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LECCIONES DE
CIENCIA POLÍTICA
UNIDAD N°1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N° 1
Conceptos de TEORÍA y DOCTRINA
TEORÍA
Siguiendo a Gaétan Pirou, diríamos que es necesario distinguir con la mayor claridad posible la Teoría
de la Doctrina es decir, entre el conocimiento de la realidad y el juicio de valor; la explicación de la
apreciación, lo que es de lo que debe ser, ya que se trata de dos actitudes diferentes en la observación de
las cosas o los hechos.
Según él, cuando se analizan los mecanismos de la actividad económica, cuando se describen los
móviles a los que obedecen, los obstáculos con los que se enfrenta, las reacciones que provoca y las
consecuencias necesarias que de ello se derivan, estamos haciendo Teoría. En consecuencia, la Teoría es
una actividad científica que consiste en observar un fenómeno o una realidad económico-social,
interpretarla y describirla de modo abstracto y general, de tal manera que defina la cuestión de un modo
claro y certero. Pero su tarea sólo consiste en explicar cómo es la cosa o el hecho, con la más rigurosa
objetividad, sin apreciarla en sus bondades o desventajas, belleza o fealdad, es decir, sin emitir juicio de
valor a cerca de ella.
Moverse exclusivamente en el terreno del puro conocimiento e investigar solamente la verdad; es teorizar,
dice Pirou.
La Teoría sirve entonces para poder entender y explicar un fenómeno, una cuestión, de modo tal que
frente a hechos, sucesos o manifestaciones similares podamos saber con bastante certeza, de qué se trata,
y obrar en consecuencia.
En ciencia médica diríamos que la Teoría permite identificar, explicar y clasificar las enfermedades por
medio de los síntomas, los análisis bioquímicos, los aparatos y equipos de diagnóstico, etc.; en
consecuencia, cada vez que un médico detecte determinados síntomas en sus pacientes, podrá saber con
poco margen de error, la enfermedad que padece.
Contrariamente a la función que el conocimiento vulgar le atribuye a la Teoría, adjudicándole la función
de idealizar, imaginar, suponer o sostener en el aire y sin “pisar el suelo” conceptos que son de verdad
otros, y en oposición a lo práctico y real; diríamos que la Teoría es justamente lo contrario de lo que el
conocimiento vulgar cree. La Teoría es la verdad, “pisar el suelo”, observar lo que las cosas o hechos son
y no lo que quisiéramos que fueran; la radiografía, la foto o el plano que muestra y explica la cuestión.
DOCTRINA
La Doctrina en cambio, tiende a emitir juicios de valor sobre los diversos sujetos económicos, las
instituciones o los regímenes: y, en caso de que estos juicios sean adversos, tiende a proponer planes de
renovación, dice Pirou. En consecuencia, buscar lo más eficaz, lo más noble, lo más moral o justo; es
formular una Doctrina.
Pirou también advertía que no era posible hablar de Doctrinas Económicas, porque los planes o ideas de
renovación son por lo general de índole social, moral o político y por lo tanto no se proponen modificar
los mecanismos económicos exclusivamente.
Si bien las Doctrinas carecen de carácter científico, su divulgación ha permitido muchas veces rectificar
teorías equivocadas. En realidad, las teorías y las doctrinas se encuentran muy estrechamente relacionadas
y a tal punto, que muchas veces es imposible distinguirlas con claridad, pues muchas observaciones de la
realidad (teorías) no son en realidad lo que realmente es sino lo que desea ver el científico (doctrina).
En ciencia médica diríamos que la Doctrina es el tratamiento es decir, los fármacos, el régimen
alimenticio, la cirugía, etc. necesarios para hacer desaparecer la enfermedad.
Muchas Doctrinas se elaboran como respuesta a una Teoría, pero no siempre es así; pueden proponerse
doctrinas basadas sólo en la utopía de construir un mundo mejor.
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Universidad Nacional De Catamarca
Facultad de Ciencias Económicas y de Administración
Licenciatura en Gestión Pública – Asignatura: Ciencia Política
UNIDAD N°1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N° 2
LA CIUDAD
Obras consultadas:
1) MARCEL PRELOT - “La Ciencia Política” - Eudeba - Año 1976.
2) JULIO CÉSAR DE LA VEGA - “Diccionario Consultor Político” -Tomo RojoEditorial Librex - Año 1988.
3) CARLOS FLORIA y otros - “La Argentina Posible” - Eudeba - Año 1976.
4) CARLOS OCTAVIO BUNGE - “Nuestra Patria”- Angel Estrada y Cía. Editores - Año 1910.
“La ciudad tiene su origen en que cada uno de nosotros no se basta a sí mismo y necesita de muchas
otras cosas” (PLATÓN - “República” - Libro II - XI)
Platón piensa que el hombre decidió vivir aglutinado en urbes o ciudades como consecuencia del
descubrimiento de un procedimiento más útil y productivo para atender las necesidades de la vida: la
división del trabajo.-
Antes del nacimiento de la ciudad existió posiblemente la vida rural, en donde las familias no tenían
proximidad entre sí y la distancia y el aislamiento eran lo habitual y significante. Allí el hombre debía
procurarse con sus manos y su ingenio todo lo necesario para la vida familiar es decir, construir su
vivienda, hilar la lana para tejer sus vestidos, fabricar su calzado y proveer a su alimentación vegetal o
animal, arando, cultivando, criando o cazando. No era especialista en nada y debía producirlo todo.
El descubrimiento que la especialización en una tarea específica, hacía lograr una mayor calidad y
productividad, permitió al hombre producir una cantidad mayor de bienes necesarios para sí pero
simultáneamente surgió la necesidad de intercambiar el excedente por otros productos necesarios.
Posiblemente así nació el trueque.
La dificultad del trueque consistía en que cuando un productor de zapatos necesitaba tomates debía
encontrar un productor de tomates que necesitara zapatos para solo de ese modo lograr concretar la
transacción.
Es posible que así haya nacido el mercado, es decir ese ámbito de los que quieren vender y los que
necesitan comprar que permite más fácilmente colocar la producción y adquirir lo necesario. Mientras el
mercado permitía el encuentro de las personas con cierta frecuencia en un lugar determinado, la ciudad
vino a resolver el problema de la discontinuidad de los encuentros haciendo que las personas se instalaran
a vivir de modo colectivo en un espacio geográfico mucho mas pequeño que la ruralidad.
El concentrarse a vivir en ciudad le permitió al hombre resolver las dificultades del trueque, abastecerse
de todo lo necesario. Cuando se inventó la moneda, las dificultades del trueque se resolvieron
definitivamente pero la especialización -es decir, la división del trabajo- continuó obligando a los
hombres a vivir cerca unos de otros para mantener la agilidad y prontitud en la adquisición de las cosas
necesarias para la vida.
También se piensa que el hombre en realidad nunca pudo con sus solas fuerzas procurarse lo mínimo
necesario para subsistir (comida, casa y vestimenta) y requirió siempre vivir con otros o aprovecharse del
trabajo de otros (esclavitud, robo, explotación, contratación) para satisfacer sus necesidades.-
Lo cierto es que cuando el hombre decidió vivir en ciudad logró resolver dificultades de su supervivencia,
pero al mismo tiempo le surgieron nuevos problemas.
El hombre rural al parecer, no necesitó inventar el derecho ni la ética, porque estas aparecen cuando el
hombre vive muy próximo a otros hombres y reconoce que existen otros iguales que él que merecen
idéntica posibilidad de existir como la deseada para sí.
La idea y reconocimiento de otros iguales a mí, con quienes debo necesaria o deseadamente vivir, hace
necesario la formulación de mecanismos de convivencia que permitan organizar la vida colectiva de
modo tal que la haga posible sin que se maten unos a otros.
Esos mecanismos o sistemas ideados por el hombre para organizar la vida colectiva es lo que se llamó
primitivamente la política, que deviene de la palabra polis que significa tanto Ciudad como Estado. Para
Platón, la ciudad hizo nacer la Política y el Estado.
Hoy hemos reservado para las palabras Política y Estado, dos conceptos distintos pero complementarios.
Para poder entender -desde la perspectiva de la Escuela Institucionalista- lo que es el Estado, será preciso
primero conocer la idea de institución.
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UNIDAD N°1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N° 3
Conceptos de INSTITUCIÓN y ESTADO
Obras consultadas:
1) MARCEL PRELOT - “La Ciencia Política” - Eudeba - Año 1976.
2) JULIO CÉSAR DE LA VEGA - “Diccionario Consultor Político” -Tomo Rojo Editorial Libres - Año 1988.
3) CARLOS FLORA y otros - “La Argentina Posible” - Eudeba - Año 1976.
4) CARLOS OCTAVIO UNGE - “Nuestra Patria”-Angel Estrada y Cía. Editores - Año 1910.
INSTITUCIÓN
“Cada vez que en una colectividad dada se instaura otra vida que agrega algo a la vida de sus
componentes” decimos que estamos frente a una institución.
Se trata de colectividades humanas que “tienen una organización interna y una presencia o
individualización externa” .
Allí “los individuos pasan y se suceden sin que por ello quede afectada la existencia misma de la
institución” (Cita 1-pág.77).
“La institución subsiste independientemente de los hombres que la componen” (Cita 1-pág.78).
Diríamos -siguiendo a Prelot- que “cada vez que en una colectividad dada (de materiales de
construcción) se instaura otra vida (la condición de casa-vivienda) que agrega algo a la vida de sus
componentes (la antigua y primigenia vida como ladrillo, cal, cemento, etc.) decimos que estamos frente
a una institución.
Esta “colectividad” de materiales de construcción tiene una organización interna (los ladrillos se
organizan como pared, el hierro como columnas y vigas, la cal como argamasa, el cemento como
concreto, etc.) y una individualización externa (la de ser vista como casa).-
Allí los ladrillos, la cal, la madera, etc. pasan y se suceden (se cambian o se sacan) sin que por ello quede
afectada la existencia misma de la casa.
La casa subsiste independientemente de los ladrillos, puertas, hierros, que alguna vez la constituyeron.-
EL ESTADO
DESDE LA PERSPECTIVA INSTITUCIONALISTA
“En sí mismo, el término status solo significa una posición, una actitud, el estar de pie. Da la idea
de una cierta estabilidad. Pero adquiere un sentido político con el determinativo la cosa romana o
la cosa pública. Con el correr del tiempo la palabra status y la expresión res pública fueron
adquiriendo poco a poco, y separadamente, el mismo sentido”. (Cita 1-pág.7).
Tomando la idea de institución podríamos decir que el Estado es “un sistema articulado de
instituciones” ((Cita 1-pág.80).
Para la opinión escolar o popular “el Estado sería solamente un aparato de gobierno exterior a la
colectividad gobernada” (Cita 1-pág.80), para nosotros no es así.
“En el sentido preciso del término, el Estado es una forma calificada, perfeccionada, eminente de
la vida colectiva; se origina en una creación de la voluntad y de la razón humanas, que aplica sus
esfuerzos y reflexiones al problema de la organización política y logra asegurar su continuidad”
(Cita 1- pág.83).
Así como las individualidades que constituyen una institución son las personas, y cada una de estas
cumple una tarea y función determinada (unos como miembros y otros como directivos), de similar modo
en el Estado, la unidad mínima no lo son sustancialmente las personas sino las instituciones, cumpliendo
algunas las tareas de agentes-miembros (Registro Civil, Rentas, Fuerzas Armadas, Universidad, Policía,
etc.) y otras la de directivos-conductores (Gobierno Ejecutivo, Legislativo y Judicial).
Así como el gobierno de un club está en manos de las autoridades elegidas (Presidente, Tesorero,
Secretario, Asamblea, Junta Revisora de Cuentas, Tribunal de Disciplina) , el gobierno de un Estado está
en manos de las tres instituciones fundamentales elegidas (Ejecutivo, Legislativo, Judicial) y demás
dependencias.
Por lo tanto gobierno no es sinónimo de Estado, sino autoridad del Estado.
El Estado sería entonces el calificado ordenamiento de la totalidad de las instituciones creadas por la
voluntad y razón humanas (Fuerzas Armadas, Registro Civil, etc.) que organizan la vida política de la
colectividad con el propósito de asegurar la continuidad de la existencia cultural de esa colectividad.
“Entre la cúspide, donde se sitúan los órganos gobernantes que ejercen la autoridad soberana y
los gobernados que se encuentran en la base, se intercalan una serie de órganos necesarios. Estos
elementos intermediarios pueden ser simples dependencias de la administración central, pero con
frecuencia toman la forma de instituciones de autonomía más o menos amplia” (Cita 1-pág.86).
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UNIDAD N°1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N° 4
PODER , MANDO, AUTORIDAD, LEGALIDAD y LEGITIMIDAD
Obras consultadas:
1) MARCEL PRELOT - “La Ciencia Política” - Eudeba - Año 1976.
2) JULIO CÉSAR DE LA VEGA - “Diccionario Consultor Político” -Tomo Rojo Editorial Librex - Año 1988.
3) CARLOS FLORIA y otros - “La Argentina Posible” - Eudeba - Año 1976.
4) CARLOS OCTAVIO BUNGE - “Nuestra Patria”- Angel Estrada y Cía. Editores - Año 1910.
“El Estado presentó siempre el aspecto asombroso de una vasta multitud que debe obediencia a
un número relativamente reducido de hombres” (González García-El Estado Moderno).
“El fenómeno del poder no se apoya, en su conjunto, en la fuerza de los que lo detentan. La fuerza
de los poderosos no sería nunca suficiente si no respondiera, de manera explícita o no al
consentimiento de los humildes” (Cita 1-pág.85).
“El problema de la nación sería ignorado si la política residiera enteramente en el poder” (Cita
1-pág.85).
EL PODER
Nos inclinamos por definir el poder como dominio, fuerza, facultad, capacidad para convertir la
voluntad en acto. Identificamos el poder como fuerza o imperio para hacer o mandar hacer algo. Facultad
de hecho o de derecho que otorga fuerza ejecutora. El poder va más allá de lo potencial, es
sustancialmente acto. El poder existe cuando es ejercido.
Poder ir al cine, implica la capacidad para estar sentado en la butaca de la sala cinematográfica y no la
mera disposición para hacerlo o no. Mientras la voluntad puede ser la disposición para hacer algo, el
poder es la acción misma. No existe poder sin ejercicio.
El poder se ejerce de modo “dosificado” es decir, aplicando la cantidad de fuerza necesaria y suficiente
sin excesos ni defectos.
Podríamos comparar el poder con la energía eléctrica. Para encender una lamparita familiar, solo
requeriremos una fuerza de 220 V. Si le suministramos menos voltaje no encenderá o lo hará muy
pobremente, y si en cambio le proporcionamos más de 220 V. estallará sin cumplir en ningún caso la
función para la que estaba destinada.
En política el poder debe ser ejercido con los hombres de tal modo que ejecuten con el máximo de
productividad y resultado , la acción o comportamiento deseado por el mandante.
Si el mando es ejercido con escasa fuerza no se concretarán los objetivos deseados, y si se aplica una
fuerza excesiva tampoco se cumplirán los propósitos perseguidos. Habrá resistencia, protesta, desorden, y
hasta -llegado el caso- desobediencia civil.
Cuando las acciones que el poder político quisiera hacer cumplir a la sociedad civil se presume que
pudieran ser resistidas por la gente porque contradice las costumbres, el sentimiento generalizado o los
valores éticos o religiosos de estos, el poder necesario para llevarlo a cabo pese a todo tendrá que ser
parcializado y suministrado en pociones.
Cuando Adolfo Hitler decidió el exterminio de millones de judíos, una orden en ese sentido hubiera sido
resistida aún dentro de su propio partido. Para ello el objetivo fue descompuesto en pequeñas e
inadvertidas órdenes:
5) Algunos pocos inventaron los “baños” con gas tóxico y otros los hornos crematorios.
6) Soldados obedientes transportaron los detenidos hasta los campos de concentración.
7) Finalmente, una minoría de racistas recalcitrantes tuvo en sus manos la tarea de vigilar los detenidos y
llevar adelante “la solución final”.
De este modo un número ínfimo de personas ejecutaba la verdadera orden (exterminar) y muchos otros,
inadvertidamente con su proceder ayudaban al cumplimiento del objetivo real.
Cuando el poder es ejercido de este modo, los funcionarios y empleados de estado nunca saben con
exactitud el propósito final de las órdenes recibidas.-
En el ejercicio del poder primero se persuade; si esto no diera resultado se disuade, y si por último esto
tampoco diera resultados, se combate. Este sería el modo de regular la fuerza aplicada a la consecución
de un propósito.
MANDO y AUTORIDAD
El poder no es sinónimo de autoridad. Mientras el poder es la capacidad para ser obedecido, la
autoridad en cambio es el reconocimiento y delegación de mando que hacen los mandados al mandante.
La autoridad encierra la idea de cualidad. Es siempre legítima, es decir, querida y respetada por los
mandados, en cambio el poder puede no ser legítimo y sí legal (acorde a lo normado y estatuido por las
leyes). El poder se puede ejercer con mayor o menor grado de coacción, mientras que la autoridad se
ejerce por la credibilidad del cuerpo social. El poder existe cuando es ejercido, en tanto que puede existir
autoridad sin ser reconocida y por lo tanto negársele su ejercicio. (2)
LEGALIDAD y LEGITIMIDAD
Es legal lo que la ley manda y es legítimo lo que el pueblo quiere. El mando es siempre legal, la
autoridad es siempre legítima, y el poder puede no ser legal ni legítimo, pero conviene que lo sea.
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UNIDAD N°1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N° 5
LA POLÍTICA
Obras consultadas:
1) MARCEL PRELOT - “La Ciencia Política”, Eudeba, Buenos Aires, 1976.
2) JULIO CÉSAR DE LA VEGA - “Diccionario Consultor Político”, Tomo Rojo, Editorial Librex, 1988.
3) CARLOS FLORIA y otros - “La Argentina Posible”, Eudeba, Buenos Aires, 1976.
4) CARLOS OCTAVIO BUNGE - “Nuestra Patria”, Angel Estrada y Cía. Editores, Buenos Aires, 1910.
Para organizar el Estado; es decir para arribar a esa “forma calificada, perfeccionada, eminente de la
vida colectiva.....” o bien para organizar cualquier sistema colectivo, es preciso tener poder para
concretarlo. El medio para alcanzar el poder es la política.
“En general la política es esencialmente la vida política, la lucha por el poder; es el fenómeno en
sí mismo” (Cita 1-pág.10).
“Hoy entendemos que el arte de gobernar también consiste en mantener el poder, lo que implica
una lucha por él, aunque se lo ejerza” (Cita 2-pág. 354).
“La política es relación dialéctica entre amigo y enemigo, entre una dimensión de la vida pública
y privada del hombre y entre el gobierno y los que son gobernados, entre el mando y la
obediencia.
En política hay aliados, adversarios y enemigos. No todos los que se oponen pertenecen a la
última categoría” (Cita 3-pág.208).
La razón de ser de todo político es la lucha por el poder. ¿Cuál es la razón que lo lleva a luchar por el
poder?, la posibilidad de lograr con el (el poder) la realización concreta de sus propósitos.
Los políticos no se conforman con imaginar un mundo a su manera, quieren construirlo con sus propias
manos y para ello necesitan el poder, es decir, la capacidad para convertir la voluntad en acto.-
Todo hombre sea o no político de profesión ejerce la política, porque todo hombre (persona humana)
trata de tener poder para concretar en actos las preferencias de su vida.
“La política es una dimensión constitutiva del hombre. De modo que no puedo proponerme no
tener comportamiento político o ser apolítico, porque de alguna forma esa es una posición
política ” (Cita 3-pág.207).
Lo que una persona puede ser es: “apartidario”, es decir, no estar afiliado, adherido, encolumnado o
simpatizar con algún partido político en especial, pero esto no implica que sea “apolítico”. Siempre sus
actos estarán dirigidos a concretar en hechos sus propósitos.
Vulgarmente se dice que la política es el arte de gobernar. Pero esta es una definición histórica que se
adapta a una época y en la actualidad se vuelve sumamente parcial. Esto no implica que la política no sea
“el arte de gobernar” y “lucha por el poder”, sino que estas dos definiciones son parte del concepto más
amplio que ella implica. Uno de los fines de la política es “la forma de obtener y ejercer el poder”, que
significa la lucha por el poder y el arte de gobernar una vez obtenido aquel. El arte de gobernar también
consiste en mantener el poder, lo que implica la lucha por él, aunque se lo ejerza. (Cita 2-pág. 354)
Se trata de la lucha por el poder y por mantenerlo. La actividad política no implica solamente la lucha
por el poder, sino que consiste también en procurar los medios para influirlo, ya sea en forma permanente
o duradera, o bien circunstancial.
No solamente los partidos políticos y el gobierno ejercen en forma exclusiva la actividad política, sino
que se pueden ubicar en ella a los sindicatos, las asociaciones empresarias, las agrupaciones estudiantiles,
las corporaciones profesionales, los grupos de presión, etc. El Estado es la organización moderna que da
cauce a la actividad política. (Cita 2-pág. 355)
“La palabra política se origina en las palabras griegas polis, politeia, política, politiké.
- è polis: la Ciudad, Estado, el recinto urbano, la comarca, y también la reunión de ciudadanos
que forman la ciudad.
- è politeia: el Estado, la Constitución, el régimen político, la República, la ciudadanía (en el
sentido de derecho de los ciudadanos).
- ta politica: plural neutro de políticos, las cosas políticas, las cosas cívicas, todo lo concerniente
al Estado, la Constitución, el régimen político, la República, la soberanía.
- è politikè (technè): el arte de la política. (Cita 1-pág.5).
Es importante destacar que desde la ciencia del Derecho se ha insistido mucho en afirmar que la política
trata el “bien común”, el “bienestar general”, sin embargo como podemos constatar por la definición que
hemos acuñado no sería ese el objeto de la misma, sino “la lucha por el poder”.
Sucede que el Derecho estudia lo que el hombre “debe ser”, en cambio la Política se ocupa de lo que el
hombre “es”. En todo caso la ética, el talento y la visión de futuro del político (no de la política) habrán
de ocuparse del bienestar general. De allí que en los países con tradición democrática, los votantes se
esfuercen por saber el pasado ético y la trayectoria realizadora de los candidatos a gobernantes antes de
elegir. No se preocupan tanto por escuchar lo que los políticos dicen que van a hacer cuando lleguen al
gobierno, sino que se interesan por saber lo que ya han hecho en el pasado, porque esto puede orientar
sobre lo que posiblemente harán en el futuro. A los candidatos no hay que preguntarles lo que piensan
hacer sino, averiguar lo que han hecho.
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UNIDAD N°1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N° 6
LA CULTURA DEMOCRÁTICA
Obras consultadas:
1) MARÍA A. GALIANA - “Esparta y Atenas” - Kapelusz - Año 1972.-
2) MAISCH y POHLHAMMER - “Instituciones Griegas”- Labor - Año 1951.-
3) ALBERTO MALET - “Historia Griega” - Hachette - Año 1939.-
4) R. MOWAT y P. SLOSSON - “Historia de los pueblos de habla inglesa”- Peuser - Año 1953
EXPERIENCIA GRIEGA
HERÓDOTO
Heródoto (480-425 ó 485-420 a.C.) el cronista, padre de La Historia y de La Política, explicaba que de
los tres sistemas políticos conocidos y posibles (MONARQUÍA, DEMOCRACIA y ARISTOCRACIA)
siempre se retornaba a la monarquía.
Pensaba que el ejercicio de la vida política era una evolución cíclica. Todo comenzaba con la
MONARQUÍA, que es un sistema que permite a un hombre (Rey) hacer lo que quiere sin que nadie lo
contradiga. Carece de ley que regule sus actos pues, él mismo es la ley y cuando habla y decide, en
realidad legisla y sentencia.
Con el tiempo este sistema se torna intolerable para los pueblos debido a la angustia e inestabilidad que
implica hacer depender vida y hacienda del buen o mal humor del monarca. Ante ello, propician la
llegada de la democracia como alternativa superadora de los defectos de aquella.
La DEMOCRACIA era el gobierno de la multitud que no cree en la ley dictada por uno sino por todos.
Sistema que considera a sabios e ignorantes como iguales y por lo tanto no elige (selecciona) funcionarios
sino que los designa al azar por sorteo.
La improvisación, la ignorancia y las pasiones encendidas de lo popular, sin los límites de la cordura o del
saber los lleva al derrumbe encontrando en la aristocracia la solución a sus problemas.
La ARISTOCRACIA consiste en entregar el gobierno a los mejores, a los más sabios y cultos. Sin
embargo , el poder en varias manos crea rivalidades, envidias. Cada cual quiere hacer prevalecer su
opinión juzgándola mejor que la de otros. Todos quieren ser amos y surgen los odios.
La solución consecuente es que un hombre providencial restaure el orden y lleve paz a las pasiones. Los
pueblos claman un conductor que resuelva y pacifique. Es el retorno inevitable a la monarquía, con lo que
habrá de iniciarse un nuevo ciclo.
PERICLES
Con Pericles (499-429 a.C.) se da el período de esplendor de la democracia ateniense. Se ha dado en
llamar su época como: “El siglo de Pericles”.
En el Ática de su tiempo (país donde Atenas era la capital) vivieron aproximadamente 500.000 personas,
de las cuales sólo 200.000 eran libres y apenas 40.000 ciudadanos es decir, aptos para votar participar en
la vida democrática. Los electores eran no mas de 15.000 y anualmente se sorteaban y elegían 6.000
puestos de magistrados (funcionarios de estado).
Para ser electo había que anotarse como candidato, y si el voto o la suerte lo escogía duraba sólo un año
en el cargo no pudiendo ser reelecto otra vez salvo que fuera cargo militar.
Como la elección era directa y estas se realizaban en Atenas, en la práctica solo participaban los que
vivían cerca o contaban con medio de transporte (el caballo era un lujo que pocos disponían). De allí que
aproximadamente 15.000 almas decidieran el destino de 500.000.
No era el gobierno de TODO EL PUEBLO sino solo el “gobierno del pueblo” (significado de la
palabra DEMOCRACIA). Tampoco era el gobierno de la mayoría como decía Pericles.
Aunque la vida del ateniense era muy frugal, todo lo producido por los 300.000 esclavos, los 60.000
extranjeros, más las colonias y los libres que no participaban en la función pública, no alcanzaba para su
subsistencia.
En una geografía poco apta para la agricultura (vid, olivo, algodón), el comercio marítimo y la
elaboración de manufacturas fue su sustento económico.
El Ática tenía una superficie similar a Pomán o Santa María (Toda Grecia llamada por ellos Helada era
la mitad de Catamarca ) y allí vivía una población casi el doble de nuestra provincia en su época de
esplendor.-
Todos los puestos públicos eran remunerados, permitía a pobres o ricos ser funcionarios y contar con un
ingreso seguro.
La vida política era la preferencia de sus hombres; la mujer cumplía un rol secundario y estaba excluida
de los derechos jurídicos y políticos. La misión de la mujer consistía en procrear hijos, educar los varones
hasta los 7 años y las niñas hasta el matrimonio, y el cuidado y administración del hogar.
La educación estaba en manos privadas y los hombres acostumbraban frecuentar hombres.
Los principios en los que se sustentaba su sistema de organización colectiva (Democracia) eran: la
libertad, la igualdad y la fraternidad, pero no hemos encontrado ningún tratado que explique como era
el sistema. Lo que sabemos proviene de un discurso de Pericles y de referencias y comentarios de otros
personajes de la época.
“El bienestar y la vida de hogar llamaban muy poco la atención del griego.
Vivía no para su familia sino para la ciudad. El lujo de ésta era su orgullo; se contentaba
personalmente con una vida sencilla y modesta, con tal que los monumentos públicos y las fiestas
de sus dioses provocaran la admiración universal” (Cita 3-pág.112).
El griego no conocía el concepto de PERSONA que hoy tenemos. Lo que importaba para ellos era el
conjunto, la colectividad, lo supra-humano, la Institución Estado, no la individualidad.
Los hombres del sistema democrático por ellos creado son libres, iguales y fraternos porque les resulta
necesario que la sociedad sea un todo conducente a la construcción de la Ciudad-Estado. Si se divide a
los hombres en ricos y pobres, sabios e ignorantes, es imposible construir un todo. No hay en ellos un
humanismo que reconozca en el hombre su individualidad y la libre disposición para construir su destino
a su manera, sino un ser igual a todos (Igualdad) que vota según su buen entender (Libertad) pero se
somete a la decisión del todo aunque lo resuelto no sea de su agrado (Fraternidad).
La pena del ostracismo resultaba insoportable porque separaba al hombre del todo que constituía su razón
de ser y existir.
Los cargos en general se sorteaban, salvo los que requerían especialidad (economía, guerra) en donde
se recurría a la elección.
Los designados antes de asumir al cargo se sometían a un tribunal que los indagaba sobre su vida y
antecedentes y si la comparación con los informes de testigos no implicaba contradicciones, quedaban
confirmados en el cargo.
En realidad la que participaba de las Asambleas era parte de la clase media (artesanos y comerciantes),
porque la clase alta no quería mezclarse con los sectores bajos y al resto le quedaba muy distante el lugar
de reunión .
El instrumento de la democracia fue la escritura; constitución, respeto por las costumbres y elaboración
y recopilación de leyes.
Creen en la soberanía de la multitud. Consideran que debe hacerse lo que los más decidan. Es un
concepto cuantitativo del hacer político, pero científicamente no puede probarse que la cantidad sea
igual a la calidad. Es decir, es imposible probar que los más por el solo hecho de ser más tengan
necesariamente la razón.
Pensamos que la sociedad se compone de una minoría de hombres geniales, también de otros tantos
poco dotados y de una mayoría de individuos comunes sin más ni menos genialidad. En consecuencia de
ser esto cierto, las decisiones de la mayoría serían siempre del común de la gente y no de otros.
En general ocurre que las personas con cierta ilustración creen que deben ser gobernadas por los mejores
es decir por los más sabios, en cambio, los individuos que no creen en el saber académico, piensan que
deben ser gobernados por otros iguales a ellos y no por supuestos “superiores”.
13
LA EXPERIENCIA ESTADOUNIDENSE
Lo que hoy conocemos como Estados Unidos de América (EE.UU.) comenzó a formarse
sustancialmente a partir del año 1620 (un siglo y cuarto después de la llegada de los españoles a la
América Central) cuando colonos ingleses cristianos puritanos perseguidos sin trabajo ni vivienda,
decidieron buscar en América un lugar donde conservar su fe, su lengua, inventar un trabajo y forjarse un
porvenir.
“Los mismos pobladores eran los encargados de ejercer en su mayor parte el gobierno de las
colonias”(Cita 4-pág.221).
“Alguien fundaba escuelas; el gobierno establecía las reglas y condiciones. Alguien comerciaba;
el gobierno cobraba aranceles. Alguien fundaba colonias; el gobierno le dictaba normas a las
compañías que las plantaban” (Cita 4-pág.218).
La actividad principal de los colonos fue agro-ganadera; en muchos casos debían pagar con trabajo el
viaje transoceánico a las compañías que ofrecían el servicio, y se trasladaban con toda la familia.-
Con el tiempo se instalaron holandeses, alemanes, escoceses, irlandeses, galeses, suecos, suizos, y
franceses. Sin embargo prevaleció la lengua inglesa.-
“Los colonizadores eran en su mayor parte hombres y mujeres ya hechos, con hábitos arraigados,
acostumbrados a las tradiciones e instituciones de la tierra natal. Llevaban consigo el bagaje de
su civilización sin exclusión de los prejuicios.
El hecho de que un hijo de Tohn Bull se encuentre descontento, no quiere decir que no siga siendo
tan cabalmente un inglés como cualquiera” (Cita 4-pág.229).
Un rasgo característico de los ingleses ha sido el tono quejoso para expresar su disconformidad para con
los errores del gobierno, del mismo modo con que nos identificamos nosotros los argentinos.
Los apellidos británicos (ingleses, escoceses y galeses) llegaban al 77% de la población al poco tiempo
de la independencia. Por esta razón primó el idioma inglés y las leyes inglesas.
Fue un asentamiento fundamentalmente de clase media sin propósitos de retorno a la madre patria sino,
por el contrario, con la intención de hacer una nueva Inglaterra más libre, más tolerante y con más
oportunidades.
“Las condiciones bajo las cuales ha de desenvolverse la vida de los pioneers, trae como
consecuencia una nivelación de los rangos sociales”.
“Un problema de nuestro siglo, aún en comunidades de reciente formación, es el de hallar
suficiente trabajo para dar ocupación a todos. En la América del siglo XVII el problema se
presentaba a la inversa, es decir, faltaban brazos para atender las tareas más indispensables”
(Cita 4-pág.236).
“La idea de que el trabajo no sólo era el destino sino la obligación de todo hijo de Adán, se
convirtió en una tradición americana; tradición que todavía en nuestros días hace que hasta el
mismo millonario, aun el de edad madura, siga concurriendo a su oficina diariamente” (Cita 4-
pág.237).
Sin embargo la democracia estadounidense no fue creada deliberadamente, sino luego de varios otros
diferentes intentos.
Se ensayaron aristocracias, principados, teocracias y hasta una constitución feudal, porque creían como
Calvino que era preferible una aristocracia antes que una monarquía absoluta o la democracia.
“A lo largo de la frontera occidental de la colonia fue surgiendo una nueva raza de hombres
rudos, sencillos, prácticos y democráticos; ... el puritano se estaba transformando en el yanqui , y
puede que su conclusión tenga justificativo en el hecho de que las tierras baratas y la ayuda
mutua crearon una democracia económica que a la larga haría imposible cualquier forma de
aristocracia política” (Cita 4-pág.238).
Con el tiempo perfilaron una cultura que al apoyarse en el esfuerzo personal preferían establecerse en
colectividades donde no se les exigiera rendir tributo ni a Dios ni al “César”.
“Raramente puede achacárseles el ser adulones o serviles con sus gobernadores; por el contrario,
se dirigían a ellos en la forma más descarada y familiar” (Cnel. William Byrd - Cita 4-pág.239).
“¿Cuales son los defectos que le reprocha el mundo? Rudeza, desobediencia, prodigalidad y un
desmedido afán por obtener ventajas materiales; los vicios típicos de todo explorador. ¿Cuáles
son los méritos que el mundo le reconoce? Iniciativa, pujanza, fe en sí mismo y un carácter
inalterable frente a la adversidad; las mismas virtudes del pioneer afortunado. ¿Qué otras
cualidades por sí ni malas ni buenas, pero capaces de convertirse en cualquiera de las dos, les
son atribuidas por lo general? Afición a la vida andariega, inquietud por todo lo que signifique
innovación y experimentación, poca inclinación por las costumbres y tradiciones, un
individualismo crudo, un deleite infantil por los deportes físicos y una admiración hecha culto por
las hazañas espectaculares.
La ley agraria.... eventualmente se orientó hacia la propiedad individual lisa y llana, exenta de
todas limitaciones y formulismos, con entera libertad para vender y testar a voluntad. Con la
implantación de sistemas de catastro más simples la transferencia de las tierras pasaría a ser una
operación tan sencilla como la de cualquier otra propiedad”. (Cita 4-pág-240).-
“El gobierno británico apañó y fomentó deliberadamente, tanto la trata de esclavos como el
sistema de plantaciones por esclavos”. (Cita 4-pág.242).-
“Únicamente el factor económico fue la causa de que casi todos los esclavos se trasladaran a las
colonias del sur. El sistema de pequeñas granjas operante en Nueva Inglaterra (al norte) no era el
más apropiado para el empleo de esclavos ... Tan solo en las grandes plantaciones , donde se
trabajaba en cuadrillas bajo la vigilancia de capataces, la esclavitud llegó a constituir una fuente
directa de lucro” .(Cita 4-pág.243).
“Con la sola excepción de la esclavitud, en casi todos los demás órdenes de la vida, las
fundaciones americanas tendían a nivelar las diferencias de clase. Quizá la verdadera revolución
americana no haya sido la disolución de un nuevo vínculo político entre Gran Bretaña y trece de
sus colonias americanas , sino la metódica y pacífica elucubración de un nuevo orden social, más
liberal y más democrático que el de cualquiera de los países europeos de ese entonces, que tuvo
lugar durante la centuria y media que precediera a la separación”.(Cita 4-pág.244).
Con el paso del tiempo, la educación fue dejando la influencia religiosa y se hizo laica. Desarrollaron y
propagaron la educación pública, al igual que lo hicieron los fundadores de la Argentina Moderna.-
En 1776 se produce la independencia de EE.UU. (trece años antes que la Revolución Francesa y 40
años antes de la nuestra), y con ella se inaugura un nuevo sistema de organización colectiva, el llamado
REPUBLICANO, REPRESENTATIVO y FEDERAL. Republicano porque esta palabra podía
entenderse como sinónimo de Estado, pero también implicaba división de poderes. Representativo
porque no era un sistema de elección directa de los funcionarios como el inventado por los griegos, sino
un mecanismo indirecto, es decir mediante representantes que hablaban por boca de las ex colonias ahora
denominadas Estados Federales (Estados autónomos que en asuntos de interés general acatan decisiones
de un poder central) y que en una gran Confederación decidían entre todos el destino del conjunto de los
estados constitutivos.-
De este modo nacía para el mundo un nuevo sistema que reemplazaba la Monarquía Absoluta .
Un sistema que reemplazaba el Monarca por un Presidente. Un sistema con Senadores y Diputados
representando a los Estados constitutivos y al pueblo respectivamente.
Dos mil doscientos años antes, Grecia había ensayado con bastante éxito y durante 100 años un sistema
que denominó: Democracia.
En 1776 había nacido lo que llamamos hoy: LIBERALISMO POLÍTICO. No fue casual que en el
mismo año se publicara la obra más difundida del LIBERALISMO ECONÓMICO escrita por Adam
Smith: “La Riqueza de las Naciones”. Los liberalismo político y económico se desarrollaron juntos.
El sistema político inventado por los estadounidenses está sustentado en una interpretación de la
palabra LIBERTAD que es significativamente distinta de la que nosotros le atribuimos.
He aquí el significado de la palabra LIBERTAD para los estadounidenses:
LIBERTAD
Consiste en el deseo de no estar atado a ningún poder, ni siquiera al del propio Estado.
Creen en la AUTOSUFICIENCIA y la AUTORREALIZACIÓN. Piensan que para vivir no necesitan de
la tutela ni la caridad del Estado, sino del esfuerzo personal para lograrlo.
No les interesa ser libres para peticionar al Estado, sino para construir su vida sin el Estado.
El Estado en ellos, cumple la función mediadora de evitar que alguien tenga ventajas; no regula la vida
de nadie ni la protege, cada uno queda librado a su propia suerte y al tamaño de su talento.
Como todos deben competir librados a sus méritos personales para alcanzar las metas, las relaciones
interpersonales y la solidaridad se resienten fortaleciendo el individualismo.
Esta forma de vida configura un estilo jerárquico basado en la eficiencia y el talento.
Ellos creen firmemente que para “llegar” es preciso ser eficientes y talentosos.
La democracia política les sirve para garantizar la continuidad de ese estilo de vida que denominamos
LIBERALISMO POLÍTICO; a nosotros para alternar los gobernantes de una democracia sustancialmente
paternalista, organizada según nuestro peculiar orden de méritos: la amistad y la pertenencia al grupo.
Por último, creen que el Estado debe ayudar a los que no tienen recursos. Pero entiéndase bien, a los
que no tienen el recurso del talento para lograr la autorrealización.
Para merecer la ayuda del Estado se debe probar la falta de talento y no la carencia de recursos materiales
que cualquier ocioso puede demostrar.
¿Cómo podríamos resumir su cultura y las reglas de juego que han ideado para preservarla?
EL LIBERALISMO
1) Creen en la libertad es decir, en la autorrealización y autosuficiencia del hombre. Cada uno está
librado a su suerte.
2) La autorrealización y la autosuficiencia sólo son alcanzables con el desarrollo del talento y la
eficiencia.
3) La escala jerárquica de la sociedad se ordena según el talento y la eficiencia.
Un hombre librado a su suerte no tiene más remedio que agudizar su ingenio para sobrevivir. Por esta
razón se tornan rudos, aventureros, arriesgados, individualistas, innovadores, andariegos, imaginativos,
creativos y originales, con un desmedido afán por obtener ventajas materiales, una gran fe en sí mismos y
un carácter inalterable frente a la adversidad.
En este contexto los más talentosos y eficientes alcanzan las mejores posiciones y los menos aceptan
que esta regla de juego es la más apta para su progreso.
Para preservar este sistema de vida, han desarrollado un modo de organización social denominado
LIBERALISMO POLÍTICO que difiere de la democracia política en que mientras en aquel se preserva
la peculiar idea de libertad que sostienen, en ésta los ciudadanos pueden también elegir un sistema
paternalista, autocrático y dirigista.
Con la libertad los hombres tienen permiso para ser distintos según su talento, en la democracia los
hombres son iguales para elegir gobierno.
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UNIDAD N°1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N° 7
CONCEPCIÓN ACTUAL DE LA DEMOCRACIA
Obras consultadas:
a) ALAIN TURAINE - “Qué es la Democracia” , Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1998.
b) JULIO PINTO - “Max Weber actual” , Eudeba, Buenos Aires, 1998.
DIAGNOSTICO
1) La democracia es un combate contra el UNO, contra el poder absoluto, la religión de Estado, la
dictadura del partido o del proletariado. (a)(pág. 250)
2) La abolición del monopolio militar y la instauración de eleciones libres no justifican por sí solas que se
hable de democracia. (a)(pág.265)
5) La democracia es el lugar del diálogo y la comunicación; acerca lo que está separado.(a)(pág. 282)
6) Los propietarios del poder y el dinero se expresan con más eficacia a través de los mecanismos
económicos, administrativos o mediáticos que comandan que bajo la forma del discurso o la
protesta.(a)(pág. 220)
7) El pensamiento democrático está tan lejos de la ideología liberal como de la autoritaria.(a)(pág. 74)
8) "La cultura es un proceso de ensamblado multinacional, una articulación flexible de partes, un montaje
de rasgos que cualquier ciudadano de cualquier país, religión o ideología puede leer y usar... La
globalización supone una interacción funcional de actividades económicas y culturales dispersas, bienes
y servicios generados por un sistema con muchos centros, en el que importa más la velocidad para
recorrer el mundo que las posiciones geográficas...". (García Canclini, Néstor: "Consumidores y
Ciudadanos", Editorial Grijalbo, 1995)
9) ¨Nunca como en el universalizado mundo actual hubo mayores posibilidades de elegir, de cambiar, de
movilizarse, nunca hubo mayor diversidad de opiniones, de creencias, de estilos de vida, de modas, de
formas de comer y de educarse, de comportamientos sexuales... basta con comparar la situación de las
mujeres, de los homosexuales, de las minorías raciales, con lo que era a principios de siglo, aún cuando
todavía haya mucho camino que recorrer¨. (Sebreli, Juan José: ¨El asedio a la modernidad¨, Editorial
Sudamericana, Buenos Aires, 1991)
10) "Debe distinguirse entre ¨injusticia social y ¨exclusión social¨. El mundo tuvo siempre el signo de la
injusticia social, y la idea de superar esa lacra es el más importante componente de la idealidad política de
la humanidad... Un hombre sometido a una ¨injusticia social¨ está, sin embargo, ¨dentro¨ de la sociedad, y
el sistema democrático le proporciona armas para luchar por su reparación...La exclusión social es otra
cosa. Es la situación del hombre que no encuentra lugar en una sociedad que lo excluye de su seno. No le
proporciona trabajo, ni medios de subsistencia, ni perspectiva de futuro.". (Catalán, Juan José: ¨El
contrato en peligro¨, en Diario La Nación, Buenos Aires, 1996).
PROPUESTAS
1) La cultura democrática consiste en transformar lo viejo en nuevo, rechazar la tabla rasa y el despotismo
ilustrado, movilizar a los individuos y las colectividades tales como son, con sus demandas y sus
recuerdos. (a)(pág. 245)
3) Lo que permite la comunicación entre individuos y grupos diferentes no es ni la razón ni el respeto por
la cultura del otro, sino la voluntad de vivir una existencia que no sea únicamente una situación, sino una
acción; la capacidad de reconocer en el otro ese mismo deseo de ser un SUJETO, de decir YO, de
sentirse responsable de si mismo y de aquellos con los que se comparte la vida.(a)(pág. 250)
4) Para crear una sociedad desarrollada y democrática es necesario: un estado capaz de decidir, dirigentes
económicos deseosos de invertir y con capacidad empresaria, y agentes políticos encargados de la
redistribución de los ingresos y de la disminución de las desigualdades. (a)(pág. 259)
6) La democracia no es un mercado político abierto, donde los consumidores pueden hacer la elección de
un candidato.(a)(pág. 278)
7) Cuando tantas voces se regocijan porque el mundo entero ha adoptado el modelo político de la
democracia liberal, es preciso inquietarse por el debilitamiento y la pérdida de sentido de la vida
democrática.(a)(pág. 278)
8) La democracia es necesaria sólo cuando se trata de hacer vivir juntos a individuos y grupos a la vez
semejantes y diferentes. (a)(pág. 281)
10) No basta con reconocer la DIFERENCIA DEL OTRO (Tolerancia) que implica aceptar que no
pertenece a un mismo conjunto social; es preciso aceptarlo distinto y estar dispuesto a VIVIR con él,
DECIDIR con él, COMPARTIR con él.
Por esto cuesta tanto entender a los Chilenos o Tucumanos que están dispuestos a VIVIR con
PINOCHET o BUSSI, DECIDIR con él, COMPARTIR con él.
11) Los hombres no son absolutamente diferentes; hay siempre puntos en común . Sobre estos puntos en
común hay que trabajar los acuerdos y a medida que se solidifican y respetan van surgiendo nuevos
puntos en común que permitirán nuevos acuerdos.
12) La democracia es el reconocimiento del otro como portador de una respuesta diferente a la mía a
interrogantes comunes.(a)(pág. 282)
13) Si la democracia se define más claramente por los enemigos a los que combate que por los principios
que defiende está en peligro. (a)(pág. 284)
14) Los demócratas deben combatir al fanatismo y la normalización ( término usado por la ex URSS para
poner en vereda a Checoeslovaquia).(a) (pág. 284)
15) Una sociedad no es naturalmente democrática; pasa a serlo si la ley y las costumbres corrigen la
desigualdad de los recursos y su concentración.(a)(pág. 285)
democracia, la eliminación del obstáculo fundamental a la democratización. Una vez que esta pretensión
de homogeneizar la sociedad ha sido descartada, se debe, al contrario, reconstruir el campo
político.(a)(pág. 218)
18) La cultura democrática descansa sobre la creencia en la capacidad privada de los individuos y los
grupos de "hacer su vida", pero igualmente sobre el reconocimiento del derecho de los demás a crear y
controlar su propia existencia. (a)(pág. 220)
19) El pasaje del individuo consumidor al individuo sujeto no se opera mediante la simple reflexión, solo
se opera por la democracia.(a)(pág. 220)
20) Muchos piensan que en el momento del despegue es necesaria la dictadura, y que es únicamente al
alcanzar la velocidad de crucero cuando puede interrumpirse el control político del cambio social e
introducirse la democracia, antes de que ésta se convierta en una condición del desarrollo
endógeno.(a)(pág. 230)
22) No se trata de encerrarse en la propia cultura ni diluirse en la de otros. Se trata de aceptar vivir con las
otras culturas.
23) El poder del pueblo no significa para los demócratas que el pueblo se sienta en el trono sino, que ya
no hay trono. (a)(pág. 23)
24) El régimen democrático es la forma de vida política que da la mayor libertad al mayor número, que
protege y reconoce la mayor diversidad posible.(a)(pág. 23)
26) No se trata solo de garantizar la libre elección de los gobernantes lo importante es controlar y
equilibrar a los grupos dirigentes y reemplazarlos de tiempo en tiempo por medios pacíficos como las
elecciones.(a)(pág. 71)
27) La democracia no es hacer al individuo esclavo de la voluntad popular, sino defender al sujeto
personal, creador, imaginativo, innovador contra la opinión dominante, los intereses establecidos y la
tiranía de la mayoría.(a)(pág. 75)
28) La democracia es posible cuando quien posee el poder es concebido como un representante del
pueblo, encargado de aplicar las decisiones de éste, que es el único propietario de la soberanía.(a)(pág.
117)
- Fue un sistema creado para contrarrestar el poder arbitrario y absoluto de las monarquías.
- Es un sistema que intenta la participación de los débiles y menos ricos en el poder político.
-Todo parece indicar que la DEMOCRACIA fue ideada con el objeto de contrarrestar el dominio de la
minoría constituida por los más fuertes, más ricos o más cultos, en la conducción política de la vida
colectiva.
- La democracia intenta aminorar el poder de hecho que detentan los poderosos (los más fuertes, más
ricos o más cultos), sometiéndolos al derecho y a la ética, con el objeto de hacer menos penosa la vida a
los débiles, pobres o ignorantes.
- Para que la democracia se sostenga en el tiempo, necesita ser un sistema de igualdad de hecho y no de
derecho, pero para que ello sea más o menos posible, es preciso eliminar las desigualdades educativas,
económicas y sociales.
- En nuestra realidad práctica, la democracia no es el gobierno del pueblo sino de los políticos.
- La tarea de elegir autoridades no es suficiente para garantizar la vida democrática. También se eligieron
democráticamente dictadores como Rosas, Hitler, Musolini, etc.
- En nosotros, la democracia sólo es un sistema de elección de autoridades, pero como no es fácil elegir a
las personas más apropiadas, debemos lograr que sea un sistema de supervisión y control de autoridades,
que permita la rápida sustitución de los ineficaces.
- ¿En la democracia, realmente gobierna el pueblo?. La tarea de gobernar no consiste en elegir sino en
decidir lo que habrá de hacerse, supervisar y vigilar cómo se hace, y castigar y sustituir prontamente a los
que obran mal. De igual modo, la tarea de un gerente no es la de elegir sus empleados, sino decidir qué y
cómo se hará, supervisar que se cumpla su decisión y castigar y sustituir a los que obran mal.
- Para Rousseau la democracia era un “Sistema donde nadie es suficientemente rico como para comprar a
otro, y ninguno tan pobre como para verse forzado a venderse”.
- Puede haber capitalismo sin democracia, pero hasta ahora no ha existido democracia sin capitalismo.
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UNIDAD N° 1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N° 8
ECONOMÍA Y DEMOCRACIA
Obras consultadas:
a) ALAIN TURAINE - “Qué es la Democracia”, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1998.
b) JULIO PINTO - “Max Weber actual” , Eudeba, Buenos Aires, 1998.
f) MAX WEBER - “Escritos políticos”
DIAGNOSTICO
1) La democracia es verdaderamente una condición necesaria del desarrollo económico y no puede ser
reducida a los aspectos políticos de la liberalización de la economía. (a)(pág. 263)
3) Los países cuya modernización es exógena, están, al contrario, sometidos a un agente exterior
todopoderoso, que tarde o temprano se convierte en un obstáculo tanto para la democracia como para el
desarrollo.(a)(pág. 235)
5) "El estado de bienestar nunca fue universal, llegó a cubrir porcentajes importantes de la población pero
nunca a toda. Aún hoy un 30 % de los varones mayores de 70 años no tienen jubilación o pensión, y un
35 % de las mujeres mayores de 70 años no tienen jubilación o pensión. Siempre quedó un sector
marginado importante." (Isuani, Aldo: ¨La sociedad que nos queda después de la convertibilidad¨ )
PROPUESTA
1) La destrucción del control político e ideológico de la economía es una condición primordial de la
democratización; pero no constituye por sí misma la democracia. (a)(pág.259)
3) La diferencia principal entre los países de Europa del este y América Latina para alcanzar el desarrollo
y la democracia consiste en que los primeros deben crear un nuevo Estado y un empresariado inexistente,
y los segundos deben crear actores sociales y políticos capaces de luchar contra las desigualdades.(a)(pág.
266)
4) En los países en desarrollo, una política puramente liberal no puede producir más que efectos
contrarios a la democracia, porque difunden el modo de vida de los países ricos en la población, pero deja
en exclusión a una parte considerable de marginales que querrían participar como consumidores y
ciudadanos en la vida social.(a) (pág. 267)
6) Los propietarios del poder y el dinero se expresan con más eficacia a través de los mecanismos
económicos, administrativos o mediáticos que comandan que bajo la forma del discurso o la
protesta.(a)(pág. 220)
7) Hay que aceptar la idea de que la democracia corre un gran peligro allí donde el Estado gobierna
directamente la economía. La economía de mercado es verdaderamente una condición necesaria de la
democracia porque limita el poder del Estado.(a)(pág. 227)
8) No hay democracia sin economía de mercado, pero hay muchos países de economía de mercado que no
son democráticos. La economía de mercado es una condición necesaria pero no suficiente de la
democracia.(a)(pág. 228)
11) Una vez realizada la gran transformación, la democracia comenzará las más de las veces por un largo
período de acumulación de capitales y con la capacidad de decisión en manos de una clase o una élite
dirigente.(a)(pág. 233)
12) No hay desarrollo sin gestión abierta de las tensiones entre inversiones y reparto; no hay democracia
sin representación de los intereses sociales y sin preocupación por la sociedad nacional.(a)(pág. 235)
13) Nada autoriza a identificar la democracia con la globalización económica y las estrategias
geoeconómicas de las grandes potencias.(a)(pág. 287)
14) La democracia es amenazada por los regímenes autoritarios que utilizan el liberalismo económico
para prolongar su propio poder.(a)(pág. 288)
15) La democracia para estar viva, debe ir más allá del laisser-faire.(a)(pág. 288)
16) Un proyecto alternativo debe ser el proponer no solo un DESARROLLO ECONOMICO sino también
un DESARROLLO HUMANO.
17) Los resultados de una economía se evalúan por la calidad de los individuos que ésta produce
culturalmente. (b)(pág. 13)
18) " La economía política debe preocuparse ante todo por la CALIDAD DE LOS HOMBRES que son
formados y alimentados por estas condiciones de vida económica y sociales.(f)(pág.16)
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UNIDAD N°1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N° 9
ÉTICA, SUPERVIVENCIA Y COHESIÓN SOCIAL
Obra consultada:
1) EDUARDO GIANNETTI - “¿Vicios privados, beneficios públicos? La ética en la riqueza de las naciones,
Capítulo II, Editorial Paidós, Año 2006.
Según Eduardo Giannetti, un primitivo período moral de la humanidad que él denomina “Neolítico
Moral”, sostenía que había un atraso moral de los hombres con respecto a su progreso científico,
tecnológico y económico. Desde esa perspectiva, el hombre era capaz de crear sofisticados aparatos pero
carecía de la suficiente madurez ética para hacer un uso conveniente de ellos.
“El problema básico es la ausencia de un criterio aceptable que permita jerarquizar las sociedades
humanas de acuerdo con un supuesto grado de avance en el campo de la ética. ¿Existe progreso moral?
Y si existe, ¿cómo sería posible definirlo, verificarlo o medirlo?
La falacia contenida en la tesis del neolítico moral se origina en el intento de hacer extensivo al campo
de la ética un procedimiento que en rigor no se aplica a ella.” El progreso técnico, científico, económico
puede ser bien definido y medido, en cambio en materia moral la cuestión parece muy complicada. No
existe hasta el momento, ninguna alternativa teórica seria, de peso o mínimamente verificable que
incorpore la ética al análisis económico y parece ocurrir algo similar con la organización política de los
pueblos subdesarrollados.
En contraste con esa tesis del neolítico moral, otra afirma la presencia y la importancia de atributos de
naturaleza ética como determinantes de la capacidad de supervivencia comunitaria, de cohesión social y
del desempeño económico de los individuos, empresas y naciones.
El economista indio Amartya Sen se pregunta:
“¿Qué tipo de sistemas de valor hizo que el capitalismo tuviera éxito? ¿Qué papel desempeñaron
algunas virtudes simples como la honestidad, la autenticidad, la honra de las promesas y el
cumplimiento de los contratos?... Sería difícil comprender el éxito particular y el fracaso de
diversos países en la esfera productiva sin introducir variaciones de normas de comportamiento,
Naciones con ciertos tipos de normas sociales fuertes, como Japón, han tenido una ventaja
considerable”.
“¿Qué garantiza la cohesión interna de un agrupamiento humano e impide que se disuelva o degenere
en caos y en guerra?” La respuesta frecuente de la historia de las ideas expresa que el prerrequisito
indispensable es la obediencia de los individuos a ciertas normas de comportamiento sustentadas por
sanciones de aplicación general. Desde esta perspectiva, la conducta moral del hombre tendría antes que
nada un enorme interés práctico para él.
PROTÁGORAS
La teoría de que la moralidad es un factor decisivo de supervivencia y cohesión social tiene profundas
raíces en la filosofía antigua. El mito sobre el origen de la sociedad atribuido a Protágoras (el sofista
contemporáneo de Sócrates) expresaba que la especie humana sobrevivió gracias a su capacidad para la
vida comunitaria, y que ésta, por su parte, sólo fue posible con el desarrollo de las virtudes morales de la
conciencia y de la justicia. Esto es; a la moderación y al freno de las aspiraciones instintivas del
individuo, y a la capacidad de discernimiento ético y una visión compartida de lo que está permitido y de
lo que no lo está desde el punto de vista moral.
“Protágoras argumenta que la conciencia y la justicia son rasgos mentales conquistados a duras penas por
la humanidad a lo largo de la historia, y que precisan ser adquiridas nuevamente por cada generación que
nace, mediante un largo proceso de aprendizaje.
La conducta moral no es un don original como lo es en el mito la habilidad técnica innata del hombre,
sino algo que necesita ser adquirido e inculcado y puede ser corregido. El código penal y el castigo de los
malhechores, sostiene Protágoras, tienen antes que nada un carácter pedagógico. Existen no para vengar
el daño ya hecho, lo que sería irracional, sino para detener y prevenir transgresiones futuras. Los niños -
dice Protágoras- aprenden de su madre, de su padre, de su ama, de su maestro, lo que está bien y lo que
está mal, lo que se puede hacer y lo que no. Este aprendizaje continúa en la escuela y prosigue en la vida
adulta con la presión que ejercen los conciudadanos y los filósofos o pensadores. El aprendizaje de la
justicia y de la conciencia -del respeto a las normas sociales- sería, entonces, muy distinto del proceso de
adquisición de las habilidades técnicas, pero parecido al de la asimilación del lenguaje.
El moralista francés La Rochefoucauld expresaba que para descubrir el patrón de moralidad
socialmente aceptado basta sólo con observar aquello que cada hombre se esfuerza por aparentar que es.
Protágoras y otros filósofos antiguos enfatizaron el valor de supervivencia y cohesión social de la
moralidad.
ARISTÓTELES
En su análisis sobre la formación de la asociación política (polis) la ética tiene un papel preponderante
como factor de unión en la vida comunitaria. Según él, las primeras formas de conexión entre los hombres
(familias, esclavos, grupos de familias) tuvieron como finalidad básica la preservación de la vida, una
mayor seguridad y la satisfacción de necesidades. Con la creación de la polis, el proceso de organización
social alcanza su punto máximo. La polis tiene como finalidad no sólo resolver cuestiones prácticas de
seguridad y producción sino sobre todo, proveer a sus miembros condiciones para que puedan perseguir
fines más elevados y mostrar lo mejor de sí.
Aristóteles considera que “la singularidad del hombre, en comparación con el resto del mundo animal,
reside en que sólo él posee la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto, y de otras cualidades
similares; y es la asociación en una percepción común de esas cosas lo que constituye una familia y una
polis.” Pero la condición básica de existencia de la polis es la ética. Para que la asociación política pueda
surgir y mantenerse es preciso que los hombres compartan una percepción común en el discernimiento de
valores y en la determinación de lo que es justo.
El denominador común es la proposición de que la ingeniosidad técnica no basta. La vida comunitaria
entre los hombres requiere la existencia de creencias morales compartidas y de normas públicamente
aceptadas, demarcando la conducta lícita y la ilícita. Si esos elementos faltan, el orden social no podría
surgir o continuar existiendo. La ética posee por lo tanto, un inestimable valor instrumental, en la medida
en que viabiliza la vida comunitaria e, indirectamente, todos los beneficios prácticos y espirituales que
trae para el hombre.
Aristóteles cree en la importancia científica de las causas finales. Para él, el fin gobierna el curso del
desarrollo en el universo, de allí que cada hombre esté dirigido por el fin. Todo hombre desea vivir la
mejor vida posible; este es el fin que persigue. La polis es el resultado de un “impulso natural” sumado a
un “interés común”, que permite alcanzar el fin.
Protágoras en cambio, no comparte la creencia aristotélica en la importancia de las causas finales.
Piensa que las virtudes de la conciencia y de la justicia, de las cuales depende el orden social, no son
naturales en el hombre; son conquistas arduas y relativamente frágiles. El aprendizaje moral es el
resultado de la necesidad desnuda y cruda de supervivencia en un mundo hostil y refleja la experiencia
amarga del hombre luego de un largo y doloroso proceso de ensayo y error que llevó a la especie al borde
de la extinción.
LUCRECIO
El mismo énfasis en el carácter conflictivo de la creación y manutención del orden social impregna el
argumento desarrollado por Lucrecio en el Libro 5 de De rerum natura.
Divide la evolución de la sociabilidad humana en tres fases cronológicas: el hombre primitivo, la
sociedad prepolítica y la sociedad política. Si la ética hizo posible el pasaje de la primera a la segunda
etapa, fue también la fragilidad de la adhesión a ella lo que ocasionó, a través de un proceso
extremadamente conflictivo, amargo y violento, el surgimiento de la tercera.
Primera etapa
Los hombres primitivos vivían en condiciones precarias. No poseían vestimenta, morada fija, ni siquiera
mantenían vínculos sexuales duraderos. “Llevaban sus vidas de manera errante como las bestias
salvajes”. Completamente aislados entre sí y sólo preocupados por sí mismos, usaban la fuerza para
subsistir por ellos mismos.
Segunda etapa
Con el correr del tiempo y el descubrimiento progresivo de nuevas técnicas de supervivencia (el
dominio del fuego para la defensa y la preparación de los alimentos, la construcción de cabañas y el uso
de pieles de animales para proteger el cuerpo) , los hombres comenzaron a crear vínculos sexuales más
permanentes y establecer relaciones de afecto con sus descendientes. Surgen las familias, y de las
relaciones que se establecen entre ellas, la sociedad prepolítica .
Los vecinos comenzaron a estrechar lazos de amistad entre sí deseosos de no causar injuria ni recibirla,
y así lo recomendaron a los hijos y esposas, dándoles a entender cuán justo era que todos se
compadecieran de los más débiles. Si bien la armonía no podía producirse enteramente, muchos en
cambio permitieron con su actitud que el género humano persistiera en el tiempo.
Es en esta sociedad prepolítica donde la ética aparece como factor de supervivencia y cohesión social.
Está basada en dos normas básicas de conducta: la adhesión espontánea y de buena fe a un acuerdo
recíproco de no agresión y la protección de los miembros más débiles de la comunidad (mujeres y niños).
En esta etapa intermedia y de relativa armonía, las necesidades y la ambición humanas eran limitadas.
Tercera etapa
Con el progreso técnico, las bases de la sociedad prepolítica fueron minadas. Las nuevas posibilidades
de vida y consumo despertaron en los hombres un enorme apetito de riqueza y poder. Surge la propiedad
de las tierras y de los rebaños y se difunde el uso de los metales y del oro como moneda.
Aunque no aclare exactamente de qué forma, Lucrecio afirma que surgen también los primeros
gobernantes (reyes), individuos dotados de excepcional liderazgo, fuerza y sagacidad o grandes
propietarios que dividen sus tierras y rebaños entre los súbditos. Los reyes son temidos y envidiados por
los demás. Con el deseo de superioridad encendido, se generaliza la competencia por el poder, fama y
riqueza entre los hombres. Se rompe el acuerdo moral que sostenía la sociedad prepolítica y comienza el
doloroso proceso de aprendizaje que culmina con la sociedad política. La transición de la sociedad
prepolítica a la política está marcada por la violencia, la anarquía y la inestabilidad. Lucrecio describe una
situación de abierto conflicto entre hombres sin frenos ni inhibiciones.
El rasgo distintivo de la sociedad política de Lucrecio es la existencia de un código de leyes de carácter
compulsorio. La obediencia a las normas de conducta y restricciones legales ya no está garantizada por la
buena fe o por la piedad en relación con los más débiles, sino por un sistema uniforme de puniciones. El
principal freno inhibidor de las transgresiones es el miedo. Miedo al castigo ex ante, y miedo de ser
descubierto y castigado ex post. La religión, cuyo desarrollo es paralelo al de la sociedad política, se basa
también en el miedo al castigo divino y actúa como un refuerzo a la sanción penal en la obediencia a las
normas.
Mientras el orden prepolítico se mantiene sobre la base de lazos de amistad espontánea, el orden
político depende de un código de justicia de carácter compulsivo, sustentado por sanciones penales y
religiosas externas. De este modo la vida comunitaria organizada es una “planta” delicada. La moralidad
es un ingrediente clave, pero frágil. El estado de conflicto, violencia y anarquía está latente.
El problema consiste en descubrir qué es lo que lleva a gran parte de los hombres a una mayor o menor
adhesión al código de justicia vigente y a las virtudes morales.
En la filosofía moderna, la discusión del problema del origen, la naturaleza y firmeza del orden social
se aparta claramente del tratamiento aristotélico y retoma algunos puntos importantes del pensamiento de
Protágoras y Lucrecio. Refleja, antes que nada, las conquistas mismas de la revolución científica del
siglo XVII, que minaron la base conceptual sobre la cual se erguía el edificio aristotélico. Con la llegada
de la ciencia moderna no hay más lugar para la explicación típica del aristotelismo basada en causas
finales y jerarquías naturales. Quedó comprometido el optimismo ético de Aristóteles y su concepción de
lo político.
HOBBES
La cuna del tratamiento moderno del problema del orden social es sin duda la filosofía hobbesiana. El
punto de partida del análisis hobbesiano del problema del orden social es el relativismo moral.
Hobbes niega la posibilidad de conocimiento ético, esto es, de conocimiento seguro y universal sobre lo
que está bien o mal. Piensa que los juicios morales son eminentemente subjetivos y dependen de los
deseos, sentimientos y temperamento de cada uno, pero sugiere una salida: propone que el camino para el
acuerdo ocurrirá por medio de la política, lo que constituye su contribución más característica para la
teoría política.
“En el estado de naturaleza [...] cada hombre es su propio juez, y difiere de los otros con respecto
a los nombres y designaciones de las cosas, y a partir de esas diferencias surgen disputas y se
rompe la paz; era necesario que hubiese una medida común de todas las cosas que podrían
generar controversia; como por ejemplo: qué será llamado correcto, o qué será llamado bien, qué
será llamado virtud, qué mucho, qué poco, qué mío y tuyo [...] Esa medida común, algunos dicen
es la razón recta [...] Pero por lo general, aquellos que invocan la razón recta para decidir
cualquier controversia tienen en mente la suya propia”.
Viendo que la razón recta no existe, la razón de algún hombre u hombres, precisa ocupar el lugar
de ella; y aquel hombre u hombres, es el -o aquellos- que tienen el poder soberano”.
Para Hobbes, “es la autoridad, no la verdad, la que hace la ley”. Las nociones de correcto y errado,
justo e injusto, dependen de la constitución de un poder político soberano.
Pero la pregunta es, ¿qué hizo que los hombres se dispusieran, al final, a dejar de lado su condición
natural, en la cual “cada uno era su propio juez”, para aceptar el orden moral impuesto por el soberano?
La respuesta es: el Miedo.
En Leviatán, Hobbes niega la existencia de un instinto o impulso de sociabilidad innato en el ser
humano. No existe un bien supremo que sea buscado por todos, sino un mal supremo que los hombres
evitan a cualquier precio: la muerte. La solución es la constitución de un poder soberano ante el cual los
hombres abdican de su autogobierno y de sus juicios morales:
“La única manera de constituir tal poder [...] es otorgar todo su poder y fuerza a un hombre, o a
una asamblea de hombres, que pueda someter todas sus voluntades a una única voluntad.”
Hay dos caminos para constituir este poder soberano imagina Hobbes: la vía de la subyugación (por la
fuerza; como cuando un hombre hace que sus hijos se sometan; cuando por medio de la guerra se somete
al vencido) y la vía de la política (el acuerdo; cuando los hombres llegan a un acuerdo entre sí de
someterse a un hombre o a una asamblea de hombres, de forma voluntaria y confiando en que serán
protegidos por él de todos los demás. Hobbes piensa que los pueblos eligen a su soberano no por temor a
él -al soberano- sino por temor a los otros hombres. En consecuencia, en ambos casos, los hombres lo
hacen por miedo.
En el pensamiento de Hobbes, cualquier gobierno es mejor que la ausencia de gobierno. El despotismo,
por peor que sea, es preferible al mal mayor de la anarquía, de la violencia civil generalizada y del miedo
permanente a la muerte violenta. El punto central es el hecho de que la autoridad del poder soberano es,
antes que nada, autoridad moral.
A los que critican su interpretación del “estado de naturaleza” (estado de guerra) Hobbes les propone
observar cómo actúa un hombre cuando sale de viaje:
“Él se arma y trata de ir bien acompañado. Cuando va a dormir, tranca sus puertas. Incluso
cuando está en su casa, cierra sus armarios. Y todo eso cuando sabe que existen leyes y
funcionarios públicos armados para vengar todos los daños que le sean infligidos. ¿Qué opinión
tiene él de otros hombres cuando anda armado; o de sus conciudadanos, cuando tranca sus
puertas; o de sus hijos y empleados domésticos, cuando cierra sus armarios? Pero ninguno de
nosotros acusa a la naturaleza del hombre que hace eso. Los deseos y las demás pasiones de los
hombres no son pecados en sí. Tampoco las acciones que resultan de esas pasiones, hasta que los
hombres sepan de una ley que las prohibe.”
Fue por medio de la filosofía hobbesiana que se afirmó en el pensamiento moderno la imagen de una
sociedad en situación de guerra potencial entre los hombres sin frenos e inhibiciones.
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UNIDAD N°1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N° 10
LA REPÚBLICA ENTRE LO ANTIGUO Y LO MODERNO
Obra consultada:
ATILIO A. BORON (Compilador) - “La filosofía política moderna”,
Capítulo escrito por Liliana A. Demirdjian y Sabrina T. González,
CLACSO-EUDEBA, Buenos Aires, 2000.
REPÚBLICA
Hay dos grandes paradigmas en la tradición occidental: Roma y Estados Unidos.
ROMA
Nace con la expulsión del último rey romano, Tarquino el Soberbio (509 a.C.) . La república es así
fundada a partir de la sustitución del monarca. El gobierno se transformó en “cosa del pueblo” , la res
pública.
En la antigüedad, el concepto de República implicaba estabilidad dentro de un contexto de diversidad.
Su carácter mixto aseguraba estabilidad.
La República no pudo haber nacido en Grecia porque ellos no creían en la diversidad. En ellos el Estado
era todo. Los individuos eran solo parte de un todo denominado Estado. No interesaba la individualidad
sino lo colectivo. El todo.
Roma en cambio, pensó en la posibilidad de integrar lo disímil para lograr un orden. Ellos aceptaron lo
diverso y lo expresaron en sus tres espacios públicos institucionales:
El Consulado
El Senado
El tribunado de la plebe
Creyeron en una lógica de lo heterogéneo que funcionaba más o menos bien en materia de URBE, pero
entró en crisis cuando trataron de organizar en paz el ORBE.
Aristóteles (en su obra La Política) pensó que la armonía de la Polis se lograba con el desarrollo de un
amplio sector medio que distendería la tensión entre ricos y pobres. Encuentra el mejor régimen posible
en la fusión de dos regímenes desviados: oligarquía y democracia. Pero como la desigualdad de fortuna
era para los griegos una cuestión natural, la igualdad fue sólo un atributo del ciudadano que se resolvía en
el ámbito de lo público, pero no presuponía la igualdad material entre los habitantes.
Polibio explicaba que la degeneración de los regímenes de gobierno obedecía al carácter simple de estos,
lo que los llevaba a sempiternos ciclos de unos y otros. Propone como solución, un régimen mixto que
resuelva el dilema de la inestabilidad para lograr el equilibrio.
Pensaba que toda especie de gobierno simple y constituido sobre una sola autoridad era peligroso, porque
fomentaba las causas de su propia destrucción. Para Polibio, la República romana descansaba en un
sistema de derechos balanceados y distribuidos de tal modo que ninguno primaba sobre el otro, esto es: ni
la aristocracia, ni la democracia, ni la monarquía.
Para Cicerón, la República era el gobierno del pueblo, pero entendido este como el agregado humano
que posee un derecho común al servicio de todos a partir de un acto voluntario-racional asociativo.
Cicerón estaba a favor de la forma mixta de gobierno. Consideraba que era el sistema que conjugaba:
1) La fortaleza de la Monarquía.
2) El respeto por la libertad de los mejores, propio de la Aristocracia.
3) La atención de los intereses de todo el pueblo, presente en la Democracia.
ESTADOS UNIDOS
La revolución estadounidense cambió la idea de una república constituida por un pequeño estado con
democracia directa. En El Federalista, se planteaba la separación de magistraturas (que representaban a la
totalidad de la ciudadanía) las que desde diferentes esferas administrativas constituían un orden político
centralizado, con miras a consolidar un Estado hegemónico.
El problema ha resolver era el de construir una república democrática en una nación muy extensa,
evitando la sedición de sus estados componentes, pues, había una larga experiencia histórica que
demostraba que las pequeñas repúblicas griegas o italianas, habían padecido constantes perturbaciones
que desembocaban en revoluciones, tiranía y anarquía.
En la visión estadounidense, las repúblicas grandes permitían que el número de representantes con
facultades de gobierno fuera pequeño aunando un mayor número de ciudadanos con una extensión
territorial más amplia.
Los estadounidenses asociaban la magnitud, a la posibilidad de dispersar los intereses opuestos y al
potencial de desarrollo económico.
Concibieron una república expansiva, que trasladaba sus conflictos hacia la frontera. Una frontera de
apropiación siempre abierta (Antonio Negri, 1994).
MONTESQUIEU
Para evitar los conflictos entre clases, propuso que la legislatura estuviera compuesta de dos cuerpos:
los nobles y los representantes del pueblo.
Cada uno se reuniría en asamblea y deliberaría por separado de la otra y tendrían miras e intereses
separados.
La gran ventaja de los representantes es que tienen capacidad para discutir los asuntos, El pueblo
en cambio, no está preparado para esto, lo que constituye uno de los grandes inconvenientes de la
democracia.
Montesquieu
El Espíritu de las Leyes
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UNIDAD N°1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N°11
CIENCIA POLÍTICA y POLÍTICA
Podríamos afirmar que la “ciencia política” es una actividad intelectual que ha decidido orientar sus
estudios a los principios que constituyen el gobierno de los Estados y sus relaciones con los ciudadanos y
los otros estados.
Tanto la historia como la política reconocen en Heródoto a su padre fundador y de allí que quizá sus
propósitos primigenios hayan parecido comunes aunque confusos y mezclados. A pesar del tiempo,
política e historia siguen siendo la realización exacta o desfigurada de los sueños del hombre.
Hoy distinguimos la Política de la Ciencia Política, como el arte de la ciencia; es decir, entre lo que se
sabe para hacer y lo que se hace para saber, puesto que el hacer es el fin del arte y el saber la finalidad
de la ciencia.
Con el objeto de distinguir estas ocupaciones, hemos denominado político al que hace política, al que
la ejerce y la practica, al que lucha por el poder, y politólogo o politicólogo al que hace ciencia política,
es decir al que estudia los fenómenos políticos.
La palabra política proviene del griego y encierra conceptos como: ciudad, estado, recinto urbano,
comarca, constitución, régimen o sistema, república, poder, mando y obediencia, soberanía, gobierno, y
todas las cuestiones cívicas o concernientes a la ciudad.
La política no significa solamente lucha por el poder, sino también procurar los medios para influirlo,
mantenerlo o modificarlo de manera permanente o transitoria. El arte de gobernar implica también,
conservar el poder.
Consideramos que el poder es el tema central de la política y de la ciencia política, y es precisamente
desde esta cuestión primordial de donde pende todo el andamiaje teórico y doctrinario.
Si es cierto que la preocupación principal del género humano es la felicidad del hombre, la teoría
política permite explicarnos los comportamientos y los acontecimientos humanos referidos al fenómeno
de convertir la voluntad en acto, es decir el fenómeno del poder.
La teoría nos explica los aciertos y los horrores causados a la raza humana tras el ejercicio del poder y
en nombre de esa felicidad perseguida.-
Sólo intervienen en política los hombres atraídos por el poder, es decir aquellos hombres guiados por
una irresistible pasión por plasmar en hechos su entera y absoluta voluntad, pero nada nos garantiza que
esos hombres atraídos por el poder deban ser necesariamente la reserva ética de la civilización, ni los más
talentosos y acertados constructores de las utopías de la felicidad.
La teoría política nos previene sobre este trascendental problema y nos exige ahondar en el
descubrimiento de una doctrina que logre por fin desatar el nudo del vital problema.
Si convenimos en que toda ciencia busca la verdad y la verdad es idea y realidad en íntima y recíproca
necesidad, no podríamos exigirle a la verdad que fuera eternamente buena. La verdad es lo que es; ni
buena ni mala.
Es por ello que ha parecido oportuno reafirmar que la ciencia política indaga sobre la verdad dada su
específica vocación científica, y no sobre lo bueno, que es la ocupación de la ética. Convengamos
entonces en que la ética será exigible a los políticos y a los politólogos pero no a la ciencia política. Serán
las doctrinas políticas las encargadas de formular los caminos éticos en el fenómeno del poder.
Mientras los antiguos griegos dirigían sus investigaciones hacia el buen gobierno que asegure una
buena vida a sus buenos ciudadanos, Maquiavelo dirigió sus investigaciones a lograr un gobierno eficaz.
Todos los sistemas políticos ensayados desde la antigüedad hasta nuestros días y en sus diversas y
singulares manifestaciones y adaptaciones, podrían sintetizarse en dos: los sistemas democráticos y los
sistemas autoritarios.
En el primero, los hombres participan en mayor o menor medida del orden jurídico establecido, y la
voluntad del Estado coincide en mayor o menos medida con la voluntad de los individuos, destacando
como valores la libertad y la persona humana.
En el segundo, al estar constituido por una filosofía del pesimismo y la decepción, no sólo descree de las
cualidades de la naturaleza humana, sino que cree que las única solución es el advenimiento de un jefe
autoritario y sin responsabilidad. Decepcionado de las libertades de la democracia, renuncia a ella y se la
otorga al jefe. Tiene en la actualidad un carácter de reacción contra las fallas de la democracia.
VOCABULARIO:
PODER: Dominio o imperio. Facultad de hecho o de derecho. Capacidad para convertir la voluntad en acto. El poder solo existe
cuando es ejercido
ESTADO: Palabra fundada por Maquiavelo y que Marcel Prelot define como “una forma perfeccionada de la vida colectiva,
surgida de la voluntad y la razón humanas y dirigida a organizar la vida política de los pueblos y asegurar su continuidad”.
Comunidad organizada, autosuficiente y autárquica.
GOBIERNO: En sentido amplio es el conjunto de personas y órganos que realizan las actividades directivas del Estado, abarcando
los tres poderes estén estos separados o unificados.
BIBLIOGRAFÍA:
Marcel Prelot-La Ciencia Política-EUDEBA-7° Edición-1976.
Marcel Prelot-Historia de las Ideas Políticas-LA LEY-1971.
Mario Justo López-Partidos Políticos-Cooperadora de Derecho y Ciencias Sociales-1968.
Segundo V. Linares Quintana-Sistemas de Partidos y Sistemas Políticos-PLUS ULTRA-1976.
J.P.Mayer-Trayectoria del Pensamiento Político-Fdo.de Cultura Económica-1941.
Jean Touchard-Historia de las Ideas Políticas-Editorial TECNOS-1975.-
George Sabine-Historia de la Teoría Política-Fdo.de Cultura Económica-1976.
UNIDAD N°1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N°12
NUESTRO REPUBLICANISMO INDESEADO
En la interpretación de Alberdi, los revolucionarios de mayo no se propusieron instaurar una República,
tampoco el Congreso de julio de 1816. La primera Constitución que habló de República fue la de 1826,
pero no llegó a sancionarse. El gobierno de Rosas tampoco fue republicano, y tan sólo después de su
caída se la instauró con los mismos resultados nefastos de antes: guerra civil, calamidades y atraso.
Nosotros nos hemos dado el nombre de República como nombre propio del país. Para nosotros decir
república es lo mismo que decir país, por lo tanto creemos que si desaparece la república, desaparece el
país. Así como es impropio denominar Monarquía Española a España, de igual modo es impropio
denominar República Argentina a nuestra Argentina. Poner a un país por nombre su forma de gobierno es
un error. Error en el que hemos incurrido deliberadamente por miedo y para evitar caer en la Monarquía.
Pensaba Alberdi que “Los Estado Unidos no han debido su libertad a la república. Ya era libre antes de
ser republicana. nació y se educó libre bajo la corona de Inglaterra. En Estados Unidos, la libertad es
más antigua que la república”. Nosotros en cambio, eramos monárquicos y absolutistas por “naturaleza”,
antes y durante la dominación española.
En las monarquías absolutas no hay desarrollo de la libertad personal, no hay ciudadanos como en la
República sino súbditos es decir, hombres sujetos a la disposición de un rey que piensa y obra por y para
ellos. El sistema de gobierno que conocían y padecían nuestros compatriotas de la época colonial, era
protector, paternal y tutelar. Vivieron un sistema que lo hace todo, sin dejar intervención al pueblo en el
manejo de sus cosas, que gobierna por él, para él, pero sin él.
La elección del sistema de gobierno, no es otra cosa que un acto de discernimiento; depende de las
tradiciones históricas, de las aptitudes y medios y de las necesidades y conveniencias, decía Alberdi.
Afirmaba que el gobierno de si mismo no se adquiere de un día para otro por el sólo hecho de estar
librado a sí mismo, sino mediante una larga educación, y era muy posible que pasaran siglos hasta que
nosotros adquiriéramos ese hábito y la inteligencia de gobernarnos a si mismo.
Desde su visión, gobernarse a si mismo implica educar todas las facultades es decir, la conciencia, la
razón y la voluntad. Conciencia para creer en si mismo, razón para saber observar y juzgar por si mismo
y voluntad para deliberar y elegir sin ayuda.
La Revolución de Mayo fue para lograr el gobierno propio pero no para abolir la monarquía como forma
de gobierno. Se hizo en nombre del principio de autoridad y del deber de obediencia del pueblo a la
autoridad del rey. Por el contrario, la revolución inglesa se hizo en nombre del derecho de resistencia del
pueblo a la autoridad del rey, y la revolución francesa contra el absolutismo, los privilegios de la nobleza
y la Iglesia Católica. El Congreso de Tucumán que proclamó la independencia no proclamó la república
debido a que no la quería, era en realidad monarquista. ¿Por qué llegamos a la República?, porque Europa
no prestó acuerdo a las numerosas iniciativas por coronar un príncipe europeo, y porque una monarquía
nacional -en la conciencia del pueblo- era inaceptable. Esta parece ser la verdadera razón de nuestro
republicanismo.
La adopción de la forma republicana no fue el resultado de la deliberación y libre elección del pueblo, la
adoptamos por carencia de un rey. Un pueblo culturalmente ambientado para la monarquía como
nosotros, quedó de pronto sin monarca y entró en caos. Nos convertimos en una monarquía vacante
gobernada por un regente no legitimado. Las autoridades electas sufrieron el desprecio y la
insubordinación del pueblo porque las sociedades adaptadas por siglos al absolutismo monárquico no
otorgan legitimidad a hombres comunes erigidos de pronto en autoridades. En la mentalidad monárquica
el pueblo acepta y legitima a un representante o autoridad designada por el rey porque cree que este
manda por voluntad de Dios. Cuando carece de rey por muerte o cautiverio, el pueblo puede tomar
circunstancialmente el poder mediante juntas de gobierno hasta tanto se restablezca la autoridad de un rey
pero no por largo tiempo y menos para siempre.
Por esta razón los ensayos republicanos hasta 1853 y aún después, fracasaron por la carencia de
legitimidad de los gobernantes civiles. Para peor de males, la República prevé la renovación periódica de
los gobernantes, lo cual a los ojos de la mentalidad monárquica, significa inestabilidad, falta de
continuidad en la obra y propósitos de gobierno, etc. Un rey es permanente, tiene una interpretación de la
historia, una concepción y una idea a cerca del destino de su reino, por lo cual todos sus actos se orientan
en esa dirección de modo coherente y sostenido en el tiempo; así los súbditos saben a qué atenerse y a
donde se encaminan, porque su destino es prefijado por el rey y depende de su continuidad en el poder.
La República, en cambio, significaba que cada 4 o 6 años, hombres distintos, con distintas
interpretaciones de la historia y objetivos diferentes, o sin nada de ello, ensayaran sus propósitos en tan
corto período de gobierno, destruyendo la obra del anterior, en un interminable comenzar. La República
era así -como hoy- un constante iniciar, sin destino ni objetivos permanentes en el tiempo, un no saber a
qué atenerse colectivo.
Sin embargo, nuestros gobiernos fallan no porque el pueblo sea inobediente e incapaz de gobernarse,
sino porque es obediente y servil, decía Alberdi. Tenemos tanta obediencia a la autoridad, que las
revoluciones han sido casi siempre oficiales es decir, desde algún sector del poder instalado. Somos un
pueblo pasivo y obediente, por eso las revoluciones se hacen sólo cuando intervienen las Fuerzas
Armadas. En nuestra República, las crisis son crónicas porque es ordinario vivir en situación
extraordinaria. Vivir en situación extraordinaria requiere poderes extraordinarios, así los poderes
excepcionales se transforman en poder permanente.
Los catamarqueños somos un pueblo manso, pacífico, no participativo, sin hábitos de selección racional
de autoridades, sin mayor experiencia industrial, científica y tecnológica, y con masas que en general no
disponen de propiedad privada. Carecemos de los atributos que caracterizan a los pueblos liberales y
republicanos. En realidad el problema no está en la República como sistema, sino en nuestra carencia de
un proyecto provincial concreto y explícito, querido y deseado por la mayoría. Desconocemos nuestros
héroes y la historia provincial, porque carecemos de un proyecto local, regional, nacional y continental,
que haga de esos símbolos, personas y hechos, el resultado tangible del proceso de realización que cada
generación ha emprendido en pos del objetivo perseguido, esto es, el proyecto colectivo, el destino
manifiesto que sienten tener todos los pueblos con grandeza.
Carecemos de confianza en nosotros mismos, no tenemos fe en nuestras fuerzas, pero esto ocurre cuando
un pueblo carece de una meta, un destino elegido y deseado libremente. Al no haber destino colectivo,
intereses vitales identificados claramente y una estrategia para protegerlos, los brazos se aflojan y se deja
de luchar, sencillamente porque sólo se lucha por la conquista de objetivos. Ante ello, cada uno trata de
salvarse solo, agudizando el individualismo.
En las monarquías, el proyecto nacional lo elabora y ejecuta el rey, pero un pueblo como eramos y
somos nosotros, no preparado para formular y participar en la elaboración de un proyecto nacional, mal
puede hacerse cargo del poder. Un pueblo que cambia de proyecto cada 4 o 6 años, o no lo tiene nunca,
ensaya sólo funciones de mando sin objetivos legitimados por el pueblo.
La perpetuidad del sistema monárquico le confiere permanencia y consolidación al proyecto nacional,
pero en nosotros la instauración de un republicanismo sin proyecto ha significado la perpetuación de los
males que habíamos padecido con España.
Cuando los pueblos carecen de los atributos republicanos, esto es, gobernarse a si mismo luego de haber
educando la conciencia, la razón y la voluntad: Conciencia para creer en si mismo, Razón para saber
observar y juzgar por si mismo y Voluntad para deliberar y elegir sin ayuda, como decía Alberdi, los
partidos políticos hacen la tarea, pero ella ocurre al revés: los pueblos no eligen un político para concretar
su proyecto, sino que, los políticos eligen un pueblo para plasmar sus propósitos. No son los propósitos
del pueblo los que se concretan, sino, los de los partidos. Por eso nuestros gobernantes son en definitiva
“apellidos” pero nunca investiduras que hacen permanente un mismo proyecto provincial, un destino
colectivo irrenunciable sin cambios ni desvíos.
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UNIDAD N°1
CONCEPTOS INTRODUCTORIOS
TEMA N°13
NUESTRO REPUBLICANISMO VIRTUAL
CONSIDERACIONES
En mis tiempos juveniles, los libros de Educación Democrática en la escuela secundaria y los de
Ciencia Política en la universidad, enseñaban que nuestro país era una república; que el nombre propio
que nuestros mayores habían dado a nuestro país era precisamente República Argentina porque habían
querido que fuera siempre una república y no otra cosa. También se nos enseñaba que la república
democrática era un sistema de organización colectiva inventado para superar las desventuras de un
anterior sistema: la monarquía absoluta.
Los rasgos más notables que diferenciaban ambos sistemas consistían en que mientras el nuestro
consideraba importantísimo la periodicidad de la función pública es decir, la renovación periódica de los
gobernantes, el antiguo sistema defendía el poder vitalicio y hereditario es decir, jefes permanentes que
sólo debían ser sustituidos por parientes. En uno el pueblo elegía en comicios libres a sus gobernantes, en
el otro una familia o un grupo íntimo de allegados decidía y coronaba. Mientras el nuestro propiciaba la
división del Poder en tres ámbitos diferentes, el viejo lo concentraba en la figura del jefe de Estado. En la
república democrática la ley debía surgir de la voluntad del pueblo; en la monarquía, de la voluntad del
jefe.
El viejo sistema defendía el poder vitalicio y es posible que la periodicidad significara a sus ojos,
inestabilidad, falta de continuidad en la obra y propósitos del gobierno; obra y propósitos que significaban
un proyecto, EL PROYECTO; proyecto que solo anidaba en la cabeza del monarca, el jefe. Allí el rey era
el conductor de su pueblo, el que percibía el horizonte, el que trazaba la ruta a seguir. Él tenía una
interpretación de la historia y del mundo, una concepción y una idea a cerca del destino de su reino, de su
pueblo y lo conducía según su voluntad. Gobernaba por el pueblo, para el pueblo pero sin el pueblo.
Esto enseñaban los libros y los maestros, pero la realidad era distinta. A mi generación la educación
formal le enseñaba cuestiones absolutamente distantes de la realidad. Inútiles por inaplicables. Falsas,
engañosas. Mentiras que se desnudaban a diario. No había ninguna relación entre lo que se nos enseñaba
y lo que veíamos y vivíamos.
Nos decían que Argentina era una República, pero desde 1930 militares como Uriburu, Ramírez, Farrel,
Lonardi, Aramburu, Onganía, Levingston, Lanusse y Videla se habían convertido en presidentes sin ser
elegidos por el pueblo. No veíamos el poder dividido en tres, sino concentrado en uno; la renovación
periódica de los gobernantes no existía, pero cuando ocurría, la decidían los militares. La ley no era la
voluntad del pueblo sino la de ellos y sus cómplices. Un coronel afortunado por la providencia y ministro
exitoso de un gobierno de facto, había logrado ser presidente constitucional dos veces seguidas, pero los
que practicaban el método por el cual él había logrado ser Ministro de Trabajo y Previsión y
Vicepresidente de la Nación, lo reemplazaron sin elecciones previas y mediante las armas. Molestaba su
autoritarismo, su populismo, su corporativismo, su concepción hegemónica del poder, pero también su
proteccionismo y su industrialismo. Al breve período Desarrollista que ocurrió tiempo después y que
intentó sostener algunas banderas económicas, industrial y progresistas, también se lo cambió sin
elecciones. Mas tarde, la austera presidencia de un viejito bueno y decente, heredero del partido más viejo
de la República, que en sus comienzos entendió que al poder se llegaba por las armas, también lo
reemplazaron nuestros mayores sin elecciones previas.
Los pocos y breves gobiernos de hombres elegidos no muy libremente por el pueblo, caían
irremediablemente depuestos por los iluminados militares pero no solo por ellos, sino también con el
apoyo y el aplauso sostenido de incontables políticos, civiles y religiosos. Así procedieron muchos de
nuestros mayores, otros permanecieron callados.
Parte importante de mi generación comprendió asombrada que lo que los libros y los maestros decían
era falso, una mentira infinita que ocultaba la realidad. Muchos de nuestros mayores, con su proceder, nos
enseñaron que al poder se llegaba por las armas y no por las urnas; que al poder se lo concentra en una
persona o un grupo corporativo de allegados y que a la Ley la hacen unos pocos y no el pueblo. Así lo
hicieron y como los pueblos y los jóvenes aprenden más de lo que ven que lo que leen cuando leen, por
ello, mi generación, en gran medida, digamos 30.000, solo atinó a usar y repetir el método aprendido. Los
dolorosos sucesos de aquella época no sirvieron por cierto, para la construcción republicana de la Nación.
Se ha dicho con insistencia que a partir de 1983 retornó la democracia en Argentina, pero poco se ha
dicho de la República. El retorno a la democracia parece ser sólo una ilusión, una expresión de deseo más
que una realidad. En realidad, a partir de 1983 comenzó de modo desarticulado y poco claro un régimen
electoral, pero volver a votar, lograr importantes mejoras económicas, conseguir una mayor libertad de
expresión y castigar algunos culpables de los desatinos pasados como no lo ha hecho ningún país de la
tierra con sus connacionales, no es necesariamente un retorno a la Democracia ni la instauración de la
República, aunque produce cierto alivio, descomprime los ánimos exaltados y genera esperanza en
algunos ciudadanos.
Ha pasado el tiempo, y ahora, ya no como joven sino como viejo docente me encuentro con igual
dilema por el que debieron pasar mis maestros de juventud.
La asignatura Educación Democrática ya no se denomina así pero existe en su propósito con otros
nombres. El dilema reside en que tampoco los jóvenes de hoy, como mi generación, pueden encontrar
coincidencias entre lo que ven y lo que se les enseña. Si bien no observan militares apropiándose del
poder por la fuerza como pasaba en mi juventud, no obstante, casi no pueden encontrar coincidencias
entre lo que se les enseña y lo que ven. Esto puede ser peligroso y es insospechado el camino que tomarán
cuando la insatisfacción se torne insoportable, ¿ o acaso ya se pueden percibir manifestaciones de ese
hartazgo?
¿Cómo enseñarles los enunciados republicanos de la periodicidad de la función pública, si los políticos
se obstinan en ser reelegidos y la Constitución provincial permite la reelección indefinida de
gobernador? ¿Cómo insistir con la importancia de la periodicidad republicana si ven sindicalistas,
senadores, diputados, ministros, intendentes, decanos, rectores, instalados eternamente en sus funciones
?
¿Cómo enseñar que en la república democrática los afiliados a los partidos políticos deben elegir en
comicios libres a sus candidatos, cuando la prensa anuncia que los seguidores de algún partido están a
la espera de que el Presidente de la Nación decida el candidato a gobernador o presidente que tendrán y
otros eligen mediante Convención o por “consenso”, ese eufemismo que disfraza la libre elección por la
decisión de un grupo limitado de listas, sectores o allegados?
¿Cómo enseñar la republicana división de poderes, si los políticos se obstinan en tener una legislatura
oficialista y una Justicia servicial y obediente cambiando sus miembros, agregando o quitando según
conveniencia?
¿Cómo enseñar que en la república democrática la Ley debe reflejar la voluntad del pueblo, cuando
nuestros jóvenes ven que las leyes responden a la voluntad del partido gobernante o de su jefe, sin
importar mayormente las objeciones de la minoría, porque las leyes se deciden casi siempre por
matemática de votos y no por acuerdos de mayorías y minorías ?
La República
Tanto la Democracia como la República son construcciones abstractas surgidas de la razón humana.
Son inventos del hombre surgidos de la dolorosa experiencia política acumulada durante siglos, que en
algunos pocos pueblos funciona bien, pero en los mas no tanto.
De las 35 naciones de las tres Américas encontramos una confederación parlamentaria y monárquica
exitosa como Canadá, muchas repúblicas, pocas federativas y solo una de estas últimas funcionando
bastante bien: Estados Unidos, autora del sistema representativo, republicano y federal.
De los 43 países que constituyen Europa, muchos son repúblicas como Finlandia, San Marino, Irlanda,
Italia y Francia, pocos repúblicas federales, y exitosos de estos últimos sólo nos animamos a destacar
Alemania, Austria y Suiza (con Rusia habrá que esperar un tiempo). Allí son mas exitosas las monarquías
constitucionales como Bélgica, Dinamarca, Suecia, España, Holanda, Noruega, Reino Unido,
Liechtenstein, Luxemburgo y Mónaco.
De los 48 países que constituyen Asia, muchos son monarquías, otros tantos repúblicas como China y en
donde Taiwán y Singapur tienen un lugar destacado, pero de sus pocas repúblicas federativas, India, no
puede aún calificarse como exitosa. Solo Japón y los Emiratos Árabes lo han logrado, pero son
monarquías.
En los 14 países de Oceanía encontramos algunas repúblicas pero ninguna federativa. Allí los países
exitosos son monarquía federativa como Australia o parlamentaria como Nueva Zelanda.
En los 53 países de Africa encontramos numerosas repúblicas, pocas monarquías, una república federal
como Etiopía, pero no encontramos ninguna exitosa.
De este rápido panorama surge como conclusión que aproximadamente un 5,45% (396 millones) de la
población mundial (7.272 millones estimados para 2010) ha logrado un sistema representativo,
republicano y federal exitoso, un 4,46% (324 millones) un sistema monárquico parlamentario exitoso, y
solo un 1,76% (128 millones) un sistema republicano exitoso.
Esto indica que nuestro empecinamiento por hacer de nosotros una República Representativa y Federal
no es fácil y de lograrlo nos colocaría en un privilegiado lugar entre las naciones del mundo pues, a gran
parte de ellas no le va tan bien, y son muchas las que padecen hambre, injusticias, autoritarismo y demás
plagas como nosotros, y en donde el PBI por cápita es sumamente exiguo.
Queremos ser exitosos como el escaso 12% de la población mundial y no está mal que así sea. Los
pueblos que ambicionan mucho son los que alcanzan la prosperidad, cuando aplican férreamente toda su
capacidad intelectual y material en la consecución de sus propósitos; los que en cambio esperan que la
providencia natural o divina se apiade de ellos y corra presurosa a beneficiarlos porque sí, están
destinados a permanecer en la postergación y en el atraso. No existen pueblos condenados al éxito como
alguien ha intentado engañarnos; el hombre es un ser falible, condenado al error, pero también busca y se
ocupa. Nada se logra sin esfuerzo; pero el esfuerzo sin recursos humanos capacitados tampoco lo
consigue.
En materia económica y social, en este trabajo reconocemos como exitoso a todo país capaz de generar
un PBI p/cápita mayor de U$S 25.000. Argentina alcanzaba en 2004 U$S 3.580 y Catamarca un PBG
(Constante) de U$S 2.075. Para ser exitosos como Luxemburgo debiéramos lograr un PBI p/cápita de
U$S 55.600, y para ser como EE.UU, U$S 41.800. Claro que en ellos no todo es cuestión de PBI alto,
también es alto el alfabetismo (95-100%), alto el ingreso p/cápita (Luxemburgo: U$S 44.000), muy baja
la desocupación (5%), y tienen buenos resultados en otros indicadores como: Salud, Gasto Público Social,
Acceso a la Educación, Uso de Energía, Población Activa, etc.
Encarar esta tarea es muy difícil y requiere gran racionalidad y precisión en lo que se hace, entre
otras cosas. La Democracia Representativa que aún no tenemos consiste en una construcción racional
que requiere un inmenso esfuerzo intelectual, político, cultural, tecnológico, científico y económico, y que
de no cometer mayores errores es posible que sea contemplado y disfrutado por las generaciones futuras
pero no por nosotros. ¿Tenemos disposición para ello?
Representatividad
Cuando los griegos inventaron la acuñación de moneda (alrededor del año 700 a.C.), produjeron una
significativa transformación económica que dio paulatino nacimiento a una importante clase media
enriquecida con el comercio y la industria, que privada de sus derechos políticos reclamó su participación
en la cosa pública y dio nacimiento al sistema timocrático de gobierno, es decir, al gobierno de los
hombres según el monto de sus ingresos, su fortuna personal y su contribución al erario público, que más
tarde desembocó en la Democracia. Este sistema descubrió que los que contribuyen con su peculio a
financiar todos los gastos de la sociedad, tienen derecho a establecer el monto que habrá que acumular, la
cantidad que se gastará y en qué se gastará. También Inglaterra y EE.UU. progresaron políticamente
cuando el mejoramiento económico permitió el desarrollo de una importante clase comercial y productora
que decidió participar en la cosa pública.
Las democracias duraderas parecen haber derivado casi siempre de timocracias, esto es, hombres
prósperos convertidos en representantes del pueblo que no buscaban en el Parlamento una fuente de
recursos económicos (dietas o sueldos) para mejorar su nivel de vida, sino un medio legal para cuidar su
riqueza ya existente, frente al probable gasto indiscriminado de los funcionarios de Estado, todos los
cuales debían ser sostenidos con sus contribuciones. Al parecer, la Democracia representativa inglesa y
estadounidense surgió posiblemente como consecuencia del desarrollo de una sociedad de clases donde el
ascenso económico era posible para muchos, y los más afortunados cargaban con el mayor peso del
¿Cómo explicar que el sistema representativo que tenemos no responde a la evidencia histórica, no
cumple los requisitos por los cuales nació en los pueblos que lo crearon y opera como una institución
que hace leyes que algunas veces no se reglamentan y administra dineros ajenos sujetos al arbitrio de
algunos?
El gobierno provincial en realidad vive fundamental y necesariamente desde hace muchos años de los
aportes del tesoro nacional y de los impuestos coparticipables que el gobierno nacional de turno decide
enviarnos según nuestra mayor o menor obediencia debida al poder central. Estas dos cuestiones, la
escasa recaudación provincial (alrededor del 10% del Presupuesto provincial) y los dineros enviados por
la Nación (aproximadamente el 90%) y últimamente los ingresos provenientes de la explotación minera,
contribuyen a sustentar la idea que nuestros legisladores administran dineros vistos como ajenos y sin
incidencia patrimonial local. Es natural y humano que el dinero que viene de arriba se gaste sin control,
en cambio se cuide escrupulosamente el que cuesta generar.
El Parlamento en la Democracia Representativa -sistema que no fue de nuestra invención- obedece a las
necesidades de organización política de pueblos distintos a nosotros. Allí cumple la función de dique de
contención a los desbordes del poder ejecutivo, controla sus actos y los de sus funcionarios, y se encarga
de las leyes con el fin de evitar el gobierno autoritario de los decretos de necesidad y urgencia y de
orientar el destino colectivo. En la Democracia Representativa, el pueblo no es el gobernado, sino el
gobernante. El Poder Ejecutivo no reina como un monarca absoluto, sino que administra y ejecuta las
leyes que el parlamento elabora para la prosperidad y felicidad de todos, respondiendo a la necesidad
colectiva. Nuestro parlamento en cambio, copia la forma pero no el propósito. El sistema imperante en
nosotros, no es el gobierno del pueblo como ocurrió mas o menos en Grecia o Inglaterra sino, el gobierno
de los políticos. Así nació en Estados Unidos y se propagó en nosotros los latinoamericanos.
El sistema de organización política que hemos adoptado no es representativo-republicano sino
partidocrático debido a que los funcionarios electos no representan la voluntad del pueblo, sino la del
partido. La disciplina partidaria en la vida legislativa hace que los legisladores, en muchos casos, no sean
representantes del pueblo ni de sus departamentos de origen, sino representantes del partido o de su jefe.
El voto en Catamarca y Argentina, no es un instrumento para elegir y controlar, sino un certificado de
adhesión, un aval para los elegidos. El voto no otorga libertad al elector, lo encadena al elegido.
El Artículo N° 242 de la Constitución provincial establece que los representantes parlamentarios o
deliberantes (legisladores o concejales) emanan del pueblo, pero que los partidos políticos a los que
pertenecen pueden disponer el cese de sus funciones cuando violen principios fundamentales o la
plataforma electoral partidaria. Es decir, el pueblo los elige, pero los elegidos no representan al electorado
(el pueblo) sino los partidos políticos a los que pertenecen. De esta manera queda claro que los senadores,
por ejemplo, no representan los intereses de los departamentos que los eligen sino los principios del
partido, su plataforma o el “proyecto” del caudillo, y de igual modo los diputados tampoco representan la
voluntad de los ciudadanos en sus necesidades e intereses colectivos, sino los postulados del partido. En
consecuencia, no hay en nuestro sistema constitucional un genuino cuerpo de representantes del pueblo y
de los departamentos sino, representantes de partidos o alianzas políticas, salvo la calidad de
independiente estatuido en el Art. N° 243. El sistema vigente es doblemente representativo: Los partidos
políticos sustituyen al pueblo, y los caudillos de los partidos políticos a sus afiliados.
El criterio formal vigente considera justo y necesario establecer una relación proporcional entre el número
de diputados y el de habitantes de tal suerte que por una cantidad determinada y siempre arbitraria de
habitantes haya un diputado con lo que se considera que la fuerza electoral del voto de cada ciudadano es
idéntica (principio de igualdad del voto).
En realidad, no existe ninguna razón científica que demuestre que tal o cual cantidad de personas puede
estar mejor representada por un diputado. El mejor sistema es aquel que carece de representantes es decir,
la democracia directa, en donde cada ciudadano se representa a sí mismo, pero en los tiempos modernos
todavía hay quienes afirman que es de imposible aplicación, a pesar de que con los progresos de la
cibernética y las comunicaciones es evidente que podría decidir por sí, sin necesidad de acudir a
intermediarios.
Cultura
La creencia de que se puede transformar un pueblo cambiando sólo sus instituciones es muy arraigada y
de larga data, por esta razón Alberdi habló en su tiempo de nuestra “República posible”, y así la propuso
en sus Bases.
¿Cómo explicar que esta Democracia Representativa que decimos tener pero que no tenemos, requiere
necesariamente un significativo cambio cultural esto es, que implique las costumbres ciudadanas, los
comportamientos políticos y de las instituciones?
La construcción de un importante predio ferial del que carecíamos para mostrarnos a nosotros mismos y
a los que nos visitan lo que tenemos y lo que somos capaces de hacer, nos ha señalado la eterna
improvisación que padecemos. La urgencia por mostrarlo como obra gubernativa, hizo decir a los
responsables de su construcción que habían cumplido con lo prometido terminando el predio ferial para la
fecha fijada, pero no pudieron negar que faltaban núcleos sanitarios, parquización, playas de
estacionamiento, iluminación, senderos, veredas perimetrales, naves para restaurantes y especialmente
para la industria local que participó mínimamente en la muestra.
Esperar la presencia de público al acto protocolar de asunción de un funcionario comunal para recién allí
anunciar la suspensión de la ceremonia por falta de aceptación de la designación por parte del
involucrado, también muestra no solo improvisación sino falta de seriedad y consideración cívica.
¿Cómo enseñar que vamos hacia un país exitoso que requiere organización, planificación, orden
escrupuloso de prioridades, cumplimiento fiel de pautas y detalles, si nuestros chicos ven que cuando
inauguramos escuelas, establecimientos públicos de diversa índole u organizamos actos patrióticos o de
cualquier tipo, nunca se cumplen horarios, siempre falta algo y no sólo detalles, en un eterno improvisar
con excusas, justificaciones, remedios y parches de ocasión? ¿Cómo explicar que en nuestras vidas -
incluida la de los maestros y funcionarios- siempre predomina la regla del masomenos y el asinomás?
Quizá por esta razón y como nuestras realizaciones son casi siempre probables e imprevisibles, a
nuestros actos, espectáculos o ceremonias los denominamos EVENTOS es decir, acontecimientos o
sucesos de realización incierta o contingente.
Cultura económica
Nosotros, en Catamarca, creemos que somos enormemente ricos porque nuestro suelo posee inmensas
riquezas subterráneas y no entendemos la contradicción de ser pobres a pesar de esas riquezas. En
realidad no comprendemos que la riqueza no consiste en tenerla bajo tierra sino en saber extraerla y
aprovecharla técnica y científicamente para fines útiles. Vemos con fastidio que los que saben extraerla y
aprovecharla se benefician enormemente, en cambio nosotros, que poseemos esos recursos sólo por el
azar de la divina providencia no participamos de igual fortuna. No entendemos que cuando los pueblos no
progresan en ciencia y tecnología, no prosperan económicamente. No entendemos que la riqueza no la
proporcionan las materias primas sino la capacitación humana necesaria para hacerla útil.
¿Cómo explicar que la vida buena que pretendemos para todos se logra con mucho esfuerzo, trabajando
denodadamente, estudiando, investigando, usando la ciencia y la tecnología, ahorrando e invirtiendo
productivamente esos ahorros, cuando la escasez de capitales y mercado hace que provincias como
Catamarca debamos consumir irremediablemente la televisión de Buenos Aires para ver incontables
programas de entretenimiento y reparto de premios o dinero imposibles de soñar en nuestra provincia
sólo por adivinar una respuesta, lograr una llamada telefónica, cortar una manzana, contestar una
pregunta obvia y contemplar los desmesurados ingresos y las vacías opiniones de una multitud de
exhibidores de frivolidad?
La Democracia
¿Por qué decimos que es equivocado pensar que en 1983 retornó la Democracia y que un
desarticulado y poco claro régimen electoral, libertad de expresión, mejoramiento económico, castigo
para algunos culpables y volver a votar no constituyen Democracia? Reducir la Democracia al acto
electoral es privarla de su contenido más importante y sustancial: la voluntad de vivir con otros, pero no
de los otros ni para los otros.
“La Democracia no es una forma de gobierno” afirmaba Alberdi, y por esa razón puede haber
monarquías democráticas y repúblicas democráticas. La Democracia se caracteriza por la soberanía
popular y la igualdad de condiciones de cada uno. La Democracia es una forma de vida nacida de la
voluntad y la razón humanas, dirigida a posibilitar una mejor vida colectiva previo reconocimiento de los
otros como iguales a uno. El gobierno del pueblo implica aceptar una igual condición en todos y cada uno
de los integrantes de la sociedad para decidir en conjunto el destino común, pero como sabemos que esto
no es cierto es decir, que los hombres sean naturalmente iguales cuando es evidente que no lo son ni en
inteligencia, ni en belleza, ni en sentimientos, ni en fuerza muscular, ni en patrimonio económico, ni en
creencias religiosas, ni en muchas otras cosas más, no puede ser otra que racional la decisión de exigirnos
cada uno el respeto y reconocimiento de los otros, a pesar de esas diferencias evidentes. ¿Por qué
hacerlo? para disminuir en lo posible el conflicto y hacer la vida de todos mas llevadera y evitar matarnos.
Este esforzarse por vivir con otros distintos, consiste en sofrenar los impulsos individualistas y exige la
idea de reconocerles igual derecho a la integridad y la felicidad con el objeto que me lo reconozcan a mí.
De este modo, la responsabilidad moral proviene del reconocimiento de la humanidad del otro y de una
terquedad empecinada invariablemente en lo que no puede ni debe cambiar.
A veces el sujeto debe aceptar limitaciones a sus deseos inmediatos y hasta imponerse sacrificios, pero
siempre en razón de buscar el interés que le parece más alto debido a su amor propio. Es el grupo humano
al que pertenecemos el que nos propone o impone valores que nosotros adoptamos o rechazamos, y que
cuando están social o políticamente aprobados se codifican en normas y leyes a las que algunos podrán
prestar conformidad o no, pero que son sentimientos de obligación y responsabilidad que constituyen la
conciencia del hombre. La ética es un factor de cohesión social. La ética se ocupa de lo que se considera
que está bien y lo que está mal; la ética separa lo deseado de lo deseable. Cuando una sociedad tiene una
visión compartida de lo que está permitido y de lo que no, puede coincidir en los objetivos y alcanzarlos.
En esto se basa la Democracia y en ella los hombres acuerdan lo que está bien hacer y lo que no. Basta
que un sector importante de ella no acepte como correcto ese hacer bien o mal acordado o lo infrinja
deliberadamente, para que la Democracia entre en crisis, y es esto lo que nos pasa.
¿Qué garantiza la cohesión interna de una sociedad e impide que se disuelva o termine en caos? la
obediencia de sus integrantes a ciertas normas de comportamiento munidas de sanciones de aplicación
general.
Los hombres en general obran por imitación como el rebaño es decir, se identifican con lo que los
padres hacen, con lo que los maestros hacen, con lo que los dirigentes hacen y con lo que la mayoría hace
y así adhieren a normas de conducta sólo por el ejemplo que inspiran los muchos que las cumplen y para
conquistar su opinión favorable.
¿Pero, qué sucede con nosotros? Sucede que una buena parte de nuestra ciudadanía demuestra con sus
hechos y no tanto con sus dichos, que no está dispuesta a cumplir los acuerdos que establecidos allá en el
tiempo fundacional no han sido renovados en los últimos años, en el presente ni en el pasado mediato.
Cuando los modelos de lo correcto y lo equivocado entran en confusión, cuando los encargados de dar el
ejemplo y hacerlos cumplir también los confunden (los maestros, los empleadores, los funcionarios
políticos, los representantes del pueblo, los jueces y los partidos políticos), muchos deciden no reconocer
las normas acordadas antiguamente y la ciudadanía queda liberada de cumplir los acuerdos porque siente
la sensación de desprotección frente a los demás. El bien termina siendo solo lo que es bueno para el
grupo y así se refugia en la familia y los amigos, que son los únicos con los cuales puede lograr acuerdos
de convivencia pacífica. Así nace el familismo y el amiguismo que nos caracteriza.
Cuando se crea una atmósfera generalizada de ansiedad, sospecha y resentimiento, las personas
aprovechan en beneficio propio toda oportunidad que ofrezca la suerte o el descuido ajeno. En ese tipo de
sociedad, que es la nuestra, se piensa que cada uno está preparado para engañar a cualquiera y se termina
con una doble actitud frente a la vida: una se colma de decires que no hacemos y otra de haceres que no
decimos, simulando creer lo que en realidad no creemos y callando lo que aborrecemos. Así, muchos
políticos prometen lo que nunca cumplen y hacen lo que nunca anuncian; los estudiantes simulan
aprender, los docentes simulan enseñar, los jueces simulan aplicar el derecho, los legisladores simulan
representar la voluntad popular y el pueblo, en general, simula cumplir con las leyes, las ordenanzas y los
impuestos.
¿Qué hacer cuando esto ocurre?
El siglo XVII fue una etapa de la historia inglesa teñida de políticos corrompidos en una sociedad
igualmente desquiciada por su baja moralidad. Allí, la política se tornó un juego de azar atractivo, que
con suerte y pericia podía ofrecer riqueza, honores y poder. Ese estado de corrupción colectivo y
especialmente político de esa época se debía a la falta de fe en una doctrina o causa alguna para alcanzar
la felicidad colectiva y el ver derrumbarse de continuo tantas tradiciones que dejaban de inspirar respeto y
el descrédito de instituciones en las que se depositaban grandes esperanzas. ¿No será este un doloroso
espejo histórico donde ver nuestras actuales miserias y gravedad extrema en la política argentina?
La revolución gloriosa de 1688, como los ingleses acostumbraron llamarla por mucho tiempo, fue la
última revolución que conociera Inglaterra.
Como no prosperó la Monarquía Absoluta ni la República, entonces idearon una Monarquía
Constitucional o Parlamentaria que consistía en una combinación de las dos. Mientras el antiguo sistema
político inglés apelaba a la fuerza para cambiar sus reyes y así contrarrestar los efectos de las tiranías y las
malas administraciones, el nuevo sistema político inglés que nació tras la Revolución Gloriosa de 1688
desarrolló un nuevo concepto de frenos constitucionales que consistió en observar con celo y vigilancia
todo indicio de infracción, no consintiendo jamás que la irregularidad mas inofensiva quedara sin castigo
ni corrección a fin de evitar que adquirieran entidad y proporciones de precedente. Comprendieron el
peligro que corren las libertades y los derechos de los pueblos cuando dejan pasar indiferentes la menor
falta de sus funcionarios. Esto es lo que debiéramos aprender nosotros. El pueblo no sólo debe creer sino
comprobar que el gobierno puede ser investigado y los responsables de delitos severamente castigados. Si
esto no ocurre, se pierde la confianza en el Estado y el gobierno, y se los termina viendo como enemigos.
Quizá convenga ensayar la puesta en práctica del concepto de periodicidad de la función pública como
punto de partida pero no como solución integral.
Periodicidad de la función
¿Por qué afirmamos que en el republicanismo es sumamente importante la periodicidad de la función
pública es decir, la renovación periódica de los gobernantes? Porque la política no se ocupa del bien
común sino principalmente del Poder. Porque el Poder enamora. Porque crea costumbre. Porque cuando
se llega a tenerlo no se lo quiere perder.
El Poder es la fuerza o imperio para hacer o mandar hacer una cosa, capacidad para convertir la
voluntad en acto y es este hecho el que rige la acción de todos los hombres y sobre todo cuando mandan.
Cuando lo hacen, sus actos están dirigidos a cumplir y satisfacer su voluntad. Este hacer, esta voluntad de
obrar de los políticos entraña el siempre latente peligro de ausencia de valores y límites éticos.
Cuando un político ejerce el poder, la ciudadanía puede gozar satisfacciones o padecer infortunios. Todo
dependerá de la ética que rija no en la política, sino en el político que manda es decir, lo que vea impropio
de él, lo que le resulte indigno de su persona, intolerable, insoportable; pero también de la ética de la
obediencia debida de los que lo secundan y de la fortaleza del pueblo para aceptar, soportar o revelarse.
El problema fundamental de la política no es el hacer del que manda, sino, el evitar que ese hacer sea
inconveniente o indeseado para los mandados.
La periodicidad permite que un nuevo gobernante revise lo actuado por el anterior, corrija los errores y
castigue los desatinos. La perpetuidad de la función pública impide esta revisión. Se lo justifica con el
pretexto de la necesaria continuidad del proyecto, igual que en la monarquía absoluta. Se lo justifica
también, diciendo que los gobiernos buenos merecen continuar, olvidando que todos los gobiernos son
buenos cuando se aplican los mecanismos previstos para controlarlos o desalojarlos del poder. Pero hay
otras ventajas insospechadas que depara la periodicidad.
Cuando ella ocurre, los partidos deben preparar continuamente líderes para sustituir al anterior
eliminando así el poder vitalicio y hereditario de jefes permanentes que sólo son sustituidos por parientes
o miembros del grupo o caudillos que apoltronados como monarcas impiden su sucesión. Los militantes
sienten que pueden hacer carrera en el partido y se preparan para llegar. Desaparece el recurso del
“consenso” o del “Congreso partidario” para burlar la voluntad general expresada en el voto. El proyecto
nacional deja de ser el de un iluminado caudillo para forzar a los partidos a concertar entre ellos un plan
para todos fijando su acción en la tarea de celosos custodios del cumplimiento del proyecto, haciendo
contralor ético y administrativo de los que gobiernan, comprendiendo que los partidos políticos pueden y
deben discrepar en los modos de concretar el objetivo, no en el objetivo. La idea de oposición
constructiva recupera su finalidad y así toda oposición deja de ser vista como un estorbo, un escollo
intolerable, un enemigo terrible al que es preciso destruir y desaparece la “ideocracia”, que es la
dominación totalitaria de una verdad ideológica impuesta por un líder o un partido. La república requiere
un único proyecto de país pero varias corrientes de opinión para idearlo y controlar su cumplimiento.
En las elecciones de marzo de 2007, el frente ganador estaba constituido por 20 partidos, el ubicado en
segundo término por 9, y en los puestos siguientes se encolumnaban 7 partidos más, incluso un Frente
¡constituido por un sólo partido! A su vez, los partidos principales de los frentes, contaban cada uno con
más de cinco listas internas, algunas irreconciliables, con lo cual llegaríamos a sumar increíblemente casi
medio centenar de ideologías, corrientes de opinión, interpretaciones de la realidad y proyectos
municipales o de provincia.
Los Partidos políticos han nacido para representar la voluntad ideológica del pueblo, esto es, para
proponer a la ciudadanía una interpretación de la historia y del mundo, el lugar que se quiere ocupar en el
en materia económica, cultural y política, y el modo en que la participación activa de la sociedad habrá de
colaborar en la construcción de su destino. ¿Hay el Catamarca 50 ideologías distintas?
Los jóvenes observan que sus mayores han optado por el camino más fácil, ni siquiera un conjunto de
principios básicos, solo un paquete de promesas sin estructura ideológica coherente para llegar al poder.
Los dos grandes partidos ya no tienen ideología, carecen de ella. En los últimos cuarenta años han pasado
de principista-constitucionalista e industrialista-proteccionista a neoliberales dependientes. Hoy el trozo
de un partido intenta un retorno al modelo productivista-industrial.
Conclusión
Pero no todo ha sido generar riqueza, ciencia y tecnología en los pueblos exitosos; también intervino la
honestidad, la autenticidad, el cumplimiento de la palabra y los contratos es decir, normas de
comportamiento cívico y democrático.
¿Qué podemos hacer los docentes para evitar repetir las contingencias del pasado? creo que los docentes
debemos encarar la formación moral y cívica de nuestros jóvenes enseñándoles a comparar la realidad
con los postulados de la teoría. Esto es, no enseñar la teoría como objetivo fundamental, sino la realidad y
sus desfasajes con la teoría. No debemos ser los docentes cómplices de los desatinos de un largo proyecto
principesco y absolutista.
La República que nosotros queremos instituir requiere ser comparada con la monarquía absoluta que fue
el sistema político que intentó suplantar, para por contrastes detectar sus ventajas y conveniencias.
Un sistema educativo que no se aplique fuertemente a desarrollar la razón en nuestros hijos no logrará
despertar el entusiasmo por la Democracia y la República pues, ambas son un modo razonado y abstracto
de organizar la vida colectiva. Una gestión educativa que no se aplique a despertar en nuestros chicos la
aptitud racional de observar la realidad y contrastarla con los contenidos teóricos y doctrinarios que ellos
mismos deben ser capaces de formular, posiblemente no permitirá vivir en democracia ni arribar a la
República. Mientras se piense que la riqueza es lo que la naturaleza brinda espontáneamente y no el
esfuerzo humano por transformarla y hacerla útil al hombre, persistirá nuestra pobreza material.
Mientras la ciudadanía se pregunte desconcertada cuántas violaciones debe perpetrar un depravado para
ser detenido sólo por algún tiempo; mientras se proteja con custodia y chaleco antibalas a los victimarios
y se desampare a las víctimas que desaparecen impunemente en la calle; mientras sea posible conducir
alcoholizado, matar motociclistas y sólo ser penalizado con la prohibición temporal de conducir; mientras
ocurra todo esto y mucho más, no habrá pacto ni paz social.
Observar con celo y vigilancia todo indicio de infracción, no consintiendo jamás que la irregularidad mas
inofensiva quede sin castigo ni corrección a fin de evitar que adquieran entidad y proporciones de
precedente. Comprender el peligro que corren las libertades y los derechos de los pueblos cuando dejan
pasar indiferentes la menor falta de sus funcionarios. Esto es lo que podríamos hacer.
***
(*) Raúl Edgardo Caro, es licenciado en Ciencia Política, Investigador, Secretario Académico de la Universidad Nacional de
Catamarca y Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la misma Universidad, ex
Subsecretario de Cultura de la provincia de Catamarca, conferencista, ensayista y autor de varios libros referidos a la cultura y el
pensamiento económico, político y social.
INSTITUCIONES POLÍTICAS
Universidad Nacional De Catamarca
Facultad de Ciencias Económicas y de Administración
Licenciatura en Gestión Pública
UNIDAD N°2
INSTITUCIONES POLÍTICAS
TEMA N°1
EL ESTADO
Obra consultada:
d) HORACIO SANGUINETTI - “Introducción al conocimiento de la sociedad y el Estado”, segunda parte denominada
“Instituciones políticas” - Eudeba - 1985.
“Cierta expresión amplia y comprensiva denomina Estado a todas las formas históricas de convivencia
social, lo cual, sin duda, parece exagerado. Las formas primitivas de convivencia son solamente
antecedentes del Estado. El Estado, en efecto, es una creación moderna y no podemos estar seguros de su
supervivencia.
En los tiempos prehistóricos surgió la horda, como primer aglutinamiento social, todavía inorgánico y
nacido espontáneamente para satisfacer necesidades primarias. En un lento proceso la horda se transforma
en clan, grupo aún poco numeroso, pero ahora establecido bajo la autoridad de un jefe. Normalmente este
era el más apto para velar por las urgencias primarias del grupo, el guerrero más fuerte o el cazador más
hábil. El factor religioso y mitológico afirmaba la autoridad del jefe del clan, identificado con un tótem
protector (un animal, una planta, un objeto o elemento propio del lugar que caracterizaba al grupo y era
una especie de deidad protectora).
a) Antecedentes históricos. Una de las explicaciones histórico-racionales del origen del Estado es el
belicismo de los pueblos primitivos. La rapacidad inicial de los grupos nómadas, se convirtió en
sedentarismo cuando se convirtieron en pastores. Tales grupos se fueron unificando generalmente por
sometimiento al más fuerte. Surgió la esclavitud. Los mecanismos de dominación se hicieron más sutiles
en la medida que fueron advirtiendo que el enemigo esclavizado era más útil que el enemigo muerto y en
la sociedad van surgiendo jerarquías y categorías. El factor económico tiene peso en esta evolución;
comienzan las transacciones, los cambios, los mercados. Los clanes agrupados forman tribus y surge así la
monarquía teocrática. El Rey -mandatario del Dios y a veces Dios mismo- es asistido por una casta
sacerdotal o por la gerontocracia que exaltaba la prudencia de los ancianos y pasa a encabezar los
primeros Estados.
Los “códigos” primitivos como los de Hamurabi en Babilonia, o de Manú en la India, son vastos intentos
de ordenamiento de la vida colectiva. En ellos ya surge la norma jurídica, que alcanza su
perfeccionamiento con el sistema romano.
Pero la voz “estado” adquiere su significación moderna mucho más tarde. Proviene del latín status, que
indicaba algo así como la jerarquía o la situación de cada persona en el seno de la familia o la sociedad.
Para la institución política, para la organización perfecta, autónoma o soberana se preferían otros términos
como “ciudad”, polis o civitas. En Francia, a las postrimerías de la Edad Media, aparecieron los Estados
Generales, donde la palabra estado seguía significando estamento social (nobleza, clero, estado llano)
apuntando a la ubicación social de las personas.
Es Maquiavelo quien impone el uso de la palabra estado en la literatura política. Así surge la idea del
Estado moderno con las monarquías absolutas de los siglos XV al XIX.
b) Los fines del Estado. Son difíciles de determinar. El Estado no tiene un fin único, aunque su fin último
puede resumirse en fórmulas vagas como: el “bienestar general” o el “bien público temporal”.
Para el Preámbulo constitucional argentino los fines del Estado argentino serían: la unión nacional, la
justicia, la paz interior, la defensa común, el bienestar general y la libertad para todos los habitantes de la
nación. El Estado tiene, en términos generales, un fin último, que es la promoción de los intereses
generales y colectivos, frente a los intereses particulares.
c) Las funciones del Estado. Son múltiples. Tiene el manejo de las relaciones exteriores, que abarca
diferentes aspectos: económicos, culturales, de defensa, etc.
Para atender las funciones económicas, el Estado dispone -entre otras- de la facultad de emitir moneda y
de fijar su valor, y también de facultades impositivas, crediticias y expropiatorias.
Le sirven como medios necesarios para su evolución y como arma para proteger, ofender, estimular,
disuadir y manejar, en suma, los aspectos más importantes de la actividad privada.
El impuesto es un mecanismo que puede servir para la redistribución de la riqueza; los recargos o
exenciones impositivas, como el crédito, alentarán o afectarán a determinadas industrias, necesarias o
superfluas, o las obligará a orientarse en el sentido que el Estado quiera asignarle.
Planifica el desarrollo de sus recursos con orden y economía, cuestión que aunque criticada por el
liberalismo por sus posibles implicancias autoritarias, es indudable que hoy no está reñido con la
democracia, sino que, por lo contrario, tiende a evitar la improvisación. En nuestro país, sólo el Estado
puede lograr el desarrollo regional mediante un planeamiento integral que evite la dispersión de esfuerzos
de un federalismo político de caprichoso trazado. El estímulo para la instalación de centros industriales
creadores de fuentes de trabajo también es un factor esencial de esta materia. Disposiciones modernas
tratan, por ejemplo, de prohibir o desalentar la concentración de nuevas industrias en la zona de influencia
de las grandes ciudades, con correlativos incentivos -por ejemplo ventajas impositivas, venta a bajo
precio o donación de tierras fiscales- para la ubicación de aquellas en zonas no tradicionales, etc.
El Estado debe desarrollar primordialmente obras públicas (diques, usinas, caminos, puentes, etc.). Sin
su intervención -directa o por medio de concesiones- las obras públicas son prácticamente imposibles y la
atención -por sí o por intermediarios- los servicios públicos de luz, gas, electricidad, teléfono, correos,
comunicaciones en general, etc.
En su misión de procurar el bienestar social, debe actuar en los contratos de trabajo, en las locaciones,
arrendamientos rurales, moratorias hipotecarias, concesión de jubilaciones y pensiones, auxilio en
situación de desastre, atención médica gratuita a quien la necesite, planes de vivienda, etc.
Otra función estatal es la defensa y seguridad individual y colectiva. El Estado ejerce el monopolio de la
fuerza institucionalizada que no debe destinarse a fines particulares.
La preservación del medio ambiente, la defensa del equilibrio ecológico, la fauna, la flora y el paisaje.
Otra policía, reducida al ámbito municipal, cuida que no se agravien impunemente los valores morales
medios que constituyen el criterio generalizado de honesto vivir de la sociedad. En esta materia han
existido con frecuencia abusos en la censura que suelen afectar la libertad de creación.
El Estado debe asegurar el orden mínimo que implica la efectividad de un derecho penal y asegurar la
obtención de justicia en las desavenencias entre particulares y de estos con el propio Estado. Esta es una
de las finalidades del Poder Judicial, pero también existe jurisdicción administrativa que permite asegurar
el principio de defensa y debido proceso, cuando una decisión administrativa afecte a un derecho o interés
legítimo del administrado.
Determinados procedimientos defienden de los abusos del Estado a través de garantías. Entre esas
garantías está el habeas corpus, que protege contra el arresto arbitrario y el amparo, que defiende todos
los demás derechos constitucionales, menos la libertad física que cubre el anterior.
***
UNIDAD N°2
INSTITUCIONES POLÍTICAS
TEMA N°2
ELEMENTOS DEL ESTADO
Obra consultada:
1) HORACIO SANGUINETTI - “Introducción al conocimiento de la sociedad y el Estado”, segunda parte denominada
“Instituciones políticas” - Eudeba - 1985.
2) JORGE E. ATENCIO, “¿Qué es la Geopolítica?”, Pleamar, Buenos Aires, 1975.
Los elementos del Estado, según la clásica teoría de Jellinek, son el territorio, el pueblo y el gobierno.
TERRITORIO
Se trata del espacio geográfico que comprende el suelo, las aguas, el subsuelo, el espacio aéreo y el mar
territorial, abarcando éste último una extensión variable. Argentina y otros países americanos han
sostenido la tesis de las 200 millas, pero hay países como EE.UU. que no la aceptan. Otra teoría sostiene
también que corresponde la soberanía sobre el mar que cubre la plataforma submarina. La importancia de
la cuestión es grande, por la riqueza de mar que encierra (pesca, recursos naturales como petróleo, etc.).
El territorio es el elemento esencial del Estado. Sin él, el concepto de Estado pierde sustento. No
interesa que el terreno sea pequeño, ese espacio debe existir.
No hay un tamaño ideal de territorio, pero autores como Rousseau y Alberdi, han estudiado la
importancia de la mucha o poca extensión para la adopción del sistema de gobierno conveniente. Alberdi
señalaba que el federalismo convenía a los Estados grandes y el unitarismo a los pequeños.
La influencia del clima y la topografía pueden ser importantes. Un territorio insular dará cierta aptitud
marina y comercial a pueblos con pocos recursos naturales; los terrenos difíciles harán pueblos agresivos
y rapaces; los terrenos feraces suelen “ablandar” a quienes los gozan sin esfuerzo. Los climas calurosos
dan gente abúlica que acepta sistemas autoritarios. Si bien hay ejemplos históricos, nunca estos factores
son determinantes. (1)
La Geopolítica, fue una ciencia creada a comienzos del siglo XX por el profesor de Historia y Ciencia
Política Rudolf Kjellen, de la Universidad de Upsala (Suecia), en su libro El Estado como manifestación
de la vida (1916), y se ha llegado a definirla como:
La ciencia que estudia la influencia de los factores geográficos en la vida y evolución de los
Estados, a fin de extraer conclusiones de carácter político.
Guía al estadista en la conducción de la política interna y externa del Estado y orienta al militar en
la preparación de la defensa nacional y en la conducción estratégica.
Al facilitar la previsión del futuro mediante la consideración de la relativa permanencia de la
realidad geográfica les permite deducir la forma concordante con esa realidad en que se pueden
alcanzar los objetivos y, en consecuencia, las medidas de conducción política o estratégicas
convenientes.
Desde esta ciencia, se piensa que los hombres de Estado necesitan saber no sólo las condiciones
geográficas espaciales de su país, sino también las de los demás países. Considera que no se puede
desconocer lo que ocurre en otros pueblos, y menos en el propio. Desde su visión, el Estado es un
organismo geográfico o un fenómeno en el espacio.
El espacio era para Ratzel, el elemento en que respira el cuerpo político y en que, a impulso de las leyes
de la naturaleza, se expande y crece, se convierte en parte inseparable del organismo vivo que es el
Estado; el espacio es, espacio vital.
El Mayor General Kart Haushofer y sus discípulos dieron entonces desenvolvimiento a la teoría del
espacio vital y de las grandes zonas. El nazismo le otorgó especial atención, subordinando la actividad
política –de un modo exagerado aunque seductor- a los factores geográficos. Así, Musolini y Hitler
justificaron su rapacidad imperialista con la teoría del “espacio vital” necesario a cada pueblo. Llevada
por esta senda la Geopolítica, naciente como ciencia, sirvió de apoyo a esa política de poder y dominio
sin limitación alguna y al estado de necesidad incesante de expansión del espacio vital. Por eso fue
criticada al comienzo y repudiada durante y después de la segunda guerra mundial, hasta calificar a la
Geopolítica como fuente para el éxito del totalitarismo. Ello no obstó para que en el seno de las
cancillerías y de los Estados mayores de uno y otro bando en conflicto, fuese tomado muy seriamente en
cuenta.
La apropiación de California (guerra a México para quedarse con el oro descubierto allí) y la compra de
Alaska (adquirida a Rusia para evitar tener muy cerca de un vecino demasiado importante) por parte de
EE.UU. fueron acciones geopolíticas a pesar de que la ciencia no estaba aún estructurada. Algo parecido
sucedió en nuestro país cuando a sangre y fuego se le quitó las tierras a los indios en la llamada Conquista
del Desierto que llevó a cabo el general Roca (mérito que le permitió ser elegido Presidente de la
Nación). La Geopolítica se estudia y usa a diario en los grandes poderes estatales con otros nombres para
encubrir la verdad (2), y la resolución de los problemas de China, Rusia, Cuba, Vietnam, Laos, Camboya,
Irak, Irán, etc. son una demostración.
POBLACIÓN
Es el elemento humano que habita el territorio estatal. Comprende la totalidad de los individuos
habitantes, sean hombres o mujeres, de cualquier raza, edad, credo, capacidad, nacionalidad, etc. El
pueblo, en cambio, es un grupo diferenciado, más reducido que la población, y está constituído por el
conjunto de ciudadanos. Los ciudadanos –que inclusive pueden no ser habitantes- ejercen los derechos
políticos. Desde muy antiguo se estudió el problema de la cantidad y calidad de la población de un
Estado. La mayor cantidad de habitantes fue propugnada por los regímenes fascistas con el objeto de
aumentar la mano de obra para la producción y lograr reservas humanas con fines militares.
Alberdi y Sarmiento estuvieron entre los que propusieron con mayor urgencia poblar el desierto (le
llamaron desierto a la zona controlada y poblada por los indios) con lo cual establecieron la necesidad de
fomentar la inmigración, pues, querían aumentar los brazos necesarios para la producción y lograr un
cambio cultural en la población criolla.
La centralización urbana en las grandes ciudades del siglo XX ha llevado a realizar estudios para
equilibrar esa concentración, especialmente para evitar la degradación del medio ambiente, producto de la
urbe moderna.
Uno de los males argentinos es la hipertrofia de una ciudad capital inmensa, que tiene casi la mitad de la
población total del país.
Al género humano se lo ha dividido en razas: blanca, amarilla, negra, pero también, en infinidad de
tipos y variantes, todas de gran inestabilidad científica y muy controversiales. Hasta hubo autores que
quisieron establecer superioridades de unas sobre otras que desembocaron en persecuciones. Nosotros en
Catamarca aún mantenemos conceptos discriminatorios que se expresan en palabras de contenido
despectivo como: negro, indio, judío, turco, payucano, etc.
Parece evidente que no existen diferencias intrínsecas entre las razas, en cuanto a su capacidad intelectual
y moral, aunque las haya en ciertos aspectos externos y estéticos, que son siempre relativos. La aparente
inferioridad de ciertas razas radica en la falta de oportunidades, en el medio hostil y en la condición
económica inferior, tal como ha ocurrido también con los sexos y la homosexualidad.
Población es pues, un concepto étnico, y pueblo, un concepto cívico.
SOBERANÍA
El Estado es la institución donde se ejerce el poder supremo: la institución “autónoma”, “perfecta”, que
no reconoce sobre sí ninguna otra. Esta idea de superioridad absoluta se manifiesta en el concepto de
soberanía, cualidad del poder ejercido por el Estado nacional moderno.
Bodin fue, quizá, el primero en dar categoría científica a estas nociones, definir la soberanía, y atribuirle
ciertos caracteres: suprema, ilimitada, imprescriptible, indivisible, inalienable, etc. Para Bodin el titular
sería el Príncipe y después Rousseau cambiaría el titular, por el pueblo. Para algunos, el titular de la
soberanía es la Nación. Para otros, la soberanía es simplemente una cualidad del poder: “no pertenece a
nadie, ni antes, ni durante, ni después de la formación de las sociedades, del mismo modo que la blancura
tampoco pertenece al objeto blanco”.
El concepto de soberanía contiene una carga autoritaria. Los regímenes totalitarios y autoritarios lo han
preferido. Entre nosotros los argentinos, Carlos Sánchez Viamonte ha insistido, con agudeza y lógica
implacable, en que “el poder soberano es el poder constituyente y pertenece al pueblo”.
Eminentes pensadores del siglo XX han expresado verdadera repugnancia por el concepto de soberanía, y
han postulado enérgicas doctrinas negatorias de la misma. Alegan que la soberanía, ejercida a nombre
propio o de otros –del pueblo, del Estado, de la Constitución, etc.- es siempre el mando supremo e
irrestricto.
Asimismo, otra corriente ha sostenido que la soberanía no es única e indivisible, sino plural. En primer
lugar, en los Estados federales, en donde cada Estado miembro goza de ese grado de autogestión que la
doctrina clásica denomina autonomía, y que es, en suma, un grado de soberanía, ordinariamente
originaria y no delegada al poder central. Esa era la postura de Madison en los capítulos 41 al 46 de El
Federalista, que pensaba que los gobiernos locales serían siempre más vigorosos que el gobierno central,
LA IDEA DE NACION
La idea de nación es una de las debatidas por la ciencia política. Vinculada al surgimiento de los Estados
modernos, diversos autores la han desmenuzado, sin que hasta hoy exista unanimidad sobre su sentido.
Respecto a las diferencias entre nación y pueblo, los enciclopedistas les atribuían una relación de género a
especie. La nación sería así el conjunto de los pueblos sometidos al mismo gobierno. La Constitución
francesa de 1791 le adjudicó la titularidad de la soberanía; pero aún no estaba precisado el concepto.
También se ha dicho que el Estado es la nación jurídicamente organizada.
Ernest Renan abordó el tema en una conferencia dictada en la Sorbona allá por 1882: ¿Qué es una
nación? Descartadas sucesivamente las implicancias dinástica, racial, geográfica, militar, de lengua,
religión e interés, concluye que radica en un factor voluntarista: "Tener glorias comunes en el pasado, y
deseos comunes.en la actualidad; haber hecho grandes cosas juntos, y querer seguir haciéndolas".
Vínculos morales de pasado, presente y futuro. Quizá todas las notas rechazadas por Renan, si bien
individualmente no sean decisivas, constituyen, cuando se suman, aportes valiosos para distinguir una
nación.
La nación no está referida necesariamente al Estado. A veces desborda sus marcos -caso de Francia,
cuya nación abarca comunidades canadienses, suizas, etcétera -, y a veces no tiene relación con ninguna
forma político-territorial determinada, como la nación gitana. La nación coincide a veces con el Estado,
y otras, no. Puede haber naciones sin Estado –como los judíos antes de Israel y. aun luego, pues la
nación judía excede en mucho al Estado de Israel-, y puede haber Estados integrados por varias
naciones, como Suiza. Entre nosotros, el concepto es más confuso aún, porque el nombre oficial de
nuestro Estado es "Nación Argentina". Aunque sean términos relativos puede negarse la realidad de una
nación argentina, y sostenerse que formamos parte de una nación latinoamericana o hispano-americana,
por idioma, costumbres, religión, idiosincrasia, tradición, historia.
Otros pensadores juzgan válidos los sentimientos del contorno regional (rioplatense, p. ej.), y el
universal.
Por fin, cabe recordar que el sentimiento nacionalista ha filtrado ciertas deformaciones perversas,
que rompen en odio a todo lo extranjero ("chauvinismo") y en imputaciones de traición a la patria contra
aquellos que no compartan ciertos credos políticos.
Patria "expresa -según Bielsa+ la idea de una unidad moral, de sentimientos fraternales, de ideal
común y de conciencia histórica también común. El sentimiento de patria nos une a todos los que
pensamos y obramos movidos por un amor puro y un sentido heroico de nuestro deber para con esa
unidad que es el hogar común. Cuando hablamos de nación, damos cabida a todo lo pasado y lo actual,
lo que ha concurrido a su historia, a su diferenciación étnica, geográfica, a su tradición; pero cuando
hablamos de patria solamente, concebimos en ella lo que en el orden espiritual y físico vive en nosotros
como fuerte amor y, conciencia de un deber superior, comprensivo de otros deberes morales, más que
jurídicos".
El sentido de patria -o fratria, hermandad- inspira amor y responsabilidad; el de nación indica una
comunidad de tradiciones e intereses donde -pueden caber elementos negativos o críticos; el de Estado;
una estructura institucional, con territorio, población y potestad jurídica.
UNIDAD N°2
INSTITUCIONES POLÍTICAS
TEMA N°3
FORMAS POLÍTICAS
La forma de gobierno será un elemento fundamental para tipificar a un régimen político. En
principio, la expresión forma de gobierno atiende a aspectos normativos, jurídicos e institucionales,
mientras que régimen político comprende esto, más otras cosas: la ideología del régimen, sus métodos, su
política plenaria.
En los últimos tiempos -sobre todo entre los autores germanos- ha ganado terreno 'una distinción
entre forma de gobierno y forma de Estado.
La voz gobierno tiene varias acepciones: es el conjunto de las magistraturas estatales; más
concretamente, de quienes están en la cúspide de la pirámide de poder y aun más precisamente, la de sus
órganos ejecutivos. De todas maneras el gobierno es un aspecto destacado dentro del Estado: no hay
Estado sin gobierno, aunque quepa la posibilidad inversa a menos, en sociedades primitivas o futuras.
Sin embargo, esta curiosa teoría no finca sus conclusiones en la distinción entre Estado y gobierno,
sino en otras confusas diferencias. Por ejemplo, Ruiz del Castillo destaca corno criterio "empírico" para
lograr la distinción, "el grado desigual en que preocupa y apasiona a cada uno". Según su juicio, lo que
preocupa a la población es la forma de Estado, y no de gobierno.
Los cambios de gobierno, le parece que no "preocupan" a la población, pero sí los cambios de
Estado. Por ejemplo, poco "preocupa" a la gente que se pase de una república a una monarquía; pero sí,
y mucho, el paso del federalismo al unitarismo.
De más está decir que resulta imposible medir el grado de "preocupación" y de "apasionamiento" de
la "población" por un problema o cambio político de cualquier clase, y en consecuencia, este criterio
carece de toda razonabilidad científica. En segundo lugar, el ejemplo no puede ser más desafortunado,
ya que puede sostenerse con idéntica autoridad que en la Argentina, por ejemplo, nos preocuparía mucho
más la institución de una monarquía hereditaria que la implantación ostensible del Estado unitario.
Pareciera oscuramente, sin embargo, y sin que sus seguidores lleguen a explicar sus fundamentos
lógicos, que la división horizontal del. poder, estructurando sus órganos y funciones, dará la forma de
gobierno, y éste será, entonces, monárquico o republicano, democrático o autoritario, etcétera. En cuanto al
corte vertical del poder, según las jurisdicciones territoriales, dará las formas de Estado federal o
unitario.
Como quiera que sea, cualquier clasificación de sistemas de gobierno tropieza con la infinita
variedad que el conocimiento empírico describe, y que resulta poco serio embretar en clasificaciones
aquí sí absolutamente fantasiosas. Cabe afirmar que, por encima de copias o de parecidos forma les,
cada régimen político es' distinto y peculiar. Y dentro de sí mismo, inclusive, las variaciones según las
épocas son tales, que hacen muy difícil crear una tipología seria y detallada. ¿O acaso el régimen
franquista era igual en 1940 que en 1974? ¿El peronismo de 1949 tenía algo que ver con el de 1973?
Estas observaciones nos convencen de la imposibilidad de trazar clasificaciones eficaces y precisas,
y de considerar como válidas solamente aquellas estructuradas sobre principios generales muy amplios.
Las elementos a tomar en cuenta pueden ser tales como el número de personas que ejercen el poder,
el origen del mismo, la mayar a menor responsabilidad del gobernante, la naturaleza del poder o su
justificación:
Durante mucho tiempo. se consideró válida, por ejemplo, la distinción entre monarquía y república,
que se consideraban términos opuestos, y que en el fondo esconde la diferencia entre autocracia y
libertad. La monarquía era el gobierno de uno, soberano, basado en la desigualdad, con un Estado
personalizado en el monarca, sin responsabilidad política, vitalicio y hereditario.
La república sería, por lo contrario, un gobierno plural, con soberanía popular, igualitaria,
despersonalizada, con responsabilidad de los gobernantes, periódico, electiva, etcétera.
Pero ocurre que al surgir la monarquía constitucional, ésta no riñe más can la república. Los
caracteres del gobierno republicano se dan hoy con mayor claridad en los regímenes de monarquía
constitucional del norte de Europa: Inglaterra, Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica, que en
los países que se denominan "repúblicas". Esto es así, en primer lugar, porque, tal como ocurre siempre
en derecho las instituciones son lo que en verdad son, y no interesa cómo se las llame. Ello obliga a una
clarificación semántica previa; pero, aun así, las natas típicas del régimen republicano aparecen en
aquellas monarquías moderadas: y ¿cuáles san los caracteres republicanas que conservan los gobiernos,
por ejemplo, de las "repúblicas" socialistas, o de nuestra República Argentina bajo gobiernos "de
facto"?
En este sentido, Rabespierre ya se mostró escéptico con referencia a estas clasificaciones. La mera
existencia de un funcionario llamado rey, presidente o primer ministro, no califica para nada a un
régimen determinado. Las calidades que permitan encasillarlo dentro de ciertos términos comunes,
apuntan a la profundidad de su organización; al modo de ejercer el poder, al manejo del contraste
amigo-enemigo; a la aceptación del disenso, la posibilidad de alternancia en el mandato, etcétera.
A nuestra criterio, las formas de gobierno actuales pueden ser clasificadas en dos grandes grupos:
republicano-democráticas y autoritarias.
En el primero existe respeto por los derechos humanos, pluralismo, "juego" político "limpio",
oposición institucionalizada, posibilidad de transferencia pacífica de poder de un grupo a su adversario,
etcétera. Como aspectos instrumentales, medios para alcanzar los fines sustanciales antedichos, existen
partidos políticos variados; elecciones populares; control sobre los gobernantes; debate previo y
publicidad de los actos gubernamentales; representatividad, periodicidad y responsabilidad de aquellos
gobernantes; libertad de prensa, reunión y conciencia; igualdad ante la ley y de oportunidades; garantías
individuales; eventualmente, descentralización administrativa; división de poderes, que asegure un
Parlamento con facultades de debate, control y movilización de la opinión pública; independencia del
poder judicial, manejo transparente del erario, etcétera.
La expresión "república" proviene del latín: res, cosa; pública. Sobre entiende que los negocios
políticos interesan a todos, son esencialmente públicos y no quedan reservados a capillas o círculos de
presuntos expertos, autoprovidenciales o iluminados.
Aunque pueda imaginarse – y hayan existido, por ejemplo, en Italia medieval – repúblicas
aristocráticas, la democracia es, en verdad, el reaseguro de la auténtica república, la que evita sus
desviaciones y retrocesos. Suele hablarse de dos acepciones de la palabra democracia: como forma de
gobierno, en la que prevalece la mayoría; como estilo de vida, que no es más, a nuestro entender, que el
sistema republicano.
Esta acepción ya fue des cripta por Pericles, en su célebre discurso -recogido por Tucídides-, en
honor a los muertos en la guerra del Peloponeso.
En tales sistemas existe, desde luego, autoridad. No hay autoridad más legítima que la fundada
libremente en el consenso y en el afecto, como la de aquel "filarca" (filos, amor; arkein, autoridad), de
que habla Thornas Moro en Utiopia. Cosa distinta es el autoritarismo, basado en la sinrazón de la fuerza
y la arbitrariedad.
Los regímenes totalitarios son la exacerbación del autoritarismo. La expresión "totalitario”
atribuible al propio Mussolini, expresa que todo se suma y subsume en el Estado, a cuyos fines nadie
puede oponerse.
Los totalitarismos reúnen todas, o al menos muchas de estas notas, a saber: no admiten disenso ni
alternancia pacífica en él poder; sustituyen las elecciones con elaboraciones ideológicas, culto a la
personalidad de quien manda y actos públicos multitudinarios; procuran realizaciones materiales
espectaculares: no siempre razonables ni prioritarias; es decir: faraónicas; suelen ser proclives al
belicismo y a la agresión; son represivas e intolerantes; y antes que el libre juego partidario, prefieren
los -"movimientos" o "partidos únicos" que monopolicen la orientación e intermediación política.
Uno de los conflictos fundamentales que el Estado debe resolver es el de Orden contra libertad.
Un exceso de orden puede afectar a la libertad, y la libertad absoluta es imposible con las
responsabilidades que crea la vida en común. Sólo Robinson Crusoe, en su isla, puede ser absolutamente
libre en cuanto a su voluntad. Ningún semáforo rojo -valga la comparación- habrá de coartar su derecho
a circular.
La convivencia crea reglamentaciones -no digamos limitaciones- a los derechos. Ningún derecho
es absoluto en la vida social, salvo, quizá, aquellos que pertenecen totalmente a la esfera íntima del
individuo, como el derecho de pensar, adorar a su Dios o profesar determinados sentimientos, lo que
materialmente no puede ser impedido; al menos, mientras tales derechos no trasciendan y se manifiesten
exteriormente.
Un viejo aforismo reza que un derecho termina donde comienza el de otros. Algo así quería
expresar Rousseau, cuando afirmaba que la abdicación de las libertades ante el cuerpo social, al
constituirse éste, permitía recobrar de inmediato aquellas libertades, ahora garantizadas por la sociedad.
Así puede resolverse la aparente antinomia orden-libertad, asegurando un mínimo de orden con un
máximo de libertad, compatibles con la vida en común. Ninguna restricción, pues, debe ser irrazonable.
Se ha dicho que las funciones del Estado son residuales y subsidiarias. El Estado debe actuar allí
donde la iniciativa privada no lo puede hacer, o donde se hace necesario arbitrar para corregir
situaciones de injusticia o que afecten al bien común.
El liberalismo sostuvo una tendencia, explicable en el siglo XIX como consecuencia de la
industrialización, de las nuevas condiciones de vida y de la derrota del absolutismo, decidida a limitar el
poder, a convertirlo en un "poder mínimo".
Llevado por ese afán, dividió tajantemente los poderes, y asignó a cada uno funciones precisas.
Potenció, además, el federalismo, como otra manera de disminuir el poder, cuya tendencia es siempre a
fortificarse.
La función del Estado era, para los liberales, la del gendarme en la plaza: cuidar el orden, evitar
robos y otros delitos, permitir el libre juego de la iniciativa privada, sin estorbar a los niños que juegan,
a los vendedores ambulantes ni a las parejas de enamorados.
b) El constitucionalismo social
c) La democracia representativa
La vieja división tripartita de Montesquieu probablemente esté averiada: pero su principio básico es
válido. Este reside en que el único modo de limitar el poder es dividirlo y distribuirlo. El Parlamento debe
cumplir una misión de debate y esclarecimiento, debe ser el sitio donde todos los grupos de cierta
gravitación estén representados, donde puedan hacerse oír, y donde, de algún modo, se sientan
comprometidos con el sistema y formen parte de él. El Parlamento es el gran escaparate de la política
nacional, la caja de resonancia de la opinión pública, y el órgano integrador de todas las tendencias.
Platón intentó una tipología de las formas de gobierno, que luego fue, perfeccionada por Aristóteles,
Polibio y otros autores. Atendía, por una parte, al número de personas que participaban del poder, y por
otra, al acierto en esa tarea, que podía emprenderse con fines de interés general (formas puras), o en
provecho propio (formas impuras). "Todo gobierno –dice Aristóteles (Política, III, 4)- constituido en vista
del interés general, es bueno y rigurosamente justo, y todo gobierno instituido en vista del interés de los
1
Sin embargo existen con anterioridad, antecedentes argentinos. El Estatuto de 1815 establecía entre los "deberes del
cuerpo social", "aliviar la miseria y desgracia de los ciudadanos, proporcionándoles los medios de prosperar e instruirse" (cap.
VII, art. II).
La Constitución de Mendoza, sancionada el 11 de febrero de 1916, preveía que "la Legislatura dictará una ley de amparo y
reglamentaria del trabajo de mujeres y niños menores de 18 años, en las fábricas, talleres, casas de comercio y demás
establecimientos industriales, asegurando, en general, para el obrero, las condiciones de salubridad en el trabajo' y la habitación.
También se dictará la reglamentación de la jornada de trabajo. Respecto de las obras o servicios públicos en establecimientos del
Estado, queda fijada la jornada de ocho horas, con las excepciones que establezca la ley" (art. 45).
Este asombroso precedente mundial es con frecuencia ignorado por nuestros constitucionalistas.
gobernantes, es vicioso en su origen, porque no es sino una corrupción de una organización social buena".
En consecuencia, las formas puras serían tres: monarquia, cuando gobierna uno solo en interés
general; aristocracia, cuando un grupo lo hace del mismo modo, y democracia, cuando todos gobiernan con
justicia. Cada forma pura puede corromperse, y determinar una forma impura. "Así -sigue Aristóteles
(ídem, 5)-, la tiranía es el gobierno de uno solo, que no tiene en cuenta sino su interés personal; la
oligarquía es la supremacía de algunos en provecho de la clase a que pertenecen, y la demagogia es el
abuso de la autoridad suprema en beneficio de los pobres".
La tipología adoptada en esa clasificación hizo fortuna, y hoyes de uso común. En cambio, su valor es
relativo, porque el número de personas que participan no es pauta científica exacta. En verdad, no es
concebible el gobierno de uno solo: por más autoridad que tenga, siempre necesitará auxiliares,
consejeros, ministros, policía, Aun la tiranía más estricta es de un grupo, osea una oligarquía. Del mismo
modo todo gobierno, aun el más democrático, que permita mayor autodecisión popular directa, debe
admitir que desea que los mejores gobiernen: en consecuencia, se aproxima al concepto aristotélico de
aristocracia.
Cuando los griegos hablaban de democracia, no lo hacían en sentido integral: era sólo la democracia de
los ciudadanos. No se referían al gobierno directo de todo el pueblo, sino de un grupo selecto: los,
ciudadanos. Los esclavos estaban excluidos, del mismo modo que las mujeres, los niños y los
extranjeros. O sea que la población de la polis, en condiciones de gobernar, se reducía drásticamente a un
10 por ciento, aproximadamente.
Luego de semejante reducción; era posible la democracia directa. A ello contribuían la reducida
extensión geográfica (una ciudad y sus aledaños); la escasa población consiguiente, y la simplicidad de
los problemas de gobierno, que generalmente eran de carácter bélico. Por último, el sistema de
producción esclavista, que permitía el ocio de los hombres libres, aunque se tratase de un ocio "creador";
es decir, la emancipación del trabajo manual, para poder entregarse al trabajo intelectual (política, artes,
filosofía,· etcétera).
Con la crisis de la polis, desapareció la democracia griega. En los imperios Macedónico y Romano,
ya no era posible reunir a todos los ciudadanos, que contaban por millones, diseminados desde Grecia
hasta la India, o desde España hasta el Asia Menor. Por último, en .el Estado moderno los problemas son
de tal magnitud y complejidad, que ni siquiera los respectivos especialistas aciertan siempre. Por lo
tanto, la democracia directa desapareció y los autores posteriores ni siquiera la mencionan, salvo
incidentalmente, como referencia puramente histórica.
Tal, Maquiavelo. Rousseau mismo, cuando habla de democracia, entiende referirse a la democracia
directa: sistema demasiado bueno para los hombres, y sólo posible de practicar entre dioses. Sin
embargo, al establecer la tesis de la soberanía del pueblo, el mismo Rousseau estaba abriendo camino
para un nuevo concepto de democracia, que autores como Sieyes y Paine ayudarían a concretar la
democracia representativa. Reposa en el principio del mandato popular. El pueblo designa representantes
que gobiernan a su nombre. La democracia pasa a ser el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el
pueblo, según decir de Lincoln. Y los gobernantes, sus mandatarios. Especialmente, el Parlamento,
donde es posible una distribución de las bancas acorde con los distintos matices de la opinión pública,
que vendrá a quedar reflejada en el mismo. Tal como el mapa "representa" al territorio, el Congreso
"representa" a la opinión política del país: es su reducción en escala.
En esta corriente se ubica nuestra Constitución de 1853; sobre todo, en el arto 10, al adoptar la forma
“representativa republicana" de gobierno, y en el art. 22, que establece que "el pueblo no delibera ni
gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades".
Con posterioridad, el sistema democrático representativo fue objeto de vigorosos ataques.
El tema de la representación -quizá también de la representatividad, que está vinculado a la legitimidad
del gobierno- es incierto en teoría pero en la práctica resulta más aprehensible. Vanos si ha hablado del
"misterio de la representación política". Se trata de la representación como fenómeno jurídico, no
psicológico, ya que en este terreno la representación es imposible. Una voluntad puede coincidir con
otra, pero no representarla. Cada una es específica e irreproducible.
Sin embargo, la representación política sí es posible. Es normal que cada ciudadano "se sienta
representado" por ciertas tendencias, partidos o dirigentes.
El régimen representativo nació sin organismos intermedios. Luego aparecieron los partidos o
"facciones", y hoyes imposible concebirlos sin ellos. El régimen representativo con partidos políticos -ha
dicho Churchill= es el peor que existe, con exclusión de todos los demás. Con eso quiso afirmar que es el
"menos malo" -por muy perfectible que resulte- de los conocidos.
El reemplazó de los partidos por el "movimiento" o partido único elimina la libertad y el disenso, o
por lo menos lo traslada a un plano de secta o capilla. La representación funcional o corporativa
fragmenta la idea de “bien común" obligando al representante de determinados intereses abatirse
exclusivamente por éstos, sin un programa de nivel general.
Por último, cabe admitir que el sistema representativo se justifica, porque mediante la crítica y el
análisis amplio y público, con participación y voz de todos los, intereses contrapuestos éstos se liman y
se hacen compatibles con el interés común.
El territorio es uno de los elementos fundamentales del Estado. No se concibe un Estado que no
ejercite su jurisdicción sobre un territorio determinado, aunque sea pequeño. La 'articulación entre ese
territorio y el centro de poder determina lo que se llama "forma de Estado". En efecto, autores
modernos suelen preferir esa denominación cuando se trata de describir la actividad estatal con
referencia al espacio, prefiriendo los términos "formas de gobierno" para referirse a la distribución "no
espacial" de aquella actividad.
Cuando los Estados son totalmente extraños e independientes entre sí, sus relaciones se rigen por el
Derecho Internacional. Pero ocurre que con frecuencia esas relaciones son jurídicamente más estrechas,
hasta el punto que pueden existir Estados integrados, a su vez, por Estados-miembros.
Se trata del Estado federal, y los vínculos que unen a sus integrantes admiten gradaciones muy
sutiles, o sea que la competencia territorial de un Estado puede admitir centros más o menos
independientes, que van desde la unión personal o real hasta el Estado unitario.
Las uniones personales o reales tienen ya sólo interés histórico, pues son formas prácticamente
desaparecidas, en que dos Estados distintos tienen un solo y mismo gobernante; por lo común, un rey.
El Estado federal es algo distinto: admite una descentralización del poder en sentido territorial, que
puede tener gradaciones, pero que en términos generales se aproxima a dos formas definidas:
confederación o federación. En la primera, los lazos de unión entre los miembros son más débiles. El
instrumento jurídico de la unión es un pacto. Sus fines son, primordialmente, de integración económica
y comercial, y de asistencia bélica. Los Estados-miembros conservan su soberanía, es decir, la plena
capacidad de autodeterminarse. Reservan el derecho de nulificación, para rechazar la legislación sugerida
por la
unión, y el de secesión; es decir, de separarse de la unión cuando deseen. Emiten moneda, tienen
aduanas y levantan fuerzas armadas. Por otra parte, no existe; un gobierno común, propiamente dicho: a
lo sumo, sólo un congreso de embajadores. El manejo de las relaciones exteriores sí se unifica, pero
poco más.
En cambio, en el Estado federal los lazos de vinculación son vigorosos. Existe un propósito de
integración definitiva. El Estado federal es soberano, mientras que los miembros sólo son autónomos.
Pueden gobernarse, darse sus autoridades y sus leyes, pero siempre sujetos a la Constitución y las leyes
federales, que tienen un orden de primacía. No pueden segregarse. Pero conservan las atribuciones y
facultades que no han delegado expresamente al gobierno común, único que emite moneda-rige aduanas
y ejércitos.
En el Estado unitario no existe más que un centro de poder, en sentido geográfico. Las divisiones
territoriales que puedan existir, son sólo distritos administrativos, sin facultades originarias propias.
El federalismo es una forma inestable y transitoria. La experiencia demuestra que el poder central
tiende siempre a fortalecerse: la confederación pasa a federación y ésta a Estado Unitario. En realidad el
federalismo tiene utilidad para permitir la integración de Estados durante un cierto período "de prueba",
cuando predominan la desconfianza y los egoísmos localistas. En tal sentido, puede servir todavía. Si
alguna vez se unifican, por ejemplo, Europa o Sudamérica, tendría que ser previa una etapa de
confederación, como la que en la actualidad practican los países árabes.
Aunque ya se conocían en la antigüedad formas parecidas -sobre todo, en base a uniones de carácter
militar, como en Grecia-, el federalismo moderno es obra del siglo XVIII. Entonces sirvió a maravilla a
la ideología liberal en boga, desconfiada hacia el poder, y que lo mismo pretendía dividirlo en su sentido
"horizontal" -ejecutivo, legislativo, judicial, etcétera-, como "vertical"; o sea, creando centros
territoriales de poder descentralizado, que pudiesen balancearse unos con otros.
Por otra parte, es tradicional afirmar que los países pequeños se gobiernan mejor según el sistema
unitario, y los grandes, según el federal, ya que la variedad de problemas y la lentitud de las
comunicaciones desaconsejan un gobierno "a distancia". Pero el extraordinario desarrollo de los medios
de comunicación modernos ha "achicado" los países más vastos. El teléfono, el telégrafo, la televisión,
la radio, el avión, permiten un conocimiento de los acontecimientos casi simultáneo en el mundo entero.
El federalismo político no es, tampoco, una panacea, como pareciera suponerse. Ha existido y existe en
países tan disímiles como los Estados Unidos, Suiza, la Unión Soviética, la Argentina o la Alemania
nazi; de modo que el funcionamiento correcto de un Estado depende del contexto general, y no del
federalismo en sí.
El origen federal argentino difiere bastante del norteamericano, al que, sin embargo, tomó por
modelo. Los Estados de la Unión eran independientes entre sí, y además, cada uno practicaba su propia
economía, y disponía de puertos propios. Luego se integraron progresivamente; y desde la Guerra de
Secesión, que· sobrevino cuando los Estados del sur intentaron segregarse, el gobierno central ha
avanzado constantemente. Pero los Estados son muy celosos de su autonomía, en la que a veces se
escudan en actitud reaccionaria, procurando mantener desigualdades raciales y otras rémoras. Ahí queda
demostrado que el federalismo puede servir a una actitud retrógrada.
En cambio, las Provincias Unidas del Río de la Plata habían constituido una unidad política colonial,
diferenciada, sobre todo, al crearse el Virreinato (1776), no obstante las divisiones administrativas del
mismo. La guerra de independencia, los diferentes intereses económicos del interior y el litoral y la
actitud hegemónica de Buenos Aires, desmembraron las provincias. Estas llegaron a considerarse
independientes; pero siempre conservaron un propósito último de unión nacional. El Pacto Federal de
1831 estableció una Confederación por lo menos en lo jurídico formal, ya que Rosas ejercía, de hecho,
poder unitario.
Cuando se encaró la organización nacional, Alberdi señaló los elementos y antecedentes que nos
vinculaban a cada una de las formas de Estado en pugna.
Nos aproximan al unitario: 1°) La unidad de los principios republicanos y democráticos; 2°) La
unidad de sacrificios y acción durante las guerras de independencia, a las cuales contribuyeron todas las
provincias; 3°) Los pactos de unión preexistentes; 4°) Los congresos, directores y presidentes que
intentaron una representación nacional; 5°) La unidad exterior, diplomática; de glorias y símbolos, y
hasta la palabra misma; República Argentina, territorio argentino, nación argentina, pueblo argentino,
familia argentina.
En cambio son antecedentes federales: 1°) Las rivalidades provinciales; 2°) Los períodos de
aislamiento; 3º) Las peculiaridades de suelo, clima, hábitos, acento y carácter lugareños, así como los
productos de la industria del suelo; 4°) Las enormes distancias y las malas comunicaciones; 5°)..La
soberanía parcial que desde Mayo se reconoció a las provincias; los gobiernos locales y municipales; los
celos del amor propio provincial.
Es obvio, como dice Levene, que tales antecedentes "no son completos a la luz de la crítica
moderna"; pero responden a un criterio de época, y a un proyecto concreto y realista.
Por sugerencia de Alberdi, los constituyentes del 53 escogieron un sistema federal moderado; en
cierto modo, intermedio, La reforma de 1860 fortificó el federalismo; pero lo hizo en función de- la
autonomía a que Buenos Aires aspiraba. Desde entonces, es indudable que nuestros elementos federales
se han debilitado hasta casi desaparecer, mientras que el gobierno nacional ha expandido su esfera de
acción, avanzando irreversiblemente sobre las autonomías provinciales, ya sea mediante la intervención;
la estrategia partidaria, que no siempre contempla el interés local; la unificación en la percepción de
impuestos, etcétera. Durante los gobiernos de facto, el unitarismo superó lo esperado aun por Rivadavia.
Del federalismo se han conservado algunos aspectos secundarios, que constituyen, precisamente, lo
negativo del mismo. Así, la doble y triple imposición -contribuciones que la Nación, las provincias y las
municipalidades perciben por causas muy similares-; las jurisdicciones policiales y judiciales distintas,
con procedimientos también. diferentes, que complican la administración de justicia; la posibilidad de
realizar ciertos actos jurídicos -como contraer nupcias o patentar automotores- en diversas jurisdicciones,
lo que facilita maniobras delictivas; dificultades para resolver problemas de vialidad y otros servicios
públicos, cuando afectan a varias provincias, etcétera. La experiencia descarnada demuestra que nuestro
federalismo se caracteriza únicamente por, una superposición desafortunada de jurisdicciones que
multiplica las cargas para el habitante, y diluye las responsabilidades de la burocracia en distintos
niveles.
La expresión "Estado miembro" no es feliz, porque hace uso de la palabra Estado para ambos
extremos de la relación. Pensamos que la voz' "Estado" debería utilizarse exclusivamente para el integral,
y emplearse otra para los integrantes; por ejemplo, marca o condado. La: palabra provincia no se utiliza
más que en la Argentina para señalar a los miembros del Estado federal;' porque en España, Estado
unitario, significa, simplemente distrito administrativo, lo que corresponde mejor a su origen
etimológico.
En efecto, en Roma la provincia (de pro y uincere, vencer) daba idea de un territorio conquistado y
dominado, que se gobernaba con "procónsules".
Este último término conserva entre nosotros, su sentido peyorativo. Pero, en cambio, "provincia" se
dignificó, y borró su significado primitivo.
Muchos documentos coloniales se refieren a las "provincias de ultramar" o sea a las colonias, que
tanto valla un término como el otro. Con nuestra independencia y las guerras civiles, el valor de la voz
provincia pasó a ser otro: el que tiene actualmente.
UNIDAD N°2
INSTITUCIONES POLÍTICAS
TEMA N°4
LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Desde que existe el poder político, han existido tendencias de opinión que acompañaron a
determinados dirigentes o ideas rectoras. La aristocracia ateniense tenía su "partido"; los Gracos, Mario
y Sila, güelfos y gibelinos, morenistas y saavedristas, fueron grupos que respondían a intereses y
creencias comunes, y que luchaban por lograr el poder.
Sin embargo, los partidos políticos modernos no surgen hasta mediados del siglo pasado. En verdad,
ya en la Revolución Francesa los "clubes" constituyen un antecedente decisivo. Poseían continuidad,
estructura plural, programa definido, carácter de intermediarios, cierta "personería", publicaciones
propagandísticas, afiliados, y sesionaban periódicamente, para examinar los acontecimientos y
programar la acción conjunta. Pero la cuna de los partidos fue el mundo anglosajón.
David Hume escribió el Ensayo sobre los partidos en 1760, y destacó la importancia de la "plataforma"
o programa partidista para reunir adeptos. Benjamín Constant definió al partido como "agrupación de
personas que profesan la misma doctrina política" (1816), y Tocqueville estudió las formas partidarias
de los Estados Unidos.
Allí mismo, sin embargo, éstos habían suscitado reacciones. La más notoria es la de Washington,
que en ese verdadero "testamento político" que es su Farewell Address, del 19 de setiembre de 1796,
redactado en su mayor parte por Hamilton, advirtió contra "los letales efectos del espíritu partidista".
Pero, probablemente, Washington pensaba en las "facciones", siendo que, como responsable de la
guerra de independencia, no podía admitir una ruptura de la integridad nacional.
Tampoco nuestros constituyentes de 1853 pensaron en los partidos, pues para nada los menciona la
Constitución. Sin embargo, es precisamente el constitucionalismo liberal el que engendra a los partidos;
sobre todo, a través de la contienda electoral, que requiere la intermediación partidaria, a efectos de
ofrecer candidaturas al pueblo. Nuestro federalismo y el sistema de elección indirecta demoraron el
surgimiento, en la Argentina, de grandes partidos de carácter nacional. Las candidaturas se decidían por
agrupaciones locales, y sólo desde 1880 el Partido Autonomista Nacional (P.A.N.) constituyó un primer
esbozo orgánico de alcance general. En realidad, como en toda la Ciencia política, la terminología es
plurivalente. Existen entidades de carácter diverso y hasta contrapuesto, que reciben el mismo nombre
de partidos. Esta dificultad metodológica, común a toda la ciencia política, nos permite presentar, a lo
sumo, "tipos" o modelos de partidos, pero difícilmente -como señala Duverger- Una teoría del partido
político con validez general. Otra de las dificultades de esta investigación, según señala el mismo autor,
es el relativo misterio con que los militantes partidarios celan el manejo interno de su partido, cuyo real
conocimiento parece reservado sólo a los iniciados.
La estructura de los partidos varía ampliamente. Los partidos tradicionales al estilo de la Unión
Cívica Radical, están integrados por afiliados que suelen reunirse por parroquias o comités-con
autoridades constituidas electoralmente, en comicios internos. La U.C.R. posee un Comité Nacional
(directivo y permanente), y una Convención Nacional (intermitente), que sanciona la plataforma.
Además, ha convocado reuniones sectoriales, como congresos internos agrarios, .juveniles y femeninos;
y ha admitido entidades paralelas, como la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina
(F.O.R.].A.). El Partido Socialista poseía también un Comité Nacional Ejecutivo, y reunía congresos
nacionales. Prefería la estructura por secciones, más amplias que los tradicionales comités, ya través de
las cuales procuraba adhesiones masivas.
Las células son unidades partidarias que actúan en determinados ámbitos de entidades intermedias,
como una fábrica, universidad o colegio. Son preferidas por los partidos y movimientos clandestinos o
semi clandestinos, como ha sido el Partido Comunista en diversas épocas. Inclusive los grupos
guerrilleros se estructuran por células cerradas, cuyos integrantes se conocen únicamente entre sí, y no
a los correligionarios de otras células. Sólo el jefe de cada célula podrá tener contacto con el de otra.
Esto evita delaciones o confesiones de los militantes, cuyos conocimientos son, pues, limitados.
Ciertos partidos cuentan, también, con una especie de milicia privada, a veces uniformada -como los
camisa negras fascistas y los camisas pardas nazis-, que se llaman escuadras o grupos de choque, y están
destinados a funciones policiales: cuidan el orden -en actos partidarios, agreden a los adversarios,
intimidan y castigan. A veces, existen-fuera de toda estructura partidaria, como la Legión Cívica, la
Alianza Libertadora Nacionalista y el Grupo Tacuara, madre de la guerrilla "montanera".
El Partido Peronista o Justicialista cuenta con unidades básicas -así llamaba a sus comités-, y una
serie de "alas;' o agrupaciones -juvenil, sindical, "política" propiamente dicha, etcétera-, cada una de las
cuales obtuvo una cierta representación parlamentaria previamente asignada con pretensiones de
equilibrio.
Los partidos encaran de diversa manera el problema presupuestario. En ciertos casos, se solicita a
los afiliados una cuota, como hacía el socialismo, procurando ampliar su número de afiliados, y
considerando ese aporte un deber cívico primordial.
En muchos casos -como el Partido Cívico Independiente y "Nueva Fuerza"-, no existe cuota y se
prefiere recurrir al mecenazgo de algunos contribuyentes especiales: empresas, candidatos o simpatizantes con
buen pasar. Por fin, a veces se recurre a métodos drásticos, y especialmente los partidos fascistas obtuvieron
contribuciones presuntamente voluntarias, que no son más que exacciones. Otros partidos encaran, una vez por
año, una campaña financiera, y todos sus afiliados se movilizan con ese fin.
Por otra parte, los partidos pueden recibir contribuciones del Estado, proporcionales a su importancia, al número
de afiliados o de-votos obtenidos en los comicios. Se considera que el Estado debe concurrir a sostenerlos, pues son
instituciones necesarias a la democracia. También éste es un modo de atenuar la competencia sindical -sobre todo,
cuando la cuota de los sindicatos es un aporte legal obligatorio-e, y esa vitalidad económica de los sindicatos los
convierte en una amenaza para los partidos, pues resultan un amparo más concreto para el común de la gente.
Los procedimientos internos marcan el carácter más o menos republicano de los partidos: la afiliación,
expulsión, elección primaria para candidaturas; etcétera, dicen mucho de la verdadera estructura partidaria. Hay
partidos fuertemente verticalistas, donde la voluntad del líder decide todo.
En general, los partidos totalitarios son celosos de quienes ingresan: deben ser presentados por afiliados
responsables y pasar períodos de adoctrinarniento, pues temen infiltraciones. En cambio, es fácil ser expulsado, y de
hecho las frecuentes "purgas" tienen graves consecuencias para los purgados, como la "noche de los cuchillos
largos", cuando un grupo nazi disidente de Hitler fue asesinado a mansalva.
La disciplina partidaria es-también un aspecto a considerar. A veces no se toleran disidencias con la opinión
auténtica y concreta del líder cuando éste decide darla. Elementos derechistas insisten en la "obediencia", reflotando
el místico slogan.de Mussolini: "Creer, obedecer, combatir".
El socialismo argentino se caracterizó por un cuestionamiento permanente de sus líderes principales. Palacios
fue expulsado en 1915, y hubo varias escisiones motivadas en cierta intolerancia interna; la más grave, en 1927,
cuando se separó el Partido Socialista Independiente. Los órganos partidarios tenían gravitación; pero las decisiones
finales las adoptaban los propios afiliados, que eran objeto de consulta y votaban el tema propuesto, en última
instancia.
Una importante función dentro de los partidos es la difusión de ideas y programa. La prensa ocupa, pues, un
lugar destacado en la estructura partidaria. Así, por ejemplo, La Vanguardia, órgano del Partido Socialista en
nuestro país, fundado el 7 de abril de 1894 como semanario, significó un verdadero elemento de poder dentro del
partido.
El periódico contaba con un Comité de Prensa del cual salía el "director inmediato" y luego de grandes estudios
financieros, emisión de obligaciones de préstamo y voto general de afiliados, la publicación se hizo diario, en
setiembre de 1905.
Los partidos suelen disponer de organismos anexos, que actúan paralelamente con diversos fines. Los partidos
cristianos suelen alentarlos, y los fundadores del Partido Socialista crearon también diversas cooperativas: la más
famosa, de crédito y edificación; es "El Hogar Obrero" (1907).
Los militantes partidarios suelen estar retribuidos por el partido. Este "profesionalismo" partidista tiene
'antecedentes en los clubes de la Revolución Francesa, que pagaban la asistencia a sus reuniones, Todo eso se
justifica alegando que la actividad política lleva tiempo y debe pagarse, pues ya no está reservada a quienes poseen
bienes de fortuna.
La elección interna de candidatos suele ser uno de los problemas de la partidocracia, porque ciertos caudillos y
grupos logran perpetuarse en la estructura de los partidos y crean tendencias oligárquicas. El sistema "de lemas"
uruguayo trata de corregir estas desviaciones, pues cada partido presenta varios candidatos a la elección popular, y
el más votado suma los sufragios de los otros. Así, el pueblo puede escoger el lema, el partido y el hombre.
Las clasificaciones más diversas se han ensayado acerca de los partidos políticos, que, según Max Weber,
pueden ser partidos de principios y partidos de padronazgo, según sigan a ideas o a caudillos. Xifra Heras ha' seguido
una tipología de características anticipadas por Aristóteles: serán puros o impuros, si los intereses que defienden son
colectivos o sectoriales.
También pueden clasificarse según exista o no oposición legal y efectiva competencia por el poder; o según
existan coaliciones gubernamentales, o éstas no sean necesarias. Otra distinción ya tradicional está vinculada al
número de partidos existentes: multipartidismo, pluripartidismo limitado, bipartidismo o monopartidismo,
Obviamente, en el primer caso existe pluralidad ilimitada de partidos, tantos como la iniciativa Cívica los quiera.
En el pluripartidismo limitado, corno el régimen de Senegal, sólo se permite existir a algunos pocos partidos,
obligados a encuadrarse dentro de las ideologías descritas por la ley, ya sea social-demócrata, socialista, comunista,
etcétera.
El bipartidismo es el régimen de dos partidos, que usualmente se alternan en el poder. Tiene como modelo los
sistemas anglosajones2. En Inglaterra existen dos partidos: antes, Tory y Whig, y luego, Conservador y Laborista;
en los Estados Unidos, el Republicano y el Demócrata, que se turnan en el poder. En ambos casos, uno resulta un
poco más conservador, y el otro, un poco más "progresista". Lo curioso es que esto no implica que no existan otros
partidos3, pero menores y de tan escasa significación, que cualquier participación en asuntos del Estado les resulta
muy remota.
Finalmente, hay regímenes de partido único, donde sólo se admite la existencia y funcionamiento de un partido
corno en Italia, Portugal o Alemania durante la época fascista, o en la actualidad en Estados socialistas y en varios
países africanos. También puede existir un partido predominante, como fue el Peronista hasta 1955. Esta es una
variante del monopartidismo, que se da en México y en Brasil.
En verdad, partido proviene de partir, y por definición implica lo contrario de una totalidad unánime. La
existencia de un partido supone necesariamente la de otro, por lo menos, ya que una cosa no puede partirse por la
unidad. De modo que para este tipo de entidades "monocráticas" se ha preferido el nombre dé "movimiento",
"frente" u otras que eludan la expresión "partido".
El polislogo rumano Mikhail Manoilesco es autor de una obra clásica sobre el tema: Le partí unique, editada en
París en 1936. Manoilesco escribía en pleno auge del fascismo, y no ocultó su predilección por esa tendencia, que
marcaba, a su criterio, la crisis del pluralismo y del polipartidismo, "reemplazado por el monismo político". Señala
Manoilesco, como "fenómeno general" de su tiempo, el avance "de un partido político que tiende al monopolio -de
hecho o de derecho- de la libertad de acción política de un país, y que constituye, de tal modo, una institución
fundamental del régimen". El fenómeno se repetía, pese a la 'variedad de sistemas, desde la Unión Soviética hasta
Portugal, desde Turquía hasta Italia.
El partido único pretende asumir una misión de fe y redención, a cuyo efecto se organiza como un ejército, con
férrea disciplina y militancia total, y se convierte en un órgano del Estado, con el propósito de lograr la unidad
nacional y de acción.
Las funciones de los partidos únicos serían, algunas preparatorias, antes de tornar el poder: adecuar la opinión
pública favorable, destruir la contraria, y organizar la conquista del gobierno. Instalados en él, deben lograr la
unidad tras la causa de ideologías partidarias, eliminando las divergencias y formando los dirigentes futuros, a cuyo
efecto prestan esencial cuidado a la adecuación de la juventud. Esto se complementa con la propaganda, el contacto
con el pueblo; la elaboración de instituciones nuevas y la defensa del régimen.
Tales procedimientos son típicos de los procesos totalitarios, cualesquiera sean su signo y sus propósitos. Los
partidos únicos han florecido en África luego de su descolonización, quizá corno un instrumento de lucha en
circunstancias de excepción.
Estos partidos africanos han sido objeto de numerosos estudios4
Julius K. Nyerere, líder de Tanzania, dedicó varios textos a justificar su concepción del partido único de las ex
colonias, donde se concretaría una forma democrática distinta de _la democracia tradicional, pero igualmente
válida. Este partido único asiste al hombre "de la cuna a la sepultura" y atiende sus necesidades de todo orden".
"Para nosotros -agrega-, el otro partido es la potencia colonial." Asimismo, parece trasferir las necesarias
controversias al seno del partido, como sostuvieron algunos líderes fascistas. "Los ancianos se sientan bajo Un árbol
-sigue Nyerere- y discuten hasta ponerse de acuerdo." Con esto parece apuntar a un tipo de disenso pacífico,
integrado, de carácter un tanto primitivo y dentro de grupos homogéneos, donde existe posibilidad de acuerdo.
Asimismo, y como señala Ciria, el "nuevo" partido único africano sería no sólo el vehículo de la unidad nacional,
sino la respuesta a la necesidad "de eliminar paulatinamente los rasgos de tribalismo incompatibles con una
estructura moderna y centralizada de gobierno".
Mario I, López admite que partidos de esta naturaleza "a veces pueden cumplir, como ha ocurrido en Túnez
con el Parti Socialiste Destourien, una tarea de realizaciones rápidas y efectivas que difícilmente se hubiera
2
Nuestra ley Sáenz Peña, al establecer la representación por lista incompleta, tendía sin duda al bipartidismo. El autor imaginaba a
su partido conservador gobernando, con ell control de la minoría radical.
El plan de la leyera fortalecer en cada distrito a la mayoría y representar a una oposición, la segunda mayoría o primera minoría. Los
demás partidos quedarían así desalentados.
Sin embargó, el plan falló: el Radicalismo ganó las elecciones de 1916, y no se contentó con ser la primera oposición. Otros partidos
se hicieron fuertes en determinados distritos, como el Socialismo en la Capital Federal, y la Democracia Progresista en Santa Fe. El
fraude electoral de la década del 30, y la consiguiente abstención del Radicalismo tonificó a aquéllos, y destruyó las tendencias
bipartidistas. Luego de la carda del Peronismo, muchos partidos se subdividieron y el sistema proporcional' afirmó el
pluripartidisrno en la Argentina.
3
En las elecciones norteamericanas se presentan numerosos partidos, como el Laborista, Nuevo Partido, Trabajadores Socialistas,
Prohibición, etcétera, que en las elecciones de 1968 obtuvieron en total, unos 200.000 sufragios, que representaban algo así como el
0,005 por ciento del total de votos, y ningún elector presidencial. Sin embargo, en esas mismas elecciones, frente a 31.770.237 votos
de Nixon (republicano) y 31.270.533 de Humphrey (demócrata), el Partido americano Independiente logró para George C. Wallace
una cifra importante: 9,847.141 sufragios, y 46 electores.
Desde 1876, sólo los partidos Demócrata y Republicano han obtenido electores presidenciales, salvo los pocos que recibieron los
partidos del Pueblo (en 1829), Progresita (en 1912, cuando con Theodore Roosevelt logró más que su tronco originario, el
Republicano, y en 1924); el Partido de los Derechos Estaduales, en 1948, y el mencionado Independiente, en 1968.
4
Entre nosotros, Alberto Ciria les otorgó 'importancia en varios trabajos; el principal de éstos quizá, El nuevo partido único
Reflexiones sobre su naturaleza y funciones, en "Revista jurídica de Buenos Aires", II, 1966, p. 37. Algunos de sus conceptos
generaron polémica, y fueron observados por Mario J. López, Los partidos políticos, Cooperadora, 1968, p, 44, Y por Atilio J.
Barneix, El partido único de siempre, en "Revista jurídica de Buenos Aires", I-IIl, 1968.
realizado en un sistema de pluralidad de partidos". Pero de todos modos, "no se ha conseguido suprimir el aspecto
agonal de la política pues ha continuado en su seno la lucha de los grupos informales". Es decir, estos partidos
únicos presuntamente "nuevos" pueden. admitirse "en una situación sumamente justificada, que cabe -dice Barneix-
en un contexto histórico y geográfico muy determinado y singular": una guerra de liberación colonial y su futuro
inmediato. Al fin y al cabo, el rechazo de Washington por el pluripartidismo obedece a la misma situación
coyuntural.
Estos partidos únicos pueden admitirse, como en Turquía, por cubrir una etapa de transición y de excepción
que tiende al pluralismo y al multipartidismo, forma evolucionada y decantada del régimen democrático. Del
mismo modo, las fuerzas armadas, cuando toman el poder y disuelven los partidos, actúan, según V. O. Key,
precisamente como un partido (único) "disfrazado".
EL SUFRAGIO
El sufragio implica un pronunciamiento formal adoptado por la mayoría del pueblo sobre diversas
cuestiones. Elección es designación; por esta vía, de funcionarios en determinados cargos; pero puede
haber decisiones por sufragio sobre muchas otras materias: la sanción de una ley, la conveniencia de
modificar una constitución, la destitución de un oficial público; etcétera. "
La elección popular es el sistema más notorio de legitimación de un gobierno. En el absolutismo, la
legitimación provenía de la herencia, y en muchos regímenes no republicanos, deriva de los hechos.
Gobierno legítimo es el que existe, mientras no es derribado.
El sufragio es el instrumento natural de la democracia representativa. Tanto como un derecho,
constituye un deber del ciudadano, obligado moral y cívicamente a interesarse por la marcha de la cosa
pública. Eso explica el carácter obligatorio que tiene entre nosotros. Por eso se afirma que es una
función, o atribución, o sea una suma de deberes y derechos.
a) Publicidad y universalidad
b) Intermediación
UNIDAD N°2
INSTITUCIONES POLÍTICAS
TEMA N°5
LOS PARTIDOS COMO HECHO SOCIAL CONSTANTE
Extracto de “Partidos Políticos”, (Mario Justo López)
UNIDAD N°2
INSTITUCIONES POLÍTICAS
TEMA N°6
NOCIÓN DE PARTIDO POLÍTICO Y POSIBILIDAD DE UNA TEORÍA GENERAL
Dificultad de definición
Para elaborar una teoría general de los partidos políticos es necesario, como punto de partida, fijar
su noción. ¿Pero es posible elaborar una teoría general de los partidos políticos? ¿Es posible fijar su
noción?
Hay gran cantidad de definiciones de los partidos políticos, tanto en sentido amplio (como hecho
constante de la convivencia social) como en el sentido específico actual ( como hecho indispensable del
régimen democrático representativo) .
Basta señalar al respecto que, en su Tratado de la ciencia del derecho constitucional, el profesor
Linares Quintana transcribe más de treinta definiciones, Pero 10 cierto es que una definición de los
partidos políticos que tenga validez general es muy difícil, y una de las mayores dificultades estriba
precisamente en que son parte integrante de las estructuras en que funcionan y sólo pueden ser definidos
con relación a ellas.
aspecto, hay que aclarar que no siempre los partidos son una consecuencia de la implantación del régimen
representativo, pero su vinculación con este último es siempre manifiesta. Dice Friedrich con respecto a
los partidos ingleses: "Desde el punto de vista histórico, la responsabilidad parlamentaria del gabinete
inglés surge de las luchas de partido y se reconoce generalmente que la evolución de los partidos y la del
parlamentarismo están entretejidas de modo inextricable."
Precisamente, pues, porque tiene en cuenta su génesis cabe citar en primer término la clasificación
de Duverger en partidos de origen parlamentario y electoral y partidos de origen exterior. Los primeros
nacen de la actividad parlamentaria o electoral. Los segundos surgen independientemente de tal actividad.
Sus respectivos caracteres no sólo son esencialmente distintos, sino a menudo opuestos. Además,
mientras los primeros se mueven cómodamente dentro del cuadro de la democracia representativa, los
segundos tienden a evadirse del mismo o a romperlo. Finalmente, estos últimos suelen ser, de más
reciente data que aquéllos. El propio Duverger, en Los partidos políticos, proporciona, referencias
concretas relativas a la gestación de algunos partidos (jacobinos y girondinos, los actuantes en la
Constituyente francesa de 1848, el partido 'laborista inglés, el partido comunista ruso).
UNIDAD N°2
INSTITUCIONES POLÍTICAS
TEMA N°7
FUNCIONES PROPIAS Y RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Advertencias necesarias
Para la consideración de este tema dos advertencias Se imponen inexcusablemente. Una, de
carácter general, relativa a la interdependencia o la reciprocidad existente entre los rasgos característicos
de los partidos políticos, por una parte" y sus funciones propias, por otra. Según sean las funciones, así es
el carácter de los partidos, y viceversa. La segunda advertencia se refiere al marco conceptual y
fenomenológico que precisa y delimita el enfoque del asunto. Por lo pronto, y por los motivos que
resultan de lo expuesto en los capitulas precedentes, es obvio que los rasgos característicos y las
funciones propias de los partidos políticos no pueden ser los mismos en los gestados para desenvolverse
normalmente dentro del régimen democrático representativo y los formados para destruir ese régimen o
actuar al margen de él. Sin embargo, y a este respecto, la cuestión más ardua es la suscitada por las
variaciones, en algunos aspectos muy grandes, existentes entre los diversos regímenes democráticos
representativos existentes. Hasta aquí, para facilitar la exposición, se ha hablado del régimen democrático
representativo en singular; pero la realidad es que hay muchos regímenes de ese tipo, todos distintos entre
ellos, y quienes, últimamente, han ensayado clasificar los regímenes políticos contemporáneos no son
muy ilustrativos sobre el particular. Es cierto que Duverger señala algunas particularidades globales de
los regímenes políticos latinoamericanos, pero nada dice respecto de la gran variedad de regímenes
aparecidos últimamente en Asia y África. Jiménez de Parga, a su vez, se limita a incluir en su
clasificación a los "países recientemente descolonizados", y en cuanto a las repúblicas
hispanoamericanas las sitúa dentro del cuadro del "mundo hispanolusoarnericano" junto con España
y Portugal (?). Sin embargo, el hecho concreto y comprobable es que los países que constituyen el
Tiers Monde, aunque se titulen democracias y lo sean en variable medida, distan mucho de los
regímenes democráticos representativos existentes en los Estados Unidos de América y en la mayor
parte de los países de Europa Occidental y del Commonwealtb. Por eso lo que se dirá a continuación,
siempre siguiendo el método del "modelo" y con referencia al régimen democrático representativo,
no tiene plena validez para cada caso concreto y particular.
principio y hacer al propio tiempo concesiones a una gran variedad de intereses que tal vez sean
teóricamente incompatibles. Con tal política, el dirigente de un partido puede conseguir la adhesión de
grupos suficientemente amplios para llevar su bandera a la victoria."
Es evidente que estas afirmaciones están en pugna y en contradicción con la creencia -hasta hace
poco muy difundida y muy firme- de que los partidos deben tener doctrinas dogmáticas (ideologías) y
programas rígidos y detallados. Lo cierto parece ser -por el contrario- que los partidos pueden carecer en
mayor o menor medida de programa y no, en cambio, de organización adecuada. La experiencia muestra,
por otra parte, que los partidos subsisten a despecho de sus cambios programáticos, y aun doctrinarios, y
que existe una marca a y creciente tendencia -sobre todo en los países llamados "desarrollados"- a que
aquéllos se vuelvan, cada vez más "puros” en el sentido de la clasificación .vista anteriormente. Este
hecho aparece estrechamente vinculado con el 'fenómeno denominado "el fin de las ideologías".
A ese respecto" el cambio producido en las últimas décadas es insoslayable. Durante el siglo XIX,
junto con el nacimiento y desarrollo de los partidos políticos, se produjo la formación de cerradas y
coherentes corrientes de pensamiento político, cada una de las cuales tenía su respuesta preestablecida
para cada una de las preguntas que podían formularse, no sólo en. el campo puramente político, sino
también en el religioso, moral, cultural, económico, etc. Bastaba entonces conocer la filiación de cada uno
-y cada uno, salvo los que quedaban al margen de la actividad política, tenía una filiación política
consciente, que era fácil y simple clasificar en la gama de tendencias que se extendía desde la extrema
izquierda hasta la extrema derecha- para conocer al instante su actitud y su comportamiento frente a
cualquier situación o cualquier hecho la realidad actual es muy distinta. El pluralismo, en todos los
aspectos, ha continuado multiplicándose en la mayor parte de los países y se ha producido
simultáneamente un notorio entrecruzamiento y confusión de ideas y de intereses. Por eso resulta
actualmente muy difícil, si no imposible, hacer seria y objetivamente una clasificación precisa de las
doctrinas políticas de acuerdo con su contenido real y concreto. El fenómeno, por supuesto, ha alcanzado
también a los partidos políticos en tanto la doctrina es elemento constitutivo de éstos. A este respecto no
debe engañarnos el hecho de que los partidos conserven sus nombres y sus declaraciones de principios,
pues los nombres distintos y las declaraciones diversas sólo constituyen diferencias semánticas. Incluso
los programas, aparentemente diversos, no suelen expresar sino esquemas mentales vacíos, con los que se
disimulan ideologías caducas. Por eso, en realidad, al margen de las diferencias nominalistas, no hay casi
diferencias. Este hecho, sin embargo, no debe ser objeto, en forma categórica, .de un juicio peyorativo.
Hay que tener en cuenta que las doctrinas dogmáticas de los partidos constituyen, dada su tendencia a
convertirlos en organizaciones cerradas, un serio obstáculo para el normal desenvolvimiento del régimen
representativo e impiden que aquéllos sean eficaces instrumentos de ese régimen. En su libro titulado
Perfiles de coraje, ha señalado John F. Kennedy, refiriéndose a los partidos norteamericanos, que "el
sistema de los dos partidos subsiste no porque los dos sean rígidos, sino porque los dos son flexibles". Es
que, en rigor, los partidos que el régimen democrático representativo necesita son aquellos abiertos a
todos los ciudadanos capaces de defender los intereses de toda la colectividad.
Sise continúa la búsqueda de los rasgos característicos de los partidos políticos, habría que
esclarecer la siguiente cuestión: ¿son organizaciones naturales o artificiales? Según Burdeau, son
naturales en cuanto nacen espontáneamente y resultan necesarios; pero son artificiales en tanto dirigen
las energías sociales y son resultado de acción libre y voluntaria.
Puede afirmarse que, en principio, los tres caracteres señalados -en lo relativo a la organización, a
la doctrina y a su naturaleza- son comunes a todos los partidos políticos y no solamente a los destinados a
actuar dentro del marco del régimen democrático representativo. Hay, en cambio; algunos otros que son
exclusivos de estos últimos, como los de ser extraestatales y competitivos.
El carácter extraestatal de los partidos políticos es manifiesto. Lo señalaba Bryce hace alrededor
de setenta años al afirmar que "son agrupaciones extralegales", y lo ha expresado con precisión Linares
Quintana del siguiente modo:"los partidos no son una institución de derecho público sino de la política; ni
miembros de un organismo del Estado sino grupos sociales".
En cuanto al carácter competitivo, salta también ala vista. Partido indica la idea de un todo -la
sociedad global-, pero escindido. La idea de partido importa la identificación de un grupo y su
diferenciación de otro. Por eso “partido único es· una contradicción en los términos: el partido político
presupone una pluralidad". Pero la pluralidad supone, además, la competencia. De ese modo, a través de
los partidos políticos, se canaliza el aspecto "agonal" de la política.
La naturaleza y funciones del "nuevo" partido único, estudiadas por. el profesor Alberto Ciria, no
conducen a alterar las conclusiones precedentes. Raymond Aran ha insistido, a nuestro juicio con razón,
en que uno de los criterios básicos para distinguir los regímenes políticos estriba en la existencia de un
partido monopolístico por un lado y de la competencia pacífica y organizada de varios partidos por - el
otro. Esto no implica una valoración de signo negativo respecto del partido único. A veces puede cumplir,
como ha ocurrido en Túnez con el Parti sociáliste destourien, una tarea de realizaciones rápidas y efectivas
que difícilmente se hubiera realizado con un sistema de pluralidad de partidos. Pera aparte de que en ese
caso, al igual que en los similares, no se ha conseguido suprimir el aspecto "agonal" de la política, pues
ha continuado en su seno la lucha de los grupos informales, lo que aquí se quiere destacar es la
incompatibilidad de la institucionalización del partido único con el régimen democrático constitucional y
representativo.
UNIDAD N°2
INSTITUCIONES POLÍTICAS
TEMA N°8
DEFECTOS, DESVIACIONES Y DESNATURALIZACIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS.
LA CRÍTICA A LOS PARTIDOS. EL "ANTIPARTIDISMO”.
CUESTIONES EN EL ESTADO
Universidad Nacional De Catamarca
Facultad de Ciencias Económicas y de Administración
Licenciatura en Gestión Pública
UNIDAD N°3
CUESTIONES EN EL ESTADO
TEMA N°1
EL ESTADO Y LA CORRUPCIÓN
Obras consultadas:
d) ROBERT KLITGAARD - “Controlando la corrupción” - Sudamericana - Año 1994
e) MARIANO GRONDONA - “La Corrupción” - Planeta - Año 1993
DIAGNOSTICO
1) Existe CORRUPCIÓN cuando una persona, ilícitamente, pone sus intereses personales por sobre los de
las personas y los ideales que está comprometido a servir.(d) ( pág.11)
2) La corrupción es uno de los principales problemas del mundo en desarrollo pero también de los
desarrollados.(d)(pág.10)
3) Los países en desarrollo son particularmente vulnerables a los daños de la corrupción gubernamental.
El sector público representa un papel tan grande y decisivo en la sociedad, que normalmente abarca
actividades económicas que en muchas naciones quedan en manos privadas. (d)(pág.25)
4) La corrupción es en su raíz, un problema ético, y lo ha sido así durante toda la historia, pero la cuestión
moral es relativamente pequeña frente al problema práctico.(d)(pág.25)
6) Muchos profesores han afirmado que la corrupción puede representar un papel realmente útil en los
países en desarrollo.(d)(pág.44)
7) En un sistema social donde los bienes y servicios se asignan por selección o mérito, la corrupción en
cambio está en condiciones de asignar bienes de acuerdo con la voluntad y la capacidad de
pagar.(d)(pág.45)
8) La corrupción transgrede una política económica errónea o ineficiente, supera las limitaciones de un
sistema político imperfecto o evita los defectos de las normas de una organización. En resúmen, si el
sistema existente es malo, entonces la corrupción puede ser buena. (d)(pág.47)
10) Las actividades ilícitas se vuelven más abundantes cuando los agentes tienen un poder monopólico
sobre los clientes, disponen de discrecionalidad y de responsabilidad escasa. (d)(pág.84)
11) Los efectos desfavorables de la corrupción en los países en desarrollo superan en mucho a los
ocasionales beneficios sociales.(d)(pág.49)
12) La mayoría de los estudios demuestran que los ricos y los privilegiados se benefician con los arreglos
corruptos a expensas de los pobres, del sector rural y de los carentes de toda ventaja. (d)(pág.53)
13) cuando los hacedores de las políticas hablan de los males de la corrupción, generalmente la oposición.
¿Qué medidas proponen para combatirla?. (d)(pág.18)
15) Cuanto menos desarrollados son los partidos políticos, es más frecuente la corrupción.
(d)(Huntington, citado en pág. 78)
16) Se presupone muy apresuradamente que la gente capaz también tiene altas cualidades
morales.(d)(pág. 84)
17) Toda reglamentación que dé origen a un monopolio será un instrumento de corrupción. (d)(Nakata,
citado pág. 96)
18) Desde el punto de vista económico la corrupción no es una perdida de riqueza. El dinero no
desaparece, se redistribuye de otro modo y los hombres adoptan comportamientos no productivos.
(d)(pág. 204)
20) La fuente principal de corrupción en todo Occidente democrático es el hecho de que los partidos
políticos manejan fondos enormes sin control. En Argentina no existe ningún tipo de regulación al
respecto. Los ciudadanos no saben quién donó el dinero, qué pidió a cambio de su donación y si el
gobierno está cumpliendo algún tipo de compromiso con sus benefactores. (e)(pág. 49)
21) Cuando en un país hay un estado de corrupción generalizado y se da por supuesto que todos son
culpables de algo, cuando se investiga a una persona en particular, ésta se pregunta con alguna razón: ¿
por que a mí?. Siente la investigación como una discriminación.(e)(pág. 61)
22) Cuando la culpa se generaliza ( ¡todos somos corruptos!) la culpa deja de ser una contravención a la
costumbre sino por el contrario, una nueva costumbre, y como la ley castiga lo que contradice la
costumbre, entonces esta nueva costumbre deja de ser delito.
23) Cuando más pobre es un país es más probable la corrupción, porque no existen otras alternativas para
enriquecerse. En África, la política es la única manera de hacer dinero. (e)(pág. 62)
24) A medida que se sube en la escala de desarrollo, las oportunidades de hacer dinero sin recurrir a la
política se multiplican.(e)(pág. 62)
25) La primera forma de corrupción que veo en nuestro país no es ilegal: se llama CURRO y significa
ganar dinero sin producir bienes y servicios. (e)(González Fraga, pág.108)
26) Carecemos de una cultura anticorrupción en lo cotidiano. La "viveza criolla" nos lleva a buscar
siempre la ventaja sobre el vecino y atropellar en sus derechos. (e)(González Fraga, pág. 109)
PROPUESTA
1) Los políticos pueden utilizar la corrupción para fomentar la integración política frente a la autoridad
4) Es posible modificar la estructura y los valores de una sociedad. Un funcionario incorruptible en una
organización corrupta, en medio de una sociedad corrupta y con autoridades nacionales corruptas, puede
reducir la corrupción. (d)(pág. 80)
5) Una de las razones más sencillas, aunque más pasada por alto, de por qué las naciones más pobres
tienen tendencias estructurales hacia burocracias ineficientes y venales, es la índole de sus procedimientos
de auditoría. (d)( Cohen citado en pág. 92).-
7) Se puede alentar a los clientes del Estado y al público, a informar sobre cuestiones ilícitas,
otorgándoles garantías de anonimato, poniendo en uso líneas de comunicación directa. (d)(pág. 92)
8) Trasladar la carga de la prueba al agente para que demuestre que NO ES CULPABLE, suele ser un
poderoso disuasivo para la corrupción.(d)(pág. 92)
9) Rotar al personal cambiándolo de destino y tarea asignada hace disminuir la corrupción.(d)(pág. 96)
11) Conseguir que el público respalde las acciones de lucha contra la corrupción es muy importante.
¿Cómo hacer para que el público participe?
a) Cuando hay una ola de indignación popular contra la corrupción se debe tratar de institucionalizar esa
indignación.
b) Se puede institucionalizar la indignación creando JUNTAS DE VIGILANCIA PÚBLICA, que
soliciten audiencias a la legislatura ante comisiones parlamentarias competentes en el tema.
c) Hacer participar a la prensa y a las escuelas. (d)(pág. 199)
12) Para quebrar la cultura de la corrupción es necesario que el funcionario encargado de ello, altere el
clima de tranquilidad y confianza de las transacciones ilícitas mediante inspecciones, rotación de
empleados, colocando informantes en puestos claves y castigar no a gente de poca importancia sino a
"peces gordos" de modo público y simultáneamente anunciando cambios en la política.(d) (pág.200).-
13) Será bueno que los partidos políticos se reunieran a discutir y elaborar leyes y procedimientos que
transparenten el manejo de los fondos de los Partidos Políticos.
14) En EE.UU.. el presidente electo tiene la obligación de rendir cuentas ante el Congreso sobre quién
financió su cruzada electoral.(e) (pág. 49)
15) En ciertos países nórdicos, el Estado financia los gastos de campaña de los Partidos Políticos.(e)(pág.
50)
16) En nuestro país el sistema es mixto: financian las campañas el Estado y los particulares.(e)(pág. 50)
17) El ex presidente COLLOR DE MELO de Brasil, juzgado por corrupción, había constituido su
prestigio en la campaña presidencial presentándose como un luchador contra la corrupción. Las figuras
mesiánicas y la confianza en el perfil moral de una persona no son una garantía. Lo más saludable resulta
la construcción de un sistema democrático sólido con instituciones fuertes.(e)(pág. 64)
18) El desarrollo no genera una moral pública, por el contrario la moral pública es la que permite el
desarrollo.(e)(pág. 66)
19) Todos contamos con que el otro cumpla un determinado rol: en una esquina, los automovilistas que
avanzan con la luz verde esperan que los de la luz roja se detengan. En caso contrario solo habrá choques.
Cuando el rol que cada uno espera del otro se cumple, mejor funciona la sociedad.(pág. 101)
20) Cuando cunde la desconfianza, cuando se duda del cumplimiento del rol del otro, el sistema falla.(e)
(pág.102)
21) Para que el Estado defienda más los intereses privados que los públicos, los políticos deben vivir
mejor como ciudadanos que como funcionarios.
22) El Desarrollo pasa por el Estado siempre y cuando el trayecto sea de ida y vuelta; de la sociedad hacia
él y de esta hacia aquella.
***
UNIDAD N°3
CUESTIONES EN EL ESTADO
TEMA N°2
EL ESTADO Y LA INSEGURIDAD
Obras consultadas:
k) Centro de Asistencia a la Víctima del Delito - “VICTIMOLOGÍA TOMO X”
l) Centro de Asistencia a la Víctima del Delito - “VICTIMOLOGÍA TOMO VII”
m) Fernando Savater - “DICCIONARIO FILOSÓFICO” - Planeta - Año 1997
n) Astrid Bosch - “SEGURIDAD CIUDADANA EN TIEMPOS DE GLOBALIZACIÓN”
o) Rollo May - “FUENTES DE LA VIOLENCIA” - Emecé - Año 1974
DIAGNÓSTICO
1) Cualquiera sea el tipo de sociedad existente, corresponderá a la policía el mantenimiento del orden, la
seguridad y fundamentalmente la investigación de los hechos delictivos. (k) (E.E.S. pág. 41)
3) La incorporación del tema de los Derechos Humanos a la problemática social ha hecho surgir una serie
de nuevos requerimientos al Estado. Asi la víctima de un delito, es decir, ante quién falló la "seguridad",
ya no se satisface con la mera “justicia” en los términos tradicionales, hoy la víctima exige un apoyo,
una ayuda y reparación de ese Estado que fue incapaz de protegerla (k) (E.E.S.pág.43).-
4) En la medida que el organismo policial se aleje de las expectativas ciudadanas, deja de ser una
institución de servicio público. Este distanciamiento aumentará la probabilidad de que la comunidad se
vea expuesta a la proliferación de la delincuencia y a la generación de un clima inadecuado para la
calidad de vida de la sociedad. (k) (E.E.S. pág. 44)
5) Una policía es eficiente no solo cuando detiene un alto número de personas infractoras de la ley, sino
también cuando logra un alto nivel de satisfacción de las expectativas de las víctimas. (k) (E.E.S. pág.
44).
6) Toda la cultura occidental es victimológica. Todos somos víctimas. No hay manera de escapar. Jesús
pregonó la antivictimología porque todo sufrimiento del ser humano debía ser superado, sublimado por
el amor a Dios con el perdón. Se establecieron dos criterios: los que perdonan al agresor y los que
castigan. (l) (A.S.G. pág. 25).
7) Nuestra cultura desatiende la víctima en el más acá pero la atiende en el más allá. La víctima siempre
ha sido vista como un hecho: está ahí, pero no hay nada que hacer con ella. Es el peso de una cultura de
2.000 años. (l) (A.S.G. pág. 26).
8) Toda la naturaleza - para persistir - es una cadena interminable de lucha por la subsistencia. Esto quiere
decir que la victimización de la naturaleza es controlable y atendible, pero insuperable (l) (A.S.G. pág.
29).
9) Todo victimario, tarde o temprano se constituye en víctima, que puede ser de sí mismo o de la justicia.
Los delincuentes después de múltiples incidencias delictivas en forma consciente o subconsciente, buscan
ser detenidos y castigados, en una especie de compensación psíquica. (l) (A.S.G. pág. 29)
10) Dentro de la naturaleza existen como un hecho inevitable la víctima y el victimario, ambos reunidos
en un drama infinito emanado del ámbito humano y social. (l) (A.S.G. pág. 29)
11) Todos los seres humanos que muestran una debilidad, son utilizados para el ejercicio de todo tipo de
violencia. Este es el principio de toda marginalidad. (l) (A.S.G. pág. 29)
12) Es oportuno despejar algunos mitos: por ejemplo, el de que nuestra época es excepcionalmente
violenta o que al menos les excepcionalmente violento su arte. No es cierto. La vida cotidiana en los
países desarrollados nunca ha sido tan pacífica como ahora (m) (pág.156)
13) La fascinación por la violencia sanguinaria es una constante cultural, pero quizá antaño un género
de vida que se afrontaba más frecuentemente con el dolor puro y duro (m) (pág.157)
14) Lo alarmante no es la violencia, la desmesura sexual, el racismo, el crimen que se ve en las películas
sino la ingenua suposición de que todos los males se desencadenan en realidad porque se los representa en
la ficción. Si esto fuera cierto, entonces ver películas como GHANDI, EL MILAGRO DE LOURDES,
etc., implicaría inhibir los comportamientos agresivos del hombre o estimular gestos de abnegación
heroica. (m) (pág. 158)
15) El impacto imaginario proviene de la revelación espectacular de temores o deseos acallados por
conveniencia social, nunca de lecciones edificantes que aprobamos pero también pasamos por alto.(m)
(pág. 158)
16) Mientras estemos en la duda de la otra vida, la que se propone como verdadera y eterna, tenemos
derecho a construir nuestro mundo desde ángulos diversos y opuestos.
No vemos compelidos, por una parte, a buscar la vida eterna, y por otra, a afianzarnos dentro de una razón
que resuelve los problemas "aquí y ahora". (l) (A.S.G. pág. 31)
17) El delincuente se hace víctima del poder establecido. El ejemplo mas claro es el que se refiere a la
pena de muerte. En ella está implícita claramente la personalidad abusiva y castigadora de un derecho
primitivo. (l) (A.S.G. pág. 36)
19) El sistema penal agrava la pena de acuerdo a la mayor lejanía de la conducta con referencia a la
conducta esperada de un "hombre bueno" delineado en abstracto.
Subyace la idea de que se trata de regular la conducta de una sociedad de cultura única y con valores
coincidentes a los establecidos en las normas. (n) (pág.3).
20) En la lógica del sistema penal solo existe la posibilidad de inocencia o culpabilidad. (n) (pág. 3)
21) El Estado, en vista de los valores que considera internalizados en toda la sociedad, juzgará las
conductas de los sujetos que transgreden aquellos valores. (n) (pág. 4)
22) La violencia es como el repentino cambio químico que se produce cuando, tras un período de relativa
placidez, el agua rompe el hervor. Si no vemos el quemador que hay debajo y que ha estado calentando el
agua, confundiremos esa violencia con un hecho aislado y aleatorio. No alcanzamos a ver que la violencia
es un resultado totalmente comprensible del hecho de que nuestras personalidades luchan con desventaja
en una cultura represiva que no las ayuda. (o) (pág.205).
23) La violencia es una explosión de pasión reprimida. Cuando a una persona (o a un grupo) se le ha
negado durante cierto tiempo lo que él considera sus derechos legítimos, cuando se encuentra
continuamente abrumado por sentimientos de impotencia que van minando la autoestima que pudiera
quedarle, la violencia es el resultado final predecible. (o) (pág. 206)
PROPUESTA
1) En el estado de derecho "moderno" los objetivos de la victimología son, por una parte, evitar la
creación de víctimas y victimarios, pero lo que es más, no victimizar al victimario.
En el mundo de hoy al Estado no se lo ha encontrado apto para evitar dos paradigmas: el que se refiere a
la prevención victimaria y el que se dirige a evitar la punición del victimario, lo que significa su
victimización (k) (A.S.G. pág.30).-
2) Todo hombre para subsistir requiere de determinado nivel de agresividad y resistencia. (k) (A.S.G. pág.
32)
4) Nuestra sociedad depende de una cultura victimal neurótica. Es decir quiere y no quiere ser víctima,
tolera y no tolera a los victimarios, fomenta y rechaza la victimización. (k) (A.S.G. pág. 31)
5) La política de prevención, hasta la fecha, se ha hecho de la misma forma que la política de control de
incendios: se apagan las llamas y se sienta uno a esperar otros brotes de fuego, lo que es necesario superar
por ser algo inservible. No es posible que esperemos que nazca la víctima para atenderla, ni que nazca el
delincuente para apagarlo. (k) (A.S.G. pág. 34)
6) El mejor camino para establecer una política anticriminal y antivictimal es aliviando a la humanidad de
esa serie de factores que como virus le penetran destruyendo a sus integrantes.
Podemos considerar como objetos victimizantes problemas tales como la EXPANSIÓN
DEMOGRÁFICA, la EXPLOSIÓN INDUSTRIAL, el uso indiscriminado de DROGAS, el mal control
de la TECNOLOGÍA, la mala DISTRIBUCION DE LA RIQUEZA, la CRISIS DE VALORES, la
imposición de PATRONES CULTURALES NUEVOS o VIEJOS y la ausencia de METAS y
OBJETIVOS IDEALES. (k) (A.S.G. pág. 35)
8) La prevención de la victimización debe partir de la conciencia de que cada ser humano o grupo, tiene
la capacidad de ser víctima. Consecuentemente debe implantarse una cultura antivictimal y, a
continuación, una capacitación para que se repela cualquier forma de agresión. (k) (A.S.G. pág. 35)
9) El Estado debe innovar en sus programas de educación enfocándolos hacia la seguridad personal y
social fortaleciendo sus núcleos débiles y vulnerables.
Todo hombre tiene poder, como consecuencia puede ser victimario, y todo hombre tiene debilidades, por
consecuencia puede ser víctima.(k) (A.S.G. pág. 36)
10) Debemos luchar para que se eliminen los patrones culturales de represión en el terreno de las penas.
(k) (A.S.G. pág. 36)
11) La prevención victimal será una "VACUNA" que inmunice al ser humano biológica, psicológica,
social y culturalmente, de las agresiones que la vida, la naturaleza y la sociedad ejercen en contra de cada
persona. (k) (A.S.G. pág. 36)
12) En cuanto a la problemática de la seguridad incumbe a los derechos básicos del hombre, y puede
significar un menoscabo a los derechos ciudadanos, corresponde el diseño de su política al Poder
Legislativo. (n) (pág. 1)
14) Seguridad es igual a punición, de lo que se extrae: a mayor punición, mayor seguridad. Esta es la
lógica básica sobre la cual se funda la creación de nuevas figuras penales o el agravamiento de las penas.
Sin embargo la experiencia nacional e internacional aportan demás pruebas que demuestran la inutilidad
de diversas formas de punición de delitos. Los índices de reincidencia muestran la falacia del fundamento
15) Con los movimientos impuestos por la globalización, dos ficciones se derrumban:
a) La potestad soberana del Estado para dictar y aplicar normas.
b) La pretendida homogeneidad o comunidad nacional de valores que reconocía aquellas normas. (n)
(pág. 7)
16) Sería bueno un sistema de provisión de Seguridad que comience a retirar de los códigos penales y
contravencionales conductas que ya hoy son resueltas fuera del sistema penal, como delitos de daños,
hurtos, lesiones culposas o dolosas. (n) (pág. 9)
17) Se trata de intentar la creación de un sistema en el cual se halle abolida la privación de la libertad
pero en donde las instituciones del Estado en vez de estar volcada a la averiguación de la “verdad real” se
encuentren abocadas a la viabilización de las soluciones propuestas por las partes (víctima y victimario) y
la solución de la situación problemática. (n)(pág. 10).
18) El "consumo" representa un lugar de diferenciación y distinción entre los grupos humanos.
La distribución de "provisiones" propia del Estado de Bienestar, ha pasado a la historia, hoy la forma de
distribución de bienes y servicios los establece el mercado .
19) El mercado decide quién está incluido o excluido del derecho de apropiación o uso de un producto.
Como "MI CONSUMO" indica el lugar que ocupo en la sociedad, acceder o no al uso o apropiación de
un producto implicaría mi pertenencia o no al grupo social de mi preferencia. Por ejemplo: si consumir
automóviles significa pertenecer o incorporarse a la clase media, cuando no puedo acceder a su
adquisición, dejo de pertenecer o no puedo ingresar a la clase media. He sufrido una exclusión de clase
por vía del mercado y no del Estado.
Esta concepción sería la que lleva al hombre a apropiarse por la fuerza de aquello que necesita para estar
incluido y no excluido, y en donde el Estado no cumple rol alguno ni potestad para sancionar.
Ejemplo: Mientras los padres establecen los premios y castigos equitativos para sus hijos según su
ponderación de méritos todo marcha más o menos bien, pero cuando se desentienden del problema y
dejan a sus hijos librados a conseguir los premios y castigos según sus propias fuerzas, hacen justicia por
sus propias manos según su conveniencia.
20) Los servicios policiales deben hacer suyos los requerimientos ciudadanos. Deben estar orientados a
dar satisfacción a las necesidades que la sociedad tiene respecto de su seguridad personal y el resguardo
de sus bienes materiales. (k) (E.E.S. pág.44).
UNIDAD N°3
CUESTIONES EN EL ESTADO
TEMA N°3
EL ESTADO, LA JUVENTUD y la POLÍTICA
Obra consultada:
c) MARIO MARGULIS y otros - “La juventud es más que una palabra” - Biblos - Año 1996
DIAGNÓSTICO
1) Creen que todos somos iguales y que por ello el ascenso social depende de la voluntad y el esfuerzo de
cada uno. Que a cualquier persona le puede suceder lo mismo (contraer Sida, ir a la cárcel, lograr fortuna,
etc.) con igual probabilidad y en cualquier punto del planeta. (c)(S.K. y D.S.pág.61)
2) La creencia del todos somos iguales se inscribe en un clima de fuerte desencanto que se manifiesta no
tanto en la aceptación de su posición social sino, sobre todo, de resignación con la que tienen que
vivirla.(c)(S.K. y D.S.pág.62).
3) Sienten que los esfuerzos públicos son casi siempre inútiles, cuando no inexistentes, en términos de
mejorar sus condiciones de vida. (c)(S.K. y D.S.pág.62)
4) "La política existe, los políticos son los que la practican, pero nada tienen que ver con
nosotros".(c)(pág.63)
5) Participar en política supone una rápida obtención de bienes materiales y simbólicos imposibles de ser
apropiados de otra forma.(c)(S.K. y D.S.pág.63).
6) Tienen una desconfianza militante contra la política en general. Viven la política como algo
inalcanzable e inaccesible para ellos. La consideran como una actividad en la que solo participan los
dueños de las decisiones. (c)(pág.63)
9) No se sienten representados (representar significa hacer presente lo que está ausente) políticamente,
porque se sienten excluidos y por lo tanto no pueden ser tomados como actores sociales. (c)(S.K. y
D.S.pág.65)
DIAGNÓSTICO
1) Los chicos (15 a 19 años) de clase media baja (M.B.) piensan que el país está mal y va peor. Los de
clase media (M) creen que el país esta igual pero ellos mejor. Los de clase media alta (M.A.) consideran
que ellos están bien y que el país está mejor. (c)(A.K. pág. 198).
2) Los jóvenes (media baja - media - media alta) perciben como problemas del país en el siguiente orden:
la corrupción, la desocupación, los bajos sueldos, la pobreza, los jubilados, la falta de prioridad de la
salud y la educación. (c)(A.K. pág. 199)
3) Una de las ideas más permanentes es que por esencia el poder corrompe. Para todos los jóvenes es muy
difícil que alguien que llegue a ocupar posiciones de poder pueda mantener una línea de conducta
honesta. (c)(A.K. pág. 199)
4) Para los jóvenes (M.B.) los votantes son incompetentes por lo tanto los culpables de los males del país
somos todos. Para los jóvenes (M.) la culpa la tiene la corrupción. Para los jóvenes (M.A) la culpa la tiene
el gobierno. (c)(A.K. pág. 200)
5) En términos generales todos los jóvenes ( M.B. - M. - M.A.) expresan una valoración negativa de las
Fuerzas Armadas, la Policía y la Justicia. (c)(A.K. pág. 201)
6) Los jóvenes participan de un clima general de ideas relativamente negativa en torno al Estado y sus
funciones. (c)(A.K. pág. 202)
7) Sobre la democracia opinan que habría que inventar otro sistema, que la libertad, la igualdad, la forma
de vida son un sueño. (c)(A.K. pág. 203)
8) Piensan que los votantes son ciclotímicos, sin ideologías, indefinidos. la gente no tiene partido y vota
lo que le parece en cada momento. (c)(A.K. pág. 204).
9) Todo lo que guarda relación con la política parece fundirse en una masa homogénea e indiferenciada
que no seduce ni atrae, sino que, al contrario, repugna y aleja. (c)(A.K. pág. 204)
10) Los jóvenes de clase Media Baja se muestran mas confusos que los otros y aceptan la violencia como
medio para modificar determinadas situaciones. (c)(A.K. pág. 204)
11) Los jóvenes de clase Media Baja creen que en los próximos 5 años todo seguirá mal y el Presidente
un monigote sin poder y rendido a las innumerables presiones. (c)(A.K. pág. 205)
12) Los jóvenes analizados consideran que el trabajo es una carga indispensable para subsistir (M.B.),
pero también es una vía de ascenso social (M.) y de desarrollo y realización personal(M.A.). (c)(A.K. pág.
213)
13) Las opiniones de todos los jóvenes no revelan casi nunca indicios de proyectos colectivos ni
conformación de identidades políticas a partir de algún criterio. (c)(A.K. pág. 219)
14) No se encuentran señales que hablen de alguna utopía más o menos definida, de algún ideal
relacionado con lo público al que se le asigne prioridad. (c)(A.K. pág. 219).
15) Los diagnósticos y perspectivas moderadamente positivas por ellos expresadas destilan casi siempre
desánimo y desaliento, nunca optimismo. (c)(A.K. pág. 219)
PROPUESTA
1) Revelan su adhesión al reclamo general de eficiencia; sin embargo no son las privatizaciones algo
intrínsecamente positivo. (c)(A.K. pág. 203).
2) Los jóvenes de clase Media y Media Alta piensan que la solución será mejorar la educación para que la
gente desarrolle el nivel de elección y para formar un plantel de gente honesta que reemplace a la actual
dirigencia. (c)(A.K. pág. 205)
3) Los jóvenes de clase Media colocados en el rol imaginario de Presidentes, piensan que modificarían
parcial o totalmente el plan económico para darle mayor contenido social. (c)(A.K. pág. 208)
4) Los jóvenes de clase Media Alta colocados en el rol imaginario de Presidentes piensan que su tarea
sería "limpiar todo", es decir, retirar a todos los corruptos, comenzando por la justicia. (c)(A.K. pág. 209)
DIAGNÓSTICO
1) Es evidente el pobre interés que les genera la política tradicional, lo poco atractivo que les resultan los
grandes ideales y utopías y la cada vez más escasa participación social y mayor descreimiento. (c)(S.CH.
pág.98).
2) Tienen solo "metas acotadas" claras ( preocupación por la ecología, aceptación de los homo o
bisexuales, abolición del servicio militar) con distinguible objetivo y final. (c)(S.CH. pág.99)
3) Tener un "objetivo pequeño" les permite un mayor control de los vaivenes de la causa, en razón de las
"traiciones" de los que ofrecen grandes objetivos. (c)(S.CH. pág.99)
4) Los político de carrera son percibidos como zorros viejos en busca de una presa ingenua y, en el sentir
de los jóvenes, es preciso estar siempre listos para la huida. (c)(S.CH. pág.99)
5) El discurso posmoderno que hace sentir al individuo que él es el y pleno culpable de sus fracasos y que
puede lograr, si se lo propone, el éxito; el modelo juvenil de autocontrol, de autorresponsabilidad del
éxito y de autoexigencia, les lleva a la conclusión de que de este modo SI TODO DEPENDE DE MÍ, ya
no hay espacio para percibir las ventajas o desventajas de construir entre todos un orden social más justo.
(c)(S.CH. pág.100)
6) Si la felicidad de cada uno ya no depende del orden social que se construya, sino del obrar individual,
entonces no hay razón para pelear por utopías y solo hay que gratificarse y disfrutar la vida. (c)(S.CH.
pág.101)
8) Los jóvenes no son todos iguales. Si bien la identidad juvenil se puede definir por rasgos específicos,
no constituye una cultura única. (c)(A.W. pág.115)
9) El período juvenil según la ONU se ha establecido entre los 15 y 24 años. Es un período de "moratoria"
en donde se permite el ensayo y error al sujeto. El límite superior, debiera coincidir con la finalización del
período de maduración, que se manifestaría con la culminación de estudios, la formación de una familia
independiente, la asunción de responsabilidades sociales, como el cuidado del hogar y los hijos. (c)(S.K.
y D.S.pág.151)
DIAGNOSTICO
1) Ellas no estudian mas allá de la primaria, son madres mucho antes de los 24 años, de la familia de
origen pasan a la familia "propia". (c)(S.K. y D.S.pág.152)
2) Aceptan su reclusión en la esfera doméstica, es allí donde se sienten plenas sin exigirles a sus parejas
ningún tipo de responsabilidad. (c)(S.K. y D.S.pág.154)
4) Su proyecto de vida se construye sobre la base de tres roles principales: ser madres, esposas y amas de
casa. (c)(S.K. y D.S.pág.153)
UNIDAD N°3
CUESTIONES EN EL ESTADO
TEMA N°4
DESEMPLEO, TRABAJO, PRODUCTIVIDAD e
INVERSIONES ESTATALES
Obras consultadas:
h) HENRY HAZLIT - “La Economía en una Lección” - Folio - Año 1996
i) SILVIA MONTOYA - “Capacitación y Reentrenamiento Laboral” - Fundación ADENAUER - Año 1996
DIAGNOSTICO
1) Los diagnósticos tradicionalmente utilizados para explicar las causas del desempleo no parecen
aplicables a la realidad actual de la economía argentina. (i)(pág. 137)
2) La duración del desempleo en los trabajadores menos calificados aumenta. (i)(pág. 139)
3) El desempleo es mucho más elevado en los hombres entre 15 y 25 años, es decir para los entrantes en
el mercado laboral. Esto ocurre en todas las economías mundiales debido a la poca experiencia laboral de
los jóvenes y las regulaciones como salarios mínimos que desaniman a los empresarios para contratarlos.
(i)(pág. 141)
4) Hacia 1997 la población del Gran Catamarca ( Capital, Valle Viejo, Fray Mamerto Esquiú) era de
136.000 habitantes aproximadamente.
De esos 136.000 personas 8.000 no tenían trabajo y 5.300 demandaban más de un trabajo.
La PEA (Población Económicamente Activa) se componía de 53.000 personas (39%) de la población.
Esto quiere decir que si a las 53.000 personas en aptitud laboral se le desagrega los que carecen de
trabajo, la población con efectivo trabajo se reduce a 39.700 personas.
En consecuencia esos 39.700 deben alimentar a los 136.000 habitantes existentes.
La conclusión que podemos extraer de estos datos es que cada catamarqueño con trabajo debe sostenerse
a sí mismo y a otros 2 1/2 personas más.
Si cada catamarqueño requiere $10 por cada ración de comida y bebida deberá ser capaz de generar una
riqueza de $ 750 por mes sólo en el rubro ALIMENTACIÓN para sostenerse a sí mismo y a las otras 2
1/2 comprovincianos restantes que tiene a su cargo.
Si calculamos lo que cada catamarqueño necesita en otros rubros como: SALUD, VESTIMENTA,
EDUCACIÓN, TRANSPORTE, ESPARCIMIENTO, etc., tendremos la verdadera dimensión del
problema.
En Catamarca, ocurren anualmente 7.500 nacimientos y 1.500 defunciones, lo cual quiere decir que
nuestra población crece en 6.000 personas por año aproximadamente.
Como la PEA significa el 39 % de la población, esto quiere decir que todos los años 2.340 catamarqueños
más, estarán en aptitud laboral y reclamarán trabajo.
Si nuestra esperanza se centrara sólo en la minería, que ocupa como la Alumbrera sólo 600 personas en su
etapa productiva, deberemos ser capaces de “inaugurar” 4 Alumbreras todos los años para dar ocupación
a los que reclaman trabajo.
El 55% de nuestro desocupados solo tiene instrucción primaria, en cambio el 0,2 % de los desocupados
tiene formación universitaria. Esto quiere decir que los que tienen más estudio tienen menos dificultad
para encontrar trabajo.
5) Debemos crear actividad productiva para 14.000 desocupados y semiocupados y forjar un sistema
productivo que requiera el empleo de 2.430 personas por año.
6) No existe en el mundo actual creencia mas arraigada y contagiosa que la provocada por las inversiones
estatales. (h) ( pág. 23)
7) Cada dólar que el gobierno gasta procede inexcusablemente de un dólar obtenido a través del impuesto.
(h) ( pág. 23)
8) Normalmente se piensa que la construcción de viviendas con fondos estatales para personas
económicamente débiles, GENERA MÁS TRABAJO y CREA RIQUEZA. Estas dos razones son
equivocadas.
La gran ventaja psicológica de quienes abogan por la construcción de viviendas radica en que se observa
a los obreros trabajando y se contemplan las casas una vez terminadas.
En realidad cuando el Estado usa fondos recolectados de la gente para hacer casas para los pobres, todos
los que pagaron impuestos se vieron imposibilitados de usar ese dinero para comprar por ejemplo
heladeras, televisores, automóviles, etc. y en consecuencia el dinero que fue a los albañiles dejó de ir a los
obreros industriales. Unos consiguen trabajar (albañiles) pero otros lo pierden (obreros industriales). Lo
que ha sucedido es simplemente una REASIGNACIÓN DE RECURSOS, una nueva distribución de
riqueza pero de ningún modo un AUMENTO del trabajo ni de la riqueza. (h-pág. 27)
9) El creer que la reducción de la semana laboral o el horario de trabajo proporciona más empleo, también
es un error.
Cuando se reducen las horas de trabajo y se disminuye proporcionalmente el sueldo a las horas trabajadas,
lo que logramos es que unos ganen menos para que otros puedan ganar algo.
Cuando se reducen las horas de trabajo sin disminuir el sueldo, encarecemos el precio de los productos,
merma el consumo y aumenta la desocupación porque las empresas producen menos.(h- pág. 62)
10) En competencia perfecta una empresa sólo llevará a cabo formación profesional, si no tiene ningún
costo.(i) (pág. 262)
PROPUESTA
1) La capacitación es esencial para una estrategia de desarrollo exitosa porque aumenta la productividad y
da acceso a los frutos del crecimiento a los más pobres. (i)(pág. V)
2) No basta con confiar en el mercado sino que se requiere políticas públicas activas. (i)(pág.V)
3) Una de las alternativas políticas para resolver el desempleo mediante la capacitación, es que el Estado
financie la capacitación de los trabajadores de bajos ingresos. (i)(pág. V)
4) Es necesario crear mecanismos eficaces de certificación de destrezas para que las personas estén
dispuestas a invertir en su propia educación y capacitación. (i)(pág. V)
Dar trabajo a los que no tienen no aumenta la riqueza. Ocupar 1.000 hombres para producir 1.000
kilogramos de pan solo permite distribuir 1 kg. de pan por cada hombre, pero si logramos que uno solo
produzca los 1.000 kg. de pan los otros 999 podrán trabajar produciendo autos, televisores, computadoras,
etc. y lograrse que cada uno tenga 1 kg. de pan pero además otros productos necesarios. Lo que hay que
aumentar no es el TRABAJO sino la PRODUCTIVIDAD ( cantidad de bienes y servicios por unidad de
tiempo).
7) Si lográramos inventar una máquina que con sólo apretar un botón produjera todo lo que necesita un
hombre para vivir, entonces la jornada laboral se reduciría a un segundo. Las maquinas aumentan la
PRODUCTIVIDAD porque reemplazan al hombre.
8) El creer que EXPORTAR hace más rico a los pueblos, también es un error. Cuanto mayores sean
nuestra exportaciones, tanto mayor deberán ser nuestras importaciones. Las exportaciones y las
importaciones han de igualarse a largo plazo. Sin importaciones no podemos exportar, pues los países
extranjeros carecerán de fondos para pagar nuestras mercancías. Cuando decidimos disminuir nuestras
importaciones estamos de hecho decidiendo también la reducción de nuestras exportaciones. (h) (pág. 88)
9) La solución parece consistir no en DAR TRABAJO a los desocupados, sino invertir el dinero
disponible para ello (por ejemplo viviendas, empleados públicos innecesarios o retiros anticipados) en
subsidiar con un SEGURO DE CAPACITACIÓN a las personas que a cambio del subsidio decidan
capacitarse y demuestren hacerlo.
Se deberá identificar, las actividades productivas a encarar para dirigir la capacitación allí. Estas
actividades productivas deberán orientarse por la INDUSTRIA MANUFACTURERA, porque es allí
donde se logra mayor aumento de la productividad.
Para establecer que industria manufacturera impulsar en nuestra provincia será necesario encarar una
investigación que nos indique que manufacturas de uso masivo y de no muy específica especialización
consume la gran masa de catamarqueños ( por ejemplo: televisores, equipos de música, motocicletas,
heladeras, lavarropas, etc.). Una vez identificada la o las industrias manufactureras a desarrollar, deberá
encararse la capacitación de la mano de obra en esos rubros.
Como paso siguiente debería impulsarse una campaña masiva en los catamarqueños a fin de concientizar
sobre las ventajas de adquirir esa manufacturas fabricadas en la provincia y no otras producidas en otro
lugar.
La ventaja consiste en que cuando un Catamarqueño consume manufactura catamarqueña, ayuda a vivir (
da ocupación ) a otro catamarqueño y éste deberá sentir recíproco agradecimiento tratando de adquirir
otra manufactura o producto catamarqueño. Creada la conciencia de que los catamarqueños tendrán
ocupación y sueldos si consumen lo que saben producir y que la estabilidad laboral dependerá solo de la
permanencia de esa costumbre adquirida de comprarnos entre nosotros fortalecerá probablemente la
instalación de industrias que verán un mercado consumidor cautivo y atractivo aunque no muy grande por
nuestra escasa población.
Sin embargo, la garantía que un pueblo ofrecerá a los empresarios de consumir su producción deberá
contar como contraprestación del industrial -para que los precios y calidad del producto no se vean
alterados por las ventajas del monopolio- de una exigencia de cupos progresivos de ventas fuera de la
provincia de los bienes fabricados como condición para operar en ésta.
La probable radicación de industrias atraerá a desocupados de otras provincias que buscarán trabajo entre
nosotros. Esta cuestión deberá regularse pero no prohibirse. Servirá de incentivo para que los
desocupados aspirantes al SEGURO DE CAPACITACIÓN se decidan con rapidez y se esfuercen por
obtener la graduación para concursar su puesto fabril de trabajo.
La regulada y progresiva radicación de industrias y personas aumentará la población y consiguientemente
el mercado lo cual es necesario porque el aumento de la demanda incentivará el aumento de la
producción.
Se piensa que la posibilidad mas certera de ingresar al mundo moderno con pasos firmes, es desarrollando
una cultura industrial en nuestro pueblo. No es casual que las naciones mas progresistas del mundo sean
todas potencias industriales.
10) El entrenamiento correspondiente al SEGURO DE CAPACITACIÓN podrá ser realizado por las
empresas radicadas y durante el tiempo que dure la capacitación producir para la empresa pero cobrando
solamente el Seguro de Capacitación.
UNIDAD N°3
CUESTIONES EN EL ESTADO
TEMA N°5
EL EMPLEADO PÚBLICO
Obras consultadas:
b) JULIO PINTO - “MAX WEBER actual - Liberalismo ético y democrático”- Eudeba - Año 1998
f) MAX WEBER - “Escritos políticos”.
1) "El auténtico administrativo público no debe hacer política, sino limitarse a "administrar", sobre todo
imparcialmente. El administrativo público ha de desempeñar su cargo sin ira y sin prevención, lo que le
está vedado es, pues, precisamente aquello que siempre tienen que hacer los políticos. Parcialidad, lucha y
pasión constituyen el elemento del político. Toda la actividad de este está colocada bajo un principio de
responsabilidad distinto y aún opuesto al que orienta la actividad del administrativo público”.(b)(pág.
116)
2) "El administrativo público se honra con su capacidad de ejecutar precisa y concienzudamente, como si
respondiera a sus propias convicciones, una orden de la actividad superior que a él le parece falsa, pero en
la cual, pese a sus observaciones, insiste la autoridad. El administrativo público debe descargar,
naturalmente sobre el político, toda la responsabilidad". Sin esta negativa de sí mismo y esta disciplina
ética ... hundiría toda la máquina de la administración. (f)(pág.327)
3) En el Estado moderno, el verdadero dominio (que no consiste en los discursos parlamentarios ni en las
proclamas de los gobernantes), está en el manejo diario de la administración. Se encuentra
necesariamente en manos de la burocracia. (f)(pág.75-76)
***
UNIDAD N°3
CUESTIONES EN EL ESTADO
TEMA N°6
ESTADO, POLÍTICA y EMPLEO
Desde muy antiguo, Estado, política y empleo parecen haberse visto íntimamente ligados. Las
pirámides egipcias fueron el resultado de un inmenso esfuerzo coordinado de trabajadores, política y
Estado.
Cuando Platón en su “República” atribuyó a la “división del trabajo” la condición de suceso productivo
que dio nacimiento a la ciudad, también concluyó en que el surgimiento de la ciudad significó el origen
mismo de la política. La concentración humana, la vida colectiva en la urbe necesitaba de un sistema
ordenador que morigerara el conflicto de convivencia entre personas e intereses distintos; requería un
régimen de poder expresado en mando y obediencia que condujera e hiciera posible la vida colectiva.
El trabajo había dado nacimiento a la política y desde entonces no podrían separarse a pesar del
advenimiento de la concepción neoliberal de la economía que considera al Mercado como el encargado
de establecer las relaciones de trabajo y producción, insistiendo en que el Estado debe abstenerse de
intervenir.
Sin embargo, el pensamiento neoliberal moderno no ha podido doblegar a los gobiernos de los países
más prósperos y representativos de esa corriente de pensamiento. Los gobiernos europeos protegen con
aranceles su producción de alimentos para impedir que ingresen nuestros productos con precios más
competitivos. Esas medidas proteccionistas del Estado, tienen por misión defender los puestos de trabajo
de sus recursos humanos dedicados al agro y la ganadería pero también, preservar la independencia
alimentaria de sus connacionales.
La política tiene la misión de organizar la vida colectiva, de hacerla posible, y para lograrla, la
orientación del trabajo y la producción son fundamentales. ¿Cómo podría la política garantizar la
independencia nacional de un pueblo, si la ocupación de sus ciudadanos, los medios y la producción
misma dependieran de decisiones exógenas al país y su gobierno es decir, del mercado?
Es la política la que decide qué y cuanto producir, la que evita la desocupación y la que se interesa por
una justa retribución del trabajo que haga posible la felicidad del conjunto. No hace falta que esto se haga
de modo compulsivo como en los sistemas autoritarios fascistas o marxistas, sino que la oriente dejando
que la libertad haga una parte y la protección otra.
La política es siempre responsable para bien o para mal del trabajo y la producción de un pueblo. Si en
un país no falta trabajo, el existente es bien remunerado y la producción satisface la mayor parte de las
necesidades de la sociedad, es porque la política lo ha hecho posible; si todo esto es escaso y el pueblo
siente hambre, abandono y postergación, es también porque su clase política lo ha hecho posible.
La corta etapa de esplendor ateniense en tiempos de Pericles, lo fue gracias a una eficaz conducta
económica dirigida a tornar en un emporio comercial a una sociedad agraria sin recursos para proveer
siquiera a su propia alimentación y a la perfecta organización que su clase política logró al coordinar el
trabajo de miles de esclavos y extranjeros admitidos con la condición de radicar industrias, el dominio del
comercio marítimo, el tributo de los aliados, las liturgias de los ricos, las minas de oro y plata, la piratería,
la política de expansión colonial y la explotación de sus recursos primarios, la producción de
manufacturas que se colocaba en las colonias, el trabajo agrícola y una vida frugal consagrada a servir un
Estado providencial.
Su deterioro se produjo cuando maravillada por un éxito que creyó eterno, el empeño por cuidar las
fortunas personales y una democracia versátil con políticos que halagaban las pasiones de sus electores
con discursos y extravagancias para conseguir con el sufragio, el poder y honores apetecidos, la hizo
incapaz de perseguir designios de largo plazo y despilfarró sus recursos al crear un gigantesco e
improductivo sistema político, en donde anualmente 15.000 electores elegían 6.000 cargos públicos todos
remunerados (casi la mitad administraba a la otra mitad), todos los años 6.000 ciudadanos elegían 5.000
cargos para su justicia por jurados y sostenía 10.000 soldados de mar y tierra todos a sueldo.
Inspectores de Distrito, Inspectores de Mercado, Inspectores de Pesas y Medidas, Inspectores de
Cereales, Inspectores de Abastecimiento, conciliarios, arcontes, embajadores, servicios educativos y de
orden público, etc. constituían esa inmensa burocracia administrativa que pagaba al pueblo para que
asistiera a las asambleas que se realizaban tres veces por mes sin contar las extraordinarias, subsidiaba a
viudas, ancianos y niños desamparados, y los juegos escénicos y espectáculos culturales lograban gran
asistencia de público no sólo porque no se cobraba entrada sino porque el Estado pagaba a los asistentes.
Curiosa coincidencia con nuestra actualidad esta añeja sociedad del siglo IV antes de Cristo con
numerosos empleados públicos, que consumía más de lo que producía y cuyo Estado aumentaba
constantemente las dietas y subvenciones creando puestos de trabajo no sólo para los que podían trabajar
sino también para los que no podían hacerlo por ignorancia o incapacidad.
La revolución industrial ocurrida en la segunda mitad del siglo XVIII que convirtió a Gran Bretaña -al
decir de Obsbawm- en el taller del mundo, el único importador y exportador masivo, el único
transportista, casi el único inversor extranjero, la única potencia naval, el único poder imperialista y el
único país con una política mundial propia, es también otra muestra de lo que la clase política es capaz de
hacer cuando cuenta con un proyecto claro y preciso de país.
Inglaterra potenció su modo liberal de vida: el afán de lucro, y se lanzó a una masiva producción de
bienes ayudada por su histórico talento para las manufacturas y para utilizar invenciones ajenas logrando
que la actividad manufacturera se desarrollara violentamente, pero fue el Estado el que acudió en ayuda
de los industriales y comerciantes, despejándoles el camino de todo tropiezo mediante la diplomacia o la
fuerza, para que dispusieran del mundo e hicieran de este el mercado consumidor de sus manufacturas y
el proveedor de las materias primas necesarias.
Su vertiginosa industrialización, la llevó a la explotación masiva de su clase baja, a la que sometió a
prolongadas jornadas de labor por misérrima paga, al desarrollo y prolongación de la esclavitud en
América, al tráfico de esclavos, al control de los mercados de exportación de otros países asumiendo el
monopolio de la exportación e importación de productos, la conquista de mercados por medio de la guerra
y la colonización, la destrucción de la competencia interior de los países, el desarrollo de medidas
proteccionistas que le evitaron la introducción de importaciones competitivas.
La política internacional británica se subordinó a los fines económicos de sus empresarios, incentivó la
innovación técnica, la actividad industrial y manufacturera, el desarrollo de la industria de base y forjó
una fuerza naval a escala mundial, capaz de apoyar contundentemente y por medios bélicos, esos
propósitos. Así desmanteló toda posible competencia de sus adversarios, y se adueñó del mundo
convirtiéndolo en el obligado consumidor de los productos de su casi exclusiva producción y/o
comercialización.
Despertó en el mundo desarrollado la conciencia de que la felicidad privada depende de la acumulación
de bienes de consumo, que la felicidad pública depende de la mayor acumulación para el mayor número
(Bentham), fortificó una sociedad familiar basada en el negocio privado que atiende a todas las
necesidades, propició el desarrollo de la clase media mediante el abandono terrible al que sometió a
pobres y miserables, creó obreros industriales pero también sirvientes y mucamas, impuso la rutina y la
regularidad laboral que no existe en las sociedades rurales desterrando el gusto por el ocio y el deseo de
vagar que esas sociedades alimenta, impuso severos castigos a quién no quiso adaptarse a la nueva
disciplina productiva, condenando la indigencia y estigmatizando a los fracasados, sus tejedores manuales
y millones de agricultores irlandeses fueron reducidos a la pobreza y sometió a muchos a una miserable
vida que se resumía en comer, dormir y rezar.
También de todo eso fue capaz la política.
¿Hace falta repasar la historia de Francia, Alemania, EE.UU., Japón, y los hechos más recientes de
Corea, Taiwan, Hong Kong, Singapur, Malasia, Indonesia, para encontrar la íntima relación entre la
política y el trabajo?
Las etapas del progreso argentino se deben a la ejecución práctica de lo que comenzó como un proyecto
formulado en los escritos de algunos compatriotas. Se edificó el país luego de trazar su plano. En
Argentina la política no pudo ser el resultado de la experiencia histórica sino la implantación de un
modelo previamente definido por los políticos. La sociedad colonial había sido de estabilidad económica
en austeridad, la revolución de mayo prometía democracia y prosperidad.
Fue el modelo inglés de “libre cambio” el que cautivó a los primeros políticos de la patria, confundiendo
el medio con el fin. Para Inglaterra, el libre cambio constituía el medio no para despertar sino para lograr
el predominio de su ya legendaria vocación y aptitud industrial; nuestros políticos creyeron que el libre
cambio transformaba los pueblos rurales en industriales, ignorando que el interés por la tecnología y la
ciencia no se despiertan con “libre cambio”.
Veamos la tarea que le corresponde al poder político en Catamarca para resolver los problemas de la
desocupación y el crecimiento, entendiendo por Poder Político no sólo a los partidos políticos sino
también a los funcionarios de los tres poderes.
Desde fines del siglo XIX, los políticos de la provincia no encontraron otro modo de crear trabajo que el
puesto público. No es un misterio para nadie que el trabajo estatal es la principal fuente de ocupación en
Catamarca.
En mayo de 2000 la PEA del Gran Catamarca era del 37,7% (menor que en 1997) lo que significa que de
los 143.802 habitantes calculados, sólo 54.213 constituían la oferta de trabajo en el mercado (PEA),
estaban desempleadas 10.625 personas (19,6%) y sub-ocupadas 7.373 personas (13,6%).
En el Gran Catamarca del año 2000 sólo trabajaban 36.215 y tenían a su cargo el sostenimiento de
107.589 comprovincianos. Cada catamarqueño debía ser capaz ahora de sostenerse a sí mismo y a otros
tres comprovincianos más. Esto indica que cada vez son menos los que trabajan y más los que deben ser
sostenidos.
Así como la población crece aproximadamente en 6.000 almas cada año, del mismo modo alrededor de
2.340 catamarqueños se incorporan anualmente a la oferta de trabajo, pero hace muchos años que a la
provincia le resulta muy difícil desarrollar cada año 2.340 puestos de trabajo; y peor aún, tampoco le
resultaba posible crear trabajo seguro para los 10.625 desocupados y 7.373 sub-ocupados existentes en el
2000.
El emprendimiento de oro y cobre de Bajo la Alumbrera constituye la obra minera más importante de
los últimos 100 años, y la más importante en toda la historia de Catamarca. Sin embargo al ocupar
aproximadamente 600 personas no logra resolver el problema de la desocupación que padece la provincia,
no sólo porque es insuficiente sino también porque nada garantiza que los 600 puestos de trabajo sean
cubiertos exclusivamente por catamarqueños (en el año 2001 sólo 250 eran catamarqueños), si carecen de
la formación y aptitud requerida por ese singular oficio. Haría falta inaugurar varias minas como Bajo la
Alumbrera todos los años, para dar por concluida la demanda ocupacional anual de Catamarca (250
obreros por mina), aunque con ello todavía quedarían sin trabajo los casi 18.000 desocupados y sub-
ocupados existentes en el 2.000.
Pero no solo es imposible poner en explotación 10 minas como Bajo la Alumbrera todos los años, sino
que la única megainversión posible similar a ella es sólo una y se llama Agua Rica.
El Estado sólo produce alrededor del 10% de lo que necesita para existir (Ingresos Brutos, Inmobiliario,
Automotor, Sellos) y el restante 90% proviene sustancialmente de la Coparticipación Federal que todos
los meses los diferentes gobiernos deben tramitar en Buenos Aires.
Los Recursos Corrientes Provinciales son bajísimos y tienen una tendencia levemente creciente, lo cual
indica que la provincia no avanza, no es autónoma, ni goza de independencia económica.
En 1992 los recursos provinciales significaban el 7,41% y los nacionales el 92,59%.
En 1993 los provinciales el 7,60% y los nacionales el 92,40%.
En 1994 los provinciales el 8,35% y los nacionales el 91,65%.
En 1995 los provinciales el 7,72% y los nacionales el 92,28%.
En 1996 los provinciales el 10,76% y los nacionales el 89,24%.
Los datos gubernativos publicados indican que los recursos de Catamarca en el quinquenio 1992-1997
evolucionaron del siguiente modo:
Sin embargo, los presupuestos sancionados por la legislatura en materia de recursos para la
Administración Central y Descentralizada indicaban otros valores:
Veamos el producto (cantidad de leyes sancionadas) y el costo (dinero presupuestado con destino al
funcionamiento del Poder Legislativo) de esa tarea en Catamarca.
En el año 1992 se sancionaron 42 leyes y el costo de cada una representó para los catamarqueños un
gasto de $221.104,oo.
En 1993, se sancionaron 23 leyes. Cada una costó la suma de $644.803,oo.
-La Ley N° 4705/92 consta de un sólo artículo y dos renglones y designa a la sala donde sesionan los legisladores con el nombre
del ilustre Mamerto Esquiú. Costó a los catamarqueños la suma de $ 221.104,oo.
-Una insólita ley (N°4718/92) que movería a risa si no fuera por la tragedia cívica que significa, establecía plazos perentorios al
Poder Ejecutivo y al Poder Judicial para contestar los pedidos de informes de los legisladores y fundamentaba el castigo derivado
de su incumplimiento a la aplicación del Artículo N° 299 de la Constitución Provincial. Fue derogada parcialmente por el Poder
Ejecutivo porque la Constitución Provincial solo consta de 298 artículos y el N°299 no existe.
Nuestra dependencia para con los recursos nacionales es extrema, ninguna decisión catamarqueña
puede afectar a la nación en materia económica, pero cualquier medida nacional que sólo disminuya o
demore el pago de nuestra Coparticipación Federal puede resultar catastrófica.
El talón de Aquiles de nuestra provincia descansa en los dineros que mensualmente necesita recibir desde
Bs.As. Si esto no ocurre la provincia estalla. No se podrían pagas los sueldos de alrededor de 35.000
empleados públicos, los bienes o servicios de los proveedores del Estado, los servicios de la deuda
pública, etc.
Los catamarqueños estamos divididos no por cuestiones ideológicas, sino por razones económicas. No
hay trabajo estatal para todos, y este es en gran medida el único que existe. No alcanzan los puestos
públicos para todos. Los partidos políticos luchan para colocar en los puestos mejor remunerados a sus
dirigentes y militantes. La pobreza hace que los partidos políticos se conviertan en bolsas de trabajo para
afiliados que -como todo el mundo- aspiran a una mejor posición económica y social.
La vocación vitalicia por el poder de muchos de los que son repetida y eternamente candidatos, parece
ser fundamentalmente la necesidad de conservar un puesto de trabajo. La diferencia entre los partidos
políticos mayoritarios no es ideológica; la invocación pero no la opción por los más pobres que alguno
ostenta, no obedece a una especial interpretación de la historia, a una particular doctrina económica o a
una concepción filosófica. En realidad, como las posibilidades de trabajo estatal no alcanzan para todos
los aspirantes a un mejor vivir, el enfrentamiento electoral queda centrado en lograr esos puestos de
trabajo sólo para el ganador y en detrimento del perdedor. Cuando uno gana sus adeptos tienen trabajo, la
prensa saca a sus líderes del anonimato adquiriendo así la existencia real que confiere el mundo
mediático, pero los del partido perdedor deben esperar otra mejor oportunidad electoral para conseguirlo.
En los pueblos pobres, la política no deja de ser una fuente de labor en un medio escaso. En estas
condiciones, la lucha por el poder político se torna una lucha por hacer permanente un puesto de trabajo.
Somos un pueblo temeroso de expresar libremente los infortunios personales, no por constituir una
colectividad de timoratos, sino porque expresarnos libremente puede significar la pérdida de un puesto de
trabajo generalmente público en una sociedad de trabajo escaso. Esto no indica un quiebre moral de
nuestro pueblo, tampoco ignorancia. Se trata de la inteligente decisión de los que no ven en los políticos
otra cosa que actores de coyuntura y vendedores de esperanzas. No tiene sentido arriesgar un puesto de
trabajo, por denunciar una injusticia a políticos de ocasión. No importa que el pueblo no tenga idea de
cómo impulsar el desarrollo colectivo de su patria, eso no es un pecado; deben ser los políticos los
creadores de utopías, los encargados de proponer los caminos y de hacerlos realidad.
Mientras los gobernantes recorran los pueblos para averiguar lo que la gente quiere, sólo desnudarán su
carencia de ideas. Mientras sólo puedan atender a medias lo que los pueblos piden sin imaginar un
camino para el desarrollo, no habrá progreso.
Los pueblos en general, quieren políticos que auxilien al prójimo, que remedien problemas cotidianos de
infraestructura urbana, que resuelvan necesidades básicas no satisfechas y les concedan un puesto de
trabajo o auxilio económico. El pueblo, no vota utópicos proyectos colectivos de largo aliento, sino
promesas de beneficio y utilidad personal inmediata. Esto es así, porque los pueblos no son ideólogos ni
poseedores de ideas, convicciones y principios destinados a concretar una determinada doctrina
económica y política. Esto último es lo que deben ser los políticos. Los pueblos piden progreso y
prosperidad, los políticos son los encargados de lograrlo. Para eso hace falta un poder político de inmensa
capacidad intelectual y producción de escritos dirigidos a fundamentar la provincia que quieren construir.
Echeverría, Alberdi, Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Gutiérrez, Florencio Varela, Félix Frías, Vicente Fidel
López, Miguel Cané, Rivera Indarte, Carlos Tejedor, son sólo algunos nombres en un océano de nombres
de políticos-ideólogos que con su inmenso estudio, producción de escritos y concreta acción política, se
propusieron la tarea de construir una país; nuestro país. Podemos disentir con ellos, más no podemos
desconocer su inmenso estudio y dedicación.
Las elecciones provinciales para renovación legislativa efectuadas el 25 de marzo de 2001 fueron un
ejemplo del descreimiento ciudadano hacia los políticos. La gente no sólo aumentó los votos en blanco y
los anulados por leyendas, tachaduras y frases de repudio, sino que se animó a desafiar la ley nacional
que castiga a los que se abstienen de votar.
El 25,68% de los catamarqueños habilitados para participar no lo hicieron y un 3,42% lo hizo en blanco.
Un 30% de las autoridades de mesa no se presentaron a cumplir con esa carga pública que por cierto es
irrenunciable y punible. En la capital de la provincia, los votos en blanco sumados a los anulados
significaban la tercera fuerza.
En los departamentos Capital y Valle Viejo 25.072 ciudadanos de los 97.621 habilitados para votar no lo
hicieron y 3.342 votaron en blanco. Juntos sumaron 28.414 (29,1%) contrastando con los 26.985 (27,6%)
votos que recibieron los ganadores. Es decir que los que no querían elegir a nadie fueron más que los que
decidieron.
Los ciudadanos que decidieron quienes ocuparían las bancas significaron sólo un 18,9% del total de la
población y un 19,9% se negó a elegir a cualquiera de los candidatos.
Más de 55.000 personas en toda la provincia se hacían pasibles de ser notificadas y multadas por negarse
a votar y 8.867 lo hacían en blanco. Juntas (63.867) superaban al partido ganador.
La primera mayoría en realidad la constituyeron los que se negaron a votar, los que lo hicieron en blanco
y los que los anularon con leyendas de protesta.
El pueblo descubrió sabiamente que absteniéndose de votar logra igual sanción a los políticos pero con
menor esfuerzo. La Justicia Electoral no está en condiciones administrativas ni económicas para
sancionar a los más de 55.000 ciudadanos que decidieron declarar su rechazo no votando.
El poder político debiera analizar este preocupante cuadro de rebeldía y hartazgo social, revisar sus
obras y promesas, y evaluar su real capacidad para promover el desarrollo. Es natural que a los argentinos
tantos datos y hechos negativos nos conduzcan a la desesperanza y el desconsuelo; tiene que ver con
nuestro comportamiento ciclotímico y depresivo.
Quizá sirva de motivador para los jóvenes catamarqueños, el saber que en 1841 en la misma plaza
principal de esta provincia, 600 catamarqueños fueron inmolados luchando contra el gobierno de Rosas;
quizá convenga recordarles que de los 5.000 hombres que San Martín preparó en Mendoza para cruzar los
Andes y pelear en Chile y Perú muy pocos retornaron, sembrando con sus cadáveres los campos de la
América del Sur. Que en 1899, un puñado de jóvenes catamarqueños fueron fusilados por atreverse a
derrocar un gobierno que obscenamente repartía puestos públicos entre los parientes del gobernador.
Los positivistas de fines del siglo XIX como Carlos O. Bunge pensaban que “hay falta de iniciativas
prácticas cuando prima la pereza en la voluntad; falta de originalidad, previsión y precisión cuando
prevalece la pereza en la inteligencia; falta de ideales cuando hay pereza de sensibilidad e imaginación;
parodia de democracia cuando reina la pereza en el ejercicio de los deberes y derechos políticos de un
La imaginación es una facultad sumamente activa del intelecto humano que implica justamente trabajo
intelectual, esfuerzo tesonero y a veces penoso de atención y comprensión. La imaginación de un hombre
no surge de la nada, requiere una aplicada tensión racional que se alimenta de conocimiento.
Es tiempo ya de que catamarqueños y argentinos dejemos de quejarnos de las adversidades que
padecemos; es tiempo de empeñarnos seriamente por terminar con una realidad adversa y construir un
futuro mejor no para nosotros sino para nuestros hijos.
Es tiempo de esfuerzos inmensos y no de llantos.
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UNIDAD N°4
TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°1
LA APARICIÓN DE LAS FORMAS POLÍTICAS: HERÓDOTO
Obra consultada:
“HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS”- Marcel Prelot
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“Es cierto que el poder que ejerce un dictador se contrapone en forma absoluta al que surge de
un régimen democrático, y que lo mismo sucede con el tirano que gobierna sin sujeción a las leyes
y atendiendo exclusivamente a su voluntad arbitraria, pero el distinto significado que estos
términos tuvieron en la antigüedad clásica nos obliga a diferenciarlos.
En la antigua Roma republicana la dictadura era una institución a la que se apelaba en momentos
de conmoción interna o de peligro externo. Se recurría a un dictador que invocando el interés
público asumía los poderes políticos, suspendía temporariamente la vigencia de algunas leyes y
gobernaba por un tiempo limitado y hasta la desaparición del peligro. Los romanos generalmente
designaban dictador a un hombre calificado por sus virtudes públicas y por su honestidad.
El concepto de tiranía, tanto en Grecia como en Roma, difería del de dictadura. La tiranía era
una forma corrompida de gobierno y Aristóteles la calificaba como impura y la consideraba una
desviación de la monarquía. Decía que la monarquía era el gobierno de uno solo orientado al
bien común, en tanto que la tiranía una monarquía orientada hacia interés del monarca”.
(Diccionario Consultor Político, Tomo Verde, Editorial Librex, Buenos Aires, 1989)
La dictadura era una dignidad, un cargo de dictador para cumplir durante un tiempo determinado el
ejercicio del gobierno del Estado sin someterse a las leyes estatuidas. Pero era elegido por el pueblo o sus
representantes, quienes le confiaban el gobierno en esta condiciones de plenos poderes para resolver en
plazo acotado contingencias muy excepcionales.
La tiranía en cambio, era el ejercicio despótico del poder sin tener en cuenta el interés de la comunidad.
El pueblo o sus representantes no elegían al detentor de tal poder, ni le confiaban ese poder absoluto. Este
lo tomaba por sí, sin limitación de tiempo, sin sujeción a ningún tipo de leyes ni obligación de dar cuenta
de sus acciones.
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UNIDAD N°4
TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°2
ARISTOCRACIA y OLIGARQUÍA
Obra consultada:
JULIO CÉSAR DE LA VEGA, “Diccionario Consultor Político”, Editorial Librex, Buenos Aires, 1989
ARISTOCRACIA
Del griego aristocratia. De aristos: mejor y de cratos: fuerza, dominio.
Gobierno en el que sólo ejercen el poder las personas más notables del Estado.
Diccionario Sopena de la Lengua.
“Esta definición tomada del diccionario nos parece imperfecta y confusa porque por notable se entiende
a una persona destacada en el lugar. Puede ser destacada por su posición económica, social o cultural.
Esto no significa necesariamente que tenga el atributo de la primera parte del vocablo que nos ocupa:
aristos, que significa mejor.
Es por eso que nos parece más acertado definir Aristocracia como el gobierno de los mejores.
El problema radica en que se confunde nobleza con aristocracia, siendo estos dos conceptos diferentes. La
confusión surge desde una época antigua de la historia: Grecia y Roma.
En Grecia existían dos sentidos del término: el gobierno de los más poderosos y el gobierno ideal de los
mejores. En el primero de los casos , donde el ser “poderoso” implica posesión que se transmite por
herencia, esta da la condición de poderoso a quién la recibe y se instituye de esta manera una continuidad
hereditaria que es el atributo de la nobleza. Se deforma el concepto de aristocracia porque la condición de
mejor no puede ser transmitida por herencia.
En Roma sucede una cosa parecida pues se transmite la condición de noble por la sangre: se es ilustre
por la sangre. Por otra parte, en Roma la nobleza encierra la idea de virtud, cosa que lleva a confundir
nobleza con aristocracia.
En la Edad Media y en la Moderna, la institución de la nobleza consolida la confusión con aristocracia
que llega hasta nuestros días.
Para desligar los conceptos es necesario aclarar que nobleza es una condición social que se produce por
medio de herencia, y aristocracia es una condición que se en el gobierno cuando este es ejercido por los
mejores. De allí, en sentido amplio se debe utilizar la palabra aristócrata para definir a quien tiene
características virtuosas que lo hacen distinto de los demás en sentido superior y por méritos propios.
Se puede tener atributos de nobleza transmitidos por herencia y no revestir ninguna calidad especial que
lo diferencie de los demás. No se puede pertenecer a la aristocracia si no se tienen virtudes y condiciones
especiales que llevan a una persona a la categoría de mejor.
Ortega y Gasset en su “Rebelión de las masas”, distingue al hombre selecto del hombre vulgar, del
hombre-masa como el le llama. Para Ortega, aquel es el se exige mucho a sí mismo y el hombre-masa el
que no se exige nada, “sino que se contenta con lo que es y está encantado consigo”. Esto establece una
distinción entre un hombre y otro. El hombre selecto es el hombre que al exigirse busca ser mejor y en
cierto modo lo es porque se exige. Es el hombre que para Ortega pertenece a la élite, que es una minoría
selecta que dirige el cuerpo social.
Este hombre selecto, lo mismo que el hombre-masa, pertenecen a todas las clases sociales. Pertenecer a
la élite no es atributo de una clase determinada, sino de la condición de ser mejor, del hombre que se
exige. Ser hombre-masa tampoco es distintivo de ninguna clase social. Una persona de la clase alta, por
sus condiciones de vulgaridad y por no exigirse, se convierte en hombre-masa.
El concepto de hombre selecto de Ortega está estrechamente ligado con el de aristocracia, ya que las
condiciones de aquel son las necesarias para pertenecer a esta.
Lo anteriormente expuesto nos lleva a la conclusión de que aristocracia es un concepto dinámico, que
se distingue totalmente del de nobleza por determinar esta una condición estática de clase.
La aristocracia considerada como el gobierno de los mejores y en funciones de tal, para mantener su
condición tiene que asumir un papel de permanente autosuperación, y superación con referencia a otros
aristócratas que pugnan por suplantarla. La élite que está en el poder, para conservarlo debe ser
suficientemente amplia y estar en condiciones de interpretar las nuevas situaciones y fenómenos que se
producen en la sociedad. De lo contrario incurre en un estado de anquilosamiento que la lleva a su
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OLIGARQUÍA
Del griego oligarchía. Gobierno de unos pocos.
Forma de gobierno en la que el poder supremo es ejercido por
un reducido grupo de personas pertenecientes a la misma clase social.
Diccionario Sopena de la Lengua.
En su clasificación de las formas de gobierno, Aristóteles define la oligarquía como una desviación de
la aristocracia. Mientras que esta última representa el gobierno de unos pocos que “se propone lo mejor
para la ciudad y para los que pertenecen a ella”, la oligarquía también es un régimen conducido por una
minoría, pero se diferencia de aquella en que busca solamente “el interés de los ricos” (Aristóteles,
Política, Libro III, C.7) .
En la actualidad el término tiene una doble aplicación. Puede referirse al gobierno de unos pocos que
responden a una clase definida y minoritaria, que ejerce la función pública en su exclusivo beneficio; y
también se aplica a un sector reducido que, aunque no tenga el poder gubernamental, tiene capacidad de
influir en los asuntos del Estado en razón de su posición privilegiada en la estructura económica. En este
último sentido, en Argentina se habla de una oligarquía terrateniente que es propietaria de las mejores y
más grandes extensiones de tierra destinadas a la producción agrícologanadera, lo que le confiere una
situación de privilegio atendiendo al carácter agroexportador de la estructura económica del país.
Las oligarquías, en razón de su poder económico, pueden actuar en gobiernos democráticos surgidos de
un amplio apoyo popular, desvirtuando de este modo el mandato que les otorgó legitimidad.
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UNIDAD N°4
TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°3
EL ELOGIO DE LA DEMOCRACIA: PERICLES
Obra consultada:
“HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS”- Marcel Prelot
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TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°4
LA APOLOGÍA DEL JEFE: JENOFONTE
Obra consultada:
“HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS” - Marcel Prelot
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20) ¿Cuál sería el concepto de AUTORIDAD que surge del pensamiento de Jenofonte?
La autoridad sería, la capacidad de mando que posee el mandante debido a que los mandados le
reconocen saber suficiente para ello, es decir, el actual concepto de legitimidad.
La autoridad es legítima, cuando es querida y respetada por los mandados.
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TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°5
LA CIUDAD COMO REALIDAD Y COMO IDEAL: ARISTÓTELES
Obra consultada:
“HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS” - Marcel Prelot
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No, porque la moral es el arte o la ciencia de la conducta individual, mientras que la política es el arte o la
ciencia de la conducta colectiva. Esta cuestión es sustancial y va ha ser redescubierta por Maquiavelo
mucho tiempo después.
Desde la visión de Fernando Savater en su Diccionario Filosófico, la ética no obedece a obligaciones,
sanciones o afán de mérito, como ocurre en la infancia donde uno obra esperando premios o por temor a
castigos, sino que está conducida por la responsabilidad, el no ser indiferente a los valores puestos en
juego, el hacer lo que en conciencia cree que es lo que más le conviene. Es un no desinteresarse por algo
que ocupa nuestro máximo interés, pero no por obligación sino por convicción. La ética o la moral sería
de este modo la que se ocupa de lo que cada uno hace de su vida por su propio bien. Es una cuestión
íntima depositada en la conciencia de cada cual.
Todo hombre opta constantemente entre diversas alternativas, y justifica ante sí y los demás su proceder.
Todo hombre legitima racionalmente su hazaña o su fechoría. “La ética no se centra en la prevención y
castigo de los delitos, ...ni siquiera en elaborar razonamientos sobre lo colectivamente reprobable... Para
la conciencia ética, lo malo no es aquello que puede ser sancionado, sino lo impropio de mí”. Para que un
acto sea legítimamente moral o ético, es preciso que se haya hecho sin obligaciones ni imposiciones, sino
impunemente. La ética se ocupa de los valores personales, mientras que la política se ocupa de los valores
comunitarios. “Ética y política no son sino estrategias para autoafirmar nuestra vida...Lo característico de
la opción moral es que siempre está en nuestras manos, es decir, que no depende más que de la intención
de cada cual: no necesita el permiso o el acuerdo de los demás y no requiere el concurso de circunstancias
especialmente favorables”.
En cambio en la política, los valores están referidos a las actividades encaminadas a la organización
deliberada de la vida colectiva de la sociedad. La política implica sanción, amenaza persuasiva, disuasión,
imposición por la fuerza . En la ética no hay sanción ni violencia. “En política el otro puede estar de más
y por eso hay que quitarle de la circulación como sea; en ética, el otro siempre es insustituible como
aquel en cuyo reconocimiento debo reconocerme”.
“Siempre estoy capacitado para pretender la vida buena, la que merezco; pero la política buena la más
digna, no puede ser llevada a cabo sin recabar el apoyo de los demás y el concurso de los tiempos.
Además, la ética se preocupa por conseguir buenas personas y la política se ocupa de lograr buenas
instituciones; y las buenas instituciones se distinguen porque logran funcionar bien aunque las personas
que las encarnan no sean moralmente buenas. Así que la ética no puede ser el remedio de la política”.
8) ¿Cómo puede entenderse bien este punto de vista capital de la política ?
Considera que el estado de naturaleza del hombre, es el estado político; que el hombre está hecho para la
felicidad y solo la alcanza cuando se libra de las contingencias económicas. Para resolver esta
contingencia económica se agrupa ha vivir en ciudad, la cual es más que una urbe o villa grande.
La ciudad significa un Estado , un todo autosuficiente y autárquico. La ciudad no solo debe asegurar la
vida de los ciudadanos, sino la buena vida de ellos.
Como a su entender, la naturaleza no se ocupa de las partes sino del todo, en consecuencia el todo (La
Ciudad, el Estado, la Polis) es más importante que las partes (los hombres). Se deben generar buenos
ciudadanos para obtener una buena ciudad (el todo al cual hay que aspirar) y no construir una buena
ciudad para lograr buenos ciudadanos (porque el objetivo final no son los ciudadanos sino la ciudad, y
esta al resolver los problemas económicas del hombre le entregará la felicidad para la que está hecho). La
riqueza y la ganancia no hacen a la grandeza de la ciudad . La riqueza no es el fin del hombre ni del
Estado. Basta con que el Estado se baste así mismo en forma austera, sobria y mesuradamente.
El Estado debe formar ciudadanos en la virtud, es decir hombres valientes, moderados, liberales,
magnánimos, justos, etc. para que puedan participar de la construcción de la vida colectiva. Como el todo
es lo importante, el ciudadano debe imperiosamente prepararse para vivir intensamente los incesantes y
variados asuntos de la ciudad.
En consecuencia, el fin de la política no es la riqueza ni la conquista, sino la preparación del ciudadano
para la construcción de la vida colectiva. Es el bienestar social el que logra como consecuencia el
bienestar personal.
9) ¿En materia económica, qué piensa de la riqueza?
Piensa que la riqueza es limitada, y al ser escasos los bienes disponibles es necesario conocer y practicar
una cierta disciplina en la adquisición y uso de los mismos.
10) ¿Qué quiere decir CREMATÍSTICA?
Quiere decir RIQUEZA; ocuparse de asuntos de dinero.
11) ¿En qué consiste su distinción entre ECONOMÍA y CREMATÍSTICA, o CREMATÍSTICA
NATURAL y CREMATÍSTICA NO NATURAL?
ECONOMÍA o CREMATÍSTICA NATURAL: obtención de los bienes producidos por la naturaleza y
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ambiciones, intereses, rencores, debilidades y miserias, lo más probable es que degenere en dictadura,
despotismo y corrupción generalizada.
Aristóteles le quita el poder al gobernante y se lo entrega a la Ley. El ideal político que era encarnado y
sustentado por el gobernante lo suplanta por la norma escrita y objetiva. De este modo logra que la
sociedad no quede a merced de la moral del gobernante y obliga a este, no a ser una buena persona, sino a
cumplir y hacer cumplir la ley.
Aristóteles también distingue la ley primera (Constitución), de las leyes subordinadas a la primera.-
Tiene temor por el gobierno de las masas y no de la ley.
14) Aristóteles piensa que hay un solo sistema bueno de gobierno?
No. Piensa que no hay un mejor gobierno para todos los países en cualquier tiempo.
15) Tiene criterios cuantitativos o cualitativos para distinguir los tipos de gobierno?
Usa ambos criterios. Usa el criterio cuantitativo para identificar los tres tipos existentes y que los
caracteriza por la cantidad de personas que ejercen la soberanía: UNO, MINORÍA, MAYORÍA; pero lo
que más le interesa analizar es la pureza o impureza de los sistemas. Son puros cuando los gobernantes
(sean uno, varios o muchos) acatan la ley, y como la ley persigue el interés general, en consecuencia, los
gobiernos son puros u originarios cuando persiguen el bienestar general. En cambio son impuros,
alterados, descarriados o corrompidos, cuando los gobernantes (uno, varios o muchos) no acatan la ley, es
decir que persiguen el interés personal o particular y no el general como la ley establece.
Decide establecer una denominación para cada uno de los tres tipos según sean puros o impuros:
16) ¿Para Aristóteles, la república es también como para Platón, una república de filósofos?
Sí, pero con la diferencia que mientras Platón piensa en un Filósofo-Rey o en una minoría de filósofos,
Aristóteles imagina una selección de ciudadanos filósofos, sin urgencias económicas y excesos de
riqueza, libres de condicionamientos para las cosas del espíritu y el gobierno. La República de Aristóteles
es el gobierno de muchos pero virtuosos (VIRTUD: hábito de obrar bien). Los muchos son en realidad los
aptos por sus virtudes y condiciones económicas.
17) ¿Elegir y sortear, entrañan una concepción elitista y aristocrática?
Elegir, es decir la selección de alguien implica un criterio valorativo, selectivo, por lo tanto elitista y
aristocrático; en cambio sortear significa dejar al azar y la suerte la designación de alguien, por lo que
entraña una idea no valorativa sino igualitaria de los candidatos.- El sorteo era para los griegos la
expresión de voluntad de los dioses. Sólo el sorteo asegura un sistema democrático (el sistema impuro
definido por Aristóteles), en cambio la elección corresponde a una aristocracia u oligarquía.
18) En la república de Aristóteles se elige o sortean los cargos públicos?
Siguiendo el criterio valorativo de Aristóteles que reniega de los extremos y jerarquiza el equilibrio y el
justo medio, diríamos que en su República se sortean algunos cargos mientras otros se eligen.
19) ¿En su república, cómo asegura la presencia de pobres y ricos en las asambleas?
Como los ricos no desean mezclarse con la clase baja y los pobres no tienen recursos para viajar hasta el
lugar de las asambleas, propone multar a los ricos que no asistan y pagar a los pobres para que lo hagan.
20) ¿Qué importancia le atribuye a la mayoría en la democracia?
Piensa que lo que caracteriza a la democracia no es la cantidad sino la pobreza de los participantes,
aunque acepta que generalmente los pobres son mayoría.
Siguiendo a Mássimo Venturi Ferriolo diríamos que “la diferencia fundamental entre el régimen
democrático y el oligárquico está dada por la pobreza y la riqueza, y la cantidad en el componente
dominante de ésta o aquella constitución es accidental”. Para Aristóteles la polis está constituida por dos
clases principales: Los notables (ricos) y el pueblo (pobres). A la clase notable se llega por la riqueza, el
nacimiento, el mérito, el estudio, etc. Aristóteles cree posible constituir una democracia de campesinos y
artesanos que deleguen en los notables (mejores) la conducción de la cosa pública.
En tiempos de Solón no se conocía el término DEMOCRACIA; este comenzó a usarse después de la
caída del Areópago (462 a.C.). Mientras la palabra ISONOMÍA significaba para Heródoto la igualdad de
los hombres ante la ley, DEMOCRACIA en cambio significará el gobierno de los pobres.
21) ¿La ley concede iguales derecho a ricos y pobres en la democracia?
Si bien la ley en principio debe conceder iguales derechos a pobres y ricos, en la Democracia son más
soberanos los pobres en razón de su número, y en consecuencia la ley se hace conforme su interés.
22) ¿Qué opina de la práctica de remunerar a los asistentes a las asambleas en la democracia?
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En la Democracia (el sistema impuro) los ricos no son penados cuando se abstienen de participar en las
Asambleas, pero los pobres encuentran en ello un medio de subsistencia. De este modo, la multitud de
pobres queda dueña de la situación elaborando las leyes a su gusto. La mayoría gobernará como un
monarca o una tiranía, no se someterá a la ley, lo hará mediante decretos que cuentan con el supuesto
consentimiento del pueblo, enalteciéndose la figura del conductor o demagogo.
Los demagogos en la democracia adulan al pueblo y gobiernan por decreto en nombre de estos, no
acatando las leyes ni haciéndolas cumplir. La demagogia sería el grado máximo de corrupción de la
democracia para Aristóteles.
23) ¿Cuál es la causa principal de toda subversión, revolución, o caída de un sistema?
El exceso de IGUALDAD o DESIGUALDAD.
Cuando la democracia pretende hacer a todos los hombres iguales sólo logra el resentimiento de los ricos,
que no se sienten iguales ni están dispuestos a repartir su riqueza entre los pobres, y al ver afectado su
amor propio conspirarán contra el poder constituido. Cuando la oligarquía pretende acentuar la
desigualdad o individualidad de los hombres sólo logra el repudio de los pobres que no aceptan ser
reducidos a la nada y sin esperanza de reconocimiento alguno clamarán por la aparición de un jefe
salvador.
24) ¿Cuáles son las causas secundarias de la caída de los gobiernos?
Cuestiones de orden geográfico (malas características del territorio que hacen imposible su defensa y
autosuficiencia, excesiva extensión de las colonias y la consiguiente imposibilidad de acudir prontamente
en su auxilio en caso de necesidad), cuestiones socioeconómicas (Mala división de clases a causa del
enriquecimiento nacional, que hará a unos excesivamente ricos frente a otros muy pobres -
Desvalorización de la moneda, que hace que los impuestos y las rentas no tengan igual significación -
Debilitamiento de la clase media, indispensable para el equilibrio de un buen gobierno). Cuestiones de
índole personal o particular (El miedo de los gobernantes, los funcionarios y los gobernados los lleva a
usar la fuerza para mantenerse en el poder, conservar el cargo, o no ser deportados o maltratados,
respectivamente; el desprecio de los gobernantes por los gobernados y viceversa, los lleva a herir y
agraviar el amor propio de los otros provocando represalias y venganzas; y el odio que se potencia en los
gobernantes cuando son homosexuales).
Aristóteles piensa que las revoluciones obedecen siempre a grandes causas, pero las provocan pequeños
sucesos.
25) ¿Cree que el proceso histórico de las formas de gobierno son ciclos obligados a cumplirse?
Piensa que el orden en que históricamente se han sucedido las formas de gobierno no necesariamente
implican ciclos inevitables y necesarios.
26) ¿Cómo se sucedieron históricamente las formas de gobierno según Aristóteles?
Piensa que la primera forma de gobierno que se dio fue la monarquía debido a que en los orígenes
constitutivos de una sociedad es improbable contar con varios hombres distinguidos y sabios y los
pueblos buscan en un jefe victorioso al salvador y organizador de la ciudad (“El primer rey fue un
soldado afortunado”), pero cuando la ciudad congregó muchas personas y surgieron varios hombres
talentosos, entonces el poder detentado por uno fue disputado por la minoría distinguida estableciéndose
así el gobierno colectivo de la aristocracia. Sin embargo, la tentación de la riqueza inducido por el
control del poder y la confianza depositada en ellos por el pueblo sin reservas ni prevenciones, lleva al
surgimiento de la oligarquía o plutocracia.
La oligarquía que tiene su razón de ser en la riqueza, llega a la discordia entre la minoría de ricos para
concentrar monopólicamente el poder de la fortuna en uno solo, naciendo así la tiranía. Los pueblos
irritados por la opresión de los tiranos que concentran la autoridad olvidándose de los gobernados, los
derrocan para instaurar a favor de su propio interés el gobierno de los pobres es decir, la democracia. El
crecimiento de los Estados y el desarrollo de sus riquezas puede moderar las formas extremas y dar por
resultado la república, en donde una mayoría de hombres virtuosos seleccionará a sus funcionarios.
Sin embargo no cree que haya un determinismo que haga inevitable el paso de una forma de gobierno a
otra siempre y cuando se siga su filosofía del justo medio que consiste en atemperar los defectos de un
gobierno con la acción contraria. De ese modo, si el tirano se torna suave, piadoso, decente, moderado y
consagrado al interés general, se salvará el gobierno.
27) ¿Qué opina Aristóteles del trabajo?
No hay en él una ética del trabajo. Excluye de su ciudad ideal a los esclavos, los artesanos, los obreros
manuales y hasta los agricultores. No cree como ocurrió desde el advenimiento del cristianismo, en el
valor y la dignidad del trabajo. En realidad el trabajo manual es visto con desprecio y deja esta tarea para
el sector inferior de la sociedad que deberá proveer de recursos a los ciudadanos cuya vida está dirigida a
las artes y la política. El derecho de gobernar pertenece a los ciudadanos virtuosos, es decir a aquellos que
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TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°6
EL UTOPISMO FILOSÓFICO: PLATÓN
Obra consultada:
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unipersonal y representa el poder total del tonto o el malo, muy peligroso por cierto, pero que puede
tornar en poder total del bien si acude al consejo de los filósofos. Piensa que los tiranos son muy
desdichados y que si los filósofos logran persuadirlos de su desgracia lo convencerán que no tiene otra
forma de salvarse que recurriendo a los sabios.
b) Oligarquía (timocracia, oligarquía y aristo-democracia). Aquí también el concepto de timocracia es
confuso aunque se acepta usualmente entender por tal al gobierno de las personas honorables, prestigiosas
y con una considerable fortuna. El espíritu de este concepto, aunque no el término, ha influido en el
constitucionalismo mundial y argentino (Constitución de 1853) al formar parte de los requisitos
requeridos para ser elegido. La oligarquía es el gobierno de pocos y ricos, en provecho propio, lo cual está
en absoluta contradicción con el espíritu austero que pretende para los genios. La aristo-democracia es un
sistema mixto, equilibrado y medio. Se trata de una democracia calificada en donde sólo participan los
mejores y con peculio, vigilada por una corte de ancianos con gran poder de decisión.
c) Democracia. Es el sistema más deplorable por estar constituido por una multitud de ignorantes e
incapaces. Se trata de un régimen de libertad absoluta, sin ley, ni autoridad , en donde cada cual hace lo
que le place, lo cual atenta contra el orden, la planificación y la regulación que él tanto quiere. Es en su
concepción, un sistema anárquico y temible. No debe olvidarse que fue la democracia la que decidió
eliminar a su muy querido maestro Sócrates.
13) ¿Cuál sería la idea de Estado que tiene Platón?
Tiene una concepción organicista del Estado, es decir, concibe a este como un organismo vivo con una
cabeza especializada en mandar y otros numerosos órganos capacitados para ejecutar diferentes tareas. En
consecuencia para que todo el organismo funcione bien es preciso que todas y cada una de sus partes
cumpla acabadamente su especialísima función y no otra. Por esta razón cree en la división del trabajo,
que esa división del trabajo (especialización en diferentes tareas) hizo nacer la ciudad y esta a su vez, el
estado y la política. Por esta razón no cree en la democracia que implica que cualquier hombre (ignorante
o sabio) puede hacer cualquier cosa, lo cual destruye su idea de necesaria especialización para construir
ese organismo vivo que es el Estado. Por esta razón los Guardianes tienen la misión no sólo de proteger el
todo social de la violencia exterior sino de velar por la cohesión interna. Esto explica su minuciosa
planificación en la tarea que debe desarrollar cada parte constitutiva del todo. No cree en el principio
democrático del servicio militar obligatorio para todos sino en la formación de guerreros profesionales
(los guardianes). No cree en los conceptos de libertad e igualdad porque implican una confusión y
sustitución de roles que atenta contra la división de tareas por él sostenida, en cambio enaltece la idea de
justicia porque “esta consiste en hacer cada uno lo suyo y no ocuparse en muchas actividades”.
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UNIDAD N°4
TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°7
EL RÉGIMEN MIXTO: POLIBIO y CICERÓN
Obra consultada:
“HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS”-Marcel Prelot
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cargos ascendentes que significan toda una carrera en el funcionariato político. Sus cargos fueron: cuestor
en el 76, edil en el 70, pretor urbano en el 66, cónsul en el 63 (cargo máximo de la carrera) y procónsul en
el 51. Siendo procónsul, sus soldados lo proclaman emperador. Su nombre proviene posiblemente de una
verruga en forma de garbanzo ubicada en su nariz o en la de algún pariente, o bien porque sus mayores se
dedicaron al cultivo de esa legumbre. Perteneció a una familia provinciana, extraña a los empleos
públicos distinguidos, por lo que sus cargos se debieron a su talento y no a su origen. A los 26 años
defendió la primera causa civil y a los 27 su primera causa criminal, que por lo difícil del caso (defendía a
un inocente acusado de asesinato por los favoritos del poder), lo llevaría al reconocimiento general. Tras
estos sucesos viajó por Grecia y Asia Menor perfeccionando sus estudios académicos y filosóficos. De
regreso a su patria, se dedicó a estudiar política e ingresó a la función pública como cuestor a los 30 años
de edad.
Viendo que los obreros conocían perfectamente el nombre de todos sus instrumentos de trabajo y la
correcta utilidad y uso de ellos para el laboreo, interpretó que la función política debía ser igualmente
eficiente y se dedicó a conocer el nombre, actividad, domicilio, propiedad, amigos y vecinos de los más
importantes pobladores del estado, de manera que no había lugar donde fuese, que él no pudiera
reconocer de antemano, vida y obra de sus habitantes, con lo que se ganó la admiración y cariño de la
gente.- Luchó desde una visión moderada del poder contra los diversos dictadores de su época, a veces
vacilante, otras con debilidad, pero siempre defendiendo la causa del derecho y la justicia. Combatido por
vanidoso, fanfarrón y cobarde, y abandonado por todos, fue detenido, asesinado y decapitado a los 63
años de edad.
7) ¿Qué dicen los escritos políticos de Cicerón?
Sus dos obras más importantes dedicadas a la política se llaman al igual que las de Platón, “La República”
y “Las Leyes”. En el primero estudia el Estado romano (res-publica) y en el segundo, las leyes que más le
convienen (derecho).
Algunos autores opinan que con la obra “La República”, Cicerón fundamenta teóricamente el
advenimiento al poder de una nueva forma de gobierno y poder personal como lo fue la monocracia o
“principado” de Pompeyo, César y Augusto, en vez de una democrática república.
8) ¿Su concepción de la política y la función pública tiene contenido moral? Explique.
Sí. Piensa que se cumple un deber dedicándose a la política. El desempeño de los asuntos públicos que
nada tiene de atractivo por el peligro que entraña y por el penoso e injusto trato que depara, es el campo
de acción de las virtudes humanas, de los hombres de bien y de los más sabios. La función pública es un
servicio prestado a la patria que exige relacionarse con hombres despreciables, exponer la reputación y
correr riesgos. La patria tiene derecho a servirse de sus buenos hombres en la medida en que las
necesidades lo requieran y esos hombres de bien no deben negarse a participar de la vida política porque
de lo contrario triunfarán los malvados. Sin embargo ser hombre de bien no alcanza porque el talento
político no se improvisa y es necesario estar instruido en la historia política del país.
Sin embargo la historia que Cicerón elabora, no es un fiel reflejo de la realidad, sino una idealizada
exaltación de las instituciones del pasado con el fin de servir de modelo para el porvenir. Allí está la gran
diferencia de su obra con la de Platón, que con su utopía pretende que los hombres se propongan
concretar un nuevo sistema, mientras que Cicerón, propone continuar la historia ejemplar supuestamente
concretada en el pasado. Cree en un gobierno que apoyado en la historia y con método humanista y
desinteresado, logre la perfección moral y la felicidad.
9) ¿Qué cualidades debe reunir el gobernante?
Debe reunir competencia, autoridad y prestigio moral. Se trata de un filósofo-rey como el de Platón que
debe abstenerse de beneficios económicos y ser una autoridad benévola que ejerce tutela, ayuda y
moderación. El político debe cumplir una carrera ascendente en donde a travéz del tiempo ocupa
diferentes magistraturas hasta llegar al consulado.
10) ¿Cuál es su noción de pueblo y de ciudad?
El pueblo es un “grupo numeroso de hombres asociados unos con otros por su adhesión a una misma ley
y por cierta comunidad intereses” , pero no hay convención inicial ni contrato social. En materia de
ciudad, es coincidente con Aristóteles al creer que el hombre es un ser gregario que necesita vivir con
otros no por debilidad natural, o por necesidad económica como lo plantea Platón, sino porque está ávido
de vida común, de sociedad y huye de la soledad. Por esta razón piensa que el Estado no es un invento
formalizado por hombres geniales sino el resultado de “un trabajo que las generaciones han proseguido
durante varios siglos”. El Estado se construye sólo con la necesaria colaboración de un pueblo durante
generaciones.
11) ¿Qué formas de gobierno identifica?
Enumera las formas tradicionales y como Aristóteles y Polibio adhiere al sistema mixto.
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UNIDAD N°4
TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°8
LA REVOLUCIÓN CRISTIANA
Obra consultada:
“HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS”-Marcel Prelot
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obediencia es condicional y depende de la legitimidad de la orden dada. Resistencia pasiva de los mártires
al principio y resistencia armada después (Medioevo).
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UNIDAD N°4
TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°9
MAQUIAVELO
Obras consultadas:
1) “HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS”-Marcel Prelot
2) “EL PRÍNCIPE”, Nicolás Maquiavelo (con introducción de Giuliano Procacci)
El Príncipe de Nicolás Maquiavelo es, sin duda, un clásico en el sentido más literal del término, pero
también es uno de los libros más desconocidos y malentendidos de la historia de la literatura mundial.
Baste pensar en el sentido negativo que en todas las lenguas se da al sustantivo “maquiavelismo”y al
adjetivo “maquiavélico”. Con ellos usualmente se pretende designar un uso del poder político carente de
prejuicios y de escrúpulos, en el que cualquier medio, incluso el más cruel, es considerado válido en la
medida en que asegure la consecución de un determinado fin. No ha existido hombre poderoso en la
tierra, de Carlos V a Catalina de Médicis, a Luis XIV, a Napoleón, hasta los dictadores de la época
contemporánea, del que críticos y adversarios no hayan dicho que leían secretamente El Príncipe con el
fin de obtener consejo e inspiración para su conducta política.
Muchos han contribuido a construir esta imagen negativa de Maquiavelo, sobre todo la Iglesia católica,
que desde 1559 puso sus obras en el Indice, y con particular encarnizamiento los jesuitas, que
consiguieron quemar su efigie en la plaza de Ingolstandt como “coadjutor del demonio”. Sin embargo, ha
existido también un antimaquiavelismo protestante.
Recién en el siglo XVIII, la figura y la obra de Maquiavelo fueron revalorizadas y juzgadas
críticamente, gracias al trabajo de generaciones de eruditos. Sin embargo, la sombra que durante siglos se
cernió en torno suyo, no fue del todo eliminada; persiste aún hoy.
La simplificación y deformación del pensamiento político de Maquiavelo se funda esencialmente en
algunos capítulos de El Príncipe, y de forma más precisa en los capítulos comprendidos entre el XV y el
XIX (La obra consta de XXVI capítulos). En algunos de ellos puede leerse que, el príncipe, “para
conservar el Estado, a menudo necesita obrar contra la lealtad, contra la caridad, contra la humanidad,
contra la religión” (Cap. XVIII), citando además algunos ejemplos históricos como el del papa Alejandro
VI Borgia, un pontífice que, ciertamente, no pasó a la historia por su santidad, “que no hizo otra cosa, no
pensó nunca en otra cosa que en engañar a los hombres, y siempre encontró material para poder hacerlo.
No ha habido ningún hombre que prometiera con más eficacia, que empleara mayores juramentos para
prometer una cosa, y que luego la observara menos; no obstante, siempre llevó a cabo sus engaños a
placer, porque era buen conocedor de ese aspecto de la vida” (Cap. XVIII); el del hijo de ese papa, César
Borgia, de renombrada ferocidad y cuya siniestra personalidad tanto admiraba (Cap. VII). Sin dar el
nombre, también hace referencia a Fernando el Católico que “no predica más que paz y fe, y de una y otra
es enemigo” (Cap. XVIII).
El tema dominante que recorre de cabo a rabo la obra es el de la regeneración de un organismo político
corrupto, su “redención” mediante la introducción de “órdenes nuevos”, por obra de un “príncipe nuevo”.
Es claro también que, al plantearse Maquiavelo el problema de la regeneración de un organismo político
decadente y corrupto, pensaba ante todo en aquella Italia “más esclavizada que los hebreos, más oprimida
que los persas, más dividida que los atenienses, sin jefe, sin orden, golpeada, despojada, desgarrada y
arrasada” que evoca en el capítulo XXVI de conclusión.
Resulta evidente en El Príncipe, que Maquiavelo tenía en mente un Estado de dimensiones territoriales
tales como para poder enrolar un ejército idóneo para asegurar su defensa, y, en la medida en que fuese
posible, “ampliar” sus confines. Pero no se trata sólo de eso, lo más importante es que el “principado
nuevo” sea efectivamente, por su organización interna, algo profundamente distinto del viejo y “corrupto”
estado ciudadano italiano. Que sólo con la introducción de “órdenes nuevos” se modifique su estructura
interna y permita la constitución de un organismo político más cohesionado y más moderno.
Una afirmación a menudo repetida hasta el punto de convertirse en una noción consolidada es que la
principal aportación de El Príncipe a la formación del pensamiento político moderno consiste en la
distinción entre ética y política, o mejor aún, en el descubrimiento de la autonomía de la segunda respecto
de la primera. Es esta la interpretación que de Maquiavelo ha hecho Benedetto Croce, aunque el origen de
ésta es bastante más remoto. A este respecto se ha observado, sobre todo, que los términos ética y política
entendidos como distintos y contrapuestos derivan, como es sabido, de Aristóteles, sin embargo, tales
términos no forman parte del léxico de El Príncipe. Ni los términos ética ni moral aparecen a menudo en
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En tiempos de Maquiavelo, mientras Francia era ya un reino constituido, Italia en cambio, permanecía
dividida, abierta a las invasiones y librada a la codicia. Seguía siendo bastante parecida, por la estructura
de Ciudad-Estado, a la Grecia de la polis. Como Atenas, se trataba de villas comerciales rodeadas de una
campiña que les suministraba provisiones y de la cual eran mercado.
Existían tres grandes Ciudades-Estados: Venecia, Milán y Florencia; y otras tres de menor importancia:
Génova, Ferrara y Bolonia. Estas ciudades eran unidades militar y geográficamente insuficientes. Con el
desarrollo de las industrias y el comercio resultaron demasiado débiles económicamente. Ante ello,
Maquiavelo pensó que había llegado la hora del Estado-Nación. Italia, debía unificarse en un gran Estado.
Este cometido sólo podía realizarse por medio de un príncipe, y el ejemplo de sus grandes vecinos como
España, Francia e Inglaterra, era decisivo. Desde la visión de Maquiavelo, Italia necesitaba un príncipe -
del cual carecía- que unificara todas las pequeñas Ciudades-Estados que la constituían, a fin de lograr un
gran Estado.
El fin -el Estado unificado- requería de un medio -un príncipe- apto para realizar la unidad y único capaz
de lograrlo. Era necesario crearlo y hacerlo triunfar.
Escribir de política, resultó para él, como redactar un manual del éxito. Su escrito debía consistir en un
estudio psicológico de las condiciones necesarias para el triunfo. Así surgió su obra: El Príncipe
redactado posiblemente entre 1513 y 1514 y conocido por unos pocos en 1515.
Maquiavelo tenía una inclinación enfermiza hacia la fuerza; muy posiblemente porque sentía que no la
poseía. Buscaba el “hombre fuerte” que él no podía ser.
Además de El Príncipe, Maquiavelo escribió otras obras como: Discursos sobre la primera década de
Tito Livio (1512-1519), Discurso sobre la reforma del Estado de Florencia (1521), Historia Florentina
de 1251 a 1492 (1520-1525), El arte de la guerra (1519-1521) y poesías y obras de teatro como La
Mandrágora.
El objeto central de los estudios de Maquiavelo es el Estado. El es el creador del término. Es él quién
emplea, en las primeras palabras de El Príncipe ese vocablo en su sentido moderno, con el significado que
habrá de revestir en todas las lenguas de la Europa occidental.
Introduce una distinción fundamental entre los Estados: “Todos los Estados que han tenido o tienen
imperio sobre los hombres, han sido o son repúblicas o principados”. Señala así la diferencia que en
adelante se mantendrá en el lenguaje político entre república y monarquía.
Pero, si bien, es Maquiavelo el inventor del Estado, el contenido de la palabra todavía permanecía
rodeada para él, de cierta bruma. “Su” Estado continuaba estrechamente ligado a la persona del Príncipe.
Esta vinculación -esta confusión- es uno de los elementos fundamentales del absolutismo.
Lo que interesa a Maquiavelo es el Estado, pero el Estado del Príncipe, y dentro del Estado, el Príncipe
en primer lugar.
El Príncipe es el hombre fuerte, el hombre de Estado que debe “llegar”.
¿Cuáles son las cualidades más notables que debe tener un Príncipe, según Maquiavelo?
1) Realismo: “El príncipe considera al hombre individualmente como lo que es, es decir, poca cosa, y a
los hombres colectivamente como lo que son, es decir, como menos todavía que su total. No se preocupa
de lo que debería hacerse sino de lo que se hace. Está al acecho de todo pero no cree fácilmente lo que le
cuentan y tampoco se asusta de naderías.
2) Egoísmo y egotismo: El Príncipe es un hombre que ha aprendido a ser bueno en medio de hombres
malos. Practica el culto y el cultivo del “yo”, una gimnasia de la voluntad, una disciplina del pensamiento
del sentimiento y de los nervios.
3) Cálculo: El Príncipe prefiere ser temido a ser amado. Como generalmente es imposible ser amado y
temido a la vez, elige ser temido porque ello depende de él, mientras que ser amado depende de los
demás.
4) Indiferencia hacia el bien o el mal: El Príncipe prefiere el bien, pero se decide por el mal si a ello se
ve obligado, lo que ocurre con frecuencia.
5) Habilidad: La cualidad esencial del Príncipe es la “virtu” (no la virtud), es decir: destreza, energía,
resolución y fuerza. Las cualidades del Príncipe exigen una creación continua; una tensión sin
relajamiento dirigida a una finalidad.
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7) Grandeza: El Príncipe se halla por encima de lo común. Lo que lo autoriza a evadirse de la moral, es
el estar por encima de la mediocridad ambiente. Se sitúa así más allá del bien y del mal. ¿Qué importan la
codicia, la rapacidad, el dolo, el robo, el libertinaje, la corrupción, la perfidia, la traición, puesto que todo
ello no ha de ser juzgado con la medida común a las vidas probadas, sino de acuerdo al ideal de un Estado
por hacer o por mantener? Con tal de que el Príncipe arribe al resultado, no existen medios que no sean
considerados honorables.
Sería un error pensar que el pueblo no tiene importancia para Maquiavelo. A diferencia de ciertas
teorías para las que el pueblo no tiene ninguna importancia, para Maquiavelo se aproxima a las
concepciones de las monocracias populares que no admiten que el pueblo sea gobernado sino que quiere
que sea convencido.
Impío y sibarita, Maquiavelo es, por naturaleza, hostil al evangelismo del monje; es también enemigo
del clero romano, al que le reprocha, paradójicamente, su incredulidad. Cree en una Italia unida, armada y
sin sacerdotes. Sin embargo, en Discursos ..., considera que la religión, las leyes y el ejército son los tres
pilares del Estado.
De la Iglesia Católica pensaba “Nuestra religión glorifica a los hombres de vida humilde y
contemplativa más bien que a los de vida activa. Este modo de vida parece haber hecho al mundo más
débil, presa de hombres malvados que lo manejan como quieren; ya que la masa de la humanidad, con la
esperanza de ser recibidos en el paraíso, piensa más en sufrir las injurias que en vengarlas. Parece que
el mundo se ha afeminado y el cielo se ha cruzado de brazos; ello resulta de la bajeza de quienes han
interpretado nuestra religión con indolencia y molicie más que como valor.”
Maquiavelo es ante todo un observador. Aparece, pues, como uno de los fundadores de la renaciente
ciencia política, en tanto y en cuanto, sustituye el razonamiento por la doble observación, directa e
indirecta, hecha de contactos y lecturas. Hace lectura de las cosas antiguas (la historia) y logra
experiencia en las cosas modernas (al no desempeñar papeles de primer plano pero cumplir misiones
importantes en el exterior, tuvo tiempo para examinar el modo de hacer política y escribir sobre ello).
Considera la historia como modelo y maestra de la realidad. La historia fue maestra de él precisamente
porque no tenía una idea de progreso. Así escribe en uno de sus libros: “quienquiera que compare el
presente con el pasado, se dará cuenta en seguida de que en todas las ciudades y en todas las naciones
prevalecen los mismos deseos y pasiones que han prevalecido siempre; por cuya razón sería tarea fácil
para quien examine cuidadosamente los acontecimientos pasados, prever los que van a ocurrir en toda la
República, y aplicar los remedios utilizados por los antiguos en casos parecidos”.
Maquiavelo coincide con el carácter evolutivo de los sistemas políticos, aceptando la concepción de los
ciclos gubernamentales de Aristóteles y Polibio. Entiende que los tres sistemas conocidos: Monarquía,
Aristocracia y Democracia degeneran en tiranía, oligarquía y licencia respectivamente, de suerte que un
legislador que organiza en el Estado una de estas tres formas de gobierno, la establece por poco tiempo
porque no hay precaución para impedir que degenere.
Coincide asimismo, con la posición generalizada entre los pensadores políticos en favor de la forma
mixta, porque “en una Constitución donde coexistan la monarquía, la aristocracia y la democracia, cada
uno de estos poderes vigila y contrarresta los abusos de los otros”. Sin embargo pone en duda el sistema
mixto en su libro sobre la constitución de Florencia, para llegar a la conclusión que sólo existen dos
sistemas: la Monarquía y la República. No obstante es importante comprender que Maquiavelo no
conoció, practicó ni describió más que dos formas de gobierno: la república y la tiranía, porque Italia no
ofrecía otras en aquel tiempo, porque se hallaba entonces en el mismo estado de la antigua Grecia:
dividida en ciudades hostiles entre sí, ya para provecho de los tiranos, ya para el de los demagogos.
No obstante pudiera pensarse lo contrario, Maquiavelo experimentó predilección por la libertad. “Los
que prudentemente han organizado las repúblicas, instituyeron entre las cosas más necesarias, una
guardia de la libertad, y según la eficacia de aquella es la duración de ésta.” Y agregaba que
“acudiendo a las razones, y para tratar primero de lo que a los romanos concierne, diré que la guardia
de toda cosa debe darse a quien menos deseo tenga de usurparla, y si se considera la índole de nobles y
plebeyos, se verá en aquellos gran deseo de dominación; en estos de no ser dominados y, por lo tanto,
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mayor voluntad de vivir libres, porque en ellos cabe menos que en los grandes la esperanza de usurpar la
libertad. Entregada pues su guardia al pueblo, es razonable suponer que cuide de mantenerla, porque no
pudiendo atentar contra ella en provecho propio, impedirá los atentados de los nobles”. (Discurso sobre
la primera década de Tito Livio, Obras políticas, Libro I, Capítulo V).
“En suma, y para terminar esta materia -sostenía Maquiavelo- diré que tanto han durado las monarquías
como las repúblicas; unas y otras han necesitado leyes a que ajustar su vida; porque el príncipe que
puede hacer lo que quiere es un insensato, y el pueblo que se encuentra en igual caso no es prudente.
Comparados un pueblo y un príncipe, sujetos ambos a las leyes, se verá mayor virtud en el pueblo que en
el príncipe; si ambos tienen freno, menos errores que el príncipe cometerá el pueblo y los de éste tendrán
mejor remedio; porque un hombre honrado y respetable puede hablar a un pueblo licencioso y
desordenado y atraerlo fácilmente con su elocuencia a buena vía, y la maldad de un príncipe no se
corrige con palabras, sino con la fuerza. Puede pues conjeturarse la diferencia de enfermedad por lo
distintas que son las medicinas; pues la de los pueblos se cura con palabras y la de los príncipes necesita
hierro. Todos comprenderán que la mayor energía del remedio corresponde a mayores faltas. De un
pueblo completamente desordenado no se temen las locuras que hace, no se teme el mal presente, sino el
que puede sobrevenir, pues de la confusión y la anarquía nacen los tiranos; pero con los príncipes sin
freno sucede lo contrario: se teme el mal presente y se espera en lo por venir, persuadiéndose los
hombres de que a su mala vida pueda suceder alguna libertad.” (Discurso sobre la primera década de
Tito Livio, Obras políticas, Libro I, Capítulo LVIII).
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UNIDAD N°4
TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°10
EL NACIMIENTO DEL LIBERALISMO: LOCKE
Obras consultadas:
“HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS”-Marcel Prelot
“EL PENSAMIENTO POLÍTICO INGLÉS”-R. H. S. Crossman
“SEGUNDO TRATADO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL”-John Locke
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Cincuenta años antes de su famosa revolución, los franceses debieron elaborar la teoría de la soberanía
popular para poder safar de la monarquía absoluta e irresponsable que la dirigía, creando el poder
dinámico y el espíritu revolucionario para derribar al sistema. Esto prueba el procedimiento al que
recurren los ingleses: la teoría política es producto de un conflicto y además su instrumento.
“Francia necesitó la teoría democrática para logra la libertad, la Gran Bretaña no”.
El conflicto entre Iglesia y Estado que se dió en el resto del mundo no ocurrió igual en Inglaterra. Ellos
instituyeron una iglesia nacional que no era católica ni protestante, sino una mezcla de ambas, lo cual
fortaleció su nacionalismo e impidió someterse a Roma, con lo cual sus problemas se centraron en los
derechos de los reyes, el carácter de la iglesia nacional y el derecho a disentir con ella. Se empeñaron en
descifrar las relaciones de los individuos con el Estado pero no se cuestionaron la existencia misma del
Estado.
El socialismo y el laborismo inglés nunca creyeron en la lucha de clases, ni la religión les pareció el opio
de los pueblos, ni tampoco pensaron que las instituciones parlamentarias (superestructura de la clase
gobernante) debieran ser destruídas.
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libertad es absoluta, está dirigida por una ley de naturaleza -la razón- que obliga, manda y ordena a todos
que nadie debe dañar a otro en lo referente a VIDA, SALUD, LIBERTAD y PROPIEDAD.
Toma esta idea del teólogo anglicano Richard Hooker (1554-1600) que afirma que todo hombre desea ser
reconocido y amado, pero para que ello ocurra es necesario que ese hombre ame a los otros.
De ello se deduce que:
Sólo amando a los otros puedo pretender que alguien me ame. Si daño a alguien sólo puedo esperar
que me hagan daño.
Mientras Hobbes consideraba al estado de naturaleza como un estado de guerra, Locke por el contrario
estima que se trata de un “estado de paz, de buena voluntad, de asistencia mutua y de conservación”. Sin
embargo también piensa que en ese estado de naturaleza presidido por la razón “existe la posibilidad real
e inmediata de que la ley natural sea transgredida”, y el hombre cuando ve invadidos sus derechos y
peligrar su propia vida tiene derecho a castigar a los transgresores de la ley de la naturaleza.
Con esta otra alternativa, deja de ser una situación permanente la pretendida armonía del estado de
naturaleza anterior a la sociedad civil postulada por Locke y se acerca más a Hobbes.
No puede dejar de reconocer que lo que guía las acciones de los hombres es su deseo de alcanzar fama y
el reconocimiento de los demás:
“Allí donde el poder, y no el recto ejercicio del mismo, procura reputación y prestigio, toda
injusticia, toda falsedad, violencia y opresión que vayan dirigidas a lograr ese poder, serán
tomadas por sabiduría y habilidad.
El natural impulso de los de nuestra especie no es precisamente un ejemplo de generosa entrega
al prójimo, sino más bien un motivo de competencia y disensión, controladas a veces, pero
siempre latentes”.
En consecuencia
“... el estado de naturaleza degenera en estado de guerra siempre que un hombre o varios
hombres deciden atentar contra la vida o la propiedad de otro, o de otros....exponiéndose a ser
agredido y destruído por éstos”.
“En el estado de naturaleza cada uno es juez de sí mismo; y al no haber todavía un juez superior que en
este mundo pueda determinar quién ha actuado injustamente asignándole el castigo que le corresponde,
el agredido tiene el perfecto derecho de responder a la guerra con la guerra, y puede legítimamente matar
al agresor”(Carlos Mellizo-Traductor).
“Propiamente hablando, el estado de naturaleza es aquél en el que los hombres viven juntos
conforme a la razón, sin un poder terrenal, común y superior a todos, con autoridad para
juzgarlos..... y es la falta de la oportunidad de apelar lo que le da al hombre el derecho de hacer
la guerra a su agresor, .....porque la ley.... no puede intervenir en favor de la defensa de mi vida
en el momento en que ésta es amenazada por la fuerza”(II-19).
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“Cuando los hombres deciden unirse en sociedad, renuncian a una gran parte de la libertad que tenían
antes. Cada uno renuncia al poder legislativo y al ejecutivo, que eran suyos en el estado de naturaleza;
pero nó para entregárselo a un soberano absoluto con autoridad ilimitada....todos se unen formando una
comunidad”, “un cuerpo político en el que la mayoría tiene derecho a actuar y decidir en nombre de
todos”(VIII-95)
Para no vivir en la inseguridad los hombres fundan la sociedad civil. Cada uno renuncia a su facultad de
hacer justicia por su propia mano y cede este poder a la comunidad. “La sociedad política reduce pero no
aniquila las libertades y propiedades existentes en el estado de naturaleza”.-
“En la concepción totalitaria, el hombre, por pertenecer al Estado le cede todo, y este le devuelve según
su mansedumbre o su fuerza, algunas parcelas de libertad. En la concepción liberal, el hombre entra al
Estado no con todo su ser sino con parte de el. Pretende asegurarse un número de ventajas en relación al
sacrificio que consiente”.
“El Estado es una sociedad de responsabilidad limitada” (Harold J. Laski) o de participación limitada.
“... como si quienes por ley tuvieran los mayores privilegios y ventajas, tuvieran por ello el poder
de violar esas leyes que precisamente los colocaron en una situación mejor que la de sus
hermanos. Mas lo cierto es que las ofensas cometidas por estos magistrados han de ser más
graves, tanto por la ingratitud de los mismos, como por haber recibido más de la ley y por
defraudar la confianza que sus hermanos depositaron en ellos”(XIX-231).
“... el bien de la sociedad requiere que varios sean los asuntos que se dejen a la discreción de
quienes ostenten el poder ejecutivo; pues,... los legisladores no pueden prever y procurar
mediante leyes todo lo que pueda serle útil a la comunidad.....Hay muchas cosas que en modo
alguno puden ser previstas por la ley; y ésas son las que han de dejarse necesariamente a la
discreción de quién tenga el poder ejecutivo en sus manos, para que él decida según lo que el bién
y el beneficio del pueblo requieran”(XIV-159)
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“Este poder de actuar a discreción para el bién público, sin hacerlo conforme a lo prescrito por
la ley, y aún contra ella en ciertos casos, es lo que se llama PRERROGATIVA....hay un margen
que es dejado al poder ejecutivo para que éste tome decisiones que la ley no ha prescrito.”(XIV-
160).
“Porque el pueblo es muy raras veces escrupuloso o puntilloso sobre este particular, y no se
preocupa de escudriñar prerrogativas mientras sean empleadas en un grado tolerable y con el fin
que corresponde a su razón de ser: procurar el bien del pueblo, y no su daño.”(XIV-161).
“.... la prerrogativa no es otra cosa que el poder hacer un bién público, sin regla alguna”(XIV-
166).
“¿Quién podrá juzgar si se ha hecho recto uso de este poder?....no hay en la tierra nadie que
pueda asumir la función de juez, y al pueblo no le queda otro remedio que apelar a los
cielos”(XIV-168).
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UNIDAD N°4
TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°11
Obra consultada:
“SISTEMA DE PARTIDOS Y SISTEMAS POLÍTICOS”, Segundo V. Linares Quintana
5) ¿Se puede ser libre (en el sentido originario de la palabra) cuando se vive en sociedad y en
Estado?
Kelsen responde que no, porque libertad en sentido originario significa no sujeción a cualquier autoridad,
en cambio, la vida en sociedad y en Estado significa vivir en un orden social, es decir, un conjunto
armonioso de acciones humanas en donde los individuos están obligados a observar determinado
comportamiento.
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9) ¿Qué es el pueblo?
“No es una masa o conglomerado de hombres, sino un sistema de actos individuales regidos por la
ordenación jurídica del Estado”, quedando una parte mas o menos grande de la vida humana, exenta del
Estado y dentro de la esfera del individuo.
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14) ¿Para Kelsen, todos los hombres tienen un mismo valor político?
Kelsen piensa que sí.
“El grado de libertad dentro de la sociedad es proporcionado al número de individuos libres y cada uno
posee el mismo derecho a la pretensión de que la voluntad colectiva concuerde con su voluntad
individual”.
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UNIDAD N°4
TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°12
TIPOLOGÍA DE GEORGES BURDEAU
Obra consultada:
“SISTEMAS DE PARTIDOS Y SISTEMAS POLÍTICOS”, Segundo V. Linares Quintana.
1) ¿Cuál es el mejor método para formular una tipología de los regímenes de gobierno?
El criterio del hombre de la calle, vulgar, profano.
Burdeau piensa que los regímenes políticos se definen esencialmente por lo que los hombres piensan que
son, más que por criterios científicos, y desde esa interpretación habría dos formas políticas
fundamentales: los regímenes autoritarios y los regímenes democráticos.
En la opinión de Burdeau, todo investigador político debe evitar sustituir la terminología consagrada por
la gente; proponer denominaciones científicas a los fenómenos que el saber profano ya ha bautizado y
denominado desde su particular visión que no siempre es muy lógica y que tiene una fuerte carga de
hábitos, prejuicios y pasiones, que se deben respetar para evitar introducir confusión en el espíritu
popular.
En consecuencia, propone aceptar las clasificaciones profanas y luego investigar su contenido y
significación.
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“Pero con la complejidad del Estado moderno, las cuestiones diarias, fastidiosas pero sin
embargo decisivas, son dejadas a los técnicos, de modo que la soberanía, cuyo control debería
conservar el pueblo, se encuentra transferida a especialistas oscuros y políticamente
irresponsables. El técnico llega así a tener sus propios valores y sus propios fines y llega a
oponerse al político. Esto, por una parte, disminuye la autoridad moral de las altas funciones de
la jerarquía política; y por otra parte, tiende a eliminar de la política a los ciudadanos como
elemento activo.”
Como consecuencia de ello, el pueblo sufre una suerte de complejo de inferioridad que lo lleva a
delegar su derecho de decisión en organismos irresponsables, con lo cual alienta y propicia el
advenimiento del autoritarismo.
“Es rasgo del mito ser destructor del individualismo, y todo régimen autoritario es
antiindividualista más por necesidad que por preferencia. No hay mito que no sea colectivo.
El mito se impone al individuo como una leyenda o como una fe; el individuo no lo crea y siempre
el efecto del mito es minimizar el valor de la persona individual exigiéndole un sacrificio o un
renunciamiento”.
“Ese destino histórico de las naciones se orienta siempre a fundamentar, en beneficio del
Estado, una finalidad que contradice los fines propios del hombre.
La crítica del principio democrático, la impotencia de las instituciones representativas , la
primacía del grupo sobre el individuo y la exaltación del nacionalismo encuentran finalmente su
conclusión en la adopción de un principio de gobierno sano, vigoroso y eficaz: el principio del
jefe.
El principio del jefe no se funda en realidad sino en dos ideas frustradas: por una parte, la
necesidad de la concentración del poder, y por la otra, la encarnación del interés colectivo en la
voluntad del jefe.
En el Estado toda autoridad tiende a la acción y la acción no tiene chance de ser eficaz si no es
dirigida por una voluntad firme y consciente del objetivo. Tal voluntad no puede ser otra que la
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de un hombre”.
La concentración del poder es para los sistemas autoritarios una necesidad de hecho, motivada -según
ellos- por la impotencia de los sistemas representativos, la esterilidad de los debates parlamentarios y la
corrupción.
Según Hitler “el papel del más fuerte es el de dominar y no puede confundirse con el del más débil”.
La legitimidad del autoritarismo se asienta en la unanimidad que concita.
Necesita lograr unanimidad para legitimarse, y para ello suprime por cualquier medio toda disidencia,
concentrando en el jefe toda la autoridad.
¿Por qué no se ve en esa concentración de poder del jefe una posible fuente de arbitrariedad?, porque la
legitimidad que le confiere la unanimidad hace creer que el jefe es la encarnación del interés colectivo.
En nuestro cotidiano sistema electoral sucede que aquellos gobernantes que ganan por gran diferencia de
votos creen legitimado su gobierno por la unanimidad de votos conseguidos, y esto los hace sentir
encarnando el interés colectivo y por lo tanto menospreciar a la minoría. En consecuencia, el derecho
dictado por este jefe legitimado por la unanimidad , es visto como el derecho sostenido por el pueblo.
6) ¿Cuáles son las dos categorías de crisis que se producen en la vida política de los pueblos?
“En tiempos normales las instituciones, vacías de todo coeficiente humano, pueden bastar para
dirigir la vida colectiva, pero llega un momento en que los nuevos problemas las encuentran sin
los medios adecuados para afrontarlos; su eficacia se resiente, el pueblo se rebela y una crisis
política se suscita.
Afecta la concepción misma del orden social que los gobernantes deben hacer prevalecer”.
La idea de derecho no está en juego, “el conflicto se circunscribe al valor de los procedimientos
técnicos de realización”.
Estas fallas en los procedimientos, obstruyen todas las iniciativas de los gobernantes.
Los principales peligros de las instituciones son: la despersonalización de la autoridad, el automatismo de
la función gubernativa y el eclipsamiento del político por los procedimientos.
Cuando aparecen, cualquiera de estas dos clases de crisis provocan reacciones que generalmente se
traducen en un acrecentamiento de la autoridad de los gobernantes:
1) Robustecimiento del ejecutivo. Se caracteriza por conservar los principios constitucionales pero con
una nueva interpretación. El ejecutivo recupera potencia gubernamental para que revitalice las
instituciones esclerosadas (Estado de Sitio por ejemplo). No hay nuevo régimen político sino un cambio
de régimen que es logrado sin revolución.
2) Dictadura. Los gobernantes hacen del autoritarismo un modo normal de gobierno. El gobernante se
reserva el monopolio de la decisión. Reina una nueva concepción jurídica del orden social.
“Generalmente la toma del poder por el dictador es acompañada por una ruptura violenta del
orden constitucional establecido, por cuanto las circunstancias que han provocado el cambio del
régimen exigen esta ruptura con el orden anterior. Es que la dictadura en esencia no es sino un
remedio a lo que denomina la crisis de las instituciones. Es transitoria y excepcional.
Cuando la idea de derecho que un gobierno envejecido pierde la vitalidad necesaria para lograr
la adhesión de la totalidad de la sociedad, entonces la autoridad y con frecuencia la brutalidad de
un jefe son necesarias para desarrollar una nueva idea de derecho, y si el caso lo requiere para
imponerla a los tibios” .
La dictadura no tiene legitimidad constitucional pero ejerce un poder de hecho, y su fuerza depende de
los medios materiales de que dispone y de la intensidad de la idea de derecho que encarna.
No siempre la dictadura implica poder personal, pero lo será siempre que un gobierno debilitado y
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envejecido no acepte cederlo constitucionalmente a las fuerzas nuevas que reclaman cambio.
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TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°13
PENSAMIENTO DE ECHEVERRÍA
Obras consultadas:
“SISTEMAS DE PARTIDOS Y SISTEMAS POLÍTICOS”, Segundo V. Linares Quintana.
“ECHEVERRÍA: EL PASTOR DE SOLEDADES”, Pablo Rojas Paz.
“DOGMA SOCIALISTA DE LA ASOCIACIÓN DE MAYO” y “OJEADA RETROSPECTIVA”, Esteban Echeverría.
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encaminarnos.....confrontar siempre los hechos con la teoría o la doctrina de los publicistas más
adelantados. No salir del terreno práctico, no perderse en abstracciones..”
“Nuestros sabios, señores, han estudiado mucho, pero yo busco en vano un sistema filosófico,
parto de la razón argentina, y no lo encuentro; busco una doctrina política conforme con nuestras
costumbres y condiciones que sirva de fundamento al Estado, y no la encuentro. Todo el saber e
ilustración que poseemos no nos pertenece”.
5) ¿Cuáles eran los propósitos fundamentales del pensamiento de la generación del 37?
Si bien el fundamento de su doctrina es la Revolución de Mayo, el principio de unidad de la teoría es: la
democracia.
Echeverría manifiesta que esos jóvenes del 37 querían instaurar la democracia como una novísima
tradición, como principio y como institución.
La democracia como tradición era: el ideario de Mayo y el progreso continuo.
La democracia como principio era: La fraternidad, la igualdad y la libertad.
La democracia como institución era: la permanencia del principio, el sufragio y el sistema de elección de
representantes municipales, departamentales, provinciales y nacionales.
“Queríamos que el pueblo no fuese como había sido hasta entonces, un instrumento material del
lucro y poderío para los caudillos y mandones, un pretexto, un nombre vano invocado por todos
los partidos para cohonestar y solapar ambiciones personales…”
“Antes de la revolución todo estaba reconcentrado en el poder público. El pueblo no pensaba ni
obraba sin el permiso o beneplácito de sus mandones: de ahí sus hábitos de inercia. Después de la
revolución, el gobierno se estableció bajo el mismo pie del colonial”.
Piensa Echeverría que fue un error de la revolución dejar de lado lo religioso, porque los hombres cultos
apelan a la filosofía para ordenar sus actos, pero en los hombres rudos y simples, sólo la religión les
resulta un freno a los apetitos y pasiones animales, y es lo único que los consuela y estimula a obrar bien.
Piensa que fue este descuido lo que permitió mayor crueldad y descontrol en la guerra civil entre
federales y unitarios.
Creía que “la raíz de todo sistema democrático es el sufragio” pero que este es de origen constitucional
y por lo tanto puede ser restringido o ampliado según necesidad y conveniencia por el legislador.
En su opinión los unitarios habían cometido la torpeza de conceder por ley -del 14 de agosto de 1821- el
sufragio universal a un pueblo que nunca había decidido sobre su destino, ni resuelto por sí sus asuntos, lo
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cual lo llevó a ser usado por los políticos de la época, quienes les ordenaban qué y a quién votar.
La norma sólo habilitaba para ser elegidos representantes del pueblo a los que en realidad
representaban sus propios intereses de propiedad material: el dinero, es decir, un reducido sector de una
también reducida clase social, pero habilitaba a todos para sufragar. Con esto se sentaban las bases de un
sistema electoral mediante la cual una minoría de pícaros y con poder económico podía “comprar o
doblegar” los votos de una mayoría proletaria sin instrucción democrática y hacerse del poder contra la
voluntad de la otra minoría que representaba la propiedad raíz, la inmueble, la mercantil, la industrial e
intelectual y así llegaron a la Sala de Representantes, gentes sin las condiciones debidas, o como dijera
Echeverría:
“Los sufragantes fueron siempre del parecer del mandón” y por esta razón “pusieron sin vacilar el sello
de su legitimidad soberana” cuando los representantes le dieron a Rosas la suma del poder público.
“Se había ensanchado entre nosotros el sufragio hasta el extremo” y por eso Echeverría proponía una
forma gradual para arribar al sufragio universal y la democracia plena.
“Concebíamos entonces una forma de institución del sufragio, que sin excluir a ninguno, utilizase
a todos con arreglo a su capacidad para sufragar. El partido municipal podía ser centro de
acción primitiva del sufragio, y pasando por dos o tres grados diferentes, llegar hasta la
representación: o concediendo a la propiedad solamente el derecho de sufragio para
representantes, el proletario llevaría temporariamente su voto a la urna municipal del partido”.
Esta frase encierra dos conceptos fundamentales que los interpretamos así:
a) Seguramente le resultaba tan desatinado consultar a hombres sin ilustración sobre el mejor camino para
resolver los problemas globales de la patria, como pedir a buenos ciudadanos pero ignorantes en
medicina, expedirse eficazmente sobre el modo de curar el cáncer.
Por esta razón piensan que el sufragio debe ser universal pero no para que todos los hombres decidan
sobre todos los asuntos del país, sino para que se expidan sobre temas en que tuvieran capacidad para
opinar y resolver, es decir, un sufragio reducido al horizonte de sus conocimientos y necesidades. Por ello
imaginan una suerte de TROZO de MUNICIPIO (lo que hoy sería un “Centro Vecinal o Barrial”), en el
que los hombres eligen sus autoridades para atender y resolver cuestiones propias del barrio; estos
representantes barriales eligen las autoridades municipales para atender y resolver cuestiones propias del
municipio, a su vez, estos representantes eligen autoridades departamentales para atender y resolver
cuestiones propias del Departamento, y así indefinidamente hasta elegir autoridades del gobierno
nacional. Con este procedimiento no desaparecía el voto universal, pero se lo restringía al universo
conocido por cada persona.
El fracaso del procedimiento advertido por Echeverría y que en nuestra opinión aún se perpetúa en
nuestro país, consistía en reconocer como iguales a quienes en realidad no lo eran, y permitía el acceso al
poder a una minoría de hombres distintos a la gran mayoría y posiblemente interesados en beneficiar su
interés particular.
La generación del 37 rechazaba la centralización formal de los unitarios y la despótica de los federales,
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deseaba descentralizar todo para que el pueblo se educara democráticamente haciendo de cada municipio
un centro de acción administrativa y gubernativa, y que eslabonados a los demás dirigiera la vida del
conjunto que a su vez debía ser gobernado por un poder central.
Echeverría establece quince palabras simbólicas cuyo significado sintetizan el objetivo que se ha
propuesto conseguir es decir, la construcción de una nueva sociedad colectiva que no es otra que la
República Argentina.
Las primeras palabras simbólicas son: ASOCIACIÓN, PROGRESO, FRATERNIDAD, IGUALDAD,
LIBERTAD.
“La España dividía a la sociedad en cuerpos, jerarquías, profesiones y gremios, y ponía al frente
de sus leyes; clero, nobleza, estado llano o turba anónima”.
“ Que no se choquen ni dañen mutuamente los intereses sociales y los intereses individuales....En
la alianza y armonía de estos dos principios estriba todo el problema de la ciencia social”.
Para que la asociación o sistema colectivo funcione, es preciso que no sólo considere a sus miembros
como iguales, sino que los eduque más o menos iguales, les reconozca iguales derechos y deberes y
someta a todos, a iguales leyes, premios y castigos.
Para lograr la asociación, se necesita que los hombres renuncien a la individualidad que los separa y
encuentren una individualidad semejante a los demás, de tal modo que no se sientan distintos sino
parecidos.
Los hombres no pueden renunciar a la individualidad por ser una condición natural de toda la creación;
lo que sí pueden hacer es, disminuir las diferencias de tal suerte que los haga más parecidos que distintos.
Los hombre parecidos se atraen, los diferentes se rechazan.
La IGUALDAD en consecuencia, es necesaria para lograr la ASOCIACIÓN.
“Todas las asociaciones humanas existen por el progreso y para el progreso, y la civilización
misma no es otra cosa que el testimonio indeleble del progreso humanitario”.
“El hombre y la sociedad se encaminan a procurarse el bienestar que apetecen. El bienestar de
un pueblo está en relación y nace de su progreso”.
“La América, creyendo que podía mejorar su condición se emancipó de la España; desde
entonces entró en las vías del progreso. Progresar es civilizarse”.
“Un pueblo que se estaciona y no progresa, no tiene misión alguna, ni llegará jamás a constituir
su nacionalidad”.
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“La sociedad o el poder que la representa, debe a todos sus miembros igual protección, seguridad,
libertad; si a unos se la otorga y a otros no, hay desigualdad y tiranía”
El Estado debe proteger a los débiles, a los pobres y a los menesterosos, a fin de hacerlos iguales a los
demás, de lo contrario, si lo permite, facilitará la desigualdad, desaparecerá la fraternidad y provocará la
ruptura de la asociación.
Para hacer iguales a las masas es necesario “educarlas para hacerlas capaces de ejercer la ciudadanía,
protegerlas y estimularlas para que trabajen y sean industriosas, suministrarles los medios de adquirir
bienestar e independencia”.
“La única jerarquía que debe existir en una sociedad democrática , es aquella que trae su origen de la
naturaleza....La inteligencia, la virtud, la capacidad, el mérito probado; he aquí las únicas jerarquías de
su origen natural y divino”.
El dinero no puede ser factor de jerarquía y desigualdad porque no es de origen natural, piensa
Echeverría.
“La libertad es el derecho que cada hombre tiene para emplear sin traba alguna sus facultades en
el conseguimiento de su bienestar y para elegir los medios que puedan servirle a este objeto”.
Esta definición no nos resulta totalmente clara y nos sugiere el siguiente análisis:
a) Al parecer, piensa que libertad es absoluta disponibilidad individual para construir el propio destino sin
ataduras externas, tal como lo entiende el mundo liberal. Sin embargo, en otro pasaje de su obra afirma
que “la libertad no puede realizarse sino por medio de la igualdad”, pero no explica cómo puede
lograrse.
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Una interpretación sería que sólo puede arribarse a la libertad cuando hay parecido y ausencia de
privilegios y jerarquías (concepto de igualdad), es decir cuando todos los hombres están en una misma
línea de partida con idéntica oportunidad y posibilidad para hacer su voluntad.
Desde esta perspectiva, la libertad sería alcanzable cuando el hombre no cuenta con ventajas artificiales
(privilegios) y queda librado a sus solas y únicas diferencias naturales para realizar su vida. Pero con esta
visión, libertad sería autorrealización o autosuficiencia, y cada uno quedaría librado a su propia suerte y al
tamaño de su talento. Sin embargo esta condición entraña una terrible soledad, y es aquí donde
encontramos la contradicción.
Cuando el hombre no necesita de otros para construir su vida, porque él puede proveer por sí a su
necesidad, entonces no necesita parecerse a otros (igualdad) para asociarse y progresar. No necesita del
Estado ni de la colectividad.
Cuando la libertad implica actuar en absoluta soledad y responder por los éxitos o fracasos de esos actos,
entonces la igualdad no sólo no parece necesaria, sino que resulta contradictoria y opuesta.-
Mientras la libertad es la posibilidad de ser y actuar distinto, la igualdad es la necesidad de ser y actuar
parecido.
Mientras la libertad valora el individualismo, la originalidad, lo finito; la igualdad en cambio enaltece lo
social y colectivo, lo parejo y la ausencia de límites.
b) Ante esto, intentamos otra interpretación al analizar los términos “sin traba y “elegir” expresados en la
definición de Echeverría transcripta en el primer párrafo.
Sin traba implica no tener interferencias, escollos, impedimentos siempre externos, a la consecución de
un fin.
Elegir significa, optar entre diversas alternativas dadas, preexistentes y externas.
Estas palabras nos sugieren condicionamiento, dependencia, sujeción. En consecuencia, la palabra
libertad significaría la posibilidad de emplear mis facultades para la obtención de mis propósitos, pero
con el debido permiso de ese condicionamiento externo que controla y orienta mis actos. Se trataría ya de
una libertad vigilada.
¿Quién sería ese condicionamiento externo que autoriza mis actos?, posiblemente el pueblo soberano por
medio de las leyes que crea y establece la mayoría.
¿Donde se vería la libertad dependiendo de la igualdad?. Si la libertad de los unos, es vigilada por “los
otros” (soberanía de la mayoría), crecerá o disminuirá en función de que esos otros compartan y
consientan el obrar de los primeros; y para que “los otros” compartan y consientan el obrar de los
primeros deben ser más o menos parecidos (iguales) de tal suerte que no les parezca deleznable o
inconveniente lo que hagan. Este problema fue resuelto por Kelsen con la idea de libertad política.
“La generación americana lleva inoculados en su sangre los hábitos y tendencias de otra
generación. En su frente se notan, si no el abatimiento del esclavo, las cicatrices recientes de
la pasada esclavitud. Su cuerpo se ha emancipado , pero su inteligencia no.”
Piensa que las costumbres y legislación Española son las dos más funestas herencias que impiden
nuestro progreso y el cambio del orden social antiguo tanto en el orden interno como externo de la
sociedad.
Explica que España fundó una sociedad estamental basada en la división de clases y que esta
concepción es absolutamente contraria a la instauración de la democracia que requiere de la igualdad de
los hombres para construir la asociación; que nos ha dejado por herencia la rutina, esa opción por no
innovar, por hacer siempre lo mismo con igual molde y medidas, la cual produce en la moral del hombre
su más absoluta renuncia al deseo de examinar, elegir y razonar, dificultando la instauración del nuevo
orden, puesto que “la democracia exige acción, innovación, ejercicio constante de todas las facultades
del hombre, porque el movimiento es la esencia de su vida”.
España nos había enseñado a respetar ciegamente la tradición y la infalibilidad de sus doctrinas; a ser
obedientes y supersticiosos, vasallos y colonos.
Se trata de cambiar una sociedad basada en la jerarquía de la profesión (magistrado, sacerdote, militar,
abogado, comerciante, artesano) por otra en donde sólo la probidad, el talento y el ingenio engendren
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supremacía.
Piensa que la emancipación sólo será posible con una radical reforma de las costumbres, porque la
construcción de la democracia implica un absoluto cambio con la tradición heredada y cree posible
hacerlo con la educación y las leyes.
“Somos independientes, pero no libres. Los brazos de la España no nos oprimen, pero sus
tradiciones nos abruman....La revolución marcha, pero con grillos”.
Piensa que debemos liberarnos culturalmente de España: “La emancipación social americana sólo
podrá conseguirse, repudiando la herencia que nos dejó la España”, y esta renovación cultural debe
contener todos los elementos de la civilización, es decir, lo político, lo filosófico lo religioso, lo científico,
lo artístico y lo industrial”.
Pasar de la monarquía absoluta heredada de España y conservada por el autoritarismo rosista, a la
democracia, implicaba una modificación revolucionaria de los modos de ser y pensar de la nueva
sociedad, instaurando entre otros, los entonces desconocidos conceptos de libertad e igualdad.-
“Cuando las leyes son malas, las costumbres se depravan; cuando buenas, se mejoran. Los
vicios de un pueblo están casi siempre entrañados en el fondo de su legislación. Las
costumbres americanas son hijas de las leyes españolas”.
“Si los legisladores, desconociendo su misión y las exigencias vitales del pueblo que
representan, se han puesto como miserables plagiarios a copiar de aquí y de allí artículos de
constituciones de otros países, en lugar de hacer una que tenga raíces vivas en la conciencia
popular, su obra será un monstruo abortado , un cuerpo sin vida, una ley efímera y sin acción,
que jamás podrá sancionar el criterio público”.
“Si el legislador tiene conciencia de su deber, antes de indagar cuál forma gubernativa sería
preferible, debe averiguar si el pueblo se halla en estado de regirse por una constitución; y
dado este caso, ofrecerle, no la mejor y más perfecta en teoría, sino aquella que se adapte a su
condición.
He dado a los atenienses, decía Solón, no las mejores leyes, sino las que se hallan en estado de
recibir”.
“Cuando la razón pública no está sazonada, el legislador constituyente no tiene misión
alguna”.
“El legislador no podrá estar preparado si el pueblo no lo está. ¿Cómo logrará el legislador
obrar el bien , si el pueblo lo desconoce?”.
“Es indispensable....elaborar primero la materia de la ley, es decir, difundir las ideas que
deberán encarnarse en los legisladores y realizarse en las leyes”.
“Es preciso.... ilustrar la razón del pueblo y del legislador sobre las cuestiones políticas, antes
de entrar a constituir la nación”.
“La obra de organizar la democracia no es de un día;...la libertad no se funda sino sobre el
cimiento de las luces y las costumbres”
“Pediremos luces a la inteligencia europea, pero con ciertas condiciones...Tendremos siempre
un ojo clavado en el progreso de las naciones y el otro en las entrañas de nuestra sociedad”
“No se hacen constituciones para los pueblos, sino se forman pueblos para las constituciones”
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“El distrito municipal será la escuela donde el pueblo aprenda a conocer sus intereses y sus
derechos, donde adquiera costumbres cívicas y sociales, donde se eduque paulatinamente para
el gobierno de si mismo o la democracia, bajo el ojo vigilante de los patriotas ilustrados....
¿Cuándo tendrá la sociedad argentina una Constitución?,... cuando toda ella la pida a
gritos”.
14) ¿Por qué afirma que la democracia es el gobierno de la razón y de la igualdad de clases?
Considera que la democracia no es aplicable a pueblos bárbaros.
Lo que caracteriza a la barbarie es la carencia de desarrollo de la razón. Los pueblos salvajes viven
instintivamente en la naturaleza, y con la naturaleza, pero no la someten a sus designios ni la
transforman a su voluntad.
El hombre logra dominar la naturaleza sólo cuando desarrolla la razón. La democracia es un sistema
razonado de convivencia y no un modo natural de vida.
Para vivir en democracia, el hombre debe superar el estado natural y alcanzar la racionalidad.
Como la razón se desarrolla con la educación, es imprescindible educar urgentemente al pueblo para
desarrollar esa aptitud necesaria para la democracia.
Cuando afirma que la democracia es igualdad de clases, no cree que esta última se logre por decreto o
por una mera declaración de principios y deseos, sino que la democracia requiere para existir que los
hombres sean iguales, de lo contrario no será posible.
No es que la democracia hace a los hombres iguales, sino, por el contrario, que es un requisito previo la
igualdad de estos para organizarse democráticamente.
La educación será el modo en que los hombres emparejarán de clase y se harán iguales. La educación
pública tendría la misión de congregar a niños de todos los orígenes sociales para educarlos de igual
modo, con iguales maestros, con iguales principios y con iguales propósitos.
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UNIDAD N°4
TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°14
TIPOLOGÍA DE DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO
Obra consultada:
“SISTEMAS DE PARTIDOS Y SISTEMAS POLÍTICOS”,Segundo V. Linares Quintana
4) El mejor sistema
El mejor sistema para nuestra época -opina Sarmiento- es el Representativo, aunque nos sea apenas
aceptable por la razón y la lógica. Los pueblos deben adaptarse a la forma de gobierno y no la forma de
gobierno a la aptitud de los pueblos. Esta paradoja -explica- se da porque los hombres -por dignidad e
inteligencia- están condenados a pelear por la libertad y alcanzarla, como están condenados a trabajar
para subsistir, ser ricos, dominar la naturaleza, caminar por el mundo y revolver las entrañas de la tierra.
Cree en una representatividad “calificada” es decir, un sistema donde el pueblo incivilizado -en nuestro
país entonces el analfabetismo era abrumador y alcanzaba posiblemente al 90% de la población- esté
representado por ilustres ciudadanos que habiendo desarrollado el espíritu de la libertad y experimentado
sus beneficios, estén en mejores condiciones para asegurar la libertad al resto de sus compatriotas,
mediante la gestión de gobierno.
Aquí con Rosas, teníamos el ejemplo de un gobierno hecho según las tradiciones u opiniones de un país
incivilizado. Rosas y millares de seguidores, creían que la libertad era imposible en nosotros; que la
forma republicana era una formalidad inconsistente, y que los gobiernos debían apoyarse en los
requerimientos de las masas populares. Pero, las masas populares, aquí como en todas partes del mundo,
son un compendio de ignorancia, pobreza y temor, doblegados por el horror, la muerte y la enfermedad.
Desde el derrocamiento de Rosas nos habíamos dedicado a ensayar el sistema representativo para cuya
práctica no habíamos mostrado más aptitud que para soportar despotismo.
Sarmiento adhería a la teoría de los ciclos políticos muy en boga en su época, creyendo que las crisis
institucionales y las revoluciones se repiten con cierta periodicidad. Por ello afirmaba que:
“el resultado histórico de la lucha es que a fuerza de torrentes de sangre se logra cada veinte
años, uno de instituciones regulares, sucediéndose luego la anarquía que crean lo mismos que
tantos sacrificios hicieron por librarse de sus tiranos” .(1863)
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5) Gobiernos autoritarios
Expresaba que los gobiernos donde toda autoridad se concentra en una sola mano, deben repartir la
administración subalterna entre una multitud de caudillos que tienen la libertad de actuar
discrecionalmente sobre el pueblo, pero a cambio de su completa sumisión a la voluntad del jefe supremo.
Estos gobiernos piden al hombre que sea dos cosas a la vez: tirano y esclavo; sometedor de los demás y
sumiso al mismo tiempo. Este mecanismo absurdo, se torna funesto para los que lo sirven y colaboran,
porque su porvenir depende esencialmente del modo como se comportan con el jefe, receloso siempre de
ver compartida su autoridad. (1882)
“Todas las tiranías populares que se levantan, nacen de que no comprendemos todavía el sistema
de convenciones que hemos adoptado, pues si la letra se nos alcanza, no siempre el espíritu
penetra en nuestra razón, que se subleva contra ciertos arreglos”. (1879)
Cuando solo se presta atención a lo superficial, uno se siente impresionado por la aparente tranquilidad
que ofrece el despotismo, frente a la turbulencia que presenta la democracia. El silencio y tranquilidad se
confunde con salud, y la agitación en pueblos libres, se interpreta como malestar.
6) Clases de gobierno
Pensaba que en la América de su época había tres clases de gobierno: 1) Estados Constitucionales, con
algunas variantes semiconstitucionales; 2) Estados sin gobierno, condenados a morir cada vez que creen
llegar a término; 3) Estados despotizados por la voluntad de un caudillo, cuya voluntad es ley suprema.
Todos carecen de intereses recíprocos, de instituciones arraigadas, de recursos, de fuerza, de marina, y no
saben que futuro tendrán.
La tendencia que observaba en el mundo era la de uniformación de los sistemas de gobierno debido al
gran progreso que las comunicaciones habían tenido impulsadas por el comercio, los libros, la prensa y el
telégrafo. La influencia recíproca que resultaba de esta facilidad en las comunicaciones llevaría a que los
pueblos unificaran sus sistemas de gobierno. Las instituciones libres que habían nacido en Inglaterra,
EE.UU y con la Revolución Francesa, aún a pesar de sus horrores, se difundirían por todo el mundo y
consolidarían con el tiempo. La libertad de pensamiento y expresión, se plasmarían en la opinión pública,
que a su entender no era mera voluntad o preocupación pública del momento, sino el resultado de todas
las miradas posible sobre los hechos, las ideas y aspiraciones humanas que buscan trazar mediante la
legislación, la marcha de los gobiernos.
7) La República liberal
Afirmaba que las agitaciones de los pueblos libres los lleva muchas veces a la anarquía y la guerra civil,
y que los hombres, fatigados por tanto malestar terminan echando la culpa de estos males a la libertad.
Así, Rosas pareció a muchos, el remedio a 20 años de decepciones y experimentos fallidos; “culpando a
la huella y no a las piedras, del dolor que nos causaba caminar por senderos apenas practicados”. Si las
elecciones traen escándalo, fraude y revoluciones, suprimirlas no es la solución, afirmaba.
“Si la libertad es incómoda, es porque no hay libertad. y seguridad; hay libertad para los
tiranuelos, que son los que hacen violencia a la libertad ajena, por la coacción o el fraude, dos
modos de violar la libertad. Robustezcamos las libertades de todos, conteniendo por la fuerza y la
ley al que intenta hacer la violencia y escamotearla; robustezcamos la conciencia moral de
gobernantes y gobernados, para suprimir el fraude; las elecciones jamás”.
9) ¿Qué es la República?
“La República, pues, es una reunión de habitantes de un mismo territorio que para asegurar el
fruto de su trabajo ponen voluntariamente en común sus fuerzas y su inteligencia a fin de obtener
juntos lo que aisladamente no podrían. La igualdad de derechos en la cosa pública es la
condición esencial en esta asociación; y el ejercicio absoluto del derecho de gobernarse a sí
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misma, que es asegurar sus vidas, propiedades y propender a su mejor felicidad, se llama
soberanía.”
“Todas las tiranías populares que se levantan, nacen de que no comprendemos todavía el
sistema de convenciones que hemos adoptado, pues si la letra se nos alcanza, no siempre el
espíritu penetra en nuestra razón”.
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UNIDAD N°4
TIPOLOGÍA DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
TEMA N°15
TIPOLOGÍA DE SEGUNDO V. LINARES QUINTANA
Obra consultada:
“SISTEMAS DE PARTIDOS Y SISTEMAS POLÍTICOS”, Segundo V. Linares Quintana.
b) Limitación y control del poder. Como el poder tiene por objeto concretar en actos toda voluntad,
sin perturbaciones ni límites, son las constituciones las que se proponen poner coto a este proceder
arrogante y descontrolado, limitando lo que ese poder debe y puede hacer. En consecuencia, todo
gobierno constitucional es limitado por naturaleza. El constitucionalismo, es una limitación jurídica
impuesta al gobierno. Gobierno constitucional significa, gobierno limitado por la ley y no solamente por
los deseos y capacidades de los que ejercen el poder. Si un gobierno tuviera una constitución que solo
estableciera sus instituciones, no estaríamos frente a un Gobierno constitucional, porque la razón de ser de
una Constitución, su verdadera justificación, su idea original, es la de limitar la acción gubernativa, y no
otra cosa.
De su afirmación, podemos deducir que una Constitución, debe poner énfasis en lo que los gobernantes
pueden hacer y no en lo que les está prohibido. Establecido con claridad solo lo que pueden hacer, toda
otra actitud o decisión les estará prohibida, y por ello, sujetos a Castigo. Mientras los ciudadanos de un
sistema constitucional pueden hacer todo lo que la Constitución no prohibe; los ciudadanos en la
situación transitoria de gobernantes, sólo pueden hacer lo que ella les manda.
Alberdi ponía especial atención en el gobierno libre y decía que su tarea consistía en el conjunto de
reglas y precauciones -llamadas garantías públicas- dirigidas a impedir que los mandatarios abusen de su
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poder de mando, y lograr que los mandantes (el pueblos) conserven el poder de prevenir y corregir los
abusos de sus mandatarios.
c) División de poderes. Una nota esencial del constitucionalismo es la distinción entre poder
constituyente y poder constituido. El poder constituyente es la facultad soberana del pueblo de darse una
Constitución y de reformarla; el poder constituido en cambio, es creado por la Constitución -emerge de
ella- con el objeto de reglarlo, condicionarlo y limitarlo. En consecuencia, la Constitución no es obra del
poder constituido.
La división y desconcentración del poder, es un medio para asegurar la libertad individual. Funciona así,
un sistema de frenos y contrapesos cuya consecuencia práctica es mantener la actividad de cada órgano
dentro de la órbita limitada por la Constitución. Hay una división horizontal del poder que consiste
generalmente en los órganos: legislativo, ejecutivo y judicial; y otra división vertical, que consiste en los
gobiernos central, provincial y municipal. Pero a esta división mecanicista del poder entre dos órganos de
naturaleza política (ejecutivo y legislativo) y otro de naturaleza jurídica (judicial), asentado en la supuesta
bondad y deseo de cooperación de la naturaleza humana, le ha sido observado un error que consiste en
detectar que el alma mística de una sociedad no está depositada en su voluntad general sino en el
liderazgo político de los poderes de naturaleza política. Es decir que, contrariamente a lo que se creía, es
en realidad el liderazgo político el que dirige y guía la voluntad popular, y no al revés. En consecuencia,
la tarea del gobierno no se limita a ejecutar la voluntad popular, sino a crearla. Por esta razón, la
legislación y ejecución de las leyes no son funciones separadas o separables, sino, diferentes técnicas de
liderazgo político.
Ante ello, Loewenstein ha imaginado una nueva división tripartita del poder político: 1) Órgano de
decisión o determinación política, 2) Órgano de ejecución de la decisión política y 3) Órgano de control
político de la decisión.
El primero consiste en la elección de una entre varias posibilidades políticas, fundamentales, decisivas y
determinantes, frente a las que se encuentra la comunidad, en donde gobierno y parlamento se distribuirán
esta función.
El segundo, cuya función es llevar a la práctica la decisión tomada, corresponde al poder legislativo la
elaboración material de la norma; al ejecutivo, su aplicación mediante el sistema administrativo que le
sirve; y al judicial, que se encarga de ejecutar la decisión política fundamental tomada anteriormente y
presentada en su forma legal.
El tercero aparece cuando, la función judicial tiene el poder de revisar lo actuado y declarar la
inconstitucionalidad de las decisiones del presidente y el congreso.
Un gobierno se puede considerar como responsable, cuando el ejercicio del poder político está distribuido
y controlado entre diversos detentadores del poder.
Se trata en definitiva, de que el poder político (decisión, ejecución y control) esté dividido entre muchas
personas y no que muchos hombres participen en el ejercicio del poder (ejecución) cuya decisión y
control está en manos de un déspota.
d) Imperio de la ley. El sistema constitucional se caracteriza porque los distintos detentadores del
poder están sometidos a un régimen de derecho. “Este principio de legalidad determina que todo acto
estatal que interfiere con la libertad del individuo, aumentando sus obligaciones o deberes, debe fundarse
en una norma legal, emanada del órgano legislativo, que debe ser colegiado y representativo del pueblo”.
Pero no basta con que ningún hombre esté por encima de la ley, o que todo hombre -cualquiera fuere su
rango o condición- esté sometido a la ley, sino que en ellos predomine el espíritu legal como un atributo
especial de su estirpe. No se trata de que el hombre se “someta” a la ley por miedo a las consecuencias,
sino que, sienta la ley, como una necesidad imprescindible para ordenar su vida.
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“El principio democrático se fundamenta en la soberanía del pueblo; vale decir, el pueblo es
el titular de la soberanía y por ende del poder constituyente, gobernando por medio de los
representantes, elegidos periódicamente y responsables ante él de su gestión”.
***
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UNIDAD N° 5
UNIDAD N° 5
VICIOS, PERTURBACIONES, CRITERIOS
TEMA N° 1
PRESIDENCIALISMO ABSOLUTO
Obras consultadas:
1) RICARDO A. FERRARO y LUIS RAPPOPORT,
“Presidencialismo absoluto y otras verdades incómodas”, Editorial El Ateneo, 2008.
2) NATALIO R. BOTANA, “Poder y hegemonía”, Emecé, Buenos Aires, 2006.
Los nuevos Estados de la América antes española necesitan reyes con el nombre de presidentes.
Simón Bolívar
COMENTARIOS
Tras los momentos iniciales de concentración de poder, hay una posterior retroalimentación
negativa: en lugar de promover una sociedad más democrática y abierta, pronto se cede a la
tentación de perpetuación.
La superación de este dilema requeriría tiempos largos de estabilidad y normalidad económica y
política del país.
Andrés López, licenciado y doctor en economía de la UBA, actualmente director del Departamento
de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y profesor ordinario, etc.
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Si bien el exceso de concentración de poder del Ejecutivo es negativo, es preciso recordar que las
presidencias débiles le han hecho mucho daño al país. Idealmente serían buenos un Poder Ejecutivo con
fuerza y personalidad y un Congreso (o Legislatura) claramente separado, con capacidad para generar las
leyes. Sería bueno que los poderes extraordinarios se concedieran sólo en situaciones excepcionales y por
breve tiempo.
Así como la institución presidencial a veces avasalla a los demás poderes constitucionales, en otros
momentos, la multiplicidad de actores con capacidad de vetar políticos públicas genera la incapacidad de
gobernar y de asegurar un mínimo de orden público.
Nuestro sistema fue armado para resolver el caos argentino de las primeras décadas
posteriores a la Revolución de Mayo. La solución al caos era concentrar el poder, crear
Estado y desarrollar una economía capitalista....
El posterior proyecto institucional consistió en la creación de un Estado nacional que
permitiese gobernar y -sobre todo- poblar la desierta Argentina. Pero para ello hacía falta
concentrar el poder en pocas manos...
Los ganadores se sienten dueños de la voluntad popular y de la verdad política, y los
perdedores, tratan de bloquear al oficialismo erosionando su capacidad de gobernar.
La crítica democrática que argumenta que no se toma seriamente la división de poderes... no
entiende que el sistema nunca fue pensado para facilitar la división de poderes ni el accionar
de la oposición ni para limitar el presidencialismo.
Martín Böhmer, abogado, master en derecho, candidato a doctor por la Universidad de Yale, etc.
Dad al Poder Ejecutivo todo el poder posible, pero dádselo por medio de una Constitución ...
El Poder Ejecutivo debe tener todas las facultades que hacen necesarios los antecedentes y las
condiciones del país y la grandeza del fin para el que es instituido. De otro modo, habrá
gobierno en el nombre, pero no en la realidad; y no existiendo gobierno, no podrá existir la
Constitución, es decir, no podrá haber ni orden, ni libertad, ni Confederación Argent
Juan Bautista Alberdi Bases...
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UNIDAD N° 5
VICIOS, PERTURBACIONES, CRITERIOS
TEMA N°2
PERSONALISMO, CLIENTELISMO y PATRIMONIALISMO
Obras consultadas:
1) RICARDO A. FERRARO y LUIS RAPPOPORT, “Presidencialismo absoluto y otras verdades incómodas”,
Editorial El Ateneo, 2008.
2) NATALIO R. BOTANA, “Poder y hegemonía”, Emecé, Buenos Aires, 2006.
“La Argentina está enferma de personalismo, patrimonialismo y clientelismo. Estos rasgos se hayan en
el caudillismo de base geográfica y también en los ámbitos de poder en nuestras organizaciones.
El personalismo supone otorgar la mayor jerarquía a las relaciones y contactos personales, por encima de
las leyes y de las buenas prácticas de gestión. El patrimonialismo confunde el patrimonio personal del
que tiene posiciones de poder con el de la comunidad. El clientelismo establece una forma de relación de
dominación, protección e intercambio asimétrico entre “patrón” y “cliente en las estructuras de poder. En
todas estas estructuras se diluyen los límites entre la esfera privada y la esfera pública.
Estos tres elementos se refuerzan con procedimientos administrativos centralizados -propios del
presidencialismo absoluto- y conforman un cóctel que restringe la organización de un Estado moderno.
Las conductas personalistas, patrimonialistas y clientelares están presentes en nuestros presidentes
absolutos. También se dan en la cascada de relaciones inferiores de las estructuras de poder, en forma de
“patronazgo”. Los patrones producen una fragmentación del poder que condiciona adicionalmente la
gobernabilidad.
En una variante del personalismo, la dirigencia -preocupada por la adhesión de los votantes- avala
inaceptables actitudes mezquinas de algunos sectores para dar pie a verborragias de políticas, en lugar de
enfrentar esas mezquindades con principios. Los dirigentes pierden así su liderazgo y su responsabilidad
docente. No confrontan desde la grandeza. Avalan la pequeñez: prefieren las mentiras cómodas a las
verdades incómodas.
Los mecanismos mencionados no son privativos del sistema político o del sector público. Este clima
cultural y de institucionalidad informal está presente en todo tipo de organizaciones de la sociedad, desde
sindicatos hasta cámaras empresariales y partidos políticos; desde clubes o hinchadas de fútbol hasta
universidades. Y se vive tanto en el nivel nacional como en el provincial y en el municipal. Estas
enfermedades argentinas debilitan el espacio público, lo colectivo está sometido a la depredación”. (1)
COMENTARIOS
En el clientelismo electoral, propio del siglo XIX o de las primeras décadas del siglo XX, el
juego de los patrones electorales definía elecciones, a través de prebendas y favores, en un
electorado primitivo y desinformado. Ese clientelismo, propio de la vieja política
conservadora, persiste en algunas actitudes de los políticos, pero carece de eficacia real a la
hora de las elecciones. Aun cuando, a menudo, pareciera existir una manipulación de recursos
públicos con programas sociales u obras para captar votos, se trata de acciones que
difícilmente puedan volcar una elección.
Ni en América latina en general, ni en la Argentina en particular, hay más corrupción que en
Corea, China o Malasia. ... El remedio para combatir personalismo, clientelismo y
patrimonialismo es crear mecanismos institucionales de defensa y, particularmente, darles
estado público para que las sanciones judiciales y políticas sean inevitables.
Hay una diferencia entre “corruptos cipayos” y “corruptos nacionales”. Un corrupto japonés
o taiwanés no vendería el petróleo o la telefonía de su país por una fracción de su valor.
Harían negocios, no demasiado santos, pero con límites asociados al interés nacional.
Algunas sociedades no permiten formas antinacionales de corrupción.... la Universidad de
Harvard llegó a anular una licitación de una supercomputadora por la certeza de que ganaría
una empresa japonesa. ...
En México, por ejemplo, la “mordida” es generalizada; en la mayoría de los países de la
región es escasa la moralidad fiscal, en contraste con otras sociedades donde esas conductas
reciben una fuerte sanción social. La falta de esa sanción en países como la Argentina
responde a una tradición menos rigurosa en materia del cumplimiento de la ley y de la norma.
Aldo Ferrer, economista, doctor en ciencias económicas, profesor titular consulto de la UBA, etc.
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¿Es posible pensar que la sociedad el facilista y que por ello está dispuesta a recibir beneficios, pero es
escasamente consciente del costo que hay que pagar por ello?
Si se descree de las virtudes cívicas de los políticos, ¿por qué creer en las virtudes cívicas de la
población?
¿Los políticos son una muestra del pueblo?
¿Los pueblos tienen los representantes que se merecen?
¿Cabe pensar que en sociedades de larga trayectoria autoritaria como nosotros, los pueblos terminan
siendo y haciendo lo que sus líderes enseñan y construyen?
¿No será que los políticos inspiran con su conducta, los procederes que los pueblos asumen como lógicos,
necesarios o irremediables?
¿Los pueblos son responsables del hacer de los políticos sólo porque los eligen?
¿Hasta qué punto, los ciudadanos conocen la ética, la idoneidad y todo lo que hará el gobernante desde el
momento de ser elegido?
Si estos males son culpa de los políticos, no podrá esperarse de ellos el cambio. ¿Cómo puede hacerlo el
pueblo?
Si estos males son culpa del pueblo, no podrá esperarse el cambio de su parte. ¿Qué ganaría un político
con intentar un cambio cultural de la sociedad?
COMENTARIOS
La transgresión a la ley es la contraparte de la inexistencia de castigos.
En la Argentina hay un desprecio por la ley; lo que ocurre con el respeto por las normas de tránsito y
con la disciplina fiscal es un ejemplo paradigmático: en ambos casos, el incumplimiento es generalizado.
Los sectores populares no recurren a un juzgado para presentar un recurso de amparo porque saben
que no hay oídos para ellos. No creen en la ley, no solo por falta de conciencia ciudadana sino porque la
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Aun si los argentinos fuesen fieles seguidores de la ley, las cosas no mejorarían, porque la ley emana
del poder, y en el interjuego del poder son los poderosos los que establecen las reglas.
Beatriz Taber, médica, psicoanalista, analista institucional, especialista en derechos de los jóvenes, etc.
Si una persona cumpliese con todas las normas de tránsito, tendría la sensación de que la van a chocar
en cualquier momento. Pese a que termina habiendo más de diez mil muertos por año en accidentes de
tránsito, es increíble la capacidad de adaptación de nuestros automovilistas y peatones a nuestra forma
de manejar. Del mismo modo, es increíble la capacidad de nuestra población para moverse en otros
ámbitos -político y económico por ejemplo- sin respetar las reglas formales. Una habilidad asombrosa,
relacionada sin dudas con una enorme capacidad de supervivencia.
Bernardo Kosacoff, economista, director de la oficina Buenos Aires de la CEPAL, profesor de la UBA,
etc.
“Una sociedad libre debe ser esclava de la ley”, es una frase hecha carente de contenido. Durante
muchos años en los Estados Unidos rigió una constitución y una declaración de derechos con jueces
preocupados por su aplicación y, sin embargo, había esclavitud. Los jueces la convalidaban sobre la
base del derecho a la propiedad -del blanco- con la afirmación de que una persona negra es menos
persona que una persona blanca....
Es necesario discutir cuál es la ley justa, quién la hace y quién es el último intérprete de esa ley justa.
Roberto Gargarella.
CLIENTELISMO (2)
Una estrategia que los partidos políticos usan para conseguir votos, entregando bienes o
haciendo favores personalizados a individuos que son elegidos exclusivamente porque es probable
que “paguen” el favor votando por el partido del cual han recibido el bien.
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UNIDAD N° 5
VICIOS, PERTURBACIONES, CRITERIOS
TEMA N° 3
NEPOTISMO, AMIGUISMO, FAMILISMO
Obra consultada:
JULIO CÉSAR DE LA VEGA, “Diccionario consultor político”, Editorial Librex, Buenos Aires, 1987.
“Se denomina de esta manera al procedimiento utilizado por quienes ostentan el poder político
consistente en ubicar a sus parientes y amigos en cargos públicos o influir para que se los promueva a
situaciones de privilegio en el sector privado.
El término tiene un origen latino, nepos, y era utilizado por los escritores de esa lengua (Cicerón,
Tácito, Quintiliano, Virgilio, etc.) para hacer referencia a distintos grados de descendencia: nieto, sobrino,
etc. De aquí pasó al italiano como “nepote”, sobrino, y luego se utilizó en este mismo idioma el vocablo
“nipote” que tiene la misma significación que el anterior.
En el Renacimiento adquiere, en este último idioma, un significado próximo al actual: con el término
nepote se designaba a los parientes y allegados al Papa, que eran introducidos en su círculo íntimo y
gozaban de sus favores.
De esta costumbre de los Papas renacentistas surge el concepto de nepotismo, término derivado de
nepote, que lejos de haberse congelado en la historia, cobra una vigorosa actualidad. Es muy frecuente el
empleo de nepotismo para acusar a los gobernantes que designan a sus parientes y amigos en cargos de
importancia, ya sean públicos o privados; en este último caso en forma indirecta.
Sin embargo, para configurar el nepotismo es necesario que concurran otros factores además de la
proximidad o parentesco de los funcionarios designados con quien les proveyó el cargo. La calidad de
designable, es decir, el mérito o la capacidad de quienes son nombrados, constituyen un elemento
fundamental para desvalorizar la acusación de nepotismo.
No sería lógico concebir que un gobernante se inhiba de designar a un pariente o allegado para un cargo
determinado por temor a ser acusado de nepotismo, si tiene suficiente probado que la honestidad,
capacidad y posibilidades de rendimiento de la persona en cuestión, puede enaltecer la función que
ejercerá y prestar un servicio muy satisfactorio a la comunidad.
Con estos antecedentes podemos configurar mejor el concepto de nepotismo ya que sacamos la
conclusión de que este caso existe cuando quien detenta el poder político se sirve de él para designar en
una función pública o privada a un pariente o amigo sin tener en cuenta sus capacidades y cualidades y
con el solo objetivo de colocarlo en una posición privilegiada y al mismo tiempo servirse de él para sus
ulteriores fines personales.
No obstante haber quedado señalado el merecimiento como elemento fundamental que disipa la figura
del nepotismo, cada vez que se produce el hecho por el cual un gobernante nombra a sus parientes o
amigos en una función, aparece la sospecha y solamente el ejercicio del cargo con idoneidad podrá
eliminarla.
En los regímenes dictatoriales, en donde no existe ninguna forma de control característico de las
democracias (prensa, partidos políticos, cuerpos legislativos, etc.) el nepotismo queda más plenamente
configurado. Es muy difícil que en estos regímenes el dictador tenga el merecimiento, ya que su
sentimiento de omnipotencia y la ausencia de control de su gestión lo conducen a no realizar ninguna
consideración que no esté vinculada con su estricta conveniencia”.
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hondo malestar tanto en la clase dirigente como en el pueblo pobre y los pequeños comerciantes (Roberto
J. Payró, 1899)
Un zapatero, por ejemplo, cuya tienda en Villa Dolores no tenía cincuenta pesos de capital,
pagaba una patente de 79 pesos con cincuenta céntimos! El dueño de un almacencito con cuatro
cosas insignificantes, en la misma villa, pagaba 80 pesos por pulpería fija, 60 por almacén, y
como había tenido la mala idea de poner unos duraznos en aguardiente, otros ochenta pesos por
“fábrica de licores”!
Roberto J. Payró, 1899
Los comisarios de policía tenían el poder discrecional de aplicar multas según su criterio, de tal suerte
que mientras sus amigos estaban libres de consecuencias, los enemigos temblaban de caer en sus manos.
La prensa se autosensuraba callando las cosas o dejaba de aparecer y hasta las mujeres manifestaban
claramente su espíritu opositor.
Un gobierno ciego, sordo y silencioso ante el generalizado reclamo social, agudizó así, con una pésima
administración, la pobreza de Catamarca.
2) El señor Adolfo Castellanos, es doble cuñado del senador D. Julio Herrera y cuñado del
diputado D. Mauricio Herrera, padre político del senador provincial D. Pastor Olmos, del
diputado provincial, del diputado provincial D. Héctor Olmos, primo de los senadores
provinciales Comandante Maldones, Adel Barrionuevo y Máximo Rivera, etc.
4) El señor Julio Herrera, antiguo escribano secretario del Juzgado Federal, doble cuñado del
primero, cuñado del segundo y tercero, es tío del senador D. Pastor Olmos, don Héctor, primo del
senador D. Mauricio Navarro (director de la Escuela Municipal), primo hermano del Ministro de
Gobierno Dr. Francisco Olmos González, primo hermano del presidente de la Corte de Justicia
Dr. José Pío Cisneros, hermano del senador provincial D. Cirilo Herrera, primo del senador
Maldones, Inspector de Milicias y jefe de piquetes, idem del diputado D. Nicolás Rodríguez,
contador de la Tesorería, etc.
5) El señor Mauricio Herrera, emparentado como el anterior, es además yerno del senador
provincial y presidente del Banco Provincial D. Inocencio Giménez, etc.
De este modo detallaba los parentescos de las cinco personas más importantes del gobierno, esto es:
Flavio Castellanos, Adolfo Castellanos, Felipe Castellanos, Julio Herrera y Mauricio Herrera, y el
gobierno se justificaba diciendo que no había nepotismo cuando el pueblo elegía hermanos, tíos, primos y
sobrinos.
Fuera de los ministros, los miembros de la legislatura, los empleados de la administración y los
agentes de la policía, no se hallaba en Catamarca un solo gubernista ni para remedio con la
particularidad de que, si se exceptúan los agentes, todos estaban ligados más o menos por un
parentesco tan extraordinario, que en ciertos casos el mismo doctor Pellegrini ha tenido que
hacerse repetir varias veces la explicación antes de retener sus complicados enlazamientos.
Roberto J. Payró
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Toda la legislatura está compuesta de parientes y empleados del gobierno y sus secuaces. La
representación en el Congreso está confiada a tres hermanos consanguíneos y afínicos al
gobernador. El régimen administrativo es el más original, porque allí no se publican los balances
de Tesorería, como de costumbre.
Cerca de la plaza, la casa municipal, varios edificios particulares en que hubo cantones
revolucionarios, y en la plaza misma del cabildo, la Matriz (la Catedral) hasta el kiosco de música
(templete ubicado casi en el centro de la plaza principal) mostraban huellas de balas, tan
numerosas, que las paredes parecían haber tenido viruela o sufrido alguna granizada gigantesca.
Roberto J. Payró, 1899
Todo esto provocó la intervención de la provincia en el mes de octubre caducando el mandato del
gobernador Flavio Castellanos y todos los poderes de la provincia.
En ese mismo mes, llegaron a la provincia los Comisionados Nacionales doctor Miguel Cané e ingeniero
Valentín Virasoro, trasladados aquí con el objeto de informar al Poder Ejecutivo y al Congreso de la
Nación sobre el estado de la provincia y las causas del movimiento revolucionario. Dirían en ese informe:
Una oligarquía estrecha e impenetrable ha sido el régimen que ha imperado durante largos
años... hasta llegar a la crisis que se ha hecho intolerable ... muchos de los que de él son víctimas
lo han puesto en práctica, han aprovechado del mismo y han sido tan excluyentes como aquellos
que los excluyen hoy.
No hay libertad política de ningún género; por medio de un mecanismo electoral montado con ese
sólo objeto, ningún elector que no es partidario del gobierno puede acercarse a las urnas, o si lo
consigue ese voto no se cuenta para nada.
La legislatura está compuesta en su casi totalidad de un grupo de parientes, que al mismo tiempo,
se han repartido todos los empleos de la administración, empezando por los altos cargos y
terminando por los puestos más humildes del servicio municipal o policial. No hay libertad de
imprenta; no hay diarios de libre opinión ni puede haberlos, pues la ley que rige defiere al criterio
de la policía la aplicación de los artículos del código penal.
El régimen económico no es menos deplorable; hemos encontrado a la provincia entera en la más
profunda miseria.
Sobre esa miseria general se destaca el pequeño grupo de los empleados de la administración,
compacto e impenetrable, no más ricos que los miserables despojos del presupuesto que se
distribuyen, pero sí odiosos e intolerables a los que sufren, porque son siempre los mismos y
porque hacen gala arrogante de su exclusivismo.
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UNIDAD N° 5
VICIOS, PERTURBACIONES, CRITERIOS
TEMA N°4
POPULISMO
Obras consultadas:
(1) ALEARDO F. LARÍA, “Calidad institucional y presidencialismo”, Editorial Nuevo Hacer, Buenos Aires, 2008.
(2) BERNARDO CANAL-FEIJÓO, Capítulo: “Cultura popular y populismo” del libro “El populismo en la Argentina”, Editorial
Plus Ultra, Buenos Aires, 1974.
“Todo “ismo” surge de una necesidad de generalización de un principio o actitud particular, destinados
como tal a caducar más o menos pronto y que se anhela preservar de esta inevitable contingencia. Sólo en
instancia religiosa se encuentra el ismo perenne (budismo, cristianismo...); fuera de esta área, está en la
naturaleza del ismo la caducibilidad, una vigencia temporal (clasicismo, romanticismo, idealismo) ...
Salvo quizá un solo caso: precisamente el del populismo, de viejísima raíz, pero hoy recrudeciendo en
progresión paralela al proceso de masificación. Poco tendría en el fondo que sorprender esta excepción de
perennidad para el populismo, si se recuerda que éste ha venido siendo inveteradamente asistido del más
reiterado de los adagios, el que postula el Vox Populi Vox Dei, y sugiere una final convergencia del
populismo con los ismos religiosos.” (2)
Existe una “estrecha relación que vincula al presidencialismo con el populismo. Todos los graves
defectos del presidencialismo se presentan, aunque potenciados, en el populismo.
En el lenguaje coloquial... la voz populismo se utiliza habitualmente como sinónimo de demagogia.
Calificar a un líder político de populista es atribuirle rasgos propios de encantador de serpientes. Expresa
la capacidad para lisonjear a un público ávido de “justicia”, “amor a la patria” o cualquier otra mercancía
política de uso múltiple.
La investigación más profunda sobre el fenómeno del populismo corresponde a Ernesto Laclau, un
argentino radicado desde hace más de treinta años en el Reino Unido, discípulo de Jorge Abelardo Ramos
y profesor de la Universidad de Essex, donde ocupa la cátedra de Teoría Política.
La tesis central de Laclau es que el populismo, lejos de ser una tosca operación de manipulación política e
ideológica, es una estrategia dotada de sentido para afrontar determinadas coyunturas históricas. Tiene
una racionalidad propia y es simplemente un modo de construcción de lo político.
Se atribuyen al populismo dos rasgos característicos: la extrema vaguedad de su discurso y la reducción
de la compleja variedad del espacio político a una polarización que simplifica burdamente esa realidad.
Por ejemplo, la dicotomía “pueblo-oligarquía”, tan utilizada por el peronismo, entraña una simplificación
casi caricaturesca del complejo entramado político y social argentino. La pregunta que se formula Laclau
es si esta lógica de la simplificación y de la imprecisión no es la condición misma de todo discurso
político. Sólo en un mundo ideal, alejado de la política, las imprecisiones y simplificaciones habrían
desaparecido. Por consiguiente el rasgo distintivo del populismo consistiría simplemente en el mayor
énfasis puesto en una lógica que es ingrediente habitual de todos los discursos políticos. Lo mismo puede
decirse en relación con el uso exacerbado de la retórica, característico del discurso populista.
En el origen del populismo existe siempre un conjunto de demandas sociales insatisfechas que chocan
con la presencia de un poder insensible a ellas. Esto lleva a la división del escenario social en dos campos
enfrentados: “el régimen”, “la oligarquía”, “los grupos dominantes”, por un lado y el “pueblo”, “la
nación” por el otro.
El uso de las metáforas permite eludir la dificultad que entraña hacer homogéneas demandas diferentes
y en ocasiones contradictorias. Estas demandas cristalizan en un precipitado cuyo resultado es “el pueblo”
del populismo. Lo que era simplemente una conexión de demandas insatisfechas, alcanza y adquiere una
consistencia propia, que se coloca luego por encima de esas demandas particulares. De allí que el
populismo no sea una ideología,... es más bien una estrategia de construcción política que puede estar
presente en movimientos de signo ideológico muy diferente.
EN LATINOAMÉRICA
En América latina los movimientos populistas fueron una respuesta frente a un sistema electoral
controlado por las oligarquías terratenientes locales. El desarrollo económico de principios del siglo XX
provocó una rápida urbanización y la expansión de las clases medias y bajas que comenzaron a demandar
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políticas sociales y una mayor participación política. Así surgió un escenario característico del populismo:
la acumulación de demandas insatisfechas que conseguían condensarse alrededor del nombre de líderes
populares, como Yrigoyen o Perón.
En general se consideraba a los partidos populistas como una réplica impura de los modelos de partidos
europeos. El populismo latinoamericano emergía frente al vacío político dejado por la derrota de las
oligarquías y la inexistencia de una nueva clase hegemónica. En esas condiciones de crisis de hegemonía,
se reservaba el líder del partido populista la función de intermediario entre las masas emergentes y los
grupos de poder tradicionales.
Para Octavio Ianni (La formación del Estado populista en América latina), “los llamados partidos
“populistas” de América latina han sido definidos como policlasistas, de masas y reformistas, en
oposición a los partidos tradicionales, de bases limitadas oligárquicas y antirreformistas”. Se resaltan las
siguientes características:
1) La presencia de un líder carismático, generalmente proveniente de las clases altas o medias.
2) La existencia de una amplia base popular de apoyo, con participación de las masas urbanas organizadas
en sindicatos.
3) “En todos los casos, los fenómenos populistas envuelven la coalición de clases, o de grupos sociales
pertenecientes a clases distintas, lo que significa una coalición de categorías virtualmente antagónicas. En
el populismo están presentes sectores de la burguesía industrial y del proletariado urbano, militares,
grupos de clase media, intelectuales, estudiantes universitarios y, en algunos países, también campesinos
y proletariado rural”.
4) Careciendo de una ideología precisa, se mantienen unificados en torno a un conjunto de
reivindicaciones sociales básicas. Para Octavio Ianni, “el populismo es una ideología de rebelión contra el
sistema, más que una doctrina de gobierno; es un movimiento que hace hincapié en la acción, difícil de
encajar en la gama política izquierda-derecha”.
Nacionalismo y antiimperialismo son los elementos que aglutinan a la coalición de clases que busca la
ruptura de las estructuras de dominación tradicionales, basadas en la economía primaria exportadora y el
régimen político oligárquico,. Los partidos populistas exigen el abandono de las políticas económicas de
inspiración liberal y preconizan la intervención amplia y directa del Estado en la economía. La alianza de
clases implícita en este tipo de políticas (dice Ianni) está condenada a la ruptura a causa de las
contradicciones desarrolladas entre las clases que componen el movimiento populista.
El “talón de Aquiles” de estos movimientos, es sin duda la extrema relación de dependencia con el líder
carismático. Esa posibilidad de apoyarse tácticamente en sectores radicales de izquierda o ultraderecha
(como Perón), es una política de verdaderos bandazos ideológicos, que sólo es posible desde una férrea
dirección unipersonal carismática.
EN ARGENTINA
Dos movimientos políticos argentinos presentan rasgos inequívocos del populismo. Tanto el
yrigoyenismo como el peronismo conjugaron en el momento de su nacimiento un conjunto de demandas
democráticas insatisfechas. En ambos movimientos prevalece una ambigüedad en la presentación de un
programa político dirigido a galvanizar un conjunto heterogéneo de clases y sectores sociales.
Tanto el radicalismo como el peronismo se identificaron con la patria.
En 1916 el Comité Nacional de la UCR expresaba que frente al “régimen falaz y descreído”, suma de la
corrupción, la inmoralidad y el fraude, oponía “la causa” que representaba el bien por antonomasia,
dispuesta a romperse pero jamás a doblegarse moralmente.
En Perón predominó la idea de alcanzar una “comunidad organizada”. Al privilegiar el factor
organizativo a expensas del pluralismo democrático, identificó a su movimiento con “el pueblo” frente a
lo que consideraba simples “vendepatrias”. Su movimiento se confundió entonces con la nación misma y
los opositores sólo podían ser traidores a tan elevados ideales.
Los peronistas manifestaban estar dispuestos a “dar la vida” por Perón y los seguidores de Yrigoyen a
darla por “la causa”. (1)
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UNIDAD N° 5
VICIOS, PERTURBACIONES, CRITERIOS
TEMA N°5
HEGEMONÍA
Obras consultadas:
1) JULIO CÉSAR DE LA VEGA, “Diccionario consultor político”, Editorial Librex, Buenos Aires, 1987.
2) NATALIO R. BOTANA, “Poder y hegemonía”, Emecé, Buenos Aires, 2006.
“Del griego hegemonía y éste de hegemon, guía. En sentido estricto significa guiar, conducir. En
Grecia, el término designaba la supremacía política y la dirección militar que la ciudad-estado más
importante ejercía en una confederación permanente o temporaria de ciudades.
En la actualidad, la definición de hegemonía se complica, debido a la doble y opuesta utilización del
término. En primer lugar significa dominación, implicando la condición consecuente de dominado, tanto
en forma consciente como inconsciente. Luego un segundo significado la identifica con liderazgo,
incluyendo la idea de consentimiento por parte del grupo liderado.
SIGNIFICADO TRADICIONAL
El concepto de hegemonía, en un sentido tradicional, descarta toda connotación jurídica, de derecho
público o de derecho internacional, por la que una nación es reconocida por otra, de acuerdo a preceptos
establecidos legalmente, para representar la idea concreta de una relación entre estados que fácticamente
sanciona una especie de dominio de uno sobre otro u otros. Esta situación hegemónica no significa
dominio en el sentido estricto del término, que implica el poder usar o disponer de algo, si no un grado
avanzado de influencia que permiten al Estado que detenta la posición preponderante convertirse en el
conductor. (En este caso tendría igual significado que liderazgo).
SIGNIFICADO ACTUAL
La terminología política actual utiliza el concepto de hegemonía para designar, fundamentalmente, la
capacidad de dirección, ya sea en lo referente a las relaciones internacionales, en una sociedad dividida en
clases o entre diferentes agrupaciones políticas. También se hace referencia, además del ámbito político, a
la hegemonía que se establece en materia económica, cultural, religiosa, etc. Por lo tanto, la hegemonía no
solamente se establece entre los estados, las clases sociales o las agrupaciones políticas, sino también
entre las organizaciones económicas, las religiosas, los grupos culturales, etc.
También, como señalamos al principio, encierra la noción de dominación, sobre todo cuando se reviste de
coerción.
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hegemónica, por lo que comienza a elaborarse una cosmovisión opuesta a la dominante. Si en ese
momento, en que las condiciones objetivas hacen posible que la hegemonía de la clase dominante entre en
una crisis terminal, las clases subordinadas resuelven sus propias contradicciones y toman conciencia de
que su posición actual solamente las conducirá a niveles de dependencia cada vez más profundos, con el
consiguiente deterioro en todas sus expresiones, y le será posible concretar un proyecto alternativo que
pueda ser asumido por el conjunto de la sociedad. Este es el punto en el que una ideología hegemónica
puede ser sustituida por otra que se eleve en un nivel superior. Sin embargo, para que esto suceda, esta
nueva ideología tiene que tener, en sus contenidos esenciales, las soluciones para los problemas generales
que han motivado la crisis de la clase hegemónica y de sus concepciones.
En este momento del análisis surgen, en el pensamiento marxista, diversas interpretaciones con
referencia al concepto de hegemonía, a la oportunidad en que debe comenzar a establecerse por el nuevo
“bloque histórico”, como denomina Gramsci a las clases en el poder, y a su relación, subordinada o no,
con el factor político.
El concepto de hegemonía, en la escuela marxista, es motivo de múltiples divergencias, de las que las
dos posiciones clásicas están expresadas por Lenin y Gramsci. Antes de exponerlas, es importante volver
a recalcar que el concepto de hegemonía implica la dirección intelectual y moral de la sociedad,
valorización que está presente tanto en Lenin como en Gramsci, con la diferencia que el primero da
preferencia a la acción política por las singulares características de Rusia durante la experiencia
revolucionaria, y, el segundo, prioriza la necesidad de establecer la hegemonía de la clase obrera antes de
obtener el político, en razón de que las sociedades más desarrolladas de Occidente poseen mecanismos
culturales complejos que constituyen una de las más sólidas garantías del orden imperante. No obstante,
las dos posiciones consideran el concepto de hegemonía, el que es adaptado a las condiciones objetivas de
cada sociedad.
LENIN
La posición de Lenin está dirigida a la liquidación del Estado burgués, a conquistar el poder político
como objetivo fundamental, estrategia que estuvo determinada, en gran parte, porque Rusia era un país
subdesarrollado y carecía de mecanismos sociales y culturales desarrollados, por lo que tampoco estaba
sólidamente establecida la hegemonía de la clase dominante. Esta realidad permitió, y sobre todo,
condicionó la praxis revolucionaria a la necesidad de anteponer las acciones políticas conducentes a la
toma de del poder a cualquier otra consideración. En razón de esto fue necesario establecer una dictadura
del proletariado en donde la coacción ocupa un lugar preponderante con respecto a la hegemonía. Esto no
significa que la dictadura del proletariado se haya agotado en la coacción pues, en cuanto implicó una
alianza de clases, fue fundamental recurrir a la persuasión, la dirección y a componentes éticos y
espirituales. Puede decirse entonces, que dentro de la concepción leninista de la dictadura del
proletariado, que surge de la realidad rusa de los primeros años del siglo XX, está presente el concepto y
el recurso de la hegemonía, pero se manifiesta en forma subordinada a la acción política.
GRAMSCI
Gramsci, por el contrario, analiza el proceso revolucionario en una sociedad más compleja y
desarrollada que la rusa, que, además, por razones geográficas, se encuentra muy vinculada con el mundo
más desarrollado de la época. Aquí es imposible dar prioridad a la lucha política por sobre el
establecimiento de la hegemonía de la clase obrera antes de conquistar el poder. Es necesario sustituir una
hegemonía compleja que ha extendido su ideología a todas las clases sociales, por lo que los aspectos
culturales, intelectuales, éticos e ideológicos revisten una gran importancia para lograr un consenso que
haga posible la implantación de un nuevo bloque histórico, de una nueva hegemonía. En un sentido
opuesto a la concepción leninista, en Gramsci, durante el proceso revolucionario , la dictadura del
proletariado, el momento de la coacción, constituye un recurso subordinado con respecto al
establecimiento de la hegemonía.
OTRO CRITERIO
Existe una tercera concepción de hegemonía, emergente del campo marxista, que no puede dejar de
exponerse y que está vinculada con el estructuralismo althusseriano , la que es elaborada por Nicos
Poulantzas. Ella parte del pensamiento gramsciano, pero se opone a lo que considera degeneraciones
subjetivas e historicistas. Poulantzas entiende que el concepto de hegemonía se puede aplicar
exclusivamente al bloque en el poder y no a los grupos que no están incluidos en ese bloque. En “Poder
político y clases sociales en el estado capitalista”, Siglo XXI, México, 1985, pág. 175 dice:
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...el Estado capitalista y las características especiales de la lucha de clases en una formación
capitalista hacen posible el funcionamiento de un “bloque de poder” compuesto de varias clases o
fracciones políticas dominantes. Entre estas clase y fracciones dominantes, una de ellas detenta
un poder predominante particular, que puede ser caracterizado como papel hegemónico...
el concepto de hegemonía comprende el dominio particular de una de las clases o fracciones
dominantes respecto de las otras clases o fracciones dominantes de una formación social
capitalista....
la clase hegemónica es la que concentra en si, en el nivel político, la doble función de representar
el interés general del pueblo-nación y de detentar un dominio específico entre las clases y
fracciones dominantes; y esto, en su relación particular con el Estado capitalista.
NATALIO R. BOTANA
La Argentina es hoy una nación que ha recuperado en el corto plazo un vigoroso crecimiento
económico, habitada por severas desigualdades y gobernada por un régimen político que no
termina de resolver si lo que habrá de prevalecer es una democracia hegemónica o bien una
democracia republicana.
Las oposiciones acusan al Gobierno de hegemónico y éste, a su vez, responde aduciendo que
para nada asume semejante condición. Tal vez sea poco lo que pueda aclararse en esta borrasca,
pero si enfocamos nuestra mirada sobre la dimensión institucional de experiencias históricas tan
disímiles como los gobiernos conservadores previos a la reforma política de 1912, las
democracias restringidas por el fraude y las proscripciones o los movimientos populistas,
podríamos acaso advertir que la hegemonía recorre nuestros avatares a la manera de un atributo
cambiante.
La misma palabra puede evocar un régimen oligárquico... a un líder dominante que se yergue sobre las
masas movilizadas personificando la autoridad... o un poder institucionalizado (por ejemplo el Ejecutivo)
que sobresale sobre el Legislativo y el Judicial, violentando así el diseño establecido por una constitución.
Hegemonía es, en efecto, supremacía. Pero esa preeminencia -según Aristóteles- podía recaer en los
líderes políticos que conducían los asuntos militares; en una clase social; o podía recalar en una
institución (magistratura) que combinando habilidad, prestigio y demagogia, adquiría una fuerza superior
para gobernar la polis.
La experiencia latinoamericana ofrece un repertorio recurrente de poderes personalizados (carismáticos
los llamaba Max Weber) que extraen una parte de su autoridad de la muchedumbre y otra del control del
Estado, dispuestos a inclinar decididamente el platillo de la balanza hacia el mando ejecutivo.
Nuestras vicisitudes públicas se adecuan al tercer criterio de Aristóteles: la emergencia , en suma, de un
poder institucionalizado encaramado en la cima de regímenes presidencialistas y electivos con plena
participación.
“Joaquín V. González estaba convencido de que esa supremacía de los poderes ejecutivos, que se
verificaba en nuestra praxis política con su séquito de venalidad electoral y clientelismo, podía remediarse
fácilmente. Bastaba con restituir el imperio efectivo de la soberanía del pueblo, mediante comicios
transparentes, para que se operase esa transición benéfica que nos llevaría del gobierno ejecutivo al
gobierno popular”.
“La Argentina del siglo XX rompió la cadena que J.V.González pensaba como una acumulación del
progreso por etapas (primero la Constitución, después la república, por último la democracia) y puso esos
mojones patas arriba”.
En el proceso histórico ocurrido entre 1880 y 1916, al que Botana denominó “orden conservador” se dio
una persistencia, más o menos camuflada, de la supremacía de presidentes y gobernadores, pero ocurre
que en la actualidad, muchas de nuestras prácticas no son tan distintas de las del orden conservador
debido a que, aun contando con una participación masiva de la ciudadanía en los comicios, se manifiesta
un peligrosa distorsión de una regla clave de la democracia como es la separación de poderes. Hay ciertas
tendencias que se repiten:
1) La debilidad de una expresión plural y competitiva de la representación política.
2) La atonía del partido político entendido como el sujeto plural por excelencia de la representación
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política.
3) Una concepción que busca reproducir la figura de un principado popular poco atento a las restricciones
institucionales.
Mientras en el orden conservador los presidentes elegían a sus sucesores, ahora, los presidentes o
gobernadores eligen su régimen institucional.
La política comparada nos indica que las hegemonías no nacen por generación espontánea sino
que resultan de un derrumbe del sistema de partidos de una larga demora en esta materia”. Como
ha indicado Giorgio Alberti, estos fenómenos son también producto de una carga de dificultades
históricas que llevamos a cuestas y que han impedido consolidar entre nosotros el circuito de la
representación política. En su lugar, hemos hechado mano a los sustitutos del “movimientismo” y
de los lazos clientelísticos entre los líderes y sus seguidores.
.... la hegemonía se acopla con la ingobernabilidad provocada por la insuficiencia de las
instituciones del Estado.
El péndulo argentino parece oscilar entonces, entre la hegemonía y la ingobernabilidad:
hegemonías que no duran; gobiernos débiles, incapaces de trascender con políticas públicas de
largo aliento el necesario recambio de autoridades que la democracia exige.
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UNIDAD N° 5
VICIOS, PERTURBACIONES, CRITERIOS
TEMA N°6
TRANSFORMISMO
Obra consultada:
2) NATALIO R. BOTANA, “Poder y hegemonía”, Emecé, Buenos Aires, 2006.
En 1932, el senador nacional por Tucumán, José Nicolás Matienzo, recordaba que Julio A. Roca solía
calificar con el mote de “rumbeadores” a los legisladores que se movían entre quienes tenían posición
tomada. Roca algo sabía de oportunismos y de pequeñas miserias: “rumbeadores” eran aquellos que
oteaban el rumbo de las cosas, políticos acaso de poca monta, en busca de algún calorcito oficial donde
recostarse y encontrar abrigo.
La campaña electoral de 2005 mostró un justicialismo plagado de “rumbeadores”, particularmente entre
los intendentes del conurbano bonaerense.
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UNIDAD N° 5
VICIOS, PERTURBACIONES, CRITERIOS
TEMA N° 7
PODERES ESPECIALES. SUPERPODERES
Obra consultada:
1) NATALIO R. BOTANA, “Poder y hegemonía”, Emecé, Buenos Aires, 2006.
El problema se agudiza, por otro lado, porque la emergencia política no significa para nosotros un dato
ocasional provocado por un embate que hace cambiar el rumbo de los acontecimientos, sino otro eslabón
que se añade a una cadena de anormalidades. La emergencia no es entonces un hecho súbito que nos
asalta sin que nadie -o muy pocos- lo espere; es al contrario, producto de un mal acostumbramiento
(“exceptocracia” lo llama Mario D. Serrafero).
Con esto queremos decir que la emergencia y los superpoderes que de ella se desprenden, conforman en
la Argentina un sistema, vale decir, un conjunto de expectativas recíprocas que convierten los
comportamientos en una rutina esperable.
Votamos para forjar principados en lugar de hacerlo para dar sustento efectivo al régimen de derechos y
garantías, con su consiguiente separación de poderes, previsto por nuestra Constitución Nacional.
Los argentinos sabemos aproximadamente a quiénes votamos (sobre todo si se trata de candidatos
presidenciales) pero no sabemos con qué instrumentos habremos de contar para controlar, por intermedio
de nuestros representantes, a la persona y al partido que hemos entronizado en el poder.
Según el sistema republicano, el gobernante debe ser responsable ante un conjunto de instancias de
control legislativas y administrativas: el gobernante republicano es aquel que, en suma, debe “dar cuenta
de”, “explicar” y “rendir cuentas por” ante el electorado y las instituciones previstas por el ordenamiento
constitucional.
Cuando los representantes del pueblo (los legisladores) ceden sus poderes al Ejecutivo, están renunciando
a controlarlo y por consiguiente están renunciando a la condición de representantes del pueblo, cuya tarea
es controlar al Ejecutivo y no lo contrario.
En nuestra realidad, la ciudadanía transfiere poder a través del voto a sus representantes en el Congreso
para que estos legislen y controlen; después, la mayoría de los diputados y senadores en ambas cámaras
transfieren una parte importante de dicho poder a la instancia del Poder Ejecutivo. Con ello se cumple al
revés el designio de muchas concepciones políticas que buscaron concentrar la soberanía en el
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UNIDAD N° 5
VICIOS y PERTURBACIONES
TEMA N° 8
COPARTICIPACIÓN FEDERAL. SUBORDINACIÓN CENTRAL
Obra consultada:
1) NATALIO R. BOTANA, “Poder y hegemonía”, Emecé, Buenos Aires, 2006.
Durante un largo tiempo de nuestra historia, las provincias argentinas establecieron impuestos para
solventar los gastos de su administración que entraban en contradicción con los impuestos que cobraba la
Nación para su sostenimiento y los de las demás provincias para igual cometido; y durante el breve lapso
que duró la Confederación Argentina (1853-1862), las provincias aportaron con recursos al tesoro
nacional para su mantenimiento. Para resolver esto, se dispuso individualizar los impuestos de índole
nacional de los de carácter provincial y se creó un curioso “federalismo” en donde las provincias no
aportaban a la administración nacional los recursos suficientes para su existencia sino que al revés, la
administración nacional recaudaba y repartía dineros a las provincias. Algo así como una empresa en
donde el Gerente (Gobierno Nacional) usa como sueldo suyo los dineros de los propietarios (pueblo
argentino- provincias) y reparte a estos lo que decide no usar para sí. Un sistema en donde se garantiza
primero el sueldo del Gerente, y lo que sobra se reparte a los dueños, según el buen parecer de ese
Gerente.
“Al predominio del Poder Ejecutivo Nacional, la subordinación de una mayoría legislativa a sus
dictados, se suma un ordenamiento del mando que desciende hacia los gobernadores, intendentes y
legisladores. Tres leyes aprobadas entre los meses de marzo y agosto de 2006, consolidaron las firmes
tendencias hacia el “decretismo” y la emergencia.
El combustible que pone en marcha la absorción de adhesiones y logra aliados legislativos para el Poder
Ejecutivo es el superávit fiscal. Nunca el unitarismo encubierto de nuestro régimen federal funcionó con
semejante excedente de fondos; jamás, en el curso de un largo período de penuria fiscal, el Poder
Ejecutivo dispuso de tanto dinero genuino para distribuir premios y castigos entre los gobernadores. De
esta manera, la doble subordinación de los gobernadores al presidente y de los legisladores a las órdenes y
presiones de aquellos, estremece el nervio más sensible de las relaciones entre gobierno y oposición.
Para que en una democracia republicana tenga vigencia la oposición legal, es preciso que ésta no
dependa de los recursos gubernamentales. El buen ejercicio del federalismo señalaría que un partido de
oposición refuerza su perfil de alternativa legítima de gobierno en la medida en que disponga de un
número importante de gobernadores e intendentes. Nuestra práctica indicaría, en cambio, que el
federalismo de sucursales provinciales, dependientes de la casa matriz del Ejecutivo Nacional, es una
barrera que impide a esos gobernadores actuar libres y sin ataduras.
Si predominase un funcionamiento correcto del federalismo, bastaría con aplicar el esquema
incorporado a la reforma constitucional de 1994 de la coparticipación federal, pero como esa distribución
fiscal entre Nación y provincias no ha sido normada desde hace doce años por ninguna ley especial,
mientras las transferencias directas y el uso discrecional del poder presupuestario están a la orden del día,
los gobernadores permanecen en rigor a la espera de la voluntad del Príncipe para aumentar su dotación
de recursos y participar en el reparto de la inversión. Con lo que (aparente absurdo que no lo es tal) los
gobernadores pertenecientes a un partido de oposición, en lugar de asegurar la autonomía de esa
organización en el Congreso, la debilitan y confunden ante los electores propios y ajenos”. (1)
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VICIOS, PERTURBACIONES, CRITERIOS
TEMA N° 9
PATERNALISMO y PATRONAZGO
Obras consultadas:
1) JULIO CÉSAR DE LA VEGA, “Diccionario Consultor Político”, Editorial Librex, Bs.As., 1987.
2) EZEQUIEL ANDER-EGG, “Diccionario de trabajo social”, Co-edición ECRO-ILPH, Bs.As., 1974.
3) JOSÉ MARÍA COLOMA, “Léxico de política”, Editorial LAIA, Barcelona, 1976.
4) DAVID ROCK, “La construcción del Estado y los movimientos políticos en la Argentina, 1860-1916”,
Prometeo libros, Bs.As., 2006
PATERNALISMO
Denominamos Paternalista aquel tipo de hombre que quiere ser generoso más allá del racismo y la
desigualdad, una vez admitidos estos. El paternalista se siente con DERECHOS y exento de DEBERES.
Si se reconociese con deberes, debería admitir que otros tengan derechos y esto es imposible para él. Por
eso cuando da o dona, expresa sólo su derecho y no su deber de servicio a los demás.
“El término designa un comportamiento político del que manda, tendiente a procurar el bienestar de la
ciudadanía excluyendo la participación de éstas en la implementación de los mecanismos conducentes a
procurar el mejor funcionamiento del Estado, para que sea posible no solo el mayor gozo del pueblo, sino
el logro de una sociedad objetivamente madura. A este modo de ejercer la autoridad se lo denomina
paternalismo al vincularlo con la forma en que el padre, dentro del seno de la familia, actúa con sus hijos:
por un lado les otorga las condiciones necesarias para su existencia, y en algunos casos con exceso, y por
el otro les impide autodeterminarse y crecer. Obviamente la diferencia está en que estos últimos, en algún
momento madurarán y se desvincularán de la tutela paterna, en cambio, en el Estado, los ciudadanos, ya
maduros biológicamente, se ven impedidos de ejercer sus auténticos derechos políticos que los
caracterizan como la única y verdadera fuente de poder. De estas manera se suscita una situación
patológica , en la que el pueblo confunde los roles y se acostumbra a esperar la acción de los gobernantes
y a conceptuar como magnanimidad y concesiones de éstos, lo que le pertenece por derecho propio.
Al mismo tiempo, la actuación paternalista de los gobernantes es un modo demagógico de conducir los
asuntos públicos. Introduce en la ciudadanía la idea según la cual las concesiones que otorgan las
autoridades se debe a la capacidad de éstas y a los sentimientos altruistas que profesan hacia el pueblo.
Desde el punto de vista de lo que debe ser una auténtica democracia, el paternalismo se ubica en la
antípoda. Cumple una función retardadora en la formación de relaciones objetivas, impide la gestación de
una auténtica conciencia política que garantice la participación y es el germen propicio para la
instauración de toda clase de autoritarismos y totalitarismos.
En conclusión, el paternalismo no sólo representa una forma de actuar de los gobernantes, sino que,
como consecuencia de la manera en que estos manipulan los poderes públicos, crea en los gobernados una
falsa conciencia política que los predispone a esperar todo de los que mandan y a creer que son éstos
quienes deben resolver la totalidad de los problemas, y no una interacción entre gobernantes y gobernados
en la que los primeros deben responder a estos últimos por sus acciones de gobierno. En las sociedades
subdesarrolladas, el paternalismo suele ser una constante que ha impreso en la ciudadanía creencias
políticas que es urgente desterrar. En caso contrario, será muy difícil concretar una democracia
participativa y la formación de una auténtica conciencia política.
Existen mecanismos institucionales que pueden precipitar la desaparición del paternalismo. Nos referimos
al referéndum, la iniciativa popular y la revocatoria que pueden incentivar la participación de la
ciudadanía en la decisión de los grandes temas y ayudarle a crear la conciencia de que es la única
propietaria de la cosa pública”. (1)
Es una modalidad propia de la beneficencia y del asistencialismo. (2)
En política internacional, se habla de paternalismo, cuando un Estado tutor retrasa, más o menos
conscientemente, la mayoría política del país protegido. Las actuaciones de aquel pueden parecer, vistas
superficialmente, de gran generosidad. Sin embargo, son con frecuencia contrarias a la misión que le
corresponde de conducir el país tutelado al grado de madurez suficiente para gobernarse a sí mismo. (3)
PATRONAZGO (4)
Esta palabra se utiliza derivándola de la voz inglesa patronage, la que usa el escritor David Rock para
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referirse a la capacidad exclusiva de quienes ocupan cargos de gobierno o partidarios para distribuir
fondos públicos o nombrar personas en cargos públicos.
El autor mencionado considera que el liberalismo argentino careció de raíces populares y se desarrolló en
nuestro país como un movimiento excepcionalmente elitista.
Según su interpretación, por debajo de los gobernadores se encontraban los componentes menores de la
coalición, como los jueces de paz, comisarios de policía y jefes políticos locales. A medida que se
formaba esa jerarquía, sus miembros intercambiaban favores y beneficios. El Presidente dispensaba
patronazgo por medio de subsidios y puestos de trabajo. Los gobernadores provinciales y sus
subordinados procuraban que se eligieran senadores y diputados que apoyaran al Presidente en Buenos
Aires. El sistema derivaba de las ideas de los intelectuales liberales argentinos de un período anterior del
siglo XIX, quienes se habían opuesto explícitamente a la democracia popular. Su noción de
representación se refería a la inclusión de los notables regionales y provinciales en un sistema federal de
gobierno.
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VICIOS, PERTURBACIONES, CRITERIOS
TEMA N° 10
DIETA
Obras consultadas:
1) “Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano”, Montaner y Simón, España, 1912.
La palabra DIETA proviene del latín dies, que significa: día. Entre otras acepciones, se refiere a la Junta
o Congreso en que ciertos estados que forman confederación deliberan sobre negocios que le son
comunes; el honorario que un juez u otro funcionario devenga cada día mientras dura la comisión que se
le confía fuera de su oficial residencia; o el estipendio que gana un médico diariamente por visitar un
enfermo.
En materia política, las Dietas son Asambleas políticas en las que se reúnen los diversos Estados de un
mismo país para deliberar sobre asuntos de su competencia. Alemania, Polonia, Suiza, son naciones que
dieron ese nombre a sus Asambleas. (1)
En nuestro país, en los comienzos de la organización nacional, los legisladores no cobraban ningún
estipendio por su trabajo; por el contrario, se exigía -y se exige constitucionalmente aún- que los
Senadores tuvieran un ingreso anual de 2.000 pesos fuertes. En nuestra provincia ocurrió primitivamente
así durante algunos años y luego se estableció que cobraran sólo los días de asistencia a las sesiones.
El criterio no remunerativo surgió con el mismo sistema parlamentario que entendía que los
representantes eran justamente aquellos que contribuían con sus aportes al sostenimiento del sistema
administrativo. Estaban allí, no para ganar dinero por su trabajo, sino para decidir cómo y en qué gastaría
la administración de gobierno el dinero con que ellos habían contribuido al erario público. Lo que
concierne a todos debe ser resuelto por todos, decía la máxima acuñada por los príncipes que pactaron la
Carta Magna con el Rey en Inglaterra.
Actualmente la entendemos como una retribución o gratificación concedida a los miembros del
Parlamento. Por ella se intenta indemnizarles tanto por el trabajo prestado como por la cesación de su
trabajo habitual. Las dietas son un medio para fortalecer la independencia de los parlamentarios, al verse
libres de la presión de los antiguos prestadores de fondos y al poder hacer efectiva la incompatibilidad
con otros cargos recompensados que podrían inducirles a una actuación partidista o interesada.
En realidad, la dieta de los legisladores se ha convertido en un sueldo mensual de quienes sólo trabajan la
mitad del año (Art. 91 de la Constitución Provincial) a lo que se agrega un suplemento según la lejanía
del domicilio del legislador, viáticos para viajes y otros fondos para gastos diversos sin obligación de
rendir cuentas, a pesar de que el Artículo 106° de la Constitución Provincial expresa: “Los senadores y
diputados gozarán de una dieta que será asignada en el presupuesto respectivo con el voto de los dos
tercios de los miembros presentes de cada Cámara y que no podrá exceder del sueldo que por todo
concepto perciban los ministros del Poder Ejecutivo. Mensualmente se deducirá la parte proporcional de
las inasistencias, no pudiéndoseles acordar otra remuneración, excepto cuando actúen en representación
del Cuerpo al que pertenecen”.
Son los únicos “empleados” (empleados del pueblo diríamos) que deciden por sí, los ingresos mensuales
que habrán de percibir.
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UNIDAD Nº 5
VICIOS, PERTURBACIONES, CRITERIOS
TEMA Nº 11
FOTOS QUE NOS DESNUDAN,
ATROPELLOS QUE NOS CARACTERIZAN
Las paredes de nuestra ciudad no gozan por lo general y desde años, del respeto de los ciudadanos. Se
percibe una frenética compulsión por pintarrajear o empapelar las paredes, tapias y muros citadinos con
mensajes, anuncios y letreros de todo tipo, pero esta costumbre que no solo afea más la humilde
edificación que tenemos, no parece ser percibida como un atropello a la propiedad privada, ni como un
gesto autoritario, ni un desprecio a la higiene y belleza urbana.
Si bien la legislación municipal obliga a los propietarios de baldíos a mantenerlos limpios y levantar
muros del mismo modo que prohíbe pintar carteles en ellos, surge la pregunta de por qué una parte de
nuestro pueblo no respeta esa limpieza, no levanta muchas veces esos muros ni deja de pintar o empapelar
en ellos, y, si dicha perjudicial costumbre no deviene del ejemplo que los mayores de edad y nuestros
representantes los políticos nos dan.
Varias listas se disputaban el control del partido radical en las elecciones internas de la primera semana
de junio de 2010. La disputa, la propaganda y la lucha proselitista se acentuaba y arreciaba como siempre
en estos casos en los últimos días, con un pavoroso e insistente pintar y empapelar de paredes de la ciudad
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Capital. Pero lo que ha pasado desapercibido para sus protagonistas y responsables no lo ha sido para los
ojos observadores y las bocas pasivas de los catamarqueños.
Acá queremos hablar por los que no tienen voz y proponer una reflexión a todos.
En la campaña política de mención, se postulaban entre otros, el intendente de la Capital, la senadora
en ejercicio la Vicegobernación y el Administrador del Instituto Provincial de la Vivienda a cargo de la
Secretaría de Estado de Vivienda -un curioso caso de un Secretario de Estado que se manda y supervisa a
sí mismo, porque es simultáneamente Secretario de Estado y Administrador- hijo además, del gobernador.
Sin embargo, su propaganda proselitista nos orienta sobre el respeto a las ordenanzas que ellos profesan.
Así, no sólo la vivienda de un reconocido hombre de letras ya fallecido logró la conmiseración del señor
intendente ni del Secretario de Estado de Vivienda. Tampoco el intendente y la senadora en ejercicio de la
vicegobernación, se abstuvieron de pintar las columnas de alumbrado, los muros de viviendas y baldíos
de la ciudad, ni las veredas, portones y aberturas de los propietarios.
Cuando los encargados de velar por la provincia, el municipio y las viviendas no respetan las ordenanzas,
ni dan ejemplo de cómo el pueblo debe cuidar la higiene y el aspecto edilicio de la ciudad, ¿podríamos
responsabilizar al pueblo de estos desatinos?
Publicidad del Intendente, que pinta también el portón de una propiedad privada
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Podría argumentarse que muchos muros y tapias carecen de un letrero que prohíba fijar carteles y por
eso se lo hace, como si sus propietarios los construyeran para que otros los usen a su antojo; como cuando
se sostiene que los garajes también deben tener esos carteles de estacionamiento prohibido, como si no
fuera obvio que un portón grande es para guardar un vehículo.
¿Será hasta que lleguemos a creer que los ciudadanos deben tener igualmente un cartel en su cuerpo que
indique que no se los puede pintar, empapelar ni ser aplastados como cucarachas?
¿Por qué hay ordenanzas que prohíben fijar carteles en las propiedades de los ciudadanos? ¿Hacen falta
realmente esas ordenanzas y letreros prohibitivos?
Una vivienda es una propiedad privada como un vehículo automotor o la ropa que vestimos. ¿Hace falta
que tengan un letrero prohibitivo para que otros no los pintarrajeen, los empapelen, los rayen y demás?
¿No será un delito dañar lo de otro, o por lo menos una contravención que debe ser reprimida y castigada
para que aprendamos a respetarnos entre todos, no sólo en nuestras vidas, sino también con nuestros
bienes? ¿Las autoridades de gobierno tienen el deber de dar el ejemplo? ¿Lo dan?
Publicidad de una Senadora, que pinta también el portón de una propiedad privada
¿Por qué ni concejales, ni diputados ni senadores consideraron pertinente citar al intendente, a la
senadora y al Secretario de Estado, para que expliquen por qué no respetan las ordenanzas y atentan
contra los bienes de la comunidad en vez de dar el ejemplo? ¿Será quizá, tarea de un Juzgado de Faltas?
¿El gobernador, el Intendente, la Senadora, el Secretario de Estado, pensarán que está bien pintar
carteles en las paredes de las viviendas de los ciudadanos pese a que las suyas siempre estén limpias aun
careciendo de un letrero “prohibido fijar carteles”?
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¿Qué pensarán los afiliados del partido del gobierno? ¿Qué pensarán los otros partidos socios del Frente
gobernante?
¿Por qué, en general, no se limpiaron las paredes ni con los dineros del pueblo ni con el de los que
causaron el daño?
Si los funcionarios de gobierno disponen a su capricho de los bienes privados, ¿podrá el pueblo suponer
que no lo harán con los bienes públicos que se les ha confiado a su cuidado?
Las pintadas y empapelados se hacen generalmente en horas de la madrugada, cuando los propietarios
duermen sin poder reclamar por esos atropellos, pero también en otras horas y a los ojos de la gente; y
cuando alguien reclama, los insultos son la respuesta. Está claro que saben que lo que hacen, pero no les
importa. ¿No les importa el pueblo?
Por cierto que los demás candidatos proceden igual y con otros partidos sucede lo mismo. Esta no es una
conspiración ni un complot contra desvalidos funcionarios ni políticos de circunstancia. Es una reflexión
surgida del sentido común. Un impulso devenido del hartazgo. Un alerta para prevenir mayores males.
Una invitación a la cordura. Un llamado de atención a un estilo de conducta política autoritaria que cada
vez aleja más al pueblo de sus “representantes”. ¿Pueden representar al pueblo los que agraden los bienes
del pueblo?
A tal punto llega la ausencia de respeto a los bienes particulares, que la municipalidad capitalina
deseaba felices fiestas al pueblo en el año 2009 usando las paredes de los ciudadanos.
Cuando permitimos el TODO VALE, perdemos el derecho a reclamar y a ser respetados. ¿A eso
habremos llegado? ¿Podrá esperarse alguna vez una respuesta feroz? ¿Hay pueblos eternamente pasivos?
¿Catamarca, siempre lo fue?
¿Habrá políticos que defiendan los bienes y derechos del pueblo?
¿Sabrá el pueblo reclamar judicialmente estos atropellos?
¿Habrá abogados interesados en actuar contra estas malas praxis cívicas?
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UNIDAD N° 5
VICIOS, PERTURBACIONES, CRITERIOS
TEMA N° 12
CORPORATIVISMO
Obra consultada:
1) Jorge E. Bustamante, “La República Corporativa”, Emecé Editores S.A., Buenos Aires, 1998.
EL AUTOR: Jorge E.Bustamante nació en Buenos Aires en 1943. Graduado de abogado con medalla de
oro por la Universidad de Buenos Aires. Becario Fulbright. Master en Derecho por la Universidad de
Columbia . Secretario de Industria y Ministro de Bienestar Social de Corrientes. Subsecretario de
Desarrollo Industrial y Subsecretario de Economía durante la gestión ministerial de Roberto Alemann en
1982. Colaborador de los diarios La Nación, Ámbito Financiero y La Nueva Provincia.
CORPORATIVISMO
El Corporativismo, rechaza la autonomía personal del liberalismo y la lucha de clases del marxismo. Es
un sistema que propone fortalecer el Estado para que medie entre todos los grupos de interés de la
sociedad dictando regulaciones prohibitivas o de fomento; pero en realidad, el recorte de los derechos
individuales se hace en favor de los derechos corporativos y no del Estado.
Pero cuando el Estado se hace cargo de tantas responsabilidades, aumentan desmesuradamente los
asuntos que deben atender, discutir y resolver los legisladores, obligándolos a una delegación masiva de
funciones a organismos y agencias de difícil contralor parlamentario. En estos sistemas se observa una
muy baja productividad del esfuerzo colectivo.
El sistema hoy vigente en nuestro país anula el esfuerzo de los habitantes y desincentiva las
conductas innovadoras.
A través de décadas de estatismo, de regulaciones y de inflación se ha premiado la
ineficiencia y castigado la eficiencia, quitando posibilidades a quienes se encontraban en
condiciones de producir en forma competitiva, en provecho del sector público o de sectores
privilegiados (y no de los “desposeídos”) .
En Argentina “...las mismas cantidades de horas trabajadas generan menos riqueza
colectiva que en otros lugares comparables del mundo” (1)(pág.40).
El único modo de lograr que los hombres se dispongan a producir los bienes y servicios que les
demanda su interés, es dejándolos en la crucial disyuntiva de optar entre producir lo que necesitan o
carecer de todo. Pero cuando se cree que el estado mágicamente proveerá de lo necesario sin necesidad
de disponerse a trabajar para tenerlo, entonces nace ese estilo argentino de ser, que consiste en convocar
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Invocar la justicia social se piensa equivalente a obtenerla. Convocar al desarrollo se cree igual
a plasmar en un programa quinquenal un recital de deseos (1)(pág.43).
Al parecer, los argentinos creemos que para conseguir algo, no es necesario trabajar para obtenerlo, solo
debemos recurrir al Estado o a la corporación para que nos lo conceda. Por esta razón nos bastan las
palabras y estas sustituyen a las obras. Creemos que para mejorar nuestro ingreso, no es necesario hacer
más rentable nuestro trabajo, sino que basta con un decreto de incremento salarial. Siempre las palabras
(escritas o verbales) sustituyendo a los hechos.
El “bien común” es resultado de la pluralidad de intereses particulares y no la voluntad o el interés del
Estado.
No es posible una búsqueda común de la verdad, como no es posible una sola fórmula de vida
para toda la población. (1)(pág.53)
No se debe sustituir las “libertades personales” por “objetivos nacionales”. Solo hacen falta reglas
generales y uniformes que alienten el trabajo productivo y desalienten los privilegios.
Las “concertaciones” obrero-patronales con la supervisión del Estado, no implican renuncias de las
partes en provecho del resto de la sociedad ni el estado privilegia esta cuestión, solo se limita a conceder
beneficios a la patronal (en forma de subsidios, desgravaciones, aranceles, prohibiciones, monopolio, etc.)
para que los sindicatos no protesten, pero donde el costo del arreglo lo paga el resto de la sociedad por
“voluntad” del Estado.
Ni los sindicalistas defienden los intereses de todo el pueblo, ni tampoco el Estado.
En el corporativismo se cree que los dirigentes de estado (políticos) poseen la habilidad de interpretar
todos los anhelos e intereses de sus representados; de igual modo, el Estado concentra en si todas las
aspiraciones del pueblo por lo que es lógico que decida omnipotentemente por éste.
En el estado corporativo la suma de satisfacciones ventajosas concedidas por el Estado a cada sector
constituye “el bien común”, y en esta sumatoria de soluciones no existe el principio de escasez.
En Argentina el sistema corporativo permite a algunos ciudadanos contar simultáneamente con las
ventajas del estatismo y del liberalismo; es decir, verse favorecido en el reparto de la renta por la
intervención del estado y gozar de las ventajas de la propiedad privada que le confiere el control de sus
negocios.
El llamado “orden corporativo” en realidad no es tal. Se trata de un catálogo de acciones (plan) que la
cosmovisión autoritaria del poder político ordena cumplir a la sociedad con el objeto de alcanzar el
“destino de grandeza” que ha imaginado para el pueblo. En realidad, se debe entender por ORDEN, al
conjunto de elementos dispuestos necesariamente de tal modo que solo así signifiquen un todo armonioso,
un conjunto detectable con sólo conocer una de sus partes. El orden espontáneo liberal, no es deliberado
ni concertado ni pensado por el Estado. No tiene una finalidad específica imaginada por persona alguna.
En el sistema corporativo o sociedad bloqueada, se piensa que el Estado es una entidad abstracta carente
de egoísmos y preferencias, y por esa razón es la mas indicada para arbitrar los conflictos entre sectores.
Se cree que los juicios de valor que deberá emitir al estudiar y resolver las diferentes opciones que le
planteen los sectores en pugna, serán los mas justos y convenientes para la colectividad. Desde esta óptica
el Estado es el encargado de dar contenido ético a la vida de la colectividad, resolviendo constantemente
sobre lo que es bueno para todos y lo que no lo es. Pero la realidad parece no ser así.
Los funcionarios del Estado son los que toman las decisiones en nombre de éste y como estos
funcionarios son seres humanos como todos, con egoísmos, ambiciones, preferencias, intereses y
rencores, cuando trabajan para el Estado no pueden sustraerse de las debilidades y miserias que conllevan.
Es equivocado pretender que un funcionario de Estado se despoje de su condición humana en los horarios
de trabajo en la administración pública sirviendo al “bien común” y al “interés general”, como si la
oficina pública fuera un recinto de purificación cotidiana con horario de entrada y salida.
Todos los hombres, los empleados públicos y los funcionarios de Estado son personas que tratan de
maximizar los frutos de su esfuerzo tanto cuando trabajan en una fábrica, en un negocio o cuando lo
hacen en una oficina del Estado. Los funcionarios también realizan en sus actos el cálculo COSTO-
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BENEFICIO que hacemos todos aún inconscientemente, y este no siempre es necesariamente monetario.
Un funcionario de Estado cuando actúa, puede buscar entre otras cosas: rédito político entre el
electorado, el sindicato o el partido político: puede ser débil ante la presión de grupos organizados y
amenazantes; puede conformarse con la estabilidad del puestito evitando tomar decisiones duras o
conflictivas; puede actuar de modo preferencial y ventajoso para otros intereses a los que esté ligado
profesional o corporativamente; podrá congraciarse con sus familiares y amigos concediéndoles puestos
de trabajo en el Estado; puede adoptar mil formas distintas de corrupción todas las cuales no favorecen el
“bien común” ni el “interés general”.
Un funcionario de Estado -a diferencia de cualquier ciudadano común- cuenta con una ventaja supletoria:
tiene control de poder y facultades para imponer sus decisiones al conjunto colectivo, y podrá imponer a
las personas “costos más gravosos o premios más elevados en beneficio de sus propias expectativas”.
(1)(pág.70).
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UNIDAD N°6
CUESTIONES CULTURALES
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UNIDAD N° 6
CUESTIONES CULTURALES
TEMA N° 1
Obra consultada:
CARLOS OCTAVIO BUNGE, Nuestra América (Ensayo de psicología social), Casa Vaccaro, Buenos Aires, 1918.
LA CULTURA ESPAÑOLA
Si bien los pueblos del Sur triunfarán sobre España...el enemigo más peligroso está dentro de sus
propios corazones. La ignorancia y la superstición encadenaron sus mentes y sus cuerpos bajo el
despotismo religioso y militar.
Thomas Jefferson
En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y las virtudes políticas que
distinguen a nuestros hermanos del Norte (EE.UU), los sistemas enteramente populares, lejos de
sernos favorables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina
Simón Bolívar, año 1815
España trajo a América “el monopolio, los privilegios, las restricciones a la libre actividad de
los particulares en el dominio económico y en otros.
Carlos Rangel
Para España, la Edad Media era el modelo absoluto. La actividad económica de los particulares era en
ese tiempo casi un pecado. España era teocrática, autoritaria y reglamentarista. No entendía a la riqueza
como proveniente del esfuerzo, la laboriosidad, el ahorro y la ética rigurosa; sino del pillaje reconocido o
compensado con la prebenda oficial. El Estado reconocía al pillaje como modo de enriquecimiento y era
el encargado de repartirlo según su buen entender. España creía en un Estado tutelar, dispensador de
privilegios. Este tipo de estado siempre estimula la intriga, el tráfico de influencias, la corrupción y el
fraude. Como la riqueza es vista como expresión de codicia, se priva de ella a los particulares y se le
encomienda al Estado conseguirla y administrarla.
Expresaba Carlos Octavio Bunge(38) que lo que caracterizaba al Español era su avidez por tener y la
incapacidad de retener (prodigalidad), lo cual se expresaba también en su modo de gobernar. En España
era notoria la rapacidad de los gobernantes y no omitían medios para enriquecerse inmensamente a costa
del pueblo. Era notable la existencia de favoritos y validos.
Los dominaba el ansia de botín. Había en ellos una avidez adquisitiva es decir, un compulsivo deseo de
tener mucho sin esfuerzo laboral, por lo que su proverbial prodigalidad derivaba de esa fácil manera de
obtener botín. El español no era comercial, productivo ni ahorrativo, tampoco avaro (adquirir para
retener), sino codicioso y ávido.
Los funcionarios que ejercían numerosos cargos, y cobraban por todos, nos viene posiblemente de allí.
Decía Bunge que el Conde-Duque de Olivares, recibía sueldo de las siguientes tareas legales y
permitidas:
1) Encomienda de tres órdenes militares.
2) Camarero Mayor.
3) Caballerizo Mayor.
4) Gran Canciller de Indias.
5) Sumiller de Corps.
6) Privilegios por el tráfico anual con Indias.
7) Alcaide de los alcázares de Sevilla.
8) Alguacil mayor de la casa de Contratación.
9) Ducado de San Lúcar.
Y como si todo esto fuera poco, su mujer era camarera y aya.
El cohecho sistemático y continuo era la forma más odiosa de la avidez española, y la ostentación, la
característica de la hispánica prodigalidad. El despilfarro en las fiestas, parece ser también una herencia
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española.
El español es haragán no sólo en agricultura, sino en toda clase de oficios. Tal es la razón de que
España carezca de manufacturas, de que toda la lana, la seda y otros productos se envíen afuera; de que
toda la materia que no se exporta se elabore no por españoles sino por italianos, y de que el cultivo de
las viñas se deje a los franceses.
Tomás Campanella
Prefieren soportar el hambre y todo género de penalidades, a trabajar. El orgullo y la indolencia les
impiden trabajar la tierra, que por consiguiente permanece inculta, a menos que algunos extranjeros más
industriosos emprendan la obra llevándose a su patria los salarios, mientras el mísero campesino
español rasguña una guitarra vieja o devora con lo ojos un pobre romance.
Madame d’ Aulnoy
Al contemplar su miseria y ser incapaz de remediarla, el español aprende a burlarse de ella, lo que lo
torna gracioso y dicharachero, dice C. Octavio Bunge.
Dividido por sordos antagonismos, el pueblo español se destacó por su espíritu regionalista y localista,
con una combatividad general para la política externa y una combatividad regional para la política
interna. Su falta de solidaridad nacional, la guerra entre pueblos y el aislamiento, hicieron posible su
conquista por romanos y árabes.
Uno de los rasgos más típicos de la psicología española de aquellos tiempos fue su pereza, pero es
importante comprender que posiblemente la pereza les provino de su atraso económico.
Su espíritu se forjó con sus hazañas y empresas imposibles, llegando hasta la desproporción entre lo que
se pretende y lo que se puede; de retar al mundo y no poder desalojar Gibraltar, como nos pasó con
Malvinas. Nosotros hemos incurrido en igual error al pretender ser “desarrollados” sin antes haber forjado
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una sostenida cultura del trabajo duro, del ahorro, del progreso de la ciencia y de la técnica, reverenciando
el saber y la ética.
Su poder llegó a estar más en la palabra que en la espada, y así sus hombres de pensamiento terminaron
por no ser más que disertadores. Con una visión efectista de la vida, cultivaron un discurso sonoro y
dramático pero vacío, sin rastros de análisis erudito. No iban al fondo de las cosas porque el público sólo
apreciaba la superficie, y cuando un andaluz, castellano o madrileño quería elogiar la capacidad de
alguien, no lo llamaban jamás inteligente, sino vivo, como lo hacemos hoy nosotros.
Mientras la arrogancia de los latinos de Italia fue circunstancial e impuesta por el estilo del Foro y el
Senado, en cambio en los españoles era propia de la épica, de la lírica, del teatro, de la novela. Así, sus
escritos han sido más efectistas y ampulosos, propios de la oratoria, que es un género para oír más que
para leer.
La España de la decadencia despreciaba el esfuerzo modesto y continuo, las tareas metódicas y oscuras,
la erudición y el trabajo en laboratorio. Obtener una cátedra por concurso después de largos estudios era
deslucido y ganar bien con una industria, era poco meritorio. Admiraban las improvisaciones violentas,
los éxitos políticos y las especulaciones felices. Por eso sus investigadores vivían en la miseria, pero sus
toreros en la gloria y el éxito (38)(74). Nosotros no tenemos toreros exitosos pero si investigadores en la
miseria.
En las colonias angloamericanas había una relativa libertad para elegir autoridades, aquí en cambio, la
Corona y el Consejo de Indias elegían los adelantados, virreyes, capitanes generales, oidores, intendentes
y demás magistrados, menos algunos cargos del Cabildo, primero electivos y luego por designación real.
Por último se vendieron en subasta pública que permitió el acceso de criollos ricos.
La venta de empleos era muy rentable y constituía uno de los mejores ingresos de la Corona. No eran los
cargos judiciales los que se vendían, sino los administrativos. Los que los compraban trataban de lograr
una renta de esa inversión, esto se traducía en peculado y se acostumbraban a ver en la función pública
sólo posiciones de sensualidad y lucro.
Económicamente, España tenía el monopolio del comercio y el dinero español en las colonias era más
caro que en la metrópoli. Los que burlaban el régimen de monopolio sufrían castigos de confiscación de
bienes y hasta la pena de muerte.
Mientras en Estados Unidos los protestantes y puritanos creían en el libre examen e interpretación de la
Biblia, aquí el absolutismo católico no lo permitía; ni siquiera la lectura en lengua vulgar.
Nuestra psicología ha distorsionado tanto los conceptos, que al servilismo y la complicidad la llamamos
lealtad y a los hombres ingenuos y de buena fe, tontos.
Creemos que no hay que encontrar en el espíritu español un mal moral sino una acotada interpretación
del concepto de riqueza. Ellos creían que la riqueza estaba ya en la naturaleza o en los activos fijos que
existían en el mundo y por lo tanto no era el producto (bienes o servicios) que es capaz de generar el
esfuerzo humano; en consecuencia, si la riqueza es el oro y la plata, la tierra, o las manufacturas
existentes, para hacerse de ella, para tenerla, el único camino posible es su apropiación compulsiva. Esto
podría explicar su haraganería, rapacidad, pillaje, monopolio, privilegios, prebenda, tráfico de influencias,
corrupción, fraude, el ansia por tener, la prodigalidad, ostentación, indolencia, el culto al coraje, la
heroicidad, la compra de cargos administrativos, y el peculado en la función pública, sólo por mencionar
algunos rasgos.
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UNIDAD N° 6
CUESTIONES CULTURALES
TEMA N°2
Obra consultada:
1) CARLOS OCTAVIO BUNGE, Nuestra América (Ensayo de psicología social), Casa Vaccaro, Buenos Aires, 1918.
LA CULTURA INDÍGENA
Octavio Bunge opinaba que el primer rasgo psicológico de los pueblos aztecas e incas se asemeja a los
orientales, del mismo modo que la organización precolombina se parece a los imperios asiáticos. Ese
rasgo psicológico es el fatalismo, y esto permitió su relativamente fácil y rápida conquista. Fueron
vencidos, perseguidos, esclavizados, aniquilados y exterminados. El pueblo mexicano estaba preparado
para la resignación, soportaba tranquilamente la muerte al inmolarse a los dioses.
El socialismo imperialista de los incas repartía tierras, hacienda, bienes y hasta casaba a sus súbditos.
Era un pueblo acostumbrado a sufrir imposición por su pasividad y resignación fatalista. Sin embargo no
todos los pueblos de América fueron así; Calchaquíes y Araucanos tenían un indómito espíritu de
independencia, pero en términos amplios, el indígena de América fue exageradamente fatalista y
vengativo, y ese fatalismo los impregnaba de tristeza. Fueron gente triste porque eran un pueblo de
esclavos dominados por una religión sanguinaria y un jefe autócrata absoluto que no cambió con la
conquista española porque también este era un pueblo sometido a la Inquisición, adorador de un dios cuyo
símbolo era un instrumento de suplicio y soportaba un terrible absolutismo político. Había en ellos una
falta de alegría espontánea y una resignación silenciosa debido a su falta de libertad. Libertad que se
sostiene en el individualismo y la disciplina pero no en la disciplina colectiva que niega el individualismo.
Ni la esperanza ni la grandeza inspiraban sus vidas. Quizá por esto, las canciones populares del gaucho de
las pampas se llamaban tristes, por la melancolía que expresaban. Es posible que el fatalismo y la derrota
los haya llevado a la indolencia y esta haberse transmitido a nosotros en forma de pereza criolla.
LA PEREZA CRIOLLA
En la interpretación de C. Octavio Bunge, mientras la pereza europea es en realidad escasa pero sí un
derroche de actividad en cosas ociosas que las vive intensamente, en nosotros es falta de actividad física y
psíquica; un no hacer nada de nada o un no hacer lo suficiente, que tiene carácter universal porque abarca
todos los órdenes de la vida: ideas, política, justicia, industria, arte, etc.
La pereza nos hace carecer de ideales y caer en la indolencia, porque los ideales corresponden al esfuerzo
del alma de los pueblos activos.
Tanta es nuestra pereza, que somos un pueblo que no se toma la tarea de controlar a sus autoridades y así
delegamos en los caudillos políticos la iniciativa y responsabilidad ciudadana. Por esa misma pereza, no
controlamos el gasto público que resulta siempre creciente.
Como la mentira exige el esfuerzo de pensar, nuestra mentira se reduce a un macanear, y como el
descanso es el reposo del esfuerzo, en nosotros existe en cambio un atorrar es decir, un modo de vagar
sin rumbo ni objeto.
Sin embargo, creemos como Bunge que la pereza no es necesariamente un hábito voluntario sino una
depresión involuntaria surgida de la postración económica y cultural.
NUESTRO CAUDILLISMO
Para Bunge, el caudillismo que nos caracteriza proviene de nuestra pereza colectiva. Así, el más activo
descolla siempre entre muchos indolentes y de ese modo los ciudadanos apáticos delegan en él su
soberanía. No se elige al más apto sino al más rápido, al más “vivo”, al más querido o al más temido.
Todo caudillo basa su poder en la popularidad que tiene en la mayoría pobre, pero para captarla debe
afectarse poniéndose a su altura, es decir, hablando como ellos y vistiéndose modestamente.
El ciudadano busca que quién gobierne sea un amigo personal, para gozar de beneficios a la sombra del
poder, y por esta razón los caudillos antes que méritos deben hacerse de amistades y mantenerlas en el
tiempo para conservar el poder. No importa que esto no contribuya a la riqueza nacional ni al progreso,
porque contra el retroceso y la injusticia no hay sanción social ni judicial. Nunca se ha castigado a un
político por conducir su provincia a la bancarrota.
El caudillismo crea un régimen de camaradería -decía Bunge- una especie de sociedad de socorros
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mutuos en donde todos se ayudan, se elogian, de defienden; y para el audaz que se atreve contra el jefe o
cualquier miembro del grupo, el escarnio y el vilipendio de todos.
Una vez instalada la idea de que al caudillo le corresponde el poder porque es quién se impone mejor -
pero no por ser el mejor- entonces ya no se revisa ni investiga su pasado, que requiere por cierto la penosa
tarea de investigar. Cuando el objeto de la vida es el descanso y no el trabajo, entonces es mejor callar y
aceptar.
Más que un sistema es un régimen político que se impone por la camaradería y el miedo. La ayuda
recíproca cohesiona al grupo y le da eficacia, y se completa con el miedo a la sanción de los pares.
Mientras en las monarquías europeas el rey gobernaba por voluntad de Dios y en las repúblicas el
presidente por voluntad del pueblo, aquí el gobierno surgido del voto de hombres sin voluntad, es en
realidad el gobierno de un caudillo por voluntad de su astucia. Nuestros mandatarios no gobiernan por
elección de un determinado plan político y lucha de ideas, sino por su poder de sugestión, por la apatía de
los hombres y la inercia de las cosas.
El nuestro es un modo de gobierno plagado de irregularidades frente al espíritu y propósito expresado
en la constitución, pero como no ataca la letra sino el fondo, y nosotros vivimos de la apariencia y no del
fondo, entonces toda anomalía pasa desapercibida o no se intenta corregirla. Así, mientras se mantenga la
forma, un gobernante puede ser un déspota, un incapaz o un corrupto. Con este criterio, no es posible
distinguir la responsabilidad de los gobernantes en sus actos de gobierno; es más, los caudillos son
perpetuos, vitalicios, porque el sistema de complacencias que crea adhesiones cautivas se retroalimenta
constantemente y cuando por allí estalla, la cadena de mandos limpia de culpas a los de arriba y dirige el
castigo a los de abajo.
El caudillismo no sólo proviene de la pereza popular sino que la alimenta al evitar la lucha de ideas y
darle al pueblo un modo de gobierno sin agitaciones y de paz que alimenta su desidia.
EL SISTEMA DE GOBIERNO
Juan Bautista Alberdi describía al sistema político español imperante en nuestro territorio cuando
éramos colonia, como una Monarquía simple y despótica, en donde todos obedecían a un jefe provisto de
facultades omnímodas que con el título de Virrey hacía cumplir las ordenanzas impartidas por un
soberano absoluto instalado allá en España, que contaba con el asesoramiento de un Consejo de la Real
Audiencia y Tribunales de Justicia nombrados por él. Los Virreyes se renovaban cada cinco años, pero el
pueblo no intervenía en esa designación.
Simple colonia de España, el pueblo de América no formaba parte del pueblo español, ni éramos
gobernados como el pueblo español, a pesar de estar regidos por iguales leyes civiles. Sólo cuando la
guerra de la independencia se hizo evidente, entonces recién España nos declaró parte integrante de la
monarquía.
Este sistema imperante no hizo necesaria la gestación de una aristocracia nativa que fuera poder y
constituyera un cuerpo de cogobierno como ocurrió en los pueblos progresistas de la época.
OTRAS IDEAS
Hacia 1900, Paul Groussac formulaba la necesidad de rescatar las raíces latinas con su peso ético y
estético, en contra del materialismo anglosajón, y Rodó planteaba la superioridad natural de la cultura
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NUESTRA INTERPRETACIÓN
No obstante lo enunciado, estos hechos culturales innegables que parecieran ser terribles impedimentos
para alcanzar la felicidad y la prosperidad colectiva, no deben ser entendidos como la inmodificable
idiosincrasia de nuestro pueblo sino la consecuencia de alguna mala práctica en la cultura política, social
y económica instalada férreamente en nosotros desde tiempos de la colonia, que a pesar de los cambios
intentados no hemos conseguido desterrar.
El ocio, la pereza y la desidia nuestra no son un determinismo biológico sino el resultado -entre otros- de
haber heredado y conservado desde la colonia la construcción de una sociedad sustentada en reglas de
juego social basadas en los privilegios y no en las jerarquías. La conciencia jerárquica crea reglas de
convivencia basadas en el respeto al mérito y destruye la idea de igualdad a ultranza que se horroriza con
el mérito y que no cree ni en la igualdad de oportunidades.
El atraso económico posiblemente conduce a la pereza, pero como el hombre está compelido a comer y
convivir pese al atraso económico y la pereza, ambas carencias se apoyan para hacer del hombre un
oportunista, un descuidista, un aprovechador de ocasiones, un pícaro en fin, pero nunca un ciudadano.
La aristocracia fue en Europa la palanca fundamental del Estado, una pieza sustancial para la disciplina
civil, porque actuaba de freno contra el poder ilimitado del gobierno. Se refugiaban allí todos los grandes
talentos, las capacidades probadas y las eminencias naturales, haciendo de la aristocracia sinónimo de
capacidad y de méritos reales, porque ser noble significaba ser notable, ilustre, singular, preclaro y
generoso.
Sin embargo, la decadencia económica española hizo trizas estos criterios culturales que sólo
sobrevivieron agasapándose en los privilegios, la herencia, la raza y la sangre. Así, ser hijo de tal se
constituyó en título suficiente para merecer un empleo. La concepción hereditaria que nos sobrevino ha
sido tan fuerte que pervive aún en nosotros.
La aristocracia así entendida no existió en la América española porque el despotismo colonial no
toleraba que una clase ilustre y notable controlara los actos de gobierno ni cogobernara aquí en la colonia
como en la metrópoli. Lejos de ser útil, era en realidad un obstáculo al régimen absoluto y sin límites.
Existió en nosotros una monarquía sin nobleza.
Los porteños de la colonia carecieron de prejuicios de linaje y antigüedad y dieron nacimiento a una
sociedad plebeya de contrabandistas, comerciantes y estancieros ricos pero campestres. Las famosas
familias Álzaga, Lezica y Anchorena surgieron de jóvenes españoles que llegaron al país consignados a
casas de comercio, nos dice Félix Luna, y en Catamarca y La Rioja los cabildos eran integrados
mayoritariamente por criollos, pero eran gobiernos municipales o comunales que se encargaban de la vida
corriente de la ciudad como expresión del pueblo gobernado.
Mientras en España, “los consejeros eran varones prudentes y versados -letrados o clérigos- advenidos a
la alta función después de amontonar experiencia en una larga carrera administrativa, o probar sus
condiciones en la cátedra, el libro o el púlpito”, aquí solo se requería ser vecino afincado y padre de
familia en los primeros tiempos y luego, “clase principal”, “sana” o “decente” es decir, con recursos
económicos.
Así, militares, doctores y clérigos fueron los únicos rangos permitidos por el sistema colonial, haciendo
de ellos una especie de aristocracia colonial, pero basada en los privilegios, la herencia, el dinero y la
raza, no en la notabilidad de su saber y el tamaño de su ilustración como factores imprescindibles para
controlar al poder político y cogobernar. Clérigos y militares fueron una clase vitalicia y privilegiada y los
doctores en medicina y leyes eran patentados por las universidades y las leyes del Estado para ejercer el
monopolio vitalicio de su profesión. De este modo y desde entonces, ningún careciente de título pudo
ejercer la medicina o el derecho, y los militares se convirtieron en empleados vitalicios con sueldo y
honores de por vida.
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TEMA N°3
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Defender la libertad de conciencia y aspirar a un mejor porvenir político, implica fomentar el comercio y
las industrias.
“Mientras prevalezca en nosotros la fraseología, los sentimientos y las expresiones etiquetadas y
edulcoradas de apariencia, no será posible progreso alguno. Allí donde las ciencias naturales estén
consideradas como un interesante pasatiempo con extraños juguetes, y no como la fuente del
conocimiento de todas las cosas perceptibles del mundo y, especialmente del hombre y su posición en el
mismo, no será posible el progreso. Mientras se enseñe el derecho como un aprendizaje de disposiciones
legales y códigos, exclusivamente para poder ganarse la vida, no será tampoco posible el progreso, el
desarrollo ni la modernidad”. (Federico Schickendantz).
Todo parece conducir a la idea de que los hombres seducidos por la cultura emocional como nosotros,
están siempre más condicionados por el deseo y por el apetito que por la razón. El deseo y el apetito son
primordialmente los elementos constitutivos de la gana. La gana, limita innumerables veces la realización
y ejecución de nuestros actos; pero de igual modo, cuando nos sobreviene y al estar fuera de la razón,
nuestra gana es una compulsión moral irresistible.
Nuestras vidas se orientan por ideas o creencias y no por razones; nuestros sentimientos no se expresan
racionalmente. No entendemos la vida como un hacer, sino como un sentir. No construimos la vida; nos
dejamos vivir. Convivimos con la naturaleza; no la transformamos. Somos improvisados y repentistas,
porque nuestros actos parecen provenir casi siempre de impulsos interiores. Nos moviliza la emoción y no
la razón.
Pese al sistema republicano que nos rige, estamos llenos de abnegación monárquica hacia los gobiernos.
Nos falta la espontaneidad política tan característica de ingleses y estadounidenses. Esperamos de
nuestros gobiernos, consejos, protección, iniciativas y eliminación de abusos. La naturaleza de los
instintos estadounidenses están fundados en la energía de su iniciativa individual, la de nosotros, en la
perpetua necesidad de protección.
Somos en general, un pueblo aparentemente dócil y obediente, que elegimos ser conducidos por hombres
educados en nuestro inefable sistema de superficialidades científicas y legales, que nos torna propietarios
sin derechos, presas fáciles de incontables triquiñuelas de abogados y corruptibilidades sin castigo.
Sin embargo, es un error la utópica esperanza de rehacer las sociedades a fuerza de decretos y la
creencia de que un pueblo puede sustraerse completamente a la influencia de su pasado. Las fuerzas que
determinan las acciones de un pueblo son muchas y complejas.
Los revolucionarios de todos los tiempos, creyeron que era posible transformar la sociedad con
instituciones nuevas inspiradas en la razón pura. Pero las instituciones son el resultado de la evolución
política y no su punto de partida. No se modifica el alma de un pueblo, cambiando sólo sus instituciones.
La influencia de la razón en la organización de las sociedades es muy débil, porque el hombre se
comporta mediante dos lógicas: la de la razón y la de los sentimientos. Las sociedades se guían por la
lógica de los sentimientos y la lógica racional no influye lo suficiente ni la transforma. Las ideas no se
imponen por su exactitud, sino por la repetición y el contagio mental por imitación, que influye sobre el
inconsciente. Todo lo que constituye la trama de la existencia de un pueblo está fundado en sentimientos
y no en razones.
Las multitudes no se impresionan jamás por el vigor lógico de un discurso, sino por las imágenes
sentimentales que ciertos palabras o asociaciones de las mismas, hacen nacer, decía Gustavo Le Bon. Un
discurso exclusivamente lógico conduce a la convicción pero jamás a la acción. Las ideas de los teóricos
revolucionarios no se instalan en la gente por su novedad, sino por su antigüedad; están ya en las pasiones
de la gente, en sus deseos íntimos y de modo insospechado. Los hombres de todos los tiempos son
gobernados por un número escaso de ideas rectoras que se instalan lentamente y afloran como acción,
sólo cuando se convierten en sentimientos.
La ciencia y el conocimiento se basan exclusivamente en la razón, pero el gobierno de los hombres se
hace principalmente con sentimientos y creencias.
En la conducta del hombre hay un elemento fundamental que es la esperanza. Esperanza de mejorar su
suerte y de alcanzar o crear un porvenir venturoso. En la antigüedad esto se esperaba conseguir tras la
muerte, los pueblos desarrollados esperan hallarlo acá y ahora.
Son comunes en todos los pueblos latinos la creencia en el poder transformador del Estado y la
confianza absoluta en la fuerza de las leyes. El estatismo estimula la formación de hombres faltos de
iniciativa y sin responsabilidad, haciendo que su capacidad intelectual y productiva decaigan
notoriamente, pero es cierto también, que a los pueblos pobres solo les queda el Estado como moderador
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Los trabajos de Freud mostraron que la razón representa sólo el estrato más superficial de la mente, bajo
el cual existe una caldera hirviente de impulsos inconscientes, irracionales y primitivos que afectan
profundamente nuestra conducta pero sobre los cuales tenemos poco control.
Así como los europeos no fueron siempre racionales, eficaces y modernos, de igual modo debemos pensar
que nosotros no seremos siempre emocionales, inestables, irreflexivos y pobres. La falta de autonomía
induce una actitud y hábito de servilismo, completamente reñidos con el espíritu moderno.
El pasado colonial de América latina hizo que fuéramos exportadores de materias primas, compradores de
manufacturas, demorando así, nuestro ingreso a la modernidad, que implica desarrollo de la ciencia y la
técnica para aplicarla a la industria.
Al igual que los pueblos de Africa y el mundo islámico de aquellos viejos tiempos, fuimos incapaces de
aplicar el racionalismo científico y de tener ideas originales.
A nosotros nos urge trascender las limitaciones de la civilización agraria, industrializarnos y alcanzar una
economía moderna y pujante, aunque esta transformación implique una pérdida de la identidad cultural
que se nos presente como un debilitamiento y destrucción de las estructuras de la sociedad, pues, el temor
a la aniquilación, es comprensible y común en las dificultades que presenta el paso a la modernidad.
Debemos abrir las puertas de la interpretación racional a nuestros pueblos; dejar de ser prisioneros de la
tradición para preferir indagar sobre el origen de las cosas.
La ciencia no es una amenaza a nuestra cultura o religión. Olvidar que los europeos la aprendieron de un
pueblo tan religioso como el Islam, puede conducirnos al error.
No debemos vivir la modernidad como algo agresivo o invasor. El laicismo, la democracia y los derechos
humanos -que, aún con muletas, están ya incorporados en nuestra cultura- son algunos aspectos ya
vigentes de esa modernidad, que necesitamos alcanzar.
La búsqueda de una identidad diferente a menudo desarrolla el temor a lo otro, como respuesta a los
trastornos de la modernización, que es preciso descartar. La tendencia racional que implica la
modernidad, no debe hacernos olvidar el valor del mito, en la conducta humana. Es falso creer que Dios
se ausenta de los seres humanos racionales, pues él seguirá llenando de certidumbre los vacíos que la
ciencia no puede llenar. El sentimiento religioso, la veneración al misterio, es una tendencia irreductible
del espíritu.
¿Cómo alcanzar la modernidad, entonces? ¿Cómo lograr la cuota de razón que requiere nuestra
conducta, sin perder la motivadora emoción que nos domina?
La mejor manera de alcanzar el progreso y la prosperidad consiste en emplear toda la capacidad
intelectual disponible, en estudiar la naturaleza que nos rodea y con los conocimientos adquiridos,
servirnos de ella del modo más eficaz.
Es en la cultura de nosotros los catamarqueños donde están los obstáculos. Esos obstáculos no
desaparecerán mientras no se introduzca una reforma completa en el concepto de cultura que sostenemos,
y mientras el sistema educativo no se aplique de lleno a provocar el cambio cultural que proponemos.
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UNIDAD N° 6
CUESTIONES CULTURALES
TEMA Nº 4
DISCURSO PRONUNCIADO POR GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
CEREMONIA DE ENTREGA OFICIAL DEL PREMIO NOBEL DE LITERATURA 1982
ACADEMIA SUECA DE LAS LETRAS
Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del
mundo escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que, sin embargo, parece
una aventura de la imaginación.
Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo y unos pájaros sin patas cuyas hembras
empollaban en las espaldas del macho y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una
cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y oreja de mula, cuerpo de camello, patas
de ciervo y relincho de caballo. Contó que el primer nativo que encontraron en la Patagonia, le pusieron
enfrente a un espejo y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia
imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no
es ni mucho menos el testimonio más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los cronistas
de Indias nos legaron otras incontables.
Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años,
cambiando de lugar y de fama según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la eterna juventud, el
mítico Alvar Nuñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición
venática cuyos miembros se comieron unos a otros y solo llegaron cinco de los seiscientos que la
emprendieron.
Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados es el de las once mil mulas cargadas con cien
libras de oro cada una que un día salieron de Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a
destino.
Más tarde durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de
aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores
nos persiguió hasta hace poco tiempo.
Apenas en el siglo pasado la misión alemana encargada de estudiar la construcción de un ferrocarril
interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los
rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
El general Antonio López de Santa Ana que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con
funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles.
El general Gabriel García Moreno gobernó el Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto y su
cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla
presidencial.
El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en
una matanza bárbara a treinta mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos
estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de
escarlatina.
El monumento al general Francisco Morazán erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad
una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda iluminó este ámbito
con su palabra. En las buenas conciencias de Europa y a veces también en las malas, han irrumpido desde
entonces con más ímpetu que nunca las noticias fantasmales de América Latina, esa patria inmensa de
hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda.
No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas
murió peleando solo contra todo un ejército y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos
segaron la vida de otro corazón generoso y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de
su pueblo.
Han habido cinco guerras y diecisiete golpes de estado y surgió un dictador luciferino que en el nombre
de Dios llevó a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo.
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Mientras tanto, veinte millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son
más de cuantos han nacido en Europa desde 1970.
Los desaparecidos por motivos de la represión son casi ciento veinte mil, que es como si hoy no se
supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encinta
dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron
dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares.
Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de doscientas mil mujeres y hombres en todo
el continente y más de cien mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de América Central:
Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un
millón seiscientas mil muertes violentas en cuatro años.
En Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el diez por ciento de su
población. Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba
como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La
guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada veinte minutos. El país que se
pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América Latina tendría una población más
numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal y no solo su expresión literaria, la que este año ha
merecido la atención de la Academia Sueca de las Letras. Una realidad que no es la del papel sino que
vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas y que sustenta un
manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza del cual este colombiano errante y
nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas,
guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy
poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos
convencionales para hacer creíble nuestra vida.
Esta es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros que somos de su esencia, no es difícil entender que
los intentos racionales de este lado del mundo extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se
hayan quedado sin un método válido para interpretarnos.
Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que miden a sí mismos, sin recordar
que los estragos de la vida son iguales para todos y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y
sangrienta para nosotros como lo fue para ellos.
La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos solo contribuye a hacernos cada vez más
desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más
comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó trescientos años
para construir su propia muralla y otros trescientos para tener un obispo; que Roma se debatió en las
tinieblas de la incertidumbre durante veinte siglos antes de que un rey etrusco le implantara en la historia
y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus
relojes impávidos, ensangrentaron a Europa como soldados de fortuna. Aún en el apogeo del
Renacimiento, doce mil languenetes a sueldo de los ejércitos imperiales, saquearon y desbastaron a Roma
y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un
sur apasionado exaltaba Tomás Mann hace cincuenta y tres años en este lugar. Pero creo que los europeos
de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria más grande, más humana y más justa,
podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no
nos hará sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que
asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene porqué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus
designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante los progresos de la navegación, que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas
y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural.
¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de
suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social?
¿Porqué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no
pueden ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes?
No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y
amarguras sin cuento y no una confabulación urdida a tres mil leguas de nuestra casa. Pero muchos
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dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las
locuras fructíferas de su juventud; como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos
grandes dueños del mundo.
Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida.
Ni los diluvios, ni las pestes, ni las hambrunas, ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través
de los siglos y los siglos, han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja
que aumenta y se acelera: cada año hay setenta y cuatro millones más de nacimientos que defunciones,
una cantidad de vidas nuevas como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La
mayoría de ellos nace en los países de menos recursos y entre estos, por supuesto, los de América Latina.
En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para
aniquilar cien veces no solo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los
seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: “Me niego a admitir el fin del
hombre”. No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo, si no tuviera la conciencia plena de que
por primera vez, desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace
treinta y dos años es ahora más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora,
que a través de todo el tiempo humano debió parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo
creemos nos sentimos en el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la
creación de la utopía contraria.-
Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir,
donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad y donde las estirpes condenadas a cien años de
soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.-
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UNIDAD N° 6
CUESTIONES CULTURALES
TEMA N°5
TRANSFORMACIÓN CULTURAL -Primera Parte-
Transcripción íntegra de la obra:
TRANSFORMACIÓN CULTURAL, Raúl Edgardo Caro, 3° Edición, Catamarca, 2010
REFLEXIÓN PRELIMINAR
Este trabajo no tiene por objeto destacar las virtudes de nosotros los catamarqueños, por el contrario,
intenta desnudar nuestra condición, nuestros defectos más notorios, las razones que han provocado
nuestros males como colectividad humana, pero también proponer el camino que podríamos emprender
para superar las dificultades. Todo esto no porque carezcamos de virtudes -que las tenemos- sino porque
ha parecido oportuno y necesario indagar hondamente sobre nuestros defectos para corregirlos o
desterrarlos.
No hay aquí resentimiento contra nada ni nadie, no busca nominar culpables; es un examen de conciencia
dirigido a colaborar en la construcción de una sociedad más justa y feliz, para provecho de la posteridad.
Mientras haya un catamarqueño insatisfecho y acosado por el dolor, la pobreza y la incertidumbre, habrá
crisis y resentimiento. Por ello será bueno intentar que la felicidad individual dependa de la felicidad del
conjunto.
Escribir estas páginas no implica estar exento de errores y defectos, y los que detalla este trabajo
constituyen un desafío a la voluntad de cambiar comportamientos que me incluyen, pero que me inducen
a reflexionar con el propósito de modelarme de otro modo en un esfuerzo por romper moldes
inconvenientes que he creído preciso desterrar para siempre.
Se piensa que el problema más grave -no el único- que padece nuestra provincia es el de la pobreza de
los comprovincianos; que esa pobreza obedece -entre otras causas- a que anhelamos los beneficios y
confort del mundo desarrollado pero carecemos de los modos de ser, pensar y actuar, es decir de una
cultura que nos conduzca a ello. Al ser la pobreza nuestro problema vital, será preciso descubrir lo que
hacemos mal en materia cultural -en cuanto ello incide- que no nos permite alcanzar la prosperidad.
La riqueza (entendida por nosotros como excedente y no como todo lo que es capaz de producir un
pueblo) sólo es posible cuando se consume menos de lo que se produce, o dicho de otro modo, cuando se
produce más de lo que se consume. El excedente resultante entre lo producido y lo consumido es lo que
nosotros llamamos riqueza. En consecuencia, llamamos ricos a los pueblos que consumen menos de lo
que producen.
Los pueblos que consumen todo lo que producen no son ricos y pueden ser pobres. Los pueblos que
consumen más de lo que producen son pobres y pueden desaparecer. Ese en nuestro caso.
Se trata entonces de adecuar el consumo a lo que somos capaces de producir. Si nuestras ambiciones de
consumo fueran menores, la pobreza también sería menor.
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impide progresar, nos deprima a tal punto que nos conduzca a la ceguera de la negación?
Nuestros defectos no constituyen una determinación biológica, son sólo expresión del proceder
equivocado de una sociedad que no logra organizarse mejor a causa de vivir en el siglo XXI con pautas
culturales de mucho tiempo atrás. Nos falta adecuación al tiempo histórico, y para ello debemos
desarrollar la ciencia, la técnica y las humanidades.
Nos proponemos modificar una antigua idea de cultura que considera a ésta circunscripta a las artes o
detenida en los usos y costumbres de los antepasados, como si no tuviéramos igual derecho a desarrollar
nuestros propios usos y costumbres. Respetar las tradiciones no implica detenerse en ellas. Mas aún, nos
proponemos sostener que la cultura es constante reformulación de la vida para construir el futuro. Los
tiempos vertiginosos de la modernidad requieren que la cultura signifique adecuación de los modos de ser
y pensar a la globalidad mundial.
Al carecer de una teoría social acerca de nosotros, hemos recurrido fundamentalmente al reconocido
saber de numerosos intelectuales connacionales y extranjeros que han estudiado hondamente nuestras
costumbres y los problemas que nos aquejan, dejándonos sus investigaciones en numerosos obras a las
que hemos recurrido en busca de ideas, inspiración y sabios conocimientos, que detallamos como
Bibliografía en las paginas finales.
Hemos crecido en civilización. La sociedad necesita contar con las soluciones aportadas por sus
hombres más esclarecidos, sabios y honestos, y esos hombres tienen el deber histórico de proponer un
ideal fuertemente deseado por el pueblo para que se imponga a sí mismo ese deber y se esfuerce en
alcanzarlo.
Este trabajo es un borrador que requiere ser ajustado a un modelo teórico conveniente, necesita más
documentación de apoyo y mayor constatación y verificación de enunciados. Es por lo tanto una
intención y un camino de motivación para el diálogo y la discusión de la problemática provincial en el
contexto comarcano. La comunidad intelectual y científica de nuestra provincia queda especialmente
invitada y convocada a dar su opinión sobre este trabajo, acercar sus críticas y oponer otros estudios
mejores y científicos. Lo que realmente importa es encontrar con claridad científica y filosófica las
verdaderas razones que impiden nuestra felicidad y el mejor camino para alcanzarla. No habrá soluciones
espontáneas. Sin esfuerzo intelectual nada será posible.
LA CUESTIÓN CULTURAL
Pertenecemos a una provincia pobre y pequeña perdida en los confines de la América del sur, que debe
formular su proyecto cultural para entrar al siglo XXI con pasos claros haciendo de su pueblo, hombres
del mundo y de su tiempo.
Para ser protagonistas del mundo es preciso evaluar qué daños fatales podría causar al país y al mundo
nuestra súbita desaparición. Digámoslo sin miedo, ¿si Catamarca desapareciera hoy de la faz de la tierra
por una misteriosa causa, qué fatales consecuencias depararían a Argentina y al mundo?
He aquí el desafío de nuestro tiempo si queremos participar activamente en la construcción de la
humanidad.
El mundo desarrollado tiene una clara tendencia productivista-consumista como consecuencia de la
desaparición de los peligros de una 3ra. Guerra Mundial entre el mundo de economía dirigida y el mundo
de economía libre.
En el mundo de economía libre el conflicto estará centrado sólo en la competencia económica. ¿Tienen
Catamarca y Argentina posibilidades concretas de modificar en el corto plazo el propósito que guía al
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LA CULTURA CONSUMISTA
La cultura industrialista que caracteriza a gran parte de Europa, EE.UU. y Japón les ha llevado a obtener
numerosos logros en estas áreas del obrar humano, pero a costa de la destrucción desmesurada de los
recursos naturales, el medio ambiente, los lazos familiares y la solidaridad humana.
Las metas del mundo desarrollado -desde el punto de vista económico- son: el consumo y el ocio, y para
lograrlo, trabajan y ahorran. Trabajan fuerte durante la vida para poder consumir, y producen un
excedente que ahorran para poder consumirlo recién cuando llegue el ocio reparador de la vejez.
El espíritu consumista que los anima, los lleva a demandar constantemente bienes y servicios. Esta
demanda los motiva para crear negocios y por ende fuentes de trabajo, pero como la venta de los
productos depende de su precio, bajan los costos incorporando tecnología que reemplaza a los hombres o
les exige perfeccionamiento constante. De este modo, el hombre del mundo desarrollado de occidente
vive permanentemente temeroso de perder su trabajo y forzado a perfeccionarse indefinidamente para
obtener otro puesto al momento de su despido. De igual manera, los empresarios viven temerosos de no
poder vencer a sus competidores y verse obligados a cerrar sus negocios.
La permanencia de su estilo de vida no dependerá tanto del desarrollo de nuevos inventos -que cada vez
se copian con más facilidad- sino, del desarrollo de métodos de producción para hacerlos más baratos, y
como la mano de obra es lo que encarece los productos, la tendencia será su reemplazo por las máquinas.
Ellos saben con absoluta seguridad, que sólo se debe consumir lo que se es capaz de producir, y aquello
que no pueden realizar por sus propios medios lo deben adquirir vendiendo sus excedentes. Producen un
gran excedente que supera notablemente sus necesidades de compra y las utilidades obtenidas las vuelcan
al desarrollo de nuevas tecnologías y al ocio de la vejez. Venden más de lo que compran. No compran
más de lo que venden.
NUESTRO CONSUMISMO
Nuestras metas -desde el punto de vista económico- también parecen ser el consumo y el ocio, pero
como los procedimiento a los que acudimos no son el trabajo ni el ahorro, sobrevienen nuestras
dificultades. Al parecer, preferimos trabajar mínimamente y así disfrutar del ocio sin esperar la vejez.
Consumimos con exageración o más de lo que producimos y no ahorramos nada para la vejez porque no
generamos excedentes.
¿Cómo financiamos el consumo exagerado y el que haremos en la vejez? Hipotecando el futuro (pidiendo
préstamos), con la solidaridad precaria del Estado (que da poco por la falta de excedentes) y generosa de
la familia (por el latente sentido de gratuidad familiar).
Para adoptar el estilo de vida consumista es preciso trabajar fuerte y producir excedentes. No es posible
consumir lo que no se produce. Si en cambio queremos disfrutar del ocio sin esperar la vejez, es preciso
deshacernos de los hábitos consumistas y limitarnos a un consumo frugal de los alimentos y las cosas.
LA LIBERTAD
Al decir de J. P. Sartre, ser libre es estar abandonado a si mismo; estar aislado en un medio extraño con
el cual todo lazo es imposible; estar condenado a existir. Es no poder distribuir generosamente la
responsabilidad con otros porque todo cuanto ocurre es mío. En la libertad, uno sólo puede contar consigo
mismo. Nadie puede responder por mí y sólo yo soy responsable de mí mismo.
El sentido de la palabra libertad para el mundo desarrollado coincide con esto. Para ellos significa
autosuficiencia y autorrealización es decir, vida sin protectores, padrinos ni tutores. Hombres sujetos al
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éxito o fracaso de sus propios actos y responsables de sus consecuencias. En ellos, la libertad consiste en
el deseo de no estar atado a ningún poder, ni siquiera al propio Estado. Piensan que para vivir no
necesitan de la tutela ni la caridad del Estado, sino del esfuerzo personal para lograrlo.
No les interesa ser libres para peticionar al Estado, sino para construir su propia y personal vida sin el
Estado. El Estado en ellos, cumple la función mediadora de evitar que alguien tenga ventajas. No regula
la vida de nadie ni la protege; cada uno queda librado a su propia suerte y al tamaño de su talento.
Como todos deben competir librados a sus méritos personales para alcanzar las metas, las relaciones
interpersonales y la solidaridad se resienten fortaleciendo el individualismo. Esta forma de vida configura
un estilo jerárquico basado en la eficiencia y el talento. Ellos creen firmemente que para alcanzar metas
es preciso ser eficientes y talentosos.
La Democracia les sirve para garantizar la continuidad de ese estilo de vida que denominamos
Liberalismo; a nosotros para alternar los gobernantes de una “democracia” sustancialmente paternalista,
organizada según nuestro peculiar orden de méritos: la amistad y la pertenencia al grupo.
Por último, creen que el Estado debe ayudar a los que no tienen recursos. Pero entiéndase bien, a los que
no tienen el recurso del talento para lograr la autorrealización. Para merecer la ayuda del Estado se debe
probar la falta de talento y no la carencia de recursos materiales que cualquier ocioso puede demostrar.
¿Cómo podríamos resumir su cultura y las reglas de juego que han ideado para preservarla?
1) Creen en la libertad, es decir en la autorrealización y la autosuficiencia del hombre. Cada uno está
librado a su suerte. No pueden distribuir la responsabilidad de sus actos con otros porque ellos son los
únicos responsables de sí mismos.
2) La autorrealización y la autosuficiencia, sólo son alcanzables con el desarrollo del talento y la
eficiencia.
3) La escala jerárquica de la sociedad se ordena según el talento y la eficiencia de sus miembros.
Los hombres librados a su suerte no tienen más remedio que agudizar su ingenio para sobrevivir. Por
esta razón se tornan rudos, aventureros, arriesgados, individualistas, innovadores, andariegos,
imaginativos, creativos y originales, con un desmedido afán por obtener ventajas materiales, una gran fe
en si mismos y un carácter inalterable ante la adversidad. En ese contexto, los más talentosos y eficientes
alcanzan las mejores posiciones en la sociedad y los menos, aceptan que esta regla de juego es la más apta
para su progreso y bienestar.
Para preservar este sistema de vida han desarrollado un modo de organización social denominado
Liberalismo Político que difiere de la Democracia Política en que mientras en aquel se preserva la
peculiar idea de Libertad que sostienen, en ésta, los ciudadanos pueden también elegir un sistema
paternalista, autocrático y dirigista. De este modo, la Democracia resulta ser un medio para elegir un
sistema de vida, mientras que el liberalismo, es un sistema de vida. Con la Libertad, los hombres tienen
permiso para ser distintos según su talento; en la Democracia los hombres son iguales para elegir
gobierno.
¿En qué se parece ese estilo de vida al nuestro?
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EL PATERNALISMO
Los sistemas paternalistas se desarrollan en los pueblos que aún no alcanzaron madurez política. Esos
pueblos tienen un comportamiento similar al de los jóvenes adolescentes que conocen con claridad lo que
no quieren, pero no saben lo que quieren. Desean ser “libres” para reclamar y exigir, pero
simultáneamente requieren ser alimentados, vestidos, cobijados y protegidos por sus padres. En ellos el
Estado cumple el rol paternal; la función de procurar el bienestar de la ciudadanía otorgando las
condiciones necesarias para su existencia y el pueblo se acostumbra a esperar de los gobernantes la
solución de todos sus problemas. Los pueblos terminan creyendo que las concesiones que otorgan los
gobernantes son fruto de su particular talento y sensibilidad, fomentando los personalismos que halagan
tanto a muchos políticos y no pocas veces los gobernantes de los sistemas paternalistas, bajo la
ensoñación de su función ejemplar, perpetúan el modelo. Mientras los jóvenes adolescentes algún día
madurarán y se independizarán definitivamente de sus padres, los pueblos sujetos al paternalismo temen
profundamente el desamparo al que conduce la adultez.
Los sistemas paternalistas son sistemas políticos intermedios entre el nacimiento de los pueblos y su
madurez; no son sistemas definitivos, pero son sustituidos sólo cuando los hombres deciden tomar a su
exclusivo riesgo la construcción de su destino.
Cuando los hombres renuncian a la responsabilidad de construir su propio destino desarrollan otras
características: recurren a Dios, a la familia, a maestros místicos, chamanes y curanderos o al Estado para
la solución de sus problemas. Sólo atinan a la oración, a la magia o a hombres providenciales para lograr
su consuelo. Cultivan la amistad y la pertenencia al grupo, fortalecen los lazos familiares pero también
desarrollan la envidia y descuidan la solidaridad. Trabajan y producen menos, disfrutan del ocio, y el
talento y la eficiencia dejan de ser escala jerárquica. Se tornan consumidores descontrolados,
dilapidadores de recursos y carentes del sentido del ahorro y la previsión. Se domestican, introducen la
astucia y la demagogia en la vida política; se hacen improvisados, repentistas e irresponsables. No
desarrollan la habilidad de imaginar y se abandonan a una vida rutinaria y sin estímulos.
LA IGUALDAD
Como hemos visto, la palabra Libertad no tiene en nosotros la significación concedida por el mundo
desarrollado. En realidad, no es esa palabra la que ordena y proyecta nuestras vidas. Es la Igualdad
nuestra palabra movilizadora.
Mientras la Libertad valora el individualismo, la originalidad, lo distinto, lo finito; la Igualdad en cambio,
enaltece lo social y colectivo, lo rutinario, lo similar, lo parejo y la ausencia de límites.
Cuando los hombres tienen miedo a ser distintos según sus méritos; cuando no están dispuestos a
esforzarse para mejorar, o padecen un sistema político-social que impide el desarrollo de su libertad,
encuentran en la Igualdad la manera de disimular sus carencias.
La Igualdad no distingue entre genios y mediocres. Cree que la opinión de unos tiene igual valor que el
conocimiento de otros, por eso muchas veces, los que nada saben se sienten con derecho a discutir de
igual a igual con los que saben. En el reino de la Igualdad, el esfuerzo por mejorar no tiene sentido. Allí
no se premia lo singular y original, sino lo vulgar y parejo.
Cuando se nace con el beneficio de la Igualdad, solo resta reclamar el espacio que nos sugieren los
antojos, sin reparar que para ello haga falta un esfuerzo de merecimiento. En la Igualdad se valora la
amistad y la pertenencia al grupo, porque para pertenecer al grupo o ser amigo, es preciso -aún a
diferencia proporcional de caracteres- participar de gustos semejantes, de similares objetivos y de
correspondientes aspiraciones. Con la Igualdad hay permiso para todo y se pierde el sentido de los
límites. Con ella, el hombre no se percibe finito, limitado. La Igualdad concede privilegios al
desventajado porque empareja lo desparejo, alienta la vulgaridad, desalienta la búsqueda del mérito y
exige derechos.
El Derecho a la Igualdad es el modo fácil con que la vulgaridad se concede un espacio entre los hombres
de mérito. Los pueblos que jerarquizan la Igualdad, optimizan la ley del menor esfuerzo, se conforman
con ser flojos y sólo aspiran al masomenos. En la Igualdad, sospechar es más fácil que encontrar la
verdad. La sospecha se basta a si misma pues, no requiere el esfuerzo del análisis meduloso, de la
constatación, ni de la prueba. La Igualdad alimenta la envidia, que es el rechazo a los méritos ajenos
cuando se renuncia al trabajo que implica la obtención de los propios.
Esta Igualdad que describimos nada tiene que ver con la igualdad de oportunidades, que pone en la
misma línea de partida a los hombres y sólo es posible en libertad. La igualdad debe incluir el derecho de
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EL OCIO
La ociosidad, la haraganería, posiblemente devenida -entre otras causas- por el aislamiento, la
incomunicación, la ignorancia, la miseria, el espíritu conservador heredado de España y la condición casi
exclusiva de pueblo de pastores y empleados públicos atribuida a nosotros y repetidamente mencionada
por distintos intelectuales del siglo XIX, requiere ser examinada y estudiada detenidamente.
La cultura grecorromana se forjó con el ocio de sus filósofos, políticos, poetas y artistas, y el trabajo de
sus esclavos. Los escultores, pintores y poetas del renacimiento fueron sostenidos por los príncipes que
disponían de los recursos económicos suficientes para hacerlo. Los pueblos desarrollados de hoy, vuelcan
gran parte de los excedentes generados por la sociedad al sostenimiento de sus hombres mas talentosos y
geniales. Todos los grandes procesos civilizadores necesitan generar un excedente para ocuparlo en
subsidiar la creatividad de sus intelectuales, científicos y artistas.
El ocio no es malo. Es el tiempo entregado a otro esfuerzo distinto al habitual, a las relaciones
interpersonales, a la construcción y consolidación de la amistad y la familia, a la recuperación del silencio
y al reencuentro con uno mismo, la naturaleza y con Dios. “Los pájaros no siembran ni cosechan”, pero
consumen con frugalidad para no alterar el orden natural. Es lo que hacían nuestros antepasados los
indios.
Este modo de vida tiene su precio: menos confort, menos lujo, y una existencia más austera en lo material
pero más rica en lo emocional.
LA SOLIDARIDAD
La solidaridad -que no debe confundirse con la caridad ni la beneficencia- es sustancialmente
responsabilidad y obligación contraida en gran medida para con los otros, que favorece la unidad de
pensamiento y vida entre los hombres. ¿Es posible encontrar esto en los pueblos paternalistas?
La responsabilidad sólo es posible cuando los hombres responden por sus actos; cuando se obligan a ser
y hacer; cuando asumen el deber de reparar errores y desaciertos; cuando obedecen a criterios de libertad
que no coinciden con los nuestros.
Nuestro sentido de la Solidaridad se circunscribe al ámbito de la familia y al grupo de pertenencia por
imperio del estilo de vida corporativo que hace que cada grupo busque sus ventajas aún en desmedro de
los otros. No nos reconocemos como sociedad colectiva sino como sociedad corporativa. Nos disociamos
en grupos de pertenencia corporativos para maximizar las ventajas monopólicas de cada sector, sin
importar si las ventajas monopólicas de unos atenta contra los intereses de los demás.
¿Pueden “responder” aquellos pueblos sumamente habituados a escuchar, obedecer y callar? ¿Qué
obligación pueden contraer los que se sienten exentos y desentendidos de todo?
Sin solidaridad es poco probable y casi imposible la construcción de emprendimientos industriales y
comerciales basados en la cooperación, la asociación colectiva.
Nuestros obreros -en general, de una vida monótona, sin aspiraciones ni oportunidades- carecen de la
enseñanza metódica, sincera y desinteresada de las prácticas gremialistas, del cooperativismo y de la
asociación comercial.
Costumbres arraigadas de larga data a las que ha prestado su colaboración un sistema judicial lento,
engorroso, desconocido y costoso para el hombre común, nos limita la credibilidad y confianza en los
otros, perjudicando la formalización de sociedades o asociaciones con fines útiles o económicos mutuos.
Así también, el sindicalismo nuestro generalmente ha servido para favorecer patrimonialmente a grupos
cerrados de beneficiarios vitalicios, postergando económica y culturalmente a la gran mayoría y
desengañándonos de la eficacia de las acciones colectivas y gremiales.
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UNIDAD N° 6
CUESTIONES CULTURALES
TEMA N°6
TRANSFORMACIÓN CULTURAL -Segunda parte-
Transcripción íntegra de la obra:
TRANSFORMACIÓN CULTURAL, Raúl Edgardo Caro, 3° Edición, Catamarca, 2010
Cuando se cree que la riqueza es una torta de la que conviene tomar la mejor tajada, entonces no hay
espacio para pensar que no se trata de atrapar una tajada sino de ser repostero para elaborar la torta que se
quiere.
Esto podría explicar en parte, la haraganería española de aquellos viejos tiempos; su rapacidad, el pillaje,
el monopolio, los privilegios, la prebenda, el tráfico de influencias, la corrupción, el fraude, el ansia por
tener y el despilfarro de su prodigalidad, la ostentación, la indolencia, el culto al coraje y la heroicidad; la
compra de cargos administrativos y el peculado en la función pública, sólo por mencionar algunos rasgos
del pasado cultural que tuvieron y nos legaron.
Es posible que con nosotros pase algo parecido; que al igual que aquella España de antaño, la pobreza nos
haya conducido a la decadencia moral e intelectual, y con nuestro proceder, instituciones y decisiones,
contagiado al conjunto social. Por ello quizá no nos explicamos que siendo una provincia “tan rica”
tengamos que padecer pobreza, lo cual supone una contradicción, porque ser rico excluye la posibilidad
de pobreza.
Para nosotros, la riqueza la constituyen los productos espontáneos e insondables de la naturaleza y las
obras del genio de los hombres de ultramar. Confundimos capital con dinero y carentes del esfuerzo
intelectual de abstracción, sólo atinamos a interpretar lo que vemos, pero no logramos imaginar lo que no
vemos.
EL AHORRO
Decía Juan Manuel Chavarría, que los catamarqueños amábamos y deseábamos la libertad, que
carecíamos de hábitos de ahorro y que nos faltaba solidaridad.
Sabemos que la palabra “horro” significa -entre otras acepciones- libre, exento, desembarazado; y que la
letra “a” antepuesta como prefijo indica -a veces- lo contrario o carencia.
Desde esta perspectiva, la conjunción de ambas en “a-horro” significaría: no ser libre; no estar exento;
comprometido en vez de desembarazado; obligado a algo, y todo esto, con el propósito de atender con
previsión las contingencias futuras, prevenir las eventualidades del porvenir, en síntesis: previsión
humana.
Uno de los más señalados triunfos del ser humano fue el control y disciplina de sus facultades, y el ahorro
resultó ser la más alta expresión del dominio que el hombre logró ejercer sobre si mismo para superar su
estado primitivo y evolucionar. El ahorro permitió así, poner límite al placer de consumir y concedió al
hombre un alto valor moral, un elevado desarrollo del carácter y la posibilidad económica de acumular
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una reserva para tiempos malos o la generación de capital. El ahorro, lento en su desenvolvimiento pero
eficaz en sus resultados, se constituyó en una obra portentosa de la actividad humana, un alto dote
espiritual y no un mezquino impulso de la avaricia.
Cuando hay escasez de capital la demanda laboral es limitada, y cuando la oferta de brazos es grande y no
cuenta con un correspondiente desarrollo de capital los salarios disminuyen. De allí que el ahorro
destinado a reproducción sea decisivo para la suerte de los trabajadores. Ahora bien ¿cómo restringir el
consumo para aplicarlo al ahorro en clases con muy escasos ingresos y en una época imitativo-consumista
como la presente, en donde las personas adquieren prestigio social según la cantidad y calidad de lo que
consumen?
El ahorro no es un fin sino un medio. Toda privación de un placer debe obedecer a la obtención de un
beneficio mayor al sacrificio pues, nadie se impone una privación sin esperar a cambio una recompensa.
¿Qué recompensa podemos ofrecer a nuestros pobres que valga la pena un sacrificio?
Es posible construir sumas colosales partiendo de pequeños ahorros. Los aproximadamente 40.000
empleados públicos de Catamarca, los oscilantes y variables 27.000 desocupados y subocupados
existentes, más los 35.000 que reciben subvención a la pobreza por parte de la Nación, podrían acumular
mensualmente alrededor de $100.000 si ahorraran solo la insignificancia de $1 por mes, lo que al cabo de
dos años permitiría acumular casi dos millones y medio de pesos para aplicarlos al emprendimiento de
actividades productivas, convirtiendo a los pequeños ahorristas en nacientes capitalistas.
Si cada uno guardara pequeñas cantidades, manteniéndolas inactivas en previsión de futuras necesidades,
sería un esfuerzo inútil y sin ninguna utilidad porque no conduciría a la capitalización pues, el
atesoramiento no ayuda al desarrollo ni la formación de capital, en cambio, el ahorro cooperativo, aún de
pequeñas cantidades, puede conducir a instalar grandes emprendimientos productivos y reportar
inestimables ganancias a los ahorristas.
El fondo constituido con el ahorro de las clases populares puede y debe destinarse al sostenimiento y
desarrollo de la industria entre la misma clase y bajo la garantía de todos los asociados, como ocurrió en
Alemania a comienzos del siglo XX. ¿Es posible realizarlo? ¿Qué condicionantes resulta preciso vencer?
Según hemos visto, “horro” y “ahorro” son conceptos opuestos. El horro que caracteriza nuestra conducta
libre, exenta, desembarazada, se contrapone al ahorro que en cambio implica compromiso,
responsabilidad y obligación hacia algo o alguien, como la Libertad. Horro y Ahorro se oponen como la
idea de libertad vigente en nosotros y la existente en otros pueblos. Mientras nosotros creemos en el
horro, otros pueblos creen en el ahorro.
Para pasar del “horro” al “ahorro” nos será preciso adquirir los criterios de Libertad, Solidaridad y
Riqueza que hemos descripto como verdaderos. Será necesario un cambio cultural.
Adquirir nuevos criterios de libertad, solidaridad y riqueza nos permitirá modificar la convicción
generalizada de que sólo la autoridad imparte el discurso correcto, civilizador y oportuno; la creencia
común de que los gobernantes mandan por delegación y no por representación podría hacernos cambiar
nuestra inefable y monótona vida política que consiste en votar a los candidatos y luego desentendernos,
como si los electores transfiriéramos al elegido el pleno derecho a imponer su exclusiva voluntad y libre
albedrío, haciéndole sentir la sensación de que puede hacer con el poder lo que quiere. Esta posibilidad
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estará siempre latente en nosotros, debido a que forma parte de nuestra conducta cultural, transmitida de
generación en generación vaya a saber por qué ignota razón sociológica, pero sería bueno que nos
propusiéramos democratizar nuestras vidas, es decir, internalizar la idea de que los que mandan lo hacen
cumpliendo la voluntad expresa de los electores y no la propia; interviniendo activa y decididamente en la
tarea de indicar al dirigente elegido lo que debe hacer y no abandonarlo a su suerte o a sus caprichos y
ambiciones. En fin, hacer realidad lo que la Democracia propone es decir, que los dirigentes hagan lo que
los electores quieren, rechazando la creencia de que son intuitivos intérpretes de la voluntad de la
mayoría. En la Democracia, como todos sabemos, el pueblo manda al gobernante y no éste al pueblo
como ocurre en las dictaduras o monarquías absolutas.
La práctica y ejercicio repetido de esta conducta podría depararnos insospechadas satisfacciones.
Afianzaría nuestra auto-estima, fortalecería nuestras convicciones, nos haría responsables colectivos de
todo lo hecho y por hacer. Nos tornaría más prudentes con los demás, pero también más exigentes con
nosotros mismos y aprenderíamos a vivir pacíficamente sofrenando pasiones y ambiciones personales,
que no es bueno alimentar a costa del interés común y colectivo. Nos permitiría en fin. entender el ahorro
como la fuente necesaria para nuestro progreso y bienestar económico.
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UNIDAD N° 6
CUESTIONES CULTURALES
TEMA N°7
TRANSFORMACIÓN CULTURAL -Tercera parte-
Transcripción íntegra de la obra:
TRANSFORMACIÓN CULTURAL, Raúl Edgardo Caro, 3° Edición, Catamarca, 2010
Este corto inventario de una lista aún mayor de calamidades, constituye el tamaño de nuestros
infortunios al que podemos agregar aún muchos datos más.
Un estudio de costo-producto de nuestro Poder Legislativo en el año 1992, nos indica que para entonces,
cuando un peso equivalía a un dólar, el costo unitario de las 42 leyes que se sancionaron fue de U$S
221.000.
Siete de esas 42 leyes correspondían a declaraciones de: ciudadanía ilustre a dos indiscutidos ciudadanos,
monumento histórico a una iglesia, utilidad pública a un terreno, interés provincial a un festival, pensión
graciable para un ciudadano y denominación a la sala de reuniones de los señores legisladores. Cada una
costó U$S 221.000. Quizá un decreto del Ejecutivo hubiera resuelto esto con menos costo para todos.
Diez leyes fueron sancionadas sin prever de donde se extraerían los recursos necesarios para hacerlas
realidad.
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Tres leyes establecían el presupuesto de ese año 1992 pero se sancionaban recién en noviembre y
diciembre de ese año, es decir, no “presuponían” nada, el ejercicio estaba ya vencido.
Dos leyes absolutamente innecesarias por su obviedad establecían que el material “descartable” en
medicina humana no debía usarse otra vez, salvo indicación en contrario; y la otra, que los vehículos de
Uso Oficial eran para uso exclusivo del Estado y necesitaban un permiso de ruta, pero que los
funcionarios superiores podían guardarlos en sus casas.
Por último, una insólita ley que movería a risa si no fuera por la tragedia cívica que representa, establecía
plazos perentorios al Poder Ejecutivo y al Poder Judicial para contestar los informes requeridos por el
Poder Legislativo, fundamentando el castigo derivado de su incumplimiento en la aplicación del artículo
299 de la Constitución Provincial. Fue vetada parcialmente porque nuestra Constitución solo tiene 298
artículos.
El año siguiente, 1993, por obra de un generalizado aumento presupuestario y salarial, cada ley ya no
costaba U$S 221.000 como en 1992, sino U$S 645.000.
Podemos agregar otras singularidades mas a esta larga lista de fatalidades y desdichas.
En el año 2001 teníamos 14.400 desocupados y 10.000 subocupados. En el año 2004, esta cifra había
disminuido; había sólo 12.000 desocupados y 6.000 subocupados, pero eso sí, la Nación subsidiaba a
35.000 comprovincianos pobres. En 2006, según el INDEC teníamos 14.160 desocupados (11,6%) y
13.400 subocupados (promedio de la región noroeste: 11%)
Nuestro crecimiento vegetativo puede establecerse en alrededor de 7.000 almas por año, y el aumento de
la PEA (Población Económicamente Activa) en 2.500 también anual. Esto quiere decir que necesitamos
crear anualmente 2.500 puestos de trabajo para nuestros comprovincianos, pero lamentablemente no lo
hacemos.
Una antigua ley de promoción industrial del año 1975 permitió la radicación de numerosas empresas en
nuestra provincia y logró que para el año 1985 se crearan 2.000 nuevos puestos de trabajo. Fue un
esfuerzo importante y loable, pero nosotros necesitamos crear 2.500 puestos por año y no 2.000 cada diez.
Hemos creído que los emprendimientos mineros resolverían definitivamente nuestros problemas de
ocupación, pero el más grande en nuestra historia que cuenta con 1200 empleados sólo ha ocupado
directamente a 470 catamarqueños (EL ANCASTI, 07-01-06), entrega $50 millones anuales al gobierno y otros
millones a diversas empresas del país. Tendríamos que inaugurar cinco empresas mineras de ese tipo cada
año para, por fin, dar ocupación a nuestros 2.500 demandantes anuales, pero esto no es posible, no
tenemos tantas minas de esa magnitud, y todavía nos quedaría el problema de resolver la ocupación de los
35.000 subsidiados por la nación con $150 mensuales, los 12.000 desocupados y los 6.000 subocupados
del año 2004, o los 27.000 desocupados y subocupados de 2006.
Mas de 200 empresas agroganaderas radicadas por el régimen de diferimientos dan ocupación a cerca de
5.000 comprovincianos, pero tampoco alcanza.
¿Qué hemos hecho como pueblo frente a este extenso repertorio de torpezas y desatinos?
Los partidos políticos -con su silencio- negándonos un público debate entre ellos y cara al pueblo con las
soluciones que debieran tener para estos males; nosotros, muchas veces negándoles el voto, sumidos
también en otro fatal silencio.
En las elecciones del año 2001 para renovar diputados provinciales, el 63% de los habilitados para
hacerlo, eligieron diputados, en las elecciones de marzo del año 2005 para igual propósito, sólo el 40% de
los habilitados eligió diputados, en las elecciones de marzo de 2007, el 66% de los habilitados eligió
diputados.
En 2001, el partido mayoritario obtuvo 11 bancas con 63.500 votos, en el 2005, con solo 46.000 votos, en
el 2007 obtuvo 12 bancas con 81.844 votos.
Las abstenciones y votos en blanco del año 2001 fueron 78.000 (55.000 no habían ido siquiera a votar).
Eran 15.000 mas que los que eligieron 11 diputados.
Las abstenciones y votos en blanco del año 2005 fueron 132.500 (85.500 no habían ido siquiera a votar).
Eran 86.500 mas que los que eligieron 11 diputados.
Las abstenciones y votos en blanco del año 2007 fueron 80.622 (74.910 no habían ido siquiera a votar),
sin embargo, eran 1.222 menos que los que eligieron 12 diputados.
Los diputados elegidos en marzo de 2005 representaban a una minoría. Eran legales pero ilegítimos. El
60% de la población habilitada carecía de representación. Si la tendencia continuaba, ninguna ley surgida
de ellos sería legítima, sus actos carecerían de sustento popular y serían vistos cada vez mas con
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desprecio, indignación y hartazgo. En 2007 en cambio, sólo el 37% de la población habilitada carecía de
representación.
Ignorar el fastidio y las aspiraciones de una inmensa masa de electores no parece ser una actitud acertada,
porque la violencia de la indiferencia puede conducir a la violencia de la respuesta. No es bueno
responder con silencio al silencio de la protesta.
Todo parece conducirnos a la idea de que nosotros actuamos en silencio. A veces pasivo, otras, activo,
pero casi siempre en silencio. Así ocurrió 130 años atrás cuando en 1875 una reforma constitucional
establecida por ley no logró reunir jamás a los convencionales para debatirla, por lo que un año después
renunciaron todos a concretar el objetivo. Dos años después, en 1878, se intentó una nueva reforma. El
recordado Mamerto Esquiú llegó desde Europa a regañadientes para participar como convencional. Un
año después de vanos propósitos, publicó su propio proyecto constitucional por la prensa convencido de
que así el pueblo se animaría a debatir el problema y desenmascarar la inoperancia, pero todo fue en
vano; nadie le dijo que sí, uno solo le dijo que no, pero nunca nadie trató el proyecto. La reforma no fue
tal y quedó en el olvido.
Al finalizar el año 1894 otra elección de diputados para una nueva reforma constitucional concitaba muy
poca asistencia al acto comicial; sólo los amigos del gobierno habían concurrido a las urnas. El periódico
más influyente y oficialista de la época, El Conservador, acusaba desengañado a nuestro pueblo: “son
inconmovibles en su indiferencia y nadie los saca de ahí. Eternos malicientes en privado, o eternos
indiferentes para todo...¿Es preciso recordarles que el pan de la libertad no se come sino con el sudor de
los esfuerzos honrados, de las abnegaciones dignas, y de los sacrificios constantes? La vida democrática
no se arraiga en terrenos de la indolencia.”
En 1926, la ley electoral de la provincia establecía que los deudores morosos del Estado no podían ejercer
el derecho al sufragio. Este exceso, como muchos otros de consecuencias funestas para la vida del pueblo
hacían decir a Juan Manuel Chavarría en su libro El problema económico y social de Catamarca (1926):
“pero parece que todavía no es lo suficiente para determinar una reacción viril en contra de las prácticas
viciosas del gobierno republicano”.
A nivel nacional, la famosa frase del presidente Roca “en este país, el que habla se jode”, parece indicar
que desde hace largo tiempo “hablar” implica tener riesgos y complicaciones.
En materia política, cuando los sublevados son peligrosos se reparten sinecuras en silencio, y para los
descontentos que gritan: indiferencia, ostracismo, olvido o silencio, decía C. Octavio Bunge en 1911.
Mas de una década atrás, el infame asesinato de una jovencita conmocionó nuestra provincia. El pueblo
transitó en silencio activo las calles de la ciudad y así hizo manifiesto su agravio. Otra vez el silencio
como respuesta.
Nuestra vida cotidiana está plagada de “prudentes” silencios; con la pareja, con la familia, con el jefe,
con el partido, con los conocidos y con los amigos.
El funesto dato de los suicidios relatados al comienzo, nos conduce a ver también allí el resultado de
insoportables silencios.
El suicidio es el mensaje de alguien que no puede decirlo, de quién no puede sostener su discurso, de
quién no es escuchado. El suicidio es una agresión contra uno mismo y proporcional a la frustración
vivida. El suicida carece de tolerancia a la frustración, quizá porque los modelos propuestos por la
sociedad le resultan inalcanzables o mas aún, intolerables. El resto de nosotros en cambio, parece tener
una infinita tolerancia a la frustración acostumbrándonos a vivir con ella.
El silencio no es salud, pero nuestra respuesta parece ser desde hace largo tiempo, el Silencio.
Si es cierto que El Silencio es casi siempre nuestra respuesta a lo inaceptable, a lo no querido, a lo
indeseado, tendríamos que convenir que en nosotros no se cumple aquello de que “El que calla otorga”,
porque en nuestra conducta, callar significa no otorgar, no aceptar, lo cual configuraría un modo de
comportamiento diametralmente opuesto a lo universalmente aceptado como correcto. Este proceder,
pone seriamente en crisis parte del andamiaje jurídico-político que el derecho que nosotros creemos haber
adoptado, deposita en el precepto “El que calla otorga”, y hasta podría derivar en una nueva y renovada
concepción jurídico-política basada en nuestra real y efectiva costumbre y no en las que exige un
republicanismo que nosotros no vivimos plenamente.
Obsérvese que nuestra vida política requiere de grandes manifestaciones de masas, mítines y asambleas,
que cuanto más numerosas presuponen mayor consentimiento a la figura o propósitos del convocante.
Nuestros políticos no soportarían realizar sus campañas electorales únicamente desde púlpitos académicos
o mediante proclamas radiales o televisivas. Necesitan de concentraciones masivas para sentir que se
legitiman sus ambiciones políticas. La presencia de las masas, el aplauso, el estrépito del bombo, los
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gritos y los cánticos, espontáneos o provocados, constituyen nuestro modo de consentir y aceptar lo que
queremos. Generalmente hacemos concentraciones para aceptar, para aprobar, para consentir, y callamos
para negar, para rechazar. Un acto con escasos asistentes nos indica casi irremediablemente un fracaso.
Lo curioso de todo esto es que La Democracia, la vida democrática, se sustenta justamente en lo
contrario. En los pueblos que la ejercen; las manifestaciones, las concentraciones populares se hacen para
protestar, para rechazar, para expresar airadamente un disgusto, un desacuerdo y no necesariamente para
consentir acciones, o para aplaudirlas. Curioso proceder el nuestro, porque en la República romana o en
las monarquías absolutas, los cesares o los reyes necesitaban también de concentraciones masivas que
legitimaran de algún modo sus actos y decisiones, y los rechazos -cuando eran posibles- reprimidos
duramente. Quienes se arriesgan diciendo la verdad y actuando en consecuencia son personas como todas,
pero con principios sólidos, no conformistas y furiosas por la injusticia.
¿Cómo explicar este silencio?
Hace más de cien años que en Catamarca no se producen levantamientos populares armados contra un
estado de cosas insoportable. No ha sido así toda nuestra historia, pero gran parte de ella sí: los últimos
cien años.
Marcos Aguinis afirma en su obra Las redes del odio, “que junto al progreso fermenta el miedo al
cambio, y el miedo suele apelar al disponible recurso de la violencia”. Quizá, porque en nosotros no hay
progreso desde hace muchos años, no se manifiesta miedo alguno al cambio y por ello no recurrimos a la
violencia.
El conformismo produce esterilidad y decadencia. ¿Nosotros somos un pueblo conformista?
¿Constituimos una cultura que tolera la corrupción y una justicia anémica? ¿Cómo explicar nuestra
resignación frente el dolor, el atropello y otras lacerantes miserias sociales? El conformismo se apoderó
del alma de los españoles cuando por fuerza de la intolerancia y la envidia expulsaron a judíos y moros, y
se sumieron en la soledad del igualitarismo por medio del terror.
¿Es posible encontrar en nosotros, la existencia de ocultos patrones de cultura y conductas bajo presión?
Sabemos que el temor ha sido el arma principal de todo Estado autoritario con el objeto de mantener a la
población dócil y sumisa para impedir cualquier intento de oposición. Pero aquí, ¿cómo se persuade a la
gente común para que acepte de manera pasiva la corrupción y la injusticia?
El temor de atraer la atención de un Estado autoritario que da o quita el casi único trabajo que existe sería
una razón práctica que podría explicar la pasividad, pero también es cierto que los seres humanos
decentes expuestos a una propaganda persistente se transforman e insensibilizan. La prolongada
exposición a la propaganda disminuye las reacciones.
Cuando la propaganda insiste en que vamos bien, que todas las obras se cumplen, que el “proyecto
político” vigente propende a la felicidad de todos y que todos somos buena gente constituyendo un pueblo
maravilloso, no hay espacio para el disconformismo de los que no les va tan mal, de los que hacen
jugosos negocios por su amistad con el Estado y de los que reciben subsidios sin contraprestación. El
mejor negocio es aquél donde se gana sin gastar nada. Es muchas veces el caso de nuestros subsidios a la
desocupación.
La colaboración, la participación y la identificación con el poderoso crea una disposición a que se
deslicen los fundamentos de la moral. Así la culpa desaparece cuando todos son vistos como culpables y
la pobreza desaparece cuando todos son vistos como pobres. Es también muy humano que nosotros, las
víctimas, no tengamos noticias de estos acontecimientos, porque las cosas que nos están sucediendo no se
corresponden con la visión que tenemos de nosotros mismos. Nos falta perspectiva para ver lo evidente.
El que se cree bueno y justo, no puede concebir la posibilidad de ser malo e injusto.
La pertenencia a nuestra particular cultura se logra adoptando de manera real o fingida las formas
exteriores de la fe, la ética, la democracia, el patriotismo, el partidismo, la paternidad, etc., si uno sabe
cuales son los valores que se reconocen nominalmente como tales aunque no se practiquen. Es posible
que en realidad aceptemos rótulos para poder sobrevivir. Pareciera ser que tenemos una doble actitud
frente a la vida; una se colma de decires que no hacemos y otra de haceres que no decimos, simulando
creer lo que en realidad no creemos y callando lo que aborrecemos.
¿En nosotros la lucha personal contra el secreto y la opresión se torna silencio?
Sabemos por Freud que dos cosas mantienen cohesionadas a una comunidad: la compulsión a la violencia
y las ligaduras del afecto. Cuando una falta, es posible que la otra mantenga en pie a la comunidad. ¿En
nosotros funcionan las ligaduras del afecto?
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UNIDAD N° 6
CUESTIONES CULTURALES
TEMA N°8
TRANSFORMACIÓN CULTURAL -Cuarta parte-
Transcripción íntegra de la obra:
TRANSFORMACIÓN CULTURAL, Raúl Edgardo Caro, 3° Edición, Catamarca, 2010
¿CÓMO SOMOS?
En 1975, Juan Bautista Zalazar se preguntaba “¿Acaso no es incitante averiguar qué secreta relación
existe entre esa flor tan nuestra -la parásita- que cantara Adán Quiroga y uno de nuestros rasgos más
lamentables: el parasitismo? [...] frente a una naturaleza inconmovible, casi sin movimiento; frente a una
sociedad estable, confiada en sus tradiciones y convencionalismos, el hombre catamarqueño desde su
nacimiento se inscribe en la filosofía de la pasividad y la indolencia: una actitud de entrega completa al
contorno inmediato -el espacio- y la absorción sin resistencia al momento que apenas pasa -el tiempo- Es
el hombre que soporta el destino con paciencia, pero también con lerda imaginación. [...] Un destino
cierto y casi ineludible en su desarrollo: el empleo público, el oficinismo. [...] El ideal consiste en no
innovar, no cambiar, vivir los días iguales con una meta fija como vértice: la jubilación”.
“Vivir del ESTAR y del PARECER.[...] La carencia de invención porque demanda el esfuerzo de
HACER y el acogimiento a la comodidad de la copia. El ESTAR sin HACER conduce en forma directa a
una sociedad de Pilatos: donde muchos se lavan las manos esperando que otros asuman la realización
efectiva.[...] En nosotros juega el vivir para PARECER. Se vive para el adjetivo. De allí el temor pánico a
la crítica, el respeto -la veneración- por la apariencia exterior.[...] El catamarqueño tiene una urgente
necesidad de VER. No el paisaje ni el contorno cuya cotidianeidad lo tiene acostumbrado, sino un modo
más singular de ver: VER LO QUE SIENTE. Y por ende mostrar. Aunque se engañe a sí mismo importa
MOSTRAR, interesa que se crea la apariencia. Por eso es esencialmente visual”.
LOS OTROS
Cuando se identifica a un sector social como pobres, vagos, choros, indios, marginales, negros,
periféricos, de barrio, etc. la población crece condicionada psicológicamente para aceptar los abusos
contra el grupo excluido. “Hay una propensión humana a crear categorías de Nosotros y Ellos, para
después cerrar filas y excluir. “El rechazo del Otro es una característica humana que se alimenta en los
rincones más primitivos de la mente. El retroceso a la tribu es fácil, visceral y satisfactorio. ¿Qué hay más
reconfortante que atribuirse lo mejor a uno mismo como a los compañeros que piensan igual, y lo peor al
Otro?” “Siempre deberemos combatir nuestras individualidades primitivas siempre preparadas para
rechazar. La más terrible de las capacidades humanas es la de devaluar profundamente a los otros que son
simplemente diferentes”. “El miembro de una clase en peligro siempre trata de salvarse. El deseo de
disociarse de una clase de parias es un fenómeno universal, aunque no es un impulso admirable” “La
tolerancia de la diferencia no es natural, puede aprenderse (o no) en la familia y la sociedad, pero es muy
vulnerable a la propaganda”. Cuando los ataques contra los vulnerables quedan sin castigo se produce una
insensibilización progresiva. Así cuando Enrique IV perdió interés por castigar el crimen, en todos los
niveles estimuló los instintos rapaces. El desarrollo progresivo en la desvalorización de un grupo y la
insensibilización individual producirá un núcleo de ofensores activos pero también millones de testigos
condicionados para no “ver”. Esta incapacidad para “ver” puede también afectar a los mismos grupos
oprimidos, opina Erna Paris (2003).
Los historiadores han demostrado que muchas personas “sabían” que en los campos de concentración
nazis se estaba realizando una tarea horrible y de igual modo pasó en Argentina en tiempos de la
dictadura militar del Proceso de Reorganización Nacional (1976-1982).
De manera similar podríamos decir que aquí en Catamarca muchas personas -especialmente los políticos-
saben que nuestros pobres -la mayoría de la población- no tienen esperanza de progresar, porque no se
crea trabajo suficiente para todos ni se les educa para imaginar nuevas formas culturales de vivir que no
sean el puesto público o la dádiva política, a pesar de los últimos empeños por forjar mineros, cosecheros
de aceitunas y albañiles constructores de viviendas masivas.
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No podemos olvidar que antes que se desarrollara la ciencia; hechicería y magia eran las encargadas de
resolver lo ignoto. Aún hoy, al comenzar el siglo XXI, casi un siglo y medio después, alguna radio, la
televisión y nuestros dos únicos diarios publicitan en letra de molde y espacios costosos, los servicios
ofrecidos por aproximadamente 50 seudos Pai, licenciados en parapsicología, maestros místicos, expertos,
chamanes, videntes, tarotistas, gitanos, profesores, indios macumberos, especialistas, maestros chinos,
sanadores, guías, confidentes, espiritistas, mentalistas, profetas, curanderos, astrólogos, exorcistas,
secretistas, maestros en ciencias ocultas y magia negra, mensajeros, médiums, fenómenos paranormales
con dones predictivos y de comunicación celestial, un santo que resuelve asuntos urgentes, otro que
remedia cuestiones difíciles y el reparto a domicilio de un breve escrito que hace mención a una Virgen
que a cambio de repartir 29 copias del mismo, hace milagros.
Diciendo tener poderes milagrosos y entender mensajes divinos, proponen resolver problemas derivados
de la mala suerte, la envidia, conflictos, traiciones y peleas del hogar. Expertos en unir parejas
desavenidas o atraer personas deseadas, dicen también ayudar a mejorar los negocios, estudios y juegos
de azar. Se ofrecen para curar la angustia, enfermedades inexplicables y fracasos de todo tipo y en
general, podríamos decir que proponen resolver los cuatro grandes problemas de la condición humana:
amor, salud, trabajo y dinero.
Cabría preguntarse las razones por la cual, un promedio de 13 avisos repetidos cotidianamente en los dos
diarios provinciales, hacen de esta actividad un requerimiento necesario de una parte importante de
nuestro pueblo y un negocio significativamente rentable (el costo mensual de cada uno de esos avisos es
similar al sueldo mensual de un Ministro de gobierno), solventado por clientes desesperados.
Es posible creer que cuando las instituciones políticas, jurídicas, económicas, sanitarias, educativas y
religiosas de una sociedad, no pueden dar amparo y respuesta satisfactoria a estas grandes cuestiones del
hombre, este apela irremediablemente a hechizos y brujerías para paliar sus males.
LO RELIGIOSO
Es posible que para la religiosidad popular mayoritariamente vigente entre nosotros, este proceder
cultural nuestro pudiera atribuírsele a la voluntad de Dios y explicar así nuestra aceptación y silencio
frente a las cosas que nos pasan.
Cuando sobrevino el terremoto de 2004 el Obispo provincial estimó que las viviendas de Catamarca no se
habían desplomado por decisión de la Virgen del Valle, pero cuando en 2005 cayó un vitral de los techos
de la Catedral matando a una persona e hiriendo a otra, se hicieron investigaciones técnicas para averiguar
por qué había ocurrido esta desgracia; al parecer, no podía ser atribuida a la ira de Dios. Es posible que
gran parte de nuestro pueblo crea aún en ordalías, esas pruebas del medioevo consideradas juicios de
Dios. En esos tiempos, cada hecho natural era entendido como una señal de la gracia o amenaza de Dios.
“El catolicismo insiste en el Evangelio (la palabra) y los Sacramentos, mientras la religiosidad popular
insiste en las devociones y en la protección” decía Luis S. Paez.
Dice Savater en su Diccionario Filosófico que “La obediencia a los depositarios de la autoridad divina
constituye un resabio absolutista incompatible en su misma esencia con la propuesta democrática que
aspira al acceso igualitario para la toma de decisiones y que justifica la administración del poder como
expresión delegada de las decisiones mayoritarias”, muchos de nosotros en realidad, no cree que “La fe
impide la indagación personal, la experimentación, la crítica racional de las convicciones establecidas, el
debate público por medio del cual cada participante puede obtener sus propias conclusiones”. En materia
religiosa, “la Ley es un dictado de lo sobrenatural y no un conjunto de convenios pactados entre los socios
y sometidos por tanto a posible revisión”, pues “Las religiones están sustentadas en una dogmática que
ofrece paraísos a cambio de fe y obediencia”.
Los católicos españoles deleznaban a los indígenas americanos por sus sacrificios humanos y de animales
para redimirse ante su dios. Sin embargo creían bueno el espantoso sacrificio de Jesús en la cruz para
redimir los hombres ante Dios.
Según los economistas neoclásicos el hombre opta según su deseo. Desde esta perspectiva, el hombre
atribuye valor a lo que desea y por deseo consume, pero como sólo desea lo que conoce, en consecuencia
lo que ignora no lo consume. A excepción de lo instintivo, si se le priva conocer no deseará; luego, si no
conoce las ventajas del trabajo, una ética colectiva de lo que debe ser, la democracia, etc. no las deseará.
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UNIDAD N° 6
CUESTIONES CULTURALES
TEMA N°9
TRANSFORMACIÓN CULTURAL -Quinta parte-
Transcripción íntegra de la obra:
TRANSFORMACIÓN CULTURAL, Raúl Edgardo Caro, 3° Edición, Catamarca, 2010
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CULTURA
Entenderemos por Cultura, todo aquello que conforma la vida de un pueblo: sus formas de vivir y
relacionarse, trabajar y producir; su valoración de los bienes, costumbres, creencias, ritos, códigos, leyes,
símbolos y herramientas; lo que construye y la forma en que lo hace; la riqueza que crea o la pobreza a la
que se condena.
Los modos de sentir, pensar y actuar; los hábitos, costumbres y obras de los hombres conforman un estilo
de vida donde ciertas cosas se valoran, privilegian y veneran, y otras se desprecian. Ese estilo de crecer
creando es lo que entendemos por Cultura, pero no sólo en su dimensión material, sino en la
intencionalidad dignificadora y superadora de la condición humana. En este sentido, un edificio -que es
una obra del hombre- pierde su dimensión cultural si es construido como dormidero o para prostituir o
torturar a los hombres, y el comercio libre -que es un modo económico de pensar y actuar del hombre-
pierde también su dimensión cultural cuando sirve para perpetuar el poder económico de los pueblos ricos
impidiendo el desarrollo de los pueblos pobres. Cultura es constante reformulación de la vida para
construir el futuro; adecuación de los modos de ser y pensar con el fin de alcanzar y proteger una elegida
vida digna en la globalidad mundial. Sentimos, pensamos y obramos en función del futuro que esperamos
vivir. La Cultura es un llamado del futuro; es respeto por las creaciones del pasado pero sustancialmente
el deber de imaginar y edificar un futuro singular y perfectible.
Entender como Cultura solamente a las artes, ha sido un error que es preciso reparar. Nos es preciso
terminar con la pretérita y elemental idea de Cultura que la considera circunscripta a las artes o detenida
en los usos y costumbres de los antepasados, como si no tuviéramos igual derecho a desarrollar nuevos
usos y costumbres. Nos es preciso comprender que Cultura no es solamente recreación, distracción,
entretenimiento, pasatiempo y espectáculo.
El progreso no es la consecuencia evolutiva de la historia, sino el resultado de una cultura. Por esta razón,
no hay un curso ineluctable de la tecnología que a través de la globalización nos lleve al progreso, sino
que es preciso una cultura racional, científica, tecnológica, filosófica y económica que la posibilite,
además de la emocional que poseemos. El desarrollo y la riqueza no son independientes de la cultura y la
tradición. Si la cultura y la tradición no posibilitan el progreso material, no es posible alcanzarlo.
Se trata de interpretar las creaciones pasadas, presentes y futuras de los pobladores de nuestra tierra,
como la sustancia misma de la catamarqueñidad.
La Cultura es lo que el hombre crea e inserta en su circunstancia, en su dimensión espiritual y material
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con intencionalidad dignificadora y superadora. Es el edificio que construimos con vistas a ocupar alguna
vez. Su placer no está en habitarlo sino en la emotiva y trabajosa tarea que demanda su realización.
Deberemos rescatar, proteger y renovar todos los Hábitos, Costumbres y Obras de nuestros
comprovincianos que tengan la intención de dignificar y superar la condición humana y enterrar el lado
negativo y oscuro de nuestros sustanciales defectos.
Pertenecemos a un pueblo que carga desde hace largo tiempo los padecimientos de la pobreza. Pero la
pobreza no es un castigo de Dios, sino el resultado de equivocados hábitos, costumbres y obras encaradas
por nosotros.
Somos pobres posiblemente a causa de no desarrollar una cultura que nos conduzca a la prosperidad.
CULTURA Y MODERNIDAD
En nuestros pueblos contrastan las casas de adobe y techos de tejas o chapas de cinc con los vehículos
4x4 importados que transitan por calles de tierra o asfalto. De esos dos hechos materiales, sólo uno hemos
sido capaces de construir con nuestras propias manos y el saber de alarifes. Aún no hemos inventado
máquinas y estamos tan lejos de construir pirámides como los mayas, aztecas, incas y egipcios; castillos y
palacios como los europeos o rascacielos como los de Nueva York. Nada de lo que utiliza el mundo
moderno se debe a nuestra creatividad. La televisión, la computación, el automóvil, la telefonía, la
aviación, el radar, la tomografía, las vacunas contra la enfermedad, el cemento, el aluminio y mucho más,
es obra de otras culturas, no de la nuestra. Para incorporarnos al mundo moderno debemos ser capaces de
acumular capital reproductivo, aplicarlo correctamente, e inventar y fabricar en cantidad y calidad gran
parte de lo que consume y necesita nuestra sociedad y el mundo.
Al parecer, nosotros creemos que alcanzamos la modernidad comprando las creaciones del mundo
desarrollado y usándolas. Ser moderno no significa acceder al uso de tecnología de punta operando
complejos mecanismos de sofisticada construcción. Para ser moderno es preciso ser capaz de inventar,
fabricar y desarrollar con el talento personal la complejidad científica, tecnológica y humana necesaria.
Ser capaz de resolver lo difícil y construir lo complejo es ser Moderno.
LA LIBERTAD SOLIDARIA
Tomaremos del mundo desarrollado su idea de Libertad que impulsa a los hombres a confiar en su
autorrealización pero la completaremos con la convicción que esta confianza autorrealizadora es querida
por Dios y que sólo seremos digno de su ayuda después que hayamos hecho todo lo posible.
Nuestra población creyente no desconoce que el hombre se salva o se condena por su propia decisión.
Dios propone, no obliga. Será preciso comprender que en la vida social el hombre también se salva o se
condena con el juicio de Dios y de la sociedad, cuando no se esfuerza en extremo para proveer a sus
necesidades y desarrollo y se convierte en una carga para el resto de la sociedad.
El espíritu de autosuficiencia a conseguir no tendrá el sentido individualista del mundo desarrollado
plasmado en la consigna: construyo mi autosuficiencia porque estoy solo y nadie lo hará por mi, sino por
el sentimiento de solidaridad que subyace en nuestra cultura: construyo mi autosuficiencia porque no
debo ser una carga para los demás. Entendido esto así estaremos dando los pasos fundacionales de una
libertad solidaria en reemplazo de la libertad individualista del mundo desarrollado. La difusión en
nuestra sociedad y la propagación sistemática y multiplicadora de la idea de Libertad como
autorrealización querida por Dios y socialmente aceptada y deseada como camino hacia el progreso y la
felicidad, será vital en la transformación cultural.
Para que nuestras generaciones venideras crean en la Libertad como autorrealización será preciso
desarrollar en ellos y nosotros, la Voluntad, el Carácter y el sentido del Deber.
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UNIDAD N° 6
CUESTIONES CULTURALES
TEMA N°10
TRANSFORMACIÓN CULTURAL -Sexta parte-
Transcripción íntegra de la obra:
TRANSFORMACIÓN CULTURAL, Raúl Edgardo Caro, 3° Edición, Catamarca, 2010
“Un acto no es agradable sino cuando su repetición se hace fácil es decir, cuando se ha hecho
habitual; por eso [...] todo principio es penoso.
Casi todos nuestros hábitos comienzan por ser conscientes y poco a poco se tornan inconscientes.
No sólo puede hacerse adquirir hábitos artificialmente, sino también anular los ya adquiridos
impidiendo su ejercicio. El hábito del trabajo solo se adquiere en la infancia”.
López Wilson,1912
Por esta última razón es que resulta sumamente importante dar trabajo a los jóvenes para que desarrollen
plenamente ese hábito. Si la sociedad no es capaz de crear trabajo para sus jóvenes los habitúa a la
ociosidad, los pierde como productores de riqueza y deberá sostenerlos hasta su muerte.
COSTUMBRES
Un niño que escucha repetitivamente iguales ritmos musicales en su casa, en su pueblo y en su patria,
termina por incorporarlos al repertorio de sus emociones más queridas, en especial cuando esas melodías
pasan a simbolizar las adquisiciones, los gestos y los hechos propios y cotidianos de su estirpe.
He aquí la Costumbre, que ajena a los procederes automáticos del Hábito, constituye un acto emocional
sujeto a la estimación moral, querido y deseado por la sensación de plenitud que inspira. Es
comportamiento colectivo que comprende las relaciones de los hombres entre si, la colectividad y la
naturaleza.
Los cambios de hábitos y costumbres no tienen por qué ser penosos si hay voluntad de modificar lo que
se considera inconveniente.
LA VOLUNTAD
La Voluntad, ese acto racional-deliberativo orientado a la acción; esa decisión o intención para obrar
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contra los hechos para vencerlos, pude desarrollarse vigorizando el poder de querer. Se trata de proponer
un ideal fuertemente deseado por el pueblo, para que éste se esfuerce en alcanzarlo y se imponga a si
mismo como un deber. El valor de un hombre para transformar la realidad no se mide tanto por su Saber
sino por su Querer.
La fuerza que impulsa el crecimiento de la voluntad es el ejemplo. En consecuencia, será conveniente
proceder siempre con firmeza y con justicia.
¿Por qué esta preocupación por el desarrollo de la voluntad? Porque muchos intelectuales han dicho de
nosotros, que padecemos de una voluntad débil.
EMOCIÓN Y RAZÓN
La observación de nuestros actos cotidianos nos induce a creer que estamos guiados más por las
solicitaciones de la Emoción que por la Razón. Todo parece conducir a la idea de que los hombres
seducidos por la Cultura Emocional como nosotros, están siempre más condicionados por el deseo y por
el apetito que por la razón. El deseo y el apetito son primordialmente los elementos constitutivos de la
Gana. La Gana aparece en nosotros solo cuando sentimos apetito o deseo y es el elemento movilizador
sustancial de nuestras vidas.
LA GANA
La Gana posterga para mañana todo cuanto carece de realización urgente. Así planteada, la gana limita
innumerables veces la realización y ejecución de nuestros actos; pero de igual modo cuando nos
sobreviene y al estar fuera de la razón, se torna una compulsión moral irresistible.
Somos improvisados y repentistas porque nuestros actos parecen provenir casi siempre de impulsos
interiores que llamamos gana. Nos moviliza la emoción y no la razón. Nosotros hacemos las cosas sólo
cuando nos vienen las ganas y pocas veces cuando la razón lo indica.
Los éxitos nos gratifican con usura porque nos resultan inesperados. Totalmente ajenos al racional y
previsible cálculo al que conduce razón, el triunfo tiene en nosotros las connotaciones de la sorpresa.
Nuestras vidas se orientan por emociones y no por razones. Nuestros sentimientos no se expresan
racionalmente.
¿ Por qué nos llenamos de palabras que pocas veces concretamos en hechos? Porque no entendemos la
vida como un Hacer sino como un Sentir. No construimos la vida; nos dejamos vivir. Convivimos con la
naturaleza; no la transformamos.
Al no ser inventores de máquinas, vehículos, artefactos y demás transformaciones de la naturaleza,
tendemos a percibirlas como productos espontáneos que están allí sin ningún esfuerzo de realización.
La Gana, ese deseo, ese apetito compulsivo con el que reemplazamos la voluntad racional medible y
cuantificable de la cultura occidental, sólo requiere continuidad y constancia para que florezca en hechos
permanentes que nos conduzcan al progreso y al desarrollo que tanto anhelamos. Se trata entonces, de
lograr hacer de nuestra Gana una compulsión permanente y no episódica y circunstancial como lo ha sido
hasta el presente.
EL CARÁCTER
El Carácter, esa disposición emocional para actuar en toda circunstancia de la vida sin dejarse doblegar
venciendo los obstáculos y perseverando en lo bueno y lo justo, será posible modelarlo mejor cuando sea
un hábito entre nosotros: 1) Decir y buscar siempre la Verdad, 2) Firmeza en las resoluciones, 3)
Fidelidad a la palabra empeñada.
EL DEBER
El Deber de autorrealización personal, de progreso sostenido y autosuficiencia para no ser una carga a
la sociedad, deberá ocupar un lugar prioritario en la conciencia comarcana, cuando los derechos
ciudadanos siempre proclamados y desnaturalizados sean advertidos y desnudados en su pretensión de
puro beneficio y usufructo sin esfuerzo de merecimiento.
Como ya hemos visto, la Libertad no es permiso para hacer lo que nos viene en ganas. La Libertad es
hacer lo que se debe. En todo caso puede uno no hacer lo que debe, pero nunca hacer lo que se le antoja.
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Hacer lo que se debe es obrar colaborando con el conjunto; es hacer lo que conviene a todos, lo que la
vida colectiva manda. Obrar según los antojos es ignorar a los demás, negar respeto a los otros. El antojo
sólo favorece al autor; no forma parte de ningún plan que colabore con el conjunto social. Hacer lo que se
debe es tener clara conciencia del rol a cumplir en la vida colectiva. Los seres movilizados por el antojo,
están a la deriva, navegan sin rumbo, ignoran la tarea de vivir.
La vida es irrevocable, irremediable y fatal. En ella todo tiene su tiempo, su oportunidad y su final. Lo
que se hace o se deja de hacer conviene que se ejecute en el tiempo y oportunidad debidos. Nadie decide
vivir; cargamos con la vida cuando no entendemos su razón y contamos con ella cuando la entendemos
como Destino. El destino es muchas veces hacer lo que no nos viene en ganas. ¿Quién tiene ganas de
morir, sufrir o trabajar?, sin embargo forman parte del destino de vivir.
Los hombres de bien se exigen a si mismo constantemente, se sienten atados a la ley y al orden. Saben
que la civilización en que han crecido y viven no es espontánea como la naturaleza, sino producto de sus
deberes para con Dios, la familia y la sociedad. Hay Cultura y Civilización cuando existen normas a
cuales someterse. La Cultura se construye con Deberes más que con Derechos. Cuando los pueblos
renuncian al deber autónomo de construir su prosperidad, sólo tienen derecho a la miseria. Para tener
derecho a la prosperidad es preciso asumir el deber de construirla. En etapas de pobreza y de necesaria
reconstrucción, los hombres deben llenarse de deberes y postergar transitoriamente sus derechos. Cuando
el hombre sólo tiene presente sus Derechos, llega al extremo de proclamar su Derecho a la Vulgaridad.
EL HOMBRE VULGAR
El hombre vulgar vive a gusto, encantado consigo mismo; se siente perfecto, no duda de si, como
afirmaba Ortega y Gasset. No da razones de sus actos, ni quiere tenerlas. No se sospecha ignorante y
limitado. Está resuelto a imponer sus opiniones pero nunca sus razones. Tiene ideas pero carece de la
capacidad de idear. Desprecia la razón y proclama su derecho a la sinrazón.
Su peligro no reside en sus carencias y limitaciones, sino en su manifiesta voluntad de proclamar su vida
como una opción; su pretensión de gozar del derecho a vivir así.
El Derecho a la Ignorancia y a la Vulgaridad, que parece un camino de libertad, es en realidad
atentatorio al Derecho de Civilización. Los hombres ignorantes y vulgares son una carga para la sociedad
porque no crean riqueza alguna y sólo consumen el esfuerzo de los demás. Se trata de concebir una
sociedad en donde no sea bueno la ignorancia y la vulgaridad.
EL HOMBRE COMUN
Ignorado casi siempre para todo y recordado para el voto, es el que puebla nuestros barrios y el que
transita ignoto y silencioso por calles y parajes de nuestra comarca. Fundamentalmente manso, con una
increíble vocación por la paz, con una infatigable propensión por mejorar y vivir civilizadamente, hecho
de esfuerzo y esperanza paga los impuestos, no reniega del trabajo, construye su familia y educa sus hijos,
no lo tienta la vida fácil, respeta la ley y no se corrompe. No sale en diarios ni TV, ni frecuenta locales de
moda, jamás protesta, no envidia la suerte ajena, pero le duele la propagación de la tontera. El Hombre
Común no es escaso, es anónimo, por eso ignoramos su existencia.
RECURSOS HUMANOS
Desarrolladas la Voluntad, el Carácter y el sentido del Deber como hábitos cotidianos de nuestra
sociedad, la Libertad Autosuficiente y Solidaria no deberá perder su condición de sustancial objetivo.
Nuestro pueblo -paso a paso- irá dejando de creer en el poder del Estado para confiar más en su propio
poder. Se deberá aplicar el máximo esfuerzo en la formación de recursos humanos altamente calificados e
identificados con este propósito transformador de la cultura de nuestra sociedad. En ellas se apoyará la
esperanza del cambio.
Se trata entonces de desarrollar recursos humanos que puedan producir satisfactoriamente bienes y
servicios industriales, científicos, técnicos, artísticos, estéticos, sociales, humanos y demás, de alta
calidad. ¿Cuánto cuesta desarrollar recursos humanos calificados?
Para que una persona alcance capacidad productiva, sea autosuficiente y genere más recursos que los que
consume, es preciso prepararlo desde el momento de su gestación hasta los 20 años edad y darle
capacitación y actualización permanentes.
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Es necesario que la sociedad atienda su salud, alimentación, vestimenta, vivienda, educación, transporte,
esparcimiento y la necesaria infraestructura pública en caminos, agua, gas, cloacas, aeropuertos, escuelas,
hospitales, edificios públicos y equipos útiles para su desarrollo.
Sólo en alimentación -a U$S 2,oo cada ración de comida y bebida- los padres deben ser capaces de
generar U$S 120 por mes por cada hijo, más la propia alimentación del matrimonio (U$S 240), por lo que
en 20 años deberá generar para cada hijo U$S 28.800 sólo para atender uno de los rubros descriptos: la
alimentación.
En EE.UU. para que un ciudadano alcance capacidad productiva (20 años), la sociedad en su conjunto
debe generar un excedente de U$S 1.000 por mes, por cada uno de sus hijos. Nosotros deberíamos
proceder de modo similar.
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UNIDAD N° 6
CUESTIONES CULTURALES
TEMA N° 11
TRANSFORMACIÓN CULTURAL -Séptima parte-
Transcripción íntegra de la obra:
TRANSFORMACIÓN CULTURAL, Raúl Edgardo Caro, 3° Edición, Catamarca, 2010
PROCEDIMIENTOS
a) Talleres
Deberán implementarse talleres de formación de Promotores de la Transformación Cultural, mediante
lecturas dirigidas, charlas y audiovisuales impartidos por el propio Ministro o Subsecretario del ramo y
profesores visitantes, que con el auxilio de exámenes evaluarán la formación de los aspirantes. El número
de cursos realizados y la nota obtenida en cada uno constituirán requisitos condicionantes para el ascenso
escalafonario en el área administrativa y puntaje para concursos en el área docente según el Saber
demostrado.
b) Tarjetas de Trabajo
Podrían implementarse dos tipos de tarjetas de trabajo: 1) Indicadas y 2) Voluntarias. Allí se
registrarán las tareas indicadas por los jefes administrativos o las decididas voluntariamente por el agente
y los jefes calificarán del 1 al 10 los resultados obtenidos y el tiempo ocupado en ejecutarlas. El número
de tarjetas y el puntaje alcanzado constituirán requisitos condicionantes para el ascenso según el Talento,
la Eficiencia y el sentido del Deber demostrado.
c) Voto Secreto
El voto secreto anual y obligatorio de los empleados y docentes, juzgando el saber, el talento, la
eficiencia, el sentido del deber, la iniciativa, la responsabilidad, la puntualidad, la asistencia, los buenos
modales, el respeto, la dedicación al trabajo, la colaboración con los pares y el compañerismo, no de sí
mismo sino de cada uno de sus compañeros de área mediante similar escala calificatoria (1 a 10) podría
constituir un mecanismo de participación directa del agente como requisito condicionante para el ascenso
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RESÚMEN DE PROCEDIMIENTOS
La asimilación de conocimientos periódica y sostenida en los talleres (a), las tarjetas de trabajo (b) de
realización permanente, el voto secreto (c), la calificación de jefes, directores y demás (d) y el informe de
la Sección Legajos (e) implicarán sin duda un sistema burocrático pero sustancial en el cambio cultural
que se propone en el contexto administrativo del Estado.
Una vez por año se dará publicidad en transparentes de la administración pública el puntaje obtenido por
cada agente en los procedimientos a, b, c, d y e para conocimiento de los propios involucrados, pero sólo
se computarán para la carrera administrativa las calificaciones que en una escala de 1 a 10 alcancen como
mínimo el valor siete.
Todos los fines de año se elaborarán listas de orden de mérito y se tramitarán las promociones
escalafonarias. Los que obtengan puntaje inferior a siete no podrán ser promovidos y los con puntaje
inferior a cinco quedarán en disponibilidad del área Recursos Humanos de la administración pública, para
que decida rápidamente otro destino.
El sistema aquí descripto no deniega a los jefes el poder sancionatorio que le confiere el sistema
administrativo, sino que lo completa para hacerlo más justo y democrático.
Logrado este propósito de equidad sustentado en la creencia que la jerarquía y la carrera administrativa
sólo son posibles con el Saber, el Talento, la Eficiencia y el sentido del Deber personal de los agentes, se
habrá creado un ámbito del Estado provincial difusor de una concepción innovadora que irradiará ejemplo
y podría provoca la emulación en las demás dependencias de la administración provincial en un proceso
multiplicador. Asimismo, los mencionados Talleres de formación de Promotores de la Transformación
Cultural deberán ir propagándose en colegios, centros barriales, agrupaciones cívicas y asociaciones
comunitarias, en el mayor número posible de barrios y pueblos de la provincia, con el objeto de procurar
egresados que alcancen un satisfactorio nivel teórico-práctico para ser contratados posteriormente por el
Estado para difundir en otros tantos talleres de capacitación de igual rigor y eficiencia, el proceso de
transformación cultural en una suerte de multiplicación en cadena sostenida y generalizada.
Siguiendo este propósito, los funcionarios de Estado podrán incorporar un nuevo concepto de
asistencialismo durante el período de transformación, consistente en orientar la ayuda asistencial en
quienes hayan participado en los talleres y demostrado sustanciales progresos en su propia transformación
cultural y que probarán con el certificado respectivo. Con el tiempo, todas la Administración del Estado
habrá asistido a los estos talleres y será conveniente como requisito para ingresar a la administración
pública el certificado de promotor de la Transformación. Lenta pero sostenidamente, la actividad privada
irá requiriendo como mano de obra estos recursos humanos por su elevada calificación emocional,
profesional y predisposición para adquirir habilidades.
ROL DE LA EDUCACIÓN
El sistema educativo deberá tomarse el tiempo necesario para ir evaluando los resultados de los talleres
y diseñar convenientemente su incorporación a la currícula educativa provincial. Sin perjuicio de ello y
hasta tanto ocurra, será necesario que asistan a los talleres el personal de dirección de todas las áreas de la
Subsecretaría de Educación, docentes de todos los niveles (inicial, primario, secundario, terciario) como
asimismo estudiantes para profesores también de iguales niveles, con el objeto de ir despertando el interés
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Mientras la Subsecretaría de Cultura deberá tener a su cargo la tarea de Identificar, Valorar y Proponer
(no imponer) los modos de ser, pensar y actuar; los hábitos, costumbres y obras de los comarcanos, en
orden a una intencionalidad dignificadora y superadora de la condición humana en un proceso continuo
tendiente a despertar y desarrollar en las generaciones presentes y venideras, el amor y el interés por
imaginar y edificar un futuro singular, el área de Educación tendrá en sus manos la tarea fundamental de
ejecutar ese propósito.
Enseñar a pensar, desarrollar capacidades, adquirir destrezas y formar la personalidad de las personas
que habrán de vivir en un futuro incierto (tareas fundamentales de la Educación) deberá incluir
necesariamente una concepción clara y definida de los valores culturales que se desean preservar, los que
se propone modificar y los que se considera necesario desarrollar. Estas últimas cuestiones, por cierto,
deberán ser definidas y aportadas por el área Cultura.
A nuestro entender, el área Cultura propone el modelo a conseguir y el área Educación lo hace realidad en
el aula.
Podría apelarse al procedimiento que denominaremos Método por Oposición, que consistirá en que los
educandos hagan la “gimnasia” de identificar lo que consideren Peor e Indeseable de nuestra cultura, con
el propósito de que por oposición se promueva la búsqueda de lo opuesto, esto es, lo Mejor, lo Deseable.
En consecuencia, por ejemplo, si se considera la improvisación como un rasgo cultural indeseable, por
oposición valoraremos como deseable para nuestra cultura la previsión y planificación de nuestros actos.
A pesar de los riesgos de confusión que pudiera implicar, se piensa que sería bueno intentarlo. Se trata en
el fondo de encontrar y coincidir en la construcción de una misma o similar ética de lo que debe ser en
reemplazo de la diversidad existente que impide la aproximación a una Cultura mas o menos coincidente
de toda la comunidad.
La tarea creativa del educador en el caso del ejemplo consistirá en imaginar la manera de desarrollar en
los alumnos los hábitos de planificación y previsión. Sin embargo, insistimos que para producir una
cultura innovadora y transformadora será preciso que el sistema educativo ponga todo su empeño en el
desarrollo y fortalecimiento de la Voluntad, el Carácter y el sentido del Deber de nuestros
comprovincianos. La articulada combinación de estos tres factores en el temperamento humano
posiblemente permitirá lograr personas emprendedoras, con una gran fe en si mismas y un carácter
inalterable frente a la adversidad.
Mientras los talleres servirían para iniciar el proceso transformador propiciando un gran debate sobre
nuestros hábitos y costumbres, la creación de un autárquico Instituto para el desarrollo de la Cultura
constituido por un equipo interdisciplinario de investigadores sociales altamente especializados deberá
actuar sin demora en la elaboración de una teoría social de Catamarca que sirva de sustento rector y
científico del proceso transformador, guiando al poder político en las acciones a llevar a cabo para no
desviar el rumbo transformador y formulando -según la marcha de las continuas investigaciones- los
cambios culturales que se consideren necesarios producir en el transcurso del tiempo.
Afianzado el instituto en su tarea de crear y desarrollar conocimiento científico, deberá atender también
la tarea de dar formación sistemática e información de primera magnitud a los funcionarios del poder
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político. Con el tiempo, todos los funcionarios de Estado tendrán el requisito ineludible de haber egresado
de esta Escuela de Estrategia.
CONCLUSIÓN
Todo proceso de transformación cultural, económica, social, política, etc. requiere largo plazo. Ningún
cambio sustancial puede hacerse en los cuatro años que dura un gobierno. La premura de estos por
resultados inmediatos impide encarar emprendimientos de largo aliento que requieren muchos años y
varios períodos gubernativos.
Tenemos la imperiosa necesidad de un proyecto de desarrollo económico, cultural, político y social, que
sólo puede concretarse en el largo plazo y que necesita ser querido y compartido por la mayoría, pero para
ello es preciso un acuerdo entre las fuerzas políticas para elaborarlo junto al pueblo y el compromiso de
sostenerlo en el tiempo, cueste lo que cueste y pese a quién le pese.
No se trata de atacar el derecho a pensar distinto, ni de poner a todos en una picadora para hacerlos
iguales contradiciendo los propósitos de la libertad; se trata de encontrar un modo de lograr coincidencias
en el derrotero a seguir para alcanzar la prosperidad y la felicidad del conjunto.
Ningún partido político podrá en soledad, llevar adelante y durante muchos años su propio plan si no
cuenta con la aceptación de los opositores y el pueblo en general. Los partidos en rol de oposición
deberán actuar como celosos custodios de desvíos en el plan general y hacer el contralor ético y
administrativo de los que gobiernan. Los partidos políticos pueden discrepar en los modos de concretar el
objetivo, no en el objetivo.
¿Qué debe tener un modelo de desarrollo cultural para que produzca el cambio que necesitamos?
Creemos que debe trabajar modelando nuestro carácter, nuestra voluntad y nuestro sentido del deber.
¿Cómo se modela el carácter, la voluntad y el sentido del deber? Forjando hábitos y costumbres que lo
posibiliten.
Voy ha sostener entonces la tesis de que la pobreza es la cuestión fundamental que nos conduce a la
pereza, la desidia y el atraso, pero que estas se arraigan en nosotros por un profundo vacío de carácter y
voluntad que nos impiden contar con la disposición para actuar en toda circunstancia de la vida sin
dejarnos doblegar, venciendo los obstáculos y perseverando en lo bueno y lo justo; que se nutre del decir
y buscar siempre la verdad, siendo firmes en las resoluciones y fieles a la palabra empeñada, cuestiones
todas constituyentes del carácter; pero también de ese poder de querer, ese acto deliberativo y racional
orientado a la acción, esa decisión o intención de obrar contra los hechos para vencerlos, que significan la
voluntad, y que se impulsa con el ejemplo que inspiran el ver proceder siempre con firmeza y con justicia.
Voy a sostener que por las razones invocadas no predomina en nosotros una cultura jerárquica que
selecciona naturalmente los puestos de mayor rango para los más capaces.
Voy a sostener que nuestro concepto de riqueza es tan limitado que excluye toda posibilidad de que sea
justamente lo que es: el producto de nuestro esfuerzo.
Por ello, por todo ello, y mucho más, sostengo la necesidad de lograr nuestro desarrollo y modernidad
tomando algunos atributos de los pueblos prósperos, pero sin copiar su espanto y sus miserias. Ni racistas
ni esclavistas; ni imperialistas ni expansionistas; ni siquiera, superpatriotas predicadores de la
superioridad de la propia raza o cultura, empeñados en difundir una misión en el mundo que nadie ha
pedido.
Hemos descuidado la formación científica, industrial y tecnológica de nuestros hijos, y resulta urgente y
necesario comprender que el mundo moderno es un mundo científico, industrial y tecnológico, pero
también humano. Para tomar algo de el, necesitamos producir sustanciales cambios en nuestra cultura
emocional, nutriéndola de racionalidad, ciencia y fe en nosotros mismos. Debemos enseñar ciencias
prácticas y aplicadas, y arremeter contra todo aquello que se considera producto de la ignorancia, los
hábitos, los prejuicios y los arraigados sentimientos arcaicos.
Este cambio cultural que creemos necesario puede y debe ser encarado por la Educación. Que ella se
aplique a desarrollar en nuestros pueblos los hábitos y costumbres conducentes a forjar la voluntad y
carácter que posibiliten transformarnos en algo mejor.
La posibilidad de crear los estadistas que nuestro pueblo requiere para salir de su infortunio; el último
reducto posible para idealizar nuestro destino en este tiempo de corrupciones sin par y desvergüenzas sin
nombre, está en la Escuela, en la Educación; imprescindible horma que modela el carácter y la voluntad
de las personas y necesaria para emprender luchas y esfuerzos incontables.
Para lograrlo, no basta invocar que toda persona tiene derecho a la educación, a la instrucción elemental
obligatoria y gratuita, a la instrucción técnica y profesional generalizada y el libre acceso a los estudios
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superiores, y que tendrá como objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana, como expresa el art.
26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; tampoco es suficiente el artículo sobre
Desarrollo Progresivo del Pacto de San José de Costa Rica. Imaginemos entonces, una consigna que
exprese:
Todo catamarqueño tiene derecho a una cultura y educación que lo conduzca al bienestar y
progreso económico y democrático, y al desarrollo de su personalidad. Para lograrlo, no bastará
que la instrucción elemental sea obligatoria y gratuita, ni generalizada la instrucción técnica y
profesional, y que tenga libre acceso a los estudios superiores en función de las competencias
adquiridas, sino que la Educación se apropie del alma de los hombres formando su emoción, pero
también su razón, y desde la Cultura se aplique a desarrollar en nuestros pueblos, los hábitos y
costumbres conducentes a forjar la voluntad, el carácter y el sentido del deber necesarios para
alcanzar el progreso material que carecemos y la organización democrática que deseamos. Una
educación que produzca sustanciales cambios en nuestra cultura eminentemente emocional,
nutriéndola de racionalidad, ciencia y fe en nosotros mismos; una cultura nueva que altere la
primacía de la emoción frente a la razón que hace de nosotros, seres movilizados por el apetito y el
deseo y no por el pensamiento esforzado, profundo y sistemático que permite vencer la adversidad;
una Cultura en fin, que nos conduzca a proceder siempre con firmeza y justicia, buscando siempre
la verdad, siendo firmes en las resoluciones y fieles a la palabra empeñada, con el objeto de templar
hijos fuertes, luchadores y soñadores. Hijos que crean en grandes esfuerzos sin recompensas
inmediatas y en entregas totales y duraderas, preparados para superar obstáculos, para la
libertad, para el trabajo, el pensamiento, el esfuerzo y el coraje.
***
Raúl Edgardo Caro, es licenciado en Ciencia Política, Investigador, Director del Departamento de Economía y Humanística y
Profesor Titular por concurso en la Facultad de Ciencias Económicas y en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional
de Catamarca, ex Subsecretario de Cultura de la provincia de Catamarca, conferencista, ensayista y autor de varios libros referidos a
la cultura y el pensamiento económico, político y social.
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UNIDAD N°7
CUESTIONES POLÍTICAS
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UNIDAD N°7
CUESTIONES POLÍTICAS
TEMA N°1
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embargo lo que hace falta no es sólo una buena Constitución, sino la voluntad general de construir una
sociedad de provecho colectivo. Hacen falta ciertas condiciones: cierto bienestar económico, una buena
dosis de cultura racional y espíritu emprendedor y participativo.
Nosotros no podemos improvisar la democracia, porque ella es una concepción racional (surgida de la
razón y no de la emoción) de organización colectiva que debe anidar en la conciencia del pueblo.
Alberdi se preguntaba ¿por qué nos preocupa más la forma que el fondo de nuestro sistema de gobierno?
¿por qué el medio más que el fin?, y se respondía: “Porque el medio o la forma es la cuestión personal de
quién o quienes gobernarán. Ese quién, es a lo que todos aspiran a ser” (42) (102). En vez de buscar un
medio de serlo todos a la vez, cada uno quiere ser sólo y único en su ejercicio. Pero ser libre es tener parte
en el gobierno, y el modo de que todos sean libres sin excepción, es que no haya hombre ni clase excluida
del gobierno.
Así como la democracia no parece posible en pueblos sumidos en la pobreza, tampoco lo es para
pueblos que no cuentan con una cultura racional que los lleve no sólo a imaginarla, sino a plasmarla en
normas y procedimientos de cumplimiento obligatorio. No es casual la vocación por la filosofía y la
política en los griegos, y por el derecho en los romanos. Para instaurar la Democracia hace falta también
un deseo ferviente por la acción, la participación, la construcción personal del porvenir, que son
características de la libertad.
En la Democracia la libertad es labor, abnegación, esfuerzo, sacrificio, actividad; pagar al Estado los
aportes de ciudadano con servicios militares, sociales, dinero, saber, trabajo y esfuerzo de interés común.
LIBERTAD
Decía Sartre que ser libre es estar abandonado a si mismo; condenado a existir. Es no poder distribuir
generosamente la responsabilidad con otros porque todo cuanto ocurre es mío. En la libertad uno sólo
puede contar consigo mismo, nadie puede responder por mí y sólo yo soy responsable de mí mismo; es
estar aislado en un medio extraño con el cual todo lazo es imposible.
Ser libre es creer en la autosuficiencia y la autorrealización, estar librado a la propia suerte y al tamaño
del talento personal. Es ser responsable es decir, responder por los actos cometidos tanto para el premio
como para el castigo.
Nuestra argentina interpretación de la libertad, en cambio, ha sido creer que su posesión implica
ausencia absoluta de normas, requisitos y límites, licencia para desobedecer, desaparición de jerarquías,
permiso para el desenfreno y los antojos. Cuando la libertad es entendida así, no hay espacio para la
Democracia ni la República y se entroniza la anarquía.
“Con la ayuda de Dios, la nación renacerá a la libertad y el gobierno del pueblo, por el pueblo y
para el pueblo no perecerá sobre esta tierra americana”
Abraham Lincoln -1863
La libertad política como afirmaba el ilustre estadounidense en la tumba de los guerreros, puede
entenderse como el gobierno elegido por el pueblo, ejercido y controlado por el pueblo y para servir al
pueblo.
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REPÚBLICA: Procura la UNIDAD. Defiende la RAZÓN contra la tradición y los privilegios. Cree en la
soberanía popular. El pueblo ocupa el trono.
DEMOCRACIA: Procura la DIVERSIDAD. Defiende la LIBERTAD. No hay trono.
DEMOCRACIA HOY
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LA DEMOCRACIA NO ES
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UNIDAD N°7
CUESTIONES POLÍTICAS
TEMA N°2
¿DEMOCRACIA? ¿REPÚBLICA?
“La República no ha logrado organizarse de un modo definitivo en ningún punto de América del Sur en
medio siglo” decía Alberdi en 1863 y aún sigue siendo así, luego de casi dos siglos.
“La Democracia no es la República. La Democracia existe donde quiera que el pueblo es origen de todos
los poderes, aunque sea monárquica la forma de esos poderes”.
Juan Bautista Alberdi - Escritos Póstumos - Del gobierno de Sud-América - Tomo IV - pág. 352
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por falta de una idea afianzada y generalizada de bien público que les pusiera límites. De allí que llegara a
afirmar que debido a que los hombres no son ángeles, necesitan gobierno, y como los gobernantes
tampoco son ángeles, necesitan controles internos y externos al gobierno.
Entendía por República a los sistemas representativos, aquellos donde se delegaba el gobierno a un
pequeño número de ciudadanos elegidos por el resto.
A su entender, la República tenía por objeto purificar los objetivos públicos al ponerlos en manos de un
escogido cuerpo de ciudadanos cuya sabiduría puede discernir mejor los verdaderos intereses del país.
Entendía que la voz pública, expresada por medio de los representantes, podía estar más en consonancia
con el bien público que si lo hiciera todo el pueblo. Pero en el caso que la mayoría gobierne como facción
es decir, animada de preocupaciones locales, personales o designios siniestros, puede por la intriga, la
corrupción u otros medios, obtener los sufragios necesarios y luego traicionar los intereses del pueblo.
¿Cómo resolver esto?
Por pequeñas que sean las repúblicas, deben siempre tener un número mínimo y no muy pequeño de
representantes, para evitar negociaciones secretas y artificiosas o la vitalicia tradición de unos pocos, pero
también evitar el número elevado, porque las multitudes conducen a la confusión. En consecuencia, en las
repúblicas pequeñas los representantes deben ser proporcionalmente más que en las repúblicas grandes.
El sistema republicano es más apto para los pueblos de muchos habitantes y gran extensión, la
democracia no. Las repúblicas extensas pueden resolver este problema -piensa Madison- porque eligen
mejores representantes.
Las facciones inspiran más temor en las democracias que en las repúblicas. Cuanto más pequeña es una
sociedad, menor será el número de partidos e intereses. Cuanto más pequeños sean los partidos e
intereses, más fácil le resultará ser mayoría a uno de ellos, y cuanto menor sea el número de individuos
que componen la mayoría y su círculo de intereses, con más facilidad concertarán y ejecutarán sus planes
de opresión.
Si la sociedad es grande, habrá más partidos e intereses y será menos probable que la mayoría tenga un
motivo común para invadir los derechos de otros ciudadanos. Cuando la mayoría tiene un motivo común
injusto o deshonroso, el acuerdo se halla sujeto a desconfianza, y está en proporción al número de
complotados que se necesita.
Las sociedades grandes tienen más candidatos idóneos y es probable que algunos de estos sean elegidos,
no tanto así los faltos de mérito a quienes les resultará más difícil realizar las patrañas electorales
acostumbradas. Cuando los electores son muchos, el representante es menos representativo; cuando son
pocos, los representantes conocen bien los intereses personales y locales pero ignoran los grandes
intereses colectivos y nacionales.
Como las ideas de República y Democracia aún siendo distintas no son opuestas quizá convenga hablar
de República democrática o Democracia republicana cuando en un país se pone énfasis en una u otra
concepción.
Mientras la República procura la unidad, defiende la razón contra la tradición y los privilegios, cree en
la soberanía popular y el pueblo ocupa el trono; la democracia procura la diversidad, defiende la libertad
y no hay trono.
La Democracia no es una forma de gobierno sino la substancia en que se apoyan los gobiernos nuevos
basados en la soberanía del pueblo.
La República tiene la fuerza de la Monarquía, el mando en la jerarquía del saber de la Aristocracia y la
soberanía popular de la Democracia.
En la Monarquía, los ministros, legisladores, magistrados y diplomáticos pueden disponer de sus cargos
por mucho tiempo; esto es lo que quieren nuestros políticos pero bajo el nombre de República, lo cual es
una contradicción, porque lo que caracteriza a la República es la periodicidad de los cargos.
Las Repúblicas son formas de gobierno que pueden ser plebiscitarias, conservadoras, sociales,
federales, unitarias, etc. En una República Federal, el Estado General o Federal tiene la misión de unificar
la vida política de varios estados o provincias independientes que cuentan con sus respectivos gobiernos,
legislación y justicia, y orienta el destino general e internacional del conjunto es decir, la república. La
República Unitaria en cambio tiene sólo un Estado General, una única justicia y se ocupa de arbitrar en
los asuntos privados, garantiza la cohesión del país, la educación, el orden público, los caminos, etc. y
carece de estados provinciales.
La República pone énfasis en la cosa pública, en el hacer que conviene y necesita el pueblo; en la
satisfacción de sus necesidades generales, pero no en el gobierno del pueblo por el pueblo sino en el
gobierno para el pueblo. Procura la unidad, defiende la razón contra la tradición y los privilegios. Cree en
la soberanía popular y el trono, porque en ella el pueblo ocupa el trono.
La Democracia pone énfasis en el gobierno del pueblo y por el pueblo. Se ocupa de privilegiar en el
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pueblo la facultad de gobernar su destino sin descuidar sus intereses individuales. Cree en la voluntad de
la mayoría y en la defensa de sus intereses particulares. Procura la diversidad, defiende la libertad y no
acepta la idea de trono.
Un Estado de Derecho es aquél donde la ley está por encima de los jefes, es decir que la soberanía no
reside en un monarca, un presidente o el pueblo, sino en una abstracción que es la ley. En Estado Unidos
rige esta concepción, juntamente con la republicana federal. Allí lo local y provinciano prima sobre lo
general y nacional, por eso las leyes de un estado pueden ser distintas a otros, especiales para
determinados poblados y no así para otros. Allí los gobernantes siguen a la gente, escuchan la voz de la
mayoría, se sienten administradores de la sociedad civil, esto es, una suerte de empleado jerarquizado del
pueblo, cuya misión es administrar la cosa pública según la voluntad mayoritaria de ese público. Hay una
marcada desconfianza al poder absoluto del gobierno federal, pero saben que para ser una gran nación
deben tener inexorablemente un gobierno federal.
El sistema federal es aplicable a pueblos de un notorio localismo como ocurre en los Estados Unidos,
pero localismo entendido como fuerte iniciativa individual y no como rechazo a la iniciativa central que
es nuestro modo de entender el localismo, según lo puntualiza Alberdi. En nuestra histórica etapa de la
organización nacional pensamos que debíamos copiar las instituciones estadounidenses en razón que
parecían las más modernas y democráticas, pero no nos dimos cuenta que ellos se denominaron Estados
Unidos precisamente porque la gran tarea de esa república naciente era unir diversos Estados fuertemente
localistas, de vida y subsistencia independientes, en un sólo Estado grande y fuerte mediante un gobierno
central. Tarea dolorosa por las luchas que significó pero que permitieron terminar con su ensayo de
Confederación.
Nuestras provincias, en cambio, que estaban acostumbradas a un gobierno central por imperio del sistema
monárquico absolutista colonial imperante antes de la independencia, nos forzamos a dividirnos en
provincias autónomas que nunca fuimos, incluso recurriendo a límites territoriales absurdos.
Entrar de repente en la República, después de 300 años de monarquía autocrática, significó creer que la
soberanía de los virreyes y sus funcionarios pasaban automáticamente al pueblo; que las facultades
extraordinarias eran transferidas al pueblo y que el poder omnímodo e ilimitado del rey pasaba intacto al
pueblo. No había un rey, todos eran reyes.
Con esta interpretación, cada uno puede hacer lo que le plazca, y en consecuencia el despotismo de uno
(el rey) se convierte en el despotismo de todos.
Si en la Monarquía la ley es la voluntad del rey, en la República la ley es la voluntad del pueblo. Pero esto
es malo y se convierte en despotismo cuando la soberanía que se detenta es ilimitada. Ni el rey ni el
pueblo deben tenerla. El Estado de Derecho intenta resolver este problema, sin embargo, la idea del
Estado de Derecho que no es otra cosa que la creencia en la soberanía de las leyes, y que tiene fuerte
arraigo en nosotros, ha llegado a convencernos de que los textos legislativos pueden por sí, remover a su
antojo la conducta de los pueblos, no advirtiendo que si así fuera, sólo con leyes lograríamos hacer más
ricos a los pobres, más buenos a los malos, mejorar las condiciones sociales y asegurar la felicidad de la
gente. Los fanáticos religiosos también han acudido a esta creencia mágica en el poder de las leyes para
cambiar conductas, cuando debiera bastarles los milagros del cielo.
La corta experiencia republicana inglesa (1649-1660) no prosperó porque sus defensores repudiaban la
idea de un Rey y una Cámara de Lores, que contrariamente era el deseo mayoritario del pueblo. El
republicanismo en Inglaterra fue seguido por una minoría idealista, puritana y de clase media, que
ajusticiaron al rey Carlos I porque entendieron que este jamás aceptaría una limitación a su poder. El
idealismo puritano de la República los llevó a creer en la instauración de un nuevo estilo de sociedad en
donde fuera posible: escuelas públicas libres, servicio postal público, obras públicas para ocupar a los
pobres, voto secreto, sufragio femenino, libertad de prensa, banca nacional, etc.
El reinado de Carlos II se caracterizó por la corrupción, el cinismo y el desenfreno, pero permitió una
gran adelanto en la evolución nacional inglesa.
Lord Macaulay explicaba en su “Historia de la Revolución de Inglaterra”, que el siglo XVII fue desde
la restauración de los Estuardo, una etapa de la historia inglesa teñida por políticos corrompidos en una
sociedad igualmente desquiciada por su baja moralidad. En el transcurso de los años había ensayado
numerosos cambios de gobierno eclesiástico y civil; así, gobiernos eclesiásticos perseguían puritanos y
luego puritanos perseguían episcopales; abolían la monarquía hereditaria y luego la restablecían;
parlamentos erigidos como centro fundamental del poder, eran luego disueltos drásticamente en medio
del odio y la burla; restauraban monarquías que posteriormente eran derribadas, y hacían ensayos y
abandonos repetidos del sistema representativo, creando y disolviendo Cámaras de Lores. Fue un tiempo
en donde la fidelidad a los principios y amigos perdió valor y practicabilidad y la política se tornó un
juego de azar atractivo, que con suerte y pericia podía ofrecer riqueza, honores y poder.
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A esta falta de fe en una doctrina o causa alguna para alcanzar la felicidad colectiva, el ver derrumbarse
de continuo tantas tradiciones que dejaban de inspirar respeto y el desacreditar instituciones en las que se
depositaban grandes esperanzas, atribuye Lord Macaulay el estado de corrupción colectivo y
especialmente político de la época. ¿No será este un doloroso espejo histórico donde ver nuestras actuales
miserias y gravedad extrema en la política argentina?.
“La revolución gloriosa de 1688, como los ingleses acostumbraron llamarla por mucho tiempo, fue la
última revolución que conociera Inglaterra. A partir de entonces, todos los cambios políticos, aún aquellos
de carácter extremista, fueron encarados ajustándose a las normas legales dispuestas por el Parlamento.
No ha habido más dictadores después de Cromwell, ni más rebeliones armadas después de la de
Monmouth, ni siquiera demostraciones de una violencia política, que pasara más allá de un disturbio
local, desde que Guillermo desplazara a Jacobo. De todos los países más importantes del
mundo...Inglaterra ha sido el más pacífico y ordenado en su vida política”.(46) (184)
Como no prosperó la Monarquía Absoluta ni la República entonces idearon una Monarquía
Constitucional o Parlamentaria que consistía en una combinación de las dos. Los ingleses lograron el
justo equilibrio aristotélico con la iglesia anglicana, equidistante entre la locura anabaptista y la litargía
católica, y su constitución logró el justo medio entre la anarquía polaca y el despotismo turco. Los
ingleses no aceptaban que el rey gobernara por la fuerza apoyado en un supuesto derecho divino y
dictatorialmente, pero sí querían un gobierno clásico con Rey, Lores y Comunes. Allí los hombres de las
ciudades apoyaban la República y los campesinos la Monarquía, de igual modo que aquí las ciudades más
progresistas son un poco más democráticas y liberales que las provincias atrasadas, que se muestran
rurales y prevendarias.
Mientras el antiguo sistema político inglés apelaba a la fuerza para cambiar sus reyes y así contrarrestar
los efectos de las tiranías y las malas administraciones, el nuevo sistema político inglés que nació tras la
Revolución Gloriosa de 1688 desarrolló un nuevo concepto de frenos constitucionales que consistió en
observar con celo y vigilancia todo indicio de infracción, no consintiendo jamás que la irregularidad más
inofensiva quedara sin castigo ni corrección a fin de evitar que adquirieran status y proporciones de
precedente. Comprendieron el peligro que corren las libertades y los derechos de los pueblos cuando
dejan pasar indiferentes la menor falta de sus funcionarios. Esto es lo que debemos aprender nosotros con
el fracaso estrepitoso de mucha dirigencia política, empresaria y gremial.
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UNIDAD N°7
CUESTIONES POLÍTICAS
TEMA N°3
LA ELECCIÓN DEL SISTEMA DE GOBIERNO
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entraña un terrible peligro. Los pueblos desarrollados ponen en los puestos clave que determinan su
progreso y prosperidad a hombres de probados méritos y servicios prestados a la Nación. Ubican allí a los
de gran talento, celebridad y respeto público.
Alberdi afirmaba que el gobierno de si mismo no se adquiere de un día para otro por el sólo hecho de
estar librado a sí mismo, sino mediante una larga educación, y era muy posible que pasaran siglos hasta
que nosotros adquiriéramos ese hábito y la inteligencia de gobernarnos a si mismo.
Desde su visión, gobernarse a si mismo implica educar todas las facultades es decir, la conciencia, la
razón y la voluntad. Conciencia para creer en si mismo, razón para saber observar y juzgar por si mismo
y voluntad para deliberar y elegir sin ayuda.
La elección del sistema de gobierno, no es otra cosa que un acto de discernimiento; depende de las
tradiciones históricas, de las aptitudes y medios y de las necesidades y conveniencias, decía Alberdi.
La Revolución de Mayo fue para lograr el gobierno propio pero no para abolir la monarquía como
forma de gobierno. Se hizo en nombre del principio de autoridad y del deber de obediencia del pueblo a la
autoridad del rey. Por el contrario, la revolución inglesa se hizo en nombre del derecho de resistencia del
pueblo a la autoridad del rey, y la revolución francesa contra el absolutismo, los privilegios de la nobleza
y la Iglesia Católica. El Congreso de Tucumán que proclamó la independencia no proclamó la república
debido a que no la quería, era en realidad monarquista. ¿Por qué llegamos a la República?, porque Europa
no prestó acuerdo a las numerosas iniciativas por coronar un príncipe europeo, y porque una monarquía
nacional -en la conciencia del pueblo- era inaceptable. Esta parece ser la verdadera razón de nuestro
republicanismo.
La adopción de la forma republicana no fue el resultado de la deliberación y libre elección del pueblo,
la adoptamos por carencia de un rey. Un pueblo culturalmente ambientado para la monarquía como
nosotros, quedó de pronto sin monarca y entró en caos. Nos convertimos en una monarquía vacante
gobernada por un regente no legitimado. Las autoridades electas sufrieron el desprecio y la
insubordinación del pueblo porque las sociedades adaptadas por siglos al absolutismo monárquico no
otorgan legitimidad a hombres comunes erigidos de pronto en autoridades. En la mentalidad monárquica
el pueblo acepta y legitima a un representante o autoridad designada por el rey porque cree que este
manda por voluntad de Dios. Cuando carece de rey por muerte o cautiverio, el pueblo puede tomar
circunstancialmente el poder mediante juntas de gobierno hasta tanto se restablezca la autoridad de un
rey, pero no por largo tiempo y menos para siempre. Por esta razón los ensayos republicanos hasta 1853 y
aún después, fracasaron por la carencia de legitimidad de los gobernantes civiles. Para peor de males, la
República prevé la renovación periódica de los gobernantes, lo cual a los ojos de la mentalidad
monárquica, significa inestabilidad, falta de continuidad en la obra y propósitos de gobierno, etc. Un rey
es permanente, tiene una interpretación de la historia, una concepción y una idea a cerca del destino de su
reino, por lo cual todos sus actos se orientan en esa dirección de modo coherente y sostenido en el tiempo;
así los súbditos saben a qué atenerse y a donde se encaminan, porque su destino es prefijado por el rey y
depende de su continuidad en el poder.
La República significaba que cada 4 o 6 años, hombres distintos, con distintas interpretaciones de la
historia y objetivos diferentes, o sin nada de ello, ensayaran sus propósitos en tan corto período de
gobierno, destruyendo la obra del anterior, en un interminable comenzar. La República era así -como hoy-
un constante iniciar, sin destino ni objetivos permanentes en el tiempo, un no saber a qué atenerse
colectivo.
Por esta razón, San Martín, Belgrano, Rivadavia, Zarratea, Alvear, Posadas, Pueyrredón, Iturbide en
México, Sucre en Colombia, y tantos otros, no creyeron útil la República y pensaron como más
conveniente para nosotros la Monarquía Constitucional, coronando a un príncipe europeo que quisiera
americanizarse.
En Sudamérica -expresaba Alberdi- son las instituciones las malas y no la gente. A las instituciones
pertenecen los vicios que atribuimos a los que mandan y a los que obedecen. Con otras instituciones, no
habría caudillos, ni tiranos ni demagogos.
Cuando alguien construye una casa sin ponerle puertas y ventanas, no tiene derecho a criticar de inmoral
al pueblo por los robos que sufre. El poder sin límites ni controles es como una casa sin puertas. Siempre
que hay poder se crean las condiciones para el despotismo y la corrupción, salvo que se instauren
simultáneamente, mecanismos eficaces que pongan límites a la tentación de perpetrarlos. Un país que es
incapaz de tener gobierno propio, es decir, incapaz de gobernarse por sí mismo, no puede ser un país
independiente y soberano.
Sin embargo, nuestros gobiernos fallan no porque el pueblo sea inobediente e incapaz de gobernarse,
sino porque es obediente y servil, decía Alberdi. Tenemos tanta obediencia a la autoridad, que las
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revoluciones han sido casi siempre oficiales es decir, desde algún sector del poder instalado. Somos un
pueblo pasivo y obediente, por eso las revoluciones se hacen sólo cuando intervienen las Fuerzas
Armadas. En nuestra República, las crisis son crónicas porque es ordinario vivir en situación
extraordinaria. Vivir en situación extraordinaria requiere poderes extraordinarios, así los poderes
excepcionales se transforman en poder permanente.
Los catamarqueños somos un pueblo manso, pacífico, no participativo, sin hábitos de selección racional
de autoridades, sin mayor experiencia industrial, científica y tecnológica, y con masas que en general no
disponen de propiedad privada. Carecemos de los atributos que caracterizan a liberales y republicanos.
En realidad el problema no está en la república como sistema sino en nuestra carencia de un proyecto
nacional concreto y explícito, querido y deseado por la mayoría.
Cantamos con desgano nuestro himno nacional, desconocemos a los héroes y la historia provincial y
nacional, porque carecemos de un proyecto provincial, regional, nacional y continental, que haga de esos
símbolos, personas y hechos, el resultado tangible del proceso de realización que cada generación ha
emprendido en pos del objetivo perseguido, esto es, el proyecto nacional, el destino manifiesto que
sienten tener todos los pueblos con grandeza. Carecemos de confianza en nosotros mismos, no tenemos fe
en nuestras fuerzas, pero esto ocurre cuando un pueblo carece de una meta, un destino elegido y deseado
libremente. Al no haber destino colectivo, intereses vitales identificados claramente y una estrategia para
protegerlos, los brazos se aflojan y se deja de luchar, sencillamente porque sólo se lucha por la conquista
de objetivos. Ante ello, cada uno trata de salvarse solo, agudizando el individualismo.
En las monarquías, el proyecto nacional lo elabora y ejecuta el rey, pero un pueblo como éramos y
somos nosotros, no preparado para formular y participar en la elaboración de un proyecto nacional, mal
puede hacerse cargo del poder. Un pueblo que cambia de proyecto cada 4 o 6 años, o no lo tiene nunca,
ensaya sólo funciones de mando sin objetivos legitimados por el pueblo.
La perpetuidad del sistema monárquico le confiere permanencia y consolidación al proyecto nacional,
pero en nosotros la instauración de un republicanismo sin proyecto nacional ha significado la
perpetuación de los males que habíamos padecido con España.
Necesitamos un Presidente que se comporte como rey es decir, simbólico de la nacionalidad, respetado,
culto, distinguido, honorable, ilustrado, irreprochable, prudente, majestuoso y vitalicio, pero no un
Presidente con nombre y apellido, sino una investidura que haga permanente un mismo proyecto
nacional, un destino colectivo irrenunciable, sin cambios ni desvíos.
¿Cómo explicar que incontables argentinos triunfan en el extranjero por su talento y aquí no? ¿Cómo
explicar que el país sea capaz de producir grandes talentos que no son aprovechados por el poder político
del Estado?
Nuestra explicación es que el poder político no aprovecha esos talentos porque carece de un proyecto
nacional donde esos hombres serían de muchísimo provecho. Cuando los políticos sólo tienen un
proyecto personal de vida, los partidos políticos que los sustentan cumplen la función de ayudar al
proyecto personal de sus líderes y cuadros.
¿Cómo resolver este problema de la carencia de un proyecto nacional compartido y querido por la
mayoría y sustentable en el tiempo, de tal suerte que se convierta en nuestro irrenunciable destino
manifiesto?
Alberdi consideró que debíamos hacer una combinación de República y Monarquía de tal suerte que le
diera a la República lo que hace fuerte a la Monarquía y quitarle a esta última lo que la hace antipática al
pueblo. En consecuencia debía instaurarse una República centralizada e inamovible, entendiendo por esto,
un poder centralizado sin estados confederados, que se conserve en el tiempo, con propósitos
permanentes y objetivos irrenunciables.
Por nuestra parte, creemos que es posible conseguirlo si se logra -mediante el estudio intenso,
responsable y sistemático- que los líderes políticos, sindicales, empresariales y sociales, y los que sin
serlo hoy y aspiren a serlo mañana, compartan formación académica y modelos de pensamiento que les
permitan desarrollar una manera de pensar que los conduzca a la formulación de un proyecto nacional
más o menos compartido, y más allá de sus pertenencias institucionales, económicas o partidarias.
Se piensa que los que aspiran a conducir el destino colectivo, o los que por su actividad incidirán
notablemente en él, deben encontrarse en un calificado y democrático recinto de formación y debate, no
sólo para confrontar ideas sino principalmente para adquirirlas, intercambiarlas y ponerlas en ejecución al
asumir tareas conductivas de responsabilidad o impacto nacional. En consecuencia, se propone encarar la
formación y perfeccionamiento de los cuadros y líderes políticos, sindicales, sociales y empresarios en
materia de administración del Estado y estrategias para el desarrollo económico, político y social,
fundando un serio Instituto de Administración y Desarrollo Estratégico del Estado, que por cuestión de
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UNIDAD N°7
CUESTIONES POLÍTICAS
TEMA N°4
POLÍTICO, POLÍTICA y CIENCIA POLÍTICA
Podríamos afirmar como Marcel Prelot, que la Ciencia Política es una actividad intelectual que ha
decidido orientar sus estudios a los principios que constituyen el gobierno de los estados y sus relaciones
con los ciudadanos y los otros estados.
Tanto la historia como la política reconocen en Heródoto a su padre fundador y de allí que quizá sus
propósitos primigenios hayan parecido comunes aunque confusos y mezclados. A pesar del tiempo,
política e historia siguen siendo la realización exacta o desfigurada de los sueños del hombre.
Hoy distinguimos la política de la Ciencia Política, como el arte de la ciencia; es decir, entre lo que se
sabe para hacer y lo que se hace para saber, puesto que el hacer es el fin del arte y el saber la finalidad
de la ciencia.
Con el objeto de distinguir estas ocupaciones, denominamos político al que hace política, al que la
ejerce y la practica, al que lucha por el poder, y politólogo o politicólogo al que hace ciencia política, es
decir al que estudia los fenómenos políticos. Se ha insistido mucho en afirmar que la política se ocupa del
“bien común”, del “bienestar general”, pero en realidad no es así. La política es la lucha por el poder y la
razón de ser de todo político es la lucha por el poder. ¿Cuál es la razón que lo lleva a luchar por el poder?,
la posibilidad de lograr con él, la realización concreta de sus propósitos. Los políticos no se conforman
con imaginar al mundo a su manera, quieren construirlo, modelarlo con sus propias manos, y para ello
necesitan el poder, es decir, la capacidad para convertir su voluntad en acto.
Consideramos que el poder es el tema central de la política y de la ciencia política, y es precisamente
desde esta cuestión primordial de donde pende todo el andamiaje teórico y doctrinario. La política no
significa solamente lucha por el poder, sino también procurar los medios para influirlo, mantenerlo o
modificarlo de manera permanente o transitoria. El arte de gobernar implica también, conservar el poder.
Si es cierto que la preocupación principal del género humano es la felicidad del hombre, la teoría
política permite explicarnos los comportamientos y los acontecimientos humanos referidos al fenómeno
de convertir la voluntad en acto, es decir el fenómeno del poder. Así entonces, el poder es la fuerza o el
imperio para hacer o mandar hacer algo; aquella facultad de hecho o de derecho que otorga fuerza
ejecutora; la capacidad para convertir la voluntad en acto.
La teoría nos explica los aciertos y los horrores causados a la raza humana tras el ejercicio del poder y
en nombre de esa felicidad perseguida.
Sólo intervienen en política los hombres atraídos por el poder, es decir aquellos hombres guiados por
una irresistible pasión por plasmar en hechos su entera y absoluta voluntad, pero nada nos garantiza que
esos hombres atraídos por el poder deban ser necesariamente la reserva ética de la civilización, ni los más
talentosos y acertados constructores de las utopías de la felicidad.
La teoría política nos previene sobre este trascendental problema y nos exige ahondar en el
descubrimiento de una doctrina que logre por fin desatar el nudo del vital problema.
Si convenimos en que toda ciencia busca la verdad y la verdad es idea y realidad en íntima y recíproca
necesidad, no podríamos exigirle a la verdad que fuera eternamente buena. La verdad es lo que es; ni
buena ni mala.
Es por ello que ha parecido oportuno reafirmar que la Ciencia Política indaga sobre la verdad dada su
específica vocación científica, y no sobre lo bueno, que es la ocupación de la ética. Convengamos
entonces en que la ética será exigible a los políticos y a los politólogos pero no necesariamente a la
Ciencia Política. En consecuencia la ética del político es la que debe ocuparse del “bien común” y de allí
que en los países con tradición democrática, los electores necesiten conocer el pasado ético y la
trayectoria moral de sus candidatos políticos antes de elegir. Serán las doctrinas políticas las encargadas
de formular los caminos éticos en el fenómeno del poder.
Mientras los antiguos griegos dirigían sus investigaciones hacia el buen gobierno que asegure una
buena vida a sus buenos ciudadanos, Maquiavelo dirigió sus investigaciones a lograr un gobierno eficaz,
desmenuzando el fenómeno de la psicología política.
Todos los sistemas políticos ensayados desde la antigüedad hasta nuestros días y en sus diversas y
singulares manifestaciones y adaptaciones, podrían sintetizarse en dos: los sistemas democráticos y los
sistemas autoritarios.
En el primero, los hombres participan en mayor o menor medida del orden jurídico establecido, y la
voluntad del Estado coincide en mayor o menos medida con la voluntad de los individuos, destacando
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frente una idea fundada en conocimiento sólido, no arriesgan una concepción filosófica ni económica, no
cesarizan; catequizan, y cuando se les pone en apuros intelectuales, gobiernan por el terror.
Si los sublevados son peligrosos se reparten sinecuras, y para los descontentos que gritan: indiferencia,
ostracismo, silencio y olvido, que la desidia o el temor del pueblo ayudará a completar, nos dice C.
Octavio Bunge (Nuestra América, 1.911).
Los Partidos Políticos sin ideología, terminan siendo cazadores de votos, descuidistas de pacíficos
ciudadanos o arrebatadores de las esperanzas de los desilusionados.
No es un error que los partidos políticos ubiquen en los puestos claves del gobierno a sus hombres. Por
el contrario, es absolutamente necesario cuando esos partidos políticos tienen perfectamente delineado su
objetivo y sus hombres están debidamente consustanciados con un detallado plan de acción. Pero cuando
hay ausencia de plan, cuando hay carencia de utopía a realizar y doctrina a seguir, la ocupación de esos
puestos de gobierno sólo se reduce a dar una subvención a los propios, en pago a sus desvelos electorales.
Si los grandes partidos de hoy fueran realmente de ideas, convicciones y principios, comprenderían que
sólo realizando revolucionarios y profundos cambios de raíz en la vida económica y cultural de la
república correspondería llamárseles con la debida y apropiada palabra radical que explica ese proceder;
de igual modo, los que fundaron sus ideas, convicciones y principios, en la justicia social, la opción por
los pobres, la sustitución de importaciones, la industrialización, la construcción de una patria libre, justa y
soberana, no adherirían a concepciones desindustrialistas y de librecambio, que constituyen justamente
las antípodas de esas fórmulas declamadas desde siempre.
¿Por qué los partidos políticos tienen un desempeño más eficaz en Inglaterra?, porque allí -dice Maillaud-
son asociaciones de personas unidas por un programa extenso o doctrina común que abarca todos los
problemas y que ponen a consideración del político o estadista. Los afiliados primero expresan el objetivo
y luego reúnen el material humano capaz de presentar un plan posible para ejecutarlo. Ellos formulan
primero el plano del edificio a construir y luego reúnen todo el material humano necesario para la
erección. (Pierre Maillaud, La manera inglesa, 1947)
OCUPACIÓN Y POLÍTICA
Los catamarqueños estamos divididos no por cuestiones ideológicas, sino por razones económicas.
No hay trabajo estatal para todos, y este es en gran medida el único que existe. No alcanzan los puestos
públicos espectables para todos. Los partidos políticos luchan para colocar en los puestos mejor
remunerados a sus dirigentes, punteros y militantes reconocidos por su trabajo de afiliación y prédica. La
pobreza hace que los partidos políticos se conviertan en bolsas de trabajo para afiliados que -como todo el
mundo- aspiran a una mejor posición económica y social.
La vocación vitalicia por el poder de muchos de los que son repetida y eternamente candidatos, no
parece ser otra cosa que la manifestación de la necesidad de prolongar por más tiempo un mejor modo de
vida y conservar el reconocimiento y prestigio social que la función pública otorga a quién la ejerce, pero
sólo mientras se ejerce.
La diferencia entre los partidos políticos mayoritarios no es ideológica; la invocación pero no la opción
por los más pobres que, por ejemplo, alguno ostenta, no obedece a una especial interpretación de la
historia, a una particular doctrina económica o a una concepción filosófica, en realidad, como las
posibilidades de trabajo estatal no alcanzan para todos los aspirantes a un mejor vivir, el enfrentamiento
electoral queda centrado en lograr esos puestos de trabajo sólo para el ganador y en detrimento del
perdedor.
Cuando uno gana sus adeptos tienen trabajo, la prensa los saca del anonimato adquiriendo así la
existencia real que confiere el mundo mediático, pero los del otro partido deben esperar otra mejor
oportunidad electoral para conseguirlo.
En los pueblos pobres, la política no deja de ser una fuente de labor en un medio escaso. En estas
condiciones, la lucha por el poder político se torna una lucha por mantener permanente un puesto de
trabajo y un status, pero de ningún modo, la de imponer un meditado y lúcido proyecto de crecimiento y
desarrollo colectivo.
El pueblo en general y los pobres en particular, quieren políticos que auxilien al prójimo, que remedien
problemas cotidianos de infraestructura urbana, que resuelvan necesidades básicas no satisfechas y les
concedan un puesto de trabajo o auxilio económico. No miran en el político al ideólogo, al hombre de
pensamiento que pueda encarar una revolución educativa, económica y política, que solucione por fin y
de una buena vez las necesidades de la mayoría. El pueblo, no vota utópicos proyectos colectivos de largo
aliento, sino promesas de beneficio y utilidad personal inmediata. ¿Esto es malo?, de ningún modo. Es
sólo la expresión inteligente de un pueblo a quién sus políticos sólo han ofrecido puestos públicos para
forjar su prosperidad o mejor dicho, para posibilitar su supervivencia. Si los políticos carecen de ideas
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para crear las condiciones jurídicas, sociales y económicas que hagan posible el progreso mediante la
actividad privada de los pobladores; si sólo atinan a crear puestos públicos o subsidios a la desocupación,
no puede esperarse que el pueblo busque forjarse su porvenir independientemente y sin ayuda estatal.
Cuanta más impunidad exista en la idoneidad de los funcionarios y más fallen en sus actos de gobierno,
más se agudizará en el pueblo su indiferencia por las promesas atractivas y acentuará su interés por
obtener de la política solamente réditos personales.
Somos un pueblo temeroso de expresar libremente los infortunios personales, no por constituir una
colectividad de timoratos, sino porque expresarnos libremente puede significar la pérdida de un puesto de
trabajo generalmente público en una sociedad de trabajo escaso. El poder hegemónico permite el control
de las conciencias. Así, todo opositor que trabaje en cualquier dependencia municipal, provincial o
nacional, es obligado a autocensurarse por el temor a ser sancionado o perder su trabajo.
Esto no indica un quiebre moral de nuestro pueblo, tampoco ignorancia. Se trata de la inteligente
decisión de los que no ven en los políticos otra cosa que actores de coyuntura y vendedores de esperanzas.
No tiene sentido arriesgar un puesto de trabajo, por denunciar una injusticia a políticos de ocasión que
generalmente tratan de conservar a cualquier precio el lugar que ocupan. Nada asegura que la denuncia de
las injusticias sea realmente escuchada, los culpables sancionados y el denunciante enaltecido. No
importa que el pueblo no tenga idea de cómo impulsar el desarrollo colectivo de su patria, eso no es un
pecado. Son los políticos-pensadores, los creadores de utopías, los encargados de proponer los caminos,
los medios para lograrlo y de hacerlos realidad.
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UNIDAD N°7
CUESTIONES POLÍTICAS
TEMA N°5
POLÍTICOS Y PENSADORES
No podemos desconocer, y es preciso reconocer, que muchos de nuestros políticos lugareños son -y han
sido- muy exitosos en la conquista y conservación del poder, y es bueno que así sea, pero desde hace más
de un siglo casi todos -pero no todos- han carecido del talento suficiente para hacer realidad el desarrollo
integral que la provincia requiere. Contrasta la habilidad para ganar elecciones y mantenerse en el poder
con la notoria ineptitud para desarrollar la economía y lograr la prosperidad provincial.
Operadores eficaces, agudos observadores de la trama íntima del poder, dotados siempre de buenas
ideas para resolver conflictos o para alcanzar propósitos electorales o partidarios; hombres con una gran
fuerza en la discusión práctica y capacidad para aprehender en seguida los puntos materiales de una
cuestión. Munidos de una autoconfianza que raya en vanidad y mente clara para ver las cuestiones que le
son familiares, son muchas veces incapaces para imaginar y comprender problemas cuando no cuentan
con la experiencia previa que enseña antes. En los tiempos modernos esto es útil y necesario, pero no
suficiente. Desconocer los ideales colectivos que surgen de nuestra historia, carecer de una interpretación
de nuestro pasado que defina los fines a seguir, no tener una concepción integradora de la vida social, del
conocimiento y técnicas apropiadas que indiquen los pasos vitales y sucesivos para hacer realidad las
transformaciones colectivas requeridas, es un grave problema.
Son generalmente hombres “prácticos” y de “acción”, y siempre lo invocan como condición lógica y
necesaria de la vida política, en contraposición con los que sólo son “teóricos” o “pensadores”. Al carecer
de “pensamiento” -dicho esto no de modo peyorativo sino en el sentido de que no son creadores de
nuevas utopías, sostenedores o ideólogos de nuevas doctrinas- no pueden superar las rivalidades por
medio de una doctrina común. Los hombres carentes de “pensamiento”, repiten los errores del pasado por
desconocimiento de las teorías y doctrinas que registra la historia, no pueden proyectar en el tiempo el
devenir colectivo; no pueden imaginar una utopía, ni los pasos necesarios para alcanzarla. Por esta razón
posiblemente, “las legislaturas compuestas generalmente de hombres más prácticos que instruidos, están
más propensos a dividirse por pequeñas rivalidades que dispuestos a obrar en el sentido de un
pensamiento común” (Alberdi). A falta de pensamiento, el instinto del interés personal prevalece, y como
los intereses son diversos y tantos como hombres hay, tórnase difícil encontrar coincidencias. En cambio,
cuando los hombres crecen en pensamiento, el interés personal se sustituye por las ideas, las utopías, las
interpretaciones de la historia, que son mucho menores en cantidad, y así las diferencias doctrinarias se
reducen y resulta más fácil establecer acuerdos o arribar a un pensamiento común.
No es casual que los mejores momentos de la república y de la provincia, hayan sido logrados con
políticos que no sólo eran hombres de acción sino también de pensamiento. A falta de políticos completos
como aquellos del pasado, bueno sería intentar hoy el obrar mancomunado de ambos. Que la acción de
unos se complete con el saber de otros, para alcanzar las metas, y hasta tanto los políticos acrecienten su
saber. ¿Será posible?
Es común a la naturaleza humana que la gran mayoría de los pueblos desconfíen de las minorías que
piensan y que políticos y empresarios desdeñen a los intelectuales. Las utopías o las nuevas ideas
atemorizan a las masas normalmente conformistas y conservadoras, del mismo modo que la falta de valor
y fuerza por la acción -común en los intelectuales- induce al desprecio de políticos y empresarios. Sin
embargo, la historia propia y ajena está plagada de ejemplos de la complementariedad de intelectuales y
políticos en la gestión de gobierno. No se trata de ocupar lugares incompatibles sino de ubicar a cada uno
en su área específica, sin intromisiones molestas pero complementarias en la consecución del objetivo.
¿Por qué razón la mayor parte de los numerosos intelectuales que posee el país, no participan en la
construcción y conducción política del país? ¿Porque no están dispuestos a manchar su prestigio y
regalar su saber a improvisados e incompetentes políticos?
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Un intelectual de prestigio puede aceptar acompañar la gestión de un gobernante con talento, prestigio y
esclarecida formación, pero nunca ponerse a las órdenes de hombres ignorantes y arrogantes. Por esta
razón quizá, el oscuro refugio de nuestros intelectuales ha sido la Universidad, los centros de
investigación o el exterior.
Nos hace falta un pacto entre intelectuales y políticos mediante el cual los primeros se comprometan a
brindar un profundo contenido al saber de las nuevas generaciones de políticos, y los segundos, a
concretar el gesto heroico de darle paso a los reemplazantes.
Es un error creer que los políticos no requieren esclarecida formación. Sarmiento, Mitre, Avellaneda,
Pellegrini, Vicente Fidel López, Lisandro de la Torre, entre tantos otros a nivel nacional, y Eusebio
Gregorio Ruzo ( gobernador de Catamarca a los 27 años de edad y en tres oportunidades), Mauricio
Herrera, Octaviano Navarro, Samuel y Mardoqueo Molina, Julio Herrera, Guillermo Correa, Francisco
Ramón Galíndez, Crisanto Gómez, Fortunato Rodríguez, Federico Espeche, Lindor B. Sotomayor,
Vicente Bascoy, Fidel Castro, y muchos otros en nuestra provincia, fueron hombres que combinaron
armoniosamente su destacada ilustración con la acción política, y no es casual que los grandes procesos
de cambio y desarrollo nacional y provincial, se hayan logrado con estos políticos-pensadores que
supieron encaminar el destino colectivo no sólo con firmeza y decisión, sino también con sobrada
sabiduría.
Lisandro de la Torre y Nicolás Avellaneda, por nombrar sólo dos legisladores del pasado, no
necesitaron asesores para elaborar sus proyectos ni sus discursos. Nuestro Federico Espeche en
Catamarca, periodista, presidente de la Corte de Justicia de Santiago del Estero, ministro de gobierno,
secretario privado del presidente Avellaneda y diputado nacional, se había doctorado en derecho a los 23
años y escrito a los 24 su enorme y serio trabajo de 428 páginas, La Provincia de Catamarca, dedicado a
describir y proponer caminos de crecimiento para nuestra provincia en materia económica, social,
política, cultural, educativa y legislativa, con lujo de detalles en cada disciplina y con profuso saber.
Entendían de todo, y sabían hacer de todo y bien.
Bernardino Rivadavia traduce sin concluir, la obra de su amigo el filósofo utilitarista Jeremías Bentham
Introducción a los Principios de la Moral y la Legislación. Mariano Moreno, traduce El Contrato Social
de Rousseau. Juan Bautista Alberdi, publica 8 libros en vida y sus obras póstumas comprenden 16 tomos.
Domingo Faustino Sarmiento, que con sólo estudios primarios, leía, hablaba y escribía inglés, traduce El
Federalista de Hámilton, Mádison y Jay, y sus obras completas comprenden 52 tomos, entre las que se
destacan: Memoria al Instituto Histórico de Francia, Facundo, Educación Común, Educación Popular,
Recuerdos de Provincia, etc. Bartolomé Mitre, autor de obras de teatro, poesía, ensayo, relato, etc., tiene
entre sus obras más conocidas su Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina en 4 tomos, y su
Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana en 6 tomos. Nicolás Avellaneda, versado en
francés, licenciado y doctor en derecho, profesor de economía política, periodista y escritor como
Sarmiento, Mitre y tantos otros, destaca entre su obra más importante el Estudio sobre las Leyes de
Tierras Públicas, además de: Rivadavia, La Agonía de la Colonia, La Ley de Imprenta, y sus escritos y
discursos se encuentran editados en 12 tomos. Estanislao Severo Zeballos, abogado y doctor en
jurisprudencia, fundador de la Sociedad Científica Argentina y del Instituto Geográfico Argentino,
periodista y director del diario La Prensa, diputado provincial y nacional, Teniente Coronel, tres veces
ministro de relaciones exteriores, diplomático, profesor, ministro de instrucción pública, miembro del
Tribunal Internacional de La Haya, primer decano de la Facultad de Derecho elegido por alumnos y
profesores, publica su primera obra a los 12 años de edad, y 14 libros más entre novelas, ensayos y
estudios científicos y políticos, entre los que resaltan The Rise and Growth of the Argentine Republic,
escrita en inglés, La Diplomatie des Etats Unis dans l’Amerique Latine, escrita en francés, y los tres
tomos de su Descripción amena de la República Argentina.
Nuestro Benedicto Ruzo, hijo del segundo gobernador de la provincia, abogado, diputado provincial,
constituyente, periodista y director de diario, profesor y ministro secretario de varios gobiernos, primer
estadígrafo catamarqueño, publica en 1854 el primer trabajo descriptivo de las características físicas y
políticas de Catamarca. Marcos A. Figueroa, otro catamarqueño abogado, profesor, funcionario judicial,
ministro de gobierno y gobernador interino, publicó en 1865 sus Lecciones sobre Geografía Argentina,
dedicándole un capítulo completo a Catamarca.
¿Por qué entonces ahora, que el mundo es mucho más complejo que entonces y que es preciso no
equivocarse en las decisiones, debemos eximir a los políticos de una buena formación?
Preguntados mis alumnos de un curso de Formación Política sobre el nivel de exigencias que debían
contener los exámenes que rendirían conmigo, respondieron que consideraban suficiente contestar bien el
50% del cuestionario. Respondí entonces, que siguiendo tal criterio, sería suficiente sólo el 50% de
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conocimientos en aquel médico que alguna vez debiera someterlos a cirugía, pero respondieron alarmados
que tan poco saber les resultaba inadmisible. La conclusión no se hizo esperar; ¿por qué les parecía bueno
y conveniente exigir una gran formación a quién debe decidir, con su saber profesional, sobre nuestra
salud o enfermedad, y en cambio sólo requerir un 50% de conocimientos a quién debe decidir con su
saber profesional sobre la educación y salud de nuestros hijos, el trabajo y la prosperidad presente y
futura de todos, la tranquilidad y la vigencia de las instituciones y prácticas democráticas de la nación, la
guerra o la paz, y en general el nada pequeño ni despreciable objetivo de “constituir la unión nacional,
afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general,
y asegurar las beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres
del mundo que quieran habitar el suelo argentino” que contempla nuestra constitución?
Los intelectuales no tienen la obligación de ser políticos; los políticos no tienen obligación de ser
intelectuales, pero sí la de ser profusamente ilustrados en numerosas áreas del conocimiento humano, de
lo contrario, toda esa ventajosa aptitud para la acción y el manejo del poder del que disponen y no deben
carecer, se esterilizan cuando adolecen del debido y necesario saber.
No se trata de convertir intelectuales en políticos, ni de llevarlos al poder, porque es una tarea inútil.
Los que buscan la verdad en la ardua tarea de escudriñar el pasado, la filosofía o las entrañas culturales y
psicológicas de los pueblos, los que se esfuerzan por diseñar nuevos rumbos para influir en la
organización de la vida colectiva, carecen de la pasión por el poder, la fortaleza y el fervor dinámico por
la acción, que caracteriza a los políticos. Tampoco debe considerarse como político a todo aquel que viva
de su ejercicio, gane elecciones y haya ocupado cargos relevantes en el poder público pero sin reunir las
capacidades intelectuales que intentamos describir. Asimismo “suponer que todos los intelectuales son
básicamente inteligentes, es un error muy generoso”, y es preciso advertir que el espíritu de seriedad, el
sentirse poseído por una alta misión, el miedo a los otros, el afán por gustar a todos, la impaciencia ante la
realidad, el mayor respeto a los títulos académicos que a la sensatez o la fuerza racional de los
argumentos y el olvido de los límites, es más un síntoma de estupidez que de intelectualidad, nos advierte
Fernando Savater (Diccionario Filosófico,1997,pág. 136-137).
Los políticos son necesarios e insustituibles y no pueden ser reemplazados por intelectuales, artistas,
técnicos ni militares. Tampoco afirmamos aquí que los políticos deban ser intelectuales. Lo que los
políticos deben hacer es, abrevar de las ideas de los intelectuales, ilustrarse suficientemente con ellas para
hacerlas realidad mediante su fuerza, su coraje y convicción. Cuando una enfermedad no puede ser
vencida por los médicos, es seña que debemos redoblar su formación científica, pero de ningún modo
reemplazarlos por arquitectos. Si diez, cien, mil o más políticos son incompetentes para resolver los
problemas del país, no debe deducirse de ello que los políticos no son los indicados para ocuparse de las
cuestiones políticas, sino que por el contrario, es necesario extremar las exigencias de su formación en la
materia y en los requisitos de idoneidad para tales funciones.
La tarea de los políticos consiste en resolver problemas y anticiparse a ellos previniéndolos. A los
candidatos no se les debe preguntar qué cargos ocuparon antes ni lo que piensan hacer cuando lleguen al
poder sino, los problemas que ya resolvieron felizmente y los que lograron prevenir.
La esencia de la política es el poder, y el poder es la facultad de mover la realidad, la capacidad para
convertir la voluntad en acto, la fuerza o imperio para hacer o mandar hacer cosas. Las ideas -patrimonio
de los intelectuales- no son capaces por sí mismas de cambiar las cosas. Los políticos son los que tienen
conciencia del Poder, deciden sobre el y lo transforman en acción. El poder no es ni bueno ni malo, pero
es falso creer que no existe el bien ni el mal y si sólo el poder.
“El poder significa en consecuencia, tanto la posibilidad de realizar cosas buenas y positivas como el
peligro de producir efectos malos y destructores” dice Romano Guardini. Sólo el poder responsable
garantiza de algún modo mejores resultados, esto es, que los políticos, que son quienes lo ejercen,
respondan por sus actos; actos que al estar guiados por una vasta formación humana e intelectual podrían
devenir en hechos falibles o exitosos pero nunca en culpas. Cuando los actos de un político incompetente
conducen a la ruina de su pueblo, no se trata ya de un error de apreciación, sino de una culpa devenida de
su ignorancia para sortear dificultades y punible en atención a sus responsabilidades de gobierno e
idoneidad exigida. Las constituciones nacional y provincial, exigen en su articulado N°16 y N°166
respectivamente, el requisito previo de la idoneidad para el ejercicio de los cargos públicos y el Artículo
142 de la Constitución provincial concede al pueblo la posibilidad de demandar a su gobernador y vice
cuando se desempeñen sin lealtad y honradez y cuando no observen ni hagan observar la ley fundamental.
Periodistas y opinadores critican la violencia que algunos pocos ejercen en las manifestaciones
populares de protesta contra las autoridades gubernativas que invariablemente derivan en destrozos y
cuantiosas pérdidas de bienes materiales. Repiten mecánicamente y como un dogma, que las protestas en
ruidoso repicar de cacerolas debieran ser siempre pacíficas, pero no explican -ni se puede explicar- cómo
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esperan que ese tipo de protesta deba necesariamente desembocar en rectificación de rumbos y medidas o
la renuncia a la función pública, de aquellos que han hecho del cargo ejecutivo, legislativo o judicial, un
modo fácil y corrupto de existir y en donde, por cierto, la contraprestación esperada, esto es, idoneidad y
honestidad, están ausentes. No explican por qué razón, el tronar de cacerolas debiera ineludiblemente y
por arte de magia, hacerles renunciar para siempre al modo cómodo de progresar que durante años
pergueñaron.
Si realmente las personas o instituciones repudiadas son obstinados delincuentes, advenedizos de la
política o descuidistas aprovechadores de la confianza ciudadana, ¿es posible creer que quienes
progresaron tan fácilmente con esos “méritos”, renuncien a esa vida y su futuro, sólo por el estruendo de
cacerolas?. ¿Una justicia seriamente sospechada en su eficacia y honestidad, como la nuestra, podría
ejercer algún temor a los enjuiciados?
Creemos que lo único que arredra a delincuentes, estafadores y trepadores de ocasión, es la posibilidad
cierta del castigo, la inexorabilidad de una justicia respetada, la posibilidad cierta e inmodificable de
pagar un precio más alto que el beneficio conseguido o a preservar. De allí que sea perfectamente
comprensible y entendible que irremediablemente se llegue a la violencia, porque es el hartazgo que
provoca la inconsistencia de las instituciones para resolver automáticamente las injusticias, la que
conduce a una explosión de disgustos y pasiones contenidas, que sólo cesará, como expresión violenta,
cuando los efectores de las instituciones gubernativas, judiciales y legislativas, obren rápida, eficaz y
automáticamente suprimiendo las injusticias.
Si los políticos y legisladores no pueden comprender y resolver los reclamos del pueblo; si los
responsables de hacer justicia, no pueden dar consuelo y satisfacción a las víctimas por las ofensas
recibidas, entonces pierden legitimidad ante sus representados y pasan a identificarse con los victimarios.
Las consecuencias de permitir que hombres poco o nada calificados en materia política e intelectual se
hagan cargo del poder son nefastas, no sólo por lo que dejan de hacer sino por el atraso generalizado y los
daños irreparables que provocan.
¿Por qué los primeros 50 años de la conquista española en América fueron lamentables en materia
administrativa?, porque los conquistadores en su gran mayoría eran “pobres diablos, segundones de
familia de mediana, pequeña o muy pequeña nobleza (a menudo imaginaria...) que conocieron en sus
hogares el modo de vida aristocrático, con su mitos, sus ideales, sus ambiciones, que la tierra de España
no podía, en lo sucesivo, alimentar” (Ruggiero Romano, Los conquistadores, 1978).
¿Qué nos pasó a nosotros con aquel gobernador Manuel Antonio Gutiérrez (1825-1827), caudillo rico de
buena familia de Ancasti, Federal tornado a Unitario por intereses económicos, pero de pocas luces
intelectuales, ambicioso, inescrupuloso, cruel y sanguinario?, no otra cosa que desorden gubernativo,
anarquía, guerra civil, saqueos, asaltos, atropellos, detención y fusilamiento de federales y una
catastrófica administración pública. ¿Con el gobernador Santos Nieva y Castilla (1842-1845), federal
fanático de antigua y noble familia andalgalense, pero rústico, ignorante, avaro, insolente y despótico?;
contribuciones forzosas para adversarios políticos y neutrales, fusilamientos y asesinatos.
¿Con el gobernador y dictador por un día, el sargento Juan Piqueño (30-05-1863), hombre ignorante,
insolente y borracho?; asalto a la Tesorería de la provincia, pillaje en comercios, incendio del Archivo
provincial, y una ciudad de Catamarca desolada y turbada por el terror.
En el siglo XIX, muchos políticos tenían grado universitario, lo cual los ubicaba en una estrechísima
minoría altamente ilustrada, si se tiene en cuenta que había un 80% de población analfabeta. Para
mantener en la actualidad esta proporción de ilustración en los funcionarios públicos, y sean como
entonces una minoría estrechísima en una población ahora con un 4,5% de analfabetos, todos debieran
tener por lo menos dos títulos universitarios, varias maestrías, algún doctorado y numerosos libros y
escritos publicados. Por ejemplo, el “Protector” de las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca, don
Alejandro Heredia, que fue gobernador de Tucumán en 1837, en tiempos de Rosas, era General, Doctor y
Licenciado.
Los positivistas de fines del siglo XIX como Carlos O. Bunge pensaban que hay falta de iniciativas
prácticas cuando prima la pereza en la voluntad; falta de originalidad, previsión y precisión, cuando
prevalece la pereza en la inteligencia; falta de ideales cuando hay pereza de sensibilidad e imaginación;
parodia de democracia, cuando reina la pereza en el ejercicio de los deberes y derechos políticos de un
pueblo; odio al extranjero cuando hay pereza de comprenderle y emularle.
La imaginación es una facultad sumamente activa del intelecto humano que implica justamente trabajo
intelectual, esfuerzo tesonero y a veces, labor penosa de atención y comprensión. La imaginación de un
hombre no surge de la nada, requiere una aplicada tensión racional que se alimenta del conocimiento. Sin
conocimiento no hay imaginación y sin imaginación es imposible el progreso y el desarrollo.
¿Qué hizo en el pasado patrio, que los políticos fueran también hombres ilustrados?. Pensamos que en
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aquellos tiempos, cuando las prácticas democráticas eran sólo una ilusión estampada en los papeles pero
no en las conciencias y valores éticos de la sociedad, la supervivencia política sólo era posible con la
conjunción de tres factores sustanciales: coraje y bravura personal, pasión por el poder, y gran
conocimiento y sabiduría. Sólo estas tres virtudes permitían llegar y mantenerse en el poder sin ser
derrocado, castigado y muchas veces ajusticiado. La turbulenta vida práctica había creado el anticuerpo
necesario para excluir del sistema político a los hombres carentes de estos requisitos vitales para el
mando.
Rosas parece ser el último intento por dejar que el libre rumbo de la historia definiera nuestro destino.
Sus modestos resultados con el costo del horror conocido, fue una moderada prosperidad y la instalación
forzada de los hábitos de obediencia en una muchedumbre dispersa y caótica de hombres.
A la generación del año 1810 le sucedió la del 37. Si aquella había contado en sus filas con algunos
hombres doctos, comerciantes y militares, la que le sucede descolló por su inmensa capacidad intelectual
y producción de escritos dirigidos a fundamentar el diseño de país que querían construir. Echeverría,
Alberdi, Mitre, Sarmiento, Gutiérrez, Florencio Varela, Félix Frías, Vicente Fidel López, Miguel Cané,
Rivera Indarte, Carlos Tejedor, son sólo algunos nombres en una inmensidad de nombres de ideólogos-
políticos que con su inmenso estudio, producción de escritos y concreta acción política, se propusieron la
tarea de construir un país; nuestro país, lástima que creyeran que el alma de un pueblo podía modificarse
cambiando sus instituciones. Las instituciones no parecen ser el punto de partida de la evolución política
sino el resultado.
Crecimiento económico significaba para Alberdi aumento acelerado de la producción porque el
mercado para el aumento productivo estaba en el extranjero, pero no distribución del ingreso. Admite que
su orden político es provisorio y que las desigualdades de ese orden social son necesarios hasta tanto se
concluya la construcción nacional. El cambio económico debía influir en el cambio político-social.
Propone apelar al trabajo y capital extranjero, adhiere al liberalismo de Adam Smith y critica los
modelos francés y estadounidense porque el primero ataca la libertad de comercio mediante la aduana y el
segundo protege su industria y su marina contra la competencia externa. No le interesa mayormente la
educación del pueblo, piensa que manteniéndolo en la ignorancia se adecuará no obstante a los modos de
producción modernos sin exigir una participación en el reparto del ingreso que perjudicaría el necesario
proceso de acumulación de capital.
Sin embargo, Alberdi no llegó a ser presidente.
Para Sarmiento, la inmigración traería al país hombres laboriosos e industriosos; los nativos debían
educarse rápidamente para que los beneficios del progreso no quedaran sólo en poder de los inmigrantes y
pudiera en consecuencia propagarse a los connacionales evitando así su marginación económica.
A Sarmiento le interesa rastrear el surgimiento de una sociedad basada en la plena integración del
mercado nacional. Para que haya mercado nacional y no una muchedumbre de aislados mercados locales
-habrá pensado- es preciso lograr la comunicación escrita de un público disperso como el de aquellos
tiempos y para ello nada mejor que la educación popular en una población de analfabetos y
supersticiosos. La masa de consumidores no solo necesita educación sino también difundir el bienestar y
aspirar a una mejora económica mediante el acceso a la tierra. Sarmiento vio en EE.UU que la pobreza de
los pobres no era condición necesaria para el desarrollo, y que la distribución del bienestar a un más
amplio sector social, no era solo la consecuencia de un orden económico sino la condición necesaria para
lograr ese orden.
A la generación del 80 no le faltó hombres ilustrados ni cohesión ideológica, careció de una visión más
completa de lo que significaría la industria como proceso modificador de conductas, costumbres y hábitos
y promotor del enriquecimiento nacional.
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Se afirma que el tránsito evolutivo de toda sociedad comienza con la recolección de frutos, la caza y la
pesca, continúa con la ganadería, luego con la agricultura, para mas tarde alcanzar el predominio
industrial. Nuestra clase política creyó casi desde comienzos de la historia nacional que estos pasos son
inevitables en aislamiento, pero cuando existen el comercio y la técnica internacionales, esa regla
histórica no se cumple y se puede avanzar a saltos porque no hay industria privilegiada. Se olvidaban que
la concentración en una sola actividad productiva tampoco concede privilegios y esa decisión política de
optar por la exclusiva producción agrícola-ganadera fue trágica. Nuestros políticos creyeron que Europa
era nuestra “colonia fabril” pero en realidad fuimos su “colonia rural” (Alperín Donghi).
Ante el fracaso de los políticos-intelectuales del 37 y 80 para consolidar el desarrollo nacional, la clase
política que le siguió fue dejando de lado -salvo contadas excepciones- su formación intelectual para
adquirir la condición de políticos-prácticos, quizá atribuyéndole al saber abstracto de aquellos la causa de
nuestros males. Este fue un error mayor; la culpa de que haya algunos malos médicos que no logran curar
a sus pacientes - lo hemos dicho ya- no se debe a que estudian ciencia médica sino a la necesidad de una
mayor aplicación en ella.
Superada la etapa de los políticos-intelectuales, cuya misión es fundar las bases ideológicas sobre las
que se apoyará la posteridad -según opina la ciencia política- debe surgir la de los políticos-prácticos,
pero ocurre que siempre debemos retornar a la primera etapa que no termina por imponerse
definitivamente. Por esta razón seguimos necesitando de políticos-pensadores que sean capaces de diseñar
el derrotero del desarrollo nacional, para alcanzar un bienestar que nos parece no sólo distante sino
imposible.
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UNIDAD N°7
CUESTIONES POLÍTICAS
TEMA N°6
POLÍTICA Y POBREZA
Nuestro principal problema parece ser de orden económico; radica en nuestra casi inexistente estructura
productiva, siendo esta razón la que determina la pobreza, pero sólo una firme y decidida convicción
política podrá poner en marcha un proceso de cambio y desarrollo; en consecuencia, la falta de desarrollo
económico es - en una primera aproximación- de índole político.
La pobreza, la ignorancia y la enfermedad, no son el resultado de las malas prácticas de los que ejercen
la política o los grupos dominantes de la sociedad. La desidia, la negligencia, el egoísmo o la indiferencia
de los políticos o las clases altas, no son las causas de la postergación y el atraso, sino la consecuencia de
una estructura económico-productiva deficitaria, siendo el progreso material de los pueblos el que
determina el grado de democracia alcanzado, afirma Rogelio Frigerio. La democracia plena es un proceso
que se alcanza sólo con el progreso material y no a la inversa. No hay pueblos pobres que logren ser
democráticos. Las grandes democracias de la historia: griega, inglesa y estadounidense, sólo se
alcanzaron una vez lograda la riqueza material.
Los programas de ayuda a la indigencia colaboran en la morigeración de los efectos, pero no destruyen
las causas que la producen. La compulsión moral al socorro de los que sufren no es un programa de
solución de la pobreza. El atraso político e institucional no son causales del subdesarrollo; por el
contrario, la corrupción administrativa, la inestabilidad y las violaciones a las reglas de la democracia
obedecen al atraso económico.
La organización administrativa de un sistema democrático no sólo tiene los costos de solventar una
única burocracia centralizada de dirección, ejecución y control como en cualquier sistema autoritario, sino
que requiere multiplicarla por los tres poderes y además, alimentar otra burocracia de consulta, elección y
participación colectiva.
La escasa democracia existente en nuestro pueblo, la corrupción y la injusta distribución del ingreso, no
se modifican con el voluntarismo ético, sino impulsando el progreso económico que lo brinda en especial
el desarrollo industrial metal-mecánico, al ofrecer más y mejores oportunidades económicas a la gente,
logrando así que no tengan necesidad de recurrir al cargo político, a la coima y al poder vitalicio, para
vivir mejor, o a callar sus verdades por temor al despido.
La pobreza ha sido casi una constante en la historia de Catamarca. En la Catamarca del siglo XIX, el
cargo público -en muchos casos- no era una fuente laboral en un mercado escaso, sino un sacrificio de
fama, vida y fortuna. Los políticos gastaban su riqueza personal en la política, no hacían fortuna con ella.
La Catamarca de la segunda mitad del siglo XIX tenía la autonomía de vivir casi con sus propios
recursos, con muy pocos subsidios de la nación, aunque austeramente, pero con un incipiente
empresariado privado comprometido con su destino y el porvenir de sus hijos. Más aún, se ocuparon de
construir una estirpe criolla constructora de fortuna y pensaron que la educación de sus hijos podría
conseguirlo. De allí el enorme esfuerzo que pusieron en la educación.
Al fracasar nuestra breve pero prometedora política minera y ser vencidos por la agroganadera del
litoral, el advenimiento del siglo XX dejó a nuestros políticos y empresarios sumamente desconcertados,
sin pensamiento, sin proyectos alternativos de crecimiento, vacíos de ideas y carentes de la fuerza mítica
del desarrollo que permitiera cambiar nuestro destino.
La pobreza se abrió paso sin dificultad en Catamarca ante la mirada atónita de los hombres de
gobierno.
Los candidatos políticos se fueron quedando sin antecedentes de un pasado lleno de realizaciones que
condujeran a la prosperidad; el proselitismo pasó a ser una competencia de promesas, una propalación de
fantasías imposibles de cumplir.
Así planteada la faena política, la carencia de ideas alternativas para nuestra situación económica forjó
una nueva manera de hacer política que se ha perpetuado hasta el presente: prometer diques, caminos,
salud, educación, asfalto, viviendas y trabajo para todos, que sólo se logran con un revolucionario plan de
crecimiento y desarrollo que jamás se da a conocer, sencillamente porque se ha carecido de condiciones
para elaborarlo.
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Los colchones, el cemento, las chapas de cinc, los bolsones de alimentos y útiles escolares que debiera
adquirir cada ciudadano con el fruto de su trabajo en una sociedad de plena ocupación y crecimiento, se
obtienen sólo de regalo en vísperas de comicios pero nunca como consecuencia de las concretas
transformaciones económicas prometidas y jamás hechas realidad.
Se trata entonces, de dar solución definitiva al problema económico de la pobreza provincial, para poder
modificar también de modo definitivo, las carencias políticas que padecemos.
PUEBLO Y POLÍTICA
Pierre Maillaud (La manera inglesa,1947,pág.106) decía hace más de medio siglo que a los ingleses no
les seduce la oratoria. Por el contrario, sospechan de las lindas palabras porque piensan que la política
sensata y práctica, debe expresarse sencillamente.
Creen que la correcta conducta política debe caracterizarse por el tono bajo, cierta reserva, ausencia de
afectación intelectual, calma y sencillez de expresión. La característica de la Cámara de los Comunes no
es la solemnidad del recinto ni las pelucas de sus miembros, sino la atmósfera familiar y casera de los
debates.
La conducta moderada y realista del pueblo inglés en materia política contrasta con la disciplina de
rebaño alemana o nuestra actitud pasiva, confiada y deslumbrada por la oratoria.
“El inglés adopta rara vez una actitud intelectual respecto a las declaraciones políticas, sino que las juzga
con la prueba de los hechos y en el terreno de lo práctico” (La manera inglesa,1947, pág.108). Para la
resolución de sus cuestiones específicas no parten de una especulación teórica y carecen de fanatismo
intelectual debido a su pragmatismo.
Aceptan de buen modo sólo a aquellas personas que hablan de cosas que están a su alcance y experiencia,
y detestan a los que hablan y juzgan cuestiones ajenas a su ámbito de conocimiento y trabajo. En
consecuencia, la opinión pública es para ellos, no la opinión que la gente tiene sobre todo el universo de
cuestiones, sino el producto acumulado de las opiniones sostenidas por las distintas categorías de
individuos sobre asuntos de su competencia.
La fuerza de la oratoria es profunda en los pueblos dogmáticos y crédulos como nosotros, y son los
dogmatismos la base de los fanatismos. Como los ingleses no son dogmáticos y demasiado pragmáticos,
no caen en los fanatismos políticos ni en los encantamientos oratorios, a los que nosotros somos tan
proclives.
Aquí, somos propensos a mítines y concentraciones masivas en plazas con discursos en tarimas y
balcones. Nuestros políticos tienen por lo general un discurso exaltado, gritado y vociferado a los
connacionales, que junto a los carteles proselitistas de inmensas letras pintados en cuantas desdichadas
paredes caen en sus manos, hablan de la vocación autoritaria que los anima. No cumplen el rol
democrático de interpretar los deseos del pueblo, que por cierto no requiere del grito sino de la reflexión
profunda y la formulación de los medios para conseguirlos; tampoco las letras gigantescas de los letreros
que evocan los apellidos de los candidatos son propuestas del modo de alcanzar la prosperidad colectiva,
sino el modo poco subliminal de penetrar en la memoria ciudadana sólo un nombre o un apellido, jamás
una idea.
CULTURA CÍVICA
La fuerza de Inglaterra está contenida en el acendrado deber de contribuir con el bienestar general que
tienen sus habitantes. Hay en ellos un tradicional sentido de responsabilidad frente a la comunidad.
¿Cómo lo han logrado?
La base de su vida nacional no es el Estado, sino la sociedad. El poder de la sociedad suple plenamente
la protección política del Estado.
“El sentido de los deberes individuales para con la sociedad...no es tan sólo una tradición conservada
por la enseñanza moral...sino la consecuencia natural de una manera inglesa de vivir. Al niño inglés se
le enseña a sentirse tan a gusto en compañía de sus condiscípulos, en un club deportivo o en el campo de
juegos, como en su propio hogar con su familia... Está mucho menos protegido por su familia que por los
demás... La influencia de la familia sobre un adolescente inglés no excede en conjunto a la de su entorno
social... Los maestros no lo tratan como un niño, sino como a un miembro responsable de la sociedad...
Son preparados desde la infancia para el cumplimiento de sus deberes sociales y de sus funciones,
gracias al hábito de una temprana asociación y las responsabilidades consiguientes”. (Pierre
Maillaud,La manera inglesa,1947,pág.102-103)
En ellos, el talento y los hábitos políticos no constituyen una forma especializada y adicional de
preparación, sino una más de las que han desarrollado los individuos durante su experiencia social y
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educativa, y por eso cuando hay elecciones en Inglaterra, el ritmo ciudadano no se altera y continúa
apaciblemente la rutina diaria.
Mientras en nosotros la familia es la etapa intermedia entre individuo y nación, en Inglaterra es la
sociedad la etapa intermedia.
El desarrollo intelectual de un adolescente inglés es más lento posiblemente que en los pueblos latinos,
pero una vez cumplida esta etapa, está más preparado como ciudadano responsable que en otros pueblos,
como nosotros, donde aún tienen todo por aprender. Entrar en la vida política no es para ellos una nueva
experiencia, desconocida, incierta y atrapante, sino que se trata de una ampliación natural de su actividad
humana y de las obligaciones sociales.
En nosotros la vida política se lleva a cabo por medio de una preparación escénica que implica una
separación de las finalidades individuales y sociales, de allí que muchos padres argentinos consideran un
despropósito que sus hijos “hagan” política cuando son estudiantes. Sucede que la política no forma parte
de la evolución lógica del entrenamiento social y cívico de nuestros hijos desde la niñez.
La vigencia del interés sólo individual por la vida política en algunos de nuestros conciudadanos quizá
obedezca a la falta de una educación y vida asociativa como la inglesa, pero también, a la falta de trabajo
con buenas remuneraciones y a la búsqueda de fama y prestigio, sin negar las profundas y sanas
vocaciones que seguramente las hay en muchos compatriotas.
En nuestra vida civil, el fascismo y las ideologías totalitarias se presentan como un descanso de la
angustia permanente que significa tener que decidir bien entre varias alternativas, cuando se ignoran
todas. Aprender a elegir y decidir, implica madurez frente a la vida; pero cuando no la hay, la única
elección consiste en “elegir” al que va a pensar por nosotros, al caudillo, al conductor, al líder que
decidirá por nosotros.
En la opinión de Noan Chomsky (Política y cultura a finales del siglo XX,1996), no se trata de que los
pueblos tengan la posibilidad de informarse de todo lo que pasa, ni de que tengan libertad para pensar y
expresarse, sino de que no estén aislados entre ellos e imposibilitados de conocer si otros piensan igual y
poder hacer algo conjunto con esos otros. En nuestra provincia, el país y el mundo, la gente no participa
en la toma de decisiones, es sólo espectadora de lo que los políticos o poderosos deciden.
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LEYES
El famoso concepto colonial español que afirma que “la ley se acata pero no se cumple” ha sido el
desastroso resultado de creer que las leyes cambian las costumbres. Al igual que los romanos que
veneraban la Ley de las Doce Tablas pero nunca la aplicaban, el problema en nosotros reside en creer en
la majestad de la ley pero vivir a fuerza de costumbre, dando por resultado que no acatamos la ley y
vivimos en infracción, con nuestros actos por un lado y las leyes por otro.
Decía Gustavo Le Bon que las leyes que surgen sin tener en cuenta las costumbres y la jurisprudencia,
están condenadas al fracaso. La autoridad proviene de las costumbres, creadas por la necesidad y fijadas
por la jurisprudencia.
Los principios fundamentales del gobierno no se basan únicamente en textos, así ocurre en Inglaterra.
Ellos están regidos por una Constitución no escrita. Tienen viejos instrumentos como la Carta Magna que
dejó por escrito lo que querían ser y hacer en viejos tiempos, pero sus libertades y costumbres no han sido
sancionadas por leyes ni decretos, sino por la adopción consentida de Reyes, Lores y Comunes. Viven
bajo el imperio de usos, costumbres y convenciones surgidas lentamente pero universalmente observadas
y respetadas, decía en 1909 el ministro inglés Mr. Asquith.
El gran mérito de las instituciones inglesas -expresaba Chamberlain- es el de no ser lógicas ni necesitar de
la lógica, porque nacen de los sentimientos que crea la necesidad e independientemente de la razón.
¿Podemos legislar, reformar y organizar la sociedad por medio de la razón? ¿Este libro comete ese error?
Las sociedades no se organizan según las fantasías de los gobernantes. Son las necesidades las que
gobiernan la conducta de los hombres y no las leyes. Las leyes deben surgir de la costumbre, ésta de las
necesidades, y cambiar lenta pero sostenidamente por medio de la jurisprudencia, según se modifiquen las
necesidades.
La sociedad no debe su existencia a decretos sino al carácter de los pueblos y sus necesidades
económicas.
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UNIDAD N°7
CUESTIONES POLÍTICAS
TEMA N°4
PODER LEGISLATIVO
Obras consultadas:
1)- JOHN LOCKE, Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil,1690.
2)- CARLOS OCTAVIO BUNGE, Nuestra América,1903.
3)- PIERRE MAILLAUD, La manera inglesa, 1947.
(Uno de los principales jefes de la resistencia francesa en tiempos de la 2° Guerra Mundial,
y conocido en Francia por el nombre de guerra de Pierre Bourdon).
Las posiciones legislativas son buscadas por tres razones: ambición, interés personal, y
preocupación por el bien público. Pero la experiencia ha demostrado que las dos primeras han
predominado con resultados desastrosos.
Jaime Madison (El Federalista)
Como la forma de gobierno depende de dónde se deposite el poder supremo, que es el legislativo
(pues es imposible concebir que un poder inferior prescriba lo que debe hacer otro superior, y no
hay poder más alto que el de dictar leyes), el tipo de estado dependerá de dónde se deposite el
poder de legislar.
John Locke (Segundo tratado sobre el gobierno civil, C.X-132)
Decía Locke que “la primera y fundamental ley positiva de todos los Estados es el establecimiento del
poder legislativo”, razón por la cual consideraba a éste el supremo poder del Estado que no puede ser
ejercido de modo absoluto ni arbitrario sobre las fortunas y las vidas de la gente, porque es un poder
devenido del pueblo y en consecuencia no puede dar a los legisladores más poder del que el propio
pueblo tiene, y nadie tiene un absoluto y arbitrario poder sobre sí mismo. Pensaba que el poder de los
legisladores estaba limitado a procurar el bien público de la sociedad, porque su objeto es preservarla y no
someterla.
El poder legislativo es aquél que tiene el derecho de determinar cómo habrá de ser empleada la
fuerza del Estado, a fin de preservar la comunidad y a los miembros de ésta,.. pero no es
necesario que la legislatura haya de estar permanentemente en activo, ni que tenga siempre algo
que hacer,...Como estos podrían ser tentados de tener en sus manos el poder de hacer leyes y el de
ejecutarlas para así eximirse de obedecer las leyes que ellos mismos hacen; y como podrían tener
tentaciones de hacer las leyes a su medida y ejecutarlas para beneficio propio, es práctica común
en los Estados bien organizados que una vez que las leyes hayan sido hechas, la asamblea vuelva
a disolverse para que sus miembros sean otra vez simples súbditos, sujetos a las mismas leyes que
ellos han hecho; lo cual es un nuevo y seguro modo de garantizar que tengan cuidado de hacerlas
con miras puestas en el bien público.
John Locke (S.T. sobre el G.C.,C.XII-143)
También decía Locke que el poder legislativo es un poder fiduciario a quién se le ha encargado actuar
para ciertos fines, reteniendo el pueblo el supremo poder de disolverlo o alterarlo si le pierde la confianza,
“pues puede ocurrir que estos sean tan insensatos o tan malvados como para planear y llevar a cabo
proyectos que vayan contra la libertad y la propiedad de los súbditos” (Segundo tratado sobre el
gobierno civil,C.XIII-149)
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EN INGLATERRA
Como sabemos, fue en Inglaterra donde se desarrolló y perfeccionó con gran eficacia el sistema de
gobierno representativo, el que maduró lentamente tras largos años de correcciones y adaptaciones.
Surgió posiblemente como consecuencia del desarrollo de una sociedad de clases donde el ascenso
económico era posible para muchos, y los más afortunados cargaban con el mayor peso del sostenimiento
de los gastos de la administración del reino.
Se trató de una sociedad rural próspera, donde las clases acomodadas, tras lograr cohesión social y
económica, concertaron con la autoridad monárquica concederse la potestad de decidir el monto de la
contribución con que atenderían los gastos de esa monarquía, vigilar celosamente la ambición del
ejecutivo (monarca) y controlar la ejecución de las tareas que ese poder ejecutivo debía realizar en razón
de su investidura, haciendo de esta su tarea principal y dejando en segundo plano la elaboración de leyes.
Se trató más de un Parlamento, de una Cámara de Representantes, que de una Legislatura. Trataron
fundamentalmente de constituir un gobierno representativo.
En consecuencia, la tarea del Parlamento o Cámara de Representantes, consistía en decidir la magnitud
y destino de los recursos con que debían atenderse los gastos de la administración estatal y vigilar al
ejecutivo en cuanto a la correcta aplicación de estos. Desarrollaron una concreta división de poderes,
porque los parlamentarios es decir, los que debían sostener con su peculio el funcionamiento del reino,
poca o ninguna vinculación tenían con el monarca y los funcionarios que este elegía para gobernar.
La movilidad social que permitía su cultura social, hizo que creciera lógicamente una clase media, la
que con el tiempo también pasó a ser representada en el parlamento. De este modo, los ingleses diseñaron
un sistema de gobierno donde los muy ricos (lores) y los medianamente ricos (comunes) tenían la
posibilidad de controlar al monarca, en razón del peso económico que recaía sobre ellos. Un sistema de
representatividad que permitía preservar y acrecentar el patrimonio de los que sostenían al Estado con su
peculio, mediante la concertación de ventajas comerciales y monopólicas, pero no con dietas exageradas
que lesionaran el patrimonio de los colegas.
Estos representantes del pueblo no buscaban en el Parlamento una fuente de recursos directos (dietas)
para mejorar su nivel de vida, sino un medio legal para cuidar su riqueza ya existente, frente al probable
gasto indiscriminado de los funcionarios de Estado, el rey, los ministros y su corte, todos los cuales
debían ser sostenidos.
Seguramente su participación en el poder les permitía lograr que el Ejecutivo tomara decisiones que
favorecieran su patrimonio personal mediante la facilitación y protección para realizar grandes negocios,
pero sin mayor costo relativo para el reino, puesto que el beneficio conseguido no estaba en el tamaño de
las dietas sino en la magnitud de los negocios a concretar.
EN CATAMARCA
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Y es precisamente aquí donde reside la gran diferencia con el sistema de representatividad del pueblo de
Catamarca. Nuestro Poder Legislativo no es un cuerpo de representantes de un pueblo con capacidad
económica independiente, a cuyo cargo está el sostenimiento del aparato administrativo del Estado. No
hay en nosotros una sociedad próspera (rural, industrial, comercial o lo que fuere) en quienes recaiga el
peso de sostener con su propio peculio una administración de gobierno como ocurrió en Inglaterra.
Nuestros representantes (legisladores) no constituyen -por lo general- un poder económico significante
que sienta seriamente afectado su patrimonio personal al tener que decidir sobre los recursos que ellos
mismos deberán proveer para hacer funcionar la administración pública. No hay en Catamarca grandes
patrimonios personales, grandes contribuyentes, que pudieran verse afectados por medidas gratuitas y
arbitrarias de un poder político dispuesto a gastar sin control. Por el contrario, nuestra legislatura se ha
compuesto generalmente por gente de clase media, asalariados, profesionales liberales, comerciantes, o
quizá buscavidas algunas veces sin trabajo conocido y por lo general sin gran patrimonio y que por lo
tanto, cualquier exorbitante gasto público decidido por ellos y su medida impositiva consecuente, no
lesionará mayormente su escaso o recatado haber económico, y es esto, posiblemente, lo que ha llevado al
continuo crecimiento de los gastos del Estado, sin mayor resistencia de nadie, por escasez de grandes
damnificados.
En consecuencia, en una sociedad pobre, en donde no hay personas o empresas que por su magnitud de
riqueza, deban pagar elevados impuestos para el sostenimiento de la administración estatal, la idea de
representatividad pierde sustento porque no hay riesgo patrimonial que defender, sino sólo ingresos o
facilidades corporativas a conseguir, incrementar o consolidar. Cuando no hay intereses económicos que
defender, hasta la ideología declina o desaparece, porque esta necesita de aquella para interpretar la
realidad y elaborar un sistema de creencias.
El sistema representativo nació en Inglaterra cuando esos importantes intereses económicos -no los de
los asalariados- se vieron afectados por los gastos que le ocasionaba el poder político. Esto nos mueve a
pensar que sólo así se justifica un Poder legislativo o Cámara de Representantes en una sociedad, de lo
contrario se convierte en una ficción o en una corporación de asalariados que viven de los gastos que ellos
deciden imponer al pueblo. Si una Cámara de Representantes no contiene en su seno las clases en pugna
es decir, los intereses económicos de clase que se expresan con ideologías y sistemas de creencias,
entonces pierde utilidad y su existencia es vana o absurda.
Asimismo, la tarea de legislar prosigue a la de representar, es decir que, primero debe haber
representantes de un sector económico cuyo patrimonio personal esté en riesgo, para que -por esta razón-
controlen al Poder Ejecutivo legislando su accionar y gastos. Es inconcebible una legislatura que sólo se
dedique ha elaborar leyes y no controle al ejecutivo en sus actos y en sus gastos. Los legisladores tienen
fueros no para gozar de un privilegio sino para poder escarbar sin trabas ni límites en los cajones de la
administración estatal, y no para cómodamente denunciar hechos probables, sin pruebas suficientes y para
que otros -y no ellos- investiguen.
¿Por qué los ingleses vieron como bueno que los ricos controlaran el gasto y los actos de gobierno?;
porque los ricos no tienen piedad. Porque cuando se le pregunta a un pobre qué quiere, contesta: comer;
pero cuando se le pregunta a un rico qué quiere, contesta: más. Porque defienden con fuerza su
patrimonio y de este modo su intervención sería decisiva en este aspecto. Para contrarrestar la fuerza de
sus intereses y evitar desbordes, la otra cámara, la de los Comunes, representaría al otro sector social de
los que son más gastadores y menos ricos y que podrían verse perjudicados por la ambición de los
poderosos.
EN ESTADOS UNIDOS
Hablando de la democracia creada por los estadounidenses en 1776, Walter A. Moore expresa que: “La
Democracia Representativa se instaló en un momento en que la única manera que tenía la gente de
enterarse de lo que pasaba en un gobierno lejano y lograr alguna participación en sus decisiones era
enviando un delegado, un representante de sus intereses... pero la realidad ha probado que la confianza en
los “representantes” es constantemente defraudada...y también sabemos que cualquier persona... puede
estar informada...opinar y decidir...sin otro intermediario que un aparato electrónico. Hoy es posible la
implementación de una Democracia Participativa, mediante la decisión popular cotidiana en una
Democracia Directa ejercida mediante medios electrónicos. El pueblo puede defenderse a sí mismo,
opinar sobre lo que cree más conveniente para sus intereses y tomar decisiones sin necesidad de
intermediario alguno”. En estos tiempos modernos de la cibernética y las comunicaciones, el pueblo
puede decidir por sí, sin necesidad de acudir a intermediarios.
Moore propone remplazar los procedimientos de Representatividad, por procedimientos de Participación
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y reemplazar el derecho de votar por el derecho de decidir, debido a que el principio-dogma: “El pueblo
no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes” impide al pueblo liberarse de las ataduras
que lo someten a los que toman las decisiones gubernamentales.
En El Federalista, obra fundamental del constitucionalismo estadounidense, Jaime Madison explicaba
que los diferentes sectores que constituyeron el Estado respondían a su distinta distribución de la
propiedad. En Estados Unidos, fueron los terratenientes y los plantadores quienes tuvieron la hegemonía
al momento de la formación del Estado. Allí el poder fue capitalizado por una clase, la de los dueños de
las propiedades, quienes lo ejercieron en nombre de la nación toda, razón por la cual, los disconformes, es
decir los pobres y débiles, si resistían al poder de los que mandaban se los consideraba alzados contra la
Nación.
En el siglo XIX esa clase la constituían los banqueros exitosos, los dueños de empresas de ferrocarriles,
especuladores de tierras, inversores y otros, pero estos grandes propietarios diversificaron su actividad y
así nació su Norte industrial y emprendedor.
Estados Unidos logró ensanchar y consolidar su Estado Nacional, mediante la violencia de las balas,
dirigida a los indios, los extranjeros, los obreros y los pequeños propietarios. Las burguesías que crearon
los Estados Nacionales tanto en Europa como en América fueron profundamente antidemocráticas y
creían que la democracia era incompatible con la propiedad privada. Entre nosotros, Alberdi contradijo
esta idea y expresó que sólo con propiedad privada era posible instaurar la democracia, y así se generalizó
ya en el siglo XX.
En los Estado Unidos de los primeros tiempos, la Sala de Representantes estaba constituida por aquella
parte del pueblo a la que se había concedido derecho electoral, como también ocurrió con nosotros. El
Senado nacional era elegido por las legislaturas de los estados confederados, constituidas por votos
calificados por la riqueza y el Presidente era elegido por electores escogidos por las legislaturas
estaduales es decir que, tanto el presidente como los senadores, no eran elegidos directamente por el
pueblo sino por una autoridad alejada de la masa electoral y fuera del contralor popular directo.
EN ARGENTINA
El bicameralismo argentino nació por la necesidad de asegurar la participación e integración de las
provincias en un solo país, pero consolidada esta idea de país y provincias como está y descartado el
cisma, deja de tener razón de ser. A nivel provincial tiene la misión de conceder equidad a los
departamentos integrantes, pero si no lo consigue, debe inventarse otro medio para conseguirlo.
El Parlamento en la Democracia Representativa -sistema que no fue de nuestra invención- obedece a las
necesidades de organización política de pueblos distintos a nosotros. Allí cumple la función de dique de
contención a los desbordes del poder ejecutivo, controla sus actos y los de sus funcionarios, y se encarga
de las leyes con el fin de evitar el gobierno autoritario de los decretos y de orientar el destino colectivo.
En la Democracia Representativa, el pueblo no es el gobernado, sino el gobernante. El Poder Ejecutivo no
reina, sino que administra y ejecuta las leyes que el parlamento elabora para la prosperidad y felicidad de
todos, respondiendo a la necesidad colectiva. Nuestro parlamento en cambio, copia la forma pero no el
propósito. El sistema imperante en nosotros, no es el gobierno del pueblo como ocurrió mas o menos en
Grecia sino, el gobierno de los políticos. Así nació en Estados Unidos y se propagó en nosotros los
latinoamericanos.
Joseph A. Schumpeter, que pensaba que la democracia era sólo un método político o un procedimiento
de organización política, expresaba que la gente suele creer que el electorado tiene claro y definido el
proyecto de país que quiere construir o desarrollar y que en consecuencia procede a elegir a sus
representantes guiado por esta concepción. Sin embargo, salvo excepciones, como en Inglaterra, todo
ocurre al revés. El pueblo primero elige a sus representantes y luego estos toman las decisiones y
resuelven los problemas, cuando los resuelven. Los candidatos y sus partidos proponen al electorado
plataformas seductoras, cual empresarios ofreciendo productos a los consumidores de una economía de
mercado, y en consecuencia, al electorado no le queda más remedio que optar. Los ciudadanos no eligen,
sólo optan. “La democracia significa tan sólo que el pueblo tiene la oportunidad de aceptar o rechazar a
los hombres que han de gobernarle”.
En los sistemas caudillistas o paternalistas no tienen cabida los parlamentos. Se constituyen por lo
general siguiendo indicaciones de los jefes, que son quienes designan directa o indirectamente a la
mayoría de los legisladores, y su vida práctica atestigua muchas contiendas de preponderancia individual
pero con escasas ideas económicas, filosóficas o gubernamentales. En consecuencia, allí los parlamentos
no controlan al ejecutivo ni a sus funcionarios, no evitan sus desbordes ni elaboran leyes que respondan
necesariamente a la necesidad colectiva. El parlamento ayuda a consolidar el poder hegemónico necesario
para satisfacer los intereses del clan gobernante. Intereses que como hemos dicho, no son necesariamente
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LEGISLATURAS-FOROS
La Legislatura no es un foro donde se dan a conocer los problemas por los que atraviesa una sociedad,
sino donde se los resuelve. Desde hace muchos años muchos de nuestros legisladores parecen ser por lo
general y en materia personal, un muestrario de las aspiraciones, las envidias, los celos, las miserias, las
necesidades, etc. de nuestro pueblo, y en muy pequeña medida, una nómina de los talentos e ideas para
resolver grandes problemas o anticiparse a ellos. La pregunta que surge de esto es, si necesitamos
conservar una institución que congrega a personas que sólo son un muestrario de nuestros padecimientos
o necesidades, cuando la tecnología moderna podría resolverlo con la técnica de la encuesta con más o
menos precisión. Es decir, si los legisladores deben ser representantes del pueblo y los departamentos sólo
para hacer oír sus problemas, o para anticiparse a ellos y evitar que sucedan.
La idea de hacer de los legisladores imaginarios voceros de las dificultades e intereses de los
ciudadanos y sus distritos, no parece haber dado el resultado esperado, atento no siempre han interpretado
los deseos de sus representados y cuando lo hicieron, no siempre lograron resolver sus problemas.
Es un engaño creer que los legisladores carecen de intereses personales para ser a cambio,
auscultadores, adivinadores e intuitivos intérpretes del sentir ciudadano, colectivo y corporativo de sus
congéneres o lugares de origen. Interpretar la realidad no es cosa fácil, por lo general es tarea de
intelectuales, y ni siquiera las encuestas lo logran certeramente debido a que no siempre el hombre
manifiesta en voz alta sus más íntimas convicciones. En consecuencia la reflexión prosigue: ¿necesitamos
elegir representantes del pueblo que por lo general no pueden interpretar la realidad ni la voluntad
general, porque están más aptos para entender sus propias ideas e intereses?, ¿no es más fácil pensar que
su tarea consista en vigilar al Poder Ejecutivo y al Judicial, controlar el cumplimiento de las promesas, los
compromisos y la Constitución, elaborar normas que propendan a consolidar los buenos y evitar la
concreción de los malos propósitos, decidir los gastos y elaborar proyectos de transformación,
modernización y enriquecimiento del pueblo y el Estado?.
Parlamentar, es decir, hablar, negociar, conferenciar, tratar convenios, discutir condiciones o
capitulaciones, tampoco parece ser la palabra más apropiada para designar la peculiar tarea de esta
Cámara de Control, Legislación y Desarrollo que imaginamos más apropiado para nosotros.
El Poder Ejecutivo no es el único encargado de elaborar proyectos que conduzcan a la transformación y
modernidad de la provincia. A numerosos legisladores parece no inquietarles la necesidad de proponer
acciones y emprendimientos serios que hagan de esta provincia subdesarrollada, una comunidad próspera
y moderna. Por no entenderlo así, a mediados del año 1993, un senador provincial presentaba un proyecto
de ley para adquirir un colectivo, otro proponía adquirir un helicóptero y un tercero, la construcción de
una escuela, todo muy loable pero impracticable en una provincia sin recursos, en donde se acumulan las
deudas y no se pueden pagar a tiempo los sueldos de numerosos empleados públicos. Proyectos que
constituyen un desatino y una carencia de ideas prácticas sobre lo que es preciso hacer para transformar la
provincia; por otra parte cabría preguntarse, ¿es necesario pagar el sueldo de tres senadores para proponer
la compra de un colectivo, un helicóptero y una escuela?
Los legisladores de una provincia en miseria económica como la nuestra, deben elaborar proyectos que
conduzcan a la prosperidad colectiva y al desarrollo sostenido, y abstenerse de aquellas ocurrencias que
impliquen gastos de dineros que no se disponen y ausentes de un proyecto global de crecimiento y
desarrollo. La experiencia histórica provincial demuestra que los legisladores en general, salvo escasas y
meritorias excepciones, carecen de la imaginación y creatividad necesarias para hacer de Catamarca una
sociedad en marcha con ciudadanos de primer nivel; desconocen cuáles son los ideales colectivos que
surgen de nuestra historia y carecen de una interpretación de nuestro pasado que defina los fines a seguir.
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UNIDAD N°7
CUESTIONES POLÍTICAS
TEMA N°8
Resumiendo diríamos que, entre los años 1992 y 1995 inclusive, los catamarqueños gastamos
$57.513.875,oo en materia de legislativa, y cada ley tuvo un costo promedio de $359.462,oo
Es importante destacar que en 1993 el Poder Legislativo disponía para sus gastos de funcionamiento de
un incremento presupuestario del 59,7% mientras que el Poder Ejecutivo sólo un 33,6% a fin de atender
un aumento salarial para los agentes públicos del orden del 30% aproximadamente. En los años sucesivos
no se detuvo el aumento presupuestario aunque en menor proporción; 9% en 1994 y 7% en 1995.
AÑO 1992:
-Siete de las 42 leyes, corresponden a declaraciones de ciudadanía ilustre a dos indiscutidos
comprovincianos, monumento histórico a una iglesia, utilidad pública de un terreno, interés provincial a
un festival, pensión graciable para un ciudadano y denominación de una sala de reuniones.
La Ley N° 4705/92 consta de un sólo artículo y dos renglones y designa a la sala donde sesionan los legisladores con el nombre
del ilustre Mamerto Esquiú. Costó a los catamarqueños la suma de $ 221.104,oo, al igual que las demás.
La N°4714/92 declara de interés provincial a la 25° Fiesta de la Tradición de San José, Santa María. Se trataba de una ley que
generalmente todo el mundo solicita y a nadie se le niega porque “como no cuesta nada” (sólo $ 221.104,oo) hace quedar bien al
legislador que la gestiona aunque desvirtúe la condición especialísima de excepcionalidad que supone un INTERÉS PROVINCIAL,
porque jamás algún pedido así se rechaza.
-Diez leyes fueron sancionadas sin prever de dónde se extraerían los recursos necesarios para hacerlas
realidad.
La N°4696/92 modifica la ley N°4639 para definir procedimientos con el objeto de privatizar mediante concursos de proyectos;
excepciones para nombrar empleados del Estado; régimen de retiro para agentes de la administración pública; pago de
adicionales remunerativos a agentes y funcionarios afectados al desarrollo económico provincial y emergencia económica.
La N°4706/92, es un interesante plan de Atención Primaria de la Salud que implica gastos cuyos recursos no están previstos y se
da por supuesto que el Presupuesto General contará con ellos.
La N°4708/92 propone la asistencia domiciliaria a pacientes terminales o con largos tratamientos, a cargo del Estado. Este plan
considera a este servicio como un “beneficio” para los pacientes, pero en realidad tiene por objeto abaratar los costos
hospitalarios de la salud como ocurre en la salud privada. Sin embargo, establecía gastos supletorios de haberes y vehículos, que
no se sabe de dónde saldrían.
La N°4710/92 muy loable, establece la Libreta Sanitaria Infantil que implica el gasto de impresión de miles de libretas anuales en
razón de que nacen aproximadamente 7.500 niños por año.
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La N°4711/92 fijaba las remuneraciones de las autoridades superiores de los poderes legislativo y ejecutivo.
De este modo se establecía que el Gobernador debía percibir una remuneración mensual de $5.400, el Vice $5.100, los diputados,
senadores, ministros y Procurador General de la Corte $4.800. Fue vetada parcialmente por el P.E que razonablemente consideró
que la ley casualmente omitía indicar el crédito presupuestario disponible para afectarlo a ese gasto o sus fuentes alternativas de
recursos. Asimismo aclaraba que el Proyecto de Presupuesto para ese año y que casualmente la Cámara de Diputados tenía en
tratamiento, no contemplaba partida suficiente para atender esa erogación.
La N°4713/92 propone bienintencionadamente la atención médica gratuita estatal a jóvenes adolescentes embarazadas sin Obra
Social, pero no prevé recursos.
La N°4719/92 se propone la creación de un Hogar Escuela en la Ciudad de Andalgalá, pero se le olvida prever con qué recursos.
La 4720/92 aprueba el acta constitutiva y creación del Consejo Federal de Medio Ambiente, que crea cargos de asambleístas y
secretarios ejecutivos y administrativos para cada provincia.
La 4721/92 establece la lucha contra la plaga de la mosca de los frutos, por medios mecánicos, culturales, químicos, biológicos,
legales, etc. y autoriza al P.E a financiarlo con los recursos presupuestarios del ministerio del ramo.
La N°4728/92 establece la instalación de microturbinas sobre ríos de dos localidades y estudiar la factibilidad en otras varias
localidades. No limita el costo de la inversión ni la estima, pero propone financiarla con fondos presupuestarios. El P.E la veta
porque los fondos que indica usar están ya afectados a otras previsiones y no contemplar esas obras por contrato dada la índole de
los equipos a instalar.
La N°4697/92 declaraba el estado de emergencia energética en toda la provincia hasta el 30-04-93; autorizaba al P.E. a gestionar
crédito nacional o internacional para superar la situación y a contratar servicios, obras o provisiones en forma directa o concurso
de precios es decir, mediante excepciones al régimen legal de contrataciones.
La N°4704/92 era un convenio de apoyo financiero para rehabilitar y ampliar servicios de agua potable, alcantarillado y cloacas y
convertir a la provincia en garante solidario de todos los subcontratistas que se desempeñaren en las obras haciendo responder a
la provincia con los fondos de la Coparticipación Federal en caso de incumplimiento de aquellos.
La N°4724/92 establece la construcción de un puente en la Ruta 33 y canalización del Arroyo fariñango. Propone contraer un
crédito con el Banco Hipotecario para financiar el 50% de las obras respaldándolo con la Coparticipación Federal, y el otro 50%,
con fondos del presupuesto.
-Una ley condonaba intereses resarcitorios y punitorios, actualizaciones, multas y sanciones a los morosos
en el pago de impuestos y otra sancionada 14 días después (19-11-92) con el carácter de Ley Impositiva
Provincial otorgaba, entre otras cosas, la función de determinar la tasa de interés al organismo
recaudador. Fue vetada parcialmente porque el organismo recaudador tiene la única función de recaudar
en tiempo y forma y no la de establecer tasas de interés ni otorgar facilidades de pago a los
contribuyentes. Más aún, violaba los conceptos básicos de la tasa de interés en materia rentística que
entiende que esas tasas deben ser mayores que las del mercado financiero a fin de que cumpla la función
sancionadora, atento los contribuyentes que no pagan se apropian compulsivamente de los fondos del
Estado.
Estos “presupuestos” no “pre-suponían” nada, se trataba sólo de formalizar una erogación efectivamente
realizada sin ningún proyecto previo.
-Dos creaban comisiones bicamerales, estaban dirigidas sólo a legisladores pero eran de cumplimiento
voluntario porque su incumplimiento carecía de castigo.
-Una insólita ley (N°4718/92) que movería a risa si no fuera por la tragedia cívica que significa,
establecía plazos perentorios al Poder Ejecutivo y al Poder Judicial para contestar los pedidos de informes
del los legisladores, y fundamentaba el castigo derivado de su incumplimiento a la aplicación del Artículo
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-Una para limitar al 60% los gastos presupuestarios municipales en materia de sueldos de empleados y
concejales. No pone interés y énfasis en lo que debe invertirse en obras municipales sino en lo máximo a
gastar en materia remunerativa. Cuando las leyes se ocupan de poner límites a determinados gastos es
porque la tendencia natural se orienta en hacerlo todo en ese concepto que se limita.
-Una sola para fomentar el crecimiento de la producción, pero austera en materia de fondos.
La N°4730/92 crea el Fondo con destino al Programa de Asistencia y Desarrollo de la Economía, orientado a fomentar el
crecimiento de la producción agropecuaria, turística, de artesanías, de servicios directos a la producción y/o comunales,
instalación, ampliación y/o modernización de plantas industriales, procesadoras de materias primas, extracción de minerales y su
procesamiento. En fin, se propone otorgar los préstamos a Unidades Económicas que exploten, extraigan o industrialicen materias
primas catamarqueñas; para la ampliación de sus plantas o producción y para aquellos emprendimientos que absorban empleados
públicos, pero sin ningún eje direccional conductor del desarrollo hacia alguna meta específica, lo cual debe conformarse con
recursos provenientes de: el producido de las privatizaciones; los recursos financieros de las cuentas corrientes especiales del
Banco de Catamarca, vendido años después;otros varios recursos más y el 2% de la Coparticipación Federal.
-Una creaba un Consejo para asesorar al gobierno en materia minera (N° 4732/92). Fue constituido recién
10 años después (año 2002) y tenía por misión: evaluar e informar sobre la situación global y particular
de la industria minera a nivel provincial, nacional e internacional; proponer políticas y estrategias para
desarrollar íntegramente la industria minera provincial; dictaminar sobre la conveniencia y viabilidad de
planes, programas y proyectos; analizar y disponer la mejor forma de realizar los seguimientos y
ejecución de contratos provinciales. Toda esta importantísima tarea, propia de políticos expertos en la
materia debía realizarse ad-honorem por otros. Esta ley exime a los funcionarios políticos de su tarea de
conocer e imaginar políticas y estrategias de desarrollo minero, pero no del cobro de un sueldo por tareas
en las que son incompetentes. Las Comisiones Asesoras se crean generalmente para cumplir alguna de
estas dos funciones: 1) Para que todo quede como está y no suceda nada, 2) Para que los que saben
trabajen gratis para el Estado y los funcionarios cobren su sueldo sin obligación de conocer la materia.
EL GASTO LEGISLATIVO
El costo en impuestos que significa al pueblo de Catamarca la manutención de todos sus legisladores
(57 en enero de 2002), sus asesores y empleados, más todos los legisladores jubilados y los que se
jubilarán en el futuro, resulta sumamente costoso para los magros resultados obtenidos. A los ojos del
pueblo, la provincia dilapida cuantiosos recursos en numerosos representantes, asesores y empleados, que
no nos ofrecen satisfactorias, rápidas ni suficientes soluciones. Las estadísticas indican que en 1992, las
dos cámaras insumían el 2,6% del Presupuesto provincial, en 1993 el 3,11%, en 1994 el 3,12% y en 1995
el 3,52%. En el año 2001, ambas cámaras consumieron el 3% del presupuesto provincial, lo que
significaba la suma de $15.648.000.
Si tenemos en cuenta que para esa época había aproximadamente 333 empleados en el Senado, 233 en
Diputados y todos los legisladores eran 57, el gasto anual por cada una de esas 623 personas era de
$25.117,17 y por cada legislador $ 274.526. En ese tiempo, por cada senador había 20,81 empleados y
por cada diputado 5,68 personas.
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En este período considerado puede observarse que los gastos del Senado inciden el doble de los de
Diputados a pesar de que los senadores eran sólo 16 y los diputados 41.
Desde el gobierno nacional se impulsaba a comienzo de 2002 una drástica reducción del gasto político
calculado en 2.000 millones de dólares para sostener 257 diputados, 72 senadores, 1.223 legisladores
provinciales y poco más de 8.100 concejales.
Se intentaba un ahorro de 1.360 millones (660 millones en los ejecutivos nacional y provinciales y 700
millones en las legislaturas provinciales y municipales) de tal suerte que el porcentaje del presupuesto
destinado al gasto público de las provincias y municipios no superara el 1,2%; que los gastos totales del
Congreso Nacional no superaran el 0,78% del presupuesto de la administración pública nacional; la
implementación del sistema unicameral en todas las legislaturas provinciales; la eliminación del sistema
de lista sábana en la elección de legisladores, permitiendo la tacha y preferencia de candidatos; la
supresión de las partidas para subsidios, becas y pensiones de libre disposición y otorgamiento en los
legisladores; reducir la publicidad de las campañas políticas, a los espacios televisivos y radiales
concedidos por el Estado y la implementación de un sistema ágil y efectivo de consulta popular para
temas de interés público.
En Catamarca, la reducción implicaba la eliminación de 15 concejos deliberantes y 42 bancas
legislativas. La idea proponía que sólo se rentaran los concejales de localidades de más de 10.000
habitantes, a diferencia de los 3.000 que establecen nuestras normas. De este modo sólo debían quedar 6
Concejos Deliberantes, con 8 concejales el de la Capital y 5 los restantes departamentos, los legisladores
provinciales se reducirían a 15 entre diputados y senadores, y el presupuesto de la Legislatura no podría
superar el 1,25% del provincial, que a la fecha significaba el 2,3%.
Esta pretensión nacional contrastaba con la módica iniciativa gubernamental que sólo se proponía -con
oposición incluso de miembros del partido gobernante- reducir de 41 a 21 el número de diputados,
mantener en 16 el número de senadores y terminar sólo con los concejos deliberantes rentados, en los
municipios de menos de 5 mil habitantes.
Sin embargo, el impulso de disminuir el gasto político no ha sido una libre y espontánea decisión
surgida de nuestra clase política como consecuencia de una apropiada interpretación de la realidad, sino
como una exigencia del Fondo Monetario Internacional, institución controlada por Estados Unidos y al
servicio de los países desarrollados, a quién supimos recurrir para que dirija y monitoree nuestro
“crecimiento”, fiscalice nuestros actos de gobierno y conceda a cambio de nuestra fiel obediencia, los
préstamos que permanentemente solicitábamos y que habíamos convertido en nuestro estilo de vida: vivir
de prestado.
¿Por qué el mundo desarrollado se obstina en que debemos achicar el Estado y reducir el gasto
político?, ¿por qué nosotros y no ellos, que entre 1970 y 1995 han incrementado los gastos del Estado
entre un 4,5% como EE.UU y un 25,7% como Suecia?, ¿por qué en Francia el gasto público insumía el
54,1% de su PBI y en Suecia el 69,4% en el año 1995? (25)(183). Porque la globalización y el
pensamiento único pregonado por ellos, busca sustituir el gobierno de los estados pobres por grandes
empresas que decidirán nuestro destino y en donde los pueblos no tendrán control alguno sobre su
porvenir.
No debemos caer en la inocencia de pensar que el mundo desarrollado busca desinteresadamente
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nuestro porvenir. Ellos no tienen sentimientos, como los pueblos jóvenes y subdesarrollados, sino
intereses que defender y ventajas por obtener, lo cual no es un pecado pero sí una advertencia para
nosotros. Los países líderes, tienen claras estrategias para consolidar su porvenir, nosotros en cambio,
estamos siempre atareados con la coyuntura del momento, sin tiempo para mirar lo que nos conviene en
el futuro. Los pueblos pobres no pueden copiar las instituciones costosas existentes en los pueblos ricos,
pero tampoco deben renunciar a constituir un Estado eficiente a la medida de sus magras posibilidades
económicas. Los costos fijos que requiere el funcionamiento de la democracia moderna que nosotros
quisiéramos adoptar, son muy altos y prohibitivos para los pueblos pobres. Tampoco las pocas naciones
desarrolladas del mundo elaboraron sus instituciones de una vez y para siempre como las conocemos hoy,
sino que fueron corrigiéndolas y perfeccionándolas con el tiempo y a medida que ganaban en experiencia
y acrecentaban su riqueza. Si queremos parecernos alguna vez al mundo próspero, es preciso mirar su
historia, su pasado, no su presente. Nosotros no vivimos su mismo tiempo histórico, somos coetáneos
pero estamos detenidos en el pasado y por ello no podemos imitar sus actos presentes sino adaptar en la
medida de lo posible y conveniente sus procederes pasados, en tanto se correspondan con una situación
similar en materia económica, educativa, social, tecnológica, científica, cultural, política e internacional.
El creer que importando sus instituciones nos haría automáticamente iguales, ha sido un error que
debemos corregir urgentemente.
¿Es posible imitar entre nosotros el gesto de aquel intendente de Nueva York, que al asumir su cargo a
comienzos de 2002, fijó su sueldo en la cifra simbólica de un dólar, renunciando a un sueldo de 150.000
dólares anuales luego de haber contribuido para su campaña con un monto entre 41 y 69 millones de
dólares de su fortuna personal?
Mientras la pobreza nos agobie, mientras la mayoría de nuestros comprovincianos carezcan de la
posibilidad de prosperar mediante actividades privadas prometedoras y florecientes, la tentación de
encontrar en el Estado el remedio a esas carencias será irrefrenable. En nosotros, el deseado y nunca
logrado desprendimiento de los políticos no es una cuestión ética sino una necesidad de supervivencia.
No pueden renunciar a sus sueldos o dietas, porque esto entraña renunciar a su propia subsistencia.
Reducir el gasto público no significa achicar la eficacia de las instituciones políticas, sino hacerlas más
eficientes y eficaces con menos gasto, porque sus dudosos resultados son costosos para los magros
ingresos disponibles.
Nuestro problema consiste en preguntarnos: ¿en nuestra sociedad provinciana el pueblo es el soberano o
los partidos políticos?; ¿en nosotros, la legislatura es el supremo poder del Estado provincial, y desde allí
el pueblo se expresa en sus deseos?; ¿si el pueblo realmente no ejerce soberanía ni gobierna desde la
Legislatura sino los partidos políticos, para qué queremos una Legislatura y qué función debe cumplir?
Si convenimos que en la práctica nuestra legislatura se comporta como una Cámara de Partidos
Políticos, donde por la fuerza del número y no de las convicciones, apoya o deniega irrestrictamente las
propuestas del poder ejecutivo o investigaciones del judicial; en donde toda ponencia de la minoría está
predeterminada al fracaso porque no hay debate de ideas sino imposición del criterio mayoritario para
apoyar o quitar apoyo al ejecutivo, en una suerte de entidad para avalar los actos del ejecutivo o
desestimarlos; donde la minoría cumple la ficción de ser escuchada pero no tenida en cuenta, resultando
absurda su existencia; si su trabajo es escaso y sus principales leyes son generalmente impulsadas y
elaboradas por el ejecutivo, entonces convendría aceptar la posibilidad de que nuestra legislatura sea en
realidad una entidad de control más que de legislación.
Si así conviniéramos, entonces la pregunta para hacernos sería: ¿qué sistema institucional de control del
Poder Ejecutivo y Judicial, elaboración de leyes, control del gasto y rápida remoción de los funcionarios
incompetentes, corruptos o indeseados podemos diseñar, de tal suerte que siendo económico y eficaz,
permita a la gran mayoría del pueblo, organizar su vida colectiva y orientar el futuro más o menos de
acuerdo a su conveniencia?
En el sistema aún vigente es poco probable que los legisladores sean políticos-pensadores autores de
ensayos sobre política, historia, sociología, filosofía, cultura, educación, desarrollo y crecimiento, como
ocurrió en el pasado con hombres como Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Vicente Fidel López, y tantos
otros. La paz reinante en el presente, atenta contra el esfuerzo personal exigido en el pasado a los
políticos.
La arcaica dirigencia política terminará por ceder a las exigencias del achicamiento del gasto y la
reforma política, pero no podrá imaginar una nueva república.
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UNIDAD N°7
CUESTIONES POLÍTICAS
TEMA N°9
UN MODELO PARA LA BANCARROTA
Un país en bancarrota no puede permitirse sostener un sistema político costoso, nos hace falta diseñar
un nuevo sistema representativo, más útil y menos honeroso que el conocido. En esta hora crucial
necesitamos más ideas renovadoras que fondos económicos; ideas creadoras y posibles que exijan poco
capital. Necesitamos presenciar la muerte y desaparición de toda una nefasta manera de hacer política, y
asistir al nacimiento de una clase política sustituta que esperamos mejor. Las viejas prácticas y sus
efectores resistirán y echarán sombra sobre los políticos emergentes. Pero es preciso ayudar al nacimiento
de los nuevos líderes políticos que necesita la provincia y el país.
No nacerán espontáneamente, ni los salientes les prepararán un camino fácil para establecerse. Tendrán
que pujar junto con la sociedad que ansiosa los espera, igual que pujan madre e hijo para nacer.
Como muchos de nuestros políticos desconocen la historia, repetimos los errores del pasado del mismo
modo que desconocemos las soluciones del pasado.
El achicamiento del gasto político y administrativo del Estado es un deseo de larga data sostenido por el
pueblo argentino que ha sido desoído permanentemente por la clase política debido a que impide pagar
con puestos públicos a la militancia y sus líderes. Pudo ser contenido gracias al recurso permanente de
solicitar préstamos al exterior para solventarlo, pero se ha llegado tan a fondo, que los préstamos no se
pueden ya pagar y los prestamistas ya no nos quieren prestar.
Es preciso reconocer que los sueldos de los funcionarios políticos de nuestra provincia no son altos
comparados con el resto del país, pero permiten una vida digna y sin sobresaltos, en un ámbito de
austeridad. Lo que hay que preguntarse es, si aún así, esos sueldos son los que puede pagar una provincia
pobre como la nuestra; si la cantidad de funcionarios que tenemos es la que puede pagar nuestra situación
de pobreza.
¿Cómo explicar que mientras no hay dinero para acondicionar el Hogar Escuela, el Hogar Tutelar, la
Biblioteca Provincial, el Archivo y Museo Histórico, el Museo de Bellas Artes, Antropología y todos sus
museos, numerosas escuelas artísticas, bibliotecas y demás, que vienen deteriorándose desde hace largos
años, haya en cambio siempre dinero para pagar funcionarios y asesores, que si bien son austeros, no son
miserables como la prolongada situación de esas dependencias, sus directivos y servidores?.
La reforma política y administrativa que implique un sistema menos costoso y más eficaz no provendrá
de aquellos políticos detenidos en el tiempo y ciegos a las exigencias actuales. La enorme deuda externa
nacional nos impide contar con la necesaria ayuda exterior, salvo que aceptemos las condiciones
impuestas. Las exigencias de los acreedores (Fondo Monetario Internacional) son -entre otras-
precisamente la disminución del gasto político y administrativo, a fin de que dispongamos de más dinero
para devolver sus acreencias y un Estado débil e incapaz de representar y defender nuestra sociedad.
Necesitamos fondos externos -piensan muchos políticos y economistas- para intentar un crecimiento
relativamente rápido del país y que simultáneamente resulte lo menos doloroso posible para la población.
Negarse a concretar una seria disminución del gasto implica enemistarse con el mundo desarrollado -
nuestros acreedores- no contar con su ayuda económica y tecnológica, quedar expuestos a un cobro
compulsivo de nuestras deudas por medio de embargos, incautaciones o bloqueos, disminuir por
muchísimos años el ritmo de crecimiento y condenar al pueblo a padecimientos económicos y sociales
insospechados.
¿Qué político podría mantenerse en el poder sin llevar a cabo un achicamiento del gasto, frente a las
mencionadas consecuencias y con una sociedad que le ha perdido toda confianza y credibilidad? En estas
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condiciones, la reforma política y el achicamiento del gasto es inevitable. ¿ Cómo achicar el gasto sin
achicar la fuerza unificadora del Estado?
Las primeras medidas de reforma política y administrativa serán tímidas debido al elevado costo
político para los impulsores. ¿Qué gobernador o legislador que la proponga no verá afectada su apoyatura
partidaria militante, si ya no podrá premiar con puestos políticos o públicos a sus seguidores?
Sin embargo la fuerza de los hechos, la presión externa y la imposibilidad de contar con recursos
suficientes, los obligarán a profundizar el ahorro del gasto. Esto posiblemente debilitará el poder
convocante de los partidos políticos, que al no poder repartir muchos cargos entre sus militantes, perderá
el favor de estos. Es posible creer que los partidos disminuirán su masa de afiliados, o el interés de
muchos ciudadanos cesará en gran medida y surgirán quizá los candidatos independientes contemplados
en el Artículo N° 243 de nuestra Constitución Provincial, que huérfanos de partidos carecerán de
obligaciones.
Pero más allá de imaginar lo que sobrevendrá con los partidos, es posible creer con bastante
certidumbre, que la disminución de los gastos habrá de acentuarse con el tiempo y en la medida en que
los políticos no sean capaces de crear fuentes genuinas de riqueza que permitan el desarrollo económico y
como consecuencia de ello, el aumento de la recaudación estatal que haga posible nuevamente
acrecentarlo. Desde esta visión, el progreso económico que podría sobrevenir con el tiempo, nos
condenará a retornar a gastos políticos excesivos como ya ocurrió en el pasado, pues no debemos olvidar
que entre 1876 y 1890 -los tiempos de nuestra prosperidad económica- el personal de la administración
pública nacional aumentó en un 160%. Que la repetición de esa experiencia nefasta nos sirva para evitar
caer otra vez.
Es improbable que los sectores sindicales, económicos y políticos que gobernaron en el último cuarto
del siglo XX estén dispuestos a reconocer culpas y modificar conductas (que por otra parte sería inútil
ante el descreimiento general en que han caído), por lo que una concertación entre ellos y la nueva
generación sustituta de ningún modo debiera consistir en una complicidad que legitime ese pasado que la
ciudadanía considera ineficaz y corrupto, sino para lograr un recambio pacífico de los viejos líderes y su
reemplazo por los nuevos, quienes a su vez deberán rendir requisitos de legitimidad e idoneidad
irrenunciables.
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DIPUTADOS
El criterio formal vigente considera justo y racional establecer una relación proporcional entre el
número de diputados y el de habitantes, de tal suerte que por un número determinado y siempre arbitrario
de habitantes haya un diputado, con lo que se considera que la fuerza electoral del voto de cada ciudadano
es idéntica (principio de igualdad del voto). En consecuencia, un número convenido de ciudadanos podrá
tener en cualquier lugar de la provincia o del país un diputado que lo represente.
En realidad, no existe ninguna razón científica que demuestre que tal o cual cantidad de personas puede
estar mejor representada por un diputado. El mejor sistema es aquel que carece de representantes es decir,
la democracia directa en donde no los hay y cada ciudadano se representa a sí mismo, pero en los
tiempos modernos todavía hay quienes afirman que es de imposible aplicación, a pesar de que con los
progresos de la cibernética y las comunicaciones, el pueblo podría decidir por sí, sin necesidad de acudir a
intermediarios.
El número es siempre arbitrario, y depende de la fuerza de los partidos políticos para cambiar la ley que
establece la cantidad. A los partidos chicos que siempre sacan pocos votos, les conviene que el número de
habitantes por diputado sea bajo a fin de colocar algún candidato; a los partidos grandes en cambio, les
conviene que ese número sea alto, a fin de evitar el acceso de los partidos chicos al Parlamento.
El sistema proporcional adoptado muchas veces parece el más conveniente, sin embargo ese reparto
proporcional de escaños no siempre es justo.
De acuerdo a su población, las circunscripciones deben elegir un determinado número de diputados de tal
suerte que a medida que ellas cuentan con menos habitantes, el número de diputados a elegir disminuye y
curiosamente también lo hace la representatividad del pueblo. Si por ejemplo se estatuye elegir un
diputado por cada 5.000 habitantes, un pueblo con 9.000 sólo podrá elegir uno en cambio un pueblo con
el doble de habitantes (18.000) podrá elegir tres.
De igual modo, cuando los ciudadanos pierden la fe en sus políticos y optan por no elegir a nadie o se
abstienen de votar, su representatividad también se deteriora y una minoría termina gobernando.
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SENADO
A qué grandes absurdos puede llevar el continuar apegándose a costumbres que han dejado de
tener razón de ser, es cosa que notamos cuando vemos que una ciudad puramente nominal, de la
que ni siquiera quedan sus ruinas, sin más edificio que un redil de ovejas y sin más habitantes que
un pastor, sigue enviando a la gran asamblea tantos representantes como todo un país de
población numerosa y poderoso en recursos
John Locke (Segundo tratado sobre el gobierno civil, C.XIII-157)
Para la determinación del número de senadores, al criterio formal vigente ya no le importa que los
habitantes de los departamentos o provincias vean disminuida o acrecida su representatividad. El
principio de igualdad del voto (una persona=un voto) para los habitantes cesa, para ser reemplazada por la
fórmula: un Departamento=un voto, o una Provincia=tres votos.
Este criterio priva a los departamentos o provincias populosas de una mayor representatividad, y confiere
a las despobladas, una representatividad excesiva. De este modo los pobladores de Antofagasta de la
Sierra -departamento que contaba con 1.285 habitantes en 2001- tendrían una representatividad casi once
veces mayor que los del departamento Capital con 140.485 habitantes, es decir que, la voluntad, intereses
y necesidades de 1.285 personas pueden neutralizar la de 140.485. Conseguir un senador en Antofagasta
de la Sierra requiere muchos menos votos y esfuerzo político y económico que en la capital.
En realidad el sistema de un senador por cada departamento, es un método que sirve para dar poder a los
partidos políticos con poco electorado. En nuestra provincia, un partido político que lograra ganar en 9
departamentos (Ambato, Ancasti, Antofagasta, Capayán, El Alto, Fray M. Esquiú, Paclín, Pomán y Santa
Rosa) tendría la mitad más uno del senado en sus manos representado a sólo 60.574 habitantes, mientras
que ganar la Capital con 140.485 habitantes, sólo daría un voto.
Si recordamos que los senadores tienen la exclusiva atribución de juzgar al Gobernador o Vice, decidir
la procedencia de la acusación que sobre ellos recaiga con dos tercios de votos y destituirlos o no;
nombrar los miembros de la Corte de Justicia, Tribunales y Juzgados inferiores, etc., entonces, un partido
que lograra imponerse en 11 departamentos (dos tercios exigidos que se lograrían agregando La Paz y
Santa María a los 9 mencionados anteriormente) que representen una población de sólo 102.784
habitantes y no los 332.482 del total provincial en 2001, lograría en absoluta minoría representativa,
destituir las autoridades máximas o cambiar la justicia a su manera.
¿Podríamos concebir una única Cámara de Control, Legislación y Desarrollo, integrada por
representantes de partidos políticos libremente elegidos por el pueblo, que sea económica pero también
eficaz?
Siguiendo el razonamiento que en nuestro particular sistema representativo el pueblo no gobierna sino
por medio de los partidos políticos, y por lo tanto los senadores en realidad no representan los intereses de
los departamentos sino de los partidos políticos a quienes encarnan, entonces debemos concluir en que la
existencia de esta cámara es innecesaria. Si la Constitución provincial lo establece y la evidencia
demuestran que son los partidos políticos los que representan la voluntad del pueblo, y no personas
independientes y sin compromisos partidarios como lo pretendía la legendaria democracia, en
consecuencia será preciso sincerar esta realidad evidente y hacerla eficaz.
Un nuevo sistema que contemple la representación popular por medio de los partidos políticos debería
lograr que estos accedan a la función pública en proporción a los votos logrados.
Imaginamos en consecuencia una nueva legislatura unicameral que podíamos denominar Cámara de
Control, Legislación y Desarrollo compuesta por un sólo legislador por cada una de las fuerzas políticas
que hubieren logrado la mayor cantidad de votos y que sumados signifiquen como mínimo el 80% del
padrón de habilitados para votar, o el 100% de los votos emitidos -en caso de que hubieran emitivo voto
menos del 80% del padrón de habilitados- de tal suerte que si en una elección el partido mayoritario
obtuviera por ejemplo, un 30% de los votos, un segundo un 29% y un tercero un 20%, deberá computarse
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los votos de un cuarto partido (por ejemplo 1,2%) que acerque en más al 80% exigido, para así constituir
con estos cuatro partidos la Cámara con un representante cada uno, pero cuyo poder de voto en las
decisiones deliberativas valdrá cuantitativamente por el caudal (porcentual) de votos con que llega a la
función. En consecuencia, la decisión del representante del partido con un caudal del 30% de los votos,
tendrá sólo el peso de un 30% de la decisión que se debe tomar y así porcentualmente con los otros
representantes.
DEMOCRACIA CUANTITATIVA
Pero este sistema responde a una concepción cuantitativa de la Democracia, basada en un Optimismo
Democrático, que afirma que el pueblo siempre elige hacer el bien, y por lo tanto, nunca se equivoca,
aunque científicamente no pueda probarse que la cantidad sea igual a la calidad, es decir, que los más, por
el sólo hecho de ser más, tengan necesariamente la razón. Un criterio cuantitativo que- privilegia la
cantidad por sobre la calidad, similar al concepto de Soberanía de la Multitud que entiende que siempre
debe hacerse lo que los más deciden, con la argumentación de que los pueblos tienen derecho a
gobernarse según su voluntad, y por lo tanto, las mayorías están en su derecho de elegir y decidir lo que
deseen, obligando a las minorías a aceptar sus decisiones.
VOLUNTAD GENERAL
Pero es preciso rescatar otro concepto; la idea de Voluntad General, que no significa hacer lo que
manda la mayoría, sino aunar criterios entre los más y los menos, para que las leyes reflejen la voluntad
general, no la de las mayorías.
No se trata de crear un sistema legislativo de mayorías y minorías porque lo que distancia a los hombres
es la riqueza y la pobreza, la ignorancia y el saber, la fuerza y la debilidad, la propiedad y su ausencia.
Son estos diferentes intereses los que están en juego y no pueden ser resueltos o juzgados por los que son
parte en ella. Dirimir por criterios de mayoría estas cuestiones no resuelven el problema del bien común y
la justicia. Es tan injusto que una mayoría pobre prohiba el derecho de propiedad, porque para ella es
imposible, como que una minoría pudiente la proclame como un derecho inalienable, pero sin crear las
condiciones para que todos puedan acceder a ella sin ninguna dificultad.
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UNIDAD N°8
LA PROBLEMÁTICA DE CATAMARCA
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UNIDAD Nº 8
LA PROBLEMÁTICA DE CATAMARCA
TEMA Nº 1
EL DESARROLLO DEL ESPÍRITU COMUNAL,
EN LA MIRADA DE UN CATAMARQUEÑO ILUSTRE:
FEDERICO ESPECHE
La Memoria del Ministerio de Gobierno a cargo del Dr.
D. Federico Espeche 1894-1895, fue una publicación oficial
del Gobierno de Catamarca editada a fines de 1895, que
constaba de 440 páginas y trataba numerosos asuntos
atinentes a la gestión que el Ministro de Gobierno del
gobernador Julio Herrera había emprendido en su primer año
de gestión.
Pocas veces en nuestra historia hemos contado con estos
informes de gestión de Ministros, y mucho menos, de
informes sumamente completos, no sólo por la diversidad de
temas tratados, sino también, por el conocimiento y
capacidad de proyección y anticipación de las cuestiones
tratadas.
Esta Memoria -que contó con el aporte de otros
funcionarios de gobierno- fue un inmenso estudio de
interpretación de la problemática política, económica y
social de Catamarca, colmada de ideas y proyectos de
realización, cuyos datos resultan sumamente útiles para
reconstruir nuestro pasado económico, político y social, destacándose sus aportes en materia municipal,
rentas públicas, agricultura, estado de las personas, derecho de agua, minería, caminos, obras públicas,
estadística y censos, higiene, ejercicio de la medicina, farmacia, policía, relaciones internacionales,
derecho de familia, justicia, imprenta, marcas y señales, reforma constitucional, sufragio, milicias y hasta
el diseño de los formularios que debía usar la administración de gobierno. En este caso sólo intentaremos
reflejar sólo una de sus ideas e impresiones respecto del desarrollo del espíritu comunal en la provincia.
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cada municipio debe tener su propio régimen administrativo y económico al cual ajustarse; quiere que
cada uno sea un poder público que cuente con todas las facultades necesarias para ejecutar y hacer
cumplir las ordenanzas que dentro de su jurisdicción dicte y no afecten los derechos garantidos por la
Constitución Nacional, Provincial, Código Civil y leyes nacionales y provinciales. Piensa que cada
municipio debe crear sus propios empleos y nombrar las personas que deben servirlo; que su misión
consiste en ser autoridad tutelar y jurisdiccional de cada localidad, y la de velar por la vida, la seguridad,
la libertad y la propiedad de los ciudadanos, estando obligado a denunciar ante la autoridad respectiva,
todo acto de omisión por parte de los funcionarios que lesionen esos derechos.
Imagina la Municipalidad, como un agente natural de la autoridad del Estado, cuyas tareas deben
ajustarse a las funciones que se le deleguen, en tanto y en cuanto, no tengan ningún alcance político y sólo
se refieran a la administración económica de la provincia.
Con el objeto de elaborar un padrón electoral, cada municipio debía crear tres Comisiones
Empadronadoras, que funcionarían cada dos años sólo los días festivos en los meses de julio y agosto y en
horas de la siesta (de 12 a 16 hs.), con la misión de inscribir a los residentes que gozaran del derecho del
sufragio según la Ley General de Elecciones de la provincia y los extranjeros mayores de 25 años que
supieran leer y que pagaran impuestos o ejercieran profesión o industria lucrativa. No podían ser
empadronados los que fueran deudores morosos al tesoro municipal o estuvieran privados de administrar
sus bienes libremente. Debían acreditar su condición de contribuyentes, exhibiendo certificado o boleta
expedida por la oficina respectiva, con constancia de pago de impuestos.
La inscripción en el padrón debía contemplar –entre otros datos- la cuantía del impuesto pagado y las
listas se publicaban por la prensa y exhibían en las puertas de las parroquias.
Se elegía un concejal por cada 1.000 habitantes y para ser elegible era requisito saber leer y escribir,
pagar contribuciones o tener profesión liberal. No podían ser electos lo que tuvieren interés directo o
indirecto en contratos onerosos con la Municipalidad o los que tuvieren obligaciones con la comuna en
carácter de titulares o fiadores.
El cargo de Concejal era gratuito. Considerado como una carga pública, nadie podía excusarse sin causa
legítima o pago de multa significativa (el precio de 10 vacas en pie) e incompatible con numerosos cargos
públicos, y en caso de aceptarlos, cesaba ipso facto en el desempeño de la concejalía, por lo que era
imposible retener el cargo por licencia. Los concejales duraban dos años en el cargo, podían declarar
cesantes a sus colegas después de faltar a 4 citaciones consecutivas sin éxito o compeler a los ausentes
por medio de la fuerza pública.
Entre las numerosas funciones del Poder Municipal, se destacaban la de examinar las cuentas de la
administración e investigar su marcha. Debían acatar todas las disposiciones –excepto las políticas- que le
encomendara el gobierno provincial, establecer impuestos y multas; contraer empréstitos, pero con
prohibición de usarlos para gastos ordinarios de la administración, y regentear una Lotería Municipal con
cuyo producido financiar obras públicas de infraestructura y hacer caminos públicos o privados con
sistema de peaje por tiempo limitado.
Además de la prevención y protección de la salud, se destacaba la educación orientada a la industria y la
agricultura y la preocupación por lograr por todos los medios posibles, el incentivo a la población por la
forestación con eucaliptos (¿para prevenir el paludismo?) y árboles de hojas persistentes (¿sombra,
oxígeno y provocación de lluvias?) en las propiedades públicas o privadas.
Los intendentes serían nombrados por el gobernador con acuerdo del Senado y su sueldo lo establecería
el Concejo Deliberante del municipio.
El cobro de deudas por impuestos impagos y recursos municipales a los pobladores debía hacerse por vía
administrativa o con el concurso de la fuerza pública en caso necesario.
Las municipalidades debían hacerse cargo del cobro del impuesto denominado Fondo Propio de
Escuelas, cuyo producido debía usarse exclusivamente para el fomento de la educación.
El Artículo 75 establecía que cuando una municipalidad fuera condenada al pago de alguna deuda u
obligación, verificada esta falencia, los funcionarios responsables de su incumplimiento debían hacerse
responsables. En el Artículo 80, el Tesorero de cada comuna debía dar fianza a satisfacción del ejecutivo
provincial, consistente en bienes raíces o garantía de persona responsable mediante escritura pública, y su
obligación era recaudar las rentas, respondiendo personalmente por las que dejara de cobrar por
negligencia.
El Artículo 111 establecía que cuando no se cumpliera una ordenanza municipal que implicara la
obligación de hacer una obra, esta se haría a costa del infractor, y cuando fuera una obligación prohibitiva
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y el infractor la hiciera a pesar de la prohibición, debía ser destruida a costa del infractario.
Como este Proyecto de Ley Orgánica de Municipalidades elaborado por Federico Espeche a pocos días
de asumir como Ministro de Gobierno y Justicia, y presentado a la Legislatura en setiembre de 1894 no
había sido tratado hasta diciembre de ese año, perdiendo la posibilidad de entrar en el período de sesiones
correspondiente, elaboró en su reemplazo un decreto de creación de Comisiones Municipales para
administrar las comunas, hasta tanto la legislatura sancionara la ley propuesta. En la circular mediante la
cual enviaba el decreto a los funcionarios municipales, volvía a insistir en su tesis de la necesidad de que
los pobladores ensayaran por este medio (el municipio) la defensa –por si- de sus propios intereses, lo
cual fortalecería la genuina libertad individual de las personas.
Pero todo fue en vano. No hubo interés por esta ley. Quizá la mezquindad de los políticos impidió este
intento de arraigar usos democráticos en el pueblo.
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UNIDAD Nº 8
LA PROBLEMÁTICA DE CATAMARCA
TEMA Nº 2
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retenerlos”, afirmaba el Senador radical que completaba con la revelación de otra dura realidad: las
propiedades eran cultivadas lo indispensable para el consumo familiar y sus propietarios debían luchar
contra la sequía, la langosta, el granizo, el gusano y la falta de caminos. La agricultura y la ganadería
estaban atrasadas por igual; los campos eran pobres de pastos de engorde e ineptos para invernada. El
comercio a gran escala con Chile se había extinguido a causa de los prohibitivos derechos de aduana
cobrados por el país limítrofe. La industria minera apenas si existía por falta de capitales y caminos y la
escasa industria catamarqueña apenas si producía para satisfacer las más urgentes necesidades del
consumo interno. Disponíamos de 200.000 hectáreas para cultivar pero sólo podíamos regar 17.500 por la
falta de diques y embalses.
La edición del 15 de agosto de 1925 del diario LA PRENSA de Buenos Aires, decía:
Partirá hoy, con destino a Catamarca, nuestro colaborador don Juan Manuel Chavarría, quién en el
carácter de enviado especial de “LA PRENSA”, estudiará una serie de problemas fundamentales que
preocupan actualmente a las autoridades de la provincia y al país mismo, por su indudable importancia.
El señor Chavarría, distinguido educador y hombre estudioso, cumplirá su cometido mediante una
investigación prolija de los hechos y de los antecedentes que puedan completar sus observaciones, dentro
de la conducta de imparcialidad que informan siempre las tareas que este diario confía a sus
colaboradores, más estricta si cabe, cuando median intereses generales.
Estudiará nuestro enviado especial, con particular detención, el grave problema de la despoblación de
Catamarca, definido hasta ahora en forma insuficiente. A fin de que las conclusiones a que llegue sean
las más completas posibles, analizará cada uno de los factores económicos, sociales, de legislación,
etcétera, que puedan haber contribuido a formar el éxodo constante de su población útil.
“LA PRENSA”, consecuente con su aspiración permanente de no dejar sin atención y sin estudio, ningún
asunto que pueda afectar la vida de las provincias, trata de contribuir con la misión confiada al señor
Chavarría a la dilucidación y solución de ese importante problema.(1)(10)
La naturaleza propia de las publicaciones periodísticas hizo que esa investigación se publicara
parcialmente en las páginas del diario, dando a conocer solo sintéticamente las cuestiones fundamentales
a las que había arribado su autor. Al año siguiente, LA PRENSA, autorizó y cedió sus derechos a
Chavarría, permitiendo así su publicación completa en junio de 1926 en forma de libro al que su autor
consideró “un manual que facilite las futuras investigaciones en esa [Catamarca] u otras provincias, con
la esperanza de que constituya una angosta senda de luz en la oscura y espesa selva de los problemas
económicos y sociales del interior del país” (1-pág.11)
Falleció a los ochenta años en Buenos Aires en marzo de 1972, dejando una huella luminosa de su
paso por la vida y el testimonio de haber amado a su provincia con fervor y esperanza, y de haberla
servido aunque de lejos, con devoción y lealtad.
Gaspar H. Guzmán
A su pensamiento económico, político y social quiero referirme brevemente en las páginas que
siguen, convencido de la necesidad de recuperar para la memoria y el saber de las generaciones presentes
y futuras, el esfuerzo intelectual de este comarcano que ya treintañero se mostraba preocupado
hondamente por el futuro de su terruño, nuestro terruño. Lo hago, persuadido de que servirá para
despertar iguales o mayores inquietudes en mis queridos alumnos de la cátedra de Doctrinas Sociales y
Económicas, en los de la cátedra de Economía Regional y Provincial, en la recientemente creada cátedra
de Ciencia Política de la licenciatura en Gestión Pública de la Facultad de Ciencias Económicas y de
Administración, y en los alumnos de la cátedra de Historia de los Sistemas Políticos de la carrera de
Historia en la Facultad de Humanidades de la UNCa.
.
Lic. Raúl Edgardo Caro
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industrias locales, etc., debilitaban el entusiasmo y anulaba las energías de nuestro pueblo, mientras tanto
el gobierno, indiferente a esta necesidad de progreso económico y moral de la población, no estimulaba el
trabajo intensivo de la tierra ni el ahorro. Por esta razón, se producía un inmenso éxodo de población útil
hacia otros lares.
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Buenos Aires la inestabilidad del progreso económico de la provincia, cuestión que incidía “hasta el
fondo más secreto de la vida moral de la sociedad”.
Nuestros gobernantes se convertían así en meros gestores de cobro de sueldos y subsidios en Buenos
Aires, y sus obras de gobierno terminaban siendo las obras públicas arrancadas al gobierno nacional
después de interminables lobbies. Obras públicas necesarias pero improductivas, que cada vez creaban
nuevas necesidades pero no acrecentaban la producción ni transformaban la materia prima.
Se gestionaba la creación de escuelas y nuevas dependencias de salud, con el objeto de colocar allí,
docentes, empleados y militantes políticos, pero no se procuraban obras que acrecentaran la producción
agrícola o la explotación de otros recursos que ofrecieran trabajo genuino a la población logrando así,
hacerla menos dependiente del Estado y más libre económica y políticamente.
El fracaso económico de Catamarca no se debía tanto al gasto desproporcionado de los recursos públicos
sino a que la renta disponible no aumentaba en proporción al gasto, a lo que se sumaba, por cierto, “el
mal empleo de los fondos y las innumerables deficiencias y fallas de la organización y administración de
los dineros públicos”.
LOS CATAMARQUEÑOS
Los catamarqueños éramos en general mestizos, intelectual, moral y físicamente, decía Chavarría.
Nuestro pueblo común era de costumbres sencillas y trato amable, generoso, dócil, leal, fuerte y apto para
los trabajos rudos y de esfuerzo.
De estatura mediana y de cuerpo ágil y delgado, gozaba de un gran poder instintivo de adaptación que le
permitía soportar con facilidad las temperaturas extremas y las culturas diferentes de otras regiones o
provincias. Enemigo de la autoridad y del gobierno, amaba y deseaba gozar de libertad e independencia
personal, pero “incapaz de constituir un gobierno eficiente y duradero”(1-pág.287), se tornaba opositor
al día siguiente de elegirlo por el voto o por las armas.
ALCOHOLISMO Y JUEGO
Chavarría afirmaba que el alcoholismo y la adición a los juegos de azar muy arraigados en los
catamarqueños, provenían de nuestra indolencia para el trabajo físico e intelectual. Según él, nuestro
alcoholismo se remontaba a la época colonial, y una de las causas que había determinado el cambio
geográfico de la capital, trasladándola desde la falda occidental del Ambato al actual valle, había sido la
constante embriaguez de los pobladores indígenas.
Veía como indudable que el alcoholismo tenía una “participación decisiva como causa originaria y
consecuencia directa de la miseria, del inicuo régimen de trabajo y el consiguiente debilitamiento físico,
del abandono de las industrias locales, del estado de morbilidad de la provincia, de la mortalidad
general y principalmente infantil, del decaimiento intelectual y de tantos otros aspectos sociales que
presenta la cuestión en sus relaciones con la higiene, la industria y el comercio, la economía política, la
delincuencia, la represión, etcétera.”(1-pág.290)
EL AGRICULTOR CATAMARQUEÑO
El laboreo rutinario y la escasa preparación de los agricultores en métodos de cultivo intensivos, eran
una notable dificultad para colocar la producción en las zonas de consumo a precios competitivos y
rentables para el productor. Nuestros agricultores no hacían una explotación científica de la tierra y sus
procedimientos en general databan de la época colonial. Resistían toda innovación o cambio de rutinas o
prejuicios y se conformaban con satisfacer las necesidades vitales viviendo sin aspiraciones ni
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inquietudes. Eran en realidad casi todos -decía- nativos semianalfabetos que habían heredado sus tierras,
y lo que sabían de ella era sólo por experiencia personal y no por estudio. Obreros humildes, aislados de
las poblaciones, carentes de conocimientos, capacidad técnica y preparación para acceder o exigir un
mejor trato o retribución, estaban compelidos a trabajar sin estímulos para un futuro ciertamente
desgraciado y por un miserable salario. Abandonados a su suerte, nuestros campesinos no desarrollaban
las virtudes liberales.
EL CATAMARQUEÑO HUMILDE
Los catamarqueños humildes eran en la óptica de Chavarría, seres apasionados, astutos y sensuales por
fuerza del clima y la haraganería, pero sin hábitos de ahorro y en general ignorantes y supersticiosos,
“que contrasta con la empenachada actitud proconsular y ahuecada de la clase dirigente, de costumbres
y maneras afectadas, egoísta y mezquina, llena de prejuicios de sangre y de un seudo intelectualismo, al
punto de hacer difícil cualquier rectificación de sus falsos conceptos económicos y sociales, y hasta la
liberación de sus vicios tradicionales: la holgazanería, la política y el juego de azar”.(1-pág.287)
Lástima -decía Chavarría- que esas características físicas, psíquicas y éticas no hayan sido perfeccionadas
por los gobiernos ni completadas con el aporte inmigratorio, haciendo que lo físico y psíquico flaqueara
ante la pobreza y el consumo de alcohol, y la moral fuera vencida por un civismo miserable y fariseo.
Nuestra alimentación frugal y basada en maíz cocido, era deficiente y peligrosa para el desarrollo físico
y moral de la población, y los niños estaban mal alimentados y peor vestidos. A la mala alimentación del
pueblo se sumaban la falta de obras sanitarias, la deficiente higiene pública y privada, la pésima vivienda,
el alcoholismo y las migraciones.
Los artículos de primera necesidad tenían precios notoriamente diferentes en cada lugar de la provincia, y
la vida de la gente de pueblo era en general miserable, de reducidas exigencias sociales y limitadas
aspiraciones, por lo que el consumo por habitante resultaba insignificante aún para los cálculos de una
vida frugal. Por ejemplo, se consumía un kilo y medio de azúcar mensual y un botín -no un par- por
persona al año.
EL CATAMARQUEÑO RICO
En Catamarca había muy pocas personas de fortuna (los pocos ricos no superaban el millón de pesos de
patrimonio); tenían sus ahorros inmovilizados por falta de iniciativa, de espíritu comercial y de trabajo, y
se conformaban con la renta de los bienes raíces que adquirían para alquilarlos o con los intereses
bancarios que generaban sus depósitos en Caja de Ahorro. En 1925 había casi 2 millones de pesos en
depósitos en Caja de Ahorro del Banco de la Nación que generaban una renta de sólo el 4%, mientras
cualquier actividad comercial o industrial ofrecía un beneficio del 10%.
Los pocos hombres de dinero, naturalmente indolentes, se conformaban con una renta segura pero escasa
y carecían del espíritu de iniciativa, riesgo y empresa de los pueblos liberales desarrollados. No
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cultivaban sus tierras ni explotaban industria ni comercio alguno; sus fincas se arrendaban o entregaban
en aparcería; no introducían mejoras en la propiedad y se conformaban con satisfacer las necesidades de
la alimentación familiar. Nuestros ricos preferían la monotonía de una vida de ocio y haraganería, ajenos
a las labores agrícolas o ganaderas, aunque fuera a costa de vivir en estrechez y carencias económicas.
Muchas veces vendían sus propiedades para orientar esos recursos a préstamos usurarios.
Chavarría atribuía a nuestra descendencia mitad española, mitad aborigen, esa naturaleza indolente y
perezosa a causa del clima que nos llevaba a la vida fácil y divertida.
LA VIDA CÍVICA
Las corruptelas políticas habían contribuido a borrar de la conciencia de los pobladores, la
responsabilidad contributiva de abonar puntual y escrupulosamente las tarifas establecidas para el uso del
agua que existía en tiempo pretérito. Las promesas electorales de cancelar estas contribuciones; las
exenciones de pago establecidas para determinados regantes; las repetidas e innumerables prórrogas y
facilidades de pago concedidas a los usuarios morosos, eternamente reincidentes y la falta de castigos,
implantaba la costumbre de evadir. El poder político, al tolerar y fomentar este proceder como gestor y
procurador, convertía en recurso electoral el uso tortuoso y remanido de los decretos y la ley.
La escasa cultura democrática y el medio ambiente económico hacían de la política una técnica de
asalto al poder. Escalar puestos en una administración pública reducida y sólo posible para unos pocos
implicaba persecuciones políticas con medidas de hambre a fin de ganar puestos para los militantes del
partido ganador. Los créditos bancarios se concedían con facilidad, no a verdaderos agricultores, sino a
políticos, burócratas y jugadores insolventes, sin ninguna utilidad productiva.
La escuela primaria, decisiva en la formación de recursos humanos y sumamente dependiente del
espíritu público de los gobernantes, había padecido un serio deterioro, con lo cual se convertía en otro
factor concurrente y determinante del serio problema económico y social de Catamarca.
Afirmaba que el atraso de la legislación en Catamarca obedecía a la carencia de espíritu público de los
dirigentes y no a la falta recursos humanos calificados en ciencia jurídica, tanto más injustificable todavía
porque a pesar de que la Constitución provincial establecía el carácter colegislador del Poder Judicial para
que en cualquier tiempo propusiera reformas a la Legislación, no lo hacía por apatía de sus miembros que
contaba con la indiferencia de los catamarqueños ausentes que solo estaban a la expectativa de puestos
relevantes para provecho personal.
La ignorancia, la despreocupación, el abandono y la mala orientación económica de los dirigentes
catamarqueños, nos llevaba irremediablemente a perpetuar la ruina y el atraso.
La acción de los representantes del pueblo en las dos ramas del gobierno local, en lo concerniente a la
solución de los múltiples problemas que plantea la honda crisis económica y social de la provincia,
resulta demasiado elogiosa si afirmamos que es nula, pues en ningún sentido hace nada, a no ser el
tejemaneje de la politiquería lugareña.(1-pág.292)
Nuestros diputados y senadores, jamás habían elaborado “un plan económico y de orientación social que
contuviera la mengua progresiva de las fuentes de riqueza”. (1-pág.292)
La autoridad política era todavía “sinónimo de prepotencia caudillesca y de arbitrariedad
encanallada”.(1-pág.287)
La acción de los representantes estuvo siempre limitada y circunscripta a las gestiones de empleos, sea
en el orden provincial o nacional, de modo que dan a la alta magistratura parlamentaria el carácter de
agencia de colocaciones y de registro de reparto de prebendas (1-pág.293)
Sin partidos orgánicos definidos, ninguna agrupación política poseía programa de gobierno porque eran
en realidad grupos heterogéneos sin bases ni principios doctrinarios, que se dividían y subdividían en
fracciones prontas a reconciliarse cuando de repartija de funciones públicas se trataba. El partido
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derrotado en los comicios se disolvía de inmediato para que sus adherentes pudieran llegar
paulatinamente al reparto de los puestos públicos que detentaba el ganador. La ruina de Catamarca se
debía a sus propios dirigentes, afirmaba Chavarría.
***
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UNIDAD Nº 8
LA PROBLEMÁTICA DE CATAMARCA
TEMA Nº 3
Obras consultadas:
1) GASPAR H. GUZMÁN, “Derroteros catamarqueños. Contribución al estudio y solución de los problemas económicos y
sociales de Catamarca.”, Buenos Aires, 1939
2) GASPAR H. GUZMÁN, “Del solar catamarqueño, una centuria cultural”, Córdoba, 1996
GASPAR H. GUZMÁN
Egresado del Colegio Nacional de Catamarca, militó en la corriente
desarrollista que se desprendió del partido radical con el nombre de UCRI y
fue elegido vicegobernador de la provincia de Catamarca bajo la presidencia
de Arturo Frondizi (1958-1962). En 1962 -convertido en historiador
autodidacta- y al incorporarse a la Junta de Estudios Históricos de
Catamarca, comenzó a dedicarse ininterrumpidamente a trabajos históricos
que se expresaron en conferencias y artículos periodísticos publicados en
diarios y revistas de nuestra provincia y muy especialmente en el diario LA
UNIÓN.
Al decir del fallecido y reconocido historiador Félix Luna (2), era hombre de
“un fino sentido del humor, que le permitía tomar las mezquindades
lugareñas con grandeza de espíritu, y de una gran capacidad de análisis
político y profundo conocimiento de la provincia, su gente y sus secretas
claves políticas”. Pertenecía a esa “raza de políticos que se sienten cómodos
con los humildes, con el pueblo, y depositario de una esencial sensibilidad llevada al plano político y
concretada en iniciativas beneficiosas para la comunidad. Cordial y hospitalario, era un provinciano
generoso con el visitante y de costumbres sencillas y señoriales.”
Especializado en historia colonial, no se inclinó por enfatizar sobre los ascendientes que con su apellido
y su sangre le habían precedido, pues, sabía que los Guzmán habían estado desde siempre en Catamarca,
y eso le bastaba, afirmaba Félix Luna.
Su actividad intelectual estuvo dirigida durante muchos años, al estudio e investigación de los
problemas económicos y sociales de Catamarca y el noroeste argentino. De esas preocupaciones
surgieron: DERROTEROS CATAMARQUEÑOS (1939); PROBLEMAS ECONÓMICOS Y SOCIALES
DE CATAMARCA (1941) y PANORAMA CATAMARQUEÑO (1960). Nosotros en este escrito, solo
pretendemos rescatar el pensamiento económico, social y político expresado en su primera obra:
DERROTEROS CATAMARQUEÑOS.
Fue Miembro Correspondiente de las Juntas de Historia de Tucumán y San Luis, del Instituto
Argentino de Ciencias Genealógicas, del Centro de Heráldica y Genealogía de Santiago del Estero, de la
Junta Genealógica de Salta y del Instituto de Historia Argentina de Buenos Aires.
Publicó numerosos artículos sobre historia colonial de Catamarca y el noroeste argentino e
investigaciones genealógicas de familias de origen colonial y libros de historia como: La Virgen del Valle
y la historia de sus santuarios; Evolución del sentimiento de independencia en Catamarca del 25 de
Mayo de 1810 al 9 de Julio de 1816, publicado por la Academia Nacional de Historia en 1966; Felipe
Varela. Su historia (1975) e Historia de la cultura de Catamarca (1977) ambas en colaboración con otros
autores, e Historia Colonial de Catamarca (1985).
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Panorama lírico del paisaje catamarqueño; Evocaciones y presencias; El Tte. Cnel. Estanislao
Maldones, figura significativa de la cultura catamarqueña.(2)
“La constante de su vida fue hacer lo que creía que debía hacer, sin importarle la crítica, la
invalidación o el elogio. Lo que hizo, lo hizo bien, y a conciencia. Es preciso subrayar su
significación en el panorama del pensamiento del noroeste argentino.”
Félix Luna
Su muerte “repentina e indolora, sin presagios negro ni dolores” (Félix Luna) ocurrió el 18 de
setiembre de 1986.
LA PROBLEMÁTICA DE CATAMARCA
“ … el abandono que padece Catamarca es tan conmovedor y de tan graves consecuencias, que
no es preciso amarle mucho para percibir la urgencia que hay de promover un cambio de tal
estado de cosas, de hacer conocer sus problemas más fundamentales, de atacar hasta abatir esa
mole de inercia, que dejó echarse sobre los hombros ochenta años de atraso económico y social”.
Gaspar H. Guzmán, enero de 1939
Guzmán comienza su libro con un mensaje dedicado a sus ex compañeros del Colegio Nacional pero
aclara que en realidad está dirigido a todos los catamarqueños:
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Toda transformación social o política sólo es posible con un cambio psicológico del pueblo que debe
llevarla a cabo, dice Guzmán, y agrega: si es resignado, tendrá que volverse altivo; si desunido, solidario;
si pusilánime, activo; si cobarde, valiente; si retardatario, revolucionario; si escéptico, lleno de fe.
Condenada Catamarca durante más de medio siglo a ver cómo sus hermanas –muchas de las cuales eran
meras expresiones geográficas en el entonces confuso mapa de la Nación Argentina- creaban sus
economías, intensificaban la cultura, afianzaban sus autonomías y dignificaban a sus pueblos
asegurándoles el libre ejercicio de las instituciones republicanas, debemos hoy sus hijos –expresa
Guzmán-, vistas las condiciones propicias para efectuarlo, amalgamar los esfuerzos en un empeño
unánime e intenso, para resolver de una vez por todas el problema de esa miseria que nos aflige, de la
incultura popular que padecemos, de la menor valía como argentinos que sufrimos, de la desorientación
gubernativa que soportamos, …
Para lograr la transformación que propugnaba, necesitábamos:
- Apoyo del gobierno nacional; metódico e inteligente,
- la honradez, la capacidad y diligencia de los gobernantes locales,
- grandes capitales, que nosotros carecíamos, para inversiones en la provincia,
- pero fundamentalmente, un anhelo de superación instalado con intensa fe en el corazón de los
catamarqueños.
Basta con que unos pocos, unidos por aspiraciones comunes, gran fuerza, cohesión, armonía y
solidaridad, lleven a cabo la acción con perseverancia, sin desmayos y con disciplina de
juramentados. El fuego de este grupo llegará en llamaradas a la conciencia de los más próximos y
se irá propagando hasta que el poder de nuestros empeños se convierta en máxima hoguera.
No importa que al comienzo sean unos pocos los que sientan este anhelo como mística. Será su
empeño obstinado el que provocará adhesiones e imitación hasta generalizarse. Una generación
hará en pocos años, lo que no hicieron los que la precedieron.
Sólo así con este primer paso, se logrará el apoyo de los gobiernos nacionales, aún a costa de
incomprensión y olvidos; tendremos gobernantes honrados y capaces y los capitales llegarán
espontaneamente atraídos por el clima propicio.
Catamarca –para crecer y desarrollarse- debe trocar en impulsos creadores, coordinados y
sistemáticos, su fatalista resignación.
Para Gaspar Guzmán, era el atraso económico y el misérrimo vegetar de las “fuerzas vivas” lo que
mantenía dormido el espíritu de iniciativa y empresa de los catamarqueños conduciéndonos a la pobreza.
Ello era causa del atraso cultural del pueblo; las malas prácticas políticas que padecíamos, las
desviaciones democráticas y las claudicaciones cívicas. Esto explicaba los sucesivos y reiterados
renunciamientos a la autonomía provincial por parte de los gobernantes y políticos y los avances del
centralismo sobre nosotros, que provocaban la conmiseración nacional, cuando no el comentario burlón o
el gesto despectivo, creando en el espíritu de los catamarqueños un verdadero complejo de inferioridad.
Como vivíamos en un medio económicamente insuficiente, nuestra reacción a ello era un estéril
conformismo, aseguraba Guzmán.
Catamarca estaba reducida a la pobreza y el atraso por el renunciamiento de sus habitantes, por factores
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sociales y políticos, por su situación geográfica, por la incapacidad de sus gobernantes, por el desapego
con que la trataba el poder central.
Catamarca vivía del producto de sus labores agrícolas y ganaderas sumamente rudimentarias en un suelo
de escasa fertilidad.
La importancia de la emigración era tan grave para Gaspar Guzmán, que sus cálculos (año 1939)
indicaban que la población que estaba fuera de la provincia superaba el 40%, de los cuales sólo en
Tucumán, había 45.000 en los ingenios. En realidad, recién treinta y un años después, en 1970, se
alcanzaría el 41%, (de acuerdo al Anuario Estadístico de la provincia de Catamarca, Año 1997) y según
los datos de Alejandro Bunge (Las Industrias el Norte, 1922), en su tiempo, Catamarca tenía 91.000
habitantes y 32.000 fuera de la provincia.
Si bien, la cifra de Guzmán era inexacta, sabemos por Bunge, por Chavarría y por la Dirección de
Estadística y Censos de nuestra provincia, que el proceso de despoblamiento de Catamarca fue muy
importante, registrando en 1869 un 9% de hijos de la provincia que residían fuera de ella, cifra que se fue
acentuado al 22% en 1895, al 30% en en 1914, 32% en 1947 y 41% en 1970.
¿Quiénes eran los que emigraban, según Guzmán? Los más animosos, los más capaces, los que en edad
de plena producción dejaban a la provincia sin los brazos necesarios para procurar su desarrollo y
bienestar.
… ese éxodo contínuo de comprovincianos nuestros es una de las soluciones forzosas de este
dilema trágico: o alejarse de su provincia dejando sus familias, sus amistades, toda su vida
anterior; o quedarse en ella condenando a los suyos a sufrir hambre, miserias y enfermedades;
y condenándose a sí mismo a la ociosidad y al vicio, al envilecimiento de los atributos
esenciales de la peronalidad humana y al renunciamiento definitivo de los anhelos más caros
de la vida.
Las causas de nuestro atraso económico –afirmaba Guzmán- debían ser buscadas atrás en el tiempo, en
las políticas implementadas en tiempos de la organización nacional. Decidida la economía nacional como
agroexportadora,“Catamarca, como muchas otras provincias nada podía hacer para salir de pobre”.
Primero, porque nuestras tierras eran servidas por pocas corrientes de agua y por lo tanto, caras con
relación al litoral.
Segundo, porque estaban subdivididas y era sabido que para una explotación productiva de los cereales y
del ganado, se necesitan grandes extensiones.
Tercero, porque el sistema de riego exigía una labor más intensa de las sementeras y desde luego más
onerosa.
Cuarto, por la situación mediterránea de nuestra provincia y muy alejada de los puertos de embarque.
Quinto, por los exorbitantes gastos de transporte que soportaba toda la región norte del país.
Así las cosas, los gobiernos nacionales se preocuparon por producir el mayor número de cabezas de
ganado y cosechar la mayor cantidad de toneladas de trigo, sin oir el clamor del resto de la población del
país, que yacía en la miseria y en el desamparo legislativo más vergonzoso.
Pasó el tiempo y con la crisis económica mundial de 1929, Argentina, sin ser culpable, sufrió fuertemente
sus consecuencias debido a la protección económica a que acudieron los países más afectados,
privándonos así de las masivas exportaciones de los productos del litoral a las que estábamos
acostumbrados.
Había que corregir la política económica del pasado estimulando la producción de otros artículos que
permitieran aumentar las exportaciones y disminuir las importaciones. Era preciso crear diversas fuentes
de producción en las distintas regiones del país. Catamarca podía intervenir allí con la citricultura, la
olivicultura y otros oleaginosos; la sericultura, la silvicultura, el algodón, el tabaco, la fruticultura, la
vitivinicultura, las industrias derivadas de toda esa producción y además, la minería.
La mortalidad infantil era alarmante; el 50% de los nacidos vivos moría antes de llegar a la pubertad. Era
enorme y desconsolador el porcentaje (75%) de los hombres mayores de 20 años exceptuados por
incapacidad física, cuyo 50% lo era por debilidad originada por la subalimentación de sus progenitores.
LA AYUDA FEDERAL
“Hasta el presente –decía Guzmán- Catamarca sufre el abandono del Gobierno de la Nación”. Las una
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que otra obra pública o subsidios miserables que recibíamos y que justificaban los viajes a Bs. As. de
nuestros gobernantes, no resolvían el problema. No necesitabamos ayuda sino soluciones.
Necesitabamos ampliar de manera sistemática las zonas de riego de la provincia mediante obras de
canalización, embalses, diques y el aprovechamiento de las aguas subterráneas, con el propósito de
aumentar la cantidad de hectáreas cultivables por habitante, dandoles el asesoramiento técnico,
franquicias y estímulos para el desarrollo de cultivos útiles y económicamente convenientes; mejorar y
construir carreteras que nos unieran con el litoral y las provincias vecinas, para acrecentar el intercambio
de personas y bienes; construir una carretera que nos vinculara con Chile para exportar ganado y
minerales por el Pacífico y servir de vía de tránsito para las otras provincias argentinas. Asimismo, para
desarrollar la minería, Guzmán proponía fundar una entidad nacional como lo era entonces YPF, donde
intervinieran las provincias mineras con el valor de las minas como capital, permitiéndoles capitalizarse
durante 10 años con un porcentual de las regalías del producido neto de las minas explotadas.
Recordaba que la Constitución Nacional contemplaba el apoyo económico del gobierno central cuando
una provincia necesitara esa ayuda para el desenvolvimiento de sus instituciones o para el cumplimiento
de sus deberes, pero sin embargo, sólo lo hacía cuando las obras solicitadas o necesarias podían rendir
intereses inmediatos a la inversión oficial. No debía ser así; el gobierno nacional debía observar con
preocupación la forma de vida de la inmensa mayoría de la población catamarqueña que se expresaba en
“el éxodo contínuo y creciente de sus hijos”, la alarmante mortalidad infantil, y las formas de trabajo a
las que debía someterse el obrero para subsistir.
LA GANADERÍA
Los gobiernos y los hombres públicos se habían ocupado siempre de la ganadería, pero la razón había
que encontrarla en que la mayoría de ellos y el pueblo en general, tenían intereses creados y resultaba lo
más fácil de remediar sin tomarse el trabajo de hacer un estudio profundo de la economía de la provincia.
Por esta razón –reflexionaba Guzmán- no se les ocurría pensar que el fomento y extensión de la ganadería
no fuera bueno para el progreso provincial. Este medio de vida de tantas familias, tenía numerosos
factores negativos.
En primer lugar, era ingenuo pretender producir ganado en mayor cantidad que la que demandaba el
mercado interno, pues, era evidente que no podíamos competrir con el litoral ni con Cordoba.
El 50% de nuestras tierras cultivables estaban dedicadas a la ganadería, lo cual significaba un
despropósito porque eran tierras caras por el riego artificial que requerían.
La industria lechera producía el doble de los requerimientos del mercado generando una competencia
atroz entre los productores y la baja de su precio, y los propósitos de pausterizarla y derivar el sobrante en
quesos, mantecas, etc. al no lograr amortizar los gastos, generaba productos caros imposibles de entrar en
competencia. Había que reducir la producción para hacerla rentable, pero nadie sospechaba que esta era la
solución.
La cría del ganado caprino se hacía en forma anacrónica. Los productores, con el pretexto de esperar al
cliente en vez de llevarlo a las zonas de consumo, se pasaban todo el día tomando mate, sin
preocupaciones y contentándose con lo que tenían. El gobierno debía colaborar en la cruza de estos
animales con otros de superior calidad y así conseguir animales más grandes, más leche, más carne y más
cuero.
En la percepción de Guzmán, la ganadería debía dar lugar a la expansión de la agricultura en toda la parte
llana y regable de la provincia y desarrollarse en la zona de montañas y en los campos donde no se
pudiera usar el agua sino en pozos de bebida, y como el mercado para la industria lechera era insuficiente,
debía cruzarse la hacienda con razas de carne y no de leche.
La cría de cerdos permitiría la instalación de fábricas de embutidos para sustituir los de otro orígen que
constituían el mayor porcentaje del consumo.
INDUSTRIA Y COOPERATIVISMO
Propone esforzarnos por alcanzar escala industrial en diferentes productos agrarios incluso con los
alfajores, que hasta entonces se producían como industria familiar y adoptar el cooperativismo de los
granjeros para la industrialización y venta de sus productos, entendiendo que de este modo los
productores lograrían obtener ganancias en todas las fases económicas de la producción.
MUNICIPALIDADES
Todos los departamentos de la provincia tienen sus municipalidades, pero ni uno solo de ellos,
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posee alguna que pueda mostrar una obra eficiente. Es que generalmente las municipalidades son
el botín de los paniaguados del partido que gobierna. Llegan a ella, no con el propósito de servir
los intereses del pueblo, sino con el afán de lucrar con el cargo que desempeñan.
Por esta causa, existían numerosos problemas que debían encararse con urgencia a fin subsanar
inconvenientes, corregir vicios, salvar dificultades, hacer desaparecer males para así poner a sus
pobladores en condiciones de progreso y alentar esperanzas de mejoramiento.
Ninguna municipalidad tenía ordenanzas sobre vivienda, limitándose a líneas de edificación sin sentido ni
lógica. El problema de la salud y el bienestar de los habitantes estaba sumamente en riesgo debido a las
enfermedades y epidemias derivadas de los innumerables y míseros ranchos diseminados en los
municipios. Había que obrar urgente logrando disposiciones que establecieran mínimas condiciones para
las viviendas obreras y prohibir a patrones y propietarios entregar ranchos a arrenderos.
LOS CONCHABADORES
Una de las peores consecuencias de la insuficiencia económica provincial se plasmaba en la emigración
periódica de catamarqueños hacia los ingenios azucareros de las provincias del norte. Necesitaban el
trabajo que Catamarca no ofrecía y lo hacían “contratados” por Conchabadores inescrupulosos y
desalmados que los trasladaban desde diferentes puntos de la provincia amontonados en caravanas, cual
rebaños miserables, transportados en vagones para ganado y sometidos a engaño, robo y explotación, y
los alojaban en pocilgas que servían de albergues donde contraían todo tipo de enfermedades que luego
llevaban a sus familias al retornar. Asimismo, sus magras ganancias, quedaban en las proveedurías de los
mismos conchabadores, en las farmacias y en los boliches.
La necesidad laboral aparecía porque había una época del año en que desaparecía el trabajo rural en
Catamarca a causa de que no se orientaban los cultivos con el objeto de que existiera trabajo agrícola
durante todo el año. Era en esa circunstancia que aprovechaban los caudillejos políticos y/o los
conchabadores para adelantar dinero o invitar “tragos” en las pulperías, para luego forzarlos a firmar
contratos que los obligaba a devolver los favores recibidos.
Había que organizar mediante una legislación adecuada la forma del contrato y las garantías de
cumplimiento, hasta tanto se creara el trabajo local que evitara el éxodo forzoso de nuestros
comprovincianos pobres y desvalidos. Había que reglamentar los requisitos y garantías a llenar por los
contratistas; la forma de pago de los salarios; prohibir el uso de las proveedurías; el medio y forma de
transporte de los trabajadores; la higiene de las viviendas; los servicios de asistencia médica, etc. Guzmán
llega a imaginar un contrato colectivo de trabajo controlado y vigilado por el Estado provincial, que
cuidara todos los aspectos inherentes a la dignidad de nuestros obreros.
REFORMA CONSTITUCIONAL
Una Constitución deficiente y anticuada como la de Catamarca, debía ser reformada, afirmaba Gaspar
Guzmán. En las condiciones que estaba, solo servía para oponer obstáculos legales a la resolución de
múltiples problemas que no los contemplaba por estar desactualizada y fuera de época, pues, contaba con
instituciones innecesarias, mientras carecía de otras realmente útiles. No contemplaba los vicios sociales
producidos por tantos años de anarquía, revoluciones, atraso popular y pobreza general.
Se trataba de una Contitución que no tenía en cuenta las características del grupo humano que estaba
llamada a regir, razón que explicaba la insignificancia que asumían los individuos en la vida de la
provincia.
Donde más se notaban los defectos era en la parte referida a los diferentes poderes del Estado.
La parte referida al Poder Legislativo, establecía el sistema bicameralista. Una única Cámara de
Diputados, como la tenían la mayoría de las provincias pobres, podía servir mejor los intereses públicos y
defender con más éxito al pueblo, afirmaba Guzmán. Asimismo, los proyectos se votaban sin estudio
previo y serio de los mismos.
Guzmán proponía un Poder Ejecutivo elegido directamente por el pueblo y no en elección indirecta como
ocurría, a fin de evitar las chicanas y malos pasos al que se entregaban los partidos luego de cada elección
y sujería la supresión del cargo de Vicegobernador, por no justificarse en una provincia tan pobre y
unicameral como proponía.
El Poder Judicial era un brazo obediente del gobernador, porque el sistema dejaba librada la permanencia
de sus miembros a la voluntad discrecional del P.E. en abierta contradicción con la inamovilidad de los
jueces establecida en la Constitución Nacional.
En materia de régimen municipal, pensaba que se debía evitar el establecimiento de municipalidades
autónomas, porque sólo estimularían un semillero de discordias permanentes e infecundidad
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administrativa.
LA CLASE DIRIGENTE
Guzmán atribuía los males de toda índole que padecía Catamarca a la crisis de su clase dirigente.
Crisis intelectual, porque no se preocupaban por ahondar en los problemas sociales, culturales y
económicos; crisis de amor a la tierra, porque nunca anteponían los intereses de la provincia a los propios;
crisis principalmente moral, porque eran incapaces de gustar del proceder correcto, generoso y del sentido
de la dignidad.
Buscaban el éxito fácil, con mengua de su honradez; no comprendían que el valor de los hombres se mide
por lo que son capaces de renunciar y no por lo que obtienen. No alcanzaban a medir su responsabilidad
como rectores de la conciencia pública, pues, sus actos egoístas, sensuales, deshonestos e inmorales no
sólo producían el daño lógico de sus consecuencias, sino que servían de mal ejemplo a la conciencia de
los humildes.
Añoraba aquellos tiempos donde el señorío no era producto del mayor conocimiento, sino de una
intachable conducta pública y privada de toda una vida.
¿Qué obra hicieron nuestros gobernantes de ochenta años a la fecha que deje la convicción en el
que los juzga que está dirigida a mejorar la situación general, a resolver definitivamente un
problema, a crear una riqueza, a elevar el nivel económico y social del pueblo? ¿Qué hicieron
nuestros hombres públicos que pueda ser reconocida por la posteridad? Cuántos representantes
tuvo la provincia en ese lapso, que hayan demostrado capacidad para el cargo, conocimiento de
los problemas de Catamarca y deseo de servir los intereses de su tierra? ¿Cuántos son los
catamarqueños que, alejados de su provincia y en condiciones de serle útiles, pusieron empeño en
mancomunar esfuerzos para llevar soluciones a sus problemas, alivio a sus necesidades y
dignidad a las funciones de gobierno? ¿Cuántos son los intelectuales – en Catamarca son muchos
y podrían ser más y de mayor volúmen si no existiera la pereza de crear que esteriliza las
capacidades personales- que pusieron sus talentos al servicio de los problema de su pueblo, sus
prestigios en apoyo de soluciones catamarqueñas; que sintieron herida su sensibilidad por la
miseria de nuestros pobres, por el desamparo de nuestros trabajadores, por la incapacidad de
nuestros gobernantes, por la venalidad de nuestros políticos, por la inercia de nuestros
representantes nacionales?
A todas estas preguntas hay forzosamente que darle respuestas casi absolutamente negativas.
Y en cambio:
¿Cuántos son los gobernantes que subieron a espalda de la opinión pública, que degradaron la
dignidad del gobierno, que enlodaron el decoro de su investidura y que por asegurarse ventajas
económicas y satisfacer pasiones mezquinas o pueril vanagloria, sustituyeron en el concepto
público sus nombres de ciudadanos honrados por el de calamidades gubernativas?
¿Cuántas veces fue entregada la autonomía política y moral de la provincia en soluciones
desconcertantes e inverosímiles, por apetitos menguados y subalternos, sin que se levantara la voz
de persona, partido o institución alguna, para protestar por esa ofensa a la tradición y a la
dignidad de Catamarca?
¿Cuántas veces vendieron sus convicciones, sacrificando esperanzas de muchos, por apego a
posiciones rentadas o por causas de intereses pecuniarios?
¿En cuántas oportunidades pospusieron soluciones de problemas perentorios, para satisfacer
sus ambiciones personales?
¿Cuántos son los catamarqueños que viven fuera de su provincia y que validos de cierto
prestigio ganado, se empeñan en agrupar a sus comprovincianos, no con el propósito de resolver
problemas de su tierra natal, sino para que sirvan de trampolín a sus ambiciones políticas o de
pretexto para su figuración social estéril e intrascendente?
¿Cual era la causa de todo esto, que debía ser conocida para encontrar las soluciones?
En su interpretación, la clase dirigente de Catamarca formaba un grupo que tenía conciencia de clase -con
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prejuicios, ambiciones e intereses, como toda clase- que creía tener derecho a ciertas prerrogativas
inherentes a su posición, que lamentablemente el resto de la sociedad aceptaba. Se trataba de la
supervivencia de antiguas costumbres coloniales de un tiempo pasado donde solo coexistían dos clases
sociales: la dirigente semi-aristocrática y poseedora, y el pueblo, desposeído e ignorante. Así, por
gravitación natural, la primera, monopolizaba absolutamente la funciones de gobierno y todas las
prerrogativas sociales. Nadie le pedía cuentas de sus actos, y nadie suponía siquiera que podía haber otra
forma de proceder. Las revoluciones (disidencias entre la clase dirigente) sólo las hacían los que
mandaban no el pueblo pasible y obediente, y la Montonera sólo era un modo de protesta con fines de
saqueo y pillaje, pero no ponía en duda el proceder de la clase dirigente. Cuando tenía ribetes políticos,
sólo era el brazo armado de algún miembro de aquella clase privilegiada.
Guzmán pensaba que esa misma carencia de contralor en la que se movía la clase dirigente, la había
tornado inservible, inactiva e infecunda, lo que comenzó a notarse recién a principios del siglo XX
cuando surgió la clase media en Catamarca y que al ser poseedora pero carecer de privilegios y sentirse
nervio motor del progreso, empezó a juzgar la inacción de los gobernantes. El nacimiento de la clase
media había provocado un cambio junto con la prensa, la formación de gremios y la nucleación de
intereses, y podía decirse que durante los primeros 40 años del siglo XX, no había habido gobierno que
no tuviera en contra a toda esa nueva fuerza social.
La clase politica había cometido el error de no percatarse de la modificación que había sufrido el medio
social; debía apercibirse de las nuevas condiciones sociales que imperaban en la provincia y cambiar,
aunque fuera por instinto de conservación.
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UNIDAD N°8
LA PROBLEMÁTICA DE CATAMARCA
TEMA N°4
LA PROBLEMÁTICA PROVINCIAL
OCUPACIÓN Y POLÍTICA
Los catamarqueños estamos divididos no por cuestiones ideológicas, sino por razones económicas.
No hay trabajo estatal para todos, y este es en gran medida el único que existe. No alcanzan los puestos
públicos expectables para todos. Los partidos políticos luchan para colocar en los puestos mejor
remunerados a sus dirigentes, punteros y militantes. La pobreza hace que los partidos políticos se
conviertan en bolsas de trabajo para afiliados que -como todo el mundo- aspiran a una mejor posición
económica y social.
La vocación vitalicia por el poder de muchos de los que son repetida y eternamente candidatos, no
parece ser otra cosa que la manifestación de la necesidad de prolongar por más tiempo un mejor modo de
vida y conservar el reconocimiento y prestigio social que la función pública otorga a quién la ejerce, pero
sólo mientras se ejerce.
La diferencia entre los partidos políticos mayoritarios no es ideológica; la invocación pero no la opción
por los más pobres que, por ejemplo, alguno ostenta, no obedece a una especial interpretación de la
historia, a una particular doctrina económica o a una concepción filosófica, en realidad, como las
posibilidades de trabajo estatal no alcanzan para todos los aspirantes a un mejor vivir, el enfrentamiento
electoral queda centrado en lograr esos puestos de trabajo sólo para el ganador y en detrimento del
perdedor. Cuando uno gana sus adeptos tienen trabajo, la prensa los saca del anonimato adquiriendo así la
existencia real que confiere el mundo mediático, pero los del otro partido deben esperar otra mejor
oportunidad electoral para conseguirlo.
En los pueblos pobres, la política no deja de ser una fuente de labor en un medio escaso. En estas
condiciones, la lucha por el poder político se torna una lucha por mantener permanente un puesto de
trabajo y un status, pero de ningún modo, la de imponer un meditado y lúcido proyecto de crecimiento y
desarrollo colectivo.
El pueblo en general y los pobres en particular, quieren políticos que auxilien al prójimo, que remedien
problemas cotidianos de infraestructura urbana, que resuelvan necesidades básicas no satisfechas y les
concedan un puesto de trabajo o auxilio económico. No miran en el político al ideólogo, al hombre de
pensamiento que pueda encarar una revolución educativa, económica y política, que solucione por fin y
de una buena vez las necesidades de la mayoría. El pueblo, no vota utópicos proyectos colectivos de largo
aliento, sino promesas de beneficio y utilidad personal inmediata. ¿Esto es malo?, de ningún modo. Es
sólo la expresión inteligente de un pueblo a quién sus políticos sólo han ofrecido puestos públicos para
forjar su prosperidad o mejor dicho, para posibilitar su supervivencia. Si los políticos carecen de ideas
para crear las condiciones culturales, jurídicas y económicas que hagan posible el progreso mediante la
actividad privada de los pobladores; si sólo atinan a crear puestos públicos o subsidios a la desocupación,
no puede esperarse que el pueblo busque forjarse su porvenir independientemente y sin ayuda estatal.
Cuanta más impunidad exista en la idoneidad de los funcionarios y más fallen en sus actos de gobierno,
más se agudizará en el pueblo su indiferencia por las promesas atractivas y acentuará su interés por
obtener de la política solamente réditos personales.
Somos un pueblo temeroso de expresar libremente los infortunios personales, no por constituir una
colectividad de timoratos, sino porque expresarnos libremente puede significar la pérdida de un puesto de
trabajo generalmente público en una sociedad de trabajo escaso. El poder hegemónico permite el control
de las conciencias. Así, todo opositor que trabaje en cualquier dependencia municipal, provincial o
nacional, es obligado a autocensurarse por el temor a ser sancionado con la pérdida de su trabajo.
Esto no indica un quiebre moral de nuestro pueblo, tampoco ignorancia. Se trata de la inteligente
decisión de los que no ven en los políticos otra cosa que actores de coyuntura y vendedores de esperanzas.
No tiene sentido arriesgar un puesto de trabajo, por denunciar una injusticia a políticos de ocasión que
generalmente tratan de conservar a cualquier precio el lugar que ocupan.
Nada asegura que la denuncia de las injusticias sea realmente escuchada, los culpables sancionados y el
denunciante enaltecido. No importa que el pueblo no tenga idea de cómo impulsar su desarrollo colectivo,
eso no es un pecado ni su función. Son los políticos, los creadores de utopías, los encargados de proponer
los caminos, los medios para lograrlo y de hacerlos realidad.
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La imaginación es una facultad sumamente activa del intelecto humano que implica justamente trabajo intelectual,
esfuerzo tesonero y a veces, labor penosa de atención y comprensión. La imaginación de un hombre no surge de la
nada, requiere una aplicada tensión racional que se alimenta del conocimiento. Sin conocimiento no hay imaginación
y sin imaginación es imposible el progreso y el desarrollo.
Necesitamos que la clase política reflexione intensa y rápidamente sobre esto, antes que sea tarde.
NECESIDAD DE UN PROYECTO
Nuestra provincia carece de un plan general de crecimiento y desarrollo; carece de una estrategia para lograrlo;
carece de un rol regional y nacional; carece de una interpretación del mundo y del lugar a ocupar en el, en materia
productiva y comercial. Ignoramos cuales son nuestros intereses vitales como colectividad humana y en
consecuencia, carecemos de una estrategia para protegerlos.
El sistema educativo debe tener claro estas ideas para que los docentes puedan definir en nuestros hijos esos
intereses vitales a sostener y defender, y el rol que como ciudadanos deben cumplir en la provincia, la región y la
nación.
Cuando un gobierno, encargado de conducir el destino colectivo, carece de un proyecto de crecimiento y desarrollo;
de una estrategia para lograrlo; de una interpretación del mundo y nuestra participación en el y se muestra incapaz de
identificar nuestros intereses vitales y el modo de protegerlos, entonces lo que sucede es que ese poder político carece
de un proyecto económico, político y cultural que nos interprete, aglutine y lance a la conquista de nuestro destino.
Sin proyecto no hay destino manifiesto y sin destino deseado no hay más porvenir que el dolor y la nada.
Los intelectuales no tienen la obligación de ser políticos; los políticos no tienen obligación de ser intelectuales, pero
sí la de ser profusamente ilustrados en numerosas áreas del conocimiento humano, de lo contrario, toda esa ventajosa
aptitud para la acción y el manejo del poder del que disponen y no deben carecer, se esterilizan cuando adolecen del
debido y necesario saber.
No se trata de convertir intelectuales en políticos, ni de llevarlos al poder, porque es una tarea inútil. Los que
buscan la verdad en la ardua tarea de escudriñar el pasado, la filosofía o las entrañas culturales y psicológicas de los
pueblos, los que se esfuerzan por diseñar nuevos rumbos para influir en la organización de la vida colectiva, carecen
de la pasión por el poder, la fortaleza y el fervor dinámico por la acción, que caracteriza a los políticos. Tampoco
debe considerarse como político a todo aquel que viva de su ejercicio, gane elecciones y haya ocupado cargos
relevantes en el poder público pero sin reunir las capacidades intelectuales que intentamos describir.
Asimismo “suponer que todos los intelectuales son básicamente inteligentes, es un error muy generoso”, y es
preciso advertir que el espíritu de seriedad, el sentirse poseído por una alta misión, el miedo a los otros, el afán por
gustar a todos, la impaciencia ante la realidad, el mayor respeto a los títulos académicos que a la sensatez o la fuerza
racional de los argumentos y el olvido de los límites, es más un síntoma de estupidez que de intelectualidad, nos
advierte Fernando Savater.
Los políticos son necesarios e insustituibles y no pueden ser reemplazados por intelectuales, artistas, deportistas,
técnicos ni militares. Tampoco se afirma aquí que los políticos deban ser intelectuales, aunque los mejores logros de
nuestro país ocurrieron cuando gobernaron intelectuales-políticos como Alberdi, Mitre, Sarmiento, Avellaneda y
tantos otros. Lo que los políticos deben hacer es, abrevar de las ideas de los intelectuales, ilustrarse suficientemente
con ellas para hacerlas realidad mediante su fuerza, su coraje y convicción.
Cuando una enfermedad no puede ser vencida por los médicos, es seña que debemos redoblar su formación
científica, pero de ningún modo reemplazarlos por arquitectos. Si diez, cien, mil o más políticos son incompetentes
para resolver los problemas del país, no debe deducirse de ello que los políticos no son los indicados para ocuparse de
las cuestiones políticas, sino que por el contrario, es necesario extremar las exigencias de su formación en la materia
y en los requisitos de idoneidad para tales funciones.
La tarea de los políticos consiste en resolver problemas y anticiparse a ellos previniéndolos. A los candidatos no se
les debe preguntar qué cargos ocuparon antes ni lo que piensan hacer cuando lleguen al poder sino, los problemas que
ya resolvieron felizmente y los que lograron prevenir.
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