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S la v o j Z i z e k
Espacios del S aber
Porque no saben
lo que hacen
1. Paul V irilio, Un paisaje de acontecimientos. E l goce como un
2. Jacques D errida, Resistencias del psicoanálisis.
3. T erry E agleton , Las ilusiones del posmodemismo. factor político
4. Sim on C ritch ley y otros, Desconstrucción y pragm a
tismo.
5. C atherine M illot, G ide-G enet-M ìshim a.
6. F re d ric Jam eson y Slavoj Z iz e k , Estudios Culturales.
Reflexiones sobre el multiculturalismo.
7 . Nícolás^Casullo, M odernidad y cultura crítica.
8. Slavoj Z izek, Porque no saben lo que hacen.
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T ra d u c c ió n de Jo r g e P iatigo rsk y
A Kostja, m i hijo
Im p reso en la A rg en tin a. P rin ted in A rgentina
Q u eda h ech o el d ep ó sito que previene la L e y 11 .7 2 3
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G rá fica M .P .S , S .R .L ., San tiago del E s te r o 3 3 8 - Lan ús,
B ü érios A ires, R ep ú b lica A rg en tin a
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dos. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.
ISBN 950-12-6508-0
y
Indice
Primera parte
Epluribus unum
1. Sobre el U n o ..................................................................... 19
2. La caprichosa identidad.................................................. 89
I
I
Segunda parte
El malestar en la dialéctica
Tercera parte
Cwn grano praxis
9
I
Introducción
E l destino de un chiste
11
Slavoj Zizek
Introducción
12 13
V
Slavoj Zizek Introducción
14 15
PRIMERA PARTE
E pluribus unum
j
1 . Sobre el Uno
f-
I
i
I I. 'E l nacimiento de un significante amo
!
El esloveno no analizable
19
v
Slavoj Zízek Sobre el Uno
En 1922 he estado tratando a dos pacientes que padecen im frenta a estas personas; no basta nuestra perspicacia para atrave
potencia. El primero es un hombre sumamente culto, de unos 40 sar la relación dinámica que los controla.2
años, es decir, unos diez más que yo. Su esposa, a la que amaba
mucho, había muerto unos años antes. Durante el tiempo del
matrimonio él había estado en posesión de su pleno vigor sexual. No resulta difícil detectar un atolladero básico en la res
La mujer cayó en una depresión profunda, y los intentos de cu puesta de Freud: se revela primordialmente en su naturaleza
rarla que realizaron algunos analistas vieneses no produjeron contradictoria, en la oscilación entre dos posiciones. El eslo
ningún resultado. Se suicidó. Mi paciente reaccionó a este suici veno aparece primero como alguien que no merece atención
dio con una pesada melancolía... psicoanalítica, con la idea implícita de que éste es un caso sim
El segundo paciente, un esloveno, era un hombre joven. Ha ple de maldad, inmoralidad directas, superficiales, sin “pro
bía servido en el ejército en la Primera Guerra Mundial, y poco fundidad” propia de la dinámica psíquica inconsciente; en la
antes [del tratamiento] había sido desmovilizado. En el campo oración siguiente, el caso es por el contrario definido como
sexual era complementamente impotente. Algunas personas ha inanalizable. La barrera no era entonces “ética” (es indigno de
bían sido víctimas de sus engaños, y tenía un yo completamente
análisis) sino epistemológica (es en sí mismo inanalizable, el
inmoral.1 intento de análisis fracasaría). Esta paradoja corresponde pre
cisamente a la paradoja lógica de la prohibición del incesto: lo
Lo que impresiona en esta presentación es la simetría casi prohibido es algo ya en sí mismo imposible, y el carácter
total de los dos casos. El primer paciente es diez años mayor enigmático de la prohibición reside precisamente en la redun
que Weiss, y el segundo diez años menor; el primero es un dancia. Si algo es en sí mismo imposible, ¿por qué resulta ne
hombre moral y muy culto, mientras que el segundo es extre cesario además prohibirlo?
madamente inmoral; en uno y otro se trata del mismo efecto, ¿En qué consiste, entonces, la paradoja de la impotencia
la impotencia. (Estrictamente hablando, la simetría no es del esloveno? Nada es más fácil que explicar esta impotencia
completa. El italiano era capaz de contactos sexuales ocasio como resultado de una excesiva obediencia, de remordimien
nales con prostitutas: desde luego, en un hombre con “cultu tos, de un sentimiento de culpa generado por la disciplina ex
ra y costumbres altas” éstos no contaban como contactos se cesiva y una sensibilidad moral rígida, etcétera. Este es el
xuales reales, es decir, contactos con iguales. Por otro lado, el concepto habitual, cotidiano del psicoanálisis: contra la disci
esloveno era completamente impotente.) La respuesta de plina excesiva del superyó, agente de la represión social inter
Freud en la carta del 28 de mayo de 1922 recogió esta duali nalizada, hay que reafirmar la capacidad del sujeto para el pla
dad: a sü juicio, el italiano merecía un tratamiento, puesto cer1distendido; el sujeto tiene que liberarse de la inhibición
que se trataba de un hombre de “cultura y costumbres altas”, interna que bloquea su acceso al goce.
que sencillamente experimentaba un remordimiento exagera El esloveno de Freud pone claramente de manifiesto la in
do; la impotencia era consecuencia de uá complejo de culpa suficiencia de esta lógica de “liberación del deseo respecto de
patológico, y la solución para él -u n hombre dé sensibilidad la restricción de la represión interna”: Weiss explica que ef
refinada- consistía én aceptar el suicidio de la esposa. Sobre paciente era “muy inmoral”, explotaba al prójimo y lo enga-
el esloveno, Freud observó: naba con una falta total de escrúpulos... pero estaba Lejos de
lograr él placer distendido,, en el sexo, sin ningún tipo de
El segundo caso, el esloveno, es obviamente un inútil que no “obstrucción interna”; era “completamente impotente”^ el
merece sus esfuerzos. Nuestro arte analítico fracasa cuando en goce le estaba completamente prohibido. O, en las palabras
20 21
Sobre el Uno
23
v
Slavoj Ztzek Sobre el Uno
verso humano “normal” (la isla poblada por enanos de dos libera de la hipocresía asfixiante y nos obliga a enfrentar el es
pulgadas de alto; un país en el que estaban invertidas las rela tado real de las cosas. Lo que se prefiere pasar en silencio son
ciones “normales” entre los seres humanos y los caballos, los las consecuencias catastróficas de ese gesto liberador para el
seres humanos vivían en establos y servían a los caballos...). entorno, para la red subjetiva en la que se produce. Al afirmar
Por supuesto, Swift apunta a nuestras propias debilidades y abiertamente que el Emperador no tiene ropaj nuestra inten
estupideces: por medio de un mundo fantástico que presenta ción es sólo desembarazarnos de la hipocresía y el fingimiento
su imagen invertida, intenta poner en ridículo las locuras (la innecesarios, pero después de la hazaña, cuando ya es demasia
inversión) de nuestro mundo supuestamente “normal”. La do tarde, advertimos de pronto que hemos ido demasiado le-
imagen de seres humanos que sirven a caballos debe despertar ;jos, que se ha desintegrado la comunidad de la que éramos
en nosotros la idea de la vanidad de la especie humana, en miembros^Quizá por ello ha llegado el momento de abando
comparación con la sencilla dignidad de esos animales; las nar el elogio habitual del gesto del niño, y considerarlo más
disputas fútiles de los liliputienses tienen la finalidad de re bien el prototipo del parlanchín inocente que, sin saberlo ni
cordarnos la presunción de las costumbres humanas, y así su quererlo, pone en marcha la catástrofe, al cometer el desatino
de sacar a la luz lo que debe permanecer tácito para que con
cesivamente.4
Esto nos permite diferenciar claramente la función del serve su consistencia la red intersubjetiva existente.
ideal del yo (es decir, de la identificación simbólica) respecto La pequeña obra maestra de Ring Lardner titulada “W ho
de su contracara imaginaría: la identificación simbólica es una dealt?”5 narra la historia de un parlanchín de ese tipo. La tra
identificación con el punto ideal (“virtual”) desde el cual el su ma como tal no tiene nada en especial: dos parejas amigas (la
jeto se mira a sí mismo cuando su propia vida real le parece narradora y su esposo Tom; Helen y Arthur) pasan una noche
un espectáculo vano y repulsivo. Swift, lo mismo que Monty juntos jugando al bridge. La narradora, que se ha casado po
Python, pertenece al linaje “misántropo” del humor inglés, co antes con Tom , no conoce nada del pasado tormentoso de
basado en la aversión a la vida como la sustancia del goce, y el este último: años atrás, él y Helen vivieron un amor apasiona
ideal del yo es precisamente el punto de vista adoptado por el do y se separaron debido a una pequeña desinteligencia; des
sujeto cuando percibe su vida cotidiana “normal” como algo truida y desamparada, Hellen se casó con su confiable amigo
invertido. Este punto es virtual, puesto que no figura en nin Arthur, mientras Tom luchaba por salir de la desesperación y
gún lado en la realidad: difiere de la vida “real” así como de se daba fuerzas escribiendo poemas que, de un modo semio-
su caricatura invertida, es decir, no puede ser ubicado en la culto, hablaban de su amor perdido. La narradora ha descu
relación especular entre la realidad y su imagen invertida y, bierto los intentos literarios de T om entre los papeles del
por lo tanto es de naturaleza estrictamente simbólica. hombre; sin tener conciencia del efecto, los recita durante el
juego para distraer al grupo. El relato termina en el preciso
momento en que sale a la luz la catástrofe, cuando la narrado
¡Que el Emperador conserve su ropa! 1 ra toma conciencia de que está haciendo algo terriblemente
erróneo...6 /
Se puede llegar al mismo punto a través del gesto dé afir Hasta entonces, nada especial. El efecto de la historia gira
mar que el Emperador no tiene ropa. El niño del cuento de exclusivamente en torno a su perspectiva narrativa: está escrita
Andersen que con una inocencia fascinante dice lo obvio es enteramente como monólogo de la narradora, como su parlo
por lo general considerado un ejemplo de la palabra quepios teo confuso que acompaña al juego; estamos estrictamente li
24 25
Slavo] Zizek Sobre el Uno
mitados a su perspectiva, a lo que ella dice y ve. Sería fácil ambiente) se refleja a su vez en ella mis?na. Una vez más, este
imaginar la misma historia relatada desde otra perspectiva: reflejo doble produce un punto simbólico cuya naturaleza es
por ejemplo la de su esposo Tom, que se estremece de angus puramente virtual: ni lo que yo veo inmediatamente (la “rea
tia a medida que su esposa habladora se acerca al terreno pe lidad” en sí) ni el modo en que los otros me ven (la imagen
ligroso. Sabiamente, Lardner prefirió el punto de vista de la “real” invertida de la realidad), sino el modo en que veo que los
persona que sin saberlo actuaba como causa de la catástrofe: otros me ven. Si no agregamos este tercer punto de vista, pura
en lugar de presentar esta catástrofe inmediatamente, la evoca mente virtual, del ideal del yo, sigue siendo totalmente in
“fuera del campo” (para usar esta expresión de la teoría cine comprensible el modo en que la representación invertida de
matográfica), es decir, tal como se refleja en el rostro de su causa. nuestro mundo “normal” puede actuar como una repulsa pa
En esto consiste su maestría narrativa: aunque estrictamente radójica del carácter invertido propio de nuestro mundo
limitados al punto de vista de la parlanchína inocente, noso “normal” en sí: es decir, no comprendemos el modo en que la
tros, los lectores, ocupamos al mismo tiempo la posición del descripción de un mundo extraño opuesto al nuestro, puede
“Hombre que sabía demasiado” de Hitchcock, de personas dar origen al extrañamiento radical respecto de nuestro mun
que saben que las palabras de la parlanchína se inscriben en do. La clave de la eficacia del relato de Lardner consiste en
un marco en el que significan la catástrofe. Nuestro horror es que, por medio de ese doble reflejo especular, nosotros, sus lec
estrictamente codependiente de la limitación radical de nues tores, somos e?nplazados en la posición del ideal del yo de la narra
tra perspectiva a la de la parlanchína ignorante que, hasta el dora: podemos ubicar el parloteo complacido en su contexto
final mismo, no tiene ningún presentimiento del efecto de sus intersubjetivo y de tal modo advertir sus efectos catastróficos.
palabras. Para decirlo en “hegelés”, nosotros, los lectores, somos su
Esto es lo que Lacan quiere decir cuando sostiene que el “en-sí” o “para-nosotros”.
sujetp_del. significanteustá constitutivamente clivado, escindido'. Éste es también el punto en el que llegan a un atolladero
el sujetq hablante está clivado entre la ignorancia desu, expe todos los intentos de definir el “carácter invertido” del mun
riencia imaginaria (la narradora imagina que está continuan do moderno: la inversión doble cuestiona la norma misma de
do con tiña conversación trivial) y el peso que adquieren sus la “normalidad” empleada para medir la inversión; pensamos
palabras en el campo del gran Otro, él modo en que ellas en las formulaciones basadas en la lógica del “en lugar de”,
afectan la red intersubjetiva: la “verdad” de la parlanchína como las que abundan en las obras del joven Marx (“en lugar
inocente puede muy bien -ser una catástrofe intersubjetiva. de reconocer en el producto de mi trabajo la actualización de
Lacan dice sencillamente que estos dos niveles nunca se ligan mis fuerzas esenciales, este producto se me aparece como un
totalmente; la brecha que los separa es constitutiva; el sujeto, poder independiente que me oprim e..,”).
por definición, no es amo de los efectos de su palabra, puesto Permítasenos recordar la célebre investigación sobre la,
que quien está al mando es el gran Otro, personalidad autoritaria en la que a fines de la década de 1940
Ésta limitación al puntó de vista de la narradora como Adorno y sus colaboradores intentaron definir el "síndrome
causa de la catástrofe implica una vez más la estructura del re autoritario”, es decir, el tipo ideal weberiano de la disposición
flejo especular doblé: no sólo vemos el modo en que sus pala psíquica autoritaria. ¿Cómo construyeron su hipótesis inicial,
bras se reflejan en los ojos de los afectados por ellas, sino, in la serie coherente de rasgos que constituyen el “tipo autorita
cluso más radicalmente, la manera en que el efecto de sus rio”? Martin Jay, en su Dialectical Im aginathnf realiza una
palabras sobre el ambiente (el reflejo de sus palabras en el observación sarcástica sobre el modo en que llegaron al sín
26 27
Sobre el Uno
Slavoj Zizek
¿Cómo se relacionan el nominalismo del sentido común
drome autoritario mediante el procedimiento simple de in
(la ley romana y la ley germana como dos leyes) con el idea
vertir los rasgos que definen la imagen (ideológica) del indivi
lismo especulativo (LA Ley se realiza en la ley romana y en la
duo burgués liberal. La ambigüedad reside en el estatuto no
ley germana)? ¿Es este último una simple inversión del pri
explicado de esta contracara “positiva” de la “personalidad
mero y, como tal, expresión teórica del carácter invertido
autoritaria”: en efecto, ¿es una contracara positiva por cuya
(“alienado”) de la vida social real en sí, o bien el “mundo ca
realización debemos luchar, o acaso la “personalidad autorita
beza abajo” de la especulación dialéctica es “la verdad” oculta
ria” es el reverso de la “personalidad liberal”, su cara oscura
de nuestro muy “normal” universo cotidiano del sentido co
intrínseca? pión? Lo que está en juego en este caso es la noción misma
En el primer caso, la “personalidad liberal” es concebida
de “alienación” en Marx: en el momento en que la inversión
como una especie de “posibilidad esencial”, cuya realización
se redobla (el momento en que la inversión atestigua el carác
desemboca en su opuesto debido a la “regresión” fascista; la
ter invertido del estado “normal” en sí) queda cuestionada la
relación entre ellas es, por lo tanto, la del paradigma ideal (la
norma misma por medio de la cual medimos la alienación.
“personalidad liberal”) y su realización pervertida (la “perso
Podríamos además postular con Lacan que el estatuto del
nalidad autoritaria”). Como tal, resulta fácil describirla con la
sujeto en sí (el sujeto del significante) es precisamente el de
retórica del joven Marx: “En lugar de tolerar la diferencia y
una “imagen virtual” de ese tipo: sólo existe como un punto
aceptar el diálogo no violento como la única manera de llegar
virtual en el autorrelacionamiento de las diadas del significan
a una decisión común, el sujeto aboga por la intolerancia vio
te; como algo que “habrá sido”, que no está nunca presente
lenta y desconfía del diálogo libre”; “en lugar de examinar
en la realidad o en su imagen “real” (actual). Es siempre ya
críticamente a toda autoridad, el sujeto obedece de modo
“pasado”, aunque nunca apareció “en el pasado mismo”; se
acrítico a quienes ejercen el poder”, etcétera). En el segundo
constituye por medio un doble reflejo, como resultado del
caso, la “personalidad autoritaria” tiene un valor estrictamen
modo en que el reflejo del pasado en el futuro es a su vez re
te sintomático: en ella emerge la verdad reprimida de la per
flejado en el presente. Todos recordamos de nuestra juventud
sonalidad liberal “manifiesta”; es decir que la personalidad li
las sublimes fórmulas materialistas dialécticas del “reflejo es
beral es confrontada con su fundamento totalitario.8 La
pecular subjetivo de la realidad objetiva”; para llegar a la idea
misma ambigüedad caracteriza la formulación marxista del
lacániana del sujeto basta con que redupliquemos este reflejo:
“mundo cabeza abajo” del fetichismo de la mercancía como la
el sujeto designa ese punto virtual en el mal el reflejo en sí es a su
inversión de las relaciones “normales” transparentes entre los
vez reflejado en la “realidad”, en el cual, por ejemplo (mi per
individuos (por ejemplo, cuando Marx compara la inversión
cepción de) el posible desenlace futuro de mis actos presentes
propia del fetichismo de la mercancía con la inversión idealis
determina lo que haré ahora. L o que llamamos “subjetividad”
ta de la relación entre lo universal y lo particular):
es en su forma más elemental este “cortocircuito” autorrefe-
rencial que en última instancia invalida todo pronóstico en las
Si yo digo que la ley romana y la ley germána son por igual
leyes, esto es algo evidente de por sí. Pero, por el contrario, sí relaciones intersubjetivas: el pronóstico mismo, en cuanto es
digo LA Ley, está cosa abstracta se realiza en la ley romana y en formulado, gravita sobre el desenlace predicho y nunca puede
la ley germana, es decir, en estas leyes concretas, y la intercone tomar en cuenta este efecto del acto de su propia enuncia
xión se vuelve mística.9 ción. Lo mismo sucede con el reflejo hegeíiano. Lejos de ser
reducible a la relación especular imaginaria entre el sujeto y
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28
Slavoj Zizek Sobre el Uno
su otro, siempre es reduplicado del modo que acabamos de El que pone un freno al furor de las olas
describir; implica un punto “virtual” no-imaginario.10 Sabe también detener los complots de los malvados.
La lección básica del doble reflejo es, por lo tanto, que la Sometido con respeto a su santa voluntad,
verdad simbólica surge a través de la “imitación de la imita Temo a Dios, querido Abner, y no tengo ningún otro miedo.
ción”: esto es lo que Platón encontraba insoportable en la ilu
sión de la pintura, y por esto quería expulsar a los pintores de Este “J e crains Dieu, cher Abner, et n ’ai point d’autre crainte”
su Estado ideal: “La pintura no compite con la apariencia, próVoca la instantánea conversión de Abner: era un celóte im
compite con lo que Platón designa para nosotros, más allá de paciente, fervoroso -y precisamente por ello inconfiable-, y
la apariencia, como siendo la Idea”.11 Basta con que recorde esá‘s palabras crean un ho?nbre de partido firme, fiel, seguro de
mos el recurso del “teatro dentro del teatro” para escenificar sí niismo y del poder divino. ¿De qué modo esta evocación
una verdad oculta (por ejemplo, así se desenmascara al rey del “temor de Dios” ha logrado realizar la conversión mila
asesino en Hamlet) o el de la “pintura dentro de la pintura” grosa? Antes, Abner sólo veía en el mundo terrenal una mul
para indicar la dimensión excluida del cuadro. Y la lección de titud de peligros que lo llenaban de miedo y esperaba que el
Hitchcock en Vértigo ¿no es precisamente la misma? A Scot- pioló opuesto, el de Dios y Sus representantes, le brindara
tie, el héroe de la película, le llega la hora de la verdad cuan ayuda y le perintiera vencer las múltiples dificultades de este
do descubre que la copia que estaba tratando de recrear (es mundo. Sin embargo, frente a esta oposición entre el reino
decir Judy, a quien intentaba remodelar como una copia per terrenal de peligros, incertidumbre, miedos, etcétera, y por
fecta de Madeleine, su gran amor perdido) es realmente la Otro lado el reino divino de paz, amor y seguridad, Joad no
muchacha a quien él había conocido como “Madeleine”, y trata simplemente de convencer a Abner de que, a pesar de
que, por lo tanto, estaba atareado realizando la copia de una co todo, las fuerzas divinas son lo bastante poderosas como para
pia. Gavin Elster, el espíritu maligno de la película, ya había imponerse al desorden terrenal; él apacigua los miedos de
usado a Judy como sustituto de su esposa, la había remodela Abner de uña manera totalmente distinta: presentando lo
do como la “verdadera Madeleine”. En otras palabras, la furia Opuesto -D io s- como algo más aterrador que todos los mie
de Scottie al final es una furia auténticamente platónica-, lo en dos terrenales. Y -éste es el “milagro” del punto de almohadi-
coleriza descubrir que está imitando la imitación. íládó-, este miedo complementario, el temor de Dios, modi
fica retroactivamente el carácter de todos los otros miedos,
30 31
Slavo] Zizek Sobre el Uno
pensarnos por los horrores e incertidumbres terrenales con la analizado por Victor Schklovsky y, más recientemente, por
promesa de la beatitud que nos aguarda en el otro mundo Fredric Jameson:
(basta con recordar todas las célebres fórmulas de Ludwig
Feuerbach sobre el Más Allá divino como imagen especular
Don Quijote no es en realidad un personaje, sino más bien
invertida de la miseria terrenal). Pero, para que esta opera un dispositivo organizativo que le permite a Cervantes escribir
ción funcione, debe intervenir un tercer momento, obvia su libro, sirviendo como hilo conductor que sostiene algunos ti
mente simbólico, que de algún modo “media” entre los dos po pos diferentes de anécdotas en una forma única.15 1
los opuestos de la diada imaginaria (el abajo terrenal temible
versus el Más Allá divino beatífico): el temor de Dios, es decir, A este tipo de personaje narrativo cuya función real es re
el reverso terrorífico del Más Allá celestial en sí mismo. El presentar dentro del espacio de la obra su propio proceso de
único modo de cancelar efectivamente la desdicha terrenal es enunciación (la estructura discursiva de la obra en sí), Henry
saber que detrás de la multitud de los horrores terrenales de James lo denominó ficelle (por ejemplo, en Los embajadores,
be transparentarse el horror infinitamente más aterrador de la Maria Gostrey es una ficelle). Esa es también la función del ju
ira de Dios, de modo que los horrores terrenales sufren una dío en la ideología antisemita: en cuanto un edifìcio ideológi
especie de “transustanciación” y se convierten en otras tantas co gana consistencia si su “materia prima” heterogénea se or
manifestaciones de la cólera divina. Esta es una de las mane ganiza en un relato coherente, la entidad denominada “judío”
ras de trazar la línea que divide lo Imaginario de lo Simbóli es un dispositivo que nos permite unificar en un único relato
co: en el nivel imaginario, reaccionamos a los miedos terrena prolongado las experiencias de la crisis económica, la deca
les con un “ten paciencia, la dicha eterna te aguarda en el dencia moral y la pérdida de los valores, la frustración política
Más A llá...”, mientras que, en el nivel simbólico, lo que nos y la humillación nacional, etcétera, etcétera. En cuanto perci
libera de los miedos terrenales es la seguridad de que sólo de
bimos como hilo conductor el “complot judío”, esas experien
bemos temer al propio Dios -un miedo adicional que cancela cias se convierten en parte de la misma trama (narrativa).
retroactivamente todos los otros. Lo que tenemos aquí es una inversión por medio de la
Se puede discernir la misma operación en el antisemitismo
cual lo que es efectivamente una operación inmanente, pura-
fascista: ¿qué hizo Hitler en M ein Kam pf para explicar a los iiiente textual (el “almohadillado” del material heterogéneo
alemanes las desdichas de la época, la crisis económica, la de en un campo ideológico unificado), se percibe y experimenta
sintegración social, la “decadencia” moral, etcétera? Constru como un punto de referencia estable, trascendente, insondable,
yó un nuevo sujeto aterrador, una única causa del Mal que oculto detrás del flujo de las apariencias, que actúa como su
“tira de los hilos” detrás del escenario y precipita toda la serie
causa secreta. ‘Esta inversión es compendiada del mejor modo
de males: el judío. La simple evocación del “complot judío” lo I por la diferencia entre la idea tradicional y la idea moderna de
explica todo: de pronto “las cosas se aclaran”, la perplejidad es
halegoría: en el espacio tradicional, el contenido diegético in-
reemplazada por una fírme sensación de.orientación, la diver
¡ mediato de una obra personifica valores o ideas trascendentes;
sidad de las miserias terrenales es concebida como manifesta
i (individuos concretos representan el Mal, la Sabiduría, el
ción del “complot-judío”. En otras palabras, el judío es el S Amor, la Lujuria, etcétera); en el espacio moderno, e n e am
punto de almohadillado <^e Hitler; la fascinante figura del ju
bio, el contenido diegético es concebido como una alegoría
dío es el producto de una inversión puramente formal; se basa
í. del propio proceso inmanente de enunciación, escritura y lec-
en una especie de “ilusión óptica” cuyo mecanismo ha, sido
! tura. Tomemos, por ejemplo, la película Psicosis de H itch-
i
32 BIBLIOTECA CIENJIM POLITICA
4A DE BIBLIOTECAS
V
Sobre el Uno
Slavoj Zizek
fizado por Hegel: el rey es sin duda el punto de “sutura” de la
cock: hay dos lecturas alegóricas opuestas de esta obra, debi
totalidad social, el punto cuya intervención transforma una
das a Jean Douchet (quien la interpreta como una alegoría
colección contingente de individuos en una totalidad racio
tradicional: el policía como Angel que intenta salvar a Marión
nal, pero precisamente como tal, como el punto que “sutura” na
de la destrucción, etcétera) y la de William Rothmann, para
turaleza y cultura, como el punto en el cual la función cultu-
quien el contenido diegético de Psicosis es una alegoría de la
ral-simbólica (la de ser un rey) coincide inmediatamente con
relación entre Hitchcock y el espectador: la agresión en la es
una determinación natural (es un linaje biológico, o propio de
cena de la ducha condensa el castigo sádico de Hitchcock al
la naturaleza, lo que determina quién será rey), el Rey “desutu-
espectador por su curiosidad, y así sucesivamente.
radicalmente a todos los otros sujetos, hace que pierdan sus
En este preciso sentido, la ‘-crítica,de la ideología” consis
raíces en algún cuerpo social orgánico preordenado que fija
te en desenmascarar la alegoría tradicional, como una ^ fúTíon
ría su lugar en la sociedad de antemano, y los obliga a adqui
óptica” que oculta el mecanismo de la alegoría moHernanaTi-
rir su estatuto social por medio del trabajo duro. Por lo tanto,
gurá dérjudío como alegoría del Mal oculta el hecho de que,
- no basta definir al rey como la única unión inmediata de na
dentro del espacio de la narración ideológica, representa la
turaleza y cultura; se trata más bien de ese mismo gesto por
pura inmanencia de la operación textual que “la almohadi
medio del cual el rey es puesto en posición cuando su “sutu
lla”.16 Pero los interrogantes reales son: ¿cómo es posible es
ra” desutura a todos los otros sujetos, les hace perder pie, los
ta inversión puramente formal, y en qué se basa? Más precisa
arroja a un vacío donde, por así decirlo, deben crearse a sí
mente: ¿cómo es posible que el resultado de una inversión
mismos.
puramente formal adquiera una sustancialídad tal que permita
percibirla como una personalidad de carne y hueso? Desde En esto consiste el acento de la noción lacaniana de “sutu
luego, la respuesta psicoanalítica es el goce, la única, sustancia ra”, pasada en silencio en el desconstructivismo anglosajón
reconocida por el psicoanálisisí ségaín. Lacan. El “judío” no (por ejemplo, en la teoría deseonstructivista del cine): en po
cas palabras, lo único que realmente desutura es la sutura misma.
puede ser reducido a un dispositivo organizativo puramente
Esta paradoja sale a luz de modo palpable con referencia a la
formal; la eficacia de esta figura no puede explicarse remitién
naturaleza ambigua y contradictoria de la nación moderna.
dola al mecanismo textual del ‘-almohadillado”; el excedente
Por un lado, desde luego, la “nación” es la comunidad m o
sobre el que este mecanismo; se basa es el hecho de que al “ju
dío” le imputamos un goce imposible, insondable, que su derna liberada de los lazos “orgánicos” tradicionales, una co
munidad en la cual están rotos los vínculos premodernos que
puestamente nos roba a nosotros.
Concebido de este modo, el punto de almohadillado nos ligaban el individuo a una clase, a una familia, a un grupo re
permite ubicar la interpretación errónea de la idea de “sutu ligioso, etcétera; la comunidad social tradicional ha sido
reemplazada por la moderna nación-Estado constituida por
ra” en el dcsconstruclivismo anglosajón, a saber: su uso como
sinónimo de cierre ideológico, para designar el gesto por me “ciudadanos”: las personas como individuos abstractos, no co
dio del cual un campo ideológico determinado se cierra, bo tilo miembros de una clase particular, y así sucesivamente.
rra las huellas del proceso material que lo generó, las huellas Por otro lado, la “nación” no puede reducirse a una red de
de la ex.ternafidad en sp interior, las huellas,de la>contingencia vínculos puramente simbólicos: siempre existe una especie de
absurda en su necesidad inmanente, Recordemos de qué mo “excedente de lo Real” que se le adhiere; para definirse, la
do el rey -este paradigma del. punto de almohadillado, este “identidad nacional” debe apelar a la materialidad contingen
individuo que “almohadilla” el edificio social- era conceptuá te de las “raíces comunes”, de “la sangre y el suelo”, etcétera.
is 35
v
Slsvoj Zizek Sobe el Uno
En síntesis, la "nación” es al mismo tiempo la instancia con sión, incluso una contradicción, en la fórmula lacaniana del
referencia a la cual se disuelven los lazos “orgánicos” tradicio significante (“lo que representa al sujeto para otro significan
nales y también "el recordatorio de lo premoderno en la mo te”). ¿Cuál de estos dos significantes es específiamente SI (el
dernidad”: la forma que lo "inveterado orgánico” adquiere en “significante amo”), y cuál S2 (la cadena del conocimiento)?
el universo moderno postradicional; la forma que adquiere la Sinos basamos en la doxa, la respuesta parece clara: Sí repre
sustancia orgánica en el universo de la subjetividad cartesiana senta al sujeto para S2, para la cadena de significantes que lo
insustancial. Lo crucial es una vez más concebir ambos aspec incluye. Pero en un pasaje que probablemente es el crucial de
tos en su interconexión; es precisamente la nueva “sutura” los Escritosy “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”, La-
realizada por la nación lo que hace posible la “desuturadón”, can afirma unívocamente lo contrario:
el desprendimiento de los lazos orgánicos tradicionales. La
“nación” es un resto premoderno que funciona como condi [„.] un significante es lo que representa al sujeto para otro signi
ción interna de la modernidad, como impulso intrínseco de ficante. Este significante será pues el significante por el cual to
su progreso. dos los otros significantes representan al sujeto: es decir, que a
falta de este significante, todos los otros no representarían nada.
Puesto que nada es representado sino para.17
“Un significante representa al sujeto para otro significante ”
Se seguiría de esto que SI, el significante Amo, el Uno, es
Un lector atento de Lacan habrá advertido que, a propósi el significante para el cual todos los otros representan al suje
to del “temor de Dios” como “punto de almohadillado”, él to. Una complicación adicional deriva del juego del singular y
produjo la fórmula del equivalente general: el "temor de Dios” el plural en las diferentes versiones de la fórmula del signifi
surge como el equivalente general de todos los temores, to cante: a veces un significante representa al sujeto para “todos
dos los temores “se intercambian por lo que se denomina el los otros”, mientras que en otras oportunidades representa al
temor de Dios”. ¿No es ésta la misma lógica que opera en la sujeto simplemente para “otro significante”. ¿Son éstas en
dialéctica de la forma mercancía, cuando Marx infiere la apa realidad variaciones sin sentido de las que podemos prescindir
rición del dinero, el equivalente general de todas las mercan afirmando simplemente que “otro significante” representa a
cías? En cuanto todas las mercancías pueden intercambiarse “todos los otros” de una cadena dada de significantes?
por dinero -e n cuanto su valor, su dimensión universal, que ¿Cómo vamos a desenredar esta confusión? Comencemos
da encarnada en una sola mercancía-, todas las otras mercan por lo más elemental: ¿en qué consiste la "naturaleza diferen
cías sufren una “transustanciación” y comienzan a funcionar cial del significante”? SI y S2, los términos de la diada del
como apariciones del valor universal encarnado en el dinero; significante, no aparecen simplemente en el mismo nivel,
lo mismo que en el caso de la religión, en la que todos los contra el fondo de su género común, y separados por una di
miedos comienzan a funcionar como aparicíónes del temor de ferencia específica. La “diferencialidad” designa una relación
Dios. más precisa; en ella, el opuesto de un término, de su “presen-1
Mencionamos esta homología puesto que la sucesión de cia”, no es inmediatamente el otro término, sino la ausencia
las “formas del valor” en el análisis marxista de la mercancía del primero, el vacío en el lugar de su inscripción (el vacío que
proporciona la herramienta conceptual que nos permite acla coincide con su lugar de inscripción) y la presencia dél otro
rar lo que, por lo menos a primera vista, parece una\confu- término, el opuesto, llena este vacío de la ausencia del prime-
36 37
V
V/ y
Slavoj Zizek Sobre el Uno
ro: es así como hay que leer la conocida tesis estructuralista si su función eventual se convierte en representar a un sujeto
según la cual, en una oposición paradigmática, la presencia de para otro significante”, 19 A cualquier significante se le puede
un término significa (equivale a) la ausencia de su opuesto. La adscribir una interminable serie de “equivalencias”, una serie
oposición de los significantes “día” y “noche”, por ejemplo, de significantes que representen para él el vacío de su lugar
no transmite una simple alternancia del día y la noche como de inscripción; nos encontramos en una especie de red dis
dos términos complementarios que, juntos, constituirían un persa, no totalizada, de vínculos; cada significante entra en
“todo” (“no hay día sin noche, no hay noche sin día”); se trata una serie de relaciones particulares con los otros significantes.
más bien de que Eí único modo posible de salir de este atolladero consiste
sehpillamente en invertir la serie de equivalencias y adscribir a
el ser humano postula el día en cuanto tal, y así el día adviene a m significante la función de representar al sujeto (el lugar de
la presencia del día, sobre un fondo que no es un fondo de noche inscripción) para todos los otros (de tal modo se convierten
concreta, sino de ausencia posible del día, donde la noche se alo en “todos”, es decir, son totalizados): se produce el significante
ja, e inversamente por cierto.18 amo propiamente dicho.
El paralelo con la articulación de la forma valor del pri
De modo que en una diada significante, un significante mer capítulo de E l capital es impresionante: primero, en la
aparece siempre contra el fondo de su posible ausencia, que se “forma simple, aislada o accidental del valor”, una mercancía
materializa (asume una existencia positiva) en la presencia de B aparece como la expresión del valor de una mercancía A;
su opuesto. El materna lacaniano para esta ausencia es por su luego, en la “forma total o ampliada del valor”, las equivalen
puesto 8, el significante “tachado”, “barrado”: un significante cias se multiplan: la mercancía A encuentra sus equivalentes
llena la ausencia de su opuesto, es decir, “representa”; ocupa el en una serie de mercancías, B, C, D, E, que expresan su valor;
espacio de su opuesto... Cuando hemos producido la fórmula finalmente, en la “forma general del valor” llegamos al nivel
del significante, podemos entender por qué $ es también para del “equivalente general” inviniendo sencillamente la “forma
Lacan el materna del sujeto-, un significante (SI) representa pa total o ampliada”: ahora es la mercancía A en sí la que expresa
ra otro significante (S2) su ausencia, su falta, S que es el suje el valor de todas las otras mercancías, B, C, D, E, ... En am
to. El punto crucial consiste aquí en que en una diada signifi bos fenómenos el punto de partida es una contradicción radi
cante, un significante no es nunca el complemento directo-de cal (valor de uso y valor [de intercambio] de una mercancía;
su opuesto, sino que siempre representa (encarna) su posible un significante y el lugar vacío de su inscripción, es decir S/
ausencia: los dos significantes entran en una relación “diferen $); eí primer aspecto de estas contradicciones (valor de uso,
cial” sólo a través del tercer término, el vacío de su posible au significante) debe postularse desde el principio como una dia
sencia (decir que el significante és diferencial significa que no da: una mercancía sólo puede expresar su valor (de intercam
hay ningún significante que no represente al sujeto). bio) en el valor de uso de otra mercancía; para un significante,
Pero aquí las cosas comienzan a complicarse: lo mismo va sil lugar de inscripción (su posible ausencia, S) sólo puede re
le para todo significante con el que el primero esté “acoplado”, presentarse con la presencia de otro significante. E l juego del
es decir que cada significante representa para él primero el va singular y el plural, así como él intercambio de lugares entre
cío de su posible ausencia (el sujeto), En otras palabras, al SI y S2 en las diferentes versiones de ía fórmula lacaniana del
principio no hay ningún significante amo, puesto que “cual significante, pueden entonces explicarse mediante la referen
quier significante puede asumir el papel del significante amo cia a la sucesión de las tres formas de valor:
38 39
Slavo] Zizek Sobre el Uno
1. La forma simple: “para un significante, otro significante los otros” no es el significante “propio” finalmente hallado,
representa al sujeto” (es decir, "unjignifícante representa una representación que no sea mala: ella no representa al su
al sujeto para otro significante”). jeto en el mismo nivel, dentro del mismo espacio lógico que
2. La forma ampliada: “para ww significante, cualquiera de los los otros (el “cualquiera de los otros” de ía forma 2). Por el
otros significantes puede representar al sujeto”. contrario, este significante es “reflejo”: en su representación
3. La forma general: “un significante representa al sujeto pa tnisma se refleja el fracaso, la imposibilidad de la representa
ra todos los otros significantes”. ción significante. En otras palabras, este significante paradó
jico representa (encama) la imposibilidad misma de la repre
Desde luego, el punto de inflexión es el pasaje de 2 a 3, de sentación significativa del sujeto. En los términos de la
la forma “ampliada” a la “general”: aparentemente, se limita a trillada fórmula lacaniana, funciona como “el significante de
invertir la relación (en lugar de que cualquier significante re lá falta de significante”, como el lugar de la inversión reflexiva
presente al sujeto para un significante, tenemos que un signi del significante faltante en el significante de la falta.
ficante representa al sujeto para todos los otros), pero en reali Este significante reflejo “totaliza” la batería de “todos los
dad cambia toda la economía de la representación al otros”: los convierte en la totalidad de “todos los otros”; pode
introducir una dimensión “reflexiva” adicional. mos decir que todos los significantes representan al sujeto pa
Para discernir esta dimensión, volvamos al ya citado pasaje ra el significante que en primer lugar representó para ellos su
de El reverso del psicoanálisis. A continuación, Lacan dice que propio fracaso final, y precisamente como tal (como la repre
el sujeto “es simultáneamente representado y no representa sentación del fracaso de la representación) está “más cerca”
do, pues en este nivel [es decir, en nuestra lectura ‘marxista’, del sujeto que todos los otros, pues el “sujeto del significante”
en el nivel de la ‘forma ampliada’ donde aún no hay ningún lacaniano no es una identidad positiva, sustancial, que persista
significante amo en sentido estricto] algo subsiste oculto en la al margen de la serie de sus representaciones, sino que coinci
relación con este mismo significante”: esta oscilación entre la de con su propia imposibilidad; no “es” nada sino el vacío
representación y la no-representación apunta al fracaso final abierto por el fracaso de sus representaciones. La lógica de
de la representación significante del sujeto, pues el sujeto no éste círculo vicioso es en realidad la de una antigua fórmula
tiene ningún significante “propio” que lo represente “plena teológica: “tú no me buscarías si ya no me hubieras encontra
mente”; toda representación significante es una mala repre do”. Todos los significantes están en busca del sujeto para ún
sentación que, aunque imperceptiblemente, siempre ya des significante que ya lo ha encontrado para ellos.
plaza, distorsiona al sujeto... Y es precisamente este fracaso La lógica de este significante “reflejo” (que Lacan también
irreductible de la representación significante lo que genera el denomina significante “fálico”) aparece en su forma más pura
pasaje de la forma “simple” a la forma “ampliada”: puesto que eri la paradoja del bodhisattva del budismo mahayana: el bodhi-
todo significante representa ?ual al sujeto, el movimiento.de la mttva ha alcanzado la iluminación y podría entrar en el N ir
representación continúa hacia el próximo/significante, en vana, pero un bodhisattva no puede entrar solo en el Nirvana.
busca de un significante “propio” final, con el resultado de
una “infinitud mala” no totalizada de representaciones signi
[...] porque de hacerlo pondría de manifiesto un egoísmo que el
ficantes. N o obstante, lo esencial es que el significante que,
bodhisattva no puede tener. Si él hiera egoísta, no sería un bodhi-
con la emergencia de la “forma general”, es postulado como
sattvaSdé modo que no puede entrar en el Nirvana. Si no tiene
el “equivalente general” que representa al sujeto para “todos '" egoísmo, tampoco puede entrar en el Nirvana, porque éste sería
40 41
Slavoj Zizek Sobre el Uno
un acto egoísta... De modo que nadie puede entrar en el Nirva- ; neral” en sí tiene dos etapas. Primero, la mercancía que sirve
na: nosotros no podemos porque no somos bodhisattvas, y el bod- como “equivalente general” es la que se intercambia con más
bisattva no puede porque él es un bodbtsattva.20 frecuencia, la que tiene el mayor valor de uso (cueros, cerea
les, etcétera); después se invierte la relación y el papel de
En la teoría lacaniana, en general se ubica el misticismo “equivalente general” es asumido por una mercancía sin nin-
del lado femenino de las fórmulas de la sexuación, la expe- \ . gún valor de uso (o a lo sumo con un valor de uso desdeña
riencia mística como un goce ilimitado y por lo tanto “no-to- | ble): la moneda (la “forma dinero”).21 Siguiendo la misma ló
do”, no-fáííco; la paradoja del bodhisattva proporciona los ’1 gica, la “forma general” de la equivalencia significante (“un
contornos de una posición subjetiva mística “masculina”, "fá- [ significante representa al sujeto para todos los otros significan
lica”. 1 tes”) puede ser suplementaria por su inversión, que es precisa
La diferencia puede captarse claramente confrontando al mente lo que encontramos en el pasaje citado de “La subver
bodhisattva con el sabio taoísta: en el taoísmo, la elección es en i sión del sujeto”:
última instancia simple: o persistimos en el mundo de las ilu- ;
siones, o “seguimos el Camino, el T a o ”, y dejamos atrás el 4. La forma dinero: “un significante para el que todos los otros
mundo de la falsas oposiciones, mientras que la experiencia significantes r e p r e s U í t a h ^ ^ ..... -
básica del bodhisattva tiene que ver precisamente con la impo
sibilidad de ese retiro inmediato del individuo del mundo de j El punto crucial es aquí la diferencia entre esta forma y la
las ilusiones: si un individuo lo logra, afirma de tal modo su j “forma ampliada” (2): la multitud de los otros que representa
diferencia respecto de los otros seres humanos y cae víctima i al sujeto para un significante ya no es “cualquiera de los otros”
de su egoísmo en el gesto mismo de dejarlos atrás. La única i (es decir, la colección no totalizada de los otros) sino la tota
salida de este atolladero es que el bodhisattva posponga su ; lidad de “todos los otros”: la multitud es totalizada a través de
propia beatitud hasta que toda la humanidad haya alcanzado j¡ la posición excepcional del Uno que encarna el momento de
el mismo punto en el que está él; de este modo, la indiferencia ¡ la imposibilidad. Por otro lado, Ja codependencia de las dos
del sabio taoísta se convierte en heroísmo ético: el bodhisattva j etapas de la “forma general” (“uno para todos los otros” y
realiza, el acto del sacrificio supremo al posponer su propia I después “todos los otros para el uno”) pertenece al nivel dife-
entrada en el Nirvana por la salvación de la humanidad. En téttte de representación: “todos” representan al sujeto para el
relación con los otros, con los seres humanos comunes que ! Uño, mientras que el Uno representa para “todos” la imposi
son aún víctimas del velo de las ilusiones, el bodhisattva fun- ' bilidad misma de representación. Podemos ver que el Uno de
ciona como un elemento “reflejo”, “fálico”: él representa la Üñ significante “puro” emerge nuevamente de un movimien
Liberación, la salida del mundo de las ilusiones, pero no in- to dé doble reflexión: una inversión simple de la forma amplia
mediatamente, como el sabio taoísta, sino que encarna la im- ; da; convertida en la forma general (la reflexión sobre sí mis
posibilidad misma de la inmediata Liberación del individuo. ma de la reflexión del valor de A sobre B), realiza el milagro
En oposición a los otros, a los seres humanos comunes, la Li- de transformar la red amorfa de vínculos particulares en un
beración (el pasaje al Nirvana) está ya presente en él, pero co- | campo consistente totalizado por la posición excepcional del
mo una pura posibilidad que debe seguir pospuesta por siempre. Uno. En otras palabras, el Uno “alñiohadilla” el campo de la
El paralelo con el análisis marxista de la “forma valor” : multitud.22
puede llevarse un paso más adelante: en Marx, la “forma ge- í
42 43
Slavoj Zizek Sobre el Uno
¿Por qué la moral es la más sombría de las conspiraciones? Entonces, en medio de la confusión y la consternación, apa
reció un artículo periodístico que alteró ía situación. Su autor era
El "caso Dreyfus” despliega de modo paradigmático esta ,Maurras, un escritor de 30 años hasta entonces conocido sola
"inversión milagrosa” del campo discursivo, producida por la mente en círculos limitados. El artículo se titulaba “La primera
intervención del punto de almohadillado. Su papel en la his sangre”. Veía las cosas de un modo en el que nadie había pensa
do o atrevido a mirar.23
toria política de Francia y Europa ya se asemeja al de un point
de capitón: reestructuró todo el campo y, directa o indirecta
mente, disparó una serie de desplazamientos que todavía hoy ¿Qué hizo Charles Maurras? N o presentó ninguna prueba
determinan la escena política (la separación de la Iglesia y el adicional ni refutó ningún hecho. Simplemente realizó una
Estado en las democracias burguesas, la colaboración socialis reinterpretación global en virtud de la cual todo el “caso”
ta en los gobiernos burgueses y la escisión de la democracia aparecía bajo una luz diferente. Convertía al teniente coronel
social en socialistas y comunistas que siguió a este episodio, Henry en una víctima heroica que había preferido el deber
hasta el nacimiento del sionismo y la elevación del antisemi patriótico a la justicia abstracta. Es decir, al ver que el "Sindi
tismo al momento clave del populismo de derecha). cato de la Traición” judío había explotado un pequeño error
No obstante, aquí sólo trataremos de ubicar el giro decisi judicial para socavar el fundamento de la vida francesa y que
vo en su desarrollo: la intervención que convirtió un proceso brar la columna vertebral del ejército, Henry, según Maurras,
judicial sobre la equidad y la legalidad de un veredicto en el no vaciló en realizar un pequeño crimen patriótico para dete
punto central de una batalla política que conmovió los funda ner la carrera hacia el precipicio. Lo que estaba verdadera
mentos mismos de la vida nacional. Este punto de inflexión mente en juego no era ya la equidad de una sentencia sino la
no debe buscarse, como se suele suponer, en el célebre J'acen degeneración del poder vital francés, orquestada por los fi
se que apareció en Aurore el 13 de enero de 1898, donde Enti nancieros judíos que se ocultaban detrás del liberalismo co
le Zola asumió una vez más todos los argumentos de la defen rrupto, la libertad de prensa (que ellos controlaban), la auto
sa de Dreyfus y denunció la corrupción de los círculos nomía de la justicia, etcétera. En consecuencia, la verdadera
oficiales. La intervención de Zola seguía en el reino del libe víctima no habría sido Dreyfus sino el propio Henry, el pa
ralismo burgués, el de la defensa de las libertades y derechos triòta solitario que lo arriesgó todo por la salvación de Fran
de los ciudadanos, etcétera. El verdadero vuelco se produjo cia y al que sus superiores, en el momento decisivo, le volvie
en la segunda mitad de ese año. El 30 de agosto fue arrestado ron la espalda: la “primera sangre” derramada por el complot
el teniente coronel Henry, nuevo jefe del servicio de inteli judió.
gencia francés: se sospechaba que hubiera fraguado uno de : La intervención de Maurras lo cambió todo: la derecha
los documentos secretos sobre cuya base Dreyfus había sido Unió fuerzas, y la unidad “patriótica” rápidamente prevaleció
condenado por alta traición. Al día siguiente Henry se suicidó ^bbre el desorden. Maurras había provocado esta inversión
en su celda con una hoja de afeitar. Esta noticia conmocionó ‘creando el triunfo, el mito de la “primera víctima ”, con los mismos
a la opinión pública: si Henry había confesado su culpa (¿qué elementos que, antes de su intervención, habían suscitado desorien- '
otro sentido sede podría dar a su suicidio?), la acusación con tación y estupefacción (la falsificación de documentos, la injusti
tra Dreyfus debía carecer de solidez en su totalidad. Todos cia de la sentencia, etcétera), y que él estaba lejos de impug
esperaban un nuevo juicio y la absolución de Dreyfus. Pero nar. N o sorprende que hasta su muerte él considerara este
artículo como su logro más perfecto.
44 45
y
Sobre el Uno
Slavoj Zizek
Mientras que la tendencia constante del Viejo Adán es rebe
La operación elemental del punto de almohadillado debe
larse contra una cosa tan universal y automática como lo es la ci
buscarse en este giro “milagroso”, y en este quid pro quo por vilización, predicar la desviación y la rebelión, la novela de la ac
medio del cual lo que inmediatamente antes era ia fuente tividad policial en cierto sentido hace presente que la civilización
misma del desorden se convirtió en la prueba de un triunfo, en sí es la más sensacional de las desviaciones y la más romántica
del mismo modo en el que el primer acto de Atalía, cuando la de las rebeliones... Cuando el detective de una novela policial
intervención del “miedo suplementario”, el temor de Dios, de está solo, y un tanto fatuamente impávido entre los cuchillos y
inmediato convierte todos los otros miedos en su opuesto, puños de los ladrones, por cierto sirve para recordamos que el
Estamos ante el acto de creación strictu sensm el acto que con- agente de la justicia de la sociedad es la figura original y poética,
vierte el caos en una nueva armonía y súbitamente hace com mientras que los escaladores nocturnos y los salteadores de cami-
prensible lo que hasta entonces era una perturbación sin sen ; nos son sólo plácidos y viejos conservadores cósmicos, felices en
la respetabilidad inmemorial de los monos y los lobos. La novela
tido e incluso terrorífica. Resulta imposible no recordar al
de la fuerza policial es entonces la novela de todo el género hu
cristianismo: no tanto el acto de Dios que convirtió el caos en
mano. Se basa en el hecho de que la moral es la más oscura y
un mundo ordenado, como el giro decisivo del que resultó la
osada de las conspiraciones.24
forma definitiva de la religión cristiana, la forma que ha de
mostrado su valía en la tradición que es la nuestra: me refiero,
La operación fundamental de las novelas policiales consis
desde luego, a la ruptura paulina.
te en presentar al propio detective (a quien trabaja en defensa
San Pablo centró todo el edificio cristiano precisamente
de la ley, en nombre de la ley, para restaurar el reino de la
en el punto que hasta entonces a los discípulos de Cristo les
ley) como el mayor aventurero y violador de la ley, como una
parecía un trauma horrible, “imposible”, no simbolizable, no
persona en comparación con la cual es el criminal el que apa
integrable en su campo del significado: la vergonzosa muerte
rece como un pequeño burgués indolente, un conservador
de Cristo en la cruz, entre dos ladrones. San Pablo convirtió
cuidadoso... Por supuesto, muchas transgresiones de la ley,
este fracaso final de la misión terrenal de Cristo (que era libe
crímenes, aventuras, quiebran la monotonía de la vida coti
rar a los judíos de la dominación romana) en el acto mismo
diana leal y tranquila, pero la única verdadera transgresión, la
de la salvación: por medio de su muerte, Cristo había redimi
Única verdadera aventura, la única que convierte a todas las
do a la humanidad. . otras aventuras en mezquindades burguesas, es la aventura dé
Se puede echar otra luz sobre la lógica de esta “inversión
la civilización, de la defensa de la ley (una vez más, como si
mágica” de la derrota en triunfo dando un pequeño rodeo
todos los otros crímenes fueran intercambiados por el crimen
por las novelas policiales. ¿Cuál es su principal encanto, con
propio de la ley en sí, lo cual realiza el pase mágico de con
cerniente a la relación entre la ley y su transgresión, la aven
vertir todos los otros crímenes en perfectas trivialidades).
tura criminal? Tenemos por jin lado el reino de la ley, la
Y lo mismo sucede con Lacan. También para él la mayor
tranquilidad, la certidumbre, pero tapibién la trivialidad, el
^transgresión, lo más traumático y carente de sentido es la ley
aburrimiento de la vida cotidiana; del otro lado está el cri
■ en si, la “loca” ley superyoica que inflige el goce. No tenemos
men, que es, para citar a Brecht, la única aventura posible en
por un lado una multitud de transgresiones, perversiones,
el mundo burgués. Las novelas policiales, no obstante, reali
agresiones, etcétera, y por el otro una ley universal que regu
zan una inversión radical de esta relación entre la ley y su
la, normaliza ese atolladero, haciendo posible la coexistencia
transgresión: pacífica de los sujetos. Lo más loco es el reverso de la ley pa-
47
46
Slavoj Zizek Sohe el Uno
cíficadora en sí misma, la ley como un mandato mal com burocratización y la regimentación de la escuela...). Pero un
prendido, obtuso, de goce. Se puede decir que la ley se divide par de meses después, la nueva organización fue rebautizada
necesariamente en una ley “pacificadora” y una ley “loca”: la École de la Cause freudienne: la Escuela de la Causa en sí, in
oposición entre la ley y sus transgresiones se repite dentro de comparablemente más severa que todas las otras escuelas, así
la ley misma (en “hegelés”, se “refleja en”). De modo que en como la superación de todos los miedos terrenales por el
contramos en este caso la misma operación que en Atalía: an ainor divino presupone la intervención del temor de Dios, in
te las transgresiones criminales comunes, la ley aparece como comparablemente más terrorífico que todos los miedos de la
la única transgresión verdadera, así como en Atalía aparece tierra.
Dios, frente a los miedos terrenales, como lo único que hay
que temer realmente. Dios se divide entonces en un Dios pa
cificador, un Dios de amor, serenidad y gracia, y un Dios fe I I . ¿C Ó M O CON TAR E L CERO COM O U N O ?
48 49
Slavo) Zizek
“hegeliana” la inversión por medio de la cual el momento que len a luz con la mayor claridad los contornos de las dos lectu
niega el punto de partida coincide con ese punto de partida ras opuestas de la dialéctica hegeliana:
llevado a su extremo. La “verdad” como opuesta a la “pura
retórica” no es más que la retórica llevada a su extremo, al • La lectura tradicional (que es también la de Derrida), se
punto de su autonegación; el sentido literal no es nada más gún la cual la particularidad negativa (el crimen como ne
que la metáfora llevada a la autonegación; el logas no es nada gación particular de la ley universal, por ejemplo) es sólo
más que el mito llevado a la autonegación, etcétera. En otras un momento de pasaje de la identidad-consigo-mísma me
palabras, la diferencia entre la retórica y la verdad cae dentro diada de la ley.
del campo mismo de la retórica; la diferencia entre mylhos jjogos • La lectura según la cual la ley universal en sí no es más
es inherente ai campo del mito; la diferencia entre metáfora y que el crimen universalizado, el crimen llevado a su extre
sentido literal depende de la autodifcrenciación de la meta fo- mó, al punto de autonegación, con lo cual la diferencia
riciclad. En el curso del proceso dialéctico, el momento que a entre el crimen y la ley cae dentro del crimen. La ley “do
primera vista aparecía como límite externo del punto de par mina” al crimen cuando algún “crimen absoluto” particu
tida resulta no ser nada más que el extremo de su autorrela- lariza todos los otros crímenes, los convierte en “puros
ción negativa, y la perspicacia de un análisis dialéctico queda crímenes particulares”, y este gesto de universalización
demostrada precisamente por su aptitud para reconocer como por medio del cual una identidad se convierte en su
gesto retórico supremo la referencia a la Verdad que despre opuesto es, desde luego, precisamente el del punto de al
cia altivamente a la retórica, para discernir en el logas que tra mohadillado.
ta con condescendencia al “pensamiento mítico” su funda
mento mítico oculto, o bien, en cuanto a la relación de la ley
con el crimen, para identificar la “ley” como el crimen unlver La identidad como “determinación refleja ”
salizado. La oposición externa de los crímenes particulares y la
ley universal tiene que ser disuelta en el antagonismo “inte De tal modo llegamos al núcleo mismo del problema de la
rior” del crimen: lo que llamamos “ley” no es más que el cri identidad. Estas dos lecturas apuntan a dos enfoques diferen
men unlversalizado, es decir que la ley resulta de la relación tes del concepto hegeliano de la identidad consigo mismo.
negativa del crimen consigo mismo.
El problema del enfoque derrideano consiste en que pasa ♦ La primera lectura implica la oposición habitual entre la
sistemáticamente por alto el carácter hegelxano de su propia : identidad “abstracta”, que excluye la diferencia, y la identi
Operación básica, y reduce la dialéctica de Hegel al círculo te- dad “concreta” qua “identidad de la identidad y la no-iden-
leológico de la automediación del concepto, con lo cual (para y tidad”: la identidad que incluye toda la riqueza de la dife-
referirnos de nuevo a los ejemplos ya mencionados) el crimen rencia, puesto que, en última instancia, consiste en la
aparece como nada más que un momento “negado” de la au identidad del proceso mismo de mediación entre las dife-
tomediación de la ley, de modo que el movimiento teleológi- 1 réncias. Para volver una vez más al ejemplo de la ley (la ley'
co de la Verdad subordina la retórica, el sentido literal abarca ;; ■ como la agencia que excluye el crimen, que se opone abs
la metáfora, y así sucesivamente. La ley necesita del crimen tractamente a él, es una identidad abstracta, en cuanto se
para afirmar su propio reino por medio de la “superación” del ;i trata de un esquema muerto), toda la vida real, efectiva,
crim en... A propósito de la dialéctica de la ley y el crimen sa : 5 queda fuera de su alcance; la ley se limita al contenido par-
SO
V
Slavoj Zizek
ticular que le provee el crimen. Por el contrario, la identi del Orden” en los acontecimientos vitales posteriores a la
dad concreta es la identidad de la ley “mediada” por la revolución de 1848:
particularidad del crimen, la que incluye el crimen como
un momento negado de la riqueza de su contenido. Esta [,..] el secreto de su existencia [era] la coalición de orleanistasy le-
gitimistas en un partido... El reino sin nombre de la república era el
concepción se expresa usualmente con bien conocidas fra
único en el que ambas facciones podían conservar con igual po
ses de manual: “la identidad no es la identidad-consigo-
der el interés de clase común sin renunciar a su rivalidad recí
misma muerta y rígida de una entidad, que excluye todo proca. [...] Si bien todas sus facciones, consideradas por separa
cambio, sino la identidad que se preserva a través de la do, en sí mismas, eran realistas, el producto de su combinación
misma dinámica del cambio, la identidad del proceso vital \ química tenía que ser necesariamente republicano.26
en sí” ...
Dentro del marco de la segunda lectura, la identidad-con- En esta lógica, “republicano” es una especie del género
sigo-mismo es otro nombre de la “contradicción absolu realismo; en el nivel de la especie, ocupa el lugar del género:
ta”. En la coincidencia entre la ley y el crimen universali- el género universal del realismo es representado, adquiere
zado, por ejemplo, la identidad-consigo-misma de la ley existencia particular, en la forma de su opuesto. En otras pa
significa que la ley coincide con su opuesto, con el crimen labras, el género del realismo aparece dividido en tres espe
unlversalizado. En otras palabras, la ley en su “identidad cies: los orleanistas, los legitimístas y los republicanos. T am
abstracta” (opuesta a los crímenes, con exclusión de su bién podemos captar esta conjunción paradójica como una
contenido particular) es en sí misma el crimen supremo. cuestión de opciones. Un realista se veía obligado a optar en
Es así como hay que leer la tautología de “la ley es la ley”. tre el orleanismo y el legitimismo. ¿Podía abstenerse de op
En la primera mención (“la ley e s ...”) se trata de la ley tar, eligiendo al realismo en general, que era el ámbito mismo
universal en cuanto opuesta abstractamente al crimen, de la opción? Sí, optando por ser republicano, ubicándose en
mientras que la segunda (“ . ..la ley”) revela la verdad ocul el punto de intersección del conjunto orleanista y el conjunto
ta de la primera: la violencia obscena, el crimen absoluto, legitimista. Este elemento paradójico, el tertmm datur, el ter
unlversalizado, como su reverso oculto. (Podemos sentir cero excluido de la opción, es el punto insólito en el cual el
está dimensión oculta de violencia incluso en la lectura co género universal se encuentra dentro de su propia especie par
tidiana, “espontánea” de la proposición “la ley es la ley”: ticular; es decir, que la proposición “un realista es un republi
¿acaso no suele pronunciarse esta frase precisamente cano” constituye una tautología cuya estructura corresponde
cuando enfrentamos una coacción “injusta”, “incompren jferféctamente a la de la proposición “Dios es Dios”, desen
sible”, propia de la ley? En otras palabras, ¿qué significa mascarada por Hegel como pura contradicción:
efectivamente esta tautología, si no1la sabiduría cínica de
Si alguien abre la boca y promete decir lo que es Dios, a sa
que la ley sigue siendo, en su dimensión fundamental, una
ber, que Dios es... Dios, la expectativa queda defraudada, pues lo
forma de violencia radical que hay que obedecer con inde
. y qué se esperaba era una determinación diferente [...]. Considerando
pendencia de nuestra apreciación subjetiva?) En La lucha más atentamente este efecto tedioso producido por esa verdad,
de clases en Francia, en medio de un análisis concreto del , vemos que el principio, “La planta es...”, comienza a decir algo, a
proceso revolucionario, Marx introdujo un caso ejemplar presentar una determinación adicional. Pero, puesto que se repite
de esa duplicación del universal cuando se lo enfrenta con ■ ló mismo, ha sucedido lo opuesto, no ha emergido nada. Ese pa-
su contenido particular. Marx discute el papel del “Partido labrerío idéntico, por lo tanto, se contradice a sí mismo. La identi-
\
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Sliivoj Zizek Sobre el Uno
54 55
V
frontación de una identidad con el vacío en el punto en que crimen reconoce en la ley contra la que lucha su propia esen
esperamos un predicado, una determinación de su contenido cia, el crimen unlversalizado.29
positivo (“la ley e s ...”)- La identidad-consigo-mismo es en Esta misma lógica de la identidad operaba en la imagen
tonces otro nombre de la negativídad absoluta (autorreferen- fantasmática de Margaret Thatcher. Desde un enfoque des-
cial), otro nombre de la relación negativa con todos los pre constructivista, es fácil ubicar el exterior paradójico con refe
dicados que definen ¿qué?: la propia identidad. En cuanto en rencia al cual construyó su identidad el thatcherismo. La in
Hegel la negatividad absoluta constituye el rasgo fundamen vasión de poderes “ajenos” (los inmigrantes “inadaptados”, el
tal de la subjetividad, podríamos añadir que “A = A” nos ofre terrorismo del IRA, el N U M de Scargill como “enemigo in
ce la más breve formulación posible de la identidad de la sus terior”, etcétera) amenazaban socavar el “carácter británico”,
tancia y el sujeto: el sujeto es la sustancia reducida al puro lá actitud de confianza en sí mismo, de ley y orden, respeto a
punto de relación negativa con todos sus predicados; es la los valores y al trabajo industrioso, y de tal modo desbordar y
sustancia en cuanto excluye toda la riqueza de sus contenidos. disolver la identidad inglesa. Es sumamente significativo que
En otras palabras, se trata de una sustancia totalmente desus- en su descripción del adversario Thatcher recurriera a menu
tancializada, y toda su consistencia reside en el rechazo de sus do a la metáfora del monstruo ajeno que erosiona y corrom
predicados.28 ! pe la trama de “nuestro modo de vida”. El enfoque descons-
Ahora bien (para volver a Derrida) éste es el paso que la tructivista señalaría la ambigüedad fundamental de ese
desconstrucción derrideana parece incapaz de dar. Es decir elemento “ajeno”, su estatuto doble: está simultáneamente
que Derrida despliega variaciones incesantes sobre el tema de dentro de la estructuré como un elemento subordinado, con
la imposibilidad de la plena identidad-consigo-mismo; sobre tenido (el inmigrante que admite la superioridad del modo de
el hecho de que es siempre, constitutivamente, diferida, es vida inglés) y fuera de ella (es el cuerpo extraño amenazante,
cindida; de que la condición de su posibilidad es la condición canceroso).
de su imposibilidad; de que no hay ninguna identidad sin re Esta ambigüedad nos obliga a invertir la percepción ideo
ferencia a un exterior que siempre-ya la trunca, etcétera, etcé lógica espontánea del thatcherismo: no basta con decir que lo
tera. Pero lo que lo elude es la inversión hegeliana de la iden obsesionaba el miedo al intruso “ajeno” que supuestamente
tidad qua imposible en la identidad en sí como nombre de una socavaba la identidad inglesa; hay que agregar que la identi
cierta imposibilidad radical. La imposibilidad desenterrada por dad misma del “carácter británico” se constituía con referen
Derrida a través del duro trabajo de la lectura desconstructiva cia a este intruso, no sólo en el sentido de la simple oposición
que se supone subvierte la identidad, constituye su definición diferencial que le permite a una identidad afirmarse exclusiva - '
misma. Aquí debemos recordar la proposición de la Lógica (de mente a través de lá diferencia con su otro, sino en términos
Hegel): “a modo de reconciliación, la fue'rza negativa recono mucho más radicales. Nuestra identidad está en sí misma
ce su propia fuerza en aquello contra lo que lucha”; a modo : siempre-ya “truncada”, mutilada, es siempre-ya imposible,
de reconciliación; .la desconstrucción reconoce én la identidad “antagónica”, y el intruso amenazante no es más que una pro-,
“la propia esencia” que intenta subvertir a través de la empe yección en el exterior, una encamación de nuestro propio an
ñosa lectura sintomal: es el nombre de la imposibilidad que tagonismo intrínseco... Desde la perspectiva hegeliano-laca-
obstruye la constitución de una plena identidad-consigo-mis . niana, no obstante, hay que dar otro paso esencial, ya
mo. La misma proposición se aplica a la relación entre la ley indicado por Jacqueline Rose en su análisis del atractivo del
y el crimen: a modo de reconciliación, la fuerza negativa del thatcherismo.30
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Slavoj Zizek Sobre el Uno
El punto de partida del análisis de Rose es la ominosa se identidad-consigo-mismo del clásico. Pero lo que Eco realiza
mejanza entre Thatcher, la “fría” partidaria de medidas “du en la dirección irónica a propósito del Hamlet de Shakespeare
ras”, la Dama de Hierro, y Ruth Ellis, una figura mítica de la es de una naturaleza totalmente distinta. Él no desconstruye
historia inglesa del crimen, una asesina que irritaba al público la identidad de Hamlet. Por el contrario, la (re)constmye, pero
al no realizar sus crímenes a la manera “femenina” habitual de tal modo que esa identidad aparece como resultado de una
(con estallidos de pasión, derrumbes histéricos, etcétera); has serie de operaciones contingentes incoherentes. Para emplear
ta el final, ella conservó su compostura, no dio muestras de la terminología hegeliana, en lugar de subvertir la consisten
remordimiento, asistió al juicio impecablemente vestida... El cia positiva de Hamlet liberando el desconstructivo “poder de
“secreto” de Thatcher consistía en la misma conjunción “im lo negativo”, Eco permite ver la positividad misma de Hamlet
posible” de la feminidad con una actitud “masculina” resuelta como algo que resulta de la actividad autorreferencial del
y calculadora: aunque ella actuaba como un criminal varón, “poder de lo negativo”. Esta digresión consiste en una con
podía hacerlo impunemente porque era mujer... ¿No encon versación imaginaría entre Shakespeare y su editor:
tramos de nuevo la fórmula hegeliana de la identidad? La
ecuación “Thatcher = Ellis”, ¿no es una nueva versión de la —Me ha gustado mucho su obra. No está mal. Tiene ten
tautología “Dios es Dios” o “el realista es republicano”?. No sión, imaginación. ¿Es ésta su primera pieza?
se trata sólo de que la identidad de Thatcher se generara con —No. He escrito otra tragedia. Es la historia de dos amantes
referencia a un exterior constitutivo; esta identidad consiste de Verana que...
en sí misma en una coincidencia “imposible” de mujer solíci —Hablemos primero de esta pieza, señor Shakespeare. Me
ta, de ley y orden, con la más ruda actitud criminal posible. pregunto por qué la ubicó en Francia. ¿Podría yo sugerirle... Di
Cuando los críticos de Thatcher llamaron la atención sobre namarca? No habría mucho que cambiar. Bastaría con modificar
dos o tres nombres, y convertir el castillo de Chalons-sur-Marne
su lado “oscuro” (su frío espíritu de venganza, etcétera), sin
en, digamos, el castillo de Elsinore... En una atmósfera nórdica,
saberlo estaban consolidando su identidad. protestante, a la sombra de Kierkegaard, por así decirlo, todos
esos acordes existenciales...
—Quizás usted tenga razón.
Un "intercambio quiasmático de propiedades” —Creo que sí. La obra necesitaría un pequeño retoque esti
lístico. Nada drástico; las tijeras del peluquero antes de que le
El péndulo de Fouamlt, de Umberto Eco, contiene una di ponga el espejo para que usted se vea, por así decirlo. Por ejem
gresión irónica que nos permite captar claramente esta dife plo, el fantasma del padre. ¿Por qué al final? Yo lo habría puesto
rencia crucial entre la transgresión de una identidad y la con al principio. De ese modo las advertencias del padre ayudarían a
cepción de la identidad en sí ¿orno resultado de una cierta motivar la conducta del joven príncipe, y plantearían el conflicto
con la madre.
“transgi'esión ”, Con respecto a algunos grandes clasicos litera
—Huni, buena idea. Sólo tendría que mover una escena.
rios, la “transgresión” de su identidad consistiría en tratarlos
—Exactamente. Ahora bien, el estilo. Este pasaje, donde el
de modo sacrilego. Podría esperarse que se los imite irónica
príncipe se vuelve hacia la audiencia y comienza su monólogo
mente, que se introduzcan cambios arbitrarios de detalle, pa sobre la acción y la inacción. Es un hermoso parlamento, pero,
ra demostrar que no son un todo cerrado y armonioso, sino bien, no parece lo bastante perturbado. “Actuar o no actuar...
que están llenos de grietas (y de elementos que llenan esas Éste es mi problema.” Yo no diría “mi problema” sino “la cues
grietas)... En síntesis, nuestra meta sería “desconstruir” la tión”, “Ésa es la cuestión.” ¿Entiende lo que quiero decir? No se
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Slavoj Zizek
trata tanto de su problema individual corno de toda la cuestión permite dar expresión plástica a nuestro pensamiento; aunque
de la existencia. La cuestión de ser o no ser...31 el pensamiento lo necesita para lograr una comprensión clara,
debemos cuidar que no nos seduzca su literalidad, el exceso
El efecto logrado de este modo invierte la Veifremdung de su contenido externo, particular: en última instancia, un
brechtiana: no sólo hace “extraño”, “desnaturaliza” a un clási ejemplo es “sólo un ejemplo”, debe “negarse” a sí mismo diri
co sumamente familiar, sino que más bien nos permite ver la giendo nuestra atención hacia su núcleo conceptual. A prime
negatividad en obra en la constitución misma de este clásico; ra vísta, lo que tenemos es un caso puro de la clásica metafísi
ofrece una respuesta a la pregunta de “cómo el clásico se con ca del lenguaje. Debemos impedir que la presencia-para-sí
virtió en clásico”. Al desplegar el entrecruzamiento de en interna del pensamiento se pierda y se disperse en la riqueza
cuentros contingentes que dieron origen al clásico, “genera” falsa y engañosa de su ejemplo: el contenido interior debe
al clásico familiar a partir de lo “extraño”. Para volver de nue . prevalecer y penetrar la falsa inmediatez del ejemplo.
vo a los términos hegelianos, pone de manifiesto que lo fami N o obstante, como lo demuestra Warminski por medio
liar resulta del doble “extrañamiento”: de la autorreferencia de un análisis detallado del modo en que Hegel trata el ejem
del extrañamiento. Nuestro punto de partida es lo no-fami plo aristotélico clásico de la cera y el anillo (así como la cera
liar: al introducirle variaciones, extrañándolo respecto de sí toma sólo el sello del anillo de oro, y no el oro mismo, sino
mismo, nos encontramos de pronto en medio de lo familiar; puramente su forma, en la sensación sólo la forma del objeto
en esto pensaba Hegel al definir la identidad como una “de percibido llega al alma, sin la materia), siempre existe un pun
terminación refleja”, como resultado del movimiento autorre- to en el cual se derrumba, se invierte, esta oposición del pen
samiento interno/activo y su ejemplo externo/pasivo: el pun
ferencial de la negatividad.
Volvamos por última vez a la dialéctica de la ley y al cri to en el que Hegel intenta explicar por medio de un ejemplo
men como su transgresión. La ley en su identidad positiva re la diferencia misma entre las lecturas literal y rnrecta (iteórica) de
sulta de la relación negativa del crimen consigo mismo a tra un ejemplo. En ese punto se produce una especie de cortocir
vés de su universalización, de un gesto criminal “absoluto” cuito paradójico: la diferencia entre el ejemplo y el contenido
que excluye todos los otros crímenes particulares: en otras pa conceptual que se supone ejemplificado aparece inscrita en el
labras, del autoextrañamiento del crimen como “extraño” a la ejemplo mismo\ el mismo ejemplo “proporciona un ejemplo”
“normalidad” de la ley. Esta inversión, la “generatriz” dialéc : de como debemos tratarlo en tanto “puro ejemplo”. En sínte
tica de la identidad, es homologa a lo que Andrzej Warminski sis: existe por cierto el peligro de que la riqueza excesiva del
ha denominado concisamente “un intercambio (quiasmático) contenido inmediato de un ejemplo nos seduzca, pero el úni
de propiedades”,32 aunque él también es víctima de un error co modo de evitarlo es basarse en un “buen ejemplo”. Esta es la
común entre los críticos perspicaces de tlegel, y le formula inesperada inversión a la que se refiere Warminski: un “inter
como reproche lo que en realidad es un rasgo básico de su pen cambio (quiasmático) de propiedades” entre el interior del
pensamiento y el exterior de su ejemplo. Entonces lo “activo”
samiento. \ '
Warminski examina este “intercambio de.propiedades” a pasa a ser ef ejemplo, que genera su diferencia con el pensa
propósito del ejemplo del ejemplo y el modo en que Hegel miento, mientras que el pensamiento interior subsiste como
concibe la diferencia entre el ejemplo (Beispiel) y su significa un medio pasivo que alcanza su contenido con la ayuda del
ejemplo...
do, pensamiento puro. A primera vista, las cosas parecen cla
ras. Un ejemplo es sólo un recurso externo, pasivo, que nos v . La homología entre este “intercambio de propiedades” y
60
v ,v
Slavo] Zizek Sobre el U?io
62 63
V
los conjuntos, cada conjunto incluye como uno de sus elemen . un conjunto significante no es nunca exhaustiva, siempre que
tos el conjunto vacío). Esta paradoja se basa en el carácter di da un lugar vacío ocupado por el elemento excedente que es
ferencial del conjunto de los significantes: en cuanto aborda el conjunto mismo en la forma de su opuesto: es decir, como
mos un conjunto diferencial, debemos incluir en la red de conjunto vacío. En esto difiere la clasificación significante de
diferencias la diferencia entre un elemento y su propia ausen la clasificación usual, de sentido común; junto a la especie
cia. En otras palabras, hay que considerar la ausencia del signifi “normal” siempre encontramos una especie suplementaria
cante como paite de ese significante; hay que postular la existencia que ocupa el lugar del propio género.
de un significante que positiviza, “representa”, “da cuerpo a” V Ésta es entonces la paradoja básica de la lógica lacaniana
la falta misma del significante (es decir que coincide con el lu del “no todo” (pas tout): para transformar una colección de
gar de inscripción del significante). Esta diferencia es en un elementos particulares en una totalidad consistente, hay que
sentido “autorrefleja”: el punto paradójico, “imposible” pero añadir (o sustraer, lo que es lo mismo: postular como excep
necesario en el cual el significante no difiere sólo de otro sig ción) un elemento paradójico que, en su misma particulari
nificante (positivo) sino de sí mimio como dignificante. dad, encarna la universalidad del género en la forma de su
Aunque puedan parecer abstractas y fútiles, estas cavila opuesto. Recordemos el ejemplo marxista del realismo: el gé
ciones nos llevan al núcleo mismo de la dialéctica hegeliana, nero universal (realismo) se totaliza cuando le añadimos “re
en el cual el género universal tiene sólo una especie particu publicanismo” como encarnación inmediata del realismo en
lar, y la diferencia específica coincide con la diferencia entre general como tal: la universalidad de la función “realista” pre
el género en sí y su especie. Al principio tenemos el universal supone la existencia de “por lo menos uno” que actúe como
abstracto; no llegamos al particular complementándolo con excepción. La consecuencia radical es que la escisión, la divi
su contraparte particular, sino aprehendiendo que el universal sión, está ubicada del lado de el universal, y no del lado del parti
es ya en sí misino paiticular: es no “todo”; lo que no puede in cular. Es decir que, contrariando la idea usual según la cual la
cluir es el particular mismo, en cuanto el universal es abstrac ) diversidad de contenidos particulares crea división, diferencia
to, en cuanto lo obtenemos mediante el proceso de abstraer específica en el marco neutro del universal, el universal en sí
los rasgos comunes de un conjunto particular de entidades. ■se constituye sustrayendo de un conjunto algún particular de
Por esta razón, la discordia entre el universal y el particu signado para encarnar el universal como tal: el universal surge
lar es constitutiva: su encuentro siempre “sé frustra”. El impul y(en términos hegelianos: es puesto como tal, en su ser-para-
so del proceso dialéctico consiste precisamente en esta “con sí) en el acto de escisión radical entre la riqueza de la diversi
tradicción” entre el universal y su particular. El particular es dad particular y el elemento que, en medio de ella, “da cuer
siempre insuficiente o excesivo, o ambas cosas, con relación a po” al universal.
su universal: es excesivo, puesto que el universal, en cuanto es : En esto consiste la lógica de la diferencia sexual: el con-
“abstracto”, no puede incluirlo; insuficiente (y ésta es la con yjtíhto de las mujeres es particular, no totalizado, no tiniversal:
tracara de la misma dificultad), porque nunca hay bastante del multitud adquiere la dimensión de la universalidad (preci
particular para “llenar” el marco universal. Esta discordia samente, de la “humanidad”) en cuanto se excluye de ella un
entre el universal y el particular podría “resolverse” si se al elemento con el que se encarna la humanidad como tal: el
canzara el reposo de un encuentro afortunado en el que la dis | -‘mBmbre. La oposición de hombre y mujer no es entonces si-
yunción, la división del género universal en especies particula ihétrica: el género “hombre ” tiene una especie, la m ujer. La uni-
res, fuera exhaustiva, sin resto; pero esta disyunción/divisipn de Vérsalidad de la “humanidad” no es lógicamente anterior a la
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Slavoj Ztzek Sobre el Uno
diferencia sexual, es postulada como tal a través de la inscrip yna parte de la estructura “envuelve” a su todo. Cuando, en la
ción de esa diferencia. Es un lugar común de la teoría femi totalidad de la producción, distribución, intercambio y consu
nista señalar la ambigüedad del término “hombre” (por un la elo, Marx le atribuye este lugar a la producción, está re
do designa al varón, y por otro lado al ser humano) como curriendo a la categoría hegeliana de la “determinación anti
prueba de la tendencia “chauvinista masculina” de nuestro tética” {gegensätzliche Bestimmung. “La producción no sólo
lenguaje cotidiano; sin embargo, habituahnente se pasa por predomina sobre sí misma, en la determinación antitética de la
alto en relación con esta ambigüedad la tensión dialéctica que producción, sino también sobre los otros momentos”,36 Esta
existe entre esos dos aspectos; por cierto, el hombre qua va “determinación antitética” es la forma en que el universal se
rón “da cuerpo” a la universalidad del hombre qua ser huma éheüentra a sí mismo dentro de sus particularidades: la produc
no, pero lo hace en laforma de su opuesto (como en la Atalía de ción se encuentra dentro de su especie, o la producción es una
Racine, donde Dios qua fuente de horror indecible “da cuer especie que incluye a su propio género (la totalidad de la pro
po” a Dios qua. amor y beatitud). En otras palabras, precisa ducción, la distribución, el intercambio y el consumo), como
mente en cuanto encarna inmediatamente a la humanidad, el en teología, donde Dios qua amor predomina sobre El mismo
hombre qua varón es radical, constitutivamente, más “inhu en la determinación antitética, es decir, qua horror e ira inde
mano” que la mujer.34 cibles. El lema hegeliano “la verdad es el todo” resulta profun
Ni el idealismo neohegeliano ni el nominalismo materia damente engañoso si uno lo interpreta en el sentido del “ho-
lista reconocen bien el estatuto de esta diferencia paradójica, Üsmo” tradicional, según el cual el contenido particular no es
que es constitutiva del universal en sí y, por lo tanto, no pue más que un momento transitorio, subordinado, de la totalidad
de reducirse a una diferencia específica común contra el fon integral; el “holismo” hegeliano es, por el contrario, de tipo
do neutro de un género universal. Aunque por lo general la aütorreferencial: el todo es siempre-ya parte de sí mismo, siem
categoría de la sobredetemiinación se concibe como “antihege- pre está incluido entre sus propios elementos. El progreso dia
liana” (Althusser y otros), ella en realidad designa precisa léctico no tiene entonces nada que ver con la ramificación gra
mente esta paradoja intrínsecamente hegeliana de una totali dual de alguna totalidad inicialmente no diferenciada, hasta
dad que siempre incluye un elemento particular que encarna sn convertirse en una red de determinaciones concretas; su meca-
principio estmcturante universal. Es el caso de la producción en )íjj|mó es más bien el de un todo que se añade una y otra vez a
Marx; propias partes, como en el conocido desliz lógico citado a
yp&hüdo por Lacan: “Yo tengo tres hermanos, Pablo, Ernesto
En todas las formas de sociedad hay un tipo específico de ■)íyo mismo”. “Yo mismo” es aquí exactamente la “determina
producción que predomina sobre el resto y sus relaciones asig ban antitética” de “yo”.
nan rango e influencia a los otros. Es fina iluminación general
que baña a todos los otros colores y modifica su particularidad.
Es un éter particular que determina la gravedad específica de to- | :i00m ctu ra subjetivizada
do ser que se ha materializado dentro de él.í5
jfg través de este elemento excedente que encarna al uni-
Esto es la “sobredeterminación”: una determinación del en su forma negativa, por la vía de este punto en el cual
todo por uno de sus elementos que, según el orden de la clasi ^íiyersál se encuentra consigo mismo en su determinación
ficación, debería ser sólo una parte subordinada. Es decir que ,? ,|ética, la estructura de su significante se subjetiviza\ el su-
m
fe; ■
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S/avoj Zizek Sobre el U?io
jeto sólo existe dentro de este “encuentro frustrado” entre el nados, pero el yo es el puro concepto en sí que, como concepto,
universal y el particular; en última instancia no es más que el ha entrado en la existencia}1
nombre de su discordia constitutiva. El particular es siempre
insuficiente, nunca basta para “llenar” la extensión del univer El yo (para Hegel es sinónimo del sujeto) está entonces
sal, pero al mismo tiempo lo excede, puesto que se suma a la ubicado en la intersección del “ser” y el “tener”. El concepto
serie de elementos particulares como el Uno que encarna al Universal que sólo tiene predicados es aún una sustancia uni
género mismo. En cuanto abolimos este cortocircuito entre el versal a Ja que le falta la autorreferencialidad propia del suje
universal y el particular, esta distribución en banda de Moe- to. Por una parte, el sujeto es pura universalidad negativa:
bius, donde el universal y el particular están ubicados en la u n a identidad-consigo-misma que “rechaza” todo su conteni
misma superficie o, en otras palabras, en cuanto llegamos a do determinado, hace abstracción de él (“yo” no soy ninguna
una clasificación que presenta el universal dividido en espe de mis determinaciones, sino la universalidad que simultánea
cies sin el resto paradójico de su determinación antitética, te- mente las contiene y las niega); pero, por otro lado, “yo” es
nemos una estructura “objetiva”, una estructura que no esce ese poder abstracto de la negatividad “que ha entrado en la
nifica la representación del sujeto. existencia en el dominio mismo de sus determinaciones”, que
¿No hemos desembocado de este modo en la fórmula la- ha adquirido “ser determinado”. Como tal, es lo opuesto a la
caniana del significante? Esta “determinación antitética”, es identidad del universal consigo mismo: es un punto de fuga,
te particular paradójico que, dentro de la serie de los particu el “otro de sí mismo” que elude cualquier determinación. En
lares, ocupa el lugar del universal mismo, lo representa, ¿no otras palabras, un punto de pura singularidad. Es precisamen
es el significante que representa al sujeto para los otros signi te esta oscilación entre la universalidad negativa abstracta
ficantes? Como en el análisis marxista de la lógica del realis (abstracción de todo contenido determinado) y el punto de
mo, en la cual el republicanismo representa al realismo gene fuga de la pura singularidad, esta “universalidad absoluta que
ral para las (otras) especies de realismo. La respuesta es ^ és también inmediatamente una individualización absoluta”, lo
definitivamente negativa: lo que esa lectura simplista no toma qúe constituye, según Hegel, “la naturaleza delyfl y también
en cuenta es la dialéctica de la falta y el exceso. El particular , la naturaleza del concepto”:38 la identidad fundamental del yo
excedente encarna al universal en la form a de su opuesto, está y el Concepto. Lejos de ocupar el polo opuesto de la universa-
en exceso precisamente en cuanto llena la falta del particular lidad, la individualidad hegeliana designa el punto en el cual el
cón respecto al universal. El excedente es entonces la forma Contenido en fuga que se niega a sí mismo coincide con la
de aparición de la falta- el Uno (el “m ás-Uno” lacaniano) es la forma abstracta del receptáculo universal que es indiferente a
forma de aparición del cero, y la fórmula del significante só todo contenido determinado.
lo puede introducirse legítimamente en este punto: el exceso, ír; Los tres términos -el universal positivo (el realismo como
el Uno excedente que llena la falta es el significante que re gÓnéro), el particular (sus diferentes especies: orleanísmo, le-
presenta al sujeto (el vacío, el cero, el conjupto vacío de la es- ; gitimismo...) y la excepción que encarna ál universal en la
tructura). Para aclarar este punto crucial, recordemos el si forma de su opuesto (el republicanismo como el único modo
guiente pasaje del tercer libro de la Ciencia de la lógica de; Ser “realista en general”) pueden entonces suplementarse
Hegel: con un cuarto: eí vacío mismo llenado por la excepción. Éste
vacío sale a la luz en la subversión hegeliana del principio de
Por cierto, yo tengo conceptos, es decir, conceptos determu y /identidad: la identidad-consigo-mismo tal como se expresa en
. -i
68 69
V
Sobre el Uno
Slavoj Zizek
jeto está vinculado con una metáfora, con una sustitución me
una tautología (“Dios es Dios”, por ejemplo) es en sí misma
tafórica. En un primer enfoque, hay dos lecturas complemen
la contradicción más pura, absoluta, la falta de cualquier de
tarias de esta tesis:
terminación: donde uno esperaba una determinación específi-
ca, un predicado (“Dios e s ...”), no se obtiene nada, hay au
> La primera lectura consistiría simplemente en concebir al
sencia de determinación. Lejos de presentar una suerte de
sujeto como el último significado, siempre elusivo, de la
plenitud autosuficiente, la tautología abre un vacío en la sus
cadena significante: no hay ningún significante “adecuado”
tancia, que es llenado por la excepción: este vacío es el sujeto,
¡ para el sujeto; ningún significante puede ser más que su
y la excepción lo representa para todos los elementos de la
metáfora; en él, el sujeto está siempre mal representado, si
sustancia. “Dios es Dios” es por lo tanto la manera más sucin
multáneamente revelado y oculto, dado y retirado, indica
ta de decir “la sustancia es el sujeto”: la repetición de lo mis
do, sugerido entre líneas...
mo añade a los predicados divinos (sabiduría, bondad, omni
• La lectura opuesta insistiría en que una cadena significan
potencia...) una cierta “nada”, un lugar vacío, una falta de
te está “subjetivizada” precisamente por su metaforicidad:
determinación que la subjetiviza. Por ello solamente del Dios
lo que llamamos “sujeto” no es la X insondable, punto de
judeocristiano, el de la tautología “Yo soy el que soy”, puede
referencia final de su significado, sino un nombre para la
decirse que es un sujeto.
brecha misma que impide que el lenguaje humano se con
El punto de partida del proceso dialéctico no es la pleni
vierta en una herramienta neutra para la designación de
tud de una sustancia autosuficiente, idéntica a sí misma, sino
algún estado de cosas objetivo; es un nombre para los di
la contradicción absoluta: la pura diferencia es siempre-ya el
ferentes modos en que el estado de cosas descrito es siem-
“predicado” imposible de la iden tidad-consigo-mimío o, para decir
pre-ya presentado desde alguna posición de enunciación
lo en términos lacanianos, la identidad de una marca signifi
parcial, sesgada. En otras palabras, nuestra palabra está
cante (S) siempre-ya representa al sujeto (8). Esta contradic
“subjetivizada” precisamente en cuanto nunca “dice direc-
ción absoluta se “resuelve” excluyendo del conjunto sustancial
; tamente lo que quiere decir”: en lugar de “vagina”, pode
un elemento encargado de representar el vacío, la falta de de
mos decir “flor de la feminidad”; esta segunda expresión,
terminación propia de la tautología: se resuelve excluyendo
por repulsivamente exuberante que resulte, no es menos
de una serie de marcas significantes “por lo menos Una” que
y; “objetiva” que la primera.39
de tal modo subraye el vacío de su espacio de inscripción, El
sujeto es este vacio, esta falta en la serie de los predicados de la sus
El punto interesante de estas dos lecturas consiste en que,
tancia universal-, es la “nada” implícita en la autorreferenda
aunque opuestas, ambas poseen una especie de evidencia “pri
tautológica de la sustancia, el cuarto término mediador que
maria”, “de sentido común”: de algún modo “sentimos” que
fuga hacia el resultado final, en la tríada lograda.
no hay palabras para representar adecuadamente nuestra sub
/ jetividad más íntima, y su contenido propio sólo puede ser alu
dido, pero al mismo tiempo “sentimos” también que una pala
La “metáfora del sujeto”
bra que funcionara como un medio puro y transparente de
designación sería en cierto sentido “sin-sujeto”, y que siempre
Estas paradojas de la “lógica del significante” nos permi
so puede detectar la presencia de un sujeto en los elementos
ten ubicar adecuadamente la tesis de Lacan sobre la “metáfo
-dél estilo, los recursos metafóricos, etcétera: en síntesis, a tra-
ra del sujeto”, su afirmación de que el estatuto mismo del su
71
70
V
vés de todos los elementos que, desde el punto de vista de la por medio del cual cero es contado como Uno. Ésta sería la defi
información que se transmite, representan un “ruido” super nición lacaniana más elemental del sujeto: una nada que no es
fluo. ¿Cómo podemos explicar esta oposición? La clave está nna nada sino que es ya contada como Uno, vertida y remarcada
contenida precisamente en la lógica paradójica de la excep por la excepción, el más-Uno de la serie de marcas. En otras
ción, del término reflejo bajo cuya forma el género universal palabras: una nada que aparece en la forma del opuesto que la
se encuentra consigo mismo entre sus especies. Recordemos representa, del Uno. La “metáfora original”, no es una susti
una vez más la lógica marxista del realismo: el republicanismo tución de algo por otra cosa sino la sustitución de algo por na
en el cual se encuentra a sí mismo el realismo en la forma de da; es el acto mediante el cual “hay algo en lugar de nada”, de
su opuesto es una sustitución metafórica del realismo: triodo que la metonimia es una especie de la metáfora: el desliza
miento metonímico desde un objeto (parcial) a otro es puesto
republicanismo en marcha por la sustitución metafórica constitutiva del suje
to; el “uno por otro” presupone el “uno por nada”.
realismo Ahora podemos volver a los modos de leer la fórmula de
la “metáfora del sujeto”. Está claro que en la primera lectura
Es decir que el republicanismo ocupa el lugar del realis- (el sujeto como el último punto de referencia, eternamente
mo-en-general. elusivo), el sujeto es aún concebido como sustancia, como una
Pero, como acabamos de ver, esta excepción (el significan entidad sustancial trascendente, mientras que la segunda lec
te “puro”) es una entidad de dos caras, como Jano. tura (el sujeto como la brecha que impide que nuestra palabra
sea un medio neutro de designación) indica la dimensión pro
• Por un lado, mantiene una relación metonímica con el gé pia del sujeto. En otras palabras, estas dos lecturas expresan
nero univesal: en esa relación, una parte funciona como en el nivel intuitivo del sentido común la dualidad misma de
sustituto metonímico del todo; lo hemos visto en el ejem la sustancia y el sujeto.
plo marxista de la producción: la producción es un térmi
no de la tétrada producción-distribución-intercambio-
consumo, pero simultáneamente representa al todo. El “un Uno” hegeliano
♦ Por otro lado, mantiene una relación metafórica con el va
cío, la falta en el universal sustancial: la excepción llena el y Hegel articula esta relación paradójica entre el cero y el
vacío que está en medio de la sustancia. Uno (en la cual el Uno es la inscripción del cero) en uno de
los “nudos” cruciales de su Lógica, el pasaje del ser determina
A esta dualidad se refiere precisamente Lacan cuando ha ndo (Dasein) al ser-para-sí (Fürsichsein) y el ser-para-uno (Sem-
bla del significante como “metonima del objeto” y “metáfora für^Eines) como su especificación. Comienza recordando la
del sujeto”: la excepción mantiene una relación metonímica .¿¿presión alemana empleada para preguntar por la cualidad
con el objeto sustancial, y una relación metafórica con el vacío : de una cosa: W asfiir ein Ding ist das? (literalmente, “¿para qué
sin sustancia que es el sujeto. La metáfora, en su dimensión tina cosa es esto?”, con el sentido de “¿qué clase de cosa es és-
más radical, es esta última sustitución del cero por Uno, este . iá?'!). Sobre la base del doble significado de la palabra alema-
acto por medio del cual el Uno (el rasgo significante) “repre-, na ein (el artículo indeterminado “un” y el número “uno”), la
senta” el cero, el vacío que “es” el sujeto: en síntesis, el actq f lée como el “uno” de la unidad, como el “uno” opuesto a los
72
v
otros (los “otros-unos”): “¿para qué Uno la cosa es esto?” Y correlato de Uno? Hay que tener presente que, en cuanto al
desprende la pregunta obvia: ¿cuál es este Uno para el cual al orden intrínseco de las categorías de la Lógica de Hegel, toda
go (la cosa) es? vía nos encontramos en el nivel de ía cualidad', el Uno que es
Hegel señala que este Uno no puede coincidir con “algo” tamos abordando no es aún el Uno de la cantidad, el Prímer-
(Etwas): el correlato de algo es algo-otro (ein Anderes); esta Uno al que puede añadirse el segundo, el tercero, etcétera.
mos en el nivel de la finitud, de la realidad finita, de su red de Por esta razón, el correlato de Uno no es el otro sino el vacío
determinaciones recíprocas, en la que algo está siempre vin (das Leeré)-, no puede ser el (algo-)otro puesto que el Uno es
culado con alguna otra cosa, limitado, definido, “mediado” ya la unidad de sí mismo con su otro, el reflejo-en-sí-mismo
por otros “algo”. El ser del algo es por lo tanto siempre un del otro, su propio otro: el Uno es precisamente el otro “in
ser-para-otro (Sein-fiir-Aaderes); sólo se llega al Uno cuando trínseco” para el cual es la cosa, en el que persiste como supe
este otro, este algo-otro para el cual él es algo, se refleja en el rada. Si, en consecuencia, el Uno es algo reflejado-en-sí-mis-
algo mismo como su propia unidad ideal, es decir, cuando al mo, puesto como su propia unidad ideal, el vacío es
go ya no es para algo-otro sino para sí\ de este modo, pasamos precisamente el ?-cflejo-en-sí-mismo de la alteridad, es decir, una
del ser-para-otro al ser-para-sí. El Uno denota la unidad ideal “pura” alteridad que ya no es algo-otro.
de una cosa más allá de la multitud de sus propiedades reales: Sin embargo, persiste una ambigüedad: la relación entre el
la cosa como elemento de la realidad es superada (aufgehoben) Uno y el vacío se concibe habitualmente como una coexisten
en el Uno. El pasaje de algo al Uno coincide entonces con el cia externa, semejante por ejemplo a la de los átomos y el es
pasaje de la realidad a la idealidad: el Uno para el cual es la pacio vacío que los rodea. Aunque esta concepción puede pa
cosa qua real (“¿Para qué uno la cosa es esto?”) es esta cosa recer confirmada por el propio Hegel, para quien la categoría
misma en su idealidad. del ser-para-sí adquirió existencia histórica en la filosofía ató
Este pasaje implica claramente la intervención del orden mica de Demócrito, nada más erróneo: el vacío no es externo
simbólico: sólo puede producirse cuando el Uno, la unidad y al Uno, mora en su corazón. El Uno está en sí “vacío”; el va
ideal de una cosa más allá de sus propiedades reales, es nueva cío es su único “contenido”. En este punto puede ayudarnos
mente encarnada, materializada, externalizada en su signifi una referencia a la “lógica del significante”: el Uno es lo que
cante, La cosa como elemento de la realidad es “asesinada”, .Lacan llama el “significante puro”, el significante “sin signifi
abolida, y al mismo tiempo preservada en su contenido ideal cado”, el significante que no designa ninguna propiedad posi
(en síntesis, superada) en el símbolo que la pone como Uno: tiva del objeto, puesto que sólo se refiere a su pura unidad
la reduce a un rasgo unitario designado por su marca signifi Conceptual, generada performativamente por este significante
cante. En otras palabras, el pasaje del ser-para-otro al ser-pa (desde luego, los nombres propios son el caso ejemplar) y el
ra-sí entraña un descentramiento radical de la cosa respecto vacío: ¿acaso el vacío no es precisamente el significado de este
de ella misma: este “sí” de “para-sí”, él núcleo más íntimo de ■dignificante puro? Este vacío, el significado del Uno, es el sujeto
su identidad, eá postulado, “puesto”, adquiere existencia real, . ■;del significante: el Uno representa al vacío (el sujeto) para los
sólo en cuanto es una vez más externalizado en una marca ótros significantes. ¿Qué otros? Sólo sobre la base de este
significante arbitraria. E l ser-para-sí equivale al ser de una cosa (Uno de la cualidad podemos llegar al Uno de la cantidad, al
para su símbolo: la cosa es “más sí misma” en su símbolo exter :Y^no como el primero de una serie de conteo. No sorprende
no arbitrario que en su realidad inmediata. Entonces que la misma expresión paradójica “el un Uno” (das
Si el correlato de algo es algo-otro, ¿cuál es entonces el fin e Eins; Vun Un) aparezca tanto en Hegel como en Lacan:
14
Slavo] Zizek Sobre el Uno
16 77
Slavoj Zizek Sobre el Uno
do original olvidado por el progreso de la historia). La posi dre) no tiene ninguna autoridad sobre este esloveno, el único inte
ción de Hegel con respecto a esta alternativa es paradójica: rrogante que queda abierto es cómo era posible que eludiera la psi
cosis. Puesto que se trata de un esloveno, probablemente no resulta
sostiene que el lenguaje no contiene una verdad intrínseca,
demasiado riesgoso proponer la hipótesis de que de algún modo, en
pero esa verdad no debe buscarse en oscuros orígenes, en una
el trasfondo, está oculta la figura ubicua de la madre; en otras pala
remota raíz original disipada por la instrumentalización pro bras, que era la madre (y no el padre) quien encarnaba la ley para él,
gresiva; esta verdad resulta más bien de los encuentros con . con tanta firmeza y severidad que bloqueaba la posibilidad misma de
tingentes que se producen más tarde. En principio, el lenguaje una relación sexual “normal”. Cuando el Nombre-del-Padre es
“miente”, hace invisible el movimiento dialéctico de los con reemplazado por el Nombre-de-la-Madre, una “vuelta de tuerca”
ceptos, pero a veces, gracias a algún accidente oportuno, pue adicional refuerza la presión sobre el sujeto de la deuda simbólica.
de emerger el contenido especulativo. Contrariando lo que 4. Tal vez este punto de vista podría caracterizarse como el del
sostiene la tradición platónica, la verdad no está contenida en embajador de Persia (de las célebres Cartas persas de Montesquieu):
una extraña mirada dirigida a nuestro mundo, para generar nuestro
el universal como tal: su emergencia es estrictamente una
extrañamiento respecto de él.
cuestión de coyunturas particulares.
5. Ring Landner, “Who dealt?”, en The Penguin Book of American
Short Stories, Harmondsworth, Penguin, 1969, págs. 295-306.
6. Desde luego, la interpretación paranoica de la historia sosten
N otas
dría que la narradora desempeñaba el papel de la parlanchína ino
cente que arruina la vida de sus compañeros con toda intención: para
1. Sigmund Freud/Edoardo Weiss, Lettres sur la pratique psycba-
vengarse del esposo, por el hecho de que no la amara.
nalytique, Toulouse, Privat, 1975, pág. 55.
7. Martin Jay, The Dialectical ímagination, Londres, Heineinann,
2. Ibíd., pág. 57. 1974, capítulo 7.
. 3. El esloveno “inmoral” mencionado no sólo encarna el modo
8. El “síndrome autoritario” es también sintomático en eí senti
paradójico en que están vinculados el goce y la ley, sino que oculta
do del sinthome, de una formación significante que estructura nues
además otra sorpresa, que nos lleva a la clave de la fantasía nacional
tro núcleo más íntimo de goce; lo demuestra la fascinación de la au
eslovena, al tema del “superyó materno”, de la madre (y no el padre)
toridad que es un componente crucial de su ejercicio, el goce que
como portador de la ley/prohibición. El esloveno de Freud trataba
acompaña a la subordinación del sujeto a la exigencia autoritaria: en
de aprovechar el proceso analítico de un modo singular. El papel del
el; “síndrome autoritario” la personalidad liberal ubica y organiza su
pago del paciente al analista es bien conocido, Al aceptar el dinero goce.
del paciente, se crea y conserva una distancia entre él y el analista; el
; 1 9. Pauí-Dominique Dognin, Les “sentiers escarpés” de Kdrl Marx,
analista puede mantenerse al margen del circuito íntersubjetivo del
I, París, CERF, 1977, pág. 132.
deseo en el cual el analizante'está atrapado (pago de la deuda simbó
10. La prueba fundamental de que Marx dominaba el doble re
lica, etcétera). Nuestro esloveno trastornaba esta condición analítica
flejo hegeliano es su deducción del capitalista a partir del concepto
básica de un modo particular, que le permitía incluso explotar eco
de capital. La relación del sujeto (la fuerza laboral) y el objeto (las
nómicamente su análisis. Weiss escribe:
Condiciones objetivas del proceso de producción) necesariamente se
V. t
H a c e algu no s días m e e n te ré d é q u e le m e n cio n ó al padre, com o í refleja dentro de la subjetividad de la fuerza laboral, y de tal modo ,
h o n o rario s m íos, una sum a un ta n to su p erio r a la que yo le había fijado. ■complica la lógica de la “reificación” (“relaciones entre cosas en lu-
E l padre acostu m braba pagar estas cuen tas en efectiv o . L e d io el dinero ; gar de relaciones entre personas”). No basta con sostener que en el
destinado a m í al p acien te, y éste se qued ó con la diferen cia. (Ib íd ., págs. capitalismo las relaciones entre los individuos aparecen en forma rei-
55-6.) Jicada como relaciones entre cosas; lo esencial es que la relación de
los individuos con las “cosas” se refleja en la relación entre los indi-
En cuanto el Nombre-del-Padre (la ley cuyo portador es el pa
18. 79
Skvoj Zizek Sobre el Uno
viduos, y la necesaria inversión de la “reificación” es la “personifica que en las familias corrientes no nos resultarían tan interesantes?
ción”, el proceso en virtud del cual las "cosas” asumen la forma de Porque, como resultado de la mencionada operación pura?nentefor-
“personas” (el capital se vuelve el capitalista), Esta segunda reflexión, mal, estos rasgos cotidianos sufren una especie de "transustancia-
esta reflexión “al cuadrado” en la que la primera (la “reificación”, ción” y comienzan a funcionar como emanación de la realeza.
"cosas en lugar de personas”) se refleja a su vez en las “personas” 17. Jacques Lacan, Écrits: A Selection, Londres, Tavistock, 1977,
constituye la especificidad de la autorrelación dialéctica. pág. 316 (traducción corregida) [ed. cast.: Escritos, 1 y 2, México,
11. Jacques Lacan, The Fonr Fundamental Concepts of Psycho- Siglo XXI, 1985].
Analysis, Londres, Hogarth, 1977, pág. 112 [ed. cast.: El Seminario. 18. Jacques Lacan, Le Séminaire, livre III: Les Psychoses, ob. cit.,
Libro IV. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos Ai pág. 169 [ed. cast.: El Seminario. Libro III. Las psicosis, Buenos Aires,
res, Paidós, 1994]. Paidós, 1984].
12. Para una introducción detallada a este concepto, véase Sla- 19. Jacques Lacan, Le Séminaire, livre XVII: VEnvers de la psycha-
voj Zizek, The Sublime Object ofldeology, Londres, Verso, 1989, ca rialyse (1969-70), manuscrito no autorizado.
pítulo 3 [ed. cast.: ob. cit,, nota 1 de la Introducción]. 20. Arthur Danto, Mysticism and Morality, Hannondsworth, Pen-
13. Jacques Lacan, Le Séminaire, livre III: Les Psychoses, París, . guin, 1976, pág. 82.
Seuil, 1981, págs. 281-306 [ed. cast.: Las psicosis, Buenos Aires, 21. Para un análisis materialista histórico, los puntos de especial
Paidós, 1984]. interés son los fenómenos en los que el dinero no ha sido aún redu
14. Ibíd., pág. 303. cido a un “equivalente general” neutro, cuando todavía atestigua el
15. Fredric Jameson, The Ideologies ofTheory. Minneapolis, Uni- peso material de relaciones sociales concretas. Un ejemplo obvio es
versity of Minnesota Press, 1988, pág. 7, vol. 1. la distinción aparentemente “irracional” y “superflua” entre la libra y
16. En este punto podemos ver por qué, si aplicamos al carisma la guinea (una libra y un chelín). ¿De dónde ha salido este misterioso
del rey esta lógica de la figura del judío como una “ilusión óptica”, excedente del cinco por ciento? Con la guinea se pagaba a los médi
no vale la objeción de que el rey de facto nunca funciona como un cos, abogados y otros profesionales: era una libra más una especie de
significante “vacío”. No vale la objeción de que los sujetos lo obede propina para quienes, por la dignidad de su posición social, no po
cen porque y sólo en cuanto creen en su realeza "sustancial”: lo que dían aceptar propinas. En la división kantiana de las facultades, estas
parece una objeción es en realidad la consecuencia básica de la pro profesiones se contaban entre las basadas en el “discurso del Amo”,
pia teoría criticada. Desde luego, una condición del carisma del rey . : y no en el “discurso de la Universidad”: tienen que ver con la creen
es que los sujetos crean en su realeza (como en el antisemitismo es cia y el poder (la creencia como fundamento del poder) y no con el
una condición de su eficacia que el sujeto perciba al judío como una conocimiento “impotente” (la facultad de teología, la facultad de de-
entidad sustancial, positiva, y no como la materialización de una 1 récho, la facultad de medicina).
operación textual puramente formal). En cuanto el mecanismo es ■.V'. 22. Un análisis adicional debería abordar la fuerza de trabajo, una
expuesto, pierde su poder. mercancía especial cuyo “valor de uso”, el trabajo en sí, es fuente de
En otras palabras, precisamente en cuanto es mal reconocida, la valor y, por lo tantq, produce un excedente o plusvalía sobre su pro
operación textual puramente formal determina el modo en que per pio valor como mercancía. Es aquí, en este punto de autorreferencia
cibimos al judío o al rey en su positividad material: en ausencia de : donde la fuerza que produce valor se intercambia por valor, encontramos
esta operación formal, el judío sería percibido como una persona el otro aspecto del dinero: no es sólo SI, el significante amo, el equi-
igual a las otras, y no como portador de algún mal intrínseco, miste : . Valente general, sino también el objeto. El correlato lacaniano de la
rioso, como alguien cuya misma existencia es engañosa. Lo que ocu plusvalía es el goce excedente encarnado en el objet petit a, el objeto /
rre con el rey es homólogo. ¿Por qué nos fascinan tanto los detalles / Càusa de deseo. El intercambio de la fuerza de trabajo por dinero
cotidianos de la vida de las familias reales? (¿Tiene un amante la ;; póstula entonces una equivalencia “imposible”:fuerza de trabajo - di-
princesa Diana? ¿Es gay el príncipe Andrés? ¿Es cierto que la reina una especie de “juicio infinito” hegeliano, cuyos términos son
Isabel a menudo se emborracha?) ¿Por qué nos fascinan esos detalles radicalmente incompatibles.
80
Slavoj Zizek r Sobre el Uno
Marx determina al proletariado como una subjetividad pura, sin restaurar, al tratar la Restauración como un ideal cuya realización se
sustancia, una pura posibilidad de actualización que se vuelve contra posponía indefinidamente, el Partido del Orden pasaba por alto el
sí misma (cuanto más produce el trabajador, menos posee, puesto hecho de que este ideal estaba ya plenamente realizado en el “reino sin
que el producto de su trabajo asume la forma de un poder extraño nombre de la república”, Ellos ya tenían en sus manos lo que buscaban,
dirigido contra él). De este modo Marx presenta su propia versión la “forma republicana” era la forma de aparición de su opuesto, el
de la fórmula hegeliana “el espíritu es un hueso” (el propio Hegel realismo como tal.
propuso la versión “la riqueza es la persona”, que ya prefigura a 27. Hegel’s Science o f Logic, Londres, Alien & Unwin, 1969, pág.
Marx): el proletariado es un sujeto sin sustancia, un vacío de pura 415 [ed. cast.: Ciencia de la lógica, Buenos Aires, Mondolfo, 1982],
potencialidad sin ningún contenido positivo, liberado de todos los 28. Un ejemplo perfecto de esta inversión hegeliana (el pasaje
vínculos sustancíales con las condiciones objetivas de producción, y del sujeto al predicado) se encuentra en la teoría de la relatividad.
una entidad que se vende en el mercado y es por lo tanto postulada Como se sabe, la revolución de Einstein en la concepción de la rela
como igual a una pieza muerta de metal (8 0/7, la conjunción de la ción entre el espacio y la materia se produjo en dos pasos. Primero,
subjetividad vacía, barrada, y la moneda, el objeto causa de deseo en él refutó la idea newtoniana de un espacio homogéneo, “uniforme”,
el capitalismo). Lo que dice Marx, discípulo de Hegel, es, desde lue al demostrar que la materia “curva” el espacio. Se debe a la materia
go, que no hay ningún 8 sin sostén en a: el sujeto no puede llegar a que el camino más corto entre dos puntos no sea necesariamente
su ser-en-sí, no puede liberarse de todos los lazos sustanciales y apa una línea recta; si el espacio es “atraído” por la materia, el camino
recer como el punto de la negatividad pura, a menos que sea puesto más corto es una curva. Pero éste fue sólo el primer paso de Eins
como equivalente a su antípoda absoluto, la moneda, esa pieza inerte tein; implica aun el concepto de la materia como una entidad sustan
de metal que uno puede tener en la mano y manipular a discre cial, un agente independiente del espacio, que actúa sobre él: lo cur
ción... va. La ruptura Eruptiva crucial fue generada por el segundo paso de
23. Ernst Nolte, Three Faces o f Fascista, Nueva York, Mentor, Einstein, su tesis de que la materia en sí no es más que espacio curvo.
1969, pág. 85. Ya en el nivel del estilo, esta inversión (de la materia qua causa
24. G. K. Chesterton, “A Defence of Detective Stories”, en H. que curva el espacio en materia qua la curvatura misma del espacio)
Haycraft (comp.), The Art o f the Mystery Story, Nueva York, The es profundamente hegeliana. Repite la figura que aparece reiterada
Universal Library, 1946, págs. 5-6. mente en Hegel, cuya forma general es ejemplificada del mejor mo
25. Digamos al pasar que ésta era ya la tesis de Adorno. En su do por la dialéctica de la esencia y la apariencia. No basta decir que
Negative Dialectics (Nueva York, Contínuuin, 1973) señaló que la la esencia (oculta) aparece de un modo distorsionado, que la aparien-
desvalorización filosófica tradicional de la retórica como herramien ú cia no es nunca adecuada a su esencia. Debemos añadir que la esencia
ta secundaria que no hace más que perturbar el enfoque directo de la misma no es más que esta dirtorsión de la apariencia, esta no-adecuación de
verdad, pertenece en realidad al ámbito de la retórica. El gesto retó la apariencia a sí misma, esta autofisura. (En los términos de la lógica
rico supremo consiste en renunciar a la retórica y referirse a ella de de la deflexión: la esencia se refleja en la apariencia, puesto que no es
modo negativo (“Lo que diré ahora no es pura retórica, lo digo se más que el reflejo-sobre-sí de la apariencia.) Esto es lo que está en
riamente...”). ! juego en el “pasaje del sujeto al predicado” hegeliano. Cuando He-
26. Karl Marx/Friedrich Engels, Collected Works, vol. 10, Lon gel dice que (en oposición al juicio del entendimiento, en el cual el
dres, Lawrence & Wishart, 1978, pág. 95. Incidentalmente, esta pa sujeto qua entidad sólida, sustancial, dada, es complementada por los
radoja del “reino sin nombre de la república” también sirve como ... predicados, sus atributos), el juicio especulativo se caracteriza por el
ejemplo perfecto de lo que significa la “reconciliación” hegeliana. El - “pasaje” del sujeto al predicado, la estructura de este pasaje paradó-
Partido del Orden creía en la Restauración, pero la posponía indefi jico se corresponde perfectamente con el mencionado ejemplo de la
nidamente, “preservando la forma republicana con su ira espuma teoría de la relatividad.
jeante e invectivas implacables contra ella” (ibíd., pág. 96). En sínte Primero, la curvatura del espacio es postulada como un “predica-
sis, al seguir cautivada por el espectro de la monarquía que había que j ■,; do” de la materia qua entidad sustancial; después, “el sujeto pasa al
82 83
Slavo] Zizek Sobre el Utio
predicado”; se pone de manifiesto que el sujeto real de este proceso 29. Es casi superfluo señalar la aplicabilidad de este concepto de
es la “curvatura misma del espacio”: en otras palabras, lo que antes la identidad al análisis de la identidad social. La tríada de la ley como
aparecía como predicado. Incluso la tesis hegeliana fundamental so opuesta al crimen, los crímenes particulares y la ley como crimen
bre la “sustancia como sujeto" tiene que aprehenderse contra el fon unlversalizado (el modo en que la ley misma, ante el contenido par
do de este pasaje del sujeto al predicado. La sustancia es el “sujeto” ticular de los crímenes, se escinde en ella misma y su propio reverso
en cuanto soporte sólido, idéntico a sí mismo, de sus “predicados”, obsceno, perverso) ya ha sido utilizada por Lilian Zac para analizar
mientras que el sujeto hegeliano es el sujeto (sustancial) que ha “pa el discurso ideológico de la dictadura militar argentina (véase su ma
nuscrito inédito “Logical Resources and the Argentinian Military
sado al predicado”.
Según la bien conocida crítica nominalista a Hegel que encon Discourse”, Colchester, University of Essex, 1989).
tramos en el primer Marx (entre otros autores), la mistificación bási En su confrontación con la amenaza subversiva “terrorista”, el
ca de la especulación hegeliana está en el modo en que el predicado discurso oficial se escindió en discurso público y discurso secreto.
comienza a funcionar como sujeto: “En lugar de concebir la idea En el nivel público, se organizó en torno a los valores de la unidad
universal como un predicado de los sujetos individuales, concebimos nacional, la ley y el orden, la paz pública, etcétera, contra la amenaza
estos sujetos individuales que existen concretamente como puros del enemigo subversivo omnipresente. Pero el discurso publico era
momentos-predicados de la Idea universal, verdadero sujeto del pro siempre acompañado por su doble sombrío: un discurso secreto en
ceso dialéctico”. Esta crítica dice la verdad sin advertirlo. Su único el que el “enemigo” era reducido a un objeto impotente de tortura;
problema es que le atribuye a Hegel el sustancialismo platónico de un discurso que hablaba de “desaparecidos”; el discurso de la llama
las ideas, como si la Idea hegeliana fuera un universal sustancial pla da “guerra sucia”, el cual, en nombre de la salvación nacional, per
tónico que penetra y anima la esfera de lo particular, la realidad ma mitía violar las normas legales y los derechos humanos más elemen
terial. En otras palabras, lo que pasa por alto es que la matriz funda tales; un discurso en el que emergía un goce obsceno generado por
mental de la dialéctica hegeliana es el mecanismo que expone como el hecho de que la razón de Estado transforma nuestra indulgencia
“secreto de la construcción especulativa”, como mecanismo oculto con las pulsiones sádicas en la realización del Deber patriótico [...]
de la “mistificación” dialéctica: es decir, la “inversión” de sujeto y Este reverso oculto del discurso oficial, que circunda a “lo que
predicado. En el curso del proceso dialéctico, lo que al principio se todo el mundo sabe” aunque no se habla de ello públicamente (los
presuponía como sujeto se transforma retroactivamente en algo “secretos públicos” sobre a quién se llevaron anoche, dónde están las
puesto por su propio “predicado”. cámaras de tortura y las tumbas colectivas, etcétera), no es una espe
Este trastrocamiento podría especificarse adicionalmente como la cie de mancha externa en la superficie inmaculada del discurso pú
inversión de la “alteridad” u “otredad de la conciencia” en la “con blico, sino su reverso necesario: la condición de su eficiencia. El dis
ciencia misma en su alteridad”. Consideremos la conocida tesis de curso público que se legitima con una referencia a la estabilidad y
Lévi-Strauss de que la descripción (etnológica) del “pensamiento sal paz sociales, etcétera, sólo sigue siendo “eficaz” mientras lo duplica
vaje” es una descripción salvaje de nuestro propio pensamiento. Lo un discurso oculto que difunde un terror generalizado, indefinible, y
un horror paralizante.
que aparece como una propiedad del objeto es en realidad una pro
piedad de nuestro, propio procedimiento interpretativo acerca del ob ■ 30. Jacqueline Rose, “Margaret Thatcher and Ruth Ellis”, New
jeto. Lo que aparece como la “alteridad de la cohciencia” (el exótico Vormation, 6, Londres, Routledge, 1989.
“pensamiento salvaje”, ajeno a nosotros) es “la conciencia misma en 31. Umberto Eco, Foucaulfs Pendulum, Nueva York, Harcourt
su alteridad” (nuestro propio pensamiento en su éstado ‘‘salvaje”). En Brace Jovanovich, 1989, pág. 69 [ed. cast.: El péndulo de Foucault,
otras palabras, lo que tenemos es una vez más la inversión del sujeto Buenos Aires, Ed. De La Flor, 1997].
en predicado: el sujeto sustancial opuesto a “conciencia”, que aparece 32. Andrzej Warminski, Readings in Interpretaron, Minneapolis,
como una entidad dada positivamente (“pensamiento salvaje”), pasa a ; University of Minnesota Press, 1987, pág. 110.
un "predicado”, a una determinación de esta misma “conciencia” que . 33. Jacques-Alain Miller, “Matrice”, Omicar?, 4, París, 1975,
¿pág. 6.
observa (el carácter “salvaje” de su procedimiento descriptivo).
84
Slavo] Zizek
Sokre el U?io
34. En la cuestionada proposición de Lacan “La Mujer no exis
puestos sustanciales y en consecuencia "olvide” que esos presupues
te”, la “existencia” debe concebirse en el estricto sentido hegeliano,
tos son puestos por su propia actividad? Por cierto, ¿cómo es esto
no simplemente como sinónimo de “ser”. En la Lógica de Hegel, la
posible, cuando, en el nivel de la reflexión postuladora encerrada en
categoría de la existencia tiene su lugar al final de la segunda parte,
su círculo, no hay, estrictamente hablando, nada que olvidar? O, pa
que trata sobre la “esencia”, pero el correlato de la existencia no es la
ra decirlo de otro modo: ¿cómo puede el sujeto que reflexiona caer
“esencia”, presentada en pareja con la "apariencia”; la “esencia” es el
de pronto víctima de la ilusión de que eí contenido sustancial está
ser en cuanto “aparece”, en cuanto es puesto como “mera aparien
; perdido para él, cuando no hay ningún contenido sustancial suscep
cia”. En efecto, el correlato de la existencia es el “fundamento” (das
tible de perderse antes de la experiencia de la pérdida? La respuesta,
Grund): la existencia es el ser en cuanto está “fundamentada”, funda
desde luego, es que para “olvidar” (o “perder”) algo, primero es pre
da en un Fundamento único universal que actúa como su “razón su
ciso olvidar que no hay nada que olvidar: este olvido es lo que por
ficiente”. En este preciso sentido “La Mujer no existe”: ella no posee empezar posibilita la ilusión de que hay algo que olvidar.
un fundamento único, no puede ser totalizada con referencia a algún
Por abstractas que puedan parecer, estas cavilaciones se aplican
principio abarcativo. En consecuencia podemos ver que esta tesis la-
inmediatamente al modo en que funciona una ideología: la lamenta
caniana excluye radicalmente la idea “chauvinista masculina” de que
ción nostálgica por los valores olvidados del pasado olvida el hecho
el hombre es el centro propio y fundamento de la mujer, en cuyo ca
de que esos valores no tenían ninguna existencia anterior a nuestros
so la mujer existiría: se sustrae al “dominio masculino” precisamente
lamentos, que los hemos literalmente inventado con nuestros lamen
en la medida en que no existe. tos por su pérdida...
35. Karl Marx, Grundrisse, Harmondsworth, Penguin, 1972, pág.
107.
36. Ibíd./pág. 99.
37. Hegel's Science o f Logic, ob. cit., pág. 583.
38. Ibíd.
39. A causa de esta metaforicidad original, el cif-amiento como tal
genera un goce excedente que no puede explicarse por la necesidad
de eludir la censura que prohíbe mencionar de modo directo, literal,
algún contenido. Uno de los casos supremos de goce procurado por
el ciframiento del significante es la obra de Bertolt Brecht titulada
Me Ti. Buch der Wendimgen, que traspone la historia del socialismo a
un relato sobre la guerra civil en un antiguo imperio chino (Trotski
se convierte en “To-Tsi”, y así sucesivamente). El efecto mismo de
“extrañamiento” que sirve como justificativo “oficial” del procedi
miento de Brecht (la necesidad de obligar al lector a tomar distancia
de su propia constelación histórica y observarla como un país exóti
co, extranjero, en el que las cosas pierdén su carácter evidente) pre
supone como base dq su eficacia el goce procurado por el acto de ci
framiento como tal. ' ’
40. HegeVs Science o f Logic, ob. cit., págs. 82-83.
4L En otro nivel, lo mismo ocurre con el pasaje de la “postula
ción” a la reflexión “externa”: ¿cómo es posible que la reflexión que
postula se conciba a sí misma como externa respecto de sus presu
puestos; cómo es posible que asuma la existencia de algunos presu
86
87
2. La caprichosa identidad
I. L a i m p o s i b i l i d a d
El “monismo ” de Hegel
nociiniento absoluto” como a un monstruo que amenaza con peración” (Aufljebimg) de las determinaciones externas, con
suprimir todo contenido particular, contingente, en la auto- tingentes, nunca se produce sin un cierto remanente: siempre
mediación de la Idea absoluta, y de tal modo “tragarse” nues hay un resto que se resiste a la internalización-superación dia
tra libertad más íntima y nuestra individualidad singular; este léctica, siendo al mismo tiempo su condición de posibilidad.
miedo adquiere la forma de la conocida paradoja de la prohi En otras palabras, lo que el movimiento dialéctico no puede
bición de lo imposible: el “conocimiento absoluto” es imposi explicar es un cierto exceso que es simultáneamente la condi
ble, es un ideal inalcanzable, un ensueño filosófico, y precisa ción de su posibilidad y de su imposibilidad...
mente por esta razón debemos luchar para que no nos ¿'Qué hay de erróneo en esta crítica? La clave está en la
tiente... En síntesis, el “conocimiento absoluto” es lo Real de gramática, en el empleo de los tiempos por Hegel. El mo
sus críticos: la construcción de una posición teórica inalcanza mento final del proceso dialéctico, la “superación de la dife
ble, “imposible”, que estos críticos deben presuponer para rencia”, no consiste en el acto de su superación, sino en la ex
definir su propia posición distanciándose de aquélla, afirman periencia de que la diferencia estaba siempre-ya superada; de
do, por ejemplo, la positividad del “proceso vital efectivo”, que, en un sentido, nunca existió efectivamente. La superación
irreductible al movimiento lógico del concepto.1 dialéctica es entonces siempre una especie de “deshacer” re
El enigma es por qué los críticos de Hegel necesitan este troactivo (Ungeschehen-Machen)] no se trata de superar el obs
adversario de paja para establecer su posición. Esto resulta táculo a la unidad, sino de hacer la experiencia de que el obs
aún más extraño por el hecho de que la mayoría de los defen táculo nunca lo fu e, de que la apariencia de “obstáculo” se
sores de Hegel, con una especie de mala conciencia, también debió exclusivamente a nuestra errónea perspectiva “finita”.
aceptan tácitamente la necesidad de distanciarse del monstruo Podríamos rastrear esta lógica paradójica hasta análisis
de la Idea que todo lo devora, e intentan “salvar a Hegel” particulares de Hegel, por ejemplo, su tratamiento del crimen
afirmando tímidamente que “en realidad, Hegel admite una y el castigo en la filosofía del derecho. La meta del castigo no
autonomía relativa de lo particular, y no anula simplemente es restablecer el equilibrio haciendo pagar el crimen, sino
todas las diferencias en la unidad de la Idea”. Por lo general afirmar que, en un sentido ontològico radical, el crimen no
se refugian en la conocida fórmula de “la identidad de la iden existió en absoluto, es decir, que no tiene efectividad plena;
tidad y no-identidad” (la cual, digámoslo al pasar, es más propia por medio del castigo, el crimen no es abolido externamente,
de Schelling que de Hegel). sino postulado como algo que ya antes era ontologicamente
Lo que no advierten los críticos ni tampoco esos defenso nulo. Llevada al extremo, la lógica del castigo en Hegel dice
res es el hecho crucial de que Hegel subvierte paradójicamen lo siguiente: ontològicamente, el crimen no existe, no es nada
te el “monismo” al afirmarlo de un modo mucho más radical más que una apariencia nula y vacía, y precisamente por esta ra
que el que sus críticos se atreverían a sospechar. La idea habi zón debe ser castigado.2
tual del “proceso dialéctico” es la siguiente: hay una escisión, ; I En este punto podemos ya ubicar el primer error de la
una dispersión de la unidad original; lo particular prevalece lectura desconstructiva de Hegel realizada por Derrida: ella
sobre lo universal, pero cuando la desintegración alcanza su ’derrumba una puerta abierta. Derrida señala la paradoja bási-'
punto culminante, se invierte en su opuesto, y la Idea logra ca del argumento de la “metafísica de la presencia” cuando
reunir-internalizar (ver-inñem) toda la riqueza de las determi ¡enfrenta fenómenos que tienen el estatuto de “suplementos”
naciones particulares, con lo cual reconcilia los opuestos... y son ejemplificados por la escritura, en la sucesión de argu-
En este punto, los críticos se apresuran a añadir que esta “su jpentos mutuamente excluyentes, del tipo del chiste freudiano
90
Slavo] Zizek La caprichosa identidad
de la olla prestada (“Nunca te pedí prestada una olla; además, contra la cual, en consecuencia, es imposible prevenirse. Sólo
la olla ya estaba rota cuando me la prestaste...”). La escritura cuando la infección se ha propagado, la conciencia, que sin ad
es totalmente externa a la presencia interior del significado, vertirlo ha cedido a su influencia, se percata de ella... cuando la
sencillamente el significado no concierne a su constitución; la conciencia se percata de la pura percepción [de la Ilustración],
esta última ya está difundida; la lucha contra ella refleja el hecho
escritura es extremadamente peligrosa en cuanto amenaza os
de que la infección se ha producido. La lucha es demasiado tar
curecer la inteligibilidad de la intención-del-significado...
día, y todos los remedios adoptados no hacen más que agravar la
Pero Hegel, paradójicamente y de un modo que para Derrida
enfermedad, pues ella ha aferrado la médula de la vida espiritual,
es impensable, asume abierta?nente ambas proposiciones: lo que es decir, el concepto de conciencia, o la pura esencia en sí de la
dentro de la metafísica tradicional funciona como un síntoma, conciencia. Por lo tanto, además, no hay ningún poder en la
un desliz que debe desenterrar el trabajo empeñoso de la conciencia que pueda superar la enfermedad. Como está presen
lectura desconstructiva, es en Hegel la tesis fundamental y ex te en la esencia misma, sus manifestaciones, mientras siguen ais
plícita: hay que luchar contra el crimen, por ejemplo, preci ladas, pueden suprimirse, y suavizarse los síntomas superficiales.
samente a causa de que no tienen ninguna consistencia onto Esto constituye una gran ventaja para ella, pues le permite no di
lògica. lapidar su poder ni mostrarse indigna de su naturaleza real, que
es lo que ocurre cuando irrumpe en síntomas y simples erupcio
nes antagonistas ai contenido de la fe y a sus conexiones con la
realidad del mundo externo a ella. Más bien, siendo por el mo
E l “tejer silencioso del Espíritu ”
mento invisible e imperceptible Espíritu, infiltra las partes no
bles de un extremo al otro, y pronto ha asumido la posesión
El rasgo crucial de esta “anulación retroactiva” dialéctica completa de todas las visceras vitales y los miembros del ídolo
es el intervalo que separa el proceso del cambio de “conteni inconsciente; entonces, “una hermosa mañana le da a su camara
dos” respecto del acto formal de cierre: la necesidad estructu da un empujón con el codo, y ¡bang!, ¡plaf! el ídolo cae al suelo”
ral de la demora del último respecto del primero. En un senti (Diderot, El sobrino de Rameau). “Una hermosa mañana” cuyo
do, en el proceso dialéctico “las cosas ocurren antes de que mediodía es exangüe si la infección ha penetrado en todos los ór
ocurran efectivamente”; todo está ya decidido, el juego ha ganos de la vida espiritual. Sólo la memoria conserva aún la for
terminado antes de que podamos tomar conocimiento de él, ma muerta del estado anterior del Espíritu como una historia
de modo que la “palabra de reconciliación final” es un acto , que se ha esfumado, no se sabe de qué manera. Y la nueva ser-
puramente formal, una simple enunciación de lo que ya había , piertte de la sabiduría elevada para recibir adoración puede de es-
: te modo desprenderse sin ningún dolor de lo que no es más que
tenido lugar. Quizás el ejemplo más sutil de este intervalo sea
una piel marchita.J
el tratamiento por Hegel de la lucha de la Ilustración contra
la superstición en la Fenomenología del espíritu, donde él habla
del “tejer silencioso e incesante del Espíritu en la simple inti De modo que el proceso dialéctico está marcado por una
midad de su sustancia”, que t doble escansión. Primero tenemos el “tejer silencioso del Es
píritu”, la transformación inconsciente de toda la red simbó
[...] es comparable con una expansión silenciosa o con la difusión, lica, de todo el campo del significado. Después, cuando la
digamos, de un perfume en una atmósfera que no se resiste. Es obra ya está hecha y todo está decidido “en sí mismo”, llega
una infección penetrante que no se hace notar de antemano co él momento de un acto puramente formal por medio del cual
mo algo opuesto al elemento indiferente en el cual se insinúa, y lá forma anterior del espíritu también se quiebra “para sí”. El
92 93
V v
punto crucial es que la conciencia llega necesariamente demasia ticos igualitarios con argumentos tomados del razonamiento
do tarde; sólo puede advertir que han retirado los cimientos de su adversario: señalan los efectos benéficos de la ley y el
bajo sus pies cuando la enfermedad infecciosa ya domina el orden en la libertad y el bienestar individuales, etcétera. En
campo. La estrategia de lo nuevo, de la “enfermedad” espiri general, podríamos decir que se gana una batalla ideológica
tual, debe entonces evitar la confrontación directa mientras cuando el adversario comienza a hablar nuestro lenguaje sin te
sea posible; debe ser un “tejer silencioso”, como la excava ner conciencia de ello. Lo que encontramos es el lapso ya
ción subterránea de un topo, mientras aguarda el momento mencionado. La ruptura nunca se produce “ahora”, en el pre
en que un leve empujón con el dedo bastará para derrumbar sente en que las cosas desembocan en una decisión. “En sí”, la
el poderoso edificio. batalla ha terminado antes de que estallara: el hecho mismo de
Esta lógica, ¿no evoca espontáneamente la conocida esce que comience es un signo inequívoco de que ya ha concluido, de que
na de los dibujos animados en la que un gato camina con toda “el tejer silencioso” ya ha hecho su trabajo, de que los dados
tranquilidad sobre el precipicio, pero cae cuando mira hacia ya han sido arrojados. El acto final de la victoria tiene siem
abajo y toma conciencia de que está en el aire? El arte de la pre un carácter retroactivo; la decisión final tiene la forma de
subversión no consiste en luchar con el gato mientras camina la afirmación de que todo está ya decidido.
sobre terreno firme, sino en permitir que continiíe con la ca No carece de importancia que hoy en día el citado pasaje
beza alta y, mientras tanto, socavar el fundamento mismo so de Hegel tenga connotaciones psicoanalíticas; el “tejer silen
bre el que se desplaza, de modo que una vez realizado el tra cioso del Espíritu” es el nombre que da Hegel a la reelabora-
bajo sea suficiente un simple silbido, un recordatorio para que cién inconsciente, y sería legítimo leer el pasaje citado como
mire abajo de sus pies, y el gato caerá solo. Además, ¿no esta una refinada descripción psicológica del proceso de conver
mos en el centro mismo de la idea lacaniana del “entre-dos- sión. Tomemos el caso de un ateo que se convierte en cre
muertes” {rentre-deux-morts)} A propósito de la “forma de la yente. A él lo desgarran feroces luchas interiores, la religión
conciencia” cuyo cimiento está ya socavado por el “tejer si lo obsesiona, escarnece agresivamente a los creyentes, busca
lencioso” del Espíritu, aunque aun no lo sabe, ¿no podríamos las razones históricas del surgimiento de la “ilusión religiosa”,
decir que ya está muerta sin saberlo, que sólo está aún viva etcétera: todo esto no hace más que probar que el asunto ya
porque no sabe que está muerta?4 En el pasaje citado, lo que está decidido. JLlya cree, aunque todavía no lo sabe. La lucha
dice Hegel es que al prestarse a tomar parte en el debate, al ihterior no termina con la gran decisión de creer, sino con la
responder a los argumentos de la Ilustración, la reacción mis sensación de alivio por el hecho de que, sin saberlo, él siem-
ma a la Ilustración ya estaba “infectada” por ella: aceptaba de pre-ya había creído, de modo que sólo le resta renunciar a su
antemano la lógica de su enemigo. vana resistencia y reconciliarse con su creencia. Lo que de-
La polémica de sir Robert Filmer con John Locke consti muestra del mejor modo que el psicoanalista tiene una per
tuye un caso paradigmático. Filmer intenta reafirmar la auto cepción refinada es su capacidad para reconocer el momento
ridad patriarcal con argumentos racionales propios de la Ilus eh que el “tejer silencioso” ya ha realizado su trabajo, aunque.
tración (se refiere a los derechos naturales, recorre un largo ;,el paciente esté aún asediado por dudas e incertidumbres.5
camino tratando de demostrar que al principio los reyes eran
los padres biológicos de sus súbditos, etcétera). Encontramos
una paradoja análoga en los neoconservadores modernos, que
aducen la necesidad de poner límite a los “excesos” democrá
94
Slavoj Zizek La caprichosa identidad
“De la nada a la nada a través de la nada ” que, con la derrota de Waterloo, Napoleón “se convirtió en
lo que ya era”, en un muerto; murió por segunda vez. Lejos
Una primera respuesta a la objeción de que Hegel es “mo de ser una excepción, una “demora” que perturbaba el curso
nista” consistiría entonces en afirmar que Hegel es incluso un “normal” de la dialéctica del proceso histórico, Napoleón en
“monista” más radical que lo que sus críticos osan imaginar: Elba es el paradigma de esta matriz elemental. Todo el pro
en el curso del proceso dialéctico, la diferencia no es “dejada ceso dialéctico transcurre “entre las dos muertes”, una enti
atrás”, sino que su existencia misma se cancela retroactiva dad “se convierte en lo que es” realizando su negatividad in-
mente. Sin embargo, ¿no nos encontramos en la posición in trínseca; en otras palabras, tomando conocimiento de su
sostenible de los defensores de un monismo absurdamente propia muerte. ¿Qué es el “conocimiento absoluto” sino el
“fuerte”, según el cual lo que efectivamente existe es el Uno y nombre del momento final de este proceso, cuando la “con
las diferencias son ficticias, sin ningún fundamento en la rea ciencia” se purifica de todo presupuesto de ser positivo, el
lidad? La salida de este aparente atolladero aparece en la na momento que se paga con una pérdida radical, el momento
turaleza circular del proceso dialéctico; a través de él, las co que coincide con la pura nada?
sas se convienen en lo que siempre-ya eran. Esta “nada” a la que se llega al final de la Fenomenología del
En general, se considera que este lugar común trillado espíritu no es más que otra designación del hecho de que “el
apunta al supuesto evolucionismo ontológico de Hegel; el de concepto no existe”, o, para decirlo en términos lacanianos,
sarrollo en su totalidad sería sólo una explicitación de lo que de que “el gran Otro no existe”, de que es una estructura pu
la cosa ya es “en sí”, implícitamente: una realización externa ramente formal “muerta”, sin ningún contenido sustancial.
de su potencial interior. El círculo del desarrollo dialéctico Aquí está la respuesta al reproche de “monismo absoluto”.
está entonces cerrado, nada nuevo ocurre en realidad, la se Hegel sólo parece un “monista” si le atribuimos un ser real,
milla ya es “en sí” el árbol, etcétera. Para disipar el espectro sustancial, al concepto, es decir, sólo si olvidamos la relación
de este evolucionismo ontológico que como regla se le impu k negativa descrita entre el conocimiento y el ser. La fórmula
ta a Hegel, es preciso invertir toda la perspectiva, introdu , hegeliana de tan mala reputación según la cual hay identidad
ciendo la dimensión de la negatividad radical: la “verdad” de entre la razón y la realidad, debe por lo tanto leerse de un
cualquier cosa (determinada, particular) reside en su autoanu- r... modo que difiere del habitual: significa que ni la razón ni la
lación. La proposición “una cosa se convierte en lo que siem- ' ' . realidad existen “en sí”.
pre-ya.ha sido” significa por lo tanto “en el curso del proceso
dialéctico, una cosa alcanza su verdad mediante la superación .. La realidad es en sí nula, carece de consistencia: sólo
de su ser inmediato”: un paso hacia la verdad implica por de “existe” en cuanto está fundada en la estructura concep-
finición una pérdida de ser. j.y tual, en cuanto estructurada a través de la razón.
Recordemos la distinción lacaniana entre las dos muertes, ••■■■$:*. Por otro lado, Hegel es antiplatónico por excelencia: na-
y conectémosla con la teoría hegeliana de la repetición en la ' da hay más extraño a él que una concepción sustancialista
historia: todos tenemos que morir dos veces. Napoleón, en del concepto (según la cual “sólo los conceptos existen
Elba, ya estaba muerto (su rol histórico había concluido), pe c efectivamente”). Todo lo que “existe efectivamente” es la
ro él aún realizaba agitación y trataba de recobrar el poder. naturaleza y la historia extraconceptuales; el concepto no
¿Por qué? Hay una sola respuesta posible: no tenía conciencia . es más que su pura estructura lógica, sin ninguna sustan-
de que estaba ?mieno. En este preciso sentido podríamos decir cíalidad.
R
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Slavo] Zizek La caprichosa identidad
En este sentido, podríamos decir que el “conocimiento dialéctico. El “Uno” del “monismo” de Hegel no es entonces
absoluto” implica el reconocimiento de una imposibilidad el Uno de una identidad que abarque todas las diferencias, si
absoluta, insuperable: la imposibilidad de acuerdo entre el co no un “U no” paradójico de negatividad radical que siempre
nocimiento y el ser. En este punto debemos invertir la fór bloquea la realización de cualquier identidad positiva. La “as
mula kantiana de las “condiciones de posibilidad” trascenden tucia de la razón” hegeliana debe concebirse precisamente
tales; un objeto dado positivamente sólo es posible, sólo surge contra el trasfondo de este imposible acuerdo del objeto con
contra el fondo de su imposibilidad; nunca puede “convertir sil concepto; no destruimos un objeto al destrozarlo desde
se en sí mismo” por completo, realizar todo su potencial, al afuera, sino, todo lo contrario, permitiéndole que despliegue
canzar la plena identidad consigo mismo. En cuanto acepta libremente su potencial y de tal modo llegue a su verdad:
mos la definición hegeliana de la verdad (el acuerdo de un
objeto con su concepto) podemos decir que ningún objeto es i:; La astucia [List] no es lo mismo que el engaño [Pfijjigkeit]. La
nunca “verdadero”, nunca “se convierte plenamente en lo que mayor astucia es la actividad abierta al público (el otro debe ser to-
efectivamente es”. Esta discordia es una condición positiva de la ¡mado en su verdad). En otras palabras, con esta apertura un
consistencia ontològica del objeto, no porque el concepto sea un hombre expone al otro que tiene en sí, aparece como es en y pa
ideal que el objeto empírico no alcanza nunca, sino porque el ra sí mismo y, por lo tanto, se deshace de sí mismo. La astucia es
concepto en sí participa del movimiento dialéctico. En cuan el gran arte de inducir a los otros a ser como son en y para sí
to un objeto se acerca demasiado a su concepto, esta proximi 1mismos y sacar esto a la luz de la conciencia. Aunque los otros
están en lo justo, no saben cómo defenderlo por medio de la pala
dad cambia al concepto mismo, lo desplaza. Tomemos por
bra. La mudez es astucia mala, mediocre. En consecuencia, un
ejemplo las tres formas del “Espíritu absoluto”: el arte, la re
■ verdadero maestro es en el fondo sólo el que puede provocar que
ligión y la filosofía. Una forma de arte en total acuerdo con el ■' el otro se transfomie a sí mismo a través de su acto.1
concepto de arte (en la cual la idea aparezca intacta en el me
dio de los sentidos) ya no sería arte sino religión; sin embar í La astucia de la razón simplemente toma en cuenta la
go, en la religión cambia la medida de la verdad, el concepto grieta ontológicamente constitutiva del otro: el hecho de que
al que el objeto debe corresponder. De modo homólogo, la el otro nunca corresponde plenamente a su concepto. Por lo
filosofía no es más que una forma de religión que correspon úfántq, no debe ser obstruido; basta con tentarlo a revelar su
de a su concepto.6 v.érdad, con la confianza de que de tal modo el otro se disol
verá (transformará). Este procedimiento tiene su lugar en las
raciones interpersonales más íntimas, así como en la estrate
La condición de (Imposibilidad gia política. Por ejemplo, en una relación interpersonal tensa,
-$pando alguien se queja del modo en que su compañero los
El cuadro del sistema hegeliano comò un todo cerrado fllpitra a ambos en da realización de su potencial, es sensato
que asigna su lugar apropio a cada momento parcial es por lo ;||eplegarsc y dejar el camino abierto a la supuesta víctima de
tanto profundamente engañoso. Cada momento parcial, por •'^opresión. Pronto resultará claro si detrás de la queja hay al-
así decirlo, está “truncado desde dentro”, nunca puede con |Mfi.contenido sustancial, o si toda la identidad del otro con-
vertirse plenamente “en sí mismo”, nunca puede alcanzar “su jppé én lamentarse y quejarse. Es decir: necesita el otro de-
propio lugar”, está marcado por un impedimento intrínseco, $.$peradamente la figura de un adversario “represivo en
y este impedimento es lo que pone en marcha el desarrollo pá:ausencia toda su identidad se desintegraría?
98 99
Skvoj Zizek La caprichosa identidad
Daniel Sibony ha reconocido el mismo procedimiento en intenciones. Lo que pasa por alto es que sus propias quejas
lo que él denominó “el trabajo de Mitterrand como analista”. contribuyen a la preservación de esas “condiciones” lamenta
En lugar de empujar a los comunistas a un gueto político, bles: es decir, que el alma bella es en sí misma cómplice del
Mitterrand les pidió sabiamente que se unieran al gobierno, desorden del mundo del que se queja. Encontramos elemen
poniendo a prueba su “capacidad para gobernar”. El resulta tos del alma bella en cierto tipo de “disidencia” en el “socia-
do es conocido. Resultó evidente que detrás de su retórica ■lismo real” que se derrumba. Incluso después de que el siste
“reformista” no había ningún contenido político sustancial. ma ha iniciado su desintegración terminal, esa “disidencia”
Ahora bien, debería quedar en claro en qué sentido Lacan, a sostiene con vehemencia que “nada ha cambiado realmente”,
principio de la década de 1950 (bajo la influencia obvia de qué detrás de una máscara nueva subsiste “el mismo antiguo
Kojéve), equiparó la posición del psicoanalista con la del sa rneollo bolchevique totalitario”, etcétera. Esa “disidencia” ne
bio hegeliano. La “inactividad” del psicoanalista consiste en cesita literalmente a un adversario totalitario, “bolchevique”.
no intervenir activamente en el trabajo del analizante, en ne Su “desenmascaramiento” compulsivo en realidad provoca al
garse a ofrecerle cualquier apoyo en la formación de ideales, adversario y lo lleva a desplegar su carácter “totalitario”. Vi
metas, etcétera: el analista sólo le permite, le hace posible lle ve totalmente en el momento, aguardando que “la máscara
gar a su contenido reprimido y articularlo en el medio de la caiga” y resulte evidente que el adversario es el mismo y viejo
palabra, con lo cual este contenido es puesto a prueba como partido totalitario. El “objeto del deseo” real de ese “disiden
su verdad. te” no es derrotar al adversario, y menos aún restablecer un
Uno de los grandes temas centrales de la desconstrucción Orden democrático en el cual el adversario se vea obligado a
derrideana es la ya mencionada inversión o complementado« aceptar el papel de un rival por el poder en pie de igualdad
de la fórmula trascendental kantiana de las “condiciones de con los otros, sino su propia derrota, en concordancia con la
posibilidad”. La condición infraestructural de posibilidad de lógica de “Tengo que perder, tengo que recibir un golpe du-
una entidad es al mismo tiempo la condición de su imposibi & ib, puesto que éste es el único modo de demostrar que yo te
lidad; su identidad-consigo-misma.sólo es posible contra el nía razón en mis acusaciones al enemigo”.
fondo de su autorreferencia, de una autodiferenciación y una Este razonamiento paradójico ilustra con claridad el ca-
autoposposición mínimas, que abren una brecha para siem :fácter intrínsecamente antagonista del deseo. Mi deseo “ofi
pre, obstruyendo la plena identidad-consigo-misma... Debe cial” es que el Partido Comunista se convierta en un acompa-
ría estar claro que la misma paradoja está inscrita en el núcleo fíánte.y rival democrático, pero en realidad temo ese cambio
de la dialéctica hegeliana. La “inversión” clave del proceso más que a la plaga en sí, pues sé muy bien que me haría per
dialéctico se produce cuando reconocemos en lo que al prin der píe y me forzaría radicalmente a modificar toda mi estra-
cipio aparecía como una “condición de imposibilidad” (como } tegia; mi deseo real es que el Partido Comunista no cambie,
un obstáculo para nuestra plena identidad, para la realización ;:^[ue siga siendo totalitario. La figura del enemigo, el partido
de nuestro potential) la condición de posibilidad de nuestra con-, •que supuestamente impide mi realización, es en realidad la
sistencia ontológica. ó|j)recondÍción misma de mi posición de alma bella; con esa fi-
En sentido estricto, ésta es la lección de la dialéctica del j ,.t.;|0fa yo perdería al gran Culpable, el punto con referencia al
“alma bella” en la Fenomenología del espíritu. E l “alma bella” \ TjCÜál mi posición subjetiva adquiere su consistencia. Es contra
lamenta incesantemente las crueles condiciones del mundo £ ; fondo como debemos concebir una proposición de Hegel
del que es víctima, que le impide la realización de sus buenas pí||úe,:encontramos en su Ciencia de la lógica: “Como camino de
100 101
Slavoj Zizek La caprichosa identidad
reconciliación, la fuerza negativa reconoce su propia presen- del mundo la verdad de su propia posición subjetiva, la carta
cia en aquello contra lo que lucha”. En el monstruo del “Par llega de todas maneras a destino: el desorden del mundo es
tido”, la fuerza negativa de la “disidencia” debe reconocer un mensaje que atestigua la verdad de la posición del sujeto;
una entidad de la que depende su propia consistencia ontoló- cuanto más ignorado es este mensaje, más insiste y continúa
gica, una identidad que le da significado a su actividad: en su “tejer silencioso”.
otras palabras, su esencia.
Esta lógica paradójica podría ser ejemplificada adicional
mente con una idea que es una especie de correlato en la filo Ih Reflexión
sofía analítica de la “astucia de la razón hegeliana”: la idea de
los “estados que son esencialmente subproductos”, elaborada La lógica de la remarca
por Jon Elster.8 Cuando, como resultado de la actividad del
sujeto, surge un cierto estado de cosas no deseado (cuando, > La lección de lo que hemos elaborado hasta ahora es que
por ejemplo, en un Estado “totalitario” en desintegración, un Hegel debe leerse cuidadosa y literalmente. Por ejemplo,
intento intimidatorio se dispara por la culata y fortalece a las cuando dice que el hueso más duro de roer del enfoque espe
fuerzas de la oposición democrática, como el asesinato de culativo es el reconocimiento de la identidad de los contrarios
Chamorro en los últimos meses de la dictadura de Somoza en como contrarios, descubrir la positividad en la negatividad mis
Nicaragua), el sujeto no tiene derecho a decir “Yo no preten ma, esto no significa que ios contrarios sean de algún modo
día esto", y de tal modo eludir su responsabilidad. En cuanto unificados, armonizados (contra lo cual siempre podríamos
la “realidad es racional”, precisamente la realización externa, aducir que en esta operación nunca deja de quedar un resto
social, de nuestras metas e intenciones es lo que demuestra su qué resiste a la síntesis), ni que la fuerza negativa sea de algún
verdadero significado; cuando realizamos nuestra intención, modo “invertida” y convertida en positividad, que la positivi
quedamos frente a su “verdad”. % dad la “envuelva” (contra lo cual siempre podríamos sostener
Este es también el modo de concebir la célebre proposi qué hay un exceso de negatividad que se resiste a la absorción
ción lacaniana de que quien habla recibe su propio mensaje Zfeii la positividad de la identidad mediada dialécticamente).
en forma invertida (en su verdad) del otro al que se dirige. El #^óm o hemos visto a propósito de la astucia de la razón, el
sujeto cuya actividad no da en el blanco, que consigue lo Agesto crucial del enfoque dialéctico consiste en presentar la
opuesto de lo que quería, debe cobrar fuerzas suficientes para í>|dhnensíón "positiva” (habilitadora, “productiva”) propia de lo
reconocer en este resultado inesperado la verdad de su inten negativo como tal; ese gesto, consiste en comprender que lo
ción. Es decir que la verdad es siempre la verdad del “gran que ha aparecido en primer lugar como una agencia pura-
O tro” simbólico; no se produce én la intimidad de mi expe : ;f|jÚénte negativa (obstructora) funciona como una condición
riencia interior, sino que resulta del modo en que mi activi ;l||Íúposibilidad positiva de la entidad a la que obstruye.
dad se inscribe en el campo “público” de las rélaciones inter El carácter erróneo de la opinión corriente sobre Hegel
subjetivas. Para citar la famosa frase final de Lacan en su kéÉlpge más clámente en este punto, a propósito de la inversión
“Seminario sobre «L á carta robada»”, “una carta siempre lle negativo en positividad. El hueso más duro de roer para
ga a su destino”. Aunque el alma bella no esté preparada para ' ^||yúnf()que no-dialéctico es la afirmación hegeliana de la
reconocerse como destinataria de la carta que le devuelve la |:..||j||ierza infinita de lo negativo”. Es decir que no basta con
realidad “social”, aunque se niegue a descifrar en el desorden^ ^ ’^ S p cé b ir a Hegel cómo el pensador de la negatividad, como
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Slavo] Zizek La caprichosa identidad
el filòsofo que se lanzó a la danza báquica de la negatividad inesperadamente a la renegación fetichista, a la fórmula
barriendo con toda identidad sustancial positiva. Lo que este sais bien, mais quand m ém e...” Su primera parte articula el co
enfoque deja al margen es simplemente la identidad en sí, el nocimiento que subvierte al punto de partida (Hegel como el
modo en que la identidad se constituye a través de la relación filósofo de la identidad metafísica, etcétera), mientras que la
refleja de lo negativo consigo mismo. Trataremos de echar segunda parte no refuta la primera, sino que simplemente
luz sobre este hueso duro a partir de un atolladero sintomáti vuelve al punto de partida y se aferra a él como a un artículo
co de la lectura derrideana de Hegel. ¿efe: “Sé muy bien que en Hegel cualquier identidad es sólo
Parecería que el abordaje derrideano de Hegel repite la un momento transitorio en el proceso de la diferencia, pero a
mencionada lógica paradójica del “suplemento” elaborado pesar de esto (yo sigo creyendo que) la identidad especulativa
por Derrida a propósito de su análisis modelo del papel de la en última instancia supera todas las diferencias”.
escritura en el texto platónico. Primero, la escritura es sim Encontramos lo que quizá sea el ejemplo más claro de esta
plemente excluida como una externalidad secundaria que no discordia en The Tain o f the M irror,9 de Rodolphe Gasche, li
afecta la presencia interior de la Idea; después, en segundo lu bro en el cual la relación entre la desconstrucción derrideana
gar, él se ve obligado a reconocer su proximidad inesperada, y la filosofía de la reflexión aparece elaborada con inmensa
como si la esencia interior estuviera siempre-ya afectada, in erudición y agudeza teóricas. Pero la primera sorpresa es el
cluso constituida por el proceso de escribir (por ello tenemos modo en que Gasche presenta como específicamente “derri
que repetir la exclusión de la escritura en otro nivel, dentro deana” toda una serie de proposiciones que parecen tomadas
de la Idea misma). Derrida y los intérpretes derrideanos de la Lógica de Hegel (por ejemplo, en las págs. 201-2): “cual
(Nancy, Lacoue-Labarthe, Gasche), de modo análogo, co quier entidad es lo que es sólo por estar dividida por el Otro
mienzan oponiendo a Derrida y Hegel, y presentan a Hegel al que se refiere para constituirse”. Esta es una cita casi literal
como una especie de antípoda efectivo de Derrida. del comienzo de la “lógica de la esencia” de Hegel. Para con
Dicen ellos que la dialéctica hegeliana es la culminación servar la distancia entre Hegel y Derrida, Gasche se ve en
de la metafísica de la presencia, la máquina lógica del concep tonces obligado a atribuir a Hegel una versión simplificada
to, que, por medio de su automediación, “supera” y abarca .absurda del “idealismo absoluto”, resumiendo las trilladas tri
toda heterogeneidad, cerrando el círculo de un movimiento vialidades de manual sobre “el Uno dialéctico que abarca al
teleologico en cuyo seno toda diversidad es postulada de an ■Uno y lo múltiple” (pág. 277, etcétera). Se llega a un extremo
temano como su propio momento ideal - y esto en contraste cuando Gasche refuta a Hegel por medio del propio Hegel: pre
con Derrida, quien afirma la diseminación irreductible del senta un supuesto límite de Hegel, y para trascenderlo aduce
proceso de la differance, la imposibilidad de encerrar este pro proposiciones elementales de la propia lógica hegeliana, co
ceso en el círculo de la identidad automediada... Pero, en se pio en el siguiente pasaje característico:
gundo término, esos intérpretes derrideanos reconocen que
es casi imposible trazar una distinción entre el proceso de la .
La posibilidad de comprender dialécticamente la oposición
autodiferenciación del concepto y el movimiento de la dijfe- entre lo duplicado y su doble como una relación de exteríoriza-
rance; reconocen qué la línea de separación entre ellos es casi Óción y reapropiación del doble en tanto negativo de lo duplicado
imperceptible, que su proximidad es casi absoluta. Por esta depende lógicamente de la duplicación originaria según la cual
razón, la delimitación que ellos dibujan debe repetirse y, co ningún ano puede referirse en su aparición a sí mismo salvo du
mo ya hemos señalado, la forma de esta repetición se asemeja plicándose en un Otro (pág. 228),
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Slavoj Zizek La caprichosa identidad
En síntesis, primero se le atribuye a Hegel una noción ab marcas; esta diferencialidad debe buscarse en su autorreferen-
surdamente simplificada de la reflexión dialéctica (“reapropia cia; toda serie de marcas, en cuanto sémica (portadora de sig
ción del doble como negativo de lo duplicado”); a continua nificado), “debe contener un movimiento tropológico adicio
ción se enuncia como condición de esta reapropiación, nal en virtud del cual el sema (la marca) se refiere a lo que
supuestamente para salir de la dialéctica, la percepción dialéc demarca las marcas, a los blancos entre las marcas que rela
tica elemental de que una entidad sólo puede referirse a sí cionan cada marca con todas las otras”.10 En síntesis, en cual
misma duplicándose en un Otro. quier serie de marcas hay siempre por lo menos una que fun
Esta ambigüedad intrínseca de la lectura desconstructiva ciona como “vacía”, “asémica”, es decir que remarca el
de Hegel surge con la mayor violencia a propósito del con espacio diferencial de inscripción de las marcas. Una marca
cepto crucial de “superación” {Aufbebung). Por supuesto, en la sólo se convierte en marca a través del gesto de remarcar,
primera etapa, Hegel y Derrida aparecen claramente opues puesto que sólo la remarca abre y sostiene el lugar de su ins
tos. Se llama Aufbebung a la superación dialéctica de las dife cripción.
rencias, al modo en que el concepto abarca la heterogeneidad, ¿No estamos así en medio de la “lógica del significante”
la diversidad, transformándose en un momento superado tal como la ha elaborado Jacques Alain Miller en sus dos bre
ideal de su propia identidad; las diferencias son reconocidas. ves textos “canónicos”, “Suture” y “Matrix”, 11 en el segundo
qua “superadas”, qua momentos de una totalidad articulada, de los cuales incluso emplea los mismos términos que Derri
mientras que todo el énfasis de Derrida está en un resto “in- da (la marca y el lugar vacío de su inscripción, sostenido por
fraestructural” que se resiste a la sublimación, que persiste en su una marca vacía adicional, etcétera)? ¿No es acaso la proposi
heterogeneidad, y precisamente como tal (como el límite de ción elemental de la “lógica del significante” (que Derrida de
la superación, como una roca en la que se basa necesariamen secha en una breve nota, rémarque, en De la gramatología) que
te la superación) es su condición positiva. Pero en una segun- toda serie de significantes debe contener un elemento exce-
ta etapa esta oposición entre la Aufbebung y su resto queda ^ dente paradójico que, dentro de esta serie, ocupe el lugar de
desdibujada. Por ejemplo, cuando en Dissémination Derrida la ausencia misma de significante o, para recurrir a la fórmula
aborda la problemática mallarmeana de la “remarca” (ré-mar- que durante mucho tiempo ha formado parte de la jerga, sea
qué), concede que la Aufbebung como matriz elemental de la un significante de la falta del significante? Es decir que, en
reflexión especulativa hegeliana es casi indistinguible de los cuanto el orden del significante es diferencial, la diferencia en
gráficos de la remarca, de modo que los,gestos de diferencia /' éí éntre el significante y su ausencia debe estar inscrita dentro
ción tienen que repetirse de un modo más refinado y ambi- dé él, y esta “valencia que no es sólo una entre otras”,12 ¿no es
güo. La lectura/reescritura derrideana de la remarca mallar él SI lacaniano, el significante amo, el significante-sin-signi-
meana merece un examen más .atentp puesto que, como Hficado, “asémico”, que siempre suplementa la cadena del co-
veremos, es allí donde Derrida se acerca más a la lógica laca- qlóciiniento (S2) y de tal modo la habilita? Además, el lugar
niana del significante. [ Ayácío representado por la remarca, ¿no es el “sujet barré' laca-
¿Cómo llegamos desde la marca {marqué) a la remarca? ) hiano, el sujeto del significante, de modo que esta matriz que
¿Por qué toda marca (todo trazo significante) tiene que ser y'|||á:la más elemental ya hace posible inferir la definición laca-
remarcado? El punto de partida de Derrida es el carácter di í^ifílana del significante como lo que “representa al sujeto para
ferencial de la textura de las marcas. Una marca no es más J(iodos los otros significantes”? La remarca, ¿no representa al
que un trazo, un haz de rasgos que la diferencian de otras ^llPpacio vacío de inscripción para todas las otras marcas?
ÍÉ® A
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Slavoj Zizek La caprichosa identidad
Para hacer “palpable” esta lógica de la remarca, recorde la Serenata N° 10 en Si Mayor). Podríamos decir que este se
mos cierto procedimiento que se puede encontrar en diferen gundo motivo “celestial” remarca, reenmarca de modo nuevo,
tes ámbitos del arte, desde la pintura (la relación entre figura el motivo inicial. Quizá podríamos también arriesgar la hipó
y fondo) hasta la música (la relación entre la melodía y el tesis elemental de que precisamente ese remarcamiento de los
acompañamiento) y el cine: la inversión paradójica por medio motivos, ese pasaje al acompañamiento, se pierde en Beetho-
de la cual lo que al principio aparece como motivo (figura), vén, en cuya obra sólo aparece excepcionalmente (por ejem
retroactivamente, después de ser remarcado por un nuevo plo, en el tercer movimiento de la Novena Sinfonía).13
motivo (figura) se convierte en acompañamiento (fondo), En el ámbito del cine, Alfred Hitchcock suele practicar
mientras en una inversión complementaria lo que al principio una inversión análoga. Es un ejemplo la famosa panorámica
parece como “puro acompañamiento” se convierte retroacti dé Los pájaros, que desde gran altura toma un pequeño pueblo
vamente en el motivo principal. Comencemos por las parado en el cuál acaba de estallar un incendio. Súbitamente entra en
jas gráficas de Escher. Su procedimiento básico es el interjue el cuadro un pájaro desde atrás de la cámara; pronto se le une
go dialéctico de la figura y el fondo, la gradual transformación uña pareja, seguida por toda la bandada. De tal modo se re
del fondo en figura, la remarcación retroactiva del fondo co marca la misma toma. Lo que al principio parecía una visión
mo figura y viceversa. El resultado paradójico de este inter de la escena desde un punto de vista “neutral”, objetivo, es
juego (por ejemplo, la incongruencia de una serie de escaleras mhjétivizado como la visión amenazante que las propias aves
por las cuales, si uno desciende, termina encontrándose de tienen de sus víctimas. Francis Ford Coppola utilizó un pro
nuevo en la cima) atestigua la presencia del sujeto: el sujeto es cedimiento semejante, aunque inverso, en los títulos inicíales
esta misma inconsistencia de la estructura -en nuestro caso, el de La conversación. La cámara muestra diversas escenas de un
vacío, la brecha invisible e “imposible” entre el escalón más parque lleno de transeúntes durante la pausa del almuerzo,
alto y el más bajo, llenada por una ilusión óptica-. Y la más con una banda sonora de voces extrañamente distorsionadas.
conocida de las paradojas visuales de Escher, la de dos manos Los espectadores pensamos automáticamente que se trata de
que sostienen lápices y se dibujan recíprocamente, ¿no es un un fondo neutro, sólo ilustrativo de los títulos, cuya única
caso perfecto de dos marcas que simultáneamente se “remar función es crear el clima correcto. Pero pronto resulta evi
can entre sí”? dente que la escena presentada durante los títulos (una agen
No obstante, para detectar la lógica de la remarca no se cia dé detectives intenta espiar con dispositivos electrónicos a
necesita buscar en los márgenes del arte, donde el arte se liria pareja adúltera) es la clave de toda la película. El punto
aproxima al engaño técnico (las paradojas, la anamorfosis, et crucial que no hay que pasar por alto es que la referencia al
cétera). Basta con considerar bajo otra luz las obras de la “co nivel imaginario de la Gestalt no basta para explicar este inter-
rriente principal”. Por ejemplo, Mozart. Todos conocemos el juégo dialéctico de “figura” y “fondo”. Las inversiones de este
lugar común de que la música de Mozart es “celestial”, “divi tipo solo son posibles dentro del universo del significante, es
na”. Esta caracterización tiene un grano de verdad. Apunta a decir, en un universo en el que por lo menos un elemento re
un procedimiento mozartiano típico, en el cual la melodía presenta el lugar de inscripción de todos los otros * Sin la ins- i
inicial es acompañada, por otra línea melódica que, por así de cfipcíón, sin la serie de elementos, sin un elemento que re
cirlo, desciende “desde arriba” y retroactivamente cambia el marca el lugar de inscripción de los otros, la distancia entre la
estatuto de la primera, convirtiéndola en un “acompañamien “figura” y el “fondo” no puede establecerse.
to” (el ejemplo más conocido es el del tercer movimiento de <' La dialéctica de la figura y el fondo permite discernir la
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Slavoj Zizek La caprichosa identidad
homología entre remarca y Aufhebung, señalada por el propio refiere al punto en que la textura de las mai'cas necesariamen
Derrida. Un elemento es “superado” (y este término implica te “refleja” en sí misma, dentro de sí misma, su propio espa
que lo superado ha sido también suprimido y conservado) cio de inscripción, sus propias condiciones de posibilidad,
cuando es remarcado por un nuevo marco, incluido en una desde luego que en la forma de su opuesto? El espacio vacío
nueva red simbólica, “elevado” en su elemento. En la men de inscripción (la falta) se refleja en la forma de una marca
cionada toma de Las pájaros, por ejemplo, la visión “objetiva” positiva, de “uno entre otros”. Gasche propone la siguiente
desde arriba de la ciudad es suprimida-y-conservada al ser re formulación concisa: “Al afectarse a sí misma mediante la re
marcada como una vista “subjetiva” de los propios pájaros. marca, al designar su propio espacio de engendramiento, la
“La cosa sigue siendo exactamente la misma que antes, pero rparca se inscribe dentro de sí misma, se refleja dentro de sí mis
de pronto su significado cambia por completo”; sigue siendo ma bajo la forma de lo que no es”.16 La lógica de la remarca,
la misma qua marca, pero es remarcada de un modo diferen ¿no es por lo tanto la matriz elemental del hegeliano movi
te. En este sentido, la inversión dialéctica sigue siempre la ló miento de autor reflexión del concepto? En De la gramatolo-
gica de la remarca: la cosa en sí en su inmediatez no cambia; gía, Derrida describe el modo en que Rousseau “inscribe la
lo que cambia es la modalidad de su inscripción en la red sim textualidad dentro del texto”, cómo “nos dice en el texto lo
bólica. También resulta claro por qué la remarca coincide que es el texto”. Los temas en los que se centra la lectura de-
con el SI lacaniano, el significante amo, el punto de almoha rrideana de Rousseau (por ejemplo, la “supleinentariedad”),
dillado. El efecto de almohadillado se produce cuando, con no son simples temas entre otros de la cadena; son temas que
una inversión súbita de perspectiva, lo que un momento antes describen (reflejan dentro del texto) la cadena textual en sí, el
era aún percibido como derrota se convierte en victoria. Con modo en que “opera” el propio texto. Por lo tanto, si, según
sideremos el caso de san Pablo, cuya relectura de la muerte de lo señala Gasche refiriéndose a Derrida, existe una coinciden
Jesús dio su perfil definitivo al cristianismo. Pablo no añadió cia casi perfecta entre la lógica de la remarca y el momento
ningún contenido nuevo a los dogmas ya existentes: todo lo reflexivo de la Attfhebung, ¿cómo distinguirlos entre sí?
$
que hizo fue remarcar como el mayor triunfo, como la reali La estrategia básica de Gasche consiste en trazar una dis
zación de la misión suprema de Cristo (la reconciliación de tinción entre la capa autorrefleja del texto (elementos, moti
Dios con la humanidad), lo que antes experimentaba como vos, por medio de los cuales la textualidad es reflejada, repre
una pérdida traumática (la derrota de Cristo en su misión sentada, dentro del texto) y su fondo “infraestructural”, las
mundana, su muerte infame en la cruz).14 Nos encontramos operaciones textuales que hacen posible y, en el mismo gesto,
de nuevo con un tema fundamental lacaniano: la "reconcilia qcultan esa reflexividad, que abren su espacio pero simultá
ción” no consiste en alguna clase de curación milagrosa de la neamente le impiden el éxito pleno y la coincidencia consigo
herida de la escisión, sino sólo en una inversión de perspecti mismo en un autorreflejo logrado. Gasche cita el pasaje si-
va por medio de la cual percibimos queda escisión en sí es ya fíjente de De la gramatología: “SÍ un texto siempre se da una
reconciliación: que, por ejemplo, la derrota y la muerte infa Cierta representación de sus propias raíces, esas raíces viven
me de Jesús son ya en sí mismas la reconciliación. Para reali : -y sólo por esa representación, porque nunca tocan el suelo, por,'
zar la reconciliación no tenemos que “vencer” la escisión, si ásí decirlo”. Comenta al respecto: “El discurso circunscrito
no sólo rem arcarla^ el que un texto se presenta es una representación constan
Además, esta lógica de la remarca, ¿no apunta al carácter te m e n te excedida por el sistema total de los propios recursos
de autorreflejo de lo que Derrida llama "textualidad”? ¿No se . t y leyes del texto”. 17
no m
i
1
Slavoj Zizek La caprichosa identidad
En este punto debemos permitirnos una breve lectura des dllamente erróneo. Le atribuye a Hegel una noción estricta
constructiva del propio Gasche. Su comentario pasa por alto mente prehegeliana del reflejo (“una representación especular
(o ubica mal) el énfasis de la proposición de Derrida. Gasche a través de la cual un sí-mismo se reapropia de sí mismo”), y
subraya el modo en que el autorreflejo está insertado en meca este concepto ignora lo que Hegel trató de circunscribir co
nismos infraestructurales que lo exceden, mientras que lo que mo “reflejo absoluto”. Si ésta fuera la concepción hegeliana
fundamentalmente dice Derrida en la proposición citada es lo del reflejo, por cierto no podríamos hablar de una “semejan
opuesto. Esos mecanismos infraestructurales “sólo viven por za” entre el movimiento de la reflexión y la remarca. Y desde
esa representación”; es decir que la textualidad misma del tex el punto de vista formal, este enunciado suena un tanto extra
to está sostenida por este autorreflejo. No hay ninguna “in ño en la boca de un desconstructivista. ¿Acaso el esfuerzo de
fraestructura” textual primordial que, como resultado, pueda la desconstrucción no apunta a desplegar el modo en que las
reflejarse de modo distorsionado, parcial, dentro del texto; la palabras nunca “significan (sencillamente) lo que han signifi
“textualidad” no es más que el nombre de este mismo proceso cado siempre”, el modo en que nunca alcanzan la plena iden
de autorreflejo textual: en otras palabras, de este proceso de tidad de su “significado propio”? Pero aquí nos vemos de
remarcamiento. Pero consideremos el principal argumento de pronto obligados a apelar a lo que “reflejo” “ha significado
Gasche contra la identificación de la “infraestructura de la re siempre”... ¿Y si el propio Hegel hubiera ya desconstruido el
marca” con el movimiento hegeliano de la reflexión: concepto de reflejo, haciéndolo funcionar de un modo desco
nocido en la tradición prehegeliana (y quizá también poshe-
Este tema [que describe la cadena en sf] no refleja la totali» gelíana)? ¿Y si precisamente en Hegel el “reflejo” ^ no (isig
dad de la cadena, si por reflejo se entiende lo que ha significado nificara Jo que ha significado siempre”?
siempre, una representación especular a través de la cual un sí-
mismo se reapropia de sí mismo. En lugar de reflejar en ella la
cadena del texto, “suplementariedad” remarca esa cadena del
mismo modo que ella misma es remarcada, es decir, restituida a j El abismo remarcado
la posición de una marca dentro de la cadena textual... La ilu
sión de que un tema o un concepto realizan una totalización re Para decidir este punto crucial, tenemos que considerar
fleja se basa en ía borradura representacional de su posición co con atención la línea argumentativa de Gasche. Contraria-
mo marca dentro de la cadena que tiende a gobernar. A causa de . . mente a lo que ocurre en el movimiento de la reflexión (en el
la remarca, la autorrepresentación y el autorreflejo nunca se pro - ■■ cual, por medio de una totalización reflexiva, su agente “do
ducen. Un tema o concepto sólo puede designar al texto en abis mina” a toda la cadena y “se reapropia” del contenido refleja
mo, es decir que su representación es la representación de una do), en la lógica derrideana de la remarca el elemento a través
representación.18
del cual se refleja la textualidad dentro del texto (el elemento
; v; que remarca el lugar de la cadena como tal) nunca “domina”
La primera frase es ya reveladora: sólo se pupde diferen ; a la cadena, puesto que él mismo ocupa la posición de uno de
ciar la remarca del reflejo presuponiendo que “el reflejo sig . j; , sus elementos, y es por lo tanto remarcado a su vez por todos;
nifica lo que siempre ha significado”; este enunciado es do . los otros.19 En consecuencia, un elemento sólo puede reflejar
blemente cuestionable: tanto desde el punto de vista de la ;lá textualidad en abismo, a través de una posposición intermi-
forma como del contenido. En el nivel del contenido (para nable: siempre hay un cierto exceso de remarca que elude la
recurrir a términos ingenuos que son apropiados aquí), es sen- ^ ^ to ta liz a ció n dialéctica.
112 113
Siavoj Zizek La caprichosa identidad
[.,.] de tal modo se añade a ía serie un tropo en demasía y, como me a una línea de pensamiento hegeliana particular que se
apoderado [...], representa lo que en realidad no pertenece a la adecúa perfectamente a la descripción realizada por Gasche
serie de semas, el no-significado contra el cual se destacan las del modo en que la remarca funciona como un excedente por
marcas plenas. Si ese tropo se sustrae a la serie que debe totali medio del cual tiene lugar la totalización: me refiero a la de
zar el concepto [de la marca], sin embargo, esta totalización deja ducción por Hegel de la monarquía, a partir de su filosofía
al menos una marca no explicada. De tal modo remarcado por el del derecho.
espacio de inscripción que demarca todas las marcas, ningún
En general, esta deducción suele ser desdeñada. Se ve en
concepto o tema de la marca podría llegar a coincidir con lo que
apunta a abarcar. La remarca es un límite esencial para toda re ella la prueba de una concesión de Hegel a las circunstancias
flexión coincidente o especular, una duplicación de la marca que históricas preburguesas, cuando no una demostración directa
hace imposible cualquier adecuación autorrefleja. Por razones de su conformismo. Causa sorpresa la inconsistencia y la in
estructurales, hay siempre más que la totalidad; ía valencia adi sensatez de Hegel, el filósofo de la Razón absoluta, sostenien
cional añadida por el delegado del espacio asémico de la diferen do que la decisión acerca de quién debe ser la cabeza del Es
ciación diacrítica de la totalidad de los semas siempre (infinita tado ha de basarse en el hecho no-racional, biológico, de la
mente) queda por explicar.20 ascendencia. Se señala que toda la argumentación hegeliana
depende de un juego de palabras sobre la “inmediatez”: para
La argumentación es clara. La totalización (conceptual) de ser efectiva -sostiene Llegel-, la unidad de Estado debe en
una cadena de marcas está siempre remarcada por una marca carnarse una vez más en un individuo, y sólo en su existencia
adicional que, dentro de la serie de las marcas sémicas, repre la Voluntad existirá por sí misma (logrará existencia inmedia
senta (ocupa el lugar de) su fundamento, su campo de inscrip ta); esta exigencia de inmediatez natural sería satisfecha del
ción, es decir, su diferencialidad, la diferencia entre las mar mejor modo precisamente por el linaje... No obstante, esta
cas como tales. La totalidad sólo tiene lugar como remarcada; crítica falla por completo: no se trata de que sea sencillamen
en cuanto se produce, siempre se añade una marca excedente. te errónea, sino de que, sin saberlo, confirma la idea básica de
En otras palabras, la totalización nunca totaliza todo; en vir Hegel. La monarquía constitucional es un todo orgánico arti
tud de una necesidad estructural, se logra por medio de un culado racionalmente, a cuya cabeza hay un elemento “irra-
exceso que en sí mismo sigue no totalizado, no explicado. Lo ■cioñal”, la persona del rey. Lo crucial es precisamente el he
que no es posible es una totalización que, a través de una cho acentuado por los críticos de Hegel: el abismo que separa
igualdad autorreflexiva consigo misma, se abarque a sí misma, ;aí Estado como totalidad racional orgánica, del factumbrutum
a su propia remarca -lo que la remarcaría a ella misma y de ^irracional” de la persona que encarna el poder supremo, es
tal modo establecería una auto coincidencia transparente. Pe decir, por medio de la cual el Estado asume la forma de la
ro -dice Gasche- la reapropiación reflexiva hegeliana es pre subjetividad. Contra la objeción de que de tal modo el desti-
cisamente esa totalización imposible en la cual el campo de 'ho del Estado queda librado a la contingencia natural de la
las marcas remarca (refleja) sus propias condiciopes sin nin (constitución psíquica del soberano (su sabiduría, honestidad,
gún resto, en la cual el marco del texto es inscrito en el texto /Coraje, etcétera), Hegel replica:
mismo, que lo explica, da razón de él. ¿Se sostiene este argu
mento? ¿Es efectivamente un argumento contra Hegel? En L '. [...] esto se basa en un presupuesto trivial, a saber: que todo de-
lugar de dar una respuesta formal, me arriesgaré a una “refu 1^ : pende del carácter particular del monarca. En un Estado coin-
tación empírica”, por ingenua que pueda parecer, refiriéndo - plctainentc organizado, se trata sólo del punto culminante de la
114
V v
decisión formal Es por lo tanto un error pedir que el mo tenido simbolizado. El monarca sólo puede realizar esta tarea
narca tenga cualidades objetivas; él sólo tiene que decir “sí” y en la medida en que su autoridad sea de naturaleza puramen
ponerle el punto a la “i” [...] cualquier otro poder que pueda te te performativa y no basada en sus capacidades efectivas, Se
ner el monarca además de este poder de la decisión final, forma supone que sólo sus consejeros, la burocracia total en general,
parte y parcela de su carácter privado y no debería tener ninguna han sido escogidos de acuerdo con sus respectivas capacidades
consecuencia [...]. En una monarquía bien organizada, el aspec
y su idoneidad para las tareas requeridas. Por lo tanto, se
to objetivo pertenece exclusivamente a la ley, y la parte del mo
mantiene la brecha entre los empleados del Estado que deben
narca consiste sólo en sumarle a la ley el “yo quiero” subjetivo.21
obtener su puesto por medio del trabajo duro, demostrando
De modo que el acto del monarca es de naturaleza pura sus méritos, y el propio monarca como punto de la pura auto
mente formal: su marco está determinado por la constitución ridad del significante:
política, y el contenido concreto de sus decisiones le es pro
puesto por sus consejeros, de modo que "a menudo, lo único la multitud de individuos, la masa del pueblo, enfrenta a un
que tiene que hacer es firmar con su nombre. Este nombre es individuo Unico, el monarca: ellos son la multitud, el movimien
to, la fluidez; él es la inmediatez, lo natural. Sólo él es natura/, es
importante. Es la última palabra, más allá de la cual no se
decir, en él se refugia la naturaleza', él es su último resto, un resto
puede ir.”22 positivo) la familia del príncipe es k única familia positiva (todas
Con esto queda todo dicho. El monarca funciona como las otras deben ser dejadas atrás), los otros individuos súk tienen
un significante “puro”, un signifícante-sin-significado; toda ' valor en cnanto están desposeídos, en cuanto se han hecho a sí mis»
su realidad (su autoridad) reside en su nombre, y precisamen mos,?4
te por esta razón su realidad física es totalmente arbitraria y
puede quedar librada a las contingencias biológicas del linaje. Esta coincidencia de la pura cultura (el significante vacío)
El monarca encarna entonces la función del significante amo con el resto de la naturaleza en la persona del rey, entraña la
en su mayor pureza; es el Uno de la excepción, la protuberan paradoja de la relación del rey con la ley: en términos estric
cia “irracional” del edificio social, que transforma la masa tos, el rey no puede violar la ley, puesto que su palabra hace la
amorfa del “pueblo” en una totalidad concreta de costumbres. ley inmediatamente; sólo contra este trasfondo se llega a la
Por medio de su ex-sistencia de significante puro, él constitu ^ justificación racional de la prohibición incondicional kantiana
ye el todo de la trama social en su “articulación orgánica” (or-_ . respecto del derrocamiento violento del rey. En este sentido,
ganische Gliederung), el excedente “irracional” como condición ■■ el monarca funciona como una personificación de la “parado
de la totalidad racional, el exceso del significante “puro”, sin ja1escéptica” de Wittgenstein: no podemos decir que este ac
significado, como condición del todo orgánico de significan- to viola la regla, puesto que la (re)define. Todos los otros su-
te/significado: “Tomado sin su monarca y sin la articulación ; jetos están marcados por la brecha que separa para siempre su
del todo que es la concomitancia indispensable y directa de la Realidad “patológica”, lo que ellos efectivamente son y hacen,
monarquía, el pueblo es una masa informe y ya' no un Esta ; ; . tespecto del orden ideal de lo que deben ser: ellos nunca co-
do”.23 vlErresponden plenamente a su concepto y, en consecuencia,
En otras palabras, el monarca no es sólo un “símbolo” de v ;í (»peden ser juzgados y medidos por su (inadecuación a aquél;
la comunidad: es decididamente más. A través de él, en él, la vllfíkmonarca, en cambio, es inmediatamente la actualidad de su
comunidad alcanza su ser-para-sí y de tal modo se realiza: es apropio concepto. Para decirlo en términos kantianos: el rey es
un símbolo paradójico por medio del cual se actualiza el con- cosa que ha adquirido existencia fenoménica, un punto
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Slavoj Zizek La caprichosa identidad
de cortocircuito entre el orden nouménico de la libertad (la Desde la reflexión frustrada alfracaso reflejado
ley moral) y el nivel de la experiencia fenoménica: más preci
samente, aunque él no es la Cosa, nosotros, los súbditos, esta El rasgo crucial es entonces que el monarca hegeliano cae
mos obligados a actuar como si fuera la Cosa encarnada. frera de la mediación dialéctica de naturaleza y Espíritu. El
De modo que la paradoja del monarca hegeliano consiste presenta un punto de pasaje inmediato de una al otro, un pun
en que, en un sentido, él es el punto de locura de la trama so to paradójico en el cual el puro nombre, la pura agencia del
cial; su posición social está determinada inmediatamente por significante, se aferra inmediata?nente al “último residuo” de lo
su linaje, por la biología; él es el tínico individuo que, por su natural positivo, a lo que NO ES aufgehohen, superado, por
“naturaleza”, es ya lo que (socialmente) es: todos los otros de jtpedio del trabajo de la mediación... En esta posición del mo
ben “inventarse” a sí mismos, elaborar el contenido de su ser narca, ¿no tenemos un caso claro del elemento que, en su re
por medio de su actividad. Como siempre, Saint-Just tenía lación con la totalidad semiótica (del Estado) funciona preci
razón cuando, en su acusación contra el rey, exigió su ejecu samente como una “remarca” en el sentido derrideano del
ción, no a causa de cualquiera de sus hechos específicos, sino término? Este elemento, ¿no es “más que la totalidad”, no se
simplemente porque era rey. Desde un punto de vista republi “desprende” de la totalidad racional del Estado, en cuanto úl
cano, el crimen supremo consiste en el hecho mismo de ser el timo residuo de la naturaleza (de la no-razón), pero precisa
rey, y no en lo que él haga como rey. mente como tal “refleja” el espacio mismo de articulación de
En este punto Hegel es mucho más ambiguo que lo que la totalidad racional? ¿No es un elemento que literalmente
podría parecer. Su conclusión es aproximadamente la siguien “representa lo que no pertenece a la serie de los semas”, la na
te: en la medida en que un amo es indispensable en política, turaleza en su inmediatez? El monarca es un cuerpo extraño
no debemos condescender con el razonamiento de sentido dentro de la trama del Estado; la mediación racional “no da
común según el cual “el amo debe ser por lo menos tan sabio, cuenta” de él. N o obstante, precisamente como tal, es el ele
valiente y bueno como resulte posible...”. Por el contrario, mento a través del cual se constituye la totalidad racional. Allí
ñ
tenemos que mantener la mayor brecha posible entre la legi ésta el secreto de la mediación dialéctica de los elementos so-
timación simbólica del amo y el nivel de las calificaciones : piales por la totalidad racional del Estado. Esta mediación só
“efectivas”, localizar la función del amo en un lugar excluido lo puede ser generada por la vía de un residuo “irracional” de
del todo, reducirlo a una agencia de decisión puramente for naturaleza no-mediada, es decir, por el estúpido hecho bioló-
mal, de manera que no importe que sea en realidad un idio ! - gico de) cuerpo del monarca. En otras palabras, lo que la des-
ta ...25 En el punto mismo donde Hegel parece elogiar a la ; 'ó. construcción derrideana saca a la luz después de un gran es-
monarquía, traza una suerte de separación entre SI y a, entre fuerzo y declara como límite intrínseco de la mediación
el significante puro y el objeto. Si el poder de fascinación ca- . ; .. dialéctica (el punto en el cual el movimiento de la Aufhebung
rismático del rey depende de una concomitancia de SI y a (de ¡v|;p|pecesañámente fracasa), en Hegel aparece directamente pos-
la ilusión de que el significante amo oculta profundamente ,áy|í bilado como el momento crucial de ese movimiento. “Todo
dentro de sí al objeto precioso), Hegel los separa y nos mues flllijjuede ser mediado”, superado en su inmediatez y postulado1
tra, por una parte, a SI en su tautología imbécil de nombre ;p9tno momento ideal de la totalidad racional, con la condi
vacío, y por la otra al objeto (el cuerpo del monarca) como
puro excremento, un resto anexado al nombre.26
I ción de que ese mismo poder de inmediación absoluta sea en-
.^.wi^fdado-de nuevo en la forma de su opuesto, de un residuo
iherte, no-racional, de la inmediatez natural. Es posible que
118 119
V v
ahora veamos por qué la concepción del monarca es “entre torsionada, desplazada, “sesgada”; en síntesis, con una pers
todas las concepciones, la más difícil de razonar”,27 incluso pectiva remarcada. De este modo Derrida ubica mal como un
más difícil que la concepción desconstructiva.28 limite de la reflexión lo que en Hegel es el verdadero rasgo
Por esta razón debe asignársele todo su peso y considerar fundamental de la reflexión “absoluta”. Por supuesto, la refle
se más literalmente la siguiente proposición de Gasche: “Así xión siempre se frustra en última instancia: ninguna marca
remarcado por el espacio de incripción que demarca todas las positiva incluida en la serie puede representar/reflejar “exito
marcas, ningún concepto o tema de la marca puede llegar a samente” el espacio vacío de la inscripción de las marcas. Pe
coincidir con lo que apunta a abarcar”. Por su mera presen- ro es este mismo fracaso como tal el que “constituye ” el espacio de
cia, la remarca (que representa el lugar de inscripción de las inscripción. El “lugar” de la inscripción de las marcas no es más
otras marcas-temas) obstruye, impide que las otras marcas que el vacío abierto por el fracaso de la remarca. En otras pa
coincidan consigo mismas, que logren su plena identidad. La labras, sin la remarca no hay espacio infraestructura! de la
identidad-eonsigo-misma de una remarca encarna la negativi- inscripción de las marcas. La remarca no “representa’Vrefleja
dad, la autofísura inherente a todas las marcas, en la medida alguna red infraestructura! constituida previamente: el acto
en que esta identidad consiste en la coincidencia imposible de mismo de la reflexión en tanto frustrada constituye retroactivamen
un elemento con el lugar vacío de su inscripción (ésta es la te lo que la elude.
definición de la identidad en Hegel y Wittgenstein). En vir Para aclarar este problema crucial, volvamos a Gasche.
tud de su mera presencia, eJ monarca sirve como recordatorio Según él, los “límites de la Aufhebung especulativa” consisten
de la inestabilidad fundamental de la trama social, del hecho en el hecho de que ella
de que io que llamamos “sociedad” es la congelación de una
violencia original que en cualquier momento puede volver a es incapaz de dar cuenta de la remarca como tal, no sólo porque
irrumpir y pulverizar el orden establecido. Por lo tanto, el esta infraestructura no puede ser fenomenologizada y experi
monarca es el punto que garantiza la estabilidad y la consis mentada, sino también porque por.lo menos una de sus repre
tencia y, al mismo tiempo, la encarnación de una negatividad sentaciones (es decir, por lo menos una figura en la que ella de
radical: es el elemento central con referencia al cual la estruc saparece) queda sin que se dé cuenta de ella. Esta última figura
tura obtiene estabilidad y significado, el punto de identidad es fundamentalmente la figura de la Aufhebung en sí.30
que en su núcleo coincide con su opuesto.29
Debe estar claro ahora por qué la premisa básica de la crí • Lo que debería suscitar nuestra sospecha es el empleo de
tica derrideana a Hegel (que el Aufhebung en sí no puede ser la aparentemente inocente figura de “no sólo... sino tam
aufgehoben, que la remarca en sí está a su vez siempre-ya re bién...”, la enumeración de dos razones por las que h A u fh e-
marcada por la serie dentro de la que aparece inscripta) yerra . bjing necesariamente fracasa: por un lado, el exceso inalcanza-
por completo su objetivo. Según Derrida, la Aufhebung signi ble, siempre elusivo de la “infraestructura”, que nunca puede
ficaría una inscripción/remarca “exitosa” del espacio en la se ácsr plenamente reflejado dentro del texto; por el otro, el ex
rie de marcas, es decir, de la textualidad en el texto. Contra puso inexplicable de la figura misma de la Aufhebung que min
esta “ilusión”, él señala que la remarca nunca puede reflejar ada puede totalizarse a si misma. La paradoja consiste en que la
enteramente la cadena de marcas, que nunca podría coincidir yjfélación entre estos dos “excesos” que supuestamente se sus-
plenamente consigo misma en un autorreflejo perfecto: el Jtyáen al movimiento de la reflexión es en sí misma reflexiva,
texto siempre se refleja-en-sí-mismo con una perspectiva dis- mero tenemos el exceso de lo que se sustrae al movimien-
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Slavo] Zizek La caprichosa identidad
to reflexivo de la Aufhebung y después, el exceso de este mis de (im)posibiíidad. En consecuencia, cuando Gasche habla de
mo movimiento de la Aufhebung. Y pasamos de Gasche (y “un tropo en demasía” sumado a la serie de las marcas séini-
Derrida) a Hegel al comprender que éste “no sólo... sino cas, lo que debe señalarse es que este “uno en demasía" es preci
tam bién...” es superfino, que los dos excesos no son más que samente el Uno como tal; después no hay ningún Uno al que se
dos aspectos del mismo gesto, que en lugar de “no sólo... si le pueda añadir un “uno en demasía”: el Uno es “original
no tam bién...” debe haber un “videlicet”, que el exceso inal mente” uno-en-demasía, el significante-uno cuyo significado
canzable de la “infraestructura” se constituye por medio de la es el vacío.34
Aufhebung como aquello “de lo que no se pude dar cuenta”. De modo paradójico, Derrida queda prisionero de la con
La “reflexión absoluta” hegeliana no es más que el nombre de cepción (en última instancia “de sentido común”) que apunta
esa relación “reflexiva” entre estos dos excesos. Por así decir a liberar la heterogeneidad de las coacciones de la identidad;
lo, se trata de una reflexión redoblada, la remarca reflexiva del queda prisionero de una concepción obligatoria para presu
excedente mismo que se sustrae a la reflexión.31 poner un campo de identidad constituido (la “metafísica de la
Comienza entonces a tomar forma el bosquejo de una po presencia”) y poder aplicarse a la tarea interminable de su
sible crítica hegeliana a Derrida. Lo que no advierte Derrida subversión. La respuesta hegeliana sería la siguiente: nosotros
es el meollo “negativo” de la identidad en sí, el hecho de que “desconstruimos” la identidad examinando retroactivamente
la identidad como tal es una “determinación refleja”, una pre la identidad en sí como una “determinación reflexiva”, una
sentación invertida de su opuesto. Consideremos la siguiente forma de aparición de su opuesto; la identidad como tal es la
proposición de Gasche: más alta afirmación de la diferencia, es el modo en que la di-
ferencialidad, el espacio de las diferencias “como tal”, se ins
En la medida en que [el] espacio asémico es representado por cribe-refleja dentro del campo de las diferencias (de la serie
un apoderado dentro de la serie y sumado a ella, metafórica o de las diferentes determinaciones).
metonímicamente se transforma en una marca, es decir, precisa Este es un hueso duro de roer incluso para ios seguidores
mente en lo que supuestamente él hace posible.32
de Hegel que siguen fascinados por el “poder de lo negativo”,
por la danza salvaje de la negatividad que licúa todas las de-
La paradoja de la remarca consiste entonces en que su : terminaciones sólidas, positivas. Para ellos, el “secreto final”
identidad representa a su propio opuesto (la pura diferencia, de la especulación dialéctica está todavía fuera de su alcance.
el espacio entre las marcas), que el Uno de la remarca repre El “punto de vista del entendimiento” (que Hegel denomina
senta el blanco de su propio lugar de inscripción, etcétera. “razonamiento abstracto”) está hechizado por el eterno “fluir
Basta con agregar que esta paradoja, lejos de caracterizar la de las cosas” que condena a muerte a cualquier forma sólida
identidad adicional de la remarca, de suplémentar la identi v definida, y en virtud del cual cualquier identidad fija es sólo
dad de las marcas “ordinarias”, define la idéntidad como tal. La un momento efímero de la vorágine omnipresente de la gene
“identidad” de un objeto consiste en el rasgo que remarca el ración y la corrupción. Lo que se sustrae a este enfoque no es
espacio asémico de su inscripción (el “significanté sin signifi v la “mediación” de todas las formas sólidas, fijas, por el poder
cado” lacaniano). En otras palabras, toda identidad-consigo- m negativo de la “licuefacción”, sino el pasaje inmediato de esta
mismo no es más que el “sustituto o los sustitutos séinicos del < “licuefacción” a un punto de identidad-consigo-mismo inerte,
espaciamiento semiabierto que [la] hace posible”,33 es decir, y fija, del mismo modo que el Estado como agencia de la “me
el representante invertido del espacio de su propia condición d iació n ” racional de la sociedad sólo adquiere plena realidad,
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Slavo] Zizek La caprichosa identidad
se realiza, en la inmediatez “irracional”, inerte, del cuerpo del reflexión siempre falla, que el sujeto siempre encuentra en el
monarca. Para el punto de vista del entendimiento, esto po espejo algún punto negro, un punto que no le devuelve su
dría significar solamente que la persona del monarca simboli imagen especular, en el cual no puede reconocerse. Pero pre
za, representa la totalidad del Estado, pero lo que no puede cisamente en ese punto de “extrañeidad absoluta” el sujeto -el
captar es que el monarca, en su misma corporalidad, es el Es sujeto del significante, S, no el yo imaginario, cautivo en la re
tado de un modo que está lejos de ser metafórico. No puede lación especular m-Í(a) estará inscrito en la figura. El punto
captar que lo que el monarca “simboliza” (“representa”) no negro de la figura especular es, por lo tanto, estrictamente
tiene ninguna consistencia fuera de esta “representación”. constitutivo del sujeto; el sujeto qua sujeto de la mirada sólo
es en cuanto la figura especular que mira es intrínsecamente
,incompleta (es decir, en cuanto contiene una mancha “patoló
E l estaño del espejo gica”); el sujeto es correlativo de esa mancha.
' En esto consiste, en última instancia, la constante referen
En realidad, el error básico del libro de Gasche queda cia de Lacan a la anamorfosis; Los embajadores de Holbein
ejemplificado del mejor modo por su título: El estaño del es ejemplifica literalmente la proposición especulativa hegeliana
pejo, la parte donde la superficie reflectora está rayada, de mo sobre la frenología: “El espíritu (= sujeto) es un hueso (= cala
do que vemos el revés oscuro. En la línea argumentativa de vera)”, es decir, el punto ciego del cuadro. En la inversión de
Gasche, este estaño del espejo es desde luego una metáfora proceso de reflexión, el sujeto se experimenta como correlati
del límite de la reflexión filosófica en los dos sentidos de la vo al punto de ese Otro en el cual se encuentra con un poder
palabra. La reflexión (el reflejo del sujeto en el objeto, la rea absolutamente extraño, un poder con el que no es posible
propiación del objeto por medio del sujeto que se reconoce ningún intercambio especular. En la lectura hegeliana del
en él, que lo reconoce como su propio producto) encuentra Terror de la Revolución Francesa, por ejemplo, el sujeto de
su límite en el “estaño del espejo”, en los puntos donde, en be reconocer, en el poder arbitrario que está en condiciones
lugar de devolverle a quien se mira su propia imagen, el espe de cortarle la cabeza en cualquier momento, una materializa
jo lo enfrenta con un punto negro carente de sentido. Estos ción de su propia esencia. La guillotina, esa imagen de la Al-
puntos negros, por supuesto, son al mismo tiempo la condi teridad incontrolable con la que no parece posible ninguna
ción de la posibilidad y la imposibilidad de la reflexión. Preci ■ identificación, no es más que el “correlato objetivo” de la ne-
samente al limitar la reflexión, crean la distancia mínima en i gatividad abstracta que define al sujeto. El pasaje de la refle-
tre lo reflejado y su imagen especular, la distancia que hace ^dóñ “externa” a la reflexión “absoluta” consiste precisamente
posible el proceso mismo de la reflexión. , en este redoblamiento de la reflexión. La reflexión como re
En este punto Gasche paga tributo al hecho de que, en un flejo simétrico del sujeto en la objetividad fracasa, siempre
libro en última instancia dedicado a una crítica del concepto y;- queda algún residuo que resiste a la integración, y en este re-
dialéctico de reflexión, no elabora la estructura élemental de ‘ siduo qüe se sustrae a la captación reflexiva se “refleja” la dí-
ese concepto en Hegel (como reflexión que “pone” externa, ; piensión propia del sujeto. En otras palabras, el sujeto es la ra-
determinante). El examen de esa estructura nos confrontaría y . ya, el estaño del espejo}*
inmediatamente con el modo en que la reflexión “absoluta” ; ■ En el apólogo de Kafka sobre la Puerta de la Ley (que
hegeliana está en sí misma siempre-ya redoblada, “mediada” aparece en E l proceso), el personaje ocupa, hasta el desenlace,
por su propia imposibilidad. Hegel sabe perfectamente que la la posición de “reflejo externo”. El enfrenta la imagen tras-
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Slavoj Zizek La caprichosa identidad
cendente del Palacio de la Ley donde, detrás de cada puerta, demos el pasaje de la reflexión “externa” a la reflexión “deter
hay otra puerta que oculta un secreto inalcanzable y cuyo re minante” (absoluta). El concepto del absoluto inaccesible des
presentante (el guardián) lo trata con total indiferencia y des cendente, sólo tiene sentido en cuanto la mirada del sujeto es
precio. La inversión crucial se produce cuando el guardián le tá ya allí: en su concepto mismo, el Otro inaccesible implica
explica al hombre agonizante que esa puerta le estaba destina una relación con su propio otro (el sujeto). El sujeto no “in
da solamente a él desde el principio mismo: en otras palabras, ternaliza”, no “media”, el ser-en-sí del Absoluto, sino que
la Ley que el hombre contemplaba con un respeto reverente, simplemente toma conocimiento del hecho de que este En-Sí
suponiendo automáticamente que ella ni siquiera advertía su es en-sí para el sujeto.
presencia, lo había estado mirando desde siempre; precisa
mente como excluido, él había sido sieinpre-ya tomado en
cuenta. La “reflexión absoluta” es simplemente el nombre de N otas
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Slavoj Zizek La caprichosa identidad
4. Véase una elaboración más detallada del concepto de “entre- que trataba de escapar por medio de la actividad volvía para golpear-
dos-muertes- en Slavoj Zizek, The Sublime Object ofldeology, Londres, - le el rostro. En esos momentos no hay nada tranquilizador o confor
Verso, 1989, págs. 131-6 [ed. cast.: ob. cit. nota 1 de la Introducción], tante; por el contrario, el pensamiento pasivo, confrontado con la
5. Esta lógica paradójica del momento en el cual, antes del acto positividad de la existencia, es penetrado por la paranoia. Marlowe
formal de la decisión, las cosas ya están decididas, tal vez nos permi /;“piensa”, pero su pensamiento no es una reflexión flotante, tranqui
ta iluminar de modo nuevo una típica escena wagneriana sobre la lizadora, sino que se arrastra furtivamente bajo el ojo atento de un
cual ya ha llamado la atención Claude Lévi-Strauss: la escena de - superyó cruel: “Yo pensaba, y en mi mente el pensamiento se movía
la paz interior del héroe, de su conciliación, de su armonía con el :: con una suerte de lenta clandestinidad, como si estuviera siendo ob-
mundo, de su entrega al flujo del mundo, inmediatamente antes de servado por ojos severos y sádicos” (Farewell, My Lovely). De modo
la ordalía crucial. Hay tres versiones de esta escena en las óperas que éste sería el cogito de Marlowe: pienso, por lo tanto, un superyó
de Wagner: el idilio del “murmullo del bosque” antes de la lucha ( obsceno, sádico, me vigila.
con el dragón en el Acto Segundo de Sigfrido', el sexteto que prece 6. La lógica que opera en este caso es, por lo tanto, opuesta a la
de al concurso de canto final en Los maestros cantores de Nuremberg, y V del excedente del ideal respecto de su realización efectiva, opuesta a
el encantamiento del Viernes Santo antes de la curación por Parsifal la insistencia “idealista” en que la realidad empírica nunca puede co
de la herida de Amfortas, en Parsifal. En estos casos, la paz interior rresponder plenamente a su concepto. Lo que tenemos aquí es, por
que precede a la ordalía crucial, ¿no expresa el presentimiento de ■el contrario, un elemento (real) que, aunque no es un miembro del
que la decisión ya ha sido tomada, de que el “tejer silencioso del es género X, es “más X que el propio X ”. Esta dialéctica aparece a me
píritu” ya ha hecho su trabajo, y que lo que falta es un acto pu nudo aludida en expresiones cotidianas, como cuando decimos de
ramente formal que proclame el desenlace? La dimensión de esta una mujer resuelta que ella es “más hombre que los propios hom
escena de conciliación es especialmente delicada en Los maestros can bres”, o de un converso religioso que él es “más católico que el Pa
tores de Nuremberg, donde sigue inmediatamente al fuerte estallido pa”, o del saqueo legal en el juego bursátil que es “más delictivo que
de pasión entre Hans Sachs y la futura esposa de Walter von Stol- el propio delito”. Esta es la lógica de la mencionada relación del arte
zing. De pronto y violentamente surge la verdad que la tensión libi- y la religión: la religión es “más arte que el propio arte”, realiza el
dinal real irradia entre la joven y la figura paternal de Hans, no en concepto del arte y de tal modo lo subvierte, transformándolo en
tre ella y Walter, quien está predestinado a vencer en el concurso y : otra cosa. De modo que el “excedente” está del lado del “ejemplo”, y
desposarla. La significación del “sexteto de conciliación” está enton nb del lado del concepto ideal; la religión es un “ejemplo” de arte
ces sobredeterminada; junto a la influencia tranquilizadora de Wal (pique es “más arte que el propio arte”, y realiza entonces el pasaje a un
ter ante la ordalía inminente, escenifica el reconocimento catártico #vnuevo concepto. (Véase el capítulo 3.)
y, con el mismo gesto, la renuncia al vínculo incestuoso “imposible” (íió - 7. G. W. F. Hege\, Jenaer Realphilosophie, Werke 6-6. Hamburgo,
entre la joven y Hans. Y1Meiner Verlag, 1967, pág. 199.
Sería extremadamente interesante comparar este sosiego wagne- 1y;:.- 8. Jon Elster, Sour Grapes, Cambridge, Cambridge University
riano del héroe antes de la ordalía con los momentos de las novelas ("Press, 1983.
de Raymond Chandler en los cuales, agotado pór su actividad, Phi gipp:- í 9. Rodolphe Gasche, The Tain o f the Mirror, Cambridge, MA,
lip Marlowe se desconecta del curso frenético de las cosas, se recues (^{(Harvard, University Press, 1987.
ta y se toma un descapso. Lejos de generar algún tipp de concilia ■- 10. Ibíd., pág. 219.
ción interior, esos momentos en los que Marlowe cede' al “flujo del ■11. Jacques-Alain Miller, “Suture”, Cahierspour l’Analyse, 1, Pa-
mundo” marcan la intrusión de las “cosas” con su suciedad y corrup |ffe:rís, 1967 y “Matrice” (Matrix), Omicar?, 4, París, 1975.
ción. Cuando su vigilancia se debilita, Marlowe se encuentra frente 12. Rodolphe Gasche, ob. cit., pág. 221.
a frente con la náusea de la existencia. En las luces de los carteles !p (Y i 1'3. Una interesante variación de este procedimiento aparece en
publicitarios, en el hedor del alcohol y la basura, a través del ruido AÍ|la'obertura de la ópera El oro del Rin, de Wagner. El “motivo” con
intrusivo de la gran ciudad, toda la corrupción y podredumbre de la siste en la repetición rítmica de una sola nota, mientras que el
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“acompañamiento” contiene una rica textura melódica. Esta inver 26. Por lo tanto, lo crucial en el monarca hegeliano es que no pue
sión de la proporción “normal” crea una tensión extrema que se des de ser reducido a una pura agencia del significante amo carente de
carga con el pasaje instantáneo a la canción de las “doncellas del sentido: su estamto es al mismo tiempo el de lo Real. No debe enton
Rin”, en la cual el acompañamiento adquiere el estatuto de melodía ces sorprendernos que el propio Hegel le asignara al monarca un lu
principal. gar en la serie de las “respuestas de lo Real”. En el párrafo 279 de la
14. Sobre el concepto de “punto de almohadillado”, véase Slajov Filosofía del derecho, él aborda la diferencia entre la aristocracia o la de-
Zizek, The Sublime Object ofIdeology, Londres, Verso, 1989, capítulo 3. ' inocracia antiguas y la monarquía moderna: en la aristocracia o en la
15. Zizek, Le plus sublime des bystériques, ob. cit., capítulos 2 y ó. . democracia antiguas, el “momento de la decisión final, autodeterini-
16. Rodolphe Gasche, ob. cit., pág. 222 (las cursivas son mías). iiante, de la voluntad” no era aún postulado explícitamente como un
17. Ibíd., págs. 290-91. “momento orgánico inmanente al Estado”; el punto de decisión per-
18. Ibíd., pág. 291. fprmativo puro, el "¡Así sea!” que transforma una opinión en una de
19. Obsérvese el modo en que Gasche, por una especie de nece cisión de Estado, no había adquirido aún la forma de la subjetividad; el
sidad estructural, se enreda en una contradicción. En el pasaje cita poder de una pura decisión inambigua es entonces delegado en
do, la “ilusión de una totalización refleja” equivale a borrar el hecho
de que la remarca en sí está de nuevo inscrita dentro de la serie de un fatw n que determ ina las cu estiones desde fuera. C o m o m o m en to de
marcas que se supone que domina, mientras que sesenta páginas an la Idea, esta d ecisión tenía que en trar en la existencia, aunque arraigada
tes (en la pág. 221) había calificado la “ilusión metafísica del referen en algo extern o al círcu lo de la libertad hum ana, que es lo q u e co n ciern e
.■ al Estado. A quí está el origen de la necesidad de derivar la últim a palabra
te presente para sí mismo” reduciendo la remarca a una mera fun
sobre los grandes aco n tecim ien to s y los asuntos im p ortan tes de E stad o
ción sémica. Caemos víctimas de la ilusión metafísica en cuanto
partiendo de oráculos, de un “signo d iv ino” (en el caso de S ó cra tes), de
nivelamos la remarca con las otras marcas, en cuanto borramos su las entrañas de anim ales, de la com ida y el vuelo de las aves, etcétera.
carácter excepcional, el hecho de que no es sólo otro portador de una M ien tras los h om bres no se han sum ergido aún en las profundidades de
función sémica, sino que representa el espacio vacío de la inscripción la autocon cien cia o em ergido a su independencia desde su unidad ind ife
de todas ellas. renciada de sustancia, les falta fuerza para buscar la palabra final d en tro
20. Rodolphe Gasche, ob. cit., pág. 221. de su prop io ser. (G . W . F . H eg el, Philosopby ofR ight , págs. 1 8 3 -4 .)
21. G. W. F. Elegel, Philosopby ofRight, ob. cit., págs. 288-9 [ed.
cast.: Filosofía del derecho, Buenos Aires, Claridad, 1987]. Oráculos, entrañas... Otros tantos nombres de una respuesta su-
22. Ibíd., pág. 288. yprestamente escrita en lo Real: el estatuto de los oráculos es por de-
23. Ibíd., pág. 183. tu ició n el de una escritura que hay que interpretar, que hay que in-
24. G. W. F. Hegel, Naissance de la philosophie hégélienne d’état N|ggrar en nuestro universo simbólico. La subjetividad del monarca
(Jacques Taminiaux, comp.), París, Payot, 1984, pág. 268. f^qvtpa este mismo lugar de las “respuestas de lo Real”: en lugar de
25. Una de las razones del éxito público de la presidencia de Ro- bqspar la “palabra final” (el significante amo) en una escritura conte
nald Reagan fue que muchas de las que sus críticos consideraban de nida en lo Real (entrañas, comida de aves...), es la persona del mo-
bilidades y convertían en objeto de mofa (los límites obvios a los que la que asume el acto de transformar la opinión de sus minis-
él estaba en condiciones de comprender, etcétera) eran en realidad -,|||w,en una decisión de Estado.
condiciones eféctivaniente positivas de su reinado. Reagan era perci- ,M.b27. G. W. F. Hegel, Philosopby ofRight, ob. cit., pág. 182.
-bido precisamente como alguien que gobernaba a lá manera de un 28- La paradoja de Lacan consiste en que, aunque en sus enun-
rey: haciendo gestos vacíos, poniendo los puntos sobre las íes (escri .;.'Mfedqs explícitos él también suscribe lo que más tarde se convirtió en
tas por otros), sin advertir realmente lo que sucedía... Del misino ^ Mfgumentación desconstructívista contra Hegel (el cuento de que
modo, se equivocan quienes piensan que la lógica del monarca hege- Jáysiempre un resto que se resiste a la Attfbebung”), su tr abajo teó-
liano es una sutileza excéntrica, carente de importancia en el mundo Concreto va en sentido contrario, y es hegeliano precisamente
de hoy. él mismo no lo sabe. La consecuencia es que Lacan a menudo
130 131
Slavo] Zizek La caprichosa identidad
“refuta” a Hegel con un argumento que es profundamente hegelia- 35. En este punto surge con fuerza la diferencia entre las con
no, como en el siguiente pasaje de los Escritos: cepciones derrideana y lacaniana del sujeto. En Derrida, como en
Lacan, la identidad del sujeto, el proceso que lleva a ella (la identifi
S in duda alguna hay aquí lo que se llama un hueso. P o r ser justa cación, la interpelación, el “reconocerse como sujeto”) está siempre
m en te lo que adelantam os a q u í-e stru c tu ra l del s u je to -, constituye esen
trunco, frustrado; la condición de posibilidad del sujeto es simultá
cialm ente ese m argen que todo pensam iento ha evitado, saltado, rodeado
neamente la condición de su imposibilidad: para constituirse, el su
o taponado a la vez que logra ap arentem en te so sten erse con un círculo:
ya sea d ialéctico o m atem ático . (Jacq u cs L a c a n , Ecrits: A Selection, L o n
jeto debe entregarse al juego de la autoafección, la autoposposición;
dres, T a v isto ck , 1 9 7 7 , pág. 3 1 8 .)
el gesto mismo que lo constituye lo daña irreparablemente.
Pero en cuanto a la concepción lacaniana, no basta decir que la
En este “hueso” que es estructural del sujeto, precisamente en identidad del sujeto está siempre, constitutivamente, truncada, dis
cuanto se resiste a la simbolización (la mediación dialéctica), ¿cómo persa a causa de la intrusión de un exterior irreductible. Se trata de
podríamos no reconocer una alusión a la tesis hegeliana de que “el que el “sujeto” no es más que el nombre de esta “mutilación”, de es
Espíritu es un hueso”? ta imposibilidad de la sustancia para realizarse plenamente, para al
29. Por esta razón, en la Ciencia de la lógica de Hegel la identidad canzar su plena identidad-consigo-misma. Y, en la teoría lacaniana,
aparece como la primera “determinación de la reflexión” (Reflexions- este exterior irreductible, este cuerpo extraño, este intruso que impi
bestimmung). La identidad de un objeto consigo mismo es el punto de la constitución plena del sujeto y al cual el sujeto es estrictamente
en el cual, dentro de la serie de sus predicados-determinaciones, este correlativo, tiene un nombre preciso: es el objeto a (objet petit ti). En
objeto se encuentra “a sí mismo”, al espacio vacío de su inscripción; su mismo (no) estatuto ontoíógico, el sujeto es el negativo del cuer
en la forma de la “identidad”, este espacio vacío es “reflejado” en el po-extraño que le impide a la sustancia lograr la identidad consigo
objeto mismo. La estructura de la identidad-consigo-mismo es, pol misma. Desde luego, no es por azar que esta diferencia entre Derri
lo tanto, precisamente, la de fa. remarca: la identidad “representa” al da y Lacan pueda articularse mediante la figura hegeliana de la in
lugar de inscripción de todos los predicados, y de tal modo los re versión reflexiva: la inversión del “sujeto mutilado” en “sujeto qua
marca. Consideremos el caso de la tautología “la ley es la ley”: su va mutilación”. Sobre esta diferencia crucial entre la concepción des
cío mantiene abierto el espacio en el cual pueden inscribirse todos constructiva y la concepción lacaniana del sujeto, véase Joan Copjec,
los otros predicados-determinaciones positivos de la ley. “The Ortopsychic Subject”, Octubre, 49, Cambridge, MIT, 1989.
30. Rodolphe Gasche, ob. cit., pág. 223.
31. En la teoría psicoanalítica, esta paradoja adopta la forma de la
relación entre el inconsciente qua reprimido y sus “retornos” en los
síntomas. Contra la concepción habitual, según la cual los síntomas
"reflejan” de modo fragmentario, distorsionado, la “infraestructura”
inconsciente previa, nosotros debemos seguir a Lacan y afirmar que
la represión y el retomo de lo reprimido son dos caras del mismo proceso, El
contenido “reprimido” se constituye retroactivamente, por medio de
su retorno frustrado/distorsionado en síntomas, en esos excesos
“inexplicables”: no hay ningún inconsciente fuera de $m “retornos”.
32. Rodolphe Gasche, ob. cit., pág. 222
33. Ibíd.
34. Hegel estaba perfectamente en claro acerca de esto. Basta
con examinar el modo en que articula el pasaje del ser-para-otro al
ser-para-sí a propósito de la expresión alemana “Wasfiir ein Ding ist
d a s i Véase el capítulo 1.
132 133
SEGUNDA PARTE
E l m alestar en
la dialéctica
*
3. Lalengua hegeliana
I, C o n u n o jo e n n u e s t r a m ir a d a
decirlo, concierne a la “totalización ajustada”, a la posibilidad existencia, de un efecto que en un sentido “se resiste” a su pro
de “hacer un sistema” a partir de la serie misma de totaliza pia causa.
ciones frustradas, encadenarlas de modo racional, discernir la En otras palabras, la lucha de clases es real en un estricto
extraña “lógica” que regula el proceso por medio del cual el sentido lacaniano: un obstáculo, un impedimento que da ori
derrumbe de una totalización genera otra totalización. En úl gen a nuevas simbolizaciones por medio de las cuales trata
tima instancia, ¿qué es la Fenomenología del espíritu sino la re rnos de integrarlo y domesticarlo (por ejemplo, la traducción
presentación de una serie de intentos abortados del sujeto de la lucha de clases en una articulación orgánica de los
tendientes a definir el Absoluto y de tal modo llegar al anhe “miembros” del cuerpo social), pero que simultáneamente
lado sincronismo de sujeto y objeto? Por ello, su desenlance coñdena esos esfuerzos a un fracaso final. Por lo tanto, si nos
(el “conocimiento absoluto”) no produce una armonía final remitimos a la oposición hegeliana de sustancia y sujeto, la
mente hallada, sino que entraña una especie de inversión re ' lucha de clases es el sujeto (no la sustancia) de la historia; la
flexiva: confronta al sujeto con el hecho de que el verdadero sustancia es el universal qua espacio positivo de mediación de
Absoluto no es más que la disposición lógica de losfrustrados intentos su contenido particular, el receptáculo que contiene a toda su
anteriores de concebir al Absoluto', confronta al sujeto con la ver I riqueza particular, mientras que el sujeto es el universal en
tiginosa experiencia de que la verdad en sí coincide con la j cuanto mantiene una relación negativa con s.y contenido par
senda hacia la verdad. ticular: el límite insondable que elude por siempre sus efectos
Un error análogo suele ser suscitado por la idea marxista particulares. En síntesis, la versión marxista del lema hegelia-
de la lucha de clases. Por cierto, la lucha de clases es el momen no de que el Absoluto no ha de concebirse como sustancia si-
to “totalizador” de la sociedad, su principio estructurante; sin ! no también como sujeto es que Ja historia debe concebirse no
embargo, esto no significa que sea una especie de garantía fi sólo como la evolución de la “base económica” (la dialéctica
nal que nos autorice a aprehender la sociedad como una tota de las fuerzas productivas y las relaciones de producción), si-
lidad racional (“el significado último de todo fenómeno social yf. no también como lucha de clases.1
está determinado por su posición en la lucha de clases”). La ; y Este meollo de lo Real rodeado por los intentos frustrados
paradoja fundamental del concepto de “lucha de clases” es , de simbolizarlo-totalizarlo es radicalmente no-histórico: la his-
que la sociedad “se mantiene unida” por el mismo antagonis ; toria en sí no es más que una sucesión de intentos frustrados
mo, la misma escisión que impide por siempre su cierre en un de aprehender, concebir, especificar este extraño meollo. Por
todo racional, transparente, armonioso: la mantiene unida el esto, lejos de rechazar el reproche de que el psicoanálisis es
mismo impedimento que socava cualquier totalización racio rió-histórico, hay que reconocerlo plenamente, y simplemen
nal. Aunque la “lucha de clases” no aparece dada en ningún te transformar ese reproche en una proposición teórica posi-
lado como una entidad positiva, funciona no obstante, en su - ;:;fy tiva. En ello consiste la diferencia entre la histeria y la psico-
misma ausencia, como el punto de referencia que nos permite sis: entre histeria/historia hay más que un juego de palabras
ubicar todos los fénómenos sociales, no relacioñándolos con l^trivial; la histeria es el modo en que el sujeto resiste a la for-
la lucha de clases como su significación última (el “significado :^ in a de interpelación o identificación simbólica prevaleciente,
trascendental”), sino concibiéndolos como un (otro) intento h|||;históricamente especificada.
de ocultar y “remendar” la grieta de la lucha de clases, borrar La histeria significa interpelación frustrada, significa que
sus huellas: lo que tenemos es la típica paradoja estructural- yíhjpll sujeto, en el nombre de lo que es “en él más que él mismo”
dialéctica de un efecto que sólo existe para borrar las causas de su |^m(él; objeto que hay en él) rechaza el mandato que le impone el
:■
138 139
Slavo] Zizek La lengua hegeliana
universo simbòlico; como tal, queda condicionado por la for eurocentrista de su época: la antropología en la que Freud se
ma dominante de identificación simbòlica (en cuanto es su in basó era una proyección sobre los tiempos primitivos de la fa
verso). En la psicosis, en cambio, el mantenimiento de una milia patriarcal y la sociedad modernas. Sólo sobre esta base
distancia externa respecto del orden simbòlico es “ahistóri pudo Freud construir el mito del “padre primordial”. Este
co”, de modo que, en ese nivel, no nos resulta difícil postular punto de vista sólo pudo fracturarse más tarde, cuando Mali-
ia igualdad de los estallidos psicóticos descritos en las fuentes uowski, Mead y otros demostraron que la vida sexual en las
clásicas y los casos clínicos contemporáneos. El acto qua “psi sociedades primitivas estaba organizada de un modo total
còtico” es, en este sentido, ahistórico. No obstante, un meo mente distinto, que en tal sentido no se podía hablar de un
llo ahistórico de lo Real está presente también en la historia- ^complejo de Edipo”, que la inhibición y la angustia no esta
/histeria: el error fundamental del historicismo que “relativiza” ban asociadas con la sexualidad. De tal modo todo quedaba
todo contenido histórico, convertido en dependiente de las claro, sabíamos dónde estábamos parados, dónde estaban los
“circunstancias históricas” -es decir, el error del historicismo “primitivos” y no reducíamos al otro, preservábamos su di
en tanto opuesto a la historicidad-, consiste en que elude el versidad... Sin embargo, esta historización era falsa: en la dis
encuentro con lo Real. tinción simple entre nuestra propia sociedad y la sociedad del
Consideremos la actitud habitual del discurso universita pasado evitábamos cuestionar nuestra propia posición, el lu
rio respecto de grandes “maestros” de nuestro siglo: Heideg gar desde el cual nosotros hablábamos.
ger, Lacan. La primera compulsión de ese pensamiento es La “diversidad” fascinante del otro funciona como un feti
realizar un ordenamiento de los edificios teóricos en “fases”: che por medio del cual podemos preservar la identidad no-
Heidegger I (Ser y tiempo) en contraste con Heidegger II problemática de nuestra posición subjetiva: aunque pretende
(Pensamiento del ser); el Lacan fenomenològicamente hegelia mos “relativizar históricamente” nuestra posición, en realidad
no de la década de 1950, después el Lacan estructuralista y ocultamos su división; nos engañamos a nosotros mismos en
más tarde el Lacan de la “lògica de lo Real”. Desde luego, es cuanto a que esta posición está ya “descentrada desde den
te tipo de ordenamientos tienen algún efecto tranquilizador; tro”. Lo que Freud denominó “complejo de Edipo” es un nú
el pensamiento se vuelve transparente, aparece adecuadamen cleo traumático no-histórico (el trauma de la prohibición so-
te clasificado... pero perdemos algo: en realidad, perdemos lo bfe el que se basa el orden social) y las distintas regulaciones
crucial, el encuentro con lo Real. Con Heidegger, perdemos ^históricas de la sexualidad y la sociedad no son más que múl-
el hecho de que sus diversas fases son sólo múltiples intentos ttíf)les modos (en el último análisis siempre frustrados) de do-
de captar, de indicar, de “rodear”* el mismo meollo, la “cosa niinar ese núcleo traumático. “Comprender al otro” significa
del pensamiento” que constantemente aborda, elude, y a la apaciguarlo, impedir que el encuentro con el otro se convier
que incesantemente vuelve.2 La paradoja consiste entonces en ta en un encuentro con lo Real que socava nuestra propia po-
que la historicidad difiere del historicismó porque presupone ;siéíón. Nos encontramos con lo Real como con aquello que
algún núcleo traumático que persiste como “lo mismo”, no- “siempre retorna a su lugar” cuando nos identificamos con lo
histórico, y las diversas épocas históricas son concebidas co ftéál del otro, es decir, cuando reconocemos en el atolladero,
mo intentos frustrados de aprehender ese meollo. ú'h'd obstáculo a cuya causa fracasó el otro, nuestro propio
El problema del supuesto “eurocentrismo” del psicoanáli •[obstáculo, eso que es “en nosotros más que nosotros mis-
sis es homólogo. Hoy en día es un lugar común subrayar que IjÚos”.3
el mito freudiano de Tótem y tabú se basa en la antropología |N Mucho más subversivo que “entrar en el espíritu del pasa
141
Slavoj Zizek lalengua hegeliana
do” es entonces el procedimiento por medio del cual lo trata ca de su falta de identidad. Recordemos el caso mencionado
mos “antihistóricamente” con plena conciencia, “reducimos el por la propia Rose: el de la identidad fundamental de la reli
pasado al presente”. Brecht empleó este procedimiento en Los gión y el Estado, la proposición hegeliana de que “En gene
negocios del señor Julio César, donde el ascenso de César al po ral, la religión y el fundamento del Estado es una y la misma
der es presentado en los términos del capitalismo del siglo cosa: son idénticos en y por sí mismos”. Si leemos esta tesis
XX: a César lo preocupan los movimientos de la bolsa y la es de un modo no-especulativo, como una descripción del esta
peculación financiera, organiza manifestaciones “espontáneas” do fáctico de las cosas, por supuesto resulta fácil “refutarla”:
de estilo fascista con el Limipenproletariat, etcétera. Este pro sólo se aplica a las teocracias, e incluso con reservas, etcétera.
cedimiento puede llevarse a la autorreferencia cuando sobre el Por supuesto, una manera de salvar su legitimidad consistiría
pasado se proyecta la imagen contemporánea de ese pasado. en leerla como un enunciado que no se refiere a hechos sino a
Por ejemplo, hoy sólo conocemos a los presocráticos gracias a valores, como a un enunciado sobre el deber (Sollen): el Esta
fragmentos que han sobrevivido a una historia turbulenta; sin do ideal, perfecto, sería un estado basado en la religión, y los
advertirlo, olvidamos que Heráclito y Parménides no escribie Estados existentes sólo pueden acercarse a este ideal en ma
ron “fragmentos”, sino extensos y verbosos poemas filosófi yor o menor grado...
cos. tlabría algo de humor filosófico subversivo en represen Pero lo esencial está en otro lugar. Consideremos un Es
tarse a Heráclito diciendo, por ejemplo, “¡Hoy no consigo tado particular: por ejemplo, el Estado feudal medieval euro
escribir ningún fragmento bueno!” o, en otro nivel, imaginar peo. Aunque basado directamente en la religión, ese Estado
al escultor desconocido de Milos exclamando; “¡Hoy no pue estaba por supuesto lejos del ideal; su contenido cristiano se
do romper los brazos de mi Venus!” Basándose en un análogo encontraba cruelmente pervertido, se expresaba de un modo
procedimiento reduccionista, no-histórico, en su Dialéctica de distorsionado; el fundamento final de esta deficiencia, sin em
la Ilustración,4 Adorno y Horkheimer leen retroactivamente bargo, no debe buscarse en las circunstancias sociales externas
La Odisea desde la experiencia de la razón contemporánea téc que impedían la realización adecuada y plena de los valores
nico-instrumental; desde luego, ese procedimiento es no-his cristianos dentro de las instituciones estatales, sino en el con
tórico; sjn embargo, precisamente a través de la sensación de cepto insuficientemente articulado de la religión cristiana en
absurdo que suscita, abre una distancia histórica real para no sí, en el ascetismo sin vida de la Iglesia, en su obsesión con el
sotros (lo mismo que la afirmación de Hegel de que “el Espí jA is Allá religioso, y su reverso necesario: la depravación de
ritu es un hueso”, en la cual el efecto real de la contradicción la Iglesia como institución social (según Hegel, sólo con el
absurda es la discordia que despierta en el lector). protestantismo la religión cristiana llegó a su verdad). De tal
modo, la deficiencia se redoblaba, se “reflejaba sobre sí mis
ma”: la inadecuación del Estado real a la religión cristiana qua
La (falta de) identidad especulativa fundamento del Estado se correspondía con la inadecuación
t
de la religión cristiana en sí con su propio concepto, y tenía
Contra este trasfondo hay que aprehender la paradoja fun :sps raíces en esta última inadecuación. En esto consiste lu
damental de la identidad especulativa tal como ha sido reciente identidad especulativa del Estado y la religión: en la superpo
mente vuelta a enunciar por Gillian Rose:5 en el juicio dialéc sición de las dos faltas, en la codependencia entre la deficien
tico de identidad, la marca de la identidad entre su sujeto y c ia del Estado (su falta de identidad con la religión) y la defi
predicado designa sólo y precisamente la modalidad específi ciencia intrínseca de la forma determinada de religión a la
142
Slavoj Zizek Lalengua hegeliana
cual ese Estado se remite como a su fundamento: el Estado y El notorio “sentimiento de culpa” no es, por lo tanto, más
la religión son entonces idénticos per negationem; su identidad que una estratagema para engañar al gran Otro, apartar su
consiste en la correlación de sus faltas de identidad con la fal atención del crimen real.7 En esto consiste la relación negati
ta (deficiencia) intrínseca del término central que cimenta su va entre el universal y el particular: el crimen particular está
relación (la religión). aquí para ocultar la universalidad del crimen kaf exochen\ hay
En otras palabras, Hegel acepta plenamente la premisa una tensión dialéctica entre el universal y el particular; el
subyacente de la lógica kantiana-fichteana del Sallen, el hecho particular reniega y subvierte al universal que ejemplifica. En
de que la identidad del Estado y la religión se realiza siempre cuanto al estatuto del universal, Lacan no es por consiguiente
de un modo incompleto, distorsionado, de que la relación de un nominalista, sino definidamente un realista: el universal es
la idea universal con sus actualizaciones particulares es nega el “Real”, no el medio o ámbito apaciguador que une las par
tiva; no obstante, lo que pasa por alto esta lógica del Sallen (de ticularidades divergentes, sino el límite insondable que impi
la aproximación infinita al ideal en última instancia inalcan de que el particular alcance su identidad consigo mismo. Y es
zable) es que la serie misma de intentos frustrados que tienden a precisamente a la luz de esta paradoja como resulta manifies
encamar la religión en la constitución del Estado actualiza la reali to que “todo se ilumina al aprehender y expresar la verdad,
dad de su identidad especulativa; el “contenido concreto” de esta no sólo como sustancia, sino también como sujeto”$ todo el
identidad es la lógica que “regula” su falta de identidad, la “contenido ” de la sustancia consiste en la serie de modos frustrados,
coacción conceptual que vincula la brecha que separa al Esta distorsionados en que la sustancia se reconoce (mal) a sí misma.
do de su fundamento religioso con la deficiencia intrínseca de El mejor remedio para esta interpretación errónea de la
ese fundamento.6 tesis hegeliana sobre la sustancia como sujeto consiste en ba
El caso supremo de relación “negativa” de este tipo entre sarse en la idea cotidiana, de sentido común, de lo “subjeti
el universal y sus ejemplificaciones particulares es desde luego vo”, como cuando decimos de alguna opinión que ella repre
el parricidio edípico, paradigma del crimen, ese crimen kaf senta una visión “subjetiva” (distorsionada, parcial) de la cosa
exochen, ese acto del cual es culpable todo ser humano como en cuestión: la “sustancia como sujeto” significa (también)
ser de lenguaje, puesto que sólo podemos hablar bajo la égida que la no-verdad, el error, es intrínseco a la verdad misma;
de la metáfora paterna, del padre muerto (asesinado) que re pata resumir la perspicaz fórmula de Rose, la sustancia “es la
torna como su Nombre. La versión lacaniana del cogito es en no-verdad como sujeto”. Una vez más, esto es lo que signifi
consecuencia “soy culpable, por lo tanto existo”: la existencia ca la identidad especulativa de la sustancia y el sujeto: su falta
misma del hombre qua ser del lenguaje implica una culpa fun misma de identidad, es decir, el modo en que su no-identi
damental, y el denominado “complejo de Edipo” no es más dad (la brecha que separa al sujeto de la sustancia) es estric
que un modo de evitar esta culpa. El hecho de que, como dice tamente correlativa a la no-identidad, la división intrínseca
Lacan, el propio Edipo no tuviera complejo'de Edipo signifi . de la sustancia en sí. ¿Qué mejor modo de ejemplificar esta
ca precisamente que él había pasado al extremo, al límite últi (no)identidad especulativa de la sustancia y el sujeto que re
mo del destino humano, y había asumido plenamente su cul mitirnos de nuevo a la parábola de Kafka sobre la Puerta de
pa. La relación de los crímenes particulares, “reales”, con este la Ley, tomada de El proceso? El protagonista (el sujeto) se
Crimen por excelencia, és realmente ambigua: al asumir la encuentra impotente y anulado frente al impenetrable Pala
responsabilidad de un crimem particular, el sujeto trata de cio de la Ley (la sustancia). Parecería que el siguiente pasaje
borrar la culpa que macula su existencia misma. de Hegel en la Fenomenología hubiera sido escrito como una
144
Slavoj Zizek Lalengua hegeliana
especie de comentario avant la lettre sobre la paràbola de se experimenta como un individuo abstracto, aislado, y ve a la
Kafka. sociedad como una entidad ajena, impenetrable, que gobierna
su vida a la manera de un destino todopoderoso. Lo que él no
La disparidad que existe en la conciencia entre el “yo” y la percibe es que su externad dad respecto de la sociedad es un
sustancia que es su objeto es la distinción entre ellos, lo negativo producto de esa misma sociedad, un índice de que la sociedad está
en general. Esto puede considerarse como el defecto de ambos,
en sí misma escindida, reducida a una red de individuos abs
que es su alma, o lo que los mueve [...]. Ahora bien, aunque esto
tractos “mantenidos juntos” por una coerción externa, mecá
negativo aparece primero como una disparidad entre el “yo” y su
objeto, es en igual medida la disparidad de la sustancia consigo nica, y no es todavía la sociedad consistente con su concepto:
misma. De modo que lo que parece suceder fuera de ella, ser una una comunidad viviente de individuos a quienes sus vínculos
actividad dirigida contra ella, es en realidad su propio hacer, y la sociales no les parecen una coerción ajena, sino una parte de
sustancia se muestra como esencialmente sujeto.9 su “naturaleza” más íntima, que abre el campo para la realiza
ción de sus potenciales más propios. En síntesis, el excedente
Lo que el azorado protagonista no llega a advertir ante el de la sociedad sobre el individuo (la sociedad como una cosa-
terrorífico y magnifícente Palacio de la Ley es que esta extcr- en-sí inalcanzable, misteriosa) no es más que la forma inverti
nalidad respecto de la sustancia, esta disparidad entre él y la da de aparición de esta falta, del hecho de que la sociedad
sustancia, es siempre-ya la “disparidad de la sustancia consigo misma no corresponde aún a su concepto, sino que sigue
misma”: su mirada, que percibe la sustancia (el Palacio de la siendo una red “mecánica” externa que vincula a los indivi
Ley) desde afuera, como el misterio inalcanzable, trascen duos. El carácter “trascendente” de la sustancia, su excedente
dente, es al mismo tiempo la mirada por medio de la cual la que se sustrae a la aprehensión del sujeto, resulta de una espe
sustancia se percibe a sí misma¡ aparece para sí misma como un cie de ilusión de perspectiva: es la consecuencia de que el su
misterio insondable (imposible no recordar en este punto la jeto olvida incluir en el cuadro su propia mirada.
observación de Hegel en cuanto a que los secretos de los í:|¡ Recordemos a la enigmática Sarah de The French Lieute-
egipcios eran secretos para los propios egipcios). En otros nanfs Woman, de John Fowles, esa mujer paria, estigmatizada
términos, la palabra final del guardia al personaje agonizante por su pasado pecaminoso, que goza plenamente de su sufri
(“...esta puerta estaba destinada solamente a ti”) no es más miento. No basta decir que su enigma fascina al héroe de la
que una paráfrasis, en los términos de Kafka, de la identidad novela; debemos dar un decisivo paso más y señalar que su
especulativa hegeliana de la sustancia y el sujeto: la mirada ex . enigma es escenificado para fascinar la mirada del héroe. Algo
terna del sujeto sobre la sustancia inescrutable está desde el " ; análogo sucede con la enigmática y terrorífica agencia del Po
principio mismo incluida en la sustancia como índice de su der (el tribunal, el castillo) en Kafka: la totalidad del espectá-
disparidad consigo misma. Esto es lo que no se advierte desde culo se monta para fascinar la mirada de quienes intentan en
la “reflexión extrínseca” (la posición que percibe la sustancia |S|yvano penetrar en su misterio. El edificio pavoroso e impo-
como una inalcanzable cosa-en-sí): que su exterfíalidad a la ‘•||íÚente del Poder, por completo indiferente al individuo mise-
sustancia es una aut'oalienación de esta sustancia misma, el J||yfable, finge esa indiferencia para atraer su mirada. En cuanto
modo en que la sustancia es externa a sí misma. ’g||;íSarah es una histérica que erige su fantasía del “teniente ffan-
Para explicar este cortocircuito paradójico entre la exter- ;'"|jéés” para que su deseo sea sostenido como insatisfecho, mon-
nalidad y la autorrelación interna, pensemos en un caso (fal á también su teatro histérico a fin de atr aer la mirada de los
samente) “concreto”: el del sujeto burgués “atomizado” que Circunstantes: dar un paseo a caballo, al paso, en un estado de
146
Slavo] Zizek Lalengua hegeliana
V
trance absorto bajo el cielo tormentoso, y contar con el hecho (Zucker, Abrahams y Abrahams, 1978), una comedia sobre
de que ese trance solitario sea advertido. los turistas occidentales en la ex Alemania Oriental. En la es
Ahora podemos tal vez entender la razón de que, para La- tación ferroviaria de la frontera, esos turistas pesencian un es
can, Hegel sea “el más sublime de los histéricos”; la inversión pectáculo aterrador, con policías brutales, perros, niños gol
dialéctica elemental consiste precisamente en convertir de tal peados. Pero, al terminar la inspección, todo el puesto
modo la trascendencia en inmanencia, como es característico aduanero se transforma, los niños golpeados se ponen de pie
en el teatro histérico: el misterio de una aparición enigmática y se sacuden el polvo y, en síntesis, el despliegue de “brutali
no debe buscarse más allá de su apariencia, sino en la misma dad comunista” había sido preparado para los ojos occidentales.
apariencia de misterio. Esta paradoja se expresa del mejor mo - La ilusión kafkiana de una Cosa omnipotente que no nos
do en la frase francesa “il me regarde en me donnant a voir le ta presta ninguna atención, indiferente a nuestra mirada, es el
blean” (“él me mira dándome a ver el cuadro”). La ambigüe contrapunto simétrico-inverso de la ilusión que define la in
dad del verbo francés 7'egarder (mirar, pero también, entre terpelación ideológica, a saber: la ilusión de que el Otro siem-
otras cosas, considerar, tomar en cuenta) es crucial: precisa pre-ya, desde siempre, nos mira, se dirige a nosotros. Cuando
mente al ofrecer a mi vista el cuadro del misterio horrible e nos reconocemos como interpelados, como los destinatarios de
inalcanzable (del tribunal, del castillo, de la mujer, etcétera) un llamado ideológico, no reconocemos la contingencia radical
que no se perturba por mí (je n ’y suis pour rien, no cuento para de que nos encontremos en el lugar de la interpelación; no
nada), la cosa, la sustancia, se interesa por mí, toma mi mira advertimos que nuestra percepción “espontánea” de que el
da en cuenta. Todo el espectáculo del misterio está montado Otro (Dios), la Nación, etcétera, nos ha elegido como desti
para esa “nada” que es la mirada del sujeto. natarios de su apelación resulta de la inversión retroactiva de
Hay una conocida historia real sobre una expedición an la contingencia en necesidad: no nos reconocemos en el lla
tropológica que intentó tomar contacto con una tribu salvaje mado ideológico porque hayamos sido elegidos; por el con
de la selva de Nueva Zelanda; se suponía que esos aborígenes trario, nos percibimos como elegidos, como los destinatarios
bailaban una terrible danza de guerra con máscaras grotescas. de un llamado, porque nos reconocemos en él. El acto con
Cuando la expedición llegó hasta la tribu, ellos se prestaron a tingente de reconocimiento engendra retroactivamente su propia ne
danzar frente a los científicos, y el baile se ajustaba de hecho cesidad (la misma ilusión del lector de un horóscopo que “se
a la descripción, de modo que los exploradores obtuvieron el , reconoce” como su destinatario al tomar las coincidencias
material que deseaban sobre las extrañas y horribles cos A Contingentes de las oscuras predicciones con su vida real co-
tumbres de ese pueblo. Sin embargo, poco tiempo después se v nio tina prueba de que el horóscopo “habla sobre él”). La ilu
demostró que esa danza salvaje no existía en absoluto: los sión kafkiana, por otro lado, es mucho más ingeniosa: rnien-
aborígenes sólo habían tratado de.satisfacer el deseo de los yytras nos percibimos a nosotros mismos como circunstantes
exploradores; hablando con ellos descubrieron lo que querían y externos que logran deslizar una furtiva mirada a algún miste-
y lo representaron para darles el gusto... Esto es ,1o que Lacan ?p||fíq inajestuos o indiferente a nosotros, somos ciegos al hecho
quiere decir cuando afirma que el deseo del sujeto es el deseo f|Íq.que todo el espectáculo de ese misterio está montado con
del Otro: los exploradores recibían de vuelta desde los aborí yyípf ojo en nuestra mirada, para atraer y fascinar nuestra mirada:
genes su propio deseo; lo extraño y perverso que les parecía |® ÉÓ tro nos engaña, en cuanto nos induce a creer que no he-
insólitamente terrible se montaba exclusivamente para ellos. •^¡jtfaos sido elegidos; en este caso, el destinatario real confunde su
La misma paradoja está muy bien satirizada en Supersect'eto ’ifyjlósición con la de un circunstante accidental.10
148
V
Estas dos ilusiones tienen en común que en ambos casos en realidad nunca puede) convertirse. En el curso de la evolu
el sujeto no advierte que él mismo pone al Otro: con el acto ción dialéctica, todo borde demuestra ser un límite: a propó
mismo de reconocerme como destinatario del llamado ideo sito de cada identidad, un poco antes o después experimenta
lógico, yo (presu)pongo al Otro como la agencia que confiere mos necesariamente que su condición de posibilidad (el borde
significado a la contingencia de lo Real; por medio del acto que delimita sus condiciones) es simultáneamente su condi
mismo de percibirme como el testigo impotente, desdeñable, ción de imposibilidad.
insignificante, del espectáculo del Otro, yo constituyo su ca La identificación nacional es un caso ejemplar de borde
rácter misterioso, trascendente. La relación intersubjetiva psi- externo que se refleja en un límite interno. Desde luego, el
coanalítica presenta este aspecto, pasado en silencio por la primer paso hacia la identidad de la nación pasa por sus dife
teoría althusseriana de la interpelación, en su forma más pura, rencias respecto de otras naciones, y establece un borde exter
por así decir, destilada: en el acto de la transferencia, el anali no: si me identifico como un inglés, me distingo de los france
zante (presu)pone al Otro (el analista) como “el sujeto su ses, los alemanes, los escoceses, los irlandeses, etcétera. Sin
puesto saber”, como una garantía de que sus “asociaciones embargo, en la etapa siguiente, se plantea la cuestión de quién
libres” contingentes en última instancia recibirán un signifi es “el verdadero inglés” entre los ingleses, el paradigma de la
cado, y la “pasividad” y “neutralidad” del analista apuntan “angficidad”. ¿Quiénes son los ingleses que corresponden ple
precisamente a frustrar la demanda de interpelación por par namente al concepto de inglés? ¿Lo son los nobles terrate
te del analizante, es decir, su expectativa de que el analista le nientes que aún quedan? ¿Los obreros industriales? ¿Los ban
ofrezca un punto de identificación simbólica. De este modo, queros? En realidad, en la imaginería política del gobierno de
el analista obliga al analizante a enfrentar su propio acto de pre Thatcher se produjo una revolución, con un cambio en el
suponer al Otro. centro de gravedad de “la anglicidad real”: dejaron de ser
“verdaderos ingleses” los terratenientes de la nobleza que pre
servaban las antiguas tradiciones, reemplazados por los self-
Lalengua y sus límites ifiade men de los estratos inferiores, que se habían “hecho a sí
mismos”. Pero, por supuesto, la respuesta final es que nadie es
Esta relación negativa entre el universal y el particular plenamente inglés, que todo inglés empírico contiene algo
también da una clave de la distinción hegeliana entre borde y “no-inglés”. La “anglicidad” se convierte entonces en un “lí
límite: el borde es la limitación externa de un objeto, el confín mite interno”, un punto inalcanzable que les impide a los in
cualitativo que le confiere su identidad (un objeto es “él mis gleses empíricos realizar su plena identidad consigo mismos.
mo” sólo dentro de esos confines, en cuanto satisface un con En otro nivel, la misma diada puede servir como herra
junto de condiciones cualitativas), mientras que el límite re mienta conceptual para definir la grieta entre el arte tradicio-
sulta de una “reflexión sobre sí mismo” del borde; el límite náí y el arte moderno. La obra de arte tradicional presenta un
surge cuando las determinaciones (la determinicjad) que defi todo orgánico redondeado al que se le ha conferido armonía
nen la identidad del objeto se reflejan en este objeto y asumen por medio del borde que lo separa de siT exterior, mientras
la forma de su propio límite inalcanzable, de aquello en lo qüe el modernismo, por así decirlo, internaliza este borde ex
que el objeto nunca podrá convertirse plenamente, de aquello o r n o , que de tal modo comienza a funcionar como límite,
a lo que sólo puede aproximarse (mal) en el infinito. En otras , como el impedimento interno para su identidad. La obra de
palabras, el límite es aquello en lo que el objeto debe (aunque 'arte ya no puede alcanzar su redondez orgánica, “convertirse
ISO
Lalengua begeliana
Slflvoj Zizek
las cosas posibles”. Una totalidad sin excepción que sirva co
plenamente en sí misma”; lleva una marca indeleble del fraca
mo borde no deja de ser un conjunto inconsistente, defectuo
so y del deber (Sollen)\ de allí su intrínseco carácter épico. Ya la
so, que “no se mantiene unido”, un conjunto “no-todo” (pas-
escritura de Mallarmé no era en su totalidad más que una se
tout). Tomemos, por ejemplo, la verdad: sólo puede decirse
rie de intentos frustrados por producir “el Libro”; este fraca
que es “toda” si se la concibe como adequatio a un borde-ob
so constitutivo es lo que justifica la definición del arte moder
jeto externo (la “realidad”, el “pensamiento puro”, etcétera).
no como “experimental”. Contrariamente a lo que sostiene la
Sostener que la verdad es “no-toda” equivale a decir que no
opinión prevaleciente, que concibe el advenimiento del arte
consiste en una relación externa de la proposición con alguna
moderno como una ruptura de los confines edípicos de la me
medida externa, sino que mora en el seno del lenguaje mis
táfora paterna, tenemos que reconocer sus rasgo fundamental
mo, que es un efecto inmanente del significante.
en el surgimiento de la agencia ética de una deuda simbólica
Por lo tanto, si no hay ningún borde (externo) del lengua
irreparable que socava la “regresión” al fetichismo preedípico
je, esta misma ausencia de borde indica el movimiento circu
propio del estatuto de la obra de arte tradicional.
lar que caracteriza el campo de lalengua: puesto que el signi
El concepto lacaniano de lalengua (lalangtié)11 tiene que
ficante carece de soporte externo, en última instancia sólo se
ver con el campo del lenguaje en cuanto está “barrado” por
relaciona consigo mismo. Allí reside la diferencia entre la “ar
un límite intrínseco de ese tipo, que le impide constituirse co
bitrariedad” (del signo) y la “diferencialidad” (del significan
mo un todo consistente. Es decir que “lalengua” es el lengua
te): se trata de la “arbitrariedad” cuando podemos trazar un
je en cuanto el borde externo que le garantiza su identidad
borde externo con referencia al cual los signos son “arbitra
consigo mismo se refleja en el propio lenguaje y asume la for
rios” (la “realidad”, el “pensamiento puro”, los “datos inme
ma de un impedimento intrínseco que transforma el campo
diatos de los sentidos”, etcétera); cuando este borde desapare
en una totalidad inconsistente, “no-toda”. Desde luego, el
ce, cuando ya no es posible construirlo, nos encontramos en
punto crucial en Lacan es que la secuencia lógica tiene que
el círculo vicioso que define a un orden diferencial. Un signi
ser invenida: lalengua es lógicamente “primordial”, y el modo
ficante es sólo su diferencia repecto de los otros significantes,
de convertir su campo inconsistente, no-universal, en una to
y puesto que lo mismo puede decirse de todos los otros, ellos
talidad cerrada y coherente es “expulsar”, excluir su límite in
nó pueden formar nunca un todo consistente. El conjunto de
trínseco hacia un borde externo. Evocando la conocida frase
los significantes está condenado a girar en círculo, luchando
irónica, tenemos que hablar de “todas las cosas posibles y
en vano por alcanzar... ¿qué? Alcanzarse a sí mismo como pu
también algunas otras”: lo que hay que excluir para que el
ra diferencia. Lo inaccesible para él no es (como en el caso
campo de “todas las cosas posibles” pueda constituirse. En
del signo) la “realidad externa”, sino el puro significante en sí,
otras palabras, un todo siempre se basa en una excepción
la diferencia que separa y de tal modo constituye los signifi
constitutiva: nunca podemos obtener un cónjunto completo
cantes, su Ínter-dicción. El borde del signo es la “cosa”; el lí
de significantes sin excepción, puesto que él gesto mismo de
mite del significante es el significante “puro” en sí.12
completamiento entraña la exclusión. i
¿Y lo Real? ¿Dónde está en este movimiento circular dé
En esto consiste la paradoja fundamental de la “lógica del
( lalengua? En este punto podemos utilizar la distinción entre
significante”: a partir de una colección no-toda, no-universal,
la realidad y lo Real: la realidad, como acabamos de ver, sirve
constituimos una totalidad, pero no agregando algo, sino, por
(com o borde externo que nos permite totalizar el lenguaje,
el contrario, sustrayéndole algo, a saber: el “también”, el “ade
convertirlo en un sistema cerrado y coherente, mientras que
más” excedente cuya exclusión genera la totalidad de “todas
152
Slavoj Zizek Lalengua hegeliana
lo Real es su límite intrínseco, el pliegue insondable que le gaard le opone la “etapa ética”, en la cual el sujeto se eleva
impide realizar su identidad consigo mismo. En esto consiste la norma moral universal, cuyo vehículo propio es la palabrax
la paradoja fundamental de la relación entre lo Simbólico y lo (como lo ha señalado Hegel, el significado de las palabras es
Real: la barra que los separa es estrictamente interna de lo Sim siempre universal: incluso “aquí y ahora” significa todo “aqtiíy
bólico, puesto que impide que lo Simbólico “se convierta en sí ahora”)', éste es un modo de vida regulado por el principio de
mismo”. El problema del significante no es su imposibilidad realidad.
para tocar lo Real, sino su imposibilidad para “alcanzarse a sí Pero esta interpretación no toma en cuenta la dimensión
mismo”; lo que le falta al significante no es el objeto extralin crucial de Don Giovanni: nadie es más diferente que él de un
güístico sino el Significante en sí, un Uno no barrado, no Narciso enamorado de sí mismo, carente de compasión, que
obstruido. O bien, para decirlo en “hegelés”, el significante goza la orgía del momento, socavando toda la estructura co
no pierde sencillamente al objeto, sino que desde siempre “se dificada, etcétera. En el corazón mismo de su ímpetu, encon
extravía” en su relación consigo misino, y el objeto se inscribe en tramos una relación con la estructura (significante). Por cierto,
el blanco abierto por este fracaso. La positividad misma del Don Giovanni quiere “tenerlas a todas”, pero aparecen los
objeto no es más que una positivización, una encarnación de problemas en cuanto ya no se contenta con tomar a las muje
la barra que le impide al significante “convertirse en sí mis res “una por una”, en cuanto intenta ordenarlas en especies y
mo” plenamente. Esto es lo que Lacan quiere decir con su ex subespecies, convirtiendo su colección dispersa en un Todo
presión “La Mujer no existe”: La Mujer qua objeto no es más estructurado.
que la materialización de una cierta barra del universo simbó Basta con recordar el hecho sintomático de que el frag
lico. Lo puede atestiguar Don Giovanni. mento más célebre de Don Giovanni, el aria de Leporello
<(Madamina, il catalogo é q u e s t o cataloga las conquistas de
Don Giovanni; se enreda en diferentes atolladeros precisa
La disputa sobre el Todo mente cuando trata de calibrarlas “a todas” sobre la base de
un principio único, de modo que se ve obligado a recurrir a
La figura de Don Giovanni (el donjuán de la ópera de diferentes criterios de clasificación: primero, el criterio nacio
Mozart) es habitualmente concebida como la encarnación nal (en Italia seiscientos cuarenta, etcétera, hasta las “mille e
de la lujuria salvaje, demoníaca, que aplasta todo obstáculo, tre” de España); después, el criterio del estrato social (campe
arrasa con todas las convenciones sociales, incluso los lazos sinas, criadas, mujeres de la ciudad, condesas...); finalmente,
del lenguaje: en síntesis, una suerte de fuerza primordial que en una especie de “reflexión sobre sí mismo” del procedi
amenaza la consistencia misma del edificio social. Esta opi miento, la enumeración de los criterios (mujeres de todo grado,
nión ha encontrado su expresión suprema én el famoso texto forma y edad...). A continuación de este primer momento
de Kierkegaard en 0 bien... o bien..., donde el donjuán perso que llega al hartazgo, Leporello, por así decirlo, cambia de
nifica la “étapa estética”, la actitud de un sujeto que agota su registro y pasa a la enumeración de las características “inma-
naturaleza en el goce momentáneo que se consume a sí mis merites”, “naturales” de las mujeres, dispuestas en parejas dé
mo; el vehículo propio de este modo de vida regulado por el "opuestos (rubia/morena, corpulenta/delgada, baja/alta), des
principio de placer es, desde luego, la música, una danza dio- critas con referencia a su “valor de uso” (cuando Don Gio-
nisíaca ejemplificada del mejor modo por el “aria del cham vanni tiene frío en invierno seduce a una dama entrada en
pán” de la ópera de Mozart. A esta “etapa estética” Kierke- carnes; cuando necesita ternura, se acerca a una rubia delica-
154
t
Slavoj Zizek Lalengua hegeliana
da, etcétera). La última pareja de la serie (mujer vieja/joven cancías, estamos ante una inversión fetichista; el valor de uso
virgen) introduce de nuevo un nivel de “reflexión sobre sí es una mera forma de aparición del valor de cambio. En otras
mismo”: “Conquista a las viejas/ por el puro placer de sumar- palabras, la fuerza impulsora fundamental de las conquistas de
las a la lista/ mientras que su pasión predominante/ es la Don Giovanni no es la pasión sino el placer de añadir a la lis
joven virgen”. No resulta difícil ubicar la paradoja de esta úl ta, como se afirma abiertamente en la mencionada “aria del
tima oposición: ¡como si a todas sus conquistas no las acompa champán”. Por lo general se considera que esta pieza consti
ñara la pasión y su causa no fuera aumentar la lista! En otras tuye el más puro despliegue de la supuesta actitud de Don
palabras, es como si la última pareja ocupara, entre las dife Giovanni, cuyo goce devastador lo devora todo en su torbelli
rentes especies, el lugar de su género como tal: no caótico y, a medida que avanza, el aria parece confirmarlo;
no obstante, en su ápice, en el clímax del frenesí dionisíaco
[...] como si, junto a (y distinto de) los leones, los tigres, las lie informe, de pronto, por así decirlo, nos encontramos del otro
bres y todos los otros animales reales que constituyen en un gru
lado de la banda de Moebius. Don Giovanni asocia el goce
po las diferentes razas, especies, subespecies, familias, etcétera,
supremo con la lista: “¡Ah, a mi lista/ mañana por la mañana/
del reino animal, existiera, además, el Animal, la encarnación in
dividual de ese reino.13 tendrás que agregar/ una docena!”, le dice a Leporello, su
servidor a cargo del catálogo (un hecho que no es en absoluto
O bien, según lo diría Leporello, como si junto a (y distin insignificante: esta referencia a la lista que determina la pa
to de) las mujeres que encarnan diferentes cualidades para sa sión más íntima de Don Giovanni hace que su posición subje
tisfacer distintas necesidades, existiera además, La Mujer, la tiva dependa de su servidor).
encarnación individual del reino femenino: ésa es la mujer La conclusión general es entonces bastante clara: puesto
que, según Lacan, “no existe”, y por ello Don Giovanni está que “La Mujer no existe”, Don Giovanni está condenado a
condenado a huir de una mujer a otra. ¿Por qué entonces esta un interminable movimiento metonímico; su potencia no es
“La Mujer”, el equivalente general de las mujeres, está dividi más que una forma de aparición de lo opuesto: una funda
da en “vieja” y “joven”? Como acabamos de ver, el valor de mental itnpotencia designada por Lacan como “la imposibili-
uso de la mujer “vieja” consiste en que añade otro nombre a v dad de la relación sexual”. Esta imposibilidad se hace efectiva
la lista: precisamente por no tener ningún uso particular, ella en el momento en que la sexualidad es atrapada en la telaraña
presenta y personifica el valor de cambio de todas las otras vv ; del,lenguaje: está claro que la sexualidad es posible para los
mujeres; la “joven”, por su lado, encarna lo opuesto, la “utili \ anímales llevados por su olfato infalible, mientras que todos
dad” como tal, en su aspecto no específico, universal. La res sabemos qué cruel jugarreta le hizo el olfato a Don Giovanni.
puesta proviene entonces de la homología con el mundo de la ,En el primer acto, cuando él siente el odor di femina y em-
mercancía: la división es simplemente la qüe separa el valor : prende la seducción de la desconocida velada, ¡pronto descu-
de cambio (la equivalencia simbólica de todas las mujeres en v •bre que la misteriosa bella es Donna Elvira, su esposa, a quien
cuanto están inscritas en el catálogo) y el valor de "uso (la pro »quería evitar a cualquier precio!
piedad que deben tener para satisfacer la pasión de Don Gio ^11, ; ,, Esta respuesta, no obstante, deja abierta la cuestión de las'
vanni). AíL condiciones históricas concretas de la aparición de una figura
Pero lo esencial es que la existencia misma de esta división .como Don Giovanni. A propósito de Antígona, Lacan escribió
implica el predominio del valor de cambio (el significante) so ;> i; qne presenta el caso paradójico de un rechazo del humanismo
bre el valor de uso (la pasión). Como en el caso de las mer- fl^Plíáñtes de su advenimiento; ¿no ocurre de algún modo lo mis-
156 151
Slavoj Zizek Lalengua hegeliana
mo con el Don Giovaimi de Mozart, que articula el rechazo de a él lo impulsa una compulsión interior que está “más allá del
la ideología burguesa del amor de pareja, antes de su hege principio de placer”.
monía en el curso del siglo XIX? (Incluso dentro de la obra En síntesis, si Casanova fue un correlato del salón prerre-
de Mozart, la glorificación de la pareja armoniosa en La flauta volucionario de librepensadores, el Don Giovanni de Mozart
?nágica sigue a su rechazo en Don Giovanni.) Una respuesta es un correlato del jacobinismo, una especie de “jacobinismo de
implícita casi marxista es la que se encuentra en la versión fíl- la economía libidinal”: la paradoja de xmpuritan débaucbé. Los
mica de la ópera realizada por Joseph Losey: la huida de Don jacobinos cortaban las cabezas de los ciudadanos que cedían a
Giovanni al libertinaje expresa la perspectiva social desespera placeres decadentes y nunca asumían plenamente el ideal del
da de la clase gobernante feudal en declinación... Aunque Ciudadano; Don Giovanni rechazaba con desprecio a las mu
Don Giovanni pertenece sin duda a la clase gobernante, pare jeres que nunca vivían a la altura de La Mujer. Pero esta ho
ce sin embargo que esa “sociologización” rápida no toma en mología es mediada por una imposibilidad: el “jacobinismo de
cuenta la mediación histórica concreta que condionó su la economía libidinal” de Don Giovanni nunca puede satisfa
emergencia. cer al jacobinismo político “real”. A causa de su posición so
Permítasenos perfilarla por medio de una comparación cial (miembro de la clase gobernante en decadencia), Don
entre Don Giovanni y Casanova. Casanova es el opuesto Giovanni realizó el jacobinismo en el único campo abierto a
exacto de Don Giovanni: alegre estafador e impostor, un epi él, el de la sexualidad.14 Por ello su destino final fue el mismo
cúreo que irradia simple placer y no deja detrás de sí ningún que el de los jacobinos: un “excedente” molesto, un “media
sabor amargo de venganza, y cuyo libertinaje no representa dor evanescente”, destinado a desaparecer, apartado del cami
ninguna amenaza seria para su ambiente. El es una especie de no en cuanto se estableció la hegemonía ideológica burguesa
correlato de los librepensadores del salón burgués del siglo del amor íntimo de pareja.
XVIII: lleno de ironía e ingenio, cuestiona todas las opiniones
establecidas, pero su transgresión de lo socialmente aceptable
nunca toma la forma de una posición firme que constituya II. J uicio en ausencia
una amenaza seria para el orden existente. A su libertinaje le
falta la nota fanática-metódica, su espíritu es el de la permisi “La palabra es un elefante”
vidad, no el de las purgas; propugna la “libertad para todos”,
y no todavía “ninguna libertad para los enemigos de la liber U. La “falta de identidad” como componente clave de la
tad”. Casanova sigue siendo un parásito que se alimenta del identidad especulativa encuentra su expresión más clara en la
cuerpo en descomposición de su enemigo, y como tal está teoría hegeliana del juicio, en el hecho (sorprendente para
profundamente ligado a él: no sorprende que condenara los ;k quienes siempre esperan de Hegel la misma bendita “tríada”)
“horrores” de la Revolución Francesa, puesto que ella barrió y^udé que hay cuatro tipos de juicio, y, no tres: el juicio de exís-
con el único universo en el cual él podía prospera'r. Sólo Don ■fctencia, el juicio de reflexión, el juicio de necesidad y el juicio
Giovanni llevó el libertinaje al punto de su “autonegación” y :.yúde concepto: De inmediato mostramos nuestras cartas: los
transformó la resistencia al Deber en el Deber de resistir: sus ■'Jfgítrés primeros juicios adquieren el cuarto porque “la sustancia
conquistas no son una cuestión de gozar los placeres simples ^ es sujeto”; en otras palabras, la falta de identidad entre sujeto
de la vida, sino stricto sensu un Deber compulsivo. Para em , dd 7 predicado es postulada como tal en el cuarto juicio (el de
plear términos kantianos: son estrictamente “no-patológicas”; ip líó n c e p to ).1s
158 159
Slavoj Zizek Lakngua hegeliana
Comencemos por la primera forma, el juicio de existencia. una determinación particular: la expresión positiva del juicio
Esta forma deriva directamente lo individual como último negativo es “el sujeto (este individuo) es una particularidad”;
(tercer) momento del concepto. Hegel inicia su sección sobre la rosa, por ejemplo, tiene algún color particular (es azul, o
el juicio con la proposición siguiente: El juicio es la dete?ynini- amarilla, o roja...).
dad del concepto puesta en el concepto mismo.16 El juicio {Vr- La tercera forma del juicio, el juicio infinito, redobla la
teil) originalmente divide (nr-teilen) el concepto (uno más de / negación que ya opera en el juicio negativo, o más bien la lle
los célebres juegos de palabras de Hegel) en sujeto y predica va a la autorreferencia: no sólo niega algún predicado (parti
do, es decir que la determinidad de una individualidad (una cular) sino el dominio universal en sí presente en la negación
entidad sustancial que subsiste por sí misma como momento idel predicado particular. El juicio infinito es entonces absurdo
final de la tríada conceptual de lo universal, lo particular y lo ; en su forma se niega un predicado (particular) cuyo género
individual) es externalizada, opuesta a la individualidad, y de (universal) es en sí incompatible con el sujeto. Tenemos en
tal modo puesta como tal. El sujeto individual es ese predica tonces sentencias de saber vacío como “la rosa no es un ele
do (esta o aquella determinación abstracta-universal). En el fante”, “el espíritu no es rojo”, “la razón no es una meta”, et
ejemplo de Hegel, “la rosa es roja”. cétera. Como dice Hegel, estos juicios son exactos o
Debemos tener cuidado en dos puntos. En primer lugar, verdaderos, pero sin embargo absurdos e insulsos. Hegel aduce
todo el contenido sustancial está del lado del sujeto: lo que se el crimen como ejemplo de juicio infinito, y podemos enten
presupone como teniendo “existencia real” (y por esta razón der por qué, precisamente a partir de lo mencionado: en con
hablamos de “juicio de existencia”) es el sujeto, el individuo, y traste con un conflicto legal ante los tribunales, en el que am
el predicado es sólo alguna propiedad abstracta-universal que bas partes invocan leyes particulares, una detrás de otra, pero
él adquiere; no tiene existencia por sí mismo. La contracara admitiendo la ley universal (la legalidad) como ámbito obliga
es que la relación entre sujeto y predicado aparece como torio, el acto criminal cuestiona la esfera general de la ley
completamente extrínseca: el predicado es alguna propiedad í|’ misma, la ley como tal.17
abstracta-universal completamente indiferente, adquirida por La forma positiva del juicio infinito (precisamente porque
el sujeto, y no algo que dependa de la naturaleza interior de "y niega no sólo el predicado particular sino el género en el que
este último. b el predicado puede reunirse con el sujeto) no es ya un juicio
Después del juicio positivo, la segunda forma del juicio de i; particular implicado por la negación: de “la rosa no es roja” se
existencia es el juicio negativo: pone esa relación extrínseca • sigue que la rosa es de algún otro color, pero de “la rosa no es
indiferente como tal, negando la primera forma; si lá natura un elefante” no se sigue ninguna determinación particular po-
leza sustancial de la rosa es por completo indiferente a que ysitivá. De modo que el polo opuesto positivo del juicio infini-
sea o no roja, sería igualmente razonable postular que “la rosa T:to negativo sólo puede ser una tautología: de “la rosa no es un
no es roja”. Como lo subraya Hegel, no negamos la relación rTélefante” se sigue sólo que “la rosa es una rosa”. La tautología
entre sujeto y predicado como tal: la sentencia “<la rosa no es V;j||íéxpresa en forma positiva sólo la extemalidad radical del predi-
roja” se considera sólo contra el fondo de que la rosa tiene al- ;i|p^ado respecto del sujeto; lo que aparece en el juicio infinito es
giín (otro) color, digamos el azul. De manera que el juicio ne >||íé$ta “verdad” de toda la esfera del juicio de existencia: como
gativo procede desde lo universal a lo particular: la determini ' \’'!p|üjeto y predicado son completamente extrínsecos, ningún
dad del predicado inicialmente postulado como un universal TfM?redicado puede determinar adecuadamente al sujeto, o más
abstracto es ahora especificada como algo particular, como tó|||péri, él único predicado adecuado al sujeto es el sujeto mismo.
160 161
Slavoj Zizek La lengua hegeliana
Lo que sigue siendo enigmático en este punto es sólo que la tríada “la rosa no es un elefante”, “la rosa es una rosa” y
Hegel, junto a la negación y la tautología “insulsa”, no men “la tosa es un elefante”. La verdad especulativa de esta última
cione la tercera forma del juicio infinito, la forma afirmativa forma es demostrada por Lacan cuando, en su primer Semina-
aparentemente “absurda” (digamos, “la rosa es un elefante”). rio, evoca una paradoja análoga (“La palabra es un elefante”),
Lo que tenemos aquí no es una especie de posibilidad vacía, para ejemplificar la relación dialéctica negativa entre la pala
puesto que esa forma de juicio infinito porta el contenido es bra y la cosa, el hecho de que la palabra implica el asesinato
peculativo de la dialéctica de la fenomenología en la Fenotne- simbólico de la cosa: “la palabra es un elefante” significa que
nología del espíritu: “el Espíritu es un hueso”. Sólo este juicio Ún elefante está “más presente” en la palabra que lo evoca que
expresa plenamente la “falta de identidad” especulativa me en sil ser físico inmediato; está presente (como Lacan lo seña
diante la afirmación de la identidad imposible de dos momen la por medio de una referencia a Hegel) en su concepto:
tos mutuamente excluyentes: este juicio (si lo leemos inme
diatamente) es experimentado como obviamente absurdo; la Por cierto, el concepto no es la cosa tal como ella es, por la
discrepancia entre los momentos es absoluta; sin embargo, el sencilla razón de que el concepto está siempre donde no está la
“Espíritu” como poder de la negatividad absoluta no es más cosa, está allí para reemplazar a la cosa, como el elefante que in
troduje en la habitación el otro día por medio de la palabra ele
que esta absoluta discrepancia.18 La tesis “la sustancia es el
fante. Si esto fue tan sorprendente para algunos de ustedes, se
sujeto” debe leerse exactamente como una especie de “juicio
debió a que resultó claro que el elefante estuvo realmente allí en
infinito”: no significa que la sustancia sea “realmente sujeto” cuanto lo nombramos. De la cosa, ¿qué es lo que puede estar
(que el sujeto, la autoconciencia, sea el fundamento, la sustan 1 allí? Ni su forma, ni su realidad, puesto que, en la situación ac
cia de toda existencia) sino que nos arrastra a una contradic tual, todos los lugares están ocupados. Hegel lo dice con extre
ción absoluta entre sustancia y sujeto: la sustancia nunca pue mo rigor -el concepto es lo que hace que la cosa esté allí, mien-
de alcanzar al sujeto, nunca puede abarcar en sí el poder tras, constantemente, no lo está.20
negativo del sujeto, y el sujeto no es más que esta incapacidad
de la sustancia para contenerlo dentro de sí, esta escisión in “La palabra es un elefante” expresa entonces la identidad
terna de la sustancia, esta falta de identidad consigo misma. especulativa de “palabra” y “elefante”, el hecho de que un ele
En esto consiste la inversión especulativa que nos da la fante está presente en la palabra “elefante” como aufgehoben,
clave de la lógica del juicio infinito. No basta decir que hay ))úfernalizado-superado.
una falta de identidad entre sustancia y sujeto: si sólo hace ¿Adonde, entonces, nos lleva el resultado de la dialéctica
mos esto, seguimos presuponiendo que la sustancia y el suje dpi juicio de existencia? A la contradicción absoluta, al de-
to son dos entidades (positivas, idénticas) entre las cuales no ifpinbe de cualquier medio común entre sujeto y predicado,
hay identidad; se trata más bien de que uno de los dos momentos :],0 que culmina con la reducción del sujeto a una tautología,
(el sujeto) no es más que la no-identtdad-consigo-mjsmo del otro Ja que el único predicado que admite es él mismo. No po-
momento (la sustancia). “El Espíritu es un hueso” significa que fríos decir nada sobre el sujeto como tal, no podemos atri
el hueso en sí nunca podría lograr una completa identidad
consigo mismo, y el “Espíritu” no es más que la “fuerza de la
negatividad” que le impide al hueso “convertirse en sí mis
mo” plenamente.19
I lle nada, ninguna determinación: está reducido a un “esto”
Allí se produce la transición a la forma siguiente del jui-
juicio de reflexión: el juicio de reflexión toma conoci-
:s|i|éñto del resultado del juicio de existencia (que el sujeto del
El juicio infinito queda entonces ramificado internamente es un “esto” nulo, vacío, carente de contenido sustan-
162 163
Slfívoj Zizek Lalengua hegeliana
cial) y traslada el centro de gravedad al otro lado, al predicado, de reflexión, por el contrario, todo el movimiento está del la
que entonces aparece como el momento sustancial. do del sujeto, mientras que el predicado permanece como un
El rasgo crucial del juicio de reflexión es, por lo tanto, que firme contenido sustancial; la dirección del movimiento es
dentro de él se postula alguna individualidad contingente en también contraria: va de lo individual a lo universal a través
relación con alguna determinación que no es ya su propiedad de lo particular. Esta inversión déla dirección es fácil de cap
abstracta-universal indiferente, sino su detemúnación esencial. tar: el predicado de un juicio de existencia se adecúa gradual
La universalidad no es aquí la “propiedad” abstracta de una mente al sujeto (individual), hasta coincidir con él en una
cosa sustancial, sino una esencia abarcativa que subsume las . identidad imposible, mientras que en el juicio de reflexión el
individualidades. Como dice Hegel, los juicios de reflexión ; $qjéto se adecúa gradualmente al predicado universal expan
son juicios de subsunción: el predicado subsume un círculo diéndose desde lo individual a lo universal. Las tres formas de
cada vez más amplio de sujetos como una determinación juicio de reflexión son, por lo tanto, el juicio singular, el jui
esencial que existe en sí misma. Ejemplos de juicio reflexivo cio particular y el juicio universal. Por ejemplo: “este hombre
son: “los hombres son mortales”, “las cosas son transitorias”, ,es mortal”, “muchos hombres son mortales”, “todos los hom
etcétera. Que todas las cosas (materiales, finitas) son transito bres son mortales”.
rias es su determinación esencial: deriva de su concepto mis
mo, del hecho de que tengan la negatividad fuera de sí mis
mas (en la forma del poder del tiempo, al que están tas paradojas de la sexuación
sometidas). El hecho de que estos juicios son “reflexivos” se
le revela incluso a una primera mirada superficial, que en este /. Pasamos entonces desde el juicio de reflexión a la forma
caso no engaña: los juicios del tipo “las cosas son transito siguiente, el juicio de necesidad: basta con que postulemos
rias”, “los hombres son mortales”, etcétera, expresan lo que expresamente la determinación de universalidad contenida en
queremos decir por “reflexión” en el lenguaje cotidiano -pen iel juicio universal; en términos concretos, en lugar de “todos
samientos más profundos sobre la naturaleza de las cosas. ■ joshombres son mortales”, debemos decir solamente “e/ hombre
Pero Hegel emplea el término en un sentido estrictamen ^ mortal”. El cambio concierne sólo a la forma, aunque es
te técnico: en los juicios reflexivos el sujeto (que anteriormen .qsencial: incluso en el nivel intuitivo no resulta difícil sentir
te, en el juicio de existencia, era concebido como una entidad 'y^[]lé;los enunciados “todos los hombres son mortales” y “el
sustancia] subsistente por sí misma) es postulado como algo .fjlipmbre es mortal” no tienen el mismo peso: al pasar del pri-
transitorio-insustancial, como algo que sólo “refleja”, cuya inéroal segundo nos movemos desde el conjunto empírico de
realidad contingente sólo refleja el en-sí de una esencia per Rocíos los hombres” (de lo que todos los hombres tienen en
manente, expresada en el predicado. La “reflexión” debe en y^pniún) a la universalidad, a la determinación necesaria del
tenderse aquí en el sentido de reflexión extrínseca: el mundo M$I^cePt0 hombre como tal. En otras palabras, mientras
finito es postulado como la apariencia indiferente, transitoria, '^úóen el juicio de reflexión aún nos referimos a la relación de
que refleja alguna esencia trascendental, universal. Indeterminación conceptual (el predicado) con el conjunto
Según hemos visto, en el juicio de existencia todo el movi f l|§|itihgente, no-conceptual de las entidades empíricas (“es-
miento está del lado del predicado: el sujeto es puesto como « f c e n el juicio de necesidad ingresamos en el dominio de
una entidad sustancial permanente, y el predicado pasa de lo f i l i a c i o n e s necesarias del concepto, de las autodetermina-
universal a lo individual a través de lo particular. En el juicio . fjriesjnmanentes del concepto como tal. La “mortalidad” no
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Slavoj Zizek
r Laltngua hegeliana
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Slavoj Zizek Lalmgm hegdiam
Abundan los ejemplos para el lado “masculino” de la “to lógica hegeliana de la “autorrelación negativa del concepto”:
talización a través de la excepción”, así como para el lado “fe lin concepto universal llega a su ser-para-sí, es puesto como
menino” de la colección no-toda sin excepción. ¿No ha sido concepto, sólo cuando, en el dominio mismo de la particula
Marx quien, en el capítulo primero de El capital, en la dialéc ridad, se refleja en la forma de su opuesto (en algún elemento
tica de la forma mercancía (en la articulación de las tres for \(jue niega el rasgo fundamental de su universalidad concep-
mas por medio de las cuales una mercancía expresa su valor Úiál)- El concepto de hombre (como un ser activo, un ser que
con alguna otra mercancía que sirve como su equivalente), jío es por naturaleza lo que es, sino lo que debe crearse, “de
fue el primero en desarrollar la lógica de la totalización a tra finirse” por medio del trabajo empeñoso) llega a su ser-para-
vés de la excepción? La forma “ampliada” pasa a la forma $í reflejándose en una excepción, en un individuo que aparece
“general” cuando alguna mercancía es excluida, exceptuada como la encarnación del hombre en general, como tal, preci
del conjunto de mercancías, y aparecen entonces como equi samente en cuanto él ya es lo que es por naturaleza (el mo
valente general de todas ellas, como la encarnación inmediata narca)- El valor de cambio, en su contraste con el valor de uso
de la Mercancía como tal, como si, junto a todos los animales (es decir, el valor como expresión de una relación social) es
reales, “existiera el Animal, la encarnación individual de todo puesto como tal cuando lo encarna alguna mercancía particu
el reino animal.”21 lar, cuando aparece como una propiedad casi “natural” de al
Sólo por medio de esta totalización a través de la excep guna mercancía particular (el dinero: el oro).
ción llegamos a la universalidad de la mercancía, encarnada ; En cuanto al otro lado, el lado “femenino” de las fórmulas
en las mercancías individuales, partiendo del conjunto empí dé la sexuación, basta recordar cómo opera el concepto de lu
rico de “todas las mercancías”. En otro nivel, Hegel repite la cha de clases en el materialismo histórico. El buen lema de la
misma operación a propósito del monarca: el conjunto de los antigua izquierda (hoy en día, en el mundo supuestamente
hombres se convierte en una totalidad racional (el Estado) só fjiostideológico”, más válido que nunca) según el cual “no
lo cuando su unidad como tal es encarnada en algún indivi hay nada que no sea político”, no debe leeerse como el juicio
duo definido de modo no racional, “biológico”: el monarca. gitíversal “todas las cosas (la sociedad como un todo) son po
Lo que para nosotros tiene un especial interés en este caso es líticas”, sino en el nivel de la lógica “femenina” del conjunto
el modo en que Hegel determina el carácter excepcional del 4fjpAodo: “no hay nada que sea no político” significa precisa-
monarca: todos los otros hombres no son lo que son por na que el campo social está irreductiblemente marcado
turaleza, sino que deben ser “hechos”, educados, formados; ffjpp una división política, que no hay ningún “punto cero”
mientras que el monarca es único, al ser por su naturaleza lo íft'eutro a partir del cual la sociedad podría concebirse como
que es su mandato simbólico. Tenemos aquí en forma clara la tín todo. En otras palabras, “no hay nada que no sea político”
ejemplificación del “lado masculino” dé la fórmula de sexua- íl^gñifica que en política “no hay ningún metalenguaje”: cuaL
ción de Lacan: todos los hombres están sometidos a la fun 'líjlér tipo de descripción o intento de concebir la sociedad
ción de la “castración” (ellos no son de modó directo lo que |plica por definición una posición de enunciación parcial;
es su mandato simbólico, llegan a su rol social positivo por l&ígún sentido radical, ella es ya “política”, siempre-ya he-
medio del trabajo duro de la “negatividad”, a través de la in “tomado partido”. Y la lucha de clases no es más que el
hibición, el entrenamiento...) con la condición de que haya el Ifttbfe de este límite, esta división insondable, que no pue-
Uno exento de ella, que sea lo que es por naturaleza (el rey), ó |fser objetivizada, ubicada dentro de la actividad social,
Esta paradoja nos ayuda al mismo tiempo a comprender la i|sto que es en sí ese límite lo que impide que concibamos
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Slavoj Zizek Lakngua hegeliana
la sociedad en general como una totalidad. De modo que es ne”, llega a su ser-para-sí. Por lo tanto, Hegel está lejos de
precisamente el hecho de que “no hay nada que no sea políti trascender la brecha entre lo universal y la existencia particu
co^ lo que impide concebir la sociedad como un todo, aun lar “deduciendo lo particular del automovimiento del concep
que determinemos este todo con el predicado “político” y di to universal”; él expone la particularidad contingente a la cual
está vinculado lo universal en sí como con un cordón umbili
gamos “todo es político”.“
Pero, esta lógica del no-todo, ¿es compatible con la dia cal (en el lenguaje de las fórmulas de la sexuación, expone la
léctica hegeliana? ¿No se basa en uno de los temas clave de la 'excepción particular que debe existir para que la función uni
crítica tradicional a Hegel, el de la brecha irreductible que se versal siga vigente).
para la universalidad y la realidad de la existencia particular?
, [■ ■■
¿No es la ilusión hegeliana que lo particular puede deducirse
del automovímiento del concepto universal, y ser absorbido ([)e qué modo la necesidad surge de la contingencia
sin ningún resto? Y ¿no se opone esto a la lección del cuadra
do lógico de Aristóteles, en cuanto a que hay una brecha irre Volvamos al juicio de necesidad. Como hemos visto, en él
ductible entre lo universal y la existencia, y la existencia no el predicado es puesto como una especificación intrínseca,
puede deducirse de lo universal? En realidad, Lacan logró de necesaria, como una autodeterminación del sujeto. Así llega
mostrar a partir de esta brecha la angustia que el “panlogicis- dnos a la primera forma del juicio de necesidad, el juicio cate
mo” de Hegel suscitó en Schelling y Kierkegaard: angustia górico, mediante el cual la relación “categórica” (conceptual-
ante la idea de que nuestra existencia esté subsumida en el au- ménte necesaria) entre sujeto y predicado es puesta como la
tomovimiento del concepto y pierda su singularidad, su para relación entre una especie y su género: por ejemplo, “una ro
doja de libertad sin fondo. Como dijo Freud, la angustia es el sa es una planta”, “la mujer es un ser humano”. No obstante,
único afecto que no engaña; por medio de él encontramos lo esfe juicio es inadecuado, en cuanto deja a un lado el hecho
real: lo real de un objeto perdido que no puede ser absorbido ¡dé que el contenido del género no es sólo esa especie, sino
en un movimiento circular de simbolización. ;qvié articula en su seno una serie de especies. La otra forma
No obstante, si admitimos la paradoja de la totalidad ra juicio de necesidad, el juicio hipotético, postula entonces
cional hegeliana que puede discernirse, por ejemplo, a propó ^jv contenido particular (la especie) del género en su relación
sito del rey como condición del Estado quatotalidad raciona^ pesaría con otra especie: digamos, en nuestro caso, “donde
cambia toda la perspectiva. En cuanto la angustia muestra la
proxi?nidad, y no la pérdida del objeto qua real (según Lacan
invierte a Freud), debemos preguntar a qué objeto nos hemos
acercado demasiado al establecer una totalidad racional. Des
1 ^ mujeres, hay también hombres”, o más bien, “el ser de la
qiujer no es sólo el suyo propio sino también el ser de otro,
del hombre”. En la tercera forma, el juicio disyuntivo, el con-
ido particular del juicio es explícitamente postulado como
de luego, este objeto es precisamente ése objeto absolutamen
te contingente, el “trocito de lo real” que enierge como en
carnación de la totalidad racional en sí (a través del cual la
totalidad racional llega a su ser-para-sí, se actualiza): en el ca
I i áutoarticulación, autoespecificación del concepto uníver-
d‘un ser humano es hombre o mujer”.
cepto? ¿No está el juicio de existencia condenado a disolver una serie de circunstancias contingentes: la casa debe estar
se en una tautología vacía, precisamente en cuanto permane construida de un modo predeterminado, etcétera. La segunda
ce en el nivel del ser y, como tal, no puede traducir la rela ■7 forma de juicio conceptual, el juicio problemático, problema-
ción reflexiva entre el sujeto y el predicado? ¿No es el juicio tiza precisamente esas condiciones de la “verdad” del objeto
de reflexión, como lo sugiere su mismo nombre, un juicio (él sujeto del juicio): que una casa sea buena o no, depende de
que articula la relación de alguna entidad fenoménica contin das circunstancias, del tipo de casa que es... La tercera forma,
gente con su determinación esencial, una relación en la cual el juicio apodíctico, despliega en forma positiva las condicio
esta determinación esencial se refleja en la pluralidad de enti nes de la “verdad” del sujeto del juicio: ciertas construcciones
dades contingentes? Y, finalmente, el juicio de necesidad, ¿no de una casa son buenas, ciertos actos son legítimos, etcétera.
nos libera de la externalidad contingente? Todo el contenido No es difícil elaborar el pasaje desde el juicio al silogis
que incluye, ¿no es explícitamente puesto como resultado del mo, puesto que ya encontramos en nosotros mismos el silo-
automovimiento del concepto universal, es decir, como su ■gismo en cuanto los elementos contenidos en el juicio con-
autoespecificación inmanente? ¿Qué es lo que puede seguir? ' ceptual son puestos como tales: “Una cierta construcción de
La respuesta de Hegel es: la contingencia. la casa es buena; esta casa está construida de ese modo; esta
El juicio de necesidad es seguido por una cuarta forma, el pasa es buena”. No cuesta trabajo conjeturar que la cuarta
juicio de concepto. Sólo entonces el juicio se convierte real forma de juicio afirma el momento de la contingencia: las
mente en lo que la palabra sugiere, la apreciación de algo. circunstancias de las que depende que la casa sea o no buena
Los predicados que contiene este juicio no están en el mismo (que sea realmente una casa, que corresponda a su concepto)
nivel que los predicados de las formas anteriores. El juicio son irreductiblemente contingentes, o inás bien son puestas
conceptual es literalmente un juicio sobre el concepto; el cómo tales por la forma misma deí juicio de concepto. En es
contenido del predicado es la relación del sujeto con su concepto to consiste el pasaje crucial desde la segunda a la tercera for
(es decir, con lo que era el predicado en las formas anteriores ma del juicio de concepto, del juicio problemático al juicio
de juicio): es un predicado del tipo “bueno, malo, hermoso, apodíctico: el juicio problemático opone de modo extrínseco
justo, verdadero”. Según Hegel, la verdad no es simplemente el concepto intrínseco, necesario, del objeto (Jo que una casa
la adecuación o correspondencia de una proposición con el 77|cíébe ser para ser realmente una casa) y las condiciones con-
objeto o el estado de cosas que describe, sino la adecuación l'jtingentes externas de las que depende que una casa empírica
deí objeto a su propio concepto: en este sentido, podríamos realmente una casa; el juicio apodíctico supera esta rela-
decir de un objeto “real” (por ejemplo, una mesa) que es “ver : 77dón extrínseca entre contingencia y necesidad, entre las con
dadero” en cuanto se adecúa al concepto de mesa, a la fun diciones contingentes y el interior del concepto... ¿Cómo?
ción de que le corresponde como mesa. ^ Desde luego, Ja respuesta tradicional ha sido que lo hace
El juicio conceptual tiene que ubicarse en este nivel: con . ;^|ébnbibiendo el concepto como una necesidad teleológica que
él evaluamos la medida en que algo es “verdadero”, en que ‘"ppyalece a través de la lógica intrínseca y regula el aparente
corresponde a su concepto. La primera e inmediata forma de
juicio conceptual, el juicio asertórico, comprende por lo tan
to las proposiciones del tipo “esta casa es buena”. Desde lue
go, el problema que surge inmediatamente es que no toda ca
S pnjunto externo de circunstancias, en concordancia con la
jd^a usual de que en “la dialéctica” la necesidad se realiza a
7^Éf|Vés de un conjunto de contingencias. De inmediato pensa-
én los ejemplos de grandes personalidades históricas co-
sa es buena; algunas casas lo son y otras no; ello depende de il§?fP'iGésar y Napoleón: en la Revolución Francesa, la propia
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Sluvoj Zizek Lalengua hegeliana
lógica inmanente generó la necesidad de pasar desde la forma ca. Su héroe, Owen Meany, accidentalmente golpea con un
republicana a una dictadura personal, es decir, la necesidad de bate de béisbol y mata a la madre de su mejor amigo; para to
una persona como Napoleón; el hecho de que esta necesidad lerar este trauma, para integrarlo en su universo simbólico, se
se realizara precisamente en la persona de Napoleón se debió concibe a sí mismo como un instrumento de Dios, cuyas ac
sin embargo a una serie de contingencias... Así se concibe ha ciones han sido preordenadas y pueden considerarse inter
bitualmente la teoría hegeliana de la contingencia: la contin venciones de Dios en el mundo. Incluso su muerte es una
gencia no se opone abstractamente a la necesidad, sino que es perfecta inversión obsesiva del proceso acostumbrado de tra
su forma de aparición: la necesidad es la unidad abarcativa de tar de evadir una profecía ominosa (y con ello precipitar su
ella misma y su opuesto. Pero la teoría de Hegel según la cual realización): cuando Owen toma un hecho accidental como la
un fenómeno establece su necesidad poniendo él mismo sus ¿profecía de que morirá en Vietnam, hace todo lo posible para
presupuestos contingentes abre la posibilidad de una lectura que esa profecía se cumpla; lo aterroriza la perspectiva de per
distinta: der su muerte, puesto que en tal caso se perdería todo sentido
y él mismo sería culpable de haber matado a la madre del
Lo posible que se vuelve actual no es contingente sino nece amigo...
sario, puesto que pone él mismo sus propias condiciones... La Aunque esta necesidad retroactiva parece estar limitada a
necesidad pone sus condiciones, pero las pone como contingen
los procesos simbólicos, tiene sumo interés para el psicoanáli
tes.2*
sis el hecho de que la misma lógica pueda discernirse en la
En otras palabras, cuando, a partir de las condiciones ex biología contemporánea: por ejemplo, en la obra de Stepehn
trínsecas contingentes, toma forma su resultado, esas condi Jay Gould, que liberó al darwinismo de la teleología evolucio
ciones, desde el punto de vista del resultado final en sí, son nista y sacó a luz la contingencia radical de la formación de
retroactivamente percibidas como sus condiciones necesarias. las nuevas especies naturales. La capa geológica del esquisto
La dialéctica es en última instancia la enseñanza de que la ne burgués, que él analiza en Wonderful Life,2i* es única porque
cesidad surge de la contingencia: enseña que un bricolage con los fósiles preservados en ella pertenecen al momento en que
tingente produce un resultado que “transcodifica” sus condi la evolución podría haber tomado un curso totalmente distin
ciones iniciales como momentos internos necesarios de su to: apresa la naturaleza, por así decirlo, en el punto de su in-
autor reproducción. Por lo tanto, es la necesidad la que de* decibilidad, en el punto de coexistencia de un conjunto de po
pende de la contingencia: el gesto mismo que convierte la sibilidades que hoy en día, retrospectivamente, desde una
contingencia en necesidad es radicalmente contingente. línea evolutiva ya establecida, parecen absurdas, impensables;
Para aclarar este punto, recordemos ahora que, en algún en ese punto tenemos ante nosotros una riqueza excesiva de
punto de inflexión de la historia del sujeto (o de la historia -formas (hoy en día) impensables, de organismos complejos,
colectiva), un acto de interpretación eii sí mismo completa pitamente desarrollados, construidos según planes diferentes
mente contingente (no deducible de la serie precedente) hace •de los actuales, que se extinguieron no por un menor valor
legible de modo nuevo el caos anterior, al introducir en él or intrínseco o por su inadaptabilidad, sino sobre todo por su
den y significado, es decir, necesidad. Una novela injustamen discordancia contingente respecto de un ambiente particular.
te menospreciada de John Irving, A prayerfor Owen Meany, es •podríamos incluso aventurarnos a decir que el esquisto bur-
una especie de “román a tbése” lacaniana, un texto sobre este |gués es un “síntoma de la naturaleza”: un monumento que no
tema de que la necesidad surge de una contingencia traumáti ¿puede ubicarse en la línea de la evolución, tal como ésta se
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Slavoj Zizek La lengua hegeliana
desarrolló posteriormente, puesto que representa el perfil de Pero para discernir el hecho de que con el cuarto tipo de
una alternativa histórica posible, un monumento que nos per juicio llegamos a nivel del sujeto no es necesario un aparato
mite ver lo que fue sacrificado, consumido, lo que se perdió conceptual refinado: basta con que recordemos que este tipo
para que pudiera producirse la evolución que conocemos en contiene lo que llamamos inadecuadamente evaluación, un
el presente. juicio evaluativo que (de acuerdo con el sentido común filosó
Es esencial comprender que este tipo de relación entre la fico) concierne al sujeto (“evaluación subjetiva”). En este
contingencia y la necesidad, en la que la necesidad deriva del punto no es suficiente llamar la atención sobre el hecho ele
efecto retroactivo de la contingencia (es siempre una “necesi mental de que, en Hegel, el juicio no es “subjetivo” en el sen
dad dirigida hacia atrás”, y por ello el búho de Minerva sólo tido habitual del término, sino una cuestión de relación entre
levanta vuelo en el crepúsculo) no es más que otra variación el objeto y su propio concepto. La conclusión radical es que
sobre el tema de la sustancia como sujeto. Es decir que, en no hay ningún sujeto sin una brecha que separe al objeto de su con
cuanto la contingencia es reducida a la forma de aparición de cepto, que esta brecha entre el objeto y su concepto es la con
una necesidad subyacente, a una apariencia a través de la cual dición ontològica de la emergencia del sujeto. El sujeto no es
se realiza una necesidad más profunda, aún nos encontramos más que la brecha en la sustancia, la inadecuación de la sus
en el nivel de la sustancia: prevalece la necesidad sustancial. tancia respecto de sí misma: lo que llamamos “sujeto” es la
La “sustancia concebida como sujeto”, por el contrario, es el ilusión de perspectiva en virtud de la cual la sustancia se per
momento en que esta necesidad sustancial se revela como el cibe en una forma distorsionada (“subjetiva”). Más importan
efecto retroactivo de un proceso contingente. De tal modo te aun es que por lo general se pasa por alto el hecho de que
hemos también respondido el interrogante de por qué hay este tipo de juicio sobre la correspondencia de un objeto con
cuatro y no tres tipos de juicio: si el desarrollo de los juicios se su propio concepto implica una especie de redoblamiento re
hubiera resuelto con el juicio de necesidad, habría permaneci flexivo de la voluntad y el deseo del sujeto. .
do en el nivel de las sustancias, en el nivel de la necesidad sus En este preciso sentido hay que concebir la dialéctica del
tancial del concepto que, por medio de su partición, despliega deseo en Lacan, cuya tesis básica es que el deseo es siempre
su particular contenido desde dentro de sí mismo. Esta ima deseo de un deseo\ el deseo nunca apunta directamente a algún
gen del “automovimiento del concepto” que pone su propio objeto, sino que es siempre deseo “ajustado”; el sujeto en-
contenido particular puede parecer muy “hegeliana”; corres VCUentra en sí una multitud de deseos heterogéneos, incluso
ponde a la idea convencional sobre el “trabajo del concepto” ’mutuamente excluyentes, y la cuestión que enfrenta es qué
en Hegel, pero en realidad no es posible estar más lejos del deseo debe escoger, qué deseo debe desear. Esta reflexividad
sujeto hegeliano que pone retroactivamente sus propios pre constitutiva del deseo se revela en la experiencia paradójica de
supuestos. Sólo con el cuarto tipo de juicio se afirma plena : sentirse colérico o avergonzado cuando uno desea algo que
mente el hecho de que “la verdad de la sustancia es el sujeto”; Considera indigno del propio deseo, un atolladero que podría
sólo entonces el sujeto pone su propio presupuesto sustancial [/describirse precisamente con las palabras Yo no deseo (no quie
(retroactivamente postula las condiciones contingentes de su ro, desear) mi deseo. Lo que llamamos “evaluación” se basa en
necesidad conceptual). El núcleo del “poner el presupuesto” ffodos los casos en esta reflexividad del deseo, que por supues
hegeliano consiste precisamente en esta conversión retroacti to sólo es posible dentro del orden simbólico: el hecho de que
va de la contingencia en necesidad, en esta atribución de una Kéf deseo sea siempre-ya “simbólicamente mediado” significa
forma de necesidad a las circunstancias contingentes. \que es siempre el deseo de un deseo. Esta reflexividad del de
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Slavo] Zizek Lalengua hegeliana
seo descubre la dimensión del engaño simbólico: si el sujeto como tal la posibilidad de elegir entre diferentes estilos,
quiere X, de ello no se sigue que también quiera su deseo o, cuando, por lo tanto, el estilo es percibido como algo básica
más bien, es posible que finja su deseo de X , precisamente pa mente arbitrario.
ra ocultar el hecho de que no quiere X.
Tampoco es difícil de comprender el modo en que esta
reflexividad está conectada con el motivo de la contingencia. “En el padre más que el padre mismo ”
Tomemos, por ejemplo, el tema filosófico de los “valores”: es
erróneo afirmar que, en las sociedades llamadas “tradiciona La división que introduce el juicio de concepto, a pesar de
les” (basadas en la aceptación no reflexiva de un sistema de una primera impresión engañosa, no es por lo tanto una divi
valores), las personas “tienen” valores; lo que desde nuestra sión simple entre el concepto y su actualización empírica (por
perspectiva externa llamamos “sus valores” son algo que las ejemplo, entre el concepto de una mesa y las mesas empíricas,
personas mismas aceptan como un marco no cuestionado del que, por cierto, según sean las circunstancias, se correspon
que no tienen conciencia; les falta por completo la actitud re den más o menos con su concepto); si fuera sencillamente
flexiva implícita en la noción de “valor”. En cuanto comenza eso, se trataría de una simple tensión entre el ideal, el concep
mos a hablar de “valores”, tenemos valores postulados a priori to ideal, y su realización siempre-ya incompleta. En última
como algo relativo, contingente, cuyo ámbito no es incuestio instancia, nos encontraríamos de nuevo en el nivel del juicio
nable, como algo que es necesario discutir, es decir, precisa reflexivo, puesto que la relación ideal/real es una relación tí
mente, valorar: no podemos eludir la cuestión de si estos va pica de la reflexión. El movimiento que en este momento nos
lores son “verdaderos valores”, de si “corresponden a su interesa en el juicio de concepto es más sutil: la división está
concepto”. En “hegelés”, en cuanto el concepto de valor es dentro del concepto mismo.
“puesto”, explicado, en cuanto este concepto llega a su ser- La reflexividad de la que acabamos de hablar queda indi
para-sí, el valor es experimentado como algo contingente, li cada por la pregunta de si el concepto es algo “adecuado a sí
gado al “problema del valor”. ¿Hemos elegido los valores co mismo”. Por cierto, Hegel habla de las circunstancias de las
rrectos? ¿Cómo los evaluamos? Etcétera. que depende que la casa sea buena (digamos, “realmente una
Lo mismo puede decirse sobre el concepto de “profesión”: casa”); sin embargo, aquí no se trata de que ninguna casa em
respecto de la sociedad precapitalista, en la cual la posición de pírica pueda corresponder completamente a su concepto, sino
un individuo quedaba decidida primordialmente por un con de que en las que aparecen como “circunstancias externas” que ac
junto de vínculos orgánicos tradicionales, es anacrónico ha tualizan el concepto de una casa, ya opera otro concepto, que no es el
blar de una “profesión” (incluso en un nivel inmediato pode de una casa, aunque corresponda a la Casa más que la casa misma:
mos sentir cuán adecuado resulta decir que en la Edad Media nos referimos a la dialéctica desplegada en la conocida para
alguien tenía la “profesión” de siervo). El concepto de “profe doja de decir sobre alguna no-X que es “más X que la misma
sión” presupone a un individuo indiferente, abstracto, libera X ” (por ejemplo, sobre un cicatero, que “es más escocés que
do de las determinaciones de los vínculos sustanciales-orgáni ■los propios escoceses”, o sobre una madre sustituía que es
cos, que puede decidir “libremente” su profesión, escogerla. . “más maternal que la propia madre”, o sobre un jenízaro fa
En un tercer nivel, lo mismo ocurre con el concepto de estilo n ático que es “más turco que los propios turcos”).
artístico: resulta anacrónico hablar de estilos medievales o in ; La falta de identidad que impulsa el movimiento del juicio
cluso clásicos; sólo podemos referirnos a ellos cu apdo se pone de concepto no es entonces la falta de identidad entre el con
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Slavoj Zizek Lalengita begeliana
cepto y su realización, sino que se extiende al hecho de que el sí: en cuanto entramos en el orden simbólico, la cosa está más
concepto nunca puede corresponderse a sí mismo, ser adecua presente en la palabra que la designa que en su presencia in
do a sí mismo, porque en cuanto se realiza plenamente pasa a mediata: el peso de un elefante es más notorio cuando pro
ser otro concepto: una X plenamente realizada como X es nunciamos la palabra “elefante” que cuando un elefante real
“más X que la X misma”, de modo que no es ya X. En la falta entra en la habitación.
de identidad entre el concepto y su actualización, el exceden En esto consiste el enigma del estatuto del padre en la
te está por lo tanto del lado de la actualización, y no del lado teoría psicoanalítica: la no-coincidencia de lo simbólico y el
del concepto: la actualización de un concepto produce un ex padre real significa precisamente que algún “no-padre” (un
ceso conceptual sobre el concepto mismo. Esta clase de división tío materno, el supuesto antepasado común, el tótem, el espí
opera en las pinturas del “realista” norteamericano Edward ritu, en última instancia, el significante “padre” en sí) es “más
Hopper. En algunas de sus conocidas declaraciones, Elopper padre” que el padre (real). Por esta razón Lacan llama ?netáfo~
ha sostenido que no le gustan las personas, que las personas ra paterna al Nombre-del-Padre, esa agencia ideal que regula
carecen de interés, que le resultan extrañas. Y en sus cuadros el intercambio legal, simbólico: el padre simbólico es una me
se puede sentir realmente que la figura humana aparece neu táfora, un sustituto metafórico, una superación (Aufbebung)
tra, carente de interés, mientras que se pone de manifieso un del padre real, en cuyo Nombre es “más padre que el padre
sentimiento mucho más intenso en relación con tipos particu mismo”, mientras que la parte “no superada” del padre apare
lares de objetos, sobre todo sus célebres ventanas vacías ilumi ce como la agencia obscena, cruel y absurdamente impotente
nadas por el sol. En un sentido muy preciso podría decirse del superyó. En cierto sentido, Freud ya lo había advertido
que en esos objetos, aunque, o precisamente porgar el hombre cuando, en Tótem y tabú, escribió que, a continuación del pa
está ausente, la dimensión humana es intensamente llamativa; rricidio primordial, el padre muerto “retorna más fuerte que
si podemos aventurar una fórmula heideggeriana, esta dimen cuando estaba vivo”: la palabra crucial, “retorna”, indica có
sión es presentada por medio de la ausencia misma del hom mo debemos pensar otra proposición lacaniana de aspecto
bre: un hombre que está más presente en esas huellas que en misterioso: la de que el padre es un síntoma. El padre sínto-
su presencia física directa. Sólo a través de esas huellas (una , ma es un síntoma en la medida en que es “el retorno del re-
cortina medio abierta en la ventana, etcétera) se vierte efecti primido” padre primordial, el obsceno y traumático padre
vamente la dimensión “humana” auténtica, como en la cono ó-goce que aterrorizaba a su horda.25
cida experiencia de que, después de la muerte de alguien, to Pero lo que debemos tener en mente acerca del padre-go
mamos conciencia de quién era realmente esa persona al pasar ce primordial es una vez más la lógica de la “acción diferida”,
revista a los objetos personales cotidianos que ha dejado (su el hecho de que el padre no-simbolizado se convierte en el
escritorio, las pequeñas cosas de su dormitorio), es decir, en . espectro terrorífico del padre-goce sólo más adelante, al mi
“hegelés”, que tomamos conciencia de su concepto. rar hacia atrás, retroactivamente, después de que ya esté allí la
De modo que los cuadros de Hopper describen una no-X red simbólica: el padre-goce, en última instancia, solamente
(objetos inanimados, “muertos”, calles vacías, fragmentos de lléna una insuficiencia estructural de la función simbólica del
edificios de departamentos) que es “más X que Hpropia X ”; |ó Nombre-del-Padre; su estatuto original es el de un resto pro-
las dimensiones humanas se revelan más que en el hombre Ipducido por el fracaso de la operación de superación (Aufhe-
mismo. Y, como ya hemos visto, el caso supremo, el caso pa f^ybmig) que establece la regla del Nombre-del-Padre; su estatu
radigmático de esta inversión paradójica, es el significante en id; to supuestamente “original” (“padre primordial”) resulta de
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Slavoj Zizek Lalengua hegeliana
una ilusión de perspectiva en virtud de la cual percibimos el puesta al deseo de la madre de la sobrina (hermana de él). En
resto como punto de origen.26 otras palabras, la lección de la película es que la relación dual
En otro enfoque, Lacan determina el Nombre-del-Padre termina en un atolladero asesino cuando el tercer elemento
como sustituto metafórico del deseo de la madre, es decir: que media entre los polos sigue siendo el deseo de la madre
no “superado” en la metáfora paterna.
Nombre-del-Padre
La prueba fundamental de que la articulación hegeliana de
deseo de la madre las cuatro especies de juicio tiene una lógica intrínseca está en
el hecho de que su consistencia es la del “cuadrado semiótico”
Para comprender esto, basta recordar la película Intriga greimasiano de necesidad/posibilidad/imposibilidad/contin-
internacional de Hitchcock [en España fue titulada como Con gencia:
la muerte en los talones]. Hay un momento en el que Roger O.
Thornhill es “erróneamente identificado” como el misterioso Necesario ► Imposible
“George Kaplan”, y de tal modo enganchado en su Nombre- A i
del-Padre, su significante amo: en ese mismo momento le
vanta la mano para realizar el deseo de la madre, hablándole
por teléfono. Lo que obtiene en retorno del Otro (es decir, lo Contingente
que logra en lugar del deseo de la madre que quiere cumplir)
es “Kaplan”, su metáfora paterna. De este modo la película La categoría fundamental del juicio de existencia es la im
presenta un caso de sustitución “exitosa” de la metáfora pa posibilidad (su “verdad” es el juicio infinito en el que la rela
terna por el deseo de la madre. Nos tienta incluso a arriegar ción entre sujeto y predicado es puesta como imposible); el
la hipótesis de que Intriga internacional presenta una suerte de juicio de reflexión se caracteriza por la posibilidad (a saber, la
análisis espectral de la figura del padre, separándola en tres posibilidad de la siempre-más-inteligible correspondencia en
componentes: primero, el padre imaginario, el funcionario de tre sujeto y predicado); el juicio de necesidad afirma una rela
las Naciones Unidas cuyo apuñalamiento (parricidio) en el ción necesaria entre sujeto y predicado (como lo indica su
corredor de la Asamblea General se atribuye a Thornhill; se nombre), mientras que el juicio de concepto presenta la con
gundo; el padre simbólico, el “Profesor”, el funcionario de la tingencia fundamental de la que depende la necesidad misma.
CIA que fraguó al inexistente “George Kaplan”, y tercero, el ¿Es preciso que añadamos que este aparato conceptual se re
padre real, la figura trágica, obscena e impotente de Van laciona con la tríada lacaniana de ISR? El estatuto de la impo
Damm, el principal advesario de Thornhill. sibilidad es real (lo “real como imposible”); toda necesidad es
Por el contrario, una película como La sombra de mía duda en última instancia simbólica; lo imaginario es el dominio de lo
despliega las espantosas consecuencias del fracaso de esta sus ‘‘posible” mientras que la emergencia del -síntoma que vincula
titución metafórica. El análisis de esta obra se centra por lo las tres dimensiones del ISR es radicalmente contingente.
general en la relación dual de los dos Charlie (la, joven sobri
na y su tío asesino); lo que este modo deja de considerarse es
la presencia del crucial tercer elemento que los une, a saber:
el deseo de la madre. El tío Charlie visita a la familia en res
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Slavo} Zizek Lalengiuí begeliana
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Slavoj Zizek Lalengua hegeliana
mán, sino precisamente porque el bloqueo político sólo dejaba abier total desaliento y fracaso, una sensación de incompatibilidad absur
to el camino de la teoría. da entre el sujeto y su predicado. Pero basta con que observemos
15. Recordemos que en la última sección de su Ciencia de la lógi que la noción especulativa de “sujeto” consiste precisamente en esta
ca, Hegel dice que podemos considerar que los momentos del proce radical incompatibilidad, división, negatividad. O, para decirlo de
so dialéctico son cuatro; el sujeto es en realidad el cuarto momento otro modo, todo lo que tenemos que hacer para llegar a la verdad es
excedente, esa “nada”, esa negatividad autorreferencial, que no obs peculativa de una proposición del entendimiento es incluir en su sig
tante cuenta como “algo”. (Véase también el capítulo 5.) nificado nuestra posición subjetiva de enunciación: comprender que lo
ló. Hegei's Science o f Logic, Londres, Alien & Unwin, 1978, pág. que en primer lugar tomamos por nuestra reacción "subjetiva” a ella
623 [ed. cast.: ob. cit., nota 27 del cap. 1]. (la sensación de fracaso, incompatibilidad, discordia) define la “cosa
17. En realidad, el pasaje desde el juicio negativo al juicio infini Misma"'. De modo que, contrariamente a la opinión difundida, Hegel
to epitomiza la lógica de la “negación de la negación”: revela que la no habla una especie de “lenguaje privado” esotérico: habla el mis
negación de la negación no es simplemente un retorno a la identidad mo lenguaje que nosotros, sólo que lo habla más.
-inmediata, sino la negación que niega al campo universal en sí, 20. The Se?ninar ofjacques Lacan, Book I, Cambridge, Cambridge
mientras que la simple negación del predicado lo deja intacto. University Press, 1988, págs. 242-3.
18. Véase Slavoj Zizek, The Sublime Object of Ideology, Londres, 21. Citado de P.-D. Dognin, Les “sentiers escarpes” de Karl Marx
Verso, 1989, págs. 207-9 [ed. cast.: ob. cit., nota 1 de la Introducción], I, o b . c i t ., p á g . 7 2 .
19. Esta paradoja del “juicio infinito” es la prueba más clara del 22. Hoy en día se habla mucho del anacronismo de la distinción
error de la (mala) lectura de Hegel según la cual él considera que entre la derecha y la izquierda; para no engañarse resulta útil recor
nuestro lenguaje “ordinario” es una herramienta dura e inadecuada dar la asimetría de estos conceptos: un izquierdista es alguien que
para expresar las finezas de la autoinediación dialéctica, una herra puede decir “yo soy un izquierdista”, es decir, reconocer la división,
mienta limitada al nivel del entendimiento, de las determinaciones la distinción derecha/izquierda, mientras que un derechista puede
“abstractas”. Por supuesto, esta (inala) lectura suscita el sueño de ser invariablemente reconocido por el modo en que se posiciona en
otro lenguaje, etéreo, que evitaría la torpeza del lenguaje común y el centro y condena a todo “extremismo” como “fuera de moda”. En
daría una expresión adecuada inmediata al movimiento especulativo. otras palabras, la distinción izquierda/derecha es percibida como tal
Quizás ese lenguaje sea accesible a los dioses, mientras que nosotros, (en “hegelés”: cuenta) sólo desde una perspectiva de izquierda,
los mortales comunes, estamos lamentablemente condenados al ins mientras que la derecha se percibe como estando en "el centro”; ha
trumento vulgar del que disponemos, obligados a pensar, para ex bla en nombre del “todo”, rechaza la división. La articulación del es
presarnos, “en el lenguaje contra el lenguaje mismo”... Alguien ver pacio político es entonces una paradoja bien ejemplificada por los
sado en el procedimiento hegeliano tiene perfectamente en claro atolladeros de la sexuación: no se trata simplemente de la articula
que esa noción es por completo errónea, pues se trata de que para ción del todo en dos polos, sino de que un polo (la izquierda) repre
captar el movimiento especulativo no necesitamos ningún otro len senta la división como tal; el otro (la derecha) la niega, de modo que
guaje más adecuado: nuestro lenguaje “ordinario” es más que sufi la escisión política izquierda/derecha necesariamente asume la forma
ciente. Todo lo que tenemos que hacer, por así decirlo, es tomarlo de la oposición entre “la izquierda” y “el centro”, dejando vacío el
más literalmente de lo que él se toma a sí mismo, tomar conciencia lugar de “la derecha”. La derecha queda definida por el hecho de
de que incluso los juicios más rudos tienen éxito por ?nefio de su fra que sus adherentes nunca pueden decir de sí mismos, en primera
caso. ¿persona, “yo soy un derechista”; sólo aparecen como tales desde uná
Para decirlo sucintamente: “el juicio especulativo” es lo mismo ^perspectiva dé izquierda.
que un juicio ordinario del entendimiento, sólo que leído dos veces; el 23. Dieter Henrich, H egelm Kontext, Francfort, Suhrkamp Ver-
fracaso de la primera lectura nos obliga a realizar el cambio dialécti Jag, 1971, pág. 163.
co de perspectiva y a discernir el éxito en el fracaso mismo. Por 24. Stephen Jay Gould, Wonderful Life, Londres, Hutchinson
ejemplo, “el Espíritu es un hueso”: de la primera lectura resulta un dius, 1990.
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Slavoj Zizek Sobre el Otro
Lo mismo que Hegel, Wittgenstein determina la identi- en un síntoma corporal; el contenido psíquico que no puede
dad-consigo-mismo como la coincidencia paradójica de una ser significado en el medio del lenguaje común se hace oír
cosa con su propio espacio vacío: el concepto de identidad- con la forma distorsionada del “lenguaje corporal”.
consigo-mismo no tiene ningún sentido fuera de este “juego A partir de este breve boceto, podemos ya conjeturar dón
de la imaginación” en el cual una cosa ocupa su espacio, fuera de reside la conexión con Hegel: una conversión homologa es
de este procedimiento de “escenificación”. la que define las “figuras de la conciencia” en la Fenomenología
Lo crucial es que este concepto de la identidad implica la del espíritu de Hegel. “Dominio y sumisión”, “conciencia des
presencia del orden simbólico: para que un objeto “coincida” dichada”, “ley del corazón”, “libertad absoluta”, etcétera, no
con su lugar vacío, debemos previamente “abstraerlo” de su son sólo posiciones teóricas abstractas; lo que designan es
lugar; sólo de este modo podemos percibir el lugar sin el ob siempre una especie de “dramatización existencial” de una
jeto. En otras palabras, la ausencia del objeto puede percibir posición teórica, y de tal modo se produce un cierto excedente:
se como tal solo en el seno de un orden diferencial en el cual la la dramatización da su dirección a la posición teórica, al sacar
ausencia adquiere un valor positivo (por ello, según Lacan, a luz sus presupuestos implícitos.3
la experiencia de castración equivale a la introducción del “Dramatizando” su posición, el sujeto pone de manifiesto
orden simbólico: a través de esta experiencia, el falo, por así lo que queda sin decir en ella, lo que debe seguir tácito para
decirlo, es “abstraído”, de su lugar).2 Para determinar más es que esta posición conserve su consistencia. En otras palabras,
trechamente esta inesperada proximidad de Hegel y W itt la dramatización refleja las condiciones de una posición teóri
genstein, tomemos como punto de partida la caracterización ca no advertidas por el sujeto que la adopta: la “figura de con
que Lacan hizo de Hegel: “el más sublime de los histéricos”. ciencia” escenifica (“figura”) la verdad oculta de una posición;
¿Es ésta sólo una agudeza vacía o soporta el examen teórico en este sentido, toda “figura de conciencia” implica una espe
riguroso? Permítasenos responder a este dilema comenzando cie de teatro histérico. Podemos ver ya que la lógica de esta
por el interrogante básico: ¿qué es lo que caracteriza la posi tí dramatización subvierte la relación idealista clásica entre un
ción subjetiva de un histérico? concepto teórico y su ejemplificación: lejos de reducir la
ejemplificaeión a una ilustración imperfecta de la idea, la es-
; calificación produce ejemplos que, paradójicamente, subvier-
El teatro histérico de Hegel ten la idea misma que ejemplifican o, como diría Hegel, la im-
v perfección del ejemplo con respecto a la idea es un índice de
La forma elemental de la histeria, la histeria por excelen ; la imperfección propia de la idea en sí.
cia; es la denominada “histeria de conversión” (Konversionshys- Lo que tenemos aquí es literalmente una “conversión”: la
terie\ en la que el sujeto “da cuerpo” a su atolladero, al meo íf f ; figuración (el “acting o u f o representación escénica) de un ato-
llo que no puede poner en palabras, mediante un síntoma Vfff: Hadero teórico (de lo “no-pensado” de una posición teórica), y
histérico, la anormalidad de una parte de su cuerdo o de una * Í|)ál;mismo tiempo la inversión mejor volcada por una de las fi-
función corporal (comienza a toser sin ninguna razón física ' ||úras retóricas constantes en Hegel. Por ejemplo, cuando
aparente, repite gestos convulsivos, se paraliza su pierna o su jiborda la posición del asceta, dice que éste convierte la nega
mano, aunque no hay ningún trastorno médicamente recono ción del cuerpo en la negación corporizada. En este punto debe-
cible, etcétera). En este sentido preciso hablamos de conver fhtós tener el cuidado de no confundir esta inversión con la
sión histérica: el núcleo traumático obstruido es “convertido” phiple inversión especular que se limita a cambiar la posición
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Slíivoj ZÍzek Sobre el Otro
relativa de los elementos dentro de la misma configuración: lo que su esposo demasiado obediente por una vez no la satisfi
esencial es que la conversión hegeliana es “mediada” por una ciera, manteniendo entonces su deseo abierto y vivo. Esta
imposibilidad-, puesto que el asceta no puede negar al cuerpo conversión confirma la naturaleza “reflexiva” del deseo: el de
(esto sencillamente significaría su muerte), lo único que le seo es siempre también un deseo del deseo mismo, un deseo de
queda es corporizar la negación, organizar su vida corporal como desear o no desear algo,
un repudio y una renuncia constantes. De tal modo su propia 7 . ¿Necesitarnos añadir que la misma conversión opera ya en
práctica subvierte la posición teórica según la cual la vida te 7 el concepto kantiano de lo sublime?5 En otras palabras, la pa
rrenal, corporal, es intrínsecamente nula e indigna: él está radoja de lo sublime está en la conversión de la imposibilidad
constantemente preocupado por su cuerpo, inventando nue de'presentación en la presentación de la imposibilidad: no es
vos modos de mortificarlo y apaciguarlo, en lugar de asumir posible presentar la cosa-en-sí transfenoménica dentro del
una distancia indiferente respecto de él. El pasaje desde una dominio de los fenómenos, de modo que lo que podemos ha
figura de conciencia a la siguiente se produce cuando el sujeto cer es presentar esta misma imposibilidad y “hacer palpable” la
toma conocimiento de esta brecha entre su “enunciado” (su dimensión trascendente de la cosa-en-sí. Además, ¿no encon
posición teórica) y su posición de enunciación, asumiendo de tramos este mismo mecanismo en el más notorio aspecto for
tal modo lo que sin saberlo escenifica como su nueva posición mal de la dialéctica hegeliana, el de la negación concreta, de
teórica explícita: cada figura de conciencia, por así decirlo, es terminada, cuyo resultado no es una nada vacía sino una
cenifica de antemano lo que llegará a ser la posición siguiente. nueva positividad? Lo que tenemos entonces es la misma in-
Y ¿qué es la histeria sino la escenificación corporal de la í versión reflexiva de la “negación del ser [determinado]” en el
misma figura retórica? Según Lacan, la experiencia funda “ser [determinado] de la negación”: el ser determinado qua
mental del hombre qua ser-de-lenguaje es que su deseo está desenlace de la negación no es más que una-fcorma en la cual la
obstaculizado, constitutivamente insatisfecho: él “no sabe lo ^ negación como tal asume existencia positiva.
que realmente quiere”. L o que la conversión histérica realiza Éste aspecto se pierde en la comprensión habitual de la
es precisamente una inversión de este impedimento: por me negación “concreta”, cuando se piensa la negatividad como el
dio de ella, el deseo impedido se convierte en un deseo de im _ •Ínonientí) intermedio, pasajero, de la automediación del con-
pedimento; el deseo insatisfecho se convierte en un “deseo de Múúepto; es erróneo decir que el resultado final “supera” la ne-
insatisfacción”, en un deseo de mantener “abierto” nuestro ^l^atividad convirtiéndola en un momento subordinado de la
deseo; el hecho de que “no sabemos lo que realmente quere ||f£t:ótalidad concreta. Se trata, en cambio, de que la nueva posi-
mos” (no sabemos qué desear) se convierte en un deseo de no 7 7 : fiyidad del resultado no es más que el poder positivizado de
saber, un deseo de ignorancia... En esto consiste la paradoja .7,7 ló negativo. Es así como debe leerse la muy citada proposi-
básica del deseo del histérico: lo que él cjesea es sobre todo ‘^ | yjón del prefacio de la Fenomenología del espífitu que define el
que su deseo permanezca insatisfecho, obstaculizado: en otras ||]£spíritii como el poder para mirar al rostro a lo negativo y
palabras, vivo como deseo. Lacan demostró eáte hecho de in vertirlo en ser: uno “se demora en lo negativo” no opo
modo brillante a propósito del sueño de la “bella carnicera” niéndolo abstractamente a lo positivo, sino concibiendo al ser
citado por Freud:4 como desafío a Freud, a su teoría de que el 'positivo en sí como materialización de la negatividad, como
sueño es un deseo realizado, ella le propuso un sueño en el “júetonimia de la nada”, para usar la expresión lacaniana,
cual el deseo no se realizaba; desde luego, la solución de este 7 Como ya hemos visto, la única contracara filosófica de es-
enigma era que su verdadero deseo consistía precisamente en í estrategia hegeliana de subvertir una posición teórica por
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Slavo] Zizek Sobre el Otro
medio de su escenificación, su conversión en una actitud exis do “escenificamos”) su contexto de enunciación. Cuando Wittgens
tencia! determinada es el “carácter «escénico» de la presenta tein dice “Ahora mostraremos un método por medio de ejem
ción de Wittgenstein”,6 del Wittgenstein II, el Wittgenstein plos”,7 lo que está en juego, al igual que en la escenificación
de las Investigaciones filosóficas, por supuesto. ¿Cómo procede de Hegel, no es una “ilustración” de proposiciones generales;
Wittgenstein para resolver un problema filosófico que, si es [ Jos ejemplos no son en este caso “meros ejemplos” sino pre-
enfocado directamente, en su forma inmediata, abstracta, pa sentaciones escénicas que sacan a luz los presupuestos tácitos.
rece ser un atolladero oscuro, insoluble? Wittgenstein se reti Estas escenificaciones de Wittgenstein no carecen de aguijón
ra de “la cosa misma” (el problema en su forma filosófica ge satírico, como en Investigaciones filosóficas 38, donde ironiza
neral) y se concentra en sus “ejemplificaciones”, en los “usos” sobre el problema filosófico de la nominación, de enganchar
de los conceptos que definen el problema dentro de nuestra “palabras” a los “objetos”, imaginando una escena solitaria
“forma de vida” cotidiana. con un filósofo ante la presencia inmediata de un objeto, al
Tomemos, por ejemplo, conceptos básicos de la filosofía cual el filósofo mira, repitiendo compulsivamente su nombre
de la mente, como recordar, imaginar, calcular: si abordamos o incluso la palabra “esto, esto ...”. ¿Es necesario añadir que
el problema de modo directo y nos preguntamos cuál es la Wittgenstein (probablemente sin saberlo) resume aquí la dia
naturaleza real del recordar, el imaginar, el calcular, un poco léctica de la “certidumbre de los sentidos” del capítulo I de la
antes o después nos vemos arrastrados al callejón sin salida de Fenomenología del espíritu, donde Hegel subvierte análoga
las divagaciones estériles sobre los diferentes tipos de “hechos mente la certidumbre de los sentidos por medio de la esceni
mentales”, etcétera. Lo que Wittgenstein propone es que ficación de un sujeto que apunta a un objeto y repite una y
reemplacemos nuestro interrogante original por el de cuáles otra vez “esto, aquí, ahora”?
son las circunstancias que presuponemos cuando decimos de alguien El contenido del “conductismo” de Wittgenstein es por lo
que “súbitamente recordó donde había dejado el sombrero”, o tanto el esfuerzo de traducir, transponer el “significado” co-
“él imaginó la casa que quería”, o “él calculó el número men % mo entidad dada fetichista, “reificada”, en una “propiedad de
talmente”. Desde luego, para el sentido común filosófico este la palabra”, en una serie de utilizaciones de esa palabra. O
procedimiento equivale a “evadir la cuestión real”, mientras i..v bien, para remitirnos al ejemplo del propio Wittgenstein: si
que el enfoque dialéctico reconoce como único acceso a la L decimos “en ajedrez, el rey es la pieza a Ja que podemos dar
verdad la dramatización escénica que desplaza el interrogan j^que”, esto “sólo puede significar que en nuestro juego de
te, reemplazando la forma abstracta del problema por las es ¿ ajedrez sólo le damos jaque al rey”.8 Henry Staten añade un
cenas concretas de su actualización en una forma de vida: sólo agudo comentario: “Obsérvese la distinción precisa que traza
somos admitidos en el dominio de la verdad dando un paso , Wittgenstein. Lo que vemos como una propiedad de la cosa
atrás, resistiendo a la tentación de entrar directamente. ?. se traduce en una observación sobre como hacemos algo”9 En
En otras palabras (hegelianas), la única solución de un V “hegelés”, se encuentra que la propiedad de un objeto es su
problema filosófico consiste en su desplazamiento, en una re ¿Indeterminación reflexiva” {Refiexionsbesti?mmmg)\ la reflexión-
formulación de sus términos que lo haga desaparecer como ¿Sféh^el-objeto de nuestro propio trato (el propio trato del suje-
problema. Lejos de implicar una actitud de sentido común, :f?tp) con él.10
por lo general (y erróneamente) asociada con el Wittgenstein
II, esta estrategia es el meollo mismo del procedimiento he-
geliano: un problema desaparece mando tomamos en menta (man-
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V v
El cogito y la elección forzada ■ zó una de las inversiones de su posición anterior, tan caracte
rísticas del procedimiento laca ni ano, y propuso la lectura
¿Cuál es la dimensión, el medio o ámbito común que nos opuesta de la duda cartesiana. Siguió sosteniendo que los tér-
permite “comparar” (concebir como miembros del mismo li : minos del cogito se definen como una opción forzada entre el
naje) a Hegel y Wittgenstein? La respuesta de Heidegger se pensamiento y el ser, pero añadió que el sujeto estaba conde
ría rápida e inequívoca: ambos pertenecen a la tradición de la nado a optar por el ser: lo inconsciente es precisamente el
subjetividad cartesiana. Nosotros trataremos de demostrar, pensamiento perdido por esta opción del ser. En consecuen-
por el contrario, que Wittgenstein y Hegel por igual cuestio ; pia, en la nueva paráfrasis de Lacan el cogito ergo sum tomaba
nan la tradición cartesiana de “la certidumbre a través de la í-í lá forma siguiente: Yo (el sujeto) soy en cuanto ello (Es, el in-
duda radical”. v' consciente) piensa. El inconsciente es„literalmente “la cosa
Comencemos con las paradojas del cogito cartesiano tal co que piensa” y, como tal, inaccesible al sujeto: en cuanto yo
mo las presenta Lacan. El hecho crucial que, como regla, se soy, nunca soy donde “ello piensa”. En otras palabras, yo soy
pasa por alto, es que en la enseñanza de Lacan hay dos inter sólo en la medida en que algo queda no-pensado: en cuanto
pretaciones distintas, incluso mutuamente excluyentes, del co Invado demasiado profundamente este dominio del pensa
gito cartesiano. Una de ellas sólo considera habitualmente el miento prohibido/imposible, el ser mismo se desintegra.
texto del Seminario X I, que concibe el cogito como resultante Esta es la paradoja lacaniana fundamental de un ser funda
de una elección forzada del pensamiento: el sujeto enfrenta la do en el no-reconocimiento: el inconsciente es un conoci-
opción de “pensar o ser”; si elige ser, pierde todo (incluso el
ser mismo, puesto que sólo tiene ser como ser pensante); si condición ontológica para la constitución misma del ser.12 El
elige el pensamiento, se queda con el pensamiento, pero ser escogido por el sujeto tiene desde luego su sostén en el
truncado de la parte en la que se intercepta con el ser: esa ^ fantasma. la elección del ser es la elección del fantasma que
parte perdida del pensamiento, ese “no-pensamiento” intrín procura marco y consistencia a lo que denominamos “reali-
seco al pensamiento mismo, es lo inconsciente. El error de ‘ ti* dad”, mientras que el “inconsciente” designa los fragmentos
Descartes consistió en suponer que al escoger el pensamiento ipff dc conocimiento que subvierten este marco fantasma.
el sujeto se aseguraba^una pequeña pieza de ser, que obtenía cambio tiene consecuencias lúas importantes que lo
lá certidumbre del “yo” como “sustancia pensante” (res cogi- Mjifeqüe podría parecer: a través de él se desplaza radicalmente el
tans). Según Lacan, de este modo Descartes no reconocía la :^^|éúfasis del concepto de transferencia. En el Seminario X I, La-
dimensión propia de su propio gesto: el sujeto que queda co ^ ‘’-can define la transferencia como un supuesto conocimiento
mo resto de la duda radical no es una sustancia, una “cosa que | (.basado en el ser (es decir, en el "objet petit a” qua resto-sem-
piensa”, sino un puro punto de subjetividad insustancial, un Plánte del ser perdido en la elección forzada del significado),
punto que no es más que una especie de brecha evanescente tíiontras que en La lógica del fantasnla, la transferencia es
bautizada por Lacan como “sujeto del significanfe” (en oposi fóncebida como una irrupción en el dominio del conocimien-
ción al “sujeto del significado”); el sujeto carece de cualquier tí<|*(pensamiento) perdido en esa opción forzada del ser. La
sostén en el ser positivo determinado.11 áñsferencia surge cuando el conocimiento perdido en la
A la sombra de esta difundida tesis del Seminario X I, habi
tualmente se olvida el hecho de que dos años más tarde, en el
seminario sobre la lógica del fantasma (1966-7), Lacan reali- Í épción deí ser es “transferido” a un objeto (el sujeto con el
fue mantenemos una relación transferencial), es decir, cuan-
|<f: presuponemos que ese objeto (sujeto) posee el conoci-
mt-
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Slavoj Zizek Sobre el Otro
miento cuya pérdida es una condición de nuestro ser mismo. pienso. El hecho de que se tome esta brecha en cuenta permite
Primero teníamos el conocimiento basado en el resto-sem formular lo que Lacan, en su Seminario XI, denomina “el cogi
blante del ser; ahora tenemos el ser (del sujeto con el que to freudiano”: el paso freudiano desde la duda a la certidum
mantenemos una relación de transferencia) al que está engan bre, el modo freudiano de confirmar nuestra certidumbre por
chado algún conocimiento iinposible/real. piedió de la duda.
En el trasfondo de este pasaje encontramos uno de los Según Lacan, la variación freudiana del “pienso, por lo
cambios cruciales entre la enseñanza lacaniana de la década tanto existo” es: “donde el sujeto [el analizante] tiene dudas,
de 1950 y la de los años ’70: el cambio de énfasis en la rela podemos estar seguros de que hay inconsciente”: las dudas
ción entre sujeto y objeto. En el apogeo de la década de 1950, dèi analizante, su vacilación y resistencia ante una interpreta
el objeto era desvalorizado y la meta del proceso psicoanalítico ción propuesta por el analista, son la mejor prueba de que la
quedaba consecuentemente definida como la “(re)subjetiviza- intervención de este último ha tocado algún nervio incons
ción”: la traducción del contenido reificado a los términos de ciente traumático. En la medida en que el sujeto acepta las in
la dialéctica intersubjetiva. En los años *70, en cambio, pasó al terpretaciones del analista sin perturbación ni incomodidad,
primer plano el objeto que está dentro del sujeto: lo que le procu aún no hemos tocado “eso”; la súbita aparición de resistencia
ra dignidad al sujeto es el agalma, lo que es “en él más que él (desde la duda irónica hasta el rechazo horrorizado) confirma
mismo”, el objeto que hay en él.13 Más precisamente: en los que finalmente estamos en la buena senda.
años ’50, el objeto era reducido a un medio, un instrumento A pesar de su semejanza formal, la lógica intrínseca de este
de la dialéctica intersubjetiva del reconocimiento (un objeto modo freudiano de usar la duda como palanca para alcanzar
se convierte en objeto en el estricto sentido psicoanalítico en là certidumbre difiere radicalmente de la inversión cartesiana
la medida en que el sujeto discierne en él el deseo del otro: no de la duda en certidumbre: la duda no es empleada como ges
lo deseo por él mismo, sino porque otro lo desea); en los años to hiperbólico de suspensión de todos los contenidos hetero-
’70, por el contrario, el objeto que pasa al primer plano es el & gáneos con ella, sino por el contrario como la prueba final de
objetpetit a, el objeto que hace posible la estructuración trans- "gpè'hày un núcleo traumático insistente que se sustrae al al
ferencial de la relación entre los sujetos: supongo un conoci cánce de nuestro pensamiento. Una vez más, la única homo
miento en otro sujeto, en cuanto hay en él algo más que él mis logía filosófica con este procedimiento es la estrategiahege-
mo, el objeto a. Por ello, desde la década de 1960 en adelante, jjjlva de reconocer la heteronomía en el modo mismo en que
Lacan evitó hablar de “intersubjetividad”* prefiriendo el tér :|í||i Conciencia afirma su autonomía (como el asceta que exhi
mino “discurso” (en clara oposición a la década del ’50, cuan be su dependencia del mundo material con su misma obse
do repetía una y otra vez que el domino del psicoanálisis es el sión de liberarse de él).
de la intersubjetividad): lo que diferencia el “discurso” res ■Monrovia última palabra de Lacan no es la certidumbre so-
íel inconsciente: él no reduce la duda del sujeto a la resis-
Í
pecto de la “intersubjetividad” es precisamente la adición del
objeto como cuarto'elemento a la tríada de los ((Jos) sujetos y £iá a la verdad inconsciente. En cuanto al problema del es-
el gran Otro como medio o ámbito de su relación. ficismo, al cuestionamiento de nuestras certidumbres
Pero, para volver a la lectura lacaniana del cogito cartesia [dianas más seguras, Lacan es mucho más radical que Des-
no, lo que ambas versiones tienen en común es que Lacan, en su escepticismo concierne a lo que el último W itt-
oposición a Descartes, insiste en la brecha irreductible que j í^ lfte in definió como el campo de la “certidumbre objetiva”:
separa el pensamiento y el ser. Como sujeto, nunca soy donde j|^ g |hipo que Lacan bautizó como “el gran. Otro”.
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Slavo] Zizek Sobre el Otro
La “certidumbre objetiva ” por ello, las preguntas del tipo “¿cómo puedo estar seguro de
que los objetos del mundo corresponden realmente al signifi
La referencia de Wittgenstein a la “certidumbre objetiva” cado de mis palabras?” están estrictamente más allá de la cues
enclavada en la “forma de vida” es la respuesta a una duda tión: presuponen una brecha que, si existiera, haría imposible
que da un paso más que la cartesiana. Wittgenstein cuestiona él acto mismo de hablar.
la coherencia y la consistencia misma de nuestro pensar. ¿Có Para aislar el nivel específico de este pacto del que forma
mo sé que pienso? ¿Cómo puedo estar seguro de que las pala mos parte por el acto mismo de hablar, Wittgenstein intro
bra que uso significan lo que yo pienso que significan? Con la duce la diferencia entre la certidumbre “subjetiva” y la “obje-
referencia a la forma de vida, Wittgenstein trata de discernir pya’VLa “certidumbre subjetiva” es una certidumbre sujeta a
un apoyo firme presupuesto desde siempre en nuestros juegos duda; concierne a estados de cosas en los que se aplican los
de lenguaje, incluso en el juego de la duda filosófica. En este criterios usuales de verdad y falsedad, conocimiento e igno
punto debemos ser precisos para no equivocarnos en cuanto a rártela. La actitudes y creencias que constituyen la “certidum
su énfasis crucial: la forma de vida (a diferencia del cogito car bre objetiva”, por el contrario, no están sujetas a la prueba y
tesiano) no es un resto que resiste incluso a la duda más radi la duda (y esto a priori): el acto de cuestionarlas socavaría el
cal; es simultáneamente menos y más: es la agencia que senci rriárco mismo de nuestra forma de vida y entraña lo que el
llamente convierte en carente de significado a cualquier tipo de psicoanálisis llama “pérdida de la realidad”. De modo que es
escepticismo radical, corroyendo sus cimientos. En otras pa superfluo y erróneo incluso decir que la "certidumbre objeti
labras, no es la agencia que satisface la prueba, que resuelve el va” Concierne a las cosas que “indudablemente sabemos que
interrogante, una respuesta a él, sino la agencia que nos obli sóri ciertas”: esta afirmación introduce una distancia reflexiva
ga a renunciar al interrogante, como interrogante falso. qtié está totalmente fuera de lugar, puesto que las actitudes y
En un primer enfoque, la solución de Wittgenstein parece creencias de la certidumbre objetiva forman el trasfondo con-
basarse en un nivel fundamental de creencia, aceptación, ver í' tfapl cual podemos dudar consistentemente de algo, ponerlo
dad: por el hecho mismo de hablar, compartimos el pacto social bá aprueba, etcétera. Supongamos que tengo dudas sobre la
sico, presuponemos la consistencia del orden del lenguaje, ^jjeáencia de una mesa en mi habitación, junto a la puerta: en-
"Nuestro aprendizaje se basa en la creencia.”14 / “El conoci y veo que la mesa está allí; ahora bien, si alguien me pre-
miento se basa en última instancia en la aceptación-reconoci ,/$irtta "¿Pero cómo sabe que es usted quien ha entrado en la
miento” (Anerkennung).15 /"U n juego de lenguaje sólo es po: Ajjpitación, cómo puede estar seguro de que vio una mesaV\
sible si uno confía en algo.”16 Pero debemos tener cuidado séría totalmente inadecuado responder: “Lo sé, tenía plena
para no confundir al sujeto de esta aceptación-reconocimien cbnéiencía de mí mismo cuando entré, vi la mesa con mis
to con el sujeto cartesiano: el “gran O tro” sobre cuya consis ojos”... Esos interrogantes (y las respuestas que im-
tencia reposa el sujeto no es en este caso el Dios cartesiano •;t|P'tamcnte acePtan su validez) simplemente carecen de sen-
que no engaña. Lo que dice Wittgenstein es -que nuestro cor ; jaM dentro del marco de nuestra forma de vida.
nocer, pensar, hablar, sólo tiene sentido como momentos de que Wittgenstein llama “certidumbre objetiva” es, por
una forma de vida determinada, dentro de cuyo marco los in* y|M|áhto, la contracara del gran Otro lacaniano: el campo de
dividuos pueden relacionarse prácticamente entre sí y con el V « » a c t ° simbólico que desde siempre, “siempre-ya” está allí,
mundo que los rodea. “Hablar” significa relacionarse con los ;¡; empre-ya” nosotros aceptamos y reconocemos. Quien
objetos del mundo, dirigirnos a nuestro prójimo, etcétera,^ fe^ B ó-feeonoce, aquél cuya actitud es de incredulidad respecto
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Slavoj Zizek Sobre el Otro
del gran Otro, tiene un nombre preciso en psicoanálisis: es el distancia está vacía; no podemos puntualizar ningún hecho
psicótico. Un psicótico está “loco” precisamente en cuanto positivo, determinado, capaz de cuestionar la certidumbre ob
adopta actitudes y creencias excluidas por la forma de vida jetiva (puesto que ese hecho aparecería siempre-ya contra el
existente: no es casual que los ejemplos que proporciona trasfondo incuestionable de la certidumbre objetiva), pero
Wittgenstein de proposiciones que cuestionan la certidumbre hay hechos que atestiguan la falta de sostén del gran Otro, su
objetiva parezcan a las bromas con locos (Wittgenstein sostie impotencia fundamental: demuestran que, como dice Lacan,
ne que se llama Napoleón, alguien que está en medio de un /‘él gran Otro no existe”, que su estatuto es el de un impostor,
pantano escocés sostiene que se encuentra en Trafalgar Squa Úha pura simulación. Y es sólo aquí donde Wittgenstein sale
re, etcétera). En consecuencia, parecería que, después de to jle los confines cartesianos, al afirmar una discontinuidad ra-
do, Wittgenstein suscribe su apego al procedimiento cartesia ■dical entre la certidumbre y la verdad, al postular una certi
no en el gesto mismo de socavar el estatuto abstracto del dumbre que, aunque incuestionable, no garantiza su verdad.18
cogito: la certidumbre objetiva ¿no desempeña el papel de la
base y el horizonte fundamentales que nos permiten desem
barazarnos de la posibilidad misma de la duda? Del J a $
Pero la última palabra de Wittgenstein no es la certidumbre
objetiva: en una colección de sus últimos fragmentos que lleva En sus Investigaciones filosóficas, Wittgenstein ya se había
un título un tanto cartesiano (Sobre la certidumbre) afirma que encontrado con la “no-existencia del gran Otro” como garan
una brecha irreductible (aunque imperceptible e inefable) sepa te de la consistencia de nuestro universo simbólico, en la for
ra la “certidumbre objetiva” de la “verdad”. La “certidumbre ma de su “paradoja escéptica”: “ningún curso de acción po
objetiva” no tiene que ver con la “verdad”; por el contrario, es dría ser determinado por una regla, porque se puede hacer
una “cuestión de actitud”, una posición implícita en la forma que;cualquier curso de acción concuerde con la regla”.19 En
de vida existente, y no da ninguna seguridad de que no surgirá síntesis: cualquier curso de acción que parezca infringir el
“algo realmente sin precedentes”17 capaz de socavar la “cer táñjunto establecido de reglas puede interpretarse retroacti
tidumbre objetiva” sobre la que se basa nuestro “sentido de la vamente como una acción concordante con otro conjunto de
realidad”. Recordemos el ejemplo trillado de una tribu de |p|las. Todos conocemos la función matemática de la adición
la Edad de Piedra que de pronto se viera enfrentada a la tele Tp|nificada por la palabra “más”. Digamos, por ejemplo, que
visión: esa “caja con hombres vivos dentro” necesariamente f||68 + 57” es un cálculo que nunca he realizado antes; cuando
barrería su “certidumbre objetiva”, lo mismo que haría con Úlnalmente lo ejecuto, determino que “68 + 57 = 5”. Suponga
nosotros el encuentro con seres extraterrestres (o, de hecho, mos, además, que la palabra “quus” designa una regla de adi-
como ya lo hace la física de las partículás y sus tesis sobre el que da el mismo resultado que “más”, con la única ex
continuum espacio-tiempo, el espacio curvo, etcétera). - piación de que para “68 + 57” la cifra que- resulta es “5”. De
En otras palabras, Wittgenstein-tiene perfécta conciencia $>do que, ante las protestas de mi confundido compañero,
de que las formas de vida, en última instancia, y por así de «(respondo: “¿Cómo sabe que éste es un error? Yo me he lí
cirlo, “flotan en el vacío”, no tienen ningún “cimiento firme mpido a seguir otra regla: para mí «más» significa y ha signi-
bajo sus pies” o, para decirlo en términos lacanianos, consti p o siempre «quus», y «68 + 57 = 5» es una aplicación co
tuyen círculos viciosos simbólicos autorreferenciales y man leta de quus.”20
tienen una distancia innominable respecto de lo Real. Esta< ||T)esde luego, sería muy sencillo refutar esta paradoja den-
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Slavoj Zizek Sobre el Otro
tro de un enfoque heiynenéutico, señalando que presupone una Otro sigue existiendo, sigue habiendo un garante (el analista)
cierta distancia respecto de la “regla” y que esa distancia no ¿q que nuestros deslices y errores obedecen a alguna regla
aparece en nuestra actitud cotidiana. Cuando sumamos en oculta.
nuestra vida cotidiana, no estamos “siguiendo” alguna regla La conclusión final de la “paradoja escéptica” es mucho
externa al acto: la “regla” es intrínseca al acto mismo; consti yóás radical. Constituye en la contracara exacta de la última
tuye el horizonte dentro del cual es posible hablar de “adi tpsís de Lacan según la cual “el gran Otro no existe”: si se
ción”, por lo cual, cuando sumamos, no podemos primero ha puede hacer que cualquier violación concuerde con la regla,
cer abstracción de la regla y después preguntarnos cuál fue la entonces, como dice Kripke sucintamente, “al final hay que
regla que seguimos. Este horizonte hermenéutico del signifi patear la escalera”.21 En efecto, en sentido estricto nunca sa
cado, que está siempre-ya presente como el trasfondo intrín bemos qué regla estamos siguiendo, si acaso seguimos alguna.
seco de nuestras operaciones -y , como tal, constituye el lugar La consistencia de nuestro lenguaje, de nuestro campo de sig
mismo desde el cual hablamos y que, por lo tanto, no puede ser nificado, sobre el cual basamos nuestra vida cotidiana, es
cuestionado de modo consistente- es una de las dimensiones siempre un bricolage precario, contingente, que en cualquier
de lo que Lacan designa como “el gran O tro”: el gran Otro momento puede explotar en una serie de singularidades sin
está siempre-ya allí; con el acto de hablar atestiguamos nues ley. El Wittgenstein II, el Wittgenstein de las Investigaciones
tra “creencia” en él. filosóficas, todavía consideraba posible eludir esta conclusión
Pero el campo del psicoanálisis no se limita a esta dimen radical remitiéndose al basamento incuestionable de la forma
sión del gran Otro. Lo demuestra el papel crucial que desem de vida; sólo en Sobre la certidumbre articuló su versión de la
peña la interpretación de los lapsus verbales: ellos no pueden fínó-existencia del gran Otro”.
ser explicados por el horizonte hermenéutico. Pero, el lapsus Sobre la certidumbre nos obliga por lo tanto a diferenciar
verbal, ¿no es precisamente un acto que no podemos ejecutar Otro Wittgenstein, el Wittgenstein III, respecto del W ítt-
de acuerdo con su regla intrínseca? Nuestra desviación res génstein II: lo que el Wittgenstein II no había tenido en
pecto de esa regla, ¿no se ha producido en concordancia con cuenta es el abismo, la distancia vacía que separa para siempre
otra regla desconocida, a saber: la regla sacada a la luz por la jiña forma de vida de lo Real no-simbolizable. Los “aconteci
interpretación? La meta de la interpretación, ¿no es precisa mientos sin precedentes” cuya emergencia socava “la certi
mente discernir una regla que se ha seguido sin saberlo, allí dumbre objetiva” constituyen precisamente (para decirlo en
donde el “sentido común” no ve nada más que un caos sin llfíminos lacanianos) la intrusión de algún Real traumático
significado? En otras palabras, la meta de la interpretación, que entraña una “pérdida de la realidad”. En Sobre la certi
¿no es discernir el “quus” allí donde el sentido común ve un dumbre Wittgenstein bosqueja tres modos posibles de res-
simple error, un simple fracaso dq nuestro esfuerzo por seguir fiesta del sujeto a esos “acontecimientos sin precedentes”;
el “más”? Precisamente, se supone que él analista como “suje ' Mfetnlítasenos ejemplificarlos con el ya mencionado caso de la
to supuesto saber” conoce el “quus”, la regía íoculta que se *^|ca Contemporánea.
guimos sin saberlo, la regla que retroactivamente conferirá ^Primero, puedo comportarme “racionalmente” y reempla-
significado y consistencia a nuestro lapsus... Sin embargo, de yjá certidumbre anterior por la duda (“tal vez las partículas
este modo no hemos hecho más que reemplazar al gran Otro ^Comporten efectivamente de este modo extraño, quizá la
del horizonte hermenéutico por otro gran Otro, por otra re Mtéria sea sólo espacio curvo, aunque mi sentido común me
gla que garantiza la consistencia de nuestra palabra: el gran Le que esto es absurdo”); la segunda posibilidad es que ese
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I
Slavoj Zizek
choque socave completamente mi capacidad para pensar y Lo esencial es que, contrariando el sentido común filosó
juzgar (“si la naturaleza se comporta de este modo, el univer fico, “yo” no asegura la identidad del sujeto: “yo” no es más
so está loco y no puede decirse nada realmente consistente que un punto de fuga vacío del “sujeto de la enunciación” que
sobre nada”); finalmente, puedo sencillamente rechazar la sólo llega a su identidad por medio de su identificación con
nueva prueba y aferrarme a mi certidumbre anterior (“todas un lugar en la red simbólica que estructura la realidad social;
las divagaciones sobre el continuum espacio-tiempo, el espacio sólo allí el sujeto se convierte en “alguien”; sólo allí podemos
curvo, etcétera, son totalmente absurdas, lo que hay que ha responder a la pregunta de quién sufre. A causa de esta distan
cer es abrir los ojos y experimentar el mundo como es real cia entre el “sujeto de la enunciación” y el “sujeto del enun
m en te...”)* <¡Qué es un “trauma” en psicoanálisis, si no uno ciado”, frases como “yo, Ludwig Wittgenstein, de tal modo
de esos “acontecimientos sin precedentes” que, una vez asu me comprometo a ...” no son pleonásticas: la función del
midos plenamente, socavan la “certidumbre objetiva” propia “Ludwig Wittgenstein” es precisamente responder al interro
de nuestra “forma de vida”? gante de “¿quién soy yo?”. Cuando, en lugar de decir senci
En otras palabras, los tres modos articulados por Witt- llamente “yo sostengo q u e...”, digo “yo, Ludwig Wittgens
genstein, ¿no se corresponden con las tres posibles reacciones tein, sostengo q ue...”, me identifico con un lugar en la red
del sujeto a la intrusión del trauma psíquico? Es decir, a la simbólica intersubjetiva.
asunción por el aparato psíquico, la desintegración del aparato Como Lacan lo ha señalado en su análisis de HamletP las
o la negativa del aparato a tomar en cuenta el suceso traumáti frases del tipo “yo, Ludwig W ittgenstein...” atestiguan la ap
co. Pero lo interesante para nosotros es que esta inconsistencia titud del sujeto para “pasar al acto”, basándose en la certi
del gran Otro (del campo de la certidumbre objetiva, del “co dumbre de la identificación simbólica, de Ja asunción plena de
nocimiento común”) tiene su reverso en la escisión del propio un mandato simbólico. El propio Hamlet, la encarnación
sujeto, en su división en SI (un significante que lo representa misma de la posposición obsesiva, incapaz de pasar al acto, se
en el registro simbólico) y lo que deja como resto la represen vuelve capaz de actuar en el momento exacto en que, en el úl
tación significante, el puro vacío cuya contracara es el objeto a timo acto de la obra, responde a la pregunta retórica de
no simbolizado. Wittgenstein rastreó esta escisión con sus ob “¿quién soy yo?”: “¿Quién es aquel cuya pena/ es tan inten
servaciones refinadas sobre el modo en que funciona el pro sa?. i J .. .ése soy yo, Hamlet, el danés.” Lo primordial es la
nombre “yo”; él rechaza resueltamente la idea de que “yo” sea escisión entre “yo” y “Hamlet, el danés”, entre el punto de
un pronombre demostrativo por medio del cual una frase indi faga del sujeto de la enunciación y su sostén en la identifica
ca de modo autorreferenciaí su sujeto de enunciación: ción simbólica: el momento del “pasaje al acto” no es más que
un momento ilusorio de decisión en el que el ser del sujeto
Cuando digo “yo sufro”, no apunto a, una persona que sufre, parece coincidir sin resto con su mandato simbólico, W itt
puesto que en cierto sentido no sé en absoluto quién está sufrien genstein es totalmente claro y unívoco en su insistencia sobre
do. Y esto puede justificarse. Pues el punto principal es que no: el carácter primordial de esta escisión: “La palabra «yo» no
digo que una cierta persona sufre, sino qüe “yo ^ufro...” ...¿Que Significa lo mismo que «L . W .», aunque yo sea L. W ., nj
significa saber quién sufre? Significa, por ejemplo, saber que
tampoco significa lo mismo que la expresión «la persona que
hombre que se encuentra en esta habitación está sufriendo: por
está hablando»”.24
ejemplo, el que está sentado allí, o el que está de pie en ese rin
cón... ¿Qué quiero decir? Que hay muchos diferentes criterios Así nos encontramos de nuevo en el principio, puesto que
de la “identidad” de una persona.22 es precisamente esta escisión (la resistencia, la vacilación del
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Slavoj Ztzek Sobre el Otro
sujeto en asumir plenamente su mandato simbólico) lo que que su asesino era el mismo “hombre negro” que lo había lle
define la posición del histérico: ¿qué es un histérico si no un vado al parque central de Nurenberg cinco años antes...
“yo” que se resiste a la plena identificación con el mandato de . Aunque la súbita aparición de Kaspar Hauser provocó una
“Ludwig Wittgenstein” (“padre”, “esposa”, “hijo”, “líder”, conmoción del tipo de las que generan los encuentros bruta
“alumno”...)? Y ¿qué es el teatro histérico si no una escenifi les con un real-imposible que parece interrumpir el circuito
cación de esta resistencia? Este es el dominio fundamental de simbólico de causa y efecto, lo más sorprendente fue que, en
la duda y la certidumbre: la certidumbre de que “yo” soy mi cierto sentido, su llegada era aguardada: precisamente como
mandato simbólico, la duda de que “yo” sea realmente eso. sorpresa, llegó a tiempo. No se trata sólo de que Kaspar rea
lizara el mito milenario de un niño de origen real abandona
do en un lugar salvaje y hallado en la adolescencia (recuérdese
II. E l a spec to fo rm a l
el rumor de que era el príncipe de Badén), ni tampoco de que
los tánicos objetos de su “cueva oscura” fueran una pareja de
Historia de una aparición figuras animales de madera que encarnaban patéticamente el
mito del héroe salvado por animales que se hacen cargo de él.
¿Cuál fue la primera “inversión materialista” de Hegel? La cuestión era más bien que hacia fines del siglo XVIII el te
Podemos situarla con precisión: se produjo el 26 de mayo de ma de un niño que vivía excluido de la comunidad humana se
1828, en el parque central de la ciudad de Nuremberg. Ese había convertido en objeto de numerosos textos literarios y
día apareció allí un joven vestido con extravagancia, de gestos científicos: escenificaba de modo puro, “experimental”, la
rígidos, carentes de naturalidad; todo su lenguaje consistía en cuestión teórica de cómo distinguir en el hombre la parte
unos pocos fragmentos del Padrenuestro, aprendidos de me propia de la cultura y la parte propia de la naturaleza.
moria y pronunciados con errores, y en la enigmática frase “Materialmente”, la aparición de Kaspar resultó de una
“Quiero convertirme en un caballero como mi padre”, desig serie de accidentes impredecibles e improbables, pero, desde
nio de una identificación con el ideal del yo. En la mano iz el punto de vista formal, era necesaria: la estructura del conoci-
quierda llevaba un papel con su nombre, Kaspar Hauser, y la / miento de la época le había preparado el lugar de antemano.
dirección de un capitán de caballería de Nuremberg. Más tar Su aparición causó tal impacto precisamente porque ya estaba
de, cuando aprendió a hablar “propiamente”, Kaspar narró su allí el lugar vacío que aguardaba ser llenado: un siglo antes o
historia: había pasado toda su vida, solo, en una “cueva oscu después, habría pasado inadvertido. Captar esta fo?ma, este
ra”, donde un misterioso “hombre negro” le llevaba comida y L lugar vacío que precede al contenido que lo llena: ése es el
bebida, hasta el día en que lo vistió y lo condujo a Nurem objetivo de la razón hegeliana, es decir, la razón en cuanto
berg, enseñándole algunas frases en el camino... Kaspar fue , ; opuesta al entendimiento, para la cual una forma expresa un
confiado a la familia Daumer, se “humanizó^ rápidamente y .y contenido positivo anterior. En otras palabras, lejos de ser su-
se convirtió en una celebridad, objeto de investigación filosó perado por sus “inversiones materialistas”, Hegel dio cuenta de
fica, psicológica, pedagógica y médica, e incluso fuente de es ' ; e^as de antemano. ’
peculación política sobre su origen (¿era acaso el desapareci
do príncipe de Badén?). Después de un par de años
tranquilos, la tarde del 14 de diciembre de 1833 fue hallado
mortalmente herido con un puñal; en su lecho de muerte dijo
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Slavoj Zizek Sobre el Otro
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v
Slavoj Zizek Sobre el Otro
mentamos que la pérdida de la inmediatez por el entendi úca, cuando renunciamos a concebirlas como momentos fijos,
miento es en realidad la pérdida de una pérdida, la pérdida de “objetivizaciones” de un proceso dinámico que las supera, es
algo sin consistencia ontológica propia. decir, cuando situamos el impulso de su movimiento en la inma
El error del entendimiento no consiste en su lucha por nencia de su- propia contradicción. “La contradicción como im
reducir la riqueza de la vida a determinaciones conceptuales pulso del movimiento dialéctico”: de nuevo un lugar común
c u y a función, en la mayoría de los casos, es ahorrarnos el es
abstractas: su supremo error es esta oposición entre la rique
za concreta de lo Real y la red abstracta de determinaciones fuerzo de determinar la naturaleza precisa de esa contradic
simbólicas, su creencia en una plenitud original de la vida ción. ¿Qué es, stricto sensu, esta “contradicción” que pone en
que supuestamente se sustrae a la red de las determinaciones movimiento el proceso dialéctico?
simbólicas. En consecuencia, cuando lamentamos el poder : En un primer enfoque, podíamos determinarla como la
negativo del entendimiento, que desmembra la totalidad vi • contradicción de un universal consigo mismo, con su propio
viente, orgánica, y lo contrastamos con la capacidad sintética, contenido particular: toda totalidad universal, puesta como
curadora de la razón, por lo general erramos en lo esencial: la “tesis”, necesariamente contiene entre sus elementos particu
operación de la razón no consiste en restablecer la unidad lares “por lo menos uno” que niega el rasgo universal que la
perdida en un nivel “superior”, como un todo que conserva la define. En tal sentido es su “punto sintomático”, el elemento
diferencia interior poniéndola como su momento superado o que -dentro del campo de la universalidad- ocupa el lugar de
algún palabrerío seudohegeliano similar. El pasaje del enten su exterior constitutivo, de lo que tiene que ser “reprimido”
dimiento a la razón se produce cuando un sujeto toma con para que la universalidad se constituya. En consecuencia, no
ciencia de que el todo orgánico perdido por el entendimien comparamos la universalidad de una “tesis” con alguna ver-
to “viene a ser cuando es dejado atrás”, de que no hay nada más dad-en-sí con la cual se supone que se corresponde: la com
allá o anterior al entendimiento, de que este más-allá de un paramos consigo misma, con su contenido concreto. Uno soca-
todo orgánico es puesto (presupuesto) retroactivamente por . vá una “tesis” universal sacando a la luz la “mancha” de su
■%
el entendimiento mismo. La ilusión fundamental del enten excepción constitutiva. Recordemos El capital de Marx: la ló
dimiento es precisamente que hay un más-allá que se sustrae gica intrínseca de la propiedad privada de los medios de pro
a su aprehensión, de modo que, para decirlo de modo sucin yección (la lógica de las sociedades en las que los productores
to, la razón es simplemente el entendimiento menos lo que se ... son propietarios de sus medios de producción) lleva al capita-
supone que falta, lo que se supone que elude su aprehensión. •L.dismo, a una sociedad en la que la mayoría de los productores
En síntesis: lo que se le aparece como su más-allá inaccesi no son propietarios de los medios de producción y se ven por
lp tanto forzados a venderse en el mercado, a vender su fuerza
ble.27
La fórmula trillada según la cual la razón “pone en movi de trabajo en lugar de sus productos.
miento” las categorías rígidas del entendimiento, introdu LfckAdemás es preciso especificar adicionalmente el carácter
ciendo en ellas el dinamismo de la vida dialéctica, deriva en jjMléVesta comparación de un universal consigo mismo, con su
tonces de una comprensión errónea: lejos de “superar los á|tópi° contenido concreto: en última instancia, consiste en la
límites del entendimiento”, la razón marca el momento de la ■|!||inparación de lo que quiere decir el sujeto que enuncia una
reducción de todo el contenido del pensamiento a la inma universal, con lo que realmente dijo. Subvertimos una te-
nencia del entendimiento. Las categorías del entendimiento ||s universal al demostrarle al sujeto que la enunció que, con
“se vuelven fluidas”, son puestas en movimiento por la dialéc- impropia enunciación, ha dicho algo totalmente distinto de lo
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Slavoj Zizek Sobre el Otro
que intentaba decir; como Hegel lo señala reiteradamente, lo consiste en el movimiento realizado por el sujeto, en el pro
más difícil del mundo es decir exactamente lo que uno “quie cedimiento por medio del cual pone una entidad como la apa
re decir”. La forma más elemental de esta subversión dialécti riencia de alguna esencia.
ca de una proposición mediante la autorreferencia (es decir, Esta dialéctica puede ejemplificarse considerando la inter
relacionándola con su propio proceso de enunciación) se en pretación que da Hegel a las paradojas por medio de las cua
cuentra en el tratamiento que da Hegel al “principio de iden les Zenón intentó demostrar la inexistencia del movimiento y
tidad”: sin saberlo, el sujeto que lo enuncia inscribe la dife de lo múltiple. Zenón, desde luego, “quería decir” que el mo
rencia en el meollo mismo de la identidad, en la identidad vimiento “no existe”, que sólo existe verdaderamente el Uno,
misma: el Ser inmóvil e indivisible, pero lo que realmente hizo fue
demostrar la naturaleza contradictoria del movimiento: el
Es entonces a la identidad vacía a lo que se adhieren rígida
movimiento sólo existe como el movimiento de su autosupe-
mente quienes la toman, como tal, por algo verdadero, y se incli
nan a decir que la identidad no es diferencia, sino que identidad ración. En este punto podemos ver cuan errónea es la com
y diferencia son diferentes. No ven que en esta misma aserción prensión corriente de la categoría hegeliana del en-sí (An sich);
ellos mismos están diciendo que la identidad es diferente, pues es para esa concepción, se trata de un contenido sustancial-tras-
tán diciendo que la identidad es diferente de la diferencia.28 cendente que sigue eludiendo la captación por la conciencia,
que todavía no ha sido “mediado” por ella; desde luego, este
Por esto, para Hegel, la verdad está siempre del lado de lo modo de ver toma como modelo el concepto kantiano de la
que se dice y no del lado de lo que “se quiere decir”. Permíta “cosa-en-sí”.
senos articular esta distinción (que, incidentalmente, coincide Pero, ¿cuál es el “en-sí” de la argumentación de Zenón?
con la distinción lacaniana entre significancia {signifiance) y sig Para Zenón, su procedimiento argumentativo era una prueba
nificación a propósito de la dialéctica de la esencia y la apa a contrario del Ser inmóvil que persiste en sí mismo, más allá
riencia. “Para nosotros”, para la conciencia dialéctica que ob de la falsa apariencia del movimiento. En otras palabras, una
serva el proceso ulteriormente, la esencia es “la apariencia qua diferencia entre lo que es sólo “para la conciencia” y lo que existe
apariencia”: el momento mismo de la autosuperación de la “en sí” es ya “para la conciencia ” (para el propio Zenón): la idea
apariencia, el movimiento por medio del cual la apariencia es de Zenón es que el movimiento es una falsa apariencia que
puesta como tal, es decir, como “mera apariencia”. Sin em existe para la conciencia ingenua, mientras qüe sólo existe
bargo, “para la conciencia”, para el sujeto tomado en el pro verdaderamente el Uno inmóvil. Esta es por lo tanto la pri
ceso, la esencia es algo que está más allá de la apariencia, una mera corrección que hay que introducir en la mencionada
entidad sustancial oculta por debajo de la apariencia engaño concepción corriente: la diferencia entre lo que es sólo “para
sa. La “significación” de la esencia, lo que el sujeto “quiere eso” (para la conciencia) y lo que existe “en sí” es una diferen
decir” cuando habla de una esencia, es entonces una entidad cia inherente a la conciencia “ingenua” en sí. L a movida he
trascendente que está más allá de la apariencia,^mientras que geliana consiste sólo en desplazar esta diferencia, demostrando
lo que “realmente dice”, la “significancia” de sus palabras, se que su lugar no está donde lo pone la conciencia “ingenua” (ó
reduce al movimiento de autosuper ación de la apariencia: la la conciencia “crítica” como forma suprema de ingenuidad).
apariencia no posee ninguna consistencia ontológica, es una “Para la conciencia”, para Zenón, se trata de una distin
identidad cuyo ser mismo coincide con su propia desintegra* ción entre la apariencia contradictoria, autosuperadora del
ción. El punto crucial es que la “significancia” de la esencia movimiento, y el ser inmóvil que persiste en su identidad
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Slavoj Zizek Sob?'e el Otro
consigo mismo; la “verdad” de Zenón, su “en-sí o para-noso- se presenta a nosotros, existe para eso; sólo comprendemos el as
tros”, es que todo el contenido de este Ser inmóvil, todo lo pecto formal de ese contenido, o su pura origínación. Para eso, lo
que Zenón dice realmente sobre él, consiste en el movimien que así ha surgido existe sólo como un objeto; para nosotros, apa
to de la autosuperación del movimiento: el Ser inmóvil que rece al mismo tiempo como movimiento y como un proceso de
está más allá de la apariencia coincide con el proceso de autodi- devenir.29
solución del movimiento. Lo crucial es que “para la concien
cia”, para Zenón, este procedimiento, este movimiento argu Contrariando la idea habitual de la forma externa que, se
mentativo, es algo externo a la í(cosa misma”, es concebido supone, oculta el contenido verdadero, el enfoque dialéctico
como nuestro camino hacia el Uno que persiste en sí mismo, concibe el contenido como una especie de fetiche, como un
no perturbado por nuestra procedimiento; para recurrir a una objeto cuya presencia inerte oculta su propia forma (su red de
conocida metáfora, este procedimiento es como una escalera mediaciones dialécticas): la verdad del Ser eleático es el pro
que uno empuja después de haber trepado por ella. “Para no cedimiento formal por medio del cual se demuestra la incon
sotros”, por el contrario, el contenido del Ser es la senda de la sistencia ontológica del movimiento. Por esta razón la dialéc
argumentación que lleva hacia él; el Ser inmóvil no es nada tica hegeliana implica la experiencia de la nulidad final del
más que una especie de “coagulación” del procedimiento que “contenido” en el sentido de algún meollo de en-sí al que se
pone el movimiento como falsa apariencia. supone que uno se acerca a través del procedimiento formal:
El pasaje desde lo que es sólo “para la conciencia” a lo que ese meollo, por el contrario, no es nada más que el modo in
es “en sí o para nosotros” de ningún modo se corresponde vertido en que la conciencia percibe (mal) su propio procedi
entonces con el pasaje desde una apariencia engañosa a su miento formal. Cuando Hegeí le reprocha a Kant su “forma
más-allá sustancial que supuestamente existe en sí mismo: por lismo”, lo hace porque Kant no es bastante “formalista”, es
el contrario, consiste en la experiencia de que lo que la con decir, porque aún se aferra al postulado de un en-sí, que su
ciencia toma por una senda hacia la verdad, y como tal exter puestamente se sustrae a la forma trascendental, y no recono
na a ella (por ejemplo, el procedimiento argumentativo de ce en él una pura “cosa de pensamiento” (Gedankending). El
Zenón), es ya la verdad en si. En un sentido, “todo está en la reverso del pasaje dialéctico a la verdad de un objeto es en
conciencia”, la verdad en sí no está de ningún modo oculta en tonces su pérdida-, el objeto, su identidad fija, se disuelve en la
algún más-allá trascendente: el error de la conciencia es con red de mediaciones. Al concebir el movimiento de la autosu-
fundir la “cosa misma” con el procedimiento externo que lle péración del movimiento como la verdad del Ser de Zenón,
va a ella. En este punto asume todo su peso la categoría del perdemos el Ser como entidad sustancial que existe en sí: sólo
“aspecto formal” (das FormeHe), de la introducción a la Feno queda la vorágine abismal de la autosuperación del movi
menología del espíritu: la verdad de un momento o una etapa miento, Ueráclito como la verdad de Parménides.
del proceso dialéctico debe buscarse en su misma forma, en el A propósito del concepto de verdad, Hegel realiza su céle
procedimiento formal, en el modo en que la conciencia llega bre inversión: la verdad no consiste en la correspondencia dé
a ella: nuestro pensamiento (nuestra proposición, nuestro concepto)
con un objeto, sino en la correspondencia del objeto con su
[...] en el movimiento de la conciencia aparece ui; momento de concepto; como es sabido, Heidegger replicó que esta inver
ser-en-sí o ser-para-nosotros que no está presente ante la concien sión sigue dentro de los confínes de la misma concepción me
cia inmersa en la experiencia misma. Pero el contenido, o lo que tafísica de la verdad como correspondencia.30 Sin embargo,
216
Skvoj Zizek Sobre el Otro
este reproche heideggeriano no se aplica al carácter radical que Kant tenía en mente al hablar de la subjetividad trascen
mente asimétrico de la inversión hegeliana: en Hegel tenemos dental, pero el énfasis de Hegel está en otra parte y se dirige
tres y no dos elementos: la relación dual del “conocimiento” precisamente contra Kant. En Kant, el sujeto le procura la
entre “el pensamiento” y su “objeto” es reemplazada por el forma universal al contenido sustancial de origen trascenden
triángulo del pensamiento (subjetivo), el objeto y su concepto, te (la “cosa-en-sí”); seguimos entonces dentro del marco de
que de ningún modo coincide con el pensamiento. Podemos decir la oposición entre el sujeto (la red trascendental de las formas
que el concepto es la forma del pensamiento, la forma en el es posibles de experiencia) y la sustancia (la “cosa-en-sí” tras
tricto sentido dialéctico del aspecto formal qua verdad del cendente), mientras que Hegel trata de aprehender la sustan
contenido: lo “no pensado” de un pensamiento no es algún cia como sujeto. En el proceso del conocimiento no penetra
contenido trascendente que se sustrae a la captación, sino su mos en algún contenido sustancial que sería en sí mismo
forma misma. Por ello, el encuentro entre un objeto y su con indiferente a nuestro conocer sino que nuestro acto de cono
cepto es necesariamente un encuentro frustrado: el objeto cimiento está incluido de antemano en su contenido sustan
nunca puede corresponder plenamente a su concepto, puesto cial: como dice Hegel, la senda hacia la verdad forma parte
que su misma existencia, su consistencia ontologica, depende de esta de la verdad misma. Para aclarar este punto, recordemos un
no-correspondencia. El objeto es en cierto sentido la no-verdad ejemplo que confirma la tesis de La can en cuanto a que el
encamada-, su presencia inerte llena un agujero en el campo de marxismo no es una “cosmovisión”.31 Me refiero a la idea de
la verdad, por lo. cual el pasaje a la “verdad” de un objeto en que el proletariado se convierte en un sujeto revolucionario
traña su pérdida y la disolución de su consistencia ontològica. real al integrar el conocimiento de su rol histórico:32 el mate
rialismo histórico no es un “conocimiento objetivo” del desa
rrollo histórico, puesto que es un acto de autoconocimiento
E l kegeliano petformativo de un sujeto histórico; como tal, implica la posición subjetiva
proletaria. En otras palabras, el “conocimiento” propio del
Esta discordia necesaria entre un objeto y su verdad es lo ■ materialismo histórico es autorreferencial, cambia su “obje
que cuenta en la paradoja hegeliana fundamental de la “per- to”; sólo a través del acto del conocimiento el objeto se con
formatívidad retroactiva”, es decir, en el hecho de que el pro vierte en lo que realmente “es”.
ceso dialéctico se caracteriza por dos rasgos que parecen ser El énfasis en la performatividad del proceso hegeliano del
mutuamente excluyen tes. El principal tema de la crítica hege conocer, en el modo en que cambia y crea a su objeto, es des
liana a la teoría del conocimiento “ingenua”, de sentido co de luego un lugar común; lo que por lo general se pasa por
mún, es que concibe el proceso del conocimiento como una alto es su reverso. Cuando Hegel describe el proceso dialécti
penetración en un dominio previamente desconocido: la idea co, su inversión crucial, siempre recurre a modos de decir que
“espontánea” es que uno descubre, revela, alguna realidad afirman un estado de cosas ya-dado: “ya allí”, “siempre-ya”,
que existía desde antes de nuestro proceso de conócerla; esta etcétera. El pasaje desde la escisión a la síntesis no consiste ep
teoría ingenua pasa por alto el carácter constitutivo del pro algún acto productivo de reconciliación sino en un simple
ceso del conocimiento con respecto a su objeto, el modo en cambio de perspectiva, por medio del cual tomamos concien
que el conocimiento modifica a su objeto, le confiere la forma cia de que lo que consideramos erróneamente una escisión es
que tiene como “objeto de conocimiento”. ya en sí una reconciliación: la escisión no es “dominada” sino
Este carácter constitutivo del conocimiento parece ser lo “anulada” retroactivamente.33
218
V v
¿Cómo, entonces, podremos pensar juntos estos dos as tonces en el hecho de que los agentes individuales persiguen
pectos del proceso dialéctico que parecen ser mutuamente ex- sus intereses, luchan por la riqueza, el poder, el placer, la glo
cluyentes, a saber, su carácter performativo y el hecho de que, ria y otros valores ideológicos, mientras que, sin saberlo, no
en el curso de un proceso dialéctico, se remueve un obstáculo son más que herramientas inconscientes de la Idea.
comprobando que nunca lo hubo? En esto consiste la prueba Tomemos el caso de la economía de mercado. Los pro
fundamental de que la lógica hegeliana es una lógica del sig ductores individuales que aparecen en el mercado, en su es
nificante, puesto que esta unidad de los dos rasgos opuestos, fuerzo por satisfacer su codicia egoísta, no tienen conciencia
esta paradoja de la performatividad retroactiva, es precisamente de que la razón histórica utiliza el interjuego de sus pasiones
lo que define al significante: una marca significante “hace” de para realizar el verdadero Fin de la producción social, el de
una cosa lo que “siempre-ya era”. En un pasaje esencial de la sarrollo de las fuerzas productivas, el crecimiento del poten
Enciclopedia, Hegel articula el vínculo entre esta performativi- cial productivo de la sociedad, en el cual el Espíritu logra la
dad retroactiva y la dialéctica de la verdad y el engaño; existencia “objetiva”. En este sentido, el engaño es un “nece
sario elemento dinámico de la verdad”: la razón histórica sólo
La consumación del Fin infinito, por lo tanto, consiste mera puede cumplir su verdadero Fin por medio del engaño, por
mente en remover el engaño que lo hace aparecer como aún no medio de la explotación astuta de los intereses y pasiones in
cumplido. El Bien, lo absolutamente Bueno, está eternamente dividuales. Para decirlo francamente, nadie trabaja “por el de
cumpliéndose en el mundo: y el resultado es que no necesita sarrollo de las fuerzas productivas”; los individuos necesaria
aguardarnos, sino que ya está cumplido por implicación, y tam mente perciben este verdadero Fin como un medio para
bién en plena actualidad. Este es el engaño bajo el cual vivimos, satisfacer sus propias necesidades...
Él solo proporciona al mismo tiempo la fuerza actuahzadora so
Sin embargo, esta concepción habitual de la “astucia <?e la
bre la que reposa el interés en el mundo. En el curso de su pro
ceso, la Idea crea ese engaño, poniendo una antítesis para con razón” implica un concepto de la razón como entidad sustan
frontarla, y su acción consiste en liberarse del engaño que ha cial externa al proceso histórico, elevada por sobre él, que
creado. Sólo fuera de este error surge la verdad. En este hecho manipula a sus agentes (los individuos activos), jugando la
reside la reconciliación con el error y con la finitud. El error o carta del engaño mientras se mantiene intacta detrás del esce
ser-otro, "cuando es superado, es un necesario elemento dinámi- nario, a distancia segura del tumulto histórico, como el Dios
co de la verdad: pues la verdad sólo puede estar allí donde hace de la teología tradicional, que utiliza la historia para alcanzar
de sí misma su propio resultado.34 Sus metas incomprensibles. SÍ suscribimos esta interpreta
ción, asignamos a los individuos la posición de herramientas
A primera vista, las cosas parecen tan claras como podrían de la voluntad de Dios, inconocible para los humanos. En
serlo: este pasaje, ¿no confirma acaso el lugar común sobre otras palabras, la sustancia no sería efectivamente sujeto,
Hegel? La Idea, lo absolutamente Bueno, es la sustancia-suje puesto que los sujetos son reducidos a la condición de medios
to de todo el procesó, y la fisura, el engaño, es précisamente de un Fin sustancial trascendente. Entonces, ¿hay otra lectu
un juego que la Idea juega consigo misma. La Idea realiza sus ra posible del pasaje citado de la Enciclopedia? .
verdaderos fines por medio de la “astucia de la razón”: permi
te que los individuos sigan sus fines finitos, mientras cumple
su Fin infinito a través del desgaste y desgarramiento recípro
cos y el fracaso de los fines finitos. El “engaño” consiste en
220
Slavo] Zizek Sobre el Otro
222 223
Slavo] Zizek Sobre el Otro
tremenda, se la experimenta como traumática. De modo que : pero sería erróneo oponer simplemente estos dos engaños
al desintegrarse la apariencia de un apoyo entusiasta al Parti . (el engaño de la conciencia cotidiana que persigue sus fines
do, el Partido literalmente pierde lo que nunca tuvo, a saber: el egoístas, sin advertir que es la herramienta por medio de la
apoyo del pueblo. cual la razón histórica alcanza su Fin infinito, y el engaño
Con referencia al concepto de antagonismo social elabo mismo de pensar que somos la herramienta de alguna razón
rado por Laclau y Mouffe,40 podemos también decir que en la trascendente que, aunque desconocida para nosotros, garanti
pérdida de una pérdida el antagonismo es reconocido como za el significado y la consistencia de proceso histórico) y
“primordial”, no como una mera quiebra secundaria de la ar denunciar el primero como una “ilusión” y proclamar el se
monía original. Cuando enfrentamos el derrumbe de un or gundo como “la verdad”. De este modo perdemos el momen
den social hasta entonces estable, “pérdida de una pérdida” es to de verdad propio de la primera concepción. La experiencia
el nombre de la experiencia de que esa estabilidad anterior de que el Fin absoluto “no nos aguarda, sino que ya está cum
era en sí misma falsa, enmascaraba la lucha interna. E, inci plido” pone de manifiesto el “tejer silencioso del Espíritu”, la
dentalmente, esto es lo que en última instancia significa la demora necesaria del acto formal de decisión. El “tejer” in
“reconciliación” hegeliana: el polo opuesto de lo que habi consciente por cierto no nos aguarda, de modo que cuando el
tualmente se supone: la humilde aceptación de que todo NO conflicto sale a la luz es ilusorio pensar que todo depende de
es racional, de que el momento del antagonismo contingente nosotros, de nuestra decisión: las cosas, efectivamente, “ya es
es irreductible, de que la necesidad conceptual misma depen tán cumplidas”.
de y está insertada en una contingencia que la contiene. Para ■ El problema real es el de cómo se pueden pensar juntos los
convencerse, basta recordar el lugar exacto de la Fenomenolo dos niveles de engaño. En otras palabras, ¿por qué es necesaria
gía del espíritu en el que aparece la “palabra de reconcilia la suposición ilusoria de la razón como agencia trascendente?
ción”: al final de la dialéctica del alma bella, cuando el sujeto Para ejemplificar esta conjunción paradójica, tomemos el*ca-
se ve obligado a aceptar que “el modo de ser del mundo” no p sÓ de la Revolución de Octubre: hoy está claro que era erró
se deja aprehender por (su) razón. nea la ideología que guiaba a los bolcheviques cuando hicie
Ahora bien, parece asimismo claro que debemos releer el ron la revolución, la ideología de que ellos eran meros
pasaje citado de la Enciclopedia de Hegel. Caemos víctimas del ejécutores de la necesidad histórica, una “herramienta de la
engaño precisamente cuando percibimos el Bien como algo Jflistoria” que realizaba la misión histórica prescrita. Pero lo
que “no necesita aguardarnos, sino que ya está cumplido, por ^esencial es que si ellos no hubieran creído que eran meras he
implicación y en plena actualidad”, es decir, cuando pasamos rramientas de la Historia, no podrían haber realizado la revo
por alto que también lo absolutamente Bueno “sólo viene a ser lución: para recordar la concisa formulación del Leszek ICola-
a través del ser dejado atrás". Caemos víctimas del engaño yjcowski, el éxito de Lenin se basaba en cometer los errores
cuando damos por sentada la existencia de una sustancia-suje ^correctos en el momento correcto. Aquí tenemos juntos am-
to excluida de las vicisitudes del proceso histórico, que “mon |,||qs niveles de excepción: los bolcheviques creían en la astucia
ta” el engaño de los sujetos finitos, juega con ellos y explota ifjjéja razón, se tomaban por instrumentos de la necesidad his-
su actividad para lograr sus propios fines. En síntesis, el enga . jt§$dca y su engaño era productivo, una condición positiva de
ño supremo es el concepto vulgar de la “astucia de la razón”, gfdslogros del Partido.
la suposición de la razón como una agencia trascendente que íljftEsta lógica paradójica implica una especie de paradoja
maneja los hilos y dirige el espectáculo de la historia. nal. Lo que buscamos es creado por el proceso mismo
224 225
Slavej Zizek Sobre el Otro
de nuestra búsqueda. Esta idea subyace en una serie de chis que buscamos ya está presente en el Otro: como Hegel lo se
tes, como el del conscripto que intentaba salvarse del servicio ñala reiteradamente, el dialéctico no aplica un método exter
militar fingiendo estar loco. Su síntoma consistía en verificar no al objeto, se limita a presuponer que “la razón gobierna la
de modo compulsivo todos los trozos de papel que llegaban a realidad”, que la realidad es ya en sí misma “razonable” (y lo
sus manos y repetir constantemente “No es esto”. Fue deriva lirismo ocurre en psicoanálisis, donde se presupone que deba
do al psiquiatra militar, en cuyo consultorio también examinó jo de la denominada “asociación libre”, debajo de su caos apa
todos los papeles que había, incluso los del cesto, repitiendo rente, hay un significado oculto). Por esto el dialéctico puede
sin cesar “N o es esto”. El psiquiatra, finalmente convencido limitar su función a la de un observador puro que descubre la
de que el muchacho estaba loco, le extendió un certificado racionalidad intrínseca de lo real. Al final del proceso dialéc
que lo exceptuaba del servicio militar. El conscripto le echó tico, este presupuesto pierde fundamento: el sujeto descubre
una mirada y dijo alegremente: “¡Es esto!”41 que desde el principio mismo no había ningún sostén en el Otro,
Cuando Hegel dice que “el error” es “un necesario ele que él mismo produjo el significado “descubierto”. Y, final
mento dinámico de la verdad”, cuando escribe que “la verdad mente, no hay que olvidar que, en el caso del chiste del cons
sólo puede estar allí donde hace de sí misma su propio resul cripto, el objeto creado mediante la búsqueda era precisa
tado”, etcétera, hay que entender estas proposiciones, que pa mente una c rtó , una comunicación oficial, de modo que este
recen extrañas, en el contexto de la lógica del chiste del cons chiste es en última instancia un chiste sobre el hecho de que una
cripto. Sin el error, sin la ilusión de las personas que carta siempre llega a destino.
rodeaban al conscripto en cuanto a que él buscaba un papel
ya existente, ese papel nunca habría sido producido. Y la Re N o ta s
226 221
V
7. Ludwig Wittgenstein, Pbilosopbical Investigations, ob. cit,, pá Guerra Fría “tenían razón” (la Unión Soviética era en efecto un vasto
rrafo 133. reino del terror, con agresivas metas imperialistas, etcétera), pero
8. Ibíd., pàg. 136. nuestro sentimiento “espontáneo” de que la posición de las víctimas
9. Henry Staten, ob. cit., pàg. 80. de la caza de brujas era “auténtica”, mientras que los cazadores eran
10. ¿Es preciso recordar que en la larga tradición que va desde . truhanes, está sin embargo totalmente justificado. Una de las leccio
Pascal a Marx, el “rey” es el paradigma de la “determinación reflexi nes del psicoanálisis es precisamente que debemos asumir esta brecha
va”? Las propiedades del rey (su aura carismàtica, etcétera) deben tra /; irreductible entre la “autenticidad” y la verdad fáctica.
ducirse en una descripción del modo en que lo tratan sus súbditos. 19. Ludwig Wittgenstein, Philosophical Investigations, ob. cit., pár.
11. Véanse los capítulos 11 y 16 de Jacques Lacan, The Tour 201. Tomamos la interpretación de la “paradoja escéptica” de Saul
Fundamental Concepts o f Psycbo-Analysis, Londres, Hogarth, 1977. ; Kfipke, Wittgenstein on Rules and Private Language, Oxford, Black-
[ed. cast.: ob. cit., nota 11 del cap. 1]. Descartes debe ser opuesto en vvell, 1982.
este punto a Husserl, quien señaló directamente que el resto que 20. Detengámonos, al pasar, en la hoifiologia entre esta "parado
queda después de la duda radical no es una “pequeña pieza de reali ja escéptica” y la estructura de una broma a la que La can se refiere a
dad”, puesto que su estatuto es trascendental y no mundano: la epojé menudo: “Mi novia nunca faltará a una cita conmigo, pues en cuanto
fenomenològica “desrealiza” toda la “realidad”, suspende su existen falte dejará de ser mi novia”. Por otro lado, tenemos: “Nunca come
cia. t o un error al aplicar una regla, puesto que lo que yo hago define la
12. Véase el capítulo 2 de Slavoj Zizek, The Subliftie Ohject of regla”. Por supuesto, esta homología oculta una oposición radical:
Ideology. en el caso de la regía, ésta es reducida a la factualidad de lo que yo
13. Desde luego, una de las consecuencias de este cambio es que , hago, mientras que la infortunada novia pierde el estatuto de novia
se invierte la relación de fuerzas entre el universal y el particular. En en cuanto deja de cumplir con sus obligaciones. Esta oposición está
la década de 1950, Lacan concebía los síntomas como huellas imagi en la base del conflicto y de la simultánea semejanza inesperada en
narias particulares aún no integradas en el orden simbólico univer tre Jos jacobinos y el rey: los jacobinos, que seguían la lógica de “Un
sal, de modo que la meta del psicoanálisis consistía precisamente en ciudadano francés nunca deja de cumplir con su deber, puesto que
efectuar esta universalización demorada; en la década de 1970, por el quien no cumple con su deber deja de ser un ciudadano francés (y
contrario, Lacan pensaba que la meta era aislar al objeto-causa del vcomo tal puede ser liquidado)”, se veían naturalmente forzados a de-
deseo, el modo absolutamente particular en que un sujeto organiza ; ycapitar al rey, que nunca violaba la ley, puesto que él era la ley.
su goce, el modo que se resiste incondicionalmente a todo intento yi;/. 21, Saúl Kripke, ob. cit., pág. 21.
de universalización. 22. Ludwig Wittgenstein, Philosopbical Investigations, ob. cit.,
14. Ludwig Wittgenstein, On Certainty, Oxford, Blackwell, 1969, •Wfiág- 404.
pág. 170 [ed. cast.: De la certeza, Barcelona, Península, 1983]. L'jU.i 23. Véase su seminario inédito Le désir et son interprétation (1958-
15. Ibíd., pág. 378.
16. Ibíd., pág. 509. ; ; 24. Ludwig Wittgenstein, The Bine and The Brown Books, Oxford,
17. Ibíd., pág. 513. : :’;Blackwell, 1958, pág. 67.
18. Este “escepticismo radical” sin precedentes que socava cual ''&v;/ -25. Véase Gérard Lebrun, La patience du concept, París, Galli-
quier tipo de “evidencia”, especialmente la obtenida én la experiencia ;|í$ard, 1972,
fenomenològica, tiene consecuencias políticas de suCna importancia: é'ípT/26. G. W. F. Hegel, Pbenomenology o f Spirit, Oxford, Oxford
es perfectamente posible que una posición subjetiva profundamente élffijniversity Press, 1977, págs. 18-19 [ed. cast.: Fenomenología del espí-
auténtica sea sin embargo “errónea”. Por ejemplo, la posición de los Buenos Aires, FCE, 1992].
comunistas norteamericanos-en los años de la caza de brujas de Mc- UU.. 27. Esta paradoja de la relación entre el entendimiento y la razón
Carthy. En el nivel de las verdades fácticas, está claro que, por lo j-■ ejemplificada del mejor modo por la filosofía analítica, a la que
menos en lo concerniente a la Unión Soviética, los impulsores de la igualmente se le reprocha que se limite al nivel del análisis abstracto
228. 229
Slavoj Zizek Sobre el Otro
y, por lo tanto, no abarque la “cosa real” (la historia, la dialéctica, la - '' . 36. HegeTs Science o f Logic, ob. cit., pág. 402.
vida, el Espíritu). Esta crítica infatuada por lo general termina con la : 37. También podríamos formular esta diferencia a través de la
apreciación de que la filosofía analítica es perfectamente aceptable relación entre un texto y sus interpretaciones. Para la lógica de la re
en su propio nivel modesto, mientras no extienda sus pretensiones flexión extrínseca, las diferentes interpretaciones intentan abordar el
de modo ilegítimo, sin hacer lugar a la cosa real. Aunque esta crítica texto en sí, el cual, sin embargo, permanece inaccesible y las elude;
puede parecer hegeliana, no podría estar más lejos de la actitud he- pasamos a la reflexión “absoluta” cuando experimentamos que estas
geliana real; desde el punto de vista dialéctico, el problema de la fi interpretaciones forman parte del texto mismo, que no es sólo el lector
losofía analítica consiste, por el contrario, en que no se toma sufi quien, por medio de interpretaciones, busca el significado del texto,
cientemente en serio a sí misma-. cree en una X que supuestamente la iiítepta penetrarlo desde una posición externa, sino que, a través de
elude (lo que explica la tendencia de los filósofos analíticos a suple- ,: ftuestras interpretaciones, el propio texto, en cierto sentido, está “en
mentar su posición con el misticismo, la sabiduría oriental, etcétera). busca de sí mismo”, se reconstruye, adquiere nuevas dimensiones. El
Lo que los filósofos analíticos no saben es que esa filosofía tiene ya lo ^significado de un texto” no es algún meollo oculto, dado de ante
que se busca desesperadamente en otras partes: sus propias paradojas mano, que aguarda ser sacado a la luz; se constituye a través de la se
(los círculos viciosos autorreferenciales, etcétera) producen ya a “el rié de sus “efectualidades” históricas. Para emplear la jerga descons-
sujeto”, “lo indecible”... tructivista, por medio de nuestra lectura del texto, el texto mismo se
La dialéctica hegeliana diverge en este punto de la crítica habi lee y (re)escribe.
tual según la cual la filosofía analítica sólo puede concebir su más- 38. A partir de esto, habría que abordar de nuevo el problema
allá en la forma negativa de las paradojas y contradicciones con las fréudiano de la renegación (Verkugnung) fetichista de la castración,
que se enreda en cuanto penetra en un ámbito que no es el suyo, siguiendo el camino abierto recientemente por Elizabeth Cowie (Se
mientras que el pensamiento filosófico propiamente dicho (la feno xual Dijference and Representation in tbe Cine?na, Londres, Macmilían,
menología, la hermenéutica, etcétera) puede aprehender este más- -1991). Desde luego, la renegación es en primer lugar una renegación
allá en su propia positividad: “Todo está ya a llí” en las paradojas auto- déla falta del falo: el fetichista no puede aceptar el hecho traumáti
rreferenciales\ en sentido estricto, por el contrario, la positividad co de que la mujer no tiene falo, por lo cual se aferra al fetiche susti-
fenomenológica, etcétera, es lo secundario, lo que reemplaza y ocul f tíitó (con la fundamental ambigüedad que esto implica: al ocupar el
■
ta el abismo señalado por las paradojas. Por ejemplo, el “sujeto” no es ; íúgar del falo, el fetiche simultáneamente oculta y señala su falta).
más que el vacío rodeado por el movimiento autorreferencial del sig Af|lh; embargo, debemos dar un paso más: es cierto que el fetichista
nificante; en cuanto lo concebimos como autopresencia positiva, de
jamos de reconocer su dimensión propia.
28. HegeTs Science o f Logic, Londres, Alien & Unwin, 1969, pág.
IsSllhiega la castración, pero el interrogante esencial es por qué Ja fal-
3é falo en la mujer es percibida como “castración”, como la falta
algo. En otras palabras, ¿de dónde surge la expectativa de que allí
fi un falo, puesto que sólo contra el fondo de esta expectativa el
413.
29. Hegel, Phenomenology ofSpirit, ob. cit., pág. 56. 'Pfiécho simple de no tenerlo puede ser percibido como una “castra-
30. Martin Heidegger, HegeTs Concept ofBxperience, Nueva York, El hecho mismo de percibir como una castración que “la mu-
Harper & Row, 1972. m b l ó lo tenga”, ¿no es ya una íenegación, la renegación de que la
31. Jacques Lacan, Le Séminaire, livre XX; Encoré, París, Seuil, §11 pér, en contraste con el hombre, no lo ha “perdido”, puesto que
1975, pág. 32. \ m f ¡ I I mea lo tuvo} En síntesis, ¿no se trata de la renegación de la dife-
32. Este punto fije articulado con todo su peso filosófico por ¡3J |||já sexual? Es decir que la percepción como “castración” del he-
Georg Lukács en History and Class Conscioumess, Londres, NLB, 1969. ||tde que “la mujer no lo tenga” sólo es posible contra el fondo del
33. Véase el capítulo 2. i|||||ésto de que las mujeres “deben ser como los hombres”, de que,
34. HegeTs Science o f Logic, pág. 274. .^ ^ ■iéálidad. son “hombres mutilados (castrados)”.
35. Véase el capítulo 6 de Zizek, Tbe Sublime Object o f hleology, 'raflffi Dé modo que en el fetichismo la renegación es doble. El fetiche
ob. cit. . .,j la castración; por medio de él, evitamos la experiencia trau-
' :í
230 231
Slavo] Zizek
232
S. ¿Está bien todo lo
que term ina bienÌ
I. ¿ P o r q u é u n d i a l é c t i c o d e b e a p r e n d e r
A C O N T A R H A STA C U A T R O ?
235
W-
Slavoj Zizek ¿Está bim todo lo que termina bien?
realidad constituye el aspecto crucial del propio movimiento binaos el punto de partida abstracto-inmediato (en cuanto de
dialéctico. Un lector cuidadoso recordará inmediatamente no terminamos la red concreta de sus prespuestos e implicacio-
sólo numerosos casos particulares (como el de los cuatro tipos : : fies y explicitamos su contenido), se convierte en su propio
de juicio de la primera parte de la “lógica subjetiva”), sino opuesto. Incluso en el nivel más abstracto, la “nada” no es el
también el hecho de que Hegel tematiza la cuadruplicidad del Opuesto extrínseco del “ser”: llegamos a “la nada” sencilla-
movimiento dialéctico como tal: el exceso de la pura nada de jnente al tratar de especificar, de determinar el contenido del
la negatividad relacionada consigo misma que desaparece, se ' concepto de “ser”. En esto consiste la idea dialéctica funda
vuelve invisible, en el resultado final. En el último capítulo de mental de la “negatividad intrínseca”: una entidad es negada,
su Lógica, a propósito de la matriz elemental del proceso dia pasa a su opuesto, como resultado del desarrollo de su propio
léctico, señala que los momentos de este proceso pueden con potencial.
tarse como tres o como cuatro, con el sujeto como momento ■ ; Para tomar un ejemplo trillado, el fascismo no es un
excedente que “cuenta como nada”: opuesto externo a la democracia liberal, sino que tiene sus
raíces en los antagonismos interiores de la propia democracia
En este punto de inflexión del método, el curso de la cogni liberal... Por esto la negatividad debe contarse dos veces: en
ción al mismo tiempo se vuelve sobre sí mismo. Como contra (efecto, para negar el punto de partida, debemos negar su pro
dicción autosuperadora, esta negatividad es la restauración de la pia “negación interna” en la cual su contenido llega a su “ver
primera inmediatez, de la universalidad simple; pues lo otro del dad” (el fascismo, aunque opuesto al capitalismo liberal, no es
otro, lo negativo de lo negativo, es inmediatamente lo positivo, lo su negación efectiva, sino sólo su negación “interna”: para ne
idéntico, lo universal. Si uno insiste en contar, este segundo término gar al capitalismo liberal debemos por lo tanto negar su nega
inmediato es, en el curso del método como un todo, el tercer tér
ción misma). La negación segunda, autorreferencial, esta alte-
mino para el primer inmediato y el mediado. Sin embargo, es
ridad que se refleja sobre sí misma (como dice Hegel), es el
también el tercer término para el negativo primero o formal y la
punto de fuga de la negatividad absoluta, de la “pura diferen-
negatividad absoluta o segundo negativo; ahora bien, como el
primer negativo es ya el segundo término, el término computado 1 , cia”, el momento paradójico que es tercero, puesto que es ya el
como tercero puede también ser computado como atarto, y en lu : , primer momento el que “pasa” a su propio otro, Esto podría
gar de una triplicidad, la forma abstracta puede ser considerada 'también conceptualizarse como un caso de determinación re-
una cuadruplicidad; de este modo, lo negativo o la diferencia es ¡tíbactiva: cuando es opuesto a su negativo radical, el primer
contado como una dualidad.1 j Momento en sí se convierte retroactivamente en su opuesto.
El eapitalismo-en-sí no es lo mismo que el capitalismo-como-
El primer momento es la positividad inmediata del punto ; Qpuesto-al-comunismo: enfrentado a las tendencias de su di-
de partida; el segundo momento, su mediación, no es simple solución, el capitalismo se ve obligado a negarse “desde den-
mente su contrario inmediato, su opuesto extrínseco: aparece . (pasar al fascismo) para sobrevivir. Esta dialéctica ha sido
precisamente cuando tratamos de captar el primer momento, ífíftártjculada por Adorno a propósito de la historia de la música:
■■
el inmediato en y por st mismo, como tal. De este modo, ya lo
f í'M '- y ,':
mediatizamos e, imperceptiblemente, se convierte en su pro Los medios y formas de la composición musical descubiertos
pio opuesto. De modo que el segundo momento no es lo ne ' más tarde afectaron y han modificado los medios tradicionales y
gativo del primero, su alteridad; es el primer momento como sobre todo las formas de interdependencia que ellos constituían.
su propio otro, como lo negativo de sí mismo: en cuanto conce- ^^fe-:('Todo trítono empleado hoy en día por un compositor suena ya
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Slavoj Zizek ¿Está bien todo lo que termina bien?
. 238 239
Slavoj Zizek ¿Esta bien todo lo que tmn 'ina bien?
to de la actividad económica secular) librados al juicio común resulta concebir la necesidad del protestantismo como media
no religioso, la “ética del trabajo” protestante concibió la ac dor evanescente entre el corporativismo medieval y el indivi
tividad secular en sí (la codicia económica) como ámbito de la dualismo capitalista. En otras palabras, no se debe perder de
revelación de la Gracia de Dios. vísta que era imposible pasar inmediatamente de la sociedad
Este cambio puede ejemplificarse con la reubicación del cerrada medieval a la sociedad burguesa, sin la intervención
ascetismo: en el universo católico tradicional, el ascetismo del protestantismo como mediador evanescente: el protestan
concierne a un estrato de personas separadas de la vida secu tismo, con la universalización del cristianismo, preparó el te
lar cotidiana, consagradas a representar en este mundo su rreno para su repliegue a la esfera de la vida privada.
Más-Allá, a representar el Cielo en la Tierra (los santos, los En el ámbito político, el jacobinismo desempeñó un papel
monjes con su abstinencia), mientras que el protestantismo le similar, y puede incluso ser definido como “protestantismo
requiere a cada cristiano que actúe ascéticamente en su vida político”: el jacobinismo unlversalizó del mismo modo el pro
secular: que acumule riqueza en lugar de gastarla irreflexiva yecto político-ideológico democrático. N o lo veía como un
mente, que viva con temperancia y modestia. En síntesis, que mero principio político formal sin gravitación inmediata en
realice su actividad económica utilitaria “con Dios en mente”; las relaciones económicas, familiares, etcétera, sino que inten
de tal modo se vuelve superfluo el ascetismo como asunto de tó hacer del proyecto democrático igualitario un principio
un estrato separado. que estructurara la totalidad de la vida social. Y cayó en la
Esta universalización de la posición cristiana, la afirma misma trampa: sin saberlo, su radicalismo político preparó el
ción de su pertinencia en la actividad económica secular, ge camino para lo opuesto, para el universo burgués de indivi
neró la “ética del trabajo” protestante (trabajo compulsivo y duos egoístas y codiciosos que no dan ni un alfiler por el mo-
acumulación de riqueza, renuncia al consumo como un fin en ralismo igualitario.
sí); al mismo tiempo, pero sin saberlo ni quererlo, sirviendo a También en este caso es fácil tomar una distancia irónica
la “astucia de la razón”, abrió camino a la desvalorización de y señalar que los jacobinos, con su reducción violenta de la
la religión, a su confinamiento en la intimidad de una esfera totalidad social al principio abstracto de la igualdad, necesa
privada separada de los asuntos estatales y públicos. La uni riamente terminaron en el terrorismo, puesto que esta reduc
versalización protestante de la posición cristiana no fue en ción era resistida por la red de relaciones concretas caracterís
tonces más que una etapa transitoria del pasaje al estado ticas de la sociedad civil (véase la crítica hegeliana clásica a los
“normal” de la sociedad burguesa, en la cual la religión es re jacobinos en la Fenomenología del espíritu)’, más difícil es de
ducida a un “medio”, a un recurso que le permite al sujeto mostrar por qué no era posible ningún pasaje inmediato des
encontrar nuevas fuerzas y perseverancia en la lucha econó de el anden régime a la vida cotidiana burguesa egoísta; por
mica por la supervivencia, semejante a las técnicas de auto- qué, precisamente a causa de su reducción ilusoria de la tota
percepción que ponen el encuentro de nuestro “verdadero sí- lidad social al proyecto político democrático, los jacobinos
mismo” al servicio de nuestro bienestar personal. ¡ eran un mediador evanescente necesario (éste es el punto efec-
Por supuesto, resulta fácil tomar una distancia irónica res ¿tivo de la crítica de Hegel, y no los lugares comunes sobre el
pecto de la ilusión protestante y señalar que el resultado final carácter utópico terrorista del proyecto jacobino). En otras
del esfuerzo protestante por abolir la brecha entre la religión palabras, es fácil detectar en el jacobinismo las raíces y las pri
y la vida cotidiana fue la degradación de la religión, converti meras formas del totalitarismo moderno; mucho más difícil e
da de tal modo en un medio “terapéutico”; mucho más difícil inquietante resulta reconocer y asumir plenamente el hecho
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V
de que, sin el “exceso” jacobino no habría ninguna democra de la que se lamentan, la consecuencia última de su propio ac
cia pluralista “normal”.6 to (como diría Lacan, su propio mensaje en su forma verdade
Es decir que la ilusión en la que el protestantismo y el ja ra, invertida). Y nuestra ilusión, como herederos “realistas”
cobinismo quedaron enredados es más compleja que lo que del protestantismo y el jacobinismo, no es menor: nosotros
podría parecer a primera vista: no consiste sencillamente en la percibimos a esos mediadores evanescentes como aberracio
universalización moralista ingenua del cristianismo o del pro nes o excesos, sin advertir que no somos más que “jacobinos
yecto democrático igualitario (esto es, en que pasaran por al sin la forma jacobina”, “protestantes sin la forma protestante”.
to la riqueza de las relaciones sociales concretas que se resis
tían a esa universalización inmediata). Esta ilusión es mucho
más radical: tiene la misma naturaleza que todas las utopías ,,.y otros mediadores evanescentes
políticas históricamente importantes; es la ilusión sobre la
que Marx llamó la atención a propósito del Estado platónico, La brecha entre la forma y su contenido conceptual nos da
al observar que Platón no advertía que lo que efectivamente también la clave de la necesidad del mediador evanescente: el
estaba describiendo no era un ideal aún no realizado, sino la pasaje del feudalismo al protestantismo no es de la misma na
estructura fundamental del Estado griego existente. En otras turaleza que el pasaje del protestantismo a la vida cotidiana
palabras, las utopías no son “utópicas” porque describan un burguesa, con su religión privatizada. El primer pasaje con
“Ideal imposible”, un sueño irrealizable en este mundo, sino cierne al “contenido” (bajo el disfraz de preservar la forma re
porque no reconocen que su Estado ideal está ya realizado en ligiosa, o fortalecerla, se produce el cambio crucial, la afirma
su contenido básico (“en su concepto”, como diría Hegel). ción del ascetismo adquisitivo en la actividad económica
El protestantismo se vuelve superfluo, puede desaparecer como ámbito de la manifestación de la Gracia), mientras que
como mediador, en el momento en que la realidad social mis él segundo pasaje es un acto puramente formal, un cambio de
ma queda estructurada como un “universo protestante”: la es ^ forma (en cuanto el protestantismo se realiza como ascetismo
tructura conceptual de la sociedad civil capitalista es la de un adquisitivo, puede desaparecer como forma).
mundo dé individuos atomizados, definidos por la paradoja : Por lo tanto, el mediador evanescente surge debido al mo
del “ascetismo adquisitivo” (“cuanto más posees, más debes do en que la forma, en un proceso dialéctico, persiste detrás
renunciar al consumo”), es decir, la estructura del contenido niel contenido: primero se produce el cambio crucial dentro
protestante sin su forma religiosa positiva. L o mismo ocurre " ele los límites déla forma antigua, incluso tomando la apa
con el jacobinismo: los jacobinos pasaron por alto el hecho de riencia de su afirmación renovada (la universalización del
que el ideal que perseguían ya estaba realizado, en su estructu cristianismo, el retorno a su “verdadero contenido”, etcétera);
ra conceptual, en la actividad adquisitiva “sucia” que les pare después, al concluir “el tejer silencioso del Espíritu”, puede
cía una traición a sus altos ideales. La vida cotidiana burguesa y i Caer la vieja forma. La doble escansión de este proceso nos
vulgar, egoísta, es la realidad de la libertad, la igualdad y la ^perm ite captar de modo concreto la fórmula trillada de la
fraternidad: la libertad del libre comercio y la iguáldad formal m^iíégación dé la negación”: la primera negación consiste en el
ante la ley, etcétera. - "¡^^m bio lento, invisible, subterráneo, del contenido sustancial,
La ilusión propia de los mediadores evanescentes (los pro paradójicamente, se produce en nombre de su propia form a’,
testantes, los jacobinos) es precisamente la del “alma bella” v|péspués, cuando la forma ha perdido su derecho sustancial, se
hegeliana: ellos se niegan a reconocer, en la realidad corrupta , ¿pltó^inorona por sí misma: es negada la forma misma de la ne-
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Slavoj Zizek ¿Está bien todo lo que termina bien?
gación o, para usar la clásica pareja hegeliana, el cambio que cíón política inmediata del Estado socialista? En ambos casos
“en sí” se vuelve “para sí”. se trata de mediadores evanescentes, mediadores que desapa
Es necesario dar un paso más que complica este cuadro. recen pero, ¿en qué? La habitual respuesta cínica, “desde el
Una mirada más atenta revela la presencia de dos mediadores capitalismo hasta el capitalismo”, parece un tanto fadlista...
evanescentes en el pasaje desde la estructura política feudal a La inversión de la relación “normal” entre el contenido (la
la estructura política burguesa: la monarquía absoluta y el ja ;>fíbase o infraestructura económica”) y su forma ideológica
cobinismo. La primera es el signo, la encarnación de un com ' (inversión que hace posible la lectura antimarxista de Weber)
promiso paradójico: la forma política que le permite a la bur consiste por lo tanto en la descrita “emancipación” de la for-
guesía en ascenso fortalecer su hegemonía económica nta respecto del contenido, característica del mediador eva
quebrando el poder económico del feudalismo, de sus guildas nescente: la ruptura del protestantismo con la Iglesia medie-
y corporaciones. Por supuesto, lo paradójico es que el feuda Val no refleja un nuevo contenido social, sino que es más bien
lismo “cava su propia tumba”, precisamente absolutizando su la crítica al antiguo contenido feudal en nombre de la versión radi
coronamiento, otorgando un poder absoluto al monarca; el calizada de su propia forma ideológica; es esta “emancipación” de
resultado de una monarquía absoluta es un orden político la forma cristiana respecto de su propio contenido social lo
desconectado de su fundamento económico. Y la misma “des que abre el espacio a la gradual transformación del viejo con
conexión” caracteriza al jacobinismo: es ya un lugar común tenido en el contenido nuevo (capitalista). En consecuencia, a
definir el jacobinismo com o una ideología radical que toma li Jameson le resulta fácil demostrar que la teoría de Weber so
teralmente el programa político burgués (igualdad, libertad, bre el papel crucial del protestantismo en la emergencia del
fraternidad) e intenta realizarlo sin tener en cuenta la articu capitalismo sólo alcanza al economicismo vulgar y es perfec
lación concreta de la sociedad civil. tamente compatible con la dialéctica de la “base” y su “supe
Las dos ilusiones se pagaron caras: el monarca absoluto restructura ideológica”; según esta dialéctica se pasa de una
advirtió demasiado tarde que la sociedad lo ensalzaba como formación social a otra a través de un mediador evanescente
todopoderoso con el único objeto de permitir que una clase que invierte la relación entre base y superestructura: al eman-
desalojara a otra; también los jacobinos pasaron a ser super- f^iparse de su base, la vieja superestructura prepara el terreno
fluos depués de haber realizado su tarea de destruir el aparato |fára la transformación infraestructural. De tal modo se salva
del anclen réglme. Tanto al monarca como á los jacobinos los Ü^ificío teórico marxista clásico: la emancipación de la for-
entusiasmó la ilusión de la autonomía de la esfera política; ia ldeológica queda explicada por los antagonismos internos
uno y otros creían en su visión política: uno, en el carácter in ídé la propia base: se produce cuando estos antagonismos se
cuestionable de la autoridad real, y los otros, en la pertinencia ^vuelven tan violentos que ya no pueden ser legitimados por la
de su proyecto político. En otro nivel, ¿no podría decirse lo turna ideológica.
mismo del fascismo y el comunismo, es decir, el “socialismo p E n esta emancipación de la superestructura ideológica hay
real”? ¿No es el fascismo una especie de autonegación intrín a intrínseca dimensión ética de carácter trágico: presenta un
seca del capitalismo, un intento de “cambiar algo para que í|ito único en el cual la ideología “se toma a sí misma lite-
nada cambie”, por medio de una ideología que subordina la jhente” y deja de funcionar como una legitimación “objeti-
economía al ámbito político-ideológico? ¿No es el leninismo tiente cínica” (Marx) de las relaciones de poder existentes.
“real” una especie de “jacobinismo socialista”, un intento dé |inítasenos mencionar otro caso, más contemporáneo: los
subordinar la totalidad de la vida socioeconómica a la regida-. típvos movimientos sociales” que surgieron durante los úl-
timos años de “socialismo real” en Europa oriental, movi “Un golpe de dedo. ., ”
mientos cuyo paradigma es el Nenes Forum de la ex República
Democrática Alemana: grupos de intelectuales apasionados Sin embargo, esta interpretación, en la que el mediador
que “se tomaban el socialismo en serio” estaban dispuestos a evanescente aparece efectivamente como sólo un mediador,
todo para destruir el sistema comprometido y reemplazarlo una figura intermedia entre dos estados de cosas “normales”,
por un utópico “tercer camino” que fuera más allá del capita ¿es la única posible? El aparato conceptual elaborado por la
lismo y el socialismo real. Por supuesto, su sincera creencia y teoría política posmarxista (Claude Lefort, Ernesto Laclau)
su insistencia en que no estaban trabajando por la restaura permite otra lectura que modifica radicalmente la perspectiva.
ción del capitalismo occidental demostró no ser más que una Dentro de este campo, el momento del mediador evanescen
ilusión insustancial; sin embargo, podríamos decir que preci te es definido por Alain Badiou7 como el del “evento” en re
samente como tal (como una completa ilusión sin sustancia) lación con la estructura establecida: es el momento en que
era, en sentido estricto, no ideológica: no reflejaba en forma emerge la “verdad” de la estructura, el momento de apertura
ideológica invertida ninguna relación real de poder. que se pierde o, más precisamente, se vuelve literalmente in
En este punto debemos corregir la vulgata marxista: con visible cuando la irrupción del “evento” queda institucionali
trariamente al lugar común según el cual una ideología se zada en una nueva positividad.
vuelve “cínica” (acepta la brecha entre “palabra” y “acto”, ya Según el lugar común que, contrariamente a lo habitual,
“no cree en sí misma”, ya no es experimentada como una ver no es una estupidez vestida de sabiduría, “después del hecho”,
dad sino que se considera un puro medio instrumental para mirando hacia atrás, la historia puede siempre interpretarse
legitimar el poder) en el período de decadencia de una forma como un proceso gobernado por leyes, como una sucesión
ción social, podría decirse que precisamente ese período le significativa de etapas; no obstante, mientras somos sus agen
abre a la ideología gobernante la posibilidad de “tomarse en tes, mientras estamos envueltos, atrapados en el proceso, la
serio” y oponerse efectivamente a su propia base social (con situación (por lo menos en los puntos de inflexión en que “es
el protestantismo, la religión cristiana se opuso al feudalismo, tá sucediendo algo”) aparece abierta, indecidible, y está muy
que era su base social, así como Nenes Forum se opuso al so lejos de revelar con claridad una necesidad subyacente: nos
cialismo real en nombre del “socialismo verdadero”). De este encontramos frente a nuestra responsabilidad, pesa sobre
modo, sin saberlo, esa ideología desencadena su propia des f-; nuestros hombros la obligación de tomar decisiones.
trucción final. En cuanto ha realizado su tarea, “la historia la Recordemos la Revolución de Octubre: retroactivamente,
desborda” (Nenes Forum obtuvo el tres por ciento de los votos : ■ es fácil ubicarla dentro del proceso histórico más amplio, de
en las elecciones), y se aparece un nuevo “tiempo de truha mostrar que fue generada por la situación específica de Rusia,
nes”: tomaron el poder quienes en su mayor parte habían con su modernización frustrada y la presencia simultánea de
guardado silencio durante la represión comunista, pero en el islas de modernidad (una clase obrera altamente desarrollada
nuevo contexto se. permitían llamar “criptocornunistas” a la fMjííén lugares aislados): en síntesis, no es demasiado, difícil com-
gente de Nenes Forum ... fippóner un tratado sociológico sobre este tema. Pero basta re-
Jpf'íesr las apasionadas polémicas entre Lenin, Trotsky, los men-
jeheviques y otros participantes, para encontrarse cara a cara
fctío n lo q u e se pierde en un relato histórico “objetivo”: la res-
’'" ponsabilidad de decidir en una situación que, por así decirlo,
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V
forzaba a los agentes a inventar nuevas soluciones y realizar ción la negación de los “mundos posibles” contenida en su
movidas sin precedentes, sin ninguna garantía de las “leyes posición; nuestras oportunidades perdidas son parte de lo que
generales del desarrollo histórico”. somos, lo' califican (en todos los sentidos de la palabra).
Ese momento “imposible” de apertura es el momento de Pero en la interpretación del pasado nuestro horizonte es
la subjetividad: “sujeto” es un nombre de esa X insondable a la tá determinado por los actos contingentes que realizamos y
que se llama, a la que de pronto se pide cuentas, arrojada a que dan fuerza a la ilusión retroactiva de necesidad; por esta
una posición de responsabilidad, a la urgencia de decidir en razón, nos resulta imposible ocupar una posición neutra de
esos momentos de indecidibilidad. Es así como hay que inter puro meta lenguaje, desde la cual podamos ver desde arriba
pretar la proposición de Hegel en cuanto a que la verdad de todos los mundos posibles. Esto significa que no podemos de
be aprehenderse “no sólo como sustancia, sino también como finir nuestro mundo actual, puesto que sólo podríamos hacer
sujeto”:8 no sólo como un proceso objetivo gobernado por al lo en los términos de su relación negativa con las alternativas
guna necesidad racional oculta (aunque esta necesidad asuma (sobre las que no tenemos perspectiva). En otras palabras, y
la forma hegeliana de la astucia de la razón), sino también co llevando la paradoja a su extremo: desde luego, sólo era real
mo un proceso puntuado, escandido por los momentos de mente posible un mundo, el mundo en el cual vivimos actual
apertura/indecibilidad en los que el acto irreductiblemente mente, pero puesto que no tenemos acceso a la posición de
contingente del sujeto establece una nueva necesidad. observadores neutros, no sabernos cuál es este mundo, no sabe
Según una difundida opinión, el enfoque dialéctico nos mos en cuál de los “mundos posibles” vivimos realmente. N o
permite penetrar en el juego superficial de las contingencias y se trata de que “nunca sabremos cuáles fueron las oportunida
alcanzar la necesidad racional subyacente que “mueve los hi des perdidas”, sino de que nunca sabremos realmente cuáles
los” desde atrás del sujeto. Una verdadera maniobra dialécti hemos aprovechado. Por extrema que esta posición pueda pa
ca hegeliana es casi la inversión exacta de este procedimiento; recer, ¿no es discernible en la frase cotidiana que utilizamos
dispersa el fetiche del “proceso histórico objetivo” y nos per k para designar a alguien que no se da cuenta de la suerte que
mite ver su génesis, el modo en que la misma necesidad histó ha tenido al salvarse de una serie de catástrofes posibles? D e
rica surge como una positivación, como coagulación de una cimos entonces; “N o sabe lo afortunado que e s ...” Si la “dia-
decisión radicalmente contingente del sujeto en una situación y léctica” no significa también esto, hablar de “la sustancia co-
abierta, indecidible. La “necesidad dialéctica*’ es siempre, por mo sujeto” es en última instancia nulo y estamos de nuevo en
definición, una necesidad apres coup: una explicación estricta la razón cómo necesidad sustancial que maneja los hilos des-
mente dialéctica cuestiona la evidencia de “lo que sucedió ! de atrás del escenario.
realmente” y la confronta con lo que no sucedió, es decir, consi l U U U U U C U C 1 1 1 U 5 J. ----- -------------
dera que lo que no sucedió (una serie de oportunidades perdi “la puesta de presupuestos”: este poner retroactivo es precisa
das, de “historias alternativas”) es una parte constitutiva de lo mente el modo en que la necesidad surge de la contingencia.
que “sucedió efectivamente”. La actitud dialéctica respecto de El momento en que el sujeto “pone sus presupuestos” es el,
la problemática de los “mundos posibles” es por lo tanto más mismo momento de su borradura como sujeto, el momento en
paradójica de lo que parece; puesto que lo que sucede ahora, que se desvanece como mediador: el momento de cierre en el que
en nuestra realidad, es el resultado de una serie de actos radi él acto de decisión del sujeto se convierte en su opuesto, esta
calmente contingentes, el único modo de definir adecuada blece una nueva red simbólica por medio de la cual la historia
mente nuestro mundo actual consiste en incluir en su defini- adquiere de nuevo la evidencia de una evolución lineal. Vol
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Slavoj Zizek ¿Está bien todo lo que termina bien?
vamos a la Revolución de Octubre: sus presupuestos fuero» orientación en el proletariado. Obviamente, desde un punto
puestos cuando, después de la victoria y la consolidación del de vista externo que abarcaba el proceso histórico como un
nuevo poder, se perdió nuevamente la apertura de la situa campo de fuerzas objetivas, en el que había que “tener el cui
ción, cuando fue otra vez posible asumir la posición de un dado de no equivocarse” y “dejarse guiar por las fuerzas jus
“observador objetivo” y narrar la progresión lineal de los tas”, las que en última instancia serían las vencedoras: en sín
acontecimientos, describiendo el modo en que el poder sovié tesis, en el que había que “apostar al caballo ganador”.
tico quebró la cadena imperialista en su eslabón más débil y Leída de este modo (es decir, retroactivamente) la deci
de tal modo inició la nueva época de la historia del mundo, sión sobre cómo actuar sigue a la evaluación “objetiva”: pri
etcétera. En este estricto sentido, el sujeto es un mediador mero vemos la situación desde una posición neutra, “objeti
evanescente: su acto logra el éxito cuando el sujeto se vuelve va”; después de determinar cuáles serán probablemente las
invisible, al positivizarse en una nueva red simbólica en la que fuerzas ganadoras, decidimos “basar en ellas nuestra orienta
se ubica y explica a sí mismo como resultado de un proceso ción”... Pero esta narración retroactiva padece una suerte de
histórico, reduciéndose a un mero momento de la totalidad ilusión de perspectiva: no reconoce el hecho crucial de que
engendrada por su propio acto. L o atestigua la posición esta- “la verdadera razón de una decisión sólo se vuelve aparente
linista de puro metalenguaje en la cual (contrariando los luga una vez que la decisión ha sido tomada”.10 En otras palabras,
res comunes sobre la “ciencia proletaria”, etcétera) el com las razones para “basar nuestra orientación en” el proletaria
promiso mismo de la teoría marxista con el proletariado, su do sólo se vuelven aparentes para quienes ya hablan desde la
“partidismo”, su “toma de posición”, no son concebidos co posición subjetiva proletaria o, como dirían los teólogos perspi
mo algo intrínseco a la teoría como tal: los marxistas no habla caces, por supuesto que hay buenas razones para creer en Je
ban desde la posición subjetiva del proletariado, sino que se sús, pero estas razones sólo son plenamente comprensibles
basaban en el proletariado desde una posición “objetiva” ex para quienes ya creen en él. Y lo mismo vale para la célebre
terna, neutral: teoría leninista del “eslabón más débil” en la cadena del im
perialismo: no es posible definir primero, con un enfoque ob
En la década de 1880, en el período de la lucha entre los jetivo, cual es el eslabón más débil y a continuación tomar la
marxistas y los narodniks, el proletariado de Rusia constituía una decisión de golpear en ese punto; el acto mismo de decidir de
minoría insignificante, mientras que los campesinos individuales fine al “eslabón más débil”. Esto es lo que Lacan llama un ac
eran la vasta mayoría de la población. Pero el proletariado era
to: un movimiento que, por así decirlo, define sus propias condi
una clase en desarrollo, mientras que el campesinado como clase
ciones, produce retroactivamente los fundamentos que lo
estaba desintegrándose. Y precisamente porque el proletariado
justifican:
estaba en desarrollo como clase, los marxistas basaron su orien
tación en el proletariado. Y no se equivocaron, pues, como sabe Lo que es imposible para [quienes cuentan con una aprecia
mos, el proletariado creció posteriormente desde ser una fuerza ción objetiva de las condiciones] es que un gesto puede crear
insignificante hasta' convertirse en una fuerza histójfíca y política condiciones que, retroactivamente, lo justifiquen y lo conviértan
de primer orden.9 v en adecuado. Pero está demostrado que esto es lo que sucede y
que la meta no es ver [las cosas correctamente], sino cegarse lo
Desde luego, el interrogante crucial es el de desde dónde bastante como para poder golpear del modo correcto, es decir,
hablaban los marxistas en el momento de su lucha contra los del modo que dispersa.11
narodniks, como para que pudieran equivocarse al basar su
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Slavo] Zizek ¿Está bien todo lo que termina bien?
El acto es entonces “performativo” de un modo que exce* Lo que se pierde después del inicio de la “nueva armonía”
de al “acto de habla”: su performatividad es retroactiva, rede- es el carácter abismal, radicalmente contingente, escandaloso,
fíne la red de sus propios presupuestos. Este “exceso” de la del nuevo significante amo; lo demuestra, por ejemplo, la
performatividad retroactiva del acto puede también formular transformación de Lenin, en la hagiografía leninista, en una
se en los términos de la dialéctica hegeliana de la ley y su figura sabia que “lo vio todo y lo previo todo”, incluso el esta-
transgresión, el crimen: desde la perspectiva de la ley positiva linismo. Por ello, solamente hoy, después del derrumbe del
existente en una comunidad simbólica, el acto aparece por leninismo, resulta posible encarar a Lenin como un actor del
definición como crimen, puesto que viola sus límites simbóli drama histórico, capaz de realizar movidas imprevistas que,
cos e introduce un elemento totalmente nuevo que genera un .cómo lo ha dicho suscintamente Leszek Kolakowski, eran los
desorden total. En un acto no hay rima ni razón; un acto, por errores correctos en el momento correcto.13
su naturaleza misma, es escandaloso, como lo fue la aparición
de Jesús a los ojos de los custodios de la ley existente, es decir,
antes de que Jesús fuera “cristianizado”, convertido en parte ¿Por qué la verdad es siempre política?
de la nueva ley de la tradición cristiana. Y la génesis dialécti
ca hace una vez más visible los orígenes “escandalosos” de la Esta concepción del acto inmediatamente incide sobre la
ley existente. Recordemos una vez más la perspicaz observa descripción de las relaciones entre lo social y lo político, y so
ción de Chesterton sobre la novela policial: bre la diferencia entre “lo político” y “la política”, en los tér-
• minos de Lefort14 y Laclau.15 “La política” es un complejo
[...] en cierto sentido presenta a la mente el hecho de que la civi social separado, un subsistema positivamente determinado de
lización en sí es la más sensacional de las desviaciones y la más relaciones sociales en interacción con otros subsistemas (la
romántica de las rebeliones [...]. Se basa en el hecho de que la economía, las formas culturales...), y “lo político” es el mo
moral es la más oscura y osada de las conspiraciones.13 mento de apertura, de indecibilidad, en el que se cuestiona el
principio estructurante de la sociedad, la forma fundamental
El enfoque dialéctico saca a la luz este reverso olvidado de , del pacto social: en síntesis, el momento de crisis global supe
la ley: el modo en que la propia ley coincide con la suprema rada por el acto de fundar una “nueva armonía”. De modo
transgresión criminal. Y un acto “tiene éxito” en cuanto “su <que la dimensión política está doblemente inscrita: es un mo
tura” de modo nuevo su propio pasado, sus propias condicio mento del todo social, uno más entre sus subsistemas, y tam
nes, borrando su carácter “escandaloso”; el acto es la emer bién el terreno en el que se decide el destino del todo, en el
gencia de un nuevo significante amo, ese “golpe de dedo” que se diseña y suscribe el nuevo pacto.16
adicional que, milagrosamente, convierte el caos anterior en Paija la teoría social en general, la dimensión política es
una “nueva armonía”. ¡secundaria respecto de lo social: en la sociología positivista,
como un subsistema por medio del cual la sociedad organiza
Un golpe de tu dedo sobre el tambor descarga los sbnidos e ini i 'Su autorregulación; en el marxismo clásico, como la esfera se
cia la nueva armonía.
parada de la universalidad alienada que resulta de la división
Das un paso, y surgen hombres nuevos e inician su marcha.
de la sociedad en clases (con la implicación subyacente de que
Desvías la cabeza: ¡el nuevo amor! Miras hacia atrás: ¡el nuevo
amor! ¡ una sociedad sin clases entrañaría el final de lo político como
Rimbaud, A une raison péscena separada); incluso en la ideología de algunos de los
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Slavoj Zizek ¿Está bien todo lo que termina bien?
“nuevos movimientos sociales”, lo político es delimitado co do”, se convierta en “lo político”. En esta argumentación hay
mo el dominio del poder estatal contra el cual la sociedad ci un inequívoco matiz normativo que le confiere un aspecto de
vil debe organizar sus mecanismos regulatorios de autodefen conjuro: tiene que seguir siendo un mero subsistema...
sa. En oposición a estos conceptos, podríamos arriesgar la Lo que está en juego en las dos interpretaciones posibles
hipótesis de que la génesis misma de la sociedad es siempre de esta paradoja del mediador evanescente es, por lo tanto, el
política: un sistema social con existencia positiva no es más estatuto mismo del antagonismo social, es decir, de la nega
que una forma en la cual la negatividad de una decisión radi tividad: la emergencia de la negatividad en el espacio social,
calmente contingente asume una existencia positiva, determi ¿es un mero intermediario en el pasaje desde una forma de
nada. positividad a otra, la “excepción” que caracteriza la transición
N o fue por casualidad que los jacobinos, esos mediadores desde una “normalidad” a otra, o esta misma “normalidad”
evanescentes por excelencia, hayan “absolutizado lo político”; no es más que la secuela, la domesticación de un exceso olvi
el reproche que atribuye su fracaso a que quisieron hacer de dado de negatividad? La segunda solución invierte totalmen
la política, uno de los subsistemas sociales, el principio es te la perspectiva: la red estable de subsistemas es la forma de
tructurante de todo el edificio social, pasa por alto el hecho hegemonía de un polo del antagonismo social; la “paz de cla
crucial de que para los jacobinos la dimensión política no era ses”, el índice mismo de la hegemonía de una clase en la lu
un subsistema entre muchos, sino que designaba la emergen cha de clases... Lo que se pierde cuando se establiza la red de
cia de una negatividad radical que posibilitaba la nueva funda subsistemas (es decir, cuando se establece la “nueva armonía”
ción de la trama social: ellos no desaparecieron debido a su debili y el nuevo orden “pone sus presupuestos”, “sutura” su campo)
dad, sino a su éxito, es decir, a que concluyeron su trabajo. es la metaforicidad del elemento que representa su génesis: es
En términos más semióticos podríamos decir que la políti te elemento queda reducido a ser “uno entre otros”; pierde su
ca como subsistema es una metáfora del sujeto político, de lo po carácter de Uno que ocupa el lugar de la Nada (de la negatividad
lítico como sujeto: el elemento que, dentro del espacio social P radical).
constituido, ocupa el lugar de lo político como negatividad Ahora podemos volver a la célebre tríada hegeliana: el su-
que lo suspende y lo funda de nuevo. En otras palabras, “Ja ... -jeto es ese mediador evanescente, el cuarto momento que,
política” como “subsistema”, como una esfera separada de la por así decirlo, escenifica su propia desaparición, una desapa-
sociedad, representa dentro de la sociedad su propio funda ; rición que es la añedida misma de su “éxito”, el vacío de la
mento olvidado, su génesis en un acto abismal violento; re 'i: negatividad autorfeferencial que se hace invisible cuando mi
presenta, dentro del espacio social, lo que debe caer fuera pa ramos el proceso retroactivamente, desde su resultado. Si te-
ra que este espacio se constituya. Aquí podemos reconocer nemos en cuenta este cuarto momento excedente que opera
fácilmente la definición lacaniana dél significante (lo que “re 'fe: en la tríada hegeliana, podemos interpretarla contra el fondo
presenta al sujeto para otro significante”): la política como fe|íi del “cuadrado semiótico” greimasiano.
subsistema representa lo político (el sujeto) paira todos los La oposición entre la necesidad y la imposibilidad se di-
otros subsistemas sociales. Por esto los sociólogos positivistas ;^|suelve en el ámbito de da posibilidad (la posibilidad, por así
intentan desesperadamente convencernos de que la política es fe^decirlo, es la "negación de la negación” de la necesidad); lo
sólo un subsistema: es como si el tono desesperado y urgente ; fe^|qíie desaparece de este modo es el cuarto término, lo contin-
de este intento de persuasión hicieran eco a un peligro inmi ;;;:fe||ente, que no es en modo alguno igual a lo posible: en la con-
nente de “explosión” y de que la política vuelva á “serlo to- . I^ppngencia hay siempre algo de “encuentro con lo Real”, algo
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Slavo] Zizek ¿Está bien todo lo que termina bien?
Necesario ^ ----------------------------- ► Imposible * tuación), en todo campo plural hay sin embargo un punto
:
particular que articula su verdad y que como tal no puede ser
relativizado; en este preciso sentido, la verdad es siempre
Una. Aquello a lo que apuntamos queda iluminado más clara
Posible Contingente mente si reemplazamos el cuadrado “ontològico” por el cua
drado “deontológico”:
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Slavoj Ziz.ek ¿Está bien todo lo que termina bien?
cepción. La fórmula lacaniana del fantasma (S Oa) indica esta c¡a, la incompletud de la cadena causal y lineal es una condi
conjunción lógica del sujeto y el objeto qua esa mirada impo ción positiva para que se produzca el “efecto sujeto”: si pudié
sible: el “objeto” del fantasma no es la escena fantasmática en ramos explicar sin resto el advenimiento del sujeto a partir de
sí, su contenido (el coito parental, por ejemplo), sino la mira la positividad de algún proceso natural (o espiritual), si pudié
da imposible que lo presencia. ramos reconstruir la cadena causal completa que lleva a su
Para ejemplificar este “viaje al pasado” constitutivo de la 0mergencia, el sujeto mismo quedaría cancelado. La brecha,
constelación fantasmática, recordemos la escena de Terciopelo ja incompatibilidad entre causa y efecto, resulta por lo tanto
azul, de David Lynch, en la cual el héroe observa a través de irreductible, ya que es constitutiva del propio efecto: en cuanto
una rendija en la puerta del baño el juego sexual sadomaso- completamos la cadena de causas, perdemos su efecto.
quista entre Isabella Rosellini y Denis Hopper, un juego en el Kn otras palabras, el estatuto de eslabón perdido no es só
cual Hopper se relaciona alternativamente con Rosellini co lo epistemológico, sino primariamente ontològico. N o se tra
mo su madre y su hija. Este juego es el “sujeto”, el tema, el ta de jugar al oscurafitismo idealista y predicar “el inescruta
contenido de la fantasía y su objeto es el héroe, reducido a ble misterio de los orígenes del hombre”, mientras al mismo
presencia de una pura mirada.20 La paradoja básica del fantas tiempo se advierte contra la curiosidad que nos impulsa a per
ma consiste precisamente en este cortocircuito temporal “ab turbar ese dominio prohibido (por medio de experimentos
surdo” en virtud del cual el sujeto qua pura mirada, por así biogenéticos, etcétera), de acuerdo con la fórmula paradójica
decirlo, se precede a sí mismo y presencia su propio origen. de la prohibición de lo imposible (es imposible penetrar los
Un ejemplo clásico se encuentra en el Frankenstein de orígenes del hombre, por lo cual está prohibido emprender esa
Mary Shelley, donde las escenas más terroríficas describen al investigación, que podría descubrir demasiado y de tal modo
doctor Frankenstein y su desposada, en el momento de la ma abrir el camino a horribles manipulaciones genéticas, etcéte
yor intimidad, cuando de pronto se dan cuenta de que están ra). En su ser mismo, el sujeto está constituido como el esía-
siendo observados por el monstruo creado artificialmente (su Ü bón perdido de la cadena causal: la cadena en la cual no falta
“hijo”), como testigo mudo de su propia concepción: “En es fUngún eslabón es la positividad de una sustancia sin sujeto.
to consiste el enunciado del fantasma que impregna el texto ;úí;La sustancia es sujeto” significa que hay siempre un eslabón
de Frankenstein: ser la mirada que refleja el goce de los pro '¡que falta en la cadena sustancial.
pios.padres, un goce mortal” .21 J^ Ú P or abstractas que puedan parecer, estas proposiciones
¿De dónde proviene el tremendo impacto de esa escena '.-Conciernen directamente a nuestra relación fenomenologica
fantasmática? En otras palabras (y más precisas), ¿por qué el iyás oncreta con el otro. Sólo podemos reconocer al otro co
sujeto reemplaza su falta de ser (su “querer ser”) por esa mi cinó persona en la medida en que, en un sentido radical, él si-
rada imposible? La clave de este enigma debe buscarse en la lHUé siendo desconocido para nosotros: el reconocimiento impli-
asimetría entre la sincronía y la diacronía; la emergencia mis una ausencia de conocimiento. Un prójimo totalmente
ma de un orden simbólico sincrónico implica uña brecha, una
discontinuidad en la cadena causal diacrónica que lleva a él,
un "eslabón perdido” en esa cadena. El fantasma es una prue
ba a contraiio de que el estatuto del sujeto es el de “eslabón
I ^sparente y revelado ya no es una “persona”, ya no nos re
unamos con él como con otra persona: la intersubjetividad
)ása en el hecho de que el otro es fenomenològicamente
eri mentad o como “una incógnita”, como un abismo sin
perdido”, un vacío que, dentro del conjunto sincrónico, ocu fio que nunca podremos sondear. El gran Otro lacaniano
pa el lugar de su génesis diacrónica forcluida. En consecuen- lábitualmente concebido como el orden simbólico imper-
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V
sonal, la estructura que regula los intercambios simbólicos; lo en que está constituid^ su ser, en que su ser se nos reveía;
que de tal modo se olvida es el hecho crucial de que el gran Ereud había tenido ya un presentimiento en tal sentido cuan
Otro (opuesto al “pequeño otro” de la relación especular ima- do escribió sobre un “hueso extraño” {fremdes Kern) que hay
ginaria) fue primero introducido para designar la alteridad ra dentro de nuestro prójimo (Nebemnensch): la “cosa en sí” kan
dical de la otra persona, más allá de que nos reflejemos en tiana inconocible es en última instancia el hombre mismo.
ella, más allá de que la reconozcamos nuestra imagen especu A este sujeto qua eslabón perdido Lacan lo bautizó “suje
lar. En su Seminario III, Lacan presenta como sigue la razón to del significante”; la estructura significante es definida por
para introducir al Otro: un vacío central (el eslabón perdido) en torno al cual está or
ganizada: es precisamente la articulación de su vacío (y, en este
¿Por qué [Otro, Autre] con A mayúscula? Por una razón sin sentido, la representación del sujeto). El conocido principio
duda delirante, como ocurre siempre que nos vemos obligados a estructura lista de la “prioridad de la sincronía respeto de la
introducir signos suplementarios a los que brinda el lenguaje. La
diacronía” no es en última instancia más que el reverso po
razón delirante es aquí la que sigue: Tú eres mi mujer, después de
sitivo de esta imposibilidad de llegar a los propios orígenes,
todo, ¿qué sabe uno? Tú eres mi amo-, de hecho, ¿cómo estar se
guro? El valor fúndante de estas palabras está precisamente en una imposibilidad constitutiva de la estructura simbólica:
que lo apuntado por el mensaje, así como lo manifiesta en el fin él lenguaje como sistema diferencial gira en una especie de
gimiento, es que el Otro está ahí en tanto que Otro absoluto. círculo vicioso, se esfuerza, por así decirlo, en alcanzar su
Absoluto, es decir que es reconocido, pero no conocido. Asimis propia cola; constituye un abismo sin ningún punto de refe
mo, lo que constituye el fingimiento es que, a fin de cuentas, no rencia externo que sirva como soporte; cada uno de sus ele
saben si es o no un fingimiento. Esta incógnita en la alteridad del mentos se remite a todos los otros, “es” sólo su diferencia
Otro es lo que caracteriza esencialmente la relación de palabra respecto de ellos, razón por. la cual resulta imposible a priort
en el nivel en que es hablada al otro.32 explicarlo “genéticamente”. El lenguaje funciona como un
círculo cerrado, involuto, que siempre-ya se presupone a sí
En otras palabras, nuestro compromiso con el otro y el tftismo, En otras palabras, el lenguaje aparece por definición
compromiso del otro con nosotros sólo tiene sentido contra ex nibilo: de pronto está “todo allí”, de pronto “todo tiene
el fondo de esta inconocíbilidad absoluta: en cuanto el otro es ■significado”.
perfectamente conocido y revelado, no tiene ningún sentido jjji.E sto es lo que significa la “arbitrariedad del significante”:
comprometerse con él para una acción; lo que encontramos vñó el hecho de que podemos “comparar desde afuera las pala
aquí es el fundamento “agnóstico” del lenguaje qua orden del bras y las cosas, y verificar que la conexión entre unas y otras
compromiso simbólico. La palabra dada compromete precisa yés arbitraría (la mesa se llama mesa, o table, o Tisch, etcétera),
mente porque no hay ninguna garantía fáctica de que será |||iño, por el contrarío, la imposibilidad misma de adoptar una
mantenida. De lo que acabamos de decir hay que extraer una íósición externa desde la cual podamos “comparar” las pala-
conclusión inevitable, aunque sorprendente: el paradigma ífys y las cosas. Las palabras significan lo que signi fican sólo
fundamental de la Cosa inconocible, de su alteridad absoluta, |)fi respecto a su lugar en la totalidad del lenguaje; esta tó ta
es el hombre mismo, nuestro prójimo, el otro como persona. llad determina y estructura el horizonte dentro del cual la
La naturaleza es simplemente desconocida, su inconocibilidad Ijálidad se nos revela, dentro del cual podemos eventualmen-
es epistemológica, mientras que el otro qua otra persona es |v comparar” las palabras individuales con las cosas.
otológicam ente inconocible; su inconocibilidad es el modo fjLa filosofía analítica reciente ha llegado al mismo resulta-
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V
do:23 desde luego, podemos comparar las proposiciones indi diéramos reducir el lenguaje a un momento de la forma de vi
viduales con la “realidad” y verificar su “correspondencia” da supralingüística, se perdería el “efecto de significado” y
con el estado de cosas descrito; sin embargo, sería ilusorio con él la subjetividad que le es propia.25 En este punto, lo
pensar que de tal modo encontramos una especie de contacto crucial, una vez más, es que el círculo vicioso autorreferencial
inmediato, un pasaje desde el “lenguaje” a la “realidad”, un de una totalidad lingüística (el hecho de que el modo en que
punto en el cual las palabras están directamente “engancha ella se relaciona con la realidad supralingüística está ya sobre-
das” a las cosas: por el contrario, la verificación de esta co determinado por el lenguaje mismo) funciona como su condi
rrespondencia sólo es posible dentro dei campo global ya es ción ontológica positiva: lejos de desplegar una especie de
tablecido del lenguaje. Es cierto que puedo comparar la “ausencia” que hay que compensar por medio de un “análisis
proposición “Hay una mesa en la habitación” con el estado de concreto” del papel del lenguaje dentro de la totalidad de las
cosas fáctico y de tal modo verificar su exactitud, pero este prácticas sociales, o con una presentación genética de la
procedimiento se basa ya en la totalidad del lenguaje, que es emergencia del lenguaje a partir de la conducta expresiva ani
la que da sentido a la proposición “Hay una mesa en la habi mal, este círculo vicioso es lo que abre el espacio del signifi
tación ”.24 cado. En otras palabras, la barrera que separa lo Simbólico de
Por lo tanto, la idea misma de un orden circular sincróni lo Real es inviolable, puesto que lo Simbólico es esa misma
barrera.
co implica una brecha, una discontinuidad en su génesis: la es
tructura sincrónica no puede deducirse de un proceso diacròni Lo que caracteriza al registro simbólico es su modo espe
co sin cometer una petición de principio. De pronto, por cífico de causalidad, a saber: la causalidad retroactiva. La cau
medio de un salto milagroso, nos encontramos dentro de un salidad positiva, “sustancial”, es lineal y proactiva: la causa
orden sincrónico cerrado que no admite ningún sostén exter precede a su afecto; en el registro simbólico, en cambio, “el
no, puesto que gira en su propio círculo vicioso. Esta falta de tiempo corre hacia atrás”: la “eficacia simbólica” (para tomar
sostén en virtud de la cual el lenguaje, en última instancia, só esta expresión de Claude Lévi-Strauss) consiste en una conti-
lo se remite a sí mismo (en otras palabras: este vacío que el : núa “reescritura del propio pasado”, en incluir huellas signifi-
lenguaje rodea en su autorreferencia) es el sujeto como esla .; cantes del pasado en nuevos contextos que modifican retroac
bón perdido. La “autonomía del significante” es estrictamente co- tivamente su significado. El ejemplo más célebre de esta
rrelatìva a la iisnbjetivización,>de la cadena significante: los suje ' causalidad retroactiva en el campo del psicoanálisis es desde
tos no son la presencia efectiva de agentes de carne y hueso luego el del Hombre de los Lobos, el analizante ruso de
que emplean el lenguaje como parte de su práctica social, lle Freud que de niño presenció un coitus a tergo de los padres:
nando los esquemas lingüísticos abstractos con un contenido sus formaciones sintomáticas ulteriores no fueron más que
real; el sujeto es, por el contrario, el abismo que por siempre ty btros tantos esfuerzos por integrar esta escena primordial en
separa al lenguaje del proceso vital sustancial. |pla red simbólica sincrónica del presente, para conferirle signi-
Por esta razón, la crítica clásica a la lingüística estructural, #^|eádo y de tal modp contener su impacto traumático. O, con
que le reprocha su carácter idealista, en cuanto propone un » ite rm in o lo g ía empleada por Lacan desde la década de 1950,
orden ideal autónomo de relaciones diferenciales (pasando situarla dentro de la dimensión de la verdad, para “reali-
por alto que el lenguaje sólo es real como momento de una i en lo Simbólico”. La originalidad de la lectura lacaniana
“forma de vida” definida, insertado en la trama de las prácti | concepto freudiano de “acción diferida” (posterioridad,
cas concretas) esa crítica, decimos, yerra por completo: si pu- l&^l^fcbtraglichkeit)) específica de la causalidad neurótica, consis-
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Slavo] Zizek ¿Está bien todo lo que termina biení
te precisamente en que la vincula con el tema de la “prioridad cisamente porque la cadena de la causalidad lineal está siem
de la sincronía respecto de la diacronía”: lo que originalmente pre rota, porque el lenguaje como orden simbólico está apre
era un evento sin sentido adquiere retroactivamente el carác sado en un círculo vicioso, intenta recobrar el eslabón faltante
ter de impacto significativo, puesto que sólo más tarde las organizando retroactivamente su pasado, reconstituyendo sus
huellas de ese evento son incluidas en una red simbólica que orígenes mirando hacia atrás. En otras palabras, el hecho mis
les da significado. Por lo tanto, al psicoanálisis no le interesa mo de la incesante “reescritura del pasado” demuestra la pre
el pasado como tal, en su pureza fáctica, sino el modo en que sencia de una cierta brecha, la eficacia de un cierto núcleo
los acontecimientos del pasado son incluidos en el campo sig traumático extraño que el sistema trata de reintegrar “después
nificativo sincrónico del presente. En otras palabras, la di déí hecho”. Si hubiera continuidad entre la génesis y la estruc
mensión propia del psicoanálisis no es la de la “realidad”, sino tura, no habría inversión de la dirección de la causalidad: es el
la de la “verdad”: eslabón perdido el que abre el espacio para el reordenamien
to del pasado.
En la anamnesis psicoanalítica no se trata de la realidad, sino
de la verdad, porque es el efecto de la palabra plena reordenar las
contingencias pasadas dándoles el sentido de necesidades por ve Ea narración de los orígenes
nir, tal como las constituye la poca libertad por medio de la cual
el sujeto las hace presentes.26 Podemos ahora volver a nuestro interrogante inicial acer
ca de la función del objeto fantasma: este objeto como mirada
En síntesis: la verdad, el pasado (los encuentros traumáti llena un vacío constitutivo del registro simbólico, de su círcu
cos olvidados durante mucho tiempo) determina el presente, lo vicioso; sirve para ocultar el hecho de que cualquier campo
pero esta determinación está sobredeterminada por la red sim dado de significado estructurado simbólicamente, en un sen-
bólica sincrónica presente. Si la huella de un antiguo encuen tídó siempre se presupone y precede a sí-mismo. En cuanto
tro comienza de pronto a producir efectos, ello se debe a que estamos dentro de un campo de significado, resulta por defini-
el universo simbólico presente del sujeto está estructurado de ; ción imposible adoptar una actitud externa respecto de él; no
un modo tal que es sensible a dicho encuentro. hay ningún pasaje continuo desde su exterior a su interior:
Recordemos la lógica de las tendencias artísticas: cuando, ri; pomo dice Althusser, la ideología no tiene exterior. El abismo
por ejemplo, hacia fines del siglo XVIII, el interés histórico . oculto de este círculo vicioso aparece del modo más puro bajo
pasó del clasicismo a Shakespeare, cuando Shakespeare fue el disfraz de las tautologías: “la ley es la ley”, “Dios es Dios”,
súbitamente ‘redescubierto’, no puede decirse con propiedad ri Incluso una sensibilidad cotidiana refinada advierte el modo
que “comenzó a ejercer una influencia repovada”. Lo esencial ¿yen que funcionan estas tautologías: precisamente en el sen ti-
fue el cambio interior del “espíritu de la época”, de modo que |f|do.hegeliano, como identidad consigo mismo que revela la
de pronto se volvió sensible a Shakespeare: Id esencial fue M'Cbntradicción suprema. El enunciado “Dios es Dios”, ¿no
que por medio de la referencia a Shakespeare empezó a ser ó|fóermite presentir Su ominoso reverso? El primer “Dios”
posible reconocer traumas y antagonismos presentes. En este .■■^^■Dios e s ...”) es el Dios de la serenidad, la gracia y el amor,
punto, debemos tener cuidado de no pasar por alto que esta ¡qúiientras que el segundo (“...D ios”) es el Dios de la ira y la
causalidad retroactiva, esta “reescritura simbólica del pasado”, está _-||§riueldad ingobernables. ¿Y no ocurre lo mismo con la tauto-
intrínsecamente vinculada con el problema del eslabón perdido: pre- ^g|ógía “la ley es la ley”? ¿No despliega esta tautología el carác-
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Slavoj Zizek ¿Está bien todo lo que termina bien?
ter ilegal e ilegítimo del fundamento mismo del reino de la inente a través de esos cuestionamientos aparecería la mancha
ley? Blaise Pascal fue probablemente el primero en detectar de violencia ilegítima que siempre macula, como una especie
esta dimensión subversiva de la tautología “la ley es la ley”: de pecado original, la pureza del reino de la ley. N o sorpren
de entonces que esta prohibición asuftia una vez más cierta
La costumbre es la suma de la equidad por la única razón de forma paradójica bien conocida en psicoanálisis: se prohíbe al
que es aceptada. Esta es la base mística de su autoridad. Quien go que ya es en sí mismo puesto como imposible:
trata de remitirla a su primer principio, la destruye. Nada es tan
defectuoso como las leyes que corrigen defectos. Quien las obe El origen del poder supremo, para todos los propósitos prác
dezca porque son justas está obedeciendo a una justicia imagi ticos, fio es descubrtble por las personas que están sometidas a él.
naria, no a la esencia de la ley, completamente contenida en sí En otras palabras, el sujeto no debe permitirse especulaciones sobre
misma: es la ley y nada más... Por ello, el más sabio de los legis su origen con la idea de actuar sobre ellos [...] éstos son argu
ladores solía decir que los hombres a menudo deben ser engaña mentos completamente fútiles para una persona que está ya sujeta a
dos por su propio bien, y otro político profundo afirmó que la ley civil, y constituyen una amenaza para el Estado.28
Cuando él pregunta por la verdad que le lleve libertad, es bueno que sea
engañado. No se debe hacer aparente la verdad sobre la usurpa Es fútil buscar documentación histórica sobre los orígenes de
ción; se produjo originalmente sin razón y se ha vuelto razonable, este mecanismo. Es decir que no podemos retroceder al tiempo en
Debemos ver que es mirada como auténtica y eterna, y sus oríge que emergió la sociedad civil [...]. Pero sería totalmente culpable
nes deben ser ocultados si no queremos que pronto termine.27 emprender esas investigaciones con la idea de cambiar por la
fuerza la constitución existente en el presente.29
Resulta casí superfluo señalar el carácter escandaloso de
estas proposiciones: ellas socavan los fundamentos del poder, Lo que tenemos aquí es una especie de inversión irónica
de su autoridad, en el momento mismo en que dan la impre del famoso lema ético de Kant, “Du kannst, denn du sollst/ ”
sión de sostenerlo. “En el principio” de la ley, hay algo “fue (puedes porque debes): no puedes alcanzar .los oscuros oríge-
ra de la ley”, un cierto Real de violencia que coincide con el nes de la ley, del orden legítimo, porque no debes hacerlo. Es
acto del establecimiento del reinado de la ley: la verdad final decir que Kant prohíbe formalmente la exploración de los
sobre el reinado de la ley es la verdad de una usurpación, y .;:r: orígenes del orden legítimo, sosteniendo que esa exploración
todo el pensamiento político-filosófico clásico se basa en la lejíos pone a priori al margen de dicho orden; cancela su propia
renegación de este acto fundador violento. La violencia ilegí |||%lidez al hacer que dependa de circunstancias histórico-em-
tima por medio de la cual la ley se sustenta debe ser ocultada ; píricas: no podemos sostener que la ley se origina en alguna
a cualquier precio, porque este ocultamiento es la condición y Violencia sin ley y, al mismo tiempo, seguir sujetos a ella. En
positiva del funcionamiento de la ley: la ley funciona en cuan ¿Cuanto la ley es reducida a sus orígenes sin ley, se suspende
to sus súbditos sean engañados, en cuanto experimenten la ;toda su validez.
autoridad de la ley como “auténtica y eterna”, ignorando “la Esto es similar a la búsqueda de los orígenes históricos del
verdad sobre la usurpación”. prístianismo, Por cierto, podemos explorar el cristianismo co-
Esta verdad resurge en los raros momentos en que la re “fenómeno histórico”, podemos tratar de explicarlo sobre
flexión filosófica toca sus límites: por ejemplo, en la Metafísica »ase de procesos sociales, etcétera. Pero lo esencial es que
de las costumbres de Kant, donde el autor explícitamente pro iqpodemos hacerlo como cristianos, porque de tal modo perde-
híbe sondear los oscuros orígenes del poder legal. Precisa- lös acceso al campo cristiano de significados. El mecanismo
de este círculo cerrado fue expuesto por el Bosco en su céle puro de una violencia que ya no es naturaleza (excede a la na
bre cuadro de la crucifixión: en él, uno de los dos ladrones turaleza precisamente por la “naturaleza excesiva” de su de
ajusticiados junto con Jesús se confiesa antes de morir con un manda incondicional) y no es todavía cultura. En otras pala
sacerdote que tiene una Biblia bajo el brazo. Este cortocircui bras, lo que el reino de la ley tiene que domar y someter no es
to absurdo excede en mucho a la descripción ingenua del cie la naturaleza sino el exceso de Mal por medio del cual la na
rre de un campo ideológico incapaz de representar su exterior turaleza se supera a sí misma convirtiéndose en cultura. En
y por lo tanto obligado a presuponer su presencia en su pro esto, en la domesticación de esta indocilidad radical, consiste
pia génesis: este cortocircuito apunta a la “ideología” del re la meta fundamental de la educación:
gistro simbólico como tal.
La indocilidad es independencia respecto de la ley. Mediante
El fantasma construido por la ideología burguesa para ex
la disciplina los hombres son puestos en sujeción a las leyes de la
plicar los orígenes de la sociedad civil (esto es, el reino de la humanidad, y llevados a sentir su imposición [...]. El amor a la
ley) es desde luego la célebre ficción del “contrato 500131” por libertad es naturalmente tan fuerte en el hombre que, una vez
medio del cual los súbditos pasan de un estado natural a un acostumbrado a la libertad, lo sacrificará todo por ella.31
estado civilizado. Encontramos aquí el mismo círculo vicioso
autorreferencial que define al fantasma: como lo ha señalado En este punto, lo esencial es la brecha radical que separa
Hegel, la ficción del contrato social presupone de antemano lo ésta “indocilidad” de los “impulsos animales” del hombre.
que es o debe ser su resultado, su desenlace final: la presencia Kant es aquí totalmente inequívoco, cuando opone directa
de individuos que actúan según las reglas de un orden racio mente la indocilidad del hombre a la estabilidad instintiva
nal civilizado (como en el mito de la “acumulación primitiva”, animal:
que presupone la presencia del capitalista individual para
explicar el advenimiento del capitalismo). L o que aquí está Debido a su amor natural a la libertad, es necesario que los
necesariamente forcluido (el mediador prohibido que debe hombres suavicen su rudeza natural; en los animales, su instinto
desaparecer, volverse invisible, convertirse en un eslabón per lo hace innecesario.32
dido para que se establezca el reino de la ley) es desde luego
el acto “patológico” de violencia a partir del cual surge la v, El hombre freudiano de esta indocilidad, de esta libertad
constitución civil, el cordón umbilical que vincula Ll contrato autodestructiva que indica la brecha radical con los instintos
social (el orden legal sincrónico) con la “naturaleza” .30 Esto uiaturales, es por supuesto pulsión de muerte. La condición del
es lo que tiene que ser objeto de una “represión primordial” pasaje desde la naturaleza a la cultura es entonces una extraña
para que entre en vigencia el reino de la ley: no la naturaleza escisión interior de la naturaleza misma en naturaleza como
como tal, sino la paradoja de un acto violento por medio del circuito en equilibrio regulado por los instintos, y la naturale-
cual la naturaleza se supera a sí misma, por así decirlo, y fun ||á como indocilidad que debe ser domesticada por la ley. El
damenta “la cultura” (el estado civil); la intersedción dé natu fjnediador evanescente fundamental entre la naturaleza y la
raleza y cultura, que no es naturaleza (puesto que es ya natu ^pltura es la pulsión de muerte como esa naturaleza extravia
raleza pervertida, extraviada, enloquecida) ni cultura (puesto dla, desnaturalizada: el punto en el cual la naturaleza misma
que es un exceso de violencia que la cultura forcluye por defi yómienza insólitamente a asemejarse a la cultura en su forma
nición). Este extraño tercer dominio, intersección de natura Superior, la del acto moral “no patológico”. Esta semejanza
|¡uede discernirse en lo que es quizá el pasaje crucial de los
leza y cultura, es el del abismo de la libertad absoluta: el Mal
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Slavoj Zizek ¿Está bien todo lo que termina bien?
escritos políticos de Kant, la extensa (incluso extrañamente En este punto, el error de Kant consiste en que sólo con
extensa) observación sobre la ya citada Observación general so cibe este “abismo que se traga todo” en su aspecto negativo:
bre las consecuencias legales de la naturaleza de la unión civil, que lo que no advierte es que cuando se ha cerrado este círculo de
desempeña la función de un síntoma: es como si el movi autodestrucción, cuando la serpiente se traga su propia cola,
miento doble de la observación sobre una observación produjera el resultado no es la pura nada sino precisa y simplemente un
el efecto verdad, como si el doble reflejo especular produjera (nuevo) reinado de la ley. El crimen absoluto, autorreferencial,
el punto de la identificación simbólica, no imaginaria. Es de que asume la forma de su opuesto, describe la génesis misma
cir que, en esta observación, Kant “dice más de lo que quería de ía ley, una génesis “olvidada” (reprimida) en cuanto se es
decir” y llega al umbral de su vínculo con Sade; el tema es la tablece el reino de la ley. Es por lo tanto contra este fondo
diferencia entre el regicidio y la ejecución legal del rey. como hay que ubicar la citada tesis kantiana según la cual no
Esta diferencia tiene que ver con la relación entre la forma es posible llegar al origen (histórico) del poder legal, puesto
y el contenido: aunque el regicidio viola las normas legales de que está prohibido buscarlo: el hecho traumático oculto por es
un modo extremadamente grave, no afecta la forma de la le ta prohibición paradójica es precisamente el crimen absoluto
galidad como tal: conserva con ella la relación de un exceso. en el que se funda el poder legal. Todo reino de la ley tiene
Pero si los insurgentes organizan un juicio y sentencian al rey sus raíces ocultas en ese crimen absoluto (autorreferencial,
a muerte, esto representa una amenaza mucho mayor para el autonegador) por medio del cual el crimen asume la forma de
Estado, puesto que subvierte la forma misma de la legalidad y la ley y, para que la ley reine en su forma “normal”, este re
la soberanía: la ejecución legal del rey (de la persona que en verso debe ser incondicionalmente reprimido.
carna el poder supremo, que sirve como última garantía del Aquí debemos recordar la tesis de Freud sobre la corre
orden legal) no es sólo la muerte del rey como persona, sino lación entre la represión y la memoria (inconsciente): el cri
que equivale a la muerte de la función real en sí, es un “suici men absoluto no puede ser propiamente olvidado (anulado,
dio del Estado ”.33 La condena a muerte del juez es un disfraz expiado y perdonado); tiene que persistir como un núcleo
abominable en el cual el crimen asirme la forma de la ley y, por traumático reprimido, puesto que contiene el gesto fundante
así decirlo, la socava desde adentro; en tal modo, la subver del orden legal; su erradicación de la memoria inconsciente
sión del orden legal se pone la máscara de la legalidad. Este es entrañaría la desintegración del reino mismo de la ley; este
por lo tanto “un crimen que debe quedar siempre como tal, reino se vería privado de su fuerza fundante (reprimida). In
que nunca puede ser borrado (crimen immortale, inexpiabi- cluso el poder absoluto del Espíritu, al que nada puede resis
/e)” .34 O bien, para emplear la terminología hegeliana, es un tir (por su capacidad de Ungeschehenmachen, de “anular” re
crimen que no puede ser “ungeschebengemacbt” (anulado re troactivamente el pasado), está inerme frente a este crimen
troactivamente) y que, para citar de nuevo a Kant, “nunca supremo: la razón consiste en que dicho crimen es lo que lite
puede ser perdonado, ni en este mundo ni en el próximo ” .35 ralmente da vigencia al reino del Espíritu: es lo negativo del
¿Por qué? Porque involucra “una inversión completa de los propio Espíritu, su sostén y su fuente ocultos,
principios que gobiernan la relación entre el soberano y el f , De modo que el estatuto del crimen absoluto kantiano e s ;
pueblo. Pues equivale a convertir a las personas, que deben su ¡.exactamente el mismo que el del parricidio primordial freudiá-
existencia puramente a la legislación del soberano, en gober ytio: un Real imposible que debe presuponerse (reconstruirse
nantes sobre soberano”, y de tal modo abre “un abismo que ¡retroactivamente) para explicar el orden social existente. Lo
se traga todo sin ninguna esperanza de retorno ” ,36 \que Kant concibe como <(imposibkn (la realidad impensable, insonda
2 70
Slavoj Zizek ¿Está bien todo lo que termina bien?
ble del M al fundamental) es en realidad el fundamento siempre-ya ma. El crimen absoluto, el crimen autorreferencial, es enton
realizado (aunque reprimido) del reino mismo de la ley, y la meta ces “ominoso” (unbeimlicb) en el estricto sentido freudiano: lo
del “recuerdo” dialéctico es precisamente hacernos presente que tiene de horrible no es su extrañeidad, sino su proximidad
este crimen absoluto que es el reverso necesario del reino de la absoluta al reino de la ley.
ley. Pero lo crucial es que Kant define expresamente este “cri
men para el que no puede haber expiación” como un acto for
mal y completamente fútil (no útil), es decir, no-patológico: ha denominada “acumulación primitiva ”
Hasta donde podemos ver, es imposible que los hombres co
metan un crimen de tal malicia formal y completamente fútil, La célebre proposición de los Grundrisse de Marx según la
aunque ningún sistema de moral debe omitir considerarlo, aun cual “la anatomía del hombre nos ofrece una clave de la ana
que más no fuera como una idea que representa el mal funda tomía del mono” también apunta en esta dirección. Primero
mental.37 debemos disponer de un concepto articulado del “hombre”,
la etapa final de la evolución, y sólo desde este punto de vista
Ahora podemos ver por qué este crimen imposible (es de podemos reconstruir retraoctivamente su génesis diacrónica a
cir real) está extrañamente cerca del acto ético: tiene la forma partir del mono. En consecuencia, cuando buscamos esta gé
de la legalidad (no se trata de una mera rebelión violenta sino nesis, no debemos olvidar ni por un momento que, en verdad,
de un procedimiento legal) y, además, no es guiado por moti nosotros no “derivamos al hombre del mono”: lo que efectiva
vos materiales, egoístas, “patológicos”. Esta paradoja del Mal mente hacemos es reconstruir el proceso hacia atrás, desde el
“no patológico”, “ético”, es lo que Sade describe como el punto de vista del resultado final. Marx dice esto a propósito
“crimen absoluto” que interrumpe el circuito de la naturale de la génesis del capitalismo, por lo cual también podría ser
za: ¿qué es el advenimiento del universo humano sino una virnos como una especie de guía para captar “la primacía de la
ruptura que introduce un desequilibrio en el circuito natural? sincronía respecto de la diacronía” en el funcionamiento de
Desde el punto de vista de la naturaleza, e l “Espíritu ” en sí es “un la ideología capitalista. Según la opinión habitual del “mate
crimen que nunca puede b o rra rs epor esto, toda ley positiva, en rialismo histórico”, cabría esperar que Marx buscara en su gé-
un sentido, es ya su propia parodia, el derrocamiento violen . nesis histórica la clave que le permitiera articular la lógica del
to de una ley anterior “no escrita”, un crimen convertido en capitalismo: cabría esperar que “derivara” el capitalismo de la
ley. Desde luego, esta ley anterior “no escrita” nunca ha exis sucesión de los modos anteriores de producción, de la disolu
tido como tal, en el presente: su estatuto es una vez más el de ción del feudalismo y la gradual afirmación de la producción
lo Real: ella es (presu)puesta retroactivamente como lo que ha de mercancías orientada al mercado. Después de todo, la pro
sido “violado” con la imposición de nuestro reino “humano” posición básica del método histórico de explicación, ¿no dice
de la ley. que comprender teóricamente un fenómeno equivale a des-
En otras palabras, no hay ninguna ley “originaria” no ba •plegar su génesis histórica? Pero lo que hace Marx es todo lo
sada en el crimen: la institución de la ley como tal es una contrario. En primer lugar, él explora la anatomía del sistema 7
usurpación ilegítima. El crimen kantiano impensable que j capitalista, presenta el corte sincrónico del universo del capi
subvierte la forma de la ley al 'minarla es ya la autosuperación ta l, y sólo entonces (en el último capítulo del volumen I de E l
del crimen, la fundación de una nueva ley: lo que Kant toma (capital) encara la cuestión de su génesis histórica, en la forma
por una imitación obscena de la ley es en realidad la ley mis- de “la denominada acumulación primitiva”.
212
Sltivoj Zizek ¿Está bien todo lo que tennina bien?
Quienes interpretan que la tríada inicial de mercancía-di éste es circular: presupone lo que pretende explicar, el con
nero-capital expresa la matriz del desarrollo histórico, reduci cepto de capitalista. “Explica” la emergencia del capitalismo
da a su esqueleto lógico, condensada y purificada de las con presuponiendo la existencia de un agente que “actúa como un
tingencias históricas, se equivocan profundamente. Desde capitalista” desde el principio. Lo que encontramos es enton
el principio mismo el objeto de la investigación de Marx es el ces, una vez más, la lógica del fantasma: la estructura del mito
capitalismo “desarrollado”: para citar su propia formulación ideológico de la “acumulación primitiva” corresponde exacta
en la primera línea del primer capítulo, su objeto son las so mente a la del “viaje al pasado”; el “capitalista” está presente
ciedades en las que predomina la producción de mercancías. como mirada en su propia concepción. También en la ideolo
Sólo cuando el concepto sincrónico del modo capitalista de gía el constructo fantasma le permite al sujeto llenar el vacío
producción ya ha sido desarrollado, podemos abordar sus del eslabón perdido de su génesis, asegurando su presencia
condiciones históricas, con las circunstancias de su emergen como pura mirada en su propia concepción, permitiéndole
cia; en este punto, sin embargo, el razonamiento de Marx es “saltar al pasado” y aparecer como su propia causa.
mucho más interesante que lo que puede parecer a primera Lo esencial es en este caso que el orden simbólico sincró
vista. La sustancia de su argumentación es que, una vez esta nico llene el vacío de sus orígenes por medio de un relato: el
blecido el capitalismo como sistema plenamente articulado, es fantasma, por definición tiene la estructura de una historia que
indiferente a las condiciones de su emergencia. Hay dos condi hay que nanear. Aunque éste parece un punto menor, sus raí
ciones principales: por un lado, una fuerza de trabajo liberada ces están en el conflicto filosófico entre Hegel y Schelling
de su apego “sustancial” a las condiciones objetivas de pro acerca del modo de presentar {darstellen) el Absoluto: ¿hay
ducción (los medios y objetos de producción), reducida al es que hacerlo por medio del logos o del mythos, de la deducción
tatuto de pura subjetividad; por otro lado, un excedente de lógica o del relato de las “edades” de Dios? Hegel, para em
dinero (el capital). El modo en que estas dos condiciones se plear términos pascalianos, lo apuesta todo al logos (o esto le
han originado no es de interés para la deducción dialéctica. pareció a Marx, erróneamente): la totalidad del Absoluto pue
Se trata sencillamente de una cuestión de investigación histó de ser concebida y presentada en la forma del desarrollo lógi
rica empírica: una oscura historia de apropiación violenta y co del concepto; la “historia” es reducida a la apariencia ex
saqueos, de mercaderes aventureros, etcétera, una historia terna, temporal, de la articulación lógica interior, intemporal.
con la cual no es necesario que nos familiaricemos para captar Schelling, por el contrario, insiste en el relato como modo
el funcionamiento sincrónico del sistema capitalista. apropiado de presentación del Absoluto: Dios no puede ser
Dentro de este marco, “la denominada acumulación pri deducido al logos, hay algo en El que no es razón ni palabra, a
mitiva” no es más que el mito ideológico producido retroactiva saber: el oscuro fundamento de su existencia, lo que es en
mente por el capitalismo para explicar su propia génesis y, al Dios “más que Él mismo”, lo Real en Dios; por esto la repre
mismo tiempo, justificar la apropiación presente: el mito del sentación del contenido del Absoluto debe asumir la forma de
“trabajador diligente y ahorrativo” que no consufne inmedia ■una narración, de un relato sobre las “edades” de Dios que
tamente el dinero qué le sobra, sino que lo reinvierte con sa ' haya algo más que traducir la necesidad interior de una red de
biduría en la producción, y de tal modo se convierte gradual puras determinaciones lógicas.
mente, en un capitalista, propietario de los medios de : V; En Marx, esta problemática aparece en la forma de la rela-
producción, capaz de dar empleo a otros trabajadores que no ' ción entre el aspecto “lógico” y el aspecto “histórico”: contra
tienen nada más que su fuerza de trabajo. Como todo mito, iHegel, Marx insiste en la limitación intrínseca de una presen
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V
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V v
dentro de un círculo sincrónico: en otras palabras, el proceso toria”, un sistema comienza con condiciones que lo determi
mismo que genera la ilusión de un círculo cefrado. En consecuen nan desde afuera: su significación no es determinada por el
cia, lo que la presentación dialéctica desenmascara es el feti sistema mismo; cuando esta prehistoria concluye, el sistema
che de un origen por medio del cual el círculo (el sistema sin encuentra su equilibrio y comienza a seguir su propio curso,
crónico) intenta ocultar su carácter vicioso: en el caso de El al transcodificar sus condiciones iniciales transformándolas en
capital, el mito de “la acumulación primitiva” con el que el ca momentos intrínsecos de su propio desarrollo.
pitalismo genera la historia de sus orígenes. En este sentido, En esto, en esa “puesta de presupuestos” retroactiva, con
podríamos decir que, en última instancia, el análisis dialéctico siste la matriz fundamental hegeliana del “autorreferen-
no es más que un reiterado “atravesamiento del fantasma” cialidad del concepto”: en el curso del “progreso” dialéctico,
que mantiene desocultado el carácter vicioso del círculo. la categoría inicial se despliega, convirtiéndose en una cate
Hoy en día, en la época de un nuevo renacimiento nacio goría “superior” de un modo tal que es “transcodificada”,
nal, los casos más claros de esta construcción fantasma que puesta como su momento mediado subordinado; en el pasaje
llena el vacío de los “orígenes” son por supuesto los mitos na del “ser” a la “esencia”, todo el dominio del ser es retroacti
cionalistas: no hay ninguna identidad nacional anterior a su vamente determinado como el de la apariencia, como el del
“opresión” (colonialista, etcétera); la identidad nacional se ámbito en el cual se manifiesta la esencia, en el que la esencia
constituye a través de la resistencia a la opresión. La lucha aparece a sí misma. En cada “nudo” de la lógica, la emergen
por el renacimiento nacional es, por lo tanto, la defensa de al cia de una nueva categoría transcodifica (reestructura, reorde
go que sólo llega a ser a través de ser experimentado como perdido o na) la totalidad de la red precedente, la hace visible de un mo
en peligro}9 La ideología nacionalista intenta eludir este círcu do nuevo41 o, para decirlo más precisamente, la nueva
lo vicioso construyendo un mito de los orígenes, de una épo categoría que emerge no es más que el principio de la transco
ca anterior a la opresión y explotación, en la que la nación es dificación de las categorías anteriores (la esencia, como dice
taba ya allí (el reino Khmer en Camboya, la India antes del Hegel, es una “apariencia qua apariencia”, nada más que el
colonialismo inglés, Irlanda antes de la invasión protestante, principio de la transcodificación del ser inmediato en una
etcétera). El pasado es transcodificado como nación que ya . “mera apariencia”: la ilusión del entendimiento consiste pre
existía y a la que se supone que vamos a retornar mediante cisamente en que la esencia es una entidad positiva que está
una lucha de liberación. más allá del movimiento negativo de la superación de la apa
riencia).
Como ya hemos recordado, este proceso involuto de
La paradoja de una totalidadfinita “puesta retroactiva de los presupuestos” tiene la estructura de
una banda de Moebius; del ocho enlazado interior: hacia el
La teoría de los sistemas contemporánea ha llegado a ese final de su Lógica, el mismo Hegel determina al proceso dia
concepto de estructura simbólica organizada ep torno a un lé c tic o como un “círculo cerrado sobre sí mismo”.42 Y, como
eslabón perdido como punto de extimidad (externalidad cen • acabamos de ver, la presentación de la génesis del sistema ca-
tral, límite intrínseco): su principal esfuerzo consiste en for I pitalista en E l capital de Marx es una descripción de esta
malizar los denominados sistemas “autopoíéticos”, sistemas I transcodificación retroactiva. ¿No es ésta la razón por la que
que, por medio de una “transcodificación” retroactiva, trans v. Marx traza una distinción entre la génesis histórica del capi-
forman su condiciones iniciales, de partida .40 En su “prehis- |talismo y la lógica de su autorreproducción? El capitalismo
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Slavo} Zizek ¿Estábien todo lo que termina bien?
alcanza el nivel de la autorreproducción una vez puestas sus ción protototalitaria, es decir, caracterizando el jacobinismo
condiciones de partida externas como momentos de su auto- como una excepción puramente accidental.
desarrollo inmanente. Por ejemplo, el dinero es al principio ¿Por qué es necesaria esta represión del mediador evanes
el presupuesto externo no creado por el capitalismo (se acu cente? Porque un sistema simbólico tiene por definición el
muló por medios “no capitalistas”, el robo, el comercio inter carácter de totalidad: sólo hay significado si todo tiene signifi
nacional, etcétera); no obstante, una vez puesto en movi cado. Por ejemplo, en el análisis de un sueño no se puede
miento el círculo de la reproducción capitalista, el dinero es sencillamente trazar una distinción entre los elementos inter
puesto como una de las encamaciones del capital en sí, como pretables como significantes y los que resultan de procesos
un momento del movimiento “capitalista, dinero, mercancía, puramente fisiológicos: si los sueños están “estructurados co
dinero”. mo un lenguaje”, todos sus ingredientes tienen que ser trata
Estos presupuestos externos (lo real de una violencia que dos como elementos de una red significante; incluso cuando
funda al sistema y, sin embargo, es negada en cuanto el siste el vínculo causal fisiológico parece obvio (como en el caso ca
ma alcanza el nivel de su alta autorreproducción) desempe ricaturesco de un sujeto que sueña con una canilla que gotea
ñan el papel de mediadores evanescentes: tienen que desapa cuando él mismo tiene necesidad de orinar), es preciso “po
recer, volverse invisibles, para que el sistema conserve su nerlo entre paréntesis” y limitarse a la gama significante de
consistencia y coherencia. En otras palabras, no hay modo de los elementos del sueño. Lo que Freud denominó “represión
salvar la brecha que existe entre la génesis de una estructura y primordial” ( Urverdrangung) es precisamente esta ruptura ra
su autorreproducción; la estructura no puede reflejar en sí dical, en virtud de la cual un universo simbólico impide su in
misma las condiciones externas de su génesis, puesto que se clusión en la cadena de la causalidad material: si no faltara al
ha constituido mediante la “represión” de esas condiciones, me gún significante, no tendríamos una estructura significante
diante una transcodificación que borra su carácter externo, sino una red positiva de causaS y efectos. En su Seminario X I,
contingente. De tal modo queda claro cuál es el uso de esta Lacan bautizó a este significante “primordialmente reprimi
lógica de la transcodificación autopoiética para la conceptua- do” (el “eslabón perdido” de la cadena significante) como
lización de la praxis psicoanalítica: la transcodificación tiene “significante binario”: debido a su falta constitutiva, la cadena
que ver con la integración de algún núcleo traumático exter recorre un círjculo vicioso, produce una y otra vez nuevos sig
no, contingente, en el universo simbólico del sujeto; es el nificantes “unarios” (significantes amo) que intentan cerrar el
modo de “domesticar” una experiencia traumática, de borrar círculo proporcionándole un fundamento retroactivamente.
su impacto traumático transformándola en un momento de Tal vez sea el concepto filosófico de la dimensión trascen
una totalidad significativa. dental lo que permite la expresión más clara de esta paradoja
Basta con que recordemos la inquietud de la ideología de de un orden cuya condición positiva es que algo (su funda
mocrática tradicional cuando se la enfrenta con los “excesos” mento mismo) falte, permanezca reprimido: de un orden que
del jacobinismo, con el hecho de que los denominados “ho gira en torno a su vacío central, un orden definido por este va-
rrores” de los jacobinos fueron una mediación necesaria para :Cío< Si el vacío fuera llenado, el orden mismo perdería su con
establecer un orden democrático “normal”: el problema se sistencia y se disolvería. Es decir que el orden simbólico que-
soluciona introduciendo retroactivamente en el proceso de la da definido por la paradoja de la totalidadfinita', todo lenguaje
Revolución Francesa una distinción entre su corriente princi constituye una totalidad, un universo completó y cerrado en
pal liberal (derechos humanos, libertad, etcétera) y su aberra .sí mismo; no permite nada externo, todo puede decirle en él,
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Slavo] Zizek lEstá bien todo lo que termina bien?
pero esta misma totalidad está simultáneamente marcada por a la metafísica precrítica, como si la lección kantiana hubiera
una fínitud irreductible. La tensión interior de la totalidad fi sido olvidada y el pensamiento pretendiera de nuevo apre
nita es atestiguada por el circuito de nuestra actitud básica hender el Absoluto mismo... A veces incluso se opone este
respecto del lenguaje: espontáneamente presuponemos de al conocimiento absoluto al supuesto historicismo de Hegel:
gún modo que el lenguaje depende de una realidad “externa”, ¿cómo podríamos concebirnos como parte del proceso his
que “traduce” un estado de cosas independientes, pero esta tórico, como nuestro tiempo (histórico) concebido en el pen
realidad “externa” aparece siempre-ya revelada en el lenguaje, samiento, y simultáneamente pretender tener la pretensión de
mediada por él. emitir el juicio final de la historia desde un punto de vista
El enigmático estatuto intermedio del registro simbólico de algún modo exceptuado,de aquel proceso, como si la his
corresponde precisamente a la noción kantiana de la “consti toria hubiera llegado a un fin?
tución trascendental”: la constitución trascendental es más Por supuesto, desde Hegel se podría responder que lo fal
que una mera perspectiva subjetiva sobre la realidad, más que so y pretensioso es precisamente la “modesta” perspectiva re
otro nombre para el hecho de que estamos condenados a per lativista a la manera de Karl Popper, que pretende tener con
cibir la realidad dentro de los límites de nuestro horizonte ciencia de sus propias limitaciones (“a la verdad sólo es
subjetivo. El horizonte trascendental es ontologicamente consti posible acercarse asintóticamente, sólo tenemos accesos a
tutivo de lo que llamamos “realidad”, pero la constitución fragmentos de conocimientos que en cuaquier momento es
trascendental no es en modo alguno lo mismo que la causa posible que se demuestre que son falsos”): la posición misma
ción óntica (“creación”) de la realidad. Es decididamente me de la enunciación de estas proposiciones desmiente su enun
nos’. es su horizonte ontologico .43 En este preciso sentido, el ciado modesto, puesto que asume un punto de vista neutro,
concepto de orden trascendental coincide con el de lo Simbó exceptuado, desde el cual puede sustraerse a un juicio sobre la
lico: en ambos casos estamos ante una totalidad que en el ni limitación de su contenido. Para Hegel, por el contrario, no
vel del encadenamiento óntico implica un eslabón perdido. hay ninguna contradicción entre nuestra absorción en el pro
La constitución trascendental sólo tiene lugar dentro de los ceso histórico y el hecho de que no sólo podemos hablar des
confines de la fínitud óntica, sólo en la medida en que persis de el punto de vista del “fin de la historia” sino que estamos
te la brecha que separa el mundo fenoménico de nuestra ex obligados a hacerlo: precisamente porque estamos absorbidos
periencia respecto del noumenon suprasensible, sólo en cuanto en la historia sin ningún resto, percibimos como absoluto
b D ingan sich sigue siendo inaccesible. En cuanto salvamos nuestro punto de vista presente: no podemos introducir nin
esta brecha, en cuanto tenemos acceso a la Ding an sich, se guna distancia, ninguna externalidad respecto de él.
produce el fin del ámbito trascendental como ámbito inter En otras palabras, se supera el historicismo absoluto: la
medio específico. En esto consiste el núcleo de la revolución historicidad consiste en el hecho mismo de que, en cualquier
filosófica de Kant: en concebir la fínitud como ontologica momento histórico dado, hablamos desde un horizonte finito
mente constitutiva. f que percibimos como absoluto; toda época se experimenta
Y el punto crucial que no hay que pasar por alto es que, .como “el fin de la historia”. Y el “conocimiento absoluto” no
precisamente en virtud del concepto de “conocimiento absoluto ”, He es más que la explicitación de este campo históricamente de
gel permanece por completo dentro de este horizonte kantiano de la terminado que limita absolutamente nuestro horizonte: como tal,
fínitud como ontològicamente constitutiva. El “conocimiento ab fes ÉífínÍto”, puede ser contenido en un libro finito, en las
soluto” hegeliano se suele aducir como prueba de su retorno ¡Obras del individuo llamado Hegel, por ejemplo.44 Por esta
282
Slavo] Zizek ¿Esta' bien todo lo que temiina bien?
La Cosa kantiana
debes (las consecuencias de este conocimiento serían catas Hay una desesperada resistencia de la Cosa, del goce que
tróficas para el hombre qna ser moral)”. lucha por no ser evacuado del cuerpo. Cuando finalmente la
Estas consecuencias catastróficas de la intrusión en el do Cosa es expulsada, la expresión del rostro de Lucy vuelve a
minio prohibido/imposible de la Cosa se despliegan en la no ser normal, asumiendo de nuevo los rasgos de la beatitud ino
vela gótica: no es en modo alguno accidental que esos libros, cente: la Cosa que estaba dentro del cuerpo ha muerto. Una
góticos, obsesionados por el tema de la Cosa en sus diferentes de las frases usuales acerca de la Cosa en la novela gótica es la
encarnaciones (los “muertos vivos”, etcétera), sean contempo exclamación horrorizada “¡Está vivo!”, es decir, la sustancia
ráneos del giro trascendental kantiano. Podríamos incluso del goce no está aún mortificada, desmembrada por la red
arriesgar la hipótesis de que la .novela gótica es una especie de trascendental-simbólica. La paradoja de los vampiros consiste
crítica avant la lettre a la insistencia kantiana en la brecha in en que, precisamente como “muertos vivos”, ellos están mu
superable entre los fenómenos y la cosa en sí trascendente: cho más vivos que nosotros, mortificados por la red simbólica.
¿qué son los espectros que aparecen en ella sí no apariciones de El marxismo ha recurrido a menudo a la metáfora del capital
la Cosa, puntos de cortocircuito en los cuales la Cosa transfe como vampiro que chupa la sangre de la fuerza laboral, mate
noménica invade el dominio fenoménico y perturba su orden rializando el dominio de los muertos sobre los vivos; quizás
causal? haya llegado el momento de invertir esa imagen: los verdade
A propósito de la “apercepción trascendental”, Kant seña ros “muertos vivos” somos nosotros, los mortales comunes,
la el completo vacío del “yo” que piensa: “yo” es la forma va condenados a vegetar en lo Simbólico.
cía de los pensamientos, nunca podemos dar el paso que nos Pero, precisamente por esta razón, los vampiros no forman
llevaría desde él hasta la sustancia para alcanzar esa hipotética parte de nuestra realidad: existen sólo como “retomo de lo
X, “la Cosa que piensa”, pero las apariciones de las novelas Real”, como formaciones fantasmáticas que llenan la brecha,
góticas son precisamente esto: Cosas que piensan. Este trasfon la discontinuidad radical entre las dos perspectivas: la “visión
do kantiano se percibe sobre todo en las novelas de vampiros; hacia adelante”, que percibe la situación como “abierta”, y la
cuando, en una escena típica, el héroe trata de liberar a la ni “visión hacia atrás” que percibe el curso pasado de los aconte
ña inocente que se ha convertido en un vampiro dándole cimientos como causalmente determinados. Estas dos perspec
muerte de modo apropiado (una estaca de madera clavada en tivas nunca pueden sincronizarse plenamente, puesto que la
el corazón, etcétera), la meta de esta operación es diferenciar brecha que la separa no es más que otro nombre del sujeto. Por
la Cosa respecto del cuerpo, expulsar la cosa (esa encarnación ejemplo, no se puede reducir una perspectiva a la otra soste
del goce perverso y traumático) del cuerpo subordinado a los niendo que el “verdadero cuadro” es el de la necesidad descu
vínculos causales “normales”. Recordemos la escena de Drá- bierta por la mirada hacia atrás, que la libertad es sólo una ilu
cula, de Bram Stoker, en la cual Arthur le clava la estaca a sión de los agentes inmediatos, quienes no advierten que su
Lucy, su ex novia: actividad no es más que un engranaje dentro del mecanismo
causal global. Tampoco se puede realizar esa reducción adop
■La Cosa que estaba en el ataúd se retorció, y un grito horri tando, a la inversa, una perspectiva existencialista sartreana,
ble, que helaba la sangre, surgió de los abiertos labios rojos. El afirmando la autonomía y libertad fundamentales del sujeto y
cuerpo se sacudió, se estremeció y se retorció en salvajes contor poneibiendo la apariencia de determinismo como la ulterior
siones, los afilados dientes blancos se clavaron en el labio hasta pbjetivización “práctico-inerte” de la praxis espontánea del su
cortarlo, y la boca se tiñó de una espuma carmesí. jeto. Si procedemos de este modo, retenemos la unidad onto-
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Slfívoj Zizek ¿Está bien todo lo que tennina bien?
lógica del universo, sea en la forma de la necesidad sustancial En última instancia, ¿no ocurre lo mismo con el acto Ubre?
que maneja los hilos desde atrás del sujeto, o en la forma de la Un acto nunca está plenamente presente, los sujetos no tie
actividad autónoma del propio sujeto que “se objetiviza” en la nen nunca una plena conciencia de que lo que están haciendo
unidad sustancial: en ambos casos perdemos al sujeto en el sen ahora es el fundamento de un nuevo orden simbólico: sólo
tido lacaniano, que no es un poder autónomo que “pone” la más tarde advierten la verdadera dimensión de lo que han he
sustancia, sino precisamente un nombre de la brecha interior cho. La sabiduría común acerca de que la historia in actit es
de la sustancia, de la discontinuidad que nos impide concebir experimentada como ámbito de la libertad, mientras que re
la sustancia como una totalidad autocontenida. troactivamente podemos percibir sus determinaciones causa
Pero la consecuencia última de este estatuto del sujeto qua les, es, después de todo, necia y debe invertirse: cuando esta
discontinuidad interior de la sustancia, su no-sincronización mos atrapados en el flujo de los acontecimientos, actuamos
temporal, es que entraña una vuelta de tuerca adicional, una “automáticamente”, como bajo la impresión de que no es po
inversión del ya descrito concepto del proceso histórico como sible hacerlo de otro modo, de que en realidad no hay ningu
“abierto hacia adelante-determinado hacia atrás”. Cuando ha na otra opción, mientras que en la visión retrospectiva se ad
blamos de la integración simbólica de un trauma, omitimos vierte que los acontecimientos podrían haber tomado un giro
un detalle crucial: la lógica del concepto freudiano de “acción radicalmente distinto, y que lo que habíamos percibido como
diferida” o “posterioridad” no consiste en la subsiguiente necesario era en realidad una decisión libre de nuestra parte.
“domesticación” del encuentro traumático por medio de su En otras palabras, lo que encontramos aquí es otra confirma
transformación en una componente normal de nuestro uni ción del hecho de que el tiempo del sujeto no es nunca el
verso simbólico, sino casi exactamente en lo opuesto: algo “presente”: el sujeto nunca “es”, sólo “habrá sido”; nunca so
que al principio era percibido como un acontecimiento sin sig mos libres, sólo más tarde descubrimos que hemos sido libres.46
nificado, neutro, después del advenimiento de una nueva red Éste es el significado fundamental del “eslabón perdido”:
simbólica que determina el lugar de enunciación del sujeto, se nunca falta ahora-, “ahora”, en el tiempo presente, la cadena
convierte retroactivamente en un trauma que no puede ser in está siempre completa; sólo más tarde, cuando tratemos de
tegrado en esta red. reconstruirla, descubriremos que “algo falta”.
Basta con que recordemos el análisis por Freud del Hom
bre de los Lobos: el coitus a tergo parental fue primero perci
bido como algo neutro, una huella sin ningún peso libidinal, %i N o t a s
y sólo años más tarde, con la ulterior elaboración de las “teo
rías” sexuales del niño, adquirió su estatuto traumático: sólo 1, Hegel's Science o f Logic, Londres, Alien & Unwin, 1969, pág.
en esa etapa posterior le resultó posible id niño “hacer algo . 836 [ed. cast.: Ciencia de la lógica, Buenos Aires, Mondolfo, 1982].
' 2. Theodor W. Adorno, “Über einige Schwierigkeiten der Kom
con eso”, insertarlo en un marco simbólico en la form a de he
ponierens heute”, en H. Steffen (comp.), Aspekte der Modernität, Gp-
rida traumática. Una vez más podemos reconoced,el pleno va ■tinga, 196S, pág. 133.
lor de la proposición de Hegel de que lo que se ha perdido - 3. El reverso complementario de esta paradoja es, por supuesto,
adquiere su ser gracias a la pérdida: un acontecimiento es ex f que las cosas deben cambiar para que sigan siendo las mismas: elca-
perimentado como “traumático” más adelante, con el adveni ¡ pitalismo se ve obligado a revolucionar las condiciones materiales
miento de un espacio simbólico en el cual no puede ser com í precisamente a fin de mantener las mismas relaciones fundamentales
pletamente integrado. Ale producción.
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Slavoj Zizek ¿Está bien todo lo que termina bien?
4. De esto se sigue la incompatibilidad fundamental del procedi 8. G. W. F. Hegel, Phenomemlogy of Spirit, Oxford, Oxford
miento hegeliano con los recientes intentos posmodernos de oponer University Press, 1977, pág. 10 [ed. cast.: Fenomenología del espíritu,
a la Razón "totalitaria”, “inonológica”, “represiva”, “universalizado- México, FCS, 1992],
ra”, los contornos de otra Razón plural, polícéntrica, dialógica, fe 9. Joseph Stalin, Selected Writings, Westport, Greenwood Press,
menina, barroca, etcétera (por ejemplo, el “pensamiento blando”). 1942, pág. 411.
Desde un punto de vista hegeliano, ese movimiento es sencillamen 10. John Forrester, The Sednctions o f Psycboanalysis, Cambridge,
te superfluo: la primera Razón (la “inonológica”) ya se revela como Cambridge University Press, 1990, pág. 189.
su propio opuesto en cuanto intentamos aprehenderla "en sí misma”, . 11. Jean-Claude Milner, Les noms indistincts, París, Éditions du
“como tal”. Seuil, 1983, pág. 16.
5. Véase Fredric Jameson, “The Vanishing Mediator; or Max 12. G. K. Chesterton, “A Defence of Detective Stories”, en H.
Weber as Storyteller”, en The Ideologies ofTheoiy, vol. 2, Minneapo - Haycraft (comp.), The Art o f the Mystety Stoiy, Nueva York, The
lis, University of Minnesota Press, 1988. Universal Library, 1946,pág. 6.
6. Lo inusual del texto de Jameson es que no hace referencia al 13. En este preciso sentido podríamos decir que el Lenin que
papel del propio Weber como mediador evanescente entre el enfoque 1 ' hay que desenterrar es el que aún no era leninista; lo mismo vale res
tradicional (prepositivista) de la sociedad y la sociología del siglo XX pecto del “retorno a Freud” de Lacan: por medio de él, Lacan inten
como “ciencia objetiva”. Jameson señala que el concepto weberiano tó recrear la frescura del acto descubridor de Freud, de su subver
de Wertfreiheit, de posición libre de valores, no es aún la ulterior sión del campo de la opinión anterior al establecimiento del
“neutralidad” positivista: expresa una actitud prepositivista nietzs- psicoanálisis como un nuevo lugar común científico e ideológico.
cheana de distancia respecto de los valores, lo que nos permite reali Pero la paradoja del retorno a Freud de Lacan consiste en su
zar una “transvalorización de los valores” y de tal modo intervenir afirmación de que el Freud que no era aún fi-eudiano era ya ¡acaniano,
con más eficacia en la realidad social: en otras palabras, la Wertfreit- que “en la práctica” sabía lo que significaba “la autonomía del signi
heit implica una actitud muy “interesada” respecto de la realidad. ficante”. Para persuadirse de esto, basta echar una breve mirada a
Incidentalmente, ¿no ha desempeñado Wittgenstein el mismo uno de los numerosos análisis de sueños de Freud, por ejemplo, el
papel en la filosofía analítica contemporánea? ¿No es él incluso un k del piano mal afinado.
doble mediador evanescente, en relación con el positivismo lógico
clásico y también con la teoría de los actos de habla? Basta con una E l esposo le preguntó: “¿No te parece que tenemos que hacer afin ar el pia-
sensibilidad simple a los refinamientos teóricos para advertir que el <: ■ uo?” Ella replicó; “No vale la pena; los m anillas tienen que ser reacondicionados
aspecto más valioso del Tractatus de Wittgenstein se pierde con su ' y.v-, de cualquier modo ”. L a clave de la solu ción estaba en las palabras “no vale
sistematización en el positivismo lógico: me refiero a ese “exceden íy y la pena". E stas derivaban de una visita que la m ujer había h ech o el día an -
< terio r a una amiga. L a habían invitado a sacarse el saco, pero ella rech a-
te” con el que Russell, Carnap y otros no saben qué hacer y descar
■>ú; zó h acerlo c o n las siguientes palabras: “G racias, p ero no vale la pena, sólo
tan como confusión o misticismo (el problema de la forma como in
ine voy a quedar un m in u to ”. M ien tras m e estaba diciendo esto, record é
decible y del silencio que inscribe al sujeto de la enunciación en la -yyy. que durante el análisis del día an terior de p ron to se había tom ad o el sa~
serie de las proposiciones, etcétera). Lo mismo pasa con la codifica co, uno de cuyos botones estaba desabrochado. E ra com o si estuviera d¡-
ción de los actos de habla en Searle y otros: perdemos una serie de M! rien d o “P o r favor, no m ire, no vale la pena". D e l m ism o m od o, la “c a ja ”
Í
paradojas e interrogantes liminares, desde el estatuto .paradójico de [“Kasteii"] era un sustitu to de “p e c h o ” [Brustkasten"], y la in terp retació n
la “certidumbre objetiva” (lo que no puede ser puesto en duda, aun p ' v del sueño nos devolvía de inm ed iato al tiem p o de su d esarrollo físico en
que no sea necesariamente verdadero) hasta la división del sujeto de ® * la p u bertad ... (Sigm und Freud , The Interpretation o f Dreams, H arin o n d s-
los actos de habla (la discontinuidad radical entre “yo” y el nombre p í w orth, P en g u in , 1976, págs, 2 7 3 -4 ) [ed. cast.: L a interpretación de los site-
Ér^. ños, A m orrortu , 1986, vol, 4J.
propio).
7. Alain Badiou, L'être et l'événement, París, Éditions du Seuil,
1988.
290 291
|fe, ¿Cómo procede exactamente Freud en este punto? Lejos de bus-
Slavo] Zizek ¿Esta bien todo lo que termina bien?
car un posible significado de la escena como un todo, él, por así de Cultura ^ C i v i l i z a c i ó n
cirlo, pone entre paréntesis su presión atmosférica; tampoco intenta
discernir el significado de sus componentes individuales (el piano
“significa”..., etcétera). En lugar de ello, busca conexiones particula
res, radicalmente contingentes, entre el sueño y su "reprimido” (sus
Barbarie Primitivismo
“otras escenas”) en el nivel del puro significante. De este modo aísla la
secuencia del significante “no vale la pena” que, a través de su doble
inscripción ("no vale la pena... afinar el piano, mirar mis senos”), nos Lo esencial que no hay que pasar por alto es que la cultura y la
da acceso a la serie de las asociaciones “reprimidas” que llegan hasta barbarie no se excluyen recíprocamente: lo opuesto a la barbarie no es
el dominio del erotismo pregenital, anal. (Obsérvese que incluso el ; la cultura sino la civilización (lo “no-civilizado” equivale a “lo bárba
ejemplo aparente de "simbolismo” -el piano que es un sustituto del ro”); en otras palabras, la cultura en sí, en cuanto es afirmada en su
pecho-, se basa en la autonomía del significante: no se trata de que el oposición a la civilización, libera un inequívoco potencial de barba
piano “simbolice” el pecho, sino de que una misma palabra -Kasten- rie. Ya Hegel, a propósito de la cultura medieval, habló de la “barba-
está inscrita doblemente.) Est^ elemento "doblemente inscrito” de la ■rie de la cultura pura” (Barbarismus der reinen Knltur). El hecho de
secuencia onírica ("no vale la pena”) desempeña por lo tanto un pa que la mayor barbarie de nuestro siglo (el nazismo) se haya produci
pel estrictamente homólogo al de una clave en la novela policial: un do en la nación que glorificaba su cultura contra la civilización super
detalle “dislocado” que nos permite pasar a la “otra escena”. ficial de sus vecinos (Alemania) no fue en modo alguno accidental.
14. Claude Lefort, The Political Forms o f Modern Society, Cam En última instancia, no hay ninguna contradicción entre el Heinrich
bridge, Polity Press, 1986. Heydrich que dirigía el terror nazi en la Bohemia ocupada y planifi
15. Ernesto Laclau, New Reflections on the Revolutmi o f Onr Tinte, có la “solución final” de la cuestión judía, y el misino Heydrich que,
Londres, Verso, 1990. por las noches, después de su duro día de trabajo, interpretaba los
16. En términos heideggerianos, podríamos decir que, entre las cuartetos de cuerdas de Beethoven, quizás el logro supremo de la
diferentes esferas de la vida social, la política es el único lugar al que ' cultura alemana. El primer modelo de este Knlturbarbarimms alemán
puede llegar la verdad: donde puede fundarse una nueva manera de es Lutero, cuyo rechazo protestante a Roma fue una reacción de pu
revelarse la comunidad a sí misma. ra cultura interior contra la civilización católica mundial y, al mismo
17. Véase Jean-Claude Milner, ob. cit. tiempo, por medio de su actitud salvaje, violenta, desplegó la barba-
18. Como en Hegel, donde las palabras de este tipo pertenecen rie latente propia de la ideología alemana.
al ámbito del entendimiento abstracto y son, por lo tanto, incapaces ;,v; 20. La paradoja temporal implícita en este punto surge directa-
de expresar la verdad especulativa; esta verdad sólo puede emerger entente en una serie de películas recientes centradas en el motivo del
por medio de contingencias particulares de juegos de palabras: los yviaje en el tiempo {Volver al futuro, Terminator, etcétera): su matriz
tres significados de Auflsebung; zngnmdegeben (caer en ruinas) como ;es siempre un sujeto que, por medio de un viaje al pasado, intenta
zu Grande gehen (llegar al propio fundamento), etcétera. Véase el ca •;ser testigo de su propia concepción, como en Volver alfuturo, film en
pítulo 1. |el cual el héroe es quien une a sus propios padres y de tal modo se
19. En la presente constelación ideológica, donde la glorificación ^ jura su propia existencia,.. Terminator, por el contrario, escenifi-
de la “cultura” (posmoderna) a expensas de la “civilización” (moder ICíhuna situación inversa: el cyborg que llega desde el futuro tiene la
na) está nuevamente de moda (la cultura alemana contra las supues ijftisión de impedir la concepción de un futuro líder. Véase capítulo 7
tamente superficiales civilizaciones anglosajona o francesa, etcétera), JtTime Travel, Primal Scene, and the Critical Dystopia”) de Cons-
sería teóricamente productivo ordenar en un cuadro semiótico las .ánce Penley, The Future o f An lllusion: Film, Feminista and Psychoa-
dos oposiciones de cultura-primitivismo y civilización-barbarie: ffllysis, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1989.
|fe2L Jean-Jacques Lecercle, Frankenstein: mythe et philosopbie, Pa-
f|s, PUF, 1988, págs. 98-9. Incidentalmente, debe recordarse que la
292 293
Slflvoj Zizek ¿Esta bien todo lo que tmnina bien?
figura del monstruo en Frankenstein fue concebida como una metá terpretación más adecuada parece ser que la totalidad misma de la
fora del terror de la Revolución Francesa, es decir, de una creación “forma de vida” qua trama de conducta lingüística y no lingüística es
humana extraviada. tá ya sobredeterminada por el lenguaje: si “la idea de Wittgenstein es
22. Jacques Lacan, Le Sé?ninaire, livre III: Les Psycboses, París, Édi- que la certidumbre de cualquiera acerca de cualquier cosa presupone
tions du Seuil, 1981, pág, 48; traducción citada de John Forrester, The una masa de conocimiento y creencias heredados de otros seres hu
Seductiom of Psychoanalysis, Cambridge, Cambridge University Press, manos y aceptados a ciegas” (Norman Malcolm, Wittgeinstein: Not~
1990, pág. 138 [ed. cast.: oh. cit. en nota 13, cap. 1], Tenemos aquí bing is Hidden, Oxford, Blackwell, 1986, pág. 235), ¿no implica esto
otro ejemplo de coincidencia de los opuestos en las definiciones laca- que, como diría Lacan, el “gran Otro”, la garantía de la verdad sim
nianas de los conceptos cruciales. El “gran Otro” es la razón presu bólica, está siempre-ya allí?
puesta que confiere significado a la contingencia sin sentido, y simul 26. Jacques Lacan, Ecrits: A Sélection, Londres, Tavistock, 1977,
táneamente la aparición pura del Significado que hay que mantener a pág. 48 [Ed. cast.: ob. cit. en nota 17, cap. 1].
cualquier precio. Es otro ser humano en su singularidad insondable, 27. Blaise Pascal, Pensées, Harmondsworth, Penguin, 1966, págs.
más allá del “muro del lenguaje” (la “persona” en su abismo elusivo), y 46-7.
simultáneamente el mecanismo simbólico anónimo que regula los in 28. Hans Reiss (comp.), KanPs Political Writings, Cambridge,
tercambios intersubjetivos. El orden temporal es el mismo que en el Cambridge University Press, 1970, pág. 13.
sueño de la inyección a Irma, de Freud. En el momento mismo en que 29. Ibíd., pág. 162.
echamos una mirada a la garganta del Otro, cuando nos encontramos 30. En su Paz perpetua: un bosquejo filosófico, el propio Kant da por
con la Otra (persona) en su abismo pavoroso que está más allá de la sentado que, al principio de la historia, los salvajes concertaron el
relación especular imaginaria, el registro cambia y pasamos al seno de “primer contrato social” debido a consideraciones “patológicas” (so
la “beatitud simbólica” de una máquina que nos libera de toda respon brevivir, alcanzar sus intereses “egoístas”, etcétera), y no por una po
sabilidad, nos desubjetiviza, puesto que “marcha por sí misma”. sición moral intrínseca.
23. Véase Donald Davidson, “On the Very Idea of a Conceptual 31. Kant on Education, Londres, Kegan Paul, Francia, Truebner,
Scheme”, en John Rajchmann y Cornel West (comps.), Post-Analyti- 1899, págs. 3-4.
calPbilosopby, Nueva York, Columbia University Press, 1985. ■ 32. Ibíd., pág. 5.
24. La aceptación de este brecha que nos impide fundar el len 33. Hans Reiss (comp.), ob. cit., pág. 146.
guaje qua totalidad significativa a partir de los puntos particulares de ■ 34. Ibíd., pág. 145.
correspondencia entre las proposiciones individuales y la realidad 3 5 .Ibíd.
condujo a Davidson a una conclusión radical: una disyunción estricta &K- 36. Ibíd., pág. 146.
éntre la teoría de la verdad (cuyo estatuto es puramente semántico) y 37. Ibíd.
la problemática epistemológica de determinar cuándo una proposi 7 38. Karl Marx, Capital, vol. I, Harmondsworth, Penguin, 1981,
ción o teoría son o no “verdaderas”. De este modo, Davidson rompe págs. 873-4 [ed. cast.: El capital, Barcelona, Grijalbo Mondadori, 1980].
el círculo de la epistemología cartesiana que equipara la teoría de 39. HegePs Science o f Logic, pág. 802.
3a verdad (es decir, la teoría que nos dice lo que es la verdad) con la 40. Véase el perspicaz libro de Dieter Hombach titulado Die
teoría qüe procura garantías (formales, trascendentales, a prior!) de Hjrift der Erkenntnis (Munich, Raben Verlag, 1990), que detecta es
la verdad de nuestro, conocimiento (gesto éste estrictamente homó bozos de la misma lógica "autopoiética” en las paradojas lógicas go-
logo al de Louís Althusser). i|éliánas de los sistemas inconsistentes autorreferenciales, en el psi
25. Aunque algunas de las formulaciones de Wittgenstein en las coanálisis y en la dialéctica hegeliana.
Investigaciones filosóficas permiten esa reducción “conductista” (por 41. Es casi superfluo recordar que esta transcodificación no es
ejemplo, las que reducen el lenguaje a una forma de “conducta ex |ás que otro nombre de la operación significante elemental que La
presiva” y conciben la expresión verbal del dolor como una forma de ilán denomina “punto de almohadillado”.
nueva conducta de dolor: en lugar de gritar, digo “me duele”), la in- |y 42, HegePs Science o f Logic, pág. 842.
294
Slavo] Zizek ¿Está bien todo lo que termina bien?
43. Aunque el propio Heidegger se negaría a utilizar el término . efecto que pone de manifiesto el estatuto precario de la totalidad ra
“trascendental” (para él, su lugar está estrictamente en la metafísica cional, su dependencia respecto de alguna “pequeña pieza de lo real”
de la subjetividad), sería posible elucidar esa palabra por medio de la radicalmente contingente. Esta actitud burlona con Hegel está sin
tesis heideggeriana que de una gran obra de arte funda una nueva saberlo más cerca del verdadero espíritu de la dialéctica hegeliana
revelación de la realidad, una nueva “mundanización del mundo”. El que la actitud de comprensión reverente que intenta minimizar las
ejemplo más célebre es, por supuesto, el de los Alpes Suizos: para los ; “exuberantes” posiciones hegeliañas, como avergonzada de la mega
clasicistas prerrománticos, eran una deformidad caótica y chocante lomanía del maestro.
de la naturaleza, que había que cruzar lo más rápidamente posible en 45. G. W. F. Hegel, Vorlesungen über die Gescbicbte der Pbiloso-
un carruaje con cortinas, en camino a la belleza armoniosa de Italia, pbie, III, Leipzig, Verlag Philipp Reclam júnior, de 1971, pág. 628.
mientras que sólo unas décadas más tarde esos “mismos” Alpes pasa 46. Sobre este problema de la temporalidad de la libertad, véase
ron a ser la encarnación del sublime poder abismal de la naturaleza ■■■■-■Slavoj Zizek, The Sublime Object o f Ideology, Londres, Verso, 1989,
y, como tales, un objeto de arte por excelencia. La referencia a una págs. 165-9 [ed. cast.: ob. cit. en nota 1 de la Introducción],
“sensibilidad estética modificada” no basta en este caso: subestima el
hecho de que el cambio no fue sencillamente subjetivo; con el con
cepto romántico de lo sublime, los propios Alpes, en su realidad
misma, se revelaron de un nuevo modo, es decir, se ofrecieron a no
sotros en una nueva dimensión.
Quizá podríamos arriesgar la hipótesis de que una análoga rup
tura trascendental opera en todas las revoluciones artísticas: Arnold
Schoenberg, por ejemplo, ¿no consumó el mismo giro a propósito
de la histeria femenina? ¿No convirtió los estallidos histéricos en un
posible objeto de arte? Por la misma razón Raymond Chandler es
efectivamente “un artista”: él desenterró el potencial poético de lo
que hasta ese momento era subestimado como el universo sin rostro
ni alma de la gran ciudad llamada Los Angeles. En la Inglaterra ac
tual, Ruth Rendell ha logrado algo análogo: nadie que haya leído al
guna de sus novelas policiales puede seguir viendo los suburbios del
Gran Londres del mismo modo que antes; esta autora descubrió el
potencial poético de sus jardines cubiertos de hierba, de sus vías fé
rreas abandonadas, de las fachadas declinantes. Después de leer sus
novelas, el Londres "real” parece “el mismo que antes, pero total
mente distinto" (una frase trillada que, no obstante, traduce perfec
tamente el cambio en el horizonte trascendental).
44. Uno de los modos convencionales de burlarse de Hegel con
siste en señalar el absurdo patente del hecho de que qn mísero indi
viduo que vivía en Berlín en la década de 1820 estaba proclamando
que el “absoluto hablaba por su boca". Pero quienes conocen la dia
léctica pueden reconocer fácilmente en esta crítica lo que es quizá la
variante fundamental del juicio infinito “el Espíritu es un hueso”.
Por lo tanto, hay que leerla del mismo modo: “su verdad” está preci
samente en el efecto de absurdo que suscita en un lector ingenuo, el
296
297
6. M ucho ruido
por una Cosa
I. L a s v a r ia n t e s d e l f e t ic h is m o t if o
299
Slavoj Zizek Mucho ruido por una Cosa
el sentido kantiano del término. El hombre como ser finito simple reverso del contenido; si avanzamos lo bastante, la en
está limitado por su experiencia fenoménica, espacio-tempo contramos lo suficiente del lado del contenido.
ral; no tiene acceso a la “cosa en sí” que trasciende el hori Ahora podemos ver en qué consiste el vínculo entre Kant
zonte de su experiencia posible. Esto significa que el Bien Su y Lacan: esta “depuración” del contenido incestuoso de Ja ley
premo (el objeto a priori que se sostiene sobre la base de su paterna emerge como su sustituto metafórico formal. Para re
necesidad intrínseca y, en consecuencia, no depende de con currir a un juego de palabras trillado en inglés, llegamos al
diciones externas) es irrepresentable, está fuera del alcance de gran Otro (Other), la ley simbólica, tachando la “M ” de M a
nuestra conciencia. Si bien Kant no formuló el concepto del dre (Mother) y creando de tal modo un agujero en torno al
A barré (el gran Otro barrado), por lo menos concibió el B (el cual el Otro gira en su círculo vicioso. Por esto Lacan rechaza
todos los intentos habituales de explicar la prohibición del in
Bien) barrado.
Pero Kant busca precisamente el impulso a priori de nues cesto: desde el utilitarismo hasta Lévi-Strauss, siempre se
tra voluntad, es decir, un impulso incondicional e indepen promete algo a cambio de esta renuncia radical; siempre se la
diente de nuestra experiencia, de sus circunstancias contin presenta como una decisión “razonable” que proporciona una
gentes; puesto que no puede encontrarse en el objeto, en el mayor cantidad de placer en el largo plazo, una multitud de
contenido de nuestra actividad práctica, lo único que queda es mujeres, etcétera: en síntesis, siempre está la referencia a al
la forma misma de esta actividad; la forma de la legislación gún bien como fundamento, a diferencia de Lacan, para
universal, independiente de su contenido particular contin quien la prohibición del incesto es incondicional, puesto que
gente (“actúa sólo basándote en la máxima que al mismo es radicalmente inexplicable. En virtud de ella, doy algo a
tiempo puedes querer que sea una ley universal”). De este cambio de nada o (y en esto consiste su paradoja fundamental),
modo podemos poner a prueba toda máxima moral: si con en cuanto el objeto incestuoso es en sí mismo imposible, no
serva su consistencia después de asumir la forma de ley uni doy nada a cambio de algo (el objeto no incestuoso permitido).
versal, es adecuada como deber moral (Sollen). Esta paradoja está en las raíces de lo que Freud denominó
N o hay que pasar por alto la paradoja de que el Vorste- “el problema económico del masoquismo”: la extraña econo
llimgsreprasentanz freudiano (representante de alguna repre mía de nuestro aparato psíquico sólo puede explicarse por
sentación “primordialmente reprimida” y “perdida”; por su medio de la hipótesis de una cierta pérdida “pura” que abre el
puesto, en Kant esa representación es la del Bien Supremo y campo dentro del cual podemos calcular las ganancias y las
la Ley, la forma de la Ley) surge precisamente en el lugar de ipérdidas. Esta pérdida tiene una función ontológica: la re
esa representación prohibida, llenando su vacío. Es decir que nuncia al objeto incestuoso cambia el estatuto, el modo de ser
lo que no debe dejar de advertirse es que pasamos a la (forma de todos los objetos que aparecen en su lugar: todos ellos se
de la) ley en el punto preciso en el que falta la representación (a sa presentan contra el fondo de una ausencia radical abierta por la
ber, la representación de un objeto a priori que podría actuar ¡“depuración” del Bien Supremo incestuoso. En otras pala
como impulsor de nuestra voluntad). ' bras, ningún beneficio ulterior puede compensarnos por la
De modo que la forma de la ley moral no es simplemente '¡castración; puesto que cualquier beneficio posible aparece en ;
la forma de un cierto contenido; su mediación con el conteni íel espacio abierto por el acto mismo de la castración -puesto
do es mucho más paradójica; por así decirlo, es la forma que -,que no hay ninguna posición neutra desde la cual podamos
reemplaza, ocupa el lugar del contenido perdido. Una vez más, la “comparar” ganancias y pérdidas-, el único campo posible pa
estructura es la de la banda de Moebius: la forma no es un ya esta comparación es el espacio vacío constituido por la “de
300 301
Slavoj Zizek Mucho ruido por una Cosa
puración” del objeto. O, para decirlo en los términos topoló- completo indiferente a él: desde el punto de vista del princi
gicos de la “lógica del significante”, la castración introduce la pio de placer y su prolongación intrínseca, el principio de
distinción entre un elemento y su lugar (vacío); más precisa realidad, el imperativo es no-económico, injustificable, caren
mente, introduce la primacía del lugar respecto del elemento; te de sentido. El nombre que da Freud a ese mandato “irra
asegura que todo elemento positivo ocupe un lugar no “con cional” que le impide al sujeto actuar de modo adecuado en la
sustancial” con él, que llene un vacío que no es “el suyo pro circunstancia presente, y de tal modo organiza su fracaso, es,
pio” .1 desde luego, superyó. Según Lacan, Kant no toma en cuenta
Es este cortocircuito paradójico entre la forma y el conte este reverso maligno, superyoico, de la ley moral. Este goce
nido lo que le otorga a la ética kantiana sus rasgos rigoristas: obsceno propio de la forma misma de la ley, en cuanto Kant
puesto que el campo del bien está barrado, vaciado de todo oculta la escisión del sujeto en el sujeto del enunciado y el su
contenido patológico, nuestra actividad sólo puede conside jeto de la enunciación, implícita en la ley moral, en esto con
rarse verdaderamente moral si está motivada exclusivamente siste el énfasis de la crítica de Lacan al ejemplo kantiano del
por la forma, con exclusión de todo impulso patológico, por dilema moral del depositario:
“noble” que sea (la compasión, etcétera). N o obstante, el se
ñalamiento importante de Lacan en “Kant con Sade” es que Por ejemplo, he adoptado como máxima aumentar mi patri
esta depuración que suprime todos los objetos patológicos, monio por todos los medios seguros. Ahora estoy en posesión de
un depósito cuyo propietario ha muerto sin dejar ningún registro
esta reducción a la pura forma, produce por sí misma un nue
al respecto. Naturalmente, este caso cae bajo mi máxima. Ahora
vo tipo de objeto sin precedentes; a este objeto “no-patológico”
quiero saber si esta máxima puede sostenerse como una ley prác
(una paradoja impensable para Kant) Lacan lo designa objet tica universal. La aplico al caso presente e indago si podría tomar
petit at objeto a, el goce excedente, el objeto causa de deseo. la forma de una ley y, en consecuencia, si yo podría, mediante la
Lo que hace Lacan es repetir la inversión propia de la banda máxima, establecer la ley de que se le permita a todo hombre ne
de Moebius en el nivel de la forma misma: si avanzamos lo bas gar que ha recibido un depósito cuando nadie puede demostrar
tante sobre la superficie de la pura forma, encontramos una “man lo contrario. De inmediato comprendo que al tomar este princi
cha” no form al de goce que macula la forma', es decir que la re pio como ley lo anularía, porque, como resultado, en adelante
nuncia misma al goce patológico (la depuración que excluye a nadie haría depósitos.2
todo contenido patológico) genera un cierto goce excedente.
Esta mancha de goce propia del imperativo categórico El comentario de Lacan al respecto es que “la práctica del
kantiano no es difícil de discernir: su mismo formalismo rigo depósito reposa sobre las dos orejas que, para constituir al de
rista asume el tono de una neutralidad cruel, obscena. Dentro positario, deben cerrarse a toda condición que pueda impo
de la economía psíquica del sujetoí el imperativo categórico nerse a esa fidelidad. Dicho de otra manera, no hay depósito
es experimentado como una ciencia que bombardea al sujeto sin depositario a la altura de su cargo ,”3 En otras palabras, el
con mandatos imposibles de cumplir: no admite excusas “sujeto de la enunciación” es aquí reducido sin decirlo a la
(“¡puedes porque debes!”) y observa desde upá neutralidad condición de “sujeto del enunciado”: el depositario, a su fun
malévola y burlona la lucha desvalida del sujeto por ponerse a ción de depositario. Kant presupone que hablamos de un de
la altura de esas demandas “locas”, disfrutando secretamente positario “que está a la altura de su cargo”, un sujeto que per
con los fracasos. La demanda categórica del imperativo va mite que se lo tome sin resto en la determinación abstracta de
contra el bienestar del sujeto o, más precisamente, es por ser el depositario. Recordemos la agudeza de, Lacan que va en
302
Slavoj Zizek
la misma dirección: “Mi novia nunca falta a una cita, porque síste la intrusión del sujeto de la enunciación evitado por
en cuanto falta, deja de ser mi novia”; también en este caso la Kant: la vigencia del orden de la ley que prohíbe el canibalis
novia es reducida a su función simbólica de novia. mo sólo puede asegurarse mediante esc agente obsceno que
Hegel ha señalado el potencial terrorista de esta reducción asume el acto de comerse al último caníbal. La prohibición
del sujeto a una determinación abstracta: el presupuesto del kantiana de sondear los orígenes de la ley, del poder legal, tie
terror revolucionario es que el propio sujeto permite que se ne que ver precisamente con este objeto de la ley, en el sentido
lo reduzca a su determinación como ciudadano que está “a la de su “sujeto de la enunciación”, del sujeto que asume el papel
altura de su cargo”, lo que lleva a la liquidación de los sujetos de agente-instrumento obsceno.
que no están a la altura de su cargo: el terror jacobino es el re Por esto Sade debe ser tomado como la verdad de Kant:
sultado consecuente de la ética kantiana. En este punto abor este objeto cuya experiencia es evitada por Kant emerge en la
damos lo que Lacan, en sus primeros seminarios, denominó obra de Sade bajo la forma del verdugo, el agente que ejerce
“palabra fundadora” {la parole fondatrice), a saber: un mandato su actividad “sádica” sobre la víctima. El verdugo sadeano no
simbólico (“tú eres mi novia, mi depositario, nuestro ciudada tiene nada que ver con el placer: su actividad es ética en sen
n o ...”), más tarde conceptualizado como significante amo tido estricto, está más allá de cualquier motivo patológico, él
(SI). Lo que puntualiza la crítica lacaniana a Kant es que en sólo cumple con su deber, como lo atestigua la falta de inge
el sujeto que asume el mandato simbólico, que acuerda encar nio en la obra de Sade. El ejecutor de la justicia trabaja para
nar a un SI, siempre hay un exceso, un lado que no permite el goce del Otro, no para el suyo propio: se convierte en ins
su inclusión en el SI, en el lugar que le asigna la red socio- trumento exclusivo de la voluntad del Otro. Y, en el denomi
simbólica. Este exceso es precisamente el lado del objeto: el nado “totalitarismo”, este agente-instrumento ilegal de la ley,
excedente del “sujeto de la enunciación” que se resiste a ser el verdugo sadeano, aparece como tal en la forma del Partido,
reducido al “sujeto del enunciado” (encarnación del mandato agente-instrumento de la voluntad histórica.4 Este es el signi
simbólico) es el objeto dentro del sujeto. ficado de la célebre proposición de Stalin, en cuanto a que
“nosotros, los comunistas, estamos hechos en un molde espe
cial. Estamos hechos de una materia especial.”5 Esta “materia
El “objeto totalitario ” especial” (podríamos decir, “la materia correcta”) es precisa
mente la encarnación, la aparición del objetpetita.
Tal es entonces la escisión entre el sujeto del enunciado y En este punto tenemos que volver a la determinación laca
el sujeto de la enunciación tal como opera en el ámbito de la niana de la estructura de la perversión como “un efecto inver
ley: detrás del SI, la ley en su lado neutral, pacificador y so tido del fantasma. Es el sujeto quien se determina a sí mismo
lemne, está siempre el lado del objeto que anuncia una malig como objeto, en su encuentro con la división de la subjetivi
nidad obscena. Otra agudeza bien conocida ilustra perfecta dad.”6 La fórmula lacaniana del fantasma se escribe 8 0 a: el
mente esta escisión. En respuesta a los exploradores que sujeto tachado, dividido en su encuentro con el objeto causa
estudian el canibalismo, un nativo responde: “No; ya no que dé su deseo. El perverso sádico invierte esta estructura, lo que'
dan caníbales en nuestra región. Ayer nos comimos al último.” da a ó 8 : al ocupar él mismo el lugar del objeto (al hacer de sí
En el nivel del sujeto del enunciado, ya no hay más caníbales, mismo el agente ejecutor de la voluntad del Otro) evita la di
mientras que el sujeto de la enunciación es precisamente ese visión constitutiva del sujeto y traslada la división a su otro,
“nosotros” que se han comido al último caníbal. En esto con- como, por ejemplo, lo hacía el estaíinista frente al “traidor”
304
v v
Slavoj Zizek Mucho ruido por una Cosa
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beral burgués de la “autoridad racional” al principio totalita siempre el yo lo que se pierde.” 11 ¿No está surgiendo de tal
rio posliberal de la autoridad “irracional, incondicional”. modo una explicación de las confesiones en los juicios esta-
Contra esta lectura, debemos insistir en que Kierkegaard se jinistas? Puesto que para el acusado no había “ninguna rea
mueve en este caso en el terreno de la autoridad preliberal lidad” fuera del superyó del Partido, fuera de su maligno im
tradicional; define la autoridad como SI, como un carisma no perativo, siendo la única alternativa el abismo de lo real, la
basado en capacidades “efectivas”. confesión exigida por el Partido era, por cierto, el único mo-
Por otro lado, la lógica de la burocracia totalitaria es exac ■ do que tenía el acusado de evitar la “pérdida de la realidad”.
tamente opuesta. ¿Cuándo, en qué condiciones, la burocracia Según la tesis fundamental de Lacan, el superyó, en su di
estatal se convierte en totalitaria? No donde S i, el punto de mensión fundamental, es un mandato de goce‘. las diversas for
“autoridad irracional”, ejerce una presión “demasiado fuerte”, mas de las órdenes del superyó no son más que variaciones
“excesiva”, sobre el savoir (faire) burocrático, sino, por el con sobre el mismo tema, “¡goza!” 12 En esto consiste la oposición
trario, donde falta este punto unario que “almohadilla” el entre la ley y el superyó: la ley es la agencia de prohibición
campo del conocimiento (S2). En otras palabras, cuando el que regula la distribución del goce sobre la base de una re
conocimiento burocrático pierde su sostén en el significante nuncia común, compartida (la “castración simbólica”), mien
amo (SI) y queda “librado a sí mismo”, cae víctima de una lo tras que el superyó marca un punto en el cual el goce permiti
cura homicida y asume los rasgos de la “neutralidad malévo do, la libertad para gozar, son convertidos en lo inverso, en la
la” propia del superyó. El punto teórico que no hay que pasar obligación de gozar -y hay que añadir que éste es el modo más
por alto es que la aparente afinidad evidente de por sí entre el efectivo de bloquear el acceso al goce.
significante (SI) y el superyó es engañosa: el estatuto del su En la obra de Franz Kafka se encuentra una escenificación
peryó es el de una cadena de conocimiento (S2) y no el de un perfecta de la burocracia bajo el aspecto de una ley obscena y
punto unario de autoridad simbólica (SI). maligna que inflige el goce. “El Tribunal no te reclama nada,
El ejemplo en el que uno piensa inmediatamente es (una ^ te recibe cuando llegas y te abandona cuando te vas.” 13 ¿Có-
vez más) el discurso de la burocracia estalinista, un discurso í rno no reconocer, en estas líneas con las que se cierra la en
de saber si los hay: su posición de enunciación, el lugar desde trevista entre JosefK . y el sacerdote, en el capítulo XI de E l
el que sostiene que habla, es claramente el del conocimiento proceso, la “neutralidad malévola” del superyó? Las dos gtan-
puro, no subjetivizado (el bendito “conocimiento objetivo de f , des novelas de Kafka, E l proceso y E l castillo, se inician con el
las leyes del progreso histórico”). Esta posición de saber neu í llamado de una instancia burocrática superior (la ley, el casti-
tral, “objetivo” (es decir, un saber no subjetivizado por la in lio) al sujeto; ¿no es ésta una ley que “aparece ordenando
tervención de algún punto de almohadillado, de algún signifi I «¡Goza!» \Jouisf\, a lo cual el sujeto sólo puede responder
cante amo) es en sí mismo malévola: gozg con el hecho de «¡Oigo!» \Jyouisl\, no siendo el goce más que un sobreenten-
que el sujeto no logra ponerse a la altura de esas demandas | dido”?14 La perplejidad del sujeto frente a esta instancia, ¿no
imposibles. Esa posición está impregnada de obscenidad: en ;§§* se debe precisamente al hecho de que no comprende el impe-.
síntesis, es superyoica. Lacan insiste en el vínculo entre el su ^ferativo de goce que resuena aquí y resuma por todos los poros
peryó y el denominado “sentimiento de realidad”; lo que ¡ ®(de su superficie “neutral”? Cuando Josef K., en el cuarto de
aceptamos como “realidad” está siempre sostenido por un im Sp^ñterrogatorío vacío, abrió el primero de los libros que los
perativo superyoico: “Cuando el sentimiento de irrealidad |p;jueces habían leído mientras el tribunal estaba en sesión:
concierne a algo, esto no está nunca del lado del superyó. Es
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V
[...] encontró una ilustración indecente. Un hombre y una mujer rano lo amenazara con la misma muerte súbita a menos que de
estaban sentados desnudos sobre un sofá, y la intención obscena pusiera falsamente contra un hombre honorable a quien el go
del dibujante era bastante evidente [...]. K. no miró ninguna de bernante desea destruir con un pretexto falso. Tal vez no se
las otras páginas, a excepción de la portada del segundo libro, aventure a responder qué haría, pero admitirá sin vacilar que ne
una novela titulada Cómo Grete era fastidiada por su esposo Hans.15 garse le sería posible. En consecuencia, juzga que puede hacer
algo porque sabe que debe, y reconoce que es libre, un hecho
Esto es el superyó: una solemne indiferencia, impregnada que, sin la ley moral, habría seguido desconociendo.17
en parte de obscenidades. N o sorprende entonces que, para
Kafka, la burocracia estuviera “más cerca de la naturaleza hu Puede parecer que el comentario de Lacan confirma ple
mana original que cualquier otra institución social” (carta a namente la oposición entre la ley estatal externa y la ley inte
Osean Baum, junio de 1922): ¿qué es esta “naturaleza huma rior no escrita; su reproche es precisamente que, en la prime
na original” sino el hecho de que el hombre, desde el princi ra parte del apólogo, Kant las equipara implícitamente: “pues
pio mismo, es un ser de lenguaje, un ser hablante (parletre)? la horca no es la L ey ... la policía puede ser el Estado, como
¿Y qué es el superyó (el modo de funcionamiento del conoci se dice del lado de Hegel. Pero la Ley es otra cosa, como se
miento burocrático) sino la encarnación más pura, más radi sabe desde Antígona.”fS Sin embargo, lo que Lacan quiere
cal del significante como causa de la división del sujeto, del puntualizar es que un verdadero sujeto moral resistiría a la
mandato del significante en su aspecto traumático, carente de tentación de satisfacer su lujuria, no por una actitud moral in
sentido? terior, o debido a la amenaza externa representada por la hor
El concepto de supeiyó como reverso obsceno de la ley ca, sino que:
introduce un tercer elemento que perturba la oposición acos
tumbrada entre la ley social externa (las regulaciones estatales [...] podría suceder que un defensor de la pasión, y que fuese lo
y policiales) y la “ley interior” ética, no escrita, en cuyo nom bastante ciego como para mezclar con ella el pundonor, plantea
bre podemos resistir a las regulaciones legales externas -es se un problema a Kant, obligándolo a comprobar que ninguna
decir, la oposición entre la legalidad (la heteronomía de la ley ocasión precipitaría con más certidumbre a algunos hombres ha
social) y la legitimidad (la ley autónoma que está dentro nues cia su meta que el verla ofrecerse como un desafío a la horca, o
incluso con desprecio de ella.19
tro )-,16 El modo en que el enfoque lacaniano subvierte esta
oposición encuentra su mejor ejemplo en la crítica a la si
1 L o que Kant no toma en cuenta es que el propio deseo del
guiente fábula con la que Kant intentaba ilustrar la ley moral
sujeto funciona “más allá del principio de placer”, más allá de
como vatio cognoscendi de nuestra libertad:
las motivaciones “patológicas” de la autoconservación, del
Supongamos que alguien dice que su lujuria es irresistible placer y el displacer: el problema con Kant no es su idealismo
cuando se encuentra ante el objeto deseado y tiene la oportuni moral, su creencia en que el hombre puede actuar por puro
dad. Preguntémosle si no controlaría esta pasión 'en el caso de Deber con independencia de la consideración utilitaria, pato
que, frente a la casa donde está la oportunidad, se alzara una lógica, de los intereses y los placeres, sino, por el contrario, su
horca en la que lo colgarían inmediatamente después de haber ignorancia de que en el ámbito del deseo, de la “pasión” se
satisfecho su deseo. No es necesario pensar mucho cuál sería la xual, opera ya un cierto “idealismo” (el desdén por las consi
respuesta. Pero preguntémosle si no le sería posible superar su deraciones patológicas).2^ La verdadera “pasión” no sólo no
amor a la vida, por grande que fuera, en el caso de que su sobe es obstaculizada, sino que incluso resulta alentada y sostenida
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Slavoj Zizek Mucho ruido por una Cosa
por la perspectiva del patíbulo: en otras palabras, la verdadera cíal podría realizarse fácilmente, puesto que, por definición,
“pasión ” está insólitamente cerca del cumplimiento del propio deber el egoísmo puede manipularse y canalizarse de modos so
a pesar de las amenazas externas (el segundo ejemplo del apólo cialmente deseables. Lo que obra contra el bien social no es
go de Kant). Y es precisamente en este nivel donde hay que la búsqueda egoísta de placer, sino el reverso superyoico de la
situar la oposición entre el placer y el goce: una relación amo ley moral: la presión de la “ley no escrita” que está dentro de
rosa ilícita pero sin riesgos tiene que ver con el mero placer, mí, su obsceno llamado al goce, que Freud bautizó con el
mientras que si es experimentada como un “desafío al patíbu nombre infortunado de “masoquismo primario” .21
lo” (como un acto de transgresión) procura goce; el goce es el Por lo tanto, la burocracia kafkiana está indudablemente
“excedente” derivado de nuestro conocimiento de que el pla en el ámbito de la ley interior no escrita: resume el reverso
cer involucra la excitación de penetrar en un dominio prohi “loco” de lo social que encontramos precisamente al escapar a
bido, de modo que nuestro placer incluye un cierto displacer. la regulación legal externa, contingente. Funciona como un
El exceso inesperado que perturba la simple oposición en cuerpo extraño dentro de nosotros mismos, como “lo que es
tre la ley social externa y la ley interior no escrita es, por lo en nosotros más que nosotros mismos”, una agencia obscena
tanto, el cortocircuito entre el deseo y la ley, es decir, un éxtima que demanda lo imposible y observa burlonamente
punto en el cual el deseo mismo se convierte en ley, un punto nuestros intentos desvalidos por cumplir con ella. Y la ley ex
en el cual la insistencia en el propio deseo equivale a cumplir terna que regúla el intercambio social quizá tenga precisa
con el propio deber y donde el Deber en sí está marcado por mente la finalidad de liberarnos del atolladero insoportable
una mancha de goce (excedente). Y es este cortocircuito lo de la ley interior enloquecida y generar una suerte de pacifi
que nos permite ubicar la paradoja de la maquinaria burocrá cación. Tal vez el totalitarismo no sea tanto el repliegue de la
tica kafkiana: lejos de ser reductible a la ley social externa (la “ley no escrita” interior bajo la presión de la ley social exter
horca), resume el reverso perverso de la ley “interior”, “no na (la explicación convencional según la cual en el totalitaris
escrita”, en sí misma. mo el individuo pierde su autonomía moral y sigue la ley del
Si la burocracia kafkiana no estuviera encarnada en una grupo) como una especie de cortocircuito que provoca la pér
agencia perversa éxtima (un cuerpo extraño en el que el suje dida de la distancia entre ambas leyes. Quizás haya que inver
to encuentra su propio corazón, una especie de parásito inte tir la oposición usual entre la ley social corrupta y el sentido
rior que le impide lograr la identidad consigo mismo), sería moral interior fiable: la intervención pacificadora de la ley so
posible que el sujeto asumiera una distancia externa simple cial externa nos permite eludir la autotortura provocada por
respecto de ella; la burocracia no sería algo más “cercano a la lá “ley de conciencia” superyoica obscena.22 La ley externa
naturaleza humana original”. Es decir, ¿qué es lo que el suje regula los placeres para liberarnos de la imposición superyoica
to descubre en sí mismo después de,renunciar a sus intereses del goce que amenaza con inundar nuestra vida diaria. Carpe
patológicos por la ley moral autónoma? Un mandato incon die?n, goza el día, consume el goce excedente que nos procu
dicional que ejerce una presión feroz sobre él, con total indi ran nuestros sacrificios cotidianos: allí está la fórmula con-
ferencia por su bienestar. En este punto, el psicoanálisis no densada del “totalitarismo”.
puede estar más lejos de la convencional imagen utilitarista v Todos conocemos la frase trillada sobre la argumentación
del hombre, según la cual la psique humana está comple ■racional libre: es completamente impotente, no hay ninguna
tamente dominada por el principio de placer y, por lo tanto, fuerza externa que la sustente y, sin embargo, precisamente
es susceptible de control y dirección. En tal caso, el bien so- como tal, es a tal punto vinculante que nadie puede sustraer-
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Síavoj Zizek Mucho ruido por una Cosa
se realmente a ella. Cuando tenemos conciencia del simple piáramos, y para que este saber sea integrado en nuestro uni
hecho de que alguien tiene razón, toda nuestra cólera contra verso simbólico es necesario un “tiempo para comprender” .23
él queda en cierto sentido desvalida; él tiene sobre nosotros Esta especie de brecha entre el saber y la creencia, en cuanto
un dominio más fuerte que el de cualquier compulsión exter uno y otra son conscientes, demuestra la existencia de una es
na. La argumentación racional libre no nos somete a ninguna cisión psicotica, una “renegación de la realidad”; las proposi
presión abierta, podemos usarla o eludirla, pero en cuanto la ciones de este tipo son lo que el análisis lingüístico denomina
aceptamos, desaparece nuestra libertad. En este preciso senti “paradojas pragmáticas”.
do, una argumentación racional convincente “no te reclama Tomemos por ejemplo el enunciado “Sé que no hay nin
nada, te recibe cuando llegas y te abandona cuando te vas”. gún ratón en la habitación de al lado, pero sin embargo creo
Estas palabras (que ya habíamos citado), con las que el sacer que hay uno”: este enunciado no es lógicamente insostenible,
dote de E l proceso define el modo de funcionamiento del tri puesto que no' existe ninguna contradicción lógica entre “no
bunal kafkiano, es decir, de la más pura encarnación de la bu hay ningún ratón en la habitación de al lado” y “creo que hay
rocracia en su dimensión supeiyoica “irracional” de ley un ratón en la habitación de al lado”. La contradicción sólo
perversa, traumática, insondable, ¿no nos ofrece también Ja surge en el nivel pragmático, en cuanto tomamos en cuenta la
mejor definición posible del modo de funcionamiento de la posición del sujeto de la enunciación: el sujeto que sabe que
argumentación racional libre, no compulsiva? Así es como no hay ningún ratón en la habitación de al lado, no puede al
opera el superyó en el corazón mismo del sujeto autónomo li mismo tiempo, sin contradicción, creer que hay un ratón. En
bre: la ley social externa es sostenida por su imposición com otras palabras, eí sujeto que cree esto es un sujeto escindido.
pulsiva, mientras que el superyó comparte con la libertad su La solución “normal” de esta contradicción consiste por su
carácter no intrusivo; en sí mismo, es completamente impo puesto en que reprimimos el otro momento, la creencia, en
tente, sólo se activa en cuanto el sujeto se dirige a él. El paté nuestro inconsciente. En su lugar aparece algún momento de
tico lema de Vaclav Haveí, “el poder de los impotentes”, se reserva que no está en contradicción con el primero: ésta es la
adecúa perfectamente al superyó en su dimensión más obsce lógica de la denominada “racionalización”.
na; en ella, el sujeto, en sentido estricto, sólo obtiene lo que En lugar de la escisión directa “Sé que los judíos no son
quiere. culpables de nada, pero sin embargo... (creo que son culpa
bles)” aparece un enunciado del tipo “Sé que los judíos no
son culpables de nada; sin embargo, es un hecho que, en el
“Lo sé, pero sin embargo... ” desarrollo del capitalismo, los judíos, como representantes del
capital financiero y comercial, por lo general se han aprove
El predominio del superyó sobre la ley perturba la rela chado del trabajo productivo de otros”. En lugar de la esci
ción entre saber y creencia que determina nuestro horizonte sión directa “Sé que no hay Dios, pero sin embargo,t. (creo
ideológico cotidiano: la brecha entre el saber (real) y la creen que lo hay)” aparece un enunciado del tipo “Sé que no hay
cia (simbólica). Podemos ilustrarlo con la conocida experien Dios, pero respeto el ritual religioso y tomo parte en él por
cia psicológica de decir acerca de algo, por lo general terrible, que sostiene valores éticos y alienta la hermandad y el amor
traumático, “Sé que es así, pero no puedo creerlo”: el conoci entre las personas”. Estos enunciado son buenos ejemplos de
miento traumático de la realidad queda fuera de lo Simbólico, los que podría denominarse “mentir con la verdad”: la segun
la articulación simbólica continúa operando como si no su- da parte de estos enunciados, la afirmación que sigue al sin-
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tagma “pero sin embargo”, en un nivel fáctico puede ser en es: “(Sé que Dios existe, pero sin embargo) actúo como si cre
gran medida exacta, pero opera como una mentira, porque en yera que no hay Dios”; lo que él reprime es el saber de la exis
el contexto simbólico concreto en el que aparece es una rati tencia de Dios.24
ficación de las creencias inconscientes (de que los judíos son ¿No es éste el mismo tipo de distanciamiento el que opera
sin embargo culpables, de que Dios sin embargo existe, etcé en las denominadas ideologías “totalitarias”, en las cuales los
tera): si no se toman en cuenta estas investiduras de la creen individuos conservan cínicamente una “distancia interior”
cia inconsciente, el funcionamiento de tales enunciados sigue respecto del ritual “externo” mediante el cual esas ideologías
siendo totalmente incomprensible. se reproducen, pero tomando parte en él? Esta apariencia, sin
Uno de los más grandes maestros del procedimiento fue embargo, es engañosa: la ideología totalitaria se basa en un ti
sin duda el “materialismo dialéctico” estalinista, cuyo logro po de distancia respecto de sí mismo característicamente muy
básico consistía en que, siempre que era necesario legitimar diferente, mucho más radical, que fue revelada por primera
alguna medida política pragmática que violaba principios teó vez en 1984 por George Orwell.
ricos, planteaba que, en principio por supuesto era así; sin em La dificultad con Orwell es que el vocabulario de 1984 (el
bargo, “en las circunstancias concretas...”: el bendito “análi Gran Hermano, la Policía del Pensamiento, etcétera) ya se ha
sis de las circunstancias concretas” no era básicamente más convertido en un lugar común, lo que desde luego supone
que la búsqueda de una racionalización que justificara la vio una serie de simplificaciones cruciales; baste con que recorde
lación del principio. mos la idea de la “manipulación total”: subsiste algún sujeto
La brecha entre el saber (real) y la creencia (simbólica) de oculto que supervisa todo el proceso social, que no ignora na
termina nuestra actitud ideológica cotidiana: “Sé que no hay da, que “tiene todos los hilos en las manos”, que asume el de
Dios, pero sin embargo actúo como si (creo que) él existe”: la recho de juzgar a toda la sociedad. Esta presentación del
parte entre paréntesis está reprimida (la creencia en un Dios “amo totalitario” como el gran Otro que no es por su parte
cuya existencia atestiguamos con nuestra actividad es incons L “engañado”, que no está mérito en un juego que él no gobier
ciente). Tal vez su inversión intrínseca se aprecie del mejor na, reproduce el mito propagado por el propio totalitarismo. .. A pe
modo en la obra de Sade: los análisis más incisivos al respecto sar de sus defectos, la visión de Orwell para “1984” está lejos
(sobre todo los realizados por Pierre Klossowski) han demos yv; de este tipo de ingenuidad: él sabe muy bien que no hay por
trado desde hace mucho que la obra de Sade no es nunca sim ;i | u n lado bobalicones manipulados y por el otro un Manipúla
plemente atea, sino que en su economía interna presupone la l a dor no engañado, que podría “dirigir el juego”: quien más
existencia de Dios, pero esa existencia no es afirmada en el ni cree en el totalitarismo, quien realmente cree en los resulta-
vel de la creencia sino en el del saber. El héroe de Sade no cree : dos de la manipulación, es el propio manipulador:
en Dios, viola todas las normas éticas, etcétera, pero lo hace
sobre la base del conocimiento de que Dios existe: ésta es la En nuestra sociedad, quienes mejor saben lo que está suce
fuerza de la fascinación del héroe de Sade, la fascinación de su diendo son quienes están más lejos de ver el mundo como es. En
posición heroico-demoníaca: tratamos en vano de reivindicar general, cuanto mayor es la comprensión, más grande el engaño:
a Dios, no porque el héroe de Sade se rehúse a aceptar nues cuanto mayor la inteligencia, menor la sensatez...
tras pruebas, sino porque él mismo sabe muy bien que Dios
existe, pero heroicamente se resiste a creerlo, aunque sabe Estas líneas aparecen en “el libro de Goldstein” incluido
que de tal modo se ganará la condenación eterna. Su posición 1984,25 Esta es la paradoja que está en el núcleo del deno-
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Slavo] Zìzek
minado doble pensamiento. Debemos manipular consciente trar su radicalización en la dirección de la lucha de clases, et
mente y sin pausa, cambiar el pasado, fabricar la “realidad ob cétera. Pero al mismo tiempo d'eía realmente que los judíos
jetiva”, y al mismo tiempo creer sinceramente en los resulta eran el enemigo primordial. La dimensión insólita de esta es
dos de esta manipulación. El universo totalitario es un cisión, de esta coexistencia del cinismo y el fanatismo más
universo de escisión psicòtica, de renegación de la evidencia profundo, es lo que evitamos al interpretarla como el cinismo
obvia, no un universo de “secretos reprimidos”: el universo de la manipulación, al ver el momento de la verdad sólo en la
que “alucinamos” de ningún modo nos impide creer en el re manipulación (la idea popular de los nazis como una autori
sultado-efecto del engaño. dad cínica e inescrupulosa que lo manipulaba todo). Esta evi
Para que no quede la impresión de que estos postulados tación nos permite reducir el sujeto nazi al tradicional sujeto
de Orwell son sólo posibilidades abstractas, absurdas, nunca burgués utilitario-egoísta.
completamente realizadas, basta leer, por ejemplo, el Mein
K/impf de Hitler: ya en la primera lectura se advierte la debili
dad de la idea de que Elider simplemente mentía, manipula Poder tradicional, poder manipulativo, poder totalitario
ba, contaba conscientemente con los “bajos instintos” de las
masas, etcétera. N o se trata de que este reproché sea insoste Podríamos, entonces, decir que la fórmula del fetichismo
nible, sino de algo mucho más inesperado: equivale a tratar es “Lo sé, pero sin em bargo...” (“Sé que mamá no tiene pe
de abrir una puerta abierta, intentando demostrar laboriosa ne, pero sin embargo... [creo que tiene]”); no obstante, esta
mente lo que el propio Hitler admitía sin reparos, puesto que fórmula, por su carácer general, es demasiado abstracta para
escribió en abundancia sobre la manipulación de la “psicolo permitir un análisis concreto de las diferentes formaciones
gía de las masas”, sobre cómo es necesario histerizar a la mul ideológicas. Hay que complicar un poco la cuestión, articular
titud, mentir y simplificar los problemas, encontrar solucio tres modos, tres maneras de operar de la lógica de “Lo. sé,
nes simples y comprensibles, mantenerlas en la obediencia pero sin em bargo...”, tres modos de renegación de la castra
con una mezcla de promesas y amenazas... Sin embargo, en ción, que podrían denominarse “normal”, “manipulativo” y
frentamos aquí una trampa crucial: la conclusión falaz de que “fetichista en sentido propio”. Octave Mannoní (en quien
no es necesario tomar en serio la teoría nazi, de que no mere nos basamos considerablemente en este punto),26 ilustra el
ce una crítica teórica sería, puesto que ella misma no se toma primer modo con un relato sobre la iniciación entredós in
en serio. Ésta es la trampa de pensar que estamos ante sim dios hopi. Mannoni parte de un libro de Talayesva titulado
ples medios de manipulación sin pretensiones intrínsecas de Le soleil hopiP
tener valor de verdad, instrumentos externos ante los cuales
los propios nazis conservaban una distancia cínica- Ésta es Aquí vemos muy claramente la creencia en la máscara, y de
qué modo se transforma esta creencia. Las máscaras hopi son lla
una trampa en la que incluso ha caído un intelectual crítico
madas katchin. Todos los años, en un momento predeterminado,
perspicaz como Adofno. [ se despliegan en el pueblo, como Papá Noel entre nosotros y, lo
Ese modo de ver no advierte el hecho clave: a pesar de te mismo que Papá Noel, son de gran interés para los niños. La se
ner conciencia de la manipulación, Hitler creía básicamente gunda semejanza es que los niños son engañados con el acuerdo
en sus resultados. Por ejemplo, sabía que la imagen del judío de los padres. Este engaño está organizado muy estrictamente, y
como enemigo que “maneja todos los hilos” era sólo un me a nadie se le permite revelar el secreto. A diferencia de Papá
dio para canalizar la energía agresiva de las masas, para frus Noel, que es una figura vaga pero amistosa, los katchin inspiran
318
Slavoj Zizek Mucho ruido por una Cosa
terror: lo que fascina a los niños es que podrían comérselos. Por transformación análoga a la que realizan los hopi, podemos decir
supuesto, las madres alivian ese miedo ofreciendo a los katchin que Dios mora en el cielo.29
trozos de carne...28
Mannoni subraya justificadamente que estamos ante el pa
Ésta es la primera etapa, en la que los niños creen inge saje desde el registro imaginario al registro simbólico: “la
nuamente que están frente a una aparición terrible. Quienes creencia abandona su forma imaginaria y es simbolizada de tal
rompen el encanto de la creencia ingenua son los propios pa modo como una fe o compromiso abierto”.30 Mientras que la
dres o parientes. Cuando el niño llega a una cierta edad, se creencia de los niños en los katchin antes de la iniciación es
dispone su iniciación ritual y en el curso de ella, que evoca di , imaginaría, después se transforma en una fe simbólica. Es
rectamente la castración, las máscaras desfilan ante el niño y esencial advertir que con este pasaje cambia la relación entre
se le hace ver a quiénes ocultan realmente (es decir, a sus pa la máscara y lo oculto detrás de ella, el rostro que está detrás
dres y tíos). La cuestión clave es cómo reacciona el niño a es de ella. En cuanto entramos en lo Simbólico, el secreto real ya
ta revelación: no es lo oculto detrás de la máscara, sino la “eficacia” de la
máscara como tal: los padres o tíos pueden ser personas co
“Cuando los katchin [...] se desprendieron de las máscaras munes, sin nada mágico, pero en cuanto “adoptan” la másca
-escribe Talayesva- ñie un gran choque para mí: no eran espíri ra, las cosas ya no son las mismas, el espíritu gobierna sus mo
tus. Yo los conocía a todos y me sentí muy desdichado, puesto vimientos, habla a través de ellos. De modo que el espíritu no
que durante toda mi vida me habían dicho que los katchin eran es algo oculto detrás de la máscara, sino que ía habita: la fun
dioses. Me sentí sobre todo defraudado y colérico cuando vi que
ción simbólica, la forma ritual, tiene entonces más peso que su
mi padre y todos mis tíos del clan bailaban vestidos como kat
portador, que quien está oculto detrás de la forma ritual.
chin. Lo peor fue ver a mi propio padre,”
Realmente, ¿en qué podemos creer si la autoridad es una im Podemos concebir como una “internalízación” el pasaje
postura? No obstante [...] este ritual de desmitificación y ruptu 14 t desde la creencia ingenua en la máscara a la fe simbólica en su
ra de la creencia en los katchin se convierte en la base institucio significación: ya no creemos en la realidad directa de la más-
nal de una nueva creencia en los mismos katchin, como parte ; cara, sabemos que es sólo una máscara; la máscara es sólo un
esencial de la religión hopi. Debemos rechazar la realidad (los significante que expresa un espíritu interno invisible, un espa-
katchin son los padres y los tíos) con la ayuda de una transforma ció preservado y místico. N o obstante, no debemos olvidar
ción de la creencia Ahora, dicen los niños, ahora sabemos íl; que este espíritu místico, este Más Allá invisible, no es lo que
que el katchin real ya no baila en el pueblo como antes. Los kat está omito detrás de la máscara; detrás de la máscara está la ima-
chin sólo vendrán de modo invisible, y habitarán místicamente ;; gen cotidiana en la cual no hay nada santo o mágico. Todo lo
las máscaras el día de la danza [...]. Los hopi'divorcian el engaño
|; mágico, todo el espíritu místico invisible está en la máscara co-
|
con el que desorientan a los niños de la verdad mística en la que
jj mo tal. Éste es el rasgo básico del orden simbólico: hay más
son iniciados. Y el hopi puede decir con toda sinceridad: “Sé que
los katchin no son espíritus, que son los padres y los tíos, pero I verdad en la máscara, en la forma simbólica, que en lo oculto ,
sin embargo los katchin están aquí cuando los padres y los tíos |í detrás de ella, que en su portador. Sí arrancamos la máscara,
bailan con las máscaras puestas”. Este relato de Talayesva es la
historia de toda persona, normal o neurótica, sea hopi o no. En
última instancia podemos ver que nosotros mismos, cuando no
encontramos huella de Dios en el cielo, con la ayuda de alguna
U ño encontraremos la verdad oculta; por el contrario, perdere-
320 lymos la “verdad” invisible que321
mora en la máscara.31
¡ff Mannoni ilustra el segundo modo con una divertida aven-
Slavo] Zizek Mucho ruido por una Cosa
una joven campesina ingenua. Para impresionarla se hizo pa engaño es demasiado exitoso, si se produce una armonización
sar por brujo, por maestro del conocimiento oculto. El sabía fortuita entre la manipulación intentada y la realidad, si pa
muy bien que todo era un ardid, sólo una impostura para ex rece que lo real responde a la manipulación, se anula la dis
plotar la credulidad de la joven. Por ía noche se vistió con una tancia entre el manipulador y el manipulado, y el propio mani
ostentosa “ropa de mago”, dibujó un gran círculo mágico con pulador cae en la credulidad, comienza a creer en su propio
papeles en el suelo, y comenzó a musitar conjuros de brujo. engaño, como lo ejemplifica la aventura de Casanova.
Entonces sucedió algo inesperado: estalló una terrible tor Casanova es básicamente incapaz de realizar una Aufhe-
menta, con truenos y relámpagos, y Casanova quedó aterrori bung, la superación de ía creencia ingenua en una fe simbóli
zado. ca; es incapaz de experimentar la “presencia mística del espí
ritu” en la máscara durante el ritual simbólico; la máscara (la
Yo sabía muy bien que esa tormenta era natural, que no ha apariencia ritual) sigue siendo para él simplemente una máscara.
bía ninguna razón para ella, que era inesperada. Pero a pesar de Por un lado, tenemos al tonto crédulo que cree directamente
esto me asusté tanto que deseé estar lo antes posible de vuelta en
en ella, y por otro lado al manipulador que explota la creduli
mi cuarto.52 dad del simplón; cuando el manipulador pierde la distancia
externa, no alcanza el nivel de la fe simbólica, sino que cae
A pesar de saber muy bien que se trataba de un fenómeno
simplemente en la misma creencia imaginaria ingenua que
natural, Casa nova creía al mismo tiempo que las fuerzas ce
caracteriza al objeto de su manipulación.
lestiales estaban castigándolo por su juego profano con la ma
Sólo con el tercer modo alcanzamos el fetichismo en sen
gia, y lo que hizo fue entrar rápidamente en el círculo de pa
tido estricto: en este caso, como lo demuestra Mannoni, no se
pel, donde se sintió completamente a salvo.
trata en absoluto de una creencia. Ei fetichista “sabe muy
En ese estado de pánico, estaba convencido de que los rayos bien”; el segundo momento, la creencia contenida en el “pero
no podrían alcanzarme, puesto que no podrían entrar en el sin embargo”, está directamente encarnada en el objeto fetiche:
círculo. Sin esta falsa creencia no me habría sido posible perma
necer en ese lugar un minuto más.33 la reinstalación del fetiche suprime el problema de la creencia,
mágica o no, por lo menos en Jos términos en que nosotros lo
A pesar de todo, a pesar de ser un engaño perfectamente planteamos. El fetichista no busca ningún tipo de credulidad; pa
consciente, como lo señala Mannoni, ese círculo era sin em ra él los otros están en la ignorancia y él está conforme con de
bargo “mágico”. Este “lo sé, pero sin em bargo...” de Casano jarlos en ella [...] el lugar de la credulidad, el lugar del otro, es
va, como podemos ver, es radicalmente distinto del “lo sé, pe ahora ocupado por el propio fetiche.34
ro sin e m b a r g o ..d e los hopi. En el paso de Casanova
tenemos por un lado a los simplones, los niños de pecho, y Por ío tanto, para el fetichista, su otro,.“las personas co
por el otro a un manipulador, un impostor que explota la s u munes”, no son simplones, niños de pecho a los que es nece
perstición de los tontos. El manipulador “sabe muy bien” que sario explotar, sino sencillamente ignorantes: el fetichista tie
un ritual mágico es sólo un engaño; el momento de la creen ne un acceso privilegiado al Objeto cuya significación la gente
cia (“pero sin embargo”) es desplazado, proyectado sobre el :éómún desconoce; en cierto sentido, esta posición es opuesta a
otro, sobre el simplón, sobre el objeto de la manipulación; el la del manipulador Casanova, puesto que es primordialmente
manipulador necesita siempre de la credulidad del otro y si el :el mismo fetichista el que aparece como un simplón a los ojos
322
Slavo} Zizek Macho mido por ana Cosa
de la “gente común”, como un tonto convencido del valor ex comprender por qué La can determinó a La Mujer como uno
cepcional del Objeto elegido. de los Noinbres-del-Padre. El Nombre-del-Padre designa la
Estos tres modos de “renegación de la castración”, del metáfora fálica (el significante fálico), de modo que la clave
funcionamiento de la lógica del “lo sé, pero sin em bargo...”, de este enigma debe buscarse en la dimensión fálica: es esta
pueden interpretarse como tres estructurales elementales del dimensión la que constituye un vínculo entre las palabras sa
ejercicio de la autoridad. bias del Filósofo sobre las mujeres y la autoridad simbólica
En el primer modo, la autoridad tradicional se basa en lo paterna. Lo que se dice de las mujeres vale también para el
que podríamos llamar la mística de la Institución. La autoridad padre como autoridad simbólica: hay que confiar plenamente
funda su poder carismàtico en el ritual simbólico, en la forma en la autoridad simbólica del padre, pero no hay que ponerla
de la institución como tal. El rey, el juez, el presidente, etcé a prueba a menudo puesto que, un poco antes o un poco des
tera, pueden ser personalmente deshonestos, corruptos, pero pués, uno se ve obligado a descubrir que el padre es un im
cuando se revisten con la insignia de la autoridad, sufren una postor y su autoridad un puro semblante... Lo mismo vale
especie de transustanciación mística; el juez ya no habla como para el rey: hay que confiar en su sabiduría, justicia y poder,
una persona, es la ley misma la que se expresa a través de él. pero no ponerlos a prueba demasiado severamente.
Esto fue lo que dijo Sócrates ante el tribunal que lo condenó En esto consiste la lógica del poder fálico: para agravar su
a muerte: en cuanto al contenido, el juicio era incuestionable paradoja, sólo es actual (es decir, efectivo) como potencial; su
mente defectuoso, estaba condicionado por la naturaleza ven pleno despliegue desnuda la impostura. Toda autoridad, en la
gativa de los jueces, pero Sócrates no quiso huir, puesto que medida en que es simbólica (y toda autoridad intersubjetiva ex
la forma de la ley misma, que debe permanecer inviolada, sig simbólica), se basa en última instancia en el poder del signifi
nifica más que el contenido empírico y fortuito del juicio. El cante y no en la fuerza inmediata de la coerción: implica un
argumento de Sócrates puede asociarse con la frase “lo sé, pe cierto excedente de confianza, un cierto “si El lo supiera (si
ro sin em bargo...”: “Sé que el veredicto que me condena a conociera las maldades que se realizan en su nombre, las in
muerte es defectuoso, pero sin embargo debemos respetar la justicias que tenemos que sufrir), arreglaría las cosas sin de
forma de la ley como ta l...” “El espíritu de la ley” mora en mora”, lo cual, por necesidad estructural, debe seguir siendo
tonces en el ritual simbólico, en la forma como tal, y no en la una pura posibilidad. Tal vez esta paradoja nos permita expíi-
corrupción de su portador momentáneo: la autoridad consti ; car la economía como tal: tenemos poder, estamos “en” él, sólo
tucional es mejor, por defectuoso que resulte su contenido, > en cuanto no lo utilizamos totalmente, en la medida en que lo
que la autoridad fortuitamente “justa”, pero sin sostén en una í mantenemos en reserva, como una amenaza: en síntesis, en la
Institución. > medida en que economizamos.
El modo específico de esta autoridad simbólica epitomi za- | El “más-Uno” lacaniano (le plus-Un) es precisamente este
da por el Nombre-del-Padre puede ejemplificarse del mejor i excedente necesario: todo conjunto significante contiene un
modo con la versión"del uje sais bien, mais quandníeme.. con |; elemento vacío cuyo valor se acepta por fe, pero que precisa-
tenida en las “sabias palabras” del Filósofo de la ópera Cosi I mente como tal garantiza la validez plena de todos los otros
fan tutte, de Mozart: hay que confiar en la fidelidad matrimo y ciernen tos. Estrictamente hablando, es algo que sobra, pero
nial de las mujeres, no se debe poner a prueba esa fidelidad f en cuanto lo retiramos se desintegra la consistencia de los
exponiéndola a una tentación excesiva. Lejos de ser reducti- ! otros elementos. ¿No es ésta, prácticamente, la lógica de to
bles al cinismo misógino vulgar, estas palabras nos permiten ldas las “reservas” (monetarias, militares, alimentarias)? Para
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Slavo] Zizek Macho mido por una Cosa
que el equilibrio monetario se mantenga, es preciso que pilas se venga cuando se produce una coincidencia entre ficción y
de lingotes de oro se amontonen inútilmente en Fort Knox; realidad: entonces él actúa como su propio incauto.
para garantizar el “equilibrio del miedo” se han acumulado El tercer modo, el fetichismo en sentido estricto, sería la
armas que no existía la intención de usar; montañas de trigo y matriz de la autoridad totalitaria: ya no se trata de que el otro
maíz tienen que echarse a perder en los silos para asegurar (“las personas comunes”) sean engañadas manipulativamente,
nuestras reservas alimenta idas: ¿cómo sería posible no advertir sino que nosotros mismos (aunque “sabemos muy bien” que
• que la lógica que opera en estos casos carece de sentido desde i somos personas como las otras) al mismo tiempo nos conside
el punto de vísta de “la realidad”, que para explicar su eficacia ramos “personas salidas de un molde especial, hechas de una
hay que pensar en una función puramente simbólica?35 materia especial”: individuos que forman parte del fetiche del
El segundo modo corresponde a lo que podría denomi Objeto-Partído, encarnación directa de la Voluntad de la
narse la autoridad manipulativa, una autoridad ya no basada en Historia.
la mística de la Institución (en el poder performativo del ri La brecha entre el cinismo y la lógica totalitaria puede
tual simbólico) sino directamente en la manipulación de sus ■ ejemplificarse con la diferente actitud ante la experiencia de
sujetos. Este tipo de lógica es propia de la sociedad burguesa que “el rey está desnudo”. Una variación sobre este tema es la
tardía, de) “narcisismo patológico”, constituida por individuos ^típica “sabiduría” cínica: “las palabras sobre los valores, el ho
que participan externamente en el juego social, sin “identifi nor, la honestidad, están vacías, sólo sirven para engañar a los
cación interna”; ellos “llevan máscaras (sociales)”, “desempe incautos; lo único que importa es lo Real (el dinero, el poder,
ñan (sus) roles”, “no se toman en serio”: la meta básica del la influencia)”. El cínico pasa por alto que sólo estamos demudos
“juego social” es engañar al otro, explotar su ingenuidad y debajo de nuestra ropa: una desmistificación cínica es aún de
credulidad; el rol o la máscara sociales son experimentados masiado ingenua, en cuanto no advierte que lo “Real desnu
directamente como imposturas manípulativas; la meta de la do” se sostiene en la ficción simbólica. Tampoco el totalitario
máscara sólo consiste en impresionar al orno. ‘cree en la ficción simbólica, en su versión de la vestimenta del
En consecuencia, la actitud básica de la autoridad manipu y rey; él sabe muy bien que el rey está desnudo (en el caso del
lativa es cínica, entendiendo el cinismo en el estricto sentido •totalitario comunista, que el sistema está realmente corrupto,
íacañiano: el cínico, a partir ,del hecho de que “el Otro no |que el discurso sobre la democracia socialista es sólo un pala-
existe” (el Otro, el registro simbólico, es sólo una ficción que |hrerío vacío, etcétera). Pero, en contraste con la autoridad
no pertenece a lo Real) llega erróneamente a la conclusión de ||radieional, lo que el totalitario añade no es un “pero sin ent
que el Otro no funciona, no tiene efectos. El significado ibar go”, sino un “precisamente porque”: precisamente porque el
de que el Otro, a pesar de ser una ficción, sea “efectivo”, pue •rey está desnudo, debemos unimos más, trabajar por el Bien,
de ejemplificarse del mejor modo Con la mencionada místi 'por ello nuestra Causa es extremadamente necesaria...
ca de la Institución, propia del poder tradicional: sabemos Hay un punto de 1984 en el cual Orwell “produce su pro
que la autoridad es Una ficción, pero esta ficción regula nues pio síntoma”, dice más que lo que tiene conciencia de decir:
tra conducta actual, real; regulamos la realidad social en sí co á üna inserción que ya en su forma opera como algo excep-
mo si la ficción fuera real. Pero el cínico, que sólo cree en lo Üiónal, como una excrecencia, a saber: el denominado “libro
Real del goce, mantiene una distancia externa respecto de la fíe Goldstein”, el tratado teórico de un “disidente” que aclara
ficción simbólica; no acepta en realidad su eficacia simbólica, á “naturaleza real” de la sociedad totalitaria: que le interesa
se limita a utilizarla para manipular. La eficacia de la ficción fl poder por el poder mismo, etcétera. ¿Cuál es su fugaren el
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Slavoj Zizek Mucho ruido por una Cosa
universo de 1984} Hacia el final de la novela nos enteramos quiera en el “círculo más íntimo” se puede llegar al punto en
de que ese libro no fue escrito en absoluto por Goldstein, si el que “el Partido sepa cómo están realmente las cosas”, en el
no fabricado por el propio Partido, ¿Por qué? Desde luego, que reconozca la verdad tautológica de que la meta del poder
la primera respuesta es que se trata de una vieja táctica habi es sólo el poder mismo. A ese punto sólo puede llegarse como
tual de los partidos totalitarios en el poder: si no hay oposi a una construcción imputada a algún otro. De modo que el
ción, es preciso inventarla, puesto que el Partido necesita Círculo de la ideología totalitaria no se cierra nunca: necesa
enemigos externos e internos para mantener, en nombre de riamente contiene lo que Edgard Alian Poe llamaría su “dia
tales peligros, el estado de emergencia y la unidad total; el blillo de perversidad” que lo obliga a confesar la verdad sobre
“libro de Goldstein” tiene la intención de alentar la forma sí mismo.
ción de grupos opositores y de tal modo crear la excusa para
purgas incesantes y el ajuste de cuentas interno. Sin embargo,
esta respuesta, aunque válida, es insuficiente. En el “libro de IL “E l r e y es un a c o sa ”
Goldstein” hay algo más: contiene primordialmente una ver
dad sobre el funcionamiento de un sistema totalitario. ¿De Los dos cuerpos del rey
dónde proviene esta “compulsión” del Partido a producir un
texto que exprese su propia verdad? Según el famoso lema de Saint-Just, la Revolución esta
1984 es una de las novelas denominadas “del último hom bleció la felicidad como factor político. Lo que Saint-Just en
bre” (no debe olvidarse que uno de sus títulos provisionales tendía por “felicidad” tiene por supueso poco que ver con el
fue, precisamente, E l último hombre)-, obras que describen una goce: implica la Virtud revolucionaria, una renuncia radical a
situación catastrófica en la cual “los últimos seres vivos” recu los placeres decadentes del anden regime. En el universo jaco
rren a todas sus fuerzas para hacer llegar a los otros (la poste bino, este excedente de goce que corrompe el cuerpo sano del
ridad) la verdad de lo sucedido. Esta situación catastrófica pueblo está encarnado en la persona del rey: es como si el
puede tener las características más disímiles: va desde las ca cuerpo mismo del rey condensara la causa secreta del esclavi-
tástrofes naturales que destruyen a un grupo hasta los campos ; z a mi en to del pueblo por las fuerzas de la corrupción y la tira-
de concentración (en los cuales, como es sabido, algunos pri |ílía¡ Los jacobinos realizaban en este punto una especie de in
sioneros se aferran a la vida por el deseo de hacer llegar a la mersión anamorfótica: lo que en la perspectiva tradicional
posteridad la verdad de sus experiencias) y otras catástrofes fáparecía como la encarnación carismàtica del pueblo, como el
sociales análogas, como el surgimiento de una sociedad tota quinto en el cual la “sustancia vital” del pueblo adquiría exis
litaria según lo percibe el “último hombre” que aún se resiste tencia inmediata, vista desde otra perspectiva se convierte en
a esa socidad cerrada. Si este paradigma; se aplica a 1984, se jjna protuberancia cancerosa que contamina el cuerpo del
llega a un resultado paradójico: el “último hombre” no es tan |úeblo -p o r lo cual la purificación del pueblo exige que esa
to el desdichado Winston Smith con su diario, tom o el propio íótuberancia sea extirpada-. Parafraseando a Saint-Just, po-
Partido con su “libro de Goldstein”. Este libro es un “ajuste de jía decirse que para que sobreviviera la República, ese hom-
cuentas” con el gran Otro, el garante de la verdad: asienta el fe, el rey, tenía que ser ajusticiado, porque su existencia mis-
“real estado de cosas” como para el Juicio Final, Por esto él á la amenazaba.
Partido necesita “disidentes”, por esto lo necesita a “Golds Es un lugar común que con esta lógica de la ejecución
tein”: no puede expresar su verdad en primera persona; ni si ¿cesaría del rey los jacobinos se encerraron en un atollade-
328
v -V *
Slavoj Zízek
ro; sin embargo, este atolladero es más complicado de lo que cuanto cuerpo sexuado, cuerpo capaz de procreación y de amor
parece. A primera vista, se diría que sucumbieron a la ilusión físico, y cuerpo falible, como realiza una mediación inconsciente
señalada, entre otros, por Marx, en una nota al capítulo 1 de entre lo humano y lo divino.39
El capital: ellos pasaron por alto que “ser un rey” no es una
propiedad natural inmediata de la persona del rey, sino una Hoy en día, la sabiduría de las familias reales llega no sólo
“determinación reflexiva”; un rey es un rey porque sus súbdi a tolerar sino incluso a suscitar rumores sobre sus intrigas, sus
tos lo tratan como rey, y no a la inversa. El modo adecuado pequeñas fragilidades humanas, sus escapadas amorosas, etcé
de desembarazarse de esta ilusión no es entonces asesinar al tera, todo lo cual ha servido precisamente para reforzar el ca-
rey, sino disolver la red de relaciones sociales en cuyo seno risma de las figuras reales. Cuanto más nos representamos al
una cierta persona adquiere el estatuto de rey. En cuanto la rey como a un hombre común, atrapado en las mismas pasio
red simbólica pierde su poder performativo, de pronto se ad nes, víctima de las mismas pequeñeces que nosotros... es de
vierte que la persona que anteriormente suscitaba tal fascina cir, cuanto más acentuamos sus rasgos “patológicos” (en el
ción es en realidad un individuo como nosotros; quedamos sentido kantiano del término), más sigue siendo el “rey”. De
frente al resto material que estaba adherido a la función bido a este intercambio paradójico de propiedades, tratarlo
simbólica.36 Es cierto que de tal modo llegamos a la confor como un igual no basta para privar al rey de su caristna. En el
tadora conclusión de que el mayor castigo para el rey es per momento mismo de su mayor humillación, suscita una com
mitirle vivir al margen de su función simbólica, como un ciu pasión y una fascinación absolutas: lo demuestra el juicio al
dadano común, y se supone que éste es al mismo tiempo el “ciudadano Luis Capeto”.
mejor modo de deshacerse de la eficiencia simbólica de la . Lo que está en juego no es entonces sencillamente ia esci
función “rey”. Sin embargo, esta distinción entre el rey co sión entre la persona empírica del rey y su función simbólica.
mo función simbólica y su portador empírico pasa por alto Se trata más bien de que esta función simbólica redobla su
una paradoja que podríamos designar con la expresión “in cuetpo mismo, introduciendo una división entre el cuerpo visi
tercambio quiasmático de propiedades”, introducida por ble, material, transitorio, y otro cuerpo sublime, un cuerpo
Andrzej Warminski.37 hecho de una materia especial, inmaterial. En su seminario de
Claude Lefort ya ha articulado esta paradoja a propósito -(1958-9, sobre el deseo y su interpretación, Lacan propone
de su crítica a la tesis clásica de Ernst ICantorowicz sobre “los Éuna lectura similar del conocido diálogo de HamleP. “El cuer-
dos cuerpos del rey”: el cuerpo sublime, inmaterial, sagrado, |po está con el rey, pero el rey no está con el cuerpo. El rey es
y el cuerpo terrestre, sometido al ciclo de la generación y la fijina cosa. -¿U na cosa, mi Señor? -U n a Cosa hecha de nada.”
corrupción,38 N o se trata sencillamente de que este cuerpo !;/La distinción entre el cuerpo y la cosa coincide aquí con la
material transitorio sirva como soporte, símbolo, encarnación Ifliferencia entre el cuerpo material y el cuerpo sublime: la
del cuerpo sublime, sino del hecho curioso de que, en cuanto |vícqsa” es lo que Lacan llama objetpetit a, un cuerpo sublime,
cierta persona funciona como “rey”, sus propiedades cotidia pvasivo, que está “hecho de nada”, un puro sémblante sin sus-
nas* .comunes, sufren una especie de “transustanciación” y se lláncia. Según Lacan, es aquí donde debemos buscar la razón
convierten en un objeto fascinante: l¡dé la vacilación y la argumentación falaz de Hamlet: él quiere
pjplpear a Claudio de tal modo que el golpe a su cuerpo mate
[,..]es el cuerpo natural el que, porque se combina con el cuerpo rnal alcance a la “cosa” que hay en él, el cuerpo sublime del
sobrenatural, ejerce un encanto que deleita aí pueblo. Es en Ipy. Al mismo tiempo, sabe que, en cuanto ese cuerpo subli-
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Slavoj Zizek Mucho ruido por una Cosa
me es puro semblante, nunca podrá alcanzarlo: su golpe siem tos dos cuerpos de Lenin
pre dará en el vacío.
Esta referencia a Ceausescu no es en modo alguno casual.
[...] no se puede golpear al fulo, porque el falo, incluso el falo Dentro del orden totalitario o revolucionario, hemos presen
real, es un semblante. ciado un resurgimiento del cuerpo político sublime en la for
En su momento nos preocupaba la cuesión de por qué, des ma del líder o el Partido o ambos. La grandeza trágica de los
pués de todo, nadie había asesinado a Hitler -a Hitler, que era jacobinos consistió precisamente en que se negaron a dar este
en gran medida este objeto distinto de los otros, este objeto X paso. Prefirieron perder físicamente la cabeza antes de que
cuya función en la homogeneización de la multitud por medio
asumir ellos mismos el pasaje a la dictadura personal (asistir al
de la identificación ha sido demostrada por Freud- ¿No nos
Termidor napoleónico). No quisieron atravesar cierto um
vuelve a llevar esto a lo que estamos discutiendo aquí?
bral, más allá del cual podían “gobernar inocentemente” de
[...] ¿Qué detenía el brazo de Hamlet? No era el miedo -él
no tenía más que desprecio por el tipo- sino el hecho de que sa nuevo, asumiendo la posición de un instrumento puro de la
bía que tenía que golpear a algo que no era lo que estaba allí.40 voluntad del Otro. Por supuesto, fue una vez más Saint-Just,
el “más puro” entre ellos, quien presintió de algún modo este
El atolladero de los jacobinos acerca del rey debe situarse umbral, cuando atribuyó a los vacilantes, que no se atrevían a
en el mismo nivel. Los guiaba la intuición correcta de que asumir la responsabilidad del Terror, el siguiente razona
con el rey no podemos limitarnos a distinguir la persona em miento implícito: “nosotros no somos lo bastante virtuosos
pírica y su mandato simbólico: cuanto más aislamos a la per como para ser tan terribles”.
sona, más sigue siendo rey. Por todo esto, su ejecución debe A los jacobinos les faltó la certidumbre absoluta de que no
necesariamente impresionarnos como mal dirigida, como un eran más que un instrumento que cumplía la Voluntad del
acting out impotente, al mismo tiempo excesivo y vacío. En gran Otro (Dios, la Virtud, la Razón, la Causa). Siempre los
otras palabras, no podemos eludir la impresión paradójica, atormentó la posibildad de que, detrás de la fachada del ver
contradictoria, de que la decapitación del rey fue fundamen dugo del Terror en nombre de la Virtud Revolucionaria, es
talmente superflua y un sacrilegio horrible, que confirmó el tuviera oculto algún interés privado patológico o, para citar
carisma del rey con su destrucción física. La misma impresión una concisa formulación de Lefort:
es la que provocan otros casos análogos, incluso la ejecución
de Céausescu: ante el cuadro de su cuerpo manchado de san El hecho es que la organización del Terror nunca fue tal que
gre, hasta los más grandes enemigos de su régimen retroce sus agentes pudieran liberarse de su propia voluntad o inscribirse
dieron, como si. fueran testigos de una crueldad excesiva, pe en un cuerpo cuya cohesión fuera asegurada por la existencia de
ro al mismo tiempo un extraño miedo relampagueó en sus la conducción. En síntesis, no pudieron actuar como burócratas.41
mentes, mezclado con incredulidad: ¿era realmente él} O, pa
ra emplear los términos de Hamlet, ¿está realmente la cosa En consecuencia, eran, por así decirlo, oncológicamente cul
con este cuerpo? ¿Murió realmente con él? pables, y sólo era cuestión de tiempo que la guillotina les cor
tara la cabeza. Pero precisamente por esta razón su T error
erá democrático, no aún totalitario, en contraste con el totali
tarismo democrático, en el cual el revolucionario asume ple
namente el papel de instrumento del gran Otro y su cuerpo
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Slavoj Zizek Mucho mido por una Cosa
mismo se redobla una vez más y asume una cualidad sublime. guíenles son algunos ejemplos de las palabras finales de sus
Contra este fondo debemos entender, por ejemplo, la célebre cartas:
“promesa del Partido Bolchevique a su líder Lcnin”, formula
da por Stalin: “Nosotros, los comunistas, somos personas sa Hágame saber cómo se encuentra./ Suyo, Lenin.
lidas de un molde especial. Estamos hechos de una materia ¿Tiene buena salud?/ Suyo, Lenin.
Cuídese. Envíeme, unas palabras. Descanse m ás./S u y o, Lenin.
especial.” Resulta muy fácil reconocer el nombre 1acaniano de
esta “materia especial”: objetpetit a, el objeto sublime, la Cosa
Cuando, en el otoño de 1913, Lenin se enteró de que un
que está dentro de un cuerpo.
camarada bolchevique estaba tratando a Gorki por su neumo
En el capítulo primero de la primera edición de El capital,
nía, le escribió de inmediato:
Marx concibió el dinero, en su relación con todas las otras
mercancías, como un elemento paradójico que inmediata
mente, en su misma singularidad, encarna la universalidad de Cuando un “bolchevique” (verdadero, de los viejos) lo trata
con un nuevo método, ¡debo confesar que esto me inquieta terri
todas las mercancías; lo concibió como una “realidad singular
blemente! Dios nos salve de los médicos amigos en general, y de
que comprende en sí todas las especies efectivamente existen
los médicos bolcheviques en particular... Le aseguro que.ro7o de
tes en la misma clase”.42 La misma lógica paradójica caracte be someterse a un tratamiento con los mejores especialistas (sal
riza el funcionamiento del Partido totalitario: es como si, jun vo en los casos benignos). ¡¡Es sencillamente horrible que expe
to a las clases, los estratos, los grupos y subgrupos, sus rimente en usted mismo los inventos de un médico bolchevique!!
estructuras económicas, políticas e ideológicas, que en con Por lo menos hágase un control con los profesores de Ñapóles...
junto constituyen las diferentes partes del universo sociohis- [en esa época, Gorki vivía en Capri]... si estos profesores real
tórico gobernado por las leyes objetivas del desarrollo social, mente saben hacer su trabajo... Lo que le digo es que si se va [de
junto a todo esto, decimos, existiera el Partido, una encama CapriJ este invierno, debe visitar sin m ás cerem onias a algunos
ción individual inmediata de estas leyes objetivas, un punto de médicos de primera clase en Su iza y en Viena. ¡Sería imperdona
ble que no lo hiciera!
cortocircuito paradójico entre la voluntad subjetiva y las leyes
objetivas. En esto consiste el “molde especial” de los comu
nistas: ellos son la “Razón objetiva de la Historia” encarnada, Pasemos por alto las asociaciones que una lectura retroac
y en cuanto la materia de la que están hechos es en última tiva de este pasaje inevitablemente suscita hoy en día (veinte
instancia su cuerpo, ese cuerpo sufre una vez más una especie años más tarde, toda Rusia experimentó sobre sí misma los
de transustanciación; se convierte en portador de otro cuerpo nuevos métodos de un bolchevique); planteemos más bien la
dentro de la envoltura material transitoria. cuestión del horizonte de sentido de la preocupación de Lenin
Sería interesante volver a leer, sobre la base de esta lógica por la salud de Gorki. A primera vista, la razón parece clara y
del cuerpo sublime de los comunistas, las cartas de Lenin a bastante inocente; Gorki era un aliado precioso y como tal
Máximo Gorki, sobre todo las enviadas a partir dp 1913, con merecía el mayor cuidado.... Sin embargo, la carta siguiente
cernientes al debate sobre la “construcción de Dios” {bogo- arroja ya una luz diferente sobre todo este asunto: Lenin esta^
graditel3stro), una corriente revisionista de la democracia so ba alarmado por la actitud positiva de Gorki respecto de la
cial rusa apoyada por Gorki. Lo primero que sorprende es un “construcción de Dios33 que, según el novelista, sólo debía ser
rasgo que parece carecer de cualquier peso teórico. Lenin es “pospuesta”, había que hacerla a un lado “por el momento”,
tá literalmente obsesionado por la salud de Gorki. Los si- pero definitivamente no “rechazarla33. Esta actitud era incom-
334 335
Sìavoj Zizek Mucho ruido por una Cosa
prensible para Lenin, una sorpresa extremadamente desagra cuerpo, esa frágil materialidad que debe cumplir el mandato
dable. El último párrafo de la carta se inicia como sigue: de servir como soporte transitorio a otro cuerpo, “hecho de
una materia especial”. El hecho del mausoleo, la compulsión
Querido Alexei Maximovich,/ ¿qué está usted haciendo, en obsesiva a preservar intacto el cuerpo del líder muerto (Le
tonces? ¡Realmente, es terrible, sencillamente terrible!/ ¿Por qué nin, Stalin, Ho Chi Minh, Mao Zcdong), ¿no es la prueba de
está haciendo esto? Es terriblemente penoso./ Suyo, V. I. finitiva de esta actitud especial de los comunistas leninistas
respecto del cuerpo? ¿Cómo explicar esta preocupación obse
Y hay además una posdata:
siva, si no con referencia al hecho de que, en su universo sim
bólico, el cuerpo del líder no es sólo un cuerpo común transi
P.D. Cuídese más seriamente, realmente, para poder viajar en
invierno.«» resfriarse (en invierno es peligroso). torio, sino un cuerpo redoblado en sí mismo, un envoltorio
de la Cosa sublime?
Lo que realmente estaba en juego se advierte con más cla
ridad al final de la carta siguiente, enviada junto con la ante
¿ Cómo extraer al Pueblo que está dentro de pueblo?
rior:
Ensobro la carta de ayer: no preste atención a mi arrebato. La emergencia de este cuerpo sublime está claramente
¿Tal vez no lo estoy entendiendo bien? ¿Quizás estaba usted bro vinculada con la violencia ilegal que funda el reino de la ley:
meando cuando escribió “por el momento”? Acerca de la “cons una vez establecido ese reino, gira en su círculo vicioso, “po
trucción de Dios”, ¿es posible que no lo haya escrito seriamen- ne sus presupuestos”, mediante la forclusión de sus orígenes;
te?/Dios del cielo, cuídese un poco más./ Suyo, Lenin. sin embargo, para que funcione el orden sincrónico de la ley,
debe ser sostenido por alpina “pequeña pieza de lo real” que, dentro
Aquí finalmente se dice la cosa de una manera formal y del espacio de la ley, ocupe el lugar de su violencia fundadora/for-
explícita: básicamente, Lenin concebía la confusión ideológi cluidm el cuerpo sublime es precisamente esa “pequeña pieza
ca de Gorki y sus vacilaciones como signo de su debilidad y de lo real” que “se atasca” y de tal modo oculta el vacío del
agotamiento físicos. Por ello no toma en serio los contraargu círculo vicioso de la ley. La lógica del cuerpo sublime del lí
mentos de Gorki: en última instancia, su respuesta consiste der totalitario, ¿no es sin embargo la misma lógica tradicional
en repetir.“descanse, cuídese m ás...” de los “dos cuerpos del rey”? ¿En qué difieren? Para encon
Pero la actitud de Lenin no tiene nada que ver con un ma trar la respuesta debemos dar un rodeo inesperado, por el
terialismo vulgar, con la reducción inmediata del razona marqués de Sade.
miento de Gorki a procesos fisiológicos; por el contrario, im Lacan (para no mencionar a Adorno y Horkheimer) ya ha
plica la idea del comunista como un hombre de “molde demostrado la conexión interior entre Sade y la ética kantia
especial”: cuando un comunista habla y actúa como comunis na, afirmando que el universo sadeano nos ofrece la verdad
ta, es la propia necesidad objetiva de la Historia la que habla del formalismo ético kantiano. La homología estructural ery-
y actúa a través de él. En otras palabras, la mente de un ver tre Kant y el Terror democrático es análoga a un topos clásico:
dadero comunista no puede desviarse porque es la autocon- en ambos casos, el punto de partida es un acto de vaciamien
ciencia inmediata de la necesidad histórica; en consecuencia, to, de evacuación radical. En Kant, lo evacuado que queda va
lo único que puede marchar mal e introducir desorden es su cío es el lugar del Bien Supremo: cualquier objeto positivo
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Slavoj Zizek Mucho mido por una Cosa
que ocupara este lugar sería por definición “patológico”, esta un nuevo cuerpo sublime. El 20 de abril de 1794, Billaud-
ría signado por la contingencia empírica, razón por la cual la Varenne pronunció en la Convención un discurso del que ex
ley moral debe reducirse a la pura forma que le otorga a traemos el siguiente pasaje:
nuestros actos el carácter de universalidad. La operación ele
mental del T error democrático jacobino es también la eva El pueblo francés os ha encargado una tarea que es tan vasta
cuación del lugar del poder: quien pretenda ocupar ese lugar como difícil. El establecimiento de la democracia en una nación
es por definición un usurpador “patológico”: para citar a que ha languidecido encadenada durante tanto tiempo podría
compararse a los esfuerzos realizados por la naturaleza durante la
Saint-Just una vez más, “nadie puede gobernar inocentemen
sorprendente transición desde la nada a la existencia, y esos es
te”. La conclusión es que debe haber también un paralelo en
fuerzos fueron sin duda mayores que los involucrados en la tran
tre Sade y Saint-Just. sición desde la vida a la aniquilación. Debemos, por así decirlo,
Comencemos por la fantasía sadeana fundamental formu recrear al pueblo que queremos que restaure la libertad.41
lada por el Papa en el libro V de Julieta. La visión sadeana de
la naturaleza que se expresa allí es una precursora efectiva de En estas palabras resulta fácil discernir los contornos de la
“materialismo dialéctico” estalinista: la naturaleza es concebi fantasía sadeana: como el agente sade ando con relación a
da como un circuito externo de generación y corrupción en la naturaleza, el revolucionario tiene que liberar al pueblo de
el cual, siguiendo leyes de hierro, lo viejo se marchita y nace las cadenas de la vieja sociedad, permitiéndole desprenderse
lo nuevo. ¿Por qué, entonces, Sade prefiere claramente la de su cuerpo corrupto y (re)crearse ex nihilo, es decir, repetir
destrucción, en lugar de dar nacimiento a lo nuevo? Según “la sorprendente transición desde la nada a la existencia”:
este modo de ver, la naturaleza es una esclava de sus propias “Cuando hay que extraer al Pueblo de dentro del pueblo, el
leyes, está atrapada en la necesidad implacable de su movi único medio es trazar una distinción entre el ser y la nada”.44
miento circular; el único modo de permitirle que cree algo Esta “extracción del Pueblo de dentro del pueblo” equivale a
efectivamente nuevo es, por lo tanto, un crimen absoluto, es la extracción del objeto puro, sublime (la Cosa), del cuerpo
decir, un crimen cuya fuerza destructiva exceda al movimien corrompido. Su lógica puede ilustrarse perfectamente con
to circular de la generación y la corrupción, un crimen que una conocida paradoja tomada de los dibujos animados. En
interrumpa este circuito y, por así decirlo, libere a la natura un momento de pánico o lucha, el lobo o el gato se despren-
leza de sus propias leyes, haciéndole posible crear nuevas for í: den de su piel animal y debajo de ella podemos ver una piel
mas de vida ex nihilo, desde cero. Allí sitúa Lacan el vínculo ¡ humana común; en el universo de los dibujos animados, la
entre la sublimación y la pulsión de muerte: la sublimación 1; piel peluda del animal tiene, por lo tanto, el estatuto de vesti
equivale a la creación ex nihilo, sobre la base de la aniquila menta: los animales son en realidad seres humanos vestidos
ción de la tradición precedente. No resulta difícil ver que to de animales. Para convencernos, basta con que les arranque-
dos los proyectos revolucionarios radicales, incluso el del Kh- I mos su envoltura falaz... La meta del Terror revolucionario
mer Rojo, se basan ep esta misma fantasía de aniquilación l es análoga a ese desnudamiento: hay que desollar al animal,
radical de la tradición y creación ex nihilo de un nuevo hom ^arrancar la piel bárbara del Pueblo, con la esperanza de que
bre (sublime), liberado de la corrupción de la historia ante pde tal modo aparecerá y se afirmará libremente su verdadera
rior. La misma fantasía inspiró el T error revolucionario jaco ¡¡naturaleza humana virtuosa.
bino: la Revolución debía borrar el cuerpo del pueblo Todas las paradojas detectadas por Lefort en el pasaje ci
corrompido por el largo reinado de la tiranía y extraer de él liado de Billaud-Varenne tienen la misma matriz de la parado
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V
ja temporal. El Pueblo le impone a la Convención (es decir, a Tu opresor no tiene más que dos ojos, dos manos, un cuer
sus delegados) el mandato de darle origen, de crearlo de nue po, y nada que no tenga el último de m infinito número de ciu
vo a partir de la nada... ¿Cómo puede alguien que todavía no dadanos, salvo la ventaja que tú le das, que es el poder para des
existe delegar la misión de crearlo? ¿Cómo puede alguien que truirte. ¿Dónde obtuvo esos ojos con los que te espía, si tú no se
los diste? ¿Tendría todas esas manos para golpearte, si no las ob
aún aguarda ser creado preceder a su propia cohcepción? En
tuviera de ti? Esos pies con los que pisotea tu ciudad, ¿dónde los
este punto, la teoría 1acan iana nos ofrece una respuesta preci
consiguió, si no son los tuyos propios? ¿Qué poder tiene él sobre
sa: esta presencia paradójica es la de un puro objeto, voz o ti, si no el poder que tú le das?45
mirada. Antes de su nacimiento en sentido propio, la nación
está presente como una voz superyoica que le impone a la Por lo tanto, la respuesta de La Boétie es en última instan
Convención la tarea de darle origen. Lefort tiene razón al de cia la de Pascal y Marx: es el súbdito mismo quien, compor
signar esta condición con el término “fantasma”. La estructu tándose con el amo a la manera de un súbdito hace de él un
ra de esta paradoja temporal también nos permite articular la amo. El secreto del amo, lo que es “en el amo más que él mis
lógica del cuerpo sublime del líder. Al concebirse como una mo”, la X insondable que le confiere el aura carisinática, no
agencia a través de la cual el Pueblo se da origen a sí mismo, es más que la imagen invertida de la “costumbre”, el rito sim
el líder asume el papel de un delegado desde (de) elfuturo; actúa bólico del súbdito. De allí el consejo de La Boétie: nada es
como un vehículo a través del cual el Pueblo futuro, aún no más fácil que liberarse del amo; basta con dejar de tratarlo co
existente, organiza su propia concepción. Lo que en el caso mo tal y, automáticamente, dejará de serlo.
del mito de la “acumulación primitiva” era una proyección
retroactiva, se convierte ahora en la autolegitimación de un ...podéis liberaos si realizáis el esfuerzo, no un esfuerzo por libe
agente político actual. raos, sino el esfuerzo de querer hacerlo. Resolved que no seréis
más esclavos, y seréis libres. No os estoy pidiendo que lo saquéis
de vuestro camino, que lo echéis abajo: basta con que dejéis de
La “hipótesis del amo” ■ sostenerlo y, como un gran coloso al que se le retira el basamen
to, se desmoronará y caerá en pedazos bajo su propio peso.40
La conclusión general de lo que hemos elaborado hasta
aquí es que no basta captar el funcionamiento de un campo Obsérvese la formulación precisa de La Boétie: para libe
ideológico dado, la referencia al registro simbólico (el “gran rarse del yugo del amo, el súbdito no está obligado a realizar
Otro” lacaniano) y sus diferentes mecanismos (sobredetermi un esfuerzo por liberarse, sino sólo el esfuerzo de querer ha
nación, condensación, desplazamiento, etcétera). Dentro de cerlo. En otras palabras, el gesto que constituye al amo es un
este campo opera siempre el resto de un objeto que se resiste . gesto en el cual no hay ninguna brecha entre la voluntad y su
a la simbolización, un resto que condensa, materializa el puro '■realización: en cuanto “queremos algo”, ocurre, ¿Por qué, en
goce y que, en nuestro caso, asume la forma del otro cuerpo, tonces, siguen los súbditos siendo siervos? ¿Por qué tratan a
el cuerpo sublime, del rey o del líder. El resto dél cuerpo su |?u amo como a un amo? Hay una única respuesta posible:
blime del poder es lo que fascina al sujeto para que “ceda en [porque la misma paradoja también define el estatuto de la li-
su deseo” y de tal modo lo enreda en las paradojas de la servi- Ibertad.
p'
tude volontaire, como ya era claro pata La Boétie:
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Slavoj Zizek Mucho ruido por mía Cosa
La libertad es algo que los hombres no desean, y parecería Es ese capricho sin embargo el que introduce el fantasma de
que la única razón de esto es que si la desearan la tendrían.47 la Omnipotencia, no del sujeto, sino del Otro donde se instala su
demanda... y con ese fantasma la necesidad de su refrenamiento
Por lo tanto, la libertad es el punto imposible de pura pcr- por la Ley... [el deseo] invierte lo incondicional de la demanda
formatividad en el cual la intención coincide inmediatamente de amor, donde el sujeto permanece en la sujeción del Otro, para
con su realización: para tenerla, basta con desearla. Por su llevarlo a la potencia de la condición absoluta (donde lo absoluto
puesto, esa saturación bloquea completamente el espacio del quiere decir también desasimiento).50
deseo. Y la “hipótesis del amo” es precisamente una de las sa
lidas posibles que nos permiten salvar a nuestro deseo de esa Antes deí reinado de la ley, la madre (el Otro primordial)
saturación: externalizamos el impedimento, el atolladero in aparece como el “fantasma de la omnipotencia”; para satisfa
trínseco del deseo, transformando en una fuerza represiva que cer sus propias necesidades, el sujeto depende totalmente del
se opone a él desde afuera. La lógica de esta externalización capricho de ese Otro, de su voluntad arbitraria; en tales con
aparece con la mayor pureza a propósito del déspota, esa fi diciones de dependencia total respecto del Otro, el deseo del
gura ejemplar del “capricho del O tro”: para eludir el hecho sujeto se ve reducido a la demanda del amor del Otro, al es
inquietante de que el Otro en sí es en última instancia impo fuerzo por satisfacer la demanda del Otro y de tal modo ga
tente, incapaz de “proporcionarlo” (de proporcionar el objeto nar su amor. El sujeto identifica su deseo con el deseo del
causa de nuestro deseo), construimos una figura del Otro que Otro-Madre, asumiendo una posición de alienación comple
podría satisfacemos, “proporcionárnoslo”, pero no lo hace de ta. Se encuentra totalmente sometido al Otro-sin-falta, por su
bido a su capricho puramente arbitrario.48 parte no sometido a ningún tipo de ley, y que, según su capri
En síntesis, el truco es el mismo que en el amor cortés: cho momentáneo, puede satisfacer o no satisfacer las deman
“Una manera muy refinada de reemplazar la ausencia de rela das del sujeto.
ción sexual fingiendo que somos nosotros quienes obstaculi El advenimiento de la ley simbólica quiebra este círculo
zamos su camino”.49 Eludimos la imposibilidad intrínseca de cerrado de la alienación: el sujeto experimenta que el Otro-
la relación sexual poniéndole un obstáculo externo; de tal Madre en sí obedece a una cierta ley (la palabra paterna); la
modo preservamos la ilusión de que, de no existir ese obstá omnipotencia y la propia voluntad del Otro quedan de tal
culo, podríamos gozarla plenamente. N q sorprende, enton modo refrenadas, subordinadas a una condición absoluta. En
ces, que la Dama o Señora del amor cortés actúe como la en consecuencia, el advenimiento de la ley entraña una especie
carnación misma del déspota caprichoso, sometiendo a su de “desalienación”: en cuanto el Otro también aparece some
caballero a las ordalías más arbitrarias e insensatas. En este tido a la condición absoluta de la ley, el sujeto ya no está más
punto debemos recordar el pasaje crucial de “Subversión del a merced del capricho de ese Otro, su deseo no está ya total
sujeto y dialéctica del deseo”, donde Lacan articula el modo mente alienado al deseo del Otro, El sujeto logra entonces es
en que la ley “refrena” el deseo: el deseo de ser “controlado” tablecer una suerte de distancia respecto Hel deseo de la ma
por la ley no es el deseo deí sujeto, sino el deseo'de su Otro, dre; su deseo no está ya reducido a ser demanda del amor de/
de la madre como “Otro primordial”; antes de la intervención la madre. En contraste con el concepto postestructuralista
de la ley, el sujeto está a merced del “capricho” del Otro, la de una ley que refrena, que canaliza, aliena, oprime, “edipiza”
madre todopoderosa: algún previo “flujo del deseo”, la ley es aquí concebida como
una agencia de “desalienación” y “liberación”: abre el acceso
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Slavo) Zizek Mucho mido por una Cosa
al deseo al permitir que nos desenredemos del gobierno del demuestra que el sujeto “ha cedido en su deseo”. Por su
capricho del Otro. Desde luego, estos son lugares comunes puesto, el deseo puro es pulsión de muerte; aparece cuando el
lacanianos, pero lo que habitualmente se pasa por alto es el sujeto asume sin restricciones su “ser para la muerte”, la ani
modo en que este “refrenamiento del deseo” del Otro por quilación final de su identidad simbólica, es decir, cuando so
medio de la ley tiene la estructura de la “negación de la nega porta la confrontación con lo Real, con la imposibilidad cons
ción”, de la negación autorreferencial. El sujeto “se libera”, titutiva del deseo. La denominada resolución “normal” del
no “superando” el poder negativo del Otro al que está some complejo de Edipo (la identificación simbólica con la metáfo
tido, sino experimentando su carácter autorreferencial'. la nega- ra paterna, es decir, con la agencia de la prohibición) no es en
tividad que el Otro dirigía contra el sujeto está en realidad di última instancia más que un modo que tiene el sujeto de evi
rigida contra el Otro en sí, lo que significa que este Otro está tar el atolladero constitutivo del deseo, transformando en pro
ya en sí mismo escindido, marcado por una relación negativa hibición la imposibilidad intrínseca de su satisfacción: como si
autorreferencial, sometido a su propia negatividad. La rela fuera posible satisfacer el deseo, de no mediar la prohibición que le
ción del sujeto con el Otro deja entonces de ser una relación cierra el paso... Sin embargo, el psicoanálisis no “apuesta al
de subordinación directa, puesto que el Otro no es ya una fi padre”; la meta del proceso analítico no es en absoluto gene
gura totalmente omnipotente. El sujeto ya no obedece a la rar una identificación “exitosa” con el Nombre-del-Padre si
voluntad del Otro, sino a una ley que regula sus relaciones no, por el contrario, inducir al analizante a que elija “lo peor”
con ese Otro: la ley impuesta por el Otro es simultáneamente en la alternativa “el padre o lo peor” {le pére ou le pire), es de
la ley a la que el propio Otro debe obedecer.. cir, que disuelva al padre qua síntoma eligiendo el atolladero
El “capricho del O tro” (la imagen fantasmática de un del deseo, asumiendo plenamente la imposibilidad constituti
Otro omnipotente de cuya voluntad depende nuestra satisfac va del deseo.51
ción) no es entonces más que un modo de evitar la falta en el
Otro: el Otro podría habernos procurado el objeto de la satisfac
ción plena; si no lo ha hecho, ello depende simplemente de su E l rey como ocupante del vacío
voluntad inescrutable. E s casi superfluo señalar las implica
ciones teológicas y políticas de esta lógica del “capricho del La paradoja fundamental del cuerpo sublime del amo, sin
O tro”: baste con recordar, por una parte, la teoría calvinista embargo, es que su rol no puede reducirse al de un síntoma
de la predestinación, la idea de un Dios omnipotente y libre que le permíta al sujeto evitar lo Real de su deseo: también
que, no subordinado a ninguna ley, determina de antemano, hay que invertir la perspectiva, mostrando que el cuerpo del
según Su “capricho” inescrutable, quién será condenado para rey puede asimismo funcionar como la garantía misma del
la eternidad y quién será salvado; por otro lado, el ya mencio no-cerramiento de lo social, cuya aceptación caracteriza la
nado fantasma del déspota, de un poder absoluto, omnipoten- democracia. Desde luego, pensamos en la deducción hegelia-
, te, que está al mismo tiempo a merced de su propia'voluntad na del monarca en su Filosofía del derecho.
absoluta: un poder en el que la única ley es el capricho del La paradoja del monarca hegeliano se pone de manífiestó
déspota- si la situamos contra el fondo de lo que Claude Lefort ha de
En este preciso sentido debemos también concebir la tesis nominado “la invención democrática”: la ruptura radical en la
de Lacan según la cual el padre mismo (como agencia de pro manera de ejercer el poder, introducida por la emergencia del
hibición) es un síntoma, una formación de compromiso, que discurso político democrático. La tesis fundamental de Lefort
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Slavoj Zizek Mucho ruido por una Cosa
(que hoy es ya un lugar común) sostiene que, con el adveni mo. Los jacobinos, por el contrario, se percibían como protec
miento de la “invención democrática”, el lugar del poder se tores del lugar vado del poder, como una salvaguarda contra los
ha convertido en un lugar vado; lo que antes era la angustia pretendientes ilegítimos a ocupar ese lugar: “El T error es re
del interregno, un período de transición que había que supe volucionario en cuanto prohíbe que alguien ocupe el lugar del
rar lo antes posible (el hecho de que “el trono estaba vacío”), poder y, en este sentido, tiene un carácter democrático”.53
ahora es el único estado “normal”. En las sociedades prede- Por esta razón, por ejemplo, la argumentación de Robes-
mocrádcas, siempre hay un pretendiente legítimo al lugar del pierre contra Danton no aduce ninguna prueba positiva de su
poder, alguien que tiene títulos para ocuparlo, y a quien lo culpa. Le basta recordar lo obvio, el hecho puramente formal
derroca por la violencia le corresponde sencillamente el esta de que Danton es un héroe revolucionario y como tal se ha
tuto de usurpador, mientras que, dentro del horizonte demo elevado por encima de la masa de los ciudadanos ordinarios,
crático, quienquiera ocupe el lugar del poder es un usurpador es decir que reclama un estatuto especial para sí. En el uni
por definición.52 verso jacobino, el héroe de la Revolución está separado del
Dentro de ese horizonte democrático, todo lo permitido es traidor por una línea tenue, a menudo indefinible. La forma
que por medio de una legitimación electoral un súbdito ejerza misma del héroe puede convertir en un traidor a alguien que,
temporariamente el poder, con el estatuto de mandatario: te por sus hechos, es un héroe revolucionario: esa forma lo ele
nemos una conciencia constante de la distancia que separa el va por encima de los ciudadanos comunes y de tal modo lo
lugar del poder como tal respecto de quienes lo ejercen en un expone al peligro y a la tentación de la tiranía. El propio Ro-
momento dado. La democracia se define precisamente por es bespierre tenía plena conciencia de esta paradoja y su grande
te límite inviolable que impide que cualquier súbdito se con- za trágica se expresa en su estoica aceptación de la perspecti
sustancialice con el lugar de poder; lo que para nosotros tiene va de ser decapitado al servicio de la Revolución.
una significación especial es que Lefort designa este límite va Este atolladero de la posición jacobina como protectora
liéndose de los conceptos lacanianos de lo Real y lo Simbólico. del lugar vacío del poder podría articularse con precisión re
Con la llegada del discurso democrático, el lugar del poder se firiéndola a la distinción lacaniana entre el sujeto del enuncia
convierte en una construcción puramente simbólica que no do y el sujeto de la enunciación. En el nivel del enunciado, el
puede ser ocupada por ninguna agencia política real. . jacobino salvaguardaba el vacío del lugar del poder; impedía
Si tenemos presente la homología entre la tesis de Lefort que alguien ocupara ese lugar, pero ¿no se reservaba él mis
sobre el lugar vacío del poder y la célebre máxima de Saint- ino un lugar privilegiado, no funcionaba como una especie de
Just “nadie puéde reinar inocentemente”, que sirvió como le “rey al revés”? Es decir, la posición misma de enunciación
gitimación inmediata del T errorise vuelve evidente el hecho desde la cual actuaba y hablaba, ¿no es la posición del poder
crucial: el T error jacobino no fue una simple aberración ni absoluto? Salvaguardar el lugar vacío del poder, ¿no es el mo
una traición al proyecto democrático, sino que, por el contra do más astuto y al mismo tiempo más brutal e incondicional
rio, su naturaleza era estrictamente democrática. El Terror ja de ocuparlo?
cobino se diferencia del terror totalitario posdemocrático por Lejos de entrañar algún tipo de retorno al orden político
no ser él terror de quienes proclaman el derecho a “reinar predemocrático, con un pretendiente legítimo “natural” al lu
inocentemente” en nombre de su “misión histórica (de clase, gar del poder, la defensa hegeliana de la monarquía nos pre
racial, religiosa...)”; la idea misma del Partido como encarna senta una solución especulativa a este atolladero jacobino. La
ción del “interés histórico” es ajena al universo del jacobinis función del monarca hegeliano se corresponde exactamente
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Slavo) Zizek Mucho ruido por una Cosa
con la del terrorista jacobino: sirve como protector del lugar Por lo tanto, ¿está hoy en día la izquierda condenada a su
vacío del poder. Es decir que su función es en última instancia mar todas sus fuerzas para la victoria de Ja democracia? La
de naturaleza puramente negativa; él es una agencia formal va ironía es inequívoca: hasta hace poco tiempo, la izquierda
cía cuya tarea consiste simplemente en impedir que el ejecuti desplegaba todo su virtuosismo dialéctico para demostrar que
vo presente del poder se “pegue” al lugar del poder, es decir, la libertad liberal-democrática no es aún la “libertad real”,
que se identifique inmediatamente con él. El monarca no es que hay en ella un antagonismo intrínseco que la llevará a la
más que una positivación, una materialización de la distancia tumba, que todos los fenómenos que a la ideología liberal-de
que media entre el poder y quien lo ejerce. Por esta razón mocrática le parecen meros excesos, degeneraciones, aberra
-porque sus funciones son puramente negativas-, la cuestión ciones (en síntesis, signos de que el proyecto liberal-democrá
de “quién debe reinar” puede e incluso debe quedar librada a la tico no ha sido aún plenamente realizado) son en sentido
contingencia de linaje biológico: sólo así se afirma efectiva estricto sus síntomas, los puntos en los que emerge la verdad
mente la completa insignificancia de la positividad del monarca. oculta. En consecuencia, ¿debe la izquierda actual resignarse
Podemos ahora ver por qué el monarca, precisamente co a aceptar la tesis seudohegeliana del “final de la historia” y
mo punto que garantiza y personifica la identidad del Estado (para parafrasear el prefacio de Hegel a La filosofía del dere
qua totalidad racional, es una pura “determinación reflexiva”. cho)55 reconocer a la razón como la rosa de la única libertad
El atolladero, el cortocircuito de la posición jacobina, se di posible en la cruz del actual capitalismo tardío? ¿Debe quedar
suelve por medio de un “reflejo sobre sí misma” de la barrera muda por vergüenza, o caer en el ritual masoquista de denun
negativa que, dentro del universo democrático, impide que ciar el “potencial totalitario” de su propio pasado, para la
los sujetos políticos ocupen el lugar del poder; es esta misma gran satisfacción de los enanos conformistas cuya complacen
barrera la que se materializa de un modo nuevo en un sujeto cia consigo mismos triunfa en la actual época de truhanes
en el cual el Nombre vacío, puro, coincide con la inmediatez sobre el “utopismo” izquierdista?
del “último residuo” de naturaleza. En otras palabras, el úni Ante el aparente triunfo mundial de la ideología liberal-
co modo de crear una barrera efectiva para que los sujetos po capitalista, sería mucho más productivo recordar la máxima
líticos no puedan “pegarse” al lugar del poder consiste en de Hegel según la cual un movimiento político logra la victo
subjetivizar de un modo nuevo esa barrera en la persona del ria cuando se divide. El momento del triunfo de la democracia
monarca. El círculo vicioso del T error -d e demócratas que se liberal, el momento de la desintegración de su adversario ex
cortan las cabezas indefinidamente- queda de tal modo inte terno, encamado en el “Imperio del Mal” comunista, es en sí
rrumpido. El monarca es una especie de inversión de la para mismo (y pronto lo será también “para sí”) el momento de la
doja jacobina. En el jacobino, su posición de enunciación (co confrontación con su límite imnanente\ sus propias debilida
mo ejecutor del poder) contradice su enunciadó (según el cual des ya no pueden ser exculpadas comparándolas con las de
él es el protector del lugar vacío del poder, es decir, de su ca “Ellos”. Tanto en Occidente como en Oriente, estamos ya
rácter democrático); el monarca, por el contrario, logra fun presenciando la aparición de nuevos movimientos políticos
cionar, en el nivel de la enunciación, como un protector efec que son “eventos” en el sentido elaborado por Alain Badiou:
tivo del lugar vacío del poder, precisamente asumiendo, en el emergencias de algo que no puede ser integrado en los mar
nivel del enunciado, la forma de una persona unitaria, positi cos ideológicos existentes, signos de lo Nuevo; el hecho de
va, la del Soberano, garante y encarnación de la identidad del que abren caminos es atestiguado por la circunstancia misma
Estado consigo mismo.54 de que ignoran de qué son signo y, por lo tanto, a menudo se
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Y
Slavoj Zizek Mucho ruido por una Cosa
refugian en eJ lenguaje del pasado; basta con mencionar al El psicoanálisis conoce muchos tipos de ética. Casi po
Movimiento Verde. dríamos decir que cada patología implica su propia actitud
Esto nuevo puede reconocerse por las diversas formas del ética. El imperativo ético histérico es mantener vivo el deseo a
rechazo a 3a fórmula actualizada del imperativo categórico; cualquier precio; a propósito de cualquier objeto que pueda
“Actúa de tal modo que tu actividad no obstruya la libre cir satisfacerlo y por lo tanto amenaza con extinguirlo, la reac
culación y reproducción del capital”. Hoy en día, entre el ver ción histérica es el “¡No se trata de estol” que una vez más po
dor de la fachada planetaria de la democracia hay cada vez ne al deseo en movimiento. El objeto del deseo obsesivo es la
más grietas que dejan ver su carne gris capitalista; hoy en día ■ demanda del Otro: su imperativo es imaginarlo y realizarlo a
(de manera típica en la ex República Democrática Alemana) cualquier precio. El obsesivo se encuentra totalmente perdido
el entusiasmo democrático demuestra no ser más que un pre si el Otro no le hace demandas, si él no puede serle de algún
ludio a la integración del nuevo territorio en el flujo del capi modo “útil” al otro, puesto que esta falta de demanda lo arro
tal, esta fuerza efectiva de desterritorialización que socava to ja a enfrentar el abismo del deseo del Otro que está más allá
das las identidades locales fijas, este verdadero rizoma de de su demanda; el obsesivo se sacrifica, trabaja constantemen
nuestro tiempo, y precisamente hoy en día el psicoanálisis tie te para el Otro, a fin de impedir la aparición del deseo del
ne más que nunca la responsabilidad de delimitar el espacio Otro. El imperativo de un perverso, por el contrario, es traba
de la posible resistencia a esta circulación; las nuevas formas jar para el goce del Otro, convertirse en un objeto-instrumen
del rechazo histérico del sujeto a asumir el lugar preordenado to de él. Y parecería que la izquierda ha vacilado hasta ahora
en esta circulación, las nuevas formas de la pregunta histérica entre esas tres posiciones: desde la izquierda radical anarquis
dirigida al capital. ta dominada por el “narcisismo de una causa perdida”, que se
Encontrar nombres propios para esto Nuevo es la tarea que siente bien cuando está lejos del poder y puede seguir insatis
tiene por delante el pensamiento de izquierda. Para realizarla, fecha, conservando su distancia con el orden social existente,
la izquierda no necesita renunciar a su pasado; cuán sintomáti " hasta la posición perversa estalínista de instrumento que sirve
co es el actual olvido del hecho de que la izquierda fue el me al goce del gran Otro de la Historia (las “leyes de hierro del
diador evanescente que ganó la mayoría de los derechos y li ? progreso histórico”, etcétera), pasando por la ética obsesiva
bertades de los que hoy en día se apropió la democracia liberal, fj socialdeinócrata tradicional de la satisfacción compulsiva de
empezando por el derecho común al voto; cuán sintomático es | las demandas del Otro (el votante); “Olvidémonos de las
el olvido del hecho de que el lenguaje mismo por medio del f grandes metas, concentrémonos en lo que la gente realmente
cual incluso los medios de comunicación perciben al estalinis- ó quiere y tratemos de proporcionárselo dentro de los límites
ino (el “Gran Hermano”, el “Ministerio de la Verdad”, etcéte £ de lo posible”.
ra) fue el producto de una crítica izquierdista á la experiencia | Pero junto a estas tres éticas del deseo histérico, la deman-
comunista. Hoy más que nunca, en medio de la época de tru da obsesiva y el goce perverso hay una cuarta actitud ética, la
hanes en la que vivimos, el deber de la izquierda es Inantener
vivada memoria de todas las causas perdidas, de todos los sue
ños y esperanzas rotos y pervertidos que acompañaron a los
proyectos izquierdistas. La ética que tenemos en mente a pro
I de la pulsión, Hasta cierto punto, agudizamos la tesis de L a-
can: no sé trata sólo de que el sujeto no deba “ceder en su
pulsión”; el estatuto mismo de la pulsión es intrínsecamente ético.
Estamos en el extremo opuesto del biologismo vitalista: la
pósito de este deber es la ética de la Causa guala Cosa, la ética imagen que más adecuadamente ejemplifica la pulsión no es
de lo Real que, como dice Lacan, “siempre retorna a su lugar”. ( el “ciego medrar del animal” sino la compulsión ética que nos
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impone marcar repetidamente la memoria de una causa per nar a la izquierda en un enamoramiento nostálgico del pasado,
dida. No se trata de recordar el trauma pasado lo más exacta es la única posible para tomar distancia sobre el presente, una
mente posible: esta “documentación” es falsa a prio?i, trans distancia que nos permita discernir los signos de lo Nuevo.
forma el trauma en un hecho objetivo, neutro, mientras que
la esencia del trauma consiste precisamente en que resulta de
N otas
masiado horrible para recordarlo, para integrarlo en nuestro
universo simbólico. Todo lo que tenemos que hacer es mar , 1. Véase Joan Copjec, “The Sartorial Superego”, October, 50,
car repetidamente el trauma como tal, en su misma “imposi ■ Nueva York, MIT, 1989.
bilidad”, en su horror no integrado, por medio de algún ges 2. Immanuel Kant, Critique o f Practical Reason, Indianapolis,
to simbólico “vacío”. | Bobbs-Merrill, 1957, págs. 26-7 [ed. cast.: Crítica a la razón práctica,
Un ejemplo profundamente emotivo de ese tipo de gestos y Barcelona, Círculo de lectores, 1995].
es el caso de un judío polaco que sobrevivió a Auschwitz y ■J 3. Jacques Lacan, Ecrits, París, Editions du Seuil, 1966, pág. 767
[ed. cast.: ob. cit. en pág. 81].
que, a pesar de la presión del poder comunista, se negó a emi
4. Por lo tanto, el comunismo estalinista es, en un sentido, más
grar a Occidente. Cuando los periodistas le preguntaron cuá
directo que el orden civil “normal”: reconoce abiertamente la vio-
les eran las razones de su insistencia, respondió que cada vez : lencia en su fundamento. El Partido es como un aborigen que dice:
que visitaba el lugar del campo de concentración, se detenía : “Nuestra meta es proscribir el canibalismo, y nuestra tarea consiste
en un bloque de hormigón, resto de algún edificio del campo. ' , en comernos hasta el último de los caníbales para alcanzar ese obje
El mismo era como ese bloque de hormigón mudo, lo único tivo”. La conclusión es, tal vez, que lo que llamamos "democracia”
importante era que volviera, que estuviera allí. En otro nivel, implica una cierta ingenuidad fundamental, una cierta resolución de
Claude Lanzmann hizo lo mismo en su documental sobre el dejar algunas cosas sin decir y actuar (como si) no las conociéramos.
Holocausto titulado Shoab\ renunció de antemano a cualquier 5. J. V. Stalin, Works, vol. 6, Moscú, Foreign Languages Publis-
intento de reconstruir la “realidad” del Holocausto; a través Y hing House, 1953, pág. 47 [ed. cast.: Obras, Madrid, Ediciones Vosa,
y 1984].
de numerosas entrevistas con los sobrevivientes, con los cam
I: 6. Jacques Lacan, The Four Fundamental Concepts o f Psycbo-Analy-
pesinos que viven actualmente en el lugar de Auschwitz, a ; sis, Londres, Hogarth, 1977, pág. 185.
través de tomas de restos desolados del campo, él rodeó, dio
vueltas en torno al lugar imposible de la catástrofe. Y es así
como Lacan define la pulsión: la compulsión de dar vueltas
una y otra vez alrededor del sitio de la Cosa perdida, marcarla
I [,■ 7 .Ibíd.
354 355
Slavoj Zizek Mucho ruido por una Cosa
punto débil, yo les permití que se hicieran a sí misinos la pregunta que lo, puesto que no representaba ningún peligro real, y bastaba con de
deseaban. El aparente liberalismo tenía por supuesto un solapado senmascarar su impostura... La solución jacobina fue que el rey era
motivo represivo: de tal modo pretendía impedir que el estudiante un semblante engañoso que no existía ontològicamente y precisamente
huyera ante la realidad, ya que no le quedaba ninguna excusa. Sin por esa razón era tan peligroso. Precisamente debido a su falsedad on
embargo, esta estrategia no bloqueó el mencionado mecanismo ri tològica (la de una nada que pretendía ser algo, una “cosa hecha de
tual. Los propios estudiantes se hacían las preguntas y a continuación nada”) había que combatirlo por todos los medios. En otras palabras,
comenzaban tranquilamente a comportarse siguiendo el mismo ritual: la el misterio real del carisma del rey es el de la servidumbre voluntaria:
mentarse, mirar para todos lados, deplorar la mala suerte; ésa había ¿cómo era posible que un puro impostor sin ninguna sustancia hu
sido exactamente la pregunta maldita, “¿cómo pudo sucederme a biera fascinado y dominado al pueblo durante tanto tiempo?
mí?”... Lejos de ser una actitud fingida, de este modo se confirmaba 37. Andrzej Warminski, Readings in Interpretation, ob. cit., 1987,
la disposición simbólica que actúa directamente, a pesar de las coac págs. 110-11.
ciones en el nivel psicológico: la sorpresa ante la pregunta es un ri 38. Ernst Kantorowicz, The King’s Two Bodies, Princeton, Prince
tual que surge involuntariamente a pesar de los hechos psicológicos. ton University Press, 1959.
32. Octave Mannoni, Clefspour VImaginaire, ob. cit., pág. 27. 39. Claude Lefort, Democracy and Politicai Theory, Minneapolis,
3 3 .Ibíd. University of Minnesota Press, 1988, pág. 244.
34. Ibíd., pág. 32. 40. Jacques Lacan, “Death and thè Interpretation of Desire in
35. Esta función del “más-Uno” es a menudo escenificada en no Hamlet”, en S. Felman (comp.), Literature and Psychoanalysis, Balti
velas policiales de trama sutil (algunas de las mejores Earle Stanley more, Johns Hopkins University Press, 1982, págs. 50-51. En este
Gardners, etcétera); en un ambiente cerrado (un transatlántico, un punto no debe confundirnos el término “falo”: en 1959 Lacan no
hotel aislado...) se produce un asesinato o un suicidio (es decir, una había aún elaborado la diferencia entre falo y objeto a-, no obstante,
persona que había sido vista antes desaparece sin dejar huellas en de la articulación ulterior de su teoría surge claramente que la “cosa”
circunstancias sospechosas). Desde luego, la solución es que la fálica mencionada aquí es el objet petit a.
muerte nunca se produjo: el mismo sujeto estaba personificando a 41. Claude Lefort, ob. cit,, pág. 87.
dos individuos que nunca aparecían juntos, de modo que se limitó 42. Cita tomada de Paul-Dominique Dognin, Les “sentiers escar
a asumir la identidad de uno de ellos, dejando que la policía se deva pes” de Karl Marx, I, París, CERF, 1977, pág. 72.
nara los sesos por la desaparición misteriosa del otro... En una va 43. Claude Lefort, ob. cit., pág. 79.
riación sobre este tema, después de una escena violenta, alguien, A, 44. Ibíd.,
es encontrado muerto, y la persona B desaparece; también en este 45. Etienne La Boétie, Slaves by Choice, Egham, Runnymede
caso la solución es que ambos eran una y la misma persona, que el Books, 1988, pág. 43.
cadáveres en realidad el de la persona que supuestamente ha desa 46. Ibíd., pág. 44.
parecido (mientras que el asesino es el muerto aparente). Lo que es 47. Ibíd., pág. 43.
tos casos tienen en común es la presencia de un lugar simbólico vacío, 48. Véase Alain Grosrichard, La Structure du sérail, París, Édi-
suplementario, al que le falta portador: el rompecabezas queda bien ar tions du Seuil, 1979.
mado en cuanto tomamos conciencia de la no-correspondencia entre 49. Jacques Lacan, Le Séminaire, livre XX: Encoré, Paris, Editions
el número de lugares simbólicos y el número de personas “reales”, es du Seuil, 1975, pág. 65.
decir, del excedente, el “más-Uno” en la red simbólica.' 50. Jacques Lacan, Ecrits: A Selection, ob. cit., pág. 311.
36. En síntesis, los jacobinos estaban atrapados en la siguiente 51. Esta es también la razón por la cual, como dice Lacan, La
paradoja: el rey, ¿es efectivamente un rey, o solamente un impostor? Mujer es “uno de los Nombres-del-Padre”: la figura de La Miijer, su
Si era efectivamente un rey, no tenía ningún sentido matarlo, puesto presencia fascinante, simultáneamente encarna y oculta una cierta
que no había engañado, es decir, era lo que decía ser; por el contra imposibilidad fundamental (la de la relación sexual). La Mujer y el
rio, si se trataba de un impostor, tampoco había razones para matar Padre son los dos modos que tiene el sujeto de “ceder en su deseo”
356 557
Slavo] Zizek Mucho ruido por mía Cosa
transformando su atolladero constitutivo en una agencia externa de cionat toda la cadena de consecuencias de las distintas decisiones.
prohibición, o en un Ideal inaccesible. Por esta razón, la decisión más adecuada, desde el punto de vista de
52. Podemos ver que “la invención democrática” realiza la ope la propia racionalidad, es dejar librada la elección al azar (echar suer
ración que Lacan denomina “punto de almohadillado”. Lo que en tes, etcétera). El principal ejemplo de Elster es la disputa por la cus
un momento había sido un defecto terrible, una catástrofe para el todia de un hijo. A menudo no es sólo imposible predecir las venta
edificio social (el hecho de que “el trono estuviera vacío”) se con jas y desventajas en el largo plazo de las diferentes opciones, sino
vierte en una perrogativa crucial. La operación fundamental de la in que este mismo procedimiento de búsqueda de los mejores intereses
vención democrática es entonces de naturaleza puramente simbólica: del niño puede ser contraproducente (pone a la criatura en situacio
es engañoso decir que la invención democrática encuentra vacío el lu nes extremadamente embarazosas, en las que al declarar su preferen
gar del poder; se trata más bien de que lo constituye, lo construye como cia por uno de los progenitores puede dañar irreparablemente su re
vacío, de que reinterpreta el hecho “empírico” del interregno como lación con ellos, etcétera), de modo que la solución óptima equivale
una condición “trascendental” del ejercicio legítimo del poder. a veces a arrojar una moneda al aire.
íncidentalmente, en esto consiste otro argumento en favor de la El rol del monarca, hegeliano debe concebirse sobre la base de
homología estructural entre la invención democrática y la filosofía esta limitación intrínseca de la toma de decisiones basada en una se
kantiana, en cuanto el “giro trascendental” de Kant también con rie de razones positivas. El monarca, efectivamente, "decide”, opta,
vierte en el poder constitutivo del sujeto lo que la metafísica anterior sólo cuando la mejor solución desde el punto de vista racional es de
había percibido como la debilidad crucial del sujeto (su limitación a la jar la decisión librada al azar. De tal modo impide la consideración
experiencia sensorial finita). Como lo ha señado Heidegger en su interminable de las presuntas ventajas y desventajas. Hegel es total
Kant and the Problem o f Metapbysics (Bloomíngton, Indiana Univer- mente explícito: en su Filosofía del derecho compara el rol del monarca
sity Press, 1962), Kant fue el primero en la historia de la filosofía moderno con el modo en que la república griega buscaba una refe
que le otorgó un poder ontológicamente constitutivo a la finitud co rencia que la ayudara a llegar a una decisión en “signos” naturales
mo tal, sin aprehenderla simplemente como un obstáculo en nuestro (las entrañas de animales sacrificados ritualmente, la dirección del
camino a la verdad supraempírica. vuelo de las aves, etcétera). En la monarquía moderna, este principio
53. Claude Lefort, ob. cit., pág. 86. de decisión ya no necesita un sostén externo; puede tomar la forma
54. Un argumento prima facie contra el estatuto puramente for de la pura subjetividad. La agencia misma del monarca atestigua en
mal del monarca hegeliano es que él todavía constituye el punto de tonces la limitación intrínseca de la razón: sea éste un recordatorio
decisión, la agencia que, al establecer “Ésta es mi voluntad”, pone para quienes siguen hablando del “panlogicismo” de Hegeí, su pre
fin a la consideración indefinida de los distintos argumentos y trans sunta creencia en el poder infinito de la razón...
forma las propuestas de sus consejeros en un decreto formal. En este 55. G. W. F. Hegel, The Philosophy o f Right, Londres, Clarendon
pu^ito debemos tener presente, sin embargo, el carácter no funda Press, 1942, pág. 12 [ed. cast.: Filosofía del derecho, Buenos Aires,
mentado, “en abismo”, de la decisión del monarca. Esta decisión no Claridad, 1987].
resulta simplemente del cálculo con razones justificadas; en última
instancia, se basa en sí misma; interrumpe la cadena de razones con
un acto de pura voluntad (“Es así porque yo lo digo”).
Aquí podríamos remitirnos al libro de Jon Elster titulado Solorno-
nic Judgements (Cambridge, Cambridge University Press, 1989),
donde el autor, mediante una serie de ejemplos ingeniosos, demues
tra la limitación intrínseca de la toma racional de decisiones. Si apli
camos la teoría de la elección racional a los dilemas de las relaciones
interpersonales concretas, un poco antes o después llegamos al pun
to de "indecibilidad” en el que ya no es posible prever de modo ra-
358 359
I
Indice analítico
361
Slavoj Zizek Indice analítico
362 363
Slavoj Zizek Indice analítico
G o c e, el h eroísm o ético 42 im perativo categ órico, el, y el goce O bien... o bien... 155
en el discurso id eológ ico 13 H ey d ricch, H ein rich 2 9 3 n l9 3 0 0 -3 0 4 Klossow ski, F ie rre 3 1 6
exceden te 3 0 1 -3 0 5 histeria 140, 147, 1 9 0 -1 9 5 , 2 0 8 , 353 im poten cia 19-21 K ojéve, Alexandre 100
la C osa co m o su en carn ación n8 in con scien te 132 n 31, 1 9 7 -1 9 9 Kolakow ski, L eszek 2 2 5 , 253
2 8 6 -2 8 7 co m o o b je to de arte 2 9 6 n 43 indocilidad 2 6 9 K rip ke, Saúl 2 0 4
y el nacionalism o 12 im perativo ético de la 2 2 6 -2 2 8 inm ediatez, significado de la 238 L a B o é tie, E tien n e de la 3 4 1 -3 4 2
y el punto de alm ohadillado 34 historicidad 1 4 0 -1 4 2 Institu ción , m ística de la 3 2 4 -3 2 5 Lacan, Jacq u es
y el rey 3 2 8 -3 3 0 y c o n o cim ie n to ab solu to 2 8 2 - in ten ció n y significado 101-103 interp retación de 140
y el superyó 1 9 -2 4 , 4 7 -4 9 , 3 0 9 - 285 in tercam b io de propiedades 6 0 -6 2 , retorn o a Freud 291 n l3
314, 3 5 4 n l2 H itch co ck , Alfred 3 3 0 -3 3 1 so b re Antígona 157
y ética 350 Con ¡a m u elle en los talones 182 interp elación 1 4 8 -1 5 0 sobre el acto 252
G orky, M áxim o, co m o cuerpo c o Intriga internacional 182 inversión, la, com o retórica 1 9 1-193 sob re el cogito 1 9 5 -1 9 9
m unista 3 3 4 -3 3 7 L a sombra de una duda 183 Irv in g, Jo h n , A prayer f o r Owen so b re el deseo 148, 1 7 7 -1 7 8 ,
G ou ld , Steph en Ja y , W ondeifiil U fe Los pájaros 109 M eany 174 1 9 1 -1 9 3 , 3 4 2 -3 4 3
175 Psicosis 34 izquierda, proyecto de la 3 4 9 -3 5 3 sobre el goce 2 1 , 34, 4 7 -4 9 ,
H aberm as, Jü rg e n , E l discurso filosófi Véitigo 30 izquierda/derecha, d istinción 187 3 0 1 - 3 0 4 ,3 0 5 ,3 0 9 , 354 n l 2
co de Ifí Tfiodeniidud 4 9 H itle r, A dolf, M ein K a m p f 3 1 -3 3 , n 22 sobre el lenguaje 152, 1 6 2 -1 6 3
Hamlet 30, 5 9 -6 0 , 2 0 7 , 3 3 1 -3 3 2 318 jaco b in ism o , el, 158, 2 2 9 n 2 0 , 244, so b re el O tro 2 6 0
H auser, K aspar 2 0 8 -2 0 9 H o lb ein , H ans, Los embajadores 125 254 sob re el psicoanálisis 100, 2 9 9
H avel, V áclav 3 1 4 H o p p er, Edw ard 1 7 9 -1 8 0 y el rey 3 2 8 -3 3 3 , 3 5 6 -3 5 7 n 36 sobre el punto de alm ohadillado
H eg el, G . W . F . von H o ríd ieim er, M ax 3 0 8 y la d em ocracia 2 4 0 -2 4 3 , 2 8 0 , 30
y el co n o cim ien to absoluto 2 8 2 - Dialéctica de la Ilustración 142, 3 4 6 -3 4 9 so b re el rey 3 3 1 -3 3 2
285 337 y la ética kantiana 3 0 4 sobre el sujeto 2 7 , 2 9 , 4 0 , 72,
sobre la cultura 2 9 3 n l 9 H u sserl, Ed m und 2 2 8 n i 1 véase también T e r r o r revolucio 132 n 3 5 , 2 0 7 -2 0 8
deducción de la m onarquía 3 4 - ideal del yo 24, 2 7 , 30 n ario sobre H eg el 131 n 2 8 , 147, 190
3 5 , 1 1 4 -1 2 0 , 1 2 9 -1 3 1 n 2 5 -n 2 ó , identidad especulativa, paradoja de Ja m e s, H en ry , 33 s ó b re la anam orfosis 1 2 4 -1 2 5
1 6 8 -1 6 9 , 3 4 5 -3 4 9 , 3 5 9 n 5 4 la 1 4 2 -1 5 0 , 1 6 0 -1 6 4 , 1 7 9 -1 8 0 , Jam es, W illiam , Pragmatismo 12 sob re la angustia 1 7 1 -1 6 9
y la dialéctica 6 2 -6 7 , 8 3 -8 5 n 2 8 , 1 8 5 -1 8 7 n l 9 Ja m eso n , F red ric 33, 2 3 9 , 2 4 5 , 2 9 0 sobre la castración 232 n 3 8
8 9 -1 2 7 , 2 0 8 -2 2 6 , 2 3 5 -2 3 9 , 2 4 9 , identidad nacional 151, 2 7 7 -2 7 9 y n36 sobre la culpa 1 4 5 ,1 8 5 n7
2 7 5 , 2 7 7 , 2 7 9 -2 8 0 , 2 8 9 , 2 9 6 -2 9 7 goce 1 1 - 1 2 Ja y , M artin , The Dialectical hnagina- sobre la doble reflexión 23
n4 véase también (thatch erism o) tion 2 8 sob re la inversión de los m en sa
la existencia en 87 n 3 4 identidad, problem as de 5 1 -7 6 , 85 Je su c risto , 6 1 -6 2 jes 243
m onism o de 8 9 -9 1 , 9 5 -9 9 n29 Jo y c e , Ja m e s 187 n 25 sob re la ley 2 1 , 4 7 -4 9 , 3 0 0 , 3 1 0 -
sobre el co n trato social 267 y d ialéctica 1 0 0 ,1 2 0 , 132 n 2 9 ju icio , teoría del 1 6 0 -1 8 4 3 1 1 ,3 3 7
sobre el lenguaje 77 y lo negativo 104, 1 2 2 -1 2 3 Kafka, F ran z 147 so b re la lógica del significante
teoría del ju icio 1 6 0 -1 6 1 , 2 0 8 - y lo S im b ó lico 1 8 9 -1 9 0 E ¡ castillo 3 0 9 7 5 ,2 8 1
2 1 3 , 2 2 4 -2 2 6 ideología, la E l proceso 125, 127, 146, 3 0 9 - so b re ía m ujer 8 7 n 3 4 , 1 5 3 , 325
y el su jeto 6 9 -7 0 , 1 2 4 -1 2 7 , 2 4 8 , co m o m ediad or evanescente 3 1 0 , 314 sobre la posterioridad 2 6 4
304 2 4 5 -2 4 6 K an t, Im m anuel 98 so b re la pulsión 3 5 2 -3 5 3
y el U n o 7 4 -7 6 teoría de 13 form alism o de 2 1 6 , 2 1 9 , 223 s ó b re la sexuación 1 6 6 -1 6 8
y la autonegación 4 7 -5 1 y el c a rá cter tard ío de la c o n so b re la con stitu ción trascen so b re la sublim ación 338
y la ejem p lificació n 6 0 -6 2 , 193, ciencia 9 4 -9 5 dental 2 8 1 -2 8 5 , 3 5 7 -3 5 9 n 52 Laclau, E rn e sto 2 2 4 , 2 4 6 , 2 5 3
1 9 4-1 9 5 y el fantasma de lo$ orígenes 275 sob re la co sa-en -sí 2 8 5 -2 8 6 lalengua 1 5 2 -1 5 3
y la identidad 5 1 -7 5 , 1 4 2 -1 5 0 , y el pasado 87 n34- ’ so b re la ley m oral 2 9 9 -3 0 5 , 31 0 - Lan zm an n, Claude, Shoab 352
1 6 0 - 1 6 4 ,1 8 9 - 1 9 5 ,2 1 4 y la alegoría 3 4 3 1 1 , 3 3 7 -3 3 8 lapsus verbales 2 0 4
y la totalización 1 3 7 -2 6 0 , 168 y la brech a en tre co n o cim ie n to sób re la m onarquía 117 L ard n er, R in g , “W bo D ealt ?” 2 5 -2 7
y L acan 131 n 2 8 y creencia 3 1 4 -3 2 8 so b re los orígen es de la ley 2 6 6 - L e b ra n , G érard 2 1 0
H eid egg er, M a rtin 7 7 , 127, 1 4 0 - igualitarism o 2 4 0 -2 4 3 272 L e fo rt, C laud e 2 4 6 , 2 5 3 , 3 3 0 , 333,
1 4 1 ,1 8 4 n 2, 2 1 8 , 2 9 4 n43 véase también dem ocracia K an torow icz, E rn st 330 3 3 9 , 3 4 5 -3 4 6
H en ry , ten ien te co ro n el 4 4 -4 5 im aginario 2 3 -2 4 , 31, 183 K ierkegaard, So ren 169, 183 legitim idad y legalidad 3 1 0 -3 1 1
364 365
Slavoj Zizek Indice analítico
366 367
Slavoj Zizek Indice analítico
368 369
superyó, el y particu lar 6 2 -7 0 , 145, 169-
y el g o ce 2 1 -2 4 , 4 7 -4 9 , 303, 171, 2 2 8 n l3
3 0 9 -3 1 4 , 3 5 4 n l2 universalidad, pasaje a la 1 6 6 -1 7 1 ,
y el pueblo 3 3 9 2 3 9 -2 4 3 , 3 0 0
y el totalitarism o 3 0 5 -3 0 9 U n o y cero 6 9 , 7 2 -7 6 , 99, 123
sutura 3 4 -3 5 utopía, 241
Sw ift, Jo n a th a n , Los viajes de Gulliver valor de cam bio, las m u jeres com o
II ■; 1 5 6 -1 5 7
1 ají^esva-, The Sun Hopi 3 1 9 -3 2 0 véase tambiéti form a m ercancía
tautología 2 6 5 -2 6 6 valores, tem a de los 178
véase también identidad vam piros, los, y lo S im b ó lico 2 8 6 -
te o ríg de los sistem as 2 7 9 287
teoría del acto de habla 2 9 0 116 verdad
Terminator 2 9 3 n 2 0 em ergen cia de la, com o c o n tin
T e r r o r revolucionario 3 3 3 , 3 3 8 -3 3 9 , gente 2 5 6 -2 5 7
3 4 9 -3 4 9 y certidum bre objetiva 2 0 2 -2 0 3
tcxtualidad 1 1 0 -1 1 4 y co n cep to - 172-1*73, 2 1 6 -2 1 8 ,
(thatch erism o) 5 6 -5 7 , 151 22S-22&
totalidad finita, -el lenguaje com o y co n ju n to n o -to d o 152
2 8 1 -2 8 2 y len guaje 2 9 4 n 2 4
totalitarism o y recscritu ra sim bólica 2 6 4 i;
autoridad del 3 ^ 6 -3 2 8 y retórica 4 9 -5 0 , 82 n25
ideologías del 3 1 6 -3 1 9 y totalitarism o 3 2 8
y ley 3 1 3 -3 1 4 , 3 3 7 -3 3 9 verdugo, el, co m o agente de la ley
y prdhibición 21 3 0 5 -3 0 6
totalización 114, 1 3 7 -1 3 8 viaje en el tiem p o 293 n 20
a través de la excep ción 1 6 7 -1 7 1 Volver alfuturo 293 n 2 0
tragedia 2 4 5 -2 4 6 . W a g n er, R ich ard 128 n 5, 129 n i 3
transcod ificación 2 7 9 -2 8 0 W arm in ski, A ndrzej 6 0 -6 2 , 330
transferencia 197-1-98 ' W e b e r, M ax 2 3 9 , 2 4 5 , 2 9 0 n 6
transgresión 4 7 -4 9 , S9 W eiss, Ed oard o 1 9-21
traum a, e k . Wertfi'eiheit (lib re de valores) 2 9 0 nó
n \ arcárlojcom o ética 3 5 2 -3 5 3 W ittg en stein , Ludw ig 117, 1 8 9 -1 9 0 , ír>f' */ " L
reacció n del su jeto 2 0 5 1 9 9 -2 0 8 , 2 9 0 m 6 ‘
.y la em ergen cia de la verdad Investigacionesfilosóficas-189,194-
' . 2 5 6 -2 5 7 ■ 195,205;.
y la tran sco d ificació n 2 8 0 , 2 8 7 - Sobre Idcertidumbre 2 0 2 , 205
289 Tractatus 2 9 0 nó
T rotsk y,' L e v 2 4 8 ¡Zac, L illia n .8 5 n 2 9
universal Z ízek, Slav ój, El sublime objeto de la
■autoñegación del 2 1 3 -2 1 4 'ideología 11,12
duplicacíóñ deí 5 1 -5 5 Z o la ,É m ilé 4 4
/ ^
140 Z82i 1998 c.l
-V - — Zizek, Slavoj Porque no
saben lo que hacen : el
goce como un factor
politico Slavoj Zizek ;
trad. Jorge Piatigors
4.,
Universidad C atoIIcadé 6tíile Biblioteca de Humanidades
i.