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“Un maestro es una brújula que activa los imanes de la curiosidad, conocimiento y

sabiduría en sus pupilos.”

Extender mi más grande y ferviente saludos a mis maestros de la Unidad Educativa


Republica de Francia, en este día tan especial de parte de mis compañeros estudiantes,
Padres y madres de familia que nos acompañan en este día.

Ser maestro, es una labor muy ardua, por eso las dedicatorias para maestros resaltan
ese trabajo, ellos se esfuerzan para que sus alumnos aprendan de la mejor manera
posible y nunca tiran la toalla cuando tiene pasión por su oficio, que en el país es uno
de los peores remunerados, pero a pesar de esto y de que su trabajo no termina al final
de la jornada ellos van a sus hogares a seguir con las calificaciones y las planeaciones
del saber a impartir para el siguiente día.

La figura del maestro, es sin lugar a dudas la más importante, después de los padres,
en la vida de una persona. ¿Quién no recuerda, a aquel personaje, hombre o mujer,
que le enseñó a despertar a la vida?

Seguro que sí, porque para todos nosotros, sin excepción, el maestro, la maestra, es
esa figura entrañable que en nuestra infancia veíamos lejano, y ahora, aunque no la
veamos tan cerca.

¿Recordáis cómo le veíamos, con un poco de temor y mucho de respeto, y como


alegraba nuestra vida infantil cuando se dirigía a nosotros con una frase amable o
sencillamente un saludo?

Hoy, con el paso del tiempo, recuerdo a mis maestros, y comparo su figura con la de
un misionero, que, sin marcharse a tierras de misión, aquí realizaban una labor callada
que se ha traducido en nuestro presente. Porque como rezaba un cartel puesto en la
pared de una escuela, “DONDE HAY UN MAESTRO HAY UNA ESPERANZA” …, si,
una esperanza para el futuro, ya que nos han hecho hombres libres por la cultura y por
la educación que nos han dado.

Nuestra educación, no se lo debemos a personas desconocidas, no; esto se lo


debemos a aquellos maestros que gracias a aquellas venerables personas que nos
educaron en valores, aunque eso no figuraba así en el currículo, porque entonces no lo
había, pero sí supieron infundir en nosotros los valores del respeto, de la tolerancia, de
la comprensión, de la solidaridad.

Fueron muy bendecidos al elegir la profesión de maestro, no sabían que estaba


eligiendo la profesión más difícil y a la vez más bonita del mundo, aunque a veces se
tropiece con la incomprensión de nosotros sus alumnos, de las personas, de los
gobernantes, o de otros sectores.
Y es que, si os ponéis a pensar, queridos maestros y maestras, amigos todos aquí
presentes, los maestros son los forjadores de mentes, los que educan y forman al
médico, al agricultor, al albañil, al funcionario, al ama de casa…, ¡a toda la sociedad!

Una cosa es enseñar y otra educar. Y el maestro, no sólo ha transmitido conocimientos


y nos ha enseñado, sino que nos ha educado, nos ha dado ejemplo y nos ha hecho
personas, sí, ¡personas! para ser útiles a la sociedad, cada uno en nuestro puesto,
aunque la sociedad no lo haya comprendido a veces, porque en muchas ocasiones, la
persona ha sido medida por su triunfo en la vida, por el ganar mucho dinero, por el
puesto que ocupa.

Los valores y actitudes son esenciales para el ser humano. Estos constituyen la esencia
más profunda de la personalidad y nunca, nunca, aunque no hayan estado reflejados
en el currículo, han estados relegados del quehacer educativo. Han ido juntos a la
instrucción, porque el maestro, los maestros todos han sido eso, maestros y no
solamente enseñantes.

Maestro no sólo es el que enseña, maestro es el que educa, maestro es el que forma,
no es un mero transmisor de conocimientos. Por suerte para nosotros, tenemos
“maestros” y “maestras”, hombres y mujeres que derrochaban bonhomía las
veinticuatro horas del día, que son maestros dentro y fuera de la escuela, que piensan
y se preocupan continuamente en sus alumnos, maestros que inculcan en nuestros
corazones los sentimientos de amor, bondad, ilusión, tolerancia. Si muchos de nuestros
maestros viviesen ahora, seguro que la emoción les embargaría al ver su obra, al ver a
sus “discípulos”, a los hombres y mujeres que ellos formaron, con su entrega a su
fascinante y noble profesión, la de maestro, y sentirían que su paso por esta vida no ha
sido en vano, porque sin ser escultores, sin ser pintores, sin ser literatos que dejen
obras que perduran con el paso del tiempo, ellos han conseguido la más perfecta de
las obras de este mundo: la persona humana.

Docente educador, tú eres un grito de fe porque crees en el hombre; tu eres un grito de


esperanza porque siembras lo que otros cosecharán; tu eres un testimonio de amor
porque mueres un poco cada día para que otros vivan plenamente.

No dejes de sembrarte con coraje en el surco del corazón humano, y volverás a ser pan
en muchas mesas para vivir cuando ya no vivas.

Feliz día del maestro.

Muchas gracias.

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