Sei sulla pagina 1di 91

La irrigación

de la pulsión: psiquismo

Erik Avalos Reyes


Manuel Torres Contreras

Asociación de Psicoterapias Especializadas,


Psicoanálisis y Neurociencias A.C.

APE
Erik Avalos Reyes y Manuel Torres Contreras
La irrigación de la pulsión: psiquismo
México: upn / Silla vacía Editorial / ape

Primera edición, diciembre mmxviii

Características gráficas
y tipográficas | Silla vacía Editorial

Corrección de estilo
y cuidado de la edición | Sr. Tarántula

Maquetación y forro | Noé Martínez

Derechos reservados conforme a la ley

isbn: 978-607-98294-3-8

1. Filosofía y psicología

2. Educación, investigación

© Avalos Reyes, Erik

© Torres Contreras, Manuel

© Universidad Pedagógica Nacional

© Silla vacía Editorial


www.sillavaciaeditorial.com
Miguel Cabrera 88a, Centro Histórico
cp 58000, Morelia, Michoacán, México

© Asociación de Psicoterapias Especializadas

Impreso en México - Printed in Mexico


Contenido

1. La descripción de la pulsión 7

1.1 Las problemáticas abordadas


en Tres ensayos sobre teoría sexual 10
1.2 Las peculiaridades de la pulsión 12
1.3 El sadomasoquismo:
un quehacer natural 18
1.4 La enfermedad de la pulsión 21

2. El proceso digestivo de la pulsión


a partir de la función canibálica 27

2.1 El canibalismo, el nacimiento del ser 31


2.2 El inconsciente del sujeto
la resistencia al ser devorado 45
2.3 Una maternidad histérica 51
2.4 El tejido de la realidad y la histeria 60
2.5 El método psicoanalítico 64

Comentarios finales 77

Bibliografía 79

Sobre los autores 85


1. La descripción de la pulsión

Se trata, en el fondo del alma, de volver asu-


mir todo cuanto ocurra en la más antigua
combustión, que, desde el fondo del cielo
avanza hacia nosotros.

Pascal Mignard

Los primeros atisbos de la construcción del concepto de


pulsión comienzan con las teorizaciones sobre la etio-
logía de las neurosis: la correlación energética-nerviosa
y su descarga estorbada por diversos mecanismos psí-
quicos, que desemboca en el síntoma. Es en este punto
central que Freud se ve obligado a desarrollar una teoría
cuantitativa que pueda explicar la dinámica de los afec-
tos y su manifestación en la psique del sujeto.
Sus primeras inspiraciones a desarrollar una teoría
dinámica de los afectos, que culminaría en la teoría de
la pulsión, la encontramos en la psicofísica de Theodor
Gustav Fechner. Freud estudio exhaustivamente la teo-
ría de los estímulos de Fechner para establecer que el
dinamismo del afecto desemboca en el umbral de exci-
tación, para dar nacimiento al principio de constancia,
concepto muy similar al principio de placer, que pos-
teriormente sería el principio de la dinámica pulsional.
Observemos un extracto donde se desarrolla esta con-
cepción energética-nerviosa; el texto data de un artículo
cuyo nombre es “La histeria” del año 1888:

Quizás quepa destacar todavía que en la histeria el influjo de


procesos psíquicos sobre los procesos físicos del organismo esta
acrecentado (como en todas las neurosis), y que el enfermo de
histeria trabaja con un excedente de excitación en el sistema
nervioso, el cual se exterioriza ora inhibiendo, ora estimulando,

7
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

y es desplazado con gran libertad dentro del sistema nervioso


(Freud, 1888/2006: 54-55).

Al respecto, encontramos el mismo sentido en la diná-


mica que opera el principio de constancia en el princi-
pio de placer; 27 años después, en la segunda teorización
de la pulsión “Más allá del principio de placer” del año
1920, con la diferencia que Freud abandona la teoriza-
ción con base en un principio de sustancias nerviosas:

El principio de placer se deriva del principio de constancia; en


realidad, el principio de constancia se discernió a partir de los
hechos que nos impusieron la hipótesis del principio de placer.
Por otra parte, en un análisis más profundizado descubriremos
que este afán, por nosotros supuesto del aparato anímico se su-
bordina como caso especial bajo el principio de Fechner de la
tendencia a la estabilidad, a la que el refirió las sensaciones de
placer y displacer. (Freud, 1920/2006: 9).

Estos términos de afectos psíquicos posteriormente serán


sustituidos por el concepto de pulsión, pero resguarda-
rán consigo la tendencia del principio de placer, siguien-
do el modelo del estímulo de Fechner. En estos primeros
años pre-psicoanalíticos se demarcó una diferencia entre
un estímulo que se origina a causa de una fuerza externa
(el mundo exterior, llamado el estímulo exógeno) y el es-
tímulo que se origina a causa de una fuerza interior del
sujeto (mundo interior, llamado el estímulo endógeno),
esté tiene la característica que la tensión crece de una
manera continua y constante.
Cada uno de estos estímulos tiene una reacción espe-
cífica que lleva a la aminoración de la excitación provo-
cada. Es en este preciso momento donde Freud empieza
deslumbrar la relación inseparable de afecto-represen-
tación (carácter esencial del concepto de pulsión), espe-
cíficamente se hace visible en la vida sexual, puesto que
este estímulo libidinal “que evoca la fuerza de la sexua-
lidad del sujeto”, parece no tener una frontera entre un

8
La irrigación de la pulsión: psiquismo

estímulo endógeno y exógeno. Esta ambigüedad se pre-


sentó en las primeras teorizaciones etiológicas de la an-
gustia y la melancolía que derivó en un esquema sexual
según la procedencia de la tensión sexual ya sea endóge-
na o exógena: “Cuando se acumula tensión sexual física
–neurosis de angustia. Cuando se acumula tensión se-
xual psíquica –melancolía” (Freud, 1894/2006: 231). Aho-
ra, esta tensión denominada como física es el equivalente
a su tensión exógena; paradójicamente Freud mantiene
una distancia entre la excitación producida por el órga-
no sexual y su correspondiente psíquico (representacio-
nal), aquí lo verosímil reside en que las representaciones
sexuales psíquicas, producen también tensión:

Solo a partir de ese umbral es valorizada (verwerten) psíquicamen-


te, entra en relación con ciertos grupos de representaciones que
luego ponen en escena el remedio específico. Entonces, a partir
de cierto valor una tensión sexual despierta libido psíquica, que
luego lleva al coito, etc. (Freud, 1894/2006: 231-232).

Estos argumentos serán abandonados por Freud, pero


la piedra angular para las próximas teorizaciones ya se
atisba desde aquí: la problemática esencial en la predis-
posición de la pulsión sexual en mantenerse a ciertos
objetos (otros), y los diversos caminos de satisfacción,
que puede aparecer en ese objeto (otro). La presencia
y ausencia de éste, se debatirá el talante real del sujeto.
Por eso el término de pulsión anulará esa división, por
la amplitud en la cual Freud irá construyendo su defi-
nición, tal cual como aparece en Caminos y destinos de
pulsión, de 1915, trabajos de metapsicología:

La pulsión nos aparece como un concepto fronterizo entre lo


anímico y lo somático, como un representante (Repräsentant) psí-
quico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y
alcanzan el alma, como una medida de la exigencia de trabajo
que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con
lo corporal (Freud, 1915/2006: 117).

9
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

Aun así, en esta definición encontramos una reunifica-


ción parcial, en cuanto que la pulsión es un concepto
fronterizo entre lo anímico y somático; por ende, la ex-
plicación del psiquismo freudiano se encuentra regido
por los principios dinámicos de la pulsión.

1.1 Las problemáticas abordadas


en Tres ensayos sobre teoría sexual

La primera problematización que se plantea Tres ensa-


yos sobre teoría sexual es la teoría popular de la pulsión
sexual que habla precisamente lo que se supone que es
su modelo, pero la situación es que sólo es el aspecto
ideal por lo cual se organiza la intelección real de la se-
xualidad desde un enfoque de órgano. La situación que
resulta complicada es saber si la condición de órgano
sexual determina la vida anímica del sujeto. Este cues-
tionamiento Freud lo plantea en su observación en los
invertidos sexuales.
La inversión de la pulsión sexual sucede en cuanto
objeto sexual y la postura del sujeto conforme a la dis-
posición de órgano sexual. Se observa que la pulsión no
tiene una cualidad de innatismo en la dirección de un
objeto sexual predeterminado, incluyendo el condicio-
namiento por sexo. Anatómicamente ya se asevera la
idea de una bisexualidad por los caracteres físicos que
se asemejan en el hombre y en la mujer, que en el caso
del hermafroditismo se presentan ambos.
La explicación de un hermafroditismo psíquico, “un
hombre con el cerebro de una mujer” o una “mujer con
el cerebro de un hombre”, por utilizar esta analogía,
tampoco es regla, muchos de los invertidos con propie-
dades del carácter masculino, su objeto sexual puede ser
a la vez otro hombre con las mismas características viri-
les, aunque también puede ser la serie de verse atraído
por hombres femeninos; la misma situación también se

10
La irrigación de la pulsión: psiquismo

puede emular en la inversión en la mujer. Freud a lo que


refiere es que la elección de objeto y su meta sexual en
la inversión, esta espejeada en la condición bisexual del
sujeto.
La condición genital masculina (pene-clítoris), que
prevalece en la inversión como condición en el objeto
sexual, también es a su vez asumir la posición genital
femenina como meta sexual (vagina-ano) sobre el objeto
(otro) que cae como amante, dando como resultado un
espejamiento entre ambos. Así que el desconocimien-
to es el erotismo, que recae en la función del coito real
(pene-vagina), acoplamiento de los órganos reproduc-
tores para la reproducción biológica. Esta noción de la
prevalencia del falo aún es sostenida 17 años más tarde
en un pequeño artículo que tiene como propósito añadir
algunas de las lagunas dejadas en Tres ensayos sobre teo-
ría sexual, cuyo nombre es “La organización genital in-
fantil” (una interpolación en la teoría de la sexualidad)
de 1923: “Es notorio, asimismo, cuanto menosprecio por
la mujer horror, horror a ella, disposición a la homose-
xualidad, derivan del convencimiento final acerca de la
falta de pene en la mujer” (Freud, 1923/2006: 148).
El espejamiento sexual que sucede en la inversión,
ocurre de forma similar en la percepción narcisista del
sujeto: busca seres idénticos a sí mismos para poder
amarlos. No es casualidad que en una nota agregada en
1910 por Freud incorpore el narcisismo como elemento
presente en los casos de inversión:

En todos los casos indagados comprobamos que las personas


después invertidas atravesaron en los primeros años de su in-
fancia una fase muy intensa, pero también muy breve, de fija-
ción a la mujer (casi siempre a la madre), tras cuya superación se
identificaron con la mujer y se tomaron a sí mismos como objeto
sexual, vale decir a partir del narcisismo buscaron a hombres jó-
venes y parecidos a su propia persona, que debían amarlos como
la madre los había amado (Freud, 1905/2006: 132).

11
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

En este apartado no pretendemos explicar el complejo


de Edipo negativo, que aparece como explicación al fe-
nómeno de la inversión, únicamente señalamos la pre-
valencia del falo que habíamos mencionado: el sujeto
es quien completa la percepción corpórea de la madre
para poder ser digna de amarla y así poder devenir ella a
modo de un espejamiento. La pulsión, además de enca-
minar la fuerza libidinal, es el condicionante de la consti-
tución psíquica del sujeto incluyendo su representación
corpórea. Empero siempre en referencia del objeto (otro)
y la meta sexual a satisfacer. Esto incluye en el caso de
la inversión, trasponer el deseo por el sexo femenino en
el objeto de la inversión: “Además con mucha frecuencia
hallamos que presuntos invertidos no eran en manera al-
guna insensibles al encanto de la mujer, sino que traspo-
nían a un objeto masculino, sin solución de continuidad,
la excitación que ella les provocaba” (Freud, 1905/2006:
132). Aquí se encuentra la explicación de la continuidad
del deseo por el sexo opuesto, en el objeto que es tomado
como meta en el caso de la inversión.

1.2 Las peculiaridades de la pulsión

Algunas de las metas sexuales preliminares que suelen


valorarse entre los amantes en su actividad sexual son
designadas como perversiones, en cuanto se alejan de la
meta sexual normal, pero son realizados por la sobresti-
mación del objeto sexual, las barreras que obstaculizan
una actividad para su uso sexual se encuentran en los di-
ques de la pulsión que sería su anverso displacentero, son
sensaciones de afecto que las imposibilitan y las inhiben
a causa de la educación social que son valorados como
perversas e ignominiosas, estos son los afectos del asco
y la vergüenza: “Este factor del asco, estorba el camino a
la sobrestimación libidinosa del objeto sexual, pero a su
vez puede ser vencido por la libido” (Freud, 1905/2006:

12
La irrigación de la pulsión: psiquismo

138). Aún estos diques de la pulsión sexual que tienen el


propósito de inhibirla, tienen reacciones fisiológicas es-
pecíficas como el vómito provocado por el asco y ante
la vergüenza: la ruborización de las mejillas, sudoración,
tartamudeo en el habla e inhibición motora, entre otras.
Freud considera que estos diques de la pulsión se-
xual son valores rectores de la educación dictada por la
cultura, o también pueden ser variables según sus pre-
ceptos: “En el desarrollo del individuo se observa que
emergen en su momento, como espontáneamente, a una
señal de la educación y de la influencia externa” (Freud,
1905/2006: 147).
A esto podemos traer de ejemplo, en los hábitos alimen­
ticios de algunos pueblos asiáticos, el gusto por comerse
algunos animales domésticos que se tienen por masco-
tas como el perro o el gato, lo cual en nuestra sociedad
occidental se vería completamente descalificado por los
otros, además de producir asco en sus atrevidos comen-
sales. En la cultura hindú, donde se prohíbe comerse a
las reses por su estatuto divino, podría traer toda una
serie de calamidades al supuesto hereje. En los dos casos
observamos una moralización por el alimento y el obs-
táculo que imposibilita ingerirlos. La sobrestimación del
objeto sexual también es idéntica en el caso del objeto de
alimento; el gato y el perro son, en su caso, extensiones
de la vida anímica del sujeto occidental, ¡cómo nos atre-
veríamos a comernos al amigo fiel del hombre!, y en el
caso de las reses es un símbolo de divinidad en la mito-
logía de la religión hinduista. Esta analogía muy general
de los diques nos ayuda a entender el mismo actuar en
cuanto la pulsión sexual.
La vía directa del quehacer perverso sobre el objeto
(otro) sólo es posible mediante la sobreestimación se-
xual, es lo que supera los diques del asco y la vergüenza
como habíamos expuesto, sus características están en-
raizadas por el valor estético que irradia el objeto (otro)
y es valorizada como única vía a la satisfacción de la

13
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

pulsión sexual; ahora lo que trae nuestra atención es la


forma de actuar del sujeto ante ese objeto (otro), puede
actuar de las formas más irracionales posibles de lo que
el sujeto considera racional en su actuar diario, que lo
incita a vencer sus principios morales y dejar de lado
su carácter propio para acceder a ese objeto, lugar de los
placeres más suculentos. Encontramos en ese objeto
(otro) un gobierno en el actuar del sujeto y se manifiesta
en una tópica compulsiva. Por otra parte, averiguamos
que la sobrestimación del objeto sexual está exenta de
contradicciones: es perfecta y por tanto una idealización
anímica de la pulsión sexual.
Esta sobrestimación sexual del objeto (otro) se ex-
tiende a otras zonas del cuerpo, fuera de la genitalidad,
pero son tratadas como tal; éstas pueden tener una va-
riación muy amplia, ya que todo el espacio del cuerpo
puede fungir como una zona erógena y situarse como
una fuente pulsional: “La fuente de la pulsión es un pro-
ceso excitador en el interior de un órgano, y su meta
inmediata consiste en cancelar ese estimulo de órgano”
(Freud, 1905/2006: 153). Éstas pueden tener la caracte-
rística de ser lugares donde se encuentre la mucosa y se
preste al contacto, son zonas altamente sensibles como
el ano y la boca.
Lo que aquí nos está planteando Freud, es que la zona
rectora del genital no se encuentra centralizada a la pul-
sión sexual como culminación del coito, sino que es una
parte de las pulsiones parciales sexuales, que trata al
cuerpo como un espacio de posibles quehaceres prelimi-
nares sexuales que condicionan la excitación del genital
para llegar o no al coito; llegando en casos particulares
a su descarga genésica sin llegar a tener contacto entre
los genitales; como ejemplo la práctica onanista entre los
amantes: “La masturbación recíproca es la meta sexual
que aparece predominantemente en el comercio de los
invertidos” (Freud, 1905/2006: 138). El papel del coito
anal está en analogía con el comercio sexual con la mujer,

14
La irrigación de la pulsión: psiquismo

la sustitución del ano por la vagina: “Al contrario, parece


que la paedicatio del hombre debe su papel a la analogía
con el acto en el caso de la mujer” (Freud, 1905/2006: 138).
Y en su caso más extremo, la zona erógena puede tener
una serie de derogaciones a su fuente pulsional origina-
ria que parece deslindarse completamente de ésta, así
que toda la actividad placentera de la pulsión sexual que-
da fuera de la genitalidad aparentemente, a esto Freud
traza el vector del concepto de la perversión patológica
a través de su fijación: otro espacio del cuerpo y de la
vida anímica toma el papel de la genitalidad por medio
de una derogación del material de la perversión.
El protagonismo que ocurre en las metas sexuales pre-
liminares como revelo de la sexualidad normal, también
ocurre en la sobrestimación sexual que irradia su objeto
(otro), a este fenómeno Freud conceptualiza el grado fe-
tichista como parte de la perversión en la vida amorosa
del sujeto: “Un aspecto totalmente particular ofrecen los
casos en que el objeto sexual normal es sustituido por
otro que guarda relación con él pero es completamente
inapropiado para servir a la meta sexual normal” (Freud,
1905/2006: 139). El objeto (otro) envestido por la pulsión
sexual, tiende como condición a su placer ser sustituido
completo o parcialmente por un rasgo físico, de carác-
ter y hasta una prenda de vestir en particular, siempre
y cuando entre en la categoría de su modelo originario.
Cuando es sustituido completamente el objeto (otro) su
sobrestimación sexual hace que el sustituto se encarne y
sea tratado como tal, el objeto del amor del fetichista re-
cae en una cosa asociativa, es en este momento cuando el
fetichismo se eleva a un grado de perversión patológica,
ya que la pulsión sexual se ve soldada a la práctica espe-
cífica en un determinado objeto (otro).
Siguiendo este planteamiento del fetichismo, en rela-
ción con el sujeto no fetichista podemos encontrar diver-
sos acondicionamientos estéticos que son de índole feti-
chista y debe tener el objeto (otro) de la pulsión sexual,

15
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

como ejemplo el modelado que es sometido el objeto


(otro) desde la analogía del primer amor, y en un contex-
to cultural la valoración estética deseada. Aunque tam-
bién podemos decir que el simbolismo que representa a
una religión resguarda el mismo sentido que el fetiche
a través de éste despierta la devoción y el fervor de su
doctrina. El fetiche encuentra una relación directa con la
fuente pulsional que otorga su carácter sexual y su gusto,
que es la mirada o el ser visto por ese objeto (otro) cause
de la pulsión.
El fetiche en todos sus casos tiene que ser objeto pre-
dilecto de alguno de los órganos sensoriales (particula-
ridad de la fuente pulsional); Freud ejemplifica la mira-
da del niño que investiga debajo de la falda de la mujer
y su curiosidad sólo llega a los tobillos, como la causa
del fetiche a los pies femeninos. El fuerte humor prove-
niente de una región del cuerpo, también puede ser ob-
jeto de fetiche, como el olor a las heces fecales, sudor, el
aroma particular de los genitales, algunos hombres de-
claran verse vueltos locos por el olor a la menstruación
de algunas mujeres. Freud señala excepcionalmente en
su conceptualización del fetiche, que la sobrestimación
sexual del objeto (otro) está constituido por un cierto
grado de fetiche y sustitución por analogía a un mode-
lo que condiciona la experiencia de la pulsión sexual y
desata su fuerza.
El fetiche se articula en una negatividad por ser una
sustitución para satisfacer una frustración de un objeto
(otro) sexual, también puede tomar forma del semblante
de lo displacentero y tener una referencia de trasgresión de
lo prohibido, por ejemplo en algunos casos de fetiche muy
claros en su conformación como el caso del niño pequeño
que curiosea la falda de la mujer queda sesgado por lo
prohibitivo de su acto y queda fijado en el pie femenino.
Posteriormente, Freud agregaría esto como elemento nu-
clear del fetiche, el complejo de castración: la desmentida
del órgano genital femenino a falta de pene y desconoci-

16
La irrigación de la pulsión: psiquismo

miento de la vagina, esta falta se ve asistida por el fetiche


en sus objetos (otros) sexuales, que los completa:

Otra contribución al esclarecimiento de la preferencia fetichista


por el pie resulta de las teorías sexuales infantiles: el pie sustitu-
ye al pene de la mujer, cuya falta se echa de menos [Agregado en
1915]. En muchos casos del fetichismo del pie puede demostrar-
se que la pulsión de ver, originariamente dirigida a los genitales
y que quería alcanzar su objeto desde abajo, quedo detenida en
su camino por prohibición o represión y por eso retuvo como
fetiches al pie o al zapato. Y en ese proceso los genitales femeni-
nos se imaginaron, de acuerdo con la expectativa infantil, como
masculinos (Freud, 1905/2006: 141).

La elección fetichista proviene de las experiencias pasa-


das sexuales y tiende a cumplir por asociación a un mo-
delo originario del objeto (otro) sexual. Que nos remite a
la experiencia sexual de la infancia, sólo que se encuentra
dislocada y el objeto fetichista reprime su conocimiento,
pero se permite continuar con el mismo quehacer sexual.
El niño es fetichista por excelencia, tiene como deri-
vados el chupete como una analogía de la teta de la ma-
dre, y subroga al mundo circundante según el modelo
del amor de los padres al descubrimiento de sus fuentes
pulsionales.
Una de las pulsiones parciales que habíamos mencio-
nado como posible conformación del fetichismo se en-
cuentra vinculada con el placer de ver y ser mirado, su
paso a la perversión es designado como el voyerismo y el
exhibicionismo. El órgano sensorial el ojo por sí mismo
es una fuente pulsional de placer por el cuerpo que es
observado y despierta un gran placer de ver los genitales
del objeto (otro) o alguna zona predilecta que emana su
estética, asimismo dentro de afinidades del ver-ser visto
cabe el talante de las violencias más grotescas.
La doble configuración que compone la pulsión par-
cial del mirar corresponde a su forma activa y el ser mira-
do en su forma pasiva, Freud esclarece que la perversión,

17
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

según el modelo de una pulsión parcial, no se encuentra


de forma unilateral sino corresponde a sus dos formas:
el que es exhibicionista también es voyerista y viceversa.
En cuanto al objeto (otro) que es observado o al que se le
enseña, tiende a la atracción (pasiva) de él en forma de
seducción (activa), cabe mencionar que ese objeto (otro)
tiene la cualidad de estar sobreestimado sexualmente.
Los diques de la pulsión parcial de mirar y ser mira-
do es la vergüenza al desnudo, y el horror que produce
el ver los genitales contrarios; Freud menciona esta acti-
vidad pulsional el punto nuclear del complejo de castra-
ción y da por fenómeno su carácter exhibicionista:

[Nota Agregada en 1920] La compulsión exhibicionista, por


ejemplo, depende, también estrechamente del complejo de cas-
tración, insiste una y otra vez en la integridad de los propios ge-
nitales (masculinos) y repite la satisfacción infantil por la falta
del miembro en los de la mujer (Freud, 1905/2006: 143).

Esta satisfacción de observar los genitales femeninos da


como lugar el reconocimiento de los propios genitales a
partir de la falta del pene en los órganos femeninos, pero
en algunos casos esta compulsión exhibicionista de buscar
los genitales femeninos corresponde a refutar el castigo
de castración, por la excitación que despierta en erección.

1.3 El sadomasoquismo:
un quehacer natural

El par de opuestos pulsionales que vamos a analizar no


se pueden designar como metas preliminares sexuales
debido a que su concepto abarca la descripción del fenó-
meno de la posición del sujeto en la manifestación de la
fuerza pulsional con su objeto (otro) sobreestimado se-
xualmente. El sadomasoquismo es por excelencia el más
claro ejemplo de la pasividad y la actividad de las metas
preliminares sexuales, éstas se engloban con el quehacer

18
La irrigación de la pulsión: psiquismo

sádico y masoquista de la pulsión desde el par de opues-


tos universales su carácter cuantitativo: el placer y el dis-
placer que sufren una inversión. El sádico disfruta por
la agresión física a su amante, como también sojuzgarlo
y humillarlo en otros ámbitos de la vida objetiva. El ma-
soquista disfruta de las arremetidas del sádico, aunque
a los ojos de los otros estas prácticas parecen repulsivas,
los encantos más sublimes para el masoquista provienen
de la compulsión de intentar ser aniquilado por su pare-
ja sádica.
La agresión que se designa como sádica, conforma
la composición de la pulsión sexual, en su actividad de
vencer las resistencias del objeto (otro) sobrestimado
sexualmente, como lo habíamos mencionado con nues-
tra interpretación del mito de “Perseo y Medusa”, la
agresión y la violencia trae consigo ya una satisfacción
sexual, aunque en algunos de sus casos puede ser des-
viada de su meta sexual normal a quedarse fijada como
única actividad de la pulsión sexual, es aquí a lo que
Freud denomina su carácter perverso. El acto del coito
entre los amantes tiene un sesgo sádico y masoquista, se
puede optar por golpear a la amante, mordisquearla y
someterla hasta una posible sodomización: “La historia
de la cultura humana nos enseña, fuera de toda duda,
que crueldad y pulsión sexual se copertenecen de la ma-
nera más estrecha” (Freud, 1905/2006: 144). Es en este
argumento central que Freud próximamente de Tres en-
sayos sobre teoría sexual armara un gran cuerpo teórico
formidable, al designar el placer por el dolor en alguna
zona erógena del cuerpo. Una forma del masoquismo,
el masoquismo originario, el erógeno.
El punto sustancial del sadismo y masoquismo es
que ordenan por completo las metas preliminares se-
xuales en su actividad pulsional. Freud esclarece la ne-
gatividad que oscila en la posición del sadismo y maso-
quista en lo que predomina estos pares de opuestos, la
prevalencia a la agresión; define al masoquismo como
un sadismo vuelto hacia la propia persona; y el sadismo

19
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

también, como una agresión hacia sí mismo en el objeto


(otro) sobrestimado sexualmente.
No es una casualidad que el complejo de castración
esté presente como elemento nuclear de la perversión
masoquista, que busca constantemente el castigo especí-
fico y equivalente a la culpa suscitada por una trasgresión
con el talante de lo prohibido, aquí es donde el destino
y meta de la pulsión se colocan en una negatividad. En
el caso de la perversión del sadismo, podemos aseverar
utilizando la negatividad del camino y destino de la pul-
sión, que el sádico busca infligir el castigo propio de la
trasgresión que amerita su castración en el objeto (otro),
reafirma su castigo en reconocer a otro castrado por la
misma culpa causante.
La culpa que se presenta tanto en el masoquismo y el
sadismo, se encuentra en los sentimientos inconscientes
de culpa, que busca constantemente expiarlos en el mun-
do exterior. No es necesario que pueda existir un objeto
(otro) sobrestimado sexualmente como un amante sádico
en el quehacer sexual, sino se involucra una abstracción
completa que por el camino del destino puede tomar sus
diversas derogaciones más universales: el dios y la na-
turaleza. Estos poderes del mundo exterior son los que
infligen al sujeto ciertas calamidades para expiar su con-
ciencia de culpa, siempre y cuando se actúe de una forma
sádica hacia el mundo, así cumple con la trasgresión y
espera el castigo.
En este argumento podemos mencionar que su opues-
to sádico se encuentra objetivado en la percepción del
mundo exterior. Se prohíbe cualquier oportunidad pla-
centera ya sea desde la oportunidad de un quehacer amo-
roso a un reconocimiento social; ahora bien, no hemos
mencionado en este momento nada sobre el narcisismo,
pero nos vemos obligados a introducirlo por la forma en
la cual aparece deslindado el apuntalamiento de la pul-
sión narcisista, que es una derivación de las pulsiones
yoicas, a un estado negativo de castigo, contrariando el

20
La irrigación de la pulsión: psiquismo

camino y destino de una satisfacción pulsional narcisista


en su función de engrandecer al yo, por lo tanto ocurre lo
contrario un empequeñecimiento del yo.
Al mencionar Freud que lo que resguardese la racio-
nalización del sadomasoquista son las subrogaciones de
las fantasías onanistas de la infancia, vinculadas directa-
mente a su desarrollo de la pulsión sexual y sus fuentes
pulsionales, Freud va plantear que cada fuente pulsional,
como la boca, el ano, pene-clítoris en su camino y destino
hacia la genitalidad, estará constituido por una serie de
fantasías infantiles que se superponen.
Estas tres formas en que se descompone el concepto
del par de opuestos el sadomasoquismo, se encuentran
presentes simultáneamente en el sujeto en una mayor o
menor magnitud, lo que hace que tengan cohesión, para
formar su descripción psicoanalítica de Freud, son las
fantasías infantiles: el sadomasoquismo erógeno, el fe-
menino y el moral son la manifestación y la subrogación
de mociones pulsionales inconscientes.
Cabe mencionar en unas pocas palabras que el desa-
rrollo teórico del sadismo y masoquismo en Tres ensayos
sobre teoría sexual, de 1905, será la pauta para el desarro-
llo de la segunda teorización de las pulsiones Más allá
del principio de placer, de 1920; la primera conformación
de la pulsión de vida y de muerte puede pensarse en su
connotación agresiva hacia el objeto (otro) sexual, y su
reversión hacia el sujeto mismo como parte sustancial
de la pulsión de muerte: “Ni aun la autodestrucción de
la persona puede producirse sin satisfacción libidinosa”
(Freud, 1924/2006: 176).

1.4 La enfermedad de la pulsión

En las investigaciones psicoanalíticas de Freud sobre la


neurosis y las parafrenias es muy claro el enlace de la ac-
tividad sexual que tiene su analogía con la “vida amo-

21
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

rosa”; en el malestar neurótico Freud menciona excep-


cionalmente que es en el terreno de la clínica donde se
descompone la función sexual para su investigación, no
fue raro que en los diversos pacientes bajo su cuidado el
concepto de la pulsión sexual fue ampliándose: “La clíni-
ca nos habría revelado así la existencia de unas fusiones
que no se dan a conocer como tales en la conducta nor-
mal uniforme” (Freud, 1905/2006: 148).
Los síntomas que en apariencia están alejados de la se-
xualidad se encuentran soldados a ella por la intensidad
energética que otorga la pulsión sexual a la compulsión
de la presencia del síntoma. La intensificación del males-
tar neurótico se arrienda por completo a la energía de la
pulsión sexual que otorga al síntoma y forma la consti-
tución neurótica en general. En un uso coloquial del len-
guaje es el combustible de la neurosis y las parafrenias:

Debo anticipar, repitiendo lo que he dicho en otras publicaciones,


que estas psiconeurosis, hasta donde llegan mis experiencias, des-
cansan en fuerzas pulsionales de carácter sexual. Con ello no quie-
ro decir que la energía de la pulsión sexual presente una mera con-
tribución a las fuerzas que sustentan a los fenómenos patoló­gicos
(síntomas), sino aseverar expresamente que esa participación es
la única fuente energética constante de las neurosis y la más im-
portante, de suerte que la vida sexual de las personas afectadas se
exterioriza de manera exclusiva, o predominante, o solo parcial en
estos síntomas (Freud, 1905/2006: 148).

El síntoma es una satisfacción parcial de la pulsión se-


xual. En algunos casos específicos de neurosis ya sea en
la histeria, neurosis obsesiva o paranoia, encontramos la
constitución del síntoma tiene como referencia un que-
hacer sexual del sujeto que ha sido sometido por la re-
presión y que se manifiesta en primera instancia en los
diques de la pulsión que habíamos descrito: el asco y la
vergüenza. La pulsión sexual en su fuerza toma este ca-
mino y destino para cumplir una satisfacción negativa
desde su anverso.

22
La irrigación de la pulsión: psiquismo

La represión fracasa en su objetivo de dominar la pul-


sión sexual que toma un camino negativo para su mani-
festación, lo llamamos negativo por su carácter cuanti-
tativo del malestar neurótico que lleva a su contrario al
placer, en el caso de las metas y destinos avanzan desde
su anverso reprimido, es volcado a su contrario. Si las
metas y el objeto sobrestimado sexualmente son remi-
tidos por la represión, éste no dejará de ser investido
por la pulsión sexual, tomará otra forma que puede ser
permisiva para la represión del sujeto en apariencia.
Una de las principales ocasiones de enfermar de las
psiconeurosis en general, es cuando la pulsión sexual
reclama un objeto (otro) del mundo exterior para ser su
meta y destino. La pulsión sexual del sujeto libra una
batalla encarnizada con la represión que da como efecto
colateral la enfermedad, y hasta podemos hacer analogía
que el síntoma representa un quehacer autoerótico por
la privación de acceso a ese objeto (otro) envestido por la
pulsión sexual, siendo relevadas por algunas de las pul-
siones parciales privilegiadas del sujeto que derivan en
el síntoma y culmina en una satisfacción parcial. Lo que
nos deja perplejos es que aunque sea una práctica auto-
erótica: involucra en forma de fantasía a ese objeto (otro).
En este punto estamos acercándonos el aspecto etio-
lógico de las psiconeurosis y sus derivaciones, éste no
puede ser el único ya que se puede presentar de igual
manera por un amedrentamiento sexual infantil o la pri-
vación real del sujeto con el mundo social. Freud men-
ciona que se comparten los factores constitucionales y
accidentales para dar ocasión a la enfermedad.
Lo que destacamos del reclamo de la pulsión sexual
por su objeto (otro) en el mundo exterior no solamente
se excluye a la vida amorosa, puede tener otras deri-
vaciones desde el deseo por una sublimación: quehacer
profesional, artístico y hasta una vida dedicada a la reli-
gión. Aunque la sublimación es una de-sexualizacion de
la pulsión sexual para un quehacer real que se aleja de la

23
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

vida amorosa sensual y tierna, conlleva en sí una satis-


facción similar que la pulsión sexual reclama al sujeto.
Cabe mencionar que Freud en sus próximos escritos (las
satisfacciones desde la libido yoica y el Yo en cuanto re-
presentación), conceptualizará en satisfacción narcisista
constituyendo el ideal del Yo y en último momento será
la función principal del superyó.
En Introducción al narcisismo, de 1914, hace énfasis en
que la sublimación no proviene del todo por el ideal del
yo, sólo puede ser incitado como reconocimiento de éste
y sus derivados conceptuales que mencionamos: “Y en-
tonces, puesto que la sublimación describe algo que su-
cede con la pulsión, y la idealización algo que sucede con
la pulsión y la idealización algo que sucede con el objeto,
es preciso distinguirlas en el plano conceptual” (Freud,
1914/2006: 91). La sublimación es un camino y destino de
la pulsión sexual que escapa de la represión constitucio-
nal o filogenética para el sujeto en la vivencia de la cultu-
ra, así que la satisfacción de la sublimación puede sufrir
el destino de la represión por su cualidad cuantitativa
que trae consigo de satisfacción
En diversos escritos sobre el quehacer artístico, Freud
menciona que desde el lugar de espectador del arte se
consigue momentáneamente una remembranza de las
fantasías primordiales que constituyen la cultura y la
infancia.
En el producto artístico existe una relación de uni-
dad entre sujeto y su vida pulsional, al igual que en la
vida amorosa, y en cambio, una satisfacción narcisista
desde su apuntalamiento de objeto existe una distancia
real entre el sujeto y su ideal del yo proyectado en el
objeto (otro) sobrestimado sexualmente; su satisfacción
sigue los caminos de la pulsión parcial del ver y ser ob-
servado: el voyerismo, pero en su carácter negativo gus-
ta verse a sí mismo en su elección de objeto. Podemos
asumir que las satisfacciones narcisistas apostadas en la
elección de objeto es el negativo de la sublimación.

24
La irrigación de la pulsión: psiquismo

Por consiguiente, la neurosis es el negativo de la per-


versión por el camino y destino que toma la pulsión se-
xual desde su anverso, el relevo de la función genital a
las fuentes pulsionales parciales que son la constitución
del síntoma. Freud conceptualiza de la siguiente mane-
ra la neurosis como una perversión negativa: “Por tanto,
los síntomas se forman en parte a expensas de una se-
xualidad anormal; las neurosis es, por así decir, el nega-
tivo de la perversión” (Freud, 1905/2006: 150).
La neurosis, al ser denominada como una perversión
negativa, se encuentra en su muy particular dinámica
pulsional según el modelo de la elección de neurosis,
pero al fin de cuentas todas sus variaciones forman den-
tro de sí en el padecer neurótico y sus síntomas un sim-
bolismo de una sexualidad denegada por el sujeto que
la vive desde este anverso.
Nosotros traemos como ejemplo de este vuelco ha-
cia lo contrario la película del director alemán Michael
Haneke, La pianista, del año 2001; pone en escena al per-
sonaje principal, Erika Kohut (la pianista), una perver-
sa sadomasoquista, un intento fallido de realizar sexo
oral a un estudiante suyo, reaccionando en vómito. Si
llevamos este ejemplo a su extrema analogía de su ne-
gatividad perversa con respecto al quehacer sexual en
la neurosis, existe una descarga de placer similar a la
del orgasmo, por el éxtasis pulsional que desemboca en
el vómito. Este mismo mecanismo antes descrito tiene
similitud con los síntomas que evocan una descarga
descomunal de la pulsión sexual según la constelación
neurótica, hemos de mencionar el momento del éxtasis
pulsional como parte sustancial de la satisfacción par-
cial que otorga el síntoma, además de ser el negativo
del orgasmo de la descarga genésica, en el caso de la
pulsión sexual volcada en la neurosis.
Al ser la neurosis y sus derivados una perversión ne-
gativa, las pulsiones parciales sexuales que antes había-
mos descrito: el ver y ser visto, sadomasoquismo y la

25
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

inversión de objeto, se encuentran configuradas por la


fuerza pulsional que actúa: la pasividad y la actividad,
partes sustanciales para la configuración del síntoma.
La pulsión parcial de ver y ser visto es parte sustancial
del delirio persecutorio y de grandeza del paranoide,
así como de su mecanismo de represión principal la
proyección, podemos declarar burdamente que el para-
noico es un voyerista negativo que trae su par de opues-
to el exhibicionismo, para poder sentirse observado.
En la neurosis obsesiva encontramos la ambivalen-
cia de afecto amor y odio sobre el objeto sobrestimado
sexualmente y su percepción sobre el mundo exterior.
Se pueden presentar en esta neurosis simultáneamente
las tres modalidades que componen el sadomasoquis-
mo que antes habíamos descrito: el erógeno, femenino
y moral; en el sadomasoquismo femenino del obsesivo.
Debemos destacar que la fuerza pulsional, al tener un
dinamismo pasivo y activo, el objeto (otro) sobrestimado
sexualmente, destino de la pulsión, el sujeto lo encuentra
desde sí mismo o en el mundo exterior, también lo puede
encarnar, en este sentido el sujeto es pasivo o activo de sí
mismo en su relación con el mundo exterior.
En la exhaustiva investigación clínica que realizo
Freud; se encuentra la pulsión por tanto compuesta por
un par de opuestos que manifiesta el sujeto según su
posición con respecto a sus metas y destinos de pulsión
que se condicionan mutuamente en la experiencia del
mundo exterior y son dependientes a su desarrollo on-
togenético. Se da por resultados diversas metas y des-
tinos que desemboca la pulsión siendo esta indómita
en cumplir en ellos, por lo que da lugar a un camino
negativo de la sexualidad en el sujeto para permitir su
inserción en la cultura y la reproducción de ella. Y como
daño colateral de este proceso filogenético en el sujeto
se da la ocasión de la enfermedad neurótica, por lo que
la pulsión se encuentra regida por el principio de placer.

26
2. El proceso digestivo de la pulsión
a partir de la función canibálica

Lo devorado es la esencia; la individualidad,


que se mantiene a costa de lo universal y
que se asigna el sentimiento de su unidad
consigo misma supera precisamente por ello
su oposición respecto a lo otro, por la que es
para sí; la unidad consigo misma que se da
es cabalmente la fluidez de las diferencias o
la disolución universal.

Georg Wilhelm Friedrich Hegel

Hasta ahora no hemos hablado de la pulsión como un re-


presentante, ahora tenemos que situar esta negatividad
a nivel de representante de la pulsión, aunque de forma
muy breve, porque lo que nos interesa aquí es el saber
de la dinámica de la pulsión y su constitución en sus ca-
minos y destinos. En las primeras teorizaciones de Freud
sobre el inconsciente, puntualiza su interés por formular
una teoría del funcionamiento de la memoria para sentar
sus bases teóricas; si bien, los primeros sistemas del apa-
rato psíquico que formula Freud se basan en la forma por
la cual la percepción es reelaborada en palabra y motrici-
dad, atravesando los registros del inconsciente, precons-
ciente y éste a la conciencia, no pretendemos explicar este
sistema del aparato psíquico llamado la primera tópica.
Empero, el propósito de Freud de teorizar sobre la memo-
ria fue el responder la incógnita de la amnesia de ciertos
recuerdos de índole sexual que aparecían en sus pacientes
neuróticos y posteriormente formará parte del concepto
de fantasía, teniendo en cuenta su verdad histórica.
En Tres ensayos sobre teoría sexual también menciona
que la amnesia que se presenta en la mayoría de los suje-

27
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

tos, y de manera acentuada en las diversas neurosis, pro-


viene de la infancia a lo que se llamó la amnesia infantil.
En un artículo de Freud que data de 1899, “Recuerdos
encubridores”, sitúa a estos recuerdos como un fenóme-
no de la represión sobre el inconsciente; por regla general
estos recuerdos son exclusivamente de la época infantil
y tienen por contenido la sexualidad y el hambre, las
fuerzas pulsionales por excelencia “El influjo de los dos
resortes más poderosos: el hambre y el amor” (Freud,
1905/2006: 309). Estos representantes de pulsión que son
desfigurados en el recuerdo que encubre a otros por el
sometimiento de la represión, produce una desexualiza-
ción de sus contenidos o, en otras palabras, los vuelve
inocentes: “El proceso aquí discernido –conflicto, repre-
sión, sustitución con formación de compromiso” (Freud,
1899/2006: 302); además, estos resortes pulsionales son
los que otorgan el carácter de certeza a estos recuerdos.
Los recuerdos que cayeron bajo la represión no pueden
ser eliminados porque éstos son el representante de la
pulsión a lo que se sucede una formación de compromiso
donde se descompone el recuerdo a sofocar para produ-
cir o utilizar otro recuerdo indiferente a la situación; con
la finalidad de tener una satisfacción desde dos lugares
opuestos que se reconcilian aparentemente en esta pro-
ducción: el primero la inocencia infantil que presume el
sujeto y, el segundo, la satisfacción que el desplazamiento
del afecto de la pulsión sexual produce, independiente-
mente de ser placentero o displacentero. Otra parte sus-
tancial del recuerdo que es sofocado por otro llamado
encubridor es que éste puede ser despertado por una vi-
vencia posterior que refiere a una anterior y viceversa. En
cuanto al contenido del recuerdo encubridor resguarda
su carácter de opuesto con el recuerdo sofocado:

Según rija una u otra de esas relaciones temporales entre lo encu-


bridor y lo encubierto, se podrá calificar al recuerdo encubridor
como adelantador o atrasador. Según otra relación, se distingue
entre recuerdos encubridores positivos y negativos (o recuerdos

28
La irrigación de la pulsión: psiquismo

en desafío), cuyo contenido guarda relación con el contenido so-


focado (Freud, 1899/2006: 313).

La negatividad del representante de pulsión es muy


clara en el proceso de represión en el recuerdo sofoca-
do que se encuentra en relación con su opuesto en el
recuerdo encubridor, resultando la amnesia aparente
que lo vuelve inasequible a la conciencia. Sin embargo,
el recuerdo sofocado inconsciente mantiene al camino
y destino de pulsión, produciendo así un movimiento
negativo de la pulsión utilizando el representante.
En el desarrollo ontogenético de las fuerzas impul-
soras de la pulsión sexual se encuentran directamente
adheridas en fuentes pulsionales que remiten en primer
momento a ciertas zonas erógenas rectoras, éstas son las
zonas erógenas predestinadas que constituyen el desa-
rrollo del sujeto en su totalidad, la primera de ellas en el
nacimiento es la zona oral y su estado de lactante.
La pulsión es despertada por la función nutricia en
la zona oral que tiene como finalidad succionar la le-
cha del pecho materno o su homólogo. La boca en to-
das sus partes tiene la primera relación genésica con la
existencia orgánica del sujeto, en este primer momento
del desarrollo de la pulsión, su fuerza impulsora, está
motivada por el hambre. La zona erógena de los labios
se condiciona al movimiento del chupeteo, este movi-
miento no sólo se presenta con el contacto de la teta ma-
terna sino es continuo y tiene el carácter de presentarse
compulsivamente tomando como objeto una parte del
cuerpo propio y algún sustituto para poder mamarlo, es
en este análisis del estado de lactante donde se inicia la
profundización de Freud por esclarecer el concepto de
pulsión sexual.
Esta acción del mamar permite al lactante reconocer
otras zonas erógenas predestinadas como el genital, en
muchos recién nacidos es común presenciar el inicio de
la masturbación por esta vía; podemos observar de ma-
nera nítida que el quehacer autoerótico no se circunscri-

29
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

be solamente a la boca sino que se extiende a otras zonas


del cuerpo altamente sensibles como el pene o el clítoris,
es a lo que Freud designa el autoerotismo, una práctica
de la zona erógena rectora que fuera del contacto real
del objeto (otro) que provee la alimentación del lactante,
simula el acto de la meta sexual, revive la vivencia satis-
factoria de haber colmado su hambre:

autoerotismo. Tenemos la obligación de considerar más a fon-


do este ejemplo. Destaquemos, como el carácter más llamativo de
esta práctica sexual, el hecho de que la pulsión no está dirigida a
otra persona; se satisface en el cuerpo propio, es autoerótica, para
decirlo con una feliz designación introducida por Haverlock Ellis
(1895) (Freud, 1905/2006: 164).

El quehacer autoerótico, a simple lectura se puede con-


tradecir argumentando que toda pulsión sexual es in-
manente a su meta sexual en el objeto (otro) y por tanto
no es autoerótica, es cierto, esa conjetura en apariencia
ya que pertenece a la naturaleza de la pulsión ya sea nu-
tricia en este caso. Sin embargo, a lo que refiere Freud es
a que los objetos (otros) en la lactancia y en la pregenita-
lidad, en general, son reencontrados en el cuerpo propio
del sujeto y no tiene un apuntalamiento sexual real o,
por decirlo también de otra manera, su corriente libidi-
nal no es sensual. Si extendemos aún más las funciones
de las zonas erógenas predestinadas en esta etapa pre-
genital podemos observar que ellas están apuntaladas
a las funciones digestivas, excretorias y urinarias; no al
aparato genital en todas sus funciones de reproducción
sexual, porque aún se encuentran inmaduras.
La función psíquica de la oralidad de la pulsión sexual
es de suma importancia para el desarrollo filogenético de
la especie humana, este es el momento por el cual apa-
rece la articulación psíquica del sujeto: la identificación
o como nosotros la preferimos llamar: la función canibá-
lica: “Una primera organización sexual pregenital es la
oral o si se prefiere, canibálica” (Freud, 1905/2006: 180).

30
La irrigación de la pulsión: psiquismo

El objeto (otro), en este caso el pecho materno, se in-


corpora al cuerpo propio del sujeto para poder saberse
a través de la ingesta de ese objeto (otro) que se accede a
él cada vez que el sujeto es motivado por la tensión dis-
placentera del acrecentamiento de la pulsión nutricia, el
hambre, o simplemente porque el acto en sí ya es pla-
centero y lo impulsa a la acción autoerótica o buscar en
el mundo exterior el alimento, si el entorno lo permite.

2.1 El canibalismo, el nacimiento del ser

La función canibálica tiene un gran peso teórico en la


obra de Freud y el psicoanálisis, véase el mito que reali-
za de la horda primordial en Tótem y tabú, de 1913, para
explicar el origen de la cultura. Nos atrevemos a conje-
turar que la lógica del canibalismo son las bases de una
ontología Freudiana y descansarían en lo siguiente: el
ser es devorado para devenir ser y la existencia del ser es lo
devorado y el desecho de su ingesta; creemos que en estos
juicios se desarrolla una ontología basada en los postu-
lados freudianos. Podemos comprobar el segundo juicio
en su parte “Es el desecho de su ingesta” debido a que el
infante se concibe producto de las fantasías primordia-
les sobre la explicación del nacimiento del hermano “La
teoría de la cloaca”: el nacimiento propio y de los otros
por la defecación al igual que el proceso de la ingesta.
Motivación naciente de la pulsión del saber.
El conocimiento del coito y su naturaleza sexual es
habilitado por la asimilación del objeto (otro) para que
la fuerza pulsional pueda desatar su fuerza y llevar a la
reproducción biológica de los seres. La vagina figurati-
vamente se come el pene en el coito y su orgasmo resi-
de en la retención del pene por parte de los músculos
vestibulares de la vagina que lleva a su contracción y el
pene reacciona a la eyaculación para llegar a la fecunda-
ción del óvulo. En un artículo de 1917 que lleva el título

31
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

“Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del


erotismo anal”, Freud continúa con esta lógica de la in-
corporación para devenir el objeto otro devorado. En el
caso de las mujeres, el deseo de ser varones (tener pene),
un resultante del complejo de castración; en algunas de
las interpretaciones de sueños de mujeres primerizas en
el comercio sexual se encuentran ciertas fantasías que
versan en la sensación provocada por el pene adentro
de la vagina, una retención de este que la lleva asumirlo
como su propio pene para devenir ese varón:

Tuve oportunidad de enterarme de sueños de mujeres tras sus


primeras cohabitaciones. Revelaban inequívocamente el deseo de
guardar consigo al pene que habían sentido, y por tanto respondían,
prescindiendo del fundamento libidinoso, a una regresión pasajera
del varón al pene como objeto de deseo (Freud, 1917/2006: 120).

En Más allá del principio de placer, de 1920, Freud plantea


que todo esfuerzo de la pulsión tiene como función la
unidad, el coito y el comer cumple esta función; obser-
vemos que la lógica canibálica está presente aún en el
conocimiento de la función genital. Aún esto parece un
espectro muy oscuro, sólo son algunos atisbos de la ri-
queza de incógnitas a resolver en la teoría de Freud que
se puede emprender a investigar si se pretende realizar
un estudio del “Ser” basada en esta lógica, creemos que
estos serían sus vectores.
No fue casualidad que en Tótem y tabú, de 1913, haya
sido trabajado en la época de la elaboración de la me-
tapsicología freudiana; en esta obra paradigmática en-
contramos en foco de estudio la formación de las orga-
nizaciones sociales basadas en la prohibición del incesto
y la ley del tótem. El mito por el cual desarrolla Freud
la horda primordial: un padre voraz, violento y omni-
potente al sentir de sus hijos, acapara para sí todas las
mujeres de la horda y los excluye privándolos del pri-
vilegio de los encantos de la fémina: ante este yugo los

32
La irrigación de la pulsión: psiquismo

hermanos responden en rebeldía, lo asesinan y lo devo-


ran en el banquete totémico.
El canibalismo da origen a la cultura y la religión; asi-
milan al padre omnipotente para poder disfrutar de la
mujer; sin embargo, los restos que se desechan después
de su ingesta son ellos mismos para expiar esa culpa, la
ley de la prohibición del incesto que impuso el padre y
su quebrantamiento por la banda de los jóvenes caní-
bales devino con mayor fuerza y voracidad, se estable-
ció el respeto por las mujeres de la horda aunando un
vasallaje en el padre muerto devenido animal (tótem),
esto los llevó a la acción real, una nueva búsqueda de
mujeres y la conquista por otros pueblos.
Al comparar, las similitudes en esta primera sexua-
lidad infantil con la situación de los hermanos de la hor-
da: la corriente libidinosa que mantiene el infante hacia
sus padres es de índole tierna y hostil (ambivalente) en
la primera elección de objeto, aún no sensual, ya que
todavía no se llega a un reconocimiento de la función
sexual en toda su totalidad: “La elección de objeto de la
época de la pubertad tiene que renunciar a los objetos
infantiles y empezar de nuevo como corriente sensual”.
(Freud, 1905/2006: 182). La ley del incesto también recae
en el infante desplazado por el padre, a causa del amor
que siente hacia la madre, necesario acontecimiento
para que el niño pueda separarse de la familia a una
edad adulta y pueda ser un miembro de la cultura:

Contemporáneo al doblegamiento y la desestimación de estas


fantasías claramente incestuosas, se consuma uno de los logros
psíquicos más importantes, pero también más dolorosos, el perio-
do de la pubertad: el desasimiento de la autoridad de los proge­
nitores, el único que crea oposición, tan importante para el pro-
greso de la cultura, entre la nueva generación y la antigua (Freud,
1905/2006: 207).

En consiguiente, llegamos al complejo de Edipo en el


apego del objeto (otro) incestuoso y al complejo paren-

33
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

tal desasimiento del objeto (otro) incestuoso y su ma-


nifestación ambivalente de corriente libidinal tierna y
hostil, esto es el semblante de su incorporación como
identificación en analogía por el banquete totémico.
El movimiento de la función canibálica, en el infante
lactante, no incorpora al padre sino el pecho de la ma-
dre, una de las metas primordiales de la pulsión sexual
en los años posteriores del sujeto ya sea para mamar o
ser mamado. Su primera elección de objeto en esta etapa
pregenital (como habíamos mencionado) es autoerótica,
cuando se incorpora al pecho materno no se da a for-
ma de una identificación formal sino que se reconoce
el principio de placer meta sexual que se localiza en un
objeto (otro), sólo que éste tiene el sesgo de la ley del
incesto que ejerce el padre, por lo que aquí sucede es un
movimiento negativo de la función canibálica, lo que se
incorpora es el camino y destino de la pulsión sexual
construido por la figura del padre, el vasallaje a la ley
del incesto y aceptación del castigo de castración.
La identificación en su función canibálica en los años
posteriores en el desarrollo del sujeto ya no será nece-
sario incorporarlo por una ingesta sino que tiene otros
caminos, como el beso entre los amantes un signo de un
gran valor romántico en la cultura occidental, o en su
caso más claro, el sello del beso en la unión matrimonial
en las ceremonias religiosas de tradición cristiana, así se
realiza esta incorporación canibálica entre los amantes y
simultáneamente se reconoce la ley del incesto impuesta
por el banquete totémico.
El momento que continúa la función canibálica en su
digestión de lo devorado son los subrogados del erotis-
mo anal, tiempo en el que acontece el reconocimiento de
ese objeto (otro) incorporado por vía de la objetivización
en las heces fecales, el sello de este movimiento es el
reconocimiento del sujeto por las autoridades paternas
por haber controlado sus esfínteres y éste es apreciado
como un regalo o un insulto dedicado a sus progenito-
res y sus subrogados en las figuras de autoridad.

34
La irrigación de la pulsión: psiquismo

Esta zona anal erógena, rectora por excelencia, conti-


núa la misma lógica de incorporación de la función ca-
nibálica; lo predilecto placentero se selecciona del objeto
(otro) se interioriza en el sujeto como algo suyo, la pri-
mera posesión reafirmada por la pulsión parcial de ver
las propias heces fecales y lo que hace referencia a las
frustraciones del mundo exterior displacenteras por na-
turaleza, las expulsa y las arroja, las degrada en las he-
ces fecales. Podemos poner en analogía el proceso de la
digestión en el aparato digestivo, los nutrimentos esen-
ciales son absorbidos por los intestinos y lo demás es
desechado, lo mismo ocurre en la relación con el objeto
(otro) de la pulsión sexual y con su práctica autoerótica
anal. Aquí encontramos claro un movimiento negativo,
en la forma que el sujeto constituye su relación erótica
con el objeto (otro) destino de pulsión sexual, aunque
sea autoerótica en este tiempo de la pregenitalidad.
Freud, en Tres ensayos sobre teoría sexual, sitúa en esta
etapa la aparición de la ambivalencia sobre el objeto (otro)
aún que es una incógnita su explicación del origen de las
pulsiones de crueldad y sadismo en esta fase anal, sólo
es clara su relación. La primera respuesta que da Freud
es que en la retención de las heces fecales está acompaña-
da por una tensión displacentera que después de su ex-
pulsión produce placer, pero en gran parte de su investi­
gación no dio una respuesta concluyente para explicar el
fenómeno de la ambivalencia en esta fase pregenital.
Observemos que el valor de representante que tienen
las materias fecales está compuesta por una polaridad
además de una serie de sustituciones que es visible en
el lenguaje contenido en mito: “Ya en la doctrina de la
antigua Babilonia el oro es la caca del infierno {Mammon
= ilu manman}” (Freud, 1908/2006: 157).
En el uso coloquial del lenguaje encontramos la mis-
ma situación de las sustituciones que parten de las heces
fecales; en la comunidad de hablantes de lengua espa-
ñola en México es muy común dar referencia a una per-
sona que tiene riqueza se dice “está cagado en dinero” y

35
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

también el “cagas dinero”; este mismo uso también tiene


el dicho del subrogado de las heces fecales al hijo y en el
caso de las mujeres, esta significación es homologada al
tener pene a causa de las fantasías resultantes del com-
plejo de castración, aunque también es válido el deseo
del hijo por parte del varón. Siguiendo esta clase de ejem-
plos el “Vales verga” (la verga es el equivalente al pene),
su uso tiene una significación de denigración a otra per-
sona que tiene su equivalente a “Eres una mierda” y su
conjunción de ambos como insulto de alguien que resulta
ser frustrante “Me cagas la verga”; estas palabras vienen
acompañadas por su par de opuestos: para denigrar o
realzar un objeto (otro). Observemos que la explicación
que da Freud del lenguaje en relación a las pulsiones na-
cientes del erotismo anal, coincide perfectamente con el
uso coloquial entre la comunidad de hablantes de lengua
española en México.
Ahora estamos en una incógnita que es posible con-
testar sobre lo que sucede con las pulsiones de las zonas
anales en la vida anímica del sujeto ya en la genitalidad.
Anteriormente hemos descrito que según el modelo de las
pulsiones sexuales, ante el influjo de la represión de la edu-
cación y las experiencias del mundo exterior, la pulsión
puede tomar tres caminos: la perversión negativa (neuro-
sis), la perversión positiva y la sublimación. Las pulsiones
procedentes del erotismo anal son necesarias para tomar
estos destinos, la disposición del carácter anal del sujeto es
en esta triada: ordenado, ahorrativo y la pertinencia.
Esta triada que compone el carácter del sujeto está
vinculada directamente al displacer de la tensión de las
heces fecales que producen un placer mayor en su defe-
cación, el rasgo del carácter del orden se relaciona por
el valor de la educación otorgado a la limpieza (orden)
en no enunciar los pantaloncillos. El carácter ahorrati-
vo es necesario para la contención de los esfínteres y el
mantenimiento de la limpieza teniendo como ganancia
de placer el reconocimiento de los padres por este logro.

36
La irrigación de la pulsión: psiquismo

La pertinencia está relacionada al desafío de las autori-


dades parentales en defecar cuando el pequeño quiera,
aquí se puede pesquisar la primera autonomía hacia el
mundo exterior o si se prefiere, una separación parcial
del objeto (otro) incestuoso. Esta triada que compone el
carácter del sujeto también es acompañada por su an-
verso negativo:

Lo contrario sería: desordenado, descuidado. El carácter ahorra-


tivo puede aparecer extremado hasta la avaricia; la pertinacia
acaba en desafío, al que fácilmente se anudan la inclinación a la
ira y la manía de venganza. Las dos cualidades mencionadas en
último término –el carácter ahorrativo y la pertinencia– se en-
traman con mayor firmeza entre sí que con la primera, el carác-
ter «ordenado»; son también la pieza más constante de todo el
complejo, no obstante lo cual me parece innegable que las tres se
copertenecen (Freud, 1908/2006: 153).

Empero, a primera vista, encontramos que estos logros


culturales se concentran en el cuerpo propio del sujeto
siguiendo el autoerotismo esencial de esta fase pregeni-
tal, éstos corroboran unas satisfacciones de la libido en
su corriente tierna en las figuras del padre y la madre.
Por consiguiente, tienen un quehacer real estas ense-
ñanzas para la experiencia en la vida en la cultura aña-
diendo la ecuación de caca a dinero y, por tanto, trabajo.
Lo que nos interese aquí es la serie de subrogaciones
que se producen desde estas pulsiones anales, la serie que
continúa es la significación de la caca al pene, para noso-
tros es paradigmático esta sucesión debido a que cohe-
siona nuestra lógica de la función canibálica, Freud en el
artículo antes citado, Sobre las trasposiciones de la pul-
sión, en particular del erotismo anal”, de 1917, plantea
que esta zona rectora de la vida pulsional acrecienta el
complejo de castración en la mujer y en el hombre, según
en el caso del hombre su analogía al castigo de la castra-
ción sería la renuncia, a las heces fecales:

37
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

El bolo fecal –o el “palo de caca”, según la expresión de un pa-


ciente– es por así decir el primer pene, y la mucosa excitada es
la del recto... Así el pene es discernido como algo separable del
cuerpo y entra en analogía con la caca, que fue el primer trozo de
lo corporal al que se debió renunciar (Freud, 1917/2006: 121-122).

En casos de neurosis obsesivas femeninas podemos afir-


mar la envidia del pene en el complejo masculino como
exteriorización de la desmentida del complejo de castra-
ción, en estas neuróticas aún predominan las fantasías
anales de incorporar el pene de igual forma que la in-
gesta del alimento, la vagina es el equivalente a la boca
para poder retener el pene como su apéndice; si alguien
se interesaría por este tema podremos rastrear el fac-
tor de la vida pulsional como causante de la infertilidad
y trastornos de la menstruación en la mujer neurótica;
estas fantasías inconscientes afirman dos momentos: la
desmentida de su falta de pene y el hijo sustituido por el
amante, que afirma en el trato que da a éste.
La significación que conlleva al desenlace para la se-
gunda fase de la vida pulsional de la genitalidad, en am-
bos sexos difiere en la forma del significado del pene e
hijo se colocan en la mujer y el hombre. En el hombre el
caso de la caca al regalo pasa su significado de la paterni-
dad en el hijo posibilitado por la síntesis de la significan-
cia pene-hijo: “Cuando el interés por la caca retrocede de
manera normal, la analogía orgánica aquí expuesta hace
que aquel se trasfiera al pene” (Freud, 1917/2006: 121).
Ante esta síntesis, el pene se vuelve una potencia para
el deseo del hijo además de la significancia inconsciente
que puede tener el regalar el semen a los productos gené-
sicos de la mujer para la procreación. Y así se constituye
el erotismo anal hacia la genitalidad masculina.
En la mujer sucede de forma inversa, en la significa-
ción de la zona anal que tiene por las teorías infantiles
del nacimiento de cloaca, renuncia aparentemente a la
idea central de su complejo de castración “tener pene”
por recibir el regalo que ella alguna vez deseo dar a su

38
La irrigación de la pulsión: psiquismo

padre el hijo, ahora ella es quien recibe ese regalo fi-


gurado en la fecundación del coito, por consiguiente
supera su envidia al pene, por la posibilidad que ella
es quien provee el desarrollo embrionario en su vientre
hasta dar nacimiento a la existencia del ser:

Es como si estas mujeres hubieran entendido –desde luego, esto


no pudo hacer actuado en calidad de motivo– que la naturaleza ha
dado a la mujer el hijo como sustituto de lo otro que se vio precisa-
da a denegarle. En otras mujeres, aún, se averigua que ambos de-
seos estuvieron presentes en la infancia y se relevaron el uno al otro.
Primero quisieron tener un pene como el varón y en una época
posterior, siempre dentro de la infancia, apareció en su remplazo
el deseo de tener un hijo (Freud , 1917/2006: 119).

La zona anal al ocupar el lugar de la vagina en la teo-


ría de la cloaca, sucede la síntesis de la significancia de
la vida pulsional ano-vagina en la mujer, se conjetura
que da salida el complejo de castración y se constituye
el erotismo anal hacia la genitalidad femenina: “Se ex-
terioriza que en toda clase de fantasías originariamente
de concepción genital se trasladan a lo anal, el pene es
sustituido por el palo de caca, la vagina por el intestino”
(Freud, 1917/2006: 121). “Una última oleada de desa-
rrollo en la época de la pubertad tiene que remover esa
sexualidad masculina y elevar a la vagina derivada de
la cloaca, a la condición de zona erógena dominante”
(Freud, 1913/2006: 35).
Vinculamos estas conjeturas de la teoría del nacimien-
to de Freud sobre el desarrollo del complejo de castra-
ción, nuestro primer argumento es que la subrogación
del representante de pulsión en el erotismo anal consti-
tuya la función real de la reproducción sexual en la vida
genital, que es posibilitada en primer momento por las
teorías infantiles de la reproducción.
Sin embargo, en el hombre parece en derogar la sig-
nificancia del pene-hijo en la eyaculación del coito, dar
alimento de sí mismo a su amada mujer en su desdobla-

39
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

miento en el semen para la procreación, también puede


ser una analogía de la superación de la castración, se
acepta el castigo de la trasgresión de la ley del incesto,
para que éste pueda desprenderse de una parte de sí
mismo pero ya no en la figura del falo sino de su sus-
tancia genésica, esto se analoga en la mujer por la expul-
sión del óvulo en la menstruación.
Al parecer Freud, en la mayoría de sus investigacio-
nes sobre la vida pulsional en general, no hace mención
sobre el deseo del hombre por la paternidad, aunque
en El caso Schreber, de 1911, menciona algunos vectores
del detonante de su contracción parafrénica, la imposi-
bilidad de ser padre y el temor por la desaparición de
la dinastía de los Schreber. Empero, aún no podemos
aseverar que éste sea un factor etiológico de la vida pul-
sional para la predisposición de las parafrenias, aunque
sería muy tentativo explorar ese campo.
Afirmamos rotundamente que la función canibálica es
originaria e inmanente a la existencia humana y a la vida
orgánica en general. Sólo por añadir otro factor al valor
de la función canibálica en una observación del lengua-
je: podemos aseverar que ésta juega un papel importante
para el complejo de castración, véanse los comentarios
de los padres tienden a realizar a los infantes en nuestra
cultura mexicana aunque no dudo que suceda de manera
similar en otras: “Debes comer para ser grande y fuerte
como yo”, aquí, como Freud, aventuramos la construc-
ción del complejo de castración ante las advertencias del
adulto hacia los niños para cesar su masturbación: “no te
toques ahí o se te va caer”. También estas sentencias que
condicionan la educación del niño son determinantes
para la realización de la síntesis de caca-pene-hijo, caca-
ano-vagina. Si observamos, éstas parten de un momento
originario la ingesta. La función canibálica culminaría en
esta conjetura: “El objeto (otro) devorado deviene reco-
nocimiento de la función total de la sexualidad, para la
procreación del ser y la cultura”.

40
La irrigación de la pulsión: psiquismo

Estos alcances teóricos en psicoanálisis pueden abor-


dar otros problemas actuales; si extendemos esta inter-
pretación podemos llevarla al problema de obesidad que
hoy en día es un problema de salud pública, por las en-
fermedades cardiovasculares, y la diabetes en todas sus
modalidades, forman parte de la nerviosidad de nuestra
época en México. Se come compulsivamente para que
crezca un apéndice fálico, aquí el problema es la asimi-
lación de la función canibálica en su digestión del obje-
to (otro) en las pulsiones eróticas anales, no sucede en
la consistencia de la vida pulsional en el sujeto, sino que
se objetiva en una cosa y se orienta a la denegación de la
ley del incesto causante del complejo de castración; las
fantasías inconscientes pertenecientes a estas pulsiones
dominaran la realidad del sujeto en este caso del obeso.
Acepta la ley pero no la incorpora para su ejercicio, sino
se rebela a ella a través de la comida a lo que se diría de
esta forma: He cometido el delito de la ley del incesto pero la
desafío en que me va a crecer lo que me castraron.
Este cuadro teórico no se aleja de las articulaciones
teóricas de Freud respecto al fetichismo, como denega-
ción del complejo de castración. La parte esencial del
proceso de la denegación es la objetivación del falo en
una cosa para que pueda reafirmar su trasgresión a ley
del incesto mientras un quehacer gobernado por las fan-
tasías inconscientes del sujeto sepultan una parcela de
la realidad, dando por desenlace la negatividad de la
vida pulsional en su destino neurótico o parafrénico. Lo
real se encuentra objetivizado. El sujeto por tanto cas-
trado es desdoblado y como castigo no es partícipe del
banquete totémico al que sólo son aceptados los vasa-
llos de la ley del padre, el sujeto se come a sí mismo para
no comer al padre.
La investigación infantil sobre las teorías del naci-
miento motivadas por la pulsión del saber arroja la in-
cógnita de la función sexual real del coito. Freud men-
ciona que la oposición fundamental en la formación

41
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

genital, es genital masculino, o castrado: “En el siguien-


te estadio de la organización genital infantil hay por
cierto algo masculino, pero no algo femenino; la opo-
sición reza aquí: genital masculino, o castrado” (Freud,
1923/2006: 149). Freud cierra la formación genital en lo
siguiente: “Lo masculino reúne el sujeto, la actividad y
la posesión del pene; lo femenino, el objeto y la pasivi-
dad. La vagina es apreciada ahora como albergue del
pene, recibe la herencia del vientre materno” (Freud,
1923/2006: 149).
Lo que sucede en la elección de objeto en la genitali-
dad, es la separación del objeto incestuoso que reencon-
traba el sujeto en su autoerotismo y hace la aparición
de un objeto (otro) que se preste para ser sobrestimado
sexualmente, la renuncia del objeto incestuoso autoeró-
tico otorgará este carácter de sobrestimación de enamo-
ramiento. En la elección de objeto en la segunda fase
de la vida pulsional del sujeto, la pubertad, toma como
protagonismo el quehacer real de la vida sexual, la libi-
do de objeto.
Sólo para agregar, la libido yoica que en primer mo-
mento dominaría la pregenitalidad del sujeto, no quiere
decir que en los cambios que suceden en la pubertad des-
aparezcan, sino que ésta se enlaza en la erotización de
la representación del Yo. Este punto es central debido al
sedimento que impulsa al sujeto a la aparición de apegar-
se a un objeto (otro) y sintetizarlo para ser el destino de
la pulsión sexual. Freud planteará para 1914 el apuntala-
miento narcisista basado en el ideal del yo del sujeto, esto
en dos modalidades cambiantes: el sujeto como objeto de
otro sujeto. Donde interviene la temporalidad del sujeto:
como fui (pasado), como soy (presente) y como me gus-
taría ser (futuro):

El ideal sexual puede entrar en una interesante relación auxiliar


con el ideal del yo. Donde la satisfacción narcisista tropieza con
impedimentos reales, el ideal sexual puede ser usado como satis-
facción sustitutiva. Entonces se ama, siguiendo el tipo de la elec-

42
La irrigación de la pulsión: psiquismo

ción narcisista de objeto, lo que uno fue y ha perdido, o lo que


posee los méritos que uno no tiene. En fórmula paralela a la ante-
rior se diría: Se ama a lo que posee el mérito que falta al yo para
alcanzar ese ideal (Freud, 1914/2006: 97).

La elección narcisista tiene como similitud la imposibi-


lidad de realizar ese ideal del yo y es colocado al objeto
(otro), por eso habíamos mencionado que el apuntala-
miento narcisista del objeto (otro) es un camino negati-
vo de la sublimación que se consuma en el objeto (otro)
y no en el sujeto, la idealización tiende a realizarse sobre
abstracciones de estatus sociales y vinculadas directa-
mente en la forma de valorizar a los sujetos en una cul-
tura, aunque esta también puede tomar como subroga-
do un amor incondicional infantil además de vincularse
directamente con la falla del complejo de castración y
situarse directamente por vía de identificación en el pa-
dre o la madre en la fantasía edípica del sujeto; herencia
por el cual se constituye el ideal del yo.
Un claro ejemplo de esto es la tradición familiar, en
el ámbito de la profesión y el trabajo: en una familia de
músicos puede existir alguien que no desee tomar ese
camino, pero la representación narcisista estará consti-
tuida en ser músico, al devenir represión esta sublima-
ción se verá infértil en realizarse en dicho campo y sólo
buscara ser músico por el reconocimiento y no por la
satisfacción de la sublimación que conlleva:

Que alguien haya trocado su narcisismo por la veneración de


un elevado ideal del yo no implica que haya alcanzado la subli-
mación de sus pulsiones libidinosas. El ideal del yo reclama por
cierto esa sublimación, pero no puede forzarla; la sublimación
sigue siendo un proceso especial cuya iniciación puede ser inci-
tada por el ideal, pero cuya ejecución es por entero independiente
de tal elección (Freud, 1914/2006: 91).

Esta podría tomar otro lugar negativo en otro queha-


cer, tomaría la significancia de ser la antítesis de lo otro,

43
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

pero permanecerá como un gusto oculto y por tanto ten-


dría como desenlace una neurosis una perversión nega-
tiva narcisista. El ideal del yo de ser músico está bajo la
prohibición del incesto, la razón de su imposibilidad y
como daño colateral su oposición simultáneamente es-
tará bajo el espectro de la represión:

Podemos decir que uno ha erigido en el interior de sí un ideal


por el cual mide su yo actual, mientras que en el otro falta esa
formación de ideal. La formación de ideal sería, de parte del yo,
la condición de la represión (Freud, 1914/2006: 90).

Es necesario para el desarrollo cultural que en ciertos


individuos ocurra una desviación con respecto a la tra-
dición familiar de trabajo y profesión motivada por la
represión, para que exista mayor diversidad para satis-
facer las necesidades humanas correspondientes con su
tiempo, muy posiblemente los individuos que se rebe-
lan a la tradición familiar reconocen el lenguaje incons-
ciente de sus miembros, por lo que esta vía de entendi-
miento produciría el enderezamiento de los deseos de
esos ideales reprimidos por generaciones pasadas, este
vuelco siempre estará en una relación ambivalente ya
sea de anhelo o de rechazo violento con respecto a los
ideales heredados. Freud en Tótem y tabú, en 1913, plan-
tea esta situación por lo cual la herencia no sólo se debe
a los caracteres fisiológicos sino al ser de la cultura:

Nos es lícito entonces suponer que ninguna generación es capaz de


ocultar a la que le sigue sus procesos anímicos de mayor sustanti-
vidad. El psicoanálisis nos ha enseñado, en efecto, que cada hom-
bre posee en su actividad inconsciente un aparato que le permite
interpretar las reacciones de otros hombres, vale decir, enderezar
las desfiguraciones que el otro ha emprendido en la expresión de
sus mociones de sentimiento. Por ese camino el entendimiento in-
consciente, todas las costumbres, ceremonias y estatutos que había
dejado como secuela la originaria relación con el padre primordial
permitió tal vez que las generaciones posteriores recibieran aquella
herencia de los sentimientos (Freud, 2006/1913: 160).

44
La irrigación de la pulsión: psiquismo

2.2 El inconsciente del sujeto


la resistencia al ser devorado

El estallamiento de la neurosis en su ordenamiento tem-


poral sucede en la pubertad o en los años posteriores
de la vida adulta, habíamos mencionado que uno de los
factores constitucionales (la formación de las pulsiones
sexuales en la infancia) y los accidentales (frustración
del mundo exterior) juegan un papel importante, pero
lo que sirve como disparatador de las neurosis y las pa-
rafrenias; es que la pulsión sexual en toda su constitu-
ción organizada a la vida genital del sujeto reclama para
sí un objeto (otro) y lo enviste para ser destino de todos
los deseos de la infancia que quedaron postergados a la
espera de la maduración sexual, la latencia.
Ante esta frustración de la vida sexual se manifiestan
en el neurótico ciertas pulsiones sexuales que en algún
momento gobernaron su actividad erótica pero fueron
sometidas a la represión en el camino hacia la pubertad
y éstas toman el gobierno de los destinos de la pulsión
sexual en su forma negativa, los síntomas. Y da ocasión a
la serie de regresiones de organizaciones de las pulsiones
sexuales. Es a esta razón por el cual Freud menciona a los
neuróticos fijados en su vida sexual infantil: “Vislumbra-
mos así una fórmula: los neuróticos han conservado el
estado infantil de su sexualidad o han sido remitidos a
él” (Freud, 1905/2006: 156).
Lo que deviene en conflicto es la necedad a la renuncia
del objeto (otro) que causó la frustración y se presta de las
organizaciones de las fantasías sexuales pertenecientes a
la infancia para mantenerlo. Citemos el caso clínico de
Freud La predisposición a la neurosis obsesiva. Contribución
al problema de la elección de neurosis, de 1913, para esclare-
cer esta situación.
El caso estudiado pertenece a una mujer que padece
de histeria de angustia a causa de un evento traumático,
asentado en la frustración de la imposibilidad de conce-
bir hijos con su amado esposo:

45
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

Hasta contraer la enfermedad, la paciente había sido una esposa


feliz satisfecha casi plenamente. Su deseo de tener hijos respon-
día a motivos de una fijación de deseo infantil, y enfermó cuando
supo que no podría dárselos el hombre a quien amaba con exclu-
sividad (Freud, 1913/2006: 340).

Ante esta situación advino una posibilidad para resol-


ver el deseo de concebir un hijo por medio de otro hom-
bre, fue en este momento donde estalló la histeria de an-
gustia; la represión cayó bajo el deseo de la infidelidad.
La primera frustración:

La histeria de angustia con la cual reaccionó a esa frustración


correspondía, como pronto hubo de comprenderlo ella misma,
al rechazo de unas fantasías de tentación por cuyo intermedio
se abría paso el no abandonado deseo de tener un hijo. Lo hacía
todo para no dejar entrever a su marido que ella había enferma-
do a consecuencia de la frustración por él determinada (Freud,
1913/2006: 340).

El esposo supo entrever el deseo inconsciente de la es-


posa, como lo mencionamos anteriormente, todo hom-
bre es capaz de captar el lenguaje inconsciente del otro.
Por lo que reaccionó denegándole el comercio sexual a
través de una impotencia; la mujer asimiló tal evento
como una impotencia permanente aquejada en su espo-
so, por lo que devino una segunda frustración y sirvió
para estallar en una neurosis obsesiva grave, dejando de
lado los síntomas de la histeria de angustia: “Enseguida
de esto partió de viaje; la mujer lo creyó aquejado de im-
potencia permanente y produjo los primeros síntomas
obsesivos la víspera de su esperado regreso” (Freud,
1913/2006: 340).
El deseo de procrear un hijo pertenece a las organi-
zaciones de las pulsiones del erotismo anal que desem-
bocó en una serie de síntomas obsesivos relacionados
a la compulsión de la limpieza, aunando su carácter
ambivalente con respecto al mundo circundante. Empe-
ro, aquí el cuestionamiento que surge es: ¿por qué no

46
La irrigación de la pulsión: psiquismo

desde la primera frustración que tenía la significancia


del deseo de hijo devino ya una neurosis obsesiva? Si
analizamos detenidamente la primera frustración del
deseo de infidelidad aún mantenía al esposo a su lado
y le permitía disfrutar de su matrimonio, por esta razón
se posibilitó el camino de la represión histérica que tie-
ne un vínculo más directo con la actividad genital en
la relación sexual. Este deseo sexual en la paciente de
Freud no se vinculaba con su esposo sino con un posible
amante:

e. Con relación a la histeria nos resta, según lo que antecede, el


vínculo íntimo con la última fase del desarrollo libidinal, que se
singulariza por el primado de los genitales y la introducción de
la función reproductora. En la neurosis histérica, es esta adqui-
sición la que sucumbe a la represión a la cual no se conecta una
regresión al estadio pregenital (Freud, 1913/2006: 345).

La segunda frustración del rechazo al comercio amoroso


desembocó la neurosis obsesiva debido a que ya no podía
tener uno de los placeres del matrimonio y se vio forzada
a relevar la función genital al primado del erotismo anal,
nos atrevemos a decir que la fantasía de la infidelidad no
es motivada por insatisfacción sexual sino en la función
real de los productos genésicos, el deseo de tener un hijo.
Así que en la paciente podría existir una posible duda
consciente de quien fue el padre de su hijo si hubiera co-
metido la infidelidad y resolvería la duda otorgándole la
paternidad a su esposo, esto sería una solución justifica-
da por el inconsciente. Y en el caso de la impotencia de
su esposo, ya no podría derogarle la paternidad del hijo
concebido con el amante.
Por consiguiente, la significación de ano-vagina tie-
ne también una inversión, ante su imposibilidad de ser
madre, la vagina pasa a su significación pasada el ano si-
guiendo el desarrollo de la teoría de la cloaca. Y hace posible
la aparición del carácter del erotismo anal: ahorrativo, or-
denado y necio, rasgos que se menciona en el caso:

47
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

Es un hecho consabido, y ha dado a los hombres mucho paño


para quejas, que las mujeres, después de resignadas sus funcio-
nes genitales, a menudo alteran su carácter de curiosa manera. Se
vuelven peleadoras, martirizadoras y querellonas, mezquinas y
avaras, muestran típicos rasgos sádicos y anal eróticos que no po-
seían antes, en la época de la feminidad (Freud, 1913/2006: 343).

Podemos extender, este primado del erotismo anal avan-


za hasta la teoría de la cloaca, así la paciente de Freud
mantiene el conflicto con respecto a esta fantasía incons-
ciente con la finalidad de mantenerse con su esposo: “En
el caso de la neurosis hay conflicto, empeño por no per-
mitir la regresión, formaciones reactivas contra esta y for-
maciones de compromisos entre ambas partes, escisión
de las actividades psíquicas en susceptibles de conciencia
e inconscientes” (Freud, 1913/2006: 344).
Sólo en forma de comentarios: si la regresión hubiera
sido desde la significancia de la vagina hasta la caca,
ésta devendría en una esquizofrenia grave, ya que el co-
mer heces fecales y darles trato de hijo reales es caracte-
rístico de las más severas psicosis. Aquí, la teoría de la
cloaca sería llevada a lo real.
Al ser la neurosis una perversión negativa, ésta tiende
a romper el cerco del objeto incestuoso que nosotros de-
nominamos negativo, ya que no se realiza la síntesis ne-
cesaria para su elección sino que el sedimento en el cual
descansa, es en el terreno de lo prohibido incestuoso. La
neurosis tiene una deformación, en la forma que se acer-
ca a ese objeto (otro) sobrestimado sexualmente, lo colo-
ca en el plano de las fantasías edípicas y se asume como
identificación en el lugar del padre o la madre para poder
cumplir con el destino y meta de la pulsión sexual repri-
mida. Sin embargo, esto detona en un conflicto gravísi-
mo, es a lo que nosotros llamamos las guerras edípicas, el
intento de romper su cerco, la pulsión en su fuerza quiere
sepultar el Edipo y cumplir con su destino real. Teniendo
como daños colaterales el síntoma en conjunto con sus
formaciones reactivas. Estas conclusiones las deducimos

48
La irrigación de la pulsión: psiquismo

del siguiente caso de Freud “Un caso de paranoia que


contradice la teoría psicoanalítica”, de 1915. Empecemos
a analizar.
El nombre del artículo se debe a que la tesis princi-
pal de la teoría psicoanalítica en ese momento planteaba
que la paranoia, o como también la denominaba Freud
la parafrenia, se debe a una defensa de pulsiones homo-
sexuales, esto a que el objeto persecutorio en los delirios
de la paranoia pertenecen al mismo sexo: “Diríamos que
el carácter paranoico reside en que para defenderse de
una fantasía de deseo homosexual se reacciona, precisa-
mente con un delirio de persecución de esa clase” (Freud,
1911/2006: 55). Por tanto, una formación reactiva, ese ob-
jeto de amor se puede odiar porque me persigue: “Yo
no lo amo – pues yo lo – odio – porque él me persigue”
(Freud, 1911/2006: 59). Estas argumentaciones fueron ela-
boradas profundamente en el caso Schreber. Empero, el
artículo que estamos por analizar contradice esta argu-
mentación porque en la paciente, el objeto persecutorio,
es un hombre, sólo que ocurre en dos momentos que se
suceden: el primer objeto persecutorio en una mujer y
después el de un hombre.
La paciente llegó a Freud no por voluntad propia,
un abogado amigo suyo la trajo para valorar la validez
de una demanda hacia un compañero de trabajo de la
aquejada. En la historia este acusado le agradó por un
breve tiempo y hasta llegaron a compartir caricias y be-
sos, sin llegar a la relación sexual.
La primeria visita que tuvo con su querido fue en su
departamento, donde tuvieron sólo besos y caricias. En
el trabajo había una mujer mayor que era su jefa, a la cual
mantenía cierto apego, ella observó un día platicando al
dichoso hombre con ella, motivo que detonó el primer
ataque de sospecha de que él le había informado su rela-
ción y sus quehaceres íntimos; ella le reclamó pero el jo-
ven le hizo una severa observación de que esto eran sólo
especulaciones suyas sin ninguna validez real.

49
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

En la segunda visita, en la que se vuelve a repetir su


encuentro amoroso, estalla otro ataque de delirio perse-
cutorio, pero ahora recae en él. Esto se vincula en que el
momento en que iban a proceder al coito, ella escucha
un tic toc, que lo asocia con una cámara, sale del de-
partamento del joven y encuentra dos hombres, ella in-
terpreta el escenario de que estos hombres estaban por
órdenes del joven para fotografiarla desnuda: es en este
momento que ella acude con el abogado.
Lo enigmático de este caso es que Freud acomoda los
dos objetos persecutorios en la madre y al padre en la
escena primordial, así que la madre viene a ocupar el
lecho de amor que ella desea con su joven querido, aquí
observamos el cambio de posición que ocurre entre la
enferma y su madre; la paciente se coloca en el quehacer
infantil de espiar el comercio sexual de los padres. Per-
muta a su madre en su lugar para ella devenir madre:
“Si la madre lo hace, yo también puedo hacerlo; tengo el
mismo derecho que la madre” (Freud, 1915/2006: 269).
Por desgracia, el sujeto no puede devenir el ser de
los objetos edípicos, ya que está bajo la ley del incesto,
pero es el inicio del levantamiento del cerco del avasa-
llamiento hacia los padres, al igual que los jóvenes ca-
níbales; no sabemos qué desenlace tuvo la paranoia de
esta paciente, pero lo que sí podemos aseverar que el
objetivo de la neurosis está motivada hacia la rebelión
del padre y la madre, aunque la paciente intentó una
identificación fallida hacia la madre ya está expuesto
el camino real del destino de su pulsión, el amor en su
plena autonomía: aniquilar todo vasallaje entonando en
alto los cantos de los guerreros poetas para luchar la en-
carnizada guerra que es el Edipo en la neurosis.

50
La irrigación de la pulsión: psiquismo

2.3 Una maternidad histérica

Si algunos de sus humores le parecen en-


fermedades, usted no se equivoca al afirmar
que la enfermedad existe para el organismo
como un medio de arrojar lo que le es con-
trario. Es necesario ayudar a la enfermedad
a seguir su curso.

Rainer Maria Rilke

Esta voluntad contraria que plantea Freud y al parecer


nunca la vuelve a retomar en sus próximos escritos, nos
refiere la dinámica negativa del cumplimiento de deseo
que tiene la finalidad de realizarse, pero desde su inver-
sión: “El fracaso correspondería al éxito”. El éxito fraca-
sado pasa a tener la misma importancia que su consu-
mación, solamente que su desenlace es fatídico.
El caso Emmy Von N. de Estudios sobre la histeria, tra-
bajo elaborado en conjunto con el Dr. Joseph Breuer pu-
blicado en el año de 1895. En el cual se hace hincapié to-
davía como técnica de cura la catarsis hipnótica o, como
también las llama Freud en este caso: las sugestiones pe-
dagógicas. Se relatan explícitamente las sugestiones ejerci-
das por Freud en la paciente para eliminar los recuerdos
asociados con el síntoma, en el que aparecer su resultado
fue en cierta medida un fracaso.
Lo que más caracteriza este caso es la forma en la cual
se presentan sus síntomas y cómo se comportan en una se-
rie de tic nerviosos, en oposición a lo que no se quiso
hacer en una vivencia específica; algo interesante de esto
es que se hace un juicio con respecto a ella en el que se
confirma lo que se debió hacer, pero por conclusión trae
su contrario a relucir.
Freud hace una conceptualización muy interesante
de cómo se contextualiza el síntoma para su aparición
en los enlaces falsos y el tic nervioso como una sofoca-

51
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

ción de representación que imposibilita generar nuevas


experiencias y la actualización retroactiva de las repre-
sentaciones neuróticas enlazadas con el síntoma. En ge-
neral, las vivencias traumáticas retornan desfigurada-
mente o muy claras, por lo que se establecen defensas
para impedir su retorno.
Por consiguiente, tenemos que señalar una tendencia
donde el afecto constreñido por el trauma se asocia y se ac-
tualiza (rememoración) en elementos causales dentro de la
conciencia que no tienen ninguna relación directa al conte-
nido del trauma. Es muy notorio el vínculo identificatorio
de la sintomatología de Emmy con su padre, que da a pen-
sar la elección de neurosis en su sentido etiológico:

Sostuvo tener la misma naturaleza que su difunto padre, quien


igualmente había sido de poco comer. Cuando le indague qué
bebía, respondió que solo toleraba líquidos densos, como leche,
café, chocolate, etc.; siempre que bebía agua surgente o mineral
se le estropeaba el estómago. Todo eso llevaba el inequívoco se-
llo de una elección nerviosa. (Freud, 1893-95/2006: 100).

En la elección nerviosa, no solamente es en el acto de co-


mer o beber sino en las vivencias que ella expone como
causa de esa elección, nosotros la pensamos justificativa
para poder ella elaborar el juicio que afirme su identifi-
cación con su padre: “Mi naturaleza lo rechaza al igual
que mi padre”. Freud no lo expone de esa manera, lo
desarrolla como una exteriorización de la sofocación de
una serie de vivencias desagradables que trae consigo el
talante del asco.
Lo sobresaliente de esta elección nerviosa es que sus-
tenta el carácter que ella declama tener en la resistencia
de anular cualquier intento de remover su sintomato-
logía neurótica vinculado con el comer o beber; ella ha
de tener el carácter fuerte para sustentar sus síntomas
ante la amenaza del tratamiento de ser removidos y,
más aún, se refuerza este carácter por las conjeturas de
Freud por denunciarlos irracionales. Ella se ha empeña-

52
La irrigación de la pulsión: psiquismo

do en la tarea negativa de la cura que es demostrar su


veracidad.
En consecuencia, se abandona la hipnosis y Freud la
reta abiertamente a poner en reflexión el verdadero ori-
gen de su padecer, la angustia. Al parecer Emmy estaba
en un empecinamiento total de desmentir la prescrip-
ción como algo malo, recriminándole indirectamente
como culpable de haber perdido su postura de carácter
que se cercioraba de ello, en el acto de no comer-beber.
Con esto podemos aseverar una resistencia en su inten-
ción de curar. Freud trata esta situación desafiando la
veracidad de los síntomas, en un reto:

Renuncié a la hipnosis, y le dije que le daba veinticuatro horas


para que reflexionara hasta admitir el punto de vista de que sus
dolores de estómago solo se debían a su miedo; pasado ese pla-
zo yo vendría a preguntarle si todavía opinaba que uno podía
arruinarse el estómago ocho días enteros a causa de una copa de
agua mineral de una frugal comida; en caso de afirmarlo ella, le
rogaría que partiese (Freud, 1893-95/2006: 101).

El reto parece un juego hábil para colocar la incertidum-


bre sobre el empecinamiento del síntoma, ya que si ella se
mantiene en su postura negativa al tratamiento, sería dada
de alta y por tanto tendría la significación de estar curada,
una paradoja directa a las defensas que amarran la histeria
a su síntoma. Freud relaja las resistencias del síntoma con
esta estrategia, lo que permite un pequeño avance sobre
el terreno abarcado por el síntoma, permitiendo a Emmy
una alimentación adecuada y sin molestias.
Freud salió airoso en su reto; encontró a Emmy dócil
desmintiendo su postura y aceptando la angustia como
causa de su estado. No dudando, realizó la hipnosis pre-
guntando ¿Por qué usted no puede comer más?, no en-
contró resistencia alguna, relatando las vivencias antes
mencionadas. Ante exploración hipnótica cesaron estos
síntomas conectados con la comida y la bebida. Si bien,
podemos indagar que el principio de resistencia de su

53
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

neurosis presentado en este marco de síntomas es la le-


gitimación del carácter, en un semblante que despierta la
sensación de asco por el alimento.
El tic nervioso como síntoma es representado en los
malestares musculares de contracciones en apariencia
a una atetosis (Trastorno neurológico caracterizado por
movimientos involuntarios, lentos y ondulatorios pre-
dominantemente en los pies y manos), y calambres en
la nuca, acompañados verbalmente por una variedad de
fórmulas protectoras que se intercalan en el habla: ¡Qué-
dese quieto! ¡No hable! ¡No me toque!
Podemos declarar que las vivencias que provocan el
efecto de terror en Emmy relatadas en sus sesiones hip-
nóticas están sustentadas en su identificación con la locu-
ra, ya que la tiene en las entrañas; su madre permaneció
ahí cierto tiempo en el manicomio “el recinto de la lo-
cura”, y padeció de apoplejía al igual que su esposo, la
fatídica causa de su muerte. Es muy clara la presencia de
similitudes en el contenido de sus vivencias que relata en
estado de sugestión y lo que habla de su síntoma. Debido
a lo cual dilucidamos en este proceso, la representación
que cae como identificación dicta el camino de otras posi-
bles identificaciones y otras des-identificaciones.
Al nosotros conceptualizar la des-identificación, nos
referimos a aquellas representaciones que hacen una afir-
mación negativa a lo que se presume que se tienen como
ideal de identificación y se dirigen hacia ellas en forma
de prejuicio, lugar donde se manifiesta la repulsión, ex-
clusión, desaprobación, desacreditación; es aquello que
niega la veracidad de la identificación idealizante. Por
consiguiente, las representaciones (des-identificatorias)
tienen el mismo valor y simetría que las identificaciones
que se asumen como idealizantes. Si observamos con de-
tenimiento, las representaciones que se presentan como
des-identificaciones en Emmy son plasmadas directa-
mente en sus vivencias; por ejemplo: la estancia en el ma-
nicomio de la madre se observa la identificación directa

54
La irrigación de la pulsión: psiquismo

hacia ella, como también se establece su des-identifica-


ción inmediata “ser loca” que es sentido como un riesgo
latente. Llegamos a un proceso negativo de la identifica-
ción debido a que aún no ha sido tramitada a su debida
interiorización, porque aún está situada en un constante
sentido de incertidumbre, por lo que Emmy vomita su
propia identificación a manera de una proyección, esto
ocurre es escenas particulares que le permiten aparente-
mente ingerir a forma de una introyección su identifica-
ción idealizante, pero sin embargo ocurre lo contrario: la
expulsa en la contrariedad que designa el contenido de
su síntoma, las formas protectoras del tic nervioso. Estas
vivencias tienen en similitud en ser pasivas con el talante
de lo traumático. Veamos a que se dirigen:

¡Quédese quieto!: Se refiere a que las figuras de animales que le


aparecen en sus malos estados se ponen en movimiento y se lanzan
sobre ella cuando alguien hace algún movimiento delante suyo.
¡No me toque!: Su hermano estaba muy enfermo por ingerir dosis
excesivas de morfina, y tenía unos crudelísimos ataques, en que
solía echarle mano (anpacken) de manera repentina (a los diecinue-
ve años), cierta vez un conocido se volvió loco de repente en casa
de ella, y la tomo en sus brazos.
A los 28 años su pequeña estaba muy enferma y en su delirio la co-
gió (packen) tan fuerte que casi la ahoga. (Freud, 1893-95/2006: 79).

Freud comprende la función de estas fórmulas protecto-


ras de prevenir el retorno de estas vivencias traumáticas;
pero no da solución a los simbolismos de los animales
que se le presentan en las alucinaciones. Por lo que nos
surge la siguiente pregunta: ¿cuál es su obstinación en
retornar de nuevo si son desagradables? Intentaremos
responder esta pregunta, pero de antemano ya estamos
subsumidos en una paradoja. El hecho de que le hayan
echado mano o coger Anpacken, esta palabra en alemán
tiene otras significaciones, pero siempre tiene una con-
notación agresiva. Un loco adentrado en la locura le echó
mano y la cogió. Emmy Intenta ahogar a su hija mientras

55
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

ella estaba enferma en un arrebato de demostrar su afec-


to, ella es quien echa mano y la coge. Estas vivencias pue-
den parecer similares, pero no lo son, guardan una dife-
rencia sustancial que cambian el sentido, pero las vuelve
posible de asociación; la diferencia es a que destinatario
se dirige las fórmulas protectoras “él no me toque”. La
primera escena es su hermano, en la segunda un loco que
la abraza en señal de afecto y la hija a de quien debió pro-
ferir su “no me toques”. Estas fórmulas protectoras son
vivencias pasivas que están enraizadas de éxtasis, son re-
elaboradas activamente para defenderse en contextos que
despiertan el semblante de lo traumático.
Al analizar la agresión dirigida a su hija que la cogió
(Packen) tan fuerte que casi la ahoga, podemos asociarla
a los recuerdos de que la cogieron fuerte, posiblemente
en ello reside el sentido fóbico hacia la locura, se produce
una identificación con lo sucedido al ejercer la agresión y
le amenaza el destino de la locura al igual que el invitado
que se desquició en su casa, un contagio como tal.
Freud incluye las representaciones penosas contras-
tantes en la explicación del mecanismo del tic-nervioso
en una objetivación de éstas, el relato de Emmy que llevó
a incluir esta elucidación se basa en una vivencia muy
específica, que es la siguiente:

La más pequeña de mis hijas estaba muy enferma, todo el día


había tenido convulsiones y al atardecer por fin se durmió, y yo
estaba sentada junto al lecho y pensé entre mí: “ahora tienes que
guardar total silencio para no despertarla” y entonces me vino el
chasquido por primera vez (Freud, 1892-93/2006: 158).

Añadiendo Emmy en este relato lo siguiente: “Intento


aminorar la significación del recuerdo, señalándole que
nada le sucedió a su hija” (Freud, 1893-95/2006: 76). El
acto de confirmar el hecho de que no le pasó nada a su
hija está explícitamente vinculado con la creencia posi-
ble de haberle hecho daño por el chasquido que emitió
de forma involuntaria.

56
La irrigación de la pulsión: psiquismo

Llegamos a la intelección de que esta serie de repre-


sentaciones objetivas resguardan dentro de sí un senti-
do de violencia y pasión sexual El neurótico se defiende
con la mayor fuerza de reprobarlas, pero su objetivación
es la señal de su fracaso.
El juicio que se realiza en la queja del dolor es su im-
potencia de poder controlarlas e inhibirlas, en algún mo-
mento ellas tuvieron el estatuto de voluntad, sólo que
fueron sofocadas y desalojadas a favor de la satisfacción
de una identificación negativa; esto posteriormente se
impondrá como el estatuto de las representaciones que
conforman la voluntad de la conciencia. No obstante,
sólo como demanda por la impotencia que trae consi-
go. Es el mismo destino de sofocación que sufrieron los
recuerdos displacenteros, que ahora en su compulsión
de reelaborarse activamente a su satisfacción, reflejan
la desidia de renunciar a las gratificaciones que contra-
dicen un placer mayor, prometido por la identificación
idealizante.
Freud lo llamó la perversión de la voluntad histérica,
esas cosquillas de realizar lo malo, lo que más uno valora
como carácter se contradice completamente y se sujeta a
cuestionamiento la duda de realizar lo contrario, una per-
versión de afirmar mediante su negación, lo que más se va-
lora es lo que realmente se desprecia con todo el corazón:
Esta explicación de Freud, tiene similitudes a una si-
tuación parecida que se encuentra en una gran novela
de Fiodor Dostoievski, Humillados y ofendidos, de 1879:
uno de sus personajes, “el príncipe”, un ser maquiavé-
lico, se mofa ante los valores morales, aquellos que ele-
van el espíritu a lo noble; una especie de perversión ins-
pirada en el egoísmo: “De ese modo quedó demostrada
mi regla, según la cual, cuanto más llamativa y apara-
tosa es la generosidad de alguien, más repugnante es
el egoísmo que encierra” (Dostoievski, 1879/2006: 396).
Extendemos esta explicación a otras vivencias que
tienen un vínculo directo con el tic-nervioso: la presen-

57
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

cia de las hijas dentro de una escena peligrosa ocasiona-


da por Emmy; esta situación se lleva a dilema en el acto de
evitar el peligro. Sin embargo, la exteriorización de su
sofocamiento manifestó lo contrario:

Como cierta vez se debocaron los caballos con el carruaje en que


iban sentados los niños, y como otra vez yo viajaba con las niñas
por el bosque en medio de una tormenta y el rayo cayó en un
árbol justo frente a los caballos y los caballos se asustaron y yo
pensé entre mí: “ahora tienes que permanecer totalmente quieta,
de lo contrario asustaras todavía más a los caballos con tus gritos
y el coche no podrá contenerlos”. Desde entonces apareció eso.
Este relato la ha excitado muchísimo; me entero además de que
el tartamudeo le apareció al poco tiempo para quedarle perma-
nente desde la segunda ocasión similar (Freud, 1893-95/2006: 80).

El cosquilleo de provocar el desbocamiento de los ca-


ballos es ineludible, ella no quiere hacer daño a sus hi-
jas pero les tiene un gran encono, les resultan en mo-
lestia, es lo que motiva cuestionarse en hacer un ruido
para provocarles algún daño. Leamos cómo se expresa
Emmy de una de sus hijas:

Durante largo tiempo fue muy rara, que siempre berreaba y nun-
ca dormía, que contrajo una parálisis de la pierna izquierda de
cuya curación se desesperaba casi; que a los cuatro años tuvo
visiones, que empezó a caminar tarde y tarde empezó hablar, de
suerte que por mucho tiempo se la tuvo por idiota (Freud, 1893-
95/2006: 82).

Debido a lo cual tiene que asegurarse por vía de la objeti-


vación del tic; señal del esfuerzo de alejar ese pensamien-
to violento. Utiliza el tic como contención de las repre-
sentaciones intrusivos de la conciencia, sólo demuestra
la posición negativa que encarna al sujeto: lo que él más
se jacta de sí mismo está constituido por lo que se nece-
sita desechar y cuando se flaquea en este proceso, no se
puede escapar del impulso violento que lo arremete a él o
algún otro que lleve su misma máscara. El sentido latente

58
La irrigación de la pulsión: psiquismo

del gobierno del principio de placer es absoluto, evidente


e imparable se consume el objeto o lo lleva a su aniqui-
lación; Freud mantendría esta posición con respecto al
principio de placer en el resto de su construcción teórica:
“La afirmación –como sustituto de la expulsión– pertene-
ce al Eros, y la negación –sucesora de la expulsión– a la
pulsión de destrucción” (Freud, 1925/2006: 256).
El marido muere por apoplejía, crece en ella un sen-
timiento de culpa por el descuido de atenderlo cuando
postraba en cama. Esta culpa la relega a una de sus hijas
como causantes de su negligencia, debido a que tam-
bién estaba enferma y prefirió cuidarla.
Las circunstancias que llegaron en un desenlace fatí-
dico fue el trato con la familia de su marido, una serie
de injurias donde se le acusaba de asesinato por vía de
envenenamiento, hacían todo lo posible para calumniar-
la, de entonces nace su aversión a la gente y su odio a
todos los extraños. Se puede elucidar que la hostilidad
dirigida a los otros es suponer la veracidad del crimen
y su cometido, si traemos a diálogo una parte sustancial
del mecanismo de la negación y lo encuadramos a esta
parte lo entendemos de la siguiente forma: el yo interio-
riza lo bueno y expulsa lo malo e intenta reencontrarlo
en la realidad, comprobando que se es real, por lo que
nos vemos obligados a realizar las siguientes preguntas:
¿por qué Emmy se empeña en re-encontrar en la reali-
dad lo que ella le resulta aversivo su crimen? ¿Será acaso
por el simple hecho que lo deseé?, o ¿es necesario saber
que su aversión es real y se necesita levantar las defen-
sas posibles para evitar tal designio? En estas preguntas
que planteamos es posible encontrar dentro de ellas las
respuestas, pero no las aseveramos como correctas; lo
que si nos aproxima a una respuesta es en el lugar donde
asignamos la dirección de su negatividad; qué pasaría sí
lo pensamos siguiendo la fórmula Freudiana: ella lo que
quiere expulsar dentro de sí es el deseo de dar muerte
a su marido y re-encontrar un subrogado para delegar

59
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

la responsabilidad de su muerte, según la omnipotencia


característica del deseo neurótico, el deseo de muerte se
desplaza a un posible culpable: “Y luego por tres años
ha odiado a la niña, porque siempre se decía que habría
podido cuidar a su marido de no haber guardado cama
gracias a ella” (Freud, 1893-95/2006: 84).

2.4 El tejido de la realidad y la histeria

Un elemento nodal en la relación de Emmy con la rea-


lidad es la compulsión de asociar cualquier suceso irre-
levante como indicio de un suceso fatídico a sus hijas;
como también puede despertar la angustia más deses-
peranzadora y sus contenidos. Freud, como es común
encontrarlo en este historial, continuó con las enseñan-
zas de la vida a sus pacientes; en Emmy no fue la ex-
cepción, le recomienda no preocuparse por nimiedades,
por lo que ella lo rechaza rotundamente. Freud realiza
la siguiente comparación para describir su compulsión
de asociar sus preocupaciones:

Creo que no admite estas enseñanzas más que lo haría un monje


ascético de la Edad media, quien veía el dedo de Dios y la tenta-
ción del Diablo en la vivencia más ínfima que tuviese, y era inca-
paz de representarse el mundo, aunque fuera por un momentito
y en uno de sus rinconcitos, sin referirlo a sí mismo (Freud, 1893-
95/2006: 87).

Estos sucesos que aparecen como premoniciones fatídi-


cas se empeñan en encontrar una oportunidad donde se
realice su deseo entredicho de negar cualquier reconoci-
miento propio del deseo de muerte de su esposo y cas-
tigar este deseo en la venganza de muerte al presunto
culpable, en este caso una de sus hijas. Este es el objetivo
de la interpretación forzada de la realidad, buscar una
oportunidad de consumar ese deseo penoso e inacepta-
ble a través de la contingencia, así el destino sirve como

60
La irrigación de la pulsión: psiquismo

una justificación que la expía de cualquier autoría, como


Poncio Pilatos.
Los enlaces falsos son parte de la gran incógnita a re-
solver, que nos hereda Freud cuando aterrizan sus tesis
principales sobre el concepto de principio de realidad,
en la neurosis y la psicosis.
En el artículo “Los dos principios del acaecer psíqui-
co”, elaborado en el mismo año de la elaboración del
caso Schreber, de 1912, desarrolla la tendencia de aban-
dono de la realidad por parte del neurótico y en casos
más radicales en los psicóticos. En las causas principa-
les encontramos la frustración inmensamente insopor-
table, empujada para su aminoración en el proceso de la
represión, se desaloja y suplanta lo insufrible por algo
más tolerable, muy similar al proceso de la desmentida
del fetichista.
Los productos elaborados por el proceso de la re-
presión tienen como objetivo servir de mediación para
la intelección de la realidad aquella que pueda servir a
los caminos del placer. La frustración, falsedad, desilu-
sión y lo abominable, son fallas indelebles del mundo
interior del sujeto y sólo son objeto de conciencia en el
suelo de la realidad; podemos encontrar rastro de estos
estados anímicos displacenteros en su inversión hacia
la acción real.
En una nota de pie de página de este artículo, “Los
dos principios del acaecer psíquico”, de 1912, aparece el
desarrollo de la idea del sentido del síntoma en la psico-
sis: una desmentida del acontecimiento que provocó la
insania a través una alucinación.
Esto es paradigmático para nosotros porque revela
una parte del proceso de la negatividad en que está en-
vuelta la vida anímica del sujeto, en el cual un contenido
inconsciente que se demuestra escindido de la conciencia
es llevado al acto, y es justificado por una racionalización
que posibilita su desconocimiento como deseo reconoci-
do desde el Yo. Pareciera aquí una contradicción del prin-

61
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

cipio de realidad, lo ajeno, lo exterior al Yo puesto desde


su carácter displacentero que es arrojado, es regresado
al Yo, pero desfigurado por parte del material del mun-
do exterior; así se elabora una justificación racional que
incentiva el movimiento de un deseo que se desestima
desde la conciencia y es aprovechado para su realización.
Esta escisión al parecer es parcial, ya que el movimiento
del deseo se apuntala a su expresión y la parte que se
encuentra escindida es la procedencia del deseo, el su-
jeto lo vive como un producto del destino. Se encuentra
proyectado. Esto es una resolución negativa del deseo y
demuestra una parte de su carácter inconsciente.
Nos vemos con la obligación de profundizar más en
la teoría de la sugestión porque aquí es donde empie-
za el descubrimiento de los contenidos escindidos en
la conciencia; y la dialéctica de su actividad consciente/
inconsciente. En el artículo “Tratamiento psíquico (tra-
tamiento del alma)”, de 1890, el establecimiento de la
expectativa de la cura es el punto de partida de la suges-
tión hipnótica, ésta se asemeja a un estado de enamora-
miento, el sujeto recubre al médico con la representa-
ción de su objeto de amor, así que desde esta ausencia
parcial de la realidad sigue la tendencia negativa de ha-
cer mediación para forzar la aparición de su objeto de
deseo, pero desde un estado de desconocimiento. Cite-
mos un apartado del artículo de “La negación”, de 1925,
que confirma lo que estamos exponiendo:

La experiencia ha enseñado que no solo es importante que una


cosa del mundo (objeto de satisfacción) posea la propiedad bue-
na, y por tanto merezca ser acogida en el yo, sino también que
se encuentre ahí, en el mundo exterior, de modo que uno pueda
apoderarse de ella si lo necesita (Freud, 1925/2006: 255).

En la mención de esta formulación hay aún más, nos


revela que en el estado de enamoramiento no existen
límites entre el Yo y la realidad, pareciera que existe una
fusión de lo exterior y lo interior donde se plasma la ac-

62
La irrigación de la pulsión: psiquismo

tividad del deseo. Esta elaboración teórica también la en-


contramos en El malestar en la cultura, de 1930, ésta versa
así: “En la cima del enamoramiento amenazan desva-
necerse los límites entre el yo y el objeto. Contrariando
todos los testimonios de los sentidos, el enamorado ase-
vera que yo y tú son uno, y está dispuesto a comportar-
se como si así fuera” (Freud, 1929-1930/2006: 67).
El objeto encontrado en esta fusión del mundo ex-
terior e interior desemboca una escisión en el sujeto:
una objetivación del amor por medio del sacrificio del
principio de realidad. Por consiguiente, el sujeto queda
solo como espectador de la actividad de su deseo y está
constantemente en la caza de modificar todo aquello
que niegue la correspondencia de su objeto de amor, in-
cluyendo la deformación del principio de realidad.
Ante el complejo de asociación que representa la ela-
boración del enlace falso, como símbolo del síntoma his-
térico, siguiendo el razonamiento del mecanismo de la
negación: se utiliza a la realidad misma para poder alejar
aquello de lo que no se quiere saber, pero en el no que-
rer saber, se han de tomar elementos de la realidad para
comprobar la ignorancia de aquello de lo que se reprime,
ésta es la contradicción del enlace falso que se extiende a
la explicación que da Freud de la negación:

Por tanto, un contenido de representación o de pensamiento repri-


mido puede irrumpir en la conciencia a condición de que se deje
negar. La negación es un modo de tomar noticia de lo reprimido;
en verdad, es ya una cancelación de la represión, aunque no, claro
está, una aceptación de lo reprimido (Freud, 1925/2006: 253-254).

En esta cita podemos apreciar la diferencia del trato de


los contenidos que aparecen en los mecanismos de la ne-
gación y el enlace falso. En la negación es necesario apa-
rentemente un juicio que acepte el contenido de la repre-
sión con el signo del “No” y éste sea distanciado del Yo.
En el enlace falso no es necesario un juicio acompañado
del “No”, sino es necesario la sustitución del represen-

63
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

tante de pulsión para que sea negado por la afectividad


o el factor cuantitativo de la pulsión que despierta, como
en el caso de Emmy: la angustia. En este peculiar proceso
represivo del enlace falso lo más intrigante es que el afec-
to del representante de pulsión es una cualidad de per-
cepción del principio de realidad, siendo esto una contra-
dicción, puesto que es el escenario donde actúa el Yo su
represión. Los límites entre el Yo y el mundo exterior, es
lo que está escindido dentro su vida anímica.

2.5 El método psicoanalítico

Freud, como antes lo mencionamos, intenta combatir


estas reminiscencias presentadas en Emmy, por medio
de eliminarlas en el campo perceptivo de la conciencia,
al parecer es solamente un éxito parcial que tiene el ses-
go de fracaso, ya que las continuas recaídas de la enfer-
ma son recurrentes: fallas comunes en el método de la
sugestión. El punto central de eliminar estas reminis-
cencias descubiertas en estado hipnótico, tiene el mismo
objetivo del conflicto que provoca la neurosis, desechar
toda percepción de lo displacentero. En este punto resi-
de el fracaso del método hipnótico.
En estos primeros inicios del psicoanálisis dominado
por el método de la abreacción de Breuer, es imposi-
ble pensar una ganancia de la enfermedad de la neuro-
sis, o plantear el síntoma como una satisfacción sexual
sustitutiva, que en los próximos años teóricos de Freud
constituirá el concepto y la función del síntoma en las
neurosis de trasferencia.
El avance que representa la sugestión hipnótica para
drenar la excitación psíquica o traumática, según estos
principios teóricos de la catarsis es el descubrimiento del
sentido del síntoma: “El sentido de los síntomas neuró-
ticos fue descubierto por Josef Breuer; lo hizo mediante
el estudio y la feliz curación de un caso de histeria que

64
La irrigación de la pulsión: psiquismo

desde entonces se ha hecho famoso (1880-82)” (Freud,


1916/2006: 235).
Esta visión del tratamiento hipnótico aplicado en
Emmy desde el método de la catarsis inducida por la su-
gestión hipnótica, plantea serios problemas que la hace
obsoleta a los fines de eliminar la compulsión de susti-
tución del síntoma, ya que ésta opera por sustitución de
pensamiento introducido vía hipnótica; Freud en todo
este historial se comporta precisamente en realizar ese
objetivo, introducir nuevos pensamientos que sustitu-
yan el recuerdo patógeno para neutralizar su afecto y
su exteriorización. La palabra de Emmy no es objeto de
análisis sino la afectividad que representan sus recuer-
dos. Freud queda estancado en lo contrario de una es-
cucha flotante, se mantiene en una escucha que se fija en
la queja del síntoma.
Posteriormente, en los escritos formales con respecto
a la técnica psicoanalítica, Freud no vacila en prevenir
los obstáculos de un análisis que tiende a fijarse, y de
sobreinterpretar el contenido del discurso del paciente.
Y es éste:

[...] tan pronto como uno tensa adrede su atención hasta cierto
nivel, empieza también a escoger dentro del material ofrecido;
uno fija (fixieren) un fragmento con particular relieve, elimina en
cambio otro, y en esa selección uno sigue sus expectativas, corre
el riesgo de no hallar nunca más de lo que ya se sabe, y si se
entrega a sus inclinaciones con toda seguridad falseara la per-
cepción posible. No se debe olvidar que las más de las veces uno
tiene que escuchar cosas cuyo significado solo con posterioridad
(nachträglich) discernirá. (Freud, 1912: 112).

En los pacientes presentados en “Estudios sobre la his-


teria”, de 1895, trabajo en conjunto con Breuer, realiza-
ban constantemente su queja hacia el médico, que guar-
dara silencio y no las interrumpieran en su hablar, este
también fue el caso de Emmy de mostrarse molesta a la
intrusión que realizaba Freud en sus sugestiones hipnó-

65
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

ticas: “Veinticuatro horas después la encontré humilde


y dócil. Al preguntarle su opinión sobre el origen de sus
dolores de estómago, respondió, incapaz de disimular:
Creo que se deben a mi angustia, pero solo porque us-
ted lo dice” (Freud, 1893-95/2006: 101).
Lo característico de la construcción del caso Emmy
es la forma en la cual hace diferencia con las histerias tí-
picas y las de conversión. Freud plantea este caso como
una neurosis mixta.

Emmy Von N. muestra un monto pequeño de conversión; la ex-


citación, psíquica en su origen, permanece las más de las veces
en el ámbito psíquico. Bien se advierte que por ello este caso se
asemeja a aquellos otros de neurosis no histéricas (Freud, 1893-
95/2006: 105).

En el caso de Emmy se presentaban varios síntomas, que


no referían a una histeria de conversión pura: las aluci-
naciones, los tics nerviosos y su neuralgia ovárica plan-
teaban una similitud a la causa que planteaba la constitu-
ción de la neurosis histérica en la escisión de la conciencia
y el levantamiento de la defensa del retorno del trauma
por medio del síntoma:
La perspectiva teórica de la abulia y fobia presentes
en este historial, son designaciones de una parálisis psí-
quica que evoca la situación traumática: una analogía de
constreñimiento de un gran monto de afecto con impo-
sibilidad de asociación. Esta es la forma cuantitativa por
la cual se explica el fenómeno, pero lo que nos interesa
es cómo se abordan clínicamente estos síntomas, vincu-
lados al espectro mnémico del sujeto. En la memoria y la
vivencia no se encuentran límites muy claros, ya que ésta
sigue apareciéndose continuamente como un conflicto
sin fin.
En los próximos años de investigación psicoanalítica
de Freud, esta visión del síntoma que evoca las fobias
y las abulias como una inhibición de la acción del su-
jeto frente al trauma será poco a poco abandonada: la

66
La irrigación de la pulsión: psiquismo

concepción del carácter intrusivo del agente patológico


llamado “trauma”, éste dejará de ser visto como un su-
ceso accidental en la vida del sujeto (una vivencia pasi-
va) para ser una reelaboración activa en los caminos y
destinos de la pulsión en su compulsión a la repetición.
Nos situamos aproximadamente casi 12 años desde
este presente trabajo, “Estudios sobre la histeria”, para
colocar el ojo de nuestra investigación en esta clase de
síntomas que evocan una inhibición y decidia de la vo-
luntad del sujeto; en el caso Hombre de las ratas, de 1909.
Nos centramos en el apartado c de este historial que tie-
ne como título “La vida pulsional y la fuente de la com-
pulsión y la duda”: en el curso de este análisis partimos
con la premisa expuesta en la primera parte de este es-
crito, la pulsión tiende a cumplir su destino en la nega-
tividad de sus opuestos. En el hombre de las ratas, la
compulsión de las representaciones obsesivas es un cla-
ro ejemplo, por el cual se suceden a la acción real según
la ambivalencia amor-odio, característico de los enredos
de la realidad que mantiene el obsesivo. Esta escisión de
la pulsión conlleva un suporte negativo en lo inconscien-
te, para la elaboración del complejo de síntomas y sus
constantes relevos entre la ambivalencia de la pulsión y
su objeto (otro):

El odio retenido por el amor en la sofocación de lo inconsciente


desempeña, sin duda alguna, un importante papel en la patogé-
nesis de la histeria y de la paranoia. Conocemos demasiado poco
la esencia del amor para adoptar aquí una decisión terminante;
en particular la relación de su factor negativo, con el compo-
nente sádico de la libido permanece en total oscuridad (Freud,
1909/2006: 187).

El componente sádico es la principal causa, en la cual


el sujeto gira en su propio eje para intentar sofocar esa
agresión por medio del síntoma en la neurosis. En Emmy
la sofocación sádica se demostraba en la objetivación
del tic-nervioso, según la explicación que da Freud; sin

67
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

embargo, al explicar el mismo fenómeno con esta nue-


va concepción de la pulsión y su negatividad, coincide
perfectamente. Las exteriorizaciones sádicas son el prin-
cipal indicio de la fuerza pulsional del inconsciente. Este
terreno no puede ser domeñado por la represión. En un
primer momento el síntoma se sucede para anular el sa-
dismo por medio del acrecentamiento del amor hacia el
objeto (otro), y en segundo momento esto se anula para
expresar la agresión que acrecienta el amor y así sucesi-
vamente. Lo que produce una intensificación de la pul-
sión que es el proclive a su compulsión:

En los casos en cuestión de odio inconsciente, el componente sádi-


co del amor se ha desarrollado constitucionalmente con particular
intensidad; por eso ha experimentado una sofocación prematura
y demasiado radical, y así los fenómenos observados por una par-
te de la ternura consiente elevada por reacción, y por otra parte del
sadismo que en lo inconsciente sigue produciendo efectos como
odio (Freud, 1909/2006: 187).

Lo que continúa, siguiendo los efectos que produce la ne-


gatividad de la pulsión en el curso de la neurosis, es una
constante e imperante incertidumbre sobre el obrar en lo
real ya que cada una de sus acciones pensadas estarán
referidas para anular a su opuesto. Una acción amorosa
será el referente negativo que despertará su odio, y una
acción sádica será el referente que despertará su amor,
sólo que el espacio donde se sucede esto es una sustitu-
ción de las contraposiciones del sujeto en su pareja objeto
(otro) en la cual está anclada la pulsión. Por consiguiente,
lo que produce es un avasallamiento de la acción del su-
jeto a la incertidumbre generalizada del mundo:

Si un amor intenso se contrapone, ligándolo, a un odio de fuerza


casi pareja, la consecuencia inmediata tiene que ser una parálisis
parcial de la voluntad, una incapacidad para decidir en todas las
acciones en que el amor deba ser el motivo pulsionante (Freud,
1909/2006: 188).

68
La irrigación de la pulsión: psiquismo

Al ser la inhibición de la acción del sujeto, una referencia


del conflicto de las pulsiones, la fuerza que traen consi-
go se exterioriza en las acciones protectoras, siguiendo
los mandamientos obsesivos o en el caso de Histeria es
representado en los ataques de angustia. Esta negati-
vidad de la pulsión obstaculiza su destino en una pa-
radoja: el acercamiento del objeto (otro) se da por una
sustitución que lo aleja de su cumplimento de destino
y se dirige a su opuesto, que tendrá una equivalencia
similar a la satisfacción real y da como lugar a un juego
auto-erótico; por lo siguiente:

En efecto, las acciones obsesivas se asemejan cada vez más –y


con mayor nitidez mientras más dure el padecer– a las acciones
sexuales infantiles del tipo del onanismo. Entonces, en esta for-
ma de la neurosis se llega, sí, a actos de amor, pero solo con el
auxilio de una nueva regresión: ya no actos dirigidos a una per-
sona, al objeto de amor y odio, sino a acciones autoeróticas como
en la infancia (Freud, 1909/2006: 190).

Estas formas autoeróticas obstaculizan el destino de la


pulsión en la neurosis, a causa de realizar su cumplimien-
to desde sus opuestos en pugna. Es la reconciliación como
la plantea Freud. Por tanto, las nuevas acciones dirigidas
al objeto (otro) tendrán que optar por la forma de la regre-
sión, para que así también el objeto (otro) pueda despla-
zarse y acomodarse a la trabazón de la neurosis.
La regresión de la organización pulsional vino a res-
ponder varias cuestiones de la teoría de las neurosis, como
esclarecer el vacío que representaba la catalogación de la
neurosis mixta. Cabe mencionar que la denominación de
“neurosis mixta” fue concebida aún bajo la influencia de la
visión clínica psiquiátrica clásica. El concepto de regre-
sión sólo fue posible constituirse como parte fundamen-
tal en la investigación de la neurosis: gracias a la visión
clínica de la atención flotante del método psicoanalítico.
La diferencia sustancial entre las dos doctrinas hip-
nóticas en este tiempo como técnica terapéutica en la su-

69
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

gestión de Bernheim y la abreacción de Breuer; se basa


en las suposiciones en la dirección de la sugestión que
opta el hipnotizador: según la técnica de Bernheim se
imponían órdenes directas para neutralizar el síntoma.
Y la abreacción de Breuer, se intentaba drenar la afecti-
vidad retenida en los recuerdos catalogados como trau-
máticos para conseguir el mismo objetivo.
La sugestión que mantiene Emmy no fue exclusiva a
la figura de Freud, sino a todos los médicos que la trata-
ron bajo hipnosis. A todos les dio un trato ambivalente:
se sentía enamorada algunas veces, otras actuaba con
desdén e indiferencia y en ocasiones como una niña mal
criada, a esto fue lo que Freud señaló: la manifestación
del fenómeno de la transferencia y la compulsión a la
repetición, cuando la neurosis está bajo tratamiento.
Años posteriores, el fenómeno de la compulsión de la
repetición rastreado en el caso Emmy fue denominado
como la principal resistencia a vencer en un tratamiento
psicoanalítico en la neurosis. Paradójicamente, este es la
mediación esencial por la cual trabaja cualquier método
sugestivo. Según las palabras que refiere Freud sobre la
tesis de Bernheim:

Cuando estudié el estado sonámbulo de la señora Von N. me


acudieron por primera vez dudas acerca de la corrección de la
tesis de Bernheim, “Toust est dans la suggestion” (En la suges-
tión esta todo”), y acerca de la inferencia de su agudo amigo De-
lboeuf, “Comme quoil n’y a pas d’hypnotisme” (Siendo así no
existe el hipnotismo) (Freud, 1893-95/2006: 118).

El método psicoanalítico de Freud que devino años pos-


teriores no se colocó en un sentido antitético con respecto
a los métodos sugestivos, sino se conformó en una cos-
movisión de pensamiento que no se refugió en el escla-
recimiento y tratamiento de las neurosis, perversiones
y parafrenias; evolucionó como un método de cifrado
para la criptografía del conocimiento de lo humano.

70
La irrigación de la pulsión: psiquismo

La técnica que hace posible el dispositivo psicoanalíti-


co y delimita una distancia con el fenómeno de la transfe-
rencia, es la atención flotante por parte del psicoanalista,
en conjunto con el intento del paciente de tener un ha-
bla flotante con sus pensamientos, o como lo denomina
Freud, una asociación libre.
En uno de los artículos didácticos elaborados por
Freud “Dos artículos de enciclopedia: Psicoanálisis y
Teoría de la libido”, que tiene como fecha de origen en-
tre 1922 y 1923, época teórica del “Ello, Yo y Superyó”,
aparece una explicación bastante peculiar sobre la escu-
cha flotante del analista:

La experiencia mostró pronto que la conducta más adecuada


para el médico que debía realizar el análisis era que él mismo
se entregase, con una atención parejamente flotante, a su propia
actividad mental inconsciente, evitase en lo posible la reflexión
y la formación de expectativas consientes, y no pretendiese fijar
particularmente en su memoria nada de lo escuchado; así cap-
turaría lo inconsciente del paciente con su propio inconsciente
(Freud, 1922-1923/2006: 235).

La función de la escucha flotante es la comunicación


del inconsciente del paciente al inconsciente del analis-
ta con la finalidad de establecer su lenguaje donde las
representantes de pulsión puedan ser movilizadas para
aminorar su viscosidad, dado que la pulsión es inma-
nente a sus representaciones en el lenguaje del sujeto:

Ahora bien, tampoco en el interior de lo inconsciente puede estar


representada sino es por la representación. Si la pulsión no se
adhiriera a una representación ni saliera a la luz como un estado
afectivo, nada podríamos saber de ella (Freud, 1915/2006: 173).

Al ser la pulsión inmanente al lenguaje, trae consigo


una ambigüedad de entendimiento a lo que da referen-
cia, particularmente el intento de representar por pala-
bra el malestar anímico. Colocamos como analogía, la

71
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

elucidación del concepto de lenguaje de órgano elabo-


rado en el decir del esquizofrénico por el psicoanalista
Viktor Tausk.
La representación-palabra dicha por el paciente apare-
ce como una desfiguración directa a una cadena de pen-
samientos que tienen una dirección a un cumplimiento
de deseo, al igual que se presenta su desfiguración en el
trabajo del sueño “la condensación y el desplazamien-
to”. Estas formas por las cuales se presenta el lenguaje
demuestran su sujeción al inconciente, y su compulsión
a representar el camino y destino de la pulsión que lleva
al objeto (otro):

En la esquizofrenia las palabras son sometidas al mismo proceso


que desde los pensamientos oníricos latentes crea las imágenes del
sueño, y que hemos llamado el proceso primario. Son condensa-
das, y por desplazamiento se trasfieren unas a otras sus investidu-
ras completamente; el proceso puede avanzar hasta el punto en
que una sola palabra, idónea para ello por múltiples referencias,
tome sobre sí la subrogación de una cadena integra de pensamien-
tos (Freud, 1915/2006: 196).

El proceso primario de la tópica del inconsciente, que


también lo podemos llamar “regresión”, nos demues-
tra la forma del movimiento autoerótico de la pulsión,
por su compulsión a representar el camino que lleve al
objeto (otro), teniendo estragos en las diversas forma-
ciones de síntoma. A lo que podemos aseverar que el
destino de la pulsión esta torcido por el trabajo de la
represión, empero en esta compulsión de representar al
objeto (otro) conlleva una deformación de éste, ya que
resulta en un intento fallido de desviar los caminos de
la pulsión, lo que da como consecuencia un movimiento
negativo de ellos: en cuanto más se deforme el represen-
tar del objeto (otro) más es la intención de asemejarlo y
la pulsión que se pretenda inhibir, más se desbordará en
los productos de la represión.

72
La irrigación de la pulsión: psiquismo

Por consiguiente, las resistencias que implica un tra-


tamiento de la neurosis por vía de la sugestión pueden
llevar a una ilusoria percepción del mejoramiento del
paciente, a causa que el tratamiento en sí mismo se vuel-
ve represión por el fenómeno de la transferencia, ya que
satisface el destino torcido de la pulsión.
Ante esto, la escucha flotante permite mantener un
distanciamiento del escenario puesto por la transferen-
cia y permite percibir al propio analista el objeto (otro)
que ha caído en el trabajo de la represión. Esto detiene el
movimiento autoerótico de la pulsión, puesto que el psi-
coanalista le otorga la cualidad de ser real al objeto (otro)
que ocupa la parcela de realidad que es suplantada.
En un sentido similar, Freud atiende al concepto ela-
borado por Carl Gustav Jung de imago, sobre la posición
del médico en el fenómeno de la transferencia según el
cual el médico despierta los primeros objetos de amor
en la infancia, que son el punto nuclear de los comple-
jos inconscientes y éstos se hacen presentes invitando al
analista a tomar ese papel.
Ahora, no solamente hay un revestimiento del analis-
ta por parte del objeto (otro) destino de pulsión, sino que
también se le puede otorgar el papel de sujeto para que el
paciente pueda devenir ese objeto (otro) destino de pul-
sión. En la dinámica transferencial, las posiciones donde
recae este revestimiento que estamos describiendo, se
dan por las oposiciones que componen la pulsión: activo-
pasivo, sujeto-objeto, sadismo-masoquismo, ver y ser mi-
rado, amor y odio.
Por consiguiente, el fenómeno de la trasferencia, pue-
de ser positivo en el sentido de que las fuerzas pulsiona-
les que se impulsan a la satisfacción pueden ser mociones
tiernas y eróticas al analista y también aparece su sesgo
negativo: el odio y su sadismo. Aquí es donde reside la
resistencia del fenómeno de la transferencia, es la persis-
tencia de conseguir la satisfacción de las mociones pul-
sionales eróticas en la figura del analista.

73
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

La postura del psicoanalista es el deber de mantener


en absoluta abstinencia esta voracidad de los requeri-
mientos de la trasferencia, tanto positiva y negativa.
No obstante, si se dispone a complacer el capricho del
paciente aquello que se trae como conflicto en el terre-
no de la trasferencia vuelve a recaer en el trabajo de la
represión y cae también el mismo analista en sus pro-
pios complejos inconscientes: “Ya he dejado colegir que
la técnica analítica impone al médico el mandamiento
de denegar a la paciente menesterosa de amor la satis-
facción apetecida. La cura tiene que ser realizada en la
abstinencia” (Freud, 1914-1915: 168).
Por esta razón, la herramienta principal para mante-
ner la abstinencia es necesaria la regla fundamental “La
atención flotante”, para que el analista pueda trascribir
lo inconsciente para comunicarlo al inconsciente del pa-
ciente, por lo que se le exige un control sobre lo que se
pueda fijar en el material traído por el paciente. Es así
como el psicoanalista evita revestir al paciente con sus
propios sentimientos inconscientes, es a lo que Freud
llamó el fenómeno de la contratrasferencia:

Desde que un número mayor de personas ejercen el psicoaná-


lisis e intercambian sus experiencias, hemos notado que cada
psicoanalista solo llega hasta donde se lo permiten sus propios
complejos y resistencias interiores, y por eso exigimos que inicie
su actividad con su autoanálisis y lo profundice de manera inin-
terrumpida a medida que hace sus experiencias en los enfermos
(Freud, 1910/2006: 136).

En esta demanda compulsiva de satisfacción que se exige


en la trasferencia trae consigo una regresión descomu-
nal, donde el paciente lleva a la acción real los escenarios
para complacer esa moción pulsional erótica denegada
de su vida amorosa. Lo que se repite en estas mociones
pulsionales, precisamente es el material en bruto de las
represiones que intentan reelaborar aquellas vivencias
pasadas que se viven como presentes, por la cualidad de

74
La irrigación de la pulsión: psiquismo

la atemporalidad de todo aquello que se encuentre dislo-


cado en el inconsciente. Es el intento de recordar, repetir
y reelaborar en el proceso psicoanalítico.
El analista, como habíamos mencionado anterior-
mente, otorga la cualidad de ser real al objeto (otro) que
se repite compulsivamente en sus caminos y destinos
de pulsión. Esto es lo que posibilita evitar llevar un cier-
to material, que tiende a repetirse en la acción real al
proceso analítico: “Esta Lucha entre médico y paciente,
entre intelecto y vida pulsional, entre discernir y querer
actuar, se desenvuelve casi exclusivamente en torno de
los fenómenos trasferenciales” (Freud, 1912/2006: 105).
Empero, se tiene que tener la consideración que esta
compulsión de repetición pueda intensificarse por la cons-
tante amenaza de llevar acabo el enderezamiento real del
deseo que se encuentra reprimido, esto conlleva encarri-
lar las vivencias y los sentimientos inconscientes en su
devenir consiente. A consecuencia de esto, cierto material
manifestado en el fenómeno de la trasferencia aún está
sometido a la compulsión de la repetición en la acción
real. Debido a lo que había sido negado en la vida real
está por ser afirmado. El objeto (otro), que se le denie-
ga su existencia en el mundo exterior, se está eclipsando
para capturar su talante real. Esto es el objetivo, que se
persigue en el intento de recordar que impulsa el ana-
lista: tratar de volcar la regresión a su progresión: “Le
abrimos la trasferencia como la palestra donde tiene per-
mitido desplegarse con una libertad casi total, y donde se
le ordena que escenifique para nosotros todo pulsionar
patógeno que permanezca escondido en la vida anímica
del analizado” (Freud, 1914/2006: 156).
Según este punto de vista, Freud plantea la finalidad
de volver maleable la sintomatología de la neurosis para
convertirla en una neurosis de trasferencia, para que así
los síntomas pueden ser movilizados y dar un significa-
do trasferencial y sean cesados. Podemos comparar esta
situación a una estrategia militar: traer al enemigo a un
terreno favorable y vencerlo.

75
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

En este punto nosotros optamos en que al llevar esta


conversión de la neurosis a una neurosis de trasferencia
es un catalizador para la movilización de la viscosidad de
la pulsión, ello debido a que la abstinencia que impone el
analista hace que se sustituya el objeto (otro) destino de
pulsión, en la vida real del paciente. Recordemos que la
figura del analista puede tomar muchas derivaciones del
complejo del inconsciente que pueden ser reencontrados
en la cultura. El sujeto a devenir el objeto (otro) destino
de pulsión que el analista hace existir.
Podemos comparar este sentido de la cura con la si-
guiente analogía: el sujeto ha de ser caníbal de sí mismo
en el fenómeno trasferencial. Es el intento de toda pul-
sión de regresar a un estado de unidad, con el objetivo
de unir las escisiones inconscientes del sujeto, esos frag-
mentos de la personalidad.
Como conclusión de este apartado hemos observado
que en la dinámica de los caminos y destinos de pulsión
está involucrado una negatividad del sujeto que intenta
soldar la fractura con el mundo real objetivo.

76
Comentarios finales

En este trabajo concluimos que la composición de la


pulsión en sus metas y destinos en la teoría de Freud, es
por un par de opuestos, que en la forma de sus exterio-
rizaciones refieren a sus contrarios. Al denominar Freud
las neurosis como una perversión negativa, el complejo
nuclear de éstas serán las expresiones de un quehacer
pulsional negativo: el camino de la represión. La repre-
sión refiere a un modelo pulsional de la infancia del su-
jeto; el destino y meta de su pulsión intenta romper el
cerco de esta sexualidad por medio del síntoma. Esta
conclusión fue posible a saber que el advenimiento del
momento neurótico en el sujeto, es el intento de poder
realizar la genitalidad en un objeto otro que conlleva
una separación de la relación incestuosa que mantiene
el sujeto con sus objetos otros.
El sujeto concibe su relación con el mundo por la se-
paración del incesto y la herencia del Edipo deja como
sedimento una creencia sobre lo que es el mundo. Esta
concepción es rastreable en el análisis antropológico
que realiza Freud sobre la constitución del sujeto en la
cultura; gracias a esto pudimos pesquisar que el sujeto
se hace sujeto u objeto siguiendo la función canibáli-
ca, esta conjetura conforma las bases de una ontología
Freudiana: “el ser es devorado para devenir ser” y “la
existencia del ser es lo devorado y el desecho de su in-
gesta”. Es a partir de esta explicación de Freud sobre
una cosmovisión de la cultura que la pulsión del sujeto
o su quehacer en el mundo es destinado para la creación
y destrucción del ser inmanente a la cultura. Esta con-
cepción del ser pulsional se despliega en una oposición
en pares de opuestos que se copertenecen, el primero
que identifica Freud es la ambivalencia de la pulsión:
amor-odio, esta polaridad de afectos permite vencer las

77
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

barreras del enamoramiento para que el sujeto pueda


fecundar la cultura y reproducirla.
La pulsión no sólo está vinculada con un quehacer
erótico o tierno, sino que son precedidas por las teorías
sexuales del sujeto sobre el conocimiento del acto sexual,
estas teorías sexuales infantiles gobiernan el quehacer
pulsional como también la concepción sobre el origen de
sí mismo y el mundo. Hemos puntualizado que la fun-
ción canibálica es la forma en que se va ir descubriendo
la función sexual hasta condicionar la totalidad del su-
jeto al servicio de la genitalidad y la cultura: “El objeto
(otro) devorado deviene reconocimiento de la función
total de la sexualidad, para la procreación del ser y la
cultura”.
En la clínica psicoanalítica encuentra al sujeto en
su momento neurótico en un conflicto pulsional, don-
de se levantan dos bandos antagónicos, las formas de
amor infantil y el descubrimiento del ejercicio de la se-
xualidad con el mundo: la creación y la destrucción. La
función del inconsciente, en cuanto meta y destino de
pulsión nos revela que ésta tiende a llevar el conflicto
neurótico a una separación entre los objetos otros del in-
cesto, para acceder a un objeto otro que pueda ser toma-
do para amar; ya vimos que no es necesario la condición
de que sea un amante para compartir la vida amorosa,
sino también la reproducción de sí mismo en la cultura
como fenómeno de la sublimación.
Por consiguiente, un análisis sobre la negatividad de
la pulsión nos llevó a conjeturar que el trabajo del ana-
lista en el dispositivo psicoanalítico es hacer existir lo
otro que cae bajo el sesgo de lo prohibido, lugar donde
se encarnece el conflicto neurótico. El analista acompa-
ña lo que la función del inconsciente tiene sobre la neu-
rosis, romper el cerco de esa sexualidad autoerótica que
sigue el modelo del incesto, para continuar con la meta
y destino de la pulsión: la creación y la destrucción de
su ser en la cultura.

78
Bibliografía

Dostoievski, F. (1879/2006). Humillados y ofendidos. Barcelona:


Alba.
Freud, S. (1888/2006). La histeria. En Sigmund Freud Obras
Completas. Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscri-
tos inéditos en vida de Freud (1886-1899). Vol. i (pp.
261). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1890/2006). Tratamiento psíquico (tratamiento del alma). En
Sigmund Freud Obras completas. Publicaciones prepsicoa-
nalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud (1886-
1899). Vol. i (pp. 261). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1893/2006). Bosquejos de la “Comunicación preliminar” de
1893 (1892/1940-41). En Sigmund Freud Obras comple-
tas. Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inédi-
tos en vida de Freud (1886-1899). Vol. i (pp. 261). Bue-
nos Aires: Amorrortu.
_____(1893-95/2006). Señora Emmy Von-n. En Sigmund Freud.
Obras completas. Estudios sobre la histeria (J. Breuer y
S. Freud) (1893-1895). Vol. ii (pp. 87). Buenos Aires:
Amorrortu.
_____(1894/2006). Manuscrito E. En Sigmund Freud Obras com-
pletas. Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos
inéditos en vida de Freud (1886-1899). Vol. i (pp. 261).
Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1896). Manuscrito K. En Sigmund Freud Obras completas.
Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inéditos en
vida de Freud (1886-1899). Vol. i (pp. 261). Buenos Ai-
res: Amorrortu.
_____(1899/2006). Proyecto de Psicología para neurólogos. En
Sigmund Freud Obras completas. Publicaciones prepsicoa-
nalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud (1886-
1899). Vol. i (pp. 261). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1899/2006). Sobre los recuerdos encubridores. En Sigmund
Freud Obras completas. Primeras publicaciones psicoa-
nalíticas (1893-1899). Vol. iii (pp. 372). Buenos Aires:
Amorrortu.

79
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

_____(1900/2006). El proceso primario y el proceso secundario. La


represión. En Sigmund Freud. Interpretación de los sue-
ños (segunda parte) Sobre el sueño (1900 y 1901). Vol. v
(pp. 416). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1900/2006). Sigmund Freud Obras Completas. Interpre-
tación de los Sueños (1900). Vol. iv (pp. 360). Buenos
Aires: Amorrortu.
_____(1904-1905/2006). Sobre Psicoterapia (1904-1905). En Sig-
mund Freud Obras Completas. Fragmento de análisis de
un caso de histeria (Dora). Tres ensayos de teoría sexual y
otras obras (1901-1905). Vol. vii (pp. 247). Buenos Ai-
res: Amorrortu.
_____(1905/2006). Tres ensayos de la teoría sexual. En Sigmund
Freud Obras Completas. Fragmento de análisis de un caso
de histeria (Dora). Tres ensayos de teoría sexual y otras
obras (1901-1905). Vol. vii (pp. 247). Buenos Aires:
Amorrortu.
_____(1906). Personajes psicopáticos en el escenario. En Sigmund
Freud Obras Completas. Fragmento de análisis de un caso
de histeria (Dora). Tres ensayos de teoría sexual y otras
obras (1901-1905). Vol. vii (pp. 247). Buenos Aires:
Amorrortu.
_____(1908/2006). Carácter y erotismo anal (1908). En Sigmund
Freud. Obras completas. El delirio y los sueños en la “Gra-
diva” de W. Jensen y otras obras (1906-1908). Vol. ix (pp.
272). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1909/2006). A propósito de un caso de neurosis obsesiva
(1909). En Sigmund Freud. Obras Completas. Análisis de
la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans). A
propósito de un caso de neurosis obsesiva (el Hombre de las
ratas) (1909). Vol. x (pp. 288). Buenos Aires Argentina:
Amorrortu.
_____(1910). Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica.
En Sigmund Freud Obras Completas. Cinco conferencias
sobre psicoanalisis Un recuerdo infantil de Leonardo da
Vinci y otras Obras (1910). Vol. xi (pp. 288). Buenos
Aires: Amorrortu.
_____(1910-1911). Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso
de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográfi-
camente (1911-1910). En Sigmund Freud. Obras comple-
tas. Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamen-

80
La irrigación de la pulsión: psiquismo

te (Schreber). Trabajos sobre técnica psicoanalítica y otras


obras (1911-1913). Vol. xii (pp. 424). Buenos Aires:
Amorrortu.
_____(1911). Formulación sobre los dos principios de acaecer psí-
quico. En Sigmund Freud. Obras completas. Sobre un
caso de paranoia descrito autobiográficamente (Schreber).
Trabajos sobre técnica psicoanalítica y otras obras (1911-
1913). Vol. xii (pp. 424). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1912). Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalí-
tico. En En Sigmund Freud. Obras completas. Sobre un
caso de paranoia descrito autobiográficamente (Schreber).
Trabajos sobre técnica psicoanalítica y otras obras (1911-
1913). Vol. xii. (pp. 424). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1912/2006). Sobre la dinámica de la Transferencia. En Sig-
mund Freud. Obras completas. Sobre un caso de paranoia
descrito autobiográficamente (Schreber). Trabajos sobre
técnica psicoanalítica y otras obras (1911-1913). Vol. xii.
(pp. 424). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1913/2006). La predisposición a la neurosis obsesiva Contri-
bución al problema de la elección de neurosis. En Sigmund
Freud. Obras completas. Sobre un caso de paranoia des-
crito autobiográficamente (Schreber). Trabajos sobre técni-
ca psicoanalítica y otras obras (1911-1913). Vol. xii (pp.
424). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1913/2006). Tótem y tabú. Algunas concordancias en la vida
anímica de los salvajes y de los neuróticos (1912-1913). En
Sigmund Freud. Obras Completas. Tótem y tabú y otras
obras (1913-1914). Vol. xiii (pp. 296). Buenos Aires:
Amorrortu.
_____(1914/2006). Introducción del narcisismo. En Sigmund
Freud. Obras Completas. Contribución a la historia del
movimiento psicoanalítico. Trabajos sobre metapsicología
y otras obras (1914-1916). Vol. xiv (pp. 408). Buenos
Aires: Amorrortu.
_____(1914-1915). Puntualizaciones sobre el amor de trasferencia.
En Sigmund Freud. Obras completas. Sobre un caso de
paranoia descrito autobiográficamente (Schreber). Traba-
jos sobre técnica psicoanalítica y otras obras (1911-1913).
Vol. xii (pp. 424). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1914/2006). Recordar, repetir y reelaborar. En Sigmund
Freud. Obras completas. Sobre un caso de paranoia des-

81
Erik Avalos Reyes / Manuel Torres Contreras

crito autobiográficamente (Schreber). Trabajos sobre técni-


ca psicoanalítica y otras obras (1911-1913). Vol. xii (pp.
424). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1915/2006). Pulsiones y destinos de Pulsión. En Sigmund
Freud. Obras Completas. Contribución a la historia del
movimiento psicoanalítico. Trabajos sobre metapsicología
y otras obras (1914-1916). Vol. xiv (pp. 408). Buenos
Aires: Amorrortu.
_____(1915/2006). Un caso de paranoia que contradice la teoría
psicoanalítica. En Sigmund Freud. Obras Completas.
Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico.
Trabajos sobre metapsicología y otras obras (1914-1916).
Vol. xiv (pp. 408). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1916/2006). Conferencias de introducción al psicoanálisis.
Parte iii. En Sigmund Freud. Obras Completas (1916-
1917). Vol. xvi (pp. 256). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1917/2006). Sobre las trasposiciones de la pulsión, en parti-
cular del erotismo anal. En Sigmund Freud. Obras com-
pletas. De la historia de una neurosis infantil (El “hombre
de los lobos”) y otras obras (1917-1919). Vol. xvii (pp.
320). Buenos aires: Amorrortu.
_____(1920/2006). Más allá del principio de placer. En Sigmund
Freud. Obras completas. Más allá del principio de placer.
Psicología de las masas y análisis del yo y otras obras (1920-
1922). Vol. xvii (pp. 320). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1922-1923/2006). Dos artículos de enciclopedia: “Psicoa-
nálisis” y “Teoría de la Libido” (1923-1922). En Sig-
mund Freud. Obras completas. Más allá del principio de
placer. Psicología de las masas y análisis del yo y otras
obras (1920-1922). Vol. xviii (pp. 235). Buenos Aires:
Amorrortu.
_____(1923). El yo y el ello. En Sigmund Freud. Obras Completas.
Vol. xix (pp. 352). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1923/2006). La organización genital infantil (una interpo-
lación en la teoría de la sexualidad). En Sigmund Freud.
Obras Completas. El yo y el ello y otras obras (1923-1925).
Vol. xix (pp. 352). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1924/2006). El problema económico del masoquismo. En
Sigmund Freud. Obras Completas. Vol. xix (pp. 352).
Buenos Aires: Amorrortu.

82
La irrigación de la pulsión: psiquismo

_____(1924/2006). El sepultamiento del complejo de Edipo. En Sig-


mund Freud. Obras Completas. El yo y el ello y otras obras
(1923-1925). Vol. xix (pp. 352). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1925/2006). La negación. Sigmund Freud. Obras Comple-
tas. El yo y el ello y otras obras (1923-1925). Vol. xix (pp.
352). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1926/2006). Presentación autobiográfica. Inhibición, sínto-
ma y angustia. En Sigmund Freud. Obras completas. Vol.
xx (pp. 320). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1929-1930/2006). El malestar en la cultura. En Sigmund
Freud. Obras completas. El porvenir de una ilusión El ma-
lestar en la cultura y otras obras (1927-1931). Vol. xxi
(pp. 308). Buenos Aires: Amorrortu.
_____(1940/2006). La cabeza de medusa. En Sigmund Freud. Obras
completas. Más allá del principio de placer. Psicología de
las masas y análisis del yo y otras obras (1920-1922). Vol.
xviii (pp. 320). Buenos Aires: Amorrortu.
Green, A. (2006). “Huellas de lo Negativo en la obra de
Freud”. En André Green, El trabajo de lo negativo. Bue-
nos Aires: Amorrortu.
Hegel, G. W. (1807/2012). Fenomenología del espíritu. México:
Fondo de Cultura Económica.
Mignard, P. (2013). Las solidaridades misteriosas. Mexico: Sexto
Piso.
Rilke, R. M. (1929/2008). Cartas a un Joven Poeta. México: Cisne.
Rosset, C. (1985/1993). Lo real y su doble. Ensayo sobre la ilusión.
Barcelona: Tusquets.
Schopenhauer, A. (1818/2013/xxxii) “Diferencia entre la idea
y la cosa en sí”. En Arthur Schopenhahuer, El mundo
como voluntad y representación. México: Porrúa.

83
Sobre los autores

Erik Avalos Reyes

Doctorado en Investigación Psicoanalítica y estudios


de Doctorado en Filosofía. Integrante del Sistema Na-
cional de Investigadores, Nivel 1. Profesor e Investiga-
dor de Tiempo Completo en la Universidad Pedagógica
Nacional. Responsable del Cuerpo Académico: Teoría y
filosofía de la educación.

85
Manuel Torres Contreras

Licenciado en Psicología (umsnh) y actualmente cursa


maestría en Psicología Educativa (imced).

87
La irrigación de la pulsión: psiquismo,
de Erik Avalos Reyes y Manuel Torres Contreras,
se terminó de imprimir
en el mes de diciembre
en los talleres
gráficos de

mmxviii

Potrebbero piacerti anche