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ALIMENTICIA
Conservación de productos
cárnicos por calor
2004
Tabla de Contenido
R M. de la Mella
Los alimentos en general se derivan de las plantas o de los animales y esta naturaleza biológica
es la causa del desarrollo de una serie de transformaciones químicas, bioquímicas y
microbiológicas que modifican sus características originales y llegan a producir su deterioro.
La conservación comercial de alimentos se estableció a principios del siglo XIX, después de una
serie de descubrimientos que permitieron sentar las bases científicas y técnicas para dicha
conservación, sin embargo, a pesar del completo desconocimiento que se tenía en la antigüedad
de las causas de degradación delos alimentos, nuestros antepasados desarrollaron muchos
métodos de conservación más o menos efectivos, que han empleado durante cientos de años
(Casp, 1999).
En los climas tropicales las necesidades de conservación de alimentos eran diferentes y aquí el
problema era precisamente contrario; se disponía de alimentos frescos todo el año que se
deterioraban rápidamente con el calor, con frecuencia antes de que pudieran ser consumidos.
(Casp, 1999).
La experiencia aportada por Appert entre los años 1780 y 1795 cambiaron completamente el
procesado de alimentos. Posiblemente, sus ideas tuvieron origen en las recetas publicadas para el
embotellado casero de frutas, adaptándolas a la conservación de otros alimentos (carnes,
hortalizas, sopas, leche, etc.). Desde luego que en estos momentos todavía no se tenía
conocimientos de bacteriología, pero con cuidadosos y extensos experimentos sentó las bases
para el comienzo de una industria. A partir de observaciones completamente empíricas, llegó a
conclusiones correctas sobre el tiempo de calentamiento necesario para conseguir el efecto de
conservación y fue muy insistente en la necesidad de extremar las condiciones higiénicas, que
entonces estaban lejos de ser consideradas .como criterio universal en la manipulación de
alimentos.
Muchas mejoras en los procesos de conservación, como la introducción de los envases metálicos
fueron desarrollados a partir de sus descubrimientos, sentando las bases para la producción de
alimentos conservados seguros y de calidad aceptable, calentándolos en recipientes cerrados.
A partir de ese momento comienzan a conocerse las causas del deterioro microbiano de los
alimentos y los procesos empíricos de la tecnología empiezan a apoyarse en bases científicas, lo
que impulso drásticamente el desarrollo de la industria de conservación de alimentos. Muchos
de los alimentos en envases metálicos que conocemos hoy se producen desde entonces y con
buena calidad. (Casp, 1999).
La primera mejora en el campo del envasado se produjo con la comprobación del efecto del
incremento de la temperatura y la reducción del tiempo de exposición sobre la calidad del
producto, lo que fue logrado también con la introducción de autoclaves para los procesos de
cocción seguido por un gran desarrollo en el terreno de los envases para alimentos, todo lo cual
se fue perfeccionando en el siglo XX hasta llegar a la gran diversidad de equipamiento y
conocimientos que se tienen en la actualidad en el campo de la conservación de alimentos,
estables y de calidad.
BIBLIOGRAFIA
Casp, A., Abril, J. (1999).- “Procesos de conservación de alimentos”. Colección tecnología de
alimentos, Ed. Mundi-Prensa, España.
López, A. (1987).- “Complete course of canning”. Book 1,2,3. Ed. The canning trade. N. Y.
CAPITULO 2.- ACCIÓN DEL CALOR SOBRE LOS PRODUCTOS CÁRNICOS
R M. de la Mella
La acción del calor sobre los productos cárnicos se manifiesta de diferentes formas:
Una de los objetivos de la aplicación del calor a los productos cárnicos es la coagulación de la
estructura proteica. La coagulación de las proteínas miofibrilares de la carne solubles en sal
comienza aproximadamente 40 °C y finaliza alrededor de los 60 °C. Las proteínas
sarcoplasmáticas, por el contrario, solubles en agua se encuentran a 50 °C aun disueltas en gran
medida e incluso a 70 °C no están totalmente desnaturalizadas.
La desnaturalización térmica de la mioglobina comienza también a los 65 °C, por lo que para la
formación de una estructura óptima se requiere una temperatura de calentamiento entre 65 °C y
70 °C. Estas temperaturas e incluso superiores son necesarias también para la gelificación
completa de los aditivos empleados en las formulaciones, como son los almidones nativos y
modificados, lo que ocurre en un rango entre 65 y 72 °C aproximadamente en función del origen.
Por otra parte, cuando se elaboran productos a base de sangre o con plasma sanguíneo se
requieren temperaturas de por lo menos 75 °C, para formar el gel de la proteína sanguínea.
Al igual que ocurre en la mayoría de las reacciones químicas, la velocidad de las reacciones
catalizadas por enzimas se incrementan en general con la temperatura.. La velocidad de algunas
reacciones enzimáticas se duplican aproximadamente por cada 10 °C de aumento de la
temperatura. La mayoría de las enzimas se inactivan a temperaturas comprendidas entre 55 y 60
°C, pero otras son completamente estables y conservan su actividad a temperaturas muy
superiores, por ejemplo, las enzimas de algunas especies de bacterias temófilas siguen activas a
temperaturas superiores a los 85 °C.
En la cocción de la carne se produce una pérdida de jugos de la carne que puede sobrepasar el 30
% en pérdida de peso y esta exudación es la responsable de la disminución de la ternura y
pérdida del aroma, por arrastre de una parte de las sustancias solubles responsables del mismo.
Entre 45 y 60 °C las catepsinas se activan y aumenta la terneza pero a partir de 64 °C comienza
el endurecimiento rápido debido al efecto combinado de la desnaturalización de las proteínas, el
acortamiento de las fibras musculares y del tejido conectivo (Casp, 1999).
2.4.-Inactivación microbiana
Cuanto mayor sea el número de microorganismos presentes en el producto, más intenso deberá
ser el tratamiento térmico para conseguir su destrucción, debido a que su termorresistencia será
mayor.
Por otra parte, las bacterias se hacen más resistentes cuanto más apropiado haya sido el medio de
cultivo para su crecimiento. En el caso de las formas vegetativas, la termorresistencia es mayor
en las últimas etapas de la fase de latencia y menor durante la fase de crecimiento. En el caso de
las esporas, la termorresistencia también varía con la edad, siendo menor en las esporas jóvenes
que en las maduras.
De lo anteriormente expuesto se desprende la necesidad de un conocimiento detallado de la
actuación del calor sobre los microorganismos y sobre los demás constituyentes de los alimentos.
En la práctica el calentamiento se realiza, salvo algunas excepciones, en gran medida en forma
empírica, por lo que determinados valores de calentamiento se consideran como óptimos si no se
producen deterioros o abombamientos, pero para encontrar la óptima solución de compromiso
entre valor sensorial, nutricional y un tratamiento térmico suficiente para garantizar la estabilidad
e inocuidad del producto final es necesaria la aplicación de un tratamiento térmico diseñado en
función del producto, del envase y del almacenamiento posterior. Por un lado se deben evitar los
sobrecalentamientos que perjudican innecesariamente la calidad del producto y por el otro se
deben impedir los subcalentamientos que disminuyen la calidad y estabilidad durante la
conservación.
La aplicación del calor a los productos cárnicos debe cumplir entonces con sus objetivos más
generales; garantizar la estabilidad del producto en almacenamiento y mantener la calidad
organoléptica requerida.
BIBLIOGRAFIA
Casp, A., Abril, J. (1999).- “Procesos de conservación de alimentos”. Colección tecnología de
alimentos, Ed. Mundi-Prensa, España.
R M. de la Mella
La conservación de los productos cárnicos y su calidad esta influenciada además del tratamiento
térmico, por algunos factores como la temperatura durante el almacenamiento, el pH, la
actividad de agua, el potencial redox y otros.
Los psicrófilos son microorganismos adaptados a las bajas temperaturas y tienen una temperatura
optima de crecimiento entre 15 y 20 ° C.
Los termófilos son capaces de desarrollarse a temperaturas elevadas, entre 45 y 65°C, con un
óptimo a 55°C. Presentan una tasa de crecimiento muy elevada pero con una duración corta.
Pueden encontrarse en el agua, aire y suelo. En este grupo se incluyen sobre todo los géneros de
Bacillus spp y Clostridium spp así como los mohos Aspergillus spp, Cladosporium spp y
Thamnidium spp (Casp, 1999).
Los microorganismos requieren para los procesos vitales, según especie y género, una mínima
actividad de agua. Si esta agua libre no se encuentra a disposición en el alimento, entonces los
microorganismos no pueden producir ningún deterioro. Las diferentes especies microbianas
poseen distintas capacidades de desarrollo a determinados valores mínimos de aw, tolerando
niveles más bajos las levaduras y hongos que las bacterias. La termorresistencia será más
elevada cuanto menor sea la actividad de agua del medio (Casp, 1999).
Los requerimientos de aw pueden variar marcadamente dentro de una misma especie bacteriana
como es el caso del clostridium. El valor limite para los clostridios psicrótrofos es de 0,97,
mientras que los mesófilos pueden desarrollarse hasta una aw de 0,95 (Stiebing, 1986).
La presencia de oxigeno puede variar también el comportamiento ante la tolerancia a la aw. El
género Staphylococus, por ejemplo, se desarrolla en condiciones anaeróbicas solamente hasta un
valor de aw de 0,90, mientras que bajo condiciones aeróbicas puede desarrollarse hasta con aw de
0,86. No obstante, los valores mínimos de aw de cada especie pueden ser considerados como
valores orientativos, dado que pueden variar con pequeñas variaciones del medio, de pH o de la
temperatura (Stiebing, 1986).
La sal común presente en los productos cárnicos posee a bajas concentraciones un efecto
protector sobre algunas esporas, pero por encima de 3 % se suma al efecto destructor de las altas
temperaturas (Cerezal, 1988). La acción de las sales depende también del tipo de sal; los
electrolitos que actúan favoreciendo el hinchamiento (por lo general cationes monovalentes)
disminuyen la resistencia al calor, mientras que aquellos que producen un deshinchamiento
(cationes bivalentes, especialmente magnesio y calcio) elevan la resistencia al calor. La
disminución de la resistencia al calor debido a los fosfatos se debe precisamente al efecto de
hinchamiento de estas sustancias. Una gran influencia para el caso de productos cárnicos la
posee también el nitrito de sodio, dado su efecto bacteriostático.
El contenido de grasa del producto es un factor importante así como su comportamiento ante el
calor. El primer efecto que se produce sobre las grasas con un tratamiento térmico es su fusión,
la que varia en función de sus características físico-químicas y estructurales. La fusión de la
grasa de la carne de cerdo comienza a los 35-38°C y continua con el tratamiento térmico.
Desde el punto de vista de la calidad, el aumento de temperatura favorecerá la oxidación con la
aparición de peróxidos que por escisión dan compuestos responsables del cambio en el aroma y
el sabor. Cuando la temperatura de cocción es demasiado elevada pueden formarse compuestos
amargos, como la acroleína que comprometen definitivamente el sabor de la carne y aumentan su
dureza (Casp,1999).
El hecho de que un producto se procese térmicamente no implica que se puedan utilizar para su
elaboración materias prima contaminadas o en mal estado. Uno de los aspectos que incide en la
calidad del producto final es la calidad de la materia prima. Durante el procesado de la carne para
la elaboración de los productos existe una mayor contaminación microbiana debido a su
distribución por toda la masa durante las operaciones tecnológicas de picado, pesaje, etc, por lo
que los conteos de los productos crudos y listos para recibir el tratamiento térmico dependen de
la carga inicial producto de las condiciones higiénicas en las que se realice el proceso de
sacrificio y deshuese (Anon, 1980).
La intensidad de las modificaciones en la materia prima, tanto bacteriana como enzimática tienen
una decisiva influencia sobre la calidad del producto. Si para el consumo directo es aconsejable
la maduración de la carne en el caso de la carne de vacuno, por ejemplo, para el procesamiento
se recomienda que se emplee la carne de cerdo luego de un día de sacrificio, mientras que no
deben transcurrir más de tres para emplear la de vacuno. El empleo de las grasas, igualmente
debe ser lo más fresco posible pues los procesos de rancidez que la caracterizan pueden afectar la
calidad del producto (Wirth, 1980).
Las modificaciones del sabor provienen de la degradación de los lípidos, de los glúcidos y de los
prótidos, y de la formación a partir de estos precursores de los aromas. Estas reacciones de
degradación, como las reacciones de Maillard, por ejemplo se producen a una velocidad notable
por encima de los 60- 70 °C (Casp, 1999).
BIBLIOGRAFÍA
Anon. (1980).- “”Carne y productos cárnicos” en Ecología microbiana de los alimentos 2,
ICMSF, Capitulo 15. Ed. Acribia, Zaragoza, España.
Casp, A., Abril, J. (1999).- “Procesos de conservación de alimentos”. Colección tecnología de
alimentos, Ed. Mundi-Prensa, España.
Wirth, F.; Leistner, L. (1970).- “Potencial redox en conservas cárnicas”. Fleischwirstchaft 50,
491-492.
Wirth, f. (1979).- “The present stage of development in the manufacture of canned meats”.
Fleishwirtschaft 59: 475-482.
R M. de la Mella
Mientras que las bacterias en su forma vegetativa pueden ser eliminadas a temperaturas
relativamente bajas, entre 55 y 100 ° C, algunas esporas resistirán al menos por corto tiempo,
valores de hasta 130 ° C, (Schulz, 1994), por lo que en función del tipo de microorganismo
presente en el producto, del producto en si y de su conservación ulterior, se someten a
tratamientos de pasteurización o esterilización, como los principales métodos de conservación .
4.1.- Pasterización
El término "pasterización" se emplea en homenaje a Louis Pasteur, quien a mediados del siglo
XIX realizó estudios referentes al efecto letal del calor sobre los microorganismos, y a su uso
como sistema de conservación. Cuando se habla de pasterización nos referimos al tratamiento
inferior o igual a 100 °C que se utiliza para destruir las formas vegetativas microbianas presentes en
los alimentos (Muller, 1989) y en especial la destrucción de microorganismos patógenos, pero
algunas formas vegetativas deteriorantes pueden sobrevivir, por lo que se utilizan otros métodos
de preservación para detener su proliferación, como son la refrigeración y el empleo de aditivos
químicos, como los conservantes (Cerezal, 1988).
4.2.- Esterilización
Los primeros estudios de la destrucción de los microorganismos por el calor se deben a Bigelow
(1921) y a Ball (1923), que desarrollaron la teoría de la evaluación del procesado térmico con
respecto a la muerte o inactivación de los microorganismos. Más tarde, Gillespy (1946),
Jakobsen (1954) y Stumbo (1973) determinaron que la destrucción térmica de los
microorganismos se puede explicar de acuerdo con un proceso estadístico (Casp,1999). El
concepto básico de esta teoría es que los microorganismos y sus esporas mueren a cualquier
temperatura, pero cuanto mayor sea esta, mayor será la probabilidad de que tenga lugar la
muerte.
A una determinada temperatura, que generalmente está muy por encima de su óptimo de
crecimiento se producen daños, especialmente en las estructuras necesarias para la multiplicación
celular, por lo que una cierta población de microorganismos es destruida por unidad de tiempo.
Esta proporción caracteriza la sensibilidad térmica del microorganismo la cual es mayor a mayor
temperatura.
Desde el punto de vista practico, una población bacteriana se considera muerta cuando ha
perdido la capacidad de reproducirse, o lo que es lo mismo, cuando hay celular, con la
consiguiente ausencia de colonias viables.
La destrucción de los microorganismos por el calor en una suspensión homogénea tiene lugar de
forma logarítmica, de manera que un cultivo de microorganismos sometido a calentamiento a
una determinada temperatura letal presenta una supervivencia tal que la fracción de
sobrevivientes es constante para períodos de tratamiento iguales Si se representa el logaritmo del
número de supervivientes contra el tiempo de tratamiento, se obtiene lo que se conoce como
curva de supervivencia (Figura 4.1), una recta cuya pendiente es el tiempo necesario para reducir
la población microbiana a la décima parte, por eso se denomina “tiempo de reducción decimal” y
se denota por la letra “D”. Del grafico se aprecia también como este valor es independiente del
conteo de microorganismos presentes y de acuerdo a este comportamiento, no sería posible
nunca la esterilización absoluta (Stumbo, 1973). El ploteo se realiza a partir de los valores del
logaritmo de las unidades formadoras de colonias por gramo contra el tiempo en minutos.
A esta conclusión de muerte
5 logarítmica por efecto del calor
se llego luego de amplios
4 trabajos desarrollados a
Log UFC/g
3 principios de siglo,
determinándose que este
2 comportamiento logarítmico
D ocurre en los microorganismos
1 tanto en su forma vegetativa
0 como esporulada (León, 1983)
0 5 10 15 20 25 30
t (min) Algunas de las explicaciones
Figura 4.1.- curva de supervivencia dadas a este comportamiento
logarítmico de la muerte de los
microorganismos se apoyaban en la desnaturalización por calor de un gen esencial en la
reproducción, sin embargo, el calor puede también causar daños sobre otras células con
funciones vitales como la actividad enzimática .
Este comportamiento relaciona la cinética de degradación de los microorganismos con una ley
exponencial de primer orden.
t = D (log No – N) (2)
t= D n
donde: No representa el número de células antes del tratamiento térmico
N es el número de células después del tratamiento térmico
T el tiempo de calentamiento a temperatura constante para reducir la
relación Nn/No hasta un valor determinado
D: la pendiente de la curva de muerte térmica o el tiempo de reducción
decimal a la temperatura T
El carácter exponencial de esta ley indica que teóricamente no puede llegarse a una destrucción
total del microorganismo aunque el tratamiento sea muy largo, siendo la eliminación total de los
microorganismos un estado ideal (Rodrigo, 1982). La curva representada en coordenadas
decimales es asintótica con el eje de tiempo, por lo que será necesario que transcurra un tiempo
infinito para que el número de supervivientes sea cero (Casp,1999).
En los procesos industriales lo que se hace es diseñar procesos que reduzcan la probabilidad de
supervivencia a valores prácticamente seguros. De lo que se trata es de fijar un factor de
reducción N que equivalga a una probabilidad de supervivencia tan baja que no implique un
riesgo para el consumidor y a esto es a lo que se le llama “esterilidad comercial” (León, 1983;
Navarro, 1994). En la producción de conservas cárnicas enlatadas el peligro máximo lo ofrecen
las esporas del Clostridium botulinum y el tratamiento mínimo seguro exige un calentamiento de
al menos 12 D, es decir, que se reduzca en 12 veces la población de esporas presentes. Este
tratamiento es llamado también “cocción botulínica”. Si la contaminación de esporas presente
fuera de una por envase, lo que puede ser normal, la probabilidad es que haya un envase
contaminado por cada billón de envases y este concepto es aplicable a tratamientos de
pasterización como de esterilización
Cuando se mantiene una suspensión de bacterias a una temperatura constante durante un tiempo
de D minutos, se destruye el 90% de la población inicial; si se alarga el tratamiento durante otros
D minutos, se destruirá el 90% de la población residual y así sucesivamente (Casp,1999). Otra
forma de identificar el tiempo de destrucción térmica es relacionándolo con el tiempo que
demora la curva de destrucción decimal en atravesar un ciclo logarítmico.
Veamos el siguiente ejemplo que muestra este comportamiento con mayor claridad (Tabla 4.1):
Veamos esto con en ejemplo que ilustra el efecto del calor sobre la resistencia térmica del D-
Estreptococo. Si se superponen en una misma gráfica las curvas de muerte térmica a diferentes
temperaturas para un mismo
microorganismo, como se muestra en el
Log 10 UFC/g
Es evidente que cuanto mayor sea la temperatura menor será el valor de la reducción decimal D,
o lo que es lo mismo, será necesario menos tiempo para conseguir la destrucción del 90% de los
microorganismos iniciales, ya que como se aprecia en la gráfica, al elevarse la temperatura se
incrementa la pendiente de las curvas.
Del mismo modo que se obtuvo el parámetro D, se podrá determinar otro parámetro muy
importante en la cinética de muerte microbiana que define la termorresistencia característica de
cada especie de microorganismo en un medio de composición definida.
Donde:
L: valor de letalidad
T: temperatura dentro del producto en un tiempo dado
Tr: temperatura de referencia para el microorganismo del que se trate.
Esta ecuación representa el conjunto de puntos (pares de tiempos y temperaturas) que presentan
la misma letalidad frente al microorganismo considerado y en un medio determinado. Sobre la
base de determinada temperatura de referencia y el valor z pueden determinarse los valores
letales correspondientes a cada temperatura a lo largo de cualquier proceso.
La letalidad de todos los puntos que componen cada recta es la misma, por lo tanto, para cada
tratamiento se dispone de infinitas parejas de tiempo- temperatura con la misma efectividad
frente al microorganismo estudiado. Cada una de ellas proporcionará un tratamiento térmico
equivalente, pero de condiciones tiempo-temperatura distintas. Por lo tanto, esta ecuación
permite encontrar un tratamiento equivalente a otro conocido, modificando la temperatura o el
tiempo de tratamiento, siempre y cuando se conozca el valor del parámetro z del microorganismo
que se elige como referencia y la letalidad de un tratamiento vendrá definida por las coordenadas
del punto (t, T) y la pendiente de la curva (z) del microorganismo en cuestión. La Tabla 4.2
muestra algunos valores de D y Z.
Leistner L. (1985).- “Hurdle technology applied to meat products of the Shelf stable products
and intermediate moisture food type” in “ Properties of water in foods”. Edited by D.
Simatos and J.L. Multon. England
Muller, W., (1989).- “Heat treatment and smoking of kochwurst and cooked cured products”.
Fleischwirstchaft, 69 :1830-1835
Schulz, E. (1994).- “Manufacturing principles for canned meat products”. Die Fleicherei, 5:ix-
xiv.
Stumbo, C. S. (1973).- “Termobacteriology in Food Proccesing”. 2 Edition Academic Press, N.
Y.
CAPITULO 5.- CINÉTICA DE LA PENETRACIÓN DE CALOR
R M. de la Mella
Hasta ahora, al hablar del tiempo de proceso se ha supuesto que durante ese tiempo el producto
se mantenía a la temperatura requerida. Esto significa que el producto alcanza la temperatura de
régimen de forma instantánea y se enfría de la misma forma, lo que en la práctica solo es casi
cierto cuando se tratan líquidos a granel en lamina muy fina (Casp, 1999). En el resto de los
casos tendremos una determinada masa de producto que se calentará y enfriará dentro de un
envase, sean latas o tripas, y estos intercambios térmicos se verán afectados por diferentes
factores que veremos a continuación.
La norma general será que el producto, antes de alcanzar la temperatura de régimen, haya tenido
una historia tiempo-Temperatura más o menos larga que dependerá de los factores antes
comentados y de la eficacia del sistema de calentamiento empleado, y que en el enfriamiento
ocurra algo semejante aunque en sentido inverso. Para conocer la letalidad (o la modificación de
las características del producto) producida por un tratamiento en estas condiciones, se tendrá que
tener en cuenta el efecto conseguido tanto durante el calentamiento como durante el
enfriamiento.
La naturaleza del producto es el factor más importante que condiciona la penetración del calor
en los productos, pues determina el mecanismo de penetración del calor que se produce en el
intercambio térmico.
La transferencia de calor se define como la transmisión de energía desde una región a otra debido
al gradiente térmico que existe entre ambas.
Se conocen tres modos de transferencia de calor: conducción, convención y radiación, siendo los
dos primeros los principales mecanismos que intervienen en la transmisión de calor en los
productos cárnicos (Rodrigo, 1982).
La transmisión por conducción tiene lugar por intercambio de energía cinética entre moléculas
sin desplazamiento de las mismas y es el mecanismo que rige el tratamiento térmico en los
embutidos y en todos los productos cárnicos sólidos.
1).- Líquidos de baja viscosidad que permiten la formación de corrientes de convección, en los
que el calentamiento es muy rápido. Esto no se corresponde con lo que ocurre en los productos
cárnicos.
2).- Líquidos de alta viscosidad en los que el calor se transmite por conducción, y por lo tanto el
calentamiento es más lento. Durante el calentamiento y el enfriamiento la temperatura tomará un
valor distinto en cada punto de la masa del producto, por lo que para una localización
determinada, la temperatura variará con el tiempo.
3).- Líquidos que contienen en su seno trozos sólidos de pequeño tamaño. La penetración de
calor viene determinada en gran medida por la movilidad del líquido (proporcional a la relación
sólido/ liquido existente) y la temperatura de los sólidos puede considerarse la misma que la del
líquido que los rodea.
4).-Sólidos con un líquido de cobertura, donde el líquido se calentará por convección (con mayor
o menor facilidad dependiendo de la posibilidad de formar corrientes de convección por los
espacios libres entre los sólidos), y servirá de trasmisor del calor al sólido que a su vez se
calentará por conducción.
En el grupo 4 existe una combinación de los dos mecanismos donde casi siempre prima la
conducción, lo que esta regulado además por la proporción sólido-liquido del producto de que se
trate y el grupo 5 caracteriza propiamente la penetración del calor en la mayoría de los productos
cárnicos como los jamones, embutidos y pastas enlatadas.
En los procedimientos clásicos para evaluar un procesamiento térmico hay un punto o región
dentro del producto, ya sea un embutido o una lata, donde el calentamiento se produce más
lentamente, es decir, donde los microorganismos tienen una mayor probabilidad de sobrevivir,
por lo que si los microorganismos son destruidos en ese punto llamado critico, se puede asegurar
que también lo serán en el resto del producto (Segurajauregui, 1981). Si midiéramos el
comportamiento de la temperatura en el tiempo en ese punto durante el proceso térmico,
observaríamos que tiende a igualarse a la temperatura del medio de calentamiento.
Dado que el efecto de un tratamiento térmico sobre los microorganismos depende tanto de la
temperatura como del tiempo, el punto critico o centro térmico será aquel que haya alcanzado
menor valor letal al terminar el tratamiento y es entonces donde se deben tomar los pares de (t,
T) para la cuantificación del efecto letal del tratamiento.
Generalmente se considera que para productos que se calientan por convección en envases
cilíndricos, el punto crítico se sitúa en el eje longitudinal del envase a 1/4 de la altura, medida
desde la base y para productos que se calientan por conducción en envases cilíndricos como las
latas y los embutidos, el punto crítico se localiza en el centro geométrico de su mása
(Casp,1999). Para moldes de formas menos convencionales, por ejemplo, hay que determinar en
qué punto del eje horizontal se encuentra situado dicho punto. En sentido general, estas formas
de envases para la cocción ya vienen horadadas para que se puedan introducir sensores para el
control de la temperatura. En un alimento que se calienta por conducción y de baja
conductividad térmica como son los productos cárnicos, la superficie del producto alcanza con
bastante rapidez la temperatura del medio de calentamiento, disminuyendo esta a medida que
nos acercamos al centro del envase. Hay entonces un gradiente térmico y un flujo calórico que
penetra constantemente desde las zonas exteriores más calientes hacia las más frías. Al
comenzar el enfriamiento, la parte exterior del envase comienza a enfriarse, lo que da lugar a un
flujo de calor hacia fuera del envase desde las zonas intermedias, que a la vez sigue
manteniendo un flujo de calor hacia el centro, más frío aún que ellas. Esto hace que la
temperatura del centro siga aumentando durante un tiempo aunque haya comenzado la etapa de
enfriamiento, lo que es más marcado a medida que aumenta el diámetro del producto tratado.
Se recomienda realizar La determinación del punto de mayor retraso térmico (López, 1987),
cuando se ha desarrollado un nuevo producto y no hay conocimiento previo del mecanismo de
transferencia de calor que predomina o cuando se va a emplear un nuevo envase.
De acuerdo al tipo de producto que se va a procesar, se llenan varios envases y se les agrega
agua a temperatura ambiente y se cierran herméticamente con el objetivo de obtener una mayor
información del comportamiento térmico del producto durante la esterilización (López, 1987;
Cerezal, 1988). A esos envases se le coloca un sensor en cada una de las posiciones que
caracterizan los mecanismos de transferencia de calor: conducción y convección; dos latas con
termómetros en el centro geométrico y a otras dos a un cuarto de la altura del fondo del envase,
dejando un termopar libre para la lectura de la temperatura del agua dentro del autoclave.
Los termopares se colocan a través del cuerpo del envase y se comienza a registrar las lecturas de
temperatura cada dos minutos, comenzándose con agua a temperatura ambiente y se va elevando
hasta alcanzar 121 °C. Esta temperatura se mantiene hasta que los envases alcanzan 2- 3 ° C por
debajo de esta temperatura de esterilización.
A partir de este momento comenzó la etapa de enfriamiento con agua a temperatura ambiente y
aire a contrapresión s es necesario, hasta que la temperatura de los puntos en estudio es inferior a
los 50 °C (López, 1987 y Stumbo, 1987).
Con los datos de tiempo-temperatura obtenidos para cada posición se procede al ajuste de la
recta por el método de regresión lineal, obteniéndose los coeficientes de correlación para cada
una de ellas. Con las rectas ajustadas se determina el factor de inercia térmica (fh) y se obtienen
los valores medios para cada posición, los cuales deben ser comparados mediante una prueba
estadística para definir el punto de mayor retraso térmico. Estos parámetros se discutirán con
detalle en el capitulo 8 dedicado a los métodos de cálculo.
Para las mediciones de temperatura en el interior de los alimentos se viene utilizando desde
principios de siglo los termopares, acoplados mediante sondas al equipo de medición, pero no
obstante existen otros tipos de sensores como los termistores y semiconductores, muy utilizados
en los equipos modernos de procesamiento de alimentos.
Una vez colocado en posición el sistema de medida de temperatura se podrán obtener los pares
(t,T) o directamente las gráficas correspondientes según el equipo de medición disponible para
conocer la evolución de la temperatura en función del tiempo en el producto y en el medio de
calentamiento donde se produce el tratamiento.
En la Figura 5.2 se muestra un ejemplo
de curva de penetración de calor en un
proceso de pasterización donde se
distinguen perfectamente las dos fases del
proceso:
Aunque este método de cocción a temperatura constante puede considerarse como una curva
típica y recomendada, no es la única forma de tratamiento térmico que se emplea para los
productos cárnicos pasterizados. Eistner (1982) y Lagares (1991) recomiendan también una
cocción escalonada o por etapas y las llamadas cocciones delta e incluso constante a
temperaturas superiores de las que veremos ejemplos más adelante.
120
Si graficamos ahora las
temperatura (ºC)
Fase de enfriamiento: En función del tipo de autoclave empleado, el agua caliente o el vapor se
extrae de la cámara y comienza a entrar agua corriente para comenzar el descenso de la
temperatura del producto hasta aproximadamente 50 °C.
En ambos ejemplos puede notarse cómo la temperatura en el interior del producto continua
aumentando a pesar del comienzo de la etapa de enfriamiento, lo que ocurre por una diferencia
de gradiente entre las capas que rodean al punto frío que aun están cediendo calor, respecto a las
más externas que ya están en contacto con el medio exterior más frío. Este gradiente de
temperatura es función del diámetro del producto, por lo que embutidos o envases de mayor
diámetro alcanzaran valores de temperatura interna más altos que los embutidos más finos o
envases más pequeños, para un mismo valor de temperatura interna final en el proceso.
BIBLIOGRAFÍA
Ball, C.; Olson. F. (1957).- “Sterilization in food technology”. Ed. Mc. Graw-Hill, NY.
Una vez determinado el mecanismo de transferencia de calor del producto y la ubicación del
punto critico, se debe tomar el microorganismo de referencia en función del tratamiento a
aplicar, para evaluar la seguridad del proceso térmico del producto y su inocuidad.
El efecto del tratamiento térmico de pasterización debe ser capaz de eliminar la flora vegetativa y
su efecto puede ser calculado tomando como microorganismo de referencia al D-streptococo,
que aunque no provoca envenenamiento, si es deteriorante a concentraciones de 10 5 UFC/g
En estudios de trabajos desarrollados por Reichert, (1979) y Wojcie- Chowski, (1980 y 1981)
(citados por Stiebing, 1986) se trabajo con estreptococos resistentes al calor, determinándose sus
termorresistencia y su incidencia en la conservación e inocuidad de los productos cárnicos.
Cuando se diseña un proceso térmico para eliminar una carga inicial de ese microorganismo, se
asume que bajo la practica industrial, uno en 100,000 productos pueden ser microbiologicamente
inestables, o lo que es lo mismo, 0,001% de los productos sufren deterioro. Conociendo el valor
de Z= 10 °C y D = 3 minutos a 70 ° C para este microorganismo tomada como temperatura de
referencia, se puede entonces evaluar la letalidad del proceso para cualquier embutido. Al
determinar el tratamiento para la eliminación del D-estreptococo, todos lo microorganismos más
sensibles al calor que él quedaran lógicamente eliminados con dicho tratamiento.
Es necesario entonces tener una unidad de referencia para el tratamiento que equivalga a un
tiempo a una determinada temperatura del proceso, asumiendo instantáneos el calentamiento y el
enfriamiento y esta unidad es el valor de pasterización definido como 1 minuto a 70 °C.
Esto quiere decir, que cualquier proceso térmico llevado a cabo a cualquier temperatura y
durante cualquier tiempo podrá referirse a la destrucción del D-estreptococo y es equivalente a
haberlo tratado durante ese tiempo a 70 °C, siempre y cuando para los cálculos se haya utilizado
los parámetros D y Z de este microorganismo, como veremos a continuación.
Recordemos que la ecuación (3) esta definida para un valor puntual de letalidad a una
determinada temperatura del proceso igual a T, por lo que si integramos desde T = 0 (que es
donde comienza el calentamiento) los valores puntuales del efecto letal en el tiempo a medida
que se incrementa la temperatura en el centro térmico del producto en cuestión, hasta T=Tf, que
incluye la etapa de enfriamiento, tendremos:
Pt=Lt
Por lo que:
Esta ecuación estará determinada también por los intervalos de tiempo en los que se realizan las
mediciones de temperatura, dt, como un método de adición simple y suficientemente seguro que
involucra todos los valores de P alcanzados en el producto durante el calentamiento y el
enfriamiento.
O lo que es lo mismo:
Al aplicar a esta definición el concepto de valor equivalente P, podemos asegurar que si tenemos
por ejemplo, un producto tratado por calor en un proceso a temperatura constante de 80 °C donde
se alcanzo un P = 40 minutos acumulados a través de la cocción y el enfriamiento, esto equivale
a decir que el producto estuvo 40 minutos a 70 °C.
Este tratamiento térmico moderado solo inactiva los microorganismos vegetativos, pero las
esporas psicrótrofas de Cl. botulinum tipo B y E pueden germinar y crecer lentamente aún por
debajo de 10 °C, por lo que los productos necesitan ser almacenados por debajo de 5 °C.
Ft = ∫ 10 t-121° C/z dt
Dado que la muerte de las esporas comienza a temperaturas más bajas y bajo condiciones
prácticas no es posible alcanzar inmediatamente en todos los puntos del autoclave y en el envase
12 1 °C, se incluyó el valor F como valor de comparación y como unidad de referencia para el
cálculo del valor F en el caso de productos ligeramente ácidos se eligió el valor letal de 1 minuto
a 121 °'C.
Una vez establecida la herramienta de comparación, será necesario decidir si el valor obtenido
para cada uno de los procesos es o no adecuado. Esto será más importante en el caso de la
esterilización, donde los productos no tendrán la protección adicional de la refrigeración y un
tratamiento insuficiente constituye un riesgo para la salud publica.
Desde este punto de vista veamos cual sería el valor Fo mínimo en el caso más desfavorable que
lo constituyen los alimentos poco ácidos (pH > 4,5), como son los productos cárnicos.
Para garantizar una suficiente seguridad en las conservas esterilizadas se toma como base el
concepto 12D, o sea, un tratamiento térmico que consiga 12 reducciones decimales, donde el
calentamiento debe ser tan intenso que una espora de C. botulinum por envase se reduzca a 10-12,
o lo que es lo mismo, que en un billón de latas sobreviva solamente una espora. Se podría
suponer que la seguridad es excesiva, sin embargo se debe tener en cuenta que el supuesto
contenido inicial de esporas pueda ser mayor, además de eliminar simultáneamente también
aquellas esporas que son capaces de deteriorar la conserva y que presentan una mayor capacidad
de resistencia al calor, como el C. sporogenes. Las esporas term6filas resistentes al calor deben
ser consideradas solamente cuando las temperaturas de almacenamiento son elevadas, dado que
por debajo de los 40 °C no pueden desarrollarse.
Para el de C. Botulinum, el valor de D 121 °C es igual a 0,21 minutos y z igual a 10 °C. Aplicar el
concepto 12D a la ecuación (2):
Ft = D (log No – N) (2)
12
No = 1 x 10 esporas/ml
N = 100 esporas/ml
Tendremos:
Por lo tanto, cualquier tratamiento con un Fo mayor de 2,52 presentará una probabilidad de
supervivencia para Clostridium botulinum menor de 10-12. En la práctica esto significa que
suponiendo que antes del tratamiento térmico todos los envases producidos estén contaminados
por una espora de Clostridium botulinum, después de un procesado de Fo = 2,5 se mantendrá una
espora superviviente (un envase contaminado) por cada billón de envases tratados.
Pero, ¿Podríamos alcanzar en todos los puntos de los envases dentro del autoclave 121 °C de
manera instantánea para con 2,5 minutos alcanzar 12D?
Debido a la imposibilidad de alcanzar tal condición se aplica entonces el concepto de unidad de
letalidad de referencia para un tratamiento térmico de esterilización equivalente a 1 minuto a
121 °C.
Por ejemplo, un tratamiento de F = 5 significa que la suma de todos los efectos letales de todas
las combinaciones tiempo – temperatura en el proceso de calentamiento, mantenimiento y
enfriamiento EQUIVALEN a 5 minutos a 121 °C, asumiendo calentamiento y enfriamiento
instantáneos, aunque el proceso haya sido realizado a 115°C durante 20 minutos.
En la conservación por calor a menudo se considera solamente este objetivo sin tener en cuentas
los efectos secundarios negativos que un tratamiento excesivo puede provocar.
Dada la complejidad de la acción de los tratamientos térmicos sobre los alimentos en general y
sobre los productos cárnicos en particular, se hace necesaria su optimización para que se
obtengan en cada caso los resultados buscados. Aunque el principal objetivo sea la destrucción
de los microorganismos, no hay que olvidar que a la vez ocurrirán otros procesos deseables
(destrucción enzimática, ablandamiento de los tejidos, mejora de la digestibilidad, etc.) que se
deben controlar para que no produzcan efectos excesivos, y otros menos deseables, pero
inevitables (destrucción de nutrientes, pérdida de cualidades organolépticas, etc.). Esta
optimización debe garantizar que se alcancen los resultados deseables y se minimicen los
indeseables, lo que inevitablemente se lograra con un tratamiento térmico controlado para un
resultado global satisfactorio que no comprometa la calidad del producto pero si garantice su
inocuidad. Para esto es necesario determinar el tipo de tratamiento térmico a aplicar en función
del producto y de las condiciones de almacenamiento ulteriores.
Para evaluar objetivamente la medida de los daños por cocimiento existe en la practica un
método para su evaluación y se define como valor de cocción y se define como la acción de una
temperatura de 100 °C durante el tiempo de un minuto.
Lamentablemente en el marco de los daños por cocción de los productos cárnicos, especialmente
en la correlación temperatura/tiempo, existen muy pocas investigaciones, por lo que para
implementar un cálculo de valor C en el ámbito de los productos cárnicos se requieren más
investigaciones, pues las modificaciones químicas (degradación de sustancias, vitaminas), físicas
(color, separación de gelatina, firmeza) y sensoriales (aspecto, consistencia, aroma y sabor)
debidas al calentamiento son muy diferentes y dependen fundamentalmente de la composición
del alimento. Si se conocieran los valores z específicos de los productos, se podrían entonces
seleccionar una o varias modificaciones para optimizar las modificaciones de calentamiento
mediante las determinaciones del valor C teniendo en cuenta la seguridad microbiológica
(Stiebing, 1986).
C = ∫ 10 t-100/33 dt
Como este parámetro se relaciona con los “daños”, debe ser el mínimo posible.
Lógicamente, el efecto de este valor de cocción en la superficie de un embutido debe ser más
elevado que en otro punto del producto, pues estos puntos están en contacto directo con el medio
de calentamiento y están expuestos más tiempo a la temperatura de proceso. Cuanto menor sea la
diferencia entre la temperatura y el medio de calentamiento se acumulara menor daño térmico
Co y este es el basamento de la cocción escalonada, con la cual se pretende un fraccionamiento
de los parámetros de calentamiento del proceso, ya sea de pasterización o de esterilización, de
forma que la curva de temperatura interior se comporte con un ángulo constante ascendente
(Eistner, 1982).
BIBLIOGRAFÍA
Casp, A., Abril, J. (1999).- “Procesos de conservación de alimentos”. Colección tecnología de
alimentos, Ed. Mundi-Prensa, España.
Michels, L. (1982).- “La transferencia de calor en los productos alimenticios en relación con
parámetros de esterilización de las conservas”. Rev Agroquim. Tecnol. Aliment. 22, 1:55-64.
El método gráfico surge de los razonamientos lógicos llevados a cabo sobre el estudio de la
muerte térmica de los microorganismos y en la esterilización parcial y su importancia consiste en
que sirvió de base para el desarrollo de los restantes, como son el método general.
El método se basa en los datos obtenidos de una curva de muerte térmica y otra de penetración
de calor en un recipiente. En una curva de penetración de calor la esterilidad viene dad por las
esterilidades parciales o razones letales. Para la construcción del gráfico se pone el tiempo en el
eje de las abscisas y las razones letales correspondientes a la temperatura del producto, en el eje
de las ordenadas. Las características de este método es la solución grafica del calculo de F, el
empleo de la curva TDT para obtener y el área bajo la curva se puede medir con un planímetro o
se pueden contar los cuadros del papel. Gráficamente, se obtendrían una serie de cuadros más o
menos rectangulares , correspondiente a los intervalos de tiempo en que se toman las lecturas.
Las ventajas de este método están en su sencillez, es la base de todos los demás métodos e
introduce el concepto de la contribución de todas las temperaturas al valor de esterilización.
Además no requiere de grandes cálculos matemáticos.
Como desventaja principal se puede resaltar que los resultados obtenidos no son extrapolables a
otros procesos realizados a diferentes temperaturas en tiempos diferentes. Con este método no
era posible comparar una esterilización de X minutos T temperatura con otra de Y minutos a T2
temperatura y no sabemos cual es mayor no si son equivalentes.
7.2.- Método general
El método general es una variante del método gráfico y es un procedimiento para la integración
del efecto letal de varias relaciones tiempo-temperatura en un determinado punto del alimento
durante el proceso térmico. Con los valores obtenidos de las mediciones realizadas se obtiene
una curva que representa las temperaturas existentes durante el proceso. Cada temperatura
representada como un punto de la curva se considera que tiene un valor letal.
Era fácil comprender que con el método grafico no era posible comparar una esterilización de X
minutos a T temperatura con otra de Y minutos a T2 temperatura y no sabremos cual es mayor
ni si son equivalentes.
La mayor contribución de Ball (1923) fue la introducción del concepto de la curva hipotetica
que pasa por un minuto a 250° F, ese valor lo llamó F y desde entonces es sinónimo de
esterilización, o mejor dicho de procesamiento. Ese concepto nos permite obtener valores de
esterilización que toman como punto de referencia a F y después es posible comparar los
procesos resultantes.
1000
t
100
10
log t – log
log 10
log
F
1 Z
log
0.1
T
210 220 230 240 250 T (°F) 260
T − 250
Log F − Log t =
Z
T − 250
Log F = log
t Z
T − 250
L=F = Log −1
t Z
Donde:
Con el valor de la razón letal calculada según la anterior fórmula se construye un gráfico, pero en
este caso la esterilización siempre tiene como punto de referencia a F y la temperatura de
referencia será 250°F ó 121 °C y en el eje de las coordenadas se coloca la razón letal
correspondiente a los puntos de la curva. El área se calcula por diferentes métodos y el resultado
es un proceso que se expresa en número de F que pueden ser comparados con cualquier otro
proceso a otra temperatura durante un tiempo diferente.
Razón letal
Tiempo Temperatura 250 − T F
250 – T
Minutos Punto frío Z F
2 217 33 1.665 46.24 0.216
Nota:
1
1.665 es log T/F y F/T =
46.24
Las razones letales aparecen tabuladas en textos sobre el tema para diferentes valores de Z. Para
ello consideran a la razón letal como L y la curva que pasa en un minuto por 250°F, tenemos:
1 250 − T 250 − T
1 y log ( F =1) T = de donde T = Log −1
T Z Z
−1 T − 250 1
lo que hace a L = Log =
Z T
Si utilizamos esta fórmula que relaciona distintas temperaturas y distintas Z como base, el
concepto de razón letal toma una forma abstracta que solo está en función de Z y de T. Podemos
convertir entonces el área de esterilidad A considerada como unidad en el área de unidad de
letalidad y tendremos, por definición de esterilidad.
( 250 − T )
t dt T
∫c T
=1 pero sabemos que:
F
= 10 Z
1 1
que sustituyendo y arreglando queda: = x 10 ( 250 −T ) / Z
T F
1 L
que es igual a log −1(t −250) / Z = y sustituyendo e integrando
F F
t dt
∫
t
= tL ∫ Ldt = F
o T ∫o F dt = 1 ó
o
7.3.-Método matemático.
El método matemático fue desarrollado por Ball (1923) y su utilización consiste en poder
calcular importantes parámetros térmicos o de operación mediante la utilización de correlaciones
matemáticas.
Para diseñar o evaluar un proceso de tratamiento térmico se parte de la obtención de una data de
penetración del calor (T vs t) obtenida para el punto de calentamiento más tardío y para obtener
la curva de calentamiento se plotea la diferencia entre la temperatura del autoclave y la
temperatura del producto en la escala logarítmica contra el tiempo en la escala lineal. Este
procedimiento se realiza con una rotación de 180° del papel semilogarítmico. Para obtener la
curva de enfriamiento se plotea la diferencia de la temperatura del producto y la temperatura del
agua de enfriamiento contra el tiempo en la escala lineal. En la figura 7.2 se puede apreciar los
diferentes parámetros que intervienen para los cálculos.
.La parte recta de la curva de calentamiento se
extrapola hasta el origen, dando un punto
correspondiente a –log (RT-TA), siendo TA la
temperatura seudoinicial.
Siendo:
U = Equivalente en minutos a la temperatura del autoclave de todo el calor letal recibido por un
punto de la lata durante el proceso.
F= Equivalente en minutos a una temperatura de referencia de todo el calor considerado con
respecto a la capacidad para destruir células vegetativas o esporas de un microorganismo
dado.
Este valor de fh/U se introduce entonces en la expresión, dando el valor de F del tratamiento
térmico.
Este método es más rápido que los anteriores y su principal ventaja es que permite a partir de un
F determinado por un tiempo de proceso B aplicado de antemano, calcular otro valor de F, a
partir del calculo de un fh/U y de las tablas el valor de g correspondiente, el que se introduciría
en la ecuación y con el F deseado determinar el nuevo tiempo de proceso B.
B = Pt + 0.4 l
Como puede apreciarse, con este método se calcula el valor de F de un tratamiento térmico ya
realzado y no da la posibilidad de diseñar de antemano el valor F a aplicar a un producto dado en
función del tipo de producto y de las condiciones posteriores de conservación.
Las limitaciones de este método matemático fueron resueltas por Patasnik (1953) mediante el
desarrollo de un método de calculo muy sencillo y práctico para la determinación del valor de
esterilización y pasterización, que se basa en el conocimiento de las razones letales en cada
minuto de proceso a la temperatura del mismo durante el calentamiento y el enfriamiento y a
través del tiempo de aplicación del calor y de una forma muy sencilla se pueden sumar estos
valores de f/t que además se encuentran tabulados en función del microorganismo para los
distintos valores de Z. que se toma como referencia para el proceso, ya sea el proceso de
esterilización como de pasterización (Stumbo, 1973).
El producto de la sumatoria de estas razones letales por el valor del intervalo de tiempo escogido,
da directamente el valor F del proceso, según la siguiente fórmula (Patashnik, 1953).
Tf
Fo = ∆ t Σ (F/t)
Ti
Donde:
F/t – razón letal.
t – intervalo de tiempo constante en minutos.
Este método da la posibilidad de un calculo directo a la vez que esta sucediendo el proceso y con
esto se puede alargar el proceso o interrumpirlo cuando se considere que se ha alcanzado las
razones letales suficientes.
Cuando los procesos son largos, las mediciones pueden realizarse cada varios minutos que serian
fijos para la realización de las mediciones de tiempo y el factor delta t daría entonces la
posibilidad de tener en cuenta los valores f/t que no se tuvieron en cuenta de manera puntual.
F/t
t
F = F/t x t
BIBLIOGRAFÍA
Ball,, C. O. (1923).- “Thermal process time for canned foods”. Bolletin of the National Research
Council. V 7, part 1, # 37 :76.
Bigelow, W. (1921).- “The logaritmic nature of thermal death time curves”. Inspect. DIS.,
29:582-536.
Stumbo, C. (1973).- “Termobacteriology in food processing”. Ac. Press Inc. 2da Ed. NY.
CAPITULO 8.- CLASIFICACIÓN DE LAS CONSERVAS CÁRNICAS
R. M. de la Mella
Desde 1970 fue realizada por Leistner una clasificación de las conservas de carne en función de
la intensidad del tratamiento térmico que se aplique y en ella pueden distinguirse 6 tipos de
conservas en dependencia del calor aplicado para la destrucción de los microorganismos:
semiconservas, tres cuartos , totales y conservas tropicales (Stiebing, 1986). En la Tabla 8.1 se
aprecia como solo los tres primeros solo son estables y seguros si se almacenan en refrigeración.
El resto de las categorías de productos pueden almacenarse sin refrigeración en función de la
temperatura ambiente del lugar donde se fabriquen y del destino del producto.
Tabla 8.1.- Clasificación de los productos cárnicos según el tratamiento térmico aplicado
Denominación y tiempo de
Temperatura Flora que se elimina
almacenamiento
Grupo 1 Semiconservas 65 – 75 ° C microorganismos
6 meses a aprox. 5 ° C P: entre 40 y 60 vegetativos
En las conservas tres cuarto se destruyen los microorganismos vegetativos, las esporas
psicrótrofas (Clostridium botulinum tipo B, E) y esporas de bacilos mesófilos, pero no las cepas
proteolíticas resistentes al calor de Clostridium botulinum tipo A y B para lo cual se requiere un
valor F de 2,5. Por eso, para evitar una reproducción de estas esporas se requiere también un
almacenamiento de los productos a temperaturas por debajo de 10 °C y el almacenamiento puede
superar el año. No obstante, a menudo se conservan estas productos a temperatura ambiente (25
° C) por más de un año sin alteraciones, lo que se atribuye al efecto de algún obstáculo adicional
como es el nitrito y a una contaminación inicial de esporas muy bajo (Muller, 1989).
Para la obtención de conservas para zonas tropicales se requieren valores F de 12,0 a 15,0
mediante lo cual se inactivan todas las especies microbianas. A temperaturas de almacenamiento
de 40 °C se produce una rápida degradación química (abiótica) del contenido, por el tiempo de
almacenamiento no debe superar el año a menos que se tomen medidas para evitar la aparición
de rancidez del contenido y cambios de coloración en la superficie debido a problemás de
permeabilidad del material de envase.
Para los productos clasificados conforme a esta tabla, el obstáculo preferencial respecto al
crecimiento microbiano lo constituye el tratamiento térmico, prestado especial atención
solamente al calentamiento y a la conservación bajo refrigeración . Así, cuando se aplica un
agente único de conservación, este debe aplicarse en forma muy drástica, a niveles extremos,
para lograr buenos resultados (Yánez, 1989).
Sin embargo existen otros factores además de la temperatura, como pH, aw, potencial redox que
si se ajustan a niveles subcríticos pueden resultar en un conjunto critico para el microorganismo
en cuestión. Un pH ligeramente inferior al óptimo, una aw también inferior individualmente
considerados, podrían no tener un efecto de importancia, pero de conjunto crean una situación
donde el microorganismo muere o queda dañado, siendo fácil de matar con un tratamiento
moderado (Leistner, 1982).
La eliminación de los microorganismos y la estabilidad microbiológica del alimento mediante la
adecuada combinación de los mismos se conoce como “efecto de obstáculos”. Esta teoría fue
desarrollada por Leistner (1979) y ha servido de base al desarrollo de varios productos que se
conservan sin refrigeración, mediante el conocimiento de que pequeñas variaciones de los
distintos “obstáculos” poseen un gran efecto en la suma de los mismos, pudiendo por lo tanto
modificar sustancialmente la estabilidad de un producto cárnico (Muller, 1989).
Para el caso de embutidos escaldados son importantes los obstáculos de t (baja temperatura),
valor F (elevada temperatura), aW (poca agua disponible), valor Eh (disponibilidad de oxigeno
disminuida) y el empleo de aditivos conservantes. Los productos resultantes de la aplicación de
estas tecnologías se conocen como productos autoestables (SSP; Shelf Stable Products de sus
siglas en ingles) y se elaboran mediante un calentamiento moderado en recipientes que impiden
la penetración de microorganismos (latas, frascos, plásticos, tripas, etc.) conservándose sin
refrigeración.
En función del obstáculo que resulte más importante para la estabilidad microbiológica del
producto se clasifican en: aw-SSP, F- SSP y PH-SSP.
En la Tabla 8.2 se puede apreciar los requisitos de elaboración para la estabilidad de dichos
productos.
8.1.- Aw-SSP
Dentro de los aw-SSP puede citarse a la mortadela italiana como embutido de conservación
prolongada. Para su estabilidad mierobiol6gica es un requisito indispensable que mediante el
calentamiento del producto a aproximadamente 80 °C se destruyan los microorganismos
vegetativos.
8.2.- F-SSP
Desde hace mucho tiempo existe en el mercado alemán salchichas enlatadas con tratamientos de
¾ conservas y almacenadas a menos de 10 °C, sin embargo, se puede producir este producto con
estabilidad sin refrigeración con los daños subletales que provocan las aw y el Eh y estables a
temperatura ambiente (Leistner, 1987).
8.3.- pH-SSP
Los productos cárnicos con pH < 4,5 son inaceptables desde el punto de vista sensorial, sin
embargo, se pueden elaborar salchichas en gelatina con este pH mediante la adición de ácido
acético o GDL y almacenarlo sin refrigeración después de un tratamiento térmico ligero. Estos
productos deben ser cocidos hasta 80 °C y su aw reducida hasta valores menores de 0,97, con un
pH entre 5,4 y 5,6. Los microorganismos son inhibidos con estos valores de pH y los restantes
obstáculos (Leistner, 1987).
Resulta fundamental en la elaboración de productos SSP, que no exista la posibilidad de una
recontaminación debido, por ejemplo, a una falta de impermeabilidad de los envases. Esto es
valido especialmente para los productos en tripas y cocidos en autoclaves, en los que se ha
podido comprobar un gran porcentaje de permeabilidad en los cierres .
Estos tipos de productos son adecuados para países menos desarrollados para evitar el alto costo
de la energía eléctrica, sin embargo, también son de interés para los países desarrollados y en
particular para las raciones para el ejercito, debido a que los soldados prefieren los alimentos
frescos antes de las raciones enlatadas (Leistner, 1994). Su mayor ventaja viene dada por su
escaso calentamiento que implica un alto valor nutritivo y menor costo de fabricación y la
eliminación de la energía necesaria para la refrigeración en el almacenamiento (Leistner,92;
Leistner, 1993).
BIBLIOGRAFÍA
Leistner L. (1985).- “Hurdle technology applied to meat products of the Shelf stable products
and intermediate moisture food type” in “ Properties of water in foods”. Edited by D.
Simatos and J.L. Multon. England
Leistner, L (1987).- “SSP and intermediate moisture food based on meat” in “Water activity:
Theory ana applications to food”. Ed. L.Rock and L.Beuchat, N.Y.
Leistner, L. (1992).- “Food preservation by combined methods”. Food research international 25,
151-158
Leistner, L. (1994).- “Further development in the utilization of hurdle technology for food
preservation”. J of food Engineering 22:411-422.
Muller, W., (1989).- “Heat treatment and smoking of kochwurst and cooked cured products”.
Fleischwirstchaft, 69 :1830-1835
Yánez, J.; Santos, R.; Andujar, G. (1989).- “Importancia de los procesos térmicos en los
productos cárnicos”. Boletín técnico 31, “El tratamiento térmico en los productos cárnicos” ” en
“El tratamiento térmico en los productos cárnicos”, Boletín Técnico 31, IIIA paginas 1-8.
CAPÍTULO 9.- CÁLCULO DEL VALOR LETAL DE UN TRATAMIENTO
R. M. De la Mella
A continuación se expondrá mediante ejemplos practico los cálculos para los dos tipos de
proceso.
La Tabla 9.1 muestra los valores de tiempo, temperatura y valores letales del tratamiento térmico
de un embutido de 22 centímetros de diámetro y 10 de largo cocido en baño de agua y se puede
apreciar la influencia de la temperatura en el incremento de los valores letales y en el valor de
pasterización total. Se ensayaron dos procesos diferentes; 7 minutos a 90 °C del medio de
calentamiento y ese mismo tiempo con el agua a 95 °C.
El cálculo del valor de Po se realizó determinando las fracciones letales a la temperatura del
producto en el centro térmico cada 1 minuto y sumándolas sucesivamente hasta terminar el
proceso. Durante los 7 minutos que transcurrieron durante la cocción el Po a 90 °C fue solo de
9,5 que se incremento a 22,25 durante la fase de atemperado, sin embargo, al aumentar la
temperatura de proceso se alcanzó en la cocción un Po de 31,1 que se completo en el
atemperado con valores de 69,41.
De este ejemplo se puede apreciar también como alcanzar valores de 70 °C o más como es el
caso de la cocción a 90 °C no son suficientes si el diámetro del embutido es pequeño, debido a
que la elevación de la temperatura es rápida en corto tiempo e insuficiente para alcanzar la
pasterización requerida. Puede apreciarse también como el incremento de la temperatura en el
punto frío una vez que se detiene la aplicación de calor es más discreto en el tratamiento a 90
que en el de 95 y por tanto, el valor de las fracciones letales parciales es menor y se acumula
menor Po total.
A medida que se incrementa el diámetro de la pieza el punto de mayor retraso térmico se aleja
más del medio de calentamiento y la penetración de calor se hace más lenta, por lo que en
igualdad de condiciones de cocción, un embutido fino como el perro caliente, por ejemplo,
alcanza los 70 °C en dicho punto en menor tiempo que un salchichón y este más rápido que el
jamón . De igual modo, la temperatura interna comienza a descender también más rápidamente
cuando comienza el atemperado o el duchado en las piezas de menor diámetro, lo que provoca
que la acumulación de efectos letales f/t durante esta fase del proceso sea menor a menor
diámetro. A medida que aumenta el diámetro, no son suficientes los Po obtenidos en la cocción
pero se complementan con los obtenidos en el atemperado.
Al calentar embutidos de diferente calibre hasta una temperatura igual en el centro, entonces
forzosamente el de mayor calibre ha sufrido un efecto de calentamiento más elevado debido al
aumento más lento de la
80 temperatura y esta
diferencia se incrementa
70
cuando aumenta el
60 calibre de la pieza. En
Temperatura (°C)
0
0 100 200 300
respectivamente y
se pueden apreciar
2 1- superficie las curvas que
1 2-centro sirvieron de calculo
para el valor C.
Obsérvese como la
pendiente en caso
del salchichón es
menor tanto para la
Tiempo (min) superficie como
para el punto frío
Figura 9.2.- Curvas de penetración de calor en el centro y superficie en por tener menor
Salchichón diámetro y se
aprecia también un descenso más marcado de la temperatura cuando cesa el calentamiento,
mientras que el incremento de la temperatura en el punto frío es mayor para el jamón después de
terminada la cocción.
90
Veamos ahora la influencia
80
del método de cocción en
70
un mismo producto (Tabla
9.3). Estos datos (García,
Temperatura
60
T e m p e r a tu
50
1992; Santos, 2001)
40 corresponden a diferentes
30 regímenes de tratamientos
20 térmicos probados para
10 estudiar la calidad de
0 fiambres cocidos en moldes
0 50 10 0 150 200 25 0 30 0 350 400
T i em p o ( m i n )
con diferentes métodos.
c e n tr o s u p e r f ic ie
Figura 9.3 .- Tratamiento térmico del jamón embuchado. Datos del
centro y superficie
Tabla 9.3.- Influencia del método de cocción sobre los parámetros de proceso
Máxima Tiempo Tiempo Calor consumido
Tratamiento Temp. cocción enfriamiento (Kcal/t de Po Co
interna (min) hasta 40 ° C producto)
∆t = 40°C y 21,50 6,40
A cocción a 71 270 2 h. 20 min 11517 44,97 7,25
95 ° C 66,47 13,65
21,57 7,99
Cocción a
B 70 210 2 h. 20 min. 146057 50,66 6,30
80 °C
72,23 13,29
Cocción 31,74 10,11
D escalonada 70 400. 2 h. 20 min. 141662 38,73 8,72
∆t = 25°C 70,47 18,83
21,90 5,25
Cocción a
E 72 150 2 h. 20 min. 180285 51,40 9,17
95 °C
73,30 4,42
60
temperatura interna
50
alcanzada (Tabla 9.3).
40 Estas mediciones
Temp. Horno fueron realizadas en 4
30
Autómata piezas de mortadella
20 Termopar 1
colocadas en diferentes
10 Termopar 2
posiciones dentro de la
Termopar 3
0 cámara de horno para
0 100 200 300 400 determinar la
Tiempo (min) homogeneidad de la
Figura 9.5.- Curvas de penetración de calor de productos dentro del horno circulación del aire
caliente en la misma
(Santos, 2001) y en la
Tabla 9.4 puede apreciarse lo que esto significa en valores de P, estas diferencias.
Tabla 9.4.- Temperatura interna y valores de pasteurización en diferentes posiciones del horno
Po Tmáxima
55,60 71,00 Autómata
71,32 70,5 Termómetro 1
98,30 72,00 Termómetro 2
36,42 68,00 Termómetro 3
Para los diseños de proceso de un producto dado se debe tener en cuenta también el medio de
cocción donde esta se realizara y la cantidad de producto a tratar térmicamente.
No se alcanzará en el mismo tiempo, por ejemplo, la temperatura deseada al final de la cocción
en un pequeño número de piezas cocidas en un tacho con agua, donde el medio de calentamiento
cederá calor a un volumen pequeño de producto, que cuando se trabaja en condiciones
industriales con los tachos llenos a su máxima capacidad en condiciones normales. El ejemplo
ilustra la cocción de un solo cesto con 80 piezas de una mortadella en un tacho para la cocción
con capacidad de dos cestos y se puede apreciar la extensión en 40 minutos en el tiempo de
proceso para una misma temperatura final deseada cuando el equipo esta trabajando a plena
capacidad y con mayor volumen de producto frío. La Tabla 9.4 ilustra el comportamiento del
tiempo de proceso y la penetración de calor en estas circunstancias (Mella, 2003).
Fc = 5,7 minutos
Ft= 9,4 minutos
Tiempo de proceso = 150 minutos
Temperatura inicial del producto = 14,6 °C
∆t = 10 minutos
Coming up = 20 minutos
Máxima temperatura interior = 113, 7 °C
tiempo (min)
Dentro de los productos cárnicos
Figura 9.6.- Gráfico de penetración de calor del Chopped ham
más apetecidos se encuentran los
pates o pastas untables y debido a que se elaboran con materias primas cocidas se procura no
realizar tratamientos a altas temperaturas que perjudiquen su calidad.
Un ejemplo de la influencia del tamaño del envase se presenta en la Tabla 9.8, donde se sometió
a esterilización a 121 °C una carne troceada en proporción 80/20 de contenido sólido / liquido en
envase de un galón, de los conocidos para consumo social o de cafeterías. En este caso se
interrumpió el proceso cuando el producto acumulaba un F = 6 que continuo elevándose en la
etapa de enfriamiento hasta un valor de 12 para un proceso de 63 minutos a 121 °C.
Tabla 9.8.- Resultados de esterilización de carne en su jugo en envase de un galón (Mella, 2000
; Mella, 2002)
Temperatura
Tiempo de Tiempo de Temperatura
T inicial F Máxima
Fc proceso enfriamiento de proceso
(°C) total alcanzada
(minutos) (minutos) (°C)
(°C)
75,5 6,0 63,5 12 42 118,3 121
En las corridas de
observación
(figura 9.7) el
agua necesita 66
minutos para
alcanzar la
temperatura de
trabajo. Como en
esas pruebas de
observación el
autoclave no fue
llenado a plena
capacidad, el agua
no encuentra
suficiente mása
fría para ceder
calor y alcanza la
temperatura de
trabajo de 121 °C
con relativa
rapidez si tenemos
en cuenta que el
agua, como medio
de esterilización,
entra a
Figura 9.7.- Proceso térmico de Chopped Ham. Corridas de observación temperatura
ambiente en un
autoclave de esterilización por lluvia. En este momento el producto el producto esta
relativamente frío aun, lo que provoca que el proceso sea largo, de 106 minutos para alcanzar
Fo= 3,2 minutos. Por la razón antes dicha el caudal de agua a temperatura ambiente usada para el
enfriamiento tiene poco calor que extraer y en 60 minutos. se alcanzaron 80 °C en el centro del
producto para un Fo total promedio de 8,0.
La experiencia de estas pruebas permitió la definición del tratamiento térmico del producto
empleando el autoclave a plena capacidad, poniéndose de manifiesto la importancia del escalado
de los experimentos.
Cuando se definen tratamientos térmicos para nuevos productos o nuevos tamaños de envases, se
deben confirmás los resultados en las condiciones industriales y es de gran importancia la
correlación de todos los parámetros de proceso para que estos tratamientos sean replicables.
Aunque tratemos térmicamente a los productos cárnicos con la temperatura necesaria para la
eliminación de los microorganismos como si este fuera el único obstáculo para su crecimiento,
no se puede desconocer que en su elaboración intervienen otros elementos como la sal común y
el nitrito de sodio, que juegan un rol definitivo en la reducción de la aw y un conocido efecto
antimicrobiano, respectivamente, como se explico en los productos auto estables, que junto a una
adecuada higiene del proceso desde la obtención de la materia prima y buenas practicas de
elaboración permiten una reducción de la intensidad de los tratamientos sin llegar a ser auto
estables dentro de alguna de las tres clasificaciones descritas, pero los conceptos de ecología
microbiana involucrados con la aplicación práctica de tratamientos térmicos moderados a
productos con determinados niveles de cloruro de sodio y nitrito están relacionados con el
modelo de los obstáculos sucesivos de Leistner ya descrito, combinando niveles ambientales
subcríticos para la creación de una situación critica para la supervivencia de los microorganismos
o esporas en cuestión (Leistner, 1992; Leistner, 1993; Leistner, 1994).
En la Tabla 9.10 se presentan algunas de las características de productos que se venden desde los
años 80 en el mercado internacional, según reportes del CODEX.
Según la clasificación de las conservas cárnicas, los embutidos en salmuera son considerados
“conservas plenas”, debido al tratamiento térmico aplicado con un Fo entre 4.0 y 5.5, lo que
permite su conservación por 4 años sin necesidad de refrigeración (Wirth, 1979). Otros autores,
sin embargo (Hauschild, 1985; Ingram, 1987 y Yánez, 1987), consideran elevados estos valores
y recomiendan Fo entre 2 y 3 como suficiente para este tipo de producto. En lo que sí existe un
consenso generalizado, es en que, los embutidos en salmuera no son conservas tropicales (F entre
12 y 15). No obstante, no existen muchos trabajos en la literatura que se manifiesten respecto al
amplio intervalo que existe en la clasificación de conservas entre las “plenas” y las “tropicales”.
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CAPÍTULO 10 .- TECNOLOGÍA Y EQUIPAMIENTO PARA EL PROCESAMIENTO
TÉRMICO
R. Santos
R. M. De la Mella
10.1.- Productos pasterizados
Estas cámaras también se conocen como gabinetes de cocción, en ellas sólo se puede cocinar el
producto y no es posible aplicar el ahumado tradicional, pues por lo general no tienen
ahumaderos ni brindan la posibilidad de ahumar, son un gabinete para cocinar en un ambiente de
vapor saturado. Pueden aplicarse tratamientos escalonados ó a temperatura constante. Sus
características y un ejemplo de ellas, se muestran en la Figura 10.1. Estos equipos se construyen
generalmente con planchas de acero inoxidable.
En algunas industrias pequeñas o en grandes cocinas pueden contar con otros tipos de tachos más
prácticos y pequeños, conocidos también como marmitas de cocción, como las que se muestran
en la Figura 10.3. Los métodos para cocinar en las mismás son similares a los empleados en los
tachos tradicionales y se cumplen los mismos principios detallados con anterioridad.
Figura 10.3.- Marmitas de cocción
Estas cámaras en general se utilizan para cualquier tipo de producto cárnico. Son hornos muy
artesanales y en ellos las mermás de cocción son elevadas, ya que el ambiente de aire seco va
secando la superficie del producto y las mermás son constantes durante todo el proceso de
horneo. El empleo de tripas impermeables en este tipo de cámara puede provocar la rotura de las
mismas debido a la aplicación de calor directo. Tomando en cuenta el auge que ha tenido el
empleo de las tripas impermeables, estas cámaras de horno ya no son muy utilizados en la
industria cárnica moderna, no obstante, en Cuba todavía existen en muchas plantas procesadoras
que no han recibido reparación capital e inversión en equipamiento. En la Figuras 10.4 se
muestran algunos ejemplos de como eran los hornos hace muchos años en algunos países, y en
particular en fábricas artesanales en España.
- Hornos de carbón
- Hornos eléctricos
- Hornos de gas
-.Hornos con serpentín de vapor para calentar el aire
Estos tipos de horno producen un aire seco para la cocción y mediante los resultados de
múltiples estudios realizados en la Planta Piloto de Carne del Instituto de Investigaciones de la
Industria Alimenticia (IIIA) por Santos (1985) se han propuesto los siguientes tratamientos para
diferentes productos como se muestra en la Tabla 10.1. Estos resultados se han aplicado a
diferentes tipos de hornos que trabajan con aire seco en varios Combinados Cárnicos del país y
fundamentalmente en hornos de procedencia argentina, en otros de diferentes procedencias
existentes en la industria y también en algunos diseñados por la empresa constructora de
maquinaria del Ministerio de la Industria Alimenticia.
Son los hornos más completos que existen en la tecnología de la industria cárnica mundial, en
ellos pueden aplicarse procesos muy diversos, como cocción en aire caliente y seco, ahumado
tradicional con aire seco y caliente, tratamientos con cocción con vapor directo saturado ó
combinaciones de estos medios, por ejemplo secado y ahumado con aire caliente-seco y cocción
con vapor saturado, o cocción con aire caliente humedecido por una atomización de agua o vapor
saturado. Un ejemplo de estos hornos aparece en la Figura 10.5. Cuando utilizamos medios de
cocción húmedos como vapor saturado ó aire humedecido por atomización, el proceso es más
rápido, efectivo y económico, ya que este es mucho más eficiente con una trasmisión de calor
mejor y más rápida, donde se logran mermás menores con
un incremento de la producción y la rentabilidad de la
empresa productora (Santos,1989a).
La generación del humo ocurre mediante la combustión incompleta de aserrín fino o grueso y
trozos de madera ó mediante la atomización de humo líquido dentro de la cámara.
Existen dos tipos de ahumado: en frío y en caliente. El ahumado frío se aplica a los productos
crudos fermentados y en algunas ocasiones para el salami de hígado. El ahumado en caliente se
realiza a más de 70 °C con aire caliente y seco, además del humo.
Aunque en algunos países y para algunos productos no se emplea el humo como sabor
característico, en Cuba es tradicional el empleo del ahumado, tanto para piezas curadas como en
embutidos y en función de la envoltura y del sistema de horneo empleado, se aplicará dentro de
la masa o directamente en la cámara.
Debido a la aplicación directa del humo sobre la superficie del producto cárnico es necesario
dedicarle la debida atención al ahumado desde el punto de vista del origen de las maderas y de la
obtención del humo propiamente, lo que se tratará más adelante.
- Cocción.- Es la etapa final del proceso de tratamiento térmico del producto, por lo que es
necesario elevar la temperatura de la cámara y aumentar la eficiencia de la transmisión de calor
del medio ambiente al producto. El calor se trasmite desde la superficie hacia el centro del
embutido o de la pieza de carne, y en la medida que se eleva la temperatura en el centro, más
lento y difícil será la penetración de calor, por lo que tenemos que aumentar la eficiencia del
proceso lo que se logra a través de un medio húmedo (vapor saturado ó aire húmedo). La
cocción con calor seco alarga los tiempos de proceso e incrementa las mermás, con un gran
arrugamiento y secado de la superficie. La penetración de calor que comienza desde la etapa de
secado termina con la cocción y la temperatura en el centro debe incrementarse hasta lograr la
pasteurización del mismo, como se ha explicado en capítulos anteriores.
La cocción con vapor saturado directo no puede sobrepasar los 74 – 76 °C. Temperaturas
superiores provocan roturas de las tripas y, en el caso de piezas curadas, las mermas por goteo y
fusión de grasas son elevadas, con solubilización del colágeno de las piezas (Andujar, 1989;
Müller, 1989; Santos, 1989b).
El desarrollo del color de curado mediante la reacción de la mioglobina con el nitrito de sodio
adicionado y el comienzo de la desnaturalización de las proteínas necesita un tiempo previo a la
cocción, el que se hace más necesario en los embutidos finos debido a que el aumento de la
temperatura en ellos es mayor que en los productos de mayor diámetro. Esto determina la necesidad
de un atemperado antes del horneo para facilitar el posterior enrojecimiento del producto, el cual se
lleva a cabo a temperaturas entre 40 y 60 °C. Este proceso empieza en el secado y concluye en el
ahumado. Si el embutido es fino (18 a 24 mm) la entrada al horno ocurre aun a bajas temperaturas
del producto (menos de 20 °C) y el desarrollo del color no es completo, quedando zonas grises
fundamentalmente en el centro del mismo, lo cual es un defecto grave en el producto.
- Duchado.- El duchado es el final del tratamiento térmico de los embutidos y tiene como objetivo
disminuir lo más rápidamente posible la temperatura del producto, por lo que al menos la superficie
de los mismos debe estar atemperada para cortar la evaporación superficial y con ello disminuir las
pérdidas durante el proceso térmico y mejorar la presentación de los productos, evitando el
arrugamiento superficial de las envolturas.
Está comprobado que duchar y refrigerar los embutidos inmediatamente después de la cocción
disminuye considerablemente las mermas. Los productos curados no se duchan pero para evitar las
pérdidas deben ser refrigerados una vez que descienda su temperatura en el atemperado.
El duchado debe realizarse mediante agua a temperatura ambiente o fría, incluso en los procesos
continuos de horneo. Por ejemplo, para perros calientes y salchichas, el duchado tiene que ser
rápido y se utiliza agua fría o preferiblemente salmuera que en algunos casos alcanzan – 6 °C.
Debido a su pequeño diámetro, estos productos se enfrían rápidamente y pueden pasar
directamente al empaque al vacío, más o menos mecanizado en función de la tecnología
instalada, por lo que la temperatura máxima alcanzada en la cocción debe sobrepasar los 70 °C
debido a que prácticamente no acumularan rezones letales en el atemperado.
Tabla 10.2.- Tiempo de horneo por calibre para un tratamiento de cocción con vapor saturado
Calibre Relación
Productos Tiempo total ( minutos)
(milímetros) (minutos/milimetros)
Salchicha 18-22 60 5,33-2,75
Perro caliente 22-24 90 4,0-3,75
Butifarra 38-43 120 3,16-2,79
Embutido Grueso 80-100 270 3,38-2,70
Embutido Grueso 80-120 330 3,30-2,75
Lomo sin hueso 80-100 300 3,75-3,0
En la Tabla 10.4 se puede apreciar la reducción en el tiempo de proceso debida al empleo de vapor
saturado en la cocción con respecto al empleo del aire caliente, lo que representa además una
ventaja económica por la reducción de las mermas.
Tabla 10.4.- Comparación de los tiempos totales por productos para diferentes tecnologías.
Cocción con aire caliente Cocción con vapor
Productos
(horas) (horas)
Perro caliente 2,5 1,5
Butifarra 3,0 2,0
Jamonada* 7,25 5,5
Mortadella* 8,25 5,5
Lomo 5,5 4,0
Lacón 5,0 3,5
Jamón Visking* 8,5 5,5
Jamón Pierna 9,0 8,5
*Tripa de 100-120 mm de diámetro
Las pérdidas de proceso debidas a la cocción vistas de forma individual en un proceso aislado
quizás dan una medida de su significado real desde el punto de vista económico, pero si tenemos en
cuenta que una merma del 10 %, por ejemplo, significa que se pierden 10 t por cada 100 t de
producto que entra a la cocción y que además este es un valor aceptable para la cocción en hornos
que emplean aire caliente, entonces se justifica un control estricto de este paso del proceso y un
análisis para la inversión en cámaras de cocción de vapor.
En la Tabla 10.5 se puede apreciar la reducción de las mermas al emplear la cocción con vapor
respecto al empleo de aire caliente y aun menores con la cocción en horno de gas, según los datos
obtenidos en trabajos experimentales realizados en el IIIA (Santos, 1989b).
En la Tabla 10.6 se expresa en porcentajes las reducciones en las mermás y la reducción de los
tiempos de tratamiento, donde una vez más se destacan las ventajas de usar cocción con vapor
saturado por encima de cualquier otro tratamiento de los descritos con anterioridad.
Tabla 10.6.- Reducciones de las mermas en el tiempo total de horneo cuando se utiliza vapor en
la cocción con relación a los tratamientos con aire seco.
Reducción en las mermas Reducción de los tiempos totales
Producto
(%) (%)
Perro caliente 53,50 40,00
Butifarra 71,25 33,00
Jamón Selecto 49,00 35,00
Jamón Visking 40,00 35,00
Jamonada 70,00 24,00
Mortadella 76,00 33,00
Jamón Pierna 34,55 5,60
Lacón 20,55 30,00
Lomo 44,44 27,00
Todo lo contrario sucede con el perro caliente y la butifarra, productos con diámetros de 22 y 35
mm, respectivamente, tal como se muestra en las curvas 1 y 2 . Las curvas muestran una gran
pendiente con los menores tiempos de proceso por lo que se acumulan menores razones letales
en el tratamiento térmico. En estos casos hay que ser muy rigurosos con el proceso y garantizar
al menos 70 °C en el centro, por lo que es recomendable incluso llegar a los 71°C.
Dentro de los equipos más modernos podemos citar los sistema de horneo en continuo. En la
Figura 10.12 puede apreciarse, de izquierda a
derecha, la entrada del producto a través de
una puerta metálica seguida de varios
compartimientos que se corresponden con las
diferentes etapas del proceso, es decir, secado
ahumado y cocción, además del enfriamiento
por duchado. Los hornos continuos cuentan con
carrileras acopladas a un motor que traslada los
carros con producto hacia las diferentes
secciones del horno para la aplicación de un
proceso completo de tratamiento térmico
incluyendo todas sus etapas que incluye el
Figura 10.12.- Equipos para horneo continuo
enfriamiento de los productos
La cantidad de compuestos químicos contaminantes que contiene el humo depende del método
de producción del mismo. La cantidad de 3,4- benzopireno, sustancia con alto efecto carcinógeno
producido durante la combustión, depende de la temperatura de disgregación de la madera y el
método de obtención del humo. A temperaturas de pirólisis de 200 a 260 °C tiene lugar la
combustión de pentosanas y alfa celulosa; entre 260 y 310 °C ocurre la disgregación de la
celulosa con un condensado de color marrón rojizo. La lignina es disgregada a temperaturas
entre 310 °C - 500 °C, formándose por pirólisis un condensado incoloro.
La legislación para el ahumado citada por (Klettner, 1980) establece un contenido máximo de 1
ppb (partes por billón) de 3,4- benzopireno, pero su presencia es aun más nociva debido a que
además de ser una sustancia carcinógena genera otros hidrocarburos policíclicos aromáticos con
igual efecto. De la temperatura de producción del humo depende la cantidad de compuestos
carcinogénicos que tenga el humo producido y sobre todo la cantidad de 3,4- benzopireno
acompañante y de otros hidrocarburos aromáticos también tóxicos. Para obtener los menores
contenidos de sustancias carcinogénicas los mejores métodos de obtención de humo son
aquellos que realizan la combustión de la madera o serrín a más bajas temperaturas, con baja
proporción de oxígeno y una acción de enfriando del humo. Valores de temperaturas de 300 °C
producen pocas sustancias componentes del humo y no sobrepasan la cifra señalada de 1ppb de
3,4- benzopireno. Es importante aclarar que estos compuestos solo se originan durante la
disgregación térmica de la madera o eventualmente de las virutas (Klettner, 1980).
El humo por ardido también se puede obtener directamente del aserrín en la cámara o el ardido
de la madera como sucede en hornos artesanales, donde la circulación del aire es solo por la
chimenea, pero en estos casos se originan temperaturas de combustión bajas y se produce un
humo de baja densidad.
Este método no es muy conocido y fue desarrollado en Polonia (Tilgner, 1962). Aquí la
producción de humo esta separada en dos procesos, primeramente es calentado nitrógeno o
anhídrido carbónico a temperaturas entre 300 y 400 °C y el gas caliente circula entre la viruta
provocando la pirólisis. En otro compartimiento se calienta el aire a 200 °C y es agregado al
humo. El oxígeno del aire caliente acelera las reacciones de oxidación, condensación y
polimerización.
En este método la viruta es presionada por un recipiente encamisado por medio de una espiral
cónica de tal manera que quede la menor cantidad de aire en la viruta. En los extremos de
entrada y salida se encuentra la fuente calórica eléctrica de acción directa y regulable a
temperaturas de 300 a 400 °C, la que origina el ardido de la viruta. Se requiere una pequeña
cantidad de aire adicional y el humo producido es seco y denso (Klettner, 1980).
Según estos planteamiento podemos resumir, que de los métodos vistos hasta aquí los mejores
son el humo por fricción, humo por vapor, humo por fluidización, humo en dos etapas y humo
por ardido lento, recomendándose como el mejor el método de obtención de humo por vapor ya
que se produce húmedo y entra a la cámara de ahumado a 80 °C.
-Ahumado electrostático.
Se aplica en los sistemas de túneles con funcionamiento constante. En la zona de ahumado del
sistema se encuentra el humo que circula por alambres electrificados y de esta manera las
partículas de humo son cargadas eléctricamente y se depositan rápidamente en la superficie del
producto de carga contraria. En este método las partículas del humo se adhieren al producto
cárnico.
-Ahumado circulatorio.
En esta técnica es extraída una parte del humo de la cámara de ahumado y este es suministrado
nuevamente al compartimiento productor de humo por ardido del aire puro y la mezcla así
formada penetra en la cámara de ahumado. El humo que se suministra al local productor de
humo posee un menor porcentaje de oxigeno que el aire puro y se logra con ello una temperatura
de ardido menor que en la producción de humo por ardido habitual, por lo que cuenta con menor
cantidad de sustancias carcinógenas. La cantidad de aire puro que se suministra a la cámara de
ahumado puede ser variada.
Algunas Firmas suministradoras de equipos tecnológicos para esta industria, producen y venden
ahumadores como los mostrados en la Figura 10.20 que pueden emplear trozos de madera,
aserrín grueso y fino y humos líquidos (Figura 10.21). En este último sistema se aplica una
vaporización de concentrados de humo ecológicos, de muy fácil manejo.
Figura 10.20.- Ahumadores
Para cada tipo de producto cárnico donde se aplique un proceso de esterilización, sea cual fuere
la combinación de tiempo y temperatura en función de la conservación posterior y el tipo de
conserva según la clasificación vista en el capitulo 8, los factores más generales para alcanzar la
estabilidad microbiológica son la garantía de un cierre hermético y la acción prolongada del
calor. No obstante, después que se diseñan los tratamientos a aplicar en función del tipo de
producto y de su conservación posterior hay que tener en cuanta varios procedimientos
tecnológicos que determinan la inocuidad de las conservas. Los más importantes son los
siguiente:
Ocasionalmente las latas son puestas de forma desordenada dentro del autoclave lo que impide
que se llene de envases en su plena capacidad, por lo que se recomienda el empleo de placas
divisorias ordenadas entre las distintas camadas de envases a fin de permitir una adecuada
circulación del medio de Calentamiento.
10.2.2.-Temperatura inicial
La temperatura del producto al inicio del proceso es tan importante como la temperatura del
proceso en si o el tiempo del proceso.
La temperatura de las latas más fría a ser procesada se considera como la temperatura inicial del
producto al comienzo de la esterilización y no debe confundirse con la temperatura a la que se
envasa el producto.
Si elaboramos una masa cárnica como puede ser una carne prensada tipo luncheon meat, por
ejemplo, la temperatura inicial en la esterilización estará entre los 5 y los 15 °C en función de las
condiciones de elaboración de la masa, de su temperatura final y del tiempo que medie entre el
envasado y la esterilización. Si definimos el tiempo de proceso tomando en cuenta la evolución
de la temperatura inicial a partir de esos valores, y por dificultades tecnológicas ese producto se
deja envasado en nevera para ser procesado al día siguiente, su temperatura interior será inferior,
lo que se traducirá en un producto con una esterilidad insuficiente respecto a la diseñada.
Lo mismo sucede si diseñamos un proceso asumiendo una temperatura alta en el producto
debido al empleo de líquidos de cobertura debidamente calentados (90 °C). Si por indisciplinas
tecnológicas esto no se realiza debidamente, entonces se partirá de temperaturas inferiores y
provocara también procesos con esterilización insuficiente.
Estos casos donde no se alcanza la esterilidad adecuada son los más peligrosos para el
consumidos por los deterioros que pueden causar en el producto terminado además de
intoxicaciones severas e incluso la muerte, en caso de existir toxina botulínica, pero hay también
riesgos de esterilización excesiva, que aunque no tiene peligros para la salud, puede causar
cambios de color y la aparición de sabores indeseables en el producto que provocan rechazo en el
producto terminado, que se recrudecen durante el tiempo de almacenamiento a altas temperaturas
como son los cambios abióticos ya tratados.
En la operación de llenado de los envases el problema más común que se puede presentar son las
deformaciones por sobrellenado o por un llenado insuficiente, pero a su vez puede tener otras
causas que por su origen pueden ser físicas, químicas o microbiológicas.
Entre las alteraciones de los envases por causas físicas podemos citar las provocadas por
operación inadecuada en el autoclave, por sobre llenado de los envases, por espacio de cabeza
insuficiente, por exceso de vacío y por baja temperatura de llenado.
Los productos que se envasan calientes reciben generalmente un proceso previo de evacuación
del aire ocluido y se realiza haciendo pasar los envases por una cabina con vapor llamada
“exhauster” o inyectando vapor en torno a la cabeza de cerrado de la máquina tapadora, además
de garantizar la temperatura al menos de 90 ° C del liquido de cobertura. En el caso de las pastas
que se envasan frías, debe emplearse llenadoras al vacío que elimine el aire en la masa. (Vinagre,
1988).
Cuando el producto comienza a calentarse, el contenido del envase se dilata ocupando el espacio
libre o “espacio de cabeza”. Para el momento que termina el procesamiento, las presiones dentro
del envase son altas pero son contrarrestadas por la presión de vapor dentro del autoclave. Al
inicio del enfriamiento lo primero que se produce es una brusca reducción de la presión externa
hasta alcanzar la atmosférica, mientras en el interior de los envases el producto aún se mantiene
caliente y su presión, por lo tanto, elevada y la contrapresión realizada con aire comprimido
ejerce aquí un función determinante para evitar las deformaciones de los envases.
Los factores que pueden afectar significativamente la presión interna dentro de los envases son
la temperatura de llenado del producto, espacio libre y vacío en el envase y la temperatura de
proceso.
Si se reduce la presión dentro del autoclave antes que el enfriamiento haya reducido la presión
dentro del envase, estarán sujetas a un diferencial de presión que puede exceder la fortaleza de
los extremos de las mismas y se puede ocasionar una deformación permanente en los extremos
llamada combadura y para evitarlas se deben enfriar parcialmente las latas en el autoclave bajo
una presión de aire equivalente a la presión en el autoclave durante el procesamiento. Esta
presión de aire debe mantenerse hasta que el procedimiento de enfriamiento reduzca la presión
interna de la lata hasta igualarse con la presión del medio al final del periodo de enfriamiento.
Estas deformaciones de los envases y fallos en los cierres atentan contra la estabilidad en la
conservación del producto terminado.
La diferencia de presión exige una resistencia mecánica a los envases, la que debe ser mayor a
medida que aumenta el tamaño del envase. De hecho, solo las hojalatas de suficiente grosor
pueden trabajarse en estas condiciones, pues en los envases de vidrio saltan los cierres o incluso
pueden llegar a estallar y los envases de plástico se deforman primero para romperse a
continuación .
Las latas pequeñas pueden tener suficiente fuerza para resistir presiones internas relativamente
altas, pero los envases de gran tamaño como las latas 10 pueden no ser suficientemente fuertes
para resistirla presión interna que resulta de una pérdida rápida de presión , por lo que estos
envases deben tener siempre los llamados bocelones, que le confieren resistencia además de
enfriarse bajo presión.
La presión interna en el envase está influenciado por la expansión térmica del contenido (mayor
a más humedad del contenido), la expansión de los gases y el vapor de agua y el espacio de
cabeza (a mayor espacio, menos presión). Cuando comienza el enfriamiento, la presión interior
se reduce por la condensación del vapor y el volumen se contrae, creando un vacío interno que
depende del espacio de cabeza y de la temperatura de llenado.
La remoción adecuada del aire es muy importante para evitar las deformaciones de los envases.
Un vacío adecuado limita la presión interna dentro del envase y durante el proceso el envase
poda distenderse pero no de forma permanente, sin embargo, si se deja aire en el espacio libre,
este se expandirá a medida que se eleva la temperatura y se producirán las deformaciones que
pueden deformar los cierres y permitir la entrada de agua de enfriamiento, provocando
contaminación y pérdida de la estabilidad.
Cuando el vacío en las latas es demasiado grande pueden colapsarse, ocurriendo una
deformación hacia adentro. Esto ocurre cuando con espacio de cabeza es muy grande se cierran
las latas muy calientes. También puede ocurrir cuando la presión durante el enfriamiento bajo
presión en el autoclave es demasiado alta o se mantiene durante mucho tiempo mientras las latas
se enfrían y se forma el vacío.
Un aspecto esencial en el cierre con vacío es la remoción del oxigeno para evitar la corrosión del
envase y los cambios de coloración y de sabor debido a la reacción del oxígeno con la
mioglobina de la carne y con los ácidos grasos de la carne y la grasa, respectivamente. La
existencia del aire dentro del envase dificulta además la transferencia de calor dentro del envase.
Dentro de las causas microbiológicas que provocan deformaciones de los envases están el
deterioro que puede ocurrir en el producto debido a un comienzo tardío y conservación
inadecuada antes de la esterilización, lo que provoca un crecimiento incontrolado de la
microflora existente, con producción de metabolitos que afectan el sabor del producto, aunque
después el tratamiento sea suficiente para la eliminación de los microorganismos que causaron el
cambio de calidad del producto. La apariencia y el olor de producto en este caso es un envase
con el contenido baboso o partido. Otra causa de deformación esta dada por la formación de gas
debido al crecimiento de clostridios que son capaces de desarrollarse en una esterilización
insuficiente. Así mismo, un tratamiento enfriamiento incorrecto puede provocar entrada del agua
de enfriamiento, ocurriendo una poscontaminación y se caracteriza por la presencia de una flora
variada, con gérmenes que generalmente no resisten la aplicación del calor (León, 1983).
Es muy importante además que las maquinas tapadoras realicen su labor adecuadamente,
evitando las moletas desgastadas o colocadas demasiado apretadas, excesiva presión del gatillo y
separación excesiva entre los rodillos y el mandril entre otros, los que dan como resultado varios
desperfectos en el cierre de las latas. Por esta razón debe establecerse un control riguroso durante
todo el proceso, inspeccionando la calidad del cierre y la hermeticidad de las latas (Manev,
1983).
Entre los defectos de sellado más comunes que pueden aparecer en los cierres de los envases de
hojalata esta los siguientes:
- Pendiente: proyección lisa del sello doble por debajo de la parte inferior de un
sello normal.
- Uve (V) o labio: irregularidades en el sello doble.
- Sello afilado: se refiere a una orilla afilada en la parte superior interna del sello.
- Sello recortado: es un sello que esta lo suficientemente afilado como para fracturar el
metal en la parte superior interna del sello.
- Sello defectuoso por patinaje.
- Sello falso.
- Cuerpo levantado.
El funcionamiento eficiente de la operación de cierre de una lata es una materia de vital
importancia y para ello se miden el ancho o longitud y el espesor del cierre mediante un
micrómetro perfectamente ajustado y estos valores deben corresponder con los rangos aceptados
según el tipo de envase. Estos rangos de aceptación del ajuste se encuentran normalizados y esta
operación constituye uno de los puntos de control en el análisis de riesgo de la producción de
conservas enlatadas. El control de la operación de cierre es de obligatorio cumplimiento y debe
realizarse a intervalos regulares. La frecuencia óptima de estos exámenes o inspecciones
dependen de varios factores que varían en función del volumen de la producción y de la
velocidad con que opera la máquina selladora.
Los autoclaves modernos constan de registradores de proceso mediante el cual se lleva la historia
térmica de cada lote esterilizado y sirve como evidencia de una operación correcta y segura.
Estos registro incluso deben ser exigidos al fabricante cuando se realizan importaciones como
vía para determinar el tipo de conserva que se esta comprando en función de las condiciones
posteriores de conservación.
Los registros sirven además para determinar cualquier anomalía en el proceso y tomar decisiones
de desvíos de la producción ante la inseguridad del valor de esterilización recibido o el grado de
esterilidad comercial y el riesgo para la salud publica.
Los envase de alimentos en general a ser procesados debe codificarse adecuadamente con la
información correspondiente a la fecha de producción y de caducidad, una vez que se ha sellado
herméticamente. Generalmente esta información se estampa en la tapa del producto pero en los
casos que el tipo de envase no lo permita, la información debe reflejarse claramente en la
etiqueta del producto.
Esta identificación debe reflejar el establecimiento donde fue elaborado el producto y la fecha,
además de la información del los ingredientes. En las últimas décadas esta tomando auge y es ya
un tema obligado, declarar además el valor nutricional, lo que ha dado en llamarse “etiquetado
nutricional”. Entre los componentes de obligatoria declaración se encuentran la grasa total, los
carbohidratos, el colesterol, el calcio, las vitaminas A y C, el hierro, el sodio y las calorías totales
y las aportadas por las grasas, referidas a una porción determinada en función del tipo de
alimento (Kurtzwell, 1993, Othmer, 1995). Este nuevo etiquetado, según cálculos del FDA,
costara a los productores de alimentos de EU hasta 2,3 billones de dólares en los próximos 20
años, sin embargo, los consumidores se beneficiaran con esta información en la prevención de
las enfermedades coronarias, diferentes tipos de cáncer, osteoporosis, obesidad, hipertensión y
reacciones alérgicas de los alimentos (Kurtzwell, 1994).
Esta codificación de los envases es particularmente importante cuando es necesario retirar del
mercado algún lote del producto ante la certeza de algún procesamiento insuficiente con peligro
potencial para la salud publica, cuando han ocurrido deterioros en almacenes o se han recibido
quejas de consumidores. También pueden ocurrir reacciones químicas entre algún componente
del alimento y la superficie del material de envase y dar como resultado la producción de
hidrógeno, el que puede ocupar el vacío del envase y causar que este se inflame. Aunque estos
problemas no son nocivos para la salud publica deben sacarse de la red comercial (León, 1983).
Para comenzar el proceso de esterilización en los autoclaves, tanto estacionarios como rotatorios,
se depositan los envases llenos del producto en cestas o jaulas y se coloca en el interior del
autoclave hasta su total capacidad. A continuación se cierra la puerta o tapa y se comienza a
subir la temperatura. Esta operación puede realizarse de dos maneras, por medio de agua
previamente calentada o por la aplicación de vapor de agua, que resultaran el medio de
calentamiento para alcanzar la temperatura de proceso y mantenerla constante durante el tiempo
necesario.
Los autoclaves rotatorios pueden usar ambos sistemas de calentamiento, agua o vapor y trabajan
por cargas, provocando un movimiento continuo o discontinuo del producto dentro de los
envases, según sea el tipo de autoclave.
Para cada uno de los sistemas de autoclaves con agitación existe un intervalo de velocidad
rotacional que provee un efecto máximo de agitación. Estos equipos se construyen con capacidad
ente uno y cinco cestos y pueden operar entre 6 y 45 rpm. Es importante notar que un espacio
libre mínimo, una consistencia máxima y una velocidad del autoclave mínima pueden
especificarse como críticos cuando se utilizan procesos con agitación. Si estas condiciones son
criticas para el proceso y no se cumplen dentro de los limites establecidos, la agitación se
reducirá o eliminara y el proceso no tendrá las ventajas señaladas y esperadas (Anon, 1982).
jaula
En el mercado se puede encontrar autoclaves que
utilizan este medio de calefacción y que pueden
trabajar con y sin agitación. El reparto del agua
sobrecalentada sucede a través de una plancha
Figura 10.29.- Detalles de un esterilizador perforada o por medio de un sistema de boquillas.
por lluvia
Estos autoclaves se fabrican con capacidad para 1 a 7
cestas en el modelo estático y hasta 5 cestas en el modelo con agitación. En la Figura10.29 se
muestra un esquema de este tipo de autoclave (Casp, 1999).
El sistema continuo tiene como ventaja el ahorro energético que se consigue, ya que en cada
operación solamente se calentarán los envases con producto, no será necesario calentar la masa
del autoclave. Un esterilizador se lleva a la temperatura del tratamiento en la puesta en marcha y
se mantiene en estas condiciones mientras se encuentre trabajando (24 de cada 24 horas salvo en
caso de avería y de parada para mantenimiento), por lo que el calor que se debe aportar será
solamente el que consuman los envases con el producto.
10.4.1.-Esterilizadores hidrostáticos
El principio de funcionamiento de estos equipos es muy sencillo. Constan de una cámara de
vapor parcialmente llena de agua que se mantiene bajo presión gracias a dos columnas
hidrostáticas, de 12 a 18 metros de altura. En estas condiciones la temperatura de la cámara de
vapor es la del vapor saturado a la presión a la que se encuentre, y que se corresponde con el
desnivel existente entre la altura del agua en la cámara de vapor y en las dos columnas
hidrostáticas.
En estos equipos la presión interna inicial del producto es superior a la del recinto, por lo que
este sistema no es apropiado para productos que se envasa en materiales o con un tipo de cierre
que no soporten esa presión interna, es decir, que estos equipos no se pueden emplear en
productos en envases flexibles o con cierres con la rigidez necesaria para soportar esta presión,
por lo que estas maquinas solo se emplean en envases de hojalata y vidrio con tapa corona.
Para mejorar la deficiencia fundamental de estos equipos que es su gran altura para que se pueda
mantener en la cámara de vapor entre 120 y 125 °C, se han creado cámaras de 3 columnas de 5
metros cada una, siendo las tres primeras de vapor.
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Vinagre, J. y col. (1988).-Alimentos. 13 (3) 29:31
CAPITULO 11.- ENVASES PARA PRODUCTOS ALIMENTICIOS
Soledad Volumen
Divina Pacheco
Realmente son muchas las fuerzas que impulsan y determinan la innovación y desarrollo actual y
futuro de los envases. En primer lugar están, las exigencias de los consumidores, que
principalmente se refieren al deseo de disponer de alimentos naturales o con mínimos
tratamientos de elaboración y conservación, así como productos ya preparados y listos para el
consumo, junto a la creciente demanda de productos ecológicos, dietéticos, ligeros,
nutracéuticos, etc. El consumidor desea funcionalidad, con porciones adecuadas y también
ergonomía, aspecto que hasta fechas recientes ha estado lejos de las preocupaciones de los
diseñadores de envases, otros aspectos como seguridad, inviolabilidad, y dificultad de apertura
por los niños son igualmente importantes.
Un nuevo aspecto de creciente importancia en el mundo de la distribución, son las nuevas formas
de logística y transporte, y nuevos sistemas de comercialización, como es el comercio
electrónico que, sin duda, está introduciendo nuevos requisitos a los envases para adecuarse a las
exigencias que plantea.
Los desarrollos de nuevos materiales o tecnologías, como las nanopartículas, la irradiación, los
tratamientos con altas presiones, etc., están aportando nuevas soluciones al envasado, sin haber
constituido en sus inicios un campo inmediato en su aplicación.
Las líneas fundamentales del desarrollo e innovación en los envases están referidas a la mejora
en las técnicas de fabricación de los materiales de envase clásicos, como metales, papel y cartón
o vidrio, que están siendo objeto de continua renovación buscando la reducción del uso de
materias primas y de energía y la utilización de materias primas renovables, la reducción de
espesores con mejora de propiedades, así como la mayor productividad y automatización de los
procesos productivos.
La mayor revolución en los materiales de envasado que se lleva a cabo en la actualidad esta
relacionado con los materiales plásticos y complejos, cuya progresiva implantación ha ido
ocupando todas las áreas de la tecnología de conservación de alimentos, al posibilitar nuevas
formas de envasado para las que los materiales clásicos no son apropiados.
Paralelo a los avances en los materiales y tecnologías para su fabricación se produce una
continua renovación en los diseños, tanto estructural como gráfico. Se introducen nuevas formas
buscando la satisfacción del consumidor y la diferenciación de marca y/o producto, así como la
adaptación a las necesidades que crean las modernas técnicas de la logística, transporte y
distribución comercial.
Los materiales metálicos han tenido un gran uso en la conservación de productos cárnicos y
continúan ocupando un lugar destacado como materiales para el envasado de alimentos y han
sufrido una completa revolución en los últimos 15 años, lo que esta relacionado con nuevos
recubrimientos de acero y procesos alternativos de estañado y sistemas de pasivación alternativos
a los basados en derivados del cromo, nuevos barnices y técnicas de barnizado sin problemas
medioambientales, generalización de los barnices de base acuosa, barnices y tintas de secado por
UV, barnices de aplicación en polvo, barnizado por electrorrecubrimiento, laminados metal-
plástico y nuevos desarrollos en las líneas de fabricación de envases que incluyen mayor
robotización y aumento de la velocidad de las líneas, nuevas técnicas de embutición, nuevos
desarrollos y extensión de técnicas de expansión de cuerpos por expansión con presión hidráulica
o presión soplado, nuevos formatos y diseños, extensión del uso de envases con formas y de la
reducción del diámetro de tapas, amplio uso de las etiquetas plásticas como alternativa para la
litografía exterior y nuevos desarrollos en sistemas de apertura fácil (Catalá , 1998; 2004).
Con el propósito de disminuir los costos se han desarrollado materiales metálicos a partir del
propio acero base utilizado para la producción de hojalata, pero en estos casos los recubrimientos
de estaño son mucho menores. También se han aplicado otros recubrimientos como cromo y
niquel, con buenos resultados pero su uso esta limitado fundamentalmente a la fabricación de
fondos y tapas y en el caso de los cuerpos se adecua la operación tecnológica de formación de los
mismos a los requerimientos de estos materiales. En todos los casos para su utilización en
alimentos es necesario la aplicación de recubrimientos orgánicos sobre su superficie.
Para los próximos años se prevé el desarrollo de nuevas tecnologías para el procesamiento del
acero, basadas en la deposición electrolítica del hierro, lo cual permitirá la producción de láminas
muy finas con la misma flexibilidad que el foil de aluminio, y los mismos usos después de ser
recubiertas con óxidos para prevenir la corrosión o laminadas con combinaciones de papel y
plástico (Pierre, 1999).
Los revestimientos orgánicos se emplean en los envases metálicos con el principal objetivo de
evitar el contacto del metal con el producto alimenticio, minimizando la reacción de corrosión.
Para que un barniz pueda ejercer su función de protección en una superficie metálica, debe tener
buena adherencia sobre la lámina, no contener sustancias tóxicas, no conferir sabor ni olor
extraño al producto, deben soportar los riesgos mecánicos a los que son sometidos los materiales
metálicos durante la fabricación de los envases y en su posterior manipulación y transportación
y resistir el tratamiento térmico de cada tipo de producto y la propia agresividad del mismo
(Faria, 1989).
Las resinas vinílicas son soluciones derivadas de acetato o cloruro de vinilo, producidas en
combinación o no con diversos tipos de resinas, con propiedades bien diferentes y en general se
utilizan como barniz de acabado para tapas y cuerpos de envases.
Los revestimientos acrílicos se encuentran entre los más antiguos tipos de resinas, sin embargo
son relativamente recientes como revestimientos para envases, comúnmente son pigmentadas de
blanco. Entre sus propiedades se destaca su baja resistencia a altas temperaturas, por lo que no
se emplean en productos cárnicos esterilizados.
Existen varios tipos de revestimientos fenólicos producidos por la acción del formaldehido sobre
el fenol u otros compuestos fenólicos. En general tienen excelente resistencia a ácidos y gran
impermeabilidad a los iones azufre. La resistencia a altas temperaturas también es buena y no
dañan la región de soldadura. Sus grandes inconvenientes son la poca adherencia y flexibilidad,
por lo que se usan películas más finas que de cualquier otro tipo de revestimiento. Son
empleadas como revestimiento interno para pescado, carne y algunos vegetales y externamente
solo son usados para proteger contra la corrosión o cuando se desea transparencia.
Las resinas epóxicas están compuestas por epicloridrina y difenilol propano. Poseen gran
aplicación por la facilidad de combinarse con otros tipos de compuestos, tales como los ácidos
grasos, produciendo epóxi-ésteres o combinado con las resinas fenólicas, tienen buena adhesión,
flexibilidad y resistencia química (Morgan, 1985, López, 1987). Son usadas en conjunto con
resinas fenólicas para obtener las lacas doradas con alta flexibilidad y resistencia química, o con
amino resinas (urea, melamina) para obtener barnices coloreados, también con gran flexibilidad
y resistencia química. Pueden ser modificadas combinándolas con ácidos grasos, en un proceso
de esterificación, para producir barnices con buenas propiedades de blanqueado, retención de
color y flexibilidad.
Existen mezclas epoxifenólicas que han llegado a ser consideradas como tipos de lacas
universales. Las mismas, se adhieren de forma más efectiva que cualquier otra resina,
obteniéndose propiedades de flexibilidad, resistencia química y buena adhesión en variadas
superficies metálicas. Estas lacas también tienen un amplio rango, tanto en decoración como para
protección de las superficies y son regularmente usadas para el interior y exterior de envases que
contienen, pescado, carne, productos vegetales y frutas (Downing, 1996).
La utilización creciente de latas con barniz interior preferentemente a las latas blancas, hace
mayor la necesidad de una protección efectiva de la costura para eliminar la exposición de la
superficie metálica y dificultando la formación de pilas galvánicas como consecuencia de la
disolución de metales del envase al alimento (Faria, 1989).
Los barnices utilizados en la costura lateral de las latas electrosoldadas, pueden ser divididos en dos
grandes clases: barnices líquidos y barnices en polvo; pudiendo ser termoplásticos y termorígidos,
de acuerdo con las resinas base utilizadas en las formulaciones.
Los barnices líquidos pueden encontrarse en solución como los tradicionales a base de resina epoxi,
vinílica, acrílica, poliester, poliuretano, etc, o en dispersión en los que se incluyen los organosoles y
los barnices pigmentados con aluminio o dióxido de titanio.
La optimización de la protección que ofrecen los barnices a la costura para obtener la mínima
exposición de la superficie metálica, esta relacionada con el aumento de la capa de barniz aplicada,
lo que esta limitado en los barnices en solución por la mayor posibilidad de formación de burbujas a
medida en que el espesor de la película aumenta. Los barnices en dispersión de tipo organosol, son
menos susceptibles a este problema, debido a su naturaleza termoplástica y permiten una protección
más efectiva por el aumento del espesor de la película (Pearson, 1984).
La gran ventaja de los barnices en polvo radica en su elevada inercia química, por lo que deben ser
utilizados en el envasado de productos agresivos y se recomiendan para latas formadas a partir de
laminas de elevado espesor, ya que los líquidos no posibilitan una protección eficaz en los extremos
de la soldadura. En el envasado de productos poco agresivos, como sopas y vegetales, los barnices
líquidos de uno o dos componentes presentan un buen desempeño. Además, las resinas poseen la
resistencia térmica necesaria para soportar el procesamiento de los alimentos.
Las desventajas de los barnices en polvo están relacionadas con el elevado costo del equipamiento
necesario y del material en sí, considerando además el espesor que se requiere para su buen
desempeño.
Debido a los cambios ocurridos en los últimos años relacionados con las diferentes tecnologías
de la fabricación de las latas, surgió la necesidad de desarrollar nuevos tipos de barnices. Entre
las nuevas tecnologías se encuentra el proceso de soldadura eléctrica, el que determinó el uso de
un barniz especial para cubrir la región de la soldadura, tales como los barnices organosoles, los
que se caracterizan por un alto contenido de sólidos. Otro proceso innovador es la fabricación
de las latas con cuerpo ondulado, que exigen un barniz altamente flexible.
Teniendo en cuenta la gran preocupación por el consumo de energía y por los impactos sobre el
medio ambiente fue necesaria la búsqueda de nuevas fuentes energéticas para el curado de los
barnices, tales como la luz infrarroja y la luz ultravioleta y para la protección del medio
ambiente se han desarrollado barnices con solventes a base de agua y en polvo. (Soler, 1981).
Los envases laqueados son usados para proteger los alimentos de la excesiva disolución de
estaño, sulfuro estañoso, corrosión local y cambios en el color de productos pigmentados. Sin
embargo, el uso de recubrimientos no garantiza la prevención de la corrosión y en algunos casos
pueden actuar como aceleradores de esta, por lo que se deben realizar consideraciones
particulares del recubrimiento a emplear de acuerdo al tipo de producto (Robertson, 1993,
Bolumen y col, 1995).
La efectividad del recubrimiento está directamente relacionada con una barrera impermeable a
los gases, líquidos e iones, previniendo la acción corrosiva de la superficie protegida. El
transporte de iones a través de la laca, está gobernada por las características electroquímicas de la
película, en contraste con el transporte de gases y líquidos los cuales están envueltos en la
disolución en la película de laca y a través de la difusión bajo un gradiente de concentración.
Como los iones están eléctricamente cargados, su transferencia a través del recubrimiento está
gobernado por las características electroquímicas y depende no solamente de su carga eléctrica
sino también de la concentración del electrolito. Si la velocidad de transporte de cationes y
aniones a través de recubrimiento difiere, el recubrimiento por si solo puede cargarse. Así la
protección que ofrece la laca depende de su resistencia a la transferencia del ión lo que puede
tener lugar aun en ausencia de poros, rayaduras o burbujas.
Mientras que la hojalata y el vidrio se han venido utilizando como materiales para el envasado de
alimentos desde hace muchos años los plásticos pueden considerarse comparativamente una
innovación relativamente reciente. El uso de materiales de origen polimérico en el diseño de
envases para alimentos se ha generalizado en la mayoría de tecnologías de conservación y para
algunas, como el envasado aséptico, o la atmósfera modificada, los materiales poliméricos han
formado parte de su propio desarrollo. Por otra parte, estos materiales introdujeron cambios
cualitativos de importancia decisiva para la industria alimentaria, con el desarrollo de conceptos
como el envase flexible y los procesos de envasado integrados en línea.
La versatilidad de los nuevos polímeros desarrollados, bien por si mismos o en combinación con
otros materiales clásicos como el papel, el cartón o el aluminio han determinado la aparición de
envases muy diversos para alimentos, para dar cumplimiento a las múltiples y continuas
exigencias que la comercialización de alimentos plantea. Es difícil citar siquiera los númerosos
materiales y técnicas desarrollados en estos años. Cada material plástico incluso, considerando la
resina con sus características básicas, se puede fabricarse con un amplio espectro de propiedades
diferentes. Continuamente se desarrollan nuevos materiales con propiedades específicas y se
perfeccionan las técnicas de obtención y manipulación que posibilitan nuevos usos o mejoran
significativamente los materiales ya implantados.
En la figura 5 se presentan las tendencias en el uso de envases metálicos para alimentos a partir
de la década del 60 (Menéndez, 2003) y como puede apreciarse la tendencia es a la disminución
dado el auge de los nuevos materiales en desarrollo.
30
25
20
Patentes
15
10
0
1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005
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