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LO INEVITABLE
Y LO ACCIDENTAL
EN LA HISTORIA*
Ezequiel Gallo*™
story: the narration of facts and events delivered with
dignity.”
(S. Johnson, A Dictionary of the English Languaje, London,
1810.)
fe aust conclude, therefore, that the fact that social
material is less repeatable than that of natural science, creates
groater dificulty in verifying social laws but it does not abrogate
the common ideal of all science.” (M. Cohen, Reason and Nature,
An Essay on the Meaning of the Scientific Method [193 1] Toronto,
1978, p. 345).
El debate sobre lo inevitable y lo accidental en Ia
historia debe verse como una ejemplificacién de proble-
mas mds vastos y complejos, Es dificil enfocarlo sin hacer
referencia a las discusiones entre fildsofos y epistemslogos
sobre las peculiaridades de Ja investigacién histérica.
*Versién ampliada y corregida de un articulo aparecido con
el mismo titulo en la Revista Latinoamericana de Filosofia, VI,
3, Buenos Aires, 1980.
“Institute ‘Torcuato Di Tella.146 EZEQUIEL GALLO
Hacerlo desde la perspectiva poco ilustrada y algo
provinciana del historiador puede parecer arbitrario y
arriesgado. Cualquier otro camino, sin embargo, excede-
ria nuestra competencia y arriesgaria ubicarlo en el reino
de la irrelevancia.
La polémica que nos interesa ha sido reiteradamente
ihustrada en el largo debate sobre el papel de los grandes
individuos en la historia, No se trata de dar certificado de
nacimiento a esta discusién, una tarea tan superflua como
mortificante. Un punto de partida util, y no arbitrario,
puede encontrarse en la conocida carta de Federico Engels
a Starkenberg:
“Si un hombre y no otro emerge en un momento especifico y
en un pats determinado es, naturalmente, puro accidente; pero
aun si lo eliminamos habré siempre necesidad de un substitute,
En el largo plazo ese substituto serd, con seguridad, encontrado,
Este Napoleén, ese corso fue una cosa accidental, pero a falta de
‘Napole6n, otros hubieran llenado su lugar. Esto est4 demostrado
por el hecho de que siempre que un hombre fue necesario,
siempre fue encontrado: César, Augusto, Cromwell.”"
Esta cita resume aceptablemente las ideas centrales de
un enfoque que luego tendria expositores mAs sofisticados
en Plejanov y, recientemente, en E. H. Carr? La vision de
este ultimo, especialmente, es mucho mas matizada que
Ta de Engels, pero no es aventurado sefialar que no difiere
sustancialmente en sus rasgos centrales.
Como sucede habitualmente, casi simultdaneamente
surgié una linea de interpretacion opuesta a la deserita.
En su discurso inaugural a la Academia de la Historia de
Inglaterra, Kingsley centré su exposicién en las dificul-
tades que surgen habitualmente en la tarea de recons-
truir el pasado. Al mencionar “ese poder misterioso que
tiene el hombre para quebrar las leyes de su propio ser”
subrayé el papel de lo accidental en el proceso histérico.*
Esta posicién tenia un antecedente ilustre y algo
espectacular, en la obra de Carlyle, demasiado conocida
como para requerit mayores comentarios.* No es dificil
encontrarla, ademis, en el trabajo de conocidos historia-LO INEVITABLE Y LO ACCIDENTAL EN LA HISTORIA 147
dores contempordneos. Asi, por ejemplo, Rowse explica un
acontecimiento tan importante como la Revolucién Glo-
rigsa de 1688 por la “estupidez” de los Estuardo.’ En épocas
recientes esta manera de ver las cosas recibié un respaldo
analitico mas sélido en los trabajos de Karl Popper y de
Isaiah Berlin. Este ultimo, por ejemplo, definié la posicién
de sus contenedores de la siguiente manera. Para ellos,
“el mundo tiene una direecién y esta gobernado por layes;
tanto la direccién como las leyes pueden ser descubiertas
aplicando las técnicas de investigacién adecuadas. Y esto s6lo
puede ser hecho por quienes hayan comprendide que la vida, los
caracteres y los actos de los individuos, tanto’ mentales como
fisieos, estén gobernados por las grandes totalidades a las que
pertenecen”.*
éSe puede a través de la investigacin histérica
descubrir la direccién y las leyes que gobiernan el mundo?
Como se sefialé al comienzo, la pregunta nos remite a
discusiones més generales destinadas a dilucidar la
naturaleza y las peculiaridades dela investigacién his-
torica, En ese caso, también, la confrontacién de ideas es
més que centenaria y comenzé intentando dar respuesta
una pregunta de inocente aparienci
es la hi ja una
jencia, un arte o una combinacién no Tigurosa de
ambas disciplinas?
II
Un punto de partida tan arbitrario como el anterior
puede encontrarse en el conocido articulo de J. B. Bury,
“La historia como ciencia”, cuyo titulo es ya toda una
definicién.” La posicién de Bury fue compartida por
plumas igualmente célebres come las de Taine y Buckle.
Este ultimo dojé sentadas sus creencias en pasajes
sumamente perceptivos, y no demasiado benévolos para
sus colegas: