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Acto penitencial
Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad; pidamos la gracia reden-
tora que nos regala en Jesucristo:
· Hijo de Dios, que elegiste a San Pablo para evangelizar a todos los pueblos. Señor, ten piedad.
· Jesús crucificado, fuerza de San Pablo en sus tareas apostólicas y en su debilidad. Cristo, ten piedad.
· Conocer cómo Dios guía la historia para que se realicen sus designios de liberación (cf. Mensaje, n. 1) es
de importancia capital para entender la lectura del Evangelio de hoy. Frente a una concepción un tanto mágica
de la acción de Dios en el mundo, que caracteriza al mundo antiguo, Jesús propone una visión más acorde con
la realidad de la dignidad del hombre como persona y como hijo de Dios. El “dad al César lo que es del César
y a Dios lo que es de Dios” instaura un principio nuevo en la historia: la libertad de Dios para encomendar a los
seres humanos tareas determinadas y la libertad de la persona para responder a la llamada de Dios.
· “¡Cuántos se dejan interpelar hasta lo más profundo por esta petición de ayuda que se eleva de la huma-
nidad, dejan todo por Cristo y transmiten a los hombres la fe y el amor por Él!” (Mensaje, n. 3).
Preces
Al Dios de los designios de la historia dirigimos nuestra oración confiada:
· Por la Iglesia, para que sepa ser testigo fiel del Evangelio y colabore en su anuncio y extensión a todas
las personas y pueblos.
· Por el Papa y los obispos, para que se fortalezca en ellos la caridad pastoral, a imitación de San Pablo.
· Por los que tienen responsabilidades de gobierno de los pueblos y naciones, para que escuchen la voz
de Dios, que les indica lo mejor para ellos y para toda la humanidad.
· Por los misioneros, para que reproduzcan en sus vidas el celo apostólico de San Pablo.
· Por los que se sienten llamados a la misión universal de la Iglesia, para que la unión con Cristo les
conforme cada día más con Él, como lo vivió San Pablo.
· Por los que estamos aquí reunidos celebrando esta Eucaristía, para que con la fuerza de nuestra fe
contribuyamos a instaurar el Reino de Dios en nuestra sociedad.
Acoge, Padre de bondad, en tu misericordia la oración que tu Iglesia te presenta por intercesión de San Pablo,
para que por medio del Evangelio de tu Hijo se manifieste la fuerza de tu Espíritu en el mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.