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4.

- Estudio de las cartas proto-paulinas

4.1.- Primera carta a los tesalonicenses

4.1.1.- Contexto

Constituye con toda probabilidad el primer escrito del Nuevo Testamento hacia el
año 50 (o 51), escrito y enviado desde Corinto. La datación del escrito sigue los
siguientes indicios:

En Hch 18,1-18 se narra la estadía de Pablo por alrededor 18 meses en Corinto


(v.11). Procedía directamente de Atenas, aunque tanto en Hch como en 1Ts, queda claro
que ha llegado allí por problemas con los judíos de Macedonia, primero en Filipos (Hch
16,16-40; 1Ts 2,1-2) y luego en Tesalónica (Hch 17,6-10.13). Timoteo y Silas,
compañeros de viaje y colaboradores del apóstol, se quedan en Berea un tiempo (Hch
17,14) y reciben la orden de reunirse con Pablo lo antes posible (Hch 17,15). De hecho,
llegan a Corinto juntos procedentes de Macedonia (Hch 18,5), aunque Timoteo se había
unido previamente a Pablo en Atenas. Desde allí lo había enviado a Tesalónica en
misión (1Ts 3,1-2) y había regresado a Corinto recientemente (1Ts 3,6). Concordando
los datos con Hch 18,5, se subentiende que su regreso es en compañía de Silas, pues está
con él cuando escribe la carta (1Ts 1,1).

Los datos de Hch 18 tienen dos importantes conexiones con documentos


históricos:

La expulsión de los judíos de Roma: “Allí se encontró con un judío llamado


Aquila, natural de Ponto, que acababa de llegar de Italia con su esposa Priscila, a
consecuencia de un decreto del emperador Claudio; porque todos los judíos habían
recibido la orden de abandonar Roma. Pablo se acercó a ellos” (Hch 18,2). Dicha
expulsión estaría documentada en la Vita Claudii del historiador romano Suetonio: “A
causa de que los judíos hacían constantemente disturbios por intigación de “Chrestus”,
[Claudio] los expulsó de Roma (Vita Claudii 25,4).

La comparecencia de Pablo ante el tribunal del gobernador (procónsul) de la


Provincia de Acaya, cuya capital era precisamente Corinto, según se narra en los vv.12-
16: “Siendo Galión gobernador de Acaya, los judíos acordaron unánimemente hacer una
manifestación contra Pablo; lo llevaron ante el tribunal y lo acusaron…” (Hch 18,12ss).

Queda refrendada históricamente por una inscripción en la estela de Delfos,


santuario muy renombrado de aquella provincia: “Tiber[io Claudio C]és[ar August]o
G[ermánico, Gran Sumo Sacerdote, investido de la po]testad [tribunicia] [por duodécima
vez, aclamado emperador] por vigésima sexta vez, P[adre de la Pa]tri[a] […] [a fin de
todo] lo que ahora se dice y [es]tas conti[endas de los ciudadanos] tal co[mo Lucio
Ju]nio Galión, mi ami[go] y [procón]sul”.

Es casi seguro que Pablo se sirvió de Silas y Timoteo como amanuenses (1,1;
3,2.6).

4.1.2.- Estilo

Algunas características estilísticas de la carta son las siguientes:


- Primeros pasos de Pablo como escritor cristiano.
- Carta de dimensiones modestas, más pastoral que doctrinal.
- No hay profundas y sistemáticas disquisiciones teológicas.
- Pablo se dirige sobre todo al corazón: gozo, congratulación, reconocimiento,
avisos, plegarias, palabras de aliento y de consuelo.

4.1.3.- Circunstancias pastorales

Tesalónica es una ciudad importantísima de Macedonia, capital de uno de los


cuatro distritos de la homónima provincia romana y bien conectada por las rutas
comerciales. Ubicada sobre la Vía Egnacia que lleva al mar Adriático y empalma con la
vía Apia que conduce Roma. También por el valle del Axios se extiende una ruta que
llega hasta el Danubio. El mar Egeo está cerca y la conecta con Asia Menor, Grecia y las
islas. La ciudad es sede de gobierno romano, pero mantiene una apariencia de polis libre
(Hch 17,6-8 enfatiza que tiene “politarcas”).

Tesalónica fue evangelizada por Pablo hacia el 49. Probablemente se detuvo allí al
menos 6 meses, comprendido el invierno sucesivo al viaje marítimo anterior (cf. Hch
16,11 de Tróade a Neápolis, puerto cercano a Filipos). Con todo, el relato de Hch 17,1-
10 supone un tiempo mucho más breve, predicación de tres sábados consecutivos (v.2).
Algunos exégetas se apegan a estos datos, sin tomar en cuenta el género literario del
relato. La narración refleja el modo cómo Hch cuenta la evangelización paulina que
reúne generalmente los siguientes elementos, aunque no siempre en el mismo orden:
primero va a la sinagoga y anuncia la verdad de Jesucristo (vv.1-3); luego, es rechazado
por los judíos (vv.5-9), aunque obtiene unas buenas conversiones entre los hebreos
(v.4a); por eso, se vuelve a los paganos, donde destacan los temerosos de Dios, entre los
que obtiene excelentes resultados (v.4b); y finalmente tiene que salir de la ciudad por las
dificultades que le interponen los judíos (v.10).

Estos datos nos muestran que los judíos muy probablemente tenían una
“etnarquía” con sinagoga, escuela y tribunal en aquella ciudad, a diferencia de Filipos,
donde seguramente eran muy pocos, de modo que se reunían a orar en algún lugar
propicio fuera de las murallas de la ciudad (cf. Hch 16,13).
Por otra parte, la carta revela que el trabajo de Pablo en aquella comunidad ha
sido paciente y pausado: usa para ello la imagen maternal (1Ts 2,7-8) y paternal (1Ts
2,11-12). Esto sustenta la idea de una estancia más prolongada. Otro detalle que la
refuerza es el hecho que Pablo inició un trabajo manual que le permitió darse su propio
sustento (2,9; cf. 1Co 9,16; 2Co 11,7).

La joven comunidad queda retratada en la carta. Es una comunidad fiel a las


enseñanzas del apóstol (1Ts 1,2-10). Resiste bien los embates de los paganos (1Ts 4,1-
12), especialmente de la tentación de vivir la sexualidad de un modo contrario a la
castidad. Pero también enfrenta bien las insidias de los judíos (1Ts 2,13-16). La
conducción pastoral de Pablo queda a la vista en la carta. Primero prevé algunos
problemas y envía a Timoteo desde Atenas (1Ts 2,17-18; 3,1). Éste regresa con buenas
noticias a Pablo – ya en Corinto –, pero también le lleva noticias de las dificultades
suscitadas en la comunidad, a las que Pablo intenta dar respuesta en la carta:

- Pablo exhorta a vivir como él mismo ha enseñado con su conducta (4,1-2; cf.
1Co 11,1), cuyo valor ha sido captado por la comunidad (2,10). Muy probablemente se
contrapone el estilo sencillo y abnegado de Pablo al de otros predicadores, que buscan el
reconocimiento de la comunidad, “los honorarios”, cuestión a la que Pablo renuncia
voluntariamente (2,4-6.9), precisamente como modo de evangelizar, buscando la
transformación de la vida de la comunidad, bajo las categorías de Reino y gloria (2,11).

- Erradicar resabios de costumbres paganas que precisamente deslavan la vida


cristiana en tres planos fundamentales: la castidad (4,3-8), el amor fraterno y la
laboriosidad (4,9-12), que sin duda son los aspectos fundamentales de la vida humana en
el mundo, mostrando su nuevo modo de existencia, porque a través de ellas se agrada a
Dios. En otras palabras: la vida misma del cristiano es rendición de culto al Señor, como
afirmará Pablo más tarde: “Ofreced vuestros cuerpos como una víctima viva… Éste será
vuestro culto espiritual” (Rm 12, 1).

- Han comenzado a morir algunos cristianos (1Ts 4,13-18) y, ante estos hechos
dolorosos, muchos cristianos se preguntan por su destino: ¿qué va a ser de los difuntos
sorprendidos por la muerte antes de la venida gloriosa del Señor (Parusía)? Y ¿cuándo
tendrá lugar esa venida?

Conociendo estas necesidades vitales y ante la imposibilidad de visitarlos, el


apóstol se decide a dar respuesta a estos requerimientos por carta (2,17-18), usando este
medio de comunicación que estaba a su alcance.

4.1.4.- Estructura de la carta


La estructura de la carta la estudiaremos a un nivel descriptivo, más simple, y otro
ahondando más desde el punto de vista del análisis retórico. La estructura descriptiva
comprende:

a) Saludo (1Ts 1,1);


b) Núcleo: - Primera parte: acción de gracias (1Ts 1,2-3,13; cf. 1Ts 1,2; 2,13; 3,9);
Segunda parte: parénesis (1Ts 4,1-5,22): exhortaciones, instrucciones,
recomendaciones, avisos. Destaca la respuesta de Pablo a las preguntas de los
destinatarios. Por ejemplo, acerca de la Parusía (1Ts 4,13-5,11), lo esencial no es
el cómo, sino alcanzar la salvación;
c) Despedida (1Ts 5,23-28).

Desde el punto de vista retórico, la estructura de la carta puede delinearse de la


siguiente manera:

a) Praescriptum: el saludo de 1,1. Lo analizaremos en la sección exegética.


b) Scriptum:
- Primer exordio: La realidad de la comunidad (1,2-10).
- Primera narración: La actuación de Pablo (2,1-12).
- Segundo exordio: Sufrimiento de los tesalonicenses (2,13-16).
- Segunda narración: Antecedentes de la carta (2,17-3,10).
c) Postscriptum:
- Primer final epistolar (3,11-13).
- Exhortaciones finales: alargan la despedida.
+ Primera exhortación: Dios quiere la santidad (4,1-8). Esta exhortación se
despliega en tres instrucciones consecutivas:
. Primera instrucción: Sobre el amor fraterno (4,9-12).
. Segunda instrucción: Sobre los difuntos (4,13-18).
. Tercera instrucción: Sobre el día y la hora (5,1-11).
+ Segunda exhortación: exigencias comunitarias de variado contenido
(5,12-22).
- Segundo final epistolar (5,23-28).

Esta estructuración de la carta naturalmente admite críticas. En primer lugar, se


podría considerar que el scriptum de la carta es más extenso y comprende las
exhortaciones e instrucciones. El pasaje descrito como primer final epistolar (3,11-13)
puede ser entendido precisamente como una transición entre las narraciones y las
exhortaciones. De hecho, en los vv.11 y 13 encontramos las designaciones “Dios y
Padre” y “Nuestro Señor Jesús” que remiten a semejantes denominaciones en 1Ts 1,1.3
y 2,19, respectivamente (“Señor Jesús” también en 2,15), con las cuales se enlaza
significativamente toda la primera parte. A su vez, en el v.13 encontramos otros
términos (y/o sus afines) muy relevantes en el desarrollo de las exhortaciones e
instrucciones sucesivas: “santidad/santificación” (4,3.4.7) y “Parusía” o “venida” (4,15;
5,23). El término “Parusía” también se encuentra en 2,19, junto a la designación
‘Nuestro Señor Jesús’. Y en 4,1-2 se repite la denominación “Señor Jesús”. Desde el
punto de vista retórico estructural son términos ‘corchetes’, pues ligan fuertemente
ambas secciones.

Ahora bien, al contemplar esta disposición es claro que la carta no es un modelo


de composición literaria, por lo menos en lo que a distribución de las partes se refiere:
hay aparentemente dos exordios (1,2-10 y 2,13-16)… dos bloques de exhortación (4,1-8
y 5,12-22)…”. No pocos autores han querido encontrar soluciones que expliquen estas
“irregularidades”. Hay quien ha querido incluir 2Ts, intentando así recomponer ya sea
dos cartas, ya sea una carta original y añadidos. Las hipótesis son alambicadas y
suponen que Pablo deba atenerse a rígidos cánones de composición para agradar a los
oídos más refinados. Esta pretensión parece contrastar con la postura de Pablo en la
epístola misma (cf. 2,4-5): él no busca agradar a los hombres, no usa palabras
aduladoras. Valdría la pena fijarse también en quienes formarían parte de la joven
comunidad tesalonicense, cuya composición no estaría lejos de asemejarse a la de
Corinto (cf. 1Co 1,26-27).
Profundización retórica corregida
a) Praescriptum: el saludo de 1,1.
b) Scriptum o corpus:
- Primer exordio: La realidad de la comunidad (1,2-10).
- Primera narración: La actuación de Pablo (2,1-12).
- Segundo exordio: Sufrimiento de los fieles (2,13-16).
- Segunda narración: Antecedentes de la carta (2,17-3,10).
- Transición entre narraciones y exhortaciones (3,11-13).
- Exhortaciones:
+ Primera exhortación Dios quiere la santidad (4,1-8).
. Primera instrucción: Amor fraterno (4,9-12).
. Segunda instrucción: Difuntos (4,13-18).
. Tercera instrucción: El día y la hora (5,1-11).
+ Segunda exhortación: exigencias comunes (5,12-22).
c) Postscriptum:
Final epistolar (5,23-28).

Las hipótesis no solo tienen que ver con problemas detectables en la carta, esto es,
en los datos literarios, sino también con supuestos o pre-concepciones de los estudiosos.
Con la aplicación de algunos procedimientos exegéticos, se ha intentado ajustar el texto
de la carta a las ideas preconcebidas acerca de lo que es paulino y lo que no lo es. Estas
dicen relación con otros problemas históricos, culturales, confesionales e, incluso,
personales de los intérpretes y sus comunidades de referencia.
4.1.5.- Mensaje de la carta

La carta se encuentra bajo el signo de la acción de gracias (1Ts 1,2–3,13):


a) Una gran eucaristía narrativa: sólo la acción divina ha podido generar y
consolidar la comunidad de Tesalónica.
b) Literariamente se debe notar la alternancia entre el ‘nosotros’ y el ‘ustedes’
(vosotros): dos vertientes que se unen en un mismo cauce, los evangelizadores y los
evangelizados. Lo que se pretende es la comunión de vida, es decir, la comunión eclesial
de la comunidad con sus dirigentes.
c) En 17 oportunidades se usa el término “hermanos”. Así se recalca la fraternidad
cristiana que tiene su origen en Dios Padre y en Jesucristo, que es Señor y se ha hecho
hermano de los hombres.

Al mismo tiempo, las exhortaciones presentan como trasfondo la Parusía (1Ts


4,1–5,22):
a) Se centra en el presente y el futuro: ‘les rogamos’ y ‘les exhortamos’ son el
tono e hilo conductor (1Ts 4,1-2.10; 5,4-6.12-14).
b) Énfasis en las exigencias propias de una vida consagrada a Dios (1Ts 4,3.7) y
en la actitud constante de esfuerzo y progreso del creyente (1Ts 4,1.10; 5,13).
c) El telón de fondo es el acontecimiento inminente y decisivo de la venida
gloriosa del Señor (1Ts 5,4-11.23).
d) Los constantes imperativos e infinitivos con sentido imperativo expresan el
profundo convencimiento de Pablo de que no se pueden separar doctrina y
comportamiento. No es posible pensar como cristianos y vivir como paganos: 1Ts 4,1-
3.5-9.15; 5,9.12.18.
e) Por eso, se debe apelar constantemente a la Palabra de Dios y al mensaje de
Jesús: 4,15.
f) Es un espléndido ejemplo de catequesis evangélica para iluminar y fortalecer la
vida cristiana. Una gran eucaristía narrativa que lleva a exhortaciones variadas, pero que
fomenta la vida eclesial: de los pastores (5,12-13); de la comunidad (5,14-16) y en la
relación con Dios (5,17-18). Todo ello supone un constante discernimiento en el Espíritu
(5,19-22), para no extinguirlo y, a la vez, abstenerse de todo lo que se le opone.

Algunas ideas teológicas fundamentales son:


a) La existencia bajo la inminencia escatológica: La existencia cristiana actual no
es definitiva, esta situación pasará cuando Cristo vuelva para liberar de la cólera (1,10).
Los tesalonicenses aguardan con gozo su venida: lo fundamental es el encuentro con el
Señor, un don que se ofrece a todos, vivos y muertos (4,16-17). Naturalmente, hay
expectación acerca del día y la hora, aunque queda fuera de nuestro alcance (5,2), lo que
nos lleva al consuelo de que Dios no nos ha destinado a la cólera, sino a la salvación por
nuestro Señor Jesucristo, para vivir con él (5,9).
b) De paganos a cristianos, quienes viven el evangelio: El primer paso en la fe
dado por los tesalonicenses fue el paso de los ídolos al Dios vivo y verdadero (1,9; Hch
17,22-31); después acogieron el “evangelio de Dios” (2,8) y esto con la trascendencia de
la Palabra de Dios (1,5; 2,13), lo que llevó a la comunidad a hacer el mismo proceso de
acogida del Evangelio que ha hecho Pablo (1,6) y otras comunidades cristianas antes que
los tesalonicenses (2,14).
c) Santificación personal: La santificación es la voluntad de Dios (4,3), siguiendo
el ejemplo y las instrucciones del apóstol (4,1-2), pero su raíz es el don del Espíritu
Santo (4,7-8). Cada uno debe ser el contenedor del Espíritu (4,4; aunque esta
interpretación es muy discutible; otros ven en esta expresión un eufemismo de la
santidad del lecho conyugal). Lo que significa, por un lado, vivir alejados de la pasión
propia de los gentiles (4,5; cf. Gal 5,16-17) y, por otro, preocupado por practicar el amor
fraterno (4,9-10; cf. 1Co 12,31-13,8a). Se manifiesta todo esto espléndidamente en la
bendición final (5,23-24), en esta descripción del ser humano como alma, cuerpo y
espíritu, esta última nota designa ‘la capacidad del hombre de abrirse a Dios’,
específicamente al Espíritu de Dios, de modo que se convierte en su hijo y continuador
(cf. Ga 4,6; Rm 8,14-17).
d) La vida cristiana es comunitaria: La comunión con Cristo supone la vivencia
eclesial de la fe y de la gracia (convocación) en una comunidad estructurada con los
pastores que presiden y tienen la misión de educar y corregir (5,12-13), misión que se
extiende también a la faceta de la corrección fraterna (5,14) y al sostenimiento de unos
con otros (5,15-16) y a la común recurrencia a Dios (5,17-18). Todo ello supone un
constante discernimiento en el Espíritu, que no extinga su acción, muy por el contrario,
sea capaz de recibir con alegría sus dones y carismas y, a la vez, abstenerse de todo lo
que se le opone (5,19-22).

4.1.6.- Exégesis de pasajes escogidos

A. Del Praescriptum: el saludo inicial de 1Ts 1,1

Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el


Señor Jesucristo: Gracia a vosotros y paz.

- Pablo ejerce el ministerio apostólico colegiadamente


- Encontramos las primeras aseveraciones teológicas de un escrito cristiano conservado
hasta hoy en su forma actual:
+ La Iglesia es la realidad teológica primigenia, la fe es ante todo comunitaria;
+ La Iglesia es una realidad sobrenatural en Dios Padre y en el Señor Jesucristo;
+ Se deja ver el misterio divino: Dios es el Padre y Jesús es Señor (= Dios) y
Mesías (Cristo, el ungido), afirmaciones centrales de Mc 1,1. Si es “el Ungido”
reclama necesariamente el “ungüento”, al Espíritu Santo. La Trinidad está
implícita en este saludo.
- Gracia y paz es un saludo típicamente romano.

B. Del Scriptum: El primer exordio, la realidad de la comunidad, en 1,2-10:

Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros, haciendo mención de vosotros
en nuestras oraciones; teniendo presente sin cesar delante de nuestro Dios y Padre
vuestra obra de fe, vuestro trabajo de amor y la firmeza de vuestra esperanza en
nuestro Señor Jesucristo;

Es una acción de gracias o eulogía inicial por la fe, esperanza y caridad de la


comunidad. Revela que el discurso es “demostrativo”, es decir, persigue señalar una
realidad presente, en este caso positiva, para alabar a las personas que tienen que ver con
esta realidad. Ellos son los mismos destinatarios de la carta, por lo que capta la
benevolencia de los destinatarios para que demuestren interés en el discurso que se
inicia.

En cuanto al contenido, se repiten las ideas teológicas fundamentales acerca de la


Trinidad. Éste es un recurso retórico, una figura de pensamiento, para enfatizar algo
importante. En los vv.4-7, el exordio toma los ribetes de una narratio (narración) de la
historia de la fe de la comunidad, de modo que quede vinculada al discurso como
explicación de la captatio benevolentiae recién formulada:

En primer lugar, se constata el origen de la fe de la comunidad tesalonicense que


se ordena de la siguiente manera:
- La elección divina: “sabiendo, hermanos amados de Dios, su elección de
vosotros…”: El origen de la vida cristiana es la elección amorosa de la comunidad.
Dios (= Padre) ama a la comunidad y la elige.
- Evangelio: “pues nuestro evangelio no vino a vosotros solamente en palabras,
sino también en poder y en el Espíritu Santo y con plena convicción; como sabéis
qué clase de personas demostramos ser entre vosotros por amor a vosotros”: Se
trata del primer uso del término “Evangelio” (cf. Rm 1,1-4), considerado como
mensaje de los misioneros (ministros). Es acompañado con poder y Espíritu Santo,
es decir, dotado de eficacia que confirma el anuncio (cf. Rm 1,4; 1Co 2,4-5). La
confirmación del Espíritu podría referirse a milagros o signos que realizaban los
predicadores. El apóstol dirá en 2Co que las características de su apostolado son
“paciencia perfecta en los sufrimientos, signos, prodigios y milagros” (12,12). Y en
1Co declara que “cuando fui a vosotros, no fui con el prestigio de la palabra o de la
sabiduría a anunciaros el misterio de Dios… me presenté ante ustedes débil, tímido
y tembloroso. Y mi palabra y mi predicación no se apoyaban en persuasivos
discursos de sabiduría, sino en demostración del Espíritu y de su poder” (2,1.3-4).
- Imitación de los apóstoles y del Señor: “Y vosotros vinisteis a ser imitadores de
nosotros y del Señor, habiendo recibido la palabra, en medio de mucha
tribulación, con el gozo del Espíritu Santo”: La demostración del Espíritu parece
estar vinculada a la vida del apóstol, pues de hecho él dice que los que recibieron la
palabra se hicieron “imitadores nuestros” (cf. 1Co 4,16; 11,1; Flp 3,17). Esta
imitación significa configuración con Cristo (1Co 11,1; Flp 3,17-18). La razón de
la imitación está en haber acogido la palabra de Dios con el gozo del Espíritu Santo
y en medio de muchas tribulaciones. Esta antítesis gozo-aflicción describe bien lo
que significa la vida cristiana, ya desde el inicio y caracteriza la vida del apóstol
(2Co 7,4; 8,1-2; Col 1,24). En los vv.7-10 adquiere el carácter de probatio
(argumento probatorio), pues refiere a las buenas noticias recibidas por el apóstol
acerca de la irradiación misionera que la comunidad tesalonicense ha ejercido. Así
reafirma su captatio benevolentiae.
- Modelos (ejemplos) de fe: “de manera que llegasteis a ser un ejemplo para todos
los creyentes en Macedonia y en Acaya. Porque saliendo de vosotros, la palabra
del Señor ha resonado, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también por todas
partes vuestra fe en Dios se ha divulgado, de modo que nosotros no tenemos
necesidad de hablar nada”: Haber experimentado el gozo del Espíritu y la
tribulación permitió a la comunidad convertirse en modelo para otros que vienen a
la fe. Se hicieron evangelizadores con su propia vida y palabras. Termina con una
exageración retórica para recalcar lo afirmado: “no tenemos necesidad de hablar
nada”. Este recurso recalca la plena conformidad de Pablo con la comunidad y, de
paso, reafirma su autoridad sobre ella.
- Testimonio de los evangelizados: “Pues ellos mismos cuentan acerca de
nosotros, de la acogida que tuvimos por parte de vosotros, y de cómo os volvisteis
de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero”: Los evangelizados por
el testimonio y predicación de los tesalonicenses dan cuenta de dos hechos que son
muy positivos a los ojos del apóstol:
+ La entrada de Pablo y sus compañeros a la comunidad de Tesalónica. La
relación con Pablo es una mediación importantísima en la evangelización de
esa comunidad (cf. 1Co 3,9-11; Ga 5,2).
+ La conversión de la comunidad (cf. 1Co 12,2; 2Co 6,16). Es clara la
antítesis entre ídolos y Dios vivo y verdadero: los ídolos son inertes e
incapaces de dar vida (1Co 8,4-6), todo lo contrario del verdadero Dios que
es vivo (2Co 3,3; 1Tm 3,15; 4,10). Así se inserta en la visión
veterotestamentaria del Dios de Israel (Dt 5,26; Js 3,1; Jr 10,10). Dios es el
que da la vida (cf. Rm 2,7; 4,47; 6,22-23; 8,11; 1Co 15,45; 2Co 3,6; 4,11-12;
Ga 2,20; 6,18). Es significativo que la vida divina se nos comunica en la
unión con Jesucristo a través de su Espíritu (cf. Ga 2,20; 6,18).

y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de entre los muertos, es decir, a
Jesús, quien nos libra de la ira venidera”: La conversión tiene una dimensión
presente, pero también una futura (escatología). La esperanza cristiana se centra en
el segundo adviento del Hijo. Él es el que ha sido resucitado por Dios, y su misión
principal es liberarnos de la ira venidera, el castigo que justamente merece la
humanidad (cf. Rm 1,18; 2,5; 5,9; 12,19). La ira de Dios se relaciona con el
rechazo o la acogida de Jesús (cf. 1Ts 2,16; 5,9). Es una imagen apocalíptica de la
venida del Señor inspirada en la imagen del Hijo del Hombre que viene entre nubes
(Dn 7,13-14) revestido de poder e imperio (cf. 1Ts 4,16-18). Esta expectación
mesiánica de corte apocalíptico se percibe también en los relatos de su pasión (cf.
Mc 14,62; Mt 26,64). Busca mover a los oyentes a gozarse en su experiencia.

C. Del Postscriptum o segunda parte del Scriptum: Segunda instrucción sobre los
difuntos (4,13-18):

Pero no queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que
no os entristezcáis como lo hacen los demás que no tienen esperanza.

En 4,13 se introduce el tema de la resurrección de los difuntos. Se trata también de


un discurso demostrativo que busca persuadir acerca de la verdad de un hecho presente,
la resurrección de los muertos. La introducción hace ver que es muy probable que los
tesalonicenses hayan preguntado acerca de esta cuestión por medio de Timoteo.

Respecto del verbo “entristecerse”, hay una clave en 2Co 7,10 donde da el criterio
de distinción de la tristeza según Dios y según el mundo. La primera produce
arrepentimiento (cf. 2Co 7,11) y la segunda, muerte (cf. Rm 14,15; 2Co 2,4; Ef 4,30).
Este último es el sentido de la tristeza que el conocimiento de la verdad quiere evitar, es
decir, que los cristianos de Tesalónica desfallezcan en su vida, como los que no tienen
esperanza.

En los vv. 14-17 se pasa al argumento central. La esperanza cristiana se basa en la


acción del Resucitado, según la reflexión en el misterio central de nuestra fe: “Porque si
creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios llevará con Él a los que
durmieron en Jesús” (v. 14). Se parte de un principio incontestable: la fe en la muerte y
resurrección de Jesús. Se trata del contenido esencial del evangelio predicado por Pablo
(cf. 1Co 15,1-4) y, por lo mismo, el artículo primero de la fe cristiana. Es el núcleo
mismo de la redención, pues la muerte y resurrección del Señor implican nuestra
salvación (cf. 1Ts 5,9-10; Rm 8,34; 14,9; 2Co 5,14-15).

Esta realidad es una verdad de fe, que no se desprende de una deducción lógica,
sino de la infinita misericordia de Dios, del designio de su amor. Cobra importancia la
concepción típicamente cristiana de la muerte como dormirse para despertar
(cementerio), absolutamente distinta de la concepción pagana de la muerte como final
absoluto (cf. 1Co 7,39; 11,30; 15,6.20.51; Hch 7,60; 13,36; Jn 11,12-13).

En los vv.15-17 se repara en la autoridad de la Palabra de Dios en la que se


sostiene el argumento, explicando la Parusía y la resurrección universal: “Por lo cual os
decimos esto por la palabra del Señor” (v. 15). En el NT, la Parusía designa el
advenimiento glorioso de Cristo al final de los tiempos. Es el acontecimiento que
desencadena el entero eschaton. En efecto, la Parusía se conecta inmediatamente con el
fin del mundo (cf. Mt 24,3. 27.37), con la resurrección (cf. 1Co 15,23) y con el juicio
(cf. 1Ts 5,23).

1Ts 4,13-18 es la descripción más directa y completa de la Parusía en el NT. Más


tarde, en 1Co 15, aparece más clara la unión entre la Parusía y los demás elementos
integrantes del eschaton: La venida de Cristo (v.23) pone en marcha el entero proceso de
la consumación, resurrección, juicio, fin del mundo presente, nueva creación en la que
Dios será todo en todos. En los escritos paulinos hay también otros términos para
designar el mismo acontecimiento:
- Día del Señor: es la expresión que con mayor frecuencia designa la Parusía (cf.
1Ts 5,2; 1Co 5,5; 1,8; 2Co 1,14; Rm 2,16). Nace de la transposición cristológica del ‘día
de YHWH’ (cf. Lc 17,24) y expresa la continuidad respecto de la esperanza escatológica
de Israel y, a la vez, la novedad de la esperanza cristiana, centrada ahora en la figura de
Cristo.
- Epifanía: se traduce literalmente como ‘manifestación’. Se utiliza en las cartas
pastorales (cf. 2Tm 1,10; 4,1; Tt 2,11.13), referida a ambas venidas del Señor, dando un
carácter escatológico al tiempo presente.
- Apocalipsis o revelación (cf. 1Co 1,7).
- Maranathá: aclamación litúrgica primitiva en arameo, “¡Ven, Señor!” (cf. 1Co
16,22; St 5,8; Ap 22,20).

En nuestro texto la descripción del acontecimiento es bastante clara: “… que


nosotros los que estemos vivos y que permanezcamos hasta la Parusía del Señor, no
precederemos a los que durmieron” (v. 15). Supone que tanto Pablo y sus seguidores,
como los tesalonicenses estarán vivos cuando venga el Señor. Pero esta circunstancia no
implica una superioridad respecto de los que murieron antes (‘durmieron’). Por lo tanto,
la Parusía es un acontecimiento universal que afectará a todos por igual.

“Pues el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel
y con la trompeta de Dios” (v. 16). La descripción contiene profusión de rasgos de la
apocalíptica judía (voz, trompeta, nubes). Por eso, no parece adecuada la teoría que
postula que Pablo ha tomado este término del helenismo (en comparación con la llegada
del emperador o de un rey). Parece más que evidente que 1Ts apunta a lo expresado en
los textos escatológicos de los sinópticos que, inspirados en Dn 7,13-14, describen la
segunda venida del Señor como la ‘venida del Hijo del hombre’ (cf. Mc 13,24-25; Mt
24,29-31; Lc 21,25-27). Así se descarta la teoría de que Pablo haya introducido la idea
de Parusía en el cristianismo por un influjo helénico. La descripción de la Parusía
acentúa aquí el carácter real (de realeza) de la venida del Señor y, por tanto, su carácter
judicial. El Señor viene con poder a juzgar e imponer su imperio sobre todos los pueblos
(cf. Dn 7,15).

“… y los muertos en Cristo resucitarán primero. Entonces nosotros, los que


estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las
nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre” (vv. 16-
17). La Parusía producirá dos efectos: primero la resurrección de los “muertos en
Cristo”. Supone que la muerte de los cristianos es algo diversa de la mera muerte
natural. Esta diferencia se expresa con la expresión ‘dormirse en el Señor’, que significa
estar unido a Él ya de alguna manera en la esperanza de resucitar con Él (cf. Flp 1,20;
Gal 2,20; Col 2,20; 3,3).

La resurrección de estos cristianos sucederá ciertamente. Solo entonces los que


estén vivos (‘nosotros’ según la visión del Apóstol en aquella época de su vida) serán
arrebatados junto a los resucitados. El verbo “arrebatar” describe la acción de quitar con
fuerza (cf. Mt 13,19; 11,12; Jn 6,15; 10,29). Indica una cierta transformación de los
vivientes en una dimensión celestial, como lo sugieren las nubes y el aire donde se
producirá el encuentro con el Señor. Todos los hombres serán resucitados, por lo que sus
vidas accederán a una condición que no es la actual.

Lo más decisivo es que la resurrección de los muertos y la elevación de los


sobrevivientes están marcadas por el encuentro con el Señor que se prolonga en una vida
con Él, sin término ni restricciones (cf.1Ts 4,14; 5,10). Esto debe mover a la esperanza a
los destinatarios de la carta. En 2,12 Pablo había dado la clave de la conducta humana
(la vida cristiana) en consonancia con “la llamada de Dios a su Reino y gloria”.

Finalmente, en el v.18 se concluye la instrucción: “Por tanto, confortaos unos a


otros con estas palabras”. Una sencilla conclusión que pone en evidencia que la
esperanza no es individualista, sino que implica una apertura universal. También que
tiene que ver con el presente, en el sentido de adelantar lo definitivo en el hoy de
nuestras luchas y sufrimientos y consolarnos para seguir adelante en la tarea de
evangelizar.

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