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Relatoría, apuestas de la psicología social ante el post-conflicto en Colombia

abriendo caminos desde una perspectiva latinoamericana

Carlos Alberto Albarracín Cortes

Facultad de Psicología Nivel III

Universidad Santo Tomas

2014
No es difícil admitir y demostrar que el principal patrocinador de la guerrilla es el

narcotráfico, aunque este es tema para otra ocasión. Lo que interesa aquí es vincular el papel del

psicólogo, el reto que tiene la psicología colombiana en el postconflicto de firmarse desde luego,

un tratado de paz entre el Gobierno y las FARC.

“En el momento actual, vivimos una situación que podríamos caracterizar de ambivalente

en el sentido de que coexisten comportamientos cada vez más violentos con una corriente

emergente de valores en pro de la justicia, la equidad y la paz.” Moya, M. & Rodríguez, R (2011)

La agresión como medio para resolver conflictos de intereses políticos y su naturalización

en el contexto colombiano.

La salud mental como característica individual atribuible a aquellas personas que no

muestran alteraciones significativas de su pensar, sentir o actuar en los procesos de adaptarse a su

medio (Braunstein, 1979 citado por Baró, M. 1990)

El reto de la psicología en el contexto del conflicto armado colombiano y el postconflicto

si se logra concretar un tratado de paz tomando como referencia el conflicto salvadoreño.


Según el portal web Colombia.com, en un especial que se hizo sobre las FARC, lo que

hoy se conoce como guerrilla FARC (Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia) tuvo sus

raíces en las luchas agrarias que se presentaron en los primeros decenios del siglo pasado. La

desigualdad social, la pobreza y la corrupción, motivada en gran parte por el mismo Estado, llevo

a que ellos quisieran defenderse y hacer justicia por su propia cuenta dando como resultado estos

casi 60 años de conflicto armado en Colombia.

Si bien la historia colombiana ha evidenciado varios intentos de tratados de paz con miras

de resolver el conflicto, estos no han podido concretarse, aun cuando se llega a lograr un acuerdo

entre los dos polos, por ejemplo, en 1984 luego de los acuerdos de paz entre el gobierno de

Belisario Betancourt y la guerrilla de las FARC se formó el movimiento político Unión

Patriótica con el propósito de encontrar una salida al conflicto armado por medio de la política,

pero este acto no fue bien tomado por algunos del Estado llevando al exterminio físico y político

del movimiento, unos asesinados, otros exiliados y amenazados, y dos décadas más de violencia

en Colombia (tomado del blog web, verdadabierta.com). ¿Cómo puede pensarse este tipo de

actos, de resultados cuando luego de un intento que parecía ser viable para el fin de la violencia

termina convirtiéndose en más violencia?

La teoría de la agresión-frustración de Dollard y Cols. propone que cualquier estimulo

que sirva de obstáculo para la culminación de un objetivo o meta conllevara a la frustración y ésta

a la agresión casi de manera automática (Dollard, Dood, Miller, Mowrer y Sears. 1939 citado por

Moya, M. & Rodríguez, R. 2011) es posible que la frustración sobreviniera a las FARC con los

atentados posteriores a la conformación del partido político Unión Patriótica y que ésta (la

frustración) provocara una reacción agresiva casi de inmediato, de hecho, podría explicarse

incluso desde el otro lado también, los de derecha, bien pudieron sentirse frustrados al ver en
peligro su posición política si permitían que los de izquierda entraran al congreso y empezaran a

dar a conocer sus ideales al pueblo colombiano obteniendo así más adeptos y por lo tanto esto los

pudo llevar a reaccionar de esta manera tan agresiva. En este contexto donde se habla de conflicto

armado y violencia, además, teniendo en cuenta que se ha usado el concepto agresión es

importante aclarar que la agresión hacer referencia a “una conducta dirigida a dañar o perjudicar

a otra persona que está motivada para evitar tal daño” (Barón & Richardson. 1994 citado por

Moya, M. & Rodríguez, R. 2011) y violencia a “los actos extremos de agresión” (Kassin, S.

Steven, F & Rose, H. 2010).

El Salvador también ha sufrido los vejámenes que deja el conflicto con todo y sus ideales

y justificaciones de la violencia en contra del prójimo; muchos desplazados, muertos, niños

huérfanos, ancianos abandonados y todo lo que implica las consecuencias de una guerra entre dos

polos. Así como en Colombia, El Salvador también tuvo su propia guerrilla organizada en pro

de la equidad y la justicia del pueblo salvadoreño, “uno de cada cinco habitantes han tenido que

abandonar sus hogares buscando preservar sus vidas como desplazados o como refugiados en

otros países” (Lawyer, 1984; Achaerandio, 1983; Morales, 1983 citados por Baró, M. 1990). En

Colombia, no es mucha la diferencia, entre los años de 1958 y 2012, el conflicto armado ha

causado la muerte de 218.094 personas según estadísticas del Centro de Memoria Histórica de

Colombia en su informe BASTA YA (2014) donde el 19%, que equivale a 40.787 muertos, fueron

combatientes y el 81%, que equivale a 177.307 muertos, fueron civiles. Estas cifras no incluyen

los muertos que aún no se localizan por estar sepultados en fosas comunes. Según estas mismas

estadísticas, entre los años de 1970 y 2010, ha habido 27.023 víctimas de secuestro. Pero como

escribió Martín Baró: “… debemos tratar de comprender la guerra misma en lo que tiene de

alteración y conformación de las relaciones sociales” (Baró, M. 1990) esto en cuanto al impacto
que tiene en la salud mental de la población. Martin Baró calificó la guerra salvadoreña con tres

términos que no están lejos de aplicarse al conflicto colombiano: violencia, polarización y

mentira; como toda violencia, esta se da en disfunción de las relaciones interpersonales, es decir,

se genera por el conflicto en las relaciones, Van de Vliert (1984) citado por Troyano, Y & García,

A (2012) postula que dos personas, o una persona y un grupo, están en conflicto cuando al menos

una de las partes experimenta frustración ante el obstáculo o irritación causada por la otra parte,

algo que tiene mucha relación con la teoría de Dollard y cols. Algo preocupante que llega a

suceder en un país que lleva años en guerra, es que la prolongación de esta se vuelve hábito, se

naturaliza y se convierte en respuesta privilegiada para solucionar los mismos conflictos grandes

que pequeños. “Llega a pensarse que la violencia es la única solución al problema de la misma

violencia” (Baró, M. 1990). La guerra supone una confrontación de intereses sociales que acuden

a las armas como recurso para dirimir sus diferencias (una agresión instrumental). “así, en las

relaciones intergrupales, la razón es desplazada por la agresión, y el análisis ponderado de los

problemas es sustituido por los operativos militares” Baró, M. (1990). La polarización, según

Baró, M. (1990) supone un agravamiento de los intereses sociales discrepantes, arrastrando todos

los ámbitos de la existencia: las personas y las cosas ya no se miden por lo que son en sí, sino por

si pertenecen a ellos o a nosotros y por lo que representa a favor o en contra de para la

confrontación al igual que la desidentificación, “resquebrajan los cimientos de la convivencia y

entrañan un agotador clima de tensión socioemocional” Baró, M. (1990). La mentira no se queda

atrás, pues ha llegado a impregnar de tal manera nuestra existencia, que terminamos por forjarnos

un mundo imaginario, cuya única verdad es precisamente que se trata de un mundo falso

(Portier, 1910 citado por Baró, M, 1990). “En una conciencia magicalizada el sujeto es capaz de

ver lo que está sucediendo pero se niega a aceptarlo” (Barreto, E 2010) quizá debido a tantos

años de manipulación mental por efecto de los mismos medios de comunicación. en qué
momento llega la psicología a hacer frente a la realidad social de Colombia, es curioso que el

nacimiento de la Psicología en Colombia dirigida por Mercedes Rodrigo nace en 1947, el mismo

año que nació lo que se conoce como violencia (Barreto, E 2010)

Baró, M. (1990) refiere que la concepción de salud mental ha sido muy pobre, pues se ha

entendido como la ausencia de trastornos psíquicos y después como un buen funcionamiento del

organismo humano. Sin embargo, según este mismo autor, el problema no está en la utilización

del modelo médico, sino en la reducción del ser humano como organismo individual cuyo

funcionamiento podría entenderse en base a sus propias características y rasgos, y no como un ser

histórico cuya existencia se elabora y realiza en la telaraña de las relaciones sociales, por lo

tanto, los problemas mentales no vienen a ser un asunto únicamente del individuo, sino de las

relaciones de este con los demás, de ser asi, la salud mental debe verse como un problema de

relaciones sociales, interpersonales e intergrupales (Baró, M. 1990).

“Se nos hace evidente que el psiquismo no está confinado al interior del individuo, sino que es

extenso hacia todo el mundo intersubjetivo, es decir, el mundo de nuestra relación con los

semejantes, asi como todo nuestro mundo material” (Merea, C. 2005).

Hablar entonces de un delirio paranoide o de una hiperdesconfianza en el contexto de la

guerra, es quizá llegar a etiquetar a las víctimas para en seguida darles un bono de compras. Y si

en lugar de hablar de comportamientos anormales ante situaciones normales, hablamos de una

“reacción normal frente a una situación anormal” (Baró, M. 1990). Esto nos permitiría apreciar

en todo su sentido el impacto que sobre la salud mental de un pueblo pueden tener aquellos

acontecimientos que afectan sustancialmente las relacione humanas, como son las catástrofes

naturales, las crisis socioeconómicas o las guerras (Baró, M. 1990). El psicólogo colombiano
debe estar preparado para enfrentar lo incierto, es decir, debe pensarse en un contexto

latinoamericano donde la teoría extranjera si bien ha sido la base de la psicología, no llega a

responder todas las preguntas de este contexto. Por tanto, algo muy cierto de lo que plantea

Martin Baró (1990), es el hecho de examinar los presupuesto teóricos sobre los que se ha

fundamentado la psicología y ver si sirven y si son realmente eficaces en el aquí y ahora. Se debe

empezar a estudiar y a plantear soluciones para el cambio social, la teoría latinoamericana hecha

desde la praxis latinoamericana, que ayude a generar nuevas formas de ver la realidad psicosocial

en aras de resolver parte del conflicto colombiano, donde no se pretenda excluir al individuo del

orden social, sino aprender a verlo como parte integrador de la sociedad que da y recibe de la

misma.
Bibliografía

Moya, M. & Rodríguez, R (2011). Fundamentos de Psicología Social Madrid,

España: Ediciones Pirámide. ISBN 978-84-368-2431-5

Kassin, S. Steven, F & Rose, H. (2010) psicología social (séptima edición)

México, DF: Cengage Learning Editores, S.A. ISBN 607 - 481 - 246- 2

Merea, C (2005). Familia, psicoanálisis y sociedad: el sujeto y la cultura, Buenos

Aires: Fondo de Cultura Económica, S.A. ISBN 950-557-652-8

Barreto, E (2010). Sujetos políticos y acción comunitaria, Medellín, Colombia:

editorial Universidad Pontificia Bolivariana. ISBN 978-958-696-798-3

Baró, M (1990) y cols. Psicología de la guerra: trauma y terapia. El Salvador:

UCA editores.

Recuperado de

http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/informeGeneral/e

stadisticas.html hora de ingreso: 17:04hrs, fecha de ingreso: 15 de

noviembre de 2014

Recuperado de: http://www.verdadabierta.com/justicia-y-paz/157-captura-de-

rentas-publicas. Hora de ingreso: 11:04hrs. Fecha de ingreso: 14 de

noviembre de 2014

Recuperado de: http://www.colombia.com/especiales/2002/farc/historia/. Hora de

ingreso: 05:15hrs. Fecha de ingreso: 14 de noviembre de 2014

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