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Consultas populares en aspectos mineros

*Mitchelle Rincón Rodríguez

La Consulta Popular es un mecanismo de participación ciudadana a través del que


los administrados acuden a decidir, directamente, en asuntos que los afecten;
decisiones, además, obligatorias para la Administración. Que por su naturaleza se
convierte en un instrumento idóneo de democracia participativa, que permite a los
individuos influir en las decisiones más allá del sufragio convencional.

El medio ambiente y el territorio son elementos indispensables en la


configuración la sociedad, de allí que, la relación territorio-individuo se vuelva
indispensable para su desarrollo, por lo que la Constitución Política desde el
artículo 311 instaurara al municipio como entidad fundamental del Estado,
facultando a la entidad territorial a ordenar el desarrollo del territorio y a fomentar
la participación comunitaria.

La proliferación de la actividad minera que per se afecta, claramente, no solo


al ambiente sino, también, a los grupos poblacionales es, en la actualidad, un tema
controversial; pues, ante todo, es evidente la incidencia fundamental que tiene en
el desarrollo del territorio y de las comunidades. En esa perspectiva, la consulta
popular, como se mencionó, se encuentra consagrada desde las disposiciones
constitucionales, pero, además, la legislación llegó a contemplar el mecanismo
como la forma de garantizar la participación efectiva de los ciudadanos en la
configuración del territorio que habitan.

Así, consagraba el artículo 33 de la Ley 136 de 1994 que cuando el desarrollo


de un proyecto minero amenazara con implicar un cambio significativo el uso del
suelo, se debería promover por parte de los municipios una consulta popular que
reflejara la voluntad de los ciudadanos. Sin embargo, la sentencia C-053 de 2019
declaró inexequible el artículo citado.

la jurisprudencia constitucional, hasta la sentencia SU-095 de 2018,


sostuvo reiteradamente que las autoridades locales y nacionales tienen
competencias concurrentes en asuntos minero-energéticos, por lo que,
necesariamente deben armonizar el ejercicio de sus funciones. De igual forma, que
si no se logra una concertación entre ambas autoridades administrativas, sería la
competencia del municipio la que primaria, atendiendo al principio de
subsidiariedad, pues son la entidad más cercana a los administrados.

En esa línea, también se reconocía a la consulta popular como ejercicio de


la participación ciudadana, y que, el municipio, según el Consejo de Estado, no
debía llegar, necesariamente, a una concertación con la nación para realizar las
consultas en el tema minero-energético. Pues de lo contrario, se estaría violentando
no solo el principio de autonomía territorial, sino, además, los mecanismos de
participación ciudadana que previó el constituyente para el fortalecimiento de la
democracia participativa.

Aunque en principio la jurisprudencia marcó una postura que favorecía la


realización de consultas populares en los procesos mencionados, la sentencia SU-
095, modificó notablemente las perspectivas ya expuestas. De forma que, indica el
tribunal que este no es el mecanismo idóneo para aplicar los principios de
coordinación y concurrencia entre la nación y el territorio; tampoco, se puede
utilizar para definir si en un territorio actividades de explotación o exploración del
subsuelo o los recursos naturales, esgrimiendo, fundamentalmente, razones
competenciales administrativas.

También destaca la Corporación que la consulta es un instrumento


focalizado y limitado que no permite que se den discusiones «amplias, sistemáticas
e integrales» de una metería que, por si misma, es ya compleja. También destaca
que las entidades, al otorgar un título minero, han fortalecido espacios de
participación y socialización en las etapas contractuales y pre-contractuales, que
si bien sirven de insumo no son incidentes para la decisión.

En ese orden de ideas, es menester reflexionar acerca de la incidencia de la


decisión de unificación en la calidad de la democracia participativa que se plantea
desde la Constitución. Pues la decisión impide que aquellos a los que la concesión
minera afectará directa e incisivamente participen de forma efectiva en las
decisiones a tomar.

Si bien la Corporación no excluye directamente la participación como


derecho de los administrados y como columna vertebral de la democracia
constitucional, si modifica de forma constatable y fundamental la perspectiva de
participación desarrollada por los municipios y los colectivos ciudadanos en razón
de los procesos de concesión minera, además, de cambiar diferentes puntos en
cuanto a la autonomía territorial, impidiendo al municipio la decisión sobre se
territorio.

Pues hasta la fecha, las comunidades fueron ciertamente activas en la toma


de estas decisiones, efectivizando, a través de las consultas populares, el derecho
de incidir directamente, no solo como un insumo, sino como un factor que
definitivo en las concesiones; pero la decisión judicial parece querer limitar las
participaciones ciudadanas a procesos de dialogo y socialización, que si bien se
reconocen como esenciales en el proceso de formación de la democracia como
genero y de la participación como especie, no se agota allí, sino que el principio
democrático hace que la intervención y contribución ciudadana trascienda a estas
cuestiones.

En ese sentido, es necesario que analizar si con esto se cercena


definitivamente las herramientas de participación ciudadanas, en un tema de
trascendental importancia como es la minería, o si el cierre del mecanismo para
hacer consultas previas y prohibir directamente la minería, como se llevó a cabo
en Cabrera (Cundinamarca), Piedras (Tolima), Cajamarca (Tolima), Sucre
(Santander), entre otras; es la invitación a nuevos mecanismos innovadores que,
en todo caso, garanticen la participación de las comunidades.

También, invita reflexionar acerca de la participación exigida para el


otorgamiento de licencias ambientales exigido en la ley, concretizando la dimensión
de ella, y evitando que se reduzca a simples procesos de socialización, sino que en
virtud del principio democrático, permita a las comunidades decidir y no vulnere,
además, derechos de participación, de minorías y ambientales.

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