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Tiberio intentó hacer revivir al campesinado del que se reclutaban los miembros de las
legiones.
Proyectaba distribuir la tierra pública entre los pobres, de la que grandes extensiones
habían sido ocupadas sencillamente para cultivo exclusivo de propietarios o servía como
terreno de pastoreo común. La mayor parte de la tierra pública había pasado a manos de
los ricos. Los que ocuparon la tierra terminaron considerándola como propia y la utilizaron
como dote, la hipotecaron y la vendieron.
El proyecto de ley fue promulgado y se designó un triunvirato que tenía plenos poderes para
medir la tierra pública, decidir en toda disputa sobre títulos y distribuir parcelas entre los
pobres.
Una vez promulgada la ley agraria, los partidarios rurales de Tiberio habían abandonado
Roma, y como las elecciones se celebraban en tiempos de cosecha, no podía contar con su
regreso. Intentó congraciarse con el proletariado urbano con la propuesta de reducir el
período del servicio militar y la de transferir los derechos judiciales del Senado a los Equites.
Muchos de sus colegas se opusieron a su reelección. Finalmente, Tiberio fue muerto a
palos junto con muchos de sus partidarios.
Cayo promulgó en el año 111 una ley sobre las tierras públicas que reemplazaba a la de su
hermano Tiberio. Meramente incorporó enmiendas dictadas por la experiencia. Se
estableció una colonia en la parte fértil de Cartago porque se creía que en África se podía
obtener buenas cosechas. Las colonias italianas estaban reservadas a los ciudadanos más
respetables. Tal vez las colonias no estuvieran destinadas al sometimiento de labriegos sino
para lucro de los hombres de sustanciales recursos.
También dictó una ley según la cual debía ser reclutado los muchachos de menos de 18
años y la de que se debía dar ropa gratuita a los soldados, esta ley beneficiaba al
campesinado, que era el proveedor de legionarios. La segunda ley quedó en el olvido
después de su muerte.
Los miembros de la corte, que iniciaban procesos por extorsión contra los magistrados
romanos y los gobernadores provinciales, eran senadores y en algunos juicios recientes
habían mostrado ser demasiado parciales para con miembros de su propia clase como para
hacer justicia. Cayo transfirió el derecho de ocupar un asiento en los altos tribunales a los
equites. (como una manera de conseguir el apoyo de estos)
Graco promulgó una ley que impedía a los senadores la iniciación de juicios por extorsión,
pues su parcialidad estaba probada y otra que daba a los senadores y equites igual derecho
a integrar las listas de personas para juzgar casos civiles y criminales. Esta última fue
ignorada por la mayor parte de las autoridades. En el pasado los equites habían tenido que
ceder ante el Senado, pues eran sus jueces en los casos civiles y criminales más
importantes. Para que los equites fueran verdaderamente independientes, tenían que tener
participación en toda jurisdicción, aunque no hubiera resultado prudente ni aprobable
eliminar por entero a los senadores de la tarea, pues ellos eran quienes tenían más
experiencia y conocimientos legales.
Estas medidas judiciales no fueron populares. Una sola de ellas fue adoptada por la
mayoría de una sola tribu entre un total de treinta y cinco.
Cayo estaba decidido proteger al pueblo contra el ejercicio unilateral de la justicia por una
corte senatorial que había provocado la muerte de los partidarios de su hermano.
Probablemente su primera medida fue declarar por ley que no podía someterse a juicio la
vida de ningún ciudadano, salvo que el pueblo lo ordenara. Lo que permite que el pueblo
formara tribunales permanentes para juzgar algunos delitos (como el asesinato)
Otra ley muestra que toda la tierra antes “ocupada” pasaba ahora a ser propiedad privada.
La mayor parte del resto de las tierras públicas se reservaban para el libre pastoreo, lo cual
no significaba que los ricos no podían cercarlas ilegalmente y cultivarlas. El resultado total
fue que los pobres “perdieran todo” y quedaron reducidos a una situación de desempleo.
Otros campesinos no desposeídos todavía en el 133, con propiedades menos generosas,
estaban siendo arruinados por las viejas causas, en particular era frecuente la expropiación
violenta.
El problema agrario, que los Gracos no pudieron resolver, no desapareció. Se volvió más
agudo todavía al adquirir una nueva forma, la exigencia de asignaciones por parte de los
veteranos, provenientes ellos mismos del proletariado rural, exigencia que tenían el poder
de imponer si sus comandantes se mostraban dispuestos a respaldarlos. El Senado triunfó
sobre los Gracos con la espada, pero la espada iba a pasar a otras manos.
La destrucción de Tiberio y de toda su política como tribuno dividió al pueblo en dos partes.
Los plebeyos, que ahora significaba los pobres, contra la facción de la “nobleza”, los “pocos”
que dominaban el Senado y pretendían conservar esa autoridad; en ocasiones identifica
virtualmente la facción con el Senado. Estos hombres tiranizaban al Estado; los plebeyos
buscaban la libertad, algunas veces esta libertad era verse libre de la opresión y otras era la
participación en el poder político.