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UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN

FACULTAD DE EDUCACIÓN
PEDAGOGÍA EN HISTORIA Y GEOGRAFÍA

REBELIÓN POPULAR EN EL CARBÓN:


POLÍTICA Y ACCIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA DE
CHILE EN LA CLANDESTINIDAD.
EL CASO DE LOTA Y CORONEL (1983-1986)

SEMINARIO PARA OPTAR AL GRADO DE LICENCIADO EN EDUCACIÓN

Profesor Guía: Mg. Ricardo Vargas Morales


Seminaristas: Adrián Alejandro Osorio Toro
Gabriel Andrés Proboste Contreras

CONCEPCIÓN, 2017
CAPÍTULO I: FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

1. Planteamiento general y contexto del problema

El presente estudio pretende abordar parte de la historia social y política reciente


de nuestro país, aquella ocurrida durante el periodo de la dictadura cívico-militar de
derechas instalada en Chile, que desde el 11 de septiembre de 1973 se impuso en contra
de un extenso sector de la población, que hasta entonces, había transitado por un largo
trecho de conquistas en derechos sociales y políticos. Desde el bombardeo a La Moneda,
efigie de la supuesta tradición democrática del sistema político chileno y de sus fuerzas
armadas, a la inmediata represión a los adversarios políticos del nuevo régimen, se dejó
ver el carácter que asumía la reacción de los sectores patronales, aquellos interpelados
directamente por la “vía chilena al socialismo”, que junto a una parte de la oficialidad
militar fraguaron en última instancia la suspensión de los derechos civiles y la
instauración del terrorismo de Estado, que significó la prisión, tortura, muerte y
desaparición de miles de personas, sin exclusión de edad ni sexo.1

En este contexto, los partidos de la izquierda y sus militantes, así como sus
dirigentes sociales y políticos, serán considerados por la dictadura como “terroristas”,
“extremistas” y “delincuentes”, en un discurso que buscará vincular política con
delincuencia para justificar todo tipo de tropelías amparadas en un “escenario de guerra
irregular” contra la supuesta “subversión interna” que habría desatado el marxismo
internacional en el país. Sergio Fernández Fernández, a la sazón Ministro del Interior del
régimen en 1978, lo graficaría de la siguiente manera:

Eran los instantes en que nuestra economía se deslizaba rumbo al caos de la


hiperinflación y la escasez generalizada, más de 13.000 extremistas extranjeros

1
Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura. Informe Valech, Capítulo
VIII, Consecuencias de la Prisión Política y Tortura. Disponible en: www.derechoshumanos.net

2
ingresados irregularmente al territorio nacional, se dedicaban a entrenar a grupos
partidarios del Gobierno marxista, de carácter declaradamente paramilitar.
Utilizando abundante armamento introducido al país en forma también
ilegal, principalmente desde la órbita soviética, se constituían centros de
instrucción guerrillera, cuyas primeras acciones abiertas ya se hacían presentes
en el sur de Chile. Los términos "cordones industriales", "poder popular armado"
y tantos otros, constituían parte del desafiante vocabulario oficialista con que se
preparaba el asalto definitivo al poder total. (…) Lo importante es tener en
presente que el afianzamiento de la paz y el orden no se logró en forma repentina
a fines de 1973, sino que ha exigido una ardua lucha en los años siguientes.
Haber pretendido librar este combate con los métodos propios de un
periodo normal, hubiese significado sucumbir ante la subversión, y permitir que
Chile fuera regado con la sangre de la guerra fratricida o del caos terrorista.2

Este relato fue en definitiva el pretexto utilizado durante 17 años para mantener
el terror sistemático, organizado y financiado por el estado, narrativa que hoy
obcecadamente persisten en mantener quienes se han visto involucrados en las más
crudas violaciones a los derechos humanos en nuestro país. Lo cierto es, que la
intervención de militares en la política no era una cuestión ajena a la historia del país, ni
tampoco lo era la represión política a la clase trabajadora, a sus organizaciones de masas
y a los partidos de la izquierda “marxista” 3.

2
Discurso de Sergio Fernández Fernández, Ministro del Interior de Pinochet, transmitido por
cadena nacional de radio y televisión el 15 de Junio de 1978. Recuperado de:
http://www.archivochile.com/Dictadura_militar/doc_civiles_dm/DMdocciviles0008.pdf
3
“Los diferentes complots militares ocurridos con posterioridad a 1931 estuvieron asociados al
general Ibáñez, en tanto caudillo conspirativo, pero especialmente como encarnador de un
estadio del pensamiento político militar. Tanto en el caso del complot de “Las patitas de
chancho” (1948) como en los del ciclo 1952/1955 (Puma, Línea Recta), los oficiales buscaban
reponer un ejecutivo fuerte, neutralizando la injerencia de los partidos en la gestión
gubernamental, y devolver al movimiento obrero su “naturaleza reivindicativa” (gremialista),
apartándolo de la influencia partidaria”. (Valdivia, 2003, pp. 17-18)

3
La historia del siglo XX en Chile, da cuenta de una temprana y extendida
intransigencia y coerción por parte de la oligarquía minera-terrateniente, a las acciones
que grupos de obreros y sus familias organizadas en colectividades y sindicatos,
impulsaron en pos de objetivos económico-sociales. Estos movimientos de principios de
siglo decantan ulteriormente en la formación de organizaciones políticas cuyo sustento
fue la vindicación de los intereses de los sectores proletarios y la traducción de éstos en
la arena política, es decir, en la incidencia y disputa por el poder, cuestión que modelaría
a la izquierda “tradicional”, aquella con arraigo en las poblaciones mineras del norte y
centro de Chile, trabajadoras del salitre y del carbón, como asimismo en el proletariado
del sur austral. Estos partidos tuvieron antes de 1973, experiencias políticas que como en
el caso del Partido Comunista de Chile (en adelante PCCh), los llevaron a pasar
igualmente por periodos de exclusión, proscripción legal y clandestinidad. Sin embargo,
no es posible comparar la mayor repercusión, dramatismo y brutalidad del periodo 1973-
1990, con la anterior represión sufrida por la izquierda chilena, sobre todo por el mayor
alcance en términos cuantitativos, llegando no solo a los dirigentes políticos, sino que a
toda la base social que conformaba el factor objetivo del socialismo chileno y de la
Unidad Popular (UP).

Este contexto de terror militar inicialmente provocó parálisis en el cuerpo social,


dándose un repliegue evidente de todo el movimiento social desarrollado hasta
septiembre de 1973, sobre todo luego de la escasa respuesta real de la izquierda frente a
la gran expectativa de enfrentamiento armado generada en la población, particularmente
aquella propiciada por sectores de la UP y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR). La imposibilidad de articular posturas y acciones comunes, significó el
aislamiento de estos partidos y un intento de exterminio serio por parte del régimen,
contra el MIR, el Partido Socialista de Chile (PSCh) y el PCCh. Sin embargo, los duros
golpes sufridos fueron configurando igualmente una resistencia que tuvo distintos
matices, pero que en estas tres organizaciones estuvo marcada por la tenacidad, aunque
con distinta suerte. En el caso del MIR y su política de “el MIR no se asila”, para 1974
había caído la mayor parte de su dirección y desarticulado su estructura, en un cuasi
exterminio, que en condiciones de sobrevida pudo volver a aparecer en 1978 hasta su

4
desmembramiento en 1986. El PSCh por su lado, vivió la represión más severa en 1975,
donde es liquidada la dirección clandestina de Carlos Lorca, produciéndose luego la
fragmentación del partido. Durante 1976, los aparatos de seguridad de la dictadura
ponen su prioridad sobre el PCCh, haciendo ese año desaparecer consecutivamente a dos
direcciones completas del partido y también de su juventud (JJ.CC.)

De este último episodio, con un PCCh sumamente debilitado aunque no extinto,


es que se da paso a un rearme partidario, en términos objetivos y subjetivos, donde
cobran relevancia militantes que antes del golpe de estado ocupaban responsabilidades
intermedias en el partido, y que no obstante el miedo imperante, mantuvieron a flote la
organización en el interior del país. Esta subsistencia de la estructura partidaria, se dio
en condiciones en extremo precarias, donde lo fundamental fue mantener la
comunicación y vínculos entre los organismos superiores e inferiores, en las condiciones
que la clandestinidad exigía, una compartimentación que limitaba la información a
instrucciones básicas pero sin conocimiento de las otras secciones de la orgánica.

Luego de la caída de las direcciones del partido en 1976, los cuadros intermedios
asumieron como dirigentes nacionales y a su cargo estuvo salvaguardar la delgada línea
que salvó de la extinción a las y los comunistas al interior de Chile, dirección que
asumieron con rigurosidad y con un sorpresivo éxito, que elevó la moral de la mermada
militancia comunista y que posibilitó además entregar en 1978 la dirección del PCCh a
un Equipo de Dirección Interior (EDI), encabezado por Gladys Marín Millie, la cual
había regresado en forma encubierta al país para estos efectos, en la completa
clandestinidad (Álvarez, 2003). En agosto de 1977, se efectúa el primer Pleno del
Comité Central del partido luego del golpe, donde por primera vez se desliza la crítica
hacia la tibia defensa del “Gobierno Popular” cuando este fue derrocado por la fuerza,
cuestión que no se condijo respecto al discurso pomposo mantenido previo al golpe. Se
evidenció además, la existencia de un “vacío histórico” del partido frente a la cuestión
militar, reconociendo igualmente que se habían “subvalorado” las condiciones de
alineamiento de las FF.AA. con los sectores golpistas; estos elementos constituirán la
posibilidad de “apertura” del PCCh, enmarcado aún en la política del Frente

5
Antifascista, a una Política de Rebelión Popular de Masas, que fructifica por la
concatenación de múltiples factores, tales como la instalación en Chile del Equipo de
Dirección Interior y su disposición “combativa”; la categórica y extendida crítica de la
militancia a la actitud tomada por el partido el día del golpe; la elaboración política, que
por encargo de la Comisión Política (CP) realizaron en la República Democrática
Alemana (RDA), tanto el Aparato de Inteligencia (Berlín) como el Seminario
Latinoamericano (Leipzig); y la llamada “Tarea Militar” del partido, que desde 1975
formó oficiales profesionales en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba.
Todas estas circunstancias suscitaron el nacimiento de la Política de Rebelión Popular de
Masas, proclamada como tal por el Secretario General del partido Luis Corvalán Lepe,
el 3 de septiembre de 1980, durante un discurso pronunciado en la capital de la URSS.

Si bien el Partido Comunista tuvo presencia a nivel nacional, fue en las ciudades
de Lota y Coronel donde logró desarrollar históricamente su política y contó con una
retaguardia social estratégica. Ubicadas a 30 kilómetros al sur de Concepción, en el
centro geográfico de Chile, están unidas tanto por su contigüidad territorial como por el
otrora desarrollo de una actividad económica común: la extracción del carbón. Desde
mediados del siglo XIX, la explotación de los mantos carboníferos del Golfo de Arauco
produjo una industria que contó con miles de trabajadores y toda una economía
subyacente, que igualmente ocupaba gran cantidad de mano de obra asalariada; esta
formación económica configuró un esquema social donde el movimiento obrero y sus
organizaciones tuvieron gran relevancia, al menos hasta el cese de la actividad industrial
en la década de 1990. Reveladoras del asidero izquierdista en la zona, son las últimas
elecciones realizadas previo al golpe militar: en las presidenciales de septiembre de 1970
Salvador Allende obtuvo el 73,49% de los votos en Lota; mientras que en las
parlamentarias de marzo de 1973, la Unidad Popular obtuvo el 70,63% de los votos en
Coronel, y el 79,62% en Lota (Díaz y Valdés, 2015, pp. 129 y 139)

Es en consecuencia, por el enlace descrito entre el PCCh y la zona, que


suponemos existen particularidades notables en la forma que adoptó la resistencia
comunista a la dictadura en Lota y Coronel con respecto al marco nacional, por lo que

6
será la singularidad de la Política de Rebelión Popular de Masas en Lota y Coronel
acotada al periodo 1983-1986, la que pretendemos comprender en nuestra investigación,
con objeto de reconocer en las actividades y acciones que desplegaron hombres y
mujeres de filiación comunista, la incidencia o no del PCCh y su Rebelión Popular de
Masas en los sectores obreros y populares de la zona –base social de ésta política–, y los
posibles atributos distintivos de su aplicación, considerando tres premisas que otorgan
valor al desarrollo de este trabajo académico en torno a la historia social y política local-
regional: a) el carácter de “zona roja”, producto histórico dado por la larga tradición
sindical, organizativa y huelguística; b) la hegemonía política de la izquierda y del PCCh
en particular en la zona, expresada sobre todo en términos electorales y sindicales; c) la
feroz represión a la que desde el principio del régimen fue sometida la zona, con hechos
como el fusilamiento de cuatro insignes dirigentes comunistas lotinos en octubre 1973.

Estas consideraciones que hacemos, se ven reflejadas y sin duda reafirmadas, en


el ya mencionado Informe al Pleno del Comité Central de agosto de 1977, donde Luis
Corvalán enuncia:

Los que caen en la lucha por la libertad nunca mueren. Los nombres de todos los
caídos, miembros de nuestro Partido, de otras colectividades políticas de
izquierda o simplemente sin partido, vivirán eternamente en el corazón del
pueblo. Llegará el tiempo en que en las plazas de Chile se levantarán
monumentos para honrar su memoria y en las escuelas se mostrará a los niños el
luminoso ejemplo de sus vidas. No es por casualidad que ya ahora, en la
combativa zona del carbón, desde hace cuatro años se inscriben en el Registro
Civil muchos niños, muchos hijos de los mineros, con los nombres de Isidoro,
Danilo, Bernabé, Vladimir o Romilio.4

4
La Revolución Chilena, la dictadura fascista y la lucha por derribarla y crear una nueva
democracia : Informe al pleno, de agosto de 1977 del Comité Central del Partido Comunista de
Chile, rendido por su Secretario General, Luis Corvalán. Pág. 2. Disponible en:
http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0016916.pdf

7
2. Antecedentes teóricos y fácticos

2.1. Lota y Coronel como “Zona Roja”

La caracterización de Lota y Coronel como “zona roja” tiene sustento en el


acumulado histórico del movimiento obrero en Chile, el que tiene sus primeras
expresiones en el norte salitrero como en el antiguo sistema de peonaje colonial en los
campos chilenos desde las primeras décadas del siglo XIX, donde nace el futuro
proletariado que daría forma a nuevos procesos políticos y sociales en el siglo venidero.

Los primeros yacimientos de carbón en la zona se remontan a 1840, cuya


explotación la desarrollaban pequeños propietarios de algunas bocaminas, las que
posteriormente se transformaron en explotaciones rentables de gran escala bajo la
propiedad y administración de la compañía de Matías Cousiño y Tomas Garland en 1852
cuando fundan la Compañía Carbonífera de Lota Bajo (Astorquiza y Galleguillos, 2005).
El interés regional y nacional que ejercía la llegada de vapores y embarcaciones a
Talcahuano que compraban la materia prima a un precio accesible por los bajos costos
de producción que requerían las vetas, aumentaba la solicitud de este mineral, a esto se
sumaba la prominente industria nortina del salitre, que demandaba carbón a gran escala.
Coronel inicia de manera profesional la explotación de las vetas de carbón ya en 1847,
bajo el interés de Jorge Rojas Miranda, quién compra una mina a lugareños del
territorio, esta incursión se ve afianzada ya en 1859, cuando Federico Schwager inicia la
explotación de los mantos carboníferos del fundo Boca-Maule, bajo el nombre de
Compañía de Carbón Puchoco.

El impulso de la industria carbonífera en la zona a mediados del siglo XIX,


produjo movimientos migratorios en el plano local-regional, constatado por el trabajo de
Carlos Vivallos Espinoza y Alejandra Brito Peña, en “Inmigración y sectores populares
en las minas de carbón de Lota y Coronel (Chile 1850-1900)”, donde exponen los
cambios en el patrón de la población y el crecimiento continuo pero desigual, que
significó la atracción de población por parte de la industria carbonífera. No tan solo se

8
atrajo campesinos y peones, sino también la inversión de capitales, que según Vivallos y
Brito fueron los primeros rasgos y características del inicio de la modernidad en el Gran
Concepción.

El desarrollo de la industria carbonífera tiene directa relación con el surgimiento


de nuevas relaciones sociales de producción, que sin duda promovieron la asociatividad
de los cientos de obreros de las minas, provocando el surgimiento de expresiones
orgánicas del movimiento obrero nacional desde 1840 en adelante, expresiones como las
Mutuales y Sociedades de Socorros Mutuos fueron las primeras organizaciones que
reflejaban el interés por parte de la clase trabajadora y el reciente proletariado de
organizarse para satisfacer sus aspiraciones e intereses vitales. En 1854 existían 900
mineros solo en Lota y la primera huelga desatada en la zona del carbón se efectuará tres
años más tarde, es decir al poco andar de la industria del carbón las contradicciones
producidas entre un modelo de acumulación y reproducción de capital extractivista y la
formación económico-social5, son evidentes.

Cuando el sentido común se refiere a Lota y Coronel como una “zona roja”,
inferimos que existe una subjetividad construida generación tras generación, que recoge
una herencia cultural arraigada en las luchas históricas del movimiento obrero de la
zona, pero esta herencia cultural y subjetividad debe ser constatada por hechos, sucesos
y procesos reales que la pongan de manifiesto.

Existen bastantes antecedentes que nos permiten validar esta premisa, Sergio
Grez Toso en su “Transición en las formas de lucha: motines peonales y huelgas obreras
en Chile (1891-1907)”, entrega bastantes referencias al respecto: los mineros del carbón
participaron del gran movimiento huelguístico nacional en 1890 en plena crisis que
desencadenaría la Guerra Civil de 1891; lograron constituir la Federación de
Trabajadores de Lota y Coronel en 1902, organización que agrupaba no solo a mineros,
sino a portuarios, lancheros, trabajadores de otras industrias, siendo una de las primeras

5
Formación Económico-Social: Formación Social, Modo de Producción y Lucha de Clases, área
ideológica, Juventud Comunista Andalucía. En: www.archivo.juventudes.org

9
organizaciones locales de carácter amplio; en marzo del mismo año se llevó a cabo la
primera de varias huelgas de los mineros de Lota y Coronel para exigir el pago de sus
salarios en moneda legal, a pesar de la derrota ya en mayo se gesta otra huelga masiva
de 3.000 mineros en Lota. En 1903 se desarrolla la primera gran huelga del siglo XX
que duró 3 meses, esta nace en Puchoco-Rojas y Boca-Maule (Coronel), movilización a
la cual se suman los mineros de Lota y estibadores de Schwager, siendo reprimida
brutalmente; como plantea Grez (2000), esto daba pie a una política sistemática de
criminalización y represión por parte del estado como de la patronal: “La matanza de
algunos mineros en huelga en Coronel y Lota a comienzos de 1903 marcó el punto de
partida del ciclo de masacres obreras que se extendería hasta la masacre de 1907 en
Iquique.” (p. 38)

Los registros indican que en 1904 se generó otra huelga masiva en Lota, el
mismo año Luis Emilio Recabarren visitaba la comuna de Coronel, en 1906 las
expresiones obreras y sus luchas sacudían la zona, esta vez fue el turno de la mina de
Buen Retiro (Coronel), ese mismo año se conmemora el Día Internacional del
Trabajador en la zona con una alta convocatoria. Las movilizaciones de los mineros no
solo tenían como objetivo mejorar sus condiciones materiales, sino que también
existieron objetivos políticos como la huelga de 1907 en Coronel, donde los trabajadores
solicitaron la salida del sargento que oficiaba de comandante de la policía privada de la
compañía minera.

Según Grez Toso (2000), entre 1902 y 1907 hubo 12 huelgas y paralizaciones en
las minas del carbón (Lota y Coronel). En cambio la década siguiente se caracterizó por
el retroceso del movimiento obrero, producido por las políticas represivas del estado
como de las compañías, lo cual tiene su punto de inflexión en la huelga carbonífera en
Schwager en 1918 y el Primer Congreso Minero, con presencia de trabajadores del
carbón de las provincias de Concepción y Arauco; pero el gran hito político y social de
la época fue la Primera Gran Huelga Larga, que duró 83 días, la cual contó con la
participación de 9.300 mineros en huelga, esta expresión de fuerzas fue apoyada por
manifestaciones en todo Chile, donde se sumaron los ferroviarios, obreros del salitre,

10
portuarios del norte, entre otros, obteniendo como conquista el término del pago de
salarios por fichas, eliminación de los guardias privados de las compañías y la jornada
laboral de 8 horas diarias. Esta movilización levantó la moral de los trabajadores y su
capacidad organizativa, lo que trajo la reacción de los sectores patronales y el estado;
desde 1921 hasta la derogación de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia en
1958, se desencadenó un proceso de criminalización de la movilización social,
persecución de las fuerzas sociales y políticas que se desenvolvían en el seno del
movimiento obrero, y el asesinato de decenas de mineros de la zona del carbón.

La reactivación del movimiento obrero-minero desde la década del 50’, se


concentró en la lucha económica y el aumento de los salarios, este tipo de lucha tuvo su
apogeo el año 1960 con la Gran Huelga Larga de los mineros, huelga histórica tanto por
su masividad, legitimidad, duración, y la capacidad de imposición de agenda al
gobierno. Se inició el 17 de marzo con una duración de 96 días, siendo aplacada solo por
el terremoto de mayo de 1960, en una compleja decisión política tomada por los
sindicatos mineros.

La organización de los mineros del carbón se siguió fortaleciendo con el


transcurso de los años, sobre todo en una década convulsionada por la polarización
internacional y nacional en cuanto a los proyectos políticos y económicos de desarrollo
que estaban en juego, siendo el gobierno de la Unidad Popular un ejemplo del avance
democratizador de la sociedad y reflejo de las fuerzas sociales motrices que avanzaban
hacia transformaciones estructurales del sistema político-económico chileno. En este
contexto es destacada la visita de Fidel Castro a Playa Blanca, el 18 de noviembre de
1971, pronunciando un discurso escuchado por miles de mineros de toda la cuenca del
carbón, dando énfasis en la “disposición moral y revolucionaria” de los mineros de Lota
y Coronel, que en 1961 presentaron la iniciativa de ir a defender la naciente Revolución
Cubana:

A nosotros nos conmueve profundamente recordar que cuando nuestra patria,


aquel 17 de abril, cuando los mercenarios armados y dirigidos y apoyados por los

11
imperialistas invadieron nuestra patria, los obreros de estas dos minas, a 8.000
kilómetros de distancia, que solo conocían de Cuba el nombre, que solo conocían
de la Revolución Cubana las noticias que de allá llegaban –tal vez fragmentarias,
tal vez tergiversadas–, decretaron 48 horas de huelga en apoyo de la Revolución
Cubana en aquel momento crítico de su vida, cuando era criminalmente agredida.
¿Qué significa eso? Eso significa internacionalismo. ¡Eso significa
internacionalismo proletario! No fueron los aristócratas, no fueron los
millonarios en ninguna parte del mundo los que podían expresar ni habrían
expresado jamás la solidaridad con el pueblo cubano, sino precisamente los
obreros que trabajan en las más duras condiciones en el fondo de la tierra. Fueron
ellos los que expresaron de esa forma su solidaridad.6

Estos referencias históricas, sumadas a las luchas que se dieron para derrocar la
dictadura cívico-militar –que desarrollaremos en este trabajo–, junto a aquellas que se
empecinaron en mantener viva la industria carbonífera durante el periodo neoliberal
(1985-1997) y las que intentaron por último evitar el trágico cierre de las minas,
entregan un aporte sustancial en cuanto antecedentes que permiten explicar el por qué
“zona roja”, y revela al mismo tiempo la relación profunda que existió entre el
movimiento obrero que se forjó en la zona con el surgimiento, arraigo y fortalecimiento
de una corriente política e ideológica cuya expresión orgánica más potente fue el Partido
Comunista de Chile.

2.2. La hegemonía política del PCCh en la zona del carbón

La relación entre el surgimiento del movimiento obrero en la zona y su


maduración política e ideológica puede tener varios factores, pero quizás el más
importante fue la labor militante de cientos de “cuadros” que marcaron el inicio de la
corriente de pensamiento socialista, tanto en la zona del carbón como en Chile, que

6
Fidel Castro. Discurso ante los mineros del carbón en Playa Blanca (Lota). Pág. 2. Recuperado
de: http://www.archivochile.com/America_latina/fidelcl/fidelcl0014.pdf

12
decantó a través de las décadas en la existencia de una hegemonía de la izquierda y en
particular del PCCh.

Los orígenes de la corriente socialista en Chile datan desde fines del siglo XIX y
principios del siglo XX, ésta poco a poco comenzó a influenciar al incipiente
movimiento obrero, siendo relevante la fundación del Partido Obrero Socialista (POS) el
24 de mayo de 1912, que de la mano de Luis Emilio Recabarren, Elías Lafertte, Luis
Víctor Cruz y muchos más, inició un trabajo de agitación en las masas que consistía en
charlas sobre doctrina socialista, medios de lucha, organización obrera, cooperativas,
crítica, anticlericalismo y antimilitarismo, entre otras. Esto permitió un crecimiento
exponencial del POS, que ya en 1915 se encontraba en varias filiales del norte del país y
algunos centros obreros de la zona central, esta situación comienza a cambiar ya que
desde 1917, el POS levanta una estrategia política para conquistar la Federación Obrera
de Chile (FOCH) que había surgido en 1909, cuyo carácter interclasista la mantenía bajo
una política reformista7 y de signo mutualista. Esta concepción comienza a mutar tras la
inserción de militantes del POS en la FOCH, utilizando publicaciones en conjunto, giras
públicas, sindicatos, instalaciones, etc. En 1919 tras la Convención de la Federación en
Concepción, surge la estrategia del POS donde el sector socialista se impone, éste
predominio se expresó en varias decisiones tomadas, como por ejemplo en su
declaración de principios donde explícitamente enunciaban la búsqueda de la abolición
del sistema capitalista, el cual será reemplazado por la gran Federación Obrera de Chile
(Ortiz, 2005, p. 221). Esta convención marca un antes y un después, posteriormente la
FOCH se lanzó por todo Chile nucleando organizaciones y sindicatos, dentro de las
cuales se encontraban las organizaciones del carbón. Ya para la gran movilización y
huelga de 1920, existían varias afiliaciones de la FOCH tanto en Lota como en Coronel,
donde destaca el nombre de Carlos Barrientos Cárdenas, fundador de la FOCH, líder de
la huelga de 1920 y conspicuo dirigente durante la toma del pique Puchoco-Schwager,
que es asesinado cuando salía de la Secretaría del Consejo N° 2 de Puchoco, a la edad de
28 años (Lagos, 1995).

7
Ver: Marxismo y Reformismo, V.I. Lenin, 1913.

13
Entre marzo y mayo se desarrolló la “huelga grande” del carbón en la región del
Golfo de Arauco, que marcó el comienzo del fin de la influencia del Partido
Democrático entre esos mineros y el inicio del ascenso de los socialistas en sus
organizaciones (…) La inviabilidad de la solución negociadora al estilo
demócrata y los desalojos, en que apareció involucrado Concha, hicieron que el
Partido Democrático perdiera militantes e influencia en beneficio del POS,
desplazándose el eje del conflicto desde el comité de huelga (de mayoría
demócrata) a la FOCH (predominantemente socialista). Los estandartes rojos y
los himnos socialistas, que por primera vez aparecieron en Lota y Coronel,
simbolizaban el inicio del cambio de hegemonía entre los trabajadores
carboníferos. (Grez, 2011, p. 111)

El POS en su camino por la zona consigue dos cargos a concejalías en Coronel


en 1921, lo que demuestra el lento pero progresivo avance de la izquierda en la zona del
carbón, siendo sus herramientas fundamentales la FOCH (instrumento de lucha contra
los patrones con objeto de mejorar las condiciones materiales de los trabajadores
arrebatando conquistas a los dueños de las minas), como el mismo POS (instrumento
político que bajo la táctica legal e institucional buscaba exteriorizar la política
programática del partido a otros sectores y fuerzas sociales). Es en este escenario donde
ambas organizaciones, una sindical de masas y la otra partidaria de cuadros, comienzan
a nuclearse, compartir militantes, periódicos oficiales, banderas, oficinas, etc. En la
Convención de Rancagua en diciembre de 1921, la FOCH se adhiere a la Internacional
Roja de Sindicatos, la IST8, lo trascendental de esto es que pocos días después se realiza
en el mismo lugar el congreso del POS, donde se define afiliarse a la III Internacional y
adoptar el nombre de Partido Comunista de Chile (PCCh), el 1 de enero de 1922. Lo
característico es que apenas concluido el congreso, Luis Emilio Recabarren llega a la
zona del carbón para llevar a los trabajadores las resoluciones de este mismo, el
surgimiento del partido de la clase trabajadora chilena. Dos días después de la fundación

8
IST: Federación Sindical ligada al Tercer Congreso de la Internacional Comunista, su objetivo
era organizar y coordinar el trabajo sindical del movimiento comunista internacional y mantener
los lazos entre los partidos comunistas cercanos a Moscú. Funcionó entre 1921-1937.

14
del partido, Recabarren participa en una asamblea en Lota donde asisten cerca de 2.000
personas, y el 4 de enero pronuncia discursos ante unas 6.000 personas en la plaza de
Coronel. A la llegada de Recabarren, la zona del carbón se encontraba movilizada en
una huelga que se trasformó en una dura prueba entre la FOCH y el PCCh por un lado, y
el gobierno y las compañías por otro, los sectores conservadores y reaccionarios
elaboraban elucubraciones respecto a un posible soviet que se estaría conformando en la
zona, con sus respectivas Guardias Rojas, en un cuerpo constituido por 200 mineros de
Schwager y 500 de Lota (Grez, 2011, pp. 185-186).

Dos dirigentes orientaban y conducían esta movilización en Lota y Curanilahue,


se conoce de Guillermo Vidal en Lota (comunista) y Vitecindo Reusser en Curanilahue.
Tras la movilización se presentaron distintos sucesos de violencia como atentados y
asesinatos, entre Fochistas y guardias patronales/carabineros. En 1922 Héctor
Rodríguez, alcalde de Lota elevado por la FOCH y el PCCh, fue asesinado en un
atentado armado (Grez, 2011, p. 162). Esto demuestra la tensión política suscitada por
las movilizaciones y la creciente polarización local. Estos fueron los primeros atisbos
que demuestran el arraigo del PCCh en Lota y Coronel, situación que se desplegaría en
los siguientes años, la hegemonía política que construyó en PCCh en la zona del carbón
fue gracias al trabajo militante que se desempeñó durante los primeros años del partido,
lo que permitió seguir conduciendo sindicatos mineros de toda la cuenca, un ejemplo
claro de esto, es que quedando el partido ilegalizado en 1948 por la Ley de Defensa
Permanente de la Democracia (“Ley Maldita”, a decir de Neruda), ganan por amplia
mayoría en las elecciones sindicales de las minas de Schwager; en 1949 3.000 hombres
son borrados de los registros electorales de Lota y Coronel, a 313 mujeres de ambas
comunas se les aplicó la Ley Maldita y el 25% de los trabajadores del carbón fueron
relegados. Estos hechos reflejan la importancia de la izquierda y el PCCh en los
procesos de movilización obrera y el respaldo que tuvo en amplios sectores sociales de
ambas comunas, sobre todo con el advenimiento del Gobierno Popular de Salvador
Allende.

15
2.3. La represión política en Lota y Coronel

La represión política que sufrió zona del carbón no solo tiene su punto máximo
con el asesinato y fusilamiento de 4 de los suyos posterior al golpe de estado de 1973:
Isidoro Carrillo Tornería (Gerente General de ENACAR), Danilo González Mardones
(Alcalde de Lota), Vladimir Araneda Contreras (dirigente del Magisterio) y Bernabé
Cabrera Neira (Presidente del Sindicato Celulosa de Concepción), sino que también es
parte de la ecuación histórica entre el movimiento obrero de la zona y la hegemonía
política del PCCh. Existen precedentes de larga data, como el asesinato en una
manifestación pública el 1 de enero de 1922, de 8 mineros y el sacerdote Bruno
Delpouve en Coronel, el asesinato de Carlos Barrientos Cárdenas en 1922, la violenta
represión en la Plaza de Lota en 1924 con un saldo de 5 mineros muertos; el asalto en
1942 al Sindicato Minero N° 6 de Lota por la policía que ingresó disparando e hiriendo
de muerte a varios mineros.

Lo que se presentaba frente a los ojos del mundo político y patronal respecto a la
zona de la minería del Carbón era qué, efectivamente, el comunismo había
alcanzado una enorme influencia, si no sobre la población misma, sí sobre los
grupos que se articularon para desarrollar iniciativas que les permitieron conducir
a las organizaciones sindicales y comunales, disputando un espacio que
tradicionalmente había estado controlado por las empresas y sus intermediarios
administrativos y políticos. (Venegas, 2012, p. 85)

En 1947, durante el gobierno del radical Gabriel González Videla, cuya coalición
de gobierno –Alianza Democrática– estaba compuesta por el PCCh, se efectúa una
severa represión al movimiento obrero del carbón, que dio paso a la ilegalización y
persecución del comunismo a través de la Ley de Defensa Permanente de la
Democracia, mencionada en el punto anterior. El presidente González Videla:

Comenzó a reforzar un discurso anticomunista y a plantear los conflictos del


carbón cómo la avanzada para la derrota de la democracia y la instalación de un

16
régimen de filiación soviética en el país (…) Para ganar esa guerra contra el
comunismo había que ganar primero la “batalla del carbón”. (Venegas, 2012, p.
96-97)

Volverá el movimiento obrero carbonífero a sufrir la represión estatal a partir del


11 de septiembre de 1973, con los fusilados de Lota y posteriormente los miles de
apresados. En síntesis, el movimiento obrero de la zona del carbón y sus organizaciones
han pasado por tres periodos de represión: La dictadura de Carlos Ibáñez del Campo
(1927-1931), el periodo de vigencia de la Ley de Defensa de la Democracia (1948-
1958), y la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet (1973-1990).

Con estos antecedentes, a saber: la tipificación de Lota y Coronel como zona


roja, la tradicional preponderancia política del PCCh en las fuerzas sociales de la zona, y
la represión política de larga data, afirmamos nuestro tema de investigación y
problematización sobre la Política de Rebelión Popular de Masas del PCCh, en relación
a la singularidad de su aplicación y asidero en una zona donde concurren estas tres
premisas.

El Partido Comunista de Chile es síntesis de un largo proceso de maduración de


fuerzas sociales y fuerzas políticas que transitaron desde los inicios del movimiento
obrero nacional por distintas vicisitudes; políticas, ideológicas y estratégicas, cuyo
resultado fue la interrelación entre el POS, la FOCH y el PCCh. Este correlato no solo
fue orgánico, sino que se manifestó en el seno de las franjas sociales que vieron en estos
instrumentos políticos referentes de sus intereses por mejorar las condiciones de vida,
como de proyectar en el plano real, y a través de la organización, un país socialista.

Es en este mismo plano real de los hechos que la zona del carbón tiene mucho
que decir.

17
3. Preguntas de investigación

1) ¿Por qué el Partido Comunista de Chile decidió implementar la Política de Rebelión


Popular de Masas (PRPM) como respuesta político-militar a la dictadura cívico-
militar en el periodo1983-1986?

2) ¿Cuáles fueron los elementos fundamentales de la Política de Rebelión Popular de


Masas (PRPM) que se expresan durante el periodo 1983-1986 y de qué manera
inciden en la desestabilización de la dictadura cívico-militar?

3) ¿De qué manera la Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM) del Partido
Comunista de Chile se materializa orgánica y políticamente en la zona del carbón a
partir de la acción de sus militantes en el periodo 1983-1986?

4) ¿Cuáles fueron las principales líneas de acción de la Política de Rebelión Popular de


Masas (PRPM) que son asumidas más plenamente por los militantes de la zona del
carbón y sus efectos en la población local y en las distintas franjas sociales en el
periodo 1983-1986?

5) ¿Cómo se percibe por parte de los militantes del Partido Comunista de Chile, las
acciones contenidas en la Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM) y la
represión de la dictadura cívico-militar durante el periodo 1983-1986 en la zona del
carbón?

18
4. Objetivos de la investigación

4.1. Objetivo General

Comprender la singularidad que tuvo en Lota y Coronel la Política de Rebelión


Popular de Masas (PRPM) entre los años 1983 a 1986, a través del testimonio de sus
militantes y cómo incidió en el enfrentamiento con la dictadura cívico-militar en una
zona considerada históricamente de izquierda.

4.2. Objetivos Específicos

1) Explicar la decisión del Partido Comunista de Chile para implementar la Política de


Rebelión Popular de Masas (PRPM) como respuesta político-militar a la dictadura
cívico-militar en el periodo1983-1986

2) Describir los elementos fundamentales de la Política de Rebelión Popular de Masas


(PRPM) que se expresan durante el periodo 1983-1986 y de qué manera inciden en
la desestabilización de la dictadura cívico-militar.

3) Examinar de qué manera la Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM) del


Partido Comunista de Chile se materializa orgánica y políticamente en la zona del
carbón a partir de la acción de sus militantes en el periodo 1983-1986.

4) Identificar las principales líneas de acción de la Política de Rebelión Popular de


Masas (PRPM) que son asumidas más plenamente por los militantes de la zona del
carbón y sus efectos en la población local y en las distintas franjas sociales en el
periodo 1983-1986.

5) Analizar la percepción que tienen los militantes del Partido Comunista de Chile de la
zona del carbón de las acciones ejecutadas por ellos en el marco de la Política de
19
Rebelión Popular de Masas (PRPM) y la respuesta represiva de la dictadura cívico-
militar durante el periodo 1983-1986.

5. Objeto científico de investigación

El propósito de este estudio es investigar la Política de Rebelión Popular de


Masas implementada por el Partido Comunista de Chile para derrotar a la dictadura
cívico-militar en el periodo 1983-1986, analizando la singularidad que adopta ésta en los
militantes de la zona del carbón. La perspectiva que utilizamos es desde los sujetos
políticos militantes del Partico Comunista de Chile en Lota y Coronel, en tanto actores
territoriales con una significativa trayectoria política de izquierda.

El estudio se inscribe en la tradición comprensiva de los fenómenos sociales


adoptando un paradigma interpretativo e implementando un enfoque cualitativo. Para
este efecto se buscó informantes claves –militantes del PCCh de Lota y Coronel–, con
un rol activo durante el periodo en análisis, recopilando la información a partir de la
aplicación de una entrevista semi-estructurada. Además se incorpora el análisis
documental del Partido Comunista de Chile, prensa del periodo y una iconografía
relevante.

El análisis de los datos se realizará mediante mallas temáticas y su codificación,


más elementos del discurso histórico.

20
6. Importancia de la investigación y aporte teórico

Nuestra investigación pretende visualizar una parte de la historia que permanece


soslayada ante la historiografía política y local, develando la importancia, primero de un
constructo político ideológico elaborado como un plan estratégico para echar abajo una
dictadura militar, lo cual nos parece un acontecimiento de suma relevancia en la historia
política reciente, en segundo lugar nos atrae la historia del PCCh y de su destacamento
militante que por más de 100 años ha caminado por diversas etapas y fases, altos y
bajos, contradicciones y fisuras, pero ha sido el único partido en la historia de Chile que
ha sobrevivido ante tres procesos de clandestinidad y represión política, ha soportado
fracciones y quiebres, ha mantenido una relación con las franjas sociales y populares que
ha declarado representar y hoy sigue siendo un partido con arraigo en las masas, por lo
tanto comprender su elaboración y praxis política es bastante significativo.

El aporte teórico de esta investigación es evaluar la definición estratégica del


Partido Comunista de Chile en la lucha política bajo un contexto dictatorial, en este caso
la Política de Rebelión Popular de Masas, desde el punto de vista de la historia local,
pero sobre todo de la territorialización de la acción política del partido en Lota y Coronel
durante el periodo de 1983-1986. Además consideramos que esta investigación entrega
aportes relevantes para la historia política reciente de la zona del carbón, respecto a un
agente político de primer orden en este territorio: los comunistas. La investigación
también intenta romper con el esquema centralista y general de la historiografía política,
que muchas veces obvia particularidades, contextos y miradas locales de un escenario
global, por lo tanto deseamos entregar esa perspectiva local. También aportaremos al
conocimiento de las expresiones de violencia política y el comportamiento del
acumulado histórico de la espacio societal carbonífero en un momento crucial de la
historia de Chile.

Por último, pensamos firmemente que esta investigación tributará a la izquierda


chilena, que justo en estos momentos de claros y oscuros necesita de aportes para la
discusión central de los distintos proyectos políticos, de su estrategia política.

21
CAPÍTULO II: MARCO TEÓRICO

1. Historia del PCCh y sus vicisitudes en Lota y Coronel

Para nosotros historizar sobre la trayectoria del PCCh no resulta ser una labor
fácil a pesar de la gran vertiente historiográfica que se nos presenta, quizá hacer historia
de otro partido político sería un poco más sencillo, fechas, datos, fundadores, política,
periodos, etc. Pero hacer historia del PC no implica adentrarse solamente en el
instrumento orgánico y su política, sino inmiscuirse en la unidad y relación dialéctica de
éste con el movimiento de masas y las luchas obreras del Chile del siglo XX en adelante,
sobre todo si nuestra especificidad nos lleva a la zona del carbón. Nos sumamos a las
palabras de Perry Anderson (1984), quién plantea:

Ninguna historia de un partido comunista es finalmente inteligible a menos que


esté relacionada constantemente con el equilibrio nacional de fuerzas del que el
citado partido no es más que un momento y (con) el contexto dentro del cual
debe funcionar. (Álvarez, 2003, p. 35)

Los orígenes del Partido Comunista los podemos remontar junto a los albores del
movimiento obrero en Chile de fines del siglo XIX, a la par de un determinado modelo
de desarrollo, proceso de acumulación y sus correspondiente formación social y
económica, todo este cuadro se origina entre “la última fase del modelo de producción y
acumulación colonial (1860-1878) y la primera fase de transición de la economía
colonial a la economía industrial capitalista (1870-1930)” (Salazar, 2003, p. 29-30).

Existe una profunda relación entre el surgimiento de las primeras organizaciones


políticas del movimiento obrero, la denominada cuestión social y la proletarización de
las clases empobrecidas en los centros productivos del país. Esta mutación del peonaje
en clase obrera dio paso a nuevas luchas y objetivos, y por lo tanto a nuevas formas de
organización:
22
Desde fines del siglo XIX y los primeros años del nuevo siglo el paso del motín
inorgánico a la huelga obrera organizada se precipitó: lentamente fueron
desapareciendo las explosiones de ira peonal sin programa, organización ni
líderes conocidos y en su reemplazo se generalizó la huelga obrera, apoyada cada
vez más frecuentemente en organizaciones de carácter permanente (sociedades
de resistencia, mancomunales y sindicatos). (Grez, 2011, p. 23)

La vorágine del periodo vio surgir varias expresiones orgánicas, vastos partidos
que intentaron representar los intereses de la novel clase obrera, ejemplos como la Unión
Socialista en 1896, el Partido Obrero Francisco Bilbao en 1898, el Partido Socialista
Científico en 1900, el Partido Obrero de Viña del Mar en 1912 entre otros. Ninguno
prosperó y todos fueron efímeros hasta que el 6 de junio de 1912 en un local de “El
Despertar de los Trabajadores”, veintidós militantes deciden separarse del Partido
Democrático y fundan el Partido Obrero Socialista (POS) bajo la conducción del mítico
Luis Emilio Recabarren. La línea política del POS se nutría de diversas vertientes
críticas, socialistas y democráticas que tenían un común denominador, el férreo rechazo
al Partido Democrático, que para el POS este representaba los intereses de la pequeña
burguesía y solo buscaba reformar las instituciones existentes, democratizándolas pero
dejándolas intactas en tanto instrumentos al servicio de la clase dominante.

El POS se hizo presente en la zona a través de la Federación Obrera de Chile


(FOCH) –por largo tiempo existió un proceso de construcción simbiótico entre estas dos
organizaciones–, la cual mantenía filiales locales, recordar que ya en 1900 existían 6.000
obreros mineros trabajando en la zona del carbón, y según Carlos Fuchslocher9 hay
señales que indican que el POS en 1916 adquiere una casa en la calle Galvarino en el
centro de Lota Bajo. El POS no escatimó en recursos y medios para “liquidar” a la
burguesía, si bien la lucha de masas era su táctica predilecta, también ocupó la

9
“En 1916 sale Recabarren en gira por todo el sur del país hasta Punta Arenas y hay señales que
indican que en ese único viaje nacional se concibe la idea de la adquisición de la legendaria casa
de calle Galvarino 4, en el centro de Lota Bajo”. (Fuchslocher, 2009, p. 15)

23
representación política en la institucionalidad criolla, amparados bajo la tríada
estratégica; el gremialismo, las cooperativas y el partido político10.

Este primer oleaje orgánico de la corriente socialista en Chile tiene su debate más
intenso en los primeros años de la década del XX, la influencia de la revolución Rusa
fue notoria en el –hasta ese momento– ecléctico POS, ya en 1918 Luis Víctor Cruz
emana un artículo a favor de la revolución de los “maximalistas” rusos, que se
materializa con la adhesión en 1920 a la III Internacional. Esta adhesión fue aceptada
por las mayorías pero también existió cierto rechazo de algunos dirigentes de la FOCH
(Enrique Díaz Vera) que tras el contexto nacional de la candidatura de Arturo Alessandri
impulsaron el proyecto del partido único de la clase obrera, un partido laborista, que
conjugara las fuerzas sociales y políticas de la FOCH, Partido Democrático y POS. Esta
disyuntiva se respondió con la decisión cada vez más férrea del POS de transitar hacia la
conformación independiente del Partido Comunista de Chile.

El POS adquiere la denominación de Partido Comunista el 1 de enero de 1922,


tras el congreso realizado en Rancagua, ratificando su adherencia a la Komintern. A los
días de fundado el partido, Recabarren se dirige raudo a la comuna de Lota, donde los
mineros llevaban una huelga desde el primer día del mismo mes, a profesar la noticia de
la conformación del partido de la clase11.

10
Si bien el POS nunca descartó la lucha dentro del plano institucional, su crítica hacia el
Partido Democrático se basaba en la acción política de este, caracterizada por la conciliación de
clases, alianzas con sectores patronales, lógicas burocráticas y su concepción estratégica, la que
para el POS debía contener 3 elementos: El “gremialismo” como herramienta de organización
de la clase trabajadora para luchar por reivindicaciones generales de la contradicción
capital/trabajo, las “cooperativas” como medio de articulación económica de las familias de la
clase trabajadora, bajo la influencia mutualista y la “organización política” como partido obrero
de la clase, cuyo objetivo es la lucha política, modificando la correlación de fuerzas entre el
aparato gremial y la cooperativa versus la patronal y el estado.
11
El conflicto en la zona se gestó el 31 de diciembre de 1921, al terminar el contrato anual de los
mineros Fochistas con la compañía, reduciendo la cantidad de turno, lo cual significó sobre
explotar la fuerza de trabajo de los mineros y reducir el personal a través del despido, los obreros

24
El PCCh tuvo un comienzo ambiguo, por una parte asumió una política
sumamente clasista pero nunca pudo resolver su política estratégica, lo cual mermó el
accionar político en ciertas coyunturas nacionales, esto sin duda generó tensiones que se
intentaron subsanar con la llamada “bolchevización”12 13 del partido (1924-1933), como
sistema de educación “revolucionaria” al conjunto del cuerpo partidario.

Bajo el primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, el PCCh tuvo que lidiar
con su primera clandestinidad (1927-1933), siendo proscrito. La acción de los aparatos

recibieron a la delegación del PCCh un par de días después “el 3 de enero -tan solo dos días
después de la fundación del partido- Recabarren participó en una asamblea en Lota a la que
asistieron más de 2.000 personas (…) El l4 de enero, Recabarren, Greco, el diputado Juan
Pradena Muñoz, del ala izquierda del partido democrático, y otros líderes obreros pronunciaron
discursos ante una multitud de unas seis mil personas en la plaza del vecino pueblo de Coronel.
En medio del gentío se agitaban los estandartes de los consejos federales (masculinos y
femeninos) de la FOCH de Lota, Playa Negra, Puchoco-Schwager, Maule y Buen Retiro” (Grez,
2011, p. 181).
12
El proceso de Bolchevización nace durante el V congreso de la Komintern en julio de 1924
como mecanismo de educación revolucionaria para el resto de los partidos comunistas del
movimiento internacional, esto significó modificaciones políticas y orgánicas del PCCh, se
incorporó la organización celular, el centralismo democrático como mecanismo interno de
orden, rigurosidad en la disciplina interna, partido de cuadros políticos, etc. Este proceso no fue
lineal ni continuo, fue interrumpido por la dictadura de Ibáñez del Campo, lo que dio paso a la
primera disyuntiva ideológica y quiebre del partido con la oposición de los “hidalguistas” más
cercana a la corriente Trotskista. Estos fueron acusados de colaboradores de la burguesía. (Furci,
1984/2008)
13
La Bolchevización implicó una revisión profunda de los aspectos culturales, identitarios y
sobre todo de la composición social del partido, esta trajo consigo la denominada
“proletarización” del partido, que consistió en la estrategia utilizada para reclutar nuevos
militantes, en especial obreros de las industrias estratégicas de la economía nacional, para
Ximena Urtubia Odekerken (2016) ésta consistió en una política favorable para la constitución
del futuro partido de masas y de cuadros políticos.

25
represivos mermó la capacidad orgánica del PC y persiguieron a sus dirigentes 14. A
pesar de la clandestinidad los comunistas siguieron desarrollando su labor política, bajo
el testimonio de antiguos militantes podemos reconocer que ya en 1924, el Alcalde que
regía la comuna de Lota era militante comunista (Héctor Rodríguez), en 1926 se crea el
gran Sindicato Industrial Minero de Lota15 y en 1929 el de Schwager, que vienen a
demostrar la fuerza social y el poder político adquirido hasta ese entonces en la zona
industrial minera.

El periodo posterior se caracteriza por la apertura democrática, que significó una


extensión y amplificación social de la política comunista, que ya en 1933 tenía mayores
certezas políticas, ese año sale de la ilegalidad y tras una fuerte autocrítica resuelve dejar
de lado la política “ultraizquierdista”, “sectaria”, denominada de “clase contra clase”, o
del “tercer periodo”. La crisis de 1929 fue el punto de inflexión para el cambio en el
modelo de acumulación y reproducción de capital, del capitalismo organizado
monopolista se dio paso al capitalismo de bienestar amparado bajo un modelo de
industrialización y sustitución de importaciones, que en Chile significó incorporar
nuevas clases sociales a la arena política, esta realidad nacional sirvió como plataforma
para los partidos marxistas (comunista-socialista), sobre todo para el PCCh que seguía
una marcada influencia del movimiento comunista internacional, adoptaran la nueva

14
La primera clandestinidad del PCCh se formalizó el 15 de marzo de 1927, en el transcurso del
gobierno de Emiliano Figueroa a la dictadura Ibañista, el partido fue duramente castigado, sus
militantes fueron torturados, renegados e inclusive hubo muertes. En 1929 la gran mayoría del
Comité Central fue relegado a la Isla de Pascua. A la inmadurez política, práctica y la
clandestinidad, se sumó la ferviente disputa interna por la conducción del partido entre
Trotskistas y Estalinistas (Muñoz, 2014).
15
El año 1926 se crea el Sindicato Industrial Minero N° 6 de Lota, que no fue solo un enclave
para reuniones y asambleas de los mineros, sino que también fue ideado como centro cultural y
de difusión abierto a toda la comunidad, símbolo de la cultura lotina, este funcionaba en Lota
Alto en el Pabellón 20 frente a la parroquia Matías Cousiño, trasladándose luego al Pabellón 8
del sector Fundición; también se le denominó “Hogar Social de los Mineros del Carbón”.

26
tesis de la Revolución Democrático Burguesa de la Komintern (1935)16. En 1936 surge
el Frente Popular que triunfa con la candidatura del radical Pedro Aguirre Cerda en
1938, mismo año que es electo como alcalde de Lota el comunista Santos Leoncio
Medel Basualto17. Para el historiador Hernán Venegas Valdebenito (2012) “la nueva
etapa inaugurada con la llegada al gobierno de la coalición de centro izquierda coincide
con el regreso de los comunistas a la dirección de los sindicatos y a los gobiernos
comunales” (p. 80), acrecentándose de esta forma la adhesión al PCCh de los sectores
obreros que se vio fielmente reflejada en la zona del carbón, Lota y Coronel fueron
enclaves estratégicos para los comunistas, por lo tanto combatidos por los sectores
conservadores y patronales, en sí, “lo que le molestaba a los representantes políticos era
que efectivamente en la zona del carbón, pero también sindicatos de otros núcleos
industriales mineros, estuvieron dirigidos por el Partido Comunista” (Venegas, 2012, p.
85). La política represiva no se dejó esperar, el 18 de julio de 1942 se aprobó la Ley

16
Esta nueva tesis política se sintetizaba en que la revolución Chilena, su carácter inminente no
era socialista, sino que debía cumplir con las tareas democrático burguesas, siendo su contenido
reformista (agrario) y anti imperialista, donde las labores de modernización, industrialización
nacional, establecimiento de derechos sociales eran trascendentales, para lograr estos objetivos
se necesitaba el consorcio de amplias capas y clases sociales, inclusive sectores de la burguesía.
En el contexto internacional el PCUS y la Komintern comulgaban la creación de Frentes
Populares Antifascistas para limitar el avance del fascismo unificando a todos quienes se ven
afectados por él, desde la clase obrera a la burguesía democrática, el objetivo y la lucha no era
inmediatamente por el socialismo, sino por la democracia, la paz y contra el fascismo.
17
Santos Leoncio Medel Basualto nació en Lebu en 1904, trabajó desde muy pequeño en las
minas de ese mismo pueblo tirando los caballos que conducían los carros de carbón, trabajó en
Lota, Cosmito, Curanilahue, Schwager y Coronel. Militante del PCCh desde 1927, fue dirigente
de la FOCH, miembro de la Federación Minera de Chile, CUT, Sindicato Victoria de Lebu e
integró el Comité Central del PCCh. En 1932 fue apresado y tuvo que recurrir a una huelga de
hambre, en 1947 debió viajar clandestinamente desde Lota a Santiago, fue alcalde de Lota entre
1938 y 1942 y regidor en dos periodos: 1935 a 1937 y 1952 a 1955. Para Luis Corvalán Lepe
(1997) fueron aquellos que ayudaron a construir el partido, imprescindibles, “de los que nunca se
sintieron abatidos ante la magnitud de los problemas y de las dificultades y que solo la muerte
pudo derrotarlos” (p. 69).

27
7.200, que contenía una serie de mecanismos de coerción social otorgando mayores
prerrogativas al Presidente, éste cuerpo legal es utilizado por Gabriel González Videla
para apagar la movilización social de la zona carbonífera y ampliar la ola anticomunista.
El discurso anticomunista se extendió por el miedo de los sectores liberales y
conservadores ante el aumento del caudal electoral municipal del PCCh y la conducción
política de los grandes sindicatos de la clase trabajadora chilena. La huelga de agosto de
1947 fue el pretexto y antesala para promulgar la Ley de Defensa Permanente de la
Democracia18, oficializada cuando la labor desarticuladora y represiva en la zona ya se
encontraba realizada:

Se decretó zona de emergencia a la región carbonífera; se procedió al aislamiento


de Lota y Coronel; se impidió la entrada y salida de personas sospechosas; se
apresó a los cabecillas, se movilizó militarmente a las industrias; se procesó a los
insurrectos; se evacuó a cientos de individuos; se cancelaron las personerías
jurídicas de los sindicatos y se les incautaron sus bienes, privándoles de los
medios materiales para una resistencia prolongada. (Venegas, 2012, p. 98)

La nueva proscripción del PCCh dio paso a un nuevo periodo de clandestinidad,


que se extendió hasta 1958. Esto además indujo un quiebre importante en torno al cómo
enfrentar la situación, puesto que el Comité Central adoptó la táctica de la “resistencia
combativa y organizada”, que conceptualmente comprometió ambigüedades:
18
La Ley se dictó el 3 de septiembre de 1948 bajo el número 8.987. En virtud de esa disposición
se anuló la calidad de ciudadanos a cerca de 24.000 militantes comunistas, prohibiéndoles
participar como votantes en todo tipo de comicios electorales, tanto políticos como sindicales.
Sin duda esta ley repercutió en la zona del carbón, las acusaciones que emanaban desde
diputados conservadores como Sergio Larraín Fernández trataban de asociar la disminución de la
producción de carbón con un complot comunista, inclusive el propio González Videla
denunciaba que las “maquinaciones” comunistas se hacían para mantener el poder en los
sindicatos mineros y con esto tensar al gobierno, el estado y a los empresarios. Hernán Venegas
(2012) es explícito en mostrar por una parte la capacidad efectiva del PC en la conducción de los
sindicatos y por otra el resquemor y miedo adquirido por la compañía, los sectores de gobierno y
conservadores ante la capacidad política del Partido Comunista.

28
Hubo dos interpretaciones para esta táctica. La primera fue la de Galo González
y otros líderes del Partido (Luis Corvalán y Volodia Teitelboim, entre otros).
Ellos creyeron que era muy importante que el PCCh se involucrara en una batalla
a largo plazo para derrocar a González Videla, sin arriesgar a las estructuras
básicas en la resistencia a la fuerte represión de González Videla.
La segunda interpretación era la de Luis Reinoso, Benjamín Cares y E.
Espinoza, quienes creyeron que, mientras era correcto organizar una retirada, el
PC debía prepararse a la vez para derrocar a González Videla. (Furci, 1984/2008,
p. 83)

La mayoría de los dirigentes rechazó la interpretación de Reinoso respecto de la


política de “resistencia combativa” y, cuando expulsaron a su grupo, no más de
300 miembros dejaron el PC. Después que la lucha dentro de la Dirección
terminó, el PC comenzó a desarrollar una nueva estrategia política. (Furci,
1984/2008, p. 91)

Esta nueva estrategia utilizada por el PCCh para enfrentar este periodo será la del
Frente de Liberación Nacional (FLN)19, que recogió la experiencia de la corriente

19
El surgimiento de esta línea política también se enmarca en el camino trazado por las alianzas
amplias de los frentes populares, pero la lucha ya no será contra el fascismo, sino por la
independencia nacional, el contexto de la década del 50’ entrega otras prioridades estratégicas.
En este sentido para Galo González (Secretario General) se debería establecer una alianza
inclusive con la burguesía criolla, pero con aquella que tuviera contradicciones con el
imperialismo y el latifundio, esta alianza ya no debía poner el acento en la burguesía sino en la
hegemonía obrera, más ofensiva que las alianzas anteriores y la revolución se caracterizaría por
las transformaciones democrático burguesas. “La revolución que hoy está planteada en nuestro
país no es precisamente de carácter socialista, sino democrático popular, de liberación nacional,
antiimperialista y antifeudal” (X Congreso del PCCh, 1956). De esta corriente se conforma el
Frente del Pueblo que en 1952 levantó la candidatura de Salvador Allende. “El Frente del Pueblo
derivó en el Frente de Acción Popular, FRAP, y luego en la Unidad Popular. Fue el núcleo

29
aliancista y frente populista con algunas modificaciones dentro de la línea política que
permitieron el surgimiento del Frente del Pueblo (1952) y la primera candidatura de
Salvador Allende Gossens.

Los factores nacionales e internacionales de una u otra forma influenciaron la


política del PCCh, por ejemplo, el conocido XX Congreso del PCUS (1956) que dio por
finiquitada la hegemonía estalinista en el movimiento comunista internacional e
inauguró la tesis de la “coexistencia pacífica” con el mundo capitalista, vino al mismo
tiempo a reafirmar la trayectoria política del PCCh. Esta década mayoritariamente fuera
de la legalidad si bien no significó la desaparición y ausencia del PCCh en “las masas” y
en la política nacional, si determinó el proceso de regresión del movimiento sindical de
la zona del carbón, los mecanismos de represión y contención, que para Venegas (2012)
se suscribieron y potenciaron junto a la crisis estructural de la industria carbonífera que
se hacía patente a mediados de la década del 50’, bajo tres fenómenos concretos: un
proceso de recomposición de la empresa (productiva-administrativa), involución de la
demanda de fuerza laboral, y la consecuente crisis social que se manifiesta durante el
conflicto de 1960 y la famosa Huelga Larga.20 Para los comunistas no fue difícil seguir

inicial de un movimiento popular distinto a todos los que habíamos conocido, en el que la clase
obrera y el pueblo eran los actores principales” (Corvalán, 1997, p.70)
20
La Huelga Larga de los mineros hunde sus raíces en a fines de 1959 en el gobierno de Jorge
Alessandri bajo un contexto marcado por el alza del costo de vida (21,2%) según el Centro de
Estudios Económicos y Sociales del país. La propuesta del gobierno a los trabajadores de la zona
fue un aumento paliativo del 10%, dinero que sería descontado del aumento del año siguiente,
cuestión que rechazaron los sindicatos, estos en su mayoría redactan un pliego de peticiones
único en el sindicato de obreros de la bahía de Lota. El 17 de marzo se hace efectiva la huelga
sumándose la gran parte de los sindicatos de Lota y Schwager, pasan los días y la junta especial
de conciliación para las provincias de Concepción y Arauco busca en dos oportunidades
negociar con los mineros, los cuales siguen rechazando la propuesta. Sin trabajo existía escasez
de alimentos, las ollas comunes se cuentan por 200 al igual que la gran solidaridad de los
estudiantes de la provincia. Para buscar la sensibilidad y quebrar la voluntad del gobierno y la
compañía, deciden copar Concepción con una movilización y marcha masiva que despobló las
comunas de Lota y Coronel; a pesar de las demostraciones de fuerzas frente a la intransigencia

30
desarrollando política en un escenario distinto, el trabajo continuo más el “respeto” y la
confianza adquirida y entregada por el pueblo les permitió estar a la cabeza del
movimiento obrero, que tuvo repercusiones político-institucionales de carácter nacional,
como la promulgación en 1967 de la Ley de Lámpara a Lámpara, conquista lograda
posteriormente gracias a la Huelga Larga de 1960, en la que el dirigente sindical Isidoro
Carrillo Tornería jugó un rol protagónico:

Los mineros, los mismos que en 1920 conquistaron la jornada laboral de ocho
horas, luchaban porque dicha jornada de ocho horas fuera real y efectiva. La
jornada conseguida en 1920 corría desde que el minero llegaba al frente de
laboreo hasta que terminaba su labor productiva; sin embargo con el transcurso
de las décadas el tiempo de llegada hasta el frente era cada vez mayor,
especialmente en minas como Schwager donde los trabajadores podían demorar
casi dos horas en entrar y salir de los piques.
Los mineros proponían una jornada de ocho horas, desde que bajaban al
interior de la mina y recibían su lámpara de trabajo, hasta el momento en que la
entregaban, antes de ser subidos al ascensor. Exigían también la instalación de
duchas para bañarse después del trabajo, además de otros puntos domésticos
diversos.21

En el plano local Alberto Sandoval Álvarez y Danilo González son electos


regidores de Lota en 1968.

La línea del FLN del PCCh alcanzó su máximo desarrollo en 1969 con la
constitución de la Unidad Popular (UP) dando correlato a la estrategia frente populista

del gobierno, el desgaste de tres meses de conflicto, la fatiga diaria, la falta de alimento, el
terremoto, la diáspora de los niños y niñas, etc., terminaron por minar la voluntad de los
mineros, estos deponen la movilización tras 96 días de huelga efectiva, logrando un aumento del
19,5%. Esta gran movilización pasaría a la historia y quedaría en la memoria de generaciones y
generaciones provenientes de la zona del carbón.
21
Extraído de: http://www.lalistadelschindlerchileno.cl/isidoro-carrillo/

31
que venía siendo la tónica en la política del partido; la Unidad Popular como amplio
bloque social y político, reunía desde sectores de la burguesía y pequeña burguesía,
hasta la acerada alianza del PS-PC, como representante política de la clase obrera
chilena. Para Alonso Daire:

La UP es la realización de la estrategia del PC desde 1950 (…) La UP representa


un punto de llegada en el análisis que sostenía el PC desde hace veinte años. La
UP como revolución antiimperialista, primera etapa de transición al socialismo,
es la realización histórica del pensamiento del PCCh”. (Álvarez, 2003, p. 46)

La UP como proyecto político asume la tesis de la “Vía Chilena al Socialismo”


del PC, que a pesar del gradualismo de éste, el programa de gobierno incorpora tareas
“anti-feudales” y “socialistas” impulsadas por un PS radicalizado hasta ese momento, lo
que traería contradicciones, tensiones de orden político en cuanto a profundidad y
tiempos en el Gobierno Popular, el llamado “empate catastrófico” para algunos autores,
como Moulian (1997), fue el principal factor de la desestabilidad de la Unidad Popular,
en conjunto a otros factores: intervención norteamericana, vaciamiento del centro
político, polarización ideológica y extremos políticos, desborde social y superación de
los marcos de participación institucional.

En esta nueva coyuntura el PCCh se volcó a respaldar el programa de gobierno y


las políticas de la UP en los amplios sectores sociales y en el movimiento de masas, en
este caso la retaguardia política y social consolidada de la izquierda en la zona del
carbón más el carácter estratégico para la economía nacional de esta industria conllevó a
estatizar la empresa Carbonífera Lota Schwager S.A. e incorporarla al Área Social de la
Producción, lo que es públicamente declarado por Allende durante un discurso en la
Plaza de Armas de Lota22, nombrando al dirigente comunista Isidoro Carrillo Tornería

22
Discurso de Salvador Allende Gossens en Lota, 31 de diciembre de 1970. “Mineros del
carbón, ejemplo de lucha. Discurso en el mineral de carbón de Lota”. En:
https://www.marxists.org/espanol/allende/1970/diciembre31.htm

32
como Gerente General de las minas23. Cabe destacar que el PCCh durante el gobierno
popular mantuvo una vasta inserción y conducción política en los sindicatos mineros de
Lota y Coronel. Durante el proceso de inmersión inicial en el campo de la presente
investigación, conversaciones con ex-sindicalistas carboníferos señalan una hegemonía
comunista, pero sin ocultar el pequeño pero abnegado trabajo del PS, USOPO, MIR y
DC en la zona.

Si bien esta preponderancia del PCCh en la zona del carbón significó influencias
políticas e ideológicas en el movimiento obrero local y la posibilidad de ampliar su
representación política en la institucionalidad municipal (alcaldes y regidores)24,
también encarnó la más cruda represión por parte de los golpistas, los cuatro lotinos
militantes comunistas fusilados son expresión de aquello25, junto al contundente listado
de detenidos, asesinados y desaparecidos en Lota y Coronel durante los primeros años
de la dictadura.

23
Isidoro Carrillo era un importante militante del Partido Comunista del carbón. Hijo y nieto de
mineros, fue dirigente sindical desde 1959 y luego presidente del Sindicato Industrial. Además,
se desempeñó como alcalde de Lota entre 1963-1967 y formó parte del cuerpo administrativo del
municipio hasta 1973, luego del golpe de estado fue encarcelado y ejecutado. Su nombramiento
como Gerente General de ENACAR debemos situarlo en el marco del acuerdo entre la CUT y el
Gobierno de la UP para instalar en los directorios de las empresas estatizadas a importantes
representantes de los trabajadores.
24
Isidoro Carrillo Tornería (Lota), Danilo González (Lota), Romualdo Pereira (Coronel), Norma
Hidalgo (Coronel), Alberto Sandoval Álvarez (Lota).
25
Este caso de violación de los DD.HH. conmocionó a toda la cuenca del Carbón, fueron cuatro
militantes comunistas acusados injustamente y condenados por un consejo de guerra, causa rol
1645-73 el 18 de octubre de 1973 por supuestamente infringir la ley 17.798 de control de armas
y preparar el “Plan Z” en la comuna de Lota: Isidoro Carrillo Tornería (Gerente de ENACAR),
Danilo González Mardones (Alcalde de Lota y profesor), Bernabé Cabrera (Presidente Sindicato
Celulosa Arauco-Concepción) y Wladimir Araneda Contreras (Profesor de ed. básica y dirigente
del magisterio) fueron fusilados en una antigua fábrica de ladrillos camino a Carriel Sur
(aeropuerto de Concepción) el 22 de octubre de 1973.

33
2. La dictadura cívico-militar chilena y su estado entre 1983-
1986

Para definir a la dictadura instalada en Chile, abordaremos en primer lugar, la


visión de los propios partidos de izquierda proscritos y perseguidos por el régimen.
Enseguida, daremos cuenta de la evolución y grado de desarrollo que tuvo este régimen
hasta la década de los ochenta, al año 1986, catalogado por el PCCh como el “año
decisivo”.

2.1. Las izquierdas frente a la dictadura cívico militar

El debate sobre la naturaleza del golpe de estado y el gobierno de facto instalado


se extendió rápidamente entre las organizaciones de izquierda26. Si bien, antes de
septiembre de 1973, el fantasma de una conflagración de las FF.AA. para derribar al
gobierno socialista estaba presente, ésta se hizo evidente luego del “tanquetazo” del 29
de junio, donde unidades del Regimiento de Blindados N° 2 de Santiago atacaron la
Moneda, en un “ensayo” de asalto al poder. En torno a este alzamiento, las izquierdas
coincidían en su carácter reaccionario, pero diferían en cuanto a su alcance y cómo
afrontar este escenario. Por un lado, la UP mantuvo su política de conservar a oficiales
de las FF.AA. en el gabinete cívico-militar, como medio de aproximar a los elementos
“constitucionalistas” y aislar a los golpistas; el MIR por su parte era totalmente crítico

26
Nos referimos a las organizaciones que componen la Unidad Popular (Partido Comunista,
Partido Socialista, Movimiento de Acción Popular Unitario (MAPU), Movimiento de Acción
Popular Unitario Obrero Campesino (MAPU-OC), Izquierda Cristiana y Partido Radical) y
también al MIR. Siguiendo a Tomás Moulian (1997), durante este periodo es pertinente hablar
de “izquierdas” y no de izquierda, ya que subsisten matices y diferencias ideológicas. En
particular, son distinguibles dos izquierdas: la agrupada en torno al programa de la UP, y la
representada por el MIR, que diferenciaba un “polo revolucionario” emanado de una
contradicción existente entre reforma y revolución.

34
de esta medida, arguyendo en el discurso de Miguel Enríquez en el Teatro Caupolicán
(17/06/1973), que “la clase obrera no quiere un gobierno ni un Gabinete de diálogo, sino
que exige que el Gabinete y el gobierno sean instrumentos de lucha y combate”. Para el
PS, las medidas de la UP fueron correctas, pero no así la actitud del MIR, como lo
expresan a seis meses del Golpe de Estado, en su Documento de Marzo (1974):

La dirección de la UP intentó nuevamente establecer una alianza con sectores de


las FF.AA., incorporando mandos militares al Gabinete, encabezados por el
General Prats, actitud violentamente combatida por los golpistas
contrarrevolucionarios y por el infantilismo de izquierda, que una vez más trató
de dividir a la UP levantando el fantasma de la “capitulación”, y las consignas
confusionistas del “polo revolucionario” y el “gobierno de trabajadores”. (p. 26)

Fue en este contexto, a dos meses del tanquetazo que definitivamente las FF.AA.
y Carabineros, toman el poder e imponen una situación de “guerra interna”, teniendo las
“izquierdas” que finalmente afrontar la situación real de enfrentamiento armado, con la
consecuente caracterización de un enemigo que, superando toda previsión, rápidamente
había sofocado la resistencia y controlado el aparato del estado.

La discusión sobre el carácter del nuevo régimen, se dio principalmente entre las
posiciones del PCCh y del MIR, con pequeños matices en el resto de izquierda.
Podemos decir que en primera instancia, todo el espectro de las izquierdas definió como
“fascista” y reaccionaria a la Junta Militar. El mismo MIR, en entrevista a Miguel
Enríquez el 8 de octubre de 1973, caracteriza al régimen como “gorila”, por el supuesto
carácter instrumental y subordinado del militarismo a los sectores dominantes, y
“fascista”, por la mantención prolongada del estado de sitio:

El cuerpo de oficiales de las FFAA de Chile ha declarado la guerra al pueblo de


Chile. Asistimos en plena década del 70 y en América Latina, a una versión más
grotesca y cavernaria aún del fascismo hitleriano. La diferencia entre estos
gorilas fascistas y sus antecesores hitlerianos, si la hay, es que los primeros no

35
tienen el valor de asumir sus crímenes y buscan encubrirlos detrás de falsedades
y montajes publicitarios como el "Plan Z" o mascaradas histriónicas de legalidad.

Con estas premisas, el MIR asume en la entrevista que la dictadura tendría un


carácter temporal e inestable: “No será duradera (…) La dictadura fascista chilena irá
cada vez más manchando sus manos con sangre, cada vez irá tomando medidas más
represivas y antipopulares, aumentará sus ya grandes contradicciones internas y de la
Junta con otros sectores burgueses”, siendo entonces la tarea del momento el “restaurar
las libertades democráticas y abrir paso a un proceso revolucionario obrero y
campesino.” Posteriormente, se determinó a la dictadura como “gorila” y
“contrarrevolucionaria”, pero no necesariamente fascista:

Vivimos un grado de contrarrevolución burguesa que asume la forma de


dictadura gorila, que expresando los intereses del imperialismo y la gran
burguesía ha abolido las libertades democráticas, ha instaurado en Chile un
régimen de superexplotación del trabajo y ha reiniciado un proceso de
desnacionalización de nuestra economía. (Pauta del MIR para unir fuerzas
políticas para impulsar la lucha contra la dictadura, 17 de febrero de 1974)

A partir del 11 de septiembre de 1973 los Altos Mandos de las Fuerzas Armadas
se establecieron no ya solo como baluartes de la burguesía, sino también como
sus representantes políticos. (…) Este carácter de representantes políticos del
interés general de la gran burguesía es uno de los factores que permite diferenciar
la dictadura militar chilena de los fascismos. (Qué es el MIR, 1975, p. 29)

Esta evolución, de rehusar ulteriormente la denominación de fascismo, es


influenciada en parte por la postura tomada por la UP y fundamentalmente por el PCCh,
que históricamente ha catalogado a sus antagonistas como fascistas, buscando la unidad
amplia con todos los sectores “antifascistas”, y no estrictamente con las fuerzas políticas
de la “clase obrera”. Es contra la tradición frente-populista, de larga data en el PC

36
chileno, que el MIR arremete para rechazar –nuevamente– el pragmatismo comunista de
buscar alianzas con el centro político:

El MIR por el contrario, al definir la dictadura como gorila y no fascista, impulsa


una política de resistencia activa: ha combatido el asilo político; lleva a cabo con
rapidez la reorganización clandestina del partido y ha impulsado la organización
y desarrollo de la lucha de resistencia desde el interior del país. También levanta
una estrategia diferente: combate la subordinación a cualquier fracción de la
burguesía e impulsa la constitución de un amplio bloque social de resistencia que
bajo la conducción del proletariado, aglutine a las demás capas trabajadoras, a la
pequeña y mediana burguesía democrática. (El Rebelde N° 103, 1975, pp. 14-15)

El Partido Comunista por su parte, tempranamente tildó de “fascista” a la Junta


Militar, aunque sin profundizar en su contenido. El PC cifró esta nueva experiencia
represiva, como expresión del que había sido desde mediados de la década de 1930, su
opuesto en términos históricos: el fascismo.

Se ha instalado en el país una dictadura fascista con la secuela de crímenes y


abusos que caracteriza a estos regímenes. El plan del golpe, su línea de ejecución
y sus métodos bestiales son de origen extranjero. Nació en las oficinas de la
Agencia Central de Inteligencia, en directa conexión con la International
Telegraph and Telephone y la Kennecott. (La voz de orden es la unidad, 1973)

Consecuente con ésta calificación, el PCCh impulsará de línea del Frente


Antifascista:

Como es sabido, junto a la Unidad Popular, hemos levantado la bandera del


Frente Antifascista, para abrir paso en Chile a la renovación democrática que
exigen la inmensa mayoría de los chilenos y que es la base del avance unitario
del Pueblo de Chile a la recuperación y ampliación de sus conquistas
revolucionarias. (La única base posible de la unidad del pueblo, 1974)

37
No será hasta el Pleno del Comité Central de agosto de 1977, que el PCCh en el
informe rendido por su Secretario General, Luis Corvalán, aborda con mayor rigurosidad
la clasificación que hace del régimen, criticando de paso, la definición que hizo el MIR
respecto a la naturaleza de la dictadura:

Este régimen no es simplemente otra forma de la dictadura de la burguesía, sino


la dictadura terrorista del grupo más reaccionario del capital financiero. Y esto es
fascismo. De aquí fluye que la contradicción principal en las condiciones de la
dictadura fascista se da entre la mayoría del pueblo, incluidas las capas medias y
sectores de la burguesía, y los monopolios imperialistas y nativos más
reaccionarios. Fija entonces con claridad el enemigo principal y la dirección del
golpe principal, así como la base objetiva del frente antifascista. La resistencia a
aceptar esta realidad, por motivos sectarios o por tendencias a la conciliación,
está directamente vinculada a la pretensión de algunos dirigentes de impedir una
política de alianzas amplias o a no modificar a fondo la situación. (…) En las
condiciones de Chile juegan un rol especial los militares como factor activo del
Poder, distinto del que tuvieron en otros regímenes fascistas, pero de ninguna
manera único, ni en la historia ni en el presente. Por eso no se puede deducir de
tal hecho que es simplemente un régimen militar reaccionario de tipo "gorila".
Eso equivaldría a quedarse en las exterioridades y no penetrar en la esencia del
fenómeno. (Informe al Pleno, 1977, pp. 48-49)

El fascismo hitleriano, como el de Mussolini, tuvieron su base de masas y


organizaciones creadas expresamente para sus fines. Pinochet no ha podido
lograr nada parecido. Sin embargo, la ideología y la mentalidad fascistas están
presentes en determinados e influyentes grupos de la burguesía y cuenta con su
Gestapo, la DINA. (Informe al Pleno, 1977, p. 49)

Con estas premisas, el PCCh levanta la tesis del “fascismo dependiente para el
caso de Chile y otros semejantes” (Informe al Pleno, 1977, p. 50), en un intento por
asimilar brutalidad represiva con fascismo, pero que a diferencia de los fascismos

38
históricos europeos, no contaba con una base social “de masas”, sino que estaría
alimentado por sectores minoritarios vinculados al capital extranjero, de ahí su carácter
dependiente. Podemos concluir que para el PCCh, la categorización de fascista era
elemento fundamental de su línea política, por lo que el nuevo contexto fue visto a la luz
de la política histórica de este partido: la necesidad de realizar amplias alianzas político-
sociales, para impulsar transformaciones. En este sentido la política antifascista es el
pretexto para atender ese requerimiento, cuestión que explica el cómo la adopción de
una Política de Rebelión Popular no significa un rompimiento total con esta línea, sino
que más bien, una aplicación de ella, una táctica determinada en función de una
situación particular, “la dictadura fascista”, que si bien implica “ruptura” en cuanto a las
formas históricas de acción política de este partido, es una “continuidad”, por los
principios y objetivos que persiguen sus estrategias.

2.2. Institucionalización de la dictadura y su estado hacia 1986

Chile no es neutral frente al marxismo. Se lo impide su concepción del hombre y


de la sociedad, fundamentalmente opuesta a la del marxismo. Por lo tanto, el
actual Gobierno no teme ni vacila en declararse antimarxista. (Declaración de
Principios del Gobierno de Chile, 1974, p. 27)

El respeto al principio de subsidiariedad representa la clave de la vigencia de una


sociedad auténticamente libertaria. (…) Por oposición a él, cuanto mayor sea el
estatismo que afecte a una sociedad, menor será su efectiva libertad, por
extendido que sea el ejercicio ciudadano de los derechos políticos. (…) El
estatismo genera, en cambio, una sociedad gris, uniforme, sometida y sin
horizontes. (pp. 17-18)

El referido derecho de propiedad fluye como una consecuencia ineludible de la


concepción del hombre y la sociedad antes esbozada, como asimismo del
principio de subsidiariedad que de ella se deriva. Su forma natural es la

39
propiedad individual (…) Asimismo, corresponde arbitrar los medios para que el
derecho de propiedad privada sea una realidad para todos los chilenos,
favoreciendo su efectiva difusión en todos los estratos sociales. Se trata de hacer
de Chile una nación de propietarios y no de proletarios. (p. 19)

Así versa el primer documento formal de la Junta, su “Declaración de Principios”


presentada el 11 de marzo de 1974, emanada de una comisión ad hoc liderada
tácitamente por Jaime Guzmán, siendo quien principalmente redacta y concibe el
borrador original, adoptado luego con cambios menores, por Pinochet y la Junta
(Cavallo, Salazar y Sepúlveda, 1989, p. 28). En este texto se esbozan las primeras
señales que indican de que la dictadura no es precisamente un “gorilismo” regresivo sin
proyecto. Tomás Moulian (1997), plantea que:

El golpe sacó al pensamiento político de la derecha de su larga mudez, de su


incapacidad comunicativa, de su invalidez hegemónica. Esta había sido el
producto de las circunstancias estables de la correlación de fuerzas, las cuales
produjeron el arrinconamiento político e ideológico del pensamiento liberal-
conservador entre medio del marxismo y del socialcristianismo. (p. 200)

Con todo, los principios establecidos en el documento son esclarecedores en


torno a la influencia que el proyecto liberal anti-estatista, desde un comienzo tuvo.

La andanada anti-comunista, representó en los primeros años la unidad de acción


que nacionales y gremialistas (Valdivia, 2008), levantaron en post de la imposición
proyectual de un liberalismo con inclusión de algunas prácticas corporativistas,
combinación que pronto sería motivo de disputa, resolviéndose en favor del
gremialismo, quedando desplazada la alternativa corporativista ofrecida por los sectores
ibañistas-nacionalistas, que si bien contaba con simpatías en círculos militares, existía la
posibilidad “que se transformara en un grupo político que aspirara a establecer un
equilibrio de poder” (Cavallo, et al., 1989, p. 158). Verónica Valdivia Ortiz de Zárate en
su obra “El golpe después del golpe. Leigh vs. Pinochet (1960-1980)”, desarrolla

40
profusamente las relaciones históricas en torno a ésta problemática, ahondando la cita
anterior respecto a la situación política al interior las fuerzas armadas:

A nuestro entender, hubo una mixtura entre los residuos del “Ibañismo” y la
Doctrina de Seguridad Nacional, y el ocaso definitivo del primero no comenzó
sino hasta después del derrocamiento del presidente Salvador Allende. Los
primeros siete años del gobierno militar constituyeron su derrota final y la
emergencia de una nueva cosmovisión: la neoliberal y de contrainsurgencia,
asociada al general Pinochet. Entendemos por “Pinochetismo” aquellas
tendencias castrenses que entendían la modernización preferentemente en
términos económico-tecnológicos, que veían en la represión el instrumento más
eficaz para combatir el pensamiento marxista y los conflictos sociales, y por lo
mismo, creían en un desarrollo social fruto de la acción individual y no de la
colectiva-comunitaria, lo cual produciría la ansiada desmovilización a través de
la des-organización. (Valdivia, 2003, pp. 18-19)

En 1975, los ministros Jorge Cauas, de Hacienda (con facultades extraordinarias


en torno a la política económica), y Sergio de Castro, de Economía, implantaron
definitivamente las recetas neo-liberales contenidas en el “Ladrillo”27, no sin antes
encontrar enconada oposición, fundamentalmente en sectores de la FACH:

Uno de los choques más severos se produjo en mayo, cuando se propuso, en un


pequeño acápite del decreto ley 1.056, que la Corfo pudiera enajenar bienes
fiscales sin necesidad de propuesta pública. En una tormentosa sesión donde se
discutió el proyecto, la FACH se opuso. Expresó abiertamente su temor de que

27
“El Ladrillo”, es el nombre con que se conoce el documento que constituye la Base de la
Política Económica de la dictadura cívico-militar en Chile. Fue elaborado a fines de los 60’ por
los estudiantes provenientes de la Universidad Católica que cursaron posgrados de economía en
la Universidad de Chicago, EE.UU., posteriormente motejados “Chicago Boys”. En él se
desarrolla un programa de libre mercado para ser aplicado en Chile, notablemente influenciado
por el economista neoliberal Milton Friedman.

41
las enajenaciones sin propuestas fueran a dar a las manos de los grupos
económicos en gestación, y que una forma solapada de corrupción funcionaria se
cobijara de ese decreto. (Cavallo, et al., 1989, p. 88)

Similar tenor tendrán las discusiones respecto a “desnacionalizar” el cobre. No


obstante, la inclinación de Pinochet por los Chicago Boys, se tradujo en la aplicación
dogmática del plan de shock, que significó –entre otros– un paquete de
reprivatizaciones, sustitución de impuestos directos por tributación al consumo,
ampliación del mercado de capitales, restricción a la política de remuneraciones y
apertura a la inversión extranjera, incluso al costo de salir del Pacto Andino (Cavallo, et
al., 1989, p. 89).

Esta controversia representa en parte la larga tensión existente entre Augusto


Pinochet y el Comandante en Jefe de la FACH, Gustavo Leigh (Valdivia, 2003), que
luego de una entrevista publicada en un diario italiano en 1978, y en función de la
extrema presión generada por sus declaraciones críticas a la conducción y poder de
Pinochet, dejará el cargo que asumirá en su reemplazo el Gral. Fernando Matthei.

El 9 de julio 1977, el “Frente Juvenil de Unidad Nacional” organizó un acto en la


cima del cerro Chacarillas de Santiago, con motivo de la conmemoración de la Batalla
de la Concepción (Día de la Juventud), donde desfilaría la pléyade Gremialista-Chicago
Boys, portando antorchas en representación de los 77 soldados chilenos caídos en esa
batalla. El acto fue utilizado para dar a conocer el programa, donde Pinochet explicitaba
los plazos y fechas para la nueva institucionalidad que el régimen había comprometido
desde el comienzo: “advertimos nítidamente que nuestro deber es dar forma a una nueva
democracia que sea autoritaria, protegida, integradora, tecnificada” (Discurso
Chacarillas, 1977, p. 3). Las fases según este itinerario descrito por Cavallo, et al. (1989,
p. 162), serían tres:

- Recuperación, que era la del momento, las FF.AA ejercían el poder, dictándose
Actas Constitucionales que estatuyeran leyes trascendentales, pasando éstas y las

42
instituciones jurídicas por ellas contempladas a tener plena vigencia desde el 31
de diciembre de 1980, derogándose la Constitución de 1925.
- Transición, a partir de 1981 con progresiva conducción cívico-militar, y una
Cámara Legislativa mixta, designada y con el visto bueno del régimen.
- Normalidad Constitucional, en 1985. El poder volvería a los civiles, dos tercios
de la Cámara Legislativa se elegirían por sufragio popular directo, y el otro tercio
nombrado por el gobierno. Está Cámara debía elegir al próximo Presidente de
Chile.

Este programa contiene la voluntad expresa de la dictadura por


“institucionalizarse”, es decir, dejar de ser un gobierno de facto y pasar a ser un gobierno
legal, reconocido jurídicamente a través de los mecanismos que la misma dictadura
estaba instituyendo para tales efectos. Ciertamente, ésta capacidad normalizadora y el
poder omnímodo del régimen provenían del terror instaurado en los primeros días y la
despiadada razzia contra los opositores, con variedad de aparatos represivos y
organismos especializados como la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional), lo que
según Moulian (1997) demuestra que:

Una dictadura revolucionaria de corte terrorista es aquella donde el instrumento


central es el poder-terror, poder para reprimir y para inmovilizar, pero también
poder para conformar las mentes a través del saber, de un saber. De éste fluyen
interpretaciones, ideas-fuerzas que explican y orientan la acción, pero también
una normatividad, una capacidad creadora de normas, de prescripciones que se
transforman en derecho, en poder-derecho, por tanto en “poder para hacer”. (p.
172)

La DINA, cuya línea de mando directa era con el general Pinochet (su director
Manuel Contreras respondía sólo ante él), actuó con desenfreno y empleando los
métodos más espantosos, tanto así que su actuar fue incluso en el exterior, como los
asesinatos de Carlos Prats en Buenos Aires (1974), y de Orlando Letelier en Washington
(1976). Este último tendría repercusiones internacionales, que obligó al gobierno a

43
disolver al DINA en agosto de 1977, y reestructurarla en la Central Nacional de
Informaciones (CNI), que continuará su labor represiva. A fines de ese mismo año, el
régimen recibe un duro golpe al ser condenado por las violaciones a los DD.HH. en la
Asamblea General de la ONU. Como reacción, se organiza en enero de 1978 una
“Consulta Nacional”, para demostrar que las acusaciones vertidas en la ONU no son
ciertas, y que además se cuenta con el apoyo popular. Realizada sin registros electorales,
ni control del proceso, con múltiples denuncias de irregularidades “el papel casi
transparente del voto sembró las mayores suspicacias” (Cavallo, et al., 1989, p. 187), el
régimen obtuvo su aprobación con un 78%.

Con este precedente, ese mismo 1978 la Comisión de Estudio de la Nueva


Constitución, presidida por Enrique Ortúzar, entregaba el texto que debía sentar las
bases de la nueva institucionalidad, pero el “proyecto Ortúzar” omitía lo relativo a la
“fórmula de la transición”, argumentando que el programa de Chacarillas lo esbozaba en
grandes líneas, por lo que era el Jefe de Estado quien debía establecer estas precisiones.
Pinochet, en su discurso del 11 de septiembre, anunció que este texto sería ahora
estudiado por el Consejo de Estado, para luego ser examinado y aprobado por la Junta,
pero además cambiaba el curso de lo delineado el año anterior en Chacarillas; se
esfumaban las “tres fases”, sólo se mantenía la fecha de 1985 como clave, pero en un
sentido distinto:

- Una vez realizado este trámite (estudio y aprobación del proyecto) de duración
no definida, el texto sería sometido a ratificación popular a través de plebiscito.
- A partir de la promulgación de la nueva Constitución, se iniciaría la transición.
Este proceso duraría seis años.
- Durante este periodo se instalaría un Parlamento íntegramente designado por la
Junta.
- Las primeras elecciones políticas tendrían lugar no antes de 1985.

El nuevo plan político tuvo, en su momento, menos resonancia que el de


Chacarillas. (Cavallo, et al. 1989, p. 237)

44
El Consejo de Estado, que contaría con la participación del ex presidente Jorge
Alessandri, despachó el texto con una propuesta de transición incluida: tendría vigencia
durante cinco años siguientes a la aprobación de la Constitución, que se esperaba para
1981, por lo que la transición terminaría en 1986, realizando ese año elecciones de
Presidente y diputados (Cavallo, et al., 1989, p. 314). Al recibir Pinochet los cartapacios,
encargó convocar urgente a un Grupo de Trabajo que en secreto revisara todos los
puntos, reservando para él y la Junta la observación de las disposiciones transitorias. El
grupo realizó cambios en aspectos fundamentales del proyecto de Alessandri, regresando
al primer texto de la Comisión Ortúzar. Está el caso del Consejo de Seguridad Nacional
(COSENA), con mayoría militar y facultades superlativas, tales como “hacer presente, al
Presidente de la República, al Congreso Nacional o al Tribunal Constitucional, su
opinión frente a algún, hecho, acto o materia que, a su juicio, atente gravemente en
contra de las bases de la institucionalidad o pueda comprometer la seguridad nacional”
(Bascuñán y Gallinato, 2002). Finalmente, en cuanto a la “transición”, esta sería de 16
años en total a partir de la promulgación de la Constitución, compuesta de dos periodos
de 8 años cada uno, el primero con Pinochet como Presidente, y en medio un plebiscito
de ratificación por 8 años más. Se fijó la inamovilidad de los comandantes en jefe, y la
Junta continuaría con sus facultades legislativas por el primer periodo, pero “un
Congreso elegido sustituiría a la Junta en la mitad, en 1990. Mientras no se llegara a ese
Parlamento, en el crucial período de promulgación de las leyes que complementan la
Constitución, seguiría la Junta” (Cavallo, et al., 1989, p. 318). La fecha clave de 1985
había sido definitivamente suprimida.

Con la Constitución terminada, el régimen convocó en agosto de 1979 el


plebiscito de ratificación para el día 11 de septiembre de 1980, a través de un discurso de
Pinochet en el que advertía: “declaro enfáticamente a la ciudadanía que el hipotético
rechazo del proyecto aprobado por la Junta de Gobierno significaría el retorno a la
situación jurídica y política existente en el país al 10 de septiembre de 1973” (Cavallo, et
al., 1989, p. 322). Fue así como nuevamente se repitió la fórmula de 1978: inexistencia
de registros electorales y Tribunal Calificador, cientos de anormalidades denunciadas
por la “oposición”, cuya única expresión pública pudo ser articulada por la DC, y con

45
declaraciones como la del ex comandante en jefe de la FACH, el Gral. (R) Leigh: “las
disposiciones transitorias apuntan a institucionalizar la dictadura en Chile” (Cavallo, et
al., 1989, p. 327). El PC por su parte, consideraba que pasado el plebiscito,
institucionalizado el régimen, se habría agotado el camino de la unidad opositora
encabezada por la DC para derrotar a Pinochet; producido este “momento de quiebre”,
pasarían a una fase integrando “todas las formas de lucha”, incluida la militar (Cavallo,
et al., 1989, p. 327). La Constitución sería “aprobada” por un 67%, entrando en vigencia
el 11 de marzo de 1981, momento en que Pinochet asumirá constitucionalmente como
Presidente de la República en La Moneda, reconstruida para tales efectos.

Las reformas neoliberales de los Chicago Boys, que en 1975 ya habían tenido su
primera prueba frente al drástico aumento de la pauperización y el desempleo
(inaugurando también formas de sub-empleo con el Programa de Empleo Mínimo
(PEM), a modo subsidio estatal para disminuir las cifras de desocupación), entraron
realmente en crisis a inicios de los ochenta, con la devaluación del dólar y variabilidad
de la paridad cambiaria, junto con el colapso del sistema financiero: el “milagro chileno”
comenzaba a despeñarse. 1982 exhibía un PGB de -14%, y un 23,7% de desempleo
(Cavallo, et al., 1989, p. 396), porcentaje que ni el reciente Programa Ocupacional para
Jefes de Hogar (POJH) pudo disimular. Ese mismo año es asesinado por la dictadura el
dirigente sindical de la ANEF y fundador del “Grupo de los 10”, Tucapel Jiménez28. El
Grupo de los 10 (posterior Unión Democrática de Trabajadores), junto con la
Coordinadora Nacional Sindical (CNS), constituían la rearticulación de un movimiento
sindical devastado por efecto del Plan Laboral de 1979, elaborado por José Piñera. Si
bien la CNS estaba encabezada por el DC Manuel Bustos (exiliado por el régimen en
1982), contaba con la amplia participación de militancia de izquierda. En este contexto,
es que a principios de 1983, asume Rodolfo Seguel (DC) la directiva de la

28
Ese mismo año la dictadura asesinaría secretamente al ex presidente Eduardo Frei. El
“magnicidio”, recién el año 2009 fue puesto en evidencia y calificado como homicidio. A la
fecha persisten sectores que niegan la existencia de estos graves hechos. Ver:
http://ciperchile.cl/2009/12/08/las-huellas-que-dejo-el-magnicidio-de-eduardo-frei-montalva/

46
Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), impulsando una iniciativa que
destrabaría las fuerzas sociales opositoras en ebullición:

Después de una discusión sobre la efectividad de un paro productivo, los


dirigentes del cobre, encabezados por su joven presidente Rodolfo Seguel,
cambiaron la convocatoria por una jornada de protesta, a la cual se adhirieron
otros grupos sindicales, partidos políticos y organizaciones sociales. La protesta
fue exitosa y sorprendió al gobierno por su masividad. El mismo efecto se generó
en el movimiento sindical que, a pesar de la represión sufrida, conservó
capacidad de convocatoria sobre sectores de la población, ejerciendo liderazgo en
el mundo opositor, teniendo en cuenta la presencia de los partidos políticos
dentro de sus dirigentes. (Araya, 2014, pp. 18-19)

Esta primera Jornada de Protesta Nacional (JPN), realizada el 11 de mayo de


1983, cambiaría el plano de las relaciones de fuerzas, puesto que la acción masiva de la
población desbordó cualquier presupuesto que el régimen hiciera al respecto, y además
para el PCCh significó el espaldarazo definitivo a su Política de Rebelión Popular de
Masas, que ya había asumido públicamente en 1980, a partir de la premisa esgrimida por
Luis Corvalán: la utilización de “todas las formas de lucha, hasta la violencia aguda”.

Ese mismo año se articularán dos frentes políticos de oposición: por un lado la
Alianza Democrática (AD), surgida a partir del “Manifiesto Democrático”29, que
agrupaba a la Democracia Cristiana, al Socialismo “Renovado”, al Radicalismo y a
sectores de centro, cercanos a la derecha, como el Partido Republicano; por otro lado, la
izquierda “marxista” se agrupó en el Movimiento Democrático Popular (MDP), donde
confluyeron el PCCh, el MIR y el PS dirigido por Clodomiro Almeyda.

29
“Manifiesto Democrático”, Análisis, N° 57 de 1983. Disponible en:
http://www.bicentenariochile.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=124:oposicio
n-al-regimen-manifiesto-democratico-14-de-marzo-de-1983&catid=16:pinochet-y-el-gobierno-
militar&Itemidd=9

47
El advenimiento de las Protestas Populares, la incipiente unidad de la oposición,
sumado a la crisis económica, llevarán a que sectores partidarios del régimen busquen
negociar con la oposición centrista (AD), en función de un Acuerdo Nacional para una
resolución política, propulsado igualmente por el Cardenal Francisco Fresno:

Medidas complementadas por el anuncio de un cambio de gabinete dirigido por


S. O. Jarpa para dar paso a una “apertura política”. Comenzaba a quedar atrás la
improvisación y comenzaba a perfilarse la competencia entre una salida pactada
y una rupturista. (Quiroz, 1998, p. 5)

Desde 1983 hasta 1895, se llevarán a cabo múltiples Jornadas de Protesta


Nacional, convocadas tanto por el Comando Nacional de Trabajadores (CNT) –fundado
luego del éxito de la primera JPN, que unificó a la CNS, CTC y UDT, quedando
Rodolfo Seguel a la cabeza–, como por la oposición política articulada en la AD y el
MDP. Estas protestas estarán caracterizadas por múltiples formas de expresión:
concentraciones, mítines, marchas, caceroleos, absentismo escolar y laboral, entre otras,
teniendo gran resonancia las realizadas en las poblaciones populares de las ciudades del
país, donde barricadas y fogatas serán mantenidas por pobladores/as en una abierta
actitud de desacato al orden dictatorial, situación objetiva en que la izquierda
“insurreccional” desplegará sus fuerzas militares y milicianas en función de estrategias
que involucran el uso de la violencia política para derrotar al régimen. A fines de 1983
hará estreno el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), como fuerza militar propia
del PCCh, en el marco de la Política de Rebelión Popular de Masas:

Posteriormente al 11 de mayo continuarían las Marchas del Hambre, la


desobediencia civil, las Asambleas Populares, las Jornadas por la Vida y los
Paros Comunales acompañados del crepitar de explosiones y disparos de
armamento liviano (...) la ciudadanía ya convivía con apagones a nivel nacional,
asaltos a supermercados, atentados explosivos y emboscadas. El régimen
respondía con violencia y política, mientras reprimía al MDP y a los aparatos
paramilitares, intentaba aislarlos invitando al dialogo. (Quiroz, 1998, p. 12)

48
La dictadura instaurará nuevamente el Estado de Sitio, junto con el despliegue de
tropas militares en la ciudad y la feroz acción de la CNI. Frente a la catedral de
Concepción se inmola Sebastián Acevedo, quemándose a lo bonzo, exigiendo saber el
paradero de sus hijos secuestrados por la CNI, a principios de noviembre de 198330. En
lo político, el ministro del Interior Sergio Onofre Jarpa, implementará un plan de
“apertura” traducido en el retorno de algunas personalidades exiliadas, y la búsqueda de
un acuerdo que comprendiera creación de leyes electorales y de partidos políticos, junto
con modificaciones constitucionales, cuestiones que prontamente fueron desechadas por
Pinochet, imponiéndose los preceptos ya delineados por el régimen en la Constitución,
teniendo Jarpa que abandonar el gabinete a principios de 1985. En cuanto a lo
económico, la crisis fue enfrentada interviniendo la banca privada, a lo que siguió el
mayor gasto social realizado por el ministro de Hacienda Luis Escobar; también estas
medidas serían cercenadas al asumir Hernán Büchi la cartera de Hacienda en 1985,
retornando los “Chicago” al control de la política económica.

El prolongado período de debates, dudas y rencillas sobre la estabilidad del


gobierno y su capacidad para llevar adelante lo proyectado por la Constitución
del 80 venía a cerrarse con la figura de García Rodríguez. Una nueva
administración de rasgos técnicos, con fuerte acento legalista y sin ribetes
polémicos se impondría bajo el manto del estado de sitio. (Cavallo, et al., 1989,
p. 446)

Para 1985, la dictadura había plantado un dique a las aspiraciones de la AD y su


salida negociadora, recrudeciendo la represión; en marzo serían degollados tres
profesionales comunistas: Santiago Nattino, Manuel Guerrero y José Parada, éste último
abogado de la Vicaría de la Solidaridad; también serían asesinados los hermanos
Eduardo y Rafael Vergara Toledo, militantes del MIR. La coyuntura estaba siendo
controlada por medio del desgaste y la imposición del régimen por la vía del crimen y la
represión abierta, cuestión que mermó la capacidad de conducción política de las

30
Ver: Informe de Prensa, Arzobispado de Concepción y Arauco. Concepción, noviembre 1983.
En: http://www.archivovicaria.cl/archivos/VS4b4dd3201ffe3_13012010_1105am.pdf

49
protestas populares, adquiriendo fundamental relevancia las organizaciones sociales
reivindicativas. A decir de Patricio Quiroz (1998):

La confrontación por la recuperación democrática se estancaba por la


incapacidad de los partidos políticos para encontrar una salida a la crisis
nacional. De manera que, luego del fracaso sucesivo de dos JPN, serían
nuevamente los movimientos sociales quienes superaron el impasse. En efecto,
desde agosto se incrementaron las demandas sectoriales; así, la Coordinadora de
Pobladores demandaría seguridad para el diario vivir, la CONAFECH llamaría a
la ingobernabilidad estudiantil, el MEMCH exigiría respeto por la vida, los
Comités de DD.HH., clamarían por el paradero de los detenidos-desaparecidos,
etc. La paralización de la Protesta por la competencia AD/MDP estaba siendo
contrarrestada por la nueva irrupción política de los movimientos sociales. (p. 13)

A principios de 1986 se conforma la Asamblea de la Civilidad (Manzano, 2014),


que agrupará a las organizaciones sociales y sectoriales que impulsarían la movilización
durante ese año, logrando un gran Paro Nacional para los días 2 y 3 de julio, el cual “es
conocido por ser la última manifestación masiva de las jornadas nacionales de protesta y
por la violencia represiva inusitada, la cual alcanzó su más alta expresión en el caso de
31
los dos jóvenes quemados vivos por funcionarios del ejército” (Manzano, 2014, p.
102).

Este mismo año es catalogado por el PCCh como el “año decisivo” para derribar
al régimen, y en ese marco se darán dos de las acciones más espectaculares realizadas
por algún partido de oposición: la internación de armas desde Cuba y el atentado al Gral.
Pinochet, el 07 de septiembre. Ambas operaciones tendrán un resultado fallido, la
primera descubierta por la CNI en agosto, y la segunda con 5 escoltas muertos, pero

31
Se refiere a Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas De Negri, golpeados e incinerados con
combustible por una patrulla militar en el marco del Paro Nacional el día 2 de julio de 1986.

50
Pinochet ileso32. Luego de estos hechos, la dictadura retoma la iniciativa por medio del
terror, cerrando el proceso de las Protestas Populares abierto desde de 1983:

La conclusión de los “teóricos de la transición” fue que las protestas fracasaron


en la medida que no lograron el objetivo de derrocar a Pinochet y que, en
contraste, había triunfado la opción política del diálogo que ellos encabezaban.
(Bravo, 2012, p. 110)

Concordamos finalmente con Patricio Quiroz (1998), en el análisis que hace


sobre la situación clave que produjo la dispersión de las fuerzas político-sociales
opositoras, y el fracaso de las grandes operaciones estratégicas para el PCCh:

A partir del mes de septiembre de 1986 se perfilaron cambios tanto coyunturales


como estructurales. Entre los primeros nos limitaremos a mencionar los
siguientes: a) terminó derrotada la primera ofensiva democrática-popular, b) el
autoritarismo pasó a imponer sus dictados, c) ante la posibilidad de expansión del
conflicto armado la Casa Blanca apoyó la transición institucional, d) en la
democracia cristiana se produjo el desplazamiento de G. Valdés por P. Aylwin
configurándose una nueva constelación interna, y e) finalmente, el giro de los
representantes de Clodomiro Almeyda en Chile condujo al colapso del MDP,
terminó con tres décadas de alianza PC/PS y perfiló la unificación del socialismo.
(pp. 56-57)

32
El detalle de ésta operación es descrito por las autoras Patricia Verdugo y Carmen Hertz
(1990) en su libro “Operación Siglo XX”.

51
3. El PCCh y la Política de Rebelión Popular de Masas

El Partido Comunista de Chile sin duda ha adquirido una ingente importancia


como campo de estudio y de reflexión teórica, sobre todo por revelar la unidad
manifiesta entre el “partido” y las “masas” en respectivos procesos histórico-sociales
bajo lineamientos políticos determinados. Nos adentraremos en la perspectiva
estratégico-táctica del PCCh y su elaboración político-militar para derrocar a Pinochet,
durante el periodo 1983 a 1986. La Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM) fue
una estrategia y proyecto político diseñado para abordar un escenario de enfrentamiento
político y militar contra la dictadura cívico-militar. Para su elaboración se necesitó un
gran debate político e inclusive teórico que cruzó transversalmente al partido.

Las primeras dudas e inquietudes surgieron tras la derrota política y militar


abismante de la Unidad Popular y la izquierda chilena tras el golpe, ¿cómo fue posible
una derrota de estas magnitudes? Si bien hubieron análisis, documentos y discusiones
previas, será recién en el Pleno de 1977 que el PCCh abordó estos cuestionamientos
haciendo una evaluación del gobierno popular, evidenciando los posibles errores que
decantaron en la derrota, errores de derecha33 y errores de izquierda. Pero sin duda la
resolución fundamental y resultado de la autocrítica del Comité Central fue la tesis del
vacío histórico34 en cuanto a la política militar del partido. La inexistencia de una

33
“El principal error de derecha fue nuestra debilidad en cuanto a tolerar y no impedir las
actividades sediciosas del enemigo y el abuso que hacía de las libertades consagradas en la
Constitución”. (Informe al Pleno, 1977, p. 26)
34
El vacío histórico es sin duda la reflexión más audaz del PCCh después de décadas donde
solamente se hizo mención del componente militar pero nunca asumió una perspectiva táctica
real ni mucho menos estratégica de este elemento en la política, es en este Pleno donde se
visualiza la incorporación histórica del elemento militar que habitualmente fue visto como parte
de concepciones “aventureristas” y “ultraizquierdistas”. El Informe al Pleno de 1977 dice lo
siguiente: “Examinamos estos problemas desde el ángulo de nuestras responsabilidades, es
evidente que no nos habíamos preparado adecuadamente para la defensa del Gobierno Popular
en cualquier terreno. No solo teníamos el vacío histórico de la falta de una política militar, sino

52
política militar compleja dentro de un proyecto político como el del PCCh y del
gobierno de la Unidad Popular, reflejaba las deficiencias políticas y teóricas del abordaje
estratégico, la problemática del poder y la construcción del socialismo en Chile. La
limitada perspectiva política militar se reducía a la creencia de que las FF.AA. se
singularizaban por su subordinación al poder civil, por su prescindencia política y su
sentido profesionalista, por lo tanto se redujo solamente en apoyarse en los sectores
democráticos de las fuerzas armadas (que finalmente no ocurrió), intentar bloquear al
golpismo, neutralizar políticamente a las FF.AA. y a la modificación gradual de estas.
No existió una política militar constante en la línea del partido, a pesar de las
resoluciones de los plenos de los años 1956 y 1962, junto al posterior cambio conceptual
de “vía pacífica” por “vía no armada”, que debió significar transformaciones internas
importantes, donde se vislumbraba como una posibilidad la defensa de las conquistas del
pueblo y escenarios de enfrentamientos directos con la burguesía en una fase
contrarrevolucionaria.

¿Qué había pasado? ¿Por qué nos derrotaron? Estas preguntas no solo se
intentaron responder por parte de la militancia, sino que también del movimiento
comunista internacional, el cual criticó la “ingenuidad” del PCCh. Boris Ponomariov,
miembro suplente del Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética
(PCUS), denunciaba que una revolución debía defenderse35 y León Brezhnev, Secretario
General del PCUS, en el XXV congreso del partido esgrimió que “la revolución fue
pillada desprevenida”. Estas críticas públicas y globales calaron hondo en las reflexiones
de los comunistas chilenos, de la respuesta al ¿qué ocurrió? ahora se buscan respuestas a
otras interrogantes: ¿qué hacer? y ¿cómo “echar abajo” la dictadura?

que el tratamiento del problema no lo enfocábamos desde el punto de vista de tarea de todo el
partido y por tanto de dominio de sus organismos y cuadros”. (pp. 32-33)
35
Los acontecimientos en Chile vuelven a recordarnos la importancia primordial de saber
defender las conquistas revolucionarias alcanzadas y estar prestos a cambiar rápidamente de
formas de lucha, pacífica y no pacífica; vuelven a recordarnos que debemos ser capaces de
responder con la violencia revolucionaria a la violencia reaccionaria de la burguesía. (Bravo,
2010, p. 61)

53
Para los comunistas esta pregunta significó revisar su línea política histórica,
desde las políticas de clase contra clase, el Frente Popular, el Frente de Liberación
Nacional, hasta la Unidad Popular, han tenido como centralidad la lucha de masas36, la
unidad más amplia del movimiento popular y la democratización avanzada de la
sociedad chilena, cuestión que no se modificó pero sí significó explorar, revisar e
intensificar un debate que trajo fisuras y conflictos internos. Para Verónica Bravo
Vargas (2011, p. 64), la derrota significó la crisis política y teórica del Partido
Comunista, sintetizada en el análisis e interpretación de la configuración histórica social
chilena y del conocimiento de sus instituciones, una crisis de visiones y perspectivas, lo
que para el historiador Rolando Álvarez generó variadas tensiones en las estructuras del
partido y que vino a decantar posterior a 1987 con la imposibilidad de derrotar a la
dictadura y la posterior fractura entre el PCCh y una parte del FPMR, junto a la
exclusión política tanto de la salida pactada como del periodo “transicional” (Valdivia,
Pinto y Álvarez, 2010).

En este intenso debate participaron distintas instancias y estructuras del partido,


la evidencia nos muestra que a pesar de la vorágine dictatorial y la represión brutal
vivida por el PC, los espacios y la discusión interna adquirieron ribetes democráticos
importantes. Entre estos podemos mencionar al grupo de militantes que en Cuba
iniciaron la denominada “Tarea Militar” en 197537, al Equipo de Dirección Interior
(EDI) a cargo de Gladys Marín, Guillermo Tellier y otros, que se hace cargo del partido

36
La línea política del PCCh tiene una marca registrada, y tiene que ver con la influencia del
“Recabarrenismo”, que es un estilo de hacer política. Rolando Álvarez (2011) lo define como
síntesis de una abigarrada y multifacética forma de hacer política, que no escatimaba el uso de
todos los espacios legales para desarrollarse, así como tampoco despreciaba métodos “ilegales”
cuando era necesario. Lo importante, lo definitorio, determinante, era la lucha de masas.
37
La Tarea Militar del PCCh fue la respuesta y salida al problema evidenciado por la derrota de
la Unidad Popular, fue impulsaba por Fidel Castro y respondía a la inquietud y necesidad de
reformular las FF.AA. chilenas tras una salida política del conflicto, la tarea militar en ningún
caso estuvo en contradicción con la línea política general del PC, ni con su estrategia de Frente
Antifascista (1973-1980).

54
al interior del país en 197838, la Comisión Política ubicada mayoritariamente en la URSS
y los estudios del Seminario Latinoamericano en Leipzig, y de inteligencia y proyección
política en Berlín39. Adyacente a la crisis política y teórica del PCCh ocurrieron distintos
hechos que influenciaron el debate y la construcción de la Política de Rebelión Popular
de Masas: según Patricio García y Hernán Venegas (2002) existieron factores internos
como la propia síntesis del vacío histórico, la institucionalización de la dictadura y su
carácter refundacional del capitalismo en Chile, la disgregación y fraccionamiento del
PS, la imposibilidad de llegar a acuerdos con la DC y la inviabilidad del Frente
Antifascista. Por otra parte los factores externos tenían que ver con las relaciones de
fuerzas a escala global y sobre todo con la geopolítica internacional: el triunfo definitivo
de la Revolución Vietnamita sobre EE.UU. en 1975, la Revolución de los Claveles en
Portugal (1974), la Revolución Islámica de Irán (1979) y los procesos revolucionarios de
Nicaragua (1979) y El Salvador (1980). De estas circunstancias se recogieron
importantes enseñanzas y tesis políticas para la elaboración de la PRPM que más
adelante analizaremos.

La PRPM fue lanzada el 3 de septiembre de 1980 por Luis Corvalán, en un


discurso escuchado en Chile por medio de Radio Moscú40, poniendo de relieve que “el

38
La ola represiva por parte de los organismos de seguridad de la dictadura logró asolar y
mermar al partido como a sus juventudes. Desde 1975 el Comando Conjunto se encargó de
exterminar dos direcciones de las JJ.CC. y el año 1976 la DINA se ocupó de la dirección interna
del PCCh. Ante este escenario la dirección, parte del comité central y comisión política se
erradicaron en el extranjero, especialmente la URSS y países del este europeo, dejando en Chile
a cargo del partido a direcciones emergentes que se encargaron de reconstruir las estructuras y
rearticular a sus militantes y fuerzas sociales, tarea que permitió mantener “vivo” al PC entre
1976 y 1978, año en el que llega Gladys Marín y gran parte del EDI.
39
Los equipos instalados en la República Democrática Alemana que trabajaron durante 1977 y
1980, fueron dos, el de Leipzig y el de Berlín, creados por el PC y a cargo de Rodrigo Rojas, la
importancia de estos grupos radica en el aporte teórico y político en la elaboración primaria de
documentos, reflexiones, críticas y autocríticas del fracaso de la revolución chilena.
40
Se publicará además en la edición N° 43 del Boletín del Exterior del PCCh, septiembre-
octubre de 1980, en la sección “A 10 años de la revolución chilena”.

55
derecho del pueblo a la rebelión pasa a ser cada vez más indiscutible”, junto a las
llamativas tesis sobre el desarrollo de “todas las formas de lucha” y el uso hasta de la
“violencia aguda” para derrocar a Pinochet.41 La PRPM para Luis Rojas Núñez (2015)
era:

La propuesta de una forma, de un método para luchar contra la dictadura y


terminar con ella… La razón principal de esa política era “terminar, “echar
abajo” el régimen militar, principalmente al dictador, con el pueblo en “rebelión
generalizada” como protagonista principal. (p. 185)

Por lo tanto contenía objetivos claros, reducidos, pero que permitían una
variabilidad y flexibilidad táctica impresionante, para Luis Corvalán (1982) citado por
Venegas Valdebenito (2009):

Se dan los pasos iniciales en el camino de la rebelión del pueblo. Las iniciativas
que se despliegan en este sentido son todavía sencillas, pues se trata de ir de lo
simple a lo complejo, de lo pequeño a lo grande, aprendiendo en la práctica,
adquiriendo experiencia en la lucha, despertando la creatividad de las masas,
desarrollando su combatividad. Una parte significativa de las nuevas acciones
constituye lo que podríamos llamar política de desestabilización de la dictadura
fascista. A través de tal política se tiende a demostrar la vulnerabilidad del
régimen, a romper la paz de los cementerios que instaura el fascismo, a llevar la
incertidumbre a las filas del enemigo, a ahondar sus contradicciones y a fomentar
la fe del pueblo en sus propias fuerzas. (p. 282)

La construcción de la PRPM nunca fue unidireccional, existieron distintas


posiciones en el seno del partido, sin embargo el consenso era expresado a través de

41
Es el fascismo el que crea una situación frente a la cual el pueblo no tendrá otro camino que
recurrir a todos los medios a su alcance, a todas las formas de combate que lo ayuden, incluso de
violencia aguda, para defender su derecho al pan, a la libertad y a la vida” (Boletín del Exterior
N° 43, septiembre-octubre de 1980, p. 16)

56
cuatro tesis: el carácter de masas de la lucha política, social y militar, la creación de una
mayoría nacional, las alianzas amplias y la utilización de las más variadas formas de
lucha, este consenso se fundaba en unificar a todas las Fuerzas Antifascistas contra
Pinochet y su régimen, incluyendo a sectores de las FF.AA., implementando la lucha
política y militar en el seno de estas franjas bajo certezas tácticas y el contexto político.

Será necesario para nuestra investigación, conocer y estar al tanto del debate
interno que originó la Política de Rebelión Popular de Masas para posteriormente
articular este marco teórico con las pesquisas y resultados.

3.1. La discusión interna, la autocrítica y las tensiones políticas

En paralelo al proceso de estructuración, cambios y modificaciones en el cuerpo


orgánico del partido y el martirio generado por las dos derrotas políticas (1973-1976), se
fraguaba en combinación con el escenario nacional e internacional una senda que en el
trayecto de seis años daría paso a la estrategia política más particular en la historia
política del partido, y para comprender esa sucesión de tesis y análisis políticos
incorporados es necesario analizar algunos de los documentos oficiales y comunicados
más importantes del periodo.

Consideramos importante en la elaboración política el documento escrito por


Jorge Insunza en 1974: “Los acontecimientos en Chile: Visión de los Comunistas”42. En
este documento se deja ver el pensamiento y análisis político de la dirección de Víctor
Díaz López, en él se pueden extraer cuatro grandes conclusiones de la reflexión
comunista, en primer lugar se corrobora la “histórica línea frente populista y aliancista”,
como expresa el artículo:

42
Ver en Libro Compilador: “Desde Chile Hablan los Comunistas”, Ediciones Colo-Colo, 1976.
http://www.blest.eu/biblio/pcch76/index.html

57
La victoria popular en Chile en 1970 fue la culminación de un intenso proceso de
combates de masas que abarcó todos los frentes de la lucha social. Fue posible
porque el movimiento popular consiguió unirse en torno a una línea política
correcta que definió acertadamente el carácter de la revolución chilena. Señaló
con precisión los enemigos fundamentales: el imperialismo y la oligarquía
monopolista y terrateniente y apuntó en esa dirección el golpe principal. La clase
obrera construyó un frente político y social -la Unidad Popular- que fue capaz,
gracias a esa política general correcta (que permitió contar en momentos
decisivos con la colaboración de otros sectores sociales, que actuaron de
consumo con la U.P. para oponerse a los designios reaccionarios), de conquistar
el Gobierno del país y con ello una parte del poder político, la más dinámica y
significativa. Contando con esa posición privilegiada, el movimiento popular
abrió un proceso de transformaciones revolucionarias de la sociedad chilena en
medio de una aguda disputa por el poder con las viejas clases dominantes. (Los
acontecimientos en Chile, 1974, párr. 10)

La visión comunista post golpe mantenía la viabilidad y posibilidad histórica de


la vía democrática para acceder al poder –o parte de él– y realizar transformaciones
estructurales bajo una correlación de fuerzas favorable. El problema no estaba en
aquello, sino que residió en las “causas de la derrota”, la cual corresponde a la segunda
conclusión general: estas yacieron en la intervención norteamericana en Chile, la grave
crisis económica, la resistencia de los grandes monopolistas y terratenientes, la
influencia adversa de la “ultraizquierda”, que según el PCCh impidió el acercamiento y
acuerdo con la DC, que se tradujo en el aislamiento de la clase obrera y la
“fascistización” de las capas medias y pequeña burguesía, la guerra sin cuartel de la
derecha, el divisionismo interno en la izquierda y la variabilidad táctico-estratégica en el
seno de la Unidad Popular, la excesiva pasividad ante la guerra sucia y la superación de
la legalidad por parte de la derecha y por último algo trascendental, el análisis superficial
del carácter del estado y sus instituciones, entre esta las FF.AA. y de Orden del país.

58
Esto último indica que los cuestionamientos políticos en torno al tema militar no
se iniciaron en el Pleno del 77 con la tesis del vacío histórico, sino antes, pero este
primer análisis careció de la profundidad de los futuros juicios, aquí solo se hace
referencia al desconocimiento de los aparatos coercitivos del estado, no de la posibilidad
de construir una fuerza política-militar desde el partido.

En tercer lugar se caracteriza a la dictadura como “fascista”, al igual que en la


declaración titulada “La voz de orden es la unidad”, de octubre de 1973. Finalmente, en
cuarto lugar se rechaza la violencia política como medio de enfrentamiento a la junta,
cuestión que era meramente táctica y coyuntural, puesto que:

El predominio fascista aumenta las posibilidades de que la reacción, enfrentada a


la repulsa mayoritaria de los chilenos, persista en sus planes de arrojar al pueblo
de Chile al precio de una guerra civil y la desate contra el movimiento
ascendente de las masas que exigen su desplazamiento del poder. La actuación de
los golpistas en el presente, la extrema crueldad de que dan pruebas, avala esa
impresión. En tales circunstancias la respuesta armada del pueblo sería
obligatoria. En cuanto a sus formas, que pueden ser diversas, estarían
determinadas esencialmente por el peso que la clase obrera tiene en la sociedad
chilena, que hace mucho más probable una insurrección con combates
generalizados a lo largo del país que, por ejemplo, formas de lucha guerrillera.
(Los acontecimientos en Chile, 1974, párr. 136)

El segundo documento que analizaremos y demuestra la evolución histórica de la


acción y política del PCCh es “El Manifiesto al Pueblo de Chile” del mes de agosto de
1975. En este documento ya existen aproximaciones concretas a las tareas del partido y
su propuesta programática, no solo se afirma en el análisis crítico y autocrítico anterior
sino que integra elementos estratégicos. La mayoría de los documentos externos parten
con una férrea crítica al señorío dictatorial, y este no fue una excepción, tampoco fue
alterado el “optimismo histórico”, con el cual esta vez el partido proyectó al régimen: “el
aislamiento social del fascismo continúa y se agudiza” (Manifiesto al Pueblo de Chile,

59
1975, párr. 13), esto empujaría a las fuerzas de izquierdas, a la UP y a los sectores
democráticos a la unidad de los antifascistas, la unidad por la base sería el único camino
para botar a Pinochet:

Sería un grave error creer que caerá por su propio peso. Solo será derrotada por
las fuerzas Antifascistas unidas, organizadas en todos los niveles y animadas de
una firme decisión de combate. Hay que desarrollar la lucha de masas.
(Manifiesto al Pueblo de Chile, 1974, párr. 20)

Destacamos dos premisas que sustentaron la política antifascista: la unidad por


sobre todo de las fuerzas democráticas, y la lucha de masas como forma o mecanismo,
aunque sin llegar aún a establecer un método revolucionario.

3.2. El Pleno del Comité Central de 1977

Lo renovador de este Pleno de Comité Central del PCCh, es la incorporación a la


discusión de la cuestión militar, la que adquirió un aspecto central del debate: “por
primera vez, en el informe a este pleno el Partido abordó el tema militar en forma
pública y como una de las más importantes cuestiones políticas” (Corvalán, 1997, p.
249). El informe rendido por Luis Corvalán, diría lo siguiente:

Examinados estos problemas desde el ángulo de nuestras responsabilidades, es


evidente que no nos habíamos preparado adecuadamente para la defensa del
Gobierno Popular en cualquier terreno. No solo teníamos el vacío histórico de la
falta de una política militar, sino que el tratamiento del problema no lo
enfocábamos desde el punto de vista de la tarea de todo el partido y por tanto de
dominio de sus organismos y cuadros. (Informe al Pleno, 1977, p. 32-33)

60
El informe resalta las falencias de la política militar que se habían visualizado en
los documentos anteriores, pero los profundiza y evalúa críticamente la labor del partido
en esta materia durante la Unidad Popular:

Esta justa consideración debió ir acompañada de una política militar que, en


primer término, debía contemplar el estudio, el conocimiento de las instituciones
armadas de nuestro país y un trabajo dirigido a promover en su seno las ideas
democráticas, el interés por la lucha del pueblo. Dicho trabajo, para producir
frutos significativos, efectos de importancia, debió desarrollarse desde hace
muchos años, en definitiva haber sido una constante en la línea del partido.
(Informe al Pleno, 1977, p. 32)

La apropiación por parte del Comité Central de la tesis del vacío histórico marcó
un punto de inflexión en la futura línea política comunista, la incorporación del tema
militar ya no dejaba como causal única de la derrota al “aislamiento de la clase obrera”,
no fue solamente una derrota política, también fue una derrota militar, explicada por el
“vacío histórico”. Así la elaboración política evolucionaba progresivamente para
resolver y responder ante las inquietudes y necesidades de las/los militantes en el interior
y exterior, y las de aquellos sectores que aun siendo marginales rompían el miedo al
terror dominante.

3.3. Un paso adelante, dos pasos atrás. El pleno de 1979 y el “Paso


Táctico”

Lenin escribió el artículo “Un paso adelante, dos pasos atrás” en mayo de 1904,
para criticar las posiciones de los Mencheviques sobre la política del partido
revolucionario, ironizando con que estos constantemente intentaban ponerse a la
vanguardia del movimiento obrero con discursos grandilocuentes para generalmente
llevarlos a derrotas políticas, es decir, quiénes van obcecadamente un paso adelante sin
realizar análisis de la realidad social ni de las correlaciones de fuerzas generalmente

61
terminan dando dos pasos atrás. Por lo mismo, utilizamos este encabezado para
evidenciar el carácter leninista del PCCh, junto al pragmatismo iluminado (Álvarez,
2011), que fue reflejo del acumulado político y teórico durante el segundo pleno
realizado durante la dictadura. Es importante verificar las tesis surgidas de esta instancia
ya que reflejan las conclusiones políticas y propuestas que el PC sostenía y venía
acumulando/transformando desde 1973 en adelante. Lo fundamental para entender las
resoluciones de este pleno es la búsqueda constante de alianzas con la DC bajo la aún
sobreviviente tesis antifascista. El famoso “Paso Táctico” fue una propuesta política
elaborada por el Equipo de Dirección Interna (EDI) que básicamente consistía en
convencer a la DC de la unidad contra el régimen de Pinochet, y para esto el PC ofrecía
hipotecar su participación en un futuro próximo gobierno de transición si fuese
necesario. El Informe al Pleno del Comité Central del PCCh de 1979, citado por Viviana
Bravo Vargas (2010), menciona que:

Con vistas a la propia unidad estratégica a largo plazo con la Democracia


Cristiana, no podemos esperar que sólo el tiempo provoque su maduración, sino
que tenemos la obligación de actuar tácticamente para acelerar el avance dando
respuesta adecuada a los problemas tal como ellos se presentan en la realidad.
(…) Esto nos lleva, teniendo en cuenta la correlación de fuerzas, a no plantear
como un requisito la participación del partido en el gobierno venidero, sino a
poner el acento en el entendimiento para echar abajo a Pinochet y en los
compromisos consiguientes sobre la política que se debe aplicar enseguida para
erradicar el fascismo, democratizar el país y tomar medidas económicas. (p. 106)

Es decir, para el PCCh lo más importante era el acuerdo con la DC, ya que era la
única opción de tensar a la dictadura, la línea antifascista no podía existir solamente con
el PC y sus aliados de izquierdas, necesitaba al “centro” político para modificar las
relaciones de fuerzas. El paso táctico “marca el momento de mayor flexibilidad de la
tesis antifascista” (Álvarez, 2011, p. 198) y “la principal iniciativa política antifascista”
(Bravo, 2010, p. 106).

62
Otras conclusiones importantes de este pleno dicen relación con las cuentas
alegres que el PC hacía de la lucha de masas desplegada desde 1978 en adelante. Pero
una de las tesis que resaltan, aparte del paso táctico, es el análisis de la posible
prolongación de la dictadura, esto es importante ya que por primera vez se dejaba
entrever que la idea optimista de que la dictadura tenía “el ala rota” no era tan certera, y
daba pie a la búsqueda de soluciones para acabar con el enquistamiento de la burocracia
militar en el poder. Estas soluciones surgían de cuestionamientos generales a la línea
antifascista y su posibilidad real de materialización, surgían también de las propias
necesidades de los/as comunistas en el interior y las críticas hacia la dirección exterior,
surgían de la nueva mística, identidad y subjetividad de cientos de militantes que
buscaban fórmulas y formas de combatir a la dictadura. Todas estas tensiones se
multiplicaron a raíz de tres sucesos que terminaron por instalar, tanto en el interior como
en el exterior, la incorporación de nuevos elementos a la línea que dieran respuesta a las
necesidades objetivas de la realidad chilena: la caducidad de la estrategia antifascista
resultado de los infructuosos acuerdos con la DC, la división del Partido Socialista de
Chile y con ello la disolución de la Unidad Popular en abril de 1979, y la progresiva
existencia de manifestaciones públicas a partir 1978. Todo esto empujaba al PC y sus
bases a la radicalización de su línea, la cual sufriría cambios internos durante 1980.

3.4. Todas las formas de lucha, incluso la violencia aguda

El 3 de septiembre de 1980, el Secretario General del PCCh Luis Corvalán


enunciaba en un acto público en Moscú un discurso que marcaría un antes y un después
en la historia política del país, nunca antes un partido político en Chile de la envergadura
y trayectoria del PC, había enunciado y asumía el enfrentamiento político-militar como
estrategia para un periodo histórico, no fue lo mismo que la radicalización del PSCh en
su Pleno de 1967 en Chillán, o las tesis insurreccionales de Bautista van Schouwen en
los 70’ y la Guerra Popular Prolongada en la dictadura, en el caso del MIR. La
diferencia estriba en las capacidades para hacer y plasmar en la realidad lo que en el
discurso se construía. En América Latina sólo dos partidos comunistas habían utilizado

63
el recurso de la fuerza y la violencia armada: el PC salvadoreño y la “Insurrección Roja”
en 1932, y el PC brasileño durante 1935 (Lowy, 2007).

Es una excepcionalidad histórica lo ocurrido en 1980, por lo tanto es menester en


este caso analizar el discurso pronunciado por Luis Corvalán. En primer lugar cuestiona
y critica las arbitrariedades y el fraudulento plebiscito que sostendrá una ilegítima
constitución:

Todas las fuerzas populares y progresistas del país y el millón de chilenos que
está en el exilio rechazan ese engendro constitucional y declaran con plena razón,
que el plebiscito ad portas no tiene validez jurídica ni moral. (Boletín del
Exterior N° 43, 1980, p. 12)

En segundo lugar finiquita la perspectiva del “optimismo histórico”, desnudando


la posibilidad real de la prolongación del régimen:

Pinochet tiene la pretensión de eternizarse en el poder, de atornillarse en el cargo


que usurpó hasta 1997, o sea, de mantenerse como dictador, impuesto y sostenido
por las bayonetas, por un total de 23 años y medio. La constitución que va a
someter a plebiscito así lo establece. (Boletín del Exterior N° 43, 1980, p. 14)

En tercer lugar, ante esto, se da por agotada la estrategia gradual de los sectores
del centro político, promoviendo de esta manera la búsqueda de una salida de otro tipo al
fascismo:

Se hacen humo las ilusiones respecto de una presunta liberalización del régimen.
Se cierran los caminos para la evolución gradual con que algunos han soñado. En
estas circunstancias, no tenemos dudas de que el pueblo de Chile sabrá encontrar
el modo de sacudirse del yugo de la tiranía. Las masas irrumpirán de una u otra
manera hasta echar abajo al fascismo. Pinochet no podrá mantenerse en el poder

64
por el tiempo que pretende. El derecho del pueblo a la rebelión pasa a ser cada
vez más indiscutible. (Boletín del Exterior N° 43, 1980, p. 14)

Se impone, aunque sea en el discurso, la incorporación de la rebelión como


eventualidad política de ruptura con el régimen, la utilización del derecho a la rebelión
consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos 43, se introduce como
posibilidad para el pueblo de Chile. Así la rebelión pasa a constituir toda acción en
contra del régimen, y estas acciones incorporarán la utilización de todas las formas de
lucha, incluso la violencia aguda. Corvalán manifiesta a decir del “pueblo” que:

Este sabrá descubrir en la lucha las formas específicas de expresión de su proceso


democrático y revolucionario, dando paso, seguramente a los más variados
métodos que ayuden a desarrollar el movimiento de masas, aislar a la dictadura,
aunar fuerzas, abrir perspectivas de victoria. Es el Fascismo el que crea una
situación frente a la cual el pueblo no tendrá otro camino que recurrir a todos los
medios a su alcance, a todas las formas de combate que lo ayuden, incluso de
violencia aguda, para defender su derecho al pan, a la libertad y a la vida.
(Boletín del Exterior N° 43, 1980, p. 16)

Es así como se introduce la violencia política de manera explícita en la línea


política histórica del PCCh, se manifiesta como una ruptura táctica en un marco
estratégico permanente de la lucha de masas, las alianzas amplias y el avance progresivo
o gradual hacia la revolución socialista. Se incorpora el elemento táctico de la lucha
político-militar y militar a la praxis comunista.

43
El preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 establece lo
siguiente: “Considerando esencial que los Derechos Humanos sean protegidos por un régimen de
derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la
tiranía y la opresión” (párr. 3)

65
3.5. Perspectiva Insurreccional o Rebelión Popular

Existen muchos mitos en torno a la construcción de la Política de Rebelión


Popular de Masas, por una parte se ha dicho que fue un impulso ejercido por Cuba y
Fidel Castro44, o por la ortodoxia de PCUS imbuido por las críticas de sus dirigentes, o
por influencia netamente centroamericana.

Como mencionáramos anteriormente, la PRPM tiene una influencia variada,


desde las condiciones concretas que existían en la lucha contra la dictadura en el interior
del país –de 1974 a 1980–, la institucionalización del régimen, la nueva subjetividad
comunista que radicalizó la acción política, la caducidad de la línea antifascista, la tarea
militar acordada en Cuba a fines de 1974, el contexto internacional y las luchas de
liberación nacional, junto a la intelligentsia comunista que el PCCh mantuvo en dos
ciudades alemanas: el Seminario Latinoamericano de la Universidad Karl Marx de
Leipzig, y el Aparato de Inteligencia o Grupo de Berlín. Estos equipos del exterior junto
al EDI del interior, iniciaron un debate interno que trastocó al partido desde 1976 hasta
1981, y fueron esas discusiones las que tensionaron los cambios en la línea política y las
resoluciones de los plenos respectivos.

El Seminario Latinoamericano o “Grupo de Leipzig” fue creado a fines de 1973


por el Partido Socialista Unificado de Berlín, con el objetivo de estudiar con rigurosidad
académica las causas de la derrota de septiembre, y a través de ello extraer conclusiones.
Algunos integrantes de este grupo fueron Leonardo Fonseca, Carlos Maldonado, Patricio
Palma, Carlos Zúñiga y Marta Alvarado (Valdivia, Álvarez y Pinto, 2006, p. 112). El
Coordinador Exterior a través de Orlando Millas les planteó el estudio de la variable
militar en la derrota política, en un plazo desde el 1 de noviembre de 1975 hasta el 31 de
noviembre de 1976. Rolando Álvarez en su trabajo “¿La noche del exilio? Los orígenes
de la Rebelión Popular en el Partido Comunista de Chile” describe que las

44
Uno de los textos que ha llevado esta posición al paroxismo, es la “Historia inédita de los años
verde olivo (La penetración subversiva de Castro en Chile)”, de Javier Ortega (2002).

66
investigaciones realizadas fueron 5, siendo relevantes por los temas estudiados y sus
conclusiones:

1) “Marxismo-Leninismo y la cuestión militar. El proceso de discusión


internacional y el militarismo”, a cargo de Carlos Zúñiga.
2) “El imperialismo norteamericano y su política hacia las FF.AA. en América
Latina. Desarrollo del concepto de Seguridad Nacional. Algunas experiencias
actuales”, a cargo de Jorge Rodríguez Elizondo.
3) “Desarrollo histórico de las FF.AA. chilenas. Aspectos sociológicos de tal
desarrollo. Sexenio Freista”, a cargo de Carlos Maldonado.
4) “Desarrollo de la línea política del PCCh y la cuestión militar. Los otros partidos
de la UP y su política militar. El programa de la UP y su política militar”, a
cargo de Leonardo Fonseca.
5) “La experiencia del Gobierno Popular y el desarrollo de la problemática militar”,
a cargo de Patricio Palma.
(Valdivia et al., 2006, p. 113)

Cabe mencionar que en este grupo aunque existía homogeneidad política, son
dos los trabajos que se destacan en la elaboración teórica más heterodoxa (Palma y
Zúñiga), siendo sus tesis y articulaciones con el “Grupo de Berlín” cruciales para el
abordaje de la Rebelión Popular.

Es importante destacar la tesis de Patricio Palma, que objetaba la de su profesor


Manfred Kossok, quien sostenía que la Unidad Popular nunca apostó por la generación
de una “diferenciación” como táctica hacia el complejo militar, por lo tanto no modificó
las estructuras del aparato del estado, lo que significaba que el proceso había estado
trunco desde los inicios. Esta férrea crítica fue discutida por Palma, dando origen a una
de las tesis más importantes que gestaron la política del PC durante la dictadura. Patricio
Palma parte de la premisa de Carlos Marx esgrimida en el “18 Brumario de Luis
Bonaparte”, donde presenta al Ejército y el carácter de sus intervenciones en la política
dentro de los estados burgueses, en dos funciones: sirviendo, siendo propulsores,

67
incineradores o transportadores de los procesos de cambio, transformaciones y
revoluciones, o por el contrario, desempeñarse como guardia pretoriana del orden
dominante. Lo trascendental es que entrega posibilidades estratégicas al conjunto de las
fuerzas transformadoras, por más burgués que un estado sea, sus instituciones no las
compone íntegramente la burguesía, sino que el pueblo, y es esa contradicción la que
permite fisurar la institucionalidad burguesa, permitió a los bolcheviques convocar al
ejército al lado de la revolución. Es decir todo ejército por más esquematizado que esté
al alero del apoliticismo y de la no deliberación política, es cardinal en cuanto a la
resolución de la cuestión del poder, por lo que se debían necesariamente desbordar
políticamente sus posibilidades internas, aprovechar su composición. Para Palma, la UP
si tuvo política militar, siempre existió, quizá fue su vaguedad la que limitó su capacidad
de acción. Sí existió un proceso de diferenciación, el problema radicó en no haber sabido
ocupar los momentos y coyunturas favorables para extender ese proceso. La política
militar en la UP, en realidad no consistió en:

Desarrollar la descomposición de las FF.AA. hasta lograr una fractura que


permitiera triunfar en un enfrentamiento armado generalizado, sino que buscó
crear las condiciones que posibilitaran una transformación del carácter de las
instituciones militares sin quiebre ni enfrentamiento. (Álvarez, 2011, p. 138)

Esa táctica fue la gran originalidad de la Unidad Popular que según Palma radicó
en desarrollar un proceso “de acumulación de la superioridad militar (…) esencialmente
a través de medios y métodos políticos (en el sentido no-armadas) de lucha” (Álvarez,
2011, p. 139). La síntesis política de este debate se transformó en matriz teórica
importante en la concepción de la PRPM en plena dictadura, la estrategia política se
desenvolvía en el terreno y plano estrictamente militar a través de la obtención de una
correlación de fuerzas favorables que permita la diferenciación política de las FF.AA.,
en este caso el quiebre vertical de las ramas, en un proceso constante y ascendente de
movilización popular y con perspectivas insurreccionales, para así desplazar e inhibir a
los sectores contrarrevolucionarios de las filas de las FF.AA.

68
Por otra parte existió otro grupo de comunistas en Berlín que también provocaron
algunas de las propuestas sustanciales que se integrarían en la conformación de la salida
“insurreccional”. Este grupo fue el Aparato de Inteligencia, el cual tuvo bastante
influencia en la génesis de la perspectiva insurreccional, este aparato pasó de ser
meramente técnico (recopilación de información) y de inteligencia política, a ser un
aparato sumamente político, elaborando propuestas, proyecciones y visiones de los
procesos y escenarios que indagaban. Aquí cabe destacar la participación de Manuel
Fernando Contreras45, que con un par de compañeros (Álvaro Palacios y Roberto)
conjugaron algunas tesis e ideas que resultarían claves en la elaboración política ulterior.

El aparato de inteligencia tuvo una existencia secreta y altamente


compartimentada, llegó incluso a considerársele algunas prerrogativas que tenían los
servicios de inteligencia en la RDA. Lo trascendental, es que podía influir en el debate
político interno, tuvo contacto directo con la Comisión Política y el Coordinador
Exterior, podían emanar informes y propuestas. Lograron conjugar esta posibilidad con
el estado de ánimo general que se vivía en el interior como el exterior, la subjetividad
militante se había radicalizado por los golpes sufridos durante años. Este equipo46
también fue el encargado de escoger a los militantes de las Juventudes Comunistas en el
exilio que asistirían a los cursos de formación político-militar en Cuba, la denominada
Tarea Militar iniciada en abril de 1975, pero lo fundamental fue el arquetipo teórico que
sustentó la perspectiva insurreccional, este arquetipo tuvo ciertas influencias del
contexto internacional de fuerzas, la geopolítica de la Guerra Fría y los procesos sociales
generales en el marco de las luchas de liberación nacional del tercer mundo.

Estos acontecimientos fueron en primer lugar la Revolución de los Claveles en


abril de 1974 en Portugal, el “Golpe de los Capitanes” había ratificado la tesis del
Partido Comunista de Portugal (PCP) respecto que la dictadura caería por la vía de una

45
Militante Comunista y miembro del CENOP (Centro de Estudios de la Opinión Pública)
durante el gobierno de la Unidad Popular.
46
El Aparato de Inteligencia estaba a cargo de Rodrigo Rojas y contó con la participación de
Álvaro Palacios, Manuel Fernando Contreras y “Roberto”.

69
insurrección nacional. Esto validaba la tesis de “diferenciación y derrumbe” de las
FF.AA. como la opción de la salida insurreccional en el país. Al alero de la coyuntura
anterior, se dio el triunfo del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA)
en 1975. Incluimos las luchas de liberación nacional en Nicaragua y El Salvador, donde
tuvieron participación cientos de compatriotas tanto en el Frente Sandinista de
Liberación Nacional (FSLN) como en la construcción de las nuevas FF.AA. en
Nicaragua, como también en el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN)
de El Salvador. Estas experiencias dotaron de nuevas emociones y subjetividades a la
militancia. No obstante, consideramos que la coyuntura crucial y de la cual se extrajeron
conceptos centrales para la PRPM corresponden a la Revolución Vietnamita y la
Revolución Iraní de 1979.

De la Revolución Vietnamita (Pineda, 2008) se extrae lo siguiente: la tesis de Vo


nguyen Giap, sobre la incorporación de las amplias masas al combate, es decir la Guerra
Popular Revolucionaria es la guerra de todo el pueblo, un combate total y prolongado
que se expresa en todos los planos; y la tesis de Le Duan, Secretario General del Partido
Comunista Indochino o Partido de los Trabajadores del Vietnam, sobre el “Método
Revolucionario” que toda estrategia política debía contener:

Los métodos de acción revolucionaria apuntan esencialmente a vencer al


enemigo, a vencerlo del modo más ventajoso, a llevar de la manera más rápida la
revolución al triunfo. La Valentía por sí sola es insuficiente, es necesario además
la inteligencia; no se trata solamente de ciencia sino también de arte. (Le Duan,
1970, p. 33)

A la clásica política comunista de la lucha de masas, alianzas amplias y avances


graduales, se le incorporó el elemento militar, la asociación de estos elementos con las
nuevas tesis (diferenciación en las FF.AA.) junto a la coyuntura internacional, dieron
como resultado la perspectiva insurreccional, pero lo que faltaba a la fórmula final era el
método revolucionario, y este método lo adquirieron observando el proceso
revolucionario iraní. La participación del Partido Comunista de Irán o “Partido Tudeh”

70
más la acción de los islámicos Muyahidines del Pueblo de Irán (MPI) y su táctica de
guerrilla urbana, entregaron bastantes referencias en cuanto al método revolucionario y a
la acción política-militar de los grupos operativos. El método iraní consistió en otorgar
centralidad de la lucha a la acción autodefensiva de las masas, con protestas continuas y
masivas, rurales y urbanas, huelgas generales, movilizaciones sociales que incluyeron a
millones de personas, lograron la diferenciación e hicieron colapsar operativamente a las
FF.AA. reaccionarias, ante la imposibilidad moral de que asesinaran a las millones de
personas que se oponían régimen del Shá. Este fue el método que sustrajeron los
comunistas chilenos de la Revolución Iraní, protestas masivas y acciones de masas en
combinación con el Paro Nacional Prolongado (PNP), para diferenciar y neutralizar a las
FF.AA. de la dictadura, frente al hecho de que se les opusieran frontalmente millones de
personas y se vieran en el dilema de cometer el asesinato masivo, cuestión que se veía
improbable. Así se cuajó la Perspectiva Insurreccional, como estrategia político-militar
para derrocar a Pinochet.

3.6. El Pleno de Cottbus en 1981

Cabe destacar que a pesar de la síntesis teórica de los grupos en el extranjero,


estas propuestas no fueron aceptadas a rajatabla, hubo trancas y contrariedades desde
algunos dirigentes de los órganos de dirección, la “Pauta orientadora de la Rebelión
Popular”47 de Gladys Marín y el “Libro Rojo” escrito por Manuel Fernando Contreras
que presentaban la Perspectiva Insurreccional de Masas (PIM), fueron rechazados en el

47
La perspectiva insurreccional es una línea conducente al levantamiento de masas para la toma
del poder. Levantamiento de masas que irrumpen con violencia y que implica las luchas más
diversas por los problemas más sentidos, pero que llevan aparejadas la exigencia del cambio de
régimen, que no aceptan la legalidad fascista y que adoptan las más diversas formas: salidas
callejeras, paros, barricadas, sabotajes, tomas de terreno, de industrias, enfrentamientos en las
calles, huelgas, protestas, resistencia civil en poblaciones y que obligatoriamente van a recurrir
a formas de lucha armada –que estas formas de lucha armada sean más o menos generalizadas
dependerá del desarrollo más general–. (Bravo, 2010, p. 111)

71
Pleno del Comité Central de 1981 realizado en la ciudad alemanda de Cottbus, al ser
considerados como una perspectiva “ultrista” que expresaba una política voluntarista,
fuera de la realidad chilena y que podría aislar al PC de las masas. Se les acusaba de
sobrepasar la línea política, se criticaba al naciente “Frente Cero” o “Frente 17” falta de
realismo político y que los análisis de la realidad social y política del EDI gozaban de un
exitismo que implicaba echar andar estas “exageraciones tácticas.”

Ante esta incertidumbre y tensión se optó por frenar la estrategia insurreccional


(PIM) y la “utilización de todas las formas de lucha”, para lo cual Gladys Marín debió
salir al extranjero en representación del EDI, a buscar un consenso con la Comisión
Política y establecer la unidad de la línea. El resultado del consenso dio una fórmula
novedosa y sumamente política, si bien implicó un cambio conceptual en su significante,
era mucho más amplio que la insurrección propiamente tal. En el interior, la insurrección
se visualizaba como la salida preferencial al régimen, en cambio en el exterior, no
existía una posición única, por tanto hablaban del derecho a la rebelión, ya que éste
constaba de más salidas, las cuales en ese momento no se podían determinar, sin dejar de
lado una posible insurrección. La PRPM surgió como concepto y fórmula de consenso
entregando la posibilidad de la insurrección armada, aunque sin ser ineluctable.

En este sentido, el EDI no pudo imponer su Perspectiva Insurreccional de Masas


(PIM) frente a la Rebelión Popular en 1981, cuestión que se revertirá unos años después
en el Pleno del Comité Central de enero de 1985, donde se establecerá que 1986 será el
“año decisivo” y el de la Sublevación Nacional.

El último documento orgánico que analizaremos y que exhibe los resultados del
periodo de cuestionamientos, debates, construcciones, análisis y propuestas, establece ya
de forma definitiva el marco teórico y político que tendrá la Rebelión Popular de Masas
y su orientación concreta. El artículo “Lo militar en la política del Partido” de “Camilo
González” (pseudónimo de Manuel Fernando Contreras) es publicado en la revista
teórica del PCCh “Principios” de Diciembre de 1981, y su idea central supone que:

72
Lo militar hay que concebirlo como parte substancial del conjunto de los
procesos socio-políticos del país y, por ende, como un componente esencial de la
línea política del partido. El problema militar, o lo militar, está dialécticamente
concatenado a todos los problemas y procesos del tránsito del pueblo al poder y
su consolidación; al derrocamiento del fascismo y la conquista de la democracia.
(Lo militar en la política del Partido, 1981, pp. 22-23)

El PC añadía un elemento trascendental, lo militar en la política en este caso no


se incorporaba como aditivo o cuestión de especialistas, sino que el éxito de esta
estrategia dependía de la evolución de un partido político a un partido político-militar,
siendo la cuestión del poder y su resolución una cuestión de fuerzas e imposiciones, por
lo tanto, permeado del componente militar también. El documento expone lo siguiente:

Nuestra concepción de Rebelión Popular aplica a las condiciones concretas de


Chile, el principio de la violencia revolucionaria (…) La esencia de esta
concepción reside, pues, en la capacidad de la clase obrera y de todas las fuerzas
democráticas, de ir ubicando el centro de gravedad de sus luchas fuera y en
contra del sistema institucional fascista, respondiendo con todas las formas
necesarias de lucha a la violencia del régimen dictatorial, para derrocar a
Pinochet y conquistar la democracia para Chile. (Lo militar en la política del
Partido, 1981, pp. 27-28)

Se justifica de esta manera la utilización de la violencia política en la fórmula de


la Rebelión, la cual podía entregar varias salidas al conflicto, incluso la pacífica. Pero lo
esperado y promovido sin duda fue la insurrección general de todo el pueblo. La forma
técnica y orgánica que asumiría la PRPM en el PCCh quedaría instituida por tres
elementos, componentes de la “correlación militar de fuerzas”.

La Fuerza Militar Propia (FMP), que era concebida como el aparato técnico,
especializado y eminentemente militar a cargo de las operaciones y acciones audaces,
que inicialmente se constituyó con el Frente Cero, pero también con las Unidades de

73
Combate, Grupos Operativos, y desde fines de 1983, con el Frente Patriótico Manuel
Rodríguez (FPMR) que reemplazaría al Frente Cero. Esta fuerza tendría distintas etapas
de desarrollo que dependían de las fases de la Rebelión y del marco general de la lucha
de clases, por lo que:

El contenido de sus acciones son propagandísticas y de agitación, así como de


autodefensa elemental (…) Solo en una etapa superior de la rebelión popular del
pueblo, la fuerza militar se transforma; de simple Frente operativo en una
estructura militar del Partido. Por qué las consecuencias de su acción y por ende
de sus objetivos centrales, van más allá de las necesidades específicamente
políticas de la agitación y la propaganda y la elevación del estado de ánimo del
pueblo: y apunta ahora a las necesidades de paralizar, debilitar y aniquilar
parcialmente al enemigo, también en el campo de las acciones militares, es decir
armadas. (Lo militar en la política del Partido, 1981, p. 37-38)

El aparato militar iría empleando nuevas formas y métodos en la medida del


avance de las relaciones de fuerzas y en una fase superior se transformaría en la fuerza
militar propia del proceso revolucionario, bajo la orientación política-militar del Partido
Comunista.

La Organización Paramilitar de las Masas, posteriormente conocida como


Trabajo Militar de Masas (TMM), fue el componente más importante y central en la
lucha contra la dictadura. La lucha de masas más la violencia aguda necesitaban de “la
organización y desarrollo de mayorías activas a través de un tejido social específico para
la rebelión y probable insurrección” (Lo militar en la política del Partido, 1981, p. 39).
Estas mayorías activas debían participar de aquella lucha enmarcada en el terreno
miliciano, la lucha de masas obtenía su centralidad en este campo de batalla, para el
PCCh el Trabajo Militar de Masas era la esencia de la PRPM, su centralidad residía en el
carácter “popular” y de “masas” de la estrategia. El TMM y sus estructuras:

74
Son los organismos privilegiados para la desobediencia y resistencia civil y
paramilitar al fascismo. (…) Son, en síntesis el modo de organización específico
que las masas se dan para ejercer el supremo derecho a la Rebelión en sus niveles
más agudos y resueltos. (Lo militar en la política del Partido, 1981, p. 40)

El tercer elemento de la correlación militar de fuerzas fue el denominado Trabajo


Hacia el Ejército (THE) o “el paso de una parte de las FF.AA. y de Orden al lado de la
lucha antifascista”, se buscaba atraer a un sector de las FF.AA. por medio de la
diferenciación e inhibición política generando el quiebre vertical en este, se trataba de
ahondar en la crisis moral y política del régimen:

Se trata de que los elementos democráticos de las FF.AA. y de Orden conquisten


ideológica y políticamente al mayor número de hombres a favor del antifascismo;
pero que a la vez sean capaces de conquistar la dirección física de ellos. (Lo
militar en la política del Partido, 1981, p. 41)

Esta triada conformaría el arquetipo táctico de la Política de Rebelión Popular de


Masas, sustentada además bajo la tesis de la crisis del régimen y de las fuerzas armadas,
para lo cual el partido barajaba tres posibilidades o escenarios de crisis nacional:

1. Crisis y desplome simultáneo del régimen y FFAA (tesis bolchevique 1917)


2. Crisis adelantada del viejo ejército (Revolución de los Claveles, Portugal 1974)
3. Crisis y desplome tardío del viejo ejército (escenario centroamericano,
Nicaragua)

Es posible que se produzcan las crisis internas de las FF.AA. y de Orden en


directa ligazón con una grave crisis del modelo económico y del régimen político
Fascista. (Lo militar en la política del Partido, 1981, p. 46)

Adquiriendo probablemente la crisis de las FF.AA. y de orden una profundidad y


velocidad mayor. (Lo militar en la política del Partido, 1981, p. 48)

75
Toda esta construcción subrayaba que lo militar fue parte esencial de la política y
en ningún caso un componente aditivo, siendo substancial de la política militar y de la
línea política general del PCCh. La estrategia comunista sin duda generó tensiones a la
interna, e incluso continúa generando controversia en el debate político público actual,
así como en las ciencias sociales que han estudiado este periodo de la historia del PCCh.

3.7. La PRPM, un debate necesario

En la historiografía consultada existe un debate abierto sobre la PRPM y sus


implicancias en la línea política del PCCh. Podemos dividir en dos las tesis surgidas de
este debate: En primer lugar se encuentran aquellos trabajos que plantean que i) la
PRPM habría significado una ruptura, quiebre y cambios de la línea política del PCCh; y
en segundo lugar quienes plantean que ii) la PRPM significó continuidades y cambios en
la línea política.

En el primer grupo podemos mencionar el trabajo de Hernán Vidal “FPMR, El


tabú del conflicto armado en Chile” quién expone que “el esfuerzo militar fue una
refundación cultural y antropológica” y posiciona la PRPM “como ruptura intransigente
con la institucionalidad impuesta” con la “perspectiva para el establecimiento
revolucionario del socialismo en Chile” (Vidal, 1995, p. 116). También podemos incluir
en esta posición a “La política del Partido Comunista de Chile, elementos de su
evolución y permanencia en el último periodo” de Osvaldo Puccio (1988), quién habla
de “inflexión en la política del PC” (p. 412) y de “la nueva orientación” (p. 430). “Las
relaciones internacionales del Partido Comunista” de Boris Yopo (1988) que igualmente
se refiere a una inflexión y otorga importancia vital a la “influencia centroamericana” en
la creación de esta “estrategia insurreccional”. Jorge Arrate, en sus “Memorias de la
izquierda Chilena”, expone que la PRPM constituyó un “cambio de línea” en el PCCh,
“las Milicias Rodriguistas en las poblaciones cambiaron la imagen y la práctica de un
PC que en toda su historia fue acrecentadamente civilista: “la sublevación nacional”, de
la que habla ahora él, es expresión cabal del cambio de línea” (Arrate, 2007).

76
Por último podemos citar el trabajo de Tomas Moulian e Isabel Torres en
“¿Continuidad o cambio en la línea política del Partido Comunista de Chile?, plantean
que a pesar que las formulaciones estratégicas del PC incluían la variable de la
condicionalidad histórica del camino pacífico “la imagen de un cambio radical del
Partido Comunista se basa en que este, después del plebiscito de 1980 transforma las
afirmaciones potenciales y condicionales de su discurso histórico en tareas inmediatas y
necesidades actuales” (FLACSO, 1988, p. 469).

En el segundo grupo podemos mencionar el trabajo de Patricio García y Hernán


Venegas (2004) “Continuidades y rupturas en la estrategia del Partido Comunista”
donde enfatizan que la PRPM sintetizó elementos de continuidad, la definición
estratégica del partido recogía y sintetizaba dialécticamente antiguas propuestas:

De tal modo el Partido nunca descartó en su trayectoria histórica la adopción de


formas de luchas radicales o violentas si las condiciones lo ameritaban, más bien
estas estuvieron siempre consideradas, al menos discursivamente, como un
aspecto más de los desafíos de un partido revolucionario. (p. 68)

Igualmente Claudio Pérez Silva (2016) en “La tarea militar del Partido
Comunista de Chile: ¿Continuidad o ruptura de la política militar del comunismo
Chileno? expone que no existió contradicción alguna entre lo anteriormente esbozado y
esta nueva política. Verónica Bravo Vargas (2010), en “Con la razón o la fuerza,
Venceremos. La Rebelión Popular y la Subjetividad Comunista en los 80”, establece que
en la PRPM “operan dialécticamente elementos de ruptura y continuidad (…) La PRPM
efectivamente implica un giro táctico en la línea tradicional de esta organización, pero
evidentemente no significó un borrón y cuenta nueva” (p. 60). A esta versión podemos
sumar aquella elaborada por Luis Rojas Núñez quién en “De la Rebelión Popular a la
Sublevación Imaginada” (2011), presenta que:

La PRPM en determinados aspectos era continuidad de la tradición política del


PC; en otros, incorporación de nuevos contenidos en los que se incluía

77
principalmente la cuestión militar, incorporó, o al menos lo intentó; una visión de
conjunto del tema militar, que sobrepasó a la sola definición acerca del empleo
de las formas armadas de lucha. Y este fue otro rasgo de la PRPM, era
continuidad y cambio. Vista con optimismo fue la conjunción de lo viejo con lo
nuevo. Vista con ojos críticos, fue cambio a medias. (p. 177)

Bajo la misma postura podemos agrupar el trabajo de Rolando Álvarez “Aún


tenemos patria ciudadanos. El Partido Comunista de Chile y la salida no pactada de la
dictadura (1980-1988)”:

De acuerdo a nuestro planteamiento, la cultura política del PC se transformó


durante ese periodo producto de la incorporación del factor militar. Sin embargo
existió una línea de continuidad con sus tradiciones políticas (“el
recabarrenismo”). (Valdivia et al., 2008, p. 21)

Incorporamos otro libro del mismo autor: “Arriba los pobres del mundo: Cultura
e identidad política del Partido Comunista de Chile entre democracia y dictadura 1965-
1990”, que reconoce el viraje político impulsado por el PCCh, denominándolo como un
“proyecto político de renovación teórica y política” cristalizado en la línea del PC en los
ochenta. “Desde nuestra perspectiva, estimamos que aunque la línea de “Rebelión
Popular de Masas” implicó rupturas con la cultura política comunista previa al golpe, es
posible detectar importantes líneas de continuidad entre estos dos momentos históricos”
(Álvarez, 2011, p. 17).

Cabe destacar al mismo tiempo, la posición que tuvieron al respecto las voces
oficiales del PCCh. Volodia Teiteilboim en “Comprensiones e incomprensiones”
respecto a la “lucha antifascista”, explica lo que sería una ampliación de la línea,
caracterizada como enriquecimiento y desarrollo, es decir, no habría cambio de la línea,
sino que en la línea:

78
La verdad estricta es que nuestros objetivos no han variado de ninguna manera
(…) El criterio de afirmarlo todo sobre la base de la lucha de masas, que ha sido
siempre una constante de la política de nuestro Partido, está hoy más vigente que
nunca (…) Y cuando a la línea se le agregan nuevos planteamientos, no
estimamos lo más apropiado hablar de cambios, sino de enriquecimiento y
desarrollo. (Boletín del Exterior N° 49, 1981, p. 21)

Por último citamos nuevamente la revista teórica “Principios”, donde Manuel


Fernando Contreras advierte que:

Nuestro partido prevé un curso de Rebelión Popular y de una ulterior


insurrección general, educa al propio partido y a las masas en el sentido de no
ilusionarse con caminos pacíficos y en la necesidad del enfrentamiento en toda la
línea al fascismo; en este sentido, Para ello toma todo lo procedente avanzado
por las luchas del proletariado y del conjunto de las fuerzas democráticas, esto ha
significado un enriquecimiento de la línea del partido. (Lo militar en la política
del Partido, 1981, p. 23)

Este debate historiográfico representa las dos grandes líneas interpretativas del
carácter de la Política de Rebelión Popular de Masas. Intentamos tomar posición al
respecto, considerando aquella con mayor sustento en los hechos como en las fuentes
oficiales, y nos inclinamos por las tesis que hablan de “continuidad y ruptura”. Ahora
bien, advertimos que haremos una importante observación conceptual.

En primer lugar, refutamos la postura que indica que la PRPM significó un


quiebre total y rupturista respecto a la línea histórica del PCCh, puesto que a pesar de la
introducción del componente militar como forma de lucha y mecanismo de acción, el
“Recabarrenismo”48 ha estado presente en los distintos periodos históricos y estrategias

48
El “Recabarrenismo”, como concepto utilizado por la cultura comunista chilena es expresión
de experiencias políticas a lo largo de los años, reflejada en la imagen de Luis Emilio
Recabarren, esta forma de hacer política de tipo multifacético, nunca renegó del uso de todos los

79
políticas del PC y no excluyó jamás la posibilidad del uso de la violencia bajo cierta
condicionalidad del contexto histórico.

En segundo lugar, las tesis que sustentan que la PRPM constituyó cambios,
rupturas y continuidades nos parece más acertada, ya que efectivamente se presentan
elementos de ruptura en la praxis política y en la subjetividad comunista, como la
incorporación de la cuestión militar, la violencia política y el empleo de otras formas de
lucha, como también elementos que representan continuidades, visibles hasta hoy, la
lucha de masas, la construcción de una mayoría nacional, la relación dialéctica con
franjas sociales, las alianzas amplias con fuerzas políticas y la lucha legal en el plano
institucional con objeto de conquistar una “democracia avanzada”49, entre otros.

espacios legales para desarrollarse, al mismo tiempo tampoco negó las formas, tareas y métodos
no-legales cuando fueran necesarios, siendo definitorios las derroteros que asumiera la “lucha de
masas”.
49
El PCCh luego de transitar por la PRPM, sufrió el aislamiento político en los 90’, en éstas
condiciones, elabora una nueva concepción estratégica para el periodo, que constituye su actual
estrategia: la “Revolución Democrática” (RD), que tiene como objetivo resolver la
contradicción del periodo, que para ellos adquiere los siguientes ribetes:
“La forma de dominación actual es una nueva fase de desarrollo del imperialismo, sustentada
por el neoliberalismo económico. El neoliberalismo se identifica hoy no solo con su expresión
económica, sino con todos los aspectos que conforman la dominación ideológica que ha
desarrollado, así la contradicción fundamental del periodo es entre esta forma de dominación en
su conjunto y el proceso de democratización creciente de la sociedad”. Se busca alcanzar un
gobierno de “nuevo tipo” que pueda sentar las bases para transitar hacia la democracia avanzada
que es el socialismo, esta revolución democrática debe ser popular, nacional, antiimperialista y
anti-oligárquica, y será obra de una “nueva mayoría” nacional, entendida como una fuerza
política y social, pluralista y multi-clasista. Para Gladys Marín la revolución democrática “es una
concepción estratégica para lograr un objetivo, el cambio democrático. Pero al mismo tiempo es
una táctica rupturista de acumulación de fuerzas para el cambio democrático. Es una táctica
rupturista por que los cambios que debemos llevar adelante tienen que ir rompiendo lo
establecido”. Gladys Marín, Escuela Nacional de Cuadros, 1992. En:
educacion.pcchile.cl/sn/wp-content/uploads/2006/06/cuadernos_programapc.ppt

80
Sin embargo, consideramos incompleta la lectura por parte de los autores y la
correspondiente historiografía de la tesis de “continuidad y ruptura” a secas, para
nosotros los conceptos claves a utilizar serían de “ruptura táctica” y “continuidad
estratégica” en la línea política del PCCh durante el periodo de dictadura cívico-militar.

¿Qué significa esta ruptura táctica y continuidad estratégica? Bajo la concepción


marxista y sobre todo leninista, el marco estratégico-táctico de un partido comprende su
línea política junto al camino y formula revolucionaria para resolver la cuestión del
poder, sus posibilidades de desarrollo y avance en el tiempo, su plausibilidad. La
estrategia de “poder” es la forma, el camino general a trazar para conseguir un objetivo
final, es la planificación y orientación de los grandes combates, o como diría Clausewitz
“el uso de los encuentros para alcanzar el objetivo político”50; en cambio la táctica
busca “brindar respuestas absolutamente claras que no admitan dos interpretaciones”51,
es decir, se relaciona con el trabajo político concreto, mecanismos de acción, formas de
lucha, objetivos y operaciones que tributan al marco estratégico-táctico general y su
línea política, “preparar y conducir individualmente los encuentros”.

Por lo tanto la PRPM representa una ruptura táctica en la línea, ya que rompe con
los métodos y formas de lucha tradicionales, puesto que releyendo la realidad y las
circunstancias históricas, el PCCh enfocó el problema de las formas a la condición
concreta. Incluyó el “tema militar” al accionar político del partido, impulsando la lucha
por fuera, en contra y a pesar de la legalidad de régimen, y la violencia aguda contra la
dictadura. La táctica se modificó, pero los elementos centrales de la línea política se
mantuvieron, es más, se fortalecieron y complementaron con la política-militar dentro de
la PRPM. La PRPM a pesar de ser una estrategia, solo fue parcial o para el “periodo”, y
no constituyó como plantean los autores del primer grupo una estrategia general o “de
poder”, ya que el objetivo de su diseño era derrocar a la dictadura y sacar al general
Pinochet, sustituyendo el régimen dictatorial por una democracia representativa según

50
Karl Von Clausewitz. “De la Guerra”.
51
V.I. Lenin (1905) ¡Discutan sobre táctica pero dentro de consignas claras! (Obras escogidas,
Tomo 9, p. 258)

81
un programa político democrático-popular52, en ningún caso fue una fórmula para crear
una situación revolucionaria, conquistar el poder o comenzar la inmediata edificación
del socialismo.

La línea política (lucha de masas, amplias alianzas y democracia avanzada) se


mantuvo al igual que la estrategia general del PCCh (conquistar el aparato del estado y
sus instituciones llevando gradualmente la revolución a otros niveles), esto ocurrió con
el Frente Popular de los años 30’-40’, el Frente de Liberación Nacional de los 50’-60’, la
Unidad Popular de los 70’, el Frente Antifascista del 1973-1980 y la PRPM de 1980-
1990. Por lo tanto la PRPM representó esa continuidad estratégica que el partido
comunista viene sosteniendo desde la época de los frentes populares en adelante:

Con una perspectiva retrospectiva, pero a la vez muy actual, se puede admitir el
reproche ético de la violencia en el caso de un régimen democrático,
legítimamente constituido. Pero es ingenuo aceptarlo en el caso de una dictadura
terrorista y sanguinaria, instalada en el poder por un golpe de Estado promovido
por una potencia extranjera. Proyectado al futuro, ese reproche es igualmente
inadmisible si se está defendiendo un proceso de cambios sociales en beneficio
de las mayorías. (Herreros, 2005, p. 66)

52
El programa democrático popular supone una serie de transformaciones estructurales de la
sociedad, recuperar la democracia no significaba solamente el regreso a un régimen político
abierto, sino que fundamentalmente la recuperación de elementos políticos, económicos y
sociales patentes en el último gobierno democrático, o sea, el gobierno de la UP, por lo tanto era
menester recuperar derechos sociales, humanos, des-mercantilizar servicios sociales, reponer
industrias estatales, equilibrar estructuralmente la relación de poder entre trabajadores y
empleadores, etc. Una gran cantidad de medidas, que si bien no tienen un carácter “socialista”,
serían necesarias para avanza a las de ese tipo, puesto que son pilares estructurales heredados de
la dictadura cívico-militar.

82
4. La Nueva Historia Política

La nueva historia política chilena de a poco se ha instalado en la escena


historiográfica criolla, goza de un gran campo de estudio que se encuentra a la espera de
investigadores e historiadores del tiempo presente. Es fácil caer en la tentación de
catalogar cualquier historia social cómo historia política o cualquier historia del tiempo
presente cómo historia política. La intención de esta sección será clarificar lo que se
entiende por Nueva Historia Política (NHP) y representar por tanto a nuestro presente
trabajo de investigación como inscrito en esta corriente historiográfica.

Si bien la Nueva Historia Política ha tenido un influencia extranjera, ha surgido


en el plano nacional cómo una superación –en clave de disputa– con la antigua historia
política, que estaba signada por elementos “minúsculos”, cómo hechos, instituciones,
gobiernos, la historia elitista, que en el caso chileno representaba la historia de los
vencedores, la historia tradicional, conservadora y positivista. Para Cristina Moyano
(2011): “la historia política ha comenzado a recuperar un sitial clave en la producción
historiográfica, no sólo nacional sino que también en otros espacios latinoamericanos y
anglosajones, así como en la tradición de la escuela francesa de los annales” (p.228).
Cuestión similar plantea Danny Monsálvez (2016), ya que para él la nueva historia
política estaría:

Atenta al acontecimiento, pero también a los movimientos de gran amplitud (las


ideologías, de larga duración, por ejemplo) y a las estructuras, especialmente a
través de la noción de cultura política, ya no se limita al desarrollo descriptivo de
una simple crónica de los acontecimientos. Esta nueva historia de lo político
satisface actualmente las principales aspiraciones que habían suscitado la
justificada rebelión contra la historia política tradicional. (p. 118)

La crítica a la historia política tradicional consistía en que esta comprendía como


general una reducción histórica, obviando el ser y hacer política como un fenómeno
social, reduciéndola a concepciones totalizantes:

83
Las principales críticas hacia la historia política tradicional se dirigieron hacia las
figuras de los llamados “grandes hombres” como aquellos que “representaban,
encarnaban o expresaban a la nación, al pueblo o a un grupo social” y la
supravaloración moral de éstos en detrimento de las acciones individuales y/o
colectivas. (Curi, 2008, p. 79)

De lo que se trataba ahora era de reinterpretar la historia política, se habla de un


“renacer” o una nueva forma de hacer historia política, ya no reducida a las grandes
épicas, sino que a la política entendida como cristalización de relaciones sociales. La
singularidad de la NHP está en no fragmentar ni intentar divorciar lo político de lo
social, puesto que la política actúa en la sociedad, ni tampoco interpretar “lo político”
como si las estructuras determinaran obligadamente el accionar social. Para José Ponce
López (s/f.):

Debe entenderse como una dimensión con características propias pero inmersas e
inseparables de ella. En base a lo cual, veremos en qué medida en el campo
político incidieron las estructuras sociales tanto objetivas como subjetivas de un
determinado momento histórico. Por ello, que el desarrollo de esta mirada más
social de lo político se transforma en una aporte, ya que trata de ver como los
múltiples fenómenos sociales se entrecruzan y se insertan en la política, así como
esta se desborda a sí misma y se derrama por el conjunto de la sociedad. Con lo
que metodológicamente, la interdisciplinariedad y el fortalecimiento mutuo del
conjunto de las ciencias sociales cobran centralidad estratégica. (pp. 11-12)

Por lo tanto la NHP también es una historia político-social, y esta relación


implica el reconocimiento y la interdependencia de distintas disciplinas que tributan a la
actividad del historiador/a, dialoga con otras ciencias sociales como la ciencia política,
la sicología política, la antropología, etc. Cristina Moyano (2010) plantea que:

Nueva Historia Política es una historia social de la política, una historia que hoy,
al tratar de penetrar comprensivamente en los fenómenos traumáticos del siglo

84
XX, trata de repensar al partido y los sujetos que practicaban la política,
reconstituyendo su propia posicionalidad social, para pasar de la condición de
víctima a la condición de militante. En ese sentido, esta NHP ha recogido
elementos vinculados a las representaciones, se ha preocupado por las
identidades, por la producción simbólica de los imaginarios sociopolíticos, las
culturas políticas, las narrativas de memoria, reposicionando como clave el papel
del “actor”, dibujando el campo de lo político ya no sólo de la perspectiva
institucional o estructural, sino que recuperando el espacio donde se produce la
producción simbólica, es decir, la subjetividad. (p. 2)

La NHP como bien lo deja entrever Moyano, busca otros objetos de estudios: los
partidos políticos, los militantes y sus subjetividades, cultura e identidad, recayendo en
la política; cabe destacar que esta evolución de la antigua historia política a la nueva no
fue por la obra rupturista de algún historiador, sino que fue producto del contexto y la
situación política mundial, tras la crisis ideológica del fin de los “meta-relatos” y la
caída de la bipolaridad geopolítica; fue el surgimiento de nuevas corrientes que
extendiéndose más allá de lo “oficial” se lanzaron a buscar respuestas y certezas donde
antes no habían mirado:

Este reposicionamiento de lo político se fortaleció por los cambios que se vivían


a nivel mundial en el seno de las ciencias sociales en general, y de la
historiografía en particular. La crisis de los grandes paradigmas, la
posmodernidad y los intercambios metodológicos y epistemológicos entre las
diversas ciencias sociales, repusieron al sujeto en el centro de las investigaciones
historiográficas. Así la política cobró nuevamente un rol protagónico, pero
atravesada por nuevas preguntas y respuestas. Las relaciones entre el sujeto y la
totalidad social, el rol de la subjetividad, el lenguaje, las culturas políticas y la
memoria, se trataron de responder con aportes de la antropología, la lingüística,
la sociología y la filosofía, por nombrar algunas. Pero también las interrogantes
sobre los hechos traumáticos del siglo XX cobraron relevancia en los estudios
históricos a escala planetaria. Con todo, se cruzaron de manera espontánea y

85
fragmentaria, una serie de necesidades y trabajos académicos en las ciencias
sociales y en la historiografía mundial, que al andar fueron reconfigurando
premisas y generando nuevas tendencias, aunque manteniendo diferentes
proyecciones acerca del quehacer historiográfico. Emergieron con fuerza algunas
escuelas, especialmente en Francia, tales como la Nueva Historia Política y la
Historia Conceptual de lo político. Dado el progresivo escepticismo con respecto
a las corrientes historiográficas hegemónicas mundiales del siglo XX, estas
nuevas tendencias ofrecieron sugerentes alternativas teóricas, epistemológicas y
metodológicas a algunos historiadores chilenos de la camada que se preguntaba
sobre lo político en el país. (Ponce y Pérez, 2013, párr. 61)

Por lo tanto la Nueva Historia Política cuaja a partir de la crisis política mundial
y las tensiones teóricas e ideológicas surgidas de esta, ahora bien, esto adquirió
particularidades en América Latina, ya que aquí sus antecedentes provienen de la
“historia social”, esa que significó una válvula de escape para la historiografía en los
80’, al estar cruzada por una historia mecanicista, marxista ortodoxa y también por una
historia conservadora reproducida por la historiografía positivista afín a los regímenes
militares que asolaron la región:

Los impulsores de la Nueva Historia Social –marcados por la derrota política que
significó el Golpe de Estado de 1973– cuestionaron las premisas que sostuvieron
al movimiento político histórico que llevó a Allende a la Moneda. Buscando
respuestas al Golpe, se enfocaron principalmente en los orígenes de la
composición del movimiento popular –a fines del siglo XIX y comienzos del
XX– para desde ahí, construir una crítica al desarrollo histórico de las relaciones
de explotación y dominación en la historia de nuestro país. Esta óptica de largo
plazo para explicar la coyuntura de 1973 que, como veremos, será criticada por
los historiadores políticos del siglo XXI, no impidió que éstos rescataran el
ejercicio profundamente crítico e interdisciplinario que habían buscado los
nuevos historiadores sociales, a fin de tensionar los planteamientos de la
historiografía tradicional y conservadora chilena. (Ponce y Pérez, 2013, párr. 4-5)

86
La “Nueva Historia Social” se convirtió en la corriente crítica de la historiografía
de los ochenta, dónde la crítica fue dirigida hacia los partidos marxistas, como
portadores de la crisis en ciernes del socialismo realmente existente y que cargaban
además la derrota de la “revolución chilena”, a los que su “marxismo clásico” no les
habría permitido releer la realidad social y política del momento en cuestión. Por lo tanto
la centralidad del estudio ya no será estrictamente la clase obrera, sino que las diversas
expresiones del “movimiento social”, sobre todo los inicios de ellas en el siglo XX.

No obstante, a la derrota política algunos historiadores críticos comenzaron a


buscar respuestas igualmente políticas. Este influjo y tensiones provocó vastos
cuestionamientos a “lo político”, a los representantes de la sociedad y de las
comunidades, pero no lograba dar respuesta al relato impuesto por la historiografía
tradicional, solo abrió una fisura que ya en los años 90’ tendrá su apogeo, junto a una
nueva generación de historiadores/a que se sumarán a esta Nueva Historia Política, la
historia social fue expresión de su contexto, de la resistencia a la dictadura, consiguió
renovar sus objetos de estudios y las metodologías utilizadas por la corriente tradicional,
dio más importancia a los sujetos sociales y basales por sobre estructuras, pero la post-
dictadura y la transición negociada generan otra interrogante: el comportamiento de lo
político y la relación que tiene con aquellas respuestas no entregadas desde la
historiografía social. Para Cristina Moyano, la NHP buscó:

Diferenciarse a la historia política tradicional asociada al positivismo, donde el


eventualismo y la narración cronológica secuencial, se organizaba en torno al
estado, a los grandes individuos, a periodos gubernamentales, a las guerras, entre
otros elementos que eran considerados parte de la política. También es nueva
porque se distancia del marxismo ortodoxo ya que no supone la política cómo
parte de la superestructura sino como un campo complejo donde se disputan los
órdenes deseados.
De esta forma es tan política la historia de un partido como la
organización de pobladores o acciones de resistencia por ejemplo durante el
periodo de la dictadura. Es tan política la historia de períodos cruzados por ejes

87
articuladores como la transición, como la historia de los intelectuales que han
definido precisamente el campo de lo que es político. De allí que no existe pleno
acuerdo de que puede estar fuera o dentro de los contornos de este campo que
dialoga con la sociología, con la ciencia política, con la sicología política y con
la antropología. (Conferencia Nueva Historia Política: Los desafíos de un campo
en construcción, 2017)

La NHP contiene distintos objetos de estudios, desde organizaciones y fuerzas


políticas, corrientes de pensamiento, culturas partidarias y subjetividades militantes,
abarcando especificidades y temáticas traumáticas del pasado reciente. Así los
contenidos que cruza este paradigma serán por una parte la temporalidad, su
preocupación por lo contemporáneo, lo que de una u otra forma genera tensiones por lo
cercano o no que se puede encontrar el investigador del objeto de estudio, la renovación
del estudio de los partidos políticos, no solo desde su estructura orgánica y cuerpos
ideológicos, sino como relación social y en constante construcción con sus afiliados.
Consecuentemente asume la labor de estudiar al militante, las subjetividades y
experiencias, revalorizando su acción en diálogo con la identidad y cultura política. Por
último, se aleja en parte del estudio de las “ideologías”, objeto de estudio tradicional
durante las décadas de 1960-1970, y aborda nuevas concepciones enfocadas en la
materialización de esa idea en algo más concreto, el lenguaje y los conceptos políticos,
es decir, cómo estos dispositivos se construyen bajo cierta representación para llenar un
significante en la realidad. Muchos pusieron énfasis en el “actor” como sujeto de
estudio. Según Francois Xavier Guerra (1993), citado por Curi (2008):

El problema del actor es uno de los problemas centrales de la historia. De la


historia en el doble sentido de la palabra: de lo que fue el pasado y de la
reconstrucción que de ese pasado hacen los historiadores (…) Cualquier tipo de
historia tiene como sujeto último –implícito o explícito– a actores humanos, ya
estén éstos constituidos por hombres individuales, por grupos sociales, por una
colectividad o por la humanidad en su conjunto (…) Lo que ha ido cambiando en
las diferentes maneras de hacer historia y lo que explica en buena parte la

88
reciente crisis de la historia política, han sido las diversas concepciones del actor
en la historia y de la historia. (pp. 79-80)

El actor en la historia no es objeto de estudio de forma particular sino que con


otros “actores” que comparten experiencias e identidades en un cuerpo político. El
renacer historiográfico ha tomado a los partidos políticos como ejes también de lo
explicativo del pasado reciente:

Los partidos políticos han vuelto a la palestra significativa de las investigaciones,


configurados ya no sólo desde una perspectiva estructural, sino repensados como
comunidades de actores y, por ende, haciendo énfasis en las culturas políticas
subyacentes y sostenedoras de sus propias estructuras. El diálogo fructífero entre
la antropología, la ciencia política y la historiografía ha permitido esta nueva
redefinición del objeto de estudio (Moyano, 2011, p. 230)

Con este interés, estudiar a los partidos ya no solo constará de escudriñar


documentos y declaraciones orgánicas, sino que más bien profundizar en la relación
dialéctica entre militante y partido, en consecuencia necesita de la memoria militante:

Esta nueva historia política del tiempo presente, al igual que lo que ha ido
ocurriendo en Argentina, Brasil o Uruguay, por mencionar sólo algunos espacios,
ha demostrado un gran interés por las memorias militantes, que han comenzado a
ser usadas tanto como fuente para acceder a procesos reconstructivos del pasado
reciente y de la experiencia militante, así como para reflexionar, en segundo
orden, acerca de la forma productiva, los contextos políticos de producción y de
esta forma, las tensiones y diálogos que se expresan tanto a nivel político como
cultural, en la posibilidad de decibilidad de las transiciones a la democracia.
(Moyano, 2011, pp. 230-231)

La experiencia militante nos permite entonces, igualmente reconstruir la historia


traumática que significaron las violaciones a los Derechos Humanos durante el periodo

89
que dictatorial recientes en el cono sur. La Nueva Historia Política fundamentalmente se
construye a partir de la relación entre partido y sujetos:

En ese sentido, cada partido político construye un universo en su conjunto, donde


la suma de experiencias individuales nutre a los sujetos, pero donde éstos
también nutren una determinada cultura política. De allí por lo tanto, que la
cultura política entendida como la forma de hacer, pensar y entender la política,
que tiene expresión en las prácticas, pero también en los discursos, pueda
adentrarnos en la dimensión subjetiva de la política. (Moyano, 2010, p. 4)

Ahora bien, estudiar a los partidos no implica cerrarse en estructuras monolíticas,


o en se institucionalidad formal. Ingrid Johanna Bolívar (2004) que plantea que:

Desde esta perspectiva la política no se agota en la actividad institucionalizada y


en la administración de la vida social. Por el contrario, tiende a incluir las formas
en que los distintos grupos sociales explican el hecho de la vida de manera
conjunta, tramitan continuamente la definición de jerarquías, construyen
acuerdos y resuelven desaveniencias. En últimas, la política alude a la definición
de los límites de la vida social y a lo que Norbert Lechner denomina, la lucha por
la configuración de subjetividades. (p. 363)

Por lo tanto la militancia promueve investigar las motivaciones, subjetividades e


intereses, que movilizan a los sujetos, su afición y sentido de pertenencia a un grupo
social que actúa bajo determinados intereses e ideas políticas –o ideología–, ante esto
para reconstruir la historia política es menester la recuperación de la memoria militante,
su praxis socio-política. La historiografía política debe necesariamente recurrir a la
memoria y utilizar este nuevo enfoque metodológico, posicionar nuevos elementos,
relatos, narraciones, presentar –a diferencia de la historia social– a quienes han decidido
hacer de la política una labor importante de sus vidas:

90
Eso es mantener la memoria y derrotar las fuerzas que se empeñan en destruir lo
logrado. Vivir sin memoria es peligro de retroceso, vivir con memoria es ser
moderno, crítico y consciente; negar la memoria es doblegarse al sopor y la
mentira. Tener presente la memoria es tener presente al ser humano, mientras
que, para alienarlo, habría que olvidarlo. (Riveros y Mondaca, 2013, p. 395)

Por otra parte cabe destacar la relación existente entre la nueva historia política y
la historia del tiempo presente. Para Danny Monsálvez (2016):

El desarrollo de la historia reciente, historiográficamente no se puede entender


sin comprender el significado y contribución que ha tenido en los últimos años la
renovación de la historia política, constituyéndose, en el caso chileno, la década
del sesenta y setenta del siglo pasado, en uno de los principales campos de
estudio donde la nueva historia política se reconoce por su interés en indagar –
entre otros aspectos– la violencia política, terrorismo de Estado, violación
sistemática de derechos humanos, memoria, partidos políticos, cultura política,
militancia, subjetividades y todas aquellas condiciones y adversidades que el
sistema sociopolítico chileno en su conjunto tuvo que enfrentar. (p. 114)

Esta relación simbiótica entre una y otra perspectiva, también es expuesta por
Moyano (2011), para ella “el renacer de la historia política está vinculado, por lo tanto,
con la fuerza que ha tenido en los últimos años, la historia del tiempo presente” (p. 229).
Ambas corrientes se potencian mutuamente, el indagar en el pasado reciente nos adentra
obligatoriamente en los hechos traumáticos ocurridos en el país, por tanto significa
integrar elementos político-sociales como objetos de estudio, en la búsqueda de certezas
y explicaciones, hacer historia política comprende mirar hacia atrás, pero también
significa comprender las actuales contradicciones y tensiones que configuran el
escenario político post transicional. Por ende, ambas perspectivas si bien corren por
carril propio en cuanto a sus objetivos, se topan necesariamente bajo la realidad política
y social:

91
Con todo, los historiadores políticos del siglo XXI han sumado otro rasgo
particular, además de su dimensión analítica de la sociedad (lo político) y su
ejercicio crítico: la llamada historia reciente. La aparición con fuerza de los
historiadores políticos críticos chilenos se dio a fines del siglo XX y comienzo
del siglo XXI, bajo la llamada transición a la democracia durante la década de
1990 –en la cual se gestaron una serie de novedosos fenómenos políticos,
económicos y sociales para el país–, contexto propicio para que surgieran
interesantes preguntas para una nueva gama de historiadores e historiadoras, los
cuales –rescatando algunas premisas de los nuevos historiadores sociales–
terminaron cuestionando la realidad social de su presente, pero desde el pasado
reciente. Esto último los llevó a preguntarse –preferentemente–, sobre los
fenómenos acaecidos bajo el gobierno de la Unidad Popular, la Dictadura Militar
y los Gobiernos Concertacionistas. (Ponce y Pérez, 2013, párr. 6)

El surgimiento o revitalización para Olga Ulianova adquiere también un carácter


similar, según ella “fue bajo los gobiernos de la Concertación de Partidos Por la
Democracia cuando retornó con fuerza la preocupación por lo político en la
historiografía” (Ulianova y Riquelme, 2009, p. 10). La Nueva Historia Política viene a
revisar e inspeccionar a fondo los sucesos, hechos, acontecimientos y procesos que han
marcado la historia chilena y la forma de hacer historia que hasta hace casi tres décadas
aún se escribía al alero del positivismo fomentado por las elites criollas. Es sin duda
revisionista, inconformista, busca en lo más recóndito para otorgar certezas históricas,
pero sobre todo políticas, que nos ayudan a interpretar nuestro presente como sociedad.
Puso en tela de juicio aquellas tesis dominantes por largos años, y es justamente hoy en
tiempos de crisis tras el quiebre del consenso transicional, que la NHP debe surgir con
más asiduidad y profundidad, para aportar a establecer los pisos mínimos y límites que
nos permitan valorar el pasado a través de juicios críticos, revelando por ejemplo la
acción de la derecha chilena en los sucesos recientes, tales como el golpe de estado, la
dictadura cívico-militar, las violaciones a los DD.HH. y el pacto de silencio amparado
por el régimen que impuso una falsa transición.

92
La Nueva Historia Política es parte significante también de la lucha política en
estos momentos. Por lo tanto desmitificar y evidenciar nuestro pasado próximo, desde la
vereda de quienes intervinieron políticamente en él, es una de las tareas centrales en esta
perspectiva, así como también una labor central para nuestro trabajo:

Si nuestra transición ha generado todo un debate en torno a las formas y


estrategias que se usaron para “salir de la dictadura”, muchas veces cargado de
normatividades políticas, “deberes ser” que impiden comprender los procesos en
perspectiva histórica, este enfoque puede ayudar a complementar estos debates y
a entregar un punto de vista nuevo en el análisis. Esas primeras interpretaciones
“maniqueas” de la transición, considerada traicionada, negociada y cuyos límites
se les atribuyen a sujetos con nombre y apellido, debe ser repensada en términos
historiográficos con la urgencia de una historia del tiempo presente. (Moyano,
2011, p. 242)

93
CAPÍTULO III: DISEÑO METODOLÓGICO

1. Paradigma de investigación

Para establecer el paradigma en el cual se inscribe esta investigación, será


necesario realizar una breve explicación de qué es un paradigma y cómo se define. A lo
largo de la historia de la ciencia, variadas corrientes de pensamiento que han intentado
dar respuestas a las interrogantes surgidas por la misma existencia humana,
explicaciones respecto al mundo del cual somos parte. Tomás Kuhn (1962) en su clásica
obra “La estructura de las revoluciones científicas”, realiza una detallada descripción de
lo que han sido hasta ese momento las divergencias entre los distintos métodos, que en
términos generales se tensionaban a partir de los distintos enfoques tanto de las ciencias
naturales como de las ciencias sociales:

Principalmente, me asombré ante el número y el alcance de los desacuerdos


patentes entre los científicos sociales, sobre la naturaleza de problemas y
métodos científicos aceptados. Tanto la historia como mis conocimientos me
hicieron dudar de que quienes practicaban las ciencias naturales poseyeran
respuestas más firmes o permanentes para esas preguntas que sus colegas en las
ciencias sociales. Sin embargo, hasta cierto punto, la práctica de la astronomía,
de la física, de la química o de la biología, no evoca, normalmente, las
controversias sobre fundamentos que, en la actualidad, parecen a menudo
endémicas, por ejemplo, entre los psicólogos o los sociólogos. Al tratar de
descubrir el origen de esta diferencia, llegué a reconocer el papel desempeñado
en la investigación científica por lo que, desde entonces, llamo "paradigmas".
Considero a éstos como realizaciones científicas universalmente reconocidas que,
durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una
comunidad científica. (Kuhn, 1962/1971, p. 13)

94
Junto con ello, el autor venezolano José Ramón Ortiz (2000), nos explica que
Kuhn en su obra utilizó más de 20 sentidos diferentes para la palabra paradigma, así que
precisa una idea general de paradigma, denominándolo “paradigma de investigación”
para evitar confusiones, puntualizándolo “como el conjunto de normas y creencias
básicas que sirven de guía a la investigación” (Ortiz, 2000, p. 42). Igualmente, el autor
describe basándose en el trabajo de Margaret Masterman (1970), que los significados de
paradigma pueden ser agrupados en 3 grandes grupos de concepciones:

i. Paradigmas metafísicos o metaparadigmas: Cuando se usa como conjunto de


creencias, como un mito, como un punto de vista o marco de referencia.
ii. Paradigmas sociológicos: Cuando se usa como un logro universal
científicamente reconocido, como un conjunto de instituciones políticas o un
estado de derecho.
iii. Paradigmas de constructos: Cuando se utiliza de una forma más concreta,
como una instrumentación o conjunto de artefactos, o como una gramática o
juego de lenguaje
(Ortiz, 2000, p. 42)

Ciertamente estas categorías se relacionan con los tres grandes grupos en que
normalmente se ha pretendido dividir a los paradigmas de investigación. Según esto, por
una parte encontramos al paradigma cientificista, o positivista. Este paradigma está
orientado por la tradición positivista-lógica, y es hipotético deductivo. Habermas, citado
por Ortiz (2000) lo define como "la fe de la ciencia en sí misma", esta noción se
relacionaría con los “metaparadigmas”. Proviene de las ciencias naturales, y en las
ciencias sociales busca explicar los fenómenos tal cual ocurren, utilizando
procedimientos que buscan la exactitud de la medición, con el fin de generalizar sus
resultados para otorgar explicaciones a los fenómenos, en forma de “leyes objetivas”.
Según éste paradigma, los objetivos, conceptos y métodos de las ciencias sociales no se
diferencian de los de las ciencias naturales.

95
Igualmente, está el paradigma hermenéutico, constructivista o interpretativo. Se
puede relacionar con aquellos paradigmas de constructos según la visión de Masterman
(1970). Este se basa en la hermenéutica y la observación de la realidad con el fin de
interpretarla, por lo tanto involucra la subjetividad y el papel del investigador en su
relación con el objeto de estudio:

Su finalidad no es buscar explicaciones causales o funcionales de la vida social y


humana, sino profundizar nuestro conocimiento y comprensión de por qué la
vida social se percibe y experimenta tal como ocurre. El propósito de la ciencia
social dentro del paradigma interpretativo o hermenéutico es revelar el
significado de las formas particulares de la vida social mediante la articulación
sistemática de las estructuras de significado subjetivo que rigen las maneras de
actuar de los individuos. (Ortiz, 2000, p. 46)

Por último está el paradigma crítico, relacionado con los paradigmas


sociológicos, y considera la unidad dialéctica de lo teórico y lo práctico. Dentro de este
paradigma se busca un consenso a través de la intersubjetividad humana. Los orígenes
de este paradigma están relacionados con el idealismo alemán y con la Escuela filosófica
de Fráncfort, donde se funda la teoría crítica que le da sentido a este paradigma, como
una crítica al positivismo, el que se ha transformado en un “cientificismo”, “es decir,
como una crítica a la racionalidad instrumental y técnica preconizada por el positivismo
y exigiendo la necesidad de una racionalidad substantiva que incluya los juicios, los
valores y los intereses de la humanidad.” (Ortiz, 2000, p. 45)

Con todo lo anteriormente expuesto, podemos suscribir en el paradigma


hermenéutico-interpretativo nuestro trabajo, dado que el objeto de nuestra
investigación busca comprender e interpretar una realidad histórica específica (la
singularidad de la PRPM en Lota y Coronel entre los años 1983-1986), a través de los
significados entregados por las personas que fueron protagonistas de aquella época.

96
2. Tipo de investigación

Continuando con lo descrito en el punto anterior, cabe señalar que desde hace un
tiempo estos enfoques se han “polarizado”, en función de sus características particulares,
agrupándose en dos grandes grupos: el cuantitativo y el cualitativo. No obstante sus
diferencias, estas aproximaciones tendrían 5 estrategias similares y relacionadas entre sí,
según Grinnell (1997) citado por Sampieri (2014, p. 4):

1. Llevan a cabo la observación y evaluación de fenómenos.


2. Establecen suposiciones o ideas como consecuencia de la observación y
evaluación realizadas.
3. Demuestran el grado en que las suposiciones o ideas tienen fundamento.
4. Revisan tales suposiciones o ideas sobre la base de las pruebas o del análisis.
5. Proponen nuevas observaciones y evaluaciones para esclarecer, modificar y
fundamentar las suposiciones e ideas o incluso para generar otras.

En cuanto a sus particularidades, Roberto Hernández Sampieri (2014) las


describe de la siguiente manera:

Enfoque Cuantitativo: Utiliza la recolección de datos para probar hipótesis con


base en la medición numérica y el análisis estadístico, con el fin establecer pautas
de comportamiento y probar teorías. (p. 4)

Enfoque Cualitativo: Utiliza la recolección y análisis de los datos para afinar las
preguntas de investigación o revelar nuevas interrogantes en el proceso de
interpretación. (p. 7)

Nuestro trabajo se inscribe en el enfoque cualitativo, puesto que nuestra


investigación:

97
Se enfoca en comprender los fenómenos, explorándolos desde la perspectiva de
los participantes en un ambiente natural y en relación con su contexto (…) el
propósito es examinar la forma en que los individuos perciben y experimentan
los fenómenos que los rodean, profundizando en sus puntos de vista,
interpretaciones y significados. (Sampieri, 2014, p. 358)

Junto a lo anterior, es menester mencionar el tipo o diseño de investigación que


adoptamos para este trabajo, el que será narrativo, ya que se pretende:

Entender la sucesión de hechos, situaciones, fenómenos, procesos y eventos


donde se involucran pensamientos, sentimientos, emociones e interacciones, a
través de las vivencias contadas por quienes los experimentaron. (Sampieri,
2014, p. 487)

Esta narrativa estará centrada en conocer cómo fue el desarrollo y evolución de la


Política de Rebelión Popular de Masas en Lota y Coronel, durante los años 1983-1986,
con objeto de comprender, por medio del diseño narrativo, las singularidades propias
que pudieran haberse dado:

Creswell (2005) señala que el diseño narrativo en diversas ocasiones es un


esquema de investigación, pero también una forma de intervención, ya que el
contar una historia ayuda a procesar cuestiones que no estaban claras o
conscientes. Se usa frecuentemente cuando el objetivo es una sucesión de
acontecimientos. Asimismo, provee un cuadro microanalítico. (Sampieri, 2014,
p. 701)

En resumen, nuestra investigación se asume parte del paradigma hermenéutico-


interpretativo, con un enfoque cualitativo de investigación, y un tipo de diseño narrativo.

98
2.1. Sujetos en estudio

Para nuestra muestra, primeramente consideraremos un universo-población


comprendido por aquellas personas que en el periodo de la dictadura cívico-militar en
Chile, específicamente entre los años 1983 y 1986, militaron en el Partido Comunista de
Chile y sus estructuras orgánicas relacionadas, en la zona de Lota y Coronel.

La muestra seleccionada por lo tanto, serán sujetos hombres y mujeres,


pertenecientes a la población anteriormente descrita, que tuvieron una militancia activa
en cuanto al accionar del PCCh en la zona de Lota y Coronel durante el periodo
estipulado, y que por tanto, conozcan los lineamientos políticos en que esta actuación se
enmarcaba, esto es la Política de Rebelión Popular de Masas.

Las categorías de análisis que utilizaremos en la presente investigación serán


tres:

1. En primer lugar, el Partido Comunista de Chile y sus vicisitudes en Lota y Coronel.


2. En segundo lugar, la dictadura cívico-militar y el terrorismo de estado.
3. Por último, la Política de Rebelión Popular de Masas.

La triangulación de estas tres categorías nos permitirá analizar una misma


realidad social y política, que en nuestro caso corresponde a Lota y Coronel durante el
periodo de 1983-1986.

La unidad de análisis, que nos reportará la información necesaria para esta


investigación, integra características particulares, las cuales enumeramos a continuación:

a) Sujetos que fueron militantes de cualquier nivel, del Partido Comunista de Chile y/o
de sus estructuras orgánicas relacionadas, durante el periodo comprendido entre
1983-1986.

99
b) Que durante el periodo 1983-1986, mantenían un rango de edad entre los 15 y 60
años, y que en la actualidad se encuentren con vida y estén en condiciones de
entregar antecedentes respecto a su memoria y sus propias experiencias.

c) Que siendo militantes de algún referente orgánico mencionado anteriormente,


desplegaran su accionar político-social y/o político-militar en la zona de Lota y
Coronel.

La unidad de información serás los fragmentos de las declaraciones que los


sujetos con los atributos anteriormente descritos, expresen en los instrumentos aplicados
para tal efecto, que para este caso serán “entrevistas” del tipo semi-estructurada, para
una investigación cualitativa. Las declaraciones y testimonios constituirán los datos
básicos que darán sustento a los hallazgos originados en esta investigación.

100
3. Instrumentos de investigación

El instrumento que se utilizará para la recolección de datos será la entrevista


semi-estructurada, que para ésta investigación estuvo compuesta por 7 preguntas guías.
En el diseño narrativo, la entrevista cumple un rol fundamental como mecanismo de
recolección de datos:

La entrevista cualitativa es más íntima, flexible y abierta que la cuantitativa


(Savin-Baden y Major, 2013; y King y Horrocks, 2010). Se define como una
reunión para conversar e intercambiar información entre una persona (el
entrevistador) y otra (el entrevistado) u otras (entrevistados). (Sampieri, 2014, p.
403)

Por lo tanto la entrevista como técnica flexible y dúctil, se encuadra dentro de la


metodología cualitativa de investigación, siendo éste el motivo de la elección de la
técnica, es decir, una entrevista cualitativa, semi-estructurada y con preguntas
estructurales, tal como lo estipula Hernández Sampieri (2014):

Las entrevistas semi-estructuradas se basan en una guía de asuntos o preguntas y


el entrevistador tiene la libertad de introducir preguntas adicionales para precisar
conceptos u obtener mayor información (p. 403).

Siguiendo el orden prescrito por el texto citado, las preguntas irán de las
generales, luego complejas, posteriormente las sensibles o delicadas, y finalmente las de
cierre.

Además de la entrevista, se buscará complementar la recopilación con fuentes


primarias directas, tales como documentación política escrita, documentos orgánicos
(declaraciones, publicaciones, etc.), prensa partidaria, fotografías, prensa de la época,
etc., lo que cobrará relevancia al momento de la interpretación de resultados.

101
4. Procedimientos de aplicación del instrumento

El instrumento consistente en un entrevista semi-estructurada con 7 preguntas


guías, se dio a conocer en todos los casos con antelación a la fecha acordada para cada
entrevista.

Las entrevistas fueron realizadas entre fines de mayo y octubre de 2017; todas
ellas se efectuaron en domicilios que los mismos entrevistados indicaron y procuraron.

Se realizó una muestra inicial, consistente en la entrevista a un informante clave,


quién proporcionó datos fundamentales, confirmándose la idoneidad de la unidad de
análisis. Además, de esta primera muestra emergieron datos trascendentales para los
requerimientos de la investigación, junto a referencias de posibles contactos con
militantes comunistas destacados en diversas áreas, en la zona de Lota y Coronel durante
el periodo 1983-1986.

El procedimiento se hizo siguiendo la naturaleza del proceso cualitativo y del


diseño narrativo:

Se recogen datos –en la muestra inicial– de una unidad de análisis o caso y se


analizan. Simultáneamente se evalúa si la unidad es apropiada de acuerdo con el
planteamiento del problema y la definición de la muestra inicial. Se recolectan
datos de una segunda unidad y se analizan, se vuelve a considerar si esta unidad
es adecuada; del mismo modo, se obtienen datos de una tercera unidad y se
analizan; y así sucesivamente. En tales actividades la muestra inicial puede o no
modificarse (mantenerse las unidades, cambiar por otras, agregar nuevos tipos,
etc.); incluso el planteamiento está sujeto a cambios. (Sampieri, 2014, p. 396)

Cada entrevista posterior a la muestra inicial, tuvo una duración promedio de 60


minutos, manteniéndose la unidad de análisis. Antes de comenzar cada entrevista, se
explicó el consentimiento informado, frente al cual cada participante se mostró

102
conforme, no obstante, hubo entrevistados que solicitaron la reserva de sus nombres, por
lo que se usó pseudónimos para esos casos.

Siendo una entrevista en profundidad, se escuchó atentamente y se prestó la


atención necesaria para generar un clima de confianza en el cual cada entrevistado
pudiera abordar cada tema con naturalidad, entregando valiosos significados.

Por último, se utilizó grabadora de audio digital para registrar el diálogo con los
investigadores, las respuestas y los testimonios vertidos por los entrevistados, datos
básicos para la elaboración de narrativa.

103
5. Forma de análisis de datos

En concordancia con el diseño narrativo de nuestra investigación, utilizamos la


estrategia del “análisis temático”, puesto que éste busca interpretar un contenido. En
palabras de Eduardo Escalante (2009):

El análisis consiste en leer un corpus, fragmento por fragmento, para definir el


contenido y las categorías pueden ser construidas y mejoradas en el curso de la
lectura del corpus textual. Al comienzo, las significaciones de los textos son
categorizadas según el modelo que guía al investigador, se trata de la famosa
“grilla de análisis”: matrices para frases o temas (p. 64).

En función de lo anterior, se realizó el siguiente itinerario en el análisis de los


datos obtenidos en la aplicación de las entrevistas semi-estructuradas:

1) Procedimos a escuchar el material de audio grabado y luego a su trascripción, para


generar un documento de texto o “corpus textual”

2) Identificamos unidades conceptuales y clasificamos los fragmentos de discurso en


relación a la pertinencia contextual según categorías y sub-categorías, que fueron
ubicadas en un modelo de “malla temática”. Se elaboró una malla temática por cada
entrevista, para luego realizar una malla general por cada categoría.

3) Asimismo, analizamos los datos organizando horizontalmente la información, para


encontrar coherencias y recurrencias frente a un mismo tema. Se codificó asignado
letras según las iniciales de cada sujeto (militante)

4) Luego, procedimos a encontrar el punto de saturación de las respuestas, marcando


con un color distintivo aquellas más frecuentes.

5) Con los datos ya sistematizados, realizamos la interpretación y significación de la


información, es decir, de aquellos fragmentos de discurso seleccionados según su

104
punto de saturación, a través de una narración descriptiva de los hallazgos,
considerando los puntos de vista y las reflexiones de los entrevistados, que se
vincularon a los aspectos teóricos desarrollados en el marco teórico.

6) Por último, incorporamos para la interpretación de los datos, documentación


partidaria, prensa de la época e iconografía destacada, para efectos de triangulación,
contrastando de esta manera lo declarado con la teoría y la realidad.

105
CAPÍTULO IV: ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE
RESULTADOS

1. El Partido Comunista en Lota y Coronel

La primera gran categoría que abordaremos será la presencia y vicisitudes del


Partido Comunista de Chile en la zona de Lota y Coronel. Tal como lo mencionáramos
en el marco teórico de la presente investigación, el PCCh desde su origen mantuvo una
intensa influencia en el movimiento obrero del carbón, alcanzando su cenit con el arribo
del Gobierno Popular, donde por ejemplo, el dirigente carbonífero y militante comunista
Isidoro Carrillo Tornería, pasa a ser el gerente general de las estatizadas minas de la
zona a principios de 1971. Es ésta relación la que se pondrá a prueba al enfrentar un
nuevo escenario configurado por la imposición de la dictadura cívico-militar en
septiembre de 1973, que se mantendrá en el poder durante 17 años, hasta 1990.

Para comprender el arraigo del partido en la zona y descubrir los cimientos


organizacionales en que se fundaba su accionar, y cómo esto operó en circunstancias
totalmente adversas para los comunistas, como lo fue el periodo dictatorial, es que
hemos establecido tres sub-dimensiones emergidas del proceso de análisis de datos, las
cuales son: 1) trayectoria e identidad política, 2) estructura orgánica, y 3) roles y
funciones.

1.1. Trayectoria e identidad política

Para los y las comunistas de la zona del carbón hablar del partido es en cierta
manera hablar de su familia misma, puesto que en muchas ocasiones padres, madres,
hijos/as, hermanos/as, etc., eran además camaradas, compartían militancia política, eran
parte de una misma organización, en una amalgama de antiguas y nuevas generaciones

106
que históricamente le han otorgado una impronta “tradicional” al PCCh, elementos aún
visibles en la actualidad. La cotidiana actividad carbonífera, junto con impulsar a las
nuevas generaciones a seguir las labores de la industria, igualmente llevaba consigo la
transmisión de las ideas de justicia social, encarnadas en el sindicalismo y la militancia
de izquierda, inclusive en el duro entorno generado por la persecución política del
régimen castrense. “Raúl”, explica en su relato cómo fue para él esta situación:

Yo entré a militar el año 79 más o menos, no alcanzaba a tener los 12 años, pero
como venía de una familia comunista todos los días en mi casa se hablaba de
política, todos los días se hablaba de lo que había sido la Unidad Popular,
entonces te empezó a quedar las preguntas, ¿y por qué pasó esto?, y yo no me
daba cuenta que mi papá militaba en el partido, hasta que me crucé con él un día
en una reunión de él pu güeón, y me dijo que era muy difícil entregar un hijo al
partido, sobre todo en esas condiciones. (MR)

Esta herencia política y cultural proveniente del entorno familiar, es una tónica
recurrente entre la militancia comunista de la zona, por lo que podemos inferir que
además fue un elemento fundamental para la sobrevivencia del partido en dictadura,
como asimismo para el desarrollo de la Rebelión Popular de Masas. Las condiciones a
las que se refiere “Raúl”, no impidieron el ingreso de nueva militancia ni menos de
aquella que venía directamente del núcleo familiar, no obstante la clandestinidad exigió
la “compartimentación”, es decir la reserva de toda información que hablara de una
posible militancia y el camuflaje de las actividades relacionadas. “Galo” nos explica
que:

En ese tiempo la compartimentación era muy arraigada digamos dentro de la


militancia, por lo tanto tu podías estar al lado de tu hermano y no sabías que
cargo, que puesto, o sí o no estaba. (MG)

Esta situación de encubrimiento permanente, el “dispositivo clandestino” al que


alude el historiador Rolando Álvarez (2003), posibilitó que el partido mantuviera un

107
accionar constante en Lota y Coronel y que sus estructuras no fueran desarticuladas, a
pesar del fuerte acoso represivo que el PCCh experimenta desde 1983 en la zona. José
Luis Sepúlveda recuerda que a propósito de la vinculación familiar y política, se dieron
experiencias muy serias, pero con tintes anecdóticos:

Yelena vive al lado del cementerio, bajando por la Cantera a mano izquierda, ahí
la Yelena, el Camilo, los Mellado, de hecho, yo viví en esa casa clandestino, pero
esa niñita era estudiante de la media, y esa mocosita llegaba: ¡Hola tío!, y
llegaba, ¡voy ahí y vuelvo!, y salía y al rato llegaba a tomar once con nosotros y
ya oscureciendo, y de repente donde nosotros estábamos, ahí detrás están las
torres, y al rato ¡Paaa!, la mocosa había sido con otro loco también, cachai, o sea
a ese nivel los cabros, habían tenido instrucciones y todo eh, pero no sabíamos
que habían sido, sospechábamos, porque todo era clandestino, nadie sabía nada.
(MJLS)

En términos de la trayectoria política, los y las comunistas de Lota y Coronel se


formaron una subjetividad en función de agudos hechos políticos acaecidos y
experiencias vividas, marcadas por una permanente vocación de “masas”, cuestión que
explica en parte cómo fue posible que durante el periodo abarcado en esta investigación,
el PCCh pudiera conducir grandes movilizaciones en la zona. Para Franklin Azócar,
militante comunista y dirigente del Sindicato N° 1, esto fue una constante, incluso a él
mismo lo motivó a ingresar al partido:

Entonces ahí yo siempre admiraba a los comunistas por su entrega, por su lucha,
por que entregaban la vida por sus ideales, y lo dice la historia no lo digo yo,
entonces y un gesto de cómo te dijera de organización yo lo vi cuando vino
Alessandri a Lota, siendo joven yo, ahí tenía 20 años, veo cómo el partido se
organizó, colocó a todas las mujeres embarazadas en primera línea, colocó cómo
cien viejas, y el teniente Ahumada, hace, habíamos 5.000 personas afuera y
adentro con Alessandri habían 200 personas, un acto de rebeldía tremendo
nosotros porque… Alessandri después nos dijo, piedras me tiraron, cuando

108
asuma la presidencia piedras comerán, a los mineros del carbón, imagínate cómo
eran. Entonces, claro, al ver a la gente cuando el teniente Ahumada da la orden
de atacar, el pueblo se rebeló, qué carabineros quedaron disminuidos, si había un
mar de manifestantes (…) ¡qué te creí!, vienen a puro insultar acá, si habían 200
personas y afuera había un mar de manifestantes, y te digo como un mínimo 4
mil a 5 mil personas, claro ahí el teniente Ahumada, las viejas empezaron a
apalear al tiro y después empezó la gente, demás la gente, apalearon a las
mujeres, entonces esos son gestos de una organización, una manifestación, una
contramanifestación buena, buena fue. Allende sacaba el 80% en Lota, 75% en
Coronel, siempre Lota le daba más, 8 de cada 10 votaba por Allende. (MFA)

Ambas afirmaciones dan cuenta de la adhesión que concitaba en la población la


política izquierdista, aliciente indeleble para el PC local, que tal como lo indica Franklin,
se veía reflejada en las cifras electorales: en las presidenciales de septiembre de 1970,
Salvador Allende obtuvo el 73,49% de los votos en Lota, mientras que en las
parlamentarias de marzo de 1973, la Unidad Popular obtuvo el 70,63% de los votos en
Coronel, y el 79,62% en Lota (Díaz y Valdés, 2015, pp. 129 y 139). Igualmente
Verónica Valdivia (2008), señala el contexto del repudio a la visita de Jorge Alessandri:

Frente al anuncio de su llegada, los gremios de Lota-Schwager, anunciaron una


huelga como expresión de su protesta, actitud igualmente asumida por la
Municipalidad del lugar, conducida por un militante del Partido Comunista.
Durante la realización del mitín se produjeron algunos disturbios, en los que
hubo golpes y daños a vehículos, de los cuales el Comando Alessandrista culpó a
la izquierda. (p. 250)

Con todo lo anterior, surge la interrogante de por qué entonces no hubo una
resistencia de mayor envergadura desde el comienzo de la dictadura. Por un lado
podríamos argüir que “en los primeros días del golpe, el Partido dio la instrucción a sus
militantes de replegarse para salvar a la organización” (Furci, 1984/2008, p. 230),
aunque para el militante Víctor Hugo Tiznado, quién también fuera dirigente sindical,

109
miembro del Comité Central de las JJ.CC y del PCCh, e igualmente Concejal de la
comuna de Lota, las razones a nivel local estribarían en lo siguiente:

La dictadura uno de sus esfuerzos fue atomizar Lota, por toda la historia política,
ideológica, combativa, entonces había que, había que ¡Quij! (…) yo divido a
Lota en dos periodos, uno del 10 de septiembre hacia atrás, y el otro del 11 de
septiembre hacia adelante, del 10 de septiembre pa atrás un Lota combativo,
solidario, con opinión política, ideológicamente con sus objetivos claros, y
después vino el Golpe Militar y se cambió Lota, que lo que hicieron la dictadura,
el primer día colocó unas barcazas apuntando pa bombardear Lota, una cuestión
psicológica, yo me imagino que alguien también tuvo que haberles dicho, pero
luego de eso está el fusilamiento de cuatro figuras importantes en Lota, y el
tercer paso que dio la dictadura fue ofrecerles la doble indemnización a todos los
viejo mineros, antiguos, entonces sacó la raíz ideológica de Lota. (MVHT)

Esto último constituye un argumento económico insoslayable, como ya hemos


explicado la industria carbonífera constituía una base social de primer orden para el
comunismo local, por lo que uno de los objetivos del gobierno fue desmantelar a
ENACAR, buscando en primera instancia que los trabajadores de desvincularan
masivamente, “para tal situación hizo una oferta que pocos podían eludir: dar el doble de
la indemnización legal a todos aquellos obreros y empleados que renunciaran
voluntariamente a sus trabajos” (Sandoval, 2011, p. 97).

Sin embargo el golpe, pronto se iniciaría una rearticulación tanto del aparato
partidario como de su acción política, que aunque exigua en los primeros momentos, se
fue paulatinamente abriendo espacios. El militante Carlos Pinto, nos cuenta cómo fue
para el PC del Carbón, esta primera etapa posterior al 11 de septiembre:

A fines del 73 y a principios del 74, sí, ahí está un poco digamos se rearma, se
reestructura el partido y la jota, y lo primero empezar digamos a hacer alguna,
empezar a tomar contacto y las primeras acciones son en el fondo un poco

110
solidarias porque habían muchos compañeros que estaban detenidos, que su
familia estaba casi en el aire, entonces hubo que empezar a hacer acciones
solidarias, a recolectar algunas cosas o ayudarlos digamos con, por ejemplo el
alimento o apoyar digamos en lo que uno pudiera, en lo que pudiera, a los
familiares de los compañeros que estaban, o que estaban detenidos o que
simplemente habían tenido que salir digamos arrancando y no sabíamos dónde
estaban en principio, o si estaban detenidos muchos en los primeros tiempos no
sabían dónde estaban detenidos, o sea había una tremenda nebulosa entonces lo
primero fue eso, apoyar digamos a la familia de los compañeros que habían caído
en desgracia. (MCP)

Para Víctor Hugo Tizando, hubo militantes claves en éste proceso de


reorganización, los que brindaron un soporte elemental para el funcionamiento
partidario:

Aquí en Lota hay dos nombres de compañeros que se la jugaron pa la


reconstrucción del partido, que es el compañero Manuel Rivera, papá de Ricardo
Rivera, el compañero que fue asesinado en la Operación Albania, y José Isla que
es un compañero que hoy día milita en el partido, porque la familia jugó un papel
importante en cuanto a colocar sus casas clandestinas para que el partido pudiera
reunirse en ese tiempo, el compañero Ricardo Núñez que era dirigente del
carbón, que fue elegido el 81, que ahí voy a explicar un poquito, y el compañero
Julio Salazar, y otros compañeros más que en realidad después aparecían a la
palestra, y el partido comenzó a reconstruirse de a poco, primero eran reuniones
entre dos o tres, luego después ya el partido se fue formando en pequeñas células.
(MVHT)

El mismo Víctor Tiznado, entrega una versión de lo que fueron las tareas que se
efectuaron para recomponer la actividad del partido:

111
Llegamos nosotros los mineros nuevos, claro, muy pocos teníamos consciencia
política pero los demás eran todos cabeza de palo, entre comillas porque
trabajaban en los programas del PEM y el POJH de ese tiempo, entonces
nosotros empezamos a organizarnos y trabajábamos en las Junta de Vecinos, a
través de la Iglesia Católica, y nos juntábamos celebrando cumpleaños,
actividades juveniles, las cajas, entrando el invierno todo lo que es las canaletas
toda esa cuestión. (MVHT)

Junto con ésta búsqueda de espacios que permitieran el desenvolvimiento de los


y las comunistas, se fue tejiendo una complicidad en función de preservar la seguridad y
la vida por cierto, por esa razón el dispositivo clandestino comenzó con las formas más
simples para posteriormente llegar a sus formas más complejas, Carlos Pinto lo recuerda
así:

Tuvimos también que, como te digo, a olvidarnos de los nombres, a cuando nos
juntábamos, por ejemplo, o salíamos por ejemplo a caminar o a conversar,
cuando teníamos cualquier actividad, nosotros siempre teníamos que tener, en el
caso de que nos detuvieran, todos los que andábamos o nos juntábamos, teníamos
que tener una leyenda en común, o sea, que andábamos haciendo, entonces
siempre tuvimos cuidado en eso, entonces antes incluso por ejemplo, de repente
íbamos a jugar una pichanga, jugábamos un rato, y después mientras hacíamos el
entretiempo, el entretiempo a veces era más largo que el partido, entonces era
una forma de poder encontrarnos para poder conversar. (MCP)

Todas estas actividades fueron allanando el camino para una política más audaz,
para un posterior salto hacia formas de resistencia más activas, que fueron
“oficializadas” con el llamado a la Rebelión Popular de Masas en septiembre de 1980,
aunque a decir del militante “Galo”:

Yo creo que estamos un poco desfasados de las fechas, esto empezó el 80, 81,
cierto, el 83 teníamos a toda la población en la calle, nosotros hacíamos protestas

112
de antes, aquí en la zona se empezó a hacer protestas del año 79 en adelante.
(MG)

Colegimos de las entrevistas realizadas, que el anuncio de la PRPM vino a


reafirmar la disposición seguida por los comunistas de Lota y Coronel, sobre todo de su
juventud, puesto que existía ese ímpetu por resarcir la ignominia a la que Pinochet había
sometido tanto a la zona del carbón como al partido comunista. La militante comunista
Selva Saéz, explica la impaciencia que generaba la espera por llevar a cabo acciones de
mayor significancia:

Al principio fue el cómo se llamaba, el diálogo, y se mataba y nos mataron al


compañero aquí en Coronel en la Laurie, por el diálogo, la iglesia nos decía que
había que responder con una flor, segunda etapa, chuta, ya decíamos entre
nosotros, a qué hora el partido manda, lo que tiene que venir porque ya tamos
cayendo, cayendo compañeros y tamos respondiendo de qué forma, porque en
realidad el partido se ha caracterizado por ser pacífico, el partido comunista, es lo
más pacífico, con todo es pacífico, pero cuando nos están dando, le están dando
al pueblo, nos están dando a todos nosotros que somos pueblo, tenemos que
responder de otra manera pu, y después llega la Rebelión Popular ahí, compañero
Corvalán y todo eso, pero paso a paso. (MSS)

Sin duda que este “paso” fortaleció moralmente a la militancia e impulsó a


realizar todo tipo de acciones conducentes a derrocar la dictadura de Pinochet, lo que es
menester mencionarlo, ya que el objetivo del PCCh estuvo puesto en sacar a Pinochet,
para un proceso de transición democrática que abriera las puertas a la participación
política legal y abierta; para Víctor Hugo Tiznado “fue una época en que llegó a ser más
militante, más convencido de tu objetivo, más convencido de tu filosofía marxista,
leninista” (MVHT). Para José Luis Sepúlveda, el partido en Lota y Coronel jugó un rol
protagónico, y considera que fue la única organización política que cumplió a cabalidad
lo enarbolado a nivel discursivo:

113
Acá en la zona del carbón no había otro partido que le hiciera frente a los milicos
que no fuera el Partido y las Juventudes, por ejemplo yo digo, yo conozco a los
compañeros del MIR, a los compañeros Socialistas, pero de verdad quién se la
jugó completa en esta cosa fue el partido, los compañeros se metieron, pero se
metieron después, yo digo 87, 86 pa delante. (MJLS)

Como epílogo de ésta trayectoria e identidad, nos encontramos con un término de


la dictadura distinto de lo que el PCCh esperaba, tanto por la negociación que realizó la
Alianza Democrática con la derecha y el pinochetismo para avanzar con el itinerario
transicional trazado por la constitución de 1980, como por la posterior exclusión política
que se hizo del PC, empero, desde nuestra perspectiva esto no constituye una “derrota”
propiamente tal, ya que fue el esfuerzo de estas mujeres y hombres lo que obligó al
régimen a negociar para mantener su legado, el que si bien perduró prácticamente
incólume durante toda la transición, permitió al PCCh volver a la legalidad y poner fin al
terrorismo de estado, para continuar por la senda de las transformaciones sociales y
volver a ser un actor político relevante. Para Carlos Pinto, la exclusión no solamente fue
política:

Ahora lo que resulta extraño y que fue muy incluso doloroso para nosotros, por
ejemplo que, si tú te das cuenta, los comunistas hicieron harto el gasto durante la
dictadura, y después que termina esto nos dejaron fuera, nos tiraron, nos dejaron
botado, incluso yo me di cuenta digamos de eso rápidamente porque por ejemplo,
a mí por andar metido en ésta güeá me echaron de la pega, y yo trate de ver,
buscar alguna alternativa y no, no, me pegaron todas las puertas, si po, me tuve
que ir de acá. (MCP)

1.2. Estructura orgánica

Para lograr comprender la política y el accionar del Partido Comunista, es


necesario conocer cuáles son sus fundamentos orgánicos, es decir cómo es la estructura

114
que le permitió crecer y subsistir. Desde su IV Congreso Nacional realizado en
Rancagua en enero de 1922, el partido asume una estructura “celular”, basada en el
principio leninista del “centralismo democrático”, el cual se organiza en pequeñas
unidades básicas llamadas “células”, donde cada integrante tiene funciones específicas,
asimismo estas unidades se van replicando en unidades mayores, que centralizan y
coordinan el trabajo de las células, es así cómo van de lo simple a lo complejo, hasta
llegar a una unidad central llamada Comité Central. El objeto de ésta forma orgánica se
basa en el principio de dirección colectiva, donde la comunicación circula de abajo hacia
arriba, y de arriba hacia abajo. El PCCh ha mantenido la esencia de esta estructura hasta
la actualidad, y las transformaciones que ha sufrido han variado según las variopintas
coyunturas políticas por las que ha transitado el país. Para entender qué significa
centralismo democrático para los comunistas, nos hemos permitido citar los Estatutos
del PCCh aprobados en el XIV Congreso Nacional de 1969, y publicados en el Boletín
del Exterior N° 42 (1980, p. 92):

a) Una dirección única centralizada.


b) El carácter electivo de todos los organismos de dirección del Partido, de
abajo hacia arriba.
c) El deber de todo militante u organismo del Partido de someterse al control del
Partido de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.
d) La participación en la discusión de las cuestiones del Partido de acuerdo a los
deberes y derechos de los militantes.
e) La obligación de los organismos dirigentes del Partido de dar cuenta
periódica de su gestión antes las correspondientes organizaciones del Partido.
f) El deber de observar la disciplina del Partido y la subordinación de la minoría
a la mayoría.
g) La obligación para los organismos inferiores de cumplir rigurosamente los
acuerdos de los organismos superiores.

Estos principios son los que clásicamente han regido para el comunismo criollo,
ahora bien, según estos mismos estatutos la autoridad más alta del partido es el Congreso

115
Nacional, que en condiciones normales –de legalidad– se reúne cada cuatro años y es
integrado por miembros delegados por Congresos Regionales, con el objetivo de
determinar las políticas del partido y elegir a los miembros del Comité Central (CC),
instancia que ejerce la autoridad entre la realización cada Congreso Nacional, siendo
igualmente su deber el convocarlo. El Comité Central también elige de entre sus
miembros a la Comisión Política (CP) que es la encargada de dirigir al partido entre cada
reunión o pleno del CC; además el CC elige al Secretario General y Subsecretario
General, que a su vez son parte de un Secretariado junto a otros miembros del Comité
Central. Debajo de la estructura nacional están los Comités Regionales, que supervisan a
las direcciones de nivel local o comunal llamadas Comités Locales, los que a su vez
agrupan a las organizaciones de base del partido, es decir a las Células (Bases en el caso
de las JJ.CC.). Carmelo Furci, presenta el siguiente esquema de lo que sería la estructura
tradicional del PCCh en tiempos de legalidad:

Figura N° 1: Estructura Orgánica tradicional del PCCh (Furci, 1984/2008, p. 50)

116
En relación a la estructura orgánica del partido en Lota y Coronel durante el
periodo comprendido por nuestro trabajo, los militantes de la época entrevistados
coinciden en que se mantuvo este esquema clásico, por ejemplo, para José Luis
Sepúlveda:

Entonces qué era lo que teníamos nosotros acá como estructura en la zona, que
siempre ha sido igual nunca ha cambiado, en el terreno de la Jota nosotros
teníamos lo que eran las bases, territoriales o bases de empresas, vale decir, por
ejemplo al interior de la mina nosotros teníamos bases de compañeros que eran
trabajadores, de jóvenes, y que eran militantes, entonces la estructura era, la base,
el Comité Local, que tiene que ver con la comuna y sobre eso el Comité Regional
y ahí nosotros ya aquí a ver al Comité Regional le decíamos a la zona de Coronel
hasta Lebu, ese era el Comité Regional. (MJLS)

Vale decir, que las estructuras del partido se repiten exactamente en las
juventudes, no obstante, el Comité Central de la jota está subordinado al Comité Central
del partido. Por otra parte, tal como menciona José Sepúlveda, por la importancia
estratégica de la zona, existió durante el periodo el “Comité Regional del Carbón”, del
que da cuenta Carlos Pinto:

Orgánicamente el partido acá había, a nivel nacional está el Comité Central


cierto, y del Comité Central después se desprenden los distintos Comités
Regionales a nivel del país, entonces acá está el Comité Regional Concepción y
acá nosotros funcionábamos con el “Comité Regional del Carbón”, que es el que
abarcaba a las comunas de Coronel, Lota y también abarcaba a la zona de
Arauco. (MCP)

El militante “Raúl”, describe cuales eran los Comités Locales que conformaban
este regional, y además menciona como era su estructura de dirección:

117
Bueno, en la parte política se denominaban los regionales y Lota y Coronel
tenían sus Comités Locales, pero con la característica que en Coronel habían dos
Comités Locales, el norte y el sur, el norte empezaba en Lagunillas y terminaba
en Paso Seco Sur y de ahí para ya se contaba el norte, por lo tanto existían dos
direcciones en Coronel, tanto en el partido como en la jota, corrían las mismas
normativas, y ahí las estructuras funcionaban con su Secretario Político, su
Orgánico, con el “1,2,3” que era lo principal: Político, Orgánico y Militar,
después venía Finanzas, Propaganda y todas esas cosas, pero los que cortaban
eran la dirección aquí, el 1, 2 y 3. (MR)

En el año 83 se crea por primera acá en la zona del carbón el Comité Local
Estudiantil dentro de la jota. (MR)

La militante y dirigente estudiantil de la época Claudia Vásquez, nos relata cómo


se dio el proceso de conformación del Comité Local Estudiantil:

A nivel interno se iban conformando bases en cada liceo, CODE en cada liceo, y
nos dimos cuenta que éramos muchos, entonces la dirección de la Juventud
Comunista dice aquí tenemos que formar una dirección estudiantil, como la
pregunta es la estructura, era la base, después había un Comité Local, como no
éramos comuna, no éramos una base de alguna localidad de Lota, nos llamamos
Comité Local Estudiantil, y ahí había un Secretario Político, había un Orgánico,
y un Encargado de Finanzas, y ahí se orientaba pa todos los liceos, ahí bajaba la
orientación. (MCV)

Por otra parte, Carlos Pinto nos entrega un relato pormenorizado de la estructura
interna de la Célula, explicando al mismo tiempo algunos cambios introducidos
producto de la ilegalidad del partido:

El partido está constituido por células, cierto, está constituido por células y
también, producto digamos del golpe militar, cambia digamos un poco la

118
estructura de las células, porque antes las células tenían un Secretario Político
cierto, antiguamente, digamos cuando el partido y la jota eran legales, estaba el
Secretario Político cierto, el Orgánico, Finanzas, estaba el Encargado de
Educación, Encargado de Propaganda, es decir, había una serie de cargos que
había, entonces cuando se produce el golpe militar, el partido tiene que entrar a
trabajar en la clandestinidad, entonces ya se terminan varias cosas, se terminan
los nombres, se terminan las casas, y entramos, en el fondo uno tiene que
sumergirse y nos enseñan digamos, nos empiezan a educar a trabajar en
clandestinidad, entonces la primera estructura que se forma se iba a llamar el
“ciento veintitrés”, el 1-2-3, que es en el fondo como una pirámide, entonces
¿por qué una pirámide?, porque se supone que el número uno es el político, el
dos era orgánico, y el tercero era el de finanzas, entonces si falla alguno, el
triángulo se da vuelta y va subiendo el que seguía, y así ese triángulo siempre se,
ese… gesto de rotar entonces así es ese famoso 123. (MCP)

Reiteramos que ésta estructura de dirección era idéntica para los niveles
superiores, tanto para los comités locales como para los regionales. Claudia Vásquez nos
explica cómo operaba esta situación:

Estaba el Secretario Político que era lo máximo, el Encargado de Organización,


que era el que obviamente convocaba a reuniones, estaba el Encargado de Masas
que atendía a los dirigentes públicos, y el de Finanzas que de una u otra manera
había que tener plata. (MCV)

Era lo mismo para el Regional, Comunal, hasta la Base tenía la misma estructura,
la misma, entonces cuando hacían un coordinador de orgánicos, iban el orgánico
de las bases, el orgánico de la dirección, el orgánico regional los atendía, de
repente coordinación entre encargados de masas iba el de masas por cada base,
en la estructura el encargado comunal, el regional, y se juntaban, era como bien
ordenado (…) sí, sobre todo el Militar po, él poco sabían quién era el encargado,
porque costaba po, era difícil. (MCV)

119
Como podemos ver en el fragmento anterior, si bien perduraron las estructuras
tradicionales, la novedad estuvo en la inclusión las nuevas funcionalidades, según los
requerimientos de la Política de Rebelión Popular de Masas a partir de 1980. Carlos
Pinto, complementado su testimonio, menciona que:

Cambia también la estructura desde las células y desde las bases, cambia también
la estructura interna, porque ya aparte digamos del famoso 123, ahora aparece
otro componente en todas las células que es el componente militar, hay un
Encargado Militar, ahora no significa que ese sea un militar de rango, de grado,
sino que es el encargado de, por ejemplo en la célula de organizar, empezar a
organizar las primeras actividades digamos de la resistencia. (MCP)

Ya entrada la década de los ochenta, el PCCh asume la lucha político-militar con


todo su rigor, entendiendo a ésta como una tarea de todo el partido y no de un aparato
aislado especializado, por lo que se establecen los “Mandos Zonales”, que según “Raúl”:

En el 83 se crean los Mandos Zonales que eran directamente los mandos


militares, entonces ya se separan las direcciones y empiezan los mandos zonales
a tomar las decisiones en cuanto a la realidad de la Política de Rebelión Popular
de Masas. Chile se dividió en cinco zonas, y el mando zonal de aquí del carbón
constaba de Talca hasta Arauco, ese era un mando zonal, un mando operativo.
(MR)

José Luis Sepúlveda, complementa lo anterior, detallando la estructura de este


mando zonal, y además explica cómo se incluyó lo militar en la política del partido y
cómo se situaron orgánicamente las tareas militares en los tiempos de la clandestinidad,
esto en función de lo que el partido había definido como los “elementos componentes de
la correlación militar de fuerzas”, que eran el Trabajo Militar de Masas (TMM), la
Fuerza Militar Propia (FMP) y el Trabajo Hacia el Ejército (THE), y que más adelante
trataremos en profundidad:

120
Este Mando Zonal tenía que ver la forma de cómo el partido operaba en toda la
región, pero ese mando entonces estaba compuesto por un representante de las
Juventudes, ya, el hombre que coordinaba el trabajo de la jota era parte de ese
mando, estaba el hombre del Partido, estaba el compañero que era del Equipo
Militar del partido, ya, estaba el compañero del Frente Patriótico, teníamos
también en ese mando trabajo hacia las Fuerzas Armadas; entonces era un asunto
como si hoy día fuera el Comité Regional que existe, pero en ese tiempo no había
sido elegido, sino designado para cumplir las labores y en el partido seguía igual
la estructura, la Célula, el Comité Local, el Comité Regional, ahora de la
estructura del Comité Local o del Comité Regional, en el local generalmente
teníamos todos los frentes cubiertos, encargado de pobladores, encargado del
trabajo hacia las mujeres, encargado sindical, el encargado militar, el encargado
de finanzas, etcétera, una estructura que teníamos, pero en el Comité Regional
como estábamos en clandestinidad era más pequeño, éramos generalmente
cuatro, siempre operábamos el 124, perdón 134, una güeá así, era el uno, el dos,
el tres, el cuatro, me entiende, pero generalmente éramos 4, el uno era el
Encargado Político, el dos era el Encargado de Organización, el tres Encargado
de Masas y el cuarto era el “milico”, el Encargado Militar, ahora el encargado
militar tenía dos funciones, una que tenía que ver con el aparato mismo militar
propio, vale decir la estructura del partido, pero también tenía que ver con el
desarrollo y vínculo con la gente del Frente, y a su vez el Frente que era el
organismo digamos más de avanzada en lo militar, pero en trabajo de masas el
Frente tenía a las Milicias Rodriguistas, que eran más de masas, pero ese
encargado, como digo yo, porque estaba el Encargado Militar de la Jota y el
Encargado Militar del Partido, entonces ellos controlaban todo el tema y no se
hacía nada, no se hacía ninguna operación sin la venia del partido, en este caso el
encargado militar de la jota le informaba al encargado militar del partido, y el
encargado militar del partido lo conversaba con el Secretariado del partido, del
Comité Regional, ya, lo analizaban, veían los estudios, si es que era operativa la
cosa, si es que se podía hacer o no se podía hacer, si se corría el riesgo de que
algún compañero cayera, entonces ahí se evaluaba. (MJLS)

121
En relación al aparato militar propio que menciona José Luis, podemos definirlo
como aquella fuerza dependiente directamente de las estructuras del partido y que
fundamentalmente fueron células destinadas a tareas de tipo militar, constituidas como
Unidades Operativas y Grupos de Combate; pero además exista la fuerza especial de
avanzada en lo militar, que desde fines de 1983 pasó a denominarse Frente Patriótico
Manuel Rodríguez (FPMR), y que dependía de la Comisión Militar del PCCh. Ambos
elementos se distinguen por ser la Fuerza Militar Propia del partido. En conversaciones
con Patricio Sanhueza, él nos comenta que en Lota y Coronel hubo presencia militar de
los dos tipos, además los respectivos encargados militares de las distintas células tenían
la responsabilidad sobre el Trabajo Militar de Masas, que se organizaba en las “Milicias
Rodriguistas”.

El militante “Raúl” señala que posterior a los golpes propinados al partido en el


año 1986, como secuelas del descubrimiento de los “arsenales” en Carrizal Bajo y del
atentado frustrado a Pinochet, la estructura vuelve a sufrir modificaciones:

Y en el año 86, después de la crisis del partido cuando queda la caga con el
arsenal, queda la caga con toda la güeá, se viene abajo la estructura y se forma un
puro Comité Local en Coronel, los mandos zonales tienden a desaparecer y se
crea un coordinador militar, que duró hasta el año 91. Esa era la estructura real
del partido, las unidades de combate estaban ligadas directamente a los mandos
zonales. (MR)

Ulteriormente, desaparecerá el Comité Regional del Carbón, y la militancia de la


zona pasará a depender del Comité Regional Concepción, como lo es hoy en día. A decir
de Claudia Vásquez:

Tuvimos el Regional del Carbón que era desde Coronel hasta Curanilahue,
después hubieron unos cambios que nunca nos gustó pero, fuimos como de Lota
hasta Concepción. (MCV)

122
Confeccionamos el siguiente esquema como una aproximación a la división
orgánica que mantuvo el PCCh en la zona del carbón durante el periodo estudiado. Las
estructuras de color azul son aquellas que se adicionaron a las tradicionales, en función
de la adopción del componente militar y la práctica de “todas las formas de lucha”:

Figura N° 2: Estructura Orgánica del PCCh en Lota y Coronel (1983-1986). Elaboración


propia a partir de las entrevistas realizadas.

Al mando zonal respondía igualmente el Trabajo hacia las Fuerzas Armadas, tal
como lo declara José Luis Sepúlveda, no obstante por ser ésta una labor más reservada
en términos orgánicos, y para efectos de una mayor compresión del rol “operativo” del
Mando Zonal, no lo hemos incluido dentro del organigrama.

123
El Encargado Militar de cada nivel de la estructura era quien tenía a su cargo el
Trabajo Militar de Masas, que en el caso local correspondía fundamentalmente al trabajo
miliciano realizado por las Juventudes Comunistas y por las Milicias Rodriguistas:

No solamente el FPMR constituyó la Fuerza Militar Propia de los comunistas,


otras estructuras del partido tales como las U.C. (Unidades de Combate) y los
G.O. (Grupos Operativos) también realizaron acciones “audaces” de carácter
paramilitar. (Martínez, 2005, p. 74)

1.3. Roles y funciones

En el cierre de la dimensión relativa el PCCh en Lota y Coronel, hemos


considerado especificar como se dio el juego de roles al interior de la estructura
partidaria. En el acápite anterior particularizamos cada componente de ésta y sus
articulaciones, sin embargo es preciso conocer cómo se ejercían estas funciones. Carlos
Pinto, nos dispensa la siguiente información:

Cuál es la importancia digamos de la organización celular que tiene, es que cada


célula tiene un espacio definido, por ejemplo yo empecé militando en la jota en
una célula de estudiantes, entonces mi rumbo, mi primera función fue digamos,
transmitir la política de la jota dentro digamos del colegio, en este caso de la
Escuela Industrial, y de hecho por ejemplo el año 72 yo fui candidato al centro de
alumnos, y fui dirigente del centro de alumnos en Schwager, así que el golpe de
estado me encontró siendo dirigente estudiantil, que no era menor, no era menor,
era complicado, entonces como te digo. (MCP)

La función de “transmisión” de la política del partido hacia las “masas” es una


labor primordial para cada militante, tanto es así que podríamos decir que constituye el
leitmotiv de las estructuras de base, ahora bien, esta transmisión no significa un traspaso
mecánico e irreflexivo de política elaboradas sin sustento en la realidad, sino que se

124
hacía en función de condiciones concretas y específicas, Claudia Vásquez nos entrega un
ejemplo de aquello:

Conformamos una base donde nuestro objetivo era hacer conciencia en los
estudiantes lo importante que era tener un centro de alumnos democrático, lo
importante que teníamos que tener una infraestructura digna para estudiar, ciertas
cosas que obviamente emanaban de la estructura máxima del partido como
orientación política. (MCV)

Carlos Pinto en cambio, menciona como fue su experiencia militante posterior al


golpe de estado, buscando nuevos espacios de inserción social que le condujeron a
hacerse responsable de nuevas tareas:

Producto digamos de que, primero estando en la iglesia, y después en la cuando


ya se empieza a abrir digamos todas las actividades en la parte sindical, a mi
obviamente me destacaron para que siguiera trabajando en la parte cultural,
porque empecé a conocer el rodaje, como se hacía, que se hacía, quienes
participaban, entonces era importante digamos canalizar eso. (MCP)

Otro aspecto importante fue la distribución de la militancia entre las tareas


político-sociales y las político-militares, en donde se consideraron las aptitudes más
idóneas de cada militante para cada labor. Víctor Hugo Tiznado, explica cómo fue este
proceso en la zona carbonífera:

Después ya empezaron los lineamientos propios del papel que cada uno iba a
jugar, hubieron compañeros que salieron al Punto 0, cabros jóvenes que aquí, de
Lota, hartos compañeros, hartos, hartos, y otros que quedamos en la parte pública
nomás, también me dieron a elegir si iba a Cuba o a la Unión Soviética, y partí pa
la Unión Soviética, pero ese es otro cuento. (MVHT)

125
Claro que toda esta división de tareas se basa en el principio de la
compartimentación, sin la cual no hubiera sido posible el desarrollo de acción política y
militar, tal cual lo menciona “Galo”:

Lo otro que existía la compartimentación, los que hacían las acciones no estaban
en el frente de acá no podían estar, de hecho no te podían tomar no podías caer,
entonces se trabajaba mucho la compartimentación por lo mismo porque tú
llegabas hasta donde tú sabías. Entonces toma un dirigente público él se va a
defender en lo público, ¡yo soy dirigente de la junta de vecinos, soy dirigente de
un club deportivo!, ¿qué me preguntas a mí de otras cosas? (MG)

Las problemáticas derivadas de la filtración de información, es decir, de la


trasgresión a la compartimentación, ponían en riego tanto a la estructura partidaria como
a la vida misma de los y las militantes. José Luis Sepúlveda, quien se desempeñaba en
tareas de construcción del aparato armado el año 82 en la ciudad de Chillán, tuvo que
salir de ese lugar por estas problemáticas:

A mí me sacan y me mandan a la Unión Soviética y yo llego ya el 83, de vuelta


de Moscú a mí en Santiago me mandan a la zona del carbón al desarrollo de la
Política de Rebelión Popular, acá eh, y a partir de ahí nosotros efectivamente se
desarrolla el proceso de rebeldía de la gente acá había partido antes, por ejemplo
aquí el año 81 se hizo la huelga de los sindicatos, sobre todo el sindicato 6, y
entonces el partido estaba fortalecido ya aquí, entonces nosotros llegamos, a mí
me envían como encargado sindical de la juventud, y llego a la zona. (MJLS)

Es así como en estos casos se debía cambiar de “fachada” o “chapa”, ya sea


cambiándose de lugar y/o asumiendo tareas distintas, en esta dialéctica existente en las
organizaciones de izquierda de la época entre su parte pública y su parte clandestina. Es
así como José Luis Sepúlveda llega a la zona de Lota y Coronel en 1983:

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Yo era encargado sindical de la juventud, mi labor tenía que ver con el vínculo
con los dirigentes sindicales jóvenes que teníamos nosotros en la zona, ya, aquí
en ese tiempo la cosa más desarrollada que había era el tema de la minería,
entonces nosotros, la minería, los pirquenes, los chinchorreros, y los pescadores,
entonces teníamos que tener vínculos con aquellos jóvenes, tomarlos, trabajar
con ellos, y llevar la reunión de la juventud a la asamblea sindicales para sacar
acuerdos. (MJLS)

En la parte pública, la exposición a las fuerzas represivas era evidente, por lo que
quienes desarrollaron esas labores siempre debieron cuidar de no cruzar las “líneas”,
porque eso significaba un peligro real de caer detenido –con todo lo que ello implicaba
en el periodo dictatorial–, y como ocurrió en muchos casos, de ser asesinado53. Víctor
Tiznado, nos comenta dentro de sus tareas “públicas”:

Tenía también la tarea de cuando caía un compañero, después tener que ir a verlo
públicamente, preguntar por quién les habían preguntado, cachai, como era un
dirigente público entonces lo bueno es que en las comunas chicas nos conocemos
todo. (MVHT)

Claudia Vásquez, luego de egresar de cuarto medio se le asignaron tareas


públicas acordes a sus condiciones desarrolladas como dirigente estudiantil secundaria:

Al principio fue Encargada de Masas, que era un poco el que tenía que atender a
los dirigentes públicos, porque como yo conocía a los estudiantes que quedaban
en mi generación, podía hacerlo, después yo creo que vieron otras fortalezas y
pasé a ser Encargada de Organización, encargada de organización era quién veía
cuantos militantes éramos, si éramos cien si vamos creciendo si no. (MCV)

53
Emblemático es el caso de los tres profesionales comunistas Manuel Guerrero, Santiago
Nattino y José Manuel Parada, quienes fueron secuestrados, torturados y luego “degollados” por
la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (DICOMCAR) en Santiago, a fines del mes de
marzo de 1985.

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Asimismo quienes en la contraparte desarrollaban labores clandestinas o
encubiertas, debían extremar las medidas de seguridad, aplicar con rigor la
compartimentación y evitar en todo momento la exposición en actividades públicas. José
Sepúlveda, lo describe ésta situación del siguiente modo:

Todo era clandestino, nadie sabía nada, los cabros hacían las cosas y sabían los
jefes, nosotros instruíamos cortes, apagones que se yo, y le dábamos la tarea al
“milico” y el milico, nosotros nos íbamos y le decíamos al milico ¿cómo
estamos? y el respondía: estamos bien compañero, estamos asegurados, pero no
sabíamos quienes participaban del tema (…) Evitar siempre las vías principales,
eh, entrarse temprano, nosotros por ejemplo jornada de protesta o de paro o de
cualquier cosa, todo el mundo, los que tenían cargos de dirección teníamos que
estar en las casas a una hora prudente, eh, mm, no estábamos ahí en riesgo,
porque esas son las medidas que uno debe tomar en seguridad, porque lo que
pasaba era que yo tenía que cuidarme porque así cuidaba al resto de la estructura
para arriba, pa arriba tenías que cuidar, para abajo están las estructuras de los
compañeros operativos que trabajan para abajo, uno tiene que cuidar para arriba,
entonces si yo tengo grados de responsabilidad que tiene que ver con todo el
Comité Regional, porque yo llego a todos los comunales. (MJLS)

El militante “Raúl” por otro lado, tuvo la tarea de formar y preparar unidades
especiales de militantes para la realización de acciones audaces, de sabotaje,
recuperaciones (asaltos), entre otras:

Yo en realidad que es lo que hacía aquí era crear unidades de combate, yo ya


había pasado por varios cursos aquí en el interior, no afuera todavía, crear
unidades de combate, buscar gente con cualidades dentro de lo que era el comité
local estudiantil más que nada. (MR)

Finalmente, nos surge la interrogante que con un funcionamiento que exige tanta
precisión y disciplina, en condiciones de persecución política, que sucedía si se cruzaban

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los roles o la coordinación no se ajustaba a todo lo anteriormente narrado en este
apartado. “Raúl” es categórico:

En Lota, se cruzaban mucho las líneas ahí, partido, jota, milicia, había un cruce
de línea que era impresionante, cayó más gente en Lota que acá. (MR)

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