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KARAOKE DEMON

John F. Galindo
LADO A
Canciones tristes para animales muertos

Hay algo de dolor en las muelas del juicio


en los vientos gastados
en los parques olvidados de esta ciudad vacía

impenetrables

no hay tiempo para retacar en estas calles


de enemigos aciagos y casuchas homogéneas

En la trifulca que sucede a los diluvios


ahí -en los charcos debajo de los ojos-
cobran vida los segundos
y los años

en la brevedad que arrebata la vida


suceden esos nuevos personajes que ahora cantan

canciones tristes para animales muertos

como la soledad de los cines en invierno


y la pereza matinal de los juegos bajo las cobijas
como las notas desafinadas de la historia
canciones raras antes de los noticieros

Mascotas-palabras-videos-amores y otras patrias


eso duele
y los dolores se expanden en las noches
Allá abajo en la ciudad plana
un episodio cotidiano el de la muerte
Leche materna que se escurre sola
saliva pálida
del que habla con Dios y no deja de fumar
un animal muerto en la nevera
una joroba en el corazón
una banda desquiciada que toca canciones de amor bajo la ducha

Y más dolor: en un recetario de olvidos [en una tarde rota]


en toda esa patria que no soy
en la cómoda composta de tus mejores días
en las llagas que luces como joyas

En todo retazo de nada, en toda ciudad vacía


Como una niña que sueña enferma
me revuelco, un instante bello
para la sordidez y la albahaca

Los hongos en los pies oscuros


hermanaron los nervios con el asco
la sal ardió en varias etapas
infectando con abrigo la demencia

El canto de las ballenas las vecinas ojiclaras


la mano de la madre, los goteros...
Nada existía realmente. Todo ajeno a la memoria

de todas formas las esporas regresaron

habitaron los ojos

y dejé de verme para siempre


Cada noche imitas elefantes locos
vuelas de un lado a otro y haces el ridículo frente a tu sombra
En los confines de la risa las arrugas comienzan a crecer
hablamos de tener hijos
de ser algo sin la comedida piedad de la vejez
y no es asunto de la apoteósica inmadurez que nos embarga por ahora
ni de los documentales que profesan el fin del mundo como una moda pasajera
ni del chicle pegado en el cabello desde hace tanto tiempo
Me refiero al pequeño forúnculo de felicidad
que acontece cada que me despido de un amigo que se larga
a vivir el sueño de otro que se ha ido antes
Y así
A veces, y que quede claro que son algunas veces, tengo dudas sobre la vida
En la batalla entre lo que no somos y eso que despunta en nuestras miradas
hace mucho que dejé de pensar
Sospecho que la belleza debe ser algo que se desparrama en tu boca

Desde que sé que envejezco he empezado a contar los días –a descifrar


enigmas sin ningún resultado– a condecorarme por cada palabra dicha, por
cada amor resuelto, por cada tosecita superada
Cada vez que me cansa mi padre saco un par de billetes y se los arrojo a los
pies

Por mi parte, he roto con el miedo:


una bolsa blanca que se mueve con el viento
una cicatriz enorme que surca la morena delgadez de mi antebrazo
el pelo que se cae en la ducha diariamente

y va taponando de a poco
la inverosímil gramática de la niñez
Hay recuerdos
de ciudades que arden

de amigos muertos en la guerra


de niñas desnudas dentro de la nevera
titulares escabrosos –sobre la guerra–
y una banda de garaje al fondo
tocando canciones repetidas

y es doloroso y cotidiano
recordar
pero todos hablan de lo mismo

de las salamandras que hacen ruidos en las noches

de los pueblos incendiados

que no sabemos ubicar en nuestros atlas

todos hablan de la guerra

de su viudas y sus niños sin ojos

del más allá que nunca podrán ver

de esa tumba helada que es el río

que corre

y llora

como una Magdalena rencorosa


Canciones ruidosas para antes de la cena
Era una música ruidosa
al final de nuestra calle
la misma velocidad
de cuando bajábamos al mercado
cargados de dolores
y de deudas —deudas
genealógicas como el pánico
o la migraña— Una parranda infinita
nos lanzaba a la cama
Sellamos las ventanas
taponamos de algodón nuestros oídos
pedimos refuerzos a la policía
y no pasaba nada
los acordeones se pegaban
a nuestros olores cotidianos

Nos mataban con cuchillos de piñata

A la mañana la casa ardía


las botellas de ron adornaban nuestra cuadra
y la migraña crecía en torno
a la sala. Mi madre
–medusa de dolores– engullía Ibuprofeno
con la devoción del condenado
y con ese aromático olor medicinal
nuestras vidas iban sucediendo
Hasta que vino el camión de las mudanzas
carabela enternecida
recreación de todos nuestros rezos
y así fueron desapareciendo uno a uno
los vecinos
los discos compactos
las neveras y las ropas de colores
el equipo de sonido
y los potentes bafles
que llenaban nuestras noches de sonidos
que sacaban a bailar
las venas gruesas de nuestras sienes

Poco a poco también se fueron


los pájaros, las señales en el pavimento,
la pintura de las casas, los árboles y el sol
y nadie más por estos lados volvió a bailar
La calle se derrumbó
Como una cara hundida
en un pastel de cumpleaños
Entre el parque y la avenida
como un peatón inválido
la noche coquetea plena de colores
MÚSICA
animales aplastados sobre la autopista
Entre los vapores del ron –en repetidas ocasiones–
hemos observado la mañana
bebido la ciudad
evitado la montaña

entre el parque y mi mano


hay una melodía inentendible

niños que juegan


a pegantear felices

la prematura visita de la muerte


Canciones para la hora de la siesta

La vida es una canción rota


una lujuria de sucesos y de olvidos
es una España mal habida

Tiene venas encendidas en las piernas


y una bombilla rota
que enceguece los abismos

Es una calumnia la armonía


la fidedigna calamidad del llanto
la dureza del sexo enrojecido
Una vida que seduce es un pastizal interminable
para rumiantes flojos que sólo piensan en la hora de la siesta

Te escupí mil veces el espejo


y arruiné tus tardes de pereza
te hice el amor inmóvil
y abortamos juntos el paso de los días

Abandoné la presunción y perdí el olfato


ya son años de ruidos y temblores
y la vida no deja de sonar

Abajo

Dos escalas más abajo


Si anochezco es porque conozco bien esa palabra

Porque tengo el derecho y el cansancio


el aullido de los lobos y la canción de la neblina
la oscuridad y cierta clase de belleza

Aún aplaudes en las noches de esta ciudad vacía


sin ningún temor a la derrota
has invadido ésta mi patria clandestina
y has ganado y que nadie venga ver mi llanto

Mi doloroso llanto de hombres y mesetas


de lunas sin dueños y de mujeres que hablan de mis uñas
es un roto en lo más infantil del corazón
en lo más sincero de este coro de palabras
de luces apagadas, de olvidos que no vienen

Mi familia y la vieja proyección. Estamos apagados


abre la ventana

No hay luz ni sombra


Los beneficios del AM

Hace calor
y hasta mi cama vienen
las hormigas que devoran mi carne
poco a poco se han llevado gran parte de mí
me miran con esos rojos de niño lindo
con un sentimiento parecido a la locura
como una enfermedad
como miraría un brazo roto de poder mirar
La tarde no ofrece otros distractores
otras opciones
más que las de echarse y ver pasar las sombras
sobre los techos de zinc
adornados por años de balones
por lluvias convulsas
por tormentitas tristes
confundidas con universales charcos

No es el sabor a sangre en la boca


el que arruina la tarde
ni el lenguaje de las cosas
pasadas por agua como huevos
En la radio un tipo gangoso
vende ungüentos para los males del cuerpo
la verdad es un amuleto feo
inconstante
como el bamboleo de las lagartijas sobre el tejado

Repito acalorado
un poema viejo que siempre he sabido
sobre un hijo lento que acariciaba
la libertad como una llave
a veces los poemas hablan de nosotros
sin querer
así son
vecinos indiscretos de la vida
Pienso en la radio y en el cuerpo
que se desgasta a una frecuencia modulada
Las hormigas son ahora
un camino afilado sobre mi piel
un nuevo viejo poema sobre mí
un poema imaginado sobre los restos de la tarde

Antes de olvidarlo todo:


este junio somnoliento
el año de la muerte de todos
las ventanas sucias por donde miro
venir la chica
abandonada mucho antes del final
una y otra vez en Provenz City
los mensajes de mi correo
y hasta las medidas lúgubres
del pecho de mi madre
decido entonces enumerar dos o tres verdades

Y sin embargo,
bien pudiera morirme aquí y ahora
en el diminuto balcón del cuarto de mi hermana
mi enemiga vista desde abajo
la que hasta hace unas horas sólo fue un recuerdo
Dejar entonces que la tarde me sacuda
me deje limpio
me penetre
con ese brazo fuerte que no tengo

La vida es como una cicatriz


una equivocación de lo más tonta
un día somos y otros no
un espacio donde la prueba y el error
nos mitifica
nos hace grandes
nos recrea

De todas formas la tarde se va yendo


las hormigas regresan con mi lengua
se merecen un trozo más de todo esto
pero son cautas
y en lugar del imán que poseo como alma
se llevan mi piel
la foto pegada en la nevera
la chica que nunca alcanzó a tocar la puerta

Es una tarde plagada de rencores


en medio de un lugar ahora extraño
allá arriba sobre el tejado vuelan lentas las palabras
se fundan los rayos y los pájaros
las ondas del AM se anidan silenciosas
como motores pausados
de la noche que no llega
Confesiones de un exégeta

Era yo el que espiaba a las niñas en el parque


Antes fui también Homero y todos los hombres
La mar del génesis
Un exégeta antiguo sin dos dientes
(En la antigüedad los hombres carecían de apariencias,
y en las líneas de las manos de los niños se advertían las palabras)
pero el tiempo rueda como una piedra fría
y nada más allá de mí me salva ahora
Las niñas han crecido y en sus pubis babea la tristeza
esa Ítaca lejana molesta mis encías cada viernes
cuando saboreo el talco blando de la muerte
cuando canto canciones tristes por la calle
Antes fui también un hombre viejo
sentado en el resbaladero de los días
un hombre que no se reconoce
que no canta
que no dice whisky
ni sale en fotos
EL AMOR DE LOS VOLCANES

Hace millones de años que todo esto comenzó


y hasta hoy los resultados han sido los mismos
y creen que la culpa es del viento
o de las aguas
o del fuego
o viceversa
sin advertir que los lagartos aún trepan
por todas las escalas de la evolución
que las especies que hoy vuelan
no eran hasta ayer
sino aburridas rocas en busca del amor

y no culpen al amor tampoco


porque detrás de las cortinas
los volcanes aún se manosean
juegan a inventarse sus tragedias
sus pequeños dramas cotidianos

y es aquí donde me inmiscuyo en todo esto


como un bolero triste
o los crujientes entremeses
que preparaba mi madre en los 80’s
un extra
un voyeur amanerado
que se mira desde adentro
desde arriba
desde donde los niños escupen a los autos
para entretenerse

Entonces vengo yo a vengarme de las cosas


de las fotos a colores
de los granos en la piel
de las cicatrices que se arrastran como víboras
de los tatuajes con tinta china
que cuentan historias viejas
donde el padre se sacaba el corazón
y se lo daba de comer a las gallinas

Herencia de mi viejo es hablar tanto


del resto me he encargado yo solito
vivo aún en su casa encerrado como un conejo
como un volcán pequeño
que aún no sabe de erupciones matinales
ni de orígenes non sanctos
Como ven, hace siglos que todo ocurre
que nada cambia
y ya no sé a qué va todo lo que digo
quizá sólo espero a que los lagartos
se hagan bellos hombres de negocios
que las gallinas vuelen
que a mi padre le nazca de nuevo un corazón
IGSABELAR

Un chico toca un viejo tubo con un tenedor


canta vallenatos de Diomedes con su fea voz
cubre de lagañas
a quienes viajamos en el autobús
habla de la avalancha
que arrastró su casa
su perro
el retrato de un padre ausente
Nadie sigue el ritmo
Como si de un fantasma se tratara
miran por las ventanillas
piensan en sus asuntos con aparente devoción
no escuchan el tubo carraspear
no miran la espantosa venia del vacío
la moneda que brilla en la mano sucia
la herida de esa mano
la mano extendida en su exponencial miseria
El instrumento
que hace siglos no trincha un trozo de verdad
pero que afloja esa oxidada melodía
recorre los pasillos
de todos los autobuses
que ruedan por el mundo
No era cierto que este camino no conducía a ninguna parte

noventa y seis calles y una buena actitud para la tos

Entre la vida y lo que hay que hacer se libra una batalla:

un camino largo hecho de espejos


una copia fiel del fin del mundo

y los espantosos rostros de los niños y sus mocos

El tiempo que reclama en su ondulado parpadeo este placer ruidoso


viniendo una y otra vez y en ocasiones

Noventa y seis calles entre la mano que sujeta el globo


y la aguja que te pincha el brazo
podrían separarse más pero no quieren

Aquí el origen del amor y sus canciones

Por este camino –piensa– llegaremos a la noche


o a la casa de esa mujer que fuma el tabaco
que adivina desde lejos la verdad

y la verdad está perdida

En la media hora en que el trayecto se ejecuta


en la música que suena sin ser vista
un camino largo hecho de nombres
letras escondidas como signos –poemas en los dientes que se caen
distancia para que el horizonte no se haga algo mayor
ni el árbol
ni la mancha en el pulmón
ni el bus que parte lento –que se hace un punto en la avenida
y luego nada
Radio Guerrilla

Hay una guerrilla personal en este asunto


en la chica de pecho plano que sale de la torta
en la calle sin andenes de la 24 con 35
en la sonrisa secuestrada por los pliegues de la carne
Un atentado terrorista en el llanto de la madre
que mira llover detrás de la ventana
en los que no bailan
muertos en la sombra clandestina
AGITACIÓN
en la mañana que se mueve talentosa
y que al final del día defrauda nuevamente
Incendiar la biblioteca vacía
golpear la puerta del vecino
y correr hasta perderse
Comprar zapatos repetidos
pedazos de Napalm para llevar
vivir un Ámsterdam soñado en las calles del barrio
ver volar los aviones
arrojar los libros por la baranda
caminar de noche como un asalto
como una tropa adormecida por esta ciudad que somos
INMÓVILES
guerreros asustados que silban canciones viejas
sin siquiera saber silbar
que derraman sangre después de la afeitada
de la cocaína de mala calidad
Yo mismo a veces creo
que me inmolaría por un pedazo de la noche
que fuera sólo mía
abordarla como un pirata de corazón de palo
hackear las 2 gigas de amor de su entrepierna
y después imaginar
que al final el cielo es sólo un anuncio de funerarias
Dinamitar la ranura de felicidad donde ahorra sus orgasmos
y esconderme en el Café con mis amigos malos
Hay una guerrilla personal en este asunto
en la lluvia que inunda el pueblo
en el tiempo que se nos va pensando
en escapar de estas calles raras
como entre rejas
La canción del viejo náufrago

Vivo en medio del naufragio


entre los restos de las carabelas y las canciones agotadas
un viejo actor porno oficia el ministerio de la vecindad
entre las goteras y los charcos y los restos de comida compartidos
A veces recuerdo, estornudo, canto mal
intento llenar este hueco oscuro de mi voz
ese orificio profundo donde se esconden las tres palabras que uso a diario
para pedir auxilio, comer y repetir la escena
día a día envejezco entre las paredes de este cuarto que es el mar
en el recuerdo de las tardes con arena
en los días de playa en que jugaba a la pelota

Auxilio

Hambre

Derrota
Seres de otra galaxia

A veces la vida te trata mal –asegura-


La gente hace cosas sin sentido todo el tiempo
confían en las televentas
acomodan sus tristezas bajo los sostenes
se casan bajo el mar

Ya es miércoles y en el cuarto la voz de Nina Hagen


no para de llover
el cuarto es un armario enorme
donde se esconden las partes blandas del amor

Afuera la vida sigue sin remedio


unos especulan sobre la actualidad
otros adrede dan direcciones equivocadas

A veces la vida es una fiesta violenta. Intuye


al colchón se le salen las tripas
faltan 8 horas para salir del trabajo
hay mil noches acurrucadas en sus ojeras

Ella, por su parte, es un árbol que crece torcido


una virgen con los ojos en la mano

Aunque la vida lo trata mal


él junta sus manos y aparece un pájaro en la pared
mira cómo mueren los elefantes en Discovery
grita ella desde el fondo
él fuma despacio y viaja a la página siguiente

Se habla de política. De la muerte.


desnudos o en ropa interior.
cubiertos de un vapor extraño
él intenta predecir el futuro en las estrías de su cuerpo
ella se duerme justo antes de llorar
es la voz de Nina Hagen y llueve una lluvia triste
hay colillas viejas junto a la vida
basura regada en el cuerpo de los dos.
desde los extremos de la mesa
sus miradas se encuentran
como regresando de pueblos lejanos.

Ella canta algo en alemán. No le sale bien


mira recatadamente un espejito de mano
de día él abre las ventanas
para que la neblina salga sin recato

pero el tiempo no entiende de estas cosas


para él todos son de otro mundo
seres de otras galaxias
todos tienen lecciones que aprender
y un miércoles cualquiera hay un pasadizo en el tiempo
una puerta dimensional mal cerrada
un pájaro dibujado con tiza negra vuela en la pared

Nina Hagen revoletea como un fantasma pintarrajeado


así tuvo que ser. Piensa él
que ya no frecuenta ciertos lugares
y a veces se duerme muy temprano
como cuando escucha esas viejas historias de siempre
recuerda los traumas de su niñez:

aquí no cae nieve


y los hombres nunca lloran
LADO B
Arde la noche la misma noche
y nosotros, ¿somos los mismos?
en proporciones deformes
en todos los años de ires y venires
somos nosotros la noche
la misma
una música de alas que no deja de espantar

Noche
resguardo de todas las guerras perdidas
en la historia de los hombres
somos tú
la música

esa derrota
Por dónde caminas y qué tontas canciones cantas
en qué estante ponerte
qué hacer con el dolor que se convierte en branquias

Teníamos que vernos

Eres el desierto y el auto que cruza ese desierto


con impecable vocación
Por eso conduzco lento sobre la arena
porque en tu piel –una autopista blanca se delata–
puedo llegar al fin del mundo
comer el polvo
adornar mi pelo con los insectos del parachoques

Eres el amor, pero nos estrellamos de borrachos


con la melodía odiosa de la muerte
Fábula del desenfreno
parimos nuestras lenguas y nuestras bocas
en la soledad de los asedios
para calmarnos, para encontrarnos

Tras correr como enfermos


aliviados
Disco Alien

La ciudad que siempre duerme


canta canciones de cuna para novias muertas
los semáforos los espejos y las viudas
todos tan ensimismados
tan desvanecidos
los que buscan a dios en la humedad de las paredes
los que arremeten contra sus enemigos en las puertas de los baños
la delgadez de la autopista veneno de serpiente
la prueba fehaciente de que todos los caminos conducen a ninguna parte

Aliens del futuro discutiendo sobre Shakespeare y Proust


Curas y reptiles leyendo el Finnegans Wake
vecinas desdentadas imitando a Ezra Pound en la cárcel
toqueteos clandestinos en el metro

y la sabiduría para caminar sin pisar las líneas de la acera

todo es tan así por estas calles

un concierto de niños que te apuñalan sin decir nada


de busetas viejas que traquetean inertes melodías
un rinoceronte muerto en una piscina
es la señal de la maldad con que crecimos
los chicos bailan sonrientes
mientras un ciudadano Kane, desnudo
rebusca migajas de pan en la basura

todo es tan así por estos días

un serial killer que regala flores a los transeúntes


muere de miedo ante el tractor que lo arrincona
que tumba su rancho hecho de latas y pregones
y sus hijas colgadas de sus manos
inventan una lengua para decir amor

las pantallas muestran un clavijero con un ojo enorme entre sus cuerdas
un parque en donde novias extraviadas hablan de la pureza del cilantro
de que la clave del éxito es gritar éxito ante el espejo diariamente
hasta el cansancio
y el sábado nuevamente desempolvan sus mejores miedos
y salen a bailar descalzas
y sus pintarrajeados labios de ninfas seductoras
besarán las cenizas de lo que siempre queda
bailarán con los tipos que leen
y fumarán hierbas tendenciosas
hasta el amanecer
cuando regresarán a sus casas cargadas de dolores

todo es tan así por estas calles


un subterráneo inexistente
por donde escapan nuestros mejores años
viajes a la Mesa o cortas experiencias con la heroína

aquí no hay nada

sólo las ganas de huir entre universos


como una pesadilla
como un parpadeo
ante las cámaras de seguridad del mundo
Soy un ser que padece de ser el mismo siempre
de otra manera no sería él
la confirmación de una señal que nadie entiende
a la que le falta algo
una pierna
una voz real hecha de polvo
Una canción que se proyecta sobre un muro
y que todos cantan a la vez
y la mejoran
Igual que el sol en la mañana
que es como la confirmación de la existencia
una voz finita en cada cosa
en cada calle
en cada sombra que reescribe el universo
Canción del deudor-el padre- y el hombre sin ombligo

Si descontamos la eterna deuda de la calma


la menuda deuda del poema
entre pierna y pierna
agotada la felicidad
llega la música

Canté: no fue sino la tarde


en que nos vimos lentos y ojerosos
y ajusticiamos nuestras caricias en el baño de la tienda
cerramos la puerta y nos mordimos los labios
mientras afuera los niños jugaban a quemarse

Y también canté:
esa vieja balada que suena a veces en la radio
que es un poema apuntillado al suelo raso
un poema patasarriba
malo
perfumado con la humedad de los cuerpos de allá abajo
el pan de cada día
la zozobra

Del mar no pude tomar nada


algunas conchas y arena entre la piel
un mafia disonante y adversaria
quemaduras de primer grado en el corazón

Una música ingenua ésta que les canto


yo lo sé
pero ahora que vengo desnudo ya no pienso
y existo así lo duden
y no canten conmigo:
soy una existencia real y el sol es mi destino
así no vengan a la fiesta que organizo diariamente
un poema anclado en la profundidad del mar
un cadáver del amor
hundido como un secreto
origen de una lengua que no sabe nadar
—silencio un momento amables tripulantes—
llegamos al final de este viaje que nadie entiende
de ésta canción agotada
de ésta espuma que se hace agua y palabra

Nadamos como elefantes roncos


presas del miedo de las flores en el jardín
de las palabras del padre que sentencia
NO CANTARÁS EN ESTA CASA NUEVAMENTE
y por eso huí
lejos
acumular deudas es mi oficio
un viejo marinero que sacude la sal de tarde en tarde
y que baila

Porque bailar es la mayor de las derrotas


descalzo
sin nadie al otro lado de mí
con los brazos en el aire
y el ritmo atroz de quien no descansa en paz
ni por el sueño deseable
ni por las manos conjuradas del oficio
ni por las migajas que se asoman tras la ventana
ni por el amigo que ya no viene a saludarme
ni por este océano que soy
ni por el ombligo que poco a poco se desvanece

Pero bailé y eso cuenta por sí mismo


paga mis deudas

y afina mi oído más allá de mí

de todo
Ni siquiera la música puede ligar la voluntad de los hombres
que bailan ebrios al borde del acantilado
que bautizan licores eternos con la piel de su saliva
o que escupen al viento uno o cien poemas cada hora
restos de placer para una nueva tormenta

Por amar queda entonces la ciudad


que se advierte desde la cima de la roca
ciudad deshabitada el amor
poblada de ruidos secos

Y de hombres que la tocan


Babel es una fiesta

Será asunto de tocar todas las puertas


en acordes livianos
verbalizar el tiempo
enterrar la poesía y volar

En esta casa no hay sonidos


nadie llama nunca
se hacen algunas canciones
para fundar fronteras

Pero no más

Detrás de las puertas está en cambio el sonido verdadero


la música que todos los hombres escriben mientras duermen
autores de todas las lenguas
edifican una Babel enternecida
armoniosa
que sepulta la voz de este poema
que no es sino el deseo de dormir
de cantar esa canción que todos cantan
detrás de las puertas
de todas las casas
de todos los mares

y nadie dice No
porque quien canta sueña
construye un edifico alto
desde donde salta este poema moribundo

Después de todo
quién sino la música para fundar ciudades
para enterrar adioses
para guiar al viento
que nos devuelve- poco a poco- a la tierra
la misma que se enreda entre las uñas del poema viejo
sobre la que nace el cultivo y el gusano

Detrás de la puerta también está el silencio


y el ronquido de quién no despierta
de quien nunca mira al cielo
para ver el camino que se funda
La oscuridad de un disco viejo no es más
que el saludo de un niño ciego que parece el mar
que el sonido hueco del recuerdo y todas las canciones hechas llanto

Nos situamos en el marco de una ventana apolillada


y miramos su interior como sin ojos
pero la muerte los abre: y estamos allí
maldiciendo no ser como los otros
En esta ciudad gris de niños desdentados el sueño muere a dos casas de
mi madre-una radio suena victoriosa- una mujer vieja baila sin zapatos

Oscurece: y la casa se llena de bichitos


fragmentos de la guerra que queda por venir
el sueño muere entre sus alas
transparentes-desprendidas-luminosas
Un niño sostiene un viejo tronco
y en su cabecita una idea se entreteje
extiende el brazo y con fuerza golpea a su vecino

Amanece:
y nuestras vecinas van al mercado
en pijamas de todos los colores
vasos de leche
panes duros
noticieros
Hay una frontera hermosa entre sueño y sueño
una playa sin gaviotas sin arena
una amante vieja de senos dolorosos
que rema ebria a través de la ciudad
Una verdad a medias en las canciones de las olas

Es momento de ir a la montaña a ver morir el cielo


una riña de hombres malheridos
azules y pesados
que arrastran sus misterios
con algo de sal entre sus ojos

Enturbia el mar esas miradas

Alguien que no ha venido hasta aquí ha muerto hoy


como mueren los gallos de pelea
alguien que no ha venido nunca

Lee esta canción y muere ahora mismo


Yo también acabo mis días en los días
cuando todos salen al trabajo apenas busco el sueño
no me juzguen de antemano
es sólo que en el día escapo al ruido

me interno en la sombra hermosa que proyecta mi persiana

me hundo en el abismo ruin de mis cobijas

y toco a ciegas el dedo de un dios que no recuerdo

También canto, por supuesto

Y despierto nuevamente a caminar

porque en la noche la música es más clara

porque dios baila

y me cura

y me sonríe
Es terrible saltar por primera vez
desde el acantilado inútil de uno mismo
un vacío imaginado
un abismo en la cuenca muerta de los ojos. Yo sé.
Remacharemos la obviedad
en las canciones tristes que hablan de nosotros
el rabo de la muerte comienza a destellar
su punta imperceptible
–ira del viento en la cortina–

También se asoman
los vecinos de la esquina
el pocillo del café
la vieja escoba

Y lo hacen sólo
por vernos saltar

Es así, yo lo sé
En un bar, en pleno centro de Madrid, un inglés me habló
de las lejanas playas de un país impronunciable
me ofreció cerveza a gritos por encima de las voces y las canciones de todos
Playas impronunciables a donde nunca iré
Su español se hizo amigable al pasar la noche
y mi inglés de barrio se hizo digno de la realeza
después vino un abrazo
otra cerveza
algunas lágrimas y la noche se fue

De regreso al hotel pensé en las dulces formas de las nubes de mi ciudad


pensé en mi cama y en la casa de mis padres donde vivo
caminé pesadamente por calles oscuras y peligrosas

con las manos en los bolsillos para dar una impresión peligrosa

canté una canción que no me gusta

juré no irme sin haber besado a alguien

y te vi cruzar por mi cabeza –desnuda– corrías delicadamente hacia un mar


de una lejana playa

a la que seguramente nunca iré


La muerte: un montón de radios encendidos que suenan a la vez
limitadamente estériles, pero en fin, canciones
dando vueltas en torno a una ciudad perdida
Karaoke Demon

Hay una pantalla y una imagen reflejada en ella:


un anciano enclenque camina por la calle silbando una canción
No sé cuál, pero sonaba a algo conocido
–la expansión de un recuerdo hecho pedazos–
un plato sucio en la nevera de por vida
una pequeña obra maestra en descomposición
en estado puro –sobre la que se sustenta la existencia de una especie-
alimento para el mal de ojo y exorcismo revertido
una canción para cantar frente a uno mismo
una canción vieja con tus cejas y tus dientes
a tu costado –como incitándote a bailar desnuda mientras combate la alopecia–
un treintañero obeso da inicio a la función de la derrota
duerme sentado al borde de tu vientre esperando el virtuosismo de tus manos
De cuando en cuando aparecen escenas como éstas:
un niño perdido en un camino del Cañón
que a veces soy yo y otras tantas mi familia entera
fumamos un tabaco espeso de hoja verde
y tosemos sólo por llamar la atención del respetable
imágenes en 3D para decorar la plena incertidumbre
arar la tierra amarilla de nuestras lenguas
sobre la que camina un pueblo de hombres compungidos
y se acumulan etcéteras y vientos de otros mares
cosas que de todas formas nos asustan

Intuimos que llegamos a la parte dolorosa


una niña que es el poema y el silbido
circunstancias que de vez en vez nos atropellan
¿Acaso no somos nosotros mismos la palabra y el silencio?
Esa pregunta ya tiene solución dirán algunos
pero se construye a la vez que se derrumba
y mi voz nasal hoy no me defiende
me cae encima como un muro de pesados bloques
En realidad podría decir que hasta aquí recuerdo
y no podría avanzar más este delirio
reconocer las notas bajas del sonido
cantar como quien arrastra el tiempo de volver
o insinúa que huir es la salida
A los ojos de mi madre yo era un tipo honesto
pero vino la canción
y con ella el delirio de las tardes sin café
el malacostumbrado afán de morder las uñas lentamente

un feedback
contra quien alguna vez fuera ése que ahora soy
esta sonrisita imbécil
una enfermedad que habla
la quijada larga de la baba que corre como río
y llega al vaso que bebo nuevamente
Una pantalla en la que corren los créditos finales
esperar una guerra en la esquina antes de morder el polvo
hacerse viejo entre canales
entre la ropa interior de las primeras damas
imágenes en blanco y negro de las niñas despeinadas
de los sentimientos malvados de quienes hornean el pan
y lo dejan quemar en las puertas del amor
Un hombre viejo fuma y silba una bella canción que no recuerdo
dobla la esquina de mi calle y viene hacia mí
su rostro es un espejo que se guarda debajo de la lengua
y su tono el mismo de la madre que no llega
Ay de mí que me reconozco en todos por las tardes
que de a poco oscurezco y me desvelo
que siento pesar por quienes pesan
que me sangra la nariz cuando me leo
que sufro de calambres en la voz
que rejuvenezco cuando miento y cuando muero
pesadilla-sueño-otro mal día
Me consuelo con el color exacto
con el subtitulo adecuado
con la canción final que tristemente el mar adula
como si mi consuelo fuera un poema que viene de turista
cargado de maletas hacia mí
lo repito -algunas veces-puedo ver el mar
el fondo de ese mar y la luz que se proyecta
disminuida como todas las historias escritas hasta ahora
hasta aquí
y hasta aquí también
Recuerdos de niños que juegan a las escondidas
y que nadie encuentra
nunca
ni tú
ni yo
ni esta última canción que se funde en negro

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