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Prevención del genocidio
"La prevención del genocidio es una obligación colectiva. Sigamos trabajando juntos para asegurarnos de que
en el futuro esté libre para siempre del genocidio. Esta sería la manera más adecuada de recordar a los que
perecieron en Rwanda hace 18 años y de honrar la resiliencia de los sobrevivientes".
‐‐ Secretario General, Ban Ki‐moon, en el 18º aniversario del genocidio en Rwanda
Entender el genocidio
La necesidad de prevenir el genocidio y castigar a los responsables ha sido una preocupación de la
comunidad internacional desde finales de la segunda guerra mundial, durante la cual más de 6 millones de
personas fueron asesinadas sistemáticamente por el régimen nazi debido a su origen étnico, su sexualidad u
otras características.
¿Qué es genocidio?
La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 (conocida como “Convención
sobre el genocidio”) establece que por genocidio se entenderá cualquiera de los actos que se enumeran a
continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico,
racial o religioso como tal:
• matanza de miembros del grupo;
• lesiones graves a la integridad física o mental de los miembros del grupo;
• sometimiento intencional del grupo a condiciones de vida que hayan de acarrear su
destrucción física total o parcial;
• imposición de medidas destinadas a impedir los nacimientos dentro del grupo;
• traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.
La Convención confirma que el genocidio, ya sea cometido en tiempo de paz o en tiempo de guerra, es un
delito de derecho internacional que las Partes se comprometen “a prevenir y a sancionar”. La responsabilidad
primordial de prevenir y detener el genocidio corresponde al Estado en el que ese delito se esté cometiendo.
El caso de Rwanda
En 1994, en presencia de toda la comunidad internacional, más de 800.000 rwandeses, fundamentalmente de
la etnia tutsi, murieron masacrados por las milicias y las fuerzas gubernamentales hutu durante un período
de apenas 100 días. Las matanzas comenzaron el día después de que un avión que transportaba a los
presidentes de Rwanda y Burundi fue derribado mientras se disponía a aterrizar en Kigali, la capital de
Rwanda. Los presidentes regresaban de las conversaciones de paz destinadas a apuntalar un precario
acuerdo de paz y a poner fin al conflicto entre el gobierno predominantemente de la etnia hutu y el ejército
rebelde mayormente tutsi. El accidente avivó nuevamente la guerra. Las fuerzas gubernamentales en retirada
se sumaron a las milicias étnicas hutu para incitar a los civiles a que mataran a los miembros de la etnia tutsi.
Alegaban que los civiles estaban ayudando a los rebeldes tutsi y utilizaban este pretexto para justificar la
matanza de personas inocentes. No se autorizó la intervención de una pequeña fuerza de mantenimiento de
la paz que había sido enviada por las Naciones Unidas. Se alertó de que el genocidio estaba a las puertas pero
no se adoptó medida alguna.
Hoy día, los efectos del genocidio en Rwanda se hacen sentir aún de muchas maneras diferentes tanto dentro
del país como en los Estados vecinos, incluidas las regiones orientales de la República Democrática del Congo,
donde vastas zonas de la provincia de Kivu meridional siguen bajo el control de las milicias hutu de Rwanda y
sus aliados locales. Junto con otros combatientes de la guerra del Congo, siguen cometiendo graves
violaciones de los derechos humanos, que incluyen secuestros, matanzas y violación. La violencia sexual, en
particular contra las mujeres y los niños, se ha generalizado.
Prevención del genocidio
El genocidio no es algo que ocurre de la noche a la mañana o sin previo aviso. El genocidio requiere
organización y constituye de hecho una estrategia deliberada que ha sido llevada a cabo fundamentalmente
por gobiernos o grupos que controlan el aparato estatal. Conocer la manera en que el genocidio se produce y
aprender a reconocer los indicios que podrían conducir al genocidio tienen importancia para asegurarse de
que esos horrores no vuelvan a ocurrir.
El 7 de abril de 2004, décimo aniversario del genocidio en Rwanda, el Secretario General de las Naciones
Unidas, Kofi Annan, expuso un plan de acción de cinco puntos para prevenir el genocidio:
1. Evitar el conflicto armado, que suele ser el contexto del genocidio;
2. Proteger a los civiles en un conflicto armado, incluso por medio del personal de mantenimiento de la
paz de las Naciones Unidas;
3. Poner fin a la impunidad mediante la acción judicial en los tribunales nacionales e internacionales;
4. Reunir información y establecer un sistema de alerta anticipada; y
5. Adoptar medidas rápidas y decisivas, que incluyan la acción militar.
1. Prevenir el conflicto armado
Debido a que el genocidio tiene más probabilidades de ocurrir durante una guerra, una de las mejores
manera de reducir las posibilidades de genocidio es abordar las causas fundamentales de la violencia y el
conflicto: odio, intolerancia, racismo, discriminación, tiranía y el discurso político deshumanizante que niega
a grupos enteros de la población su dignidad y sus derechos. Buscar solución a la desigualdad de acceso a los
recursos constituye una estrategia de prevención decisiva. La primera responsabilidad por la prevención de
los conflictos corresponde a los gobiernos nacionales. Las Naciones Unidas apoyan los esfuerzos nacionales,
que incluyen las actividades políticas, diplomáticas, humanitarias, de derechos humanos e institucionales. El
desarrollo económico y social y la mitigación de la pobreza aportan también una contribución sustancial a la
prevención del conflicto.
2. Proteger a los civiles, incluso por medio del personal de mantenimiento de la paz
Cuando los esfuerzos para prevenir el conflicto fracasan, una de las prioridades máximas debe ser proteger a
los civiles. Siempre que los civiles constituyen un objetivo deliberado porque pertenecen a una comunidad
determinada, existe el riesgo de genocidio. Durante el último decenio, el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas ha ampliado con frecuencia el mandato del personal de mantenimiento de la paz de las
Naciones Unidas para que puedan proteger físicamente a los civiles que están amenazados de violencia.
En la actualidad, las misiones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas ayudan de ordinario a las
autoridades nacionales a establecer acuerdos eficaces para investigar y perseguir violaciones graves del
derecho; desarmar y desmovilizar a los combatientes y ayudar a reintegrarlos en la comunidad; hacer
cumplir las medidas especiales para proteger a las mujeres y las niñas de la violencia sexual; e informar sobre
cualquier medio de difusión esté incitando a la población al genocidio, a cometer crímenes de lesa humanidad
u otras violaciones del derecho internacional humanitario.
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3. Poner fin a la impunidad mediante la acción judicial
Para disuadir a las personas de cometer crímenes de genocidio, los responsables de esos crímenes tienes que
ser llevados ante la justicia. La lucha contra la impunidad y el establecimiento de expectativas verosímiles de
que los perpetradores del genocidio y otros delitos de esa índole responderán ante la justicia puede
contribuir con eficacia a la cultura de la prevención.
En la actualidad, si un Estado no está dispuesto o es incapaz de ejercer su jurisdicción sobre los presuntos
perpetradores del genocidio, el Tribunal Penal Internacional (ICC) tiene facultades para investigar y
enjuiciar a los más responsables. El Tribunal Penal Internacional es un tribunal permanente, separado de las
Naciones Unidas, con sede en La Haya (Países Bajos), para juzgar a personas por genocidio, crímenes de lesa
humanidad y crímenes de guerra. Fue establecido el 1 de julio de 2002, fecha en que el Estatuto de Roma, el
tratado por el que se fundó entró en vigor. Hasta la fecha, el Tribunal Penal Internacional ha conocido de 14
casos, cuatro de los cuales han llegado a la etapa del juicio. En marzo de 2012, el Tribunal pronunció el
primer veredicto de su historia al dictar sentencia sobre crímenes de guerra contra Thomas Lubanga Dyilo,
jefe de milicia acusado de participar en el reclutamiento de niños soldados en la República Democrática del
Congo.
Antes de que se estableciera el Tribunal Penal Internacional, se crearon tribunales especiales encargados de
enjuiciar a los responsables de genocidio, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad en la ex
Yugoslavia y Rwanda:
El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (ICTY), que tiene su sede en La Haya (Países Bajos)
fue establecido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 1993. Ha procesado a 161 personas
por graves violaciones del derecho internacional humanitario cometidos en el territorio de la ex Yugoslavia.
De ese total se ha concluido el juicio contra 126, y se están tramitando 35. Hasta la fecha los juicios más
prominentes han sido los del ex dirigente serbio de Bosnia Radovan Karadzic, que comenzó en octubre de
2009, y el ex comandante militar serbio de Bosnia, Ratko Mladic, que ha de comenzar en mayo de 2012.
Ambos están acusados de llevar a cabo el genocidio y de otros crímenes contra los musulmanes bosnios, los
croatas bosnios y otros civiles no serbios entre 1992 y 1995.
El Tribunal Penal Internacional para Rwanda (ICTR), que tiene su sede en Arusha (Tanzanía), comenzó
sus actividades en 1995, a raíz de la aprobación de una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas de noviembre de 1994. En diciembre de 2011, el Tribunal había completado el proceso de 80 de los
92 acusados. Nueve acusados seguían aún sin ser capturados. Entre los casos completados están los de
dueños de organizaciones de medios de comunicación que participaron en la incitación al odio, así como ex
jefes militares y dirigentes de gobierno, entre ellos el ex primer ministro Jean Kambanda, condenado a
cadena perpetua por el delito de genocidio, y el ex alcalde Jean Paul Akayesu, cuyo juicio en 1998 fue el
primero en el que por primera vez se especificó que la violación sexual constituía un genocidio si se cometía
con la intención de destruir a un grupo en particular.
Además, en 2003 se estableció un tribunal especial para enjuiciar a los acusados de genocidio, crímenes de
guerra y crímenes de lesa humanidad durante el régimen Khmer Rojo en Camboya entre 1975 y 1979. Las
Salas extraordinarias de los tribunales de Camboya, establecidas como resultado de un acuerdo entre las
Naciones Unidas y el Gobierno de Camboya, en febrero de 2012 condenaron a Kaing Guek Eav, de
sobrenombre Duch, antiguo jefe de un campamento de detención de mala reputación, a cadena perpetua, la
condena máxima prevista en las leyes camboyanas por crímenes de lesa humanidad y graves violaciones de
los convenios de Ginebra de 1949. Las salas extraordinarias de los tribunales de Camboya hasta la fecha han
detenido y encausado a otros cuatro ex funcionarios públicos.
4. Establecer sistemas de alerta anticipada
Las tragedias de Rwanda y los Balcanes en los años noventa demostraron, de la peor manera posible, que las
Naciones Unidas tenían que hacer más para impedir el genocidio. Con esto en mente, el Secretario General
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nombré en 2004 a Juan Méndez, Asesor Especial sobre la Prevención del Genocidio, al que sucedieron Francis
Deng en 2007 y Edward Luck en 2008 como Asesor Especial sobre la Responsabilidad de Proteger.
Los dos asesores especiales, Francis Deng y Edward Luck, reúnen información sobre situaciones en las que
puede existir riesgo de genocidio, crímenes de guerra, depuración étnica y crímenes de lesa humanidad.
Debido al carácter delicado de este mandato, gran parte de su labor queda fuera de la vista pública. Sin
embargo, cuando los asesores especiales determinan que dar a conocer sus preocupaciones a la opinión
pública reducirá el riesgo de genocidio y de delitos de esa índole en una situación específica o promoverá la
causa de la paz y la estabilidad, hacen públicas sus declaraciones como en el caso de Siria en febrero de 2012.
Los asesores especiales tienen también la responsabilidad de señalar a la atención del Secretario General y,
por su conducto, al Consejo de Seguridad determinadas situaciones y de formular recomendaciones sobre
medidas para prevenir o poner fin al genocidio.
5. Adoptar medidas rápidas, incluido el uso de la fuerza militar
De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, corresponde al Consejo de Seguridad decidir cuándo,
dónde y cómo intervenir militarmente en situaciones internas para prevenir o responder al genocidio u otras
atrocidades masivas.
En septiembre de 2005, en la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas, todos los países acordaron
oficialmente que, cuando los métodos pacíficos fuesen insuficientes y cuando “fuese evidente” que las
autoridades nacionales no protegían a su población de los cuatro crímenes que constituían atrocidades
masivas, los Estados deberían adoptar medidas colectivas “de manera oportuna y decisiva” por medio del
Consejo de Seguridad y de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
En el caso de Libia, la comunidad internacional se movilizó rápidamente para impedir que el Gobierno
matase a sus propios ciudadanos. En la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de marzo de 2011 se
viabilizó una coalición internacional que intervino para detener la matanza los que protestaban contra el
régimen de Qadhafi. Esta resolución complementaba una resolución anterior, la 1970, en la que se
consideraban y aplicaban medidas que no contemplaban el uso de la fuerza militar.
En el caso de Siria, el Consejo de Seguridad no pudo llegar a acuerdo sobre una resolución en la que se pedía
al Gobierno de Siria que pusiese fin a la violencia contra los civiles y retirara sus fuerzas armadas de ciudades
y pueblos en febrero de 2012.
En el caso de Cote d’Ivoire, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad el 30 de
marzo de 2011 la resolución 1975, en la que condenó las burdas violaciones de los derechos humanos
cometidas por los partidarios del ex Presidente Laurent Gbagbo y del Presidente Ouattara a raíz de las
elecciones presidenciales de noviembre de 2011 y autorizaba una operación militar de las Naciones Unidas
para prevenir el uso de armas pesadas contra los civiles.
En el caso del Sudán del Sur, el Consejo de Seguridad, en la resolución 1996 de julio de 2011, estableció una
misión de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas (UNMISS) que, entre otras cosas, asesora y presta
asistencia al Gobierno en el cumplimiento de su responsabilidad de proteger a los civiles. En la resolución
1990, aprobada un mes antes, el Consejo de Seguridad autorizó el despliegue de la Fuerza Provisional de
Seguridad de las Naciones Unidas para Abyei (UNISFA), con el mandato de vigilar el punto álgido de la
frontera entre el Norte y el Sur. Esta Fuerza está autorizada para intervenir y proteger a los civiles y a los
trabajadores humanitarios en Abyei.
Si necesita más información, consulte:
Prevención del genocidio: www.un.org/es/preventgenocide/adviser/genocide_prevention
Programa de divulgación sobre el genocidio en Rwanda y las Naciones Unidas:
www.un.org/es/preventgenocide/rwanda
Publicado por el Departamento de Información Pública, marzo de 2012
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