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INTELIGENCIA EMOCIONAL (Segunda Sesión)

Los invito a reflexionar sobre la relación entre Inteligencias múltiples y la


Inteligencia Emocional.

Luego de haber revisado las 8 inteligencias de H. Gardner, aquellas que están


implicadas en el concepto de Inteligencia Emocional no es para Gardner una
inteligencia “pura”, sino que involucra al menos dos de las inteligencias que él
describe. Se presenta la siguiente diapositiva:

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La Inteligencia Emocional involucra al menos una Inteligencia Intrapersonal y una
Interpersonal. Tiene que ver con la capacidad para conocernos a todo nivel (Intra)
y con nuestra capacidad de poder leer y entender a otros (Inter), específicamente
a nivel de emociones y sentimientos.

Entonces, Inteligencia Emocional sería el “Uso inteligente de las emociones”.


Recordemos que la definición de inteligencia de Gardner dice que la
Inteligencia es una habilidad que nos permite resolver problemas o crear
productos; entonces la inteligencia emocional tiene que ver con hacer posible
que nuestras emociones nos permitan resolver problemas y crear productos y
no bloqueen nuestro intento por hacerlo. Continúo revisando la definición, “de
forma intencional hacemos que nuestras emociones trabajen para nosotros,
utilizándolas con el fin de que nos ayuden a guiar nuestro comportamiento,
resolver problemas, conseguir resultados y mejorar nuestra vida”. Los
productos que podemos crear pueden estar vinculados a la configuración de
nuestra propia vida, es decir, no crear productos físicos, sino volvernos el ser
humano que queremos ser.

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Ejemplo de la Lámina: Muestra que este niño, que tiene todos los títulos y
diplomas, tiene un buen desempeño académico, pero tal vez sienta que su vida
no está del todo balanceada y no se sienta del todo feliz. La Inteligencia
Emocional tiene que ver con el balance en nuestra vida.

Ejemplo de la Lámina: La Inteligencia Emocional tiene que ver con la


capacidad de leer adecuadamente el entorno y saber cómo comportarnos y
cómo reaccionar apropiadamente frente a él.

Ejemplo de la Lámina: La Inteligencia Emocional tiene que ver con nuestro


manejo emocional, cómo hacer que los impulsos no nos traicionen y hacer
cosas sobre las cuales después podamos sentirnos mal o arrepentidos. Cabe
señalar que si bien los “chistes de velorios” amparan una realidad, incluso
cumplen con un fin defensivo pues no podemos estar dolidos todo el tiempo,
pero eso no justifica el pobre control de impulsos que nos lleva a reírnos junto
al cajón y a los deudos más directos.

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El primer aspecto que abarca la inteligencia emocional es: la Conciencia
Emocional. La definimos como la capacidad de reconocer las emociones que
se presentan en nosotros mismos, ponerles nombre, definirlas para
posteriormente poder manejarlas adecuadamente.

El otro aspecto a trabajar dentro de la Inteligencia emocional es el Manejo


Emocional. La conciencia emocional es un requisito para el control
emocional; no podemos manejar lo que no conocemos, pero además
necesitamos técnicas específicas para manejar adecuadamente emociones
que puedan resultar desbordantes. Nos permite saber cómo hacer, que
situaciones adversas puedan ser superadas a partir de una reinterpretación
de las mismas.

La definición de Goleman. El Eterno Mito

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Volviendo sobre el tema de Conciencia Emocional: La capacidad de
reconocer las emociones que se presentan en nosotros mismos, ponerles
nombre, definirlas, para posteriormente poder manejarlas adecuadamente.
La conciencia emocional es un requisito para el control emocional, no
podemos manejar lo que no conocemos; pero además necesitamos
técnicas específicas para manejar adecuadamente emociones que puedan
resultar desbordantes.
Lo que vamos a hacer es hablar de las emociones, vamos a tratar de clarificarlas,
categorizarlas, definirlas para que podamos tomar conciencia de ellas y
posteriormente manejarlas adecuadamente.
Algunos mitos acerca de las emociones.

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a) “Las emociones son irracionales, no dependen del pensamiento ni
del razonamiento”: Pregunto: “¿Acaso no es cierto que las
emociones no dependen del pensamiento y de la razón?” “¿Acaso
no es cierto que hay motivos del corazón que la razón no entiende?”
“¿Por qué sentimos o experimentamos una emoción? Entonces llega
a la conclusión de que, detrás de cada emoción, hay una
interpretación de la realidad, la atribución de un significado personal
a las cosas que nos suceden. Esa interpretación de la realidad es
cognitiva; no es emotiva, pero desencadena una respuesta emotiva.

b) “Las emociones interfieren en nuestra adaptación, ocasionándonos


problemas y sufrimiento”. Planteamiento a discutir: “¿Por qué es un mito?”
Pregunta: “¿Acaso no es cierto que a veces el desborde emocional nos
puede llevar a hacer cosas de las que después nos sentimos avergonzados
o arrepentidos?” “¿Acaso a veces un exabrupto puede arruinar una vida?”
“¿Qué pasaría si no sintiéramos o experimentáramos alguna emoción?”…
“¿Podríamos vivir?” Concluye que la emoción también nos permite
adaptarnos, subsistir como individuos y como especie. Nos permite saber,
por medio del miedo, que no debemos dar un paso más allá en el precipicio.
Así como el miedo es una emoción adaptativa, lo es el amor, pues la
procreación de la especie depende de esa emoción. Es decir, las
emociones pueden interferir en nuestra adaptación y generar problemas y
sufrimiento, pero si están bien manejadas esta posibilidad se reduce.

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c) “Los individuos débiles o con baja autoestima tienden a expresar sus
emociones con mayor facilidad”. “¿Por qué es un mito?” Pregunto:
“¿Un individuo con alta autoestima expresa o limita la expresión de
sus emociones?” Un individuo con alta autoestima expresa sus
emociones de forma madura, adecuándose a la situación en la que
está, entendiendo el entorno en el que se encuentra, pero no tiene
ningún problema en mostrarse como es, y las emociones son parte
de lo que él es. No necesita ocultar parte de su ser ante los otros.

d) “Las emociones deben tratar de evitarse en la vida profesional o


laboral, pues quitan objetividad y son fuente de conflicto”. Se da la
misma discusión inicial: “¿Por qué es un mito?” Las emociones no
deben evitarse sino manejarse adecuadamente, porque si esto no
sucede el conflicto se va acumulando hasta que explota. El conflicto
es parte natural de cualquier relación humana, por lo tanto hay que
aceptarlo y manejarlo adecuadamente. Poner nuestras emociones
en juego nos permite, justamente, trabajarlas en procesos grupales
para que la gente sienta que no va acumulando cosas no dichas o
expresadas que le agregan stress, ansiedad, disconformidad, etc.

e) “Las mujeres son más emocionales que los hombres”. “¿Por qué es
un mito?” Pregunto: “¿Por qué las mujeres son más emocionales
que los hombres, porque expresan su dolor, porque lloran?
Asumiendo que eso sea verdad, por socialización o por lo que fuere
(asunto que aún no está comprobado, porque los seres humanos
somos seres individuales que tenemos características individuales).
En sentido general, ¿eso hace a las mujeres más emocionales que
los hombres? Aceptando que la mujer expresa más su tristeza,
¿quién expresa más su ira o su agresión? ¿La tristeza es más
emoción que la ira?”

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Para complementar la explicación de los mitos: Debemos tener claro lo que
estamos tratando de explicar y lo voy a plantear a través de 2 ejemplos:

1. Estás en un matrimonio, disfrutando de la recepción, en una mesa con parejas


amigas y de pronto se acerca a la mesa un fulano ebrio que se ha puesto
pesado, soez e impertinente. Qué harías? Seguramente tus respuestas pueden
abarcar avisar a seguridad y pedirle que se lo lleve, sacarlo tú, finalmente alejarlo
para que no perturbe a la mesa.

Ahora bien, bajo la misma circunstancia, todo el contexto es el mismo, pero este
borracho malcriado, resulta ser uno de tus mejores amigos. Harías lo mismo? Qué
cambió?

2. Estas paseando en un carro por la calle de las pizzas en Miraflores en la


madrugada del sábado y ves un grupo de chiquillos de entre 11 y 12 años que
están fumando y tomando. Qué harías? Probablemente no mucho como solo
preguntarte dónde están esos padres, o máximo si veo a serenazgo avisarle.

Igualmente variemos en un mínimo detalle la situación, al pasar por este grupo de


criaturas, te das cuenta que una de las chiquillas es tu sobrina. Imagino que allí tu
reacción va a significar una intervención directa.

Lo que pasa es que las emociones (y por lo tanto nuestra conducta), se van a
activar a partir de lo que tiene un significado en nuestras vidas y de lo que es
importante para cada uno de nosotros.

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Vamos a clasificar algunas de las emociones. (5 Grupos para la Tarea)

A continuación describimos la tabla con la clasificación de las emociones

Voy a explicar de forma detallada la clasificación de las emociones, pero


antes debo mencionar algo concerniente a que no es correcto clasificar las
emociones como positivas y negativas. Por ejemplo “la culpa” “¿La culpa
es una emoción positiva o negativa?” Es negativa en cuanto perjudica
nuestro estado de ánimo e integridad, y positiva en la medida que nos
permite reivindicarnos. Por otro lado, es importante diferenciar la conducta
de la emoción, ya que esta última puede ser destructiva en su esencia,
pero no necesariamente plasmarse de la misma manera en la conducta.

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La ira, la envidia y los celos son lo que la literatura llama "emociones
destructivas", porque tienden a la agresión, aunque no
necesariamente se manifiesten en nuestra conducta; afectan nuestro
mundo social, es decir, involucran a otro, y cuestionan nuestro yo;
surgen ante una percepción o interpretación de que nuestro ser ha sido
vulnerado o agredido, menoscabado o menospreciado de alguna forma
por alguien o algo. A continuación, explicamos cada una de las
emociones involucradas:

Una persona siente ira cuando percibe que alguien ha vulnerado directa
o indirectamente sus derechos o su ser, ha pasado por encima suyo, y
necesita reivindicar su yo herido, y restituir a su ser en el sitio donde
siente que debería estar. Por ejemplo, si voy manejando y un auto me
cierra el paso de manera imprudente, mi interpretación posiblemente
será: "¿qué se ha creído éste?, ¿cómo es posible que no respete mis
derechos básicos?" En consecuencia, podría expresar mi ira cerrándolo,
y pensando: "no me quedo tranquilo si te metes conmigo". También
podemos sentir ira si tocan nuestro yo de manera indirecta, es decir, si
le hacen algo a nuestra familia, amigos o seres queridos. Esto a la vez
podemos llevarlo a escalas más amplias; por ejemplo, podemos sentir
ira si vemos a una persona adulta pegándole a un niño, y entendemos
que, cuando vulneran nuestro mundo, nos están agrediendo a nosotros
mismos, de manera personal. Detrás de la ira hay siempre una
interpretación en la que mi yo resulta vulnerado.

En cuanto a la envidia, el cuestionamiento del Yo es mucho más explícito y


evidente. A veces, se entiende como desear tener lo que el otro tiene o ser lo que
el otro es, lo cual podría ser interpretado como un legítimo afán de ser como
ciertos modelos, mientras no haga daño. Sin embargo, la envidia en realidad no es
eso, sino que tiene que ver con el desear que el otro no tenga lo que tiene o no
sea lo que es, y de esa manera sentirse menos amenazado.

Así, se renuncia a ser la persona que se quiere ser, a tener lo que se


quiere tener, y se siente que no se está en condiciones de obtener
eso. Al no estar en condiciones de ser o tener lo que yo quiero para

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mí mismo, no deseo que el otro lo tenga, porque esa persona me
estaría recordando todos los días mi propio fracaso. No puedo ver mi
fracaso reflejado en el éxito del otro y, por lo tanto, nadie puede tener
éxito. Es la filosofía del perro del hortelano y del palo encebado. Si el
refrán dice que, en el reino de los ciegos, el tuerto es rey, para la
envidia, en el reino de los ciegos al tuerto hay que sacarle el ojo.

Acerca de los celos, son como la ira, ya que hay alguien que vulnera
mi yo. Pero en este caso, aquel que vulnera mi yo está desplazado
hacia otro, hacia un tercero en disputa. Es decir, si en mi relación
amorosa siento que mi pareja está cuestionando la relación, y me
siento aludido y vulnerado por ello, lo atribuyo a una tercera persona
que, supuestamente, interviene en el proceso. Los celos pueden
existir en las relaciones de pareja, amigos, hermanos y padres,
subordinados y jefes, etc. Pero siempre hay más de dos en juego.

El segundo tipo de emociones. Las "emociones


existenciales" nos confrontan con el sentido de nuestras vidas
e implícitamente revelan o evidencian lo que somos, valoramos
y deseamos. Las emociones involucradas son la ansiedad, la
culpa y la vergüenza.

La ansiedad es una emoción existencial muy diferente del


miedo o del temor. Cuando le tenemos miedo a algo, como a
los ascensores o serpientes, cada vez que estamos frente a
ese estímulo experimentamos miedo. Con la ansiedad funciona
de manera diferente.
Yo puedo sentir una gran ansiedad antes de mi examen de
ingreso a la universidad, pero ésta puede no deberse al
examen en sí, ni porque los exámenes me causan ansiedad, ya
que puedo haber estado frente a situaciones de exámenes y sin
ningún problema. En este caso, es esta situación específica y
puntual la que me genera esa emoción, quizás porque percibo
o interpreto que en esa situación me estoy jugando cosas muy

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importantes que trascienden al examen: lo que quiero ser, lo
que quiero para mí mismo, mis sueños, mi desarrollo
profesional, etc. Por eso, la ansiedad es una emoción
existencial.

La culpa es una emoción existencial, debido a que al sentirla


interpreto que una acción que he realizado no corresponde con
el ideal humano que tengo para mí mismo. Siento que con esa
acción he ido en contra del tipo de ser humano que quiero ser,
he cometido un “lapsus moral”, que se refleja en la culpa.
Definitivamente es una emoción existencial, porque detrás de la
culpa está la imagen de aquella persona que yo quiero ser.

La vergüenza no tiene que ver con un hecho específico, sino


con una asociación o trayectoria de hechos. La vergüenza
normalmente se entiende de dos formas; en inglés se tiene dos
palabras: “I am embarrased”, que alude a la incomodidad del
momento, y “I am ashamed”, la que se define a continuación.
La vergüenza en esta acepción tiene que ver con la sensación
de haberme apartado de aquella persona que realmente
hubiese querido ser, como haberme traicionado a mí mismo por
haber conducido mi vida por un camino del que no me siento
muy satisfecho. Si la culpa tiene que ver con un acto específico,
la vergüenza tiene que ver con una trayectoria, de ver hacia
atrás y decir “¡caramba, de alguna forma he hipotecado mi
vida!” Esta emoción puede ser reivindicada, pero suele costar
mucho trabajo. Es una culpa más endémica, permanente y
profunda, muy parecida al remordimiento.

El tercer tipo de emociones: "las provocadas por condiciones de


vida desfavorables". El alivio, la esperanza y la tristeza están

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vinculadas a la finalización, la aceptación o el deseo de supresión de
algo negativo en nuestras vidas. De esta manera, cuando existe algo
que no deseamos, suelen presentarse estas tres emociones. En este
caso, es el estímulo lo que configura nuestras emociones.

El alivio se da cuando lo que nos afecta, o nos carga, termina o deja


de ser. Alude al pasado.
La tristeza se da cuando tenemos que aceptar y procesar esa
condición desfavorable que la vida nos ha puesto en el camino.
Requerimos de la tristeza para procesar, vivir el duelo y seguir en
adelante con nuestra vida. Alude al tiempo presente.
La esperanza tiene que ver con la posibilidad de que lo desfavorable
termine, cuando tenemos una carta sobre la manga, cuando no toda la
suerte está echada. Alude al futuro.

El cuarto tipo de emociones: "las provocadas por condiciones de


vida favorables". Dicen que la alegría, el orgullo y el bienestar son
emociones de este tipo, ya que nos protegen de la melancolía, alivian
nuestras miserias y mejoran nuestra calidad de vida.

La alegría tiene que ver con la consecución de un objetivo; cuando


queremos algo y lo conseguimos, aunque no necesariamente ese
objetivo esté orientado a lo que realmente queremos a largo plazo. Por
ejemplo, cuando vamos a un casino y echamos una moneda en una
maquinita, y al jalar la palanca nos regala 20 monedas, sentimos
alegría. Sin embargo, esa alegría se diluye cuando llegamos a nuestra
casa y nos damos cuenta de que hemos gastado un dinero que
podríamos haber invertido en algo más importante. Es un sentimiento
que puede ser de corto plazo.

El orgullo tiene que ver con la sensación de haber actuado de una


manera consecuente con aquello que realmente se desea, y con el tipo

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de ser humano que se quiere ser. Es una emoción contraria a la culpa.
Se traduce en una sensación de confort y en nuestra capacidad de
poder vernos en el espejo con tranquilidad.

El bienestar se relaciona con la sensación de estar viviendo una vida


en donde no traiciono lo que realmente quiero para mí mismo como
ser humano. De esta manera, puedo no sentir alegría en determinado
momento pero sí sentir bienestar. No debo necesariamente tener un
momento cumbre o de éxtasis para sentir que estoy viviendo mi vida
por donde quiero vivirla y viceversa, puedo a veces sentir alegría
porque es una alegría de corto plazo, no alineada con mi bienestar. La
alegría es una sensación maravillosa, siempre y cuando esté alineada
con el bienestar; debemos subordinar la alegría al bienestar, sin
restarle importancia a la primera. Al igual que la culpa es lo contrario
del orgullo, el bienestar es la emoción contraria a la vergüenza.

El quinto tipo de emociones: "las empáticas". Éstas parten de la idea


de que los seres humanos nacemos como tales, pero también nos
hacemos más humanos en la convivencia con otros seres humanos, y
que necesitamos al otro para reafirmar nuestra propia humanidad y
vivir plenamente.

Lo que pretendemos es que ustedes entiendan que los seres


humanos, cuando no tenemos cerca a otros seres humanos somos
capaces hasta de inventarlos.

La gratitud y la compasión parten de la convicción de que necesitamos


a otros seres humanos para sentirnos más humanos, y se sustentan
en las ideas básicas de reconocimiento y reciprocidad: reconocimiento
del otro como ser humano igual a mí, y reciprocidad para saber que lo
que le sucede al otro me puede pasar a mí. Se llaman emociones
empáticas porque apelan en nuestra capacidad de ponernos en el
lugar del otro.

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La compasión normalmente se usa como sinónimo de lástima, y
equivocadamente alude a una relación asimétrica; es decir, mirar al
otro de arriba hacia abajo y compadecerlo. No obstante, es en realidad
todo lo contrario. Compasión viene de “padecer con”, y por lo tanto
supone simetría, igualdad, pensar que lo que le está pasando al otro le
puede pasar a uno mismo, y por lo tanto, de alguna forma,
acompañarlo en su dolor.

Finalmente, la gratitud es de alguna forma la otra cara de la moneda,


y parte del reconocimiento de que el otro nos ha tratado como iguales,
ha valorado y reconocido nuestra propia humanidad, y se ha salido de
su camino para atender a necesidades que no son suyas, sino
nuestras.
Por eso, ambas emociones, tanto la compasión como la gratitud, son
emociones nobles, muy humanas y muy favorables para la vida
armoniosa en sociedad.

Quisiera manifestarles la esperanza de que esto haya sido útil para


definir, clarificar e identificar algunas emociones. Asimismo, para quitar
la carga coloquial o cotidiana a ciertos términos y tomarlos bajo su real
dimensión. Finalmente, insisto en que se utilicen los criterios dados
para reconocer estas emociones cuando surjan en nosotros.

El tema que vamos a desarrollar es el de Manejo Emocional, y de lo


que se trata es de reconocer técnicas y criterios para hacer que las
emociones, en lugar de bloquearnos, faciliten nuestro propio
desarrollo.

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Existen técnicas en el manejo emocional, las cuales pueden darse
después de que la emoción surge, nos desestabiliza y nos desborda,
y en este caso hablamos de AFRONTAMIENTO. Puede necesitarse
manejo emocional mientras la emoción nos acompaña, porque los
procesos emocionales pueden ser muy largos, en cuyo caso
estaremos hablando de la capacidad para TOLERAR LA
FRUSTRACIÓN. O puede requerirse manejar las emociones antes de
que nos desborden, a partir de la EVALUACIÓN EMOCIONAL. A
continuación explicaremos cada uno de estos aspectos relacionados al
manejo emocional.
A continuación se explicará el afrontamiento.

El afrontamiento es el proceso que se da después que la emoción se


ha producido. Según Richard Lazarus, es lo que uno hace y piensa
con la finalidad de regular la tensión y las emociones relacionadas con
ella. El afrontamiento es diferente en las personas; ante una misma
situación el afrontamiento de una persona puede ser completamente
distinto al de otra. Depende de varios factores, como por ejemplo: las
amenazas que supone la situación, los objetivos, creencias, la
experiencia de la persona, sus características personales, etc.

Las estrategias que utilizamos para afrontar las situaciones


desbordantes se agrupan en dos y son: las orientadas a la emoción y
las orientadas al problema.

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Las estrategias orientadas a la emoción son aquellas que utilizamos
cuando no podemos cambiar la situación real; entonces dominamos o
regulamos de otra manera las emociones de angustia que ella causa.
Es lo que nos decimos a nosotros mismos en un intento de controlar
esa emoción que nos desborda.
Por el contrario, las estrategias orientadas al problema son las
que están dirigidas a tratar de cambiar la situación que nos está
afectando. Son las que tienen que ver con no dejarnos influir por
las circunstancias, sino repercutir sobre nuestro entorno; siempre
hay algo que escapará de nuestras manos, pero podemos hacer
el máximo esfuerzo para tratar de influir en nuestro medio.

En este curso nos vamos a centrar en las estrategias orientadas a


lidiar con la emoción. Algunas de las estrategias que usamos
consciente o inconscientemente son lo que la literatura llama
“mecanismos de defensa”, que nos permiten defendernos de las
situaciones que parecen desbordantes, en la siguiente sesión.

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