con grandes riquezas era descuidada en la limpieza. Se
instalan los primeros pobladores en los terrenos de Casa Blanca.
Se mantienen las tres grandes fortalezas, ya mencionadas.
El Puerto con gran movimiento comercial sigue siendo punto de reunión de los
galeones que parten en flota hacia la metrópoli, pero sin embargo el comercio de la villa
con el exterior es extremadamente limitado y, por ello, algunos españoles hacen
intercambio comercial no legal con los corsarios y piratas extranjeros; la calle de los
Oficios y Mercaderes se convierten así en un fuerte centro comercial, pues constituyó
punto de desembarco de los bajeles. A pesar de las medidas adoptadas por la corona
española, estas no sirven para que corsarios, piratas y filibusteros, continúen
6

asediando nuestros mares y más aún la Bahía y Puerto de La Habana; siendo la causa
de lo anterior el monopolio comercial español. Asimismo la trata de esclavos favore la
piratería. Las bahías seguras y escondidas y la gran cantidad de islotes y cayos de las
Antillas, constituyen un refugio admirable, preparados por la madre natura, para el
espionaje, el asalto y la sorpresa, lo que facilita estas incursiones extranjeras a las
flotas de la metrópoli, que llevan metales preciosos y mercancías muy codiciadas al
Viejo Mundo. En esta etapa predominan los ataques de la armada inglesa, con
corsarios y piratas muy bien armados, con buques bien preparados en armamentos y
hombres.
Acontecimientos importantes que demuestran también el movimiento del Puerto de la
Habana:

• La Habana organiza el ataque al comercio inglés.

• Se mide el ancho del canal de entrada de la Bahía, el que resulta de 350 varas,
después se continún con las mediciones de esos laterales.

• La explosión del buque “El Invencible” ocasiona daños en las edificaciones cercanas
al Puerto y sobre todo en la parroquial mayor, donde después se construye el
Palacio de los Capitanes generales.

• Muere la primera ceiba donde se da la primera misa y cabildo.

• Quedan terminadas las obras del Arsenal de la Marina.


Generalidades de 1700-1762:

• El proceso de antropización de la banda occidental de la Bahía aumenta


notablemente, con la construcción de grandes casonas, aumento notable de su
población y, por ende, progresa la desaparición de sus ecosistemas costeros
terrestres.

• Auge del comercio marítimo.

• Aparecen los primeros pescadores, con sus barcos y los primeros pobladores en los
terrenos de casa Blanca.

• El polvo y los cascajos de las canteras van aportando sedimentos en las orillas del
acuatorio, lo que junto a la basura e inmundicia comienzan a cegarse paisajes
marinos de la Bahía y convirtiéndose en tierra firme.

• Primeras mediciones de contornos y profundidades del canal.

• Toma de La Habana por los ingleses.


Etapa de 1762 durante la Toma de La Habana por los ingleses
Queda destruida toda la capital, así como con potentes afectaciones en las tres
grandes fortificaciones. En la corta dominación inglesa se abren las puertas del Puerto
7

al mundo. En breve tiempo cerca de un millar de embarcaciones comerciales de todas


las banderas habían entrado y salido de la Bahía de La Habana. Se reanima la
agricultura, por lo cual se obtienen ventajas de amplitud que se le ofrece al comercio.
Es por ello que Bachiller considera a la Toma de La Habana por los ingleses como “un
episodio importante en la historia de Cuba”. Los efectos materiales favorables fueron
reconocidos por los hombres de buena fe de la época, así como despertó el avance y
el progreso para la Cuba. Los ingleses realizan planos de La Habana que influyen en la
toponimia.
Generalidades de esta corta etapa:

• Reconstrucción de la Capital.

• Se abre el libre comercio; cientos de embarcaciones entran y salen de la Bahía, lo


que hace aún mayor la vulnerabilidad de la Bahía por contaminación y mayores
afectaciones a sus ecosistemas marinos y terrestres.

• Continúan cegándose terrenos marinos.


Etapa de 1763 a 1898
Cambia la fisonomía de la Bahía, ya que territorios submarinos de sus alrededores
pasan a ser tierra firme y en parte de esos terrenos robados al agua se realizan
construcciones: viales, plazas, edificaciones y otros.
Se realizan nuevas mediciones del canal de entrada de la Bahía y continúa la
disminución de su anchura; en la segunda medición (1783), se redujo en 15 varas con
respecto a la primera; en 1812; se efectúa la tercera, resultando que había decrecido
en 100 varas menos con respecto a la segunda medición. En caso de todas las
mediciones realizadas, los puntos de referencia siempre son los mismos.
Los terrenos de mayor grado de antropización son los de la banda Oeste de la Bahía,
donde en ellos se continúa con creces la urbanización; todo ello influye directamente en
la pérdida de los paisajes naturales que se caracterizan en la primera etapa. Han
cambiado mucho las dimensiones interiores de la Bahía, estas transformaciones se
manifestan fundamentalmente en 1820; así es el caso que se realizan mediciones
comparativas por Casa Blanca, de Norte a Sur, lo mismo se hace en diferentes puntos,
como, de la Machina a Guasabacoa, del muelle de Paula al litoral de Regla, del muelle
del Arsenal al litoral opuesto: con estas mediciones queda demostrado las grandes
modificaciones que ha sufrido la Bahía y las causas de ello son determinadas por:

• derrame del agua de lluvia con basura y polvo de la ciudad y de los barrios
extramuros;

• derrames de la Zanja Real en el Arsenal, lo que constituye una de las causas


primordiales de la ruina de la Bahía;

• la basura e inmundicia que arrojan las embarcaciones a la Bahía, Puerto y sus


alrededores; y
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• abandono o carencia en la limpieza diaria del Puerto y sus alrededores.


Todas estas causas enumeradas van cegando diariamente la Bahía y Puerto de La
Habana.
Cambios y aumento de homónimos y topónimos durante el transcurso de esta fructífera
etapa, producto de la antropización cada vez mayor de la Bahía y Puerto de La
Habana, así como de sus contornos. Los homónimos y topónimos fundamentales a
considerar en esta etapa son:
Castillos del Morro, La Punta, de La Fuerza, la Cabaña y Atarés; Muelles de Carpineti,
de Luz, Caballerías, S: Francisco, Machina de S. Fernando, Paula, Tallapiedra, del
Ingenito; Placer de San Telmo; Ensenadas de Atarés, Guasabacoa (que en el plano de
1881 se le nombró Guanabacoa), Marimelena, Barrero, Triscornia; Bajos de Atocha,
Regla, Valdespino, Cascajal o de Luz, Feliciano, Cabrestante; Cayo Cruz o Puto,
Blanco; Ríos Luyanó y Martín Pérez, Piedra de Regla, poblados o barrios ultramarinos
de Regla y Casa Blanca; además de topónimos de Almacenes y otros homónimos.
Entre 1834-1838 fue resuelto el pavimento de las calles en el gobierno de Tacón.
En 1798-1844 rodeada de murallas por todas partes, La Habana se convertía durante
las lluvias en una inmensa charca que desagua en la Bahía por un solo lugar, el
boquete de la pescadería frente a la calle del Empedrado. El arrastre es tan
considerable que el fondo de la Bahía disminuye de 1798 a 1844 en no menos de 6
pies por todas partes, pero no menos de 10 pies frente a los muelles; aún hoy día la
Bahía y el canal a pesar de los sucesivos dragados no han recobrado la profundidad
que tenía a mediados del siglo XVIII. En esta etapa, se define La Habana como un
territorio de amontonados edificios de piedra con numerosas torres de iglesias y
conventos.
En los primeros años del siglo XIX se manifiesta una población desde el Puerto con
una atmósfera de apariencia grandiosa, con el bullicio marítimo y una mezcla de
riquezas y lujo que impresiona profundamente. En 1809, el Puerto de La Habana abre
sus puertas a los barcos de todas banderas y anualmente entran más de 1 000 barcos.
En 1827 entran 1 053 buques, de los cuales 785 son de EE UU, 71 de Inglaterra, 57 de
España, 48 de Francia, 24 de Holanda, 21 Dinamarca y 14 de Alemania.
Entre otros, la aduana señala la llegada de dos buques rusos en 1829. Ello llevó a este
Puerto la opulencia, se convierte en un puerto poblado de buques de todo el mundo
pese a que el comercio sigue controlado por la Corona española.
Entre 1763-1774 se construye el Castillo de San Carlos de la Cabaña, el Castillo de
Atarés en la Loma de Soto y se reedifica y aumenta el Morro; todo ello bajo los
gobiernos de Ambrosio Tunes de Villalpardo Conde de Ricla (1763-65), Pascual
Jiménez de Cisneros (1765-66), Antonio María Bucarely (1766-1771) y Felipe
Ordeano Marqués de la Torre (1771-1779). Esto permite que disminuyan los ataques al
Puerto de La Habana por franceses e ingleses, y prácticamente se retiran los
holandeses. Se hacen esporádicos, pues La Habana se convierte en una plaza más
fortificada con un sentido más táctico y estratégico.
9

Acontecimientos importantes que demuestran también el movimiento del Puerto de La


Habana:
1777. Se traslada la Parroquial Mayor hacia la Iglesia de los Padres jesuitas convertida
mas tarde por Decreto Obispal en Catedral de La Habana. Es en este año se construye
la Plaza de la Catedral, llamada inicialmente Plaza Parroquial.
1787. Bajo el gobierno de José de Espileta se establece el alumbrado público,
consistente en una farola de vidrio fijada a la esquina de cada cuadra. Inicialmente se
reduce a la Plaza de Armas y la casa de Gobierno, Casa de Correos y Catedral; se
generaliza a partir de 1790 bajo el gobierno de Don Luis de Las Casas.
1788. El gobierno de Espileta empieza a empedrar las calles y se priorizan las que
tienen acceso al Puerto.
1792. Don Luis de las Casas culmina la construcción de la Casa de Gobierno,
llamándola Palacio de los Capitanes Generales; esta domina directamente la entrada a
la Bahía de La Habana.
1792. Real Cédula de 4/10/1792 emitida por Carlos IV a solicitud de Don Luis de las
Casas decreta la creación y establecimiento de la Sociedad Patriótica de Amigos del
País. Con el fin de mejorar la agricultura, la ganadería, la industria popular y el
comercio.
1810. Real Decreto de 14/2/1810 concede a los criollos cubanos el derecho de tener
representación en las cortes españolas.
1817. Creación de la Escuela naval; muy importante para la vida económica.
1818. Segunda farola de El Morro.
1821. Entra en el Puerto el primer buque de vapor.
1824. Sustitución del viejo Fanal de la Farola del Morro, elevado a 117 pies españoles
y con luz giratoria C/2 minutos.
1825. Real Cédula de 28/5 del Rey Fernando VII concediendo al gobernador Francisco
Dionisio Vives Facultades Omnímodas.
1831. Mayo 3. Primera ascensión en globo aerostático por José Domingo Blino; la
segunda la hace en 1833, desde el Campo de Martes, es impulsado por el viento y cae
de noche en Quiebra Hacha; este hombre muere en el regreso de New York a bordo
del buque en que viajaba en 1835.
1833. Epidemia de Cólera Morbos; altera la vida de la ciudad y del Puerto.
1837. Se inaugura el primer tramo del Ferrocarril de vapor (51 Km. La Habana-
Bejucal), posteriormente se extiende a Güines.
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1845. Se publica una memoria descriptiva del Morro, hecha por la Sociedad Económica
de Amigos del País. Se diseña un nuevo sistema de iluminación fija, alternada
uniformemente con grandes resplandores.
1846. Octubre 10. Huracán de gran intensidad, 114 muertos, 216 buques perdidos, 77
fuertemente averiados, 1 872 edificaciones derrumbadas, 5 051 viviendas con daños
de consideración, severos daños al puerto embarcadero.
1850. Se inician las obras del Canal de Vento (Acueducto de Albear). Hacia 1850 la
actividad portuaria se va acentuando coincidiendo con el inicio de la crisis del sistema
colonial español en Cuba.
1853. Real Orden del 11/6 encargando al Ayuntamiento el trazado de las aceras y
“demás circunstancias de las vías públicas”, abriendo en las murallas las puertas y
boquetes necesarios, lo que permitió comunicar la Ciudad intramuros y extramuros.
Todas las transversales deben orientarse hacia el Puerto.
1853. Se inaugura el servicio telegráfico entre La Habana y Jaruco; mejora la actividad
comercial.
1859. Comienza la construcción del ferrocarril urbano de La Habana, aprobado por la
Real Cédula del 5/2. Se diseñan 4 líneas:
De la Plaza San Juan de Dios al Cerro.
Del Cerro a Jesús del Monte.
De la explanada de La Punta a la estación de Villanueva en el Campo Militar.
De la explanada de La Punta a la Boca de la Chorrera, desagüe del Almendares.
1863. Se inaugura el ferrocarril Habana-Marianao, que influye en el transporte de
mercancías hacia el Puerto.
1867. Comienza a funcionar el cable submarino entre La Habana y Cayo Hueso, lo que
agiliza las comunicaciones.
1868-1878. Guerra de los Diez Años. Se produce un proceso de concentración de la
producción en el occidente del país, que no entra en la guerra. Epoca de gran actividad
mercantil en el Puerto de La Habana, único autorizado al comercio; por él salen la
totalidad de las producciones con destino a la exportación. Rígido control producto de
la guerra, se incrementa al máximo su custodia directa por el Ejército español, sus
cañoneras suministradas por los EUA y el cuerpo de voluntarios. La custodia del Puerto
es muy importante para España. El Puerto se convierte en un punto vulnerable.
1877. Se sustituye en los tranvías la fuerza animal por la motriz.
Hacia 1880 comienzan las primeras inversiones de capital norteamericano en Cuba,
que en 1895 alcanzan la cifra de 50 millones USD, fundamentalmente en el azúcar (30
millones), tabaco (12 millones) y minas (8 millones).
11

1889, Se inicia el alumbrado publico eléctrico


1891. Con la firma del Tratado de Reciprocidad Comercial Foster-Cánovas se exime a
España de la aplicación del arancel Mc Kinley (se conoce con el nombre de “el Bill Mc
Kinley”, refiriéndose al nombre del presidente de EUA). Este arancel pendía como una
espada sobre España, pues establecía el incremento de tarifas aduanales muy altos a
países que no dieran ventajas arancelarias a EUA.

1895. Febrero 24. Estalla la Guerra de Independencia.


1896. Bando de reconcentración de Valeriano Weyler afecta notablemente la actividad
económica, sobre todo en el occidente; como resultado decrece la actividad del Puerto
de La Habana.
1898. Enero 25. Entra el acorazado Maine en la rada habanera, queda amarrado a la
boya #1.
1898. Febrero 15 9:40 PM. Explosión del Maine en la Bahía de La Habana.
1898. Abril 22. Se inicia el bloqueo naval norteamericana a La Habana.
Las descripciones de diferentes viajeros señalan una actividad portuaria desde 1880.
Aproximadamente en la que tiene gran incidencia la presencia de vapores y navíos
norteamericanos. La crisis colonial en Cuba es tan evidente que España tiene que
ceder a las presiones de EUA sobre el comercio cubano, que ya en 1889 está de hecho
controlado por EUA en un 85% en las exportaciones generales y en un 81.2% de las
importaciones. Igualmente controlan ya el 94% de las ventas de azúcar y mieles de
Cuba. Todo esto incide favorablemente en la actividad económica del Puerto de La
Habana. Según Hippolyte Giron en su obra L'Ille de Cuba: “el comercio del puerto de La
Habana ha alcanzado tal grado de desarrollo que ocupa actualmente el segundo lugar
en el nuevo mundo, teniendo el primero el de New York” y esto lo enmarca en el año
1893. Refiere igualmente como diversas líneas de tranvías y el ferrocarril, llegan al
Puerto desde diversos puntos de la ciudad y señala los grandes almacenes que se
nutren de mercancías para el comercio que viene desde diversos puntos de la isla tanto
por ferrocarril como por barcos de cabotaje. Destaca el rápido crecimiento del Puerto y
su condición de “mayor y mejor organizado para la actividad comercial de la isla”. En
abril de 1898 ocurre el bloqueo a La Habana por las tropas norteamericanas, por lo que
cesa la dominación española. La actividad del Puerto por tanto toma otro matiz y
comienzan a operarse modificaciones desde el punto de vista económico-social.
Generalidades de 1763-1897:

• Florecimiento económico acelerado.

• Continúa con creces la urbanización, sobre todo de la banda occidental.

• Culminación del sistema defensivo de La Habana con la construcción de los Castillos


de la Cabaña y Atarés en 1774.
12

• Cambios substanciales en la morfología de la Bahía. Construcción de los primeros


espigones.

• Mediciones en la Bahía y los resultados son críticos.

• Valoración de las causas que continúan cegando la Bahía constantemente por la


Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP).

• Primer Proyecto de saneamiento ambiental para detener el deterioro de la Bahía


realizado por la SEAP.

• Explosión del Maine.

• Bloqueo Norteamericano a La Habana

• La actividad del Puerto toma otro matiz y comienzan a operarse modificaciones


desde el punto de vista económico y social.

• Cambios significativos en el paisaje natural.


Etapa de 1898-1958 de la república prerrevolucionaria
El proceso de antropización se hace en esta etapa cada vez mas fuerte, se va
perdiendo casi totalmente el paisaje natural de los alrededores de la Bahía, aumentan
las construcciones portuarias, tales como, los espigones, nuevos muelles; se construye
el muro del Malecón, el proceso de urbanización de enclaves económicos (industrias) y
sociales, viales, así como la basura y los rellenos, todo ello hace se le robe espacio
marítimo a la Bahía de La Habana. Desaparecen del paisaje natural arroyos, ríos,
marismas y manglares que quedan convertidos en tierra firme.
Aparecen nuevos topónimos y desaparecen otros, así como cambian algunos como
resultado de la construcción de nuevos y modernos espigones y muelles, tales como,
los Yates, Santa Clara, United Fruit Co., Ward Line, P&O. SSA Key West, muelle de
Atarés; surguimiento de nuevos enclaves económicos y sociales, y cambios de
topónimos, tales como, Ensenada de Guanabacoa por Guasabacoa, muelle de San
José por muelles que responden a topónimos de compañías norteamericanas y otros
correspondientes a almacenes, etc. Desaparecen los topónimos de muelle de
Carpineti, algunos bajos que se eliminan con el dragado, ensenadas y playas que
también desaparecen por robo del espacio marítimo por rellenos, construcciones,
basura y otros.
Comienza el período de decadencia para La Habana Vieja, salvo la construcción de
algunas edificaciones de verdadero mérito arquitectónico. Las clases sociales más
acomodadas comienzan a desplazar sus residencias hacia repartos más aristócratas
de la ciudad: Cerro, Vedado, Miramar, entre otros. De esta manera las antiguas
mansiones y palacios, así como el entorno general comienzan a sufrir el deterioro al ser
destinados a funciones ajenas a la original; muchas mansiones se convierten en
cuartearías y solares donde vive población humilde. Se realizan modificaciones y
transformaciones de forma espontánea y descontrolada. En el peor de los casos son
13

demolidas edificaciones de valor, que por la ausencia de mantenimiento y restauración


han caído en estado ruinoso, y en su lugar se construyen modernas edificaciones que
rompen el estilo arquitectónico original del territorio. Se incrementan la urbanización y
el poblamiento de la Habana Vieja, barrios aledaños, así como de los poblados
ultramarinos de Regla y Casa Blanca.
Actividad del puerto y acontecimientos importantes que demuestran también el
movimiento del Puerto de La Habana:
La actividad del puerto va adquiriendo su gran esplendor en el transcurso de esta
etapa; la entrada de buques de gran calado hace que sea necesario realizar obras de
dragado en la Bahía.
1907. Se funda la compañía "Lonja del Comercio de La Habana", con el objetivo de
servir para casa de contratación del comercio en general y de víveres en especial.
1913-21. Se realizan un conjunto de inversiones norteamericanas en fuentes de
materias primas para sus industrias, del sur de los EEUUU, que incrementan la
actividad portuaria. Tal es el caso del tabaco, del níquel, de las maderas, las frutas, el
bagazo, el cacao, el henequén, y otros.

1934. Comienza la época de mayor actividad del puerto producto de:

• su posición geográfica privilegiada;

• estar enclavada en la capital de la República de Cuba;

• su cercanía al sur de los EEUU;

• el Tratado de Reciprocidad Comercial firmado en este año;

• el incremento de capitales norteamericanos en ramas no tradicionales de la


economía; y

• la potente infraestructura creada en esta mitad del siglo XX.


1939-45. Producto de la II Guerra Mundial se incrementa la actividad de exportación de
productos cubanos hacia los EEUU. Se incrementan las inversiones y se amplía la
producción en el Puerto de La Habana; es la más compleja del país durante esta etapa.
1941. Cuba le declara la guerra a Alemania; producto de esto hay presencia de
submarinos alemanes en las costas del Norte del país y fundamentalmente en la
entrada de la Bahía y el Puerto de La Habana.
1945-50. Las recomendaciones del Plan Truslow provocaron un auge de las
inversiones en el sector del turismo y de su industria asociada. Igualmente en el sector
del comercio interno y los servicios; esto provocó que se intensificara la actividad
comercial y de pasajeros en el Puerto de La Habana, que es el más favorecido del
país.
14

1957. Se construye el Túnel de La Habana.


Generalidades de 1898-1958:

• Máximo esplendor del comercio e industrialización.

• Construcción de nuevos y modernos espigones, muelles y el muro del Malecón.

• Gran esplendor de la actividad del Puerto; entrada de buques de gran calado lo que
hace necesario realizar obras de dragado en la Bahía.

• Cambios significativos en la morfología de la Bahía y el Puerto.

• Cambios en la toponimia y surgimiento de nueva toponimia.

• Pérdida total de los paisajes naturales costeros, ríos, arroyos, manglares, marismas,
pequeñas ensenadas que quedan convertidos en tierra firme.

• Decadencia arquitectónica de La Habana Vieja; son demolidas edificaciones de


valor.

• 1957 se construye el túnel de La Habana.


Etapa de 1959-2003 la revolucionaria
Continúa el proceso de antropización de la Bahía y Puerto de La Habana; la actividad
turística en la última década de esta etapa adquiere un rol relevante que se incrementa
paulatinamente.
Continúa el Puerto de La Habana ocupando el lugar preponderante en la actividad
portuaria de Cuba.
Los trabajos realizados de evaluación ambiental en los últimos años, los que
consideran a la Bahía de La Habana como muy contaminada, aunque su acuatorio
renueva sus aguas entre 8 y 9 días; recibe numerosas descargas de residuos urbano-
industriales a través de los Ríos Luyanó y Martín Pérez en la ensenada de Guasabacoa
y de diversos drenes que vierten a la ensenada de Atarés y fuentes industriales
directas. La ensenada menos afectada es Marimelena que recibe un residual de tipo
oleoso industrial, debido a la refinería de petróleo siendo la más afectada Atarés, la que
presenta los mayores compromisos en los principales indicadores de calidad en sus
aguas; esto evidencia la acumulación de materia orgánica en esa zona. En el centro y
canal de entrada, influyen vertimientos ocasionales procedentes del colector de aguas
servidas de la ciudad, evacuadas por el colector de la Playa del Chivo. También el uso
de la tierra en áreas de la cuenca y la erosión, contribuyen a la contaminación de los
pocos ríos, los cuales aportan sedimentos y residuos sólidos.
Instituciones autorizadas cubanas y de alto reconocimiento científico realizaron un
estudio de manejo ambiental, y se toman medidas de saneamiento y
fundamentalmente de educación ambiental.
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Durante esta etapa se producen cambios en la toponimia de algunos accidentes


geográficos, así como surgen otros.
Los elementos fundamentales que influyen en la actividad portuaria, en esta etapa son:

• Construcción de la Marina Mercante Cubana y de Flota Cubana de Pesca.

• Amplificación del tráfico comercial con países europeos, fundamentalmente con


Europa del Este y Rusia.

• Inversiones que permiten la modernización y la aplicación de nuevas tecnologías a la


actividad portuaria, humanizando esta.

• Diversificación de la economía del país, con la creación de algunas industrias que


amplían la capacidad exportadora del Puerto.

• Hacia la década de los 90 decrece la actividad portuaria, lesionada por la pérdida de


sus mercados tradicionales y los efectos del bloqueo.
EL CENTRO HISTORICO DE LA HABANA VIEJA:
“PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD”
El 14 de diciembre de 1982 es nominado por la Convención Intergubernamental de
Protección Mundial Cultural y Natural de la UNESCO "El Centro Histórico de La
Habana Vieja", el que comprende el antiguo Casco Histórico, la ampliación urbana del
siglo XIX, el canal del Puerto con sus dos riveras y las fortificaciones que servían de
defensa. Hoy se lleva a cabo una amplia labor de mantenimiento y restauración con el
propósito de preservar los valores históricos y culturales de la que fuera Villa de San
Cristóbal de La Habana. Este territorio de belleza señorial, hoy mantiene todos sus
valores históricos, arquitectónicos y culturales; es un hermoso rincón preferido por los
habitantes de la ciudad y por los miles de turistas que la visitan.
Generalidades de 1959-2003:

• Modernización de la actividad portuaria. Se crea la flota de pesca.

• Desarrollo de la Marina Mercante y fomento de la Marina de Guerra Revolucionaria.

• Mantenimiento y restauración del Centro Histórico de La Habana Vieja, Patrimonio


de La Humanidad.

• Desarrollo del turismo.

• Determinación de todos los problemas medio ambientales que afectan a la Bahía y


Puerto de La Habana.

• Realización del Plan de Manejo.

• Desarrollo de proyectos de saneamiento.


16

CONCLUSIONES

• Las condiciones naturales favorables de las bahías de Cuba y el Caribe propiciaron


el desarrollo esplendoroso de puertos y ciudades desde la etapa colonial.

• Los momentos más esplendorosos del Puerto de La Habana son:

• Finales del siglo XVI y XVII principios de la segunda mitad del siglo XVIII,
después de la Toma de La Habana por los ingleses.

• En la etapa de la primera mitad del siglo XX y a partir de 1934 ocurre el proceso


de máximo esplendor del comercio y la industrialización y por ende de mayor
actividad en el Puerto de La Habana.

• La etapa revolucionaria caracterizada por humanización, tecnificación y


diversificación de la actividad marítima- portuaria.

• El desarrollo constructivo de la Villa de San Cristóbal de La Habana conlleva a


cambios substanciales en la configuración paisajista, morfológica y ambiental de su
bahía y puerto.

• La Bahía de La Habana durante siglos ha tenido y tiene el puerto más importante de


Cuba.

• Los proyectos de saneamiento ambiental desde principios del siglo XIX hasta
nuestros días hacen posible mantener viva la Bahía y Puerto de La Habana.

PROYECCIONES

• Completar la línea geográfica histórica de investigación.

• Implementar en un sistema de información geográfica, el desarrollo histórico y


documental general de la Bahía y el Puerto de La Habana.

• Trasmitir a las nuevas generaciones el conocimiento de estos temas, relacionados


con el desarrollo histórico, económico y cultural de sus pueblos.
FUENTES BIBLIOGRAFICAS PRINCIPALES
Corzo Isidoro, El Bloqueo de La Habana. Imprenta de rambla y Bouza, La Habana,
1905.
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Cabildos 1762- 1763, Oficina del Historiador de la ciudad, La Habana.1962.
De la Maza y Roig; La Flora de Cuba, Imprenta Rambla y Bauza y Cía, La Habana
1914.

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17

_____________,La toma de la la Habana por los ingleses. Revista Bicentenerio 1762,


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de La Torre José M., “Lo que fuimos y lo que somos ó La Habana antigua y moderna”,
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de Rivera Joseph Nicolás; Descripción de la Isla de Cuba, Editorial Ciencias Sociales,
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Muñiz 1986
Oportunidades para el desarrollo de grupos comunitarios en la implementacion del plan
maestro para la cuenca del rio Salado, Argentina

Rossana Cacivio

Ing. Agrónoma, Psicóloga Social. Desarrollo Organizacional

rcacivio@netverk.com.ar

Raúl Rosa

Ing. Agr. Ms Cs. Area Economica

sigea@netverk.com.ar

Posgrado en Economia Agroalimentaria

Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales.

Universidad Nacional de La Plata. Argentina

MARCO CONCEPTUAL

El Plan Maestro Integral para la Cuenca del Río Salado (PMICRS) es un plan de desarrollo
regional que afectará durante las próximas décadas, de un modo u otro, directa e
indirectamente, a toda la población y actividades que se desarrollen en un tercio del territorio
de la Provincia de Buenos Aires, la de mayor importancia economica en la Argentina.

La dinámica productiva de la Cuenca del Río Salado presenta algunas particularidades que
condicionan el diseño de una propuesta alternativa para el manejo del agua.

Históricamente se ha priorizado el tratamiento de la misma a través de medidas estructurales


(obras de infraestrucura, canales, represas), sin enfatizar el sostén ineludible que aportan las
decisiones sobre medidas no estructurales (información, difusión, capacitación y organización)
como aglutinantes de la propuesta.

A través de los ciclos de sequías e inundaciones, la Cuenca genera un circulo vicioso donde se
observa:
2

1. La mayoría de los productores encuestados en relevamientos anteriores declaran tener otra


fuente de ingresos, lo cual reduce muchas veces las unidades de producción a meras
especulaciones inmobiliarias sobre una futura valorización de la tierra.

2. Esta situación restringe la permanencia de los propietarios en sus campos dificultando la


formación de consorcios de productores debido al bajo compromiso de los mismos con la
comunidad local.

3. A mayor frecuencia de inundaciones, se observa paulatinamente un menor grado de


inversiones productivas en la Región, tendiente a aumentar los ingresos extraprediales
como compensación a través de profesiones libres y diversas actividades comerciales.

4. El manejo del drenaje del agua de inundación entra en conflicto con la necesidad de dejar
reservorios de agua por miedo a las sequías periódicas y al descenso de las napas freáticas.

5. Hasta el momento no se ha revertido la mala imagen del Rol Estatal en este conflicto a no
ser por intervenciones puntuales, donde el discurso de los representantes estatales resultan
creíble para los damnificados.

6. La gente percibe una falta de planificación a largo plazo de la política pública respecto al
manejo del agua para la Cuenca que trascienda las sucesivas administraciones públicas.

La implementación del Plan Maestro Integral requiere de una importante tarea de gestión que
integre diversos aspectos (económicos, institucionales, productivos, de infraestructura,
ambientales) a través de la articulación de actores públicos y privados.

Los modelos de gestión pública predominantes en los países mas avanzados, proponen
administrar los recursos públicos a través de entes mixtos: estatales y privados. Sin embargo,
en la República Argentina la red institucional armada para el diálogo público-privado está
desarticulada o ha quedado obsoleta. Esto es debido tanto a un claro desinterés Estatal en
liderar y hacer operativa esa articulación, como a la poca efectividad de las integraciones
sectoriales, las cuales dependen de su poder de negociación y de las herramientas de
organización a las que puedan acceder.

La implementación a largo plazo y en forma integrada del Plan esta condicionada por las
posibilidades de articulación de estos socios.
3

DISEÑO ORGANIZACIONAL

El PMICRS propone la creación de una Autoridad de la Cuenca como órgano ejecutivo que
coordine la implementación del Plan, donde convergen los actores públicos y privados del
Sistema Regional. Para ello, es necesario articular TODA la estructura de soporte necesaria
para implementar la planificación de largo plazo que requiere el PMICRS. Esto debe estar
fundado en un Contrato Social Productivo Público Privado negociado con los actores
territoriales para optimizar su propuesta e implementación, que sea sostenido desde los
beneficiarios (por su protagonismo y responsabilidad económica) y desde lo gubernamental
(que aporta parte de los recursos y motoriza el arranque de esta etapa).

Actualmente, la implementación del PMICRS se encuentra en una Etapa Piloto, en la cual es


estratégico, que las entidades protagónicas en el territorio de la Cuenca del Salado, se
articulen para la construcción conjunta del espacio sectorial. Para facilitar esta articulación es
necesario que la componente privada construya una visión compartida de su Sector y un
discurso convergente de sus demandas.

Nunca como ahora las opciones de crecimiento y desarrollo han dependido tanto de los
recursos estratégicos del medio local y de las nuevas oportunidades asociadas a la innovación,
creatividad y capacidad empresarial de los actores implicados en ellas.

El Diseño Organizacional del Plan Maestro para la Cuenca del Río Salado propone un
Programa de formación de grupos comunitarios basado en la formación de grupos locales
para desarrollar actividades rurales que protejan el medio ambiente local de los productores y
otros vecinos. Promueve actividades de interacción comunitaria, apropiada para resolver usos
del agua y de la tierra, desarrollar habilidades locales, conocimiento y productividad. Es
también instrumental para adaptar programas locales, provinciales y nacionales a las propias
necesidades locales.

La experiencia mundial ha demostrado que la participación de las comunidades locales es crucial


para el éxito de cualquier Plan Estratégico, en particular los vinculados a la preservación y
manejo de los recursos naturales renovables. Asimismo el éxito en la instrumentación de las
estrategias y soluciones sean de carácter estructural o no estructural requieren de un
4

desarrollo organizacional y capacitación previo a su realización para alcanzar los objetivos


planteados en el corto, mediano y largo plazo.

El marco institucional propuesto contempla un diseño organizacional para el planeamiento,


control y funciones operacionales descentralizado compuesto por organismos de :

1. carácter ejecutivo mixto en el cual estén representadas las instituciones públicas vinculadas
directa o indirectamente a la problemática, las organizaciones no gubernamentales y los
productores - empresarios afectados individualmente;

2. carácter técnico integrados por equipos profesionales interdisciplinarios, debidamente


capacitados y fortalecidos, de diferentes instituciones públicas responsables de la aplicación
de las políticas de manejo de los recursos naturales.

El sistema organizacional público - privado requerirá :

• un sustento legal para su implementación que permita la legitimación de las


responsabilidades y atribuciones de la nueva organización y la aplicación de las
medidas regulatorias para el manejo sustentable de los recursos naturales.

• el fortalecimiento y capacitación de los organismos o instituciones del Estado y de la


misma comunidad, o sus asociaciones, involucradas en la planificación, evaluación y
ejecución de las acciones.

• la educación e información pública sobre el diagnóstico y las soluciones planteadas a


la problemática , instrumentando a su vez procesos de consulta que permitan
determinar el grado de aceptación y compromiso de la comunidad directa o
indirectamente afectada con las acciones futuras y sus resultados en el corto,
mediano y largo plazo.

• la revisión de los límites administrativos y de manejo de los recursos a los fines de


adaptarlos al desarrollo e instrumentación de un plan estratégico; ello deberá incluir
acuerdos interprovinciales cuando las características físicas de la cuenca así lo
requieran.

Una propuesta organizacional, viable en términos legales, técnico-económicos, y político-


institucionales, debe contemplar los siguientes aspectos :
5

• adaptarse al marco legal existente, realizar las adaptaciones del mismo si


correspondieren, o bien, de no existir el mismo, contemplar aspectos de la
propuesta organizacional en el nuevo marco legal y reglamentario.

• no crear innecesariamente nuevos organismos gubernamentales o no


gubernamentales o reemplazar los existentes, sino por el contrario incorporarlos
manteniendo sus identidades, funciones y maximizando sus recursos humanos e
infraestructura instalada.

• lograr los acuerdos interinstitucionales previos a su instrumentación y la


aceptabilidad de la comunidad, o sus asociaciones, a la que está dirigida.

La estructura organizacional propuesta permitirá entonces el abordaje y tratamiento de la


problemática en forma integral y sustentable, conjugando y priorizando el interés común
sobre el particular, y creando un espacio de mediación y comunicación entre las autoridades
responsables de la ejecución de las políticas en la temática, los destinatarios de las mismas y
sus asociaciones, y otras instituciones públicas con capacidades humanas y físicas instaladas.
Las autoridades responsables podrán de ésta forma afianzar su credibilidad , distender
situaciones conflictivas y conducir la instrumentación de las soluciones, aún las de emergencia
y post-emergencia, involucrando a los propios afectados o beneficiarios.

PROPUESTA DE FORMACION DE GRUPOS COMUNITARIOS

Un enfoque destinado a obtener la participación de la comunidad rural en el modelo


organizacional propuesto es el desarrollo de los grupos comunitarios locales para el manejo de
los recursos ambientales. Dicha participación se ha establecido exitosamente en distintos países
desarrollados o en vías de desarrollo, ( Australia, Filipinas, Nueva Zelanda, etc ), en base al
Programa Landcare, (cuidado de la tierra) previamente desarrollado en Australia en 1986,
donde cuenta actualmente con más de 4500 grupos conformados que participan en una
amplia variedad de actividades relacionadas con la protección, producción de la tierra y el
manejo hídrico.

Las características productivas e institucionales de gobierno en la Argentina, (municipal -


provincial y nacional ), similares en términos generales a las de Australia, originan similitudes
6

en el enfoque hacia los problemas y soluciones, considerando razonable, mas allá de las
adaptaciones necesarias, que un Programa de ésas características, con énfasis en el desarrollo
individual a través de la acción del grupo, resulta viable de instrumentar.

La Argentina tiene una vasta experiencia en grupos comunitarios rurales dirigidos a


comunidades socio-económicas específicas y a aspectos rurales específicos. Cabe destacar que
un programa de estas características no los excluye sino que por el contrario los incorpora
manteniendo su identidad y experiencia; de ésta forma la propuesta es abierta a todos los
actores sociales y sus organizaciones, debiendo instrumentarse como un Programa
consensuado con el territorio que abarca.

El objetivo específico de la formación de grupos consiste en reunir a los productores que son
parte de la misma comunidad, ( más que aquellos relacionados con un interés técnico o
industrial específico ), y tienen problemas o necesidades similares, tal el caso de las
inundaciones, mantenimiento y operación de obras de drenaje o caminos rurales, uso y
manejo de lagunas o arroyos, contaminación ambiental, erosión, forestación, irrigación, etc.

La experiencia internacional indica que estos grupos pueden ser de gran valor para adaptar
proyectos gubernamentales para conseguir los mejores resultados para productores locales.
Son más efectivos que los emprendimientos individuales en obtener información que
beneficiará a la comunidad entera. Pueden también proveer muchas soluciones basadas en su
propia experiencia. El desarrollo de grupos permite intercambiar información, tomar nueva
información de otras fuentes y mejorar las personales y habilidades productivas.

De ésta forma se encauza el ámbito de participación de la comunidad, cada vez más


generalizado, en la identificación y resolución de aspectos relacionados al manejo de los
recursos naturales, en especial el agua. Dicha participación organizada favorece un sentido de
propiedad comunitaria del problema y su solución, en lugar de confrontación, entre los
distintos individuos, asociaciones, organismos públicos y jurisdicciones. Asimismo ha permitido
una base aceptable para conformar la "propiedad" comunitaria de los proyectos y soluciones,
estimulando la voluntad de contribuir en futuras operaciones y mantenimiento de
infraestructura, ordenamiento del uso de la tierra, etc.
7

Los miembros de comunidades locales tienen muchos temas en común que afectan su vida
diaria. Encuestar a productores mediante un cuestionario efectivo, puede limitar el número de
temas a discutir. Además no hay muchas oportunidades de interactuar entre productores, lo
cual reduce la multiplicidad de ideas. Cuando se presentan temas complicados de abordar o
que puedan producir cambios financieros y de estilo de vida significantes, es necesario tomar
tiempo para interactuar en las posibles soluciones. Es importante respetar el tiempo de los
procesos de cambio entre los participantes para que sea realmente un cambio actitudinal y no
un cambio de conducta coercitivo.

A través de esta propuesta los miembros pueden:

- compartir habilidades y conocimientos para mejorar la productividad local

- identificar y priorizar los temas a concernir

- desarrollar estrategias específicas y acciones para resolver problemas

- obtener acceso a conocimientos técnicos desde varias fuentes y

- obtener soporte físico, social y financiero para llevar a cabo actividades específicas

POSIBILIDADES DE PROGRUPO

Existen actualmente grupos de actividades con objetivos específicos. Muchos, como Cambio
Rural, PSA, Prohuerta y Crea pertenecen a sectores específicos de la comunidad. Grupos
similares operaron en otros países pero la limitación de estos es que apuntan a resolver
problemas específicos de tecnologías productivas.

PROGRUPO propone hacer una alianza estratégica entre los mismos para ampliar el espectro
de intervención comunitaria, multiplicando sus objetivos. Además, PROGRUPO tiene por
objetivo unir a productores que son parte de la comunidad y que tienen problemas similares.
Por tal motivo, estos grupos difieren del resto. La participación trae soluciones más aceptables
y cooperación antes que confrontación entre las asociaciones. Bajo estas condiciones las
comunidades mejoran su conocimiento promoviendo el cuidado de los recursos ambientales
en el marco del Plan Maestro para la Cuenca del Río Salado.
8

Para lograr una eficiente operatividad del Programa de formación de Grupos Comunitarios se
necesita fundamentalmente:

1. Voluntad política expresada con la participación de funcionarios en todos los niveles


públicos. Esto permite dar continuidad y expandir los proyectos, asegurar la planificación a
largo plazo, a través de los cambios de gestión.

2. La participación de los actores locales en todos los niveles. La organización de las


actividades a través de PROGRUPO facilita el camino de la representación del sector
privado.

SOPORTE DE LOS GRUPOS.

Los grupos comunitarios formados a través del Programa PROGRUPO necesitan soporte para
el inicio y desarrollo de la actividad .La naturaleza de dicho soporte varia entre los grupos .
Los soportes provienen de las siguientes categorías:

3. financieros y materiales (lugar, movilidad, etc.)

4. entrenamiento en las diferentes habilidades técnicas

5. entrenamiento en la formación y sostenimiento de nuevos grupos

6. capacitación en el desarrollo de habilidades para intercambiar opiniones, ideas y lograr


acuerdos productivos.

7. Desarrollo de la capacidad de bajar a la acción concreta los acuerdos previos

Si bien la productividad de los grupos generados por el Programa es un proceso a largo plazo,
aquellos que se hallen en un estadio más sofisticado pueden desarrollar negocios locales que
provean retornos financieros para su utilización en este Programa.

El soporte financiero es esencial para el mantenimiento de los grupos en todos los aspectos, así
como para la operación y mantenimiento de las obras de drenaje . Si es poco, al menos debe
estar bien utilizado y supervisado colectivamente. En este aspecto es fundamental la
utilización de los recursos dispuestos por ley para la implementación del PMICRS y las
articulaciones institucionales que se realicen para la creación de un ente mixto de gestión que
represente los intereses en juego.
9

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Usos y propiedad de las lagunas del Alto río Lerma 1850-1875

Gloria Camacho Pichardo


Universidad Autónoma del Estado de México
Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades
glocapi@yahoo.com.mx

Introducción
Hasta mediados del siglo XIX los pueblos indígenas de México mantuvieron bajo su
control el derecho eminente de los recursos naturales, como la tierra y el agua, que se les
había otorgado corporativamente durante la etapa Colonial, aunque había casos en los que
resultaban despojados. En la segunda mitad del siglo XIX esta política estuvo apoyada por
la primera emisión de leyes federales (1856) que aseguraba la intromisión de los gobiernos
estatales y federal en el proceso de desamortización. Es necesario aclarar que la política
privatizadora de las tierras de las corporaciones no era nueva, ya desde la primera mitad del
siglo XIX había sido aplicada en algunos estados, lo que contravenía el neocorporativismo
asumido por los ayuntamientos, al recaer en ellos el control de los principales recursos de
las comunidades.1 La política desamortizadora buscaba dos cosas. Una, favorecer el
desarrollo de la propiedad privada como un derecho inherente al hombre. Y dos, afectar y
modificar la propiedad territorial inalienable (o en manos muertas) y el carácter de sus
poseedores originales.
La aplicación de estas leyes se podía hacer de dos formas: una directa y otra
indirecta. La primera se realizaba mediante la emisión de decretos y circulares para que las
corporaciones declararan “libremente” cuáles eran las propiedades que podían estar sujetas
a la aplicación de la ley de desamortización.2 La segunda, se llevaba a cabo por iniciativa
del gobierno estatal o federal al poner en marcha un proyecto de construcción de una obra
pública o privada y se “descubría” que la tierra afectada mantenía su vieja condición de
inalienable. En el segundo caso, los poseedores originales de la tierra presentaban una
actitud más renuente a la afectación de sus propiedades. Hay que insistir que a pesar de la
emisión de estas leyes anticorporativas , entre 1856 y 1880 en varios estados la
privatización fue lenta y caótica.3
Esto último fue lo que sucedió en la zona sur del Valle de Toluca, en el área lacustre
del Alto río Lerma, donde los pueblos rurales y las haciendas mantuvieron, hasta 1850, una
relación muy distinta con respecto a las lagunas. Los primeros conservaban la propiedad
1
Algunos de los estados en los que se expidieron este tipo de leyes anticomunales en la primera mitad del
siglo XIX fueron: Jalisco, Chihuahua, Veracruz, Michoacán, Puebla y México. Escobar y Schryer,
“Las sociedades”, 4.
2
Escobar y Schryer, “Las sociedades”, 1.
3
Buve, “Caciques”, 32. Además véase Escobar y Schryer, “Las sociedades”, 6 y Menegus, “La
desamortización”, 7-27.
2

corporativa del agua sujeta al amparo del ayuntamiento y las segundas la privada. Para los
primeros la explotación de las lagunas representaba su modo de vida, mientras que para los
segundos era una actividad de poca importancia pues les brindaba más bien beneficios
indirectos.
En 1857, el gobierno del Estado de México tuvo la intención de promover un
proyecto de desecación de las lagunas de Lerma. Las lagunas en su mayoría formaban parte
de los bienes de los pueblos y los ayuntamientos de las municipalidades eran los que
cobraban una renta anual a los usufructuarios. Así los ingresos que se obtenían del uso de
las lagunas se destinaba al fondo municipal. El gobierno del estado al pretender llevar a
cabo esta obra intentó obtener injerencia en los recursos hidráulicos de los pueblos. No
obstante, para ese entonces el Estado todavía no contaba con la fuerza y los recursos
económicos para llevar a cabo proyectos de esa naturaleza. Además, los ayuntamientos a los
que pertenecían los pueblos involucrados en este proyecto mantuvieron una jurisdicción
territorial, autónoma e independiente en relación con el Estado, hecho que les permitía
contar con el manejo de las lagunas que formaban parte de sus bienes.4 De hecho fue hasta
la promulgación de las leyes de 1888 y 1894, que el gobierno federal comenzó a centralizar
los recursos hidráulicos del país y por lo tanto a disponer sobre sus usos.5
Esta ponencia tiene como objetivo central analizar la forma en que diferentes grupos
sociales conciben, usan y se organizan para distribuir, mantener o modificar los recursos
acuíferos de su medio ambiente inmediato. El problema medular del trabajo se define a
partir de la importancia de distinguir los usos distintos que hacían de las lagunas los
pueblos y las haciendas localizadas en el Alto Lerma, así como los conflictos que surgieron
entre ellos por controlar una determinada porción de laguna. Frente a estos usos sociales
diferenciados por parte de los vecinos, tenemos la realización de una obra hidráulica
impulsada por el gobierno estatal para obtener más tierras para el desarrollo agrícola de la
zona. El trabajo también da pauta para resaltar el papel del ayuntamiento, como al

4
Sobre este aspecto hay que considerar la propuesta de Annino, quien señala que los pueblos ante esta política
anticorporativa se aprovecharon de los mecanismos otorgados en la constitución de Cádiz, para
apropiarse de sus territorios e incluso el proclamarse soberanos. Menciona también “que los nuevos
ayuntamientos electivos representaron un fenómeno de neocorporativismo en el interior del cuadro
constitucional. El fenómeno reforzó todavía más los fundamentos municipales de los nuevos estados
y planteó a los grupos dirigentes liberales de la segunda mitad del siglo un grave dilema: si era
relativamente fácil desde el punto de vista constitucional desamortizar la propiedad eclesiástica, ya lo
era mucho menos desamortizar la de los ayuntamientos, precisamente porque se trataba de órganos
constitucionales”. Annino, De los imperios, 251 y Nuevas perspectivas, 89.
5
La intervención del gobierno federal que he mencionado se aplicó de la siguiente manera; en la ley del 5 de
junio de 1888 se estableció que: “se considera como vías generales de comunicación además de las
carreteras nacionales, ferrocarriles, etc., los mares territoriales, los esteros y lagunas de las playas; los
canales construidos por la federación con recursos de la nación; los lagos y ríos navegables y
flotables y aquellos de cualquier clase que fueran cuando en toda su extensión sirvan de límites al
territorio nacional o a los estados de la unión.” En cuanto a la ley del 6 de junio de 1894 se
mencionaba que “Esta ley amplía y reglamenta la anterior [1888] en lo que se refiere al otorgamiento
de concesiones para riego y fuerza motriz”. Herrera y Lasso, Apuntes, 132-133. Véase también
Kroeber, El hombre, 193-199.

2
3

organismo al que se le concedió la administración de las tierras y los demás bienes de


comunidad.6
El Alto río Lerma hacia 1850: la geografía
Parte del valle de Toluca era considerado todavía a principios del siglo XX como
zona lacustre, por la presencia de sus lagunas, las que permitían algunos de sus pobladores
realizar actividades propias de una economía lacustre.7 En esta zona tenía su origen el río
Lerma que era fundamental para el desarrollo de las actividades agrícolas, ganaderas, la
caza y la pesca. Las dos últimas dependían de las lagunas formadas en gran parte de los
manantiales del río Lerma. El Alto río Lerma forma parte del valle de Toluca, el cual desde
la época colonial se destacó por su densidad de población. En cuanto a la orografía, el valle
de Toluca está limitado al oriente por la sierra del Ajusco que presenta una altitud de 3,952
metros sobre el nivel del mar; al noroeste por el cerro de San Miguel, la sierra de las Cruces
y Monte Alto; al sur por los montes de Jalatlaco y los lomeríos de Tenango; al suroeste por
el volcán Xinantecatl o Nevado de Toluca (4,578 msnm) y al occidente por los lomeríos y
montes de Calimaya. Este sistema montañoso ha permitido un alto índice de lluvias en la
región, que favorece la creación de manantiales, arroyos y ríos, todos ellos afluentes del
mismo río Lerma o río Grande. La formación geohidrológica del valle de Toluca es propicia
para que exista un alto índice de permeabilidad en sus suelos, como una consecuencia de la
acumulación de cenizas y aluviones propios del terciario. Por tales condiciones, estos
terrenos se constituyeron en zonas pantanosas o anegadas formando así las lagunas
localizadas en la región.8 El clima de la región, debido a su altura, es de los más húmedos
dentro de los climas templados. La temperatura media anual es de 13 grados centígrados. La
precipitación media anual oscila entre 600 y 1,000 mm. en tiempo de lluvias que
comprende de junio a septiembre anualmente.9
En 1929, Miguel Salinas, miembro activo de la Sociedad de Geografía y estadística,
realizó un informe en el que hizo la siguiente descripción:
El cauce del río Lerma es insuficiente para contener toda el agua que mana
en aquel sitio, así es que dicha agua se desborda y se extiende a uno y otro lado del
río formando ciénegas. Esta región cenagosa que puede dividirse en tres partes, se
extiende de sur a norte, desde el pueblo de Texcaliacac hasta el de Atarasquillo
aproximadamente. La primera parte que lleva el nombre de ciénega de Almoloya
[…] comprende la zona que va desde Texcaliacac hasta la hacienda de Atenco,
famosa por sus toros de lidia, la segunda abarca desde esta hacienda hasta San
Mateo Atenco y ocupa terrenos de los pueblos de Capulhuac, San Pedro Tlaltizapán
y Tultepec […] la tercera comprende la ciudad de Lerma y ocupa tierras de las
haciendas de Doña Rosa y San Nicolás Peralta.10

6
Annino, “Otras naciones”, 237.
7
Albores menciona que toda esta zona lacustre era entonces un cuerpo cenagoso que las poblaciones ribereñas
han denominado lagunas. Ver Albores Zárate, “El complejo relacional”, 117.
8
Albores Zárate, Tules, 67-69.
9
Albores Zárate, Tules, 70-71.
10
Salinas, “Las fuentes”, 113-114.

3
4

En esta zona del Alto río Lerma tenemos la formación de los tres vasos o lagunas en
Alto río Lerma.11 El primero de esos vasos se encontraba donde tiene su origen el río
Lerma; se le conocía como la laguna de Chignahuapan o Almoloyita. Los principales
usuarios de esta laguna eran los siguientes pueblos: Jajalpa, Techuchulco, San Lorenzo, San
Mateo Texcaliacac, Almoloya del Río, Santa Cruz Atizapán y la hacienda de Atenco. Al
segundo vaso se le denominaba Chimalipan o Atenco. Los pueblos propietarios de la laguna
eran: San Pedro Tlaltilzapán, Capulhuac, Santiago Tianguistenco, San Pedro Tultepec,
Ocoyoacac, San Pedro Cholula, San Mateo Atenco y las haciendas de Atizapán y
Texcaltenco. El tercer vaso era el que tenía por nombre Lerma. A diferencia de las lagunas
anteriores, sus propietarios eran en su mayoría, los dueños de las haciendas de: San Antonio
de Padua (alias Doña Rosa) y el Cerrillo, San Nicolás Peralta y sus anexos, Santa Catarina y
Cocoapan y Mayorazgo. También se localizaban algunos ranchos como el de Alta Empresa
(propiedad de la hacienda de Doña Rosa), Amomolulco y Santa Teresa. La municipalidad
de Lerma incluyó algunos de los lugares anteriores, además de los pueblos de Atarasquillo,
San Mateo Atarasquillo y Lerma, también propietarios de la laguna.
Pueblos, ayuntamientos y haciendas: usos distintos de las lagunas.
En 1853, cuando el Estado de México era Departamento de México por la
implantación del sistema centralista, contaba con ocho distritos: Acapulco, Cuernavaca,
Huejutla, México, Taxco, Toluca, Tula y Tulancingo. El distrito de Toluca a su vez tenía
cinco partidos: Toluca, Villa del Valle, Tenango del Valle, Tenancingo e Ixtlahuaca.12
Dentro de los partidos de Toluca y Tenango del Valle estaban comprendidos los pueblos,
ranchos y haciendas involucrados en el proyecto de desecación de 1857. En el Alto Lerma
se pueden distinguir dos zonas atendiendo a sus características económicas y sociales. En
este lugar se localizaban las lagunas de Chignahuapan o Almoloyita y la de Chimalipan o
Atenco, que son los dos vasos que conforman nuestra primer zona y la de Lerma que es
nuestra segunda zona.
Uno de los principales factores que distinguía a estas dos zonas era que en
Almoloyita-Atenco se encontraban localizados un mayor número de pueblos. En Lerma, en
cambio, predominaban las haciendas. Por lo tanto, las actividades en ambas áreas eran
distintas. Almoloyita-Atenco se caracterizaba por la conflictividad entre los pueblos que
explotaban las lagunas. Las principales actividades que realizaban estos pueblos a mediados
del siglo XIX explican en gran medida los enfrentamientos entre ellos. En el informe que
presentó Joaquín Noriega al Ministerio de Fomento, describió que los vecinos de los
pueblos localizados cerca de las lagunas de Lerma practicaban una importante actividad
lacustre debido a que las lagunas representaban un claro medio de subsistencia.13 Sólo para
ejemplificar la importancia de la actividad lacustre para los pueblos ribereños vamos a ver
el caso de Almoloya del Río. En este pueblo las tierras no eran tan adecuadas para la
agricultura por el declive de sus suelos. Por esa razón sus habitantes se dedicaban a ella en
menor escala cultivando sólo maíz, haba, cebada y frijol, productos que vendían en los
mercados de Tianguistenco, Tenancingo y Tenango. Los medios comunes de subsistencia
11
Archivo Histórico del Estado de México en adelante AHEM, ramo Gobierno, vol. 150, exp. 16. Proyecto de
desagüe de las lagunas de Lerma, abril de 1857.
12
Noriega, Estadística, 103-112.
13
Noriega, Estadística, 171-178, 212-231.

4
5

de esta municipalidad eran la arriería, la fabricación de petates de tule que cortaban en la


laguna, la caza y la pesca.14 En la hacienda de Atenco, ubicada también en esta zona de
Almoloyita-Atenco, las actividades preponderantes eran la ganadería, el comercio y la
agricultura. Además, en la parte que le correspondía de laguna se obtenía el pescado blanco
de mejor calidad de la zona, y se vendía en la plaza de Toluca y en los pueblos inmediatos
como Santiago Tianguistenco.
De esta manera, la zona de Almoloyita-Atenco se caracterizaba porque los pueblos
más cercanos a las lagunas mantenían una relación muy estrecha con ellas, pues de las
ciénegas obtenían los recursos que significaban su subsistencia. Los productos lacustres,
además de servirles para alimentarse, eran aprovechados para comerciar con las plazas
principales. No resulta extraño entonces que la zona de Almoloyita-Atenco haya sido un
lugar de constante conflicto entre los pueblos por mantener el control de una porción
importante de ciénega o laguna. Los pueblos de la zona de Almoloyita-Atenco gozaban en
común el uso de las lagunas.
La otra zona, la conformaba el tercer vaso o ciénega llamada de Lerma, Se formaba
a partir de la ciudad de Lerma hasta el puente de San Bartolo. Esta laguna cubría los
terrenos de las haciendas de San Nicolás Peralta y sus anexos Cocoapan y Santa Catarina;
Doña Rosa y sus anexos el Cerrillo y el Rancho de Alta Empresa; Buenavista, Mayorazgo
y La “Y”. Estos hacendados usaban la ciénega como área de pastoreo de los numerosos
ganados que mantenían. Los vecinos de los pueblos cercanos a la zona de Lerma, como era
el caso de San Pedro Totoltepec, Lerma y San Mateo Atarasquillo, practicaban la pesca, la
caza y el corte de tule a través del arrendamiento y de permisos. Los dueños de las
haciendas les concedían licencias a los vecinos para practicar estas actividades. Ejemplo de
ello fue el de Manuel González de Salceda, dueño de la hacienda de Doña Rosa, quien en
1836 llevó a cabo un convenio con el pueblo de San Pedro Totoltepec en el que:
permite y da licencia a los del pueblo para entrar en sus tierras a sacar buñiga
para leña, y a la ciénega a cortar tule para hacer petates.15
Otra de las haciendas importantes de la zona fue la de San Nicolás Peralta, en la que
se cultivaba el trigo, aunque predominaba la siembra del maíz y se practicaba la
ganadería.16 En el año de 1888, en los informes que el presidente municipal de Lerma
dirigió al gobierno del Estado de México, manifestaba que San Nicolás era una hacienda de
labor y de cría de ganado, así como también la de Doña Rosa.17 En resumen, en la zona de
Lerma la agricultura y la ganadería eran consideradas por los hacendados como las
empresas más importantes, en tanto que las otras actividades locales como la pesca y la
caza eran vistas como de muy poca “productividad.” En la zona de Lerma los dueños de las

14
Noriega, Estadística, 219-221. En el cuestionario realizado por el Ministerio de Gobernación del Imperio
Mexicano en 1865, el alcalde municipal de Almoloya del Río, decía que la base de la alimentación de
estos pueblos era el maíz y los productos que obtenían de la pesca en la laguna. Brígida Von Mentz
señala lo siguiente “Los documentos referentes a Almoloya de Río y Santa Cruz Atizapán muestran
que son pueblos que conservan economías lacustres”. Mentz, Pueblos, 91, 121-122.
15
Cit. en Maya Ambia, “Doña Rosa”, 58.
16
Huerta, “Isidoro de la Torre”, 181.
17
Archivo Municipal de Lerma en adelante AML, Presidencia, caja 25. Noticia relativa a las fincas rústicas
que existen en ese distrito, 1888-1889.

5
6

haciendas eran los propietarios de la laguna y el área era fundamentalmente agrícola y


ganadera, mientras que en la zona de Almoloyita-Atenco el dominio común de las lagunas
era de los pueblos de indios que habían mantenido toda una tradición lacustre. Los
ayuntamientos a veces recurrían al arrendamiento a particulares, con la condición de que no
se perjudicara a los vecinos en el aprovechamiento de la caza, pesca y corte de tule que
realizaban en las lagunas. Por su parte, los hacendados, otorgaban licencias o arrendaban la
laguna a los vecinos de los pueblos, con la condición de que trabajaran de peones en sus
haciendas , sobre todo en la temporada de cosecha.
En cuanto a la población, la zona del Alto río Lerma registraba más habitantes en los
pueblos que en las haciendas. Esta población se encontraba distribuida de la siguiente
manera. En 1853, el número de habitantes en el partido de Toluca era de 76,817, suma que
incluía a los pueblos de Toluca, Lerma, Metepec, Otzolotepec, Almoloya de Juárez y
Zinacantepec. De ellos 51,917 habitantes estaba establecidos en la zona del Alto Lerma, el
67% de la población. En relación con el partido de Tenango del Valle en la misma fecha,
había un total de 43,715 habitantes, distribuidos en los pueblos de Tenango del Valle,
Calimaya, Capulhuac, Almoloya del Río, San Antonio la Isla, Santiago Tianguistenco,
Ocoyoacac y Joquicingo.18
La economía lacustre en los pueblos del Alto Lerma
En las primeras décadas del siglo XIX, en el Estado de México la agricultura, la
ganadería y la minería eran las actividades más desarrolladas, mientras que otras resultaban
pequeñas y poco productivas. Entre las últimas se cuenta a la pesca, realizada en los valles,
la curtiduría y los telares de algodón en Tenango y Tenancingo.19 La historiografía
mexiquense se ha limitado a deducir las actividades lacustres de los pueblos, sin tomar en
cuenta que el dominio de un pedazo de laguna resultaba un factor muy importante entre los
pueblos, para el desarrollo de su economía interna. Las actividades lacustres en la zona del
Alto río Lerma eran la pesca, la caza y la recolección de flora y de fauna de la laguna, las
cuales se practicaban, en forma paralela o alternativa, principalmente junto con las labores
agrícolas, ganaderas, artesanales, manufactureras y con el pequeño comercio.20 En el padrón
del 19 de agosto de 1792 se describen algunos rasgos del panorama social y económico del
valle del Matalcingo, nombre que se le asignó al valle de Toluca:
El valle llamado de Toluca, incluye a las jurisdicciones de Tenango del
Valle, Metepec, Ixtlahuac, y los corregimientos de Toluca y de Lerma […] Hay
pujantes haciendas, se cosecha haba, trigo, maíz en abundancia, poco frijol y cebada
y raro árbol frutal […] los pastos son muy buenos y por consiguiente las leches y
carnes, y sus montes muy poblados de arboleda […] Esta laguna de Lerma mantiene
no obstante mucho ganado, se sacan excelentes y sabrosos pescados blancos de más
magnitud que los comunes; las ranas son extraordinarias y de buen gusto, y éstos y

18
Noriega, Estadística, 123-131.
19
Macune, El Estado de México, 12.
20
Albores Zárate, Tules, 223.

6
7

otros reptiles que se crían son el sustento de muchos pueblos y el comercio para los
pueblos grandes, donde los transportan con estimación.21
De la producción de las haciendas tenemos noticia gracias a los viajeros extranjeros
como la marquesa Calderón de la Barca, quien hacía la siguiente descripción de una de las
principales haciendas:
La hacienda de San Nicolás Peralta, cuyo dueño es el sr. Mier y Terán, fue lo
único digno de mención que se ofreció a nuestros ojos antes que llegáramos a
Toluca […] abunda en ella los grandes campos de maguey y de maíz y un hermoso
río pasa a través de esta hacienda, una de las más productivas de la República.22
Había otras haciendas de igual importancia en la región como la de Atenco y la de
Doña Rosa, productoras ambas de excelente ganado y maíz. Pero, veamos un ejemplo de
cómo se organizaban los grupos sociales en la zona de Lerma para explotar los recursos
acuíferos y cómo obtenían beneficios tanto los pueblos, como las haciendas y el mismo
fondo municipal. Víctor Méndez integrante de la comisión de hacienda, dirigió un ocurso al
ayuntamiento de Lerma para reglamentar el uso que hacían de la ciénega los habitantes de
ese lugar
si bien es cierto que con la totalidad de los ganados de los ciudadanos de
Lerma se mantienen con los productos de la ciénega […] también lo es que aquellos
pueden servir para mantener triple número de ganado del que existe en esta ciudad
[…] y por lo mismo debe sacarse del residuo de pastos todo el bien posible que se
pueda puesto que a persona alguna se le sigue perjuicio y recibe un nuevo impulso la
caja municipal con cuyo producto puede hermosearse esta ciudad.23
Al parecer la ganadería era muy redituable para los vecinos de la ciudad de Lerma.
Esta actividad resultaba beneficiada por la presencia de la ciénega, de donde se extraían los
pastos para alimentar al ganado así como la humedad de sus suelos para practicar la
agricultura. Los vecinos de Lerma buscaron que el ayuntamiento reglamentara las cuotas de
arrendamiento para que de esta manera saliera beneficiado el fondo municipal, y evitar así
que los dueños de la hacienda abusaran en los cobros.24 En 1865 el presidente municipal de
Almoloya del Río señaló que los principales productos que comerciaba con otros pueblos
de los alrededores eran el maíz, cebada, haba y pescado; este último era el que más se
obtenía en esta zona por la explotación de la laguna.25 Favián Flores alcalde municipal de
Almoloya del Río en respuesta a las siguientes preguntas ¿cuáles eran los artículos de
consumo? y ¿cuáles eran los que se vendían en esta población?, argumentó:
El principal artículo de consumo es el maíz y poco la carne de res pues por lo
regular se hace uso de los animales que se pescan en la laguna propiedad común
21
Archivo General de la Nación en México en adelante AGNM, Padrones, vol. 21, ff. 95v-96v.. Padrón que
contiene las noticias particulares de Agustín Ramírez, mandado formar por el conde de Revillagigedo
, virrey de la Nueva España, 1791.
22
Calderón de la Barca, La vida, 125.
23
AML, Presidencia, caja 2. Víctor Méndez, miembro de la comisión de hacienda, ante el ayuntamiento de
Lerma, en la sesión de cabildo, 16 de junio de 1857.
24
AML, Presidencia, caja 2. Propuesta al ayuntamiento de Lerma, 16 de junio de 1857.
25
Mentz, Pueblos, 121-131, 138-147.

7
8

[…] No hay ramos industriales pues se ha indicado ya cuáles son los pueblos con
quien éste hace su comercio y este consta de los productos que sacan de la agua,
como son pescados, ajolotes, ranas y en ciertas temporadas del año, pato y el tule
con que hacen los petates.26
Además de los beneficios alimenticios también se obtenían ganancias con la
comercialización de los productos lacustres. El arrendamiento de las lagunas por parte de
los ayuntamientos fue un mecanismo eficiente que favoreció a los fondos municipales. En
estas transacciones resalta el hecho de que los ayuntamientos al celebrar los remates de
arrendamiento especificaban ciertas restricciones en el uso de la laguna las que debían
seguir tanto el arrendatario, como los lugareños, quienes gozaban del derecho de explotar la
laguna en común. Por ejemplo, el primero tenía prohibida la pesca, el corte de tule o la caza
del pato en ciertas épocas del año. En cambio, los segundos contaban con el derecho de
cortar tule, pescar o recolectar todas las especies vegetales que requirieran para su
subsistencia durante todo el año. Para la zona de Almoloyita-Atenco he considerado como
ejemplo al pueblo de Almoloya del Río. La laguna de “Almoloyita o Agua Blanca” era
administrada por el ayuntamiento de Almoloya del Río. Esta laguna ya había estado
arrendada en los años de 1855, 1856, 1857 y 1858-1860. En esos arrendamientos se
establecieron algunas bases en las que el arrendatario se comprometía a que los vecinos de
Almoloya usaran con libertad la laguna para practicar la pesca y el corte de tule y zacate,
considerando que los vecinos de este lugar se mantenían única y exclusivamente de esos
productos. Así también era necesario que el arrendatario fuera de la municipalidad para
evitarse conflictos posteriores.27 Sin duda, el establecer condiciones para arrendar la laguna
de Almoloyita o Agua Blanca fue la tendencia que establecieron los ayuntamientos. Por
ejemplo, en 1865 se llevó a cabo el remate de arrendamiento de la laguna de Almoloyita o
Agua Blanca. Las bases del arrendamiento consistieron en convocar a postores para el
arrendamiento de la laguna, así como el arrendar la laguna durante cinco años para el uso
exclusivo de caza y pesca. Una de las condiciones que debía seguir el que resultara
beneficiado con el remate de arrendamiento, consistió en no impedir a los vecinos del
pueblo de Almoloya el uso que hacían de la laguna, como era la extracción de tule y zacate,
en los meses de mayo, junio, julio y agosto, el resto de los meses era para que el
arrendatario se aprovechara exclusivamente de la caza del pato y la pesca.28

26
Cit. en Mentz, Pueblos, 122. (Noticia que da la prefectura Municipal de Almoloya del Río en relación con
el interrogatorio que se refiere a la circular número 45 del Ministerio de Gobernación, 9 de
noviembre de 1865).
27
AHEM, Hacienda, vol. 3, exp. 15, ff. 2-4. Oficio referente a las bases formuladas para el arrendamiento de
la laguna de Almoloyita o Agua Blanca, presidente municipal de Almoloya del Río, Guadalupe
Pichardo, 26 de febrero de 1858.
28
Archivo General de Notarías del Estado de México, Notaría 1 de Toluca en adelante AGNEM-N1T,
escritura No. 476, ff. 422-424. Remate de la laguna de Almoloyita, escribano José de Jesús Piña, 24
de noviembre de 1865. El arrendamiento era entonces una práctica común en la zona de Almoloyita-
Atenco. En 1872, Sixto Norberto, vecino del pueblo de San Pedro Tlaltizapán, solicitó al presidente
municipal de Santa Cruz Atizapán la renovación del contrato de arrendamiento para que continuara
haciendo uso del tiradero de patos localizado en la ciénega perteneciente a ese municipio. El
arrendamiento era para practicar la pesca y la caza de patos, con excepción de la extracción de zacate
y el tule, según consta en las actas de cabildo del día 12 de enero de 1872.

8
9

Los pueblos de la zona de Almoloyita-Atenco, además de arrendar parte de la laguna


que era de su propiedad y obtener el tule de la misma, se dedicaban a comerciar este
producto con los otros pueblos ubicados en la misma zona. El tule lo comerciaban o
intercambiaban los vecinos de Almoloya del Río y de Santa Cruz Atizapán por las maderas
que les proporcionaban los naturales de los pueblos de Jalatlaco y Texcaliacac.29 El
intercambio de productos entre estos pueblos era manifiesto. Los pueblos que tenían
bosques llevaban leña a los mercados para cambiarlos por pescado u otros productos
lacustres.30
Conflictos por el control de las ciénegas del río Lerma
El conflicto por el control de determinada porción de laguna, fue una tendencia
común en el Alto Lerma entre 1845 y 1875. Al realizar una tipología de los litigios,
encontramos que las fricciones se daban entre los mismos hacendados, entre pueblos y
hacendados y entre pueblos de indios.31 Sin duda, estos últimos eran más evidentes en la
zona de Almoloyita-Atenco. En 1870, en la zona de Almoloyita-Atenco, tenemos el caso
del pueblo de Santa Cruz Atizapán, en el que sus habitantes le manifestaban al gobernador
del Estado de México su deseo de separarse de la municipalidad de Almoloya del Río, la
razón era que este pueblo tenía una parte de laguna de la que se decía que era “la manzana
de la discordia” entre el pueblo de Almoloya y el de Santa Cruz Atizapán.32 Por estos
constantes roces era necesario que el ayuntamientos nombrara “guardaaguas”, es decir,
individuos encargados de vigilar que se respetaran los límites de cada pueblo en relación
con las lagunas.33 La documentación disponible sobre esta zona de Almoloyita-Atenco,
revela que entre 1870 a 1875 los pleitos por el control y el uso de la laguna eran frecuentes.
Por lo menos 19 casos se localizaron en esta zona. La cantidad no parece ser relevante, pero
si se considera que la información de los archivos municipales se ha perdido y en algunos
sólo existe documentación de 1870 en adelante resultan entonces fructíferos. Similar fue la
tendencia en el segundo vaso o laguna denominado Atenco (o Chimaliapan) localizado
dentro de la zona Almoloyita-Atenco, en donde encontramos algunos conflictos entre los
pueblos de San Pedro Tlaltizapán y los de San Pedro Tultepec, la causa se debía a que los
habitantes de este último se introducían a cortar tule en la parte de ciénega perteneciente a
la municipalidad de Capulhuac.34

29
AMSCA, Presidencia, vol. 2, exp. 13. Petición dirigida al presidente municipal de Santa Cruz Atizapán por
parte del presidente municipal de Jalatlaco Manuel Almonte González, 11 de junio de 1873.
30
“Esta antiquísima forma de intercambio se practica aún en la actualidad en el mercado de leña de los martes,
en Santiago Tianguistenco y Capulhuac. Estos intercambios, que en el pasado eran vitales, han ido
perdiendo importancia”. González Montes, “Las comunidades”, 196.
31
Hay que aclarar que se parte del año de 1845 porque dependemos de las fuentes consultadas, pues es a
partir de esta fecha cuando se encontraron conflictos por la posesión de las lagunas de Lerma.
32
MASCA, Presidencia, vol. 1, exp. 4. Oficio dirigido al gobernador del Estado Francisco Ortiz de Zárate, 5
de septiembre de 1866.
33
Archivo Municipal de Santa Cruz Atizapán en adelante AMSCA, Presidencia, vol. 1, exp. 8. Informe del
presidente municipal de Santa Cruz Atizapán dirigido al presidente municipal de San Antonio la Isla,
6 de septiembre de 1871.
34
Archivo Municipal de Capulhuac en adelante AMC, Actas de Cabildo, caja 1. Oficio discutido en la sesión
de cabildo de Capulhuac siendo presidente municipal José María Ramírez, 14 de julio de 1870.

9
10

Había casos en donde los vecinos de otros pueblos se introducían sin permiso a
explotar las lagunas de otros pueblos. Por ejemplo, los pueblos de Tultepec, San Mateo y
San Pedro Totoltepec hacían uso de la ciénega perteneciente a la municipalidad de
Capulhuac sin pedir licencia o autorización, perjudicando al fondo municipal, por lo que se
discutía en las sesiones de cabildo de la municipalidad de Capulhuac sobre el abuso que
hacían estos pueblos de la extracción del tule.35 Es importante señalar que en este periodo la
autoridad del gobernador estaba limitada en vista en que eran las autoridades locales las que
resolvían los conflictos por la explotación de las lagunas.
Para la zona de Lerma, también ocurrieron conflictos con la diferencia de que era
entre hacendados. Uno de los más importantes fue el caso del juicio que promovió en el año
de 1845, el propietario de la hacienda “El Cerrillo” Manuel González de Salceda, en contra
de Gregorio Mier y Terán dueño de la hacienda de “San Nicolás Peralta”. Cabe aclarar que
“El Cerrillo” formaba parte de la hacienda de “Doña Rosa”. El problema entre estas dos
haciendas era la propiedad de la laguna de Lerma ubicada al oriente del río Lerma. Manuel
González de Salceda, demostró que en 1820 compró al ilustre ayuntamiento de México el
Cerrillo y la laguna. Este ayuntamiento había explotado estos terrenos para mantener un
ganado numeroso, que servía para abastecer de carne a la ciudad de México. Resalta en este
litigio que el corte de tule sólo era un beneficio secundario para el arrendatario, debido a
que concedía licencias a los lugareños más próximos a la zona, como por ejemplo los
vecinos de los pueblos de San Pedro Totoltepec, San Mateo Atenco y Lerma. Sin duda, los
arrendatarios o el dueño de la ciénega en litigio explotaban la laguna para el desarrollo de la
ganadería.
La extensión de los terrenos cenagosos que se estaban litigando comprendía 76
caballerías, que equivalían a 3,254.24 hectáreas situadas entre el río Lerma y el arroyo de
Ameyalco, en el valle de Toluca.36 Este litigio prueba el uso diferente que hacían de la
laguna los hacendados en relación con los vecinos de los pueblos: para los hacendados las
lagunas eran útiles siempre y cuando beneficiaran sus actividades ganaderas, mientras que
para los lugareños representaban una parte indispensable de su subsistencia. No resulta
extraño que Manuel González de Salceda alegara que cuando Gregorio Mier y Terán
adquirió la hacienda de "San Nicolás Peralta” de los Carmelitas, no se había cuestionado el
valor de la ciénega o laguna. De la misma manera cuando los Carmelitas la adquirieron no
le asignaron valor alguno. Salceda aseguró que ellos consideraban este lugar como
improductivo, y sólo cuando Gregorio Mier conoció lo que se cobraba por el arrendamiento
del lugar para la caza del pato consideró a este lugar como lucrativo. La laguna representaba
una parte fundamental para el desarrollo económico de estas dos haciendas, por lo menos en
el sector de producción ganadera como era el caso del dueño de la hacienda de “El

35
AMC, Actas de cabildo, caja 1. El Síndico Meza expuso en sesión de cabildo de la municipalidad de
Capulhuac, sobre los abusos en el corte de tule. Sesión ordinaria del 2 de septiembre de 1870.
Presidente municipal Francisco de Alva.
36
INAH-CDM, Microfilm de la colección Purrúa, rollo 1. Informe del ingeniero Manuel María Delgado, 24
de diciembre de 1845. Se anexa el plano del territorio que estaba en litigio.

10
11

Cerrillo”. Al dueño de la hacienda “San Nicolás Peralta” sólo le preocupaba resolver los
problemas de los límites, ya que no hizo el menor intento por defender la propiedad.37
Cabe destacar que para 1857, estos dos individuos estaban involucrados en el
proyecto de desecación de las lagunas de Lerma. Es decir, en ese momento ya no les
importaba conservar la laguna para la actividad ganadera. El interés estaba centrado en
contar con más superficie de tierra, libre de agua estancada, para ampliar sus zonas de
cultivo. En ese entonces, los dos propietarios participaron activamente en dicho proyecto.
El proyecto liberal a mediados del siglo XIX en torno a la cuestión agraria. La
propiedad privada de la tierra.
El proyecto que plantearon los liberales para la solución de los problemas
económicos, políticos y sociales del país tuvieron su origen a finales del siglo XVIII y
principios del siglo XIX. Una de estas ideas estuvo encaminada a la promoción de la
propiedad privada. En España, los ideólogos liberales como Jovellanos y Campomanes ya
habían considerado la necesidad de dividir y privatizar las tierras comunales. En 1813, las
cortes españolas por decreto del 4 de enero del mismo año, ordenaron la división de las
tierras comunales con excepción de los ejidos. Políticos como José María Luis Mora,
Zavala y José María de Jáuregui manifestaban la necesidad de enajenar las tierras de las
corporaciones civiles y eclesiásticas en beneficio de los individuos.38 Durante la etapa
inmediatamente posterior a la Independencia en el país no se logró un avance en cuanto al
destino de las propiedades de las corporaciones, incluso fue a partir de la experiencia
gaditana cuando los pueblos entraron al marco constitucional a través de los ayuntamientos
para enlazar los derechos antiguos comunitarios con los nuevos.39 Estos organismos
ampararon las tierras comunitarias, motivo por el que resultaron ser un obstáculo en la
eficacia de las leyes de privatización de los bienes de los pueblos. Es así como Annino
señala que “Los pueblos-ayuntamientos que salieron de la primera experiencia
constitucional de Cádiz siguieron auto definiéndose soberanos como si el Estado no
existiera”.40 En este periodo de liberalismo mexicano la oposición a la propiedad comunal
se discutió en los debates parlamentarios por Zavala, Mora y otros. Según los liberales, los
bienes de las corporaciones civiles y eclesiásticas, resultaban una forma de propiedad poco
productiva para el desarrollo económico. Los bienes de las corporaciones por tanto, según
esta óptica, resultaban poco productivos. Los liberales estaban a favor de la venta de estos
terrenos al considerar que el desarrollo económico era viable si la tierra pasaba a manos de
los particulares. Ahora bien, los liberales del siglo XIX pretendieron acabar con los
beneficios que el gobierno colonial había otorgado a estas corporaciones. Sin embargo, la

37
Oyarzábal, “Gregorio Mier y Terán”, 140. A propósito de la actividad económica desempeñada por
Gregorio Mier y Terán en el país es importante conocer la siguiente consideración: “Las operaciones
realizadas por Gregorio Mier y Terán, durante los años de 1830 a 1870, tuvieron como eje central, la
actividad del préstamo con intereses, garantizado con la hipoteca de bienes rurales y urbanos”. Es
decir, a Gregorio Mier y Terán no le importaba aumentar sus propiedades porque su negocio
principal era el de prestamista, a través de esa actividad era como lograba adjudicarse las propiedades
de sus deudores. Así fue como adquirió la hacienda de los Carmelitas
38
Hale, El liberalismo, 233.
39
Annino, “Otras naciones”, 231-237.
40
Annino, Nuevas perspectivas, 62.

11
12

proliferación de los ayuntamientos después de Cádiz sólo favoreció la tendencia corporativa


de este organismo.41
Annino, considera que la difusión de la representatividad liberal ocasionó la
transferencia de una parte de los poderes del Estado a los ayuntamientos, quienes crearon
para sí una “jurisdicción territorial, totalmente autónoma y autosuficiente”.42 La
proliferación de los ayuntamientos fue el resultado que Annino llamó la primera
experiencia liberal gaditana entre 1812-1814 y 1820-1824, y fue a estos cuerpos políticos a
los que se delegó el control de las tierras y los demás bienes del pueblo. En la constitución
de Cádiz se permitió que los pueblos administraran sus recursos por medio de los
ayuntamientos.43 Bajo este supuesto los pueblos en la primera mitad del siglo XIX
asumieron su propia soberanía
En el lenguaje político de aquellos años el antiguo término soberanías de los
pueblos adquirió un valor nuevo, y permitió a los pueblos-ayuntamientos reivindicar
una soberanía propia, en contraposición no sólo a la del Estado, sino a la de las
ciudades de 1809. La autonomía municipal se había transformado en autogobierno
político, y esto creó un filtro fiscal entre los centros y las periferias que debilitaría
rápidamente los primeros y reforzado las segundas.44
Los ayuntamientos tenían así como principal objetivo el amparar las tierras
comunitarias en detrimento de las leyes que estaban a favor de la privatización de los bienes
de los pueblos.45 Annino llama al liberalismo de los pueblos como corporativo. De esta
manera, la forma en que los ayuntamientos entendieron el liberalismo, fue la razón de que
la injerencia de los gobiernos estatales en la propiedad de las corporaciones civiles fuera
restringida. La intervención del gobierno estatal y federal se fue abriendo camino en la
medida en que se fortalecía el Estado y se emitieron leyes que les otorgaran la facultad de
desamortizar las propiedades de los pueblos.
Durante la etapa colonial los pueblos indígenas adquirieron la calidad de
corporaciones propietarias de tierra por concesión de la Corona. Estas tierras eran usadas
por todos los miembros pertenecientes al pueblo pero no podían ser enajenables ni
vendidas. En este tipo de propiedad se encuentran las que comprendían el fundo legal, los
ejidos (pastizales comunales), los propios y las tierras de común repartimiento (tierras
distribuidas en usufructo a los integrantes de la comunidad).46
El 25 de junio de 1856 se promulgó la ley Lerdo, también conocida como “Ley de
Desamortización de los bienes de las Corporaciones Civiles y Eclesiásticas”, esta ley
permitió llevar a la práctica la política liberal en cuanto a la propiedad de la tierra. Los
liberales de esta época creían conveniente promulgar y aplicar la Ley debido a que estos

41
Annino, “Otras naciones”, 233. 254-255. Annino considera que la Carta de Cádiz permitió a las
comunidades, administrar sus bienes por medio de los ayuntamientos.
42
Annino, De los imperios, 274.
43
Annino, “Otras naciones”, 237, 254-255.
44
Annino, De los imperios, 248
45
Annino, Nuevas perspectivas, 61.
46
Powell, El liberalismo y el campesinado, 43.

12
13

bienes representaban el mayor obstáculo a la prosperidad y riqueza del país.47 Esta ley
establecía la circulación de las fincas rústicas y urbanas, propiedad de estas corporaciones,
que debían pasar a la propiedad de los que las arrendaban u a otros postores. Lerdo de
Tejada aseguraba que eran dos los aspectos más importantes a considerar de esta ley:
[es] una resolución que va hacer desaparecer uno de los errores económicos
que más ha contribuido a mantener entre nosotros estacionaria la propiedad e
impedir el desarrollo de las artes y la industria que de ella dependen […] como una
medida indispensable para allanar el principal obstáculo que hasta hoy se ha
presentado para el establecimiento de un sistema tributario, uniforme y arreglado a
los principios de la ciencia.48
La individualización y privatización de la tierra a los indígenas fue la principal
preocupación de los reformistas de 1856. Powell considera que esta política liberal trajo
consigo el deterioro de la economía comunal. Al hacer ésta generalización, supone que la
citada ley favoreció la concentración de la tierra en manos de una minoría terrateniente.
Aunque existen algunos ejemplos para el Estado de México que contradicen esta afirmación
como son los de Sultepec, Ocoyoacac, Lerma y Metepec, en donde se llevó a la práctica la
privatización de una parte de los bienes comunales sin propiciar la concentración de la
propiedad.49
No debe olvidarse, que entre 1850-1875 el discurso político de los diferentes
gobiernos de los estados del país se enfocó en darle un impulso al desarrollo de la
agricultura, pues se consideraba a esta actividad como la principal fuente del progreso del
país. En esos términos se pensaba que era necesario terminar con el estado de
estancamiento en el que se encontraba esta actividad, situación que compartía con el
comercio, la minería y la industria. Esto se manifestaba en las memorias de gobierno de
algunos estados de la república mexicana.50 El Estado de México presentó la misma
tendencia de promover a la actividad agrícola como principal fuente económica del país.51

47
Reyes Heroles, El liberalismo, III, 193-194.
48
Cit. En Reyes Heroles, El liberalismo, III, 195.
49
Véase a: Quezada Rojas, “Dezamortización civil”; Schenk, “La distribución de la propiedad”, Bazant, “La
dezamortización” y a Menegus, “Ocoyoacac, una comunidad agraria” y “La dezamortización de los
bienes”.
50
Memoria del Ministerio de Fomento 1866. 43.
51
AMC, Gaceta de Gobierno, El Progresista, 1º de noviembre de 1871. En este periódico se expuso la
importancia que tenía esta actividad para el gobernador Riva Palacio. Este decía que la agricultura
progresaría sólo si se formaban sociedades agrícolas en gran escala. Riva Palacio, siempre empeñoso
en la prosperidad del estado reunió en lo particular y en su casa, y a los principales agricultores de
este distrito de Toluca […] en plan de que se organicen en sociedad para mejorar la condición de la
agricultura. El sr. Riva Palacio […] manifestó la influencia de la agricultura en todos los ramos de la
riqueza pública, la parte activa que debían tomar los agricultores en el perfeccionamiento de las
instituciones y hasta en la conservación de la paz y el orden público. La junta declaró por
unanimidad que estaba decidida a constituirse en sociedad de agricultores para proteger los intereses
en este ramo en el Estado de México. […] es preciso volver de ese ramo [la agricultura] el más
importante de la riqueza pública, y el más necesario procurar el progreso y adelanto de la agricultura
promoviendo cuanto conduzca el fomento y mejora de sus diversos ramos […] porque lo que
necesitamos el día de hoy, son canales, cañerías, telégrafos y sobre todo hombres y capitales: no
importa la tierra de que puedan llegar, que las hagan fructuosas.

13
14

El proyecto agrario liberal en cuanto a la propiedad de la tierra se centró en el


rechazo a la propiedad de las corporaciones, tanto civiles como eclesiásticas, para fomentar
la propiedad privada. En este marco nos centramos en las iniciativas del gobernador
Mariano Riva Palacio y de un grupo importante de empresarios (hacendados, comerciantes
e inversionistas) influidos por las ideas liberales de “progreso” y “propiedad”, se dieron a la
tarea de “desecar” toda la zona lagunera por considerar que era, por un lado un territorio
que debía entrar más activamente en sus planes económicos; y por el otro, era una fuente de
males epidémicos. La obra de desecación fue planteada por primera vez en 1857 y
posteriormente en 1870, periodo en el que se promulgó y se aplicó la famosa ley de
desamortización. Una vez que los liberales tomaron el poder en 1856, pusieron en marcha
su política de desamortización de los bienes de las corporaciones civiles y eclesiásticas, el
fomento de las mejoras materiales y la búsqueda del “progreso” de la agricultura. Estos
elementos estaban presentes en el proyecto de desecación de 1857, expresados en el interés
del gobernador Riva Palacio por impulsar “las mejoras” a que daría lugar la desecación, en
particular, la incorporación de nuevos terrenos al cultivo y por consiguiente repartirlos entre
los involucrados para fomentar la pequeña propiedad.
El proyecto de desecación de las lagunas del alto río Lerma 1857 y 1870
Algunos historiadores consideran que a mediados del siglo XIX fueron promovidas
varias obras materiales con la intención de abatir el atraso económico en el que se
encontraba el país. Después de la guerra con los Estados Unidos, se brindaron estímulos a
los productores por parte de los gobiernos.52 La obra del desagüe de las lagunas de Lerma
fue un caso elocuente de esta política nacional. Este proyecto fue una iniciativa del
gobernador del estado Mariano Riva Palacio. La trayectoria política de Mariano Riva
Palacio había sido muy amplia. Fue regidor del ayuntamiento de la capital de la república,
miembro del Congreso de la Unión en 1833, 1834 y 1856, ministro de Hacienda en el
gabinete del presidente José Joaquín Herrera en 1848 y además gobernador del Estado de
México en 1849, 1857 y 1869. También se decía que este gobernador promovió proyectos
para agrandar la riqueza pública del Estado. Una obra que cumplía con dicho objetivo fue la
construcción de la vía férrea de Toluca a la capital de la República. Riva Palacio pensaba
que las mejoras materiales se efectuarían siempre y cuando se formaran sociedades o
grupos, que participaran activamente en el fomento de esas mejoras. Este fin lo creyó
conveniente para los dos proyectos ligados al progreso del estado.53 Su participación como
presidente de la “Junta Menor” del desagüe del valle de México 1856, es el antecedente
más importante de Riva Palacio en cuanto a obras de esta naturaleza. Cuando fue
gobernador del estado en 1857 llevó consigo la idea de realizar una obra semejante a la del
valle de México pero ahora en el valle de Toluca. En este último caso el objetivo principal
era desecar las aguas estancadas en la zona cenagosa del río Lerma para propiciar un mayor
potencial agrícola en el valle con la utilización de los terrenos “incultos” ocupados por la
ciénega. Dos eran los objetivos que justificaban el proyecto: el primero consistía en desecar
la laguna para reforzar el mejoramiento de la salud, es decir, se buscaba eliminar las aguas
almacenadas de la zona cenagosa para que dejaran de producir “miasmas”, porque se decía
que dañaban la salud de los pobladores. El segundo objetivo eran los beneficios que

52
Leomine Villicaña. El desagüe, 52.
53
La Ley, 12 de agosto de 1870.

14
15

acarrearía para el desarrollo de la agricultura y la ganadería, pues los terrenos desecados


proporcionarían suelos fértiles que a su vez producirían “buenos pastos y abundantes
cosechas”.54
Todo lo anterior se enfocaba y argumentaba a favor de un interés económico, que se
justificaba en el discurso político en el que se planteaba mejorar las condiciones
económicas de los pueblos, al mismo tiempo continuar con la tendencia liberal de fomentar
el desarrollo y progreso del estado. Es decir, las zonas pantanosas o anegadas de los valles
centrales mexicanos eran vistas como un obstáculo que limitaba la economía de los
pueblos, pero sobre todo, de las elites. De esta manera, se pueden percibir los intereses
inmediatos al proyecto de desecación; por un lado se buscaba “el bienestar” de los pueblos
de la zona porque el proyecto de Riva Palacio incluía la creación de pequeños propietarios
con el reparto de los terrenos libres de las aguas estancadas; y por el otro, los beneficios
económicos que obtendría las elites al ampliar los terrenos de cultivo que se mantenían
improductivos en sus propiedades.
En el proyecto de 1857 se incluyó una lista de pueblos, haciendas y ranchos que se
veían afectados por las inundaciones. En el partido de Tenango se nombraban ocho
pueblos; Jajalpa, San Pedro Techuchulco, San Mateo Texcaliacac, Almoloya del Río, Santa
Cruz Atizapán, Capulhuac, Ocoyoacac y barrios, y San Pedro Tultepec, mientras que sólo
se mencionaban dos haciendas Texcaltenco y Atenco. Del partido de Toluca estaban
involucrados tres pueblos: Lerma, San Miguel Ameyalco y San Mateo Atenco. Se
consideraban también tres haciendas: San Nicolás Peralta, Doña Rosa y Atizapán, además
de dos ranchos, Amomolulco y Alta empresa. Los individuos que asistieron en
representación de los pueblos y las haciendas para tratar el proyecto de la desecación de las
lagunas del Alto Lerma, representaban intereses muy particulares en la zona, debido a que
algunos tenían propiedades en el área. Otros sólo contaban con cargos políticos o en su
defecto eran importantes comerciantes de Toluca. Los resultados obtenidos en esta primera
reunión ratificaron el objetivo de desecar la laguna. Sólo se presentó una postura de
desacuerdo por parte de dos pueblos. En el argumento de éstos se destacaban los cambios
desfavorables que traería consigo dicho proyecto.
Los representantes de San Pedro Tultepec y Almoloya expusieron que se
mantienen los vecinos de dichos pueblos de la pesca, tule y otros productos de la
laguna y que hacían esta manifestación para que se tuviera presente el perjuicio que
resultaba de la desecación.55

54
AHEM, Ramo Gobierno, caja 152, exp. 2, f.1. Circular que mandó el prefecto de Toluca a los síndicos,
regidores y alcaldes de los ayuntamientos de las municipalidades y pueblos involucrados en el
proyecto de desecación, 3 de marzo de 1857. En esta circular se mencionaban los beneficios que se
obtendrían si se llevaba a cabo la desecación de las lagunas: “Esta obra es de gran provecho tanto
para la salubridad como para la agricultura pues los terrenos ocupados hoy por el agua dejarán de ser
un depósito de donde salen miasmas que dañan la salud y producirán a causa de la lama que
contienen buenos pastos o abundantes cosechas.”
55
AHEM, Ramo Gobierno, vol. 152, exp. 2, f.5-5v. Acta celebrada entre el gobernador del estado y los
representantes de los pueblos y haciendas involucrados en el proyecto de desecación, 8 de marzo de
1857.

15
16

Sin duda las razones que expusieron los representantes de los pueblos de San Pedro
Tultepec y Almoloya fue una respuesta de su inconformidad por los escasos beneficios que
se podrían obtener con el desarrollo de una economía de la que se consideraban ajenos (la
agricultura capitalista), dado que sus actividades económicas estaban relacionadas con el
corte de tule y la pesca en la laguna. El 8 de marzo de 1857 se llevó a cabo una reunión en
la que se nombró una Junta General, compuesta por los representantes de los pueblos y las
haciendas antes mencionados, para que en ella se trataran todos los asuntos relativos a la
desecación de las lagunas de Lerma. En esta sesión el gobernador expuso dos posibles
variantes con respecto a la repartición de los terrenos desecados, las que se expusieron en
los siguientes términos:
1.-Que ocupados los terrenos circundados por el gobierno, por causa de
utilidad pública y previa la indemnización correspondiente según el valor actual de
dichos terrenos, se procediera la desecación por cuenta del estado, el que sería
después de realizada la obra dueño de los terrenos desecados, los que serían
vendidos en utilidad del estado.
2.-De realizar la desecación era que cada pueblo y hacienda interesado,
contribuyera a la desecación del lago proporcionalmente a la parte del terreno que
poseía, quedando dueño después de desecado el terreno.56
De estas dos variantes la segunda fue la que aprobó la Junta General reunida en
marzo de 1857. Sin duda, la pérdida de los terrenos no era negociable tanto para los vecinos
de los pueblos como para los propietarios de las haciendas. Además la junta acordó que
cada uno de los propietarios de los terrenos a desecar, contribuyeran para la obra con seis
pesos por cada caballería.57 Ahora bien, las elites de la zona consideraban a esta obra como
una de las mejoras materiales más importantes. Se esperaban beneficios para la
municipalidad de Lerma, para los propietarios de su compresión y en general para todo el
distrito de Toluca. Resulta comprensible esta actitud debido a que en la municipalidad de
Lerma, se encontraban ubicadas las principales haciendas de la región: San Nicolás Peralta,
Doña Rosa, Paté, Mayorazgo, Buenavista y algunos pueblos como Amomoluco, Xonacatlán
y San Lorenzo de las Ollas. Estos pueblos se dedicaban en su mayoría a trabajar en las
haciendas y practicaban las actividades lacustres de manera complementaria, lo que no
sucedía en la zona de Almoloyita-Atenco donde los pobladores prácticamente vivían de lo
que obtenían de las lagunas. Ahora bien, para la zona de Almoloyita-Atenco había 17
pueblos y tres haciendas, es decir, aquí predominaban los pueblos involucrados en el
proyecto de desecación. Mientras que en la zona de Lerma participaron cuatro pueblos,
cinco haciendas y un rancho, por lo que aquí se manifestaba un predominio de los intereses
de los particulares por encima de los posibles beneficio que obtendrían los pueblos de
indios que subsistían de los productos que obtenían de las lagunas.
Sin embargo, el proyecto quedó interrumpido por los conflictos internos que sufrió
el país; la guerra de Reforma de 1858-1861, la guerra con Francia de 1861-1864 y el

56
La ley, No. 104, 28 de diciembre de 1869. La fecha de esta referencia se explica porque el discurso fue
pronunciado por el gobernador en el año de 1869 cuando los pueblos y haciendas fueron reunidos
para hacerles saber cómo se había tratado el asunto de la desecación en el año de 1857.
57
La caballería equivale a 42.795 hectáreas.

16
17

establecimiento de segundo imperio mexicano de Maximiliano de Habsburgo de 1864-


1867. No fue sino hasta 1869 cuando el proyecto se planteó de nueva cuenta con el mismo
Mariano Riva Palacio. El 26 de diciembre de 1869 se citó nuevamente a una Junta General
compuesta por los representantes de los pueblos y las haciendas. En esta reunión se discutió
en primer lugar el asunto de cómo se llevaría a cabo la desecación de las lagunas. Para ello
se retomó la postura de 1857 en la que se propusieron dos variantes, la primera se refería a
que cada quien cubriera los gastos del proyecto de desecación de acuerdo al terreno que
fuera de su propiedad y la segunda consideraba que los trabajos de la obra se realizaran por
cuenta del gobierno. La primera de estas variantes fue la aceptada, como ocurrió en 1857.
En ese día el proyecto de desagüe fue aprobado por la Junta General. El objetivo principal
de la obra era canalizar 109 caballerías58 de tierras anegadas, pertenecientes a los pueblos y
a las haciendas. Las 109 caballerías equivalen a 4,665 hectáreas, lo que indica la magnitud
del proyecto.
En esta etapa del proyecto se nombró a la Junta Menor Directiva. Esta estuvo
integrada por el gobernador del estado como presidente, por los jefes políticos de Toluca,
Lerma y Tenango como vicepresidentes y por otros cinco vocales. En esta reunión
resultaron integrantes de la Junta Menor Directiva los siguientes: como vocales por el
distrito de Toluca, Francisco González de Salceda y Manuel Gómez Tagle; por el distrito de
Lerma, Isidoro de la Torre y por el distrito de Tenango, José María González. Melchor
Carrasco fue nombrado tesorero de esta Junta.59 En esta junta los integrantes resultaron ser
los propietarios de las haciendas con el apoyo del gobernador del estado, quien vio
disminuido su papel en esta obra por la autoridad de los hacendados quienes contaron con
más recursos económicos para financiar la obra.
Las razones u objetivos del proyecto de 1870 sólo se concretaron, pues los
promotores de la obra continuaron siendo los mismos: gobierno y hacendados, por lo que es
más específico el fin que perseguían con la obra. Para este momento, el mejorar las
condiciones higiénicas de la población de la zona lacustre del Alto Lerma ya no era uno de
los principales objetivos tal y como se había propuesto en 1857. El interés estaba más
centrado ahora en aumentar la riqueza territorial del valle, al dejar suelos libres de aguas
que impedían el desarrollo agrícola.
En 1870 la Junta Menor, encabezada por el gobernador, determinó que una de las
prioridades era el circular la propiedad en esta zona, de tal manera que fueran creados
pequeños propietarios, sobre todo porque la mayor parte de los terrenos anegados eran
propiedad de los pueblos. La diferencia entre la propuesta de 1870 con respecto a la de
1857, radicó en que en este momento la Junta Menor acordó las bases de la desecación para
que se llevara a cabo el repartimiento, por lo que con este proyecto se pretendía aplicar la
ley del 25 de junio de 1856 sobre la desamortización de los bienes de las corporaciones
civiles. Esta iniciativa relativa a la desecación tomaba en consideración los beneficios
sociales que ocasionaría el repartimiento de los terrenos desecados que eran vistos como
“incultos”. El desecar esta zona haría el lugar más accesible para el desarrollo del comercio,
58
Es preciso indicar que en las memorias de gobierno del Estado de México en 1870 y 1871 difiere la
cantidad de terrenos para desecar. Mientras que en 1870 se hace mención de 309 caballerías, en
1871 mencionan sólo 109.
59
La Ley, No. 104. 28 de diciembre de 1869.

17
18

pues se agilizaría el intercambio de productos entre los comerciantes capitalinos con los
pueblos del valle, hacendados y los habitantes de Toluca. Todo ello por la apertura del canal
y además con la puesta en marcha de ferrocarril México-Toluca, que también tuvo su auge
en este período.
Detrás de esto se encuentra la idea de privatizar la propiedad comunal en esta zona,
una vez que los terrenos quedaran libres de aguas estancadas el aumento de las áreas de
cultivo sería la consecuencia inmediata para el desarrollo de una agricultura comercial. Los
propietarios de las fincas rústicas fueron los más interesados en generar el auge agrícola del
valle y en promover este proyecto. No obstante, en el proyecto se dejaba de lado o se
ignoraba el gran uso que hacían los pobladores de los productos que les ofrecía la zona
cenagosa desde siglos anteriores. Sin duda estaban más preocupados por la revolución
agrícola encaminada al progreso del estado, que por el medio de vida lacustre de los
pueblos, el cual era considerado como improductivo. En este sentido, el obstáculo
inmediato para los hacendados era la existencia de una gran cantidad de pueblos ubicados
en la zona de desecación, cuyos fondos estaban sujetos a la ordenanzas municipales, sin
capacidad de obtener terrenos conforme a las leyes promulgadas, porque eran parte de los
bienes propios de los pueblos y por lo tanto los gozaban en común los vecinos, a pesar de
que ya había sido promulgada el 25 de junio de 1856 la ley de desamortización de los
bienes de las corporaciones civiles. Ahora bien, la Junta Menor comprobó que una gran
cantidad de terrenos inundados y por lo tanto “improductivos” pertenecían a los pueblos.60
La propuesta estuvo encaminada a fragmentar los terrenos desecados sobre todo los que se
ubicaban en términos de los pueblos de indios y que formaban parte de sus bienes
corporativos, porque eran terrenos que administraban los ayuntamientos. La Junta Menor no
dejaba de insistir que los terrenos que ocupaban las lagunas eran improductivos para los
mismo vecinos de los pueblos, hecho que contradice la exposición que realizamos en el
segundo apartado sobre la importancia de las lagunas en las actividades económicas de los
pueblos. La posición del gobierno y hacendados era entonces en términos agrarios:
La Junta Menor Directiva no ha encontrado otro medio más a propósito ni
más eficaz para mover el interés general, si no es acordando las subdivisiones de los
terrenos inundados improductivos hoy para los vecinos de los pueblos, para las
municipalidades y aún para el fisco.61
La Junta Menor estaba convencida que con la subdivisión y privatización de los
terrenos inundados se compensaría a los pueblos, de tal manera que los haría propietarios
de una determinada extensión de terreno. Se les compensaba de esta forma porque los
integrantes de la junta creían, que los vecinos de los pueblos involucrados en el proyecto
podrían resultar perjudicados en las actividades que realizaban gracias a la existencia de las
lagunas. Como el proyecto consistía precisamente en desecarlas la junta hacía la siguiente
consideración:

60
Menegus indica que varios pueblos del valle de Toluca a mediados del siglo XIX conservaban tierras de
propios, tierras comunales pertenecientes a los ayuntamientos y que se aprovechaban aún para el
sostenimiento de la misma corporación. Menegus, “La desamortización”, 18-20.
61
La Ley, No 9, 1º de febrero de 1870.

18
19

Por otra parte, la obra en general es benéfica, para todos, podría encontrar
alguna resistencia hiriendo susceptibilidades particularmente de los indígenas que
explotan el lago, sacando tule, pescando o haciendo tiro de patos, y la idea de
hacerse propietarios de una extensión más o menos grande de terreno, además de
que los compensaba con usura de esas industrias mezquinas por naturaleza, calma
cualquier susceptibilidad.62
Sin embargo, la obra no podría ser benéfica para todos, aún con la propuesta de
hacer propietarios de terrenos a los indígenas, debido a que las actividades lacustres que
realizaban en las lagunas eran para subsistencia diaria desde tiempos inmemoriales. No era
tan fácil aceptar una medida que los reduciría a jornaleros de las haciendas porque les
faltarían recursos para el desarrollo de la agricultura. En conclusión, quedaba clara la
posición de los integrantes de la junta, que en su mayoría eran los dueños de las haciendas:
las “industrias mezquinas” (caza, pesca y el corte de tule) no tenían importancia para ellos.
Fueron muchas las dificultades que se le presentaron a la Junta Menor para llevar a
cabo el proyecto de desecación. Entre ellas destacan la falta de recursos económicos y el
hecho de que la mayor parte de los terrenos inundados estuvieran en manos de los pueblos.
El presupuesto total de la obra, elaborado por el ingeniero Garay, arrojaba un total de
256,080 pesos, suma que en ese momento no era posible cubrir. En 1871, con las primeras
obras realizadas sólo gastaron 25,000 pesos. Sin duda, el retraso de las obras se debía a la
falta de pago por parte de los accionistas. Tal parece que sólo los propietarios de las
haciendas de Doña Rosa y la de San Nicolás Peralta contribuían de manera regular. Los
dueños de estas haciendas apresuraban para que se adelantaran los trabajo e incluso no
ocultaban su disgusto por la lentitud de las obras.63
Asimismo, la falta de trabajadores eran un factor que frenaba el rápido avance de la
obra. De esta manera, la Junta Menor explicó que una razón por la que los trabajadores no
se presentaban a realizar sus faenas en el canal se debía a que:
En todo el rumbo de San Bartolomé Otzolotepec están las cosechas por ello
creo que no adelantaremos más en número de operarios hasta pasada la primera
quincena de noviembre en cuya época creo que la obra contará de cuatrocientos a
quinientos operarios.64
Las actividades realizadas por los lugareños en ciertas temporadas era una causa por
la que no se presentaban a trabajar. El mismo documento mencionaba la necesidad de
ocupar a la gente que trabajaba para las haciendas como operarios de las obras de desagüe.
En estos primeros meses de mayo a octubre de 1870, los trabajos realizados en las lagunas
de Lerma no dieron los resultados que se esperaban. El informe emitido por la Junta Menor
Directiva señalaba como un gran obstáculo para la obra la falta de los pagos mensuales que
deberían haber sido cubiertos a la Junta Administrativa, tanto por parte de los pueblos como

62
La Ley, No 9, 1º de febrero de 1870.
63
AGN-CNLB-MGG, rollo 90, ficha 8781. Informe del secretario de la Junta Menor Directiva Valentín
Gómez Tagle, dirigido al gobernador Riva Palacio, sobre los trabajos de la desecación de las lagunas
de Lerma, 3 de mayo de 1870.
64
AGN-CNLB-MGG, rollo 90, ficha 8920. Carta de José María López Monroy representante del hacendado
Isidoro de la torre, dirigida al gobernador Riva Palacio, 27 de octubre de 1870.

19
20

de las haciendas. Esta junta informó que los propietarios particulares sí hicieron sus pagos
con regularidad. Hay que distinguir que estos particulares tenían sus propiedades en la zona
denominada de Lerma. Por parte de los pueblos no sucedió lo mismo, debido a que
manifestaron no tener dinero para pagar las cuotas. Quizá este retraso se debió al poco
interés de los pueblos en la realización de las obras. Se trataba entonces de una especie de
resistencia u oposición pasiva ante el proyecto, sobre todo en la zona de Almoloyita-
Atenco. No era necesario llegar al conflicto armado para evitar la realización de una obra de
tal magnitud. La oposición pasiva de los pueblos fue un recurso, el otro fue el de los
ayuntamientos, que ignoraron y obedecieron pero no cumplieron lo que se había establecido
en la Junta General para llevar a cabo el proyecto de desecación.65
Hay que señalar, sin embargo, el contraste de las respuestas que dieron en un
principio los pueblos; por ejemplo el 9 de julio de 1870 el presidente municipal de
Capulhuac, así como el pueblo subordinado a este municipio, Tlaltizapán, expresó su
disposición de participar en la obra. Estaban dispuestos a permitir el paso del canal por sus
lotes y a proporcionar su trabajo personal en el caso de no contar con dinero para adquirir
terrenos. Por su trabajo pretendían un real diario así como las herramientas necesarias para
realizar la construcción de la obra (zapapicos). Tal parece que su disposición era mucha
pero por los informes de la Junta Administrativa los pueblos no cumplieron con los pagos
correspondientes.66 Otra de las respuesta obtenidas por parte de los pueblos fue el caso muy
particular de los vecinos del pueblo de San Pedro Tultepec. En cuando se les notificó la
suma que tenían que pagar por cuota, sus pobladores dijeron al señor Dionisio Dávila,
auxiliar del pueblo de Tultepec, que por el momento no podrían pagar. Luego hicieron la
siguiente declaración:
Que para que lo resuelvan primero han de pensar cómo y de qué manera lo
han de hacer, por el momento no podrán por razón de que ha habido muchos meses
escasos y segundo porque en la actualidad como es público y notorio que ahora
están juntando tule como cada año lo hacen para hacerlo en tiempo de secas, con
que cubren sus necesidades cuando no hay trabajo porque si dejan de cortar les hará
falta en tiempo de necesidades.67
Estos vecinos no colaboraban en el proyecto ni con las cuotas ni con su trabajo
personal, porque se dedicaban a hacer petates del tule que obtenían de la laguna, lo que les
ayudaba a cubrir las necesidades de sus familias. Esta acción es una muestra más de
resistencia por parte de los pueblos de tradición lacustre, ya que el corte de tule les dejaba
mayores ganancias de las que podrían obtener en el trabajo de operarios. Además, es
necesario indicar que desde 1857 este pueblo era uno de los que mayores desventajas
señalaba a este proyecto de desecación por los perjuicios que causaría a sus actividades
económicas debido a que habían desarrollado cierto tipo de vida al que no deseaban
renunciar. Además de la resistencia, también se trataba de razones más prácticas como las
de subsistencia.
65
Buve, “Caciques”. 35.
66
AML, Presidencia, caja 9, Oficio del jefe político de Tenango Juan Gómez, dirigido al jefe político de
Lerma. 9 de julio de 1870.
67
AML, Presidencia, caja 9. Oficio del auxiliar del pueblo de Tultepec Dionisio Dávila, enviado al jefe
político de Lerma, 16 de agosto de 1870.

20
21

Así, en este período no se avanzó mucho en las obras. El 7 de octubre de 1870,


Isidoro de la Torre dueño de la hacienda de San Nicolás contrató la parte más importante de
todo el desagüe. Isidoro de la Torre, natural del puerto de Santa María, cercano a Cádiz,
procedía del grupo de comerciantes que hicieron su fortuna a finales del siglo XVIII. Entre
las actividades económicas más importantes que desempeñó tenemos el comercio, la
minería y el préstamo. A partir de 1856, este hacendado comenzó a invertir en otras
empresas como la agrícola y el sector comercial.68 Este hacendado fue socio de la empresa
del ferrocarril México-Toluca-Cuautitlán. El fomento que proporcionó al desarrollo de la
agricultura resulta importante para comprender su participación tan activa en el proyecto de
desecación, como lo muestra la contratación del primer tramo del canal donde resultarían
beneficiadas sus propiedades. El contrato de la obra especificaba que la extensión del
tramo que se desecaría eran 13,660 metros que comprendían desde el Vado hasta el puente
de Paté (ver mapa 5).Este contrato garantizaba al hacendado una vez logrado el primer
tramo del canal, el derecho de dejar libres sus terrenos de las aguas estancadas y así
aumentar sus áreas de cultivos. De esta manera, las haciendas ubicadas en la zona de Lerma
no fueron un obstáculo en los trabajos del desagüe, porque ellos mismos solventaron los
primeros gastos de este tramo de canal que dio inicio precisamente en la zona de Lerma.
Ahora bien, algo que resulta interesante de mencionar es la advertencia que hacía el
gobierno del estado tanto a los pueblos como a los particulares: “que si por algún motivo
éstos, no hacían por su cuenta la desecación de lo que les correspondía de terreno, el
gobierno la haría por su cuenta, y una vez realizada vendería el terreno al mejor postor sin
olvidarse de la cantidad que le correspondía al fondo público de las municipalidades”. Así
lo mencionó Juan de Dios Armas a los integrantes del ayuntamiento.69
Para concluir, por municipalidades encontré también diferencias, por un lado las
numerosa lista de adjudicatarios localizada en el archivo de Capulhuac que muestra cómo
en la zona de Almoloyita Atenco se pretendió fraccionar el terreno desecado para crear una
gran cantidad de pequeños propietarios. Acto que no sucedió en la municipalidad de Lerma,
en donde los adjudicatarios son inferiores pero superior la cantidad de tierra adquirida, de
esta manera confirmamos que en la zona de Lerma se contaría con medianos y grandes
propietarios de tierra. Las actividades lacustres que realizaban los vecinos de los pueblos
durante este periodo tuvieron alerta roja debido a las serias implicaciones que resultarían si
era llevada a cabo la magna obra. El triunfo consistió entonces en los mecanismos de
resistencia empleados por parte de los pueblos, quienes no asumieron una actitud pasiva
ante la magnitud de un proyecto que tenía como finalidad acabar con las prácticas lacustres
de sus pobladores, con la propuesta de fomentar la ocupación de los terrenos desecados a
través de crear pequeños propietarios. Sin duda, la fuerte injerencia de los ayuntamientos en
torno a este recurso fue superior a la del gobierno estatal. La negativa a que no se realizara

68
De 1855 a 1881 se hizo de varios propiedades, sólo por mencionar algunas tenemos las siguientes:
Tepetitlán, Enyegé, San José del Río, San Pedro Nose, San Nicolás Peralta, todas ellas localizadas en
el Estado de México. Además contaba con propiedades en el estado de Morelos. Sus haciendas eran
trigueras y azucareras.
68
Luisa Mier y Celis, esposa de Isidoro, heredó la hacienda de San Nicolás Peralta en 1869, por lo que esta
hacienda fue manejada por su esposo.
69
AMC, Actas de Cabildo, caja 1. Sesión del 25 de enero de 1870.

21
22

el canal en la zona de Almoloyita-Atenco permitió la continuidad de estas actividades y la


administración de sus bienes corporativos a través de los ayuntamientos.
Conclusiones
El proyecto de desecación de las lagunas de Lerma (1857-1871) es un buen ejemplo
de la política de los liberales comprometidos con el progreso económico del país, sobre
todo para el fomento de la agricultura. Los gobiernos posteriores a las leyes de Reforma
impulsaban el proyecto agrario tendiente a dividir la propiedad territorial, al desamortizar
aquellos bienes estancados que resultaban muy poco productivos, porque para ellos no eran
negociables, la finalidad era poner en circulación esos terrenos, sin considerar las posibles
implicaciones que dejaría esta política para algunos grupos. Esa desamortización de la
propiedad se planteó en las lagunas de Lerma con el proyecto de desecación, la mayor parte
de los terrenos inundados pertenecían a los pueblos localizados en el Alto Lerma, pero
sobre todo en la zona de Almoloyita-Atenco.
Los propietarios de las haciendas resultaron entonces más beneficiados pues en sus
propiedades se logró parcialmente la desecación de sus terrenos. La idea de integrar los
terrenos desecados al cultivo fue uno de los objetivos de la Junta de Menor Directiva que en
su mayoría estuvo compuesta por los dueños de las haciendas. Cuando fue puesto en
marcha el proyecto de desecación, los pueblos interesados en conservar la explotación de
las lagunas suspendieron su colaboración en ese proyecto como una forma de resistencia a
los cambios que se advertían. En un principio los vecinos de los pueblos pagaban con su
trabajo la cantidad de terreno que habían adquirido. Su actitud cambió y optaron por no
contribuir a la obra del desagüe, negándose rotundamente a continuar pagando las cuotas y
a seguir prestando sus servicios en la obra de canalización. Es muy importante esta nueva
posición de los pueblos porque consideraron los perjuicios que les acarrearía el proyecto en
las actividades lacustres, así como la posible pérdida de sus tierras si no pagaban las cuotas
establecidas en las bases.
El gobierno estatal, negoció con las dos partes involucradas en el proyecto de
desecación: pueblos y haciendas. A lo largo de la ponencia se insistió en diferenciar las dos
zonas comprendidas dentro del Alto Lerma. Estos lugares mostraban usos distintos sobre
las lagunas. Precisamente esa diferencia es la clave para comprender por qué sólo se logró
llevar a cabo un tramo de este canal de desecación para 1871, justamente en la parte de las
haciendas. Además de que el papel de los ayuntamientos resultó fundamental, porque se
dieron casos como el de Santa Cruz Atizapán, Tultepec, Techuchulco, en los que de plano
se ignoró el proyecto de desecación. Los ayuntamientos por lo tanto continuaron teniendo
bajo su control el manejo de las lagunas y los naturales conservaron el uso común de la
mismas.
Ahora bien, para los pueblos ubicados en la zona de Almoloyita-Atenco las
expectativas de la desecación no eran las mismas, aún con la iniciativa del gobernador de
repartir los terrenos desecados para fomentar la propiedad privada y hacer de los vecinos de
los pueblos pequeños propietarios. Este uso particular de las lagunas por parte de los
pueblos motivó que el proyecto no prosperara en esta zona, a pesar de la presión ejercida
por parte del gobierno estatal. Como se recordará, el gobierno advirtió que los pueblos
perderían los terrenos desecados si no colaboraban con la desecación de las lagunas. El

22
23

papel del gobierno estatal se vio disminuido pues al final las haciendas fueron las que
aportaron los recursos financieros del tramo realizado. A pesar de tal advertencia los
pueblos decidieron no apoyar la obra, prueba de ello es que las lagunas sólo fueron
desecadas hasta un siglo después pero con el objetivo de llevar agua a la ciudad de México,
en 1951, cuando se inauguró el sistema de bombeo de agua del Alto Lerma. Para 1870 se
puede decir, que fue un éxito rotundo de los indígenas el que no se desecaran las lagunas.
Factores muy importantes en el fracaso de este proyecto fueron; la falta de un estado fuerte
que contara con los recursos financieros para emprender obras de esta naturaleza, así como
la falta de control de sus recursos hidráulicos. Las estrategias de resistencia implementadas
por los vecinos fue también un mecanismo excelente que les permitió continuar con el uso
común de este recurso. No sucedió así, en los intentos posteriores de desecación de las
lagunas del Alto Lerma.
Archivos
AGNM- Archivo General de la Nación en México
AGNT- Archivo General de Notarías de Toluca
AHEM- Archivo Histórico del Estado de México
AMC- Archivo Municipal de Capulhuac
AML- Archivo Municipal de Lerma
AMO- Archivo Municipal de Ocoyoacac
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“Uso racional del agua por los rancheros sudcalifornianos:
Una herencia del mestizaje cultural en Baja California”
“Water Utilization and Cultural Heritage in Baja California: The
Ranchero Efficient Use of Natural Resources”
Micheline Cariño1

Introducción

Las estrategias de aprovechamiento integral del medio desarrolladas por los rancheros

bajacalifornianos, muestran un inteligente sincretismo cultural proveniente de los indios

californios y de los misioneros jesuitas. En dichas estrategias prevaleció el uso racional de los

recursos agua y suelo, con base en dos principios fundamentales: la norma de evitar cualquier

desperdicio y la utilización racional y selectiva de la diversidad biótica. Los rancheros lograron

una eficiente reproducción social, así como la fabricación de gran cantidad de bienes de

consumo cotidiano y obtuvieron de su entorno todas las materias primas que requirieron, sin

sobrepasar la capacidad de carga de los ecosistemas que habitaron.

Por ser el primer núcleo de población civil moderno de las Californias, se les ha

concedido el papel pionero de la identidad regional. Eligieron como su hogar el árido

territorio de la península bajacaliforniana y en él subsisten como una reliquia cultural. A causa

de las modificaciones introducidas en el siglo XX en el uso del agua y la práctica de la

agricultura y la ganadería, su modo de vida y el entorno geográfico donde habitan se

1
Doctora en historia por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, Francia. Es profesora-
investigadora del Departamento de Humanidades en la UABCS, en La Paz, B.C.S., México. E-mail:
irda@mexico.com
2

encuentran en vías de extinción. Antes de que este proceso culmine con la pérdida de su

original civilización material es urgente un rescate antropológico e histórico de sus estrategias

de aprovechamiento sustentable de los recursos naturales. El enfoque ecológico en ambas

disciplinas es, a nuestro parecer, el más adecuado para realizar este estudio.

En esta ocasión presentamos un primer acercamiento de este estudio. Primero

exponemos las principales características del medio geográfico y de los rancheros. Después

analizamos sus estrategias de aprovechamiento racional e integral de los recursos, poniendo

especial énfasis en el agua. Y, por último, comentamos los principales factores que han

amenazado la continuidad de la economía y la sociedad rancheras.

I. El ambiente y los actores

Con 1,300km de largo, Baja California es una de las penínsulas más largas del mundo, es

también muy esbelta (tiene 140km de ancho en promedio) y está flanqueada por dos vastos

espacios marítimos, el golfo de California y el océano Pacífico. Se encuentra unida al

continente por una franja que representa 4% del perímetro peninsular. Del macizo

continental no sólo la separa un mar de difícil navegación, sino dos desiertos cuya travesía

sigue siendo larga y ardua. El tráfico aéreo es restringido, por su costo, frecuencia y

destinos. Así, la Península, más concretamente, el espacio sudpeninsular, sigue estando –

con todas las proporciones guardadas- aislado del resto del mundo. Esta característica

siempre ha impedido el fluir de bienes y personas, obligando a sus pobladores a optar por

producir en la región su sustento o depender del abasto exterior.


3

Baja California se extiende entre las latitudes (23°N y 32°N) donde se localizan las

grandes zonas desérticas del mundo. Por este hecho, la otra característica dominante del

medio geográfico regional es la aridez. Esta se define por la escasez de precipitaciones y por

las altas temperaturas. En términos generales el clima sudcaliforniano es caliente y seco, las

corrientes de agua superficial son casi inexistentes y las lluvias son raras. Esta región recibe en

promedio menos de 250mm de lluvia al año, que generalmente ocurre en forma torrencial

asociada a los ciclones estivales. Las lluvias invernales son menos abundantes y violentas; por lo

que suelen alimentar mejor los mantos freáticos.

Casi todas las regiones áridas del mundo, sufren las consecuentes limitaciones en el

desarrollo de gran cantidad de actividades económicas. Pero en Baja California, tal

problemática es agravada por el aislamiento. Ambos componentes magnifican los retos que

sus pobladores han enfrentado a través de originales estrategias civilizatorias fundamentadas

en un denominador común: la disponibilidad permanente de agua o humedad.

Sin la intervención del hombre, en las zonas áridas ese fenómeno natural ocurre sólo

en los oasis. Estos son un espacio de excepción en una zona árida. “En algunos sitios y

debido a la presencia de una capa rocosa impermeable localizada a poca profundidad, el

agua llega a alcanzar la superficie. La existencia de humedad permanente brinda

condiciones muy particulares para el establecimiento de vegetación que en la región

circundante no podría prosperar. La posibilidad de tener agua fomenta también el

desarrollo de actividades humanas tales como la agricultura y la ganadería. Pero ambas


4

están limitadas al tamaño del manantial, sobre todo si no se cuenta con la infraestructura

necesaria para la explotación de los mantos subterráneos”.2

Otra característica geográfica de Baja California que debemos considerar en este

estudio es su accidentado relieve. En toda su longitud, la Península, es recorrida por una

cadena montañosa de origen volcánico formada por varios macizos (llamados genéricamente

sierras). Sus cumbres tienen una altitud variable y son interrumpidos por estrechos valles y

minúsculas barrancas, donde se localizan la mayoría de los oasis. Esta cadena montañosa es

interrumpida en el istmo de La Paz, al norte del cual las montañas están generalmente más

próximas de la costa del Golfo, lo que hace que esta vertiente sea más abrupta que la oeste.

En la vertiente occidental se encuentran vastas planicies que descienden suavemente hacia las

costas desérticas del océano Pacífico. Es en las cuencas ubicadas en estas planicies, donde se

desarrolló la agricultura a gran escala explotando los mantos freáticos.

Para terminar esta breve descripción geográfica anotemos que la mayor parte del

territorio peninsular forma parte del desierto de Sonora, uno de los cuatro grandes desiertos

de América del Norte. Esta unidad fitogeográfica se distingue de los otros desiertos

norteamericanos por el número y la variedad de formas de vida que ahí se encuentran, por la

diversidad de sus comunidades vegetales, y por sus temperaturas elevadas.3 La otra región

fitogeografica de Baja California es la del Cabo que tiene características bióticas heterogéneas.

Se han reportado más de 2,895 especies y subespecies de plantas que constituyen la flora de

2
Yolanda MAYA, Rocío CORIA, Reymundo DOMINGUEZ, “ Caracterización de los oasis” oasis”, Los oasis de la
península de Baja California, L. ARRIAGA y R. RODIGUEZ –ESTRELLA, SIMAC-CIB, Pub. N.13 Del
Centro de Investigaciones Biológicas, México 1997, p. 6.
3
F. SHREVE , L. WIGGINS, Vegetation and flora of the Sonora Desert, Stanford Univ. Press, San Francisco
1964, p. 174.
5

Baja California.4 Su vegetación se caracteriza por la muy débil variedad específica de las

familias vegetales. En general, Baja California tiene la fisonomía de un desierto de cactáceas

muy variadas que coexisten con árboles pequeños y arbustos.

Previo al arribo de los conquistadores españoles a la Península, en ella habitaban entre

40 y 50 mil personas que formaban tres grupos etnolinguísticos. Todos los indios californios

tuvieron por base de organización social las bandas, que agrupaban entre 30 y 100 personas

quienes compartían cierto territorio. Estos se localizaron en las cañadas donde se ubicaban los

oasis. En torno de cada aguaje la banda practicaba la colecta de frutos, semillas y tubérculos, y

en menor medida la caza. Debido a la fragilidad y frugalidad de los ecosistemas peninsulares,

únicamente una estricta organización espacial les permitió hacer frente al desafío impuesto por

el dueto aislamiento-aridez.

El respeto a la capacidad de carga de los ecosistemas, así como un profundo

conocimiento de la diversidad y cantidad de los recursos, determinaron las principales

características culturales de estas sociedades. La forma de adaptación simbiótica al medio

geográfico que así desarrollaron los californios fue el rasgo cultural más destacado de esta

sociedad y tuvo por base un profundo conocimiento de las características de su ambiente.

Idearon diversos e ingeniosos medios para aprovechar los recursos naturales sin alterar el

equilibrio ecológico del que dependían de manera absoluta sus vidas. El denominador

estratégico de esos medios fue: una gran economía energética, un uso variado e integral de la

diversidad biótica y un estricto respeto a la capacidad de carga de los ecosistemas que

aprovechaban.

4
I. L. WIGGINS, Flora of Baja California, Stanford Univ. Press, San Francisco 1980, p. 25.
6

La simbiosis hombre/espacio de los californios, desarrollada al cabo de largos siglos de

adaptación al ambiente fue desarticulada en unas cuantas décadas a través de la penetración

misional y la imposición de nuevas formas de vida. La meta buscada por el proceso de

aculturación jesuita era lograr una gradual pero definitiva integración de los indígenas a los

modos y normas de vida occidentales. En este sentido la introducción de la agricultura fue un

eje central del establecimiento misional, no sólo en tanto que un medio de subsistencia, sino

como una forma clásica de occidentalización de los indios. Sin embargo, la geografía

bajacaliforniana impuso retos que siempre limitaron la producción agrícola; situación que en

buena medida explica el fracaso de los ignacianos en Baja California, puesto que salvo en dos

de las dieciocho misiones que establecieron, nunca alcanzaron una producción suficiente para

mantener a todos los neófitos en ellas.

La práctica agrícola en Baja California implicó una ardua tarea de acondicionamiento

del territorio y la innovación de medios de irrigación. Los elementos más problemáticos

eran la disponibilidad de agua y la calidad del suelo, ya que donde ésta se encontraba

disponible a menudo el terreno era pedregoso, inclinado y carecía de suficiente tierra fértil.

Sin embargo, se lograron cultivar frutas y hortalizas de origen mediterráneo y algunos

granos.5 Para solucionar la falta de agua en sitios donde era posible sembrar, el preciado

líquido se introducía por altos y hondonadas, por medio de canales angostos, construidos

de piedra y mezcla o tallados en la roca viva o en troncos de palmas. Casi siempre resultaba

5
Juan Jacobo BAEGERT, Noticia de la Península Americana de California, (1ª ed. 1772 Mannheim) 2da.
Ed. en español, Gobierno del Estado de Baja California Sur, La Paz 1989, p. 177.
7

indispensable rodear el agua y la tierra con baluartes o levantar presas, para evitar que se

escurriera el agua o que fuera arrastrada la tierra por los torrentes de los arroyos. 6

Además de la agricultura y la ganadería, los jesuitas introdujeron a la Península algunos

soldados y rancheros; ya que ambos eran indispensables para la fundación y el desarrollo de

las misiones. Por ello, a pesar de las restricciones para la inmigración a la Península

preconizadas por los ignacianos, promovieron el establecimiento de colonos que atendieran

los exiguos campos agrícolas y los hatos allegados a las misiones. Aunque el ser casado era

un requisito para ingresar a la Baja California jesuita, algunos de los rancheros y, en especial,

sus hijos, deben haber tenido estrechos contactos con la población local. Esto dio origen a la

formación de una cultura mestiza en la que parte del conocimiento ambiental de los

californios puede ser identificada.

Dedicados al mantenimiento de los centros agropecuarios, muy lenta y limitadamente

fue desarrollándose en Baja California un contingente de población civil a quien se debe la

fundación y el funcionamiento de los primeros ranchos sudcalifornianos. Cada uno de éstos

era administrado por un sirviente de la misión, por lo general un ex-soldado, llamado

mayordomo. Estos hombres estaban en posición de colocar a familiares en la nómina de pago

de la misión y situarlos en los mejores ranchos. Aquellos que iban a ser mayordomos de

ranchos misionales llevaban a sus esposas e hijos, y, con el pasar de los años, los oasis se

convirtieron en sus hogares.7

6
Idem., p. 175.
7
Harry CROSBY, Los Últimos Californios., traducción e introducción de Enrique Hambleton, Gobierno del
Estado de Baja California Sur, La Paz 1992, p. 49.
8

Aunque la fundación de los ranchos ocurrió en la mayoría de los casos a partir de la

expulsión jesuítica del Imperio Español, algunos ex-soldados cobraron cierta independencia

respecto a la voluntad de los misioneros, incluso antes de 1768, gracias al desarrollo de las

actividades agropecuarias. Generalmente, este fenómeno se llevó a cabo paulatinamente y sin

dar pie a una abierta oposición con los ignacianos, salvo en algunos connotados casos.

Con la expulsión de los jesuitas, la organización de las actividades productivas y la

apropiación territorial en Baja California fueron profundamente afectados por las reformas

borbónicas.8 Aún en la restringida medida en que fueron aplicadas, en su mayoría suscitaron

un desajuste en la naciente economía. Al término del siglo XVIII, el sustento de los escasos

4,076 habitantes (indios, colonos y misioneros incluidos)9 que poblaban el espacio peninsular,

dependió en forma exclusiva de los bienes en ella producidos. Bajo estas circunstancias el rol

pionero que dentro de la historiografía sudcaliforiana ha sido concedido a la cultura ranchera

es plenamente justificado. Sólo la capacidad de adaptación al medio geográfico peninsular

alcanzado por los rancheros explica esta gesta.

El modelo de aprovechamiento racional e integral de los recursos bióticos y abióticos es

el más apropiado para analizar, bajo el enfoque ecohistórico, las estrategias características de la

sociedad y la economía rancheras. En éstas los dos recursos de vital importancia, y que

definen su existencia misma, son el agua y la vegetación. La cultura occidental implicó un

uso más intensivo de ambos, pero en la civilización material ranchera esto no significó

sobreexplotación, sino más bien uso racional. Referiremos los ejemplos más representativos.

8
Ignacio DEL RIO, “Los
Los Sueños Californios de Don José de Gálvez”,
Gálvez” Revista de la Universidad de México., Vol.
XXVI, N. 5, México 1972, pp. 16-17.
9
Sergio ORTEGA NORIEGA, “Ensayo Ensayo de periodización sobre la historia socioeconómica del noroeste
9

II. Aprovechamiento integral del agua

Autosuficiencia, austeridad y aprovechamiento variado e integral de la diversidad biótica,

fueron las tres estrategias en las que los rancheros sudcalifornianos basaron sus actividades

económicas, su organización social y hasta su concepción del mundo. Asimismo, su

permanencia en el territorio bajacaliforniano y el desarrollo de técnicas que les permitieran

sacar el mejor provecho productivo de éste, tuvo por fundamento un profundo

conocimiento del medio geográfico adquirido, tanto por el legado de las culturas

autóctonas y misionera, como por su experiencia.

La existencia de una fuente de agua permanente fue la primera condición indispensable

para establecer un rancho. Las características del terreno y de la vegetación, aunque

importantes, ocupaban una prioridad secundaria. Los manantiales, además de ser escasos en el

territorio peninsular, generalmente se localizan en las partes más altas de las serranías y en el

fondo de las cañadas. Estos suelen ser sitios recónditos, alejados unos de los otros y de difícil

acceso a partir de las planicies y las costas. Así, a las ya limitadas posibilidades de abasto y

comunicación de Baja California, la dispersión y el aislamiento de los ranchos obligaron a sus

pobladores a subvenir de manera absoluta a todas sus necesidades.

Los rancheros contaban sólo con su entorno para obtener todos los medios materiales

requeridos. Si bien la generosidad del medio geográfico en las regiones donde se establecieron

los ranchos era relativamente mayor que en el resto de la Península, los recursos naturales

aprovechables no se caracterizaban por su diversidad ni por su abundancia. El uso integral de

mexicano, siglos XVI a XIX”,


XIX” Secuencia, Revista del Instituto “Dr. José Ma. Luis Mora”, México 1985, p. 16.
10

éstos y la austeridad fueron la norma de vida y de producción. Pero a diferencia de la época

premisional, la economía rancherera contó desde su origen con elementos introducidos que

facilitaron y multiplicaron las posibilidades de transformar el espacio e incrementar los medios

de producción. A la tradicional colecta de frutos, granos, tallos y raíces, los rancheros

aunaron la agricultura para obtener sus alimentos de origen vegetal, distribuyendo su

trabajo y el terreno apto para el cultivo en dos zonas: las de irrigación y las de temporal. El

clima, en las diferentes épocas del año, así como en su comportamiento cíclico plurianual,

y la orografía de las diferentes regiones donde se establecieron los ranchos, determinaron

las dimensiones de estas zonas, así como el tiempo y el esfuerzo dedicados a su labor.

No obstante, la mayor parte de la producción agrícola se obtuvo en los oasis.

Adaptadas a la sequedad del ambiente, al elevado nivel de insolación, a las irregularidades

del terreno y al uso restringido del agua, comúnmente se establecieron productivas huertas

en los terrenos de irrigación a través de un sistema de poli cultivo escalonado en tres

niveles, donde el suelo fértil y el agua se aprovecharon al máximo. En el nivel superior las

palmas datileras aprovechaban la máxima insolación, pero por la estructura de sus hojas

permitían cierta filtración del calor y la luz solar. En el segundo nivel, la fruticultura fue

exitosa gracias a la aclimatación de diversas especies mediterráneas y tropicales introducidas

a la Península por los jesuitas.10 En el tercer nivel, el más húmedo y menos soleado, se

cultivaron hortalizas.

10
H. CROSBY, Op. cit., pp. 82-83; y, J. R. SOUTHWORTH, Baja California Ilustrada, Gobierno del Estado
de Baja California Sur, La Paz 1989, pp. 38-39.
11

Por la variedad de productos que se obtenían a través de este sistema de cultivo y la

intensificación del uso del suelo, las huertas fueron un elemento esencial en la economía

ranchera. No obstante, por las características geográficas generales del ambiente peninsular,

es evidente que la superficie total en la que se practicó este intenso sistema de cultivo fue

muy reducida. Por ello, el producto de estos ricos campos de labor fue tradicionalmente

dedicado al autoconsumo. En un estudio reciente es posible constatar que 47% de éstos

son frutales, 34% son hortalizas, sólo 12% son granos y un mínimo de 7% son de uso

industrial.11

El sistema de irrigación tradicional empleado por los rancheros probó su eficiencia para

evitar la salinización de los suelos, su empobrecimiento y la evaporación del agua. La

agricultura fue la principal actividad económica de los habitantes de los oasis, lo que nos

recuerda en cierta medida la vida de los antiguos californios, para quienes la colecta tenía

mucho mayor importancia que la caza o la pesca. ¿Entonces por qué hablamos de rancheros y

no de agricultores?. Daremos una respuesta en dos tiempos, pero en ambos casos subyace la

herencia cultural de los antiguos californios a través del aprovechamiento integral y racional

del agua.

Por una parte ha de considerarse que la ganadería fue una actividad vital, aunque

complementaria. Por su carácter extensivo, sólo ocupó a los hombres recios, ya que no se

practicó en el área húmeda de los oasis, sino en el agostadero circundante. No explicaremos

ahora el original manejo de los hatos, pero para mostrar el aprovechamiento integral del agua

basta con mencionar que su subsistencia dependía exclusivamente del uso racional de la flora

11
Aurora BRECEDA, Laura ARRIAGA y Rocío CORIA, “Características socioeconómicas y uso de los
12

silvestre y de los aguajes localizados en los corredores de las reses. Los hatos transitaban de un

aguaje al otro consumiendo los recursos vegetales y cuidados por los rancheros que evitaban

tanto el extravío de ganado como el sobrepastoreo. Tanto los movimientos de los hatos y sus

pastores, como la forma de aprovechamiento del agua y de la flora silvestre, se asemejan al

uso de los territorios de recorrido de los antiguos californios.

La segunda razón que justifica el apelativo de ranchero, corresponde a las

características de su habitat y al apelativo que los misioneros dieron a los sitios que con

características semejantes poblaron los indígenas. Como señalamos, se trata de un espacio

estrictamente delimitado y centrado en torno de un manantial, donde la población podía

residir permanentemente y subsistir en condiciones cercanas a la autarcía, aunque no

condenados a ésta. Las estrategias del modelo de aprovechamiento de los rancheros

subsisten con pocas alteraciones en unos cuantos de los 171 oasis sudcalifornianos. En

ellos, en un tiempo largo y lento, se consolidó en la mentalidad colectiva una relación

hombre/naturaleza que impuso un respeto vital por el ambiente. Algunos de los elementos

que revelan este hecho pueden aún observarse y muestran la herencia cultural de los indios

californios. Entre estos sólo mencionaremos el aprovechamiento de la flora silvestre.

Los diferentes componentes de las plantas, fueron empleados por los rancheros

evitando al máximo cualquier tipo de desperdicio y en muy diversas formas. Podemos

clasificar el empleo de la flora silvestre peninsular en dos grandes grupos:

recursos naturales en los oasis”


oasis”, Los oasis de la …, op.cit., p. 269.
13

a) materias primas empleadas en la manufactura de todo el utillaje y ajuar de los

rancheros, así como útiles para la construcción de casas, corrales, diques, canales,

etc. Y

b) recursos para la ingesta de humanos y animales, ya fuera con fines alimenticios o

medicinales.

La producción de variadas manufacturas fue una habilidad que los rancheros

desarrollaron gracias a un profundo conocimiento de la flora silvestre, así como por la

obligada autosuficiencia a la que los condujo el aislamiento de sus comunidades. Algunas

cortezas sirvieron para curtir y entintar el cuero.12 Las hojas de palma fueron empleadas en

el desarrollo del arte de la cestería y el tejido. En la cordelería fueron empleadas las finas

fibras extraídas de las pencas de agave. El zacate silvestre, secado y compactado, fue

empleado para rellenar las alforjas que usaban las bestias de carga. Con las maderas de

cactáceas y leguminosas13 se fabricaban diversas partes de las sillas de montar, cuyo toque

final era dado por un recubrimiento de cuero crudo. Obtenían del fruto de la calabacilla

amarga (Ibervillea sonorae), de la cáscara del palo adán (Fouquieria diguetti)14 y de cierto

tipo de arcilla15, substancias que servían como jabón. Otros tipos de arcilla fueron

empleados como materia prima para el desarrollo de la alfarería, y también como

colorantes de barro y de cueros. En la construcción de casas y corrales fueron empleados la

12
El palo blanco Lysiloma candida, el palo fierro Pithecollobium confine y el mezquitillo Krameria grayi.
Norman C. ROBERTS, Baja California Plant Field Guide, Natural History Publishing Co., La Jolla 1989, pp.
199, 200, y 216.
13
Cardón (Pachycereus), copal (Bursera hindsiana), y palo verde (Cercidium peninsulare). Ídem., pp. 142,
112, y 182.
14
Ibíd., pp. 168 y 210.
15
Miguel del BARCO, Historia Natural y Crónica de la Antigua California, UNAM, México 1988, Nota 172:
Alcaparrosa o caparrosa: sal compuesta de ácido sulfúrico y de cobre o hierro. La llamada alcaparrosa blanca es
14

palma de taco, las varas de carrizo y de palo de arco, los troncos y las ramas del mezquite y

del palo blanco.

El aprovechamiento de la flora silvestre para la ingesta humana varió según la época

del año y la zona. En general, los recursos de este tipo pueden ser clasificados en frutos,

tubérculos, semillas y yerbas. Estos eran colectados por los rancheros para complementar su

régimen alimenticio de origen vegetal y para sustituir el agua de beber. El empleo y

procesamiento de estos alimentos dependía de las especies. Algunas eran consumidas en su

estado natural y otras eran asadas, tostadas, cocidas, guisadas e incluso preparadas en

conserva.

Enfatizando respecto a la elevada autosuficiencia de esta sociedad, es importante

precisar que en la flora silvestre los rancheros encontraron el substituto de ciertos bienes de

consumo que no eran producidos en la Península. Tal es el caso del café, el cacao y el té.

La miel fue extraída de dos fuentes naturales: de los enjambres silvestres y del quiote del

agave, como lo hacían antaño los antiguos californios16, y este nutritivo producto sirvió

como substituto del azúcar. Por último señalaremos que todas las necesidades medicinales

fueron satisfechas mediante el tradicional empleo de la herbolaria, tal como lo hicieron los

californios.

A través de este mosaico de ejemplos podemos apreciar cómo la civilización material

ranchera fue producto del mestizaje cultural de los californios y de los misioneros jesuitas.

De estos últimos los rancheros aprendieron la práctica de la agricultura intensiva en los

oasis. Los indígenas, de forma directa –mediante el matrimonio- o indirecta –a través de la

un sulfato de zinc, p. 156.


15

convivencia en los terrenos misionales-, les transmitieron su profundo y vasto conocimiento

del ambiente, así como la esencia de su estrategia de subsistencia: el respeto a la capacidad

de carga de los ecosistemas.

Desde mediados del siglo XIX, la cultura ranchera empezó a sufrir lentas pero

profundas amenazas de muy variada índole. Centrándonos en el tema del agua

mencionaremos a continuación aquellas relacionadas con la agricultura a gran escala y con

el desarrollo turístico, sectores cuyo desarrollo ha demandado los recursos hidráulicos antes

empleados en forma exclusiva por los rancheros.

III. Factores que amenazan la continuidad de la economía y la sociedad rancheras

relacionados con el uso contemporáneo del agua.

Hacia principios del siglo XX la práctica agrícola experimentó un drástico giro en sus fines,

al pasar de una producción esencialmente orientada al autoconsumo a otra destinada al

mercado, interno y externo. Esta transformación se debe fundamentalmente a tres causas.

1) La perforación de pozos y la construcción de presas.

2) El desarrollo de los centros urbanos.

3) La reglamentación de la tenencia de la tierra.

El incremento de la producción agrícola fue tal que incluso empezó a cobrar

importancia como una fuente de ingresos a través de la exportación de los excedentes. Sin

embargo, esta situación no fue continua, ya que se manifestaron épocas de auge y de crisis,

como consecuencia de la sequía. La agricultura orientada al mercado, modificó los

16
Idem., p. 125.
16

volúmenes y el tipo de productos, especializándose en algunas frutas y plantas industriales,

dando una menor participación a las hortalizas y los granos. Respecto a las plantas

industriales las de mayor relevancia fueron la caña de azúcar y el algodón, que fue

introducido desde la época jesuita, pero cuyos mayores volúmenes de producción se

registraron en las décadas de 1950 a 1960. Entre los granos y las frutas producidos a gran

escala destacaron, desde 1940, los garbanzos y el tomate. Esto obedeció a la política

agraria federal, que encontró en el territorio sudcaliforniano escasamente poblado una

alternativa idónea para dotar de tierras ejidales a los campesinos de otros estados de la

República densamente poblados. La población de Baja California Sur sufrió así uno de sus

más drásticos incrementos. Desafortunadamente, estos nuevos pobladores desconocían por

completo tanto el empleo de los medios modernos que se les facilitaron para cultivar,

como los cuidados que imponían los frágiles ecosistemas sudpeninsulares. En unas cuantas

décadas fueron notorias las consecuencias de la implantación de estas políticas federales.

Los suelos sufrieron la intrusión salina y los acuíferos mostraron una peligrosa

sobreexplotación, consecuentemente la población campesina que permaneció en estas

devastadas regiones fue víctima de un creciente deterioro de su nivel de vida.

Para los rancheros este proceso tuvo varias implicaciones que atentaron contra la

continuidad de su cultura. Con la apertura de pozos profundos el nivel de los mantos

freáticos disminuyó paulatina pero severamente, lo que redundó en la extinción de buena

parte de los manantiales tradicionalmente empleados por ellos. Además, el cultivo de la

caña de azúcar se desarrolló en algunos de los oasis más grandes –Todos Santos, Santiago,

San José-, lo que modificó de forma radical su práctica agrícola y, al mediano plazo, redujo
17

drásticamente la abundancia del agua en éstos sitios. Por último, debemos señalar que la

oferta de empleo que se generó con la agricultura a gran escala fue un atractivo importante

para las jóvenes generaciones que prefirieron tener un ingreso seguro a seguir con un modo de

vida rudo y siempre sujeto a los avatares de la aridez.

La otra actividad que ha afectado a la cultura ranchera es el turismo de sol y playa.

Desde los años setenta la Secretaría de Turismo ha fomentado la ceración de polos de

desarrollo turístico cuyos requerimientos de agua son enormes. Basta mencionar que en Los

Cabos existen actualmente más de setenta campos de golfo y varias decenas de hoteles de

gran turismo. En Loreto y Mulegé, otros dos importantes oasis, han proliferado también

hoteles, piscinas y campos de golf, así como centros urbanos de relativa importancia; todos

ellos con una gran demanda de agua. El impacto de este tipo de turismo ha cegado cantidad

de manantiales y atraído a los pobladores de los ranchos, condenándolos a la desaparición.

Actualmente sólo continúan activos los ranchos ubicados en las zonas más recónditas

de la Península y enfrentan una innumerable cantidad de problemas, además de la grave falta

de agua. Son considerados como zonas marginales y miserables, en las que se han

desvalorizado por completo sus tradicionales modos de vida y de producción. Sus pobladores

más jóvenes los abandonan y los viejos esperan morir junto con sus extraordinarios

conocimientos para aprovechar racionalmente los recursos naturales. Sólo aquellos que han

sido incluidos en las rutas del turismo ecológico y cultural encuentran en sus tradiciones una

alternativa viable para subvenir a sus necesidades más apremiantes. Pero aún en esta situación,

su modo de vida tradicional ha sufrido profundos cambios.


18

Conclusión

Hoy día 40% del territorio sudcaliforniano se encuentra bajo alguna categoría de

protección ambiental, gracias al buen estado de conservación que, pese a siglos de agravios,

aún tiene la naturaleza. No obstante, las opciones de desarrollo en las que se basa la

economía regional amenazan el equilibrio de los ecosistemas. Esto se debe especialmente al

mal uso y abuso del agua. Por ello, la sociedad sudcaliforniana se beneficiaría al emular

algunas estrategias de la civilización material de los rancheros.

No obstante, en los procesos históricos que permitieron el desarrollo a gran escala

de la agricultura contemporánea y del turismo tradicional, encontramos numerosos

contraejemplos de las estrategias civilizatorias de los rancheros. En ambos sectores

predomina la sobreexplotación de los acuíferos y del suelo, así como la adopción de

políticas económicas y modelos de desarrollo completamente inadecuados a las condiciones

naturales y socioeconómicas de la región.

Considerar los resultados del análisis ecohistórico sería de gran utilidad para revertir

las tendencias devastadoras del medio ambiente y de la sociedad que actualmente

presenciamos. Es posible encontrar en nuestra aletargada identidad geográfica los medios, las

técnicas y los instrumentos factibles para vislumbrar los albores del desarrollo sustentable en

Sudcalifornia.

Sería ingenuo pretender que nuestra propuesta contiene todas las respuestas a estos

cuestionamientos. Sin embargo, al reflexionar en perspectiva histórica sobre las relaciones

entre la sociedad y el espacio en esta región, sería trascendente adoptar los principios
19

fundamentales de la civilización material ranchera, a saber, la norma de evitar cualquier

desperdicio y la utilización racional y selectiva de la diversidad biológica. También se debería

tomar en consideración la capacidad de carga de los ecosistemas y el mejoramiento de la

calidad de vida de la sociedad regional.

Para finalizar, y sin ambiciones exhaustivas, señalaremos algunos ejemplos de

actividades productivas basadas en estos principios:

- La cacticultura, permitiría evitar la extracción furtiva de cactáceas destinadas al

mercado exterior.

- El aprovechamiento racional de la flora silvestre en la alimentación animal.

- El retorno a la ganadería extensiva practicada con base en los principios de

aprovechamiento racional e integral de los rancheros.

- El cultivo de plantas regionales altamente demandadas por la industria aceitera, tales

como: jojoba, salicornia bigelovii y candelilla, entre otras.

- La difusión de cultivos de especies alófilas para el consumo alimenticio animal y

humano.

- La práctica del sistema de cultivos estratificados, haciendo especial énfasis en la

producción de frutas y hortalizas que tienen un precio elevado en el mercado

internacional.

- El fomento de las investigaciones sobre plantas resistentes a la sequía, útiles para el

consumo humano y animal.

Asimismo sería indispensable elaborar una legislación fundamentada en estudios

científicos sobre la capacidad de carga de los ecosistemas pensinsulares, en la que se


20

reglamentara el uso del suelo y el agua para el desarrollo de cualquier actividad económica en

la región. De tal forma, por ejemplo, quedaría estrictamente prohibido el cultivo de plantas

altamente demandantes de agua, la apertura de zonas agrícolas en campos con un elevado

riesgo de intrusión salina y la sobreexplotación de los acuíferos.

Sin embargo, cualquier tipo de esfuerzos oficiales, privados o de ONGs, que busquen

optimizar el aprovechamiento del suelo y el agua sudcalifornianos, será infructuosa mientras

no exista una conciencia colectiva de la urgencia que existe en establecer una relación más

racional y respetuosa entre los que habitamos esta tierra y su naturaleza. Para fomentar esta

nueva actitud es indispensable desplegar un amplio esfuerzo en una educación ambiental que

resalte lo mucho que perderíamos al no modificar el estado actual de deterioro ecológico y la

sobreexplotación de casi todos los recursos naturales. El objetivo de este trabajo es aportar

una pequeña contribución a esa labor.


El ciclo del cultivo del trigo y el control del agua en Atlixco, Puebla, en la
última década del siglo XIX.

María del Rocío Castañeda González


CIESAS
mroco@tutopia.com

El objetivo principal de la ponencia es ofrecer un panorama de los aspectos principales


que tenían que ver con el uso del agua en el valle de Atlixco antes de que iniciara una serie de
cambios económicos y tecnológicos en su manejo a partir de los últimos años de la década de
1890. Esas cuestiones son, a saber, a) qué producción ordenaba en primer lugar la utilización
del líquido, b)los factores ambientales que contribuían a hacer del agua el recurso más
preciado para los agricultores y a la necesidad de controlarlo, c) la distribución y los
fundamentos de los derechos de uso, d) la tecnología y e) la presencia o no de algún tipo de
autoridad que normara las relaciones entre los ribereños con respecto a tareas como el
mantenimiento de las obras, la vigilancia de la distribución y el ejercicio del castigo. Se
eligieron estos puntos porque fueron los que resultaron afectados a finales del siglo XIX y en
una investigación más amplia se recurre frecuentemente a ellos para explicar las
transformaciones en el aprovechamiento del agua, así como las implicaciones sociales de
éstas.
En términos generales se trata de dar cuenta de la contradicción entre los
requerimientos de riego del trigo y las condiciones de resequedad atmosférica que eran
necesarias para una producción óptima de este cereal. En otras palabras, se intentará poner de
manifiesto que algunos de los factores ambientales que maximizaban el rendimiento de las
plantas de trigo desfavorecían por el contrario el correcto mantenimiento de la humedad en el
suelo, cuestión también indispensable para obtener una cosecha exitosa. La paradoja que
representaba la exigencia de condiciones de sequedad, pero a la vez de humedad suficiente en
la raíz de la planta conducía a la necesidad de asegurar el suministro de agua en ciertos
periodos cruciales.
El segundo aspecto que se abordará en la ponencia se refiere a la forma en que se
distribuía el agua de los ríos Cantarranas y Nexapa, haciendo hincapié en el origen de los
2

derechos de uso en los siglos XVI y XVII y en los términos en que se habían transmitido
desde entonces hasta las últimas décadas del siglo XIX.
Un tercer punto concierne a la forma operativa en que se distribuía el líquido entre los
diferentes ribereños, es decir a las obras hidráulicas y su funcionamiento. Finalmente, la
última parte de mi comunicación trata de la organización de la distribución y de quiénes se
encargaban del mantenimiento de las obras y de castigar a los transgresores de las reglas
reconocidas y aceptadas por los ribereños.
El ciclo de cultivo del trigo y su vinculación con las disponibilidades de agua
Atlixco se encuentra en la parte occidental del estado de Puebla. El poblado de este
nombre se localiza en un pequeño valle que se forma una vez que se ha terminado de
descender las faldas del volcán Popocatépetl. Este valle, que tiene una inclinación hacia el
sureste es cruzado por algunas corrientes que descienden de esa prominencia, entre las cuales
se cuentan como las más importantes los ríos Cantarranas y Nexapa. Desde la colonia y hasta
las primeras décadas del siglo XX las partes altas estuvieron ocupadas por pueblos, mientras
que en las tierras bajas del valle se habían establecido varias haciendas, principalmente en las
márgenes de tales corrientes.
Desde la colonia el trigo era el principal cultivo demandante de riego en Atlixco y
éste tenía lugar en las tierras bajas, en donde la concurrencia de una pendiente poco
pronunciada, suelos más fértiles y disponibilidad de más agua hacían posible la siembra de
este cereal en mayor escala que en las partes altas, en las que el cultivo de maíz y frijol de
temporal revestía mayor importancia. Sin embargo, las condiciones favorables para el cultivo
del trigo presentes en el pequeño valle no implicaban la ausencia de problemas, que habían
requerido una solución por parte de los agricultores que a través de varias generaciones habían
labrado esas tierras.
En las tierras bajas de Atlixco una pendiente relativamente suave y la existencia de
fluvisoles ofrecían condiciones adecuadas para el cultivo del trigo, que era el motor de la
economía regional. Sin embargo, como se ha expuesto antes, las condiciones ideales de
resequedad atmosférica y a la vez de humedad en el suelo, necesarias para el desarrollo del
trigo, eran por principio opuestas. Además, una aproximación minuciosa a la forma del relieve
en la zona triguera, así como a los subtipos de suelos que la caracterizan, pone de manifiesto
que, si bien eran elementos propicios para el cultivo del trigo, ello no quería decir que fueran
3

perfectos, pues tendían a desfavorecer en cierta medida el mantenimiento del balance hídrico
que requería la planta. Si relacionamos esos elementos con las demandas de agua de la planta
en sus diferentes etapas de crecimiento, entenderemos en su justa dimensión la necesidad de
controlar el agua y de obtenerla en los tiempos precisos.
Las dificultades para lograr una cosecha óptima tenían que ver por un lado con los
diferentes requerimientos de agua de las plantas de trigo en sus diferentes etapas de
crecimiento y, por otra parte, con los factores ambientales adversos a la disponibilidad de agua
cuando más se necesitaba. Los agricultores de Atlixco aseguraban que la abundancia de
nublados en la estación pluvial era uno de los principales alicientes de la plaga llamada
chahuixtle. Se decía, asimismo, que las corrientes pluviales no debían utilizarse en el riego del
trigo porque también propiciaban el surgimiento de la mencionada plaga. Además, se
expresaba que el trigo necesitaba el agua al pie de la planta, no de arriba hacia abajo. En
resumidas cuentas, según un ingeniero, en el rumbo de Atlixco se tenía como un apotegma que
las aguas de lluvia eran dañinas para el trigo.1 Algunos estudiosos de ese cultivo coinciden al
señalar que la época menos propicia para éste es la temporada de lluvias, si bien atribuyen el
desarrollo del chahuixtle al exceso de calor y humedad, no al agua de lluvia por si misma.2 En
atención a estas cuestiones, su ciclo de cultivo excluía definivamente a la temporada de mayor
abundancia de agua.
Los primeros trabajos de preparación del suelo comenzaban en agosto, cuando el
periodo de lluvias aún no terminaba, de manera que pudiera aprovecharse la humedad
proporcionada por las últimas precipitaciones, y se prolongaban hasta el mes de octubre.
Dichos trabajos consistían en el barbecho de las tierras, labor que requería de un riego; algunas
tierras debían incluso anegarse previamente al barbecho, pues las tierras no se podían roturar
sin haberlas humedecido previamente. La etapa de las siembras comenzaba en octubre y se
concluía en diciembre. Antes de sembrar y de tapar había que "darle jugo a la tierra", es decir,
proporcionarle otro riego; de lo contrario la planta no nacería. Esta operación era conocida en

1
Oficio del ingeniero José Santos Salcedo al jefe de la IV zona de Aguas, Tierras y Colonización (22 de
agosto de 1929) en AHA, Asup, 4342, 57632, 20-23.
2
Manual de avicultura, 71-72. Le Roy Ladurie expresa que en Francia no es de temer la sequía o la debilidad de
las precipitaciones pluviales, sino muy al contrario lo que debe temerse es el exceso de lluvias, en virtud
de que la lluvia es la podredumbre del grano. Por el contrario, un verano seco, dañino para la ganadería,
se revela favorable para los cereales. Esto explica los efectos positivos que a menudo producen las
sequías y las temperaturas cálidas en la producción de granos. Le Roy Ladurie, Historia del clima, 379-
380.
4

la región como "resfrío". Una vez terminadas las siembras en diciembre se iniciaban los riegos
regulares a los terrenos, que terminaban en mayo, un poco antes de comenzar las cosechas.3 Es
importante considerar que la extensión de las tierras en las haciendas impedía que cada etapa
del cultivo se llevara a cabo al mismo tiempo en toda la propiedad. Es por ello que cada fase
solía extenderse de dos a tres meses.
El suministro de agua durante los meses que duraba el ciclo vegetativo del trigo no era
uniforme, pues uno de los principales factores que inciden en el rendimiento del trigo, así
como en la calidad de los granos producidos, es la atención a diferentes requerimientos de
agua de la planta en las distintas etapas de su crecimiento. De acuerdo con Cunha Bayma, el
ciclo de cultivo del trigo se divide en cuatro periodos: a) de la siembra al nacimiento de la
planta, b) del nacimiento al fin de la fase de perfilamiento, c) del fin del perfilamiento al
espigamiento y d) del espigamiento a la completa maduración.4
Cunha Bayma calcula que de la siembra al nacimiento de la planta las necesidades
hídricas del trigo se sitúan entre 100 y 200 mm. Un suministro de agua por debajo de este
rango puede retardar el nacimiento de la planta, lo que tiene consecuencias negativas
derivadas de la mayor exposición de las semillas al ataque de los insectos y de las aves.
Del nacimiento al fin de la fase de perfilamiento las exigencias de agua de la planta
disminuyen, aunque el agua debe estar disponible para hacer frente a los efectos de las heladas
eventuales que tienen lugar en Atlixco entre enero y febrero. Como las heladas tienden a secar
las plantas, un riego abundante contrarresta sus efectos nocivos.5
En cambio, el rasgo esencial del periodo que va del fin del perfilamiento al
espigamiento, es el aumento progresivo de las exigencias de agua. De hecho, la satisfacción
plena de los requerimientos hídricos de la planta durante las tres semanas anteriores al
espigamiento es decisiva para obtener buenos rendimientos. Durante este lapso las
necesidades son tan elevadas que la planta aprovecha todas las disponibilidades hídricas de un
terreno, por muy saturado de agua que éste se encuentre. Tal es la importancia de los quince
días que preceden al espigamiento que si la humedad del suelo durante esta fase se encuentra

3
Oficio de Francisco Lozano Cardoso a la Secretaría de Agricultura y Fomento (27 de enero de 1923) en AHA,
Asup, 3768, 52464, 43-46.
4
Cunha Bayma, Trigo, 1-11.
5
Por ejemplo, en marzo de 1926 Antonio Lama, propietario de la hacienda de Tlacoxcalco exponía que las
siembras de trigo habían sido gravemente afectadas por las heladas de febrero por lo que se necesitaba un
riego urgente para salvarlo. Telegrama de Antonio Lama a la SAyF (12 de marzo de 1926) en AHA,
5

por debajo de los límites demandados por la planta los rendimientos bajan, aunque durante el
resto del ciclo vegetativo las condiciones hayan sido óptimas. Por el contrario, cuando la
humedad se mantiene elevada durante la fase crítica el rendimiento es bueno, sin importar que
en los demás intervalos del ciclo vegetativo hayan existido deficiencias.
Las elevadas exigencias de agua del trigo en el tercer periodo, que Cunha Bayma
denomina también fase crítica o de emborrachamiento, tienen que ver con la aceleración del
ritmo de crecimiento de las plantas. Del nacimiento hasta el décimosexto día antes del
espigamiento el peso de la planta se incrementa lentamente; sin embargo, al comenzar el
periodo crítico la curva de crecimiento se eleva de tal forma que en dos semanas el peso de la
planta aumenta más del doble. Además, se requieren cantidades considerables de agua para
enfrentar los rápidos e intensos fenómenos de transpiración que acompañan a la elaboración
de la sustancia plástica necesaria para el esbozo y desenvolvimiento del grano. En Atlixco, la
fase crítica tenía lugar entre febrero, marzo y abril.
Del periodo del espigamiento a la maduración completa el peso de la planta tiende a
disminuir hasta dos quintas partes del máximo alcanzado durante la maduración lechosa; por
ello, las necesidades hídricas de la planta decrecen. Así, al contrario de lo que sucede en la
etapa anterior, la abundancia de agua en el periodo que antecede a la cosecha resulta nociva,
pues hace que la planta se acame y se moje el grano, lo que dificulta el corte.6 Los agricultores
de Atlixco se apresuraban a cosechar, trillar y limpiar antes de que comenzaran las lluvias,
pues éstas destruían las plantas que estaban por segarse a la vez que causaban la putrefacción
de los granos.
El panorama que se ha expuesto acerca del ritmo de crecimiento del trigo proporciona
una idea del papel crucial que desempeñaba el agua durante dos fases de su ciclo vegetativo:
de la siembra al nacimiento de la planta y del fin del perfilamiento al espigamiento. Ambas
fases tenían lugar, como se ha indicado antes, de octubre a diciembre y de febrero a abril,
respectivamente. Sin embargo, debemos enfatizar que un suministro abundante de agua a los
campos sembrados de trigo era especialmente importante de febrero a abril. Por otro lado, los
rendimientos eran proporcionalmente más elevados cuanto más favorables eran los factores

Asup, 1316, 17929, 35.


6
Cunha Bayma, Trigo, 1-11; Biblioteca Enciclopédica Popular, Manual de avicultura, 72.
6

ambientales que propiciaban el balance hídrico requerido por la planta: un suelo fresco, falta
de viento y temperaturas bajas.7
Sin embargo, como se ha indicado más arriba, el ciclo de cultivo del trigo coincidía
con la estación de secas, porque durante ella se presentaban las condiciones atmosféricas
ideales para el desarrollo del cereal: presencia de vientos y temperaturas cálidas que
favorecían la sequedad atmosférica. Tales codiciones se oponían a aquellas que favorecían la
conservación de la humedad en el suelo. Así, la temperatura se incrementaba a medida que
avanzaba el ciclo de cultivo, favoreciendo la evaporación a la vez que las corrientes de aire
contribuían a resecar rápidamente el suelo. En los cuadros siguientes se puede apreciar cómo
aumentan la temperatura media y los índices de evaporación durante el ciclo de cultivo.
Cuadro 1. Temperaturas medias en Huaquechula, 1888-1889

-----------------------------------------------------------------------------------------------
Año Mes Temperatura (ºC)
-----------------------------------------------------------------------------------------------
1888 Diciembre 21.5
1889 Febrero 25.6
1889 Marzo 27
1889 Abril 28.8
1889 Junio 29.6
1889 Julio 26.1
1889 Septiembre 24
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Fuente: Noticias meteorológicas (1888-1889) en AHMA, Gobernación, 296-1.

Cuadro 2. Temperaturas medias en Atlixco, 1923


---------------------------------------------------- ----------------------------------------------
Mes Temperatura máxima Temperatura mínima
---------------------------------------------------------------------------------------------------------
Enero 28.1 7
Febrero 29 10.5
Marzo 31.5 13
Abril 31.7 19
-----------------------------------------------------------------------------------------------------
Fuente: Informe sobre la reglamentación de las aguas de los ríos Cantarranas,
Tianguismanalco y de los manantiales de Axocopan (15 de noviembre de 1929) en AHA,
Asup, 4316, 57493, 54.

7
Cunha Bayma, Trigo, 1-11.
7

Cuadro 3. Coeficientes de evaporación en Atlixco, 1926-1929


---------------------------------------------------------------------------------------------------------
Años Meses Evaporación m/ms
---------------------------------------------------------------------------------------------------------
1926 Noviembre 4.15
Diciembre 4.23
1927 Enero 4.64
Febrero 5.30
Marzo 7.16
Abril 7.57
Mayo 8.27
Junio 5.56
Julio 5.88
Agosto 4.82
Septiembre 3.63
Octubre 4.29
Noviembre 4.69
Diciembre 3.78
1928 Enero 4.21
Febrero 6.30
Marzo 7.53
Abril 8.49
Mayo 7.83
--------------------------------------------------------------
Fuente: Informe sobre la reglamentación de los ríos Cantarranas y Tianguismanalco y
de los manantiales de Axocopan (15 de noviembre de 1929) en AHA, Asup, 4316, 57493, 55.

Los cuadros de las temperaturas y de los coeficientes de evaporación muestran con


claridad cómo a medida que aumentan las necesidades hídricas del trigo los factores adversos
a la conservación de la humedad en el suelo también se incrementan. Un agricultor señalaba
que la evaporación era especialmente notable entre enero y junio de cada año, por lo que a los
diez días de haber aplicado un riego las tierras se encontraban secas y era necesario regar
nuevamente.8 A eso había que agregar la presencia de los fuertes vientos que contribuían al
resecamiento rápido de los suelos.9 De acuerdo con un agricultor:

8
Oficio de Francisco Lozano Cardoso a la SAyF (27 de enero de 1923) y oficio de Marcial Rodríguez a la SAyF
(29 de mayo de 1930) en AHA, Asup, 3768, 52464, 43-46 y 4342, 57632, 280-281v.
9
Oficio de Enrique Rodiles Maniau al secretario de Agricultura y Fomento (18 de enero de 1923) en AHA, Asup,
1306, 17826, 111-113.
8

"[...] la mayor parte del año corren vientos fuertes procedentes del norte en las
mañanas y del sur en las tardes que contribuyen a evaporar la parte de humedad que
pudiera tener o conservar el suelo [...]10
Asimismo, la disponibilidad de agua decrecía a medida que los requerimientos del
líquido se elevaban, pues durante la época de lluvias se formaban numerosos escurrimientos
que desaparecían durante la estación de secas.11 Al mismo tiempo, el caudal de las corrientes
permanentes, de las cuales dependía el cultivo del trigo, disminuía en el estiaje.
Lamentablemente no se dispone de índices de escurrimientos de las dos corrientes
permanentes más importantes del valle, de las de que dependía el cultivo del trigo, lo que
permitiría analizar de forma rigurosa su comportamiento durante las temporadas de lluvias y
de secas en un lapso de varios años. Sin embargo, algunos datos dispersos hacen posible
suponer que durante la época de secas era considerable la merma de su caudal.
El gasto medio del Cantarranas en tiempo de secas era de aproximadamente 1,007
litros por segundo, pero las huellas dejadas por las altas crecientes sugerían que durante la
temporada de lluvias su caudal era un 25% superior y en casos excepcionales hasta un 60%.12
Para el caso del río Nexapa, el cuadro 8 permite vislumbrar las variaciones de su gasto en la
época de lluvias y la de secas.

Cuadro 4. Gastos del río Nexapa en la hacienda El Portezuelo,


1904
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Año Mes Gasto medio Máximas crecientes Fechas
(mts. cúbicos) (mts. cúbicos)
-------------------------------------------------------------------------------------------------
1904 Agosto 2.862 27.209 30 de agosto
Septiembre 2.707 27.828 30 de sept.
Octubre 2.725 18.399 14 de oct.
Noviembre 1.097 5.793 7 de nov.
Diciembre 0.365 1.922 8 de dic.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Fuente: Memoria de la Comisión Especial Reglamentadora de los ríos Atoyac y
Nexapa (29 de septiembre de 1906) en AHA, 3931, 54417, 80.

10
Oficio de Francisco Lozano Cardoso a la SAyF (27 de enero de 1923) en AHA, Asup, 3768, 52464, 43-46.
11
Véanse los mapas que ofrecen las imágenes de la red hídrica permanente de la región y de la red hídrica durante
la estación de lluvias en Garavaglia, "Atlixco", 82-83.
12
Informe sobre la reglamentación de las aguas de los ríos Cantarranas y Tianguismanalco y de los manantiales
de Axocopan (15 de noviembre de 1929) en AHA, Asup, 4316, 57493, 48.
9

Los datos del cuadro 8 muestran una marcada disminución del gasto del río Nexapa
entre agosto y diciembre. Seguramente durante los meses restantes del estiaje el caudal
descendía aún más.
Además de los factores adversos a la conservación de la humedad en el suelo y de la
disminución de los recursos hidráulicos disponibles durante la temporada de secas, conviene
tomar en consideración otros factores constantes que tendían a disminuir la capacidad de
retención de agua de los suelos en las tierras bajas de Atlixco. Una aproximación más
cuidadosa a la composición de los suelos en la zona baja de la región ayudará a entender mejor
este aspecto.
En primer lugar, si bien un autor indica que la combinación de fluvisoles en la
superficie y de ranker compactos en las partes más profundas significa una ventaja porque
favorece la retención de la humedad en la capa superior, ésto es válido sólo para tierras
absolutamente planas.13 En el caso de Atlixco, varias referencias documentales sugieren que
dada cierta inclinación de los terrenos hacia el sureste y hacia los cajones de los ríos, esa
combinación resultaba una desventaja en virtud de que propiciaba el escurrimiento del agua.
Por ejemplo, el propietario de la hacienda de Xahuentla expresaba que las tierras no tenían
suficiente capacidad para mantener la humedad, pues inmediatamente abajo de la capa arable
se localizaba una capa dura por la que escurría con mucha facilidad el agua.14 Los propietarios
de las haciendas de San Diego La Blanca y de Tenextepec se referían al mismo problema.
Según decían, debajo de la capa arable se encontraban suelos duros y compactos por los que se
deslizaba el líquido e impedían el almacenamiento de los jugos en los terrenos.15
En segundo lugar, las diversas proporciones de arena, arcilla, grava y limo que
componen a los fluvisoles hacen que su textura y su capacidad para retener agua sean
diferentes. En términos generales se pueden distinguir dos áreas en las tierras bajas de Atlixco
de acuerdo con las posibilidades que tienen de guardar la humedad. La línea divisoria entre
ambas coincide aproximadamente con la barranca del Carmen.16

13
Werner, "Los suelos", 209.
14
Oficio de Marcial Rodríguez al secretario de Agricultura y Fomento (29 de mayo de 1930) en AHA, Asup,
4342, 57632, 280-281v.
15
Oficio de Adolfo Rodiles al jefe de la IV Zona de Aguas (6 de diciembre de 1929) y oficio de Francisco Lozano
Cardoso a la SAyF (27 de enero de 1923) en AHA, Asup, 4312, 57632, 63-64 y 3768, 52464, 43-46.
16
Sobre los tipos de suelos se ha consultado el mapa edafológico elaborado por el INEGI, así como INEGI,
Guías; Mapa de los suelos; Aeppli y Schönals, Los suelos de la cuenca Puebla-Tlaxcala y Werner, "Los
suelos y las sociedades de suelos".
10

Hacia el poniente de esa barranca, desde las tierras ribereñas del río Cantarranas hasta
los límites de Tochimilco, los fluvisoles presentan un alto contenido de arena y por lo mismo
tienen una textura de poros gruesos. En las poblaciones y haciendas situadas en la zona
occidental de la barranca del Carmen los subtipos de fluvisoles son arenosos limosos y
arenosos limosos migajosos, que se caracterizan por su alto contenido de arena. Por ello, en
esta zona la capacidad de conservación de agua de los fluvisoles es baja.
La comparación entre las proporciones de los diversos materiales que conforman un
suelo ideal para el cultivo del trigo y la composición de los suelos que se localizan al poniente
de la barranca del Carmen sirve como indicador de las elevadas necesidades de agua de éstos,
según se puede concluir a partir de los cuadros 9 y 10.

Cuadro 5. Sustancias que forman un suelo ideal para el


cultivo de trigo
------------------------------------------------------------------------
Sustancia %
------------------------------------------------------------------------
Grava 2.20
Arena gruesa 0.87
Arena mediana 2.23
Arena fina 2.93
Arena muy fina 1.12
Limo 63.10
Limo fino 4.48
Arcilla 20.84
Caliza limosa 1.05
Otras sustancias 1.18
-------------------------------------------------------------------------
Fuente: Biblioteca Enciclopédica Popular, Manual, 75.
11

Cuadro 6. Composición de los suelos en algunos lugares


al poniente de la barranca del Carmen
Lugar Arcilla Arena fina Arena gruesa Grava
% % % %
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Alfonsina 16.3 65.1 8.6 10
Cantarranas 13.9 71.2 6.6 8.3
Xalpatlaco 25 60 8.5 6.5
Zapotitlán 30 60 6 4
Las Tablas 15.8 70.5 6.3 7.4
Chapulapa 12 66 15.5 6.5
Solares Chicos 27.7 43.3 21.1 7.9
Pueblo de
Acapulco 11.5 71.9 11.6 5.0
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Fuente: Informe sobre la reglamentación de las aguas de los ríos Cantarranas y
Tianguismanalco y de los manantiales de Axocopan (15 de noviembre de 1929) en AHA,
Asup, 4316, 57493, 53.

En el cuadro 10 se puede apreciar que el contenido de arena en esas tierras era muy
alto. En algunas partes, los suelos llegaban a ser excesivamente pedregosos.17
Por el contrario, hacia el oriente de la barranca del Carmen los fluvisoles presentan una
textura fina gracias a que contienen poca arena. En esta parte, los subtipos de fluvisoles son
migajosos arcillosos, migajosos limosos y arenosos migajosos limosos. En los tres subtipos el
porcentaje de arena es mínimo. La capacidad de retención de agua de esos suelos es tan alta
que a menudo cantidades significativas del líquido no pueden ser absorbidas por la planta.18
Por ejemplo, en una hacienda llamada Santo Domingo los suelos contenían más arcilla que
arena por lo que ahí el problema consistía en la dificultad para trabajar la tierra debido a que
permanecía húmeda todo el año.19
Las diferencias entre los suelos ubicados al poniente y al oriente de la barranca del
Carmen en lo que se refiere a su capacidad para conservar el agua se traducían en distintas
necesidades de riego. Mientras las tierras situadas al oeste requerían nueve riegos, sin incluir el
de preparación, las tierras de las haciendas ubicadas al este de la citada barranca del Carmen

17
Informe del ingeniero Galdino Palafox al jefe interino de la sección inspectora de aguas (19 de junio de 1922)
en AHA, Asup, 1306, 17826, 33-39.
18
Aeppli y Schönals, Los suelos de la cuenca Puebla-Tlaxcala, 89.
19
Ocampo Fletes, "Niveles organizativos", 381.
12

recibían un promedio de siete riegos y en zonas localizadas, como la hacienda El Portezuelo,


sólo se aplicaban cinco riegos.20
La exposición realizada acerca de las exigencias hídricas del trigo permiten valorar en
su justa dimensión su alta sensibilidad a la falta de agua, especialmente durante la fase crítica,
en la que el líquido es crucial para obtener buenas cosechas. Por otro lado, la descripción de
las condiciones ambientales adversas para el mantenimiento del balance hídrico de las plantas,
precisamente en los meses en que tenía lugar el periodo crítico, hace posible entender la
necesidad de controlar el agua, de asegurar la provisión del líquido durante ese lapso. De
hecho, Maass señala que la respuesta de los cultivos a la abundancia o escasez de agua de
acuerdo con su fase de crecimiento inducen a un sentimiento de inseguridad en la agricultura
de regadío y hace hincapié, por tanto, en que la seguridad resulta un elemento fundamental
para mantener la armonía entre los actores involucrados en un sistema de riego, así como una
de las principales metas de los regantes.21 En el momento en que se experimenta inseguridad
estalla el conflicto.
En esa misma línea, quizá la principal preocupación de los agricultores en Atlixco era
la necesidad de asegurar la satisfacción de las demandas de agua de los campos destinados al
cultivo del cereal. Cualquier trastorno que provocara la carencia del líquido, en particular
durante la fase que precedía al espigamiento, significaba la disminución de los rendimientos e
incluso pérdidas totales de las cosechas. Así pues, la disponibilidad de agua en forma continua
durante la estación de secas era de vital importancia para los agricultores. El control de los
derechos sobre el agua era decisivo en la agricultura de las haciendas de Atlixco.
Según las palabras de un agricultor, no eran los linderos de las propiedades las que
imponían los límites a los sembradíos de trigo, sino el agua, en virtud de que era indispensable
garantizar el suministro adecuado del líquido al cereal:
A todas las finquitas de Atlixco para sembrar en su totalidad les hace falta agua
para riego, tanto por su composición geológica como climatológica, como lo he
expuesto, siendo ésta la causa por la que nunca se han sembrado todas las tierras, sino
que se siembran hasta donde alcanza el agua, quedando las demás tierras como de
descanso o temporal para cultivarlas con maíz de tiempo.22

20
Oficio del ingeniero Hipólito Amor al secretario de Agricultura y Fomento (22 de julio de 1931) en AHA,
Asup, 4342, 57632, 315-322.
21
Maass, "Estructuras de poder", 42-47.
22
AHA, Asup, 4342, 57632, 280-281v, oficio de Manuel Rodríguez al secretario de Agricultura y Fomento, 29 de
mayo de 1930.
13

Finalmente, hay que decir que las cuestiones relacionadas con la obtención del líquido
ocupaban gran parte de la vida de los agricultores. En el siguiente apartado se verá como
estaban distribuídas las aguas de los ríos Cantarranas y Nexapa.
De los repartimientos coloniales a la distribución a fines del siglo XIX
La distribución del agua de los ríos Cantarranas y Nexapa entre los diversos ribereños
se había definido desde los siglos XVI y XVII por medio de repartimientos. El repartimiento
era un mecanismo judicial para resolver las disputas surgidas entre varios interesados
dividiendo el agua disponible. Los repartimientos, igual que las mercedes, otorgaban derechos
legales sobre el uso del agua a los beneficiarios.23 Sin embargo, Meyer y Margadant coinciden
al indicar que esos derechos no se consideraban permanentes, puesto que siempre estaba
latente la posibilidad de que surgieran nuevos conflictos y de que se impusiera la necesidad de
realizar una nueva distribución, de lo cual resultaba que los derechos de aguas nunca eran
definitivos, ya que eventualmente podían ser sometidos a nuevos criterios por parte de la
autoridad.24 De acuerdo con Margadant:
En relación con tales repartimientos, ninguna merced previa respecto de aguas
era considerada como definitiva: a la luz de nuevas necesidades de los originalmente
favorecidos o de terceros (y a veces de necesidades pre-existentes que sólo entonces
llegasen a la atención de las autoridades) siempre pudo decretarse un nuevo reparto de
aguas que pareciera más equitativo que el anterior, o mejor para la economía de la
región.25
Según Margadant, legalmente la propiedad absoluta del agua en la colonia no existía,
pues sólo se trataba de derechos de uso que podían ser modificados ante nuevos conflictos o
nuevas necesidades. El mismo autor señala que las aguas, más que las tierras, estuvieron
sujetas a una especie de dominio eminente por parte de la corona, definido tal dominio como
el derecho de disponer. En este sentido, los beneficiarios gozaban más bien del dominio útil o
directo, que consistía en el derecho de usar o de poseer.26 María del Refugio González, por su
parte, apunta que por el señorío ejercido por el rey sobre las Indias se reservaban como del
Real Patrimonio todas las tierras que carecieran de justo título, los baldíos, las aguas, las minas

23
Meyer, El agua, 144-145.
24
Meyer, El agua, 145-146; Margadant, "El agua", 142-143 y Margadant, "El régimen", 501-503.
25
Margadant, "El régimen", 502.
26
Margadant, "El agua", 140. En un artículo de Maluquer de Motes se encuentra una clasificación de los tipos de
dominio sobre el agua, aunque aplicada a Cataluña durante los siglos XVII y XVIII. Maluquer de Motes,
"El agua", 327-334.
14

y las salinas. Sobre estas tres últimas, de hecho, sólo se concedían derechos de uso.27 En esta
misma línea, en un reglamento general sobre las medidas de las aguas, expedido en 1761, se
indicaba que:
[...] Tenemos expresas y terminantes leyes en nuestro real derecho de partidas
y Recopilaciones, cuyas eficacísimas decisiones en la materia que versamos enseñan
plenísimamente todo el poder, mano y jurisdicción con que S. M. obra en la
servidumbre del agua, no sólo en los casos de posesión, sino en los de propiedad [...]28
Meyer y Margadant mencionan algunos ejemplos en los que se modificaron
repartimientos de aguas, casi todos ellos correspondientes al norte novohispano. Sin embargo,
el respeto a la precariedad de los derechos de uso no parece haber sido el común denominador
en todos los casos de repartimientos. Los ribereños de los ríos Cantarranas y Nexapa
afianzaron el uso del agua durante tres siglos como si se hubiera tratado de una propiedad
absoluta. Esto ha conducido a algunos a autores a afirmar categóricamente que la propiedad
privada sobre el agua sí existió en el mismo periodo. Cabrera, uno de los más fervientes
defensores de esta idea a fines del siglo XIX, sugiere que las concesiones de tierras y aguas
fueron tomando gradualmente un carácter de irrevocabilidad hasta dejar simplemente como
una excepción el dominio de la corona.29
La apreciación de Cabrera alude a un proceso práctico, más que legal. En otras
palabras, el divorcio entre la cuestión legal y la práxis -como ocurría en tantos otros aspectos
de la vida colonial novohispana- parece haber propiciado que en muchas ocasiones los
receptores de derechos de uso del líquido llegaran a considerarlos como una propiedad
absoluta, mientras que el dominio eminente de la corona sobre las aguas se convirtió en una
cuestión nebulosa, de la cual no estaban conscientes los beneficiarios.30 Las composiciones
tuvieron una importancia fundamental en este proceso, pues de acuerdo con la percepción de
los ribereños, estas representaron una compra a la corona, tanto de la tierra como del agua.

27
González, "Del señorío del rey", 139. Según la misma autora, el señorío se define como "dominio o mando
sobre alguna cosa" o bien como “territorio perteneciente al señor". En su primera acepción, entonces, el
señorío viene a ser lo mismo que el dominio eminente.
28
Reglamento general de las medidas de las aguas (1761) en Lanz Cárdenas, Legislación, I, 203-216.
29
Cabrera, "Alegatos", 377-378.
30
En este sentido, hay que aclarar que habría que estudiar individualmente cada repartimiento, de acuerdo con la
costumbre que en cada caso se haya puesto en práctica, pues como afirma Ots Capdequí el divorcio entre
el derecho y el hecho fue una de las principales características de la vida colonial hispanoaméricana. Ots
Capdequí, Manual de Historia, 106. La ignorancia de los ribereños acerca del derecho eminente del rey
sobre el agua, por otra parte, no había sido privativa de la Nueva España. Pérez Picazo y Lemeunier
indican cómo en Castilla la monarquía ilustrada había enfrentado dificultades al intentar poner en
actualización el citado derecho eminente real, el cual había sido olvidado y puesto en entredicho por las
15

Una vez que se ha apuntado a grandes rasgos el tipo de derechos que implicaban los
repartimientos, conviene describir cómo se distribuyó el agua. El repartimiento de las aguas
del río Nexapa se llevó a cabo en tres etapas. La primera tuvo lugar en 1560, año en el que
Luis Segri, alcalde mayor de Izúcar de Matamoros, fue comisionado para distribuir el agua de
la parte alta del río Nexapa, específicamente del trayecto que comprendía desde su origen
hasta antes de que la barranca de la Leona vertiera sus aguas en él. Segri dividió todo el caudal
de la corriente en cinco partes y asignó cuatro de ellas a las tierras ubicadas en la margen
derecha, hacia la villa de Carrión, después Atlixco. La quinta parte restante la adjudicó a las
tierras que se denominaban del Sequero, en la margen izquierda, hacia Puebla. Esta quinta
parte quedó dividida entre los siguientes labradores: Alonso Nortes, Catalina Vélez Rascón,
los religiosos del monasterio de Santo Domingo de la ciudad de Los Angeles, Rodrigo Cano y
Juan Pérez Romero.31
Las obras hidráulicas que permitían la distribución del agua entre todas esas
propiedades consistían en una presa formada con hierbas, estacas y piedras, que derivaba toda
el agua del río y la conducía por una acequia en la que se construyó un partidor de cal y canto
que tenía la forma de un muro con cinco aberturas de dimensiones iguales. El agua que pasaba
por cuatro de ellas era conducida por una acequia que regaba las tierras de la margen derecha.
La otra quinta parte era conducida nuevamente a la madre del río y era derivada por una
segunda presa hacia la margen izquierda. No existe evidencia de que cada una de las cinco
partes en que se dividió el gasto del río correspondiera a una cantidad fija, expresada en alguna
medida. Al parecer, las obras hidráulicas estaban construidas de tal forma que la distribución
entre esas propiedades se realizaba utilizando un criterio de proporcionalidad. Dicho de otra
manera, cualquiera que fuera el caudal éste siempre debía fraccionarse en cinco partes
iguales.32
Las propiedades a las que Luis Segri repartió el agua de la parte alta del Nexapa
ocupaban todo el líquido disponible durante la temporada de secas, que coincidía con el ciclo
de cultivo del trigo. Algunos años más tarde, en 1571, en una segunda etapa, Juan del Hierro,
corregidor de Huejotzingo, efectuó la distribución de los remanentes del alto Nexapa entre los

oligarquías municipales. Pérez Picazo y Lemeunier, “Introducción”, 33.


31
Camacho Pichardo, "Repartimientos", 84 y Testimonio del reparto de aguas del río Nexate por don Luis Segri
(1560) en AHA, Asup, 3931, 54417, 214-222. Desafortunadamente en este documento no se mencionan
los nombres de los beneficiarios de las primeras cuatro partes del río repartidas por Luis Segri.
16

siguientes labradores: Diego de Ordaz (16 días con sus noches), Rodrigo Cano (tres días con
sus noches), Diego de Ordaz (otros tres días con sus noches) y Esteban de Castro Verde (dos
días con sus noches).33
En una tercera fase se repartió el caudal que se originaba a partir de la confluencia de
las barrancas de La Leona y del Carmen, así como del río Cantarranas, con el río Nexapa. Esta
distribución se llevó a cabo en 1635 por Juan González Peñafiel, fiscal de la Real Audiencia.
De esta sección del Nexapa únicamente nos interesa la primera toma porque regaba las últimas
tierras de la zona triguera de Atlixco. Las siguientes tomas estaban ubicadas en el área cañera
de Izúcar. A esa primera toma del repartimiento de Peñafiel se le asignaron 29 surcos, de los
cuales 27.5 se destinaron a las haciendas del dean de Tlaxcala, de Pedro Núñez de Guzmán, de
Francisco de Jaen, de Juan de Salazar, de Alonso Marín y de Miguel de Toro. El surco y
medio restante se le reservó al pueblo de San Juan Huiluco.34
Por su parte, Baltazar de Herrera y Arévalo, comisionado por el virrey Juan de
Velasco, repartió las aguas del río Cantarranas y de los manantiales de Axocopan entre 1592 y
1594. Herrera y Arévalo midió las aguas encontrando que el caudal ascendía a 140 surcos,35
que distribuyó de la siguiente manera:

32
Camacho Pichardo, "Repartimientos", 83-94.
33
Copia simple de los títulos de aguas de la hacienda de Chilhuacan en AHA, Asup, 3931, 54417, 170-213. Según
Meyer, uno de los procedimientos menos conocidos y más frecuentes de obtener derechos de agua eran
los convenios entre dos personas o una persona y el Estado para adquirir las sobras, también llamadas
demasías o remanentes, que eran los excedentes de la cantidad de agua reclamada por quien tuviera un
derecho primario a esa agua. Meyer, El agua, 146.
34
Camacho Pichardo, "Repartimientos", 181-193.
35
Teóricamente un surco equivale a 6.5 litros por segundo. Robelo, Diccionario, 17.
17

Cuadro 7. Repartimiento de las aguas del Cantarranas (1592)


____________________________________________________________
Cajas Beneficiarios Cantidad
___________________________________________________________
I. caja de la Alonso Benitez Quintanilla 30 surcos
villa o Tla- Alonso Rodríguez de Arévalo
coatl Cristobal Ruiz de Cabrera
Francisco Díaz de Vargas
Francisco Torres del Palacio
Lucas Pérez Maldonado
Bartolomé Camacho
Juana Hernández
Antonio Domínguez
Olaya García
Juan López de Rosas
Pedro Hernández de la Maya
Indios de Acapetlahuaca
villa de Carreón y conventos

II. caja de Francisco Vázquez 20 surcos


Juan Domínguez Francisco de la Torre
o de Chapulapa Pedro de Castro
Juan de Arellano
Rodrigo Vázquez
Francisco Ramírez
Juan Domínguez
Ana de Barrientos
Indios de Acapetlahuaca
Convento de San Agustín
Vecinos españoles

III. caja de Francisco Vázquez 16 surcos


Francisco Vázquez Pedro de Toro
o Tepenahuatla Pedro de Castro
Juan de Arellano
Rodrigo Vázquez
Francisco Ramírez
Juan Domínguez
Ana Barrientos
Francisco Torres del Palacio
18

cont. Cuadro 7. Repartimiento de las aguas del Cantarranas (1592)


------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Cajas Beneficiarios Cantidad
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
IV. caja de Francisco Díaz de Vargas 5 surcos
Ixcatlapenatl Elvira Muñoz
Juan Jerónimo
Lucas Pérez Maldonado

V. caja de La Pedro Vázquez Rubio 14 surcos


Moraleda o Francisco Macías
Anixtlanoxpan Elvira Muñoz
Juan de Arellano
Alonso Sánchez
María García
Indios del barrio de la
Santísima Trinidad

VI. caja de Blas Hernández 9 surcos


Blas Hernández Leonor Vélez
u Oyolozingo Ana de Barrientos
Juan Domínguez
Alonso Ramírez de Arellano

VII. caja de Leonor Vélez 10 surcos


las Garfias Martín Gómez
Juana Pérez

VIII. caja de Olaya García 5 surcos


Juan Blanco o Juan Agustín
Tlacoxcalco Juan de Arellano

IX. caja de Juan de Arellano 8 surcos


Aguilar
______________________________________________________________
Fuente: Camacho Pichardo, "Repartimientos", 110-111.
19

Cuadro 8. Reparto de las aguas de los manantiales de Axocopan


(1592)
________________________________________________________________
Cajas Beneficiarios Cantidad
________________________________________________________________
1ª caja Alvaro de Acevedo 2 surcos

2ª caja Indios de Santa María 9 surcos


Magdalena Axocopan
Lucas Pérez Maldonado

3ª caja Julio de Molina 5 surcos


Alvaro de Vivaldo
Francisco Vázquez
Lucas Pérez Maldonado

4ª caja Alvaro de Vivaldo 7 surcos


Francisco Díaz de Vargas
Blas Hernández
Indios cantores de Huexo-
tzingo
______________________________________________________________
Fuente: Camacho Pichardo, "Repartimientos", 116.

Si se compara el repartimiento realizado por Herrera y Arévalo con la dotación teórica


de las cajas del río Cantarranas hacia la década de 1890 veremos que aparentemente los
volúmenes recibidos por cada toma seguían siendo los mismos (véanse los cuadros 9 y 10).
20

Cuadro 9. Distribución del agua del río Cantarranas (1897)


___________________________________________________________________________
Cajas Volumen de agua Ribereños
Xalpatlaco 30 surcos Xalpatlaco, Gamboa, El
Bosque, Cabrera,
Acatatzingo, rancho Las
Tablas, ciudad de Atlixco
La Concepción
y San Mateo 20 surcos Hacienda de San Mateo,
fábrica La Concepción,
fábrica La Carolina, molino
El Volcán, Solares Chicos
La Alfonsina 16 surcos Haciendas La Alfonsina y El
Cristo
Cantarranas 5 surcos Rancho de Cantarranas
La Moraleda 14 surcos Haciendas La Sabana y
Tlacoxcalco y pueblos de
Acapulco y Tepango
San Lorencito 9 surcos Haciendas El Cristo y San
Diego
San Diego y
Xahuentla 10 surcos Haciendas San Diego y
Xahuentla
El César 5 surcos Hacienda de Tlacoxcalco
La Concepción 4 surcos Hacienda La Concepción
Atlayehualco Remanentes Hacienda de Atlayehualco y
pueblo de Santa Ana
Coatepec
---------------------------------------------------------------------------------------------------------
Fuente: Memoria de la Comisión Especial Reglamentadora de los ríos Atoyac y
Nexapa (29 de septiembre de 1906) en AHA, Asup, 3931, 54417, 130-133.

Cuadro 10. Distribución de los manantiales de Axocopan


Tomas Volumen de agua Propiedades
___________________________________________________________________________
1a toma no especificado Rancho de Moyotzingo
2a toma no especificado Pueblo de Axocopan
3a toma no especificado Haciendas de
Zapotitlán, Tenextepec
y San Lorenzo, pueblo
de Axocopan y fábrica
El Volcán.
___________________________________________________________________________
Fuente: Memoria de la Comisión Especial Reglamentadora de los ríos Atoyac y
Nexapa (29 de septiembre de 1906) en AHA, Asup, 3931, 54417, 133.
21

Cuadro 11. Distribución del agua de la parte alta del río


Nexapa
Tomas Volumen de agua Propiedades
Primera toma Indefinido Haciendas San Agustín,
San Félix y Tejalucan
Segunda toma Indefinido Haciendas el
Portezuelo, Santo
Domingo y Santa Lucía
Tercera toma Remanentes Hacienda de Chilhuacan
________________________________________________________________________
Fuente: Memoria de la Comisión Especial Reglamentadora de los ríos Atoyac y
Nexapa (29 de septiembre de 1906) en AHA, Asup, 3931, 54417, 93-130.

Sin embargo, entre el repartimiento colonial de esa corriente y la forma en que se


distribuía el agua a fines del siglo XIX habían ocurrido cambios importantes. Hay que señalar,
en primer lugar, la dificultad que implicaba sostener que el volumen repartido fuera el mismo
a lo largo de tres siglos. Debe añadirse un aspecto adicional: en las postrimerías del siglo XIX
la manifestación de los surcos destinados a cada caja no implicaba el apego estricto a esos
volúmenes, pues las medidas del reparto colonial habían adquirido el carácter de una mera
expresión de derechos proporcionales.
Explicado en otros términos, en los repartimientos coloniales las dotaciones a las cajas
no fueron tan exactas en términos de las medidas antes expresadas porque no se había tomado
en consideración la velocidad de la corriente. Así, se daba por hecho que por un orificio de
seis pulgadas de altura por cuatro y media de base pasaba un surco de agua. Si se toman en
cuenta los cambios en la velocidad de la corriente, por un claro de esas dimensiones podía
pasar más o menos de un surco de agua, de modo que esa medida resultaba una unidad
variable. En tales condiciones, la expresión númerica de los volúmenes concedidos a cada caja
se redujo a una mera fórmula que no equivalía a una cantidad específica y fija.36 A los ojos de

36
Esto también sucedió en otros sistemas de riego, en los que originalmente se otorgaron volúmenes de agua
expresados en medidas específicas, pero que con el correr del tiempo las cantidades de agua recibidas se
confiaron totalmente a las dimensiones físicas del sistema o a la duración de los turnos, sin que los
ribereños se preocuparan por medir con exactitud el agua que les llegaba. Por ejemplo, Glick indica que
en el este de España la medida usual era la "fila", pero ésta era una unidad abstracta, pues en la realidad
se traducía a cantidades de agua mediante las dimensiones de las estructuras físicas que dividían el agua.
Dichas cantidades variaban de acuerdo con el volumen del río. Si bien la fila fue en algún momento una
unidad específica después dicha unidad no se entendía como mensurable sino que se convirtió en una
simple fórmula para expresar derechos proporcionales. Glick, Regadío y sociedad, 299-301.
22

los ribereños las proporciones reales de agua que cada caja debía recibir estaban garantizadas
por la conservación de las dimensiones y los elementos originales del reparto colonial. Así lo
expresaba un ingeniero en 1906:
Es evidente que en todas las acequias [...] existen pruebas materiales sobre cuál
ha sido la cantidad de agua de que han gozado, y esas pruebas son tales que nadie
puede en justicia contradecirlas o ponerlas en tela de juicio, pues consisten en las cajas
repartidoras existentes, las cuales [...] están conformes con las medidas que les fueron
señaladas hace 271 años y las cantidades de agua por ellas recibidas han sido
confirmadas por las composiciones hechas por dos virreyes, el conde de Salvatierra y
fray Payo Enríquez de Rivera y posteriormente por la Real Audiencia de México y por
el virrey Marqués de Branciforte.37
Las palabras de ese ingeniero son ilustrativas en el sentido de que con el paso de los
años la dotación específica a cada una de las cajas perdió relevancia, mientras que el elemento
más importante en la distribución lo ocupó el criterio de proporcionalidad ya mencionado.
Bajo estas circunstancias las cajas desempeñaban un papel fundamental en el reconocimiento
de la legitimidad de la distribución, en vista de que representaban la prueba más fehaciente
sobre cuánta agua recibían normalmente los agricultores. Mientras éstas permanecieran
inalteradas estaba fuera de duda cuál era el caudal que debía tomar cada propietario.
Es muy importante enfatizar que el repartimiento de volúmenes específicos devino en
una distribución proporcional porque significaba que sin tomar en cuenta a cuántos surcos
ascendiera el gasto del Cantarranas en un momento dado, ni sus posibles incrementos por
sobre el volumen repartido originalmente, los ribereños consideraban que todo el gasto del río
estaba comprometido. Ese era un mecanismo que aseguraba a los ribereños la exclusión de
cualquier posible solicitud de nuevos derechos. También se debe señalar la relevancia del
reconocimiento por parte de personas ajenas al repartimiento de que la totalidad del caudal
estaba dividido, en virtud de que eliminaba pretensiones de acceder al agua.38
Lo que se ha explicado en los párrafos anteriores permite comprender por qué en el
curso de casi 300 años no se habían creado derechos nuevos, así como entender también los
mecanismos por medio de los cuales los ribereños habían disfrutado de una propiedad de facto

37
Memoria de la Comisión Especial Reglamentadora de los Ríos Atoyac y Nexapa (29 de septiembre de 1906) en
AHA, Asup, 3931, 54417, 141.
38
De acuerdo con Maass, los regantes siempre tienden a implementar estrategias para limitar el crecimiento de las
áreas de servicio de los sistemas de riego con el fin de mantener la seguridad. Entre otros procedimientos
se han empleado los siguientes: definir los límites de la comunidad de regantes e impedir que se lleve
agua fuera de esos límites; precisar el sistema de canales y asegurarse que no se amplíe; registrar la tierra
que puede ser regada, etc. Maass, "Estructuras de poder", 46-47.
23

sobre el agua a pesar de que los repartimientos no la implicaban. Esa propiedad no se puso en
entredicho hasta las últimas décadas del siglo XIX.
El caso del curso alto del Nexapa es en cierto modo distinto al del Cantarranas porque
mientras en el segundo se asignaron cantidades específicas de surcos a las cajas que después
devinieron en cantidades proporcionales, en el segundo el reparto nunca se basó en
asignaciones fijas de agua, pues desde el principio se otorgó a cada caja una cantidad de
líquido que era susceptible de modificarse de acuerdo con las variaciones en la velocidad de la
corriente. Es decir, el criterio de proporcionalidad siempre rigió la distribución del caudal del
Nexapa.
En otro orden de cosas, la estructura de la propiedad de la tierra se había modificado
desde los años en que se efectuaron los repartimientos. El número de propiedades a las que se
había concedido el agua se había reducido. Por ejemplo, el agua de la caja I fue asignada en
1592 a 12 propiedades privadas, a los indios de Acapetlahuaca y a la villa de Carreón; en
cambio, a finales del siglo XIX, solamente seis haciendas y la ciudad de Atlixco recibían agua
de esa caja. El gasto de la caja II se repartió entre ocho propietarios privados, los indios de
Acapetlahuaca, el convento de San Agustín y varios vecinos españoles; sin embargo, a finales
del siglo XIX el agua que llegaba a la misma caja sólo se dividía entre dos fábricas, dos
molinos y los solares (antiguamente Acapetlahuaca). Si seguimos comparando el número de
beneficiarios originales de las demás cajas y el número de propietarios de derechos en las
postrimerías del siglo XIX nos daremos cuenta de que se concentraron. La pregunta es ¿se
modificaron los derechos al agua y en qué sentido?
En el repartimiento de los remanentes de la parte alta del Nexapa una cláusula
señalaba específicamente la vinculación del agua a la tierra: “[...] que ninguna persona de las
susodichas pueda vender ni arrendar, ni por ninguna vía enajenar la dicha agua si no fuere para
el beneficio de las tierras de suso declaradas.”39
La formación de la hacienda de Chilhuacan ubicada en la parte superior del Nexapa es
ilustrativa de la relación existente entre la concentración de la tierra y del agua en la parte alta
del Nexapa. En 1710 Juan Rodríguez de San Miguel había logrado reunir todas las
propiedades que habían sido beneficiadas con el reparto de los remanentes en 1571, dándole a

39
Memoria de la Comisión Especial Reglamentadora de los ríos Atoyac y Nexapa (29 de septiembre de 1906) en
AHA, Asup, 3931, 54417, 103.
24

la propiedad total el nombre de Chilhuacan. De esa forma, desde principios del siglo XVIII la
hacienda mencionada era la titular de los derechos a todos los sobrantes de los riegos de la
parte superior del río.40
Herrera y Arévalo fue menos explícito en cuanto a la subordinación del agua a la
tierra al efectuar el repartimiento de aguas del río Cantarranas. Algunas cuestiones, sin
embargo, apuntan a que sí existió esa vinculación en la práctica. Por principio de cuentas,
antes de que determinara qué volúmenes asignaría a cada una de las cajas, Herrera y Arévalo
investigó cuidadosamente sobre cuánta agua sería necesaria para irrigar las tierras que los
propietarios regaban previamente.41
En la composición de tierras y aguas de la jurisdicción de Atlixco llevada a acabo en
1643 también se encuentra el nexo entre la tierra y el agua pues se distingue entre las tierras de
riego y las de temporal. Por ejemplo, en el caso de la hacienda de Xalpatlaco se expresa lo
siguiente:
A la hacienda de temporal y riego que poseen los herederos de Juan Rodríguez
Crespo en el pago de Xalpatlaco [...] en que obra media caballería de riego y siete de
temporal [...] repartimos de composición cien pesos.42
Por otra parte, no se han detectado operaciones de compraventa de agua
independientes de la tierra y en las escrituras de compraventa de varias propiedades, tanto
coloniales como decimonónicas, se repite la fórmula "se comprende en esta venta todas las
aguas, tierras, caserío, usos, costumbres y servidumbres y cuanto de hecho y de derecho
corresponde a las fincas enajenadas."43
En suma, aparentemente en la zona triguera de Atlixco los derechos al uso del agua se
habían transferido junto con la tierra durante la colonia y el siglo XIX, lo que implicó que al
concentrarse la tierra también se reunieran los derechos al agua emanados de los

40
AHMA, Asup, 3931, 54417, 107. Memoria de la Comisión Especial Reglamentadora de los ríos Atoyac y
Nexapa, 29 de septiembre de 1906.
41
La proporción entre la cantidad de agua que cada regante recibía y la cantidad de tierra que poseía fue el factor
organizativo de los sistemas medievales de distribución del agua en el este de España y más tarde se
trasladó a las Indias. Glick, Regadío y sociedad, 299; Dougnac Rodríguez, Manual, 421.
42
Copia de la escritura de composición de tierras y aguas de la jurisdicción de Atlixco (1643) en AHA, Asup,
3931, 54417, 598.
43
Así lo especifican por ejemplo las escrituras de compraventa de diversos años de las haciendas de Champusco y
sus anexos, Fresnillo y La Sabana. Lo mismo vale para haciendas que regaban con aguas del río Nexapa,
como Santa Lucía, El Portezuelo, Santo Domingo, Tejaluca y San Félix. Expediente sobre confirmación
de derechos a Emilio Maurer (1905) y expediente sobre confirmación de derechos a las haciendas San
Félix, El Portezuelo, Santo Domingo, Santa Lucía y San José Acatocha (1898) en AHA, Asup, 1219,
16988 y 3298, 57732.
25

repartimientos coloniales. De ahí que estos últimos siguieran siendo el punto de referencia
obligado de los derechos de uso del líquido de un conjunto de propiedades a finales del siglo
XIX y de que siguieran gozando del reconocimiento colectivo como los instrumentos legales
que legitimaban esos derechos. Es significativo que en 1891, a raíz de un conflicto suscitado
entre los pueblos de la parte alta del Cantarranas y los ribereños inferiores, se mencionara la
existencia de una copia del repartimiento de Herrera y Arévalo en el archivo de la presidencia
municipal al mismo tiempo que se relataba una historia pormenorizada del mismo.44
Sin embargo, indicar en qué términos habían llegado esos derechos a finales del siglo
XIX es mucho más complicado. En las dos últimas décadas de ese siglo el seguimiento de las
condiciones originales en que se habían disfrutado esos derechos resultaría embarazoso. Para
ser más explícitos, el repartimiento de Herrera y Arévalo sólo llegó a nivel de la división del
agua entre todas las cajas establecidas a lo largo del río. La división del líquido entre los
diversos beneficiarios de cada una de ellas se realizó posteriormente utilizando un esquema de
tandas o turnos.45 Esta forma de distribución implicaba que los ribereños recibían el agua de
manera rotativa y por tiempos bien delimitados de acuerdo con la cantidad de tierra que
regaran.46 Por ejemplo, el agua de una de las acequias que se desprendían de la caja III o de
Francisco Vázquez se repartió de la manera siguiente: a Francisco Ramírez se le asignaron seis
días de tanda, a Pedro de Castro siete días, a Rodrigo Vázquez cuatro días, a Francisco Torres
un día y medio y a Alonso Ramírez otro día y medio.47 Tal distribución del líquido a nivel de
cada una de las cajas quedó sujeta a arreglos celebrados entre los ribereños, quienes tendieron
a modificar la duración de las tandas según sus intereses.
Así, en las últimas décadas del siglo XIX los repartimientos coloniales amparaban los
derechos del conjunto de los beneficiarios, pero los aprovechamientos individuales se habían
transformado con el transcurso del tiempo, sobre todo en el río Cantarranas. La intensificación
del uso del agua conduciría a una situación de confusión entre los ribereños, así como a un

44
Acta de la junta celebrada entre los pueblos y hacendados ribereños del río Cantarranas (6 de noviembre de
1891) en AHMA, Gobernación, 291-2.
45
Auto por el cual se ordena a Antón Ramirez que los repartos de agua del río Atoyac y fuentes de Axocopa sean
proporcionales a la cantidad y calidad de la tierra poseída (30 de marzo de 1599) en Solano, Cedulario
de tierras, 285-286.
46
Una descripción de ésta forma de organizar el riego en la Valencia medieval se encuentra en Glick, Regadío,
270-273.
47
Enrique Rodiles Maniau al juez menor del distrito de Atlixco (28 de abril de 1898) en AHPJEP, Juzgado de
primera instancia, Atlixco, civil, 46-1896, expediente del juicio sumario promovido por Octaviano
Rodiles contra Francisco García por demolición de obra.
26

difícil seguimiento de los convenios realizados en el curso de tres siglos con el fin de encontrar
solución a los conflictos. El siguiente ejemplo nos puede dar idea de lo engorrosos que podían
resultar tales conflictos.
Octaviano Rodiles, propietario de la hacienda de San Diego, que incluía dentro de sus
límites al rancho llamado Las Chautlas, inició en 1896 un juicio contra el dueño de la hacienda
La Alfonsina, Francisco García. Este litigio se prolongó hasta 1905. Durante estos años
prevaleció una tensión que amenazó con desencadenar un enfrentamiento violento entre
ambos propietarios. Rodiles acusaba a García de construido una pared en seguida de la caja
III, denominada de La Alfonsina, El Cristo y Las Chautlas. Esa pared separaba de manera
absoluta las aguas conducidas por dos acequias o brazos que se desprendían de la caja
indicada. La caja medía 16 surcos de agua, según lo había establecido Herrera y Arévalo. De
esos 16 surcos la Alfonsina recibía ocho y Las Chautlas los otros ocho. Ambas propiedades
recibían sus ocho surcos de manera continua. Sin embargo, a mediados de la década de 1890
Rodiles comenzó a argumentar que de las seis de la tarde a la seis de la mañana del día
siguiente correspondían a Las Chautlas los 16 surcos, volumen que debía depositarse en un
jagüey que existía en la hacienda El Cristo con el propósito de utilizarlo en los riegos de Las
Chautlas durante el día. Eso implicaba la interrupción de la dotación de la hacienda de La
Alfonsina durante las noches.
Según Rodiles una pared construida por García impedía que el agua de los dos brazos
se uniera durante las noches, de forma tal que éste último disfrutaba de manera continua e
ilegal de los ocho surcos que conducía el brazo alto. La idea de Rodiles acerca de que Las
Chautlas tenía derecho a toda el agua de la caja III durante las noches surgió de la revisión de
una escritura de compra-venta del rancho Las Chautlas de 1821. En ella se asentaba que José
Bernardo González Priorio había vendido a Apolinario Fernández hasta que murió en 1875 y
una hija suya vendió la hacienda de San Diego con sus tierras anexas llamadas Las Chautlas a
Octaviano Rodiles sin ninguna variación en lo que atañe a sus derechos al agua. Según lo
expuesto en sus alegatos, Rodiles suponía que ese derecho de Las Chautlas a los 16 surcos
nocturnos tenía su origen en el repartimiento de Herrera y Arévalo.48 No obstante, hay que
decir que esa aseveración de Rodiles parecía tener más como referente la memoria colectiva

48
Enrique Rodiles Maniau al juez menor del distrito de Atlixco (28 de abril de 1896) en AHPJEP, Juzgado de
primera instancia, Atlixco, Civil, 46-1896, expediente relativo al juicio promovido por Octaviano
Rodiles contra Francisco García por demolición de obra.
27

que una revisión cuidadosa de lo que decía el documento con respecto a la dotación de agua al
rancho de Las Chautlas.
El caso condujo a la revisión de otros documentos coloniales. El meollo del asunto se
reducía a averiguar si los 16 surcos especificados en la escritura de compra-venta de 1821 del
rancho Las Chautlas debían tomarse sólo de la caja de La Alfonsina o si estaban también
involucradas también las cajas VI y VII (Véase el croquis 1). Se consultaron, entre otras, las
escrituras de un repartimiento especial de las aguas de la caja III practicado en 1594 por
Melchor Ramírez. El propietario de la hacienda llamada La Chiautla o La Alfonsina recibió
siete días de agua del brazo alto (marcado con la letra A en el croquis); otros propietarios
recibieron 11.5 días de agua a Alonso Ramírez de Arellano se le asignó un día y medio. En
cuanto a las aguas del brazo bajo, se le asignaron nueve surcos a las haciendas haciendas El
Cristo y Las Chautlas sin especificar el número de días (este brazo marcado con la letra B en
el croquis). De acuerdo con este documento Las Chautlas contaban con un derecho a recibir
una tanda de un día y medio cada 18.5 días del brazo alto de La Alfonsina, mas no de la
totalidad de la asignación de la caja todas las noches.
La autoridad judicial atribuyó el inicio de la costumbre existente hacia 1821 de derivar
toda el agua de la caja III hacia el rancho de Las Chautlas durante las noches a un convenio
que González Priorio había realizado cuando era propietario de Las Chautlas con los jesuitas,
en el tiempo en que éstos eran dueños de La Alfonsina. Ese acuerdo había consistido en tapar
un ojo del brazo alto para que el agua de esa data fuera conducida de manera constante por el
brazo bajo de Las Chautlas, en lugar de que este rancho tomara su tanda cada 18.5 días.49
Posteriormente Rodiles presentó una escritura en la que se mencionaba que Felipe
Ramírez de Arellano había hecho donación a su hermano José de la hacienda de Las Chautlas
y de la hacienda llamada Suerte del Rey. Rodiles afirmaba que los derechos de Las Chautlas a
recibir la totalidad de las aguas de la caja III o de La Alfonsina por las noches estaban bien
especificados en esta escritura, pues en ella se explicaba que las únicas aguas que entraban al
jagüey de El Cristo eran las de la caja de La Alfonsina y se añadía que 14.5 días del agua de la
acequia de La alfonsina se debía utilizar en la hacienda llamada Suerte del Rey y dos días y
medio en Las Chautlas, mas todas las noches el agua debía entrar al jagüey de El Cristo para

49
Enrique Rodiles Maniau al juez menor del distrito de Atlixco (28 de abril de 1898) en AHPJEP, juzgado de
primera instancia, Atlixco, civil, 46-1986, expediente relativo al juicio sumario promovido por
Octaviano Rodiles contra Francisco García por demolición de obra.
28

que con esa agua se regaran 11.5 días las tierras de Las Chautlas y dos días las de la surte
nombrada El Rey. Como se ve, este caso revestía una gran complejidad dada la superposición
de diversos acuerdos que habían hecho desaparecer la distribución original efectuada por
Herrera y Arévalo.
Lo intrincado del caso obligó al juez de primera instancia a revisar los derechos de las cajas VI
y VII y a efectuar un recorrido de la red de acequias y jagüeyes que se desprendían de esas
cajas con el fin de cotejar los derechos estipulados en los diversos documentos coloniales y la
forma en que se distribuía el agua hacia finales de la última década del siglo XIX (véase el
croquis 1).50 Los peritos que inspeccionaron las obras hidráulicas encontraron que el jagüey de
la hacienda El Cristo, en el que se depositaban las aguas del rancho Las Chautlas por las
noches, recibía el agua de dos acequias, una proveniente de la caja III y otra de la caja VI
(marcadas con B y C en el croquis). Al compararse esta situación con la reflejada en otros
documentos coloniales se encontró que los 16 surcos que se almacenaban por las noches en el
jagüey El Cristo y que pertenecían al rancho de Las Chautlas debían tomarse, en efecto, de la
caja III y de la caja VI, pues en una escritura de compra-venta y en otros convenios otorgados
por Felipe y José Ramírez de Arellano, Nicolás Berrueco de Arellano el licenciado Juan de
Malpica Diosdado, en 1688, aparecía que el rancho de Las Chautlas tenía derecho a recibir
cuatro días del brazo chico de la caja VI más el agua del brazo bajo de la caja III que entraría
todas las noches para regar 11 día las tierras del citado rancho de Las Chautlas.51
La autoridad judicial encontró que infundada la exigencia de Octaviano Rodiles de
obtener sus 16 surcos nocturnos únicamente de la caja III o de La Alfonsina. Sin embargó,
quedaba pendiente la pregunta: si el rancho de Las Chautlas debía recibir cuatro días de agua
de la caja VI ¿cómo es que a finales del siglo XIX esa dotación se había transformado en un
derecho a recibir el líquido durante todas las noches? Es evidente que para estos años algunos
de los derechos resultaban hasta cierto punto oscuros y difíciles de rastrear.

50
Enrique Rodiles Maniau y Francisco Beíztegui al juez de primera instancia de Atlixco (30 de marzo de
1900) en AHPJEP, Juzgado de primera instancia, Atlixco, civil, 48-1893, expediente relativo al
juicio entablado por Enrique Rodiles Maniau contra Francisco García por demolición de obra.
51
Manuel E. Mercado al juez de primera instancia (25 de octubre de 1905) en AHPJEP, Juzgado de primera
instancia, Atlixco, civil, 46-1896, expediente relativo al juicio sumario promovido por Octaviano
Rodiles contra Francisco García por demolición de obra.
29

Tecnología hidráulica
Las presas a partir de las que se derivaba el agua del río se construían con piedras,
hierbas y estacas. En el curso de las acequias que se desprendían de las presas, en los lugares
en que se consideró conveniente, se edificaron las cajas. Estas consistían de tres paredes, dos
de ellas siguiendo los bordes de la acequia y una, la más angosta, perpendicular a ella. En esta
última pared se encontraban orificios de distintos tamaños a través de los cuales pasaba el
líquido. Por ejemplo, en la primera caja del Cantarranas, es decir la de Xalpatlaco, las dos
paredes laterales medían nueve varas y la pared frontal que atravesaba la acequia siete varas y
media mientras que de alto medía una vara. Las paredes laterales eran de mampostería y la
frontal estaba formada con piedras blancas de sillería y piedras labradas de cantería dispuestas
de tal manera que formaban dos orificios de una sesma de alto por una ochava de ancho por
donde cabía un surco de agua, así como otras siete datas de a cuatro surcos cada una. En teoría
la suma del agua que pasaba por todas las datas ascendía a los 30 surcos concedidos a la
primera caja.52
Una de las características del diseño de las cajas era la inclusión de dos templadores,
también llamados ladrones o vertedores, que consistían en una especie de aberturas situadas en
la pared lateral que daba hacia el río. Los templadores se formaban ligeramente arriba del
nivel superior de las datas de tal manera que una vez cubiertas las cantidades de agua
designadas a cada caja los sobrantes regresaran al río con el fin de que pasaran a las cajas
inferiores (véase la figura 1).
La distribución del agua de los ríos Nexapa y Cantarranas ofrecía una particularidad
con respecto a otros sistemas de riego que se basan en las tandas o turnos, pues las cajas,
diseñadas para admitir determinada proporción del caudal total del río, hacían posible la
disponibilidad permanente y simultánea del líquido en cada una de ellas durante la temporada
de riegos. De hecho, se puede decir que el empleo de cajas significaba una estrategia
tecnológica destinada a satisfacer la necesidad continua de agua.
De cada caja se desprendían varias acequias que conducían el agua a las distintas
propiedades. A ese nivel, como se ha mencionado atrás, la distribución del agua sí se
efectuaba por medio de tandas. En páginas anteriores se ha indicado también que entre los

52
Copia del repartimiento de Baltazar de Herrera y Arévalo (1593) en AHA, Asup, 3931, 54417, 249-250. Una
vara equivale a 0.83 metros.
30

siglos XVI y XVII y las postrimerías del siglo XIX el número de ribereños en cada caja había
disminuido. Quizá como consecuencia de ello, los lapsos transcurridos entre una tanda y otra
se habían reducido a horas, de forma tal que la disponibilidad del líquido era casi continua. La
forma en que se distribuía el agua en dos de las cajas ejemplifica el tipo de tandeos
implementados a nivel de las cajas a finales del siglo XIX. En la caja VI o de El Cristo y San
Diego el agua se dividía en dos tandas. De las seis de la mañana a las seis de la tarde le
correspondía su turno a la hacienda El Cristo y de las seis de la tarde a las seis de la mañana le
tocaba a la hacienda de San Diego. En la caja VII o de San Diego y Xahuentla el agua se
dividía de manera similar a la de la caja anterior: de las seis de la mañana a las seis de la tarde
el agua de la caja se conducía a Xahuentla; la hacienda de San Diego disfrutaba del líquido de
las seis de la tarde a las seis de la mañana del día siguiente.53
Algunas evidencias sugieren que en Atlixco los riegos se aplicaban fundamentalmente
de día, quizá con la finalidad de que el proceso fotosintético se llevara a cabo de la mejor
manera. Por ello, otro elemento importante del regadío en esta área desde la Colonia era el uso
de jagüeyes. La palabra jagüey fue tomada de la lengua taína de Santo Domingo y significaba
pozo o cisterna. En Atlixco, los jagüeyes consistían en perforaciones en la tierra, generalmente
de forma circular, en las que se acumulaba el agua.54 Estos resultaban indispensables sobre
todo en las haciendas que obtenían sus tandas durante la noche y necesitaban almacenar el
líquido para utilizarlo al día siguiente.55
A nivel de las haciendas los riegos se realizaban rotativamente porque el agua no era
suficiente para regar todas las tierras al mismo tiempo. Dadas las condiciones ambientales que
se han descrito en la primera parte de este capítulo, los riegos se debían suministrar
aproximadamente cada diez días, así que todavía no se había terminado de dar un riego a los
últimos terrenos sembrados cuando ya era necesario regar otra vez los primeros y así
sucesivamente hasta el mes de mayo.56

53
Oficio de Enrique Rodiles Maniau al secretario de Agricultura y Fomento (1 de abril de 1919); oficio de
Enrique Rodiles Maniau al secretario de Agricultura y Fomento (17 de mayo de 1923) y oficio de
Marcial Rodríguez al secretario de Agricultura y Fomento (28 de septiembre de 1917) en AHA, Asup,
1306, 17826, 2-6 y 8 y 88, 1692, 3. En estos documentos se describe la forma en que se realizaba la
distribución del agua en esas cajas desde hacía varios años.
54
Dougnac Rodríguez, Manual, 420 y Camacho Pichardo, "Repartimientos", 224.
55
Oficio de Enrique Rodiles Maniau al secretario de Agricultura y Fomento (1 de abril de 1919) en AHA, Asup,
1306, 17826, 2-6. En este documento se aprecia la forma en que se utilizaban los jagüeyes en las
haciendas El Cristo, San Diego y Xahuentla.
56
Oficio de Francisco Lozano Cardoso a la Secretaría de Agricultura y Fomento (27 de enero de 1923) en AHA,
31

Finalmente, antes de terminar este apartado, se debe enfatizar que los elementos
tecnológicos de la irrigación en Atlixco fueron diseñados de tal forma que los agricultores
pudieran suministrar el líquido continuamente a las tierras, como lo requería el cultivo del
trigo, que era el ordenador principal de los riegos en esta área. Cualquier evento que perturbara
la frecuencia de esa disponibilidad del líquido representaba una amenaza para la cantidad y
calidad de las cosechas.
Autoridades en la distribución del agua
No existen evidencias de que en los repartimientos de los ríos Nexapa o Cantarranas o
en otros documentos se sometiera la distribución del líquido a alguna autoridad. En otros
sistemas de riego se elaboraban reglamentos en los que se especificaba qué autoridades se
encargarían de la administración, cómo se asignarían las responsabilidades relativas al
mantenimiento de las acequias y cajas y cómo se elegiría a la persona encargada de distribuir
el agua. También se indicaba qué acciones merecían sanciones y qué autoridades debían
aplicar los castigos.57
Estas tareas, inherentes a todos los sistemas de riego, eran asumidas por una autoridad.
Sánchez ha distinguido dos variantes en la organización colectiva del riego en México hasta
antes del siglo XX. Una de ellas se basaba en una estructura corporativa, cuando los
ayuntamientos o las autoridades de los pueblos se encargaban de las tareas ya referidas. En la
otra variante, algunos representantes de propietarios privados que unían sus esfuerzos para
mantener un sistema de riego eran los que asumían el control. Antropólogos como Hunt
consideran que en estos casos el control de los sistemas de riego es centralizado.58
El riego en los ríos Cantarranas y Nexapa estaba dividido en varios sistemas, cada uno
de ellos compuesto por una obra de toma o presa y por las obras de control subsecuentes: una
caja medidora, en algunos casos cajas repartidoras, y acequias.59 Sin embargo, considerando
que todos ellos estaban íntimamente relacionados, podemos decir que todos estos pequeños
sistemas conformaban dos sistemas mayores: uno era el del río Cantarranas y otro el del
Nexapa.

Asup, 3768, 52464, 43-46.


57
Véase por ejemplo el caso del reglamento de distribución del río Valle de Allende en Chihuahua, elaborado en
1710 en Aboites Aguilar, Invitación a la historia de los usos del agua.
58
Sánchez Ródriguez, "De la autonomía a la subordinación", 154-155; Hunt, "Sistemas de riego", 195-197.
59
Esta definición de sistema de riego ha sido tomada de Hunt, "Sistemas de riego", 192.
32

En vista de que los ribereños de ambos ríos asumieron el uso del agua como si fuera
propiedad privada durante la colonia y de que en ningún reglamento se asignó algún tipo de
responsabilidad a las autoridades locales, las tareas relacionadas con el mantenimiento
quedaron sujetas a arreglos entre los ribereños. Como cada sistema estaba integrado por pocas
propiedades, parecía innecesario que existiera una organización sofisticada para esa función.
Así, la conservación de las obras se llevaba a cabo mediante sencillos convenios entre los
ribereños, sin que tuviera que haber una autoridad centralizada a nivel de cada uno de los
pequeños sistemas. En cuanto a los sistemas mayores o los ríos, los ribereños sólo se reunían
una vez anualmente para la limpia o el desazolve de todo el cauce, de manera que con respecto
al mantenimiento tampoco era necesaria una organización centralizada a ese nivel.
Con respecto a la vigilacia de la distribución a nivel de las cajas, los propietarios
habían asumido individualmente esa función. Para ello cada hacendado, poblado o fabricante
con derechos contrataba a un individuo, llamado localmente "atopile", quien observaba que la
caja respectiva estuviera funcionando correctamente y cuidaba que los términos de las tandas
se respetaran.
En suma, de acuerdo, con los términos de Hunt, la organización del riego en los ríos
Cantarranas y Nexapa se puede considerar como acéfala o descentralizada, porque no contaba
con autoridades centrales que ejercieran tareas de administración, mantenimiento y vigilancia
de la distribución.60
Sólo en un aspecto los sistemas de riego de los ríos Cantarranas y Nexapa estaban
relacionadas con la autoridad, local o extralocal: el castigo de las infracciones a las reglas
reconocidas por los ribereños relativas al reparto del líquido. La resolución de conflictos
parecía seguir dos caminos: la conciliación o la vía judicial. La primera se llevaba a cabo ante
las autoridades locales, el ayuntamiento o la jefatura política. Estas instancias ejercían
básicamente funciones de mediación, pues carecían de poder resolutorio o de coerción. El
discurso de la asamblea municipal durante un conflicto sostenido entre pueblos y haciendas
ribereños del Cantarranas, en 1891, revela que su capacidad para imponer sanciones era
limitada:
La corporación secundará la idea propuesta [por la jefatura política], pero a la
vez debe tratar este asunto con el mejor acierto [...] para evitar que a esta asamblea se
le hagan observaciones por los interesados en las aguas, pues aunque la intervención

60
Hunt, "Sistemas de riego", 198.
33

que debe tener en la junta sólo debe ser conciliadora, esto no obstante bien pudiera
suceder que aquéllos se resistieran a concurrir y aún a presentar sus títulos; en este
caso se pondrá en evidencia el ayuntamiento al tomar parte en asuntos que no le
competen.61
El asunto tuvo que ser atendido por la jefatura política, pero esta misma se limitó a
escuchar a las partes y a tratar de que llegaran a un acuerdo.62 Así, a pesar de que en ocasiones
los ribereños solicitaban la intervención del ayuntamiento o de la jefatura política en la
solución de problemas, el papel de éstos era puramente conciliador. Algunas evidencias
sugieren que la autoridad municipal sólo imponía castigos cuando se infringían reglas que
afectaban a sus propias funciones: la policía y buen gobierno. La inundación de vías públicas
era una de las cuestiones que sí podía sancionar el ayuntamiento.
Cuando los conflictos no se resolvían a través de la mediación, los implicados tenían
que dirimir sus diferencias ante la autoridad judicial. Por ejemplo, en 1896, los propietarios de
las haciendas de La Alfonsina y del rancho Las Chautlas sostuvieron un acuerdo ante la
jefatura política para resolver temporalmente sus diferencias por la distribución del agua de la
caja de La Alfonsina mientras se solucionaba el asunto definitivamente por la vía judicial.63
Los ribereños podían acudir directamente a las autoridades judiciales sin pasar por la
conciliación.
Algunos de los elementos que se han descrito en este capítulo, que habían sido
característicos del uso del agua en Atlixco durante tres siglos, cambiaron en las últimas
décadas del siglo XIX como resultado de la convergencia de cambios económicos nacionales
y regionales, así como de transformaciones tecnológicas que tuvieron lugar en sectores
productivos que incidieron en el uso del agua. El cultivo del trigo dejaría de ser el único eje
que organizaba el uso del agua y tendría que compartir ese papel con una fuerte actividad
industrial y con otros cultivos que tendían a adquirir cada vez mayor importancia. Eso alteraría
y sometería a discusión al resto de los elementos que tenían que ver con el uso del agua: el
reconocimiento de las fuentes que legitimaban los derechos del uso del agua, la propiedad de
esos derechos, las funciones de las cajas, la distribución del agua y, finalmente, los
mecanismos a través de los cuales se habían resuelto hasta entonces los conflictos.

61
Acta de cabildo de la asamblea municipal de Atlixco (28 de octubre de 1891) en AHMA, Gobernación, 298-1.
62
Acta de la junta celebrada entre hacendados y pueblos ribereños del río Cantarranas (6 de noviembre de 1891)
en AHMA, Gobernación, 291-2.
63
Josefa Maniau viuda de Rodiles al juez de primera instancia de Atlixco (23 de junio de 1900) en AHPJEP,
Juzgado de primera instancia, Atlixco, Civil, 54-1900, expediente sobre el juicio promovido por
34

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“ A água é realmente o elemento transitório. É a metamorfose ontológica

essencial entre o fogo e a terra. O ser votado à água é um ser em vertigem. Morre

a cada minuto, alguma coisa de sua substância desmorona constantemente. A

morte cotidiana não é a morte exuberante do fogo que perfura o céu com suas

flechas; a morte cotidiana é a morte da água…a morte da água é mais sonhadora

que a morte da terra: o sofrimento da água é infinito”

Gaston Bachelard

Segundo nos conta a mitologia greco-romana antes da separação do céu, da terra e das

águas tudo estava misturado no Caos. Assim a terra não era sólida, o mar não era líquido nem o

ar sem transparência. Com a intervenção de Deus a separação dos elementos foi feita. A parte

mais pesada transformou-se na terra, a água ocupou as regiões inferiores fazendo com que a terra

flutuasse e a parte mais leve ficou sendo o ar.

A curiosidade em estudar os elementos da natureza certamente deve em muito a

narrativas como essas. Fogo, ar ,terra e água ao longo dos tempos têm sido temas de grandes

compêndios místicos, religiosos e científicos.

O fogo, por exemplo, teria aparecido entre os homens graças ao titã Prometeu para dar-

lhe a superioridade dentre os animais.

O ar mensageiro de emoções, dos pensamentos longínquos e da vontade de se deixar

levar em suas correntes para destinos ignorado; terra, a acolhedora do homem, sua morada e sua
provedora. Finalmente a água, útero do qual a vida se originou para que a terra fosse

povoada.

No passar dos séculos assistimos a grandes mudanças no aproveitamento desses quatro

elementos. O fogo foi transformado em fonte de energia movendo locomotivas, fábricas, o ar

dominado pelas aeronaves que transformaram o sonho de Ícaro em realidade, a terra da qual o

cultivo e as construções dela procuram tirar o máximo potencial, a água que passou a ser tratada

para evitar doenças e utilizada para movimentar turbinas das hidrelétricas, ou seja, à conjunção

de religiosidade e mística juntou-se o desenvolvimento da técnica moderna alterando a

capacidade de manusear a natureza.

Nosso objeto de estudo é a água. Este texto vai iniciar o pensamento sobre o tratar da

água e da técnica moderna na urbanização das cidades. Iremos refletir sobre as mudanças

ocorridas no lidar com as águas e quais tem sido os reflexos desse processo no viver urbano.

No entanto a distinção que observamos no evoluir da técnica moderna é que somente o

lado técnico dominou. Hoje vemos que o homem é capaz de conhecer os fenômenos ligados ao

elemento e na maior parte das vezes sabe como controla-los e, mesmo evita-los. Assim o

conhecimento dos mares, dos rios, das águas subterrâneas, das geleiras, tudo está praticamente

ao alcance de uma utilização pelo homem.

A motivação para a elaboração deste texto surgiu da polêmica que atualmente está

colocada no mundo sobre o aproveitamento dos recursos hídricos(água doce) do planeta que

apesar de todo o avanço tecnológico acena com estimativas nada promissoras.

Considerada como elemento de segurança social, econômica e ambiental, vários eventos

e documentos apontam para uma grande escassez no ano 2025, com déficits para os usos

agrícolas, industriais e domésticos(IUCN, 2000, p.7)caso nenhuma providência seja tomada.


Neste momento medidas de várias ordens políticas, comerciais e humanitárias estão sendo

cogitadas utilizando o que houver de mais moderno dentro do aparato técnico disponível para

minimizar não só o desequilíbrio do potencial hídrico entre países, como também procurando

afastar o fantasma da escassez.

Importante lembrar que nem toda água pode ser considerada como recurso hídrico uma

vez que este está vinculado à idéia de bem econômico. Assim será que falaremos de água ou de

águas?

Em ambos os casos o elemento água está em crise. Crise que no fundo reflete a de nossa

existência, de sobrevivência e do nosso pensar; é uma crise que fundamentalmente nos fala sobre

a sociedade moderna e de seu aparato técnico.

Se a técnica moderna foi para muitos a promissora ferramenta para a obtenção de água e

preservação da vida na terra, então de onde surgiu a crise? Não seria o desenvolvimento técnico

o caminho para que a sociedade alcançasse a justiça, a paz e a felicidade?

Certamente há um elo perdido e que talvez outras reflexões no campo da sociologia sobre

a técnica possam contribuir para outros rumos daqueles apresentados ao problema uma vez que

as soluções até agora propostas em sua essência fogem pouco do que até hoje tem sido feito.

Neste trabalho será essa busca que iremos trilhar, refletindo sobre o que tem sido o

desenvolvimento técnico das sociedade, de como o uso da água se modificou e as repercussões

no meio urbano. Queremos trazer a tona afinal qual é afinal a essência da técnica moderna e

tentar ajudar a desvendar o porquê dessa crise que hoje vivenciamos em relação a água. Em

nosso entendimento esse questionamento é fundamental para ajudar a pensar em soluções

distintas em relação ao problema e que fujam da lógica convencional.


1. A água ou as águas na humanidade

A visão da Terra vista pela primeira vez quando um vôo tripulado para o espaço, mostrou

ao homem uma imagem do planeta com seus continentes e seus mares. As águas, com efeito,

dominaram aquela visão e a partir dela muito se avançou no conhecimento desse elemento assim

como de sua distribuição espacial.

Para nós neste momento cabe perguntar-nos: afinal o que é a água? O que é um recurso

hídrico? Como é a distribuição da água no planeta? O que a água vêm representando para a

humanidade?

1.1 Definições e distribuição

REBOUÇAS(1999) define o termo água como um elemento natural, desvinculado de

qualquer utilização. Recurso hídrico é a definição da água como bem econômico. Assim sendo

nem toda a água existente na terra é um recurso hídrico.

As águas que são utilizadas para as atividades humanas são captadas nos rios, lagos,

represas e aqüíferos subterrâneos. A estes cabe ainda a denominação de águas interiores.

A classificação das águas é feita com base na sua composição físico-química. Como água

doce é considerada aquela que apresenta teor de sólidos totais dissolvidos(STD) inferior a

1.000mg/l. As águas com STD entre 1.000 e 10.000mg/l são classificadas como salobras e

aquelas com mais de 10.000 mg/l são consideradas salgadas.

O aparecimento das águas na terra deu-se a partir de erupções vulcânicas e aos

movimentos das placas tectônicas que lançaram na atmosfera grandes quantidades de

oxigênio(O) hidrogênio(H2) dentre outros gases que combinados originaram o vapor de água na
atmosfera. No início devido às altas temperaturas e pressões na Terra só era possível a presença

de água em forma de vapor.

Conforme as temperaturas foram baixando houve a condensação dos vapores formando

nuvens que atraídas pela força da gravidade caíram em forma de chuva. A água que escoou pela

superfície da crosta terrestre provocou a erosão de rochas cujas partículas se acumularam em

suas depressões. REBOUÇAS chama a atenção que as rochas mais antigas formadas em

ambiente subaquático datam de 3,8 bilhões de anos indicando que, pelo menos desde então a

água em forma líquida existe na Terra.

Nesse processo de erosão de rochas muitos são os elementos que se combinam com a

água da chuva e com o CO2 da atmosfera formando depósitos chamados de carbonatos. O CO2

em excesso na atmosfera é capturado e reciclado por uma cadeia de realimentação que envolve a

erosão das rochas e a formação de depósitos de carbonatos que afundam na crosta que

desencadeiam inclusive o movimento de placas tectônicas. Assim sendo muito do CO2 que esta

contido nas lavas é lançada novamente à atmosfera pelos vulcões. Todo esse ciclo contribuiu

para a regulação da temperatura na Terra e engendraram as condições da existência de água na

terra nos estados líquido, sólido e gasoso e ao desenvolvimento da vida.

Cabe ressaltar que no início desse processo não havia oxigênio livre na Terra por ser um

gás que se une com facilidade a outros. A existência desse gás em em sua forma livre somente

apareceu a com o surgimento da vida na Terra acerca de 3,5 bilhões de anos por ser indissociável

a sua presença com o mecanismo de fotossíntese. As plantas verdes ao misturar a água e os sais

minerais do solo com o dióxido de carbono e a luz solar estabeleceram a ligação entre a litosfera

e a atmosfera consumindo dióxido de carbono e liberando oxigênio. Assim com a proliferação

das plantas verdes cada vez mais oxigênio foi liberado para o consumo de outras plantas e
animais e este conjugado com o hidrogênio lançado pelas erupções vulcânicas aumentou o

volume de vapor de água na atmosfera formando o ciclo hidrológico de evaporação, condensação

e precipitação das águas na Terra.

A água é a substância mais abundante do planeta cobrindo 77% de sua superfície assim

distribuída: 363,1 milhões de km2 em oceanos e mares; 17,5 milhões de km2 em rios e

pântanos,16,3 milhões de km2 de calotas polares e geleiras (denominadas de criosfera); e 21,1

milhões km2 de lagos.

Atualmente calcula-se que o total de água na Terra seja de 1.386 milhões de km3 e que

esta quantidade tem permanecido de modo relativamente constante nos últimos 500 milhões de

anos. Desse total 97,5% formam os oceanos e mares e somente 2,5% são de água doce sendo que

68,9% formam as calotas polares, geleiras e as neves eternas. O restante está armazenado no

subsolo, pântanos, rios, lagos e rios.

A distribuição das águas no planeta obedece o ciclo hidrológico de cada região da Terra.

As três variáveis que comandam essa dinâmica são: as precipitações que formam o recurso para

as vegetações e culturas pluviais e formam o escoamento superficial que deságua em rios e lagos

as vezes ocasionando enchentes; os fluxos de água subterrânea e a recarga dos teores de umidade

dos solos gerados pela infiltração da substância nos terrenos das bacias hidrográficas

As regiões mais úmidas da terra estão geograficamente localizadas entre os trópicos de

Cancer e Capricórnio aí também estando localizados os maiores rios do mundo: Amazonas, La

Plata, Congo, Orinoco, Mekong, sendo que o primeiro possui uma descarga média de 212.000

m3/s1i Nessas áreas com excedentes hídricos e formação de reservas importantes de água

subterrânea os rios, lagos e outros reservatórios parecem estar sempre cheios e a noção de

conservação é a de que a água é um recurso renovável e inesgotável. No entanto é importante


ressaltar que há regiões cuja condição geológica impede o armazenamento de água resultando

em rios sazonais como no caso do Nordeste brasileiro.

Apesar do volume de água estocado em rios e lagos de agua doce ser de apenas 200 km3

a renovabilidade das águas é proporcionada pelo ciclo hidrológico.

O problema da água doce não está propriamente em sua escassez mas em sua distribuição

desigual. A região do Oriente Médio congrega sete onze países com maior déficit de água. O

Kwait por exemplo possui quase que nenhuma disponibilidade de metros cúbicos por habitante

ao ano; Gaza possui apenas 59 m3/hab/ano sendo que a maior disponibilidade pertente aos

Emirados ´Árabes com 279m3/hab/ano. No entanto considera-se que o mínimo necessário são

1.000m3/hab/ano.

A atual discussão sobre mudanças climática toca em particular essa

renovabilidade. Uma vez que o desmatamento se acelera a captação do CO2 diminui e

conseqüentemente sem a possibilidade de haver vegetação suficiente para o processo de

fotossíntese não há a liberação de oxigênio para a atmosfera e assim não há chuvas. O ciclo

hidrológico fica portanto alterado.

1.2 O desocultar da água

Seria a água apenas o que quimicamente é conhecido por H2O? Esta pergunta,

aparentemente simples, nos remete a alguns pontos relevantes para o nosso trabalho. O primeiro

deles é sobre o saber técnico e neste sentido a maior contribuição é sem dúvida de Heidegger.

Para este autor tratar a técnica não significa apenas tratar de sua instrumentalidade. A

técnica possui aspectos que lhes são mais intrínsecos e menos desvendados. A definição de que a

técnica é um meio do fazer humano não é contestada por Heidegger. A ciência através da técnica

1
FONTE: IHP/UNESCO 1991
vem induzindo a acontecimentos não só racionais como irracionais. Porém o autor nos chama a

atenção de que a técnica é fundamentalmente um modo de desabrigar-o desocultamento técnico-

que revela potencialidades e opera no campo da contingência(o que é ou não necessário)e coloca

o homem em perigo. O perigo provem do afastamento da essência uma vez que impede a

apreensão da técnica para além do instrumental que revela a plenitude do Ser(1997).

Com efeito, se formos analisar o desocultar da água ao longo da história vemos como

este elemento já foi encarado e utilizado de formas mais variadas. Hamlim(2000) ao analisar as

maiores narrativas sobre a água ao longo da história nos aponta como foram descobertas as suas

diversas potencialidades. No entanto o marco divisor de águas foi a descoberta de John Snow,

médico inglês, de que a água era um meio muito eficiente para a proliferação de doenças

infecciosas. Até então não se falava de água como um elemento homogêneo, falava-se de

“águas”. Seriam, no dizer de Hamlim, as águas pré-modernas. Médicos, e pesquisadores desse

período interessavam-se pela diversidade das águas, em desocultar as suas diferenças mais do

que em sua homogeinização. Barker em 1782 anotava que “haviam qualidades em cada água e

mesmo no espírito de cada fonte absolutamente distintos em vários aspectos” Temperaturas,

sabores, cheiros, som de cada fonte e utilização distintas para curas, rituais, fabricação de

bebidas, enfim uma variedade na maneira de olhar as águas que longe ficavam da classificação

moderna e dualista de pura ou impura. Vitruvius(1939) falava da importância da variedade das

águas: Se as raízes das árvore, videiras ou qualquer outra planta não produzir seus frutos e

flores retirando do solo diferentes tipos de sucos, com distintas propriedades, as flores seriam

iguais em todos lugares e distritos. Acrescenta que portanto a escolha de cada água era muito

importante e deveria ser feita com cautela.


No folclore e na religião os poderes atribuídos as fontes variam também. Tanto poderiam

representar perigos sobrenaturais como propriedades curativas e milagrosas. Na Idade Média foi

comum a construção de igrejas junto a rios tornando essas águas sagradas que eram levadas até

as cidades. Muitas vezes a instituição monástica utilizava documentos legais para impedir a sua a

utilização mundana e garantindo o poder religioso sobre a cidades e campo.

No entanto a partir dos estudos de Snow grandes investimentos foram feitos para a

“purificação”das águas e sua conseqüente homogeinização como garantia de pureza o que afeta

diretamente as políticas vigentes para o controle e utilização da água.

Este novo olhar para a água nos remete mais uma vez as reflexões de Heidegger sobre a

técnica moderna. Segundo ele “definir a técnica como uma maneira de desocultamento, significa

entender a essência da técnica como a verdade do relacionamento do homem com o

mundo”.(Brüseke,1998) Como este desocultar varia através da história “…O desocultamento

técnico moderno, como sendo exclusivamente técnico, esquece este outro lado do desocultar que

é a permissão limitada, dado pelo próprio ser, de participar no seu segredo.”(IBIDEM)

Importante ressaltar que para Heidegger, ao contrário de Marx, por exemplo, a técnica moderna

não seria o destino inabalável que os homens devem seguir e que existem alternativas a esta

especificidade de desocultamento.

O conceito de homogeneização fica claro quando as águas passaram a ter tratamentos

uniformes para distintos usos. Segundo Bruseke(1998) As propriedades das coisas se perdem, as

diferenças são niveladas e no desocultamento técnico tudo torna-se massa amorfa. A

quantificação generalizada acompanha conseqüentemente essa redução qualitativa. O

entendimento da água como um elemento com necessidades de purificação em prol da saúde

humana fez com que a diversidade das chamadas águas pré-modernas se perdesse. Restaram
alguns poucos de uso de águas medicinais e rituais sendo que em muitos casos remetem-se a

situações que Heidegger denominou como cálculo.

O cálculo está sempre permeado pela razão instrumental ordenando uma relação do

homem /natureza em função de valores monetários sendo esta a base do planejar e esperar(contar

com). Este é o momento em que a complexidade das coisas se retira e a imaginação humana se

petrifica. A água nos dias de hoje é um bem precioso e caro, considerada pela Fundação Getúlio

Vargas(Agroanalysis, 1998) como a commodity da virada do século. São muitas as negociações

atuais pela importação e exportação de água doce no mundo uma vez que a sua abundância é

fator decisivo para o desenvolvimento econômico. Países como Canadá, Brasil e Congo

enxergam a água como uma fonte de divisas fundamentais para o seu crescimento.

A funcionalização da água está conseqüentemente interligada ao cálculo. A água adquire

funções restritas para as quais grandes projetos são demandados. A construção de usinas

hidrelétricas é o melhor exemplo da funcionalização da água. Restringe grandes áreas e o recurso

hídrico à produção de energia elétrica. A usina ganha em importância, são megaprojetos e no

dizer de Heidegger “ a hidrelétrica não está edificada no rio como a velha ponte de madeira,

que interliga há séculos margem com margem. Pelo contrário é agora o rio que está encaixado

na usina”(In: Bruseke, 1998). O desocultar a energia, transforma-la, distribui-la e comercializa-

la visa apenas a submissão da natureza ao homem, compatível com o pensamento judaico-

cristão. Os casos de Itaipu, Sobradinho, Tucuruí dentre outras tantas construídas no ímpeto

desenvolvimentista que assolou o Brasil na década de 70 são exemplos claros dessa

funcionalização da água. Grandes regiões foram alagadas, fauna e flora comprometidos e aos

moradores restou a opção de tentar se adaptar ao plano pré-determinado.


O manejo das águas configura-se neste sentido um grandioso instrumento de poder e

dominação. Guerras vem sendo travadas pela sua posse ao longo da história.

Rebouças(1999)lembra que durante a Grande Idade do Gelo há cerca de 20 mil anos atrás hordas

de caçadores e coletores de alimentos foram levadas a habitar zonas mais quentes da terra tais

como a Mesopotâmia dos rios Tigre e Eufrates, os vales dos rios Indu e Amarelo na China. Na

Mesopotâmia, os registros de poços escavados e da construção de cidades fortificadas datam de 8

mil a.C, indicando que havia necessidade de proteção de invasores e que pelo menos desde 4 mil

a.C praticavam o controle de juzante em relação aqueles que dependiam dos setores

hidrográficos do Tigre e Eufrates.

A base de poder da civilizacão egípcia foi também o controle das cheias do rio Nilo desde

3,4 a.C. Nos vales dos rios Amarelo e Indu, a utilização da água como forma de poder foi

iniciada em 3 mil a.C., sendo exercida por meio de obras de controle de enchentes e da oferta de

água para a irrigação e abastecimento.(lembra o NE atual?). Ainda caminhando no tempo foi a

água que proporcionou a base de poder da Primeira Dinastia da Babilônia, possibilitando ao Rei

Hamurábi-1792 a 1750 a.C.-unificar a Mesopotâmia e elevar sua região norte à uma posição

hegemônica. Talvez esta tenha sido a origem da centralização e politização do poder sobre a

água(IBIDEM)

Nos tempos modernos, o maior conflito pela água é vivido entre os palestinos e

israelenses, cujos mananciais disponíveis dependem de acordos entre a Jordânia, Síria, Líbano,

Egito e Arábia Saudita. A economia israelense depende das águas subterrâneas que correm no

território palestino ocupado de onde extrai 30% do total disponível e para evitar desequilíbrios

nos fluxos subterrâneos em sua faixa costeira e que a interface marinha avance na área de
Telaviv, Israel impõe severo uso do aquífero aos palestinos. Estes, por sua vez, contestam

alegando o direito milenar as águas subterrâneas e superficiais da região.

Este exemplo do Oriente Médio remete ao conceito de fabricação e manuseio que em

alemão possui mais o sentido de arranjar: “…O homem fabrica coisas novas onde elas lhe

faltam. O homem rearranja as coisas onde elas lhes pertubam. O homem desarranja as coisas,

onde elas dificultam a realização de um plano…”(IN: Brüseke, 1998).

Com efeito estes rearranjos têm causado disputas em quase todo o planeta.

VLLIERS(2002) mapeia cinco outros grandes problemas decorrentes da necessidade de

utilização de aquíferos ao longo do globo terrestre: na bacia do Nilo, no sistema Tigre-Eufrates,

os Estados Unidos, México e Canadá, no subcontinente indiano e na China.

O rio Nilo é um rio fundamental para o Egito que recebe poucas chuvas e quase

não possui aquíferos em seu subsolo. No entanto antes de chegar ao Egito, o Nilo passa por

outros oito países sendo que a tensão principal está relacionada com o aproveitamento das águas

do rio pela Etiópia e pelo Sudão, o que representa a continuidade de uma briga que data mais de

dois mil anos.

Os rios Tigre e Eufrates nascem na Turquia e do sistema composto por eles advém o

abastecimento de água da Síria, Iraque além da própria Turquia. As constantes suspeitas de um

desejo de dominação regional por parte da Turquia têm aquecido as tentativas conciliatórias uma

vez que o país afirma deter a soberania sobre todas as águas que se originam em seu território.

Na América do Norte os principais alvos são as bacias do rio Colorado e do rio Grande

com o México(país que detém poucos recursos aquíferos e que recebe água salinizada

proveniente dos processos agrícolas baseados na irrigação das terras e ainda assim em pouca
quantidade) e os Grandes Lagos canadenses nos quais algumas empresas têm se instalado para

comercializar água engarrafada.

Além das disputas étnico-religiosas da India e seus vizinhos também estão relacionadas

com o acesso aos recursos hídricos. India ao promover a revolução verde em 1950 tornou-se

auto-suficiente em produção de alimentos e exportadora de grãos alimentícios. No entanto a

conseqüencia de tal conquista foi o acirramento das querelas sobre o rio Indo com Bangladesh e

sobre o rio Ganges com o Paquistão.

Finalmente VILLIERS aponta que o último grande problema está localizado na China.

Segundo ele o problema chinês é a excessiva população que faz com que o país utilize a

irrigação para produzir 70% de seus alimentos. Porém o que acontece é que três quartos da água

estão no sul e três quartos da agricultura estão no Norte e Nordeste. O problema chinês é

portanto uma questão de alocação do recurso, questão esta que quase resultou em uma guerra no

final dos anos 60 com a então União Soviética.

Com esses exemplos procuramos pois trazer à tona que os conceitos tratados

anteriormente dentre outros nos serão de grande valia direcionando as nossas reflexões uma vez

que em nosso entendimento traduzem a possibilidade de uma visão da realidade que nos cerca e

de uma outra possibilidade de relação entre o homem e a água, uma relação para além de sua

instrumentalidade

1.3 Resistência à técnica moderna- religião e cura

Interessante observar que a resistência a técnica moderna em relação ao uso das águas

advém principalmente pelo lado do irracional: religiões, superstições e ainda do seu curativo.
Com efeito, a agua tem um lugar central em todas as grandes narrativas e rituais

religiosos difundidos pelo mundo. A água manteve apesar de seu desocultamento pela técnica

moderna a qualidade de purificação de objetos, de pessoas, como o acesso a um código de

pertença a uma comunidade religiosa. No dizer de Abrams(2001)quando a autora analisa o

significado das águas nas religiões: “ We are all at the mercy of water as we were at the mercy of

our God or gods”

Por exemplo, nos funerais budistas a água é despejada em uma tijela até transbordar

enquanto o monge recita” As the rains fill the rivers and overflow into the ocean, so likewise

may what is given here reach the departed.” (ibidem)

No cristianismo o guia dos judeus-Moisés- abre as águas do Mar Vermelho para leva-los

à Terra Prometida. A água que se curva ao destino espiritual de um povo. Os rituais variam

desde a imersão a apenas borrifar a pessoa com a água benta. Nas religiões cristãs é usada ainda

em bendições, exorcismos e enterros e celebrações de cultos(ibidem)

Para os Hindus, a água também possui o poder de limpeza espiritual. Toda água é sagrada

e especialmente sete rios assim são considerados: Gangesii Yamuna, Godavari, Sarasvati,

Narmada, Sindhu and Kaveri. As peregrinações dos hindus estão sempre relacionadas a água:

rios, lagos, costões praias, cachoeiras. Os funerais estão sempre realizados próximos a um rio. Se

possível o quase-morto toma um gole da água do Ganges.

No islamismo todos devem estar limpos para suas orações e nas mesquitas ou mesmo nas

cidades há locais com bicas de água para a purificação necessária: lavar pés e mãos

No judaísmo o ritual de purificação através da lavagem tem a intenção de manter as

originais instruções da Torah. Assim como no islamismo, dada a matriz religiosa original, lavar

as extremidades do corpo é uma obrigação. No entanto a mais importante reflexão sobre o poder
das águas no judaímo advém do Grande Dilúvio. Apesar de em outras culturas tais como a dos

aborígenes na Austrália e de alguns outros povos das ilhas do Pacífico, no judaísmo poder de

punição das águas ganhou uma conotação ético-moral. As águas limparam o mundo dos pecados

e este pode recomeçar sem manchas. O Livro do Exodus também nos revela o milagre das águas

para que os israelitas escapassem dos egípcios. Aqui, as águas foram instrumentos de bendição

para os judeus, quando se recolheram ao chamado de Deus e de vingança para os egípcios

quando os afogaram.

Um outro interessante significado das águas se dá no zoroatrismo. Há uma

dicotomia entre o bem e o mal: poluição é o mal e a pureza o sagrado. As pessoas não podem

usar os rios ou córregos para esgotos. Nos funerais os corpos são deixados para os pássaros pois

joga-los na água significaria torna-la impura.

Além dos rituais religiosos os valor das água nas terapias de curas de doenças já era

conhecido desde a Antigüidade e também pelos povos pré-colombianos. Roma sabia aproveitar,

e muito, as qualidades das águas medicinais como atestam as ruínas das banheiras da cidade de

Bath na Inglaterra como as piscinas naturais de Pamukkale na atual Turquia.iii

1.4 As ações internacionais

A resolução 55/196 da Assembléia geral da ONU proclamou o ano de 2003 como

o Ano Internacional da Água conclamando a todos os países membros comitês

preparatórios para o grande fórum que irá se realizar no Japão. No entanto vários

documentos internacionais vêm sendo elaborados, principalmente com o apoio IUCN-

The Word Conservation Union. procurando conscientizar os países de que a água

representa a base da estabilidades econômica, social e ambiental do planeta. O


documento final intitulado Vision For Water and Nature: a word strategy for

conservation and sustainable management of water resourses in the 21st century foi

publicado em 2002. O documento contém as ações que devem ser encaminhas pelos

países para a manutenção da água de uma forma

2. Cidades: do sagrado ao profano

Em conjunção com o que já foi colocado por Heidegger, MUMFORD(1998) analisa o

aspecto do sagrado em relação ao aparecimento das cidades e seu conseqüente desenvolvimento

técnico. Diz ele que para interpretar o que aconteceu com a cidade é preciso tratar igualmente da

técnica, da política e sobretudo do aspecto religioso da transformação. Se no princípio, todos

esses aspectos da vida eram misturados, foi a religião que assumiu a precedência e reclamou o

primado, provavelmente porque uma imaginária inconsciente e projeções subjetivas dominavam

todos os aspectos da realidade, só permitindo que a natureza só se tornasse visível na medida em

que pudesse ser introduzida no tecido do desejo e do sonho. Monumentos e documentos

sobreviventes mostram que essa ampliação geral do poder foi acompanhada por imagens

igualmente exorbitantes, que brotavam do inconsciente e eram transportadas nas formas ‘eternas

de arte’. Ainda segundo a autor foi o repeito aos mortos que proporcionou pontos humanos de

encontro fixos ainda no paleolítico. “…os mortos foram os primeiros a ter uma morada

permanente: uma caverna, uma cova assinalada por um monte de pedras, um túmulo coletivo.

Cosntituíam marcos aos quais provavelmente retornavam os vivos, a intervalos, a fim de

comungar com os espíritos ancestrais ou de aplaca-los.”(p.13) Aquilo que se pode denominar

de vida urbana tem um espaço histórico que remete ao mais longínquo campo sepulcral.
MUMFORD argumenta, pois, que o primeiro germe da cidade é portanto de origem

cerimonial, que servia de rota de peregrinacão para grupos que a intervalos regulares iam visita-

los por concentrarem “faculdades” espirituais, sobrenaturais, de significado cósmico mais

amplos que os processos ordinários da vida(p.16). Estes são os casos das cidades do período pré-

colombiano na America Latina. MUMFORD

Machu Picchu cidade sagrada dos sacerdotes incas. Está situada na cordilheira dos

Andes,no Peru e fornece um bom exemplo de como arte e sacralidade estiveram intimamente

relacionadas com a água e a técnica. Localizada a 2.350 metros de altitude está cercada por

montanhas que chegam a 4.200 metros, ou seja, é uma cidade rodeada por uma gigantesca cadeia

de montanhas. A agitada geografia dos Andes criava grandes problemas para a irrigação da terra.

Desde os primeiros tempos as culturas andinas tiveram que encarar esse problema e construíram

uma rede de canais que permitiu que a água fosse transportada das fontes para lagos de barragens

ou áreas longe de sua origem. Apesar da necessidade da água para a agricultura, arqueológos e

exploradores indicam que os canais eram primordialmente direcionados para banhos ritualísticos,

de purificação. Algumas crônicas do século XVI fazem referências a essas práticas durante certas

épocas do ano onde a água tinha um papel fundamental.

Em Machu Picchu há a presença de fontes em seus arredores que até hoje são utilizadas

para o tratamento de doenças e rituais de cura e o local continua a ser um dos pontos de

peregrinação mais conhecidos do planeta por pessoas que buscam o contato com o cosmo das

mais diversas maneiras.

O outro exemplo é o do Vale de México onde está situada a maior megalópolis do

planeta. Neste caso, ao contrário de Machu Picchu que hoje é uma cidade em ruínas, a Cidade do

México fornece o caso em que as experiências vividas por milhões de pessoas no decorrer do
tempo parecem ser esquecidas. Cada vez que se tomam decisões que afetam a hidrologia da

região, o ser coletivo se comporta como se houvesse uma história a ser contada. É o que

RíOS(2002) denomina de “Alzeheimer coletivo”, que permite a repetição de experiências

desmemoriadas nocivas ao meio ambiente. O autor argumenta que somente as culturas pré-

hispânicas conseguiram estabelecer um equilíbrio vital entre meio ambiente e indivíduo. Em

especial os mexicas aceitaram viver em meio a um lago e longe da atitude de combate- buscaram

uma adaptação ao mesmo. A conseqüência foi que o entorno lacustre lhes serviu plenamente:

formou uma muralha protetora frente aos inimigos; dele obtiveram alimentos de distintos

gêneros; a vegetação utilizada para a construção de casas; os bosques forneceram madeira para o

fogo, construção de embarcações; a água doce fazia com que as sementes germinassem. Os

indígenas construíram barragens, diques, pontes e uma complicada rede de comportas que lhes

permitiu não só separar a água doce da salgada, regular os níveis lacustres conforme suas

necessidades como ainda e talvez o mais importante para eles: resguardarem-se do temperamento

inquieto de Tláloc, o deus das águas.

Ainda segundo RIOS esse equilíbrio foi rompido pelos conquistadores que destruíram as

barragens e diques para facilitar as navegações e facilitar a construção da metrópole sobre as

ruínas de Tenochtitlan. O mais grave, no entanto, foi a transformação do lago em receptáculo de

seu lixo e esgoto. A natureza não tardou em responder! As barragens que limitavam o

transbordamento do lago deixaram a metrópole sem proteção e esta passou a sofrer inúmeras

inundações sendo que algumas duraram vários anos levando imagens sagradas. Hoje a Cidade do

México ainda sofre as conseqüências do uso indevido de sua água. A cidade não para de crescer

e afunda cada vez mais pela necessidade de abastecimento de água.


Este é um dos paradoxos contidos na utilização moderna das águas urbanas. Se a

modernidade trouxe, a transformação dos cenários das cidades em ambientes tidos como mais

racionais, reguladores e civilizadores(ELIAS 1994)também trouxe em seu bojo a contradição de

sua sobrevivência. Os planos de implantação das cidades elaborados na Europa para a América

Latina durante o período da conquista desconsideraram o entorno e a sacralidade do ambiente a

ser utilizado. A proximidade da água passou a ser encarada somente quanto a sua

instrumentalidade imediata como o exemplo da Cidade do México.

3.2 Técnica e a modernidade urbana

No entanto foi a partir do século XIX que a elaboração de planos urbanísticos partiu para

o seu maior vigor e eficiência técnica. Novos materiais, transformação nos transportes e nas

comunicações fizeram com que os planos de algumas cidades tais como a Paris de Haussman, a

Viena de Otto Wagner e a Barcelona de Cerdá lançassem a imagem das cidades eficientes,

limpas, de fácil controle social e que servissem de modelo para tantas outras cidades do mundo.

Novos hábitos sociais se criaram juntamente com novas maneiras de encarar a saúde. Foi

enfatizada a higienização dos centros das grandes cidades e conseqüentemente da água que os

abastecia. As virtudes cantadas por Vitrúvio foram pasteurizadas e a água passou a ser encarada

como um elemento de propagação de epidemias. A contradição presente foi que esta assepsia

para com a água não foi estendida para todas as camadas sociais. A reforma de Paris, por

exemplo, criou a “Paris para os olhos” como dizia Baudelaire(BOLLE,1994) enquanto os

desalojados foram para as periferias da cidade continuando a padecer dos mesmos problemas

sanitários que tinham antes da abertura das grandes avenidas. O mesmo aconteceu com Rio de
Janeiro, Buenos Aires e tantas outras cidades que copiaram modelos europeus de

urbanização(SEVCENKO,1983, 1993). O tratamento da água e seu aparato técnico, decorrente

das novas necessidades e posturas sócio-políticas, tornou-se o símbolo da modernidade impondo

poder e autoridade aos que o manuseavam(BOURDIEU, 1987,1989; MUNFORD, 1962) e de

exportação de imagens sociais de um grupo ou elite dentro de um contexto globalizado. O uso de

novas tecnologias passou a ser o recurso mais utilizado para a consolidação de imagens urbanas

empreendedoras e civilizadas (MAYR, 1996)

4. A problemática brasileira e insular de Florianopolis

A situação do tratamento dos esgotos sanitários e de acesso as redes é preocupante no

Brasil dados os baixos índices que apresenta. Segundo HESPANHOL(2002) a situação do

abastecimento da água não apresenta destaques. O setor urbano brasileiro cobre apenas 85%

enquanto Belize e Cuba atingem 96%, Chile 94%, México 91%, Guiana 90% e Colombia 88%.

No âmbito do saneamento os percentuais são ainda mais constrangedores: no setor

urbano a população atendida é de apenas 55% superior apenas aos índices do Haiti, com 42%, da

Nicarágua, com 34% e de Belize com 23%.

Esses baixos índices acabam também por revelar que muitas doenças e gastos com saúde

tais como tratamentos hospitalares e prevenção de doenças decorrentes da falta de higiene

poderiam ser reduzidos e que colocam o Brasil dentre os piores índices de desenvolvimento

humano. Segundo editorial da Folha de SãoPaulo(19/01/2003) o problema se deve não à falta de

dinheiro mas à má gestão das companhias estaduais. A Caixa Econômica Federal, que administra

os recursos do Fundo de Garantia de Tempo de Serviço-FGTS-informou que das 25 companhias

estaduais de saneamento, apenas 8 tem condições de tomar financiamentos bancários para a


expansão de suas atividades. Não têm crédito bancário as empresas que não geram lucros

suficientes para poder se endividar e aquelas que dependem do Estado para cobrir seus custos.

Essas regras foram impostas pelo Conselho Monetário Nacional, primeiro, para forçar

controladores das empresas estaduais a administrar com eficiência seu patrimônio e, segundo,

para induzir os Estados a produzir superávit primário, reduzindo seus níveis de endividamento.

A maioria dos Estados não cuidou de adaptar suas empresas de saneamento às regras,

para prejuízo de suas populações. O levantamento feito pela Caixa Econômica Federal mostra

que as empresas que não têm acesso aos recursos do FGTS têm folhas salariais muito altas e

altos índices de perda. Em média, 40% da água que distribuem não é tarifada, ou porque se perde

em canalizações velhas ou porque é desviada irregularmente.

Essas empresas prestam serviços precários e não têm crédito para expandir suas operações. Mas

as que fizeram o ajuste administrativo não apenas podem contar com os recursos baratos do

FGTS, como podem escolher outras formas mais convenientes de financiamento.

Em Florianópolis o abastecimento de água e tratamento de esgotos é feita pela

Companhia Catarinense de águas e Saneamento(CASAN)-sociedade de economia mista criada

em 1970 através da Lei Estadual nª 4.547 e constituída em 02 de julho de 1971 com o objetivo de

coordenar o planejamento e executar, operar e explorar os serviçøs públicos de esgotos e

abastecimento de água potável,bem como realizar obras de saneamento básico, em convênio com

municípios do estado.

A CASAN consegue atualmente atender 94,34% da população urbana de Santa Catarina.

No entanto em relação aos serviços de esgoto a situação é bastante precária: apenas 10.28% da

população é atendida pela empresa, média muito abaixo do já baixo índice brasileiro.
Em Florianópolis, pelos dados apresentados pelas tabelas a seguir vemos que a situação

das áreas de balneários é realmente crítica. Apenas 11 das 42 localidades balneárias são

abastecidas por água e destas apenas 3 tem acesso ao sistema de esgotamento sanitário. Ainda

assim o número de pessoas atendidas é extremamente baixo.

Os dados que as tabelas fornecidas pela própria CASAN para o exercício de 2002

demonstram a precariedade do serviço prestado pela própria empresa. Ao verificarmos os dados

referentes à Lagoa da Conceição, por exemplo, vemos que apesar da projeção de população para

janeiro de 2002 ser de 9.297 pessoas somente 3.970 seriam atendidas pelo sistema. Para

dezembro de 9.452 apenas 4.208 seriam atendidas o que mostra um crescimento lento na oferta

de serviços por parte da empresa.

Em Canasvieiras o problema se repete. A projecão de atendimento foi para 4.331 pessoas

das 9.550 estimadas para janeiro de 2002 e de 4.404 das 9.711 estimadas para dezembro de 2002

o que mostra ainda um crescimento de demanda muito superior à projeção de oferta de serviços

neste balneário. Cabe lembrar que tanto a Lagoa quanto Canasvieiras são locais de grande

movimento turístico no verão.

A problemática que nos propomos a estudar está pois baseada nesses dados e nas

aspirações do poder público, empresários e da população em geral que enxergam na indústria do

turismo uma alternativa econômica para a ilha.

Nos últimos anos fortes campanhas de marketing ressaltando as belezas naturais de Santa

Catarina vêm sendo veiculadas nos meios de comunicação. O principal orgão de fomento e de

veiculacão dessas campanhas é a Santa Catarina Turismo S/A-SANTUR, empresa de economia

mista criada em 1977 vinculada à Secretaria de Estado do Desenvolvimento Econômico e

Integração ao Mercosul. Dentro de seus estatutos consta que a sua missão é: “Promover e
fomentar a industria do entretenimento e lazer com qualidade visando o desenvolvimento sócio-

econômico gerado pelo turismo”.

O material de propaganda turística de Florianópolis conta não só com o apoio da

SANTUR mas também com vários outros de associações comerciais, Federação da Indústria de

Santa Catarina-FIESC, dentre outros e exalta a beleza de suas praias e da qualidade de vida da

cidade. No entanto a situação de poluição dos balneários passa desapercebida das campanhas

publicitárias. Mesmo em locais nobres e requintados, tais como Jurerê Internacional, problemas

vêm ocorrendo de contaminação. Carta de leitor no Diário Catarinense de 28/03/2003 pede

providências sobre o assunto uma vez que durante o verão as águas de Jurerê encontravam-se

impróprias para banho.

Na mesma direção chama-nos a atenção não haver projetos de expansão do sistema de

esgoto para os outros balneários. No sul da ilha através do movimento S.O.S. Esgoto Sul da Ilha

forte pressão vem sendo exercida para que um projeto seja levado a termo uma vez que a região

cresce exponencialmente por se configurar ainda uma área de pouca ocupação e tornou-se a

opção natural para os investidores que querem fugir dos altos preços dos imóveis do norte da

ilha, já saturado de construções.

Outro ponto que nos chama a atenção é que quando se fala de contaminação das águas

sempre se pensa que o assunto está relacionado com a pobreza, o que não é verdadeiro em

Florianópolis. Muito pelo contrário. Depoimentos de técnicos da própria vigilância sanitária

relatam que a maior parte dos esgotos ligados clandestinamente à rede pluvial são de casas e

mesmo mansões cujos proprietários banham-se tranqüilamente nas águas poluídas como se

pouco caso fizessem dos riscos que tal procedimento possa acarretar a sua saúde e de sua família.

São pessoas de nível superior, inclusive médicos, que parecem minimizar o problema.
Por um outro lado, o poder público e em especial a Prefeitura Municipal de Florianópolis,

CASAN e a FATMA possuem técnicos qualificados para lidar com o assunto e seus dirigentes

ainda que sejam políticos são também pessoas com acesso a informação. Ou seja várias

perguntas neste momento ficam no ar? Por que o descaso com a situacão dos balneários já que

eles são a principal fonte de recursos do turismo na ilha? Qual está sendo o posicionamento da

CASAN em relação ao problema? O que pensam os banhistas e proprietários de imóveis sobre o

assunto? O que pensam os empresários? Que tipo de turismo vem sendo pensado para

Florianópolis? Há uma boa gestão das empresas responsáveis pelo saneamento e pelo turismo?

Quem são os seus dirigentes? Qual vem sendo o papel das associações de moradores nesse

processo?

Bibliografia Consultada
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REBOUÇAS, Aldo. Águas doces no Brasil. São Paulo: Escrituras Editora, 1999

RIOS, Ricardo.El água en el Valle de México. México Df: CEHIPO, 2002

SEVCENKO, Nicolau. A literatura como missão: tensões sociais e criação cultural na

Primeira República. Rio de Janeiro: Brasiliense, 1983

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Paulo: Scipione, 1993

URBANO, Henrique. Machu Picchu. Lima:Tierra Firma Ediciones/Editorial escudo de

Oro,2001

VILLIERS, Marq de. Agua. Rio de Janeiro: Ediouro, 2002

i
FONTE: IHO/UNESCO/91
ii ii
O mais importante dos rios sagrados. Dizem que nasce do do dedo de Vishnu e é espalhado pelos cabelos de
Shiva.
iii
No Brasil até hoje muitas estações termais são procuradas principalmente nos estados de Santa Catarina São
Paulo, Minas e Goiás. Em 1956 o prof. Renato Lopes, escreveu um tratado sobre as águas minerais no Brasil, cujo
um dos objetivos, além de mapear a localização dessas águas e seu valor terapêutico, era incentivar o crescimento de
sua utilização em programas populares de saúde.
“Galerías Filtrantes en el Oasis de Pica: tecnología y conflicto social,
siglos XVII-XVIII”∗

Carolina Figueroa Cerna∗∗


carocerna@yahoo.com

Introducción
Tras la proclamación de las reformas toledanas todo el reparto de acuíferos
quedó circunscrito al uso de una sola modalidad conocida como mita, impuesta
en aquellas fuentes de agua compartidas entre componentes hispanos y
nativos, según los requerimientos establecidos por la Corona. Es así, que en el
caso particular del oasis de Pica, la mita de vertiente estuvo fragmentada entre
los intereses agrícolas españoles e indígenas adoptando la característica
común de ser asignada a través de peticiones de agua y no de acuerdo a las
áreas irrigadas.
Dentro de estas asignaciones la más conocida es la realizada en 1659 por su
Majestad a los indios de la quebrada de Quisma, acto con el cual impone la
división de las aguas de la vertiente de Chintaguay. Si bien esta proclamación
tiene como fin el resguardo del uso de este vital recurso por parte de los
tributarios indígenas, los continuos acosos que sobre ellos tendrán los
componentes hispanos concluyen en una paulatina ocupación del agua,
utilizada en regar las haciendas de Matilla.
La implementación de una infraestructura hídrica que sustente la ocupación de
los turnos de agua es otro punto de conflicto al momento de hacer empleo del
valioso recurso. El carácter comunal que tienen las acequias y estanques
utilizados en el almacenamiento y distribución del preciado líquido requirió la
aparición de un cuerpo normativo basado en la práctica de la costumbre. Se
regulan las faenas de limpieza, mantención y distribución del agua a través de
una serie de cláusulas insertas en las escrituras de traspaso y venta de las
mismas.
Pero las mitas de vertiente no son las únicas que existen en el área estudiada.
Con el devenir del siglo XVII se observa la aparición de otras fuentes de agua,
entendidas como socavones o galerías filtrantes, que generan características
particulares de reparto exclusivas a este sistema de riego.
La necesidad de extender las zonas de cultivo, junto a la escasez de recursos
acuíferos que permitieran esta labor, se convierte en el incentivo necesario


Esta ponencia forma parte de la tesis de grado titulada Riego y Sociedad: Pica siglo
XVIII, Viña del Mar, 2001. Presentada bajo el financiamiento del Proyecto
Fondecyt N° 1000089, “Historia de los pueblos andinos de Arica, Tarapacá y
Atacama: Control político, memoria y resistencia étnica, siglos XVI-XIX”,
dirigido por el Profesor Jorge Hidalgo L.
∗∗
Licenciada en Historia, Universidad de Valparaíso. Estudiante del Programa de
Magíster en Historia, mención Etnohistoria, Universidad de Chile. E-mail:
carocerna@yahoo.com
2

requerido al momento de experimentar el funcionamiento de estos sistemas en


la zona.
Con la construcción del primer socavón, por el año de 1660, se trazó la
aparición de otras galerías extendidas a través de las entrañas del oasis. El
agua percibida en las cochas de estas monumentales obras fue de tanta estima
y valor que mantuvieron por años la producción de zonas abandonadas en el
desierto.
La regulación del usufructo de las aguas conseguidas por este medio, adquirió
cualidades únicas y especiales derivadas de los recursos utilizados en su
construcción. Mientras más alto el monto del capital invertido en la obra, mayor
es el volumen de agua recibido por el usuario. Los conflictos surgidos por la
distribución de las mitas de estos sistemas estuvieron marcados por los
reclamos generados por la mayor inversión de uno o más de sus beneficiados.
Por último, el traspaso o venta de los derechos de riego de socavón estuvieron
convenidos por cláusulas de resguardo de los derechos esgrimidos por otros
ocupantes.
En la presente ponencia examinaremos las singulares características que
adoptó el reparto de agua en el Oasis de Pica durante le período colonial,
estableciendo a través del análisis de las fuentes documentales cuales eran los
puntos de conflictos generados a partir de dicha distribución.
I. Características Generales del Oasis de Pica
El oasis de Pica, ubicado a 120 kilómetros al interior de Iquique y a 1300
metros sobre el nivel del mar, en pleno faldeo andino, es considerado uno de
los oasis más fértiles de la Pampa del Tamarugal (Ossandon 1967; Bermúdez
1987).

2
3

Mapa 1. Región de Tarapacá

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Fuente: Elaboración Propia.


Como observamos en el mapa 1, esta depresión intermedia se extiende entre
las Cordilleras de la Costa y de los Andes, planicie desnuda y árida
denominada Tarapacá o Pampa del Tamarugal, y que en su prolongación al sur
de la quebrada del Loa recibe el nombre de desierto o descampado de
Atacama (Bermúdez 1987:10).
La zona del oasis mencionado, constituye una fisiografía bien definida en el
conjunto precordillerano de Tarapacá, que obedece a condiciones geológicas y
tectónicas que condicionan la existencia de agua subterránea. Estas
características, junto a su excelente clima han posibilitado su temprana
ocupación por asentamientos humanos dedicados a la agricultura (Núñez
1985) 1.

1
A lo largo de esta exposición utilizaremos la categoría de análisis de “asentamiento”
aceptando la definición que da el grupo Toconce, que lo entiende “como una
ocupación humana que se proyecta sobre un determinado espacio y en un
momento dado, como un resultado de la interacción entre el hombre, su cultura
y la naturaleza, formando una unidad discreta que especifica a la sociedad que
pertenece...” (Martínez C., J. 1998: 32).

3
4

Mapa 2. Plano del Oasis de Pica-Matilla

Socavones
1. Del cementerio
2. De Matilla
3. Sin Nombre
4. De Loayza
5. De Sogue
6. De Santa Elena
7. De San Isidro
8. De Comiña
9. De Santa Cruz
10. De Buena Esperanza
F 11. De Jesús María
12. De Gregori
13. De Miraflores
14. Del Carmen
Vertientes
A de Matilla
A B de Santa Cruz
C de Las Ánimas
D del Resbaladero
E de Concova
F de Miranda
G Grande de Chintaguay
H Chica de Chintaguay

Fuente: (Bermúdez 1987:119)

Si observamos el mapa 2, podemos dar cuenta de un territorio que se articula


en torno a los acuíferos, situando su enclave poblacional en un espacio físico
que no ocupa las áreas agrícolas. Los pagos o sectores de cultivo se agrupan
en torno a las vertientes, extendiéndose tanto como la disponibilidad de agua lo
consienta. Si bien no contamos con datos suficientes que permitan registrar las
variaciones de los terrenos agrícolas durante el período colonial, creemos que
es altamente probable que estas se encuentren directamente relacionadas a
las irregularidades en los flujos de agua.
Este fenómeno se deja entrever claramente en la suplica elevada por los
hacendados de Pica y Matilla en 1714, en la que solicitaban al visitador de
tierras enviado por la Corona que no los castigue con la obligación de cancelar
los terrenos ocupados que no se encontraban dentro de los límites de las
anteriores composiciones por tener “muchas fanegadas de sobra sin planta

4
5

alguna, por defecto de agua” 2; y en el informe sobre la visita al partido de


Tarapacá realizada por Antonio de O’Brien en 1764, en el que señala que
durante los períodos de sequía se perdieron junto a las cosechas las tierras de
labranza ganadas al desierto3.
Para el siglo XIX y XX se poseen mayores estadísticas sobre la extensión de
las áreas agrícolas, diferenciándolas entre los pagos ubicados en los pueblos
de Pica, Matilla-Quisma, y los extendidos en forma discontinua alrededor de los
socavones distribuidos entre la pampa que separa dichas localidades. Los
sectores agrícolas más importantes, tanto por su extensión como por su
ubicación próxima a los afluentes, son en Pica los pagos de La Banda, Las
Animas, Resbaladero, Concova o Concoa, Miraflores y San Lorenzo; en Matilla
el área de los Caballeros, el sector de Abajo, Los Indios y La Botijería; y en la
pampa que separa ambos pueblos se encontraban en 1893 por lo menos 13
socavones con sus respectivas chacras adyacentes.

Condiciones Hidrológicas
El oasis de Pica dispone para su riego de cinco vertientes naturales, sin contar
con los sistemas de riego subterráneo, conocido como socavones, que proveen
al oasis de una cantidad de agua que, como se observa en los cuadros 1 y 2,
representa un importante aporte al riego de las tierras de labranza.
Ya se ha examinado anteriormente que las fluctuaciones en los recursos
acuíferos han afectado directamente las extensiones de tierras dedicadas a la
agricultura, pero no poseemos una periodificación precisa de estas
variaciones4. Las informaciones más detalladas sobre el flujo de las vertientes y
socavones que irrigan el área de nuestro interés la encontramos en los
estudios del ingeniero Guillermo Billinghurst, quien hacia fines del siglo XIX
visitó este paraje con el fin de evaluar las posibilidades de abastecimiento que
este brindaba a las oficinas salitreras de la región. Con este propósito realizó
una exposición detallada de las distintas fuentes de agua, identificando en el
área de Pica-Matilla 5 vertientes y 13 socavones, que como se observa en los
cuadros 1 y 2, arrojaban en 1893 un caudal de 125.4 lts/sg. De estos acuíferos,
los más importantes eran Concoa, Resbaladero y Las Animas, vertientes
ubicadas en la latitud 20° 30 8" sur y longitud 69° 24 oeste de Greenwich, con
una temperatura aproximada de sus aguas que fluctuaba entre los 32° a 35°.
2
Archivo Nacional Histórico, Judicial de Iquique, desde ahora ANHJI, leg. 1098, pza.
11, Visita de remedida, venta y composición de tierras, Pica 1714, fjs. 8r-10r.
3
Antonio de O’Brien, dotado con el título de Visitador y Alcalde Mayor de Minas, parte
en 1764 rumbo al Partido de Tarapacá con la misión de visitar los pueblos
comprendidos bajo su jurisdicción, informando sobre su población y recursos
disponibles de ser utilizados en el abastecimiento del mineral de Huantajaya
(Hidalgo 1985:186). En este informe da cuenta del estado de las propiedades
del oasis de Pica, dejando claro que “oi ba en tanta disminusion el agua que la
hazienda que menos a perdido una tercia parte, de lo que fue en su principio”,
en: Descripción del Partido de Tarapacá de Antonio de O’Brien, Tarapacá
1765, fjs. 40v-40r. Documento generosamente facilitado por el Doctor Jorge
Hidalgo Lehuedé.
4
Mayores referencias sobre la relación entre la extensión de los predios agrícolas y su
relación con el agua se pueden encontrar en la Tesis de Licenciatura en
Historia de Carolina Figueroa C. (2001: 16-20).

5
6

Cuadro 1 Caudal aproximado de los acuíferos superficiales del oasis de Pica


(Expresado en litros/segundos)

Acuífero Billinghurst Brüggen Beze (1920) Galli y Dingman


(1893) (1918) (1962)
Concova 6.9 9 9.5
Las Animas 26.0 13 5.5
Resbaladero 51.0 37 30.0
Comiña 2.5 2 ---
Santa Cruz 2.0 5 ---
Total 88.4 33.63 66 45.0
Fuentes: (Billinghurst 1881-1893; Galli y Dingman 1962; Ossandon 1967;
Bermúdez 1987)

Cuadro 2 Caudal aportado por el sistema de Socavones (Expresado en


litros/segundos)
Billinghurst Brüggen Ossandon
(1893) (1918) (1967)
Caudal 37 36,37 27
Fuentes: (Billinghurst 1881-1893; Galli y Dingman 1962; Ossandon 1967;
Bermúdez 1987)
La disminución en el caudal de agua proveída por los acuíferos superficiales y
subterráneos que irrigan el oasis de Pica, es un proceso que se ha desarrollado
a la par del crecimiento de la ciudad de Iquique, y de la explotación de las
riquezas de la zona, primero del salitre y luego de la industria minera del cobre
(Ossandon 1967; Bermúdez 1987)5.
En cuanto a los socavones, podemos decir que debido a la conformación
geológica de los Altos de Pica, el agua que se infiltra hacia la zona de
saturación es utilizada por estos sistemas que drenan el agua de las vertientes
que no afloran y que descargan en el subsuelo. El origen del agua subterránea
que se encuentra en esta área, son las precipitaciones que caen en el amplio
plano inclinado de los Altos de Pica, el que desde los 1300 m. se eleva
gradualmente a 4000 m. sobre el nivel del mar. El área captante se estima en
1360 km2 y recibe anualmente una precipitación de 66.300.300 m3 (Castillo
1960). La superficie de este plano, constituido principalmente por tobas
volcánicas, se encuentra agrietada, lo que favorece una adecuada infiltración

5
La problemática referida al uso de los recursos hídricos de las regiones altoandinas
de la Provincia de Tarapacá durante las décadas de 1880-1930, su impacto en
las comunidades indígenas y la respuesta del Estado frente a estos proyectos
esta siendo investigada por el proyecto DIPUV No 01/2002 financiado y
patrocinado por la Dirección de Investigaciones y Postgrado de la Universidad
de Valparaíso a cargo de Luis Castro C (Investigador Responsable) y Carolina
Figueroa C. (Coordinadora). Mayor información sobre el tema se encuentra en
el artículo de Luis Castro C (2000), Recursos Hídricos Altoandinos, Estrategias
de Desarrollo Económico y Proyectos de Riego: Tarapacá 1880-1930.

6
7

de las precipitaciones. Asumiendo un porcentaje de infiltración del 20% se


tendría una recarga de 400 lts/sg. en este sector (Castillo 1960; Galli y
Dingman 1962:96; Klohn 1972:97)
No queremos concluir esta descripción de las condiciones hidrológicas del
oasis de Pica, sin exponer la información entregada por Billinghurst sobre
algunas características de los socavones que poseía el oasis de Pica en 1893,
especificando datos tan relevantes para nuestra posterior exposición, como la
extensión alcanzada en la época por estos elaborados túneles de drenaje.

Cuadro 3 Longitud de los socavones situados en el oasis de Pica (1881-1893)


Socavones Longitud
Miraflores 60
Jesús María 140
Puquio Seco 340
Puquio Santa Helena --
Comiña 60
Santa Cruz 65
Comiñita 100
Puquio de los Hidalgos 100
Puquio de Enríquez 80
Puquio de Loayzas 50
Puquio del Carmen 2.200
Puquio San Isidro 560
Puquio de Sauque 500
Puquio Chavez 150
Total 4.405 metros
Fuente: (Billinghurst 1881:102; 1893:72)
Según los datos expuestos en el cuadro 3, hacia fines del siglo XIX, las trece
galerías subterráneas o socavones existentes en Pica tenían un total de 4.405
metros de longitud. Si estos datos son correctos, significa que en dos o tres
décadas los trabajos efectuados para aumentar la provisión de agua filtrada por
estos peculiares sistemas fue de gran y significativa importancia, ya que
autores que escriben con posterioridad señalan cifras tres veces superiores,
este es el caso de Brüggen que en 1918 calcula un total de 12.980 metros de
longitud para un total de 15 socavones (Bermúdez 1987:108).
II. Mitas y Turnos: la distribución de los acuíferos, conflicto y articulación
social
Con las ordenanzas de Toledo en 1557, se reducen todas las modalidades
andinas de manejo social del riego a una sola, el sistema de turnos o ‘mita’,
modalidad exógena utilizada como medida de reparto común en España
medieval e introducido en América por el nuevo orden social.
A través de la promulgación de ordenanzas, la Corona estableció pautas de
reglamentación hispanas en la distribución de aguas a sus súbditos españoles,
respetando el antiguo régimen de aguas para las tierras de los indígenas. Sin
embargo, lo anterior se anulaba en aquellos casos en donde se compartían
fuentes de agua o canales, primando las regulaciones hispanas (Sherbondy y

7
8

Villanueva 1978). La mayor debilidad de este sistema administrativo colonial


fue que la repartición del agua de regadío se otorgaba a los propietarios
agrícolas, y no a las tierras mismas, cambiando la relación que tenía el hombre
andino con su espacio, rompiendo el diálogo entre el hombre y el agua6,
reduciendo el agua a uno de los insumos (y el riego a un mero instrumento)
contribuyente a producir excedentes para el mercado. El uso del agua es
constreñido a una relación agua-planta, haciendo abstracción de la situación
social y tecnológica existente (Greslou 1990:69).
Mitas de Agua en el Oasis de Pica
Como ya hemos señalado, Guillermo Billinghurst realizó, a fines del siglo XIX,
una detallada descripción de los turnos de agua en el oasis de Pica, señalando
que si bien la propiedad del recurso hídrico en el oasis se encontraba muy
subdividida, la división principal consistía en la cantidad de horas de riego o
cochadas correspondientes a cada propietario. Un fenómeno comprobable a
través de la distribución del agua de las vertientes del Resbaladero y Las
Animas que se efectuaba cada 15 días en turnos que variaban según las
propiedades.
A partir de esta información entregada por Billinghurst en 1893, Sergio
Villalobos indica que el reparto de agua en Pica y Matilla durante el período
colonial se realizaba utilizando como medida general la cochada7, que en este
oasis coincidía con 24 horas de riego y no exactamente con la capacidad del
estanque8. Para este efecto el estanque era llenado dos o más veces cuando a
una propiedad le correspondía más de 24 horas, distribución que se ejecutaba
cada quince días, obedeciendo a variaciones específicas relacionadas con la
participación de los regantes en las obras de limpia y mantención de los cauces
y cochas (Villalobos 1979:99).
Oscar Bermúdez al referirse a las mitas en Pica y Matilla coincide con
Villalobos, pero señala que este tipo de distribución tenía una diferencia
significativa en estos lugares. En Pica el reparto del recurso se implementaba a
través de ‘un tiempo fijo’, en tanto la utilizada en Quisma y Matilla se dividía
según ‘todo el tiempo necesario para nutrir con agua las plantaciones’ debido a
la abundancia del elemento surtido por la vertiente de Chintaguay (Bermúdez
1987: 77).

6
Recordemos que para el hombre andino el agua es un ser vivo con el cual se
mantiene un diálogo permanente (Greslou 1990).
7
Debido a la escasa cantidad de agua y a la condición arenosa y reseca del suelo, el
agua antes de ser utilizada era almacenada en estanques o cochas fabricadas
de tierra y piedras situadas a la salida de las vertientes y socavones (Villalobos
1979:98).
8
Villalobos basa su apreciación sobre la distribución de acuíferos en ’turnos’ de tiempo
en las notas de Max Derreau sobre el uso del agua en las zonas desérticas, en
las cuales la asignación de agua no se realiza por la cantidad, sino por el
tiempo, ya que de otra forma las propiedades ubicadas cerca de las fuentes de
agua resultarían mejor irrigadas, en perjuicio de las alejadas que difícilmente
obtendrían algún suministro. Disponer del riego por turnos de horas o días
sería una forma de repartir equitativamente la escasez (Villalobos 1979: 99).

8
9

Pero estas no son las únicas formas de división del agua, Luis Castro (1998:
60) en su estudio sobre la distribución de agua en Pica durante el siglo XIX,
establece otras mitas de riego relacionadas de acuerdo a la capacidad de la
cocha y a la naturaleza del agua, identificando de esta forma varios tipos de
aguas, separados según su origen, como agua de escurrajas, agua de avenida,
agua de un riachuelo, agua de socavón, agua de vertientes, etc 9 y el tiempo
ocupado en el riego de las heredades, como 24 horas de riego, un día o una
noche10, hasta divisiones minúsculas como media hora de agua. Junto a estas
especificaciones, de tiempo y origen, indica las correspondientes a la
capacidad de la cocha y sus divisiones espaciales que se establecen como
absolutas, una cochada, media cochada, un quartillo, un golpe de agua, etc
(Castro 1998:57)11.
Nosotros diferenciaremos a lo menos dos divisiones básicas de mita: las mitas
de vertientes o superficiales que se asignaban tanto a indígenas como a
españoles, y las mitas de socavones utilizadas exclusivamente por españoles.
Los tipos de conflictos surgidos por la utilización del recurso, se encontrarán
divididos a su vez en estas dos categorías señaladas.

III. Aguas Superficiales: el acceso por traspaso y venta


Obedeciendo las Ordenanzas Reales que compulsaban a los oficiales reales a
‘señalar, y dar tierras, aguas y montes’ a los indígenas12, las primeras mitas
impulsadas por la administración colonial se orientaron a regular las diferencias
entre indios y españoles, conteniendo de esta forma la constante aparición de
conflictos. Una de ellas, quizás la más importante establecida entre los
hacendados españoles de Matilla y los propietarios indígenas de Quisma, fue
la "mita de los indios" promulgada en 1659. En ella se estableció la compra de

9
Greslou (1990) define al igual que Castro (1998) una gran cantidad de tipos de agua,
diferenciándolas según sus fuentes, usos y calidad, tales como: agua de
abono, agua de avenida, agua limpia, agua de vertiente, etc
10
Como se desprende de los documentos, un día solar o una noche equivalía
aproximadamente a 12 horas de riego, tomando como referencia la salida del
sol o el ocaso: “Un día de agua cada semana que es el miércoles de sol a sol
para el cultivo”. ANHJI, leg. 327, pza. 3, Testamento de Joseph Bacilio de la
Fuente, Tarapacá 1774, fj. 79r.
Un estudio de Gabriel Martínez sobre el riego en la comunidad andina de Chiapa,
toma como unidad superior de riego una ‘mita’ (aymara: turno) de agua, que
corresponde a 9 horas de riego. La unidad inferior y única, que sigue a la mita,
es el taypi (aymara: centro o medio) y corresponde a 3 horas de riego. Pero
estas aguas son ‘aguas que corren’ y no se almacenan en el estanque por lo
que no pueden ser controladas por las marcas de este. De ahí quizás su
diferencia con las aguas de Pica, que sí se regulan por la acumulación en
cochas (Martínez 1987:170).
11
En nuestra visita al oasis de Pica en agosto de 1998, pudimos constatar que el
estanque o cocha de Miraflores se encontraba dividido por 4 marcas o
peldaños que indicaban el volumen de agua asignado por chacra. La
equivalencia con las cochadas se establecer de esta manera: 4 peldaños = 1
cochada; 2 peldaños = Media cochada y 1 peldaño = un cuarto de cochada de
agua.
12
Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias, Tomo Segundo, Libro Sexto,
Título 3, Ley XIV.

9
10

tierras reales ubicadas en el valle de Quisma y sus respectivas aguas13 por la


comunidad de indios de Pica que en ese entonces abarcaba a 81 indios
tributarios14. A la luz de este acuerdo, se originaron durante el siglo XVIII juicios
por posesión de tierras y aguas por los herederos de estos tributarios.
A lo largo del siglo XVII y XVIII, desde que se estableció el sistema de mitas,
tanto por el incremento sostenido de los propietarios que demandaban agua,
como por la expansión de los cultivos, y las presiones locales frente a los
recursos indígenas, se suscitaron múltiples conflictos que generaron una serie
de ajustes y desajustes del sistema de reparto del agua (Castro 1998:58). Una
de las soluciones que adoptaron los hacendados españoles para ampliar sus
cultivos, fue la construcción de sistemas de drenaje de aguas subterráneo,
conocido en la zona de Pica con el nombre de socavones. Estas
construcciones adquirieron el carácter de recurso privado en tanto que fueron
individuos en forma particular quienes habilitaron y utilizaron posteriormente
sus aguas, estableciendo formas de mita determinadas según la inversión en
las tareas de construcción, mantenimiento y extensión de los mismos.
La necesidad de extender los cultivos agrícolas, mejorando de esta forma la
producción vitivinícola, generó la desvinculación estructural entre el agua y la
tierra. Producto de esta misma compraventa, se fomentó que los hacendados
con mayores recursos tendieran a provocar una concentración de tierras y
agua coartando su acceso a los agricultores que, económica y socialmente,
eran más débiles15.
Examinamos a continuación dos formas de acceso a los recursos acuíferos
superficiales del oasis, detallando las particulares características que adoptan
cada una de ellas y los conflictos que origina su práctica.
La herencia como un mecanismo de propiedad por traspaso
Denominaremos traspaso de mita a aquella disposición de riego que queda
impuesta en una propiedad al momento de efectuar la sucesión de la misma,
estableciendo claramente las condiciones en que se beneficia el predio con el
agua de riego asignada.

13
El agua era repartida en dos mitas, la primera correspondía a los españoles y se
dividía en 4 días de 24 horas de riego para las haciendas de Matilla, los tres
días restantes se destinaban al riego de las heredades de Quisma
perteneciente a los indios. ANHJI, leg. 1, pza. 1, Toma de terrenos en el Valle
de Quisma, Matilla 1756, fj. 2r.
14
ANHJI, leg. 1, pza. 1 Toma de terrenos en el Valle de Quisma, Matilla 1756; leg
2237, pza 2, Francisco Rodó contra José Cáceres por derechos de agua:
Testimonio de Tiburcio Palacios, cacique y recaudador de los indios de
Quisma, Quisma 9/1/1826, fj.1; Declaración de Francisco Rodó en contra de
José Cáceres, Quisma Julio de 1888, fjs. 18r-19r, y que se refiere a una Real
Cédula del año de 1659 en que se establece la "tenencia y dominio de tierras
en el Valle de Quisma por parte de indios..
15
Un ejemplo de este fenómeno de concentración de tierras y aguas por españoles, se
observa en Cochabamba donde: "el monopolio de la propiedad de la tierra y el
agua por parte de los españoles constituía la contraparte a la formación de un
campesinado indígena sin tierra" (Larson 1983: 50)

10
11

A la luz del análisis de los datos que a continuación presentamos, nos


atrevemos a inferir que si bien se produce una concentración de mitas de agua
en manos de algunos hacendados del oasis de Pica, al momento de la
sucesión tanto la tierra como el agua se disgrega en el patrimonio recibido por
los herederos, y aún cuando las viñas quedan dentro de las posesiones de un
mismo tronco familiar, los lazos filiales ceden ante las demandas del comercio.
Presentamos a continuación uno de estos casos de subdivisión y transferencia
de aguas, escogiendo el de la división de la hacienda de Juan Bautista
Echeverría por ser uno de los traspasos más claros de los encontrados entre
los polvorientos legajos del Archivo Nacional Histórico de Chile.
Una mañana de septiembre de 1769 el General Joseph de los Reies procedió a
dividir la hacienda que había sido propiedad de Juan Bautista Echeverría. Los
beneficiados con la herencia de este dominio no habían decidido aún como
efectuarían la distribución de estos terrenos, problema que solucionaron tras la
separación de la viña entre los pagos, ubicados arriba y abajo de la misma,
recurriendo a la suerte en la elección de la pertenencia de estos16:
Junto a la fragmentación de las tierras se practicó el reparto de las aguas que
irrigaban la finca. Estas correspondían a dos días de riego de "todas las
vertientes del valle de Quisma, de quinse en quinse dias", quedando para cada
uno de los interesados un día de agua17.
Pero la transferencia no concluyó aquí, ya que la mita de agua utilizada en la
irrigación de los plantíos no se gozaba de forma independiente. El riego de la
viña estaba fijado dentro de lo que podríamos definir como una mita de
acequia18, participando en su distribución otras propiedades aledañas al
viñedo. El uso de estos dos días de agua estipulaba el derecho al regadío de
15 eras, correspondientes a los hacendados contiguos. El deber de irrigarlos
señalados terrenos, recayó sobre Joseph de Echeverría, quién por poseer la
viña de arriba gozaba de mayores beneficios al llegar con más fuerza el agua a
sus tierras19.
Observando la división de esta viña que estipulaba la obligación de respetar los
derechos de riego que poseen los dueños de haciendas que comparten la mita,
nos preguntamos de qué manera se contraían estos deberes. Una primera
aproximación nos permite señalar que estos formaban parte de las múltiples

16
ANHJI, leg. 306, pza. 1, Partición de una viña. Matilla 1767, fjs. 1r-2r.
17
Ibid, fj. 2v.
18
Modalidad definida por Rischard (1990) para la zona de Trujillo. Hemos utilizado el
termino para referirnos al uso en común de una acequia por varias propiedades,
pero diferimos de la definición de Rischard (1990), en cuanto a la distribución
equitativa del tiempo destinado a cada viña. El documento señala como medida
de distribución del agua, la extensión de los terrenos irrigados con parte de estos
dos días de agua, no el tiempo que se utiliza.
19
Joseph de Echeverría se encargaba del riego por el "maior beneficio en el riego por lo
inmediato, que a el esta la parte de viña, que por suerte salio a mi favor..."
.ANHJI, leg. 306, pza. 1, Partición de una viña, Matilla 1767, fj. 2v.

11
12

obligaciones con las que se cargaban las haciendas, tales como las
capellanías, censos, hipotecas, etc., que se traspasaban junto al agua20.
Otro juicio en el cual se observan las normas asumidas por la población del
Oasis al momento de distribuir las aguas de vertientes es presentado por los
comuneros de una de las acequias principales de Matilla en el año de 1787, en
el cual se expresan las obligaciones y deberes asumidos por el usuario de una
mita. Este expediente nos ilustra nítidamente el carácter comunal de ciertos
trabajos de mantención y limpia de cauce de estas obras hidráulicas, y los
conflictos motivados a partir de la obstrucción deliberada o no de los derechos
de riego21. Para graficar mejor este punto, hemos realizado una detallada
identificación de los motivos que generalmente provocaban la aparición de
inconvenientes en el seno de los usuarios de una mita, observando a lo menos
tres problemas frecuentes:
1. La limpia de “los ojos de las aguas” expresión relacionada a la mantención
de la vertiente utilizada por la acequia, y que provocaba la disminución del flujo
del recurso hídrico.
2. El mantenimiento del cauce de la acequia libre de arena y residuos
vegetales.
3. El aseo de la cocha o estanque receptor del agua.
De todos estos deberes señalados, el más importante fue el de respetar los
cursos de los canales que hasta esa fecha se hallaban construidos en la
región aledaña al valle de Matilla, principalmente porque ya no se podían erigir
más acequias sin que disminuyera el caudal acostumbrado en el riego de las
haciendas existentes22.
Del análisis de los datos hasta aquí presentados concluimos que la agrupación
de las mitas de agua a partir de la identificación de las fuentes que la
generaban, tuvo otra clasificación dirigida a reconocer la procedencia de la
misma según los cauces que la conducían. La mita no se constituyó como un
elemento exclusivo de la vertiente, adscribiéndose también al flujo que la
distribuía.
La compraventa: un mecanismo mercantil de posesión de aguas
Es natural para nosotros el suponer que la compra de cualquier predio agrícola
incluye en su precio de venta la adjudicación de ciertos recursos hídricos que
sustenten su producción. Pero en aquellas sociedades donde este se presenta
como un bien escaso, lo natural es regular su acceso y posesión. Los contratos

20
El censo consistía en "la sujeción de un inmueble al pago de una pensión anual,
generalmente un cinco por ciento del dinero o especies obtenidos en la operación
a beneficio de quien señalase que prestaba el capital, cuyo monto total era
llamado 'el principal'" (Muñoz 1985:175). El censo se dejaba gravado a la tierra no
al solicitante, por lo que cualquier operación que se realizara con la tierra
implicaba que la deuda se traspasaba, es decir, si se vendía, dividía o heredaba,
el nuevo dueño quedaba con la obligación de pagar los réditos.
21
ANHJI, leg. 159, pza. 6, Despojo de derecho a usar aguas, Matilla 1787, fjs. 1r-7r.
22
Ibid, fjs. 4r-7r.

12
13

de venta de tierras con agua que a continuación presentamos reflejan la


realidad de estos espacios desérticos donde cada gota de agua es regulada
con la fuerza de la ley.
a) Agua ligada a la tierra.
En 1739, la hacienda de Mariquilla se encontraba subdividida entre múltiples
propietarios, algunos de ellos interesados en extender sus cultivos. Este es el
caso de Gregorio de Morales Usaval quien compró a Agustina Morales Usaval
un pedazo de esta viña con una hora y media de riego de las aguas de Quisma
en 1.395 pesos, parte de los cuales se debían cancelar en botijas de
aguardiente. En el contrato de venta no se especificó la extensión de la viña,
pero sí la obligación de regar con sus aguas los huertos de parras
correspondientes a "Las Animas Benditas del Purgatorio" y Mani según fuera la
costumbre. La usanza de regar estos pedazos había sido impuesta por Joseph
de Morales Usaval afines del siglo XVII, quien en su testamento destinó la
producción de vino de estos sitios a "desir misas"23. La responsabilidad de
cuidar este huerto recayó en primer lugar, en Sebastián de Morales,
disponiéndose que si él no podía realizar esta obligación, debía efectuarlo en
su reemplazo cualquier miembro de la familia. Por ser esta propiedad parte de
una herencia, la obligación de irrigar estos terrenos se traspasaban al
comprador24.
Durante ese mismo año, Blas de Morales, hermano del anterior, compra de
manos de Agustina Morales una propiedad dejada en herencia por su madre
Theresa de Morales25. Dentro de las cláusulas del contrato de venta se registró
la obligación que adquirió el comprador, junto a la posesión del agua y la tierra,
de irrigar los consabidos pedazos de Las Animas Benditas del Purgatorio y de
Mani, además de contribuir al riego de 18 eras perteneciente a Joseph de
Morales. No obstante estas cláusulas, el comprador no respetó lo convenido,
hecho que motivo la devolución de la propiedad a Agustina Morales26.
El último caso conocido de venta de recursos en la hacienda de Mariquilla se
registra 34 años después, en 1773, fecha en la que Gregorio de Morales
adquiere un terreno en esta viña vendido por Rosa de Morales en 625 pesos,
precio en que es tasada. La propiedad se entregó con media hora de agua, no
especificando su fuente ni asignación por días o tiempo27.
Al observar los documentos hasta aquí presentados, derivamos algunas
conclusiones relacionadas con el proceso de concentración de tierras y aguas
que desde 1739 se observa en la hacienda de Mariquilla. Este proceso tiene la
característica propia de mantenerse dentro de los límites sociales de los
herederos de esta viña. Son transacciones realizadas entre parientes cercanos,
miembros de un mismo tronco familiar, razón que permite traspasar las

23
ANHJI, leg.607, pieza 13, Testamento, Matilla 1786, fj. 12r.
24
ANHJI, leg. 767, pza. 2, Protocolización de contrato de venta de una mita de agua,
Matilla, fj. 21r.; ANHJI, leg. 607, pza. 13, Testamento, Matilla 1786, fj. 12r
25
ANHJI, 767, pza. 2, Protocolización de contrato de venta de una mita de agua,
Matilla, fj. 18v.
26
Ibid., fj. 18v.
27
Ibid.

13
14

contribuciones de riego establecidas desde fines del siglo XVII. La cláusula


impuesta por Joseph de Morales de que sea un miembro de la familia el que
cumpla con la obligación de mantener e irrigar los huertos de uvas destinados a
las misas define el círculo en que es posible realizar la negociación. Además la
adquisición y el uso de las mitas de agua implicaba una serie de condiciones
incluidas en su traspaso. La inscripción de estas obligaciones se torna en un
factor relevante al momento de vender las propiedades, cuidando el adquiriente
de no dejar fuera de las escrituras de compra ningún detalle que menoscabe la
posesión de su propiedad.
b) La enajenación comercial del agua sobre la tierra: evolución desde un
bien social a uno de tipo estrictamente mercantil
Esta última modalidad corresponde a la entrega de agua a cambio de un monto
señalado; generalmente esta no se vendía adscrita a contribuciones de riego.
Entre las cláusulas de compra encontradas hasta ahora, se estipula que si el
comprador perjudica con su uso a los otros usuarios de la mita, esta debía ser
requisada y devuelta al vendedor.
Debemos relacionar la aparición de la compra y venta del agua, con la
conclusión del proceso de ocupación de las tierras agrícolas del área
estudiada, ciclo que culmina hacia fines del siglo XVII. Los primeros datos que
manejamos sobre la aparición de ventas o concesiones de agua ajenas a la
tierra nos remontan a las peticiones entabladas por los hacendados de Pica al
visitador Juan Antonio de la Urra en 1735. Si bien en ellas no se expresa
tácitamente la adquisición de este bien a través de la compra, si denota el
interés que manifiestan los agricultores hispanos del oasis por obtener un
mayor repartimiento de tan vital elemento28.
Uno de los primeros casos encontrados sobre la compra de agua desvinculada
de la tierra, es la transacción ejecutada entre Ignacio Núñez y Juan Estela en
1758. En esta compra Ignacio Núñez traspasó una hora de agua de riego
"según la costumbre de la mita" de las vertientes de Quisma en 666 pesos y 6
reales, la cual vende libre de censos y hipotecas. Esta hora de agua había sido
adquirida por Ignacio Núñez en fracciones de media hora de Joseph Reynoso y
Lucas de Morales, y luego traspasada por Juan Estela a María Arroyo y
Joseph Contreras en el mismo precio29.
Lo interesante de este documento es el establecimiento de una cláusula que
protege las propiedades que se riegan con esta mita, estableciendo que no se
puede pasar del tiempo definido en la venta:
"y este traspaso se hase sugetto a la ultima clausula de la escriptura de ventta de
que los dos Interesados de esta secion no an de pasar en manera alguna el
tiempo que ocupa de una ora de agua vendida en dicha escriptura y si se

28
ANHJI., leg. 1098, pza. 1, Repartición de tierras, Pica 1735, fj. 8r.
29
María Arroyo de la Fuente estuvo casada con Gregorio Morales. No sabemos si esta
agua la ocupó en la hacienda de Mariquilla o en la del Majuelo donde poseía la
doceava parte de media hacienda. ANHJI, leg. 767, pza. 2, Escritura de
compromiso, Matilla, fj. 1r.-1v..

14
15

propasasen con perjuisio de Ignacio Nuñez o su Padre quedan estos debolver los
seiscientos sesenta y seis pesos y seis reales a los dichos compradores” 30.
En caso de que esta norma no se cumpla, los vendedores mantienen el
derecho de anular la venta previa devolución del importe cancelado.
Recordemos que entre las obligaciones de todas las mitas hasta ahora
estudiadas estaban aquellas cláusulas tendientes a proteger a los usuarios de
los abusos sostenidos por uno o más de los beneficiados de ésta. En el caso
de la venta del agua sin tierra, las limitaciones sostenidas por el vendedor
debieron ser aún mayores. Entendiendo que para trasladar el recurso hídrico
se hacía necesario poseer todo un sistema hidráulico que permitiera hacer
efectivo el uso del agua sobre la tierra. Además, debido a las implicaciones
comunales del recurso transado, cualquier venta requería de una modificación
de las obligaciones de mantención del sistema de acequias y estanques
utilizados en la mita. Quizás, debido a la consideración de estos innumerables
problemas al momento de adquirir una mita, es que los casos registrados en
los archivos no permiten realizar un estudio más acabado de este fenómeno,
sobre todo por presentarse como hechos aislados.
De estos, nosotros sólo hemos podido encontrar tres expedientes de compra
de este vital recurso. El primero corresponde a 1789, fecha en que Juan
Andrés Isola vende a Francisco Baltierra y Agustina Loayza 36 horas de agua
de escurrajas cada 15 días destinadas hasta ese entonces al cultivo de la
hacienda de San Pablo31. Estas aguas habían sido adquiridas en 1774, junto a
la viña San Pablo, por Domingo Isola de Diego García Iglesias. Como se ve, las
aguas se desvinculaban de la tierra comercializándose por separado a un
precio de 750 pesos, identificando claramente el vendedor que estas no
pertenecen a la mita de ninguna vertiente32. En la escritura de compra se
registró que la viña mantenía sus derechos sobre dos días de 12 horas de la
mita de Quisma.
Recordemos que la mita se define según dos variables, la fuente de agua y la
infraestructura hídrica utilizada para su traslado, ambas variables juntas
conforman un turno de agua. Por lo mismo no es de extrañar que en este caso
se mantengan derechos sobre dos mitas distintas pero con una misma fuente
de agua.
Por último, poseemos datos sobre dos casos ubicados durante los primeros
años del siglo XIX en los que se establece la venta de agua destinada al cultivo
de extensiones agrícolas. Uno de ellos, es la compra realizada por Ambrosio
Morales a Vicente Robellat de medio día de agua en 4.000 pesos que tuvo
como fin el aumento de la producción de los sarmientos mantenidos en su
hacienda llamada El Olibo33. Este documento resulta extremadamente
interesante en tanto que es el primero que encontramos en donde se
mencionan datos relativos al incremento de la producción de un predio tras la
mejora de su riego. Antes de la compra de este medio día de agua, la
producción de la viña escasamente bordeaba las 60 botijas de vino anuales,

30
Ibid, fj. 8v.
31
ANHJI, leg. 508, pza. 4, Venta de una viña, 28/11/1789, fj.1r.-2v.
32
Ibid., fsj.1r.-2v.
33
ANHJI, 2107, pza. 4, Testamento de Ambrosio Morales, Matilla 1903, fj. 25v.

15
16

cifra bastante modesta para un predio de regular tamaño, luego del incremento
del riego la cosecha alcanzó a rendir 300 botijas de vino anuales, es decir la
producción de la hacienda se incrementó en un 500%, un aumento bastante
significativo34.
El segundo caso, es la venta realizada en 1814 por varios interesados de 4
horas de agua a Alberto Ceballos35. No sabemos cuantos son los vendedores
de estas tierras, pero de estos uno parece pertenecer a los herederos de las
tierras de Quisma. El testimonio de venta lo realizó Jacinto Rios, casado con
Paula Vargas quien era descendiente de María Antonia Guacte, indígena que
poseía tierras y aguas a la bajada del valle de Pica. Las horas señaladas en la
venta estaban destinadas al riego de esta propiedad36. No conocemos las
razones que impulsaron a los herederos de María Antonia Guacte a desvincular
ambos recursos, pero suponemos, por la lectura del testimonio de Ríos, que
tras la muerte de la susodicha la tierra fue abandonada concluyendo con la
desaparición de los cultivos con tanto esfuerzo levantados37.

IV. Aguas subterráneas: Construcción de Socavones


Las características climáticas y geográficas del oasis de Pica, Matilla y Quisma,
convirtieron al recurso hídrico en la época colonial en un factor condicionante
de toda su economía. En este sentido, el agua es fundamental no sólo para la
vida humana, sino también para el desarrollo de las principales actividades de
la región, la agricultura y la minería.
Durante el período colonial, los únicos lugares de considerable
concentración habitacional en los sectores bajos fueron los oasis de Pica y
Matilla, poseedores de ciertos recursos hídricos entendidos como afloramientos
de hervideros que acumulaban diariamente - hacia fines del siglo XIX-
alrededor de 764.160 decalitros o 88.4 lst/sg. aproximadamente (Billinghurst
1881; 1893).
Mientras que en la época prehispánica, este volumen hídrico habría sido
suficiente para abastecer las necesidades de riego que requerían los cultivos
realizados por la población indígena que residía en el oasis de Pica38, a partir
del poblamiento hispano de la zona, el cual tendría su primer asentamiento
entre 1536 y 1540, estos recursos se habrían tornado escasos (Galli y
Dingman: 1962; Bermúdez: 1987).
Este desajuste infraestructural39 habría impulsado a los nuevos pobladores del
oasis a tratar de proveerse un mayor remanente del preciado recurso para, por

34
Ibid, fj. 25v
35
Alberto Ceballos en 1799 es co-propietario del Socavón de San Isidro. ANHJI, leg. 306,
pza. 7, Construcción de un pozo, Pica 1799, fjs.1r.-4r.
36
ANHJI, leg. 902, pza. 12, Cobro de pesos por posesión de tierra, Pica 1814, fj.1r., 13r.
37
Ibid, fj. 13r
38
El cultivo principal de estos grupos humanos fue el maíz, que completaban con el
cultivo de ajices, porotos, calabazas y zapallos. Además utilizaban los frutos del
chañar, algarrobo y de la totora (Castro 1998).
39
Hablamos de “desajuste infraestructural”, en la medida que con las tecnologías
disponibles en el Oasis no se podía provocar una extensión de las áreas de
cultivos.

16
17

un lado, mantener los terrenos cultivados, y, por otro, extender las zonas de
siembra hacia lugares aledaños al Pueblo de Pica y Matilla que hasta ese
momento se encontraban incultos. Podemos suponer que la conversión de los
cultivos, ahora dirigidos al comercio40, habría forzado a los nuevos residentes a
conseguir otros abastecimientos de agua permanente, independiente de la que
proporcionaban las vertientes, debido a que estas ya tenían sus turnos de agua
completamente distribuidos entre las haciendas existentes.
La construcción de nuevos sistemas de riego conocidos como “socavones”,
fue la forma de ampliar los cultivos de viña que, desde fines del siglo XVI, se
situaron en Matilla y posteriormente en Pica (Galli y Dingman 1962; Bermúdez:
1987; Advis 1995).

Construcción de socavones
“digo que yo tengo una viña que he plantado en los confines de este dicho valle
en tierras ereasas y sin agua la qual he sacado por un socabon a mi costa
diligencia y trabajo” 41
Esta es parte de la petición que en 1673 realizó el hacendado y vecino del
pueblo de Pica, Diego Díaz de Ceballos42. En ella solicita que se regule la
propiedad de los derechos a unas tierras que posee en las afueras del valle de
Pica. Su requerimiento utilizó como recurso de poder el hecho de que la
producción recogida de estas tierras había sido fruto del trabajo e inversión que
en ella volcó.
En 1642, Pedro López de Aller, vecino de la Villa de Potosí, compró de los
bienes de Doña Clara Hurtado de Mendoza43 una viña y tierras ubicadas en el
oasis de Pica denominadas con el nombre de Algarrobal. Junto a esta
propiedad, López de Aller adquirió unos terrenos vacíos, adyacentes a la
nombrada pertenencia, los que entregó posteriormente a Diego Díaz de
Ceballos, su yerno desde 1657. En 1673, cuando Díaz de Ceballos realizó los
trámites para que, de una parte, existiera constancia de los títulos de propiedad
que disfrutaba, y de otra se le entregaran las tierras cercanas a su posesión, el
Teniente Corregidor, en ese entonces el Capitán Don Pedro Muñoz Rodríguez,
ordenó se realizaran las indagaciones habituales que permitieran el dominio del
predio. Para efectuar esta diligencia requirió la presencia de Lorenzo Caques,
curaca del pueblo de Pica, de Juan Caucoto, su segunda persona, y de

40
Principalmente la inserción de cultivos comerciales representados en el Oasis por la
plantación de vides.
41
Archivo Nacional Histórico, Notarial de Tarapacá, desde ahora ANHNT, vol. 1,
Petición de tierras realengas por mejoras, Matilla 19/9/1673, fj. 40v.
42
El Capitán Diego Díaz de Ceballos llega al Oasis de Pica entre 1651-1675
procedente desde España. Se desposa en 1657 con Doña Andrea López de
Guevara en la Iglesia de San Andrés de Pica (Advis, 1995).
43
Las tierras habían sido otorgadas por el virrey del Perú, señor Príncipe de
Esquilache, a Don Fernando Marques de Moscoso, de quien la compró Doña
María de Peñalosa mujer de Pedro de Cordova Mejía, madre de Agustín De
Mejía de Cordova primer marido de María Margarita Malo de Molina, madre de
Clara Hurtado de Mendoza y consorte del General Bernardino Hurtado de
Mendoza. ANHNT, vol1., Escritura de traspaso de las tierras de doña Clara
Hurtado de Mendoza a Don Pedro López de Aller, Pica 3/1271619, fj. 39v.

17
18

algunos principales para establecer si las tierras formaban parte de las tasas de
indios; cuestión relevante para dirimir la pertenencia o no de la composición44.
Estos declararon que las tierras reclamadas en composición, al igual que las
que se ocupaban en la viña de Diego Díaz de Ceballos, no pertenecían a la
tasa de indios debido a que la habilitación de estos terrenos se realizaba hacía
más de diez años atrás utilizando en su cultivo la corriente de un socavón,
propiedad de Ceballos, y no las aguas de la mita del valle de Quisma.
Agregaron además que los terrenos que pretendía Ceballos se encontraban a
más de tres cuadras del pueblo. Debido a estas razones, dichos terrenos
pudieron ser compuestos.
De la declaración de los principales indígenas concluimos que la construcción
del socavón de Diego Díaz de Ceballos se llevó a cabo a mediados del siglo
XVII y que las aguas ocupadas por estos sistemas no eran propiedad de los
indios. Los documentos indican que el socavón construido por Ceballos se
encontraba en erección por lo menos a principios de la década de 1660, ya que
la donación se realizó después de 1657, fecha en que se casó con Andrea de
Aller y Guevara (Advis 1995: 17). Tras la exposición de estos datos, estamos
estableciendo la construcción de los socavones 58 años antes del primer caso
documentado por Villalobos para el año 1718 (1979: 97).
Con respecto a la ubicación física de este socavón, las informaciones
entregadas en los documentos son escasas. Bermúdez (1987) y Advis (1995)
sostienen que la hacienda de Comiña, propiedad de la familia López de Aller,
ya se explotaba a mediados del siglo XVII, pero no se ha ubicado ningún
documento definitivo al respecto. Los antecedentes disponibles señalan que en
1718 se encontraba Francisco Blanco realizando labores de mantención al
socavón de Comiña45, en la hacienda del mismo nombre.
Tras la muerte de Pedro López de Aller, sus herederos distribuyeron sus
bienes y propiedades, quedando en posesión de Andrea de Aller algunos
retazos de tierras y la viña de su marido. Ambas propiedades fueron
posteriormente divididas entre sus tres hijos, al igual que las aguas que
recolectaba el socavón que irrigaba ambas viñas. La heredad que erigió
Andrea de Aller y Guevara se fracciona en 1718 entre sus dos hijas, Melchora y
Anastacia Díaz de Ceballos46, pasando a ser titulares de estas sus respectivos
consortes. Como vemos en el cuadro 4, las aguas del socavón que irriga
ambas viñas quedó dividida entre sus usuarios en tres partes, conservando la
mayor ración de ellas José Díaz de Ceballos.

44
ANHNT, vol 1., Testimonio de Lorenzo Caques y Juan Caucoto, representantes del
común de Indios de Pica, Pica 20/9/1673, fjs. 41r.41v.
45
ANHJI, leg. 607, pza. 1, Reconocimiento de derecho a herencia, Pica 1751, fjs. 3r.-
3v..
46
En 1718, Juan Romano de Castro estuvo unido con Doña Melchora Díaz de
Ceballos y presumimos que Anastacia Díaz de Ceballos está unida a José de
Contreras Sarmientos, por lo que las tierras que se miden y dividen son
recibidas como herencia de sus progenitores.

18
19

Cuadro 4 División de las aguas del socavón construido por Diego Díaz de
Ceballos
Aguas del Socavón Propietarios
%
25 % Anastacia Días de
Cevallos
25 % Melchora Díaz de
Cevallos
50 % José Díaz de Ceballos
Fuente: (ANT, vol 1, Escritura de venta de tierras de sucesión Romano de
Castro a Matías de Soto, Pica 22 /11/1756, fjs., 53r.-54v)
En 1718 se encuentra en labor un rasgo de socavón47 de propiedad del
Licenciado Joseph de la Fuente y Haro. No hemos podido definir claramente la
zona en la cual se llevó a cabo la construcción de esta instalación, sólo
sabemos que pasaba por un costado de las propiedades de Juan Romano de
Castro y José de Contreras Sarmiento, y aledaño al camino que iba a Matilla48.
Por la misma fecha se encuentra Francisco Blanco, dueño de las viñas el
Majuelo y Comiña, realizando faenas de reconstrucción de un socavón en su
propiedad ubicada en el paraje de Comiña49. Las obras que realizó fueron
correr el frontón y limpiar su interior, con lo cual consigue incrementar la
proporción de agua requerida para replantar y aumentar la producción de sus
cultivos50. Esta tarea la realizó de forma conjunta con Julián de Soto, quien
había obtenido la mitad de la viña de Comiña producto de la venta realizada
por Juan de Loaiza.
En 1756 los herederos de Juan Romano de Castro venden su propiedad,
recibida en herencia, a Don Matías de Soto en la cantidad de dos mil pesos, a
condición de alargar doscientas varas el socavón que poseían en compañía
con Enrique de Contreras51. Este socavón lo había comenzado a construir Juan
Romano de Castro en la década de 172052.
El socavón que irriga las tierras de Matías de Soto y Enrique de Contreras, fue
el del Puquio del Carmen. Considerado en 1893 por Billinghurst como una de
las galerías más importantes tanto por su longitud - que alcanzaba en esa
fecha los 2.200 metros- como por la cantidad y calidad de sus aguas.
47
Nos referimos a un “rasgo” de socavón al comienzo de las faenas de construcción
de los pozos o lumbreras, la excavación de túneles, etc, pero que aún no se
encuentra en funcionamiento.
48
ANHNT, vol. 1, Medición de las tierras de Juan Romano de Castro y José Contreras
Sarmiento, Pica 10/11/1718, fjs 50r.-50v.
49
Sergio Villalobos, hace referencia de estas faenas de reconstrucción de un
socavón, pero él las ubica en la propiedad del Majuelo, en tanto que el socavón
se encuentra en Comiña (Villalobos 1979:97).
50
ANHJI, leg. 607, pza. 1, Reconocimiento de derecho a herencia, Pica 1751, fjs.
3r.38v..
51
La parte que le correspondía a Enrique Contreras fue adquirida tras aportar el mayor
capital para su construcción. ANHNT, vol.1, Escritura de venta de tierras de
Sucesión Romano de Castro a Matías de Soto, Pica 22/11/1756, fj. 56r.
52
Ibid, fjs.56r.-57r.

19
20

Los datos mencionados por Antonio de O’Brien en 1765 tras su visita al


corregimiento, nos dan otras características de los socavones:
“Las hasiendas, las riegan por medio de unos socabones que son a modo de
conductos cubiertos, o minas de comunicación, tienen una bara de ancho, y
dos y media a tres de alto, algunos tienen serca de media legua de largo. Por
esta concavidad que hazen en el terreno, que es gredoso, y humedo bajo de la
arena estila la tierra en menudas gotas al modo de un sudor, una corta
cantidad de agua, que apenas alcanza para regar las haziendas de tarde en
tarde...”53
La descripción de los sistemas de riego realizada por O’Brien en 1765 nos
arroja datos sobre la extensión aproximada de los socavones y el ancho del
túnel de recolección54. Pero no deja de parecernos curioso que O’Brien le halla
dado tan poca importancia a un sistema de tan elevado costo, capaz de irrigar
una extensa zona de cultivo completamente árida. Creemos que esta visión
corresponde a que su visita la realizó en un período de sequía55, hecho que
habría ayudado a transmitir la imagen de una zona abandonada, caracterizada
por el cultivo de pequeñas heredades irrigadas con gran dificultad.
Otras menciones sobre la utilización de estos métodos de riego las
encontramos en 1774, cuando, tras el fallecimiento de Joseph Bacilio de la
Fuente y Loayza, se realiza el inventario y tasación de sus bienes. Entre sus
papeles se hallaban los títulos de propiedad de las haciendas Miraflores y
Jesús María, en los cuales describe las características de éstas, sus usos,
costumbres, servidumbres y la forma en que se irrigan, estipulando que el riego
de ambas viñas se realiza con las aguas de socavones.
Por último, los datos más tardíos que hemos encontrado sobre la construcción
de socavones nos remiten a 1799, año en que se encuentra en elaboración la
galería de la viña de San Isidro. Sus propietarios eran Domingo y Josefa
Almonte, en compañía de Nicolás de Echeverría y Alberto Ceballos56. Estos
últimos habían efectuado un trabajo de extensión del socavón de 500 varas de
longitud, o 475.5 metros lineales, y se proponían continuar con las labores
cuando el surgimiento de altercados entre ellos, originados por el alto costo de
las obras, paralizó su ejecución.57.
Tras el análisis de estos documentos, concluimos que la construcción de los
socavones comenzó a mediados del siglo XVII, contradiciendo de esta forma,

53
Descripción del Partido de Tarapacá de Antonio de O´Brien, septiembre de 1765, fj.
40v.
54
O’Brien describe el socavón como un conducto de “una vara de ancho y dos y
media a tres de alto”. Si seguimos la medida que nos entrega el Diccionario de
la longitud de una vara nos da el siguiente dato: un socavón tiene de ancho
0.835 metros de ancho por 2,087 o 2.505 metros de alto.
55
Por lo menos en Azapa,1765 fue un año de gran sequía inserto en un período que
comenzó en 1763 y concluyó en 1768. Datos entregados por Francisco
Henríquez, Hacienda y Economía Colonial: Azapa Siglo XVIII , pág.117, 1998.
56
ANHJI, leg. 306, pza. 7, Construcción de un pozo, Pica 1799, fjs.1r.-4r.
57
Es sorprendente que ya en 1799 se había construido más de la mitad de la longitud
que tendrá el socavón de San Isidro en 1881. Billinghurst determina una
extensión de 560 metros para la galería de San Isidro.

20
21

por lo menos en Pica, la tesis presentada por Villalobos (1979) sobre que fue el
auge de Huantajaya la causa de la incorporación de nuevas tierras a la
producción de la zona. Por el contrario, pensamos que la valorización de las
tierras en Pica se produjo durante el siglo XVII, existiendo una fuerte presión
sobre el suelo y el agua producto de la alta producción de vino comercializado
en los mercados altoandinos (circuitos regionales) y locales, y principalmente al
agotamiento de los terrenos hábiles para ser entregadas en nuevas
composiciones. El aumento de la población del oasis no fue equivalente al
aumento en la disposición de recursos explotables, el acceso por compra y
sucesión fue la única alternativa que tuvieron los habitantes del siglo XVIII de
acceder a un pedazo de tierras o una mita de agua, las que al disminuir
acentúan los conflictos.
Capitales e Inversiones: distribución de las aguas subterráneas
Las inversiones en el agro representadas en la edificación de socavones, por
medio de los cuales se extendieron los cultivos hacia zonas completamente
áridas, se verán acompañadas de su propia forma de distribución de las aguas
proporcionadas por estos sistemas. La distribución será asociada, en algunos
casos, al grado de inversión que realicen sus usuarios, y en otros bajo las ya
tradicionales formas de traspaso por sucesión y venta.
Nosotros creemos que quizás lo más relevante del acceso a este sistema es
que, debido a su carácter de privado, por la participación de algunos socios
capitalistas en las obras, los usuarios convienen la división de las aguas según
su intervención en la mantención y construcción del socavón58.
El socavón de Comiña
En la rehabilitación del socavón de Comiña durante 1718 participaron
Francisco Blanco y Julián de Soto59. Tras el aluvión que asoló las viñas de
Matilla y Pica ese año, los propietarios se dedicaron a la rehabilitación de sus
predios.
En 1756, cuando se realizó un interrogatorio sobre los adelantos que
efectuaron en las viñas del Majuelo y Comiña estos propietarios, los testigos
declararon que Julián de Soto y Francisco Blanco habían trabajado
conjuntamente el socavón de Comiña a costa de bastante dinero, tras lo cual
dividieron las aguas en una mita de 15 días.
Por los datos obtenidos en los documentos, sabemos que la construcción de un
socavón fluctuaba entre los 3.000 y los 8.000 pesos según los tipos de faenas
requeridas, costo que difícilmente podía cubrirse con el patrimonio de un solo
interesado, por lo cual la modalidad de la asociación se hizo común en estas
faenas.

58
Recordemos que en las mitas de vertientes, si bien las tareas de limpia y
mantención de las acequias y cochas se establecieron como una obligación
general a todos los usuarios, esta no supone por sí sola una participación
mayor en el riego.
59
ANHJI, leg. 607, Reconocimiento de derecho a herencia, Pica 1751, fj. 21r.

21
22

Puquio El Carmen
Esta galería fue construida por Juan Romano de Castro en compañía de
Enrique Contreras Sarmiento en la década de 1720. En 1756 Juan, María y
Josefa Romano de Castro traspasan la viña del Carmen a Matías de Soto en la
cantidad de 2.000 pesos, insertando en la compra el uso del agua
proporcionada por el socavón del puquio El Carmen60. Lo interesante de esta
transacción es que en el contrato de venta de la viña se estipulaba cierta
disposición que debía cumplir Matías de Soto, dirigida a asegurar la ejecución
de las obras de extensión del socavón. Debido a que Enrique Contreras había
gastado más en la construcción, para igualar su inversión se había convenido
trabajar 200 varas, aumentando de esta forma el caudal y beneficiando a
ambos usuarios. Podemos inferir que los herederos de Juan Romano de Castro
no pudieron realizar estas obras, por lo cual pusieron como condición en parte
de pago que el comprador se encargara de efectuar estas faenas.
Este trato se llevó a cabo hasta 1774, fecha en la que se vuelven realizar
faenas de limpia del socavón y construcción de un estanque de cal y canto61.
Don Matías de Soto invirtió 8.000 pesos, de los cuales 4.000 debieron ser
pagados por Teresa Contreras, hija de Enrique de Contreras, por el beneficio
que obtenía de estas obras. Teresa de Contreras no pudo cancelar esta suma,
por lo que decidieron que la forma de pago sería redistribuir las mitas de agua.
Socavón de San Isidro
Otro caso de inversión en la edificación de un socavón se registra en 1799, tras
una asociación de faenas en la galería filtrante de San Isidro. Sus propietarios,
Domingo y Josefa Almonte, en compañía de Nicolás de Echeverría y Alberto
Ceballos, habían corrido 500 varas de las cuales solo los dos últimos habían
cancelado su construcción62. En febrero de 1799, Ceballos y Echeverría que
pretendían proseguir con las faenas de construcción de una lumbrera, se ven
obstaculizados por los Almontes quienes no deseaban seguir construyendo.
Esto se debía al elevado costo de las obras, ascendentes en ese momento a
3.000 pesos, y que debían ser canceladas por los usuarios.
Tras el análisis los datos, podemos describir algunas condiciones que nos
lleven a clarificar el sistema de uso de estos costosos sistemas de regadío:
Su construcción se llevó a cabo comúnmente en Compañía, debido
principalmente a su elevado costo de construcción y mantención, por ejemplo
pagar jornales, herramientas, realizar limpias del túnel continuamente por los
sucesivos desplomamientos, etc.
Los terrenos irrigados quedaban generalmente apartados de cualquier flujo de
agua permanente de afloración natural.

60
ANHNT, vol. 1, Escritura de venta de tierras de sucesión Romano de Castro a
Matías de Soto, Pica 22/11/1756, fj. 54r.
61
ANHNT, vol. 1, Acuerdo de división de aguas de un socavón. Juan Enríquez y
Teresa de Contreras entregan a Matías de soto agua por mejoras hechas, Pica
30/12/1774, fjs. 55r-57v.
62
ANHJI, leg. 306, pza. 7, Construcción de un pozo, Pica 1799, fjs. 1r-4r.

22
23

La inversión en estos sistemas se debió en gran medida por la necesidad de


ampliar las zonas productivas debido a la conversión de los cultivos destinados
hacia el mercado colonial. Y aún siendo su construcción precedida por una
fuerte inversión de parte de los usuarios, el sistema es ampliamente ocupado y
valorado como una alternativa para aumentar la producción de vinos y ampliar
su comercialización, y por lo tanto las ganancias del productor.
Conclusiones
El proceso de ocupación de las tierras cultivables en el oasis de Pica se
desarrolló junto a la conformación de la estructura social que reguló las relaciones
sociales, políticas y económicas durante el siglo XVIII.
Los primeros colonos españoles se asentaron en las inmediaciones de las
fuentes de agua, en la zona de Matilla, desde donde extendieron sus cultivos
tanto como la capacidad de agua lo permitió. La ocupación se realizó en
oleadas que se iniciaron a fines del siglo XVI, en el área denominada como la
Botijería, en las inmediaciones del riachuelo que regaba las tierras del común
de indios en la quebrada de Quisma. Alrededor de estas primeras propiedades,
se ubicaron luego los pobladores que se asentaron en el oasis durante la
primera mitad del siglo XVII. Durante este período se conforma una base social
donde aparecen los primeros originarios de Pica, que poseían un lugar
establecido en el espacio social y económico de la zona. Es en este espacio
social donde se insertan los pobladores que llegan al oasis ha mediados del
siglo XVII, estableciendo relaciones de parentesco con las herederas de las
primeras haciendas. Durante este período se comienzan a trasladar parte de
las viñas hacia la zona alta de Matilla y a la pampa que mediaba entre este
lugar y el Pueblo de Pica.
Este proceso de ocupación de las áreas de cultivo, fomentado por la creciente
demanda de productos para abastecer el mercado altoandino, y la incesante
presión sobre los recursos hídricos, concluye con la saturación de las áreas de
labranza hacia fines del siglo XVII.
Como consecuencia de esta ocupación intensiva del territorio y sus recursos se
comienzan a observar los primeros conflictos derivados de la escasez del agua,
necesaria para extender los predios agrícolas. Junto a este fenómeno también
se constata la implementación en el área de nuevas técnicas de regadío
conocidas como socavones o galería filtrantes, que aumentan ostensiblemente
la superficie cultivada.
El manejo y distribución de los turnos de aguas derivados del reparto tanto de
las vertientes superficiales como subterráneas adquirió singulares
características, relacionadas con el cuidado de su infraestructura, entendida
como las tareas de mantención de acequias o cochas, de las primeras, o la
construcción de túneles y lumbreras de las últimas.
La regulación de estas actividades se convierte en un punto relevante a dirimir
al momento de establecer contratos de compra-venta o traspasos del vital
elemento. Una mayor reglamentación de los derechos y obligaciones de los
usuarios asegura la disminución de los conflictos por mitas de aguas, en el
caso de las acuíferos superficiales.

23
24

En tanto que para las aguas subterráneas, la inversión monetaria en la


construcción de los sistemas de riego, será lo que determine la participación y
goce de las mitas al propietario.
Se hace evidente, al concluir este estudio, la necesidad de ahondar en el tema
del manejo del agua de la sociedad indígena del Oasis de Pica. El impacto que
tiene la desvinculación del agua y la tierra en la disminución de las propiedades
comunales asignadas a los indígenas en la quebrada de Quisma, no ha sido
debidamente abordado en esta ponencia, quedando pendiente por ahora un
examen más acabado de la misma.

Bibliografia
I. FUENTES UTILIZADAS
a) Inéditas:
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La Hidráulica en la Revolución Cubana
Por: Dr. Rolando García Blanco
Museo Nacional de Historia de las Ciencias “Carlos J. Finlay”, CUBA
rolando.garcia@infomed.sld.cu

Caracterización geográfica, geológica y climatológica de Cuba.


Cuba constituye un archipiélago localizado en el occidente del arco insular
antillano, el cual está formado por la Isla de Cuba, la Isla de la Juventud y otros
1 600 cayos e isletas. La Isla de Cuba abarca una extensión larga y estrecha de
alrededor de 110 000 km2, para ocupar el decimoquinto lugar entre las mayores
del mundo y un 0,08% de las tierras emergidas del planeta; sus costas alcanzan
5 746 km, posee 635 cuencas hidrográficas y cuenta con 13 bahías de
importancia. Su población ascendía a 11 217 000 habitantes al cierre del año
2000, de los cuales un 75% reside en las zonas urbanas, con 3 grandes ciudades:
La Habana, Santiago de Cuba y Holguín, así como un 25 % en las áreas rurales.

El clima de Cuba es cálido tropical estacionalmente húmedo, con influencia


marítima. Sus valores medios anuales de temperatura oscilan desde los 24oC en
las llanuras occidentales, hasta 26oC y superiores en las costas orientales. Las
precipitaciones constituyen el elemento de mayor variabilidad en el clima, con un
acumulado medio anual de 1 375 mm. y dos estaciones: la lluviosa, entre mayo y
octubre con el 80% del total de precipitaciones, y la poco lluviosa, de noviembre a
abril, con el restante 20%. Por tal razón, la humedad relativa es normalmente alta,
con valores por encima del 60%, llegando en ocasiones a ser superior al 95%, con
una elevada evaporación potencial que alcanza un promedio de 1 600 mm.
anuales.

Con respecto al relieve del territorio insular, éste se caracteriza por la presencia de
terrazas marinas y fluviales, el desarrollo especial del carso y los tipos de costas
biogénicas, así como por el predominio de pendientes desnudas o con una
cobertura poco potente de sedimentos suelos, los cuales resultan intensamente
lavados en los períodos lluviosos. De igual forma es predominante el relieve de
llanuras, las cuales cubren el 75% del territorio, y en total existe un 4% del área
del país ocupada por humedales. Finalmente, existen 4 macizos montañosos con
una extensión territorial de 1 959 400 hectáreas, lo cual representa el 18% de la
superficie total del archipiélago, con alturas de casi 2 000 msnm. en la región
oriental. 1

La configuración de la Isla de Cuba, así como la existencia de un parteaguas


central a lo largo del territorio que lo divide en 2 vertientes, la norte y la sur,

1
“Cuba. Caracterización”, En: Breve Panorámica de los Recursos Hidráulicos en Cuba, Instituto
Nacional de Recursos Hidráulicos, La Habana, septiembre de 2001, p. 1.
2

determina que la longitud de sus ríos y el área de sus cuencas, en el 85 % de los


casos resulte inferior a los 40 km y 200 km2, respectivamente, de ahí que sus
recursos hídricos potenciales alcancen los 38,1 km3, desglosados en 6,4 km3 de
recursos subterráneos en 165 unidades hidrogeológicas y 31,7 km3 de recursos
superficiales en 632 cuencas hidrográficas. Por otra parte, los recursos hídricos
aprovechables se calculan en unos 24 km3 anuales, de los que el 75%
corresponden a las aguas superficiales y el 25% restante a las subterráneas, todo
lo cual arrojaba en el 2000 un índice de 2 130 m3 de agua por habitante al año.

Objetivo del presente trabajo.


El presente trabajo aborda la periodización de proceso de desarrollo de la
Hidráulica a lo largo de los últimos 40 años, determinando la existencia de 5
etapas diferenciadas a partir de los siguientes acontecimientos: triunfo de la
Revolución Cubana, el 1o de enero de 1959; fusión del Instituto Nacional de
Recursos Hidráulicos y el DAP (Desarrollo Agropecuario del País), en mayo de
1969; creación del Instituto de Hidroeconomía adscrito al Ministerio de la
Construcción, en enero de 1977; constitución de un nuevo Organismo de la
Administración Central del Estado, el 6 de junio de 1989, que adoptó el nombre del
organismo original creado en 1962: Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos; y
reorganización de esta institución a nivel nacional e impulso de su labor hacia
planos superiores, a partir del año 2000.

Antecedentes de la Hidráulica durante los períodos de la Colonia


(1492-1898)) y de la República neocolonial (1902-1958).
Con respecto a los orígenes de la Hidráulica durante el período Colonial, fueron
conocidos los esfuerzos por lograr el abastecimiento de agua de La Habana a
partir del río Almendares, primero mediante la Zanja Real, canal al descubierto de
unos 10 km de longitud inaugurado en 1592, y más tarde del Acueducto de
Fernando VII, concluido en 1835, hasta que en 1893 la capital de la Isla dispuso
del Acueducto de Albear, y con él de un suministro de superior calidad procedente
de las aguas de los manantiales de Vento; este último, no sólo fue la obra más
importante realizada en Cuba durante el período, sino que obtuvo Medalla de Oro
en la Exposición Universal de París, efectuada en 1878, donde se evaluó como
una Obra Maestra de la ingeniería universal del siglo XIX.2

Otros acueductos construidos en la Isla durante los siglos coloniales fueron: el de


Matanzas (1872), el de Cárdenas (1873), el de Sancti Spítitus (1885), el de Rodas
(1889), el de San Antonio de los Baños (1895) y el de Camagüey (1895). Por otra
parte, una obra hidráulica también relevante durante el período fue la Comunidad
de Regantes del río Mayabeque, inaugurada en 1884, la cual consistía en un
sistema de canales y zanjas que derivaban las aguas del referido río con destino

2
Ver: García Blanco, Rolando y et. al.: Una Obra Maestra: el Acueducto Albear de La Habana,
Editorial Científico-Técnica, La Habana, 2002.
3

al riego del valle de Güines. En lo concerniente al sistema de alcantarillados, sólo


se conoce el construido en Sagua la Grande a mediados del siglo XIX. Como
conclusión, el censo de 1899, aplicado durante la Intervención Militar
Norteamericana, arrojó como resultado que de 96 poblaciones urbanas de más de
1 000 habitantes sólo 13 disponían de acueductos y los sistemas de alcantarillado
y drenaje pluvial eran prácticamente inexistentes.

Durante el transcurso del período de la República (1902-1958), fueron escasos los


acueductos que llegaron a ser puestos en funcionamiento, los cuales en su
mayoría quedaron dotados de insuficientes fuentes de abasto de agua y sin los
tratamientos de potabilización requeridos; así, pueden señalarse los construidos
en las ciudades cabeceras de las antiguas provincias de Las Villas, Camagüey y
Oriente. En lo concerniente al sistema de alcantarillados, durante este período la
situación se mantuvo crítica, como demuestra el hecho de que sólo se
construyeron parcialmente los de La Habana, Cienfuegos, Santa Clara, Camagüey
y Santiago de Cuba, se realizaron obras en Banes y Manzanillo, así como se
iniciaron los de Pinar del Río, Sancti Spíritus, Holguín y Guantánamo.3

Primeros pasos relacionados con la institucionalización de la


Hidráulica en la Revolución Cubana (1959-1969).
Al triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, el país presentaba un pobre
desarrollo en lo concerniente a los recursos hidráulicos. Así, de los 300
asentamientos con más de 1 000 habitantes, sólo 114 disponían de acueductos y
12 de alcantarillados; existían 16 instalaciones de cloración y 4 plantas
potabilizadoras, ubicadas en Santa Clara, Cienfuegos, Camagüey y Palma
Soriano. El alcantarillado de la capital, con medio siglo de existencia, además de
no cubrir las necesidades de la población estaba urgido de una labor de
reconstrucción, y la única planta de depuración de aguas residuales, ubicada en
Santa Clara, se encontraba abandonada.4

De igual forma, los alcantarillados de Pinar del Río, Holguín y Guantánamo, se


mantenían en proceso de construcción. Con respecto a la capacidad de
almacenamiento de agua, sólo existían 13 embalses pequeños, distribuidos en las
antiguas provincias de Las Villas, Camagüey y Oriente, los que podían acumular
hasta 47 800 000 m3 de agua, y de los cuales la presa “Pontezuela” era la mayor,
con una capacidad de 7 000 000 m3. Las áreas de tierra bajo riego alcanzaban las
160 000 ha, pero de forma dispersa y con técnicas atrasadas, utilizando
fundamentalmente como fuente el agua subterránea, a través de la explotación
indiscriminada de pozos.

Por otra parte, unido a la transferencia tecnológica de procedencia en su inmensa

3
“Para garantizar salud: acueductos y alcantarillados”, En: Revista Voluntad Hidráulica, Número
Especial, Año XIX, La Habana, 1982, pp. 66-67.
4
Fontanills Seisdedos, Luis A.: “Dos compromisos con el pueblo: agua potable y saneamiento
ambiental”, En: Voluntad Hidráulica, Año XL, La Habana, 2002, pp. 32-34.
4

mayoría estadounidense, la escasa existencia de personal técnico nativo del país,


daba como resultado que tanto la elaboración de proyectos como la ejecución de
las obras, fuesen contratadas a empresas extranjeras. En tal sentido, en la
Universidad de La Habana sólo se impartían algunas asignaturas relacionadas con
la Hidráulica, pero se carecía de la especialidad, lo cual arrojaba como resultado
que no existiesen en la práctica especialistas, disponiéndose de un pequeño
colectivo de técnicos dedicados en lo fundamental a las obras de acueductos y
alcantarillados.5

Un paso inicial encaminado a sentar las bases de esta importante esfera del
desarrollo social, fue la creación de la Comisión Nacional de Acueducto y
Alcantarillado (CONACA), concebida como una "corporación oficial, con carácter
autónomo y personalidad jurídica propia", según el texto de la Ley No 168 del
Gobierno Revolucionario, aprobada en marzo de 1959, con el objetivo de que
asumiese la labor de administración, operación y mantenimiento de los escasos
recursos en materia de acueductos y alcantarillados que existían por entonces en
el país.6

Durante estos primeros años, se concluyeron obras iniciadas durante el período


de la República neocolonial, como fue el caso de la presa del “Hanabanilla”, y se
iniciaron otras como las presas de “Paso Malo” y “Gilbert”, el canal de “San
Cristóbal” y la desecación de la Ciénaga de Zapata, las cuales se caracterizaron
por un avance muy lento de los trabajos a ejecutar, producto de los escasos
recursos económicos y humanos para llevarlos a cabo, en aquellos momentos
iniciales.

Poco tiempo después, la CONACA daría paso a la Empresa Operadora de


Acueductos y Alcantarillados del Ministerio de la Construcción, encargada de la
atención a esos servicios, la que se convertiría, a su vez, en el antecedente
inmediato para la creación del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, surgido
como resultado de la proclamación de la Ley No 1049 del 10 de agosto de 1962,
aprobada por el Gobierno Revolucionario, y que tendría como misión fundamental
la de proyectar la primera estrategia nacional del país encaminada a situar los
recursos hidráulicos en función del progreso económico de la Isla, así como iniciar
la realización de un amplio plan de construcciones en este sector.7

La labor de esta nueva institución, al frente de la cual fue situado el Comandante


Faustino Pérez Hernández, prestigiosa figura de la lucha insurreccional contra la
tiranía de Fulgencio Batista, desempeñó un papel de primer orden en el ambicioso
Programa de Desarrollo Económico y Social que se trazó desde un inicio, pues las
construcciones hidráulicas iban encaminadas a garantizar la disponibilidad de
5
Ver: Pérez Franco, Diosdado: Los estudios de ingeniería y arquitectura en La Habana, Ediciones
ISPJAE, La Habana, 1996.
6
Gaceta Oficial de la República de Cuba, Primera Sección, Año LVII, La Habana, 24 de marzo de
1959, pp. 4721-4726.
7 o
“Ley N 1049 de creación del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos”, En: Gaceta Oficial de la
República de Cuba, Año LX, La Habana, 10 de agosto de 1962, pp. 10081-10082.
5

agua requerida, a pesar de las irregularidades del régimen de precipitaciones, así


como a propiciar la protección de la vida y de los recursos materiales, ante el
arribo de los eventos meteorológicos, tan comunes en las zonas tropicales.

Muestra de la priorización que tuvo este sector desde un inicio puede valorarse en
las palabras de Fidel Castro, pronunciadas el 10 de agosto de 1963, con motivo
del primer aniversario de la fundación del Instituto Nacional de Recursos
Hidráulicos, cuando expresó:

“...dependemos de la agricultura, y no hay agricultura segura sin agua...


Luego vienen toda una serie de necesidades, relacionadas también con el
agua, tal como el abastecimiento de la población, que es otro problema serio,
tal como el abastecimiento de agua que necesitan las industrias, que es otro
problema serio. De donde se deduce que no hay desarrollo posible para
nuestro país si no hay desarrollo de la hidráulica”.8

Poco tiempo después, en octubre del propio año, un fenómeno natural de


extraordinarias proporciones: el ciclón “Flora”, ocasionaría cuantiosos daños al
país, fundamentalmente en la región oriental de la Isla, donde en sólo 5 días
cayeron 1 244 milímetros de agua, provocando severas inundaciones. Fue así
como surgió la decisión de proceder de inmediato a represar todos los ríos de
aquella zona, destinando para ello cuantiosos recursos, con el objetivo de lograr
en pocos años un nivel de seguridad que evitase catástrofes futuras, y lograse
preservar el agua con destino al uso humano, así como para el desarrollo de la
agricultura, la industria y la ganadería.

El año 1963 sería a su vez el que marcaría el inicio de la colaboración en el


terreno de la Hidráulica, con el arribo a Cuba de los primeros 140 especialistas
soviéticos y búlgaros. De esta forma se comenzaba un proceso complejo, donde
fue necesario por parte de los técnicos extranjeros, proceder inicialmente a la
obtención de la información preliminar requerida con vistas a poder acometer los
nuevos proyectos, así como familiarizarse con las características meteorológicas y
climáticas de la Isla.

Por otra parte, hacia fines del mencionado año 1963 fue creada la Empresa
Constructora de Obras Hidráulicas, integrada por profesionales que decidieron
encarar las nuevas necesidades del país en esta rama del desarrollo social, entre
las cuales figuraron en los momentos iniciales la presa de “Paso Malo” y el drenaje
de la Ciénaga de Zapata. Otra entidad que también vio la luz por aquel entonces
fue la Empresa de Equipos Hidráulicos, subordinada al Instituto Nacional de
Recursos Hidráulicos, la que acometió la ejecución de obras menores.

8
Castro Ruz, Fidel: “Discurso en el acto por la conmemoración de la creación del Instituto Nacional
de Recursos Hidráulicos. La Habana. 10 de agosto de 1963”, En: Fidel Castro. La Voluntad
Hidráulica en Cuba (1959-1979), Tomo 1, Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, La Habana,
2000, p. 25.
6

Ya a mediados de la década de 1960, la suma de los recursos humanos y


materiales acopiados permitió impulsar el proceso de construcciones hidráulicas,
comenzando a integrarse agrupaciones constructoras que contribuirían a la
especialización de sus integrantes. Son acometidas obras complejas, entre las
que pudieran mencionarse: las presas de “Carlos Manuel de Céspedes”, Santa
Ana”, Gilbert” y el “Mosquito”, los sistemas arroceros de las antiguas provincias de
Pinar del Río, Las Villas y Oriente, así como el inicio de las obras constructivas del
complejo hidráulico de “La Toma del Cauto”, la estación de bombeo “Cauto El
Paso”, de 20 m3/s, y el canal magistral CP-1, con una entrega parcial de unos 3
m3/s.9

Como resultado de la experiencia inicial acumulada durante estos primeros años,


se fueron creando los Consejos Técnicos de las obras, lográndose proyectos de
organización, un mejor control de la calidad, y laboratorios de mecánica de suelos
y de hormigón, entre otros. Así, unido a la importación de equipos de mayor
capacidad, se llevaron a cabo esfuerzos para optimizar la utilización de materiales
locales, unido a la aplicación de métodos constructivos superiores, tales como el
empleo de encofrados metálicos y el uso de moldes deslizantes en las torres de
las tomas de agua, todo lo cual favoreció el ahorro de materiales de construcción
deficitarios y el aumento de la productividad del trabajo.

Fusión del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos en el DAP


(Desarrollo Agropecuario del País) e impulso a las tareas del
sector (1969-1977).
En mayo de 1969, y tomando en consideración los resultados alcanzados hasta
ese momento, se produjo la fusión del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos
con una nueva institución estatal: el DAP (Desarrollo Agropecuario del País), a los
efectos de propiciar un mejor aprovechamiento de los recursos disponibles. Fue
así como fueron creados dentro del DAP dos dependencias especializadas: el
Grupo Hidráulico Nacional y el Grupo de Hidrología Urbanística.

El primero asumió la dirección técnica del programa de desarrollo hidráulico, para


lo cual llevó a cabo las siguientes funciones: desarrollo de investigaciones y
proyectos de obras hidráulicas; realización de investigaciones sistemáticas
(observaciones del ciclo hidrológico); supervisión de las construcciones que
ejecutaban las brigadas del DAP; y organización de la explotación de las obras
hidráulicas. Por su parte, al Grupo de Hidrología Urbanística se le asignó la
dirección de la actividad de acueducto y alcantarillado, encaminada a: desarrollar
investigaciones y proyectos de sistemas de acueducto, alcantarillado y drenaje
pluvial; supervisar las construcciones de estos sistemas que ejecutan las brigadas
del DAP; y ejecutar la operación y mantenimiento de dichos sistemas.

9
“El paisaje se transforma”, En: Revista Voluntad Hidráulica, Número Especial, Año XIX, La
Habana, 1982, pp. 53-55.
7

Durante esta nueva etapa se produjo un salto de consideración en el volumen de


las construcciones hidráulicas, como demuestra el hecho de que mientras en 1965
se ejecutó un plan por valor de $30 000 000, ya en estos años el promedio anual
se eleva a unos $90 000 000 de pesos. Fue así como durante el tiempo que duró
esta estructura, se acometieron trabajos de mayor complejidad, llegándose a
construir 52 presas grandes y medianas, para un embalse de alrededor de
2 500 000 000 de m3 de agua, se estabilizaron los medios técnicos y los recursos
humanos especializados, alcanzándose las cifras de 16 brigadas de presas, 24
brigadas de riego y drenaje, y otras 7 de perforación de pozos a la altura de 1975.

Entre las principales obras realizadas pudieran mencionarse las siguientes:

• Presa “Protesta de Baraguá”, construida en el mayor río de Cuba: el Cauto,


con 2 vertedores capaces de evacuar 8 000 m3/s.
• Presa “Moa”, de más de 70 m de altura, en la cual se utilizó por primera vez
en la Isla la laterita como material impermeable, y fue necesaria la
ejecución de importantes volúmenes de las cimentaciones y laderas.
• Presa “Melones”, con más de 70 m de alto, y 2 túneles: uno para riego con
2,6 m de diámetro, y otro con destino al desvío del río, con 6 m de diámetro,
el cual desde un inicio se previó para la generación de energía eléctrica.
• Presa “Guisa”, con más de 50 m de alto, una compleja cimentación en la
cortina y el vertedor, difíciles trabajos de inyección y anclaje, así como una
sección de presa mixta.
• Conjunto hidráulico “Amistad Cubano-Búlgara”, la cual incluyó presa,
contrapresa y derivadora.

Durante esta etapa se acometió también la ejecución de canales magistrales,


entre los que pudieran mencionarse los siguientes:

• “Zaza”, revestido de hormigón casi en la totalidad de sus 44,5 km de


longitud y con un gasto que llegaba a alcanzar los 85 m3/s.
• “Paso Bonito Cruces”, revestido de hormigón a lo largo de sus 38 km de
longitud y con un gasto de 10 m3/s, el cual requirió de volúmenes
considerables de complejas y costosas excavaciones, con cortes en la roca
de 20 m de profundidad.
• “Pedro Güira”, revestido de hormigón con una longitud de 52 km de
longitud, profundas excavaciones en roca y un gasto de 10 m3/s. 10

De igual forma, fueron ejecutadas en el transcurso de estos años construcciones


de estaciones de bombeo, entre las que figuraron la de “Pedroso”, “Mampostón” y
“Sola Básica”, con 8,6 m3/s, “El Punto” I y III (7,19 m3/s), “La Yaya (3,2 m3/s), y
estaciones de bombeo flotantes como la “Briones Montoto” (2,7 m3/s). En todas
estas obras se presentaron complejas dificultades en los trabajos de
cimentaciones profundas, y fue necesario lograr una organización que permitiese

10
“El paisaje se transforma”, En: Ibid., pp. 56-57.
8

acometer simultáneamente la construcción civil con el montaje mecánico y


eléctrico.

Por otra parte, si en el transcurso de la etapa anterior se habían realizado


importantes trabajos en los sistemas tradicionales de riego, fundamentalmente en
el caso del arroz, y por canaletas como el sistema “Marquetti”, en La Habana,
durante estos años se avanzó en la ejecución de grandes sistemas de riego por
aspersión, caracterizados por la utilización de una elevada tecnología, entre los
que figuró el sistema “Victoria de Girón”, con una capacidad anual de construcción
de 4 000 ha de riego, los cuales beneficiaron el cultivo de arroz en las provincias
de Pinar del Río, Sancti Spíritus, Camagüey y Granma, así como grandes
extensiones dedicadas al cultivo de la caña de azúcar en el país.

Con respecto a la colaboración internacional en la especialidad Hidráulica, si entre


los años de 1868 y 1969 la cantidad de ingenieros y técnicos extranjeros alcanzó
la cifra de 200 personas, la atención brindada por Cuba a la preparación de
personal altamente calificado, tanto en las universidades de la Unión Soviética,
Bulgaria y otros países socialistas, como en las propias universidades de la Isla,
dio como resultado que en el transcurso de unos 8 años la necesidad de personal
asesor de otros países se redujese a unos 10 especialistas.

Creación y labor del Instituto de Hidroeconomía adscrito al


Ministerio de la Construcción (1977-1989).
Como parte de un grupo de cambios en la organización del aparato estatal de la
República de Cuba, hacia fines del año 1976 las funciones que desempeñaba el
organismo central denominado Desarrollo Agropecuario del País (DAP), pasaron a
diferentes instituciones.

En tal sentido, en enero de 1977 fue creado el Instituto de Hidroeconomía, el cual


pasó a formar parte del Ministerio de la Construcción, asumiendo la labor
relacionada con la ejecución y el control de la aplicación de la política estatal y de
gobierno referida a la planificación y control de los recursos hidráulicos, así como
la dirección del sistema de acueductos y alcantarillados del país, cuya ejecución
quedó a cargo de los gobiernos locales.

A tales efectos, el Instituto de Hidroeconomía quedó responsabilizado con un


grupo de funciones, entre las que figuraron: proyectar y controlar el Plan de Uso
del Agua; ejercer la función de inversionista de las obras hidráulicas acometidas
por las empresas del Ministerio de la Construcción; realizar investigaciones y
proyectos de obras hidráulicas, acueductos y alcantarillados; llevar a cabo la
explotación de las obras hidráulicas; ejecutar la mayor parte de la perforación de
pozos; efectuar las investigaciones sistemáticas (observación del ciclo hidrológico)
9

y el control de la calidad de las aguas; así como ejercer la rectoría de la actividad


de acueducto y alcantarillado. 11

Aunque durante esta etapa se inició la organización de los Complejos Hidráulicos,


los resultados de la actividad general del sector, iniciada con un poderoso impulso
durante los primeros años de la Revolución, se vieron afectadas en su desarrollo
por problemas organizativos de diferente índole, cuya solución sería acometida
con renovado esfuerzo a partir de entonces, adoptándose importantes decisiones
que irían encaminadas a sistematizar de forma permanente esta decisiva esfera
del desarrollo social.

Constitución del nuevo Instituto Nacional de Recursos


Hidráulicos y rescate de la “Voluntad Hidráulica” (1989-1999).
Ya desde 1987 la máxima dirección del país comenzó a señalar la urgencia de
impulsar las construcciones hidráulicas, atendiendo a que los mecanismos
administrativos implantados no habían sido capaces de resolver las necesidades
para cuya demanda habían sido concebidos. En tal sentido, el Presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros, Fidel Castro, en sus palabras pronunciadas en
el XI Período de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 26 de
diciembre de 1986 expresó:

“en determinado momento hubo una gran voluntad hidráulica en el país, que
se fue desarrollando desde el ciclón Flora y las devastadoras inundaciones
que produjeron pérdidas de más de mil vidas y grandes daños económicos
(...) esa voluntad adquirió gran fuerza en la década que va de 1965 a 1975 y
posteriormente decayó progresivamente. Faltaron asignaciones, recursos en
los planes y decayó en general la intensidad del trabajo en la construcción de
presas y sistemas de riego”.12

No obstante, sólo unos meses más tarde, e insistiendo sobre el tema, valoró el
resultado inicial de las medidas aplicadas por el Estado cubano y evaluó las
perspectivas inmediatas y mediatas de la siguiente forma:

“Estamos recuperando la voluntad hidráulica que años atrás se había


perdido, porque habíamos caído en el vicio de hacer presas que empezaban
hoy para terminarlas en 20 años (...) Se harán las presas grandes en dos
años, en tres años, como se hicieron en un tempo, con sistemas de riego; se
construirán presas medianas, micropresas”.13
11
Peñaranda Ruiz, Lidia: “Institucionalización de una voluntad cubana: la voluntad Hidráulica”, En:
Voluntad Hidráulica, Año XL, La Habana, 2002, pp. 4-9.
12
Castro, Fidel: “Palabras en el XI Período de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder
Popular (versión periodística), La Habana, 26 de diciembre de 1986, En: Peñaranda Ruiz, Lidia y
et. al.: Fidel Castro. La Voluntad Hidráulica en Cuba (1980-1999), Tomo 2, Instituto Nacional de
Recursos Hidráulicos, La Habana, 2001, pp. 22-23.
13
Castro, Fidel: “Discurso en la clausura del VII Congreso de la ANAP”, La Habana, 17 de mayo de
1987, En: Ibíd., p. 23.
10

Con el objetivo de lograr un avance y estabilización en esta política, se decidió


crear un nuevo organismo de la Administración Central del Estado, encargado de
dirigir, ejecutar y controlar la aplicación de la política estatal y gubernamental en
cuanto a las actividades de planificación y control de los recursos hídricos del país,
lo cual fue refrendado mediante el Decreto-Ley Número 114 del 6 de junio de
1989, y adoptaría igual denominación que el creado en 1962: Instituto Nacional de
Recursos Hidráulicos.14

A esta nueva institución, además de las funciones comunes al resto de los


organismos estatales, le fueron asignadas las siguientes atribuciones y funciones
específicas:

1. “Organizar y dirigir en coordinación con los organismos competentes la


protección de las aguas terrestres, las cuencas, los cauces naturales, las
obras e instalaciones hidráulicas contra los peligros de contaminación,
azolvamiento y otras formas de degradación y deterioro, así como el control
sistemático de la calidad de las aguas.
2. Determinar con los organismos que correspondan, las regulaciones
necesarias para la protección de los objetivos económicos, sociales y el
medio ambiente natural, de los efectos nocivos que pudieran causar las
aguas terrestres, estableciendo las acciones de organización,
aseguramiento y control que garanticen la seguridad y el correcto
funcionamiento de las instalaciones hidráulicas, de las obras de protección
contra inundaciones, el drenaje subterráneo y la capacidad de conducción
de los cauces naturales o artificiales.
3. Determinar y mantener actualizado el potencial hidráulico del país, poner a
disposición de los organismos competentes los datos y caracterización del
ciclo hidrológico relativos a las aguas superficiales y subterráneas, la lluvia
y la evaporación.
4. Proponer la estrategia de desarrollo hidráulico del país y en
correspondencia normar y controlar la actividad de proyectos e inversiones
de las obras hidráulicas que se ejecuten.
5. Planificar, normar y controlar los recursos hidráulicos, así como la
operación, vigilancia técnica y el mantenimiento de las obras e instalaciones
hidráulicas.
6. Determinar y mantener actualizados los estudios y evaluaciones del
potencial hidroenergético y proponer con la participación de los organismos
que le compete la estrategia de su desarrollo, así como normar y controlar
la proyección, la inversión, la operación y el mantenimiento de las obras
hidroenergéticas en lo que le compete.
7. Normar y controlar la actividad de acueducto, alcantarillado y drenaje
pluvial.

14
“Decreto-Ley Número 114 de creación del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos”, En:
Gaceta Oficial de la República de Cuba (Extraordinaria), Año LXXXVII, Número 10, La Habana, 6
de junio de 1989, pp. 54-55.
11

8. Organizar y garantizar el funcionamiento del registro nacional de aguas


terrestres en el que se inscribirán las concesiones, asignaciones y permisos
relativos al uso de las aguas y a su preservación, en correspondencia con
lo que determina la Ley”. 15

Acontecimiento relevante ocurrido durante esta etapa fue la promulgación, del


“Decreto-Ley Número 138 de las Aguas Terrestres, del 1º de julio de 1993”,16 el
cual contemplaba tanto las aguas superficiales como las subterráneas, y cuyo
objetivo iba encaminado a desarrollar los principios básicos establecidos en la
Constitución de la República de Cuba y en la “Ley Número 33, de 10 de enero de
1981, De Protección del Medio Ambiente y del Uso Racional de los Recursos
Naturales”. Es de consignar que hasta la proclamación del referido Decreto-Ley
138, tuvo vigencia formal en Cuba la Ley de Aguas de España del 13 de junio de
1879, promulgada en la Isla por Real Decreto del 19 de enero de 1891.

Ahora bien, durante la primera mitad de la década de los años de 1990, y como
resultado de la desaparición de la Comunidad Socialista, Cuba perdió el acceso a
sus mercados tradicionales, lo cual requirió de una reorganización de la economía
en su conjunto, que obligó al país a realizar sacrificios extraordinarios en todas las
esferas de la sociedad. En el transcurso de estos años, la escasez de recursos
financieros obligó a dedicar los esfuerzos fundamentales hacia las siguiente
direcciones:

• Mantenimiento, conservación y rehabilitación de la infraestructura hidráulica


alcanzada.
• Mantenimiento del estado operativo de las estaciones de tratamiento y
desinfección del agua de consumo doméstico.
• Atención a problemas locales apremiantes de abastecimiento y
saneamiento.
• Inversión en un número reducido de obras hidráulicas de importancia social,
por su contribución a solucionar déficit de agua o evitar desastres naturales.
• Inversión en obras de infraestructura hidráulica destinadas al desarrollo del
sector turístico, por su decisivo impacto en el desarrollo ulterior de la
economía nacional.17

No obstante, el esfuerzo acumulado y la atención brindada a esta esfera del


desarrollo social, como resultado del Programa de Acceso al Agua Potable y
Saneamiento Ambiental, aprobado por el Gobierno del país, permitió concluir el
siglo XX con una cifra de 3 128 acueductos, construidos durante las dos últimas
décadas en las comunidades rurales del país con más de 300 habitantes, lo cual
15
“INRH. Funciones y estructura”, En: Breve panorámica de los recursos hidráulicos en Cuba,
Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, La Habana, septiembre de 2001, pp. 9 y 10.
16
“Decreto-Ley Número 138 de las Aguas Terrestres”, En: Biblioteca del Centro de Información de
Agua y Saneamiento, del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos de Cuba.
17
“Conferencia Magistral de la Presidencia del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos”,
impartida en el Congreso Latinoamericano de Hidráulica, celebrado en La Habana en noviembre
del 2002, En: Archivo de la Presidencia del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos.
12

benefició a una población ascendente a 1 777 372 habitantes, en las zonas


comúnmente más abandonadas de la Isla, comportándose por provincias de la
siguiente forma: 18

TOTAL 1980-2000
PROVINCIA COMUNIDAD POBLACIÓN
TERMINADA BENEFICIADA
Pinar del Río 184 124 749
La Habana 161 171 943
Ciudad de La Habana 14 2 667
Matanzas 123 76 341
Villa Clara 207 118 345
Cienfuegos 195 87 202
Sancti Spíritus 179 96 775
Ciego de Ávila 150 105 193
Camagüey 160 75 724
Las Tunas 290 148 013
Holguín 280 217 498
Granma 531 260 542
Santiago de Cuba 327 158 305
Guantánamo 265 118 395
Isla de la Juventud 59 15 680
TOTAL 3 128 1 777 372

Reorganización del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos a


nivel nacional e impulso de la labor en este sector hacia planos
superiores (2000-2003).
A partir del año 2000 da inicio un proceso de reorganización del INRH, en el cual
se modifican la estructura, funciones y atribuciones de su Nivel Central,
organizándose empresas y grupos empresariales, los que comienzan a aplicar un
nuevo sistema de dirección y gestión empresarial. En tal sentido, se procede a
controlar el cumplimiento de los instrumentos legales relativos al uso racional del
agua, a promover entre la población el conocimiento del valor de este vital y
limitado recurso natural, así como a perfeccionar el control sobre las entidades
económicas pertenecientes al sistema, con el objetivo de elevar al máximo los
niveles de eficiencia económica.

Así, al cumplirse en el 2002 el 40 aniversario de la fundación del inicial Instituto


Nacional de Recursos Hidráulicos, la institución se encuentra en condiciones de

18
Pupo Serrano, Edilberto: “Agua para todos. La construcción de acueductos en comunidades
rurales”, En: Voluntad Hidráulica, Año XL, La Habana, 2002, p. 36
13

presentar resultados que avalan el esfuerzo realizado, los cuales pudieran


concretarse en un grupo de indicadores que pasamos a continuación a detallar.

Con respecto a la infraestructura hidráulica, el INRH administra en la actualidad


241 embalses, los cuales almacenan en total más de 9 000 millones de m3 y
permiten la entrega de más de 7 000 millones de m3 al año. La provincia de
Camagüey dispone del mayor número de embalses con un total de 54, mientras
que en Sancti Spíritus existe la mayor capacidad, con un estimado de 1 336
millones de m3. De igual forma, existen en el país 60 derivadoras, 730
micropresas, 759,63 km de canales magistrales, 8 grandes estaciones de bombeo,
así como 1 300,38 km de diques y 1 009,14 km de canales, los cuales constituyen
verdaderas obras de protección contra inundaciones.

En lo concerniente a la Hidroenergía, existen actualmente 176 estaciones, las que


pudieran detallarse de la siguiente forma: 138 micro centrales hidroeléctricas con
3 033 kW de potencia instalada, de ellas 9 conectadas al Sistema
Electroenergético Nacional (SEN); 32 mini centrales hidroeléctricas con 4 030 kW
de potencia instalada, de ellas 12 conectadas al SEN; 5 pequeñas centrales
hidroeléctricas con 7 310 kW de potencia instalada, todas conectadas al SEN; y 1
central hidroeléctrica con 43 400 kW de potencia instalada, operada en este caso
por el Ministerio de la Industria Básica.19

Por otra parte, en lo tocante a la labor vinculada con el área de acueductos, ya en


el 2001 el país disponía de un abastecimiento de 1 704,7 hm3 de agua, a través de
18 973,5 km de tuberías, entre redes y conductoras, de las cuales se someten a
tratamiento de potabilización 1 586,3 hm3, lo que representa un 97,4 % del total de
agua distribuida. Dentro de las instalaciones destinadas a potabilizar el agua con
destino al consumo humano se hallan 4 plantas desalinizadoras; además, al
concluir el 2001, se disponía ya de 1 694 instalaciones dedicadas a la cloración
del agua, cuyo funcionamiento se había estabilizado producto de la doble
cloración en las cabeceras de municipios, de las que 122 reportaron el 100 % de
continuidad en la cloración.

En lo referido al servicio de alcantarillado éste abarca ya a 559 lugares del país,


con una población de 5 058 000 habitantes beneficiada con este servicio, de
la cual 4 309 500 pertenecen a las zonas urbanas y 748 500 a las rurales;
además, las aguas residuales evacuadas a través de 4 986 km de tuberías, son
del orden de los 592,2 hm3, de los que 206,9 hm3 son objeto de tratamiento de
depuración mediante 10 plantas de residuales y 376 lagunas de oxidación. En
resumen, si en 1990 la cobertura de abasto de agua alcanzaba el 81,6% de la
población, en el 2001 ésta se elevaba ya al 95,1%, mientras la del saneamiento
pasó entre esos años del 88,7% al 94,3%, lo que evidencia el esfuerzo
desplegado y los recursos invertidos por el país, en medio de una difícil situación

19
Ver: Aguirre Hernández, Aymee: “Los recursos hidráulicos en cifras”, En: Voluntad Hidráulica,
Año XL, La Habana, 2002, p. 15-19.
14

económica.20

En todo este proceso un papel fundamental lo desempeñó el personal técnico


formado durante las últimas 4 décadas en Cuba. Si se tiene en cuenta que entre
1901 y 1958 se graduaron en la Universidad de La Habana 864 ingenieros civiles,
y que 5 años después del triunfo de la Revolución en 1959 sólo 300 de ellos
permanecieron en el país, de los cuales menos de la tercera parte desempeñaba
actividades relacionadas con la Hidráulica, puede tenerse una idea del esfuerzo
desarrollado en la formación de especialistas para este sector. Así, en 1968 se
estableció la carrera de Ingeniería Hidráulica, y posteriormente la de Ingeniería en
Riego y Drenaje, creándose en 1969 el Centro de Investigaciones Hidráulicas del
Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeverría”, por cuyas aulas y
laboratorios han pasado ya alrededor de 1 400 ingenieros.

Para finalizar, si pretendiéramos señalar una cualidad de la Revolución Cubana


que permitiese explicar cómo fue posible no sólo el triunfo, sino la permanencia y
desarrollo de un proceso social en contra de los vaticinios de muchos estrategas
internacionales, esa cualidad, por encima de cualquier otra, habría que buscarla
en su profundo e irreversible patriotismo, heredado de una tradición de lucha más
que centenaria; patriotismo que ha sido capaz de mover, no sólo las fibras
profundas de los corazones cubanos, sino el talento y la voluntad inquebrantable
de sobreponerse tanto a los peligros mortales como a obstáculos de todo tipo.

Por eso hoy, con el ferviente optimismo de quienes labran con mano segura un
provenir mejor para las futuras generaciones, donde la ciencia no sea el
instrumento para satisfacer la riqueza y opulencia de unos pocos, sino la vía para
el logro del bienestar material y espiritual de todo un pueblo, cobran especial
sentido las palabras pronunciadas por el Presidente Fidel Castro, cuando
expresara:

“¡Y si es cierto que en el pasado ocuparon su lugar los héroes de la guerra,


en el futuro ocuparán ese lugar los héroes de la técnica! Y digo héroes
porque habrá héroes, y no héroe individual. Digo héroes porque el heroísmo
de la ciencia no podrán alcanzarlo los individuos aislados. Las complejidades
y las dificultades requerirán cada vez más del esfuerzo colectivo, del esfuerzo
de todos, de la comprensión, en primer lugar, de todos, y del apoyo de todos.
¡Y el futuro tendrán que construirlo los hombres de ciencia!”.21

20
Fontanills Seisdedos, Luis A.: “Dos compromisos con el pueblo: agua potable y saneamiento
ambiental”, En: Ibid., pp. 32-34.
21
Castro Ruz, Fidel: “Discurso en el acto de clausura de la III Conferencia Nacional de las Brigadas
Técnicas Juveniles. La Habana, 13 de septiembre de 1974”, En: Granma, 16 de septiembre de
1974, p. 2.
15

BIBIOGRAFÍA
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Recursos Hidráulicos, La Habana, septiembre de 2001.
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Resúmenes (La Habana, 9-12 de noviembre de 1982), Palacio de las
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10. “Decreto-Ley Número 138 de las Aguas Terrestres”, En: Biblioteca del Centro de
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13. Embalses Cubanos, Ed. Mercedes Arellano Acosta y Amado Velásquez Ávila, La
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14. Ferro, Froilán: Recursos hidrológicos de Cuba. Conferencia, Edit. Nacional de
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15. ___________: Hidrología general, Editorial Científico-Técnica, La Habana, 1982.
16. García Blanco, Rolando: “Francisco de Albear: un Héroe de la Ciencia”, En:
Debates Americanos, No 4, La Habana, julio-diciembre de 1997, pp. 141-146.
17. ___________________: “Historia del Acueducto Albear de La Habana”, En: Ávila
García, Patricia (ed.): Agua, Cultura y Sociedad en México, El Colegio de
Michoacán - Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, Zamora, Michoacán,
México, 2002, pp. 67-88.
18. García Blanco, Rolando y et. al.: Una Obra Maestra: el Acueducto Albear de La
Habana, Editorial Científico-Técnica, La Habana, 2002.
19. Introducción a la hidráulica e introducción a viales: programa técnico medio; curso
diurno, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1984.
20. Junta Central de Planificación: Planificación de la hidroeconomía, el medio
ambiente y uso racional de los recursos naturales, Junta Central de Planificación,
La Habana, 1987.
16

21. “Ley No 168 de creación de la Comisión Nacional de Acueductos y Alcantarillados”,


En: Gaceta Oficial de la República de Cuba, Año LVII, La Habana, 24 de marzo de
1959, pp. 4721-4726.
22. “Ley No 1049 de creación del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos”, En:
Gaceta Oficial de la República de Cuba, Año LX, La Habana, 10 de agosto de
1962, pp. 10081-10082.
23. “Ley No 33 de protección de medio ambiente y uso racional de los recursos
naturales”, Asamblea Nacional del Poder Popular, La Habana, 1981, En: Biblioteca
del Ministerio de Justicia de Cuba.
24. Meléndez, Juan L.: Situación actual de los sistemas de acueductos y
alcantarillados y planes para su desarrollo, CONACA, La Habana, 1959.
25. México. Gobierno del Estado de Morelos: Memoria del 1er Encuentro Inter-
Americano de Ecología, Morelos, 1992.
26. Ministerio de Salud Pública: Tratamiento de residuos líquidos, domésticos e
industriales, La Habana, 1966.
27. Morales y Pedroso, Luis: El abasto de agua en la ciudad de San Cristóbal de La
Habana (Conferencia pronunciada en la ACC el 11 de enero de 1938 en memoria
del ingeniero Francisco de Albear), La Habana, 1938.
28. Nagy, Imre V.: Contaminación de acuíferos y su control, Programa Hidrológico
Internacional, Cte. Nac. Cubano, ISPJAE, La Habana, 1976.
29. Núñez Jiménez, Antonio y Froilán Ferro Bernal: Hidrología, La Habana, 1968.
30. Organización Mundial de la Salud: El decenio internacional del agua potable y del
saneamiento ambiental: Examen de la situación existente en los países en 31 de
diciembre de 1980, OMS, Ginebra, 1985.
31. Peñaranda, Lydia y et. al.: Fidel Castro: la Voluntad Hidráulica en Cuba (1959-
1979 y 1989-1999), 2 Tomos, Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, La
Habana, 2000-2001.
32. Pérez Franco, Diosdado: Los estudios de ingeniería y arquitectura en La Habana,
Ediciones ISPJAE, La Habana, 1996.
33. Presidencia del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos: “Conferencia Magistral
presentada en el Congreso Latinoamericano de Hidráulica”, La Habana, noviembre
del 2002, En: Archivo de la Presidencia del Instituto Nacional de Recursos
Hidráulicos.
34. Programa Nacional sobre Medio Ambiente y Desarrollo de la República de Cuba,
En: Archivo del CIDEA del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
35. Puente, Manuel J.: Presente y futuro de los acueductos cubanos (Trabajo
presentado en la convención de la A.W.W.A. celebrada en diciembre de 1949),
Cía. Editora de Libros y Folletos, La Habana, 1950.
36. Rivera Díaz, Francisco y et. al.: “Acueductos y Alcantarillado en Cuba: tendencias
en el nuevo milenio”, La Habana-Cancún, octubre del 2002, En: Archivo de la
Presidencia del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos.
37. UNESCO y Programa Hidrológico Mundial (PHI): La hidrología y los recursos
hídricos para el desarrollo sostenible en un medio ambiente en evolución. Plan
pormenorizado de la 4ta fase del PHI (1990-1995), Aprobado por el Consejo del
PHI en su IX Reunión, París.
38. Voluntad Hidráulica, Número Especial, Año XIX, La Habana, 1982.
39. Voluntad Hidráulica, Edición Especial, Año XL, La Habana, 2002.
17
18
19
El riego en los Andes y la Ley de Aguas: dos casos en el altiplano andino argentino.

Silvia García, Diana Rolandi, Mariana López, Paula Valeri


Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano
Buenos Aires. Argentina.

RESUMEN

Esta ponencia trata de la descripción del sistema de riego actual en las localidades de Antofagasta de la
Sierra y El Peñón ubicadas en la zona puneña de la Provincia de Catamarca. Cultivos prehispánicos como papas,
maíz y habas y europeos como, especialmente, alfalfa, algunas hortalizas y álamos en una de las aldeas tratadas,
se logran en esta región mediante un sistema de turnos que utiliza diversas fuentes de agua. La información fue
registrada en trabajos de campo realizados entre 1995 y 2002.
En este estudio se hará especialmente hincapié en la articulación entre el grupo de usuarios -sus creencias
y usos consuetudinarios-, las fuentes de agua, la infraestructura, las zonas de aplicación y la Ley Provincial de
Aguas, aplicada desde hace unos 30 años. Además se analizará cómo se relaciona la gestión individual o familiar
con las obligaciones colectivas, produciendo ciertas tensiones y conflictos.

PALABRAS CLAVES

Puna meridional Argentina. Organización del riego. Creencias y conflictos.

1
INTRODUCCIÓN

1. Características de la Puna Argentina

La porción de territorio argentino correspondiente al altiplano andino, llamado “Puna” se ubica entre los
22º y 27 º de latitud Sur y entre los 65º 10’ y 68º 50’ de longitud Oeste. El paralelo 24 la divide en un sector
norte o boreal y uno sur. Es continuación del altiplano peruano- boliviano, y puede definirse como un desierto de
altura cruzado por numerosos cordones montañosos.
El ambiente sumamente seco presenta ciertas características similares en toda la Puna: escasez de lluvias
(100 mm anuales de máxima) en período estival, baja presión atmosférica, intensa radiación solar debida a la
altitud, gran amplitud térmica diurna- nocturna y estacional, vegetación escasa, limitada al tipo arbustivo
xerófilo y halófilo, estepa y vegas, irregular distribución de nutrientes, que se concentran en fondos de cuenca
endorreicos y quebradas altas. La mayoría de las cuencas hidrográficas son semi permanentes o no permanentes.
Estas cuencas cerradas desaguan, en general, en lagunas de tipo terminal ubicadas en fondos de cuencas
sedimentarias. Las condiciones de humedad disminuyen con el aumento de la latitud y en general, de este a oeste
(Olivera, 2000: 7).
Se pueden distinguir en la Puna Argentina dos grandes sectores con características ambientales un tanto
diferentes: la Puna seca y la salada. Dentro de un mismo marco desértico, la segunda es aún más árida y con
mayor presencia de salares. (Santoro y Núñez, 1987).

2. Localidades de Antofagasta de la Sierra y El Peñón

La villa de Antofagasta de la Sierra, ubicada en la “puna salada”, se halla a 3500 m. de altura. Es la capital
del departamento del mismo nombre, en la Provincia de Catamarca y cuenta con unos 600 habitantes.
La localidad de El Peñón, a 73 kilómetros de la Villa de Antofagasta de la Sierra, se encuentra a una altura
de 3.740 metros. Lo habitan 250 personas y desde el punto de vista demográfico, es el segundo asentamiento del
Departamento.
En líneas generales, la forma de vida de los habitantes de la zona estuvo centrada en la cría de ganado
ovino, caprino y en menor medida de llamas y en el comercio a lomo de animal para llevar su producción a los
valles donde podían adquirir los alimentos de los que carecían. Las mujeres se dedicaron en especial a la cría de
esos animales y los hombres al comercio y a empleos rentados tales como el laboreo de minas y canteras y otros
que los llevaban lejos de los puestos y aldeas puneñas. Hoy esta estructura básica se mantiene a pesar del
incremento de las migraciones y de los cambios culturales generalizados.
Si bien, debido al clima y a la escasez de agua, la agricultura es mucho menos importante en términos de
rédito económico que la ganadería, el comercio y aún el empleo público, es un complemento indispensable para
lograr el mantenimiento de los rebaños, ya que se aplica para lograr cultivos forrajeros. Los habitantes de la
aldea del Peñón, logran con el riego álamos cuyas varas se venden para techar en otras localidades del mismo
departamento y que también constituyen un suplemento económico interesante.

EL SISTEMA DE RIEGO

Los derechos al agua y los sistemas de riego en los Andes son tan diversos como extensa y variada el área
en la que se inscriben. Las vicisitudes históricas, las costumbres y modelos locales y las leyes nacionales,
además de la importancia que adquiera la agricultura y la incidencia de las migraciones, son algunos de los
factores que intervienen en la particularidad de cada sistema.
De la historia del riego y la agricultura en el departamento de Antofagasta de la Sierra se tiene noticias
antiguas pero no consecutivas.

2
De su pasado prehispánico sabemos que los conocimientos sobre explotación agrícola fueron traídos a la
zona hace aproximadamente unos 3.000 años, por grupos provenientes de los valles bajos más cercanos. Unos
1.000 años atrás hizo su aparición la Cultura Belén con complejos sistemas de regadío que, posteriormente,
volverían a ser utilizados e incluso mejorados con la llegada de los incas al lugar.
Este sistema no ha sido reutilizado por los habitantes actuales de la zona. Sólo una pequeña parte de los
canales de riego prehispánicos ubicados en la terraza del río Punilla son utilizados hoy (Tchiliguirian y Olivera,
op.cit).
Es muy poco lo que se sabe de la época colonial e independiente hasta fines del siglo XIX. En la década
del 1880, los viajeros mencionan potreros cercados de alfalfa y algún pequeño sembrado de habas, papas, maíz y
quinoa y en 1900 el primer gobernador argentino del área habla de dos potreros de buena alfalfa en Antofagasta.
Ninguno de ellos describe algún sistema de riego y parece más bien que Antofagasta era más conocida y
apreciada por las vegas naturales que permitían recuperarse a los animales, antes de iniciar el cruce de la
cordillera de los Andes, rumbo a Chile. Los actuales pobladores de Antofagasta afirman que los canales,
acequias y potreros que ahora conocen fueron construidos por las autoridades que rigieron esta aldea partir de
1900. Esto coincide con la época en la que en Argentina se construyeron las infraestructuras para riego en varias
provincias (1900-1914) que dependieron de Agua y Energía de la Nación a través de las “Direcciones o
Intendencias de Riego”. En 1981, en el caso de Catamarca, la Dirección de Riego fue transferida a la provincia y
desde entonces depende del presupuesto provincial.
Luego de esta breve introducción analizaremos la dinámica actual del sistema de riego en las localidades
de Antofagasta de la Sierra y El Peñón. Con este objetivo, identificaremos, siguiendo a Gerbrandy y Hoogendam
(1998) los diferentes aspectos presentes en todo sistema de riego: el grupo de usuarios, la fuente de agua, la
infraestructura y la zona de aplicación.
Si bien en los sistemas de riego de las localidades estudiadas podemos reconocer ciertas características
propias de las sociedades andinas, los factores mencionados se articulan de forma distinta y configuran una
realidad particular.

1. Los usuarios

A pesar de ser habitantes del altiplano andino, los antofagasteños no están organizados como ayllu o
comunidad. Tampoco recuerdan que sus antepasados lo estuvieran. Con ocupación de larga data, como dijimos
antes, siendo la villa una encrucijada de caminos, su población la constituyó gente de diferentes orígenes:
pobladores provenientes de San Pedro de Atacama (Chile hoy), “vallistos” llegados con sus animales desde las
zonas más bajas de Argentina, mineros que una vez terminado su trabajo quedaron allí, o viajeros que
conocieron el lugar al trasladar a Chile recuas de animales.
Desde 1943 Antofagasta de la Sierra se organizó políticamente como un Departamento de la Provincia de
Catamarca. Las autoridades civiles se nombraron en un principio desde la capital de la Provincia y luego el
“Intendente” y un “Senador provincial” fueron elegidos, como en cualquier otra Provincia Argentina por
sufragio universal y partidos políticos. El Intendente vive y actúa en la Villa y cada una de las pequeñas aldeas
del departamento (entre otras, El Peñón) elige a su “Delegado”.
La gestión de riego no tiene que ver con estas autoridades. Como veremos más adelante, o se gestiona en
forma privada o a través del sistema de turnos y autoridades organizado y avalado por la Dirección Provincial
de Riego.
Cuidadores de ganado por excelencia estos usuarios del riego lo utilizan para lograr alimento para sus
animales y en menor medida para ellos.
El tipo de las disputas por el uso del agua no difieren de los de otros lugares de la misma Provincia.
Los sentimientos de solidaridad en general se expresan dentro de la familia más cercana y de la misma
manera en el usufructo del agua. Dos hermanos que en vida de sus padres disputaban con otro núcleo familiar

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por horas de riego robadas, al morir los mayores y heredar potreros o vegas con derecho a una cantidad de horas
de riego, comienzan a pelear entre ellos.
En el caso de El Peñón la importancia económica que han adquirido las plantaciones de álamos marca una
diferencia con el uso primordial que en Antofagasta tiene el agua de riego para la obtención de forraje. En
aquella aldea no hemos notado competencia entre el riego de los árboles y el riego para obtener alimento para los
animales. Creemos por el momento que esto se debe a una mayor disponibilidad relativa de agua.

2. Zonas de aplicación

El alimento natural de ovejas, cabras y llamas se encuentra, disperso, en el “campo” o “campo de


pastoreo” y, concentrado, en las “vegas”, zonas de humedad natural que bordean ojos, ríos o lagunas. El
complemento fundamental de la dieta de los animales –en especial de ovejas y cabras- es la alfalfa, “alfa”,
sembrada y regada en “potreros”. Hortalizas y rastrojos proveen durante los meses de verano, de vegetales
frescos para consumo humano. Nos referiremos con cierto detalle a cada uno de estos terrenos de cultivos y
riego.

Las vegas

El campo que no tiene humedad natural ni acequias que lo rieguen se llama “campo”, o “campo de
pastoreo”. Se encuentran allí pocos elementos vegetales pero después de una lluvia, los animales siempre
pastorean en el “campo”.
La humedad natural debido a la cercanía de vertientes, lagunas o ríos es lo que, en cambio, caracteriza a
las “vegas”.
Las vegas están cercadas y estos predios también llamados “potrerillos” son de propiedad privada. Los
vecinos consideran que hay que regarlas, a pesar de estar en zonas más húmedas. Si hay agua se riegan con la
misma frecuencia que la alfalfa. La vega se seca en invierno y los animales comen “vega” seca. Luego debe ser
regada para que vuelva a crecer.
La superficie de estos potrerillos no se riega por igual puesto que hay zonas más húmedas al poseer
“vertientes” o estar “empozada”. Por lo tanto se abren en la acequia diversas compuertas y se regula el riego
abriendo menos la que llevará el agua al sitio más húmedo y más las otras. Como aquí no hay “melgas” el riego
no es tan trabajoso. Se dejan las compuertas más o menos abiertas según la necesidad y se vuelve para cerrarlas
cuando el turno ha terminado.
Esta forma de cercar y de ayudar a los pastos naturales con riego también sucedía en otras zonas de la
Puna (Merlino y Rabey, 1978: 80).
Hay algunas vegas, como las formadas a los costados del río por desagüe del Punilla en la Laguna Grande
de Antofagasta (ver Mapa), que solamente se pueden regar 48 horas dos veces al año y antes de que empiecen
los turnos de riego para alfalfas y hortalizas, porque el agua no alcanza cuando todos los regantes están haciendo
uso de ese río.
Según las directivas de la Dirección de Riego Provincial, las vegas no deberían regarse y se tendría que
reservar el agua para el cultivo de la alfalfa. Los vecinos e incluso la Administradora actual del riego opinan, en
cambio, que la vega debe regarse porque “es el sostén del ganado” sobretodo en el caso de los que no tienen
posibilidades de sembrar forraje.
Naturalmente tener una vega, con humedad y pastos naturales, es algo bien apreciado. La mejor parte de la
vega o quizás la vega entera de los padres será heredada por el o la hija que los ha cuidado en la vejez. Cuando
no se tienen animales o si no hay quien los cuide y se decide venderlos, la vega se alquila a quien los tiene.
Respecto a la utilización de la vega se recurre a todos los arreglos habituales. Se puede pagar un alquiler
en pesos. El precio depende de la cantidad de hacienda que lleve quien lo alquila. También se puede hacer un

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trato “al partir”: o sea, de la cría de los animales alimentados en la vega uno será para el dueño del rebaño y otro
para el de la vega, o se puede pagar el alquiler con carne, lana o animales vivos. Es bastante habitual que el
dueño de los animales o alguien contratado por él sea quien los cuide. En ese caso dueño o peón deberán tener
un lugar donde dormir cerca del rebaño y usarán las instalaciones – corrales por ejemplo – del dueño de la vega.
El alquiler de la vega se pacta por un año entero o por meses.
En El Peñón hay una vega comunal. Según sus pobladores es “una vega sin dueño”, y se la denomina vega
común o comunitaria. Todos los animales pueden pastorear ahí. A diferencia de lo que sucede en Antofagasta,
ésta tiene horas de riego predeterminadas por el sistema. El acceso a la vega está siendo, actualmente, motivo de
controversias entre sus usuarios, ya que muchos pobladores están cercando sectores como propios con los cual se
restringe el acceso y el sentido comunal que tenía esta vega en un principio(ver foto 2). Otras vegas de la
localidad no tienen turnos de riego porque “brota así nomás el agua”.

Los Potreros

Como hemos anticipado se llama potreros a los terrenos cultivados con alfalfa y también a las
plantaciones de álamos. Cabe destacar que la alfalfa en el altiplano andino argentino es un cultivo casi
permanente. Alfalfares de 40 ó 50 años son comunes. El suelo arenoso, las escasas lluvias y el hecho de no ser
pastoreados es la explicación de los agrónomos al dar cuenta de la diferencia con otras zonas en las que, como
excepción, esta planta dura 5 años.
Cuando los potreros son grandes se dividen en “tablones” y se riega por inundación o “por tendida”. El
agua penetra por una sola entrada y se distribuye en todo el tablón. Más trabajoso es regar melga por melga que
es el caso de terrenos más chicos, como los dedicados a las hortalizas y algunos de los de alfalfa.
De acuerdo a la fuente de agua con la que se riega, cada potrero recibirá un turno cada 15 o 20/ 30 días
pues esto depende del volumen de agua accesible, de la superficie sembrada, de la cantidad de potreros regados y
de la pendiente del terreno. Según los registros de los administradores de agua de la Villa hay turnos para alfalfa
o “sembrados grandes” desde 3 hasta 76 horas dependiendo del tamaño del potrero sembrado.
Las medidas de los potreros son muy variadas. Podemos decir que un potrero de una hectárea o hectárea y
media es uno de tamaño medio cuyo propietario es también una persona de mediano bienestar en términos
puneños. De todas maneras, es difícil recabar medidas exactas, a menos que uno los mida.
Como referencia, un potrero medido por nosotras, adyacente a una casa en La Banda y regado por el río
Laguna Colorada, medía 85 m. de ancho por 95 m. de largo, o sea, un poco menos de una hectárea. Este es un
potrero mediano a chico. Recibía seis horas de riego cada 15 días. Otro potrero de alfalfa de 200 m. por 200 m.
regado con el mismo río recibe cada 15 días ocho horas de riego.
Calculamos entonces que quien riega 76 horas de agua posee, de acuerdo al río que utilice,
aproximadamente en un solo predio unas 11 hectáreas bajo riego, que vendrían a ser los terrenos cultivados más
grandes de la zona. No quiere decir esto que no haya pobladores con más tierra irrigada pues algunos tienen
terrenos regados por diversos ríos o por el mismo pero en distintas zonas.
Cuando se siembra alfalfa, las semillas deben regarse cada tres o cuatro días y luego cada ocho como las
plantas chicas. Lo mismo vale para los álamos. En abril las plantas ya crecidas dejan de recibir agua igual que el
resto de los alfalfares.
“Atender” un potrero es regarlo. El que lo atiende adquiere un derecho sobre ese potrero. También se dice
que lo “ampara” . Esto da una cierta propiedad y no es raro que quien riegue y corte la alfalfa se quede con ella
aunque el potrero sea propiedad de otro. Esto se comprende en el caso de los alfalfares porque éstos en general,
no fueron sembrados por ninguno de la actual generación. Si no los regaron o cortaron, verdaderamente no
gastaron ni en adquirirlos ni trabajaron para sembrarlos, regarlos o cosechar. Por otro lado, al dueño del predio le
conviene tenerlo atendido y regado para no perder el derecho al riego, si le aplican la ley.

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Rastrojos y hortalizas

En Antofagasta, como en toda la Argentina, “rastrojo” se usa con el sentido de residuo de un sembrado
generalmente de maíz, papas, zapallos o de plantas “de semilla grande”. También es llamado así el predio en el
que se siembra para los humanos, no aquél que contiene forraje (del mismo modo que en otros parajes más
norteños de la puna, según Merlino- Rabey op.cit.: 60) pero se lo distingue de lo sembrado en la huerta, llamada
“hortaliza”. En ésta se siembran las plantas de “semilla chica”: lechuga, cebolla, zanahoria, ajos y cualquier otra
hortaliza de la que consigan semillas.
La siembra empieza en agosto, luego de las ceremonias del día 1° en homenaje a la Pachamama, que se
cumplen casi sin excepción. Este mismo mes es el de la siembra de habas. Recién en octubre se siembra el maíz,
en noviembre las papas chicas y grandes y las hortalizas. Se siembra por melgas, una de lechuga, una de cebolla,
una de acelga. Maíz, papas y habas se cultivan aparte en los “rastrojos”. Todos estos alimentos son para
consumo familiar, es excepcional que alguien coseche una cantidad como para poder vender. Entre mayo y
agosto no hay ningún trabajo de agricultura.
Como hemos dicho, las plantas chicas, con excepción de las papas, se riegan cada ocho días y reciben más
agua en proporción que la alfalfa. Por ejemplo, una huerta de hortalizas de 5,5 m. por 3 m. recibe 2 horas de
riego de Laguna Colorada cada semana, y vimos que casi una hectárea de alfalfa regada con el mismo río recibe
6 horas cada 15 días. Esto es así si no escasea el agua, en este caso y según las indicaciones de la Dirección de
Riego el agua debe reservarse para la alfalfa.
Las papas, que no son “tan sedientas”, se riegan cada 20 días. Algunos sostienen que hortalizas como la
lechuga deben regarse todos los días y como para ello no hay turnos, se usa el agua potable y se las riega
diariamente con una manguera.

3. Fuentes de agua e Infraestructura

El sistema de Antofagasta, igual que el de El Peñón, es autónomo y las fuentes de agua no son compartidas
ni disputadas por otros pueblos o asentamientos que reclamen derechos.
En la Villa de Antofagasta de la Sierra, el sistema de riego por turnos está organizado a partir de tres
fuentes de agua separadas: el arroyo Las Pitas, que surge al pie de la ladera del cerro Galán; el río Punilla, cuyas
fuentes son las vegas congeladas de las sierras de Calalaste a 5.200 metros y las laderas occidentales del cerro
Galán; el Laguna Colorada, con agua proveniente de “tres manantiales cuyas áreas de recarga se ubican en el
cerro Calalaste a más de 6.000 metros de altura” (Tchilinguirian y Olivera, 2000: 103, 112). Cada una de estas
fuentes se distribuye a través de canales y acequias independientes. Éstos no están recubiertos. Debido a ello y a
la extensión del recorrido, la filtración es grande. Es importante destacar que no cuenta la villa con ninguna
represa construida para colectar agua en el invierno que representaría una importante aporte en los meses de
riego.
En la zona, hay “ojos” (vertientes) que forman vegas y pequeños cursos de agua que no entran dentro del
sistema de turnos. Se utilizan mediante acuerdos entre usuarios cuando hay más de uno. Un mismo productor
puede usar alternativamente o al mismo tiempo “su ojo” y el sistema de riego por turnos si tiene varios predios
en diferentes ubicaciones.
En El Peñón hay, como dijimos, dos fuentes de agua que sirven para riego. Una es el Agua de la Cisterna,
formada por el Río de la Cañada, en donde se obtiene el agua potable cuyo sobrante se utiliza para riego. Otra es
la vega Ojo del Embalse o Dique, llamado así porque su agua se ha embalsado.

4. La organización: Sistema de turnos

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El sistema de riego que a continuación vamos a comentar es resultado de la interacción de los elementos
antes descriptos (características de los usuarios, zonas de aplicación del riego, fuentes de agua utilizadas e
infraestructuras).
El riego del “alfa” cada 15, 20 ó 30 días, de los “potrerillos” o vegas cercadas con la misma frecuencia y
de “las plantas chicas” cada 8 días, requiere de un complejo sistema de turnos.
En la villa de Antofagasta se regaban en 1997 con el río Las Pitas diez potreros cada 15 días, las plantas
chicas (hortalizas y maíz) cada ocho días y el resto iba a las vegas. O sea, un fin de semana se regaban las
hortalizas, luego los potreros, el fin de semana siguiente otra vez las hortalizas y luego las vegas. Con el río
Punilla cada 8 días - los domingos – se regaban las plantas chicas; cada 20 o 25 días se regaba la alfalfa de 25
potreros y el resto era para las vegas. Con el Laguna Colorada, se regaban 11 potreros cada 15 días, las hortalizas
los sábados y cada 15 días las vegas. Las vegas y los potreros se riegan - como vemos- con la misma asiduidad.
En el caso de la Villa está establecido el día y la hora de llegada del agua y no puede haber muchas
variantes pues antes y después de quién se riega depende de la posición que tiene el terreno respecto de la fuente
de agua. Los dueños de los potreros deben estar despiertos cuando les llega el agua, saber a qué hora tienen que
abrir la acequia y cuándo termina su turno. Éstos incluyen horarios nocturnos lo que afecta a la eficacia del
riego ya que es difícil atender a la distribución del agua cuando los beneficiarios son ancianos o enfermos o,
simplemente, cuando por sus otras tareas no quieren levantarse o permanecer despiertos toda la noche. Por lo
tanto, de la laboriosidad pero también de la edad y la salud depende que se aproveche mejor el agua. Los turnos
de riego empiezan en octubre y terminan en abril. Hasta que comience el nuevo ciclo de riegos, el acceso al agua
es libre.
En la localidad de El Peñón, los turnos de riego no poseen días fijos. Los usuarios no saben con
anticipación qué día tendrán que regar. Todos los años se reparten de nuevo los turnos para cada uno de los
regantes. De esta tarea se encarga la Comisión de Riego. Fija el primer turno el día 1° de noviembre para el
potrero más cercano a la naciente del río. A partir de éste se distribuyen los turnos potrero por potrero. A cada
potrero le “pertenecen” una cantidad de horas de riego. Los regantes sólo saben cuando “se levanta” el turno del
primer potrero y a partir de ahí calculan más o menos qué día les puede tocar y se van avisando entre regantes.
Cuando está por terminar el turno, faltando una hora, el siguiente regante debe estar atento. Una vez que “suelta”
el agua el regante deja de ser responsable del turno. Puede ocurrir que haya una urgencia o que llegue el día
sábado y domingo que está determinado para regar plantas chicas o verdura. Entonces se “levanta” el agua del
turno que se está utilizando y se traslada el agua para las plantas chicas. Cuando se termina de regar las plantas
chicas se retoma el turno que se cortó. La organización por turnos es de noviembre a marzo. Después de marzo
el agua está a disposición de quien la quiera. En este mes empiezan las heladas. Sólo la mitad de los regantes (10
usuarios) siguen regando unos días más.
En esta localidad se han cultivado una gran cantidad de álamos. Éstos también necesitan riego. Cuando el
árbol acaba de trasplantarse es considerado planta chica y regado todas las semanas hasta que cumple un ciclo de
dos años y entra en el sistema de turnos de las plantas adultas, como la alfalfa.

ENTRE LA COSTUMBRE Y LAS LEYES

Al menos en la Provincia de Catamarca, antes de la sanción de la Ley de Aguas Nº 2.577 los “derechos de
agua de riego” - no de beber, naturalmente- podían comprarse, venderse o alquilarse independientemente de las
necesidades de riego que tuviera el poseedor. Esto daba lugar a abusos puesto que, quienes podían, compraban
“derechos de agua” a otros, obtenían más horas de riego de las que necesitaban para sus parcelas y el excedente
lo usaban para obtener trabajo gratuito en sus fincas, productos agrícolas, votos, o lo que fuera.
A partir de 1973, cuando se promulga la ley esta situación se modifica radicalmente. Como en todos los
departamentos del oeste catamarqueño no hay agricultura de secano, las plantas cultivadas al igual que el agua
potable, dependen de la buena administración de un recurso escaso. Esto se rige desde entonces por la

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mencionada ley y se implementa a través de la Dirección de Riego Provincial. La escasez del agua se acentúa en
el único departamento puneño de la Provincia de Catamarca: Antofagasta de la Sierra. Sin embargo no todo el
riego está aquí controlado por dicha Dirección.
Ante todo, y una vez establecida la infraestructura principal, el riego se organizó entre los vecinos
siguiendo “usos y costumbres” como en el resto de la provincia, y de ello no tenemos más información que la
aportada por los pobladores que aseguran que hasta la década del ’60 ni siquiera había un jefe o administrador
del riego y “cuando teníamos que levantar el agua, la levantábamos, y cuando la teníamos que largar, la
largábamos”.
A partir de la aplicación de la Ley Provincial se nombró un Administrador del Riego que debía establecer
los turnos, controlar que no hubiese robo de agua, organizar la limpieza del tramo de acequia común y cobrar
multas o imponer castigos si se daba el caso. La obligación de colaborar en la limpieza del tramo de la acequia
en común era costumbre antes de la aplicación de la Ley.

1. La Ley de Aguas de la Provincia

Respecto de la Ley Provincial 2.577 de 1973 y su reglamentación como Código de Aguas de 1974, nos
referiremos exclusivamente a lo atinente al agua de riego y a las autoridades de aplicación locales y extralocales.
La mencionada Ley afirma que las aguas de la provincia son de dominio público y en los artículos 3º y 4º
del Título 1 establece que el agua “no es un bien de renta sino un elemento de trabajo” y que en tanto bien
público debe ser utilizada racionalmente para obtener el máximo beneficio.
El orden de prioridad del uso de aguas públicas es el de abastecimiento de poblaciones, uso pecuario,
irrigación, energía hidráulica e industrias, en ese orden (Art. 6º). En el caso del agua usada para irrigar cultivos,
se privilegia a los permanentes sobre los anuales.
Por uso racional, en el caso de la irrigación, se entiende el mejor aprovechamiento y uso del recurso de
manera de obtener un producto que le signifique mayor beneficio al agricultor, a la economía de la provincia y a
la conservación del suelo, con el mínimo de agua (Art. 51º).
El agua se concesiona a perpetuidad. Para ser concesionario el solicitante debe ser propietario de un
terreno a irrigar que sea apto para el cultivo bajo riego. Estas concesiones pueden caducar si no se hace uso del
agua hasta un año después de otorgado o en cualquier momento si no se lo utilizó por un par de años (Art. 35º).
Según el artículo 42º el Poder Ejecutivo fijará en cada zona de la provincia un orden de preferencia en el
riego para cultivos característicos en función del uso racional del agua y del suelo. Estos cultivos serán
preferenciales en “estiaje” (Art. 43º). También gozan de prioridad en el riego las superficies racionalmente
explotadas que, se aclara en el artículo 45º, son aquellas tierras ocupadas con el número máximo de plantas
compatibles con una producción óptima. Si, sobre todo en época de estiaje, el caudal no alcanza, se puede
suprimir el riego a los cultivos no preferenciales (Art. 48º).
Las autoridades que hacen cumplir esta norma son de dos tipos, las que podríamos llamar “externas” y las
“locales”. Las primeras son el Director de Riego de la Provincia y los Intendentes de las intendencias de Riego,
(que en toda Catamarca tienen edificios bien visibles en las capitales departamentales). Éstos deben orientar y
controlar al Administrador del consorcio de usuarios que es una autoridad local, elegido por el consorcio,
formado por todos los concesionarios de agua para irrigación (Capítulo 3° Art. 107° y siguientes). El consorcio
de usuarios debe elegir también a tres vocales titulares y tres suplentes. Tanto el administrador como los vocales,
además de cumplir con otras condiciones, deben ser titulares de una concesión, duran dos años en el ejercicio de
sus funciones y pueden ser reelegidos.

2. La práctica cotidiana

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En el quehacer cotidiano relacionado con la administración del riego pueden distinguirse dos sistemas
normativos diferentes que coexisten: las reglas y acuerdos locales y el estatal o, en otras palabras, derechos de
facto y de jure (Gerbrandy y Hoogendam, op.cit.: 103). Es importante destacar que en la práctica los grupos
sociales utilizan los diferentes sistemas normativos, y muchas veces pueden acudir a uno u otro dependiendo del
tipo de conflicto.
Hoy en día lo establecido por la Ley de Aguas se cumple más en la Villa de Antofagasta que en otros
distritos del mismo departamento, como El Peñón, en el cual hay un Jefe o Administrador pero prevalecen los
arreglos entre vecinos, los conflictos son menores y el agua más abundante.

3. Gestión individual y colectiva: tensiones y conflictos

De acuerdo con Gerbrandy y Hoogendam, entendemos que los sistemas de riego son sistemas de acción
colectiva ya que para su funcionamiento es necesario el esfuerzo de toda la comunidad de regantes. Un individuo
o un sola familia nunca podrían construir una infraestructura, llevar adelante la administración del agua ni
proteger eficazmente su acceso al recurso. Sin embargo, a la par de esta gestión comunal del sistema existe otra
individual. Hay una cierta autonomía familiar o individual para las decisiones sobre qué y cuándo debe plantarse.
Por otro lado, la organización del riego con vertientes y pequeños o grandes cursos de agua que cuentan
con uno o muy pocos regantes no se basa en el sistema de turnos. Los beneficiarios se ponen de acuerdo y no
dependen de ningún Administrador o Encargado. Un caso que ilustra este tipo de organización es el del Río
Mirihuaca, al norte de la Villa de Antofagasta.
El sistema de derechos al agua también incluye obligaciones. Es en este aspecto cuando la gestión interna
individual o familiar se complementa con ciertas actividades colectivas donde interviene toda la población, como
por ejemplo la limpieza de las acequias.
En la Villa de Antofagasta de la Sierra los regantes de cada una de las fuentes de agua se ponen de
acuerdo, con la ayuda de un encargado y de la actual Administradora del riego, en el día y hora en que limpiarán
los tramos de acequia común. Debe realizarse esto cada año, antes de comenzar con los turnos, entre septiembre
y noviembre. Algunos hacen una primera limpieza de su sector en agosto, pero la colectiva se realiza más
adelante. Cuando el regante no puede ir, contrata un peón, o envía a un familiar, como es el caso habitual de los
dueños de los sembrados cuando son mayores y tienen hijos.
La limpieza de las acequias no llega a ser un trabajo comunitario sino colectivo, que incluye a los
beneficiados por el sector de una acequia común, pero no a toda la comunidad. No se realizan ofrendas de
ninguna especie y no implica ninguna organización especial del trabajo como sí sucede en varias zonas del norte
de Chile (Ver Lagos Carrizo et. al., 1988; y Martínez, 1987). Del sector de acequia que entra a las propiedades
privadas se ocupa exclusivamente el beneficiario.
En la Localidad de El Peñón la Comisión se encarga de organizar, llamar a todos los regantes e indicar
qué parte de la acequia le toca a cada uno cavar y limpiar. En el canal que riega la vega comunitaria, intervienen
todos: “los que nos pertenece regar”.
Además, existen otras obligaciones que incluyen ciertos rituales relacionados con los ojos de agua, donde
se originan los arroyos y ríos, fundamentales para la vida. Sin embargo, no son ceremonias colectivas, sólo
ofrendas individuales, realizadas por aquellos que usan un “ojo” con exclusividad.
Es probable que la menor importancia que tiene la agricultura respecto de la ganadería sea la causa de la
menor intensidad que adquieren estos rituales. Las ofrendas a la Pachamama están vinculadas en nuestra zona,
estrechamente a las actividades ganaderas. Pocos son, en cambio, los que ofrendan a la tierra en el momento de
sembrar. Solamente una vez en los últimos años, y a instancias de la Administradora del riego, se organizó un
viaje a los ojos del río Las Pitas, en el paraje de Real Grande, para realizar una ofrenda colectiva.

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Otro aspecto importante que se desprende del tema de las obligaciones son las sanciones. Si bien en la Ley
existe una clara definición de las posibles faltas y sus consecuentes castigos, en la práctica se suscitan conflictos
y tensiones donde se mezclan las reglas objetivas con los arreglos personales. Veamos.
A primera vista, los Derechos al Agua parecen expresar una relación entre las personas y el agua. Sin
embargo, lo fundamental es que expresan relaciones sociales entre personas y familias. Esto implica reconocer
que los derechos están sujetos a cambios, pueden ser cuestionados y ser objeto de negociaciones y luchas
(Gerbrandy Hoogendam, :99). No es una excepción a esto Antofagasta.
Los regantes – sobretodo como en estos casos de comunidades tan pequeñas- son parte de un entramado
de la relaciones sociales que hace que se interrelacionen entre sí también como parientes, compadres, vecinos,
“clientes” políticos, etc. Esto explica la flexibilidad en la aplicación de sanciones. Si bien existen pautas
regulares establecidas en la Ley de Aguas generalmente la consecuencia de una falta depende de la persona y de
la situación.
Esta selectividad es clara en la localidad de El Peñón donde las sanciones dependen de la Comisión. Por
ejemplo, si alguien tiene un turno, está regando y se tira a descansar y se duerme y el agua hace un destrozo en
otro potrero, la Comisión “pone su reglamento” y le quita un turno. También ocurre lo mismo si alguien cierra el
agua cuando no le corresponde ya que nadie puede manipular el agua sin consultar a la comisión o pedir
permiso. Sin embargo, es otro el caso de alguien que está enfermo, debe irse y no deja a nadie encargado. Es
probable que su turno sea salteado pero, al volver, puede llegar a un arreglo con el jefe que atiende el agua,
aclarando los motivos de la ausencia. Previa coordinación entre el que necesita del riego y la Comisión, se le
concede un turno después de regar el último potrero.
En la Villa de Antofagasta de la Sierra, donde la población es mayor y el agua más escasa, las sanciones
son menos flexibles y están más rígidamente vinculadas con el tipo de falta. Por ejemplo, si no se participa en la
limpieza de acequias, la multa consiste en cortar un turno de riego. También se corta temporariamente el turno a
quien no mantiene las acequias o el sembrado en condiciones o desperdicia el agua. Lo mismo sucede si el
regante roba agua o no la entrega en el momento que corresponde. Si reincide, se le aplica una multa.
Naturalmente este mecanismo no está libre de controversias pues es difícil medir la eficacia y prolijidad
en el uso del agua y a veces, se considera que el corte del turno no obedece a estos motivos sino a preferencias
respecto de otros regantes que necesitan más agua porque tienen más superficie sembrada y que, lógicamente,
tienden a ser los más ricos. La gente mayor o impedida a la que le llega agua a horas intempestivas prefiere no
usar el agua. A veces se cede a un vecino o a un joven de la familia tanto el trabajo como el beneficio obtenido.
Lo recaudado por el Administrador se usa para el mantenimiento del sistema (arreglo de acequias o
compuertas) o para adquirir el combustible del vehículo con el que éste se traslada.
Es interesante aclarar que la Ley prevé el pago de un canon anual de riego equivalente al precio que tenga
una hectárea regada pero a los regantes del departamento de Antofagasta no se les cobra pues se ha considerado
que no son suficientemente solventes, por lo tanto se provee gratuitamente el agua de riego. Si se recaudara, este
dinero se gastaría en infraestructura.

CONCLUSIÓN

En síntesis, podemos decir que, a partir de principios del s. XX se implementa en el Departamento de


Antofagasta de la Sierra el moderno sistema de riego para alfalfas en potreros y probablemente para cultivos de
tradición andina y de consumo humano como las habas, papas y el maíz.
Posiblemente este sistema se administraba mediante un acuerdo entre los vecinos y según “usos y
costumbres” que incluían la limpieza colectiva de las acequias, el riego de las vegas con la misma frecuencia que
los alfalfares y las ofrendas a los “ojos” de agua y a veces a los rastrojos, ambas dedicadas a la Pachamama.
En las dos localidades estudiadas el nivel de conflicto es bastante diferente. En Antofagasta de la Sierra
los conflictos por el uso del agua, abundan. Los que están en el tramo inferior del río se quejan de que los que

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riegan más arriba se exceden y así a ellos les llega menos agua. Los robos de agua son comunes, las quejas por la
distribución de las horas también, las ideas contrapuestas respecto del riego de las vegas son corrientes. Por lo
que dicen los vecinos ahora hay más conflictos que antes. Los agentes de la Dirección de Riego, siguiendo la ley
de Aguas, incitan a dar preferencia al cultivo permanente, la alfalfa y, como dijimos, a no regar las vegas o
eliminar el agua de las hortalizas cuando el recurso escasea.
Como pastores que han sido y son, los pobladores coinciden en darle prioridad al riego que logre alimento
para los animales, pero esto incluye también los pastos naturales.
Por otro lado se les ha propuesto a partir de otras instancias estatales la implementación de huertas
escolares y domésticas. A la población en general le gusta innovar y experimentar. Son parajes inusualmente
llenos de árboles para la altura y sequedad del clima. Los proyectos estatales – municipales, provinciales o
nacionales- que proponen innovaciones son, en general, bien aceptados, entre ellos la propagación de huertas.
No parece que estos proyectos hayan considerado si el recurso de agua alcanzaba para todo. En la
actualidad son necesarios más turnos de agua cada ocho días para las “plantas chicas” y, por lo tanto menos
sobrante de agua llega al final del recorrido del río. Sin contar con que llevar a través de acequias no
impermeables el agua a huertas domésticas para regar unas pocas plantas implica muchas veces un largo
recorrido y consiguiente desperdicio de agua por filtración.
La cantidad de verduras en la Villa de Antofagasta ha traído como consecuencia que el riego de la vega
formada en el desagüe del Punilla se vea seriamente perjudicado.
Esta situación implica peleas no sólo entre los regantes ubicados más arriba y los de la vega sino con los
Administradores del Riego que, aún cuando consideren justo el reclamo de los productores afectados, deben, por
un lado, seguir las instrucciones de la Dirección de Riego y, por otro, brindar el agua de la que depende el éxito
de los planes de introducción de huertas.
Como dijimos antes, otro conflicto importante es el que se refiere al corte de turnos a aquellos que no
siembren y rieguen eficaz o racionalmente. Como vimos, la Ley así lo establece y los técnicos consideran y
aconsejan dar agua a quien mejor la aproveche. La decisión acerca de quién riega sin desperdiciar el recurso
debería ser tomada en conjunto por el Administrador y la Comisión que se ha elegido entre los consorcistas. Pero
en Antofagasta y en toda Catamarca, las comisiones tienden a desentenderse del control de riego - tarea que da
mucho trabajo y suscita peleas- y todo queda en manos de una sola persona que puede ser favorecedora de
amigos o parientes o simplemente, no evaluar correctamente la eficacia al regar. Esto suele dar origen a
desigualdades respecto del derecho al agua pues los más ricos (y en Antofagasta hay grandes diferencias) pueden
contratar peones para atender el riego y mantener bien sus sembrados, por ejemplo sus potreros de alfalfa. De
esta manera logra más horas de agua que quien, por falta de recursos, no puede contratar un reemplazante para
atender bien potreros y rastrojos. Esto crea un círculo vicioso en el que la obtención de mejores cosechas trae
como consecuencia conseguir más turnos de agua que, a su vez, hacen rendir más los mismos sembrados.
Cuando los damnificados por la falta de riego de sus vegas o la interrupción de los turnos “por ineficacia”
son llamados a limpiar la acequia común lo hacen a desgano o no lo hacen pues consideran que están
colaborando en un trabajo que a ellos no les rendirá mayores beneficios.
Es necesario aclarar que el control que ejerce el Administrador para, por ejemplo evitar los robos de agua,
puede ser muy relativo. Debe contar con un vehículo y combustible, cosa que no es fácil, para recorrer a veces a
horas intempestivas, largos trayectos. Si lo logra, al retirarse, el regante puede tranquilamente robarle el agua al
vecino. Hasta que éste se queja y puede volver el Administrador, seguramente han pasado varios días, etc.
No hay que desdeñar la influencia de los grandes cambios que se han introducido en los últimos años y
que no tienen que ver sólo con el gusto por las plantas – que alimenten, adornen o den sombra-. Nuevos gustos y
hábitos respecto del aseo personal y doméstico, la habilitación de barrios nuevos, el arribo de turistas “de
aventura o “ecológico” a la Hostería recientemente construida reclaman una abundancia de agua inexistente. No
se ha construido ni está en vías de hacerse estructura nueva alguna que permitiera conseguir más agua o
administrarlo mejor.

11
En El Peñón la vida moderna ha incidido muchísimo menos tanto en cuanto a hábitos personales como al
consumo. La mejor infraestructura –puesto que cuentan con un estanque para acumular agua- y la menor
cantidad de habitantes ha hecho que los conflictos sean muy escasos. Y esto sucede a pesar del requerimiento de
agua para una especie nueva –de nomás de 50 años- y alóctona como los álamos. En el caso de esta aldea vemos
que no sólo los problemas entre vecinos son menores sino que tampoco entran en colisión usos antiguos y
aplicación de la Ley de Aguas. Como vimos, los pobladores, coincidiendo con la Dirección de Riego no usan el
agua para las vegas no cercadas.
Los pobladores de Antofagasta no perciben que las huertas, las casas con instalaciones sanitarias nuevas o
la Hostería sean los responsables del agravamiento del conflicto sino, en todo caso, que ahora son más los que
riegan, que el Administrador no es justo o que en la actualidad la gente es “más codiciosa” que antes.
Como se puede comprobar leyendo algo de la extensa literatura antropológica sobre riego, los conflictos y
su difícil solución son lo habitual en toda comunidad donde se riegue por turnos. Si las discordias se han
agravado, tal como lo afirman los pobladores y no es ésta una idealización del pasado, creemos que las
diferencias respecto a las prioridades en el riego entre los consorcistas y las autoridades extra locales, la carencia
de infraestructura de riego adecuada, junto con la introducción de nuevas formas de vida y de cultivos son, en
mayor medida, los responsables.

BIBLIOGRAFÍA CITADA

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2001. The moral economy of water: equiety and antiquity in the andean commons, American
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12
Joven endilgando el agua entre las
“Potrerillo” (cercado) sobre la vega comunal de El Peñón
melgas. Antofagasta de la Sierra

13
Mapa. Sistema hídrico de Antofagasta actual. Al costado ubicación de la zona dentro del mapa de la
República Argentina.

14
Implicaciones Ambientales y Territoriales del Desarrollo

Francisco González L. de G.
Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Universidad Javeriana, Bogotá,
COLOMBIA
fgonzale@javeriana.edu.co

El desarrollo, el espacio rural, el nuevo modelo cultural y la sostenibilidad (1)


Francisco González L de G (2)

1. El enfoque cultural y el territorio


2. El Ambiente como producto social y el impacto de la cultura en el
territorio
3. Implicaciones del conflicto armado, en el desarrollo, territorio y el
ambiente. Caso colombiano.
“Hemos perdido el mundo: hemos transformado las cosas en fetiches o
mercancías, desafíos de nuestros juegos de estrategia; nuestras filosofías, acósmicas, sin
cosmos, desde hace casi medio siglo, ya sólo disertan sobre lenguaje o política, escritura
o lógica.
En el mismo momento en que físicamente actuamos por vez primera sobre la
tierra global, y que sin duda ella reacciona sobre la humanidad global, trágicamente, la
desdeñamos” Michael Serres. (3)
1. El enfoque cultural y el territorio.
En este capítulo se presenta un marco interpretativo desde el cual se puede
hacer la lectura de las implicaciones ambientales y territoriales del desarrollo,
usando como referente el concepto de cultura. Se parte del supuesto de entender
la cultura como una estrategia de adaptación particular a la especie humana,
mediante la cual las poblaciones humanas han logrado históricamente satisfacer sus
necesidades y garantizar su supervivencia como especie, aunque muchas
poblaciones en particular no lo hayan logrado.
El tema del territorio y sus transformaciones no se puede tratar
adecuadamente, si no se parte de la comprensión de la dinámica de los procesos
culturales y su relación con el sistema biofísico . Las relaciones sociedad-naturaleza
implican la formalización histórica , en el sistema simbólico de cada cultura , de las
formas de apropiación del territorio o construcción del paisaje. Creándose un
orden formal que es producido y produce transformaciones materiales en los
ecosistemas , generando procesos de sostenibilidad o insostenibilidad de las
poblaciones humanas . Así, la relación entre cultura, ecosistema y desarrollo esta
en la base de los criterios que se deben considerar cuando se plantean políticas,
planes y programas de desarrollo local o regional.
A lo largo de la historia de la especie humana las distintas poblaciones que
han venido evolucionando han construido como estrategia fundamental de
adaptación sistemas complejos de pautas de conducta , mediante los cuales, han
dado respuesta a la satisfacción de sus necesidades.
Todas las poblaciones humanas tienen en común este hecho. Sin embargo,
las formas que han tomado estas construcciones han sido altamente diversas, tanto
desde el punto de vista de la sucesión histórica de las mismas , como de la
coexistencia espacio temporal de su diversidad . El estudio de estos hechos , en
busca de su comprensión, ha dado lugar al desarrollo de un campo de
conocimiento, que en el marco de la sociedad industrial avanzada de
Occidente(4), ha sido definido como ciencia Antropológica. (5)
La Antropología , como ciencia social, se ha centrado en la caracterización
y análisis de estos hechos y procesos, definiendo su objeto de trabajo con el
concepto de Cultura. Todas las culturas se han construido en un espacio
geográfico. (6)
La cultura(7) como objeto de la Antropología abarca en consecuencia los
productos humanos materiales y simbólicos, y las transformaciones del paisaje(8).
Mediante estos productos las poblaciones humanas se han organizado y establecido
condiciones para interactuar, tanto a su interior, como con otras poblaciones
humanas y en relación con su contexto biofísico.
En este orden de ideas, otro concepto fundamental en la Antropología es el
de institución. Las instituciones son las formas particulares con las cuales se
expresan, al interior de una cultura, estos sistemas de pautas de conducta que
orientan y regulan la satisfacción de las necesidades de una población determinada.
Si bien las formas institucionales presentes en las diferentes culturas, son altamente
diversas, las instituciones son un objeto común a todas las culturas.
Todas las culturas , mediante sus instituciones , han establecido
interacciones con el ecosistema(9) del que han emergido, o el que han ocupado;
estableciendo relaciones culturales e institucionales , de orden simbólico y material
configurando en el espacio geográfico un dominio cultural, que se ha definido
como territorialidad.
Surge así, la necesidad de otro concepto fundamental el de territorio. El
territorio es el espacio cultural inherente a la supervivencia de una población
humana. Las poblaciones humanas en la medida en que construyen cultura
estableciendo su institucionalidad y territorialidad, transforman los ecosistemas y se
transforman a si mismas en un proceso complejo y dinámico, generando como
resultado un a nueva realidad biofísica y cultural, un ambiente.
El Ambiente(10) es en consecuencia, una forma particular de expresión de
las transformaciones biofísicas y culturales generadas por una población humana en
un momento del tiempo y del espacio. La diversidad de Ambientes construidos
por las poblaciones humanas son y han sido altamente diversos, pero igualmente,
es común a todas las culturas la construcción de un Ambiente.
Todos estos conceptos son igualmente construcciones humanas de carácter
histórico, generados por la necesidad de elaborar marcos teóricos explicativos,
que nos permitan entender los procesos inherentes a la evolución, configuración,
adaptación y supervivencia de las poblaciones humanas. Las teorías, entendidas
como sistemas de conceptos , y los conceptos mismos son herramientas
típicamente humanas mediante las cuales hemos buscado actuar sobre nuestras
realidades y problemas con el fin de auto transformarnos para garantizar nuestra
supervivencia en el tiempo y en el espacio, creando condiciones de equidad y
armonía en nuestras relaciones sociales y en nuestra articulación con los
ecosistemas, es decir un desarrollo sostenible.
El Desarrollo Sostenible(11), es un concepto ético y político, que resulta
como contrapropuesta a la experiencia histórica , de la sociedad industrial
avanzada de occidente, que se manifiesta en la problemática ambiental actual del
planeta generada en la implementación del actual modelo de desarrollo.
La base del actual modelo de desarrollo imperante esta dada por una
dinámica permanente de producción y consumo indiscriminado de bienes y
servicios, la economía de mercado opera con una lógica de corto plazo, donde el
objetivo es la maximización de beneficios privados; obviamente este hecho
depende de la escala de magnitud de la empresa, el plazo aumenta con la
magnitud. Pero de todas maneras, esta lógica no logra trascender esos objetivos.
Lo que genera un crecimiento indiscriminado e infinito, en un mundo finito. Lo
que implica establecer criterios éticos y políticos que actúen como mecanismos de
control, sin caer en falacias de modelos autoritarios y centralistas que ya han
mostrado su fracaso histórico.
El actual modelo de desarrollo, se manifiesta como parte de una estrategia
adaptativa particular, que ha logrado universalizarse en el planeta, poniendo en
peligro la conservación de la biosfera y por ende la supervivencia de la especie
humana. Este hecho se constata con el surgimiento y agudización de la
problemática ambiental actual que se expresa, para citar solo algunos de los
problemas más publicitados, por ejemplo en: calentamiento global, imposibilidad
de manejo de toda clase de desechos tóxicos que se puede observar en el avance
de la contaminación a todos los niveles, destrucción de la biodiversidad en todas
sus expresiones, reducción de la oferta natural en general y de elementos vitales
como suelo, agua, aire y alimentos, crisis energética, encarecimiento de los costos
de vida y reducción de la calidad de la misma, etc. Vale la pena aclarar que estos
hechos son la expresión material de los procesos sociales que los generan.
La insostenibilidad de este modelo de desarrollo ha sido soslayada con
estrategias como la colonización y la guerra o paliativos de carácter instrumental,
pero los limites, han sido ya claros desde hace algunos años; imponiéndose la
necesidad de una reconversión tanto tecnológica como organizacional, ética y
cognoscitiva que permita entrar en el tercer milenio con una nueva cultura basada
en otros modelos de desarrollo. Esta es la utopía, que refleja el nuevo paradigma
del desarrollo sostenible, la realización de la misma se impone pero implica un
complejo proceso social.
Para hablar de las implicaciones ambientales y territoriales del desarrollo
rural, es necesario hacer este tipo de reflexiones conceptuales ya que los conceptos
finalmente son creados de acuerdo a realidades históricas , pero también son
creadores de realidades (12). El papel de la Antropología y la geografía han sido
fundamentales en la comprensión de estos hechos ya que el desarrollo de estas
ciencias se ha caracterizado por la preocupación por comprender los procesos
humanos y en particular la interacción sociedad naturaleza, desde una perspectiva
holística y multidimensional.
En este sentido se han generado diferentes estrategias explicativas,
representadas en diferentes teorías y escuelas las cuales , algunas veces se han
centrado en diferentes aspectos de estos procesos; unas privilegiando lo simbólico,
otras lo material de la cultura, y dando diferente peso a las relaciones de
causalidad entre las diferentes dimensiones de los procesos humanos en la
construcción de cultura y territorio.
La Antropología y la Geografía han sido ciencias bastante ricas en
interpretaciones y elaboraciones conceptuales, al igual que en generación de
información de campo de diferente tipo. Han sido tan diversas como su objeto,
pero también tan consistentes , como la capacidad de supervivencia de la especie
humana. Aunque hoy esta capacidad este en duda, pero precisamente por el
hecho de simplificar y estandarizar la diversidad cultural y territorial en función de
intereses mezquinos y unidimensionales ; y también precisamente por reducir el
horizonte de sentido ético necesario a la ciencia y simplificar los objetos complejos,
por carencia de paradigmas alternativos que respondan mas claramente a la
naturaleza de sus objetos.
2. El Ambiente como producto social y el impacto de la cultura en el territorio.
La permanente interacción entre demanda social y oferta natural, mediada
por condiciones espacio temporales específicas ha generado a través de la historia
de la humanidad una multiplicidad y multidimensionalidad de respuestas
adaptativas que se concretan en la diversidad cultural y su consecuente expresión
en la configuración de Paisajes y Ambientes a los cuales corresponden diferentes
problemas ambientales generados por las distintas poblaciones humanas.
En la sociedad industrial avanzada esta dinámica toma formas altamente
complejas y las transformaciones del territorio se expresan en paisajes altamente
artificializados y con funciones especializadas, generando problemas ambientales
que ponen en peligro la biosfera de la tierra en su totalidad. Lo cual ha obligado a
enfrentar esta amenaza, entre otras estrategias, mediante la formulación y puesta
en práctica de un nuevo concepto el de desarrollo sostenible, este concepto
implica situarse dentro de un nuevo paradigma que opere desde la visión sistémica
y reconozca la complejidad de estos procesos cuya lectura obliga a la
interdisciplinaridad.
La cultura no puede ser entendida sin considerar la base biofísica sobre la
cual se ha construido, no existe una separación entre cultura y naturaleza, la
cultura es tan natural como lo puede ser cualquier adaptación fisiológica de
cualquier especie. Lo que no implica que cualitativamente la explicación de la
cultura se pueda reducir a términos físicos, químicos o biológicos únicamente;
aunque todo esto afecte la conducta humana, esta no se reduce a un mecanismo
meramente reflejo.
Si entendemos el nicho ecológico(13), como la identificación funcional de
la articulación energética de una especie al ecosistema, su forma de inserción en el
sistema trófico; en el caso de la especie humana, la característica distintiva es que
su nicho es polivalente, multidimensional y cambiante, es cultural. Trasciende,
inclusive limites espaciales y temporales. Como ejemplo de ello , se puede citar el
caso de la fuente principal de energía que alimenta el funcionamiento de la
sociedad industrial avanzada de occidente, el petróleo. Este no es otra cosa que
energía solar capturada hace millones de años por diferentes organismos vivos ,
biomasa fósil, que hoy es capturada por sofisticadas tecnologías, utilizada y
devuelta a la biosfera bajo formas de difícil metabolización por parte de los
ecosistemas. Es por ello necesario, que culturalmente se construyan los
mecanismos para hacerla metabolizable, o de lo contrario el índice de
insostenibilidad de nuestra cultura se hará cada vez mayor.
Aunque a esta escala y en este orden de ideas, pareciera ser que nos
desprendemos del territorio y de los condicionamientos espacio temporales, lo que
sucede es que, estos procesos se producen a escala planetaria . Lo cual se ve con
claridad cuando, el tema del petróleo se piensa desde la perspectiva de la
Geografía política . La insostenibilidad del sistema se pretende resolver con la
guerra.
Los seres humanos son seres biológicos en evolución. La selección natural;
entendida como el proceso mediante el cual un organismo en virtud de múltiples y
complejas interacciones bióticas y abióticas se va transformando y fijando
genéticamente los rasgos claves que le permiten obtener eficientemente sus
alimentos y defenderse de las amenazas presentes en su medio; es también el
motor de la adaptación y supervivencia de nuestra especie.
Esta selección natural nos conduce a ir programando y reprogramando
nuestra estructura física y conductual, esta se mantiene en el tiempo en función de
su eficiencia, pero esta condicionada por un contexto, territorial, ecosistémico y
simbólico igualmente cambiante. La selección y la evolución para la especie
humana se vuelven culturales. En el caso de nuestra cultura la territorialidad es
planetaria, la globalización condiciona los procesos locales , tendiendo a
invisibilizar lo local y lo regional. Pero es precisamente en esos espacios, donde los
conflictos globales se manifiestan con mayor crudeza.

El Ambiente, como hecho cultural se expresa en el espacio, en el paisaje


como hecho concreto y geográfico. Es en las transformaciones del territorio donde
se manifiestan, también, los problemas ambientales. Existe una relación sistémica
entre la cultura y el territorio. Dentro de las diferentes formas de organización de
la materia, la especie humana es un macro-organismo con características
estructurales y conductuales específicas que deja sus huellas en el territorio. Las
imágenes de los sensores remotos, nos han permitido en los últimos años,
constatar este hecho, dada la escala en que podemos observar los fenómenos
terrestres. Así, podemos observar el planeta como sistema global, esto ha
implicado un cambio de perspectiva, surge un proceso de globalización del
conocimiento. Los fenómenos locales y regionales, pueden ser explicados de
manera diferente, de acuerdo a la escala de lectura. Esta visión macro implica la
construcción de una nueva articulación explicativa entre lo macro y lo micro. Hay
una continuidad entre el microcosmos y el macrocosmos.
Los seres humanos, en cuanto individuos, o a la escala de una población;
pueden reprogramarse muy rápidamente, potenciando la utilidad de su
información genética y respondiendo con máxima rapidez ante los cambios del
entorno ecosistémico. En cuanto, individuos, hacen uso de la mente que es una
propiedad emergente del proceso evolutivo, y en cuanto población, construyen
cultura; que se podría definir como una forma de mente colectiva que se expresa
bajo la forma de estrategias adaptativas específicas, diseñadas para garantizar la
supervivencia de las poblaciones.
La cultura representa la síntesis de procesos materiales y conductuales y se
expresa como: tecnología, organización de los procesos de producción y
reproducción, construcciones cognoscitivas y simbólicas y objetos materiales e
ideológicos. En este sentido la cultura es parte de la evolución biológica y un
momento y una instancia en los macro procesos de la biosfera . Es una de las
tantas formas que toma la naturaleza. Por este motivo, la transformación de la
naturaleza realizada por el hombre, es en sus efectos, la medida de su capacidad
adaptativa y su condición de existencia , la cultura y el territorio son dos
dimensiones de la misma realidad.
Llevando lo anterior a un plano pragmático y haciendo una referencia al
origen de la cultura, se puede señalar que el hombre como los demás seres del
planeta tierra esta condicionado por las necesidades propias de las otras formas de
vida, ha venido cambiando con el tiempo adaptándose a los cambios del medio y
transformándolo. Si confiamos en los resultados de la paleontología humana,
sabemos que hace mas o menos unos tres millones de años existió un
homínido(14) que caminaba erguido y empezó a desarrollar herramientas líticas,
logrando entre otras cosas hacer uso del fuego. No sabemos exactamente como
pasó esto pero sí sabemos que, a partir de este momento, los cambios
conductuales transmitidos de generación en generación se constituyeron en el
instrumento básico para la supervivencia de la especie .
Es a partir de ese momento cuando los cambios fisiológicos dejaron de ser
lo más importante y los cambios en la conducta del hombre se volvieron
esenciales. Estas nuevas formas de conducta, que emergen de su proceso
evolutivo, le permiten potenciar su interacción con los demás hombres, desarrollar
el lenguaje y generar toda una serie de características que lo hacen definir como
un ser social. En ese momento se puede hablar del surgimiento de la cultura.
Como se ha señalado, existe una continuidad entre la evolución biológica, la
coevolución y la construcción de cultura. La cultura se constituye en una estrategia
adaptativa particular de la especie, que no es esencialmente distinta a otros tipos
de estrategia, corresponde solamente a otro nivel de complejidad. Estos procesos
se suceden en el tiempo y en el espacio, pero ni el tiempo ni el espacio son
categorías preexistentes, son productos particulares de estos de los mismos
procesos.
La especie ha desarrollado una gran capacidad transformadora, de sí y de su
entorno, mediada por los diferentes ecosistemas que ha habitado, impulsada por la
necesidad de supervivencia ha construido culturas.
Cualquier otra especie, a diferencia de la humana, garantiza su
supervivencia a través de cambios básicamente fisiológicos, impulsados por la
necesidad de conseguir los alimentos interactuando con otras especies dentro de
esa red viva, denominada como ecosistema, se articula a una determinada cadena
trófica; alimentándose de plantas, otros seres vivos etc. Sin embargo en el mundo
animal, también existen formas de organización “social“ y conductas pautadas,
desconocemos su complejidad y alcances, pero no hemos observado desarrollos de
una instrumentalidad tecnológica tan compleja como la humana, por este motivo
se hace la diferencia, su estrategia de supervivencia, se basa en la diversidad de
opciones de articulación a los ecosistemas y en su transformación, en la
construcción de paisajes y territorialidades.
La especie humana es en esencia constructora de culturas, propias de cada
situación, de cada pueblo o población humana. La diversidad humana ha sido y es
muy grande, relacionándose la diversidad cultural con la diversidad biológica, este
es su potencial y su patrimonio en el camino de la supervivencia.
La dinámica evolutiva humana ha estado centrad en la tensión entre la
oferta natural representada en paisajes y ecosistemas y su territorialización,
representada en el uso cultural de esa oferta.
Siguiendo este orden de ideas, si hipotéticamente tomamos una porción
determinada de la biosfera en la cual se incluye una población humana, en un
tiempo y espacio específicos; podemos considerar la existencia de un potencial
productivo ecosistémico concreto y limitado. Frente a esta oferta natural dicha
población humana genera una determinada demanda de recursos, que es función
directa de su tamaño y sus formas: organizacionales, tecnológicas , cognitivas y
simbólicas ; todas ellas generan un tipo de relación con el medio biofísico y un
tipo y volumen de demanda, acompañada de patrones de consumo.
El resultado de estas interacciones genera lo que podemos llamar un
ambiente, correspondiente a dicha forma cultural; de esta manera cada cultura
construye su ambiente, territorializado y representado en formas particulares de
uso y ordenamiento del paisaje, en consecuencia un tipo definido de problemas
ambientales con una determinada expresión espacial. El territorio se convierte en
la expresión espacial de la cultura.
Históricamente se ha observado que estas demandas tienden a
incrementarse y hacerse más complejas, poniendo en peligro la oferta natural;
frente a esto las distintas poblaciones humanas responden con transformaciones
culturales, que afectan todas las dimensiones de una cultura, a este proceso se ha
llamado desarrollo.
Muchos antropólogos han descrito y reseñado estos procesos, no siempre
las poblaciones humanas han logrado sobrevivir, muchas culturas han desaparecido
cuando esta relación naturaleza-sociedad ha sido crítica para el ecosistema de
referencia. Al aumentar la demanda social, se ejerce una presión cada vez mayor
sobre la oferta natural que conduce finalmente a la destrucción de la capacidad
ecosistémica de resiliencia, lo que en lo cultural conduce a una crisis interna
expresada en desajuste y procesos internos de violencia, generada en el control de
los recursos por una minoría, o a procesos de guerra con otras poblaciones,
colonialismo en todas sus formas: guerra física o guerra comercial. (15)
Una vez conseguido un determinado nivel de vida por una población y
establecidos ciertos niveles de consumo es muy difícil cambiarlos ; esto ha
sucedido muchas veces en la historia de la humanidad, ello ha implicado el
surgimiento de nuevas culturas y la desaparición o reabsorción de otras. Es
importante anotar que en la base de la explicación de la relación ecosistema -
cultura y de las relaciones interculturales, el introducir una lectura ambiental de
tipo sistémico y holístico, puede ser altamente útil, sin caer en determinismos
unidimensionales.
En este sentido, se puede observar como en la actualidad existe una cultura
dominante, la de la sociedad industrial avanzada, que esta estandarizando las
demás culturas del planeta y con ello reduciendo las opciones adaptativas de la
especie. La perdida de diversidad cultural y biológica son un grave peligro frente a
las posibilidades de supervivencia de la especie en el largo plazo.
Se han establecido múltiples mecanismos para obtener los recursos que
demanda la sociedad industrial avanzada de occidente y otras culturas ya
homologadas, extendiendo su influencia a todos los ecosistemas del planeta,
transformando culturas y territorios. Estos mecanismos van desde la guerra hasta el
control de los mercados, generando toda clase de problemas ambientales en los
diferentes territorios.
Estas transformaciones son perceptibles de manera global en las lecturas
hechas a partir de censores remotos que monitorean : la atmósfera, el clima , los
fenómenos marinos y terrestres. En la escala local , estos impactos se visualizan en
la inviabilidad creciente de los territorios para el sostenimiento autónomo de sus
poblaciones. Paradójicamente, a mayor globalización e interdependencia física y
tecnológica, mayor inviabilidad para el desarrollo sostenible en los contextos
locales y globales. El conocimiento especifico se consolida cada vez más y se
contextualiza a nivel planetario, pero los procesos de producción y transformación,
a la vez que se perfeccionan y globalizan se hacen igualmente más destructivos y
estandarizantes.
Al considerar, por ejemplo, la demanda de alimentos, remontándonos a
una etapa anterior a la nuestra; se pueden encontrar pueblos cazadores y
recolectores que basaron sus subsistencia en la caza de ciertas especies. Para ello
necesitaron unas herramientas con las cuales cazar, matar y comer a dichos
animales. Igualmente debieron construir un determinado tipo de organización
mediante la cual realizar ese proceso de producción y distribución del producto;
garantizando, además, su propia reproducción social.
Estas poblaciones, necesitaron construir un sistema simbólico para codificar
sus pautas de conducta, un sistema cognocitivo desde el cual dirigir estos procesos,
un sistema tecnológico para obtener los recursos y un orden territorial para
acceder a los ecosistemas. Al crecer sus necesidades y su demanda. estos sistemas
se hacen más complejos y aumenta la presión sobre la oferta natural,
produciéndose toda clase de cambios que condujeron a otros tipos de estrategias;
como la agricultura, por ejemplo, que a su vez representó un gran cambio cultural.
Todos estos hechos no implican una causalidad lineal sino la cohexistencia
de múltiples formas adaptativas, que sumadas se han traducido en la supervivencia
de la especie. Hoy al predominar solo una estrategia cultural se empobrece la
humanidad y se pone en peligro su supervivencia y la de la biósfera. El desarrollo
tecnológico, a la vez que puede mejorar la calidad de vida de las poblaciones,
también las pone en peligro; esta es la paradoja humana.
Los sistemas culturales se manifiestan muy concretamente en el tiempo y
en el espacio. Todo sistema cultural tiene su lugar y su momento, se desarrolla en
el tiempo y a una escala precisa. La cultura es un sistema complejo del cual no
podemos eliminar, el sistema biofísico como componente. La naturaleza no es un
afuera, esta adentro, porque sin su presencia no existimos.
La cultura desde el punto de vista categorial se puede entender como una
síntesis. No es nada artificial o extraño a los procesos de la biósfera. Reconocer
esto significa un viraje clave en la interpretación de las transformaciones del
territorio y la generación de problemas ambientales. La Globalización y la
estandarización cultural sin considerar los procesos históricos y las realidades
biofísicas, se convierte en un factor autodestructivo para la especie humana, por
eso se requiere una redefinición de los modelos de desarrollo compatible con el
funcionamiento de la biosfera, tanto a nivel local como global.
Se hace necesaria una re-ingenieria cultural a nivel planetario. Pero, dados
los conflictos territoriales y la complejidad de los problemas ambientales, la
posibilidad de definirlos y definir el desarrollo sostenible, aún solamente con fines
operativos, se torna altamente difícil. La razón de esto, esta referida a las
diferentes lecturas sectoriales que se pueden hacer; generadas en los diversos
intereses, tanto de las disciplinas o áreas de conocimiento, como de los actores
sociales, siempre mediados por experiencias distintas. A esto se suma la
heterogeneidad de situaciones que caracterizan los complejos procesos históricos
vividos por las poblaciones humanas; lo que hace difícil, o tal vez, prácticamente
imposible lograr una modelización conceptual universalizante, que tampoco sería
deseable.
Lo que si es claro, es que el concepto de cultura es clave para la lectura de
esta problemática. Así, los problemas ambientales articulados al uso del territorio
corresponden a un campo relacional enmarcado culturalmente y no se pueden
reducir a lo que se observa en los ecosistemas cuando son intervenidos por el
hombre: deforestación, perdida de biodiversidad, disminución cualitativa y
cuantitativa del recurso hídrico, etc. Pensando que la solución en este caso, es
revertir su destrucción conservando su carácter prístino, aislándolos de la actividad
humana. Tampoco se puede pensar que estos problemas se reducen a los efectos
contaminantes o destructivos del metabolismo social; urbano, minero energético,
industrial o agroindustrial. Todos estos hechos son la expresión material, bajo la
forma de síntomas, de la problemática ambiental inherente a los procesos sociales
que se producen al interior de una cultura determinada. Cada cultura, crea su
ambiente y sus problemas y también sus soluciones, ese es su reto.
La gravedad y el nivel de globalización al que han llegado estos problemas,
nos abre un campo nuevo de trabajo científico que implica la construcción de
categorías adecuadas. El tratamiento de estos problemas necesita una nueva óptica
y nuevos campos de trabajo interdisciplinarios y transdisciplinarios, que se deben
nutrir por los desarrollos logrados por las diferentes disciplinas integrando sus
resultados en una perspectiva holística. Aunque esto se ha dicho muchas veces, el
hecho es que no se han logrado consolidar políticas y estrategias para lograrlo.
Pasando a la relación que tiene el concepto de desarrollo sostenible con los
de territorio, Ecosistema y Cultura, se puede decir que la idea de desarrollo
sostenible es parte de una cosmovisión nueva que implica transformaciones
radicales en todos los sistemas que conforman el sistema cultural. Esta idea expresa
el deseo de construir la posibilidad de producir y de conseguir los recursos
necesarios para la supervivencia de la humanidad, por el camino de la vida y no
por el camino de la muerte. Construir un mundo donde garanticemos la vida de
todos.
Se puede entender como DESARROLLO SOSTENIBLE, en particular y en
lo concreto una situación deseable para un grupo humano, caracterizada por el
logro de un sistema de interacciones con el sistema biofísico en un territorio,
mediante el cual se logre maximizar su potencial productivo y reproductivo
inmanente; cumpliendo desde el punto de vista ecosistémico el objetivo de la
conservación, a la vez que, desde el punto de vista productivo, satisfaciendo las
necesidades humanas y potencializando las posibilidades productivas a partir de la
comprensión de la lógica de funcionamiento de la base ecosistémica.
Cabe anotar, que es necesario establecer límites al ritmo de crecimiento. Sin
embargo estos límites pueden tener cierta elasticidad con relación a la cualificación
de las interacciones que se generen. Se trata de romper así la dicotomía entre
ecosistema y la actual cultura de la sociedad industrial avanzada o moderna,
mediante un proceso creativo y recreativo que haga sustentable y sostenible en el
tiempo la estrategia adoptada. En síntesis, lograr un estado de desarrollo sostenible
o sustentable implica la construcción de una estrategia de interacción entre el
sistema natural y el social, que parta de analizar la lógica de los dos sistemas
generando una unidad integrada y autoregulada, centrada en un territorio.
De acuerdo con esta formulación, el desarrollo sostenible sólo se puede
definir en un tiempo y lugar determinado. El desarrollo sostenible como idea
puede ser una directriz, una política basada en unas premisas generales; se desea
lograr el desarrollo sostenible en cuanto proyecto social. Sin embargo, no
podemos esperar a que se nos defina operativamente, de forma genérica y a priori
cuál es el desarrollo sostenible o cómo se logra (16). Sólo se materializa en la
práctica social concreta, solo así se define.
La forma concreta del desarrollo sostenible se puede producir en un lugar y
tiempo determinados como resultado del aprovechamiento de los recursos, de las
potencialidades del ecosistema, de las posibilidades económicas, de las condiciones
tecnológicas y de las aspiraciones de la población. Estos elementos nos definen sus
condiciones de posibilidad. El cruce completo entre estas dimensiones es el que
nos va mostrar las características del desarrollo, para que este sea sostenible en un
lugar.
La construcción y el logro del desarrollo sostenible se hace a partir de la
interacción entre los habitantes del lugar y sus ecosistemas, mediante la confluencia
entre la lógica del sistema natural y la demanda social. De esta manera surgen
preguntas acerca de cuál es la plataforma tecnológica y los medios por los cuales se
puede lograr el desarrollo sostenible en un determinado sitio.
En síntesis, el desarrollo sostenible o sustentable es un paradigma que se
puede preconcebir, que hace referencia a un estado deseable, pero su
construcción implica un proceso particular y específico a las condiciones, biofísicas,
espaciales, temporales y sociales de las que se parta; lo que quiere decir que no
existen ni pueden existir fórmulas acabadas para lograrlo. Lo que no implica que
no se deba institucionalizar como proyecto social. El como lograrlo esta definido
por cada proceso social particular.
El desarrollo sostenible, a nivel global, debe surgir de un dialogo
permanente entre necesidades y posibilidades locales y tendencias y estrategias
globales. .Es decir deben crearse las condiciones políticas para su realización, tanto
a escala global como regional y local. Lo que implica un reto científico,
tecnológico y político de la humanidad.
3. Implicaciones del conflicto armado en el desarrollo, el territorio y el
ambiente. Caso Colombiano.
Para el caso de Colombia , la relación entre territorio, ecosistema, cultura
y desarrollo, unida a la reflexión sobre el conocimiento, uso y valoración de la
biodiversidad, adquieren particular importancia estratégica y geo-política para la
construcción del desarrollo sostenible y la paz(17).
El surgimiento de la conciencia sobre el valor estratégico de la
biodiversidad, como elemento fundamental del patrimonio natural y cultural de
nuestra nación, ligado a la necesidad de un ordenamiento territorial que espacialice
las diferentes propuestas de desarrollo local, se ha materializado en la puesta en
operación de un nuevo aparato jurídico – político e institucional, definido por la
constitución de 1991. (18)
Desde ese momento hasta hoy son grandes los esfuerzos que se han hecho y
los avances que se han logrado, tanto en el sector público, como privado; para
conocer, valorar y dar uso sostenible a la biodiversidad. Sin embargo, en realidad
el reto solo ha comenzado. Es muy poco lo que se conoce y no están muy claras
las formas de abordar su uso sostenible y los criterios para su valoración. Esta
situación, enmarcada en el contexto de la guerra y la búsqueda de la paz, hace de
este tema un elemento estratégico de primer orden para el país, la región y nuestra
inserción inteligente en el proceso de globalización del planeta.
Es por este motivo que en el marco de el orden de ideas, anteriormente
expuesto, se quiere hacer una reflexión sobre la paz, el desarrollo sostenible, la
biodiversidad y el ambiente.
Si entendemos: La biodiversidad, según la visión sistémica como, un
complejo jerárquico de niveles de organización de la vida(19). La cultura, asociada
a ella, como una forma particular de estrategia adaptativa, generada por las
poblaciones humanas, que implica formas de organización sistemática de pautas
de conducta referidas a los procesos: simbólicos, cognoscitivos, organizacionales
(económicos y políticos), tecnológicos y biofísicos. El ambiente como, una
construcción social y natural histórica, que se concreta en procesos que afectan y
determinan las condiciones de existencia de la vida y los procesos biofísicos y
sociales. El desarrollo sostenible sería la capacidad de una sociedad para dar
desenvolvimiento a sus potencialidades, a su patrimonio biofísico y cultural, para
garantizar su permanencia en el tiempo y en el espacio, satisfaciendo
equitativamente las necesidades de su población y maximizando el potencial
ecosistémico e histórico inmanente (20).
Partiendo de estos conceptos, si pensamos en la situación de guerra que hoy
vive el planeta y la parte de ella que se lucha en el país, vemos como nos alejamos
cada vez más de los objetivos ético – políticos que encierra la filosofía del
desarrollo sostenible.
Entendiendo la paz como una situación o hecho social, con el cual, la
correspondencia entre los diferentes actores sociales permite la realización de
actividades privadas y públicas conducentes a la satisfacción de las necesidades y
deseos de cada uno en armonía con el conjunto, es claro que el hecho de la paz
tiene que ser una construcción social.
Los espacios para la construcción de paz están presentes en las diferentes
dimensiones en que se desarrolla la actividad social. La paz no es un objeto social
que corresponda construir únicamente al estado o a las organizaciones gremiales o
políticas. Todos los actores sociales en nuestra actividad pública o privada
podemos ser constructores de paz. Esta construcción esta mediada por la
especificidad de la actividad que realizamos, la tarea que cumplimos y la forma de
uso del territorio que ocupamos.
Si partimos de observar la forma en que nuestra cultura interactúa con el
medio biofísico para obtener los bienes necesarios para la vida social, vemos los
estragos de una larga guerra, que termina expresándose en una guerra contra la
madre, contra la tierra. Esta guerra es una guerra suicida contra nosotros mismos,
como parte que somos de esta tierra, su expresión material son los denominados
problemas ambientales: Esta guerra se proyecta de la misma forma en una guerra
contra nuestros hermanos y hermanas de especie a la escala de una población, de
una nación y del planeta mismo.
Pareciera ser que para lograr nuestra supervivencia como especie, como
nación, como población o como personas hemos instaurado el paradigma de la
guerra que se expresa a diferentes escalas y bajo las distintas formas que toma la
vida social. Sin embargo, la naturaleza vista a escala global nos enseña lo
contrario, la supervivencia se obtiene por la vía de la complementariedad, del
amor entendido como fuerza natural y constructiva (21). Pero persistimos en la
estrategia de la guerra y el odio como base de nuestra vida social.
Si bien, alguien diría que en nuestras estructuras genéticas que definen parte
de nuestra conducta; la agresividad está presente como pauta clave de
supervivencia. Esto podría ser parcialmente cierto, ya que ella forma parte de un
sistema conductual complejo resultado de un proceso evolutivo. Pero el elemento
renovador, en nuestra especie, ha sido precisamente la capacidad consciente de
modificar conductas y “autoprogramarlas“ (en otras palabras ejercer la libertad y
tomar decisiones), de acuerdo a las nuevas necesidades y condiciones que se van
generando. Siendo así, la guerra y la violencia, son un arcaísmo conductual que
debemos superar.
La pregunta que surge, en consecuencia, es: ¿Cuál es la causa de esta
guerra, qué la genera y si es posible pensar otro tipo de estrategia de supervivencia
?
Con esta pregunta, se está planteando que la guerra podría entenderse
como una estrategia de supervivencia; es necesario aclarar esta idea. Si nos
remitimos al antropólogo Marvin Harris, en su libro “Caníbales y Reyes”(16), nos
propone algunas hipótesis sobre el origen de la guerra. Parte de afirmar que,
aunque algunos pueblos jamás hicieron la guerra, es muy difícil encontrar pruebas
fidedignas de que la hicieron en los pueblos prehistóricos. Estas pruebas solo se
conocen de forma contundente para los pueblos que vivieron 7.500 años antes
de nuestra era en el medio oriente, las pruebas más antiguas están asociadas a la
ciudad de Jericó.
Se encontraron, torres, fosos, zanjas defensivas y un complejo sistema de
murallas, esto implica que la guerra era ya parte de la vida cotidiana. Es de todos
conocido que estos pueblos acumulaban granos, producto de sus cosechas, siendo
frecuentes los ataques de pueblos vecinos para saquear sus graneros. Así, el
hambre y la necesidad de acceder a recursos vitales es una causa fundamental de la
guerra. Sin embargo, las formas históricas en que estos problemas se han resuelto
han sido muy variadas. Básicamente, las sociedades que han tenido éxito lo han
logrado mediante contratos sociales, que hoy en un mundo globalizado, deberían
ser una opción planetaria. Es más, atendiendo a nuevas visiones filosófico-políticas,
como la de Michael Serres, estos contratos deben involucrar a la naturaleza, lo que
él define como un nuevo contrato –el contrato natural- (22).
Siguiendo este orden de ideas, la posesión territorial al dar acceso a
determinados recursos modela el comportamiento bélico. La posesión del
territorio como continente de recursos y la posibilidad de acceder a ellos, está en
la base del conflicto. En un país como Colombia entre los variados recursos que
posee cobra un papel fundamental la biodiversidad, como recurso estratégico
ligado al territorio.
Para nuestro caso si recordamos, lo planteado por Hernando Gómez
Buendía, en un articulo publicado en el periódico “El Tiempo” (23).
”.....Es más: resulta que las FARC y el ELN no son guerrillas. Son ejércitos
de ocupación local, poderes armados que compiten por el control de las regiones
menos densamente pobladas del país. ..........
......En efecto: basta mirar un mapa para entender que la violencia política
de Colombia jamás ha sido política sino más bien territorial. En lugar de una
guerra de clases, de razas o de dioses, hemos tenido un estado ausente de las zonas
de colonización.........”
Lo que se quiere rescatar de este artículo, es el reconocimiento del conflicto
en cuanto conflicto territorial, y que el acceso a los recursos (oro, productos,
esclavos, encomiendas, mano de obra, tierra, quinas, tabaco, café, petróleo,
uranio, carbón, coca, accesos estratégicos, etc.) define la actitud bélica de todos
los grupos armados. No solo se trata de un problema intrínseco de maldad o
bondad. Por ello, la estrategia de satanizar al oponente agudiza el conflicto. Hay
que reconocer y analizar las condiciones materiales y sociales que lo producen, y
buscar un espacio político para racionalizar y legitimar los deseos y aspiraciones de
los distintos actores sociales. Lo cual es una tarea compleja, pero fundamental.
Hay que construir un nuevo modelo de sociedad, donde naturaleza y cultura sean
autopoyeticas y sostenibles en el sentido de lo planteado por Maturana. (24)
Es bien particular que en este momento histórico, en el país no se haya
logrado hacer conciencia social sobre hechos tan evidentes: que la guerra esta
asociada al acceso a recursos estratégicos y que la biodiversidad esta amenazada
por el conflicto.
Es claro que la guerra como estrategia o como política, refuerza conductas:
de solidaridad intragrupal ( espíritu de cuerpo, espíritu de gremio, espíritu de etnia
etc), de juego en el amplio sentido de la palabra ( competencia, honor, valor,
audacia , astucia, juegos de guerra ), ideológicas ( mandato divino, condición de la
naturaleza humana, forma de ser propia de toda sociedad, modelos económicos y
políticos, intereses de diferente tipo). Estas conductas o valores no son la causa de
la guerra, son causadas por la guerra como cultura, estrategia o política; y con
ellas se mantiene, refuerza y retroalimenta el conflicto.
Nos formamos para la guerra, olvidando el cuestionamiento de su origen y
causalidades, porque la guerra es un negocio, una forma de ganarse la vida o la
muerte. En esta dinámica la guerra se convierte en una gran empresa que se
expresa desde lo individual, lo local, lo regional, lo nacional y lo planetario. Hoy se
lucha, esta guerra, por la apropiación de recursos estratégicos de muchas partes
del mundo. Colombia es geo-políticamente un lugar estratégico. Sin darnos
cuenta, que paradójicamente, destruimos con la guerra los recursos por los que
luchamos.
En el amplio sentido de la palabra, trabajamos para la guerra. Con el dinero
invertido por todos en la guerra, producto del trabajo social; ¿cuántos problemas
que originan la guerra no hubiéramos podido solucionar? Trabajamos para la
guerra también en otros sentidos: armamos los espíritus, fortalecemos la
intolerancia frente al otro, incentivamos las conductas competitivas e insolidarias,
destruimos lo construido por el otro para mostrar lo nuestro, nos apropiamos de
todo lo que podemos, seres y cosas, los utilizamos y destruimos, sin perspectiva
histórica. Esto lo hacemos en todos los campos de la vida, el campo académico y
de la investigación no es la excepción y el de la biodiversidad tampoco.
Si entendemos el desarrollo sostenible, como se dijo en un sentido amplio,
como la puesta en marcha de las potencialidades de un pueblo, basándose en su
patrimonio cultural y natural. Las posibilidades de desarrollo o la viabilidad
histórica de nuestra nación se hace cada vez más precaria si seguimos centrados en
la guerra como estrategia de supervivencia. El modo de ser social basado en la
guerra ni es sostenible ni es viable. Tenemos que construir un nuevo proyecto
social con perspectiva planetaria y cósmica, en el cual la conservación de la
naturaleza sea uno de los fundamentos centrales.
Debemos, en consecuencia, empezar por reconocer las diferencias y
legitimarlas en el espacio político, abrir los territorios físicos y mentales para que
sus recursos se vuelvan accesibles a todos, socializar los conflictos a diferentes
escalas y generar soluciones locales, regionales y nacionales. Esto no puede ser un
acto político de un presidente o la acción de un partido o de un gremio o de una
institución; tiene que ser un proceso social que comprometa en su especificidad a
todos los actores sociales y naturales en la forma que les corresponda de acuerdo
a su esencia y actividad. Hay que crear un ambiente de paz, en medio de la
guerra, esto debe ser un proyecto de la nación una estrategia de largo plazo, que
no se deje sobre determinar por la mezquindad intereses grupales coyunturales y
cuente con el apoyo internacional.
La noción de desarrollo sostenible, es un concepto necesario que sintetiza
realidades y deseos cuyo horizonte de sentido esta determinado por las opciones
de supervivencia de la vida en general, que podemos abrir o cerrar, para la nación
o para el planeta. El hecho de cambiar la estrategia de la guerra se impone para
todos los seres humanos, como necesidad absolutamente vital. El como hacerlo
implica poner en juego todas nuestras capacidades, partiendo de entender sus
causas y socializar esa comprensión.
Aprender a leer el lenguaje de la naturaleza y de la vida y socializar este
aprendizaje, generando conocimiento sobre nuestro patrimonio biofísico y cultural
es una tarea esencial para buscar otros modelos de desarrollo que abran opciones
de supervivencia.
En este contexto, la biodiversidad, como objeto de la biología y la
economía , se constituye asociada al territorio, como motivo de disputa cuando se
potencia su posibilidad de utilización a gran escala y de apropiación privada.
Para el caso de Colombia es claro que la biodiversidad, según estudios
existentes(25) es alta, muy poco conocida y amenazada por procesos de
transformación ecosistémica. El conocimiento de la biodiversidad es fundamental,
para su aprovechamiento, en el marco de desarrollo sostenible. En consecuencia
en estos momentos en los que el tema de la diversidad biológica ha sido abordado
por los diferentes estamentos sociales, de acuerdo a sus distintos campos de
interés, y se ha llegado, por otra parte, a acuerdos multilaterales en el plano
internacional que evidencian la importancia geo-política del tema, es necesario
revisar las diferentes perspectivas desde las cuales se ha venido trabajando la
relación entre el uso y la valoración de la biodiversidad.
Regular el uso de la biodiversidad asociada al territorio en un país en el cual
conviven diferentes poblaciones humanas, que la valoran y la usan en el marco de
modelos culturales y estilos de desarrollo no solo distintos sino en muchos casos
opuestos, implica ir más allá de las visiones meramente económicas o jurídicas
formales, que operan en un marco unidimensional y estandarizado de intereses. La
complejidad cultural, es precisamente, lo que caracteriza nuestra nación, por lo
tanto es necesario situar en el terreno ético-político la pregunta por el uso y
valoración y dar, en consecuencia, una respuesta integral, interdisciplinaria y
holística sobre la cual se pueda construir la posibilidad de supervivencia tanto de
las poblaciones que conforman la nación como del sistema biofísico que la
constituye, e integrarnos de una manera diferente a la actual a los procesos de
globalización.
Lo que realmente está en juego es la viabilidad de la nación y su proyección
y sentido a las puertas del siglo XXI, lo cual depende de la capacidad que se
desarrolle para utilizar las ventajas comparativas representadas en el patrimonio
biofísico y cultural existentes expresados en el territorio. Esto solo es posible si
somos capaces de generar un conocimiento puntual y estratégico de esta riqueza,
lo que implica mantener los espacios abiertos para el trabajo y el dialogo, mediante
un trabajo interinstitucional y de redes.
De esta forma, el problema de la valoración y uso de la biodiversidad se
vuelve vital, desde el punto de vista conceptual, sopesando las implicaciones que
pueden tener las diferentes formas de aproximación que se han hecho sobre el
tema por parte de la biología, la ecología, la economía, la antropología, la
geografía y otras ciencias; tratando igualmente de visualizar el horizonte de sentido
que puede dar al tema una visión ético-política que integre estos aportes. Las
implicaciones de este ejercicio no son sólo académicas, son también prácticas; ya
que dependiendo del enfoque que se dé al problema se puede abrir un espacio de
posibilidad para la formulación de programas y acciones, articulados a estrategias
generales que en este momento, al menos para nuestro país, no están claras. Estas
estrategias son fundamentales para la nación en su conjunto, la región y el planeta.
Vale la pena aclarar que en el contexto del proceso de rediseño
institucional en que se ha embarcado el país, con relación a la problemática
ambiental y al ordenamiento territorial; respecto al tema de la biodiversidad en
particular, este es parte de un proceso social dentro del cual estado y sociedad
civil, mediadas por un contexto institucional, deben construir un nuevo proyecto
social y nacional coherente y viable.
Es claro cómo, pese a las diferentes formas en que las distintas poblaciones
del país y los sectores con determinados intereses económicos han codificado el
hecho de la existencia de una gran variedad de seres vivos, esta existencia ha
permitido múltiples opciones de uso práctico y apropiación física y cognitiva de los
mismos. A lo largo de la historia del país el papel jugado por la biodiversidad ha
sido contradictorio y complejo pero siempre determinante de las posibilidades de
supervivencia y construcción de riqueza o pobreza para las poblaciones humanas
en particular y para el país en general.
Este hecho está mediado por las formas culturales y las formas de
apropiación del territorio, con las cuales estas poblaciones o sectores han
construido su seguridad alimentaria y las condiciones para su supervivencia. A lo
anterior se suman, desde el punto de vista internacional, los intereses creados por
el desarrollo de tecnologías de punta asociadas al manejo de la biota del planeta,
que potencian cualitativa y cuantitativamente la demanda sobre la biodiversidad,
que ha estado presente a lo largo de nuestra historia, lo que implica cuestionarnos
la entrega de su valoración al simplismo de reducirla al precio que, como bien
económico, pueda tener en el mercado.
Por tales razones, se debe partir de entender la relación entre biodiversidad
y cultura como una continuidad. La diversidad de la vida, en cuanto objeto
cultural, requiere de una lectura multidimensional, tanto con respecto a los actores
sociales que se benefician con su uso como a partir de los campos de
conocimiento desde los cuales se puede estudiar esta relación.
Las diferentes culturas que constituyen la nación, responden a distintos
niveles de complejidad y jerarquía funcional. En este sentido, el país presenta una
cultura nacional y una gran diversidad de culturas locales, representadas en los
diferentes grupos étnicos campesinos, afro-colombianos e indígenas que han
establecido en sus territorios formas particulares de uso y acceso a los recursos. Tal
complejidad cultural, a su vez, debe ser entendida como la oportunidad de generar
opciones de manejo de la biodiversidad compatibles con los principios del
desarrollo sostenible. Lo anterior implica la posibilidad cultural de maximizar el
potencial ecosistémico inmanente.
En consecuencia, se entiende que las formas de uso y de valoración de la
biodiversidad son un producto directo de la cultura; lo que implica su
contextualización y comprensión a diferentes escalas y desde distintos lugares de
lectura definidos por dos aspectos: La posición e intereses de los distintos actores
sociales, en el marco de la cultura nacional y de las culturas locales. La perspectiva
de estudio generada por los distintos campos disciplinares y áreas de
conocimiento.
De lo anterior se desprende que la biodiversidad debe ser tratada como un
hecho que requiere ser abordado interdisciplinariamente por las ciencias biológicas
y sociales en especial de la geografía del desarrollo. Se constituye también en un
hecho político, en tanto que es patrimonio nacional y local, y elemento substancial
e indispensable del patrimonio cultural de la nación. Interesa, en consecuencia, a
todos los actores sociales su estudio y valoración. (26)
La relación entre la población humana y la biodiversidad es histórica y por
lo tanto cambiante y dinámica, según evolucione su uso y el valor asociado que
una cultura le atribuya. En consecuencia, el factor histórico es extremadamente
importante para comprender la co-evolución que se presenta entre cultura y
biodiversidad, y su proyección en las generaciones futuras. Hecho que está en la
base del concepto de sostenibilidad.
Las últimas décadas han significado un proceso de urbanización que implica
un distanciamiento de la mayoría de la sociedad respecto de la biodiversidad, lo
que conduce, además, a una cosificación de la biodiversidad que se refleja en
entenderla como un stock de mercancías realizables en el mercado en razón del
nivel de desarrollo tecnológico al que se llegue; lo que ha llevado a una visión
simplista y economicista coherente con los intereses del capital internacional que, a
su vez, ha permitido una monopolización por parte de los representantes de esos
intereses de las decisiones políticas y económicas al respecto, las cuales no
consideran sus propios efectos en la biodiversidad, y de paso, en las sociedades
rurales y en las diferentes etnias que evidencian ya un alto grado de abandono y
empobrecimiento. Así las cosas, se puede prever un gran conflicto político que
inclusive puede degenerar en la agudización de la violencia, justificada en la
defensa de los diferentes intereses en conflicto. Es necesario, en consecuencia
reflexionar al respecto y construir condiciones para la concertación, como
fundamento para el uso racional de este patrimonio.
El hecho de la existencia de la biodiversidad como patrimonio de la nación
obliga a ubicar lo relacionado con su uso y valoración en un horizonte de reflexión
que integre las diferentes dimensiones de lectura del mismo. Por ello se convierte
en objeto de la ética y, en consecuencia, de la política.
La biodiversidad es la forma de expresión de la vida en el planeta, pero a su
vez es condición de la vida, siendo esa su principal virtud (27). Si se tiene
presente este hecho, es claro que el ámbito de decisión sobre la misma es de
todos y de cada uno. Esto nos sitúa en el contexto de un hecho estratégico y vital
que nos obliga a pensar más allá de cualquier interés particular o de grupo. Es la
base de sustentación de la nación lo que esta en juego. Por ello, debemos construir
mecanismos que nos permitan, su estudio, uso y valoración con la participación
de diferentes actores sociales e instituciones, potenciando la capacidad individual y
abriendo el espacio a proyectos estratégicos, que permitan re- plantear la visión
actual del uso del territorio y generar políticas nacionales que posibiliten un
cambio cultural de fondo que requiere el desarrollo sostenible como opción de
paz, en el marco de la globalización.
Entendiendo, por fin, que ninguna sociedad puede prescindir de la
naturaleza, y mucho menos utilizarla y destruirla impunemente como receptora
pasiva de sus conflictos, cuando es precisamente en ella en que puede radicar su
opción de futuro.
NOTAS
1.Este trabajo fue realizado a partir de ideas desarrolladas en otros trabajos: -
Capitulo de Manual de Gestión del Medio Ambiente: Capitulo 6, el Medio
natural y el hombre – Editorial Ariel Grupo Planeta – Barcelona, Sept. 1997.
- Artículo: Desarrollo, Ambiente, biodiversidad y paz: Revista Javeriana, Mayo
2001, número 674, tomo 136. Bogotá – Colombia.
2.Francisco González L. de G., Antropólogo, Magíster en Geografía Humana,
Candidato a Magíster en Filosofía, Universidad Javeriana. Actualmente
Decano Académico de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la
Universidad Javeriana, Bogotá – Colombia.
3.Michel Serres, El Contrato Natural. Editorial Repoll, S.A. (Pre – Textos),
Valencia, página 54.
4.Herbert Marcuse. El hombre Unidimensional, editorial seix Banal, Barcelona
1972.
5.Marvin Harris, El Desarrollo de la teoría Antropológica (Una historia de las
teorías de la Cultura) Siglo XXI, Editores Madrid 1981.
6.José Ortega Valcárcel, Los Horizontes de la Geografía. (Teoría de la Geografía)
Editorial Ariel S.A., Barcelona 2000.
7. Marvin Harris, El Materialismo Cultural,Editorial Alianza , Madrid 1980.
8. Andrés Etter, Introducción a la ecología del paisaje, 1990. Notas de clase,
Instituto Geográfico Agustín Codazzi.
9.Odum, E., FUNDAMENTOS DE ECOLOGIA, Editorial Interamericana, México,
1972.
10.Francisco González L. de G. “Reflexiones acerca de la relación entre los
conceptos: ecosistema, cultura y desarrollo. Serie de Ensayos de Ambiente y
Desarrollo No. 1. IDEADE, PUJ 1996.
11.Francisco González L. de G. “Reflexiones acerca de la relación entre los
conceptos: ecosistema, cultura y desarrollo. Serie de Ensayos de Ambiente y
Desarrollo No. 1. IDEADE, PUJ 1996.
12.Gilbert Ryle, El concepto de lo Mental, Editorial Paidos, Barcelona, 1982.
13. Odum, E., Fundamentos de Ecología, Editorial Interamericana, México, 1972.
14.Robert Boy D. y Joan B. Silk. Cómo evolucionar los humanos. Editorial Ariel
Ciencia, Barcelona 2001.
- Donald Johansen y Maitland Epey. El primer antepasado del hombre, editorial
Planeta, Barcelona, 1987.
15.Marvin Harris, Nuestra especie, Editorial Alianza, Madrid, 1992.
16.Francisco González L. de G. “Reflexiones acerca de la relación entre los
conceptos: ecosistema, cultura y desarrollo. Serie de Ensayos de Ambiente y
Desarrollo No. 1. IDEADE, PUJ 1996.
17.Francisco González L de G. y Mauricio Galindo. Elementos para la consideración
de la dimensión ético-política en la valoración y uso de la biodiversidad.
Serie Ensayos de Ambiente y Desarrollo II, editado por el IDEADE,
Universidad Javeriana, Bogotá, 1999.
18.Manuel Rodríguez B. La política ambiental de fin de siglo. Ministerio del Medio
Ambiente, Bogotá, 1994.
19.Informe Nacional sobre el estado de la biodiversidad Colombia – 1997 –
Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt,
Tomo I, Biodiversidad Biológica, Tomo II Causas de pérdida de Biodiversidad,
Tomo III Capacidad Nacional actual para la conservación y el uso sostenible
de la diversidad biológica.
- Biodiversidad para el desarrollo Plan estratégico 2000-2004, Marzo de 2000,
Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt,,
página 17.
20.Francisco González L. de G. “Reflexiones acerca de la relación entre los
conceptos: ecosistema, cultura y desarrollo. Serie de Ensayos de Ambiente y
Desarrollo No. 1. IDEADE, PUJ 1996.
21.Fritjof Capra, La trama de la vida (Una perspectiva de los sistemas vivos),
Editorial Anagrama, Barcelona, 2000.
22.Michel Serres, El Contrato Natural. Editorial Repoll, S.A. (Pre – Textos),
Valencia, página 54.
23. Hernando Gómez Buendía, Qué busca la Guerrilla, El Tiempo, Pg. 5, Bogotá,
noviembre 30 de 1997.
24.Humberto Maturana, La realidad objetiva o construida, TOMO II,
Fundamentos Biológicos del comportamiento, página 226, colección Nueva
Ciencia, editorial Antropos, Barcelona, 1996.
25.Informe Nacional sobre el estado de la biodiversidad Colombia – 1997 –
Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt,
Tomo I, Biodiversidad Biológica, Tomo II Causas de pérdida de
Biodiversidad, Tomo III Capacidad Nacional actual para la conservación y el
uso sostenible de la diversidad biológica.
26.Francisco González L de G. y Mauricio Galindo. Elementos para la consideración
de la dimensión ético-política en la valoración y uso de la biodiversidad.
Serie Ensayos de Ambiente y Desarrollo II, editado por el IDEADE,
Universidad Javeriana, Bogotá, 1999.
27.Francisco González L de G. y Mauricio Galindo. Elementos para la consideración
de la dimensión ético-política en la valoración y uso de la biodiversidad. Serie
Ensayos de Ambiente y Desarrollo II, editado por el IDEADE, Universidad
Javeriana, Bogotá, 1999.
HISTORY AND PRODUCTIVITY OF IRRIGATED TERRACED AGRICULTURAL
SYSTEMS IN THE PERUVIAN HIGHLANDS.

BY Ann Kendall
eannkendall@hotmail.com

ABSTRACT
Over thousands of years, in response to variable climatic conditions and
increasing populations, food security needs were met by the development of
sophisticated technologies for specialised agricultural systems, with
terracing emerging as the most widely sustainable risk management strategy
with flexibility. Irrigation and terracing in the Andes had begun by the 2nd
millennium BC. Prehistory and ethnohistorical approaches along with
modern comparative examples contribute to an initial assessment of this
development and the potential productivity of irrigated late pre-Hispanic
terraces. During and following a long drought c. AD1000 (Thompson 1985) in
late pre-Inca times and especially from the incipience of the Inca period there
was a dramatic expansion of irrigated terraced agriculture with many
technological improvements. The potential production of the Inca agricultural
terracing systems under one main and then two cultivations a year is
explored and compared with the present complete or partial abandonment of
many systems. Contemporary productivity results on maintained terraces as
well as on newly restored irrigation and rehabilitation of terraces confirm the
feasibility of planting two crops per year permanently on the same land, ie
“continuous cultivation” within certain altitudes and local conditions. These
issues are discussed for future programmes of restoration of terrace
systems.

Background and Introduction


From c.1500 BC three main archaeologically recognisable specialised systems of
agricultural infrastructure were evolving. These technological strategies were
developed over three millennia in the highlands and altiplano of Peru and Bolivia
(Erickson 1989; Kolata 1996). The systems, comprising of the cochas (lakes),
raised field systems and terraces evolved as a means of increasing land
productivity in order to improve food security, mitigate climatic and environmental
risks, such as droughts (and soil erosion in the case of terraces), and to support
ever-expanding and increasingly stratified populations.
In the first section of this paper these strategies, which all involve irrigation and
enhancing the natural temperature and fertility of the soil, are considered here to
have evolved in response to climatic risks of variable precipitation and temperature
for the support of ever-expanding populations. Some evidence for their limitations
and flexibility are evaluated for their contemporary potential. Terracing stands out as
the most sustainable risk management system in relation to climatic changes and its
flexibility.
The second section will focus on the technical and productive features of terracing,
in particular of irrigated Inca terrace systems between c.2,100–3,300m altitude, and
2

their potential productivity, including the possibility of two crops per year from the
same land (i.e. continuous cultivation) to generate income as well as provide food
security for highland farmers today.
SECTION 1: Development, climatic change, and risk management.
The three specialised systems of pre-Hispanic agricultural strategy, which are
visible and in many cases are still in productive use or can be restored to viable
production:

• cochas or qochas (which evolved from small ponds to reservoirs),

• the raised field systems around lake Titicaca, variously referred to as


camellones, wayru wayru and suka kollus

• terraces widely used on mountain slopes, in quechua – patapatas, in


Spanish – terrazas, or andenes (Peru), bancales (Spain).
The technology of the cochas and raised field systems gained in sophistication as
they underpinned the development of a series of major civilisations on the altiplano -
from Chiripa to Pucara, culminating with the Tiahuanaco Empire, (Flores and Paz
1986; Valdivia, et al 1999; Erickson ibid; or 1987. Kolata ibid) - while the Huari and
Inca Empires developed the terraced agricultural systems into increasingly intense
cultivation systems throughout the central and southern Andes. (Kendall 1997 ).
These three main agricultural strategies are all logical development outcomes from
the characteristics of their different landscapes, natural resources, and
environmental conditions (including altitude and climate) of their locations, as well
as from interactions between soils and water sources in agricultural experiences
and observations within each environment over long periods of occupation.
The Cochas: Development
Cochas are best described as evolved from small natural ponds to large stone
reservoirs and irrigated areas. The original ponds or depressions on the altiplano,
where rainwater accumulated in the wet season, developed into man-made
concave structures in a wide variety of shapes and sizes with uses from potable
water to farming and grazing needs.
Their distribution is best known in the altiplano (an area of extreme cold and
variation of precipitation) between Pucara and Azangaro on the northern side of
Lake Titicaca. Here the most impressive and possibly earliest development of them
in connected irrigation systems covers 256h of a plain with an estimated 20,000
cochas. Ethnographic documentation and agronomic studies have highlighted the
intricate designs and distributions of cultivation platforms within them for optimum
amount of water/humidity in differing locations appropriate to the cultivation of
different crops.(Rozas A.1986; Valdivia et al 1999).
Although having an earlier development, archaeological associations for the cochas
are suggested with the site of Pucara from c.1300BC in a major valley of the
Northern Titicaca Basin. The site was an important center during several prehistoric
periods (Carlevato 1989) and from c.200BC to AD200 a major religious centre with
an extensive residential zone. Subsequently it was not re-inhabited until the Collao
3

culture after the end of the Tiahuanaco Empire, which, in the light of the Thompson
evidence of the 300-400yr long drought c. AD1000 (Thompson et al 1985)
correlated with the sudden collapse of Tiahuanaco (Binford et al 1997) suggests the
cochas on the altiplano were most important for local and limited developments
before and between Empire Periods. During the latter the scale of population needs
outstripped their capacity to fulfil these needs and the population moved.
The wider distribution of cochas in the sierra has not been significantly reported in
existing literature. They are known in the Cuzco and other high altitude regions but
their density and level of development is not known. Within valley systems of
Ayacucho and Apurimac, built cochas or reservoirs sometimes play a role in
irrigation systems – they may be constructed of clayey earth or, in later cultures -
Huari to Inca -, be built of stone as reservoirs in irrigated terrace systems (Kendall
and Rodríguez 2002.)
Raised Field Systems or camellones: Development
Studied by Clark Erickson in the 1980s (Erickson 1987 and 1989), the raised field
systems are distributed over 82,000h of low-lying land around Lake Titicaca – seen
on the ground and in aerial photos, though badly eroded. The fields are diverse in
form and size, ranging from 4-10m wide, 10-100m long and 1m high. Most of the
land is at the lakeside at about 3800m where the nights are bitterly cold, with
conditions slightly milder near the lake.
In 1982 Erickson investigated the raised fields with excavation trenches (Note 1).
His evidence of successive construction and abandonment phases demonstrates
that the raised fields, gradually over 2000 years became bigger and more
specialised. Kolata (1996) describes the subtle increase of the use of the heat from
the sun to create an artificial microclimate, with an intricate hydraulic network. This
consisted of dikes, reservoirs, check dams, aqueducts, river shunts and canals to
provide the constant supply of fresh water to the raised fields and control
groundwater levels on an unprecedented regional scale.
The highly managed developments, such as the intricate hydraulic network, created
special environmental conditions in which the raised fields strategy continued to be
successful through the first millenium AD. But in the extreme cold of the altiplano
the more specialised the system became, the greater vulnerability it would have to
unpredictable climatic change. The dramatic shrinking of the lake and draining of
the raised fields and irrigation systems can be correlated with the major drought
after AD1000 and must have triggered the sudden fall of Tiahuanaco, the centre of
the Tiahuanaco Empire (Note 2).
The Terraces or Patapata: Development
Terraces and irrigated terracing developed throughout the Central Andes, reaching
all the three major geographical zones of coast, highlands and eastern jungle
slopes. Irrigation and agricultural terracing feature together at least from about the
first millennium BC and then formally increasingly as part of the cultural
accruements of the Huari (c.AD500-1000) and Inca (AD1450-1532) Empire
expansions. Following the wide spread effects of the altiplano drought causing the
demise of Tiahuanaco and possibly also affecting the Huari civilisation, irrigated
4

terracing was developed to its most sophisticated form in the Cuzco area, homeland
of the Inca.
Terraces, originally a solution for the prevention of soil erosion in areas of high
gradient, are also found more widely distributed in Latin America, throughout
Andean countries and Venezuela, Mexico and Guatemala (Donkin 1979). In Peru,
the terraced area has been estimated with 1955 aerial photographs at between
500,000-1,000,000h of terracing of which between 50-75% are in virtual
abandonment (Masson 1986:208 cited by Denevan 1988:5). Denevan’s detailed
studies showed more terracing for the Colca Canyon, Arequipa, than Masson’s
figures of only 10,220h, and showed a higher 61% abandonment, suggesting
realistic figures lie between Masson’s two estimates. Detailed distribution surveys of
two other areas showed 2486h of irrigated terraces and 3202h of unirrigated high
slope field terraces in the District of Ollantaytambo, Cuzco (Kendall 1991) and
1454h. of maize terraces in Jaujos, upper Canete Valley (Hervé 1988, 2001). The
extent of irrigated terracing requires detailed regional reconnaissance.
Irrigation in some locations may have developed as early as the third millennium
BC. Its development would have derived from a need for water to sustain human life
and the main resources for its sustenance and only later would it have become
more formally linked with terrace cultivation needs as these developed and as dry
periods and droughts brought determining pressures for improved risk
management.
Climatic Change and Abandonment
The cochas, while highly flexible in relation to a range of usages in correlation with
climatic changes, did not offer a significant area in terms of agricultural land for
production. They could not offer a long-term solution to sustainable agriculture for
more than local consumption. This is demonstrated by continued use in response to
climatic change- in relation to the re-occupation of Pucara after the fall of the
Tiahuanaco. This implies that those cochas able to access a minimum of rainfall or
irrigation continued in use as a regional solution to a limited degree of food security.
Phases of abandonment of the raised fields have been identified in the northern
Titicaca Basin after the decline of Pucara and again c.AD1,000 before the arrival of
the Spaniards. Palaeoecological evidence of climatic changes through time and, in
the case of the raised fields, interdisciplinary correlation on ice cores and lake
sediments have supported the climatic change theory as the main cause for
abandonment of these systems c.AD1000-1300 (Note 3).
However, the demographic evidence found in archival documents show that
following the Spanish Conquest of 1532 the case for terrace abandonment is
overwhelmingly caused by depopulation through an alien conqueror’s intrusion:
disease decimated the population, conflicts, populations returning to or leaving their
home-lands, agriculturalists being sent to work in mines. While depopulation was
caused by the impact of this conquest, it was of course followed by breakdown of
maintenance and changes in land-use. This latter historical example of an external
cultural influence causing the demise of some agricultural systems cannot be ruled
out in earlier times. It could have occurred following regional conflicts when access
to land and water was influenced by the formation of new states. Similarly
5

migrations to access or participate in new centres of civilisation, especially


Tiahuanaco, would result in the building up of agricultural infrastructure.
In summary, the evidence for abandonment of agricultural systems may be
triggered by climatic change or social or population changes. Those systems most
at risk must be those in the most extreme and difficult climatic conditions and the
very nature of their technical feasibility. Such was the case of the cochas and raised
fields in the altiplano – they were totally dependent on water. Indeed the raised field
systems were also the least flexible to modified uses, whereas the cochas could be
varied according to limited local needs from wet farming land to water collection,
potable water, water ponds for animal husbandry.
Productivity and Risk Management
It is on the special features, which mitigate climatic and environmental risks and
encourage biological activity, shared in common among the raised field systems,
cultivated cochas and the later terraces, that the productivity of highland agriculture
depended. While animal husbandry with camelids was important in the altiplano for
a variety of uses including textile goods and transport, with the availability of
agricultural products it was possible even in inhospitable environments of high
agricultural risk to sustain the elites and administrators on an increasing scale in the
urban centres.
The raised platforms increase soil fertility, improve drainage, and decrease frost
risk. The canals between the fields provide moisture during dry periods and
conserve water for use during droughts. The canals are up to 10m wide and 1-1.5 m
deep and accumulate rich organic silts and aquatic vegetation that can be used like
fertiliser. Like the terraces they can collect and store solar energy to prevent frost
damage, however the systems cannot withstand the most dramatic examples of
drought and there is a ceiling on the level of risk management that is occasionally
exceeded by extreme climatic conditions.
In the case of the terraces, their locations through the valleys of the highlands and
adjacent regions and their dependence on high gradient water sources emanating
from snowy mountains have made them less susceptible to the extremities of
climatic change. The terraces themselves are more flexible in that they retain water
for humidity and are adapted for use for different crops at different altitudes. But
only in the quechua agroecological zone –(from 2,100-3,300m. alt.) were terraces
usually (always in the case of the Inca) built with irrigation systems – for maize
production. So far they have been widely shown to be a sustainable environmental
and technical strategy for risk reduction. In contrast to the specialised raised fields
of the Tiahuanaco era, the Inca development improvements increased the capacity
of terracing both to exploit its productivity and increase its long-term technical
efficiency in mitigating risks. To date there is no evidence that irrigated Inca
terracing is unsustainable within the climatic variation of the sierra.
Why is it then that today, albeit following the abandonment and semi-abandonment
of many terrace systems, they are no longer generally perceived as an important
resource for wide re-development?
In the 1980s studies by ONERN (Masson ibid) estimated that between 50-75 % of
terraces had been abandoned. This situation varies from area to area. In the worst
6

cases, where depopulation resulted in the loss of adequate manual labour to


maintain and cultivate terracing, herding strategies with western animals proved to
be attractive to the new colonial landowners to the detriment of terracing. Cattle
farming, in particular, developed and took root quickly, with animals grazing on and
contributing to the erosion and destruction of terrace systems in many areas until
those that survived were often cultivated only on a fallow system for self-sufficiency
purposes. However, in those areas where terrace systems were close to and
integrated with the lives of the inhabitants there remained some of the important
exceptions of communities who continued the terrace cultivation tradition, as in the
case as of Andamarca, Carmen Salcedo, Department of Ayacucho. Here, where
strong commitment and effective, enduring forms of traditional social organisation
have ensured maintenance of the pre-Hispanic agricultural infrastructure,
abandonment was only about 10% in the year 2000. However, even here recently
some absent owners are not maintaining their terraces adequately and
abandonment could expand through the problem of the increasing spread of the
kikuyu weed, an import which once established through the lack of ploughing and
exacerbated by grazing cattle, is difficult to eradicate.
Both the raised field and terrace systems have been demonstrated through
restoration and rehabilitation projects to be replicable and productive (Erickson
1989; Kendall 1984 and 1997; Cusichaca Trust 2000). However, lessons learnt in
the case of raised field systems include the conclusion that although rehabilitation is
a technical feasibility and potentially very productive, the level of continued
commitment and manual work required by the farmers is not always sustainable
once NGO support is removed.
For the restoration of irrigated terracing, the experiences of the CT (Cusichaca
Trust) in Cuzco and DESCO (Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo) and
some traditional communities in the southern highlands are encouraging. It is for the
redevelopment of this system, its technology, productivity and potential for wide
scale replication that this paper will now focus.
SECTION 2. Technology and Productivity of Irrigated Terraces
An Historical Perspective of Traditional Technology for Irrigated Terrace
Systems
The full range of the distribution of terracing in early times throughout the highlands
is not well documented in relation to the details of construction or agricultural
practices. An outline of their technological characteristics in the highlands helps to
establish them in context, focus on their range, and appreciate certain advantages
of the prehistoric technology practiced for the conservation of the environment, and
its potential productivity.
The building materials for canal and terrace construction basically comprise stone,
clay and sand. In an area of steep slopes and seismic activity such as the Andes,
where landslides and natural disasters regularly occur, the elasticity of these
structures using clay as a sealant where appropriate also ensured easy
maintenance by well-organized local populations. The use of these materials at
hand resulted in successful irrigation canals but also conserved the general
humidity of land below the canal. This ensured the conservation or enhancement of
7

the environment, maintaining a range of plants and vegetation on uncultivated


slopes, which also prevented soil slip (Kendall 1997).
Irrigation Canals
Almost all Andean valleys have vestiges of irrigation canals, which are visible at
both sides. with the channels usually taking off from rivers and streams at about
3,800 m alt. This pattern can be seen in the major valley of the River Vilcanota-
Urubamba and its tributaries in the Dept. of Cuzco (Kendall ibid).

Irrigation is essential for agriculture in the coastal valleys at all times and in the
Andes during the drier periods of the variable climate (June-October/December).
The first millennium AD started with a relatively cold and wet climate in sharp
contrast to the 300 + year drought from the beginning of the second millennium AD.
The traditional technology typically seen in late pre-Hispanic canal construction
works consisted generally of well-matched stones bound with a clayey mud mortar
and a 3-5cm layer of viscose clay used as a sealant underlying the canal channel.
These materials were placed over a layer of sand, which ensured good drainage. A
number of engineering solutions were employed for a diverse range of conditions,
geology and gradients. The geology of the ground surface was chosen carefully for
sound underpinning of abrupt drops and gradients. On steep gradients sharp
changes of direction and size of channel ensured control of the water. However, as
in coastal areas, when the gradient was very slight, a clayey soil alone sometimes
sufficed. This application of appropriate solutions is also seen in the choice of the
local stone employed – slate or smooth surfaces were used for facilitating water
movement where gradients were low, but chunky, irregular stones were used for
slowing down water on steep gradients. Reservoirs, aqueducts, distribution controls,
drop structures with steps and fountains to slow and catch water were all used with
skill along canal systems (Kendall 1997).
Terraces
The construction of terraces follows the same practical applications in the use of
materials. There follows a short description of the main types of terraces with the
emphasis focussed on irrigated terraces. These are those potentially most
productive within a rotation system of two crops a year: prime Inca terraces are
those located within the quechua agro- ecological niche used for maize production.
Higher and lower Inca terraces also occur built at special locations, for instance at
Lake Titicaca and on the coastal and jungle slopes. Many late pre-Inca terraces
were also irrigated as were Huari terraces. These terraces often extend upwards
into the lower range of the suni agro-ecological zone (3,400 to 3850 m alt), while
those of Tiahuanaco are located in the higher range. In the latter case, and the
Huari Empire, it is not clear what percentage of terracing was irrigated and whether
this practice was on the increase during the relatively cool and relatively wet climate
of much of the first millennium (Chepstow-Lusty et al 1998). However, droughts
appear to have acted as a stimuli for the wide incorporation of irrigation to terrace
systems in the late pre-Inca and Inca periods.
Terraced agricultural systems, in addition to preventing soil erosion on steep slopes,
conserve humidity and afford maximum protection and warmth within a given
8

environment, mitigating the effects of varied precipitation, winds, frosts, and hail
storms that reduce agricultural production.
The large-scale Inca agricultural terraces (AD1440-1532) with integrated irrigation
systems are efficient in their use of water and space. They were constructed like
level stepped platforms, with finely graded inclinations for the distribution of
irrigation water and with inclined double-faced stone walls utilizing little mud mortar.
These terraces contain carefully laid stratified layers of rubble, gravel and sand from
their base, with wall linings of gravel for maximum drainage control. About one
meter of good quality, artificial agricultural soil is used to top off the terrace. The
layers, and sometimes a clay lining at the base, also ensure the special feature of
retention of water/humidity, which encourages the transformation of the soil through
macro-biological activity and the increase of nutrients, encouraging heightened
temperature (to diminish climatic risks and recycle the nutrients). These features
also facilitate continuous cultivation (Kendall ibid; Kendall & Rodríguez 2001). Most
Inca terracing, even on the steepest gradients have similar traits. They were widely
constructed throughout the highlands and where the Inca Empire occupation took
root.
Earlier terraces are not so well built or so stratified and drainage detailing is not so
extensive, but when irrigated they should offer many of the same advantages. In
fact the Inca rehabilitated some earlier irrigated terracing in priority areas. The late
pre-Inca terracing of the Late Intermediate Period (c.AD1000-1440) varies
regionally throughout the highlands according to localized cultures, but like Inca
terraces these were usually irrigated.
Pre-Inca irrigated agricultural terracing of the first millenium is generally visible
today on steep and more moderate slopes. These terraces are usually constructed
following the gradient of the slope with some inclination in profile on steep slopes.
Not all were irrigated, especially those in higher regions. A single stone-faced
support wall, with no marked inclination was usual and only a limited amount of
stone rubble was packed behind the base for drainage. The Middle Horizon Huari
terraces, c. AD 500-1000, sometimes found with their colonization programmes,
were most extensive in the southern highlands, for instance widely in Ayacucho and
adjacent regions and at Colca (Treacy 1994) and Moquegua (Williams et al 2000).

Evidence of traditional agricultural practices in sustainable management of


terrace cultivation.
There are two accessible sources to inform on pre-Hispanic traditional agricultural
practices on terracing: The post-Conquest chronicles and anthropological
documentation of current vestiges of traditional practices.
Ethnohistory
The post-Conquest chroniclers and ethnohistorians described how Andean
communities valued their agricultural practices and established them in rituals within
an annual calendrical system of activity. Guaman Poma de Ayala provided such a
calender (Poma 1613). He describes the main two annual harvests of the Inca, in
which maize and potato cultivation were the chief crops and that inter-cropping with
other cultigens was practiced. The importance of ritualised practices during each
month of the year are outlined and described, as are practices such as maintenance
9

of the irrigation canals and terracing. Garcilaso de la Vega and other chroniclers
also outline how the Inca transferred colonists to prime irrigated maize terraces built
in territories they conquered. The large scale movement of high grade quality soils
are specified in terrace building, for instance in the case of Lares soils being
transported to use into terracing works in the Urubamba Valley (Garcilaso 1604).
CT excavations on terraces have verified the use of ‘artificial’ soils (Keeley 1984).
Agro-ecology and Ethnography
Agro-ecological niches and their altitudinal levels, which result in microclimates are
the factors which provide the context and define the limitations of existing terracing.
Murra (1972) emphasized the vertical organisation of the Andean valleys in pre-
Hispanic times and the accompanying concepts of crop type distribution within this
context. For instance, maize was cultivated in the lower zone and potatoes in the
upper zone. These agroecological niches were clearly demonstrated in Farrington’s
agricultural ethnographic survey at Cusichaca (Farrington 1979; Kendall 1991/4)
and while the original practices survive in relatively isolated areas, today the crop
distributions are undergoing changes as a result of applying modern agricultural
concepts, including the introduction of hybrids. However, different varieties of
maize and other crops were also developed for cultivation at different altitudes in
the past, extending their range, as seen today in the more dramatic use of hybrids.
In order to gain perspective on the traditional aspects of the maintenance and actual
use of the infrastructure of terraces, visits were made (2001-2002) to the community
of Andamarca in the District of Carmen Salcedo, Province of Lucanas, Ayacucho.
The community, currently with 3500 residents, practices subsistence agriculture on
the terracing which surrounds their village at the head of the Sondondo Valley.
Around Andamarca there are about 2000h of terraces, 90% of which were cultivated
in 2001, in exploitation of its principal resource. Inherited mainly from Huari times
with later additions, the terraces have been maintained through the social
organisation of rituals. The community has its main annual fiesta towards the end
of August (24-26 in 2001), during which the cleaning and maintenance of the canal
and the replacement of fallen stones to walls is effected Ossio 1976; 1987). While
community members have preserved many aspects of their social organisation and
irrigation culture, they have not restricted their practices to preserve only the original
and authentic details of canal and terrace construction. They have also taken
advantage of some new ideas and technology where they have found this to be
appropriate.
Firstly, they have made some modifications to provide solutions to some
maintenance problems. For example, using modern materials and technology in
the rehabilitation of the primary canal, which is 14 km long. Over such a length
water losses through filtration were significant, smooth surfaces for fast flow were
preferred and cement construction was used to eliminate water loss. Traditional
technology however continues to be used through the rest of the distribution system
– the secondary canals and terraces.
In another example, the community has introduced some built access ramps to
accommodate cattle grazing on crop residues. This avoids the further deterioration
of terrace walls by these animals, which were not originally associated. Although the
cattle are allowed to graze crop residues irrespective of the owner, it is the owner of
10

the cattle who is responsible for paying a fine for any damage caused by his cattle.
Draught animals are similarly able to enter the terraces, in this case for using the
Spanish plough.
Adjustments, including drops or little feeder canals using traditional technology have
also been built-in to improve or re-establish water distribution by furrows in the
terrace from the highest point of the terrain on each terrace, to the lowest corner,
and thus distributed on down to the highest point of the next terrace.
Secondly, although the community has not been introduced to modern crop rotation
of practices, it has maintained traditional agricultural practices, which can achieve
similar ends via inter-cropping. This ‘traditional or alternative rotation’ inter-cropping
practice is still found in use in many Andean valleys. Inter-cropping was observed
at Andamarca by Ossio in 1975 and a current, representative case for 1999-2002 is
documented in Table 1.
Table 1: Traditional inter-cropping as practiced at Andamarca in one annual crop on
irrigated terracing.
Cost
Year Crop area (m2) planting date Harvest date Prod (kg) (S) yield (kg/h)
99-00 maize 480 September May-June 126.5 40 2635
potato seed
broad
beans 23 479
peas 3
00-01 maize 480 September May-June 138 40 2875
potato seed
broad
beans 11.5 552
peas 3
01-02 maize 480 September June 138 40 2875
potato seed
broad
beans 11.5 552
peas 3

Mixed maize cropping with other crops is used in the most effective combinations
according to the degree of humidity and terrace characteristics. For instance, broad
beans are most resistant to the accumulation of water in a corner of the terrace, and
peas are best at the edge where there is least water.
Other crops known to be used for inter-cropping elsewhere include quinua and
quihuicha and vegetables which fix nitrogen in the soil, also the weed, trébol
carretilla – a type of clover, is used with maize to re-fertilize terraces for example at
Lari in the Colca canyon.
Together with potatoes in colder conditions quinua and tarhui can similarly be sown.
11

Surprisingly while manure is collected for use on the terraces, the farmers of
Andamarca do not use legume residues as green manure to help maintain the
annual fertility of the maize terraces. However, it is in the choices of these crops
available to them and their distribution on the terraces that production risks are
mitigated.
Modern agricultural practices and experiences appropriate for sustainable
cultivation of terrace systems.
Experiences
Since 1977 CT has been working in Peru, in Cuzco, Apurimac and Ayacucho,
researching and applying results for the restoration and rehabilitation of the terrace
systems in rural development projects. At first CT concentrated on research and
practical projects on the technical aspects of the feasibility of the restoration of
these systems to their full potential. It recognised that two crops a year are possible
on irrigated terracing between 2100 – 3,300m. altitude and sometimes to 3,400m,
also that irrigated terrace productivity from a 10 year fallow system could increase
up to tenfold on the prime Inca terracing of the Cuzco region. While more socio-
economic data was needed to establish feasibility of this approach in other areas it
was already clear that continuous cropping would benefit all farmers who adopt this
practice. The Cuzco region communities were the beneficiaries of the CT
restoration projects over a period of 20 years, up to 1997 during which a broad
interest for such work had been formed around Ollantaytambo. After restoring
14km of pre-Hispanic canals with 205h of terracing, including other inputs and
seminar-workshops, it was considered desirable to test the lessons learned in a
more challenging area in the Apurimac and Ayacucho regions, where rural
development inputs were particularly needed.
Some organisations in Cuzco and Colca were now promoting canal and terrace
rehabilitation since benefits such as food security and prevention of soil erosion had
been demonstrated. In Arequipa terracing works were promoted with communities
by DESCO in the Colca Canyon area (Mejia 2001). Having had access to area
research (Denevan 1988; Treacy 1994), DESCO developed expertise in its
participative organisation of terracing rehabilitation projects. It has successfully
rehabilitated 805h of terracing in six microbasins of the right hand margen of the
Colca valley and improved another 241 hectares of semi-abandoned terracing.
Elsewhere, the Ministry of Agriculture’s PRONAMACHCS (Proyecto Nacional de
Cuencas Hidrograficas y Conservacion de Suelos) has since the 80s supported
community work widely, focusing on counteracting soil erosion and introducing slow
formation terraces. From 1997 PRONAMACHCS partnered CT in the organisation
of a number of regional seminars focussing on agro-ecology and the restoration of
terracing.
Irrigation & Terrace Rehabilitation
Some of the socio-economic data presented below was compiled for and from the
CT’s restoration works in the Chicha-Soras drainage along the borders of the
Ayacucho and Apurimac regions.The study was to carried out to assess the
potential value of rehabilitation to poor farmers currently lacking the necessary
skills.
12

Land distribution in Pampachiri shows that 50% of land is owned by just 10% of the
families. These families have an average of about 10 hectares each. In comparison
72.5% of the families have an average of just 0.6 h each. For a typical poor family
that owns close to the 0.6 h average it is a significant benefit to have 1/3 of their
land irrigated and bought into permanent production (Cusichaca Trust 2001), as, of
course, it is also for those who own more land to gain 1/3.
The benefits in terms of increased crop yields are significant. Maize cultivation,
which predominates on irrigated terraces, increased by 55% in a single annual crop
yield as a result of irrigation. All crops show an increased production with irrigation
but of more modest proportions. However, CT has found that the average increases
in crop values are further increased when together irrigation, agricultural extension
(including appropriate crop rotations and organic treatment) and terrace
rehabilitation are also included. Figures for one crop a year are shown in Table 2
for crops grown for subsistence rather than for sale since few farmers in Pampachiri
sell food or have recently cultivated two crops a year. For the-different crops the
increase in yield is significant with each of the components.
Table 2: increases in crop yields due to a combination of irrigation and
improved agricultural practices (e.g. use of organic fertiliser). Source Nickalls:
2002.
Crop Increase in
Yield
Maize 80%
Potato 35%
Barley 30%
Broad Beans 30%
Quinua 20%

As a result of the CT’s irrigation canal restoration and terrace rehabilitation, a field
that receives irrigation can be cultivated every year assuming that the farmer looks
after his field and fertilises the soil. Without irrigation, fields are left fallow 70% of the
time. Since irrigation allows more fields to be sown each year total crop yields can
more than triple over a 10 year period, even without considering the average
increases per hectare outlined above.
A farmer who owns 0.17 hectares of land in Ayapampa could previously only sow
his field 3 in every 10 years. Calculations show that the average net benefit to this
family of this land was just US$23. With permanent irrigation this net benefit has
risen to US$93/year, which is an increase of almost 400%. With two crops a year
this can more than double to over 1000% (i.e. 10-fold).
Improved Agricultural Practices & Continuous Cropping for the Two Crops a
year argument.
In its first rehabilitation project at Huillca Raccay, Chamana, in Cuzco, CT supported
the community during1980 to 83 in a first canal restoration project. This was
followed in 1984 by extension training with the support of the agronomists at
KAYRA Agricultural Research Station at UNSAAC (University of San Antonio Abad
of Cuzco). It was hoped to achieve a good level of continuous production on the
13

terraces through improved management, seed and rotation of crops. Cleaned and
new strains of traditional crop seeds were provided, quihuicha was successfully re-
introduced in a significant experiment for the centre. Other new crops included the
introduction of horticultural crops. Successful cultivation of two crops a year, and
occasionally even three crops a year was achieved continuously over the years
1984-2001.
In Table 3, below, data for two crops a year over a three year period on terracing is
presented for the most common crops – three are analysed (selected from a wider
range) - from two contexts in the District of Ollantaytambo. The first sample context
of results was obtained close to the town of Ollantaytambo itself at about 2,800-
3,400m, alt., and is compared with the second sample from Huillca Raccay,
Chamana, at 2,700-2,800m alt., some 30km down river of Ollantaytambo. The raw
data derives from detailed interviews with a questionnaire, and in the case of
Chamana, evaluation visits.
In the case of Ollantaytambo the farmers were using 1 topo of land allocated by the
community and most of them were farming for the regional maize (miska) market,
long established in the area. It is not surprising therefore that they consistently
made sufficient organic and chemical fertiliser inputs to obtain maximum production
represented in the high average yield of 31.7%. The area planted in Ollanta is 10
times higher than in the small community of Chamana. In the Chamana sample the
farmers are poorer, have access to less land and although they sell 90% of their
maize (miska) crop the markets for this produce are local and less lucrative or
secure. Their main market is currently inaccessible because of a landslide. The raw
data showed that the lowest yields reflect low manure and fertilizer inputs, resulting
with higher incidence of pests. Chamana competed best with Ollantaytambo in the
papa mahuay harvest). Generally those interviewed in the Chamana sample also
cultivated a similar range of additional crops to those in the Ollantaytambo raw data
but these were sown far more frequently: maize (in the form of grain), potato
(serano) oats (2 types), barley, carrots, peas, broad beans, quinua, and tarhui bean.
Similarly, a greater percentage of their crops is used for subsistence and exchange
barter.
Table 3 Area, yields and percentage of produce sold in Ollantaytambo and
Chamana.
Ollantaytambo, 1999-2002
Crop Area Yield CV (%) Percentage
(No. obs.) (ha) (Ton/ha) of yield sold
Maiz miska (9) .333 31.7 3 100
Papa mahuay .333 14.6 9 77
(9)
Wheat (7) .333 2.1 5 67
Chamana, 1995—1997, 1999-2003
Maiz miska (4) .094 12.1 26 90
Papa mahuay .027 13.0 10 51
(4)
Wheat (8) .249 1.5 43 51
Source: Cusichaca Trust.
14

Following the restoration of the Pumamarca canal in Ollantaytambo, from 1994


extension training on rehabilitation of the terraces first focussed on rotating
traditional Andean crops and horticultural crops. Since then CT has carried out
some wider research into alternative crops from the socio-economic point of view to
support highland competition with that of coastal agriculture (Kendall and Rodriguez
2001) and agrees with Hervé (2001) who suggested a list of suitable new crops for
incrementing market oriented cultivation of terraces. Herve’s list includes alfalfa,
fruit trees, medicinal plants and horticultural crops. He also states that producing
organic crops and non-traditional crops would be the best way to materialise value
and reach exportation markets.
The initial continuous two crops per year regimes by farmers supported by
MARENASS at Lake Pachuca and Manchaybamba village are applied in rotation
systems as follows: maize with beans, in some cases followed by onion and then
barley and potato can also be included; potatoes followed by barley, then broad
beans followed by peas - this latter won a prize from MARENASS. Horticulture and
flowers is proving successful at the lakeside and so are alfalfa and beans.
Fertilisers and Pesticides on terracing systems is another area with implication for
the production and marketing discussion. CT has recognised that the internal
structure of the terraces, with the biological promotion of increased breaking down
of nutrients in the soil ought to be encouraged and sustained by organic fertilisers. It
has therefore since the 80s prioritised training communities in production and use of
organic fertilisers, e.g.worm culture, compost pits and animal manure. While worm
culture and compost systems could work well, they require commitment for full-
scale agricultural production. In isolated regions organic practice continues for lack
of alternatives but farmers are widely pursued and persuaded to try the new
systems by introductory gifts of chemical fertilisers. Market options and issues of
competition between highland and coastal farmers, were considered for
highlanders to compete in wider markets, with the conclusion that the products
should offer added value in quality, for instance to enter organic markets (Rodríguez
and Kendall 2001). In its new project CT aims to start a training drive to educate
farmers on the market place, its prices, opportunities and the competition through
installing District data bases.
Summary of conclusions:
Traditionally Andean communities like Andamarca, practice irrigated terrace
agriculture with one annual main crop with inter-cropping for food security and risk
management in the highlands between 2100-3300/3400m alt.. However, few
communities, especially those in regions such as Huancavelica, Ayacucho and the
Apurimac have been exposed to modern, but still organic, rotation of crops, which
would be an important feature of cultivating two crops a year within certain altitudes
and favourable conditions. This line of development would extend production to real
surpluses for the market place. While some communities have their social
organisation and the rituals of an irrigation culture in place because they have
continued and maintained their agricultural systems with their past traditions, the
majority have not. Depopulation triggered the loss of agricultural systems and the
wide introduction of low input self-sufficiency and herding strategies with western
animals, which in turn have led to destruction of natural resources and man-made
infrastructures of irrigation, cochas and terracing.
15

There is now increasing evidence, a sample of which is demonstrated in this paper,


that the restoration of the terrace systems is leading to the practice of an agricultural
strategy of two crops a year below 3,400m alt. within the Cuzco region. Irrigated
terracing continued in use in the Sacred Valley providing incomes for the religious
organisations in the 17th and 18th centuries. Following the collapse of the maize
market in the 18th C, the large landowners let out lands and ran down the inputs on
maintenance but the quality of the infrastructure has ensured much of its survival to
the present. This continuity is why Cuzco is more sophisticated than other regions
and has maintained much of its irrigated terracing in the ideal environment for which
it was invented. Many other regions e.g. Ayacucho and Apurimac were largely given
over to animal production when settled by colonials, so today there is less emphasis
on irrigated terracing as the major food provider in these regions. In Cuzco, today
tourism assures an extra motivation for restoration projects. Currently there is a
revival of community organisation for improvement works to irrigation systems and
to terracing works with NGO support. In the Arequipa region such work is led by
DESCO with communities in the Colca Canyon area;. Ministry of Agriculture
organisations such as PRONAMACHCS and MARENASS are also beginning to
experiment with supporting community work with rehabilitation, and in the case of
MARENASS with building new terraces.
CT has demonstrated from two main areas of activity where two crops a year have
become an important part of some farmer’s incomes. Both are within Ollantaytambo
District, Cuzco, where CT worked (1977-1997). There is insufficient data as yet for
the inclusion of adequate samples from Ayacucho and the Apurimac regions.
However, these are now beginning to be collected as irrigation culture is being
recovered in these areas through seminars, agricultural extension and
demonstration projects. On the recent MARENASS promotion project for building
new terraces at Pachuca Lake there are already a number of cases where the
farmers have introduced the practice of two crops a year successfully. CT has also
provided back-up training and support to communities in the Paras District in
Ayacucho, where new terraces are also being built and the concept of two annual
crops is also taking root. In this case, the Municipality is also backing the work to
replace the terraces on eroded on hillsides, which is an encouraging example of
local support.
In summary, two crops a year can lead to food security, by providing a subsistence
crop augmented with the second crop which can be sold, generating incomes for
farmers. In pre-Hispanic times an excess production, perhaps from two crops a year
on prime Inca terraces, may have been redistributed for the support of armies,
administrators, and/or the support of religion and Inca entertaining, now it could be
for the market and income generation for highland farmers. This raises the issue of
which crops would be most productive and how to facilitate the entry of the highland
farmer’s products into existing markets?
The CT has experimented with horticultural crops and broad beans and found these
can be successfully introduced to traditional communities and the MARENASS
promotion high-lighted some successful additions and departures from the
traditional crops at Pachuca Lake including horticultural crops, flowers and a higher
profile use of broad beans for the market place. Production of organic crops and
non-traditional crops would be the best way to find the add-on value and reach
exportation markets. Today we must also be flexible and alert as new hybrids
16

extend and alter the range and quality of crops in different agro-ecological zones.
The main problem with such earners as hybrids is that they require more intensive
chemical fertilisation and use of pesticides than other crops, which are not an ideal
input on terraces where biological activity is inherent to the humid soil characteristic
of the system.
Sustainability in the longer term, in relation to the work commitment, remains an
issue to be addressed. The raised field systems on the altiplano proved to be
technically viable but required a high annual manual input by farmers, which
brought their regular use into question. This has yet to be evaluated for terracing on
the basis of bigger and wider samples to see whether poor farmers will be able to
sustain their manual inputs for two crops a year. In the case for terraces the slightly
better off farmers would be in a position to hire the labour they might require and the
poorer farmers might find they had a steady means to earn an income working on
other lands. However, they would have to decide where to put their efforts, into
salaried work or their own capital interest! To make well informed decisions they
would benefit from accessible information on markets and in the form of regularly
up-dated prices and market competition.
Notes
1. In 1982 Erickson. investigated the fields with excavation trenches – an early
example of applied archaeology – since one of his aims was to be able to
reconstruct them and experiment with rehabilitating some back to use. He found
data on original field form, building stages, use and abandonment periods and took
samples of soil, pollen and artefacts. He found construction phases which
correlated well with the dates from associated occupation mounds, followed later by
large farming villages dated throughout the area from 1000BC.
2. The best known early site to evolve was Chiripa (Taraco Peninsular) first
excavated by Bennett in 1934 (Bennett*). Then Kidder II found occupations
ca.1400-900 BC, followed by those through Pucara and to the Epoch III Tiahuanaco
occupation which he confirmed (Mohr Chavez 1989). On the find of stored quinoa
and potato crops at the time of the Pucara culture the speculation is that the
increased productivity of the raised fields was being ritually acknowledged. Finally,
an Epoch III, Early Tiahuanaco sunken temple was also found by Bennett. In
summary, the area was quite densely occupied then, much more so than now.
3. Important evidence that throws more light on the development of the raised field
systems, and by implication, the rise and fall of Tiahuanaco,and its large altiplano
urban centres comes from scientific field research of the Quelccaya glacier
(Thompson 1985, 1987, 1988 etc), lake sediments and molluscs (Binford et al
1997).
Acknowledgements
While the author must accept responsibility for any short-comings, in the
presentation of the data on two crops a year, I am deeply grateful for the
collaboration in collecting, putting together and calculating the agricultural data on
two crops a year to Juan Guillen, CT agronomist, Tom Nickalls for his CT reports on
the benefits, Vicente Orue, member of the Ollanta community, Sarah Hemstock for
setting out the base table data from the raw data sheets used in making calculations
17

and Abelardo Rodríguez for appraising me of the need to embark on the data
collection and for discussions and comments.
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Ponencia de Ann Kendall al LI Congreso Internacional de Americanistas,


Santiago de Chile. 14-18 de julio de 2003.
PAT-9. El acceso al agua: Un problema histórico actual.

RESUMEN
A lo largo de miles de años, como respuesta a las variables condiciones climáticas y al
incremento de las poblaciones, las necesidades de asegurar la alimentación han sido
satisfechas por el desarrollo de tecnologías sofisticadas en los particulares sistemas
agrícolas, y los andenes emergen como el procedimiento estratégico de riesgo más
flexible y ampliamente sustentable. En los Andes tanto la irrigación como los andenes
aparecen en el segundo milenio a.C.

Los enfoques prehistóricos y etnohistóricos junto con los modernos ejemplos


comparativos contribuyen a una evaluación inicial de este desarrollo y de la
productividad potencial de los andenes prehispánicos tardíos con riego. Durante y
después de la larga sequía sufrida aproximadamente en los años 1000 d.C. (Thompson
1985), en la época tardía pre-Inca y especialmente a comienzos del periodo Inca hubo
una dramática expansión de andenes agrícolas con riego a la vez que el logro de
numerosos adelantos tecnológicos.

Se explora y compara la producción potencial de los sistemas de andenes agrícolas Inca,


de una y dos cosechas anuales, con el actual abandono completo o parcial de muchos
sistemas de andenes. La productividad contemporánea se debe tanto a los andenes
conservados como a aquellos en los que se ha restaurado el riego, y su rehabilitación
confirma la factibilidad de contar permanentemente con dos cosechas anuales en el
mismo terreno, es decir con ‘un cultivo continuo’, dadas determinadas altitudes y
condiciones locales. Estos problemas se discuten teniendo como mira futuros programas
de restauración de sistemas de andenes.

Antecedentes e introducción
Desde 1500 a.C. se produce el desarrollo de los tres principales sistemas de
infraestructura agrícola arqueológicamente reconocidos. Estas estrategias tecnológicas se
desarrollaron a lo largo de tres milenios en la sierra y altiplano del Perú y Bolivia. Los
sistemas, incluido el de las cochas (lagos), sistema de los campos elevados o camellones
y el desarrollo de andenes fueron medios para incrementar la productividad de la tierra a
fin de acrecentar la seguridad en los alimentos y de mitigar los riesgos climáticos y
ambientales, tales como las sequías (y la erosión del suelo en el caso de los andenes), y
de mantener poblaciones estratificadas con expansión y crecimiento permanentes.

En la primera sección de esta ponencia se considera que el desarrollo de estas


estrategias, que implican la irrigación y el leve aumento de la temperatura natural y de la
fertilidad del suelo, es una respuesta para el mantenimiento de poblaciones en expansión
constante, frente a los riesgos climáticos de temperatura y precipitaciones variables.
• Se evalúan ciertas evidencias de sus limitaciones y flexibilidad respecto a su
potencial contemporáneo.
• Los andenes destacan como el sistema más sustentable de administración del
riesgo respecto a los cambios climáticos y su flexibilidad.

La segunda sección describe las características técnicas y de producción de los andenes,


en particular de los sistemas de andenes Inca con riego, entre unos 2 100 m y 3 300 m de
altitud.
• Considera su productividad potencial, incluyendo la posibilidad de dos cosechas
anuales en el mismo terreno (es decir, un cultivo continuo), tanto para la
generación de ingresos como para ofrecer seguridad en los alimentos a los
actuales campesinos de la sierra.

SECCIÓN 1: Desarrollo, cambio climático y riesgos de manejo


Los tres sistemas especializados de la estrategia agrícola prehispánica, que son visibles y
en muchos casos aún productivos o que pueden ser restaurados para lograr una
producción viable:

• Cochas o qochas (que de pequeñas lagunas pasaron a ser represas). Ver Flores y
Paz 1986; Rozas 1986; Valdivia et al 1994 y 1999.

• sistemas de campos elevados alrededor del lago Titicaca, también conocidos


como camellones, wayru wayru y suka kollus. Ver Erickson 1987 y 1989; Kolata
1996.

• terrazas ampliamente usadas en las laderas de los cerros, en quechua patapatas;


en español terrazas o andenes (Perú) y bancales (España). Ver Donkin 1979;
Kendall 1991 y 1997.

Estas tres principales estrategias agrícolas corresponden a desarrollos locales apropiados


y resultan de las características de los diferentes paisajes naturales: De los recursos
naturales y condiciones ambientales (incluyendo altitud y clima) de sus ubicaciones; así
como de las interacciones entre los suelos y las fuentes de agua en las experiencias
agrícolas, y de las observaciones dentro de cada medio ambiente en largos periodos de
ocupación.

2
Cambio climático y abandono
Las cochas, aunque muy flexibles respecto a una variedad de usos en correlación con los
cambios climáticos, no ofrecen un área significativa en términos de tierra agrícola para la
producción. No podrían ofrecer una solución a largo plazo para una agricultura
sostenible, salvo para el consumo local.

Las fases de abandono de los campos elevados han sido identificadas en el área norte de
la cuenca del Titicaca después de la decadencia de Pucara y nuevamente alrededor del 1
000 d.C., antes de la llegada de los españoles (Nota 1). La evidencia paleoecológica de
los cambios del clima a través del tiempo y, en el caso de los campos elevados, la
correlación interdisciplinaria entre los núcleos de hielo y los sedimentos del lago han
corroborado la teoría del cambio climático como causa principal del abandono de estos
sistemas alrededor de 1 000/1.050 – 1 300 d.C (Nota 2).

El abandono o abandono parcial de los andenes se debió originalmente a una reducción


de la población en el siglo 16. La evidencia demográfica hallada en archivos muestra que
después de la conquista española de 1532 el abandono de los andenes se debió
mayoritariamente a la despoblación ocasionada por la intrusión de conquistadores
extranjeros: las enfermedades que diezmaron a la población, los conflictos, las
poblaciones que retornaban o abandonaban sus tierras natales, los agricultores que eran
enviados a trabajar a las minas. Aunque la despoblación se originó por el impacto de la
conquista, fue luego seguida por la ruptura del mantenimiento y por los cambios
resultantes del cambio de uso de la tierra.

Productividad y riesgo del manejo


La productividad de la agricultura de la sierra depende de las características especiales,
que mitigan el clima y los riesgos, y estimulan la actividad biológica, compartidas en
común por los sistemas de campos elevados (Nota 1; Erickson ibid), cochas cultivadas
(Valdivia et al ibid) y posteriormente por los andenes (Kendall 1997).

Los sistemas de campos elevados ( y las cochas en forma más intermitente) no pueden
oponer los ejemplos más dramáticos de sequías y hay un límite respecto al nivel de riesgo
administrativo que ocasionalmente es propasado por las condiciones climáticas (Kolata
ibid) y Nota 2).

En el caso de los andenes, sus ubicaciones a través de los valles de la sierra y regiones
adyacentes y su dependencia respecto a las altas gradientes de las fuentes de agua que
emanan de los picos nevados los hacen menos susceptibles a los cambios climáticos
extremos. Los mismos andenes son más flexibles porque retienen el agua de la humedad
y se adaptan a diferentes cosechas en diferentes altitudes. Las mejoras del desarrollo Inca

3
incrementaron la capacidad de los andenes tanto para aumentar su productividad como
para aumentar a largo plazo su eficiencia técnica en la mitigación de los riesgos (ver
adelante).

Tanto los campos elevados como los sistemas de andenes han demostrado a través de los
proyectos de restauración y de rehabilitación que son aplicables y productivos (Erickson
1989; Kendall 1984 y 1997; Cusichaca Trust 2000). Sin embargo, las lecciones
aprendidas en el caso de los sistemas de campos elevados incluyen la conclusión que
aunque la rehabilitación es una factibilidad técnica y potencialmente muy productiva, el
nivel de compromiso continuo y el trabajo manual requerido por los agricultores no
siempre es sostenible una vez que desaparece el apoyo de la ONG.

Para la restauración de los andenes irrigados las experiencias del CT (Cusichaca Trust) en
el Cusco, de DESCO(Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo) y de algunas
comunidades tradicionales de la sierra sur son estimulantes. El enfoque de esta ponencia
se centrará en el nuevo desarrollo de este sistema, su tecnología, productividad y
potencial aplicado en gran escala.

SECCIÓN 2. Tecnología y productividad de los andenes con


riego

Tecnología tradicional para los sistemas de andenes con riego

Las características tecnológicas de la tecnología prehistórica presentan ciertas ventajas


para la conservación del medio ambiente y su potencialidad productiva.

• Los materiales de construcción de los canales y andenes comprenden básicamente


piedra, arcilla barro y arena (Kendall 1997).

• La elasticidad de estas estructuras (que usan la arcilla para sellar el agua y piedras
y arena para bien drenaje) es una garantía cuando hay un mantenimiento
apropiado y asegurado por poblaciones locales bien organizadas en un área de
laderas empinadas y de actividad sísmica tal como la de los Andes, donde los
desprendimientos de tierras y desastres naturales ocurren con frecuencia (Kendall
ibid). (El cemento usado actualmente en los canales de irrigación es un material
inflexible que se rompe fácilmente y resulta en el deterioro rápido por ser difícil
de reparar por los campesinos.)

Canales de riego
Casi todos los valles andinos presentan vestigios de canales de riego, visibles en ambos
lados, canales que generalmente arrancan de los ríos y corrientes a unos 3 800 m de
altitud.

4
El riego es esencial en la agricultura de los valles de la costa durante todo el año y en los
Andes durante los periodos secos de clima variado (junio-octubre/diciembre). El primer
milenio d.C. comenzó con un clima relativamente frío y húmedo, en agudo contraste con
los 300 + años de sequía de comienzos del segundo milenio d.C.

El uso de los materiales que están a la mano que permiten un poco de filtración produce
canales de riego satisfactorios, que también conservan la humedad general del terreno
debajo del canal este seguro realce del medio ambiente permite una variedad de plantas y
vegetación en las laderas no cultivadas e igualmente previene los deslizamientos del
terreno (Kendall ibid).

El uso de soluciones de ingeniería apropiadas fueran aplicadas para una variedad de


condiciones, geología local, y gradientes. Se utilizaron reservorios, acueductos, centros
de control de distribución, desagües, rápidos con gradas, cambios de dirección y fuentes
para frenar la caída de agua en gradientes pendientes (Kendall ibid).

Andenes
Los sistemas agrícolas de andenes, además de prevenir la erosión del suelo en las laderas
empinadas, conservan la humedad y ofrecen la máxima protección y temperatura dentro
de un ambiente dado, mitigando los efectos de diversas precipitaciones, vientos, heladas
y granizadas que reducen la producción agrícola.

Los grandes andenes agrícolas Inca (1440-1532 d.C.) con sistemas integrados de riego
son eficientes en su uso de agua y espacio:
• Fueron construidos como plataformas escalonadas, con inclinaciones finamente
graduadas para la distribución del agua de riego, con muros de piedra de doble
cara e inclinados.
• Internamente, capas estratificadas de mampostería, cascajo y arena tendidas en su
base, los muros forrados con cascajo para el máximo control del drenaje.
Cubiertos con 1 m de tierra agrícola ‘artificial’de buena calidad.
• Con algo de arcilla en la base se propicia la retención del agua/humedad.
• Este incremento de la transformación del suelo a través de la actividad
macrobiológica y de nutrientes estimula la elevación de la temperatura (disminuye
los riesgos climáticos y recicla los nutrientes).

Estas características facilitan también el cultivo continuo. La mayoría de los andenes Inca
presentan características similares, aun en las gradientes más empinadas. Fueron
extensivamente construidos en toda la sierra, donde quiera que la ocupación del imperio
echó sus raíces.

Los andenes más tempranos no están tan bien construidos o tan estratificados y en lo que
concierne al drenaje la calidad no es la misma, pero cuando se riegan ofrecen casi las
mismas ventajas. De hecho, en áreas prioritarias los Incas rehabilitaron algunos andenes
tempranos con riego. Los andenes tardíos pre-Inca del Periodo Intermedio Tardío (c. 1
000-1 440 d.C.) varían regionalmente a lo largo de la sierra, de acuerdo con las culturas
localizadas, pero al igual que los andenes Inca usualmente recibían riego.

5
Evidencia de practicas agrícolas tradicionales con manejo sostenible del
cultivo en andenes

Etnohistoria
Los cronistas de la Conquista y los etnohistoriadores describen cómo las comunidades
andinas valorizaban sus prácticas agrícolas y las establecían en rituales en un sistema de
calendario anual de actividades:

Guaman Poma de Ayala (1613) proporciona tal calendario. Describe las dos principales
cosechas anuales del Inca, en las cuales las del maíz y de la papa eran las más
importantes y que se practicaba el cultivo conjunto con otros cultígenos. El destaca y
describe la importancia del ritual de las prácticas de cada mes del año, como son las
prácticas correspondientes al mantenimiento de los canales de riego y de los andenes.

Garcilaso de la Vega y otros cronistas destacan igualmente cómo el Inca transfería a los
colonos para instruirlos en lo concerniente a los andenes irrigados de maíz que construían
en los territorios que conquistaban. El movimiento en gran escala de tierras de excelente
calidad era particular en la construcción de andenes, por ejemplo en el caso de Lares se
transportó la tierra para usarla en las andenerías en trabajo en el valle del Urubamba
(Garcilaso 1604).

Las excavaciones del CT han verificado el uso de suelos ‘artificiales’ (Keeley 1984).
Otras practicas agrícolas prehispánicas siguen y están documentadas en uso abajo.

Agroecología y etnografía
Los microclimas en sus diferentes niveles de altitud resultan en nichos agro-ecológicos,
que ofrecen el contexto y definen las limitaciones de la agricultura en andenes existentes.
Murra (1972) enfatiza la organización vertical de los valles andinos en tiempos
prehispánicos e introduce el concepto de distribución del tipo de cultivo dentro de este
contexto. Por ejemplo, los diferentes tipos del maíz se cultivaba en las zonas bajas
(quechua y suni) y las variedades de papas en las altas (suni y puna). Esta distribución de
cultivos sigue teniendo su base en la agricultura andina actual (ejemplo en el valle
Cusichaca (Farrington 1979), pero nuevas practicas están extendiendo los limites de los
conceptos antiguos transmitidos, lo que puede también perjudicar en la formación básica
útil contra el riesgo que reciba el agricultor tradicional.

La investigación etnográfica hecha en Andamarca muestra que aun cuando los


miembros de la comunidad conservan muchos aspectos de su organización social y del
cultivo con riego (Ossio 1976), no restringen sus prácticas a la sola conservación de los
detalles auténticos y originales del canal y de la construcción de andenes. También toman
ventaja de algunas ideas nuevas y de la tecnología cuando encuentran que es apropiada.
Ejemplos:

6
• Uso de cemento en el canal primario más largo –14 km de largo- que no puede
permitir que haya filtración debido a su largo y a su limitado suministro de agua.
• Uso de rampas de acceso para acomodar al ganado que pasta en lo queda de la
cosecha y para el acceso de animales de tiro para arar.
• Añadido de pequeños ramales a los canales, valiéndose de la tradicional
tecnología de construcción.

Las prácticas agrícolas incluyen tradiciones tales como mezclar el cultivo principal del
maíz con otros cultivos, práctica que se encuentra en muchos otros valles andinos, que los
incluyen para fijar el nitrógeno en el suelo (Cuadro 1 a bajo).

En Andamarca, los agricultores afirmaban que mismo que se daban cuenta de los efectos
de una rotación de intercalar los cultivos, no sabían las razones del efecto beneficiario.
Expresaron el interés en aprender mas sobre rotación de cultivos.

Cuadro 1: Cultivo mixto tradicional en andenes con una cosecha anual tal
como se practica en Andamarca

Año Cultivo Área Fecha de Fecha de Producción Costo Rendimiento


(m²) siembra cosecha (kg) ( S/.) (kg/ha)
99- Maíz 480 Setiembre Mayo- 126,5 40 2 635
00 Papas junio semilla
Habas 23 479
Arvejas 3
00- Maíz 480 Setiembre Mayo- 138 40 2 875
01 Papas junio semilla 552
Habas 11,5
Arvejas 3
01- Maíz 480 Setiembre Junio 138 40 2 875
02 Papas semilla 552
Habas 11,5
Arvejas 3

Prácticas agrícolas modernas y experiencias apropiadas para


el cultivo sostenible en el sistema de andenes

Experiencias
Después de los proyectos de restauración del CT y de DESCO en los 80 y 90, en
comunidades de Cusco y Arequipa, respectivamente, otras organizaciones actualmente
promueven la rehabilitación de canales y andenes dado que han quedado demostrados
beneficios tales como la seguridad de los alimentos y la prevención de la erosión de los
suelos. El CT en 1997 tomo el reto de aplicar lo aprendido en Apurimac y Ayacucho,
donde se necesitaba mas inversiones en el desarrollo rural.

7
Rehabilitación del riego y de los andenes
Como uno de los resultados de la restauración del canal de riego y de la rehabilitación de
los andenes del proyecto del CT:
• Un campo que es irrigado puede ser cultivado todos los años siempre que el
campesino lo cuide y lo abone.
• Sin el riego los campos se dejan en barbecho en un 70 % del tiempo.
• Como el riego permite que cada año se siembren más campos, el total de lo que se
cosecha puede más que triplicarse a lo largo de cada 10 años, incluso sin
considerar el promedio de incremento por hectárea antes reseñado.

Es significativo el beneficio que se obtiene con la restauración del riego. Además, con la
ampliación del entrenamiento y la rehabilitación de los andenes.

En Pampachiri, Andahuaylas, un campesino que posee 0,17 ha de tierra en Ayapampa


antes en 10 años solo podía sembrarla 3 veces. Los cálculos muestran que el beneficio
promedio neto de esta tierra fue nada más que de US $ 23. Con riego permanente este
beneficio neto se ha elevado a US $ 93 anuales, lo que significa un incremento de casi
400 %. Con dos cosechas anuales éste podría superar el 1000 % (es decir 10-veces).

Cuadro 2. Incremento en el rendimiento de los cultivos debido al riego y al


mejoramiento de las prácticas agrícolas (por ejemplo, con abono de ganado)

Cultivo Incremento en el rendimiento


Maíz 80 %
Papa 35 %
Cebada 30 %
Habas 30 %
Quinua 20 %
Fuente: CT 2001

Mientras el beneficio del cultivo del maíz duplica, y el beneficio de los otros cultivos con
el riego se incrementan su producción a su vez, el Cuadro 2 muestra que cada uno
incrementa en forma significativa también con la ampliación del entrenamiento agrícola y
la rehabilitación de los andenes.

Prácticas agrícolas mejoradas y dos cultivos continuos anuales


En el Cuadro 3 se presentan datos para dos cultivos anuales hechos en andenes a lo largo
de un periodo de tres años, correspondientes a los cultivos más comunes – se analizan
tres (escogidos en una extensa clase)- de dos contextos geográficos y sociales en el
distrito de Ollantaytambo. El contexto de los resultados de la primera muestra se obtuvo
en las cercanías del mismo pueblo de Ollantaytambo, a unos 2 800 - 3 400 m s.n.m., y se
comparan con los de la segunda muestra proveniente de Huillca Raccay, Chamana, a

8
2700 – 2800 m s.n.m., unos 30 km río abajo de Ollantaytambo. Los datos en bruto
proceden de entrevistas detalladas hechas con un cuestionario, y en el caso de Chamana
de visitas de evaluación.

Cuadro 3. Área, rendimiento y porcentaje de la producción vendida en


Ollantaytambo y Chamana

Ollantaytambo, 1992 – 2002


Cultivo Área Rendimiento CV (%) de Promedio
(No.obs.) (ha) ton/ha rendimiento vendido
Maíz miska (9) ,333 31,7 3 100
Papa mahuay (9) ,333 14,6 9 77
Trigo (7) ,333 2,1 5 67

Chamana, 1995 – 1997, 1999 – 200


Cultivo Área Rendimiento CV (%) de Promedio
(No.obs) (ha) ton/ha rendimiento vendido
Maíz miska (4) ,094 12,1 26 90
Papa mahuay (4) ,027 13,0 10 51
Trigo (8) ,249 1,5 43 51

El total de observaciones de los campesinos arriba presentadas se tienen


del cultivo de dos cosechas anuales y corresponden a dos contextos
locales del distrito de Ollantaytambo.
Hay 5 campesinos en el ejemplo de Ollantaytambo.
De un total de 30 observaciones, 20 corresponden a Ollantaytambo.
En este caso los campesinos tenían más tierras, y usaban 1 topo
asignado por la comunidad y la mayor parte la cultivaban con maíz
regional (miska), largamente establecido en la región. Su alto
rendimiento, de 31,7 por ton/ha, estaba respaldado por el uso de una
mayor cantidad de fertilizantes orgánicos y químicos, que permiten la
oportunidad de contar con un mercado seguro.
En Chamana los campesinos son más pobres.
Los 5 campesinos de la muestra proporcionaron 14 observaciones de un
total de 28, e incluyen una similar cantidad adicional de otros tipos de
cultivos, pero sembrados con menor frecuencia a lo largo de los 3 años.
Un gran porcentaje de la cosecha se usa tanto para la propia
subsistencia como para el trueque local. Los mercados locales están a su
alcance y se vende el 90% de la cosecha de maíz, pero el transporte no
es seguro; por otra parte es muy variable tanto el uso de fertilizantes,
orgánicos u otros, como el trabajo personal, factores que explican lo
comparativamente bajo de la producción.

9
Dos cosechas anuales se han convertido en una parte importante de los ingresos de
campesinos en dos áreas/muestras contrastantes en el Distrito de Ollantaytambo. Pero
esto no se ocurre solo aquí, están teniendo incluso más importancia para algunos
campesinos de otras áreas. Si se carecía aún de datos suficientes para incluir ejemplos
adecuados de trabajos de rehabilitación de las regiones de Apurímac y Ayacucho, ahora
se están recogiéndo. A través de seminarios/talleres y de proyectos de ampliación
agrícola y de demostración en esas áreas se está recuperando el cultivo en andenes con
riego. Recientemente, con el proyecto de MARENASS de construir nuevos andenes en el
área del lago Pacucha se da un número de casos en los cuales los campesinos han
introducido con éxito la práctica de dos cultivos anuales seguidos. El CT también ha
ofrecido un apoyo al entrenamiento y un respaldo a las comunidades del distrito de Paras,
en Ayacucho, donde se están construyendo nuevos andenes y en las que se ha se está
enraizando el concepto de dos cultivos anuales. En este caso la Municipalidad también
está respaldando el trabajo de reemplazar los andenes erosionados de las laderas, lo que
constituye un ejemplo alentador de respaldo local.

La producción orgánica de cultivos andinos y no andinos es la mejor manera de


materializar el valor en andenes con riego y de llegar a los mercados de exportación
teniendo en cuenta las investigaciones socioeconómicas y la opinión de los agrónomos.
• Una lista de nuevos cultivos apropiados para incrementar el cultivo orientado
hacia el mercado incluye la alfalfa, los árboles frutales, las plantas medicinales y
los cultivos hortícolas.
• La iniciación del régimen de dos cosechas continuas anuales de los campesinos
apoyados por MARENASS en el lago Pacucha y en Manchaybamba incluye nuevas
adiciones de horticultura y de flores que están resultando exitosas, al igual que las
de la alfalfa y las habas.

Los fertilizantes y pesticidas usados en los sistemas de andenes tienen implicaciones


en lo que respecta a la producción y el mercadeo.
Para superar en la estructura interna de los andenes el descenso de los nutrientes del suelo
hay que recurrir en preferencia a la promoción biológica con el uso de fertilizantes
orgánicos, tales como la cría de gusanos, los compost y el estiércol de ganado.
• Si bien la cría de gusanos y los sistemas de abonos compuestos (compost) pueden
ser efectivos, es necesaria la preocupación de prepararlos para una producción
agrícola en gran escala.
• En las regiones aisladas continúa la práctica orgánica tradicional por falta de
alternativas, pero los campesinos aspiran y buscan ensayar nuevos sistemas
mediante donaciones introductorias de nuevos fertilizantes y pesticides.
• Las opciones del mercado y los problemas de competencia entre los campesinos
de la sierra y de la costa han sido consideradas por los de la sierra en el sentido de
competir en mercados más amplios, con la conclusión que los productos deberían
ofrecer un valor agregado en su calidad, por ejemplo ingresar a los mercados
orgánicos (Rodríguez y Kendall 2001).

10
En su nuevo proyecto el CT se propone comenzar un entrenamiento orientado a educar a
los campesinos en lo relativo a mercados, sus precios, oportunidades y la competencia
mediante la instalación de un banco de datos distrital.

Conclusiones
La despoblación desencadena la pérdida de los sistemas agrícolas y la vasta introducción
de la autosuficiencia de bajo consumo y de estrategias de ganadería con animales
occidentales, que a su vez han ocasionado la destrucción de los recursos naturales y el
deterioro de las infraestructuras de obra humana de riego, cochas y andenerías.

Tradicionalmente las comunidades andinas, como Andamarca, en andenes irrigados


practican la agricultura con solo un cultivo principal anual, conjuntamente con otros para
así asegurarse los alimentos y para el manejo del riesgo, en la sierra entre los 2 100 - 3
300/3 400 m s.n.m.

Más moderna, pero siempre orgánica, la rotación de cultivos podría ampliar la


producción continua hasta ofrecer un real excedente para el mercado.

Algunas comunidades conservan su organización social y los rituales de una agricultura


de riego. Pero no es el caso de la mayoría.

Se cuenta ahora con una evidencia creciente, un ejemplo del cual da cuenta esta
ponencia, de que la restauración del sistema de andenes está conduciendo a una estrategia
agrícola de dos cosechas anuales debajo de los 3 400 m de altitud, localmente en la
región del Cusco. Los andenes con riego siguieron usándose en el Valle Sagrado
proporcionándole ingresos a las organizaciones religiosas en los siglos XVII y XVIII.
Después del colapso del mercado del maíz en el siglo XVIII los latifundistas arrendaron
sus tierras y bajaron los gastos de mantenimiento pero la calidad de la infraestructura
aseguró en gran parte su supervivencia hasta nuestros días. Esta continuidad explica
porqué el Cusco es más sofisticado que otras regiones y ha mantenido buena parte de sus
andenes con riego en el medio ambiente ideal para el cual fueron hechos. Muchas otras
regiones, como Apurímac y Ayacucho, cuando fueron pobladas por los colonialistas
fueron en gran parte dejadas a la producción animal, por esa razón en esas regiones
actualmente el énfasis es menor sobre los andenes irrigados como principales
proveedores de alimentos. En el Cusco actualmente el turismo ofrece un motivo extra a
los proyectos de restauración. Constantemente se comprueba que reviven las
organizaciones comunales para trabajos de mejora en los sistemas de riego y de trabajos
en los andenes, con el respaldo de la ONG. En la región de Arequipa tal trabajo es
conducido por DESCO con comunidades del área del cañón del Colca. Las organizaciones
del Ministerio de Agricultura, tales como PRONAMACHCS y MARENASS están, igualmente,
experimentando con el apoyo al trabajo comunal de rehabilitación y en el caso de
MARENASS con la construcción de nuevos andenes, resultando en el cultivo exitoso de dos
cosechas al año.

11
En resumen, dos cultivos anuales pueden conducir a la seguridad de alimentos, y al
proveer una cosecha para la subsistencia, ésta aumenta con la segunda cosecha que puede
ser vendida, con lo que se genera ingresos para los campesinos. En tiempos prehispánicos
el exceso de la producción, tal vez por dos cosechas anuales en los principales andenes
Inca, puede haberse distribuido en beneficio de los ejércitos y/o en apoyo de la religión y
en las distracciones del Inca. Actualmente, este exceso de producción sería para el
mercado y el ingreso que produce para los campesinos serranos. Esto genera el problema
de ¿cómo las cosechas serían más productivas y cómo se facilitaría el acceso de los
productos del campesino serrano a los mercados existentes?

El CT ha experimentado con cultivos hortícolas y habas y encontró que fácilmente pueden


introducirse en un amplio rango de las comunidades tradicionales y la promoción de
MARENASS destaca algunas innovaciones exitosas y desviaciones de los cultivos
tradicionales en lago Pacucha, que incluyen cultivos de hortalizas, flores y una reseña del
gran uso de las habas para su venta en el mercado.

La producción de cultivos orgánicos y de cultivos no tradicionales sería la mejor manera


de darles un valor añadido y de que lleguen a los mercados de exportación.

Actualmente tenemos también que ser flexibles y estar alertas porque aumentan los
nuevos híbridos y se altera la escala y calidad de los cultivos en las diferentes zonas
agroecológicas. El problema principal con los híbridos es que requieren una fertilización
química más intensiva y mayor uso de pesticidas que otros cultivos, los mismos que no
constituyen un ingreso ideal para los andenes en los cuales la actividad biológica es
inherente a la humedad del suelo característica del sistema.

Sostenibilidad en el largo plazo en relación con el compromiso del trabajo, sigue siendo
un problema por resolver. Los sistemas de campos elevados del altiplano han probado ser
técnicamente viables con el requerimiento de una importante colaboración de trabajo
manual de los campesinos, lo que cuestiona su regularidad. Esto tiene todavía que ser
evaluado en cuanto a los andenes sobre la base de ejemplos más grandes y extensos que
permitan apreciar si los campesinos más pobres serán capaces de sostener su ingreso
manual con dos cosechas anuales. En el caso de los andenes los campesinos con una
posición ligeramente mejor estarían en condiciones de alquilar su fuerza de trabajo que
sea necesaria y los campesinos más pobres podrían encontrar medios fáciles para obtener
un ingreso trabajando en otras tierras. Sin embargo, tendrían que decidir dónde emplear
sus esfuerzos, si en un trabajo asalariado o en su propio interés capital! Para tomar
decisiones sobre bases bien informadas se beneficiarían con una información accesible
respecto a los mercados en la forma de precios regularmente al día y de la competencia
del mercado.

12
Notas
1.En 1982 Erickson investigó los campos excavando zanjas –un ejemplo temprano de arqueología aplicada-
dado que uno de sus propósitos era poder reconstruirlos y experimentar con la rehabilitación de algunos a
fin de ponerlos nuevamente en uso. Encontró datos respecto a la forma original de los campos,
construcción de plataformas, periodos de uso y abandono, y recogió muestras de suelos, polen y artefactos.
Encontró fases de construcción estrechamente correlacionadas con datos provenientes de montículos de
ocupación asociados, a los que posteriormente siguieron grandes pueblos agrícolas, fechados para el área
desde 1000 a.C.

2. Una evidencia importante que arroja más luz sobre el desarrollo del sistema de campos elevados y, por
su implicación, del surgimiento y declinación de Tiahuanaco y de los grandes centros urbanos del altiplano,
se tiene de la investigación científica del glaciar Quelccaya (Thompson 1985, 1987, 1988, etc.) y de los
sedimentos y moluscos del lago (Binford et al. 1997).

Reconocimientos
La autora, que acepta su responsabilidad por toda falla en la presentación de los datos
relativos a dos cosechas anuales, queda profundamente agradecida a Juan Guillén,
agrónomo del CT, y Vicente Orue, miembro de la comunidad de Ollanta, por su
colaboración en la recolección de los datos agrícolas de dos cosechas anuales, a Tom
Nickalls por sus informes al CT respecto a los beneficios en Pampachiri, a Sarah
Hemstock por su presentación en cuadros de los datos globales básicos provenientes de
las informaciones recogidas en el campo y por la elaboración de algunos cálculos, y a
Abelardo Rodríguez por estimularme a emprender la recolección de datos y por sus
opiniones y comentarios sobre la presentación.

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16
“PLANIFICACIÓN Y PRESERVACIÓN DEL AGUA EN LA PERIFERIA DE LA
CIUDAD DE MÉXICO: EL MEDIO AMBIENTE SOCIAL EN ECATEPEC DE
MORELOS" 1

Pedro Lina Manjarrez 2 -


Víctor Hugo Osorio Gómez 3

CONTEXTO
Los años veintes dieron a nuestro país un nuevo horizonte para el nuevo desarrollo
económico y social, y es en los años treinta que el incipiente desarrollo industrial que
inicia la reconstrucción de la economía; luego de que el país aún sufría las consecuencias
de los cambios ocasionados por la Revolución; se inicia el impulso del sector hidráulico,
un amplio desarrollo basada en la generación de infraestructura, con esto se busco lograr
el abastecimiento de agua para los sectores de la producción y la sociedad en los centros
rurales y urbanos del país.
La ciudad de México inicia una dinámica demográfica, desde los años 1950,
expandiéndose hacia los municipios del Estado de México, entre estos se encuentra
Ecatepec. Y es a partir de 1970 cuando inicia un crecimiento acelerado de su
población: inmerso como parte de la metrópoli demanda la explotación de grandes
recursos hídricos. Bajo esta inercia, la cuenca experimenta problemas de
sobreexplotación, y sobre todo de escasez de agua, que aunados a los efectos de
envejecimiento, deterioro y daños a la infraestructura urbana de la ciudad, se manifiesta
una insuficiencia de agua como servicio: cortes al suministro, y los conflictos sociales.
El agua potable presenta decrementos del nivel freático pronunciados, lo que
limita la opción de pozos profundos para la dotación adicional de agua potable toda vez
que el 80% del agua extraída del subsuelo del municipio se destina al Distrito Federal, lo
que ocasiona un déficit de 1.3 m3 por segundo en el municipio4. La falta de una cultura
del agua, de una nueva visión del recurso complica la situación, pues las aguas nacionales
no se han operado con un sentido de conservación y se han tenido perdidas de agua de
hasta el 50% en fugas y tomas clandestinas, y las soluciones solo han sido convencionales
y muchas veces estas son propuestas por los proveedores de materiales para la
construcción de redes de abastecimiento. De hecho, actualmente la Ciudad de México
esta importando agua de otras cuencas: obviamente se están llevando agua de otras
comunidades.
Esta situación la vive los llamados municipios conurbados del Estado de México,
entre ellos Ecatepec; en él se encuentran 18 pozos de extracción de agua, de los cuales
se han visto abatidos en su nivel freático, planteando problemas de suministro y
administración del recurso agua. Se presenta, una fuerte demanda, contrastando a la
sobreexplotación del recurso, los bajos presupuestos con que se cuenta para la
construcción de infraestructura, la falta de tratamiento de aguas residuales, la falta del
uso eficiente del agua, los asentamientos irregulares, los hundimientos del suelo, las malas
condiciones de la infraestructura existente, la falta de control de sustancias químicas
altamente contaminantes.
Lo anterior expone una problemática en que se encuentra el agua dulce, y de la
búsqueda de nuevas soluciones que logren mantener un uso eficiente del agua e impedir
que el mal uso nos lleve a enfrentar crisis del liquido como la escasez o mayor y más
grave la Tensión hídrica, problema que muchos países en desarrollo están enfrentando y
que consigo traen problemas no solo de salud o de suministro sino que impiden un
desarrollo social y económico. Esta gravedad del problema a sido motivo de discusión en
congresos, estudios, investigaciones, etc.
El creciente problema a llevado a que se desarrollen reformas en las leyes, y
paralelamente se desarrollan programas educativos y medidas innovadoras como la
privatización del servicio del agua y su tratamiento, pero se requiere una especial
atención en la medición del consumo, su cobro y el cumplimiento de los reglamentos.
Ahora bien, el abastecimiento y el suministro del agua en la ZMVM son dos
problemas que se encuentran en crisis: el primero por la sobreexplotación y el segundo
por la falta de recursos para extender y llevar la red de agua potable hacia las zonas más
marginadas del área metropolitana.
El mismo crecimiento de la población dentro del Distrito Federal aunada a la
nueva actividad económica y comercial que ha tomado la ciudad en su centro, el
crecimiento natural y la descentralización de la industria muestra ya una nueva migración
hacia los Municipios conurbados como Ecatepec, Nezahualcoyolt, Chalco,
Chimalhuacán. Ecatepec concentra un porcentaje importante de población y es la
entidad que más problemas tiene, en lo que se refiere al aprovisionamiento de agua, pues
la demanda que enfrenta ha imposibilitado entregar agua potable a toda la población
residente de su entidad en cuanto a abastecimiento y suministro del agua.
Hablar de sustentabilidad del abastecimiento es considerar diversos factores como
lo es el de considerar la capacidad que tiene la fuente abastecedora, la contaminación a la
que en determinado momento puede estar sujeta, así como aspectos sociales,
económicos y institucionales
El problema del agua ha sido tratado y considerado como un problema de
ingeniería, lo cual a impedido que se pueda ampliar la perspectiva del problema. El
aspecto social del problema es la otra cara, y ha tomado importancia a raíz de diversos
conflictos sociales presentados alrededor del planeta y que han inquietado por la
dimensión que en determinado momento pueda ocasionar, como es el caso de la
“Guerra del agua” en Bolivia. La gestión y la administración del recurso no ha sido la
optima, esto a llevado a que la sociedad tome conciencia sobre el problema y ahí, que
este buscando espació y participación en dicha gestión del recurso. Esta gestión intenta
dinamizarse con la participación de la ciudadanía y además toma un gran relevancia en la
“ cultura del agua”, como parte de todas esas medidas. Pero cabria preguntarse ¿si la
gestión, administración y planificación hasta ahora utilizadas son las que han fracasado en
su intento por llevar agua a la población marginada?, ¿ Si la gestión integral del recurso y
la participación de la sociedad rendirá resultados en una preservación del recurso y en el
desarrollo del municipio de Ecatepec?

MARCO NORMATIVO
Para iniciar un análisis del marco normativo a nivel federal se inician las leyes de
política hidráulica a partir de la Constitución de 1917, producto de la revolución y
desde este tiempo se han desarrollado las diversas leyes regulaciones e instituciones en los
últimos ochenta años. Estas leyes obedecían a una demanda de tomar el sector hidráulico
como punta de lanza para un desarrollo económico del país, basada claro en los recursos
hídricos, recordemos que en este momento se opta por la sustitución de importaciones
para dar paso a la industria y al desarrollo tecnológico del país, en este contexto se hacen
uso de las aguas nacionales por parte de empresas tanto publicas como privadas las que
no tenían una idea de que el recurso fuese tomado como un recurso finito lo que hoy ya
sabemos.
En 1926, bajo la Carta de Irrigación se crea la Comisión Nacional de Irrigación,
esta por la necesidad que existía en el crecimiento de la producción de alimentos, y es en
los años de 1934 y 1936 que se expiden la Ley de Aguas de Propiedad Nacional5 y su
respectivo reglamento se crean comisiones de cuenca entres los las décadas de los
cuarentas y los cincuentas. Y los más importantes que tienen que ver directamente con la
problemática que enfrenta la Ciudad de México y su cuenca es la explotación de los
recursos subterráneos: entre 1956 y 1958 que es aprobada una Ley y su respectivo
reglamento de Aprovechamiento de Aguas del Subsuelo, a partir de estas fechas se inicia
la regulación sobre la extracción y utilización de agua subterráneas, que son las que se
ven afectadas en sus niveles freáticos pues las recargas se han minimizado con la
ocupación del suelo que era vital para la recarga de los mantos acuíferos.
Legalmente, las aguas estas contempladas en la carta magna en la que se observa
una Política de Aguas y en su articulo 27 establece “que todos los recursos Hídricos son
propiedad pública, bajo el control del gobierno federal, Se conceden de usufructo por
50 años, y pueden ser revocados si cambia el uso que se de a esa agua”, así también el
articulo 115 dice “que los municipios son los responsables de la prestación de los
servicios del agua potable y saneamiento con la asistencia de los gobiernos estatales en
caso de ser necesario”. Este articulo fue modificado en 1985, en el se establece el papel
que juegan los municipios con respecto al manejo de sus recursos, lo que viene para el
caso del municipio de Ecatepec; donde se considera lo establecido por parte de la
entidad el Estado de México, mismo que expide una Ley por parte del organismo estatal,
la CAEM (Comisión de Aguas del Estado de México), y la Ley de aguas del Estado de
México que son los que regulan el uso y las disposición y operación del recurso en la
entidad. En este punto quizá exista un problema grave en la Ciudad de México, en la
parte correspondiente del Distrito Federal y los Municipios Conurbados, en el sentido
que tienen cada entidad su marco legal en materia; lo que muestra una ruptura
administrativa que señala la ausencia del manejo del agua en toda el área metropolitana.
Con una misma legislación aunque esto es solo una idea, que sea o no difícil de
implementar, ya se ha visto la posibilidad por medio de programas a nivel metropolitano,
para tratar los problemas del agua pues son problemas que comparten todas las entidades
que forman parte de esta Ciudad de México de más de veinte millones de habitantes.
En 1992 de aprueba la Ley de Aguas Nacionales la cual regula la explotación del
recurso y apunta a salvaguardar se calidad y cantidad, siendo esta la única Ley general
con la que cuenta el país en materia de aguas de la nación. Otras leyes y reglamentos:
• Reglamento de la Ley General de Aguas Nacionales:Nacionales Establece los
procedimientos y detalles administrativos sobre la aplicación de la Ley.
• Ley Federal de Derechos en Materia de AguaAgua: establece el marco jurídico
en el que se establecen las tarifas por uso de agua,
• Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente:
Ambiente Establece
los competencia para los gobiernos de los tres niveles,
En todos los anteriores documentos se establece en materia de agua la forma de
legislar el agua en la que se hace presente el carácter de bien público de recurso.

ASPECTOS IMPORTANTES DE LA POLÍTICA DEL AGUA


Ante problemática general del sector del agua, se toman políticas que obedecen
no solo a los problemas nacionales sino que también en lo que se ha llegado acordar a
nivel internación, pues a igual que la globalización económica, la problemática que vive el
mundo en materia de agua también ha sido de interés para muchos de los países, que
como México viven problemas semejantes en cuanto a la sobreexplotación de los mantos
acuíferos.
Como respuesta a los problemas sobre el recursos se hacen presentes en el Plan
Nacional de Desarrollo del sexenio Zedillo en el que se establecen los siguientes objetivos:
• Contribuir a reducir los rezagos y limitaciones de la disponibilidad de agua,
que afectan a grupos sociales desprotegidos.
• Avanzar en el saneamiento integral de cuencas, comenzando por aquellas
cuya contaminación produce mayores efectos negativos para la salud, la economía y el
ambiente.
• Otorgar seguridad jurídica en el derecho al uso de las aguas nacionales y
bienes inherentes.
• Contribuir al proceso de transición hacia el desarrollo sustentable, mediante
la racionalización de los precios del agua, con criterios económicos y ambientales.
• Ampliar los canales de participación de la sociedad en la planeación y
utilización del agua.
• Administrar el recurso de manera más eficiente a través de la
descentralización progresiva y constante de programas y funciones a los usuarios y
autoridades locales, dentro del marco del nuevo federalismo6.
En este plan son considerados aquellos criterios económicos y ambientales que se
habían por mucho tiempo ignorado, aunque en el Programa de Hidráulico de este mismo
periodo, tiene acciones y estrategias para lograr los objetivos antes citados en materia
hidráulica. Tal vez siguen siendo solo buenos deseos para con el recurso y que aun hoy
la problemática se sigue agudizando, pues estos ya tienen serios conflictos entre las
entidades sobre todo en el área metropolitana en donde el D.F. tiene que importar agua
de cuencas cada vez más lejanas.
Internacionalmente la política sobre agua tiene que ver con la llamada Agenda 21,
la cual se celebra para abordar la problemática las tendencias de agotamiento y
degradación de los recursos, aquí mismo se proponen los aspectos en los que se deben
plantear las políticas en materia hidráulica, como son: eficiencia económica, desarrollo
social y sustentabilidad ambiental7, mismos que son considerados en el PND 95-2000,
además se basan en una política de desarrollo sustentable.
En este punto las políticas publicas son aspecto importantes para el manejo y
operación del agua, pues la presencia de la representación civil es importantes y en el
mantenimiento del enfoque del agua como bien público, como se encuentra establecido
en la constitución,

LOS PLANES Y PROGRAMAS DESARROLLADOS PARA ESTA MATERIA


Es necesario que la operación del agua en los municipios conurbados, entre ellos
Ecatepec, tengan como base las disposiciones del la entidad a estatal, el Estado de
México, pero compartida con el área metropolitana, buscado por medio de acciones
metropolitanas soluciones para reducir la problemática e incidir en una conservación y
asegurar el abastecimiento del agua para la generaciones futuras.
Los programas que tienen una intervención directa en la problemática del agua,
obviamente están los Planes de Nacionales de Desarrollo, de los que a su vez se
despenden los Programas hidráulicos, y otros programas que se han realizado
específicamente para la problemática de la ciudad; como los fue El programa de Uso
Eficiente del Agua de 19898 el cual es publicado por la Industria de la Construcción:
mismo que tenia como objetivo lograr que se fabricaran muebles sanitarios que tuvieran
un consumo menor en el uso de agua, el cual logra en su aplicación una reducción en el
consumo de agua, el cual antes había sobrepasado hasta en 400 litros por usuario a la
dotación personal. Pero esta es una de las medidas de solución convencionales, que tuvo
resultados, pero que no incide en manera directa en la preservación del recurso, pues
solo actúa en la eficiencia del uso del liquido pero no inciden en la forma de preservar el
cumplimiento natural del ciclo del agua, que es lo que nos a llevado a sobreexplotar las
aguas subterráneas.
En cuanto al Plan Maestro de Agua Potable para el Distrito Federal 1997-2000,
es un documento producto de la investigación de la UNAM y que es publicado en
1997. En el que se hace una propuesta con la relación entre ampliación y mejoramiento
en la operación del recurso en le DF; relacionado directamente la demografía, la cantidad
de habitantes, logra conjuntar los aspectos ambiental, social y económico con respecto al
manejo del agua; lo que hace de este, un documento con propuestas importantes y que
sus resultados van desde el recate del agua que se perdía en las conducciones y que
llegaban a ser hasta de el 50% del total conducido, y también buscar formas de inducir
en la recarga de los acuíferos por medio de inyección de agua al subsuelo.
Estas son por lo tanto medidas que inciden de manera directa en la preservación
del recurso en una ciudad central en la que ya no se puede extraer más agua, pues está en
peligro no solo el medio ambiente si no también la infraestructura urbana. Un programa
semejante es el Plan Maestro de la Zona Metropolitana del Valle de México el cual no
ha sido aprobado pero que busca, como en su momento lo hizo el del DF, conservar el
agua y restaurar un poco lo que se ha degradado con el crecimiento de la ciudad y
principalmente abordando el problema de los municipios conurbados.
De los Planes Hidráulico Nacionales podemos decir que aunque sus políticas están
inclinadas hacia la sustentabilidad en el uso y conservación del recurso no han incidido en
las soluciones, pues la problemática persiste y se agudiza de la misma manera en la que la
ciudad expande su mancha, abracando cada vez más entidades, que tienen que satisfacer
las crecientes necesidades de servicios, que además de contar con insuficientes recursos
financieros, hoy también se cuenta con el recurso escaso, lo cual agrava la problemática y
el futuro del abastecimiento.

PERSPECTIVA PARA UNA PLANIFICACIÓN Y GESTION DEL AGUA


Es necesario abrir perspectivas de planificación del recurso agua, para ello
proponemos una contextualización y conceptualización que se aborde como parte de una
investigación, tratando de dar un enfoque que no quede en la visión técnica del
problema. Quizá el problema radique en que no se a buscado un solución diferente
referente al cuidado y acceso del vital liquido por lo cual hoy en día la problemática se
esta reflejando en conflictos sociales. Así, la gestión debe tener en cuenta los diversos
enfoques y en particular el enfoque ecosocial que toma el agua.
Los nuevos enfoques con los que se es considerado, hoy en día, el recurso del
agua ameritan que se inicie ya con una planificación que cambie de manera radical la
manera en que hasta hace ya tiempo se lleve la planificación del recurso del agua. En
estos nuevos procesos intervienen los actores que logran un papel en el manejo y en el
interés por conservar el recurso.
La apertura a la nueva cultura del agua es una de los primeros pasos para iniciar
una nueva forma de intervenir en el proceso, en el que se contemple, no solo a los que
están encargados por parte del gobierno, si no también a la participación ciudadana que
cada día se hace más presente en el proceso de tomas de decisión, papel importante si
vemos que es la sociedad civil la que busca tener un acceso al agua, no solo para la
generación presente sino para la venideras.
La planificación que se a llevado a cabo hasta hoy a buscado ampliar las redes de
distribución, los pozos de extracción, la construcción de infraestructura hidráulica para
seguir explotando el agua, y no se buscado la integración de nuevas formas de gestionar y
planificar el recurso sin que se siga explotando indiscriminadamente el agua.
Nos hemos dado cuenta que a lo largo del tiempo la planificación que se ejerce
muestra inflexibilidad además de ser muy ambiciosa y sobre todo de estar llena de buenos
deseos, con una cobertura global en la que fracasa, pues promete mucho y cumple nada,
y que las acciones solo se quedan en meras especulaciones que no son aplicadas o
ejecutadas, mucho menos existe un seguimiento y una evaluación de sus resultados.
La planificación urbana es una de las propuestas que resultan viables en el trato de
problemáticas que tienen que ver con una proceso de urbanización, con una dinámica
demográfica, una crecimiento desmedido de la ciudad y de los problemas que esta misma
presenta y que riega por lo lugares a los que llega. La planificación urbana a acumulado
un experiencia importante: en la acumulación de conocimientos tanto teóricos como
técnicos para el trato de problemas que se desenvuelven en ambientes urbanos. La
coberturas de esta planificación podría tener la ventaja de operar a cualquier nivel de
entidad y la local, resultaría ser una respuesta a problemas de una entidad con
características propias, y de las que se pueden desprender soluciones que sirvan para la
elaboración de programas a nivel superior.
La planificación hidráulica debe de iniciarse a nivel local, dando propuestas de
solución particulares, a la problemática, y esta a su vez de manera sistemática, derivaría a
lo general.
La participación ciudadana es un elemento importante que se requiere de tomar
en cuenta y es esta a su vez una de las características de la planificación urbana que es la
democracia, pues el acceso y la participación en los procesos de decisión se tendrá con
representación de los intereses civiles sobre un bien público.
Si tratamos problemas urbanos del agua, la planificación urbano regional que
generalmente es aplicada a planes es una de las disciplinas que rinden frutos, pues una
planificación a nivel Nacional a resultado ser inoperante en las propuestas de soluciones a
nivel local, pues tienen un enfoque más general, lo que dificulta incidir en las
problemáticas regionales; esto es, partiendo de que los territorios locales son elementos
del sistemas urbanos y que son estos los que cumplen con papeles específicos de acuerdo
a sus características propias ya sea demográficas o económicas.
Es el agua un elemento importante para la sociedad de una ciudad, y es
importante también satisfacer la necesidad que se tiene, lo cual nos lleva a tener en
consideración que la preservación del recurso nos ahorrara, costos tanto económicos,
como sociales y ambientales: es el agua el elemento del que puede depender el desarrollo
o no de una nación, y ante esto la planificación urbana, se presta como alternativa en la
búsqueda de soluciones, los plazos requeridos.
La solución del esta problemática - a los niveles urbanos, metropolitanos y
regionales - se encuentra en la gestión del recurso, la cual puede ser integral como se
estableció en el congresos de Río en el 92, pero también podría plantearse de manera
distinta. Y de acuerdo a esto “ la gestión del agua debe enmarcarse en un nuevo
hiperplano de cuatro dimensiones: la ingeniería, los aspectos económicos y sociales, el
respeto a el medio ambiente y uno nuevo concepto, de bien económico del agua”9; en
este mismo sentido insistimos en las condiciones de producción y consumo de este
servicio, como parte de la economía política de la urbanización, la cual da a este servicio
un papel importante en las funciones de acumulación y reproducción social del
capitalismo.10
Así, se trata más que un servicio urbano: un bien colectivo, en el sentido de que la
gestión es el resultado de un conjunto de practica políticas y sociales a través de las
cuales se gestionan las demandas de la población y las respuestas técnicas y
administrativas a estas demandas 11.
Estas nuevas formas de ver la gestión ofrece un campo más amplio para el estudio
y solución de las problemáticas del agua y su impacto en el medio ambiente social
urbano. Incluso los problemas del agua se pueden atacar con un comportamiento
distinto hacia el recurso, basándolo en las teorías de comunicación y difusión de las
innovaciones.12
De hecho, es importante saber también el aspecto histórico en el que el marco
normativo se manejado el agua, esto no es nada nuevo pues desde la época precolombina
ya existía. La política que rige los recursos hidráulicos existe con llegada de la
constitución política de 1917, desde entonces las leyes, regulaciones e instituciones se
han desarrollado, así la responsabilidad del manejo del agua ha pasado de institución a
institución, y hoy en día es Comisión Nacional de Aguas quien tiene a resguardo las
regulaciones de manejo de agua o los recursos hidráulicos del país. Apoyados en los
artículos de la constitución política, el agua esta sujeta a dos artículos: el artículo 27
establece que todos los recursos hídricos son propiedad publica, bajo el control del
gobierno federal. Se conceden derechos de usufructo por 50 años, y pueden ser
revocados si cambia el uso que se de al agua; mientras que articulo 115 establece que los
municipios son responsables de la prestación del servicio de agua potable y saneamiento
con la asistencia del gobierno estatal en caso de ser necesario.
Aún más, la gestión del agua puede tratarse como un elemento no aislado, como
la gestión de un ciclo hidrológico, como un sistema abierto y desequilibrado en calidad
asociada a la cantidad, cuyos intercambios de masa y energía con el exterior originan
flujos variables en función de la energía natural de la radiación solar y sus derivados o de
la artificial de manejo que el hombre puede introducir13.

LA LUCHA DE LA SOCIEDAD POR EL ACCESO Y DEFENSA DEL AGUA


El agua debe conservar su calidad de bien colectivo con carácter público, pues no
puede convertirse en un servicio privado, aunque de acuerdo a la teoría de las
externalidades, se considera que el agua disponible para el uso de un habitante en su
domicilio es un bien privado. La importancia de adaptar una nueva conciencia al análisis
del servicio del agua es para asegurar el abastecimiento de los usuarios del agua. En la
periferia de la Ciudad de México se encuentran establecidas, una gran cantidad de
población, que generalmente no cuentan con el servicio de agua, los cual afecta a los
habitantes en los diversos aspectos de su vida cotidiana, y que incide en la pobreza de la
zona. Ecatepec no es la excepción.
La población que demanda agua, que habita en Ecatepec es en general gente de
bajos ingresos, y que a falta de este recurso tienen que comprarla a precios altos: en
ocasiones su valor es diez veces el precio de lo que un usuario paga en la ciudad central.
Esta disparidad, explica tan sólo una parte de lo que se dice acerca del concepto de
escasez, pues el uso de los usuarios de la ciudad central, podría ser una de las causas de
la escasez en la periferia. Por lo tanto el reparto de agua a los sectores de la población se
ha vuelto un privilegio.
A lo anterior, se puede añadir que la red de distribución y de conducción de agua
potable para los Municipios Conurbados es de menor diámetro, en comparación de las
redes del Distrito Federal; así también, las demandas en estos municipios son elevadas; el
75% de la tubería del Macrocircuito es tan sólo de 1.2 metros de diámetro, el 18% es
de 2.5 y el restante 7% de 1.5 metros de diámetro; el Acuaférico es de 4.5 metros de
diámetro, el doble de la capacidad del perímetro. Ante estas polarizadas disparidades se
han presentado serios conflictos por el acceso y defensa de los recursos hídricos,
haciéndose presente la participación ciudadana, sobre todo en lo referente a la
administración y la gestión de los servicios públicos.

Citemos el caso del acuífero de Temazcaltepec en cual defendido por la habitantes


de la población, impidiéndose que se condujera el agua hacia la Ciudad de México. En
este sentido debemos estar alertas, porque pueden suceder casos como el ocurrido en
Bolivia, que ha sido calificado como la “guerra del agua” por el motivo de la
privatización de los servicios, pues se argumentaba que las autoridades responsables del
servicio privilegian a los intereses particulares y no a la población en general, lo que
desata conflictos sociales, a causa de tomar la decisión de privatizar el servicio elemental
del agua.

HACIA DONDE TIENDE EL SERVICIO DEL AGUA


El acceso al agua se interpreta de diferentes formas, desde las ideas de puntualizar
como un recurso infinito hasta las nuevas maneras de verlo como un bien publico, y
económico, partiendo del hecho que se trata de un recurso condiciones de escasez, pues
lo economistas refieren que el concepto de bien público tiene que ver más con la
dinámica de demanda y provisión del servicio14.
En este sentido, la misma consideración del factor de producción del agua, la
forma de regular y gestionar el recurso, amerita una atención especial, particularmente
en los nuevos conceptos que ubican al agua en otras dimensiones, entre ellas el agua
como un bien económico, como un activo ecosocial: sin las limitaciones dentro del
medio ambiente, como factor de vitalidad y condiciones de vida y desarrollo de la
sociedad, y sobre todo en función dentro de la economía.
El agua como factor ecosocial se comporta, aún así, como un bien publico, por lo
que es conveniente hacer ya una división entre los diferentes sectores que hacen uso del
agua, haciendo una definición de usuario y agentes económicos; los primeros, como los
que demandan agua para uso domiciliario, es decir, quienes buscan el acceso al bien
colectivo de carácter colectivo; mientras que los segundos, hacen uso del agua como
materia prima para un proceso de producción, tales como los sectores que generan
electricidad, los que producen aguas purificadas embotelladas, los generadores de
servicios, y que por lo tanto el agua no se comporta como un bien público si no como un
bien económico.
Dentro de esta perspectiva, la alternativa que ofrece la aplicación de la
planificación y la gestión del agua, sería proteger el “acceso al agua”: regularlo de tal
manera que se dicten acciones de operación que limiten los usos, con esto podremos
contar con el abastecimiento futuro para los usuarios, a quienes realmente se les debe
asegurar un acceso sin obstáculos al agua. Por lo tanto es importante proteger el recurso
agua, ante la amenaza de las inversiones transnacionales, que pretenden hacer uso de las
aguas nacionales, como factor de producción. Dentro de este mismo contexto, estaría en
peligro el abastecimiento de agua, por parte de las empresas que buscan las ganancias y
que no centran su trabajo en la preservación del recurso en la cuenca que abastece a la
Ciudad de México y sus periferias, misma que esta adoptando la dimensión de
Megaciudad. Es por ello, la necesaria intervención para la protección de una las partes
principales de la función del agua: hacerla llegar a todos los usuarios con calidad de
dominio público.
Se requiere de una nueva forma de cultura del agua que exija y permita la
participación, de todos los grupos sociales; en el proceso de la administración del agua;
de una cultura que trate el recurso del agua como un derecho al “acceso al agua”. Esta
cultura de agua tiene que ser una nueva forma de hacer política, de incluir la
participación de los diversos sectores sociales y productivos, en especial los grupos de
representantes de la sociedad, en particular aquella que representa a los usuarios: es
conveniente comprender los nuevos valores sociales y ambientales que adquiere la
situación de “acceso al agua”.

1
Los resultados aquí expuestos son parte de los proyectos de investigación que se
desarrolla en el LABORATORIO DE ESTUDIOS URBANOS de la Escuela
Superior de Ingeniería y Arquitectura Zacatenco. Coordinación de Posgrado e
Investigación del Instituto Politécnico Nacional.
2
Profesor Investigador. Recibió su doctorado en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences
Sociales, París Francia. Actualmente es Coordinador del Laboratorio de Estudios
Urbanos y Coordinador del Posgrado en Planificación urbano Regional, ESIA
Zacatenco. INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL .
3
Alumno Investigador. Colaborador en el Laboratorio de Estudios Urbanos. Programa de
Posgrado en Investigación, ESIA Zacatenco. IPN
4
fuente. Disponible en internet: http://www.edomex.gob.mx/se/ecatediag.htm
5
Castelán Crespo Enrique, “Análisis y Perspectiva del Recurso Hídrico en México”
disponible en Internet en: www.thirdwordcentre.org
6
Programa de Desarrollo Nacional 1995-2000
7
Política del Agua en México, disponible en :
http://www.oieau.fr/ciedd/contributions/at2/resume/rrendon.htm
8
“El Desafío del Agua en la Ciudad de México” disponible en Internet en:
www.cce.org.mx/cespedes
9
Enrique Cabrera, Día del agua texto en internet disponible en: www.cepis.ops-oms.org
10
Cuervo Mauricio. “La política del agua potable y saneamiento en el marco de ciudades
y ciudadanía”, Bogotá. Mimeo, 70 p
11
TREVIÑO Elena, “FORMAS DE GESTION” En: “El agua, ¿servicio urbano o bien
colectivo?”, disponible en internet en: http://www.aguabolivia.org/
12
Anna Kurtycs “Water environmental Educatión and the Communicatión Approach”
Paris XIII university gestión y administración del agua
13
Aguilera K. F., “HACIA UNA ECONOMIA DEL AGUA” Fuente. Disponible en
internet: http://habitat.aq.upm.es/boletin/n8/afagu1.html
14
Bartolomé Navarro J. Luis, “ El agua, dominio público jurídico y bien público
económico” disponible en red en: www.us.es/ciberico
Sistemas de riego tradicionales en Río Bravo – Grande (El Septentrión
fronterizo en la época colonial)
Tomás Martínez Saldaña
Colegio de Postgraduados
tms@colpos.mx
Introducción
La historia y la economía regional y fronteriza del norte de México y sur
de Estados Unidos han estado más unida de lo que la gente acepta y percibe,
dicha región tiene una serie de ligas sociales y culturales entre los estados
fronterizos que poco se estudia. Se ha hecho una región comercial e industrial
integrada por maquiladoras y por el cruce fronterizo de infinidad de productos de
tal forma que la región se explica por sus vínculos internos y por sus conexiones a
la economía americana y mexicana. Este empuje ha ido generando otros aspectos
menos conocidos y mas profundos como ha sido el caso de la concientización de
los fronterizos y norteños, separada de la aculturación que genera la vista del
extranjero americano como lo veían los estudiosos de la cultura mesoamericana
de los años 60´s.
La región estudiada está dividida por la frontera entre Chihuahua al
norte de México, el sur de Nuevo México y el occidente de Texas en los Estados
Unidos. O sea una parte de la cuenca del Río Grande o Río Bravo. La región
abarca la frontera colonial entre la Nueva Vizcaya y el Nuevo México que se
vinculaba hasta Durango así como las avanzadas de Saltillo, Monterrey, Parral y
Chihuahua. Estos pueblos constituyeron con el tiempo centros de difusión de
tecnología , se conformaron como centros de poder al convertirse en sedes
episcopales, centros militares , mineros o administrativos Estos núcleos culturales
los ubicamos en las colonizaciones tempranas realizadas en Durango 1564,
Saltillo 1575, San Esteban 1591, Monterrey, 1594, Parras 1598, El Camino del
Paso del Norte 1598, ,San Gabriel 1598, Santa Fe 1610 y su refundación en 1680
y El Paso 1650 San Antonio 1718, Chihuahua 1700, Aguayo 1750. El período que
abarca la fundación de estas sedes es muy amplio por lo que se divide en varias
etapas que corresponden a diversas facetas del proceso colonizador del norte de
la Nueva España .
El Proceso colonizador pauta fundamental
La región antes de su colonización fue visitada por diversas
expediciones de exploradores, de misioneros y de colonizadores que llegaron al
corazón de la Gran Pradera norteamericana en busca de almas, de las ciudades
de oro de Cibola y Quivira, de las Amazonas y de la Fuente de la Juventud, tan
temprano como en 1542 cuando Francisco Vázquez de Coronado intenta una
primera conquista pero hasta 1590 poco se logró por el peligro formidable de las
hordas de recolectores y cazadores que merodeaban a partir de Querétaro., los
cuales en 1540 confrontan el poder hispano en un período histórico conocido
como la Guerra Chichimeca, que no fue eliminada con el episodio cruento de la
Toma del del Mixtón en la Nueva Galicia en 1542 , por el contrario la matanza
efectuada contribuyó a su exacerbación. Antes de 1560 la frontera colonizada era
limitada y llegaba a Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí, Zacatecas y Jalisco.
Esta frontera albergó la penetración ganadera y detrás de esta la colonización
minera por eso los primeros en enfrentarse a los bárbaros norteños fueron los
cazadores, gambusinos y pastores con sus rebaños que se aventuraron a pastar
en tierras hostiles. A pesar de este peligro y gracias al descubrimiento del cinturón
de plata de Pachuca, Guanajuato, Zacatecas y Santa Bárbara Parral el norte se
volvió la tierra de la riqueza, nacieron los magnates de la plata y señores de
ganados, los mineros y los especuladores e inversionistas que al encontrar su
fortuna argentífera se vieron impedidos en sus empeños ante el acoso y saqueo
de las bandas de bárbaros. Los mineros enfrentaron con mejor éxito la guerra
chichimeca que tomó cincuenta años y llenó la frontera novohispana con soldados,
misioneros, colonizadores y la marcó con presidios, misiones y pueblos. Fue una
época de guerra sin cuartel que nadie ganó, pero gracias a la paciencia de frailes,
funcionarios y de caciques indígenas se logro una paz permanente comprada y
negociada. Una vez alejadas las hostilidades quedó establecido el camino hacia el
norte y se empezó una colonización duradera.
Gracias los esfuerzos de Francisco de Ibarra se fundaron los primeros
pueblos en la orilla del Río Florido, afluente del Río Grande que sirvieron de piedra
angular para el futuro colonizador del norte novo hispano , esfuerzos seguidos por
Rodrigo del Río de la Loza y por Francisco de Urdiñola y finalmente por Juan de
Oñate que a pesar del ahínco que puso al colonizar el Nuevo México . Muchos de
estos esfuerzos fueron en vano al no progresar la expansión al no encontrar
minerales , pero en el intento se logró una colonización agrícola con agricultores
establecidos en Nombre de Dios, en San Juan Bautista de Analco, hoy barrio de
Durango, de Santa Maria de la Paz de la Nueva Tlaxcala en Chalchihuites, todos
ellos agricultores con herencia mesoamericana e inclusive algunos tlaxcaltecas. El
capitán protector del pueblo de Santa Maria de la Paz don Francisco Mesta y
Peñaloza formo parte de la expedición colonizadora de Santa Fe en 1598 y tuvo el
encargo de traerse a maestros labradores tlaxcaltecas de Ocotelulco que tenían
seis años de establecidos . Estos se unieron a la caravana y apoyaron la
penetración de Oñate a Santa Fe en donde establecieron el pueblo de San Miguel
de los Naturales1
Esta colonización agrícola temprana iniciada por auspicios del mismo
conquistador Oñate y del gobernador de la Nueva Vizcaya permitió la
consolidación del camino de tierra adentro. Gracias a los descubrimientos de
Francisco de Ibarra este se había iniciado y existía el camino entre Guadiana y

1
Eugene Sego senala que el escribano de Nombre de Dios, territorio de la Nueva
Espana enclavado en la Nueva Vizcaya, dio fe de que el capitan protector
de Chalchihuites en la Nueva Galicia tomo varias familias tlaxcaltecas y las
llevo consigo a la fundación del reino del Nuevo Mexico. Sego 1999.
Valle de San Bartolomé. Ese fue el camino que tomo Oñate , así se formo una
cadena de pueblos hortelanos que se iniciaba en su nativo Chalchihuites,
continuaba por el valle del Súchel, pasaba por Nombre de Dios y de allí
continuaba a Guadiana, la capital del reino de la Nueva Vizcaya , continuaba para
Canatlán, San Juan del Río, pasaba por los presidios de San Luis, el Gallo, El
casco , Cinco Señores, Parral, Valle de San Bartolomé, San Francisco de los
Conchos , Santo Niño en Chihuahua , El Paso del Norte y Santa Fe. De esta
entrada con el tiempo se establecen otros cuatro núcleos culturales en la ciudad
de Durango donde radicaba el obispo , en Parral donde radicaba el gobernador ,
Chihuahua el Paso y Santa Fe.
El riego en el norte mexicano y sur norteamericano
La cuenca del Río Grande tuvo diversos procesos colonizadores a partir
del siglo XVI destaca la fundación de Rodrigo del Río de la Loza el Valle de San
Bartolomé ,para 1598 Oñate lleva los sistemas de riego hasta San Juan y los
tlaxcaltecas fundan el sistema de riego de Santa Fe antes de 1610. El Paso se
funda como otro centro colonizador en base a las acequias derivadoras del agua
del Río Grande, donde se establecen cinco misiones irrigadas con sus respectivos
pueblos. Río Abajo en la Junta de los ríos , Hoy Ojinaga Presidio también se
establecen con el tiempo otras sistemas de riego , más abajo en San Juan
Bautist6a del Río Grande , florecieron acequias que irrigaron el pueblo y la misión
de San Bernardo, quizá las fundaciones tardías de don José de Escandón a partir
de 1748 también tuvieron riego como San Agustín de Laredo, Reynosa, Camargo .
En los afluentes del Río Grande también hubo fundaciones, la más
importante y que fue el centro colonizador agrícola por excelencia fue San
Esteban de la Nueva Tlaxcala, de allí salieron familias tlaxcaltecas a establecerse
en todos los afluentes del río , la fundación más notoria fue San Miguel de Aguayo
, hoy Bustamante Nuevo León; pero muchas más fueron parte de este proceso. En
la Nueva Vizcaya desde el presidio de Bocas hoy, Ocampo Dgo hasta Conchos se
establecieron pueblos, colonias, presidios irrigados por el Río Conchos , afluente
del Bravo, lo mismo pasó en Nuevo México con el Río Chama y el río Pecos que
albergaron pueblos irrigadores en bases a sistemas de sacas de agua y de
pequeñas presas derivadoras en el río.
Estas fundaciones fronterizas de la región norteña ofrecen una variedad
de sistemas de riego donde destacan las fundaciones establecidas por los
tlaxcaltecas colonizadores que llegaron a la región por las Capitulaciones de
Tlaxcala de 1591 en particular las fundaciones de San Esteban de la Nueva
Tlaxcala y San Andrés – Chalchihuites. 2 Inclusive La presencia tlaxcalteca y

2
Estas fundaciones surgieron gracias a la migración colonizadora de las 400
familias efectuada en 1591 por acuerdo del virrey y los señores de Tlaxcala,
se realizo en base a las capitulaciones y a los derechos tlaxcaltecas . Las
fundaciones han sobrevivido hasta la fecha como cabeceras municipales o
como parte de ciudades capitales de estado: San Miguel de Mesquitic y San
Sebastián y San Jerónimo son ahora Miguel Carmona y Venado SLP , San
mesoamericana en las zonas del norte novohispano presenta evidencias
recogidas por geógrafos e historiadores en Santa María de las Parras en la
tecnología hidráulica en las presas, cajas de agua y canales de riego3
El riego se dio en las regiones construyendo derivaciones de agua por
canales o zanjas y acequias. estos sistemas fueron de vital importancia y algunos
de han sobrevivido cuatrocientos años, como el caso de Parras, Bustamante,
algunas franjas de cultivo en Saltillo, en Colotlán y en Venado y Moctezuma. La
tecnología también es visible en zonas de cultivo de temporal y huertos de
temporal de magueyes, nopales . porque la expansión agrícola e hidráulica
empezó a cambiar de acuerdo al entorno donde se estableció. Por eso para fines
del siglo XVI ya se utilizaba la flora local como en San Luis donde se plantaban
nopales regionales, los nogales y los mesquites para hacer barreras protectoras
de los sistemas de riego observables en San Miguel de Mezquitic hoy en día. . A lo
largo de estos pueblos corría el Camino de Tierra Adentro, continuación del
camino de la Plata , que subsistió en su ruta original hasta finales del siglo XIX, al
ser sustituido por el ferrocarril del Norte que iba de la Ciudad de México al Paso
Texas. El camino de la plata , incluyó las minas de San José del Parral y de Santa
Bárbara en el reino de la Nueva Vizcaya y siguiendo la expansión de pastos
nativos logró abrir la ruta del Nuevo México lo que permitió el acceso a caballos y
ganado y apoyo al establecimiento de los Reinos de la Nueva Galicia, la Nueva
Vizcaya.
La herencia agrícola mesoamericana en el norte novohispano
La expansión mesoamericana se inició desde que los españoles
colonizadores intentaron penetrar a la altiplanicie norteña o al desierto
chihuahuense. con las entradas utópicas de Coronado, Ibarra y Oñate abrieron la
Nueva Vizcaya y el Nuevo México , con la entrada de Oñate un grupo de
tlaxcaltecas llegó hasta el territorio Sus descendientes se establecieron en Santa
Fe cuando abrieron sus acequias, sus canales de riego, sus melgas y sus talleres
y para finales del siglo XVIII ya tenían un barrio propio, San Miguel de Analco , o
San Miguel de los tlaxcaltecas con su gobernador y su cabildo. Donde integraron
la cultura santafeña. Los Tlaxcaltecas aprovecharon la presencia hidráulica local,
añadieron su tecnología y enriquecieron la flora y fauna con el germoplasma
exitoso del centro de la Nueva España. Este proceso colonizador temprano fue
ejemplo en otras partes y se repitió cientos de veces a ambos lados del Río ,
Inclusive se conocen registros muy posteriores de la llegada de otros maestros
labradores y de constructores de caños, tajos, acequias y de injertadores y

Esteban y Tlaxcalilla son a ahora parte de Saltillo y San Luis Potosí.


Chalchihuites existe como pueblo del mismo nombre en Zacatecas y San
Andrés, ahora Jiménez del Teul Zac.
3
Los sistemas que pudieron haber sido transferidos hacia el norte de México
fueron varios como era los sistemas de huerto, de vega de río, manejo de
metlepantles o sea de franjas irrigadas sembradas en las orillas con
magueyes y árboles frutales y apantles.
podadores , oriundos de Parras, San Esteban , inclusive todavía se registra la
llegada en 1807 de maestros tejedores de San Esteban para mejorar la
producción de lana labrada de Santa Fe.
El modelo agrícola hidráulico que se estableció en las colonias
tlaxcaltecas se inició en varios lugares simultáneamente , pero donde se desarrolló
de manera mas completa fue en San Esteban de la Nueva Tlaxcala hoy parte de
la ciudad coaohuilense de Saltillo. El riego se estableció , tanto porque allí se
obtuvo la fuente más rica de agua como la capacidad de las tierras que se
pusieron a disposición de los colonizadores . El sistema hidráulico implantado
tenía su origen tanto en el modelo prehispánico de cultivo de anego, de
chinampería, y de uso intensivo del suelo como el cultivo de riego europeo, de tipo
valenciano.4
San Esteban construyó en dos kilómetros cuadrados, unas doscientas
hectáreas de un complejo sistema intensivo de riego, rodeado de una espesa
cortina de material vegetativo nativo de la región: palma, nogales, nopales,
huisache, mesquites etc. Dentro del este rectángulo había cinco divisiones que
formaban la cabecera San Esteban y cuatro barrios de los cuales reconocidos
eran Santa Ana
San José ; cada barrio a su vez dividía su propiedad con otras barreras
de árboles frutales a la orilla de la acequia madre y de los canales derivadores .
No queda claro si en San Esteban se utilizó el sistema mesoamericano de riego o
el valenciano, pero lo que si se aprovechó fue el manejo compacto del sistema
que permitía la formación de un micro clima y de diversas melgas cultivadas
intensivamente y separadas por las acequias y canales y sobre todo por las
barreras protectoras de árboles frutales y de flora nativa . En San Esteban están
ya presentes toda la fruticultura europea aceptada en Tlaxcala y al mismo tiempo
la fruticultura mesoamericana como el tejocote, el capulín, el aguacate, habiendo
desaparecido el zapote, el chicozapote y algunas otras variedades llevadas desde
el centro de México.
El éxito más importante del sistema de riego norteño era que podía
manejar los cambios de clima y sobre todo que conservaba al humedad ambiental
con lo que se lograba un manejo optimo de los recursos hidráulicos de los oasis,
de las pequeñas escorrentías, de las alfagaras y de toda fuente de agua. Los
tlaxcaltecas tuvieron la capacidad de utilizar una cantidad muy amplia de sistemas
y de mezclarlos porque en su territorio ellos habían generado diversos sistemas de

4
Los sistemas de riego existentes en la época prehispánica eran sistemas
intensivos de chinampería en la actualidad se la considera como el modelo
ideal del cultivo y del aprovechamiento de los recursos. Las tradiciones
hidráulicas derivadas de España fueron las valencianas derivadas de la
herencia árabe que fueron importada por los frailes, colonizadores, y
funcionarios y estas fueron aceptadas por los agricultores mesoamericanos,
en especial por los tlaxcaltecas que fueron los más exitosos en apropiarse
las tecnologías europeas y en difundirlas en la Nueva España.
aprovechamiento de las aguas antes de la llegada de los españoles. Esta
diversidad de aprovechamientos está constatada por la arqueología y por la
etnografía moderna del riego en la Tlaxcala contemporánea donde todavía
subsisten sistemas de anego, campos drenados, achololes y riego
A partir del siglo XVII fue costumbre de frailes, gobernadores, obispos,
capitanes de contratar o llevar familias de agricultores que supieran diseñar,
construir y manejar acequias, canales, zanjas, melgas, árboles frutales y cereal en
pequeñísimos lotes cultivados pero que permitían la sobreviviencia de
comunidades aisladas en el desierto norteño en la vega del río Bravo o en el
somontano de la Sierra Madre Oriental y Occidental. En 1748 don José de
Escandón funda diversas villas llevando maestros labradores de Venado a
establecer sistemas de riego basados en el modelo tlaxcalteca. Inclusive hasta
1801 seguían las fundaciones en Nuevo México , el Nuevo Santander , el Nuevo
León, la provincia de Coahuila y la Nueva Vizcaya. A la postre fue mas numerosa
la colonización espontánea que la oficial y fue la que sobrevivió.
Si bien es cierto que Ibarra, Río de la Loza y Oñate ordenaron la
construcción de acequias desde la fundación del Valle de San Bartolomé , su el
primer objetivo era la minería, donde la ganadería y la agricultura apenas
resultaron exitosas. Así pocos colonos europeos tuvieron éxito por el contrario, los
tlaxcaltecas colonos buscaban asentamientos duraderos por lo que recurrieron al
apoyo de misiones , de los presidios y de los cabildos de pueblos de agricultores
que se fueron expandiendo desde Zacatecas y por el Camino de tierra adentro
hasta llegar a las sierra Sangre de Cristo y a Taos . de igual suerte salieron de
San Esteban siguieron el camino de los Texas hasta llegar a San Antonio . El éxito
de estas colonizaciones se debió a que se pudieron construir sistemas de riego,
todavía pasaron más de cien años para que la colonización hidráulica fuese
completa pero para 1700 se aceleró la construcción de asentamientos con riego
duraderos, Albuquerque, Atrizco, Alameda, Bernalillo, Socorro, el Paso , San
Lorenzo . Para 1750 el barrio de San Miguel en Santa Fe era un centro importante
de expansión agrícola e hidráulica, de allí partieron colonizadores para establecer
una red de plazas defensivas de Santa Fe: Las Trampas, Las Truchas, Chemizal,
cuyos herederos cruzaron las Montañas de Sangre de Cristo estableciéndose
hasta el Colorado desde 1750 hasta 1850
En Chihuahua el virirey Lacroix funda cinco villas defensivas en contra
de los Apaches: Naniquipa, Las Cruces, Casas Grandes ; Janos y San
Buenaventura . Estos pueblos recibieron una concesión de tierras de mas de 100
000 ha. Cada uno que permitieron construir comunidades colectivas con riego y
que repitieron el modelo de colonización del Paso. Hay que llamar la atención que
para 1750 la colonización es ya de carácter civil donde la titular de los derechos
fue la comunidad y ya no la misión, situación que impactó en la colonización tardía
del Nuevo México y del Nuevo Santander . 5
En todos estos pueblos surgió la herencia mesoamericana traída por las
misiones, los presidios y los tlaxcaltecas en especial la tradición del manejo del
agua, derechos, usos y costumbres en las cofradías y las mayordomías lo que
estructuró la tradición nativa de los hermanos penitentes, los mayordomos , . Esta
agricultura generó sistemas intensivos de cultivo al resguardo de los fríos y calores
intensos derivados de la latitud de la región. Por ello la agricultura en la cuenca del
Río Grande sobrevivió en las vegas de los ríos y en cañadas protegidas,
adaptándose a la cultura de las acequias, la herbolaria regional y la ganadería de
ganado menor y a la caza de cíbolo .6
Diversos pueblos y villas, plazas de Nuevo México, Chihuahua,
Coahuila, Nuevo León son un reservorio de tradiciones mesoamericanas . Llama
la atención la herencia del Nuevo México , la cual no fue modificado con las leyes
de Reforma, ni con la revolución mexicana, ni con la reforma agraria, donde la
tradición de las cofradías vinculadas a vida social y política y al manejo del riego
ha continuado vigente
Un ejemplo del proceso agrícola novo hispano en la Cuenca del río
Grande lo constituye la Misión y pueblo de Ntra Señora de Guadalupe del Paso
del Norte , cuyo éxito fue narrado por los obispos, funcionarios y viajeros: El
asentamiento incluía cinco misiones Ntra. Señora de Guadalupe y Señor San José
del Paso . En el lugar vivían entremezclados indios, mestizos , hispanos e
inclusive peninsulares. Había dos presas derivadoras una de los hispanos y otra
para los indios que tenían la principal con dos compuertas. Las presas tenían que
ser reconstruidas todos los años lo mismo que las acequias que fácilmente se
destruían por lo frágil del suelo arenoso del área. Los campos cuando quedaban
inundados recibían una cantidad importante de limo que era la clave de la
producción. Se obtenía trigo de grano largo, buen maíz, el cual se encamaba
porque las raíces quedaban muy por encima por ello había que trabajar con

5
La descripción de la zona la ha hecho Jane Dale en su trbajo sobre la cultura
material de rancheros medieros del noroeste de Chihuahua a finales del
siglo XIX. ( vease Jane Dale 2001)
6
La cultura de las acequias hace referencia a un concepto acuñado por los
estudiosos de la cultura santafeña así the acequia culture implica la
organización, la administración y el cuidado siempre presente de los
sistemas de riego derivados del Río Grande y todos sus afluentes. En la
actualidad sobreviven en comunidades el manejo del agua en base a las
tradiciones y han sido reconocidas por el gobierno de los Estados Unidos
como manejo autónomo y que le da una característica especial a Nuevo
México. Las tradiciones y los usos implican el manejo social del agua por
las comunidades de regantes , que se vinculan a sistemas tradicionales
derivados de organizaciones civiles con carácter religioso que en la historia
de Nuevo México llegaron a suplir la falta de autoridad local.
cuidado porque había que hacer los surcos profundos a pesar del suelo frágil , .
Se producían frijoles , chíncharos , anís, hortalizas, y en particular cebollas dulces
. Se producía mucho vino de uva negra y moscatel, existiendo árboles frutales
peras bergamotas, y chabacanos de tamaño mediano., manzanas y duraznos, que
producen cuando no hay heladas . Cuando se dan se da en abundancia y se
secan para producir orejones . La zona productora esta en los bancos que forma
el río , solo la iglesia, las casas reales están fuera del alcance de las inundaciones
del río .
Existían además las misiones de San Lorenzo el Real y Senecú, las
cuales tenían su acequia derivadora propia donde se supone existían tlaxcaltecas,
se producían las mismas cosechas e igualaban la capacidad de producción de
granos y fruta que en el Paso. Río abajo estaba Isleta, al igual con su propia
acequia y con indios Pueblo , muchos colonos hispanos y quizá tlaxcaltecas
además de soldados , los cuales no eran buenos labradores.
Finalmente se encontraba Socorro donde había indios reducidos y
cautivos venidos de todo el Nuevo México , allí también había colonos y tenían
problemas porque el río en esa zona hacía recodos y sacas porque de vez en
cuando cambiaba de curso. De Acuerdo a las medidas de aquella época, se
medían diez leguas, o sea unos cuarenta kilómetros aguas abajo . La población
era cerca de 10 000 habitantes . Sabemos por el recuento que los colonos eran
mestizos, indios tlaxcaltecas y ocho peninsulares. Estos se dedicaban a comprar
el vino y el licor para llevarlos a las minas de Chihuahua , inclusive se señalaban
formas de adquirir el vino . Se señala que las explotaciones incluían algo de
producción de vacunos y ovinos pero la principal fuente de proteína venia del
pescado, aunque ya para estas fechas se comercializaba la carne seca de cíbolo,
Todas estas explotaciones permitían obtener 1500 pesos de plata como diezmo. 7
La región ahora americana de la Cuenca del Río Grande conservó
tradiciones que han desaparecido de México , por ello gracias al tratado de
Guadalupe Hidalgo de 1848 aparece que las cofradías de nuestro padre Jesús,
“los hermanos penitentes” extendidos en toda la Nueva Vizcaya , en México
perdieron su papel civil y comunitario, reduciéndose a un papel secundario en las
festividades religiosas, por el contrario en los Estados Unidos tuvieron un papel
fundamental en la formación de la estructura social de las comunidades rurales
nuevo mexicanas. Estas cofradías conservaron su carácter doble civil y religioso
por lo que se convirtieron en comunidades con poder y control de la vida civil , de
la vida religiosa y del sistema de riego de que no sufrieron la Reforma liberal y que
por años conservaron su capacidad de decisión y manejo autónomo. Esta
caracterización hace que la herencia hidráulica de allende el Bravo sea otra
experiencia diferente a la sufrida en la cuenca del río del lado mexicano
En el siglo XX todavía sobrevivieron las huertas, las nueces y el vino
que empezaron a desaparecer delante de la producción que llegó de otras partes

7
Esta información está tomada de Bandalier (1937) que recopiló la información
mas relevante para la colonizaciòn del Nuevo México véase Hackett 1937
con el ferrocarril a partir de 1880. Tanto el Paso como Juárez , Las Cruces, Janos
, Casas Grandes , San Buenaventura tuvieron un impacto enorme con la
introducción del comercio internacional, se modificaron las estructuras de
producción y poco a poco se fue aniquilando la tradición hidráulica y hortelana
hasta que se volvió una incomoda presencia y se destruyó el raquítico nivel
ecológico y ambiental que existía. Ahora son una plancha de asfalto, carente de
arboles y vegetación riberana que urge su reconstrucción y su rescate.
La herencia hidráulica y legal es un verdadero tesoro etnográfico
sobreviviente de una tradición que surgió en con la expansión agrícola
mesoamericana en 1591 y después de diversos acontecimientos se estableció en
el septentrión novohispano en el norte de la Nueva Vizcaya y el sur del Nuevo
México , hoy el norte de México y sur de los Estados Unidos. Ojalá y este último
resquicio de la historia agrícola y legal no muera y nos permita aprender de ella
una tradición centenaria que nos facilitará el manejar los problemas derivados del
agua, de las sequías y de las relaciones internacionales en una zona desértica
donde la tierra, las plantas, los arboles frutales, los viñedos y el agua, su uso en
canales, acequias, huertas, su uso y sus derechos es el tesoro más preciado entre
los actuales agricultores y habitantes de la Cuenca del Río Bravo- Rio Grande
desde Colorado, Nuevo México, Texas , Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y
Tamaulipas. Proceso que en 300 generó la fundación de pueblos agricultores
asentados en áreas de riego, muchas de las obras realizadas en esa época han
sobrevivido y por ellas podemos entender cual fue su fuerza y su capacidad de
Conclusiones y reflexiones
Cuando México se independizó de España la herencia colonial
hidráulica y legal quedó cuestionada, a partir de 1821 se privilegió la
individualidad, la legalidad heredada de la revolución francesa, se abolieron los
privilegios de colonizadores, tlaxcaltecas en 1857 se cancelaron los privilegios a
comunidades, cabildos, mayordomías con lo que se perdió el derecho local de
manejar las tierras, el riego, los cementerios y las iglesias. Pero hay una diferencia
México ya no retenía todo el territorio heredado de España, en la frontera los
pueblos que quedaron Allende el Bravo en 1857 sus tierras quedaron bajo la
bandera de la Unión americana y gracias al tratado de Guadalupe Hidalgo firmado
en 1848. los sistemas legales y derechos de riego quedaron como estaban bajo el
dominio español. Por el contrario en las tierras de los pueblos chihuahuenses
hasta el Paso del Norte ,, los pueblos de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas,
Tuvieron un proceso de destrucción de sus sistemas hidráulicos y legales,
culminado en 1904 cuando los pueblos perdieron sus tierras comunales en manos
de los terratenientes chihuahuense enriquecidos gracias a la manipulación de las
leyes de Reforma y la desamortización porfiriana. En Coahuila los ejidos vinieron a
rematar las huertas y el crecimiento urbano acabó con las reliquias hidráulicas
sobrevivientes en Monterrey, en Cd. Victoria, inclusive en la antigua San Esteban
las acequias dejaron de llevar agua para 1970.
Esta destrucción no se dio por igual, sobreviven hoy en día sistemas
herederos del pasado llama la atención Aldama, Valle de Allende en Chihuahua,
Parras, Nadadores Lamadrid en Coahuila, Bustamante, Santiago en Nuevo León,
El Chorrito y la Mesa en Tamaulipas, inclusive las huertas de San Antonio y los
pueblos ribereños del Río Grande Atrizco, Albuquerque, Alameda, Bernalillo y
otros pueblos en el valle de Taos. Esta herencia esta viva, ha habido un gran paso
se la ha reconocido , pero ahora falta estudiarla, conservarla y promoverla hacia el
futuro tal como lo ha venido haciendo los movimientos utópicos de The Acequia
Culture o Catering the Waters
Este homogeneidad y diversidad fundamenta la importancia del estudio
de los sistemas legales y de riego de las comunidades fronterizas. Por supuesto
que esta perspectiva no es nueva, ya se había iniciado en el estudio del riego en
el sureste hispánico de Michael Meyer o los trabajos de estudios fronterizos de
David Weber sobre el sur de los Estados Unidos, aunque falta hacer análisis
comparativos con lo que pasó en Namiquipa, San Buenaventura, Casas Grandes,
Janos y Las Cruces. Una región fronteriza que con el paso del tiempo desarrolló
una misma cultura de aprovechar el desierto y que tomó diversos caminos en lo
político y social, a tal punto que ha producido una realidad cultural fronteriza con
su propia ideosincracia y tecnología8 .
La herencia hidráulica del Río Grande ahora se ha convertido en un
foco de división , rechazo e interminables alegatos jurídicos, pero se ha perdido la
fuente fundamental de todo arreglo los usuarios del agua de toda la cuenca, habrá
que tomarlos en cuenta, sin importar las divisiones políticas : existen elementos
naturales que se deben imponer por si solos: Estamos frente a una cuenca
natural, ubicada en un sistema increíblemente frágil por la estructura de los suelos,
en un desierto , donde hubo una tradición hidráulica prehispánica tanto en las
riberas del rìo Grande como en los arroyos del Río Conchos, Los Tehuas, los
Tiguas , Los Tepehuanos y los Tarahumaras, han aprovechado el río desde
épocas centenarias, de igual forma hace cuatrocientos años la presencia de
colonos exitosos a base de sistemas muy intensivos de cultivo y de germoplasma
muy especializado , divulgados por pueblos mesoamericanos que llegaron hasta
estos confines nos enseñan que hay que respetar la tradición, el río, su cuenca, su
habitat para que podamos disfrutarlo en el futuro
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8
El trabajo de Michael Meyer publicado en 1984 y en español apenas en 1998 es
un aporte fundamental para el estudio legal de la herencia hidráulica en el
suroeste hispánico norteamericano, aunque su trabajo se queda en la parte
histórica. El trabajo de David Weber es más ambicioso y abarca todo tipo de
impactos en la frontera española en América del Norte formando así un
excelente vínculo de entrada para el estudio de la región. ( Weber 2000;
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EL PROBLEMA DEL AGUA, LA DIVERSIDAD GENETICA EN MEXICO Y LA
RESISTENCIA A SEQUÍA

Abel Muñoz Orozco1

RESUMEN
Se da una síntesis de los resultados de los ensayos de variedades nativas de
maíz en diferentes nichos ecológicos mexicanos, realizados durante más de 30
años. Se argumenta que el principal factor ecológico que tuvieron que afrontar las
etnias durante la invención del maíz fueron las variaciones de la sequía. En los
ensayos, de manera consistente cuando la muestra de variedades nativas fue
amplia, hubo aquellas que superaron o al menos igualaron a las variedades
híbridas o de otro tipo, usadas como testigos. Se dan los elementos de juicio para
explicar esos resultados y concluir que los métodos de selección de los
campesinos son tanto o más eficientes que los métodos convencionales.
Finalmente se plantea una forma de afrontar el cambio climático, con base en ese
patrimonio tanto genético como metodológico.

INTRODUCCIÓN

Las culturas mesoamericanas evolucionaron afrontando como principal factor


ecológico adverso, las sequías asociadas a las variaciones de la lluvia. Testimonio
de la conciencia que de ello tuvieron es que los dioses más importantes en las
culturas más destacadas fueron los dioses del agua: Tlaloc entre los Nahoas,
Chac entre los mayas, Tzaui entre los mixtecos, Cocijo entre los zapotecos,
Tirepeme entre los tarascos (SEP, 1987) y Tajín entre los Totonacos (Musacchio,
1989)
En el proceso de poblamiento, las diferentes oleadas humanas fueron ocupando
progresivamente los numerosos nichos ecológicos, desarrollando culturas
relativamente diferentes, distinguibles hoy día por las diferentes lenguas que
desarrollaron, de las cuales aún persisten 62 (CONACULTA, 1998).
La amplia diversidad de plantas, derivada de la migración y recombinación de los
organismos de los dominios neopolar y neotropical (Toledo, 1988), fueron la base
de su supervivencia y desenvolvimiento, a través de la recolección primero y de la
selección al avanzar el proceso agricultural. Al no encontrar un cereal, como los
chinos el arroz, los de Asia Menor y África nororiental el trigo; generaron la
1
Profesor Investigador Titular; Genética IREGEP; Colegio De Postgraduados, Montecillo Méx. 56130,
México. amunozo@colpos.mx
2

iniciativa de inventarlo, construyendo la especie Zea mays Subesp mays,


partiendo del teocintle Z. Mays Subesp mexicana (Miranda, 1966). Al desarrollar el
maíz, construyeron también el entramado que los vinculó a través del tiempo y del
espacio, por encima de la accidentada orografía y de las diferencias culturales. Al
maíz asociaron o aliaron mas de 200 especies que domesticaron, creando
numerosos sistemas de cultivos en los que las estrategias de resistencia a sequía
como rasgos fundamentales adaptativos, son obras de su ingenio.
Hoy, ante el vertiginoso cambio climático en que se ha involucrado al planeta (
IPCC, 2002) y ante las manifestaciones mas graves, como son las intensas
sequías; los numerosos mecanismos cribados por esos cientos de generaciones,
las estrategias que diseñaron, los versátiles métodos de selección que
desarrollaron, combinados con las herramientas modernas; son una base de
partida para afrontar el ritmo sin precedente de los cambios en el ambiente.
El objetivo de este trabajo es presentar una síntesis, que abarca más de tres
décadas, de la evaluación de la diversidad del maíz en sus propios nichos en
cuanto a su capacidad de rendimiento y resistencia a la sequía, para tener idea de
su valor ante los cambios ambientales.
MEGADIVERSIDAD, NICHOS ECOLÓGICOS, NIVELES DE POTENCIAL
AMBIENTAL Y PATRONES ETNOFITOGENÉTICOS.
Hoy es del dominio público que México es un país megadiverso. La variabilidad se
manifiesta, desde el ángulo del enfoque de este trabajo, por la existencia de más
de 30 mil nichos ecológicos o microregiones o pequeños y medianos valles
(UACH, 1988), los cuales se encuentran diseminados en cerca del 80 % del
territorio nacional de topografía irregular.
Un nicho ecológico, bajo la perspectiva de este trabajo, se concibe como un valle
delimitado orográficamente el cual es asiento de un Patrón Etnofitogenético o
Patrón Varietal de maíz. Típicamente en un nicho se distinguen tres niveles de
potencial ambiental: 1) Alto, asociado a suelos profundos en la parte baja,
relativamente planos, siembras tempranas, humedad residual o lluvias tempranas
y mayor capacidad de almacenamiento de agua; 2) Intermedio, asociado a suelos
intermedios en pendiente y profundidad, sin humedad residual, inicio intermedio
del ciclo de lluvias y 3) Bajo, asociado a suelos someros o de lomerío, con
pendientes variables, limitada fertilidad, baja capacidad para contener humedad y
que se pueden sembrar hasta que se consolida el ciclo de lluvias.
El Patrón Etnofitogenético o simplemente Patrón Varietal, es un sistema genético
desarrollado por las etnias y por los productores actuales, que puede tener tres (o
más) componentes o grupos de variedades: a) la tardía para el primer nivel
ambiental, b) la intermedia para el segundo y c) la precoz para el tercer nivel
ambiental. En algunos nichos se distingue un nivel más de alto potencial, que se
siembra con maíces ultra tardíos (Muñoz et al., 2002),2002), como también se
presenta otro nivel de bajo potencial, dado por la ocurrencia de heladas,
3

regímenes de lluvia y suelos demasiado limitados, en el cual se siembra una


componente ultra precoz al formalizarse el ciclo de lluvias (Muñoz et al., 1998).

POTENCIAL GENÉTICO DETECTADO EN LOS NICHOS


La selección en los nichos ecológicos en esta corriente se inició hace más de tres
décadas. De manera resumida consiste en reunir 50 o más variedades nativas de
maíz por nicho, ensayarlas al menos en dos localidades bajo temporal (a
expensas de la sola humedad de la lluvia), usando como testigo los maíces
mejorados; precisar el patrón varietal usando los criterios del modelo 2 de
resistencia a sequía (Muñoz, 1997) para detectar las componentes del patrón,
seleccionar dentro de cada componente de acuerdo al modelo 1 de resistencia a
sequía (Muñoz 1990a) para estimar los efectos genéricos y específicos de
resistencia a sequía en las variedades dentro de cada componente, formar
compuestos tardíos intermedios o precoces según el caso, procediendo a su
distribución entre los productores.
Una síntesis de los resultados obtenidos, enfatizando el mayor potencial
observado en este tipo de ensayos, se da en los siguientes apartados y cuadros.
Meseta Comiteca
Es una región con buen nivel de precipitación, se hace un cultivo en el primer
semestre del año aprovechando la humedad residual y otro en el segundo
semestre en base al régimen de precipitación.
Cuadro 1. Media de Rendimiento (µ de Rend) de las cinco variedades nativas
(5VarsN) de mayor producción (de>Prod) y días a floración masculina y femenina
(FlM y F) respecto al maíz mejorado (MzMe) más rendidor. Meseta Comiteca,
Chis. 1997.
µ de
Rend FlM y F Rend. FlM y F Num de
de las 5VarsN MzMe MzMe Localidad Altitud VarsN
1 1
5 VarsN días kg/ha días (m) Probadas
de>Prod
kg/ha
7358 75-78 y 6602 81 y 87 Divisorio 1500 a 97
82-85 1600
4179 106-115 y 2715 105 y 113 Sn Marcos 1500 a 97
120-128 1600
3273 87-96 y 2973 90 y 98 Yoknajab 1500 a 97
102-108 1600
Adaptación del autor en base a la fuente: Gabino (1997). m, metros sobre el nivel del mar.
1
, contados a partir de la siembra. Num, número.

Hay variedades precoces intermedias y tardías (Cuadro 1), con una adaptación
mejor que los mejorados, los cuales no resisten el patosistema local ni su ciclo
vegetativo se ajusta a los regímenes higrotérmicos.
4

OAXACA
El estado de Oaxaca es de los de mayor diversidad dentro del país. A juzgar por
las altitudes consignadas en el cuadro 2, los datos representan un perfil general,
de los innumerables que se pueden trazar en este estado. Los datos de Zimatlán,
Ayoquezco y Ocotlán representan el perfil de un nicho dentro del primer perfil
general.
Los maíces probados en Yucucuy (Cuadro 2) se denominan Maíces de Cajete,
porque se hace una excavación redonda como un recipiente con la pala de una
coa (herramienta larga de madera, con una pala circular en un extremo y un pico
de fierro en el otro) para clavar en el fondo la punta de la coa y buscar la humedad
a unos 35 cm de profundidad. La siembra se hace en febrero y la lluvia se
formaliza en mayo o junio, permaneciendo estas plantas bajo sequía por tres o
cuatro meses. Una estudio de su resistencia se condensa en Muñoz et al., (2002).
Los maíces de los Valles centrales (Zimatlán Ayoquezco y Ocotlán) varían de
intermedios a precoces según el potencial del suelo principalmente. El maíz
Zapalote Chico es ultra precoz, resiste vientos hasta de 80 km/h, la acción
desecante de éstos y altas temperaturas. Tiene más de 22 complejos genéticos
favorables (Cuadro 3).
Cuadro 2. Media de rendimiento (µ de Rend) de las cinco y las tres variedades
nativas (VarsN) de mayor producción (>Prod) y días a floración masculina y
femenina (FlF-M), respecto un maíz mejorado (MzMe) en localidades del estado
de Oaxaca, 1988-1990.
µ de Rend FlF-M Rend FlF-M Localidad Altitud Num de Fuente
VarsN VarsN MzMe. MzMe (m) VarsN
1 1
de >Prod días kg/ha días probadas
kg/ha
+3771** 135-142 3457 126-132 Yucucuy 2200 48 1
150-160
2633* --- 1700 --- Zimatlán 1700 38 2

1733* --- 1400 --- Ayoquezco 1650 38 2


877* --- 500 --- Ocotlán 1600 38 2
++2733* 48 1900 Tehuantepec 50 41 3
Adaptación del autor en base a las fuentes: 1, López (1993); 2, Muñoz (1991); 3, Muñoz et al.,
1
(1992). , contados a partir de la siembra. Num, número. +, Maíces de Cajete; ++, Raza Zapalote
Chico. * promedios de tres variedades. ** promedio de cinco variedades; m, metros sobre el nivel
del mar.

Cuadro 3. Características genéticas ventajosas reunidas en el maíz Zapalote


Chico.
1. Resistencia a vientos 12. Excelente cubierta del totomoxtle

2. a gusano Cogollero 13. Buen coeficiente de desgrane


5

3. a desecación 14. Mazorca de fácil desgrane

4. al calor 15. Buen rendimiento

5. a enfermedades foliares 16. Excelente calidad para totopos

6. a pudriciones de la mazorca 17. Excelente calidad para tortillas

7. a insectos del grano 18. Alta extensibidad de la masa

8. al acame 19. Planta corta

9. Insensibilidad al fotoperiodo 20. Rastrojo de buena palatabilidad

10. Precocidad 21. Alta eficiencia fotosintética

11. Excelente calidad elotera 22. Alto potencial hídrico bajo sequía

Elaboración propia con datos de: Muñoz et al., (1992) y López, (2001)

REGIÓN MIXTECA
La región conocida como La Mixteca, es el asiento de la cultura mixteca, misma
que ha trascendido hasta nuestros días, pese a lo critico del ambiente en que se
desarrolla. Está comprendida entre los estados de Oaxaca Puebla y Guerrero, es
bastante montañosa, las lluvias presentan mucha variación, los suelos son muy
someros, de texturas ligeras, y de baja capacidad de retención de humedad. En el
cuadro 4, se consignan datos de experimentos realizados en varias localidades
con la humedad de las lluvias.

Cuadro 4. Media de rendimiento (µ de Rend) y días a floración masculina y


femenina (Fl M y F) de las cinco variedades nativas (5VarsN) de mayor producción
(>Prod) respecto al maíz mejorado (MzMe), en diversas localidades de la región
Mixteca, en 1986.
µ de
Rend FlM y F Rend FlM-F Num de
de las VarsN MzMe MzMe Localidad Altitud VarsN Fuente
1
5VarsN días kg/ha Días1 m Probadas
de
>Prod
kg/ha
2142 70-97 1632 103-111 Sinaxtla Oax. 2200 110 1
y
86-106
2178 81-95 1432 90-100 Yucuxina Oax. 2100 110 1
y
91-106
6

1888 --- 916 --- Yanhuitlán 2200 110 1


Oax.
4826 73-75 4560 83-87 Pixteopan Pue. 1850 91 2
y
79-83
2269 --- 760 --- Ayotoxtla Gro. 2200 82 3
4592 --- 3408 --- Atlixtac Gro. 1800 82 3
923 --- 668 --- La Soledad 1000 188 3
Gro.
2824 62-78 1773 59-76 La Pradera 1000 183 4
y Oax.
71-90
Adaptación del autor en base a las siguientes fuentes: 1. Valadez y Muñoz (1988); 2. Hernández y
1
Muñoz (1988); Castillo et al., (1986); 4. Legaria et al., (1988). , contados a partir de la siembra. m,
metros sobre el nivel del mar.

Obsérvese en el Cuadro 4, que hay maíces nativos tanto o más rendidores que los
mejorados; estos en la mayoría de los casos son más tardíos, y muestran
diferencias de los días a la floración femenina menos la masculina (Asincronías
florales) mas pronunciadas.
Las variedades mejoradas al ser obtenidas, en los campos experimentales donde
imperan condiciones relativamente favorables tanto en suelos como en lluvia,
resultan relativamente tardías; lo que las hace más exigentes en agua y en suelo,
además de carecer de otros caracteres adaptativos, que las nativas han
concentrado a través de miles de años. Cuando una persona dona sus terrenos
para fundar una estación experimental o se elige una área con ese fin por parte
del estado, generalmente se elige lo mejor. Por otra parte hay que considerar que
un solo punto dentro de un intervalo ambiental, como es la estación experimental,
esta lejos de representar la diversidad de condiciones que imperan en regiones de
similar altitud, sobre todo tratándose de regiones accidentadas como la Región
Mixteca. Esto sin considerar la diversidad de usos que los mexicanos han impreso
a la variabilidad del maíz, así como los patrones varietales y el concepto de nicho
ecológico aquí adoptado, aspectos que se ignoran por los fitomejoradores..

ALTIPLANO CENTRAL
(Primer etapa)
Los ambientes de las localidades del cuadro 5, se caracterizan por tener
regímenes de lluvia relativamente cortos; un periodo de sequía a la mitad del estío
(Sequía Intraestival), suelos intermedios a someros y en el caso de las primeras
ocho localidades hay ocurrencia de heladas tempranas y tardías.

Cuadro 5. Número de variedades nativas (#VarsN), con rendimiento mayor o igual


(Rend≥) que el híbrido y días a floración masculina (FlM), en diferentes regiones
7

del Altiplano Central. Primer renglón de cada par, localidad con la frecuencia
menor; segundo, localidad con la mayor. Años de1971 a 1974.
#VarsN de FlM µRend Rend. FlM Región Altitud Num de
Rend ≥ #VarsN #VarsN del híbrido y No. de VarsN
que el días1 kg/ha híbrido días1 localidad (m) Probadas
híbrido kg/ha
18 89-111 2866 2586 106 Tlaxcala 1 2480 288
42 88-110 3712 3370 106 Tlaxcala 2 2450 288
47 94-116 2087 1928 118 N d Pue 1 2590 216
127 87-105 1125 781 110 N d Pue 2 2300 216
21 80-99 3012 2767 96 S d Hgo 1 2180 157
134 84-108 1465 1053 110 S d Hgo 2 2500 157
10 88-104 5715 5198 111 S d Méx 1 2300 264
35 95-127 4582 4150 126 S d Méx 2 2450 264
1 65 5804 5165 71 Mor 1 1152 93
22 66-79 5964 5593 80 Mor 2 1700 93
Adaptación del autor a partir de la fuente: Muñoz et al., (1976).
1
, contados a partir de la siembra; m, metros sobre el nivel del mar; Num, número; N d Pue, Norte
de Puebla; S d Hgo, Sur de Hidalgo; S d Méx, Sur de México; Mor, Morelos.

Las variedades nativas con rendimiento mayor o igual al híbrido (Cuadro 5),
difieren en parte por tener un ciclo vegetativo más corto que el híbrido, lo que se
infiere al observar los días a floración, amén de otros atributos como mayor
resistencia al patosistema local y a problemas edafoclimáticos.
Estado de Puebla
(2ª etapa)
Los datos del cuadro 6, condensan los resultados del ensayo de 2227 variedades
nativas. En cada uno de los 12 nichos se probaron al derredor de 200 variedades
nativas en tres localidades (salvo en dos de ellos en que solo se logro una). En
cada nicho, con las mejores variedades dentro de cada grupo de precocidad se
integraron sendos sintéticos, cuya capacidad de rendimiento se informa en el
cuadro 6, en comparación con los testigos. De hecho fue el proyecto más amplió
desarrollado en esta línea de investigación.
El estado de Puebla es otro de los más diversos de México, se extiende desde las
planicies costeras del Golfo, pasando por las nieves perpetuas de las montañas
más altas del país, hasta la condición semiáridas del valle de Tehuacán y de la
Región Mixteca. En el cuadro 6, se repite el fenómeno observado en la mayoría de
los nichos examinados, en el sentido de que hay germoplasma nativo que supera
o al menos iguala en rendimiento a las variedades introducidas. En este caso es
particularmente notable cuando se trata de variedades testigo del CIMMYT o de
empresas productoras de semillas.
8

Cuadro 6. Promedios de rendimiento (Rend kg/ha) de los compuestos formados


con las variedades nativas más productivas de 12 nichos del estado de Puebla,
respecto a los testigos y al rendimiento promedio de los experimentos de cada
nicho. 1997.
Nicho-asnm+ RPN RPC RPT RPTC
Zacatlán-2059 3207 4422 2170 (I) 2244
Tetela-2060* 1406 2638 0474 (I) 0643
Ayotoxco-340 3080 4775 3114 (I)
Zaragoza-2200 3736 4346 3701 (I) 2253
Libres-2442 2979 3953 2077 (I) 1636
G. Victoria-2420 0967 1366 0889 (I) 0676
Mazapiltepec-2160* 3754 5113 2203 (I) 4259
Esperanza-2400 2251 3017 2478 (I) 1818
Tlahuapan-2740 4568 5564 4565 (CP)
Malinche-2790 4429 6205 3632 (CP)
V. Puebla-2291 5604 6935 5753 (CP) 4219
Quecholac-2055* 0222 0871 0285 (1) 0282
Fuente: López et al. (1998). +, altura sobre el nivel del mar en metros.*, Datos de una sola
localidad. RPN, Rend medio del nicho. RPC, Rend medio de los compuestos. RPT, Rend. Medio
de los testigos (I, INIFAP, Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias;
CP, Colegio de Postgraduados. RPTC, Testigos del CIMMYT y/o empresas).

TIERRA CALIENTE
En esta región además de las variaciones en suelo y lluvia, se tienen temperaturas
altas, ya que se trata de una depresión (Depresión del Balsas) lo que se corrobora
al observar las altitudes; allí el aire se calienta, pero al estar encerrado en la
depresión, no drena o drena poco.
En el cuadro 8, se aprecia que cuando la muestra de variedades nativas es
relativamente grande, se aumenta la posibilidad de detectar algunas comparables
en rendimiento con los maíces mejorados, como es el caso de Tuzantla, Tiquicheo
y Carácuaro, donde además se ve por los rendimientos, que se trata de suelos de
potencial variable. En la localidad de San Juán, el suelo fue profundo, la siembra
fue a tiempo y el CP-562 produjo ligeramente más que la variedad nativa Col.
1996. En Buena Vista se tuvo una fecha de siembra retrasada, la muestra de
variedades nativas fue relativamente reducida y varios mejorados mostraron
rendimientos arriba de los cuatro nativos que intervinieron en el promedio,
destacando entre ellos el V-425, que por otra parte fue el más precoz. Aunque hay
varios efectos confundidos, como es el tamaño de la muestra el tipo de suelo y la
fecha de siembra, no se puede menospreciar el efecto de un tamaño de muestra
amplia, que definitivamente aumenta la probabilidad de descubrir variedades
nativas de alto potencial de rendimiento. En los nichos ecológicos, lo común es el
minifundio, lo que implica un alto número de productores, muchos de los cuales
pueden tener un pedazo de terreno en la base del nicho y otro en los lomeríos, por
lo que al menos tienen dos variedades nativas para la adaptación a esas dos
9

condiciones, aunque pueden ser tres o más puesto que frecuentemente tienen un
maíz blanco para las tortillas, un azul para Tlacoyos (Piezas hechas de masa para
tortillas, de forma romboide aplanada, del orden de 1 cm de espesor y 10 cm de
largo, rellenas de una masa de frijol o haba o chicharo) y un maíz amarillo para
alimentar los cerdos o resistir las heladas cuando se trata de valles altos. México
cuenta con 3.8 millones de unidades de producción rural (INEGEI 2002),
considerando que en un 80 % se usan variedades nativas y cada unidad tiene en
promedio 3 variedades, implica un acervo de variedades de maíz del orden de los
9 millones. El número de maíces nativos, en un nicho va más aya del numero de
productores; en cambio el número de maíces mejorados disponibles en un campo
experimental de altitud similar a un nicho dado, puede no llegar a 10; ahora, el
número de campos experimentales es extremadamente reducido respecto al
número de nichos, obteniéndose variedades mejoradas sin la posibilidad de
adaptarse a los diferentes niveles de potencial ambiental de los nichos. Esto
último, porque los maíces mejorados fueron obtenidos con otros criterios, en que
no se consideran los conceptos de patrón varietal, nicho y niveles de potencial
ambiental de éste, estructuras conceptuales que se han ido desarrollando en el
avance de la corriente de investigación a que se refiere el presente trabajo. Otro
ángulo del problema se refiere a los criterios bajo los cuales se realizan las
comparaciones de los maíces mejorados para definir su área de adaptación. Esto
se hace reuniendo un grupo de variedades mejoradas, incluyendo como testigo
una o dos variedades nativas, como fue el caso de las localidades de Buena Vista
y San Juan (Cuadro 8). Tratándose de los nichos mexicanos, las variedades
mejoradas deben ser los testigos y el número de las variedades nativas de
ninguna manera puede estar representado por una o dos, es decir debe darse un
giro de 180o a los criterios experimentales, para obtener resultados validos.

Cuadro 8. Media de rendimiento (µ de Rend) y días a floración Masculina y


femenina (FlM y F) de las cinco variedades nativas (VarsN) de mayor producción
(>Prod), respecto al maíz mejorado (MzMe) de mayor rendimiento, en diversas
localidades de la región de Tierra Caliente, Mich., en 1988.
µ de Rend
de las 5 FlF y M Rend FlM-F Num de
VarsN 5VarsN MzMe MzMe MzMe Localidad Altitud VarsN
de >Prod días1 kg/ha días1 (m) probadas
kg/ha
3484 57-59 y V-529 2750 61-62 Tuzantla 700 89
60-61
1752 V-455 1704 Tiquicheo 600 89
1901 60-65 a CP- 1370 57-65 Carácuaro 700 89
72-76 561
3337 V-424 3137 La 750 51
Huacana
3936* CP- 4032 San 680 1
562 Juan
10

929** 62-65 a V-425 1438 52-55 Buena 700 4


56-59 Vista
Adaptación del autor en base a las fuentes: Muñoz, (1990b), y Muñoz, (1991).
1
, contados a partir de la siembra; m, metros sobre el nivel del mar; Num, número;
*, promedio de la variedad nativa Col. 1966; **, promedio de cuatro variedades; m, metros sobre el
nivel del mar.

SIERRA TARASCA-MAZAHUA-OTOMÍ
En el cuadro 9 se aprecia que en estos nichos las variedades son tardías y sus
rendimientos son de los más altos en comparación con los otros cuadros. Esto se
debe en buena medida a que los suelos guardan bastante humedad residual (del
año anterior) y las precipitaciones son relativamente altas, más de los 2000 mm;
en tanto que en los nichos de los cuadros precedentes son menores a los 1000
mm. Los suelos de esta región colindan con los bosques de pino lo que les
imparte una condición ácida, contienen bastante aluminio y el fósforo esta en
condición insoluble, el patosistema es bastante específico, lo que se refleja en un
ataque muy intenso de las enfermedades a las variedades introducidas. Las
investigaciones actuales sugieren que en estas regiones se inició primero el
proceso de domesticación del maíz (Miranda, en prensa), lo que implica los
mayores periodos evolutivos de las variedades nativas. Debido a que se siembra
desde el mes de marzo aprovechando la humedad residual, los maíces
permanecen hasta dos meses bajo sequía, dado que las lluvias se formalizan
hasta mayo. En conjunto se tiene como resultante una alta concentración de
genes de adaptación especifica a los diferentes factores adversos. Los testigos
además de resultar más precoces, como variedades introducidas a los nichos,
carecen de los genes de resistencia para afrontar los diferentes factores adversos.

Cuadro 9. Media de rendimiento (µ de Rend) y días a floración masculina (FlM) de


las cinco variedades nativas (5VarsN) de mayor producción (>Prod), respecto al
maíz mejorado (MzMe) de mayor rendimiento, en diversas localidades de la
Sierra-Tarasca-Mazahua-Otomí, Mich., en 1991.
µ de
Rend FlM Rend FlM Num
5VarsN 5VarsN MzMe MzMe Localidad Altitud VarsN Fuente
de días1 kg/ha días1 (m) probadas
>Prod
kg/ha
3496 122-138 1607 107 Meseta 1900 a 169 1
Tarasca 2100
4848 125-129 3005 124 Charapan 2100 142 2

5069 128-131 3168 136 Pichátaro 2360 142 2

5158 136-146 1285 112 Chichimequillas 2300 28 3


11

5228 116-123 1348 91 Carpinteros 2000 28 3

4612 119-122 1153 118 Sn Cristóbal 2400 25 3

3253 108-126 1171 115 Angangueo 2800 30 3

Adaptación del autor en base a las fuentes: 1. Gil y Muñoz (1992); 2. Velásquez et al. (1992);
1
Fernández et al. (1992); Zarate (1993). , contados a partir de la siembra. m, metros sobre el nivel
del mar. Num, número.

Región Central de Michoacán


Esta región es la cuenca del lago de Cuitzeo, donde ocurrieron de los primeros
asentamientos del hombre en Mesoamerica, y por ende donde debió iniciarse el
proceso de invención del maíz (Miranda, en prensa). Se trata de una región de
orografía irregular, con valles pequeños, a una altitud intermedia (Cuadro 10).
Cuadro 10. Media de rendimiento (µ de Rend) de las cinco variedades nativas
(5VarsN) más productivas y días a floración femenina (FlF), respecto al maíz
mejorado (MzMe) de mayor producción, en localidades de la Región Central de
Michoacán, 1996-97.
µ de
Rend FlF Rend FlF Num de
5VarsN 5VarsN MzMe MzMe Localidad Altitud VarsN Fuente
1 1
de días kg/ha días (m) Probadas
>Rend
kg/ha
4135 87-98 3836 91 Cuitzéo 1800 200 1
5624 75-91 5850 85 Morelia Nte. 1800 200 1
4632 80-83 3785 90 Morelia Sur 1980 200 1
4777 73-88 5048 90 Indaparapeo 1950 200 1
2790 111-121 1635 111 Queréndaro 2350 200 1
10242 78-83 9679 80 Charo-Carrizal 1800 71 2
9973 100-105 8657 103 Charo-Pilas 1880 71 2
3018 73-79 2722 74 Charo-Laguna 1880 71 2
1
Fuente: 1. Guerrero et al (1998). 2. Guerrero y Muñoz (en proceso). , contados a partir de la
siembra; m, metros sobre el nivel del mar; Num, número.
12

Esta región es vecina de El Bajío, considerado el granero de México, donde el


mejoramiento del maíz ha sido más exitoso, pero en las áreas planas irrigadas.
Pese a ello en los nichos consignados en el cuadro 10, se detectaron variedades
nativas con rendimiento igual o mejor que los mejorados; si bien, se trata de
plantas muy altas y con tendencia a acamarse.
Desciframiento de la diversidad del maíz de los nichos ecológicos de
México
En la diversidad de los maíces nativos de los nichos, se detectaron grupos de
variedades, que difieren en precocidad, color de grano y usos principalmente.
Cada uno se siembra en una zona específica del nicho (llano, lomerío, ladera,
cima) y en un periodo de tiempo también especifico que depende de la humedad
del suelo, de las temperaturas y de la altitud (febrero- marzo laderas altas o cimas;
marzo-abril-mayo en llano) o del inicio de las lluvias (mayo-junio-julio lomeríos).
Los grupos constituyen componentes del patrimonio de variedades del nicho.
Cada zona de un nicho, con su tipo de suelo y régimen higrotérmico se le
denomina estrato o nivel ambiental. Al sistema que conjunta los grupos de
variedades, y las relaciones con los usos y con los estratos o niveles ambientales
de un nicho, se le denominó Patrón Etnofitogenético o simplemente Patrón
Varietal.
Un nicho ecológico bajo la perspectiva de este trabajo, se concibe como un valle
delimitado orográficamente, el cual es asiento de un Patrón Varietal de maíz.
Típicamente, en un nicho se distinguen tres niveles de potencial ambiental: 1) Alto,
asociado a suelos profundos y planos ubicados en la parte baja, a siembras
tempranas, a la existencia de humedad residual y a una mayor capacidad de
almacenamiento de agua; 2) Intermedio, asociado a suelos intermedios en
pendiente y profundidad, sin humedad residual, e inició temprano del periodo de
lluvias, y 3) Bajo, asociado a suelos someros o de lomerío, con pendientes
variables, limitada fertilidad, baja capacidad para contener agua y que pueden
sembrarse hasta que se consolida el régimen de lluvias.
El patrón etnofitogenético o patrón varietal es en si, un sistema de variedades
desarrollado por las etnias y por los productores actuales, que puede tener tres (o
más) grupos de variedades (componentes): a) la tardía de grano blanco, para el
primer nivel ambiental, b) la intermedia de grano amarillo para el segundo y c) la
precoz de grano azul para el tercer nivel. En algunos nichos se distingue un nivel
más de alto potencial, que se siembra con maíces ultra tardíos. También suele
presentarse otro nivel de bajo potencial, dado por la ocurrencia de heladas,
vientos fuertes, temperaturas extremas, regímenes de lluvia y suelos demasiado
limitados, en cuyos casos se siembra una componente ultra precoz. En otros se
aprecia otro nivel más, ubicado en las laderas altas o cimas de las montañas, en
donde se siembran variedades de precocidad intermedia a partir de febrero, a fin
de que completen sus requerimientos de horas calor (o grados día), dado que las
temperaturas son bajas
13

Los maíces de colores sufrieron una fuerte reducción, durante el tiempo en que la
CONASUPO (Compañía Nacional de Subsistencias Populares) comercializó el
grano, porque penalizaba los maíces de colores y las variedades pintas, en vez de
darles un sobreprecio ya que contienen propiedades para usos más especializado
que los maíces blancos no tienen. Estas acciones más la falta de apoyos,
generaron un proceso de extinción de estos maíces, como lo documentó Taboada
(2000) recientemente. Debido a esos efectos, las componentes de precocidad
marcadas con colores, se han ido sustituyendo por variantes precoces derivadas
de los maíces blancos intermedios o tardíos; sin embargo el patrón se conforma,
ya que es una exigencia de las condiciones ambientales, aunque tengan que
eliminar los colores y con ello características de calidad. Los Cuadros 11 y 12, dan
idea de las diferencias en varios parámetros de calidad de la masa y de la tortilla
según el color del grano de un patrón varietal, e indican que no se trata solo de
diferencias en color, sino en la naturaleza del endospermo del grano, que guardan
asociación con los diferentes usos que a esos maíces se les ha conferido. En
cierta medida confirman que los patrones varietales, no solo representan
capacidades adaptativas sino también llevan impresas, genéticamente hablando,
propiedades determinantes de los usos.

Cuadro 11. Reflectancia de luz de la tortilla según el color del grano del maíz,
tiempo para extender una tortilla y tiempo de cocción. Datos tomados en la
comunidad de Ecatlán en la Sierra de Puebla.
Color del maíz Blanco Amarillo Azul
Reflectancia (%) 49-57 47 8
Media de tiempo 0:60 0:54 0:43
de extensión
minutos : segundos
Media de tiempo 2:40 3:09 2:08
de cocción
minutos : segundos
Adaptación del autor en base a la fuente: Rangel et al., (en proceso).

Cuadro 12. Dureza y fuerza adhesiva de la masa según el color del grano del
maíz. Datos tomados en la comunidad de Ecatlán, en la Sierra de Puebla.
Color del maíz Blanco Amarillo Azul
Dureza (gf) 299 230 179
Adhesividad (gf) 106 62 52
Adaptación del autor en base a la fuente: Rangel et al., (en proceso).

Estos conceptos de los patrones varietales se han derivado de los nichos


explorados, pero deben esperarse modalidades diferentes según el nicho, acordes
con sus particularidades y la creatividad de los productores.
14

Con los elementos de juicio reunidos hasta el momento, se puede imaginar, que el
punto de partida en la conformación de los Patrones Varietales debió ser un
criterio de decisión en los siguientes términos ¿Qué siembro primero, los suelos
de los llanos del nicho que son más profundos, y por otra parte almacenan más
humedad? ¿O los suelos de lomerío, donde por otra parte hay humedad hasta que
se formalizan las lluvias?. Al sembrar primero los llanos de la base del nicho, la
variedad se fue diferenciando hacía el tipo tardío. La necesidad más amplia es de
maíz blanco para tortilla, cuyo grano se comercializa más y consolida la economía
familiar; asociándose así la condición tardía con un determinado tipo de mazorca y
de grano. Las plantas más productivas, debieron serlo porque reunieron
características morfológicas y fisiológicas para eficientar más el uso del potencial
del suelo y del régimen higrotérmico imperante durante su ciclo vegetativo,
resultando la asociación de estos caracteres con la condición tardía, con el tipo de
mazorca y con el tipo de grano. Si en una segunda instancia es requerido un maíz
amarillo, al sembrarlo en un periodo posterior, en un estrato intermedio,
gradualmente fue ajustando su ciclo vegetativo al potencial del suelo y al régimen
higrotérmico imperante en este nuevo ambiente y las características morfológicas
y fisiológicas hubieron de armonizar con el ciclo lo que se asegura al seleccionar
las mazorcas más productivas y del tipo deseado. Si en este ambiente había
riesgo de heladas, las plantas portadoras de la resistencia correspondiente,
debieron ser las de mejor producción, asociándose así, esta resistencia al ciclo y a
los otros atributos. Mediante similares mecanismos, se pueden ir generando
nuevos componentes según los niveles ambientales que un nicho presente.
Cuando las muestras fueron amplias, de manera consistente se detectaron
variedades nativas, con rendimiento igual o mayor que los maíces mejorados
usados como testigos. Con una muestra amplia se aumenta la posibilidad de llevar
las variedades que contengan mayor frecuencia de genes específicos a las
condiciones del nicho, no así cuando la muestra es reducida. Una muestra amplia
debe abarcar un rango de variedades dentro del cual haya las de adecuada
precocidad para un mejor acoplamiento de los ciclos vegetativos a los regímenes
higrotérmicos; asegura contar con mayor frecuencia de genes para resistir la
sequía, el entomosistema, el patosistema; permite contar con diversidad para
tener buena respuesta a las variantes del suelo, así mismo tener el patrimonio de
genes para satisfacer las necesidades alimentarias y antropocentricas en general
y que es el móvil que generó el proceso de domesticación. El número de sistemas
genéticos requerido será mayor al aumentar los factores adversos, y la
probabilidad de encontrar al menos una variedad con todos ellos sólo se asegura
aumentando el tamaño de la muestra. Este requisito explica que al ser mas crítico
un ambiente el número de variedades nativas que superan al mejorado se
incremente.
Los factores genéticos de naturaleza alimentaria son cuantiosos, los más de
cuatro mil usos inventariados por el Dr. Salvador Miranda Colín (Comunicación
personal), resultan ser una pequeña muestra si se consideran los millones de
amas de casa en el momento actual, y los miles de generaciones implícitas en el
proceso de domesticación, cuya imaginación no ha tenido límites para inventar
15

usos del maíz. En este basto campo que es el esencial para la supervivencia
humana, cabe enfatizar que fue la mujer por razón natural, la que contribuyó y
sigue contribuyendo a conformar el patrimonio genético de manera preponderante.
Detrás de cada uso hay un sistema genético asociado, resultando de interesante
tratar de dilucidar, bajo que estrategias la mujer pudo imprimir esos sistemas en el
genoma del maíz, cuando es el hombre el que en la época histórica realiza en
mayor proporción el manejo del cultivo. Pese a lo esencial de este campo, motriz
del proceso de domesticación, poco se ha hecho para tipificar los numerosos usos
del maíz. Bajo esta perspectiva los maíces introducidos a un nicho no solo son
superados en rendimiento, sino que carecen de las propiedades de calidad
relativas a los usos. Por ejemplo, características para una buena nixtamalización;
extensividad de la masa, dureza; suavidad de la tortilla (Cuadros 11 y 12), olor,
sabor, perfil de aminoácidos y proteínas, y tiempo de cocción, por mencionar
algunas conexas al uso más extendido, la tortilla; esta carencia obedece
simplemente a que en la selección de un maíz introducido no se consideraron
estas propiedades.
Los factores genéticos concentrados en las variedades nativas de un nicho,
generan una especialización al nicho, que se ha llamado Adaptación Vertical,
para diferenciarla de la adaptación a áreas extensas, a la que se denominó
Adaptación Horizontal (Muñoz et al., 1994). Las corrientes de fitomejoramiento
han trabajado básicamente la adaptación horizontal, y los productores por razón
natural la vertical. La información disponible, indica que se aumenta mas el
rendimiento mediante la selección dentro de un nicho usando los genes de
adaptación vertical, que tratando de buscar una amplia adaptación u horizontal.
Los caracteres morfológicos de selección más conspicuos están estrechamente
asociados con la conversión del teocintle en maíz. De la mazorca son:
Tamaño de mazorca, que conlleva mazorca cada vez más larga (que conlleva
mayor número de granos), mazorca gruesa (que conlleva mazorca de más hileras,
que converge en mayor número de granos);
Forma, variando de cónica a cilíndrica y de corta a alargada (con numerosas
variantes intermedias), conlleva arquitectura de la planta (dado que la mazorca es
una repetición modificada de la arquitectura de la planta), correlativamente la
planta varia de silueta cónica a silueta cilíndrica. A la vez la arquitectura conlleva
factores de adaptación, la silueta cónica para Valles altos y la silueta cilíndrica
para lugares bajos. Desglosado de la siguiente manera: adaptación al régimen de
disponibilidad de humedad (silueta cónica humedad limitante, cilíndrica humedad
abundante), de temperaturas (silueta cónica resistencia a heladas, cilíndrica
resistencia a calor y susceptibilidad a heladas), de intensidad de luz (silueta cónica
alta intensidad, silueta cilíndrica ambientes nublados), a calidad de luz (silueta
cónica y vainas de la hoja con pigmentación morada, altas intensidad de radiación
ultravioleta; silueta cilíndrica y vainas de la hoja con ausencia de pigmentación
morada, baja intensidad de radiación ultravioleta); a resistencia a sequía (silueta
cónica y verde intenso, resistencia a sequía; silueta cilíndrica y verde limón,
16

sensibilidad a sequía). Algunas de estas relaciones ya fueron planteadas por


Benz, (1997).
La longitud de la mazorca conlleva amplitud del ciclo vegetativo, mazorca corta
maíces precoces, larga maíces tardíos. Correlaciona también con sensibilidad
estomática, magnitud del área foliar, número de hojas y extensión del sistema
radical: maíces precoces estomas poco sensibles, pocas hojas, reducida área
foliar, sistema radical reducido; maíces tardíos estomas hipersensibles (Muñoz et
al., 1983), muchas hojas, extensa área foliar y amplio sistema radical. La
combinación del grado de precocidad, extensión de área foliar, número de
hojas, extensión del sistema radical e intensidad del color verde (amén de
otras muchas cosas que se ignoran), constituye la principal estrategia para
resistir la sequía.
Tipo de grano, está relacionado en buena medida con los usos; un extremo esta
representado por los granos translúcidos típicos de los maíces palomeros, su
dureza obedece a que tienen una alta proporción de amilo pectina o almidón
corneo, también se les llama reventadores porque con el calor estallan en forma
de palomita, que fue el uso original que se supone tuvieron estos maíces; el otro
extremo esta representado por los granos de endospermo opaco como los del
maíz cacahuacintle, su suavidad obedece a que llevan una alta proporción de
amilosa o almidón harinoso y se usan (como antes se dijo) para pozole y sopas.
Los maíces para tortilla blanca, tienen una proporción balanceada de ambos tipos
de almidón, las tortillas exquisitas de los maíces azules y del maíz pepitilla
también de tortillas exquisitas, tienen un grano con mayor proporción de almidón
suave, las tortilla de maíz blanco son de más difícil cocción que las segundas y
más difícil aún si se hacen de maíz palomero.
Las formas de grano, además de asociación con calidad la tiene con la
adaptación: la alargada que culmina con un ganchito es típica de maíz pepitilla, la
globular pequeña del arrocillo amarillo y del palomero toluqueño, la dentada de los
tuxpeños, la cuneiforme de los chalqueños, la globular grande del cacahuacintle,
por mencionar algunas, corresponden a zonas ecológicas diferentes.
El color, además de ser el carácter más conspicuo por lo llamativo, es el marcador
por excelencia y conlleva adaptación a un estrato dado del nicho, a fecha de
siembra, a factores de calidad, usos rituales o ceremoniales, y es esencial para el
mantenimiento de la pureza varietal.
El grosor del olote, tiene asociación con la productividad de grano, puede variar de
un 25 % hasta un 8 %, lo que en esta última cifra representa un 17 % más de
grano respecto a la primera.
Cuando un productor selecciona la mazorca, luego el olote y la semilla, está
planteando una hipótesis, en el sentido de que las modalidades de los
caracteres que seleccionó, conllevan factores de adaptación al estrato ambiental
del nicho en el cual va a sembrar, así mismo conlleva los factores genéticos de los
usos para los que se destinará el producto. Cuando el productor enfrenta las
17

plantas del maíz que siembra a las fluctuaciones de los factores ambientales,
está sometiendo a prueba la hipótesis. Si nace y era un agrosistema de cajete,
comprueba que la plántula tuvo la capacidad de atravesar una capa de suelo de
35 cm de profundidad; cuando ve las hojas de las plantas sin amarillamiento y sin
una tonalidad carmesí, comprueba que tiene factores para crecer en bajos niveles
nutrimentales o que el suelo no tiene deficiencias; cuando ve la emergencia de las
espigas, comprueba si la variedad tiene o no la precocidad deseada; cuando ve el
follaje libre de enfermedades, comprueba que lleva las capacidades necesarias
para afrontar el patositema; cuando desprende los elotes los lleva al hogar para
degustarlos, comprueba si reúnen o no las características que espera tengan;
cuando concluye el ciclo vegetativo exitosamente, comprueba que el ciclo
encuadró en el régimen higrotérmico lumínico y edáfico del estrato ambiental de
siembra; cuando al cosechar y quita las brácteas del totomoxtle (brácteas que
cubren la mazorca) para los tamales (porciónes de maza de maíz envueltas en las
brácteas), comprueba que se desprenden fácilmente y tienen la suavidad y el
tamaño apropiados; al cosechar valora las mazorca y comprueba la capacidad de
rendimiento y los múltiples caracteres que seleccionó; cuando lleva la mazorca y
la guarda en el granero, comprueba si tiene la capacidad para resistir las plagas
de almacen; cuando lleva el maíz al hogar y la mujer despliega la diversidad de
usos, la mujer comprueba con una sensibilidad extraordinaria si el maíz tiene los
estándares apropiados para los usos conferidos. Todo esto, por citar algunos de
los innumerables caracteres para los que el maíz ha sido seleccionado.
De esta manera no podemos negar que el productor aplica de manera
práctica las etapas fundamentales de lo que el occidental llama el MÉTODO
CIENTÍFICO.
El que hasta ahora se descifre la mecánica de sus métodos, de ninguna manera
justifica que se ignore o menosprecie el valor de su magna contribución, qué no se
tenga el respeto que se debe tributar y no se otorgue el derecho que le asiste
como creador, mismo que el académico exige para sus productos. De aquí y del
hecho que las variedades de los patrones varietales no son estrictamente
hablando resultado de un proceso típicamente darwiniano sino un invento de las
etnias y de los productores actuales, deriva una norma ética: no se puede
enajenar lo que por derecho natural pertenece a los inventores del maíz,
simplemente porque es de ellos. Lo que implica el establecimiento de principios
para el uso ético de ese patrimonio, en los que de alguna manera ellos sean
partícipes fundamentales y sabedores de las implicaciones en un mundo como el
del siglo XXI. El solicitarles material transferirlo interna o externamente (nacional o
internacionalmente) tiene serias implicaciones éticas; el propiciar su
transformación, que es una forma moderna de apropiación no es ética, máxime
cuando los productores no tienen ni la más vaga idea de las intenciones e
implicaciones de normas a las cuales ellos son ajenos. En síntesis su mundo es
ajeno a las corrientes de esta centuria, al desmedido afán por los créditos y a la
agresividad por los bienes materiales del mundo contemporáneo.
18

El primer patrón varietal, descifrado fue el de Valles Altos (López y Muñoz 1984),
formado por una componente tardía marcada con el color blanco en el grano, una
intermedia marcada con grano de color amarillo y una de precocidad variable
marcada con color azul en el grano. Con este sistema de marcación, el productor
no se equivoca al seleccionar la semilla para la siembra. Estos patrones son
verdaderos sistemas de resistencia a sequía, como ha sido establecido por varios
autores como Muñoz et al (2002), al referirse al patrón varietal de La Mixteca Alta
desarrollado por los mixtecos; Romero y Muñoz, (1996), al descifrar el patrón de
Tierra Caliente, Mich.; Gil et al., (1995), al descifrar el de La Meseta Tarasca;
Taboada (2000), al describir el de la región de Serdán Pue., y por Gabino (2001)
quien interpretó el de la Meseta Comiteca. Los agrupamientos de variedades
representan otra categoría sistemática en donde se integran caracteres
morfológicos y de naturaleza fisiológica asociados a los usos y a las diferentes
tensiones a que se somete un grupo de variedades según el nicho y el estrato
ambiental de este. Esta categoría sistemática debe ubicarse entre la raza y la
variedad.
El comportamiento superior, de las variedades nativas en su nicho es explicable
porque:
a) Es más probable encontrar estas variedades de alta concentración
especifica a las condiciones de un nicho dentro de él.
b) Han tenido lugar largos periodos de selección.
c) Se aplicaron criterios de selección concordantes con la problemática del
nicho y con las necesidades antropocéntricas.
d) Hubo la acción de numerosas generaciones de fitomejoradores
tradicionales (los productores).
e) Se ejerce la selección en amplias poblaciones de plantas y mazorcas.
f) La selección se basa en caracteres de mayor heredabilidad que el
rendimiento.
g) La valoración visual que de ellos se hace tiene una baja probabilidad de
error
h) La utilización de colores del grano como marcadores genéticos asegura en
buena medida el cumplimiento de la ley de Hardy-Weinberg en el manejo
de la pureza de las variedades.
i) Los colores además de estéticos son estables e inconfundibles.
j) Es más eficiente seleccionar por varios criterios simultáneamente (que por
uno solo como es el rendimiento).
k) Los efectos de los sistemas genéticos asociados a los criterios de selección
son ortogonales.
l) Los caracteres asociados a los criterios de selección fueron cribados por
los productores a través del proceso de conversión del teocintle en maíz, lo
que conlleva un ajuste constante de los genes modificadores y un ensamble
entre el producto y la idiosincrasia del inventor.
m) Logran la aleatorización y las repeticiones asociadas a los criterios
fisherianos, mediante numerosos años.
19

La eficiencia de los métodos de los productores resulta más impactante, si se


consideran las situaciones de adversidad bajo las cuales desarrollaron y siguen
desarrollando la evolución del maíz.
Como todo proceso biológico ecológico, no es matemático sino estadístico, ello
implica una componente aleatoria o de error en el sentido Fisheriano y una
distribución normal, máxime si consideramos los numerosos alelos y
modificadores que un gene puede tener así como la interacción genético
ambiental; sin embargo, es sobre este campo de diversidad y de aleatoriedad, que
actúa o debe actuar el mejorador sea tradicional o convencional.
El que se aprecie eficiencia de los métodos tradicionales de ninguna manera
implica, que los campesinos no tengan acceso a las innovaciones científicas y
tecnológicas, siempre y cuando éstas sean compatibles y no destructivas respecto
a su naturaleza genética como humanos, a su acervo cultural, y a la diversidad de
sus maíces.
De este análisis se infiere que los lugares más adecuados para preservar y
evolucionar los recursos genéticos del maíz, son los propios nichos y por
sus inventores.
Sobre la clasificación de los maíces nativos
Dado que es una especie inventada, su diversidad esta íntimamente ligada a los
móviles que las etnias tuvieron y los que tienen los actuales productores para
generar y preservar su diversidad, de ahí que la clasificación deba guardar
correspondencia con los factores que han motivado su invención y con los
caracteres derivados del proceso evolutivo. O sea, las variables de clasificación
deben ser contraparte de las de selección. Después de los mecanismos
hereditarios para la perpetuación de las especies, son las tolerancias al ambiente
las determinantes de la supervivencia. Considerar dos grandes dominios
etnogenéticos en la clasificación: caracteres asociados a usos y a adaptación. Los
primeros íntimamente vinculados a la creatividad de la mujer y los segundos a la
del hombre. Los primeros asociados a la supervivencia del hombre y los segundos
a la supervivencia de la planta. Abordarlos bajo dos divisiones genético
fisiológicas, la de la forma y la de la función. Se sugiere como unidad programática
el concepto de nicho ecológico y las interrelaciones ecológicas, culturales y
humanas; muestrear adecuadamente cada nicho programado, según los criterios
externados aquí; de acuerdo al modelo dos de resistencia a sequía descifrar el
patrón varietal y sus componentes. Diseñar los experimentos de acuerdo al
modelo uno de resistencia a sequía, establecerlos in situ, repetidos en los estratos
del nicho lo que implica realizar la clasificación sobre la base de la componente
genética y la interacción genético ambiental. Auxiliarse al menos con datos termo
pluviométricos en la interpretación. La toma de datos de planta comprenderá dos
enfoques, el de la taxonomía numérica y el del mejoramiento a la comunidad, los
cuales se cumplen sin aumento de trabajo ni de costos. La conservación puede
hacerse como un patrimonio del nicho o nichos. Definir el plan de correspondencia
entre la biometría de la mazorca, de la planta, del grano, usos y la adaptabilidad
20

Ejemplo de datos:
Longitud, y diámetro de la mazorca en tres niveles (base, centro y punta) para
tipificar la forma y el tamaño; lo que implica un continuo entre la forma cónica y la
cilíndrica, como criterio de clasificación.

Hileras y granos por hilera


Profundidad de grano y de olote, relación entre ambas, facilidad de desgrane.
Color de grano
Tipo de grano en cuanto a forma, peso, densidad, usos, relación amilosa-
amilopectina; parámetros de nixtamalización, masa y tortilla; otros parámetros de
calidad vinculados con usos.
Biometría de la planta: hojas, tallo, mazorca espiga y raíz
Hoja, variables enfocadas a definir relaciones con las tolerancias (sequía, heladas,
calor, plagas, enfermedades), repuesta a carga solar y calidad de luz
Floraciones, con relación al régimen termo pluviométrico, tolerancias y
productividad. En la selección tradicional, se trata de alargar lo máximo posible el
ciclo vegetativo a fin de lograr la máxima captación de luz en base al
aprovechamiento de la lluvia, y cuando es posible, la humedad residual y/o de las
cabañuelas, independientemente de la altitud y de los grados día.
Elote, con relación a usos.
Totomoxtle, con relación a usos
Tallos con relación a tolerancia a acame, y aptitud forrajera
Raíz con relación a tolerancia a sequía a acame y tolerancias a estreses edáficos
Plántula con relación a producción de semilla y tolerancia a sequía
Evaluar el plan de correspondencia entre gama de colores, biometría de la
mazorca, de la planta, del grano, usos y aptitud adaptativa.
CONCLUSIÓNES
De acuerdo al análisis de los datos recavados durante más de treinta años, hay
evidencias de que los métodos tradicionales desarrollados por las etnias y por los
actuales productores para mejorar el maíz en los nichos considerados, son tanto o
más eficientes para su entorno que los métodos de mejoramiento convencionales,
no son lentos como erróneamente se afirmaba.
Las variaciones de la sequía fueron determinantes en el proceso de invención del
maíz.
21

Se aprecian dos grandes dominios en el patrimonio genético del maíz: el de los


usos, íntimamente vinculado a la supervivencia del ser humano, en donde la mujer
ha tenido un papel preponderante; y el de las tolerancias, íntimamente vinculado a
la supervivencia de la planta, donde la acción del hombre ha sido decisiva.
La diversidad del maíz en los nichos esta estructurada en forma de sistemas
genéticos denominados patrones etnofitogenéticos o patrones varietales que
responden a los requerimientos adaptativos a dichas entidades ecológicas y a las
necesidades antropocéntricas.
Una manera de aprovechar y preservar la diversidad utilizando el recurso
tecnológico tradicional, podría lograrse definiendo las mejores variedades en cada
componente de un patrón varietal, integrando los sintéticos correspondientes,
introduciendo en ellos la mejoría de los caracteres que así lo requieran por
autofecundación o por irradiación selección (Cervantes et al., 2002) y
distribuyendo tales bases genéticas a los productores para que apliquen sus
criterios de selección.
Este análisis y sus resultados adquieren especial dimensión, en el momento actual
por el reto más grave que afronta el planeta con su humanidad: EL CAMBIO
CLIMÁTICO.
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La cuenca del Papaloapan, México: un caso de baja gobernabilidad del agua

Daniel Murillo Licea


Instituto Mexicano de Tecnología del Agua
dmurillo@cenca.imta.mx
danielmurillo2@yahoo.com.mx

Resumen

La cuenca del río Papaloapan, México, se sitúa en los estados de Oaxaca, Veracruz y Puebla. En ella ha
habido diversos proyectos de desarrollo rural, como los trabajos realizados por la Comisión del
Papaloapan, dependiente de la entonces Secretaría de Recursos Hidráulicos (SARH). Sin embargo, pese a
la presencia institucional en la zona existe una persistencia de problemas y conflictos por el agua que
tienen que ver, suponemos, con una baja gobernabilidad del agua en la cuenca. Actualmente, el gobierno
de Veracruz ha creado la Comisión de Desarrollo del Papaloapan, una instancia que atiende 43
municipios de la cuenca y que está desarrollando diversos proyectos, varios de ellos emanados de los
planes sin realizar que dejó la Comisión del Papaloapan y que están basados en la construcción de
infraestructura --preponderantemente para abrir nuevas tierras al riego-- más que en proyectos de
desarrollo agropecuario.

Los grupos de los sectores productivos más importantes dentro de la cuenca permiten identificar como los
principales actores sociales en el campo a cinco grupos: cañeros, ganaderos, arroceros y productores
frutícolas, además de los pescadores. En esta cuenca en particular también existe el caso de reacomodados
indígenas (mazatecos, chinantecos y cuicatecos) de Oaxaca con la construcción de las presas Miguel
Alemán (1955) y Miguel de la Madrid (1989), la confluencia de problemas en cinco ingenios de caña, la
fuerte presencia de organizaciones campesinas y la tendencia a zonas amplias de monocultivo. La cuenca
del Papaloapan se aborda como un espacio social donde los problemas históricos por el agua han estado
presentes de diversas maneras, inevitablemente provocando nuevos problemas: uno de ellos es la
aplicación de cuestiones técnico-ingenieriles como soluciones viables, lo que encuentra su contrapunto en
las necesidades de los productores, sus percepciones y organización. El presente trabajo incluye una
comparación de problemas encontrados en la parte de la cuenca correspondiente a Veracruz, mediante
trabajo de campo realizado en 1992 y en 2002. Con este lapso de diez años se pretende abordar la
persistencia de algunos problemas aplicando el término de baja gobernabilidad del agua y un problema de
falta de reconocimiento de las necesidades de productores y de la población de la cuenca.

Localización de la cuenca del río Papaloapan

La cuenca del río Papaloapan se ubica en la vertiente sur del Golfo de México; colinda al norte con la
cuenca cerrada Oriental y las cuencas de los ríos Atoyac y Jamapa; al este colinda con la cuenca del río
Coatzacoalcos; al oeste con la del Alto Balsas y al sur con las cuencas Atoyac de Oaxaca o alto Verde y
de Tehuantepec. Tiene una superficie de 46,263 (2.36 % del territorio nacional) y, por su volumen
de escurrimiento (46,721 millones de ), se trata de la segunda cuenca más importante del país en
importancia, después de la cuenca Lerma-Chapala- Santiago (IMTA, 2002).
1
La cuenca del Papaloapan ha sufrido cambios en su definición territorial a lo largo de los años, no así en
su conformación geohidrológica. La cuenca es un claro ejemplo de cómo se delimita una cuenca
hidrográfica a partir de la percepción de quien intente delimitarla. La Comisión del Papaloapan, en
funcionamiento desde 1947 hasta 1988, definió a la cuenca con 163 municipios de Oaxaca, 64 de
Veracruz y 29 de Puebla, es decir, un total de 256 municipios. Exactamente el año en que la Comisión fue
disuelta, en el Diario Oficial de la Federación aparece el decreto de definición de regiones hidrológicas, el
18 de mayo de 1998 y define a la cuenca del Papaloapan con un total de 152 municipios de Oaxaca, 27 de
Puebla y 123 de Veracruz, lo que cambia sustancialmente la definición territorial. Aunado a ello, la
cuenca ha presentado también otro cambio con los nuevos municipios que se han formado dentro de su
territorio. En Veracruz, por ejemplo, encontramos que aparecen los municipios de Carlos A. Carrillo,
Oluta, Sayula de Alemán, Cuitláhuac, entre otros.

La actual definición territorial se basa en tres fuentes principales: la geohidrológica (realizada por el
IMTA en 2002), la información municipal actualizada (retomada de la Gerencia Estatal en Veracruz de la
Comisión Nacional del Agua) y la información disponible, proporcionada y cotejada con el Consejo de
Desarrollo del Papaloapan (Codepap). En este sentido, la cuenca del Papaloapan, actualmente, comprende
una totalidad de 264 municipios, de los cuales 164 pertenecen a Oaxaca, 29 a Puebla y 71 a Veracruz.
Cabe señalar que para el presente trabajo, sólo se toma en cuenta la parte baja de la cuenca del Papalopan,
es decir, la correspondiente al estado de Veracruz.

OAXACA
ABEJONES SAN PEDRO Y SAN PABLO AYUTLA SAN JUAN QUIOTEPEC
ACATLÁN DE PÉREZ FIGUEROA SANTA ANA ATEIXTLAHUACA SAN JUAN TABAA
ASUNCIÓN CACALOTEPEC SANTA ANA CUAUHTEMOC SAN JUAN YAEE
ASUNCIÓN NOCHIXTLÁN SANTA ANA YARENI SAN JUAN YATZONA
AYOTZINTEPEC SANTA CATARINA IXTEPEJI SAN JUAN YUCUITA
CONCEPCIÓN BUENAVISTA SANTA CATARINA LACHATAO SAN LORENZO CUAUNECUILTITLA
CONCEPCIÓN PÁPALO SANTA CRUZ ACATEPEC SAN LUCAS CAMOTLÁN
COSOLAPA SANTA MARÍA ALOTEPEC SAN LUCAS OJITLÁN
CUYAMECALCO VILLA DE SANTA MARÍA APAZCO SAN LUCAS ZOQUIAPAM
ZARAGOZA
CHIQUIHUITLÁN DE BENITO JUÁREZ SANTA MARÍA LA ASUNCIÓN SAN MARTÍN TOXPALAN
ELOXOCHITLÁN DE FLORES MAGÓN SANTA MARÍA CHACHOAPAM SAN MATEO CAJONOS
TAMAZULAPAM DEL ESPÍRITU SANTA MARÍA CHILCHOTLA CAPULALPAM DE MÉNDEZ
SANTO
GUELATAO DE JUÁREZ SANTA MARÍA IXCATLÁN SAN MATEO YOLOXOCHITLÁN
VILLA HIDALGO SANTA MARÍA JACATEPEC SAN MATEO TLAPILTEPEC

2
OAXACA
HUAUTEPEC SANTA MARÍA JALTIANGUIS SAN MELCHOR BETAZA
HUAUTLA DE JIMÉNEZ SANTA MARÍA NATIVITAS SAN MIGUEL ALOAPAM
IXTLÁN DE JUÁREZ SANTA MARÍA PÁPALO SAN MIGUEL AMATLÁN
LOMA BONITA SANTA MARÍA TECOMAVACA SAN MIGUEL CHICAHUA
SANTA MAGDALENA JICOTLÁN SANTA MARÍA TEMAXCALAPA SAN MIGUEL DEL RÍO
MAGDALENA ZAHUATLÁN SANTA MARÍA TEOPOXCO SAN MIGUEL HUAUTLA
MAZATLÁN VILLA DE FLORES SANTA MARÍA TEPANTLALI SAN MIGUEL QUETZALTEPEC
MIXISTLÁN DE LA REFORMA SANTA MARÍA TEXCATITLÁN SAN MIGUEL SANTA FLOR
NATIVIDAD SANTA MARÍA TLAHUITOLTEPEC SAN MIGUEL SOYALTEPEC
SAN ANDRÉS NUXIO SANTA MARÍA TLALIXTAC VILLA TALEA DE CASTRO
SAN ANDRÉS SOLAGA SANTA MARÍA YALINA SAN MIGUEL TEQUIXTEPEC
SAN ANDRÉS TEOTILALPAM SANTA MARÍA YAVESIA SAN MIGUEL TULANCINGO
SAN ANDRÉS YAA SANTIAGO APOALA SAN MIGUEL YOTAO
SAN ANTONIO NANAHUATIPAM SANTIAGO ATITLÁN SAN PABLO MACUILTIANGUIS
SAN BALTAZAR YATZACHI EL BAJO SANTIAGO CAMOTLÁN SAN PABLO YAGANIZA
SAN BARTOLOMÉ AYAUTLA SANTIAGO COMALTEPEC SAN PEDRO CAJONOS
SAN BARTOLOMÉ ZOOGOCHO SANTIAGO CHOAPAM SAN PEDRO COXCALTEPEC CÁNTAROS
SAN CRISTÓBAL LACHIRIOAG SANTIAGO HUAUCLILLA SAN PEDRO IXCATLÁN
SAN CRISTÓBAL SUCHIXTLAHUACA SANTIAGO IHUITLÁN PLUMAS SANTIAGO XIACUI
SAN FELIPE JALAPA DE DÍAZ SANTIAGO IXCUINTEPEC SANTIAGO YAVEO
SAN FELIPE USILA SANTIAGO JOCOTEPEC SANTIAGO ZACATEPEC
SAN FRANCISCO CAJONOS SANTIAGO LALOPA SANTIAGO ZOOCHILA
SAN FRANCISCO CHAPULAPA SANTIAGO LAXOPA NUEVO ZOQUIAPAM
SAN FRANCISCO HUEHUETLAN SANTIAGO NACALTEPEC SANTO DOMINGO ALBARRADAS
SAN FRANCISCO TEOPAN SANTIAGO TENANGO SANTO DOMINGO ROAYAGA
SAN ILDEFONSO VILLA ALTA SANTIAGO TEPETLAPA SANTO DOMINGO TEPUXTEPEC
SAN JERÓNIMO SOSOLA SANTIAGO TEXCALCINGO SANTO DOMINGO XAGACIA
SAN JERÓNIMO TECOATL SAN JUAN BAUTISTA CUICATLÁN SANTOS REYES PÁPALO
SAN JOSÉ CHILTEPEC SAN JUAN BAUTISTA JAYACATLÁN TANETZE DE ZARAGOZA
SAN JOSÉ INDEPENDENCIA SAN JUAN BAUTISTA TEOCOCUILCO DE MARCOS PÉREZ
TLACOATZINTEPEC
SAN JOSÉ TENANGO SAN JUAN BAUTISTA TUXTEPEC TEOTITLÁN DE FLORES MAGÓN
SAN JUAN ATEPEC SAN JUAN COATZOSPAM TEPELMEME VILLA DE MORELOS
SAN JUAN BAUTISTA ATATLAHUCA SAN JUAN COMALTEPEC TLACOTEPEC PLUMAS
SAN JUAN BAUTISTA SAN JUAN COTZOCÓN TOTONTEPEC VILLA DE MORELOS
COIXTLAHUACA
SAN PEDRO JALTEPETONGO SAN JUAN CHICOMEZUCHIL VALERIO TRUJANO
SAN PEDRO JOCOTIPAC SAN JUAN EVANGELISTA ANALCO SAN JUAN BAUTISTA VALLE NACIONAL
SAN PEDRO OCOPETATILLO SAN JUAN JUQUILA MIXES SANTA INÉS DE ZARAGOZA
SAN PEDRO OCOTEPEC SAN JUAN JUQUILA VIJANOS SAN JUAN PETLAPA
SAN PEDRO SOCHIAPAM SAN JUAN LALANA SAN PEDRO YOLOX
SAN PEDRO TEUTILA SAN JUAN DE LOS CUES
SAN PEDRO YANERI SAN JUAN MAZATLÁN TOTAL DE MUNICIPIOS: 164

3
PUEBLA
AJALPAN JUAN N. MÉNDEZ TECAMACHALCO
ALTEPEXI CAÑADA MORELOS TEHUACÁN
ATZITZINTLA NICOLÁS BRAVO TEPANCO DE LÓPEZ
CALTEPEC PALMAR DE BRAVO TLACOTEPEC DE BENITO JUÁREZ
COXCATLÁN QUECHOLAC VICENTE GUERRERO
COYOMEAPAN SAN ANTONIO CAÑADA YEHUALTEPEC
CHALCHICOMULA DE SESMA SAN GABRIEL CHILAC ZAPOTITLÁN
CHAPULCO SAN JOSÉ MIAHUATLÁN ZINACATEPEC
ELOXOCHITLÁN SAN SEBASTIÁN TLACOTEPEC ZOQUITLÁN
ESPERANZA SANTIAGO MIAHUATLÁN TOTAL DE MUNICIPIOS: 29

VERACRUZ
ACAYUCAN ISLA SANTIAGO TUXTLA
ACULA IXHUATLANCILLO SOLEDAD ATZOMPA
ACULTZINGO IXMATLAHUACÁN TEHUIPANGO
ALVARADO IXTACZOQUITLÁN TEQUILA
AMATITLÁN JUAN RODRÍGUEZ CLARA JOSÉ AZUETA
AMATLÁN DE LOS REYES LERDO DE TEJADA TEXHUACÁN
ÁNGEL R. CABADA MAGDALENA TEZONAPA
AQUILA MALTRATA TIERRA BLANCA
ASTACINGA MARIANO ESCOBEDO TLACOJALPAN
ATLAHUILCO MIXTLA DE ALTAMIRANO TLACOTALPAN
ATZACÁN NARANJAL TLALIXCOYAN
CAMERINO Z. MENDOZA NOGALES TLAQUILPA
CATEMACO OMEALCA TLILAPAN
COETZALA ORIZABA TUXTILLA
CÓRDOBA OTATITLÁN XOXOCOTLA
COSAMALOAPAN DE CARPIO PERLA, LA YANGA
COTAXTLA PLAYA VICENTE ZONGOLICA
CUICHAPA RAFAEL DELGADO TRES VALLES
CHACALTIANGUIS REYES, LOS CARLOS A. CARRILLO
CHOCAMAN RÍO BLANCO CUITLÁHUAC
FORTÍN SALTABARRANCA OLUTA
HUEYAPAN DE OCAMPO SAN ANDRÉS TENEJAPAN SAYULA DE ALEMÁN
HUILOAPAN SAN ANDRÉS TUXTLA
IGNACIO DE LA LLAVE SAN JUAN EVANGELISTA TOTAL DE MUNICIPIOS: 71

Tabla 1. Municipios de la cuenca del río Papaloapan

4
Presencia institucional en la cuenca

La Comisión del río Papaloapan fue creada en 1947 con el fin de atender los problemas del agua
prioritarios en la cuenca, sobre todo las inundaciones, saneamiento, generación de energía eléctrica,
desarrollo agrícola y urbano y fomento industrial. La Comisión trabajó desde 1947 hasta 1988.

Con la desaparición de la Comisión, la Comisión Nacional del Agua, creada en 1989, se convierte en la
institución rectora del agua en México y, en consecuencia, de la cuenca del Papaloapan. La
regionalización de la CNA sitúa a la cuenca del río Papaloapan en la Región Administrativa X Golfo
Centro y la Región Hidrológica 28. La división administrativa que hace la CNA también contiene un
distrito de riego y distritos de temporal tecnificado en la parte veracruzana de la cuenca; así, se encuentra
el distrito de riego 082 río Blanco, que cuenta con dos módulos de riego, el número 1 Coachín y el 2
Piedras Negras. Dos distritos de temporal tecnificado (DTT) se encuentran en la zona de la cuenca del
Papaloapan: el 003, Tesechoacán, con el manejo de la asociación de usuarios "Ejidos Unidos del Bajo
Tesechoacán" y el 023, Isla-Rodríguez Clara, con la asociación de usuarios "Agapito el Mejicano". El
Programa de Desarrollo Rural Integrado para el Trópico Húmedo (Proderith) tuvo en la zona de la cuenca
del Papaloapan dos proyectos: El primero, Tesechoacán, fue un proyecto piloto cuyo estudio de
factibilidad fue realizado entre 1974 y 1975 por la SARH y que incluía una extensión de 44,000 ha. En
1984, el proyecto Tesechoacán era considerado como representativo de 500 000 mil ha en la cuenca baja
del río Papaloapan. El segundo, Isla-Rodríguez-Clara, se localiza en las inmediaciones del río San Juan y
comprende una superficie de 13,700 ha aproximadamente; fue creado en la segunda etapa de Proderith
(1986-1991). La Comisión del Plan Nacional Hidráulico (CPNH), que luego se transformaría en el IMTA,
en 1986, fue quien puso en marcha la primera etapa del Proderith y en adelante apoyó los proyectos en
aspectos de planeación, investigación, asesoría técnica, construcción de infraestructura, organización,
capacitación y comunicación rural.

Por su parte, el Gobierno del Estado de Veracruz crea el Consejo de Desarrollo del Papaloapan
(Codepap), mediante decreto firmado por el Gobernador Constitucional del Estado de Veracruz, el Lic.
Miguel Alemán Velasco, el 10 de octubre de 1999. Dentro de sus objetivos, se encuentra propiciar el
desarrollo regional, promover la organziación y asociaciones de productores, impulsar proyectos
productivos, propiciar la participación de los sectores sociales, entre otros.

5
El área de influencia del Codepap cubre sólo 43 municipios de la cuenca en el estado de Veracruz: Tierra
Blanca, Cosamaloapan, Carlos A. Carrillo, Tlacotalpan, Tlacojalpan, Otatitlán, Tuxtilla, Tres Valles,
Chacaltianguis, Acula, Amatitlán, Santiago Ixmatlahuacan, Santiago Tuxtla, San Andrés Tuxtla, Ángel R.
Cabada, Lerdo de Tejada, Catemaco, Saltabarranca, Rodríguez Clara, Isla, Playa Vicente, José Azueta,
Alvarado, Tlalixcoyan, Ignacio de la Llave, Cotaxtla, Acayucan, Oluta, Hueyapan de Ocampo, San Juan
Evangelista, Sayula de Alemán, Acultzingo, Camerino Z. Mendoza, Coetzala, Cuichapa, Cuitláhuac,
Huiloapan de Cuauhtémoc, Ixtaczoquitlán, Naranjal, Nogales, Omealca, Orizaba y Tenango de Río
Blanco.

Asimismo, el 30 de junio de 2002 se crea el Consejo del Sistema Veracruzano de Agua y Saneamiento
(CSVA). Su objetivo primordial es regular la programación hidráulica en el estado, en coordinación con
la Comisión del Agua del Estado de Veracruz y las comisiones municipales de agua y saneamiento, así
como organismos operadores. Uno de los objetivos de la presente administración del CSVA es crear la
infraestructura necesaria con un monto de 5 mil millones de pesos para generar una cobertura de 90 por
ciento de la población veracruzana.

En cuanto a delegaciones del Instituto Nacional Indigenista, en el estado de Veracruz existe una
delegación estatal con sede en la ciudad de Xalapa y ocho Centros Coordinadores Indigenistas, así como
la radiodifusora XE-Zon, La voz de la Sierra Zongolica. En la delimitación de la cuenca del Papaloapan,
en Veracruz, existe el Centro Coordinador Sierra Náhuatl en el municipio de Zongolica (INI, página
web).

Dentro de algunos municipios de la cuenca baja del Papaloapan, se encuentra la Reserva de la Biosfera
Los Tuxtlas, ubicada en la zona de la Sierra de los Tuxtlas, que forma parte del Eje Neovolcánico
Transversal. La Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas se extiende a superficies importantes de los
municipios de San Andrés Tuxtla, Catemaco, Soteapan, Tatahuicapan de Juárez y Pajapan, además de
pequeñas partes de Santiago Tuxtla, Mecayapan y Ángel R. Cabada. La superficie total del área protegida
es de aproximadamente 155,000 ha que incluye tres Zonas Núcleo (Volcán San Martín Pajapan, Volcán
Santa Marta y Volcán San Martín Tuxtla), además de una zona de amortiguamiento (Semarnat, 2001).

En cuanto a la regionalización que hace la Sagarpa, en la parte veracruzana de la cuenca del Papaloapan
se encuentran siete distritos de desarrollo rural. Las actividades de los distritos de desarrollo rural, debido
al bajo presupuesto y a la falta de personal, se han centrado en llevar el seguimiento de programas

6
institucionales como Alianza para el campo, Programa de fertiirrigación, Programa de control de brucela
y tuberculosis en ganado, mecanización, entre otros, así como incorporar a directorios y padrones a
usuarios de riego.

Concepto de gobernabilidad

Para hablar de gobernabilidad es necesario establecer primero las fronteras semánticas del término y
diferenciar gobernabilidad, gobernanza y gobernancia, términos que parecen utilzarse como sinónimos.
Estos tres términos presentan confusiones en su utilización. El término gobernabilidad, aceptado en la
última edición del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), es un anglicismo (del inglés
governability) y su concepto es "cualidad de gobernable", en una primera acepción y, para complicar las
cosas, se anota en la segunda acepción una llamada a consultar la palabra gobernanza.

A lo anterior se suma la confusión que puede provocar el término governance, también del inglés, y que
tiene que ver con tener los medios (administrativos, políticos, sociales) para llevar a cabo las tareas del
gobierno. Esta primera distinción es importante porque vemos que governability se refiere a una calidad
de gobierno, a la capacidad de gobernar, mientras que governance a los medios utilizados para ello. El
término gobernancia, entonces, sería una clara derivación de governance, pero no se justifica su
utilización en español ya que existe la palabra gobernanza.

El término gobernanza significaba en su primera acepción "acción y efecto de gobernar o gobernarse",


fue acuñado en el siglo XIV y casualmente coincide con la primera acepción de la palabra gobierno:
"Acción y efecto de gobernar o gobernarse" (DRAE, 737). En la última edición del DRAE, sin embargo,
esta primera acepción pasa a segundo término y como definición se anota:

Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico,
social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y
el mercado de la economía3.

Si seguimos el razonamiento del DRAE, tenemos que tanto gobernabilidad como gobernanza significan
los mismo y que, entonces, el uso de ambos términos como sinónimos está justificado. Sin embargo, en
varios textos de sociología y teoría política se usa hoy el término gobernabilidad para designar asuntos de
responsabilidad financiera y eficiencia adrministrativa; democracia, derechos humanos y participación

7
social; acuerdos y desacuerdos entre los sistemas políticos y ecológicos, y el manejo y la operación de la
infraestructura y de los servicios. Nosotros hemos mencionado que en la última edición del DRAE ya se
homologan gobernabilidad y gobernanza. Sin embargo, creemos que existen matices en su uso. Desde la
norma de la sociología o de la ciencia política aparecen los dos conceptos, pero con tendencia a
diferenciarse: se llama gobernabilidad a las acciones del gobierno (es decir, de nuevo la calidad de
gobernar) y, por otro, gobernanza se aplica al sistema en el que la sociedad civil actúa políticamente, o
sea un sistema de participación social. Al respecto, I. Kooiman considera que la autoridad debe ser
complementada con la autoridad informal o de la sociedad civil. A ello le llama Modern governance; es
decir, "gobernanza moderna", lo que también va de acuerdo con lo que acabamos de mencionar. Seco no
incluye gobernanza, sino gobernabilidad, con la acepción de "cualidad de gobierno"? Seguramente en una
nueva edición de su diccionario aparecerá la palabra gobernanza, ya que en primer término ha sido
rescatada del olvido por el uso, y luego, con un concepto distinto o más específico si se quiere, ha sido
revisada por la academia. Ambos términos son ejemplo de la variación de significados en el sistema y la
norma de la lengua.

Conflictos y baja gobernabilidad

Durante 2002 se realizó un trabajo de campo basado en entrevistas a distintos actores de la cuenca baja
del Papaloapan. Con estas entrevistas se hizo una clasificación de problemas de la cuenca, se identificaron
posibles conflictos ambientales y se realizó un diagnóstico social.

Algunos problemas que han tenido una presencia permanente en la cuenca baja del río Papaloapan se
relacionan con los dos términos anotados. Por un lado, los problemas de gobernabilidad obedecen al
ámbito de acción de las instituciones públicas; por otro, la gobernanza, a la participación social, que
pueden desembocar en conflictos ambientales importantes. Un conflicto de tipo ambiental surge a partir
de un daño en el que aparecen actores, es decir, se trata de un conflicto social que afecta la vida de uno
de estos actores. Un conflicto, entonces, tiene diversas dimensiones como productivas y económicas,
además de la simbólicas y las culturales (Murillo, 2001). A continuación, se identifican algunas posibles
situaciones conflictivas en zonas determinadas de la cuenca del Papaloapan en Veracruz, y que tienen que
ver con la baja gobernabilidad en la cuenca:

8
a) Zona de Los Tuxtlas

En esta zona hubo un decreto de expropiación de tierras a favor de la Reserva de la Biosfera, situación
que, según los entrevistados, no ha sido ni debidamente aclarada ni explicada tanto a los afectados como a
la población en general. El hecho de que esta forma de actuar no se hizo con la suficiente claridad y
transparencia provocó en la zona un fuerte proceso de deforestación, creando un momento de confusión.

La realización del nuevo sistema de riego utilizando agua de la Laguna Encantada (impulsado po rl
Codepap) presenta una particularidad: para algunos entrevistados no está claro si existe un estudio de
impacto ambiental, por un lado, y por otro, si su utilización no afecta a la Reserva de la Biosfera. Lo que
se ha mencionado en el Tercer informe de Gobierno del estado de Veracruz es que: “con una inversión de
335 mil pesos se realiza el estudio de ingeniería de la referida laguna, que permitirá ampliar 500 hectáreas
en la primera etapa de la zona de riego que se construye”, pero no existe mención a ningún estudio
ambiental.

La falta de información por parte de las instituciones encargadas del manejo del agua y de los programas
de desarrollo agropecuario en la cuenca puede llevar a que haya problemas no sólo de conflicto social,
sino de conflicto ambiental. Por otro lado, la opinión de los productores en la zona está dividida: algunos
están de acuerdo con la construcción del sistema de riego y otros no lo están. La apertura de tierras al
riego puede ser un punto conflictivo, al beneficiar a ciertos productores en contra de otros.

b) Zona del Distrito de dernaje Tesechoacán, ejido Curazao

La construcción de los cárcamos para introducir un sistema de riego en el ejido Curazao presenta un
posible conflicto, basado en dos cuestiones principales: una, la claridad de manejo de la información y,
otra, la disminución real del área de riego a beneficiar con este proyecto. Algunos pobladores de la zona
mencionaron una zona de beneficio de 380 ha de las cuales sólo se beneficiarían 280 y, en el Tercer
informe de gobierno del estado de Veracruz se menciona: “En el distrito de temporal tecnificado
Tesechoacán, se construye, en coordinación con la Comisión Nacional del Agua, el módulo de riego
Curazao, la electrificación y el cárcamo de bombeo Tesechoacán-UGOCP y 140 kilómetros de caminos,
incorporando a la producción con riego 330 hectáreas y mejorando la infraestructura de la zona, con una
inversión por parte de Codepap de 7.7 millones de pesos”.

9
De nuevo, los productores no tienen claridad de quién se verá beneficiado y quién no, sobre todo tomando
en cuenta que, según los entrevistados, existen problemas con la actualización del padrón de usuarios.
Según dicen, en él aparecen setenta usuarios pero en verdad son 45 con cien hectáreas restantes.

Aunado a lo anterior, algunos productores manifestaron que el área en donde se encuentra el cárcamo es
propiedad de un ejidatario, lo que hace a los productores hacer gestiones para conseguir esa área. Un
entrevistado lo menciona:

El conseguir el área que afecta, o sea, el área que ocupa el cárcamo, la asociación civil tiene que
comprar al parcelario esa área de terreno; segunda, la asociación civil, ya construido el cárcamo
tiene que (...) [estar al pendiente] sobre esa bomba de llamada, las bombas que se van a poner
para el río, que van a extraer el agua, para poder abastecer el cárcamo y pasarla a distribuir. Pero
nosotros como asociación tenemos que estar muy pendientes de cómo se están haciendo esas
contrataciones. Hasta ahora no ha habido nada, por parte de la asociación civil no ha habido nada.
Incluso se estaba negociando ahí con el señor dueño de la parcela se le piensa comprar, una parte
el ejido y el Codepa está tratando de finalizar el conflicto que hay, pero parece ser que todavía no
se ha solucionado porque debe ser un documento que tenga validez, ¿si? La persona, el titular,
debe ser avalada por un notario…

Sobre el mismo asunto, otro entrevistado comentó su preocupación sobre el caso de que no se pudiera
adquirir el terreno, la obra permanecería sin cumplir su cometido:

Impacto que se va a tener sobre todo es lo que vamos a poder producir en su momento. Ahorita
aunque el agua la tuviéramos muy cerca, no la podríamos canalizar.

c) Zona del distrito de riego 082

Como en muchos distritos de riego del país, las asociaciones de usuarios están presentando lo que se ha
llamado como problemas de segunda generación. El problema de las cuotas de agua y la percepción sobre
la mala calidad del agua para riego puede caer en una situación conflictiva, debido a que la contaminación
puede afectar la calidad de los productos del distrito. El agua del distrito está contaminada por la zona
industrial de Orizaba, las aguas negras de Córdoba, río Blanco, Ciudad Mendoza, el Ingenio Providencia,
varias industrias, una cementera y una papelera.

10
d) Zonas de reacomodo de indígenas por la construcción de presas

La situación de los reubicados es un asunto especial y que merece pronta atención. Es un foco conflictivo
en dos sentidos: en uno, pueden presentarse conflictos por la tierra, ya que aún hay casos de confusión en
la tenencia de predios y parcelas. Por otro, el enfrentamiento cultural entre los reubicados y los
pobladores añejos de algunas zonas presenta casos específicos de desencuentros y descontento entre
comunidades enteras. El caso de la producción y organización comunitaria de algunos pescadores
mediante el tequio y una mejor producción pesquera provoca descontento en pobladores y pescadores de
origen netamente veracruzano.

e) Contaminación en la cuenca

En general, existe un fuerte problema de contaminación en la cuenca del Papaloapan. La mayoría de


entrevistados mencionan problemas relacionados con la contaminación, por lo que es un foco de
conflictividad en toda la cuenca. En algunos casos este problema va aunado al de la organización y al de
producción, pero afecta a todas las actividades productivas de la cuenca. Hay algunas acciones concretas
para atender este problema, pero el deterioro de la cuenca aún no ha sido medido. En la parte baja de la
cuenca descargan a diferentes cuerpos de agua trece ingenios, además de las aguas negras de las ciudades
de la ribera del Papaloapan. También se toma en cuenta la cervecera y la papelera, grandes contaminantes
del río Papaloapan, ubicadas en la parte alta de la cuenca, en Oaxaca.

f) Cumplimiento de las leyes

Aunado a lo anterior, hace falta el cumplimiento de las leyes y normas ambientales que permitan aligerar
la contaminación y frenar el deterioro de la cuenca. Muchas denuncias se hicieron en el sentido de que la
contaminación es visible y no se toman las acciones necesarias para, por un lado, frenar las acciones de
contaminación y, por otro, comenzar con acciones descontaminantes.

En este sentido, hay una baja gobernabilidad en la cuenca, entendiendo ésta como un deterioro en el
cumplimiento de autoridad y falta de respuesta oportuna a demandas, necesidades y problemas de la
población. Las acciones de descarga de aguas residuales de las industrias, ingenios y otras fuentes de
contaminación del agua es un foco de conflictividad social y ambiental. Muestra de ello es la
comparación entre algunos problemas observados en 1992 (mediante material audiovisual del archivo del

11
IMTA) y que aparecen de nuevo en 2002, durante el trabajo de campo realizado; problemas que no han
sido solucionados y que, lejos de desvanecerse, se acrecientan. El problema de la contaminación es uno
de ellos, si no el más importante.

Un punto álgido es el decreto de veda del 23 de julio de 1947, prohibiendo la extracción de agua de ríos
de la cuenca. El decreto no ha sido cumplido, ya que se toma agua clandestinamente y, además, ha
resultado anacrónico, debido sobre todo a la necesidad de tomar agua del río para el desarrollo de
sistemas de riego. Este decreto debería modificarse para impulsar la creación y puesta en funcionamiento
de sistemas de riego y evitar la clandestinidad.

g) Los ingenios y los cañeros

Un problema social con miras a convertirse en conflictivo es la situación de los ingenios y los cañeros.
Por un lado, existen 900,000 toneladas de excedente en la producción desde hace nueve años y están
embodegadas, porque Estados Unidos inunda el mercado con alta fructuosa. Esto ha desplazado la mano
de obra de 2.5 millones de personas. En opinión de algunos entrevistados, el grupo Case (Escorpión)
acabó con los cañeros y los dueños de los ingenios no pagaban seguro social ni Afores, lo que hace que
los cañeros tengan deudas con el seguro social.

Aunado a lo anterior, en algunos ingenios la maquinaria ya tiene muchos años, y como mencionó un
entrevistado, “es puro parche”. Aún hay liquidaciones pendientes por pagar y la expropiación de ingenios
por parte del gobierno federal ha abierto dos expectativas: la de que el cultivo de caña y producción de
azúcar puede mejorar y, por otro lado, que la caña desaparecerá. Algunos productores mencionaron que el
único producto que se daba en las zonas de cultivo era la caña y si desaparece o sigue en crisis la industria
azucarera, “nadie va a haber acá, todo mundo se irá”.

h) Presencia de caciques

La presencia de caciques, bajo diversas formas, es una realidad en la cuenca del Papaloapan. Algunos han
aprovechado sus puestos en organizaciones campesinas o de productores para convertirse en “patrones”.
Asimismo, existen algunos nexos de estos caciques con autoridades gubernamentales o municipales (en
ocasiones, los mismos, compadres, amigos o familiares). Su presencia puede tener un origen histórico,

12
pero también tiene un apoyo de acuerdo con las políticas impulsadas y llevadas a cabo en la cuenca. Al
respecto, Ángel Palerm (1974) menciona que:

Los proyectos de desarrollo regional han resultado eficaces sólo en términos de establecer
poderosos enclaves de los centros urbano-industriales, con la función principal de extraer de la
región recursos de todo tipo, desde energía hasta productos para la exportación. Sin embargo, los
proyectos han resultado ineficientes en términos de desarrollo de la región en su conjunto, en
particular por lo que corresponde a los sectores más empobrecidos y atrasados de la agricultura y
de la población.

i) Organización

Las organizaciones en la cuenca presentan problemas de representación con las bases. Algunos de los
líderes de dichas organizaciones obtienen beneficios personales. Esta situación ha creado situaciones
conflictivas en la desintegración, separación, disgregación de diversas organizaciones. El caso de la
UGOCP es un problema a atender: existe una percepción predominantemente negativa hacia esa
organización por parte de los actores entrevistados; sin embargo, esa organización cuenta con
mecanismos de control y manejo (incluyendo la intimidación y la marginación) que son un obstáculo para
el desarrollo de ciertos lugares en la cuenca.

En varios casos, los líderes de las organizaciones se han convertido en caciques, también, que obtienen
beneficios propios y que tienen redes de organización y funcionamiento ya creadas. En los entrevistados
existe la percepción de que quien es líder, se enriquece de inmediato, a costa de los agremiados o
miembros de las asociaciones o cooperativas. Esta situación es un obstáculo para la organización social,
porque la formación de un grupo organizado se confunde son “manipuleo de algunos líderes”.

j) Falta de mecanismos de mediación

Hace falta incrementar los mecanismos de concertación, mediación y diálogo con los diversos actores de
la cuenca, ya que existe una percepción, por parte de los productores y otros actores de la cuenca, de que
no son escuchados y que sus demandas no son atendidas. Lo anterior aunado a que los problemas de la
cuenca no han tenido atención debida y han sido repetidos en diversos foros y de diversas maneras, a
través de diversos grupos y actores de la cuenca. Es deseable una mayor presencia de dependencias

13
relacionadas con el desarrollo rural y sustentable de la cuenca, a través de proyectos como de personal,
asesoría técnica y facilidades para obtención de insumos, capacitación y negociación de proyectos con los
diversos usuarios del agua y productores de la cuenca. Esta falta de mediación puede traer conflictos de
contenido ambiental y social, a mediano plazo.

Aspectos y tendencias de baja gobernabilidad en la cuenca baja del Papaloapan

Problemas graves de baja gobernabilidad aparecen en la cuenca baja del Papaloapan, como la falta de
coordinación entre instituciones que atienden los diversos aspectos de la cuenca, de forma horizontal y
vertical y de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal). Sólo en casos específicos, como
acciones en torno a la realización de algunas obras, se logra que la participación económica del municipio
correspondiente sea de un moto determinado, que el gobierno del estado aporte otra cantidad y que el
productor se haga cargo de la tercera parte del costo. Pero una programación real no existe como tal en un
nivel de desarrollo de la cuenca. Así, tenemos la falta de comunicación entre las distintas instancias de
gobierno (aún del gobierno estatal) para atender problemas y demandas de la población. Los programas
diseñados, entonces, sólo atienden parcialmente un aspecto, sin dar una solución o avance integral.
Aunado a lo anterior, cabe señalar que la cuenca del Papaloapan, como territorio compartido por tres
estados, presenta la característica de falta de coordinación entre gobiernos estatales: el gobierno de
Oaxaca prefiere trabajar en las cuencas compartidas con Chiapas y Guerrero que en la del Papaloapan
debido sobre todo, a la falta de coordinación entre las instituciones y niveles de gobierno en la cuenca
baja del Papaloapan.

Lo anterior se suma a la falta de mecanismos de mediación y comunicación, para atender demandas reales
de los productores de la cuenca. Esto se debe, entre otras cosas, a la falta de coordinación institucional y a
la falta de aplicación de leyes y reglamentos, pero también a otros factores, como la falta de mecanismos
de participación y consulta con los productores, sus organizaciones y la población de la cuenca. De
manera importante existe un déficit en los siguientes puntos: falta de mecanismos para participación
social; falta de programas específicos que respondan a demandas de la población; falta de programas de
información y capacitación.

Al no atenderse las necesidades reales ni tomar en cuenta las condiciones particulares de los pobladores y
productores de la cuenca, se tiene la percepción de que existe una aplicación inadecuada de los recursos
públicos. Aunque se habló favorablemente de los casos de la creación de sistemas de riego en el ejido
14
Curazao y en San Andrés Tuxtla, también se demarcó que algunos programas institucionales eran
insuficientes o que tenían mal planeación. Esto, aunado a la falta de coordinación institucional, crea un
efecto de mala aplicación de recursos.

Aunado a lo mencionado en el apartado anterior, existe la percepción de que las leyes en materia
ambiental no se aplican por las propias instituciones que deberían vigilar su cumplimiento. Así, se pone
en duda el papel de la Profepa y de la CNA, por ejemplo, en el caso de descargas de ingenios e industrias.
Muchas de las quejas por contaminación que se han encontrado no pudieron haber sido externadas si las
leyes y reglamentos ambientales simplemente se hubieran cumplido cabalmente. Sin embargo, tanto las
leyes ambientales como el propio decreto de veda del 23 de julio de 1947 no se cumplen (tal vez por
tratarse de cuestiones inoperantes, debido a condiciones actuales específicas) y, más bien, la regla es no
cumplir con la ley. Esto es existe una falta de capacidad real de las instituciones de atender demandas y
denuncias.

Debido a la falta de aplicación de las leyes, de la aparición de grupos caciquiles, de la desinformación en


los productores, de la apreciación por parte de los productores de que las instancias de gobierno no
cumplen con sus tareas, de la serie de promesas incumplidas (como el caso de las mejoras a poblados de
reacomodados chinantecos y mazatecos), de la crisis en la agricultura y la crisis ambiental que se avecina
en la cuenca, se habla de elementos para decir que en la cuenca existe una tendencia a la
ingobernabilidad. Esto significa que en la cuenca hay una capacidad baja de respuesta a problemas
sociales, ambientales, económicos y de producción y que hace falta reforzar los mecanismos de actividad
de la sociedad civil. Además de ello, los canales de comunicación en la cuenca no son eficientes: existe
una fuerte desinformación en la cuenca sobre las acciones gubernamentales y la propia situación social,
ambiental y económica de la cuenca. Los pobladores no conocen lo que sucede en otras partes de la
cuenca, aunque aluden mucho a lo que sucede en la parte alta de la cuenca (Oaxaca) y definen la cuenca
como el espacio que se encuentra en las cercanías del río Papaloapan. Hace falta reforzar una identidad
cuenqueña, que se ha observado que existe, sobre todo en poblaciones cercanas a las riberas del
Papaloapan.

Existe, generalizadamente, un descontento social basado en las bajas condiciones de productividad y


apoyos para el campo y para las actividades productivas como la ganadería y la pesca. Aunado a ello
existe la información no clara sobre aspectos puntuales como los sistemas de riego, los programas
gubernamentales, la situación de la contaminación en la cuenca y los canales de comercialización de

15
productos. En este ambiente es muy fácil desinformar a la gente y crear climas diversos de conflictividad,
así como que grupos caciquiles actúen y saquen provecho de esta situación.

En resumen, conjuntando los aspectos mencionados, se prevé una agudización de problemas


socioambientales, debido a la falta de gobernabilidad y de aspectos de participación social, es decir,
aspectos relacionados con la gobernanza en la cuenca del Papaloapan.

Los conflictos sociales y ambientales pueden incrementarse y surgir nuevos en cualquier momento, de no
atenderse los aspectos que se han mencionado a lo largo de este documento y al continuar las tendencias
actuales; en algunos años habrá un alto índice de conflictividad social en la cuenca, basado en el choque
de intereses no sólo de productores y pobladores con instituciones gubernamentales de los tres niveles de
gobierno, sino también en el choque de intereses entre distintos grupos y actores de la cuenca, además de
una grave crisis ambiental, de la cual apenas se observan los primeros signos. Las instituciones
encargadas en la cuenca del Papaloapan deberían tomar cartas en el asunto y lograr un verdadero
desarrollo de la región, con base en necesidades, demandas y problemas reales y urgentes por atender. De
otro modo, estamos presenciando, también, los primeros signos de caos que conlleva la falta de
gobernabilidad y el bajo potencial de gobernanza en la cuenca del río Papaloapan.

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17
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Archivo oral sobre entrevistas realizadas en la cuenca del Papaloapan, Subcoordinación de Participación
Social, IMTA, 2002.

18
Los cerros y la ciudad. Crisis ambiental y colapso de los ríos en
Bogotá al final del siglo XIX.

Julián Alejandro Osorio Osorio


Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

1. Ríos, cerros y gente en el siglo XIX.

La Bogotá decimonónica era una ciudad bañada por cuatro ríos, estas corrientes de agua
configuraron el espacio urbano al ser estos los ejes con los cuales se construyo el hábitat
urbano. El damero o tablero de ajedrez forma cartesiana con la cual se diseño a Bogotá, fue
alineada a la par con los cursos de agua. Los Cerros Orientales lugar de nacimiento de estos
causes articularon a la ciudad en sentido sur – norte, y los ríos confirieron el entramado
transversal que enlazó a Bogotá en sentido oriente – occidente (mapa 1).

MAPA 1. Plano de Bogotá. Dibujo a tinta de francisco Javier Caro, 1818. Casa Museo del 20 de julio,
Bogotá. Centro histórico de la ciudad, véase que en la construcción urbana la influencia de los ríos, a la
derecha el río san Agustín y a la izquierda el río san francisco.

El paisaje urbano durante el siglo XIX fue sometido a la presencia de los ríos y las
montañas que definieron el espacio de la ciudad. Fuera de moldear a la urbe los ríos
delimitaron la presencia física de Bogotá. El río San Agustín delineó el límite que separaría
el centro de la ciudad con los barrios y parroquias del sur. El Río San Francisco separó el
núcleo de la ciudad en dos, su parte céntrica y por ende más antigua se redujo al
confinamiento que le proporcionó estar entre estos dos ríos1. Por fuera de estas fronteras la

1
Carrasquilla Botero, Juan. Quintas y estancias de Santafé y Bogotá. Bogotá: Banco Popular, 1992. p. 12.

1
ciudad creció apuntando su norte hacia el río Arzobispo, igual suerte se produjo hacia el sur
donde el río San Cristóbal delimitó este extremo de la ciudad2.

Aparte de la tiranía del espacio y la geografía, los ríos subyugaron a la ciudad con la
apremiante cuestión del abastecimiento de agua. Los ríos patrimoniales fuera de su función
definitoria del espacio, abastecieron con sus aguas a los habitantes de la ciudad. El
suministro dependió de un lugar en común, los Cerros Orientales. De su buen estado de
conservación dependía el bienestar de la población santafereña. De ellos la ciudad no solo
se abasteció de agua sino también de leña y materias primas para la construcción. Por lo
tanto, cuatro siglos de presencia urbana afectaron los cerros alterando de forma sensible el
equilibrio natural de este sistema orográfico.

Al interrogante sobre el estado de los Cerros Orientales y sobre el paisaje de Bogotá durante
el siglo XIX, es muy posible que la respuesta coincida con la idea de unos cerros de
exuberantes de riqueza forestal y fauna considerable... Pensamos que la degradación del
entorno natural es un producto de la actual civilización, por lo tanto imaginarnos a nuestros
predecesores haciendo de las suyas con la frágil naturaleza sabanera y serrana, sería una
idea que a pocos de nuestros ambientalistas contemporáneos podría caberles en la cabeza.
Sin embargo hay que guardar proporciones. No es el caso señalar a la sociedad santafereña
de finales del siglo diecinueve, cómo depredadora de su entorno, en un afán consumista y
de acumulación de capital. Seria un serio anacronismo que ocultaría las probables razones
del daño afligido a los ecosistemas colindantes de la ciudad decimonónica.

El área geográfica de la ciudad cambió según la época, la extensión administrativa y


territorial de los cerros varió conforme a los avatares políticos que afectaron el desarrollo
urbano de Bogotá. En 1884 según un Acuerdo del Concejo Municipal, los cerros se
extendían al norte desde la quebrada la Vieja en Chapinero, y hacia al sur hasta el alto de
Vitelma sobre el río San Cristóbal o Fucha3.

Los Cerros Orientales de Bogotá es una denominación político-administrativa que parte de


la segunda mitad del siglo XX, para definir este sistema montañoso que hace de limite
oriental de la ciudad. Desde su fundación en el siglo XVI hasta la segunda década del siglo
XX el crecimiento urbano de la ciudad se desarrollo en sentido sur- norte de las
estribaciones de los Cerros Orientales. Cuyo centro fue la divisoria de aguas entre los cerros
de Guadalupe y Monserrate.

La ciudad configura un ecosistema singular y complejo, producto de la relación sociedad-


naturaleza. Como una de sus características es la tener un espacio geográfico definido, así la
ciudad fue fundada en 1538 en las estribaciones de los cerros orientales sobre las faldas del

2
Véase: Wiesner, Francisco. “Aguas para Bogotá”, en Cámara de Comercio de Bogotá, Estructuras y
principales servicios. Bogotá, Cámara de Comercio de Bogotá, 1978. pp. 238 – 250. Este autor designó a
estos cuatro ríos como patrimoniales: San Agustín, San Francisco, Arzobispo, y San Cristóbal. Dada su
importancia histórica en la formación de Bogotá, en adelante en esta investigación se empleara la
denominación de ríos patrimoniales para reconocer a estos cuatro ríos.
3
Véase: Acuerdo, 29 de 1894. Prohibición de explotar canteras. Concejo Municipal de Bogotá

2
cerro de Guadalupe, acto que no fue un capricho de los fundadores impuesto por el paisaje
y la frescura del clima, sino la disposición de leña y aguas cristalinas que ofreció el lugar a
sus primeros habitantes. Es un fundamento básico de todo ecosistema ofrecer los recursos
energéticos y alimenticios suficientes para mantener su comunidad biótica, la condición
ambiental y la amplia oferta de recursos del lugar donde fue fundada la ciudad, permitieron
el desarrollo urbano durante los siguientes cuatrocientos años. Los cerros brindaron a los
habitantes suficiente abastecimiento de aguas representado en sus ríos, y una docena de
afluentes menores, y la leña suficiente para las labores domésticas e industriales.

Por mínima que sea la presencia humana en un determinado entorno natural genera
intervención entendida como cambio. Antes de la presencia hispánica, en la Sabana se
hallaban los Chibchas, una sociedad compleja que intervino su medio para sobrevivir. En
los últimos cuatrocientos años el hombre ha dejado una profunda huella en el paisaje, que
produjo una explotación de su medio circunvecino, actividad necesaria para mantener a una
población, que literalmente no varió su número más allá de los veinte mil habitantes al final
del siglo XVIII4.

Se desconoce exactamente el número de habitantes que tuvo Bogotá durante el siglo XIX.
Carlos Sanz de Santamaría ingeniero y ex-alcalde de Bogotá5, señaló la disparidad de los
censos precedentes al siglo XIX y los realizados en ese siglo6. Esta desigualdad en las cifras
tiene como antecedente el estudio genealógico realizado por el cronista español Juan Florez
de Ocáriz en el siglo XVII, quién Sugirió que dentro del planteamiento demográfico
colonial solo se incluyo a la población blanca y mestiza, marginando una gran masa de
población indígena asentada en los alrededores de la ciudad, en especial sobre el occidente,
en la faja que hizo de limite entre el perímetro urbano y los Cerros Orientales7.

Esta zona fue altamente sensible, en términos ambientales. Por que en esta área se hallaba
las cuencas y bocatomas, en las cuales la ciudad se abasteció de agua. Lo trágico e
interesante de estos datos extraídos de Florez de Ocáriz, es que la población residente en
esta faja, pudo rondar los 10.000 habitantes al final del siglo XVII8. Lo que significó que la
presión y depredación por los recursos ambientales de los cerros fuera mayor.

4
Mejía, Germán. “Los itinerarios de la transformación urbana”, en Anuario Colombiano de Historia Social y
de la Cultura. No 24, 1997. p. 133.
5
Carlos Sanz de Santamaría (1905-1993) Entre sus proyectos como ingeniero se encuentra la planta de
Vitelma y los acueductos de cinco capitales departamentales, fue alcalde de Bogotá entre 1942-1946
6
Sanz de Santamaría, Carlos. “Observaciones sobre Bogotá y sus principales servicios”, en Cámara de
Comercio de Bogotá, Estructuras y principales servicios. Bogotá, Cámara de Comercio de Bogotá, 1978. pp.
17 – 18.
7
Antes de 1819, la ciudad fue denominada por los españoles como Santafé. A raíz de la independencia
adquirió su actual nombre, Bogotá.
8
Véase: Florez de Ocáriz, Juan. Libro de las genealogías del Nuevo Reino de Granada. Edición facsimilar de
la impresión de Madrid de 1674. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, Instituto de Cultura Hispánica, 1990. Vo I.
También agradezco la valiosa información aportada por el profesor Germán Mejía, quien me señaló esta
inconsistencia demográfica, confirmando mi idea sobre el caos ambiental acontecido a finales del siglo XIX,
en Bogotá.

3
El historiador Germán Mejía mostró que la ciudad inició el siglo XIX con un crecimiento
demográfico que no supera los veinte mil habitantes, hacia 1842 la población se duplicó en
40.086 habitantes. Para la segunda mitad del siglo XIX se presentó un vertiginoso aumento
demográfico, en 1881 Bogotá tuvo 84.723 personas, lo que significó que en un lapso no
menor de 100 años la población se cuadriplicara9.

Las cifras de Florez de Ocáriz y Mejía muestran que la población que habitó en Bogotá
antes del siglo XX, provoco una fuerte demanda sobre la oferta de recursos naturales debido
al aumento demográfico. Los cerros fuera de abastecer a la población residente y blanca, la
que contó en las estadísticas oficiales, también debieron satisfacer a esta población marginal
e invisible en los registros estadísticos. Dos ciudades en apariencia, una real y rastreable en
los documentos y otra ignorada perceptible solo por las inferencias documentales.

1.2 Recursos energéticos y materiales.

Para los habitantes de la ciudad hasta los principios de siglo XX, la opción energética para
las labores domesticas, que se limitaba de forma preferencial a la cocina, era la leña, tanto
bruta como en carbón vegetal, que se extrajo de forma exclusiva de los Cerros Orientales,
hasta extinguir los bosques nativos a mediados del siglo XIX. A comienzos de este siglo no
se manifestaron problemas con el abasto de leña. Pero hacia 1850 hubo voces de alerta,
según se lee en las crónicas de Cordovez de Moure, al describir la pobreza vegetal de los
cerros, montañas peladas y desnudas. Paisaje que el autor atribuye a los cuatrocientos años
de explotación a que fueron sometidos los cerros bogotanos10.

Pero la mejor descripción de la situación vivida por la deforestación pertenece al médico


Manuel Cote con motivo del primer Congreso Nacional de Medicina de Colombia realizado
en 1884. Cote nos mostró como el abasto de leña para los sectores pobres de la sociedad
decimonónica era un espejismo dado en primer lugar a la escasa oferta de este recurso
producto de la deforestación y además los altos costos fruto de la carestía y el
acaparamiento de la leña. La situación era tan grave que jornaleros y campesinos de fin de
siglo se vieron obligados a cocinar sus alimentos con estiércol de ganado11.

Esta situación se presentó en parte a motivo del aumento demográfico ocurrido entre las
décadas del cuarenta del siglo XIX y la del ochenta del mismo siglo, representó también un
aumento cuatro veces mayor en proporción a los cuatro siglos anteriores. En este lapso de
tiempo la oferta de leña era igual respecto a la demanda, como se puede deducir de las
fuentes consultadas. En tan solo cincuenta años la demanda de leña para labores domesticas
se cuadruplico, estimaciones hechas bajo las cifras de aumento demográfico, teniendo en
cuenta que no había otra alternativa energética fuera de la leña y esta nueva población debió

9
Mejía, Germán “Los itinerarios de la transformación urbana”...Op. cit. p. 133.
10
Rodríguez, Juan Camilo (Director de la obra) y la Empresa de Acueducto y Alcantarillado – ESP. El agua
en la historia de una ciudad. Bogotá, EAAB - ESP, 1997. Tomo I. p. 75.
11
Cote, Manuel. Régimen alimenticio de los jornaleros de la sabana de Bogotá. Estudio presentado al
Primer Congreso Médico Nacional de Colombia. Bogotá, Imprenta la Luz, 1883. p. 32

4
satisfacer sus necesidades de cocción de alimentos, de la misma forma como sé venia
realizando comenzado el siglo.

La presión sobre el ecosistema se reflejo tanto en la literatura como en fotografías y obras


pictóricas; Las acuarelas de Edward Mark realizadas a mediados del siglo XIX nos dejó una
imagen del precario estado en que se encontraba los Cerros Orientales12. (Figuras1 y 2).

FIGURA 1. Plaza Mayor de Bogotá. Acuarela de Edward Walhouse Mark, 1846. Colección Banco de la
República, Bogotá. Esta es una vista de la Plaza mayor con el fondo de los cerros orientales, nótese que el
detalle de la acuarela no registra cobertura árboles sobre las montañas.

1.2.1 Alfarerías y Chircales.

La explotación de los chircales se realizaba removiendo la cobertura vegetal. Después se


realizaban taludes o cortes en las laderas de las montañas, para alcanzar el material arcilloso
o la arena de peña. Cerca de los chircales se ubicaron las alfarerías, que a través de la
cocción de la arcilla, elaboraban tejas y ladrillos. El impacto de los chircales sobre el
entorno, radicaba en que su explotación exigía la remoción de la cobertura vegetal de la
zona utilizada, provocando procesos erosivos y de empobrecimiento del paisaje que
resultaron afectando tanto el panorama de los cerros cómo la oferta hídrica, mermando los
nacederos de agua. Además, la fabricación de teja y ladrillo en las alfarerías, requirió del
apetecido Chusque o Chircal, arbusto nativo de gran valor energético que alimentó los
hornos de los alfareros y los hogares santafereños. Fuera de esta especie vegetal cualquier
otro árbol, arbusto y planta de los Cerros, fueron talados con estos propósitos. Reduciendo
de este modo a un más la cobertura vegetal de los Cerros Orientales.

12
Acuarelas de Edward Mark. Colombia 1843 – 1856. compilación. Bogotá, Litografía Arco, 1995.

5
FIGURA No 2. Plaza mayor de Bogotá. Fotografía anónima, 1895. En esta fotografía se puede observar una
parte de los cerros, nótese las machas de erosión y la ausencia de árboles.

Los chircales fueron explotaciones mineras artesanales que proporcionaron las fuentes para
la elaboración del material con el cual fue construida y mantenida la ciudad. Gran parte de
su producción estaba destinada a las alfarerías que fabricaron ladrillos y tejas las factorías
artesanales se encontraron ubicadas en el siglo XIX tres puntos de la ciudad. En el norte,
entre Chapinero y Sucre. En el centro, entre el paseo Bolívar y los barrios la Perseverancia y
Egipto. Y en el sur, entre el barrio Santa Bárbara y San Cristóbal. Todos los tres puntos
estaban localizados a lo largo de los cerros orientales13 (mapa 2).

Al daño causado por los chircales, había que sumarle los provocados por las alfarerías. En
promedio cada alfarería contaba con ocho hornos, los cuales eran alimentados con leña. La
preferencia por este recurso vegetal estribaba en su rendimiento energético. Un estimativo
de producción hecho en 1914, mostraba que una carga de leña rendía dieciocho operaciones
de horneo, contra siete que producía el carbón14.

13
Triana, Miguel. La arborización y las aguas, artículos escritos para Bogotá, pero que son aplicables a
otras poblaciones de la república. Bogotá, Casa editorial liberal, 1914. p. 22.
14
Triana, Miguel… Op., cit. p. 20.

6
2
1
3
4
5

MAPA 2. Plano de Bogotá. Secretaría de Obras Públicas Municipales, 1947. Biblioteca Luis Ángel Arango,
Bogotá. 1. Chircales de la Perseverancia, 2. Chircales del centro, Santa Barbare y san Cristóbal, 3. Río San
Agustín, 4. Río San Francisco, 5. Río Tunjuelo

La gravedad del asunto se acentuaba en medida, que la extracción de la leña se realizaba en


las áreas próximas a las alfarerías. Como se observa en la Tabla uno, un punto crítico era
las factorías ubicadas entre Santa Bárbara, centro de la ciudad, y las Cruces y San Cristóbal
en el sur. Este lugar albergó a la mayoría de las alfarerías, fuera de eso eran las de mayor
producción de material de construcción, lo que involucraba una mayor cantidad de hornos.
Esta zona de la ciudad fue afectada de manera sensible por la remoción de la cobertura
vegetal. En esta faja de los Cerros Orientales, se ubicaban las hoyas de nacimiento de los
ríos San Francisco, San Agustín y San Cristóbal. El impacto generado por estas industrias
artesanales, fue de gran severidad para la ciudad, el área afectada era la que brindaba el
90% del agua de consumo para la ciudad.

TABLA 1

Localización de las alfarerías, hasta


191415

UBICACIÓN NÚMERO HORNOS POR PIEZAS


FACTORÍA PRODUCIDAS
EN 1914
CHAPINERO 13 32 442.500
SUCRE 8 21 482.006
SANTA BARBARA 5 10 103.000
LAS CRUCES Y SAN 59 132 1.941.000
CRISTÓBAL
TOTALES 85 195 2.968.506

15
Fuente: Triana Miguel. La arborización y las aguas, artículos escritos para Bogotá, pero que son
aplicables a otras poblaciones de la república. Bogotá, Casa editorial liberal, 1914.

7
José Peña Administrador del Ramo de aguas a finales del siglo XIX, elaboró un informe
para el Concejo Municipal de Bogotá, donde denunció que desde 1853 en adelante, los
chircales ubicados en el recorrido del acueducto de Aguanueva, cuya fuente era él río San
Cristóbal, causaron 33 derrumbes sobre la conducción de los Laureles, sistema de acequia
que traía el agua del río hasta la ciudad, con sus consiguientes cortes de agua para los
bogotanos16.

Fuera de estos daños, causados por los chircales, José Peña elaboró una serie sobre los
desastres producidos por estas factorías artesanales, en los años de 1770, 1798, 1805, y
1826. Cómo antecedente al gran derrumbe de 1844 que imposibilitó por varios años el paso
de la conducción de agua del acueducto de Aguanueva. Mencionó también el aparente
movimiento que presentó el cerro de Guadalupe que causo en 1872 la destrucción de parte
del barrio Egipto y el puente de Quevedo sobre el paseo Bolívar. Tal vez el desastre de
mayor trascendencia por su magnitud, sucedió en noviembre de 1890 cuando un derrumbe
causado por un chircal, alcanzó el costado oriental de la carrera cuarta, provocando víctimas
y daños materiales17.

A raíz del importante informe de José Peña sobre los estragos de los chircales a la ciudad,
se realizó por parte del Concejo Municipal de Bogotá en 1894, la prohibición de la
explotación de chircales en los cerros orientales dentro del perímetro urbano, entre
Chapinero al norte y San Cristóbal en el sur18.

2. Desastre ambiental, crisis en el abastecimiento de agua.

La extracción de leña que redujo la cobertura vegetal de los cerros orientales, consumiendo
la totalidad de la flora sumado a la explotación de los chircales y las alfarerías, que
terminaron de remover lo que quedaba de vegetación, provocaron al final del siglo XIX el
colapso en el abastecimiento de agua de la ciudad.

El régimen hídrico depende de unas condiciones ambientales ideales para mantener una
producción constante de agua, Eso quiere decir que las cuencas de captación y nacimiento
de los ríos y quebradas, deben tener la suficiente cobertura vegetal que regule el ciclo
hídrico. Hasta la segunda década del siglo XX, Bogotá dependió para su abastecimiento de
agua de las fuentes provenientes de los Cerros Orientales, y por lo dicho aquí se hace
evidente que para finales del siglo XIX, con la sistemática destrucción de los Cerros
Orientales, se halla reducido la oferta hídrica con la cual la ciudad contaba para su
abastecimiento.

La disminución en los caudales de los ríos que abastecieron a la ciudad fue un tema
recurrente tanto en los periódicos como en la literatura técnica de la época. Para febrero de

16
Peña, Segundo José. Informe de la Comisión Permanente de Aguas. Bogotá, Imprenta Nacional - Antiguo
convento de las Clarisas, 1896. p, 46.
17
Ibíd. pp. 42 - 45.
18
Acuerdo, 29 de 1894. Op., cit.

8
1905, mes característicamente seco, la prensa local reseña la grave escasez de agua,
atribuyéndola al desmonte de los cerros y las escasas alternativas de abastecimiento19.

El mejor ejemplo de esta preocupación por le escasez de agua nos la brinda Miguel
Triana20, quien estimó para 1914 el caudal promedio del río San Francisco en 112 litros por
segundo, según datos que extrajo de los aforos realizados por el ingeniero Pedro Uribe, y
publicado en su informe contratado en 1908 por del Ministerio de Obras Públicas21. El
informe de La junta administradora del acueducto realizado en 1924, contabilizó para el
mismo río un promedio de 69 litros por segundo de caudal22.

TABLA 2

Aforos de algunos ríos (litros por segundo) de Bogotá 1897 -


192423.

RÍO 1897 1908 1924


San Francisco 700 195 69
Arzobispo 35 S/n 4
San Cristóbal 127? S/n 81
TOTAL 735 S/n 154

Relacionado con la disminución de los caudales de los ríos que abastecían a la ciudad, se
presentó a la par una crisis sanitaria producto no solo en la merma de la oferta de agua sino
también de la calidad del abastecimiento. Como se observa en la Tabla tres, la mayoría de
dolencias que azotó a la población santafereña entre la década del ochenta del siglo XIX y
la década del diez del siglo XX, fueron enfermedades relacionadas con el consumo de agua
de consumo.

19
Véanse: Amaya, Ricardo. " Oficina de Sanidad”, en El Nuevo Tiempo. (Bogotá, febrero 25 de 1905):
Estadísticas, p. 3. Y Rodríguez Pérez, Tomas. “Intereses municipales: El agua”, en El Nuevo Tiempo.
(Bogotá, febrero 27 de 1905): p. 2.
20
Miguel Triana (1859 – 1931) natural de Bogotá, ingeniero de la Facultad de Matematicas e Ingeniería de
Bogotá, miembro de la Academia Colombiana de Historia y otras sociedades cientificas. Fue Diputado por
Cundinamarca y Congresista. De su labor investigatva surgio su propuesta para dotar de agua a la ciudad
21
Triana, Miguel. Op., cit. p. 5.
22
Informe de la Junta Administradora y de la Gerencia del Acueducto, Al Honorable Consejo de Bogotá,
Correspondiente al primer semestre de 1924. Bogotá, Tipografía de A. Cortés M & Co, 1924. p. 5.
23
Fuentes: de 1897, Peña Segundo José. Informe de la Comisión Permanente de Aguas. Bogotá, Imprenta
Nacional - Antiguo convento de las Clarisas, 1897. De 1908, Triana Miguel. La arborización y las aguas,
artículos escritos para Bogotá, pero que son aplicables a otras poblaciones de la república. Bogotá, Casa
editorial liberal, 1914. Y de 1924, Informe de la Junta Administradora y de la Gerencia del Acueducto, Al
Honorable Consejo de Bogotá, Correspondiente al primer semestre de 1924. Bogotá, Tipografía de A. Cortés
M & Co, 1924.

9
TABLA 3

MORTALIDAD POR ENFERMEDADES ASOCIADAS CON EL AGUA EN 189024.

Enfermedad MUERTES POR MIL HABITANTES


Enteritis aguda / crónica 10.7
Disentería aguda 10.1
Fiebre Tifoidea 7.8
Otras enfermedades
Neumonía 17.5
Tuberculosis 4.5

En una tesis de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia de 1890, en la que se


incluyó un estudio sobre agua y enfermedad, señala la incidencia de la enteritis, disentería y
la fiebre tifoidea, enfermedades relacionadas con la mala calidad del agua afectaba con
mayor violencia a la población bogotana, que en épocas de verano cuando el abastecimiento
de agua era más critico. Para la enteritis se le atribuía un 10.7 por mil de las defunciones
anuales en Bogotá, para la disentería un 10.1 por mil habitantes y para la fiebre tifoidea un
7.8 de víctimas mortales por mil habitantes25.

El médico argentino Emilio Coni, reconocido higienista de comienzos del siglo XX, señaló
que para el caso de Bogotá, la intensidad y endimicidad de la fiebre tifoidea y la disentería
revela los claros vicios y visiosidades de la provisión de agua de la ciudad26.

2.1 Un nuevo río para una nueva ciudad, solución a la crisis.

El siglo XX en Colombia fue recibido con la Guerra de los Mil días, situación a la que no
fue ajena Bogotá. Pero el mayor problema que afrontaba ciudad al inicio de esté siglo, fue
el de la salud pública. La situación fiscal y política fruto de la guerra, impidieron la pronta
solución al problema sanitario. La administración municipal carecía de un programa de
desarrollo urbano que incluyera la construcción de nuevas obras de abastecimiento y la
ampliación en la cobertura del servicio domiciliario de agua, así el futuro de la ciudad se
presentaba nebuloso.

24
Fuente: Arias Argaes, Isaac. Observaciones sobre la higiene de Bogotá. Tesis para el doctorado en
Medicina, prescrita y sustentada. Escuela de Medicina de la Universidad Nacional. Bogotá, Imprenta la
Nación, 1890.
25
Arias Argaes, Isaac. Observaciones sobre la higiene de Bogotá. Tesis para el doctorado en medicina,
prescrita y sustentada. Escuela de medicina de la Universidad Nacional. Bogotá, Imprenta la Nación, 1890.
26
Coni, Emilio. La higiene pública y la organización sanitaria en Colombia. Buenos Aires, Casa editorial
Minerva, 1921. p. 7.

10
La situación de Bogotá se dibujaba apocalíptica. Un artículo de prensa originado en el
periódico El Espectador y reproducido en otros diarios, señalaba con virulencia, la crónica
desidia de la administración Municipal y Nacional por atender el problema de salud pública
que se venía acumulando desde el final del siglo XIX en Bogotá Una teoría política que
explico el caos de la higiene pública la brindó el escritor del artículo en mención,
responsabilizando a la “masonería burocrática como la clave de la crisis y un gobierno
presuntuoso e indolente”27.

Las primeras medidas para la solución del caos sanitario fueron pautas de orden institución.
El primer paso se dio en 1910, con la creación de la Dirección de Higiene y Salubridad,
oficina dependiente de la Administración Municipal. En su primer año de gestión sé elaboró
un estudio sobre la calidad del agua bogotana, cuyas muestras fueron tomadas de los ríos
que abastecían a la ciudad. Según el informe las aguas eran impotables, cargadas de
basuras, fuerte cantidad de microbios y con un acentuado olor fecaloide. Como
consecuencia de este primer informe, se implementó la cloración de las aguas de consumo,
medida pionera en el país, lo que produjo un marcado descenso de las muertes causadas por
fiebre tifoidea28. (Véase Tabla 4)

TABLA 4.

MUERTES POR FIEBRE TIFOEDEA 1905 - 192429.

Año Defunciones por cada mil habitantes


1905 672
1920 260
1921 55
1924 12

Pero la superación de la crisis sanitaria no solo se basó en respuestas políticas, sino


también en la implementación de alternativas sustentables y proteccionistas del entorno
geográfico de la ciudad. La solución a la crisis sanitaria dependió de una mejora en el
abasto y servicio de agua. Fue a través de esta situación, que se hizo evidente el desastre del
entorno natural de los Cerros Orientales.

Miguel Triana propuso la compra de parte de los cerros y de los páramos circunvecinos,
donde se hallaban las cuencas de captación y nacimientos de los ríos, como medida
estratégica de protección para la ciudad. Aparte de estos pioneros intentos proteccionistas
del entorno, Triana introdujo la idea de la arborización como método para recuperar las
fuentes de agua y aumentar el abasto para la ciudad30.

27
P.R.C, (firma). “El porque de la catástrofe". El Nuevo Tiempo. (Bogotá, diciembre 23 de 1904): p. 2.
28
Varga, Julián y Zambrano, Fabio… Op., cit. p. 42.
29
Fuente: Vargas, Julián y Zambrano, Fabio. “Santafé y Bogotá evolución histórica y servicios públicos (1600
– 199)”, en Bogotá 450 años, retos y realidades. Bogotá, Ediciones Foro IFEA 1998.
30
Triana, Miguel...Op., Cit. pp. 5 - 22.

11
La reforestación de los Cerros Orientales partió del principio de valorar los lotes y terrenos
que tuvieran un interés comercial tanto para el municipio como para los particulares. Para
que la rentabilidad de los terrenos serranos se acrecentara de forma inmediata, se decidió
por el Eucalipto, especie arbórea que ofrecía un rápido crecimiento y una aprovechable y
comerciable31.

A la par con la llegada del Eucalipto también se presentó el debate sobre las conveniencias
ambientales de esta especie: su fama de especie aleopática y desecadora de los suelos puso
en discusión cual serian las especies convenientes para repoblar los Cerros Orientales32. Se
impuso la idea de que” aparte de hacer mérito como especie de rápido crecimiento debía
ser lucrativa” 33. Bajo este concepto se impuso la reforestación con especies canadienses y
europeas. A partir de 1924 la reforestación de los Cerros Orientales a través de las
Empresas Municipales del Acueducto se convierte en política Municipal34.

En el informe de la Junta Administradora y de la Gerencia del Acueducto de 1924, se


encuentran los primeros pasos para la recuperación del entorno de los Cerros Orientales,
como una de las medidas para mejorar el abasto de agua y la higiene de la ciudad. En el
informe se encuentran consignados los esfuerzos por la compra y protección de las zonas
estratégicas de los Cerros Orientales, como las cuencas altas de la quebrada las Delicias y
los ríos Arzobispo, San Francisco y San Cristóbal. Además se procedió a l compra de las
áreas utilizadas como chircales sobre las estribaciones serranas y los causes de los ríos, en
especial toda la zona céntrica del Paseo Bolívar, entre Monserrate y Santa Bárbara, donde
se hallaban los nacimientos de los ríos San Agustín y San Francisco35.

2.2. En búsqueda de un río.

Las estrategias encaminadas para solucionar la crisis sanitaria, se centraron en mejorar la


calidad del agua de consumo (cloración), sanear las cuencas de captación de los ríos fuente
(compra de las zonas de nacimiento), y mejorar el abasto de agua para la ciudad
(reforestación). Este último punto era el verdadero escollo en el desarrollo urbano y el
futuro de la ciudad.

Los ríos patrimoniales habían servido por cuatrocientos años a la ciudad, un tiempo
considerable para cuatro cauces que fueron disminuyendo durante los últimos años del siglo
XIX. Mientras la demanda en el consumo de agua, se acrecentaba según corrían los años,
los cauces los ríos patrimoniales no se podían ampliar.

31
Véase: Izquierdo, Antonio. Estudio sobre bosques; Delegado de la Sociedad de Embellecimiento de
Bogotá, al Congreso de Mejoras Públicas. Bogotá, Dinotipos – Diario Nacional, 1927.
32
“La difusión a escala mundial del Eucalipto, especie originaria de Australia, es objeto de varios estudios
ambientales. Para una introducción al debate, véase: De Paula Lima, Walter. Impacto ambiental do Eucalipto.
São Paulo, Editora Universidade de São Paulo, 1996.
33
Triana, Miguel…Op., cit. p. 19.
34
Informe de la Junta Administradora y de la Gerencia del Acueducto…Op., cit. pp. 50 – 57.
35
Véase: Informe de la Junta Administradora y de la Gerencia del Acueducto, Al Honorable Consejo de
Bogotá, Correspondiente al primer semestre de 1924. Bogotá, Tipografía de A. Cortés M & Co, 1924.

12
En la primera década del siglo XX, se realizó un estimativo de oferta de agua del río San
Francisco, se observó que para una población de 58.000 personas asentadas sobre esta
cuenca dentro del perímetro urbano, solo con el caudal disponible de este río, se podía
satisfacer la demanda de agua de 20.000 bogotanos. Sin contar que la solución mayor, las
aguas del río San Cristóbal representaban un 10% mas de volumen de agua respecto al río
San francisco36. Para una población total de 128.406 en 1914, solo un 4% tenía acceso al
servicio de agua37

Lo anterior ilustra qué tanto estaba comprometido el futuro de la ciudad, si seguía


dependiendo del abasto de aguas de sus ríos patrimoniales. El nuevo siglo abre la
manifiesta urgencia de una nueva fuente de agua para la ciudad.

A partir del informe elaborado por José Peña, al final del siglo XIX, se hace manifiesta la
necesidad de pensar en fuentes de abastecimiento alternativas fuera del sistema orográfico
de los Cerros Orientales. Este autor estimó necesario solo planear como medida secundaria
la conducción de aguas extramuros de la ciudad para mejorar la calidad y salud de la
ciudad38.

La idea de traer agua de fuentes lejanas de la ciudad se fundamentaba en la concepción


médica decimonónica, según la enfermedad se trasmitía de los miasmas o fluidos. Al estar
los líquidos contaminados por la corrupción del entorno urbano, producto de la pobreza y
marginalidad de las costumbres higiénicas del pueblo39.

Se pensaba que la lejanía de una nueva fuente garantizaba la asepsia y calidad del agua en
disposición. En 1896 se planteó traer agua de la Quebrada la Chiguaza a través de una
acequia, desde el pueblo de Usme pasando por las haciendas San Vicente y Llano de Mesa,
hoy barrios San Carlos y Tunjuelito, hasta dejar las aguas sobre la conducción de los
Laureles. Este torrente de agua nace en el páramo de Usme (reducto norte del páramo de
Sumapaz) y es afluente del río Tejuelo en su cuenca alta40.

Las aguas del río Tunjuelo y sus afluentes, también empezaron a ser considerados como
posibles soluciones al problema del agua en Bogotá, si bien José Peña desestimo esta
opción, cómo una alternativa para los próximos cincuenta años41.

36
Triana, Miguel…Op., cit. pp. 9-10.
37
Vargas, Julián y Zambrano, Fabio. Op., cit. p. 50.
38
Peña, Segundo José…Op., cit. p. 64.
39
Véanse: Romero Beltrán, Arturo. Historia de la medicina colombiana siglo XIX. Medellín, Universidad de
Antioquia y Conciencias, 1996. pp. 126-128.; y Restrepo, Estela. “La enfermedad, pobreza y muerte en
Bogotá, siglo XIX”, ponencia presentada en el ciclo coloquios de historia. Conferencia celebrada en el salón
oval del edificio de postgrados de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. 5 de
octubre del 2001.
40
Peña, Segundo José…Op., cit. p. 115.
41
Ibíd. p. 10.

13
El primer paso concreto lo dio el gobierno nacional en 1906, al otorgar a la Alcaldía
Municipal de Bogotá jurisdicción sobre los ríos que prometían una solución al problema de
abasto de agua, entre ellos el río Tunjuelo.42.

Las mejoras conseguidas por la Junta Administradora y de la Gerencia del Acueducto


Municipal de Bogotá en 1924 sobre el sistema orográfico de los cerros orientales no
bastaron para suplir las falencias de abasto de agua para la ciudad. En 1927 la Alcaldía
Municipal de Bogotá decreta la constitución de una Comisión Municipal de Aguas, cuya
función fuera la de buscar nuevas fuentes de agua, y estimar sus respectivas proyecciones
de consumo y aumento poblacional.43.

En 1928 el Concejo Municipal acordó contratar la adquisición de proyectos y alternativas


que resolvieran la incógnita del problema del agua en la ciudad44. Al año siguiente se
compraron las cuencas altas de los ríos Sisga y Neusa, al norte de la Sabana de Bogotá, del
río Teusacá, en el municipio de la Calera. Y por ultimo se adelantó la compra con mayor
proyección estratégica para la solución al problema del agua en Bogotá, la adquisición de
la cuenca alta del río Tunjuelo en el sector de La Regadera, al sur de la ciudad, cerca al
pueblo de Usme y en la zona norte del páramo de Sumapaz45.

42
Véase: Decreto No 431 de 1906, por el cual el gobierno central cede al municipio de Bogotá, todas las
aguas de uso público que corran cerca por dicho municipio
43
Rodríguez Juan Camilo…Op., cit. Tomo I. Tomo I. p. 215.
44
Véase: Acuerdo, 23 de 1928. Para adquirir un proyecto sobre aprovisionamiento de aguas para la ciudad.
Concejo Municipal de Bogotá.
45
Rodríguez Juan Camilo… Op., cit. Tomo I. p. 217.

14
BIBLIOGRAFÍA

1. FUENTES PRIMARIAS.

Arias Argaes, Isaac. Observaciones sobre la higiene de Bogotá. Tesis para el doctorado en
medicina, prescrita y sustentada. Escuela de medicina de la Universidad Nacional. Bogotá,
Imprenta la Nación, 1890.

Coni Emilio. La higiene pública y la organización sanitaria en Colombia. Buenos Aires,


Casa editorial Minerva, 1921.

Cotes Manuel. Régimen alimenticio de los jornaleros de la sabana de Bogotá, estudio


presentado al Primer Congreso Médico Nacional de Colombia. Bogotá, Imprenta la Luz,
1883.

Informe de la Junta Administradora y de la Gerencia del Acueducto, Al Honorable Consejo


de Bogotá, Correspondiente al primer semestre de 1924. Bogotá, Tipografía de A. Cortés
M & Co, 1924.

Izquierdo Antonio. Estudio sobre bosques. Delegado de la Sociedad de Embellecimiento


de Bogotá, al Congreso de Mejoras Públicas. Bogotá, Dinotipos – Diario Nacional, 1927.

Peña Segundo José. Informe de la comisión permanente de aguas. Bogotá, Imprenta


Nacional - Antiguo convento de las Clarisas, 1896.

Price Jorge W. Breve exposición sobre el abastecimiento de agua de las ciudades y villas.
Bogotá, Imprenta Eléctrica, 1915.

Triana Miguel. La arborización y las aguas, artículos escritos para Bogotá, pero que son
aplicables a otras poblaciones de la república. Bogotá, Casa editorial liberal, 1914.

Uribe J. Delio. Contracto sobre provisión de aguas á la ciudad por tubería de hierro 1888;
Documentos relativos al servicio de agua de la ciudad, que se publican por disposición del
Consejo municipal. Bogotá, tipografía de Pizano, 1888.

1.2 ACUERDOS DEL CONCEJO DE BOGOTÁ Y DECRETOS DEL PODER


LEGISLATIVO.

Acuerdo, 29 de 1894. Prohibición de explotar canteras. Concejo Municipal de Bogotá

Acuerdo, 23 de 1928. Para adquirir un proyecto sobre aprovisionamiento de aguas para la


ciudad. Concejo Municipal de Bogotá.

Decreto No 431 de 1906, por el cual el gobierno central cede al municipio de Bogotá, todas
las aguas de uso público que corran cerca por dicho municipio

15
2. BIBLIOGRAFÍA

Acuarelas de Edward Mark. Colombia 1843 – 1856. Compilación. Bogotá, Litografía Arco,
1995.

Carrasquilla Botero, Juan. Quintas y estancias de Santafé y Bogotá. Bogotá: Banco


Popular, 1992.

De Paula Lima, Walter. Impacto ambiental do Eucalipto. São Paulo, Editora Universidade
de São Paulo, 1996.

Rodríguez, Juan Camilo (Director de la obra) y la Empresa de Acueducto y Alcantarillado


– ESP. El agua en la historia de una ciudad. Bogotá, EAAB - ESP, 1997.

Romero Beltrán, Arturo. Historia de la medicina colombiana siglo XIX. Medellín,


Universidad de Antioquia y Conciencias, 1996.

Vargas, Julián y Zambrano, Fabio. “Santafé y Bogotá evolución histórica y servicios


públicos (1600 – 199)”, en Bogotá 450 años, retos y realidades. Bogotá, Ediciones Foro
IFEA 1998.

3. PRENSA

Amaya, Ricardo. " Oficina de Sanidad”, en El Nuevo Tiempo. (Bogotá, febrero 25 de 1905):
Estadísticas, p. 3. Y Rodríguez Pérez, Tomas. “Intereses municipales: El agua”, en El
Nuevo Tiempo. (Bogotá, febrero 27 de 1905): p. 2.

P.R.C, (firma). “El porque de la catástrofe". El Nuevo Tiempo. (Bogotá, diciembre 23 de


1904): p. 2.

4. ARTICULOS

Mejía, Germán. “Los itinerarios de la transformación urbana”, en Anuario Colombiano de


Historia Social y de la Cultura. No 24, 1997. p. 133.

Sanz de Santamaría, Carlos. “Observaciones sobre Bogotá y sus principales servicios”, en


Cámara de Comercio de Bogotá, Estructuras y principales servicios. Bogotá, Cámara de
Comercio de Bogotá, 1978. pp. 17 – 18.

Wiesner, Francisco. “Aguas para Bogotá”, en Cámara de Comercio de Bogotá, Estructuras


y principales servicios. Bogotá, Cámara de Comercio de Bogotá, 1978. pp. 238 – 250

16
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18
Legislación de aguas en el siglo XX, el papel de las organizaciones de
usuarios en la aplicación de reglamentos y en la administración
de los Distritos de Riego

Jacinta Palerm Viqueira


Colegio de Postgraduados
jpalerm@colpos.mx
RESUMEN
La legislación de aguas en el curso del siglo XX ha sufrido cambios
radicales que han implicado discontinuidades en las políticas, ello ha
afectado particularmente a las organizaciones de usuarios, sin mencionar
la gestión misma del recurso agua.

Hacemos una breve revisión del papel que se ha dado a las


organizaciones de usuarios en tres grandes rubros: la reglamentación de
aguas nacionales (superficiales), la reglamentación de aguas del subsuelo
y la administración de los distritos de riego. Destacamos que en el curso
del siglo XX las organizaciones de usuarios han tenido mayor presencia en
la legislación, en las políticas y en la actividad misma de los regantes que
la que suponemos, incluyendo la administración de los Distritos de Riego.
De tal manera que aunque se supone que es a fines del siglo XX que inicia
un proceso descentralizador y de retiro del Estado, de hecho la
descentralización entendida como la administración por los usuarios
predominó en el caso del pequeño riego, y en el caso de los Distritos de
Riego (gran irrigación) estuvo presente en la legislación hasta 1972 y tuvo
auge como política en la década de 1940.

I. REGLAMENTACIÓN DE AGUAS NACIONALES (SUPERFICIALES) Y


ORGANIZACIONES DE USUARIOS

REGLAMENTACIÓN DE AGUAS NACIONALES (SUPERFICIALES)


La competencia del Ejecutivo de reglamentar las aguas nacionales
inicia explícitamente con la Ley sobre vías generales de comunicación de
1888 y se conserva en la subsiguientes leyes de aguas (1910, 1929, 1934,
1972, 1992. Aunque el concepto de lo que son aguas nacionales se ha
venido modificando (con la Constitución de 1917 y con la inclusión clara
de las aguas del subsuelo en 1972 por ejemplo --curiosamente las aguas
de las minas, aunque podrían ser consideradas del “subsuelo”, en la Ley
de 1929 y la de 1934 se catalogan como de propiedad nacional.

LAS CONCESIONES Y DOTACIONES DE AGUA


El propósito principal de la reglamentación es poner orden de tal
manera que todos los usuarios puedan hacer uso de sus concesiones o
dotaciones de agua. En las leyes de 1910, 1929 (como autorización), 1934,
2

1972 se especifica que la reglamentación tiene también la función de


concesión.

La legislación mexicana a nivel federal y hasta finales del siglo XIX


no contempla las concesiones de aguas, antes realizadas por la Corona
bajo el nombre de merced de aguas. Es con la Ley de 1888 y un decreto de
1894 que pasa a ser el Ejecutivo federal, a través de la Secretaría de
Fomento, el encargado de otorgar concesiones sobre aguas de propiedad
nacional. En las primeras leyes de aguas a nivel federal (1888, 1910, 1929)
se hace referencia, entonces, a concesión o confirmación, por ejemplo en la
Ley de 1910 el capítulo III de las confirmaciones, Art. 31-36 y en la Ley de
1934, Art. 18.

Con el reparto agrario viene una recomposición del acceso a tierra y


agua. En el caso del agua los ejidos podían solicitar restitución o dotación
de aguas; la dotación correspondía a una solicitud de agua, mientras que
la dotación por accesión correspondía al caso en que las tierras
expropiadas para el ejido eran de riego (Cuadros, 1999:82-106, 428, 591,
571-574, Tamayo, 1958: 1). La dotación debía publicarse en el Diario
Oficial de la Federación, no obstante hay un conjunto de casos en que los
gobiernos de los estados emitieron una concesión publicada en el Periódico
Oficial del estado --y que no llegó a nivel federal (E. Roesner 2003, A.
Escobar 2003).

En la Ley de Aguas de 1992 se contempla extender título de


concesión a las Asociaciones de Usuarios, de tal manera que una
concesión pasa a ser equivalente de una Asociación, y la Asociación
potencialmente puede recibir agua de diversas fuentes, mientras que la
reglamentación en Leyes de aguas anteriores se centraba en los usuarios
de una dada fuente de agua (una corriente, un aprovechamiento colectivo,
una presa). Cuando menos en el Reglamento de la Ley de Aguas de
Jurisdicción Federal de 1910 se precisa: “Deberá presentarse solicitud por
separado para cada corriente o depósito, y para cada uno de los
aprovechamientos ...” (Art. 8).

APLICACIÓN DE LA REGLAMENTACIÓN DE AGUAS NACIONALES POR


ORGANIZACIONES DE USUARIOS

En la Ley de 1934 y su Reglamento de 1936 se establece que el


reglamento será aplicado por una Junta de Aguas, con carácter de agente
del ejecutivo, elegida por los usuarios. Por usuarios se entiende a todos los
usos y tipos de usuarios (riego de terrenos ejidales, sistemas de riego de la
CNI, riego de terrenos de pequeños usuarios que formen pueblos,
rancherías, comunidades, etc., sociedades de usuarios, aprovechamientos
para los servicios públicos y domésticos, riego de terrenos de propiedad
privada y usos industriales y fuerza motriz).
3

La reglamentación podía corresponder a una corriente, depósito o


aprovechamiento colectivo, e incluso sistemas muy pequeños, por ejemplo
se señala que si “el número de aprovechamientos es reducido, una sola
persona, que se denominará juez de aguas, podrá asumir las funciones
que este reglamento asigna a las juntas de aguas” (Art. 220 del
Reglamento de 1936). Con ello el Reglamento de 1936 parece estar
retomando la “Ley del Patrimonio Parcelario Ejidal” y la “Ley de dotaciones
y restituciones de tierras y aguas” de la década de los 1920’s, en las que se
establece que en los ejidos la Asamblea de ejidatarios irrigantes (sic) debe
elegir un juez de aguas.

La aplicación de los reglamentos, antes de la Ley de 1934, se deja en


alguna figura asociativa de los usuarios. En el primer reglamento que se
hace bajo la Ley de 1888 (:Reglamento provisional para la distribución de
las Aguas del río Nazas, junio 24 de 1891) se indica que los usuarios se
harán cargo de aplicar el reglamento a través de una figura a la que se
denomina sindicato (Art. 27). En el Reglamento del río Magdalena (1907) se
habla de una junta directiva de los usuarios (Kroeber 1994:183, ver
también DOF 18/10/1930). En Reglamentos de la década de 1920, la
figura que encontramos es la de Junta de Aguas.

La figura de Junta de Aguas se retoma en la Ley de 1934 y


perduraría en la Ley de 1972, que substituye a la de 1934, y por la
vigencia del Reglamento de 1936 que se substituye hasta la Ley 1992. Sin
embargo en la Ley de Aguas de 1992 no se establece la figura encargada de
aplicar la reglamentación, tampoco existe una figura asociativa que reúna
a usuarios de distintos usos --salvo los consejos de cuenca.

Paralelo --y anterior-- a la reglamentación por el ejecutivo de aguas


nacionales, existen reglamentaciones de carácter privado (como es el caso
de los llamados reglamentos interiores) y de instituciones gubernamentales
como ayuntamientos y los estados (Sánchez 2002). Aboites (1998) señala
que es a partir de la Ley de 1888 que inicia en México una centralización
de la administración del agua.

Las Leyes de Aguas además de señalar la capacidad del ejecutivo de


reglamentar, limitan la capacidad privada o de otras instancias de
gobierno. En la Ley de 1929 (Art. 6), así como en la Ley de 1934 (Art. 8) se
indica que “En consecuencia, la Nación, representada por los poderes
Federales, tiene soberanía y derecho de regularizar el aprovechamiento de
estos bienes en los términos de esta Ley y de sus reglamentos, con
exclusión de cualesquiera otra entidad política o privada” y “ La Nación ha
tenido y tiene, de conformidad con el artículo 27 constitucional, la plena
propiedad de las aguas ... En consecuencia, la Nación representada por los
Poderes Federales, tiene soberanía y dominio sobre esos bienes y derecho
para regularizar su aprovechamiento ... con exclusión de cualquier otra
entidad política o privada.”
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En la Ley de 1934 (Art. 72) se señala explícitamente “Los


Reglamentos interiores de aprovechamientos colectivos podrán ser
formados por los usuarios, pero sólo surtirán sus efectos legales cuando
los aprueba la Secretaría” (ver también Rodríguez, 1944:26), tal parece ser
el caso de Yecapixtla: “Acuerdo que autoriza a la Junta de Aguas del
Reglamento Interior del pueblo Yecapixtla para distribuir las aguas del río
Cuautla, en el Estado de Morelos” (DOF 97/08/1930). El Reglamento de
1936 (Art. 253) añade que “La reglamentación de los aprovechamientos
hechos por una sociedad de usuarios podrá ser proyectada por la misma
sociedad y surtirá sus efectos al ser aprobada por la Secretaría, quedando
sujeta a lo que previene el capitulo XX [que trata sobre las Juntas de
Aguas]”.

Aunque la Junta de Aguas es la figura encargada de aplicar los


reglamentos, la Ley de 1934 también contempla que la Secretaría
directamente nombre personal distribuidor (Art. 79 de la Ley) o como se
señala en el Reglamento de 1936 en relación a excepción en la aplicación
de la reglamentación por la junta de aguas: que “por acuerdo del Ejecutivo,
la Secretaría o la CNI tomen a su cargo la conservación, reparación y
manejo de las mismas obras” (Art. 222). La administración directa por la
Secretaria la encontramos en el Nazas: Ingeniero inspector nombrado por
la SAF (Art. 25 del reglamento de 1891 y 1885), en el reglamento de 1895
se especifica como ingeniero jefe de la Comisión Inspectora del Nazas;
posteriormente tomaría el nombre de Comisión distribuidora. La figura de
Comisión distribuidora también se indica para el Lerma y para el río Celio
(AHA-Catálogo).

LEGISLACIÓN SOBRE LAS ORGANIZACIONES DE USUARIOS


En la Ley de 1934 se confunde reglamentación y organización de
usuarios, al ser la figura Junta de Aguas una organización de usuarios
encargada de aplicar el Reglamento; pero adicionalmente en las leyes de
aguas empieza también a legislarse sobre las organizaciones de usuarios,.
En la Ley de 1929 se establece la figura de Asociación de Usuarios, y en el
Art. 46 se señala que “Será obligatoria la formación de Asociación de
Usuarios: a) Cuando se trate de aprovechamientos colectivos hechos por
una sola toma. b) En las zonas servidas por una empresa de riego en los
casos y condiciones que los reglamentos especiales determinen.”

En la Ley de 1934 y su Reglamento de 1936 se cambia la figura de


Asociación por la de Sociedades de Usuarios y no se indica la
obligatoriedad de formar una sociedad o asociación --la figura parece estar
pensada para la construcción de nuevos aprovechamientos. En el Art. 72
de la Ley está implícito que existen organizaciones de usuarios al señalar:
“Los Reglamentos interiores de aprovechamientos colectivos podrán ser
formados por los usuarios, pero sólo surtirán sus efectos legales cuando los
aprueba la Secretaría”. Además la Ley de 1934 indica que la Sociedad de
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Usuarios, una vez que la reglamentación fuese sancionada por la


Secretaría, se convertía en Junta de Aguas.

En la Ley de 1972 desaparece la figura de Sociedades de Usuarios, y


reaparece la de Asociaciones de Usuarios para lo que se denominan
Unidades de Riego para el Desarrollo Rural (URDERAL). La URDERAL en el
articulado de la Ley de 1972 parece dirigido a la construcción,
rehabilitación y tecnificación de pequeña obra de riego, no obstante
aparentemente fue interpretado y se hizo operativo en el sentido de entrar
a “organizar” a los ejidos y comunidades. En la Ley de 1972 existen
simultáneamente las organizaciones de usuarios llamadas Juntas de
Aguas: agentes del ejecutivo encargadas de aplicar los reglamentos, y
URDERALES.

Las Asociaciones de Usuarios de las URDERALES (definido como


aquellos que hacen uso de una obra) deben contar con un Reglamento que
a su vez deberá ser aprobado por una instancia denominada Comité
Directivo de las URDERALES que se conformará en cada Estado de la
República (Ley de Aguas de 1972, Art. 76 y 77).

Sin embargo no se contempla que la URDERAL se convierta en


Junta de Aguas; de tal manera que la Ley de 1972 crea una nueva figura
de organización de usuarios, la URDERAL, disociada de la reglamentación;
y la palabra reglamento cobra un nuevo sentido, la referencia ya no es
exclusivamente, ni principalmente a la competencia del Ejecutivo de
reglamentar o regular las aguas nacionales, sino a Reglamentos para las
Asociaciones de Usuarios.

En la Ley y Reglamento de Aguas, respectivamente de 1992 y 1994,


se señala la obligatoriedad de un reglamento para las Asociaciones de
Usuarios (definida como la figura que tiene una concesión); quedando por
separado cada uso: uso público urbano, uso agrícola y uso en otras
actividades productivas (titulo Sexto, Capítulo 1, 2 y 3 de la Ley). En el Art.
52 de la Ley se especifican los rubros que debe incluir el reglamento de la
Asociación de Usuarios.

La atención ha pasado de estar centrada en la reglamentación de


aguas nacionales, a centrarse en las figuras organizativas de los usuarios
y hay una disociación entre reglamentación de aguas nacionales y
Reglamentos de Asociaciones de Usuarios.

LA REGLAMENTACIÓN DE AGUAS NACIONALES: LOS NÚMEROS

Durante el siglo XX hay un esfuerzo considerable de reglamentación,


en el Diario Oficial ubicamos unos 176 avisos de reglamentación y a partir
de 1972 de regulación (:15 de la década de 1940, 54 de la década de 1950,
72 de la década de 1950 y 18 de la década de 1970, 13 de la década de
1980 y 4 de 1990-1993). Según la Ley de 1934 (Art. 207) y según la Ley de
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1972 (Art. 161) el aviso de reglamentación o de regulación debía publicarse


en el Diario Oficial.

Ubicamos en el Diario Oficial 52 reglamentos (:1 de 1919, 1 de 1939,


1 de 1947, 31 en la década de 1950, 16 en la década de 1950, 1 de 1990) y
3 acuerdos de regulación (de 1975, 1980 y 1991). Ubicamos en diversas
fuentes, particularmente en el catálogo del Archivo Histórico del Agua
(AHA), 106 reglamentos o referencias a reglamentos adicionales que se
refieren a lugares distintos --hacemos esta acotación dado que no es raro
que exista más de un reglamento del mismo lugar. Sólo en pocos casos
(menos de 30) logramos relacionar el aviso de reglamentación (o
regulación) publicado en el Diario Oficial con el Reglamento (o acuerdo de
regulación) correspondiente. En unos 10 casos adicionales hemos
relacionado el aviso de reglamentación con un expediente de junta de
aguas del AHA.

En el Diario Oficial ubicamos unas 18 menciones de juntas de aguas


(2 de 1930, 18 de 1940), donde las 18 de la década de 1940 no se duplican
con lugares en que hemos ubicado un reglamento --y, según la legislación,
la junta de aguas se formaba a partir de una reglamentación. En el
catálogo del AHA ubicamos unos 150-200 expedientes de Juntas de Aguas
referidos a lugares distintos (no siempre es fácil deslindar dado que se
utiliza uno u otro nombre de la corriente o el nombre de la localidad;
también es frecuente que haya juntas de la corriente y juntas del canal).
La mayor parte corresponde a casos en los que se reporta Reglamento en
el catálogo del AHA (o en otra fuente), o a un aviso de regulación, pero hay
unos 55 casos de juntas de lugares aparentemente adicionales.

En total podemos hablar de menos de 300 casos entre reglamentos y


juntas, y unos 150 casos adicionales de avisos de reglamentación. Aunque
no todos los expedientes en el AHA han sido catalogados.

A las reglamentaciones realizadas por la Secretaría de Agricultura y


Fomento y Secretarías sucesoras, habría que añadir las reglamentaciones
por el Departamento Agrario que el Reglamento de 1936 señala será el
encargado de elaborar el reglamento en sistemas de riego donde sólo haya
ejidos, igualmente de elaborar las distribuciones provisionales al dar
posesión de aguas a los ejidos (Art. 216 y Art. 2 de los transitorios, ver
también López Pacheco 2002:74). El Archivo General Agrario (AGA), cuenta
con el llamado “grupo documental dotación y accesión de aguas”, con 170
metros lineales de documentos, que corresponden a 10,700 expedientes; al
parecer es posible dar continuidad a los expedientes entre aquellos de la
SAF/SRH/SARH, actualmente en el AHA, y los del Departamento Agrario,
actualmente en el AGA (Escobar y Sandre 2003).

No obstante la labor visible de reglamentación (o regulación) durante


el siglo XX, encontramos varios casos en que no se llegó a reglamentar;
7

tampoco se organizaron unidades de riego y todavía no conforman


asociaciones de usuarios para recibir su título de concesión. Por lo tanto,
no hay oficialmente una organización (: Junta de Aguas, URDERAL,
Asociación de Usuarios ...). Tal situación es la que encontramos en los
siguientes casos, todos ellos de aprovechamientos multicomunitarios:

Los ejidos y diversas asociaciones (sociedad agrícola, sociedad cooperativa,


cooperativa, unión de pequeños propietarios, unión de agricultores)
que comparten un mismo canal (hay un total de 17 canales
emisores) para el uso de las aguas negras de la ciudad de San Luis
Potosí --con un total de volumen de agua de 2,190 lps (Palerm y
Martínez 2000).

Las derivaciones sobre el río Nexapa (Puebla) que comparten una misma
obra de cabecera (un canal y túnel de trasvase del río Atoyac al
Nexapa), se encuentran organizadas en el Comité de Vigilancia del
río Nexapa: dan mantenimiento a la obra de cabecera, y vigilan y se
prorratean el agua entre cada derivadora. La superficie total de riego
es de cerca de 10,000 hectáreas (Palerm y Martínez 2000). Aunque
hay varios avisos de reglamentación ninguna parece haberse
concretado.

El manejo de las aguas broncas para entarquinamiento en el río La Patera,


así como el manejo de las aguas de dos manantiales Aguas Blanca y
Agua Negra en la misma zona (municipios de Coeneo y Huaniqueo,
Michoacán) --con una superficie para entarquinar de unas 1,000 ha;
mientras que la superficie de riego por agua de los manantiales es de
unas 800 ha (López Pacheco 2002:192, 75). Por ejemplo en el caso
del río La Patera se señala “Las superficies de los terrenos que se
mencionan pasarán al poblado beneficiado con todos los usos,
accesiones, costumbres y servidumbres ... para que los terrenos de
riego conserven su calidad, los beneficiados con la dotación tendrán
derecho a hacer uso de las aguas necesarias en la misma forma
hasta hoy acostumbrada y entre tanto la Oficina de Aguas del
Departamento Agrario hace el estudio relativo para determinar su
reglamentación” (Actas de dotación de tierras, 1937 citado en López
Pacheco 2002:74, 113-114); sin embargo no se llegó a emitir una
distribución provisional, ni a elaborar un reglamento. Tampoco los
avisos de reglamentación parecen haberse concretado.

Además hay casos de aprovechamientos comunitarios en que no


encontramos el patrón de un juez de aguas nombrado por la asamblea de
regantes, como se indica en el Reglamento de 1936, en la “Ley del
Patrimonio Parcelario Ejidal” y en la “Ley de dotaciones y restituciones de
tierras y aguas” de la década de los 1920’s. Tal es el caso, por ejemplo de
la comunidad de Tochimilco (Puebla) con unas 790 hectáreas de riego, en
que a cada barrio corresponde un manantial, y cada barrio tiene un
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comisionado del agua; y también es el caso de las Sociedades, Uniones,


etc. que aprovechan aguas negras en la periferie de la ciudad de San Luis
Potosí (Morán et al, 1997, 2001; Palerm y Martínez, 1997).

LAS UNIDADES DE RIEGO: LOS HECHOS

En la práctica la Ley de 1972 sobre URDERALES parece haber


tenido tres efectos importantes, el primero bautizar a la pequeñas obras de
riego, o a las “obras de riego” no-Distritos de Riego, como Unidades de
Riego: el país quedó dividido entre superficie regada por Unidades y
superficie regada en Distritos de Riego. El segundo efecto fue un registro
de la superficie regada por unidades de riego (lo que llaman unidades
“organizadas”, por el simple hecho del registro), cuyos resultados
sorprendieron por la importancia de la superficie regada en pequeño riego
(2.5 a 3 millones de ha.). El tercer efecto fue un esfuerzo de corta duración
y, en los hechos, de poco impacto, de entrar a “organizar” a los ejidos y
comunidades, substituyendo a los jueces de agua; en los casos de
sistemas multicomunitarios ello implicó intervenir en las partes
componentes de una junta de aguas (Martínez y Palerm, 1997).

Cabe señalar que se indica que hay 22,772 unidades de riego


registradas con una superficie de 1,709,723 hectáreas y otras 16,526
unidades no registradas con una superficie de 864,468 hectáreas; es decir
un total de 32,298 unidades y una superficie de 2,574,191 hectáreas
(Palacios, 1998). Esta cifra contrasta con los 300 casos de reglamentos y
juntas de aguas --parte de la explicación es que se están contabilizando los
pozos, otra parte es que las juntas comprenden a varios ejidos o
comunidades, cada uno de ellos una unidad, otra parte es que no a todos
los usuarios de riego se les ha dado seguimiento aunque probablemente se
encuentren en expedientes del “grupo documental dotación y accesión de
aguas” del Archivo General Agrario. Ello indica que no obstante el
propósito “centralizador” de la legislación, en los hechos no parece haber
un control real de los usuarios de pequeño riego 1.

El modelo organizativo para las URDERALES lo encontramos por


ejemplo en SRH (1974), y parece hacer caso omiso de la experiencia previa
de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (Fuentes et al, 1967). Con la
Ley de 1992 continua la actualización de las organizaciones de regantes
pero aparentemente se sigue haciendo caso omiso de experiencias
anteriores. Encontramos formatos de reglamento para junta de aguas en
Fuentes et al. (1967), para URDERAL en SRH (1974), y propuestas para
organizar y/o actualizar a la ley y reglamento, respectivamente de 1992 y
1994, a las “unidades de riego” en Mojarro Dávila y Gutiérrez Nava (2000)

1 Agradezco a Antonio Escobar los intercambios sobre el tema de la praxis


de la centralización.
9

y Mojarro Dávila et al 2000). Posiblemente el modelo más importante


consiste en el Reglamento para la organización y funcionamiento de las
juntas y jueces de aguas de 1941 que reúne en un texto la legislación
pertinente de la Ley de 1934 y el Reglamento de 1936, además de
precisiones sobre procedimientos y formatos para padrón de usuarios,
libros de actas, etc. Este Reglamento indica la organización y
funcionamiento para toda junta de aguas, con ello resuelven el problema
de elaborar reglamentos específicos y en el reglamento particular basta el
cuadro de distribución con la indicación: "La organización, funcionamiento
y atribuciones de esta Junta [de Aguas] están definidas en el Reglamento
para la organización y funcionamiento de las Juntas y Jueces de Aguas",
tal y como se hace en el Art. 4 del Reglamento para la distribución de las
aguas de la barranca Amatzinac (parte alta), en los estados de Morelos y
Puebla (DOF 30/07/1951) 2.

Los usuarios de pequeño riego han transitado entonces de juntas de


aguas a unidades de riego a asociaciones de usuarios, sin que estas tres
categorías sean isomórficas. Para dar un ejemplo, y no la única posibilidad
de sobrevivencias de leyes anteriores; a nivel de ejido dicen tener una
unidad de riego (pero siguen eligiendo a su juez de aguas) y a nivel del
sistema multicomunitario mantienen algo que llaman la junta de aguas y
que debe transitar hacia una Asociación Civil con su título de concesión.

Las comunidades, ejidales o no, así como unidades de


aprovechamiento más pequeñas son las que menos dificultad organizativa
presentan, aunque en casos de falta de experiencia en agricultura de riego
se dificulta. No obstante hemos visto que se suple con antecedentes de
experiencia organizativa de comunidad (Sanches Peraci, 1998). Es
indudable la mayor dificultad organizativa en situaciones
multicomunitarias (Martínez y Palerm, 1997; Palerm y Martínez, 2000).
Por lo tanto parece haber una incongruencia entre la creciente
problemática de gestión del agua y una atención centrada en la
organización para el riego a nivel de comunidad o de pozo (multi-
individual). Efectivamente se está implementando juntar varias unidades
de riego bajo la perspectiva de que conformen una Asociación de Usuarios
y extenderles el título de concesión, o juntar varias unidades para formar
una S. de R. L. (Mojarro Dávila y Gutiérrez Nava, 2000; Mojarro Dávila et

2 La búsqueda del Reglamento ... de las juntas y jueces de aguas inició a


partir de diversas alusiones que se le hacen: en el Reglamento del
Amatzinac de 1951, en oficios varios de la SRH/SARH sobre el caso
del Comité de Vigilancia del río Nexapa de 1967 y de 1981 (Palerm y
Martínez 365, 369, 371). Ello permite afirmar su vigencia desde
1941 hasta la década de 1980, y su supresión probablemente sólo a
partir de la entrada en vigor de la Ley de Aguas de 1992.
10

al., 2000) con fines de que puedan contratar personal profesional (Palacios
et al., 2001).
La propuesta de juntar unidades de riego se está implementando
juntando o asociando usuarios de sistemas de riego contiguos, pero no
necesariamente relacionados en su fuente de agua o en su infraestructura,
esta perspectiva no toma en cuenta que las organizaciones autogestivas no
burocráticas presentan niveles organizativos u organizaciones anidadas, y
que la organización y los niveles organizativos deben corresponder a las
necesidades técnicas, es decir debe haber una correspondencia entre la
parte física (infraestructura hidráulica y/o curso natural del agua) y la
social. (Palerm 2001-a, Palerm Viqueira et al. 2002, Pimentel et al. 2000,
ver también Yoder, 1994-a y b, Pradhan, 1989, Ostrom, 1990).

II. REGLAMENTACIÓN Y AGUAS DEL SUBSUELO


Antes de 1945, en la Ley de 1934 (Art. 14) las aguas del subsuelo se
definen como de libre alumbramiento, la única restricción es que el
aprovechamiento no afecte aguas de propiedad nacional --que incluye a
manantiales; sin embargo en 1945 (21 de abril) se reforma el párrafo
quinto del artículo 27 constitucional, indicándose que “Las aguas del
subsuelo pueden ser libremente alumbradas mediante obras artificiales, y
apropiarse por el dueño del terreno; pero, cuando lo exija el interés
público, o se afecten otros aprovechamientos el Ejecutivo Federal podrá
reglamentar su extracción y utilización, y aún establecer zonas vedadas, al
igual que para las demás aguas de propiedad nacional.” En la Ley de 1972
las aguas del subsuelo se definen explícitamente como aguas propiedad de
la Nación (Art. 5, inciso XI), sin embargo el único cambio de
administración es el señalar (Art. 23) que se requerirá de asignación o
concesión en zonas de veda, al igual que en el Reglamento de 1994 (Art.
79), aunque en este caso se señala que se promoverá la organización de los
usuarios (Art. 77).

Los primeros dos decretos de veda son de 1948 y 1949 precedidos de


un “Acuerdo que faculta a la Secretaria de Recursos Hidráulicos para
resolver los asuntos relacionados con la explotación de las aguas salinas
del vaso del Lago de Texcoco, así como las de su subsuelo” (DOF
14/07/1947); en la década de 1950 se emitirían unos 50 decretos de veda
y en la de 1950 casi otros tantos, en la década de 1970 y 1980 no más de
20 decretos. En total unos 105 decretos de veda incluyendo algunos
decretos de ampliación de la zona de veda. Sin embargo ubicamos en el
Diario Oficial únicamente los siguientes reglamentos: siete (9, 10, 12, 13,
14 y 16/01/1959) de las aguas que se extraen del subsuelo en la zona de
Zumpango, estado de México (cada reglamento corresponde a un pozo y no
a un espacio de veda o acuífero); uno (4/04/1960) para la zona de veda de
la ciudad Ramos Arizpe, Coahuila; dos (19/03/1965 y 14/08/1992) para
el Valle de Santo Domingo en Baja California Sur; uno (14/03/1963) para
11

la Costa de Hermosillo, y uno (13/08/1991) de aguas del subsuelo de la


Comarca Lagunera, en el caso de La Laguna precedido de un “Decreto por
medio del cual se ordena que la Secretaria de Recursos Hidráulicos, a
través de la Gerencia del Distrito de Riego de la Región Lagunera, asumirá
de inmediato el control de los alumbramientos de las aguas del subsuelo
existentes en dicho Distrito” (DOF 25/07/1962).

De manera muy interesante el “Reglamento ... de la Ley en materia


de aguas del subsuelo” (27 de febrero de 1958) señala (Art. 35, inciso i)
que los reglamentos de aguas del subsuelo de zonas de veda incluirán
normas para la organización de los usuarios; sin embargo no parece
haberse implementado tal organización de usuarios. Tal iniciativa no
parece muy distinta a la propuesta reciente de organización de los
usuarios de acuíferos en COTAS (Comité Técnico de Aguas Subterráneas).
(Scott et al. 2000).

III. DISTRITOS DE RIEGO Y ORGANIZACIONES DE USUARIOS


La Comisión Nacional de Irrigación (CNI), creada con la Ley sobre
Irrigación con Aguas Federales de 1926, está dirigida a la construcción de
grandes obras hidráulicas para riego. La necesidad de intervención directa
del Estado en la construcción de infraestructura para riego se debatió a
principios del siglo XX; y varios ingenieros mexicanos como Gayol 1994
[1906], Palacios 1994 [1909], Herrera y Lasso 1994 [1919] concluyeron que
para grandes obras hidráulicas esta intervención es necesaria.
Argumentan que la complejidad técnica de obras grandes, la importancia
del monto de capital a invertir, la necesidad de re-ordenar el territorio
afectado y beneficiado por la obra o de colonizarlo hacen difícil y penoso
que obras grandes las emprenda y realice exitosamente la iniciativa
privada.

Los ingenieros que a principios del siglo XX argumentaron sobre la


necesidad de intervención directa en la construcción, no parecen haber
visto a la operación como un problema; de hecho Herrera y Lasso en 1919
(pp. xxxvi) comenta que las comunidades de regantes son buenas para
conservar, pero no para construir.
Cabe señalar que, no obstante la importancia y el relieve que se dio
a la gran irrigación, de hecho domina el pequeño riego. En las cifras oficial
la mitad de la superficie de riego del país corresponde a pequeño riego,
pero además existe un número importante de Distritos que o son pequeños
o corresponden a conjuntos de sistemas de riego sin una obra de cabecera
en común, sólo unos 20 Distritos corresponden a sistemas de riego con
más de 20,000 hectáreas, y de ellos la mitad tienen menos de 50,000 ha.
(Ver Cuadro núm. 2).
12

En la Ley de Irrigación de 1926 aparentemente está implícita la


entrega de los Distritos: “Art. 13 La explotación de las obras se sujetará a
las siguientes prescripciones: a) En el caso de que la Comisión las haya
ejecutado, quedará a cargo de ésta su explotación hasta obtener el
reembolso de los gastos de construcción ... b) Cuando se haya obtenido el
reembolso del gasto total, o cuando los propietarios hayan ejecutado
directamente las obras, se concederá la explotación a los usuarios de
acuerdo con lo que al efecto disponga el reglamento de esta ley.”

Los llamados Sistemas de Riego hasta 1939, y posteriormente


Distritos de Riego (Rodríguez, 1940:67), fueron operados por la CNI entre
1930 y 1935, fecha en la que “Con motivo de las reformas a la Ley de
Crédito Agrícola de 1935, el Banco Nacional de Crédito Agrícola se encarga
de la colonización y administración de los Distritos de Riego construidos
por la Comisión. ... [aunque la Comisión conserva] la operación
preparatoria o transitoria de los Distritos de Riego que deban entregarse al
Banco de Crédito Agrícola, y en la operación de los Distritos de Riego,
principalmente ejidales, que por acuerdo presidencial controla la CNI
(Rodríguez, 1940:62-63). En 1944 “en cumplimiento del Decreto
Presidencial publicado en el Diario Oficial 2 de diciembre 1944, la CNI
recibió los 10 Distritos de Riego que venía operando el BNCA, S.A. Este
Decreto fue dictado .... y tomando en cuenta las reformas hechas en el año
de 1942 a la Ley de Crédito Agrícola del 20 de diciembre de 1935 cuyas
reformas dejaron al arbitrio del Gobierno Federal el encomendar o no la
operación de determinados Distritos de Riego al Banco Agrícola.
(Rodríguez, 1945:49).

En 1946 se publica la Ley de Riegos, que substituye a la Ley sobre


Irrigación de 1926, esta Ley ya contempla la división de la Secretaría de
Agricultura y Fomento (SAF) en Secretaría de Recursos Hidráulicos (SRH)
(dando continuidad a la Comisión Nacional de Irrigación, antes ubicada en
la SAF) y en Secretaría de Agricultura y Ganadería. En la Ley de Riegos se
señala que la operación de los Distritos estará a cargo de la SAG; 5 años
después, sin embargo, por Acuerdo publicado el 27 de marzo de 1951 en el
Diario Oficial la operación pasa a la SRH.

En la actualidad se considera como una novedad el proceso de


transferencia de Distritos de Riego a los usuarios, sin embargo en la Ley de
Riegos de 1946 se señala explícitamente que los Distritos de Riego serán
entregados a los usuarios:

“Art. 35 La conservación de las obras, la distribución de las aguas y,


en general, la operación de los sistemas de riego se hará por la Secretaría
de Agricultura y Ganadería, mientras se logra encauzar y desarrollar
suficientemente la colonización, encarrilar en forma adecuada los servicios
del Distrito o Unidad y organizar y adiestrar a los usuarios para que
puedan hacerse cargo de dichas actividades. Con tal objeto, procurará
13

organizar oportunamente las juntas de aguas o asociaciones de usuarios a


las que finalmente deba hacerse entrega de la operación de los Distritos o
Unidades de Riego.

“Art. 36 Cuando se juzgue oportuno, previa aprobación del C.


Presidente de la República, se procederá a entregar los Distritos o
Unidades a sus respectivos usuarios para que los operen directamente,
pero bajo la vigilancia y supervisión de la Secretaría de Agricultura y
Ganadería, la que podrá intervenir en la operación para corregir las
irregularidades que encuentre y aun reasumirla totalmente cuando, a su
juicio, así lo exija el interés de la Nación.

“Art. 37 La entrega de que habla el articulo precedente procurará


hacerse en forma paulatina en aquellos Distritos o Unidades que por su
importancia así lo requieran, a fin de no entorpecer los servicios y de evitar
que las obras sufran daño. Sin embargo en ningún caso serán entregadas
para su operación por los usuarios las obras de importancia que, a juicio
del Ejecutivo, ameriten ser operadas permanentemente por el Gobierno
Federal.”

Mismo principio que se mantiene explícitamente en el Acuerdo de


paso de la responsabilidad de operación de la SAG a la SRH de 1951 se
indica:

“Acuerdo primero A partir de la fecha del presente Acuerdo, la


operación y conservación de las obras de los Distritos Nacionales de Riego
y la distribución de las aguas de los mismos pasarán a depender de la
SRH, mientras es posible que los usuarios se hagan cargo de dichas
actividades.”
La Ley de Riegos parece ubicarse dentro de una política precedente
de organización de los usuarios: El Banco Agrícola para el período en que
algunos Distritos fueron operados por esta entidad (1936-1944), emitió
una “Reglamentación General para los servicios de conservación y
operación de las obras y distribución de las aguas en los Distritos de Riego
administrados por el Banco Nacional de Crédito Agrícola, S. A (publicada el
14 de enero de 1941), donde se señala la obligatoriedad de organización de
los usuarios por Secciones y que la sociedad de sección de riego será la
encargada de la distribución y mantenimiento, mientras que “la gerencia
del Distrito de Riego, tendrá el control y manejo exclusivo del agua en los
Canales Principales, así como en los Canales Secundarios que atienden a
diferentes Secciones de Riego.”

El Ing. Antonio Rodríguez, funcionario de la CNI, señala en varios


escritos (1940, 1942, 1944 y 1945) la necesidad de organización de los
usuarios en Asociaciones de Regantes y la entrega de los Distritos a los
usuarios:
14

“Con objeto de obtener el uso económico del agua se han establecido


Reglamentos de Distribución de Agua en cada Sistema, en los cuales,
además de contener las disposiciones relativas a la manera de obtener el
agua, cuotas, etc., se establece la organización de los colonos en
Asociación de Regantes, cuya finalidad, aparte de sus funciones
relacionadas con la correcta distribución del agua, es el de ir capacitando
paulatinamente a los colonos para el manejo de los Sistemas, que tarde o
temprano habrán de pasar a sus manos.” (1940:66)

“Desde el principio es conveniente la organización de los usuarios, así


como hacerlos partícipes, en forma paulatina, de las responsabilidades del
manejo del Distrito con la tendencia de que en su oportunidad vayan
operando las obras secundarias y en un futuro oportuno el sistema,
quedando sólo Inspectores Federales para supervisarlos.” (1944:54-55).

La propuesta de entrega de Distritos de Riego a los usuarios no fue


letra muerta, en el DOF encontramos registro de 11 distritos y una sección
de un distrito entregados a los usuarios organizados en Juntas de Aguas
y, en un caso, a una Asociación de Regantes. Las fechas van de 1941,
antes de la publicación de la Ley de Riegos, al 26/03/1951, fecha quizá
significativa dado que al día siguiente pasa la responsabilidad de la
operación de los Distritos a la SRH. (Ver Cuadro núm. 1)

Cabe señalar que en el caso del Distrito de Riego 01 Pabellón se


reporta su funcionamiento en junta de aguas en 1987 (Vázquez Medina,
1987).

La lista de Distritos entregados a los usuarios que ubicamos en el


DOF no es completa, tenemos información del caso del Distrito de Riego
Ixquimilpan, del Distrito de Riego Santa Engracia, de la organización de
usuarios en el Distrito de Riego Culiacán, de la organización de usuarios
por secciones en el Distrito de Riego Yaqui.

En el caso de Ixmiquilpan el Ing. Pacheco nos señaló en 1997 “... y


había Distritos como el de Ixmiquilpan que se manejó desde [el periodo
presidencial de] Lázaro Cárdenas [1936-1940] como un Distrito
transferido; se los entregó Cárdenas y siempre se manejaron en forma
independiente. Durante el sexenio de Echeverría se quiso pasar a
Ixmiquilpan al sistema de Distritos de Riego, pero ellos se dieron cuenta y
se opusieron, posteriormente ya no dejaban que nosotros, la SRH y
después SARH, llegáramos o interviniéramos, ya ni información nos
querían dar porque tenían miedo de que nosotros les recogiéramos su
Distrito, con su Junta de Aguas ellos siempre se han manejado de forma
independiente ....”

En el caso del Distrito de Riego Santa Engracia, existe un expediente


ubicado en el catálogo del AHA que reporta Junta de Aguas del Distrito de
15

Riego, este Distrito tiene acuerdo de creación publicado en el DOF, pero no


se reporta en SARH (1978) o CNA (1999).

En el caso del Distrito de Riego Culiacán, existe un expediente


ubicado en el catálogo del AHA que indica Distrito de Riego de Culiacán.
Solicitando no se entregue el manejo del Distrito de Riego a las sociedades
de usuarios, 1941 (AHA-Catálogo), Distrito de Riego 010. Oficios relativos a
organización de asociaciones de usuarios para distribuir agua a través de
los canales Rosales, Cañedo, Costa Rica, 1947, 1948 (AHA-Catálogo).

En el caso del Yaqui, en 1987 se reporta que los usuarios están


encargados de las secciones de riego. Esta organización por secciones
parece reproducir el esquema propuesto por el Banco de Crédito Agrícola
en 1941, y que tuvo vigencia sólo hasta 1944 en que los Distritos pasan
nuevamente a la CNI --sin embargo Beltrán Soto (1987:336) señala que "A
partir del 20 de julio de 1959, en base a las facultades que mediante
acuerdo presidencial se le confirió, el Comité Directivo del Distrito de Riego
num. 041, Río Yaqui, Sonora, dispuso el que las secciones de riego del
distrito, quedaran legal y juridicamente constituidas sujetándose su
control y manejo a las disposiciones contenidas en su reglamento
correspondiente."

Por otra parte el Ing. Antonio Rodríguez en 1944 señala que hay tres
entidades encargadas de la operación, distritos operados por el Banco de
Crédito Agrícola, por la Comisión Nacional de Irrigación y distritos de riego
operados por juntas de aguas, estos últimos son casos en los que la
Comisión ha construidos obras de mejoramiento y en los cuales supervisa
y dirige el funcionamiento de Juntas de Aguas ya existentes. En esta
situación enumera, entre otras: P. Obregón (San Luis Potosí), Santa Rosa
(Zacatecas), dos sistemas en Yucatán, Chapala (Jalisco), Zamora
(Michoacán) y Tehuantepec (Oaxaca) (Rodríguez, 1942:20; 1944:37 y
figura).

A esta lista del Ing. Antonio Rodríguez hay que añadir el caso de La
Laguna, regada por el río Nazas y, con menor importancia, por el río
Aguanaval. El primer reglamento del río Nazas es de fines del XIX, en los
dos reglamentos del XIX el Estado queda a cargo de la distribución del
agua entre las presas derivadoras; con el reparto agrario de 1936 y una
nueva reglamentación que incluye la creación del Distrito de Riego en 1938
se da continuidad a la distribución por el Estado y, al igual que antes del
reparto agrario, la distribución a nivel de canales queda a cargo de los
mismos usuarios, organizados en juntas de agua y con jueces de agua en
los ejidos (Chairez y Palerm 2002, AHA-Catálogo, DOF-Indice).

Por último podemos añadir otros casos, como el de dos unidades de


un mismo Distrito de Riego: la Unidad Villa Guerrero (13-b) y la Unidad
Belem del Refugio (13-d) del Distrito de Riego 013 Estado de Jalisco. Para
16

cada una de estas dos unidades se señala en SARH, 1978 (Tomo III, p. 75,
89): “operado por Junta de Aguas”; y en el Distrito de Riego 03 Tula,
Hidalgo, una nota en la ficha del Distrito señala "El Distrito no controla la
operación de las Juntas de Agua de Tepeji, Apaxco y Tequixquiac ..."
(SARH, 1978 Tomo II, p. 175). También encontramos otras 3 menciones de
juntas de aguas en las fichas sobre Distritos de SARH (1978), demasiado
breves.

La presencia de usuarios formalmente organizados en los Distritos, a


nivel de todo un Distrito o para partes de un Distrito caracteriza a 26
Distritos de Riego; y posiblemente es más frecuente la presencia de juntas
en los Distritos que los datos reportados, por ejemplo en SRH (1974) se
señala que “se constituirán URDERALES ... incluyendo áreas incorporadas
a Distritos de Riego manejadas por Juntas de Aguas.”

De tal manera que la solicitud de los usuarios del Distrito de Riego


de Delicias de que les entreguen la administración del Distrito (Aboites
1988:295, 311) estaba dentro de los lineamientos de política de la época.

DISTRITOS DE RIEGO Y ELIMINACIÓN DE JUNTAS DE AGUAS


La propuesta de entrega de los Distritos a los usuarios y para ello
incentivar la organización de usuarios se modifica con la Ley de Aguas de
1972, en la cual ya no se pretende la entrega de los Distritos. No obstante
la política de entrega a los usuarios y posiblemente también de impulsar la
organización de los usuarios aparentemente se revierte a partir del 27 de
marzo de 1951, fecha en que la operación de los Distritos pasa de la SAG a
la SRH.

En la década de 1950 y 1960 se revierte por Acuerdo publicado en el


Diario Oficial cuatro Distritos entregados a los usuarios. (Ver Cuadro núm.
1).

En la década de 1960 también se eliminan por Acuerdo publicado en


e Diario Oficial las juntas y jueces de agua existentes en el Distrito de
Riego de La Laguna (DOF 06/01/1962). Tal y como nos lo relató el Ing.
Anatolio Lobato:

“Es más en otro Distrito que también desaparecieron las juntas de


agua [además del Distrito de Riego estado de Morelos] fue en La Laguna ...
el cambio se hizo en 1962, yo llegué en 1962. El Distrito de Riego de la
Laguna está en los dos estados, en Coahuila y Durango, el Distrito ya
existía, pero el Distrito entregaba en puntos de control el agua por ejemplo
al Canal Tlahualilo, que regaba un área grande, en donde nace el canal
Tlahualilo ahí se entregaba su agua y ya de ahí se hacían responsables ...,
y era donde fallaba. Esa junta de aguas se llamaba la junta de aguas del
canal Tlahualilo; había otras juntas de aguas, como la junta de aguas del
canal Sacramento, y lo que pasó es que eran malos administradores, de
17

repente se les acababa el agua a medio ciclo, y porqué, por que no


respetaban .... decían se pueden regar 40,000 has y ellos regaban 50 o 60
mil, pues se acababa el agua, entonces eran conflictos para el gobierno,
tenía que estar vaciando la presa año con año y aveces no alcanzaba igual,
igual los mismos conflictos, no eran buenos administradores, entonces en
1961 se decretó la abolición de las juntas.”

Otro caso pertinente es el del Distrito de Riego Morelos que se crea,


no para fines de construcción, sino para “ordenar la distribución de las
aguas” (Anatolio Lobato, 1999); este proceso implicó la eliminación de las
juntas de agua. Un estudio histórico permitirá evaluar esta supuesta falta
de orden y de consecuente violencia, pero según el Ing. Lobato: “Antes de
la integración del distrito habían muchas Juntas de Aguas que se fueron
creando a través del tiempo, desde las dotaciones de tierras, y les dotaron
aguas a los campesinos y se fueron organizando en Juntas de Agua. Los
aprovechamientos del distrito es por las corrientes principales: río
Apatlaco, río Yautepec, el río Cuautla, los distintos manantiales que hay
en el estado. Una corriente no la administraba una sola junta de aguas,
sino en una misma corriente había más de una junta de aguas. (...)
Entonces no se podía regular bien la distribución de las aguas o más bien
los de arriba se despachaban con la cuchara grande y los de abajo casi no
llegaba agua, entonces eso generó muchos conflictos, hubo muchos
conflictos, en Morelos había hechos muy violentos. (...) entonces el
gobierno al tener esa serie de conflictos pues decidió intervenir. (...) [Al
hacerse Distrito] ... una de las ventajas fue precisamente poner orden,
acabar con los conflictos, ya no eran enfrentamientos entre ellos mismos,
sino que el gobierno se dedicó a organizar el distrito .... entonces a lo que
nosotros nos abocamos primero fue a poner orden a tratar de que hubiera
menos conflictos en función del agua, que con nuestra presencia se
lograra un poco más de orden y con el agua disponible, tratar de
satisfacer las demandas de riego.”

Es muy sugerente un comentario del Ing. Lobato: “Esa parte que lo


le mencionaba que sea el origen de la creación del distrito [estado de
Morelos] son apreciaciones mías, nadie dejó escrito nada sobre el
particular, el distrito se creó en la época que era SRH, el secretario era el
Ing. Chávez Eduardo, en esa época se crearon varios distritos así, en todos
lados.” Tal afirmación parecería indicar la formación de Distritos con el fin
de operación por funcionarios de la Secretaría una vez que los usuarios, a
través de juntas de aguas, no lograron una administración ordenada y
pacífica del agua.

Otro caso, más tardío, que parece ajustarse a este patrón, aunque
incluye construcción de infraestructura hidráulica, es La Begoña: “Antes
de la creación del Distrito 085 ya había riego y se organizaba mediante
juntas de aguas. Eran varias juntas, dependiendo de la corriente o el canal
donde tomaban el agua –y actualmente forman parte del Distrito de Riego
18

085 La Begoña. Entre el reparto agrario en 1925 y la creación del Distrito


de Riego en 1970 [con la construcción de la presa Ignacio Allende] los
pobladores recuerdan innumerables conflictos por el agua entre los ejidos
formados. El manejo estatal del sistema de riego y sus nuevas obras tuvo
entre sus objetivos terminar con estas disputas." (Sánchez Izquierdo,
2000:62-163 y comunicación personal 2000).

Hay también noticias de un caso más temprano, 1946, en que


aparentemente se crea el Distrito con fines de operación: el Distrito de
Riego 033 estado de México (Vargas y Guzmán 2000 y comunicación
personal 2003) --sin embargo el caso no es del todo claro.

Podemos suponer que muchos distritos tienen en su pasado juntas


de aguas o alguna forma de organización de usuarios, dado que muchos
distritos corresponden a obras para mejoramiento y ampliación de
superficies de riego.

RESISTENCIA
Desde la perspectiva oficial la eliminación de juntas de aguas está
relacionada con el conflicto, donde la administración por funcionarios de la
Secretaría a través de la figura de Distrito de Riego viene a poner orden;
sin negar esta perspectiva también queremos señalar que hubo casos de
resistencia a la inclusión en Distritos de Riego o, lo que fue lo mismo, a la
supresión de la administración por los propios usuarios:

En primer lugar el caso ya mencionado del Distrito de Riego


Ixmiquilpan. Otro caso de resistencia, en este caso a la incorporación a un
Distrito (05 Delicias) corresponde a “Labores Viejas” (Aboites, 1988).
Labores Viejas corresponde a una superficie de riego pre-existente al
Distrito de Riego Delicias y que persistió en mantener su independencia
del Distrito, en una nota de la ficha del Distrito 05 Delicias, Chihuahua:
"Se derivan volúmenes para auxilio de 10,533 ha. superficie no controlada
por el Distrito para el área de "Labores Viejas"." (SARH, 1978, tomo I, p.
203).

Aparentemente también es el caso de la no incorporación del canal


Tenango al Distrito de Riego estado de Morelos. El Ing Anatolio Lobato y
como habitantes de la zona rememoran que uno de los aprovechamientos
que se contempló incorporar al Distrito fue el canal Tenango, sin embargo
este finalmente no quedó incluido y siguió funcionando como junta de
aguas.

LA NUEVA TRANSFERENCIA DE LOS DISTRITOS DE RIEGO Y SU


REGLAMENTACIÓN

En la década de 1990, con la Ley de Aguas de 1992, inicia un


proceso obligado y perentorio de entrega o transferencia de los Distritos a
19

los usuarios. Para ello el primer paso ha sido de transferir los “módulos”
de los Distritos de Riego, un modelo muy semejante al propuesto por el
Banco de Crédito Agrícola en 1941 de organización de los usuarios por
secciones y entrega de la operación y conservación. El segundo paso ha
sido reunir a los módulos en una S. de R. L. para entregarle la
administración de otra obra hidráulica del Distrito de uso común de los
módulos. Se ha debatido la entrega de obras importantes de cabecera,
como las presas --aspecto que ya se había determinado en la Ley de Riegos
de 1946 debían seguir siendo administrados por la federación.

La propuesta de formato de reglamentación, que sigue las


indicaciones de la Ley (Art. 52), que aparentemente se está utilizando como
“machote” se encuentra en Collado (2000); el capitulado en si es muy
extenso y curiosamente omite lo que en reglamentos anteriores era el
aspecto central: el cuadro de distribución del agua.

MODELO ORGANIZATIVO EN LOS DISTRITOS DE RIEGO Y TAMAÑO DE LOS


DISTRITOS DE RIEGO
El modelo organizativo que se ha venido implementado en la actual
transferencia de los Distritos de Riego consiste en un sistema de gobierno
de los usuarios que contrata al personal técnico --de operación y
administrativo-- necesario. Este modelo difiere de aquel que encontramos
en organizaciones autogestivas para la administración de sistemas fuera
de los Distritos de Riego en que el gobierno y la operación es realizada por
los mismos usuarios. Esta diferenciación ya la hemos presentado en otros
ensayos, así como los límites en tamaño (20,000 ha.) del sistema de riego
(medido en superficie de riego) para el modelo de gobierno y operación por
los mismos usuarios, tamaño que comprende lo que podríamos llamar
“mediana” irrigación, además de la pequeña irrigación (Palerm 2001 a y b).
Por otra parte el modelo de separación de gobierno por usuarios y
contratación de personal capacitado posiblemente tiene límites en lo
referente a los costos, requiriendo un mínimo de superficie --de ahí las
propuestas de asociar unidades de riego y los señalamientos de tamaño
viable de los “módulos” (3,000 ha.) en los que se divide un Distrito de
Riego para ser transferidos a los usuarios (Palacios comunicación
personal).

Interesa señalar que hay un rango de tamaños en que una u otra


opción de modelo organizativo es posible, no sólo para los módulos, sino
también para los mismos Distritos de Riego. Es en este contexto que
conviene indicar que los espacios de regadío en México corresponden de
manera muy importante a pequeño riego definido como tamaño –y no por
su inclusión en las categorías oficiales de Distritos o unidades de riego.
Varios Distritos de Riego son muy pequeños (por ejemplo en SARH, 1978:
021 Tzumumataro, Mich.: 1,002 ha; 028 Tulancingo, Hidalgo: 1,099 ha.;
046 Cacotlan, Chiapas: 600 ha; 055 Llera, Tamaulipas: 401 ha; 073 La
20

Concepción, México: 955 ha; 095 Atoyac-Nexpa, Guerrero: 901 ha; o en


CNA; 1999: 028 Tulancingo, Hidalgo: 537 ha; 073 La Concepción, México:
329 ha; 095 Atoyac-Nexpa, Guerrero: 2,230 ha; 099 Quitupan-La
Magdalena, Mich.: 639 ha.). Otros Distritos de Riego de hecho consisten en
una agregación de pequeños o medianos sistemas de riego, tal y como se
desprende de las fichas de los Distritos de Riego en SARH (1978). (Ver
Cuadro núm. 2)

IV. CONCLUSIONES: LA FALTA DE CONTINUIDAD

El proceso de reglamentación de juntas de aguas, de URDERALES,


de Asociaciones de Usuarios de Unidades de Riego, de módulos de
Distritos de Riego, de S. de R. L. de Unidades y Distritos no parece tomar
consideración de los anteriores reglamentos, al igual que cada nueva Ley
de Aguas en el curso del siglo XX no parece estar construyendo sobre lo
existente. En contraste llama la atención el caso de las “Ordenanzas para
el Régimen y Administración de la Acequia Real del Júcar” en España, en
la primera página señala: “Aprobadas por R. O. de 2 de abril de 1845 y
modificadas en parte por R. O. de 2 de diciembre de 1921, R. O. de 14 de
mayo de 1824, O. M. de 18 de octubre de 1950, O. M. de 22 de abril de
1982 y Resolución de la Comisaría de Aguas de 10 de marzo de 1992”, la
edición de la Ordenanzas es de 1992 y en la portada del folleto hay un
sello que indica “Modificados los Artículos 45, 133, 139, 207 y 208 por
Acuerdo de la Junta General Extraordinaria celebrada el día 29-I-98 y
Resolución de la Comisaría de Aguas de la Confederación Hidrográfica del
Júcar de fecha 23-4-98”. Existe una continuidad reconocida desde 1845 a
la fecha.

Es conveniente considerar el alto costo que tiene para una gestión


eficaz los cambios abruptos en la legislación y en las políticas; la
insistencia en adecuar o actualizar todo lo existente en 6 millones de
hectáreas de riego a una nueva legislación. Ello impide la construcción y
consolidación del conocimiento colectivo o cultura sobre la gestión del
agua tanto entre los usuarios de aguas de riego, otros usuarios del agua y
el personal técnico en las instituciones gubernamentales. Hay
indudablemente una experiencia en el curso del siglo XX sobre entrega de
Distritos de Riego, sobre funcionamiento de Juntas de Aguas en los
Distritos y Unidades de Riego, sobre reglamentación que no está siendo
adecuadamente rescatada. También tiene un alto costo el falso supuesto
de una única solución, al no aceptar las forma organizativas ya
construidas y que están funcionando eficazmente.

Es evidente la necesidad de estudios particulares sobre los Distritos


de Riego, en particular aquellos que en algún momento tuvieron
organizaciones de usuarios anteriores a la actual trasferencia; sobre el
funcionamiento de las juntas de aguas y en general sobre las
particularidades de la gestión del agua.
21

AGRADECIMIENTOS. Al Sr. Jorge Arturo Ruedas Mendoza de la


Hemeroteca Nacional de México por su invaluable apoyo en la consulta de
textos completos de acuerdos relativos a Distritos de Riego Juntas de
Aguas, avisos de reglamentación, etc.

REFERENCIAS CITADAS
Aboites Aguilar, Luis 1988 La irrigación revolucionaria. Historia del sistema
nacional de riego del río Conchos, Chihuahua (1927-1938)
SEP/CIESAS, México.

Aboites Aguilar, Luis 1998 El agua de la nación. Una historia política de


México (1888-1946), CIESAS.
Acuerdo para que la operación y conservación de las obras en los Distritos
Nacionales de Riego, dependan de la Secretaría de Recursos
Hidráulicos, Diario Oficial 1951 (27 de marzo) en Lanz Cárdenas,
1982.

AHA (Archivo Histórico del Agua)-Catálogo

Beltrán Soto, Manuel de Jesús 1987 "Funcionamiento del Distrito núm.


041 mediante secciones de riego, manejadas por los usuarios" (pp.
336-341) III Congreso Nacional de Irrigación. Asociación Nacional de
Especialistas en Irrigación A.C. Los Mochos, Sinaloa, nov. de 1987

CNA, 1999 Listado de Distritos de Riego

Collado, Jaime 2000 “Reglamentación de distritos de riego: situación


actual y requerimientos futuros” Riego año 1, núm. 3, enero-abril
pp. 27-32.

Cuadros Caldas, J. 1999 [re-edición facsimilar de la edición de 1932]


Catecismo agrario CIESAS/ Registro Agrario Nacional, México
Chairez Araiza, Carlos y Jacinta Palerm Viqueira 2002 “El
entarquinamiento: el caso de la comarca lagunera” Coloquio Uso,
explotación y administración del agua en zonas áridas del noreste de
México, una perspectiva histórico-social, (21 y 22 de noviembre),
Torreón, Coahuila.

Decreto que autoriza al ejecutivo para que haga concesiones para


aprovechar las aguas de jurisdicción federal en riegos y en la
industria, 1894 (6 de junio) en Lanz Cárdenas, 1982.

Decreto que revalida las Concesiones hechas por los estados para utilizar
Aguas Federales, 1896 (17 de diciembre) en Lanz Cárdenas, 1982.
22

DOF (Diario Oficia de la Federación)-Indice, consultado en línea:


http://www.decidir.com.mx/

Escobar Ohmstede, Antonio 2003 (abril) comunicación personal.

Escobar Ohmstede, Antonio e Israel Sandre Osorio 2003 (marzo y abril)


comunicación personal.

Fuentes Flores, Armando; Fernando Martínez Saínos y Benjamín Téllez


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CUADRO núm. 1 Organizaciones de usuarios (juntas de aguas,


asociaciones de regantes, etc.) en los Distritos de Riego.

entrega Distritos de Riego a Juntas de Aguas Distrito de Riego reportado supresión Juntas de Aguas
en
ACUERDO que autoriza la entrega del Distrito de (CNI, 1940)
Riego Llanos de Uruapan, Mich., a la Junta de no reportado (SARH, 1978,
Aguas del lugar (DOF 18/08/1941) CNA, 1999)
ACUERDO que autoriza la entrega de las obras 045 Tuxpan (SARH, 1978),
hidráulicas ejecutadas por el Gobierno en el Distrito 045B MARAVATÍO,
de Riego de Jungapeo, Mich (DOF 19/01/1942) MICHOACÁN
JUNTA DE AGUAS del Distrito de Riego Jungapeo 045A CIUDAD
(ca. 1947, 1948, AHA-Catálogo) HIDALGO, MICHOACÁN
(CNA, 1999)
ACUERDO que ordena se organicen los 013 edo de jalisco
beneficiados con las obras llevadas a cabo en el 13-w unidad magdalena
Distrito de Riego de la Magdalena y Ahualulco, Jal., 13-x unidad ahualulco
y formen una Junta de Aguas (DOF 02/04/1943) (SARH, 1978)
013a, 013r (CNA, 1999)
ACUERDO que dispone se entregue la 004 (SARH, 1978, CNA, ACUERDO que dispone
administración del Distrito de Riego de Don Martín, 1999) que el Comité Directivo
a la Asociación de Regante del propio Distrito (DOF integrado por
13/07/1946) representantes de la
Sociedad de Usuarios del Distrito de Riego de Don Secretaria de Recursos
Martín, 1948 (ca. 1948 AHA-Catálogo) Hidráulicos y de
Agricultura y Ganadería,
reasumirá totalmente la
administración y operación
de Distrito de Riego
numero 4, llamado también
Don Martín, e (DOF
25/08/1953)
ACUERDO por el cual se autoriza a la Secretaria (CNI, 1940)
de Agricultura y Ganadería, para que entregue a la no reportado (SARH, 1978,
Junta de Aguas de Tuxpan, Gro., las obras y CNA, 1999)
administración del Distrito de Riego de la laguna
del mismo nombre (DOF 24/04/1947)
ACUERDO que autoriza la Comisión Nacional de 021 (SARH, 1978)
Irrigación, para que entregue a la Junta de Aguas 020d (CNA, 1999)
de Tzurumutaro, Mpio. de Patzcuaro, Mich., las
obras de los manantiales de Chapultepec y La
Alberca (DOF 07/05/1947)
ACUERDO que dispone se entregue el Distrito de 056 (SARH, 1978) ACUERDO que dispone
Riego de Atoyac-Zahuapan, en Tlaxcala y Puebla, que el Ejecutivo Federal,
a las Juntas de Aguas del citado Distrito y de la por conducto de la
Presa Acotzala (DOF 19/12/1947) Secretaria de Recursos
JUNTA DE AGUAS del Distrito de Riego Atoyac Hidráulicos, reasume en su
Zahuapan (aguas de la barranca Pipinahuac) totalidad la administración,
operación y conservación
del Distrito de Riego
Atoyac-Zahuapan, sito
entre Tlaxcala y Puebla,
así como de la Pr (DOF
18/07/1960)
ACUERDO que dispone se entregue el Distrito de 001 (SARH, 1978, CNA,
Riego de Pabellón, Ags., a la Junta de Aguas del 1999)
citado Distrito (DOF 19/12/1947; Vázquez,
1987)
ACUERDO que dispone se entregue el Distrito de 006 (SARH, 1978, CNA, ACUERDO que dispone
Riego de Palestina, Coah., a la Junta de Aguas del 1999) que el Ejecutivo Federal
29

Mismo, para su administración, distribución de sus reasumirá totalmente la


aguas y conservación de las obras (DOF administración y operación
09/04/1948) del Distrito de Riego de
Palestina, Coah., por
conducto del Comité
Directivo que se integre
con este objeto (DOF
14/06/1955)
ACUERDO que dispone se entregue el Distrito de estado de Morelos 016 ACUERDO que establece
Riego de El Rodeo, Mor., a la Junta de Aguas del (SARH, 1978, CNA, 1999) el Distrito Nacional de
citado Distrito, para su administración (DOF Riego del Estado de
28/06/1948) Morelos (DOF 14/11/1953)
En la ficha del Distrito de Riego 016 Estado de
Morelos en el rubro cuotas de riego, bajo el
encabezado Administración se señala "$ 45.00
Ha/Año Junta de Aguas El Rodeo" (SARH, 1978
Tomo II, p. 259)

ACUERDO que dispone que la Secretaria de 007 río Sabinas


Agricultura y Ganadería entregue el Distrito de (CNI, 1940, DOF
Riego en El Nogal, Coah., a la Junta de Aguas del 26/09/1933)
mismo (DOF 13/12/1948) no reportado (SARH,
1978, CNA, 1999)

ACUERDO que autoriza se entregue a los usuarios 013


poseedores de las tierras beneficiadas con las 13-r unidad cajititlan
obras hidráulicas de la Sección de Riego de la (SARH, 1978)
Laguna de Cajititla, Jal., el sistema hidráulico Distrito de Riego bajo río
correspondiente, para que lo administren y lerma rosario mezquite
conserven por conducto de la Junta de Aguas ... (DOF 29/06/1981)
...jurisdicción del Distrito de Riego Bajo Río Lerma 087 Rosario Mezquite
...jurisdicción del Distrito de Riego Bajo Río Lerma (CNA, 1999)
(DOF 26/08/1949)
ACUERDO que dispone se entregue el Distrito de
012 (CNI, 1940, DOF
Riego de Tijuana, B.Cfa., a la Junta de Aguas del
29/11/1940, DOF
citado Distrito, para su administración (DOF
30/08/1949)
26/03/1951)
no reportado (SARH, 1978,
CNA, 1999)

Junta de Aguas del río Nazas 017 (SARH, 1978, CNA, ACUERDO por el que se
Junta de Aguas de diversos canales del río Nazas 1999) determina que la
(AHA-Catalogo) Secretaria de Recursos
Junta de Aguas del río Aguanaval Hidráulicos asumirá
Junta de Aguas de diversos canales del río también las funciones que
Aguanaval (AHA-Catálogo) ahora están a cargo de las
Juntas Locales y Jueces
de Aguas del Distrito de
Riego numero 17 de la
Región Lagunera (DOF
06/01/1962; Lobato 1999)
Distrito de Riego operado por Junta de Aguas: P.
Obregón, San Luis Potosí (A. Rodríguez, 1944)
Distrito de Riego operado por Junta de Aguas: 034 (SARH, 1978)
Santa Rosa, Zacatecas (A. Rodríguez, 1944); 034 c (CNA, 1999)
En la ficha del Distrito de Riego 034 Estado de
Zacatecas en el rubro Fecha en que se inició la
operación, bajo el encabezado Antecedentes, se
señala "Año 1939 (en junta de aguas)" (SARH,
1978 Tomo III, p. 29)
Distrito de Riego operado por Junta de Aguas: dos 048 edo de Yucatán
sistemas en Yucatán (A. Rodríguez, 1944) (SARH, 1978)
30

usuarios del Distrito de Riego de Yucatán, referente 048 Ticul, Yucatán (CNA,
al reglamento para la distribución de las aguas en 1999)
Oxkutzcab, así como a la formación de la Junta de
Aguas (ca. 1945, AHA-Catálogo)
Distrito de Riego operado por Junta de Aguas: D. de R. de Chapala:
Chapala, Jalisco (A. Rodríguez, 1942, 1944) compuertas del río
Sahuayo en su
desembocadura al lago de
Chapala; dren de
Pajacuaran, planta de
bombas de la Palma 013
(CNI, 1940) ?
Distrito de Riego operado por Junta de Aguas: 061 (SARH, 1978, CNA,
Zamora, Michoacán (A. Rodríguez, 1942, 1944) 1999)
Distrito de Riego operado por Junta de Aguas: 019 (SARH, 1978, CNA,
Tehuantepec, Oaxaca (A. Rodríguez, 1942, 1944) 1999)
Distrito de Riego Ixmiquilpan, Hidalgo (Pacheco, 027 (SARH, 1978),
1997) no reportado (CNA, 1999)
Yaqui (secciones de riego a cargo de los usuarios) 041 (SARH, 1978, CNA,
(Beltrán, 1987) 1999)
En la ficha del Distrito de Riego 03 Tula, Hidalgo 003 (SARH, 1978, CNA,
está la nota "El Distrito no controla la operación de 1999)
las Juntas de Agua de Tepeji, Apaxco y
Tequixquiac ..." (SARH, 1978 Tomo II, p. 175)
En la ficha del Distrito de Riego 013 Estado de 013-b (SARH, 1978)
Jalisco, Unidad Villa Guerrero (13-b) en el rubro 013Y VILLA
Acuerdo presidencial que establece el Distrito, bajo GUERRERO, JALISCO
el encabezado Antecedentes, se señala "No existe (CNA, 1999)
(operado por Junta de Aguas)" (SARH, 1978 Tomo
III, p. 75)
En la ficha del Distrito de Riego 013 Estado de 013-d (SARH, 1978)
Jalisco, Unidad Belem del Refugio (13-d) en el 013G BELEM DEL
rubro Acuerdo presidencial que establece el REFUGIO, JALISCO (CNA,
Distrito, bajo el encabezado Antecedentes, se 1999)
señala "No existe (operado por Junta de Aguas)"
(SARH, 1978 Tomo III, p. 89)
Distrito de Riego de Culiacán. Solicitando no se
entregue el manejo del Distrito de Riego a las
sociedades de usuarios (ca. 1941, AHA-Catálogo)
Distrito de Riego 010. Oficios relativos a
organización de asociaciones de usuarios para
distribuir agua a través de los canales Rosales,
Cañedo, Costa Rica (ca. 1947, 1948, AHA-
Catálogo)
Junta de Aguas del Distrito de Riego de Santa (DOF 02/04/1942)
Engracia, Tamaulipas (ca. 1951, AHA-Catálogo) no reportado (SARH, 1978,
CNA, 1999)
En la ficha del Distrito 05 Delicias, Chihuahua hay 05 (SARH, 1978)
una nota que señala, bajo el encabezado
Hidrología, " Se derivan volúmenes para Auxilio de
10,533 Ha. Superficie no Controlada por el Distrito
para el área de "Labores Viejas"." (SARH 1978
Tomo I, p. 203; Aboites 1988)
En la ficha del Distrito de Riego 033 Estado de unidad Embajomuy (SARH,
México en el rubro de Reglamento del Distrito, bajo 1978)
el encabezado Antecedentes, se señala "Vigente el “unidad” no reportada
[reglamento] correspondiente a la Junta de Aguas" (CNA, 1999)
(SARH, 1978 Tomo II, p. 217)
Además en el rubro tipos de aprovechamiento, bajo
el encabezado Hidrología aparece enlistado "Junta
de Aguas Embajomuy" (SARH, 1978 Tomo II, p.
31

217)

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32

Cuadro 2. Tamaño de los sistemas de riego (i.e. obra de cabecera en


común) [columna A] comprendidos en los llamados Distritos de
Riego, comparados con el tamaño de Distrito de Riego reportado
[columna B].
Nota 1: Para la comparación se retoma el sistema de riego con mayor superficie de un dado
Distrito.
Nota 2 Se excluyen los Distritos de bombeo de acuíferos y de bombeo de corrientes.

menos de de 5,000 a de 10,000 a 20,000 a 50,000 a 100,000 a más de 200,000 ha.


5,000 ha. 9,000 ha. 19,900 ha. 49,000 ha. 99,000 ha. 199,000 ha.
A B A B A B A B A B A B A B
037
009
031
055
060
027
028
044
073 068 035
016 073 086
056 088 085 024
068 095 001 009 074
095 046 094 082 084
046 047 022 090 089 075-A
047 059 008 059 052 003 043
059 081 033 109 022 086 003
034 083 057 042 050 092 110
049 060 023 039 050 006 087 004
013 056 108 008 053 096 030 066 005
024 055 039 108 043 018 110 087 063
045 044 029 023 020 057 004 030 011 019 010
061 027 089 029 085 061 063 053 005 037 051 010 * 075
109 028 006 094 096 034 074 013 026 107 017 075 025
083 031 032 048 082 033 075-A 016 019 038 017 092 025 041
021 021 042 045 035 001 018 020 038 026 014 011 041 014

* sistema interconectado

Fuente: SARH, Subsecretaría de Agricultura y Operación, Dirección General de Distritos y Unidades


de Riego, Departamento de Formulación y Control de Programas Características de los
Distritos y Unidades de Riego: Tomo I Región Noroeste y Centro Norte, Tomo II Región Noreste,
Centro II y Sureste, Tomo III Región Centro I. Séptima edición actualizada México, D. F.
1978
Chapala: de lago a campos de cultivo.•

José Luis Rangel M.••


El Colegio de Michoacán, A.C.

Tras la construcción del bordo que realizara el empresario jalisciense Manuel


Cuesta Gallardo hacia 1910 para desecar las 50, 000 hectáreas que conformaban la
parte cenagosa del lago Chapala, comúnmente conocida como Ciénega de Chapala,
los empresarios de la citada región se vieron favorecidos al poder incrementar la
extensión de sus propiedades con los limosos y fértiles suelos emergidos del vaso
lacustre. Buenavista, Cumuato, San Simón y Guaracha fueron algunas de las haciendas
que ampliaron la extensión de sus tierras para producir en ellas maíz, trigo y garbanzo,
entre otros, a la sazón de los reclamos que las comunidades de indígenas hicieron,
mediante sendos litigios, por recuperar los terrenos cenagosos de los que otrora
habían sido despojados. Tales litigios fueron difíciles y prolongados perdiendo su
nitidez con la implementación del reparto agrario en la región de la Ciénega, el cual
habría de concluir con la creación del Distrito de Riego no. 24, con sede en la ciudad
de Sahuayo.
De manera simultanea al derrotero histórico que siguió la región de la Ciénega,
el reducido lago de Chapala continuó siendo escenario y objeto de varios proyectos
semejantes al de Cuesta Gallardo, pero en esta ocasión bajo la égida del gobierno
federal que buscaba el desarrollo económico del país con la implementación de un
proyecto político de modernización hidráulica cuyas negativas consecuencias han
llegado hasta nuestros días. Siendo el imperativo de dicho proyecto el
aprovechamiento racional del agua, que presupone el control y la asignación del
citado recurso en su estado líquido o como producto de su fuerza transformado en
energía eléctrica, para destinarlo a las actividades industriales generadoras de plusvalía
en las grandes ciudades, los supuestos imperantes de la referida modernidad han


Ponencia a presentar en el simposio “El acceso al agua: un problema histórico y actual”, el cual se llevará a
cabo en el marco del 51 Congreso Internacional de Americanistas en la ciudad de Santiago de Chile del 14 al
18 de julio del 2003
••
Estudiante del programa de doctorado en Antropología Social: pepe@colmich.edu.mx
2

generado una crisis ambiental sobre el río Lerma–Santiago y por ende sobre el lago de
Chapala que forma parte de la citada cuenca en su parte media. La crisis ha tomado
como vehículo de expresión material la paulatina contracción del cuerpo de agua del
lago de Chapala y con ello la secación de cerca de 30, 000 hectáreas de su vaso
lacustre que en los últimos años ha albergado diversos tipos de cultivo, en ese sentido,
el objetivo de la presente comunicación es brindar un panorama sobre este proceso
de transformación.
El escrito consta de dos apartados: en el primero de ellos se abordarán los
proyectos de la desecación parcial que sobre el oriente de la laguna de Chapala
tuvieron lugar durante la primera mitad del siglo XX; mientras que en la segundo se
dará cuenta de la desecación que de manera compartida han venido realizando tanto
autoridades federales y estatales, además de ejidatarios y pequeños propietarios
ribereños durante el último tercio de siglo XX. Aunque la doctora Boehm (1983) ya
había dado cuenta sobre la crisis de agua que el lago de Chapala experimentara a
mediados del siglo XX como efecto de la intervención del hombre sobre el cauce del
río que alimenta al citado lago, el proceso de transformación del que se pretende
hablar se hará a la luz de la información recabada tanto en el trabajo del campo del
2002 realizado en la zona federal de la laguna de Chapala como en el análisis de la
fuentes documentales contenidas en el fondo Aprovechamientos Superficiales (en
adelante AS) del Archivo Histórico del Agua de la ciudad de México (en adelante
AHAM).
Proyectos de desecación:
El lago de Chapala se localiza en la parte media del río Lerma – Santiago,
formando parte de la segunda cuenca más grande de México con sus 130, 000
kilómetros cuadrados. Es el más grande de los reservorios superficiales que esta
corriente configuró al depositar los aluviones por él arrastrados sobre la accidentada
topografía de milenario origen volcánico y tectónico. Desde su nacimiento en el valle
de Matlatzinco–Toluca y al recorrer medio millar de kilómetros, el Lerma recoge a su
paso las aportaciones de los afluentes que lo alimentan, encontrándose entre estos,
3

hacia el norte, los ríos y cuencas del Tigre, La Laja, Silao y Turbio, mientras que al sur
la del Cuitzeo, el Angulo y el Duero, antes de entrar a Chapala. Este mar interno es
nutrido por el río Zula que confluye al norte justo antes de la embocadura del río
Santiago con el citado cuerpo de agua, en tanto que por el sur es alimentado por los
pequeños ríos de Tarecuato, Jiquilpan, Sahuayo y La Pasión, el cual define los límites
entre los estados de Jalisco y Michoacán. Aunque varias cuencas y ríos confluyen en
el lago de Chapala, la región puede ser caracterizada como semiseca dado que la
precipitación promedio anual fluctúa entre los 800 metros cúbicos como máxima y
los 400 metros cúbicos como mínima, registrando una semicalidez ambiental que
oscila entre los 20º y 25º C. durante el mes de enero para alcanzar durante los meses
de abril y mayo hasta los 40º C. Los suelos de la citada región están conformados por
llanuras aluviales bordeadas de perfiles montañosos de poca pendiente cuya altura
“oscila entre los 1600 y los 2750 metros sobre el nivel del mar”, (Boehm
Schoendube, 1994: 344 – 345).
La primera reconfiguración fisiográfica de la laguna de Chapala fue realizada por
el empresario jalisciense Manuel Cuesta Gallardo hacia 1906 tras obtener de la
Secretaría de Fomento, vía la estrecha relación que mantenía con el presidente
Porfirio Díaz, la concesión para “reducir el vaso del lago de Chapala” mediante la
construcción del bordo o dique que habría de llevar el nombre de Cuesta, en honor
del empresario, bajo el argumento de contribuir a “disminuir la superficie de
evaporación”. Para llevar a cabo tal empresa Manuel Cuesta Gallardo, dueño de la
Compañía Hidroeléctrica e Irrigadora del Chapala, encomendó a su hermano Joaquín
la construcción del bordo con el que habrían de desecar las cerca de 50, 000
hectáreas que conformaban la parte cenagosa del oriente del lago de Chapala, mejor
conocida como Ciénega de Chapala, (AHAM, AS, Caja 2102, Exp. 31712: Foja 3).
Para ello, Manuel Cuesta Gallardo y su hermano Joaquín formaron la Compañía
Agrícola del Chapala, quedando Joaquín al frente de ella para posteriormente fungir
sólo como inversionista. La construcción del bordo fue realizada entre 1907 y 1910
con una trayectoria que va de La Palma (Michoacán) a Jamay (Jalisco), e
4

inmediatamente después la “Compañía Agrícola del Chapala, de Jure y de facto,


como gran propietaria de la Ciénega empezó a fraccionar los terrenos desecados”,
quedando la mayor parte de la tierra en manos del gobierno federal y de los
hacendados que compraron acciones a la empresas concesionarias ejecutoras de los
trabajos de desecación, (Vargas, 1993: 37).
De manera simultánea a la concesión obtenida para desecar parte del lago de
Chapala, Cuesta Gallardo había obtenido la concesión para utilizar 778. 400, 000
metros cúbicos de agua del lago de Chapala con los cuales la Compañía Agrícola
habría de irrigar las tierras desecadas. Sin embargo, posiblemente por falta de liquidez
la Compañía Agrícola jamás usufructuó el agua concesionada dado que hacia 1919,
mediante su representante el ingeniero Matty, solicitaba al ministro de la Comisión
Nacional de Irrigación (CNI) Pastor Rovaix la exención del impuesto que la ley de
1917 les obligaba a pagar, argumentando que dada la fuerte inversión económica
hecha en el equipo de bombeo para la irrigación de las tierras recién desecadas, no
únicamente carecían de fondos sino que además no tenían porqué pagar los impuestos
puestoque todavía no disponían del agua concesionada, (AHAM., AS., C. 2102, E.
31712: f. 3 – 7).
Los intentos por continuar la desecación no cesaron pues hacia abril de 1929 el
ingeniero Luis P. Ballesteros como miembro de la Comisión Nacional de Irrigación,
sucesora de la Secretaría de Fomento (SF), proyectó nuevas obras hidráulicas en la
laguna de Chapala con el argumento de “reducir el área de evaporación” y
aprovechar mejor las aguas del río Lerma. El proyecto sugirió la construcción de
nuevos bordos de contención sobre las márgenes del cauce que al interior de la laguna
había formado el citado río en la embocadura del ya reducido cuerpo de agua.
Ambos bordos habrían de partir desde el vallado de Cuesta, a la altura de Maltaraña,
para encausar el agua entre ocho y diez kilómetros laguna adentro y posteriormente
bifurcarse prolongando su trayectoria hacia: El Fuerte, municipio de Jamay, Jalisco, y
La Palma, municipio de Venustiano Carranza, Michoacán, (AHAM, AS., C. 4437,
E. 58826: f. 1 – 2). Con las obras se pretendía desecar cerca de 10, 000 hectáreas
5

más del vaso lacustre, sin embargo, las obras únicamente quedaron plasmadas en
papel a consecuencia de los niveles que en el lago se habían registrado de 1910 a
1929 y aún después de ésta fecha, pues aunque con ligeras variaciones las cotas
registradas hasta 1947 fluctuaban entre la 96. 50 y la 95. 50 como máxima y la 95.
20 y 94. 70 como mínima, en relación a la cota 97. 80 que se presentaba como la
cota de capacidad máxima.
Sin embargo, hacia 1948 la situación cambió dado que los niveles del lago
empezaron a decrecer convergiendo con un periodo de sequía que dos años atrás ya
hacía acto de presencia. Ante ese panorama, en el mes de junio de ese mismo año los
comerciantes e industriales de Jalisco solicitaban al presidente de la República que no
se le extrajera mas agua al lago de Chapala pues la extracción ácuea aunada a la
escasez de lluvias había reducido la generación de energía eléctrica al 50 %,
arruinando al sector comercio e industria, (AHAM., AS., C. 3288, E. 45102: f.
64). Un año después hacia el mes de mayo de 1949 el presidente del Comité Pro–
Irrigación y Comunicaciones Rafael Rodríguez Pérez y el señor Higinio Medina
notificaban al gobernador del estado de Jalisco Jesús González Gallo, así como a la
Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara, Cámara Regional de la Industria de
Aceite, Jabones, Grasas y Similares de Occidente y Nueva Compañía Eléctrica, S.A.,
sucesora de la Compañía Hidroeléctrica e Irrigadora del Chapala, que el progreso del
estado se vería interrumpido si los hombres de negocios de Jalisco no llevaban a cabo
las debidas gestiones para evitarlo puesto que con la inauguración de la presa Solís,
construida sobre el Lerma a su paso por el estado de Guanajuato, el secretario de
Recursos Hidráulicos ingeniero Adolfo Orive Alba llevaría a la ruina al estado de
Jalisco. Tres días después y en el mismo tenor el Comité Pro–Irrigación y
Comunicaciones solicitaba al presidente Miguel Alemán que aplazara la inauguración
de la presa Solís mientras no hubiese una temporada de lluvia abundante dado que el
presidente tenía previsto dar continuidad al programa proyectado por el ingeniero
Orive Alba para aprovechar las aguas del río Lerma regando las tierras inmediatas a la
parte media del citado río, (AHAM., AS., C. 3288, E. 45102: f. 64 – 66).
6

Ante las aseveraciones de los comerciantes e industriales el 10 de noviembre de


1950 Adolfo Orive Alba declaraba en el periódico Excelsior de la ciudad de México
que el bajo nivel de la laguna de Chapala se debía a la sequía de esos años, y que en
lo concerniente al problema de suministro de energía eléctrica debería de ser resuelto
en forma constructiva mediante otros aprovechamientos. Señalando además que para
solucionar el problema de los bajos niveles se había encomendado el estudio de la
grave situación del lago de Chapala a los ingenieros Elías González Chávez, Antonio
Coria y Aureliano Benassini, (AHAM., AS., C. 3288, E. 45102: f. 14). Las
declaraciones del secretario de Recursos Hidráulicos causaron polémica en el estado
de Jalisco, y como reacción a ellas el Comité Regional Pro–Conservación del Lago de
Chapala solicitó un estudio sobre la sequía del lago de Chapala a los ingenieros: Jorge
Garibay Romerillos, Carlos Ugarte, Gabriel Ugarte, Luis Ugarte, José Amezcua Rivas,
José Luis Amezcua, Filiberto Aranda López, Ignacio L. Figueroa, Fernando Castaño
P., Juan Rodríguez F., Héctor Farías Orozco, y Francisco Vigil Lagarde, suponemos
todos jaliscienses, con la intención de refutar las referidas declaraciones. El estudio
llevó por titulo “La Chapala”,1
La causa determinante de la sequía del lago de Chapala
señalándose en el citado texto que si bien existía una sequía que se estaba sintiendo en
todo el mundo, como lo refería Orive Alba, esa no era “la principal determinante de
la baja del nivel del lago de Chapala”, sino las extracciones inmoderadas de agua en el
alto y medio Lerma con las que se pretendía satisfacer: necesidades de uso doméstico
en la ciudad de México, generar energía eléctrica, e irrigar tierras de cultivo en el
medio Lerma. En este último punto el Comité Regional especificaba que aunque la
presa Solís había sido calculada para almacenar 800 millones de metros cúbicos de
agua con la que se habría de irrigar un distrito de riego en Guanajuato, mediante ella
se distribuían hasta 1, 200 o 1,500 millones de metros cúbicos de agua, porque las
presas distribuyen las demasías y no el agua que almacenan, (AHAM, AS, C. 3288,
E. 45102: f. 7). En esa misma línea de análisis el Comité Regional argumentaba que

1
El estudio tuvo como fundamento el detallado informe que el ingeniero Orive Alba había escrito sobre las
labores que la Secretaría de Recursos Hidráulicos había realizado del 1° de septiembre de 1949 al 31 de
7

el ingeniero Elías González Chávez era un verdadero peligro para la acertada


resolución del problema de aguas de Jalisco, no por deshonesto, sino porque ocupaba
varios cargos de manera simultánea en distintas dependencias, pues fungía como:
consultor de la Secretaría de Recursos Hidráulicos (SRH) y de la Compañía Eléctrica
de Chapala, a la vez que era responsable operador de las compuertas de la presa
Poncitlán y además consultor del gobierno de estado de Jalisco, (AHAM., AS., C.
3288, E. 45102: f. 2).
A raíz de la candente situación que se vivía en el occidente de México el 15 de
noviembre de 1950 por acuerdo presidencial se ordenó formar la Comisión de
Estudios del Sistema Lerma– Chapala–Santiago con el objeto de estudiar el problema
de la distribución y mejor aprovechamiento del Sistema hidráulico antes referido.
Según el acuerdo presidencial la Comisión debería de estar formada por
representantes de los estados que conformaban el Sistema. Ante esta disposición el
ingeniero Orive Alba solicitó a los gobernadores de los estados implicados que
propusieran a su representante. Como reacción a ello el 24 de noviembre de 1950 el
gobernador de Jalisco Jesús González Gallo designó al ingeniero Francisco de Paula
Sandoval como representante del gobierno de ese estado, (AHAM, AS, C. 3802, E.
52778: f. 3) Pocos días después la Comisión había quedado conformada teniendo
como representantes a los ingenieros: Alfredo Becerril Colín por el Estado de México,
Gustavo P. Serrano por Guanajuato, J. Encarnación Sahagún por Michoacán,
Francisco de Paula Sandoval por Jalisco, Felipe J. Sánchez en representación del
Departamento Central del Distrito Federal, y Antonio Rodríguez Langone por
presidente de la misma, además de Elías González Chávez y de Andrés García
Quintero como asesores técnicos, dando inicio a las labores para las que fueron
elegidos, (Sandoval, 1981: 32) A los pocos meses que empezara a trabajar la
Comisión el ingeniero Adolfo Oribe Alba como titular de la Secretaría de Recursos
Hidráulicos le solicitaba al director general de Aprovechamientos Hidráulicos Antonio
Rodríguez Langone que tomara nota de que la Secretaría había

agosto de 1950.
8

aceptado la sugestión de la Comisión de Estudios del Sistema Lerma – Chapala


– Santiago, en el sentido de que se suspenda el otorgamiento de nuevas
concesiones de agua, así como la construcción de cualesquier obra nueva, tanto
de grande como de pequeña irrigación en el Río Lerma o sus afluentes mientras
que se terminan los estudios que [venía] realizando la citada Comisión, (AHA,
AS., C. 3585, E. 49699: f. 8)
Así el 29 de mayo de 1951, Rodríguez Langone como director general de
Aprovechamientos Hidráulicos notificó al jefe del Departamento de Aguas Federales
vía memorandum que en virtud del acuerdo tomado entre la SRH y La Comisión
suspendiera el trámite de otorgamiento de nuevas concesiones en el río Lerma y sus
afluentes, (AHAM, AS., C. 3585, E. 49699: f. 8) Hacia el 10 de septiembre de
1951, cuatro meses después de la suspensión de concesiones, la Comisión
recomendaba “medidas urgentes de aplicación inmediata para tratar de disminuir los
perjuicios que pudieran resentirse dentro de la cuenca, debido al ciclo de extrema
sequía”, a la vez que planeaba incidir sobre la cuenca de manera integral
considerándola “como una sola unidad hidrológica […], con miras al mas perfecto
aprovechamiento de las aguas disponibles y mas eficiente operación de las obras
existentes”, (AHAM., AS., C. 3098, E. 42756: f. 3 – 4). Según la Comisión el
problema de la cuenca y abatimiento del lago radicaba en que de los 12, 000
millones de metros cúbicos anuales que aportaba la cuenca, 3, 000 millones eran
“inaprovechables para el abastecimiento de poblaciones, irrigación y energía eléctrica”
dado que se perdían por evaporación en los diversos vasos existentes a lo largo de la
cuenca o mediante derrames forzosos en los periodos abundantes. Con ese argumento
la Comisión propuso “buscar economías de agua” que garantizaran el mejor
funcionamiento de la cuenca en su conjunto. Para lograr el cometido la Comisión
sugirió el estudio de las obras que permitieran suprimir las innecesarias perdidas de
agua por evaporación, “desecando y drenando algunos vasos naturales y reduciendo
la superficie de otros”; además del perfeccionamiento de los “sistemas de distribución
de aguas dentro de la cuenca y drenajes correspondientes”, para reducir lo mas que
se pudiera las pérdidas de agua en la conducción y distribución de las misma; así
como la completa reglamentación del uso de las aguas de la cuenca en la que se
9

garantizaran los derechos de las antiguos concesionarios, y la conservación de los


centros de atracción turística y de vida animal, sin sacrificio del mejor
aprovechamiento de las aguas (AHAM., AS., C. 3098, E. 42756: f. 5 – 6.), dado
que la búsqueda de la economía del agua debería de traducirse en
tratar de reducir al mínimo,
mínimo tanto las restricciones de agua para los riegos, con
el fin de no disminuir nuestra producción agrícola como las que deban
imponerse a los servicios eléctricos que dependen de las plantas generadoras
dentro de la cuenca, para no dañar la industria que se abastece, ni los servicios
públicos que se satisfacen (AHAM., AS., C. 3098, E. 42756: f. 6)
De manera simultánea al diagnóstico del problema y de sus posibles soluciones la
Comisión había puesto en marcha: a) la revisión del estudio hidrológico general de la
cuenca en el tramo Lerma Chapala y su actualización; b) estudios hidrológicos a
detalle que habían solicitado los representantes de los estados que conformaban la
Comisión; c) instalación de Estaciones hidrométricas en el río Santiago y sus afluentes
para el mejor conocimiento de las aguas que se desperdiciaban y que podrían servir
para fines de riego en las cuencas altas respectivas; d) la creación de un plano de
conjunto que abarcara todas las tierras planas a lo largo del río Lerma desde su origen
hasta La Piedad, Michoacán, con el objetivo de que fuera útil para trabajar dentro de
dicha zona; e) levantamiento fototipográfico aéreo con control terrestre de la zona
faltante de la Piedad a Guadalajara, incluyendo el lago de Chapala y los afluentes del
río Santiago hasta la costa; f) levantamiento fotogramétrico de tres vasos en el río
Santiago; así como el levantamiento fotogramétrico terrestre de la boquilla de la presa
Santa Rosa, que se estimaba debería ser la primera en aprovecharse; g) estudio
preliminar de una desviación del río Verde hacia la presa de la planta de Colimilla
sobre el río Santiago para aprovechar el agua en la generación de energía eléctrica en
esa planta y en la de las Juntas, previamente reguladas las aguas en la presa de la
Zurda cuya capacidad era de 600 millones de metros cúbicos, (AHAM., AS., C.
3098, E. 42756: f. 7 – 8)
Asimismo, en la parte alta de la cuenca del río Lerma ya se venían realizando
trabajos topográficos sobre las lagunas que le daban origen, “con miras a resolver el
más eficiente aprovechamiento de sus aguas en el abastecimiento de la ciudad de
10

México”, evitando así las “evaporaciones innecesarias” y poder “utilizar esas tierras en
cultivos mas provechosos”.2 En relación a ello se había iniciado el levantamiento de
vasos diversos sobre el río Lerma, desde el valle de Toluca hasta la presa Tepuxtepec
con el objeto de definir los almacenamientos mas adecuados para proteger de
inundaciones los valles de Ixtlahuaca, Toxi y Temazcaltzingo a la vez que se aseguraba
el riego de los citados valles y se preveía la producción de energía eléctrica
aprovechando los desniveles entre éstos. De igual forma sobre la parte media del
Lerma se estudiaba “el drenaje del lago de Cuitzeo” para evitar que dichas aguas se
desperdiciaran por el efecto físico de la evaporación. El mecanismo para drenarlo y
“economizar las aguas” consistiría en transferirlas a la laguna de Yuríria por el canal
llamado de Cinta, estimando que la obra “permitirá […] poner paulatinamente bajo
cultivo de temporal o de pastales algo mas de 40, 000 has.” que conforman el vaso
del citado lago,3 (AHAM., AS., C. 3288, E. 45102: f. 8 – 9) En esa misma línea
de acción se propuso también como medida de emergencia que se estudiara en
detalle
la conveniencia de segregar, del lago de Chapala, un almacenamiento auxiliar
temporal construyendo al efecto un nuevo dique dentro de dicho vaso,
vaso el cual
tendrá una capacidad aproximada de 500 millones de m3 m3.; asimismo se ha
propuesto y se estudia la construcción de un canal de salida de ese vaso que
ligue los ríos Lerma y Santiago combinando la posibilidad de extraer agua del
vaso y conectar ambas corrientes de manera de satisfacer las concesiones del río
Santiago reduciendo el bombeo del lago de Chapala al mínimo y posiblemente
hasta eliminando éste siempre que se cuente con la capacidad total de dicho
vaso la que podrá aumentarse con las aportaciones del Lerma en los meses de
estiaje y los retornos de riego en la cuenca alta, (AHAM., AS., C. 3098, E.
42756: f. 9)
2
Sobre la cuenca alta del río Lerma pueden consultarse los trabajos de Camacho Pichardo (1997) y de Boehm
Schoendube (1999) pues aunque con distintos enfoques y metodologías logran dar cuenta tanto del derrotero
histórico que siguieron las lagunas del Lerma desde mediados del siglo XIX hasta su desecación en la década
de los años cincuenta del siglo XX, como de la reconfiguración de la que es sujeto la cuenca del Valle de
México por parte del gobierno federal que al no poder saciar la sed de la ciudad de México con el agua de los
escasos manantiales del Lerma ha tenido que satisfacerla desde 1982 con la implementación del sistema
Cutzamala cuya agua proviene de la cuenca del río Balsas.
3
Sobre el proyecto de desecación de la laguna de Cuitzeo puede consultarse el artículo de Francisco Peña
(2002), en el que señala que si bien es cierto la desecación planeada por el gobierno federal no se llevó a cabo
durante la década de los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, durante las últimas dos décadas del mismo
siglo la desecación se ha venido realizando de manera silenciosa y compartida tanto por distintas instancias de
gobierno federal como por los ejidatarios ribereños a la laguna misma.
11

Según la Comisión, el almacenamiento temporal dejaría de ser indispensable


cuando se contara con las obras planeadas de desarrollo hidroeléctrico en el río
Santiago y sus afluentes “para el más racional aprovechamiento de las aguas”, y
posteriormente con obras de poco costo
transformar las 15, 000 hectáreas [de] almacenamiento en tierras de cultivo de
excelente calidad, dándole un fin útil a las aguas que […] se evaporan de una
superficie libre de agua, destinándolas al riego
riego, (AHAM., AS., C. 3098, E.
42756: f. 10)
Sin embargo, de manera operativa y sin perder de vista el problema la Comisión
sugirió que se nombrase un responsable que dictara “las medidas convenientes para la
mejor operación de la Unidad Lerma–Chapala–Santiago”, de acuerdo a las
necesidades y disponibilidad de agua, siendo su obligación mantener la comunicación
con las Autoridades Superiores de la SRH, la Dirección de Distritos de Riego, la
propia Comisión, las Autoridades locales y usuarios diversos, sujetándose a las
siguientes disposiciones
a) Operar la presa de Tepuxtepec, dentro de las disposiciones del contrato en
vigor procurando en ella el máximo almacenamiento posible.
b) Almacenar todas las aguas que lleguen a la presa Solís, limitando sus
extracciones durante las lluvias a lo estrictamente necesario para completar las
demandas de energía en el tramo Acámbaro Salvatierra, previo el mejor
aprovechamiento de las aguas broncas de que se disponga en el mismo tramo.
c) Tratar de completar el almacenamiento en Yuríria hasta la curva límite de su
capacidad.
d) Aprovechar al máximo las aguas broncas del río Santiago, completando el
volumen necesario en sus plantas hidroeléctricas, con aguas bombeadas del lago
de Chapala, dentro de la concesión respectiva y de acuerdo con los términos del
permiso para establecer la planta de bombeo de Ocotlán.
e) El 1° de octubre [tendría que hacer] un cómputo de los almacenamientos
existentes en cada uno de los vasos de Tepuxtepec, Solís, Yuríria, etc. y del que
sea posible disponer en el lago de Chapala sea por gravedad o por bombeo, así
como de la energía obtenible por interconexión o plantas térmicas ya existentes;
asimismo (haría) un computo de las superficies de las tierras regables existentes
en la cuenca alta del Lerma y con esos datos estimará el volumen necesario para
regar la superficie antes mencionada, así como para cubrir las necesidades del río
Santiago, de esta manera tendrá el volumen neto teórico indispensable para
cubrir las necesidades actuales de la cuenca; comparando la cifra así obtenida
con el volumen total útil almacenado en los vasos y en el lago de Chapala, se
tendrá un excedente o deficiencia que servirá de guía para saber si hay necesidad
12

de establecer o no restricciones y dará una primera estimación del monto de


ellas en caso de que sea necesario implantarlas, monto que se procederá a afinar
estimando las pérdidas por evaporación y conducción que se necesiten para
cubrir tanto las necesidades de riego de la cuenca como las del río Santiago, las
restricciones que se implanten, en caso de ser necesarias, deberán hacerse por
volúmenes y por igual, tanto en los aprovechamientos del Lerma como en los
del lago de Chapala y río Santiago
f) Las anteriores restricciones se aplicarán tanto a los usos para generación de
energía como a los usos para riego, ya sea que se proporcionen por gravedad o
por medio de bombeo de cauces. Quedarán libres de restricciones los
abastecimientos de poblaciones, usos industriales indispensables, excluyendo los
de fuera.
g) Si el almacenamiento disponible en los vasos superiores fuera mayor del
volumen requerido para una igual restricción, el excedente se conservará en
dichos vasos, para tratar de completar las concesiones del Santiago en los
últimos meses de estiaje, conduciendo las aguas por el canal de conexión entre
el Lerma y el Santiago [antes mencionado] de los estudios que se realizan y el
cual deberá construirse desde luego, para poder contar con él n el momento
necesario, (AHAM., AS., C. 3098, E. 42756: f. 11 – 13).
Esta fue la razón por la que se consideró urgente e indispensable la construcción
de un bordo que permitiera segregar una parte del vaso del lago de Chapala para
[…] formar un almacenamiento de emergencia de 500 millones de m3 de
capacidad; al mismo tiempo [que debería] procederse a la construcción de un
canal que ligue los ríos Lerma y Santiago dentro del vaso actual del lago de
Chapala, para que sirva de canal de extracción al vaso de almacenamiento
cuando éste tenga agua y de conexión entre dichos ríos cuando aquel se
encuentre vacío. El dique (tendría) una longitud aproximada de 18 kilómetros
con una altura media de 6. 00 metros y requiere una terracería de Un millón
800, 000 metros cúbicos aproximadamente, debiendo contar con una obra de
excedentes para arrojar al lago de Chapala las aguas sobrantes una vez que el
vaso haya alcanzado su capacidad máxima: Igualmente debe estar dotado de
compuertas de control para pasar las aguas almacenadas, directamente al río
Santiago mediante un canal adicional de 33.5 kilómetros de longitud y
capacidad máxima de 26. 00 m3/s., gastos que representan las concesiones
actuales en dicho río; el canal de conducción por su parte tendría una longitud
total aproximada de 13, 500 metros debiendo continuarse su construcción con
la del dique a fin de aprovechar los volúmenes extraídos en su excavación en el
dique mismo, (AHAM., AS., C. 3098, E. 42756: f. 13 – 14)
Con esa obra se podrían garantizar las concesiones del Santiago en años
subsecuentes con restricciones no mayores al 50 %; suprimir las restricciones de los
riegos en el alto Lerma tanto en las superficies abiertas al cultivo como en las que
13

fuesen creando; además de disminuir las dificultades ocasionadas por los desarrollos
hidroeléctricos, (AHAM., AS., C. 3098, E. 42756: f. 14 – 15). Para poder llevara
cabo tales obras de desecación y construcción de represas y canales para conducción
de agua, el presidente de la república Miguel Alemán Valdez asesorado por Adolfo
Orive Alba como secretario de Recursos Hidráulicos, Nazario S. Ortiz Garza como
secretario de Agricultura y Ganadería, Ángel Carvajal como secretario de Bienes
Nacionales e Inspección Administrativa, y Ernesto P. Urruchurto como encargado del
Subsecretario de Gobernación, decretó el 31 de diciembre de 1951 una reforma al
artículo 6° de la Ley de Aguas de Propiedad Nacional de 30 de agosto de 1934 en
los siguientes términos:
Cuando artificialmente se encauce una corriente o se limite o deseque parcial o
totalmente un vaso de propiedad nacional, bien para mejorar las condiciones
hidráulicas o sanitarias, o bien para aprovechar los terrenos ganados, éstos
perderán su carácter de inalienables que tenían mientras formaban parte del
cauce o vaso respectivo y se considerarán como terrenos nacionales.
Una vez que la Secretaría de Recursos Hidráulicos haga la determinación del
cauce o vasos reducidos, con su respectiva zona federal, o concluidas las obras
de desecación total, el Ejecutivo, por medio de la dependencia que al efecto
designe, queda facultado para aplicar los terrenos ganados al fin específico que
estime mas conveniente, para enajenarlos en los términos y condiciones que en
cada caso se fijen teniendo en cuenta el interés general por satisfacer. El propio
Ejecutivo por conducto de la dependencia en que cada caso designe, podrá
legalizar, cuando proceda, las ocupaciones de los terrenos ganados a los vasos y
cauces de propiedad nacional.
Hecho lo anterior, los excedentes de terrenos que sean propios para la
agricultura, la ganadería, la silvicultura o la colonización serán entregados a la
Secretaría de Agricultura y ganadería y los apropiados para otros fines a la de
Bienes Nacionales e Inspección Administrativa, (AHAM., AS., C. 3585, E.
49699: f. 11-12)
Casi de manera inmediata a la reforma de la citada Ley, por acuerdo de la SRH
la Compañía Eléctrica de Chapala construyó una derivación en el río Lerma, en el
sitio de Maltaraña, para hacer confluir el agua hasta el río Zula mediante un canal
bordeado de 20 kilómetros que pasó por la margen derecha de Jamay y Ocotlán. El
canal de derivación entró en operaciones a fines de marzo de 1952 llevando el
nombre de Ballesteros, en memoria del precursor de la ingeniería en el lago de
14

Chapala, logrando mediante su funcionamiento, según el planteamiento de la SRH,


disponer y evitar que los escasos caudales que por el Lerma corrían se evaporaran
rápidamente al entrar al seco lecho de lago, (Sandoval, 1981: 33 – 34).
De las medidas operativas sugeridas por la Comisión con carácter de urgencia
se llevaron a cabo dos. La primera de ellas tubo lugar el primero de abril de 1953
dado que por acuerdo presidencial se había designado al ingeniero Elías González
Chávez como Vocal Ejecutivo de la Comisión con el fin de que se encargase de las
obras que la propia Comisión Lerma aprobara dentro de la Cuenca, (AHA, AS, C.
2675, E. 37556: f. 8); mientras que la segunda tenía lugar hacia el 11 de
noviembre de 1953 pues el presidente de la república Adolfo Ruíz Cortines
autorizaba mediante decreto a la SRH para que por conducto de la Comisión del
Sistema Lerma–Chapala–Santiago realizara las obras necesarias o convenientes para la
desecación parcial del vaso del Lago de Chapala, todo ello, teniendo como escenario
la aguda crisis que expresaba el nivel de la laguna tras el paulatino decrecer del cuerpo
de agua que iniciara hacia 1947. En las consideraciones del decreto el presidente
señalaba que de acuerdo a los estudios realizados por la Comisión del Sistema Lerma–
Chapala–Santiago era conveniente reducir el vaso del lago en una extensión
aproximada de 18, 000 hectáreas mediante la construcción de diques para la
contención de las aguas del lago y el encauzamiento de los ríos Lerma y Sahuayo
puesto que la reducción sería de gran beneficio para la respectiva cuenca: al mejorar
los niveles del lago, garantizar el riego que permitiera el aumento de la producción
agrícola de la Ciénega de Chapala y asegurar el cultivo de las 18, 000 hectáreas de
tierra lacustre, consideradas como de magnífica calidad, (Diario Oficial de la
Federación, Dic./ 18/ 1953: 5)
Sin embargo, a raíz de los serios problemas presupuestarios y financieros
existentes durante el gobierno de Ruíz Cortines, su administración restringió la
participación de la inversión pública en la irrigación dentro del presupuesto federal de
un 10 a solo 5 % (Wionczek, 1982: 405), lo cual significó que las obras de
infraestructura hidráulicas propuestas durante su gestión como primer mandatario
15

tenían que ser autofinanciables.4 Esta fue la razón, por la que en la tercera
consideración del citado decreto refería que para realizar las obras que permitieran en
forma segura el aprovechamiento de las tierras “rescatadas para fines agrícolas” era
necesaria la cooperación económica de los campesinos, conminando a la Secretaría de
Agricultura y Ganadería para que celebrase “contratos de promesa de venta” sobre
dichas tierras al quedar concluidas las obras de desecación, otorgando los títulos de
propiedad a quienes hubiesen cubierto el valor de sus respectivas parcelas. La
ejecución de las obras de desecación quedaron a cargo de la SRH a quién se le
autorizó además de la construcción de los diques de contención definitiva que
correrían de las inmediaciones de El Fuerte, Jalisco, a Petatán, Michoacán, el
encauzamiento de los ríos Lerma y Sahuayo, los canales y estructuras principales para
el riego de las tierras, y las obras de la presa de derivación de Maltaraña de acuerdo
con los respectivos proyectos aprobados por la Comisión, (Diario Oficial de la
Federación, Dic./ 18/ 1953: 5 – 6)
En coordinación con la SRH la Secretaría de Agricultura y Ganadería se
encargaría de enajenar los terrenos desecados –los cuales no podían exceder de ocho
hectáreas por campesino– al precio que resultare, tomando como base el costo de las
referidas obras, pero dando preferencia a los campesinos que los habían venido
cultivando: La enajenación de los terrenos ganados al lago que no hubiesen estado
ocupados anteriormente se harían de preferencia a favor de los campesinos ribereños

4
Los serios problemas presupuestarios y financieros característicos del gobierno de Ruíz Cortines siguieron
reflejándose de múltiples maneras, pues hacia el 11 de mayo de 1956 el ingeniero Antonio Rodríguez
Langone como presidente de la Comisión de Estudios del Sistema Lerma–Chapala–Santiago, comunicaba al
Secretario de Recursos Hidráulicos vía memorandum confidencial, que al preguntar el representante del
estado de Jalisco en la última sesión celebrada por la Comisión Lerma sobre si se estaba trabajando en el
canal Maltaraña–Espejo con el presupuesto asignado hacia 1955 por el presidente de la república. Se le había
respondido que por lo pronto se estaba trabajando en la construcción de bordos de conducción con dragas de
arrastre para trabajar posteriormente con dragas de succión. Sin embargo, dado que la draga chica pedida a
Alemania no llegaría sino hasta septiembre, no se podría trabajar en el canal Maltaraña–Espejo con dicha
draga sino hasta el mes de octubre, razón por la cual, señalaba Rodríguez Langone: “no podemos intensificar
los trabajos de los bordos con draga de arrastre por que está sobregirada la partida del Canal ‘Maltaraña–
Espejo’ por la compra de la draga para el Grijalva; como esta última llegará alrededor del día 20 de los
corrientes, me permito suplicarle me indique si la Comisión del Grijalva ya puede pagar la factura
correspondiente a esta draga a fin de poder dedicar este dinero a la continuación de los trabajos de los bordos
de conducción y a la operación de la draga chica al recibirse el próximo septiembre”, (AHAM., AS., C. 3585,
E. 49699: f. 2)
16

que carecieran de tierras, pero bajo las mismas limitaciones en cuanto a la superficie
máxima enajenable. En los contratos de promesa de venta que celebraría la Secretaría
de Agricultura y Ganadería con los campesinos se especificaban las siguientes
condiciones: los usuarios deberían de realizar sus pagos por abono a tierras en la
medida que la ejecución de las obras de desecación lo fueran requiriendo y quedarían
obligados a pagar las cuotas que por derecho de riego o drenaje estableciera la SRH,
sin embargo, la recaudación de fondos por concepto de abonos a cuenta del valor de
las tierras debería de realizarse por conducto de la Comisión Lerma–Chapala–
Santiago para que esta los canalizase a la instancia adecuada, (Diario Oficial de la
Federación, Dic./ 18/ 1953: 6)
Las 18, 000 hectáreas del vaso lacustre fueron repartidas de manera
diferenciada entre agroganaderos, ejidatarios y campesinos/pescadores de los
poblados ribereños adscritos a los municipios de Jamay, Jalisco, así como a los de
Briseñas, Venustiano Carranza, Sahuayo y Cojumatlán, Michoacán, favoreciendo,
entre otros, a la Asociación de ganaderos de Sahuayo con 2, 000 hectáreas; mientras
que a los ribereños les fueron asignadas sólo de a dos hectáreas de terreno por cabeza
de familia, (Entrevista: J. de Jesús Rosas González, Cojumatlán, 4/ IX/ 2000). De
manera simultánea al reparto de tierras y con la intención de dar cumplimiento al
decreto presidencial e iniciar las obras de desecación en él señaladas, el ingeniero
Antonio Rodríguez Langone, presidente de la Comisión de Estudios del Sistema
Lerma – Chapala – Santiago, comunicaba el 24 de febrero de 1954 al ingeniero jefe
de Irrigación y Control de Ríos Aurelio Benassini, que la Comisión en su reunión
ordinaria celebrada el 23 de febrero del mismo año había acordado se comisionara
a un experto en mecánica de suelos a la zona del lago de Chapala donde se
proyecta la construcción de un bordo de tierra, con el objeto que estudie las
características del material y métodos de construcción más apropiados para el
caso, (AHA., AS., C. 3585, E. 49699: f. 9)
Los citados estudios fueron realizados, pero ni la construcción del dique
proyectado por la Comisión Lerma para formar un vaso auxiliar al interior de la
laguna ni la construcción de los bordos avalados mediante decreto por el presidente
17

Adolfo Ruíz Cortines, prosperaron. No obstante, aprovechando el álgido clima que se


vivía tanto en la ciudad de Guadalajara como en los poblados ribereños de la zona
norte del lago, en la ribera sur-oriente del mismo daba inicio la construcción de obras
hidráulicas para desecar fragmentos del vaso lacustre. Cojumatlán es un claro ejemplo
de ello pues por su cercanía con la isla de Petatán y al pertenecer ésta al municipio de
Cojumatlán de Régules los caciques locales se dieron a la tarea de reclutar gente con
la promesa de venta de un pedazo de la tierra que se desecase tras la construcción del
bordo para el cual habían sido convocados, (Entrevista: Manuel González Flores, Palo
Alto, 4/ IX/ 2000). Las obras progresaron poco, pues sólo construyeron cerca de
kilómetro y medio de dique con una trayectoria distinta a la referida en el decreto del
presidente Adolfo Ruíz Cortines, es decir, en ves de seguir la ruta de Petatán al Fuerte
se orientó de Petatán a Puerto de León, pues construyendo el bordo en esta dirección
se habría de desecar la bahía de Cojumatlán. Dado que las protestas de los
comerciantes e industriales cesaron un poco a raíz de la rápida construcción del canal
Ballesteros que había concluido hacia marzo de 1952, y de la culminación de la presa
Maltaraña ocurrida en 1953, por su eficiente desempeño el ingeniero Elías González
Chávez vocal ejecutivo de la Comisión Lerma era nombrado por Acuerdo presidencial
de 19 de mayo de 1954 como Coordinador de operaciones para los distintos
aprovechamientos de la cuenca del Lerma en toda su extensión, (AHA, AS, C.
2675, E. 37556: f. 8).
Sin embargo, el Comité Regional Pro – Defensa del lago dio continuidad a sus
protestas, emprendiendo un juicio de amparo el 23 de marzo de 1955 por
considerar que el decreto presidencial del 18 de diciembre de 1953 violaba la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en las fracciones I y II del
artículo 103, así como la Ley de Amparo vigente de aquel entonces en las fracciones
I y II del artículo 1°, los cuales se referían a los actos de la autoridad y contra las
leyes,
leyes puesto que ambos violaban las garantías individuales, además de vulnerar y
restringir la soberanía del estado de Jalisco. Así, entre actos de la autoridad, leyes y
garantías individuales violados, el Comité reclamaba: la enajenación total o parcial de
18

las aguas de la cuenca Lerma-Chapala-Santiago; el no tomar medidas de carácter


preventivo como las declaratorias de zona de veda en la citada Cuenca, así como la
apropiación privada y enajenación por el gobierno federal de 18, 000 hectáreas de
tierras dentro de los límites del estado de Jalisco, en la parte desecada del lago. En lo
que respecta a las leyes impugnaban el Decreto de 18 de diciembre de 1953, la Ley
de aguas de 30 de agosto de 1934, la Ley genera de Bienes Nacionales, la Ley de
Terrenos Baldíos de 30 de diciembre de 1950, así como cualquier otras Leyes,
Reglamentos o Circulares, derivados o conexos respecto a las leyes antes
mencionadas. De ello responsabilizaban a la Presidencia de la República y al Congreso
de la Unión; mientras que como ejecutoras señalaban a la SRH, Secretaría de Bienes
Nacionales e Inspección Administrativa; Secretaría de Agricultura; Secretaría de
Hacienda y Crédito Público (SHCP); Agencia de Recursos Hidráulicos en Guadalajara,
DF., Toluca, Guanajuato y Morelia; la Comisión de Estudios Lerma–Chapala–
Santiago, entre otras. El juicio de amparo no fue tan fructífero como lo hubiera
deseado el Comité a raíz de que el juez primero de distrito de la ciudad de
Guadalajara en el estado de Jalisco Francisco Rosas Aguilar lo consideró improcedente
por “no haber ley que obligue al Estado a intervenir para evitar los perjuicios que los
demandantes señalaban”, (AHAM, AS, C. 2641, E. 36986: f. 37v - 38)
A principios del mes de agosto de 1955 el gobernador del estado de Jalisco
Agustín Yañez había afirmado en una mesa redonda que los factores determinantes
del abatimiento de los niveles del Lago de Chapala y de la inseguridad en el
abastecimiento de las plantas de la Nueva Compañía Eléctrica Chapala, S.A., eran
consecuencia de la deficiente operación de las zonas de riego en el aumento del uso
consuntivo del agua. Ante ello el 5 de agosto de 1955 el Director General de
Aprovechamientos Hidráulicos Antonio Rodríguez Langone comunicaba vía
“memorandum
memorandum confidencial
confidencial” al Secretario de Recursos Hidráulicos en relación a la
ponencia presentada por el gobernador del estado de Jalisco Agustín Yánez, la cual
había aparecido publicada en la prensa local ese mismo día, que la Secretaría no podía
aceptar la afirmación del gobernador del estado de Jalisco, considerando que podría
19

demostrase técnicamente que el aumento en el uso consuntivo del agua, aguas


arriba del lago de Chapala, representa un porcentaje muy bajo de afectación al
lago y que la operación de los Distritos de riego del alto, medio y bajo Lerma
[había] sido normal y tampoco [era] factor determinante en dicho abatimiento,
abatimiento
(AHAM., AS., C. 3585, E. 49699: f. 5)
No obstante, la demostración fue presentada por Rodríguez Langone hasta
febrero de 1958 bajo el título “Problemas
Problemas de la cuenca Lerma – Chapala –
Santiago 5 teniendo como objetivo y propósito: justificar mediante evidencia
Santiago”,
arqueológicas que hacia finales del siglo XIX el lago había expresado una crisis
semejante a la que la cuenca de Chapala y el resto del país presentaban a mediados
del siglo XX debido a la supuesta escasez de lluvias; que de ninguna manera se
violaban la Constitución Política, los derechos ni la soberanía del estado de Jalisco y;
deslindar de toda responsabilidad a La Comisión Lerma respecto a las medidas
tomadas por el gobierno federal al “transformar la solución técnica original de la
Comisión por otra que implicó la desecación parcial del lago”, (AHAM., AS., C.
3616, E. 50181: f. 44). De manera paralela a las declaraciones del gobernador
Agustín Yanez, las cuales fueron hechas en plena temporada de lluvias, el lago
recuperaba parte de su nivel al registrar la cota 94. 10, tras haber registrado la 90.
73 que hasta esos años se había presentado como la cota más baja. Hacia 1958 el
lago habría de quedar cubierto por agua tras una precipitación que la temporada de
lluvias de 1955 ya anunciaba, y un año después, gracias a su eficaz participación en el
conflicto del lago por Acuerdo presidencial de 20 de mayo de 1959 el ingeniero
Elías González Chávez fue designado como Vocal Ejecutivo y Coordinador General de
la Cuenca.
Una desecación compartida:
A raíz de los altos niveles que se habían registrado en el lago de Chapala de
1958 a 1978, y dado que la ciudad de Guadalajara había alcanzado un crecimiento
poblacional que ascendía a 3 millones 50 mil habitantes como consecuencia del

5
En enero 5 de 1955 el ingeniero Elías González Chávez escribe el texto titulado “Apuntes para la
contestación de la Secretaría de Recursos Hidráulicos en el amparo presentado por Jaime Robles
Martín del campo y agraviados” (AHA., AS., Caja 3585, Exp: 49699: f. 13-15) Al parecer este borrador es
corregido, firmado y presentado por Antonio Rodríguez Langone en 1958 como si fuera de su propiedad.
20

desarrollo urbano–industrial que el gobierno federal impulsó como política


descentralizadora, se pensó en suministrar agua en bloque de manera mas eficaz no
sólo a la ciudad de Guadalajara sino también a la zona metropolitana de esa capital
que comprende los municipios de Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá, (Paré, 1988:
38). Para ello hacia 1978 se pensó en el túnel de San Nicolás –que el ingeniero
Ballesteros había proyectado con la intención drenar el lago de Chapala– pero para
darle un giro constructivo con carácter de obra de toma: “es decir, de extracción
exclusivamente para los usos establecidos, con capacidad mínima de 24 metros
cúbicos por segundo cuando el nivel del lago [llegara] a descender a la cota 91. 30”.
El túnel debería alimentar al canal de Atequiza, por el cual hasta entonces se conducía
el abastecimiento de Guadalajara, para desembocar en un punto donde el nivel de
agua debía de mantenerse constante a la cota 92. 80. Asimismo, el túnel habría de
tener 4.30 metros de diámetro, revestido de concreto, con una pendiente de 61
cienmilésimas y la condición de que operaría con un nivel mínimo de agua cuando el
lago descendiera a la cota 91. 30, ajustándose así las características físicas de la obra a
la configuración del fondo del lago, de acuerdo al levantamiento batimétrico realizado
por la SRH hacia 1970, (Sandoval, 1981: 71)
Para ello el gobernador de Jalisco Flavio Romero Velasco había instituido hacia
1977 un Cuerpo Colegiado Consultivo dependiente del Poder Ejecutivo estatal
denominado Junta Técnica para la Regeneración Integral del Lago de Chapala con la
intención de constituir un organismo oficial de autoridad técnica que tomara las
medidas pertinentes en lo concerniente a los problemas del lago y en las posibilidades
de éste para satisfacer las necesidades de Guadalajara y zona metropolitana. “Las
personas designadas por el Gobernador para formar la Junta [fueron elegidas] por sus
antecedentes profesionales” y/o funciones de carácter público relacionadas con los
servicios que dependían de la utilización del lago, encontrándose entre ellas el
ingeniero Elías González Chávez, Basich, Gutiérrez Carvajal y Francisco de Paula
Sandoval; así como el ingeniero Matute Remus, quién había fungido como presidente
y director del Patronato de Agua de Guadalajara (hoy Sistema Intermunicipal), y el
21

licenciado Gilberto Moreno Castañeda “gerente general de la Nueva Compañía


Eléctrica de Chapala durante el periodo de gobierno del presidente Adolfo López
Mateos”, (Sandoval, 1981: 67)
Sin embargo, a pesar de formar parte de la Junta Técnica, el propio Sandoval
difería de la operatividad de la propuesta de 1978 pues, según él, no bastaba con el
túnel del lago al canal Atequiza para tener “una verdadera preservación del agua” tal
y como se tomaba de Chapala pues consideraba que el conducto debería estar
cerrado desde el lago hasta la planta potabilizadora de Guadalajara, y abandonar por
completo las entonces obras desde Atequiza hasta el canal del Cuatro. Desde esta
perspectiva, el túnel de San Nicolás tendría la finalidad no solo de desalojar las
excedencias de agua del lago ni de aumentar el abastecimiento de Guadalajara, “sino
de preservar la calidad de un agua que se afirmaba optimísticamente ser la mejor del
sistema, desde su captación en la parte media del lago hasta la planta potabilizadora, y
que esta finalidad no [podía] realizarse sino construyendo un acueducto cerrado de
más de 50 kilómetros, además del túnel”, (Sandoval, 1981: 72 – 73). Al parecer el
proyecto se adelantaba a realidad inmediata que presentaría la laguna pues tras haber
permanecido el lago de Chapala poco mas de veinte años cubierto por agua y
registrando un nivel cuya cota máxima fluctuaba entre la 96. 40 y la 98. 70, y como
mínima entre la 95. 20 y la 97. 60, hacia 1979 daba inicio su segunda crisis. Dos
años después de iniciado su decrecer, el lago de Chapala era clasificado como cuerpo
receptor de aguas residuales tipo “C”, es decir, se le había adjudicado de manera
formal la categoría de presa, según el artículo 278-A, capítulo 14, titulo II de la Ley
Federal de Derechos de Agua, promulgada por decreto presidencial el 31 de
diciembre de 1981.
La planta de bombeo se proyectó en la ribera norte del lago–presa de Chapala,
específicamente en San Nicolás de Ibarra, porción central del estado de Jalisco, con
una orientación dispuesta a atravesar los municipios de Chapala, Ixtlahuacán de los
Membrillos, Tlajomulco y Tlaquepaque. La construcción del megaproyecto del
acueducto tuvo una duración de cuatro años, iniciando en 1984 hasta su puesta en
22

marcha en 1988 para extraer el “agua del centro del lago donde supuestamente se
encontraba menos contaminada” y llevarla a Guadalajara, (Flores Barrones, 1987:
25, citado en Duran Juárez y Torres Rodríguez, 2002: 506). De manera simultánea
a que entrara en operaciones la planta de bombeo de San Nicolás el presidente
Miguel de la Madrid Hurtado abrogaba por decreto de 19 de julio de 1988 el
decreto del 11 de noviembre de 1953 en el que se había autorizado a la entonces
Secretaría de Recursos Hidráulicos la desecación parcial del vaso del lago de Chapala,
por considerar “que la desecación traería consigo alteraciones al clima, y problemas
de carácter ecológico, en perjuicio de las regiones circunvecinas del lago”. La decisión
se había tomado, según el decreto, en virtud de que las crecientes necesidades y
demandas, como las condiciones de aprovechamiento del lago para diversos usos se
mostraban diferentes a las que prevalecían cuando se promulgó el decreto que
autorizaba las obras de desecación, (Diario Oficial de la Federación, 24/ agosto/
1988: 13 – 14)
Para el 13 de abril de 1989 el gobierno federal vía el presidente de la
república Carlos Salinas de Gortari convocó “a varios de sus ministros y a los
gobernadores de los cinco estados que con partes de sus territorios integran la cuenca
Lerma – Chapala, a una asamblea pública que se celebró en la villa de Chapala”, en la
que los funcionarios que fueron convocados firmaron el acuerdo de Chapala con el
objetivo de “optimizar las deterioradas condiciones de la cuenca y del lago”. Siete
días después el gobernador de Jalisco Guillermo Cosío Vidaurri instituyó un
organismo llamado Consejo Estatal de Seguimiento y Evaluación del Acuerdo de
Chapala, cuyo nombre explica su función. El citado Consejo fue integrado “con diez
consejeros y un considerable numero de asesores, bajo la presidencia de don Francisco
Medina Ascensio ” teniendo como consigna tan pronto como organizaran sus
actividades, solicitar al ingeniero Francisco de Paula Sandoval la elaboración de “un
estudio sobre las condiciones hidrológicas del lago”, el cual realizó y entregó hacia
1990 explicando en él la causa del problema no nada mas del lago sino de toda la
23

cuenca, desprendiéndose la necesidad, según el ingeniero Sandoval, de abocarse a


estudiar el pronóstico del futuro del dicho lago, (Sandoval, 1994: 9)
En dicho estudio y desde la perspectiva ingenieril Francisco de Paula
argumentó que los bajos niveles presentados por el cuerpo de agua del lago de
Chapala hacia 1989 fueron consecuencia del desequilibrio ocasionado a lo largo de la
cuenca Lerma tras la implementación de una política hidráulica orientada hacia la
agricultura por parte del gobierno federal durante el periodo 1971–1989; las
deficientes aportaciones que el lago recibió del Lerma como su principal tributario
dada la retención de agua de que ha sido sujeto río arriba mediante obras de
infraestructura hidráulica programadas y construidas por la antigua Secretaría de
Recursos Hidráulicos (SRH) desde mediados de siglo veinte, como la presa Solís y
Tepuxtepec, entre otras, y de una abundante cantidad de bordos y pequeñas presas
no programadas; además del factor físico de la evaporación. Para frenar el
desequilibrio que aquejaba al lago sugirió que: a) la presa Solís almacene no más de
los 400 millones de metros cúbicos de agua pues aunque su capacidad era mayor sólo
debería de operar a su máxima capacidad en tiempos de abundantes avenidas ; b)
economizar agua en la agricultura mediante el uso de sistemas de riego por aspersión
y/o por goteo para evitar su pérdida por evaporación y; c) reducir la superficie del
lago de Chapala mediante la construcción de un dique en la parte oriental del lago,
semejante al propuesto en 1952 por el ingeniero González Chávez, localizado desde
El Fuerte, Jalisco a Petatán, Michoacán con una longitud aproximada de 19
kilómetros o bien mediante otros de menor longitud: 16.5 kilómetros por el
meridiano E – 25 o de 16 kilómetros por el meridiano E – 20, para evitar la perdida
de agua por evaporación pues el volumen perdido a causa de éste fenómeno físico es
del orden de 1300 millones de metros cúbicos, volumen mayor al de los 100
millones de metros cúbicos que se habían destinado a la agricultura o al de los 250
millones de metros cúbicos con que se abastecía a la ciudad de Guadalajara,
(Sandoval, 1994: 91)
24

La propuesta del ingeniero Francisco de Paula llevó implícito el argumento de


que el fenómeno físico de la evaporación fue y sigue siendo el factor principal del
abatimiento del nivel del lago y mediante él justificó la desecación de las 50, 000
hectáreas de la Ciénega de Chapala llevadas a cabo por el empresario jalisciense
Manuel Cuesta Gallardo entre 1908–1910, y el proyecto del ingeniero Elías
González Chávez de mediados de siglo para desecar 18, 000 hectáreas mas del vaso
lacustre en su parte oriental. En su propuesta sugirió que la parte oriental de la laguna
era la mas apta para que en ella se llevara a cabo la reducción del vaso, puesto que es
un estuario de aproximadamente 106.5 kilómetros cuadrados formado con partículas
sólidas que el Lerma arrastró y depositó en la laguna tras su permanente recorrido
desde su nacimiento en las lagunas que le dieron el nombre en el estado de México
hasta su arribo y depósito en Chapala; es un espacio con poca profundidad que no
goza de atractivos turísticos; y por que le beneficiaría más al estado de Michoacán
tener tierras para destinarlas a la agricultura que tener agua, dado que ese es el
recurso que menos falta les hace. Sin embargo, aunque el ingeniero Sandoval
reconoció que los bajos niveles del lago de Chapala habían sido resultado del
desequilibrio presentado en la cuenca del Lerma, consecuencia de la política hidráulica
implementada por el gobierno federal, las soluciones por él propuestas fueron todas
de carácter político utilizando su conocimiento técnico para beneficio de los
inversionistas del sector turismo e industria, instalados en la ribera norte y sur del
reducido lago–presa, pues según los planteamientos del ingeniero Sandoval
la paradoja del lago consiste en que la única manera de disponer de más agua no
es aumentar la capacidad, sino disminuir pérdidas reduciendo la superficie –con
lo que obviamente se disminuye la capacidad como consecuencia–. Aumentar
capacidad, en cualquiera de las formas posibles, es aumentar superficie expuesta
a la evaporación, con lo que se aumentan las pérdidas inexorablemente año con
año, sin que por ello aumenten las aportaciones, que antes bien, y por causas
ajenas al lago, cada vez son menores, como también son menores los volúmenes
excedentes al promedio de los años normales. Luego las obras concebidas para
alojar los volúmenes aportados por el Lerma que no caben en el Lago, carecen
actualmente de justificación por razón del crecimiento demográfico alcanzado en
la Cuenca, que origina el consiguiente aumento de la demanda de agua,
(Sandoval, 1981: 69; cfr. 1994: 91)
25

Al concluir el ingeniero Sandoval el análisis diagnóstico sobre la situación del


lago en 1990, de manera oficial la CNA determinó los nuevos criterios con los que
operaría la cuenca de Chapala, siendo uno de ellos el establecimiento del nuevo nivel
con el que habría de operar el lago en los años posteriores, sustituyendo formalmente
la cota 97.80, con la cual había operado el lago durante ochenta años, por la 94.77
como cota de nivel máxima, disminuyendo con ello su capacidad operativa de
almacenamiento de 7, 897 a 4, 500 millones de metros cúbicos, (Sandoval, 1994:
87), mientras que el nivel del lago continuó descendiendo como efecto de la
extracción de agua que desde 1988 hiciera el gobierno del estado de Jalisco para
abastecer del vital líquido a la ciudad de Guadalajara, en tanto que las tierras del vaso
lacustre continuaron abriéndose a la agricultura.
Formalmente la propuesta del ingeniero Sandoval para desecar la parte oriente
del lago no procedió, pero al establecer la CNA el nuevo nivel con el que habría de
operar el citado lago–presa durante la década de los años noventa indicó lo contrario.
Es decir, al redefinir la CNA en términos operativos la capacidad máxima de
almacenamiento del lago–presa de Chapala, reglamentó vía la praxis una zona de
reserva al garantizar el flujo mínimo de agua que, en términos teóricos, requiere el
cauce de un río, lago y/o laguna para ser estable, (fracción II, art. 78, cap. Único,
titulo Quinto: Ley de Aguas Nacionales). Con esa medida implementó, además, la
nueva forma de delimitar la “ribera o zona federal”, la cual consiste en “medir
horizontalmente a partir del nivel de aguas máximas ordinarias”, en relación a la
creciente máxima ordinaria, las “fajas de diez metros de anchura contiguas al cauce de
las corrientes o al vaso de los depósitos de propiedad nacional”, (fracción VIII, art.
3°; cap. Único, título primero: Ley de Aguas Nacionales), quedando legitimadas
ambas medidas por la ley de Aguas Nacionales promulgada en diciembre de 1992,
dando pauta con ello al crecimiento de la frontera agrícola, y sugiriendo a los
ayuntamientos la posibilidad de solicitar la desincorporación de las zonas federales.
Sin embargo, la praxis de la propia Comisión mostró contradicciones dado que
al “garantizar los flujos mínimos que requiere la estabilidad de los causes, lagos y
26

lagunas [para] el mantenimiento de las especies acuáticas”, como lo refiere la fracción


III del artículo 78, capítulo único, título quinto, de la Ley de Aguas Nacionales, no
proporciona “la proyección, conservación o restauración” de los ecosistemas
acuáticos que incluye los humedales,6 lagos, lagunas y esteros, así como los
ecosistemas acuáticos que tienen un valor histórico, turístico o recreativo, que refiere
la fracción IV del articulo 78 de la citada Ley, puesto que como administradora,
responsable de los bienes nacionales en materia ácuea,7 al otorgarlos en concesión
para ser explotados, usados o aprovechados por personas físicas o morales,8 ha creado
sobre la parte oriente del vaso lacustre de Chapala un paisaje agrícola y no la
proyección, conservación o restauración antes referida. Este paisaje agrícola está
caracterizado por dos tipos de tierra: temporal y riego. En la primera de ellas se
cultiva básicamente maíz y garbanzo durante los meses de mayo–octubre y
noviembre–marzo, respectivamente, predominando este tipo de tierra y cultivos en la
zona oriente; mientras que en el segundo se cultiva una amplia variedad de hortalizas
como el cilantro, lechuga, repollo, pepino, zanahoria, rábano, calabaza, chile, ejote,
jitomate, y cebolla durante todo el año, Aunque también se cultiva semilla de cebolla,
este producto se muestra como una excepción entre las hortalizas dado que su
proceso es quizá de los mas largos pues tiene una duración de once meses cuyo ciclo
inicia en noviembre con la plantación de la semilla Suprema, importada de los Estados

6 Según la fracción XII; Artículo 2º; Capítulo Único; Titulo primero: Disposiciones preliminares; de la Ley de
Aguas Nacionales, señala que para los efectos del Reglamento, se entenderá por humedales: las zonas de
transición entre los sistemas acuáticos y terrestres que constituyen áreas de inundación temporal o
permanente, sujetas o no a influencia de mareas, como pantanos, ciénegas y marismas, cuyos límites
constituyen el tipo de vegetación hidrófila de presencia permanente o estacional; las áreas en donde el suelo
es predominantemente hídrico; y las áreas lacustres o de suelos permanentemente húmedos, originadas por la
descarga natural de acuíferos
7
Entre los Bienes nacionales se consideran el agua, los espacios físicos por donde ésta fluye, incluyendo los
cauces de ríos, vasos de los lagos, lagunas, esteros, riberas contiguas a los cauces de las corrientes y
depósitos, y por supuesto los terrenos de los vasos lacustres que hubiesen sido descubiertos de agua por
causas naturales o por obras artificiales, además de los instrumentos con los que el agua se controla y explota,
pudiendo mencionarse entre estos las obras de infraestructura hidráulica como los bordos de contención,
canales, drenes, y estaciones de bombeo, entre otros.
8
Entre las personas físicas y/o morales tiene cabida los individuos, ejidos, comunidades, asociaciones,
sociedades y demás instituciones a los que la ley les reconoce personalidad jurídica con las modalidades y
limitaciones que la misma ley establece.
27

Unidos, y culmina en octubre con la cosecha de la nueva semilla variedad


Cojumatlán.
Estas últimas tierras han sido creadas aprovechando la secación provocada por
la crisis de agua del lago–presa de Chapala en su parte oriental, la proyección y
construcción de bordos sobre esta misma parte del vaso y mediante la perforación
hormiga de cientos de pequeños pozos sobre la zona federal por parte de
campesinos–pescadores, ejidatarios y pequeños propietarios ribereños, amén de la
intervención de la CNA que como administradora responsable de los bienes
nacionales también se encuentra facultada para sancionar a quien ocupe vasos,, causes,
canales, zonas federales, zonas de protección y demás bienes a que se refiere el
articulo 113, sin previa concesión y/o ejecute para si o para terceros obras para
alumbrar, extraer o disponer de aguas del subsuelo en zonas reglamentadas, de veda o
reservadas, así como a quien hubiere ordenado la ejecución de dichas obras, sin
permiso alguno, (fracciones IV, IX y X del artículo 119; capítulo I; titulo décimo:
Infracciones Sanciones y Recursos, Ley de Aguas Nacionales). Aunado a ello, en la
zona federal contigua a Cojumatlán la Comisión delegó de manera informal en el
municipio de Cojumatlán de Régules la facultad para controlar la distribución y acceso
a alas tierras federales contiguas al referido municipio desde 1990, como efecto de la
eficaz intermediación que realizó el presidente municipal en turno entre los invasores
de las tierras federales y la CNA.
A raíz del constante y paulatino decrecer del lago–presa de Chapala y los
continuos conflictos por la invasión de tierras federales como es el caso de Maltaraña
y Jamay, hacia el mes de agosto del 2002 los presidentes municipales de Tototlán,
Poncitlán, Atotonilco, Degollado, Ocotlán, Jamay, Tizapán el Alto, Zapotlán del Rey,
Tuxcueca, Ayotlán, Jocotepec, reunidos en el ayuntamiento de Chapala conformaron
el Frente de Alcaldes de la Ribera de Chapala para apoyar al gobierno del estado de
Jalisco que dirige Francisco Ramírez Acuña en su lucha ante la federación y otros
estados “en la búsqueda de sensibilizar a las partes involucradas en la creación y
aplicación de medidas preventivas y sobre todo creativas para la sobre vivencia del
28

lago”. Una de las primeras medidas implementadas por el Frente sería, según el
presidente municipal de Chapala Aguirre Curiel, la búsqueda de 200 millones de
pesos que se requieren para la construcción de diez plantas de tratamiento, de las
cuales carecen los municipios ribereños. En el mismo acto “el presidente municipal de
Ocotlán Enrique García Hernández, señaló que se emprenderían, entre otras
acciones, solicitar a la Comisión Nacional del Agua la desincorporación de las zonas
federales para tener más control de los terrenos que antes eran de la laguna”,
laguna
(MURAL: Comunidad, Agosto/ 6/ 2002)
Aunado a ello y a raíz de las ponencias vertidas en el segundo Encuentro de
Investigadores Sociales del Agua llevado a acabo en la ciudad de Chapala, Jalisco:
México, del siete al diez de octubre del año 2002, el gerente regional de la Comisión
Nacional del Agua Raúl Antonio Iglesias Benítez aseguró hacia el día 11 de octubre
del mismo año que la dependencia no tenía recursos para canalizarlos a la vigilancia e
inspección tanto de las zonas federales como de los aprovechamientos ilegales en la
cuenca Lerma – Chapala, aceptando que la vigilancia en la cuenca había sido
insuficiente y que esto había traído como consecuencia la existencia de diversos usos
ilegales del vital liquido. En ese sentido y como medida complementaria señaló que lo
que podría hacerse era tomar un esquema similar al que había adoptado la
Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente, delegando a los municipios la
inspección de aprovechamientos y materias forestales, es decir, dar
un curso en las mismas actividades que realizan ellos (los policías municipales o
inspectores), si ven alguna deforestación o aprovechamiento forestal lo van a
canalizar por donde debe ser, si se pudiera hacer esto con las autoridades de los
gobiernos de los estados o de los municipios donde pudiera haber un
aprovechamiento de un pozo o agua superficial, sería muy viable, (Raúl Antonio
Iglesias Benítez, citado en MURAL, 12/ Oct./ 2002)
Casi de manera simultánea a tales declaraciones el secretario ejecutivo de la
Comisión Estatal del Agua en Guanajuato Ricardo Sandoval Minero señaló
nosotros le entramos [a eso de la vigilancia,] si nos dan facultades y dinero
nosotros le entramos […] En Guanajuato decimos: dame un porcentaje de esa
recaudación, que en el estado es del orden de 400 millones de pesos y
armamos un equipo fuerte, ponemos camionetas, gente, sistemas de
29

información, geoposicionadores, lo que haga falta, (citado en MURAL, 11/


Oct./ 2002)
El funcionario señaló que la vigilancia se daría principalmente en pozos puesto
que a pesar de haber estimaciones de la Comisión Nacional del Agua de que en toda
la cuenca del Lerma hay alrededor de 14 mil, tan solo el organismo local de
Guanajuato tiene identificados cerca de 16 mil, y muchos de ellos sin la autorización
correspondiente. No obstante, Sandoval Minero refirió que localizar los usos
irregulares no implicaría cerrarlos de golpe dado que ello traería fuertes problemas
sociales tanto con “los agricultores del Bajío como [con] los pescadores del lago [de
Chapala]”, (citado en MURAL, 11/ Oct./ 2002).
Ello marcaría la pauta para que el 21 de octubre del 2002 la CNA transfiriera
de manera formal a la administración municipal de Uruapan, Michoacán, de la cual es
titular la perredista Mary Dóddoli Murguía, 23 kilómetros de zona federal
“correspondientes a la presa de Caltzontzin y a los ríos de Cupatitzio y Santa Bárbara
para su custodia, administración y conservación”. El acto de transferencia se llevó a
cabo en las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad en presencia del
gobernador del estado de Michoacán Lázaro Cárdenas Batel, y del representante del
presidente Fox Rafael Domínguez Mirfín en el aniversario de los mártires de Uruapan.
El delegado estatal de la CNA Juan Luis Calderón reconoció que la medida había sido
la adecuada dado que la dependencia no tenía la capacidad para vigilar y administrar
las áreas naturales ni evitar las invasiones, mientras que Mary Dóddoli refirió que
gracias a esa medida el ayuntamiento podría recuperar el área invadida “ya que no se
valía que unos cuantos se posesionaran de los recursos naturales”, (Semanario GUIA,
Octubre/ 27/ 2002: 11).
Unos meses después en la Gaceta Parlamentaria de las Comisiones Unidas de
Recursos Hidráulicos y Estudios Legislativos, se daba a conocer el dictamen del
Proyecto de Ley Reglamentaria del artículo 27 Constitucional para establecer como
zona de restauración ecológica y de reserva de aguas a la región Lerma – Santiago –
Pacífico (en adelante PLRRERARL-S-P). El proyecto de Ley en su artículo 4 facultaba
a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) para que
30

con la participación que corresponda a otras dependencias del Ejecutivo Federal,


celebre acuerdos de coordinación y ejecución de las acciones que se deriven de esta
Ley, con los estados y los municipios, así como con los sectores social y privado que
corresponda, con objeto de establecer los mecanismos de participación, orientada a la
restauración prevista en los respectivos programas de restauración ecológica y de la
reserva de aguas.
Según este planteamiento para cada una de las zonas de restauración ecológica
y de reserva de aguas la SEMARNAT deberá elaborar un programa de restauración
tendiente a la recuperación de los elementos naturales con la participación de los
municipios involucrados, (articulo 5 del PLRRERAR: L-S-P) El contenido de estos
programas además de considerar la identificación de los grupos sociales, así como sus
procesos y actividades que causan desequilibrios en los ecosistemas acuáticos por sus
descargas de agua y aprovechamientos de éstas en las zonas establecidas; la forma y
condiciones en que deberán llevarse a cabo el uso, la explotación y el
aprovechamiento del agua; las medidas necesarias para reglamentar los usos del agua,
garantizando el uso para conservación ecológica de la cuenca, la tecnificación y
eficientización de los sistemas de riego a lo largo y ancho de la cuenca,
cuenca el orden de
los sistemas urbanos que se abastecen de la cuenca, con base a la capacidad de carga
de las propias ciudades y de la búsqueda de fuentes alternativas de suministro y en
general la sustentabilidad económica y ambiental de las actividades industriales,
agrícolas y urbanas que dependen de la cuenca, (articulo 6 del PLRRERAR: L-S-P)
No obstante, el proyecto de Ley señala que en las zonas de restauración
ecológica y de reserva de aguas “no se autorizará ningún cambio en la utilización del
suelo distinta de aquella que hubiera tenido legítimamente a la fecha de entrada en
vigor de esta Ley”, siendo una excepción los casos “en que se reduzca el nivel de
contaminación y de consumo de aguas […] en proporción al beneficio logrado con las
medidas efectuadas para reducir el nivel de contaminación y de consumo de aguas,
asimismo se estimularán todos aquellos cambios de uso del suelo que contribuyan a
31

una mayor captación de agua en la Cuenca, así como al desarrollo sustentable de la


misma,” (articulo 9 del PLRRERAR: L-S-P)
En ese mismo tenor la SEMARNAT promoverá en “coordinación con la
Secretaría de Agricultura; Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y alimentación, la
tecnificación inmediata de los sistemas de riego de la Región Lerma – Santiago –
Pacífico, con sistemas que logren un ahorro mínimo del 50 % del gasto actual e
histórico promedio”, (articulo transitorio del PLRRERAR: L-S-P)
Para reflexionar:
Ante este proceso histórico que culmina con el Proyecto de Ley Reglamentaria
del artículo 27 Constitucional para establecer como zona de restauración ecológica y
de reserva de aguas a la región Lerma – Santiago – Pacífico habría que preguntarse
¿qué es lo que se intenta restaurar ecológicamente en el lago–presa de Chapala?
Cuando lo que se ha intentado hacer con el o ella es desecarla poco a poco desde
principios de siglo XX; ¿será acaso que al entrar en vigor la Ley, que hoy se presenta
como Proyecto, se estará llevando a cabo la desincorporación de las cerca de 30,
000 hectáreas del vaso del lago–presa tan codiciadas para la agricultura por parte de
los empresarios ribereños que por lo general encuentran cobijo y ayuda de los
gobiernos locales?; ¿porqué delegar en los municipios por parte de las instituciones
federales la responsabilidad de custodiar el agua que durante la primera mitad del
siglo XX tanto quiso administrar y controlar?
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32

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33
LOCAL CONTROL AND DISCRETIONARY AUTHORITY:
PROTECTING THE ACEQUIA BORDO

José A. Rivera and Thomas F. Glick*


jrivera@unm.edu
tglick@bu.edu

In recent decades the competition for water resources has increased dramatically,
particularly in arid and semi-arid regions of the world where municipal, industrial,
recreational and agricultural development outstrip the available supply. Population growth,
encroachment from urban development, emerging water markets, and other pressures have
placed community irrigation associations at risk as they struggle to counter the forces of
rapid economic, technological, political and legal-administrative changes beyond their
control. Irrigation systems that are self-governed require minimal levels of assurance that
their common property regimes will continue to function as originally designed, meaning that
their rights, privileges and benefits will remain intact into the future. If these collective
rights are somehow diminished, or the control of communal space is contested, the local
arrangements for water management may become undermined, destabilizing the governance
system as a whole and threatening its survival.

The purpose of this article is to explore the importance of local control and
discretionary authority over the operations of water conveyance along customary rights-of-
way. By “acequia bordo,” we mean the physical ditch as a transport canal and the integrity
of operations and maintenance along its banks. The irrigation organizations that we selected
to analyze are those of New Mexico, where community acequias of Iberian origin have
survived for more than four hundred years and where they persist despite pressures from
competing stakeholders. A recent case (Nacimiento Community Ditch) has emerged in the
Upper Rio Grande Basin that illustrates the degree to which traditional water users depend on
their ancestral rights to the bordo and the legal-administrative challenges they often confront
to protect their customary rights. In the end, governmental agencies came to recognize
historic property rights over the bordo and subsequently entered into discussions with
acequia officials to coordinate annual work plans for operations and maintenance with the
view to accommodate the needs of all parties and interests. The case provides lessons and
strategies that can be applied to rights-of-way conflicts elsewhere in the world where legal-
administrative changes have created similar tensions between customary practices and the
laws and policies of modern institutions. The lessons apply equally to local irrigation
associations as well as to regulatory authorities in cases of overlapping jurisdictions where
policy conflicts may surface over operations and governance.

----------------------------------------------
José A. Rivera is a professor of public administration and a research associate at the Center
for Regional Studies at the University of New Mexico. Thomas F. Glick is a professor of
history at Boston University where he directs the Institute for Medieval History.

1
Acequias de Común

In the American Southwest, Spanish colonial and Mexican settlement policies (1598-
1846) encouraged land grant petitioners and other settlers to locate permanent colonies near
sources of adequate water supplies. This process began with the siting of places where a
stream source or river could be diverted feasibly and a toma de agua (main headgate at the
point of intake) constructed adjacent to the diversion structure or presa. The settlers made
further investments in their new colony by constructing the rest of the irrigation works such
as the acequia madre and their laterals called sangrías. In brief, these gravity flow irrigation
systems defined the boundaries of community and wedded the appropriators into a common
future and livelihood expressed in irrigation terms as “acequia de común” (commons ditch)
or popular epigrams like “water is the lifeblood of the community.”1

The irrigation regulations that the Spanish settlers imported to the region were
principally those that had been developed in similar climatic areas of southern Spain. As
Glick (1970) has noted, the allocation, distribution, and administration of irrigation waters
during the colonial period, and continuing into the present, have been strikingly similar to
those of medieval Valencia, practices that have survived there as well.2 In medieval
Valencia, the basic irrigation unit in the society was the comuna, defined by Glick as a group
or community of irrigators all irrigating from a single main canal. His description of the
comuna could also be used to describe the functions of the historic acequia de común or, for
that matter, the modern day acequia association of New Mexico:

“…[the] primary business of the commons as a whole was to enact regulations for the
distribution of water and maintenance of the canal system and then to elect the
executive and administrative officers to whom authority for the day-to-day running of
the canal’s normal affairs was delegated. Ordinances …[of 1435] established the
duties of the cequier and his assistants, set fines for various misdemeanors, and
stipulated obligations of the hereters regarding observance of turns, maintenance of
the canal, and contribution of dues.”3

As is still the case today in most villages of the Upper Rio Grande, the acequias were
the only form of local government in the dispersed agricultural communities. Thus, the
powers delegated by custom and circumstance to the early mayordomos (ditch bosses, similar
to the acequieros of Valencia) likely were very broad, particularly in the absence of a
detailed role description or a formal set of ditch rules and regulations to administer. Without
a written charter to prescribe his every duty, the mayordomo nonetheless had ample guidance
from other sources. By the early 1800s the duties of this official were an amalgamation of
responsibilities inherited from earlier roles and residual Spanish water laws woven into local
practices for some two centuries: distribution of water on an equitable basis utilizing a water
schedule or some other form of rotation; convening of the irrigators for the annual spring
cleaning and for occasional repairs to the presa or the acequia madre; policing of the
irrigation system guarding against waste and violations of customary rules, including the
authority to levy fines against those who committed infractions; and the settling of conflicts
and other disputes among vecinos (citizen neighbors).4

2
The absence of written rules likely required a strong and widely respected
mayordomo who was familiar with local practices, norms, and informal rules, and who was
willing to enforce them equitably. Whether written or not, the mayordomo was vested with
discretionary authority, which was the defining characteristic of such offices in medieval
Islam and medieval Spain. Discretionary authority was the lynch pin of local control, the
way local control was expressed. In New Mexico, more precise duties for the mayordomo
were not defined in written statutes until the territorial assembly of 1851-52 under United
States jurisdiction. These acequia laws were defacto the first water laws of the modern State
of New Mexico. They codified into written statutes the extant acequia customary practices
as they had gradually evolved since the first Spanish settlement was established in 1598. The
acequia laws persist and pre-date the New Mexico Water Code by more than half a century.5

Local Control and Discretionary Authority

In the Upper Rio Grande, as in other parts of Spanish America, desert farmers
constructed irrigation works at a scale they could manage locally as cooperative systems.
These systems retain features of a commons, where the irrigators govern the system of water
allocation and delivery and must participate in the operations and maintenance of the right-
of-way or bordo. Under modern water laws, water rights in New Mexico are privately held
by each acequia irrigator, but the physical canal is still a collective enterprise and is managed
by the comunidad of irrigators known as the parciantes of the association.6 The acequia
members continue to control the functioning of the canal as a physical conveyance channel
much as before; state statutes recognize that these property rights were obtained at the time
of construction of the irrigation system through communal labor. As tenants in common, the
association of irrigators can determine ownership and use rights of new irrigators desiring to
use the acequia upon their consent and the payment of shares.7 The hierarchical system of
prior appropriation, on the other hand, usurped local authority and water transfers are now
administered centrally by the Office of the State Engineer.

The heart of community acequia self-governance in the Iberian model are the twin
principles described by Maass and Anderson as local control and discretionary authority.8
The particular modes of operationalizing the two principles were imported from Spain where
they had been worked out in the wake of the Reconquest as Christians had to devise new
administrative modes for governing allocation systems adopted intact from the defeated
Muslims and whose original rationales the conquerors did not fully understand. Muslim
irrigation had been administered on tribal principles which could not be passed on to the
Christian conquerors. So the latter ran the newly-acquired systems by borrowing both the
institutional structure and executive procedures of craft guilds.9 Thus, the ditch
commissioners are the equivalent of medieval craft-guild syndics, the mayordomos of guild
mayordomos, inspectors (veedores) of guild veedores or fieles, fiel being a calque on Arabic
amin. It is interesting to note that in nineteenth-century colonial India, the British
administrators found that local allocation of irrigation water worked well in tribal areas and
not at all in non-tribal places that had no indigenous forms of communal governance.10

3
By local control we mean the principle that authority resides in the community of
irrigators and its designated officers rather than an administrative or executive body that
governs from a distance and that decisions regarding operational procedures of irrigation are
made at the lowest administrative level consistent with the legal principles in force. When
local control is challenged, the key contested sites are those where water is diverted or
channeled, such as the head or lateral gates and the rights-of-way on the sides of the canal.
Abstract water rights are given concrete expression at the former; while rights-of-way
constitute a domain that the acequiero or the mayordomo must rule unequivocally and
absolutely. The ordinances of the medieval Valencian acequia of Benatger y Faintanar
stipulated that the acequiero, syndics and inspectors had to patrol the entire system at least
once a month, in exercise of a police function. They were looking for misdemeanors, but at
the same time reinforcing the commons’ sovereignty of the rights-of-way. Any
misdemeanors discovered were punished summarily, in situ.11 As part of their official
regalia, medieval Valencian acequieros carried ganchos (hooks) that they used to open or
close lateral headgates, particularly when recalcitrant irrigators had failed to do so, in
contravention of the statutes. They carried out these tasks undaunted by the opposition of
individual irrigators because their control of communal space was absolute.

When the commons loses control of its space, acequia administration can break
down, destabilizing the system as a whole. In contemporary New Mexico an obvious
problem is created whenever newcomers who do not know the customary rules move onto an
acequia:

“In the past the bordos were the walkways or veredas that connected
one village with another. … [T]he purpose of the bordos has been forgotten;
in fact, many of the new arrivals in the villages want to prevent the
commissioners and mayordomo from walking them. No one can do that unless
you allow them, and, unfortunately we have allowed that to happen. The
acequias all have an easement of at least 7½ feet from the middle for a total of
15 feet on both sides, but recently they have become so overgrown, that they
are being abandoned. Por eso nadie se quiere prestar de mayordomo!” 12

In Islamic law, where all executive authority devolves theoretically from the chief
qadi of the place in question, certain officials including the market magistrate (muhtasib) and
irrigation officer (sahib al-saqiya) could punish infractors in the act and fine them
summarily, so long as the infraction was a standard low-level misdemeanor. Any serious
infraction had to be brought before the qadi. Medieval Spanish acequieros were invested
with the same powers, and this system was brought to the Americas.

Here is a New Mexican mayordomo, Cleofas Vigil, describing how the right-of-way
functions operationally, as he recounts an argument with a newcomer over the mayordomo’s
right to free passage both in the ditch and on the bordos:

“Le dije yo when I come to this place or go through this place yo no


vengo a ver te a ti, le dije. Yo voy a pasar esta acequia. I patrol the ditch y tu

4
no me puedes prohibir de que voy a pasar por esta propiedad. No voy a
pasar por tu propiedad; voy a pasar por la propiedad de la comunidad. Dijo,
you heard me, you call first. Le dije…, call you? Let me tell you something…
ese atarque que tienes en esa acequia, le dije, quiero que lo quites de la
acequia…. I’ll give you a week, le dije. Si yo suvo en una semana, le dije…
we will see the judge…. al juez y meterle la regla de la asociación de la
acequia.”13

Cleofas explains that as mayordomo he has very wide latitude (discretion, in other
words) in the execution of the community’s statutes, which include moving water around to
maximize its use. “El mayordomo puede hacer eso,” he emphasizes, “si usa su juicio
cabal.”14 The case study below demonstrates that challenges to the authority of acequia
officials can come not only from newcomers or other individuals, but from powerful
institutions, in this instance, the national government by way of one of its regulatory
agencies.

Case Study: Nacimiento Community Ditch Association

Authority over the functioning of the ditch, including easement rights along the
embankments on both sides of the ditch, remains as the singular most important element of
local control of acequias in New Mexico. Prior to the New Mexico Water Codes of 1905
and 1907, community irrigation ditches controlled access to water, appropriated water
available for new uses, and ranked uses in times of shortages. As described by Hall, the
Water Codes centralized these powers upon the creation of the Office of the Territorial
Engineer. Changes in water law made unappropriated water a public resource with the
Territorial Engineer, a state bureaucrat, in charge of its conservation, use and distribution. In
1912 the New Mexico State Constitution reiterated the public ownership of water with
individual appropriators recognized as the water rights holders and not the community
ditches: “The state replaced the community ditch as the stakeholder, which would dole out
the unappropriated water of the state. The individual held the rights so created.”15

In the middle 1980s the State Engineer initiated the adjudication of the Jemez River, a
tributary of the Rio Grande and the main source of water for the Nacimiento Community
Ditch Association (NCDA). Although the water rights of the Nacimiento Community Ditch
irrigators on the Jemez date to the late nineteenth century, three Indian Pueblos downstream
hold federally reserved rights and are the most senior in the watershed. When the
adjudication process was nearing its end in the year 2000, NCDA officials negotiated with
the Pueblos and agreed to regulate the Jemez River waters more efficiently by replacing their
traditional dam with a modern diversion structure at one of the headwaters creeks located
within a Wilderness Area managed by the United States Forest Service. The challenge to
NCDA was to comply with a Consent Order resulting from the adjudication in federal district
court that mandated the completion of the diversion within two years from the time of the
agreement with the Indian Pueblos. To modernize their diversion NCDA would have to haul
construction materials and build the structure in compliance with the policies and regulations

5
of the Forest Service applicable to lands located in Wilderness Areas. Their access to the site
was protected by an existing easement but assertion and recognition of this right, coupled
with additional time needed to secure financing from the State of New Mexico, took more
than the two years projected at the outset. At stake for NCDA was not only the mandate in
the Consent Order but the permanency of their ancestral property rights into future years.

The Nacimiento Community Ditch is an irrigation system comprised of eight laterals


that together irrigate 732 acres in the community of Cuba, New Mexico. The laterals are
diverted from Nacimiento Creek above Cuba and run westerly toward the village as they
irrigate small parcels of alfalfa, hay pastures and a few orchards. In its rules and regulations
the NCDA purposes include the management and operations of their system for the
distribution of water to the irrigators in proportion to their individual rights. Members of the
association are those persons who have an interest in the ditch and are entitled to irrigation
waters provided by the acequia. Under the direction of three NCDA commissioners, the
mayordomo is charged with supervising maintenance and repairs, the collection of
assessments, and water distribution based on a schedule established by the commissioners.
Violators of the rules are subject to fines and other penalties. Any person who interferes with
the acequia or takes water without the permission of the mayordomo “shall be guilty of a
misdemeanor and prosecuted in accordance with the laws of the state.”16

The community of Cuba (initially called “Nacimiento”) was founded in the 1870s as
one of the string of Hispanic villages along the upper Rio Puerco, a permanent stream that
could be easily diverted to irrigate the fertile lands in the valley. Nacimiento Creek flows
into the bed of the Rio Puerco. The Rio Puerco inhabitants were experienced irrigators, and
as their numbers increased after the defeat of the Navajos in 1864 they expanded their
settlements from Cabezón and other villages due north toward the Nacimiento Mountains,
the headwaters of the Rio Puerco. These settlers were aware that the intermittent flows of
Nacimiento Creek would not be sufficient to the needs of the growing population. To
augment water supply for use in the irrigable lands along the Rio Puerco, they dammed a
larger stream, El Rio de las Vacas, located to the east of Cuba within a different basin, the
Jemez River.17 A second diversion was constructed at Rito Claro (now Clear Creek) nearby.
To export water from the Jemez Basin, the settlers built a transbasin acequia at the Clear
Creek diversion. The acequia transports the diverted water for about 2,000 feet to a low
divide between the Jemez River and the upper Rio Puerco drainage and then drops the water
into Nacimiento Creek below. The diversion at Rio de las Vacas conveys water along its
own ditch for more than two miles to a point where it joins Clear Creek some thirty feet
upstream of the NCDA diversion at Clear Creek. The purpose of the Rio de las Vacas ditch
is to increase the flows of Clear Creek above the NCDA headgate.18

A second engineering feat occurred in 1947-49 when the NCDA irrigators began
construction of a reservoir at a place called Cienega Gregorio, one of many wetland
meadows within the Santa Fe National Forest east of Cuba. Clear Creek ran through this
wetland just above the existing NCDA diversion structure. The site was deemed suitable for
NCDA to excavate the marshy area and use the earth to build a dam for the reservoir. After
its completion a few years later, San Gregorio Reservoir allowed NCDA to store water for

6
use in mid-summer when the natural flows of Clear Creek subside. As envisioned in its 1947
permit application to the State Engineer Office, releases from the lake resulted in greater
efficiencies in irrigation by supplying water to the cultivated lands in Cuba during the dry
season instead of relying strictly on flood irrigation practices during spring run-off. Later, in
1957, NCDA entered into an agreement with the New Mexico Game and Fish Department to
enlarge the storage capacity of the reservoir to a surface area of thirty-five acres by raising
the crest of the dam. The expansion was designed to accommodate an increase in
recreational uses, fish propagation, waterfowl nesting, and for wildlife protection. To create
and maintain a dead storage pool of 100 acre feet for these purposes, NCDA members
permanently retired from irrigation 109.9 acres of land under their system (212.107 acre feet
of water rights per annum) and temporarily retired an additional 53 acres of land (102.29 acre
feet) to offset increased usage of water during the initial filling of the storage pool.
Following procedures of the State Engineer Office, NCDA members transferred these water
rights to the New Mexico Game and Fish Department voluntarily and with no
compensation.19

The NCDA diversions at Clear Creek and Rio de las Vacas are located upstream of
other water right holders within the Jemez River system. Adjudication of Jemez River water
started in 1983 with the United States and the State of New Mexico as plaintiffs and three
Indian Pueblos as plaintiffs-in-intervention.20 Defendants in the adjudication suit included a
total of 660 non-Indian water rights holders along the Jemez River to its confluence with the
Rio Grande north of Albuquerque. The adjudication sought to quantify and establish priority
dates of all surface and ground water rights in the basin, an area of about 1,030 square miles.
Known as the Abousleman case, the lawsuit was filed by the federal government on behalf of
the Jemez, Zia and Santa Ana Indian Pueblos seeking to adjudicate water rights following
claims by the Pueblos that the non-Indian water users had substantially reduced the supply of
water they were entitled to as senior users, resulting in trespass of their property rights.21
Jemez, Zia and Santa Ana Pueblos are all downstream of the NCDA diversion structure on
Clear Creek. The three pueblos hold aboriginal rights to the Jemez River protected by the
United States as federally reserved rights and are senior to all others, including the water
rights of the seventy-two irrigators forming the Nacimiento Community Ditch Association.
During a dry summer in 1996 the Pueblos had already exercised their senior rights and forced
a priority call on the Jemez River and could take similar actions in the future.

As parties to the adjudication, the NCDA irrigators were made offers of judgment and
NCDA ultimately accepted that their members were entitled to irrigate 715.62 acres of
farmland in the vicinity of Cuba with a priority date of 1882. At a settlement conference held
in January of 2000, the NCDA entered into an “Agreement in Principle” with the three Indian
Pueblos, the State of New Mexico and the United States that would lay the groundwork for
the apportionment of water from Clear Creek and Rio de las Vacas.22 NCDA agreed that it
would replace its existing diversion of logs, rocks and sandbags on Clear Creek with a more
modern structure intended to apportion water between Clear Creek and Nacimiento Creek.
The Agreement in Principle further stipulated that NCDA would continue to utilize the Rio
de las Vacas Ditch to provide water to its point of diversion on Clear Creek. The estimated

7
cost of the project was set at $10,000 or less, with a completion deadline of two years from
March 15, 2000.23

The Consent Order of May 4, 2000, Jemez River Adjudication, incorporated the
agreement after the Pueblos and NCDA had submitted a joint motion in support. The basic
principles remained the same: NCDA held a right to impound 154 acre feet at San Gregorio
Reservoir for irrigation use and to export water from the Jemez River Basin with points of
diversion at Clear Creek and Rio de las Vacas; NCDA would be obliged to build a new
diversion structure and headgate at Clear Creek no later than March 15, 2002. In its design,
the purpose of the structure would be to turn water from Clear Creek into the NCDA
transbasin ditch apportioning surface water flows from Clear Creek in the Jemez Basin to
Nacimiento Creek in the Rio Puerco Basin. To keep proper accounting, the Consent Order
authorized the Bureau of Indian Affairs (BIA) to measure flows at a gage just above the
NCDA drop structure at the divide of the two basins and to issue monthly reports to the
affected parties. In total, NCDA would be allowed to divert Jemez Basin water at no more
than 1335 acre ft. per annum as a six year rolling average, or a maximum diversion of
2332.92 acre ft. If either of these amounts were breached in any given calendar year, NCDA
would be required to stop releases from its stored water in the San Gregorio Reservoir and its
diverted water from Clear Creek. The BIA was to issue annual reports, and if water
measurements exceeded the maximum allowed, penalties would accrue to NCDA.24

The Consent Order mandated NCDA to work diligently at securing the necessary
permits to allow the construction of a more efficient diversion on Clear Creek replacing its
traditional atarque (dam) built of logs, rocks and sandbags. If not built by the deadline,
NCDA would be penalized in the amount of thirty percent of their water rights or 400.5 acre
feet yearly.25 As a critical next step, the NCDA officers would have to approach the
landowner of the site where their diversion and transbasin acequia are located. This is where
the struggle over maintenance of the bordo began, owing to the fact that the landowner of
upper Clear Creek was the Santa Fe National Forest, a land management agency of the
United States government. This part of the public domain was reserved in 1892-1907
encompassing some 1,567,181 acres in northcentral New Mexico. Even though the NCDA
acequia system pre-dated the creation of the Santa Fe National Forest, NCDA officials were
aware that their court order to reconstruct their diversion at Clear Creek would have to be
coordinated with Forest Service officials, starting with the District Ranger’s office in Cuba.
They were also aware that their diversion on Clear Creek was situated within the boundaries
of the San Pedro Parks Wilderness, a federally designated area of some 42,000 acres on the
western boundaries of the Santa Fe National Forest. Forest Service officials were sensitive to
the time pressures facing the NCDA irrigators and were eager to cooperate from the outset,
but in the process of attempting to facilitate NCDA operations, Forest Service policies to
protect the Wilderness conflicted with the Clear Creek project and delayed a final solution.

The San Pedro Parks Wilderness (SPPW) was designated by Congress as a Primitive
Area in 1931, reclassified as a Wild Area ten years later, and finally as a Wilderness in July
of 1964.26 The area consists of a high mountain plateau with some peaks at 10,000 feet.
Dense stands of spruce, mixed conifers, scrub oak and aspens contrast with large, grassy

8
open spaces. Precipitation amounts to about 35 inches per year, mostly as winter snow.
Numerous creeks meander through wet meadows. This lush environment provides habitat
for elk, deer, blue grouse, turkey, squirrel, black bear along with native fish species and
beavers in the creeks. The Wilderness Act of 1964 directs the Forest Service to regulate uses
permitted and prohibit the use of mechanical or motorized equipment anywhere within the
SPPW boundaries. The NCDA was aware of Forest Service regulations extant prior to the
Wilderness designation, having applied for and obtained a special use permit to construct San
Gregorio Reservoir in 1949; and a decade later, the Forest Service allowed an increase in the
capacity of the reservoir to accommodate the New Mexico Department of Game and Fish and
its agreement with NCDA to stock fish for the growing recreational uses of the lake behind
the dam.27 The expansion provided NCDA with 154 acre feet of reservoir storage for
irrigation uses, in addition to a minimum pool of 100 acre feet for fish and wildlife purposes.
These quantities were confirmed and incorporated in the Consent Order of May 4, 2000.28

Cognizant of the mandate to rehabilitate the NCDA diversion on Clear Creek within
two years, as stipulated in the Agreement in Principle with the three Indian Pueblos, the
attorney for NCDA contacted the District Ranger of the Forest Service in Cuba on February
17, 2000. The lawyer outlined the events leading up to the agreement including the priority
call made by the Pueblos in 1996 and the establishment of a rotation system in the event of
future calls.29 More critical was the fact that now NCDA was obliged to replace its
traditional diversion on Clear Creek with a modern structure by March 15, 2002, or face a
thirty percent reduction in water rights per year if the deadline was not met. The two-year
period would include the time needed to comply with any Forest Service permit
requirements, securing the funding from external sources, and constructing the diversion.
The letter concluded with a commitment that NCDA would come to the Cuba office armed
with the documents necessary “to facilitate completion of all Forest Service requirements for
constructing the diversion in a timely way.”30

The urgency of the situation, coupled with the knowledge that NCDA had obtained a
special use permit for its construction project at the time that San Gregorio Reservoir was
built, led NCDA officials to believe that the Forest Service permitting process would be
accomplished in a reasonable period of time. At this juncture, the preliminary estimate for
construction costs was still at $10,000, under the assumption that the Forest Service would
permit the use of construction equipment and vehicles as had been allowed for the reservoir
construction projects twice before. The two-year timetable presented a challenge, but the
project at Clear Creek was deemed feasible.

The initial meeting with the District Forest Ranger was held in late February. NCDA
was informed of Forest Service regulations that prohibited the use of motorized equipment
and non-native construction materials within the Wilderness: the more intrusive the
construction methods and materials, the more procedural requirements to be followed in
compliance with the National Environmental Policy Act (NEPA). NEPA procedures that
might apply to the Clear Creek diversion project ranged from a categorical exclusion to more
complex environmental reviews such as an environmental assessment or perhaps an
environmental impact statement. For its part, the Forest Service personnel agreed to study

9
the NEPA requirements and detail the most likely process for approval of the diversion dam
and headgate. Both the Forest Service and NCDA agreed to conduct an inspection tour of
the proposed site to evaluate alternatives as to the use of construction methods and
materials.31

The visit was conducted in April and included representation from the Cuba District
Forest Service Office, the NCDA mayordomo and other parciantes, the NCDA lawyer, and
the agency that would design the diversion structure and headgate, the Natural Resource
Conservation Service.32 Many topics were discussed including NEPA alternatives, funding
sources for NCDA, estimated costs, and timetables for completion of the NEPA review and
construction of the diversion. By now, it was apparent that the Wilderness location and the
permitting process would increase initial estimates for project approval and construction
costs. If an Environmental Assessment (EA) was required, the most likely level of review,
the Forest Service would need more than a year to complete the process, meaning that
construction could not begin until the fall of 2001. As to project costs, the diversion structure
and headgate would cost as much as $60,000, six times the amount estimated in the
Agreement in Principle and the court’s Consent Order earlier in the year. The complexities
of the project were becoming clear: the EA conducted by the Forest Service would be time
consuming and could be prolonged in the event of public objections; the NCDA could not
complete its design of the diversion until the NEPA process was finalized; without a final
design in hand, NCDA could not obtain the concurrence of the three Indian Pueblos, nor
secure the funding from outside sources. Completion by March 15, 2002 might not be
feasible after all, but the representatives pledged to move forward and try to coordinate the
intertwined tasks, hoping to meet the deadline somehow.33

In the months ahead, discussion continued around the NEPA requirements; perhaps
the level of review could be reduced to a Categorical Exclusion. Another critical topic was
the question of a special use permit for the project as required in Forest Service policies. In
earlier discussions, NCDA had raised its claim to perpetual easement rights, negating the
requirement of a permit. Now the process was nearing the point of divergence over property
rights issues. Did the NCDA hold pre-existing rights to undertake operations and
maintenance, including repairs of their facilities on public domain such as a Wilderness
without the necessity of a special use permit? Were their rights grandfathered prior to the
establishment of the Santa Fe National Forest and designation of the San Pedro Parks
Wilderness? If NCDA acquiesced to Forest Service regulations, under the pressures of a
binding Consent Order to construct a modern diversion on Clear Creek, would this amount to
a waiver of any pre-existing easement rights? Alternately, did the Wilderness designation
supercede any easement rights and empower the Forest Service with regulatory authority to
review and approve all actions, including non-federal, on these public lands?

There were other policies that could recognize NCDA rights, if the parties were
willing. NEPA review criteria, for example, include the preservation of cultural values, and
perhaps the social value of water to the Cuba community could be recognized in the NEPA
process, a point made by the NCDA lawyer.34 Moreover, at least one Forest Service policy
goal dealt specifically with the Pueblo Indian and Spanish American cultures of northern

10
New Mexico as a unique resource in the national system. Known as the Southwestern
Region Policy, issued by the Regional Forester William D. Hurst in 1972, this goal statement
was widely circulated among Forest Service Supervisors and District Rangers based in
northern New Mexico.35 Hurst recognized the historic uses of the land now managed by the
Forest Service and instructed his personnel to consider the traditional cultures as “resources”
in much the same sense as Wilderness areas are also considered valued resources. “Forest
Service employees at all levels of the organization must have a burning desire to perpetuate
these unique values…. Forest Service objectives and policies must be altered to the extent
possible to recognize and be responsive to the culture and peoples.”36

For a time, the Forest Service and the NCDA representatives believed that both sets
of values could be weighed equally: protect the Wilderness while validating the historic
activities and the rights of the acequia irrigators from the Cuba Valley. To accomplish these
dual objectives, the parties suggested they could cooperate in the creation of an authorizing
instrument that would allow the Forest Service to fulfill its obligations to regulate operations
and maintenance in the Wilderness without diminishing NCDA’s easement rights.37 At a
tour of the NCDA Rio de las Vacas ditch in June of 2000, to assess a breach in the system,
the District Ranger noted that a special use permit for the construction of the diversion at
Clear Creek would allow him to review and approve the instrument at the District level
without higher level reviews.38 Repairs to the breach in the Rio de las Vacas ditch raised the
issue of a more inclusive NEPA process to cover NCDA maintenance and operations
activities in the future, but the District Ranger decided to leave the culverts in place (installed
there temporarily by NCDA to handle the breach) until a NEPA decision as to an appropriate
design and structure to repair the breach permanently. Meanwhile, to move forward with the
Clear Creek project, NCDA representatives indicated they would consult with the Forest
Service legal counsel at the Regional Forest Service Office in Albuquerque to determine if a
special use permit could be devised in a manner that would protect NCDA’s easement
rights.39

The crafting of correspondence to the Forest Service legal counsel was left to the
Community and Indian Legal Services (CILS) of Northern New Mexico, the organization
that had been representing NCDA from the outset. Two lawyers from CILS wasted no time
in addressing the most salient issue pitting the NCDA against the Forest Service. Their
memorandum was titled: “Nacimiento Community Ditch Association (NCDA) Perpetual
Easement in the San Pedro Wilderness Area.”40 By now, it was clear to NCDA, and stated
by CILS in the memo, that the question of Forest Service authority over easements that pre-
dated the creation of the National Forest system would need legal interpretation and
resolution. To advance the position of their client, CILS cited legal analysis in previous
Forest Service’s correspondence: a 1971 memorandum from the Forest Service headquarters
in Washington D.C. to Regional Foresters throughout the country advising them that prior to
1891 ditches were allowed to be constructed across the public domain without the
requirements of a permit or other authorization, and “once constructed, they were usually
accorded easement status by local custom.”41 Further, as contained in the 1971 memo, “This
status was legally recognized under provisions of the right-of-way for Highways Act of July
26, 1866.”42 CILS also called attention to a 1996 Forest Service letter to ditch owners

11
acknowledging that persons receiving the letter held “an outstanding right” if it was proven
to the District Ranger that the ditch existed before the creation of the National Forest. Such
ditch owners were encouraged to, but did not have to, pursue an easement under the
Agricultural Irrigation and Livestock Watering Act, known as “the Ditch Bill.”43

The CILS memo also addressed the Wilderness Act and NEPA. In the case of the
Wilderness Act, NCDA operations and maintenance activities were not contrary and could
continue without a special permit since restrictions in the Act were made “subject to existing
rights.”44 NEPA likewise did not apply since the NCDA easement right was a grandfathered
private right; and further, the proposed rehabilitation of the NCDA diversion at Clear Creek
was not a federal action. CILS reminded the Forest Service legal counsel that NCDA had
previously used similar construction materials at the same site when San Gregorio Reservoir
was built. A more appropriate process, the memo continued, would be for the Forest Service
to review the proposed activity, acknowledge that the right pre-existed and allow the project
to proceed without a permit. Other pre-existing practices known to the Forest Service
included the use of chain saws to clear the Rio de las Vacas Ditch of fallen logs; the uses of
motorized vehicles by the New Mexico Game and Fish Department when stocking San
Gregorio Lake with fish; and the use of metal culverts by NCDA to repair sections of the
ditch when breaches or breaks occurred in the past. None of these activities had required
permits nor the invoking of NEPA. As an alternative, CILS urged the Forest Service to
delineate “a range of historic, routine small-scale to moderate operation and maintenance
activities that NCDA can continue to conduct pursuant” to the “existing rights” language in
the Wilderness Act.45

The CILS and NCDA did not succeed in forestalling the requirement for a NEPA
review or the issuance of a special use permit. Instead the Cuba District Ranger issued a
scoping letter in November of 2000 that went contrary to the NCDA proposal.46 This Forest
Service official described the proposed action of the Forest Service to authorize the NCDA
projects at Clear Creek and Rio de las Vacas: construction of diversions to control and
measure water flow into the NCDA ditch; and repair of the ditch breach near Rio de las
Vacas. The scoping letter indicated that the Forest Service would conduct an Environmental
Assessment of these proposed activities and also address future operations and maintenance
on the ditch. On the latter point, the EA would review future NCDA actions such as brush
and log removal, the use of native materials for any needed ditch repairs, and require
notification by NCDA to the Forest Service prior to the performance of such routine
maintenance. The letter noted that the project area was located in a Wilderness and thus any
proposed structures or facilities would have to incorporate natural or native materials without
the use of mechanical conveyances in the construction process. Materials hauled to the
project area would have to employ (animal) stock, and no motorized tools could be utilized,
making the project “labor intensive and expensive.” In closing, the District Ranger invited
the public to raise questions or submit written comments within a month.47

Acting on behalf of NCDA, the CILS lawyers raised several objections to the scoping
letter at the heart of the discussions between NCDA and the Forest Service:

12
(1) authorization” by the Forest Service for NCDA maintenance of its pre-existing easement
is not needed; (2) the NEPA process is not required for non-federal actions; and (3) Forest
Service impositions threaten to diminish NCDA’s easement rights.48 From the perspective of
CILS, and stated in a letter to the Forest Service’s legal counsel, the Forest Service staff had
crossed the line: “NCDA cannot be regulated to the point where its pre-existing easement
rights are diminished or reduced….”49 To emphasize the gravity of the situation, CILS noted
that these issues and differences could not be set aside any longer and challenged the Forest
Service to clarify the agency’s position and the attendant authority regarding each of the
three “legal issues” raised in their letter. To preclude “legal problems down the road,”
NCDA and the Forest Service must reach “a mutual understanding with regard to the
parameters of NCDA’s easement right…” as a first step in a cooperative process.50

The CILS letter resulted in a meeting between NCDA officials and the Forest Service
at the headquarters office of the Santa Fe National Forest Service held on January 30, 2001.
The meeting did not resolve the impasse, but it did provide an opportunity for the CILS
lawyers to advance some preliminary alternatives for continuing negotiations: (1) the NEPA
process for the improvement of the Clear Creek diversion could be expedited by way of a
Categorical Exclusion or elimination of a NEPA review altogether; (2) NCDA and the Forest
Service could establish a system allowing NCDA to perform regular maintenance activities
without the use of a permit; (3) the Forest Service could incorporate a management directive
that Wilderness restrictions are “subject to existing rights” and that Forest Service regulations
cannot “diminish or reduce” rights associated with statutory easements.51

These and other matters were reiterated in a memo to the Deputy Regional Forester in
Albuquerque on March 28, 2001, noting that none of the issues had been resolved.52 Absent
a clear position from the Forest Service, once again the CILS lawyers attempted to establish
the relevant legal authority in support of the NCDA claims to its right-of-way on the San
Pedro Parks Wilderness. The starting point, all along, had been the Act of July 26, 1866,
where the United States Congress granted right-of-way to ditch and canal owners over public
lands if their rights had accrued prior to 1891: “…the possessors and owners of such vested
rights shall be maintained and protected in the same; and the right of way for the construction
of ditches and canals for the purposes aforementioned [agricultural] is hereby acknowledged
and confirmed.”53 The CILS lawyers reminded the Deputy Regional Forester that the Forest
Service itself had issued an internal memorandum in 1971 specifically stating that pre-1891
ditches were constructed without a permit or other authorization and once constructed, they
were usually accorded easement status by local custom (applicable state laws). Case law in
New Mexico, according to the CILS lawyers, supported NCDA’s right to modernize its
diversion structure since the original purpose of the easement would continue.54

In a reply of May 30, 2001, the Deputy Regional Forester disagreed with the notion
that vested property rights were exempted from Forest Service or Secretary of Agriculture
regulations.55 Citing legislative authorities and case law, he stated that easements within a
National Forest were still subject to “reasonable” Forest Service regulations as to occupancy
and use by ditch owners or other groups. He did acknowledge that vested rights were
grandfathered, meaning that “no further authorization is required for the right-of-way” but

13
“authorization may be required for activities associated with it….to insure activities are
within scope, which in part means they do not unreasonably damage the servient estate.”56
NCDA, he concluded, would need to apply for a permit for activities within the San Pedro
Parks Wilderness beyond routine maintenance; use of motorized equipment, on the other
hand, must be authorized by the Regional Forester; and NEPA documentation will be
required “for the construction of the new diversion and the continuing maintenance
activities….”57

At this juncture, time was emerging as a critical factor for NCDA. Less than ten
months remained before the March 2002 deadline for completion of the diversion structure at
Clear Creek. Already NCDA had experienced a setback when the Governor of New Mexico
vetoed a capital outlay bill passed by the state legislature in March of 2001; the bill had
contained a $50,000 appropriation to NCDA for the rehabilitation of the diversion structure.
Without this base funding, NCDA could not develop other matching funds nor hire a
contractor. Estimates thus far indicated that the project, given the Wilderness restrictions,
would cost in excess of $60,000. The legislature would not meet again until January of 2002,
but funds from that legislative session, if obtained, would not be available until July of 2002.
Meanwhile, the Natural Resources Conservation Service could not present a construction
design until the NEPA process was concluded, but the level of NEPA review and the
timetable had not yet been determined.

Desperate to resolve the impasse, the CILS lawyers met with the Regional Forester,
the top Forest Service official in New Mexico. Their strategy met with partial success. At
the meeting, August of 2001, the Regional Forester suggested that NCDA agree to a one-time
permit limited to the rehabilitation of the Clear Creek diversion.58 The CILS lawyers took
this offer to NCDA for consultation, and near the end of August they replied favorably as
long as the idea of a one-time permit would lead to an overall resolution where the Forest
Service recognized and confirmed the NCDA easement rights. Also, the permit should “not
be construed as a stipulation to condition or to concede any legal rights…or as a procedure in
the future for NCDA to secure permission or consent from the Forest Service….”59 Instead,
NCDA and the Forest Service should enter into a separate agreement outlining a system of
communication for the coordination of annual and routine maintenance activities. The
Regional Forester accepted the outline of the resolution and issued a letter on September 26,
2001, stating that ditches and canals qualifying under the Act of 1866 would not be required
to obtain special use authorizations for use of the ditch or to conduct normal maintenance or
minor improvements in order to maintain the capacity of the ditch. Meanwhile, for the
project contemplated within the Wilderness the use of mechanized equipment, motorized
equipment and non-native materials would have to be evaluated prior to a Forest Service
decision. She also endorsed the idea of an annual coordination agreement between NCDA
and the Forest Service.60

The Cuba District Ranger confirmed that the NCDA ditch qualified under the Act of
1866, but in his own letter to CILS, he determined that the diversion structure proposed for
Clear Creek did not fall within the definition of “minor improvement” and thus would have
to be approved by way of a special-use authorization.61 Moreover, he did not approve the use

14
of motorized or mechanical equipment at the construction site indicating that NCDA had not
established the prior use of such equipment before designation of the San Pedro Parks
Wilderness. The NEPA analysis completed to date did not cover the use of motorized or
mechanical equipment and a new round of scoping would be required to possibly include an
Environmental Assessment should NCDA now propose the use of motorized or mechanical
equipment.62 To CILS and NCDA a new NEPA process would be out of the question, given
the impending deadline to complete the diversion structure. Instead, they opted to
demonstrate that NCDA had in fact utilized motorized and mechanical equipment within the
Wilderness, both in conjunction with the construction of San Gregorio Reservoir and on the
Rio de las Vacas diversion and ditch. The gathering of documentation or other evidence,
however, would take a while.

The immediate priority for NCDA was to modify the NEPA analysis underway
preferably under a Categorical Exclusion, the least time consuming of the NEPA options.
By pressing for a Categorical Exclusion NCDA would not be able to use motorized tools and
equipment at the Clear Creek construction site, but this option was preferable to the delays
inherent in NEPA Environmental Assessments and the potential for appeals by other parties.
To this end, CILS lawyers contacted the Recreation and Land Staff Officer at the Santa Fe
National Forest proposing a Categorical Exclusion for the Clear Creek diversion project.63
He had already expressed optimism that such a determination would be approved soon as
would a coordination agreement for long-term maintenance and minor improvements without
the requirement for a special use permit or the invoking of a NEPA process. The officer also
had agreed that the Forest Service would review and consider any evidence presented by
NCDA that motorized and mechanical equipment had been utilized by NCDA prior to the
designation of the Wilderness. By mutual agreement, this latter issue would be taken up at a
later time.64

A Categorical Exclusion for the Clear Creek diversion project was finally approved
in a “Decision Memo” on March 15, 2002, issued by the Chief of the Forest Service in
Washington, D.C.65 In this action, NCDA gained two concessions: (1) a full blown NEPA
analysis would not be required, and (2) the Categorical Exclusion would apply only to the
diversion at Clear Creek and not the entire NCDA ditch system located at the San Pedro
Parks Wilderness. Per Forest Service policies the Chief of the Forest Service must approve
the construction of water diversions in Wilderness Areas. In his memo, the Chief approved
the reconstruction of the existing headwall and diversion replacing the sandbag diversion but
without the use of motorized equipment. He also reported that the scoping activities
conducted by the Forest Service had not required any additional public consultations other
than the notices already circulated and concluded that the project posed no significant
adverse effect on the environment. As noted in the Decision Memo, the project qualified for
a Categorical Exclusion within Forest Service policies that allow this level of NEPA review
for uses of National Forest System lands that require less than five contiguous acres of land.
The Clear Creek project was contained within one tenth of an acre and could proceed.66

The Forest Service Chief issued his Decision Memo the same day as the deadline for
completion of the diversion structure, March 15, 2002. The NEPA process to approve the

15
project, coupled with complex negotiations over the legal authority of the NCDA easement
rights, had taken more than a year to resolve. These and other delays required NCDA to file
a motion with the federal district court to extend the Consent Order deadline. To succeed
NCDA had to provide evidence that it had worked diligently to fulfill its obligation of
securing the necessary permits and constructing a diversion structure and headgate in the
time period allowed. The NCDA motion had to satisfy all the various parties to the Consent
Order, especially the Indian Pueblos of Jemez, Zia and Santa Ana as well as the State
Engineer Office. In a detailed motion the CILS lawyers recited the circumstances and events
resulting in the numerous delays and why they had not been anticipated or were beyond the
control of the Nacimiento Community Ditch Association.67 Letters and other correspondence
attached to the motion documented the countless meetings and negotiations that have taken
place at NCDA initiative since the first meeting with the Cuba District Ranger just two days
after the adoption of the Agreement in Principle by the Pueblos and NCDA. The court and
the other parties concurred with the CILS lawyers. The project deadline was extended.

The extension and the Forest Service Decision Memo cleared the way for the
implementation of the project pending two other major outcomes: a determination as to the
use of mechanical transport at the construction site and the availability of funds to finance the
project. A year earlier NCDA had applied for legislative funding in the amount of $50,000;
although the legislature included this request in its capital outlay bill, the Governor of New
Mexico had vetoed the entire bill. NCDA waited out the year and tried again during the
subsequent session of the legislature commencing in January of 2002; again the legislature
approved a capital outlay bill with a $50,000 appropriation for the NCDA project. The
Governor threatened to veto the appropriation, but NCDA lobbied the Governor for its
retention and this time succeeded. The Governor signed the appropriation on March 6, 2002,
making funds available the start of the fiscal year, July 1, 2002.68

With funding secured, NCDA began to lay the groundwork for the construction phase
of its diversion project at Clear Creek, especially a determination as to the use of mechanized
or motorized equipment. On March 21 the Forest Supervisor of the Santa Fe National Forest
made it clear that NCDA had not yet presented evidence of prior use of such equipment
within the Wilderness except for the road access to the San Gregorio Reservoir in 1949 and
again in 1958.69 No evidence existed in Forest Service files that NCDA had ever utilized this
type of equipment in the maintenance of its ditch located in the Wilderness. To substantiate
Forest Service authority to prohibit the equipment, the Forest Supervisor cited sections of the
Forest Service Manual pertaining to the management of resources in Wilderness Areas.
Regarding water development structures, the Forest Service may

“… permit maintenance or reconstruction of existing structures that does not change


the location, size or type, or which would not increase the storage capacity of a
reservoir. Structures include reservoirs, ditches, and related facilities for the control
or use of water that were under valid … authority when the area involved was
incorporated under the Wilderness Act.… Do not permit the use of motorized
equipment and mechanized transportation for maintenance of water-related structures
except where practiced before the area was designated wilderness.”70

16
The Forest Supervisor acknowledged that the NCDA ditch on the Wilderness was
entitled to pre-1866 easement rights but that the right to use motorized/mechanized
equipment could not be permitted unless the practice existed before the area’s designation as
a Wilderness. In addition, other criteria applied even if such rights existed: the proposed
activity is impossible to accomplish by non-motorized means; and if permitted, the Forest
Service shall prescribe the routes of travel to and from the site, the mode of travel, and other
conditions reasonably necessary to preserve the Wilderness. Applied to the diversion
rehabilitation at Clear Creek, NCDA would have to satisfy these and other criteria before
gaining authorization from the Forest Service, beginning with the first test, whether the use
pre-dated the Wilderness designation of 1964. In closing, the Forest Supervisor invited
NCDA to present evidence that their customary practices in the maintenance of their ditch on
the Wilderness included the use of motorized/mechanical equipment.71

Three weeks later NCDA submitted an affidavit by an NCDA irrigator, Manuel


Crespín, who recalled the annual maintenance activities conducted by earlier generations.
His association with the ditch for three-quarters of a century enabled him to recollect the hard
times during his youth, before the introduction of modern equipment and power tools:

“I was born in 1913 and have lived in Cuba, New Mexico my whole life. I am ninety
years old. My family irrigated their fields using water from the Nacimiento
Community Ditch. I remember helping to maintain the ditch from when I was 15
years old. The section of the ditch I remember maintaining…was the Rio de las
Vacas ditch…. Members of Nacimiento Ditch would go up when the mayordomo
told us in order to clear out debris, trees, and repair the ditch so the water could flow
to our fields in Cuba. In those days we used axes, shovels, and the terrón, a tool that
would hook up to large trees and with the help of horses we could remove the trees
from the ditch. There were no trucks or chain saws back then…. We would just go
up there and camp out until we cleared and repaired what was keeping the water from
coming down the ditch.”72

Mr. Crespín continued, mentioning that he became an NCDA Commissioner during


the 1940s when access to motorized vehicles became more common in Cuba not only on
farm but for use in the mountains as well. Mr. Crespín himself often lent the use of his
Dodge truck for the maintenance of the NCDA transmountain ditch within the Santa Fe
National Forest boundaries:

“Between 1945 to 1948 I took my truck up to as far as I could get because at that time
we were not prohibited from driving our trucks to get to the ditch. Max Fenton was
the Forest Ranger then. I have marked on the map the route we would take with our
trucks to get to Rio de Las Vacas ditch…. In 1945, Farmers Security paid my
brother-in-law, Abenicio Chavez, to line the ditch and build the compuertas at Rio de
las Vacas and Clear Creek…. I hauled cement and sand in a truck and then
transferred it to the hood of a car which we used as a sled for the last compuerta….
Around 1950, we put that steel culvert in…. [The following year] the Rio de las

17
Vacas ditch had gone out all along the ditch, and we used chain saws to clear out the
big trees.”73

Eventually the Forest Service came to accept Mr. Crespín’s affidavit as evidence
sufficient to recognize that NCDA members had utilized some motorized transportation and
power tools prior to the designation of San Pedro Parks Wilderness in 1964. This
determination, however, was not communicated to NCDA until the early months of 2003.
For the rest of 2002 the Forest Service proceeded under the assumption that NCDA did not
have prior rights to use the prohibited equipment. When the Forest Supervisor considered
the use of alternative tools for the construction of the diversion structure in the Wilderness,
he reiterated that no motorized equipment would be permitted. His analysis of alternatives,
documented in a Minimum Requirement Decision Guide, concluded with a recommendation
that a horse-drawn wagon with rubber wheels could be used to haul project material to the
construction site and that wheelbarrows could be used at the site to move material and mix
cement.74 (Earlier the use of wheelbarrows had been excluded since they fell within the
definition of a “Mechanical Transport” contrivance, meaning that such a piece of equipment
contained “moving parts” much like a bicycle, cart or wagon.)

On June 14, 2002 the Regional Forester accepted the alternative presented in the
Decision Guide and approved the special use permit allowing the use of a horse-drawn
wagon and wheelbarrows. All other tools would have to be non-mechanical. The permitted
construction materials included rock, cement, logs and sand, and all of these would have to
be stored outside the Wilderness and hauled to the site of the diversion structure at Clear
Creek by way of the transport methods noted in the Decision Guide.75 After more than two
years of intense negotiations, numerous delays and unexpected obstacles, the Forest Service
authorized that construction could begin June 2002. NCDA could now turn its attention to
compliance with the Consent Order by building the required diversion structure as soon as
possible.

Funding for the major costs of the project became available on July 1, 2002, as
authorized in the $50,000 appropriation from the state legislature earlier in the year.
Meanwhile, NCDA had obtained additional funds from two other sources: $10,000 from the
Cuba Soil and Water Conservation District and $2,000 from the Rio Puerco Watershed
Committee.76 With these assurances, NCDA proceeded with the hiring of a contractor who
could handle the requirements in the special use permit. The contractor began construction
around middle August of 2002. The Wilderness restrictions remained in place, and
accordingly, the contractor was required to set up a staging area and camp adjacent to the
Forest Service Road entering the San Pedro Parks Wilderness.77 In the first few weeks of the
project he commenced with the digging out of the channel at Clear Creek taking out the old
dam and hauling material to the site. All construction material first had to be stockpiled at
the camp and initially included: 20,000 pounds of sand, 90,000 pounds of rock, 100 bags of
cement and 120 vigas (beams). Without the use of a motorized vehicle, he transported
materials upslope to Clear Creek on pack horses kept at the camp. To build the new
diversion structure he was limited to the use of hand tools such as shovels, axes, picks,
digging bars, chisels and handsaws, the only implements allowed inside the Wilderness

18
boundaries other than the wheelbarrows and horse-drawn wagon ultimately permitted by the
Forest Service.78

The horse-drawn wagon would be utilized later to transport two metal headgates from
the camp to the construction site. The headgates plus mortar to cement eight stone pillars
were the only non-native materials allowed by the Forest Service following difficult
negotiations. All materials were required to match the natural surroundings as much as
feasible in order to minimize impacts to the character and values of the Wilderness. When
completed, the new diversion structure will follow the alignment of the previous sandbag and
log structure, diagonal into the bed of the creek. One of the headgates will regulate flows
into the Nacimiento transbasin ditch and the other to the natural channel of Clear Creek for
the use by the Indian Pueblos and other downstream irrigators.79

With the commencement of construction activities NCDA irrigators were assured that
they would comply with their obligations in the Agreement in Principle and the Consent
Order. The diversion structure, after more than two years of tireless efforts, would be
completed sometime in late 2003. The deadline of March 15, 2002, and the three-month
extension into July 15, 2002, had not been met, meaning that NCDA would be penalized in
the amount of thirty percent of their water rights for the year; a similar penalty might be
imposed for 2003 as well. Issues remaining at the start of 2003 included: whether the
Manuel Crespín affidavit constituted sufficient evidence that NCDA had utilized
motorized/mechanical equipment for ditch maintenance on the Wilderness prior to 1964; a
possible instrument to coordinate operations and maintenance of the Nacimiento transbasin
ditch in the Wilderness.

On its face, the Manuel Crespín affidavit satisfied officials of the Santa Fe National
Forest that some form of mechanized/motorized uses by NCDA had existed prior to
designation of the San Pedro Parks Wilderness. Less clear, however, were the circumstances
and conditions under which NCDA can utilize mechanized/motorized equipment without a
special use authorization from the Forest Service. The Forest Service and NCDA have
continued discussions on how to structure an agreement that protects NCDA’s property rights
while complying with Forest Service Wilderness policies. To NCDA a special use permit is
not an acceptable solution since permits may be revoked in future years and would waive its
1866 property right. Moreover, rights-of-way for water conveyance facilities created under
the Act of July 26, 1866, were “grandfathered” and “vested” in the Federal Land Use Policy
Management Act (FLPMA) of 1976. Pre-FLPMA rights are valuable property rights since
they are subject to fewer regulatory burdens than land use authorizations issued under the
provisions of the Federal Land Use Policy Management Act.80 To the Forest Service, on the
other hand, establishing a prior right is only the first step in reviewing the possible use of
mechanized/motorized equipment. Other criteria must also be satisfied: the use of such
equipment is essential to the continuation of the existing program and the “activity is
impossible to accomplish by non-motorized means because of such factors as time or season
limitations, safety, or other material restrictions….”81

19
Currently, the Forest Service and NCDA are negotiating the development of an
instrument that will allow for yearly operations, maintenance and emergency repairs. NCDA
would like flexibility to utilize some mechanized or motorized equipment to maintain their
existing ditch system on Wilderness lands under a limited set of activities and special
circumstances.82 The Forest Service has adopted a cautious approach since any agreement
with NCDA will have implications for other situations in the western United State where
easement rights exist on National Forest lands. Potentially, easement rights can conflict with
other Forest Service policies and regulations pertinent to the management of resources within
the National Wilderness Preservation System. The Forest Service came to recognize the
1866 ditch easement as a property right but also needs to balance this outstanding right with
the agency’s duty to protect Wilderness areas for the general public. As of June 2003, no
final agreement had been reached, pending further clarifications, definitions of circumstances
that might arise, and legal interpretation by the Office of the General Counsel at the Forest
Service headquarters in Washington, D.C. Meanwhile, for the 2003 irrigation season, the
Regional Forester, approved (in a letter) the interim use of chainsaws, horse-drawn wagons
and non-native materials on a limited basis pending the development of a more permanent
agreement.83

Conclusions:
Civil vs. Customary Law/Administration vs. Practice

By all accounts, the Nacimiento Community Ditch Association succeeded in


protecting its customary rights of easement in the San Pedro Parks Wilderness for routine
operations and maintenance. This outcome would not have come about without persistence
on the part of NCDA officials and their CILS advocates. Mindful of their ancestors and the
sacrifices they underwent to construct the transbasin acequia system in forested lands more
than a century ago, and with the knowledge that subsequent generations had voluntarily
retired individual water rights for storage in an irrigation reservoir, the NCDA parciantes did
not acquiesce to the numerous bureaucratic delays or the pressures of time. At various
points, regulatory restrictions threatened to diminish the 1866 rights vested to NCDA,
including the possibility of revocation of these rights in the future. Undaunted, NCDA and
CILS pressed the United States Forest Service to justify its legal authority to impose
limitations beyond those acknowledged by NCDA.

Ultimately, the Forest Service verified the 1866 property right and readily agreed to a
process of consultation to resolve other remaining issues. Both parties remained optimistic
that arrangements could be developed that would preserve Wilderness values while
protecting NCDA’s ability to operate and maintain its transbasin acequia and diversions.
The hierarchical system of prior appropriation and the process for water transfers remain
outside the control of local irrigation associations in the region, but the NCDA case
illustrates that acequias still can defend their communal rights to the bordo and succeed
without litigation so long as rights-of-way are documented and advocated vigorously before
higher levels of authority and regulatory agencies of the state. The fact that the acequia

20
bordo survives as communal space dating from the time of the ancestors largely explains
why irrigators are willing to defend their shared interest with intensity and solidarity.

The NCDA case consists of two significant parts. The first is straightforward conflict
over water. The Jemez River was adjudicated, and the Nacimiento Ditch’s claim to a senior
water right by prior appropriation, though not as senior as those of the three indigenous
pueblos, was upheld. The second aspect of the case, the conflict with the Forest Service over
provisions of the Wilderness Act is unusual in a number of respects. Rather than an attack on
water rights per se, the acequia association was threatened by the enforcement of a set of
rules legislated in order to protect an idealized notion of what constitutes a “wilderness,”
which was anachronistic in its presumption of acquaintance with a time not experienced by
anyone then living and which, in the context of traditional irrigation practice, must have
struck the parciantes as arcane. The imposition of “Wilderness” norms, while well
intentioned, went against the customs, practices and expectations of the Cuba irrigators who
instead relied on local knowledge and tradition to guide their operations.

Maass and Anderson hold that in general irrigation communities have been successful
in defending local control of water distribution by virtue of their ability to recognize shared
interests and negotiate for their rights with higher authorities within that context; by
withdrawal, the Milagro Beanfield defense, we might say; or by reliance on the intervention
of a third party.84 In this case, relentless third-party intervention was partly responsible for
NCDA’s success. The 1866 right-of-way existed and was eventually verified to the
satisfaction of Forest Service officials. The strength of local knowledge and experience also
saved the day. In any system of governance or administration, particularly one with different
levels of authority, there is going to be a certain amount of jurisdictional ambivalence that is
unavoidable because of the idealized way in which jurisdictions (like “Game and Fish” or
“Wilderness”) are defined. The more levels of administration, the greater the scope of
ambivalence. By ambivalence we mean overlap where more than one authority has
jurisdiction; thus, the operational level of authority is unclear. In the present case, the higher
levels of authority were represented by the United States Forest Service, the New Mexico
Game and Fish Department and the federal Bureau of Indian Affairs, each of these quite
clearly with a mission of advocacy for a particular interest. Indeed, the differing purviews of
the various governmental bureaus rather than acting to constrain the acequia, in fact opened
space for NCDA to maneuver and successfully present its case for a “grandfathered” right-
of-way.

In the case of the acequias of the American Southwest, there is even more
ambivalence at the intersection of civil and customary law. American jurisprudence is so
firmly rooted in the civil law, and lawyers socialized into their profession in the belief that
there is no other system, that it has had great difficulty in recognizing customary law when it
sees it, or in knowing what to do about it. Some acequia associations have argued
successfully in adjudication proceedings for recognition of their customs and traditions. In
1991, for example, a coalition of associations from the Taos Valley in northcentral New
Mexico filed a motion in federal district court claiming that customary usage in their locale
permitted the sharing of stream and ditch waters in times of need, irrespective of the

21
hierarchical system of priority dates (“first in time, first in right”) within New Mexico water
law. By way of expert witness and oral history testimony presented to the Special Master,
the court was convinced, and the State Engineer agreed, that local customs of repartimiento
(dividing of waters) should be incorporated into the final adjudication decree.85

Even in cases where customary practice is not fully recognized or given its fair due,
there is still an advantage that parciantes and mayordomos can use in the defense of their
common property rights. That is, simply stated, local knowledge, practice, and expertise.86
The accrued archive of parciante experience, summoned up in this case by Manuel Crespín,
whose detailed knowledge of events that had taken place long ago and that he remembered
with exquisite technical detail, is in fact not so much the expression of a right, but the right
itself, the way the right was operationalized. Water rights are abstract; they are
operationalized in the day-to-day labor, practice, operating procedures, the application of
tools, maintenance, and repair. Manuel Crespín’s recollections of standard practice,
grounded in that reality, proved sufficient (though perhaps barely so) to defeat the application
of a tendentious provision about what, in the context of ditch digging, constituted a
“mechanical contrivance.” The details of motorized/mechanized uses in the Wilderness are
still under negotiations between NCDA and the Forest Service. For now, one is almost
tempted to conclude that once officials allow themselves to get drawn into this level of local
knowledge, they all but cede the advantage to the community on whose behalf such evidence
is admitted.

End Notes
1
For historical context of water and irrigation practices in the American Southwest, see
Michael C. Meyer, Water in the Hispanic Southwest: A Social and Legal History, 1550-1850
(Tucson: University of Arizona Press, 1984); John O. Baxter, Dividing New Mexico’s Water,
1700-1912 (Albuquerque: University of New Mexico Press, 1997); José A. Rivera, Acequia
Culture: Water, Land, and Community in the Southwest (Albuquerque: University of New
Mexico Press, 1998).
2
Thomas F. Glick, Irrigation and Society in Medieval Valencia (Cambridge: Harvard
University Press, 1970), pp. 176-77.
3
Ibid, pp. 31-34.
4
Rivera, 1998, pp. 55-59.
5
Ibid, pp. 49-50, 63-67.
6
John R. Brown and José A. Rivera, “Acequias de Común: The Tension Between Collective
Action and Private Property Rights,” Papers & Abstracts, Workshop in Political Theory and
Policy Analysis, Indiana University [CD-ROM ISBN 1-889740-047], IASCP 2000.

22
7
New Mexico Statutes Annotated 1978, Chapter 73 Special Districts, Article 2 “Ditches or
Acequias, 73-2-7. Section 73-2-64 of these statutes prohibits the interference with ditch
irrigation: “Any person … who shall, contrary to the order of the mayordomo or
commissioner or other person in charge, cut, break, stop up or otherwise interfere with any
community ditch or dam … shall be guilty of a misdemeanor…. And it is hereby made the
duty of the mayordomo … to prosecute in the name of the State of New Mexico any violation
of this act….”
8
Arthur Maass and Raymond L. Anderson, …And the Desert Shall Rejoice…Conflict,
Growth, and Justice in Arid Environments (Cambridge: MIT Press, 1978), pp. 366-376.
9
Thomas F. Glick, From Muslim Fortress to Christian Castle: Social and Cultural Change
in Medieval Spain (Manchester: Manchester University Press, 1995), p. 152.
10
Thomas F. Glick, “The Attempt to Adopt the Valencian Communal System in British
India,” in T. F. Glick, Irrigation and Hydraulic Technology: Medieval Spain and Its Legacy
(Aldershot: Variorum, 1996), XVII.
11
Glick, 1970, pp. 52-53.
12
Estevan Arellano, “Nuevomexicano ‘Cequieros: Reclaim Your Heritage,” Agua, Vida, y
Cultura (Santa Cruz, New Mexico: New Mexico Acequia Association, July 2001), p. 15.
13
Rivera, José A. 1985. “Acequias y Sangrías--The Course of New Mexico Waters
Project,” Interview of Cleofas Vigil by David Luján and Tomás Atencio, Sept. 28, 1985.
14
Ibid
15
For a complete account of this transition and how water rights became individual property
and no longer corporate under the control of community ditch associations see G. Emlen
Hall, “Tularosa and the Dismantling of New Mexico Community Ditches,” New Mexico
Historical Review, Vol. 75, No. 1 (January 2000), especially pp. 78-79, 82, 86, 95. During
the 46th session (2003) of the New Mexico State Legislature, community acequias
successfully lobbied to restore some measure of control with respect to proposed water rights
transfers out of an acequia system. The new legislation authorized ditch commissioners to
enact bylaws governing transfers. Once in place, commissioners may deny applications for
transfers if they determine that the proposed “change in point of diversion or place or
purpose of use of a water right served by the acequia… would be detrimental to the acequia
or community ditch or its members.” In these cases the State Engineer will have to honor the
denials and not approve applications submitted to him by individual water rights owners.
See House Agriculture and Water Resources Committee Substitute for Senate Bill 123 and
House Judiciary Committee Substitute for House Bill 303, 46th Legislature, State of New
Mexico, First Session, 2003.
16
Nacimiento Ditch Association By-Laws, Rules and Regulations, 1987.

23
17
Larry S. Lopez, “The Rio Puerco Irrigation Company,” New Mexico Historical Review,
Vol. 57, No. 1 (January 1982), pp. 66-67. The exact founding date for Nacimiento/Cuba as a
permanent settlement has not yet been determined by historians. Likely the San Joaquin de
Nacimiento Land Grant existed well before the 1870s. Hispanic sheep growers, for example,
occupied the Cuba Valley in the late 1840s, and after 1864 settlers from outside the area
migrated to the upper Rio Puerco drainage and constructed extensive irrigation ditches to
cultivate new lands. See Hugh G. Calkins, “A Report on the Cuba Valley,” Soil
Conservation Service, United States Department of Agriculture, Regional Bulletin No. 36,
March 1937. Testimony before the Court of Private Land Claims in 1899 indicated that the
Nacimiento/Cuba vicinity was already populated and lands cultivated with acequia irrigation
by 1871, due to an expanding population on the land grant, and that the grant may have been
obtained as early as 1816 or soon afterwards. See “Ditch Priority Dates: Jemez Stream
System,” December 15, 1986, prepared by Frances Levine, Frank Wozniak, Hana Samek and
Daniel Gallacher, historical experts’ report to the State Engineer Office, Abousleman case,
Jemez River Adjudication (see note 20 below). This report concluded that the transbasin
diversion from the Rio de las Vacas to Nacimiento Creek existed by 1882 (the priority date),
but the report does not clarify who constructed it, whether irrigators from along the upper Rio
Puerco prior to the establishment of Cuba or the initial settlers on the San Joaquin de
Nacimiento Land Grant. Either way, landowners of cultivated lands along Nacimiento Creek
in the Cuba vicinity eventually became the only irrigators utilizing water delivered by way of
both the Rio de las Vacas and the Clear Creek transbasin diversions.
18
Hydroscience Associates Inc., “Water Supply and System Capacity: Nacimiento
Community Ditch” (Albuquerque, NM: August 10, 1999).
19
Office Memorandum from C. A. Merker, Forest Supervisor, Santa Fe National Forest to
Regional Forester, April 7, 1958; Fred H. Kennedy, Regional Forester to Santa Fe National
Forest, June 16, 1958. For the change of use from direct diversion to storage for irrigation
purposes see Application for Permit to Change Place or Method to Use of Surface Waters,
No. 0508, approved by the State Engineer Office, October 10, 1947. For the change of use to
provide for fish propagation, recreation and wildlife protections, see Application for Permit
to Change Place and Method of Use of Surface Waters, No. 0580, approved by the State
Engineer Office, October 28, 1957. For the water rights transfers from NCDA to the New
Mexico Game and Fish Department, see License to Change Place and Method of
Appropriation, No. 0580, approved by the State Engineer Office, October 27, 1959.
20
“Jemez: Water Rights Adjudication,” New Mexico State Engineer Office, Santa Fe, NM,
April 1987; United States et al v. Abousleman et al, Jemez River Adjudication, CIV. NO. 83-
1041 JC.
21
Ibid
22
Agreement in Principle, NCDA, Jemez Pueblo, Zia Pueblo, Santa Ana Pueblo, New
Mexico, and United States, January 2000.

24
23
Ibid
24
Consent Order, May 4, 2000, In the United States District Court for the District of New
Mexico, U.S.A. and the State of New Mexico v. Tom Abousleman, et al., No. Civ. 83-1041
JC, Subfile No. 001T.001B.000, Docket No. 3919, Jemez River Adjudication. Since 1993
the Bureau of Indian Affairs has regularly recorded flows along the NCDA transbasin ditch
just before the drop structure over the divide by way of a Parshall flume operated by remote
telemetry. See Hydroscience Associates, Inc., 1999, p. 3.
25
Consent Order, May 4, 2000.
26
Wilderness Act of September 3, 1964; Public Law 88-577, 78 Stat. 890 as amended; 16
U.S.C. (1131-1136).
27
Office Memorandum from C.A. Merker, Forest Supervisor, to Regional Forester April 7,
1958; also see Office Memorandum from Fred H. Kennedy, Regional Forester, to Santa Fe
Forest Service Office, June 16, 1958. In these memos Forest Service officials recognize the
existence of the NCDA irrigation system on a Wild Area to include an established right of
ingress and egress as well as an approved special use permit for the construction of San
Gregorio Reservoir granted in 1949.
28
Consent Order, May 4, 2000.
29
Letter from Margret Carde, Community and Indian Legal Services of Northern New
Mexico (hereafter CILS), to Roberto Rodriguez, Cuba District Ranger, February 17, 2000.
30
Ibid
31
Letter from Margret Carde, CILS, to Roberto Rodriguez, Cuba District Ranger, February
29, 2000.
32
Letter from Margret Carde, CILS, to Roberto Rodriguez, Cuba District Ranger, and Danny
Branch, District Conservationist, Natural Resources Conservation Service, May 19, 2000.
33
Ibid
34
Letter from Margret Carde, CILS, to Roberto Rodriguez, Cuba District Ranger, July 5,
2000.
35
Southwestern Region Policy on Managing National Forest Lands in the Northern Part of
New Mexico, Office Memorandum from William D. Hurst, Regional Forester, Forest Service
Region 3, to Forest Supervisors and District Rangers, March 6, 1972. This policy statement
was issued during a period of intense political activism in New Mexico that pitted land grant
villages against the Carson and other National Forests over the question of access to and

25
control over commons resources in the forests. While the memorandum by Hurst provided
admirable objectives, no implementation policies were ever developed by the Forest Service.
36
Ibid
37
Letter from Margret Carde, CILS, to Roberto Rodriguez, Cuba District Ranger, July 5,
2000.
38
Ibid
39
Ibid
40
Memorandum from Margret Carde and David Benavides, CILS, to Mary Ann Joca, Legal
Counsel, Forest Service Office, Albuquerque, NM, August 1, 2000.
41
Office Memorandum from R. M. Housley, Director of Recreation, Forest Service Office,
Washington D.C., December 13, 1971.
42
Ibid
43
Letter from Leonard L. Lucero, Forest Supervisor, Carson National Forest, to Permittees,
July 1, 1996.
44
Memorandum from Margret Carde and David Benavides, CILS, to Mary Ann Joca, Legal
Counsel, Forest Service Office, Albuquerque, NM, August 1, 2000.
45
Ibid
46
Scoping letter to interested parties from Roberto Rodriguez, Cuba District Ranger,
November 20, 2000.
47
Ibid
48
Letter from David Benavides and Margret Carde, CILS, to Mary Ann Joca, Legal Counsel,
Forest Service Office, Albuquerque, NM, January 11, 2001.
49
Ibid
50
Ibid
51
Letter from David Benavides and Margret Carde, CILS, to Jim Gladen, Deputy Regional
Forester, Forest Service Office, Albuquerque, NM, March 28, 2001.
52
Ibid
53
Act of July 26, 1866, R.S. 2339, codified at 43 U.S.C. 661.

26
54
Letter from David Benavides and Margret Carde, CILS, to Jim Gladen Deputy Regional
Forester, Forest Service Office, Albuquerque, NM, March 28, 2001.
55
Letter from James T. Gladen, Deputy Regional Forester, to David Benavides and Margret
Carde, CILS, May 30, 2001.
56
Ibid
57
Ibid
58
Letter from David Benavides and Margret Carde, CILS, to Eleanor Towns, Regional
Forester, Forest Service Office, Albuquerque, NM, August 29, 2001.
59
Ibid
60
Letter from Eleanor S. Towns, Regional Forester, Forest Service Office, Albuquerque,
NM, to David Benavides and Margret Carde, CILS, September 26, 2001. The CILS lawyers
had first raised the issue of NCDA’s pre-existing rights in the August 1, 2000, letter to the
legal counsel of the Regional Forester. The letter by Towns laid down the process for
recognition of these rights, requiring agency verification. At this point, the Forest Service
contracted with Frank E. Wozniak, ethno-historical consultant, and his report in November of
2001 satisfied the Regional Forester that the Nacimiento Ditch and transbasin diversion
qualified under the Act of July 26, 1866. Official notification to the CILS was conveyed by
the Cuba District Ranger on December 5, 2001 (see note 61 below). For the consultant’s
report see letter from Frank E. Wozniak to H. Wayne Thornton, Director of Lands and
Minerals, Forest Service Regional Office, Albuquerque, NM, November 13, 2001, and
Thornton’s transmittal of the report to the Forest Supervisor, Santa Fe National Forest,
November 14, 2001.
61
Letter from Roberto Rodriguez, Cuba District Ranger, to David Benavides and Margret
Carde, CILS, December 5, 2001.
62
Ibid
63
Letter from David Benavides and Margret Carde, CILS, to Michael Frazier, Recreation and
Land Staff Officer, Santa Fe National Forest Service, Santa Fe, NM, December 6, 2001.
64
Ibid
65
Decision Memo for the Reconstruction of the Nacimiento Ditch Diversion and Headwall at
Clear Creek, San Pedro Parks Wilderness, by Dale Bosworth, Chief, Forest Service Office,
Washington, D.C., March 15, 2002.
66
Ibid

27
67
NCDA’s Motion for Extension of Consent Order Deadline, In the United States District
Court for the District of New Mexico, U.S.A. et al v. Abousleman, et al, No. CV 83-1041 JC,
Subfile No. 001T.001B.000 Jemez River Adjudication.
68
Mark Martinez, NCDA Representative, to José Rivera, Cuba, NM, Oct. 5, 2002,
conversation; notes in author’s possession.
69
Letter from Leonard Atencio, Forest Supervisor, Santa Fe National Forest, to Margret
Carde and David Benavides, CILS, March 21, 2002.
70
Ibid, Leonard Atencio citing Forest Service Manual, 2323.43.d.
71
Ibid, Leonard Atencio, March 21, 2002.
72
Affidavit of Manuel Crespín, April 17, 2002, on file at Community and Indian Legal
Services, Santa Fe, NM, now New Mexico Legal Aid, Inc.
73
Ibid
74
Letter from Leonard Atencio, Forest Supervisor, Santa Fe National Forest, to Regional
Forester, Forest Service Office, Albuquerque, NM, May 28, 2002, with attachment:
Minimum Requirement Decision Guide.
75
Office Memorandum from Abel M. Camarena, Acting Regional Forester, to Forest
Supervisor, Santa Fe National Forest June 14, 2002, with attachment: U.S. Department of
Agriculture Forest Service Special Use Permit.
76
Mark Martinez, NCDA Representative, to José Rivera, Cuba, NM, Oct. 5, 2002,
conversation; notes in author’s possession.
77
Leslie Linthicum, “Wilderness Ways: Because law prohibits machines in park, cowboy
builds creek dam by hand,” The Sunday Journal, Albuquerque, NM, September 22, 2002.
78
Ibid
79
Mark Martinez, NCDA Representative, to José Rivera, Cuba, NM, Oct. 5, 2002,
conversation; notes in author’s possession.
80
For a comparison of pre-FLPMA vested rights and those authorized under the provisions
of the 1976 Federal Land Use Policy Management Act, see Peter C. Fleming, “Vested Pre-
FLMPA Rights of Way for Water Conveyance Facilities,” The Colorado Lawyer, Vol. 25,
No. 2, February 1996, pp. 83-86. Fleming notes that FLPMA repealed a variety of previous
statutes for the purpose of granting special use authorizations on federal lands but vested
rights such as those under the 1866 Act offer greater benefits to water users.

28
81
Forest Service Manual, Section 2326.1, cited in letter by Leonard Atencio, Forest
Supervisor, Santa Fe National Forest, to Margret Carde and David Benavides, CILS, March
21, 2002. This letter also stipulated that to process a request for motorized uses, NCDA
would have to file an application with the Forest Service specifying: type and size of
motorized equipment requested; location of the requested use; season of use to not conflict
with other Wilderness uses if possible; frequency and duration of use; argument for why the
proposal fits within the criterion relating to customary practices; evidence that the use was in
place prior to Wilderness designation (for operation and maintenance projects); and argument
for why the project would be impossible to accomplish otherwise or why motorized use is
essential to continuation of a program established around motorized use.
82
See letter from David Benavides and Margret Carde to Robert Rodriguez, Cuba District
Ranger, Santa Fe National Forest, August 29, 2001. Here CILS lawyers outlined a proposal
on how NCDA and the Forest Service might coordinate operation and maintenance activities
to include how some activities could be limited based on year-to-year agreements with
advance notification to the Forest Service. Specifically, NCDA would plan to utilize limited
motor vehicle use, small motorized equipment (chain saws), and limited use of non-native
materials, all confined to a reasonable number of occurrences with ability of the Forest
Service to negotiate the timing of these annual activities consistent with Wilderness, Forest
Service as well as NCDA needs and rights. In September of 2001 the CILS lawyers
forwarded a copy of an example agreement from the State of Montana to Congressman Tom
Udall of New Mexico stating that a precedent existed that would allow the United States
Forest Service to enter into a similar agreement with NCDA. Earlier that same year the
Forest Service had signed a coordination agreement with the Big Creek Lakes Reservoir
Association (BCLRA) that recognized BCLRA’s 1866 easement rights for operations and
maintenance of its irrigation system in the Selway-Bitterroot Wilderness within the Bitterroot
National Forest in Montana. Congressman Udall supported the idea of an agreement that
would place reasonable limits on NCDA’s activities without compromising NCDA property
rights: “I believe that acequias in northern New Mexico are important community
institutions whose survival and continued vitality are critical to the health of many rural
communities.” See letter from David Benavides and Margret Carde to Representative Tom
Udall, 3rd Congressional District, New Mexico, September 26, 2001; and letter from
Representative Tom Udall letter to Eleanor Towns, Regional Forester, United States Forest
Service, Albuquerque, NM, October 11, 2001.
83
Letter from Harv Forsgren, Regional Forester, Forest Service Office, Albuquerque, NM,
to Marget Carde, CILS, May 13, 2003.
84
Maass and Anderson, pp. 370-371.
85
For a summary of the Taos custom and tradition hearings, see Rivera, pp. 164-171. The
hearings were conducted as part of the adjudication for the Rio Pueblo de Taos and the Rio
Hondo, both tributaries of the Rio Grande.
86
Maass and Anderson, p. 375.

29
1

PERSISTENCIA DE OBRAS Y TECNOLOGÍA HIDRÁULICA PREHISPÁNICA

MESOAMERICANA DURANTE LA ÉPOCA COLONIAL TEMPRANA

Teresa Rojas Rabiela (CIESAS)1

El objetivo de esta presentación es analizar el destino que tuvieron algunos sistemas de riego

prehispánicos durante el siglo XVI, con el propósito de tratar de advertir los procesos de

persistencia y cambio tanto de la tecnología como de la organización social involucrada en su

manejo y en la construcción y mantenimiento de sus obras. Me interesa identificar el tipo de

factores causales que los afectaron y cómo los afectaron. Hay que aclarar que los datos con los que

contamos para conocer estos procesos son, por lo general escuetos, discontinuos y heterogéneos y el

número de casos estudiados por diversos autores es bastante limitado, por lo que no es posible

presentar una tipología completa ni un análisis más amplio. De los varios casos posibles de

presentar he seleccionado cinco para ilustrar al menos parte de la gama de esos tipos de procesos.

Antes presentaré algunos puntos generales a manera de introducción.

GENERALIDADES

Es un hecho que las obras hidráulicas indígenas fueron la base para iniciar la producción

de no pocas de las nuevas plantas introducidas por los europeos desde diversos puntos del Viejo

1
51 Congreso Internacional de Americanistas. Santiago de Chile; 14-19 de
julio de 2003. Simposio: “El acceso al agua: un problema histórico y actual”.
2
Una tipología de los sistemas de riego puede verse en Rojas Rabiela
1988:123-154 y 1990.
2

Mundo, principalmente la caña de azúcar y el trigo. Algunas obras fueron apenas modificadas, al

menos al principio, mientras que otras fueron transformadas paulatinamente a partir del saber

hidráulico portado por los españoles, con el fin de abastecer de agua potable a las nuevas

poblaciones, irrigar las tierras de cultivo, mover maquinaria para instalar molinos de trigo y caña

de azúcar, drenar los pantanos y zonas inundables, controlar las inundaciones y avenidas, mover

maquinaria para instalar molinos y batanes, entre otros fines.

Una de las contribuciones de la cultura hispano-árabe a la agricultura peninsular,

especialmente a la del sur fue, precisamente, la de las obras de irrigación, que se sumaron a las

de raigambre greco-latina (Pavón Maldonado 1990; Buckhardt 1970; Obras hidráulicas en

América colonial 1993). De acuerdo con George M. Foster, “el origen árabe de palabras tales

como acequia, aceña, azuda, aljibe, alberca, alfarda y tahulla, es índice de ello”. (Foster

1962:117)

En América, las innovaciones más significativas fueron las arquerías en acueductos, la

noria (aceña, azuda o rueda hidráulica) para elevar el agua de alguna corriente, y las presas y

cajas repartidoras permanentes con datas para controlar y medir el flujo y cantidad de agua a

distribuir (a través de aberturas en las propias cajas, llamadas según su diámetro, bueyes, surcos,

naranjas, limones y pajas; véase Galván y Rivera 1998) y otras (véase cuadro en Doolittle 1990,

al final de este trabajo).

La utilización del agua como fuerza para poner en movimiento ruedas y con ellas los

molinos de piedra horizontales (de trigo, caña de azúcar, metales, pólvora, etcétera), que fueron

los más generalizados en México, así como los batanes de paños, fue una de las innovaciones

más significativas. El molino de viento prácticamente no se utilizó, aunque sí y con mucha


3

frecuencia, el molino de “sangre” o taona (movido por animales, principalmente mulas y

bueyes).

La noria o rueda hidráulica también se empleó, pero sin que conozcamos bien su historia.

El propio Foster menciona que “no parece haber sido común en América”, aunque menciona que

en 1958, “mientras atravesaba en automóvil el estado de Zacatecas… vi varias, incluso un

modelo hecho completamente de madera”. (Ibidem: 118, nota 9).

De norias y molinos existen diversos intereses registros gráficos del siglo XVI en códices

y planos indígenas: el Códice Kingsborough o Memorial de Tepetlaoztoc (de ambos), el Codice

Aubin o de 1576 (de la noria), el Codice Osuna (de la noria) y varios planos del AGN (de

molinos). Es curioso notar que en el registro del Aubin la noria tiene, en vez de canjilones,

jarritos.

CINCO CASOS DE SISTEMAS DE RIEGO

Ahora presentaré cinco casos de sistemas de riego de distintos tipos, con sus antecedentes

prehispánicos2.

1. El valle de Cuauhnahuac: un caso de despojo temprano de tierras y sistemas de riego

permanente por la implantación de cultivos comerciales

Los españoles reutilizaron para su propio beneficio los sistemas de riego que encontraron en uso

en las tierras de la antigua Mesoamérica, mismas que obtuvieron a través de medios legales

2
Una tipología de los sistemas de riego puede verse en Rojas Rabiela
1988:123-154 y 1990.
4

como las mercedes reales o las compras de caballerías de tierra, heridos de molino o derechos

de agua, tanto como de mecanismos ilegales o extralegales como usurpaciones o invasiones de

las tierras de los pueblos originarios.

Los despojos territoriales fueron más tempranos en la medida en que los terrenos

contaran con sistemas de riego permanente, muy comunes en los valles y llanuras aluviales de

los altiplanos del centro y sur de México. Así sucedió en los valles de Cuernavaca, Yautepec,

Izúcar, Huaquechula, Cholula, Metztitlan, Teotihuacan, Chalco-Amecameca, Oaxaca y otros

muchos a lo largo y ancho de la antigua Mesoamérica.

El caso de los sistemas agrícolas y de riego de Cuernavaca es uno de los mejor

documentados y tempranos. Ha sido estudiado por numerosos investigadores comenzando con

Fernando Ruiz de Velasco (1937), Fernando B. Sandoval (1951) y Francois Chevalier (1956),

siguiendo con Bernando García Martínez (1969); Ward Barrett (1977), Arturo Warman (1978),

Cheryl E. Martin (1985) y René García Castro (1990).

La historia de estos sistemas hidráulicos se relaciona con la introducción y expansión del

cultivo de la caña de azúcar al país. El primer plantío e ingenio para moler caña parece haber

sido obra del mismísimo conquistador de México Hernán Cortés, en la región de la tierra

húmeda y caliente de Tuxtla, Veracruz. Pero fue la región alta y media del valle de

Cuauhnahuac el escenario del establecimiento del segundo molino-trapiche-ingenio de la Nueva

España por un conquistador llamado Antonio Serrano de Cardona (o Villarroel). Si bien el valle

de Cuernavaca era tan apropiado como Veracruz para el cultivo de la caña de azúcar, allí requirió

de irrigación debido a que la lluvia se concentra en el curso de tan sólo cuatro meses del año,

cuando recibe un promedio anual de precipitación de 1025 mm. Por otro lado se tiene que la

evapotranspiración anual potencial es de 935 mm. El déficit resultante se cubría con irrigación
5

artificial tomada de varios manantiales y corrientes superficiales de la cuenca del río Amacuzac.

Según Barrett, en la región existen “dos tipos contrastantes de superficies irrigables” desde el

punto de vista topográfico (Barrett 1977: 94); el primero constituido por las laderas de las

estribaciones montañosas del Ajusco, en cuya base se originan los manantiales perennes que

corren por barrancas profundas, cuyo flujo es a menudo torrencial, y el segundo, constituido por

las llanuras inundables del fondo del valle.

El agua de dos de esas fuentes y de los arroyos que se forman, fue precisamente la que

los primeros dueños de cañaverales, trapiches e ingenios expropiaron a los indios desde fechas

muy tempranas. La primera de estas dos subcuencas se originaba en los manantiales de Ixtayuca

(Santa María Istayuca según Barrett 1977: 94; actualmente Santa María Ahuacatitla, según

García Castro 1990: 169) y formaba el arroyo o río Santa María, y la segunda tenía su origen en

las fuentes de Chapultepec, que daban lugar al río del mismo nombre.

De acuerdo con el estudio de García Castro, en la primera subcuenca,

“un importante sitio con riego era Axomulco, al norte de Cuernavaca, que se irrigaba

desde época prehispánica con el agua proveniente del manantial de Ixtayuca… y de

algunos arroyos que bajaban del monte por Tetela. Se menciona en los documentos la

existencia de acequias y represas que seguramente eran utilizadas para captar el agua y

distribuirla…” (García Castro 1990: 169).

El mismo autor registra otros dos sitios con riego llamados Caltengo, un poco más al sur y muy

cercano a los límites de la villa de Cuernavaca, y Amanalco, ubicado al oriente de la misma

(Idem). De acuerdo con Barrett este sistema de riego carecía de cualquier clase de “dique de

almacenamiento” (¿presa almacenadora?) que habría permitido cubrir un área mayor de tierra

irrigable.
6

En esas tierras de riego, atlalli, y gracias a la ausencia de heladas, los tlahuicas y los

otros grupos que habitaron esos cálidos valles irrigados, habían podido cultivar varios ciclos

agrícolas al año, con plantas como algodón, maíz, chile y frutales (García Castro 1990: 170-

172;Códice Florentino, lib. 10, cap. 29, f. 136). De los tlahuicas dice Sahagún: “son los que

están poblados en tierras calientes, y son nahuas, de la lengua mexicana; dase en su tierra mucho

algodón, y ají y todos los demás bastimentos” (Sahagún 1969: 607)

Como ya vimos, los españoles muy pronto se apropiaron del agua del manantial de

Ixtayuca y del río que éste formaba (Santa María), y reutilizaron las obras de riego indígenas. En

el paraje llamado Axomulco (al norte de Cuernavaca), Serrano de Cardona, además de ser el

pionero en sembrar la caña de azúcar en Morelos, instaló un trapiche para su molienda, primero

movido por mulas, y más tarde por agua (Pseudo-Juanelo Turriano). Inicialmente el agua fue

requerida para irrigar las tierras y más tarde para mover el molino de caña. En 1529 (a tan sólo 8

años de la conquista de México), Serrano obtuvo “de los indios de Cuernavaca y las estancias de

Tetela e Istayuca, al norte de la ciudad, un censo perpetuo de agua y tierras para Axomulco, a

$240 anuales” (Barrett 1977: 387). Pero este fue sólo el principio del despojo de agua y tierra en

Morelos.3 (Códices indígenas del Marquesado del Valle; García Martínez 1969)

Serrano también construyó en la misma zona una cerca de piedra, formó una huerta con

200 árboles frutales de Castilla (naranjos, limas, higueras y granados), además de sembrar trigo y

maíz (García Castro 1990: 171).

3
Cortés, el mayor terrateniente de Morelos, poseyó un total de 1402 acres en
el momento de su muerte. Más de la mitad de estas tierras, o 786 acres,
estaban en la vecindad de su ingenio azucarero de Tlaltenango. Poseyó además
otros 111 acres en Yautepec y sus sujetos y 269 más en Oaxtepec y sus sujeto
Texcalpa (English 1988:15). Además rentaba tierras. Otros propietarios
poseyeron grandes extensiones (Idem)
7

Por su parte, los manantiales de Chapultepec, los más caudalosos de la zona, y el arroyo

que de éstos se formaba, tienen una historia similar, pero en este caso vinculada con el

mismísimo Hernán Cortés y con su sucesor en el Marquesado del Valle, Martín Cortés. Durante

los primeros años del virreinato el agua estuvo “todavía bajo el control de don Hernando, cacique

de Cuernavaca”, que poseía tierras irrigadas ubicadas al sureste de la villa (Idem: 169).

Se sabe que los españoles, antes de sembrar caña en Atlacomulco, cultivaron morera con

riego. Pero la caña pronto se impuso como el cultivo comercial más importante de la región y de

la Nueva España toda. Cortés “construyó en Tlaltenango, en tierras lindantes con Axomulco y

situadas corriente abajo…” (Barrett 1977: 87). Para la molienda echó mano primero de un

trapiche movido por mulas, hasta que el Marqués compró a la viuda de Villarroel (Isabel de

Ojeda), “un séptimo de la plantación de Axomulco…” y el agua correspondiente.

Hacia 1540 se inició una serie de obras hidráulicas de conducción, la primera de las

cuales sirvió para desviar “agua de los manantiales de Chapultepec desde su fuente por medio de

un acueducto de un kilómetro y medio hacia los campos de Atlacomulco…” (Barrett 1977). Las

presas indígenas, del tipo derivadoras-repartidoras temporales (o efímeras) hechas (o rehechas)

anualmente con materiales perecederos (tierra, lodo, varas, troncos, piedras y céspedes) sobre los

arroyos o barrancas, fueron convertidas en presas almacenadoras permanentes construidas con

cal y canto. Los indígenas utilizaban esta clase de presas durante el estío (tiempo de secas) para

lograr una segunda cosecha anual, o bien para arrancar con éxito el ciclo de temporal (de verano)

o reforzarlo en caso de sequías intermedias. En este tipo de construcciones efímeras era

frecuente que las avenidas y crecientes de las corrientes la época de lluvias las deshicieran e

inutilizaran para que el agua corriera libremente por los canales del sistema (Rojas Rabiela

1988:138-142).
8

Pero los españoles procedieron a dar un paso que transformó no sólo las obras, sino el

sentido del uso del agua, así como el control indígena sobre el sistema mismo. Me refiero al

cambio de las presas derivadotas de tierra usadas para el riego (para segunda cosecha y riego de

auxilio), a las presas almacenadoras orientadas al establecimiento de molinos y batanes y la

instalación de cajas para regular la cantidad de la distribución del líquido a los usuarios agrícolas.

Este cambio tecnológico tuvo diversos significados, entre los que sobresalen los conflictos entre

los españoles y los campesinos de los pueblos usuarios a causa no sólo de que los cursos se

modificaron sino principalmente porque el destino de las obras era otro: del riego para una

segunda cosecha y riego de auxilio, al uso del agua como fuerza motriz. O del riego en cierto

orden y bajo control de la población indígena, al riego controlado y distribuido por los españoles.

En el caso del valle de Cuernavaca el avance del despojo territorial e hidráulico mediante

diversos mecanismos legales y extralegales pronto acabaron por desplazar a los dueños

originales de la tierra y el agua.

En efecto, los problemas por el agua entre europeos y pueblos indígenas fueron muy

frecuentes, no sólo por la rivalidad por el agua misma, sino por las diferentes formas de manejar

las obras y de distribuir el líquido a lo largo del ciclo agrícola anual. En última instancia, los

indios perdieron el control sobre sus sistemas de riego y por ende sobre los usos que daban al

agua. Pero sin duda de todos los conflictos los más acres, y que con frecuencia alcanzaron los

tribunales novohispanos en el siglo XVI, ocurrieron entre los molineros y los pueblos indígenas.

Existen diversos ejemplos, uno de los cuales veremos más adelante.

2. La Teotlalpan en la cuenca del río Tula: un caso de despojo gradual de tierras irrigadas
9

Teotlalpan era el nombre náhuatl de una amplia región situada en una árida y fría meseta que se

extiende desde el extremo norte de la Cuenca de México hasta las cuencas superiores del río

Tula, con elevaciones que van de los 1 800 a los 3 000 msnm.

El paisaje de la Teotlalpan era contrastante: tierras altas sujetas al hielo, suelos pobres

con vegetación de nopales, iczotes, cardones, magueyes, mezquites y, en tiempos virreinales,

pirules o árboles del Perú. A su lado, tierras irrigadas por el río Tula y sus afluentes y

manantiales y más allá, existían una serie de lomas y cerros de piedra caliza que han constituido

una de las grandes riquezas de la región. La presencia de riego transformó la economía regional

y permitió atenuar las heladas sobre las plantas cultivadas en el ciclo veraniego y la escasez y

aleatoriedad de las lluvias (riego de auxilio), asegurando al menos en parte el abasto de

alimentos.

En Apasco, uno de los pueblos de la Teotlalpan, la principal corriente superficial

permanente es el río Salado, “que sigue una dirección suroeste-noroeste, (y) al entrar al estado de

Hidalgo se une con el río Tula”. Este río, nos dice una descripción antigua: “…corre por una

vega cerca del pueblo de (Apasco)”. Una fuente del siglo XVI (la Suma de visitas de pueblos

por orden alfabético) anota lo siguiente sobre Apasco, el riego y el entorno general:

Tiene de largo dos leguas, y una en ancho poco mas o menos; passa por él un arroyo de

agua en que se puede hacer un molino que muela todo el año y pueden regar con él cerca

de tres mil brazas de tierra en largo y más de ciento cincuenta en ancho. La tierra que se

riega es muy buena, la demás tierra es un poco de monte, de enzina bien poco. Ay unas

lomas altas de piedra de cal; ay muy buenas tierras para sembrar de seco pero son muy

sujetas al yelo. (Suma, en Papeles de Nueva España, t. 1: 2-3)


10

La afirmación de que en el arroyo podía hacerse “un molino que muela todo el año” es señal

inequívoca de que se trataba de una corriente perenne y con cierto caudal. Y no por casualidad

fue el encomendero de Apasco el que obtuvo en 1545 una merced para un “herido de molino.

Tenemos datos sobre la cantidad de tierras bajo riego que equivaldrían a poco más de 126

hectáreas (3 000 por 150 brazas). El resto se calificaron de “muy buenas para sembrar de seco”

(temporal), si bien con el inconveniente común de todas las tierras de estos altiplanos: las heladas

del otoño-invierno.

Completaban el paisaje hidráulico unos manantiales de agua caliente (Atotonilapan) y

una “laguneta que en la primera fundación se halló en este lugar, de donde deriva el nombre del

pueblo y le llaman Apasco Yaotl, que quiere decir donde esta una cosa redonda de agua en forma

de lebrillo. Que este dicho lugar destinaron para en su circuito se fabricase dicho pueblo”. (AGA,

Cuaderno 5, f. 6r-6v).

Apasco era tan sólo uno de cinco pueblos descritos en la Relación de Atitalaquia de 1581,

había lo mismo tierras de temporal que de regadío,

…donde cojían y de presente cojen mucho maíz y ají, y otras semillas de que son

aprovechados…

Es tierra llana desta jurisdicción, rasa, sin montes. Tiene pocos ríos, aunque de algunas

fuentes tiene algunos arroyatos que corren y son de provecho a estos naturales porque son

fáciles de atajar. (R. Acuña, “Relación de Atitalaquia…”, p. 58)

El texto náhuatl que acompaña al Códice de Apasco nos da a conocer la forma en que atajaban

el agua de esos arroyos:

Y con el agua que pasa, con ella riega el pueblo. Todo es propiedad de los macehuales

tributarios, que siempre lo tendrán e irán haciendo una presa (atzacuanli) para el
11

sostenimiento de los vecinos tributarios del pueblo. Se ha de poner siempre un guardia,

un topil como guía, así como ahora está, que jamás se rebase lo que se necesite.

En la descripción del pueblo de Apasco y sus tierras hechas a fines del siglo XVI (1599) por el

juez encargado de la congregación, Luis Carrillo de Guzmán, queda de manifiesto la

continuidad del riego hasta por lo menos ese año final del siglo XVI, además de agregar valiosos

detalles sobre las características de la agricultura y el valor monetario de las tierras irrigadas:

El pueblo está situado en una loma baja a las faldas de unos cerros de piedra para hacer

cal que están pelados sin árboles. A la parte del poniente pasa una vega de tierras que son

40 brazas del pie a la mano de largo y cuatro de ancho, y sin estas tierras de riego tienen

otras de temporal; pasa por la dicha vega un arroyo de agua dulce, tiene de largo una

legua y de ancho en partes un tiro de ballesta y en partes de arcabúz, y a la parte del

oriente y a la del norte tiene tierras de vegas buenas que labran cuando les parece… […]

tienen una vega de una legua de largo de riego donde cojen mucho maíz, frijol y otras

legumbres, que por su fertilidad vale la dicha vega mas de cincuenta mil pesos (AGA,

Diligencias practicadas por el juez comisario…, Cuaderno 2, f. 4v; cursivas mías).

La hidrografía y los sistemas hidráulicos indígenas de la Teotlalpan y de Apasco se fueron

transformando como consecuencia tanto de las innovaciones tecnológicas en materia hidráulica y

de los nuevos usos dados al agua como de la baja demográfica indígena, las congregaciones y el

paulatino despojo territorial que acompañó a ambos fenómenos relacionados con la

despoblación.

Como ya mencioné, en 1545 el encomendero de Apasco recibió una merced del virrey

Antonio de Mendoza de un herido de molino que seguramente se ubicó en el curso del río

Salado. Casi 20 años después se le mercedaron dos caballerías de tierra de riego (84 hectáreas
12

aproximadamente) en la vega de Apasco, con el agua que a ella le correspondía y con una “presa

antigua que tiene hecha, linde con la estancia”. (R. Acuña, op. cit., pp. 64-65). No conocemos el

lugar exacto en que se ubicó el molino ni los detalles respecto a su funcionamiento pues el

conflicto no llegó a los tribunales, pero lo que sí tenemos documentado es el destino de esa

valiosa y extensa vega a partir de un estudio que estamos concluyendo sobre la historia agraria

del poblado: su pérdida casi total a manos de los españoles, que fueron amasando tierra y

consolidando extensas haciendas y ranchos, no desintegrados sino hasta la reforma agraria del

siglo XX.

3. Tepetlaoxtoc y el aprovechamiento de aguas torrenciales: un caso de pequeños sistemas de

riego retenidos por los campesinos

La existencia de unos ingeniosos sistemas de riego por inundación o avenidas conocidos como

“derramaderos” (check dams en inglés) se conoce por registros antiguos y actuales pues siguen en

uso. Sus obras son temporales (efímeras), cuentan con canales sin recubrimiento y con pequeñas

presas hechas con tierra, piedras y ramas, que sirven para distribuir las corrientes temporales sobre

un área mayor que la que cubrirían en forma natural. El agua se encauza a las parcelas adyacentes

para asegurar las cosechas del ciclo de temporal. Se han encontrado en Tepeaca, valle de Oaxaca,

Chihuahua (“trincheras”), Oaxaca (río Salado) y valle de Teotihuacan.

El caso de Tepetlaoxtoc que aquí consignaré es excepcional en el sentido de que lo

conocemos a través tanto de un documento pictográfico contenido en el Códice Santa María

Asunción, un registro catastral parcela por parcela (Williams y Harvey 1997:104), como de sus

vestigios arqueológicos conservados en el campo (Cordova 1997: 195, 213, 223-227). Aunque

desconocemos su destino posterior, la pequeña escala de la obra y su asociación con tierras


13

temporaleras nos hace suponer que permaneció en manos campesinas hasta los inicios del siglo

XVII (según Cordova).

En el códice observamos una parcela de forma cuadrangular que tiene en medio una presa

de piedra, perpendicular a una corriente de agua; las medidas del perímetro nos indican que tiene

53 por 24 por 53 por 20 tlalquahuitl (equivalente a 2.5 metros cada una). La posee una mujer

cuyo nombre aparece a su lado en pictografía. En la parte superior de la parcela se lee en náhuatl:

anzaquali (dique, presa, agua detenida según el Diccionario de Simeon). Son campesinos del

paraje de Cuauhtepuztitla.

De acuerdo con el trabajo arqueológico, este tipo de presas o derramaderos corresponde a

la etapa “azteca” (siglos XVI y XVII) y no necesariamente es la misma presa representada en el

códice, aunque sí de tipo similar.

4. Cuauhtitlan: un caso de transformación temprana por la instalación de molinos harineros

El conocimiento que tenemos de las obras hidráulicas prehispánicas del río Cuauhtitlan es

excepcional gracias a la detallada descripción que de ellas hace una fuente histórica temprana:

los Anales de Cuauhtitlan que recogió en sus páginas diversos acontecimientos relacionados con

el desvío del río, sucedido alrededor del año 1435. Otros documentos del ramo de Tierras del

Archivo General de la Nación registran episodios posteriores, en especial uno relacionado con el

conflicto entre los regantes indígenas y un molinero español hacia 1587 (Rojas 1973, Strauss

1975).

La historia comienza con la llegada de los colhua a la región, poblada por chichimecas,

quienes los colocaron en un punto cercano a Cuauhtitlan con la esperanza de que las furiosas

avenidas del río del mismo nombre los arrastrara y así deshacerse de ellos. Y, en efecto, el rió
14

barrió con los nuevos pobladores, quienes en vez de atemorizarse, decidieron cambiar el curso

del río. Para ello estancaron su corriente y excavaron la tierra durante dos años, hasta terminar

una represa y conducir el agua por su nuevo cauce hasta la laguna de Citlaltepec (sección

occidental de la laguna de Zumpango, que probablemente se formó entonces de manera

artificial). Enseguida invirtieron otros siete años en limpiar y restaurar el antiguo cauce como

canal de riego, al que los colhuas cuauhtitlanecas llamaron Ayatictli o vientre del agua. Sabemos

que la represa se hizo en el lugar llamado Tepolnexco, mediante la utilización de vigas enhiestas

puestas juntas en la acequia “con lo cual la acequia se represó de todo en todo, y por eso se

cambio y torció el agua, y por eso ahora entra el río en Citlaltepec”. (Anales, en Palerm

1973:146-148).

El río Cuauhtitlan se origina en la Sierra de las Cruces, límite poniente de la Cuenca de

México, tiene caudal permanente y, como ya vimos, aumenta considerablemente en la época de

lluvias con los torrentes de la propia Sierra y de la de Guadalupe. Antes del desvío artificial, el

río fluía hacia el sur y desaguaba en la laguna de Texcoco por el estrecho Ecatepec-

Chiconauhtla.

Las obras prehispánicas hasta aquí reseñadas son muy interesantes pues ilustran la

capacidad para construir una represa de grandes dimensiones usando “vigas enhiestas y juntas” y

suficientemente capaz para derivar el agua de un río (con el fin de desecar y hacer habitable un

espacio), así como de excavar y poner a funcionar como canal el antiguo cauce para crear un

sistema de riego.

La siguiente noticia es de 150 años después, de 1587, cuando el agua del río era objeto de

pugna entre los pueblos y los empresarios españoles de la región, principalmente con uno que

fundó un molino de trigo en las cercanías de Cuauhtitlan (legitimado en una merced de 1579).
15

Todo empezó cuando el español abrió una acequia “arriba” de la presa indígena, es decir, en el

curso superior (con gran probabilidad la misma descrita en los Anales), la encaminó a su molino

y dejó sin agua las acequias de aquéllos.

El sistema de riego indígena tenía por entonces cuatro acequias principales, que partían

de un punto llamado San Juan Atlamican, y con las cuales regaban sus “sementeras y huertas”,

además de proporcionar agua para usos domésticos. En Atlamican tenían hecha los regantes una

represa que, de acuerdo con su propia versión: “reparaban” “cada “año”, “en el tiempo de la

seca”, y que “solían hacer en tiempo de riego”, “a mucha costa y trabajo porque solían ocupar en

el dicho reparo más de dos mil indios”.

De acuerdo con el molinero, esta represa no era permanente sino que la hacían de

“barro”, “en tiempo de seca que querían sembrar”, para lo cual se juntaban 10 000 indios. El

español aseguraba que en tiempo de lluvias la presa no existía ni las acequias llevaban agua.

El conflicto derivó en una vista de ojos encabezada por el virrey marqués de Villa-

Manrique y dos oidores de la Real Audiencia en junio de 1587, clara muestra de la importancia

del asunto. Reconocieron el río y las cuatro acequias principales y recogieron la versión de que la

cuarta, que era denominada por los indios la “acequia vieja” (y que luego se llamó “acequia del

molino”, arroyo Acalhuacan o Tultitlan), solía desaguar, según la versión indígena, en una

laguna llamada Totoltepec, misma que se había secado por culpa del molinero, pues el

desaguadero de su molino “iba muy hondo” y por esta causa el agua se iba hacia el pueblo de

Tultitlan (que no tenía agua antes de la construcción del molino). La desecación de la laguna de

Totoltepec también les había causado a los de Cuauhtitlan un gran perjuicio porque de ella

obtenían su pesquería y recogían tule para manufacturar petates “que era su principal granjería”.
16

Por otras fuentes sabemos que la formación de lagunas artificiales mediante la conducción de

corrientes de agua no fue infrecuente en la época prehispánica4

En el mismo año del reconocimiento (1587), la Audiencia y el virrey como su presidente,

fallaron la sentencia definitiva, que decidió el nuevo sentido que tendría el sistema hidráulico del

río Cuauhtitlan: la cal y el canto se convirtieron en los materiales básicos de construcción de la

cortina de la presa (¿caja de agua?), misma que contaría con “tomas y dactas” para distribuir el

líquido y con compuertas “para los casos necesarios”.

Lo anterior, como es obvio, fue el punto de quiebre que transformó radicalmente el

sistema hidráulico prehispánico y también las reglas del juego respecto a su administración y

organización. En la sentencia se repartieron los costos presentes y futuros de las obras de la

presa: una cuarta parte correspondió al molinero y tres cuartas partes a los indios. Los gastos de

las futuras reparaciones en las tomas y dactas, “sea a costa de los dichos indios en cuya

pertenencia se hubiere de hacer”. En cuanto al trabajo y los materiales de construcción, a

Cuauhtitlan y sus sujetos y a Tultitlan les tocó aportar la piedra y los “tesosonques” o canteros

(picapedreros, albañiles, según Simeon) necesarios. Al molinero y a sus sucesores, le

correspondería el pago de los oficiales españoles, la cal y el resto de los materiales

indispensables. La sentencia también prevenía que si algunos españoles tenían o tuvieran en el

futuro, tierras en los términos de los pueblos con derecho a agua, tendrían que dar la parte

correspondiente de piedra, peones y canteros que al pueblo tocaren.

La nueva presa de cal y canto se haría en el mismo lugar que la prehispánica y serviría

“para que en tiempo de crecientes el agua de las avenidas no inunde ni aniegue las tierras, no

absolve (sic pro:azolve) las acequias ni repartimientos”. Esto quiere decir que la presa derivadora

4
17

se transformó en una presa almacenadora permanente, que en la temporada de lluvias

almacenaría y regularía la corriente del río y en la de secas se abriría para permitir la irrigación

agrícola.

Entre 1587 y 1589, fechas entre las cuales se dictó primero la sentencia antes citada y

después la que la confirmó en grado de revista, los pueblos de Zumpango, Teoloyuca,

Citlaltepec, Xaltocan y Coyotepec, asentados en la zona lacustre al norte de Cuauhtitlan,

presentaron ante la Audiencia su oposición a lo determinado. Sus argumentos nos sirven para

entender mejor el funcionamiento del sistema. Alegaron que:

“...siempre se habían valido y aprovechado y servían del río que llaman de San Juan

Atlamican, que pasaba en medio de los dichos pueblos más debajo de la toma y presa que

los de Cuauhtitlan solían hacer en tiempo de riego…, la cual dicha agua respecto de la

cual se habían asentado y poblado donde estaban los dichos pueblos les había servido a

ellos siempre para su beber y sustento y para regar todas sus tierras”.

Por estas razones pidieron a la Audiencia que el agua del río “habiendo ellos (los de

Cuauhtitlan) regado con la presa”, la dejaran volver al río.

Las distancias de los poblados, si tomamos a Cuauhtitlan como punto de referencia, dan

idea de la gran extensión del sistema hidráulico del río Cuautitlan: Teoloyucan, 9 km,

Coyotepec, 12 km, Xaltocan 14.5 km, Citlaltepec 16 km y Zumpango 16.5 km.

5. Las chinampas de Xochimilco: un caso de retención y reproducción de tierras y sistemas de

riego y navegación
18

La experiencia histórica de las chinampas y del medio lacustre-chinampero del sur de la cuenca

de México es muy interesante y puede ser calificado como el prototipo de un sistema de

agricultura intensiva de riego prehispánico que persistió hasta el siglo XX en manos de los

propios campesinos, con pocos cambios en sus formas básicas de manejo hidroagrícola gracias al

escaso atractivo que significó este tipo de espacio lacustre representó para los españoles. Aunque

no sin mermas importantes, los chinamperos lograron retener en sus manos partes de sus

territorios y con ello continuar practicando su agricultura y otros usos. La desecación posterior

de sus territorios (siglos XIX y XX) fue la que finalmente afectó a la chinampería hasta casi

desaparecer.

La cuenca de México era originalmente un vaso cerrado que contenía varios lagos de

poca profundidad y de grandes dimensiones. El sistema era en realidad una combinación de

lagos verdaderos y de pantanos, que ocupaba entre 800 y 1000 kilómetros cuadrados de

superficie. La situación cambió a partir de principios del siglo XVII en que los españoles

iniciaron una obra de drenaje artificial que más tarde dio salida parcial a las aguas de la cuenca

hasta conectarlas con las del río Tula.

En la época de la conquista (ca. 1519) la orilla del sistema lacustre se encontraba a una

altura promedio de 2 240 metros sobre el nivel del mar y la profundidad de sus vasos variaba de

1 a 3 metros (alcanzan en algunos puntos hasta 5 metros). En el siglo XVI, el sistema se

componía de seis grandes lagos, que se conocen con los nombres de las poblaciones más

importantes de su vecindad en ese tiempo. El de Texcoco ocupaba el centro, era el mayor y más

bajo y a él concurrían las aguas de todos los demás. Estaba dividido en dos por un dique o

albarrada artificial (conocido como Nezahualcoyotl), que formaba dos secciones conocidas como

Texcoco al oriente y México al occidente. Su superficie estaba libre de vegetación en la sección


19

oriente y sus bordes presentaban grandes variaciones entre la temporada de secas y la de lluvias.

Sus aguas eran salinas a causa de que varios de los ríos que desaguaban en él por el oriente,

contenían cantidades considerables de sales que arrastraban a lo largo de sus cursos. En el

momento de la conquista, el lago de México era menos salino porque había sido aislado del de

Texcoco por medio de diques y porque recibía las aguas dulces de los ríos del poniente y de los

canales del sur. Allí se localizaba la ciudad de México-Tenochtitlan y su gemela Tlatelolco.

El lago del sur, dividido en dos por un dique, se conocía como Chalco al oriente y

Xochimilco al poniente; estaba 3 metros más alto que el lago de Texcoco y por lo mismo sus

aguas corrían hacia éste a depositarse. Sus agua eran dulces debido a que recibía de manera

constante el caudal de algunos ríos de la Sierra Nevada y el de numerosos y grandes manantiales

que brotaban en todo su borde y en el interior, especialmente del lago de Xochimilco. La

superficie de Chalco-Xochimilco estaba cubierta con una capa de vegetación flotante, a manera

de capa, verde todo el año, que disminuía la acción directa de losa rayos del sol y reducía las

pérdidas por evaporación. Esta vegetación fue muy importante en la construcción y el manejo

agrícola de las chinampas.

Las áreas chinamperas más importantes se desarrollaron precisamente en las zonas

lacustres del sur, así como en Xaltocan y en los alrededores de México-Tenochtitlan, cuando se

logró aislarlo de las aguas salobres del de Texcoco.

La cuenca fue el escenario de la aparición de un sistema agrícola característico conocido con un

nombre de origen indígena: chinampa, derivado de la lengua náhuatl (de chinamitl: seto o cerca

de cañas). La historia conocida de estas parcelas se remonta quizá a 2 mil años antes de Cristo, si

bien su apogeo y máxima expansión data de los siglos XIV, XV y XVI de nuestra era.
20

Las chinampas son parcelas agrícolas de forma rectangular a manera de islotes largos y

angostos, cuyas proporciones están diseñadas para capturar por infiltración la humedad de los

canales que las rodean. La existencia de aguas permanentes con desage es esencial en su manejo

pues la porosidad del suelo y la estrechez de los islotes permite la infiltración natural del agua de

los canales y ello hace posible su cultivo continuo e intensivo. El diseño facilita también otras

operaciones del trabajo agrícola, todas manuales, como son el acarreo y vaciado del lodo para los

almácigos que se hacen cerca de las orillas, el riego artificial cuando éste es necesario, el

transporte en canoas, de las cosechas y plántulas, etcétera.

Las chinampas son terrenos de cultivo “hechos a mano”, es decir, artificialmente por el

hombre, en áreas pantanosas y lacustres de poca profundidad localizadas en distintos puntos de

Mesoamérica. Del pantano o ciénega los constructores de las chinampas obtenían los elementos

para su construcción, manejo y renovación posterior: la vegetación acuática o “cinta” con la que

las formaron, el lodo para construirlas, renovarlas y para hacer los almácigos, el agualodo para

irrigarlas y abonarlas; el agua para irrigarlas y en general la humedad necesaria para tenerlas en

constante producción.

La drástica baja demográfica de la población indígena de Mesoamérica como efecto de la

presencia española, así como la explotación por éstos y el final de “casi todo lo que podía

llamarse imperial en los asuntos aztecas” (como lo expresara Gibson 1967), tuvo efectos directos

y drásticos sobre las actividades productivas y la práctica chinampera.

La destrucción del sistema político indígena implicó la de los sistemas de control

hidráulico que permitían el manejo agrícola de las chinampas. El abandono de las obras de

control produjo inundaciones y el anegamiento de las chinampas, sobre todo de las interiores. La

combinación de los diversos factores desencadenó el cambio en la distribución de la población a


21

nivel regional pues los asentamientos medianos y pequeños del interior de la chinampería (casi

148, localizados por el arqueólogo Jeffrey Parsons 1982), fueron abandonados y casi

desaparecieron a la vuelta del siglo XVII. La región se fue transformando en una enorme

ciénega, en lo que significó una especie de vuelta al ecosistema original.

Lo anterior no significa que diversos españoles no solicitaran mercedes de tierras o que

no compraran o usurparan a los indígenas extensiones territoriales en las orillas y el interior de

los vasos lacustres. Por ejemplo, en 1569 Bernardino Arias solicitó un solar y huertas en una

zona de chinampas, cercana a la chinampería del pueblo insular de Cuitlahuac (hoy Tláhuac)

(AGN, Tierras, vol. 2681, exp. 6, f. 2; núm. de catálogo 978/0234). El mapa que se realizó,

además de su belleza y de su excepcionalidad, es muy interesante porque permite conocer el

patrón de asentamiento que los arqueólogos habían documentado a través de métodos como el

reconocimiento de superficie y la observación de fotografías aéreas, previo a sus

transformaciones causadas por el despoblamiento y la política de congregaciones en pueblos

mayores, es decir el que podríamos llamar patrón de asentamiento de tiempos “aztecas”. En él se

observan algunos pequeños núcleos poblados en islotes en medio de la chinampería (en el plano

se nombran “camellones” a las chinampas), las acequias, caminos y la zona de chinampas

invadida ya por tule (señal de abandono) que el español solicitaba. Se observan las unidades de

medida en maitl o braza indígena, y las cantidades señaladas con puntos (un punto= 1) y

banderas (1 pantli = 20): 180 por 118 por 190 maitl (braza equivalente a 2 metros

aproximadamente según Matías 1984:18-19). Las glosas en los pequeños poblados en islas nos

dan a conocer sus nombres: Santa María Magdalena Michicalco, Tepetlapan, Santo Domingo,

Tequixquiapan y Cuitlahuaca.
22

Ya en el siglo XVIII y de acuerdo con distintos mapas de la región de Chalco-

Xochimilco, el patrón de asentamiento había cambiado profundamente: los pequeños poblados

insulares habían desaparecido y predominaban los de mayor tamaño que hoy subsisten, casi

todos situados en las orillas, que subsistían del cultivo de sus chinampas cercanas y de la

explotación, consumo y venta de los productos biológicos acuáticos que el medio lacustre les

ofrecía.

La ganadería española influyó de manera peculiar en los patrones de uso del territorio

lacustre. Desde el siglo XVI hubo intentos de diversos colonizadores por conseguir del rey

mercedes de sitios de ganado mayor y menor para establecer estancias y ranchos en las ciénegas

cubiertas de vegetación, que escondían los restos de las antiguas chinampas abandonadas a causa

de la despoblación. Si bien es cierto que algunos de estos ranchos y algunas haciendas agrícolas

se fueron fundando en el transcurso de los siglos XVII y XVIII, nunca llegaron a tener la

importancia que en otras regiones de México. Se ubicaron más bien en las orillas, a partir de las

cuales desarrollaron todo un sistema de desecamiento parcial mediante la construcción de

bordos, estacadas y zanjas que avanzaban y penetraban lentamente sobre los vasos lacustres

(Rojas 1973:56). El efecto de estas obras fue desastroso para las comunidades por la reducción

paulatina de la capacidad de los vasos, el aumento de los problemas hidráulicos y la agudización

de las crisis durante los años muy lluviosos. Las quejas de los pueblos ribereños de Xochimilco

eran frecuentes en esos momentos porque sus chinampas y aun sus casas se cubrían con agua

durante uno y hasta por varios años (véase .

Los dueños de estos ranchos y haciendas fueron los principales promotores del drenaje

artificial del vaso de Chalco, iniciado a mediados del siglo XIX. Más tarde se condujeron los

manantiales de Xochimilco a la ciudad de México para abastecerla de agua potable; ello ocurrió
23

a principios del siglo XX. A medida que éstos se agotaron, se excavaron pozos hasta alcanzar

mantos cada vez más profundos, abatiendo el nivel freático y causando hundimientos de suelo en

la región.

El golpe mortal a la chinampería fue consumado en los 1950, cuando los canales se

secaron por completo. Las comunidades chinamperas iniciaron entonces diversas gestiones hasta

conseguir que se les dotara de aguas negras tratadas.

PALABRAS FINALES

Enseguida presentaré, en forma sintética, los rasgos principales de cada uno de los casos

presentados, con la intención de iniciar el análisis comparativo.

Cuernavaca

Sistemas de escala regional, con aguas permanentes; sistemas con canales y represas

derivadotas; conducción por canales. Asociados con agricultura intensiva (algodón, máiz, frijol.

Chile, futasles, etc.).

Apropiación temprana de las tierras irrigadas en manos de la nobleza indígena por los

empresarios cañeros españoles; desplazamiento por diversos mecanismos legales e ilegales. La

transformación tecnológica está poco investigada, pero se sabe que los españoles construyeron

presas y acueductos con arcos, por ejemplo.

Pérdida del control indígena sobre las tierras y el manejo del sistema y del sentido de su

uso: de riego a fuerza hidráulica y riego, regulación mediante cajas de agua; o del riego en cierto

orden y bajo control de la población, al riego controlado y distribuido por los españoles.
24

Apasco

Sistemas de escala regional con aguas permanentes; sistema por canales y represas. Asociados

con sistemas agrícolas intensivos (maíz, frijol).

Retención indígena de la vega irrigada al menos durante el siglo XVI. El molino

establecido al parecer compitió pero no cambió el sistema. Pérdida gradual del control territorial

y del agua como efecto de los fenómenos poblacionales, agudizada a partir del siglo XVII.

Tepetlaoztoc

Sistemas de pequeña escala, asociados con tierras de temporal. Aguas torrenciales de tiempo de

lluvias; derramaderos con o sin canales.

Tierrras y sistemas usados por los campesinos hasta el siglo XVII (aproximadamente), y

abandonados por el despoblamiento.

Cuauhtitlan

Sistema de escala regional con agua permanente y asociado con agricultura intensiva.. Obras de

desvío de un río caudaloso y permanente durante la época prehispánica (siglo XV) y creación de

un amplio distrito de riego. Presa temporal que se reparaba cada año en el tiempo de secas para

irrigar en esa temporada, hecha con grandes inversiones laborales; cuatro acequias que partían de

ese punto (Altamican), la cuarta de las cuales era el antiguo curso del río y que desembocaba en

una laguna artificial (Totoltepec).

El establecimiento de un molino hacia el que se encauzó el río, dislocó el funcionamiento

del sistema y afectó a los pueblos de toda la región. El gobierno virreinal intervino para dar un

nuevo orden al sistema: construcción de una presa permanente con tomas y dactas hecha de cal y
25

canto; pautó también quién controlaría y aportaría los recursos para su construcción y

mantenimiento (oficiales, trabajadores y materiales). Conversión de la presa almacenadora para

regular las inundaciones en el temporal, y para irrigar en la de secas.

Xochimilco

Sistema de gran escala con riego permanente por infiltración en una región lacustre-pantanosa

drenada mediante canales; construcción de chinampas de cultivo y áreas de habitación en islotes

artificiales. En la Colonia, poco cambios locales en el manejo hidroagrícola, pero sí en el

general (cuenca de México), donde las grandes obras y el control sobre el sistema lacustre pasan

a manos del gobierno virreinal y del ayuntamiento de la ciudad de México (albarradones,

compuertas, grandes canales de navegación y drenaje, etc.). Las obras locales quedan a cargo de

los gobiernos de los antiguos señoríos.

Región relativamente poco codiciada por los españoles, la destinaronn a la ganadería

extensiva y la trataron de drenar parcialmente. En época posteriores (con la aparición de la

maquinaria), el drenaje avanzó, sin acabar con la chinampería, que se conservó en la orilla sur

del antiguo vaso de Xochimilco.


26
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EL USO INDUSTRIAL DEL AGUA EN LA CIUDAD DE SAN LUIS POTOSÍ: SU
IMPACTO EN EL AMBIENTE Y LA SOCIEDAD

GERMAN SANTACRUZ DE LEÓN


Profesor-Investigador
El Colegio de San Luis, A.C.
Tel. 01 444 8 11 01 01 ext. 4112
gsantacruz@colsan.edu.mx

RESUMEN

La ciudad de San Luis Potosí, capital del estado con el mismo nombre, en los últimos
50 años ha experimentado un notable crecimiento demográfico y en los últimos 30
años ha incrementado su planta industrial, esta última se localiza mayormente en la
denominada Zona Industrial. El crecimiento demográfico y el aumento de la planta
industrial ha ocasionado un incremento en la demanda de servicios públicos e
infraestructura. En la ciudad de San Luis Potosí, la industria actualmente ocupa
espacios que eran destinados para uso agrícola y demanda el 14 % del total de agua
que se extrae del acuífero. Sin embargo, ocupa el 30 % de la mano de obra de la
ciudad. Esta ponencia, analiza el impacto ambiental que ha provocado el cambio de
uso de suelo de agrícola a industrial y revisa los factores que han incidido en que la
población capitalina se manifieste de manera aislada en contra del crecimiento
industrial y por lo tanto en su competencia por el uso del agua.

INTRODUCCION

San Luis Potosí, la capital del estado de San Luis Potosí, en los últimos 50 años ha

experimentado un notable crecimiento demográfico y en los últimos 30 años ha

incrementado su planta industrial, esta última se localiza mayormente en la

denominada Zona Industrial. El crecimiento de la ciudad ha integrado a los municipios

de Soledad de Graciano Sánchez y Cerro de San Pedro.

El crecimiento demográfico y el aumento de la planta industrial han ocasionado un

incremento en la demanda de servicios publico e infraestructura, y del mismo modo


ha provocado la generación de residuos municipales, contaminación atmosférica y

contaminación de los recursos hídricos.

El agua es un recurso muy importante en los procesos industriales, lo mismo se

requiere para procesos de enfriamiento, como para procesos en los que se consume

una buena parte de ésta o en los que se genera agua residual con altos contenidos de

contaminantes.

En la ciudad de San Luis Potosí, la industria actualmente ocupa espacios que eran

destinados para uso agrícola y demanda el 14 % del agua que se extrae del acuífero.

Sin embargo, ocupa el 30 % de la mano de obra de la ciudad.

Este artículo, analiza el impacto ambiental que tiene el cambio de uso de suelo y

revisa los factores que han incidido en que la población capitalina se manifieste de

manera aislada en contra del crecimiento industrial y por lo tanto en su competencia

por el uso del agua.

ANTECEDENTES

Información Estatal:

En el Estado de San Luis Potosí actualmente se usan 1 577 millones de m3/año para

satisfacer la demanda de todos los usuarios. Para uso agrícola se destinan 1 352

millones de m3/año, para uso doméstico se destinan 166 millones de m3/año y para

la industria y el sector servicios se destinan 38 millones de m3/año.

En el aspecto de agua residual se estima una generación de 78 millones de m3/año de

las áreas urbanas, de este volumen únicamente se trata el 6 %, el resto llega, sin
tratamiento, a cuerpos de agua, provocando con esto la contaminación de ríos,

arroyos y del subsuelo.

Datos poblacionales:

La capital de San Luis Potosí, representa el 2.4 % de la superficie estatal. Queda

comprendida dentro de las Regiones Hidrológicas número 37 y número 26,

denominadas Pánuco y El Salado, respectivamente.

El 80.85 % de la superficie municipal queda comprendida dentro de la Subcuenca

denominada Presa San José; a la Subcuenca Río Santa María Alto corresponde el

12.10 % de la superficie del municipio.

La población del municipio se localiza principalmente en la parte sur del mismo, el

crecimiento poblacional se puede observar en la tabla 1; en la misma se puede ver

que desde 1950 la población del municipio era considerada como urbana, con un

83.1 % de la población viviendo en el área urbana, este porcentaje se incremento

para el año 2000 a un valor de 96 % con una población total de 670 532

habitantes. El crecimiento poblacional se da de manera sostenida, en gran medida

provocado por la migración de las zonas rurales, que genera la creación de fuentes de

empleo de tipo industrial.

Tabla 1. Crecimiento poblacional en el municipio de San Luis


Potosí, S.L.P.

Año Población Total Urbana (%) Rural (%)


1950 155 238 83.1 16.9
1960 193 670 84.9 15.1
1970 267 951 85.9 14.1
1980 406 630 91.1 8.9
1990 525 733 94.3 5.7
1995 625 466 95.2 4.8
2000 670 532 96.1 3.9

Fuente: Modificado de INEGI, 2000, Resultados


Definitivos VII, VIII, IX, X, XI y XII Censos Generales de
Población y Vivienda 1950, 1960, 1970, 1980, 1990,
1995 y 2000.

En 1960 el 69.4 % de la población del municipio disponía de agua entubada (no

potable) modificándose este porcentaje para el año 1995 cuando se alcanzó el 97. 5

%.

En lo referente al empleo, en 1990 el sector secundario (minería, extracción de

petróleo y gas, industria manufacturera, generación de energía eléctrica y

construcción) ocupó el 34.7 % de la población económicamente activa.

Disponibilidad de agua:

La precipitación pluvial en el municipio varía desde 168.7 mm para el año más seco

hasta 530 mm para el año más lluvioso, concentrándose en los meses de mayo a

septiembre.

La principal fuente de agua superficial para la ciudad la constituye el río Santiago, el

cual es considerado como un río intermitente; sobre el cauce del mismo se han

construido dos presas cuyo almacenamiento se destina para uso doméstico

exclusivamente. La presa San José con una capacidad de almacenamiento de 5.14

millones de metros cúbicos, de la cual se extraen 4 Mm3/año para uso doméstico y la


presa Gonzalo N. Santos (El Peaje) con una capacidad de 6.78 Mm3 de la cual se

extraen 4Mm3/año para uso doméstico.

La ciudad de San Luis Potosí, tiene 126 fuentes de abastecimiento de agua potable,

de las cuales 122 son aprovechamientos subterráneos, 4 aprovechamientos

superficiales (2 manantiales y 2 presas), es preciso señalar que las cifras dependen de

la dependencia que se use como fuente, incluso en algunos casos oficinas de la misma

dependencia manejan cifras diferentes. Del mismo modo se disponen de fuentes de

abastecimiento de agua potable, que no son administradas por el Organismo

Operador intermunicipal, si no que son operadas y administradas por fraccionadores e

industriales y de estos no se cuenta con registros de extracción y tiempos de

operación.

Demanda de agua:

En la ciudad de San Luis Potosí, como en la mayoría de las ciudades mexicanas, el

porcentaje de viviendas que poseen sistema de medición del uso de agua potable es

muy bajo. Aquí del total de usuarios registrados, únicamente 53.42 % disponen de

medición. Para el caso del uso industrial se tienen registradas 1 435 tomas, de las

cuales únicamente 334 cuentan con medidor y para el caso del uso doméstico se

tienen 185 909 tomas registradas y solamente 98 769 cuentan con medidor.

Para el caso de los usuarios industriales se tiene que solamente 126 de los 334

registrados tienen medición confiable del uso de agua potable. En la denominada zona

industrial, la línea de suministro de agua potable dispone de tomas clandestinas y en la


misma zona existen pozos profundos “privados” operados por industriales, los cuales

no están regularizados por la Comisión Nacional del Agua.

Según CNA (2002), la demanda media de agua potable para uso doméstico es de

35.779 m3/bim y para uso industrial es del orden de 355.066 m3/bim, esto se

traduce en 1 209.255 lps para uso doméstico y 96.986 lps para uso industrial.

PROBLEMÁTICA

Como se ha mencionado la ciudad de San Luis Potosí, tiene 126 fuentes de

abastecimiento de agua potable. De los 122 aprovechamientos de agua subterránea

se extrae el 90 % del agua que se usa en la ciudad y su zona conurbada. Para

satisfacer las necesidades de la población se extraen 2 400 lps (76 Mm3/año) del

acuífero y 210 lps (7 Mm3/año) del sistema de presas, en conjunto suman 2 610 lps

lo que representa un volumen utilizado de 83 Mm3/año. (CNA, 2000).

Para satisfacer la demanda de agua del sector agrícola se extraen 35 Mm3/año del

acuífero y 8 Mm3/año para el sector industrial, por lo que se considera que la

explotación actual del acuífero es de 119 Mm3/año y considerando que la recarga es

del orden de los 84 Mm3/año, se tiene entonces una sobreexplotación del acuífero.

El crecimiento poblacional ocasionó que la mancha urbana creciera en forma

acelerada en los últimos años, ocasionando esto, en adición a la regulación en la

extracción del acuífero, que existan zonas dentro de la ciudad que sufran el desabasto

de agua y que sean sujetas al tandeo.


Entonces, aquí cabe la interrogante de por qué la población en general no exige que

se regule el crecimiento industrial, es decir que se regule la demanda de agua para la

industria y de este modo reducir el impacto ambiental y social que ocasionan los

residuos sólidos y líquidos generados por las actividades propias de estas.

Impacto en la sociedad:

La explicación del por qué la población se manifiesta, de manera aislada y localizada,

en contra del crecimiento industrial, puede tener dos respuestas:

1) El crecimiento industrial experimentado en la ciudad de San Luis Potosí ha

ocasionado una mayor derrama económica en la zona y se ha constituido como

fuente de empleo. Como se mencionó antes el sector industrial ocupa el 34 % de la

mano de obra de la ciudad, por lo que protestar contra el crecimiento industrial es de

alguna forma estar en contra de nuevos empleos. Dejándose de lado el impacto que

este crecimiento tiene en el ambiente y en los recursos naturales, preocupados

únicamente por satisfacer las necesidades inmediatas, sin observar la sustentabilidad de

la ciudad.

2) Desde los años sesentas y setentas del siglo pasado, ha sido política pública

incentivar el desarrollo industrial. Por ejemplo en 1975 en un acto de celebración por

la fabricación de la primera llanta en San Luis Potosí, el Gobernador del estado

manifestó: “En San Luis Potosí, la industrialización es vital. Por eso el Gobierno del
Estado, desde hace muchos años ha propiciado su industrialización donando terrenos para

las empresas y concediendo algunos estímulos”.

En ese mismo año en un Simposio de Diagnóstico Urbano el Gobernador enfatizó:

“Para la población del estado solo se cuenta con 216 millones de pesos anuales” y agregó

“los problemas básicos son agua, luz, mercados, etc.”

A pesar de esto, en 1977 el Gobierno del Estado donó una superficie de 12 915 m2

para la construcción de una planta que proporcionaría empleo a 44 obreros; en ese

año se decía que la industria asentada en la capital era variada desde productos

químicos, fabricación de maquinaría y aun se mencionaba que a pesar de que el país

se encontraba en un año difícil en materia de inversión , San Luis mantenía un ritmo

acelerado de industrialización.

Es probable entonces que por estas dos razones la población en general, la cual sufrirá

en el mediano plazo los efectos negativos de la industrialización y además será

impactado por las políticas públicas de incremento en el precio del agua potable, no

es capaz de sentir la competencia en el uso del agua por la industria. Esto puede

provocar que la idea de los mercados de agua se implemente de forma rápida, aun

con las graves consecuencias que esto puede tener.

Como se anotó anteriormente los usuarios industriales y comerciales, en conjunto

representan un porcentaje alto de los usuarios morosos con una deuda de 21.6

millones de pesos anuales lo cual indudablemente impacta negativamente en las

labores de operación y mantenimiento del sistema de suministro de agua potable.


Impacto en el ambiente:

El tamaño de la industria en San Luis Potosí, es muy limitada en comparación con el

resto del país (OPS, 2000). Esto puede interpretarse como que no existen impactos

al ambiente, sin embargo la Organización Panamericana de la Salud detectó 47 sitios

potencialmente peligrosos, dos de estos sitios son del ramo minerometalúrgico y 36

son considerados como de la microindustria.

En la zona industrial, el abastecimiento de agua potable se realiza por medio de 37

pozos, que se distribuyen de la siguiente manera: 30 localizados en diferentes

empresas, 5 controlados por el organismo operador y 2 administrados por el

Gobierno del Estado.

En la ciudad de San Luis Potosí, se generan 1 222.476 lps de agua residual

doméstica, más el volumen de agua residual que genera la industria.

La falta de infraestructura de saneamiento de agua residual está afectando al medio

ambiente, limita el reuso del agua y por lo tanto genera contaminación de las fuentes

de agua potable, generando con esto que en el corto plazo la disponibilidad de agua

se reduzca notablemente. En general se puede decir que la infraestructura existente no

opera por abandono y falta de mantenimiento.

El agua residual industrial, generada en la zona industrial de San Luis Potosí, es

desalojada por varios canales (colectores a cielo abierto), dentro de los cuales se

encuentra el Colector Industrias, Colector industrias-Eje 116 y descarga el agua al

Colector Industrial I, el cual al igual que el colector Industrial II descarga al Canal


denominado Río Españita, este canal conduce agua de tipo industrial, que contiene un

alto grado de contaminantes tóxicos, el Río Españita descarga al tanque receptor

Tenorio, en éste se almacena el agua y posteriormente se usa en riego agrícola. Al

tanque Tenorio descargan siete canales, los que en conjunto ingresan 738 lps de agua

residual (UNAM, 1995), ésta se almacena y posteriormente se usa para el riego

agrícola de 406 hectáreas (CNA, 2000).

Entonces, se puede ver que el impacto que tiene y puede tener el agua residual

industrial sobre el ambiente y el ser humano en el corto y mediano plazo, es

considerable por lo que es necesario tomar las medidas necesarias que permitan

revertir esta tendencia.

Según datos de CNA (1995) y de la SEGAM (1999), el tanque Tenorio es una

depresión natural a la cual descarga el colector general de la zona industrial del Potosí

y recibe la descarga de aproximadamente 150 industrias con diversidad de

contaminantes. Se menciona además que ésta agua puede ser tratada por medios

biológicos, y que la influencia de las descargas industriales hace que exista una

presencia notable de sólidos disueltos y una presencia relativamente importante de

metales pesados.

Por lo que muy probablemente se este impactando el acuífero ya que este no puede

verse de forma aislada y pensar que es un sistema cerrado, se han encontrado

concentraciones de grasas y aceites, así como presencia de nitratos, sólidos disueltos

totales y valores considerables de metales pesados.


El INEGI (2002) indica que se generan 59 645 m3/día de agua residual industrial lo

que hace aproximadamente 21 Mm3/año, lo cual no cuadra con la cantidad de agua

que se demanda que según CNA es del orden de los 8 Mm3/año, es decir existe una

diferencia de 13 Mm3/año, esto crea confusión en la aceptación de las cifras oficiales,

más aun si se considera que en algunos procesos industriales se consume agua.

Otro aspecto importante es saber como el cambio de uso de suelo a industrial ha

afectado la recarga del subsuelo y por qué esto no esta en el debate diario de los

usuarios domésticos.

La ciudad de San Luis Potosí cuenta con dos zonas industriales, ubicadas al sur de la

ciudad sobre la carretera San Luis Potosí-México; la zona industrial del Potosí

(clasificada como la segunda zona industrial más extensa del país) cuenta con una

superficie de 1 238 ha y para el año de 1995 contaba con 50 empresas y la zona

industrial de San Luis con una extensión territorial de 1 086 ha en las que para el año

de 1995 se habían instalado 220 empresas.

La zona industrial se creó el 23 de octubre de 1963 por decreto de la XLIV

Legislatura del Estado y el 15 de septiembre de 1981, por decreto de la XLIX

Legislatura del Estado, se creó la zona industrial “Del Potosí”. Los terrenos

expropiados para estos fines pertenecían a los ejidos La Libertad, Joya de San Elías, El

Aguaje y Villa de Pozos, así como predios de particulares.

Para confirmar el área verde que se ha perdido en la zona industrial se usó fotografía

aérea escala 1:20 000 de marzo de 1995 y como referencia las fotografías aéreas del
año 1970. De igual manera se usaron las cartas topográficas y de uso de suelo escala

1:50 000.

Se encontró que existen 3301.0 ha que han sido destinadas a uso industrial, es decir

que se ha modificado su uso, el uso que se les daba a esos terrenos en 1970 se

puede observar en la tabla 2.

Tabla 2. Tipo de uso de suelo. Zona Industrial

Tipo de uso de suelo Superficie

(1970) (ha)

Agricultura de temporal permanente anual 2065.728

Vegetación secundaría (Matorral espinoso,


921.875
nopalera)

Pastizal natural en combinación con matorral


96.307
subinerme

Zona industrial de procesamiento 93.34

Zona industrial de fabricación 67.5

Matorral espinoso en asociación con nopalera 56.25

Total 3301.00

En la tabla 2 se puede observar que en el año de 1970, ya se destinaban 160.84 ha

para uso industrial, y la otra superficie conservaba su uso. Esta situación ha sido

modificada y actualmente entre el 90 y 95 % de la superficie se destina a uso

industrial.
En la misma tabla se puede observar que el uso predominante en la zona, era el

agrícola con 2065.728 ha y quitando la parte que ya ocupaba la industria, se puede

decir que era una zona de amplia vegetación.

Entonces cuáles son las consecuencias, una es la pérdida de áreas verdes y como

consecuencia de esto la pérdida de agua que se infiltraba al subsuelo y que ahora

escurre por amplias zonas pavimentadas y se mezcla con el agua residual de la

industria, convirtiéndose así en agua residual.

Si se considera que la precipitación anual para el año más seco para la ciudad de San

Luis Potosí fue de 168.7 mm se tiene que ese año en la zona de estudio se debieron

captar 5 568 787 m3, de los cuales un 55 % debieron haber escurrido hacía los

cuerpos de agua superficiales y el restante infiltrarse en el subsuelo. Es decir que

actualmente la mayor parte de esa agua escurre y ya no se capta en el subsuelo, y se

convierte en agua residual con las consecuencias conocidas..

A MODO DE CONCLUSIONES

Desde el último cuarto del siglo pasado, la ciudad de San Luis Potosí, ha seguido

modelos de desarrollo económico e industrial que al igual que otras ciudades

mexicanas, no han considerado el impacto que aquel puede tener sobre el ambiente,

los recursos naturales de la ciudad y sobre todo del impacto que tiene o puede tener

en el mediano plazo sobre la salud humana.


La población capitalina ha visto medianamente afectada su disponibilidad de agua, por

lo que no responde ante la competencia que la industria tiene sobre el uso del agua.

BIBLIOGRAFÍA

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Socioeconómico San Luis

Potosí, S.L.P. México.

2. Cirelli, Claudia. 1999. El Agua agrícola para las zonas urbanas: El Caso de la

ciudad de San Luis Potosí.


Potosí El Colegio de San Luis, A.C. México.

3. CNA. 2000. Programa Hidráulico Estatal (2000-2005). San Luis Potosí.

México.

4. CNA. 1999. Saneamiento integral de las aguas residuales de la zona conurbada de

San Luis Potosí-Soledad de Graciano Sánchez, S.L.P. San Luis Potosí, México.

5. Gobierno del Estado de San Luis Potosí. 1994. Perfiles Industriales. Secretaria

de Fomento Industrial y de Servicios. San Luis Potosí. México.

6. INEGI. 1970.. Carta Topográfica y Carta de uso de suelo, escala 1:50000.,

F14A84.
F14A84 México.

7. INEGI. 1995. Fotografía aérea, escala 1:20000, F14A84, línea de vuelo

591,592 y 593.
593 México
8. INTERAPAS. 1999. Plan Maestro para el mejoramiento de los servicios de agua

potable, alcantarillado y saneamiento de San Luis Potosí-Soledad de Graciano

Sánchez y Cerro de San Pedro.


Pedro San Luis Potosí. México.
Francisco Suárez Moreno

ESTRATEGIAS Y ARQUITECTURAS
DEL AGUA GRAN CANARIA (Siglos XV-XX)

Sumario:
1. Las estrategias hidráulicas aborígenes,
2.- La Colonización europea:
nuevas tecnologías y estrategias,
3.- L a evolución tecnológica de la agricultura
de exportación (Siglos XIX y XX),

5. Conclusión,
6. Bibliografía.

La cultura del agua en el Archipiélago macaronésico de Canarias


posiblemente seauna de las más variadas y singulares de las regiones secas del
mundo,donde este preciado elemento tiene el valor del oro.Las islas occidentales
(La Palma, Gomera y El Hierro),más húmedas han desarrollado
unas estrategias de captación como azudes, manantiales y galerías. En
cambio las más orientales, Fuerteventura y Lanzarote,próximas al desierto
africano del Sáhara, más secas han generado otras como pozos, gavias…
Mientras que Gran Canaria, en una posición central con una zona norte húmeda
y otra seca, de mayores contrastes climáticosha conformado una mayor variedad
de estrategias y arquitecturas.
2

1. LAS ESTRATEGIAS HIDRÁULICAS ABORIGENES

Los antiguos canarios desarrollaron sencillas aunque ingeniosas arquitecturas


hidráulicas. La fuente y el manantial fue la estrategia de captación más natural del
agua del subsuelo. También debieron emplear la sencilla estrategia de las eres
(bereber iris = pozo u hoyo hecho en la arena para captar agua de reservas
subálveas). Es posible que las eres dieran paso a la construcción de pozos de poca
profundidad e incluso de minas de agua, que si bien no constan en las fuentes
etnohistóricas se está planteando desde la ciencia arqueológica, sobre todo tras el
establecimiento de las misiones mallorquinas del siglo XIV. Además, construyeron
canalizaciones desde las fuentes y manantiales hasta las huertas, donde incluso el
regadío se regulaba con pequeños albercones.
Las crónicas de la conquista castellana, en el siglo XV, hablan de sencillas
obras hidráulicas en esta isla. La arqueología ha confirmado estas noticias con el
descubrimiento de unas canalizaciones significativas y pilas excavadas en la roca en
las Cuevas de Jerez, Telde; en Arteara, Tirajana y de unos canalones de piedra en el
barranco de Telde (JIMÉNEZ SÁNCHEZ, 1945, pp. 178-185), con claros indicios de
obra hidráulica. Variada documentación del siglo XVI hace referencia a las acequias
y albercones de los "antiguos canarios", como lo indican incluso datas recogidas en
el libro de Repartimientos de Gran Canaria.

FIG. 1. MAPA EN RELIEVE DE GRAN CANARIA, PERSPECTIVA DESDE EL SUR.


3
2.- LA COLONIZACIÓN EUROPEA: NUEVAS TECNOLOGÍAS Y ESTRATEGIAS
Una vez conquistadas las Islas y desarticulada la sociedad aborigen, comenzó
en cada una de ellas, por parte de los vencedores, la explotación de los recursos
naturales, donde el binomio tierra-agua representó la base del desarrollo económico.
En las islas realengas (Gran Canaria, Tenerife y La Palma), ricas en recursos
naturales, se comenzó a desarrollar una nueva, compleja e interesante, cultura del
agua para el cultivo de la cañadulce y la industria azucarera. Su progresiva expansión
económica y demográfica se basó fundamentalmente en el adecuado
aprovechamiento de sus recursos hidráulicos, gracias a la favorable coyuntura de las
exportaciones, primero del azúcar y luego del vino conectado a la producción
agropecuaria para el consumo interno, además del comercio ultramarino.

2.1.- Propiedad, administración y tecnología del agua


En los primeros repartimientos de Gran Canaria, el agua que nacía desde las
cumbres quedó vinculada a las tierras bajas, de lo que surgió un régimen especial de
propiedad denominado heredamiento y controlado por los nuevos dueños de los
medios de producción. Los caudales, una vez abastecida las necesidades de la
población, se encauzaron hacia las plantaciones de cañadulce con sus ingenios,
poblamientos cercanos y molinos de agua, así como hacia los sembrados de granos,
hortalizas y frutales.
La nueva economía canaria necesitó desde el primer momento, entre finales
del siglo XV y mediados del XVI, profesionales (albañiles, carpinteros y "maestres
de sacar agua") para ejecutar las primeras obras hidráulicas. En su mayor parte
fueron traídos de Madeira (FERNÁNDEZ, 1997: pp. 160).
Se construyeron acequias, canales, tanques, albercas, pozos domésticos,
minas y túneles para el trasvase del agua (AZNAR, 1983: pp. 109 y 183). También
ejecutaron variados ingenios tanto para elevar el agua, las norias y tornillos, como
para aprovechar su energía en los saltos, los molinos de agua y batanes.
Los primeros elementos tecnológicos hidráulicos así como el régimen de
propiedad y de administración del agua se adecuaron al entorno y constituyeron una
generación informal de la tecnología que, una vez consolidada, se mantuvo casi
inalterable hasta el último cuarto del siglo XIX. No obstante, a medida que pasaban
los años se perfeccionaron los sistemas y técnicas de medición de aguas. Las
ordenanzas que regulaban los primeros heredamientos de agua se adaptaron a la
privatización ya que, con el tiempo, las aguas se desvincularon de la tierra y su
propiedad se transmitió separadamente a la de ésta, generando numerosos conflictos
(MACÍAS, 2000).
La distribución del agua, controlada por rigurosos turnos, las dulas, generó
con el tiempo un sistema de medidas de caudal preciso de tipo temporal (día, hora y
minuto) aunque en unidades de diferente magnitud, según islas y comarcas. Una
distribución llevada a cabo de manera similar a las aguas de las levadas (acequias)
de Madeira, bajo la autoridad de una institución insular, los alcaldes de agua que se
corresponden a los juiz da àgua de aquella isla portuguesa que tanto influyó en la
colonización de Canarias. Estas estrategias en la gestión del agua serían transferidas
a varias regiones del Nuevo Mundo por la vía de los emigrantes canarios como
veremos más adelante.
Del sistema de medida primitivo de caudales de aguas, basado en la
fanegada, azada, cuarta, surco... se mantuvo básicamente la azada en Gran Canaria,
4
(9-10 litros por segundo) para cuyas mediciones y distribución, aquellos primeros
maestros del agua buscaron soluciones en curiosas arquitecturas del agua como son
las cantoneras y pesadores de agua, otro ejemplo de la generación informal de la
tecnología, en este caso aplicaciones sencillas pero ingeniosas de los principios de
Hidrodinámica (GONZÁLEZ, 1991: pp. 467-497).

2.2.- Las arquitecturas e ingenios hidráulicos


2.2.1.- Las minas
En Gran Canaria, aparte la estrategia básica de captación de las aguas en
fuentes, manantiales y en los cursos de aguas pluviales con los azudes y madres,
pronto se generalizó un sistema de búsqueda de las aguas subálveas de los barrancos.
Se hacía a través de unas zanjas que seccionaban los cauces de los barrancos, lo que
pudiera tener relación con las eres de los aborígenes y que recibió la denominación
de minas.
La tecnología de la mina aunque muy simple es ingeniosa y no varió a lo
largo de los siglos. Consiste en abrir una zanjas longitudinal o transversalmente al
cauce del barranco para captar las filtraciones de agua subterránea que discurren
entre el fondo rocoso y la superficie y, luego desviarlas hacia los estanques
reguladores por el propio desnivel que suele dársele a la obra, aproximadamente el
1%. La abertura se reviste y se techa con piedras y argamasa para darle resistencia y
en forma de galería avanza por el margen del barranco hasta el estanque regulador a
lo largo de centenares de metros, con unas medidas que permitan el paso para su
limpieza, que consideramos de unos 0'5 a 0,8 metros de ancho por 0'8 a 1,75 m de
profundidad (SUÁREZ 2002: pp. 291-321).

2.2.2.-Las acequias, canales y cantoneras


Había que regular y controlar estrictamente el agua que discurría desde las
cumbres y fuentes hasta las vegas del litoral y núcleos de población. Las acequias del
tiempo aborigen, con un trazado muy plegado al terreno, no soportaban los caudales
que necesitaba la nueva economía de los colonos. De ahí que se ejecutaran nuevas
obras, trasvases y largos trayectos desde la cumbre hasta la costa. Para ello se
contaba con nuevos elementos tecnológicos y materiales de construcción además de
nuevas herramientas.
Las nuevas canalizaciones avanzaban sobre tierra a través de simples
excavaciones reforzadas con muros de piedra. Cuando era preciso cruzar una
topografía montañosa las acequias se abrían en la misma roca y se reforzaban bien
con muros de mampostería ordinaria (piedra con argamasa de cal y arena) o bien con
canales de madera e incluso con sillares de cantería. Para cruzar cauces y evitar un
excesivo plegamiento al terreno por lo general se valían de caños de madera o
canales, los que con el tiempo fueron sustituidos por obra de fábrica algunas con el
empleo del arco de medio punto.
Cuando las canalizaciones o acequias matrices necesitaban desviar agua para
las fracciones cada vez más acusadas de los heredamientos con el transcurso de los
años, se empleó la torna o boca, construida con argamasa y cerrada con una pequeña
compuerta de madera, con una sección precisa para calcular bien el caudal a desviar.
La complicación de las desviaciones por los fraccionamientos hereditarios determinó
que todas estas bocas o tornas conformaran conjuntos más complicados. Así
surgieron las famosas cantoneras y pesadores del agua, curiosas obras de ingeniería
5
hidráulica que adquieren una plena identidad hacia el siglo XVIII. Las cantoneras,
construidas de obra de fábrica (piedra y argamasa de cal y arena) e incluso con
cantería, determinan no sólo un sistema peculiar de la administración del agua en
Canarias sino verdaderas obras de arte (figs. 0 y 2). El mejor ejemplo lo tenemos en
las cantoneras de la heredad de Arucas-Firgas en el Norte de Gran Canaria
construidas con la mejor cantería azul del lugar (fig. 2).
Las referencias sobre acequias y canales son abundantes en los documentos
canarios de los primeros siglos de la colonización, bien en contratos escritos como en
las propias ordenanzas municipales de las islas realengas (AZNAR, 1983: pp. 380-383
y FERNÁNDEZ, 1997: pp. 153-161) y sus técnicas de construcción serían igualmente
que las mencionadas estrategias de gestión transferidas a las regiones de América.

FIG. 2. CANTONERA DE LA
ACEQUIA REAL EN EL CENTRO DE
LA CIUDAD DE ARUCAS. AL FONDO
EL EDIFICIO DE LA EMBLEMÁTICA
HEREDAD DE ARUCAS FIRGAS.
6

FIG. 3. INTERIOR DE UNA MINA DE AGUA DEL SUR DE GRAN CANARIA.


7

FIG. 4. ACEQUIA DEL VALLE DE LOS NUEVE (TELDE), EN DIRECCIÓN AL CUBO DE UN VIEJO MOLINO DE
AGUA.
8
2.2.3.- Los tanques y albercones
Otra de las obras hidráulicas más tradicionales de Canarias presentes en
muchas islas desde la época aborigen y perfeccionadas progresivamente en desde los
primeros años de la colonización fueron los tanques y albercas. Son obras de
mampostería donde la piedra es el principal material bien en la mampostería
ordinaria o bien en la de piedra y barro aunque el revestimiento interior se
impermeabiliza con la argamasa de cal y arena.
Por lo general los primeros tanques servían para regular el regadío y
aprovechar al máximo los caudales del turno o dula, por lo que estimamos que
debieron tener una capacidad muy limitada quizás de 30 a 100 m3 como media
aproximada, de planta cuadrangular u ovalada (fig. 5). Cuando llevaban una planta
circular se les denominaba albercones. En la mayoría de los casos estos tanques se
construían aprovechando oquedades naturales o artificiales del terreno a fin de evitar
costosos muros de contención de ahí que aparezcan de planta oval con la mitad de su
perímetro encajado en el terreno y la otra mitad de obra de fábrica que resiste la
presión por la propia gravedad de la obra (fig. 6). Este encajamiento de la obra en el
terreno se debe también a que la mayor parte del suelo de las islas es montañoso con
la consiguiente necesidad de nivelarlo en este caso con una excavación. Otro tipo de
construcción similar son las charcas, recipientes de planta redonda u oval (fig 6.),
encajados en el terreno arcilloso con poca o casi ninguna obra de fábrica para la
contención de las aguas, técnica que a finales del siglo XIX derivaría en la
construcción recipientes mayores, los llamados tanques de barrial (fig. 7), que son la
base de las modernas balsas. Los tanques, charcas y albercones antiguos tenían un
sistema de evacuación del agua, la bomba, muy simple pero ingeniosa: un palo
vertical que taponaba el orificio de salida (abierto en una piedra de cantería situada
en el fondo de la obra) con la simple presión del mismo. Este palo se introducía a
través de una o dos piedras agujereadas que, embutidas en el muro, hacían de guía
(fig. 6).
Muy curiosos son los tanques-cuevas, oquedades perforadas en capas de
materiales volcánicos piroclastos (tobas), impermeables fáciles de excavar y en otros
sobre capas de almagres (arcillas compactas rubefactadas por una colada de lava
superior ardiente que la hace impermeable y retiene el agua), por lo que la estructura
hidráulica está asociado al primitivo manantial (fig. 8).
9

FIG. 5. ARRIBA. ANTIGUO TANQUE DE PLANTA OVAL ADOSADO A LA ROCA, HOY


ABANDONADO, EN EL OESTE DE GRAN CANARIA. FI. 6.- MURO DE UNA CHARCA ANTIGUA CON LAS
GUÍAS PARA EL PALO DE LA BOMBA. LOS ALTOS DE GUÍA.
10

FIG. 7. ANTIGUO TANQUE DE BARRIAL EN ARUCAS

FIG. 8. INTERIOR DE UN TANQUE CUEVA, EN LAS MEDIANÍAS DEL NORTE DE GRAN CANARIA. MONTAÑA ALTA.
GUÍA
11

2.2.4. Los pozos y norias


Entre finales del siglo XV y principios del XVI, comenzó a generalizarse la
perforación de pozos cerca de las poblaciones como Las Palmas, La Laguna y otras,
sobre todo en las zona bajas, con un subsuelo de aluviones muy saturado, con lo que
el nivel freático alto. La perforación, tres a seis estrados (6 a 12 m) por uno a dos
metros de diámetro, requería alcanzar un fondo firme (roca compacta o tosca) para
desde allí comenzar a forrarlo con cabezas y ripios o con adobes a cargo de
mamposteros especializados en esta labor.
Al principio muchos de estos pozos fueron para uso doméstico, bastaba para
extraer el agua un simple torno o roldana en su caso; pero, luego se intensificó más la
captación de las aguas subterráneas para el mismo uso doméstico, abrevaderos y el
riego de huertas para lo que se instalaron las primeras norias, que datan de principios
del siglo XVI, con los modelos que por entonces se daban por el sur de la península
Ibérica y todo el norte de África: las dos ruedas engranadas de madera y los
cangilones de barro o de cobre asidos con sogas. .
Desde aquel primero momento, junto al pozo se construía una pequeña
alberca o tanque que llevaba adosado en su miro una o dos piletas para el agua de uso
doméstico y el abrevadero. Algunos fueron muy conocidos como el pozo de
Guanarteme que abastecía al puerto de La Luz (REPARTIMIENTOS DE GRAN CANARIA,
doc. nº 377).
2.2.5.- El abastecimiento a las poblaciones: atanores, canales y pilares
El abastecimiento a las poblaciones generó variadas estrategias y
arquitecturas hidráulicas: minas, canales y pilares. Por otro lado la constitución
geológica insular, aparte ofrecer excelentes materiales (cal, arcilla, piedra de
cantería...) para las obras hidráulicas, ofreció un singular material para las domésticas
como lo fueron las areniscas (arenas cementadas marinas con materiales orgánicos
sedimentarios como es el caso de la barra de la playa de Las Canteras de Las Palmas
de Gran Canaria) para labrar las pilas tradicionales que servían para filtrar y
refrescar el agua, con las que se generó un activo comercio interior y exterior con
América, como veremos más adelante.
Las canalizaciones de agua que llegaban a nuestros pueblos y ciudades se
hacían con atanores de barro cocido, canales de madera o caños y obras de
mampostería ordinaria, unas sostenidas con maderos (esteos) y otras con pilares
labrados en piedra de cantería. El abastecimiento más significativo fue el de la capital
insular desde la famosa Mina de Tejeda, un caudaloso naciente situado en las alturas
de la caldera de Tejeda que, a principios del siglo XVI, se desvió hacia la vertiente
nordeste de la isla hacia la población de Las Palmas, tras haberse realizado una gran
obra de canalizaciones y un túnel, la primera gran obra de ingeniería hidráulica en
Canarias.
12

FIG. 9. NORIA, POZO Y TANQUE DE FUERTEVENTURA. FOTOGRABADO DE 1901. H.HARRIS

3.- LA TRANSFERENCIA HIDRÁULICA AL NUEVO MUNDO

Un capítulo interesante en la hidráulica histórica canaria es la transferencia de


tecnología y materiales hidráulicos hacia el otro lado del Atlántico, desde unos
puertos escala obligada de los navíos hispanos y, además, desde el constante flujo
emigratorio, donde los isleños llegaron a aportar fuertes contingentes humanos e
incluso fundar poblaciones importantes hoy, como por ejemplo San Antonio de
Texas o Montevideo.
La experiencia hidráulica insular fue llevada a tan lejanos lugares, de lo que
existen varios estudios como es el caso de las estrategias hidráulicas (canalizaciones
y gestión) implantadas por canarios en San Antonio de Texas (GLICK :1972) y el
trabajo en las acequias y canalizaciones llevadas a cabo por maestros de agua
canarios en Venezuela, junto a la implantación de sistemas de irrigación y de gestión,
tanto en haciendas privadas como en misiones a lo largo del siglo XVIII.
Por citar algún ejemplo, curiosa fue la solución aportada por el maestro
Antonio Rodríguez, natural de Gran Canaria, que en 1732, diseñó un singular
13
acueducto de piedra para salvar un recodo profundo del río cercano a las tierras de
la misión de La Concepción con técnicas idénticas a las del heredamiento de Tenoya,
su pueblo natal.
Otros ejemplos son los trabajos de los artesanos canarios en el valle de
Caracas, en acequias y canales de madera, algunos de los cuales aún en activo como
dos de los siete trazados, el de San Juan y Espada, con el mismo sistema de
distribución por dulas (HERNÁNDEZ, 2000: 47-49; 2001: 136-137).
Una curiosa aportación canaria a las Indias fue la difusión de la pila de agua o
destilera o tinajero para refrescar y destilar el agua potable, que encontramos en la
vivienda tradicional de varios países como Venezuela, Cuba, Puerto Rico, Santo
Domingo, Méjico, Chile, etc. Según el etnógrafo Pérez Vidal, tiene su origen en los
países árabes, en cuyas casas se hallaba el mucharabyeh , un hueco en las paredes
destinado a colocar vasijas de barro poroso llenas de agua para mantenerlas frescas.
El papel de las Islas no sólo está la transferencia de esta costumbre, sino en la
exportación de la pila ya labrada por canteros canarios a partir de una piedra porosa
de canteras especiales, bien arenisca o bien de materiales ignimbríticos. Con el
nombre también de “piedra de destilar” generó un activo comercio de exportación a
Cuba, Venezuela y otros lugares de América, donde se asentaban colonias isleñas, en
los siglos XVIII y XIX. La destilera, hecha de obra de fábrica o de madera, consta de
tres partes: una superior donde se halla la piedra de destilar de textura porosa,
semiesférica y hueca para almacenar el agua bruta y destilarla, el vaso y bernegal o
talla donde se recoge el agua destilada y la parte inferior o base donde se guardan
frescos algunos alimentos.

3.- LA EVOLUCIÓN TECNOLÓGICA DE LA AGRICULTURA DE EXPORTACIÓN (SIGLOS


XIX Y XX)

El régimen puertofranquista canario, iniciado en 1852, generó un fuerte


desarrollo de la agricultura de exportación, en la consolidación del sistema capitalista
y dentro del marco de una economía de mercado dominada por la libra. Los nuevos
productos, primero la cochinilla luego la cañadulce y finalmente el largo ciclo de los
plátanos y tomates, generaron un gran avance de la superficie cultivada de las zonas
bajas de la Isla, que demandó una gran cantidad de agua. Había que buscarla donde
fuera, en el subsuelo o almacenarla de la lluvia.
La propiedad y gestión del agua evolucionó en el contexto del sistema
capitalista. Las antiguas heredades se transformaron en comunidades de regantes y el
mercado del agua, según avanzaba el siglo XX, generó importantes capitales
privados en manos de los denominados aguatenientes.
Los adelantos de la Revolución Industrial procedentes tanto de Europa como
de Estados Unidos permitieron un gran desarrollo insular de la tecnología hidráulica.
La isla se horodó con miles de pozos, donde se instalaron para la succión del agua
sucesivamente norias modernas, aeromotores, máquinas de vapor y motores de
combustión interna. Y, además, se construyeron tanques, maretas, presas y canales,
toda una gran infraestructura hidráulica llevada a cabo con capital tanto privado
como público.
14

3.1.- Los nuevos pozos, galerías y artilugios de elevación de las aguas


El primer pozo importante y extraordinario artilugio de elevación de aguas
que aparece en Canarias fue el construido, a principios de 1850, por el IV Conde de
la Vega Grande en su hacienda de Jinámar, que aún subsiste con el nombre de la
Noria de Jinámar. No se trata de una noria sino de un malacate que, accionado por
animales, movía un cuerpo de cigüeñales-vástagos que tiraban de tres bombas de
pistón, en una importante obra una torre de cantería de planta octagonal levantada
sobre el pozo.
La perforación de pozos se generalizó en Gran Canaria a finales del siglo XIX
y alcanzó su mayor desarrollo a mediados del siglo XX, quedando en 1990 la Isla
completamente horadada con 2.318 unidades, con diámetros comprendidos entre los
2 y 4 m y profundidades de 50 a 400 metros. En el fondo de muchos pozos se
perforados catas (sondeos horizontales) y galerías, en busca de unas aguas
subterráneas cuyo nivel descendía peligrosamente 5 metros por año. Alrededor del
pozo se generó toda una nueva cultura y tecnología del agua: piqueros, poceros,
maquinistas, fundiciones, etc. fueron elementos nuevos sobre los que se desarrollaron
ideas y avances, aparte las continuas novedades que llegaban, sobre todo del mercado
inglés, en equipos de mecánica hidráulica.

FIG. 10. POZO DEL OESTE DE GRAN CANARIA. ESTA TIPO DE OBRA HIDRÁULICA MARCÓ, A LO
LARGO DEL SIGLO XX, TODA UNA CULTURA Y TECNOLOGÍA
15

Las galerías (perforaciones horizontales que parten desde el exterior) no


tuvieron el desarrollo experimentado en Tenerife, aunque, como ya indicamos, los
pozos más profundos de nuestra isla hicieron uso de estas perforaciones
transversales para alcanzar bolsas de agua o incluso para asomarse a la superficie de
niveles inferiores al brocal consiguiendo un desagüe natural (fig, 11). Se perforaron
339 galerías con una longitud total de 177 km, frente a las 986 de la isla de Tenerife
que alcanzaron los 1.327 km.

FIG. 11. GALERÍA DE AGUA EN EL MACIZO DEL SUROESTE . IMAGEN TOMADA DESDE EL INTERIOR
HACIA LA BOCA DE SALIDA.
16

Para la elevación del agua de los pozos, desde finales del siglo XIX
comenzaron a importarse las primeras norias de fundición para ser accionadas
bestias. A principios del siglo XX comienza la generalización los aeromotores de
importación en el área del Sur de Gran Canaria, La Aldea y Fuerteventura, de diversa
procedencia y marcas como Aermotor, Samson, Dempster, Dandy, Challenge, Flint
and Walling (EEUU), Climax (Inglaterra), Adler (Alemania) Huracán, Velox
(España), etc. La posición de los puertos canarios en la ruta de Ultramar entre tres
continentes, beneficiados con las franquicias autorizadas desde 1852, generaron la
llegada de tecnología hidráulica de países extranjeros industrializados de uno y otro
lado del Atlántico. Al finalizar este ciclo de importación de tecnología hidráulica,
encontramos censados en las islas de Gran Canaria y Fuerteventura, las del mayor
número de pozos, unos 663 aeromotores de los 415 eran de fabricación
norteamericana (416, marca Aermotor; 68, Samson; 21, Dempster y 5, Dandy).
Los molinos americanos, como así se les conocía, se caracterizaban por estar
construidos con materiales de alta calidad; una estructura metálica galvanizada, un
sistema de transmisión conformado por engranajes de desmultiplicación en piezas
fundidas y con un par de motor muy bajo que permitía aprovechar los vientos más
suaves.

FIGS. 12 Y 13. MOLINO NORTEAMERICANO AERMOTOR Y ESTANQUE. DETALLE DEL CABEZAL DE


ADAPTACIÓN A LA ACCIÓN DE UN MOTOR STOVER EN UN POZO DEL OESTE DE GRAN CANARIA.

A medida que avanza el siglo XX, comienza la importación masiva los


17
motores de gas pobre y los prediésel o de bulbo incandescente, pronto sustituidos
por los diesel ingleses (Ruston, Petter, Tangye, etc.) tanto unos como otros para
accionar bombas de pistón y de rosario en pozos cada vez más profundos, que
sustituyen a los aeromotores. Del otro lado del Atlántico se importan los motores y
bombas hidráulicas norteamericanas de las marcas Stover, Challenge y Amanco.
Con el motor Stover (fig. 14) se comercializaba un sistema de cabezal para accionar
la bomba de pistón, un artilugio (fig.12) que se acoplaba, en el brocal del pozo, a la
varilla del molino. Con ello, mediante una misma bomba se podía extraer agua del
pozo tanto con la fuerza del aeromotor, cuando los vientos lo permitían como con la
del motor en los momentos de calma, lo que tuvo una gran aceptación entre los
agricultores minifundistas (fig. 14). A este sistema se le acopló, un tercer artilugio
consistente en una palanca de madera para elevar agua manualmente (figs. 12 y 13).
También se desarrolló una tecnología hidráulica propia, sobre todo en los
talleres de ensamblaje y fundición de Las Palmas de Gran Canaria, donde se
diseñaron artilugios hidráulicos con patentes registradas de aeromotores y bombas de
pistón (polea, cabezal, varillas, émbolos...). Un ejemplo lo tenemos en el taller de
fundición situado en la calle Travieso de Manuel Santana con el célebre aeromotor
Canario (fig. 15). También destacaron las fundiciones de Enrique Sánchez, Francisco
Lozano, Isidro Godoy, José Santana Fleitas, talleres La Naval y otros, que en 1953 ya
habían construido un total de 494 bombas, el 60,8 % de las existentes.

FIGS. 14.- MOTOR STOVER, QUE SE APLICÓ EN LA ELEVACIÓN DE AGUA DE POZOS POCO
PROFUNDOS, ACOPLADOS AL SISTEMA DE BOMBEO DE UN AEROMOTOR. ABAJO.
18

FIG. 15. MOLINO CANARIO, CONSTRUIDO


EN LOS TALLERES DE SANTANA.
INGENIO. SUROESTE DE GRAN CANARIA.

Al finalizar esta edad de oro de los pozos, hacia 1977, había censado en Gran
Canaria nada menos que 2.192 motores con una potencia total de 81.566 CV
(SUÁREZ, 1994: p.144). Pero la llegada del fluido eléctrico a todos los puntos de
nuestra geografía y las nuevas tecnologías hidráulicas, determinaron la sustitución de
los mencionados motores térmicos y bombas de pistón por las muy operativas y
baratas bombas eléctricas, en el último cuarto del siglo XX, momento en que el rico
acuífero insular, sobreexplotado después de los años 30, no pudo resistir aquel
incesante bombeo de los motores. A principios de los años 80 se hallaba
completamente agotado. Fuentes y manantiales que fluían desde miles de años atrás
ya habían desaparecido y los pozos cada vez más profundos ante un ritmo de
descenso del nivel freático de 5 metros por año.
En la historia de la ingeniería hidráulica canaria no debemos olvidar la
fabricación de tuberías de cemento para la conducción de agua, por el histórico
empresario inglés, Mr. Leacock, en el Agujero de Gáldar, personaje muy vinculado
con el sector agrícola quien hasta 1936 promocionó la innovación tecnológica y
comercializó a créditos, entre los agricultores, diversos materiales hidráulicos
(motores, bombas, tuberías, etc.) y, sobre todo, la amplia gama de motores diesel de
la casa inglesa Ruston (fig. 18).
La febril actividad de los talleres canarias en fundiciones y ensamblajes para
variados bienes de equipo de los pozos y salas de máquinas, con una tecnología
propia, ofreció al mercado local productos tales como cabrestantes (molinetes),
rondanas, varillas, tubos, cacharrones, jaulas, etc. así como reparaciones y
19
fundiciones de diferentes piezas de los motores de importación.

FIGS. 16 Y 17. JAULA PARA BAJAR AL FONDO DEL POZO Y EL SISTEMA DE CIGÜEÑALES Y A LADERECHA
SISTEMA DE CABEZAL Y POLEAS PARA ACCIONAR LAS VARILLAS DE UNA BOMBA DE PISTÓN.
20

FIG. 18. MOTOR RUSTON PARA ACCIONAR LAS POLEAS Y SISTEMA DE BOMBEO EN EL MISMO POZO.
VALSEQUILLO

3.2.- Tanques, maretas y embalses


Entre finales del siglo XIX y mediados del XX, para acumular las reservas de
agua y regular el regadío de las fincas de tomateros y plataneras se construyeron
muchos embalses de diferente configuración. Unos eran simples tanques de
mampostería ordinaria (arena, cal y piedras) de planta cuadrangular, otros de grandes
dimensiones, llamadas maretas, capaces de acumular hasta 300- 400 horas (1.080 -
1.440 m3).
En algunas zonas muy arcillosas se construyeron los curiosos estanques de
barrial (fig. 7), siguiendo la técnica de las antiguas charcas, sin otro material y
técnica que el barro transportado prensado a fuerza de sangre (obreros y bueyes).
Eran muy impermeables y con capacidad para almacenar cientos de horas de agua. El
municipio de Arucas fue a la cabeza en este tipo de obra hidráulica, encontrándose
una mayor densidad por la zona de Santidad, con unidades de mucha capacidad, entre
las 200 y 1.000 horas (720- 3.600m3). También, en las zonas bajas del Norte,
cultivadas de plataneras, aprovechando la oferta mercantil del puerto franco (hierro y
cemento portland de importación) se construyeron muchos estanques de planta
circular de hormigón armado, con diámetro de hasta 60 metros; más arriba, en las
medianías y cumbres se desarrolló aún más la construcción de los tanques cuevas, en
unos casos ampliando los antiguos y en otros nuevas estructuras para el riego de los
cultivos agrícolas de autoabastecimiento insular.
21
Las presas representan otro importante jalón en la historia hidráulica de
Gran Canaria. Empezaron a construirse a finales del siglo XIX y se generalizaron a
mediados del XX. En su mayor parte se levantaron con la estructura de arco, en
mampostería hidráulica con paramentos de sillería natural o artificial en su caso. La
primera gran obra, la presa de Pinto, en Arucas, fue proyectada y dirigida por el
ingeniero natural de dicha ciudad, Orencio Hernández, en 1909, representa un
ejemplo de la ingeniería académica en este tipo de obra. Por otro lado la ingeniería
popular utilizando los conocimientos empíricos de los maestros de construcción local
y con los materiales del medio (cal, picón, mampuestos, sillería natural, etc.)
complementados con el cemento de importación, el portland, realizaron a su vez,
sobre todo en el Norte de Gran Canaria, hasta la mitad del siglo, varias presas como
las de Las Garzas, El Calabozo, etc.
Un hito importante en materia hidráulica para Canarias fue el Decreto
aplicando a las Islas Canarias la Ley de Obras Hidráulicas de 7 de julio de 1911,
aprobado por el Consejo de Ministros el 10 de diciembre de 1933, siendo titular de la
cartera de Obras Públicas, el grancanario Rafael Guerra del Río, con lo que las Islas
se favorecían de los auxilios estatales para la construcción de presas hasta dicha
fecha negados. Asimismo Guerra del Río toma otras iniciativas para favorecer a las
Islas con subvenciones y proyectos hidráulicos. En ese marco se desarrolló el Plan
Provisional de Obras Hidráulicas de Gran Canaria redactado por el Cabildo Insular
en diciembre de 1934, el primer paso para la implantación de una política hidráulica
en la Isla. La caída de Guerra del Río primero y la crisis bélica de 1936 paralizaron
todos estos proyectos hasta la elaboración en 1938-1940, por el nuevo régimen de un
nuevo Plan Nacional de Obras Hidráulicas.
En aquel contexto histórico la ingeniería académica hizo su presencia a través
de los proyectos oficiales redactados por los ingenieros del Ministerio de Obras
Públicas, sobre todo con las obras de las grandes presas de las cuencas de Tejeda-La
Aldea y Sur de la Isla (fig. 1). Al terminar este ciclo de construcción de presas, en
1989 se contabilizan en Canarias, 51 embalses, con altura superior a 15 metros,
todos de gravedad (en arco o en planta recta), de las que 46 son de mampostería, 3 de
hormigón ciclópeo y 1 de elementos sin trabar (escollera). Pero en su mayoría han
sido poco rentables por tener vasos cortos dado los desniveles de los barrancos,
además de conllevar el problema del aterramiento. Por otro lado la distribución de las
aguas embalsadas necesitó de largos e importantes canalizaciones que cruzaron la
difícil orografía insular, siendo el primero el canal del Norte desde las presas de
Lugarejo y cuenca de Agaete hacia las plataneras de la vega de Gáldar-Guía
siguiéndoles luego otros canales por el Sur y la cuenca de Tejeda-La Aldea, en unos
casos para el sector agrícola y en otros para la creciente demanda del sector servicios.
22

Fig. 18. PRESA DEL CALABOZO (EN ARCO) Y EL CANAL QUE BAJA LAS AGUAS DE LAS MEDIANÍAS ALTAS.
(GUÏA) UNA OBRA POCO RENTABLE POR TENER UN VASO DE POCA CAPACIDAD.

FIG. 20. PRESA DE PINTO (EN ARCO). ARUCAS. EL PRIMER GRAN EMBALSE QUE SE CONSTRUYE EN
CANARIAS, A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. UNA OBRA HIDRÁULICA EXCELENTE EN CANTERÍA AZUL DEL
LUGAR.
23

FIG. 21. PRESA DE CAIDERO DE LA NIÑA (GRAVEDAD). BARRANCO DE TEJEDA.LA PRIMERA PRESA
LEVANTADA CON HORMIGÓN CICLÓPEO, EN CANARIAS, A MEDIADOS DEL SIGLO XX Y
UNA DE LAS MÁS RENTABLES POR SU CAPACIDAD Y LLENADOS.

FIG. 22.- LA PRESA DE TIRAJANA (ESCOLLERA).


24

4.- LAS INNOVACIONES DE FINALES DEL SIGLO XX

La producción de agua de forma no convencional a partir de agua salada, así


como los riegos artificiales y la reutilización de las aguas residuales han sido las
grandes novedades hidráulicas de finales del siglo XX, en un momento en que
sobreexplotado el acuífero, comienzan a cambiar por completo las estructuras y la
gestión de las agua. A la vez se realizan entre otros trabajos, los primeros estudios
científicos y proyectos de planificación tales como el SPA-15, 1975; el MAC-21,
1980 y el PLAN HIDROLÓGICO DE GRAN CANARIA, 1991, en el marco de una nueva
legislación del agua como un buen público no sometido a especulaciones del capital
privado. Este Plan Hidrológico Insular calculaba en el año 2000, un consumo de 130
Hm3 anuales de los que sólo 11 Hm3 provenían de las aguas pluviales y 47 de las
subterráneas (ver fig. 19) lo que obligaba a un mejor aprovechamiento de los recursos
hídricos.

Fig. 23. PLAN


HIDROLÓGICO DE
GRAN CANARIA, AÑO
2000.

La gran novedad de la desalación de aguas ha sido su aplicación al sector


agrícola que ha dejado de mirar al cielo para conseguir el recurso fundamental del
agua. Pongamos un ejemplo claro y evidente: en el Norte de Gran Canaria en los
25
años y meses de mayor sequía el mercado del agua controlado por los
aguatenientes (de pozos y presas) podía alcanzar, antes de 1995, un precio de 9.000
pesetas la hora de una azada (9 l/s), es decir 32 metros cúbicos; ahora en se ha
reducido a la tercera parte. En 1999, la isla ya producía 193.000 m3/día de agua
desalada tanto del mar como de pozos salobres, con los sistemas de ósmosis inversa,
multietapa Flash y compresión a vapor, siendo el primero el más generalizado. El
incremento actual supera una producción de 200.000 m3/día.
Por otro lado están los planes de depuración de aguas residuales, que
arrancan de 1974, en los últimos años del franquismo, cuando fue aprobado por el
ministerio de Obras Públicas el Plan de Infraestructura Hidráulico-Sanitario que
abarcaba la ejecución de obras de alcantarillado, depuración de aguas residuales,
abastecimiento y distribución de agua potable en Gran Canaria. Tras la creación en
1993 del Consorcio Insular de Aprovechamiento de Aguas Depuradas de Gran
Canaria, entidad constituida por el Cabildo Insular de Gran Canaria, Gobierno de
Canarias y todos los Ayuntamientos de la Isla, comienza una gran labor de gestión e
infraestructuras. Este consorcio gestiona las principales depuradoras insulares que
disponen de importantes redes de distribución de 100 km para 25 Hm3/año. El Plan
Hidrológico de Gran Canaria, establecía en 1998 un aumento significativo del uso de
aguas depuradas, calculando que para el 2002 el 12% de los recursos hídricos
procederían de las EDARS, para 2006 el 22% y en el 2012 alcanzaría el 22%,
cuando hace cuatro años era tan sólo del 5%.
Los riegos artificiales representan uno de los capítulos finales de las
estrategias hidráulicas de Gran Canaria, que a lo largo de los siglos mantuvo las
formas de la resfriada y los riegos por surco y a manta. En la década de 1970
comenzó a introducirse con fuerza los riegos artificiales con el desarrollo de la
tecnología del plástico en materia hidráulica. Primero con riego por aspersores y
luego por goteros, la agricultura insular terminó a finales de los 80 con la
implantación generalizada de estos sistemas de riego. En los últimos años del siglo
XX, se da un nuevo avance con la hidroponía, cuyas primeras experiencias habían
tenido lugar en los años 70, dando paso a otros sistemas más revolucionarios como es
26
la aeoroponía.
Por último, en el plano de la arquitectura hidráulica, se vuelve a replantear la
experiencia de los antiguos maestros del agua, en los casos de acumular las reservas
de agua, como lo es la tecnología de las charcas embutidas en el terreno arcilloso,
siguiendo la técnica tradicional. Es un tipo de embalse que se está generalizando en
tiempos recientes con la única innovación del plástico impermeabilizante y el
empleo detuberías de polietileno en la evacuación y conducción de las aguas.

Fg. 22. Moderna balsa en las medianías de Guía.


27

CONCLUSIÓN

La cultura del agua en Canarias - y tomando el ejemplo de la isla


de Gran Canaria- ha marcado una profunda huella en todos los aspectos
sociales y tecnológicos desde la época precolonial con la sociedad
aborigen, pasando por los siglos de la colonización europea donde se
introducen las estrategias hidráulicas desarrolladas en la isla portuguesa
de Madeira y en Andalucía que dio paso a la generación de tecnologías y
gestiones propias (minas, pozos, acequias, estanques, dulas,
heredamientos de aguas…).
El cambio hacia una economía netamente capitalista en estrecha
relación con el mercado europeo de la libra, en el contexto del puerto
franco, generado con mayor fuerza entre finales del siglo XIX y mediados
del XX, introdujo los adelantos de la primera y segunda revolución
industrial europea en materia de maquinaria de elevación (aeromotores,
bombas, motores, etc.). A lo que se une las importaciones del mercado
norteamericano de una tecnología hidráulica similar, gracias a la tradición
comercial canaria, por la posición estratégica de sus puertos en la ruta de
Ultramar.
Pero las formas convencionales de captación del agua, que han
sobreexplotado los acuíferos, superando peligrosamente la capacidad de
sustentación ecológica, están siendo cuestionadas desde la última década
del siglo XX, frente a las nuevas alternativas de la desalación,
reutilización de aguas residuales y riegos artificiales, teniendo como
mecanismo legal regulador a los nuevos planes hidrológicos insulares.
28

6.- BIBLIOGRAFÍA

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Castilla (1478-1526). S. P. Universidad de La Laguna. Madrid.
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29
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LA DESALACIÓN DE AGUA DE MAR
EN CANARIAS:
EL EJEMPLO DE LA ALDEA DE SAN NICOLÁS

Amanhuy Suárez Pérez


1

La desalación está sustituyendo cada día más a las formas


convencionales de captación del agua en muchas regiones áridas y semiáridas.
La sobreexplotación de los acuíferos, sequías, aumento de la superficie agraria,
superpoblación y el turismo de masas han obligado, en las islas orientales del
Archipiélago de Canarias, a cambiar las estrategias tradicionales de obtención
del agua, por la desalación y reutilización de las aguas residuales. Pero la
instalación de una planta desaladora está sujeta a una serie de condicionantes
ecológicos, sociales y técnicos. Es el caso del proyecto llevado a cabo
recientemente en una comarca seca de la isla de Gran Canaria, el valle de La
Aldea de San Nicolás, con una propiedad minifundista, una gestión empresarial
muy heterogénea, además de unos parámetros históricos y sociopolíticos
peculiares con una gestión histórica del agua, única en Canarias.

1.- LA DESALACIÓN EN CANARIAS, PASADO Y PRESENTE


Canarias es una de las regiones pioneras en la desalación del agua del mar
y de pozos salobres. A finales de los años 60, la isla de Lanzarote (Reserva de la
Biosfera) había solucionado el abasto público con una planta potabilizadora en
Arrecife por compresión a vapor. Le siguió el ejemplo la casi desértica de
Fuerteventura. En ambas la escasez de agua peligraba su desarrollo turístico. El
siguiente paso se da en la gran urbe de Las Palmas de Gran Canaria, en 1970, con
la planta de Jinámar, que vino a solucionar el gravísimo problema del abasto
público. Pero aquellas primeras desaladoras, tanto por compresión a vapor como
por ósmosis inversa, casi todas con tecnología israelita, resultaban costosas;
entonces, para producir un metro cúbico de agua se necesitaban treinta kilovatios
de potencia.
Los cambios tecnológicos de los 90 que simplificaron las infraestructuras
con la reducción notable de los costes de instalación y de funcionamiento de las
potabilizadoras y los apoyos de las administraciones públicos, han ido
convirtiendo a la desalación era una alternativa viable y segura para producir
2

agua, frente a la sobreexplotación del acuífero y a la inseguridad de las aguas


pluviales.
Los sistemas de desalación más generalizados en Canarias son la
electrodiálisis y la ósmosis, en el tratamiento de aguas salobres y la ósmosis
inversa en el caso del agua del mar. Para ello se cuenta con una febril actividad
investigadora y empresarial.
En estos momentos en todo el Archipiélago hay unas 90 plantas
desaladoras que producen alrededor de 250.000 m3/día. Estamos ante plantas de
ósmosis inversa que sólo necesitan seis kilovatios para producir, con agua de mar,
un metro cúbico de agua potable, frente a las plantas de compresión a vapor que
precisan entre siete y once kilovatios. En treinta años, el coste de producción se ha
reducido a la quinta parte. Y ha sido en las islas orientales (Gran Canaria,
Fuerteventura y Lanzarote), las más secas, donde se ha desarrollado con fuerza la
tecnología de la desalación y del mejor aprovechamiento de los recursos
energéticos para tal fin. De todas formas estos costes son muy superiores a otras
regiones pues la insularidad eleva el precio del kilovatio ya que la producción
energética primaria parte de grandes motores térmicos a gasóleo.
La gran novedad de la desalación de aguas ha sido su aplicación al sector
agrícola, que ha dejado de mirar al cielo para conseguir el recurso fundamental del
agua. Pongamos un ejemplo claro y evidente: en el norte de Gran Canaria, en los
años y meses de mayor sequía, el mercado del agua controlado por los
aguatenientes (de pozos y presas) podía alcanzar, en 1995, un precio de 9.000
pesetas la hora de una azada (9 l/s), es decir 32 metros cúbicos; ahora en 2000 ese
precio se ha reducido a la tercera parte.
En Gran Canaria se encuentra la mayor urbe del Archipiélago, la ciudad
de Las Palmas de Gran Canaria, con una población de casi 400 mil habitantes, sus
recursos hídricos parten exclusivamente de sus plantas desaladoras, que
producen actualmente unos 190.000 m3 /día, mientras que las unidades restantes,
instaladas en otros pueblos y ciudades, en mayor número pero más pequeñas,
alcanzan unos 40.000 mil m3 /día. El Plan Hidrológico de Gran Canaria calcula
3
para 2003 que el 54% del total consumido de agua, en toda la isla, procederá de
la desalación , como vemos en el mapa adjunto,
No sólo se
desala agua de mar sino
también de aguas
salobres de pozos. La
brutal sobreexplotación
del acuífero de Gran
Canaria no sólo
determinó un
vertiginoso descenso
del nivel freático sino
que la intrusión marina
salinizó los pozos
ubicados en los cauces bajos de los barrancos, cerca del litoral a dónde podía
llegar la línea interfaz marina contaminante. Ante esta adversidad muchas
empresas han solucionado la salinidad de estas aguas con la instalación de unas 50
pequeñas desaladoras Casi todas estas plantas han sido instaladas por propietarios
agrícolas y para uso en el regadío de cultivos de exportación (tomates y plátanos).
Los costes son muy inferiores, lógicamente, al de la desalación del agua del mar.
No obstante en el aspecto ecológico no son muy buenos pues contribuyen a sobre
explotar aún más el acuífero.
2.- LA CUENCA HIDROGRÁFICA DE TEJEDA-LA ALDEA
La cuenca hidrográfica del barranco de Tejeda-La Aldea, en la isla de
Gran Canaria, con una superficie de 177 km2, es la más extensa de Canarias. A
través de su cauce principal y tributarios se entrelazan localidades de tres
demarcaciones municipales históricas: Artenara, Tejeda y La Aldea de San
Nicolás. Sus aguas pluviales se abren hacia el valle de La Aldea después de
atravesar el profundo cañón de San Clemente. Estamos ante la parte más antigua
de la una isla volcánica surgida hace unos 15 millones de años, tiempo que, sin
erupciones recientes, ha permitido a los agentes erosivos modelar un paisaje de
agudos perfiles y profundos valles.
4
Las aguas pluviales y manantes de esta cuenca han irrigado
históricamente el amplio valle que conforma el curso bajo de su barranco
principal. Aguas que desde los primeros años de la Conquista de la Isla quedaron
vinculadas al principal latifundio del mismo, el que después de muchos avatares
históricos, luchas contra la terratenencia noble y agitaciones sociales, quedó
repartido entre los vecinos, por el propio Estado que no sólo, mediante decreto
ley, expropió a la terratenencia y vendió a los colonos, en 1927, sino que
determinó la forma y gestión de esta agua mediante creación de la Comunidad de
Regantes La Aldea de San Nicolás, bajo el principio indivisible del agua-tierra.
Por esta razón todas las aguas manantes y pluviales de esta cuenca, con sus presas,
canales y acequias, son administradas por esta histórica comunidad de regantes,
bajo dicho principio del bionomio tierra-agua vinculado, único en Canarias donde
el mercado y la especulación del agua ha sido uno de los condicionantes más
negativos que ha afectado al desarrollo agrario, a lo largo de su historia.
Pero la historia del agua en esta comarca es más compleja y las formas de
captación y de gestión tradicionales se han ido quedado caducas. Primero se
generalizó la perforación de pozos y construcción de arquitecturas hidráulicas
diversas (1930-1960) por la vía privada y luego se construyeron los grandes
embalses y canales (1950-1980) por parte del Estado aunque con la cesión y
gestión del agua a la referida comunidad, hasta que, acaba la centuria, se presenta
el imperioso planteamiento de la captación del agua por el procedimiento no
convencional de la desalación.
5

DESDE EL MAR, VISTA DEL AMPLIO VALLE DE LA ALDEA, CURSO ARRIBA DE LA


CUENCA HIDROGRÁFICA DE TEJEDA-LA ALDEA, EN ÉPOCA HÚMEDA. 1990.
FOTOGRAFÍA DEL CABILDO INSULAR DE GRAN CANARIA

3.- LA PLANTA DESALADORA DEL VALLE DE LA ALDEA DE SAN NICOLÁS

3.1.- ANTECEDENTES DE DESALACIÓN


El primer proyecto de desalación en este valle fue una planta
potabilizadora israelí, instalada en 1976 por un valor presupuestado de 12
millones de pesetas, a pocos metros del mar. Se trataba de una unidad por
compresión a vapor que, con la energía de dos generadores accionados por
sendos motores térmicos de 250CV, potabilizaba unos 2,5 l/s, es decir 216 m3/día.
Tras varios años de buenos regímenes pluviómetros esta potabilizadora dejó de
ser rentable y fue vendida en 1983, por 14 millones de pesetas.
6
En los primeros años de la pasada década de 1990 comenzó un nuevo
ciclo de sequía sin llegar a un agotamiento total de los recursos por la presencia
alterna de lluvias irregulares, sobre todo las de 1993-1994 y se volvió a plantear la
desalación tanto de agua salobre de pozos como directamente del mar. El primer
paso lo dio nuevamente el Ayuntamiento con una pequeña planta desaladora de
agua de pozo salobre, por ósmosis inversa, con una producción diaria de 172
m3/día (2 l/s), que venía a cubrir un 10% de sus necesidades. Hacia 1993, las
grandes cooperativas de COPAISAN y COAGRISAN se plantean la necesidad de
desalar agua de pozos aunque la idea deriva luego en un anteproyecto para agua
del mar.

3.2.- LOS FRACASADOS INTENTOS DE UN PROYECTO COMÚN


Después de 1994, la sequía continuó y finales de la década la situación
quedó en alerta roja. En 1998, las extracciones masivas de aguas subterráneas
volvieron a salinizar las aguas subterráneas. Algunas empresas con pozos en la
zona baja del valle empezaron a experimentar pequeñas plantas desaladoras por
ósmosis inversa de la última generación tecnológica, para desalar agua salobre del
subsuelo. Por su parte el Ayuntamiento de San Nicolás instaló una segunda planta
en el complejo hidráulico de Los Manantiales que ya había sido adquirido en
propiedad hacia 1995 por 7,5 millones de pesetas. Este segundo proyecto contó
con un presupuesto inicial de 25 millones de pesetas que se elevó finalmente a los
48 millones, por otras obras de infraestructura. La nueva planta municipal, que
principios de 1998 quedó en funcionamiento, producía 600 m3/día. Luego, por el
procedimiento de urgencia, dada la pertinaz sequía, en septiembre de 1999, entró
en funcionamiento otra nueva planta, en el mismo complejo hidráulico, cuyo
presupuesto ascendió a 14 millones de pesetas, con una capacidad de producción
de 650 m3/día. El proceso continuó y al final fueron 10 las potabilizadoras de agua
salobre que se instalaron en La Aldea, entre 1998 y 2000, casi todas en la zona
marginal del gran barranco, con una producción potencial, global, de 5.366
m3/día, aunque con una la real se queda en un 30-40% .
7
Primera oportunidad perdida
Al mismo tiempo que se producían las innovaciones para la desalación de
agua salobre de pozos, se venía planteando, en el valle de La Aldea, generar agua
para riego desde el mar. La primera iniciativa se produce para materializar una
idea iniciada en 1993, por las cooperativas agrícolas de COPAISAN y
COAGRISAN, para producir 15.000 m3/día (las necesidades máximas del valle),
con agua de mar, mediante un presupuesto de 1.000 millones de pesetas a cubrir
por los entes locales con unas 300.000 pesetas y el resto con ayudas oficiales
(Cabildo, Comunidad Autónoma canaria y fondos europeos)., en cuyo proyecto
estaría integrado el Ayuntamiento y la Comunidad de Regantes Aldea de San
Nicolás. Pero, en marzo de 1993 las presas reciben, de unas lluvias retrasadas, la
significativa cantidad de 3.336.684 m3 y el volumen del agua almacenada alcanza
el 90% de su capacidad máxima, incremento que se acentúa con las lluvias del
otoño-invierno siguiente, para llegar a marzo de 1994, con la significativa
cantidad de 10.289.756 m3, casi el 100% de su volumen, como consecuencia de
ello, aquel primer proyecto de desalación por ósmosis inversa quedó para siempre
en algún archivo, se perdía la primera oportunidad y un tiempo precioso para
haber solucionado el problema del agua.

La segunda oportunidad
El ciclo de sequía se iba alargando, el volumen de agua almacenada en los
embalses se había reducido a 4.418.853 m3, a comienzos de la zafra 1995-1996,
reservas que sólo asegurarían el regadío de los cultivos un año más. Es cuando se
produce el segundo proyecto de desalación de agua de mar, de participación
común. La iniciativa parte de un grupo de propietarios y tratan de implicar al
Ayuntamiento, a fuerzas políticas y a la histórica Comunidad de Regantes Aldea
de San Nicolás para aprovechar su infraestructura de distribución. La comisión
promotora consideró a esta comunidad como el organismo más indicado para
gestionar el proyecto, habida cuenta que aparte su infraestructura todos los
agricultores y Ayuntamiento eran partícipes de la misma. El tema fue llevado a
varias juntas generales pero algunos partícipes hipercríticos o con intereses
especulativos en el mercado local del agua hicieron fracasar la gestión frente a la
inhibición de la mayoría que aún mantenía las esperanzas de la llegada de las
lluvias, que si bien hicieron su presencia, entre diciembre de 1995 y marzo de
1996, acumulando en las presas 5.202.199 m3 más lo que suponía un total de
7.821. 817 m3, volumen insuficiente para asegurar el regadío de dos temporadas
agrícolas.
A la tercera, va la vencida
Tres años después, a finales de 1999, la crisis se agudizaba por el pertinaz
ciclo de la sequía, con el consiguiente agotamiento de los recursos hídricos tanto
de las presas como de unos pozos cada vez más sobreexplotados. Nuevamente, el
fantasma de la sequía amenazaba la potencial pérdida de las cosechas de la
temporada 1999-2000; parecía increíble, la historia volvía a repetirse y, por
tercera vez, en seis años de crisis cíclica. Como consecuencia de ello, ya estaban
en marcha dos grandes proyectos de desalación de agua de mar, uno del
Ayuntamiento y Consorcio Insular de Agua de Gran Canaria para el abasto
público y otro de las dos grandes cooperativas agrícolas. La lección estaba
aprendida pero muy tarde; además, ¿por qué no refundirlos en una sola
instalación?
LOCALIZACIÓN EN EL VALLE DE LA ALDEA DE LAS DESALADORAS (1976 A 2000).DE
AGUA DE MAR: 1. POTABILIZADORA MUNICIPAL POR COMPRESIÓN A VAPOR (1976) Y 2.-
PLANTA DESALADORA CONSEJO INSULAR DE AGUAS-AGRICULTORES (2000). DE AGUA
DE POZOS: 3. MUNICIPAL DE LOS MANANTIALES; 4. HNOS. MONTESDEOCA; 5. HNOS.
SEGURA; 6. ARMANDO ROMERO; 7. ANGULO SAT FUREL, 8. COPAISAN; 9. CASA
NUEVA.

3.3.- EL PROYECTO COMÚN DE PLANTA DESALADORA

Desde octubre de 1998, el Ayuntamiento de La Aldea con el Consorcio


Insular de Aguas en el contexto del Convenio de Aguas Canarias-Madrid, llevaba
las gestiones muy avanzadas para la construcción de una planta desaladora
pública en La Marciega, con capacidad para producir 5.000 m3/día y se calculaba
que estaría en funcionamiento a finales del año siguiente. A su vez se estaba
elaborando otro proyecto de las mismas características y en la misma zona por las
cooperativas. Desde la concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento se toma
la iniciativa de integrar ambos proyectos en uno solo. Las gestiones se realizan
entre noviembre de 1998 y febrero de 1999 con resultados positivos. Razones: la
capacidad de sustentación ecológica de la desembocadura del valle de La Aldea
era muy limitada para dos plantas y el entendimiento para el proyecto común
entre los agricultores era obligado e inteligente, para aprovechar los beneficios
que reportaría la iniciativa pública.
El proyecto común se ubicó en la zona elegida prefijada por el proyecto
público, la desembocadura del gran barranco de La Aldea, en La Marciega, por
condicionantes ecológicos, urbanísticos y sociales, tales como la cercanía al mar,
la ocupación de un espacio que supone un menor impacto al entorno costero, lo
suficientemente alejado de la población y por ser gran parte del mismo propiedad
municipal; aparte los objetivos ambientales propios de esta forma no convencional
de captación de agua: reducción de la presión sobre un acuífero degradado,
abastecimiento a la población y al proyectado desarrollo turístico sostenible en
aquella zona, al riego agrícola, etc. en un momento de crisis hídrica.
Las características sociales de este proyecto son únicas en Canarias pues
en principio englobó a un ente público como el Consorcio Insular de Aguas de
Gran Canaria, las dos grandes cooperativas agrícolas locales que copan el 90% de
la producción local y algunas pequeñas empresas agrícolas. Se proyectaron dos
plantas desaladoras de 5.000 m3/día cada una, en un mismo espacio y redes
comunes de captación del agua del mar y distribución del agua desalada.
Tras intensas gestiones sociales y políticas se logró aunar los esfuerzos e
ideas hasta aquel momento condenados al fracaso para comenzar a gestionar la
obra. Por un lado estaban las necesidades urgentes del abasto de una población de
7 mil habitantes por parte del Ayuntamiento, (en aquel momento en gravísima
situación por agotamiento casi absoluto de las reservas) y por otro la irrigación
del espacio agrícola del tomate, comercializado en Europa a través de las dos
mencionadas grandes cooperativas, COPAISAN Y COAGRISAN. Así pues, en
1998, las instituciones públicas por un lado y los agricultores (integrados en
distintas cooperativas) tenían la misma necesidad y los mismos objetivos pero se
hallaban muy distanciados, con intereses personales, reticencias y recelos
profesionales y políticos que obstruían el avance del proyecto común. A pesar de
todo se constituyó una comisión gestora con representantes de todos los sectores
implicados, dinamizada por José Rodríguez, primer teniente de alcalde y
concejal de Medio Ambiente.
CUADRO IV
Superficie y producción tomatera de las empresas y cooperativas, en la zafra de
1998-1999. La Aldea de San Nicolás

EMPRESAS, COOPERATIVAS Y Nº Ha Toneladas %


DE ASOCIADOS
Isla Local

COAGRISAN (392 socios) 205 19.200 7,2 44,5

COPAISAN (26 socios) 100 11.070 3,7 23,1

ANGULO (SAT. A.A,) 31 3,369 1,5 7,1

COPARLITA (15 socios) 1.080 0,5 3,2

M. RUIZ 4 280 0,1 0,8

TOTALES 16,2 100

FUENTE: Servicio de Extensión Agraria de La Aldea y empresas locales.


Elaboración propia.

Tras las elecciones de 1999 se produce un cambio político importante con


alta representación del grupo de Coalición Canaria, tanto en este pueblo como en
el resto de la Comunidad Autónoma, que obtiene la presidencia del Gobierno de
Canarias, en la persona del doctor Román Rodríguez, natural de este pueblo,
mientras que la presidencia del Cabildo Insular, del Partido Popular, recae en
María Eugenia Márquez, natural también de este municipio, quien gobierna en
colación con el referido grupo nacionalista cuyos miembros se encargan de la
gestión insular del agua. Los condicionantes políticos estaban eran muy
favorables.
Después de muchas gestiones a nivel político insular, reuniones de
comisiones y problemas de todo tipo, la comisión gestora consigue, a principios
de 1999, la puesta en marcha del proyecto común con los pasos siguientes:
1º.- Los agricultores encargan a Tedagua el diseño de una planta
desaladora, por ósmosis inversa, que se redacta en marzo de 1999, habiendo
conformado un ente privado proindiviso que se hace cargo de financiar los gastos
en la proporción siguiente: COAGRISAN, 57,87 %; COPAISAN, 27,78%;
Silvestre Angulo, 1,85%; SAT Furel, 7,41%; Juan Delgado, 3,20%; y Lomo del
Trigo, 1,39. Sobre la marcha inician las obras de urgencia para la canalización
desde el solar de la futura Planta Desaladora hasta el fondo del valle. Y, se llega a
un acuerdo con la Comunidad de Regantes de La Aldea de San Nicolás para el
uso de las canalizaciones y acequieros distribuidores, previo el pago de un canon
2º.- El Consejo Insular de Aguas se compromete a financiar el sobrecoste
de la integración de las dos plantas por aumento de pozos de captación del agua
del mar, impulsiones, almacenamiento, suministro eléctrico, etc. Sobrecoste que
superó los 900 millones de pesetas.
3º.- El Consejo Insular de Aguas prioriza la ejecución de este proyecto
público frente a otros de la Isla por la gravísima sequía que afectaba a la comarca,
poniendo como fecha de puesta en marcha de una de las dos desaladoras, a
principios del año 2000.
4º.- El proyecto global se redacta y modifica sobre la marcha. Tedagua se
queja de que no se contempla en la obra civil las singularidades de su planta y sí
la de Cadagua.
5º.- Los problemas son constantes y complejos. Dos grandes cooperativas
con profundos recelos y el Consejo Insular de Aguas poco convencido del
proyecto común. Y dos empresas de desalación, Tedagua y Cadagua, en
competencia comercial, teniendo por medio varias subcontratas de la obra civil.
Estos son, entre otros, los elementos que dificultaban el avance del proyecto. En
consecuencia se ve la necesidad de constituir una mesa de seguimiento del plan de
trabajo compuesta por el Consejero de Aguas del Cabildo de Gran Canaria, Rafael
Pedrero; el Concejal de Urbanismo, Obras y Medio Ambiente, José Miguel
Rodríguez; el gerente del Consejo Insular de Aguas, José Luis Guerra; el
ingeniero del Consejo Insular de Aguas, Enrique Castro y miembros
representantes de los responsables de la planta desaladora de los agricultores: la
empresa Cadagua, Coagrisan , Copaisan , SAT Silvestre Angulo, Juan Delgado y
Lomo del Trigo.
3.4.- CONDICIONANTES TÉCNICOS, POLÍTICOS Y ECOLÓGICOS
El proyecto común había tomado cuerpo y comenzado las obras a
principios de 1999 con la red de impulsión desde el lugar donde se iba a ubicar la
depuradora hasta las cotas altas del valle, a cargo del consorcio de agricultores. Y
ya en septiembre de 1999 se había iniciado la apertura de los pozos de captación
del agua del mar por un procedimiento de urgencia.
La primera piedra se colocó el 16 de febrero de 2000, con una amplia
cobertura informativa a nivel canario con la presencia de las primeras autoridades
insulares y locales que aseguraron que la planta de los agricultores estaría
operativa a mediados de agosto y la pública en octubre de 2000, con lo que se
mantenía la esperanza para iniciar la zafra de 2000-2001, en un momento crítico:
de la capacidad de 11 millones de metros cúbicos de las presas sólo había 700.000
m3, el 7%, quedando aún por regar la tercera parte de la zafra tomatera de 1999-
2000 y los cultivos de verano.
El proyecto de obra civil, cálculos técnicos, ajustes y modificaciones se
iban haciendo sobre la marcha en la primavera-verano de 2000, con
improvisaciones continuas dada la premura en terminar la obra en los plazos
establecidos. Las empresas que subcontratan a Cadagua no reciben pagos de
acuerdo con el avance rápido de la obra civil, para que continúen los agricultores
adelantan 20 millones de pesetas. Varios de los pozos para la captación del agua
del mar no son rentables por las condiciones geomorfológicos del subsuelo, lo que
obliga a prospecciones en puntos diversos.
A lo largo de los meses de junio-julio de 2000, las obras se ejecutaban a un
ritmo acelerado en todos los frentes (sistema de bombeo en los pozos,
canalizaciones, impulsiones por cuenta de los agricultores la obra civil, la planta
desaladora...); pero insuficiente para cumplir con el primer plazo del 15 de agosto
para puesta en marcha de la planta de los agricultores. Entre otros problemas que
hacían incumplir este plazo se hallaban los mencionados problemas económicos
con las subcontratas, los vientos alisios que impedían los trabajos de la estructura
de la obra civil, el escaso rendimiento de los pozos de captación, etc.
Fue un verano de infarto para políticos, gerentes de empresas y
cooperativas, agricultores y técnicos responsables. Las reservas hídricas se habían
agotado para unos agricultores y para otros estas sólo llegarían hasta el otoño. Las
restricciones del agua de abasto público se alargaban hasta ciclos de dos semanas
con la consiguiente alarma y protestas de la población. La oposición política
municipal (PSOE) aprovecha la coyuntura de alarma social para criticar la gestión
pública.
Se anuncia un aplazamiento de la puesta en marcha hasta septiembre; pero,
llegado este mes, con la planta de los agricultores ya dispuesta para desalar, se
presenta otro gravísimo problema: la insuficiencia del suministro eléctrico de la
red pública para accionar los grupos electrógenos, con lo que se genera otro fuerte
debate social y político con amplio eco en la prensa y demás medios de
comunicación insular. Para solventar la situación se adquiere en Alemania un
potente motor de gasoil.
Por fin, a primera hora de la tarde del viernes, 20 de octubre de 2000, uno
de los módulos de la planta de los agricultores quedaba operativo y el agua
producida llegaba a muchas fincas de tomateros ya en estado de grave estrés
hídrico. Los problemas continuaron a lo largo de los meses siguientes con otras
dificultades técnicas frente a la necesidad urgente de los cultivos y la población
sedienta, hasta que la planta pública quedó operativa, que fue inaugurada el 29
de enero de 2001, por el presidente del gobierno de Canarias, Román Rodríguez
en presencia de las más altas representaciones políticas insulares y locales. En
aquel momento, con los embalses casi vacíos (22.207 m3=0,2%) y los pozos
sobreexplotados y salinizados, se había salvado la temporada y asegurado una
parte del futuro económico de este pueblo; sin embargo la obra civil estaba
inacabada y la gestión administrativa de las dos plantas sin determinar.
Las gestiones continuaron hasta que la entidad pública del Consejo
Insular de Agua adquirió la planta de los agricultores previo acuerdo sobre la
distribución y gestión proporcional del agua, tanto a los cultivos como a la
población, con intervención de la infraestructura de la Comunidad de Regantes
Aldea de San Nicolás en la red general de canales y acequias de distribución.
3.5.- GENERALIDADES TÉCNICAS
Estamos ante un complejo hidráulico de desalación de agua de mar situado
a 600 m de la costa de La Aldea de San Nicolás, ejecutado a través de la iniciativa
pública y privada. La obra civil e infraestructura de impulsión/captación de aguas
fue adjudicada a la empresa nacional Cadagua por 273.130.000 de pesetas a cargo
de los presupuestos del Cabildo Insular de Gran Canaria, así como la planta
desaladora pública por 500.000.000 pesetas; mientras que la instalación de la
planta de los agricultores, con presupuesto propio de estos, fue asignada a la
empresa canaria Tedagua por unas 260.000.000 pesetas. Dos formas diferentes de
gestionar el dinero para producir la misma cantidad y calidad. La singularidad de
este proyecto radica en que en una misma obra civil y estanques reguladores se
hallan las dos plantas contiguas (las de los agricultores y la pública), proyectadas
para una producción de 5.500 m3/día, cada una, a través de dos bastidores
independientes de producción de 2.500 m3/día, operando a una conversión del
45% y a una presión máxima de 69 bar.

Captación del agua bruta por filtración en pozos a la orilla del mar
El agua del mar extraída en ocho pozos de captación perforados en la
playa, en dominio público, es impulsada desde los mismos, a través de una
bombas eléctrica sumergibles, hasta punto regulador, y desde ahí por un colector
general, barranco arriba, a lo largo de 640 metros con un desnivel del 1.25% hasta
los depósitos reguladores de agua bruta.
La captación del agua bruta a través de pozos ha tenido problemas por los
condicionantes geomorfológicos del subsuelo y por las riadas del barranco como
la del 23 de diciembre de 2001, que por contaminación del agua (partículas), las
plantas se paralizaron durante dos semanas (ver fotografías del Anexo). Una vez
que el agua bombeada llega a los estanques reguladores, para garantizar las
condiciones óptimas requeridas en la alimentación de los bastidores de ósmosis
inversa, se efectúa primero una serie de pretratamientos para luego impulsar el
agua hacia las membranas.
La desalación por ósmosis inversa
La ósmosis inversa, está en contraposición con la ósmosis directa o
natural, la que se produce en la Naturaleza cuando dos soluciones salinas de
diferente concentración están separadas por una membrana semipermeable y
ambas tienden a igualar sus concentraciones, pasando a través de la membrana
solvente de la menos a la más concentrada diferentes. Si hacemos lo contrario
mediante un procedimiento artificial, aplicando la suficiente presión a la solución
concentrada, obligando al solvente a pasar a la solución menos concentrada, es
decir empujando agua (osmos del griego = empujar) por unas membranas, hemos
procedido a la osmosis inversa.
Aquí se trata de impulsar el agua del mar contra una membrana
semipermeable (de poliamida aromática), a una presión suficiente para superar la
presión osmótica y permitir el paso del agua al otro lado de la membrana,
quedando las sales retenidas. En este caso, la membrana actúa como filtro
molecular de las diferentes sales (sobre este proceso, ampliamos detalles en el
esquema anexo). Antes del proceso de ósmosis es necesario efectuar un
pretratamiento al agua del mar para eliminar sustancias nocivas para las
membranas (sólidos en suspensión, sílice coloidal, hidrocarburos, etc.). Es
primordial corregir las características del agua del mar para evitar la precipitación
de sales en las membranas. Para inhibir los sulfatos se aplican dispersantes
(hexametafosfatos o dispersantes-antiincrustrante comerciales).

La impulsión hacia el interior del valle


El agua desalada por las dos plantas pasa a un estanque regulador común,
desde donde a través de motobombas centrífugas se impulsa el agua hasta el
fondo del valle, a lo largo de 7 km de recorrido por una canalización subterránea
excavada por los barrancos de La Aldea y de Tocodomán, en el punto regulador, a
una cota de 150 m de altura, desde donde pasa a los canales de los embalses de la
Comunidad de Regantes Aldea de San Nicolás que conducen el agua, valle abajo,
hasta otros estanques reguladores de cooperados y canales de distribución
COMIENZO DEL PROYECTO COMÚN DE DESALACIÓN DE LA ALDEA (MAYO DE 2000). EN
PRIMER PLANO LAS OBRAS INICIADAS DE PLANTA DESALADORA. AL FONDO (2) EL
EDIFICIO DE LA PRIMERA DESALADORA POR COMPRESIÓN A VAPOR (1976).

EDIFICIO DE LA DESALADORA DE LA ALDEA, A FINALES DE JULIO DE 2001.


CUADRO I
CULTIVOS DEL VALLE DE LA ALDEA Y DEMANDA DE AGUA 2001-2002

Cultivos Horas/semana Hectáreas Fanegadas

Tomates 2.377,6* 377,9* 680,2

Plataneras 63,55 7,26 13

Hortalizas 36,88 9 16,2

Frutales 128 37,8 68

Flores, cactus 20,2 5 9,1

TOTALES 2.626,23 437,062 786

FUENTE: Censo Agrícola Gestión Aguas Desaladas. Ayuntamiento de San


Nicolás, 2001

Innovaciones en el aspecto energético


Un aspecto interesante es que en los proyectos de las dos plantas
desaladoras se recogía un sistema de recuperación de energía a través de una
turbina tipo Pelton de aprovechamiento de la presión del rechazo, que sólo se
aplicó a la planta pública ya que en la de los agricultores se optó por un sistema
alemán, más moderno de optimización de la recuperación de energía. Este sistema
se utiliza desde hace más de 20 años en otros campos de la industria y minería. Y
se ha venido aplicando con éxito en los últimos años en plantas de ósmosis
inversa de la isla de Lanzarote, para la desalación de agua de mar, con un
rendimiento muy superior a los recuperadores de turbinas. Se le denomina
Sistema Modificador de Presión "PES". Y se acopla a plantas desaladoras con
capacidad superior a 2.000 m3 /día. Permite la adaptación a volúmenes de
descarga variable con un rendimiento del 98%, aproximadamente, gracias a su
diseño y a la transmisión directa de la presión (que trae el agua de rechazo cuando
sale del módulo de ósmosis inversa) al agua de mar para alimentación.
Simag tiene la experiencia operativa de aplicar el sistema PES en 16
equipos que funcionan por todo el mundo, a toda hora, automatizados, aplicado a
volúmenes hasta 1.400 m3/h y presiones de 16 MPa, en variados frentes de la
industria, tales como hidrotransporte de sólidos, refrigeración de minas, transporte
descendente (tallings en Chile), ósmosis inversa, etc.
En su aspecto externo el sistema PES empleado en la planta de los
agricultores lo conforman básicamente tres cámaras cilíndricas con válvulas,
conectadas en paralelo y una bomba auxiliar, que se acoplan a los bastidores de la
planta desaladora (ver fotografía). En términos sencillos diremos que este sistema
aprovecha la presión del agua de rechazo (salmuera) para impulsar el agua bruta
que llega hacia los bastidores de la ósmosis. Aparte la recuperación del 98% de la
energía, este sistema es muy flexible con el volumen de alimentación que debe ser
presurizado, lo que es susceptible de emplearlo para dos o tres líneas de ósmosis
inversa en paralelo. Y cuanto mayor sea la presión de trabajo en la ósmosis,
mayor es la recuperación de energía mediante el cambiador de presión.
UNO DE LOS MÓDULOS DE LA PLANTA PÚBLICA, EN PRIMER PLANO GRUPO ELECTRÓGENO
Y SISTEMA DE IMPULSIÓN DEL AGUA BRUTA HACIA EL BASTIDOR CON LOS TUBOS DE LAS
MEMBRANAS DE ÓSMOSIS, AL FONDO.

4.- CONCLUSIONES
La desalación de agua de mar y de pozos salobres en Canarias representa
uno de los grandes adelantos tecnológicos de finales del siglo XX, en el campo de
la agricultura y abastecimiento de la población. Se ha convertido en la alternativa
más firme para atenuar los efectos del déficit pluviométrico de los últimos años y
el fuerte impacto ecológico que, a lo largo del siglo XX, han sufrido los acuíferos
insulares por la sobreexplotación con pozos y galerías, para abastecer a la
agricultura de exportación e industria turística.
Es extraño que una sociedad agrícola innovadora, como la de La Aldea, no
se haya sumado a los primeros proyectos insulares de la desalación teniendo un
litoral tan cercano a su medio de producción, retraso debido a varios factores:
disponer de significativos recursos hídricos naturales (presas y pozos) pero
agotables en largos ciclos de sequía y no prever tal agotamiento con la simple
observación-análisis de los hechos históricos e instalando a su debido tiempo las
nuevas tecnologías en desalación, frente a voces de opinión contrarias que sólo
perseguían objetivos personales.
La desalación de agua de mar se asume apresuradamente, con todas las
consecuencias de encarecimiento económico y problemas tecnológicos, en un
momento de grave crisis hídrica y económica, habiendo perdido un tiempo de más
de cinco años en los que sosegadamente se pudieron realizar proyectos coherentes
y rentables de desalación de agua de mar.
La ejecución de este proyecto común de desalación se realizó en tiempo
record, menos de un año a partir de la realización del proyecto, para producir
10.000 m3/día, por ósmosis inversa, con un coste final de más de 1.200 millones
de pesetas, procedentes de capitales públicos, privados y subvenciones europeas.
A lo que se unen complicados condicionantes técnicos, ecológicos y sociales que
se dan en el diseño y ejecución de este proyecto.
La Aldea de San Nicolás, noviembre de 2002.
Amanhuy Suárez Pérez
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de la planta desaladora de La Marciega. Gran Canaria”. Inédito. Trabajo fin de carrera.
Licenciatura de Ciencias Ambientales. Escuela Politécnica Superior de la Universidad
Alfonso X El Sabio Madrid, 2002.
ANEXO ILUSTRATIVO. FIGS. A, B, C, D Y E.
FIGS. B Y C.- Uno de los pozos de
captación del agua bruta. Arriba
sondeo inicial (1999) y abajo la obra
finalizada (2000).
FIG. D.- Llegada expectante del agua producida por la desaladora al fondo del
valle, el 20 de octubre de 2000, a la cantonera de distribución (pesador de agua,
tradicional, en Canarias).

FIG. E.- Pozo de captación afectado por la riada de la noche del 23 de diciembre de 2001,
que dejó paralizada a la desaladora por contaminación del agua bruta captada en la
mayoría de los pozos. Imagen tomada a la mañana siguiente, tras el descenso del nivel de
las aguas del gran barranco.
La inundación controlada: beneficios agrícolas, ecológicos y sociales

Martha A. Velázquez Machuca

José L. Pimentel Equihua

Jacinta Palerm Viqueira

jequihua@colpos.colpos.mx

Resumen

La práctica de inundación controlada conlleva beneficios para la fertilidad y fitosanidad en


suelos agrícolas, además de inducir cohesión social multi-comunitaria dada la necesidad de
controlar importantes volúmenes de agua e infraestructura hidráulica.

Modalidades de esta práctica las hemos encontrado en algunas regiones de México:


"entarquinamiento en cajas de agua" en los valles de Zamora (Velásquez M, Pimentel, E. y
Palerm V. 2002:78-115) Coeneo-Huniqueo (Pimentel, E., 2002; López, P.,2001), el
Bajío Guanajuatense (Sánchez, R. y Eling H, 2001:97-132) y la región de la Laguna
(Rodríguez, M., 2001), para España el cultivo en "gavias" en Islas Canarias (Perdomo, M,
2002), y en la región de Valencia España (Pimentel E., 2002); esta técnica tiene como
denominador común el almacenamiento de humedad en el perfil del suelo durante tiempo
variable (días o meses) para después cultivar especies agrícolas que van desde cereales hasta
hortalizas.

El presente trabajo pretende mostrar elementos producto de recientes investigaciones de


campo y laboratorio realizados con materiales de México y España, con el propósito de
ampliar el conocimiento de la técnica, mostrar sus ventajas agrícolas, y destacar el manejo
de los territorios inundados como potencial para crear nichos ecológicos de aves
migratorias, peces y anfibios, coadyuvando la conservación de biodiversidad; asimismo, el
manejo de volúmenes importantes de agua y territorio para inundación, harían necesario,
el conocimiento local, coordinación y cohesión social multi-comunitaria para llevarla a
cabo con éxito.

Introducción

La experiencia empírica y científica indican que la inundación controlada en terrenos


agrícolas, convertidos en humedales temporales, conlleva beneficios para la fertilidad y
fitosanidad, posibilitando una alternativa para la sostenibilidad técnica y social de la
agricultura. Asimismo, esta técnica, se maneja con control social y conocimiento local,
involucrando actores sociales que en espacios de discusión colectiva establecen fechas y
tiempos de inundación, así como mecanismos de control de estructuras hidráulicas y
secuencias de inundación de los territorios agrícolas.

Las parcelas individuales quedan inmersas en polígonos más amplios que las rodean por
bordos de tierra, semejantes a las cajas de agua que hemos visto en México, de tal manera
que los individuos particulares propietarios de parcelas, no deciden aisladamente cuando
inundar y vaciar los territorios, es la colectividad a través de las autoridades del agua.

Los fundamentos técnicos

Los suelos agrícolas con inundación artificial y estacional (entarquinamiento) podemos


considerarlos como "humedales" temporales. Definimos un "humedal" (en inglés
"wetland") a .."un suelo o sedimento biológicamente activo en el cual el contenido de
agua es suficientemente alto para inhibir la difusión de oxígeno dentro del suelo/sedimento
y estimular los procesos biogeoquímicos anaeróbicos". Debido a que la velocidad de
difusión del oxígeno en el aire es 104 veces más alta que en el agua, una condición de
anaerobiosis se establece después de 1-2 horas de saturado el suelo con agua (De Nobili et
al., 2002). El concepto de suelo o sedimento biológicamente activo implica la presencia
de una fuente de energía (usualmente la materia orgánica) para sostener el desarrollo
microbiológico, que es esencial en estos sistemas. En estos términos, un humedal puede o
no incluir la presencia de vegetación acuática (Reddy et al., 2000).

Las tierras inundadas (que en adelante llamaremos "humedales" como término genérico)
tienen funciones ecológicas esenciales que incluyen:

a. hábitat para la vida silvestre

b. recarga de acuíferos

c. control de inundaciones

d. mejoramiento de la calidad del agua y de la fertilidad del suelo a través de


transformaciones biogeoquímicas.

La importancia ecológica de los humedales ha sido reconocida recientemente (Constanza et


al., 1997) y sus ventajas se aprovechan actualmente en la construcción de humedales
artificiales. Los humedales artificiales constituyen una técnica eficiente en la eliminación o
disminución en la concentración de ciertos compuestos contaminantes para los acuíferos,
como el caso de los nitratos y algunos derivados del petróleo (Yuan Xue et al., 1999).

Dada la importancia de los procesos biogeoquímicos que ocurren en los humedales, los
cuales son responsables de la transformación o eliminación de compuestos químicos y que
por lo tanto influyen fuertemente sobre la actividad biótica, es este apartado revisaremos
someramente los casos de la materia orgánica, carbono, nitrógeno y fósforo en estos
sistemas.

Trasformaciones biogeoquímicas en los humedales

Los humedales funcionan específicamente como zonas de amortiguamiento donde la


concentración de ciertos compuesto químicos puede disminuir y donde ocurre una
transformación de nutrientes, metales tóxicos y compuestos orgánicos. Recientemente se
ha estudiado el impacto de las zonas húmedas en la producción/consumo de gases
invernadero como CO2, metano (CH4), óxidos de nitrógeno (N2O) y sulfuros metílicos.
(Reddy et al., 2000).

En los humedales los suelos son sometidos a una saturación temporal y se encuentran
fuertemente influenciados por la reducción química asociada con la saturación. Bajo estas
circunstancias, las especies químicas oxidadas son reducidas como resultado de procesos
bióticos y abióticos. Con el mejoramiento del drenaje o el secado del suelo, se produce la
oxidación de muchos de los compuestos reducidos, tanto por reacciones químicas o
bioquímicas. La inundación o saturación temporal de los suelos implica, por tanto, la
existencia de una condición de reducción y otra alternante de oxidación.

El hierro (Fe) y manganeso (Mn)

Dos elementos que son particularmente influenciados por la reducción y la oxidación son el
hierro y el manganeso, ambos considerados micronutrimentos esenciales para las plantas
cultivadas. La importancia que tienen las reacciones de reducción-oxidación sobre el
aumento en la disponibilidad del hierro (Fe) para las plantas en suelos calcáreos, ya ha sido
estudiada en los trabajos de Longoria (1973) y Ponnamperuma (1972; 1976).

La materia orgánica

En un ambiente con condiciones de reducción temporal la mineralización de la materia


orgánica ocurre a través de la vía anaeróbica. Bajo esta condición, la materia orgánica
tiende a acumularse en los suelos en mayor cantidad que en los suelos permanentemente
aireados debido a que la velocidad de descomposición de los materiales orgánicos
disminuye con la saturación (Mausbach y Richardson, 1994).

Bajo condiciones de buen drenaje, la oxidación biológica aeróbica de la materia orgánica


resulta en una aceleración en la pérdida de estos materiales. La mineralización de la materia
orgánica (serie de reacciones bioquímicas que implican liberación de nutrientes utilizables
por microorganismos, plantas y animales) que ocurre bajo condiciones aeróbicas, es tres
veces más rápida que en condiciones de anaerobiosis (Reddy.et al., 200)...La pérdida de
materia orgánica, medida en cm de suelo, puede alcanzar en algunos suelos unos 3 cm por
año (Stephens, 1969). Esta pérdida de materia orgánica puede ser reducida
implementando medidas para mantener el suelo en anaerobiosis por periodos cortos (unos
dos meses) o largos. La condición de anaerobiosis se logra con la práctica de la inundación
artificial de los terrenos o con el manejo de altos niveles freáticos (Reddy et al., 2000)

La acumulación de la materia orgánica juega un papel importante en la fertilidad de los


suelos, en la protección de otros ecosistemas y de la biosfera. Debido a que la materia
orgánica inmoviliza nutrientes como nitrógeno (N), fósforo (P) y azufre (S), su
acumulación en zonas inundadas reduce la eutroficación de sistemas acuáticos situados en
desniveles topográficos menores.

Por otra parte, el proceso de descomposición anaeróbica de la materia orgánica implica la


generación de gases como N2, N2O, H2, H2S, CH4, mercamptanos y dimetil sulfuros
(Ponnamperuma, 1972). Algunos de estos compuestos se han asociado con el "efecto
invernadero", fundamentalmente el metano (CH4). Sin embargo, el metano (CH4)
regularmente se genera en ambientes con largos periodos de anaerobiosis, donde los
potenciales redox creados son menores de –150 mV (Wang et al., 1993). Para un suelo
con reacción cercana a la neutralidad (pH = 6.7) y materia orgánica de 2.6%, estos
potenciales redox no se alcanzan aún después de 14 semanas de inundación
(Ponnamperuma, 1976). Además, la generación de metano se reduce fuertemente si en el
suelo se encuentran compuestos como nitratos, óxidos de Fe y de Mn y sobre todo sulfatos
(Kumaraswamy et al., 2001). De esta manera, podemos considerar que las cantidades de
metano liberadas en suelos que se inundan por periodos menores de un mes, no serán
elevadas, aunque faltan datos precisos al respecto.

Carbono (C)

El carbono es uno de los constituyentes principales de la materia orgánica y su papel en la


actividad biológica es ampliamente conocido. En los humedales, el carbono se acumula
también como consecuencia de la menor velocidad de descomposición de los materiales
orgánicos.

En términos de la fertilidad de los suelos, los compuestos de carbono más importantes son
las sustancias húmicas. Las sustancias húmicas contienen cantidades significativas de N, P y
S en su estructura. En ausencia de oxígeno, estos compuestos son resistentes a la
descomposición, y representan con esto un almacén importante de carbono (C) y
nutrimentos en los suelos inundados. Bajo condiciones drenadas (aireación), las sustancias
húmicas son rápidamente degradadas liberando los nutrimentos.

Nitrógeno

El nitrógeno (N) se encuentra en los humedales en forma orgánica e inorgánica, ésta última
como nitrato (N-NO3) y amonio (N-NH4) disueltos. Estas dos formas químicas del
nitrógeno son aprovechables por las plantas y microorganismos. La eliminación de las
formas disueltas de nitrógeno está regulada por distintas reacciones biogeoquímicas.

En suelos saturados (humedales) el nitrato es muy inestable y a los pocos días de iniciada la
anaerobiosis, la mayor parte del N-NO3 presente se pierde como nitrógeno gaseoso (N2) a
través del proceso de desnitrificación. La desnitrificación o transformación de la forma
NO3 a NO y N2, ocurre en ambientes moderadamente reducidos (suelos saturados por 3-
4 días). En suelos con buen drenaje puede sumarse a esto la pérdida por lixiviación de los
nitratos. Las pérdidas de N-NO3 por la vía de la desnitrificación pueden significar de 10 a
78 kg/ha y por estación para suelos arroceros donde la inundación es también periódica
(Ponnamperuma, 1976). De esta manera, la aplicación de fertilizantes a base de nitratos
no es recomendable en los suelos que se inundan estacionalmente

Las condiciones favorables para la desnitrificación que se establecen en los humedales se


han aprovechado recientemente para la construcción de áreas inundadas artificialmente,
cuyo propósito es mejorar la calidad del agua a través de la eliminación de los nitratos por
esta vía. En estos humedales artificiales se ha observado una pérdida de nitratos por
desnitrificación de 0.093 g de N m-2 día-1 (Yuan Xue et al., 1999). Con esto se establece,
entonces, una utilidad adicional de los humedales al permitir disminuir la contaminación de
acuíferos con nitratos.

En cuanto a la forma amonio del nitrógeno (N-NH4), en los humedales ocurre una
acumulación de ésta debido a los bajos requerimientos de N de los organismos
anaeróbicos. Por otra parte, el producto de la mineralización del nitrógeno orgánico en los
humedales es el amonio (N-NH4); en los suelos aeróbicos, el producto de esta
mineralización es el nitrato (N-NO3). En un suelo de pH = 7.5 y materia orgánica de
1.1% que es inundado por 20 días, la concentración de amonio que se genera es de unas
30 ppm (Ponnamperuma, 1976), que equivalen a 60 kg ha-1. La generación de amonio
en estos sistemas tiene un alto beneficio para la fertilidad de los suelos debido a que las
pérdidas por desnitrificación y lixiviación, que son altas para los nitratos, son menores con
este compuesto. Adicionalmente, el amonio es un catión que se fija y/o adsorbe a las
arcillas del suelo (lo cual no ocurre con el nitrato) y, por este mecanismo, constituye una
reserva de nitrógeno en los suelos. Estas son algunas de las razones del incremento en la
fertilidad que se observa en los suelos que son inundados periódicamente, en relación con
aquellos donde no se realiza esta práctica.

Fósforo (P)

El fósforo tiende a acumularse en los humedales debido a que no presenta un mecanismo


significativo de pérdidas por emisión gaseosa, a diferencia del C y el N. Esta retención del
fósforo es regulada por mecanismos físicos (sedimentación ) y biológicos (absorción y
liberación por la vegetación y microorganismos).

Los humedales construidos y las zonas aledañas a los ríos pueden funcionar como áreas
"atrapadores", donde el fósforo asociado a los partículas sólidas suspendidas puede ser
efectivamente sedimentado (Reddy et al., 2000)

El P adicionado a los humedales se difunde en el suelo y es retenido por los óxidos e


hidróxidos de Fe y Al (suelos ácidos) y por el carbonato de calcio CaCO3 (suelos
alcalinos). En suelos donde predominan los óxidos de Fe, el P puede ser fácilmente
inmovilizado a través de mecanismos de sorción por los oxihidróxidos férricos y precipitar
como fosfato férrico en los horizontes oxidados de la interfase suelo-agua. La velocidad de
adsorción es controlada por el pH del suelo y las condiciones de oxidación-reducción, por
la superficie del adsorbente (Fe y Al activos o CaCO3) y la temperatura.

En suelos calcáreos inundados, el P puede ser precipitado como mineral de calcio,


especialmente cuando el pH del agua es alterado diurnamente por la actividad fotosintética
de las algas. En estos suelos, la coprecipitación del P con el carbonato de calcio (CaCO3)
es un mecanismo dominante en la inmovilización del P soluble. En la columna de agua
donde el pH fluctúa diurnamente, con valores altos durante el día y bajos valores durante
la noche (respiración de algas y bacterias), el P puede ser precipitado y resolubilizado (Díaz
et al., 1994).

Luego de la sedimentación, a través de las reacciones descritas arriba, las partículas que
arrastran fósforo (P) son sometidas a condiciones de reducción si el suelo permanece
saturado. La reducción condiciona una disminución del pH en suelos calcáreos y un
aumento en el hierro soluble (Fe2+), éste último asociado a los fosfatos de Fe presentes en
el suelo. Estos dos factores causan un aumento en la disponibilidad del fósforo en los suelos
inundados o humedales (Scalenghe et al., 2002). Sin embargo, esta disponibilidad se
observa fundamentalmente cuando el suelo permanece saturado; si posteriormente se
establecen en el terreno condiciones de aireación, que restablecen el pH inicial del suelo, el
fósforo nuevamente se precipita y disminuye su disponibilidad para las plantas ((Wright et
al., 2001).

El manejo social colectivo del territorio bajo inundación

Localización.

Para el caso presente focalizaremos una porción del territorio de influencia de la


comunidad de Regantes de la Acequia Real del Río Júcar de la comunidad valenciana.

El territorio anual bajo inundación es de aproximadamente 20,000 hectáreas, destinado


para el cultivo del arroz, este territorio es conocido por los agricultores como "marjal".

La fuente de agua principal para realizar las inundaciones es el río Júcar, sin embargo otras
fuentes adicionales son la precipitación pluvial, pozos de aguas subterráneas, sobrantes o
escurrimientos de regadíos de las tierras altas y los nacimientos o "umellales" localizados en
la misma zona inundable.

Las inundaciones de los territorios bajos son parte de un programa de manejo y


conservación del lago de la Albufera, donde de acuerdo con la normatividad
medioambiental de la Comunidad Europea, dichos territorios deben permanecer al menos
cuatro meses bajo inundación, y el incentivo para que esto se realice por parte de los
productores de arroz, es el pago de una cuota o subvención anual, a manera de pago al
productor por ayudar a crear y conservar medios ambientes de interés ecológico.

Mecánica operativa

Comunidades de regantes aguas arriba y aguas abajo se coordinan para solicitar y recibir el
agua de inundación, el agua se solicita ante la Confederación Hidrográfica del Río Júcar,
máxima autoridad responsable de la administración de los embalses de almacenamiento de
las aguas en la cuenca del Río Júcar, la solicitud se hace vía la Junta de Gobierno de la
Acequia Real del Río Júcar en coordinación con las autoridades de aguas de las Juntas
Locales de las comunidades involucradas.
Una vez realizada la solicitud y confirmada la entrega de las aguas por parte de la
Confederación, el Acequiero Mayor, responsable del canal principal, se coordina con los
Presidentes de las Juntas Locales y los Celadores para establecer la fecha y posible
secuencia de inundación de los territorios agrícolas. Las fechas y la secuencia precisa varían
en función de los volúmenes de agua que existan en el canal principal, esto exige estar
monitoreando diariamente los niveles de las aguas, para la coordinación entre Acequiero,
guardas, celadores y regadores que son los directamente involucrados en el manejo de las
estructuras de control.

Períodos de inundación

La inundación se realiza en dos períodos de tiempo de acuerdo con su finalidad: de


invierno y de verano.

Inundación de invierno

Tiene como propósito inundar los territorios y crear las condiciones de nichos ecológicos
temporales para las aves migratorias aportar agua al lago de la Albufera.

Empieza en el mes de octubre y puede durar al menos cuatro meses, de acuerdo con la
normatividad medioambiental de la Generalitat Valenciana.

Una parte de los territorios (principalmente los que rodean el lago) se inundan hasta
alcanzar su nivel (nivel de "tancat"), esto evita que el agua pase del lago hacia las tierras.
Los territorios más distantes sostienen niveles de agua apenas por encima del nivel de la
tierra.

Los trabajos de acondicionamiento de los canales o acequias, requieren limpieza de cauces


("monda") deshierbes ("desbroce") y compactación de muros para evitar fugas laterales
de agua y establecer "paradas" o compuertas para manejar los niveles de inundación.

Inundación de verano

Tiene como propósito crear las condiciones adecuadas para la siembra o plantación de
arroz, una vez introducida el agua a las tierras, se intenta sostener un nivel de agua de
"cuatro dedos" (10 cm) ("nivel de cuida del arroz") y mantener el agua bajo circulación
para evitar anaerobiosis prolongada, esto se realiza con el auxilio de motores eléctricos, el
agua cubre una ruta de circulación acequia-campo de cultivo-lago. Esta inundación dura
unos seis meses (marzo-agosto) con un pequeño intervalo de 15 días en el cual se "tumba"
el agua para "castigar" al arroz e inducir su crecimiento radicular que le ayudara a evitar el
"acame".

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