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Y EL PROCESO DE SEGURIDAD
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Sin embargo, correspondió a la denominada Escuela de la Política Criminal la
iniciativa de integrar penas y medidas de seguridad como mecanismos alternos
para una mejor respuesta estatal ante la criminalidad. Según sus principales
ideólogos, ese proceder pragmático permitiría superar las evidentes
limitaciones y excesos de las tendencias del libre albedrío y del determinismo
absoluto. Fue el Anteproyecto de Código Penal suizo de 1893, elaborado por
Carl Stoos el que incluyó, por primera vez, un sistema bipartito o dualista de
sanciones con penas y medidas de seguridad. Para el jurista helvético
resultaba evidente la necesidad de dotar al Derecho Penal de sanciones
diferentes que no se justificaran exclusivamente en la culpabilidad del autor del
hecho punible, sino, que, también, pudieran legitimarse como medios de
prevención y neutralización del peligro que los inimputables, especialmente por
razones de enfermedad mental, objetivaban con la realización de agresiones a
terceros que la ley calificaba como hecho punible. Dicho experimento normativo
tuvo buena acogida y se fue generalizando en los procesos de codificación
penal que se dieron en Europa y América durante la primera mitad del siglo
veinte, bajo el común argumento de que las penas encontraban un
complemento adecuado en las medidas de seguridad ( Cfr. Emiliano Borja
Jiménez. La Naturaleza de las Medidas de Seguridad en el Derecho Español,
en Estudios Penales. Libro Homenaje al Profesor Luis Alberto Bramont Arias.
Editorial San Marcos. Lima. 2003, p.26).
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CONCEPTO, NATURALEZA Y FUNCION
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Velásquez Derecho Penal. Parte General. Editorial Temis. Bogotá. 1994, p. 97 y
ss).Dicha posición crítica, es suscribible, pues la experiencia acumulada en la
Región da cuenta de dramáticos ejemplos de inhumanidad en el tratamiento de
los inimputables sometidos a medidas de seguridad. Al respecto, la realidad
Javier Villa Stein. Derecho Penal. Parte General.3ª Edición. Lima. 2008, p.
peruana no ha sido diferente y ha sido denunciada en diferentes estudios (Cfr.
Víctor Prado Saldarriaga Pathways to the Management of Mentally-ill Offenders
in the Criminal Justice System. United Nations Interregional Crime and Justice
Research Institute-UNICRI. Rome. 1993, ps. 177 a 201; Comentarios al
Código Penal de 1991. Editorial alternativas. Lima.1993, p.96 y ss.) .%%%%%
%
De allí que los intentos de la doctrina por señalar diferencias materiales entre
penas y medidas de seguridad han perdido relevancia. Esencialmente por su
inconsistencia empírica o por confundir la naturaleza jurídico de la sanción con
sus bases de legitimación. Con relación a esto último suele ser frecuente que el
discurso dogmático se limite o agote en reiterar que las penas se basan en la
culpabilidad y que las medidas de seguridad en la peligrosidad. Que las
primeras procuran la retribución, en tanto que las segundas se orientan sólo
por un objetivo utilitarista de prevención (Cfr. Luis A. Bramont Arias y Luis A.
Bramont-Arias Torres. Código Penal Anotado. Tercera Edición. Editorial San
Marcos. Lima. 2000, p.267; Raúl Peña Cabrera. Tratado de Derecho Penal.
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Estudio Programático de la Parte Genera. Segunda Edición. Grijley. Lima 1995,
p.557).
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Sin embargo, en la realización de sus fines preventivo-especiales la evolución
histórica de las medidas de seguridad nos muestra que ellas han debido de
sortear diferentes obstáculos y despropósitos. Veamos:
Otro factor pernicioso en la etapa inicial del desarrollo evolutivo de las medidas
de seguridad, fue el sometimiento del delincuente habitual o multireincidente, al
que se declaraba peligroso, a la aplicación sucesiva de penas privativas de
libertad y de medidas asegurativas de igual naturaleza. Este esquema binario
significaba materialmente la imposición de una doble sanción privativa de
libertad por el mismo delito.
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doctrina haya denunciado la vigencia material de un modelo monista que
demanda, por tanto, una actitud muy cautelosa frente a su regulación y
aplicación (Cfr. Francisco Muñoz Conde. Derecho Penal y Control Social.
Fundación Universitaria de Jerez. Jerez. l985, p.51 y ss). Al respecto, es
importante la Advertencia que hace VELASQUEZ VELASQUEZ : “ las medidas
de seguridad están animadas por un doble discurso cuando se trata de
precisar sus funciones. En el plano del debe ser, como función teórica,
persiguen la prevención especial y su imposición se hace con miras a
lograr la rehabilitación, la resocialización, la curación, etc. ; y, en la
práctica, como función real, siguen cumpliendo un cometido retributivo
semejante o igual al de las penas, legitimando un sistema penal
antidemocrático y autoritario- así aparezca con ropajes garantísticos y de
respeto a la dignidad del ser humano-. De allí que, pensando de lege lata,
pueda decirse que las medidas de seguridad imponibles a inimputables son
verdaderas penas, aunque, a diferencia de estas, suponen la comisión de un
injusto semiculpable” ( Cfr. Fernando Velásquez. Velásquez. Derecho Penal.
Parte General. Ob. Cit.,p. 100).
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LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL DERECHO PENAL PERUANO
Ahora bien, el Código Penal de 1924 sólo incluyó una modalidad de medida de
seguridad predelictual. Se trataba de la caución de buena conducta que el
artículo 38º regulaba en los siguientes términos: “Además de los casos que
fuera legalmente necesaria la caución de buena conducta, el juez podrá exigir
garantía suficiente de no delinquir al que hubiese amenazado a otro con
un delito e hiciere temer fundadamente su perpetración “.
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Sin embargo el mayor número de medidas de seguridad predelictuales de claro
carácter defensista, se encontraban integrando la Ley de Vagancia que fue
promulgada meses antes del Código Maúrtua. En efecto, la Ley N° 4891 del 18
de enero de 1924, tipificaba en sus artículos 1º y 3º alrededor de nueve
estados peligrosos. A ellos se les podía aplicar las medidas de seguridad que
señalaban los artículos 5° y 6°. Entre ellas se encontraban medidas privativas
de libertad como el arresto con trabajo obligatorio. También se podían
aplicar la expulsión en caso de extranjeros y la ocupación en obras
públicas. Cabe recordar que la Ley de Vagancia se mantuvo vigente hasta la
segunda mitad de la década del ochenta en que fue derogada por el primer
gobierno de Alan García.
Ahora bien, la aplicación judicial de las medidas de seguridad del Código Penal
de 1924 fue muy limitada y deficiente. Este desafortunado destino puede ser
explicado en función de varios factores. En primer lugar, las normas adjetivas
que diseño el Código de Procedimientos Penales de 1940 distorsionaron el
carácter sancionador de las medidas de seguridad, al extremo de autorizar en
su artículo 191º su imposición sin la necesidad de un juicio contradictorio y sin
que se declarara procesalmente la vinculación del inimputable con el delito que
le era imputado. Según dicha disposición :“Si...el juez instructor se persuade
de que el inculpado padece de enajenación mental, previo dictamen del
agente fiscal, ordenará su ingreso al asilo de insanos...”.
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nacional sostuvo lo siguiente: “si bien, esa opción jurisprudencial de reconocer
que la inimputabilidad, cuando se encuentra plenamente establecida a partir de
las diligencias actuadas por el Juez Penal, en la fase de instrucción o
investigación, da lugar al sobreseimiento de la causa es absolutamente
correcta y guarda relación con el derecho comparado....empero, no es posible
imponer una medida de seguridad, que al igual que la pena también es una
sanción penal, obviando la celebración de un juicio, en el cual se pueda discutir
al amparo de los principios del contradictorio, inmediación, oralidad, igualdad
de armas y publicidad que- puede ser relativa-, primero, si el imputado
realmente cometió el delito que se le incrimina, y, segundo, si cabe imponer
una medida de seguridad ( juicio de peligrosidad delictual del sujeto)...” (César
San Martín Castro. Proceso Penal, Anomalía Síquica Grave y Delito, en II
Congreso Internacional de Derecho Penal. Pontificia Universidad Católica del
Perú. Lima. 1997, p.40).
Un segundo factor que debemos examinar, fue el nulo control judicial que
recayó sobre el cumplimiento y efectos de las medidas de seguridad privativas
de libertad. En ese contexto, pues, toda iniciativa al respecto quedo en el
ámbito de las competencias y de las decisiones de las autoridades
administrativas y sanitarias.
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(Cfr. Código Penal. Primer Anteproyecto de la Comisión Parlamentaria
nombrada conforme a la Ley N° 5168. Imp. Minerva. Lima.1927).
Durante el proceso de reforma del Código Maúrtua, entre 1984 y 1991, las
medidas de seguridad transitaron sinuosamente por varios modelos de
regulación. Por ejemplo, los Proyectos iniciales de 1984 mantuvieron la
estructura normativa del Código Penal de 1924, pero incluyendo algunas
sugerencias del Código Penal Tipo para Latinoamérica. Fue así que el Proyecto
de septiembre ratificó la aplicación sucesiva de penas y medidas de seguridad
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para los delincuentes habituales o los alcohólicos. Además, preservó la
utilización sustitutiva de medidas de seguridad para los delitos cometidos por
“salvajes” o “aborígenes” ( Cfr. Arts. 91º, 109º, 112º y 113º). Ahora bien, en
este documento prelegislativo se plantearon algunos cambios significativos
como el clasificar a las medidas de seguridad por sus potenciales efectos en
“curativas, de vigilancia y de internación” (Cfr. Arts. 103º a 105º); el
señalamiento de sanciones para los casos de quebrantamiento de la medida de
seguridad impuesta (Cfr. Art.106º); y la no extinción de las medidas de
seguridad por la amnistía o el indulto (Cfr. Art. 108º).
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Anteproyecto extranjero se asimilaron varias disposiciones vinculadas con las
reglas de aplicación de las medidas de seguridad.
Pero, sin lugar a dudas, el aspecto más relevante de este momento final de la
reforma, fue la incorporación de un modelo de corte vicarial para la aplicación
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conjunta de medidas de seguridad de internación y penas privativas de libertad.
Esta opción se aplicaría para los casos de imputables relativos o de
alcohólicos y toxicómanos imputables. El artículo 77º del Proyecto de enero de
1991, establecía que en estos casos la medida de internación se aplicaría
primero y luego su duración se descontaría como tiempo de cumplimiento de
la pena impuesta. Además, se autorizaba al juez a reducir o extinguir la pena
privativa de libertad restante en atención al éxito alcanzado por la medida de
internación aplicada.
Las normas sobre medidas de seguridad que contiene el Código Penal vigente
provienen de tres fuentes legislativas extranjeras. Esta pluralidad de influencias
legislativas es trascendente para poder comprender las características y
modalidades de las medidas de seguridad en nuestra legislación. Sobre el
particular debemos precisar lo siguiente:
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Las disposiciones que aluden a su rol funcional en el artículo IX del
Título Preliminar tienen como modelo al Código Penal colombiano de
1980( Cfr. Artículo 12º).
CLASES DE MEDIDAS
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La internación es una medida de seguridad privativa de libertad y conforme a
lo dispuesto en el artículo IX del Titulo Preliminar le correspondería una
función eminentemente curativa y asegurativa. Ella afecta la libertad
ambulatoria del sentenciado e implica su ingreso y permanencia en un centro
“hospitalario especializado u otro establecimiento adecuado, con fines
terapéuticos o de custodia”.
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(Cfr. Pablo Sánchez Velarde. Manual de Derecho Procesal Penal. IDEMSA.
Lima. 2004, p. 759).
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dicho resultado exitoso “el Juez hará cesar la medida de internación
impuesta”. Ahora bien, el éxito de la medida radica en el control que se logre
obtener sobre la peligrosidad subjetiva del inimputable. No equivale, pues, a
curación de la patología mental que desencadena el estado peligroso, ya que
por lo general los cuadros de enfermedad mental son irreversibles y crónicos
REGLAS DE APLICACION
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En el Código Penal de 1991 se incorporó un conjunto detallado de
presupuestos y garantías para la aplicación judicial de las medidas de
seguridad. Esta decisión legislativa debe ser destacada como un importante
avance, ya que por mucho tiempo el derecho penal peruano careció de normas
al respecto.
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de medida coercitiva personal durante el proceso. Efectivamente, las
normas vigentes del Código de Procedimientos Penales de 1940 y del
Código Procesal Penal de 1991 no regulan ni autorizan tal posibilidad. Ello
ha generado, que en casos extremos los jueces hayan ordenado la
detención del inimputable y su internamiento en un centro carcelario lo cual
resulta inadecuado y arbitrario dada la calidad y estado concretos del
imputado. Sin embargo, el Código Procesal Penal de 2004 si ha legislado
sobre estos aspectos al incorporar como medida cautelar la internaciòn
preventiva (Cfr. Artículo 293º del Código Procesal Penal de 2004)
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siguiente: “Para la aplicación de las medidas de seguridad el juez tomará en
cuenta, además de las circunstancias del hecho punible, el examen
pericial practicado sobre el imputado atendiendo al peligro que este
pueda representar para la seguridad o el orden públicos”.
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c) El pronóstico de peligrosidad debe fundarse en los
resultados de las evaluaciones que apliquen los peritos al
infractor. Sin embargo, él siempre será una decisión judicial
por lo que se requiere también de una fundamentación
jurídica.
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asocia-respecto de la internación- a la duración de la medida” (Cfr. César
San Martín Castro. Proceso Penal, Anomalía Psíquica Grave y Delito. II
Congreso Internacional de Derecho Penal. Pontificia Universidad Católica
del Perú. Lima. 1997, p.27)
Ahora bien, pese a sus notables mejoras con relación al Código de 1924, el
Código Penal de 1991 no incorporó normas, cuando menos generales,
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sobre como beberían proceder los magistrados para la ejecución y
supervisión de las medidas de seguridad. Esta carencia tampoco fue
superada por el Código de Ejecución Penal y su Reglamento. En
consecuencia, todo lo concerniente a este delicado dominio ha permanecido
de facto en el nivel discrecional de las decisiones que adopte el servicio
psiquiátrico, del centro de tratamiento a donde es remitido, por disposición
de la autoridad judicial, el enfermo mental que fue declarado autor de un
delito.
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Como lo ha señalado JORGE BARREIRO en el sistema vicarial se presentan
las siguientes características:
“
1. La pena, determinada a través de la culpabilidad por el hecho cometido,
podrá ser sustituida –en su ejecución- por el cumplimiento de la medida
de seguridad.
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sometido además a una medida de seguridad de internación. Sin
embargo, deberá precisar que la ejecución de dicha medida de seguridad
tendrá lugar antes de la pena privativa de libertad impuesta, pero
afectando su duración total. Es decir, que se descuente del tiempo de
penalidad impuesto, el utilizado en la realización de la medida de
internación.
No cabe duda que la decisión por el modelo vicarial constituyó uno de los más
notables avances de la reforma penal peruana de 1991. Lamentablemente, a
15 años de su vigencia la aplicación judicial del mismo ha sido nula, por lo que
no ha dado lugar a desarrollos jurisprudenciales que señalen sus alcances y
utilidad
Ahora bien, de lege ferenda consideramos que tal opción vicarial también
debería de priorizarse para el caso de de jóvenes delincuentes primarios; o de
adultos que padecen anomalías conductuales que los hacen propensos a la
comisión de delitos patrimoniales no violentos como los cleptómanos.
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Una evaluación de las tendencias relativas a la aplicación judicial de las
medidas de seguridad consideradas por el Código penal de 1991 permite un
balance no muy alentador en la medida que se detectan diferentes omisiones y
distorsiones. Sin embargo, hay que precisar también que algunas de tales
deficiencias corresponden a una etiología estrictamente legal. A modo de
ilustración señalaremos a continuación los principales problemas detectados,
algunos de los cuales ya los hemos mencionado al abordar los contenidos
precedentes de estos comentarios.
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percepción desconoce la condición sancionadora de las medidas de
seguridad, sobretodo de las que como la internación son privativas de
libertad. Se trata, pues, de un fallo de condena en el sentido procesal del
concepto donde se ha acreditado el presupuesto fáctico que relaciona a
la imputación con la conducta realizada por el imputado. La condición de
inimputable no anula la presunción de inocencia, por lo que la aplicación
de una medida de internación tiene por presupuesto procesal la
destrucción de esa presunción. Un efecto adicional del distorsionado
proceder que hemos mencionado, era la ausencia de una reparación
civil en los fallos que aplicaban internación, con lo cual se frustraba
ilegalmente el derecho indemnizatorio de la víctima.
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internación, sino que, tampoco, se ha atendido los informes y
requerimientos de externación que han remitido a las unidades
jurisdiccionales competentes los psiquiatras a cargo del tratamiento de la
peligrosidad del interno. Pese a las recomendaciones técnicas y
especializadas de estos profesionales de la salud mental, los jueces se
han negado a externar a los sentenciados antes del cumplimiento del
termino de la medida señalada en la sentencia.
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Imposibilidad de aplicación de la medida de seguridad de
internación con carácter de medida de coerción procesal. Ante la
carencia de disposiciones legales sobre internación de procesados con
carácter de medida cautelar, los operadores jurisdiccionales aplicaron
medidas de detención. Como ya lo hemos mencionado esta actitud
contravenía el principio de proporcionalidad y razonabilidad de la
medida. En todo caso hubiese sido preferible en esos casos optar por
una comparecencia con la restricciones de arraigo y supervisión. Cabe
recordar que el inciso 2 del artículo 143º del Código Procesal de 1991
señala como restricción: “La obligación de someterse al cuidado y
vigilancia de una persona o institución determinada, quien informará
periódicamente en los plazos designados”. También esta situación debe
corregirse con las previsiones del los artículo 293º del Código Procesal
Penal de 2004.
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aplicarse al inimputable que lo requiera siempre que, según la pericia
médica correspondiente, no sea necesario aplicar una medida de
internación”.
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Debemos objetar la denominación asignada a este procedimiento ya que no
resulta muy ideográfica en cuanto a su finalidad y contenidos. Efectivamente,
no es un proceso destinado a la seguridad de personas o bienes o a su
aseguramiento procesal, sino al juzgamiento de inimputables por enfermedad
mental a los cuales eventualmente se les aplicaría medidas de seguridad de
internación. En el Código Procesal Penal Chileno un procedimiento análogo al
nacional es denominado Procedimiento para la Aplicación Exclusiva de
Medidas de Seguridad.
La Fuente Legal
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Ubicación y Morfología Normativa
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El artículo 294º regula la medida del internamiento previo como una
necesidad operativa complementaria de la realización de exámenes
periciales.
En el artículo 293º se legisla sobre la medida coercitiva personal de la
internación preventiva.
Las disposiciones sobre el régimen de ejecución de medidas de
seguridad de internación están definidas en el artículo 492º.
La ejecución de medidas de seguridad como actos de cooperación
judicial internacional en materia penal se encuentra contemplada en los
artículos 545º y 546º.
a) La evaluación de la inimputabilidad.
b) La acusación fiscal y el requerimiento de la imposición de una
medida de seguridad de internación.
c) La desacumulación de cargos en caso de concurrencia de
procesados inimputables con procesados imputables.
a) La evaluación de inimputabilidad
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Esta situación procesal esta conexa con lo estipulado en el artículo 75º. En
esta última norma se precisa la facultad que tiene el Juez de la Investigación
Preparatoria o el Juez Penal, para poder disponer el examen pericial de un
procesado cuando existen dudas sobre su estado de inimputabilidad al
momento de comisión del delito imputado.
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Si en un proceso se encuentran implicados varios imputados y uno o más son
inimputables, se dispondrá la desacumulación de los cargos contra ellos y se
les hará un juzgamiento independiente conforme a las reglas del proceso de
seguridad. Esta alternativa legal es coherente con los distintos objetivos
procesales y de sanción que deben concretarse frente a cada tipo de
procesado. En relación al imputable se debe acreditar su actuación antijurídica
y culpable. Por su parte, con relación al inimputable se debe comprobar su
vinculación con el hecho antijurídico imputado y su peligrosidad subjetiva. Al
primero se le determinará una pena, pero al segundo se le aplicará una medida
de seguridad.
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b) La representación procesal del inimputable y, por ende, el
ejercicio de sus facultades y derechos serán asumidos por su
curador. Con él se deberán de entender las actuaciones
judiciales que se programen, siempre que las mismas no sean de
carácter personal como los interrogatorios o reconocimientos.
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Chile dispone los siguiente: “El juicio se realizará a puerta
cerrada”.
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duración probable de su tratamiento (necesidad mínima y
máxima del régimen de internación).
Por último, las reglas especiales del artículo 457º se ocupan también del
contenido y forma de las sentencias que deben pronunciarse en los juicios
sujetos al proceso de seguridad. El texto legal es bastante escueto y solo
alude al fallo absolutorio o al de aplicación de la medida de seguridad de
internación.
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esta omisión, nosotros estimamos que en la sentencia de aplicación el Juez
Penal deberá desarrollar fundamentos específicos en torno a lo siguiente:
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inciso 4º del artículo 457º. La diferencia está en que el artículo que ahora
analizamos, se vincula con un hecho sobreviniente a un juicio oral que se ha
estado desarrollando conforme a las reglas de proceso de seguridad. Esto es,
como consecuencia de los debates el Juez Penal se convence que el
procesado no es un inimputable, sino imputable o imputable relativo. Si ello
ocurre, el órgano jurisdiccional a cargo del proceso de seguridad dispondrá su
transformación en un proceso común.
El cuarto tópico que trata la ley se refiere al Fiscal y a que se este quien
advierta la necesidad de transformar el procedimiento. Efectivamente, la
disposición normativa señala que frente a esa situación se deberá proceder de
manera similar al supuesto procesal de la acusación ampliatoria o
complementaria. Por consiguiente, pues, el Fiscal en estos casos deberá de
observar las reglas específicas que definen los incisos 2 y 3 del artículo 374.
En especial, lo que corresponde a la adecuación de circunstancias y penas, así
como lo atinente a la suspensión del juicio para que los otros sujetos
procesales puedan adaptarse al nuevo requerimiento Fiscal y al nuevo
esquema del debate. La suspensión no podrá exceder de 5 días y permitirá a
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la defensa ofrecer las pruebas que sean pertinentes a su posición procesal.
Ahora bien, el legislador destaca la necesidad de que pese a cualquier
variante, siempre deberá de preservarse dentro del nuevo juicio la correlación
entre acusación y defensa.
LA INTERNACIÓN PREVENTIVA
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Está medida coercitiva especial se encuentra regulada en el artículo 293. En lo
esencial ella implica el internamiento con carácter preventivo del
procesado en un establecimiento psiquiátrico.
Ahora bien, los requisitos legales que deben observarse para la aplicación
de la internación preventiva son similares a los requeridos para la medida
coercitiva personal de prisión preventiva ( Cfr. 268º). Tales requisitos son los
que se detallan a continuación:
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2. Que resulte probable la aplicación al imputado de una medida de
seguridad de internación.
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norma similar no existe. Con relación, pues, al error legislativo mencionado sólo
nos queda recomendar de lege ferenda la aclaración o la supresión del texto
citado. En cuanto a lo primero se deberá consignar el inciso 1º del Código
Penal y corregir “Preliminar” por preparatoria. Con relación a lo segundo, es
de señalar que la norma aludida es innecesaria pues la medida de internación
no puede plantearse o discutirse en la investigación preparatoria sino
solamente en la etapa de juzgamiento y dentro de un proceso de seguridad. La
disposición parece querer reproducir una norma parecida a la derogada del
artículo 190º del Código de Procedimientos penales de 1940 hoy totalmente
implicante.
Sin embargo, de lege data podríamos sugerir que los jueces de investigación
preparatoria al presentarse el supuesto que literalmente contiene el inciso en
cuestión, presencia de menores inimputables en el proceso penal incoado,
adecuen los efectos del uso de dicha norma, a los ya antes mencionados del
artículo 18º del Código de Procedimientos Penales o del artículo 18º, inciso 2,
del Código Procesal Penal de 2004.
El párrafo in fine del artículo 293º señala que la internación preventiva puede
prolongarse por encima de los plazos ordinarios de duración. Para que
ello proceda se requiere solicitud expresa del Ministerio Público. No está
autorizada la prolongación de oficio. En todo caso, el régimen procesal de la
prolongación se regirá por lo establecido en los incisos 2 y 3 del artículo 274º
que regula la prolongación de la medida de prisión preventiva.
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Cabe señalar que la audiencia sobre la prolongación de la medida de
internación puede realizarse sin la concurrencia física del procesado, pero será
imprescindible que concurra su abogado defensor. Además, la ley autoriza a
que el imputado pueda ser representarlo por un familiar.
Tampoco las normas sobre internación preventiva han fijado criterios para la
cesación de esta medida coercitiva. En tal sentido, y por lo antes mencionado,
también aquí supletoriamente deberán utilizarse las normas del Capítulo VI,
del Título III, de la Sección Tercera, del Libro Segundo del Código de 2004
dedicado a la cesación de la prisión preventiva ( Cfr. Artículos 283º a 285º).
Por consiguiente, pues, cualquier solicitud de cesación de la internación
preventiva deberá de evaluarse en base a las reglas de variabilidad y
proporcionalidad, que son los que rigen a toda medida coercitiva ( Cfr. César
San Martín Castro. Derecho Procesal Penal. Tomo II. Segunda Edición. Grijley.
Lima. 2006, ps. 1077 a 1081).
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condenado, realizará el computo de la pena, descontando de ser el caso el
tiempo de detención, prisión preventiva….. que hubiera cumplido…”
EL INTERNAMIENTO PREVIO
Los requisitos formales para la procedencia del internamiento previo son algo
similares a los de la internación preventiva. En tal sentido, se requiere lo
siguiente:
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b) Que el dictamen pericial que ha de emitirse resulte proporcional y
trascendente para el caso sub judice. Estos es, se debe justificar
la necesidad del internamiento previo que implica materialmente
una restricción grave de la libertad ambulatoria del procesado. En
coherencia con ello debe fundamentarse debidamente su
necesidad y relevancia para las conclusiones finales del informe
pericial. No lo establece la ley, pero somos de opinión que el
imputado y su defensa podrían discutir en la audiencia la
conveniencia del internamiento apoyándose también en el
parecer técnico de otros peritos.
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2. El Proceso de seguridad ofrece un procedimiento garantista y humano a
los inimputables que afrontan una imputación penal y que pueden ser
sujetos de una medida de internación.
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