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ANUNCIACIÒN DE JESUS

ESTA bella mujer es María. Es israelita, y vive en el pueblo de Nazaret.


Dios sabe que ella es excelente persona. Por eso ha enviado su ángel
Gabriel a hablarle. ¿Sabes lo que Gabriel le dice a María? Vamos a ver.

‘Buenos días, altamente favorecida,’ le dice Gabriel. ‘Jehová está


contigo.’ María nunca ha visto a esta persona antes. Se preocupa,
porque no sabe qué quiere decir él. Pero enseguida Gabriel la
tranquiliza.

‘No temas, María,’ dice. ‘Jehová está muy complacido contigo. Por eso
va a hacer una maravilla para ti. Pronto tendrás un bebé. Y debes
llamarlo Jesús.’

Gabriel sigue explicando: ‘Este niño será grande, y será llamado Hijo
del Dios Altísimo. Jehová lo hará rey, como fue David. ¡Pero Jesús será
rey para siempre, y su reino nunca terminará!’

‘¿Cómo puede ser todo esto?’ pregunta María. ‘Sin casarme y vivir con
un hombre, ¿cómo puedo tener un bebé?’

‘El poder de Dios vendrá sobre ti,’ dice Gabriel. ‘Así que el niño será
llamado Hijo de Dios.’ Entonces le dice: ‘Recuerda a tu parienta
Elisabet. La gente decía que ella era muy vieja para tener hijos. Pero
pronto tendrá un hijo. Así que, ya ves que no hay nada que Dios
no pueda hacer.’

Enseguida María dice: ‘¡Soy la esclava de Jehová! Que me pase tal


como has dicho.’ Entonces el ángel se va.

María corre a visitar a Elisabet. Cuando Elisabet oye la voz de María, el


bebé dentro de Elisabet salta de gozo. Elisabet se llena de espíritu
santo y le dice a María: ‘Tú eres especialmente bendita entre las
mujeres.’ María pasa unos tres meses con Elisabet, y entonces vuelve a
Nazaret.
Pronto María se va a casar con un hombre llamado José. Pero cuando
José sabe que María va a tener un bebé, no cree que debe casarse con
ella. Entonces el ángel de Dios le dice: ‘No temas tomar a María como
esposa. Pues Dios es quien le ha dado un hijo.’ Así que María y José se
casan, y esperan que Jesús nazca.
NACIMIENTO DE JESÙS
¿SABES quién es este nenito? Sí, es Jesús. Acaba de nacer en un
establo. Un establo es donde se guarda a los animales. María está
acostando a Jesús en el pesebre, que es donde se pone el alimento
para los asnos y otros animales. Pero ¿por qué están María y José aquí
con los animales? Esto no es sitio para el nacimiento de un bebé,
¿verdad?

No, no lo es. Pero ellos están aquí por esto: El hombre que gobierna
en Roma, César Augusto, hizo por una ley que toda persona volviera a
la ciudad donde había nacido y pusiera su nombre en un libro. Bueno,
José había nacido aquí en Belén. Pero cuando él y María llegaron,
no encontraron habitación. Tuvieron que venir a donde estaban los
animales. ¡Y este mismo día María dio a luz a Jesús! Pero, como ves, él
está bien.

¿Puedes ver a los pastores que vienen a ver a Jesús? Ellos estaban en
los campos de noche y una luz brilló alrededor de ellos. ¡Era un ángel!
Los pastores se asustaron mucho. Pero el ángel les dijo: ‘¡No teman!
Les tengo buenas nuevas. Hoy, en Belén, ha nacido Cristo el Señor.
¡Éste salvará al pueblo! Estará envuelto en telas y acostado en un
pesebre.’ De repente, muchos ángeles vinieron y empezaron a alabar a
Dios. Enseguida estos pastores corrieron a buscar a Jesús, y ahora lo
han hallado.

¿Sabes por qué es tan especial Jesús? ¿Sabes quién


es realmente? Recuerda, en la primera historia de este libro hablamos
del primer Hijo de Dios. Él trabajó con Jehová en hacer los cielos y la
Tierra y todo lo demás. Pues, ¡éste es Jesús!

Sí, Jehová tomó la vida de su Hijo del cielo y la puso dentro de María.
Enseguida, dentro de ella empezó a crecer un bebé como lo hacen los
demás bebés dentro de sus madres. Pero este bebé era el Hijo de Dios.
Finalmente nació aquí en un establo en Belén. ¿Puedes ver por qué se
alegraron los ángeles al decir a la gente que Jesús había nacido?
Jesús se pierde a los 12
años

José y
María
pierden
a Jesús
Cuando Jesús cumplió doce años, María y José lo llevaron a

Jerusalén. Como era la época de la Pascua, había mucha gente en la

ciudad.

El último día de la festividad, María y José se dirigieron a casa. Los

dos creían que Jesús estaba con los otros niños que regresaban a

Nazaret.

Después de todo un día de viaje, les preguntaron a los otros niños

del grupo: “¿Han visto a Jesús?” Los niños movieron la cabeza.

María y José se volvieron a ver. ¡Jesús se había quedado en

Jerusalén! ¿Cómo harían para encontrarlo? Se alejaron del grupo y

regresaron de prisa a la ciudad. Ahí lo buscaron por todas partes.

María y José vieron a muchos niños, pero ninguno de ellos era Jesús.
Durante tres días buscaron y buscaron. María y José estaban

desesperados. Habían perdido a su adorado hijo, al Hijo de Dios.

Finalmente, fueron al Templo, donde el pueblo judío alababa a Dios

los sábados y los días santos.

Al entrar, José vio que un grupo de maestros escuchaban a alguien.

Ahí, en medio del grupo, estaba sentado Jesús. Él era al que todos

escuchaban.

María y José se abrieron paso hasta llegar donde Jesús. María le

dijo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Te hemos buscado en todas

partes. Estábamos muy preocupados”.

Jesús les dijo: “¿No sabían dónde buscarme? Debieron suponer que

yo estaba ocupado en los asuntos de mi Padre”.

Lo que Jesús quería decir era que, como él era el Hijo de Dios,

estaría en el Templo, la casa de su Padre. Cuando salieron del

Templo con Jesús, oyeron a muchos que decían, “¿Cómo es posible

que un muchacho tan joven hable con tanta sabiduría como lo hace

él?”

Jesús regresó con sus padres a Nazaret. Ahí creció siendo un buen

muchacho y haciendo lo que sus padres le mandaban. Esos fueron

años muy especiales.


LA ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN

(Mt. 21.1-11; Lc. 19.28-40; Jn. 12.12-19)

11 Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania,

frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos,

2
y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que

entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha

montado; desatadlo y traedlo.

3
Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo

necesita, y que luego lo devolverá.


4
Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo

del camino, y lo desataron.

5
Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el

pollino?

6
Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron.

7
Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se

sentó sobre él.

8
También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban

ramas de los árboles, y las tendían por el camino.

9
Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces,

diciendo: !!Hosanna!!!Bendito el que viene en el nombre del Señor!

10
!!Bendito el reino de nuestro padre David que viene! !!Hosanna en las

alturas!
11
Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado

alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los

doce.

PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN DE JESUS


La Pasión Muerte y Resurrección de Jesucristo se refiere a las últimas horas que Jesús

pasó en la tierra. Comienza con la Oración en el Huerto de los Olivos. Aunque es

necesario hablar antes, aunque sea brevemente, de a Última Cena.

En todo este relato se advierte que Jesús era plenamente consciente de los que estaba

sucediendo, es decir, dejó hacer “para que se cumpliesen las Escrituras”. Y de ese modo

obedecer a Dios Padre de manera total y absoluta.

Las Pasión y muerte de Jesús es la culminación de su Vida, o mejor dicho, de la Redención

del género humano.

Antes de la Pasión Jesús se reunió con los Apóstoles para celebrar la cena de Pascua, a la que
él dio un nuevo significado y un mandato: “Haced esto en memoria mía” (Lc 22, 19).
HUERTO DE LOS OLIVOS

Después de la Cena salieron hacia el Huerto Jesús ante Pilato

de los Olivos. Allí Jesús oró a Dios Padre: “Y

adelantándose un poco, se postró rostro en

tierra mientras oraba diciendo: Padre mío,

si es posible, que pase de mí este cáliz; pero

no sea como yo quiero, sino como quieras Tú”

(Mt 26, 39), llegando a identificarse con la

Voluntad de Dios Padre.

Judas, uno de los apóstoles, conocía este

huerto porque muchas veces Jesús se había

reunido allí con sus discípulos. Llegó allí

Judas acompañado de los guardias

designados enviados por los príncipes de los

sacerdotes y ancianos del pueblo, para

detenerle. Iban armados con espadas y

palos y se alumbraban con antorchas. El

traidor les había dado por seña: “Aquel a

quien yo bese, ése es: prendedlo. [49] Y al

momento se acercó a Jesús y dijo: Salve,


Rabí; y le besó” (Mt 26, 39). Entonces se

acercaron a Jesús y le detuvieron. Los

apóstoles huyeron.

JUICIO A JESÚS

El Sumo Sacerdote y los príncipes de los

sacerdotes ya habían decidido su muerte

pero hicieron una farsa de juicio para dar

apariencia de legalidad al proceso contra

Jesús. Para tal fin presentaron testigos

falsos y poder acusarle, pero no conseguían

una prueba cierta (Cf. Lc 22,54). Al final le

preguntó el Sumo Sacerdote si era el Hijo de

Dios, y ante esa pregunta Jesús respondió:

“Tú lo has dicho. Además os digo que en

adelante veréis al Hijo del Hombre sentado a

la diestra del Poder y venir sobre las nubes

del cielo” (Mt, 26, 64). El Sumo Sacerdote y los allí reunidos juzgaron esas palabras

como blasfemas y decidieron darle muerte.

Al amanecer, el Sumo Sacerdote y los ancianos del pueblo hicieron un plan conducir a

Jesús ante Pilato, el gobernador romano. Acudían al gobernador para poder dar muerte a

Jesús, porque solamente el gobernador romano podía imponer una sentencia de muerte.

El gobernador lo interrogó e inmediatamente se dio cuenta que Jesús era inocente y que

se lo habían entregado por envidia.

En todo este interrogatorio Jesús habló poco, manifestando su majestad (Cf. Mt 26,

64).

Los Sumos Sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente para que pidieran la puesta

en libertad de Barrabás, un preso famoso, y la muerte de Jesús.

“Pilato les dijo: ¿Y qué haré con Jesús, el llamado Cristo? Todos contestaron: ¡Sea

crucificado! Les preguntó: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban más fuerte: ¡Sea

crucificado! Al ver Pilato que no adelantaba nada, sino que el tumulto iba a más, tomó
agua y se lavó las manos ante el pueblo diciendo: Soy inocente de esta sangre; vosotros

veréis. Y todo el pueblo gritó: ¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!

Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó

para que fuera crucificado” (Mt 22, 23-27).

JESÚS FLAGELADO, MUERTO Y SEPULTADO

Pero antes de la crucifixión, Jesús

sufrió el terrible castigo de la

flagelación. Consistía este tormento en

que el reo era atado a un poste inclinado

hacia delante, desnudo y flagelado en la

espalda, los muslos y los brazos. Sin

limitación del numero de golpes, pero

hasta que el reo estuviese al limite de resistencia

física para que no muriera antes d e llegar al

patibulo.

El látigo, “flagelum” era de varias tiras con

La flagelación pedazos de huesos, metal y en ocasiones tenían

pequeños garfios en las puntas.

Finalizada la flagelación, Jesús soportó nuevas

burlas y tormentos: le colocaron una corona de

espinas unida por unas ramas flexibles, que en


el cuero cabelludo permitía un sangrado

abundante, y en la mano derecha una caña.

Doblando la rodilla ante él, le decían de burla:

“¡Salud, rey de los judíos!”. Le escupieron, le

quitaron la caña y le pegaron en la cabeza. (Cf.

Mt 27, 27-31)

La muerte en la cruz era un castigo reservado

a delincuentes y con el motivo de dar un gran

escarmiento, ya que se trata de una de las

muertes más dolorosas que existen.

Se obligaba al reo a llevar sobre su hombros el

“patibulum”, el leño horizontal, que pesaba unos

50 kilos.

Llegados al lugar del suplicio, se colocaba al reo

sobre la cruz y se le clavaban manos y pies al

madero. Las medidas de los clavos eran de 12,5

de largo y 3,15 de ancho. A continuación

levantaban la cruz. La tortura consistía en una

muerte lenta. La postura del crucificado

dificultaba la respiración y morían por asfixia.

Para evitar esta asfixia se tenían que levantar

sobre los clavos del pie y poder respirar

escasamente .

Normalmente, el verdugo rompía las piernas al

reo para acelerar a muerte. Consta que a Jesús

no le rompieron las piernas si no que le

atravesaron el costado con una lanza, porque al

ir a romperle las piernas ya se encontraba

muerto (Cf. Jn 19, 31-34).

LA RESURRECCIÓN
Los judíos, para respetar el día santo del sábado, no solían realizar ningún género de

trabajo ese día, por lo que el viernes, día en que murió Jesús, fue sepultado a toda prisa,

sin poder tener con Él los cuidados que se daban a los cadáveres (lavado del cuerpo…).

Por este motivo, al amanecer del domingo, se acercaron al sepulcro unas mujeres y vieron

que Jesús había resucitado (Cf. Mc 16,9).

La Resurrección de Jesucristo es el dogma central del Cristianismo y constituye la

prueba decisiva de la verdad de su doctrina. «Si Cristo no resucitó -escribió San Pablo-,

vana es nuestra predicación y vana es vuestra fe» (I Cor XV, 14). La realidad de la

Resurrección -tan lejos de las expectativas de los Apóstoles y los discípulos- se les

impuso a éstos con el argumento irrebatible de la evidencia: «pero Cristo ha resucitado y

ha venido a ser como las primicias de los difuntos» (I Cor XV, 20; cfr. Lc XXIV, 27-44;

lo XX, 24-28). Desde entonces los Apóstoles se presentarían a sí mismos como

«testigos» de Jesucristo resucitado (Cf. Act II, 22; III, 15), lo anunciarían por el

mundo entero y resellarían su testimonio con la propia sangre. Los discípulos de

Jesucristo reconocieron su divinidad, creyeron en la eficacia redentora de su Muerte y

recibieron la plenitud de la Revelación, transmitida por el Maestro y recogida por la

Escritura y la Tradición.

PENTECOSTÉS

Pero Jesucristo no sólo fundó una religión -el Cristianismo-, sino también una Iglesia. La
Iglesia -el nuevo Pueblo de Dios- fue constituida bajo la forma de una comunidad visible de
salvación, a la que se incorporan los hombres por el bautismo. La Iglesia está cimentada sobre
el Apóstol Pedro, a quien Cristo prometió el Primado -«y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia» (Mt XVI, 18) y se lo confirmó y confirió después de la Resurrección: «apacienta mis
corderos», «apacienta mis ovejas» (cfr. lo XXI, 15-17). La Iglesia de Jesucristo existirá hasta
el fin de los tiempos, mientras perdure el mundo y haya hombres.
En los días siguientes a la Ascensión, una pequeña

comunidad de discípulos se reunía asiduamente en

el Cenáculo, junto a la Madre de Jesús y las

mujeres, junto a los once Apóstoles y los

parientes del Señor. Sumaban entre todos

alrededor de ciento veinte, los que se habían

congregado el día en que, a propuesta de Pedro,

Matías fue elegido Apóstol en lugar de Judas (Cf.

Hech I, 15-26). Este grupo de discípulos reunido

en Jerusalén constituía el núcleo de la primera

Iglesia, aunque existían otros hermanos que

habían seguido al Señor, y que seguramente

vivirían dispersos por Galilea. Jesús resucitado se


Jesús resucitado apareció en una ocasión a más de quinientos,

muchos de los cuales todavía vivían cuando S.

Pablo escribió la primera carta a los Corintios (Cf.

1 Cor XV, 6).

La primera manifestación pública de la Iglesia

tuvo lugar el día de Pentecostés. Ese día, la

Iglesia naciente, recibió el Espíritu Santo y

fortalecida por el Paráclito que Jesús había

prometido a sus discípulos, experimentó un

notable incremento. Cerca de tres mil almas se

convirtieron, convencidas por los prodigios que

acompañaron a la venida del Espíritu Santo y por

el sermón que Pedro dirigió a la muchedumbre (Cf.

Hech II, 41). Un segundo discurso de Pedro en el

Templo, después de la curación de un hombre cojo


de nacimiento, elevó hasta unos cinco mil el

número de los creyentes (Hech IV, 4).

TRIDUO PASCUAL DE SEMANA SANTA

Como Triduo Pascual se denominan los tres días de la Semana Santa en que se

conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo: Jueves Santo,

Viernes Santo y Sábado Santo.


El Triduo Pascual, en este sentido, concentra los momentos más importantes del

año litúrgico en el cristianismo.

Jueves Santo

El Jueves Santo celebra la última cena de Jesús de Nazaret con sus discípulos, la

institución de la eucaristía, la orden sacerdotal y el lavatorio de pies.

En este día, los católicos realizan la visita de los siete templos o iglesias, con el

objetivo de agradecer a Dios el don de la eucaristía y sacerdocio.

Viernes Santo

Durante el Viernes Santo se recuerda la pasión de Cristo y el momento de su

crucifixión en el Calvario para salvar al hombre del pecado y darle la vida eterna.
Este día, los fieles del catolicismo guardan ayuno y abstinencia de carne como

penitencia.

Sábado Santo

El Sábado Santo es el día que media entre la muerte y la resurrección de Jesús.

Se lleva a cabo una vigilia pascual, en la cual se acostumbra bendecir el agua y

encender las velas en señal de la resurrección de Jesús, que acontece la

madrugada del domingo.

Domingo de Resurrección

El Domingo de Resurrección, conocido también como Domingo de Pascua,

conmemora la resurrección de Jesucristo al tercer día después de su crucifixión


y su primera aparición ante sus discípulos. Es un día de suma alegría para los

fieles y es interpretado como la esperanza de una nueva vida.


TRIDUO
PASCUA
L
"Año de la lucha contra la corrupción y la
impunidad"
INSTITUCIÒN EDUCATIVA EDUARDO
AVALOS BUSTAMANTE

ALBUM VIDA DE JESUS

NOMBRE: LIONEL MADRID QUIROZ

PROFESORA: ARACELY

CURSO: RELIGIÒN

GRADO Y SECCIÒN: 1RO ``B``

TUMBES – PERÙ
2019

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