Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
La primera pregunta que surge sobre el relato de las tentaciones en san Marcos, es si
tiene este episodio alguna relación con el del Bautismo, que le precede inmediatamente.
Bultmann cree que se trata de dos pasajes independientes, atribuyendo al que nos ocupa
un carácter mítico, de modo que el evangelista no habría hecho sino proyectar en Jesús
el antiguo mito de un héroe divino luchando contra un monstruo. Esta interpretación no
ha sido propuesta por primera vez por Bultmann y, además, sus ideas nos parecen, en
este punto, un tanto imprecisas. Los que, con Bultmann, ven en este pasaje un origen
exclusivamente pagano, caen en el vicio de considerar la pericopa aislada de su
contexto; como si no fuera un elemento más de un conjunto estructurado y armónico.
Las tentaciones se refieren íntimamente al conjunto del ministerio público de Jesús, del
que constituyen el preámbulo necesario.
L. Cerfaux sugiere, lo que parece verosímil, que el conjunto de las perícopas que se
refieren al Bautista -predicación del precursor, bautismo de Jesús, elogio del Bautista
por Jesús, controversia entre los discípulos del Bautista y los de Jesús, muerte del
Bautista- han debido formar en la tradición primitiva un conjunto unitario fundado en
una transmisión única: un discípulo del precursor pasado a la escuela de Jesús. El hecho
de que elementos de esta descripción se hayan filtrado en otras colecciones, explicaría
las diferencias de estilo entre el Bautismo y las tentaciones¡ Sea o no esta explicación la
acertada, lo cierto es que el retiro de Cristo en el desierto es la continuación normal del
Bautismo. Así aparecerá, lo esperamos, cuando expliquemos su sentido y señalemos sus
raíces veterotestamentarias.
Las tentaciones, tal como las presenta el segundo evangelio, contienen los elementos
siguientes: Jesús es impulsado al desierto por el Espíritu, y allí permanece cuarenta días
y es tentado por Satán; vive en compañía de animales salvajes y los ángeles le sirven. Es
evidente para nosotros que estos datos tienen su prefiguración natural en el Antiguo
Testamento, particularmente en la estancia del pueblo hebreo en el desierto después de
pasar el mar Rojo.
camino por el qué te ha hecho marchar Yahvé, tu Dios, durante cuarenta años en el
desierto, a fin de humillarte y ponerte a prueba y conocer el fondo de tu corazón..: " (Dt
8,2). Esta dependencia está suficientemente indicada por la presencia, en los dos textos,
de tres elementos comunes: el desierto, la cifra cuarenta y la tentación.
El desierto
Hay fundamentos para pensar que Marcos, como también Mateo y Lucas, sintetizan en
su relato los datos del Deuteronomio (8,2) y de Isaías (63,13-14). De modo que al hecho
de que Jesús es conducido al desierto corresponde la afirmación, frecuente en el
Antiguo Testamento, de que Yahvé ha conducido a su pueblo por el desierto, lugar que
tiene, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, un sentido teológico más que
geográfico.
Los 40 días
"Y estuvo -Jesús- cuarenta días en el desierto tentado por Satán". En los pasajes del
Deuteronomio antes citados (Dt 8,2.4; 29,4), los cuarenta años del desierto son
expresamente mencionados. Creemos que no hay que buscar otro origen a los cuarenta
días de Jesús (por ejemplo, en los cuarenta días de Moisés en el Sinaí o en los cua renta
días de marcha de Elías al monte Horeb), pues más que en la duración hemos de fijarnos
en el parecido de las situaciones.
Escalonando las tentaciones a lo largo de los cuarenta días, Marcos parece contradecir a
Mateo y Lucas, que dicen que Jesús fue tentado al final de la prueba. Sin embargo, no
creemos necesario suponer, con santo Tomás, que las tentaciones narradas por Marcos
han precedido a las de Mateo y Lucas.
A. FEUILLET, P.S.S.
Las tentaciones
En este punto debemos considerar el sentido que la tentación del demonio tiene en el
pasaje estudiado. En la Biblia, la tentación tiene un doble sentido: es prueba
purificadora y, al mismo tiempo, invitación al mal. De modo que un mismo hecho
puede ser las dos cosas al mismo tiempo, según el punto de vista, Dios o el demonio.
Hay que añadir, sin embargo, que no siempre ambos aspectos están igualmente
subrayados. En los pasajes del Deuteronomio aducidos como inspiradores de Marcos,
prevalece el carácter de prueba. Esta, viniendo de Dios, tiene por finalidad el triunfo
sobre el pecado. En cambio en el Padrenuestro, por ejemplo, tiene por objeto hacer
pecar al hombre. La tentación propuesta a Jesús tiene este doble carácter, como se puede
ver por los lugares paralelos de Mateo y Lucas. El demonio intenta verdaderamente
hacer caer a Jesús.
Creemos que estos dos datos del relato de Marcos, la presencia de las fieras y el servicio
de los ángeles, se aclaran mutuamente.
La palabra que emplea Marcos para decir que los ángeles servían a Jesús es diakonein,
que quiere decir "servir a la mesa"; frecuentemente, sin embargo, se usa también por los
evangelistas para significar servicio en general. En los Sinópticos predomina el sentido
de servicio material, el primero señalado.
A. FEUILLET, P.S.S.
Sin embargo, esta interpretación comunitaria del texto evangélico, según la cual Jesús
aparece como llevando en sí el nuevo pueblo de Dios, réplica del pueblo que pasó el
desierto, está lejos de agotar su sentido. Aquí, como en el relato del Bautismo, los dos
puntos de vista, personal o mesiánico y comunitario, están íntimamente ligados.
Partiendo de esta idea podemos encontrar la perspectiva mesiánica del nuevo Adán y la
restauración de la paz paradisíaca propuesta por muchos comentadores.
Según la tradición bíblica y judía -que sin duda ha influido mucho en el cristianismo
primitivo, como lo muestra el capítulo 11 de la carta a los Hebreos- todos los grandes
personajes del Antiguo Testamento e incluso todos los justos y el pueblo de Dios,
tomado en su conjunto, han conocido la tentación. Sin embargo, nuestro caso es
anormal, ya que se trata del mismo Mesías quien afronta a Satanás; un Mesías
trascendente, el Hijo, a quien rindió homenaje la voz celestial. Ha ido al desierto por
impulso del Espíritu que se cernió sobre él en el Bautismo, lo mismo que el Mesías
señalado por Isaías en el capítulo 11 o el Siervo de Dios (Is 42), que no obra sino bajo la
acción del Espíritu. El ser maligno que ataca a Jesús es, por tanto, su adversario nato al
mismo tiempo que adversario de Dios.
El servicio de los ángeles a este personaje evoca numerosos pasajes del NT donde éstos
están al servicio del Mesías (Mc 8,38; 12,27; Mt 25,31; Jn 1,52...) y son llamados
ángeles del Hijo del hombre (Mt 16,27; 24,31) del mismo modo que son llamados
ángeles de Dios (Mt 28,2; Lc 18,8; 15,10; Jn 1,52...). En estas condiciones se concibe
fácilmente que el relato de las tentaciones, junto con el relato del Bautismo, constituya
una especie de prefacio al segundo evangelio: Jesús, el Mesías e Hijo de Dios, es la
buena nueva salvadora que con un poder irresistible destruirá el Reino de Satán y
establecerá el Reino de Dios.
A esta luz, parece que la compañía de las fieras debe interpretarse como el
cumplimiento de las promesas que acompañarán la llegada del Mesías: Lo cual
coincidirá con una paz paradisíaca en que "el lobo y el cordero pacerán juntos; la
serpiente se alimentará de polvo; el león, como el buey, comerá hierba, y la serpiente se
alimentará de tierra" (Is 65,25). Los ángeles no le son necesarios para defenderse de las
fieras (cfr Os 2,20) ya que un pacto con ellas acompañará a la restauración de la alianza.
Toda traza de injusticia desaparecerá de la tierra (ls 9,1-6).
A. FEUILLET, P.S.S.
CONCLUSIÓN
Finalmente, nos queda por tratar la cuestión de prioridad. ¿Ha resumido Marcos las
narraciones, casi iguales entre sí, de Mateo y Lucas.? O, por el contrario, ¿han ampliado
éstos, con datos de otras fuentes, el relato, anterior, de Marcos? La opinión más
admitida sostiene que las narraciones más largas del primero y tercer evangelio resultan
de una fusión de Marcos con los datos suministrados por la fuente Q. Esta opinión, sin
embargo, está lejos de imponerse sin más. En particular, el carácter primitivo de Marcos
no es completamente evidente. El Bautismo y las tentaciones están intrínsecamente
unidos, como están unidos en la historia del pueblo hebreo el paso del mar Rojo y la
estancia en el desierto o, como en el Génesis, el relato de la tentación sigue al de la
creación. Ahora bien, este nexo que parece esencial está puesto más de relieve por
Mateo y Lucas que por Marcos. Por otro lado, conservando el mismo sentido
fundamental, es muy esquemático y falto de claridad; no puede ser comprendido
perfectamente, si no es teniendo en cuenta los otros relatos.
Nuestra opinión es que Marcos, conociendo un relato mucho más desarrollado de las
tentaciones -del género del que nos han conservado los sinópticos- lo ha reducido
voluntariamente, sin duda porque estimaba que la discusión entre Jesús y Satanás
utilizando textos escriturísticos, como también las dos últimas tentaciones con sus
circunstancias extrañas, podían desorientar a sus lectores de origen pagano y debilitar su
proclamación ulterior de la trascendencia de Cristo.
Se puede pensar también que el medio cristiano cuyas tradiciones trata de reflejar, tenia
costumbre de pasar rápidamente por este pasaje, contentándose con resumirlo.
NOTA COMPLEMENTARIA
Incluimos a continuación dos breves notas sobre el tema, extractadas del artículo del
mismo Feulliet: Le récit lucanien de la tentation, Bíblica, 40 (1959) 613-631.
última para la segunda tentación, citando por lo tanto, el Deuteronomio en este orden:
Dt 8,3; 6,16; 6,13. Ahora bien, estos tres textos del Deuteronomio son, a su vez,
alusiones a hechos históricos narrados en el Éxodo. Estos hechos son: la alimentación
milagrosa de los judíos en el desierto con el maná (que provoca la alusión en el
Deuteronomio:. ":..para que veáis que no sólo de pan vive el hombre..." 8,3); antes de
hacer Moisés el milagro de sacar agua de la roca, el pueblo se ha quejado a Moisés de
Dios, y Moisés les reprende diciendo: "¿Por qué tentáis a Dios?" (Ex 17,1-7); los judíos
hacen un becerro de oro y le adoran (Ex 32). Invirtiendo el orden del Deuteronomio
entre la segunda y tercera tentación, Mateo vuelve al orden del Éxodo: al orden de las
tentaciones de Israel en el desierto. El paralelismo entre las tentaciones de Jesús y las de
Israel debe remontarnos a la forma primitiva del relato: es, pues, Matee, y no Lucas,
quien ha conservado este orden primitivo.
Determinando la razón de ser del orden impuesto por Lucas, hallaremos el sentido de
este episodio en el tercer evangelio. A diferencia de Mateo y Marcos, que sitúan el
nuevo éxodo al comienzo del ministerio público de Jesús, Lucas parece referirlo a la
Pasión. Tiene la intención de presentarnos a Cristo victorioso del demonio, como un
modelo para los bautizados en las luchas que deben sostener contra el tentador. De ahí
la tendencia de Lucas a atenuar el carácter mesiánico de las tentaciones de Cristo y a
relacionarlas con las tentaciones que asaltan a todo hombre. Cristo es tentado en calidad
de segundo Adán; el diablo no le abandonará hasta haber agotado todas las formas de
tentación. La expresión evoca con toda naturalidad una clasificación tripartita de los
pecados, que recuerda la triple concupiscencia de que habla la primera carta de san Juan
(1 Jn 2,16). A su vez este texto de Juan se relaciona con el relato del primer pecado en
el Génesis: "La mujer vio que el (fruto del) árbol era bueno para comer, agradable de
ver y deseable para el entendimiento" (Gen 3,6). Sin referirse directamente a la
tentación del paraíso, Lucas la recuerda simplemente inspirándose en una teología de la
tentación y del pecado, que tiene sus raíces en este relato. La lucha de Cristo con el
diablo nos anuncia las que han de sostener los cristianos, de las que deben triunfar
siguiendo el ejemplo del prototipo de la humanidad nueva.