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1) Un claro ejemplo de la persona humana es usada con un fin inferior a ella

en dignidad son las malas condiciones de trabajo y de seguridad que afectan


profundamente la vida del trabajador y su familia causando enfermedades, baja
autoestima, falta de confianza, problemas familiares, etc.

2) La Biblia afirma que Dios crea todas las cosas y que el hombre ha sido hecho a
su imagen. Esto último implica una gran responsabilidad para el hombre, pues es
el único ser que puede lograr que las cosas que han salido de Dios vuelvan a Él,
en la medida en que él dirija su vida hacia su Creador. Con la realización del
hombre, se realiza toda la Creación. Esto no significa que el hombre no tenga que
trabajar, sino que la Providencia cuida también de lo que el hombre necesita.
La imagen se refleja, según el pensamiento bíblico, también en el cuerpo, puesto
que el hombre es concebido como una totalidad. No es que Dios tenga cuerpo,
pues no lo tiene, sino que el cuerpo y el alma forman una única sustancia: la
persona humana.
En el NT, la idea del hombre como imagen de Dios adquiere un matiz distinto,
puesto que ya no significa sólo una impronta divina impresa en el hombre sino que
es considerado más bien en su aspecto dinámico, es decir, como algo que tiene
que reproducir el hombre. Por lo tanto, le presenta el modelo a imitar: Cristo es el
hombre perfecto, el arquetipo al cual el hombre debe tratar de parecerse.
La persona humana tiene la misión, entonces, de poner en acto esta imagen divina
y lo hace en la medida en que se relaciona con Dios. La noción de imagen tiene
acá un sentido moral: es la dignidad que el hombre tiene que manifestar en sus
actos.
A partir de esta conciencia, debe surgir una actitud nueva del hombre: tener a Dios
y sólo a Él como lo más importante de su vida. No puede haber nada en la vida
que sea tan importante como el Señor, ni siquiera el amor por las personas más
cercanas puede estar en el mismo nivel del amor a Dios. Por más sentimiento que
tenga uno hacia un ser querido, de nadie, salvo de Dios, puede decir el hombre
que ha recibido todo lo que es y todo lo que tiene: sólo a Dios puede entregarle
completamente su vida. De esta forma, es como surge una relación profunda entre
el hombre y Dios, por la cual aquel descubre que tiene un Padre que está
dispuesto a amarlo siempre, aun cuando no siempre ese amor sea correspondido
De todas maneras, el mensaje central del hombre como imagen de Dios en el NT
pasa por la idea de reproducir el modelo que tiene el hombre. Y este modelo no
puede ser otro más que Aquel que es la Imagen perfecta de Dios, Aquel que es la
Idea que tiene Dios de Sí mismo, que lo conoce perfectamente y que vino al
mundo para darlo a conocer a los hombres: Jesucristo, quien es la fiel
manifestación de la divinidad.
Así es como adquiere su significado más perfecto la expresión del Génesis “a
imagen de Dios”: cuando el hombre incorpora a su vida una nueva “forma”, un
nuevo modo de ser y pensar; cuando el hombre no vive ya sólo según sus
criterios, según sus “verdades”, sino cuando imita el estilo de vida de Jesús en los
Evangelios. Jesús enseña a amar a Dios por encima de todo, enseña a perdonar
como la forma más elevada del Amor y a amar a los enemigos, así como a dar la
vida por aquellos que se ama.
De esta forma, enseña un estilo de vida completamente distinto al que los hombres
puedan imaginarse según sus criterios.
Las potencias (Inteligencia y Voluntad) y las perfecciones (Bondad, Sabiduría, etc.)
que se dan en Dios en el grado más alto posible aparecen en diversos grados
(siempre en menor intensidad) en los seres creados. Por ejemplo, el hombre es
bueno, pero su bondad es limitada en relación con la Bondad divina. También los
animales son buenos, pero en una escala menor (y en sentido diverso) al de los
hombres. En la jerarquía de los seres creados, cada nivel participa (posee una
parte) en distinto grado de esas perfecciones que Dios tiene.
Es éste, quizás, el reconocimiento más importante de lo que significa el cuerpo
para el hombre; no sólo no es algo imperfecto como pensaban algunos filósofos, o
algo pecaminoso como pensaban algunos herejes, sino que, junto con el alma,
tiene un destino de eternidad. El hombre es imagen de Dios en todo su ser, en
esta vida y en la otra.
De esta manera es como la teología del NT exalta la dignidad del hombre y el valor
de su existencia terrestre. El cristianismo, lejos de ser pesimista por la presencia
del mal y las limitaciones humanas, es muy optimista, porque contempla la
grandeza de lo que el hombre ha recibido (la Imagen divina) y la posibilidad real de
realizar su vocación con la ayuda de Dios
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