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TEORÍAS FEMINISTAS Y DE GÉNERO

SOCIOANALISIS 1
STEFANNY TRUJILLO OVIEDO
UNIVERSIDAD DEL ROSARIO
LA PROBLEMATIZACIÓN ENTORNO AL DISCERNIMIENTO DE IDENTIDADES Y
EL RECONOCIMIENTO EN POLÍTICAS PUBLICAS
La configuración del reconocimiento social a las diferentes expresiones del ser humano ha
sido tema de debate desde diferentes perspectivas, desde el momento en que como parte de
una sociedad empezamos a preguntarnos realmente quien somos, y con esto el inicio de
nociones para encasillar al ser humano dentro de un concepto establecido. De esta manera el
problema del dimorfismo sexual se pone en manifiesto, el cual inicialmente surgió con las
primeras investigaciones en el siglo XX, en torno al sexo y al género en la que, como primera
instancia se adscribe a un proceso de normalización social.
Inicialmente se plantea el dimorfismo social donde el sexo, tendría que ver con lo
«biológico», y el género, tendría que ver con lo «social». Stoller, Robert (1968) plantean que
el género es un término que tiene connotaciones psicológicas y culturales más que biológicas;
si los términos adecuados para el sexo son varón y hembra, los correspondientes al género
son masculino y femenino y estos últimos pueden ser bastante independientes del sexo
biológico.
El cuerpo se representa como una construcción social, donde la asignación genérica pasa a
ser un constructo social posterior a la formación identitaria del sujeto. Esta primera impresión
de cómo nos percibimos, propone una autonomía pensada y consciente, que al final termina
siendo característica en función a su articulación en algo más grande; lo colectivo. Esta
presunción da origen pues a el sistema sexo-género, que según A. Oakley (1972) atribuye al
sexo las diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres, y al género las pautas de
comportamiento, producto de un constructo cultural creado relacionalmente; configurando
así las formas de relación establecidas entre mujeres y hombres en el seno de una sociedad.
Esta relación vista como producto en un sistema de poder, en el que predomina el patriarcado,
estructuro unas condiciones sociales diferentes para el binarismo que se planteaba; es decir,
que la mujer y el hombre yacían de acuerdo con los papeles y funciones que se les asignaba
socialmente; desde este momento la mujer se visualiza como un ser subordinado o
biológicamente hechas para ciertas acciones determinadas. Esté es el detonante para la
justificación de la opresión a las mujeres a lo largo de las diferentes sociedades y tiempos
por parte de los hombres; además de que parametrizo las conductas correctas para el ser
humano de manera que inhibe su autonomía.
Las desigualdades, y las amplias diferencias que inicialmente se impuso en la sociedad,
estableció un prospecto de mujer y hombre ideal para la sociedad capitalista y puso de
manifiesto el arquetipo conductual para la conformación de la familia; imponiendo de esta
manera el escenario utópico al que todos tenían que aspirar para llegar a sentirse completos
y satisfechos. Pero qué pasa con las personas que no se ajustaba en este supositorio, como
iba a reivindicarse o a plantear otra posibilidad comportamental y del ser propio cuando hay
una creencia tan arraigada; es de aquí de donde parte el enigma fundamental del sistema
sexo-género.
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Como respuesta a esta doctrina impuesta, desde la perspectiva feminista se plantean dos
enfoques: el determinismo biológico que aboga por la diferencia de género, apoyándose en
la existencia de psicologías diferentes asociadas al sexo y posicionándose en el lado femenino
como forma de reivindicar un estatus igualitario. Y el constructivismo social que rechaza la
diferencia de género como herramienta válida de lucha feminista, dado que la polaridad en
la que se escinde el ser humano es una polémica obsoleta que no contribuye a la liberación
de la mujer ni refleja una explicación válida para la lucha feminista (Agilar M, 2008), puesto
que el género está construido socialmente y ninguna base biológica podría servir de
explicación para el mantenimiento del género como categoría biológica y esencial.
Estos dos supuestos plantean la exención y autonomía de la mujer de los estándares
impuestos por la sociedad de dos maneras diferentes, el primero formula el deber de la mujer
de apropiarse de su propio cuerpo y ser, y reivindicar su condición feminista como un
antagonismo. Derrida, Deleuze, Lyotard, plantean que: no es posible para la mujer la
adquisición de un estatus digno a menos que se posicionase en el terreno de su feminidad por
oposición al otro de lo masculino, el que durante siglos ha impuesto el paradigma desde el
que la mujer era entendida como lo otro excluido, (Agilar M, 2008). Es decir que no se utiliza
el discurso de la igualdad como aquel estatus que debe ser conquistado, sino el de la
diferencia, puesto que la diferencia sexual es la única diferencia irreducible. No consideran
que el objetivo del feminismo de la igualdad sea emancipatorio, pues las mujeres iguales a
los hombres no serían mujeres.
Mientras que el segundo propone la disolución definitiva de las condiciones que etiquetan la
condición de ser mujer, plantea la igualdad entre machos y hembras. Esto implica el objetivo
de alcanzar la neutralización cultural de las diferencias genitales entre los humanos. Las
diferencias sexuales no tendrían traducción cultural, sería el final de todo sistema
sexo/género. Propone también una pansexualidad, «la perversidad polimórfica del niño» que
Freud definió cuando el niño aún no tiene localizada su sexualidad genital. Esta perversidad
polimórfica elimina la diferencia social del trabajo que está fundada en la biología. Es
importante aun así encontrar un punto neutral que nos permita el análisis de los diferentes
factores; para lograr emanciparse, pero sin impactar en estos mismos supuestos de los que
somos titulares todos en la sociedad.
Con respecto a lo planteado por el constructivismo social Braidotti, (1991) refiere que:
Asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres)
se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la
propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad
humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones sociales de
nacimiento y cuidado de niños. Y así como la meta final de la revolución socialista era no
sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción misma entre clases
económicas, la meta definitiva de la revolución feminista debe no simplemente acabar con el
privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre
los seres humanos ya no importarían culturalmente.
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Lo cierto es que el fin de los planteamientos enunciados es alcanzar la neutralización cultural,
el reconocimiento de todos los seres humanos como tal, y la reivindicación del papel de la
mujer como un agente activo, participe y emancipado en la sociedad. “... ser feminista es
pasar de la casualidad de haber nacido mujer a la conciencia crítica de lo que significa ser
mujer en una cultura patriarcal” (Thomas M, 2014). Esto conllevo a que se generara
transformaciones en el sistema heterocentrado que había impuesto el sistema capitalista por
medio de la política en la sociedad, ya que se ponen en tela de juicio temas, tales como las
actividades que eran “propias” de la mujer (la reproducción, el cuidado de los hijos y el
cuidado del hogar) ya que son calificadas como restrictivas en el papel de las mujeres en la
sociedad, además de la gran emergencia de las múltiples identidades, orientaciones y
expresiones de género.
En este orden de ideas, se promueve la necesidad de establecer políticas que respalden estos
nuevos paradigmas acerca del sistema sexo-género, en Colombia las políticas públicas han
sido concebidas como el medio que permite canalizar recursos en torno a un problema que
ha sido considerado público, se ha posicionado en la agenda pública y debe ser enfrentado
de acuerdo con las competencias institucionales y legales de los gobiernos (Bernal A, 2018).
Para llegar a esta forma de gubernamentalidad el país tuvo que afrontar y trascender en la
forma particular de organización del estado y del gobierno, ya que la racionalidad de gobernar
consistía antes en regenerar, moralizar e higienizar como principios de civilización y
posteriormente se da un contexto diferente por medio de las políticas públicas donde el estado
reconoce los asuntos de género y la eliminación de la discriminación como uno de sus
objetivos de desarrollo social.
En este contexto se propone ubicar el surgimiento de las políticas públicas como el tipo de
medidas que concretan la gubernamentalidad al condensar la racionalidad propia de un
Estado que pretende actuar de acuerdo al método científico de la economía cuando en
realidad sus efectos centrales son de poder: la política se oculta tras el velo de la razón para
mantenerse y reproducirse (Bernal A, 2018). Esta ha sido la metodología para la producción
de instrumentos y formas de políticas públicas que ha tratado de involucrar tanto a actores
institucionales como a los ciudadanos pero, que aún se queda corta en el momento de
desarrollar métodos por medio de las cuales legitimar las propuestas emergentes en política
pública o de transformar puntos de vista ya propuestos, que influyen en la construcción de
subjetividades políticas y los ejercicios ciudadanos que legitima, los que proscribe o condena.
En cuanto a los movimientos feministas y de género, el discurso de la igualdad repetido en
la mayoría de los textos de política ha tenido notoriedad, pero es importante preguntarnos
que tanto cambian las concepciones, creencias, estereotipos y prejuicios que históricamente
han determinado la manera de entender las injusticias sociales ligadas a los asuntos de género,
raza, sexualidad y clase. Incluso hasta qué punto las políticas públicas son efectivas para
aclarar las lógicas de poder que subyacen a la dominación histórica de las mujeres. Además,
se ha encontrado con problemas como formas de opresión para transformar las vidas
cotidianas de las mujeres tales como el racismo, la pobreza, la exclusión y la violencia.
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Teniendo claridad acerca del tema, se observa que en nuestro país, aún con toda esta lucha
que se ha venido acarreando desde finales del siglo XX no ha tenido mucho progreso estos
paradigmas porque, aunque la teoría de la igualdad cuya base a permitido a algunas mujeres
se incorporaran al mundo público a través de la educación, el trabajo remunerado o el control
sobre el propio cuerpo, no ha impactado de manera radical en las lógicas que subyacen a
otras formas de opresión, por lo que es fácil percibir que las mujeres se ven obligadas a limitar
su plena soberanía, esto se ejemplifica a diario cuando tenemos que restringir la forma de
vestir por miedo a la crítica social, a no encajar, a no poder ser apta para un trabajo o
simplemente por miedo a que otro transgreda la propia integridad. Otras formas en las que
percibo que esto infringe en el pleno desarrollo de la mujer es por ejemplo la discriminación
en el ámbito deportivo ya que aun falta mucho para que las mujeres gocen del pleno goce y
reconocimiento, así como los hombres.
Desde una diferente perspectiva pero que es prevalente en la realidad de la sociedad
Colombiana, están los asuntos que nos atañen más allá de los que netamente tienen que ver
con las desigualdades de género, tal problemática se desencadena por las diversas
interpretaciones que hay alrededor de estos paradigmas que no ha permitido aun un
entendimiento más globalizado del mismo, lo cual no posibilita el desarrollo de otras
situaciones y asuntos como prostitución o la violencia doméstica los cuales necesitan de un
análisis más detallado y profundo teniendo en cuenta la manera como la pueden percibir las
propias trabajadoras y víctimas de violencia, quienes raras veces son consultadas acerca de
cómo se incorpora la temática en estas políticas, esto si permitiría manejar la verdadera
incógnita que conllevan estas circunstancias.
Es por esta y tal vez por muchos otros factores influyentes que aún se ven impedimentos para
el pleno desarrollo de la mujer en la sociedad, además de la necesidad de siempre encasillar
al ser humano en un prototipo donde en muchos grupos de las sociedad las mujeres no se ven
incluidas o interpeladas por estos procesos que pretenden generalizar soluciones, por medio
de la formación de concepto universales de mujer urbana, blanca, heterosexual, joven y con
educación o con posibilidades de acceder a oportunidades que otras mujeres no, porque viven
opresiones relacionadas con el racismo, el clasismo, el heterocentrismo, entre otras.
Y para finalizar podemos evidenciar que a través del tiempo hemos tenido un gran avance en
cuanto a la igualdad de género, y se está generando conciencia en las generaciones presentes
y futuras, además de ver como la legislación colombiana ha tenido un gran desarrollo en las
políticas públicas de género, además de que tipifico en el código penal el homicidio en razón
del género, entre otras tratando de dar mayor protección a estos casos que se han venido
presentando en la actualidad. Aun así y con todo el crecimiento logrado me queda por decir
que se debe concientizar cada vez más a la población en general y sobre todo a la población
femenina, para poder empoderar e impulsar el desarrollo autónomo y soberano de la mujer
como parte de la colectividad colombiana.
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UNIVERSIDAD DEL ROSARIO
Referencias:
- Stoller, Robert, Sex ang Gender, New York, Science House, 1968,p.187.
- Oakley, A. (1991). Sex, Gender and Society. London: Routledge,
https://doi.org/10.4324/9781315243399
- Haraway, Donna J, op. Cit.,p.217.
- Aguilar, M. (2008). El sistema sexo-género en los movimientos
feministas. Amnis [En ligne], 8 | 2008, mis en ligne le 01 septembre 2008, consulté le 28 feb
2019. URL : http://journals.openedition.org/amnis/537 ; DOI : 10.4000/amnis.537

- Autores: María Teresa Aguilar García


- Localización: Amnis: Revue de Civilisation Contemporaine de l'Université de Bretagne
Occidentale, ISSN-e 1764-7193, Nº. 8, 2008(Ejemplar dedicado a: Mujeres y Militantismo (Europa-
América, Siglo XIX-Siglo XXI))
- Idioma: español
- Braidotti, Rossi, Patterns of Dissonance, UK, Polity Press, 1991.
- Thomas
- Bernal Olarte, Angélica. Políticas públicas de igualdad
- de género. Claves para un debate pendiente. En:
- Feminismos y estudios de género en Colombia: Un
- campo académico y político en movimiento. 2018. Pág.
- 73-91

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