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y neocolonización
Resumen
En este artículo propongo que Exilia (2011), la primera novela gráfica de la carto-
nista y artista visual Cecilia Pego, evidencia la existencia de prácticas colonizadoras
en la violencia contemporánea en México. Su texto desarrolla una narrativa que
enlaza el pasado con el presente y permite comprender mejor cómo las acciones de
los grupos de la delincuencia organizada no son un fenómeno desarraigado de la
historia nacional ni son ajenos a otros grupos sociales. Pego asocia la explotación
de maderas preciosas desde el siglo XVI, en el sureste mexicano, con la subsistencia
de formas de pensamiento ligadas al ejercicio del poder y el fortalecimiento de
instituciones asociadas al Estado, la religión y la sociedad civil. Por lo tanto, esta
novela gráfica puede considerarse como una extensión de la apreciada tradición
literaria en Latinoamérica, las novelas de la tierra, basada en las metonomias entre
el aprovechamiento de la tierra y sus recursos y el sojuzgamiento de las geografías
y sus pobladores.
Abstract
In this article I propose that Exilia (2011), the first graphic novel by the cartoonist
and visual artist Cecilia Pego, shows the existence of colonizing practices in contem-
porary violence in Mexico. Her text develops a narrative that links the past with the
present and allows a better understanding of how the actions of organized crime
groups are not an uprooted phenomenon of national history nor are they alien to
other social groups. Pego associates the exploitation of precious woods since the
sixteenth century, in the Mexican southeast, with the existence of forms of thought
linked to the exercise of power and the strengthening of institutions linked to the
state, religion and civil society. Therefore, this graphic novel can be considered as
an extension of the esteemed literary tradition in Latin America, the novel of the
Latin American jungle, based on the metonomies between the use of the land and
its resources and the subjugation of the geographies and their inhabitants.
Exilia: The Invisible Path (2011) es la primera novela gráfica de la artista mexicana
Cecilia Pego. Las peripecias de una joven huérfana inducida a penetrar en un
misterioso e inexplorado territorio adentran al lector a una narración que se
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No hay duda de que la historieta en México ha sido más analizada, tal vez debido a que la
novela gráfica no encaja con exactitud en la línea popular de aquélla y sus repercusiones
en los ámbitos más diversos. Sobre los cómics en México, véase los trabajos de Juan Manuel
Aurrecoechea y Armando Bartra 1988–1994: 1988, 1992 y 1994; Genaro Zalpa Ramírez
2005; Daniel Chávez 2008; Bruce Campbell 2009 y Flores Oliver (2012), entre otros.
2 Carina González (2014) se centra en la noción de nomadismo para analizar la obra de
Pego desde su movimiento e inestabilidad: la del género discursivo, la del género como
categoría, a partir del concepto de los sujetos nómades de Rosi Braidotti. En otro momento
(Castro Ricalde 2014: 55–65), he discutido cómo Exilia se erige en un reto para las lecturas
canónicas, debido a que sus múltiples desplazamientos discursivos repercuten también
en nuevas configuraciones culturales. Debra Castillo (2015: 311), por su parte, se pregunta
cómo leer a Pego (al igual que a otras escritoras mexicanas), cuya historia literaria y
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cultural está marcada por sus vivencias en lugares ajenos a los de su sitio de nacimiento y
con ello problematiza la relación entre el espacio nacional, las identidades y la escritura.
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3 Las cuatro imágenes aquí presentadas provienen de las ilustraciones originales a color
de la autora, en las que se basó tanto para la edición impresa como para la de Kindle.
Aunque tenía a la mano ambas ediciones, opté por citar la de Kindle, dado que en esta
versión se añaden algunas imágenes o se cambia su disposición, según ejemplificaré más
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adelante. Esto implica que los textos de las cuatro figuras aquí incluidas podrían variar
ligeramente, en relación con el libro impreso. Conviene señalar que ni en éste ni en Kindle
están paginadas y que en ambas se presenta una división por capítulos (“The Psychonaut”,
“The Autistic Virgins”, etc.). Las imágenes que aparecen en este artículo son publicadas
con la anuencia de la autora, Cecilia Sofía Pego.
4 En distintas ocasiones Pego ha expresado su preferencia por la versión electrónica frente
a la impresa (Dooley 2012; entrevista personal de la autora a Cecilia Pego, 15 de mayo de
2014). Arguye tanto la fidelidad a la iluminación y los colores de las acuarelas originales
como al tipo de experiencias en los modos de lectura. Al respecto, explica Castillo: ‘Exilia
is planned with the capabilities of e-reader as the primary publication platform (for future
books she plans to include cinematic sequences)’ (2015: 308).
5 Entrevista personal de la autora a Cecilia Pego, 15 de mayo de 2014.
6 Pego asevera que los personajes femeninos de su obra gráfica (por ejemplo Terrora,
Madame Mactans (Pego 2013), Exilia) sostienen una interrogante continua sobre su propia
locura. Palpita en ellas el temor a estar locas y no saberlo (entrevista personal de la autora a
Cecilia Pego, 15 de mayo de 2014). Sin embargo, el mundo real rebasa con creces la insanía
de sus protagonistas y éstas resuelven con creatividad e imaginación los problemas y las
siniestras situaciones a las cuales se enfrentan.
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era útil para tintar una gran variedad de telas, ‘pintarse de negro el rostro y el
cuerpo para sus rituales [y] los hilos con que trenzaban sus cabellos’ (Contreras
Sánchez 1987: 49–74). Desde épocas muy antiguas, dada la naturaleza de sus
múltiples funciones, fue una materia susceptible de ser comerciada. El arribo
de los europeos y el conocimiento de los usos de lo que denominaron ‘palo de
tinte’, ‘palo de Campeche’ o ‘tintales’ implicó una larga historia de explotación,
saqueo, enfrentamientos bélicos, problemas internacionales e invasiones en la
zona. Esto ocasionó que los mayas tuvieran que reemplazar o moderar su uso,
por una parte; por la otra, la confrontación de potencias como la española, la
francesa, la holandesa y la inglesa, quienes habían detectado lo invaluable de
dicho recurso. El aumento de la actividad filibustera en la región fue una de las
consecuencias de esta situación (Contreras Sánchez 1987: 368–72).
La composición de los planos de la Figura 2 así como la perspectiva contri-
buyen a la unidad de sentido desplegada en la totalidad de la página. El árbol
se localiza en el primer plano y ocupa una porción considerable de la pantalla
(o la página, según la versión leída): todo el primer cuadrante y gran parte del
segundo y el tercero. Éste es compartido con Exilia y el segundo, con el cielo.
El cuarto cuadrante corresponde a la heredad colonial de los Moscoso. El único
segmento en el que está ausente el ek es el consagrado a la hacienda de los
hermanos. Es decir, sus raíces aluden al espectro de lo real (y se hunden en él)
(la parte baja de la Figura 2) tanto como al de lo ideal (la parte alta); invade el
dominio de lo nuevo (segmento derecho) tanto como el de lo conocido, lo ya
dado (segmento izquierdo). A partir de esta gramática básica, la Figura 2 actuaría
como una micronarración que fundamentaría ideológicamente el relato de Pego,
pues el espacio visual ‘asocia significaciones regulares’ a cada cuadrante (Kress,
Leite-García y Van Leeuwen 2000: 394–95).
La explotación de esos árboles ocurrió desde el siglo XVII, según reza la narra-
ción, en una época en el que el abuso y la expoliación copaban tanto el ámbito
de lo real como el de lo ideal (el arriba y el debajo de la imagen). La composición
organizada por Pego se refiere a un conglomerado de normas éticas que apare-
jaban un modo de vida, de acuerdo con el enfoque de Butler (2009: 15): la riqueza
basada en el aprovechamiento masivo de esos recursos naturales (‘that once grew
abundantly in the area’ (véase la Figura 2; Pego 2011) con la consiguiente mengua
8
o extinción de los mismos. Sin embargo, la aparición reiterada de la selva, en el
camino recorrido por Exilia, alude a uno de sus indicadores constantes: ‘jungle
resists containment, that is, it could never be completely appropriated’ (Rodri-
guez 2004: 167). Su condición de ‘orilla’, de territorio salvaje y vinculado con
una naturaleza incontrolable invoca a los imaginarios coloniales tendentes a
domesticar el espacio y convertirlo en sinónimo de riqueza y progreso. Al mismo
10 Las similitudes más marcadas se establecen entre Lucrecia y Lucian, lo cual refuerza la
sugerencia de un vínculo incestuoso entre ambos. En un punto tardío de la novela se narra
la decisión del joven de apartar a quien amaba a su hermana, a El Náufrago (The Castaway),
al confinarlo a una celda submarina por considerarlo ‘a threat to the relationship with his
sister’ (Pego 2011).
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lización (secar la savia del cactus para conseguir la fibra) es parecida a la lenta
muerta del indígena que lo trabaja (‘carrera maquinal, rueda vacía / que nos
exprime y deshabita,/ y nos seca la sangre,/ y el lugar de las lágrimas nos mata’)
(Paz 1989: 38); o bien el guión cinematográfico del poeta yucateco Antonio Mediz
Bolio, La noche de los mayas (1939), cuyo protagonista masculino es un capataz que
11
dirige una cuadrillas de chicleros; o algunos cuentos del campechano Juan de
la Cabada como ‘Aquella noche’ (1974) y su novela perdida ‘Chicle’, centrada en
la penosísima vida que implicaba la extracción de la resina del chicozapote. Estas
temáticas y su tratamiento, tan característicos de las denominadas Novelas de la
Tierra (y que a partir de los ejemplos brindados pueden designarse como Narra-
tivas de la Tierra) y en los giros brindados por la literatura con tintes sociales
que apareció en la segunda mitad de la centuria, parecían haber cerrado su ciclo
literario en cuanto a su producción y consumo a fines del siglo XX. El telón
de fondo tanto del paisaje y el contexto histórico como las circunstancias de
opresión que aparecen en Exilia ofrecen una visión renovada del tópico.
La realidad a la cual la lectura da acceso está filtrada por el personaje protago-
nista y lo que da a conocer de la hacienda de los Moscoso y su travesía posterior.
La capacidad de desplazamiento de Exilia resalta al comparársele con la solidez e
12
inmovilidad de la propiedad/ dinastía. No obstante, la hacienda, en el presente
de la historia, cumple una función (en apariencia) distinta a la del pasado:
‘served as a playground [sic]’ (Pego 2011). Ahora es un sitio de entretenimiento,
el lugar en donde los hermanos Moscoso se divierten. Si antes era el emplaza-
miento de una unidad productiva, vale la pena preguntarse ¿qué genera?, ¿qué
origina ahora?.
En unos cuantos párrafos, mediante la alusión directa a la historia de Yucatán
y permeando toda la novela, late la realidad de los abusos cometidos durante el
periodo colonial pero también después de 1810, a pesar del movimiento indepen-
dentista en México. Las acciones de explotación sin freno continuaron (se recru-
13
decieron, incluso) en los siglos posteriores. Pego se refiere al caso del palo de
tinte aunque éste enseguida puede relacionarse con todos aquellos recursos
naturales, cuyo aprovechamiento irracional fue capitalizado por unos cuantos
apellidos locales aliados con compañías extranjeras. La suerte de los bloodwood
trees es el paradigma ancestral que convive (en unos casos) y predice el destino del
comercio de las maderas preciosas como la caoba, del henequén (el oro verde), el
11 Tal tópico aparecerá también en el cine mexicano en títulos que acapararon la atención en
su momento. Uno de estos casos fue La selva de fuego (Fernando de Fuentes, 1945) protago-
nizada por Dolores del Río, a partir de una historia del mencionado escritor Mediz Bolio.
12 Tales rasgos explicarían la ética de la violencia que los sostiene: la existencia de una socia-
bilidad sin autorreflexión, lo cual perpetúa sus prácticas. No desafiar la convención y
mucho menos desear fracturarla prolonga un mismo ‘horizonte histórico-social’ (Butler
2009: 157).
13 Se ha analizado ya cómo la caída de los precios del palo de tinte condujeron a la búsqueda
de otros materiales en la península yucateca, que trajera grandes dividendos a las compa-
ñías extranjeras desde mediados del siglo XIX hasta casi un siglo después (López Vadillo
2001: 93–106).
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chicozapote (el oro chiclero), el azúcar (el oro blanco) y el petróleo (el oro negro).
El uso presente de la propiedad de los Moscoso (‘as the playground’) (Pego 2011)
es potencializado dada la ambigüedad de su significación en su traducción al
español: es el refugio para las recreaciones y las experiencias más insólitas y sin
restricción alguna (‘any kind of restraint’ (Pego 2011). Pero el término también
alude a las regiones destinadas al esparcimiento y a sus conjuntos vacacionales
como los existentes en la llamada Riviera Maya. El texto advierte, de nueva
cuenta, las relaciones entre el ayer y el hoy debido a la persistencia de ciertas
estructuras político y económicas en la península yucateca.
La cacería de especies en peligro de extinción, el sadismo como principal
ingrediente en las relaciones humanas y el robo de piezas de arte, pasatiempos
de los actuales Moscoso, dirigen la mirada lectora a nuevas manifestaciones de
los actuales órdenes surgidos de sistemas sociales centenarios, de ‘la sombra y
los fantasmas de los pasados coloniales’ (Rabasa 2009: 221). La postura crítica
vinculada con el agostamiento o el exterminio de los recursos naturales expre-
sada en la situación de los bloodwood trees se extiende al hobby preferido del
mayor de los Moscoso. El entretenimiento favorito de Lucian, la apropiación de
piezas de arte, participa en el ‘ethos’ que va configurando Pego, al convertir el
sentido de ‘producción de riqueza’ inherente al vocablo ‘explotación’ a otros
cargados con una valencia ideológica distinta como el robo, el despojo y el abuso;
también lo amplía en sus alcances, pues la fortuna material es aunada a la de
una hegemonía cultural y artística, concentrada en las manos de los Moscoso a
través de mecanismos ilegales y clandestinos. A las herencias políticas y cultu-
rales, Pego suma una tercera: la social, la cual le añade un nivel novedoso y de
enorme productividad teórica a su texto.
Lucrecia es descrita como una ‘sadistic seductress addicted to extreme
emotions’ (Pego 2011). A lo largo de la narración se aclara el tipo de emociones
extremas que atraen a este personaje. Y cuando esto ocurre, las aficiones de
Ulises y de Lucien pasan a un siguiente nivel: en la última década, los Moscoso
han patrocinado la cacería y el secuestro de personas poseedoras de psiques
únicas. Por ejemplo, percepciones extraordinarias que pueden recorrer otras
dimensiones; laberintos psicológicos que preservan el recuerdo de faunas y
floras ya extintas en el mundo real; fortalezas mentales que esconden las claves
para penetrar cualquier otra psique.
A lo largo de la novela late el grado de violencia implícito en las condiciones
laborales de los indígenas mayas para que originaran y luego sostuvieran la
riqueza de los Moscoso, cuyas presumibles dimensiones fueron tales que perdu-
rarían varios siglos. Violencia también presente en la existencia de una construc-
ción como la hacienda, levantada en medio de la selva, de forma parecida a la
del remoto complejo (‘a fortified building from Colonial times’ (Pego 2011) que
14 Sobre las relaciones entre las plantaciones y la explotación colonial de casi todos esos
ejemplos, sus vínculos con el capital extranjero y las oligarquías nacionales, léase el libro
fundamental de Eduardo Galeano (1984). Él se detiene también en los casos del cacao, el
algodón, las frutas, los materiales del subsuelo.
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15 Pego declaró: ‘I’m an artist in exile’ (Dooley 2012), con lo que hacía referencia a los años
que vivió en Australia, periodo en el que desarrolló Exilia (entrevista personal de la autora
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ejemplo, en muy contadas ocasiones se incluye un estilo directo, de tal manera que
sea atribuido a la voz de los personajes. El uso del inglés propicia la especulación
sobre la lengua prevaleciente en el mundo de Exilia, evidentemente localizado en
la península mexicana de Yucatán y en franco diálogo con el pasado de la Colonia.
Tal vez no sea demasiado descabellado plantear la ausencia del español como una
vertiente más del colonialismo contemporáneo en la expresión de un sistema
cultural globalizado. La autora anticipó que el Libro 2 de Exilia lo estaba desarro-
16
llando en su idioma materno. Si así fuera publicado, ambos textos permitirían
ser leídos (hasta cierto punto) como una manifestación cultural de las dinámicas
‘glocalizadas’ y neutralizadoras de las distancias temporales y espaciales.
Para cerrar esta aproximación deseo retomar mi punto de partida. Si lo visual
favorece la calidad fantástica del relato de Pego, la escritura también aporta los
ingredientes para la creación de un universo posible de ‘una realidad diferente
e incomprensible, y, por tanto, ajena a esa lógica racional que garantiza nuestra
seguridad y nuestra tranquilidad’ (Roas 2001: 9). Sin embargo, los límites sobre
el tipo de narración en que se sustenta Exilia no son claros. Por un lado, la prota-
gonista (a la par que los lectores) va descubriendo, con fascinación y descon-
cierto al unísono, un mundo insospechado y extraordinario que irrumpe en
la normalidad de su horizonte cognitivo (el del complejo inquisitorial con sus
excepcionales cautivos). Por el otro, esos contextos insólitos son aceptados por
los personajes sin producir prácticamente ninguna crisis en ellos, rasgo defini-
torio de los relatos maravillosos: desde la galería de invitados que, como sus
anfitriones, no muestran ningún tipo de restricción moral para lo cual visten
como si estuvieran en un baile de disfraces, la existencia de órdenes secretas
como las de las Hermanas Edénicas hasta los refinados dispositivos que Uriel
diseña para robarle sus secretos psíquicos a sus secuestrados. Por distante a la
realidad que parecieran los planteamientos de Pego, la reiterada cercanía con lo
que antes era considerado ‘imposible’ flexibiliza la frontera entre lo maravilloso
y lo fantástico.
La selva, la naturaleza indomable, asociadas con la desorganización no le
causan ningún temor ni titubeo; el territorio de Exilia, la expulsada del convento,
es el espacio abierto. Claustro, hacienda, santuario y complejo inquisitorial, en
cambio, son los sitios del caos, en el que la civilización no se distingue de la
barbarie y revela el artificio de sus diferencias. En las recientes reflexiones tal
vez estriba el horror de la violencia avizorada en Exilia: la alta visibilidad de
personas que generan asimetrías sociales y sufrimiento humano y no por ello
son proscritas socialmente; la aceptación en el horizonte cotidiano de una explo-
tación que pervive con los mismos rostros y con otros diferentes; la alianza de
grupos perpetuados en el poder para quienes no existen ‘los otros’ y si existen
a Cecilia Pego, 15 de mayo de 2014); Castillo 2015: 322). La continuación de ese enunciado,
‘and these are my field notes of the imaginal frontier’ (Dooley 2012) invita a pensar en los
procesos lingüísticos y cognitivos de los sujetos en tránsito o en aquellos que migran; en
los trayectos emprendidos físicamente, en sus viajes interiores así como en los inevitables
cruces culturales.
16 Entrevista personal de la autora a Cecilia Pego, 15 de mayo de 2014.
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