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FINAL - PSICOLOGIA DEL DESARROLLO II

1) Hacer una breve reseña de la situación de crisis presentada.


2) Analizar la crisis en sus diversos significados: peligro, oportunidad y decisión.
3) Describir los momentos de la crisis en la situación presentada.
4) Analizar el universo de representaciones del sujeto implicado.
5) Describir las salidas posibles de la misma.
6) Conclusiones.

1) En la historieta presentada se intenta mostrar como la vida puede presentar distintos tipos de dificultades, es
decir, que pueden aparecer en la vida situaciones de crisis que frente a ellas uno puede reaccionar de diversas
formas. Es necesario enfrentar estos obstáculos que son parte inevitable de la vida de todo ser humano.

2) Según distintas culturas las crisis pueden ser explicadas tomando como base otros conceptos. Por un lado los
chinos entienden a la crisis desde otros dos conceptos, ellos son:

•PELIGRO: Refiere a una situación desconocida que genera malestar y sufrimiento y es capaz de desestructurar.
Siempre ante una crisis el peligro es algo que está presente ya que obliga a abandonar la “estabilidad” para
ingresar a lo desconocido, a lo incomodo, lo doloroso. Implica enfrentar una situación desagradable y peligrosa
para el yo.

La instancia del peligro es inherente a la crisis porque toda situación crítica nos empuja a un lugar que resulta
desconocido pero que – además de doloroso - es necesario para que se produzca el cambio.

•OPORTUNIDAD: La crisis abre un campo de posibilidades frente a lo desconocido que permite poner en marcha
la creatividad. Ante la situación de peligro para lograr atravesar la crisis es necesario evaluar las posibilidades
que se tienen para “salir” de la crisis lo más entero posible, lograr mitigar la desestructuración que la crisis implica.

El ser humano ante una situación que desestructura su vida puede optar por múltiples opciones desde enfrentar
las dificultades que se le presenten hasta esquivar toda situación dolorosa. En la situación que se presenta en la
historieta el personaje opta por diversas posibilidades que van desde enfrentar los obstáculos, esquivarlos o
quedarse en la zona de comodidad, entre otras opciones.

Por otro lado los Griegos relacionan el concepto de crisis con el de DECISIÓN, esto implica que ante una
situación de crisis la persona se ve obligada a cambiar algo de su vida, enfrentarse a lo nuevo y desconocido así
como también adoptar una determinada posición frente a esto. Una crisis implica que desde que sucede en
adelante se produce inevitablemente un cambio, ya que la persona para seguir con su vida debe adoptar una
posición frente a una nueva situación que se le presentó de manera inesperada y abrupta.

Para sintetizar estos 3 conceptos se puede citar un ejemplo, donde se pueden identificar fácilmente:
Ante una separación, primeramente se encuentra la decisión ya sea de un hombre o una mujer de abandonar la
vida de pareja, y esto lleva inevitablemente a un cambio sustancial en sus vidas ya que toda crisis conmueve la
identidad de uno y modifica su vida cotidiana: nada seguirá siendo como antes. A su vez esta situación nueva y
desconocida supone un peligro para la persona en crisis, porque esa persona que hasta ahora estaba viviendo en
pareja, se ve obligado a replantearse su vida, en algunos casos mudarse, alejarse de los hijos, enfrentar la
soledad, etc. Por otro lado la crisis abre ante la persona una amplia gama de posibilidades para atravesar el
momento doloroso, en este caso ante una separación la persona puede ocuparse de sí mismo, centrarse en su
profesión, ocuparse de sus hijos, etc. Las posibilidades de resolución pueden ser saludables para la persona
como también pueden ser perjudiciales como por ejemplo que la persona elija ignorar el malestar que le genera la
separación y continuar su vida como si no hubiese sucedido nada, lo cual solo logrará postergar la crisis o lograr
que esta se manifieste de otra manera (Ej.: una enfermedad)

3) La crisis posee 2 momentos:

• MOMENTO CRÍTICO: Se refiere a la aparición súbita de una situación de cambio, esto supondrá una cierta
estabilidad previa que se ve interrumpida por un acontecimiento o situación que aparece de manera inesperada y
abrupta logrando la desestabilización del sujeto.

• RESOLUCIÓN: Se refiere al proceso que ocurre consciente o inconscientemente a posteriori del momento
crítico. La resolución consiste en la adopción de distintos caminos frente a una situación de cambio.

En la historieta puede verse como momento crítico cada obstáculo que se le presenta al personaje y al cual
debe hacer frente, algunos más difíciles que otros, pero todos implican una situación de crisis que surge frente a
los obstáculos que se presentan en la vida de un ser humano.

Con respecto a la resolución del conflicto en la historieta depende de la actitud que adopta el personaje ante
cada obstáculo que se le presenta; por ejemplo: una posible resolución – aunque sería una pseudosolución –
sería esquivar el obstáculo o quedarse en el lugar cómodo. Pero lo que finalmente plantea el personaje es que lo
principal es enfrentar lo que se nos presenta en la vida, por lo tanto la resolución luego del momento crítico es
intentar adoptar una decisión que permita a la persona que atravesó una crisis volver a estructurarse, es decir,
“rearmarse” luego del momento crítico.

4) El sujeto constantemente crea representaciones tanto del mundo que lo rodea como de sí mismo. A partir del
universo de representaciones que cada sujeto construye podrá comprenderse su posicionamiento ante la realidad,
así como también ante su propia vida, sus decisiones y acciones. Por lo tanto al enfrentarse a una crisis se debe
indagar en el universo de representaciones del sujeto, para poder comprender su posición frente a esta.

De acuerdo a la historieta podría decirse que el universo de representaciones que el sujeto presenta es variado ya
que muestra distintos modos de enfrentar los obstáculos de la vida, y en cada viñeta se ve una situación y una
decisión diferente. Por una lado se pueden encontrar representaciones que tienen que ver con enfrentar los
obstáculos, pero por otro lado se plantea la posibilidad de esquivar las dificultades como un intento de negación
del conflicto (podría considerarse una pseudosolución, que solo postergará el momento crítico de la crisis).
También en el cuadro que plantea el “quedarse en la zona de comodidad” puede verse tanto la negación del
conflicto como la ilusión, la cual implica la falsa creencia de estabilidad donde no hay cambios, pensando que al
quedarse con lo conocido se evitaría el momento de crisis, lo desagradable y doloroso, pero que finalmente solo
agravará los efectos de la crisis en el momento que llegue. Por lo tanto en el universo de representaciones del
sujeto implicado pueden verse tanto intentos de resolución que pueden considerarse saludables como otros que
solo son pseudosoluciones que no llevan a solución alguna.

Desde otro punto de vista y analizando la historieta de manera general - se podría decir que el sujeto presenta
una visión de la realidad - basada en sus representaciones del mundo - que podría considerarse positiva, ya que a
pesar de que como se dijo anteriormente propone soluciones más efectivas que otras - finalmente plantea que a
pesar de todo lo que pueda suceder lo importante es intentar.

5) Existen posibles salidas de los momentos de crisis, ellas son:

• Una persona puede salir de la crisis TRANSFORMADO, es decir al pasar por una crisis el sujeto fue capaz de
atravesarla, aceptar el cambio y reestructurar su vida adaptándose a esta nueva solución. Implicaría sacar lo
positivo de la crisis y aprovechar el momento de cambio para bien, para modificar su vida positivamente.

En la historieta la mayoría de las viñetas muestran una situación que implicaría que el sujeto salga “transformado”
por ej.: en la viñeta que muestra que se puede tropezar y volver a empezar, quiere decir – según mi opinión - que
luego de una crisis la persona se reestructura y vuelve a intentar y en el volver a intentar la persona se encuentra
ya transformada, porque toda situación dolorosa o de cambio implica inevitablemente una transformación en los
seres humanos.

• Otra salida puede ser la SOBREADAPATACIÓN, lo que se llama una PSEUDOSOLUCIÓN, implica una
solución temporal, un alivio momentáneo. A su vez se la llama así porque no existe coherencia entre el problema
que produjo la crisis y la solución buscada, por ejemplo una pareja en crisis busca tener un hijo pensando que eso
solucionará su problema. Con la pseudosolución lo único que se logra es postergar la situación crítica la cual
volverá a aparecer en un tiempo.

Un ejemplo de la historieta puede ser la viñeta en la que el personaje encuentra un lugar cómodo y se queda allí,
esto solo posterga la crisis, se busca evitar la situación dolorosa quedándose en la “zona de comodidad”.

• La última salida posible es la DESORGANIZACION, implica una respuesta patológica ante el cambio, se
produce una desestructuración en la cual no hay enriquecimiento. Esto puede suceder ante cualquier situación a
la cual la persona no puede hacer frente ya se aporque lo excede o no tienen los recursos para enfrentarlo. Con
respecto a la historieta cualquier situación presentada en ella puede llevar a la desorganización si la persona no
se encuentra en condiciones de afrontar la crisis que se le puede presentar.

6) Como conclusión es posible afirmar que las crisis son necesarias en la vida de todos nosotros, el ser humano
requiere para su normal desarrollo un delicado equilibrio entre la necesidad de estabilidad y la necesidad de
cambio, los conflictos constituyen el motor del aparato psíquico.

Por lo tanto la crisis – a pesar de que se la considera siempre como algo negativo – constituye algo POSITIVO, ya
que por un lado “avisa” que algo no anda bien y que es necesario un cambio y por otro lado porque permite el
desarrollo de capacidades hasta entonces no utilizadas o desconocidas.

Además de necesarias las crisis son inevitables, por lo tanto no pueden prevenirse pero debe buscarse la manera
de minimizar los efectos negativos de la misma, cada persona tiene una capacidad distinta de enfrentar y vivir las
crisis y dependerá de cada persona como se la transita y como se la resuelve.

Si bien en el momento de la crisis es difícil ver su aspecto positivo - ya que uno está viviendo un momento
doloroso – cuando la persona va acercándose a una resolución puede ver que el cambio era necesario y que la
crisis es capaz de abrir puertas a nuevas posibilidades que no habían sido consideradas hasta el momento, y
quizás puede convertirse en la posibilidad de una vida mejor ya que la crisis empuja de cierta manera a una
reflexión y un replanteo de la propia vida, impulsa a buscar una forma de salir del malestar y estar mejor.

Por lo tanto – tomando como referencia – la historieta hay que entender que la vida está llena de obstáculos, es
decir, a lo largo de la vida se presentan situaciones críticas que deben enfrentarse, y tal como el personaje
muestra a pesar de lo dolorosas que pueden resultar determinadas situaciones lo principal es intentar y no
quedarse atrapado en la crisis.

FERRARI – DEL CICLO VITAL HUMANO EN SALUD MENTAL


Se denomina ciclo vital: a la serie de cambios o estadios que el ser humano pasa en el camino que transcurre
desde su gestión hasta la muerte. En algún momento del mismo, tiene posibilidad de reproducirse, engendrar y
criar nuevos seres. Los momentos de transición del ciclo vital son especialmente vulnerables (sensibles) para la
aparición de enfermedad.

La salud mental es la capacidad de adecuarse y sobreponerse a los cambios y los variados desafíos que
proponen distintos momentos del ciclo vital y a su vez son su resultado.

El modelo del desarrollo para la salud mental

Para comprender los cambios que ocurren en la vida mental a lo largo del ciclo vital humano se ha recurrido al
concepto de DESARROLLO: las personas se desarrollan en secuencia ordenada de “etapas” cronológicas que
van surgiendo sobre las previas. Así a partir del nacimiento las personas cambian y evolucionan desde niveles
simples hacia niveles más complejos. Según esto, el desarrollo es personal y único. Un ciclo vital normal sería
sinónimo de crecimiento y desarrollo aunque también puede detenerse o inhibirse.

La idea de desarrollo supone nuevas adquisidores, crecimiento y tendencia hacia adelante. Pero hacia adelante
puede significar anticiparse, en ciertos casos saltear etapas. Como el niño precoz que se transforma en un seudo
maduro.

En todo momento hay movimientos progresivos pero también regresivos. La regresión es la reaparición de
conductas tempranas o infantiles para enfrentar situaciones de angustia. Por ejemplo: cuando nace un nuevo niño
en la familia, el hermanito mayor puede adoptar actitudes del recién nacido.

Tendencias regresivas puede expresar patología grave pero también, si son temporales una disposición al servicio
de adecuarse a una situación nueva: por ejemplo, el paciente que ante una enfermedad puede permitirse expresar
conductas infantiles como modo de ser cuidado y atendido.

En otro lugar se ha mencionado la transferencia como modos pasados de relación que se reiteran, que impiden el
cambio y repiten modos inadecuados de resolución de conflictos. Pero paradójicamente, la transferencia puede
ser entendida como un intento de repetir el pasado para cambiarlo, para modificarlo en el presente.

EN CONCLUSION, NO SIEMPRE CAMBIOS EN EL SENTIDO PROGRESIVO SIGNIFICA SALUD, NI EN


SENTIDO REGRESIVO ENFERMEDAD.

El ciclo vital en el presente

Ciclo implica un periodo de tiempo. El YO de cada sujeto procede de acuerdo a su “propio tiempo personal”. Lo
que caracteriza el ciclo vital humano es el de transcurrir simultáneamente en diferentes escalas de tiempo:
cronológico, biológico, psicológico.

Un concepto que rompe la concepción de la linealidad del tiempo mental es el de retroactividad.

¿Qué promueve, estimula o inhibe los cambios?

¿Qué cosa motiva los cambios que se dan a lo largo de la vida?

a. El rol del objeto: desde la temprana relación madre bebe y demás relaciones significativas, el desarrollo y
crecimiento mental supone por introyección e identificación la adquisición de nuevas estructuras y funciones,
promovidos por la presencia de objeto. La incorporación de funciones, habilidades, y talentos aumentan la fuerza
y la autonomía del Yo en relación con los objetos, el aprendizaje cumple un rol esencial en este proceso.
Tras la renuncia de los padres del complejo de Edipo, sobreviene su internalización el superyó y las instancias
éticas. En el adolescente los cambios y el crecimiento mental responden al intento de reformular esas
identificaciones tempranas en una nueva configuración de identidad.
b. Los cambios bilógicos, demandan a las estructuras mentales que se adecuen y acompañen sus desarrollos.
Cuando en la etapa de la adultez tarida las funciones biológicas declinan, pueden ser un incentivo para el
crecimiento mental y la búsqueda de nuevos logros o una necesidad patológica de retornas a estructuras del
pasado.
c. Todos los desafíos, demandas, y expectativas que vienen del entorno social: el destete del bebe, el control de
esfínteres, el inicio de la escolaridad, el adolescente que inicia las relaciones sexuales, etc. Estas situaciones
proponen cambios que requieren ser respondidos. Originan conflictos y crisis.

Los estadios del ciclo y las crisis vitales

Hay determinados momentos del ciclo vital relativamente apacibles y estables. Un periodo de transición entre
periodos o estadios es necesario para adecuarse a nuevas exigencias y demandas. Requiere tiempo poder
desprenderse de una situación pasada y adaptarse a otra nueva.

Otras veces los cambios señalan un periodo de crisis, ya sean internos como también externos. El concepto de
crisis es utilizado para dar cuenta de situaciones particularmente críticas del ciclo vital humano. Algunas son
esperadas y otras inesperadas o imprevisibles. Estos cambios posibles del desarrollo, generan conflictos del tipo:
temor a la aprobación o desaprobación, perdida de la seguridad, el fracaso, angustia, etc.

LAS CRISIS VITALES – SILVIA DI SEGNI – Lía Ricon


La vida de los seres humanos requiere un equilibrio entre la necesidad de estabilidad y la necesidad de cambio.
Algunos cambios son necesarios e inevitables, como por ejemplo el envejecimiento y el crecimiento, otros pueden
ser necesarios como, los divorcios, exilios. Algunos son producidos por una persona en relación a su medio, por
ejemplo el cambio de ocupación que se hace por causas vocacionales.

La crisis se encuentra relacionada con situaciones catastróficas, situaciones extremas, siempre brutales y
negativas. La característica principal de la crisis es la ser súbita y acelerada. La crisis no ofrece nunca un aspecto
“gradual” y “normal”.

Diferencia entre dos momentos, a los que se los denomina: momento crítico y resolución de la crisis.

El momento crítico: se refiere a la aparición súbita de una situación de cambio, esto supondrá una estabilidad
previa. La estabilidad es entendida como quietud, falta de movimiento. El momento crítico debe considerarse
como la culminación de circunstancias previas a través de un cambio brusco en la vida de una o más personas.
Es importante señalar que una crisis nunca afecta a una sola persona, aun cuando haya una principalmente
afectada.

Muchas veces aparecen los mecanismos de defensa, como por ejemplo la negación privilegiando “ganar” tiempo y
no enfrentar la crisis. Además, la negación es protector del Yo, por lo tanto, debe tomarse en cuenta que, si actúa
y lo hace con gran fuerza, está protegiendo un Yo incapaz de enfrentar la situación.
La resolución de la crisis: el término “resolución” hace referencia al proceso que ocurre, consciente o
inconscientemente, a posteriori del momento crítico. Pasado el golpe inicial, habrá un periodo de parálisis muy
variable. Este puede ser sustituido por una necesidad infructuosa de encontrar rápidas soluciones.

En cada caso se pondrá de manifiesto los mecanismos de defensas predominantes. Por ejemplo la ilusión, la cual
se conforma a través de la negación de la realidad y la idealización y permite tolerar situaciones duras para el yo.
Este es un proceso no solo útil, sino necesario, en la medida en que permite desarrollar la creatividad y encontrar
soluciones.

¿Qué tendrá de positivo una crisis? El desarrollo de capacidades hasta entonces no utilizadas o desconocidas.
Esto aparece claramente en la crisis de la adolescencia. Por ejemplo, la muerte de un ser querido, no implica
nada positivo, permite u obliga a modificar actitudes, suplir necesidades afectivas anteriormente satisfechas por la
persona desaparecida. Otro ejemplo la persona que pierde un trabajo, la situación siempre obliga a encontrar
nuevas soluciones. Otro ejemplo, son las enfermedades que permiten cuestionar o revalorizar aspectos de la vida
que cotidianamente.

¿Pueden prevenirse las crisis? Lo que puede lograrse es minimizar sus efectos negativos. La capacidad de
enfrentar la crisis dependerá de la historia personal. Las personas que debieron enfrentar crisis a edades muy
tempranas suelen mantener a lo largo de la vida menor capacidad para enfrentarlas, quedando ligadas a
situaciones traumáticas que se renuevan en todo cambio posterior. El tiempo es un factor decisivo para enfrentar
de mejor manera una situación crítica.

Las seudosoluciones: ante el caos, la inseguridad, la falta de apoyo, aparecen la desconfianza como
sentimiento y la parálisis o el actuar contradictorio como accionar sobre la realidad. Cuando esta situación de
indefinición se vuelve intolerable, puede buscarse como salida una seudosolucion, provocar un hecho que
produzca una definición sea como fuere. Un ejemplo de este tipo sería el caso de una pareja que frente a una
crisis vincular sale de ella teniendo un hijo. Se denomina seudosolucion, porque no existe coherencia entre el
problema que produjo la crisis y la solución buscada. En este caso lo que se logra es postergar la crisis.

Los más afectados: los niños son uno de los grupos afectados con más fuerza por la situación de crisis. En parte
se debe a la inmadurez de su aparato psíquico. Pero también influye la imposibilidad de actuar sobre esa realidad
crítica que se les presenta. Los ancianos constituyen otro grupo de riesgo, lo que dependerá en gran medida de
su grado de salud.

LA ADOLESCENCIA COMO CRISIS VITAL – MOUJÁN


El adolescente mientras transcurre su adolescencia entra en crisis con su cuerpo, con su pensamiento, en las
relaciones sociales con los demás y con sus ideales.

II. CRISIS EVOLUTIVAS


Gerald Caplan acuño el concepto de crisis evolutivas como inherentes a momentos de cada ciclo vital
diferenciándolas de las “crisis accidentales” surgidas ante toda situación de cambio impuesto, una negativas como
la muerte, y otras cambios buscados positivos como viajes, éxitos. En ambos casos, las crisis no son naturales de
la evolución, sino son un “accidente” de la misma.

Además, llamó “duelo” a este periodo de cambio en las relaciones que sufre el YO cuando abandona un vínculo
afectivo para alcanzar otro nuevo. Por otro lado denomino “sublimación” dentro del proceso de socialización a la
manera de resignar vínculos inmaduros por otros vínculos con objetos ideales para el sistema familiar o social
imperante. Por lo tanto cuando se sublima siempre se resigna un placer sexual más infantil, por otro compartido
con los ideales sociales.

El modelo de “crisis vital” propuesto no excluye las anteriores crisis (evolutivas y accidentales) sino que las amplia
al poner al individuo en contacto con lo inmediato de la experiencia.

En este campo indeterminado, cuya respuesta no surge de nada previo, sino de la intuición de esa experiencia
que se manifiesta con una imagen creativa, original. Esta desestructuración se ha denominado crisis vital por al
sacar al individuo de lo conocido lo conecta con una fuerza que puja por responder al interrogante de lo que soy o
las cosas son.

En este caso la crisis no consiste en la pérdida del mundo representado que se tiene de una relación con una
circunstancia concreta, sino el desprendimiento de todo el sistema de relaciones que sostenía psíquica y
socialmente. Cuando se logra el despego de “ese objeto” se alcanza un nivel participativo no relacionado con el
mundo.

Es importante para un adolescente alcanzar este nivel de crisis vital pues cuando lo logra, el mundo que lo nutre
es la “cultura viva” en su constante aparecer como energía con información; lo convierte en creador de “objetos”,
es decir protagonista.

En síntesis, toda situación de crisis enfrenta al individuo la posibilidad de un cambio estructural que modifica la
forma de concebir la realidad interna o externa. Es convertirse en un “nosotros” con toda la cultura viva y así poder
captar intuitivamente la imagen que da sentido a todo.

Una crisis vital consiste como se dijo previamente en un cambio estructural, no solo de “objetos” que lo
tranquilicen y adaptan. Cambio de todo el sistema que lo sostiene para tener una visión de la realidad de que se
siente protagonista, esperando el objeto ideal que tranquilice sus deseos.

En la adolescencia es durante en ella, que se alcanza el pensamiento “lógico formal”, que permite captar los
códigos adultos. Los adolescentes, como se dice sufren una profunda crisis de identidad del Yo, que los lleva a
buscar identificaciones más o menos momentáneas que los tranquilizan y adaptan socialmente.
Se debe diferenciar así algo que se considera de suma importancia para entender la adolescencia. El doble
registro de su crisis: por un lado busca socializarse a través de la sublimación que el YO realiza de su sexualidad
en objetos ideales determinados por el sistema sociocultural. Y por el otro trata de autosuperarse con la fuerza
vital que puja por expandirse en la búsqueda de su identidad de ser a través de la cultura viva.

Diferentes etapas de la adolescencia:

Primera etapa: es un anticipo de lo que vendrá una vez iniciada la pubertad. Es la crisis vital de la latencia,
cuando el niño alrededor de los 6-7 años pierde el objeto de posesión y control, y descubre el objeto para la
relación psicosocial. Empieza a importarle más lo que puede hacer con el objeto que el objeto en sí. Cambia su
forma de pensar más operativa. Puede también cambiar la relación con los padres. Se van incorporando nuevos
objetos sociales, club, tele, amigos. El latente transita por una crisis vital, con desajustes entre los objetos y cosas
que posee y aquellos de la sociedad que despiertan su interés pero no controla.

Segunda etapa: Pubertad o adolescencia temprana: cuando el púber se encuentra con el desajuste centrado en
el cuerpo, sufra una pequeña despersonalización al sentirse confundido. El YO sufre una crisis que busca
equilibrar a través del “grupo pandilla” donde todos comparten esta confusión con un pudor perturbador. Además
surge otro desajuste el carácter “perverso polimorfo” de sus fantasías al haberse producido la “explosión”
hormonal. Aquí también ese YO busca equilibrarse a través de las fantasías autoeroticas.

Tercera etapa: cuando el púber llega a los 15 años, e indicia la adolescencia media o propiamente dicha, que
durara aproximadamente hasta los 18 años. En este periodo el desajuste crítico está centrado en el pensamiento.
En el poder pensar sobre idea no tanto sobre cosas. Se desprende y alcanza el mundo adulto a través de las
ideas y de su cuerpo ya conformado. Por las ideas logra identificarse con héroes o ideales que lo habilitan para
teorizar. Con el juego erótico se va equilibrando con el “otro”. Con los dos juegos con el “erótico” y el del
pensamiento teórico, logra proyectarse hacia el futuro sin tanta angustia por la duda de lo desconocido y enfrentar
lo desconocido.

Cuarta etapa: el adolescente centra su crisis en su relación con la sociedad, en especial con su rol laboral. Lo
que llamamos una crisis laboral. El desajuste se lo plantea entre el YO y los múltiples posibles roles que podría
asumir, los tales, presiones sociales y fuerza de las identificaciones. Esta crisis transforma el adolescente en
buscador de su destino, no solo de su rol.

FICHA
PERIODO DE LATENCIA: se dan cambios en el aparato psíquico y en la relación con pares e instituciones.
Formulado por Freud, como un receso en la evolución sexual hasta el advenimiento puberal. Definido por su
negativa, lo que deja de ocurrir, pero lo positivo es justamente lo que surge y se complejiza aquí. La noción de
periodo se centra más en lo temporal. Es coherente, periodo de receso, de desaparición de las conductas
sexuales manifiestas, de espera, aquietamiento de la sexualidad hasta el surgimiento del segundo momento de
florecimiento y maduración.

EL PRECONCIENTE: es esperable que aumente la tramitación psíquica de la meditación preconsciente. Se lo


puede concebir como una inhibición de la descarga, una redirección de la energía pulsional y una adecuación a
códigos culturales. Utiliza la energía ligada al principio de realidad. Sus maneras de actuar se dividen en: primer
censura: hace referencia al pasaje de inconsciente a preconsciente, donde ejerce la represión y otras defensas
cumplimentando las exigencias superyoicas para desalojar lo prohibido. También le da la posibilidad de
figurabilidad a los retoños pulsionales mediante simbolismos, desplazamientos, con el sistema del lenguaje y la
organización de pensamiento. Opera la transformación de los procesos primarios y secundarios. La segunda
censura: su función es seleccionar, protegiendo a la conciencia de ideas perturbadoras por la posibilidad de dirigir
pequeñas cantidades de energía libre, favoreciendo el ejercicio de atención.

ACTIVIDAD MOTRIZ Y JUEGO: tanto la actividad motriz como el juego varían entre la latencia temprana y la
tardía. El juego se tiñe de un creciente y marcado interés por la realidad, por el mundo ampliado desde lo familiar
conociendo sus alternativas, dificultades, y posibilidades de inserción. Va pasando del uso del juguete a la
práctica del juego, escenificando el camino exogámico. Se siente la necesidad de “afiliarse” a la realidad. El juego
puede encuadrarse en una tarea de equipo en donde cada uno realiza una parte de la acción destinada al fin
común. El juego de roles revela, una organización psíquica más compleja, donde se pueden dar identificaciones
transitorias con los diversos personajes y sus interacciones. El juego de a poco se va dando más organizado, más
complejo y socializado, desarrollándose las limitaciones y reglas, así como la competencia y la cooperación. Al
comienzo el movimiento tiene que ver con la actividad motriz gruesa. Desde los 8 años en la actividad motriz ya
combina el desplazamiento y el ingenio. Además es un vía privilegiada para la descarga energética pulsional,
neutralizando y desplazando el placer masturbatorio en el placer del juego.

TRANSFORMACIONES CORRELATIVAS AL SEPULTAMIENTO EDÍPICO: la resolución de la conflictiva edípica


y la aceptación de la prohibición del incesto inauguran el segundo momento de la evolución psicosexual. La
declinación del complejo de Edipo se acompaña de una intensa represión y propicia una transformación de
investidura de objeto en identificaciones con los padres y el posible desarrollo de sublimaciones. Durante las
primeras etapas se irán produciendo en el aparato psíquico un gradual reordenamiento y una complejizacion que
llevarán a la constitución de una nueva instancia psíquica: el superyó.

Los latentes se caracterizan por tener una conducta desexualizada, con primacía de afectos tiernos sobre los
otros, este tiempo se caracteriza porque el yo se pega al superyó. Debido al displacer que produce la pulsión
sexual, la imposibilidad de acceder a su satisfacción y ante mociones parciales, se generarán fuerzas contrarias
para su sofocación: las formaciones reactivas. Otra tramitación posible resulta de los procesos sublimatorios, que
compromete al objeto y a la meta pulsional. La adecuada resolución edípica permitirá el corrimiento hacia objetos
distintos.
NUEVA LOGICA REPRESENTACIONAL: la acomodación psíquica que requiere el proceso de incorporación de
conceptos se ve facilitada por la ausencia de nuevas pulsiones emergentes que impliquen un esfuerzo adicional.
El empuje de las pulsiones inaugura la posibilidad del proceso sublimatorio. Únicamente la represión del interés
sexual erótico permitirá el despliegue de una actividad consciente y preconsciente hacia la conquista del mundo
exterior. Aquí el niño puede acceder a nuevos logros en el proceso del pensar. El niño no requerirá de la
percepción visual para constatar la castración materna (será por deducción, las mujeres no tienen pene, mi mama
es mujer, por lo tanto no tiene pene). En relación con el padre también se dan determinados juicios. Con el
desarrollo del lenguaje comienza a obtener mayor relevancia el preconsciente verbal, cuya función es hacer
consciente lo inconsciente, es decir encontrar formaciones sustitutivas. En la latencia las manifestaciones de
omnipotencia y poder se expresan en la aparición de figuras idealizadas a las que se les atribuyen poderes
mágicos, otras como héroes a los que se les suman poderes extraños.

LENGUAJE: implica un logro sublimatorio: inserción cultural como código compartido con otros. Acompaña y
posibilita las modificaciones del pensamiento en ese pasaje de las creencias infalibles al saber consensuado. En
la primera infancia lo sentido es expresado por lo corporal, lo gestual y por movimiento lúdicos. En la latencia se
da el incremento de las verbalizaciones. El significante verbal posibilita la expresión y también el sostén dador de
sentidos en otros canales. Los tiempos verbales reflejan la distinción creciente entre realidad psíquica y exterior.

LA AGRESIÓN: en la primera infancia la agresión está más ligada a la descarga pulsional o como reacción a la
limitación o coartación de lo deseado. En la latencia predomina lo relacional con el otro. La agresión carga la
nueva instancia superyoica. La tendencia a ocultar, disimular y encubrir son propias de la organización psíquica
de la latencia. Hay una utilización de la agresión pasiva como modo de desafío y la ironía en el hablar destinada a
atacar. Otra via es la canalización en las actividades sublimatorias, juegos y movimientos con competitividad. La
vida grupal entre pares se presta para la descarga agresiva.

URIBARRI – ACERCA DE LA TEORIA.


Freud delineó la latencia como resultante de las defensas puestas en juego por el Yo y culturalmente incitadas por
la herencia y la disminución fisiológica de los impulsos.

Se tiende a presentar al latente como un ideal de evolución armoniosa y calma, ligada al niño dócil y estudioso.
Esta latencia es promovida por un nuevo ordenamiento intrapsíquico, producto de la resolución edípica e incitada
culturalmente, lo que obliga al Yo a buscar nuevas maneras de canalizar el impulso en su labor mediatizadora. Lo
característico del trabajo de la latencia, es la concurrencia de diversos mecanismos al fin sublimatorios.

La organización psíquica de la latencia se caracteriza por su configuración dinámica, reorganización operativa, su


peso relativo y el balance intersistémico, determinados por el intenso y sutil TRABAJO DE LATENCIA.

LATENCIA TERMPRAREGANA Y TARDIA


Hay dos momentos diferentes, ubicando aproximadamente a los 8 años, el cambio entre lo que se ha dado en
llamar primera y segunda latencia, o latencia temprana y tardía. La primera se caracteriza por la fragilidad del
equilibro intersistémico, con la consecuente emergencia de angustia frente a lo impulsivo. La lucha inicial que
emprende el Yo está ligada a controlar lo pulsional y a limitar la descarga, mediante el freno represivo; recurre a
otros mecanismos como la formación reactiva.

El desenlace edípico inaugura un nuevo orden intrapsíquico, donde se trata de lograr ese delicado equilibrio entre
lo prohibido y lo permitido, lo promovido y lo logrado, lo ansiado y lo posible, lo placentero y lo displacentero,
consciente de sus dificultades y sufrimientos y en estado casi de alerta continuo.

La amnesia infantil que se instala a partir del desenlace del Edipo produce en el niño desubicación y perdida de
referencias respecto de sí, como un desajuste interno con sensaciones de incomodidad, angustia y señales de
peligro.

Ese carácter de cuerpo extraño con el que vivencia al Superyó el infantil sujeto hace que, dude si la “voz que lo
ordena” viene de adentro o de afuera. Es notable además, la ambivalencia frente a los mandatos del Superyó, que
se traducen en una oscilación entre acatamiento y rebeldía. El latente temprano tiene escasa tolerancia.

El desafío para el niño es cómo lograr no agotarse en el recurrente círculo vicioso de embate pulsional, falta de
descarga, inestabilidad, etc. Solo si logra abrir vías sublimatorias, no necesita desgastarse en la defensa y el Yo
buscará armonizar con los mandatos del Superyó y los requerimientos socioculturales.

Otro aspecto destacable es lo referido a las prohibiciones que, derivadas del Superyó e impuestas desde las
instituciones sociales, lo constriñen. Es frecuente observar que los niños a esta edad comienzan ellos a establecer
prohibiciones, a veces, a pares, hermanos o niños menores. Esta modalidad implica una cierta dificultad para
aceptar las normas, adecuarse a las prohibiciones e incorporarlas.

Algunas de las modificaciones descriptas, así como las vicisitudes para lograrlas y estabilizarlas, son posibles,
también, en función de la maduración neurobiológica entre los seis y ocho años.

La maduración brinda las nuevas capacidades intelectuales, las facilitaciones del entorno social y la
instrumentación provechosa de estos elementos que pueda lograr el Yo, le posibilitan una ampliación de recursos
y junto a la relativa estabilización del equilibrio intersistémico y a la afirmación de sublimación en la organización
de la descarga pulsional, inauguran LA LATENCIA TARDÍA, a partir de los 8 años aproximadamente.

Se caracteriza por una mayor fluidez, autonomía, continuidad y equilibrio de la conducta, menos sufrimiento
consciente del temor al desborde y del surgimiento de angustia. Se incrementa el fantasear, ensueño diurno, se
amplía el distanciamiento de los padres y lo familiar y adquiere mayor importancia el grupo de pares.

En la temprana latencia aparecen los monstruos y fantasmas, mientras que en la tardía toman formas humanas,
tratándose de brujas, majos, ladrones, etc.
PASAJE A LA PUBERTAD

Comienza a producirse un progresivo cambio del funcionamiento de la latencia a la transición hacia la


adolescencia. El termino pubertad alude a cambios corporales y el de adolescencia al proceso psicológico que la
pubertad promueve.

Los cambios corporales de la pubertad son graduales, lentos u otras veces más brucos o intensos y el correlato
psicológico también. Las primeras manifestaciones conductuales observables suelen ser la emergencia de
inquietud y desasosiego sin causa manifiesta, con incremento de la motricidad, descargas bruscas y pérdida de la
concentración, distracción, charlas paralelas, comentarios fuera de tema, incumplimiento, etc.

Esta etapa de transición trae aparejada la sensación de que “algo les pasa”, aunque no puedan definir de qué se
trata y por eso, genera desasosiego, ansiedad e inquietud. En el pasaje impreciso de latente tardío a adolescente,
más allá de lo corporal van cambiando conductas e intereses.

Se produce un salto cualitativo debido a la genitalizacion creciente que cambia el panorama psíquico, donde sin
cruciales los logros de la latencia, en tanto posibilitan un procesamiento psíquico más armónico frente a la ruptura
puberal y a la genitalizacion, que inauguran el proceso adolescente con las modificaciones estructurales, tanto del
Yo y del Superyó, como también del carácter, del ideal del Yo y del interjuego y economía de las instancias, lo que
sería objeto de otro libro.

EL CAMINO EXOGAMICO - Uribarru

El trabajo de la latencia en torno de la castración motoriza este primer movimiento exogámico y, como plus de
placer el interés de las técnicas, del conocimiento y de nuevas relaciones.

Este proceso de desplazamiento e inserción en el ambiente social implica la separación de los padres, la conexión
con otros adultos y pares. Esto lleva aparejada una modificación incipiente de la imagen de los padres,
especialmente un relativo cuestionamiento y abandono de la creencia en la omnipotencia de ellos, y nuevos
procesos identificatorios, que se intensificaran en la adolescencia. Proceso que es posible en tanto pueda
desinvestir los objetos primarios y también redirigir lo pulsional para ampliar su universo relacional y realizar
nuevos investimentos.

Este proceso implica un desplazamiento de la autoridad desde los padres hacia maestros e instituciones. El Yo
encuentra así, esas otras miradas.

Esta catectización de maestros o líderes grupales, puede ser calificada de amor inhibido en su meta o meramente
desplazamiento de las figuras parentales. En caso de persistencia y fijeza del engrandecimiento de tales objetos,
parece más ligado a aspectos defensivos que impiden abandonar la creencia en la omnipotencia parental y lo fijan
al funcionar infantil temprano, viéndose dificultado el camino exogámico en donde el desplazamiento inicial
posibilita una elaboración paulatina de las diferencias entre los padres y los otros mediante la comparación, con el
consiguiente enriquecimiento e incremento de la capacidad crítica.

El funcionamiento psíquico estará operando bajo la protección del principio de placer modulado y dirigido por el
principio de realidad, lo que produce un investimento tal de las funciones psíquicas que las situaciones
displacenteras pueden ser elaboradas en un adecuado equilibrio para que “lo nuevo” encuentre lugar en el
psiquismo, sin que el movimiento de desinvestiduras, necesario para las nuevas investiduras, sea experimentado
como desorganizativo por el Yo.

Se ha denominado a este movimiento camino exogámico, porque si bien representa un apartamiento de los
vínculos con los objetos primarios y una creciente conexión e investimento de objetos del medio extra familiar, no
configura aun la exogamia, aunque prepara su concreción como un camino que conduce a esa meta.

IDENTIFICACIONES

En las actividades compartidas con el grupo de pares, al construir y/o compartir modalidades, pautas, normas e
ideales, se desarrollan identificaciones grupales que posibilitan el logro de un sentimiento de pertenencia,
habitualmente expresado en la realización de ciertos rituales o contraseñas compartidas, que tienden un sentido
identificante e identificatorio, para distinguirse del resto. La ausencia de esta participación e identificación grupal
se expresa en el retraimiento, aislamiento y soledad de algunos, que suele acompañarse con pérdida de la
autoestima y sentimientos de inferioridad.

LOS PADRES Y LA LATENCIA

Debemos tener en cuenta que cada transición de un equilibrio intrapsiquico logrado del niño (fase o periodo) hacia
otro nuevo modo de organización e interacción con su medio, se erige como un desafío también para los padres,
ya que no solo pone en riesgo el progreso de su hijo, sino que modifica el tipo de vínculo e interacción que los
liga.

La actitud de los padres frente a los cambios del hijo y su creciente individualización puede oscilar del
extrañamiento a la añoranza de la relación previa, y para procesas esas vivencias, apoyarse en el orgullo de verlo
progresar, catectizando su futuro, así como a través de obtener gratificaciones en la vida conyugal y en otras
actividades.

RELACIONES INTERSUBJETIVAS

La marcada sociabilidad del latente no es tanto una elección de él, sino una circunstancia social que se le impone,
que adopta progresivamente. Los objetos significativos del mundo externo estarían un una posición mediadora
respecto de las relaciones de objeto narcisistas y las relaciones de objeto anaclíticas, siendo la condición de
posibilidad la resolución edípica, en tanto apertura a un circuito de nuevas investiduras de objeto e identificaciones
enriquecedoras para el sujeto, las cuales favorecen su individualización.
Su pueden diferenciar cuatro tipos de relaciones de los niños en latencia con otros. Con los adultos, con las
instituciones, con pares y con hermanos.

Con los adultos: predomina un distanciamiento. Si bien este movimiento es de claro carácter defensivo, favorece
la ampliación de recursos yoicos en el contacto con actividades compartidas con otros. Como figuras que ejercen
el control, la amenaza de castración y de pérdida del amor, prevalecen el recelo y el ocultamiento, especialmente
en lo referido a episodios ligados a irrupciones pulsionales, despliegues fantasmaticos y sueños diurnos. Ocultar
sus secretas aspiraciones o fantasías, favorece un despliegue intrapsiquico enriqueciendo al Yo, facilitando una
mayor diferenciación Yo-Otros, por una parte, y una discriminación Mandatos-Exigencias y deseos por la otra. La
relación con otros adultos es similar a la de los padres, pero estos pasan de ser relevos desplazados de los
padres a poder ocupar lugares superyoicos. Podemos también pensar que estas nuevas relaciones posibilitan
también un replanteo a posteriori de la fantasmatica familiar desde los aspectos desplazados de los padres, cuyos
diferentes actores, habiendo nuevas posibilidades, repercuten en la posible revisión de la cristalización mítica
familiar inconsciente.

Con las instituciones: la escuela cumple una nueva función, representa un ámbito ampliado del medio familiar y
de la casa con funciones protectoras y también es una institución con estamentos, normas y autoridades que
implican una secundarizacion y atracción de las relaciones. Funciona reforzando las prohibiciones, como aliada
del Superyó, por tanto es temida y atacada. A la vez es cuidadora y sostén, sustitutiva de la función parental, por
ende enfrentada con ambivalencia. Finalmente posibilita el desplazamiento hacia nuevos espacios por la
adquisición de recursos, técnicas y el intercambio social.

Con los pares: se resalta la amistad, pero también las enemistades y rivalidades, donde los componentes
agresivos y narcicisticos están más activos. Así los grupos combinan las posibilidades del intercambio afectivo, la
pertenencia y la coperatividad con la hostilidad, la competencia exacerbada, el chivo emisario y la exclusión. Los
vínculos que se originan ofrecen al Yo el beneficio de encontrar el reconocimiento buscado en aquellos
semejante, esos “extraños” que se tornan “familiares” y se convierten en significativos.

El investimento del compañero es predominantemente narcicistico, por lo que el par es incluido en una
organización fantasmatica que le atribuye cualidades cuya correspondencia con las cualidades reales del objeto
suele divergir. Junto a sus pares el niño aprende a realizar con los otros, sean juegos grupales, tareas escolares u
objetos, utilizando los elementos y/o recursos que el medio le ofrece.

El grupo de pares surge como alternativa al vínculo con los familiares y particularmente como contrapartida del
establecido con los padres, lo que sirve a la defensa contra los impulsos incestuosos y criminosos, y se ofrece
como sostén y apoyo al o en el apartamiento de estos últimos, pasando a tomar el revelo del rol de yo auxiliar.
Vemos también como la latente busca el eco afectivo y la aprobación del grupo.
El par aparece también como un coto a la omnipotencia infantil, es a la vez necesitado y rechazado, despertando
afectos ambivalentes, lo que produce polarizaciones grupales de la idealización de algunos y desvalorización de
otros, gestándose subgrupos, liderazgos y chivos expiatorios. Los pares desarrollan un estrecho vínculo
intersubjetivo en el que intercambian vivencias, ensueños y fantasías, preocupaciones, planes y actividades
secretas.

Con los hermanos: en el psicoanálisis se ha tendido a conceptualizar al hermano y su función como un


desplazamiento de la conflictiva edipica, como sustituto parental, y al complejo fraterno, se lo ha visto
condicionado solo por celos, odios y rivalidades.

El hermano semejante y extraño a la vez. Entre hermanos es de suma importancia la experiencia del juego
compartido como prototípico de sus intercambios. Es quizás este el primer escenario de despliegue fantasmatico
que trata de ser procesado y descargado a través del juego, pero que convoca como participantes a sujetos que
tienen vivencias, lugares, juguetes, rutinas y padres en común, siendo el juego un medio de desplegar fantasías
compartidas y a la vez establecer diferencias. Las situaciones vividas en relación con los padres generan en ellos
sentimientos amorosos que promueven la unión y la ayuda.

En general, durante la latencia tienden a acallarse las manifestaciones pulsionales directas hacia los hermanos, al
igual que con el resto, como extensión de la problemática incestuosa y disolución del Complejo de Edipo con la
operación del Superyó.

En principio opera la represión también sobre los aspectos eróticos del complejo fraterno, luego se conforma la
relación como de meta inhibida. La clínica muestra como al hermano tiene un papel importante en lo normativo y
en los valores e ideales. Así contribuye por propia gravitación y no como sustituto paterno a la formación del
Superyó y más marcadamente del ideal del yo.

Mario Waserman: METAMORFOSIS O TRANSFORMACIÓN.


Metamorfosis de la pubertad, implica un matiz en la dirección de las transformaciones. Los términos metamorfosis
y transformación pueden ser utilizados para definir dos procesos diferenciables. El cambio puberal es vivido como
un cambio radical, una rotura, un desgarramiento, una fragmentación del cuerpo, la aparición de un cuerpo adulto
extraño.

Para otro sujeto pueden predominar los procesos de transformación, donde se observa algo del orden de lo
invariante. Las trasformaciones son menos temidas por el yo porque son modelos establecidos en el imaginario
del sujeto, son menos terroríficas. En cambio en el imaginario del sujeto en metamorfosis se desarrollan imágenes
mortificantes del cuerpo que comportan un gigantismo imparable, un enanismo, etc.
La metamorfosis conecta con las experiencias emocionales primarias que reemergen provocando estupor y
angustia, es importante el impacto para el sujeto de las transformaciones que van teniendo lugar. La idea sería ir
llevando la metamorfosis a las transformaciones.

CONSECUENCIAS REPRESENTACIONALES DE LA IRRUPCION DE LA TENSION GENITAL

Ubicamos el periodo prepuberal en el límite superior de la latencia. Surge una novedad pulsional que el psiquismo
deberá tramitar generando nuevos enlaces representacionales.

Surge la tensión sexual genital pero aun no la posibilidad de su descarga o satisfacción. Se hará necesario un
reordenamiento generado por los nuevos enlaces preconscientes entre un saber ligado a la investigación sexual
infantil, extraño al yo real definitivo, por efectos de la represión, y las palabras que aluden al quehacer sexual de
los adultos.

Esta nueva lógica preconsciente junto a la irrupción de la tensión genial, marca el pasaje de la latencia a la
pubertad donde se reactivan los elementos edipicos. Para la pulsión genital surge un elemento común a ambos
sexos, ausente en la organización fálica. Se trata del enlace entre aparato genital interno y zona erógena, donde
desde el primero se crea, a través de un proceso proyectivo, un nuevo espacio erógeno. En este enlace particular
reside, como fundamento económico, la mayor amplitud que la voluptuosidad genital tiene respecto de la fálica.

La masturbación tiene una importante función en la constitución de la zona erógena sostenido, como estímulo
rítmico externo, el encuentro con la frecuencia pulsional interna.

CONDENADO A EXPLORAR – WASERMAN

Condenado a explorar hace referencia a un desarrollo de condenado a investir. Indica que un proceso de
investidura es consecuencia o coincide con un proceso de exploración. Lo no explorable está sujeto a un proceso
de contra investidura, que traba los movimientos exploratorios.

Importa tomar el trauma puberal como aquello que condena al sujeto a explorar, la exigencia exploratoria le viene
no solo de la metamorfosis de su propio cuerpo del cual debe apropiarse. Sino que también le viene del medio
social, que lo expulsa del protectorado donde residía bajo la protección de sus padres, y lo condena a buscar su
propio cobijo en el amplio mundo fuera del hogar paterno.

Metamorfosis es un término delicado que roza el terreno de lo siniestro. Esta metamorfosis origina una neurosis
esperada, la neurosis propia del adolescente. Las problemáticas de la exploración se pueden dar en un contexto
neurótico, psicótico o perverso ya que todos están condenados a explorar.

Breakdow puberal: una fractura de historia, episodio psicótico reversible o irreversible, que se desencadena con el
trauma puberal y su demanda exploratoria, cuto antecedente patogénico se encuentra en la salida de Edipo,
viéndose su efecto ya en la latencia que anticipa esa fractura en el comienzo de la adolescencia cuando la
sexualidad presiona con más intensidad al sujeto.
El autor insiste que la tarea del adolescente durante el trascurso de la adolescencia es llegar a forjarse una
representación psíquica de sus propios órganos sexuales maduros y hacerse guardián de su propia sexualidad.

LOS OBJETOS ACOMPAÑaANTES: la exploración del adolescente es una experiencia personal e intransferible.
Estos objetos cumplen la función de apuntalamiento:

 Son objetos internos como los objetos narcisistas que sostienen al yo.
 Objetos a los cuales se refiere Winnicott que reaparece en la adolescencia.
 Grupos de pares.
 Objetos supuestamente complementarios.

El objeto sostén del adolescente necesita desesperadamente de la investidura. Los procesos de desinvestidura
graves se dirigen al sostén de la libido.

Hay en la adolescencia el deseo de recuperar un apuntalamiento perdido ya sea a través del objeto o a través del
grupo de pares. El yo no solo se deconstruye sino que sufre un proceso que llamara de inflación, es decir que el
self se expande y el yo trata de incluir dentro de si toda esa expansión y asimismo distribuir partes de si en su
entorno grupal.

El adolescente produce un objeto apuntalador cuya función ya conoció en su infancia. Es el objeto que es parte de
ir y parte de un objeto externo. Es una parte de él que es no yo y lo acompaña en el mundo externo. Está presente
cuando la ausencia es más punzante y lo representa a él ante los otros: el diario íntimo, la guitarra vieja, objetos
transicionales, espacios y tiempo.

Estos fenómenos que permiten la instalación temporal de un área de ilusión reencontrada apoya asimismo la
creación de objetos sublimatorios y de espacios intermedios en los cuales la vida puede ser vivida de un modo no
amenazante.

PETER BLOS. LOS COMIENZOS DE LA ADOLESCENCIA.


LA REGRESION PREADOLESCENTE

La aparición de la pubertad activa un proceso de reestructuración psíquica.

Cada etapa sucesiva del desarrollo exhuma los residuos de experiencias no asimiladas ni integradas que no se
transformaron en estructuras psíquicas estables. En términos generales, cada etapa del desarrollo enfrenta en
diversos grados, la influencia desorganizadora de las fijaciones pulsionales y yoicas. Cada una de ellas trata de
unificar y armonizar nuevamente los impulsos discordantes y anacrónicos del yo y el ello.
Estos residuos adoptan la forma y el contenido de la constelación pulsional prepuberal, en un esfuerzo por
mantenerse en armonía con el nivel de desarrollo apropiado a la fase. Los recuerdos infantiles se vinculan con las
modalidades genitales y de este modo, se vuelven comunicables, las tendencias preadolescentes regresivas y
progresivas quedan sujetas a las influencias yoicas, superyoicas y del ideal del yo; los conflictos resultantes dan
lugar a un empleo caleidoscópio de defensas. Otras aun, forman parte de un sistema de defensas patológicas que
rara vez se puede penetrar por completo en la etapa de la preadolescencia.

El aumento de la intensidad pulsional que acompaña a la maduración puberal se hace sentir antes de que se
manifiesten ciertos signos físicos. Esta modificación del equilibrio entre el yo y el ello tiene profundos efectos
sobre los procesos catécticos. Como consecuencia del incremento pulsional, las huellas mnémicas o las fantasías
relacionadas con experiencias, deseos y afectos infantiles se vuelven a catectizar.

En la prepubertad se produce un típico incremento de la energía pulsional con el consiguiente trastorno del
equilibrio entre el yo y el ello alcanzado en la latencia. Un movimiento regresivo constituye la característica o el
desarrollo especifico de la preadolescencia. Un avance de la libido indica un nuevo equilibrio entre el yo y el ello.

La regresión preadolescente del varón es más intensa que la de la niña, se orienta hacia la acción y tiende a
concretarse, el varón se aparta con sarcasmo desprecio del sexo puesto. La niña pone en primer plano los deseos
y fantasías heterosexuales, mientras que las tendencias regresivas se afirman en forma secreta y periférica.

Cuando se habla de fijación preadolescente se habla de perturbación del modo especifico de la fase, de llegar a
un acuerdo con los aspectos yoicos inmaduros y las necesidades infantiles persistentes en el nivel de la expresión
pulsional puberal. Las fijaciones infantiles tienden a desviar el desarrollo preadolescente. El hecho de que en la
pubertad se incorpore lo genital y se realice el acto sexual no indica en absoluto que se ha alcanzado la madurez
emocional o la genitalidad.

La niña se preocupa mucho mas que el varón por las vicisitudes de las relaciones objétales; las energías de este
último se dirigen hacia afuera, tienden a controlar y dominar el ambiente físico. En la preadolescencia en la mujer,
es necesario definir la tarea del desarrollo en esta fase: consiste en resistir con éxito la atracción regresiva que
despierta la madre preedipica y además, en renuncias a las gratificaciones de las pulsiones pregenitales.

LA MASTURBACION Y EL DESARROLLO PROGRESIVO

En la prepubertad, cuando aumenta la intensidad de las presiones pulsionales, es habitual que el niño recurra a la
masturbación. En la masturbación puberal podemos observar los residuos de las prácticas autoeroticas
pregenitales, así como el contenido mental de estas. Se refiere aquí al estadio pregenital, caracterizado por los
componentes poco diferenciados del erotismo uretral y fálico-clitoíreo. El yo se hace cargo de un amplio sector de
las funciones de regulación, dominando en forma progresiva las pulsiones y el medio.
La masturbación es una de las tantas medidas que se utilizan para manejar situaciones críticas de tensión. Si se
las practica es demasía o se la prefiere como modalidad gratificante, las emociones o los intereses dirigidos hacia
el objeto se infantilizan. Si absorbe un monto elevado de energía psíquica las relaciones objétales se empobrecen.

Los instintos parciales (sadismo, masoquismo, exhibicionismo y voyeurismo) obtienen una gratificación directa
merced a las fantasías que acompañan o preceden a la masturbación. Cuando los instintos parciales se conectan
con la masturbación, las funciones yoicas se desarrollan pobremente, se las abandona con facilidad o se
contaminan con elementos sexuales.

Los denominados equivalentes de masturbación: estos aluden al hecho de que la manipulación voluntaria de la
zona erógena con el fin de obtener placer puede ser reemplazada por compulsiones, rasgos, actitudes, rituales,
impulsiones, que también permiten una reducción de la tensión. Dicho estado puede ser notorio y obvio, u oculto o
confuso, como ocurre cuando el yo disocia defensivamente. La disociación defensiva del yo permite mantener en
una fantasía una vida secreta, libre de conflictos, esta posee siempre una fuerte matiz de realidad, a la vez que el
realiza, las funciones que protegen la “doble vida” de la conciencia de sí y de la percepción interferencia del
mundo externo.

Es corriente ver a niños y adolescentes llevar esa doble vida hasta que, en la fase de consolidación de la
adolescencia tardía provoca una ruptura emocional.

EL INGRESO EN LA ADOLESCENCIA

La regresión constituye un rasgo característico de la preadolescencia. Debemos preguntarnos a que se debe la


diferencia entre la regresión propia de la fase y la patognomónica. Debemos primero efectuar una revisión de la
fase precedente: la latencia. Si queremos enumerar los logros de la latencia, tenemos que dirigir nuestra atención
a la expansión del yo y a la autonomía yoica secundaria. El punto de partida de ambas son los procesos de
identificación que reemplazan las dependencias objétales tempranas. La regulación de la autoestima se
independiza más de los controles ambientales. La adaptación y la ansiedad sociales aparecen con claridad cada
vez más en este periodo. Solo en el caso que estas características se encuentren presentes será factible pasar a
la fase de la preadolescencia.

La prepubertad y la pubertad temprana influyen en el equilibrio entre la pulsión y el yo. Si la expansión, la iniciativa
y la autonomía yoicas son diferentes, inestables, la presión pulsional de la pubertad desborda las afirmaciones del
yo débil.

Al iniciarse la pubertad se suele producir una interrupción o ruptura con respecto a los logros de la latencia. En el
deterioro de los modales y de la conformidad, la concentración y la cooperación son algunos signos relevantes del
cambio preadolescente. Cuando en el periodo de latencia tiene lugar un crecimiento yoico suficiente, es posible
observar una regresión genuina en la preadolescencia. La regresión pulsional a la pregenitalidad es el “gran
secreto” que, en esta etapa, las niñas cuchichean entre sí, esto corresponde con la fase anal y fálica, y que se
expresan en términos de instintos parciales.

La participación del yo en el movimiento regresivo puede reconocerse en el restablecimiento de defensas


primitivas. La regresión yoica se manifiesta bajo la forma de actitudes e intereses yoicos primitivos. Un rasgo
peculiar de la regresión preadolescente es que el yo se mantiene elástico. La regresión pulsional y yoica hacia
etapas genitales y preedipicas constituye la característica psicológica de los adolescentes jóvenes.

La regresión preadolescente patogmónica implica volver a puntos de fijación tempranos, vale decir, a posiciones
correspondientes al desarrollo pulsional y yoico que nunca se abandonaron totalmente. Solo si los logros
esenciales del periodo de latencia se han afianzado podrá pronosticarse si el estadio inicial del desarrollo
adolescente realizara sus propias modificaciones pulsionales, yoicas y superyoicas, especificas, sin sufrir
impedimentos excesivos.

EL TERCER TIEMPO (CRONOLÓGICO DEL EDIPO) – DE LA NIÑEZ A LA


ADOLESCENCIA – Revista Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para
graduados – Pablo Slemenson

Se plantean 3 momentos:

a. Un primer tiempo del Edipo temprano, donde el problema es afrontar el incremento en la complejidad de encontrar
una acción específica al incluir un tercer sujeto en el campo vincular.
b. Un segundo tiempo en el sepultamiento del complejo de Edipo donde el problema son las mociones
contradictorias sobre un mismo objeto que se genera a partir de la unificación del objeto.
c. Un tercer tiempo en la salida de la latencia hacia la pubertad y adolescencia con la revisión de las soluciones
halladas en el sepultamiento.

¿A qué llamamos sepultamiento del complejo de Edipo?

El complejo de Edipo se desencadena a partir de la unificación del objeto en la etapa anal. Es ahí donde las
mociones contradictorias hacia un mismo objeto son reconocidas como tales. También se unifica la
representación del yo. En la medida en que no hubiera un yo y un objeto unificado podían convivir mociones
contradictorias. En la medida en que se unifican ambos, el requerimiento de coherencia obliga a reprimir mociones
no conciliables.

Recién en el sepultamiento del Edipo se constituye una estructura coherente que define la censura y
consecuentemente la división entre consciente e inconsciente.

Esta estructuración es lo que organiza la división consiente/inconsciente. La organización resultante posee


características de dureza y fragilidad. Ambas cualidades, dependen del grado de resolución en que, los conflictos
así llamados edipicos, se encontraban al momento de su sepultamiento en el inconsciente. Esto a su vez,
depende de la velocidad resolución de los conflictos pulsionales respecto de la evolución del aparato psíquico y el
desarrollo libidinal.

Cuando más inconsolables sean las mociones, mayor será la rigidez defensiva, cuanto mayor sea la difusión
instintiva, mayor será el sadismo del superyó, mayor la fuerza del revestimiento narcisistico que lo recubre.

LATENCIA

El grado en que el sepultamiento del complejo de Edipo comprima las fuerzas pulsionales y evolutivas o
simplemente las module, va a determinar tipos distintos de latencia y su consecuencia en la adolescencia.

TIPOS DE LATENCIA

a. Latencia firme y pacífica, con fuerte estructuración de la personalidad. Este tipo es el más agradable a padres y
maestros y además se subdivide en: identificación con los padres y con el ideal del yo de los padres.
b. Latencia rígida, con rupturas esporádicas o frecuentes por presión de las fuerzas comprimidas. Este tipo es el más
grave.
c. Latencia subclínica: los desarrollos del periodo edipico continúan, moduladamente, manteniendo cierto grado de
interés en la investigación sexual, en la oscuridad y en la creatividad. Este tipo es el mejor pronóstico en el
desarrollo persona.

IDENTIDAD: Si definimos identidad como dependiente del yo de las identificaciones, debemos aceptar que este
se estructura en el mismo momento del sepultamiento del complejo de Edipo y presenta relaciones de
interdependencia con el superyó, el ideal del yo, el yo ideal y la represión, parte importante de esta identidad seria
inconsciente.

Otro modo de definir identidad es a partir de la continuidad de las experiencias self. Esta forma de constitución de
identidad está basada en el desarrollo del yo de funciones por integración de aprendizajes por experiencia y no
por identificación.

PUBERTAD: Los factores que parecen actuar podrían agruparse en: endógenos (cambios corporales y
hormonales y cambios psicológicos en el desarrollo del yo) y exógenos (grupos de amigos y compañeros, grupo
familiar y medio social). Estos diversos factores se influyen mutuamente.

Desde el punto de vida de la evolución libidinal, se reinicia el proceso que quedo detenido en la fase fálica pero
con la intensidad suministrada por los cambios hormonales y el desarrollo físico. Desde el punto de vista de la
identidad, los fenómenos disociativos que, organizaban el superyó, el yo, el ideal del yo y la represión, sufren un
proceso de disolución o fractura según el grado de estructuración.

ADOLESCENCIA: El adolescente vuelve al uso de los mecanismos disociativos con mucha fluidez. El ideal del yo
se torna cambiante de momento en momento y genera un sentimiento de desorientación. La represión retorna a
las características del estadio polimorfo. La identidad sufre los efectos de no tener una imagen estable sobre la
cual apoyar el revestimiento nercisistico.

El adolescente oscila entre 4 mundos. Dependerá de cómo se estructuro su latencia para definir si tendrá a
estabilizarse rígidamente en uno de estos mundos. Estos cuatro mundos son: comunidad del mundo adulto,
comunidad del niño en el ámbito familiar, el sí mismo y comunidad adolescente.

EN SINTESIS: los proceso que denominamos Edipo temprano, Edipo tardío y el pasaje de la niñez a la
adolescencia corresponden a un mismo mecanismo. Dicho mecanismo implica que, frente al incremento de la
complejidad de los factores en juego que dificultan encontrar un camino de acción específica que permita la
satisfacción pulsional, el aparato psíquico tiende a fragmentar la percepción del mundo y el sistema de
representaciones a través de distintos mecanismos.

ADOLESCENCIA: UNA ETAPA DE LA VIDA, UN ESTADO DE LA MENTE –


FERRARI
La adolescencia es la edad que sucede a la niñez y que trascurre desde los inicios de la pubertad hasta la
edad adulta. Abarca un periodo de rápido crecimiento corporal y de cambios psicológicos profundos.
Adolescencia quiere decir crecimiento y padecimiento. El adolescente sufre por todo lo que deja de su
infancia y por todo lo que todavía adolece para llegar a ser adulto.

Cuando se culmine con esta etapa, el adolescente habrá atravesado por el desafío de: desprenderse
emocionalmente de los padres de la infancia, definir una identidad sexual y pasar de una situación de
dependencia al que una relativa autonomía mental y emocional.

LA ADOLESCENCIA COMO ETAPA cubre el periodo de crecimiento personal, donde el cuerpo infantil se
transforma hasta alcanzar rápidamente su forma definitiva y adulta. Se producen constantes cambios endocrinos
metabólicos, aparecen los caracteres sexuales secundarios, etc. El pleno desarrollo del aparato genital, la
menarca en las niñas y la eyaculación en el varón, los acerca a la posibilidad de relaciones sexuales y a la
procreación.

EL PERIODO DE LATENCIA: después del tormentoso pasaje emocional por los decisivos momentos del
complejo de Edipo entre los 3 y 5 años aproximadamente, el desarrollo psicosexual del niño se apacigua y
encuentra refugio en mecanismos mentales que le traen paz frente al sufrimiento de los celos, la envidia y la
exclusión. Para el latente, los padres siguen siendo sus objetos más importantes. La escolaridad primaria refuerza
estas tendencias: el saber proviene de los mayores, los que saben. El latente debe tener en su mente fuertemente
separadas categorías fundamentales tales como: sexual no-sexual, niño-adulto, etc.

CON LA PUBERTAD CAMBIA TODO, EN ESPECIAL EL CUERPO, el cuerpo del niño desaparece y tras ciertas
transformaciones adopta el tamaño y forma adulta. La estatura, peso, musculatura, contextura, forma y el
desarrollo de caracteres sexuales viene acompañado de fuerte impacto emocional en la imagen corporal. Es la
imagen de un cuerpo infantil que se pierde.

Comienza la aparición del vello pubiano, el aumento de los senos, el cambio de la voz, la barba, etc. El
crecimiento corporal es rápido y desigual: las niñas lo logran un poco antes que los varones. La menarca hace su
aparición: la niña revive la relación temprana con su madre. Entre los varones preocupan el advenimiento de la
fuerza física los impulsos agresivos se tornan peligrosos y la violencia una posibilidad de matar. La eyaculación,
sentida al principio como perdida, deberá gradualmente ser resignificada en su valor genital y con el de
penetración y paternidad potencial.

El adolescente se siente tan extraño que puede pasar horas frente al espejo, abandonarse a la suciedad, no
querer cambiar de ropa, descuidar su higiene. El desarrollo físico no siempre progresa en la forma esperada. Los
cambios corporales movilizan inconscientemente ansiedades de castración y requieren ser procesados
emocionalmente.

La adolescencia reactiva situaciones del pasado

La crisis adolescente moviliza situaciones del pasado como la problemática en torno a la bisexualidad, la
diferencia de los sexos y el enigma de la procreación. La búsqueda emergente de los primeros objetos sexuales
del adolescente muestran la marca incestuosa de las relaciones triangulares no resueltas del complejo de Edipo.
Al principio, el empujo de los deseos genitales lo percibe como excitación poco específica, en el sentido que
diversas emociones, como la ira, la angustia o el miedo pueden excitarlo o confundirlo.

La reactivación inconsciente de deseos edipicos genera problemas con los padres dos frentes: con los padres
reales, de los cuales necesita desprenderse y diferenciarse y con los padres internos, de los cuales no puede
replegarse sin peligro pues lo conectan con los impulsos y prohibiciones del pasado. Algunos adolescentes no van
a tolerar esta exacerbación edipica y volverán mentalmente a refugiarse a los tiempos más tranquilos de la
latencia.

De la sexualidad infantil a la sexualidad adulta

Al principio de la adolescencia, reaparece en pleno la organización genital, que va a tener que ir despojándose de
sus connotaciones infantiles para ponerse al servicio de nuevas metas de la sexualidad adulta: realización del
coito y con él la descarga de productos sexuales y la posibilidad de la procreación y además, el hallazgo de un
objeto erotico con el que se tenga un vínculo, en una relación no solo sexual sino amorosa. El encuentro con este
nuevo objeto que se busca, es en parte un reencuentro que viene a representar los pasados y aliviará el duelo por
los objetos perdidos de la infancia.

El adolescente en el grupo y el grupo adolescente


El adolescente tiende a integrar una vida social en grupos, barrar o patotas. El grupo le aporta conocimientos que
el adolescente no quiere recibir de otros, menos de los padres u otros adultos. Comparten entre ellos las primeras
experiencias: la menarca, las salidas, los manoseos corporales, la masturbación, las relaciones sexuales, las
drogas. El grupo adolescente es un grupo de individuos aislados, sostenido por algunos intereses comunes, pero
con poca dinámica interna. Al principio los integrantes del grupo pertenecen al mismo sexo. Pero pronto, el pasaje
por cierta relación homosexual en las pandillas se disuelve en favor del apareamiento heterosexual.

…Y la adolescencia como estado mental

La adolescencia es un estado mental de turbulencia emocional, de cambios imprevisibles y de crecimiento


potencial que confronta con los valores establecidos. Algunas tendencias actuales, familiares y sociales tienden a
anticipar la adolescencia, acelerar su pasaje.

La adolescencia es un momento del ciclo vital con riesgos específicos por los que la medicina es llamada a
intervenir frecuentemente. Entre ellos: la experimentación con las drogas, tabaco, alcohol, marihuana, etc.
Embarazos cada vez más tempranos es un verdadero problema de salud por la morbilidad física, psicológica,
socioeconómica, etc.

GRIFFA Y MORENO: CLAVES PARA UNA PSI DEL DESARROLLO

LA IDENTIDAD COMO TAREA DEL ADOLESCENTE

Una de las tareas esenciales de la etapa adolescente consiste en alcanzar una definición de sí mismo y una
valoración persona.

Se espera que el joven alcance un grado mayor de fuerza y consistencia de su identidad. Lucha para ser
reconocido como tal. La adolescencia esta pues signada por el pasaje de una identidad reconocida a una
identidad asumida. En la infancia si bien el sujeto ya es consciente de su estar en el mundo, su puesto en él es
más dado que apropiado.

IDENTIDAD

Para Erikson el desarrollo de la identidad personal es un proceso lento y gradual, que comienza con la
concepción. Implica un conocimiento de si mismo. Para este autor “el proceso de la identidad” consiste en una
configuración gradual que integra las cualidades heredadas, las necesidades pulsionales, las habilidades y
capacidades, las significaciones representativas, las defensas y sublimaciones eficaces y los roles consistentes,
que se establecen desde la infancia mediante sucesivas síntesis del yo.

Otras veces, la necesidad de adquirir una identidad sigue de un curso patológico debido a que el joven no
encuentra identificaciones positivas en su medio familiar y social. Erikson denomina “identidad negativa” a la
elección del adolescente, al no encontrar en sus padres o en su medio modelos claros y positivos para
identificarse.

Es importante señalar que la elaboración de la identidad personal implica el logro de un equilibrio entre la
tendencia a ser aceptado, a igualarse o asemejarse con los demás, y por el otro, la tendencia a diferenciarse,
discriminarse, separarse de los demás.

REBELDIA Y AUTOAFIRMACION

No podemos tratar la problemática de la búsqueda de la identidad por parte del adolescente sin dejar de
considerar una característica típica de esta edad: la rebeldía.

Con la adolescencia comienza la rebeldía propiamente dicha. El momento más agudo de la rebeldía adolescente
suele darse entre los 14 y 17 años. Las respuestas impertinentes, las actitudes negativistas y de resistencia se
vuelven corrientes. La rebeldía es un primero momento índole intrafamiliar. Esta rebeldía extra familiar predomina
en la adolescencia tardía. La rebeldía tiene por finalidad que lo dejen de considerar un niño y que lo ayuden a
separarse. En la adolescencia culmina este proceso de separaciones sucesivas, especialmente enmarcadas en el
seno familiar, que permitirán el logro de la autoafirmación plena.

Se distinguen 4 tipos de rebeldía juvenil:

1. Regresiva: es una rebeldía muda y pasiva, es la rebeldía del adolescente asustado. Se genera a partir del temor a
actuar, a asumir las nuevas responsabilidades y lo conduce a encerrarse en sí mismo, a recluirse.
2. Agresiva: es la expresión violenta de la rebeldía. La búsqueda de autoafirmación mediante la violencia es síntoma
de inseguridad, es propia de quienes por debilidad y fragilidad yoica no soportan las crisis y las dificultades que
deben resolver diariamente, así intentan aliviar sus problemas mediante el daño y sufrimiento infligidos o
imaginariamente a otros.
3. Transgresiva: el adolescente cuestiona y se opone a las normas sociales. Es una rebeldía orientada
fundamentalmente hacia lo extrafamilar, que bajo un disfraz crítico, conduce al conformismo y el escepticismo
relativista.
4. Progresiva: esta es la rebeldía que ayuda a crecer, a superar las crisis y dificultades propias de la adolescencia.
Esta rebeldía progresiva es producto de la toma de conciencia de la necesidad de adoptar una actitud de
búsqueda activa para lograr un puesto en el mundo.

Actitudes paternas que incrementan las diversas formas de rebeldía:

Muchos padres tienen dificultades para admitir el desarrollo de sus hijos, negando los cambios que se van
produciendo. La aceptación del crecimiento de sus hijos conlleva el sentimiento de pérdida. No aceptan la
separación, no confían en sus decisiones, en sus criterios para actuar. En la mayoría de los casos, esta actitud
paterna negadora del desarrollo del adolescente promueve la rebeldía agresiva con sus actitudes sofocantes.
Hay otros padres que hacen uso arbitrario y abusivo de autoridad. Así, recurren para justificar sus órdenes y
actitudes, por ejemplo “porque soy tu padre”. Niegan que el hijo ha crecido.

Es frecuente también evitar el ejercicio de la autoridad paterna. Esta peligrosa moda social nace en la mayoría de
los casos del miedo o la inseguridad de los padres. A esto debemos agregar que los adolescentes crecen hoy en
un contexto cultural con menos prohibiciones que las de sus padres.

SEPARACIÓN, EVASIÓN, Y FUGAS DEL HOGAR

Un problema especialmente preocupante en nuestra sociedad es la fuga del hogar. La fuga del hogar satisface la
necesidad de evadirse de un ambiente en el cual el adolescente se siente incómodo. Es una acción inesperada,
su duración es con frecuencia breve. Los fugados no tienen sentimientos de culpabilidad. Las fugas de los
adolescentes han sido interpretadas ya sea como una manifestación de protesta contra la familia, o bien como el
modo de evitar el castigo. En las pseudofugas se busca una ocupación para alejarse del hogar, por ejemplo, un
trabajo o estudio en otra localidad.

TIMIDEZ Y SENTIMIENTOS DE INFERIORIDAD

Un miedo a obrar que proviene tanto de la desconfianza en sí mismo, del sentimiento de inferioridad, como de la
desmesurada importancia que se le concede a la opinión de las otras personas. La timidez supone el
desdoblamiento entre un yo que se siente observado y un yo observador. La timidez aparece entre los 5 los 7
años y con la llegada de la adolescencia se convierte en una temática central. Se da cuando el adolescente
descubre en las otras capacidades que él no posee y hace de estas limitaciones una realidad absoluta.

ADOLESCENCIA: BUSQUEDA DEL SENTIDO DE LA VIDA. SU RELACION CON LA SOCIEDAD Y LA


CULTURA

Descubrir el sentido de la vida, no es tarea fácil para el adolescente.

En su contexto cultural y social el adolescente elabora un plan de vida que implica construir a partir de lo que ya
se es para así poder alcanzar lo que se quiere ser, lo cual requiere la búsqueda de caminos para formarse y
perfeccionarse. La elaboración de este plan de vida supone:

 Auto conocerse y aceptarse.


 Querer realizarse.
 Elegir y afrontar.

LA ELECCION PROFESIONAL-OCUPACIONAL

Al adolescente se le presenta el desafío y la oportunidad de adoptar una decisión ante uno de los problemas más
importantes de la existencia: el de la profesión u ocupación laboral. Esta elección implica, conocer sus actitudes,
intereses, valores, características de personalidad, posibilidades y límites, y además esta elección pone en juego
el plan o estilo de vida elegido.

No obstante, la influencia de padres y amigos es positiva cuando tiene un carácter orientador y brinda modelos
profesionales-ocupacionales, es decir, estimula y persuade sin coaccionar. Esta elección ocupacional-profesional
es uno de los elementos a tener en cuenta, conjuntamente con el sentido de vida elegido, para trazar el plan o
proyecto vital, es decir, elegir libremente la vocación.

ADOLESCENCIA, SOCIEDAD Y CULTURA

La vida del adolescente transcurre en la familia y con el grupo de pares. Pero el entorno del adolescente
comprende demandas sociales más amplias como la elección vocacional, el rendimiento escolar, la búsqueda del
primer trabajo, la utilización del tiempo libre o el uso del tiempo. Se tomarán estos dos últimos temas para
desarrollar.

El tiempo libre es aquel del cual se dispone porque no está vinculado a la satisfacción de una necesidad o al
cumplimiento de una obligación. Así son para el adolescente los deportes, las excursiones al aire libre, el baile, la
lectura, la radio, cine, televisión, los hobbies. Las actividades propias del tiempo libre son más agradables que las
laborales, se llevan a cabo con menos esfuerzo y con mayor posibilidad de elegir y decidir lo que se quiere hacer,
pero este tiempo libre puede en muchos casos traducirse en ociosidad, pasividad y aburrimiento.

Muchos adolescentes abandonan la escuela sin realizar posteriormente ninguna otra actividad, no trabajan ni
tampoco buscan empleo. Justifican su actitud recurriendo al argumento de la “alta tasa de desempleo”.

Silvia Di Segni habla de la gran “orfandad del siglo XX” en la que las figuras parentales dejaron de ser el modelo
a imitar. La autora sostiene que una parte de la cultura ha abolido el rol adulto y que es necesario asumir esa
orfandad y emprender la creación de nuevos modelos de adultez.

Los jóvenes necesitan padres, personas que se diferencien de ellos, que pongan límites, que estén presentes.
Cuando esto no ocurre no logran socializarse adecuadamente, no aprenden a esforzarse, no toleran frustraciones,
y en los casos más graves terminan sometiéndose a la droga, a personas autoritarias, o a una banda.

EL DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA EN LA ADOLESCENCIA

El joven se convierte en una persona que piensa más allá del presente y elabora teorías acerca de toda la
realidad. Ahora es capaz de orientar sus intereses hacia el porvenir, hacia los grandes ideales a alcanzar, así
elabora hipótesis e intenta explicarse qué es el mundo, qué es el mismo, qué es lo Absoluto.

El adolescente, a diferencia del niño, construye sistemas y teorías. Centra su atención tanto en cuestiones
amplias como en pequeños detalles, dado que ahora puede distinguir variables y combinaciones de variables. Su
entorno aparece ante él con numerosos matices nuevos. Así, el pensar se independiza, en cierto modo, de la
representación y las imágenes.
Estos logros del pensamiento le posibilitan una expresión oral y escrita más coherente y lógica, como también la
madurez para nuevos aprendizajes, así por ejemplo el del álgebra.

Aprende a reflexionar, es decir, a pensar sobre el pensamiento. El adolescente logra el desarrollo de la lógica
proposicional, operaciones de operaciones, que le permiten clasificaciones y redes relacionadas cada vez más
ricas y abstractas.

OPERACIONES LOGICO-FORMALES O HIPOTETICO-DEDUCTIVOS

Para Piaget el desarrollo de las operaciones lógico-formales o hipotético-deductivas se inicia a partir de los 11 o
12 años hasta alcanzar generalmente su plenitud a los 14 o 15 años. El adolescente en este periodo efectúa lo
que se podría denominar “última descentración fundamental”, que le permite desprenderse de lo concreto y situar
lo real en un conjunto de transformaciones posibles.

Piaget señala que las operaciones formales, se asemejan a las operaciones concretas; pero en cuanto al objeto
del operar se diferencian las operaciones concretas de las formales porque estas últimas suponen la capacidad de
simbolizar y la capacidad de proponer suposiciones o hipótesis. Con la instalación de las operaciones formales el
niño, que razonaba solamente en relación a objetos concretos, puede ya hacerlo con realidades posibles.

Resumiendo, el razonamiento hipotético-deductivo permite extraer todas las implicaciones posibles de una
formulación, a diferencia del pensar concreto que solamente coordina diversos hechos del mundo real; además le
permite la mejor comprensión de la realidad mediante una reconstitución hipotético-deductiva por la cual puede
pensar los “simultaneo” como “sucesivo” y luego traducir lo “sucesivo” a “simultaneo”.

CONDENADOS A EXPLORAR – M. Wasserman


La exploración nos parece un buen término para dar cuenta del devenir adolescente.

CAPITULO 1 – CONDENADO A EXPLORAR

El autor dice que la palabra exploración tiene una intencionalidad poética, que conduce al reconocimiento del sí
mismo y del mundo. Lo exploratorio está ligado al nomadismo, al movimiento hasta un territorio que no es estable.
Cuando se desata la pubertad, estamos ante una cosa que invita compulsivamente a ser descubierta.

Parece que el desarrollo nos empuja hacia afuera, hacia la sorpresa, la maravilla. Del mismo modo, el
adolescente ya no se contenta con la casa familiar, sino que busca mundo. Desde ya que los viajes exploratorios
están llenos de peligros y se puede en ellos perder la vida. Pero, se trata de saber si va a ser posible aguantar
situaciones extremas que se pueden producir en el viaje. El adolescente representa un peligro para el sedentario y
el sedentarismo parece representar un peligro para el adolescente, por lo cual continuamente lo hostiga, lo
reprocha, lo provoca, lo agrede.
La historia de las exploraciones ha sido la historia de la búsqueda y del encuentro con lo desconocido. El deseo
de conocer, explorar y tratar de controlar aquello que está más allá del horizonte.

El autor compara tres grandes etapas de viajes exploratorios con la adolescencia:

1- En la primera, compara la Revolución comercial (siglo XIII) y menciona que en el viaje adolescente, está la
preocupación por ganarse la vida y los ideales, viajando en paralelo, ansiando un encuentro que pocas veces se
produce, pero al que nunca se renuncia.

2- El segundo momento compara a los descubrimientos europeos de los siglos XV y XVI. Dice que como a
cualquier adolescente, nos cabe una tarea de exploración de la historia, un trabajo de historizacion. Restos que no
han sido asimilados por sus padres y aparecen como huellas familiares y extrañas que lo interrogan acerca de su
propio origen. Puede animarse a explorar la historia o quedarse bloqueado en no querer saber lo que sus padres
no han querido darle a saber.

Tenemos una adolescencia por recorrer. Ya no es la construcción de un mito, sino la deconstrucción de los mitos
familiares; y esa exploración incluye también la historia del lugar con el cual nos identificamos.

3- La tercera etapa que compara es el siglo XIX. Dice que con la creación de los colegios secundarios, se
constituye esa etapa etaria (la adolescencia) tal como la conocemos hasta ahora: confinada en el marco de la
escuela secundaria.

Pero es en esa escuela secundaria destinada a controlar y vigilar donde se divulgan los conocimientos del mundo
que han sido posibles gracias a los viajes exploratorios. Estos adolescentes modernos se formaron entonces en
un contexto de exploración y de colegio.

Esa pasión por el conocimiento en la exploración no puede ya plasmarse en la enseñanza en los colegios
secundarios, porque solo se trata de repetir de memoria aquello que los exploradores descubrieron, inundados por
el interés exploratorio de la época.

Es en la imaginación donde empiezan los viajes exploratorios. Se trata siempre de aventurarse en un territorio
mágico y peligroso y de encontrar en él un objeto de gran significación o riqueza cuya posesión es importante
para la humanidad y que le ha sido sustraído. En esa tesitura se instala la pasión del joven adolescente por lo
expedicionario, apasionante recorrido por un territorio mágico- desconocido y por la búsqueda y el hallazgo de
objeto.

Esto no es casual, sino que obedece al cierre de la niñez y comienzo de la pubertad, en los finales del colegio se
instituye el primer viaje expedicionario de egresados. Parece un viaje de iniciación.

EL CONTEXTO BIBLIOGRAFICO
Piera Aulagnier y su libro “condenado a investir”, se relaciona con el título de este libro porque indica que un
proceso de investidura es consecuencia o coincide con el proceso de exploración. De allí se puede derivar
que lo no explorable está sujeto a un proceso de contrainvestidura, el cual hay que diferenciar de los procesos del
desinvestir. Los procesos de desinvestidura están asociados a la clínica de lo real en la adolescencia (anorexias y
adicciones); y los procesos de contrainvestidura se relacionan con los problemas de inhibición y fobias severas.

Más allá de sus aportes específicos al campo de la clínica adolescente, las hipótesis teóricas de Piera Aulagnier
han promovido desarrollos en otros autores. Uno de los que sin duda hizo de ella una lectura provechoza, es
Phillippe Gutton.

Philippe Gutton, percibió la fuerza de algunas de sus teorizaciones para ser aplicadas a la experiencia de
metamorfosis que atraviesa el cuerpo del sujeto en su pubertad. Las ideas de Gutton, proponen ideas que
combinan los conceptos de lo puberal como trauma, tomando una idea de Ferenczi y un nuevo registro
pictogramatico en la pubertad, producto de esa metamorfosis, son referentes importantes en esta clínica de la
psicopatología de la exploración de la adolescencia.

Nuestro punto de partida es tomar el trauma puberal como aquello que condena al sujeto a explorar. Se sitúan
en un mismo nivel de causa tanto el trauma como el deseo. Los dos plantean una exigencia de poner en
movimiento su cuerpo y su mente del adolescente. La exigencia exploratoria no viene solo de la metamorfosis de
su propio cuerpo, sino que también viene del medio social, que lo expulsa del protectorado donde residía bajo la
protección de sus padres y lo condena a buscar su propio cobijo en el amplio mundo, fuera del hogar paterno. Dos
procesos de desterritorializacion del cuerpo infantil y del espacio infantil y reterritorializacion del cuerpo joven y del
espacio joven se atraviesan unos a otros.

El trauma del exilio, salir de casa, es necesario. Cuando mejor se hay resuelto la separación del cuerpo materno
en la infancia, más fácil será el proceso de separación adolescente.

CAPITULO 2 – LA METAMORFOSIS

Metamorfosis es un término que roza el terreno de lo siniestro.

En el terreno de la metamorfosis, la exploración se hace sola, el cuerpo mismo busca su novedad sin que el yo
pueda intervenir bajo ningún concepto. Es el yo inerme la condición misma de lo traumático. Esto le da ese tono
traumático al cambio, que se hace solo y que no se sabe cuándo va a parar.

En los casos más cercanos al borde de la psicosis, el yo trata desesperadamente de controlar el cuerpo. Por
ejemplo la obsesión con las cirugías estéticas. Nada justifica ese terror propio de la adolescencia más que esa
incertidumbre por una posible deformación a la que puede llevar la metamorfosis fuera del control del yo.

Por ahora solo diremos que esta metamorfosis origina una neurosis esperada, la neurosis propia del adolescente.

La misma metamorfosis puede desencadenar hipocondrías y vivencias psicóticas.


El derivado de esta neurosis adolescente, es la constitución definitiva del fantasma, que es el algoritmo que regula
las relaciones del sujeto con el goce.

Winnicott dice que la adolescencia es una enfermedad que se cura con el tiempo. Una enfermedad producida por
una metamorfosis y la construcción del fantasma.

Hablar de neurosis en la adolescencia no es volverla una patología, sino es usar ese término para describir un
pasaje del sujeto que no puede hacerse sino por la experiencia de una cierta relación neurótica consigo mismo y
con su medio.

No debemos olvidar que las problemáticas de la exploración se pueden dar en un contexto neurótico, psicótico o
perverso, ya que todos, están condenados a explorar.

Hay manifestaciones que indican que el proceso exploratorio se está haciendo tortuoso:

1- Aislamiento de sus pares


2- Masturbación compulsiva con fantasías sádicas y perversas
3- Ataques repentinos y muy violentos a la madre o al padre edipico
4- Fobia escolar que aparece con la pubertad
5- Negación de los cambios físicos puberales
6- Escuerzos cuasi consientes de modificar el cuerpo puberal para uno prepuberal
7- Daños al propio cuerpo
8- Fantasías y actos suicidas

En estos casos ya no podemos hablar de una neurosis del desarrollo, sino de, al menos un trastorno narcisista por
el cual el niño emite síntomas-mensajes de que hay una etapa que no puede atravesar y que necesita de ayuda
para no quedarse empantanado o resolver la situación.

Si leemos el caso que Laufer expone en su trabajo sobre el break-down con atención, podemos apreciar cuáles
son las dificultades del paciente para la exploración adolescente. Estas dificultades se ven fuertemente sostenidas
por las conductas de la madre que, deseando cuidarlo, lo mantiene anclado a ella. NO HAY EXPLORACION SIN
SEPARACION.

Laufer insiste en el hecho psíquico de que la tarea del adolescente durante el transcurso de la adolescencia es
llegar a forjarse una representación psíquica de sus propios órganos sexuales maduros y hacerse guardián de su
propia sexualidad.

Si bien este proceso de la metamorfosis de la pubertad es central y altamente complejo en su desarrollo y forma
parte de uno de los trabajos psíquicos centrales en la adolescencia, debemos decir que el logro de ser guardián
de su propia sexualidad como índice del fin de la adolescencia es solo uno de los campos exploratorios para el
adolescente.
A través de una renuncia, el adolescente resuelve de forma positiva la relación con “el padre” y es allí donde
debemos encontrar la clave del fin de la adolescencia. El joven que ya no adolece de padre. El padre puede ser
una figura divina o cualquier forma de teísmo.

Diremos entonces que, en cuanto al final de la adolescencia, las nuevas representaciones psíquicas están muy
ligadas a los ideales culturales. Estos ideales o logros en nuestra cultura se vinculan especialmente al área de la
independencia económica y de la constitución de una pareja con un proyecto común, o simplemente un proyecto
individual para la propia vida.

Enfatizamos que la realización sexual y la asunción de la metamorfosis es una condición necesaria, pero no
suficiente, lo esencial es haber creado un motor para edificar una vida propia más allá de los mandatos familiares.

En el viaje exploratorio, lo que está en juego es encontrar la propia vida; encontrarse a sí mismo lejos del
lugar donde uno fue.

¿METAMORFOSIS O TRANSFORMACION? LA EXPLORACION DEL PROPIO CUERPO

Metamorfosis y transformación son dos términos que pueden ser usados para definir dos procesos diferenciables:

Metamorfosis: un cambio bruscamente radical, al cual el niño asiste atónito ante el desarrollo casi diario de esta
metamorfosis imprevisible

Transformación: se conserva allí algo del orden de lo invariante. El cuerpo sufre transformaciones, pero son
derivadas del mismo cuerpo, que le pertenecía al yo desde su asunción, y el sujeto se puede reconocer en él, y
espera la constitución de una imagen aceptable por el otro.

Las transformaciones son menos temidas por el yo porque los modelos establecidos en el imaginario del sujeto
son menos terroríficos. En cambio, en el imaginario del sujeto en metamorfosis se desarrollan imágenes del
cuerpo que lo convierten en cuerpo monstruo, que comportan un gigantismo imparable, un enanismo degradante,
un hermafrodismo en el exterior visible o uno oculto en el interior del cuerpo, creando la fantasía de un
autoembarazo en el varón y del crecimiento imparable del clítoris en la niña.

Cierto grado de metamorfosis está siempre presente, aunque predomine la transformación y viceversa, cierto
grado de transformación está presente aun cuando predomine la metamorfosis. La experiencia de metamorfosis
tiene su anclaje real en que nadie, ni el púber ni su entorno, pueden anticipar lo que realmente va a pasar. La
transformación tiene su anclaje en que el cambio es esperado y que los otros fundamentales lo identifican como
siendo el que fue.

La consigna de esta clínica es llevar la metamorfosis a las transformaciones. Qué se esperaba y ante qué se está:
esa es la pregunta guía.
En cuanto a la exploración del cuerpo (…) diferenciamos la representación psíquica de sus genitales maduros con
la representación de género, cada una de las cuales pueden presentar recorridos diversos. Las dos implican
tareas de exploración cuyo destino puede ser interrumpido por contra investiduras y por la desinvestidura.

Bajo estas premisas, el sujeto está condenado a explorar su propio cuerpo, que abarca los caracteres sexuales
primarios y secundarios. Y lo hace mirando de reojo la mirada del otro, que adquiere una dimensión de
apuntalamiento o derrumbe.

Desfiguración: (perdida de la forma o figura). Un término especialmente feliz para definir la pérdida de la Gestalt,
donde el yo debe re-conocerse, es decir, volver a conocerse. Desfiguración, dismorfia, son signos francos de una
experiencia psicótica en el recorrido exploratorio.

En su metamorfosis, el sujeto se ha perdido completamente. Su nuevo cuerpo es justamente un personaje en


busca de un autor. Una vez que ese cuerpo sea apropiado, su viejo nombre tendrá una nueva persona.

CAPITULO 3 – EL HALLAZGO DE OBJETO

Tenemos diferenciados dos procesos y por ende dos campos exploratorios, uno es la búsqueda y encuentro de la
cavidad excitadora de la zona genital (objeto parcial), y por otra parte, algo que Freud ubica bajo el dominio
psíquico, el objeto que se ha venido construyendo desde la más temprana niñez y cuyo retorno se anhela (objeto
total).

El objeto total es un objeto más entre los objetos parciales, con la característica de que designa a la persona en
su totalidad y no a una parte de ella, pero no es total en cuanto que pudiese reunir todos los objetos parciales de
ella que por definición nunca podrían ser reunidos.

Este hallazgo de objeto se hace primero en la fantasía y allí sigue un recorrido, donde encuentra un goce ilimitado
y alucinado. Esta exploración imaginaria no es menor y su valor se reconoce cuando un cuadro clínico nos
muestra una inhibición mayor en el plano de la fantasía masturbatoria. Son aquellos casos en los cuales la
masturbación es solo un ejercicio mecánico sin fantasía.

Esta necesidad de hallazgo del objeto condena al sujeto también a una exploración del mundo, porque ese
objeto no puede ser compensado suficientemente por una parte del propio cuerpo, como sucedía con la succión
del pulgar, ni por la satisfacción alucinatoria que condena al sujeto al aislamiento y a la pérdida del encuentro
amoroso. En ese encuentro con el otro es donde, se inscriba un nuevo pictograma vinculado al nuevo cuerpo
ahora re-genitalizado. Ese nuevo pictograma necesita del mundo, de la experiencia concreta del contacto.

Freud se dirige a teorizar sobre una de las tareas que el nuevo status de su cuerpo le impone al sujeto: hallar un
objeto adecuado para sus nuevas posibilidades sexuales. (El objeto buscado es el objeto perdido). El termino
hallazgo hay que pensarlo como algo que se encuentra sin buscar, al azar, inesperadamente.
Freud afirma algo sorprendente, muy alejado del sentido común, y es que lo que empuja fundamentalmente al
sujeto lejos de sus padres, lo que lo condena a la exploración, es el peligro de la consumación del incesto. Es
decir, que esa exploración obligada tiene, para Freud, una parte de huida frenética que el mismo sujeto se
impone. Buscando el objeto perdido, debe impulsarse lo más lejos posible de él. En ese alejamiento exploratorio
es donde es posible encontrar al objeto adecuado.

Este recorrido exploratorio de la búsqueda de objeto tiene un momento imaginario, masturbatorio, donde los
objetos incestuosos y nuevos desfilan incesantemente y todas las formas de sexualidad son exploradas; y tiene
otro momento exploratorio en la realidad.

El hallazgo de objeto viene de por sí acompañado del encuentro con otros objetos que se presentan como
necesarios para el andar adolescente. VEAMOS DE QUE OBJETOS ESTAMOS HABLANDO.

LOS OBJETOS ACOMPAÑANTES

Los pensadores de la adolescencia han hablado de distinta clase de objetos cuya presencia es beneficiosa para el
recorrido exploratorio. Estos objetos son:

 Objetos internos como los objetos narcisistas que sostienen al yo.


 Son los objetos transicionales a los cuales se refiere Winnicott, que reaparecen en la adolescencia donde se
inscriben los objetos culturales, objetos que se crean porque ya están allí.
 El grupo de pares
 El objeto supuestamente complementario. Del objeto complementario hablamos cuando nos referimos al
hallazgo de objeto sexual.

Se detendrá el autor, en los objetos narcisistas y los objetos transicionales. Los primeros no se distinguen como
objetos, son parte del yo, mientras que los sendos son fundamentalmente valorados como objetos no-yo. Todos
ellos cumplen una función de apuntalamiento.

EL APUNTALAMIENTO

En su búsqueda de ayuda exploratoria, el púber adolescente debe aprender a apuntalar sus apuntalamientos.

Pensamos que el gran secreto del apuntalador (sea este una persona o un grupo) es lograr que el sujeto se
convierta en apuntalador del apuntalamiento, que la pared sostenga a su vez la estaca que la sostiene, es decir,
que sostenga su confianza en la estaca, que crea en ella, no la despoje de su investidura.

Podemos hablar en la adolescencia de un deseo de apuntalamiento. Un deseo de recuperar el apuntalamiento del


objeto que se está perdiendo y de recuperar el apuntalamiento del grupo de pares de la latencia, que también se
pierde ya que el grupo de pares que se formó en la latencia se pierde en parte al entrar en la adolescencia.
OBJETOS NARCISISTAS: Son los que apuntalan el yo del púber y son fundamentalmente los padres. El
narcisismo adolescente necesita para mantenerse el amor de los padres. No es que ellos formulen ni lo sepan,
pero es ese basamento lo que le permite al yo dedicarse a desplegar su fantasía exploratoria en búsqueda del
objeto y su acción exploratoria que se espera sea sostenida por los padres.

Sin esas condiciones (apoyo de los padres), el trayecto exploratorio se hace sin suficientes víveres en la mochila.

OBJETOS TRANSICIONALES: Es una parte de él que es no yo y lo acompaña en el mundo externo. Está


presente cuando la ausencia es más punzante y lo representa a él ante los otros. El diario íntimo, las zapatillas
que nunca deja de usar, la guitarra, son considerados objetos transicionales, que nos ayudan a comprender el
mundo adolescente.

También lo son las sustancias adictivas. Muchos adolescentes hacen un “viaje” con estas sustancias para
acompañarse en el recorrido exploratorio.

Esta exploración de un nuevo autoerotismo a veces inhibe toda salida al mundo y se transforma en un sostén que
captura al yo hasta hacerlo desaparecer.

CAPITULO 4 – LA ERRANCIA Y LA EXPLORACIÓN

¿En qué momento la exploración se hace errancia? Errancia que está definida por el error y la desorientación.

Tanto la errancia como la experimentación y la exploración pertenecen a un tipo de subjetividad adolescente


producto de una determinada construcción social.

La errancia repetida es lo que nosotros consideramos el exceso exploratorio, el no poder explorar en un mismo
campo, en un mismo lugar, sino una huida constante de sí mismo. Como volver siempre al punto de partida, al
inicio del viaje.

CONDENADO A INVESTIR

La tarea quizás más ardua: reconciliarse con el mundo como la mejor de las realidades posibles, sin por ello
abandonar sus proyectos de construir, empezando por el mismo, una realidad mejor. Aceptar los límites de la
realidad es aquello que va a impedir que su errancia sea eterna.

De lo que finalmente se trata en la investigación clínica que se hace con un paciente adolescente es de
preguntarse hasta qué punto el sufrimiento y el temor con el cual inevitablemente él se choca en su proceso de
investidura de su cuerpo, de los otros y de la realidad, se asegura o no al yo contar con un capital suficiente para
vivir por sí mismo, hasta qué punto ese sufrimiento y ese temor lo llevan a iniciar los recorridos exploratorios o a
destruir la rama sobre la cual se apoya, sea ésta el cuerpo adolescente, el grupo de amigos, el mundo de
realización sublimatoria, todo aquello que pueda encontrar como soporte, entre ellos, su análisis.

DUELOS EN LA ADOLESCENCIA – FICHA DE CÁTEDRA


Según Aberastury la adolescencia es “un proceso de aprendizaje en que los cambios significan duelos o
abandonos dolorosos del pasado. Los duelos pueden ser:

a. Por el cuerpo del niño: Los cambios rápidos e inarmónicos crean una gran inestabilidad psíquica, se viven
como invasores, incontrolables, y por eso causan angustia, confusión y extrañeza. Pueden movilizar frustraciones
en los adolescentes que tengan dificultades en la aceptación de su propio sexo.

Según sea la disconformidad o el descontento con su cuerpo, esto provocara sentimientos de sobreestima y
narcisismo, o minusvalía, timidez e inseguridad.

El cuerpo es vivido entonces como bueno o malo, ambivalentemente, y los cambios son simultáneamente
deseados y temidos, a veces rechazados o negados. La angustia frente al transcurso del tiempo puede conducir a
sentimientos de despersonalización (no reconocerse, sentirse extraño, gran temor a la muerte y a las
enfermedades).

En contraposición, el adolescente puede aferrarse a fantasías de inmortalidad y omnipotencia con las que intenta
negar la finitud de la vida

b. Por la pérdida del rol y la identidad de niño: Las identificaciones, los procesos mentales, la forma de
conducirse, sufren una crisis. De allí las sensaciones de confusión y vacío por perdida de lo anterior. A su vez,
esto estimula el desarrollo, como consecuencia de las intensas ansiedades movilizadas y la necesidad de intentar
nuevas conductas que resuelvan los conflictos.

La tarea evolutiva entra en crisis, ya que afronta nuevas responsabilidades y nuevos problemas que lo hacen
encontrarse más directamente con la realidad misma, no con el “como si” del juego y del aprendizaje escolar.

Las nuevas realidades a las que el adolescente se ve enfrentado no tienen respuestas claras, deben ser
elaboradas por sí mismos, pues no existen soluciones univocas ante los problemas de la sexualidad y la pareja,
los estudios y ocupaciones y las crisis y frustraciones que pueden provenir de ellos.

Los nuevos problemas: descubrirse y ubicarse como “para ser sí”, y en un rol social, les provocan conflictos, pues
los obligan a definirse, y muchas veces no han ejercitado con suficiente frecuencia y seriedad la capacidad de
decisión, por lo que temen equivocarse o arrepentirse. Dudan de sí mismos, de su propio criterio.

Esto implica la urgente necesidad de los adolescentes de conocerse a si mismos. Pero también necesitan
reconocer mejor la realidad, hacer una lectura crítica y comprensiva de la misma y de su posible lugar en la
sociedad.

En este proceso de abandono de la identidad infantil actúa en forma intensa el mundo interno del mismo,
integrado por sus fantasías inconscientes, sus ansiedades y sus defensas, modelado sobre los primeros vínculos
con las personas que primero amó, odió, y por las que fue primero amado y odiado.
Si las primeras relaciones dejaron huellas positivas, el sujeto podrá identificarse con buenas imágenes que lo
ayuden a vivir su adolescencia en forma menos dramática.

c. Por la pérdida de la relación infantil con los padres: En la adolescencia, la idealización de los padres entra
en crisis. Se perciben los conflictos, las fallas, los problemas, errores y límites de los padres. Se los pone en tela
de juicio, se los evalúa crítica y ásperamente, produciéndose en algunos casos fuertes choques.

A la vez, los cambios adolescentes reeditan las viejas ansiedades y problemas de los padres, que no estaban
totalmente resueltos. Por ello, los padres pueden intentar rivalizar con sus hijos adolescentes.

Algunas actitudes que los padres asumen son:

 Presionar excesivamente al adolescente para que logre los objetivos propuestos por los padres
 No comprender los procesos de crecimiento, reaccionando con indiferencia, autoritarismo, o agresividad ante
las conductas adolescentes
 Los padres también viven sus propios duelos:
 Aceptar su propio envejecimiento
 Revisar sus viejos esquemas
 Entran en una nueva etapa de relación con el hijo, de mayor ambivalencia, así como de reducción de su
liderazgo.
 A su vez, deben apartarse de la imagen de sí mismos propia de la relación con el hijo-niño, en la que
estuvieron instalados por mucho tiempo, reconociendo sus logros y limites como padres.

SER ADOLESCENTE EN LA POSMODERNIDAD – SILVIA OBIOLS


Se genera un fenómeno particular con los adolescentes en la medida en que la posmodernidad propone a la
adolescencia como modelo social, y a partir de eso se “adolescentiza” a la sociedad misma.

“La adolescencia ha dejado o está dejando de ser una etapa del ciclo vital para convertirse en un modo de ser que
amenaza por envolver a la totalidad del cuerpo social.”

Pensemos en el modelo de la modernidad. Se aspiraba a ser adulto, aun cuando se tuviera nostalgia de la niñez.
La niñez era una época dorada, en la cual no había responsabilidades pesadas, en la que el afecto y la
contención venían de los padres y permitían reunir un caudal educativo y afectivo que facilitaba enfrentarse con lo
importante de la vida, la etapa adulta, la cual permitía actuar, tener capacidad de influir socialmente,
independizarse de los padres, imitarlos en la vida afectiva y familiar. Tan fuerte era el modelo adulto para la
modernidad que la infancia se consideraba una especie de larga incubación en la cual nada importante ocurría,
algo de lo cual no valía la pena que los hombres se ocuparan demasiado, era cosa de mujeres.
Hoy los adolescentes ocupan un gran espacio, y la escuela secundaria los ve pasar sin tener en claro que hacer
con ellos. Aparece socialmente un modelo en el que se supone que hay que llegar a la adolescencia e instalarse
en ella para siempre. Define una estética en la cual es hermoso lo muy joven y hay que hacerlo perdurar mientras
se pueda.

El adulto deja de existir como modelo físico, se trata de ser adolescente mientras se pueda y después viejo; no
sólo se toma como modelo el cuerpo del adolescente, también su forma de vida.

¿EXISTE LA ADOLESCENCIA?

Para las sociedades primitivas la adolescencia es un momento representado por un ritual de paso de una etapa
de la vida a otra. En los casos en los que hay un ritual, la adolescencia casi no existe. Se han propuesto
equivalentes de los ritos de iniciación en las sociedades desarrolladas (usar pantalones largos, fumar, visitar un
prostíbulo en los varones; pintarse, usar medias de seda o tener novio en la mujer). Hoy, la adolescencia tiende a
prolongarse en el tiempo y no es vivida como una etapa “incómoda” o “de paso”.

Françoise Dolto ubica la bisagra de cambio en la segunda guerra mundial: “Antes de 1939, la adolescencia era
contada por los escritores como una crisis subjetiva: uno se rebela contra los padres y las obligaciones de la
sociedad, en tanto que, a su vez, sueña con llegar a ser rápidamente un adulto para ser como ellos. Después de
1950, la adolescencia ya no es considerada como una crisis, sino como un estado.”

En la sociedad actual, los jóvenes no esperan el momento de vestirse como sus padres, son los padres los que
tratan de vestirse como sus hijos. Se produce así una época en la cual las responsabilidades se postergan
mientras se disfruta de comodidades, una prolongación de lo bueno de la infancia con la libertad de los adultos, un
estado casi “ideal”.

¿HASTA CUÁNDO LA ADOLESCENCIA?

Un adolescente es un ser humano que pasó la pubertad y que todavía se encuentra en etapa de formación ya sea
en lo referente a su capacitación profesional, a la estructuración de su personalidad o a la identidad sexual. En
cambio joven, designa a alguien que ya ha adquirido responsabilidades y cierta cuota de poder, que ha madurado
su personalidad y tiene establecida su identidad sexual (adulto joven).

Françoise Dolto (1980) describe en los últimos años un fenómeno de post adolescencia, un alargamiento de la
misma que no permite fijar sus límites con mucha precisión, para ella no había madurez posible en tanto no
hubiera independencia económica.

De todo lo enunciado, lo único que puede tenerse en claro es que el límite superior de la adolescencia, es
confuso. Así lo plantea Louise Kaplan. Indica como factores que alargan dicho límite a: falta de posibilidades de
trabajo, formación profesional muy larga, glorificación de la adolescencia a nivel social, etc.
Hoy podríamos definir a los adolescentes como a un grupo que va desde los 12, 13 o 14 años hasta un punto
impreciso que puede llegar hasta los 18 a 23 y más, momento en el cual consiguen formar parte de la sociedad
adulta a través del trabajo, de la propia madurez y del reconocimiento por parte de los mayores.

PERFIL DE UN ADOLESCENTE MODERNO

Hubo un tipo de adolescente moderno descripto como un individuo que vivía una crisis, inseguro, introvertido, una
persona en busca de su identidad, idealista, rebelde dentro de lo que el marco social les permitía. Los
adolescentes de por sí constituían un grupo marginal. Para estos adolescentes era muy difícil tolerar la disciplina
que se le imponía en su formación.

La rebeldía tenía una forma particular de expresarse a través de la identificación con o de la imitación de figuras
admiradas, proceso constitutivo de la propia personalidad.

En lo relativo a su desarrollo intelectual, el adolescente fue estudiado y descripto por Piaget de esta manera:
existe un egocentrismo intelectual en la adolescencia, comparable al egocentrismo del lactante que asimila el
universo a su actividad corporal y al egocentrismo de la primera infancia que asimila las cosas al pensamiento
naciente.

Esta es la edad metafísica por excelencia, el egocentrismo metafísico de la adolescencia encuentra


paulatinamente su corrección en una reconciliación entre el pensamiento formal y la realidad; el equilibrio se
alcanza cuando la reflexión comprende que su función característica no es contradecir sino preceder e interpretar
a la experiencia.

LA FAMOSA BRECHA GENERACIONAL

Para Erik Erikson, el adolescente era fundamentalmente alguien en busca de su identidad. El adolescente que
crecía se encontraba con una generación adulta y se entrenaba peloteando contra ella, mejorando sus tiros,
conociendo su propio estilo, sus errores y sus virtudes en el juego.

Rebelarse, confrontar, buscar su propia síntesis era la tarea de la adolescencia. La creación de un conflicto entre
las generaciones y su posterior resolución es la tarea normativa de la adolescencia. Su importancia para la
continuidad cultural es evidente. Sin este conflicto no habría reestructuración psíquica adolescente.

La adolescencia era entonces un momento de grandes cambios y consecuentes pérdidas, el proceso de


enfrentamiento generacional era inevitablemente doloroso.

Los duelos en la adolescencia

Para Arminda Aberastury, la adolescencia debía realizar, como tareas propias, tres procesos de duelo, los que se
han dividido en tres etapas:

1. La negación, el sujeto rechaza la idea de la pérdida.


2. La resignación, en la que se admite la pérdida.
3. El desapego, en la que se renuncia al objeto.

Para Aberastury, el adolescente tenía que superar tres duelos para convertirse en adulto:

 El duelo por el cuerpo infantil, el adolescente sufre cambios importantes en su cuerpo, que llega a sentir como
ajenos, externos.
 El duelo por el rol y la identidad infantiles, perder su rol infantil le obliga a renunciar a la dependencia y a aceptar
responsabilidades.
 El duelo por los padres de la infancia, aceptar sus debilidades, renunciar a su protección.
 Aberastury añade un cuarto duelo, el de la pérdida de la bisexualidad de la infancia en la medida en que se
madura y se desarrolla la propia identidad sexual.

PASTICHE DEL ADOLESCENTE DE LA POSMODERNIDAD

En el año 68 Stone y Church presentaron una taxonomía de la adolescencia, describiendo varios tipos de
adolescentes:

• Los convencionalismos: que nunca pusieron en duda seriamente los valores adultos y cuyo principal objeto en la
vida es adaptarse a la sociedad tal cual es.
• Los idealistas: aparecían como el tipo clásicamente descripto de adolescente rebelde, se sienten profundamente
insatisfechos con el estado del mundo. Dentro de este grupo los autores encontraban en los EE-UU tres subtipos:

 Los reformadores: miembros de los movimientos pacifistas y derechos civiles.


 Los hippies: se diferenciaban por no buscar un trabajo social sino apartarse de la sociedad en busca de la
realización personal.
 Los hedonistas transitorios: los que llevan al extremo el papel de adolescentes, convirtiéndolo en su estilo de vida.
Se sienten ajenos al mundo adulto, pero en vez de combatirlo quieren dejarlo atrás.
 Los hedonistas permanentes: difieren de los anteriores porque su apartamiento de la sociedad es más deliberado
y puede prolongarse toda la vida.

Este último grupo apenas esbozado, por entonces, parece haber saltado desde ese oscuro lugar a un primer
plano. Así hoy, el modelo social apunta fuertemente al de hedonista permanente.

La desaparición del sujeto individual, y su consecuencia formal, el desvanecimiento progresivo del estilo personal,
han engendrado el pastiche.

El pastiche, el “como sí”, el plagio, sería el resultado de la desaparición de la individualidad. La identidad


individual era considerada una síntesis producto de identificaciones parciales y elaboración propia. El pastiche, en
cambio, significa “ser como si fuera otro”, la imitación directa sin elaboración propia, sin estilo personal.
Los jóvenes no sienten necesidad de rebelarse, no ven a sus padres como personas muy diferentes de ellos, no
tienen problemas en ponerse de acuerdo respecto a una convivencia razonable, encuentran que están de acuerdo
con la educación que recibieron y que la pondrían en juego con sus propios hijos, no sienten una “brecha
generacional”.

Para Dolto la rebeldía ha sido suplantada por indiferencia, incomunicación. “El problema es más bien la
neutralización de las relaciones, el no-intercambio…considero que esta neutralidad pasiva es quizá más grave
que los conflictos violentos entre las generaciones”. Ella dice que el amor y el odio han sido suplantados por la
indiferencia, esto significa un aplanamiento de los sentimientos, y en esa planicie se esfumó la brecha
generacional.

¿HAY DUELOS EN LA POSMODERNIDAD?

El duelo por el cuerpo perdido: El adolescente posmoderno deja el cuerpo de la niñez pero para ingresar de por
sí en un estado socialmente declarado ideal.

El duelo por los padres de la infancia: Ir creciendo, convertirse en adulto, significa desidealizar, confrontar las
imágenes infantiles con lo real, rearmar internamente las figuras paternas, pero este proceso ha sufrido
diferencias.

En lo referente a sí mismos estos padres buscan como objetivo ser jóvenes el mayor tiempo posible. Si ellos
fueron educados como pequeños adultos, ahora se visten como sus hijos adolescentes, si recibieron pautas
rígidas de conducta, al educar a sus hijos renuncian a ellas; si fueron considerados por sus padres incapaces
de pensar y tomar decisiones, ellos han pasado a creer que la verdadera sabiduría está en sus hijos.

A medida que fue creciendo, el niño de estos padres no incorporó una imagen de adulto claramente
diferenciada, separada de sí por la brecha generacional y cuando llega a la adolescencia se encuentra con
alguien que tiene sus mismas dudas. Ese adolescente no tiene que elaborar la pérdida de la figura de los
padres de la infancia, aquí difícilmente haya duelo.

El duelo por el rol y la identidad infantiles: Parece importante diferenciar dos conceptos psicoanalíticos que
suelen confundirse: el de yo ideal y el de ideal del yo. Ante una imagen de sí mismo real poco satisfactoria,
muy impotente, el niño pequeño desarrolla una imagen ideal, un yo ideal en el cual refugiarse.

El yo ideal es omnipotente. Los padres primero y los maestros después tienen la difícil tarea de provocar la
introyección de otra estructura, el ideal del yo. Si el yo ideal es lo que él desea ser; el ideal del yo es lo que
debe ser y a quien le cuesta muy a menudo parecerse.

¿Qué ocurre con el adolescente?, en esa época de la vida se termina de consolidar el ideal del yo, para ello
confluyen los padres, los docentes y la sociedad en su conjunto.
La sociedad moderna consagraba los valores de un ideal del yo: la idea de progreso en base al esfuerzo. En la
sociedad posmoderna los medios divulgan justamente los valores del yo ideal.

¿DÓNDE ESTÁN LOS ADULTOS DE ANTAÑO?

Dijimos que la modernidad tenía un modelo de adulto que daba una imagen externa, clara, la cual hoy resulta
haberse desdibujado. Pero el problema que nos interesa tratar aquí no es solamente la imagen externa sino el
concepto psicológico de adulto que se manejaba tradicionalmente y su validez actual:

a. La identidad sexual: Según Freud, la genitalidad implicaba una unión heterosexual. Para acceder a ésta, el
adulto debía haber resuelto cuando niño el complejo de Edipo, lo cual implicaba haberse identificado con el
padre del mismo sexo y elegir como objeto de amor al contrario. Para el psicoanálisis, entonces, la
homosexualidad debía incluirse dentro de las anormalidades sexuales.

La adolescencia fue considerara, desde que se la tomo como objeto de estudio, una etapa de búsqueda de la
propia identidad sexual.

La revolución sexual de los años 60 dio paso a varios cambios: los sexos dejaron de estar rígidamente
establecidos en su aspecto externo y en los roles a cumplir. Al mismo tiempo, la ambigüedad sexual se
constituyó en una característica propia de la época.

Aberastury y Knobel sostenían un cuarto duelo de la adolescencia por la pérdida de la bisexualidad infantil,
pero en la actualidad esto se ha descartado. El modelo heterosexual exclusivo ha quedado como uno más
entre aquellos que muestran los medios masivos como imitables.

b. La madurez afectiva: La independencia afectiva de los padres también debía considerarse un logro adulto.
Suplantar a los primeros objetos de amor por otros y establecer con ellos una relación duradera formaba parte
de aquello que caracterizaba al adulto.

Los adultos de la actualidad han aprendido a privilegiar la obtención de placer por sobre la represión que la
sociedad pueda provocarles. Han vivido crisis respecto de la estabilidad de la pareja, llegando a pensar que
debían considerarla como un bien transitorio. Han desarrollado una afectividad superficial.

Por lo tanto, aquel modelo adulto capaz de mantener una relación, de profundizarla a través del conocimiento y
un mayor compromiso por la pareja parece estar, por lo menos, demodé (pasado de moda).

c. La madurez de la propia personalidad: Si el adolescente vivía preguntándose ¿Quién soy?, el adulto debía
haber llegado a respondérselo. Para Stone y Church, la madurez se lograba a partir de buenos conocimientos,
de la “confianza básica” que el niño hubiera podido desarrollar, la que le permitiera confiar en sí mismo y
alcanzar autonomía. Separar su identidad de la de sus padres, confrontar con ellos, reconocerse como otro sin
quebrantar los vínculos afectivos básicos.
Los adultos actuales habrían conformado su personalidad sin tener un adulto como referencia. Al igual que sus
hijos adolescentes actuales habrían tomado a sus pares idealizados, lo cual desdibuja el tradicional concepto
de adulto.

Si este desarrollo es correcto, caben dos posibilidades: o bien que el mecanismo de identificación con padres y
maestros y la construcción de un ideal del yo realmente no alcancen la madurez; o bien que la personalidad se
haya desarrollado defectuosamente en medida que tales procesos no hubieran ocurrido como se esperaba.

El concepto de “madurez” de la personalidad suponía un camino hacia la edad adulta.

d. La madurez intelectual: Si para Piaget el adolescente era un creador de teorías, el adulto debía ser capaz
de poner tal habilidad en conjunción con la realidad que lo rodeara. La realidad acotaría sus teorías, las haría
sensatas, realistas. La utopía adolescente quedaría superada.

La posmodernidad no inspira la pasión metafísica en los adolescentes, si espera que estos como los adultos
sean productivos en términos de creatividad.

e. El reconocimiento social: La independencia económica también era un logro que definía al adulto. Haber
llegado, alcanzar un nivel profesional o laboral estable, lograr un lugar en la sociedad ha sido considerado
siempre un examen de ingreso al mundo adulto.

Hoy en día solo se puede aspirar a “mantenerse”, es decir a luchar para no volver a cero. Si esto es así, ¿se
puede dejar de ser adolescente? Por lo menos según el criterio clásico.

f. El rol de padres: Una función adulta era la de cubrir el rol de madre y padre. Esto significaba afecto,
protección, contención, transmisión de conocimientos y valores, todo a través de cierta distancia producto
inevitable de la diferencia generacional.

Los adolescentes se ven obligados a ser padres de sí mismos, situación que les da más libertad pero para la
que no cuentan con elementos suficientes.

PERTENENCIA – FICHA DE CATEDRA


Del latín pertinencia que significa: acción de pertenecer.

Para el psicoanálisis es un sostén narcisista que ampara al sujeto.

El sentimiento de pertenencia se basa en la necesidad de estar incluido en un vínculo, que opera como sostén
frente a la vivencia de inermidad e indefensión del individuo en dos vertientes: como una manifestación
adaptativa a la realidad y en lo imaginario refiere a la necesidad de sentirse protegido y contenido en un
ambiente amparador.
La pertenencia marca una ley entre un adentro y un afuera. El adentro es el área privilegiada que asegura la
continuidad, continencia y seguridad.

Pertenecer es sentirse sostenido- sujetado. La necesidad de pertenecer a un vínculo es inherente a la


condición de ser. No pertenecer, estar fuera de un vínculo, es como estar fuera del mundo del yo.

El reconocimiento es ineludible al sentimiento de pertenencia, la necesidad de pertenecer y ser reconocido


como condición de ser lleva al individuo a veces, a soportar situaciones de extrema exigencia para evitar la
angustia de no asignación, de no reconocimiento. Asignarse y ser asignado a un lugar en un grupo, es ser para
sí y para los otros; es existir en una trama deseante.

La pertenencia tiene que ver con una apropiación del sujeto de un espacio teóricamente existente, de un lugar,
y es dado o confirmado por el otro.

Adolescencia: el fin de la ingenuidad – Luis Kancyper


CAPITULO 1: Adolescencia: el fin de la ingenuidad – introducción
Lo que caracteriza a la adolescencia es el encuentro del objeto genital exogámico, la elección vocacional más
allá de los mandatos parentales y la recomposición de los vínculos sociales y económicos. Y lo que particulariza
metapsicológicamente este periodo es que representa la etapa de la re significación retroactiva por excelencia.

El periodo de adolescencia seria a la vez un punto de llegada y un punto de partida fundamentales: como punto
de llegada podemos colegir retroactivamente las inscripciones y los traumas que en un tiempo anterior
permanecieron acallados en forma caótica y latente, y adquieren, recién en este periodo, significación y efectos
patógenos. Por eso sostengo que “aquello que se silencia en la infancia suele manifestarse a gritos durante la
adolescencia”.

Y como punto de partida, es el tiempo que posibilita la apertura hacia nuevas significaciones y logros a
conquistar, dando origen a imprevisibles adquisiciones.

En esta fase, por un lado, se resignifican las situaciones de traumas anteriores, y, por el otro lado, se desata un
recambio estructural en todas las instancias del aparato anímico del adolescente: el reordenamiento
identificatorio y la elaboración de intensas angustias que necesariamente deberá tramitar el adolescente para
acceder a la identidad.

RESIGNIFICACIÓN, MEMORIA Y CONFRONTACIÓN GENERACIONAL


La resignificación de lo traumático acontece durante todas las etapas de la vida, pero estalla fundamentalmente
en la adolescencia; porque en esta fase del desarrollo, se precipita la re significación de lo no significado y lo
traumático de etapas anteriores a la remoción de las identificaciones, para poder acceder al reordenamiento
identificatorio y a la confirmación de la identidad.
Es durante la adolescencia cuando las investiduras narcisistas que no fueron resueltas entran en colisión. Estas
requieren ser confrontadas con lo depositado por los otros significativos, para que el sujeto logre reordenar su
sistema de identificaciones que lo alienaron en el proyecto identificatorio originario.

La confrontación coloca al otro en la situación de perder a su depositario; es decir, conlleva el peligro de


desestructurar su organización narcisista. La desestructuración del vínculo patológico narcisista arrastra y
desencadena la desestructuración narcisista del otro.

La resignificación es un intento de extraer una comprensión nueva del significado de ese evento enigmático y
ocultado.

Es el momento en que el pasado misterioso, repetitivo e incomprensible se torna súbitamente en una realidad
más clara y audible, y al ser integrado y reordenado en la realidad psíquica, permite al adolescente reescribir su
propia historia.

El analista requiere ejercer la función de un “aliado transitorio” del adolescente y de los padres del adolescente.
El término transitorio alude a la función temporal y mediadora que ejerce el analista durante el proceso analítico.
Se refiere a su función de transito como aquel otro significativo que propicia en el analizante la circulación, el
movimiento, el trayecto y el cambio en la relación dinámica entre las realidades psíquica e intersubjetiva.

EL FIN DE LA INGENUIDAD
La adolescencia es una de las etapas más importantes del ciclo vital humano, representa un momento trágico en
la vida representa “el fin de la ingenuidad”. Lo ingenuo es lo primitivo, lo dado, lo heredado y no cuestionado.

La adolescencia requiere sacrificar la ingenuidad inherente al periodo de la inocencia de la sexualidad infantil, y


el azaroso lugar ignorado del juego enigmático de las identificaciones alienantes e impuestas al niño por los
otros.

El adolescente posee, por un lado nuevas herramientas para reflexionar sobre los enigmas e impresiones del
pasado; pero, por otro lado, adolece también de los periodos de turbulencia, y esta puede ser una oportunidad
imperdible para la construcción y la historizacion de aquello que permaneció oculto, misterioso y escindido. En
esta fase ruidosa del desarrollo, tanto el adolescente como sus padres y hermanos requieren tropezar con
ineluctables y variados escándalos.

El termino escandalo significo primitivamente obstáculo, bloque que se interpone en el camino como acto que
provoca indignación y sobresalto.

En efecto, el adolescente y sus padres atraviesan durante la fase de la adolescencia, frecuentes escándalos
desencadenados, por el recambio pulsional que se suscita en la adolescencia y la menopausia respectivamente.
Situación que resignifica, de un modo caótico, el arsenal de las anteriores identificaciones, traumas, ideales y
creencias.
EL ADULTO ANTE EL ESPEJO DE LA INGENUIDAD
1. El adolescente confronta al adulto con una nueva mirada y le hace advertir a los absurdos a los que se había
acostumbrado.
2. El adolescente se afana por descorrer los velos que tapizaron la verdad del pasado mundo de los adultos, al que
intenta corregir, para asistir al alba de unos tiempos nuevos.
3. El adulto evita mirarse en el espejo del adolescente porque, al reflejarse en él, debe deponer el ejercicio de su
abusivo poder intergeneracional.
4. El acto de la confrontación desencadena en el adulto una actitud de oposición, porque le inflige una vejación
psicológica: lo enfrenta con su propia vergüenza, culpa y cobardía, al comprobar su humillante fracaso ante el
incumplimiento de los ideales y las ilusiones del adolescente que había sido.
5. El adolescente intima a que el adulto se confronte consigo mismo, con lo más íntimo y exiliado de su propio ser.
Dicha situación expone al adulto a poner a prueba y a enfrentar la estabilidad de sus propios sistemas
intrapsiquicos e interpersonal.
6. De lo hasta aquí desarrollado, podemos colegir que el adolescente, en esta nueva fase de su vida, al mismo
tiempo que intenta poner fin a su propia ingenuidad, desafía el silencio de la ingenuidad defensiva de los adultos.
Y al confrontarlos, les aporta una revulsiva oportunidad, en la construcción permanente del interminable proceso
de la identidad individual y social.

CAPITULO 2: ADOLESCENCIA Y A POSTERIORI

INTRODUCCION

La adolescencia es el momento privilegiado de la resignificación retroactiva, del a posteriori, pues constituye una
nueva etapa libidinal, en donde se alcanza por vez primera la identidad sexual genital como un fenómeno
psicológico y social.
El concepto de a posteriori apunta a una verdadera elaboración de un trabajo de memoria que no consiste en la
simple descarga de una tensión acumulada, sino en un complicado conjunto de operaciones psíquicas.
Negar el a psoteriori es negar la posibilidad de que el sujeto acceda a ser, mediante el psicoanálisis, en gran
medida, autor responsable y no espectador pasivo de su propio destino.

ADOLESCENCIA: DESAFIO Y DESENGANCHE

Ser el representante narcisista primario de y para el deseo inconsciente de la madre, de y para el deseo
inconsciente del padre, de y para mantener la homeostasis narcisista de la situación del medio. Es a partir de este
momento lógico cuando el adolescente comienza a ser identificado en tal rol y en un determinado lugar. Punto de
partida de su identidad y de su identidad sexual.
No hay vida sin pagar el precio del asesinato de la imagen primera, extraña, en la que se inscribe el nacimiento de
todos. Matar la representación del niño-rey es la condición en la cual en ese mismo instante el yo empieza a
nacer.

Pero este trabajo de muerte, de desenganche y reenganche, de reinscripción cotidiana, adquiere mayor
importancia durante la adolescencia porque es en este periodo cuando el sujeto atraviesa, al mismo tiempo, una
lucha sin tregua, en varios frentes de batalla.

Freud plantea la adolescencia como una nueva etapa libidinal en la cual las transformaciones que acontecen se
deben fundamentalmente a dos aspectos:

 La subordinación de todos los orígenes de la excitación sexual bajo la primacía de las zonas genitales.
 El proceso del hallazgo del objeto, con mandato genital y más allá de las figuras parentales.

Este nuevo embate de su realidad de incompletud centra una primera batalla narcisista que sacude todas sus
instancias psíquicas: el yo, el ideal del yo, el superyó, el yo ideal; y preludia la necesaria reestructuración.

REESTRUCTURACION EN EL YO DEL ADOLESCENTE

En virtud de las modificaciones corporales características de esta etapa, el adolescente se ve obligado a asistir
pasivamente a toda una serie de modificaciones físicas y hormonales que se apoderan de su cuerpo biológico,
acompañadas de demandas de impulsos instintivos y de demandas que surgen desde lo social.

Varios autores han designado este proceso de cambio como duelo por la pérdida del cuerpo infantil que produce
un fenómeno de despersonalización por la contradicción entre el cuerpo que se va haciendo adulto y una mente
que se halla aun en la infancia. Las angustias son consecuencias de la perdida de lo conocido y de lo acechante
ante lo desconocido que surgen desde estos cambios corporales, mientras que una lectura a posteriori otorga un
sentido diferente a estas angustias.

Las inscripciones anteriores, que no habían alcanzado a adquirir una inscripción simbólica en un contexto
significativo: orden simbólico, representante narcisista primario, experiencias traumáticas, cobran en este periodo
de la adolescencia un efecto y un valor patógenos, retroactivamente, a posteriori.

Es en la adolescencia cuando surge con mayor dramaticidad el choque entre sentidos. Choque por la
imposibilidad de relacionar a las nuevas demandas referidas a su identidad e identidad sexual en el interior de otro
sentido, en cuyo orden el adolescente ya había sido inscrito desde los deseos ajenos.

La colisión entre estos sentidos impide al adolescente ordenar un deseo propio, organizado, y discriminado, y ante
dicho fracaso surgen las angustias confusionales y de despersonalización.
REESTRUCTURACION EN EL SUPERYÓ Y EL IDEAL DEL YO DEL ADOLESCENTE

El superyó del adolescente presenta una doble función: imponer nuevamente el tabú del incesto y, al mismo
tiempo, permitir la sexualidad exogámica, no diferir la pulsión instintiva.

Por otro lado, en la adolescencia el superyó ha devenido en una agencia interna, el adolescente es responsable y
depende de su propio superyó, mientras que durante la infancia la responsabilidad de su conducta era dirigida por
las demandas, las costumbres y las prohibiciones de los padres.

En esta etapa, el adolescente debe lograr la independencia respecto de padres y hermanos, en función de una
mayor individuación. Su superyó necesita desprenderse de las primeras relaciones de objeto.

Lo más claro que resulta para el adolescente es que necesita alejarse de aquello que hasta ese momento
constituyo su fuente de seguridad: sus identificaciones parentales y su ideal del yo.

REESTRUCTURACION EN EL YO IDEAL DEL ADOLESCENTE

La necesidad que se apodera del adolescente de dejar de ser “a través de” los padres y los hermanos, para llegar
a ser él mismo, requiere el abandono de la imagen tan idealizada y arcaica parental, para encontrar ideales
nuevos en otras figuras.

El yo ideal es concebido como una formación esencialmente narcisista que tiene su origen, según Lacan, en la
fase del espejo, y que pertenece al registro de lo imaginario. Mediante la idealización, el sujeto se propone,
reconquistar el estado llamado de omnipotencia del narcisismo infantil. Tiene implicancias sadomasoquistas,
especialmente la negación del otro correlativa a la afirmación de sí mismo.

La amenaza de de perder la dependencia infantil “pone a prueba” la estabilidad de los sistemas narcisistas que
actúan entre sí en el plano intrasubjetivo del adolescente y que trascienden al plano intersubjetivo de los padres.

Esta amenaza de desprendimiento no solo reactiva en los padres los duelos del paso del tiempo, ante la pérdida
del “nene que crece”, sino que al mismo tiempo y fundamentalmente resignifica en ellos en forma retroactiva la
asunción de sus propias incompletudes que, a través del hijo obturador-siempre-presente, evitaban asumir.

El distanciamiento es vivido como un desgarramiento de la persona que fue una parte del sí-mismo-propio, con la
amenaza para el sentimiento de sí de los padres y/o del adolescente de perder al sostén que mantiene la
estabilidad de la propia estructura narcisista, sostén que se nutre a partir de la imagen de los padres salvadores y
sobrevalorados para el hijo, y del adolescente idealizado y mesiánico para los padres.

Este ideal de omnipotencia que bascula entre el adolescente y los padres pone en escena las técnicas de
desenganche y de reenganche entre padres e hijos, en un movimiento pendular a través del desafío.
Desafío que, si conduce al desenganche, promueve el crecimiento hacia la individuación del adolescente. El
desafío como inquietud, que quiebra el silencio de las verdades inmutables y al mismo tiempo que cuestiona lo
establecido crea productos nuevos, lo denomino “desafío trófico”, pues está asignado por la pulsión de vida.

En cambio, el “desafío tanático” se halla signado por la pulsión de muerte, ya que, a través de la provocación
sadomasoquista entre ambas partes aliadas, repite compulsivamente el “reenganche”.

CAPITULO 3: EL REORDENAMIENTO DE LAS IDENTIFICACIONES EN LA ADOLESCENCIA

HISTORIZACIÓN Y PULSIÓN DE MUERTE

Durante el reordenamiento identificatorio, se produce la defusión de la pulsión de muerte, pues se disuelven los
lazos afectivos con determinados objetos, para posibilitar su pasaje hacia otros, lo cual reabre el acceso a la
configuración de nuevas identificaciones, en una reestructurada dimensión afectiva, espacial y temporal.

Faimberg sostiene que estas identificaciones son alienantes porque el sujeto se somete, por vía inconsciente, a
las historias de un “otro” que no le conciernen, pero de las cuales permanece finalmente cautivo. El “otro” significa
el narcisismo parental y la identificación con él.

La historizacion resulta ser un proceso esencial, pero no suficiente, para lograr la reestructuración identificatoria.

El sujeto requiere la implementación de una adecuada agresividad, al servicio de los propósitos de Eros, que le
permita “matar” a ese niño marmóreo (el infans) para garantizar la inmortalidad propia y de los otros, y acceder así
a la desidentificación de las identificaciones alienantes.

La desintificacion puede ser vivenciada en todas las etapas de la vida, pero de manera más patética aún durante
el período de la adolescencia, como un desgarramiento de la persona que fue una parte del sí mismo propio.

EL REMORDIMIENTO EN EL REORDENAMIENTO IDENTIFICATORIO

La pulsión de muerte, liberada durante el proceso de la desidentificación, puede sufrir dos destinos. El primero
sería volverse a ligar a nuevas identificaciones; segundo, permanecer libres y distribuirse para que una parte sea
“asumida” por el superyó y vuelta así contra el yo, o bien ejercite su actividad muda y ominosa como pulsión libre
en el yo y el ello.

Las partes ligadas y no ligadas de la pulsión de muerte se manifiestan a través de la culpa y la necesidad
inconsciente de castigo, acompañadas de un inquietante halo de sentimiento de pánico, horror, incertidumbre,
inermidad, orfandad, vacío y muerte.

Cuando la resolución de los remordimiento y los resentimientos inherentes a la adolescencia fracasa, en los casos
más graves da origen a estados de desestructuración psicótica. Otras veces, subyace en severas depresiones,
inhibiciones, actings outs, fobias y síntomas obsesivos.
Las desidentificaciones son por lo general más vistosas que reales, y el mecanismo más utilizado es la
identificación negativa que recubre las identificaciones anteriores sin desalojarlas.

Así, los remordimientos y los resentimientos (que se originan irremediablemente a partir de la reestructuración
intrasubjetiva del adolescente, articulada con la relación intersubjetiva parental), complican la tarea de la
desintificacion y conservan estas identificaciones negativas.

CAPITULO 4: LA CONFRONTACIÓN GENERACIONAL Y LA HIPERSEVERIDAD DEL SUPERYÓ EN LA


ADOLESCENCIA

INTRODUCCIÓN

La confrontación generacional es un punto nodal. Se trata de un tema complejo en todas las etapas de la vida, y
fundamentalmente durante la fase de la adolescencia; para la adquisición y la plasmación de la identidad
individual y social, cuyo estudio arroja mucha luz sobre nuestro acontecer anímico.

La confrontación generacional representa una de las vías principales para estudiar de qué manera las relaciones
de poder “fabrican” sujetos e instauran una multiplicidad de técnicas de constricción reversibles, que se
despliegan asimétricamente y en dos direcciones: desde los padres hacia el hijo y desde éste hacia los
progenitores.

EL ADOLECER Y LA ADOLESCENCIA DE LOS PADRES DEL ADOLESCENTE

Así como los padres son necesarios para que en el hijo se instituya el complejo de Edipo, también lo son para que
el vástago salga de él y pueda acceder a la elección de objetos sexuales, no incestuosos ni parricidas, y a nuevos
objetos vocacionales más allá de los mandatos parentales.

Los padres, sufren duelos y angustias por la resignación de los deseos narcisistas de inmortalidad y de completud
investidos en el hijo, y de sus deseos pigmaliónicos relacionados con las fantasías de fabricación y moldeado del
otro a su imagen y semejanza, para ejercer sobre él un poder omnímodo y omnisciente. Debe, además, admitir la
sexualidad floreciente y la potencia de desarrollo en el hijo que crece, contrapuestas a las de ellos que se
encuentran en franca disminución.

Pero ¿Qué sucede cuando el padre del adolescente no resigna su propia adolescencia y, por ende, no puede
ejercer su función paterna?, ¿Cuándo no puede realizar la elaboración de estos varios duelos caracterizados por
una compleja y múltiple casualidad? Entonces, se produce el borramiento de la diferencia generacional, y la
necesaria rivalidad edipica deviene en una trágica lucha fraterna y narcisista. En lugar de la confrontación, se
instaura la provocación, la evitación o la desmentida de la BRECHA GENERACIONAL, con lo cual se altera el
proceso de la identidad.

LA CONFRONTACION GENERACIONAL Y LA HIPERSEVERIDAD DEL SUPERYÓ


El adolescente debe rechazar ciertas identificaciones para acceder a otro nivel de indentificacion que le permita
lograr una posición independiente. Pero ese logro no se obtiene por la simple operación de ejercer el rechazo por
el rechazo mismo de los modelos identificatorios que le ofrecen sus progenitores, sino que este tipo de rechazo
promueve un efecto diverso: él rechaza lo establecido en la tesis parental, para realizar un proceso de separación
interna, con la finalidad de despojarse de lo que hasta ese momento ha tomado del objeto.

ADOLESCENCIA: DEL GOCE ORGÁNICO AL HALLAZGO DE OBJETO –


SUSANA QUIROGA
Freud plantea que la relación de la familia con la cultura es conflictiva. La familia tiende a no desprenderse de
sus hijos, y cuanto mayor haya sido la unión desde la infancia, más difícil será ingresar en la cultura. Desasirse
de la autoridad de los padres es una tarea ardua para el joven y, por tan razón, la sociedad suele dar cuenta de
este pasaje.

La función materna debe dar paso a la función paterna de discriminación. El padre deberá ofrecer a su hijo la
apertura al orden cultural.

Desde el totemismo, impone la prohibición del incesto entre sus miembros por medio de los tabúes, leyes y las
costumbres. De ahí que el vínculo familia-cultura presente una paradoja difícil de resolver: el hijo ha
experimentado el placer de recibir sin dar demasiado y ha aprendido a amar sobre la base del vínculo sensual y
de ternura con la madre, pero luego la cultura le impone desprenderse de ella.

EL ADOLESCENTE Y LA FAMILIA

Para la constitución del aparato psíquico, es esencial la experiencia fundante de una función materna. En ella, la
madre debe actuar como soporte afectivo y continente: es el requisito previo para el niño, para que el realice la
investidura narcisista del propio yo, a través de un “acto psíquico” por el cual tiene lugar el efecto de la ligadura,
que permite la identificación primaria con el otro; otro que se constituye para el yo como un lugar psíquico: el de
modelo ideal.

A partir de esta experiencia vincular afectiva fundante con la madre, se van constituyendo diferentes lugares
psíquicos en relación con el Otro.

El encuentro-desencuentro de padres e hijos adolescentes se procesara según las posibilidades psíquicas de


salud-enfermedad y elaboración de duelos y cambios que esas familias hayan construido con un pasado común.
El impulso hacia la progresión de los adolescentes buscará como recurso inevitable el “no” como rebelión ante
sus progenitores. No hay posibilidad de duelo y separación si ese movimiento de rebelión no se realiza. Este “no”
dependerá del decurso de las diversas tramitaciones psíquicas que los padres hagan a partir de este
desprendimiento. El tipo de elaboración que los padres realicen de este momento vital dará paso a una mejor o
peor configuración psíquica de ese futuro adulto.
La mayor rigidez parental precipitara al adolescente hacia desenlaces cada vez más patológicos.

A través de salidas reiteradas, los adolescentes comienzan a interactuar con otros grupos y con otras familias,
otras costumbres. Estas interacciones le permiten hacer comparaciones y establecer nuevos juicios acerca de su
propia familia. Estos juicios son siempre traumatizantes, decepcionantes para el hijo, pero no sólo por la
comparación real, sino también porque hasta ese momento de su desarrollo, sus padres habían sido
IDEALIZADOS.

El proceso adolescente está atravesado por un proceso de desprendimiento, que consiste en desinvestir
progresivamente los objetos primarios incestuosos y reinvestir otros nuevos, exogámicos. Este proceso de
diferenciación implica un duelo.

El fenómeno de la adolescencia despierta en los padres de ciertas fantasías que hacen a los adolescentes
depositarios de afectos negativos, conflictivos y segregativos. LAS FANTASIAS MÁS FRECUENTES SON:

1. El hijo peligroso o en peligro.


2. El hijo sexuado.
3. El hijo envidiado, salvador o rival.
4. El hijo que abandona

El hijo que se torna PELIGROSO en la adolescencia, lentamente comienza a querer tomar decisiones y a opinar
acerca de los comportamientos y los valores de los padres. Si la familia tiene características de rigidez, esta
situación es vivida como semejante, por lo cual tratará de erigir defensas. Estas se instalan en dos polos
opuestos: tratar de expulsarlo o de doblegarlo. Esta rigidez se ve condensada en la frase “si no estás de
acuerdo, podés irte”.

LA IRRUPCION SEXUAL del adolescente provoca en los padres distintas reacciones, según su configuración
previa. En la adolescencia temprana, generalmente las protestas se centran alrededor de la sociedad, la
desprolijidad, la desatención o el encierro del adolescente. En la adolescencia media, en la falta de cariño o de
respeto a sus padres, en la medida en que el adolescente confronta opiniones. En la adolescencia tardía, en el
temor o en el deseo de la eterna dependencia. Estas causas de queda, en realidad, son formas veladas de
protesta ante la sexualidad del hijo y sus rechazos ante la masturbación y, más tarde, ante el inicio de la
sexualidad con el otro sexo.

Una causa frecuente de trastornos en la familia es la COMPETENCIA DE LOS PROGENITORES NARCISISTAS


CON EL ADOLESCENTE DEL MISMO SEXO. La reacción envidiosa ante los cambios corporales de la
adolescencia asume varias formas, ya sea por la superioridad muscular del hijo varón con respecto a su padre, o
la belleza de la niña ante la madre. Esto determina que los adolescentes sean mirados por los de afuera con
atención como antes lo eran sus padres, lo cual provoca conflictos tanto afuera como dentro del grupo familiar.
La depresión desencadena en algunos padres la incipiente adolescencia de los hijos se debe a que, durante este
periodo, HAY UN PROGRESIVO RETIRO DE LA INVESTIDURA DE LOS HIJOS DE LOS OBJETOS
INCESTUOSOS. Este proceso provoca en los padres síntomas depresivos que se manifiestan como patológicos,
a través de enfermedades psicosomáticas, quiebras económicas u otros síntomas que retienen al hijo culposo.
Otros padres inician un proceso de retención del hijo, a través de la oferta seductora de toda clase de
concesiones que impidan la salida. La ambivalencia que encierra esta conducta de los padres confunden al hijo,
que inicia así una adolescencia inadecuada, acentuando los rasgos narcisistas.

Una labor que realizan los padres en esta etapa, como forma transaccional frente a la ambivalencia de “largar” o
“retener” al hijo, es ofrecerle INICIADORES que, de alguna manera, son programados por ellos. Se manifiestan
en decisiones como la elección de una escuela secundaria determinada. Se trata de iniciadores tales como los
grupos extraescolares deportivos, religiosos, que poseen líderes que son ofrecidos indirectamente por los
padres.

EL ADOLESCENTE Y EL GRUPO

A la edad de 3 años aproximadamente, aparece la necesidad de agruparse en forma espontánea. Estos grupos,
continúan durante toda la vida, en un principio para satisfacer la necesidad de juego del infante y, más tarde,
debido a la reacción social del adolescente; posteriormente, a la organización del trabajo.

Entre la multiplicidad de grupos posibles, existe una formación bastante universal que aparece en la
adolescencia: “la barra”. Es un grupo formado en un momento crítico del desarrollo, con el fin, generalmente
inconsciente, de resolver problemas comunes. Este grupo suele aislarse del resto, pues concentra su esfuerzo
en la tarea que los nuclea. Estos grupos tienen duración limitada, pues llevan como destino diluirse, una vez
logrado el fin perseguido.

Es bastante frecuente que en el caso de los varones surja a partir de los equipos de futbol que se constituyen en
la adolescencia temprana. Las reuniones de grupo para hablar sobre deportes suelen desplazar lentamente este
tema para derivarlo hacia otras problemáticas que están relacionadas con ciertos “misterios”.

En el caso de los adolescentes tempranos, el espacio tabú pronto se constituye en la sede para hablar de lo
supuestamente prohibido: la sexualidad.

DOS ENFOQUES SOBRE LA CONSTITUCIÓN DE GRUPO EN LA ADOLESCENCIA

El desprendimiento progresivo del adolescente de su familia se realiza mediante la transición a grupos que
comienzan a tener mayor envergadura y organización estable a partir de la prepubertad.

La entrada en la pubertad y los cambios corporales primarios y secundarios que se producen en el cuerpo
asustan al adolescente y recluyen a algunos en la soledad y a otros en grupos de pares del mismo sexo.
La razón de la constitución del grupo adolescente se debe a varias causas, entre ellas la necesidad de socializar
la culpa frente al superyó, y colocar el conflicto en el exterior para que disminuya esa culpa. Por lo tanto, se
necesitan líderes que regulen y controlen las acciones adolescentes y organicen el pensamiento grupal. Estos
líderes son ideales del yo grupales que funcionan como iniciadores.

LOS INICIADORES

Los iniciadores son estructuras intrapsíquicas que se constituyen en la adolescencia y forman parte de la
fantasía de iniciación. Estas formaciones se encuentran en el contexto social. Los iniciadores tienen un lugar
preponderante como precursores del enamoramiento, la sexualidad, el hallazgo de objeto, el lugar laboral, el
dialogo comprensivo acerca de los misterios de la vida. En esta etapa aparecen en la mente como seres con
características idealizadas, constituyen héroes míticos, y se insertan como líderes ideales de yo que dirigen la
acción adolescente y lo colocan dentro de un grupo de pares ya iniciados, diferentes de los no iniciados.

Existen distintos tipos de iniciadores:

Un iniciador laboral puede ser por ejemplo un deportista, un músico, alguien que gana admiración, poder,
prestigio y dinero por efecto de la suerte. Lo que no es concebible en la mente del adolescente es que todo
aquello que se ve como exitoso es producto del esfuerzo personal, pues este es un concepto que solamente se
entiende en la adolescencia tardía.

Los adolescentes suponen que el iniciador es un elegido por la suerte.

El iniciador en la sexualidad es aquel que esta “avivado”, el que sabe acerca de los orígenes de la vida, la
mecánica del coito, los misterios del hotel alojamiento y la vida sexual de los adultos. También es aquel que
tiene más experiencias acumuladas; no importa tanto la calidad sino la cantidad de veces que tuvo relaciones
sexuales. Su importancia reside en poder contarlo a los pares.

El iniciador en el dialogo comprensivo es aquel que se coloca como doble especular del grupo, por un
mecanismo de “identificación empática”. El secreto es no intentar el dialogo reflexivo, pues este resulta
traumatizante, ya que proviene desde el yo de realidad y atenta contra la ilusión de completud y omnipotencia
del yo de placer.

DISTINTOS TIPOS DE GRUPOS EN LA ADOLESCENCIA

A. Representación psíquica de grupo: La pulsión genital desorganiza al Yo, identificando durante la latencia, con
el Superyó, conflicto que debe resolverse en esta etapa. En un principio, el Yo no halla salida psíquica a este
conflicto entre las dos instancias y recurre a una defensa primitiva, la proyección, de manera que el conflicto se
transforma en conflicto con el contexto. La escisión, la proyección, la desmentida y la omnipotencia son
mecanismos que defienden al sujeto de la angustia de castración y de la aniquilación de sentimientos de sí. Es
por esta razón que el grupo en la adolescencia temprana es la agrupación por excelencia, ya que le permite
proyectar en él partes escindidas y rechazadas de si en los otros miembros y defenderse de su re introyección,
así como identificarse con las aceptadas.

La salida exogámica del niño desde la familia hacia la cultura genera distintas representaciones-grupo, en la
cuales él se posiciona con un vínculo y un lugar, que es el de la masa frente al líder. Tres tipos de grupo son los
que aparecen en esta etapa: grupo totémico, mítico y religioso. Ellos se articulan entre sí, aunque el primero
aparece constituido con anterioridad.

El grupo totémico corresponde al espacio de la plaza, el barrio, el pueblo, el clan, y corresponde también a la
constitución de espacios psíquicos: por un lado, el espacio de la cotidianeidad (del yo real definitivo) y por otro
lado el espacio de los iniciadores en los misterios de la sexualidad y el origen.

La organización mítica corresponde al espacio mental del tiempo, un espacio y una historia distinta de los
actuales, donde se narra acerca de sus orígenes. Se los denomina “tradición” y fue gestada por héroes que
identifican a todos los miembros del grupo.

B. El grupo como subcultura: estas subculturas significan una contracultura, aquel lugar que tanto los adultos
como los adolescentes supieron encontrar en el marco de una cultura determinada.

La contracultura adolescente es aquella que tiene sus normas, sus propios diálogos, sus propios criterios acerca
de determinados temas, un lenguaje propio y una vestimenta que caracterizan a sus miembros. Estos grupos
buscan espacios, lugares donde se encuentran, puntos de reunión que van desde la esquina del barrio, la plaza
hasta la cancha de futbol.

Los espacios funcionan como mediadores, pues es allí donde el adolescente realiza aprendizajes. Constituyen
espacios transicionales que necesitan de su líder real que funciona como iniciador, donde los adolescentes
aprendan el contacto entre ellos y con el otro sexo, a través de un control externo que los tranquiliza ante la
posibilidad de desenfreno. También aquí se encuentran los transgresores, que buscan romper con las reglas y
lucrar con los adolescentes, por ejemplo, los que venden droga.

El concepto de Winnicott de “espacio transicional” resulta fructífero para explicar ese lugar donde el adolescente
va templando sus funciones, a través de un yo confuso y visiblemente escindido, y como tal, empobrecido en
cuanto a sus funciones.

La imposibilidad de crear un espacio transicional adecuado, que permita ir re categorizando diferencias en


términos de acciones y diálogos socializados pautados, crea patologías grupales. Todas estas patologías se
inician en la adolescencia temprana y luego continúan su desarrollo. Entre ellas, se encuentra el consumo y la
adicción a las drogas.

Hallazgo de objeto heterosexual – Capitulo 11


Al desarrollar el tema del duelo, dijimos que se trata de un proceso que conduce al desasimiento parental. Este
desasimiento es un requisito previo al hallazgo de objeto exterior y está basado, sobre todo, en la decisión
intrapsíquicas, correspondiente a un deseo de dar por perdidos los vínculos edípicos, aunque hayan sido, hasta
ese momento, protectores y salvaguardas frente al temor a la aniquilación del Yo.

Este proceso, que va desde el desasimiento hasta el hallazgo de objeto, sufrirá diversas transformaciones
psíquicas que abarcan una amplia gama de manifestaciones. Estas manifestaciones constituyen transacciones
entre el narcisismo y la investidura de objeto heterosexual que se plasmará en el exterior.

Una primera manifestación de ese trabajo psíquico para la creación del objeto se observa, en los productos de la
fantasía. Las fantasías evitan el surgimiento de angustias frente al contacto directo con el objeto exterior,
permitiendo crear nuevos espacios y tiempos intrapsiquicos y exteriores, a partir de los cuales el adolescente
podrá regular el acercamiento o alejamiento del objeto exterior.

Estas transacciones, que llamaremos PRECURSORES O MEDIADORES son: el diario, la agenda, un estado de
enamoriamiento del amor y el amor de ideales.

Una segunda manifestación de ese trabajo psíquico es el esfuerzo del adolescente por tomar contacto con el
objeto exterior. Establece con él diferentes tipos de vínculos, que también suelen ser alternantes y coexistentes
entre sí y con los precursores.

La diferencia estriba en que, en el segundo caso, se establece un contacto en la realidad con el objeto, que
permitirá la instauración de innumerables huellas mnémicas que irán produciendo la representación
preconsciente del objeto de la fase genital.

Los tipos de vínculos que logramos caracterizar son: parcializados, diádicos, triádicos, edípicas y con
características fraternas.

La delimitación de posibilidades del encuentro objetal surgen de dos vertientes: evitar el contacto con el objeto
exterior y buscar ese contacto con determinadas condiciones.

Procesamiento de los vínculos incestuosos. Producción psíquica del objeto heterosexual

El hallazgo del objeto heterosexual deriva de un procesamiento psíquico. Las transformaciones de este proceso
son las productoras de ese objeto. Ellas son inferidas a partir de sus manifestaciones observables. Dichas
transformaciones tienen su origen en la constitución de la representación-cosa ICC, que plasma los objetos del
mundo a partir de las percepciones y de las propias impresiones sensoriales.

Elementos para el hallazgo de objeto:

 Identidad: objetivo deseado por el proceso primario, que busca que el objeto percibido sea idéntico a aquel
que necesita para calmarse
 Semejanza: formas a las cuales el aparato psíquico recurre para formar una analogía: alucinación e
identificación
 Transformación de las investiduras homosexuales de la masa: mediador interpersonal entre el yo y los otros.
Suele ser el “mejor amigo”
 Lo heredado: contiene inscripta la historia del vínculo con el objeto de deseo infantil
 Sensorialidad erógena: implica que es difícil integrar la corriente tierna y la erótica

Precursores del hallazgo del objeto heterosexual. Transacciones entre el narcisismo y el hallazgo de
objeto

Debido a la desinvestidura que exige el trabajo de duelo, se produce en el adolescente un aumento de la libido
narcisista, como defensa. Esto se manifiesta de diversas maneras, como por ejemplo el aislamiento del contacto
con la realidad, mientras el objeto se recrea en la fantasía.
Las prácticas concretas donde encontramos estas manifestaciones son el diario íntimo, la agenda y todas las
formas de creatividad artísticas.

Este tipo de manifestaciones constituyen transacciones entre el desasimiento y el hallazgo de objeto. Ambos
sustituyen el vínculo con los padres infantiles y el vínculo con el grupo-masa de la adolescencia temprana.

Tipos de expresiones adolescentes

El diario: Es un producto íntimo, reemplazante de la continencia parental. Aunque el diario no se le dé a leer a


casi nadie, tiene un destinatario. El adolescente lo dota de trascendencia y es una de las formas de planear su
propio futuro. Se trata de un intento de soledad acompañada.

En principio, existe la creencia de que es suficiente la prohibición de ser leído para evitar que lo hagan, aunque
su deseo manifiesto es no darlo a conocer, su mente no puede soportar sus propios contenidos psíquicos sin
angustia, y sin que su familia este presente de alguna forma. El diario sustrae del vínculo de masa a un vínculo
más íntimo consigo mismo.

La escritura es la palabra del ausente, implica la posibilidad psíquica de decretarse ausente a sí mismo a medida
que escribe, y saber que están plasmado sus ideas o sus vivencias, porque de otra manera ella se pierden.

La agenda: A diferencia del diario, es circulante, ya que está hecha para ser mostrada y compartida, pero no
con los padres sino entre el grupo de amigos. La agenda constituye una transformación de aquel vinculo de
masa narcisista y homosexual, propio de la adolescencia temprana. La agenda encierra una idea de intercambio
y pasaje, mientras la soledad no puede asumirse totalmente como un estado posible, por la angustia
desbordante que ello provoca en el yo. Es una transacción entre estar sola, mientras se escribe, y acompañada,
al mostrarla y ofrecerla al grupo para la escritura recíproca.
Enamoramiento del amor: El estado de enamoramiento del amor presenta diferencias con respecto al
enamorarse de un objeto exterior, concreto. Enamorarse del amor significa pues estar enamorado del yo, la
sobre investidura recae sobre esta instancia, más precisamente sobre un estado del propio yo, y no tanto sobre
el objeto

Amor a ideales: enamorarse de ideales, está muy ligado a la constitución del ideal del Yo de esta fase. Surgen
ante los estados de angustia y de vacío del ser que el desamiento provoca, y cuando todavía el hallazgo de
objeto resulta conflictivo por el peligro de la sexualidad. Sirven de protección contra el deseo de regresión hacia
los vínculos edipicos.

ADOLESCENCIA Y FAMILIA – Moujan


La familia es una unidad que tiene una identidad propia que la define y la impulsa a nuevas definiciones. Esta
unidad tiene además una estabilidad: la estructura que permitirá el interjuego dinámico que la identidad propone.
Otro elemento básico dentro de esta unidad es la satisfacción. Estos tres componentes elementales identidad,
estabilidad y satisfacción se dan dentro de una interacción y juego de roles que dan mayor o menor flexibilidad al
grupo.

La familia se define entonces como teniendo dos funciones básicas: identidad propia, estructura estabilizadora y
satisfactoria. La identidad grupal es una necesidad de definirse como grupo familiar donde las interacciones
trascienden la relación directa entre dos o más, adquiriendo total sentido como relación de un “nosotros” en
oposición a un “yo” individualista.

La estabilidad seria la organización que permite mantener la unidad del grupo especialmente en los momentos de
desacuerdo o ansiedad.

La relación entre estos roles toma la forma de una serie de relaciones simétricas o complementarias donde se
emplean todo tipo de técnicas que llevaran a la estabilidad o inestabilidad del grupo.

Una familia bien arraigada seria la que esté acorde con las “modalidades” de la sociedad donde vive y a la cual el
adolescente debe incorporarse. Las familias desarraigadas dificultarían el “pasaje” de los hijos a la sociedad.

El concepto de satisfacción es la capacidad de elaborar las relaciones durante los periodos de inicio de acciones o
ansiedades motivadoras tanto por fuerzas externas como internas.

La tarea de la familia seria elaborar esta nueva asunción de roles que cambian la estructura “inestabilidad”,
contribuyendo al desarrollo de las identidades, creando necesidades y normas nuevas, que forman el
“continente” apropiado para la elaboración de la adolescencia en la familia y su inserción en el contexto
social y político.
En la actualidad la crisis proveniente de la adolescencia como hecho concreto no recae tanto sobre los
adolescentes, sino sobre el grupo familiar y en especial los padres. Los adolescentes están mucho más
“defendidos” como generación. Se socializan sin esperar demasiado a que los padres les trasmitan su modo de
inserción en la sociedad. Lo que antes podría haber sido causa de graves crisis de identidad en los adolescentes,
hoy es muchas veces crisis en la identidad, estabilidad y estado de satisfacción de toda la familia.

Como vemos la adolescencia pone en crisis al adolescente y al grupo familiar. Esto sucede desde que el niño nace.
Este proyecta en su madre y luego en su padre los aspectos más persecutorios de su vivencia (confusión y miedo).
Los padres reciben y metabolizan dichas proyecciones devolviendo al bebe “los objetos” proyectados más
discriminados y menos persecutorios. El circuito es patológico cuando la madre es incapaz de metabolizar lo que le
hijo proyecta y devuelve sin modificar los aspectos dolorosos para el yo del niño y lo que es peor, a veces lo utiliza
como depositario de sus propias ansiedades (chivo emisario). Esta interrelación entre el niño y su familia se
mantiene toda la vida, con diversos cambios en los miembros de los grupos y en el grupo en cuanto a tal.

La familia actúa durante esta crisis como un grupo operativo cuya tarea es ayudar al hijo adolecente a
lograr su adultez.

Dividimos los grupos familiares en cuatro grandes modalidades de relación:

 FAMILIAS AGLUTINADAS:

 Exagerada tendencia a formar conjuntos de individuos perturbando la necesaria discriminación. La búsqueda


de individuación se realiza frecuentemente de maneras seccionales (conductas explosivas, fugas,
somatizaciones, etc.)
 Interacciones estereotipadas.
 Su absolutismo vuelve al rol materno exagerado.
 Predominio de mensajes concretos con poca capacidad reflexiva y fuerte carga emocional
 La ideología familiar está centrada en una concepción de la vida tipo (clan) que ha de conservarse con poca
sensibilidad social y desconfianza a lo nuevo.

 FAMILIAS UNIFORMADAS:

 Tendencia a individuación con exagerado sometimiento a una de las identidades personales que busaca
uniformar al resto.
 La interacción es rígida, estereotipada, e insatisfactoria por ser impuesta.
 Absolutismo del rol paterno y exageración de las normas paternas.
 Mensajes con poca capacidad reflexiva, pero más dialogo que en el caso anterior.
 La ideóloga preponderante es exigirse para diferenciarse.

 FAMILIAS AISLADAS:
 Predominio de las individualidades como entes aislados del grupo, lo que lleva a un grave deterioro de la
identidad grupal y aun estancamiento de las identidades individuales.
 Los roles están aislados.
 Los roles asignados no entran jamás en conflicto con los asumidos, cada uno “hace su vida” con lo cual las
normas y valores carecen de importancia.
 Carencia de contenido afectivo de los mensajes.
 Las relaciones son satisfactorias porque las metas del grupo son muy pobres: “tener un lugar donde estar”.
 La ideología dominante es: “hace tu vida, no te quejes, no te metas en lo ajeno”.

 FAMILIAS INTEGRADAS:

 Equilibrio inestable entre las identidades grupales e individuales que se redefinen sin grandes obstáculos.
 Son francamente estables debido a la flexibilidad de los roles que permiten “contener” los problemas surgidos
sin reprimirlos o expulsarlos, sin negarlos y sin inhibirlos.
 El rol filial es valorado y tolerado por el grupo dada la fortaleza ante los cambios. Son familias con recursos.
 Las discusiones son explicitas con capacidad reflexiva y carga emocional regulada por el grupo, lo que permite
el diálogo transformador.
 La ideología en estos grupos es la aceptación de la lucha generacional que cuestiona privilegios y una gran
confianza en transformar lo establecido.

En las familias aglutinas y uniformadas el giro hacia la concordancia en la relación padre-adolescente es muy
dificultosa. La estereotipia y rigidez de ambos roles hacen posible que las transacciones padre-niño se conviertan
en transacciones padre-adolescente, sin que ello implique un grave conflicto (transacciones cruzadas).

Llamamos transacciones cruzadas a las que surgen cuando el padre se dirige a su hijo adolescente como si fuera
un niño, o cuando este le contesta como si fuera un adulto.

En las familias aisladas no tiene lugar el “giro” hacia la concordancia de roles que tendría que surgir con “la
adolescencia”. Las relaciones padre-niño o padre-madre son tan distantes y rígidas que la adolescencia se toma
como algo extraño para todos.

En las familias integradas esta posibilidad de “giro” a la concordancia padres-adolescentes es factible por la gran
fortaleza del grupo. Lo que en realidad sucede es la apertura a las transacciones llamadas ULTERIORES que son
las que tiene preponderancia. Es decir que la relación transaccional padres-niños se convierte en padres-
adolescentes y permite una respuesta adolescente-padre o adolecente-adolescencia paterna. Se dan las
posibilidades de iniciar una relación en “espiral”.

En las familias que definimos como aglutinadas, encontramos problemas en la elaboración de la agresión y
sexualidad adolescente. Se da un enfrentamiento con la instrumentación de estos impulsos: mal manejo del cuerpo,
poca imaginación, facilidad en juzgar y criticar, inhabilidad física, etc. También hay una falla en la discriminación,
cualquier esfuerzo en este sentido se vive como absoluto: discriminarse es romper con la familia. La sexualidad es
aceptada siempre que no implique un hecho violento, se trata de una sexualidad sin estructura edipica.

El hecho de que en estas familias exista una buena capacidad contenedora, hace que todos los miembros puedan
sentir al grupo como un refugio, por eso los estímulos provenientes del exterior se perciben como peligrosos
individualmente.

En las familias uniformadas el rol paterno tiene excesiva importancia, lo que lleva a una gran incomunicación. Si
bien la agresión está mucho más aceptada, su instrumentación se realiza para controlar la sexualidad y los efectos:
se la utiliza para incomunicar.

La situación edipica impone y controla pautas de conductas. Esto se debe a que “el enemigo” no es lo exterior, sino
“lo nuevo” que surge de la unión. La experiencia más reprimida es la sexual, pero no por anulación sino por la
agresión misma. Esta familia nos sugiere la figura de un patriarcado con idealización en lo masculino.

Llamaremos familias mixtas a aquellas donde la aglutinación y la uniformidad se dan mescladas. Se diferencian de
las anteriores en que la sexualidad y la agresión no están tan disociadas. La pareja de los padres existes pero con
poca capacidad de integrar a los hijos. Son parejas “complementarias” donde los hijos son pocos contenidos. Los
adolescentes encuentran que sus necesidades elavorativas de la agresión y la sexualidad son posibles si se
cumplen con determinadas formalidades. Lo peligros aquí no es tanto que la sexualidad que une o la agresión que
separa como en los otros grupos, sino “lo nuevo” en cuanto tal, en cuanto factor de cambio. El pensamiento acá
está sobrevalorado, porque no provoca ninguna modificación en la estructura familiar.

La familia aislada se caracteriza por el aislamiento de sus miembros, debido a la represión de la sexualidad y de la
agresión realizada por identificación proyectiva. Todo es manejado de manera omnipotente en un mundo
imaginario. Tanto lo imaginario como el autoerotismo están fuertemente desarrollados en este grupo.

El adolescente en la familia integrada seria el ideal de posibilidades elavorativas. Integran tres características
fundamentales: contener, reprimir e instrumentar. Contener quiere decir que la familia recibe el monto de
proyecciones propias de los adolescentes sin anulación, prescindencia o represión total de los mismos.

Que tiene capacidad de reprimir quiere decir que es un grupo capaz de poner límites lo suficientemente te flexibles
que permitan un nivel de frustración capaz de mantener la fuerza impulsora intacta.

Con instrumentar nos referimos a contener y reprimir simultáneamente, se trataría de enseñar a instrumentar de
otra manera los deseos y necesidades propias. El resultado será la concretización de la adolescencia en un
adolescente, habiendo permitido la transformación de la estructura familiar y personal de cada miembro.

GRUPOS ESPONTÁNEOS DE ADOLESCENTES: CAP XII

El grupo es un fenómeno típico de la adolescencia. Permite a los adolescentes sentirse “contenidos” dentro de una
zona intermedia que no es familiar, un es aún la sociedad, como estructuras.
Se puede considerar al grupo como un objeto transicional en tanto permite al adolescente mantener la ilusión de
que pertenece a un sistema que en gran parte lo protege de la responsabilidad social y de la diferenciación sexual
pero que a la vez incluye en la sociedad como seres sociales y sexuales, como grupo.

Se trata, de una zona intermedia entre la familia y los grupos sociales. El grupo seria “el contexto de
descubrimiento“. El percibir la realidad necesita un aprendizaje que se realizaría en esta “zona” intermedia, que
llamamos transicional por estar entre lo subjetivo y lo objetivo.

Este sentimiento de identidad surge recién cuando el Yo deja su primitivo núcleo de pertenencia y pasa a integrar
un núcleo no familiar que lo inserta como miembro activo en una comunidad.

Hemos considerado al grupo, entonces, como “objeto “transicional en el sentido de que permite mantener, lejos del
grupo familiar, “la ilusión” de pertenecer simultáneamente a una estructura que: a) protege de la responsabilidad
social y la diferenciación sexual-genital b) sensibiliza y responsabiliza socialmente, además de diferenciar
sexualmente a los adolescentes a la manera de adultos.

El adolescente descubre en este procesamiento grupal que su cuerpo cambiante forma una unidad en relación con
un Yo que le permite integrarse e incluirse en sus nuevos núcleos de pertenencia: generacional y social.

Este sentimiento de identidad basado especialmente en el grupo de pares, se da por primera vez en la
adolescencia, por la intensidad de las relaciones del Yo con objetos durante este periodo transitorio.

Las causas que llevan la nueva identidad, no familiar, son diversas:

 El desarrollo corporal, provoca la necesidad de buscar fuera de la familia nuevos objetos de gratificación.
 Manejar los sentimientos de amor y odio.
 El mundo de las ideas y actividades hace explosión, lo que lleva a buscar fuera de lo familiar la zona para sus
descubrimientos y aprendizajes.
 La necesidad de expansión del núcleo de pertenencia familiar hacia nuevos sentimientos de pertenencia que
desarrollan la identidad.

Estos sentimientos de pertenencia a un pueblo empiezan a adquirir sentido alrededor de los 17 o 18 años, aunque
podemos detectarlo en otras edades. En los púberes por ejemplo: equipo de futbol, una pandilla, en los
adolescentes medios: la pertenencia a una barra, a un tendencia religiosa o política, a un club, colegio, etc. pero
recién alrededor de los 18 años los distintos grupos se abren al ámbito social, identificándose más fácilmente con
SECTORES EN PUGNA, ya que la busca de la identidad es una lucha.

Como se va dando el fenómeno grupal en las diferentes edades de la adolescencia

La primera pandilla se forma en la pubertad y se extiende hasta los 14 o 15 años, la segunda “barra” se estructura
alrededor de los 15 y se extiende hasta los 17-18 años. Las dos corresponden a momentos críticos de la
adolescencia: en el primero se afianza la identidad sexual y en el otro el pensamiento lógico-formal.
En la MEDIANA ADOLESCENCIA los adolescentes empiezan a pensar por sí mismo y ponen en cuestión las ideas
aprendidas.

PUBERTAD: la crisis de identidad está centrada en el cuerpo, que al emerger de manera incontrolada e innegable
se impone a la conciencia como un hecho. Así tiene lugar el enfrentamiento entre el esquema corporal del Yo y el
cuerpo físico. Hay confusión entre satisfacción sexual y seguridad, entre acción y palabra, situación dramática y
hecho real, etc.

Pero el púber recurre frente a este emerger de los instintos a mecanismos de disociación. Estos lo sacarían de la
confusión, identificando proyectivamente los aspectos más sádicos y perversos y aliviando así la labor represiva
fundamental en esta edad por la angustia que provocaría la aparición de los impulsos oral y anal, sádicos
fundamentales.

Podemos decir que el púber tiene exagerada la represión, a instancias del Superyó, y facilitada la identificación, en
tanto que los impulsivos tienen empobrecida la represión y exagerada la negación a costas del Ello.

Esto da lugar a algunas conclusiones de importancia:

 Que el yo del púber está empobrecido en sus funciones y necesita para su equilibrio de un protector externo o
interno (Superyó).
 Por estar embebido por su problemática corporal, el púber mantiene con el mundo externo un sistema de
comunicación basado en la expresión corporal.
 Y en tercer lugar le es imposible “elaborar” la “confusión” propia de esta edad y el incremento del sadismo.
Pero de todos modos, su Ello no adquiere el carácter sádico y primitivo de los impulsivos.

Resumiendo: los púberes en un grupo son miembros incluidos, poco diferenciados entre sí, sus impulsos y
fantasías son contenidos dentro de la estructura grupal transicional que les permitirá ir aceptando su propio cuerpo,
impulsos y fantasías e irse incorporando al grupo de manera más personal.

GRUPO DE ADOLESCENTES MEDIANOS: alrededor de los 15 años la primitiva pandilla se disuelve por
diferentes motivos, reagrupándose en una nueva estructura grupal.

Acá la identidad sexual ha dejado de ser un problema y por lo tanto no hay necesidad de grupos “bloques” que
contribuyan a disimular la diferenciación sexual. A esta edad, el adolescente busca diferenciarse sexualmente e
iniciar los primeros intentos de pareja dentro de la pandilla.

El desarrollo del pensamiento lógico-formal permite a los adolescentes tener relación con sus ideas. En estos
grupos, si bien existe una mayor individuación, la necesidad de identidad grupal es aún una necesidad imperiosa
para la elaboración de la acción personal en grupo y la inclusión de lo social por medio de lo imaginario.

Lo imaginario les permite ir aceptando y recreando su inserción social. Estos grupos integran aspectos psicológicos,
biológicos y sociopolíticos, que van construyendo la identidad del Yo de acuerdo con su pasado, su cuerpo y su
inserción en el proceso social. Este tipo de grupos tiende a disolverse una vez cumplido su objetivo, o sea el logro
de la identidad del Yo, lo que también quiere decir el logro de la inserción social como agente de cambio.

Además, funcionan como verdaderos “grupos psicológicos” en el sentido de que salen un poco del tiempo y espacio
asumiendo roles dentro de un campo ilusorio que les va haciendo más tolerable la realidad frustrante y difícil de
entender. Pero es peligroso cuando estos grupos se vuelven marginales, perdiendo su función de transicional y
confundiendo lo imaginario con lo real.

Lo esencial en estos grupos es, resumiendo: el carácter transicional, entre lo subjetivo y lo objetivo, lo viejo y lo
nuevo, lo familiar y lo social, por el otro el carácter de identidad grupal donde la ilusión de cierta marginación del Yo
corporal y psicológico permite asumir activa y compartida mente la sexualidad, “la ruptura” con lo familiar y la
apertura a lo desconocido, y en tercer término lo imaginario como eslabón entre lo real externo y lo representacional
individual.

Si el grupo deja de ser transicional se convierte en un fin en sí mismo, perdiendo posibilidades de incluirse como
parte de un proceso social transformador. Si no hay identidad grupal se constituyen pseudoidentidades (grupo
obsesivo) o se convierte en un grupo cuyos miembros constituyen un conjunto de individualidades que solo se
juntan para acompañarse y justificarse (grupo fóbico). Si lo que pierde es el carácter imaginario nos encontramos
ante un grupo sin vida propia, todo le seria impuesto, copiado “mecánicamente”, se “instalan” en el grupo, no tienen
margen para el descubrimiento.

Otra categoría de los grupos es la de los considerados “no patológicos”. Podemos incluir aquí a los grupos
institucionalizados o formados con objetivos prefijados como un equipo deportivo, un grupo de estudio, etc. si bien
pueden ser transicionales y por lo tanto tienden a una integración social, esta integración pueda ser más bien una
adaptación, lo que es importante diferenciar. Acá la identidad es falta porque se constituye falseando la realidad
que se subjetiviza.

Los grupos espontáneos de adolescentes culminan, o sea se disuelven alrededor de los 18 años, cuando
suponemos que sus miembros están preparados para actuar socialmente sin perder su individualidad sino todo lo
contrario: su acción les plantea nuevas contradicciones que enriquecen aún más su recién adquirida identidad, esta
vez dentro de los procesos sociales.

La típica pandilla o barra pierde sus características dentro del grupo transicional y surgen nuevas formas de
integración social: la pareja, la nueva familia, los amigos en pareja, el trabajo, la política, entre otros.

Tribus urbanas. Modos de construcción identitaria y de expresión social


en adolescentes y jóvenes
Tribus urbanas: alude a grupos que se reúnen en torno de una visión del mundo, de cierta ideología, de una
estética (peinado, maquillaje, modo de vestir) y del gusto por un determinado género musical.
El hecho de que las tribus convoquen a una población mayormente comprendida entre los 13 y los 20 años no es
algo casual. En esta etapa, la adolescencia, encuentra a los sujetos particularmente movilizados y especialmente
involucrados en una causa: la búsqueda del sí mismo. Se trata de momentos de reorganización tanto de lo interno
(sentimientos y pensamientos) como de lo externo (fundamentalmente la fisionomía), cambios estos vinculados
con el pasaje de la identidad infantil hacia la identidad adulta.

En efecto, en el transcurso de esta etapa vital se produce una modificación sustantiva en la relación del joven con
el entorno: se va constituyendo y fortaleciendo el yo, lo propio, la identidad personal.

El joven va tratando de responder ¿Quién soy? Y al emprender este camino va abandonando el ámbito de lo
conocido para ir al encuentro de los semejantes, con quienes puede sentirse en comunidad. Los adolescentes
necesitan convertirse en ellos mismos, desarrollar su propia identidad y esto implica diferenciarse de lo conocido.

Necesitan diferenciarse del resto del mundo: se visten de colores muy llamativos o del más riguroso negro;
escuchan música festiva, o bien eligen canciones melancólicas que hablan de la dificultad de vivir. La consigna es
reconocerse y ser reconocido, es decir, poner de manifiesto una serie de atributos que les posibiliten ir
respondiendo la pregunta respecto de quien soy, y encontrarse con otros que les confirmen esa identidad en
proceso de construcción.

Los adolescentes se definen a partir de la adopción de una vestimenta, un lenguaje verbal y gestual,
determinados gustos musicales y estéticos, y una ideología. Todo esto lo comparten con otros, y con estos otros
se identifican, coinciden en su sentir y en su manera de pensar.

La idea de tribu remite a pequeñas comunidades o clanes, esto es, a grupos unidos por fuertes lazos sociales,
económicos, religiosos y de parentesco. En la actualidad, la noción de tribu da cuenta de la conformación de
grupos de jóvenes que construyen un conjunto de reglas propias, las cuales les permite distinguirse de otras
agrupaciones.

La tribu urbana funciona así como un ámbito que congrega, donde se produce el encuentro con los semejantes y
que aparta a los diferentes. Maffesoli define a las tribus urbanas en calidad de comunidades emocionales. Señala
que estas agrupaciones se basan en emociones intensas y compartidas, las cuales suelen ser pasajeras.

La dificultad de los adultos para entender este tipo de manifestaciones se relaciona con el peso que tienen ciertas
expectativas en relación a los adolescentes: existe una imagen de juventud que implica “normalidad”. Este joven
“normal” condensa las cualidades que se definen como requisitos para la reproducción del sistema. De él se
espera que cumpla con lo establecido, con las pautas sociales, y que las cumpla sin protestar.

Las tribus urbanas permiten a los jóvenes establecer vínculos, proveerse de un sostén, apoyarse mutuamente.
Funcionan como ámbito de contención afectiva, aunque no sustituyen a la familia. Los lazos entre sus miembros
son intensos y tienen un significado más profundo del que se les suele atribuir. Desde nuestra perspectiva
postulamos que los miembros de las diversas tribus no se congregan sin tarea ni objetivo, por el hecho de “estar
juntos sin más”, sino que tienen un objetivo.

La resignificacion de las identificaciones en la adolescencia. El chancho


inteligente – Luis Kancyper
Todos tenemos identificaciones alienantes, que tienen que ver con cumplir una misión al servicio de “otro”. Ese
“otro” significa el narcisismo parental, y la identificación de uno mismo.

El autor planteará: la importancia de la resignificacion en las identificaciones del adolescente y la arqueología y la


historia en el proceso psicoanalítico.

Amalia S. consulta por su dificultad para formar una pareja, su excesivo sobrepeso y fundamentalmente para saber
si su decisión de iniciar estudios terciarios fuera del país es realmente una situación de huida o una autentica
elección. Vive con su madre (44 años), su padre (50 años), con un hermano menor y una hermana es cuatro años
mayor.

Amalia S. ya estuvo predestinada, desde los deseos del padre, a ser la obesa de la familia, porque había sido
programada para ocupar el lugar de su obesa abuela fallecida cuando el padre de Amalia tenía 13 años.

El trabajo terapéutico consistiría en librar el fragmento de verdad de sus desfiguraciones y apuntalamientos en el


presente, y resituarlo en los lugares del pasado a los que pertenece. Esa sería entonces la operación genuina de la
terapia analítica.

Amalia S. permaneció identificada como el “chancho inteligente”, resignificando en su adolescencia esta marca
identificatoria que precedió a su nacimiento biológico.

El caso de “el chancho inteligente” ilustra que la identificación arcaica es producto de una situación identificatoria
compleja que se despliega en dos tiempos, a semejanza de la situación traumática.

La resignificación en el recambio identificatorio de la adolescencia

La historia del adolescente nace antes de su nacimiento biológico. Será el representante narcisista primario del
deseo ICC de la madre y el deseo ICC del padre. Es a partir de este momento lógico cuando el adolescente
comienza a ser identificado en tal rol y en un determinado lugar, punto de partida de su identidad y su identidad
sexual.

El representante narcisista operará durante toda la vida como la referencia constante, a partir de la cual el
adolescente necesitara efectuar un trabajo de reelaboración diario para conquistar su condición subjetiva de ser
vivo con existencia propia.
Pero este trabajo de muerte, de desenganche y reenganche, de reinscripción cotidiana, adquiere mayor importancia
durante la adolescencia, porque es en este periodo cuando el sujeto se lanza a una lucha sin tregua, en varios
frentes de batalla al mismo tiempo.

Según Laplanche y Pontalis, lo que se elabora con retroactividad no es lo vivido, sino lo que en el momento de ser
vivido no pudo integrarse en un contexto significativo.
La elaboración retroactiva viene desencadenada por la aparición de acontecimientos o situaciones, o por una
maduración orgánica, que permiten al sujeto alcanzar un nuevo tipo de significaciones y reelaborar sus
experiencias anteriores.

La constitución de la identificación se despliega mediante resignificación en dos tiempos: se anulan los elementos
eróticos y se imponen los elementos defensivos.

La adolescente ante el espejo

Aberastury habla de un “duelo por la pérdida del cuerpo infantil”, que produce un proceso de despersonalización.

La bascula de la idealización y la omnipotencia en el adolescente y sus padres

Aquí se ve el “duelo por la identidad y el rol infantil y por los padres de la infancia”.
Mediante el proceso de idealización, el sujeto se propone como fin reconquistar el estado de omnipotencia del
narcisismo infantil (his majesty the baby).

La relación de los padres con el hijo se sustenta estructuralmente en diferentes grados, en la elección de objeto tipo
narcisista. De aquí que la reestructuración en el yo ideal durante la adolescencia sufra una conmoción
particularmente dramática por el choque de sentidos, pues reabre a posteriori las heridas narcisistas no superadas
en ambas partes especulares.

Si el desafío conduce al desenganche, se promoverá el crecimiento del adolescente hacia la individuación. A este
desafío se lo conoce como trófico, pues esta signado por la pulsión de vida.

En cambio, el desafío tanático es aquel que repite compulsivamente el reenganche.

Arqueologia e historizacion en el proceso analítico del adolescente

La REMINISCENCIA es un recuerdo sin sus orígenes, cortado de sus raíces. Se trata de algo vago a veces,
recuerdo diríamos de otra vida, de otro planeta. Un recuerdo sin saber de dónde viene. Algo que proviene del
pasado pero que no está ligado a él, sino que está allí y la hace sufrir en el presente.

En este caso “el cancho inteligente” opera como una reminiscencia o como un cuerpo extraño interno, y se
convierte tanto para el padre como para la hija en el punto de partida de sus comportamientos más incomprensibles
y generadores de sufrimientos innecesarios, que prohíben en ambos la posibilidad de acceder a comprometerse,
sin zozobrar y con arraigo, a una vida exogámica libre de este objeto anacrónico, enigmático y rebelde a la
historizacion.

Defensas en la adolescencia
Los jóvenes abúlicos ciberadictos

En los últimos años se hacen cada vez más consultas por jóvenes con adicciones a los videogames. Algunas
características en común es que tienen abulia y desinterés, van a las sesiones solo porque los mandan, abandonan
la escuela o van por obligación, porque no les interesa la escuela ni su futuro. En un caso particular las entrevistas
vinculares con la madre resultaron un fracaso. La madre dice que el chico esta “peleado con el universo, apático,
sin ningún interés ni voluntad” “no hace nada en todo el día salvo mirar TV e ir al ciber”. En una oportunidad el
paciente cuenta que comenzó a robar dinero para ir a jugar a las computadoras.

Luego de analizar otro caso, llega a la conclusión de que ambos pacientes han tenido una falla primaria en el
vínculo entre la madre y el bebé. Ambas madres eran mujeres muy perturbadas y al borde de la descompensación
psíquica. En ambos pacientes ha habido una falta de figura paterna y masculina. Ambos jóvenes tienen madres,
bastante perturbadas e insatisfechas con su vida amorosa.

En los dos figura una fijación anal que hace que se vean sucios, descuidados en su aspecto personal. El cuerpo
esta aparentemente desinvestido. Existe una anulación casi completa de la sexualidad.

Cabe preguntarse: ¿estamos frente a un tipo particular de adolescente? Resulta evidente para nuestro campo
teórico la falla primaria en la narcisización materna, así como el fracaso de la función paterna. La prohibición
incestuosa parece no haberse instalado totalmente. La idea de esfuerzo y la categoría de futuro brillan por su
ausencia.

La REPRESION es el retiro de la investidura de la representación PCC, quedando esta como pensamiento ICC,
imposibilitada de acceder a la conciencia. La represión no cuestiona tanto al principio de realidad como al principio
de placer, es por ello que se dirige contra el mundo pulsional y deseante produciendo una patología neurótica.

La DESMENTIDA Y DESESTIMACION intentan alterar el registro perceptual y de la realidad para enfrentarse con
la necesidad de reprimir los deseos pulsionales. Se proyecta lo intolerable y una vez fuera del psiquismo se intenta
percibirlo.
Mientras un sector acepta el juicio de realidad traumatizante el otro lo niega, interponiendo una percepción pantalla
que oculta aquello que produce dolor y permitiendo al yo manejarse bajo la lógica del principio de placer.

Estos mecanismos defensivos descriptos son normales dado que, el psiquismo tiende a defenderse de aquello que
le produce dolor.
Cinco son los principales desafíos que el adolescente debe enfrentar:

 Los cambios corporales y la construcción de una nueva representación-cuerpo


 Angustias al definir las pautas de la sexualidad adulta que abarcan: definición del género, elección del objeto
sexual, asunción de la potencia para llevar a cabo el acto sexual (en el varón) o la capacidad orgásmica (en la
mujer)
 La búsqueda de una salida exogámica
 La elección vocacional-laboral y el rearmado de los ideales yoicos que han de guiarlos en su accionar
 La asunción de la finitud de su vida.

Es importante señalar la amenaza de castración como una de las angustias más importantes en esta etapa de la
vida.

Este trastorno tiene por función conciliar la función materna. Pero al mismo tiempo, esto conlleva una cuota de
dolor: tienen que renunciar a su posición viril para que la madre se sostenga como fálica; es decir, ellos quedan en
el lugar fallido, castrado. Es por este último motivo que el afán de venganza contra sus madres se hace tan
manifiesto; de allí surge su hostilidad y su burla. Esta hostilidad, más que liberarlos, los une indisolublemente a
ellas.

Estos jóvenes anhelan escuchar una palabra ordenadora y orientadora, pero al mismo tiempo, están llenos de odio
contra este padre faltante y sus representantes. En tal sentido, la ambivalencia afectiva es una constante.

Mecanismos de defensa en la adolescencia – Adriana Noemí Franco


Los mecanismos defensivos más utilizados son:

La DISOCIACIÓN que les permite mantener un vínculo afectivo con los padres a condición de que físicamente se
mantengan a distancia. Algunos adolescentes pareciera que por momentos están en un estado de absoluta
indiferencia afectiva, los padres habitualmente se quejan de que parece que no les importa nada. Otros se
encierran en un hermetismo casi absoluto, o pasan largas horas encerrados solos en sus habitaciones en estados
de desconexión total, sin embargo en la medida que puedan circular, entrar y salir de estos estados disociativos, no
deberíamos considerarlos en si patológicos.

La RENEGACIÓN O DESMENTIDA, este mecanismo le permite decir al púber, cuya pubertad había dejado marcas
imposibles de no percibir en su cuerpo, pero aun no subjetivadas, “estoy igual a cuando era chiquito pero más alto”.
Renegando de todos los indicios que la genitalizacion de la sexualidad produjo en su cuerpo, en sus sensaciones,
en lo inédito de las eyaculaciones, en las miradas sugestivas que despertaba en sus compañeras. Si aún en un
niño, no hay peligro de que el incesto pueda concretarse por la impotencia infantil.

María Cristina Rojas – Introducción a la adultez


La lógica del consumo

Hoy día el consumo forma parte de nuestra cotidianeidad.

Para algunos (unos pocos en el caso de nuestro país) todo parece encontrarse casi al alcance de la mano: en una
entronización del tener que incluye también el consumo de bienes tan poco tangibles como los viajes, el ocio o la
educación. Tener que se constituye en soporte protético del ser.

Se trata del consumo entendido como una lógica reguladora de lo social vigente y eficaz más allá de las
posibilidades concretas de acceso a los bienes en circulación. El consumo seria la vía regia para el acceso a la
satisfacción. El ser humano ha buscado a lo largo de toda su historia y a través de varias estrategias hallar la
felicidad.

El consumo de la imagen, por ejemplo, forma parte de la cotidianeidad del ciudadano actual a partir de la más
temprana infancia. Es sin duda muy distinta la vida de un niño pequeño en nuestra sociedad del consumo y del
espectáculo, a la del pequeño habitante de épocas anteriores.

La adicción como fenómeno masivo muestra una elevada correlación con la promesa social de saciar lo imposible a
partir de la hipersaturacion. El consumo como organizador social, sienta por lo tanto las bases para una cultura
adictiva, en la cual todo parece posible obtener.

El consumo se hace cada más vertiginoso. De este modo, aquello que es fuente de confort y placer para quien
puede satisfacer sus aspiraciones en este sentido, deviene compulsividad impostergable. Trátese, como decíamos
anteriormente, de objetos o de imágenes, de informaciones o de ocio programado, lo cierto es que la categoría de
lo siempre novedoso parece reinar en este mundo en que lo efímero se constituye en la modalidad que adopta el
consumo como ordenador permanente.

Consumo y subjetividad.

El psicoanálisis nos enseña que el sujeto humano no es un mero sujeto de necesidad. La condición deseante,
propia de la humanización, implica el intento permanente y fallido a la vez de saciar lo insaturable. Es por esto que
el deseo, como causa y motor de toda búsqueda y creación se halla tan ligado a la angustia, dado que esta
confronta con lo que falta. La castración, en tanto remite a una falta imposible de saturar, es el horizonte sobre el
cual el eje angustia-deseo se despliega.

La insistencia del deseo y su posibilidad de realización plena también se expresa en lo social. El consumo es tal vez
una de las tantas estrategias posibles para dar respuesta a ese deseo que clama por satisfacción y cree
fugazmente ser colmado.

No consumimos lo que necesitamos sino aquello que (como bien saben los publicitarios) es señuelo para un deseo
que relanzará la búsqueda a partir de cada satisfacción fallida.
Es posible hoy consumir no solo mercancías, sino también imágenes, educación, ocio, candidatos públicos o
información.

Los ideales ligados al aquí y ahora

Los nuevos ideales preconizan la vigencia de un presente a la vez fugaz y eterno. Al mismo tiempo, se articulan
íntimamente con la lógica del consumo, dado que la renovación cada más vertiginosa de los objetos, las imágenes
o la información ilustra esta voracidad por lo siempre actual, donde la cultura de lo efímero se liga al descarte de lo
pasado y a la indiferencia en relación al futuro.

Los nuevos ideales habitan para una vida en que el momento sea algo digno de ser vivido y rescatan la posibilidad
del placer, el ocio y la experiencia del día a día.

Los ideales de la Levedad

El intento de superar las pesadas coerciones impuestas por algunos ideales de la modernidad da lugar a menudo a
una levedad que intenta eludir cualquier riesgo de apasionamiento y esquiva las profundidades en aras del culto a
la imagen y a la superficie.

En los vínculos, parecen ir cediendo paso a una atenuación de los afectos que a veces deviene superficialidad,
dando lugar a problemáticas que van desde el aburrimiento hasta las sensaciones de futilidad, inexistencia o vacío.

Algunos autores se refieren a este espíritu de época como a un individualismo neo-narcisista.

Los ideales ligados al mundo de la imagen

Los cambios que los medios de comunicación han introducido al convertirse en epicentro de la vida cotidiana
contemporánea son enormes y afectan sin duda profundamente a los sujetos sociales y a su conexión con la
realidad. Las formas de percepción se hallan, mediatizadas por el mundo de los medios, el que prácticamente se ha
convertido en uno de los principales referentes en el plano de la información, la transmisión de los ideales, la
propuesta de los modelos indentificatorios y la constitución de las creencias.

La realidad misma parece hoy construirse a través del mundo de los medios.

Casi todo parece reducirse a la imagen, en una promoción de la exterioridad que relega cada mas el universo de lo
interior. Los individuos mismos parecen cobrar valor por el brillo de los objetos que poseen, o por sus cuerpos
cuidados y bronceados.

Los ideales ligados a la Juventud

La idealización de lo juvenil es acorde, en cambio, con una época de transformaciones aceleradas. En esta se
estimula el cuidado de los atributos de la juventud y se tiende a prolongar las posibilidades vitales. Al mismo tiempo,
el transcurso temporal como transito inevitable hacia la vejez y la muerte es denegado en la exaltación de una
temporalidad detenida.

Esto no significa, un verdadero reconocimiento para los jóvenes. Pese a la idealización de que estos son hoy
objeto, el lugar que se les asigna en lo social es deficitario: el desempleo, la falta de oportunidades y de
desinvestidura de los proyectos y del futuro en general, dan cuenta de esta problemática.

Los ideales ligados al Pragmatismo

Ser ante todo pragmático es la consigna que se impone hoy dia. Para estar verdaderamente actualizado, es
necesario ser practico, altamente eficiente y poseer cierta capacidad para la acción inmediata.

Los ideales de hoy dia autorizan la realización inmediata y el placer aquí y ahora.

El bienestar en la cultura – Pablo Hupert


“La cultura conlleva cierto malestar para los hombres”, pero tal vez nuestra cultura no exija malestar a sus
individuos y les ofrezca bienestar.

El malestar en lo social muda en bienestar en la cultura. Y es en la publicidad, donde se promete bienestar. Es la


publicidad, la única producción cultural que atraviesa todas las esquirlas culturales. En la esfera publicitaria se
promete lograr bienestar a través del consumo. La publicidad es la invitación a atravesar ese umbral más allá del
cual se halla el bienestar.

Lo único que la promesa de bienestar realiza en acto es una imagen de bienestar (una promesa en imágenes que
por un lado se realiza como bienestar en imágenes y por otro construye el bienestar como imagen). Es muy
probable que no podamos consumir tal o cual experiencia, pero aun así estaremos consumiendo las imágenes
publicitarias.

Los mensajes publicitario de hoy no dependen tanto de las características de la mercancía que se esté ofreciendo
como de lo que el consumidor más estadísticamente corriente dé por bueno y apetecible, de lo que pueda atraer la
atención del consumidor para comprar el producto ofrecido y, antes aun, la imagen publicitaria.

Así como cambia la cultura, así también cambia el individuo que ella produce. El malestar en la cultura era: limita al
individuo. El bienestar en la cultura lo ilimita.

La cultura actual pone a disposición múltiples recursos para “auto-quererse”, para quererse de modo narcisista
radicalizado. A esta forma de “auto-amor” que la cultura otorga en nuestros días la llamamos BIENESTAR EN LA
CULTURA. Ya que el Otro, la sociedad, se declaró prescindente de mí, prescindo del Otro, de la sociedad, y enlazo
mi ego.

El kakón adolescente
Kakón significa: “lo malo”. Se propone denominar kakón a todo “mal” que puede presentarse bajo la figura de
síntomas depresivos consecuentes de la tendencia a la inercia de la pulsión de muerte. El kakón es un objeto real.

La clínica contemporánea nos ofrece numerosos casos de adolescentes en los cuales el kakón se presenta con
apariencia de síntomas depresivos, siendo manifestación del sujeto desesperanzado, que tenderá a eliminar el
kakón que lo invade a través de diversos actos autoagresivos o héteroagresivos.

La adolescencia se caracteriza por la renovación de la interrogación del sujeto respecto del mundo en donde se
encuentra inmerso, buscando producir otras respuestas a las cuestiones que afectan la vida pasando por la revisión
de los ideales. El trabajo de la interrogación lleva a “adolecer” pues sostener interrogantes implica elaborar el duelo
de dejar las respuestas adquiridas para elaborar otras diferentes.

La adolescencia es el tiempo marcado por el modo de resolver el impase impuesto a la sexualidad infantil. Aparece
un cambio corporal, social y cultural, que trae como consecuencia una exigencia pulsional y el sujeto se cuestiona
por los nuevos objetos a construir. Aparece como necesario salir de la sexualidad infantil.

La adolescencia es un tiempo de elaboración en la constitución subjetiva. Es un tiempo de una lógica subjetiva que
va a tener en cuenta fundamentalmente tres factores: la satisfacción de las pulsiones, las identificaciones y la
diferencia de generaciones y la muerta.

El cambio real en el cuerpo desencadena la necesidad del sujeto de dar respuesta al problema de la satisfacción de
la pulsión construyendo un objeto sexual nuevo. La elección de objeto en la adolescencia debe renunciar a los
objetos infantiles y reiniciar la corriente sexual. La tendencia infantil y la nueva entran en contradicción, y los objetos
nuevos, extra familiares, van a estar siempre marcados por la neurosis infantil y sus vicisitudes. Se armara una
tensión entre lo que es del orden de la satisfacción de la pulsión y el amor, porque la solución edipiana implico una
renuncia a la sexualidad y disociación con el amor. El amor entra en conflicto con la satisfacción sexual, y aparece
la necesidad de una unificación entre ambas corrientes.

La energía pulsional es la misma a lo largo de la vida, pudiendo ser más frenada, más desplegada, mas reprimida o
más actuada. La variación depende de sus investimentos.

También Freud señala este periodo como un momento adecuado para la liberación del sujeto de la autoridad de los
padres. La adolescencia implica un corte generacional.

La clínica actual muestra que para los sujetos no es fácil abandonar los modos de satisfacción infantil, porque estos
modos de satisfacción aparecen directamente ligados a un proveedor mayor, sea quien sea el que lo encarne,
madre, padre, familia, sociedad, Estado, valen en tanto discurso que ubica al sujeto respecto del Otro y del objeto.

El sujeto no soporta la diferencia entre el valor de satisfacción hallado y el pretendido y la disimula con múltiples
modos de satisfacción que, si bien tienden a suspender la emergencia subjetiva, no alcanzan. Es el instante en
donde “el mal” (kakón) se patentiza, y el sujeto queda preso de una insoportable soledad frente a lo pulsional,
situación que motivó nuestra consideración relativa a una “violenta soledad contemporánea”.

Pedagogía del aburrido


Capítulo 10: Marcas y cicatrices
¿Los pibes se cortan?
Los pibes se hacen cicatrices entre ellos. Estas cicatrices no son meros cortes, son heridas que ellos mantienen
abiertas la mayor cantidad de tiempo posible. En los mismos locales donde hace tatuajes realizan scarsing:
escaras en forma de dibujos.
En esa marca, lo que marca es la representación del tatuaje. Es una marca que tiene sentido. En la actualidad, el
tatuaje pierde su carácter de representación y comienza a tener la función de procedimiento que hace doler. Ante
la dispersión general en la fluidez, el dolor te hace sentir, te hace existir.
El dolor da intensidad.

La adolescencia en la era digital (FOLIO D)


Nuestro interés por los tiempos virtuales radica en situar los efectos que pudieran tener en el trabajo psíquico de la
adolescencia, pensando tanto lo novedoso como lo vigente del devenir adolescente en la cibercultura.

Condiciones de constitución psíquica: el armado de un sujeto estará posibilitado por una delicada interrelación con
un ambiente facilitador en tanto proveedor de condiciones adecuadas para que tal construcción acontezca.

Ambiente tecnológico: hace referencia a ese contexto inédito de interacción psicosocial creado a partir de las
innovaciones tecnológicas en el área de la comunicación y la información. Así pensado, internet funciona como un
espacio privilegiado de encuentro e intercambio social.

El espacio virtual se singulariza como espacio de despliegue de la subjetividad adolescente y, al mismo tiempo,
como lugar que refiere a un “nosotros”, a una grupalidad que el adolescente arma con sus pares, concibiendo
ilusoriamente a ese espacio como alejado y por fuera de lo familiar.

Pensamos que el trabajo psíquico de la adolescencia también se realiza en el entramado virtual de la web.

Los nativos digitales dan sus primeros pasos en el mundo tecnológico a través del jugar, teniendo esta actividad
plena preponderancia hasta la pubertad. Los nativos digitales son singularmente diestros en la utilización
simultánea de varios dispositivos para la realización de tareas diferentes. Entre tareas y dispositivos, los jóvenes
navegan en la web al ritmo de la interconexión y la multitarea, teniendo como faro una atención más global y
flotante.

Así, para algunos adolescentes, habitar el entorno tecnológico puede resultar una experiencia de inmersión de la
cual no pueden desconectarse fácilmente. Para otros, los tecnócratas, el ciberespacio puede funcionar como una
simple instrumentalización de recursos tecnológicos, desprovisto de toda puesta subjetiva, un simple accionar
repetitivo.

Ahora bien, cuando el adolescente cuenta con la trancisionalidad en su entramado subjetivo, la web funciona como
un espacio donde alojar el jugar en toda su dimensión, más allá de lo lúdico, constituyéndose en un indicador de
salud.

Al usar el mundo tecnológico en un sentido transicional, los adolescentes cuentan con una “zona de descanso” de
la permanente tarea de mantener separadas y, a la vez interrelacionadas, la realidad interna y la realidad externa.
De este modo, la trancisionalidad, junto con el pensamiento y el fantaseo, le permiten al adolescente el
procesamiento de las muchas transiciones y tensiones que debe afrontar en estos tiempos de reorganización
subjetiva.

Los adolescentes y jóvenes son intérpretes y, al mismo tiempo, hacedores de la cultura que habitan. De este modo,
los adolescentes se han transformado en co-productores de aquello que utilizan y, a través de su hacer con la
tecnología se produce un efecto de transformación y enriquecimiento subjetivo y cultural. De ahí la importancia dl
concepto de PROSUMIDORES (neologismo que surge de la unión de productores y consumidores), y que se aplica
a los nativos digitales según el uso que ellos hacen habitualmente de la red.

Edipo y narciso reversionados

El proceso adolescente dependerá de los armados psíquicos que el sujeto haya construido desde la infancia, del
lugar que el otro le haya marcado con su deseo y de lo que el joven haya podido apropiarse en este tránsito.

Las tragedias de Edipo y narciso son reversionadas durante la adolescencia y los nativos digitales escriben sus
versiones online.

Hay un encuentro del objeto y satisfacción pulsional que en nuestra época se producen también online.

La mirada, tiene otro rol fundamental durante la adolescencia, en tanto esta implica un nuevo pasaje por la imagen
especular. Nuevo tránsito por el estadio del espejo como formador de la función del yo, que involucra al narcisismo,
pasible también de transcurrir online.

Cuando un joven prende su computadora, entiende que hay alguien del otro lado, otro que se constituye como
punto de referencia desde donde sentirse mirado. Lugar desde el cual el narcisismo es reforzado o puesto en
cuestión. Lugar del otro semejante y también del otro significativo.

La red puede pensarse como una “pantalla” en la que el narcisismo es proyectado, en tanto allí es factible encontrar
a otro, un semejante. El semejante deviene espejo en quien mirarse, abriendo a un reordenamiento del narcisismo,
y también en tanto sostén identificatorio, puede operar como puente entre lo propio, lo familiar y lo extra familiar.
En el pasaje del objeto de amor edipico a otro objeto, el amor toma los disfraces y características propias de la
adolescencia y el narcisismo impone su sello. Nuestra clínica muestra como hoy las redes sociales pueden ser
fuente de unión o de conflictos amorosos.

Las “escondidas”, que los chicos juegan con sus pares, agiornadas a través de las posibilidades que la tecnología
digital ofrece, arman nuevas maneras de “aparecer y desaparecer” y por lo tanto de construir y repetir la experiencia
de la desaparición del otro. Presencias y ausencias digitales que construyen novedosas “experiencias
consoladoras”. Así la añorada reaparición del otro puede tomar la forma de un “linkeo” o de una foto posteada y su
ausencia relacionarse con el estado de la conexión (me borró). En otros casos, la red puede usarse para la
expresión agresiva.

Hacer marca personal: imágenes, palabras y exogamia en la adolescencia digital.

Entendemos que la destitución de los padres del lugar omnipotente que ocuparon durante la infancia es condición
para la salida al mundo.

¿Acaso es posible duelar online? ¿Influye la conexión a internet en la manera y disposición psíquica del duelo?

La conexión digital puede funcionar a la manera del antiguo diario íntimo, como una superficie donde el joven
despliegue y escenifique (con las ventajas que el anonimato como posibilidad agrega) la vigente tarea de construir
una versión novelada de su alojamiento en el Otro.

El soporte chat reúne oraciones con sintaxis secuencial, emoticones, imágenes, y hasta pistas de sonido y video, es
un único método expresivo con múltiples canales. El formato chat impresiona más cercano a la inscripción de actos
que a la cadencia discursiva.

Nos atrevemos a pensar estos nuevos modos de sociabilidad como “actos” que demandan ser leídos, marcan una
nueva superficie y denuncian cierta insuficiencia en la oferta social de “espacios” para la adolescencia. Habitan,
inscriben sus propias marcas en un nuevo “espacio público”: el ciberespacio.

Según Freud, el duelo es una de las condiciones que posibilitan la sustitución del objeto perdido, condición
necesaria para el cierre del duelo. Entonces, si pensamos el espacio virtual como superficie de escritura,
entendemos una de las razones por las que este se ha convertido en uno de los lugares donde la novela
adolescente se escenifica.

Insistimos, la red funciona hoy, para la mayoría de los chicos como una superficie privilegiada de despliegue y
construcción que, jugando, permite la historizacion y novelación, valiéndose de una superficie cuya atípica
“privacidad” también está en construcción.

Confesiones públicas
La delimitación del espacio íntimo se encuentra en construcción durante la adolescencia. El territorio de lo íntimo
del joven deberá separarse de lo privado, atinente a lo familiar.

¿Cómo entender que un diario íntimo, una biografía, una versión personal de la historia familiar, se “publique”
online?

Para los adolescentes, los encuentros virtuales tienen una relación de complementariedad con los encuentros cara
a cara y no de exclusión. El ciberespacio se constituye así como un novedoso lugar donde escenificar la contienda
generacional

Confrontaciones clásicas, arenas novedosas

Esta brecha generacional digital cataliza la puesta en juego del desencuentro con la mirada paterna, desencuentro
necesario para la construcción de autonomía e independencia.

La figura del amigo o contacto en las redes sociales cobra particular importancia frente a la angustia que genera la
pérdida del amparo paterno. Observamos así que cuando el vínculo se simetriza, la red parece caer como lugar
propicio para desplegar la confrontación generacional.

Crecer es un acto intrínsecamente agresivo y, en la adolescencia, se trata de matar simbólicamente a los padres,
destituirlos de la omnipotencia o grandiosidad con la que se los revestía en la infancia.

A través de la agresión se termina de establecer la exterioridad de la realidad, trabajo que se había iniciado ya en la
infancia. La agresión permite ubicar al objeto por fuera del control mágico y proyectivo, para percibirlo como una
entidad exterior, con derecho propio y factible de ser usado.

Para que la confrontación sea posible, se requerirá de padres que concurran a la cita propuesta por su hijo
adolescente, para ser destituidos de aquel lugar que vienen ocupando desde la infancia. Los padres deberán
sobrevivir a los embates desafiantes de sus hijos, sin tomar represalias, que podrían tener el matiz de la intromisión
o de la indiferencia. Entonces, el trabajo subjetivo del adolescente esta enlazado, con el trabajo parental de
resignación de las propias pretensiones narcisistas e incestuosas para con su hijo. Por ende, el desasimiento de la
autoridad parental constituye un verdadero trabajo psíquico para todo el conjunto familiar.

Internet no puede pensarse solo como entretenimiento, ya que su uso promueve el desarrollo de habilidades
lógicas, técnicas y creativas, solidarias con la construcción del pensamiento lógico formal que se alcanza durante la
adolescencia.

Un final posible

Cada joven construirá en el ciberespacio algo distinto. El ciberespacio será un objeto que cubra todas sus
expectativas y deseos. Entre la hiperestimulacion sensorial propuesta desde lo social, la desestabilización de los
ritmos biológicos puesta en escena por los cambios corporales y la fractura de los puntos de anclaje
intergeneracionales, los adolescentes navegan en internet atravesando una tormenta de temporalidades y lógicas
sobreimpresas. Acelerados, pero no perdidos, construyen un rumbo propio, utilizando el “ambiente tecnológico”
como espacio confesional para el relato novelado de la propia historia. Juegan “escondidas digitales” poniendo a
prueba la pretendida “conexión permanente” y haciendo un uso discrecional del otro semejante como soporte
identificatorio.

Capítulo 3: Cuando los consumos se tornan problemáticos: las adicciones (ver fotocopias)

Capítulo 5: Adolescentes tatuados

El cuerpo es una experiencia sociocultural; una experiencia que circula más allá de las fronteras de lo carnal.

En las sociedades prehistóricas los tatuajes jugaban un rol de integración social amplio, no siendo un elemento
transgresor para ese grupo cultural, pero que, en las sociedades contemporáneas, la persona que decide tatuarse –
en especial un joven – lo hace para diferenciarse.

Tatuaje y juventud han constituido una trama fuertemente interrelacionada. Una práctica que se inserta en el
espacio de las culturas juveniles en tanto sus protagonistas construyen estilos de vida diferenciados a través de
ciertos ejes: lenguaje, música y estética.

Por su condición de durabilidad, el tatuaje cuestiona lo evanescente, lo descartable y lo desechable que funcionan
como “valores” muy arraigados en la sociedad de consumo. Encontramos también significativas contradicciones a
través del tatuaje: la persona quiere mostrarse como único y diferente, pero, al tatuarse, sigue la moda de tatuarse.

El tatuaje, así, funcionaría como una condensación de sentidos y propósitos opuestos: en nuestra sociedad, es un
fenómeno de transgresión, de diferenciación y rebeldía. Un elemento de separación en relación a los otros no
tatuados, pero al mismo tiempo, y en paralelo, es un fenómeno de sumisión, de acatamiento y de integración con
los considerados iguales. Crea un “nosotros” diferente a “otros” activando sentimientos de exclusión y de inclusión.

La idea de que el tatuaje es una forma de comunicación exclusiva; un mensaje que exterioriza una identidad y una
identidad que enfatiza el status relacional. En definitiva: un nuevo orden simbólico dominante que enfatiza la
rebeldía, pues la subversión a los otros me integra en un nosotros aglutinador e inclusivo.

Un recorrido por la bibliografía psicoanalítica

Algunos autores postulan que el tatuaje se ha convertido en una herramienta de posesión del cuerpo, de algo de lo
que nadie lo podrá despojar. Lo vincula con la idea de lo permanente en un momento de grandes cambios. El
tatuaje sería una de las formas de efectuar, en forma actuada, un retorno a los orígenes. Otro punto de vista las
lleva a postular el tatuaje como un medio de discriminación a partir de un código compartido en el grupo de pares al
que pertenece.
Se han realizado estudios que concluyen que la existencia de traumas no es correlativa a la presencia de tatuajes.
Otras investigaciones arriban a la conclusión de que la presencia de tatuajes se vincula a la alexitimia, es decir, la
imposibilidad de que las situaciones traumáticas puedan constituir un relato.

El tatuaje seria entonces la marca, la evidencia del puente entre el deseo y la ley de castración. El lenguaje del
tatuaje tendrá para cada quien un sentido único y singular. Hay algo que es común: algo del dolor psíquico se
condensa en el acto de tatuarse.

Se encuentra mayor cantidad de hechos traumáticos entre los sujetos tatuados que entre los no tatuados. Estos
estarían disfrazados y proyectados en la piel, que actuaría a modo de pantalla configurante, a mitad de camino
entre el adentro y el afuera del cuerpo. Podría ser considerado como un intento de recordar, repetir y elaborar
frustrantes vivencias anteriores, las que al ser representadas en la imagen serian parcialmente ligadas. Imagen que
guarda el registro del dolor, imagen encubierta que, desde el ICC o PCC, da cuenta de la imagen de sí y de la
diferenciación con el otro.

Otra autora vincula el tatuaje con la alexitimia, ausencia de la capacidad de verbalizar los afectos. El tatuaje
entonces, podría ser una vía facilitadora de comunicación de ciertas vivencias subjetivas inhibidas, reprimidas y/o
de baja simbolización.

El cuerpo del adolescente podrá ser escenario de re-presentación de historias pasadas y acontecimientos actuales,
expresiones estéticas o escrituras que se plasmaran en su superficie como lenguajes a ser descifrados. El tatuaje,
entonces, sería una de estas formas de expresión cargadas de simbolismo.

A través de los tatuajes, modificaciones en la piel, se va construyendo el propio cuerpo y armando la subjetividad en
el transcurso de una historia singular y cultural. El tatuaje se vuelve un relato que transcurre en la piel,
dramatización de identidad.

El monstruo, como metáfora del sujeto en la modernidad – Mundo


Frankenstein
Frankenstein, el monstruo que se engendra a sí mismo, es para el autor el arquetipo del hombre moderno, cuya
base es el cientefisismo y el racionalismo y cuya conciencia desea dominar su cuerpo. Según este ideal la
conciencia se opone al cuerpo.

Para el racionalismo moderno, esa dominación de lo real debe efectuarse a través de la razón, que en el espíritu
occidental está ligada al determinismo. La razón y el cientificismo determinista se ubican en el de comando: se
proclama racional todo aquello que es analíticamente previsible, y la razón busca la transparencia total.

La pregunta ilustrada por el mito de Frankenstein, a principios del siglo XIX, era: ¿Pero de qué está hecho un
hombre, de qué está hecha la vida? ¿Y cuáles son entonces los elementos, los módulos que hace falta articular
para que la “cosa” funcione? Dos siglos más tarde, un hombre es una cantidad de metros cuadros de piel, una
cantidad de metros de intestinos, canalizaciones diversas, músculos, gran cantidad de agua, etc. Para tener acceso
a la base del enigma, se lo desarma en partes. El conocimiento de esos elementos agregados es lo que nos
permitirá actuar y dominar la realidad.

El hombre intenta ser transparente para sí mismo a través de la creación de otro hombre: el monstruo, entonces, no
nace solo del ensamblado de pedazos del cuerpo, sino del encuentro de éste con un relámpago que le dé la
energía necesaria. El monstruo inventado no va a tener nombre, es la “criatura”. Pero el devenir y la historia
hicieron bien las cosas porque, con el paso del tiempo, terminamos por identificar la criatura con su creador y se
habla del monstruo Frankenstein.

El monstruo es el arquetipo del hombre moderno, en la medida en que es, a la vez, la criatura y el creador; un
mismo ser.

Amistad y acoso escolar


Bullying: violencia escolar expresada en diversas modalidades, como acoso, asedio, hostigamiento, persecución,
amenaza, insultos, golpizas y aun formas más sofisticadas, como campañas insidiosas por vía informática,
practicadas por una persona o un grupo de personas contra victimas indefensas.

El acoso escolar consiste en la intimidación entre pares, va de las bromas a la marginación o incluso el abuso con
connotaciones sexuales o agresiones físicas.

La relación entre pares es determinante en la sociabilización y el aprendizaje. Sin embargo, a veces configura un
juego perverso de dominio-sumisión. En las conductas de acoso se incluyen variables familiares, sociales y
escolares. Para contribuir al abordaje del Bullying en la adolescencia consideraré dos temas, que a su vez
interactúan: el lugar de la amistad en la adolescencia; el poder de las comparaciones, como estímulo u obstáculo.

Las comparaciones se personifican en todas las etapas de la vida y suelen resignificarse de un modo muy
elocuente durante la adolescencia, llegando al extremo de originar situaciones de acoso y violencia. Pero diferencio
las comparaciones estructurantes de las patogénicas.

Estas últimas se originan en la vulnerabilidad de una identidad que ha sido insuficientemente consolidada y que
además se sostiene con precariedad y con agresión, a partir de la construcción de otro al que se ubica en el lugar
de un rival peligroso, del cual hay que salvarse. Este otro es combatido mediante la denigración y triunfo, la
idealización y sometimiento, el control omnipotente y sofocación o la seducción y retaliación.

Las comparaciones estructurante están comandadas por Eros, pues garantizan la presencia de la diferenciación y
pluralidad entre los diferentes elementos cotejados. Además, permiten al sujeto desplegar su derecho al ejercicio
pleno de una libre elección y están signadas por la lógica de la tolerancia, que posibilita el registro y la aceptación
del otro como diferente.
En las comparaciones maníacas, obsesiva y paranoide, el sujeto victimario puede identificarse como un amo
detentador de un poder soberbio.

La comparación obsesiva implementa los mecanismos de control y dominio cruel y sádico que socavan en forma
gradual y progresiva la subjetividad del otro y del sí-mismo propio hasta llegar al extremo de la aniquilación.

En la comparación paranoide, el acosador se sobre inviste de una megalomanía persecutoria y el acosado suele
ocupar el lugar de un rival o enemigo al que, con recelo, se debe atacar y del cual se requiere huir defensivamente.

En la comparación masoquista, el sujeto sobrevalora al otro y lo sitúa como un modelo idealizado, al servicio de
acrecentar lo que puede llamarse megalomanía negativa. A través de esta comparación compulsiva, satisface el
deseo de revolver en la llaga de su auto desvalorización hasta convertirse en el “atormentador de sí mismo”. La
sobreestimación de lo negativo propio desencadena en el sujeto masoquista sentimientos de culpabilidad,
vergüenza y auto condena que a su vez reaniman el despliegue de la fantasía.

En todas estas comparaciones patogénicas, el victimario adolece de una miopía afectiva. Permanece, en definitiva
acantonado en un inexpugnable nudo narcisista.

Amistad o abuso

En la amistad prevalecen los vínculos de ternura y correspondencia, que establecen lazos particularmente fijos
entre los seres humanos.

Lo que está en cuestión de la amistad concierne a la misma experiencia, la misma sensación de ser. El amigo es un
“otro sí”, un alter ego que aporta el con-sentimiento de sentirse, uno, existir y vivir. Pero, entonces, también por el
amigo se deberá con-sentir que él existe, y esto adviene en el convivir y en tener en común acciones y
pensamientos.

La amistad es una relación de hermandad elegida, no impuesta por lazos consanguíneos, en la que se desactivan y
se dejan en suspenso los deseos edípicos y fraternos, que a su vez se activan por la aspiración fálica de alcanzar a
ser el heredero único y el preferido hijo de un padre-madre-Dios. En la amistad se establecen relaciones de objeto
exogámicas. En la amistad, los lazos consanguíneos son reemplazados por lazos sublimatorios. Es en la amistad
donde se desactivan las relaciones de poder.

La amistad representa otra vía regia para la dilucidación y superación de las estructuras edipica, fraterna y
narcisista en el adolescente.

La amistad opera en ese mismo sentido en las tres dimensiones: intrasubjetiva, intersubjetiva y transubjetiva, como
un refugio y un descanso, que preserva al sujeto de las embestidas originadas en la realidad exterior y en la
realidad psíquica y constituye un potente antídoto contra el surgimiento de la intolerancia y el fanatismo.
En cambio, en el acoso escolar, el otro, deviene precisamente en lo contrario: ocupa el sitio de un enemigo
acérrimo, investido en el lugar de la víctima, sobre el cual se reflexiona la crueldad y sadismo, mediante el ejercicio
de relaciones de dominio y el despliegue de diversas comparaciones patogénicas.

Patologías graves en la adolescencia


Adolescencia y crisis

El adolescente se encuentra con un cuerpo indominable y debe hacer un duelo por su cuerpo de niño, debe
resignar identificaciones, separarse de los padres de la infancia y reconstruir su narcisismo puesto en jaque
apelando a nuevos logros.

A la vez, hay una reestructuración de los contenidos representacionales del Inconsciente y del Preconsciente y se
organizan los límites entre ambos sistemas. La reedición del Complejo de Edipo reactualiza los deseos incestuosos.
Para que la estructura se abra sin romperse, debe haberse constituido sólidamente. Para que lo reprimido no
inunde todo el universo representacional, deben haberse diferenciado claramente, con la entrada a la latencia, los
dos sistemas, estabilizándose la represión primaria.

Es por esto que todo adolescente vive necesariamente una crisis y que esta crisis, generalmente, implica una pelea
con el mundo adulto. Hay adolescentes que no pueden enfrentar esta pelea y hacen una retirada en la que arrasan
con ellos mismos.

Sufrimiento y desierto anímico

El adolescente se mira en un espejo que, le ofrece una imagen siempre discordante y siempre variable. Y hay
adolescentes que parecen no soportar estos duelos y, más que una pérdida a elaborar, enfrentan un dolor
terrorífico. Lo que registran es una fragilidad a nivel de las representaciones corporales, de la ligazón de
desaciones.

Y el empuje pulsional es desestructurante cuando hay fallas en la articulación de las zonas erógenas, en la
constitución del yo, en la represión primaria, en la constitución del preconsciente y en la estructuración del Superyó
e Ideal del yo.

Perder los soportes infantiles se torna insoportable cuando esos soportes no fueron firmemente internalizados. Y
frente a tanto dolor, es frecuente que se produzca un efecto de tierra arrasada.

También es frecuente que los padres desmientan el abatimiento generalizado de estos chicos y el consumo de
drogas o alcohol, enterándose generalmente porque alguien denuncia la situación, después de varios años.

¿Por qué la perdida se transforma en desgarro, la separación no puede realizarse y la tensión dolorosa se vive
como algo intolerable que debe ser anulado como sea? Se separan aparentemente de los padres, sin separarse,
adhiriéndose a un objeto (como la droga) que no puede abandonarlos. Los vínculos que establecen tienen un
carácter de adhesividad, pero son superficiales.

La tendencia a la de inscripción, a la desinvestidura, a la desconexión, que lleva a “excorporar” o a expulsar


violentamente toda investidura lleva al vacío. Toda representación puede ser dolorosa y hasta el proceso mismo de
investir e inscribir puede ser intolerable.

Freud habla en el Proyecto de que la defensa primaria implica una urgencia para abandonar la imagen-recuerdo
hostil y que esto esfuerza una actividad de descarga acrecentada y un “desagüe de los recuerdos”.

“desagüe de los recuerdos”: en la tentativa de separarse, el adolescente intenta “sacar de sí” todo aquello que vive
como presencia materna-paterna dentro de él. Pero si las identificaciones se han ido edificando en un “como si”,
como una cáscara vacía, la sensación de “romperse en mil pedazos” en el cambio lo abrumará permanentemente.
Esto facilita que se aferre a algo-alguien para sostenerse, algo-alguien que le garantice ese entorno de cuidados,
disponibilidad, sostén, que anhela y fundamentalmente, algo-alguien que lo haga sentirse existiendo.

Los caminos del dolor

La crisis adolescente lleva a separarse de los padres y a buscar nuevos objetos, sosteniendo las identificaciones
constitutivas del yo y la prohibición del incesto frente a la reedición de la conflictiva edipica.

En estos adolescentes la actualización de los deseos incestuosos se hace intolerable porque fallan tanto los
modelos como las prohibiciones internas y un yo armado en un “como si” se resquebraja. Así, entran en pánico
frente a los objetos nuevos, no pueden abandonar a la madre y realizan un movimiento expulsor de sus deseos.

Cuando se impone la idea de que es el objeto del “exceso”, se sienten atacados y reaccionan con estallidos de
violencia.

El propio funcionamiento pulsional arrasa, abrumando al sujeto con una tensión desgarradora. Y quedan
sobrepasados por cantidades.

Y si en un primer momento, lo que quieren es aplacar el dolor, en un segundo momento el no sentir les genera
desazón, los deja con vivencias de vacío, de no-vida. Frente a esto, buscan “emociones fuertes”: alcohol, droga,
velocidad, golpes, como elementos que sacuden, que lo sacan del estado de apatía.

Fugas y drogas

Es habitual que los padres sostengan la omnipotencia mortífera de estos adolescentes. Se ubican como impotentes
frente a ellos, dejándolos a merced de un movimiento autodestructivo.

Es llamativa la limitación del lenguaje. Chicos cuyos padres tiene un vocabulario amplio, se manejan con un
vocabulario absolutamente restringido, sin palabras que aludan a cuestiones abstractas. Son chicos en los que el
lenguaje padres-hijo predominante sigue siendo a través de lo corporal. Hay una estructura particular del
preconsciente. Me refiero a la pobreza de vocabulario, a la imposibilidad de comprender términos. Solo aquellas
representaciones concretas, referida a cosas, persisten.

La falla en la identificación se hace evidente en la noción de tiempo. Todo es un eterno presente. Piera Aulagnier
dice: Con el Yo irrumpe en la psiquis la categoría de la temporalidad, y por esa misma razón, el concepto de
diferencia en su aspecto más difícil de asumir: la diferencia de sí mismo a sí mismo. Seguir siendo el mismo siendo
otro, es un trabajo arduo. Y estos adolescentes no se pueden pensar a sí mismo en otro tiempo.

La tensión entre el yo y el Ideal del yo se resuelve en una derrota que aparece como sentimiento de inferioridad.
Sentimiento que puede ser rápidamente encubierto con la euforia que da el alcohol o la cocaína, entre otras drogas.
Omnipotencia prestada que tapa por momentos el dolor intolerable por la sensación de derrumbe narcisista.

Consecuencias de la deserción frente a la crisis:

 En lugar de duelos a elaborar, un dolor insoslayable que arrasa con todo.


 En lugar de identificaciones nuevas, tambaleo de las angustias, armadas en un “como sí”.
 En lugar de la salida exogámica, persistencia en el vínculo incestuoso.
 En lugar de la reorganización representacional, un vaciamiento representacional.
 En lugar de la representación de la nada posibilitando las representaciones abstractas, borramiento de estas
últimas y desmentida de la idea de muerte.
 En lugar de proyectos, un presente considerado eterno.
 En lugar del reaseguro narcisista a partir de logros, sensación de fracaso o salida megalomaníaca.

El Ideal del yo cultural

Los ideales cobran una importancia fundamental en la adolescencia. Frente al quiebre de la imagen de sí mismo,
los ideales son sostén narcisista.

El ideal del yo cultural ofrece caminos alternativos a la exigencia pulsional, caminos alternativos que lo ayudan a
desprenderse de los objetos incestuosos. Pero si la sociedad no sostiene esos caminos, el adolescente queda
apresado en los deseos incestuosos o en el rechazo a todo deseo. Y estos chicos fluctúan entre ambas posiciones.

Cuanto más abstracta sea la representación del ideal, cuanto más lejano esté “el gran hombre” del mundo de los
sentidos, más independiente será de una persona concreta, y habrá más posibilidades de cumplir la norma
internalizándola, despojándola del carácter de renuncia a sí mismo.

Considero que en una historia de violencias, en un contexto transgresor, en una época de crisis de los valores
éticos, es más difícil encontrar un camino. Y los adultos tienden a repetir una actitud culpabilizadora con los jóvenes
mucho más que pensarlos en una cadena generacional y social. Se tiende a ubicarlos como culpables, sin
preguntarse por el lugar que ocupan ni por las transformaciones de las que son voceros.
La disyunción es: o se es “un ganador” o no se es, situación que deja a alguien en crisis absolutamente solo y
desamparado. Esto, en un momento en que el sí mismo está siendo cuestionado, puede ser devastador. Puede
hacer sentir que la lucha está perdida de antemano y que eso implica no ser.

Adolescentes ¿con déficits? – Beatriz Janin


El proceso adolescente:

La adolescencia supone transformaciones, tristeza por lo perdido y angustia frente a la incertidumbre de lo nuevo.
La sexualidad plantea nuevas exigencias y el narcisismo es jaqueado. Los modos de resolución de la crisis pasan
por el encuentro de un amor fuera de la familia y la posibilidad de armar y desarrollar proyectos que impliquen algún
tipo de inserción social.

Pero la salida al mundo implica la puesta en juego de las propias posibilidades frente a otros. Así, el adolescente
busca valores alternativos a los de los padres, modelos e ideales a los que intentará responder y en el cumplimiento
de los cuales tratará de recuperar la imagen perdida, el narcisismo golpeado.

Entonces:

 Duelos a elaborar por el cuerpo perdido, por los padres de la infancia, por la omnipotencia infantil.
 Irrupción de los deseos incestuosos reprimidos que exigen un “plus” de trabajo al aparato psíquico.
 Tambaleo de los sostenes narcisistas infantiles, con reactivación de la angustia de separación.
 Segunda oportunidad de subjetivación, con un reordenamiento representacional que implica “barajar de nuevo”
lo ya inscripto y abrirse a nuevas inscripciones.

Hay que tener en cuenta que muchas veces, lo que predomina como base de todo esto, es una depresión
acompañada de angustia. Dolor por la imagen, el lugar y los padres perdidos y angustia por no saber quién se es,
por no reconocerse en ningún espejo. Pulsiones difíciles de integrar, el narcisismo puesto en jaque, los deseos
edípicas que insisten. Un cuerpo que no puede ser dominado, que implica exigencias “locas” y una identidad que
estalla.

Sin duda, predominan las angustias se separación, que reactualizan angustias primitivas, como aquellas tempranas
de la separación con la madre. Suele aparecer, dificultades para realizar la tarea de apropiación de su propia
subjetividad, a partir de la doble coacción de la pulsión y el objeto.

Quisiera agregar tres cuestiones:

 Una tarea fundamental de todo adolescente es escribir una historia, su propia historia, sublimando sus
pulsiones y desplegando un mundo fantasmático.
 El grupo de pares pasa a ser el mediador entre la situación infantil endogámica, el hallazgo de objeto y el
desasimiento de las figuras de los padres. Funcionan como un reaseguro narcisista, como un modo de ser
alguien, a la vez que permite una investidura homosexual sublimada de los vínculos.
 El pensamiento como pensamiento secundario, tiene un lugar privilegiado. Un pensamiento en el que la fantasía
tenga lugar, en que la irrupción de lo primario sea incorporada sin ocupar todo el espacio psíquico, facilita el
proceso adolescente.

Los déficits:

Pienso que la resolución de las cuestiones fundamentales de la adolescencia se dificulta en un niño que es ubicado
por otros como “discapacitado” a partir de alguna dificultad.

Es frecuente en la actualidad el uso de categorías diagnosticas en la infancia en las cuales alguien pasa a ser
“ADD” o “Asperger” o “TOC”, perdiendo en el camino la identidad. Una de las consecuencias más graves de esto es
que se enuncian diagnósticos que se suponen de por vida y que involucran al “ser”, por lo cual son sujetos que
llegan a la adolescencia como un “hándicap” ineludible.

El estatuto de discapacitado puede hacer entonces obstáculo al proceso adolescente. En ese caso, en lugar de
devenir hombre o mujer, el individuo se reconoce como deficitario, y la diferencia no es la de los sexos sino la que
separa a los “normales” de los “deficientes”.

Si todo adolescente se encuentra frente a un cuerpo que le es extraño, el que tiene una discapacidad se encuentra
no sólo con un cuerpo que él no reconoce como tal sino con que los padres observan alarmados los cambios
corporales. La genitalidad, vivida como monstruosa, irrumpe y a la vez, los padres no pueden reorganizar el lazo
con el hijo. Y mucho menos, posibilitar una salida exogámica.

El narcisismo

Es frecuente que la crianza de un niño que presenta discapacidad, o al que se supone deficitario, produzca una
fractura narcisista. Esto lleva a algunas familiar a encerrarse, ya sea por vergüenza por la diferencia, ya sea por
desmentida de la misma en un vínculo endogámico, sin demasiadas conexiones con el afuera.

El contrato renovado con el mundo es clave: el niño tiene que poder armar un narcisismo secundario en base a un
reconocimiento de logros futuros, pudiendo fantasear un futuro mejor.

El que un adolescente sea ubicado como “especial” trae consecuencias en sus posibilidades de movimiento
autónomo. Y la autonomía es uno de los logros de la adolescencia.

La sexualidad

Cuando el niño tiene una discapacidad motriz suele quedar pasivo frente a los otros, con fallas en la construcción
de la imagen de sí, y sobre todo, sintiéndose impotente para actuar efectivamente sobre el mundo.
En tanto la sexualidad es desmentida, y la genitalidad del hijo vivida como monstruosa, el incesto está allí en acto,
como posibilidad permanente, en la insistencia del contacto física.

¿Cuál suele ser la mirada de los padres frente a ese niño-hombre y frente a esa niña-mujer que quedan expuestos
a las miradas de los otros? Los varones suelen ser ubicados como potenciales atacantes. Con las mujeres se
produce un doble efecto: son objeto de una mirada en la que se delata el deseo y a la vez, cuando algo de lo
corporal delata la diferencia, aparece el rechazo. En los adultos que rodean a la adolescente suele predominar el
temor y la desubjetivacion de la misma.

Fantasías de violación y promiscuidad sexual son los fantasmas que aparecen en los padres. Para defenderse de la
emergencia de estas representaciones angustiantes, desmienten la presencia de los caracteres sexuales
secundarios y la emergencia de la genitalidad en el hijo. Esto perturba la aceptación por parte del niño de los
cambios corporales, lo hace más extraño a sí mismo.

Al conflicto propio de la adolescencia en relación a las exigencias internas y externas, aquí se suma la
descalificación dada por el entorno a la posibilidad de salida de ese conflicto. El inocente niño pasa a ser temible y
la niña mirada con ternura pasa a ser vigilada como presa fácil de perversión, suponiendo que no podrá ser amada.

Adultos en crisis – Silvia Di Segni Obiols


Hombres y mujeres de hoy

Ser adulto no era ya el ideal. Adulto paso a ser sinónimo de viejo y, como tal, desacreditado en un mundo que
ponía al joven sobre un pedestal. El cuerpo debía mantener juventud eterna. La adolescencia que duraba pocos
años se fue extendiendo, ya que dejaba de ser un lugar de pasaje para convertirse en un sitio del cual no había que
salir nunca.

Si la adolescencia clásica terminaba hacia los 21 a 23 años, los nuevos adolescentes estiraban la etapa hasta los
30 y más.

Las variantes en los adultos actuales son grandes, pero parece ser posible detectar algunos tipos dentro lo que se
presenta como un continuo.

Tipos de adultos:

Adultos tradicionales: son aquellos que no innovan o lo hacen lo menos posible. Son conservadores que saben
qué hacer con sus vidas, porque es prácticamente lo mismo que hicieron sus padres. El único inconvenientes es
que la sociedad no los acompaña, y por eso muchas veces tienen en contra a sus hijos. Hacen culto a la formalidad
y a la rutina. Pueden disimular bajo una fachada “prolija”, todas las conductas que no consideran viables
socialmente: la homosexualidad, las adicciones, la violencia familiar. Estos adultos sostienen los roles tradicionales
para hombres y mujeres. Los hombres trabajan afuera y manejan el dinero. En los niveles económicos más altos,
las mujeres viven muy bien, manejan autos, hacen cursos pero no suele estar al tanto de la situación económica
familiar. Si trabajan lo hacen en alguna actividad que no compite en términos de rendimiento económico con el
marido. En los niveles económicos más bajos las mujeres trabajan a la par de los hombres pero siguen sosteniendo
un vínculo tradicional de sometimiento de las grandes decisiones.

La violencia familiar surge por los serios desacuerdos entre padres e hijos. Intentan mantener en vigencia horarios
de salida y edades para los permisos que estuvieron en vigencia en su infancia y adolescencia, cuando la cultura
de sus hijos tiene usos muy diferentes, lo cual origina serias batallas o promover mentiras y ocultamiento por parte
de los jóvenes.

Entre los aspectos positivos del tipo adulto tradicional está el de proporcionar un marco explicito claro a sus hijos.
Estos padres y madres mantienen claramente, en el modo de relacionarse con sus hijos, la brecha generacional de
la que hablaba Erikson.

Adultos- adolescentes: son adultos por edad y por experiencia, pero no aceptan ubicarse en un lugar diferente,
respecto de los jóvenes, en lo que hace a responsabilizarse por ellos y ponerles límites. Han declarado su juventud
eterna y la sostienen como sea: gimnasio, dietas, cirugías, vistiéndose con ropa de adolescentes y copiando la
jerga adolescente en su comunicación. El grado de rechazo a ocupar el rol adulto puede variar: hay quienes
aceptan en alguna medida ese papel y ponen unos pocos limites, al mismo tiempo que se hacen cargo de su
responsabilidad económica y establecen una organización familiar, mientras mantienen un vínculo de complicidad
con sus hijos; están quienes se mimetizan con la ropa y costumbres adolescentes, y solo mantienen una vida
“adulta” en lo que se refiere a sus trabajos; y otros no han dejado de ser adolescentes y arrastrar crisis de identidad,
vocacionales y afectivas más allá de los 40 años, y son incapaces de hacerse cargo de sí mismo y de otros.

No suelen ser padres que lleguen a la violencia física, pero su maltrato aparece en el estado de abandono en que
dejan a sus hijos.

Los adultos-adolescentes, también llamados despectivamente “adolescentones” o “pendeviejos”, reniegan de ser


adultos, porque cuando adolescentes ellos fueron quienes llevaron adelante la rebelión contra la generación
anterior y dieron por destruida la brecha generacional. Destruir la brecha significa para estos adultos fundirse con
los jóvenes, crear ilusión de ser jóvenes eternos e instalarse en ese estado. Se reivindican “huérfanos” de figuras
adultas, dándole a esa orfandad un sentido positivo.

Ante sus hijos, estos adultos aparecen como “no padres” tomando el significado tradicional: no a realizar sacrificios,
no a poner límites, no a establecer cierto marco normativo, no a ubicarse en el lugar del frontón y recibir los golpes
del peloteo que los adolescentes hagan sobre él, no a dejar un lugar en el escenario para que los hijos lo ocupen.
Adultos inseguros: son aquellos que constantemente se preguntan qué es ser adulto. En la relación con los
jóvenes manifiestan fuertes contradicciones, pasan del “compinchismo” al autoritarismo. Tienen fuertes conflictos
con su poder y con su autoridad. La incapacidad para llenar su lugar con autoridad los lleva a caer en la violencia
cuando las cosas se les van de las manos. Pueden dejarse maltratar físicamente, pueden suministrar demasiado
dinero, por temer el perder el amor de los hijos. Las familias que crean se basan en un dudar permanente sobre
qué hacer. Las responsabilidades de la pareja tienden a igualarse, aunque mantienen periodos de desigualdad.
Como virtud, este grupo tiene la de dudar, pensar y repensar sus acciones, lo que les permite adaptarse a
situaciones diferentes.

SER ADULTO

Hemos visto que algunos intentan congelar el tiempo y seguir imitando modelos que ya no se adaptan a la realidad,
generando violencia. Pero también hay otras opciones. Algunos adultos parecen haber optado por “a divertirse que
se acaba el mundo” y se suben al carro del consumo de todo. Otro grupo por ejemplo, se aferra a profesionales y
libros de autoayuda para encontrar apoyos que los alivien en la dura tarea de asumir sus propias decisiones.

No se trata de encontrar a qué aferrarse, sino de aceptar que no hay de qué aferrarse si lo que se espera encontrar
es un modelo claro y preestablecido.

Los adultos posibles


Lo que define al adulto y lo diferencia del adolescente tiene que ver con: admitir la orfandad y superar el narcisismo
infantil.
Puede decirse que los adolescentes viven cierta orfandad en la medida en que, para ellos, han desaparecido los
padres idealizados de la infancia. La adultez debería ser la aceptación de esa situación. Esto supone hacerse cargo
de la propia vida y hacerse cargo de otros, sean niños, viejos o ambos.

Aceptar la orfandad significa ocupar el rol adulto, no dar un paso al costado. Significa revalorizarlo y ubicarlo
nuevamente como etapa necesaria a la que hay que llegar. Nos obliga a dejar de lado las recetas y asumir el
trabajo de pensar en cada familia, con cada chico, qué queremos hacer.

Terminar nuestra seudoadolescencia supone reconocer nuestros límites. Qué podemos y qué no podemos. O qué
pudimos y qué ya no podremos. Esto se relaciona con el segundo punto en cuestión, superar el narcisismo infantil
que la adolescencia eterna fomenta en vez de limitar. Superar el narcisismo parte de la base de aceptar a los otros
como diferentes a uno. Esto permite comprenderlos, ubicarse en su lugar, contenerlos. Supone tolerar las
diferencias que naturalmente aparecen entre nosotros y, lo que es esencial, trabajar para llegar a acuerdos para la
convivencia.
En el camino de superar el narcisismo hay mucha frustración que tolerar.

Superar el narcisismo supone también revalorizar el rol adulto. Asumir que tenemos cierta autoridad para ejercerlo.

El uso de los conocimientos adquiridos y de la propia experiencia necesariamente diferencia al adulto del joven, ya
que éste último cuenta con poco capital en este sentido y, a veces, su omnipotencia no le deja utilizarlo
adecuadamente.

PATOLOGIAS DE LA AUTODESTRUCCION I - Susana Estela Quiroga


El suicidio está rodeado de tabúes por varias razones: evoca en los que quedan una serie de sentimientos
encontrados que van desde la pena y el triunfo al sentimiento de lo siniestro. Incita culpabilidad, crueldad, traición,
perplejidad, desconcierto, desolación y un inmenso sentimiento de vacío y nulidad, de impotencia y de indefinición
ante la realidad de la nada.

El suicidio aparece por un lado como un desafío a las leyes de la naturaleza, desconstituyendo la pulsión de
autoconservacion y por otro, como un recurso desesperado ante una situación que el paciente considera sin
salida. Existe otro grupo de suicidas, aquellos en que la muerte no ocurre por decisión consciente sino que se
realiza en forma de rodeo, colocándose en situación de riesgo, o aquellos otros, que a pesar de estar vivos
físicamente permanecen en un estado de inermidad psíquica, una especie de muerto-vivo, un suicidado en vida.

La franja etárea con mayor número de conductas de autodestrucción se ubica en la adolescencia y en la adultez
joven.

Definición, clasificación y perspectivas globales

Así, podemos diferenciar entre:

1- Suicidio con pasaje al acto, fatal.


2- Tentativa de suicidio, con pasaje al acto, no fatal.
3- Ideas de suicidio, con pasaje al acto o como parte de un proyecto posible de autoeliminación.
4- Amenaza de suicidio mediante la expresión de la intención, sin pasaje al acto.
5- Conductas autodestructivas. Constituyen equivalentes suicidas como una forma de dejarse morir ya sea en forma
activa o pasiva como:
a) Suicidio crónico: aquí se incluyen los adolescentes que consumen todo tipo de sustancias toxicas en forma
adictiva.
b) Suicidio parcial: bajo la forma de automutilación parcial.
c) Tendencia suicida: a partir de actos violentos que colocan al adolescente en situaciones de riesgo como
accidentes, traumatofilia, delitos que terminan en homicidio o mutilación.

Tomemos por ejemplo la adolescencia. En la temprana adolescencia, el surgimiento de la genitalidad plantea al


aparato psíquico un problema de tipo económico ya que no dispone de tramitación psíquica para lograr tal
satisfacción y dificultad la descarga. Este conflicto económico, que se presenta como una fatal de fusión Eros-
pulsión de muerte toma la forma de estasis libidinal toxica o de neurosis traumática. En la adolescencia media en
cambio, el duelo por el desasimiento parental coloca al sujeto en un estado depresivo esperable, pero si en su
historia existen antecedentes de un duelo patológico temprano, puede condicionar una depresión grave o
psicótica encubierta por diversas actuaciones de fachada. En la adolescencia tardía, la pérdida del marco social
formado por el cuerpo institucional que constituye la escuela secundaria instala una regresión yoica que se
manifiesta en una ruptura temporo-especial. Si a ello se le agrega la presencia de lazos familiares de tipo
simbólico subyacentes, que han estado sosteniendo patologías narcisistas, pueden desencadenarse duelos
patológicos en la totalidad del grupo familiar. En estas constelaciones, el adolescente aparece como el portador
de la enfermedad mental inhabilitante.

Esta proposición supone incorporar la pulsión de muerte para comprender ciertos procesos psíquicos de
autodestrucción en los que observamos: 1) la tendencia primaria del organismo a la descarga a cero del Principio
de Nirvana, 2) la tendencia a la compulsión de repetición, 3) el origen de la agresión y la primacía de la
autoagresión por sobre la agresión hacia otro.

Determinantes sociales

Desde la sociología

Durkheim analiza tres formas de manifestación de esta patología: el suicidio altruista, el egoísta y el anómico.
Todos ellos conducen al aislamiento y la desorganización del yo.

 El suicidio altruista se produce cuando la inserción social del sujeto es muy alta y piensa que un acto suyo
ha mancillado esta participación.
 El suicidio egoísta tiene lugar cuando se rompe la cohesión grupal que presta apoyo al yo y como
consecuencia declina la ayuda social del grupo a sus miembros.
 El suicidio anómico se origina por la fragmentación de los sistemas normativos y el derrumbe de valores
sociales. Este tipo de suicidio está ligado al derrumbe del yo pero también a fallas en la constitución del
superyó cuando se ha erigido una rígida defensa contra la formación del Ideal y un ataque a la función
paterna, es decir, aquella que instaura la ley y será responsable de la generación psíquica de ideales.

Determinantes familiares
Las graves dificultades en las interacciones familiares constituyen un factor importante en los intentos de suicidio
adolescentes.

1) Perdida de un miembro significativo de la familia o un amigo íntimo, por muerte, divorcio o enfermedad
mental.
2) Conductas de rechazo afectivo de uno o ambos padres, hijos “no deseados” que son vividos como una carga
para sus padres y que asi lo manifiestan en peleas familiares y en presencia del mismo
3) Problemas económicos en los padres
4) Alcoholismo de uno o ambos padres
5) Estados depresivos e intentos de suicidio en otros miembros de la familia
6) Expectativas de éxito de los padres hacia sus hijos como forma de satisfacer deseos narcisistas patológicos
7) Migraciones o mudanzas familiares, y consecuente pérdida de los contextos de origen
8) Falta de comunicación y pobre integración entre los miembros de la familia
9) Violencia y abuso sexual o agresión física en la infancia.
10) Fracaso en la relación con sus pares, ruptura de un amor adolescente y conductas delictivas manifiestas
precedidas por una infancia hiperactiva que ha ocultado un estado depresivo latente y crónico.

Veamos algunos determinantes familiares que he logrado reunir a través del trabajo clínico.

a) Los desbordes pulsionales: Tienen lugar en familias donde los adultos, constituidos como modelos, presentan
graves patologías.
b) El discurso especulador: El adolescente se siente objeto de un doble discurso que bajo la apariencia de
comprensión empática, en realidad pareciera ser objeto de especulación. Un tipo de vínculo superficial,
inconsistente y desafectivizado, en el que uno o ambos padres busca la complicidad del hijo para el logro de
metas narcisistas. Estos adolescentes suelen manifestar incomunicación y sentimientos de venganza y/o
resentimiento.
c) La escisión en los discursos: Una falta de coherencia en los mensajes del contexto familiar origina contradicciones
intrapsiquicas que el yo asume como propias. Aparecen síntomas de depresión melancólica, que hunden al Yo en
estados de autoacusación, con ideas de suicidio, sentimientos de desesperación y desesperanza, donde “todo
está perdido” y no hay salida. En otros casos, las contradicciones parentales son asumidas por los hijos en forma
de caos interior, estados de abrumamiento y de pérdida de conciencia, disminución de la autoestima,
extrañamiento, despersonalización y sentimiento de aniquilación del yo.
d) Desplazamiento del desamparo: La situación de desamparo parental suele generar por estar vivo. El estado de
tensión, el rechazo, y el desconocimiento de si mismo dentro del hogar son proyectados al exterior.
e) Manejo de vínculos de dependencia-independencia: El hijo se desestima a sí mismo en su sentir y pensar,
perdiendo el sentido de la propia existencia.
f) Identidad parental de fachada: Otra manifestación de contradicción interna paralizante se observa en familias que
presentan una fachada de perfección dentro de un sistema defensivo extremadamente rígido, que encubre la
posibilidad de derrumbe psíquico. Son padres que se comunican desde el saber y la censura permanentes. Los
adolescentes asumen, por proyección, el aspecto despreciado o idealizado de los padres. Nunca es suficiente lo
que hacen y “siempre podría haberse logrado algo mejor”. Esta exigencia, puede tener varios desenlaces
psíquicos: estados de pánico y paralización por desmantelamiento psíquico; sentimientos de culpa y autocastigo o
actuaciones autodestructivas: adicciones, violencia, accidentes, enfermedades psicosomática, etc.
g) Vínculos de dependencia simbiótica: En estos casos encontramos familias cuyas características simbióticas o
aglutinadas impiden todo intento de discriminación del hijo, ya que ello es vivido como traición al núcleo familiar y
se paga con la expulsión, cuyo significado es la muerte psíquica, y en ocasiones se transforma en muerte física.

Los adolescentes actuales y el vacío - Lic. Beatriz Janin


Los adolescentes que se drogan, que toman alcohol, que andan en moto a gran velocidad, hablan de “llenar un
vacío”, de sentir algo.

No sienten, no se sienten, porque no pudieron identificarse con otros que se conectaran empáticamente con
ellos. O quizás porque frente al propio tambaleo, la angustia del otro se hacía intolerable.

Pero también vacío por ausencia de ideales, vacío porque cuando se apartan, intentan romper con los modelos
parentales se encuentran con un mundo de normas poco claras. Frente a esto, no es extraño que los
adolescentes se refugien en el “aquí y ahora”, en un puro presente.

Vivimos en un mundo de imágenes y acciones. La palabra ha perdido valor, prevaleciendo la desmentida de lo


dicho. Es notorio como privilegian los adolescentes música e imagen como lenguajes y como descreen de las
palabras de los adultos.

Quiebre de redes identificatorias, sentimientos de inseguridad e impotencia, bombardeo de los medios de


comunicación, modificación de las categorías de bondad y maldad, pérdida del valor de la palabra,
cuestionamiento de la idea de justicia… un mundo en el que los adolescentes deben encontrar su lugar.

Los que piden ayuda son habitualmente los padres, desconcertados frente al funcionamiento del hijo.

El psiquismo humano se constituye en relación a otros y en un contexto socio-cultural. Y la historia individual es


historia de varias generaciones, de los antepasados, en un recorrido que trasciende al individuo, lo que hace que
ser adolescente en esta época no sea tarea fácil.

Las angustias primarias. Los terrores sin nombre, los estados de depresión profunda y de pánico, se transmiten
como agujeros, vacíos, marcas de lo no tramitado.
Reconocer el quiebre generacional se hace difícil, mucho más para una generación que no tiene demasiadas
certezas a las que aferrarse frente al cuestionamiento adolescente. Y entonces, somos los adultos los que,
desesperados frente a la idea de que “nos borran”.

Los adolescentes que se drogan, o hacen intentos de suicidio, plantean permanentemente la imposibilidad de
sentir. “No sé qué siento, no puedo sentir nada, ni amor, ni odio, nada…”.

Gran parte de la patología que vemos en los adolescentes de hoy (deserción escolar, intentos de suicidio, uso de
alcohol y drogas, fugas reiteradas, anorexia y bulimia), debe ser pensada en un contexto de falla en la
constitución del Ideal del yo cultural.

Considero que uno de los problemas más graves en los adolescentes actuales es la ausencia de proyectos, a lo
que refleja un vacío interno.

Considero que los adolescentes quedan apresados en exigencias contradictorias: entre el ideal de grandeza y
las falencias en las identificaciones tempranas, entre el bombardeo de estímulos y la caída del valor de la
palabra, entre la problemática de la muerte irrumpiendo en la vida cotidiana y la carencia de ideales sociales y de
redes identificatorias que contengan.

SALUD MENTAL EN LA ETAPA ADULTA DE LA VIDA: LA ADULTEZ –


FERRARI
Cuando culmina la adolescencia el ser humano ingresa en la etapa adulta de la vida. Adulto es aquel individuo
que ha alcanzado su forma corporal definitiva, madurez biológica y plenitud racional. Sin embargo, hace ya tiempo
que ser adulto no se homologa a la madurez o a racionalidad.

En la vida anímica no puede sepultarse nada de lo que una vez se formó, todo se conserva de algún modo y
puede ser traído a la luz de nuevo en circunstancias apropiadas. Por eso, en la etapa adulta pueden coexistir
funcionamientos infantiles e inmaduros con otros más maduros e integrados. Cuando estos últimos llegan a tener
el predominio, sostienen un estado mental propiamente referido como de “adultez”.

Hoy se la reconoce a la adultez como un devenir de transformaciones y regresiones, un periodo de profundos


cambios y posibilidad de nuevos logros. Resulta conmocionada por conflictos referidos al emparejamiento, las
relaciones sexuales adultas, el establecimiento de la familia, la paternidad, la elaboración de un proyecto de vida,
la reacción frente a las perdidas, la inserción laboral o profesional, etc. Inclusive se puede distinguir un momento
especial, el de la crisis de la mitad de la vida.

Diferencia de los cambios rápidos y profundos de la infancia y los turbulentos de la adolescencia, la adultez aspira
a la CONTINUIDAD Y A LA ESTABILIDAD.

Una aproximación general


La adultez supone una serie de transformaciones en las estructuras mentales del pasado. Es.

A) El resultado de los cambios que han estado ocurriendo en las relaciones internas con los objetos del pasado, que
explica la transformación gradual que se observa en la relación manifiesta con los padres.
Se diría que con la adultez, la relación con figuras de autoridad pasa de tener una impronta de “verticalidad”
parental a una de mayor “horizontalidad”, mas fraterna, mas simétrica e igualitaria, donde circule menos el poder
del autoritarismo y más el reconocimiento de la necesidad de la autoridad.
B) A la etapa adulta llegan remanentes del narcisismo infantil, con sus expectativas omnipotentes, sus demandas
egoístas y su carga de idealizaciones. La “adultez” supone alejarse de los funcionamientos narcisistas del Yo,
atenuar sus exigencias, tornarse más modesto y más conciente de las propias limitaciones.
C) Si bien la tendencia a la integración y la simultánea diferenciación de las estructuras mentales del Yo está
presente desde la infancia, en la etapa adulta se acentúa y en conjunción armoniosa pero inestable, define uno de
los ingredientes de la madurez emocional.
Integrar y discriminar supone para el Yo tomar conciencia de los conflictos, conciliar deseos contradictorios o
armonizar aspectos desconocidos y a la vez preservar sus diferencias, en sí mismo y en los otros.
D) La salud mental o la psicopatología del adulto depende de la fuerza emocional con que se sostenga las
estructuras de la adultez en el Yo, de que mantengan su primacía sobre otras partes infantiles y egoístas.
E) Las transformaciones de la adultez suponen una gradual tendencia hacia las experiencias “interiores”, a la
búsqueda de sentido de la propia vida, correlato de tomar contacto con el paso del tiempo y la finitud de la vida.
F) La sexualidad adulta es un componente esencial de la adultez. Ya desde la adolescencia y los primeros tiempos
de la etapa adulta, la experimentación acompaña intentos de establecer relaciones de “intimidad” con objetos
sexuales donde la posibilidad de conjugar sentimientos sensuales y afectuosos está puesta a prueba.
G) Las ideas, sentimientos y experiencias internas del sujeto con su dimensión inconsciente, tienen una presencia
tan concreta, tan inexorable, tan real, que son comparables a las experiencias que tiene con la realidad material
del mundo que lo rodea. Se la denomina REALIDAD PSIQUICA, para diferenciarla de la REALIDAD EXTERNA.
Ambas están presentes siempre en la vida. Sin embargo, así como es notorio el predominio de la realidad
psíquica en las estructuras infantiles, en la adultez la realidad externa y la responsabilidad frente al mundo cobran
un nuevo significado.
Esto supone una gradual aceptación de las condiciones y limitaciones que impone al Yo la realidad externa, que
impulse no una adaptación sumisa sino proyectos viables que pueden recrearla y transformarla.
H) Puede ser un logro de la adultez poder sobrellevar la soledad y los dolorosos sentimientos que la acompañan.
Una gradual elaboración de las perdidas, en especial en ocasión de la crisis de la mitad de vida, afianza al adulto
en la capacidad de estar solo, de tolerar una soledad con un tinte depresivo, que puede sostener cambios y
transformaciones.

La adultez y algunos momentos específicos de la etapa adulta


Se distinguen: “la adultez temprana” de la finalizaciones de la adolescencia hasta promediar los treinta, que
culmina con la “crisis de la mitad de la vida”. Le sigue “la adultez madura” que abarca la década de los 40 y los 50
donde se afirman sus logros y luego “la adultez tardia”, entre los 60 y los 70.

La mayoría de las decisiones importantes que afectarán al individuo el resto de su vida se toman en la adultez
temprana. A grandes rasgos, se la ha visto como un momento caracterizado por el idealismo, el optimismo, por la
creencia en la “bondad” inherente al hombre. Un problema que tiene para resolver es el de la capacidad íntima,
con la pareja sexual y en vínculos de amistad adultos. Durante la adultez temprana parece más evidente la
negación de la muerte propia y de los componentes destructivos de la personalidad.

La adultez puede empezar a formarse muy temprano, es posible que no se consolide hasta no haber
experimentado una perdida especialmente la muerte de uno de los padres. Cuando esta llega, por dolorosa que
fuere, ayuda a alcanzar el sentimiento de ser responsable por el mundo como algo propio.

La crisis de la mitad de la vida

En la mitad de la vida, “el individuo ha dejado de crecer y empieza a envejecer, debe enfrentar una nueva serie de
circunstancias externas, la primera fase de la adultez ha sido vivida. La familia y la ocupación establecida; los
padres han envejecido, los hijos están en el umbral de ser adultos, la juventud y la niñez están en el pasado,
fueron y demandan ser duelados.

La mayoría de los estudios sobre adultez, concuerdan en una gradual perdida de las ilusiones y del sentimiento de
invulnerabilidad promediando la década de los 30 años.

Ya no se puede decir “tengo toda la vida por delante”. Surgen hechos que interrumpen las ilusiones previas,
nuevas realidades hacen su aparición, signos de envejecimiento, responsabilidades hacia los padres y los hijos.
Es una época donde una enfermedad, el infarto miocardio, puede hacer su aparición y acentúa la idea de que la
muerte propia es inevitable. La visión de la vida se torna más trágica, mas “sagrada”, menos romántica de lo que
era en los primeros tiempos de la adultez.

El significado y reconocimiento de la muerte personal como parte de la realidad psíquica es tema central y crucial
de este momento de la vida.

La transición de la adultez tardía

En las últimas décadas de la vida los soportes familiares y sociales hasta entonces presentes se desvanecen o
desaparecen gradualmente. Los sacrificios de este periodo en términos de perdidas enfermedades y deterioro
físico son grandes. Algunas personas responden a estas circunstancias como a un desafío que requiere la
búsqueda de nuevos recursos para reestablecer la autoestima y permita mantener la identidad amenazada.
Algunos pueden hacer de estas pérdidas logros que le dan aún más profundidad al sentido de la vida. Una tarea
de esta etapa consiste en mantener una sensación de integridad o de entereza interna frente a las adversidades.
En esta etapa de la vida, a veces mantener la integridad personal es sentido como dar batalla contra la
adversidad, y puede generar un sentimiento de bienestar por lo alcanzado en la vida y gratitud por su belleza. O
por el contrario, sumir en la desesperación. Según Erikson integridad vs desesperación es el dilema de la última
fase de la vida.

LOGROS Y DESAFIOS EN LA ETAPA ADULTA DE LA VIDA

Asumir la sexualidad adulta, el posible acceso a la función parental y el conseguir una ocupación, sea laboral o
profesional con que sostenerse son posibilidades de la vida con las que el adulto se va a encontrar.

La sexualidad genital adulta

La etapa adulta de la vida permite el acceso a una sexualidad que puede ser en lo manifiesto, genital y
heterosexual.

Hablar de acceso genital y heterosexual supone un destino posible entre otros, incierto en la mayoría de los
casos.

La etapa adulta permite que se logre un nuevo reconocimiento de las diferencias sexuales, que lo masculino y lo
femenino adquieran pleno significado, que se permita una elección de pareja no incestuosa donde se integre un
objeto de amor con quien tener vida sexual, apareciendo la reproducción como la posibilidad de un nuevo fin en la
vida. Son todos logros que afianzarán la adultez como estado mental.

La cuestión de la relación sexual

Para la relación sexual genital el sujeto debe atravesar estos anudamientos. El del autoerotismo, que liga la
sexualidad a las fantasias y a las zonas corporales propias para poder pasar al cuerpo de un objeto ajeno, el
narcisismo, al que le resulta necesario buscar lo idéntico en lugar de lo diferente y la atracción heterosexual a la
cual también hay que encontrarle explicación.

El placer es la meta radical de la sexualidad y los deseos son diferentes, no complementarios o idénticos al del
otro. En el acto sexual están juntos y a su vez, cada uno en el suyo.

En el momento del orgasmo se experimenta una perdida de limites yoicos. Para algunos esta perdida es una
amenaza tal que se asemeja a la muerte y puede no ser tolerada. Cuanto mas débiles las estructuras mentales
del sujeto, mas frágiles sus limites, mas difícil la entrega a la experiencia del orgasmo. Es particularmente difícil de
lograr en aquellas personas en las cuales el placer significa un peligro intolerable.

El orgasmo permite la relajación y el descanso. Por el contrario, a veces puede dar lugar a un sentimiento
incofortable de haber perdido un deseo muy valioso, algo que lo mantenía al sujeto tan ligado a la vida. A veces
da lugar a cierta sensación de vacio y de tristeza.

El objeto de amor y de deseo


Simultaneamente al recorrido de la sexualidad, el Yo vive experiencias con las personas como objetos de amor.
La necesidad de un objeto de amor lo vuelve dependiente de manera riesgosa: lo expone a su abandono, a la
infedilidad o a su mente.

La vida erotica del adulto demuestra lo difícil que es hacer que amor deseo converjan sobre el mismo compañero.

La función parental en la adultez

La paternidad supone la oportunidad de revivir acontecimientos pasados; de revertir el rol con los padres con la
posibilidad de sentir ser mejor, igual o peor que ellos; de tener la posibilidad única de una relación intima con un
ser humano totalmente dependiente que representará su propia indefensión; de porder identificarse con el niño y
disfrutar vicariamente de cosas que no se recibieron en su momento.

La paternidad exige una complementación adicional en la pareja. El hijo es una irrupción en su intimidad que debe
ser tramitada.

EL FINAL DE LA VIDA: LA MUERTE

Salud Mental estudia las experiencias emocionales por las que el ser humano transita en su ciclo vital. Este
comienza con las expectativas parentales durante la vida intrauterina, sigue el nacimiento y el establecimiento de
los vínculos tempranos; el desarrollo psicosexual de la primera infancia que culmina con la problemática edipica,
las crisis de la adolescencia, las realizaciones de la edad adulta, la formación de la familia y la procreación.
Cuando llega a la vejez y de no haber ocurrido antes, el ciclo vital finaliza con la muerte.

La muerte es considerada como “la cesación o extinción de la vida”. También como la perdida irreversible de las
funciones que la sostienen.

La muerte significa dejar de existir, algo que el ser humano le resulta difícilmente pensable. Requiere
representarse la nada, el vacio, lo negativo, lo inexistente, lo que deja de ser.

La experiencia de la muerte en Medicina y Salud Mental

Salud Mental, toma en cuenta a la muerte propia y ajena, como expresión inevitable del fin del ciclo vital, incluida
en alguna de estas tres perspectivas:

 El significado de la muerte propia de la vida.


 Los procesos de duelo y la manera como se elaboren tendrán importantes efectos y consecuencias sobre su vida
mental y salud.
 Cuando la muerte no es solo una posibilidad lejana sino una amenaza verdadera, como en el padecimiento de
enfermedades terminales. En este caso la muerte es una experiencia próxima y son los sentimientos de la
persona que va a morir y los de su entorno los que están en juego.

La muerte para el sentido de la vida


El “todos hemos de morir” termina por ser una afirmación convencional. Hay una patente inclinación a prescindir
de su aparición inoportuna, a eliminarla de la vida, a no querer saber nada de su presencia. Cuando el testimonio
es irreversible, se suele interrogar sobre sus causas.

Freud dice que nuestro inconsciente es tan inaccesible a la representación de la muerte propia, tan sanguinario
contra los extraños y tan ambivalente en cuando a las personas queridas como lo fue el hombre primordial.

Para Freud no puede haber idea de la muerte propia en el inconsciente porque nuestras representaciones
mentales provienen de experiencias afectivamente ocurridas o derivadas de ella. Con la palabra muerte aludimos
a algo de lo que no podemos tener registrado como experiencia emocional, sino tan solo un mero conocimiento.

De los orígenes del miedo a la muerte

Algunos analistas sostienen que es la manifestación de una fuerza salvaje y destructiva que llaman PULSION DE
MUERTE y que en lucha con los impulsos vitales, PULSION DE VIDA, generan un primitivo temor a la muerte, en
la forma de terror al aniquilamiento. En este caso, el temor a la muerte es considerado una angustia primordial
que de alguna manera signa la vida emocional de las personas.

Admitir la muerte dentro de las posibilidades de la vida permite profundizar y valorar el sentido de la misma.

Procesos de duelo: su importancia en la salud y la enfermedad

El Yo temprano e indefenso sufre el efecto de las perdidas cuando su estructuración es aun precaria y pasa por
situaciones donde el objeto necesitado se desvanece de su campo de experiencia emocional. Tiene a vivir las
perdidas como experiencias “malas” con objetos “malos” o por el contrario a superarlas en un proceso de
creciente integración con experiencias y objetos “buenos”. El destete marca un hito fundamental para las
experiencias de perdida.

El trabajo por el que el Yo trata de sobrevivir a sus pérdidas se denomina duelo.

El duelo es la respuesta a todo tipo de pérdidas, pero las más intensamente sentidas se refieren a objetos
queridos que se pierden. También se duela por objetos odiados. Se pueden perder otras cosas, ideales o
materiales, partes del cuerpo u otros valores. El duelo ante la muerte se expresa con manifestaciones de dolor,
aflicción, tristeza.

El duelo permite que estos sentimientos de perdida sean procesados en el tiempo por un trabajo interno en el que
está profundamente comprometida la mente y que para hacer esa labor retira transitoriamente sus intereses del
mundo externo.

El trabajo del duelo pone en evidencia la solidez del lazo con el objeto y lo que es puesto a prueba con su perdida.
Pero la realidad no prevalece de golpe, la mente se libera de a poco a través de un trabajo que debe realizarse en
detalle: ocuparse de cada uno de los innumerables recuerdos, recorrer las experiencias pasadas compartidas y
con el tiempo liberarse en una especie de desmantelamiento de la imagen del objeto perdido.

El proceso de duelo puede estar perturbado por mecanismos defensivos que niegan la perdida lo cual puede ser
potencialmente patógeno para la salud.

Madurez y adultez “Claves para una psicología del Desarrollo”. Griffa y


Moreno
1. El mundo adulto y la madurez humana
La distinción de etapas después de la adolescencia es dificultosa, proponemos distinguir cuatro momentos en
esta extensa etapa que transcurre entre los 18 y 65 años:

1. La juventud o segunda adolescencia. (18 a 25 años)


2. La adultez joven o temprana. (25 a 30 años)
3. La adultez media. (30 a 50 años)
4. La adultez tardía o segunda adultez. (50 a 65 años)

Consideramos a esta etapa del ciclo vital como el momento de la adultez y la madurez. El término adulto se
aplica a la persona que ha llegado a su pleno desarrollo o edad en que es apto para la procreación. Y el
término maduro hace referencia al estado oportuno para que las cosas den resultados o frutos.

Teniendo presente estos significados etimológicos y semánticos, investigaremos la complejidad de las


vivencias de la adultez: cambios físicos y psíquicos, la procreación y formación de la familia, la importancia
tanto del trabajo como del tiempo libre, los condicionamientos culturales, los intereses sociales y trascendentes
que configuran la constelación peculiar de este período.

En cuanto a los cambios físicos, ésta es la época tanto de la plenitud como del comienzo de la declinación.
Esta declinación es lenta y gradual entre los 20 y los 65 años, pudiendo ser en parte atenuada o demorada
mediante el mantenimiento de un estilo de vida saludable en todos sus órdenes.
También, es propio del adulto la vivencia del tiempo como una realidad limitada y de allí que le tribuye mucho
valor: “no perder el tiempo, “ahora o nunca”. La experiencia temporal de la madurez es acelerada en relación
con las vivencias del adolescente y del anciano.
2. Etapas de la adultez.
Acerca de las dos primeras etapas de la adultez: Juventud (18 a 25 años) y adultez joven (25 a 30 años). Se
conforma en dicho período la meta del desarrollo adulto, la “construcción de una estructura de vida”. Esta
abarca aspectos externos (participación social y cultural, familia, actividad religiosa, trabajo, por ejemplo), y
aspectos internos (valores, vida afectiva). La conformación de la estructura de vida permite a los sujetos
transitar períodos estables, pero entre éstos viven otros de transición. En los primeros, de una duración
aproximada de 6 a 8 años, se realizan elecciones para desarrollar su vida; en los período transicionales, de 4 a
5 años, las personas revalúan su vida y exploran nuevas posibilidades.

1) Juventud o segunda adolescencia (18 a 25 años).


Levison plantea dos momentos significativos en esta etapa:
1. “Salida” del hogar, dejando el mundo pre-adulto. Esta “salida” encierra una paradoja. En primer lugar,
conlleva una mayor autonomía respecto de los padres, especialmente en el ámbito económico y psicológico; en
segundo lugar, un mayor contacto social, como también la incorporación a instituciones en las que se le asigna
un status intermedio entre el que poder en la familia y el que tendrá en la adultez.

2. “Ingreso” en el mundo adulto. Explora sus posibilidades de vida, adquiere mayor autonomía respecto de su
núcleo familiar; así construye una estructura de vida estable como el matrimonio o el logro de trabajos más
permanentes en el tiempo.

Durante este período, culmina el desarrollo tanto de las estructuras intelectuales y morales como el propio de
los cambios fisiológicos, alcanzando así la cúspide física e intelectual. Asimismo, los jóvenes tienen a lograr la
estabilidad afectiva, pues sus vínculos son más permanentes y con un mayor compromiso emocional, ingresan
a una vida social plena, suelen iniciar el trabajo y/o los estudios superiores.

La vida matrimonial y el trabajo son elementos básicos para la maduración de la personalidad; suponen el
autosostenimiento social, psicológico y económico.
Desde el punto de vista físico es la época de la plenitud caracterizada por la conjunción de fuerza, energía y
resistencia. A los 25 años la mayor la mayor parte de las funciones corporales están completamente
desarrolladas. Los hombres alcanzan su máxima estatura aproximadamente a los 21 años, las mujeres hacen
lo propio a los 18 años.

2) Adultez joven o Adultez temprana. (25 a 30 años)


Es la etapa del encuentro o del conflicto entre generaciones, de la continuidad o discontinuidad entre las
edades. Es el período en que comienzan a plasmar el proyecto vital, su vocación; estas las decide transitando
un camino, poniendo a prueba o modificando su plan de vida.
En la adultez joven esta incrementado el impulso a imponerse, en particular los hombres, que siente una
intensa necesidad de expandirse. Así, desea el éxito, el ascenso social y predomina una actitud optimista.
Cuando el sujeto entra en la adultez a medida que quiere realizar lo elegido renuncia necesariamente a otras
posibilidades.
Rappoport considera tres problemas cruciales que domina la vida de los adultos jóvenes:

o la elección de pareja.
o la elección de una carrera u ocupación.
o un tercer problema al que denomina “desilusión”; nos centraremos en esta última.

La palabra desilusión la utiliza para hacer referencia a la experiencia típica de este período de realización en
que los jóvenes revalúan y modifican las ideas e ideales que poseen de sí y del mundo. La adultez joven es un
período de desencanto, en que se revalúan los vínculos de una manera más realista. En este período se
plantea la relación parental como una coexistencia entre “iguales” y disminuye la expectativa de modificar a sus
antecesores. Asimismo, se modifican las relaciones entre los “pares” ya que en la “adolescencia” los
idealizaban, pero ahora los ve de un modo más realista, con sus aspectos buenos y negativos.

3) Adultez media. (30 a 50 años)


Es un período de realizaciones pero también comienza el replanteo de los compromisos asumidos
anteriormente a la luz de los logros, concreciones, que lo liberan de algún modo de los afanes diarios para
abrirlo a una nueva perspectiva de vida con una gama más amplia de posibilidades. Una vez que formaron su
familia y están afirmados en su trabajo, suelen volcarse a lo artístico o retomar estudios que habían dejado.

“Edad madura, en esta época media de su existencia el individuo puede ver cómo es el curso definitivo de su
vida. Por una parte, advierte que no se halla al principio de un camino, que la dirección de su vida ya está
encausada. Por otra parte, también puede experimentar dramáticamente que no ha encontrado un “norte”. Pero
en ambos casos, considera que es necesario evaluar hasta dónde ha llegado su existencia, en su proyecto
vital.

El paso de la “adultez joven” a la “adultez media” se detecta más en los estados de ánimo y en la problemática
acuciante que en cambios corporales específicos.
A nivel físico, se desataca el ensanchamiento y el engrosamiento del cuerpo. El ímpetu juvenil es suplido, en
parte, con mayor capacidad de concentración, perseverancia y resistencia.

Es un período en el que crece el caudal de experiencias personales, se incrementan las actividades


individuales y se perfila más nítidamente la individualidad, la singularidad.

En la afectividad predominan la estabilidad, la profundidad y el sosiego. Los estados pasionales propios de


laadolescencia y juventud se atenúan y dan paso a sentimientos o estados sentimentales más hondos y
perdurables.
Erikson afirma que el logro característico de esta etapa de la adultez reside en alcanzar la “generatividad”;
pero si el sujeto fracasa en esta tarea se enfrenta con el “estancamiento”.

La crisis de la mitad de la vida

La necesidad de conocerse y mirar hacia adentro de sí para vivir auténticamente se acentúa en algunas
épocas de la vida y una de ellas es la que transcurre entre los 35 y 45 años. Elliott Jaques denominó a este
momento “crisis de la mitad de la vida” en el cual convergen modificaciones corporales, reales y fantaseadas.
El adulto debe elaborar el duelo por su juventud perdida y por las metas que no pudo o no supo alcanzar. Toma
conciencia acerca de las que jamás alcanzará; de modo que se abren ante sí diferentes caminos: uno es el de
la negación maníaca y otro es el de la resignación para resignificar estas pérdidas. La elaboración de este
duelo implica aceptar su finitud, pero también le posibilita reencauzar su camino mediante la capitalización de
su mayor experiencia y capacidad de insigh.
Son frecuentes los cuestionamientos acerca de: los valores que rigieron su existencia, los logros familiares, los
objetivos laborales, sociales y económicos, el uso que hizo de su tiempo libre, las amistades, etc.
La superación exitosa de la crisis de la mitad de la vida depende del reconocimiento de la irreductibilidad de la
propia muerte y de la propia existencia de impulsos destructivos y autodestructivos dentro de cada persona.
Debe reelaborar, normal o patológicamente, la posición depresiva porque la crisis de la mitad de la vida es
fundamentalmente una crisis depresiva.
La crisis de la mitad de la vida se da en ambos sexos.
En un primer momento, la psicología evolutiva abordó el tema de la crisis de la mitad de la vida con relación al
hecho biológico llamado “menopausia” y a las depresiones o melancolías involutivas”, a las que
tradicionalmente se las interpretaba relacionadas a estos cambios corporales. En general, se identificó la crisis
de la mitad de la vida con un proceso biológico femenino, acompañado de especiales vivencias; pero por
mucho tiempo se negaron las transformaciones tanto físicas como psíquicas del varón. Consecuentemente la
temática de la “andropausia” recibió un tratamiento más tardío, posiblemente debido a que aparece
posteriormente en la vida individual y que sus efectos son menos visibles que los de la menopausia.

De este modo transcurre la crisis de la mitad de la vida, época de balance de lo conseguido. Algunos cosechan
el fruto de sus esfuerzos, otros reencauzan sus vidas y también están los que se lamentan y se sumergen en la
depresión.

4) Adultez tardía o segundaadultez. (50 a 65 años)


Etapa gobernada por la restricción y el central el foco de la atención en lo esencial.
La culminación de la capacidad física ha pasado y sobreviene la declinación. Aparecen las arrugas, encanece
el cabello y aumenta su caída, se percibe la pérdida del vigor y del tono muscular. Aparecen los primeros
“achaques o torpeza física, un cierto cansancio general y una disminución de la elasticidad. Por eso, el adulto
comienza a hablar de “lo que soy y lo que he sido”.
En muchos casos, estos cambios activan sentimientos de inferioridad, especialmente en el trato con personas
de menor edad.
La consolidación de la personalidad suele ser acompañada de cierta pérdida de plasticidad y de flexibilidad
ante los cambios. A medida que pasan los años se van cristalizando y solidificando los rasgos de personalidad,
tanto positivos como negativos.
Los hijos ya mayores a veces casados, dejan a los padres con menores obligaciones y más solos; a esto se le
denomina el síndrome del “nido vacío”. En este momento, el matrimonio se siente solo ante el desafío de
reencontrarse uno frente al otro, es decir, nuevamente pueden encauzar el vínculo bipersonal y la pareja
matrimonial se descubre compartiendo nuevamente más tiempo y con la necesidad de fijar nuevas metas en su
relación.

Consecuentemente, aparecen con frecuencia crisis matrimoniales que en algunos casos culminan en la
separación aun después de veinticinco años o más de vida en común.
La ampliación de la vida espiritual puede compensar las pérdidas progresivas en el terreno físico y psíquico. Lo
pasional muchas veces se atempera, la libido es sublimada y surgen actividades que se consagran a valores
espirituales como el arte o la ciencia, o como cuidar o preocuparse por otro.
Este yo, según Erikson, alcanza en este estadio la integridad, cuando fracasa en su intento se sume en la
desesperación. Así, el autor opone estas dos nociones: “integridad del yo” y “desesperación”
La “integridad” está asociada con la seguridad acumulada del yo. Así, la confianza implica la seguridad
respecto a la integridad del otro.
Quien posee integridad está siempre listo para defender la dignidad de su estilo de vida, aunque también
percibe y tolera los diversos estilos que ha otorgado significado al esfuerzo humano.
Esta consolidación final, nos dice Erikson, permite que la vivencia ante la muerte atenúe su carácter
atormentador. La “desesperación” expresa el sentimiento de que ahora el tiempo es corto, demasiado corto,
para intentar abrir nuevos camino y alternativas en búsqueda de la integridad, ya que la muerte, momento
terminante y no sólo determinante, es el último instante de la secuencia del tiempo vivido para realizar el
sentido de la vida elegida, para configurar nuestra propia figura.

Notas fundamentales de la adultez: Madurez, bienestar psicológico y calidad de vida.

El término“madurez” alude al buen juicio, a la prudencia o a la sensatez, propios de una persona que ha
alcanzado su plenitud vital y no ha llegado a la vejez.
El proceso total de la madurez es caminar hacia la última etapa, hasta alcanzar aquel valor que se logra en la
ancianidad: la sabiduría. Por lo tanto, podemos concluir que hay una perfección y una madurez propia de cada
edad y al mismo tiempo una dirección de perfección o madurez creciente que finaliza sólo con la muerte.
Pedrosa enfatiza que la madurez que supone la personalidad sólo se puede alcanzar en la edad adulta. Las
notas fundamentales de dicha “madurez adulta” son:
1. Armonía de las funciones que suponen el autogobierno.
2. Visión global objetiva del mundo. Supone tanto la experiencia vital como el salir de sí mismo, así como
también la inclusión de la muerte en el plan de vida
3. Mayor aceptación de las limitaciones y posibilidades tanto de la realidad externa como interna.
4. Plena asunción de las responsabilidades vitales tanto personales como familiares
5. Independencia y espontaneidad en el pensar y en el actuar
6. Confianza en sí mismo y serenidad.

“Bienestar psicológico” es un constructo que hace referencia a cómo las personas experimentan
afectivamente su propia vida a lo largo de un continuo que va desde lo más positivo a lo más negativo. Supone
un componente cognitivo y uno afectivo. Un positivo autoconcepto y un alto nivelde satisfacción vital están
mutuamente relacionados y constituyen un aspecto de bienestar general o calidad de vida.
“Calidad de vida”: la percepción que un individuo tiene de su posición en la vida dentro del contexto de la
cultura y su sistema de valores; como también en relación a sus objetivos, normas, expectativas y
preocupaciones.

Hacia la intimidad. Niveles de relación interpersonal.


La relación con los “otros” revela distintos niveles de profundidades diversas, diferentes grados de compromiso
que se ponen en juego en todo encuentro personal. Consideraremos:
Nivel 1: en un primer nivel de profundidad los vínculos interpersonales giran alrededor de una “tarea en común
“.La tarea en común ofrece el pretexto para iniciar una relación La tarea facilita la comunicación y puede a su
vez convertirse en el refugio del que no desea hablar.
Si el grupo se construye en torno a una actividad, una “tarea” concreta que noexija un compromiso afectivo,
personal y que sea vivida como algo exterior a los miembros, entonces disminuye la ansiedad y desciende el
temor al encuentro con los otros.

Nivel 2: el segundo nivel de relación interpersonal surge cuando la “tarea” deja de ser el principal punto de
contacto y de integración grupal. La aproximación al “otro” ahora es mediatizada y regulada por un “sistema de
normas”, explícito o implícito, que se adecua a las circunstancias y al tipo de tarea. Esto supone la
internalización de dichas normas, el desempeño de roles y las expectativas respecto al comportamiento del
otro que aquí entran en juego. Por ejemplo, el sujeto considera que cumpliendo con ciertas normas va a ser
valorado por el otro, o lo van a aceptar como miembro del grupo.
Nivel 3: por último, consideraremos el “nivel de la intimidad” en el cual ya no prima la tarea, ni el sistema de
normas en el encuentro con el otro, sino “la apertura personal” al conocimiento mutuo en profundidad. La
construcción de la relación descansa en la creatividad de ambos sujetos.
En la relación de intimidad permanentemente se discuten y modifican la norma que regulan el vínculo. La
intimidad supone tanto un permanente pensar y redefinir el vínculo entre ambos, como grados mayores de
compromiso personal y de responsabilidad en el mismo. La capacidad de intimidad sólo puede desarrollarse en
la medida en que el sujeto haya alcanzado cierto grado de seguridad y valoración de sí mismo, de integración y
de autonomía. A nivel psicosocial la intimidad supone cierto grado de interpenetración con el otro sin que haya
disolución de las respectivas identidades.
Inteligencia y creatividad en la adultez.
Aquí reflexionaremos de si aparece en este periodo alguna modalidad nueva, o bien si algún aspecto alcanza en
la “madurez” su punto mas alto en la evolución. Es decir, nos podemos preguntar si los adultos desarrollan una
nueva modalidad de pensamiento que esta mas alla del nivel operatorio lógico formal descripto por Pieget.
Piaget sostenia que no existe una característica propia del pensar adulto y que este es el despliegue del nivel
alcanzado en la adolescencia, pero agregaba que no todos los adultos alcanzaban dicho nivel operatorio lógico
formal. Otro grupo de investigadores, que a continuación citamos, sostienen que se puede lograr un nivel de
pensamiento mas avanzado que seria característico del adulto. Podemos agrupar estos aportes en tres modelos
de pensamiento porstformal:
Busqueda del problema: supone un pensamiento creativo que permite suscitar preguntas acerca de problemas
pobremente definidos. Identificar, definir y plantear correctamente un problema ya conlleva la solución del mismo.
Pensamiento relativista: consiste en una serie de habilidades de procesamiento de la información que incluyen un
elemento de subjetividad y autorreferencia.
Pensamiento dialectico: el modelo dialectico provee un esquema útil para el análisis de la toma de decisión en
situaciones de la vida cotidiana.

Creatividad y espacio transicional


La capacidad para realizar su vida creativamente es un aspecto del ser adulto. Consideramos que la creatividad
no es un posibilidad exclusiva de los artistas, sino que toda persona tiene la posibilidad de enfrentar creativamente
cada día, el encuentro con su familia, a intimidad en su pareja, su trabajo, su hobby.

Características de la familia madura.


Condiciones que la familia favorece para proporcionar un medio sano a sus integrantes: cubrir sus necesidades
biológicas, sociales, psicológicas, espirituales. Características de una “familia madura”:
- Vínculo conyugal y parental. Complementariedad en el rol de padre y de madre.
-Comunicación: es esperable que en el seno de la familia no haya secretos, se aspira a una comunicación más
transparente dentro de un discurso privado.
-Expresión de los afectos: es fluida, espontanea, pero cuidadosa de cómo es vivencia por cada miembro.
-Capacidad para resolver conflictos
-Respeto por la autonomía de los individuos, propicia el vínculo discriminado para que cada uno pueda desarrollar
su capacidad individual.

La familia como sistema.


Un sistema es un conjunto de elementos en interacción dinámica en el que el estado de cada elemento está
determinado por el estado de cada uno de los demás que lo configuran. El cambio en un miembro del sistema
afecta a los otros, puesto que sus acciones están interconectadas mediante pautas de interacción.

Etapas de la vida familiar


I. Periodo de búsqueda y elección de pareja. El noviazgo: elegir una pareja matrimonial, estabilidad laboral y
económica que permita sostener el vínculo; elaboración de un proyecto familiar.
II. El matrimonio: constitución y desarrollo. Etapa de adaptaciones mutuas, de compartir y de reparto de roles.
III. El nacimiento de hijos y su crianza. Con la llegada del primer hijo la pareja se transforma en un grupo familiar.
IV. El periodo intermedio: momento de balance personal y familiar. Coincide generalmente con la adolescencia de
los hijos, lo que pone a prueba la flexibilidad del sistema familiar.
V. El “destete” de los padres. Periodo de crisis que se da cuando los hijos comienzan a irse del hogar. Los padres
elaboran una nueva relación como pareja.
VI. El retiro de la vida activa y la vejez. Coincide con la muerte o enfermedad del cónyuge o de familiares de la
misma generación. A su vez, permite desarrollar la capacidad de disfrutar lo que se ha logrado, como de elaborar
un proyecto diferente del “envejecer” armando una nueva red de vínculos, por ejemplo.

GRIFFA Y MORENA – SENECTUD (ancianidad)


En la actualidad en los países de mayor desarrollo el incremento en términos relativos de la población de ancianos
se debe no solo a la mayor esperanza de vida, como consecuencia de las mejores condiciones sociales y
sanitarias, sino por la disminución de la tasa de natalidad.

Se envejece diferente según se es hombre o mujer. Las experiencias vitales de los hombres están muy
relacionadas con la edad cronológica, tanto en la esfera familiar como laboral. En las mujeres, la vida adulta implica
una mayor variabilidad de roles no tan vinculados a la edad cronológica.

Las mujeres ofrecen mayor probabilidad de combinaciones entre profesión, matrimonio, hijos, labores domésticas y
con diferente temporalización. Además, son más proclives a la dependencia, a la inseguridad y al sacrificio personal
o profesional. Las mujeres viven la trayectoria vital con otras características, les afectan otros acontecimientos
adicionales a la jubilación: el nido vacío, la precoz aparición de deficiencias físicas o la mayor propensión a la
viudez.

Los hombres, en cambio, llegado el momento de la jubilación, regresan a una familia afectada por problemas y
declives físicos, sin un proyecto de vida actual, con sus posibilidades económicas a veces disminuidas y una
esposa que tiene su existencia organizada y la presencia constante del marido rompe este equilibrio.

Otro acontecimiento de diferencia entre los hombres y mujeres, es la viudez. Para los hombres tiende a ser una
experiencia desoladora la situación de pérdida del conyugue. Además de la viudez, la ausencia del trabajo o de las
relaciones sociales constituyen una experiencia más impactante para el hombre que para la mujer.

La prolongación de la vida y el elevado porcentaje de ancianos han modificado en la sociedad la valoración y las
actitudes hacia los mismos. Así, de “heroicos sobrevivientes” han pasado a ser “una carga social”. Esta
desvalorización y marginación se hace evidente cuando la familia y la sociedad no se hacen cargo del deber que
les es propio y expulsan de su seno a quienes son diferentes y requieren cuidados especiales.

La sociedad contemporánea tiende a la idealización de la adolescencia y la juventud, es decir, de todo lo que


considera nuevo. A consecuencia de ello rechaza al anciano y desvaloriza todo lo que considera viejo.

Principales factores que influyen negativamente en el proceso de envejecimiento:

 Privación de una actividad ocupacional, condena a la pasividad.


 Molestias físicas y debilitamiento corporal.
 Enlentecimiento de las funciones psíquicas.
 Disminución o exclusión de las actividades placenteras y agradables de la vida.
 Temor ante la muerte.

Teorías acerca del proceso de envejecimiento

Senectud es un proceso individual, con amplias oscilaciones intraindividuales e interindividuales de las funciones
biológicas y psíquicas.

Con la vejez comienza un proceso caracterizado por un gradual encorvarse, rigidez en los ligamentos y
articulaciones, fragilidad ósea que facilita las fracturas, perdida de la elasticidad muscular, disminución de la
actividad metabólica y de la capacidad respiratoria. El anciano pierde, tanto movilidad como también agilidad.

La preocupación por el cuerpo y por la declinación física se manifiesta en las conversaciones de los ancianos.
Predominan los comentarios sobre enfermedades, accidentes, operaciones, la ingestión de alimentos, el
funcionamiento intestinal, entre otros.

La vida sexual del anciano


Debido a la tendencia de “adolescintizar” la sociedad, el anciano muchas veces asume las conductas del ídolo
joven e intenta forzadamente imitar comportamientos sexuales adolescentes. Así por ejemplo, algunos acuden a
medicamentos o prótesis que en general expresan la dificultad para elaborar el duelo por la pérdida de la
genitalidad juvenil.

Las personas de edad suelen sentirse limitadas para desarrollar su actividad sexual. Las depresiones y diversas
dolencias físicas les hacen disminuir el deseo y la actividad. Algunos gerontólogos han constatado que después de
los 80 años el 75% de los ancianos no tienen deseos ni actividad sexual por diversos motivos: el temor a
“excederse” y hacerse o hacer un daño físico a su cónyuge, el temor a un ataque cardiaco o a una hemorragia
cerebral. También la monotonía de las relaciones sexuales repetitivas, el temor de exponerse al fracaso o a tener
experiencias frustrantes, los lleva a abandonar la actividad sexual.

Modificación de la personalidad

Cuatro perdidas básicas en la ancianidad:

 EL DUELO POR EL CUERPO POTENTE: es una toma de conciencia de su declinación física.


 EL DUELO POR SU ROL PARENTAL: este se produce cuando dicho rol, o la generatividad a la que se
refiere Erikson, no lo puede desempeñar total o parcialmente por impedimentos físicos, psíquicos o sociales.
 EL DUELO POR EL ROL SOCIAL: se desencadena por la jubilación, por la pérdida del rol laboral,
profesional y económico. Conlleva a la pérdida del lugar y la valoración dentro de la red social.
 EL DUELO POR LA PERDIDA DE RELACIONES OBJETALES SIGNIFICATIVAS: surge ante la viudez, la
perdida de familiares o amigos. Como defensa ante el dolor se aferra al pasado que fue gratificante a
expensas de la posibilidad actual de comunicarse con los demás.

Los autores psicoanalíticos también describen como característico el incremento de ansiedades y el uso específico
de algunos mecanismos de defensa.

La ansiedad persecutoria en muchos ancianos se incrementa y se instala la desconfianza como postura defensiva.
El proceso de enlentecimiento de sus funciones y el debilitamiento yoico lo ponen en un estado de alerta frente al
mundo externo.

También, es característico de la personalidad del anciano la tendencia a la regresión y la retracción del mundo
externo. Junto a la regresión, la negación es otra de las defensas predominantes, tiende a negar la existencia de lo
que puede resultarle penoso.

CINCO TIPOS DE PERSONALIDAD:

 MADURA: aceptan su situación pasada y presente.


 CASERO: es más pasiva que la anterior y sus relaciones se caracterizan por la dependencia.
 BLINDADA: se haya bien aceptada pero es rígida. De estos 3 tipos de personalidad en este último se
encuentra la mayor probabilidad de una mala adaptación.
 Entre estos tipos de personalidad mal adaptada se hayan las personalidades descontentas que intentan
castigar a los demás.
 Como también los AUTOFOBICOS caracterizados por la amargura, la agresividad, la depresión y el
autocastigo.

OTRA TIPOLOGIA DESCRIBE CUATRO GRUPOS:

 REORGANIZADOR: personalidad integrada que comprende a las personas activas pero que han reemplazado
las antiguas formas de acción por otras nuevas. Es decir, no permanecen aferradas al pasado.
 FOCALIZACION: sujetos que abandonan una parte de las actividades que desempeñan para centrarse en
otras.
 RETRAIDO: sujeto que renuncia a las actividades ligadas a sus roles pero sigue estando satisfecho de su vida.
 DESORGANIZADA: presenta un grado débil de actividades y de satisfacción.

LA EXPERIENCIA DEL ENVEJECIMIENTO – TEXTO


Erikson consideró el desarrollo como el paso a través de una secuencia de estadios definibles, cada uno de ellos
caracterizado por una crisis específica.

Erikson postulo que el desarrollo se produce a través de una serie de ocho estadios psicosociales (desde la
lactancia hasta la ancianidad).

Erikson propuso que durante la infancia se producen 4 estadios.

El primero, desde la lactancia hasta alrededor de 1 año) está marcado por el conflicto de confianza frente a la
desconfianza. Si se cubren las necesidades del lactante y se le ofrece atención y afecto, saldrá de este estadio
con la sensación de que el mundo es un lugar seguro. Si los lactantes no reciben el amor y cuidado de un adulto
importante y se crían en un ambiente carente de confianza, prevalecerá la desconfianza.

El estadio DOS trata de la autonomía y la duda, entre 1 y 3 años de edad, durante este periodo los niños
aprenden a dominar su cuerpo. Si los padres reconocen que el niño necesita hacer lo que es capaz de hacer
según marca su ritmo y en su momento, ésta desarrolla la sensación de que es capaz de controlar sus músculos,
sus impulsos, a sí mismo y, lo que es muy importante, su ambiente: la sensación de autonomía.

El TERCER estadio, de 4 a 5 años de edad. Ésta es la edad del juego. La forma en que los demás reaccionen a
las actividades de los niños durante este periodo influirá sobre si se consigue una sensación de orgullo e iniciativa
o si se produce una sensación de culpa. En la edad del juego, la inhibición es la antítesis de la iniciativa.
El CUARTO estadio, se da entre los 6 y 11 años. Esta es la crisis psicosocial de la laboriosidad frente a la
inferioridad. La laboriosidad significa: una sensación básica de actividad competente adaptada tanto a las leyes
del mundo instrumental como a las normas de la cooperación en procedimientos planificados y pautados. La
inferioridad es la antítesis de la laboriosidad. Puede llevar a un niño a una competencia excesiva o inducirse a la
regresión.

En el estadio CINCO, los jóvenes pasan a la adolescencia (aproximadamente entre los 12 y 18 años de edad).
Durante este periodo los patrones básicos de la identidad deben emerger: la afirmación y el repudio selectivos de
las identificaciones individuales de la infancia, la forma en que el proceso social de los tiempos identifica a los
individuos jóvenes.

Tras establecer la identidad del ego, las personas jóvenes vuelven a centrar su interés en el exterior. Han
atravesado la crisis de dudar de qué y quién son. Ahora poseen energía para seguir adelante, hacia el mundo.
Éste es el SEXTO estadio, denominado como el tiempo de las citas, los noviazgos formales, y el principio de la
vida conyugal. En este estadio es importante la INTIMIDAD.

El SEPTIMO estadio aparece cuando la persona alcanza una edad mediana. Erikson asigno a la edad adulta (el
séptimo estadio) la antítesis crítica de fecundidad frente a autoabsorcion y estancamiento: la fecundidad engloba
la procreación, la productividad y la creatividad. Durante este estadio, las personas empiezan a ocupar su lugar en
la sociedad y a ayudar en el desarrollo y perfeccionamiento de lo que produce la sociedad. El estancamiento,
marca la patología central de este estadio.

Cuando las personas llegan al último estadio de la vida, muchos de sus esfuerzos principales están cerca de
cumplirse. El curso de la vida está llegando al final. La antítesis dominante en la edad anciana y el tema de la
última crisis es la integridad frente a la desesperación. La integridad significa la capacidad de aceptar los hechos
de la propia vida y de afrontar la muerte sin gran temor.

Pérdida y envejecimiento

La pérdida, se la puede definir, como un estado de privación o de quedarse sin algo que se ha tenido. Las
perdidas pueden ser repentinas (enfermedad aguda) o graduales (enfermedad crónica), traumáticas (la pérdida de
un hijo, la mascota) o no traumáticas (la pérdida de unos zapatos).

La pérdida se ha caracterizado como el fenómeno sinónimo del envejecimiento. Las pérdidas se producen durante
toda la vida, pero sus efectos acumulativos pueden sentirse bruscamente en la senectud: con las nuevas
pérdidas, que se producen con frecuencia creciente.

Superación del cambio o la pérdida


Para que el anciano pueda superar sus pérdidas debe continuar actuando en la vida. Por lo tanto, las personas
ancianas deben mantener una constante e intensa comunicación con otras personas y participar en actividades y
objetivos con significado. Esto les permite seguir estando emocionalmente ligados a la continuidad de la vida.

Tipos de cambios o pérdidas

Las personas que han vivido con éxito los 8 estadios de la vida según Erikson y se han ajustado a las principales
crisis de la vida suelen ser más capaces de acomodarse a los cambios y perdidas que acompañan a la senectud.
Pero las personas ancianas que no han alcanzado la madurez emocional o dominada las tareas psicológicas
necesarias para ser un adulto productivo tienen menos recursos interiores en los que apoyarse.

VISION: la eficiencia visual suele declinar en la senectud. Después de los 40-50 años de edad, las causas más
frecuentes de ceguera son las que afectan fundamentalmente al anciano. La formación de cataratas es una de
estas causas. La capacidad de ver las cosas con claridad también declina. La menor sensibilidad a la luz y mayor
sensibilidad al deslumbramiento son también cambios que acompañan a la edad. Las personas ancianas tienen
más dificultad para adaptarse a los cambios de luz.

AUDICION: la pérdida de audición puede comenzar ya a los 20 años y aumentar gradualmente durante toda la
vida. Conforme avanza la edad, los cambios funcionales de la audición interfieren de forma significativa en el
proceso de la comunicación. Las personas ancianas con dificultades de audición suelen pedir a los demás que
repitan lo que han dicho o que hablen más alto o más claro. La alteración de la audición oscila entre la dificultad
en comprender paralabras o de oír ciertos sonidos hasta la sordera total.

CAMBIOS PSICOLOGICOS

 INTELIGENCIA: casi todos los estudios han demostrado que la mayoría de las capacidades humanas
incluyendo la inteligencia declinan levemente al principio de la edad adulta.
 La declinación de la inteligencia puede comenzar más avanzada la vida de lo que se creía previamente,
puede ser de menor magnitud, y puede incluir un menor número de funciones. El hallazgo más positivo y
provocador es que, a todas las edades, la mayoría de las personas estudiadas mantuvieron su grado de
competencia intelectual, o incluso lo aumentaron, a medida que envejecían.
 MEMORIA: se distinguen dos tipos de memoria: a corto y a largo plazo. La memoria a corto plazo significa el
recuerdo del material tras un retraso relativamente breve (es decir, una hora a varios días). Los investigadores
han concluido que la memoria a corto plazo NO se altera con la edad. La persona anciana con buena salud
no parece tener particularidades problemas para recordar un acontecimiento inmediato.
 La memoria a largo plazo se refiere al recuerdo de acontecimientos que se produjeron en el pasado y que ni
se habían recitado ni se habían pensado en ellos con frecuencia. Investigadores creen que las personas
ancianas pueden recordar con exactitud acontecimientos que ocurrieron mucho antes.
 APRENDIZAJE: al estudiar la forma en que las personas procesan la nueva información, los investigadores
han descubierto que muchos de los problemas que padecen los ancianos para adquirir, almacenar y
recuperar información se pueden vencer con tiempo, esfuerzo y entrenamiento en el empleo de técnicas
especiales y sencillas.
 RESOLUCION DE PROBLEMAS: muchos estudios han demostrado una declinación, relacionada con la
edad, en la capacidad de resolución de problemas, tanto en situaciones verbales como no verbales. Las
personas ancianas han demostrado ser menos capaces que las más jóvenes en cuanto a razonar
lógicamente, describir similitudes, construir frases a partir de palabras sueltas, etc.
 CAMBIOS DEL RENDIMIENTO PSICOMOTOR: el rendimiento psicomotor cambia a medida que la persona
envejece. El tiempo de reacción (tiempo transcurrido entre la presentación de un estímulo y el inicio de una
respuesta a este estimulo) aumenta con la edad. Es difícil señalar con exactitud por qué se producen los
cambios de tiempo de reacción cuando las personas envejecen. No obstante, la naturaleza del estímulo y la
complejidad de la respuesta parecen ser factores casuales.
 OTROS SENTIDOS: el gusto, el olfato, el dolor y el tacto no se han estudiado tan exhaustivamente como la
audición y la visión.
 Uno de los cambios más importantes de la vida es la JUBILACION. El termino JUBILACION suele referirse a
la separación o retirada del trabajo en el que una persona estaba empleada y percibía remuneraciones. La
jubilación provoca una serie de cambios en la vida de la persona. El jubilado deja de acudir a un trabajo
diario, tiene más oportunidades de estructurar su propio tiempo, y tiene más tiempo para el crecimiento
personal y la permanente intervención en la comunidad.

CATEGORIAS DE ANCIANOS:

 REORGANIZADORES: la satisfacción vitad de los reorganizadores significa mantener un elevado grado de


actividad y sustituir los viejos papeles por otros nuevos.
 FOCALIZADOS: vivir una vida satisfactoria está ligado a un papel medio de actividad y concentrarse en un
limitado número de intereses y papeles queridos.
 DESOCUPADOS: los desocupados son pasivos y observan la vida desde la perspectiva de un sillón.
 PERSISTENTES: estas personas gozan de una vida satisfactoria siempre que puedan mantener sus
actividades de la edad mediana.
 INSUFICIENTES: este tipo de personalidades tiene un escaso grado de satisfacción vital y reduce su grado
de actividad a fin de afrontar la vida.
 BUSCADORES DE AYUDA: estas personas tienen relaciones de dependencia con los demás.
 APÁTICOS: estas personas están inmovilizadas, presentan pocos intereses y grados de actividad, y son
incapaces de estructurar su vida para satisfacer sus necesidades.
 DESORGANIZADOS: se caracterizan por un escaso grado de actividad y una satisfacción media o baja de su
vida.
Calidad de vida

Se identificaron 4 dimensiones subyacentes que consideraban esenciales para definir la CALIDAD DE VIDA:

 Satisfacción vital y medidas relacionadas:


 Autoestima y medidas relacionadas: la autoestima es una autoevaluación. Se suele definir como una
sensación general de autoconfianza. La autoestima es un importante componente de la evaluación general de
la vida. Autoestima se desarrolla y se mantiene mediante el éxito del proceso de interacción personal con el
ambiente.
 Salud general y estado funcional: la salud es una gran preocupación vital para el anciano.
 Estado socioeconómico: se considera incluido en las condiciones materiales que influyen sobre la calidad de
vida.

LOS ANCIANOS DEBEN ENSEÑARSE A ELLOS MISMOS A CONSERVAR SU FUERZA Y SUS


RECURSOS CUANDO SEA NECESARIO Y A ADAPTARSE EN EL MEJOR SENTIDO A LOS CAMBIOS Y
PERDIDAS QUE SE PRODUZCAN EN LA EXPERIENCIA DE ENVEJECER. LA CAPACIDAD DE
ADAPTACION Y DE PROSPERAR DE LA PERSONA ANCIANA DEPENDE DE SU SALUD FISICA, SU
PERSONALIDAD, SUS EXPERIENCIAS VITALES ANTERIORES Y DEL SOPORTE SOCIAL QUE RECIBE:
FIANZAS ADECUADAS, VIVENCIA, ASISTENCIA MÉDICA, PAPEL SOCIAL, OCIO, ETC.

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